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ENCUENTRO GOT.

SEGOVIA’2009

TALLER

RECUPERANDO LO CORPORAL. HACIA UNA ESPIRITUALIDAD


INTEGRADORA
MOTIVACIÓN:

Cuando se me propuso este taller, taller de danza contemplativa, lo primero que me vino
a la mente fue preguntarme qué sentido podía tener el mismo en el contexto de un
encuentro GOT, y en el contexto de este encuentro GOT en concreto.

Y me pregunté si esto de la danza se me proponía porque es una práctica que ahora se


está poniendo de moda en algunos ambientes religiosos, y por lo tanto nosotros lo
incorporaríamos también como algo novedoso. (y si esta práctica fuera meramente una
moda, pues entonces estaría sujeta a los vaivenes de todas las modas...), o si por el
contrario la danza orante no sería simplemente una moda sino algo que puede
encajar muy bien en nuestra dinámica, en nuestro estilo, en nuestra forma de ser y
de hacer. Y si esa práctica encaja dentro de nuestra manera de entender y de vivir
la espiritualidad.

Y si la danza, puede ayudar en definitiva a vivir esas dos dimensiones que forman
parte de nuestra esencia, de la esencia de los GOT que son la oración y la
fraternidad, ambas dimensiones inseparables la una de la otra.

La danza puede entonces ayudarnos a orar, y a vivir una oración interior y


contemplativa? o por el contrario, nos distrae del objetivo fundamental?

La danza, ¿nos ayuda a expresar los vínculos fraternos que nos unen, o
simplemente es un mero elemento estético y recreativo un poco original?

Así que reflexionando llegué a la conclusión de que tal vez, mejor que un taller para
aprender muchas danzas, nos convenía descubrir el sentido profundo de por qué danzar,
y este sentido que yo descubro quiero englobarlo dentro de un tema más amplio con
el que quiero dar nombre a este taller que he titulado: “Recuperando lo corporal.
Hacia una espiritualidad integradora”.

Así pues tendremos tres momentos dentro del mismo: Los dos primeros momentos van
a ir entrelazados uno y otro, por un lado vamos a hacer una reflexión teórica y por otro
lado vamos a hacer algunas dinámicas corporales, entre las cuales estará también la
danza, pero no sólo la danza.
El tercer momento, si nos da tiempo consistiría en expresar y compartir lo que hemos
vivenciado o experimentado o descubierto con alguna o algunas de esas dinámicas.
REFLEXIÓN:

1
Hemos dicho que englobamos la danza contemplativa en el contexto de la recuperación
de lo corporal en la dinámica de una espiritualidad integradora.

¿Qué entendemos por espiritualidad integradora?


Antes de nada nos convendría intentar aclarar aunque sea brevemente al
concepto de espiritualidad, para luego tratar de entender lo que es la
espiritualidad integradora.

Aunque los que estéis aquí os consideréis ya personas espirituales no está de más dar
alguna pincelada que nos aproxime a este concepto de espiritualidad que por otra parte
se presta a tanta confusión. (No toda práctica religiosa por efecto de magia nos hace
espirituales, es decir personas tocadas por el Espíritu de Dios y en proceso de
transformación guiadas por ese mismo Espíritu). Tampoco algunas de las prácticas
que hoy en día están de moda, como por ejemplo la relajación pueden considerarse en sí
mismas espirituales

En términos negativos podemos decir que la espiritualidad no es algo etéreo,


invisible, impalpable, algo alejado de la vida normal.

La espiritualidad no es algo que tenga que ver sólo con eso que llamamos “alma”,
porque según la antropología bíblica las personas no estamos formadas por un lado
de cuerpo o materia (que se ve, se toca, se siente y se deja sentir) y por otro lado de
alma, como eso que estaría dentro y que sería invisible, sino que somos una unidad,
cuerpo y espíritu en una sola pieza. “Cuerpo espiritual” o “espíritu corpóreo” dicen
algunos, que se activa, siente, se expresa y actúa a través de toda la corporeidad.
Así cuando abrazamos el cuerpo de una persona o le damos un apretón de manos o un
beso, abrazamos y besamos también su espíritu.

Cuando oramos, es toda la persona entera la que oral, con sus dimensiones
corporal y espiritual. Cuando oramos danzando esto es muy evidente.

También podemos afirmar que la espiritualidad es algo eminentemente práctico. La


Espiritualidad no es teoría, sino sobre todo vivencia, experiencia, aunque luego esta
experiencia se recoja y se sistematice y se haga teoría.

