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Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros

Por Fabio Carballo

En la carta del apóstol Pablo a los Efesios en el capítulo 4 el verso 11 se lee, “Y él


mismo dio unos, por apóstoles; y otros, por profetas; y otros por, evangelistas; y otros,
por pastores, y doctores”.

Tres versículos antes Pablo mostraba que estos cargos son dados por Dios, luego, son
dones de Dios. Estos cinco dones son entonces dones ministeriales. El versículo 12 del
mismo capítulo señala, “Para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. Así que a estos dones se les puede
llamar dones ministeriales.

Los dones ministeriales son regalos que Cristo dio, y da, a ciertos hombres con el fin de
ministrar en las iglesias de los santos. Así que, una iglesia sana debe de tener los cinco
dones ministeriales.

Apóstoles y profetas

La misma carta a los Efesios en el capítulo 2 el verso 20 dice, “Edificados sobre el


fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo el mismo Jesucristo la principal
piedra angular”. Luego, la iglesia y el cristiano deben edificar su vida espiritual sobre la
palabra dada por los apóstoles y por los profetas. Las palabras principales de estos eran
las referidas a la venida y el ministerio del Hijo de Dios.

A pesar de la existencia de profetas nuevo testamentarios, sólo tenemos las palabras de


los profetas veterotestamentarios, Isaías, Jeremías, Oseas, etc. La edificación de una
iglesia local está basada en las palabras de los Antiguos profetas, hasta Juan (Lucas 16:
16), y las palabras de los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.

Nótese lo que enseña 2 Pedro 3: 2, “Para que tengáis memoria de las palabras que antes
han sido dichas por los santos profetas, y de nuestro mandamiento, que somos
apóstoles del Señor Jesucristo” (énfasis añadido). Los profetas no eran los del nuevo
pacto, sino los del antiguo que predecían la venida del Mesías (1 Pedro 1: 10-12). Y los
apóstoles, eran los apóstoles del Cordero de Dios, los que él eligió (Revelación 21: 14).

Una iglesia local andará en sanidad doctrinal si presta atención a estas viejas palabras
expresadas en la Biblia. Ya la iglesia tiene las bases de lo dicho por los apóstoles y
profetas y no necesita poner otra base. En conclusión, la iglesia local no tiene en e día
de hoy otros apóstoles y profetas diferentes a los que señala la Biblia.

Los actuales hombres y mujeres que se hacen denominar apóstoles y/o profetas son, en
el mejor de los casos, personas que interpretan la Biblia a su amaño para
autoproclamarse mensajeros enviados.

El movimiento carismático acogió la enseñanza católica de la necesidad de una máxima


autoridad eclesiástica (máximo pontífice) sobre la iglesia, y en vista de no tener un líder
absoluto, muchas organizaciones empezaron a llamar apóstol a su pastor fundador. Tal
proceso no se ve en la Biblia. Un análisis parecido podría hacerse a los profetas actúales
que en nada se parecen a los antiguos hombres de Dios.

Evangelistas

Los evangelistas son aquellos que evangelizan o que llevan el evangelio. Son los que
dan la buena nueva. En este grupo se encontraban Felipe (Actos 21:8) y Timoteo (2
Timoteo 4: 5). El evangelista, es el que lleva el mensaje de la muerte y resurrección de
Cristo como fuente de salvación al que cree. El evangelista predica esto de forma
continua, no espera estar de buen o mal humor, tiene amor por las almas perdidas y por
el pueblo al que Dios le llamó a predicar. Su mensaje mayoritario, como ya se dijo, es la
muerte y resurrección de Cristo y la salvación para la humanidad por medio de esa
muerte.

Dos errores crasos se perciben en el concepto actual de evangelista. En primer lugar, los
pentecostales y carismáticos evangélicos han pensado que el evangelista es un hombre o
una mujer que reúne multitudes a escuchar la palabra de Dios para que en esa campaña
muchos sean salvos. Probablemente este error no venga de ellos, sino de los
movimientos de despertar o avivamientos que se dieron en los Estados Unidos e
Inglaterra con hombres como Dwigth L. Moddy y Charles Finney. Aunque Moddy y
Finney fueron hombres de Dios, el concepto de evangelista se devaluó hasta el punto de
mirarlos a ellos como los modelos y referentes del evangelismo y no a lo que decía
la Biblia.

