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Iciar Recalde
Diciembre de 2007
1
“Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los
chicos, que parecen tener ocho años, tengan trece;
Señor, perdóname por haberme acostumbrado a chapotear por al
barro; yo me puedo ir, ellos no;
Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor de las
aguas servidas, de las que me puedo ir y ellos no;
Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no
pueden hacerlo;
Señor, yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie
hace huelga con su hambre;
Señor, perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre”, y
no luchar con todo para que rescaten su pan;
Señor, yo quiero quererlos por ellos y no por mí. Ayúdame.
Señor, sueño con morir por ellos: ayúdame a vivir por ellos.
Señor, quiero estar con ellos a la hora de su luz. Ayúdame.” Padre
Carlos Mugica1
1
“Meditación en la villa”, Escritos en la memoria. Antología de escritores
asesinados y/o desaparecidos entre 1974- 1983 en la República Argentina, Los
4 indiecitos, Buenos Aires, 2005, pp. 82-83.
2
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
DEDICATORIA
A MODO DE PRESENTACIÓN
3
PALABRAS PRELIMINARES: EL GRUPO DE PASADO Y
PRESENTE EN LOS ´80
EL GRUPO ESMERALDA
4
ALFONSINISMO Y MODELO DEMOCRÁTICO: DEMOCRACIA Y
DESPUÉS
A MODO DE CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
5
AGRADECIMIENTOS
DEDICATORIA
6
A MODO DE PRESENTACIÓN
7
históricos, en la medida en que éstos suponen un modo específico
de fijar las relaciones sociales y de poder. En una sociedad de
intereses en pugna, cada clase social o conglomerado de clases,
forja en su acaecer toda una gama de paradigmas de intelectual, ya
sea, ideólogos de un modelo social estipulado, detractores del
mismo, funcionarios, críticos light, etc. Los intelectuales como
actores sociales específicos no conforman un grupo social
autónomo, tal como muchas veces se los presenta en los estudios
sobre historia intelectual, sino que cada grupo social pergeña una
categoría específica y especializada de intelectuales acorde a su
visión de mundo y a su proyecto estratégico. El problema es
complejo por las formas variadas que ha asumido a través de la
historia el proceso histórico real de formación de las diversas
categorías intelectuales en relación a su función específica en la
economía y en la cultura.
En naciones del Tercer Mundo como la Argentina, donde la
soberanía política, económica y cultural se encuentra sumida a los
intereses de las grandes metrópolis imperialistas, encargadas de
diseñar nuestras agendas de gobierno y de explotar el patrimonio
nacional, la cuestión del rol de los intelectuales se torna medular.
En este sentido, observamos que a lo largo de la historia nacional y
en sus distintas variantes, los intelectuales han cumplido funciones
fundamentales en la formulación de los mecanismos de dominación
cultural, han sido factores activos en el proceso de constitución,
como asimismo, en la puesta en crítica y posible reformulación, del
estado de dependencia permanente de las naciones periféricas.
Ahora bien, la elección del objeto de análisis que aquí interesa
establece un recorte. Está dada por la centralidad que tuvo durante
la década del ´80, cierto colectivo intelectual en la conformación de
8
un esquema de pensamiento que implicaría una determinada
concepción de la cultura y de la política que operaría como modelo
fuerte respecto a la fijación de sentido y pautas de legitimidad y
accionar en el campo intelectual en esta década y con mayor fuerza
aún, en la siguiente. Se trata del proyecto ideológico diseñado,
plasmado y difundido por la revista de debate político La Ciudad
Futura. Revista de cultura socialista, aparecida en el año 1986 y
cuyas figuras fundamentales provenían de una trayectoria
intelectual signada por un fuerte vínculo con la política de izquierda
revolucionaria, como parte, por ejemplo, de la experiencia de la
revista Pasado y Presente a mediados de la década de 1960.
En el campo de la producción cultural nacional, La Ciudad
Futura surgiría fuertemente asociada, tanto por el cruce de
participantes como por la línea ideológica compartida, con otros dos
proyectos intelectuales que le darían mayor fuerza a esta iniciativa.
Nos referimos, por un lado, a la revista de cultura Punto de Vista3
que comenzó a editarse en el año 1978 como espacio de
resistencia a la política dictatorial, para virar en los años ´80 hacia
posiciones que distaron también de sus postulados críticos
originales. Esta revista, conjuntamente con otra publicación previa4
y el Club de Cultura Socialista fueron los espacios de discusión
intelectual donde se operó la mutación político ideológica que
emergió fuertemente consolidada años después en las páginas de
La Ciudad Futura.
3
Para un análisis de esta publicación puede consultarse el trabajo de Leandro
D. Benmergui, “Cultura y política en épocas de resistencia: el caso de Punto de
Vista.1978-1983”, Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Buenos
Aires, 2006.
4
Se trata de la revista Controversia, experiencia editorial del exilio mexicano
que cubrirá el período 1979- 1981 con la edición de trece números. Para más
datos ver el apartado correspondiente.
9
Creemos que la revista Controversia, con La Ciudad Futura, lo
mismo que ésta con el Club de Cultura Socialista, se suceden y
coexisten en el caso concreto de éste último, en una especie de
posta intelectual y funcionan como relevo y ocupación del espacio
de formación de la opinión pública que el campo intelectual anterior
deja vacante. La Ciudad Futura será a la vez registro e instrumento
de una estrategia política específica de construcción en el campo
intelectual argentino postdictatorial. Esta dinámica de postas
constituye el mecanismo propio y al mismo tiempo necesario, para la
construcción y el reconocimiento en la esfera pública de dicho campo
intelectual, particularidad que estará dada en tanto el área que se
quiere diferenciada del campo político, en realidad y en la práctica
concreta, no lo está. Una de las marcas que hace visible la
continuidad que señalamos, más allá de un núcleo programático
fuerte y bastante invariable que vertebrará los distintos proyectos,
estará motivada por la repetición de muchos nombres de los
colaboradores en las dos revistas y en el Club de Cultura Socialista.
El Club de Cultura Socialista fue fundado en el mes de julio de
1984, reuniendo a los integrantes de Pasado y Presente que habían
estado exiliados en México y a algunas figuras que se sumarían a
esta iniciativa tras la experiencia de edición de Controversia, como
asimismo del Grupo de Discusión Socialista mexicano. Además,
participaron en la fundación del Club, los integrantes de la revista
Punto de Vista -dirigida en aquel entonces por Beatriz Sarlo y
Carlos Altamirano- y otras figuras del campo intelectual porteño
que, paulatinamente, comenzaron a integrar este espacio y en
general, participaron además en el proyecto de La Ciudad Futura.
Temporalmente, las iniciativas mencionadas cubrirán un
período bastante extenso en el que se observará el proceso de
10
mutación ideológica y política que interesará analizar en este
escrito. Podríamos afirmar que Controversia se constituyó como el
espacio de “experimentación” de las nuevas concepciones teóricas
y políticas del grupo a fines de los ´70 y principios de los ´80. El
Club de Cultura Socialista, más allá de la ausencia de algunas
figuras que habían sido medulares en su conformación5, continúa
funcionando en la actualidad. Por su parte, La Ciudad Futura cubrirá
más de una década de historia nacional (1986-1998) y volverá a
reeditarse post 2001. Centraremos nuestro interés en el período
circunscripto entre mediados de la década del ´80 (1986) y la casi
totalidad de los ´90 (1990-1998), años en que se llevó a límites
impensables la dependencia de nuestro país a los intereses
extranjeros y donde se forjó y consolidó una idea del intelectual que,
adelantamos, manteniendo la identidad de izquierda, en lugar de
pugnar por los intereses de los sectores que las nuevas políticas
neoliberales condenaban al hambre y a la exclusión, debatieron,
entre otras cosas, acerca de la muerte del marxismo y sobre la
imposibilidad de cambios sociales por fuera de las agendas que los
modelos democráticos del período ofrecían.
Intentaremos en este escrito, trazar el recorrido de lo que
podríamos denominar en términos de derroteros del intelectual
colonial en un País del Tercer Mundo, en la medida en que
comenzaremos nuestra exposición a través del bosquejo crítico del
itinerario del grupo desde su conformación como tal, como
asimismo a través de la centralidad que fueron cobrando ciertas
figuras medulares del mismo en el campo intelectual y político de la
Argentina de los años ´60 y ´70 (en los apartados “Contexto de
5
Nos referimos a José Aricó (1931-1991) y a Juan Carlos Portantiero (1934-
2007), directores durante años de La Ciudad Futura.
11
surgimiento y formación del núcleo duro de La Ciudad Futura”,
“Peronismo e izquierda armada”, “Intelectuales y lucha
revolucionaria: contrapuntos”, “Algunas notas sobre la experiencia
de Pasado y Presente”, “Pasado y Presente y los virajes políticos”,
“Pasado y Presente y el Ejército Guerrillero del Pueblo”, “La
experiencia de las Cátedras ´Marxistas´”, “La universidad en los
años ´60” y “Montoneros, FAP y las Cátedras Marxistas”). Producido
el golpe de Estado de 1976 (“Dictadura: algunas notas sobre
economía, cultura e intelectuales”) analizaremos su accionar en el
exilio mexicano (“La experiencia del exilio: la revista Controversia.
Para el análisis de la realidad argentina”, “El marxismo del grupo de
Pasado y Presente agoniza” y “Palabras preliminares: el grupo de
Pasado y Presente en los ´80”) y posteriormente, centraremos
nuestro interés de lleno en el período específico que
seleccionamos para el análisis: las décadas de 1980 y 1990 a
través de La Ciudad Futura, momento de materialización del
proceso de colonización mental del grupo (“La Ciudad Futura.
Revista de Cultura Socialista”, “Corpus y figuras recurrentes”,
“Intelectuales del compromiso con la derrota”, “Nosotros los
socialistas”, “Condena al intelectual del compromiso”, “El grupo
Esmeralda”, “Nosotros de izquierda: debates, enemigos políticos y
focos centrales de crítica”, “Disparen contra la izquierda”,
“Transición democrática y fantasma del golpe de Estado”, “La
Ciudad Futura frente a las leyes del perdón alfonsinista”, “Avances y
retrocesos del alfonsinismo: políticas del olvido”, “Acerca de la Ley
de “Autoamnistía (Ley Nº 22.924)”, “Los Decretos 157/83 y 158/83”,
“El juicio a las Juntas Militares”, “Traiciones radicales I: Ley Nº
23.492 (Punto Final)”, “Traiciones radicales II: Ley Nº 23.521
(Obediencia Debida)”, “La Ciudad Futura ante las leyes
12
alfonsinistas”, “Los “debates” hacia el seno de la revista”,
“Alfonsinismo y modelo democrático: democracia y después”, “Los
años de Menem”, “Variación I: revisión del peronismo histórico”,
“Variación II: la cuestión económica”).
Para quienes creemos que toda práctica cultural de revisión
del pasado tiene como fin ejercer la memoria, actuarla y actualizarla
como una forma de militancia tendiente a modificar un presente de
injusticias, estas páginas, entonces, intentarán dar cuenta del
recorrido por un proyecto que logró instalar un modelo de intelectual
colonizado, posibilista, progresista en el discurso pero reaccionario
en la práctica política, ferviente defensor de las “reformas
estructurales“ que beneficiaron a las minorías, pero escéptico a todo
lo que no era propuesto por el neoliberalismo y, que a pesar de
estar siendo discutido en la actualidad, posee aún una fuerte carga
de legitimidad en el imaginario social y en las distintas instituciones
productoras y reproductoras de la cultura y que, creemos, debe ser
combatido desde todos los frentes en la conformación de un
intelectual identificado con los intereses de las mayorías populares,
o tal como quería Gramsci, orgánico a las clases subalternas. Al
presente, en el marco de las luchas de las Organizaciones Libres
del Pueblo por volver a forjar un proyecto de liberación nacional,
estas páginas intentarán ser, como muchas otras que se escriben
hoy incesantemente, meramente un poco de tinta y papel al servicio
de ese proyecto. Prevenidos ya, de aquello que había afirmado
Bernardo Alberte y convencidos de que, esta vez, la victoria de una
patria para todos será nuestra:
“Un día vendrán los hombres sencillos de esta tierra, aquellos que
fueron sus soldados, a preguntar qué hicieron cuando la Patria se
13
apagaba lentamente, qué hicieron cuando los pobres consumían
sus vidas en el hambre y la de sus hijos en la enfermedad y la
miseria, qué hicieron cuando los gringos vinieron a imponernos esa
nueva forma de vida “occidental” donde todo lo corrompe y lo
compra el dinero. Quizás para ese momento, la vergüenza que
provoque el silencio como respuesta, no sea suficiente como
castigo.”6
6
Palabras extraídas del volumen de Gurucharri, Eduardo. Un militar entre
obreros y guerrilleros, Colihue, Buenos Aires, 2001, p. 243.
14
ALGUNAS NOTAS ACERCA DE LA RELACIÓN ENTRE
INTELECTUALES Y POLÍTICA: AYER Y HOY
7
Jauretche, Arturo, Manual de zonceras argentinas, Corregidor, Buenos Aires,
2005, p. 19
8
Utilizamos el concepto de “cultura” desde la óptica del materialismo cultural,
como campo estratégico en la lucha por ser un espacio articulador de los
conflictos sociales entre clases, como el terreno de la hegemonía, que permite
pensar el proceso de dominación social no como imposición desde un exterior
y sin sujetos, sino como un proceso en el que una clase hegemoniza en la
medida en que representa intereses que también reconocen de alguna manera
como suyos las clases subalternas. Es decir, no existe una hegemonía fija e
inmutable, sino que ella se hace y deshace, se rehace permanentemente en el
proceso social total hecho no sólo de fuerza sino también de sentido, de
apropiación del sentido por el poder, de seducción y de complicidad. Para un
abordaje de la cultura nacional desde esta óptica ver, entre otros volúmenes de
Juan José Hernández Arregui, ¿Qué es el ser nacional?, Hachea, Buenos
Aires, 1963.
15
superestructura9 determinada pero, creemos que las relaciones
productivas y de explotación de los sistemas de dominación
actuales y sus dinámicas concretas, son factores decisivos en la
configuración de las prácticas y de los perfiles intelectuales en
determinado momento histórico.
El capitalismo en particular no se define únicamente como un
sistema de propiedad sostenido por medio de un aparato represivo,
sino que además, está constituido por una multiplicidad de prácticas
e instituciones que “circulan por la sangre” de los individuos a través
de sus relaciones familiares, sociales, políticas, etc., reproduciendo
las condiciones generales del sistema.
En las sociedades capitalistas, toda clase gobernante
consagra parte importante del excedente que obtiene como
producto de la explotación de la producción material, al
establecimiento y mantenimiento del orden político y simbólico que
le da sustento. El orden social y político que mantiene un mercado
capitalista, como las luchas sociales y políticas que lo crearon,
supone necesariamente un tipo de producción simbólica particular.
Desde las escuelas, los periódicos, los medios masivos de
comunicación, los intelectuales, etc., toda clase gobernante
produce, por medios variables pero siempre de modo material, un
orden político, cultural y social específico. Estas instituciones y sus
9
La esfera ideológico- cultural no es un “reflejo” de la estructura. Las
“superestructuras” poseen un carácter social real y material. Así como las
ideologías no son “ilusiones” sino que se desarrollan como una realidad activa
y operante en los sujetos y en sus relaciones sociales. Inscribimos nuestra
visión en la línea de formulaciones teóricas de pensadores tales como Antonio
Gramsci, Raymond Williams, o en nuestro país, Juan José Hernández Arregui y
Jorge Abelardo Ramos, quienes realizaron una enorme labor de revisión de los
tipos de análisis que reducían el marxismo a un tipo específico de
“economicismo histórico”. La realidad social, para estos autores, en su
estructura productiva crea y recrea las ideologías en un proceso dinámico,
contradictorio y complejo.
16
prácticas específicas no son de ninguna manera “ideales” sino que
forman parte del proceso material total.
En este espacio, entonces, se inscribe la lucha de los
intelectuales, entendidos como los sujetos que sostienen el
desarrollo del aparato productivo -organizando el funcionamiento de
las fábricas, por ejemplo- y que son además, en sentido amplio, los
mentores estratégicos de la estructuración política del sistema
institucional. Además y en el sentido tradicional del término, son los
productores de consenso, en tanto legitiman un orden simbólico, un
cúmulo de prácticas y un conjunto de instituciones particulares que
les sirven de apoyo, como por ejemplo, los medios de comunicación
o el rol de difusión programática de los partidos políticos.
De esta manera, para definir al intelectual y sus distintos tipos
es necesario, ante todo, situarlo en la sociedad de la que forma
parte para analizar su función específica en el campo particular de
pertenencia -economía, derecho, letras, periodismo, etc.-, para qué
proyecto trabaja, cómo se posiciona frente al poder o al régimen
político imperante, entre otras cuestiones. Estas variables darán
lugar a figuras disímiles, desde el dirigente político al técnico,
pasando por toda la gama de aparatos ideológicos de Estado -
educación, medios de comunicación, prensa, ministerios, etc.-.
En este sentido, es que creemos que es fundamental estudiar
las vinculaciones entre el campo intelectual y el modelo neoliberal.
Contrario a este punto de vista y estrechamente relacionado a los
integrantes de La Ciudad Futura, podemos establecer que a lo largo
de las décadas de 1980 y 1990 fue habitual en diversos espacios de
debate académico e intelectual, plantear que la función intelectual
era totalmente escindible de la política y de cualquier argumento en
torno a los mecanismos de poder implicados en una sociedad. Esta
17
tesis daría auspicio a la supuesta independencia de “técnicos,
periodistas e investigadores a-políticos” partícipes de cátedras
universitarias, revistas, programas de televisión o cargos públicos.
En este punto, es importante discutir la noción de “autonomía”
que suele utilizarse para analizar las relaciones entre cultura y
política sin siquiera el entrecomillado, del campo de la cultura en
relación al campo de la política.10 Los significados y valores que
emergen de grupos y clases sociales diferenciados, lo hacen sobre
la base de condiciones y relaciones sociales históricamente dadas -
con determinados enemigos, disputas, conflictos, etc.-, a través de
las cuales, los sujetos actúan y responden a sus condiciones de
existencia. No existen dos esferas de la práctica social escindidas,
sin implicancias y pujas de intereses mutuos sino que por el
contrario, en sociedades periféricas como la argentina, los intereses
políticos tienen la capacidad de incidir en el desarrollo y en la
10
Esta distinción metodológica del sociólogo francés Pierre Bordieu, establece
una clara diferenciación entre ambos campos de la vida social como esferas
individualizadas. Sintéticamente, el campo de la cultura comprendería la esfera
de actuación de los artistas e intelectuales y el campo de la política, la esfera
de las prácticas políticas en sentido estricto, especializado, de los partidos e
instituciones específicas. Al margen de que Bordieu proporciona la noción de
“autonomía relativa” para pensar las implicancias del campo de la política en
relación al campo de la cultura, creemos que ésta resulta limitada para pensar
los fenómenos culturales y el rol de los intelectuales en nuestro contexto
latinoamericano, donde el concepto de “autonomía” parece quedar relegado en
su uso a lo “europeo”, ante los altos niveles de dependencia económica y
política de los grandes grupos de poder económico extranjero que operan
estrechamente vinculados al sostenimiento de los principales resortes de las
instituciones de la cultura. Por otro lado, si pensamos la noción misma de lo
“cultural” como constitutivo de la materialidad de lo social y terreno de disputa
por la fijación de determinado mundo de valores, la noción de “autonomía” se
ve relativizada en el plano de lo real, como esfera autónoma y autosuficiente.
Creemos, que en algunos casos, se ha hecho un uso ideológico -no
meramente metodológico- de esta escisión de los campos, tendiente a hacer
aparecer como “neutrales” o carentes de valor político definido intervenciones
intelectuales y debates provenientes del campo de la cultura con un claro
sentido político y una fuerte carga ideológica. Ver Bourdieu, Pierre, Campo del
poder y campo intelectual, Buenos Aires, Folios, 1983.
18
modificación de los espacios culturales en la tarea de
afianzamiento, perpetuación o transformación del modelo social.
Por eso, los ámbitos de formulación de la cultura de masas –TV,
periódicos, revistas, etc.- son espacios de lucha política donde se
disputan los significados sociales y el modelo social en su totalidad.
Claro está que al pensar la lucha política o la lucha cultural,
estamos pensando siempre, en el terreno concreto, en actores
específicos y en los intereses materiales que éstas disputas
encarnan. Pensamos, por ejemplo, en las dictaduras
latinoamericanas y cómo éstas han actuado como expresión de
intereses definidos -piénsese en el golpe de Estado de 1976 en
nuestro país, tanto en lo referente a los intereses externos
norteamericanos en coalición con los intereses de grupos
económicos locales- enarbolando las banderas de la lucha
anticomunista, antiguerrillera para salvar la nación de la amenaza
foránea -léase, el marxismo- y encaminarla hacia la tan mentada
“paz social”. Esto es, es necesario analizar cómo determinados
regímenes han tenido su correlato en los miles de muertos, en la
implantación de modelos sociales altamente excluyentes y en la
fijación de determinado modelo de cultura que debe examinarse
entonces, en sus razones políticas y económicas concretas y no en
términos de una supuesta “práctica cultural autónoma”, producto del
lenguaje, del universo de lo simbólico, etc.
El rol de las ideologías11 es central en los procesos de
transformación socioeconómica y en la formación de los
11
En su visión negativa, las ideologías operan de manera inconsciente como
estructuras de significado y son parte constitutiva de la manera de ver,
interpretar y actuar de los sujetos que producen y reproducen modelos de
relaciones sociales de las que no pueden, en muchos casos, dar cuenta en el
plano de lo consciente. En su visión positiva, las ideologías o lo “ideológico”
19
intelectuales. Debemos situarnos en este marco para estudiar la
conformación de la intelectualidad de izquierda revolucionaria a
fines de los años ´60 y principios de los ´70 en Argentina, como
también, para razonar críticamente en torno al viraje hacia
posiciones neoliberales en el campo de la política y de la economía
de los intelectuales de La Ciudad Futura, autoproclamados de
izquierda y que lograron mantener esta identidad en el campo
intelectual argentino hasta la actualidad, reproduciendo el divorcio
entre práctica intelectual y acción política real. Esta cuestión forma
parte de la enorme victoria en todos los frentes de la contraofensiva
neoliberal. Que figuras tales como, por ejemplo, Juan Carlos
Portantiero o José Aricó se autoproclamen entrada la década del
´80 como pertenecientes a la izquierda intelectual y, lo que es
realmente preocupante, sean identificadas en los circuitos
académicos y de producción intelectual como pertenecientes a esta
tradición, conlleva a pensar el tamaño de la derrota ideológica
instaurada tras la última dictadura militar y el peso de la hegemonía
neoliberal vigente. Y no se trata aquí de sujetos cuyo pasado
político obnubile el cambio radical de posición política posterior,
esto es, por ejemplo, de figuras con escasa visibilización y
repercusión en el campo intelectual de las décadas del ´80 y del
´90, que puedan quedar analogadas a sus posiciones políticas
previas. Por el contrario, estos intelectuales fueron activos militantes
de posiciones acatadoras y administradoras del orden y
consiguieron máxima visibilidad en los circuitos académicos y de
circulación intelectual hegemónicos, como veremos posteriormente
20
desde las páginas de La Ciudad Futura y desde otros ámbitos de
circulación intelectual.
Si observamos la inserción de su discurso durante los ´90, en
muchos casos, advertimos que sostuvieron una posición que
negaba en la práctica cualquier forma concreta de militancia
partidaria crítica de la dependencia y si además, observamos la
inserción concreta de su discurso en el proceso de
transformaciones neoliberales, su planteo alcanzó meramente la
formulación de una vaga agenda progresista. Las posiciones que
adoptaron algunos de estos intelectuales en este período, hubieran
sido impensables décadas atrás en los ámbitos de la “nueva
izquierda” a la que pertenecían. Creemos que la posibilidad de este
viraje fue operable principalmente, por el quiebre cultural y social
desarrollado inicialmente por el terrorismo de Estado desde 1976 y
perpetuado durante los regímenes democráticos posteriores.
