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Complicaciones del embarazo

En general, los embarazos se desarrollan sin problemas y la mayoría de las complicaciones pueden
ser tratadas. Las complicaciones incluyen abortos, embarazo ectópico, anemia, incompatibilidad de
Rh, problemas con la placenta, vómitos, preeclampsia y eclampsia y erupciones cutáneas, así como
parto pretérmino y rotura de membranas. Después de un aborto, la mayoría de las mujeres consigue
tener embarazos sin complicaciones.
Aborto y feto muerto
Un aborto (espontáneo) es la pérdida de un feto por
causas naturales antes de las 20 semanas de
embarazo. En cambio, se denomina feto muerto a la
pérdida del mismo por causas naturales después de
las 20 semanas de embarazo.
El término aborto hace referencia tanto a un aborto
espontáneo como a una interrupción médica del
embarazo (aborto provocado).
Un bebé que respira espontáneamente o que
presenta latidos cardíacos después del parto es un
recién nacido vivo, sea cual sea el momento del
embarazo. Si fallece poco después, su muerte recibe
el nombre de muerte del recién nacido (neonatal).
Alrededor del 20 al 30 por ciento de las mujeres
embarazadas presenta alguna hemorragia o
contracciones al menos una vez durante las
primeras 20 semanas de embarazo. Cerca de la
mitad de estos episodios acaba en un aborto
espontáneo.
Alrededor del 85 por ciento de los abortos
espontáneos tiene lugar durante las primeras 12
semanas de embarazo y, en general, son debidos a
anomalías en el feto. El 15 por ciento restante de
abortos se produce durante las semanas 13 a 20;
alrededor de dos tercios se deben a problemas de la
madre y un tercio a causas desconocidas. Muchos
estudios han demostrado que los trastornos
emocionales en la madre no tienen relación con los
abortos espontáneos.
Síntomas y diagnóstico
Antes de un aborto, la mujer habitualmente sufre
pérdidas de sangre poco cuantiosas o tiene una
hemorragia más evidente junto a secreción vaginal.
El útero se contrae y la mujer siente un dolor similar
a los calambres. Si el aborto continúa, la
hemorragia, la secreción y los dolores aumentan. Al
final, parte o la totalidad del contenido del útero
puede ser expulsado.
En las primeras fases de un aborto, la ecografía puede determinar si el feto sigue con vida. Después
de la pérdida del feto, esta prueba y otras pueden utilizarse para determinar si la expulsión del
contenido del útero ha sido completa.
Tratamiento
Cuando todo el contenido del útero ha sido expulsado (aborto completo) no se necesita iniciar ningún
tratamiento. Por el contrario, cuando sólo se expulsa una parte (aborto incompleto), debe realizarse
una dilatación y succión para vaciar el útero.
Si el feto muere pero continúa en el útero (aborto
fallido), deben extraerse el feto y la placenta, por lo
general, mediante dilatación y succión. Un fármaco,
como la oxitocina, que hace que el útero se
contraiga y expulse su contenido, puede
administrarse para tratar los abortos fallidos tardíos.
Si se produce una hemorragia y contracciones
dolorosas durante las primeras 20 semanas de
embarazo (amenaza de aborto), se aconseja reposo
en cama, porque suele mejorar los síntomas. En la
medida de lo posible, la mujer no debería trabajar ni
permanecer de pie en casa. Debería evitarse el
coito, a pesar de que no se ha demostrado una clara
relación con los abortos espontáneos. No se
administran hormonas porque casi siempre son
ineficaces y pueden causar defectos congénitos,
sobre todo del corazón o de los órganos
reproductores. Por ejemplo, la exposición en esta etapa del desarrollo de un feto femenino al
dietilestilbestrol (DES), una hormona sintética, se asocia a cáncer vaginal.
La amenaza de aborto puede deberse a que el cuello uterino se dilate prematuramente debido a la
debilidad del tejido fibroso. En ocasiones, la apertura cervical se cierra quirúrgicamente (cerclaje)
con una sutura que se retira justo antes del parto.
Un aborto séptico es una infección muy grave. El contenido del útero debe eliminarse de inmediato y
es necesario tratar la
infección con dosis altas Localizaciones del embarazo ectópico
de antibióticos.
Embarazo ectópico
Un embarazo ectópico
(fuera de lugar) es aquel
en que el feto se
desarrolla fuera del útero,
ya sea en la trompa de
Falopio, en el canal
cervical o en la cavidad
pélvica o abdominal.
