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SENTENCIA NUMERO cincuenta y uno /DOS MIL NUEVE.- En la

ciudad de Neuquén, Capital de la Provincia del mismo

nombre, a los veinte días del mes de noviembre del año

dos mil nueve, en la sede de esta Excma. Cámara en lo

Criminal Primera, se reúne el Tribunal integrado por los

señores Magistrados subrogantes, Dres. Alejandro Cabral,

Richard Trincheri y Marcelo Medori, juntamente con la

señora Secretaria de Cámara Dra. Gabriela Villalobos, a

fin de dictar sentencia en la causa Nº 32 Año 2007,

caratulada: “F.O.C. – G.N.D. – C.E.A.– C.A.H. S/ LESIONES

EN AGRESIÓN AGRAVADA POR EL USO DE ARMA DE FUEGO”

(originaria Nº 50.091/03 del Juzgado de Instrucción Nº 3

de esta ciudad) que, por el delito de Vejaciones en

concurso ideal con lesiones graves cometidas con un arma

de fuego, triplemente calificadas por haber sido cometido

con alevosía, con el concurso premeditado de dos o más

personas y pertenecer los autores a una fuerza policial

(arts. 144 bis, 54, 90 agravado por los arts. 41 bis y 92

en función de los inc. 2°, 6° y 9° del art. 80 del CP),

le es seguida a: F.O.C (…); G.N.D.(…); C.E.A.(…); y,

C.A.H.(…), ninguno de ellos con antecedentes

condenatorios. En el debate actuaron como Fiscal de

Cámara, el Dr. Alfredo Velasco Copello; en representación

de la parte querellante, las Dras. Ivana Carla Dal Bianco

y Romina Sckmunck; por la defensa de F.O.C. y C.E.A., los

Dres. Marcelo Inaudi y Estefanía Saulí; y, por la defensa

de G.N.D. y C.A.H., el Dr. Orlando Funes.-

Que encontrándose la causa en estado de

decidir en definitiva y cumplido el proceso de

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deliberación previsto en el art. 361 y concordantes del

C.P.P. y C., efectuado el sorteo establecido en el art.

363, 2da, parte del mismo ordenamiento, resultó que en la

votación debía observarse el siguiente orden: Dr.

Alejandro Cabral, Dr. Richard Trincheri y el Dr. Marcelo

Medori, respectivamente.-

Se puso seguidamente a consideración la

siguiente cuestión:

PRIMERO: ¿Existió el hecho delictuoso y

sus autores fueron los imputados?.-

El Dr. Alejandro Cabral, dijo:

El señor Fiscal de Cámara, Dr. Alfredo

Velasco Copello en su alegato, consideró que se

encontraba plenamente acreditada la existencia del hecho,

como así también la responsabilidad que les cupo a G.N.D.

y C.E.A. en el mismo, es decir que el día 25 de noviembre

de 2003, alrededor de las 18.30 hs., oportunidad en la

que vecinos del lugar junto a representantes gremiales y

de otros sectores sociales llevaban a cabo en

inmediaciones de la intersección de calles Godoy y Dr.

Ramón de esta ciudad, los preparativos para brindar una

conferencia de prensa relacionada con hechos tumultuosos

que se habrían registrado en las últimas horas en el

barrio San Lorenzo de esta ciudad, cuando se hizo

presente en las cercanías una importante comitiva

policial fuertemente armada, siendo ese el momento en que

P.A., quien también había asistido a la referida reunión,

comenzó a correr por la primera de las calles de

referencia, procurando ponerse a resguardo, más cuando

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apenas arribó a la intersección con la diagonal Ricardo

Balbín fue alcanzado por un grupo de motoristas

pertenecientes al Departamento Seguridad Metropolitana,

dependiente de la Policía Provincial, quienes en forma

simultánea y deliberadamente, empleando las escopetas que

portaban, las cuales estaban cargadas con cartuchos A.T.,

o sea, conteniendo munición de goma, le efectuaron a

aquel múltiples disparos a corta distancia y dirigidos

directamente a su cuerpo, de los cuales, la mayoría de

los perdigones impactaron en la cabeza y en la parte

superior del cuerpo, provocándole, además de múltiples

excoriaciones, equimosis y la pérdida del globo ocular

izquierdo. Entiende a su vez, que no se encuentra

acreditada la participación de C.A.H. y F.O.C., pues los

disparos atribuidos a F.O.C. habrían sido con efecto

rebote, es decir un tiro permitido, mientras que respecto

de C.A.H., no está acreditado que le haya disparado, ni

que lo haya vejado de alguna manera cuando lo detuvo.

En cuanto a la calificación legal, el

Ministerio Público Fiscal entendió que la conducta de

G.N.D. constituía el delito de LESIONES GRAVES

CALIFICADAS POR LA UTILIZACIÓN DE UN ARMA DE FUEGO (Art.

90 y 41 bis del CP). Consideró que no había alevosía pues

para que ello acontezca entendía que era necesario que

haya una preordenación a querer herir o querer matar, lo

que a su criterio no se da porque desconocían la razón

de la persecución, solicitando una pena de TRES AÑOS DE

PRISIÓN e INHABILITACIÓN ESPECIAL POR EL DOBLE DE TIEMPO,

con más las costas del proceso (arts. 90, 41 bis y 20 bis

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del CP). En relación a C.E.A. considera que su conducta

constituye el delito de ABUSO DE ARMAS, por haber

utilizado el arma en forma incorrecta y

antirreglamentaria, solicitando una pena de UN AÑO Y SEIS

MESES DE PRISIÓN E INHABILITACIÓN POR EL DOBLE DE TIEMPO,

con más las costas del proceso. (Arts. 104 y 20 bis del

C.P.).

A su vez, la parte querellante

consideró que también el hecho se encontraba probado y

que todos los imputados eran responsables al tener un

plan común de “acribillar a balazos a P.A.”, por lo que

califica la conducta de G.N.D. como autor del delito de

HOMICIDIO EN GRADO DE TENTATIVA EN CONCURSO IDEAL CON

LESIONES GRAVISIMAS CALIFICADAS POR ALEVOSÍA Y EL USO DE

ARMA DE FUEGO, EN CARÁCTER DE AUTOR (arts. 79, 42, 54,

91, 92 en función del art. 80 inc. 2° y 41 bis del CP),

solicitando una pena de DIECIOCHO AÑOS DE PRISIÓN,

ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS. A su vez, entiende que las

conductas de C.E.A. y F.O.C. constituyen el delito de

HOMICIDIO EN GRADO DE TENTATIVA EN CONCURSO IDEAL CON

LESIONES GRAVES CALIFICADAS POR ALEVOSÍA Y EL USO DE ARMA

DE FUEGO, EN CARÁCTER DE COAUTORES (arts. 79, 42, 54, 90,

92 en función del art. 80 inc. 2° y 41 bis del CP),

solicitando una pena de DIECISEIS AÑOS DE PRISIÓN,

ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS. Por último, considera que la

conducta de C.A.H., constituye el delito de HOMICIDIO EN

GRADO DE TENTATIVA EN CONCURSO IDEAL CON VEJACIONES

(arts. 79, 42, 54, 144 bis inc. 2° del CP), solicitando

una pena de CATORCE AÑOS DE PRISIÓN, ACCESORIAS LEGALES Y

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COSTAS.

El señor Defensor de los imputados

F.O.C. y C.E.A., entendió que el alegato de la querella

era nulo por violar el principio de congruencia,

cambiando el hecho y el dolo. Consideró que de acuerdo a

la imputación y al requerimiento de elevación a juicio,

se trajo a juicio a sus defendidos por los delitos de

LESIONES GRAVES CALIFICADAS POR ALEVOSÍA, CON EL CONCURSO

PREMEDITADO DE MAS DE DOS PERSONAS Y LA UTILIZACIÓN DE UN

ARMA DE FUEGO; y no por HOMICIDIO como se pretende en el

alegato. También consideró que la defensa tiene el

derecho a una acusación penal única e unívoca. Finalmente

hace consideraciones en relación al dominio del hecho, a

la responsabilidad penal por el hecho propio, a la

alevosía, al contexto en que sucedió el hecho investigado

y a la pericia realizada por la asesoría pericial de La

Plata. En definitiva, pide la absolución de F.O.C. por

supuestamente haber efectuado sólo 2 disparos rebotados y

uno de ellos ni siquiera se encuentra acreditado, pues es

inferido; y de C.E.A., por entender que los mismos no

pudieron haber lesionado a la víctima. En subsidio

solicita para este último, el mínimo de la pena del

delito de abuso de armas.