Es claro que las condiciones de la intervención intelectual
variaron después de la derrota política acontecida tras la dictadura
de 1976. Esto es, creemos que no resulta suficiente el argumento
de la “traición” sino que es preciso, examinar como factor
determinante la mutación radical acontecida en nuestro país y en el
mundo que repercutió en las posibilidades de intervención de los
intelectuales respecto a la realidad circundante. A la inversa, vale la
pena anotar las opiniones vertidas por estos intelectuales sobre la
militancia política argentina de décadas anteriores. Estas prácticas,
en muchos casos, fueron caratuladas como un resultante
catastrófico de la política y la cultura nacional: serían intelectuales
“canibalizados” por la política, en un campo intelectual que cedió
sus preciados límites a la política. Beatriz Sarlo, colaboradora de La
21
Ciudad Futura, expondrá desde las páginas de la revista Punto de
Vista:
“(…) Los intelectuales que, al comienzo de los años sesenta,
desarrollaron los temas de “nueva lectura del peronismo” estaban
movilizados por la idea de que si la política de izquierda debía
cambiar en Argentina, ese cambio se produciría por la relación entre
nueva política y nuevos discursos. Esto quería decir que la
dimensión propiamente intelectual de su actividad podía
funcionalizarse a la dimensión propiamente política (…)
“funcionalizar” supone una adecuación del discurso y la
problemática; pero en esta adecuación estaba implícita la
posibilidad de que el discurso de los intelectuales fuera canibalizado
por el discurso político. Esta posibilidad fue la que, finalmente y ya
avanzada la década del setenta, terminó realizándose. El discurso
de los intelectuales pasó de ser diferente al de la política, aunque se
emitiera en función política o para intervenir en su debate, a ser la
duplicación, muchas veces degradada (porque violaba sus propias
leyes) del discurso y la práctica política. De la etapa crítica (…)
habíamos pasado al período del servilismo, sea cual fuere el amo
(partido, líder carismático, representación de lo popular o lo obrero)
que nos convertía en siervos.”12
12
Sarlo, Beatriz, “Intelectuales: ¿escisión o mimesis?”, en Punto de Vista, Nº
25, Buenos Aires, diciembre de 1985, pp. 1-6.
22
Por otro lado, es interesante resaltar que las consecuencias
de la gran debacle neoliberal no las vivió gran parte de esta
intelectualidad beneficiada desde la ocupación de espacios
institucionales o, al menos, con mayores posibilidades de marchar
al exilio, sino la sociedad en bloque. De hecho y en relación a la
construcción de cierto recorte de la historia reciente, clausurada la
dictadura y abierto el proceso de apertura democrática, es lícito
reflexionar en torno a cuáles fueron las causas que dieron lugar a
cierta cristalización de presupuestos a través de la cual se suele
analogar en el imaginario social de la clase media la figura del
desaparecido a la del intelectual y no a la del obrero o trabajador en
general, cuyo porcentaje sobrepasa abruptamente en los distintos
ámbitos de militancia el número de desapariciones y muertes,
teniendo en cuenta el gran desarrollo organizativo de los sectores
trabajadores en este período.13 La herencia semántica de la
Dictadura -que no fue “Proceso” ni “Dictadura militar” en términos de
unas Fuerzas Armadas díscolas que tomaron el poder sin encarnar
intereses concretos de sectores dominantes-, cristalizó
profundamente en el imaginario social, a través de discursos y
textos institucionales. Piénsese, en el tipo de historia que narran los
textos escolares preparados por el Ministerio de Educación y en el
tipo de interpretación que fija el Estado en la narración de la
memoria colectiva. El recorte selectivo que se lleva a cabo en torno
a la figura del “desaparecido” en el ámbito de la opinión pública,
suele ser analogable a figuras tales como las de Haroldo Conti,
Rodolfo Walsh y en menor medida, Francisco Urondo. Que se
13
Una fuente de datos acerca de los índices y las características de las
desapariciones en nuestro país se encuentra en Verbitsky, H. Rodolfo Walsh y
la prensa clandestina, Ediciones de la Urraca, Buenos Aires, 1985, p. 45.
23
circunscriba al terreno específico de la producción cultural o de las
figuras ligadas al campo intelectual y artístico, la inmensa lista de
perseguidos, desaparecidos y muertos, cuando más del 50 % de las
desapariciones en Argentina, entre 1976 y 1983, corresponden al
movimiento obrero es bastante llamativo. Por supuesto, que en esta
selección tendenciosa, la desaparición de figuras como los
mencionados Walsh y Conti, se explica como consecuencia de su
práctica artística específica y no de su militancia política concreta:
Walsh fue orgánico a Montoneros y Conti al PRT (Partido
Revolucionario de los Trabajadores). El vaciamiento de la
materialidad de la memoria social fue una de las grandes victorias
del terrorismo de Estado.
En el arco de funciones de los intelectuales durante las
décadas del ´60 y ´70 encontramos posiciones que van desde la
criticidad -el intelectual como conciencia crítica de la sociedad-
hasta la radicalización política y la asunción de tareas y posiciones
revolucionarias, que corre pareja a la cuestión de la organicidad sea
a un partido o a un movimiento político específico. El sentido del rol
que debía jugar el campo intelectual de estas décadas se debatía
en gran medida entre esas dos posturas. Era impensable que los
intelectuales se definan escindidos de algún tipo de responsabilidad
respecto a la sociedad de la que formaban parte. Portavoces de los
desposeídos, voz de los que no tenían voz, conciencias críticas de
la sociedad: la criticidad o la organicidad no eran posturas que
podían asumirse o no asumirse tal como resulta la vara de toque
para las generaciones que nos incorporamos en la vida intelectual y
política entrada la década del ´90, donde el intelectual orgánico o
crítico de la dependencia y de las medidas del gran capital suele ser
tildado con el mote de “arcaico” o “setentista”. Intervenir en los
24
debates políticos o en la cosa pública suele estar matizado con
signos peyorativos, en la medida en que esa sería una tarea de
“políticos” en sentido estricto, de profesionales de la actividad.
Lo que se llamó “radicalización”14 entrada la década de 1970 y
que supuso el pasaje a la “acción concreta” de múltiples
intelectuales, se tradujo las más de las veces, en organicidad y
especialización de tareas y en otras, en abandono de la tarea
intelectual específica para pasar a contribuir en otras labores
inmediatas para la coyuntura política, fue para los intelectuales de
La Ciudad Futura una forma de abandono del ideal crítico. A modo
ilustrativo, en el Nº 35 (verano 1992-1993) la revista organiza una
mesa redonda centrada en el debate sobre los años ´70, donde
participan hijos de militantes de aquel período. Ilustrativas de las
opiniones vertidas frente a una suerte de pregunta disparadora de la
revista (“Ustedes sufrieron las consecuencias de una actividad que
desarrollaron sus padres en la década del 60. Estas fueron duras:
el exilio, la muerte de algunos, las idas y vueltas, la cárcel, la
separación con sus padres. A partir de esto ¿qué opinión tienen del
compromiso que ellos asumieron?”), respecto al nuevo paradigma
de compromiso intelectual, son las palabras de uno de los
14
Este concepto, muy utilizado para caracterizar las transformaciones
acaecidas en la intelectualidad del período, merece una aclaración por su
parcialidad. Podríamos preguntarnos de qué se trataba la cuestión de “ser
radical” en un país que experimentó una dictadura -con breves intervalos-
desde 1955 hasta 1983. ¿Se trataba de resistir a las proscripciones, a los
fusilamientos de José León Suárez, al Decreto Nº 4161? ¿O acaso al cierre de
partidos y sindicatos, al plan Conintes, a la Doctrina de Seguridad Nacional, al
Plan Cóndor? ¿Radicales no fueron acaso la UCR y el PS que apoyaron el
golpe de 1955 y los bombardeos? ¿La represión del Conintes? ¿El plan de
Martínez de Hoz, las privatizadas y su aparato represivo policial? En Argentina
todo preso por robar por hambre o marginalidad es preso “político” y “radicales”
son los liberales que matan de hambre y reprimen, no únicamente los
guerrilleros.
25
partícipes, Pablo Semán, una de las nuevas figuras jóvenes que se
incorporan a la revista en los ´90:
“(…) Entre los que estamos hoy acá, hay una vocación de
intervención pública que entre la academia y la política recoge una
parte de lo que produjo esa generación. Sobre todo en los setentas,
años en los cuales las fronteras entre estos dos ámbitos eran
borrosas, y permitían cierta polifuncionalidad. Y digo una parte,
porque hacia los setenta la academia se desdibujó en beneficio de
El Partido (el de cada uno) y El Partido en beneficio de la
Organización. (…) Entre estos dos momentos las pasiones
cambiaron de cualidad, y yo prefiero la primera parte. Si se plantea
que el primer momento lleva inexorablemente al segundo yo digo
que no.”15
15
“Hijos de los Setentas”, La Ciudad Futura, Nº 35 (verano 1992-1993). Mesa
redonda coordinada por Lucrecia Teixidó y Sergio Bufano. Participan de la
misma, Julián Gadano, Marcelo Leirás, Ernesto y Pablo Semán y Karina Terán.
Los hermanos Semán serán parte de las nuevas generaciones intelectuales de
la revista en los ´90. pp. 8-10.
26
crisis generalizada de los valores y de las instituciones tradicionales
de la política: de la democracia parlamentaria, de los partidos
políticos y de los criterios clásicos de la “representación” política en
un país donde a partir de 1930, los golpes de Estado y la violencia
militar marcarían los ritmos políticos de la vida nacional. La creencia
generalizada en este período, y sobre todo tras el derrocamiento de
Juan Domingo Perón en el año 1955, de que en una democracia de
proscripciones la única forma de hacer política era la que daban las
propias estructuras -a la violencia estatal se responde con violencia
popular- se dio fundamentalmente porque no se podía ejercer la
democracia parlamentaria. Esto es, la radicalización de los
intelectuales como asimismo la radicalización de vastas franjas de
sectores populares fue producto de la violencia de los sectores
reaccionarios. Es ilustrativo pensar que entre 1945- 1955 no existió
ninguna organización armada, exceptuando la vinculación de, por
ejemplo, el PS y la UCR a acciones terroristas desplegadas
conjuntamente con sectores de la oligarquía local.
Creemos que es fundamental señalar aquí esta cuestión, en la
medida en que la historiografía acerca del proceso de radicalización
del campo intelectual del período suele marcar como eje fundante y
causal de la misma la influencia que tuvo en Argentina el fenómeno
de la Revolución Cubana. Ésta tuvo un influjo importante en la
izquierda y en los sectores juveniles universitarios más que en el
peronismo y fue central en la formulación de propuestas
revolucionarias en personajes de cuño peronista tales como John
William Cooke pero, lo que resultó la piedra de toque de la crítica
radical al sistema político y al modelo social vigente fue la
proscripción del mayor partido de masas de la historia argentina, el
peronismo, y la violencia ejercida a través del bombardeo a la Plaza
27
en 1955, las persecuciones y las muertes de militantes populares.
Incluso, algunas acciones armadas del período de la Resistencia
son previas a la experiencia cubana. Los sectores populares sí
creían en el mecanismo electoral y las cifras electorales sin
proscripciones del período lo confirman. Fueron los sectores que
impusieron la proscripción los que no creían en el valor del voto y
de la democracia parlamentaria. La radicalización no estaba en la
cabeza de los intelectuales meramente por la influencia de
revoluciones en otras latitudes sino, que fue un proceso de
mutación social al que llevó la práctica misma de la dinámica
política nacional.
Entonces, que el modelo de intelectual propiciado por el
colectivo nucleado en torno a La Ciudad Futura haya podido
instaurarse tan poderosamente en el imaginario social y en las
diversas instituciones y usinas ideológicas como paradigma de
accionar legítimo, se vincula al mencionado contexto experimentado
en nuestro país y en el mundo. Tiene su correlato nacional en
términos políticos, económicos, sociales y culturales específicos
tras el golpe de Estado de 1976 que instaura un modelo de
dominación que hace trizas el antiguo modelo caracterizado por su
estructuración en torno a un país con una industria nacional
mercado internista, con un Estado de bienestar regulador con
competencias amplias y por una economía de pleno empleo con
salarios altos producto de la acción y la organización del
movimiento obrero en sindicatos, como asimismo respecto a los
proyectos de cambio radical de la sociedad propiciados por las
organizaciones revolucionarias peronistas y no peronistas.
28
CONTEXTO DE SURGIMIENTO Y FORMACIÓN DEL
NÚCLEO DURO DE LA CIUDAD FUTURA
16
Scalabrini Ortiz, Raúl. Política Británica en el Río de La Plata, Plus Ultra,
Buenos Aires, 2001, p. 7.
17
Perón, Juan Domingo. “Mensaje a la juventud reunida en el Congreso de la
Federación Nacional de Estudiantes en Rosario”, Mayo de 1971.
29
Tercer Mundo. La experiencia del auge de masas que significó el
peronismo a mediados de la década del ´40 y su proscripción tras el
´55 que se extendió por casi dos décadas, hizo eclosión hacia los
años ´60 y se desarrolló hasta bien entrada la década del ´70 en el
período denominado “Resistencia Peronista” o “Peronismo
Combativo.”18 La organización obrera en sindicatos y el desarrollo
de los distintos frentes del movimiento peronista mayoritario en la
Argentina, así como otros sectores de la nueva izquierda nucleados
en partidos y agrupaciones diversas, tuvieron un protagonismo
inédito en la historia de las luchas de clases en nuestro país. Las
reivindicaciones de los distintos sectores en lucha por la vuelta de
Perón al poder y por la instauración de elecciones sin proscripción
marcaron a fuego estos años, como asimismo, aunque en menor
nivel, las luchas antisistema de organizaciones no peronistas como
el PRT.
El ataque radical a la cultura del capitalismo hegemónico en
Estados Unidos y Europa transplantado a las naciones
tercermundistas latinoamericanas, se expresó en términos de un
nacionalismo revolucionario imbuido por herramientas de un tipo de
marxismo apartado ya de la tutela soviética y resignificado tanto, a
18
En La resistencia peronista. La toma del frigorífico Lisandro de la Torre,
Altamira, Buenos Aires, 2006, pp.14-15, Ernesto Salas circunscribe la
Resistencia al período 1955-1960, esto es, entre la caída del peronismo y el
último intento de golpe militar peronista encabezado por el general Iñiguez.
Anota, además, que hacia fines de los ´60 las corrientes peronistas
denominaron Resistencia a todos los hechos ocurridos durante los dieciocho
años que mediaron entre la caída y el retorno de Perón a la Argentina. Por su
parte, José Amorín en Montoneros: la buena historia, Catálogos, Buenos Aires,
2006, pp. 336-337, denomina Peronismo Combativo al período que se extiende
entre 1955 y la muerte de Perón. Éste estaría dividido en tres etapas:
Peronismo de la Resistencia (como en Salas, hasta 1960), Peronismo
Revolucionario (hasta la creación de la CGTA) y Tendencia Revolucionaria del
Peronismo. La segunda acepción anotada por Salas o el concepto global de
Peronismo Combativo utilizaremos nosotros para referirnos a este período.
30
la luz de las luchas de descolonización a lo largo del mundo, como
sobre todo, a través de la experiencia de las luchas nacionales
específicas. El clima de radicalización ideológica antiimperialista
hizo eclosión en Latinoamérica y en las diversas naciones oprimidas
por el imperialismo norteamericano y exigió un compromiso activo
de los intelectuales en las batallas de liberación nacional.
El período que podríamos circunscribir entre el golpe de
Estado de 1955, el onganiato de 196619 y el retorno del general
Juan Domingo Perón en el año 1973, se caracteriza en líneas
generales, por un panorama de grandes acciones y movilización de
las masas populares encolumnadas detrás de las banderas del
peronismo y de los sectores obreros radicalizados anclados en
otras corrientes ideológicas -pensemos, por ejemplo, en el
Cordobazo, la primer gran movilización popular que no se define
estrictamente en términos peronistas, aunque incluye a múltiples
figuras de extracción peronista-, y por el surgimiento, crecimiento y
especialización de las organizaciones armadas y de la guerrilla
urbana iniciada en la etapa inaugurada tras el golpe del año 1955
en la Resistencia Peronista. Son los años del nacimiento de la
“nueva izquierda”, como desgajamiento de los partidos de la
izquierda tradicional y como parte de la reformulación de algunos
planteos de corrientes internas del Peronismo, que promueven
importantes modificaciones tanto en el campo político como en el
campo cultural. Múltiples intelectuales de izquierda se distanciaron
19
Tras el golpe de Estado de 1955 se producen marcadas transformaciones
ideológicas, políticas y culturales en Argentina con un peso decisivo de la
fracción de izquierda y peronista revolucionaria. El golpe militar de 1966 con
Perón proscrito produce una enorme aceleración de las condiciones
sociomateriales y políticas que conllevan a la radicalización de la
intelectualidad, de grandes sectores de la clase media y del sector obrero
organizado.
31
o fueron expulsados de la organización política que por aquellos
años hegemonizaba la organicidad de este bloque, el Partido
Comunista Argentino20, y comenzaron un complejo proceso de, lo
que podríamos denominar, “nacionalización” a la luz de una
reinterpretación del fenómeno peronista que había producido
cambios medulares en la redistribución del ingreso a favor de las
masas trabajadoras y había llevado adelante las principales
medidas antiimperialistas en la historia de nuestro país -
nacionalizaciones de ferrocarriles y bancos, por ejemplo-, que en la
mirada de los intelectuales, virará desde la usual conceptualización
en términos de “fascismo”, a ser considerado un movimiento de
masas con ribetes antiimperialistas.
20
El PCA surge en el año 1918 como escisión del PS. Hacia 1964, son
expulsados del Partido Comunista Andrés Rivera, Juan Gelman, José Aricó y
Juan Carlos Portantiero, entre otros intelectuales que pronto comenzarán a
cobrar importancia en nuestro país. El Congreso del PCUS realizado en 1956,
a tres años de la muerte de Stalin, había aportado una fachada de
desestalinización que se vio prontamente desmentida tras la invasión a Hungría
y a Checoslovaquia, con los tanques reprimiendo la primavera de Praga en
agosto de 1968. La ruptura de varios intelectuales con el PCA será considerada
con mayor amplitud en otro apartado, ya que creemos responde a un clima de
época que se venía gestando en el período -repercusión en los intelectuales de
acontecimientos diversos tales como, el caso Padilla en Cuba y su posterior
retractación pública en 1971, que ponen en cuestión el lugar del intelectual en
las revoluciones triunfantes -la Unión Soviética, Cuba y China- entre otras
cuestiones. Previamente, se habían ido del partido figuras tales como Rodolfo
Puiggrós o Juan José Real. Para más datos ver Ramos, Jorge Abelardo. El
Partido Comunista en la política argentina. Su historia y su crítica, Coyoacan,
Buenos Aires, 1962.
32
PERONISMO E IZQUIERDA ARMADA21
“Somos socialistas revolucionarios en tanto somos argentinos y
latinoamericanos del siglo XX, que es el siglo de la irrupción de las
masas en la creación de sus propios destinos. Esta afirmación de lo
nacional no entraña contradicción alguna con las ideas generales
del marxismo, sino que constituye su ratificación más diáfana,
porque el socialismo no germina ni puede triunfar sino en las
condiciones específicas heredadas del pasado. La correlación de
las tareas socialistas con las tareas democráticas en el proceso
revolucionario sólo podrá ser fijada por la lucha misma, por el
desarrollo económico del país y por la madurez política de las
masas.” Jorge Abelardo Ramos22
21
Realizamos un breve repaso del surgimiento de las organizaciones armadas
funcional al tema de nuestro escrito. Para ampliación ver Gillespie, Richard,
Soldados de Perón, Grijalbo, Buenos Aires, 1987.
22
“Las izquierdas en el proceso político argentino.” Respuestas a un
cuestionario de Carlos Strasser, 1959. En
http://www.marxists.org/espanol/ramos/1950s/1959.htm.
23
El 18 de marzo se realizaron elecciones en la provincia de Buenos Aires y
en 17 distritos electorales, incluida la Capital Federal. Framini, candidato
peronista, salió electo gobernador. Los militares en alianza con Frondizi,
33
sindicalistas ligados a Vandor, consideraron que había llegado el
momento de desarrollar una experiencia política alternativa y en el
marco del Congreso de Avellaneda del año 1963, Vandor expuso
públicamente la famosa frase “hay que estar contra Perón para
salvar a Perón.” El dirigente sindical consideraba que había llegado
el momento de hacer del Justicialismo un partido con base
primordialmente sindical, al estilo de los partidos laboristas
europeos. Ante las elecciones del año 1963, el Consejo
Coordinador y Asesor del Peronismo había decidido votar en
blanco, postura que alcanzó el 17 % de los votos y no tuvo un
número mayor por la decisión de algunos sectores peronistas de
participar en listas provinciales. La estrategia del voto blanquismo
no adquirió el resultado esperado por Perón, que en este cuadro,
movería el péndulo hacia la izquierda y daría oxígeno a las
corrientes combativas del movimiento. En este contexto, designó a
Héctor Villalón como su delegado personal, quien intentó
reorganizar al Peronismo bajo la hegemonía de los sectores
combativos del movimiento caracterizados por su oposición a
Vandor.24
34
Hacia fines de la década del ´60 surgieron además, las
principales organizaciones revolucionarias armadas que tuvieron,
entrada la década del ´70, un papel fundamental en la organización
de los diversos sectores en lucha. Entre sus antecedentes se
encuentra la breve experiencia del EGP (Ejército Guerrillero del
Pueblo) que interesará aquí por sus vínculos con algunos
intelectuales de La Ciudad Futura, y el ELN (Ejército de Liberación
Nacional) que dio lugar más tarde a las FAR (Fuerzas Armadas
Revolucionarias).
Surgió posteriormente el ERP (Ejército Revolucionario del
Pueblo) brazo armado del PRT y el crecimiento y centralidad de la
organización Montoneros, tras el asesinato de Aramburu (mayo de
1970, a un año del Cordobazo). A partir de la creación de la CGTA
se inició la etapa de formación de la Tendencia, que contendrá en
su seno a las corrientes del Peronismo Revolucionario, más la
participación masiva de la juventud, proveniente de varias corrientes
ideológicas, no sólo peronistas. Varias de estas organizaciones
hacia 1973 se fusionaron bajo la hegemonía de Montoneros,
organización con mayor capacidad de movilización e influencia en
los distintos ámbitos sociales desde la formación de la estructura de
Regionales -movimiento obrero, villeros y organizaciones barriales,
universidades, escuelas secundarias, etc.-.
35
movimiento obrero y popular sobre pilares tales como la democracia
sindical y la autonomía obrera. Por otro lado, sectores más vastos
ligados al Peronismo que tuvieron como objetivo a corto plazo la
vuelta de Perón a la Argentina por la vía electoral y posteriormente
la agudización de la guerra popular prolongada (esta última, con
Perón en el país, tendrá como vanguardia a Montoneros).
26
“Desde la cárcel, firmes en la lucha. Documento de cuatro militantes del MNR
Tacuara, detenidos desde 1964”. Publicado en Cristianismo y Revolución. Nº
28, Abril de 1971 y reproducido por Baschetti, Roberto (comp.). Documentos I.
1970-1973. De la guerrilla peronista al gobierno popular, de la campana, La
Plata, 2004. pp. 303-308.
36
INTELECTUALES Y LUCHA REVOLUCIONARIA:
CONTRAPUNTOS
27
Cooke, John William, “Universidad y país” en Baschetti Roberto
(Compilador). Documentos de la Resistencia Peronista 1955-1970, Puntosur,
Buenos Aires, 1988, p. 172.
28
Jauretche, Arturo, Los Profetas del Odio, Peña Lillo Editor, Buenos Aires,
1982, p. 43.
29
Para la ampliación de este tema ver Recalde, Aritz y Recalde, Iciar.
Universidad y Liberación Nacional. Un estudio de la Universidad durante las
tres gestiones peronistas: 1946-1652; 1952-1955; 1973-1975, Nuevos
Tiempos, Buenos Aires, 2007.
37
althusseriano. En éstas últimas participó una de las figuras que
tendrá protagonismo pasados los años, junto con José Aricó, en las
páginas de La Ciudad Futura y en proyectos ideológicos afines,
Juan Carlos Portantiero, paradigma del viraje del intelectual
revolucionario hacia posiciones socialdemócratas.30
En este proceso de radicalización y profundización de las
demandas de transformación social, los intelectuales se
posicionaron activamente en la lucha revolucionaria desde su
condición específica en la división social del trabajo como
pensadores o trabajadores de la cultura, o haciéndola a un lado
para pasar a la acción directa en las acciones guerrilleras. La
dicotomía pensamiento-acción estuvo sujeta a múltiples debates
que no interesarán específicamente en este apartado. Importa sí,
intentar situarnos en aquel clima de efervescencia política en el que
los intelectuales cuestionaron su papel tradicional en la sociedad
para posicionarse críticamente frente a la misma, para poder
examinar críticamente el rol de muchos de ellos en el contexto de
los años ´80 y ´90.
Ilustrativas de la puesta en cuestión de su rol tradicional frente
a la sociedad y su consecuente reformulación, resultan las palabras
del escritor Oscar Collazos reproducidas en la revista Crisis en el
año 1973. Ante su condición de escritor se pregunta:
30
Trataremos la experiencia de las Cátedras Marxistas en otro apartado.
38
¿Qué es el “monólogo interior” para el condenado a veinte años a
prisión, acusado de subversión y complot contra las “instituciones”
legales?