Normalmente, el ovario
libera un óvulo que es
absorbido hacia la
apertura de una de las
trompas de Falopio,
donde es impulsado por
diminutos cilios similares
a pelos hasta que varios
días después llega al
útero. Normalmente, la fecundación del óvulo se efectúa en la trompa de Falopio, pero la
implantación tiene lugar en el útero. Sin embargo, si la trompa se obstruye (por ejemplo, debido a
una infección previa), el óvulo puede desplazarse lentamente o incluso quedar atascado. El óvulo
fecundado quizá nunca llegue al útero y, en consecuencia, se produce un embarazo ectópico.

Uno de cada 100 o 200 embarazos es ectópico. Por motivos no desmasiado claros, cada vez resultan
más frecuentes. Son factores de riesgo una enfermedad en la trompa de Falopio, un embarazo
ectópico previo, la exposición fetal al dietilestilbestrol o una ligadura de trompas fallida (un
procedimiento de esterilización en el que se corta u obstruye la trompa de Falopio). Los embarazos
ectópicos son menos frecuentes entre las mujeres de raza blanca. En los raros casos en que una
mujer queda embarazada con un dispositivo intrauterino (DIU) colocado, el riesgo de tener un
embarazo ectópico es elevado.
Por lo general, los embarazos ectópicos se desarrollan en una de las de las trompas de Falopio
(embarazo tubárico). Son inhabituales los embarazos en el canal cervical, en el ovario o en la
cavidad abdominal o pélvica. Un embarazo ectópico constituye un riesgo para la vida y debe ser
extirpado lo antes posible. Según algunas estadísticas, 1 de cada 826 mujeres con embarazos
ectópicos muere por complicaciones.
Síntomas
Los síntomas de un embarazo ectópico son pequeñas pérdidas de sangre por la vagina y dolores
abdominales como los calambres, todo ello asociado habitualmente a un retraso de la menstruación.
Estos síntomas se deben a que una vez se produce la muerte del feto, el revestimiento uterino se
expulsa como en un período menstrual normal.
Si el feto muere en una fase precoz, no se producen lesiones en la trompa de Falopio. Si sigue
creciendo, no obstante, pueden desgarrarse las paredes de la trompa y producirse una hemorragia.
Si ésta es gradual, causa dolor y a veces una sensación de presión en la parte inferior del abdomen
debido a la acumulación de sangre. Si la hemorragia es rápida, pude provocar una reducción grave
de la presión arterial e incluso un shock. Típicamente, alrededor de las 6 u 8 semanas, se siente un
dolor agudo e intenso en la parte inferior del abdomen, seguido de un desvanecimiento. Estos
síntomas habitualmente indican que la trompa se ha roto y, en consecuencia, que se ha producido
una hemorragia masiva dentro del abdomen.
En ocasiones, un embarazo ectópico se desarrolla en parte dentro de la trompa y en parte dentro del
útero. En este caso aparecen dolores abdominales como calambres y pérdidas hemáticas frecuentes.
En esta localización el feto cuenta con más lugar para crecer, por lo que la rotura se produce más
tarde, en general entre las 12 y las 16 semanas de embarazo. Esta rotura puede ser catastrófica,
todavía con una mayor tasa de mortalidad asociada.
Diagnóstico y tratamiento
El embarazo ectópico puede sospecharse cuando los análisis de sangre y de orina dan un resultado
positivo de embarazo pero el útero es más pequeño de lo esperado en relación con la edad
gestacional. La ecografía puede demostrar que el útero está vacío y que hay sangre en la cavidad
pélvica o abdominal. Así mismo, el médico puede emplear un laparoscopio (un tubo de fibra óptica
que se introduce por una pequeña incisión en el abdomen) para visualizar el embarazo ectópico
directamente.
Para ayudar a confirmar el diagnóstico, se puede introducir una aguja atravesando la pared de la
vagina hasta llegar a la cavidad pélvica y extraer la sangre acumulada debido a la hemorragia del
embarazo ectópico (este procedimiento se llama culdocentesis). A diferencia de la sangre de una
vena o una arteria, esta sangre tiene la peculiaridad de no coagular.
