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ESTRUCTURA ECONÓMICA
DE LA SOCIEDAD MEXICA
SEGÚN LAS FUENTES DOCUMENTALES
ISBN 968-837-358-3
PRÓLOGO
La estructura económica de los ritexicas —%o obitanpe^a serie de inves-
tigaciones de que ha sido objeto—, es hasta hoy tema sobre el cual cabe
plantearse numerosos problemas. Así, por ejemplo, pueden tenerse como
de difícil respuesta no pocas cuestiones directamente relacionadas con
la naturaleza y cuantificación de los distintos elementos económicos,
considerados en función de la organización social, política y religiosa
en los tiempos anteriores a la conquista. Como explicación de los obs-
táculos que en esta materia se ofrecen al investigador debe recordarse
que, en ocasiones, éstos han sido consecuencia de las lagunas que liay
en las fuentes de información. Otras veces, las dificultades se han deri-
vado de la peculiaridad misma de la evolución cultural del México anti-
guo, con instiñcciones de características propias, que no es dado com-
prender haciendo aplicación indiscriminada de formas de pensamiento
que les son extrañas.
El presente libro de Víctor AI. Castillo Forreras, constituye precisa-
mente un intento de acercarse —con nuevo enfoque y sobre la base
de las fuentes indígenas— a la problemática inherente al mundo de la
economía y de la sociedad mexica. Para valorar de algún modo lo que
puede significar el alcance de su aportación y señalar a la vez su lugar
dentro del campo de estos trabajos, creemos pertinente atender a lo que
ha sido el proceso histórico de la investigación sobre esta materia tan
importante para la comprensión del pasado prehispánico.
En la historia de lo que se ha investigado acerca de las estructuras
económica y social de los mexicas pueden descubrirse tres grandes eta-
pas con puntos de vista muy diferentes entre sí. Primeramente deben
mencionarse los trabajos —casi siempre visiones de conjunto—, de los
cronistas e historiadores, a partir del siglo XVI y hasta casi mediados
del XIX. En la gran mayoría de ellos es perceptible, antes que nada, un
interés por describir los diversos elementos y factores que configuraron
la realidad socioeconómica precortesiana. Paralelamente con esto, y sobre
todo en el caso de los cronistas novohispanos, aparece el propósito de
explicar e interpretar las correspondientes formas de organización indí-
gena, aunque incurriendo, con cierta frecuencia, en la aplicación de
conceptos básicamente alejados de la peculiaridad cidtural prehispánico.
La terminología de que se valen tales cronistas e historiadores, tomada
de su propio contexto europeo, en vez de adecuarse a una descripción
de las instituciones nativas, pasa a ser una especie de mampara que
1 ESTRUCTURA E C O N Ó M I C A DE LA SOCIEDAD MEXICA
Miguel LEÓN-PORTILLA
INTRODUCCIÓN
Relativamente abundantes son los estudios contemporáneos que tratan
acerca de uno o más de los factores que integraron la economía del Mé-
xico antiguo; en buena parte realizados a través de rigurosos métodos
de investigación de las ciencias modernas. Pese a esto, es nuestro pro-
pósito analizar ahora el origen y desarrollo de la base o estructura eco-
nómica de los mexicas es decir de la disposición e interrelación de sus
diferentes medios y formas de producción de bienes materiales, pero
partiendo en lo posible de sus propios testimonios consignados en diver-
sos documentos, procedentes principalmente del siglo xvi. Este enfoque
propiciará, sin duda, la obtención de nuevos rasgos, los cuales, vistos a
través de los diversos modelos de producción que se han dado en otras
épocas y regiones del mundo, contribuirán a la determinación del tipo
de formación socioeconómica que fue característico en México Tenoch-
titlan durante sus cien años de esplendor. No obstante, es conveniente
dejar sentados algunos puntos sobre dicho enfoque.
De ninguna manera es nuestro interés desdeñar lo que la arqueología,
la estadística o cualesquier disciplina o método puedan aportar al tema
del presente estudio y considerar por encima de todo la información del
documento. Las aportaciones de aquéllas constituyen evidencias del más
alto rango para la reconstrucción del pasado; están ahí y eso es innega-
ble. Empero, a no ser por hipótesis o a través de fuentes escritas o,
incluso, en ciertas circunstancias, de tradiciones orales, poco dicen
acerca del comportamiento humano. Su interés central es más bien el
resultado de dicho comportamiento, los vestigios de las acciones y pen-
samiento humanos.
Por su parte el documento es siempre reflejo directo de una realidad
dinámica, humana, cuya veracidad de contenido es factible de confron-
tar con otras fuentes y cuya falsedad, dado caso, conduce de todas for-
mas a alguna razón histórica y objetiva. Tan es así, que aun los escritos
<le los cronistas españoles del siglo x ^ aparte de sus informes sobre la
vida prehispánica, inconscientemente proporcionan otros acerca de la su-
ya propia, mismos que se aprecian tanto en sus motivaciones y en los
temas que tratan, como en las interpretaciones que dan de las cosas
indígenas. Por ejemplo, los reyes, caballeros, mayordomos, plebeyos,
siervos, etcétera, que creyeron ver en las sociedades indígenas, aproxi-
nun al lector a la historia española de aquellos tiempos. Esto trae en
consecuencia, por demás obvia, la necesidad de utilizar para la historia
14 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
MIGRACIÓN
T ASENTAMIENTO
1. EN POS DE TERRITORIO
íntimas que hay entre este tipo de fuentes, sino porque a pesar de las
dudas que pueda guardar en cuanto a cronología, localidades o pobla-
ción, además de las discrepancias respecto a las otras versiones, este
relato tiene la ventaja de poner énfasis primordialmente en la vida y la
cultura de los mexicanos durante su migración en vez de hacerlo en su
itinerario o en hechos diversos de poca o ninguna importancia para
nuestro estudio. Dice así:
saje, las formas de vida no podíaa ser distintas: los arbustos y mague-
yes se miraban por todos lados y en los riscos se escondía una gran
variedad de fieras entre las que destacaban los lobos, los ocelotes, los
grandes felinos y las temibles serpientes amarillas, además de otras
bestias desconocidas. Todo ello aparece cubierto por una atmósfera de
misterio.
De este lugar terrible, como lo llama el texto, y según dice en núme-
ro de diez mil, entre hombres, mujeres y niños, vinieron a salir los
ancestros de los antiguos mexicanos. Suponiendo que tal fuera el núme-
ro de emigrantes, debe entonces postularse uno mayor para la pobla-
ción del lugar de origen ya que necesariamente habría quedado en él
cierta cantidad de gente anciana e imposibilitada para tal acción. Una
población así no podría bastarse en forma suficiente e indefinida en
un lugar como el descrito y tarde o temprano se vería jjbjjgada, contó-
lo hizo, a emigrar en busca de un ambiente mejor con mayores medios
de subsistencia y con pbsibíííótacfes ulteriores de desarrollo.