A su vez, el Defensor de los imputados,

C.A.H. y G.N.D., consideró al igual que la defensa de

F.O.C. y C.E.A. que el alegato de la querella era nulo en

función de las mismas consideraciones que efectuara el

otro defensor. Menciona el contexto en que tuvieron lugar

los hechos traídos a juicio. Pide la absolución de

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C.A.H., pues entiende que no está acreditado que haya

efectuado algún disparo. Tampoco ha tenido un trato

severo o vejatorio al proceder a la detención. Exhibe una

foto publicada en el diario Río Negro del día 11 de

noviembre de 2009, en la que refiere que se ve claramente

que C.A.H. lo está tomando a P.A. de la camiseta y no de

los pelos. Respecto de la presunta responsabilidad de

G.N.D., expresa que se basa exclusivamente en una pericia

que no se pudo controlar. Que de acuerdo a lo que le

expresara el Lic. Proeger, en un informe que le

peticionó, tal pericia posee graves errores, pues en el

diagrama de sonido de los disparos, se muestra con una

línea más larga los disparos más cercanos y el disparo Nº

6 está ubicado de forma más lejana, lo que conlleva a la

conclusión que la aseveración de la pericia es errada en

cuanto a dicho disparo. Dice que no se tuvo en cuenta al

momento de realizar la pericia el calor, el viento, la

partida de los cartuchos, las armas, etc., todo lo cual

influye para determinar la distancia y la trayectoria de

los disparos. Expresa que no hay certeza y, en caso de

duda, procede la absolución. Hace consideraciones en

relación al dolo, a la participación, a la culpabilidad.

Por último, plantea las causales de justificación e

inculpabilidad tales como el cumplimiento de un deber y

la obediencia debida. Pide en definitiva, la absolución

de G.N.D. y C.A.H..

Sobre los distintos argumentos

esgrimidos por las partes en el alegato, no me habré de

explayar, remitiéndome -en honor a la brevedad- al

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detalle que obra en el acta de debate.

Durante el juicio el imputado C.A.H.

declaró manifestando que él fue quien detuvo a P.A., que

no realizó disparo alguno. Expresa que en la filmación se

ve a dos efectivos policiales que interceptan a una

persona que viene corriendo por calle Balbín y lo

golpean, que ese no es P.A.. Dice que la pericia yerra en

lo que expresa respecto de los disparos Nº 13 y 14,

realizando una mera suposición que no se corresponde con

la realidad, ya que de la filmación no se ve quienes

efectúan tales disparos. Interpreta el video de manera

distinta a como lo hace la pericia.

Los efectivos policiales, F.O.C. y

C.E.A. realizan un descargo por escrito, el que

posteriormente ratifican en una ampliación de la

indagatoria, explicando que a P.A. nunca lo tuvieron de

frente. De igual manera se expresa G.N.D. en un escrito

de descargo, pero no declara en el Juzgado. F.O.C. al

declarar se reconoce en las fotografías identificadas

como Nº 1, como la persona que se encuentra en la moto

que se ve en primer plano semi-parado flexionando las

rodillas levemente; en la foto Nº 2, como la persona que

está disparando con la escopeta; en la foto Nº 3, como la

persona que se encuentra inmediatamente a la izquierda de

una columna de alumbrado; y, en la foto Nº 4, arriba de

la moto, siendo el más cercano a un poste de madera. Se

reconoce en la filmación como la persona que persigue a

P.A. desde atrás, y llegando en segundo lugar en relación

a quienes lo hacen en motocicleta. C.E.A., por su parte,

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se reconoce en las fotografías Nº 12 A y 13 A; y, en la

filmación, como el escopetero de la motocicleta que se

dirige hacia calle Godoy.

Ahora bien, entrando a analizar las

pruebas existentes en la causa, adelanto que a mi

criterio acreditan con la certeza necesaria para una

condena penal, la existencia de los hechos y la

responsabilidad que les cupo a los imputados, G.N.D. y

C.E.A. en los mismos. Respecto de los coimputados C.A.H.

y F.O.C., me referiré más adelante.

En relación a la existencia del hecho

podemos decir que de la distinta prueba producida durante

el debate, se pudo establecer lo siguiente: Que el día

25/11/2003, el Gobierno Provincial quería implementar la

tarjeta solidaria para aquellos personas que estaban

dentro de la Ley 2128, por lo que se efectuaba un

empadronamiento de las personas desocupadas en cercanías

al polideportivo Ruca-Ché. Que algunos militantes del MTD

(Movimiento Trabajadores Desocupados) y otras

organizaciones, se juntaron en el lugar para protestar en

contra de dicha tarjeta. Que ello generó distintas

revueltas e incidentes que la policía local intentó

frenar. Así desde tempranas horas de la mañana, cerca de

las 09.00 hs. y hasta alrededor de las 18.00 hs., se

produjeron distintos enfrentamientos entre la policía,

militantes de organizaciones gremiales y vecinos.

Alrededor de las 18.00 hs. parte de las organizaciones

gremiales se habían juntado en inmediaciones de las

calles Godoy y Dr. Ramón para dar una conferencia de

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prensa sobre los sucesos acontecidos a lo largo del día.

En esos momentos y casi al mismo tiempo, se produce un

saqueo en una carnicería ubicada en la esquina de las

calles Godoy y Av. Del Trabajador. Es así que al grupo de

motociclistas de la policía –que se encontraban en el

predio del Ruca-ché- se les ordena ir hacia cercanías del

lugar. Una vez que llegaron a la esquina de Dr. Ramón y

Godoy, ven venir una persona, P.A., corriendo por calle

Godoy de Norte a Sur la que es perseguida por una

camioneta de la policía. Al cruce del nombrado salen en

su persecución seis motociclistas de la policía. La

motocicleta conducida por M.A.R. y como escopetero

C.E.A., se dirige hacia calle Godoy para el Norte

intentando interceptar a P.A., quedando detenida en la

esquina. A su vez, la motocicleta que conducía H.L.H. y

como escopetero G.N.D., se adelanta por la Diagonal

Balbín. A su vez, P.A. continúa corriendo hasta llegar a

la ochava con la Diagonal Balbín y dobla hacia el oeste

por esta, siendo aprehendido casi a mitad de cuadra.

De la persecución señalada, P.A.,

empleado de la firma Zanón y de 20 años de edad al

momento de los hechos, resulta lesionado con alrededor de

71 postas de goma en distintas partes de su cuerpo y con

la pérdida de su globo ocular izquierdo a raíz del

impacto de dos postas de goma en el mismo.

En cuanto a la responsabilidad penal de

los imputados cabe destacar que a través del testimonio

de H.L.H., se pudo establecer que el nombrado se

movilizaba en la motocicleta que en el video se ve como

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se adelanta por la Diagonal Balbín y que su acompañante,

es decir el escopetero, era G.N.D.. Asimismo, y a través

del testimonio de M.A.R., quien se movilizaba en otra de

las motocicletas, se pudo establecer que conducía aquella

motocicleta que se puede observar en el video que se

dirige hacia la calle Godoy, siendo su acompañante y

escopetero, C.E.A..

La principal prueba de la autoría y

agresión sufrida por P.A., es el video que obra desde el

inicio de la causa y en el que se ve la persecución de

que es objeto. También obran distintas fotografías que

fueron sacadas por un compañero de la firma Zanón, C.M.

Otra prueba importante es la pericia

solicitada a la Asesoría Pericial La Plata, dependiente

Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires y que fuera

terminada para el inicio de la audiencia, la que analizó

cuadro por cuadro el video y animó por medio de programas

computarizados las imágenes registradas e incorporadas

como prueba. Esta pericia tuvo por objeto determinar la

trayectoria y cantidad de disparos efectuados por los

funcionarios policiales hacia la víctima de autos, como

así también las personas que lo habrían hecho.