Por lo general, un embarazo ectópico debe ser extirpado quirúrgicamente. Cuando se encuentra en
una trompa de Falopio, habitualmente se practica una incisión dentro de la trompa para extraer el
feto y la placenta. La trompa se deja abierta para que sane sin dejar cicatrices que podrían dificultar
todavía más una futura concepción. En ciertos casos, este procedimiento puede realizarse con un
laparoscopio. En raras ocasiones, las lesiones de la trompa son tan graves que no puede repararse y
es necesario extirparla.
Para tratar un embarazo tubárico en su fase inicial en el que no existe evidencia de latido cardíaco
del feto, también puede utilizarse la administración de metotrexato, en lugar de una intervención
quirúrgica.
Anemias
Las anemias son trastornos en los que el número de glóbulos rojos (eritrocitos) o la cantidad de
hemoglobina (la proteína que transporta oxígeno) que éstos contienen se encuentra por debajo de
los valores normales.
El volumen de sangre aumenta durante el embarazo, por lo que una disminución moderada en la
concentración de eritrocitos y hemoglobina (hemodilución) es normal.
Como la madre debe producir sangre tanto para el feto como para ella misma, durante la gestación
se precisa de un mayor aporte de hierro para producir glóbulos rojos. Por ello, el tipo más frecuente
de anemia durante el embarazo es la anemia por deficencia de hierro que, por lo general, se debe a
una inadecuada cantidad de este elemento en la dieta. Sin embargo, puede deberse a una
deficiencia de hierro ya existente provocada por la pérdida de hierro por las menstruaciones o por un
embarazo previo. Con menos frecuencia, la anemia es consecuencia de una dieta deficiente en ácido
fólico (folato), una vitamina B que también es necesaria para producir glóbulos rojos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico se basa en los análisis de sangre que determinan la cantidad de eritrocitos, los
valores de hemoglobina y los de hierro.
La anemia provocada por una deficiencia de hierro se trata con comprimidos de hierro. Este
suplemento de hierro no supone ningún riesgo para el feto pero puede causar malestar en el
estómago y estreñimiento en la madre, sobre todo si la dosis es alta. A pesar de que no se ha
demostrado que todas las mujeres embarazadas deban tomar suplementos de hierro, a la mayoría de
las gestantes se les aconseja tomarlos, incluso si su cantidad de eritrocitos y los niveles de
hemoglobina son normales, para asegurar que el aporte de hierro sea suficiente para ellas y para el
feto a medida que avance el embarazo. La anemia causada por deficiencia de ácido fólico se trata
con comprimidos de folato. Para las pacientes con anemia drepanocítica (una enfermedad hereditaria
en la que la hemoglobina es anormal), el tratamiento es motivo de controversia; en ciertos casos, es
necesario realizar transfusiones de sangre.
Incompatibilidad de Rh
La incompatibilidad de Rh es la incompatibilidad del grupo Rh entre la sangre de la madre y de su
feto.
Como resultado de esta anomalía, la mujer puede producir anticuerpos contra los glóbulos rojos
(eritrocitos) del feto. Estos anticuerpos ocasionan la destrucción de un número más o menos
importante de estas células, produciendo en ocasiones la denominada enfermedad hemolítica del
recién nacido, una variedad de anemia.
El grupo sanguíneo de una persona es un conjunto de moléculas localizadas sobre la superficie de
los eritrocitos que los identifican como específicos de cada individuo. El grupo sanguíneo Rh incluye
algunas de estas moléculas. Una de ellas, la Rh0 (D), suele causar los problemas de
incompatibilidad de Rh. Si los hematíes tienen moléculas Rh0 (D), la sangre es Rh-positivo; si no las
tienen, la sangre es Rh-negativo.
Los problemas aparecen cuando la madre es Rh-negativo y el feto tiene sangre Rh-positivo que ha
heredado de un padre Rh-positivo. Parte de la sangre fetal puede entrar en contacto con la sangre
materna a través de la placenta, sobre todo en los últimos días de embarazo y durante el parto. Si
ello sucede, el organismo de la madre puede tratar los glóbulos rojos del feto como elementos
extraños y producir anticuerpos para destruirlos (anticuerpos anti-Rh). Los valores de estos
anticuerpos de la madre se elevan a lo largo de todo el embarazo y pueden atravesar la placenta y
llegar al feto, donde pueden destruir parte de sus eritrocitos. Como resultado, puede desarrollarse la
enfermedad hemolítica en el feto (eritroblastosis fetal) o en el recién nacido (eritroblastosis
neonatal). No obstante, durante un primer embarazo, rara vez surgen estos problemas porque, por lo
general, no se produce un contacto significativo entre la sangre del feto y la de la madre hasta el
momento del parto. Sin embargo, en cada embarazo subsiguiente, la madre se sensibiliza cada vez
más frente a la sangre Rh-positivo y produce anticuerpos cada vez con mayor antelación.
