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Al ir creciendo Catalina se encarga de los dos hermanos más pequeños que nacieron después que ella.
Su mamá además de las labores del campo y de la casa, les enseñaba y les daba una educación cristiana.
Pero pronto murió la madre de Catalina y ella entre lágrimas se acercó un día a la imagen
de la Virgen y le dijo : “Ahora Tú serás mi madre “.
Sin embargo Catalina, a quién sus hermanos llamaban Zoé, rezaba todos los días: al levantarse, cuando
trabajaba, al acostarse…
Y una noche sueña que estaba rezando en la iglesia de su pueblo y en sus sueños, vio a
un sacerdote anciano que le decía: “Un día me encontrarás. Dios tiene un gran
proyecto para ti “. Al día siguiente Catalina le dijo a su padre:
Un día, sus hermanos comprenden las intenciones de Catalina y la ayudan enviándola a un pensionado
en Chatillon, para que aprenda a leer y a escribir, pues de pequeña en la granja no había tenido tiempo
de hacerlo, al tener que encargarse de la casa y de sus hermanitos pequeños.
Cerca del pensionado Catalina descubre una casa de las Hijas de la Caridad
y acude allí con frecuencia. Y de repente, un día reconoce en un cuadro al
sacerdote que había visto en sus sueños.
Así que su padre viendo que Catalina está siempre tan contenta cuando está con las monjitas, acepta la
vocación de su hija y le da permiso para ser religiosa. Y por fin el 21 de abril de 1830 Catalina Labouré es
admitida en el Seminario de las Hijas de la Caridad, calle del Bac, 140, en París.
Empieza una nueva vida. En medio de numerosas tareas, es feliz. Le gusta preparar el puchero de los
enfermos, visitar a los pobres.
Estando acostada, Catalina oye una voz que la llama por su nombre y le dice:
Entonces, la Virgen Santísima le dijo a Catalina que Dios quería confiarle una
misión. Sus palabras fueron:
Luego, la Virgen María se puso triste y dijo: -“Los tiempos son malos...Desgracias de todas clases se
abatirán en todo el mundo. La cruz será escarnecida. Se la echará abajo. Traspasarán de nuevo el
costado de Nuestro Señor. Las calles estarán llenas de sangre... El mundo entero estará triste.”
Unos días más tarde, Catalina habla al sacerdote que es su director espiritual: el Padre Aladel y le
excplica lo que le ha sucedido, pero su confesor la escucha y se niega a creerla...
El 27 de noviembre de 1830 la Virgen visita por segunda vez a Catalina. Esta vez se le aparece durante
la oración nocturna en la capilla…
...Esta vez, la Virgen María tiene en sus manos un globo dorado rematado por una
cruz. Su rostro es de gran belleza; refleja la hermosura del Dios Amor que mora en
su corazón.
-“Estos rayos son el símbolo de las gracias que concedo a las personas que
me las piden, los que están sin rayos son el símbolo de las gracias que la
gente se olvida de pedirle”.
Días después Catalina se dirigió de nuevo al Padre Aladel, pero de nuevo el sacerdote no le creyó.
Poco después, el 5 de febrero de 1831, Sor Catalina fue destinada a un asilo de ancianos pobres y allí se
encargó de la cocina, el corral y la granja, los trabajos más duros.
Pero una voz interior insiste para que Catalina transmita el mensaje... y así poder cumplir la misión que
le confió la Virgen María.
María le infunde valor para atreverse a ver de nuevo al padre Aladel... que poco
a poco se deja convencer por la tenacidad y la sencillez de Catalina.
Mientras tanto, una terrible epidemia de cólera se ceba en París: muertos a millares. Las Hermanas
reparten las medallas entre la población y hacen que los enfermos reciten la oración:
El 8 diciembre de 1854 tiene lugar un gran acontecimiento: el Papa Pío IX proclama el dogma de la
Inmaculada Concepción y … cuatro años después en Lourdes, una niña, Bernadette, recibe la visita “ de
una hermosa señora” que dice llamarse Inmaculada Concepción. Catalina sin embargo guarda
silencio… durante 46 años.
Tan mal estaba la situación en Europa que al final al estallar la guerra, las Hermanas se dedican a curar
a los heridos de ambos bandos.
Es diciembre, 1876 y Sor Catalina que tiene ya setenta años, cada vez está más débil. Ya no sale y sabe
que pronto irá con Jesús y que volverá a ver a la Santísima Virgen y a San Vicente de Paúl. Pero ella no
teme morir:
- “ ¿A qué voy temer ? Voy a ver a Jesús, a la Virgen María y a San Vicente.