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LA TORRE

(Vieja época: hasta AÑO XXXIV, Núm. 134, 1986)


(Segunda época: hasta AÑO X, Núm. 38, 1996)

CONSEJO EDITORIAL

Silvia Álvarez Curbelo José Luis Méndez


Efraín Barradas Julio Ortega
Arcadio Díaz Quiñones José Miguel Oviedo
Arturo Echavarría Ferrari Ángel Quintero Rivera
Eduardo Forastieri Braschi Rubén Ríos Ávila
Gervasio Luis García Aníbal Sepúlveda
Luce López-Baralt Benjamín Torres Caballero
Humberto López Morales Iris M. Zavala

© La Editorial, Universidad de Puerto Rico, 2009


ISSN: 0040-9588

Prohibida la reproducción parcial o total de esta revista, por cualquier


medio, sin previo consentimiento escrito de La Editorial.
LA TORRE
REVISTA DE LA UNIVERSIDAD
DE PUERTO RICO

TERCERA ÉPOCA

Director
Edgardo Rodríguez Juliá

Gerente de Redacción
Yudit de Ferdinandy

Junta Editora
Beatriz Cruz
Armindo Núñez Miranda

AÑO XIV, Núm. 51-52 Enero-Junio 2009


NOTA A LOS AUTORES

La Revista La Torre recoge en sus publicaciones trabajos especia-


lizados en el área de las Humanidades, las Ciencias Sociales, Arqui-
tectura y Planificación Urbana, Estudios Ambientales; su visión es
multidisciplinaria. Los artículos sometidos deberán ser inéditos o
ser una versión de un trabajo publicado. La Torre se reserva los de-
rechos de propiedad y de impresión o reproducción del material pu-
blicado en sus páginas.
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ducir materiales que involucren derechos de autor.
No se devolverán originales ni CD enviados, se publiquen o no.
Cada colaborador recibirá un ejemplar de la revista.
La Torre, además de artículos, publica notas, documentos, rese-
ñas, entrevistas, crónicas y testimonios.
SUMARIO

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ. Introducción. Antillanos y europeos, la jornada


trasatlántica ● RAMÓN LUIS ACEVEDO MARRERO. Emilio R. Delgado: un
revolucionario puertorriqueño en España (1931-1939) ● JOSÉ ALEJANDRO
ORTIZ CARRIÓN. Jorge Carbonell Cuevas: un miliciano puertorriqueño en
la Guerra Civil española ● JANETTE BECERRA. Pedro Salinas en Puerto
Rico: contemplando al contemplador ● MIGUEL ÁNGEL NÁTER. El ángel
de lo imposible: María Zambrano, entre la filosofía y la poesía ● MATILDE
ALBERT ROBATTO. Federico de Onís, el Seminario y la Universidad de
Puerto Rico ● SILVIA ÁLVAREZ CURBELO. El perfume y la isla: la hora de la
democracia en María Zambrano y Luis Muñoz Marín ● FRANCISCO JOSÉ
RAMOS. El pensamiento de la gratitud: Schajowicz y Celan ● DENNIS
ALICEA. Cultura occidental y filosofía marginal ● SAMUEL APONTE. Miguel
de Ferdinandy o la forma humana del saber ● LUCILLA FULLER MARVEL.
Leopold Kohr in Puerto Rico Revisited ● FRANCISCO JAVIER RODRÍGUEZ
S UÁREZ. Sobre Henr y Klumb ● R UBÉN RÍOS ÁVILA . La nación más
transparente: René Marqués y la Dama de Occidente ● MARTA APONTE
ALSINA. Tollinchi: la dorada y rotunda madurez ● M ARÍA CABALLERO
WANGÜEMERt. Juan Bobo y la Dama de Occidente, o René Marqués, un
hombre, una época, una disyuntiva ● LUIS HERNÁNDEZ MERGAL. El
nacionalismo en la música puertorriqueña: entre Europa y el Caribe
● CARMEN VÁSQUEZ. Antillanos en el máximo teatro del mundo: cubanos
de París en La consagración de la primavera, de Alejo Carpentier ●
EDUARDO SAN JOSÉ VÁZQUEZ. Antonio Benítez Rojo, bajo la mirada de
Occidente ● ANA HELVIA QUINTERO. Iván Illich y Puerto Rico ● ARTURO
ECHAVARRÍA. Pro Arte Musical en el contexto del desarrollo de la cultura
artística en Puerto Rico