La espiritualidad no es algo que se piensa, sino algo que se vive, que se experimenta.
Algunos autores distinguen entre vivencia y experiencia. Cuando la vivencia se procesa,
se discierne y se personaliza integrándola en el proceso personal entonces podemos
hablar de experiencia.
Tener experiencia espiritual es tener experiencia de Dios. Ni más ni menos.
Experiencia procesada, discernida, personalizada que hemos integrado en nuestro
proceso personal.

Después de lo dicho nos resultará más fácil poder entender qué pueda
ser eso de la Espiritualidad Integradora y por qué la danza
contemplativa entraría dentro de esta dinámica.

2
Si hablamos de espiritualidad integradora es porque en alguna manera nos
sentimos desintegrados (separados, divididos, no unificados), y creemos que la
espiritualidad nos puede ayudar a integrarnos a unificarnos.
Además si hablamos de una espiritualidad integradora es porque tenemos conciencia
de que hay formas de entender la espiritualidad que no son integradoras.

La Espiritualidad Integradora tiene que ver con esa visión unitaria del ser humano
que apuntábamos antes. Es la espiritualidad que considera a la persona como una
realidad global y unitaria, con una dimensión corporal y otra dimensión espiritual.

Integrar consiste en unir todas las dimensiones de mi ser mujer o de mi ser varón
de forma integral, aunque cuando con frecuencia nos experimentemos en “pedazos”.
Uno de los desafíos más importantes que tenemos es llegar a articular de forma
integradora todos los niveles de la persona: el biológico, el psíquico, el afectivo, el
espiritual.

Mientras que una visión dualista, no unitaria, del ser humano tiende a reprimir o a
negar impulsos afectivos, biológicos y psíquicos como si fueran opuestos a un ideal
espiritual, la visión unitaria busca integrar esos distintos niveles.

Así cuerpo y espiritualidad no son realidades contrarias o yuxtapuestas, sino


dimensiones interrelacionadas de la totalidad del ser mujer y del ser varón en
proceso de integración.

Es muy importante integrar nuestro cuerpo a la espiritualidad. Es muy bueno


integrar la danza a la espiritualidad ya que tiene de protagonista es el cuerpo

Podemos afirmar que nuestro cuerpo es el punto de partida para la espiritualidad.


Esto significa que para experimentar a Dios y su misterio, nosotros partimos de nuestras
experiencias humanas, de nuestra corporeidad, de nuestras vidas concretas con sus
dolores y sus alegrías.

La espiritualidad integradora es más del sabor que del saber, del afecto, del
corazón más que de la razón y por esos abre el espacio para lo simbólico, la poesía,
la belleza, la danza. Es ahí, donde tiene precisamente cabida la danza. Expresar nuestro
sentimiento de presencia de Dios o de ausencia o nuestro deseo de Él, etc a través de la
danza es una forma muy bella y muy real de aproximarse a la trascendencia y a
encontrarnos con Dios el totalmente otro.1
Así pues, hemos de hacernos conscientes de la importancia de
lo corporal en nuestra relación con Dios.
El cuerpo no es una simple envoltura, como la corteza para el árbol, sino que el cuerpo
es el lugar esencial de la vida y de su expresión.

Nuestro cuerpo es revelación de lo que somos, de la verdad de nuestra vivencia. El


cuerpo nos desvela a nosotros mismos: gestos, expresiones, tonos de voz, modos de
vestir etc...el lenguaje del cuerpo es un lenguaje que nos descubre más de lo que

1
Helena Teresina Rech,, sts. Espiritualidad: un camino para la integración. Revista Diakonia, nº111,
Septiembre 2004

3
creemos y queremos, también en forma de salud-enfermedad, somatizaciones varias no
controladas por nuestra mente. Por eso nuestro cuerpo es lugar privilegiado de acceso a
nuestra verdad y de unificación de nuestra persona.

El cuerpo que somos se convierte también en lugar de manifestación de


nuestra fe, en revelación de la presencia o ausencia de ella.2

El cuerpo es por excelencia el lugar de la mediación, de la comunicación, más aún


es el lugar de la comunión. La persona está en relación con el mundo, comulga con el
mundo circundante por medio del cuerpo: ¿Cómo podríamos relacionarnos con las
cosas y con las personas sin los sentidos corporales vista, oído, olfato, gusto y tacto?
Y también por medio del cuerpo se relaciona la persona con Dios.