Tal estudio, tuvo en cuenta la

inspección ocular, declaraciones testimoniales, el video

y las fotos obrantes en la causa, la planimetría del

lugar efectuada por Ministerio de Obras y Servicios

Públicos de la Provincia, los informes médicos y

experiencias balísticas realizadas por la Asesoría

Pericial de La Plata. Asimismo, se efectuó con la

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colaboración de un técnico en digitalización de imágenes,

una técnica en sonido para la identificación y

determinación temporal de los disparos y, un médico

forense para la determinación de las características de

las lesiones en relación a la trayectoria de los postas

de goma. Esta pericia fue oportunamente notificada a las

partes, quienes de acuerdo a lo dispuesto por el art. 234

CPPC, tuvieron toda la posibilidad de designar sus

peritos para que participaran en la elaboración de la

misma. Nada de esto ocurrió. Por ello, todas las

consideraciones efectuadas por la defensa en relación a

la invalidez de esta prueba y a la imposibilidad de

controlar la misma, deben ser rechazadas. El hecho de que

las conclusiones recién estuvieran listas para el debate

no cambia en nada la situación, pues la oportunidad de

contralor fue al momento de ordenarse, debiendo –en su

caso- designar sus propios peritos para que participaran

en las operaciones técnicas y si así lo deseaban

efectuaran su propio informe. La otra oportunidad de

contralor es en el mismo debate, conforme surge de lo

dispuesto por el art. 348 CPPC, donde los defensores

tuvieron toda la posibilidad –y de hecho la ejercieron-

de sacarse las dudas que les pudieran caber. Por último,

el hecho de que al momento de realizarse las operaciones

técnicas correspondientes, los peritos hayan solicitado

opinión a especialistas de otras áreas, no invalida para

nada sus conclusiones; al contrario, las refuerza desde

que sus conclusiones no sólo tuvieron en cuenta sus

conocimientos técnicos específicos, sino también el de

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otras especialidades. No era necesario que los

especialistas en dichas materias aceptaran el cargo, ni

que opinaran, pues no tenían obligación alguna de

participar de las operaciones ni de efectuar una pericia,

sino que los peritos aquí designados solicitaron sus

opiniones, para poder fundar aún más sus propias

conclusiones. Ello para nada invalida ni descalifica la

pericia.

Este trabajo, en el que se invirtió

tiempo para analizar la distinta prueba obrante en el

expediente, como así también todas y cada una de las

imágenes y cuadros del video, determina claramente -y con

una explicación del por qué-: que 9 de los 12 disparos

que fueron dirigidos hacia P.A., los efectuaron G.N.D.

(5) y C.E.A. (4). G.N.D. habría realizado cuatro disparos

directos, y uno rebotado a menos de 10 m; mientras que

C.E.A. tres directos y uno hacia arriba a 30 m

aproximadamente. Observando el video en forma detallada,

también se puede ver el accionar de tales escopeteros,

los que apuntan directamente al cuerpo de P.A. y a corta

distancia.

No cabe duda que G.N.D. dispara en

forma directa, hacia el cuerpo y varias veces en

dirección a P.A., eso se observa del video. Por otra

parte, los cuadros del video que obran en la causa, dan

cuenta de su posición de disparo, de su cercanía a P.A.,

que apunta al nombrado y hasta del humo del caño. De

acuerdo a la pericia, el disparo Nº 6, efectuado por

G.N.D. en forma directa y a 8 m., es el que lesiona

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gravemente su ojo izquierdo. No tengo elemento alguno

para desacreditar que la pericia no se ajuste a la

realidad de lo sucedido y que dicho disparo efectivamente

no sea el que le hizo estallar el globo ocular izquierdo.

El perito Gardes, dijo claramente en la audiencia que

este disparo conmueve a P.A. porque lo frena y a partir

de allí tapa su cara con el brazo. A G.N.D., se lo ve en

el video realizando disparos dirigidos en forma directa y

reiterada hacia P.A., a la altura de la cabeza. Tales

disparos aparecen como absolutamente injustificados, si

tenemos en cuenta que P.A. no atacaba, sino que sólo

corría intentando huir de los mismos. Los cinco disparos

que se le atribuyen son prohibidos, porque lo fueron a

menos distancia de la recomendada y salvo uno, todos

fueron en forma directa al cuerpo y a la cabeza. Las

recomendaciones de Fabricaciones Militares para el uso de

las postas de goma, es que las mismas se utilicen a más

de 10 m, conforme lo reseñaron los testigos C., R., R.,

G. y T.. Por su parte, las instrucciones de la Policía de

Neuquén, Res. 700/02, refiere que se debe evitar disparar

en forma directa, se debe hacer al aire o con efecto

rebote; y, Res. 1480/94, que no se debe disparar hacia el

cuerpo. Ninguna de tales disposiciones fue respetada por

el nombrado. En tales condiciones la responsabilidad de

G.N.D. es indudable.

Lo mismo sucede con C.E.A., quien es el

primero que intercepta a P.A. y justamente al haberse

frenado la motocicleta en la que circulaba, dirige más

tranquilamente los disparos hacia el nombrado. También se

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lo ve en el video al menos efectuar dos disparos. La

pericia puede determinar a través del análisis de cuadro

por cuadro, cuatro disparos efectuados por el nombrado,

uno de ellos a 30 m y hacia arriba, los otros tres en

forma directa y a una distancia de entre 9 y 14 m.

P.A. tiene alrededor de 70 impactos de

postas de goma en su cuerpo, y si consideramos lo dicho

por el perito balístico Cejas, en cuanto a las pruebas

que realizara a 7,5 m, a 10 m y a 15 m, con postas de

goma con armas Maverick, Batan e Itaca, las improntas

dejadas por las postas de goma en el cuerpo de P.A., se

corresponden con los siete disparos en forma directa que

le fueron realizados a corta distancia, es decir a un

promedio de 10 postas por cada disparo impactaron en el

cuerpo y las restantes postas en zonas aledañas al lugar

por donde corría. Ello a su vez, se corresponde en un

todo con la inspección ocular. De lo expuesto, se deduce

que varios de los impactos que tiene P.A. son producto de

los disparos que también efectuó C.E.A., por lo que

también le cabe responsabilidad penal en el hecho.

Los otros tres disparos de que habla la

pericia son rebotados, dos atribuidos a F.O.C. y otro a

C.A.H.. El disparo Nº 9, atribuido a F.O.C. se ve

claramente en el video y se puede apreciar que baja su

escopeta hacia el piso en el instante en que dispara, la

distancia es mayor de 10 m. El disparo Nº 12 también

atribuido a F.O.C. no se ve en el video, ni en las fotos

y la explicación dada por los peritos es insuficiente a

los efectos de la atribución de la responsabilidad penal,

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si tenemos en cuenta que llegan al lugar seis motos, con

sus escopeteros. Pero aún en el peor de los supuestos,

estos disparos fueron a más de 10 m. y con efecto rebote,

por lo que de acuerdo a las recomendaciones, serían

disparos permitidos. Con el disparo Nº 14 sucede algo

semejante, C.A.H. niega haber disparado y hay otros

motociclistas que desconocemos donde se encuentran. Lo

cierto es que este disparo sería errado, rebotado y no

directo al cuerpo. Todo ello, se corresponde con lo

declarado por el testigo Moya, quien en su declaración

expresó: “3 o 4 motocicletas se adelantaron,

principalmente dos tuvieron mucha participación”.

Cabe destacar que si bien F.O.C. se

describe como la persona que se encuentra efectuando el

disparo en la fotografía Nº 2 –un disparo directo a corta

distancia-, lo cierto es que la explicación dada por los

peritos en cuanto al disparo Nº 13, en cuanto a que la

moto Nº 5, tapa totalmente a la moto Nº 1, y el que

apunta es el escopetero de la moto Nº 1, mientras que el

escopetero de la moto Nº 5, tiene el arma levantada

llevándola a su izquierda, es más que satisfactoria como

para atribuírselo a G.N.D. y no a F.O.C. como

primigeniamente se desprendería de su declaración

indagatoria.