La destrucción de los glóbulos rojos del feto puede ocasionar anemia e incrementar los valores de
bilirrubina en la sangre (un producto de desecho proveniente de la destrucción de los eritrocitos); si
los valores de la bilirrubina son demasiado altos, puede lesionarse el cerebro del feto.
Entre las personas de raza blanca de ciertos países occidentales, el 85 por ciento es Rh-positivo y
en alrededor del 13 por ciento de los matrimonios, el varón es Rh-positivo y la mujer Rh-negativo. En
estos casos, 1 recién nacido de cada 27 desarrolla la enfermedad hemolítica.
Prevención y tratamiento
En su primera visita al médico durante un embarazo, éste hace una revisión a la mujer para
determinar su tipo y grupo sanguíneo. Si es Rh-negativo, se determina el tipo de sangre del padre; si
éste es Rh-positivo, se miden los valores de anticuerpos anti-Rh en la madre.
Durante el parto se puede producir un contacto entre la sangre materna y la fetal, lo que puede
ocasionar que la madre produzca anticuerpos. Por este motivo, y a modo de precaución, se inyectan
anticuerpos anti-Rh en la madre Rh-negativo, en la forma de globulina inmune Rh0(D), en las 72
horas posteriores al parto de un bebé que tiene sangre Rhpositiva, incluso después de un aborto
espontáneo o provocado. Este tratamiento destruye cualquier célula fetal que pueda sensibilizar a la
madre, gracias a lo cual los embarazos posteriores no suelen ser peligrosos. No obstante, en
alrededor del 1 al 2 por ciento de los casos, la inyección no evita la sensibilización, presumiblemente
porque la madre fue sensibilizada al principio del embarazo. Para evitar la sensibilización precoz de
una madre cuya sangre es Rh-negativa, se aplica una inyección de anticuerpos anti-Rh a las 28
semanas de embarazo así como después del parto.
Si se realizan mediciones periódicas de los cambios en los valores de anticuerpos anti-Rh en la
madre, el médico puede anticipar si el bebé va a tener problemas potenciales. Si los niveles de
anticuerpos anti-Rh de la madre se elevan demasiado durante el embarazo, puede realizarse una
amniocentesis. Para ello se inserta una aguja a través de la piel para obtener una muestra de líquido
del saco amniótico, que rodea al feto dentro del útero. A continuación, se procede a medir los
valores de bilirrubina en la muestra de este líquido y, si son demasiado altos, se administra al feto
una transfusión intrauterina. Cada 10 a 14 días se realizan nuevas transfusiones adicionales hasta
alrededor de las 32 a 34 semanas de embarazo, momento en el cual se suele provocar el parto. En
general, después de nacer se efectúan una o más transfusiones al recién nacido, en casos menos
graves, no se realizan transfusiones hasta después del alumbramiento.
Abruptio placentae
La abruptio placentae es el desprendimiento prematuro de la pared uterina de una placenta en
posición normal, que se produce durante el embarazo en lugar de después del parto.
La placenta puede desprenderse de forma incompleta (4 veces sólo del 10 al 20 por ciento), o
completa. La causa es desconocida. El desprendimiento tiene lugar entre un 0,4 y un 3,5 por ciento
de todos los partos. Las mujeres que tienen una presión arterial elevada, alguna enfermedad
cardíaca, diabetes o una enfermedad reumatoide, así como las mujeres que consumen cocaína,
tienen más probabilidades de desarrollar esta complicación.
Síntomas y diagnóstico
Se produce una hemorragia en el útero por el punto de inserción de la placenta. La sangre puede
pasar a través del cuello uterino y salir por la vagina (hemorragia externa) o bien puede quedarse
retenida detrás de la placenta (hemorragia oculta). Los síntomas dependen del grado de
desprendimiento y de la cantidad de sangre que se pierda e incluyen hemorragia vaginal, dolor
abdominal repentino, continuo o en forma de calambres y dolor al presionar el abdomen. El
diagnóstico habitualmente se confirma con una ecografía.