No se puede amar sin el cuerpo, por eso si la oración es cuestión de amor, tampoco
se puede orar sin el cuerpo. Todo amor necesita ser expresado a través del cuerpo. En
esta canalización afectiva, Dios no queda excluido. Requiere que nuestro corazón vibre,
que nuestros ojos se ilumine o se cubra de lágrimas, que nuestra piel se cubra de sudor,
y se movilice en expresión orante. Hemos de lograr que nuestra oración sea un “paso a
dos” (expresión ésta tomada del ballet clásico), un paso a dos como sucedió a David
teniendo por pareja a Dios.

En la danza no se trata solamente de la expresión del gesto, del símbolo mímico,


sino que danzar es sobre todo un acto emocional, sugestivo, evocador.

Podemos decir, que las danzas, sin necesidad de utilizar la palabra, nos ayudan a
penetrar en nuestro sustrato más interior y nos introducen en el silencio de Dios.
Además la danza es un lenguaje universal al que tienen acceso tanto jóvenes como
adultos3

EJERCICIO : escuchando al cuerpo. Permitiéndonos SER.

2
Emma Martínez Ocaña: Cuerpo espiritual. Narcea S.A, ediciones. 2009. Madrid, 2009
3
Siro López: Dios también baila. Artículos: http://www.sirolopez.com/articulos/diosbaila.html

4
Hacemos un pequeño ejercicio que va a tener como protagonista el
cuerpo. Simplemente vamos a tomar conciencia de nuestro cuerpo a
través de nuestra respiración. Y le vamos a escuchar.

Con frecuencia, mejor dicho, casi permanentemente, vivimos en la mente, en los


pensamientos, discurriendo, cavilando, dando vueltas a la cabeza; recordando,
anticipando, valorando, juzgando la realidad. Y el pensamiento es necesario, no cabe
duda, el problema es que salvo esos pensamientos que nos son necesarios y útiles, el
resto del tiempo son pensamientos innecesarios, inútiles y hasta contraproducentes. Y
con este estar en la mente tan de continuo, nos alejamos de nosotros mismos, de
nuestras sensaciones y sentimientos (racionalizamos todo), nos alejamos de nuestro
centro porque no nos permitimos sentirnos a nosotros mismos y en lugar de
sentirnos nos pensamos. Nos cuesta estar suficientemente conscientes y despiertos
para lograr escuchar y escucharnos a nosotros a través de nuestros cuerpos.

• Lo primero de todo tomamos una postura cómoda pero al mismo tiempo que nos
permita mantener la atención (no se trata de buscar una comodidad que nos
duerma). Una postura ni excesivamente relajada, ni excesivamente rígida.

• La espalda recta, la nuca como prolongación de la columna, y levemente


inclinada hacia adelante
• Ahora simplemente vamos a respirar y a dejarnos sentir. Si vienen pensamientos
a la mente no los rechazamos pero tampoco los alimentamos, simplemente los
miramos y los dejamos pasar.
• Al respirar, lo hacemos despacio, profundamente sintiendo cómo el vientre se
levanta y se hunde a compás con el diafragma.
• Puede que aparezca algún dolor, alguna molestia o tal vez tensiones musculares,
rigidez en las articulaciones, crispación en los músculos. No importa, obsérvalo.

• Podemos llevar la atención a esa parte del cuerpo que esté más tensionada para
escucharla y ver qué nos dice: tal vez la espalda, el cuello, los hombros
cargados, etc...
• Tal vez esas rigideces o tensiones o dolores me estén hablando. Que la misma
respiración me ayude a aflojar, a relajar, a solar.
• Inspiro-espiro; inspiro-espiro; inspiro-espiro…
• Al inspirar acojo la Vida, la Presencia; al espira suelto…
• Y nos permitimos simplemente SER. Al respirar lenta y profundamente nos
sentimos vivos, nos sentimos simplemente ser. Ser en el SER;

“ No sabéis que vuestro cuerpo es templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en
vosotros?” (1 Cor 3,16)

5
ALGUNOS TEXTOS.

LAS MANOS:
Las manos son el órgano que expresa nuestra capacidad de hacer, son también el lugar
del tacto y del contacto, lugar de la caricia y del abrazo. La manos nos hacen artesanos
de la cotidianidad, transformando lo monótono, caduco y trivial, en lugar de la
creatividad y el amor. Pueden dar vida, o quitarla, ayudar a parir la vida nueva que
apunta en cada persona o a abortarla.
Nuestras manos expresan simbólicamente nuestro hacer, nuestro modo de relacionarnos
con los otros, con las cosas, con el mundo.