Resta analizar aún si desde la

aprehensión de P.A. hasta que es entregado por C.A.H.,

hubo un exceso por parte de este. Del video analizado,

surge claramente que hay dos personas distintas que son

aprehendidas: una P.A., con pantalón y remeras oscuras;

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otra, una persona de jean celeste y remera a cuadros

roja. La primera (P.A.), es llevada hacia el móvil de la

remera, ello surge del video donde se puede ver la

espalda desnuda al subírsele la remera o camiseta con el

forcejeo. La otra persona es golpeada por dos efectivos

policiales de mangas cortas –hecho que no es objeto de

este juicio-, y respecto de la cual corresponde extraer

fotocopias para investigar, si es que no existen ya

actuaciones.

En definitiva, no se advierte por parte

de C.A.H. que lo haya llevado de los pelos como se dijo

en el debate y lo expresara P.A.; lo cierto es que

difícilmente éste pueda, de acuerdo a lo traumático de la

situación y a lo que declararon los testigos A.,I. y T.,

recordar algo de lo sucedido. Es claro que su recuerdo

tiene que ver con las lesiones padecidas y lo visto en el

video.

Por todo ello, entiendo que los

elementos colectados son insuficientes para acreditar con

la certeza necesaria que requiere una condena penal, la

responsabilidad que le pudo caber tanto a F.O.C. como a

C.A.H., en el hecho que fuera traído a conocimiento de

este Tribunal, por lo que -a mi criterio- corresponde

dictar sus absoluciones por la duda.

Analizada la responsabilidad y

participación que tuvo cada uno de los imputados en el

hecho, corresponde establecer –si como lo dice la defensa

de C.A.H. y G.N.D.-, obraron dentro de una causa de

justificación, como lo es el cumplimiento de un deber o

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la obediencia debida (art. 34 inc. 4º y 5º CP).

No cabe duda que el personal policial

se encontraba allí, es decir en ese lugar, en

cumplimiento de un deber. Sin embargo, el deber era

reestablecer el orden y, en todo caso, prevenir o hacer

cesar los efectos de un delito, pero la acción llevada a

cabo para cumplir con un deber, no puede en ningún caso

constituir un ilícito. La policía está autorizada a

utilizar la fuerza “en la medida de la necesidad”, pero

nunca más allá de ella. En el presente caso, el uso de la

fuerza y de las armas para intentar aprehender o detener

a P.A., quien venía corriendo –no se sabe de dónde ni

por qué- fue absolutamente irracional, excesivo y

desmedido, si tenemos en cuenta que le impactaron

alrededor de 70 postas de goma en su cuerpo, no

encontrándose justificativo alguno a tal accionar.

En relación a la llamada “obediencia

debida”, cabe decir que para que opere este tipo de

causal de inculpabilidad, sería necesario que el superior

haya dado una orden delictuosa y que a su vez exista una

coacción o sugestión tan fuerte por parte de este, que el

subordinado no pueda resistir. En primer lugar, no se

encuentra de ningún modo acreditado, ni al menos en forma

dudosa, que se haya impartido una orden por parte de un

superior jerárquico, para detener a P.A. mediante la

comisión de un delito. En segundo lugar, tampoco se ha

intentado acreditar que haya existido una coacción hacia

el personal inferior que era imposible resistir. Nada de

esto ha sido objeto de este juicio.

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Por ello, considero que estas causales

de justificación e inculpabilidad, deben ser rechazadas.

En función de todo lo expuesto,

entiendo que el hecho se encuentra suficientemente

acreditado y que la responsabilidad de las lesiones que

presenta P.A., le cupo fundamentalmente a los escopeteros

de las motos Nº 1 y Nº 4, es decir G.N.D. y C.E.A.,

debiendo disponerse la absolución por la duda de F.O.C. y

C.A.H., en función de los argumentos antes expuestos.

Que el Dr. Richard Trincheri, dijo:

adhiero a la solución propuesta por el colega

preopinante, y comparto sus argumentos, en cuanto a la

existencia material de lo juzgado, al rechazo de las

peticiones de la defensa y a la acreditada autoría de los

imputados G.N.D. y C.E.A., aunque disiento sobre la

situación de F.O.C. y C.A.H., a quienes también considero

autores del hecho delictuoso ventilado en el juicio.

F.O.C. participó activamente del uso de

la fuerza y de las armas para intentar aprehender o

detener a P.A., procedimiento acertadamente descripto en

el voto precedente como “absolutamente irracional,

excesivo y desmedido”. Su accionar fue percibido

claramente en el video y también en la pericia. Incluso

el motorista, J.D.A., afirma que se encuentran con la

víctima cuando ya venía cubriéndose la cara, es decir ya

había recibido el disparo en el ojo de parte de G.N.D..

Quedó demostrado que el imputado, después de ello,

realizó dos disparos; el primero, rebotado con la

posibilidad de que algunos perdigones peguen en forma

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directa, a once metros aproximadamente de P.A., de

acuerdo a lo dictaminado por los peritos y el segundo,

rebotado y a igual distancia de la víctima. Son los

disparos mencionados como Nº 9 y 12 respectivamente, el

primero en la línea de la “Veterinaria Godoy” y, el

restante, instantes previos a que la víctima fuera

aprehendida por C.A.H., ya sobre Dr. Balbín. Ahora bien,

y por esto creo que F.O.C. no debe ser desincriminado,

tales disparos no se encuentran justificados. Que hayan

sido efectuados con efecto rebote y a más de diez metros

(se repite, once según lo observado) y aunque no se sepa

con certeza si lesionaron a P.A. no agrega ni quita a la

participación que le cupo en el procedimiento ya

adjetivado. No debió haber disparado porque no era

necesario. No había ningún tumulto y ello se percibe

acabadamente del video y de las fotografías agregadas.

Conforme lo adelantara, también

considero autor del hecho al imputado C.A.H.. Es verdad

que no se probó el exceso (alegado por la querella) en la

conducción de P.A. al móvil. Y tampoco cabe reprocharle

el proceder desarrollado en la persecución de la víctima,

endilgue que realizo a los tres enjuiciados restantes.

Sin embargo efectuó un disparo con su arma de fuego

contra la persona de P.A.. No se acreditó que la hiriera,

es verdad, pero fue realizado sin necesidad ni

justificación alguna, no desprovisto tampoco de cierta

alevosía, en circunstancias en que el sujeto pasivo

intentaba ponerse a salvo de una persecución desmedida,

aterrorizado, sin arma alguna y lesionado. Nótese que a

19
20

esa altura, y esto también es nítidamente perceptible del

video, de las pericias y de los testimonios de los

policías motoristas recibidos en juicio, P.A. ya había

sido herido en su ojo izquierdo y corría cubriéndose su

cara.

También me hago cargo que el imputado

negó, repetidamente, haber realizado tal disparo. Ya se

lo había careado en instrucción con un compañero (el

motorista M.A.R.) que le había atribuido la realización

del impacto. Siempre mantuvo con firmeza su posición. No

obstante ello, considero que con certeza puede afirmarse

lo contrario. Y en esto otorgo fuerza de convicción a la

pericia realizada, la cual concluye que C.A.H. disparó

hacia P.A., a una distancia de siete metros, con efecto

rebote (es el disparo Nº 14 de la labor pericial). No

obsta a esta afirmación que tal disparo sea inferido y

que no se observe en el video al autor cuando lo realiza.

Así por cuanto, la conclusión a la que arriban los

peritos se ve abonada por otros elementos a tener en

cuenta. En principio, el descarte que se realiza respecto

a que no pudieron haber realizado el disparo ni F.O.C. ni

G.N.D. es correcto, teniendo en cuenta el video y las

fotografías. Por último, el tiro en cuestión es efectuado

en la línea y desde el sector en que aparece el policía

corriendo(es decir, C.A.H.) apuntando a la víctima. Y

está claro que, detrás del imputado, no había (en ese

momento) policía alguno. Caso contrario, y aunque el

propio C.A.H. (aún en perjuicio suyo) lo hubiera

callado, tal presencia no habría escapado a testimonios,

20
21

al video y a las fotografías que ilustraron el momento

previo a la aprehensión.

Que el Dr. Marcelo Medori, dijo: que

por compartir los fundamentos y conclusiones de quien

emitió opinión en primer término, me pronuncio en

idéntico sentido.