El desprendimiento reduce el suministro de oxígeno y de nutrientes al feto e incluso puede causar su
muerte. En cuanto a la madre, las complicaciones incluyen una hemorragia potencialmente grave,
coagulación diseminada en el interior de los vasos sanguíneos (coagulación intravascular
diseminada), insuficiencia renal y hemorragia en la pared del útero. Estas complicaciones son mucho
más frecuentes en una gestante con preeclampsia y pueden indicar sufrimiento o muerte fetal.
Tratamiento
Una vez que se ha establecido el diagnóstico, la mujer debe ser hospitalizada. El tratamiento
habitual es reposo en cama, a menos que la pérdida de sangre represente una amenaza para la vida,
exista sufrimiento fetal o el embarazo esté próximo a finalizar. El reposo prolongado puede disminuir
la hemorragia y si los síntomas se atenúan, se anima a la mujer a caminar un poco e incluso se le
puede dar de alta. Por el contrario, si la hemorragia continúa o empeora lo mejor tanto para la madre
como para el feto es acelerar el parto. Si el parto vaginal no es posible, se realiza una cesárea.
Placenta previa
La placenta previa es la implantación de la placenta en el cuello del útero (la parte interior del útero)
o cerca del mismo.
Dentro del útero, la placenta puede cubrir el orificio cervical de forma completa o parcial. La placenta
previa tiene lugar en 1 de cada 200 partos, por lo general, en mujeres que han tenido más de un
embarazo o presentan anomalías en el útero, como fibromas.
El primer síntoma es una
Problemas con la
hemorragia vaginal
placenta
repentina e indolora en
Normalmente, la placenta
las últimas etapas del
se localiza en la parte
embarazo, que puede
superior del útero y está
tornarse profusa; la
firmemente unida a la
sangre puede ser de color
pared uterina. En el
rojo intenso. La ecografía
desprendimiento de
es útil a efectos
placenta, ésta se
diagnósticos y para
desprende de la pared
diferenciar una placenta
uterina de forma prematura
previa de una que se ha
y provoca una hemorragia
desprendido
uterina que reduce el
prematuramente (abruptio
suministro de sangre y
placentae).
nutrientes del feto. Una
Tratamiento mujer que presenta este
trastorno debe ser
Cuando la hemorragia es
hospitalizada, porque el
profusa, pueden
parto puede ser prematuro.
necesitarse varias
En la placenta previa, la
transfusiones de sangre.
placenta se localiza sobre o
Si la pérdida de sangre
cerca del cuello uterino, en
es poco importante y el
la parte inferior del útero.
nacimiento no es
Los síntomas incluyen una
inminente, habitualmente
hemorragia indolora que
se recomienda el reposo
comienza al final del
en cama. En caso de que
embarazo y que puede
la hemorragia se detenga,
intensificarse. El parto
se pide a la mujer que
suele ser por cesárea.
empiece a caminar. Si la
hemorragia no se repite,
por lo general se la da de
alta, siempre y cuando le
sea fácil acudir de nuevo
al hospital en caso
necesario. Casi siempre
se realiza una cesárea,
porque si se deja que
llegue el parto, la
placenta tiende a
desprenderse con mucha
anticipación y eso puede
impedir el suministro de
oxígeno al feto. Además,
la madre puede sufrir una
hemorragia masiva.
Vómitos excesivos
El exceso de vómitos durante el embarazo (hiperemesis gravídica), a diferencia del habitual malestar
de las mañanas, es la presencia de náuseas y vómitos extremadamente graves que causan
deshidratación e inanición.
Se desconoce la causa de los vómitos, pero los factores psicológicos pueden desencadenarlos o
emperorarlos. La mujer con hiperemesis gravídica pierde peso y se deshidrata; por consiguiente, si
una mujer siente malestar por las mañanas pero gana peso y no se deshidrata, no tiene una
hiperemesis gravídica.
La deshidratación puede provocar peligrosas alteraciones en los valores de electrólitos en la sangre
y, en consecuencia, acidosis. Cuando los vómitos son persistentes, el hígado puede lesionarse,
llegando en ocasiones a romperse y sangrar. Otra grave complicación es la hemorragia en la retina
de los ojos (retinitis hemorrágica), causada por el incremento de la presión arterial durante los
vómitos.
