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EL DELICADO EQUILIBRIO DE LA ALIANZA COMERCIAL

Los problemas del Mercosur se deben a las carencias argentinas


El nuevo mecanismo de salvaguardas no resuelve la disparidad en el bloque. El país debe lograr mayor eficiencia
para conquistar el mercado brasileño.

Daniel Muchnik.
dmuschnik@clarin.com

El Mecanismo de Adaptación Competitiva (MAC), que acordaron los gobiernos de la Argentina


y de Brasil para restringir las importaciones si un país se considera afectado por las
exportaciones del otro no resuelve, más allá de cierto entusiasmo local, los problemas del
Mercosur.

Para el Gobierno argentino el MAC aporta certidumbre a las inversiones, un factor


desequilibrante entre las dos naciones y a partir de allí puede configurar el perfil de las
exportaciones. Las inversiones vienen eligiendo a Brasil y no a la Argentina para efectuar
importantes radicaciones o planes de expansión fabriles.

Puede decirse que los problemas se agravan, ya que quedaron fuera del acuerdo (ni siquiera
fueron invitados) Paraguay y Uruguay. Precisamente en momentos en que ambos países
dejaron trascender una inclinación por alcanzar unilateralmente un Tratado de Libre
Comercio con los Estados Unidos.

Los problemas del Mercosur se originan en una falla de origen. Porque se fijó un objetivo de
libre comercio en la región, permitiendo que a través de subsidios, barreras en la frontera,
excepciones, ciertos sectores quedaran mejor posicionados que otros.

Ahora, el Mecanismo de Adaptación Competitiva corre el riesgo de quedar atrapado en esa


misma lógica, ya que si la Argentina pusiera cupos a ciertos productos, Brasil contraatacaría
con otras restricciones a productos enviados desde Buenos Aires. Los empresarios brasileños
han presionado sobre la administración de Lula da Silva, mostrando disconformidad en los
resultados finales tras una trabajosa negociación.

Lógicamente, los arroceros o viñateros argentinos no deben estar contentos con que la
Argentina fije condicionantes, barreras por ejemplo a electrodomésticos provenientes de
Brasil, porque en ese caso específico el arroz y el vino argentinos podrían tener problemas
para ingresar en Brasil.

Todo está aconteciendo en tiempos en que Brasil sigue revaluando su moneda paralelamente
a una Argentina que continúa devaluando el peso. Hoy por hoy la paridad peso-real
beneficia ampliamente a la Argentina como nunca sucedió antes desde la vigencia del
Mercosur. La pregunta entonces es: ¿Si con esa paridad peso-real la Argentina no es
competitiva, cuándo lo será?

Debe entenderse que con cereales, carnes y petróleo, los ejes de su exportación global, la
Argentina no puede aspirar a ingresar al mercado brasileño, como sucedía antes.
Simplemente porque Brasil incrementó sustancialmente la obtención interna de esos
productos que en el pasado adquiría en la Argentina.

El problema está del lado argentino. Porque la competitividad no se logra devaluando la


moneda y nada más. Se alcanza, además, invirtiendo en tecnología, en capacitación laboral,
en ampliar la capacidad de producción, en lograr los mayores niveles de eficiencia en el
proceso productivo.

Lo ideal, reconocen los expertos, es que el MAC tenga sólo vida teórica y no práctica. Una
tensión comercial agravaría la ya maltrecha salud del Mercosur. La única forma de
alcanzar la competitividad es, sin duda, compitiendo.

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