Artículo de Gabriel Muscillo sobre el pasaje de tropas inglesas por Lomas de Zamora, Buenos Aires, y su vado del Riachuelo por La Noria, en la invasión a la Argentina de 1807, dirigida por el general Whitelocke.
Artículo de Gabriel Muscillo sobre el pasaje de tropas inglesas por Lomas de Zamora, Buenos Aires, y su vado del Riachuelo por La Noria, en la invasión a la Argentina de 1807, dirigida por el general Whitelocke.
Artículo de Gabriel Muscillo sobre el pasaje de tropas inglesas por Lomas de Zamora, Buenos Aires, y su vado del Riachuelo por La Noria, en la invasión a la Argentina de 1807, dirigida por el general Whitelocke.
Cuando en 1807 los ingleses hicieron su segunda intentona de apoderarse de
Buenos Aires, quien los conduca, Sir John Whitelocke, decidi desembarcar en la costa sur del Plata. En consecuencia, y con objeto de aproximarse a la ciudad, las tropas se vieron obligadas a vadear el Riachuelo. Paso escogido para hacerlo: el llamado De Zamora. Las peripecias que los casacas rojas debieron afrontar en su marcha desde las playas del ro hasta las lomas, resultan muy instructivas acerca de la naturaleza primitiva del terreno que hoy llamamos nuestro, y constituyen el relato perdido de un episodio olvidado La memoria inexplicablemente soterrada de un acontecimiento brutalmente significativo, que se desencaden aqu noms como quien dice a vuelta de esquina.
Pantanos y lodos movedizos
El 27 de junio de 1807 fueron por fin visibles desde Buenos Aires, sobre el Ro de la Plata, las 110 velas de la flota que transportaba una formidable fuerza de invasin: 10 mil aguerridos soldados, fogueados en las guerras zules y en la India. Los movimientos de las naves demostraban su busca para el desembarco de algn punto costero desguarnecido. Al da siguiente lo hallaron hacia el sur: un sector de playa entre Ensenada y Punta Lara. Los casacas rojas trajeron a tierra 18 piezas de artillera y 206 montas. El segundo a cargo, el General John Levison Gower, recibi la misin de ocupar las lomas: unas lejanas elevaciones de terreno, que al parecer de Whitelocke resultaban estratgicas. Y aqu empezaron los problemas. El Teniente Coronel Lancelot Holland dice en su Diario que la mesnada se intern en forma casi perpendicular a la playa: marcha que pronto se torn ardua y hasta riesgosa, a travs de vastos pantanos fangosos. Durante un largo rato los hombres tuvieron que andar a media pierna por el agua; haba zanjas y cinagas que por momentos hicieron parecer imposible el acarreo de los caones Los caballos quedaban con frecuencia atascados, y era difcil sacarlos. El propio Gower confiesa: Desde la Ensenada hasta las lomas nunca pude encontrar ms que un camino, aunque hice la prueba en toda direccin ste era un pantano, con una superficie cubierta de agua, que variaba su profundidad de dos pies para arriba Habla asimismo de lodos movedizos, que acechaban traicioneros, y de los que con no poca dificultad sala el caballo que yo montaba. De hecho, en tres ocasiones, el sufrido corcel, detenido en esta mvil prisin, termin por caer, y, sin poder levantarse por s mismo, hubiera sido sin duda tragado por el barro, de no resultar rescatado a lazo. Por fin treparon las dichosas lomas, que en comparacin con el hmedo y pestilente infierno que dejaban atrs, pareci a los casacas rojas un verdadero paraso herboso y rico en trboles.
Aquel ondulante paraso
De sumo inters resulta la descripcin que hace de las tierras altas nuestro ya conocido Lancelot Holland, testigo privilegiado? de un ambiente y una ecologa que nos parece hoy tan remota y casi aliengena como la prehistrica cuando en verdad nos separan de todo aquello poco ms de 200 aos. El suelo es ondulante; las subidas y bajadas graduales y prolongadas, escribe tras loar el csped exuberante. Entre toros y caballos, el ingls hall gran abundancia de aves de caza, en particular una que llaman perdiz y chorlitos. Contina diciendo que los pjaros pequeos son hermossimos, aunque fuera de los gorriones no supo identificar a ninguno. Tambin hay cantidades de sabandijas, comadrejas, zorros, perros salvajes que allan de manera espantosa toda la noche y ratas de enormes proporciones, que engordan con los restos pegados a los esqueletos de los bueyes
El Paso de Zamora
El da 2 de julio de 1807, Whitelocke se vio en la necesidad de decidir por dnde habra de cruzar el Ro Chuelo... es decir, el Riachuelo. Un criollo al que se haba tomado prisionero para que sirviera de baquiano recomend el llamado Paso Chico. Por alguna razn, el comandante ingls desconfiando, quiz, de la sinceridad del informante se inclinaba por seguir adelante, atravesando las lomas hasta el Paso de Zamora. Sera ste un punto negro, muy debatido en el posterior Consejo de Guerra celebrado en Londres contra Whitelocke. Al da siguiente, cuenta Richard Bourke al ser entonces interrogado, frente ya al Paso lomense, y sospechando que al otro lado se emboscaban los espaoles, se resolvi enviar al baquiano para intentar el cruce: Era tan profundo que l tuvo que salvarlo con el caballo a nado. Por ello, los ingleses tentaron hallar un vado ms seguro, siguiendo como una milla ms debajo de la corriente. Se trataba del Paso de la Noria, por donde a la postre cruzaron. La trayectoria aproximada que describi esta columna inglesa, encabezada por Whitelocke en persona, ha sido reconstruida por Rudi Varela: Ramn Franco, Mitre, Centenario Uruguayo en Villa Domnico, Avellaneda; siguiendo por la prolongacin terica de esta calle en Lans; hasta Las Heras en Lomas de Zamora, pasando por donde hoy se levanta el Palacio Municipal, y llegando al Paso de Zamora (Claudio de Alas y J.J. Valle), para bajar por fin hacia el Paso de la Noria, 800 metros aguas abajo del actual Puente de la Noria.
Diario de la navegacion empredida en 1781
Desde el Rio Negro, para reconocer la Bahia de Todos los Santos, las Islas del Buen Suceso, y el desague del Rio Colorado
Evaluación de La Incidencia de La Cerámica Molida Reciclada (CMR) Como Agregado Fino en Una Proporción Del 20% para Un Concreto Modificado, Con El Fin de Obtener Mejoras en La Resistencia Mecánica.