Tratamiento
Debido a que la hiperemesis gravídica es un riesgo tanto para la vida de la mujer como para la de su
recién nacido, es necesaria la hospitalización y la administración de líquidos, de glucosa (un azúcar
simple), de electrólitos y, en ocasiones, de vitaminas por vía intravenosa. No debe comer ni beber
nada durante 24 horas; si resulta necesario, se le administran fármacos contra las náuseas y
sedantes. Una vez que se han corregido la deshidratación y los vómitos, puede empezar a tomar
pequeñas cantidades de alimentos blandos, cada poco tiempo. A medida que la mujer tolera más
comida, se aumenta la cantidad de las porciones. Por lo general, los vómitos desaparecen en pocos
días. Si los síntomas recurren, se repite el tratamiento.
Preeclampsia y eclampsia
La preeclampsia se caracteriza por presión arterial elevada (hipertensión) acompañada de la
eliminación de proteínas por la orina (proteinuria) o de retención de líquidos (edema) que se
desarrolla entre la semana 20.ª del embarazo y el final de la primera semana después del parto. La
eclampsia es una forma de preeclampsia más grave que provoca convulsiones o coma.
La preeclampsia se produce en un 5 por ciento de las mujeres embarazadas. Es más frecuente en
los primeros embarazos y en las mujeres que ya tienen la presión arterial elevada o sufren un
trastorno en los vasos sanguíneos. La eclampsia se desarrolla en 1 de cada 200 mujeres que tienen
preeclampsia y, por lo general, es mortal, a menos que sea tratada con rapidez. No obstante, se
desconocen las causas de la preeclampsia y la eclampsia. El riesgo más importante de la
preeclampsia es el desprendimiento prematuro de la placenta de la pared uterina.
En la preeclampsia, la presión arterial es superior a 140/90 mm Hg, aparece edema en la cara o las
manos y se detectan valores anormalmente altos de proteínas en la orina. Una mujer cuya presión
arterial aumenta notablemente pero permanece por debajo de los 140/90 mm Hg durante el
embarazo, también se considera que tiene preeclampsia.
Los recién nacidos de mujeres preeclámpsicas tienen de cuatro a cinco veces más probabilidades de
tener problemas poco después del parto que los de mujeres que no presentan esta enfermedad. Los
recién nacidos pueden ser pequeños porque la placenta funciona mal o porque son prematuros.
Tratamiento
A diferencia de la presión arterial elevada (hipertensión), la preeclampsia y la eclampsia no
responden a los diuréticos (fármacos que eliminan el exceso de líquido) ni a las dietas de bajo
contenido en sal. A la mujer se le indica que consuma una cantidad normal de sal y que beba más
agua; el reposo en cama es importante. Por lo general, también se le indica que se tumbe sobre el
lado izquierdo, puesto que así se ejerce menos presión sobre la gran vena del abdomen (vena cava
inferior), que devuelve la sangre al corazón, y mejora el flujo sanguíneo. En ciertos casos, se puede
administrar sulfato de magnesio por vía intravenosa para hacer descender la presión arterial y evitar
las convulsiones.
En caso de preeclampsia leve, el reposo en cama puede ser suficiente, pero la mujer debería visitar
a su médico cada 2 días. Si no mejora con rapidez, debe ser hospitalizada y, si el problema continúa,
se provoca el parto lo antes posible.
Una mujer que presenta preeclampsia grave debe ser hospitalizada y permanecer en cama. El hecho
de administrar líquidos y sulfato de magnesio por vía intravenosa con frecuencia alivia los síntomas.
En 4 a 6 horas, la presión arterial suele bajar hasta alcanzar valores normales y se puede proceder
al parto sin correr ningún riesgo. Si la presión arterial sigue alta, se administran más fármacos antes
de intentar provocar el parto.
Una importante complicación de la preeclampsia y la eclampsia graves es el síndrome de HELLP,
que consiste en lo siguiente:
- Hemólisis (destrucción de glóbulos rojos)
- Elevación de las enzimas hepáticas (liver), que indican lesión hepática.
- Bajo (low, en inglés) recuento de plaquetas, lo que indica una deficiente capacidad de coagulación
de la sangre (un problema potencialmente grave durante y después del parto).
El síndrome HELLP es más probable que aparezca cuando se retrasa la instauración del tratamiento
de la preeclampsia. Si aparece el síndrome, se debe llevar a cabo una cesárea, el método más
rápido disponible, a menos que el cuello uterino esté lo bastante dilatado como para permitir un
rápido nacimiento por la vagina.