SEGUNDA CUESTION: ¿qué calificación

legal corresponde dar al hecho probado?.-

El Dr. Alejandro Cabral, dijo:

Las defensas de los cuatro imputados,

plantearon la nulidad del alegato de la querella, por

considerar que al momento de describir el hecho atribuido

y calificar la conducta de sus asistidos habían violado

el principio de congruencia y en consecuencia el derecho

de defensa en juicio. Manifiesta la defensa que la

querella cambia el hecho, la calificación jurídica y, en

consecuencia el dolo que necesariamente integra la

cuestión fáctica. También plantea que tiene derecho a una

acusación penal única e inequívoca.

Es claro que al efectuarse la

indagatoria de los imputados y en sus respectivas

ampliaciones se les mencionó el hecho consistente en:

“haber acorralado al ciudadano Pedro P.A., a quien le

efectuaron múltiples disparos de arma de fuego con

proyectiles de posta de goma, a corta distancia y sobre

el cuerpo del mencionado, quien como militante del MTD se

encontraba el día 25 de noviembre de 2003, alrededor de

las 18.30 hs., en las inmediaciones de calle Godoy y Dr.

21
22

Ramón de esta ciudad, a la espera de la realización de

una conferencia de prensa tendiente a desactivar

situaciones violentas que se estaban produciendo en el

Barrio San Lorenzo de esta ciudad. Que en estas

circunstancias de tiempo y lugar y ante un nuevo episodio

tumultuoso, P.A., quien se encontraba junto a compañeros

de trabajo sentado en la vereda de calle Godoy, sale

corriendo por esta misma arteria, intentando buscar un

lugar seguro, doblando en la esquina hacia su derecha por

la diagonal Ricardo Balbín, cuando comienza a ser

perseguido por un grupo de motoristas de la Policía

Provincial pertenecientes al Departamento Seguridad

Metropolitana, quienes le efectúan sendos disparos con

las escopetas que portaban y que contenían postas de

goma, los cuales en gran cantidad impactan sobre la parte

superior del cuerpo de P.A., especialmente en la zona de

la cabeza, los que hacen presumir validamente que los

mismos debieron representarse la gravedad de las lesiones

que podían provocar en el cuerpo del ciudadano P.A.,

quien se alejaba a la carrera del lugar del tumulto”.

Sin esta correcta descripción se

violentaría el principio de Congruencia y, con ello, el

de inviolabilidad de la defensa en juicio. Sin embargo,

la misma se mantuvo invariable en las etapas

fundamentales del proceso, es decir: la indagatoria, el

auto de procesamiento y en el requerimiento de elevación

a juicio.

A tal descripción del hecho cabe

agregar que la querella al solicitar la elevación a

22
23

juicio dijo: “… los imputados dispararon intencionalmente

contra P.A. con la clara intención de lesionarlo

gravemente, aprovechando su estado de indefensión en que

este se encontraba, … las lesiones graves están dadas

toda vez que Pedro P.A. ha sufrido la pérdida de un ojo…”

(sic), concluyendo que el delito calificaba en “LESIONES

GRAVES TRIPLEMENTE CALIFICADAS, POR ALEVOSÍA, POR EL

CONCURSO PREMEDITADO DE DOS O MÁS PERSONAS, COMO ASÍ

TAMBIÉN POR EL USO DE ARMAS”, en calidad de coautores.

Por su parte, la Fiscalía había calificado el accionar de

los imputados como incurso en el delito de IMPOSICIÓN DE

VEJACIONES EN CONCURSO CON LESIONES GRAVES CALIFICADAS

POR ALEVOSÍA, EN ABUSO DE SUS FUNCIONES Y POR EL EMPLEO

DE ARMAS DE FUEGO, expresando que “En suma de lo que se

trata, es que los encartados actuaron con dolo eventual,

…todo parece indicar que sus participaciones fueron

espontáneas, aunque hubo sí una intención convergente de

causar un grave daño en el cuerpo y en la salud de la

víctima”.

En definitiva, de todo ello surge que a

los imputados se les estaba atribuyendo la gravedad de

las lesiones que había padecido P.A. a consecuencia de

una persecución policial, efectuada por los aquí

imputados, con una intención al menos de dolo eventual,

es decir que pudieron prever el resultado y lo

asintieron. Nunca se les atribuyó la intención de darle

muerte. En este contexto, le asiste razón a la defensa en

el sentido que a esta altura no se puede modificar el

hecho imputado por el de tentativa de homicidio, porque

23
24

implicaría cambiar el hecho atribuido y el dolo requerido

en la figura penal. Sin embargo, esta deficiencia en el

alegato final, no invalida la acusación, porque la

conclusión que efectúa la querella de que fue un plan

común de “acribillar a balazos a P.A.” y que califica en

TENTATIVA DE HOMICIDIO, hace a la calificación legal del

hecho, pero no a la acusación oportunamente efectuada,

mantenida a lo largo del todo el proceso y en el alegato.

Por otra parte, la calificación final del hecho,

corresponde al Tribunal y no a las partes, aunque –a mi

criterio- nunca puede ir más allá de lo solicitado por

estas.

En igual sentido, Julio B. J Maier dijo

en relación a la correlación entre la imputación y el

fallo: “La base de la interpretación está constituida por

la relación del principio con la máxima de la

inviolabilidad de la defensa. Todo aquello que en la

sentencia signifique una sorpresa para quien se defiende,

en el sentido de un dato con trascendencia en ella, sobre

el cual el imputado y su defensor no se pudieron expedir

(esto es, cuestionarlo y enfrentarlo probatoriamente)

lesiona el principio estudiado. Y agrega “la regla que

impone a la acusación la necesidad de calificar

jurídicamente el hecho imputado cumple, sin duda, el

papel de orientar la actividad defensiva” (Derecho

Procesal Penal, I. Fundamentos, Ed. Del Puerto S.R.L., 2ª

ed. Pág 568/569).

En definitiva, la acusación de

tentativa de homicidio, no puede prosperar porque haría

24
25

variar el hecho oportunamente imputado, con grave

violación al derecho de defensa, pero no convierte en

nulo el alegato de la querella, en cuanto a la existencia

del hecho y la responsabilidad que le cupo a los

imputados. La calificación legal corresponde al Tribunal,

quien no podrá dar una calificación que modifique el

hecho y dolo oportunamente atribuidos, ni ir más allá de

lo requerido por las partes. Tampoco el tribunal de

juicio está facultado para imponer una pena más grave que

la solicitada por el acusador y/o acusadores, ya que las

cuestiones y circunstancias no pedidas por las partes no

han podido ser discutidas correctamente en el debate,

afectándose el contradictorio y el derecho de defensa.

Por ello, entiendo que no corresponde

nulificar el alegato de la querella, aunque el Tribunal

deberá limitarse en su pronunciamiento al hecho por el

que oportunamente fueron traídos a juicio los imputados,

no pudiendo ampliarlo a “la intención de darle muerte”,

como pretendió a último momento dicha parte.

En cuanto al planteo efectuado por el

Dr. Inaudi, respecto de que es necesario para asegurar el

derecho de defensa “una acusación única e inequívoca”,

cabe destacar que la misma se refiere al hecho, es decir

al acontecimiento histórico en sí, pero no a la

calificación penal que puedan realizar las partes, y que

en definitiva establecerá el Tribunal de juicio, de

conformidad con las pautas mencionadas anteriormente. Si

bien es cierto que desde hace tiempo se viene discutiendo

sobre este aspecto, cabe señalar que todavía el Código

Procesal no ha sido modificado y por ahora, la actuación

25
26

de la querella es autónoma en este sentido. No hay norma

alguna que le imponga a la querella la necesidad de

ponerse de acuerdo con la Fiscalía sobre la calificación

jurídica del hecho. Tampoco, se le ha impuesto al Juzgado

de Instrucción la obligación de elevar las actuaciones en

base a una única calificación legal. Es más, de no

existir oposición de la defensa, el Juez eleva la causa a

juicio por simple decreto (art. 314, segundo párrafo del

CPPC), como acaeció en el presenta caso (fs. 1617). Por

tal razón, considero que dicho agravio debe ser

rechazado.

