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VERDAD Y CONOCIMIENTO:
UNA TEORÍA DE LA COHERENCIA
Prof. Mag. Marta Bayarres

Algunas de estas ideas importantes que maneja Davidson en este artículo


son: 1) la coherencia genera correspondencia;2) propone la correspondencia sin
confrontación;3) la importancia del significado en la medida que éste tiene su
origen en la verdad objetiva. Con respecto a estos puntos señalados, el autor
considera que si bien no todas nuestras creencias son verdaderas, sí lo son la
mayor parte. Si es así entonces debemos inclinarnos a pensar que existe una
correspondencia entre dichas creencias y los eventos del mundo, en la medida
que estos son las causas de mis creencias.

Considerar la coherencia como generadora de correspondencia lleva a


Davidson a rechazar la necesidad de confrontar las creencias con la realidad, en
la medida que la misma coherencia constituye una prueba de la verdad. Es cierto
que no todas mis creencias son necesariamente verdaderas, pero si lo son la
mayor parte de ellas, entonces en la fundamentación de las mismas se encuentran
comprendidas las condiciones de su verdad. Dichas condiciones son objetivas, por
lo tanto es absurdo reclamar la confrontación entre las creencias y la realidad.

Cuando el autor señala la importancia del significado, plantea que el mismo


constituye el nexo entre la verdad y el conocimiento. Esto debemos entenderlo de
este modo. Para Davidson la verdad es objetiva y no es definible pues es un
primitivo. La objetividad de la verdad hace de Davidson un realista. Como él
mismo lo plantea en el artículo al que hacemos referencia, la objetividad de la
verdad otorga al significado su relevancia.

La interpretación de las proferencias de un hablante consiste en la posibilidad de


alcanzar la comprensión del significado de las mismas. Si puedo interpretar al otro
es porque ambos compartimos un mismo mundo que es independiente de nuestro
pensamiento y en el cual se encuentran los hechos, eventos, acontecimientos que
dan lugar tanto a sus creencias como a las mías. Por otra parte si podemos
reconocer cuando una creencia es verdadera o falsa, es porque ambos
manejamos el concepto de verdad. Si puedo interpretar las proferencias del otro
es porque descubro su coherencia, pero al mismo tiempo me siento identificado
con su conjunto de creencias básicas en torno al mundo y al estado de cosas.

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Cuando Davidson hace la siguiente observación:”…hay una presunción a favor de


la verdad de una creencia que es coherente con una masa significativa de otras
creencias”1, lo que quiere indicar es la idea de que debemos partir del supuesto de
que si bien puede haber dentro de un cuerpo de creencias, algunas que sean
falsas, la mayor parte de ellas es verdadera. El significado de las creencias está
dado por su origen causal en los eventos del mundo.

Creemos que aquí aparecen elementos interesantes en lo que se refiere a los


rasgos hermenéuticos y analíticos de su filosofía. Encontramos sujetos que
comparten un mundo, y la posibilidad de lograr, a través de la interpretación de
sus proferencias, descubrir dicho mundo. Por otra parte, la necesidad de adoptar
una postura holística en el análisis de las creencias, para de ese modo descubrir
la coherencia interna del sistema, o, eventualmente las inconsistencias, muestra
su perspectiva analítica.

Consideramos que por un lado la preocupación por descubrir si en un sistema de


creencias hay, algunas que sean incompatibles con el resto de las creencias que
constituyen el sistema. Y por otra parte, la búsqueda la correspondencia entre
dicho sistema de creencias y el mundo, constituyen rasgos que hacen de su teoría
de la interpretación, una teoría que podríamos denominar sincrética. La tradición
analítica y la tradición hermenéutica parecen encontrarse aquí representadas.

No encontramos por un lado mentes que construyen en forma aislada


determinadas creencias sobre el mundo y por otro lado un mundo que puede o no
corresponderse con dichas creencias. Aquí lo que encontramos es una comunidad
de sujetos vinculados, por el lenguaje, con un mismo mundo en el que se
encuentran las causas de sus creencias.

Es interesante ver cómo la atención que pone Davidson al análisis del lenguaje,
rasgo que marca su origen analítico, se conjuga con el carácter holístico de su
propuesta. Al analizar las creencias asume una postura coherentista porque la
forma de determinar si una creencia es o no verdadera, es descubriendo su
coherencia con “la masa significativa de otras creencias”.