¿Qué querían decir Bataille, Levi- Strauss, Tel Quel o la New York
Review of Books para los quince estudiantes asesinados
recientemente en la ciudad de Cali, Colombia?”31
31
Revista Crisis, Buenos Aires, Nº 5 septiembre de 1973, p. 23. Collazos
(Bahía Solano, 1942), escritor e intelectual vinculado a la militancia
revolucionaria, vivió a principios de la década del ´70 en Cuba, donde dirigió el
Centro de Investigaciones Literarias de Casa de las Américas. Puede verse la
interesante polémica que entabló en este período con el escritor argentino Julio
Cortázar en torno a la función del intelectual en naciones del Tercer Mundo en
la revista Nuevos Aires, Nº 1 (junio, julio, agosto de 1970) y Nº 2 (septiembre,
octubre, noviembre de 1970).
32
La trascripción del debate titulado “Intelectuales y revolución: ¿conciencia
crítica o conciencia culpable?” ocupa todo el Nº 6 de la revista, de enero-
febrero de 1972. Participaron en el mismo, además de Ricardo Piglia, Noé Jitrik
y Marcos Kaplan, entre otros. En el debate, la revista participa como “Nuevos
Aires”. Sus directores en ese momento eran Vicente Battista y Gerardo M.
Goloboff. Vale aclarar que la posición de Piglia aparece en el debate bastante
aislada frente a actitudes más livianas y hasta reacias del resto de los
participantes; interesa esta salvedad para matizar la cuestión de la militancia
activa de los intelectuales en torno a cuánto tuvo de proyecto fundado para
algunos y cuánto de clima de época para otros, sobre todas las cosas, para
entender el viraje de los intelectuales de La Ciudad Futura. La cita de Piglia
corresponde a las pp. 59, 61 y 63.
39
ligarse a las organizaciones revolucionarias. (…) La única manera
de romper con eso que vos llamás el cuerpo de derecha, la única
manera de romper con la ideología de la separación es ligarse al
movimiento político revolucionario. (…) Yo te digo que Rodolfo
Walsh trabajando en la CGTA, es un ejemplo de un intelectual que
se liga al movimiento político. O David Viñas es otro intelectual con
un trabajo político. Y, me parece que son dos de los intelectuales
que más están haciendo por la cultura argentina en estos
momentos.”
40
“(…) El libro es un recorrido de las posiciones teóricas y políticas
del autor sobre literatura nacional, sin dejar de lado reflexiones
sobre la historia, la política y los intelectuales. (…) La relación entre
las posiciones políticas, las condiciones sociales y la literatura
preanuncian los tramos más problemáticos del libro. (…) Piglia se
introduce en el análisis de la literatura a partir, fundamentalmente,
del papel del intelectual en la sociedad, más específicamente en su
transformación (…) y de forma menos elíptica, contra aquellos, “que
se han vuelto sensatos y conformistas” y “corren el riesgo de
convertirse en funcionarios del sentido común”.(…) En otro tramo
del libro, Ricardo Piglia afirma que “cuando digo utopía pienso en la
revolución…¿o vamos a entender ahora la política como la
renovación parcial de las cámaras legislativas? En este país hay
que hacer la revolución. Sobre esta base se puede empezar a
hablar de política”. Si en un primer momento la literatura adquiere
sentido sólo ligada a una forma de experiencia social, ahora la única
actividad social rescatable es el acto de la revolución. (…)”33
33
“El lugar del intelectual” (Sección “Libros”), La Ciudad Futura, Nº 29, junio-
septiembre de 1991, p. 22. La reseña está firmada por Ernesto Semán y
corresponde al trabajo Crítica y Ficción (1990) de Ricardo Piglia.
41
acción más allá de su actividad intelectual, en la búsqueda tortuosa
y a veces nada grata de esa política que el autor espera.”34
34
Ibíd., p. 22.
42
ALGUNAS NOTAS SOBRE LA EXPERIENCIA DE PASADO Y
PRESENTE
35
Existe cuantiosa bibliografía referida a este fenómeno. Intentaremos
simplemente, trazar ciertas líneas de interés que permitan al lector situarse en
el contexto de surgimiento a la vida política de los referentes fundamentales del
colectivo intelectual que nos atañe.
43
asociación obligada con lo político, el nacimiento de la Nueva
Izquierda fue consecuencia de la propia dinámica política nacional y
del papel que habían cumplido en la misma los partidos de
izquierda tradicionales, tanto el Partido Socialista (PS) como el
Comunista (PCA), en un contexto internacional de agitados debates
teóricos y políticos articulados con el entusiasmo despertado por el
triunfo de la Revolución Cubana y otros procesos de liberación
nacional en el Tercer Mundo. A pesar de su escaso peso político
institucional y electoral –con la excepción de la victoria de Alfredo
Palacios en la Capital Federal a principios de la década de 1960-,
tanto el PS como el PCA, habían nucleado en su interior durante
décadas a considerable número de partidarios provenientes de los
sectores medios e intelectuales afectos a sus políticas, las más de
las veces “retrógradas” en términos de las luchas concretas y de los
intereses de los sectores mayoritarios en nuestro país. La piedra de
toque del surgimiento de la Nueva Izquierda en términos de
paulatino proceso de erosión, alejamiento y posterior ruptura con los
partidos de izquierda tradicional, fue inaugurada sin lugar a dudas
tras el golpe de Estado de 1955 encabezado por Pedro E.
Aramburu, que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón, elegido
en las urnas por mayoría popular. La ceguera política de algunos
partidos de izquierda, que habían respaldado y legitimado el golpe
no simplemente contra Perón sino contra las masas que a lo largo
de aproximadamente diez años habían acompañado su política,
tendría su contraparte en el alejamiento de sus filas de múltiples
cuadros políticos a la luz de los acontecimientos de represión y
violencia. Vale aclarar que el marxismo, ni en la teoría ni en su
puesta en práctica necesariamente, se opone a las luchas
nacionales por la liberación sino mejor, insiste en la centralidad de
44
la independencia nacional de los países coloniales, cuestión que la
dirigencia de los partidos de la izquierda tradicional argentina no
logró poner en marcha en relación al proceso de ascenso de masas
expresado por el peronismo y previamente también, en torno a la
significación del programa nacional de Yrigoyen. Esto es, con la
caída de Yrigoyen cayó un programa de gobierno de orientación
nacional difusa y endeble base social de clase media, en gran parte,
de origen inmigrante. Con la caída de Perón, esta vez, la clase
trabajadora en su conjunto fue arrasada. Es necesario, antes de
continuar con el desarrollo de nuestra línea argumental, trazar un
acotado panorama de lo que habían significado 10 años de
gobierno peronista para la vida nacional, ya que muchas veces, se
suelen pasar por alto estos datos en los análisis tendientes a
explicar el fenómeno peronista. Una rápida visión de los mismos,
explica en cierta medida, por qué las masas trabajadoras se
embanderaron tras el programa de Perón y en qué medida éste fue
expresión de la lucha de clases en nuestro país a través de los
pilares de la justicia social, la independencia económica y la
soberanía política. Sintéticamente, el peronismo llevó adelante en
sólo diez años de gestión:
1- Nacionalización de la economía, créditos para la industria, plena
ocupación y altos salarios;
2- Aumento de un 55 porciento de la renta nacional en 1954 en
relación a 1943. El país se capitalizó como en ninguna otra época
de su historia.
3- La casi inexistente dependencia de los mercados extranjeros,
permitió mayor libertad para comerciar con los países de la órbita
comunista;
45
4- Creación de la Central única de Trabajadores y participación de
la CGT en el poder político a través del Parlamento;
5- Crecimiento del mercado interno nacional y de la industria;
6- Nacionalización de ferrocarriles, teléfonos, gas, servicios
públicos, etc.
7- Dignificación de los trabajadores mediante contratos de trabajo,
leyes de previsión social, jubilaciones y pensiones, sistema de salud
gratuito, cooperativas, etc.
8- Democratización del acceso de las masas a la cultura a través de
un sistema educativo inclusivo en sus distintos niveles (primario,
secundario, universitario); auge de publicaciones nacionales a
través de la legislación proteccionista; políticas de difusión y
masificación del público lector, etc.
46
políticas económicas reaccionarias y proscripción política de las
mayorías de por medio, la evidencia para la izquierda de que no se
producía la esperada “desperonización” de la clase obrera sino que
por el contrario, los trabajadores reafirmaban su identidad política
en medio de un creciente despliegue de combatividad, daría lugar a
los primeros intentos en el seno mismo de los partidos de intentar,
inútilmente, la rectificación del rumbo político propiciado por su
dirigencia.
Por cuestiones obvias, centraremos nuestro interés, en los
procesos acontecidos en las filas del PCA, donde de manera similar
a la izquierda en su conjunto, el registro reciente de la Unión
Democrática se volvería intolerable para muchos militantes. Vale
anotar de todas maneras, que el cimbronazo acontecido en el PS
por su actitud colaboracionista con los golpistas y por el apoyo que
muchos socialistas, a través de sus “gremios democráticos”, habían
dado al hostigamiento del mayoritario sindicalismo peronista,
fuertemente reprimido por los gobiernos militares, estallaría a
mediados de 1958 con la división del Partido en “Democrático”
(PSD) y “Argentino” (PSA).36
El PCA, a pesar de haber participado en la creación de la
Comisión Intersindical y de las “62 Organizaciones” posteriores a
1955, había recibido con buenos ojos el golpe, con la creencia de
que las nuevas condiciones políticas desorganizarían a las masas
peronistas que entonces, confluirían en sus filas abriendo amplias
posibilidades para la creación de un “Frente Democrático Nacional”
para las elecciones que se realizarían en 1958 -con proscripción del
peronismo- en el que los comunistas tendrían un papel central. Con
este objetivo, el PCA propuso a distintas fuerzas políticas la
36
James, Daniel. Resistencia e integración, Sudamericana, 1990.
47
constitución de un “frente” en base a cinco puntos programáticos37,
que no tuvo los resultados esperados y que devino en el
consecuente apoyo al candidato de la Unión Cívica Radical
Intransigente (UCRI), Arturo Frondizi, en virtud de su perfil
"antioligárquico y antiimperialista" y del programa que representaba
dentro del radicalismo, una tradición de izquierda democrática y
nacionalista que no sería plasmada tras su triunfo. Los puntos
fuertes de su propuesta electoral estaban basados en dos
cuestiones fundamentales: por un lado, la salida del subdesarrollo
por las vías del desarrollo nacional y por otro, la resolución del
conflicto político de las mayorías tras la exclusión del peronismo de
la escena electoral. A poco de asumir su mandato, Frondizi cambió
las consignas antiimperialistas por las privatizaciones, reprimió al
movimiento obrero, generó las condiciones para la entrada de
universidades y corporaciones privadas a nuestro país y mantuvo
las prohibiciones sobre Perón y su Partido. Todas éstas medidas
conservadoras, que serían en este período tildadas con el mote de
“Traición Frondizi”, fueron motivos suficientes para que gran parte
de los sectores progresistas y de izquierda, al igual que el
peronismo, pasaran paulatinamente a la oposición. Tras este
cimbronazo, a diferencia del peronismo, la dirigencia del PCA no
revisó su línea política ni las decisiones que en función de la misma
había tomado en relación al apoyo a Frondizi y a la
conceptualización de las masas peronistas como “vacantes
37
Pueden consultarse los “5 puntos” en el Editorial “La gran tarea de la hora es
derrotar al continuismo” de la publicación teórico-política del PCA en este
período, la revista Nueva Era, Nº 1 de 1958. Los “5 puntos” aprobados por la
Convención Nacional de 1957 se referían a: 1-defensa y explotación de las
riquezas naturales por parte del Estado; 2- respeto a las conquistas de los
trabajadores; 3- reforma agraria; 4- restablecimiento de todos los derechos
democráticos; 5- política exterior independiente.
48
políticas” que dejarían de defender su tradicional identidad (que
para el PCA era paternalista y reformista) para ensanchar las filas
de su partido.38 De esta manera, la cúpula comunista reafirmaría
sus posturas políticas argumentando que la traición del gobierno al
programa progresista había sido consecuencia de la "insuficiente
presión" de los sectores populares que, por haber perseverado en
su identidad política, no habían logrado constituir el “Frente
Democrático y Nacional” que el PCA les había propuesto. Ahora
bien, para algunos sectores del PCA la desilusión producida por
Frondizi corroboraba el error de línea política sostenida por la
dirigencia del partido, sobre todo a la luz de la conceptualización
tradicional del peronismo y de la aplicación de modelos externos -el
de la URSS- a la experiencia nacional. Este fue el principio39 de un
distanciamiento crítico que llevó a la ruptura total de la militancia
más joven con el partido entre 1962 y 1963 y con mayor intensidad
38
El PCA, al igual que otras organizaciones de izquierda, entusiasmado con la
combatividad desplegada por la clase obrera peronista tras el derrocamiento de
Perón, profundizó sus intentos de acercamiento a la misma que, desde el
punto de vista político, consideraba como un electorado vacante. Prueba de
estos intentos fue el llamamiento conjunto a votar en blanco en las elecciones
legislativas del 27 de marzo de 1962, por la proscripción del peronismo, la
vigencia del Estado de Sitio y del Plan Conintes. Para ampliar este tema:
Strasser, C. Las izquierdas en el proceso argentino, Palestra, Buenos Aires,
1959.
39
Una crisis medular dentro del partido generada por una cuestión nacional fue
la expulsión de sectores críticos tras el triunfo de Perón en 1946 (vale anotar,
sin embargo, que otras crisis anteriores, como la del año 1928, también habían
puesto en juego cuestiones locales o nacionales). Éstos habían expresado su
desavenencia con la dirigencia partidaria respecto a la lectura que se hacía de
la supuesta derrota próxima de Perón. Se acusaba a las autoridades de: “1º De
haber abandonado el marxismo; 2º De caracterizar erróneamente de fascista a
un movimiento de orientación nacional; 3º Que con su política, el PC servía a
los enemigos del proletariado; 4º Que era necesario someter a una crítica
profunda la estrategia y la táctica seguidas por el partido.” Citado en Hernández
Arregui (1973), p. 402.
49
hacia 1967-1968.40 Es necesario aclarar, que la división dentro del
PCA fue un proceso complejo y paulatino, en la medida que el
partido presentaba, en este período, heterogeneidades bien
marcadas entre los distintos frentes y la conducción. Por ejemplo, el
frente cultural y universitario liderado por Héctor P. Agosti, intentó
una mayor apertura para construir con otros sectores -en particular
los del socialismo argentino-41 con el fin de atesorar el proceso de
izquierdización que se estaba produciendo en sectores de las capas
medias y del peronismo, diferenciándose de la actitud condenatoria
de los dirigentes.
Entre 1962-1963, con el impulso de la situación política
argentina, el disconformismo se tradujo en ruptura: se fueron del
PCA los grupos de Pasado y Presente, La Rosa Blindada,
“Vanguardia Revolucionaria”42 y figuras que actuarán
posteriormente como grupos de apoyo urbano o directamente se
40
El verticalismo y la férrea disciplina impuesta por la dirección del PCA,
impidió la apertura de los debates hacia el interior del partido que, entonces,
comenzó a circular por canales subterráneos. Asimismo se reforzó aún más la
línea sostenida respecto al peronismo que puede analizarse a través de las
sucesivas notas publicadas en Cuadernos de Cultura hacia fines de 1960 (Nº
50, diciembre de 1960) donde se alerta sobre los “errores de la llamada
izquierda nacional” graficados a través de las figuras de los ex militantes
Rodolfo Puiggrós y J. J. Real. La revista Cuadernos de Cultura era editada por
la Comisión de Cultura del PCA y dirigida por Héctor P. Agosti.
41
No es objeto de estas páginas, pero es interesante señalar, que antes de que
se produjeran las rupturas totales se desarrolló hacia fines de 1960, un breve
intento de confluencia entre comunistas y socialistas a través de la edición de
la Revista Che cuya intención era la reorientación de los partidos de la
izquierda y el desarrollo revolucionario del peronismo propiciado, entre otros,
por John W. Cooke con quien la revista mantenía fuertes vínculos. Che estuvo
compuesta en principio por socialistas tales como, Pablo Giussani, Abel A.
Latendorf, Manuel Dobarro, Julia Constenla y Elías Semán. Además,
acompañaban el proyecto algunos intelectuales independientes o provenientes
del frondizismo como Carlos Barbé, Susana Lugones, Francisco Urondo y
David Viñas y por figuras del comunismo, tales como Juan Carlos Portantiero e
Isidoro Gilbert.
42
Kohan, Néstor. La Rosa Blindada. Una pasión de los 60, Ediciones La Rosa
Blindada, Buenos Aires, 1999.
50
incorporarán al Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), núcleo
guerrillero instalado por Jorge Masetti en Salta, y directamente
vinculado a la estrategia del Che Guevara para América Latina.
También salió del PCA el núcleo inicial de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR).
43
La revista Pasado y Presente tuvo dos momentos de edición: en Córdoba
entre 1963-1965 y en Buenos Aires entre 1971-1973.
51
proyecto editorial con ambiciones de cumplir un rol ideológico
fundamental en los debates abiertos en la década del ´60 y en el
interior del PCA.44 Respecto a la batería teórica marxista, se intentó
durante la primera época de la revista, rescatar ciertas voces de la
tradición marxista italiana olvidadas por el recorte teórico del PCA,
tales como Labriola, Togliatti y Gramsci.
Esta primera etapa de la revista que marcó la ruptura
irreconciliable con el PCA, concluyó en el año 1965 y durante la
misma fueron editados 9 números donde aparecieron artículos de
los editores y de colaboradores, varias traducciones de autores
marxistas “heterodoxos" para los cánones del PCA -entre ellos,
Colleti, Della Volpe, Hobsbawm, Lukács, Gorz, Sartre, Guevara,
Fernando Henrique Cardoso, etc.-, notas sobre crítica cultural y
cruces entre el marxismo y otras disciplinas, material enmarcado,
como ya señalamos, en la preocupación por la función del
intelectual y en la temática referente al divorcio entre intelectuales y
pueblo-nación que será considerado también, como un tópico
central del desarrollo de la figura intelectual a través de la historia
nacional. Esta cuestión, enmarcada en el posicionamiento histórico
que había tenido el PCA45 respecto al fenómeno peronista, del cual
querían tomar distancia, llevaría a los intelectuales de Pasado y
Presente a encarar lo que el ya mencionado John William Cooke
44
Pasado y Presente aunó en principio a militantes reunidos por su trabajo en
los distintos emprendimientos ideológico-culturales del PCA. El trabajo conjunto
no contuvo la ruptura con el partido. En 1988, Aricó caracterizará a Pasado y
Presente como una "tentativa inicial de trabajar en el interior del PC para
contribuir a renovarlo". Aricó José. La cola del Diablo, Puntosur, Buenos Aires,
1988, p. 75.
45
Para el desarrollo de las complejas relaciones entre el PCA y el peronismo
puede consultarse el volumen de Jorge Abelardo Ramos citado previamente y
la investigación de Andrés Gurbanov y Sebastián Rodríguez. Comunismo y
peronismo: historia de una relación compleja (1943-1955), Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires, 2007.
52
había caratulado como “hecho maldito del país burgués” a través de
ciertas formulaciones propuestas por Gramsci. Así como el proyecto
mismo de la revista se había legitimado a través de la adquisición y
reapropiación de categorías gramscianas, las discusiones de
Gramsci con Benedetto Croce46 les resultaron analíticamente
adecuadas para romper la idea de que el peronismo era una forma
de “fascismo americano” o una estrategia de “autoritarismo y
manipulación” del líder exiliado frente a las masas irracionales, que
había tejido la izquierda tradicional durante años.
En esta primera etapa, el cariz de la revista estuvo signado
por el propósito de vislumbrar el fenómeno peronista en toda su
complejidad, hasta la diferenciación de una derecha y una izquierda
dentro del movimiento, ésta última, con la que Pasado y Presente
colaborará finalmente en su segunda etapa en la década del ´70. Se
tendió además en esta etapa, a analizar las perspectivas
estratégicas abiertas por la Revolución Cubana.
El nuevo planteo en torno a la relación del intelectual con las
masas, a nivel nacional -la relación con las masas peronistas- y a
nivel internacional bajo el influjo de la experiencia cubana –la
función del intelectual en la revolución- en el contexto de los
procesos revolucionarios abiertos en el Tercer Mundo, llevó al grupo
de Pasado y Presente a plantear la cuestión del problema nacional
frente al imperialismo y a su propio lugar como colectivo intelectual
frente a las organizaciones que encaraban el proyecto de liberación
nacional en nuestro país. La ruptura con el PCA había significado la
pérdida de un anclaje político concreto, cuestión que con distintos
matices veremos sucederse a lo largo de toda la trayectoria del
grupo. La búsqueda de la organicidad o dicho de otro modo, del
46
Arico (1988), p. 50.
53
sujeto político al cual representar, como asimismo la falta de
autocrítica hacia el viraje a distintos posicionamientos políticos será
desde sus inicios la marca distintiva de este grupo intelectual.
Podríamos argumentar que la cuestión de la "organicidad" con los
movimientos de liberación nacional y la disyuntiva en torno al papel
de los intelectuales en las organizaciones revolucionarias fueron
tópicos propios del imaginario y de los debates e intereses del
período, concientes y con un grado de compromiso profundo en lo
referente a muchos casos y no tan concientes, “pasatistas” y
consecuencia de “modas ideológicas” en muchos otros. Puede
pensarse este último caso en relación al colectivo intelectual del que
nos ocupamos a la luz de los sus vaivenes político-ideológicos
observables a lo largo de su devenir político.
En este contexto, Juan Carlos Portantiero fundó un nuevo
grupo político, Vanguardia Revolucionaria, mientras que José Aricó
y el núcleo cordobés continuaron agrupados a través de la revista
sin formar una organización estrictamente política, que según sus
propias palabras significó:
“Un largo "deambular detrás del sujeto político" (…) vivimos esa
situación con un sentimiento de culpa que creíamos poder apagar
buscando desesperadamente un anclaje político.”47
47
Aricó, José, "América Latina: el destino se llama democracia", entrevista de
Horacio Crespo y Antonio Marimón, en www.arico.unc.edu.ar, 1983.
54
marzo del año 1965, a través de la publicación de un artículo de
Régis Debray, puede observarse la hegemonía pro- guerrillera en el
seno de la revista. El “anclaje político” y la “búsqueda de sujeto”,
conllevó además, una breve experiencia de colaboración con el
Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), con el que algunos de sus
colaboradores trabaron relación como "apoyo urbano"48 y que fue
desarmado por las fuerzas de seguridad en 1964. Fracasada esta
experiencia, en el último número de la primera etapa de la revista
de fines de 1965, se observa un viraje hacia temáticas que se alejan
de los contenidos de interés reciente. La mirada será puesta
entonces, en las fábricas a través de un "Informe" sobre la situación
en la FIAT precedido de "Algunas consideraciones preliminares" de
Aricó, y el rescate de la "Encuesta Obrera de 1880" de Carlos Marx.
Clausurada la edición de la revista durante el gobierno de
Onganía, hacia 1968 comenzaron a editarse los Cuadernos, a
través de un sello editorial creado para esos fines (Editorial Pasado
y Presente) que permitió a varias generaciones de militantes, la
lectura de múltiples autores marxistas desconocidos en nuestro
país. Asimismo, se fundó también EUDECOR (Editorial Universitaria
de Córdoba) y luego GARFIO. Aricó en la entrevista ya señalada
expondrá:
48
Burgos, Raúl. Los gramscianos argentinos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004, p.
83. El interés respecto a este trabajo es que ofrece vasto material y
documentación sobre la experiencia del grupo de Pasado y Presente. Respecto
a sus interpretaciones, suele ser demasiado obsecuente en relación a los
continuos virajes sin puesta en crítica realizados por el grupo, sobre todo, el
realizado post dictadura que supuso un pasaje a posiciones conservadoras en
el plano político.
55
grupo impidieron continuar con su tarea de recomposición de la
cultura de izquierda, se abre la alternativa de los Cuadernos.”49
49
Aricó (1983).
50
Vale anotar aquí, entre otras publicaciones centrales del período, también
expulsada del PC, a La Rosa Blindada, dirigida por José Luis Mangieri. La
Rosa Blindada publicó, entre otros, libros de Gramsci y trabajos sobre su obra.
El mismo Aricó colaboró estrechamente con Mangieri en esta publicación.
Respecto a la recepción gramsciana en Argentina y a los disímiles usos que se
hicieron del pensador italiano, vale anotar también, que no fue monopolio del
grupo de Pasado y Presente, sino que existieron distintos canales de recepción
y difusión, entre otros, los de CICSO (Centro de Investigaciones en Ciencias
Sociales) y la labor de discusión gramsciana, por ejemplo, desde las Cátedras
Nacionales. Para ampliar estar referencias, una interesante reseña del trabajo
de Burgos (2004) sobre el grupo de Pasado y Presente, puede verse Kohan,
Néstor, “Gramsci y los gramscianos argentinos” en
http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2005/02/05/u-916319.htm.
51
Puede consultarse la página web del PCR, donde Otto Vargas menciona a
José Aricó como colaborador en la fundación del partido.
56
hegemónica del período. En este momento reapareció fugazmente
la revista, tras la edición de dos únicos números.