Salen pues de las Siete cugyjg. Los irá guiando —reza el texto— el
gran sacerdote HuitzTTtzin. Aquí se entreteje el mito: al sacerdote lo
va instruyendo Dios y él, a su vez, al pueblo. Comienza el peregrinar
Fig. 3. Labores l i los migrantes durante sus asentamientos. Nótese la inusitada
representación de una mujer labrando una casa. (Códice Azcatittan, 4)
del suelo que pisaran, debían abandonarlo cuanto antes. De esta manera
los cambios sucesivos de agricultores a cazadores, o viceversa, fueron
provocados por las razones sociales imperantes y no determinados total-
mente por el ambiente geográfico; más bien eran acomodados a él.
Dice Tezozómoc que:
i Tezozómoc, C mexicana, p. 8.
6 Diego Duran, Historia de las Indias de Nueva España y / Í & B | Tierna Firme,
2 v. y Atlas, notas de José F. Ramírez, México, Editora Nacional, 1951, v. i, p. 20.
28 MIGRACIÓN Y ASENTAMIENTO
. . . consentimiento para que emparentasen los unos con los otros por
vía de casamientos, casándose los hijos y hijas de los unos con hijos
y hijas de fos otros. u
U Ibidem.
EN POS DE TERRITORIO 31
que por último, hacia 1325, llegaron al islote que habrían de nombrar
México Tenochtitlan y en el que se cumple el famoso mito:
2. TENOCHTITLAN Y AZCAPOTZALCO
Pero más que esto contaría la situación estratégica, puesto que pre-
cisamente por su carácter lacustre, el lugar quedaba aislado y protegido
naturalmente, sin la necesidad, al menos inmediata, de la fuga de ener-
gías que representaría el mantenimiento de un cuerpo militar. Respecto
de esa singular defensa dice Torquemada que:
Tal y como las cuatro parcialidades —con sus dioses, señores, ocupa-
ciones, subdivisiones, administración y distribución de bienes y trabajo
. . . los grandes señores y ayos del dios, cada uno ofreció al rey una
de sus hijas por mujer, al rey, para que de allí sucediese línea de
los señores de la tierra. 25
29Ibidem, p. 55.
Fig. 8. Criaderos o cercados en el ¡ago. (Códice Azcatitlan, 14)
Desde este tiempo refieren las historias que los mexicanos comen-
zaron a usar ropa blanca de algodón, el cual se da mucho en aquella
provincia [de Cuauhnáhuac], y se vestían de ello los moradores de
ella; de lo cual carecían los mexicanos por estar, como hemos dicho,
metidos dentro de las aguas de esta laguna y fue éste un gran bene-
ficio que estas pobres gentes recibieron por estar tan faltos de ropa,
como estaban, y no vestir si no eran ayates de nequén que por ven-
tura entre los tepanecas rescataban con las legumbres y marisco de
esta dicha laguna. 29
Una situación semejante persistía aún a fines del siglo xvi ya que
el algodón seguía importándose de estas regiones. Las relaciones histó-
rico-geográficas correspondientes al Arzobispado de México dan razón
de ello:
sector que ejerce el dominio, mayor será la celeridad con la que los
sojuzgados busquen su libertad. Esto no quiere decir de ninguna mane-
ra que en el caso contrario no se logre la desarticulación de la relación
dicha. Un comportamiento suave, paternalista, por parte del que tiene
en sus manos las riendas del poder, trae de todos modos, aunque sea en
mayor tiempo, los mismos resultados. En este sentido podemos advertir
cómo, durante el gobierno de Huitzilíhuitl, las relaciones con Tezozó-
moc se habían mejorado tanto que, a la muerte de aquél, México con-
taba ya con un poderío y una influencia suficientes como para buscar
su liberación; pero aún vivía Tezozómoc y se podía sacar mayor prove-
cho de su parentesco con Chimalpopoca. Sólo en última instancia fue
necesaria la actitud definitivamente contraria de Maxtla para acelerar
el rompimiento. Por eso siempre aparece Maxtla -7-0 más común el
despectivo Maxtlaton— como causa principal o única de la guerra; así
lo indica el siguiente fragmento de Chimalpain:
Hacia la tercera década del siglo quince, suprimidas ya las causas que
frenaban su desarrollo, México Tenochtitlan podía iniciar abiertamente
su carrera. Únicamente faltaba actuar y sus habitantes lo hicieron con
provecho. Resultado de ello es el panorama que diversas fuentes trans-
miten acerca de la admirable condición de dicha ciudad hasta la llegada
de los conquistadores españoles.
Pero surge la pregunta: ¿cómo obraron y de qué recursos se valie-
ron los antiguos mexicanos para lograr un panorama tal ? | Qué facto-
res determinantes dieron origen a esa visión que hoy tenemos de la
capital de los tenochcas?
Son ciertamente innúmeros y diversos los elementos que intervienen
en el desenvolvimiento de las sociedades, pero, para proseguir la línea
trazada en este estudio, sólo se hará hincapié en aquellos que, aunque
en ocasiones carentes de brillo, constituyeron la base sobre la que des-
cansó la organización social de los mexicanos y que en conjunto inte-
graron las fuerzas productivas, por un lado, y las relaciones de produc-
ción, por otro.
Como se sabe, las fuerzas productivas están constituidas por tres ele-
mentos primordiales que se relacionan íntimamente. Ellos son: a) el
elemento humano, en tanto que su trabajo físico o intelectual, se pro-
yecta a la satisfacción de sus propias necesidades, o lo que es igual, a
la producción o desarrollo de los hombres; b) la naturaleza, en tanto
que sus recursos son la .materia sobre la que el hombre aplica su traba-
jo, explotándola, modificándola o ambas cosas a la vez, y c) el instru-
mental y la técnica de que dispone el hombre para alcanzar el dominio
y la explotación de la naturaleza. Por lo tanto, las fuerzas productivas
son la suma de los medios de producción, significativos sólo por el tra-
bajo humano circunscrito en un proceso de producción determinado. Las
relaciones técnicas y sociales de producción, consecuencia de las fuerzas
productivas, están representadas primordialmente por la relación de
propiedad que se establece entre los agentes inmediatos de la producción,
es decir los trabajadores, y los medios de producción; asimismo por las
formas de trabajo, de distribución y de intercambio y por las relaciones
de clase.