Otra de las cuestiones planteadas por

la defensa de F.O.C. y C.E.A., ¿cuál fue el codominio del

hecho que pudieron tener sus defendidos sobre el hecho

cometido por los otros? Al hablar de participación lo que

se exige es la concurrencia de voluntades al menos

contemporánea con el hecho y no el acuerdo previo. En

este caso, hubo una concurrencia de voluntades en la

detención de una persona que –a criterio de estos-

supuestamente se encontraba huyendo de un ilícito. Así,

la concurrencia al hecho común se decide por el aporte

causal y la culpabilidad de cada partícipe por separado,

sin que se requiera que cada cual conozca la ayuda o

auxilio que el otro presta. Ante una pluralidad de

autores en un delito, necesariamente debe estar presente

en cada uno de ellos el "dominio" del hecho, ya sea por

el dominio funcional o por un dominio de la acción,

generándose así los dos modos de coautoría posibles, a

saber, la coautoría funcional (por reparto de tareas) y

la coautoría paralela o concomitante. A través del video

26
27

y de la pericia se ha podido establecer de qué modo la

conducta de cada imputado ha tenido una particular

incidencia causal en las lesiones de la víctima. Así las

lesiones graves producidas a P.A., a raíz de los disparos

efectuados por G.N.D., configura una acción autónoma en

sí misma a los fines típicos de la figura prevista por el

art. 90 del C.P, máxime si como hemos dicho se pudo

visualizar que le disparó a muy corta distancia, en forma

reiterada y a la altura de la cabeza. Mientras que la

conducta de C.E.A. de efectuar tres disparos directos,

sin importar las consecuencias que se pudieran derivar de

tal acción, constituye el delito de abuso de armas (art.

104 CP).

En relación al dolo, es dable destacar

que en atención a las distancias en que se efectuaron los

disparos, su repetición, la dirección que estos tenían,

la potencia del arma, y que fue utilizada sin respetar

las recomendaciones efectuadas por los expertos, no cabe

duda que ejercieron violencia sobre la víctima con la

intención de dañar el cuerpo y salud de P.A., lo que

efectivamente lograron. Pero aún en el supuesto que ello

no haya sido así, previeron la posibilidad de que ello

aconteciera y no les importó.

Cabe analizar qué agravantes le caben a

estas figuras básicas. En este sentido, y en función de

lo dispuesto por el art. 41 bis del CP, el hecho de que

se utilizaran armas de fuego, es una agravante genérica

que corresponde aplicar.

También resta evauluar si la acción fue

realizada con alevosía (arts. 92 y 105 en función del

27
28

art. 80 inc. 2º CP). Al respecto se ha definido a la

alevosía como "la muerte dada ocultamente a otro,

asegurando su ejecución por evitación de todo riesgo o

peligro e imposibilitando intencionalmente la defensa de

la víctima o de un tercero". Está claro que P.A. se

encontraba indefenso al momento en que varios policías

arremeten contra él, pero la circunstancia de que

hubieran existido numerosos enfrentamientos anteriores y

concomitantes hacia el personal policial por parte de los

manifestantes, no da la impresión que pudieran actuar sin

riesgo y sobre seguro para su persona, pues cualquier

tercero en esa circunstancia podía llegar a atacarlos en

defensa de P.A.. Tampoco se puede decir que la policía

haya actuado de una manera oculta ya sea para P.A. o para

los terceros que se encontraban allí. Por tal razón es

que considero que la agravante de Alevosía que prevé el

art. 80 inc. 2º no se da en el presente.

Por último debo decir que si bien a mi

criterio la conducta realizada por el imputado G.N.D.,

podría constituir el delito de VEJACIONES TRIPLEMENTE

CALIFICADAS POR LA VIOLENCIA, EL GRAVE DAÑO A LA SALUD Y

POR EL USO DE ARMA DE FUEGO (arts. 144 bis, inc. 2° y

último párrafo en función del art. 142 inc. 1° y 3° y 41

bis del CP); y, la de C.E.A., el delito de VEJACIONES

DOBLEMENTE CALIFICADAS POR LA VIOLENCIA Y EL USO DE ARMA

DE FUEGO (arts. 144 bis, inc. 2° y último párrafo en

función del art. 142 inc. 1° y 41 bis del CP), lo cierto

es que no habiendo sido motivo de acusación por las

partes y no habiendo podido la defensa cuestionar ni

28
29

defenderse de esta calificación, entiendo que el Tribunal

no puede considerarlo, porque de lo contrario afectaría

gravemente el derecho de defensa y el principio

contradictorio que impone el juicio oral.

En definitiva, considero que el

accionar de G.N.D., constituyó el delito de LESIONES

GRAVES AGRAVADAS POR EL USO DE ARMAS DE FUEGO (arts. 90 y

41 bis del CP), en tanto implicó un debilitamiento del

sentido de la vista y la deformación permanente de

rostro; mientras que la de C.E.A. constituyó el delito de

ABUSO DE ARMAS (art. 104 CP), al haber disparado su arma

contra P.A. causando heridas menores, no graves.

Que el Dr. Richard Trincheri, dijo: Voy

a disentir respetuosamente con mi colega también en este

segmento. En principio, quede claro que el art. 366

primer párrafo del CPPC autoriza al Tribunal de juicio a

dar al hecho una calificación legal distinta a la de la

acusación pero, además, la facultad de aplicar penas más

graves o medidas de seguridad. Adelanto, también, que es

erróneo no endilgar vejaciones a los imputados bajo

pretexto de violentarse en tal caso el derecho de defensa

y el contradictorio porque no fue la tipificación

escogida por la acusación. Debe distinguirse con

precisión las distintas incidencias del hecho y el

derecho sobre el punto. El imputado se defiende y

descarga sobre hechos no sobre calificaciones legales, a

no ser que la figura legal utilizada en la sentencia no

haya sido descripta (en el plano fáctico y en el

subjetivo) en el contenido del hecho que se le ha

29
30

reprochado durante el juicio. Aunque sobreabundante,

señalo que las referidas vejaciones se encuentran

sobradamente descriptas en la intimación de todas las

etapas del proceso y ninguna duda cabe en cuanto a que se

defendieron los imputados respecto a las mismas durante

el desarrollo del juicio. En ese sentido, tanto una como

otra defensa, con sagacidad, ahínco e inteligencia,

utilizaron todos los medios a sus alcances para

desvirtuar la existencia de tales vejaciones.

Desvinculado F.O.C. por decisión de la

mayoría, considero que el accionar de G.N.D. tipifica en

los delitos de LESIONES GRAVES calificadas por ALEVOSIA y

por haber sido cometidas con ARMAS DE FUEGO y VEJACIONES

agravadas por haber sido realizadas con violencias y con

grave daño a la salud del ofendido y por haberse

utilizado ARMA DE FUEGO, en concurso ideal, artículos 92,

144 bis último párrafo, 41 bis y 54 del CP.

La conducta de C.E.A. califica

legalmente en el delito de VEJACIONES agravadas por haber

sido cometida con violencias y producidas con el uso de

ARMA DE FUEGO , previsto y penado en artículos 144 bis

último párrafo y 41 bis del CP.

En relación al tipo objetivo del

primero de los delitos, esto es, las lesiones graves,

quedó sobradamente acreditado al provocar la pérdida del

globo ocular izquierdo de la víctima, lo cual le trajo

aparejado un debilitamiento permanente del sentido por la

disminución de la capacidad sensorial del órgano, además

de ocasionarse la deformación permanente del rostro.

Todo esto probado suficientemente no solo por la

30
31

percepción directa de la persona de P.A. durante el

juicio sino también por la restante información de cargo

producida, principalmente los testimonios de los Doctores

José Flores y Juan Aringoli.

También lucen confirmados los

requisitos referidos al tipo subjetivo del delito

subsumido, debido a que la voluntad observada por G.N.D.,

al disparar su arma contra P.A. de la forma descripta,

permite sostener que tuvo directa intención de causar los

daños que le produjo.

