Você está na página 1de 2

El papel de los empresarios

En nuestro medio, y particularmente a raíz del actual gobierno, se ha


popularizado la concepción de que los empresarios son individuos ambiciosos y
egoístas que no hacen más que enriquecerse en detrimento del resto de la
sociedad. A mi parecer esto no es más que es una generalización perniciosa y
equivocada, que sirve como una suerte de argumento a favor de la intervención
estatal y la restricción de las libertades individuales que esta conlleva.

Según el ensayo de Johan Norberg, “Cómo los empresarios cambiaron al


mundo”, los emprendedores en todos los rincones del planeta son realmente
héroes que merecen nuestro agradecimiento, pues nos han provisto de una
riqueza en productos y servicios que simplemente no hubiesen existido sin su
ingenio, trabajo y dedicación. Los empresarios imaginan y plasman nuevas
ideas, se enfrentan a las trabas gubernamentales y a la incertidumbre,
arriesgan su capital y sin lugar a dudas, sirven a la sociedad a través de las
múltiples necesidades que satisfacen día a día. El que perciban una ganancia
por ello, no debería ser motivo de crítica o vergüenza (Norberg,2). Después de
todo, en el libre mercado, los consumidores pagaran voluntariamente por
aquello que ellos consideren valioso para sus vidas y podrán escoger entre
innumerables opciones disponibles.

Sin embargo, en nuestros países el panorama es distinto. En el ensayo “La


economía informal de América Latina”, Enrique Ghersi explica que en América
Latina, “la propiedad privada no es un derecho sino un privilegio, la empresa
privada es también un privilegio, y la competencia no existe” (Ghersi, 1). En
efecto, iniciar y mantener una empresa es casi una tarea de adivinos, pues las
condiciones del juego cambian todos los días. Los gobiernos se empeñan en
crear múltiples trabas legales, burocráticas e impositivas para mantener bajo su
control sectores claves que producen rentas para el Estado y exprimir recursos
de los empresarios que luego son desperdiciados en “proyectos de beneficio
social” que nunca se materializan. Todo bajo la premisa de que las empresas
son “abusivas” cuando en realidad, los que más se benefician de la
desregulación, la competencia abierta y el emprendimiento son los
consumidores (Williams, 3). Por citar un ejemplo, ¿no son acaso los monopolios
estatales igual o más perjudiciales que los privados?

¿Son los empresarios completamente inocentes de las críticas que se les


imputan? No, no lo son. Los empresarios son humanos imperfectos y están
expuestos a las tentaciones igual que cualquier mortal, sean estas poder,
dinero u ambición. Sin embargo, también lo están los congresistas, los
presidentes y cada uno de nosotros. Lo importante es que exista un estado de
derecho que proteja a consumidores, trabajadores y a las empresas de los
abusos que pudiesen manifestarse dentro y desde cualquier esfera de la
sociedad. Coincido con Norberg, en que el aporte de los empresarios a la
humanidad es incalculable y que antes de echar tierra a estas personas,
deberíamos pensar, que liderar una empresa y tratar de satisfacer las
necesidades ilimitadas de los individuos es en realidad una noble labor que ha
propiciado el espectacular desarrollo del mundo en las últimas décadas.

Bibliografía
1. Ghersi, Enrique. “La economía informal de América Latina”. El Cato Institute,
Agosto 23, 2005.El Cato Institute. Extraído de “www.elcato.org”.
2. Norberg, Nohan. “Cómo los empresarios cambiaron al mundo”. El Cato Institute,
Junio 14, 2007. El Cato Institute. Extraído de “www. El cato.org”.
3. Williams, Walter. “Empresarios y el Gobierno”. El Cato Institute, Noviembre 26 ,
2001.El Cato Institute. Extraído de “www.elcato.org”.

Você também pode gostar