50 FUERZAS PRODUCTIVAS
2 . POTENCIAL HUMANO
es soberbia, presuntuosa,
se hace la diligente, es creída,
deja las cosas para después. 45
Otro ejemplo:
La doncella es noble,
palaciega, hija de nobles,
desciende de noble estirpe,
o lo que es igual:
su corazón es precioso, es adorable;
es digna de buenos tratos.
La que es buena:
sigue las costumbres de sus padres,
es pura, limpia, inmaculada,
virtuosa, de dulce corazón,
es humana y noble,
es libre, sin obstáculos,
es bien nacida,
es generosa, respetuosa, modesta,
reverente, humilde, dadivosa,
bien hablada, de hablar sosegado.
La que no es buena:
es como las del pueblo,
es atrevida, descomedida,
pusilánime, pueblerina,
como perra, sucia, viciosa, apocada,
lujuriosa, desconsiderada, 48
La mujer esforzada:
es sufrida, fuerte, áspera,
es como labriego, endurecida,
tiene juventud, es decidida;
corazón esforzado, tarazón maduro,
varonil, soporta las cosas con alegría.
La que es buena:
3 . RECURSOS NATURALES
4 . INSTRUMENTAL Y TÉCNICA
Se escogen las semillas; se apartan las que están sanas, sin tacha ni
mácula, lo más alabastrino de nuestro sustento. Arrojan las semillas
pasadas, las podridas, las menudas. Lo mejor escogido se desparrama;
se pone en el agua: por dos días, por tres días están en el agua.
En la tierra labrada o en lugares así, se siembran.
Primeramente se excava la tierra; se mira allí en donde se ofrendó
el riego, en donde se bañó la tierra. Y si no fuese regada, se hume-
dece. Con moderación se cubre de tierra, se echa tierra muy desme-
nuzada. Por lo mismo, comienza a transpirar; luego al punto se en-
mohece, al punto revienta la semilla, al punto arraiga; luego sale una
como punta de hueso, al punto se abre paso, sale de lo profundo;
luego suda, bien que vuela, enseguida se hace el tallo, se va formando;
inmediatamente cunde, se esparce. Y así dicen que está retozando.
Allí se le echa tierra, se llena de tierra, se cubre bien hasta el cuello,
se forman los montones de tierra.
Entonces, también se siembran frijoles o bien, se concluye su arreglo.
Dizque entonces comienza de nuevo a dar de sí; también entonces
comienza a bifurcarse, luego se despereza; al punto se hace redonda
la caña, al punto comienza a bambolearse. De nuevo, allí mismo se
allega la tierra; luego vienen colgando los cabellos; al punto espiga.
Una vez más allí se allega la tierra; dizque comienza a apuntar el ji-
lote; al punto crece la espiga, luego jilotea, brota, surge, viene sur-
giendo el jilote; su cabellera va cubriendo al jilote, sus cabellos lo
van cubriendo; es antojo para la gente, es resplandeciente.
Luego se dice que ya va muriendo el pelo, que se va chamuscando.
Está transpirando. Se dice que ya es nacido. Luego viene a cuajar,
a madurar; luego se emparejan las semillas; por lo mismo, brota la
nextamalxóchitl, la flor del nixtamal. Entonces se dice chichipélotl,
elote que tiene como perlas de agua. Luego al punto cuaja; entonces
se dice élotl, mazorca de maíz ya cuajado. Luego entonces comienza
66 FUERZAS PRODUCTIVAS
RELACIONES
DE PRODUCCIÓN
1. RÉGIMEN DE PROPIEDAD
Quizás valdría la pena comentar los textos anteriores, pero ellos ha-
blan por sí mismos, y sobre todo, acerca del diferente status de la gente.
Se mira claro que en tanto que unos ocuparon edificios que fueron
dechado por su funcionalidad y belleza, otros (los más), pudieron sólo
habitar en casas, ya no digamos humildes, sino francamente inadecua-
das para la vida del hombre; así se manifiesta al menos en la descrip-
ción de las macehualcalli. Estas últimas como se sabe, han persistido
en el campo y pueblos de México hasta la fecha, y es por eso que la
descripción que sigue, pese a que fue preparada en los finales del siglo
xvi, bien podría referirse a las ca^as y a quienes las habitan tanto de
nuestros días como del mundo precolombino:
2. CALPULLI
3 . POSESIÓN DE LA TIERRA
Tierras de la ciudad
así irían a acrecentar las tlatocatlalli o tierras del señorío, provocando con
ello una disminución en las pillálli y menoscabando los bienes de indi-
viduos altamente encumbrados. Las tierras, según lo dicho, tornaban a
su legítimo propietario, el Estado, a través de su máximo representante,
el huey tlatoani, para que éste las aplicara en el momento oportuno a
quien fuera necesario.
Todavía, sin embargo, hay un buen número de datos en la historio-
grafía indígena que hacen cierta referencia a la individualidad en la
propiedad de la tierra. Uno de ellos, quizás el más importante por sig-
nificar el posible origen de las pillálli y tecpillalli, es aquel que alude al
momento en que después de destruida Azcapotzalco, los célebres Tla-
caélei e Itzcóatl junto con otros personajes pasan al lugar conquistado
y reparten entre sí la tierra de los vencidos. 94 A continuación y como
ejemplo de este tipo de repartimiento se da la versión de uno efectuado
en 1508, o 3 técpatl:
usurpar); techtía, apropiar (de tech, en, de, para, sobre). Ahora bien, en
el original náhuatl del texto que comentamos (y también de otros por el
estilo), al referirse al reparto de tierras, se hace uso del verbo maca
que es dar, en su forma reflexiva momaca que es darse a sí mismo o
sea tomar. Si cada uno de aquellos señores en verdad se hubiese apro-
piado de la tierra, no tendría por qué no aparecer en el texto la expre-
sión motlalaxcatía, cuyo significado encajaría a la perfección: "hace de
su propiedad la tierra". Pero no se utiliza ésta ni ninguna otra de las
expresiones mencionadas; el informante sólo dictó motlálmacaque, es
decir que "tomaron la tierra", a sí mismos se la dieron, pero no se la
apropiaron o no la hicieron suya en la forma en que podían hacerlo
con sus sandalias o con su manta. Si algo hicieron suyo no fue la tierra
misma sino el derecho a ella, a su usufructo.
Con lo hasta aquí escrito se podría concluir con la afirmación de la
inexistencia de la propiedad particular territorial entre los antiguos
mexicanos, y cabría hacerlo puesto que como fue visto dicha propiedad
recaía únicamente en dos entidades: el calpulli y la ciudad. En las tierras
del primero sus integrantes las trabajaban para su provecho y para las
finalidades de su propia comunidad, en tanto que en las de la segunda,
el tlatoani como cabeza del Estado y siguiendo las normas vigentes, ad-
judicaba sus derechos a los templos, al palacio, al ejército, a los nobles
y a él mismo.
