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GREENCIAS FUNDAMENTALES
NÚMERO 26
¿A quién le interesa la ıglesıa?
Por qué los ocupados modernos (y posmodernos) aún necesitan de la iglesia
C h a n t a l J . K l i n g b e i l
e niña, la iglesia era para m í un lindo lugar, acaso a veces un tanto aburrido, pero en esencia
D bueno. Cierto día, la maestra de Escuela Sabática que tanto admiraba se fue a vivir con otro
hombre, despu és de habernos dicho tantas cosas buenas del matrimonio. Con los años me volví
escéptica. La iglesia no era lo que deb ía ser, y estaba llena de hipócritas. Pero, ¿a qué me refiero por
“iglesia ”? La Iglesia Adventista está compuesta por millones de individuos. Personas aburridas, activas,
amantes, ego ístas, sinceras, hip ócritas, altruistas, hirientes, confundidas, sabias, agobiadas, frágiles,
insensibles, perezosas, trabajadoras, diplomáticas, ilusionadas, abusadas, cr íticas y humildes. Son
personas tan humanas como usted y yo. Nosotros somos la iglesia.
Un milagro divino a lo largo de la historia
¿Qué mantiene unidos a millones de individuos de diferentes colores, expectativas, idiomas, ideas y
culturas? ¡No es otra cosa que un milagro! Un milagro que tiene nombre: Jes ús. La iglesia es la Site Search
comunidad de creyentes que confiesa a Jesucristo como Señor y Salvador.
Dios se ha especializado en lo imposible (Mat. 19:26). Nuestras ra íces espirituales pueden ser
rastreadas hasta una promesa imposible dada a un anciano sin hijos (Gén. 12:13). Dios hizo posible lo
imposible y Abrahán tuvo numerosos descendientes. En otro momento liberó de la esclavitud a una
multitud muy diversa. La “congregación en el desierto” (Hech. 7:38) vio abrirse el Mar Rojo; recibió el
desayuno en la puerta de sus tiendas y agua de la roca. No eran personas perfectas: entre ellos hab ía
quejosos, id ólatras, ladrones, glotones y críticos. Pero Dios se dedicó a purificarlos y limpiarlos individual
y colectivamente. Estaba llamando a su iglesia a que experimentara la salvación en forma personal y que
se extendiese esa invitación a otros (Isa. 56:7). Algunos respondieron en forma positiva. Otros se
dedicaron a replicar a Dios. Pero Dios tuvo la última palabra en la persona de Jesús (Juan 1:13).
En Jesús, Dios comenzó otra tarea imposible. Comenzó a preparar a un grupo de discípulos
pendencieros. Como resultado, doce hombres transformaron por completo el mundo conocido. Satanás
trató de erradicar la naciente iglesia mediante la persecuci ón. Dios hizo lo imposible y la iglesia se hizo
mundial. Entonces Satanás trató de asfixiar la vitalidad de la iglesia introduciendo doctrinas humanas. El
fuego arrasador de la Reforma hizo volver a la iglesia a su verdadera Cabeza. Pronto resurgió la
suficiencia. Y una vez más Dios hizo lo imposible. Llam ó a un pequeño grupo de jóvenes casi todos
menores de treinta años. Los ayudó a redescubrir verdades especiales y les dio dones y una gran tarea.
Es ahí donde aparecemos usted, yo, y millones de otros adventistas. Somos parte del milagro que Dios
llevó a cabo por medio de nuestros pioneros.
Primera metáfora: El cuerpo
Dios siempre ha tenido ideales para su iglesia. La Biblia los presenta en lenguaje metafórico. He aquí
cuatro de mis metáforas favoritas, para estimular al menos nuestro apetito espiritual. La metáfora de la
iglesia como un cuerpo es un tanto obvia (1 Cor. 12:12 27). Me resulta particularmente pertinente, dado
que todos sabemos lo que es aplastarse el dedo en una puerta y sentir que el est ómago se nos hace un
nudo por el intenso dolor. Como parte del cuerpo de Cristo, estoy conectada con usted. Su dolor y su
pérdida también es, directa o indirectamente, mi dolor y mi pérdida. Necesitamos mantenernos juntos,
porque sin usted, no puedo llegar a ninguna parte.
Segunda metáfora: El edificio
ntes creía que las iglesias son edificios más bien estáticos
e inmóviles que acaso remodelamos cada diez años. Pablo, La iglesia
sin embargo, habla de la iglesia como un templo hecho de
piedras vivas (1 Cor. 3:917). En algunas partes del mundo La iglesia es la comunidad de creyentes
he tenido una vislumbre de lo que es un templo “viviente”. En que confiesa a Cristo Jesús como Señor
esos lugares, la feligres ía supera por lejos los edificios y los y Salvador. Como continuadores del
recursos. Puede que al visitar una de esas iglesias veamos pueblo de Dios en el Antiguo Testamento,
a cuarenta miembros reunidos sobre un piso de tierra, se nos invita a salir del mundo. Nos
sentados sobre tablones y rodeados de paredes y techos de reunimos para adorar, confraternizar,
cañas. En menos de seis meses, se cavan los cimientos y instruirnos en la Palabra, celebrar la
la feligresía llega a sesenta. Tres meses después, levantan Cena del Señor, servir a la humanidad y
dos paredes y se coloca el piso de cemento; ya cuentan con proclamar el evangelio a todo el mundo.