Después del alumbramiento, se controla a la mujer exhaustivamente para detectar signos de
eclampsia. Una cuarta parte de los casos de eclampsia tiene lugar después del parto, en general en
los primeros 2 a 4 días. A medida que el estado de la mujer mejora de forma gradual, se la anima a
caminar un poco; así mismo, se le puede administrar un sedante suave para controlar la presión
arterial. La hospitalización puede durar entre unos pocos días a algunas semanas, según la gravedad
de la enfermedad y sus complicaciones. Incluso, tras haber sido dada de alta, es posible que la
mujer tenga que tomar fármacos para reducir la presión arterial. Por lo general, debe acudir al
médico al menos cada 2 semanas durante los primeros meses después del parto. Su presión arterial
todavía puede permanecer elevada entre 6 y 8 semanas, pero si persiste alta durante más tiempo,
quizá su causa se deba a otro trastorno y no a la preeclampsia.
Erupciones cutáneas
Algunas erupciones cutáneas ocurren sólo durante el embarazo. Entre ellas se encuentra el herpes
gestacional y la urticaria del embarazo.
Herpes gestacional
El herpes gestacional es un exantema que se produce durante el embarazo que está formado por
ampollas llenas de líquido y que provoca un intenso picor.
El término herpes es confuso, porque el exantema no está causado por el herpesvirus ni por ningún
otro virus. Se cree que la causa del herpes gestacional son ciertos anticuerpos anormales que
reaccionan contra los tejidos del propio cuerpo (una reacción autoinmune). Este exantema poco
frecuente puede aparecer en cualquier momento después de las 12 semanas de embarazo o
inmediatamente después del parto.
La erupción es pruriginosa (provoca picor) y, habitualmente, se acompaña de pequeñas vesículas
llenas de líquido (vesículas) y de otras formaciones más grandes, de formas irregulares y también
llenas de líquido (ampollas). Suele comenzar en el abdomen, pero en seguida se extiende y, en
ocasiones, abarca una zona con forma de anillo, con ampollas alrededor de su borde externo.
Típicamente empeora poco después del parto y desaparece en pocas semanas o meses. A menudo
reaparece en los embarazos siguientes o con el uso de anticonceptivos orales. El recién nacido
puede presentar una erupción similar, que suele desaparecer a las pocas semanas sin tratamiento
alguno.
Para confirmar el diagnóstico, se extirpa una diminuta porción de la piel afectada y se envía a un
laboratorio para determinar la presencia de anticuerpos.
El objetivo del tratamiento es aliviar el intenso picor y evitar que se formen nuevas ampollas. En un
exantema leve, suele ser de utilidad aplicar con frecuencia una crema con corticosteroides sobre la
piel afectada. En caso de erupciones más extendidas, los corticosteroides se administran por vía
oral. La administración de corticosteroides cuando el embarazo está avanzado no parece perjudicar
al feto. Si el picor aumenta o el exantema se extiende después del parto, puede ser necesario aplicar
una dosis más alta de corticosteroides.
Urticaria del embarazo
La urticaria del embarazo es un exantema habitual durante el embarazo que produce un picor
intenso.
Su causa es desconocida. En el abdomen aparecen manchas intensamente pruriginosas (producen
picor), de color rojo, irregulares, planas o ligeramente abultadas (a veces con diminutas ampollas
llenas de líquido en el centro) de forma similar a un enjambre. La erupción se extiende hacia los
muslos, las nalgas y en ocasiones, hasta los brazos. Pueden aparecer cientos de manchas que
producen intenso picor y, a menudo, la piel que las rodea tiene un aspecto pálido. Habitualmente,
aparece durante las últimas 2 o 3 semanas de embarazo y en ocasiones durante los últimos días; sin
embargo, es posible que aparezca en cualquier momento a partir de la semana 24.ª de embarazo. El
picor es tan molesto que impide conciliar el sueño por la noche. En general, desaparece poco
después del parto y no suele recidivar en embarazos siguientes.
No existe una prueba específica para este exantema, por lo que el médico puede tener dificultades
para hacer un diagnóstico definitivo.
El picor y la erupción suelen desaparecer en 2 a 4 días tras la aplicación frecuente de una crema con
corticosteroides. En ciertos casos, si la erupción es más grave, los corticosteroides se administran
por vía oral; estos fármacos no parecen ser perjudiciales para el feto cuando se toman al final del
embarazo.

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