Corresponde agravar el accionar

endilgado por Alevosía, conforme se adelantara. A decir

de Peco “Alevosía es el aprovechamiento pérfido e

insidioso del estado de indefensión en que está o se

coloca a la víctima” (citado por Molinario en “Los

Delitos”, TEA, Tomo I, p.142, edic.1996). Al cabo de

analizar la prueba producida en las audiencias,

principalmente la observancia del video respectivo, surge

la certeza de resultar presente en el caso tanto la

circunstancia de haberse encontrado la víctima indefensa

como, al mismo tiempo, el aprovechamiento de tal estado

de indefensión por parte de G.N.D. y C.E.A.. Esta

exigencia subjetiva de la agravante tratada, requiere una

preordenación de la actividad del agente para actuar con

esa seguridad, es decir, el aprovechamiento del estado de

indefensión, pero ello en modo alguno implica

necesariamente una premeditación, esto es, una serena y

fría deliberación (es la opinión de Creus, Soler, Fontán

Balestra, todos citados por D´alessio en su “Código Penal

31
32

Comentado y Anotado”, La Ley, p.12, edic.2004).

Surge patente de lo actuado que, en

ocasión de ser agredido por los imputados, la víctima se

encontraba indefensa y desprotegida y que ninguna

posibilidad había en cuanto a riesgo consistente en que

P.A. o algún tercero pudieran reaccionar u oponerse al

ataque policial. Y más allá del alegato esforzado de los

defensores por disimular la situación en que se concretó

la agresión, el momento puede describirse de la siguiente

manera conforme se desprende de las fotografías y el

video: se observa un vehículo policial tipo Trafic de

color oscuro desplazándose por Dr. Ramón, atravesando

Godoy hasta estacionarse en Dr. Balbín, a escasos metros

de la intersección de calles precitadas. Detrás suyo,

apareciendo también por Dr. Ramón se estaciona una

camioneta policial blanca doble cabina. Una vez que bajan

de la Trafic aproximadamente seis o siete uniformados y

comienzan a disparar con sus escopetas, la camioneta

blanca abandona calle Dr. Balbín y toma Dr. Ramón hacia

el oeste girando luego sobre la misma calle hasta llegar

a Godoy, tomando hacia el norte. Los policías ocupantes

de este rodado, concretamente los dos ubicados en el

asiento trasero, también realizaron disparos con sus

armas durante el recorrido. Este accionar hizo que los

escasos transeúntes huyeran del efecto de los gases. Otro

móvil policial, una camioneta de tamaño superior azul o

negra con puertas blancas, viniendo desde el sur por

calle Godoy, atravesó la intersección con Dr. Ramón casi

al mismo tiempo que la camioneta doble cabina blanca pero

32
33

cruzó segundos antes, tomando ambas calle Godoy hacia el

norte. Inmediatamente arriban al menos seis motocicletas

(es decir, doce personas contando motorista y escopetero)

al precitado cruce por calle Dr. Ramón en sentido este-

oeste y, casi simultáneamente, baja por calle Godoy en

dirección sur P.A. perseguido por una de las camionetas

mencionadas (la azul o negra con puertas blancas) la

víctima sin ningún tipo de armas y sin que pudiera verse

absolutamente ninguna persona con posibilidades de

socorrerlo. Es decir era él, en las condiciones

descriptas, contra los imputados, los preventores del

móvil referido, los integrantes de las restantes

motocicletas y otros empleados policiales que se observan

apostados en ese lugar. Como mínimo quince policías

armados, a excepción de los motoristas. Y en esas

circunstancias le dispararon conforme quedó acreditado.

La indefensión y el ánimo de aprovecharse de la situación

por parte de G.N.D. y C.E.A. lucen incontrastables.

La situación de nulo riesgo para el

personal policial cuando ataca a P.A. surge también de

las testimoniales recibidas al propio personal de la

fuerza. Por ejemplo, A.G. afirma que se retiró con sus

hombres hacia el oeste de la referida intersección, lo

cual es conteste con lo señalado por C.A.H. quien, en la

ocasión al mando de A.G., expresó que aquél y los

restantes componentes del grupo se habían dirigido hacia

calle Las Palomas (paralela a calle Godoy hacia el

oeste). También el jefe del procedimiento, J.T., refiere

enfrentamientos durante el empadronamiento al mediodía en

33
34

la zona del Ruca Che y, a la tarde, en algún sector del

barrio San Lorenzo pero no en la zona del Barrio Amsur

(Godoy, Dr.Ramón y Dr.Balbin) en que se produjo la

persecución y aprehensión de P.A..

Claramente surge del video que nada ni

nadie intermedia entre P.A. y sus atacantes durante el

tiempo que duró la persecución pues, conforme dije más

arriba, los pocos transeúntes (y aunque fueran

manifestantes) que estaban en el lugar huyeron para

escapar a los efectos de los gases lacrimógenos .

La agravante genérica prevista en el

artículo 41 bis del Código Penal resulta aplicable en

este supuesto, atento que las escopetas utilizadas por

los agresores quedan comprendidas por el art.3 de la Ley

20429 (armas y explosivos), aprobada por Decreto 395/75

(art.3.1) dentro del concepto “arma de fuego”, habiendo

sido usadas tales escopetas con violencia e intimidación

y contra una persona.

El comportamiento reprochado a los

imputados, respecto a lo sufrido por P.A., configura

también el delito de VEJACIONES, en tanto la ley protege,

como integrante de la libertad personal, el derecho a no

ser vejado (maltratado, molestado, perseguido,

perjudicado) por los funcionarios públicos en el

desempeño de sus funciones (Núñez “Manual de Derecho

Penal”,Marcos Lerner, p.155, edición 1999). Las

agresiones endilgadas a G.N.D. y C.E.A. conformaron

actos humillantes que perjudicaron física y psíquicamente

a la víctima, como quedara largamente probado en autos.

34
35

Tampoco se ha agregado elemento de descargo alguno que,

seriamente, pudiera respaldar la supuesta intervención de

P.A. en el saqueo a la carnicería o en algún otro hecho

delictual, como tímidamente lo deslizara el Dr.Funes en

el alegato final.

Los medios físicamente dañosos,

utilizados en el ataque a la víctima por los imputados,

satisfacen también el concepto del agravante “Violencia”

(art.142 inc.1 al que remite el art. 144 bis último

párrafo, ambos del Código Penal) y, en el caso concreto

de G.N.D., también concurre la calificante del “grave

daño” a la salud del ofendido (art.142 inc.3), atento el

tenor de las ya referenciadas lesiones sufridas por P.A..

Que el Dr. Marcelo Medori, dijo: que

por compartir los fundamentos y conclusiones de quien

emitió opinión en primer término, me pronuncio en

idéntico sentido.-

TERCERA CUESTION: ¿qué sanción debe

aplicarse en el caso y si procede la imposición de

costas?.-

El Dr. Alejandro Cabral, dijo:

Corresponde graduar la pena a imponer a

G.N.D. teniendo en cuenta las pautas de los arts. 40, 41

del Código Penal.

Como atenuantes tengo en cuenta su

falta de antecedentes penales, su edad, su grado dentro

de la fuerza policial, el contexto en que tuvieron lugar

los hechos, es decir luego de todo un día en que

existieron innumerables tumultos en los que los imputados

35
36

tuvieron que intervenir no por decisión propia, sino por

orden de sus superiores. Tengo como agravantes la

cantidad de disparos efectuados a muy corta distancia,

con un arma sumamente potente, en dirección al cuerpo y a

la cabeza, el estado de indefensión que se encontraba

P.A., sin armas y siendo perseguido por varios móviles

policiales, habiendo utilizado la fuerza pública en forma

absolutamente irracional y desmedida en relación a la

circunstancias, el grave daño ocasionado a su salud

teniendo sólo la edad de 20 años, por lo que estimo justo

y equitativo, que se le imponga la pena de cinco años de

prisión de cumplimiento efectivo, con más accesorias

legales de inhabilitación por el tiempo de dure la

condena (art. 12 C.P.) e inhabilitación especial para

ejercer la función policial y tener o portar armas de

fuego por el término de diez años (art. 20 bis del CP) y

costas del proceso (art. 491 y 492 del C.P.P. y C.).

En función de las mismas atenuantes y

agravantes que mencionara precedentemente, a excepción en

lo que me referí de apuntar a la cabeza y el grave daño

ocasionado a la salud, entiendo que conforme las pautas

de los arts. 40 y 41, corresponde imponer a C.E.A., pena

de dos años y ocho meses de prisión de cumplimiento en

suspenso e inhabilitación para ejercer la función

policial y tener o poseer arma de fuego por el término de

cinco años y cuatro meses, y las costas del proceso.