Creemos importante detenernos en una observación que hace con respecto al


relativismo. Considera que para que dos intérpretes no se pongan de acuerdo con
respecto a la verdad de una proferencia, es preciso que no estén de acuerdo o
bien acerca de cómo es el mundo, o bien acerca del significado de la proferencia.

Si el significado de las creencias está dado por los eventos del mundo, el
desacuerdo con respecto al significado implica el desacuerdo con respecto a cómo
es el mundo. Del significado de las proferencias pasamos al tema de la verdad. Si
la verdad es objetiva, entonces una creencia es verdadera si guarda coherencia

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Verdad y Conocimiento; p75

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con un conjunto de creencias, pero a su vez, en la medida que las creencias son
causadas por los eventos del mundo, la verdad, como el autor sostiene es
“correspondencia con el modo en que son las cosas”2.

Rechaza la idea de esquemas conceptuales aplicados a la construcción de


mundos privados, de los cuales poseen conocimientos privados y por lo tanto
representados en lenguajes también privados. El mundo es compartido, se trata
de un mundo público con el que nos interrelacionamos gracias al lenguaje público.

Si podemos entender al otro es porque su proferencias manifiestan un conjunto de


creencias acerca del mundo, que nosotros también poseemos. De este modo es
que podemos llegar a determinar si una creencia es verdadera o no. Por una parte
porque es posible descubrir su falta de coherencia con el resto de sus creencias,
por otra, porque en la medida que las causas de sus creencias se encuentren en
el mismo mundo en que yo habito, puedo reconocer cuando una creencia además
de no ser coherente con el resto del sistema, no se corresponde con el mundo
que, supuestamente la causó.

Más adelante se refiere al principio de caridad que consideramos de vital


importancia en lo que se refiere a la posibilidad de que funcione una comunidad de
hablantes en la que sea posible la comprensión, y aquí estamos utilizando el
concepto en el sentido empleado por la hermenéutica.

En su refutación al escéptico con respecto a la necesidad de encontrar una


justificación para las creencias, se refiere a la coherencia como punto de apoyo
para que el sujeto pueda estar seguro de que la mayor parte de sus creencias no
puede ser falsa. Desarrolla su argumento dividiéndolo en dos partes. En la primera
se refiere a la comprensión correcta del habla y enumera una serie de actitudes
proposicionales como creencias, deseos, etc., implica aceptar que la mayor parte
de ellas deben ser verdaderas, y apela a la coherencia como criterio de valoración.

En la segunda parecería apelar al sentido común porque señala que cualquiera


que posea determinadas creencias y presuma que no está equivocado, debe estar
seguro acerca de cómo es el mundo y de qué modo se originaron dichas
creencias. Tomando las dos partes, llega al principio de caridad, principio
fundamental en la interpretación, ya que el objetivo de dicho principio es lograr la
comprensión del hablante. Más adelante nos detendremos en el análisis del
mismo.

Marca una distinción importante entre la traducción radical de Quine y su


Interpretación radical, si bien destaca que ya en la Interpretación radical de Quine,
el principio de caridad juega un rol fundamental. En tanto Quine hace depender la
traducción de patrones de estimulación sensorial, él considera que depende de los

2
Op. Cit. P.77

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eventos del mundo que causan las creencias y que se manifiestan en


proferencias.

Davidson rechaza la distinción hecha por Quine entre oraciones observacionales y


teóricas. Aceptar dicha distinción implica aceptar que para el caso de ciertas
proferencias es preciso recurrir a la confrontación con la experiencia. Rechaza el
recurso verificacionista propuesto por Quine, pues aceptarlo lo comprometería con
el trazado de una línea divisoria entre distintos tipos de creencias que él no
acepta. De aceptarlo caería en el mismo círculo vicioso en el que han caído
quienes han procurado buscar un fundamento último de evidencia de las
creencias. Por otra parte, tal como él mismo lo señala “…resulta vano que alguien
exija una seguridad adicional, pues ello no haría sino incrementar el conjunto de
sus creencias.”3

Considera que la comprensión es fundamental en la interpretación, y cuando se


trata de comprensión el camino adecuado no parece ser el de la reducción de las
creencias a algo más básico como evidencias empíricas. El holismo desempeña
un rol fundamental en la comprensión. Si somos capaces de interpretar al otro es
porque somos capaces de abrirnos paso en su sistema de creencias, a partir de la
interpretación de sus proferencias, descubriendo sus interrelaciones, en lugar de
buscar los fundamentos últimos en determinadas estimulaciones sensoriales.

