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LA TRAGEDIA DE LOS COMUNES

La obra Tragedia de los comunes del autor Garrett Hardin en 1968 “The Tragedy of
the commons, Ecologista y microbiólogo, profesor de la Universidad de California en
Santa Bárbara, considerada contribución fundamental a la Ecología, a la teoría de
población, a la economía y a la ciencia política-

Hardin aplica los conceptos que han sido interpretado por diversos autores cada
uno de acuerdo a su concepto aplicativo relacionándolo con el medio ambiental, el
problema es el mismo de los “bienes públicos” o “los recursos naturales de
propiedad común” y formalmente puede ser descrito con el modelo del “dilema del
prisionero”.

Según Hardin, que publicó por vez primera su teoría en 1968 en la revista Science,
los recursos naturales compartidos o poseídos en común –Hardin tenía en mente,
sobre todo, la propiedad comunal de la tierra terminan por ser pasto de la
sobreexplotación y el deterioro ya que, al no ser propiedad de nadie en concreto,

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nadie tiene ninguna razón (o “incentivo”) para su conservación y buen
mantenimiento: ¿por qué voy a tener cuidado de aquello que no es mío?

Sin embargo, este razonamiento –que rápidamente se convirtió en el preferido de


buena parte de los partidarios de las políticas de privatización puede ponerse
completamente cabeza abajo, como ha hecho Gerald A. Cohen, pues nada nos
impide pensar que la tierra, en lugar de no ser propiedad de nadie, sea propiedad de
todos, y que todos, en consecuencia, seamos responsables de ella. El argumento de
Hardin también parte de supuestos de comportamiento que da como universalmente
válidos, a saber: que todos los individuos buscan la maximización de sus funciones,
o que los individuos se mueven por preferencias estrictamente egoístas (y no
altruistas o de cualquier otro tipo).

Esta obra reflexión del uso y abuso de la naturaleza por el ser humano en esta
obra llamada “La tragedia de los comunes”, es, en definitiva, un argumento a
favor del derecho privado. Los problemas de contaminación ambiental o de
especies animales amenazadas son manifestaciones modernas de esta
tragedia, que en gran parte desaparecería si existiera una institución competente
y propietaria que impusiese castigos a los usuarios por un aprovechamiento
indebido del recurso. Más fácil solución sería que la sociedad organizara de
mejor modo la explotación de los recursos comunales, al fin y al cabo, en
beneficio de todos, mediante normas más complejas que las actuales.

El cambio de mentalidad que debe tener lugar llevará a pensar no sólo de


forma egoísta sino ampliando las miras hacia beneficios colectivos de forma
que los bienes comunes generen también beneficios comunes. En el camino
hacia este cambio habrá que dejar de pensar que los recursos comunes son
un pozo sin fondo del que extraer sin parar y abandonar la cómoda postura de
contaminarlos y hacer un uso no sostenible de los mismos pensando que nunca
se van a terminar aunque en realidad sepamos que no es así y que sólo
actuamos de ese modo para autojustificar unas acciones que sabemos son
incorrectas.

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No se puede generalizar si lo mejor es la propiedad pública o la privada pues
en cada caso particular tendrá más ventaja una u otra. El tipo de
propiedad a instaurar para un recurso /también dependerá del país del que
estemos hablando así como del momento histórico y otros factores que
pudiesen influir. De hecho existen casos en los que la mala gestión de los
recursos estaba bajo el control del Estado o de la propiedad privada.

Cada nueva restricción en el uso de los recursos comunes, implica restringir la


libertad personal de alguien. Las restricciones impuestas en un pasado distante
son aceptadas porque ningún contemporáneo se queja por su pérdida.

Es a las recientemente propuestas a las que nos oponemos vigorosamente; los


gritos de "derechos" y de "libertad" llenan el aire. ¿Pero qué significa libertad?
Cuando los hombres mutuamente acordaron instaurar leyes contra los robos, la
humanidad se volvió más libre, no menos. Los individuos encerrados en la lógica
de los recursos comunes son libres únicamente para traer la ruina universal; una
vez que ven la necesidad de la coerción mutua, quedan libres para perseguir
nuevas metas. Creo que fue Hegel quien dijo:

"La libertad es el reconocimiento de la necesidad".

CARLOS MEDINA

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