En la Biblia, el evangelista era el predicador que empezaba o ayudaba en el


levantamiento de iglesias, no importa si reunía multitudes o no. No es seguro que
Timoteo fuera el pastor de la congregación de Éfeso, más bien se le ve como un apoyo
en el ministerio de Pablo, como un evangelista.

El segundo error viene de creer que el evangelista es uno que tiene control sobre las
iglesias. Este error viene al pensar que Pablo era un evangelista, sin recordar que, aparte
de cumplir ese trabajo, era apóstol. Como apóstol Pablo ejercía una autoridad apostólica
sobre las iglesias que los actuales evangelistas o misioneros no tienen. Algunos
bautistas practican, sin teorizar mucho sobre el tema, la jerarquía eclesiástica cuando
consideran a los misioneros extranjeros como autoridades por encima de sus
pastores. Tales bautistas, que no tienen apóstoles, admiten que los misioneros (que
serían los evangelistas ya que la palabra misionero viene del latín y no del griego)
cumplan un papel jerárquico sobre varias congregaciones debido al respeto que, muy
bien ganado por algunos y por otros no tanto, se han acreditado.

Pastores

Los pastores, Hebreos 13: 7; 17; 1 Pedro 5: 1-4, son los que cuidan el rebaño, los
encargados de dirigir una iglesia local. Los que aman a un rebaño que ya ganó un
evangelista. Lo cuidan y traen nuevas ovejas para darle la comida de la palabra de Dios.
El pastor es uno que no vive para sí, sino para su pueblo. El que cuida que no entren
lobos rapaces.
El énfasis de un pastor es el cuidado de las ovejas, aunque también como obispo debe
de ser un administrador y como anciano un concejero. Obispo, pastor y anciano son
palabras sinónimas para una misma persona.

La iglesia que dirige un pastor o varios pastores (puede ser un ministerio plural), debe
de enviar evangelistas. Los evangelistas levantan una obra y la entregan a un pastor,
luego el evangelista vuelve a la iglesia que le envió para dar sus reportes y empezar en
otro lugar. Así que, mientras los papeles se estén cumpliendo a cabalidad, no debe de
existir ningún problema entre el pastor de una iglesia (que debe de permanecer muy
constante en su iglesia) y el evangelista o misionero (que debe de permanecer constante
en sus viajes de evangelismo).

Maestros o doctores bíblicos

Por su parte los maestros o doctores de la Biblia son aquellos que buscan profundizar
más y más en la palabra, Actos 13: 1. Aquellos que están dispuestos a contradecir a los
que se oponen, pero de acuerdo a la palabra de Dios. Pueden ser profesores de institutos
bíblicos, escritores de apología, publicadores de revistas, etc.

Conclusión

Aunque seguro existirá un don mayor o de más influencia en la vida de un hombre, en


muchas ocasiones debe hacer los tres trabajos. Pero si el hombre de Dios es sincero
consigo mismo sabrá cual es el don que Dios le ha dado y en ese se concentrará.

Los problemas llegaran cuando no se instruye correctamente a la iglesia en este asunto.


Los pastores quieren ser evangelistas y vivir viajando, en lugar de permanecer en su
iglesia y salir de vez en cuando. Los evangelistas se creen los pastores de la iglesia que
empezaron, alguna gente también lo cree, después que ya la tiene otro pastor, no quieren
salir de ese lugar y se la pasan la mayoría del tiempo por fuera. Los maestros o doctores
de la Biblia piensan que ellos saben más que los pastores o que los evangelistas y corren
el riesgo de meter cizaña enseñando algo contra su pastor.

La solución a esto es muy sencilla, Romanos 12: 3, “Digo pues, por la gracia que me es
dada, a cada uno de los que están entre vosotros, que no piense de si mismo más
elevadamente de lo que debe pensar; sino que piense discretamente, cada uno conforme
a la medida de fé que Dios le repartió”.

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