Historia de la emergencia de la instalación en el arte antioqueño (1975-2010).
Espacios urbanos, íntimos, ancestrales políticos en la obra de Clemencia Echeverri, Adolfo Bernal, Alberto Uribe, Ana Claudia Múnera, Beatriz Olano, Carlos Uribe, Edith Arbeláez, Feliza Bursztyn, Fredy Alzate, Germán Botero, Gloria Posada, Jean Gabriel Thénot, John Castles, John Mario Ortiz, Jonier Marín, Jorge Jaramillo, Jorge Ortiz, Juan Camilo Uribe, Juan José Rendón, Juan Luis Mesa, Juan Manuel Montoya, Leonel Estrada, Libia Posada, Luis Fernando Peláez, María Teresa Cano , Mauricio Carmona,.Carlos Uribe, Alberto Uribe,
Título original
Crónica de un salto al vacío. Exposición Coordenadas: La instalación en Antioquia 1975-2010
Historia de la emergencia de la instalación en el arte antioqueño (1975-2010).
Espacios urbanos, íntimos, ancestrales políticos en la obra de Clemencia Echeverri, Adolfo Bernal, Alberto Uribe, Ana Claudia Múnera, Beatriz Olano, Carlos Uribe, Edith Arbeláez, Feliza Bursztyn, Fredy Alzate, Germán Botero, Gloria Posada, Jean Gabriel Thénot, John Castles, John Mario Ortiz, Jonier Marín, Jorge Jaramillo, Jorge Ortiz, Juan Camilo Uribe, Juan José Rendón, Juan Luis Mesa, Juan Manuel Montoya, Leonel Estrada, Libia Posada, Luis Fernando Peláez, María Teresa Cano , Mauricio Carmona,.Carlos Uribe, Alberto Uribe,
Historia de la emergencia de la instalación en el arte antioqueño (1975-2010).
Espacios urbanos, íntimos, ancestrales políticos en la obra de Clemencia Echeverri, Adolfo Bernal, Alberto Uribe, Ana Claudia Múnera, Beatriz Olano, Carlos Uribe, Edith Arbeláez, Feliza Bursztyn, Fredy Alzate, Germán Botero, Gloria Posada, Jean Gabriel Thénot, John Castles, John Mario Ortiz, Jonier Marín, Jorge Jaramillo, Jorge Ortiz, Juan Camilo Uribe, Juan José Rendón, Juan Luis Mesa, Juan Manuel Montoya, Leonel Estrada, Libia Posada, Luis Fernando Peláez, María Teresa Cano , Mauricio Carmona,.Carlos Uribe, Alberto Uribe,
revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 123 Crnica de un salto al vaco Sueo con una ciencia que tendra como objeto esos espacios diferentes, esos otros lugares, esas impugnaciones mticas y reales del espacio donde vivimos. Estudiara las heterotopas, los espacios absolutamente otros, los espacios que la sociedad acondiciona en sus mrgenes, en las zonas vacas que la rodean. Michel Foucault Maz. Carlos Uribe 124 Sol Astrid Giraldo E l Museo de Arte Moderno de Medelln (MAMM) es quiz el recinto expositivo con el mayor nmero, sino de metros cua- drados, s de metros cbicos del pas. Funciona en lo que fueron los antiguos Talleres Robledo de si- derurgia. Lugar-bodega que, incluso en sus nue- vos usos culturales, conserva su severa presencia de ruina testimonial. Debido a que su destinacin original permanece marcada en su arquitectura, hoy el MAMM, antigua catedral industrial, se puede dar el lujo de ser tan generoso en espacios como avaro es el resto hacinado y comprimido del Medelln de los primeros aos del siglo xxi. Cuando hablamos de espacio en este contex- to no nos referimos a la acepcin que los museos tradicionales le dan al espacio como vaco neutro, usado apenas como un pasaje extraartstico para que los espectadores circulen entre los metros y metros de paredes lineales tachonadas de pintu- ras. A lo que nos quisiramos referir aqu es a un excedente de espacio liberado, no funcionalizado, fexible, maleable, invitado a la experiencia est- tica y que permite un concepto museogrfco ac- tivo y sugerente. El espacio no es solo un contenedor para meter muchas cosas, apilar infnidad de obras o desplegar trabajos de tallas extralargas como un teln de Luis Caballero o un lpiz gigante de Luis Camnitzer. Lo que el arte contemporneo ha venido proponiendo desde los aos sesenta es que tambin podra ser el soporte para problema- tizarse a s mismo. Quiz por ello no poda haber una sede ms apropiada para refexionar sobre la naturaleza espacial que este vaco monumental que ofrece una sala central como la del MAMM. Y esto es lo que hizo la exposicin Coordenadas, una curadura sobre lecturas del espacio que es lo que en defnitiva es una instalacin. En esta muestra se recuerda cmo los artistas antioque- os se lanzaron sin paracadas a este problemti- co vaco 1 desde la dcada de los setenta. 