En el “Editorial”52 inicial redactado por Aricó aparecieron
diagramados los ejes centrales de la revista en esta segunda etapa.
Encontramos llamativamente, la postulación abierta del terreno
ideológico como espacio de intervención del intelectual en un
contexto de creciente radicalización de la lucha guerrillera, donde
aquel pasaba directamente al campo de la acción; por otro lado, se
levantaría la bandera ideológica de Montoneros que sostenía que la
alternativa socialista se lograría dentro del movimiento nacional
peronista donde se reflejaba la unidad política de las masas. En el
último número de la revista la apuesta recae en la unificación de
Montoneros con las FAR. Citamos:
52
Aricó, José, "La ‘larga marcha’ al socialismo en Argentina" Pasado y
Presente, nueva serie, Nº 1, abril-junio 1973.
57
legados por la dictadura, dando auspicio a un modelo de intelectual
“autónomo” de las críticas a la dependencia nacional. A modo de
balance, hacia 1988 Aricó concluirá que él y su grupo fueron:
53
Aricó (1988), p. 76.
54
Masetti, Jorge Ricardo. Los Que Luchan y los que lloran, Nuestra América,
Buenos Aires, Argentina, 2006, p. 32.
55
Perón – Cooke, Correspondencia, Parlamento, Tomos II, Buenos Aires,
1984, p. 156.
56
Arturo Illia asume la presidencia sólo con el 25 porciento de los votos y con la
proscripción del peronismo (un 60 porciento de votos en blanco).
58
Jorge Masetti.57 En el grupo de apoyo urbano, participaron algunos
ex militantes de la Federación Juvenil Comunista y otros
independientes, entre ellos, José Aricó del grupo de Pasado y
Presente.
El proyecto del EGP estuvo centrado en la apertura de un
frente de lucha armada en el norte de la Argentina a fin de extender
la revolución cubana a nivel continental. Recordemos las vicisitudes
políticas previas al gobierno de Illia: en 1962, fue destituido Frondizi
y asumió las riendas de la nación, José Maria Guido, fiel
representante de la oligarquía y de los grupos económicos
extranjeros, quien continuó la proscripción del peronismo
inaugurada en el ´55, disolvió el Congreso e implementó medidas
represivas e intervenciones en las provincias. En lo referente a las
políticas de saqueo al movimiento obrero, proveyó un nuevo golpe a
los sindicatos tras la anulación de la Ley de Asociaciones
Profesionales y a través de su Ministro de Economía, Álvaro
Alsogaray, puso en acción un riguroso plan de ajuste económico en
beneficio de los sectores exportadores y de los grupos comerciales
y financieros vinculados a éstos. Este es el contexto que da
nacimiento al intento guerrillero nucleado en el EGP: tal como lo
señalamos en otro lugar de este escrito, la proscripción de las
mayorías políticas, como asimismo, la violencia del sistema político
argentino sobre grandes capas sociales fueron el caldo de cultivo
de la guerrilla en nuestro país, reforzado por la instrucción militar
57
Massetti, cuyo nombre de guerra era “Comandante Segundo” en virtud del
“Comandante Primero”, Ernesto Guevara, fue uno de los creadores de la
agencia cubana de noticias Prensa Latina. Había combatido en Argelia y
entrevistado a Fidel Castro y a Guevara en Sierra Maestra para Radio El
Mundo. La Revolución Cubana y el contexto político argentino, lo habían
convencido de la necesidad de establecer un foco guerrillero rural.
59
recibida en Cuba y en Argelia, que experimentan varios cuadros del
grupo de Masetti.
En el mes de mayo de 1963, el primer grupo del EGP se
encontraba en la frontera argentina (entre ellos, Masetti, Hermes
Peña, Federico Méndez, Ciro Bustos, Leonardo Werthein y algunos
miembros de la Federación Juvenil Comunista Boliviana) y hacia
1964, se sumarían varios militantes originarios del proceso de
ruptura con el PCA. Ya para mayo de 1964, el Ejército comenzó a
desarticular este intento guerrillero improvisado que no había
logrado constituirse como expresión de las masas. El EGP, junto
con los Uturuncos (primer núcleo guerrillero de origen peronista
comandado por John William Cooke), constituidos como parte de la
estrategia guevarista para América Latina, fueron desarticulados
rápidamente y abrieron un camino que seguirían varias
organizaciones políticas entrada la década de 1970.
Ahora bien, la participación de Pasado y Presente en la
experiencia del EGP, más allá de los escasos comentarios que
recibirá tras los tantos virajes políticos operados por el grupo, ha
quedado documentada en varias entrevistas realizadas a los
sobrevivientes de esta experiencia guerrillera.58 Al referirse a los
contactos urbanos del EGP, Bustos establecerá la relación con el
grupo de Pasado y Presente:
58
Interesará aquí lo establecido por Ciro Bustos en la entrevista titulada “El
sueño revolucionario del Che era Argentina.” (Entrevista hecha por Jaime
Padilla en Suecia, octubre de 1997). Documento sin fuente.
60
grueso de la disidencia izquierdista y revolucionaria, que ya se
había enfrentado a la dirección del PC, y estaba produciendo
rupturas considerables en todo el país. Oscar del Barco escuchó lo
que constituía mi discurso, muy simple y muy concreto, y se fue
para organizar una reunión ampliada. En un par de días, me
buscaron para llevarme a Córdoba y allí encontré a toda la
dirección de la revista. (…) El as en la manga, era la jefatura del
Che y yo lo puse arriba de la mesa en el momento culminante.
Pancho Aricó, respondió en nombre de todos, aceptando participar
en la tarea de facilitarme contactos para construir lo que sería la red
urbana del EGP. Me dieron el primer contacto en Buenos Aires, un
joven filósofo escindido ya del PC, de gran arrastre en los medios
intelectuales: Juan Carlos [se refiere a Portantiero]. Él me puso en
relación con el sector que ya había sido expulsado del partido. A
partir de allí, todo caminaría sobre ruedas.”
“Ahí se produce algo [habla del encuentro de Oscar del Barco con
Ciro Bustos, quien reclutaba gente para esa experiencia guerrillera]
que muestra hasta qué punto en muchas cosas nosotros éramos
más una hoja arrastrada por la tormenta que un centro ideológico
formulador de política. Muestra la debilidad intrínseca de ese grupo
que había nacido para una función que no podía cumplir. Es el
deslumbramiento, no tanto frente a la consistencia de la empresa,
como a la heroicidad de una empresa hecha por un conjunto de
hombres dispuestos a dar su vida por cambiar una situación y por
contribuir a precipitar un cambio revolucionario que nosotros
pensábamos que estaba inscripto en la lógica del mundo y del país.
(...) Creo que en la historia de Pasado y Presente ese fue un
momento de apartamiento de cierta idea de constitución de un
grupo político cultural, que luego vuelve a reconstituirse en los
61
números posteriores, en el número 9 de la revista. (…) Me parece
que lo de la guerrilla es un apartamiento.” 59
Y continúa:
59
Entrevistas a Aricó. 1974-1991, Presentación y edición a cargo de Horacio
Crespo. Córdoba: Ediciones del Centro de Estudios Avanzados, Universidad
Nacional de Córdoba, 1999. pp. 28
60
La revista La Intemperie. Política- Cultura fundada por Sergio Schmucler se
edita en la provincia de Córdoba. Director general: Sergio Schmucler. Dirección
Editorial: Cecilia Pernasetti, Luis E. Rodeiro y Emanuel Rodríguez. Puede ser
consultada en la página web www.laintemperie.com.ar. El reportaje titulado
“¿No matarás?” (www.revistalaintemperie.com.ar/entrevista1.php) aparece con
62
a Federico Méndez, fueron los dos principales cuadros del EGP
presos con vida. En el reportaje, entremedio de la narración de la
experiencia guerrillera, Jouvé rememora cómo fusilaron los
guerrilleros a compañeros de la guerrilla porque uno rompió los
reglamentos. En el año 2005, Oscar del Barco publica una carta
abierta61 dirigida a Schmucler, donde realiza una autocrítica in
extremis tratando de utilizar un método paradojal, que sostiene que
Lenin, Trotsky, el Che Guevara, todos los revolucionarios, fueron
unos traidores y asesinos. Citamos:
63
trágica de lo ocurrido durante la breve experiencia del movimiento
que se autodenominó "Ejército Guerrillero del Pueblo". Al leer cómo
Jouvé relata sucinta y claramente el asesinato de Adolfo Rotblat (al
que llamaban Pupi) y de Bernardo Groswald, tuve la sensación de
que habían matado a mi hijo y que quien lloraba preguntando por
qué, cómo y dónde lo habían matado, era yo mismo. En ese
momento me di cuenta clara de que yo, por haber apoyado las
actividades de ese grupo, era tan responsable como los que lo
habían asesinado.”
64
interesa, correspondiente al mes de abril de 1988, Héctor
Schmucler establecerá que:
62
Schmucler, Héctor, “Miedo y confusión (Reflexionar sobre la violencia)”, La
Ciudad Futura, Nº 10, abril de 1988, pp. 11-13. En este extenso artículo
Schmucler reflexiona, a partir del relato de la desaparición de su hijo militante
montonero en el año 1977, acerca de la violencia militar y de la violencia
guerrillera, de la guerra de Malvinas, de los levantamientos militares del año
1987 (Semana Santa) y de la necesidad de autocrítica de la sociedad argentina
en su conjunto. Este artículo se publica en el contexto en que la revista legitima
desde sus Editoriales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
63
Ibíd.
65
“(…) ¿Por qué debía la sociedad pagar el mismo terror que los
guerrilleros o que esa amplia franja de la población que simpatizó
con ellos? Los guerrilleros habían contribuido a “naturalizar” la
sangre, habían pugnado por generalizar la guerra, habían aceptado
instrumentalizar la muerte. La guerrilla, antes o después que el
bando armado que los reprimía (no importa el detalle temporal para
el imaginario colectivo), contribuyó a la confusión de los espíritus.
Los guerrilleros y sus represores coincidieron en levantar como
bandera la fuerza liquidadora de las armas. El otro, no merecía
ninguna consideración: había que liquidarlo. Así se había construido
la ofuscación, la intolerancia.”64
64
Ibíd.
66
LA EXPERIENCIA DE LAS CÁTEDRAS “MARXISTAS”65
Intentaremos esbozar sintéticamente, las características del
proyecto de las que se denominaron a fines de los años ´60,
Cátedras Marxistas, cuyo referente fundamental, Juan Carlos
Portantiero, será conjuntamente con José Aricó, uno de los
intelectuales cardinales de las experiencias de Pasado y Presente
en este período y de La Ciudad Futura en las décadas que nos
interesan en este escrito. En este último período, Portantiero será
una de las figuras más representativas del viraje operado hacia
posiciones conservadoras en el terreno político que comentamos en
páginas precedentes y que trataremos más adelante a través del
proyecto de la revista. Interesará además, dar cuenta del contexto
de surgimiento de esta experiencia como asimismo del proceso
referente a la radicalización política del intelectual que comentamos
en el apartado anterior y en el referente a la publicación de Pasado
y Presente.
Se tratarán asimismo y brevemente, las características de la
universidad como espacio monopolizado históricamente por
sectores oriundos de la clase media, tradicionalmente
antiperonistas, en el proceso de ebullición y movilización social del
período y cómo éste operó respecto a los cambios realizados por
algunos sectores docentes de la UBA. Las experiencia de las
Cátedras forma parte del mismo proceso de acercamiento al
peronismo de vastos sectores de clase media que glosamos
brevemente al analizar el proyecto de Pasado y Presente, como
65
Este apartado es una síntesis razonada de un capítulo de mi propia autoría
titulado “Las Cátedras Nacionales” del volumen en coautoría con Aritz Recalde,
op. Cit. (2007). Los testimonios citados corresponden a entrevistas realizadas
por los autores y se encuentran ampliadas en la referencia señalada.
67
asimismo del operado en relación al marxismo por múltiples
cuadros peronistas.
Ahora bien, la experiencia de las Cátedras Marxistas debe ser
analizada en contrapunto con las polémicas operadas en relación a
las que se denominaron, Cátedras Nacionales, que a nuestro
entender, a la luz de la historia, se presentan como una de las
propuestas históricas de aproximación entre las luchas nacionales,
el peronismo y la universidad más serias del período.
La experiencia de las Cátedras se desarrolló en el período
circunscripto entre el primer cuatrimestre del año 1968 hasta los
años 1971 y 1972 en el marco de la facultad de Filosofía y Letras de
la UBA.66 Las actividades docentes llevadas a cabo a través de
estas experiencias oficiarían como marco para el debate de un
recorte de ideas y planteos en torno al rol de la universidad en
relación a las luchas del pueblo argentino, acerca de cuál debería
ser el rol del docente dentro de una comunidad académica en un
país del Tercer Mundo y su vinculación con las acciones políticas
concretas del pueblo combatiente. Estos debates estarían
cristalizados en el contexto de las clases, a través de publicaciones
y desde la acción concreta de sus integrantes en la política
nacional. El pasaje por las Cátedras de varios miembros de
organizaciones políticas peronistas y de integrantes de corrientes
del pensamiento nacional y de izquierda, iría desarrollando una
66
La experiencia de las Cátedras no es la única propuesta histórica de
acercamiento entre las luchas nacionales, el peronismo y la universidad en la
UBA durante las décadas del cuarenta al setenta. Tampoco y en este sentido,
Filosofía y Letras, ni la UBA tienen el monopolio en relación al resto de las
facultades y universidades nacionales. Tomamos esta experiencia y más allá
de la importancia que tuvieron, a nuestro entender, sobre todo, las Cátedras
Nacionales, como la facultad de Filosofía y Letras, por el hecho de que los
docentes implicados en la experiencia expresaron una de las más originales
concepciones del rol del intelectual, la teoría y la práctica docente existentes en
el período.
68
concepción uniforme de la relación entre teoría y práctica,
conocimiento académico y conocimiento práctico, cultura nacional y
cultura colonial, etc. entre los diversos sectores académicos
cercanos al peronismo. Esta construcción conjunta de acuerdos en
torno a distintas conceptualizaciones oficiaría como una matriz
básica para la defensa y la difusión de una nueva forma de actuar
de los intelectuales en relación a su país y a la política,
implementada en diversas disciplinas y docentes tras el regreso del
peronismo al poder en el año 1973.
69
LA UNIVERSIDAD EN LOS AÑOS ´60
“Razas enteras fueron exterminadas, las praderas se poblaron. Las
selvas vírgenes se explotaron y muchas se talaron criminalmente
para siempre. La llamada civilización entró a sangre y fuego o en
lentas tropas de carretas cantonas. El aborigen fue sustituido por
inmigrantes. Estos eran hechos enormes, objetivos, claros. La
inteligencia americana nada vio, nada oyó, nada supo. Los
americanos con facultades escribían tragedias al modo griego o
disputaban sobre los exactos términos de las últimas doctrinas
europeas. El hecho americano pasaba ignorado para todos. No
tenía relatores, menos aún podía tener intérpretes y todavía menos
conductores instruidos en los problemas que debía encarar. (…) El
conocimiento preciso de la realidad fue suplantado por cuerpos de
doctrina, parcialmente sabidos, que no habían nacido en nuestro
suelo y dentro de los cuales nuestro medio no calzaba, ni por
aptitudes, ni por posibilidades, ni por voluntad.” Raúl Scalabrini
Ortiz67
67
Scalabrini Ortiz (2001), p. 6.
70
la universidad de 194668, había mediado como un factor interno de
modificación del espacio de formación cultural-ideológica en las
aulas. Esto es, tras los duros acontecimientos de represión
ejercidos por la dictadura y a través del ingreso a la universidad de
actores sociales oriundos del campo popular, se fueron generando
los puentes para el acercamiento de grandes sectores universitarios
al peronismo. Este reencuentro generacional y de clases sociales, a
diferencia de la experiencia de la primer gestión peronista en la
universidad69, tendría como referentes de la juventud a las figuras
intelectuales de la Resistencia, tales como Puiggrós, Jauretche,
Hernández Arregui y Scalabrini Ortiz -partícipes también de la
experiencia de la universidad del primer peronismo- conjuntamente
con nuevas figuras ligadas a la CGTA, tales como Rearte, Ramos,
Ortega Peña, Walsh, entre otros. La juventud comenzaría a
formarse en una tradición cultural que en algunos aspectos, se
diferenciaría del programa del peronismo histórico. La dinámica
propia de la Resistencia y de la guerra popular, serían difíciles de
detener hacia 1973 con el regreso del gobierno popular, cuestión
acelerada por acciones terroristas de grupos de derecha y muchas
veces, de la desconexión de la izquierda del ERP (que seguiría
fogueando la lucha armada) con la realidad nacional. El posterior
enfrentamiento entre la juventud y Perón, habla un poco de esta
experiencia de miles de jóvenes que ingresaron a su vida militante
68
Ver Recalde, Aritz y Recalde, Iciar (2007).
69
Al margen de sus grandes logros a nivel gratuidad y ampliación de la
matrícula a través del ingreso irrestricto, la universidad del primer peronismo
tuvo las limitaciones propias de su ciclo histórico. Al no contar con una
intelectualidad numerosa y orgánica –salvo casos puntuales, tales como Juan
José Hernández Arregui, John William Cooke, Carlos Astrada, entre otros-, el
primer peronismo cedió el manejo de la universidad a la Iglesia que, a
diferencia de las características que comenzaría a cobrar hacia mediados de la
década del ´60, era fuertemente tradicional y ortodoxa.
71
teniendo como referente la figura de un Perón en el exilio
vociferando asiduamente las consignas del socialismo nacional y de
la lucha armada.
En esta universidad (año 1966) copada por sectores de
derecha adictos al mandato del onganiato, como consecuencia de
los miles de docentes despedidos por el gobierno militar, se daría a
nivel institucional un enorme vacío que las nuevas autoridades
llenarían con cuadros intelectuales partidarios del régimen. Muchos
de estos docentes provenían de medios intelectuales vinculados a
la Iglesia Católica, en un contexto histórico en que el mundo
cristiano experimentaba un proceso de radicalización ideológica
tanto en Argentina como en América Latina, que condujo a muchos
sacerdotes y cuadros eclesiásticos de la Iglesia hacia el
“Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo” y hacia la “Teología
de la Liberación.” De la labor movilizada por la Iglesia en las villas
miseria y barrios marginales, surgieron nutridas formas de
participación de movimientos de base, que en la década de 1970,
irán radicalizando paulatinamente sus posiciones en relación a los
gobiernos oligárquicos y proscriptivos antiperonistas. Vinculados a
esta nueva corriente del mundo católico, en el proceso de
intervención militar, ingresaron en la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA, dos docentes que desempeñaron un papel fundamental
en este período y en el proceso posterior de la universidad de 1973.
El ex cura Justino O´Farrel, ocupó la Cátedra de Sociología
Sistemática y Gonzalo Cárdenas -que había estudiado en un centro
teórico de sacerdotes progresistas de la Iglesia Católica en Bélgica-
dictó la materia Historia Social Latinoamericana. Tres años
después, en 1969, O´Farrel fue nombrado Director de la carrera de
Sociología y Cárdenas ocupó la Dirección del Instituto de
72
Sociología. Ambos personajes, que llevaban consigo una pesada
carga político ideológica por ingresar con Onganía, que generó en
un principio el rechazo del movimiento estudiantil, expresaron más
tarde la posibilidad de comenzar a gestar un proyecto de
universidad nacional y popular. A través del ingreso de estos
docentes a la universidad, surgen las Cátedras Nacionales que con
el correr del tiempo irán ampliándose con la acogida de nuevas
figuras (además de Justino O´Farrel y Gonzalo Cárdenas, Alcira
Argumedo, Horacio González, Roberto Carri, Juan Pablo Franco,
Alejandro Álvarez, Guunar Olson, Ernesto Villanueva, Guillermo
Gutiérrez, Jorge Carpio, Néstor Momeño, Norberto Wilner, E.
Pecoraro, Sasa Altaraz, Marta Neuman, Lelio Mármora, Alejandro
Peyrou, entre otros).
El viraje ideológico del estudiantado y el desarrollo de las
organizaciones peronistas en la universidad, marcó una nueva
etapa en las relaciones entre los docentes, los estudiantes y las
luchas populares. En este contexto se forjó rápidamente, como en
una especie de realimentación mutua, la articulación entre el
movimiento estudiantil y los profesores ingresantes. Una nueva
generación de intelectuales con otras propuestas de enseñanza
desde sus formas, sus contenidos y su vinculación con el país, se
hacía presente en la universidad, marcando un hito histórico para la
historia de los intelectuales en Argentina. Asimismo, junto a estas
designaciones en los claustros docentes, fueron nombrados
numerosos grupos de militantes de izquierda ligados a un tipo de
marxismo más a la “europea” (si lo comparamos con el marxismo
en clave nacional del grupo descripto precedentemente), que por
mucho tiempo habían caracterizado al peronismo como un actor
contrarrevolucionario (entre otros, Juan Carlos Portantiero, Héctor
73
Schmucler, Oscar Landi, Isidoro Cheresky, María Braun y Juan
Villareal). Éstas figuras se nuclearon en torno a las denominadas
Cátedras Marxistas. Su orientación programática y el alcance real
de las diferencias con las Cátedras Nacionales puede ser definida
de la siguiente manera, en palabras de Horacio González:70
70
Para ampliación de referencias ver Recalde, Aritz y Recalde, Iciar (2007).
Las entrevistas fueron realizadas por los autores.
74
concursos para el ingreso de profesores a las cátedras
universitarias. En la Facultad de Filosofía y Letras, el nuevo
interventor, Alfredo Castellán, coordinó el proceso y trabajó para la
sustitución de las Cátedras Nacionales, nombrando jurados
adversos a la línea nacional y popular. La radicalización en términos
ideológicos, las prácticas pedagógicas de este sector y su
adscripción al peronismo, se presentaban como factores
amenazantes para la nueva intervención militar. El resultado de los
concursos digitados por los jurados de Castellán aprobó finalmente
al sector de las Cátedras Marxistas y las Cátedras Nacionales
comenzaron a perder poder en el terreno académico aunque aún
por un extenso período tuvieron hegemonía dentro del movimiento
estudiantil. En palabras de Horacio González:
75
por los que la intervención opta por las denominadas “Cátedras
marxistas”, la siguiente opinión:
71
Las actividades de las FAP estarían centradas en el objetivo de consolidar la
“alternativa independiente” dentro del peronismo, manteniéndose distantes por
eso, de la campañas electoral de los años 1971 a 1973. La alternativa táctica
adoptada por sectores las FAP no estaría exenta de debates entre sus
miembros que ya habrían experimentado una división en torno al GAN: el grupo
que se queda con el nombre FAP, hará hincapié en la formación de la
alternativa independiente y se abocará a la formación del Peronismo de Base
(PB). Estos se denominarían los “iluminados”; el otro grupo, nacerá hacia el
año 1971 e irá ingresando paulatinamente a Montoneros. Los primeros
llamarían a los segundos “oscuros.” El rótulo de “oscuros” tuvo que ver con una
crítica de los “iluminados” al otro sector, basada en un supuesto giro “popular”
de la ideología de los “oscuros” que estaría arraigado en concepciones
distantes del marxismo. En este contexto, el PHPC implicaba convertir en
marxistas a todos los peronistas a través de un manual de Marta Harnecker, en
el período en que el sector de los “iluminados” crea el Peronismo de Base y se
define como marxista.
76
las fuerzas, que tendió hacia la formación de la estructura de
regionales del año 1973.
Tras la campaña electoral y la llegada de Cámpora al poder,
las exigencias de Montoneros hacia el gobierno electo fueron en
aumento. Las pretensiones de la juventud en relación a los espacios
que debería otorgar Perón a Montoneros, con el paso del tiempo
entraron en conflicto directo con las tácticas del General. El punto
más alto de enfrentamiento entre Montoneros y Perón estuvo dado
por el asesinato de Rucci y la expulsión de la Plaza de Mayo el 1º
de mayo del año 1974. En este proceso podemos observar cómo
Montoneros se distancia de sus posiciones “movimientistas” y
comienza a virar hacia posiciones vanguardistas dentro del
movimiento nacional y en relación a los planteos del líder. La
disputa con Perón era ni más ni menos, que un cuestionamiento a
la forma de distribuir los espacios de poder dentro de la política del
país. En esta disputa, Montoneros profundizó el enfrentamiento
entre la juventud y las conducciones sindicales y en muchos casos,
esta actitud implicó la disputa directa por los espacios de poder con
Perón. Montoneros desde actitudes muchas veces provocativas,
pasó de los cuestionamientos a los sectores “burocráticos” del
movimiento al enfrentamiento frontal con el gobierno. Del
“movimientismo” previo al proceso electoral, Montoneros viró hacia
una trifulca de la conducción del peronismo desde su propia
estructura y por sobre el esquema de mando tradicional. A
diferencia de las FAP, que habían apostado a la formación de una
alternativa independiente con anterioridad a la llegada de Cámpora
al gobierno, Montoneros en un espacio reducido de tiempo, viró del
apoyo a la candidatura de Perón hacia una posición de abierta
disputa de poder. En este contexto, la posición política de
77
Montoneros fue la de radicalizar el proceso revolucionario de la
Argentina y para eso, fue necesario llevar el movimiento justicialista
hacia el socialismo nacional. El marxismo apareció como un
elemento conceptual que dio marco al proceso de superación del
esquema político del país. Algunos grupos dentro de Montoneros no
verían con buenos ojos el viraje hacia posiciones radicales en torno
al líder, especialmente tras la ejecución de Rucci o el
cuestionamiento de algunos aspectos del Plan económico de
Gelbard.