Todo esto parece ser evidente, mas si se observa el mismo panorama,
pero a partir de un sitio distinto, por principio de cuentas se advertirá
que las conclusiones a que se ha llegado hasta el momento han sido ela-
boradas tomando sólo en consideración las normas, aplicables al caso,
que se encontraban vigentes entre los habitantes del México antiguo; que
el fundamento de todo ello ha sido entonces de tipo puramente formal.
Al hablar de las pillalli y tecpillalli se llegó a la conclusión, lógica y
formal, de la inexistencia de la propiedad privada territorial entre los
mexicas; no obstante, cabe aún preguntarse si existía o existe alguna
diferencia substancial entre el auténtico terrateniente (de hecho y de
derecho) y el individuo poseedor solamente del usufructo de la tierra y
con derecho, además, de transmitirlo a toda su descendencia; y debe con-
siderarse que al terrateniente, históricamente, lo que importa es el inte-
rés del suelo y no el suelo mismo, el cual en la mayoría de las veces ni
conoce ni llega a pisar siquiera.
Los señores de la minoría encumbrada del México precortesiano no
tenían la facultad —sancionada por ellos y sus ancestros— de ejercer
los derechos inherentes a la propiedad privada, tai y como desde la anti-
güedad europea hemos considerado, pero ¿acaso es eso definitivo? ¿Acá-
POSESIÓN DE LA TIERRA 83
so no dicen otra cosa los hechos reales de las relaciones entre los
mexicas ?
Incluso algunas de las tierras sobre las que no ha habido controver-
sias, por estar acordes los autores en su carácter de estatales, servirían
de apoyo para lo antes dicho. Por ejemplo, de las teopantlalli o tie-
rras de los templos se sustentaba el cuerpo sacerdotal y se nutría la
organización religiosa. Las milchimalli y cacalomilli de primera inten-
ción descubren su carácter estatal puesto que su destino era avituallar
los ejércitos; pero el empleo de estas tierras llevaban aparejadas otras
nuevas, las yaotlálli, tierras del enemigo, que al fin de cuentas irían a
acrecentar primordialmente las posesiones del estrato social superior.
Como se sabe, una de las condiciones previas para la existencia inde-
pendiente del conglomerado mexica fue la apropiación de un territorio
determinado. Esta apropiación fue de índole comunal y por ende, cada
miembro de la comunidad resultaba por ser tal, no un propietario sino
mero poseedor individual de una porción de tierra, condicionado además
como ya lo hemos anotado, por ciertos requisitos de trabajo, individuales
y comunales. El terreno que los individuos poseían quedaba en esta
forma garantizado por la propia comunidad y ésta a su vez por el tra-
bajo común excedente de sus integrantes.
Sin embargo, por arriba de la comunidad global, pero inevitablemente
vinculada a ella, una unidad social o sector —llámese grupo, casta, cd-
pulli— controlaba el proceso general de la producción y absorbía tanto
los tributos como el trabajo comunal (en obras diversas incluyendo la
guerra), los cuales canalizaba al engrandecimiento de la comunidad, de
su dios y de sí misma. Consiguientemente queda claro que dicha unidad
superior —o sea los pipiltin y guerreros encabezados por el tlatoani—,
se reproducía gracias a la comunidad y asimismo que mediante los
vínculos económicos establecidos quedaba ciertamente como dueña ab-
soluta de las condiciones objetivas de producción, una de las cuales, en
verdad la más importante por la índole de la estructura económica me-
xica, era la tierra.
En resumen, podría asegurarse que en el México antiguó, existieron
únicamente dos formas en la tenencia de la tierra: la comunal y la
estatal; pero ello considerado sólo desde un punto de vista estrictamente
formal, ya que ú se atiende a otros ámbitos de la realidad histórica la
propiedad individual de la tierra aparece de inmediato. 96 De este modo,
lime insiste en la inexistencia de la propiedad territorial entre los mexi-
cas y en que lo que había eran sólo posesión y retribuciones personales
por méritos, servicios o funciones (aunque por las sucesiones hubiera
M C / r . Freud, op. cit., p. 171 y s.
84 RELACIONES DE PRODUCCIÓN
CUADRO 1
Tributos
Calpuilalli Miembros del calpulli
Arrendamientos
Teopantlalli Tlatoque
Gastos de palacio
Tlatocatlalli Templos
Tlatocamilli o Sacerdotes
Itónal intlácátl Culto
Yaotlalli -i. Mexicatlalli i
Tecpantlalli Cortesanos
Tierra de los jueces Jueces
Milchimalli y
Cacalomilli Ejército
Pillalli Pipiltin
Encumbrados
Tecpillalli Pipiltin.
4 . TRABAJO AGRÍCOLA
CUADRO 2
Posesión
de
Trabajadores parcelas Lugar de trabajo Beneficiario
Ellos mismos
Calpuleque con Calpullalli Calpulli
Huey tlatoani
Ellos mismos
Teccaleque con Tecpantlalli Un pilli
Ellos mismos
Calpullalli ajena Calpulli
Renteros con o sin Tlatocatlalli Tlatoque
Ellos mismos
Pillalli Pipiltin
Mayeque sin Tecpillalli Templos
Teopantlalli (Pochtecas)
para los que Ahuítzotl, según Duran, ordenó "a todas las ciudades de
las provincias, así de tierra caliente como de tierra f r í a . . . que luego
acudieran con gente y con piedras, cal f estacas, para hacer presa y
caño por donde [el agua] viniese encañada a México"; 103 agrega el
cronista que fue tanta la gente que llegó con especialistas y materiales
de distintos lugares, que en ocho días aproximadamente quedó con-
cluida la obra. Como se ve, esta forma de trabajo, a base del esfuerzo
excedente y obligado de grandes núcleos de población, no había cam-
biado a través del siglo xv, ni cambiaría durante los pocos años que
aún restaban al esplendor mexica, ya que para fechas próximas a la
Conquista, como las comprendidas entre 1500 y 1515, vuelve a aparecer
en Malinalco, ahora con una intensidad nunca antes vista, como lo
muestra, entre otros, el Codex Mexicanus.
6. ARTESANÍA
108 Duran, op eü., v. i, p. 334. (Más adelante agrega: ". .. he notado una
cosa en este capitulo . . . que de todo cuanto tributaban las ciudades y provincias
en todo el a5o, se lo tornaban a llevar los señores y principales en un d í a . . . "
Ibidem, p. 338.)
109 Ixtlilxóchitl, op. cit., p. 327.
n o V. gr. Tezozómoc, C. mexicana, p. 499 y 500; Duran, op. cit., v. i, p. 250;
Sahagún, op. cit., %, ii, ¡ib. vn, cap. 13, p. 308.