2 Cmo incursionaron nuestros artistas en ese universo inexplorado del vaco, alejndose de la bidimensionalidad? Cundo dejaron de Torre de panela. Carlos Uribe Fotografas Alfonso Posada revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 125 pensar en el espacio como un medio para con- vertirlo en el fn de sus refexiones, en la obra no como una acumulacin de objetos sino como la relacin espacial que se teje entre ellos? Cundo dejaron de representarlo como artifcio sobre la pared para habitarlo, penetrarlo e instalarse en l en la realidad? Cmo alcanz el espectador con sus recorridos un nuevo estatuto de cocreador? Museo y academia Estas preguntas ya haban sido las generadoras de la investigacin La instalacin en el arte an- tioqueo, 1975-2010, 3 realizada por el Grupo de Investigacin en Teora e Historia del Arte en Colombia, de la Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia. Dicha investigacin hizo un recorrido minucioso desde la emergencia de esta estrategia contempornea en Colombia y en la escena local en obras como Camas de Feliza Bursztyn, hasta el momento en que defnitiva- mente los marcos tradicionales explotan y se apro- pian de un espacio, ahora signifcado. Este trabajo de arqueologa debi lidiar, sin embargo, con una difcultad paradjica: si bien todas las obras estu- diadas eran espaciales, ya no existan debido a su carcter efmero, propio de la naturaleza de la ins- talacin, y muchas veces solo pudieron ser recons- truidas a partir del relato verbal de los artistas. O, en el mejor de los casos, cuando se haba realizado un registro, solo se trataba de fotografas de baja calidad que no podan dar cuenta de la especif- cidad y potencia de unos trabajos que deben ser experimentados espacial y sensorialmente. La exposicin Coordenadas, cuya curadura se bas en esta investigacin precedente, se propuso entonces la valiosa tarea de recrear estas instalacio- nes y reunirlas por primera vez, convirtindose en un valioso complemento de aquella. As, muchas obras que se han vuelto referentes indispensables en el arte producido en Antioquia pudieron cono- cerse en su real dimensin y propuesta. Tambin se logr una perspectiva de conjunto, pues si bien los espectadores podan haber conocido alguna de estas obras individualmente, nunca se haba tenido la oportunidad de reunirlas en una proxi- midad que permitiera nuevos dilogos entre ellas. Estas instalaciones no solo dan cuenta de los descubrimientos formales, de la paulatina intro- misin de los conceptos del arte internacional en el medio local o de los resultados de los nue- vos modelos pedaggicos en las escuelas de arte. Tambin hacen visible el viaje artstico de una generacin que fue pionera del arte contempor- neo en la escena local y de sus bsquedas perso- nales y colectivas. Qu implic este lanzarse al vaco? Dar un salto que los llev de las dos dimensiones y la obra acabada, a distanciarse del concepto de arte como cosa, a entender que el espacio no era neutro ni dado sino un campo en tensin y siem- pre en construccin, donde se cruzaban, adems de objetos y cuerpos, poderes y discursos, y que la percepcin espacial se aprenda y se desapren- da. El vaco era tambin contenedor de signif- cados; desde all podan confrontarse o recrear- se. Asumir la instalacin como una prctica era abrir una puerta por la que entraban, en lugar de los materiales nobles y cannicamente artsticos, como el leo o el mrmol, los detritos prosaicos y vanos del mundo, la contaminacin, las adheren- cias. Saltar al vaco era cambiar la mirada por los pies, la contemplacin por el recorrer y el pene- trar, los ojos por las sensaciones desordenadas del cuerpo y la piel. Era dejar