Puesta al día
EFRAÍN BARRADAS. Después de Viaje: Juan Martínez Capó y la poesía ●
BENJAMÍN TORRES CABALLERO. Imágenes de escasez y abundancia: la función
de la comida en la literatura cubana contemporánea
Retazos y semblanzas
CHIQUI V ICIOSO . Visitar la infancia: crónica de un reencuentro
con Saint-John Perse ● E MILIO J OSÉ B REA G ARCÍA . Inmigraciones
europeas –1939/1942– arte, intelectualidad y cultura dominicana
● E DGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ. “Encuentro con el maestro Casals”.
Entrevista a Justino Díaz ● LUIS HERNÁNDEZ MERGAL. “La influencia
europea de la familia Figueroa-Sanabia en la cultura musical
puertorriqueña”. Entrevista a Ivonne Figueroa ● ANÍBAL SEPÚLVEDA
RIVERA. Vivoni Farage, Enrique, ed. Klumb. Una arquitectura de impronta
social / An Architecture of Social Concern ● SILVIA ÁLVAREZ. “Geografías
del alma; geografías de la historia: el Puerto Rico de Gabriela Mistral y
Juan Ramón Jiménez”. Jiménez, Juan Ramón. Isla de la simpatía. Ed.
María de los Ángeles Sanz Manzano. Arrigoitia, Luis de, ed. Gabriela
Mistral en Puerto Rico. Colaboración de Edith Faría ● MARIÉN E.
DELGADO MARTÍ. Gotay Montalvo, Rubén. Mientras arde la hoguera
(Apuntes de un corresponsal combatiente). Ed. Matilde Albert Robatto
● MANUEL CLAVELL CARRASQUILLO. Aponte Alsina, Marta. Sexto sueño ●
W ILFREDO M ATTOS C INTRÓN . El relato negro: del Destripador a
Latinoamérica. Torres Medina, Vicente Francisco, ed. El que la hace ¿la
paga? Cuentos policíacos Latinoamericanos
Archivo
JAIME BENÍTEZ. Homenaje a Palés
Novedades
EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ. Antología personal. Entrevista a Sergio
Ramírez

COLABORADORES
ÍNDICE
Tercera Época
51-52
ENERO-JUNIO 2009
INTRODUCCIÓN
EUROPEOS Y ANTILLANOS,
LA JORNADA TRASATLÁNTICA

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

E
n mayo de 1941, y huyendo de la catástrofe europea que fue la
Segunda Guerra Mundial y la derrota de Francia, más de
trescientos intelectuales y artistas europeos con sus familias
tocaron puerto en Martinica, luego de completar la jornada
trasatlántica en el vapor Capitaine Paul Lemerle. Entre los exiliados
se encontraban Wifredo Lam –de regreso a su Cuba natal– André
Breton, Claude Lévi-Strauss, Fritz Lang, Victor Serge. En aquella
jornada el exilio era más palpable que el regreso a la patria. Si Wifredo
Lam y Aimé Césaire venían de regreso a sus tierras ardientes y
añoradas, los intelectuales y artistas europeos se adentraban en
territorios particularmente asombrosos e insólitos, matizados éstos
por esa tristeza en la marginalidad que Lévi-Strauss reconoció como
una de las señas de nuestra identidad americana.
Es en Puerto Rico donde Lévi-Strauss –camino a Nueva York y el
New School– tropezará con la ironía, las particulares paradojas
caribeñas. San Juan ya entonces le parecería mediatizado, en su
conflictiva antillanía, por una modernidad bastante exótica en el resto
del Caribe. De este modo, el intelectual europeo comprobaría la
perplejidad de encontrarse en el sitio de las convergencias obligadas
y las coincidencias imposibles. En aquel entonces la distancia real
entre Fort-de-France y San Juan era todavía mayor que hoy por hoy.
La cercanía geográfica estaba mediatizada –hoy cada vez menos,

ix
x EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ LA TORRE (TE)

eso sí– por nuestras específicas relaciones verticales con metrópolis


europeas e imperios americanos.
En esos barcos milagrosos, el Paul Lemerle y todos los otros
vapores trasatlánticos que lo sucedieron, ¿qué cosas llegaron para
nosotros? ¿Qué significó para las Antillas el exilio, la emigración, o
el paso por aquí, de tantos artistas e intelectuales europeos? ¿Qué
raíces echaron en estas latitudes después del transtierro? ¿Pensaron
y crearon desde estas tierras, o la visita fue un trámite de conveniencia
en tiempos terribles?
Cuando el compositor judío norteamericano Louis Moreau
Gottschalk, nacido en Nueva Orleans, nos visitó a mediados del siglo
XIX, quiso homenajear nuestra música autóctona campesina con su
Souvenir de Porto Rico, Marche des Gibaros, pieza en que la tradición
pianística y romántica a la Chopin asumía como propia la tonadilla
nuestra navideña de si me dan pasteles. Ese souvenir, o recuerdo de
lo exótico, era una inserción reconocible de lo nuestro en la solemne
tradición de la música europea. Era el detalle curioso, y hasta
gracioso, colocado en gravedades ajenas. ¿Ocurrió ese fenómeno,
fue palpable el souvenir de lo extraño, o exótico, en la producción de
estos intelectuales y artistas que arribaron a nuestras playas entre
los años cuarenta y sesenta? Podríamos llegar a pensar, con cierto
temor a equivocarnos, que el “occidentalismo” nuestro fue siempre
una jornada unidireccional.
Ahora bien, reconsideramos un poco cuando leemos El
contemplado de Pedro Salinas, o la Isla de la simpatía de Juan Ramón
Jiménez, cuando sabemos que Joaquín Rodrigo se fijó en las dos
notas cantadas a la noche antillana por el minúsculo coquí –de nuevo,
el souvenir– para componer una canción de arte dedicada a María
Esther Robles. Se vuelve aún más complejo el panorama cuando
reconocemos que Alejo Carpentier trajo a las Antillas un particular
cosmopolitismo, una superior complejidad historicista para nuestras
letras antillanas, a la vez que supo testimoniar nuestra presencia
caribeña en París, escribiendo crónicas culturales para la habanera
revista Carteles durante los años veinte y treinta. Los hermanos
Figueroa alcanzaron una exquisita formación musical en Europa al
tener como interlocutores a Alfred Cortot y Maurice Ravel. Es decir,
nuestro “occidentalismo” provinciano, el de una sociedad pobre que
AÑO XIV, NÚM. 51-52 INTRODUCCIÓN xi

