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AGRONOMIA
CLAUDIA QUIROZ V.
MAYO 2006
INTRODUCCIÓN
El Carménère es una variedad de uva ampliamente cultivada en el siglo XIX en las regiones
de Médoc y Graves en Burdeos, Francia. En el año 1860 se produce un desastre en donde
los viñedos franceses fueron atacados por la filoxera, plaga que extinguió la cepa en todas
las viñas francesas y europeas en general por lo cual quedó olvidada.
La adaptación del Carménére a nuestros valles fue tal, que al momento en que los
franceses intentaron reimportar la cepa, llevando plantas desde Chile, ya no
obtuvieron una buena adaptación a sus tierras de origen y debieron dejarla de
lado; ya que no alcanzaba la calidad de las parras y racimos chilenos. En Italia
también existe, pero en una baja proporción, ya que tampoco tiene un buen
desarrollo. Según los expertos, los vinos producidos en Chile son de una notable
calidad, lo que ha incentivado el mercado para este cepaje.
Tras años de ser confundida con el Merlot, la variedad de vino tinto Carménere es
una de las mejores cepas de Chile. Tanto, que se estima que debe convertirse en
la uva vinífera emblemática de Chile, como el Pinotage para Sudáfrica, el Malbec
para Argentina, el Sirah en Australia o el Zinfandel de California.
La variedad Carménère (Vitis vinifera L.) es originaria del viñedo de Médoc, el más
renombrado y prestigioso viñedo francés, conociéndosela también con las sinonimias de
Grande Vidure, Carmenelle, Cabernelle, Grant Carmenet, Carbouet (Galet,1990) y
Cabernet Gernischt en China(Freeman, 2000).
El Carménère había sido introducido en Chile en 1850 desde Francia por Silvestre
Ochagavía, y permaneció oculto junto al Merlot.
Es por ello, que cuando se comenzó a señalar que el Merlot que se producía en
Chile, no era tal, sino que se trataba de la desconocida variedad Carménère. La
reacción inicial fue de rechazo a la idea de innovar y se siguió etiquetando los
vinos como Merlot, dado que el mercado, particularmente norteamericano,
demandaba ese tipo de vino. Con esta política las bondades del Carménère
potenciaban a la variedad Merlot y con ello a las regiones francesas donde esta
variedad se produce, particularmente Saint-Emilion, Pomerol y en general todo
Burdeos.
En 1996, el enólogo de Viña Carmen, Álvaro Espinoza, envasó por primera vez un
Carménère, pero lo hizó bajo la sinonimia de Grande Vidure. Este vino lo había
cosechado como Merlot en abril de 1994, cuando aún se desconocía que era
Carménère, pero al momento de envasarlo ya se conocía la correcta identificación
ampelográfica del viñedo.
En verano, las hojas adultas son brillantes, orbiculares, con cinco lóbulos y un
seno peciolar con bordes ligeramente sobrepuestos. Frecuentemente en la base
de los senos laterales se presenta un diente. Los dientes del contorno de la hoja
son de tamaño medio y rectilíneos. La nervadura presenta una ligera pigmentación
antociánica y el limbo es acampanado con un indumento escaso en la fase
inferior.
El Carménère es una variedad vigorosa, con yemas de la base de sus sarmientos de escasa
fertilidad, lo cual obliga a podarlo largo con cargadores o incluso “huascas” repodadas en
brotación. Su entrada en producción es lenta. En condiciones de climas limítrofes, fríos,
esta variedad se muestra muy sensible a la “corredura” de sus racimos, situación que afecta
considerablemente su capacidad productiva. Esta última condición se ve acentuada cuando
el Carménère se injerta sobre patrones que le confieren vigor, recomendándose
eventualmente para Chile patrones de poco vigor, como lo que es el 1613 C (semilla de
Solonis x Othello, resistente a nematodos en suelos de riego).
La brotación del Carménère es relativamente tardía. Está comprendida entre la del
Cabernet franco y el Cabernet sauvignon, lo cual hace que no presente demasiada
sensibilidad frente a las heladas tardías de primavera.
Por otra parte, presenta una extrema sensibilidad a plagas del suelo, tales como
margarodes (Margarodes vitis) o nematodos (Meloidogyne sp.), declinando su
vigor rápidamente (dos a tres años) para luego deshidratarse y morir. A partir de
estas observaciones se puede inferir una particular sensibilidad a filoxera, la cual
habría contribuido a su rápida declinación en Francia.
2. 4. Potencialidades tecnológicas:
El Carménère es una variedad de racimos de tamaño medio a pequeño, a veces con cierto
grado de “corredura” y de bayas de tamaño medio (1,3 a 1,6 g). Los factores anteriores
determinan, para una condición dada, rendimientos medios respecto a otras variedades. Con
ella se pueden elaborar vinos alcohólicos, dado su alto potencial de acumulación de
azúcares, de color muy intenso (aproximadamente un tercio más antocianas que el Cabernet
Sauvignon), con un alto contenido de taninos, generalmente suaves y redondos, aun cuando
a veces es posible obtener un pequeño grado de amargor. Dado su alto potencial de
acumulación de azúcares, es frecuente cosecharlo con alta sobre madurez. Esa condición
evita cualquier carácter herbáceo del vino (Belancic et al., 2003) pero, a su vez, predispone
a problemas en el desarrollo de la fermentación alcohólica y a un deterioro microbiológico
del vino obtenido.
El vino que produce esta cepa es de color rojizo violáceo muy llamativo y profundo. Tiene
un notable aroma, con notas de frutas rojas, tierra húmeda y especias, y notas vegetales que
se van apaciguando en la medida que la uva se deja madurar más tiempo en la planta. Sus
taninos son más suaves y amigables que los de un Cabernet Sauvignon y por sus notas
vegetales es menos elegante que un Merlot. Produce vinos de cuerpo medio, fáciles de
beber. Son vinos que deben beberse jóvenes. Bastante más persistente y entretenido que el
Merlot, la cepa Carménère presenta aromas a frutilla madura, betarraga dulce y presencia
aromática característica. Vivo y entretenido, en el caso de los con guarda en barrica se
potencian los aromas tostados a cuero y vainilla, predominando siempre su carácter frutal
con gran cuerpo y persistencia.
Aunque el Carménère es una de las cepas menos conocidas de Burdeos, los últimos años ha
logrado una gran notoriedad debido a que países como Chile e Italia poseen superficies
suficientes para proveer de vinos de calidad. Sin embargo, Chile se destaca por ser el
primero en liderar el tema, asumiendo la responsabilidad de etiquetar con la redescubierta
cepa bordelesa en el año 1995, la que fue aceptada por la Comunidad Europea Económica.
Actualmente, las empresas vitivinícolas chilenas invierten en esta cepa con el propósito de
crear una identidad propia para el vino chileno basándose en el Carménère.
Hoy, el Carménere es la cepa del momento, pues todo el mundo habla de ella. Su
descubrimiento abre grandes posibilidades a la industria vitivinícola chilena, en
especial si consideramos que Carménère es un nombre que en un Europa suena
a historia y nostalgia.
BIBLIOGRAFIA CITADA
http:// www.sacacorcho.cl/sacaweb/fondo/ficha_carmenere.htm
http://www.scielo.cl/scielo.php