entrar, en ltimas, la vida. Y el espacio de la vida no tena que ver con la utopa plana y la ordenada cartesiana. Convocar todas estas obras en la actualidad, bajo el extenso techo de los antiguos Talleres Robledo, signifc entonces reunir mltiples fragmentos de espacio, de especies de espacios, como dira Georges Perec. La idea de un espacio uniforme al interior del cubo blanco del museo se hizo aicos en esta exposicin, planteada en tr- minos de las heterotopas defnidas por Foucault: Saltar al vaco era cambiar la mirada por los pies, la contemplacin por el recorrer y el penetrar, los ojos por las sensaciones desordenadas del cuerpo y la piel. 126 No vivimos, no morimos, no amamos dentro del rectngulo de una hoja de papel. Vivimos, morimos y amamos en un espacio recortado, abigarrado, con zonas claras y zo- nas sombras, con diferencias de nivel, con peldaos, huecos, relieves, con zonas duras y otras desmenuzables, penetrables, porosas. Hay regiones de paso, hay regiones abiertas, otras de detencin provisoria y, adems, hay regiones cerradas, de reposo e intimidad. 4
Y as de agujereadas, desniveladas e irregu- lares se vieron las salas del museo en este calei- doscopio espacial, donde cada artista despleg un planeta con su propia cartografa. Planetas que a veces lograban orbitar unos alrededor de los otros, pero que en algunos casos no pudie- ron ms que colisionar. Estas instalaciones fueron el resultado de las refexiones de una generacin que puso su empeo en comprender el espacio y el tiempo que habitaba, no en abstracto, sino en unas producciones en las que iba tomando forma lo urbano, lo domstico, lo ancestral, lo ambien- tal, la violencia, gracias a un lenguaje internacio- nal que, sin embargo, en sus manos se llenaba de referencias a su particular momento y lugar. Espacios urbanos La exposicin permite apreciar, por ejemplo, cmo va emergiendo entre estos artistas una nueva con- ciencia de ciudad en su complejidad contempor- nea. Juan Luis Mesa, en la videoinstalacin De este lado del ro, alude a referentes concretos como el ro Medelln, eje fsico que tambin es simblico y alrededor del cual se ha estructurado geogrfca e histricamente el Valle de Aburr. Un espacio- borde, residual, donde pugnan la naturaleza y el concreto, y que a pesar de estar en el centro de la ciudad se ha convertido en un espacio marginal que la atraviesa como un vaco incmodo, como una cicatriz urbana, con la cual no se ha termi- nado de hacer las paces. Margen que en su extra- territorialidad convoca a los parias que tambin ha desplazado la ciudad y que podemos apreciar en su video. Mesa reconstruye en esta obra las tcnicas artesanales de contencin del agua que permitieron la urbanizacin de la otra banda de Medelln. Y logra reproducir tambin su negati- vidad en el centro de un museo que precisamente se encuentra en la nueva zona de urbanismo y luz que se supone debe ser Ciudad del Ro. Estas tcnicas constructivas informales, que luchan cada da contra las fuerzas naturales y las presiones polticas en batallas nunca acabadas, tambin son retomadas por Fredy Alzate en su instalacin Leve, donde refexiona sobre los espa- cios de la vivienda informal que han construido la Medelln de los extramuros. Materiales de demo- licin en un precario pero efectivo equilibrio ha- blan de otras arquitecturas extraas a la claridad, el orden y la armona de Vitrubio o del modernis- mo. Arquitecturas al borde y en los bordes, que el espacio positivo de la Tacita de Plata quisiera ig- norar y desplazar, pero que ah estn, constituyn- dola como su otro irrefutable. Alzate toma estas soluciones espontneas y las trasplanta al vientre de este monumental y slido edifcio que parece por momentos contagiarse de su fragilidad. Colombia: + 5: GMT. Edith Arbelez Vestido de Novia. Ana Claudia Mnera revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA 127 John Mario Ortiz, por su parte, refexiona so- bre una vivienda muy distinta: la de las urbaniza- ciones