La polémica ideológica dentro del peronismo universitario
avanzó hasta transformarse en ruptura entre una línea próxima a
los mandamientos de Perón (“Lealtad”), y una línea que
cuestionaba los lineamientos políticos planteados por el líder y que
iría delineando un perfil ideológico más característico del marxismo.
Este proceso fue acelerado con la fusión de Montoneros y FAR.
Ligados a algunos miembros de las FAR, varios intelectuales de las
Cátedras Marxistas se acercaron a Montoneros, que aceptó el
ingreso de estos intelectuales de vertiente y trayectoria marxista y
no peronista. En palabras del Rector interventor de la UBA que
asumió tras la salida de Puiggrós y que fue participante de la
Cátedras Nacionales, Ernesto Villanueva, los nuevos miembros de
las FAR estaban:
78
La fusión de las FAR con Montoneros, la cercanía de algunos
miembros de la conducción a los postulados del marxismo y la
radicalización de posiciones clasistas, fueron creando el marco
propicio para la justificación de la acción militar de la organización
contra posiciones de otros sectores del movimiento. La violencia de
la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) contra dirigentes de
izquierda haría aún más complicada la posibilidad de detener el
espiral de violencia y militarización de la política. Respecto al
acercamiento de Montoneros al sector de las Cátedras Marxistas, la
continuidad de la lucha armada y su enfrentamiento con Perón,
Argumedo dirá:
“En 1973, con todo este ambiente, Pasado y Presente saca una
carta de apoyo a los Montoneros - la revista estaba ligada más a las
FAR que eran marxistas-. Las FAR aceptan la primacía de
Montoneros y el nombre de Montoneros para el conjunto y desde
Pasado y Presente sacan esta carta. En este momento, muchos de
nosotros estábamos con las FAP y otros con Montoneros. Aquí
ocurría una disputa interna en Montoneros. (…) Desde Montoneros
79
la cuestión con Pasado y Presente residía en su vuelco al marxismo
y por eso, era importante tener el asesoramiento de los sectores
propios del marxismo. Este proceso duró muy poco ya que se
retiran en 1974 cuando la cosa se pone más pesada.”
72
“Pasado y Presente”, Pasado y Presente (Segunda Época), Nº 2/3, julio-
diciembre de 1973, p. 192.
80
consolidación de un gobierno constitucional elegido por las
mayorías populares a través del voto. Esta cuestión no será puesta
en crítica, en términos de qué legitimidad tenía durante el tercer
gobierno peronista en las masas la lucha armada, en el período
posterior de condena radical a la estrategia armada. En el extenso
trabajo de Burgos73 que señalamos en páginas precedentes, se
analiza este período de Pasado y Presente como el de la
“idealización del peronismo.” Creemos que, es necesario aclarar
que ésta no fue del peronismo sino, de la estrategia armada. El
peronismo estaba en el poder y llevaba adelante un programa de
gobierno que, más allá de sus contradicciones, reflejaba los anhelos
populares de justicia social. Pasado y Presente dejaba atrás las
loas vertidas meses atrás a través del documento “Declaración de
apoyo al Frejuli”, y del Editorial titulado “La ´Larga Marcha´ al
Socialismo en la Argentina”74, donde se establecía:
73
Op. Cit., pp. 208-217.
74
Pasado y Presente (Segunda Época), Nº 1, abril- junio de 1973.
81
Este enfrentamiento, a veces teórico, a veces político, llevó a la
fragmentación del campo nacional en la universidad y, tras la
intervención de Ottalagano y el avance de la derecha a nivel
nacional, al derrumbe de la universidad en su totalidad. Por su
parte, las figuras centrales ligadas a las Cátedras Marxistas que
habían provisto de insumos discursivos a Montoneros, marcharon
hacia el exilio mexicano donde precipitadamente, a través de
nuevos marcos teóricos y alejados de la crítica radical, comenzaron
una nueva etapa intelectual signada por los límites del posibilismo.
Sobre su paso por la universidad del breve período Cámpora- Perón
y sobre el abierto apoyo a la estrategia armada de Montoneros, en
México tendrán poco que decir.
82
DICTADURA: ALGUNAS NOTAS SOBRE ECONOMÍA, CULTURA
E INTELECTUALES
75
Op. Cit., p. 179.
83
de destruir la identidad nacional y clasista de los sectores populares
que se había expresado en la defensa del modelo de Estado
interventor y los beneficios obtenidos principalmente durante las
gestiones de gobierno peronista, como punto de partida para
arrasar la alianza social policlasista conformada durante el período
de sustitución de importaciones.
Derrotada prácticamente la oposición al régimen, los sectores
dominantes consolidaron un nuevo patrón de acumulación basado
en la valorización financiera, que garantizaba a su vez, el control
político y social sobre los sectores populares. Los acreedores
externos y el capital concentrado interno -conglomerados
extranjeros y grupos económicos locales- pasaron a controlar
entonces, el proceso económico asentado en la quiebra de la
economía nacional y la sobreexplotación de los trabajadores y en
una férrea subordinación del Estado a sus intereses particulares.
La acción represiva de la dictadura estuvo orientada a
derrotar, lo que en lenguaje estatal se denominó subversión,
categoría que contendría en su interior toda la gama semántica de
prácticas que pudieran actuar como opositoras al régimen
encarnadas en distintos actores sociales -curas, militantes políticos,
sindicatos, obreros, estudiantes, escritores, intelectuales, etc.- y que
tenía como tarea estratégica, desarticular la organización obrera y
popular, pulverizando sus bases materiales. La mira estaba puesta
ante todo, en la destrucción de los movimientos políticos que habían
postulado una transformación social radical, derrotados militarmente
hacia 1975-1976, a través de la acción represiva de la Alianza
Anticomunista Argentina y a través del denominado Operativo
Independencia en adelante. Al mismo tiempo, el brazo armado
estatal además de producir un proceso de fragmentación de los
84
movimientos armados, barrió la organización de la clase obrera en
general y la estructura organizativa de los sectores populares
establecida tras años de resistencia y lucha.
Puede establecerse que el mayor aporte que hizo la dictadura
a los sectores dominantes, fue el aniquilamiento de gran parte de
los cuadros políticos que habían hecho posible la organización y la
movilización de los sectores populares, abortando la lucha social
por el asesinato y el terror. La ofensiva económica, cultural, política
y militar de las clases dominantes rompió de esta manera, el
comportamiento económico y social de la sociedad argentina,
imponiendo otro caracterizado por sus altos índices de exclusión
social, que se continúo y profundizó, tras la apertura democrática de
1983 y los gobiernos subsiguientes.76
Además de hacer un uso de la violencia en formas
desmesuradas, el Estado militar intervino en el manejo y control
oficial de gran parte de los aparatos de formación y reproducción de
la opinión pública y en los distintos espacios de difusión de la
actividad cultural. A diferencia de otras experiencias dictatoriales, la
dictadura argentina de 1976 sistematizó en el aspecto cultural, una
doctrina definible en un conjunto de medidas con fines precisos que
legitimaron su ejercicio del poder,77 y sobre todo, detentó una
76
Fueron presidentes de la Argentina durante las décadas de 1980-1990: el
radical Raúl Ricardo Alfonsín en el período 1983-1989 (renunciando antes de
concluir se mandato), el peronista Carlos Saúl Menem en dos períodos
consecutivos, 1989-1995, 1995-1999 y sin completar su mandato, el radical
Fernando de la Rua en el período 1999-2001.
77
A diferencia de nuestro planteo, Sidicaro en su trabajo “Ideas de cuando las
ideas se mataban”, Babel, Año II, N° 10, Buenos Aires, julio de 1989, pp.14-16,
sostiene que a falta de una ideología sistemática que legitime el ejercicio del
poder, la legitimación del mismo se construyó apelando a situaciones históricas
previas, ancladas en una ideología anticomunista y occidentalista no
cristalizada en una formulación elaborada y sistemática. En la misma línea, se
inscribe de Diego al sostener que, en el ámbito de la cultura, la dictadura no
85
ideología78 que orientó, dio sentido y justificó el accionar del Estado
militar en los distintos ámbitos de la vida social. Como ejemplo,
baste mencionar las operaciones “directrices” en el dictado de
lineamientos de los organismos financieros internacionales del
Imperio, sobre todo el Banco Mundial y el FMI, personalizado en
múltiples consultores nacionales y extranjeros.
La dictadura argentina consolidó un marco ideológico, que no
puede reducirse a determinada tradición nacional puntual o a las
formulaciones ideológicas de algún partido conservador. Es decir, el
sujeto que generó la ideología que hizo posible la vigencia del
sistema de dominación, al margen de que retomó tradiciones
nacionales previas, recién se consolidó en la experiencia de 1976 y
desde lineamientos norteamericanos. No existió un intelectual
capaz de trazar un vínculo entre los intelectuales autóctonos y los
de los países centrales, sino que la construcción de una nueva
ideología provino directamente de afuera, coordinada con insumos
ideológicos locales. Los sectores dominantes recurrieron al golpe
militar como consecuencia de la exacerbada organización popular.
86
Respecto a los cuadros intelectuales que nutrieron a la
dictadura argentina, podríamos diferenciarlos de la siguiente
manera: por un lado, los intelectuales orgánicos, que provenían y
actuaban dentro del establishment económico y social en la nueva
relación de fuerzas del sistema político de nuestro país, como es el
caso de Juan Alemann o de Martínez de Hoz, entre otros; por otro
lado, el Estado dictatorial, controlado por el capital financiero y por
los grupos económicos locales y transnacionales, fue formando
paulatinamente cuadros propios que, avanzada la dictadura, le
garantizaron el diseño y la implementación del nuevo modelo de
acumulación capitalista, a través de fundaciones tales como
Mediterránea (1977) y CEMA (1979), entre otras, instaladas en
nuestro país con recursos estatales.79 Veremos más adelante
cuáles fueron los cuadros intelectuales que sustentaron las
democracias posteriores, sobre todo el alfonsinismo y el
menemismo del período histórico que intenta cubrir este trabajo. A
esta altura de nuestra argumentación, creemos que va
delineándose certeramente la idea que planteáramos en un
principio en torno a que la “autonomía intelectual“es más una
zoncera académica o un objeto de deseo que una realidad concreta
de la dinámica histórica.
79
La ampliación de esta cuestión puede encontrarse en Basualdo, E. Sistema
político y modelo de acumulación en Argentina. Notas sobre el transformismo
argentino durante la valorización financiera (1976-2001), Editorial Universidad
de Quilmes, 2001., pp. 16 y 32-34.
87
LA EXPERIENCIA DEL EXILIO: LA REVISTA
CONTROVERSIA. PARA EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD
ARGENTINA
80
Señalamos la cuestión de la pertenencia estricta a esta revista porque, otras
figuras cercanas a la misma permanecen en el país, colaboran a distancia de la
misma y editan además, la revista Punto de Vista. El viraje hacia posiciones
conservadoras en el plano político opera en ambos grupos tanto en Argentina
como en México pero, veremos, que en el caso de los intelectuales exiliados,
se produce con una vertiginosidad sorprendente.
88
Pasado y Presente comenzaron a experimentar nuevos rumbos
teóricos y políticos, así como a diseñar nuevos tipos de intervención
cultural y política en un lapso temporal de una brevedad asombrosa.
Tal es así, que a través de los trece números de Controversia, se
observa una suerte de prefacio bien diagramado de las líneas
ideológicas propuestas posteriormente en las páginas de La Ciudad
Futura, en lo referente a la sobrevaloración de la democracia
política, la crisis terminal del marxismo, la asunción de la derrota
como consecuencia inevitable frente a propuestas políticas críticas
de la dependencia, la crítica radical a la militancia previa, entre otras
cuestiones equivalentes tamizadas por la heterogeneidad de líneas
políticas presentes en la revista. Esto es, el proyecto primigenio de
Controversia estuvo pergeñado por la formación intelectual que aquí
interesa, de filiación de izquierda marxista que viró en este período
a un tipo de auto filiación “socialista” a secas, conjuntamente con
algunas figuras de la vertiente de la izquierda peronista como
Nicolás Casullo y Rubén Caletti. Esta misma heterogeneidad será la
causante de la breve duración de la revista motivada por los
debates irreconciliables entre ambas líneas políticas, tal como había
sucedido, salvando las diferencias propias del contexto histórico y
de las figuras partícipes, una década atrás respecto a las Cátedras
Marxistas-Cátedras Nacionales.
El panorama político de los exiliados en México dio lugar al
surgimiento de grupos heterogéneos reunidos por su afinidad
ideológica.81 Por un lado, se encontraba el “Grupo de los reflexivos”
constituido hacia 1977 por Héctor Schmucler, Nicolás Casullo,
81
Los datos que se comentan a continuación están extraídos de una entrevista
realizada a Nicolás Casullo, “Tu cuerpo ahí, el alma allá”, en Boccanera, Jorge.
Tierra que anda. Los escritores en el exilio, Ameghino, Buenos Aires, 1999, pp.
95-119.
89
Sergio Caletti, Carlos Abalo y Jorge Bernetti. Este grupo hacia
1978, se fundiría con otro formado por Miguel Talento, Juan Carlos
Añón, Jorge Todesca, Guillermo Greco y Adriana Puiggrós. En este
espacio se realizarían reuniones semanales de análisis de la
derrota política acontecida en Argentina y de reflexión del ideal
político militar guerrillero, peronista y marxista. Paralelamente, se
organizarían otros grupos peronistas y socialistas. Dirá Casullo
respecto a la heterogeneidad de éstos:
82
Casullo (1999), pp. 106-7.
90
crítica y superadora. El modo de “superación” tanto de las
posiciones políticas así como de las teóricas, será la piedra de
toque de las rupturas en el interior de la revista, así como las
discusiones en torno al marxismo, el peronismo, los regímenes
socialistas de Europa del Este, focos de reflexión que recorren la
revista. En el Editorial del primer número se afirmaba:
83
“Editorial”, Nº 1, 1979, Controversia. Para el análisis de la realidad Argentina,
México.
91
y relectura de pensadores marxistas, tales como el italiano Antonio
Gramsci84 en clave socialdemócrata, en consonancia con los
nuevos vientos políticos que soplaban desde Europa. Aricó en el Nº
185 de la revista plantearía la cuestión de la revisión de la teoría
marxista a través de los siguientes argumentos:
92
validarse en el examen en las virtudes pero también en las lacras
del socialismo “real”, es preciso abandonar retórica y moralismo
para abordar serenamente los efectos de una crisis de la teoría y de
la practica del movimiento socialista. Porque es difícil de sostener
que la fenomenológica concreta de las sociedades
posrevolucionarias, con sus acentuados rasgos autoritarios y
burocráticos, no cuestiona directamente el pensamiento marxista”87
87
Ibíd.
88
Ibíd.
89
Un trabajo de Paramio y Reverte dio entrada al tema de la crisis del
marxismo como cuestión central en las páginas de Controversia. Se trata de
Paramio, Ludolfo y Reverte, Jorge, “Razones para una contraofensiva”,
Controversia, Nº 1, 1979, México, p. 12. A modo ilustrativo, citamos: “Suponer
que el único marxismo “verdadero” es el marxismo “revolucionario”, el de
quienes rompen con la II internacional (…) no es sostenible. El reformismo es
también una lectura de Marx, independientemente de la opinión política y
teórica que pueda merecernos. Pues bien, una vez que recordemos algo tan
elemental nos será fácil comprobar que el marxismo reformista no está en
crisis.”
93
En la reconsideración de la problemática de la democracia se
basaba la apuesta por un nuevo socialismo. Los intelectuales de La
Ciudad Futura irían colocándose a través de Controversia como el
polo modernizador de un tipo de socialismo “renovado” a la luz de
las nuevas modas políticas europeas. Así, Portantiero planteaba en
el Nº 11 de la revista, la necesidad de interrogarse sobre la relación
entre democracia y liberalismo y democracia y socialismo:
90
Portantiero, Juan Carlos, “La democracia difícil. Proyecto democrático y
movimiento popular”, Controversia, Nº 11, México, p. 6.
94
ala de la izquierda nacional. En el Nº 9 de Controversia, Nicolás
Casullo y Rubén Caletti, sostendrán:
91
Casullo, Nicolás y Calleti, Rubén, “El socialismo que cayo del cielo”,
Controversia, Nº 9, México, p. 7.
95
PALABRAS PRELIMINARES: EL GRUPO DE PASADO Y
PRESENTE EN LOS ´80
96
propuesta alternativa de redistribución de la renta o de oposición
político-cultural al programa neoliberal sería tildada de “arcaica” o
“setentista” por los nuevos intelectuales de la “modernización” y de
la “democracia” sin adjetivos. Su transformación ideológica no sería
azarosa sino que se encuadraría como parte de la derrota política y
de un paulatino proceso de transformismo a nivel nacional, que
implicó agudas mutaciones en el grupo de Pasado y Presente, así
como en los partidos populares mayoritarios de nuestro país.92
Resulta ventajoso para examinar el proceso de transformación de la
sociedad argentina de la década del ´80, como asimismo para
analizar la mutación de este colectivo intelectual, la utilización del
concepto gramsciano de “transformismo.” A través del mismo,
podemos vislumbrar un proceso por el cual los dos partidos
mayoritarios de la vida política nacional, el radicalismo y el
peronismo, fueron cooptados a través de su dirigencia, a favor de
los intereses de los grupos dominantes. Para controlar a los
sectores populares, estos grupos desarrollaron una estrategia
negativa que no consistió en generar un consenso directo, sino en
“descabezar” a los sectores populares, desarticularlos, y
desorganizarlos a través de sus dirigentes y de aquellos
intelectuales que habían actuado en la historia reciente a su favor.
Este rasgo fundamental operó en los ´80 en el grupo de Pasado y
Presente.
El modelo social instaurado por el terrorismo de Estado
desplegó nuevas relaciones de dominación, en las que los
intelectuales de izquierda, se inscribirían, interpretarían y actuarían
de manera disímil: desde la crítica, la resistencia y la militancia
92
Para la ampliación de este tema ver Campione, Daniel y Gambina, Julio C.
Los años de Menem. Cirugía mayor, Centro Cultural de la Cooperación,
Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires, 2003.
97
típica de las décadas pasadas, a posturas flexibles, complacientes,
orgánicas y funcionales al nuevo modelo de dominación. Los
derrotados ´80 se dispusieron como un campo de lucha ideológica
en torno a la significación del pasado reciente y a las posibilidades y
perspectivas de acción sobre un presente sombrío como plataforma
de construcción del futuro.
En la medida en que todo planteo ideológico o programa
cultural debe interpretarse en relación a las implicancias concretas
que desarrolla en el campo político, inscriptos en el contexto
material y simbólico de la naciente democracia, los intelectuales de
La Ciudad Futura comenzaron a abogar por un tipo de práctica
intelectual acomodaticia a los regímenes políticos de turno,
caracterizados por un contenido netamente antipopular y por el
ejercicio de un tipo de política generalmente esquiva a
problematizar o generar un cuestionamiento real del modelo social y
de sus desigualdades. Como observaremos previamente, estas
posturas pueden rastrearse tras el largo proceso de autocrítica de
su pasado político efectuado hacia 1978 en el exilio mexicano.
Condenando fuertemente la militancia de las décadas del ´60-´70,
ya en la Argentina, aceptaron y contribuyeron a poner en circulación
la “teoría de los dos demonios” que operó en aquellos años por los
intersticios de la sociedad y que impuso una supuesta extensión de
las culpas del terrorismo de Estado a las organizaciones guerrilleras
(algo referido a esta cuestión adelantamos en el apartado relativo a
la significación que se le otorgó a la participación en experiencia del
EGP).
Asimismo, cuestionaron duramente a la izquierda, ya sea en
su variante tradicional -sobre todo al Partido Comunista-, como a
toda la gama de la izquierda nacional -Montoneros y organizaciones
98
peronistas aledañas- analogándolas, muchas veces al accionar
violento de los militares en el poder tras el golpe de 1976. En su
lugar instalaron las consignas de cambio social y utopía
transformadora de las organizaciones militantes de 1970, como
terreno de lo imposible, a favor de una “utopía” sensata y
conformista, circunscripta a los vaivenes de la política neoliberal de
las democracias argentinas.
A diferencia de la concepción acerca de la función de la
cultura sustentada en los años ´70, su revisión del pasado no sería
una estrategia tendiente a modificar los modos de actuar sobre el
presente para construir un porvenir con justicia social. El pasado
político, veremos más adelante, debería ser olvidado en bloque y
las tácticas ideológicas y conceptuales utilizadas tenderían hacia la
tarea de tornarlo olvidable. El intelectual como portador de las
herramientas críticas puestas al servicio de la corrosión del sistema
de dominación y dependencia, sería considerado un modelo
anacrónico. Por el contrario, estos intelectuales se convertirían en
formadores de consenso a través de la aglutinación del discurso de
la dominación, llamando “globalización” al imperialismo, “desafíos
de la democracia” al modelo de las mafias y el genocidio y
“gobernabilidad” a la garantía de implementación del programa del
gran capital. Su discurso ideológico sería funcional a la
implementación de los ajustes estructurales del Estado y del sector
privado perpetrados durante estos años.
La nueva concepción de lo “político” a través de la pretendida
defensa de la democracia, abandonaría la idea de la política como
herramienta para la resolución de intereses estructuralmente
antagónicos y por el contrario, éstos últimos serían puestos en
segundo plano ante el supuesto “fin de la lucha de clases y de la
99
historia universal”. Se abandonaba al pasado la concepción
marxista de la política como ejercicio de la lucha por la ruptura de
las relaciones de dependencia. La política como una forma de
generar proyectos para disputar poder en cada ámbito de la
sociedad.
Manteniendo la identidad de izquierda (a fuerza de
retransformar totalmente su contenido), el grupo de Pasado y
Presente buscaría integrarse al poder, ajustarse a sus engranajes,
produciendo insumos discursivos tendientes a sostenerlo y
ejecutarlo. Asesores algunos durante el gobierno de Alfonsín,
críticos light del menemismo, promoverían luego el triunfo de la
Alianza y ocuparían cargos estratégicos en espacios académicos de
las universidades públicas desde donde su modelo de accionar
intelectual tendría un fuerte impacto en la formación universitaria de
las nuevas generaciones nacidas a la vida estudiantil y política entre
los escombros de un proyecto de cambio fracasado.
100
LA CIUDAD FUTURA. REVISTA DE CULTURA SOCIALISTA
93
Ángel, Raquel, “Los caminos de la complicidad”, entrevista a Osvaldo Bayer,
en Rebeldes y domesticados (Los intelectuales frente al poder), El Cielo por
Asalto, Buenos Aires, 1992.
94
Negri, Toni. El Tren a Finlandia, Colección Ensayos, Ediciones Libertarias,
2004, pp. 263
101
vinculado a Montoneros. Posteriormente se fundaría también “La
Coordinadora de Derechos Humanos.”95 Estos espacios además de
cumplir una función de denuncia contra el genocidio de la dictadura
y de trabajar en defensa de los derechos humanos fueron lugares
de debate político en torno a la historia reciente. La CAS agrupaba
a exiliados de diversas procedencias políticas, desde la izquierda
independiente, hasta radicales y peronistas, y se abocaba
fundamentalmente a recibirlos, solucionar problemas y realizar una
labor de denuncia acerca de las violaciones a los derechos
humanos que se estaban aplicando en Argentina. En el COSPA,
dirigido por Rodolfo Puiggrós, con similares funciones, se nucleaban
en su mayoría, miembros de Montoneros y algunos del ERP. Esta
organización96 institucional de los exiliados fue desgajándose
paulatinamente y muchos de sus miembros fueron integrándose a la
CAS que, de este modo, terminó siendo la organización principal del
exilio.
En octubre de 1976, los intelectuales del grupo de Pasado y
Presente exiliados en México rompen con el COSPA y participan de
la fundación de la CAS. En este espacio de discusión política
comenzó a prefigurarse la agenda de debates centrada en tres ejes
que consideraremos fundamentales y que aparecerán claramente
en La Ciudad Futura: la consolidación del proyecto democrático y
sus relaciones con el “socialismo”, la crisis del marxismo y el
95
Bernetti y Giardinelli sostienen que esta coordinadora en rigor “nunca llegó a
ser un organismo sino sólo una instancia de funcionamiento”, y que se nutría
de “representantes del COSPA y de una docena de otros grupos del exilio.”