setenta miembros. Seis meses m ás, y se coloca el La iglesia recibe su autoridad de Cristo,
bautisterio y se levantan las otras dos paredes ya con cien que es el Verbo encarnado, y también de
miembros. Un a ño después terminan el techo y agregan las Escrituras, que son la Palabra escrita.
bancos; ya son ciento cincuenta. Pero las terminaciones La iglesia es la familia de Dios: adoptados
tendrán que esperar, porque la iglesia ya ha dado inicio a un por él como hijos e hijas, sus miembros
nuevo grupo que se reúne en un lugar con piso de tierra y viven sobre la base del nuevo pacto. La
paredes de caña, y se necesitan fondos extras para ayudar a iglesia es el cuerpo de Cristo, una
este grupo. Creo que Pablo se refiere a estos templos en comunidad de fe de la que Cristo mismo
movimiento, donde cada pared sostiene a la otra. Usted y yo, es la Cabeza. La iglesia es la esposa por
como piedras vivas de esta iglesia, podemos llegar a ser un la cual Cristo murió para santificarla y
edificio dinámico para Cristo. purificarla. En su regreso triunfante,
Cristo se presentará a sí mismo una
Tercera metáfora: La novia iglesia gloriosa compuesta por los fieles
Tengo que hacer una confesión: me encantan las bodas. ¡Es de todas las edades adquiridos por su
tan atractivo ver hermosos arreglos florales, y también lo es sangre, sin mancha o arruga, sino santa
ver a la novia (2 Cor. 11:2); aunque no sean bonitas, todas y sin mácula. (Gén. 12:3; Hech. 7:38; Efe.
las jóvenes parecen bellas, vestidas de blanco y rebosantes 4:1115; 3:811; Mat. 28:19, 20; 16:1320;
de felicidad. A los ojos de Dios esta iglesia, a pesar de todas 18:18; Efe. 2:1922; 1:22, 23; 5:2327;
sus faltas, no carece de hermosura. Usted y yo llegamos a Col. 1:17, 18).
edificio dinámico para Cristo. purificarla. En su regreso triunfante,
Cristo se presentará a sí mismo una
Tercera metáfora: La novia iglesia gloriosa compuesta por los fieles
Tengo que hacer una confesión: me encantan las bodas. ¡Es de todas las edades adquiridos por su
tan atractivo ver hermosos arreglos florales, y también lo es sangre, sin mancha o arruga, sino santa
ver a la novia (2 Cor. 11:2); aunque no sean bonitas, todas y sin mácula. (Gén. 12:3; Hech. 7:38; Efe.
las jóvenes parecen bellas, vestidas de blanco y rebosantes 4:1115; 3:811; Mat. 28:19, 20; 16:1320;
de felicidad. A los ojos de Dios esta iglesia, a pesar de todas 18:18; Efe. 2:1922; 1:22, 23; 5:2327;
sus faltas, no carece de hermosura. Usted y yo llegamos a Col. 1:17, 18).
ser radiantes y hermosos cuando nos enamoramos de
Jesús y nos dejamos envolver por la pureza de lo que él hizo por nosotros.
Cuarta metáfora: La familia
No creo que pueda catalogar a la familia como metáfora. Para mí la iglesia no es como una familia; es mi
familia. He pasado los últimos veinte años lejos de mis padres y familiares, pero siempre he tenido una
familia. Gente que me motivó. Gente que se entusiasmó al escuchar las primeras palabras de mis
hijitas. Gente que lloró con nosotros cuando perdimos nuestro primer beb é. No fueron multitudes, sino
unos pocos: mi familia.
Hace unos años mis padres tuvieron una breve parada en Roma y, como era s ábado, decidieron ir a la
iglesia. Una mujer que hablaba ingl és se acercó y les tradujo el sermón, y entonces insistió en que
fueran a su casa a almorzar. Por la tarde les mostr ó la ciudad. Pero allí no terminó su hospitalidad. La
mujer y su esposo dejaron su dormitorio para que mis padres pudieran descansar. Ya en el aeropuerto,
mi madre, abrumada por tanta bondad, trató de darle las gracias. La mujer dijo con una sonrisa: “Es lo
menos que uno puede hacer por la familia”. ¿Familia? Sí, aunque seamos totalmente extraños, somos
familia (Efe. 3:15).
Al pensar en la inmensa misi ón que enfrenta esta iglesia para llevar el evangelio del reino a todo el
mundo, podría sentirme abrumada. Al mirar la iglesia, veo que a menudo marchamos en direcciones
diferentes. Podría sentirme desilusionada. Al mirar mi propia vida, veo promesas quebrantadas y
extrañas contradicciones. Podr ía sentirme desesperanzada. Pero Jesús ha prometido presentar a una
iglesia gloriosa, “sin mancha ni arruga ni cosa semejante”, sino por el contrario “santa y sin
mancha ” (Efe. 5:27). Quiero seguir siendo parte de la iglesia de Dios. Quiero ser parte de ese milagro
divino.
Chantal J. Klingbeil es la maestra de sus hijas, ama de casa y escritora.
Vive en Silver Spring, Maryland, U.S.A.
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