en serie, las cuales, en lugar de crear condi- ciones mnimas para que la funcin de habitar el espacio sea posible, se convierten en productoras sistemticas de espacios bloqueados en su relacin con el adentro y el afuera y con la naturaleza. En su obra En(red)adera, vuelve a referirse al tema del combate entre lo natural y lo urbano abordado por Mesa y Alzate. Realiza entonces una enredadera con un material metlico e industrial usado por los urbanizadores, creando un objeto pardico en cuya superfcie colisionan estas contradicciones. La ciudad, pues, puede ser un lugar o un no-lugar, el espacio urbano puede ser positivo o negativo, una posibilidad o una tumba, y las salas del MAMM se abren y se cierran ante estos c- digos planteados por cada obra. Colisin de espa- cios. Desestabilizacin de la geometra euclidiana que se expande, se retrae, se ahueca, se abre. Espacios ntimos La ciudad pblica tambin convive con la ciudad privada, que aqu es narrada por algunas artis- tas como Ana Claudia Mnera o Mara Teresa Cano. Estas artistas llevan al museo constelacio- nes de objetos domsticos para hablar de este es- pacio vivido en tonos menores, bajo luces ntimas, moldeado entre los velos de novias, camas, mue- bles o comedores. Y tambin muchos interdictos. Instalaciones que hablan de la manera en que la construccin del espacio depende de la relacin de los objetos y los cuerpos en l. Estos cuerpos sin grandilocuencia, cotidia- nos, con sus traslaciones, hablan de otras maneras de habitar y de desplegarse en el tiempo, al mar- gen de los grandes relatos ofciales. Porque si el tiempo puede medirse en un reloj pblico, con la invasin exterior de las hojas metlicas de John Mario Ortiz sobre la pared, con la emergencia del bosque pintado con revelador fotogrfco y alterado por la luz durante todo el lapso de la ex- posicin de Jorge Ortiz, tambin se registra en la acumulacin de las huellas de los platos sobre una mesa o la de los zapatos de los comensa- les entrando y saliendo de los altares familiares. Tiempos pblicos, tiempos privados. Relojes que no siempre se acompasan y que entran aqu en tensin. Porque el espacio siempre tendr como variable dependiente precisamente esa, el tiempo. Espacios ancestrales La montaa de Maz y la Torre de panela de Carlos Uribe, con su germinacin, olor, putrefaccin, se instalan tambin en esta sala como medidores orgnicos del tiempo. Estas dos obras hablan de elementos materiales que han construido nuestra historia, economa e identidad. Hijos del maz, hijos de la panela, los antioqueos recuerdan su origen en el escenario sofsticado del arte contem- porneo. Si movimientos artsticos como el pop se han interesado por los detritos industriales y del gran consumo, nuestra sociedad gira alrededor de otro tipo de materiales. Un acierto del montaje es haber puesto esta torre construida con degra- dables ladrillos de panela al lado de las soberbias columnas del museo, que en algn momento se echaron sobre sus hombros la carga de sostener el Vestido de Novia. Ana Claudia Mnera Arquitectura y memoria. Germn Londoo De este lado del ro. Juan Luis Mesa 128 sueo de progreso industrial de Antioquia. Hoy que este ha entrado en crisis, vale la pena mirar esas otras estructuras que lo sostenan. Los objetos rituales de Germn Botero en Arquitectura y memoria le hacen un homenaje a tcnicas tradicionales como la cermica. Esta instalacin, en contraste con nuestro universo desechable, tiene en cuenta las coordenadas espa- cio-temporales precolombinas que desde la tie- rra miraban de cara a la eternidad. Maz, panela, piedra, madera, barro dan cuenta de su peso en el mundo, extendindose por la gigantesca nave industrial de las instalaciones del MAMM. Espacios polticos La violencia tambin molde lugares o, ms bien, no-lugares en el lapso histrico que revisa la exposicin. Y estos lugares humanos violados ahuecan la superfcie de las salas. Edith Arbelez construye uno en Colombia: +5:00 GMT, donde el