Bernetti, Luis y Giardinelli, Tempo. México: El exilio que hemos vivido. Memoria
del exilio argentino en México durante la dictadura 1976-1983, Universidad
Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 2003.
96
El operativo de retornar a la Argentina para continuar la lucha armada que,
diezmada la guerrilla, lanza la dirigencia de Montoneros desde el exilo en el
año 1979, generó grande debates y disidencias hacia el interior del COSPA. A
este operativo de lo denominó “Contraofensiva.”
102
armado de una imagen del pasado reciente centrada en el ataque a
la militancia revolucionaria, la lucha armada, la imposibilidad de
cambios profundos y la asunción de la derrota como modelo de
accionar futuro. De regreso del exilio tras la apertura democrática
del año 1983, el grupo de Pasado y Presente comenzará a
consolidar estos ejes de debate, paralelamente a que sus
integrantes ocuparán espacios institucionales, algunos en la gestión
del gobierno radical y los más como aliados del gobierno, en
cátedras de la Universidad de Buenos Aires. Estos espacios fueron
los lugares donde se construyó su legitimidad como colectivo
intelectual del momento, conjuntamente con los espacios editoriales
desde donde expondrían sus ideas -La Ciudad Futura y Punto de
Vista- así como a través del Club de Cultura Socialista. Desde aquí,
se lanzaron a la escena pública como portavoces de la
intelectualidad de izquierda autorizada y excluyente en su selección
de interlocutores legítimos para pensar la cuestión nacional y
delinear líneas de acción referentes a la misma.
103
primavera- verano del año 2001, pues en el intervalo que va del año
1999 al 2000 la revista no se publica.
Respecto a la permanencia y a la variación de las figuras en la
revista, ofrecemos el siguiente esquema de continuidades- rupturas
que es ilustrativo de ciertas permanencias de lo que, a lo largo del
escrito denominamos como “núcleo duro” de este colectivo
intelectual que designamos como grupo de Pasado y Presente en
los años ´60 y ´70 y colectivo intelectual de La Ciudad Futura en los
´80.
DÉCADA DE 1980
NÚMERO 1
Consejo de Redacción
Sergio Bufano
Jorge Dotti
Ricardo Ibarlucía
Héctor Leis
Osvaldo Pedroso
Comité Editorial
Carlos Altamirano
Emilio de Ipola
Rafael Filippelli
Julio Godio
Oscar R. González
Jorge Kors
97
Aricó muere en el año 1991 cuando la revista va por la publicación del N° 30-
31.
104
Carlos Kreimer
Jorge Liernur
Marcelo Lozada
Ricardo Nudelman
José Nun
Juan Pablo Renzi
Sergio Rodríguez
Daniel Samoilovich
Beatriz Sarlo
Oscar Terán
Hugo Vezzetti
NÚMERO 2 constante sin variaciones
NÚMERO 3
CE
Se va Osvaldo Pedroso
NÚMERO 7
CR
Nuevas figuras:
Javier Artigues
Javier Franzé
Antonio Marimón
Gustavo Merino
Guillermo Ortiz
Héctor Leis pasa al CE y desaparece Ricardo Nudelman
NÚMERO 10
Se va Dotti al CE y se agrega Godio que viene del CE.
105
NÚMERO 11
CE
Se van: se van Altamirano, Rodríguez, Liernur, Samoilovich, Sarlo y
Vezzetti.
DÉCADA DE 1990
NÚMERO 21
Nuevas figuras en CR: Julián Gadano, Miguel Ángel, Ernesto
Semán y Pablo Semán.
NÚMERO 22
Nuevos en CR: Fabián Bosoer, Fabián Bosoer, Marcelo Leiras. Se
va Merino.
NÚMERO 23-24
CE: se agrega Marcelo Lozano, se van Leis y Lozada.
NÚMERO 27
CR: se agrega Hugo Farusi
NÚMERO 29
CR: se agrega Roberto Gargarella
NÚMERO 30-31
CR: se agrega Pedroso, se van Farusi y Gargarella
NÚMERO 34
CE: vuelve Lozada y se va Lozano
NÚMERO 36
CE: se va Renzi
106
INTELECTUALES DEL COMPROMISO CON LA DERROTA
“(…) Reniego, dice el intelectual trágico argentino, porque
alegóricamente ya morí con Rodolfo Walsh y ahora me queda
desandar un camino, desmentirme.”98
98
González, Horacio. “El intelectual argentino. De Lugones a Portantiero”, El
Porteño, Buenos Aires, marzo de 1988, pp. 77-79. Este fragmento de
González, reformulado, ha servido de leiv motiv para el título de este escrito.
107
“qué hicimos”, “cómo nos equivocamos tanto”, entre otros,
proliferaron como maneras de tornar comprensible, tolerable y
certera la asunción de la derrota política. En este reencuentro de los
intelectuales con la esfera pública posdictatorial, los intelectuales de
La Ciudad Futura formaron parte del proceso de resignificación de
las luchas sociales previas a 1976. A continuación realizaremos
algunos comentarios al respecto.
99
Editorial “La Ciudad Futura”, La Ciudad Futura, Nº 1, agosto de 1986, p. 3.
108
nuestros ideales socialistas, sino porque es la única forma de
mantenerse fiel a ellos.”100
100
Ibíd.
109
operados en cada uno de ellos para poder hipotetizar que la
mentada confrontación pluralista no pasaría de ser un slogan.
Veremos que lejos de constituirse como espacio de confrontación
de voces disímiles, La Ciudad Futura reunió en sus páginas a
intelectuales preocupados por discutir y legitimar en la sociedad una
agenda de debates bien definida que funcionó como filtro de
exclusión para cualquier voz disonante101 a los mandatos de la
modernización neoliberal del Estado preanunciada por el
alfonsinismo y consolidada por la gestión del presidente Menem,
como asimismo del ajuste de cuentas con el pasado político
reciente y con el marxismo. No encontramos en la revista
formulaciones críticas respecto de la dependencia de nuestro país,
ni análisis de la economía del período vinculados con sus
consecuencias sociales en la exclusión y el desempleo que
comienzan a ahondarse en estos años. Esto es, la imagen respecto
a la realidad nacional que el lector puede formularse a través de la
lectura atenta de la revista entra en contradicción las más de las
veces con lo real en términos históricos o con análisis críticos del
subdesarrollo y la regalía nacional que sumiría al país a un nuevo
colonialismo. O mejor, los intereses que guían los análisis y las
interpretaciones de la situación nacional no se condicen con lo que
101
Un hecho fundamental que contribuye a nuestra hipótesis será el
distanciamiento del grupo de la revista Punto de Vista y de otras figuras a
causa de las desavenencias respecto a la posición que tomará la dirección de
La Ciudad Futura en torno a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Trataremos esta cuestión más adelante. De todas formas, creemos, que la
línea ideológica del núcleo duro de la revista marcará de antemano la
colaboración o participación de los intelectuales en el proyecto editorial. Esto
es, aquellas figura que tras la dictadura mantuvieron una línea ideológica
consecuente con su adscripción a la izquierda en su vertiente tradicional o
nacional, no participaron de hecho. Vale esta aclaración en la medida en que el
grupo de Punto de Vista renegará del alfonsinismo exacerbado de la dirección
pero, en líneas generales, compartirá su misma visión de la política y del papel
de la izquierda.
110
se espera de la izquierda intelectual que es la crítica a la
dependencia y a la desigualdad social.
El panorama político presentado en este período fue
delineado entre una izquierda anacrónica -analogada muchas veces
a la derecha- y un colectivo de intelectuales ideológica y
metodológicamente “actualizados”, en la medida en que desde la
revista se arguyó que el marxismo debía ser enterrado en bloque en
pos de la utilización de nuevos marcos teóricos y metodológicos,
posmodernos o propios de la socialdemocracia europea. El
intelectual colonizado con la mirada puesta en ideas surgidas de
realidades del Primer Mundo y funcionales a ellas volvía a instalarse
en los ámbitos porteños.
Eran años en que se intentaba, en muchos casos, asumir la
derrota, más o menos críticamente según los sujetos implicados,
para posicionarse en el nuevo esquema que inauguraba la
democracia tutelada por los grandes Grupos Económicos locales y
por los organismos multilaterales de crédito. Desde aquí se
estructuraron estrategias y posiciones político-ideológicas cuyos
objetivos tendieron a la ocupación de cargos en los nuevos
esquemas institucionales, que variaron desde posiciones más
críticas a las políticas en boga a otras abiertamente justificadoras y
defensoras del modelo político que se desplegó en el período.
En este esquema de “refundación democrática” era
imprescindible (desde un punto de vista acomodaticio) reubicarse
ideológicamente y los intelectuales de La Ciudad Futura diseñaron
una agenda de debate para cerrar el pasado e ingresar en el nuevo
sistema político, al cual definían en torno a su capacidad de
111
garantizar que con la democracia se come, se cura y se educa.102
Con este objetivo, debería saldarse el sentido otorgado a las luchas
políticas previas, en las que muchos de ellos habían sido
protagonistas. Éstas, en tanto reivindicatorias de cambios profundos
en la redistribución del ingreso a partir de métodos que, en algunos
casos no contemplaban únicamente la disputa electoral, eran
peligrosas para la democracia en ciernes, más cuando el término
“revolución” había sido dejado en el tintero del pasado, como
asimismo, las opciones políticas lindantes con la crítica al sistema
capitalista o al subdesarrollo.
Los debates en la sociedad fueron complejos y en tanto tales,
revistieron el carácter de una disputa ideológica hacia los ámbitos
de la producción cultural. La posición que resultó victoriosa y que se
difundió posteriormente desde distintos espacios institucionales fue
la que, no renunciando a la autoidentificación en la izquierda,
condenó fuertemente el compromiso activo y militante de los
intelectuales de 1960 y 1970, naturalizando la derrota de la batalla
por una democracia participativa y de masas, dando apertura a la
democracia neoliberal de “ciudadanos” que se materializó en la
década del ´90. En esta línea, se legitimó el paquete de reformas
del Estado en la medida en que el problema de la Argentina sería
considerado no, en términos de su condición de semicolonia del
102
Con un discurso socialdemócrata que prometía defender los derechos
humanos y dar batalla a la pobreza, postulando que “con la democracia se
come, se cura y se educa”, el candidato de la UCR, Raúl Alfonsín, consigue el
triunfo electoral en 1983. Pocos años después, cederá a la presión del poder
económico y traicionará a sus votantes, dictando las aberrantes leyes de Punto
Final y Obediencia Debida e implementando “la economía de guerra” y los
ajustes a través, por ejemplo, del Plan Austral. Para ampliación, Campione
(2003). Veremos más adelante las relaciones entre los intelectuales de La
Ciudad Futura y el alfonsinismo.
112
imperialismo, sino por sus aparatos burocráticos e ineficientes. A
modo ilustrativo:
“(…) Reformar el Estado no sólo quiere decir tornar más eficiente su
comportamiento burocrático, sino lograr que la sociedad participe
crecientemente en su gestión. Esto implica, por un lado, crear
instancias como el plebiscito, el referéndum, la iniciativa popular y la
revocatoria y descentralizar las decisiones administrativas para
acercar a los ciudadanos a ellas, en todos los rubros que hacen a la
vida cotidiana y a los consumos sociales como la salud, la vivienda
o la educación.”103
“(…) La política no puede ser otra cosa que un eterno errar. (…)
Concebir así la política no es pesimista. Es como el chiste, efecto
de la experiencia, y de saber que, al ser el sujeto producto de la
palabra, y al ser ésta limitada para dar cuenta de lo real, no hay otra
103
“Entre pactos perfectos y acuerdos posibles y sociales”, La Ciudad Futura,
Nº 8-9, diciembre de 1987, pp. 23.
113
posibilidad en la construcción de la sociedad que el ensayo y el
error. Error fecundo, en tanto incita a corregir, a renovar
formulaciones, en el infinito trajinar del movimiento social. (…) En
este sentido planteo que, todo discurso político se revela como de lo
imposible. El “posibilismo” ignora justamente esto, y se ilusiona con
la “posibilidad” de pensar las sociedades apelando solamente a la
conciencia y a la racionalidad de sus actores. (…) Si en la reflexión
sobre la política no se atiende eso, no se entienden vaivenes y
paradojas del movimiento social. La perplejidad de nuestra
izquierda fue efecto de haber creído en los “60” que, renunciando a
la democracia, obteníamos la “posibilidad” del socialismo. Y como
efecto de los “70” que, rebajando aspiraciones, defendemos la
“posibilidad” democrática zafando de la amenaza uniformada. La
obstinada crueldad de la historia ha cuestionado ambos
posibilismos y básicamente la idea de modelos. No hay modelo
posible. La historia, discurso puesto en acto, no es más que un
eterno trabajo de sus actores sobre sí.” 104
104
Sergio Rodríguez, “Tradición y modernización: ¿Desde dónde enunciamos
los socialistas?”, La Ciudad Futura, Nº 10, abril de 1988, p. 11.
114
que los acercaba a posiciones justificatorias de las políticas en boga
que inauguraban la destrucción de la economía nacional. Citamos:
105
La cita corresponde al ya reseñado artículo “¿Y ahora qué?” (Nº 18-19, junio-
septiembre de 1989). Hacia este número comienzan a autoproclamarse
reformistas, título que habían negado en los comienzos de la publicación.
115
Recuperamos, para reflexionar sobre ellos, todo lo que otros y
nosotros hemos dicho en los últimos años sobre la necesidad de
equilibrar los pesos relativos del poder corporativo y del poder
político en la legitimidad democrática de las decisiones.106
Aquí nadie
tiene derecho a distraerse,
a estar asustado, a rozar
la indignación, a exclamar su sorpresa.
Francisco Urondo107
106
Ibíd.
107
“Mi tierra querida”, Obra poética, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires,
2006, p. 382
116
tendenciosa de una imagen del pasado reciente, como puntos
fuertes- condicionó la práctica intelectual en pos de fortalecer el
consenso. Ilustrativos de esta posición resultan los argumentos
esgrimidos por Beatriz Sarlo a comienzos de la década del ´90 en
referencia al período de apertura democrática:
108
Sarlo, Beatriz, “Un examen de ideas” en La Ciudad Futura, Nº 30-31,
diciembre 1991 febrero 1992, pp. 37-8. Beatriz Sarlo, miembro del Club de
Cultura Socialista, directora de la revista Punto de Vista, forma parte del Comité
Editorial de La Ciudad Futura hasta el Nº 10 de abril de 1988. Esta figura
consigue amplia visibilidad en el campo intelectual de la década del ´80 hasta
la actualidad, ocupando cátedras universitarias en la carrera de Letras de la
UBA, con múltiples publicaciones y participación en debates públicos, desde
donde militó fervorosamente por instalar un modelo de intelectual funcional al
neoliberalismo. Volveremos sobre esta figura. Asimismo, para una visión
certera de la misma ver Saavedra, Guillermo. Entrevista a Beatriz Sarlo, “El
poder es la falta radical de los intelectuales.” El Porteño, Nº 73, Buenos Aires,
enero de 1988, pp. 74-77.
117
El tipo de revisión que plantea Sarlo conllevó directamente a
la reprobación de la práctica intelectual ligada a la militancia política
de aquellos años y ésta a la voluntad de incidir en la realidad para
transformarla. Así como, los “modos de pensar” no eran formas de
concebir el mundo cultivadas en manuales de teoría marxista,
modos de ver o imaginarios sociales caídos del cielo sino, prácticas
concretas de miles de sujetos forjadas en años de lucha,
proscripciones, golpes de Estado y fusilamientos.
En la misma línea de Sarlo, Portantiero rememorando desde
una óptica condenatoria los años de militancia intelectual sesentista
desde las páginas de La Ciudad Futura, argumentará en el mismo
período que:
109
Portantiero, Juan Carlos, “Demanda contra el olvido” (Reseña al libro de
Oscar Terán: Nuestros años sesenta), La Ciudad Futura, Nº 30-31, diciembre
1991-febrero 1992, p. 37.
118
“trágicos”, “terribles años setenta de violencia y muerte”, al decir de
Portantiero, son recortes parciales del pasado cargados de un tinte
ideológico bien claro interesado en dar pautas y fijar modelos de
accionar intelectual y penar otros como modelos de futuro.
A diferencia de las declaraciones de Sarlo y Portantiero,
compartidas por La Ciudad Futura, creemos que la politización del
intelectual no implicó la dependencia de las prácticas culturales a
los objetivos políticos sino que, en las condiciones de la sociedad
argentina de fines de los años ´60 y principios de los ´70, la decisión
de los intelectuales de dar preponderancia a lo político fue
expresión conciente y sincera de las funciones de la cultura y de las
necesidades concretas de la militancia para cada contexto
específico. Podríamos plantearnos el siguiente interrogante: ¿era
acaso, posible escindir la práctica de los intelectuales en un país
que desde el año 1955 era parte de dictaduras, proscripciones y
violencia sistemática? ¿Las víctimas de las bombas del ´55, los
fusilados en el ´56, los muertos en las manifestaciones populares,
los guerrilleros asesinados en los montes salteños eran los
productores de violencia? En el marco de funcionamiento represivo
de nuestro país, toda una generación respondería a la violencia del
modelo con el compromiso inevitable contra el modelo y muchas
veces éste compromiso devendría en formas violentas. Ya hemos
comentado que a la violencia oligárquica de las minorías se
respondería con la violencia popular organizada de las mayorías en
el contexto de integración de los paradigmas de la revolución
nacional y de la revolución social. Esto es, conjugando el
nacionalismo de la primera independencia inconclusa y las luchas
nacionales del movimiento peronista y de los sectores clasistas con
el socialismo de la segunda independencia cuyos exponentes eran
119
Cuba, Argelia y Vietnam. La significación dada a las luchas sociales
de la historia reciente vinculada con la condena al accionar militante
será planteada en términos como los que siguen:
110
Héctor Leis, “Sobre el ´Punto final´. ¿Un paso adelante y otro atrás?”, La
Ciudad Futura, Nº 3, diciembre de 1986, p. 4.
120
Banco Mundial o el FMI. En este contexto y como producto de la
organización creciente del campo intelectual antineoliberal, es difícil
sostener argumentos como los citados111 en medios académicos e
intelectuales sin entrar en espinosas batallas ideológicas que
reiteramos, aún es necesario dar porque las ideas de condena a la
militancia, de la dupla moral vs. guerra, entre otras, operan aún a
través de textos de historia nacional y en boca de profesores
universitarios. Pese a las resistencias al discurso único neoliberal, la
hegemonía del “sálvese quién pueda”, de la “neutralidad ideológica”
o del ser “políticamente independiente” como dador de valor de las
prácticas intelectuales consensuadas y políticamente correctas, aún
no ha sido desnaturalizada como regla y como horizonte de
posibilidades. De la misma manera en que en las décadas del ´60 y
del ´70, el modelo de intelectual posibilista que se quiere de
izquierda, “progresista”, “camaleónico”112 de La Ciudad Futura
hubiere sido una figura difícil de encontrar, desde la década del ´80
a esta parte, en el período de revolución conservadora, el modelo
de intelectual crítico y comprometido con el cambio social, desde la
óptica de La Ciudad Futura fue considerado “setentista”, pasado de
moda, un imposible histórico que navegaría en contra de la marea
neoliberal.
111
Piénsese en las reacciones que provocó la carta abierta de Oscar del Barco
comentada en páginas precedentes.
112
Usamos esta figura porque sostenemos que la trayectoria de estos
intelectuales estuvo signada por la apropiación y el acomodamiento apacible en
todas las modas políticas: fueron comunistas a principios de la década del ´60,
izquierdistas radicales a comienzos de los ´70, orgánicos a Montoneros y
fervientes defensores de la lucha armada en 1973, arrepentidos en 1976,
alfonsinistas en 1983 y defensores de las políticas neoliberales en los ´90. Más
allá de la cuestión de la hegemonía en términos de variaciones en el mundo de
valores colectivo y de la derrota acontecida tras la última dictadura, estas
figuras usufructuaron, en términos económicos y simbólicos, a través de sus
prácticas en distintos espacios institucionales y discursivos los frutos del
genocidio social de los ´90.
121
EL GRUPO ESMERALDA113
113
Esta denominación fue la utilizada por la prensa para referirse al equipo de
colaboradores del presidente Raúl Alfonsín, ya que el mismo funcionaba en la
calle homónima de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Éstos habían sido
nucleados por Meyer Goodbar, interventor de ATC durante el alfonsinismo y
empresario prolífico durante el menemismo.
114
González, op. Cit., pp. 77-79.
122
democracia que propondría a la ciudadanía el alfonsinismo. En
síntesis, se trataba de una concepción de la práctica política basada
en determinadas “reglas de juego” respetadas por todos los
sectores y de un nuevo “contrato” de tolerancia civil. Conceptos que
se verán plasmados en palabras del presidente:115
115
"Convocatoria para una convergencia democrática" en Alfonsín, Raúl. El
poder de la democracia, Ediciones Fundación Plural, Buenos Aires, 1987, pp.
43, 24-5, 23 y 38. También se puede consultar Discursos sobre el Discurso,
EUDEBA y FUCADE, Buenos Aires, 1986. Este discurso se lo conoce también
como el "discurso de Parque Norte."
123
por Martínez de Hoz. Se acordaría con los “capitanes de la
industria” y con el sector más poderoso de la burocracia sindical.
Conjuntamente, se pactaría con un Partido Justicialista, en la
antesala del neoliberalismo, de cuño neoliberal regenteado por el
próximo presidente, Carlos Saúl Menem, que sería reforzado más
adelante a través del Pacto de Olivos en 1994. Pese a iniciar los
juicios a las Juntas militares, en un acto de inmensa importancia
política, se derivaría en la legislación que, en cierta medida,
legitimaría los muertos y desaparecidos de la dictadura (Leyes de
Punto Final y Obediencia Debida).
A la teoría de la dependencia de décadas precedentes, éstos
intelectuales la transformarían profundamente en términos de teoría
de la democracia, o mejor, de la transición a la democracia, donde
comenzarían a cobrar valor términos tales como consenso, reglas
constitutivas del juego, parlamento, pluralismo, convergencia, en
lugar de conflicto, dependencia, sistema político corrupto, sistema
económico exclusor de las mayorías populares, etc. Todo el
paquete discursivo de la “Economía de Guerra”, la “Casa está en
Orden”, así como su claudicante legislación (las mencionadas leyes
del perdón genocida), los complots ideológicos del Pacto de Olivos
y de la Reforma Constitucional del año 1994 y finalmente, la
justificación teórica de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU)
y de los Superpoderes, pasarán por la pluma de éstas figuras a
través de la revista La Ciudad Futura y de las distintas
publicaciones de este período116 y además, a través de las cátedras
universitarias.117
116
Entre otras: Investigaciones políticas de Emilio de Ipola; Rebelión del coro.
Estudios sobre la racionalidad política y el sentido común (Nueva Visión,
Buenos Aires, 1989) de José Nun; "La producción de un orden. Ensayos sobre
democracia entre el estado y la sociedad" (Nueva Visión, Buenos Aires, 1988)
124
La crisis de la Argentina no sería para estas figuras una crisis
vinculada con el modelo de la dependencia sino, con los legados
“autoritarios” del pasado que serían resueltos a través del “pacto”
como esfera autónoma e irreductible a la esfera económica-social.:
125
"Yo pensaba que había que apoyar el proyecto de Alfonsín, en la
medida en que me parecía un proyecto profundo, profundamente
democrático, pero sabía que eso podía fallar. En realidad, falló o,
corrigiéndome, no falló totalmente: si bien ciertas esperanzas que
nosotros habíamos depositado en su política no se cumplieron,
otras si lo hicieron. El problema quizá fue que creímos que el país
se parecía al alfonsinismo, pero luego nos enteramos que se
parecía más al menemismo; fue en este sentido que no se
cumplieron nuestros anhelos. Éramos conscientes de la posibilidad
del fracaso pero, de todas maneras, nos parecía que debíamos
apoyar activamente su gestión; aun hoy creo que hicimos lo
correcto. Mi biografía política se termina más o menos ahí."120
120
Trímboli, Javier. La izquierda en la argentina; "Conversación con Emilio de
Ipola", Manantial, Buenos Aires, 1998, p. 154. Resulta llamativo que este
volumen interesado por recuperar voces de “izquierda” se ocupe
mayoritariamente de todos estos personajes.
121
Ibíd.
126
trata o a lo sumo, en algunos casos, opacas acotaciones sin ningún
tipo de esclarecimiento respecto a los pasajes ideológicos y
políticos constantes y en otros, condena del pasado propio y
colectivo a secas. Como pudimos observar en los distintos
apartados, las posiciones y las apuestas políticas se sucedieron una
tras otra sin demasiada puesta en limpio viraje tras viraje.
127
NOSOTROS DE IZQUIERDA: DEBATES, ENEMIGOS POLÍTICOS
Y FOCOS CENTRALES DE CRÍTICA
122
González, op. Cit., p. 78.