INTERCAMBIO 93
7 . INTERCAMBIO
Año 3 técpatl [1456]. En este tiempo brotó el bledo; era todo cuan-
to se comía; así pues, moría la gente. Fue el tercer año en que hubo
hambre. Están pintadas así como personas a quienes comen zopilo-
tes y coyotes. 11T
Todavía hacia las décadas finales del siglo xvi se conservaba el re-
cuerdo de hambrunas pasadas: " . . . antiguamente vivieron sanos y no
se acuerdan haber habido pestilencias tan bravas ni tan ordinarias como
agora, aunque hambres había antiguamente, más a menudo que
agora..."118
De lo anterior puede inferirse que si la tecnología agrícola no fue
capaz de producir mantenimientos suficientes para superar las continuas
etapas de escasez, la posibilidad de excedentes reales se desvanece, y
lo mismo puede decirse con respecto de la emergencia de un comercio
UT Anales de Cuauhtitlán (ed. Lehmann), fol. 5 1 ; Ap. 40.
118 Paso v Troncóse, op. cit., v. vi, p. 286.
Fig. 23. Consecuencias desastrosas del meteoro del año 13 casa,
o 1453. (Códice de 1576, 67)
Como se mencionó arriba, desde los albores del siglo xv, según se des-
prende del testimonio de informantes indígenas, aparece en México una
forma incipiente de comercio organizado cuyos objetos de tráfico eran
únicamente tres tipos distintos de plumas de aves preciosas. Un poco
más adelante, bajo el gobierno de Tlacatéotl en Tlatelolco, comenzaron
a llegar plumas de mejor calidad, así como turquesas, jades "y las
mantas suaves y los pañetes, ya que hasta entonces la gente sólo se
vestía prendas hechas de fibras de maguey". 12° Esto acontecía hacia
los últimos años de Huitzilíhuitl, cuando se iniciaron las relaciones de
intercambio con Cuauhnáhuac. Los artículos introducidos hasta este
momento, aunque no de calidad suprema, representaban en cambio lo
mejor de lo que podía disponerse y por tanto, su destino, y por supues-
to también su causa, estaban en la nobleza. Más tarde, al hacerse reali-
dad la expansión tipo imperialista, las exigencias por las cosas suntua-
rias aumentaron y por ende también las rutas y la calidad y número
de los objetos del comercio.
Pero si la nobleza era glSornotora directa de las actividades de los
pochtecas, debe suponerse en manos de ella una acumulación de bienes,
inerte e improductiva, que ante el incentivo del fausto y del lucro M
transformara en valor de cambio. Para' el caso de los tlatoque y pipiltin
de México, el origen y existencia de esta acumulación se localizan, por
una parte, en las recaudaciones con que afectaban a sus propios subdi-
tos, y por otra, secundaria y decisiva, en los artículos tributados por
los pueblos sometidos. Por esta última vía se obtenían diversos tipos
de cereales (utilizados para el sostenimiento del ejército, de las fiestas, de
los convites y del pueblo en épocas de sequía), pero también se
abastecía de objetos, más bien suntuarios, manufacturados, semielabo-
radbs o en su estado natural, los cuales si bien es cierto que sirvieron
como obsequios para guerreros y artífices distinguidos, embajadores
y dignatarios de otros pueblos y aun para los mismos comerciantes,
120 Códice Matritense de Éi Real Academia de la Historia, fol. 2fir, apud León-
Portilla, "La institución...", p. 37-38.
Fig. 25. Pochteca rodeando un
mercado. (Códice Mendocino,
68)
DINÁMICA
SOCIAL
1. DIFERENCIACIÓN SOCIAL
. . .pero los que son solamente "macehuales", los pobres, sólo copal-
xalli [arena de copal] echan en el fogón. Y los que son en suma
postreros, los menesterosos en extremo, los trabajadores indigentes,
los que están insatisfechos, los descontentos, sólo yauhtli [una hierba
olorosa] esparcen en el fogón; así ofrendan en su propio hogar. m
Y así que morían los señores e igualmente los nobles, les hacían
"tragar un chalchíhuitl [esmeralda o jade]. Pero en los "macehua-
les" sólo de texoxoctli [una piedra azul] o de obsidiana, dizque se
hace su corazón. 130
129 Códice Florentino, lib. iv, cap. xxv, parág. 3 ; Ap. zi, 42,
180 Ibidem, lib. n i , apéndice, cap. ff Ap. n , 43.
181 Véase el texto en náhuatl en Ap. u , 42.
104 DINÁMICA SOCIAL
2 . PIPILTIN Y MACEHUALTIN
W8 Véase un magnífico cuadro sobre los pipiltin en López Austin, op. cit.,
p. 55-72; o en Katz, op. cit., p. 123-141.
PIPILTIN Y MACEHUALTIN 107
—Los hijos de él, sus sobrinos, sus nietos, ninguno de ellos será es-
timado, ni será gobernante; empero, por siempre serán considerados
como macehualtin.
Y así se hizo, pues aunque sus nietos salían muchísimo a la guerra y
bien se andaban batiendo, ninguno de ellos gobernó t& fue estimado. 138
138 Anales de Cuauhtitlán (ed. Lehmann), fol. 33-34; Ap. n, 46. Es curioso
que las mismas palabras, a partir del tercer párrafo de este texto, se repiten
en el folio 66 del mismo códice pero, al parecer, en relación a Chimalpopoca.
P I P I L T I * Y MACEHUALTIN 109
3 . LOS TLAMEME
4. LOS MAYEQUE
mexica. Sin embargo, cabe mencionar aquí algo sobre su origen, obscuro
por cierto, ya que como los tlameme también éstos parecen quedar fuera
del ámbito que cubrió el concepto macehualli históricamente conside-
rado. Veremos primero el término que los define.