Vamos a escuchar un texto del evangelio en la que una mujer a través de sus
manos se convierte junto con Jesús en protagonista de su propia salvación. Ella
con sus manos se atreve a tocar a Jesús y queda curada.

La hemorroísa: Mc 5,21-43; Mt 9,18-26; lc 8,40-56

“ Me acerqué a Jesús desde mi clandestinidad, a escondidas, por miedo a sufrir un


castigo o una reprobación del rabí. Pero el miedo no me paralizó y actué, haciendo de
mis manos, del sentido del tacto, vehículo de expresión de mis deseos de vivir y
recuperarme como persona, como mujer sana. Hice de mis manos lugar de
comunicación y de contacto, de encuentro con la Vida.
Estaba asustada, muerta de miedo pero lo toqué. Jesús estaba rodeado de gente,
apretujado por todos los lados, por lo que pensé que quizás no se daría cuenta...Pero
para mi asombro, en el mismo momento que toqué el borde de su manto, supe en mi
cuerpo que estaba curada.
De pronto Jesús empezó a mirar a su alrededor y yo me puse a temblar. A Él también la
había hablado su cuerpo, y sabía que había sido tocado intencionadamente y sabía que
en contacto con mi mano había brotado de Él lo mejor de sí mismo.
Jesús me puso en medio, me miró a los ojos. No sólo no me reprochó nada sino que me
llamó hija: “hija, tu fe te ha salvado”. Yo transgredí las normas y paradójicamente fui
sanada: yo, la impura, la excluida, la trasgresora de la ley a través de ese contacto con
Jesús recobré la salud, la dignidad, la paz.4

4
Emma Martínez Ocaña: Cuando la Palabra se hace cuerpo en cuerpo...en cuerpo de mujer. Narcea. S.A.
ediciciones. Madrid, 2007

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DINÁMICA por parejas: Se trata de un ejercicio de encuentro con el otro, de
relación con el otro y a la vez un ejercicio de confianza, o expresión de confianza a
través del sentido del tacto.

Uno de los dos cierra los ojos mientras que el otro los mantiene abiertos. El que tiene
los ojos cerrados, a través del sentido del tacto, tocándole, se relaciona con el otro del
modo como espontáneamente le brote. Se hace idea de que es ciego, sordo y mudo (no
se puede hablar) y que quiere reconocer al que tiene ante sí y relacionarse con él. Y
luego a la inversa. El que tenía los ojos cerrados los abre y se deja tocar por el otro que
cierra sus ojos.

Antes leemos otro texto sobre las MANOS:

Jesús anunciaba el reino de Dios a través de la palabra y de la imposición de manos a


muchos enfermos. Nuestra cultura usa mucho la palabra, demasiado; nuestras
celebraciones también. Parece que “orar con el cuerpo es desacralizar nuestra relación
con Dios, aunque por otra parte nos gloriamos de practicar una “religión encarnada”.

Es como si nos diera miedo tocar y ser tocados, sentirnos vulnerables frente a la otra
persona.

Cuando las manos hablan expresan lo que la boca ya no puede decir porque está
demasiado estereotipado, gastado.

La mano es el primer paso de acercamiento a la otra persona, el primer “alargamiento”


mutuo que hacemos de nuestros cuerpos, nuestro primer contacto físico. A partir de aquí
las manos se convierten en vehículo de energía y transmisoras de todos los sentimientos
imaginables: ternura-compasión-respeto...que ayudan a provocar liberación, seguridad
en sí mismo.

Pensad, por ejemplo la tarea que hacen las manos cuando dan un masaje; las manos en
el masaje son una ayuda para que la persona vaya “soltando” su tensión, su dolor, su
frustración, algo que por sí sola le resulta casi imposible realizar; es como “dar
permiso” para que al abrir la válvula, eso que lleva tiempo cargando y haciendo presión
en el cuerpo, pueda ser liberado.

Las manos pueden ser “la comadrona” que ayuda a la nueva criatura a nacer.5

DANZAMOS
5
http://espiritualidadintegradoracristiana.com/queofrecemos/Manos.html

7
UNA DANZA SAGRADA O DANZA DEL CÍRCULO

Hemos visto cómo a través del cuerpo conectamos con nosotros mismos, nos
relacionamos con los otros y con Dios.
Decíamos también que todo amor necesita ser expresado a través del cuerpo y
puesto que la oración que cosa de amor también ha de ser expresada por medio del
cuerpo y una forma muy hermosa de hacerlo es a través de la danza.

Vamos a aprender una danza del círculo o danza sagrada. Esta es una forma
ancestral de encuentro, celebración, expresión devocional o vínculo con lo trascendente.