Que el Dr. Richard Trincheri, dijo: voy

a disentir nuevamente con quien me precede en la

votación. Atendiendo la escala penal prevista en los

36
37

delitos en los cuales la mayoría ha tipificado la

conducta de los imputados, y considerando las pautas de

los referidos artículos 40 y 41 del Código Penal, estimo

ajustado a derecho imponer a G.N.D. la pena de seis años

y seis meses de prisión de cumplimiento efectivo, con más

accesorias legales de inhabilitación por el tiempo de

dure la condena (art. 12 C.P.) e inhabilitación especial

para ejercer la función policial y tener o portar armas

de fuego por el término de diez años (art. 20 bis del CP)

y costas del proceso (art. 491 y 492 del C.P.P. y C.).

En cuanto a C.E.A., corresponde aplicar

la pena de tres años de prisión de cumplimiento en

suspenso e inhabilitación para ejercer la función

policial y tener o poseer arma de fuego por el término de

seis años, y las costas del proceso.

Adhiero a las pautas merituadas en el

voto anterior para cuantificar las penas, tanto respecto

a uno como otro imputado, aunque discrepo en un punto

tenido por mi colega como atenuante. Ha sido tal vez una

de las palabras más usadas en el juicio: el “contexto”.

En absoluto comparto que ello pueda atenuar la pena. Así,

por cuanto estimo que la guía a tener en cuenta para la

mensuración, en cuanto a considerar la acción, los medios

empleados, el daño y el peligro que se causó, debe quedar

circunscripta al hecho que fue materia del juicio, esto

es, la persecución y aprehensión del P.A.. No se juzgaron

(al menos en esta ocasión) los acontecimientos de la

mañana de ese mismo día que, como también se observó en

fotos y videos, registraron víctimas de lesiones, tanto

37
38

policías como particulares, entre ellos, conocidos

dirigentes gremiales y políticos. No puede considerarse

la sucesión de tales eventos como provocadores de algún

estado de ánimo adverso a la mesura exigible a policías

armados que sin riesgo alguno se disponen a aprehender a

una persona indefensa. Caso contrario debería reconocerse

una gruesa falla en la formación y capacitación de

nuestros uniformados. Pero, aún siendo así, las

consecuencias devenidas de esa deficiencia no pueden ser

causal atenuadora cuando una víctima las ha soportado y

con una intensidad considerable.

Que el Dr. Marcelo Medori, dijo: que

por compartir los fundamentos y conclusiones de quien

emitió opinión en primer término, me pronuncio en

idéntico sentido.-

Que en mérito a la votación que

instruye el Acuerdo que antecede, la Cámara Primera en lo

Criminal, por mayoría;

FALLA:

PRIMERO: CONDENANDO a G.N.D., de circunstancias

personales detalladas al inicio, como autor penalmente

responsable del delito de LESIONES GRAVES AGRAVADAS POR

EL USO DE ARMA DE FUEGO (arts. 90 y 41 bis del Código

Penal), a la pena de CINCO AÑOS DE PRISIÓN DE

CUMPLIMIENTO EFECTIVO, con más la INHABILITACION ABSOLUTA

por el tiempo de la condena e INHABILITACIÓN ESPECIAL

PARA EJERCER LA FUNCIÓN POLICIAL Y TENER O PORTAR ARMA DE

FUEGO POR EL TERMINO DE DIEZ AÑOS, y las costas del

proceso (arts. 5, 12, 20 bis del C.P.; 368, 491, 492 y

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39

494 C.P.P. y C.).

SEGUNDO: CONDENANDO a C.E.A., de circunstancias

personales detalladas al inicio, como autor penalmente

responsable del delito de ABUSO DE ARMA DE FUEGO (arts.

104 bis del Código Penal), a la pena de DOS AÑOS Y OCHO

MESES DE PRISIÓN DE CUMPLIMIENTO EN SUSPENSO, con más la

INHABILITACIÓN ESPECIAL PARA EJERCER LA FUNCIÓN POLICIAL

Y TENER O PORTAR ARMA DE FUEGO POR EL TERMINO DE CINCO

AÑOS Y CUATRO MESES, y las costas del proceso (arts. 5,

20 bis, 26 del C.P.; 368, 491, 492 y 494 C.P.P. y C.).

TERCERO: ABSOLVIENDO POR EL BENEFICIO DE LA DUDA, a

F.O.C., de circunstancias personales detalladas al

inicio, en orden a los delitos por los que fuera traído a

juicio en la presente causa Nº 32/7 (ex – causa Nº

50.091/3 del Juzgado de Instrucción Nº 3. Sin costas, a

excepción de los honorarios profesionales (art. 4º, 367 y

492 contrario sensu del CPPC)-

CUARTO: ABSOLVIENDO POR EL BENEFICIO DE LA DUDA, a

C.A.H., de circunstancias personales detalladas al

inicio, en orden a los delitos, por los que fuera traído

a juicio en la presente causa Nº 32/7 (ex – causa Nº

50.091/3 del Juzgado de Instrucción Nº 3. Sin costas, a

excepción de los honorarios profesionales (art. 4º, 367 y

492 contrario sensu del CPPC).-

QUINTO: Extráiganse fotocopias de la denuncia, de

las testimoniales y de la inspección ocular, como así

también copias de los videos y pericias, a fin de ser

remitidas a la fiscalía, conforme lo solicitara la

querella para investigar la presunta responsabilidad que

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les pudo caber a J.D.A., H.L.H., M.A.R. y J.T.. Asimismo,

para que se investigue la conducta de los dos efectivos

policiales que se pueden ver en el video golpear a una

persona de jean celeste y camisa a cuadros roja, a la que

se hace referencia en la página 16 in fine y 17 de esta

sentencia.

SEXTO: Firme la presente, constitúyase en detenido

a G.N.D. y practíquese por Secretaría cómputo de pena.

SEPTIMO: Firme que sea, dispónese de los secuestros

de la siguiente manera: a) agréguese a estas actuaciones

como Anexo “A” 2 sobres con evidencias n° 6, 7 y 11,

nueve (9) láminas de negativos, 1 CD rotulado IPF 19666/3

AFGAP, fotografías n° 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7. Fotografías

1A, A, 4A, 5A, 6A, 7A, 8A, 9A, 10A, 11A, 12ª, 13ª, 14ª,

15ª y 17ª. Fotografías 31, 32, 33, 34, 35 y 36, b)

Agréguese a estas actuaciones como Anexo “B” Expte.

Sumario Administrativo de Dirección de Asuntos Internos

seguidos contra C.F., J.P.V., H.A.C. y P.W.S. y Expte.

Sumario Administrativo de la Dirección de Asuntos

Internos seguidos contra H.L., C.C., V.D. y L.D.P. en

fotocopias certificadas. C) Procédase a la destrucción de

un (1) videocasete VHS rotulado Expte. De Investigación

Preliminar Fiscal n° 19666/3 y un (1) Videocasete VHS

marca Telaron sin rotular, toda vez que las imágenes que

contienen los mismos se encuentran convertidos en formato

VDV los que se agregarán al presente Anexo. D) Agréguese

a estas actuaciones como Anexo “C” Incidente de Nulidad

planteado por el Dr. Orlando Funes e Incidente de

Excusación del Dr. Fernando Ghisini, E) Remítase al RENAR

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y a los fines de su destrucción 1 frasco conteniendo

perdigones.-

OCTAVO: REGÚLANSE los HONORARIOS de los Dres.

Marcelo Inaudi y Estefanía Saulí en su conjunto, por las

defensas de Elías Ariel C.E.A. y Osvaldo César F.O.C., en

la suma equivalente a 220 JUS, debiendo abonar 110 JUS

cada uno de sus asistidos , conforme Ley de Aranceles

Vigente (1594). Asimismo, REGÚLANSE los HONORARIOS del

Dr. Orlando Funes, por las defensas de G.N.D. y C.A.H.,

en la suma equivalente a 220 JUS, debiendo abonar 110 JUS

cada uno de sus asistidos, conforme Ley de Aranceles

Vigente (1594)

NOVENO: Protocolícese, notifíquese y cúmplase.

Líbrense, además de las establecidas por Ley 22.117, las

comunicaciones de rigor. Fecho, previa vista al

Ministerio Fiscal y pago de las costas procesales,

archívese.-

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