Mientras que para Quine las causas de las creencias son las estimulaciones
sensoriales producidas por los objetos del mundo, y que por tanto funcionan como
fuente de evidencia, para Davidson, la relación entre las proferencias y los eventos
del mundo es directa. Por eso en Quine la interpretación depende de la distinción
de las oraciones de observación en la medida que son claves en la traducción. En
cambio para Davidson la interpretación, que consiste en el descubrimiento de las
relaciones entre las creencias entre sí, y la correspondencia de dicho sistema con
el mundo, es comprensión holística de proferencias, y, en última instancia,
comprensión del mundo. Ambos, intérprete e interpretado, comparten un mismo
mundo que causa las creencias que en su mayor parte son también compartidas y
que se manifiestan en un lenguaje público, es decir, también compartido.

Con respecto al carácter holístico de la interpretación, las creencias nunca se dan


en forma aislada, guardan entre sí determinadas relaciones y el descubrimiento de
estas constituye el camino hacia la comprensión. Descubrir las relaciones entre las
creencias nos lleva a reconocer la coherencia entre ellas. Es cierto que también
podemos descubrir incoherencias, pero no es posible que todas las creencias
sean entre sí contradictorias. Aún en los casos de existencia de creencias
contradictorias entre sí, y que podemos considerar como irracionales, nos
encontramos con un trasfondo de racionalidad que posibilita la atribución de

3
Op. Cit. P.87

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irracionalidad a determinas creencias, en la medida que son notoriamente


inconsistentes con el resto.

Volviendo a la comprensión, y a su importancia en lo que se refiere a la


interpretación, Davidson muestra grandes proximidades con la Hermenéutica. Si
logramos interpretar al otro es porque logramos comprenderlo. Comprendemos en
la medida en que descubrimos el significado de un conjunto de creencias, porque
toda creencia implica a su vez una trama compleja de otras tantas creencias. Por
eso se trata entonces de comprensión holística. Por otra parte, como ya
señalamos, si podemos interpretar al otro es porque no sólo descubrimos la
coherencia entre sus creencias, sino además reconocemos que sus creencias al
igual que las nuestras coinciden en su correspondencia con un mundo compartido.

Volvamos ahora al principio de caridad que constituye condición de posibilidad de


la interpretación. Dicho principio se basa a su vez en el principio de racionalidad y
en el conocimiento que todo individuo posee de la verdad objetiva. Tal vez sea
preciso aclarar este último concepto. Cuando se hace referencia a creencias, se
indica determinada disposición para comportarse como si p fuera verdadera, y, por
ende la posibilidad de diferenciar entre la creencia verdadera y la falsa. Por otra
parte si el individuo maneja el concepto de verdad objetiva, puede reconocer
cuando una creencia es inconsistente con el resto en la medida que reconoce que
la mayor parte de sus creencias son verdaderas.

De este modo cuando se trata de interpretar al otro, el intérprete radical parte de


algunos supuestos que se desprenden de lo anteriormente aclarado. Estos son:

-El comportamiento del sujeto a interpretar es consistente.

-Tanto el sujeto a interpretar como el intérprete manejan los mismos supuestos


lógicos.

-Las creencias del sujeto a interpretar son en su mayor parte, verdaderas.

De esta manera el intérprete no necesita confrontar una a una todas las creencias
del otro. Basta con aplicar el principio de caridad y saber que la mayor parte de
sus creencias son verdaderas, porque en la medida que esta tarea es posible,
también es posible descubrir qué creencias pueden ser falsas. Se descubre el
error sobre un trasfondo de verdades.

Como vimos, la preocupación de Davidson por el análisis del lenguaje no obedece


solamente a requisitos estrictamente formales sino que trasciende los mismos. A
esta razón obedece nuestro interés por hacer una lectura de su filosofía
considerándolo como filósofo puente entre la orientación analítica y la
hermenéutica.

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BIBLIOGRAFÍA

Davidson, Donald; “Verdad Y Conocimiento”, en Mente, Mundo Y Acción; Paidós,


Barcelona, España, 1992

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