128
asimismo, de políticas de exculpación de genocidas, como fueron
las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida alfonsinistas123, por
citar únicamente algunos términos de la contradicción. La cuestión,
como ya lo comentamos reiteradas veces en estas páginas, no
reside a nuestro entender en la exigencia de férreas posturas
políticas congeladas en el tiempo ni de dogmatismo alguno, sino, de
la funcionalidad concreta del intelectual a proyectos específicos
para clases o sectores sociales determinados. Se juega para la
organización de las clases subalternas, se otorgan insumos
discursivos e ideológicos a la aglutinación de un proyecto que
contemple a las mayorías, se escriben libros como herramientas de
lucha del campo popular para la liberación nacional, se denuncia la
dependencia o se alientan agendas de gobierno neoliberales, se
editan revistas para ciertos sectores de las clases medias que están
cansadas del Estado ineficiente que debe privatizar y modernizar
sus estructuras, se forma estudiantes universitarios en la lógica de
la rentabilidad y de los delirios academicistas primermundistas…
entre estas variables la gama es vasta. Es más, ni siquiera aludimos
en este escrito al olvido de antiguas posiciones anticapitalistas. No
se necesita proclamarse “anticapitalista” para ser crítico del sistema
de dependencia, sobre todo en un país que experimentó el mayor
auge de masas en el contexto de un capitalismo de Estado inclusivo
tras las banderas de la justicia social, la independencia económica y
la soberanía política. Tampoco creemos que la centralidad de un
123
Ahondaremos en esta cuestión en otro apartado. El apoyo acérrimo del
núcleo duro de la revista a la puesta en marcha de las leyes produjo debates y
hasta rupturas en el seno de la publicación. Se utilizó la misma estrategia y
argumentos en torno a lo que, en el apartado acerca del modelo de
democracia, denominamos “fantasma del golpe de Estado”. Es necesario
anotar, sin embargo, que en pocos países se juzgó a los militares implicados
en las dictaduras. La voluntad inicial del alfonsinismo fue en principio, un hecho
notable. Los avatares posteriores, una vergüenza nacional.
129
intelectual de un país periférico pase por señalar la vigencia o la
muerte del marxismo sino, por mantener una posición crítica de la
dependencia. Aludimos sí, a las exacerbadas loas a un modelo de
democracia (alfonsinista, menemista, aliancista) que produjo
hambre, desocupación y niveles de exclusión pavorosos.
Hecha esta salvedad, intentaremos aquí, trazar un panorama
de lo que, a través de varios números de la revista, se va
conformando como “enemigo político” o como “foco de crítica” en
las páginas de La Ciudad Futura. Llamativamente, veremos que la
autoproclamada izquierda se diluye en su propia nostalgia de ya no
ser tal, en la medida en que su invectiva no estará puesta, tal como
podría esperarse de esta filiación ideológico-política, en la derecha
enquistada en el poder o en la extranjerización de la economía
perpetrada durante las décadas en que la revista vivió su mayor
auge, sino en otros objetos de interés. Gráficamente, la revista irá
conformando su propia identidad a través del ataque reiterado a las
políticas del Partido Comunista, la corrosión ambivalente del
Peronismo histórico o doctrina peronista y la condena a la militancia
del período 1960-1970, punto éste último que comentamos en
páginas precedentes.
130
a los integrantes del Club de Cultura Socialista) en su relación con
el gobierno, por otro lado los intelectuales de izquierda que están en
la oposición son intelectuales sencillistas, son los Fernández
Moreno de la política.”124
124
Saavedra, Reportaje a Sarlo (op. Cit., p. 76).
125
Editorial “La Ciudad Futura”, La Ciudad Futura, Nº 1, agosto de 1986, p. 3.
126
Ibíd. “Socialistas. Atrevámonos a decir que hemos cambiado”, p. 10; “XVII
Congreso del PCI. El comunismo mutante: una lectura organizativa”; “Otro
congreso, otro estilo. Testimonio: El error de un acierto”, p. 13.
131
Sergio Rodríguez (“Otro congreso, otro estilo. Testimonio: El error
de un acierto”) completa el cuadro a través de la denuncia del
accionar del PCA, sobre todo durante la última dictadura militar, a
través de un extenso mea culpa de un ex comunista cansado y
arrepentido que reniega del iluminismo de vanguardia del su antiguo
partido de pertenencia. Se sucederá esta línea de crítica a la
izquierda durante varios números. Veámoslo.
En el Nº 3 de diciembre de 1986, José Aricó en un artículo
titulado “¿Recreación o consumación del comunismo argentino?”,
afirmará que el PCA desconoce la crisis del PC a nivel mundial,
crisis que supone la imposibilidad en la coyuntura política de los ´80
de pensar la sociedad desde un paradigma de clase.
En el Nº 6 (agosto de 1987) comenzará a publicarse una
sección titulada “Debate sobre la izquierda” donde se desplegará
con fuerza la crítica a los partidos de izquierda y el delineamiento de
la propia identidad. En un artículo de Carlos Altamirano127 se
establece que la izquierda debe cambiar (en la medida en que se
afirma que existe una izquierda marxista ortodoxa) en el contexto de
avance conservador y bipartidismo (radicalismo-peronismo). En
este número aparece además y llamativamente, un artículo de
Oscar Valdovinos128, (militante del Partido Intransigente), uno de los
pocos textos del período que analiza los límites reales de la
democracia argentina, piensa a la izquierda como fuerza política de
transformación y llama a los intelectuales a consolidar un nuevo
bloque histórico.
127
“Comencemos por reconocer los problemas”, La Ciudad Futura, Nº 6
(agosto de 1987), p. 5
128
Ibíd., “¿Es posible la izquierda en Argentina?”, p. 6
132
Hacia el Nº 7 del mes de octubre de 1987, aparece un artículo
de Miguel Ángel García129, donde se establece (a través del
comentario de un texto de Labini) el fin de la historia como historia
de la lucha de clases. Esta sería un residual histórico, se afirma, en
la medida en que ya no hay clases sociales, desaparecidas por el
desarrollo de la tecnología y el proceso de democratización propio
del movimiento de la sociedad. En una línea similar, en el Nº 8-9 de
diciembre de 1987, José Aricó130, plantea que la izquierda en la
actualidad, debe construir el socialismo abandonando la pretensión
de la toma del poder en el camino de consolidación de una
democracia avanzada. Asimismo, señala que los temas
privilegiados de debate en torno al socialismo responden a la
centralidad de la vida y los derechos de los ciudadanos como
hombres libres. En este contexto, apuesta a la ruptura con una
supuesta visión anacrónica típica de los años ´60 y ´70, por estar
plagada de premisas totalizadoras e ideológicas. En este mismo
número, se publica un trabajo de Ludolfo Paramio131 que viene a
robustecer la apuesta del colectivo intelectual, en la medida en que
sostiene que tras las lecciones de la derrota, la mejor izquierda en
Argentina es la que está pensando la consolidación democrática y
el proceso de modernización. Hasta incluye la posibilidad del
perdón a los militares en la tarea de refundación nacional, que se
está legitimando en la revista en estos años.
Hacia el Nº 11 del mes de junio de 1988, comenzarán a
aparecer en la revista trabajos de análisis y apuestas políticas
129
“Otra vez las clases sociales”, La Ciudad Futura, Nº 7, octubre de 1987, p.
29.
130
“Imaginar hoy el socialismo en la Argentina”, La Ciudad Futura, Nº 8-9,
diciembre de 1987, p. 8.
131
Ibíd., Ludolfo Paramio, “La izquierda ante el fin de siglo”, p. 11.
133
respecto a las próximas elecciones del año 1989. Comentando el
proceso eleccionario, Sergio Bufano planteará que:
132
Bufano, Sergio, “Vamos a votar. Frente a la falta de opciones políticas”. La
Ciudad Futura, Nº 11, junio de 1988, p. 9.
134
señalando la ausencia de una fuerza de izquierda real, porque la
izquierda existente en su anacronismo setentista no hace creíbles
sus propuestas en la medida en que pervive en la lógica típica del
rechazo y la critica. Estas caracterizaciones aparecen como
contradicciones de lo que en el Editorial se estipula como nota de
valor propia: la modernización de la izquierda. Citamos:
133
Editorial “La izquierda: todo un tema”, La Ciudad Futura, Nº 13-14,
noviembre de 1988- enero de 1990, p. 3.
134
Nos referimos a Juano Villafañe y Aldo Ferreres. La cita corresponde a
“Intelectuales: entre el ayer y la nada”. Mascaró, Buenos Aires, Año 2, Nº 6,
septiembre de 1986, p. 56. Este interesante artículo es, casualmente, la
135
de los intelectuales de La Ciudad Futura respecto a éstos y al
proceso abierto por el alfonsinismo:
136
nacional-popular, como de la izquierda. Interesados en participar en
la creación de un nuevo proyecto orgánico alternativo, superador
del pasado y de las estrecheces de quienes apuestan a la nada.”135
135
Villafañe y Ferreres, op. Cit., p. 57.
136
Editorial “La Ciudad Futura”, La Ciudad Futura, Nº 1, agosto de 1986, p. 3.
137
al espacio del “nosotros” de la revista. La primera, detenida en el
tiempo, esclerosada, la segunda modernizada, auténtica. Así se
trabó paulatinamente una suerte de dicotomía a través de la dupla
viejo-nuevo que tendió a hacer prevalecer la novedad por sobre lo
supuestamente caduco. La cuestión, más allá del valor de verdad
que esta estrategia supone, es visualizar qué supuso en el terreno
de la política argentina concreta aferrarse a lo viejo o tender hacia lo
nuevo y aquí se aclara el sentido del debate. No hacemos
referencia aquí al “atraso” o a la “modernidad” de la izquierda en
términos de su formación o de su itinerario político concreto. En
este punto, creemos que la intelectualidad comunista o socialista
estuvo mucho más vinculada a acontecimientos internacionales que
a las luchas nacionales específicas, con las excepciones que todos
conocemos. Esta cuestión no se discute en la revista. De hecho, la
autodenominada “izquierda”, tuvo puesta la mirada en las
novedades teóricas europeas y norteamericanas en pos de
modernizarse haciendo caso omiso de las problemáticas del país
subdesarrollado de pertenencia. Lo viejo, las certidumbres del
pasado militante tal como reiteramos más de una vez, supusieron el
compromiso concreto con un modelo de nación específico (sean, la
patria peronista, la patria socialista o variantes), como asimismo, lo
nuevo en el naciente contexto nacional e internacional de los ´80
(salvando la experiencia de revolución triunfante en Nicaragua)
supuso el avance de modelos neoliberales. Con éstos, se auspició
entonces el fin de la historia, se preanunció la caída de los grandes
relatos y el devenir de una socialdemocracia que para la periferia
tuvo costos fuertes. Asimismo, los dos demonios, que analogaría
militares-intelectuales de derecha a gremialistas-intelectuales de
138
izquierda forma parte también del Editorial primero.
Tempranamente, se expresa:
137
Editorial “La Ciudad Futura”, La Ciudad Futura, Nº 1, agosto de 1986, p. 3.
138
“Una historia que recién empieza”, La Ciudad Futura, Nº 5, junio de 1987, p.
3.
139
“(…) Hemos dicho que si algún sentido puede tener La Ciudad
Futura es el de contribuir a un debate en el camino de su
constitución como alternativa, al menos como un privilegiado tercero
en discordia en la lucha política. Difícil tarea la de ese virtual
socialismo: organizar idealmente desde algo así como la nada
social, ser garante activo del sistema democrático y diferenciarse
como alternativa de futuro. Desde estas dificultades se gesta
perversamente el vanguardismo, el conformismo, el aislacionismo,
como resultantes opuestas pero semejantes de una carencia
histórica de proyecto capaz de ser compartido.”139
139
Editorial “Ahora elecciones: ¿y después?”, La Ciudad Futura, Nº 6, agosto
de 1987, p. 3.
140
importante de todos, porque de su resolución dependía el futuro.
Pero la izquierda lo había minimizado durante tres años.”140
141
LA CIUDAD FUTURA FRENTE A LAS LEYES DEL PERDÓN
ALFONSINISTA
142
decisión del gobierno de exculpar a los militares), la línea editorial
los legitimó a través del argumento de que había que sostener la
transición. Aquí, la dicotomía que comentáramos antes, compuesta
por la dupla democracia – autoritarismo jugó un papel crucial como
callejón sin salida frente a las vergonzosas leyes: sostener la
transición o entrar en un nuevo golpe de Estado.
143
los hechos de naturaleza penal realizados en ocasión o con motivo
del desarrollo de acciones dirigidas a prevenir, conjurar o poner fin a
las referidas actividades terroristas o subversivas, cualquiera
hubiera sido su naturaleza o el bien jurídico lesionado. Los efectos
de esta ley alcanzan a los autores, partícipes, instigadores,
cómplices o encubridores y comprende a los delitos comunes
conexos y a los delitos militares conexos.”
Y en el artículo 2º:
144
Militares, respectivamente. Respecto al sentido de los decretos, en
el 1º se afirmó la necesidad de "Afianzar la justicia; con este fin,
corresponde procurar que sea promovida la persecución penal que
corresponda contra los máximos responsables de la instauración de
formas violentas de acción política, cuya presencia perturbó la vida
argentina."145 El decreto se aplicó particularmente a los dirigentes
de organizaciones guerrilleras, reforzando de este modo la teoría de
los dos demonios que observamos a través de las páginas de La
Ciudad Futura. El segundo decreto ordenó enjuiciar a las juntas
militares. Leemos en su artículo 1º: "Sométase a juicio sumario ante
el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas a los integrantes de la
Junta Militar que usurpó el gobierno de la Nación el 24 de marzo de
1976 y a los integrantes de las dos juntas militares subsiguientes."146
Este decreto constituyó en su momento la gran proclama de
compensación republicana. Se mandaba a enjuiciar a nueve
personas integrantes de las tres primeras Juntas de Gobierno.
Resulta llamativo que no haya incluido a la 4º Junta, la que estuvo a
cargo de la convocatoria a elecciones y la que traspasó el gobierno
dando tránsito a la salida institucional. Fue además, la que diseñó
los instrumentos legales de impunidad: la comentada “Ley de
Autoamnistía” y el decreto secreto Nº 2726/83 que ordenaba la
incineración de todo documento oficial comprometedor, con lo cual
fueron destruidas pruebas fundamentales. Vale aclarar que este
decreto de Alfonsín promovía un nuevo juicio, esto es, el juicio a las
Juntas, que se sumaba a los más de dos mil juicios en trámite en
ese momento contra diversos represores de todas las jerarquías
145
Ibíd.
146
Ibíd.
145
que representaban el esfuerzo popular en el terreno judicial contra y
durante la dictadura.
El 15 de diciembre de este mismo año fue aprobado otro
decreto, el Nº 187, que estableció la creación de la Comisión
Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). Esta
estaría encargada de investigar las violaciones a los derechos
humanos cometidas durante la dictadura militar. La CONADEP fue
conformada por trece miembros y cinco secretarios y tomó
testimonio a cientos de victimas y familiares del terrorismo de
estado.
146
TRAICIONES RADICALES I: LEY Nº 23.492 (PUNTO FINAL)
147
Ibíd.
147
comentaremos más adelante. Absolvía a los militares de rango
intermedio y menor, acusados de violaciones a los derechos
humanos durante la dictadura, por haber cumplido órdenes como
subordinados. El artículo 1º de la ley establece que:
148
Ibíd.
149
El 25 de marzo de 1998 las leyes de Obediencia Debida y Punto Final
fueron derogadas por el Congreso Nacional, pero las causas de los militares
continuaron cerradas. El 6 de marzo de 2001, el juez Gabriel Cavallo declaró la
"inconstitucionalidad y la nulidad insanable" de las leyes. El 9 de noviembre del
mismo año, la Sala II de la Cámara confirmó por unanimidad el fallo dictado por
el juez Cavallo y ratificó la inconstitucionalidad. El 12 de agosto de 2003, la
Cámara Nacional de Diputados anuló las leyes y el 20 del mismo mes, la
Cámara Nacional de Senadores finalizó su anulación. En 14 de junio de 2005
bajo la presidencia del justicialista Néstor Kichner, la Corte declaró
inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. En la
actualidad (año 2007) se están juzgando genocidas en los Tribunales de la
ciudad de La Plata. Esta gestión de gobierno tuvo, en principio, un carácter
ciertamente esperanzador en relación a la voluntad política de llevar adelante
una política seria en torno a los derechos humanos, o mejor, en torno a los
derechos humanos estrictamente vinculados con la desaparición de personas
de nuestro pasado reciente. Hay que decirlo: en la actualidad los derechos
humanos también atañen a los muertos por hambre en el país de las vacas y el
trigo. Una más entre las paradojas de nuestras democracias del ´83 a esta
parte: Kichner impulsa el juzgamiento a los genocidas del proceso y sostiene la
regalía económica de los grandes grupos económicos que fueron los
verdaderos beneficiados del período (Repsol, Techint, Bunge Born, etc.), como
asimismo, continúa las relaciones carnales con las naciones centrales
ahondando el carácter neocolonial de nuestro país.
148
LA CIUDAD FUTURA ANTE LAS LEYES ALFONSINISTAS
A partir de la publicación del ejemplar Nº 3 (diciembre de
1986) la revista hará eco de las decisiones del gobierno nacional de
impulsar las leyes comentadas previamente. El “debate” (se verá
más adelante la mitigación que supone el entrecomillado) tendrá
duración hasta el Nº 6 del mes de agosto de 1987 a través de notas
editoriales y de una sección titulada “Cuestión militar” que no estará
presente en los números subsiguientes. El Nº 11 (junio de 1988)
marcará el distanciamiento que enunciamos antes, del grupo
vinculado a la revista Punto de Vista (Carlos Altamirano y Beatriz
Sarlo fundamentalmente; además se irán: Rodríguez, Liernur,
Samoilovich, y Vezzetti) que seguirá colaborando pero no formará
parte del staff estable del Consejo Editorial de La Ciudad Futura.
Los números intermedios (Nº 7, 8-9 y 10) dejarán de lado el debate
de las leyes (sancionadas ya por el Congreso) para dar relevancia a
los levantamientos militares150 desde la óptica de lo que
denominamos como fantasma del golpe de Estado.
Ahora bien, la posición de la línea editorial (representada por
el núcleo duro del grupo de Pasado y Presente: Aricó, Portantiero y
150
El 16 de abril de 1987, durante la Semana Santa, un grupo de militares bajo
el mando del teniente coronel Aldo Rico ocupó la Escuela de Infantería en
Campo de Mayo para exigir la amnistía y la sustitución de la cúpula militar.
Entre el 14 y el 18 de enero de 1988, Rico encabezó otro levantamiento
carapintada, ahora en Monte Caseros: abandonó su arresto domiciliario y se
acuarteló en el Regimiento 4 de Infantería, con 60 oficiales y 200 suboficiales.
Se rindieron rápidamente. El 3 de diciembre de 1988, usando el Batallón de
Arsenales en Villa Martelli como centro de operaciones, el coronel Mohamed
Seineldín encabezó una rebelión por no haber sido recomendado para el
ascenso a General. La última asonada carapintada tomó lugar el 3 de
diciembre de 1990, en que un grupo de militares ocuparon la sede del Estado
Mayor del Ejército y del Regimiento I de Patricios. Hubo trece personas
muertas y alrededor de 200 heridos.
149
Tula) frente a las leyes será de apoyo incondicional a las mismas
tras el argumento habitual del grupo de fortalecer la transición
democrática. La justificación que aparecerá en reiteradas
oportunidades sustentará que los militares ya hicieron su
autocrítica, ya se procesó a los responsables y se necesita
subordinar las FFAA a un orden constitucional. ¿Puede sostenerse
la autodenominación de izquierda tras este posicionamiento?
Y se agrega:
151
“El ¨Punto final´, la política y la ética. ¿Una conciliación imposible?” artículo
firmado por La Ciudad Futura, La Ciudad Futura, Nº 3, diciembre de 1986, p. 4.
150
“(…) El proyecto es en sí mismo cuestionable, pues su
implementación no cumpliría con los fines de fortalecer la frágil
democracia que transitamos. No obstante, no es fácil obtener un
diagnóstico claro y consensual respecto de la necesidad y
características de una salida política que establezca bases sólidas
para la integración de las fuerzas armadas al orden constitucional y
legal del país. Habida cuenta de que el orden democrático fue
sistemáticamente quebrado por la acción militar, el problema de la
redefinición política e institucional de las fuerzas armadas tiene una
relevancia insoslayable. (…) En este sentido, el proyecto no
aparece como una herramienta eficaz al no contar con el sustento
que debería darle una sociedad convencida de la justeza y
oportunidad de tal ley, ni con el acuerdo previo de los partidos
políticos e instituciones sociales representativas. La validez del
mismo debe pensarse en términos de su capacidad para resolver
un problema que afecta al conjunto de la sociedad y no al de una
parte. Sólo así será posible que una decisión política del gobierno
no contradiga principios morales y jurídicos aunque de ellos no
extraiga su principal justificación.”152
151
corporación militar ya realizó su autocrítica, que los responsables de
comando ya están condenados o procesados y que, por último,
eliminando toda incertidumbre respecto del enjuiciamiento futuro de
sus cuadros se garantizará su subordinación al orden constitucional.
(…) Esta medida representaría una demorada toma de partido a
favor de la posición adoptada por las fuerzas armadas en la lucha
contra la guerrilla. (…) La medida que aquí discutimos es
antidemocrática y anuncia un futuro de incertidumbres para los
ciudadanos y ciudadanas de este país.”153
152
Santa, que será un factor a través del cual reforzarán aun más la
posición de defensa de las leyes alfonsinistas. A modo ilustrativo:
153
ajustar cuentas con el pasado. A su vez, Alejandro Katz159 refiere a
que la Obediencia Debida no responde a presiones o a
negociaciones secretas de gobierno sino a la necesidad de una
sociedad de expulsar de sí misma la posibilidad de la locura ya que
al redimir al asesino, la sociedad se redime a sí misma.
159
“Un hecho de nuestra historia”, La Ciudad Futura, Nº 5, junio de 1987.
160
Julio Godio, “¿Razón o pasión?”, La Ciudad Futura, Nº 6, agosto de 1987,
p. 9
161
“Los militares ante la sociedad”, La Ciudad Futura, Nº 10, abril de 1988, p. 2.
154
“(…) El terrorismo de estado de la pasada dictadura pertenece a
una inhumanidad inaceptable para los argentinos, porque no es –ni
puede ser- base para ninguna reconstrucción de nuestra
convivencia. Por eso, dicha solicitud, en la que confluyen fascistas y
“liberales”, plantea una crisis de principios cuyos nubarrones sólo
podrán aventarse a partir de políticas que sean tan pacientes como
enérgicas, tan sutiles como ajustadas a un cambio en la relación
entre los militares y la sociedad. (…) En el caso de un pensamiento
político que define sus posiciones dentro de una visión del mundo
que propone una transformación racional, socialista e igualitaria de
la sociedad, la cuestión de la Ley de Obediencia Debida hace a un
ejemplo muy particular. ¿Debe la izquierda olvidar la ética –los
terribles crímenes del terror de estado- y aceptar servilmente la
iniciativa del presidente Alfonsín? ¿Hay acá un dilema entre el
confort de la ética y la incomodidad del pragmatismo? No, la clave
tal vez consista en no desplazar de ninguna manera los principios,
pero también en no dejar de lado el análisis de la realidad tal cual
ella se manifiesta. De lo contrario, contribuiremos a una izquierda
que conocemos muy bien, heredera del breve paraíso escrito de los
dogmas. (…) La reciente crisis avaló de hecho –no de derecho ni
moralmente- la necesidad de que hubiera un instrumento como la
discutible Ley de Obediencia Debida. De no ser así, no nos
engañemos, se hubiera reeditado el curso de Semana Santa.”162
162
Ibíd.
155
pensemos en una mentalidad perversa y diabólica que quiera que la
gente se muera de hambre.”163
163
Entrevista a Juan Carlos Portantiero “Crisis de hegemonía sin alternativas.
El fin de una época” realizada por la revista Textos para pensar la realidad, Año
1, Nº 1, 2002. p. 49.
156
hacerse visible el cruce democracia-socialismo que había
comenzado a realizarse en México. Con más fuerza aquí, la
democracia se presentó como la única plataforma de construcción
de un supuesto “socialismo”. Citamos:
164
“El primer número”, La Ciudad Futura, Nº 1 (agosto de 1986), p. 3.
165
Op. Cit, “Editorial”, Nº 1.
157
Futura”166, como expresión de los términos de la propuesta
presidencial de fundación de la Segunda República. Ésta estuvo
sujeta a lo que se denominó nuevo “compromiso” o “pacto”
institucional, vinculado con una reforma constitucional, del estado y
de las instituciones (partidos políticos, gremios, etc.). Las
cuestiones vinculadas a la descentralización, la participación y la
eficacia de gestión, fueron tratadas en este mismo número por Juan
Carlos Portantiero a través de su trabajo “”La reforma del estado.