caf, nuestro otrora producto identitario, y las imgenes violentas extradas de los noticieros de la poca, se mezclan en una perturbadora simbio- sis. En la dcada de los noventa no solo se expor- t caf sino tambin sangre, y nuestros imagina- rios le debieron tanto a un elemento como al otro. Sobre los campos colombianos se dictamin la ley no escrita pero practicada del no habita- rs la tierra, como lo recuerda el jardn de cruces y muerte que crece en Patio de Alberto Uribe o los monstruos sin voz de Clemencia Echeverri. Su instalacin Versin libre hunde al espectador en un agujero negro que se le abre a la indife- rente superfcie de los Talleres Robledo. Nos in- troducimos a este no-espacio siguiendo la invi- tacin de un cancerbero con pasamontaas que parece venir hacia nosotros como un fantasma antes de hundirse en el inferno al que nos lle- va. Adentro, todo es ruido y furia, como en los versos de Shakespeare. Las mltiples versiones libres de los paramilitares se acumulan en bocas que solo pueden vomitar palabras sin sentido. Es que la violencia destruye precisamente las posi- bilidades del lenguaje. Ellos quisieran hablarnos, pero no pueden. No tienen las palabras que ellos mismos asesinaron. Los rostros cubiertos, las bo- cas tapadas, los cuerpos camufados nos hablan de esa imposibilidad de saber aquello que pas. El cuerpo del espectador debe quedarse desnudo frente al de los victimarios confusos en un hueco de terror sin coordenadas espaciales. Es solo la boca de la muerte. Este espacio negro y sangriento contrasta con el agujero blanco que plantea Libia Posada. Menos emocional, ms asptico, con la limpieza de los recintos hospitalarios, mucho ms silencio- so (una enfermera nos obliga a callar), es sin em- bargo igual de paralizante. El control biopoltico de los cuerpos inmoviliza al espectador, quien a pesar de la luz y la limpieza se sabe en un no- lugar. All pierde su autonoma y precisamente su lugar en esta cmara del control ejercido por los discursos mdicos que le quitan el derecho sobre su propio cuerpo, lo segmentan y lo racionalizan. Coordenadas, una exposicin, una generacin, unas obras que moldearon las complejidades no solo de su lugar, sino tambin de su tiempo. Una propuesta como pocas de mirarnos en los espacios y los no-espacios que construimos para la vida, para la muerte, para la resistencia y la superviven- cia durante unos aos agitados y convulsos. Sol Astrid Giraldo (Colombia) Filloga con especializacin en Lenguas clsicas de la Universidad Nacional de Colombia y Magster en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia. Ha sido editora cul- tural de El Espectador y periodista de Semana y El Tiempo. Colaboradora habitual de revistas nacionales y latinoamerica- nas. Investigadora y curadora independiente. Notas 1 La fgura de la instalacin como salto al vaco fue acua- da por el crtico Luis Fernando Valencia en su texto La instalacin, ponencia en el Seminario 10 X 10 X 10. El arte contemporneo de mayo de 1968 a septiembre de 2001, Facultad de Artes de la Universidad de Antioquia y Museo de Antioquia, 30-31 de octubre de 2003. 2 La curadura de Coordenadas fue realizada por Armando Montoya y scar Roldn. Artistas participantes: Adolfo Bernal, Alberto Uribe, Ana Claudia Mnera, Beatriz Olano, Carlos Uribe, Clemencia Echeverri, Edith Arbelez,Feliza Bursztyn, Fredy Alzate, Germn Botero, Gloria Posada, Jean Gabriel Tnot, John Castles, John Mario Ortiz, Jonier Marn, Jorge Jaramillo, Jorge Ortiz, Juan Camilo Uribe, Juan Jos Rendn, Juan Luis Mesa, Juan Manuel Montoya, Leonel Estrada, Libia Posada, Luis Fernando Pelez, Mara Teresa Cano y Mauricio Carmona. 3 Los investigadores participantes fueron Alba Cecilia Gutirrez, Armando Montoya, Luz Anlida Aguirre y Sol Astrid Giraldo. 4 Foucault, M. (2003), Michel Foucault por s mismo (2003). En lnea, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=_ wEsYlr5DQM&list=PLaFFFj1xuqgROeIUT4FbNoJmb GH5ZmFFb. Acceso: 13 de enero de 2014.