Es tGjt hecho singular que entre los cronistas, historiadores y nahua-
tlatos más conocidos, del primer siglo novohispano, sólo Zorita hubiese
consignado y transmitido el término mayeque, tan utilizado como dis-
cutido en la actualidad. De los dos vocabularios más importantes de
la lengua náhuatl, sólo el de Simeón lo registra, pero lo hace de la
siguiente forma:
conquistadas", 1B7 con lo cual invalida su propia tesis puesto que si los
mexicanos fueron mayeque de 'Culhuacán, de igual modo tuvieron que
haberlo sido de Azcapotzalco ya que a ambos estuvieron sujetos; y en-
tonces ¿de dónde resultaron los mayeque que ellos mismos poseyeron?,
máxime que Katz, refutando a Moreno, 158 afirma categóricamente que
la propiedad individual de la tierra, la de mayeque, se desarrolló entre
los aztecas mucho antes de lograr su independencia. Por otro lado, si los
mexicanos fueron mayeque, no se explica cómo lograron salir de Culhua-
cán, siendo que Zorita (a quien Katz sigue al pie de la letra), anota que
"no se podían ir estos mayeques de unas tierras a otras, ni se vio que se
fuesen . . . porque no había quien osase ir contra lo que era obligado". 159
Es aceptable, y aun podría asegurarse, que las tierras de mayeque
hayan existido con anterioridad al siglo xv, pero no para los mexicanos
de Tenochtitlan; y tampoco puede aceptarse el que no intervinieran para
ello las guerras de conquista, sobre todo durante la primera época inde-
pendiente del México antiguo. En el Códice Ramírez, en Tezozómoc o
en Duran, al tratar de la conquista de Azcapotzalco y de otras subsi-
guientes, se ven escenas que acusan la transformación a un estado que
se antoja idéntico al de los mayeque:
5. TLATLACOHTIN Y MAMALTIN
Y cuando era el tiempo del signo: los tlatlacohtin, los estimados tla-
tlacohtin, junto a la piedra de moler, junto a la piedra del metate,
en su morada, nadie les podía reñir, nadie debía gruñirles, ni ha-
blarles con enojo ni con ira.
Cuando los que poseen hombres sabían que al día siguiente caería
el signo de Tezcatlipoca, inmediatamente los desataban, les cortaban
y deshacían las colleras que los hacía encorvados, %on las que eran
guardados, con las que andan atados para que no huyan.
Luego los enjabonaban, los bañaban; les hacían mucho aprecio,
IQS halagaban, puesto que tienen l t imagen, la representación de sus
hijos amados; dizque eran así como los quecholes, los zacuanes, los
pájaros preciosos de Tezcatlipoca.
Y los que poseen hombres bien que apercibían, decretaban la muer-
te, ordenaban con rigor y mandaban a sus hijos, a sus pupilos, a los
que criaban, para que no les riñeran, ni fuesen soberbios con ellos,
ni castigaran a sus hombres.
Y si alguno riñó con ellos, así se decía que con esto él mismo vino
a procurar ser labrador, le cae sobre su propia conciencia, se castiga
a sí mismo con el huictli, con el mecapalli [con el status social infe-
rior] ; así como una llaga sin cerrar viene a situarse, viene a pegarse
en él, quizás como un don, en él viene a parar, en él viene a quedar,
allí se le quedaba.
Con esto, él mismo se arroja al río, él mismo se despeña, él mismo
se pone la collera; oteo más será así como mire, así como muestre al
hijo amado de Tezcatlipoca; será castigado, será golpeado, sin rumbo
será su huida, nunca podrá huir de la tierra ni estar en ella en paz,
nunca se asentará, ninguno descansará. De esta manera se dice: en
ningún tiempo será repletada la olla, nunca hará nada en paz. Y por
esto se dice que se arroja al arroyo, que se despeña a sí mismo.
Así pues, era visto con gran temor lo que en v r d a d h?.ría, pues
con esto se burla Tezcatlipoca, puesto que lo escarnece, así con esto
1*8 León-Portilla, La filosofía..., cap. nr.
1*9 Cfr. Sahagún, op. cit., lib. vi, cap. i a vi.
TLATLACOHTIN Y MAMALTIN 121
Tal parece que Tezcatlipoca sólo tenía estimación por los que estaban
en completa paz con é!. A los pochtecas y a los pipiltin les había dado tan-
to que debía vigilar sus actitudes; a los macehualtin no había-dado-
nada y por lo mismo era él quien estaba en deuda con ellos; solamente
a los tlatlacohtin no debía favores ni tampoco tenía nada que reclamar,
ni eran ricos ni eran pobres, y si no tenían la misma libertad del común
de la gente, tampoco estaban sujetos ni como los mamaltin o cautivos,.
ni como los mayeque.
La condición de estas personas, como señala López Austin, "era un
estado casi siempre transitorio en que podía caer un individuo por
diversas razones, entre las que sobresalía el contrato". m La vida del
tlacohtli transcurría en forma semejante a la de cualquier otro indivi-
duo; las leyes lo protegían, podía tener propiedades incluyendo en
esto a otros hombres de su misma categoría social; su servidumbre
nunca fue mayor que la del resto del pueblo y en caso de tener des-
cendencia, ésta no participaba de su suerte. 172 La única diferencia
estaba, pues, en que su persona, pese a sus derechos, era posesión
de otra y además de una relativa degradación moral, podía verse por
ciertas circunstancias en peligro de muerte por sacrificio.
En cuanto a la adquisición de la condición de tlacohtli o tlatlaco-
liztii, se advierten dos formas fundamentales: a) por coacción del
170 Códice Florentino, lib. iv, cap. IX; Ap. ir, 48.
171 López Austin, op. cit., p. 74.
172 No obstante, en una de las ordenanzas de Nezahualcóyotl aparece el castigo-
hasta la cuarta generación descendiente del traidor. (Ixtlilxóchitl, op. cit., v.
u, p. 188.)
122 DINÁMICA SOCIAL
186 Acerca de las relaciones entre estratos sociales y clases • sociales, véase
Rodolfo Stavenhagen, "Las relaciones entre la estratigrafía social y la dinámica
de clases". Estructura, estratigrafía y movilidad social, Anthony Leeds ed.,
Washington, Pan American Union, p. 126-151 (Estudios y Monografías, xx-Studies
and Monographs, v m ) .
LA ESCALA DEL PODER 127
El rey, los sacerdotes, los nobles, los soldados, las clases privilegiadas,
vivían en la comodidad y la abundancia; pero los demás, atados al
suelo, agobiados yor el trabajo, con malo y escaso alimento, vegeta-
ban para sus señores sin recompensa ni esperanza. Inmensa era la
distancia entre el rey y su vasallo; distinta la condición entre la capi-
tal del imperio y las provincias sometidas. Aquella sociedad se dividía
marcadamente entre vencedores y vencidos; entre señores y esclavos;
e s t e privilegiados poseedores de los bienes de la tierra e ilotas des-
heredados, sin otro porvenir alagüeño que la muerte alcanzada en el
campo de batalla o en el ara de un dios.18T
ni
rv
1. Atlas de Duran
2. Cédula de diligencia
publicados (Vid. Duran, op. cit., ed. Porrúa, 1967). En vista de que las láminas
de la segunda edición son en su mayoría reproducciones fotográficas a color,
aunque de tamaño más reducido que las de la primera, daré en cada caso la
referencia a ambas ediciones, la de Garibay entre paréntesis.
* Duran, op. cit¡ CTP), v. i, eap. 13, p. 113.
