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CRISTIANA Y MASONERÍA
Reflexiones sobre la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Publicación de L'Osservatore Romano (1).
Antes que nada se debe recordar que la comunidad de los «Liberi Muratori» y sus
obligaciones morales se presentan como un sistema progresivo de símbolos de carácter
extremadamente impositivo. La rígida disciplina del secreto que allí domina refuerza a
la postre el peso de la interacción de signos e ideas. Para los inscritos este clima
reservado comporta, entre otras cosas, el riesgo de terminar siendo un instrumento de
estrategias para ellos desconocidas.
En tal contexto, las diversas comunidades religiosas a las que pertenecen los miembros
de las logias no pueden ser consideradas sino como simples institucionalizaciones de un
anillo más amplio e inasible. El valor de esta institucionalización se muestra, por tanto,
inevitablemente relativo, respecto a esta verdad más amplia, la cual se manifiesta más
fácilmente en la comunidad de la buena voluntad, esto es en la fraternidad masónica.
Aun así, para un cristiano católico no es posible vivir su relación con Dios de una
manera doble, es decir, escindiéndola en una forma humanitario-supraconfesional y en
una forma interior-cristiana. Éste no puede cultivar relaciones de dos tipos con Dios, ni
expresar su relación con el Creador por medio de formas simbólicas de dos especies.
Ello sería algo completamente distinto a aquella colaboración, que le es obvia, con
todos aquellos que están comprometidos en la realización del bien, aunque partan de
principios diversos. Por otro lado, un cristiano católico no puede al mismo tiempo
participar de la plena comunión de la fraternidad cristiana y, por otra parte, mirar a su
hermano cristiano, desde la perspectiva masónica, como a un «profano».
La tentación de ir en esta dirección es hoy tanto más fuerte cuanto que ésta corresponde
plenamente a ciertas convicciones predominantes en la mentalidad contemporánea. La
opinión de que la verdad no puede ser conocida es característica de su crisis general.
Con esta última expresión, la S. Congregación indica a los fieles que tal inscripción
constituye objetivamente un pecado grave y, precisando que los que se adhieren a una
asociación Masónica no pueden acceder a la S. Comunión, quiere iluminar la conciencia
de los fieles sobre una grave consecuencia a la que deben llegar en caso de adherirse a
una logia masónica.
Notas