Se danza en círculo tratando de reproducir el movimiento cósmico, el armonioso


giro de la creación. El círculo es símbolo de la perfección , de la totalidad, de la
unidad o ausencia de distinción y división.

En el círculo cada persona puede verse fácilmente con las demás, cada persona es a la
vez conductora y seguidora, y ninguna de las dos cosas, porque todos tienen el mismo
valor en del círculo.

La danza en grupo es además un instrumento integrador. Hace que cada miembro


se sienta parte de ese grupo, en igualdad de condiciones. En el grupo todos somos
iguales. A nadie dentro del grupo se le pide que cambie, que sea diferente de cómo es
para ser aceptado.

Cuando uno danza en grupo se siente en sintonía y en comunión con los otros, se
siente hermano entre los hermanos y todos se sienten unidos por un centro común
unificador. En nuestro caso ese centro es Dios.

Hay una especie de magia al danzar en grupo. La variedad de emociones particulares


que se pueden verter en la danza son muy diversas dependiendo de la sensibilidad y
del estado de cada cual. Siempre es un momento de expresión común de la fe, de
celebración en sus diversas variedades o modos: petición de perdón, expresión de
humildad, alabanza, júbilo, adoración etc.

La danza sagrada, la danza contemplativa nos conecta con nosotros mismos, con
nuestros propios afectos, con nuestra fe, con conecta con los otros al hacernos
sentir en comunión, nos conecta con la tierra y con todos los habitantes del
universo, nos conecta con Dios.

DANZA:

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En esta danza vamos a tratar de vivenciar alguno de esas características, de esos
elementos que acabamos de mencionar.

Vamos a ver si podemos tener ese sentimiento de comunión de corazones unidos por un
centro unificador común que es el Espíritu Santo.

OTRAS CUESTIONES IMPORTANTES A CONSIDERAR EN LA DANZA


ORANTE O CONTEMPLATIVA.

Otra de las motivaciones que nos lleva a orar danzando es la motivación bíblica. En
distintos lugares de la Sagrada Escritura hay textos que nos dicen que el pueblo de
Israel era un pueblo que danzaba.

En muchos salmos aparece la danza:


Sal 29: “Cambiaste mi luto en danza”
Sal 149: “Alabad su nombre con danzas”
Sal 150: “ Alabad al Señor en su templo...alabadlo con tambores y danzas”

David danza ante el arca de la Alianza: “David y toda la casa de Israel bailaban
delante de Yahveh con todas sus fuerzas, cantando con cítaras, arpas, adufes, sistros y
cimbalillos...” (2 Samuel 6, 5).

Además en la Escritura no sólo baila el hombre sino que presenta danzando hasta
el propio Dios, así aparece en el profeta Sofonías, en ese texto del tiempo de Adviento
tan bonito: “Exulta de gozo por ti. Te renueva por su amor. Danza por ti con gritos de
júbilo como en los días de fiesta” (Sofonías 3, 17-18).

DANZA DE ISRAEL ¿?. (Acción de gracias).

OTRA MOTIVACIÓN PARA ORAR DANZANDO

9
Dios es belleza, hermosura...Así lo cantan los místicos...Y todo lo que toca Dios lo
deja vestido de hermosura: “ Mil gracias derramando/pasó por estos sotos con presura/y
yéndolos mirando/con sola su figura/ vestidos los dejó de hermosura”

Y si Dios es hermosura, todo aquello que nos aproxime a la belleza nos aproxima a
Dios.
Y además si expresamos nuestra fe, nuestra oración a través de una manifestación
artística como es la belleza de la danza podremos también nosotros reflejar en
nuestros cuerpos la belleza de Dios”.

Es más fácil aproximarnos al Misterio a través del arte, de lo bello que a través de
lo racional. Porque el arte encierra en sí un “no se qué” que diría S. Juan de la Cruz...Y
ese “no sé qué” tiene que ver con el Misterio de Dios, a la vez oculto y al vez visible.

Éstas son algunas de las motivaciones que nos aproximan un poco a esta idea que
anunciábamos al comienzo: la importancia de la recuperación del cuerpo en el contexto
de una espiritualidad integradora.

Si de algo nos ha servido esta motivación pues adelante...

UNA SUGERENCIA BIBLIOGRÁFICA: El artículo de Santiago Guerra publicado en


La Revista de Espiritualidad nº 270 Enero-Marzo: “La danza como expresión de la
existencia cristiana: historia y actualidad” pag 7-49.

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