6 Es el huictli una pala de madera dura usada para labrar y cavar tierra,
pero utilizada también en otras muchas labores no agrícolas, como por ejemplo,
en la preparación del mortero para las construcciones. Por su múltiple uso
—que rebasa al de la coa de la región caribe y al de la chaquitaclla de los
Andes—, parece habérsele considerado el instrumento por antonomasia de los tra-
bajadores del México antiguo. A través de las notas de este apéndice se advertirá
mejor su significado.
* Cfr. Duran, op. cit., cap. 30.
1 Ibidem, v. i, cap. 66.
8
Cfr. Eugéne Boban, Documents pour servir a l'histoire du Mexique. Catalogue
raisonné de la Collection E. Eugéne Goupil (Ancienne Collection J. M. A. Aubin),
manuscrita figuratifs et autres sur papier indigéne •d'agave mexicana et sur
papier européen, antérieurs et postérieurs a la conquéte du Mexiqué (xvie siécle),
et Atlas, contenant 80 planches en phototypie, Paris, Ernest Leroux Editeur, 1891.
140 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
3. Codex Mexicanus
Fue compuesto alrededor de 1571 s y catalogado bajo el número 23-24
en la Biblioteca Nacional de París, repositorio donde se encuentra en la
actualidad. Los rasgos más importantes relacionados con la economía
indígena prafeispánica son los siguientes:
Láminas 18 a 44. Diversos aspectos de la migración del grupo mexica.
Lámina 60. En el año 8 tochtli, |422, Chimalpopoca aparece repre-
sentado con un huictli, indicando ln realización de alguna obra de
importancia.
Lámina 68. Año 13 tochtli, 1466, Nezahualcóyotl, con un huictli en la
mano dirige las obras del acueducto de Chapultepec.
Lámina 69. En el año 9 ácatl, 1475, un fuerte temblor de tierra
destruye diversos edificios.
Lámina 71. En el año 4 ácatl, 1483, sube Tízoc al poder y ordena
la ampliación del templo de Huitzilopochtli. Para 1487, 8 ácatl, se
concluye la reconstrucción del templo.
Lámina 72. Corresponde ésta a la descripción de desastres: en 10
calli, 1489, un fuerte temblor de tierra; en 11 tochtli, 1490, una granizada
acaba con los peces del lago; en 12 ácatl, 1491, una plaga de langostas
arrasa los maizales y para el año siguiente, 13 técpatl, el sol se eclipsa.
Lámina 73. Continúan los desastres con influencias económicas: en
4 técpatl, 1496, un temblor de tierra; y en 7 ácatl, 1499, la gran inundación
de Tenochtitlan. Junto a los glifos del año 8 técpatl, 1500, se muestran
por primera vez los trabajos que se realizaban en Malinalco. El pictograma
de un hombre, vestido con braguero o máxtlatl y portando un huictli,
junto a una gran piedra, representa a los muchos obreros que se enviaron
para labrar los múltiples templos monolíticos aztecas en las montañas de
Malinalco.
Lámina 74. El año 11 ácatl, 1503, muestra el segundo intento del
trabajo en gran escala en las obras de Malinalco.
Lámina 76. El año 10 ácatl, 1515, fue la tercera ocasión en que se
trataron de atacar, posiblemente en forma intensiva, los grandes núcleos
de piedra de Malinalco. Los trabajos, según se observa en la actualidad,
tuvieron que detenerse en vista de la conquista española, mas quedaron
claras huellas de la obra de cantería^ realmente prodigiosa, que allí se
realizaba.
Por último, bajo esta lámina y la que sigue se ven diversos artículos
de tributo entregados al conquistador español.
4. Códice Azcatitlan
Documento del siglo xvi registrado con el nombre de Histoire Mexi-
caine y bajo el número 59-64 en la Biblioteca Nacional de París. 10
Las pictografías de mayor interés para nuestro estudio son las siguientes:
Lámina 4. Corresponde a los años 1169 y 1170 y aparece en ella la
diversidad de paisajes y rutas durante la migración. En un poblamiento
se ven cuatro casas, dos de ellas techadas, y escenas que indican las
actividades durante este asentamiento: una mujer muele con metate
y metlapilli,11 un cantero (mujer!!) labra una casa, y un hombre
acarrea agua. (Ver fig. 3.)
Lámina 5. Chicomóztoc con su ambiente característico de biznagas.
A la derecha está representado magníficamente el paisaje diverso de la
peregrinación; no obstante, tres palabras, aquí y allá, ratifican lo dibujado:
cuauhtla (bosques), tepetla (serranías) y texcaüco (texcalco, en los
despeñaderos). En este ambiente poblado de distintas clases de vegetales
y animales se ve vagar a los mexicanos, dos de los cuales son muertos
por una bestia feroz. Por último, como para borrar toda duda en
cuanto al significado de la pintura, un texto en náhuatl dice a la letra:
hornea mixpolloque tepetla cuauhtla texcaüco qan cani neneca tnexica,
cuya traducción es: "Allí se perdieron entre cerros, entre árboles, en las
peñas, sólo anduvieron vagando los mexicanos." (Ver fig. 2.)
Lámina 13. En la parte central hay una ilustración del trabajo en el
lago de Tezcoco. En la escena se ven pescadores con diversos instru-
mentos, algunos en canoas; hay diferentes tipos de red; y asimismo
aves, peces y vegetación lacustre. (Ver fig. 7.)
Lámina 14. Es el gobierno de Acamapichtli. Dos círculos en la parte
superior muestran diversas actividades económicas. El primero parece
indicar un modo peculiar de pesca; el segundo muestra a dos hombres
clavando estacas con mazo en lo que podría ser un cercado, chinámitl
o criadero para los animales acuáticos que allí aparecen. A la derecha
se ve la construcción posiblemente del templo de Tlatelolco, donde tres
tamemes o cargadores llevan voluminosas piedras valiéndose de mecapales
o fajas para cargar. (Fig. 21.)
Lámina 18. Aunque Barlow no lo interpreta, 12 es muy posible que el
conjunto donde aparece un muro, un huictli y el glifo de Nezahualcóyotl
al pie de un templo, indique que este personaje dirigió la construcción
del mismo. (Semejante representación aparece en el Códice Telleriano-
Remensis, 4* parte, lám. 18 y en el Vaticano-Ríos, lám. 120). También
se ve el glifo de Nezahualcóyotl junto al de Chapultepec indicando que
fue él quien dirigió la construcción del acueducto que iba a México
(vid. supra una escena similar, pero más completa, en el Codex Mexicanus,
lám. 68). El pictograma de dos personas trabajando sobre un rectángulo,
M> Roberto Barlow, "El Códice Azcatitlan", en Journal de la Sociéti des
Américanistes, Nouvelle Serie, París, v. 38, 1949, p. 101-135, y Códice Atcatitlan,
París, Société des Américanistes, 1949.