Una Constitución para la democracia.”167 La cultura de izquierda
propugnada por la revista, estuvo circunscripta a debatir meramente
el consenso, esto es, la estabilidad y el funcionamiento de las
instituciones.
En el Nº 6 de agosto de 1987 respecto a la mentada
consolidación democrática en el tránsito de la transición se dirá:
166
Nº 1, agosto de 1986, p. 15
167
op. Cit.., Nº 1, agosto de 1986, p, 17
168
“Ahora elecciones: ¿y después?”, La Ciudad Futura, Nº 6 (agosto de 1987).
158
políticas implementadas por Alfonsín, estarían estorbando la
posibilidad de consolidación democrática en la transición. Veremos
esta cuestión, además, en relación a las críticas a la izquierda.
Respecto al fantasma del golpe de Estado, citamos:
169
Editorial posterior al triunfo del PJ en las elecciones. La Ciudad Futura, Nº 7,
octubre de 1987, p. 3.
170
Op. Cit., Nº 10, abril de 1988.
159
alternancia en el poder por vía electoral, crea las mejores
condiciones para dicha actividad. La cuestión de la democracia
política, asimismo, estuvo sujetada al perfil de un tipo de Estado no
intervencionista. En el marco del nuevo modelo de acumulación
capitalista de los ´80, este modelo de democracia se tradujo en un
acelerado proceso de concentración del capital que dio a luz a una
democracia signada por una correlación de fuerzas favorable a los
sectores o clases dominantes. La democracia de la pobreza,
desconocida para La Ciudad Futura y harto conocida para los
millones de excluidos devino de las privatizaciones (empresas de
transporte, servicios públicos, bancos, plantas industriales, medios
de comunicación, etc.), del descenso del salario real y de la
desocupación creciente y del deterioro de los servicios sociales
fundamentales.
Las décadas del ´80 y del ´90 estuvieron signadas por la
destrucción del tipo de Estado inclusivo de los intereses populares
propio de las décadas del ´40 y del ´50, tarea emprendida por
Martínez de Hoz durante la dictadura militar. El alfonsinismo en los
´80 se hizo cargo de un país con una descomunal deuda externa
con orígenes ilegítimos (54 millones de dólares) a la que se propuso
administrar. Frente a un Estado en quiebra, Alfonsín optó cediendo
a las presiones del poder y llegaron los ajustes: la economía de
guerra a los compatriotas, el Plan Austral que permitió el pasaje de
millonarios recursos públicos a bancos y corporaciones extranjeras.
El doble discurso de las virtudes de la democracia comenzó a verse
desmentido en los hechos. Los derechos humanos tuvieron su
Punto Final y su Obediencia Debida y la absolución de los golpistas
resonó en los oídos argentinos a través del conocido discurso la
casa está en orden, felices pascuas compatriotas. La derrota
160
electoral de la UCR aceleró la crisis del gobierno a través de los
golpes de mercado, la explosión de la hiperinflación y los saqueos
masivos a supermercados. Alfonsín traspasará el poder al
presidente Menem seis meses antes de culminar su mandato
presidencial.
La subestimación del rol estatal en un país semicolonial como
el nuestro, tuvo consecuencias que se tornan visibles aun en la
actualidad. No deber olvidarse que para que un país del Tercer
Mundo pueda desarrollarse en algunos puntos claves de su
estructura económica y social, debe poseer un Estado fuerte como
expresión misma del interés nacional. Sobre todo durante la gestión
menemista, las privatizaciones del patrimonio nacional y la reforma
estructural del Estado operaron como garantes de la hegemonía del
capital transnacional concentrado. El problema para los
intelectuales de La Ciudad Futura no fue la entrega del patrimonio
nacional sino la forma “desprolija” por medio de la cual se privatizó
la heredad de las nuevas generaciones:
171
Entrevista a Juan Carlos Portantiero. Op. Cit., p. 47.
161
llamará votar otra fórmula radical, la encabezada por Angeloz-
Casella. En palabras de Aricó:
172
Aricó, José, “Los bloqueos de la reforma. Un balance de la transición”, La
Ciudad Futura, Nº 16, abril-mayo de 1989, p. 9.
162
garantizar que las capas postergadas, subsumidas económica y
socialmente, vayan a mejorar su condición. ”173
Y continúa:
173
Bufano, Sergio, “Vamos a votar. Frente a la falta de opciones políticas”, La
Ciudad Futura, Nº 11, junio de 1988, p. 9.
174
“¿Y ahora qué?”, La Ciudad Futura, Nº 18-19, junio-septiembre de 1989,
pp.3-4.
163
superar la descomposición de una fase histórica de nuestro
capitalismo.”175
175
Ibíd. El subrayado es nuestro.
176
Juan Carlos Portantiero, “La transición democrática y la izquierda política.
Una necesaria redefinición de identidad”, La Ciudad Futura, Nº 18-19, junio-
septiembre de 1989, pp. 9-10. Se continúa criticando a la izquierda que no se
moderniza (sobre todo al PC y al PI).
164
Estado (siete años de políticas neoliberales a través de la alianza
entre corporaciones y bancos extranjeros) y retomado por la gestión
de Alfonsín cobraba verdadera relevancia. Agregará Portantiero,
caracterizando la crisis en la línea “modernizadora”:
177
Ibíd. El subrayado es nuestro. El problema será la “ineficiencia” de los
grupos económicos no las medidas de extranjerización de la economía
nacional.
165
LOS AÑOS DE MENEM
178
Entrevista a Juan Carlos Portantiero, op. Cit., p. 47.
166
votantes se llevó al extremo la regalía y la dependencia nacional a
los intereses extranjeros: la Argentina netamente colonial y
dependiente comenzaría a alzarse entre fábricas cerradas, índices
pavorosos de desempleo, muertos por hambre y desnutrición en el
país hipotecado.
Al modelo legado por la dictadura, alfonsinismo de por medio,
los años de Menem le otorgarían todo su esplendor. El modelo
neoliberal se mostraría en todas sus aristas y conseguiría, con
consenso de la mayoría de la sociedad que pondría su voluntad en
las urnas, perpetuarse en el tiempo a través de la reelección, a
pesar del descenso salarial y del deterioro de las condiciones de
vida de las mayorías. Fueron los años de la descomposición
ideológica total de una identidad política que desde mediados de la
década del ´40 había expresado los anhelos populares y había
llevado adelante el único proyecto de nación independiente y
soberana a lo largo de la historia nacional. Fueron también, los años
de auge del modelo intelectual que intentamos presentar a través
de estas páginas, que únicamente tuvo su parangón en cuanto a su
funcionalidad en el plano de la política concreta, en la derecha
operadora de los planes económicos y culturales menemistas.
Como se definirán ellos mismos en relación a la historia y a la
utopía:
“(…) En estas tareas de nuestro continente, de nuestro país y del
mundo, el debate sobre el socialismo es también el debate sobre
las reformas, la democracia y la hegemonía con consenso,
construida esta como una forma cultural donde la crítica y la
exposición de ideas tengan un sentido inequívocamente fuerte.
Este sentido es, en definitiva, el de nuestra utopía: una utopía
con el horizonte colocado en los años noventa.”179
179
Editorial “El horizonte de los noventa”, La Ciudad Futura, Nº 20 diciembre de
1989- enero de 1990, p. 3. El subrayado es nuestro. En esta línea puede
consultarse en este número bisagra entre las décadas del ´80 y del ´90 los
167
En el año 1993, la revista organizó una mesa redonda para
discutir el rol de las publicaciones políticas y culturales del período
menemista, como asimismo el papel de los intelectuales en el
mismo. Citamos:
168
Hoy hacemos una lectura que se puede llamar desencantada pero
también realista de los datos duros de lo social. Y toda lectura
realista tiene algo de desencanto. (…) Nuestras revistas están
escritas por gente que escribe exactamente lo que quiere escribir.
Que no va a hacer ninguna operación de traducción de un registro a
otro.”181
169
doctorados en Harvard o en alguna universidad del Primer Mundo
pero, aquellos seguirían montando sus utopías reaccionarias que
auspiciaban la entrada a una modernidad fortuita y el eterno errar
por la transición democrática en las universidades públicas y a
través de La Ciudad Futura, el Club de Cultura Socialista y otras
publicaciones. Esto es, perderían en esta nueva coyuntura política,
el protagonismo que habían tenido con el radicalismo respecto a los
espacios de poder gubernamental o al diseño de agendas públicas.
Esta coyuntura, encontraría a las figuras fundamentales del grupo
de Pasado y Presente, dispuestas de lleno en las cátedras de
Sociología o de Letras de la UBA, que como hemos comentado en
páginas precedentes, ocupaban desde el período de la restauración
democrática. Esta sería la forma de incidir en el debate público de
ideas: la formación de nuevas generaciones de profesionales y
agendas de debate para la clase media que veía con buenos ojos el
perfil del Club de Cultura Socialista, de Punto de Vista y de La
Ciudad Futura.
Durante los ´90 desde La Ciudad Futura se deslizó un mero
antimenemisno que refirió más al estilo de ejercicio del poder del PJ
neoliberal que a un abierto repudio a las medidas de gobierno183
(privatizaciones, desregulación, flexibilización laboral, etc.) que
serían cuestionadas por la modalidad en que fueron operadas y no
en su sentido concreto en términos de correlato real en la exclusión
social o en la extranjerización de la economía. Asimismo, la
materialidad de lo real se vería trastocada por argumentos lindantes
con “lo moral” tal como observamos en relación al tema de la
violencia de los años ´70. Citamos:
183
Para la ampliación de este tema ver el trabajo de Campione y Gambina
(2004) donde se analiza el período menemista en profundidad.
170
“(…) Transitando desde la trivialidad al escándalo la propuesta que
bajaba desde el poder se asemejaba más a la de una republiqueta
que a la del invocado “Primer mundo” en el que habríamos de
desembarcar desde las dos fragatas. (…) Creemos que este
gobierno defraudó el contrato electoral que lo llevó al poder y
creemos también que, eligiendo las banderas de la
modernización, al darle a ésta un sesgo conservador malbarató
sus posibilidades. La tragedia del menemisno es que dejó a la
sociedad moralmente desamparada: quebró los sueños
redistributivos de estilo populista pero no produjo alternativas
creíbles en lo económico, en lo político, en lo social, en lo moral. De
ahí el vacío que produce, aunque siga apelando a un peligrosísimo
discurso de omnipotencia. Cuando ya resulta vacuo aludir a “la
pesada herencia recibida” para justificar sus falencias notables, su
propio desempeño resulta patético”.184
184
Editorial “Pensando en septiembre (La necesidad de un compromiso de
sistema)”, La Ciudad Futura, Nº 27, febrero-marzo de 1991, p. 3. El subrayado
es nuestro.
171
avalar las leyes del olvido alfonsinista). No tendrán espacio en el
horizonte de expectativas del grupo las necesidades de las
mayorías pobres y de la patria vasalla, sí las recetas
modernizadoras para el país periférico dictadas por el FMI y el
Banco Mundial. Citamos:
172
ejemplo, lucha armada y allí habíamos tenido a los consejeros de
Montoneros.
Ciertos marcos ideológicos han quedado tan arraigados en los
imaginarios políticos nacionales, que la idea de “modernización” de
los ´90 conserva aún la legitimidad de ser un hecho que la misma
realidad señalaba como necesario. Aquí jugaron fuerte estos
intelectuales, en la medida en que tanto en la revista como en las
publicaciones de cada uno de ellos, se puso como centro de debate
la necesariedad de la modernización que para Argentina y América
Latina tendría los costos que todos conocemos. A sabiendas de
que, más allá de que estas voces intelectuales acompañaron los
vientos políticos epocales del neoliberalismo, hubo otras que
estrictamente en el terreno intelectual, discutirían la misma
legitimidad de la idea de modernización y sus consecuencias en un
país periférico, trastocándola por ejemplo, por la idea de liberación
nacional. Vale decir, la “modernización” fue financiada a través de la
modalidad contractual flexible denominada “consultores”, por fuera
de las plantas de personal del Estado y a través de los marcos
ideológicos que marcaron, en su gran mayoría el BID o el BM,
financistas de estas consultorías. A principios del ´90 comenzará a
aparecer con fuerza en las páginas de la revista la idea de
modernización. Citamos:
173
capaz de reformar al estado, a la economía y a las instituciones en
el marco de una modernización democrática y justa.”186
186
Editorial “Frente al vacío, soluciones políticas (Sobre el pacto político)”, La
Ciudad Futura, Nº 21, febrero-marzo de 1990, p. 3.
187
Televisión, teléfonos, radios, peajes, aeronavegación, agua, concesiones de
los ferrocarriles nacionales que destruyeron las economías provinciales, etc.
Piénsese la magnitud de estas medidas a través del siguiente ejemplo:
Argentina fue una de las pocas naciones que remató su petróleo sin perder una
guerra.
188
Ansaldi, Waldo, “Fuimos parte de una expresión iconoclasta y marginal”, op.
Cit., Nº 30-31, p.27.
174
privadas.189No encontramos en ninguna referencia acerca de las
privatizaciones, la idea de soberanía nacional. Volvemos a la
cuestión de los imaginarios: la soberanía nacional, la
extranjerización de la economía no serían parte del debate de los
´90 de la autodenominada izquierda de La Ciudad Futura. Así,
respecto a la discusión en torno al rol de las privatizaciones se
establecerá:
Y además:
(…) Restaba una segunda etapa que no iba a transitar por esas
desprolijidades políticas y/o morales sino por un punto que todavía
parecía quedar firme y no sometido a graves cuestionamientos. En
un primer momento, es efecto, la opaca gestión del contador Erman
González resistió con su áurea mediocritas a la ola de descrédito y
mantuvo su cargo tras la primera reestructuración. Pero bastó otro
“golpe de mercado” para que su autoridad se desmoronara
súbitamente, con lo que a la sospecha de corrupción generalizada
se sumó la de ineficiencia: a casi un año del rebrote
hiperinflacionario, su amenaza volvió a erguirse con lo que la
189
Este tipo de argumento tuvo un peso decisivo en la formación de la opinión
pública que, en cierta medida, legitimó el paquete privatizador, atareada por los
medios de comunicación (también privatizados), por los discursos de gobierno
y por las voces intelectuales que dieron legitimidad al rifado del patrimonio
nacional. Citado entre risas por los funcionarios del período, el decálogo
menemista establecería que nada que sea del Estado quedaría en manos del
Estado.
190
Op. Cit., Nº 21 febrero-marzo 1990.
175
economía del menemismo -mellada por privatizaciones
ineficientes- también se despeñó hacia un cono de dudas.191
191
Op. Cit. Nº 27. El subrayado es nuestro.
192
Ibíd.
176
nuevas argumentaciones propias de este período, tales como las
señaladas en torno a la gobernabilidad y a las reformas del Estado
pero también, una nueva interpretación del peronismo histórico a la
luz del menemismo, que en la primer etapa de la revista era
condenado conjuntamente con las organizaciones de izquierda o, a
secas, con la militancia del ´70. Además, se pergeñará durante
estos años una mirada que intentará atender a la cuestión
económica de las políticas de gobierno (recordemos las mea
culpas de Juan Carlos Portantiero respecto al error “politicista” del
período alfonsinista). Respecto a las continuidades, serán centrales
las referidas a la consolidación de la democracia y a la relevancia
que se dará a la violencia expresada a través de lo que señalamos
ya como “fantasma del golpe de Estado.” La insistencia respecto a
esta violencia resulta llamativa, en la medida en que el sistema
económico plasmado en este período generará niveles de violencia
social vinculados a la exclusión y a la pobreza que no serán
desarrollados. La violencia a la que se refiere en las páginas de la
revista supone una amenaza constante al sistema a través de un
siempre fortuito golpe de Estado que, habíamos visto, como
argumento central de apoyo del alfonsinismo -en la línea de que las
críticas al gobierno debilitaban la democracia en ciernes-, acá
reaparecerá como central para mantener la transición. Veámoslo:
177
moral de la población puede encontrarse con ellas ni bien cualquier
chispa se propague a ese material colectivo fácilmente
combustible.” 193
193
Ibíd.
178
estructura sin que la misma democracia atine a procesar
racionalmente los problemas que la traban. “194
179
a su vez, a una gravosa herencia de formas perimidas del estado y
de la sociedad, que en muchos casos los autoritarismos militares
contribuyeron a agravar antes que a superar. El camino que ha
emprendido América Latina ya no admite retornos al modelo
del estado nacional antiimperialista, pero la izquierda no ha
demostrado todavía ser capaz de imaginar una alternativa
progresista a las orientaciones neoliberales que se imponen en la
región. (…) La realidad se ha modificado, pero la inercia doctrinista
de la teoría impide una renovación tan necesaria como urgente. (…)
La crisis de los países del Este, y de Rusia en particular, tiene el
enorme mérito de poner delante de nuestros ojos un espejo
gigantesco. Saber leer dicha crisis es tal vez otra ocasión histórica
que se nos presenta. Sí, como se ha dicho, la modernidad es un
destino, el problema a resolver es de qué modo queremos los
latinoamericanos ser modernos.”197
197
José Aricó, “1917 y América Latina”, op. Cit. Nº 30-31, p. 14.
180
elementos fundacionales de la cultura política peronista, lo que solía
llamarse “justicia social”, no parece reconocerse en este modelo,
que fuerza la desigualdad y concentra la riqueza y el poder
económico. Aún en el plano de lo estrictamente simbólico, esa
ruptura parece expresarse con claridad. (…) Entendemos que el
peronismo nada puede aportar hoy a la transformación de la
sociedad, al menos en el sentido que muchos anhelamos.”198
198
Alejandro Cattaruzza, “Una respuesta a Javier Franzé: Menemismo y
neoconservadurismo”, La Ciudad Futura, Nº 29, junio-septiembre de 1991, p. 6.
Este artículo es una respuesta a “El menemismo, del peronismo al
neoconservadurismo. ¿Cisma o permanencia?” de Javier Franzé publicado en
el Nº 28 de La Ciudad Futura. La respuesta de Cattaruzza es una defensa light
de las banderas del peronismo histórico defenestrado en el trabajo de Franzé.
199
Editorial “Mirando hacia delante”, op. Cit., Nº 30-31, p. 3.
181
económico-social del peronismo, estaremos en condiciones de
ingresar al club de los privilegiados del mundo. Claro está –nos
dice también el menemismo- que para lograr ese objetivo
pueden (y deben) utilizarse mecanismos político-
institucionales del viejo peronismo: concentración autoritaria
del poder, desdén por el parlamento, avasallamiento de la
justicia. 200
200
Ibíd. El subrayado es nuestro.
182
medidas acometidas sino el autoritarismo y la corrupción de los
mecanismos con que fueron implementadas.
201
Op. Cit. Nº 29.
183
de la democracia meramente formal típicos del período previo de la
revista, tal como se evidencia en la cita subsiguiente,
paradójicamente, continuación del párrafo citado en páginas
precedentes referente al colapso del tipo de estado nacional
antiimperialista. Esto es, la postulación referente a la refundación de
los “instrumentos conceptuales” de la izquierda –a secas, la batería
marxista-, interesada en consolidar la democracia en los ´90 estará
atada a los límites que impone la inexistencia del estado nacional,
como asimismo de la cuestión del imperialismo. Citamos:
202
Op. Cit. Nota de Aricó, Nº 30-31, p. 14.
184
A MODO DE CONCLUSIÓN
203
“Confianzas”, Selección de poemas, UNQUI, Buenos Aires, 2006, pp. 15-16.
185
concepción del “intelectual” y consecuentemente, en sus puntos de
vista en el plano teórico y en el político. Pudimos observar las
oscilaciones ideológicas del grupo a través del análisis de su
accionar en el período que se extiende aproximadamente desde
mediados de los años ´60 hasta fines de la década del ´90: la
variación de posicionamientos, vinculaciones y opiniones frente a
las organizaciones revolucionarias y a la lucha armada -del apoyo al
EGP, los contactos con las FAR, la legitimación y el asesoramiento
a Montoneros a la Teoría de los dos demonios, la condena a la
militancia de los años ´70 y la imposibilidad de pensar grandes
cambios sociales-, a acontecimientos tales como la Revolución
Cubana, el peronismo, la tensión respecto al rol del intelectual -
Cátedras Marxistas, publicaciones, herramientas teóricas,
marxismo- entre otras cuestiones medulares de la historia nacional.
Las reformulaciones teóricas y políticas operadas en el exilio
mexicano, que terminaron de definirse con su vuelta a la Argentina
en los años ´80, proveyeron al alfonsinismo de un concepto de
democracia política que abandonaba cualquier tipo de
cuestionamiento de la cuestión social. Asimismo, examinamos la
relación del grupo con las sucesivas gestiones de gobierno, la
revalorización de la “autonomía” intelectual y el abandono de
cualquier argumento crítico frente a la agudización de la condición
periférica de nuestro país y el deterioro de las condiciones de vida
de los argentinos.
En esta etapa se generó la mayor apatía respecto a las
posiciones críticas de la dependencia experimentadas en la etapa
previa a la dictadura. Puntualmente, el proyecto político y cultural de
este grupo, centrado en el esquema de análisis e intervención sobre
la realidad propio del marxismo militante de las organizaciones
186
revolucionarias de fines de la década del ´60 y principios del ´70, de
las que provenían o a las que habían apoyado explícitamente fue
abandonado paulatinamente en nombre de un tipo de “autonomía”
intelectual de espaldas al país real. Asimismo, este programa fue
tildado de arcaico y las más de las veces, defectuoso en la tarea
que estos intelectuales comenzaban a entablar en la reformulación
y difusión ideológica de otros marcos teóricos de análisis de la
sociedad argentina centrados en las ópticas extranjerizantes
importadas de las usinas ideológicas del Primer Mundo.
El impacto, en lo colectivo y en lo personal, que significó la
dictadura y la derrota del proyecto popular de cambio radical de la
sociedad, conjuntamente con una mutación profunda del clima
político a nivel mundial que favorecía cada vez menos las
propuestas radicalizadas, los marcó a fuego. En el marco de dicho
contexto social, sabemos, pocos intelectuales mantuvieron con
decisión posiciones críticas de la dependencia, la desigualdad
social y la extranjerización de la economía llevadas a cabo con una
violencia y magnitud inusitadas en la historia de nuestro país. Por el
contrario, sus prácticas se transformaron radicalmente hacia
posiciones autodenominadas de forma circular por sus
participantes, como “progresismo socialdemócrata y reformista.”
Hablamos de “autodenominación”, ya que los esquemas de
pensamiento y acción difundidos a través de la revista -que
desplegamos a lo largo de este escrito- fueron la contraparte de una
inserción concreta en el campo de la cultura argentina,
acompañando, manifiestamente o por omisión, programas de
gobierno que lejos de desarrollar “reformas progresistas” legitimaron
en el contexto argentino y latinoamericano, las políticas de ofensiva
del modelo financiero del gran capital internacional y de los grandes
187
grupos económicos locales implementadas en este período que
trastocaron la patria en colonia. Las políticas económicas y las
reformas políticas perpetradas en estas décadas y con mayor
intensidad en los ´90 poco tuvieron de progresistas ni de reformistas
sino que, por el contrario, fueron generalmente en los hechos
antipopulares y antidemocráticas.204
El colectivo intelectual nucleado en La Ciudad Futura en las
décadas de 1980 y 1990 fue más bien progresista en el plano del
discurso y esto únicamente si lo comparamos con el alegato de los
intelectuales de la denominada “derecha liberal” -Domingo Felipe
Cavallo, Juan José Llach, Armando Caro Figueroa, Martín Redrado,
entre otros-. Ahora bien, al legitimar las reformas neoliberales desde
una posición que en relación al planteo liberal tradicional podría
resultar “progresista”, no se apartaron en el plano de la política
concreta de la práctica de los operadores de los mecanismos
ideológicos de justificación del modelo neoliberal, que circuló en
sectores intelectuales y de la clase media, consumidores de la
revista y del modelo político cultural que ésta difundió y defendió. El
proceso de colonización pedagógica glorificado en los ´90 a través
del pensamiento único neoliberal, mostraba su rostro real: se habría
legitimado la entrada al siglo XXI de la mano de las corporaciones y
del gran capital aliado a las naciones imperialistas que condenarían
el futuro de cientos de generaciones nacidas en tierra argentina al
hambre y la exclusión producto del saqueo indiscriminado del
204
Por mencionar algunas: en lo económico, reforma del Estado y
privatizaciones; en lo político, leyes de Punto Final y Obediencia Debida en el
marco de un sistema político con altos grados de corrupción (coimas en el
senado, ley de flexibilización laboral, caso IBM, etc.), en lo cultural, marco legal
de formación de oligopolios en la comunicación, destrucción del sistema
educativo en todos sus niveles, etc.
188
patrimonio nacional y la extranjerización de la economía. Estas
páginas no son más que la denuncia de la estafa cometida a los por
nacer. No son más que un intento de volver a pensar en nacional
para la liberación de la patria.
189
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