apenas abandonaba la miseria, también era ambición, atrevimiento


y aventura artística e intelectual, una manera de traer para acá los
souvenirs adquiridos en el mundo europeo. El deseo de parearnos
con semejante tradición eurocéntrica fue, ha sido y será, una
parejería, más llena de genialidades y aciertos que de equivocaciones
o pretensiones.
Porque, veamos, dónde si no en la habanera Calle Trocadero 162
existía la posibilidad de un poeta y narrador como José Lezama Lima,
con el genial atrevimiento de glosar a los europeos a la vez que
fundaba una expresión americana y antillana. Ese “viajero inmóvil”
que fue Lezama tuvo su contrafigura en Saint-John Perse, quien,
nacido y criado en Guadalupe, habló sobre el milagro de todos los
mares sin evocar de manera particularmente cariciosa su distante
Caribe; y es que la lírica europea puede volverse tan metafísica que
pierde aquél, su lugar de origen.
Con su Divertimento del sur, y el Cuarteto para cuerdas de 1950,
Héctor Campos Parsi se trajo como souvenir el neoclasicismo de
Stravinsky y el reto de lo disonante, integrando en ese lenguaje
aprendido en París con Nadia Boulanger la levedad del cielo ponceño
en su Divertimento y la gracia de La Borinqueña en su Cuarteto
nacionalista, compuesto el año de la Revuelta. La cita, el fragmento,
el souvenir, es una manera de insertarnos casi como un rumor.
Nuestra marginalidad antillana es, por lo tanto, agradecida y a la
vez parejera. Queremos pertenecer y también ser reconocidos como
iguales. Si no ocurre así, la transacción suele ser asimétrica y algo
complicada, por no decir acomplejada.
En sus Tristes Tropiques Lévi-Strauss quiso captar todo lo nuestro,
empezando por su maravillosa descripción de los atardeceres en el
trópico y terminando con la cata de los rones antillanos, porque
prefería los perfumados y melosos rones agricole del caribe francés
al Puerto Rican rum pasado por el gusto yanqui de la áspera bebida
dry. Fue un europeo ya no en la búsqueda del souvenir elocuente
sino observador de lo “real maravilloso” de estas tierras. Su
entusiasmo fue tan singular que llegó a simbolizar nuestras relaciones
con la vieja Europa según la leyenda de Salcedo contada por Oviedo,
su ahogamiento y velorio por los indígenas de Puerto Rico. Decía
Lévi-Strauss que una de las conclusiones de ese ahogamiento es la
xii EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ LA TORRE (TE)

siguiente reflexión: mientras el europeo consideraba bestias a los


indios, éstos vivían en la sospecha de que los europeos eran dioses.
Y añade que, aunque ambas actitudes mostraban ignorancia, el
segundo comportamiento –el de nuestros indios tan cruelmente
exterminados– mostraba una mayor dignidad humana.
Sirva este número de La Torre, el primero de su novísima época,
como homenaje a la memoria de don Jaime Benítez en el centenario
de su natalicio. Don Jaime fue promotor y protagonista de tantos
encuentros entre antillanos y europeos aquí en la Universidad de
Puerto Rico. Fue el gran director no sólo de esta revista sino de un
momento único en nuestra historia intelectual y cultural. Publicamos
en la sección “Archivo”, que estará dedicada a reeditar ensayos
meritorios de pasados números, la Introducción de don Jaime Benítez
al número Homenaje a Luis Palés Matos, publicado de enero a junio
de 1960. Este año se cumplen cincuenta años de la muerte del poeta.
El nuevo formato de la revista La Torre merece explicación: los
números serán semestrales y de naturaleza temática. Cada número
estará dividido en cinco secciones: en la primera sección reuniremos
los trabajos relacionados con el tema escogido. La segunda sección
se llamará “Puesta al día”; en ésta iremos publicando los trabajos de
investigación que nos lleguen sobre diversos temas. La tercera
sección, “Retazos y semblanzas”, estará dedicada a fortalecer la
cordialidad de la revista; ahí publicaremos notas, reseñas, crónicas,
testimonios y entrevistas. La cuarta sección, “Archivo”, será una
mirada retrospectiva a la gran tradición de esta revista. La quinta
sección estará dedicada a dar noticia de las novedades de La
Editorial, Universidad de Puerto Rico.

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