UMétlatl o metate, piedra plana para moler. Metlapilli es el rodillo con el
que se muele.
12C/r. Barlow, op. cit., p. 122.
142 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
5. Códice Borgia
6. Códice Boturini
Conocido también como Tira de la peregrinación o Tira del Museo;
este códice se encuentra clasificado con el número 35-38 en la colección
de códices del Museo Nacional. Su factura data muy posiblemente de
los años inmediatos posteriores a la Conquista. No obstante que cons-
tituye sólo un registro de los hechos más señalados, resulta indispensable
para el conocimiento cabal de la economía organizada de los mexicas.
Por ejemplo, de su lámina primera se deduce el ambiente del primer
habitat de los migrantes, el cual, como se ha visto, coincide en mucho
con lo que anotan algunas crónicas hispánicas o indígenas del siglo xvi.
La lámina cuarta de este códice es de singular importancia por repre-
LA ECONOMÍA EN LOS CÓDICES PICTOGRÁFICOS 143
7. Códice Cozcatzin
8. Códice Chavero
éste como otros códices indígenas que han sido clasificados como "Eco-
nómicos" dicen mucho menos al estudio de la economía prehispánica
que otros cuya clasificación dada es aparentemente ajena a las formas
de producción de la antigua sociedad indígena (por ejemplo, Códice de
Huamantla, vid.). El presente documento viene siendo un comprobante
de gastos en el ámbito colonial, con indicaciones indígenas de los artículos
aportados, los cuales incluyen una escalera, cargas de aceite, cal, etcétera.
Wlbidem, p. 141.
20 Códice de 1576. Historia de la nación mexicana, reproducción a todo color
del Códice de 1576 (Códice Aubin), edición, introducción, notas, índices, versión
paleográfica y traducción directa del náhuatl, por Charles E. Dibble, Madrid,
Ediciones José Porrúa Turanzas, 1963. (Colección Chimalistac, 16.)
mibidem, p. 3-38.
Vtlbidem, p. 57, 66, 67, 74, 75, 79.
ttlbidem, p. 68.
24 Ibidem, p. 108.
25 Códice de Otlazpan. Nómina de tributos de los pueblos Otlazpan y Tepéxic,
1549 (Códice Mariano Jiménez"), México, Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 1967; y Birgitta Leander, Códice de Otlazpan, México, Instituto Nacional
de Antropología e Historia, 1967, 147 p.
146 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
SO Cfr. Códice Laúd, introducción, selección y notas por Carlos Martínez Marín,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1961, 83 p. reproducción
blanco y negro del códice. (Serie Investigaciones, 5). Reproducción a color en
Antigüedades de México, basadas en la recapitulación de Lord Kinsborough,
estudio e interpretación de José Corona Núfiez, 4 v., México, Secretaría de
Hacienda, 1964-1967, v. iv.
LA ECONOMÍA EN LOS CÓDICES PICTOGRÁFICOS 149
Fue pintado por órdenes del virrey Mendoza hacia la cuarta década
del siglo xvi. Su fuente básica lo es sin duda la Matrícula de tributos
siendo posiblemente sólo su tercera sección, la etnográfica, la única
elaborada especialmente para él. 82 Un somero análisis del códice permite
apreciar los siguientes elementos de sumo interés para nuestro estudio:
Primera sección. En la primera lámina aparece la fundación de México
Tenochtitlan el año 2 calli, 1325, con señas de la división originaria en
cuatro partes o campan. Se mira también a Ténoch y a nueve señores
de otros tantos calpulli.
En las láminas n a xvm están consignados los pictogramas de los
pueblos conquistados por los señores de México Tenochtitlan, desde
AcamapichU, hasta el segundo Motecuhzoma. Ello ilustra en cierta forma
la expansión imperialista de los tenochcas.
Segunda sección. Las treinta y nueve láminas que siguen, de la
xix a la LVII, comprenden los 371 pueblos tributarios de México.
Entre los artículos de tributo sobresalen: granos, mantas, ropa, oro,
plumas, papel, armas, divisas militares, miel, sal, jicaras, cerámica,
piedras preciosas, aves, pieles, madera, leña, copal, etcétera.
Resulta importante notar que entre los artículos tributados no aparezcan
instrumentos de producción, salvo las hachuelas de cobre (lám. 39 y
42) y los porta fardos o cacaxtli (lám. 44).
Debe notarse, asimismo, que las dos primeras secciones del códice
dan en conjunto no sólo una imagen de la extensión del imperio y
# ¿ monto de los tributos que llegaban, sino también alguna idea acerca
de los recursos propios de las diversas regiones del México antiguo
tributarias de los tenochcas.
Tercera sección. Corresponde ésta a la descripción etnográfica de
la sociedad mexica. La primera lámina de esta sección trata del naci-
miento. Están representados los instrumentos característicos del trabajo
de los hombres: del zuquichiuhqui o alfarero, de los amanteca o
artífices de la pluma, del tlacuilo o pintor de códices, del tlatecqui
o lapidario y del yaoquizqir o soldado. También aparece el instrumental
propio de la mujer, es decir, la escoba, el huso y la petaquilla. Debe
notarse que todos estos instrumentos pertenecen sólo a un estrato
social particular nue por supuesto no corresponde con el inferior,
81Glass, op. 'i:., i>. 63.
B2Cfr. Robert H. Barlow, The extent of the empire of the culhua mexica,
Berkeley and Los Angeles, University of California Press, 1949, 144 p. 1 mapa
(Ibero-Americana: 28).
150 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
«3 Ibidem.
** Ibidem. (En el códice se lee "Pablo Ocelutle").
«6 Manuel Toussaint, Federico Gómez de Orozco y Justino Fernández, Pianos
^g- Jo Ciudad de México. Siglos xvi y xvn, México, UNAM, Instituto de Inves-
tigaciones Estéticas, 1938, 205 p. ils. p. 127-166.
LA ECONOMÍA EN LOS CÓDICES PICTOGRÁFICOS 161
66 Ibidem, p. 93-126.
«TGlass, op. cit„ p. 39-40.
«SToussaint et al, op. cit., p. 57-84.
162 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
TEXTOS NAHUAS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS E ÍNDICE»
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188 ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD MEXICA
Introducción 11
I. Migración y asentamiento .. , . 17
1. En pos de territorio, 19
2. Tenochtitlan y Azcapotzalco, 34
Recapitulación . . , . 129
Apéndices:
I. La economía en los códices pictográficos . . . . . . 135
II. Textos nahuas 163
Referencias bibliográficas e índices 185