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Octubre, 2009

Prepárate para pensar en lo que comes de una manera completamente diferente. ¡En esta edición del Wellness Wire, aprenderás sobre la
fascinante ciencia de la nutrigenómica y cómo lo que comes realmente afecta tu ADN! Descubrirás que la buena nutrición podría “encender”
y apagar tus factores de risgo genéticos para enfermedades graves como las enfermedades cardiacas.

Después, nuestro experto abordará un problema que la mayoría de nosotros enfrentará en algún momento: el dolor de espalda. Aprende
cómo una dosis saludable de actividad física puede en realidad aliviar el dolor de la espalda baja y prevenir una espalda adolorida.

La Nutrigenómica: Donde la Alimentación y el ADN se Encuentran


Dr. Duke Johnson, M.D.
Director Médico, Instituto de Salud Nutrilite
En la década pasada, los científicos descubrieron que el efecto de nuestra alimentación en nuestros cuerpos es más complejo de lo que
imaginamos. Estos descubrimientos ha abierto una nueva y emocionante área de la ciencia conocida como nutrigenómica – el estudio de
cómo la alimentación trabaja en nuestros cuerpos a nivel molecular.

El el pasado, teníamos una buena idea de cómo nuestros cuerpos utilizaban los alimentos que ingeríamos, pero no comprendíamos el
proceso en su totalidad. Durante muchos años, hemos sabido que nuestro tracto digestivo descompone los alimentos hasta sus elementos
fundamentales más pequeños, lo que permite que los alimentos entren al torrente sanguíneo. Por ejemplo, las grasas se reducen a ácidos
grasos y los carbohidratos se vuelven azúcares simples. Estos componentes básicos, junto con las vitaminas, los minerales y los fitonutri-
entes, entran al torrente sanguíneo desde el tracto digestivo, pasan por el hígado para ser procesados y luego se transportan a todas las
células vivas en nuestro cuerpo.

Hoy en día sabemos mucho más sobre lo que le sucede a estos elementos esenciales nutritivos una vez que entran en nuestras células.
No hace mucho tiempo, los científicos creían que estos componentes nutricionales realizaban la mayor parte de su labor en la región de
la célula localizada fuera del núcleo, conocida como citoplasma. Sabíamos que estos componentes nutricionales eran necesarios para
producir energía y ayudar con muchas otras funciones celulares. Pero ignorábamos que estos nutrientes básicos en realidad también
influían en nuestro código genético.

Recientemente, muchas investigaciones han demostrado que muchos de los nutrientes que consumimos en realidad ingresan al núcleo de
la célula y afectan a nuestro código genético, conocido como ADN. El núcleo es un compartimiento especial dentro de la célula y que con-
tiene nuestro ADN. Otro término para ADN es genoma y combinando las palabras “nutrientes” y “genoma”, obtenemos “nutrigenómica”, el
estudio de cómo los nutrientes que ingerimos afectan nuestro ADN.

La relación entre nuestra alimentación y nuestro ADN es muy compleja. El ADN está formado por genes, que son los “planos” de las
proteínas responsables por activar reacciones en nuestras células. Algunos genes producen proteínas buenas conocidas como enzimas y
otros genes producen proteínas que pueden ser dañinas para nuestra salud en grandes cantidades. También es importante saber que no
todos nuestros genes están siempre activados. Los genes son como un interruptor de la luz. Podemos encenderlos o apagarlos con las
elecciones que realizamos para nuestro estilo de vida.

Hoy más que nunca, la nutrigenómica nos ayuda a entender de qué forma la nutrición afecta a nuestra salud. Por ejemplo, los alimentos
poco saludables podrían en realidad encender algunos de estos genes dañinos. La otra cara de la moneda es que los alimentos saludables
que brindan nutrientes pueden probablemente apagar esos genes dañinos.

Aunque la ciencia de la nutrigenómica es relativamente nueva, ya nos está permitiendo expandir nuestro conocimiento sobre la nutrición.
Como puedes ver, también está fortaleciendo la postura a favor de la alimentación saludable mostrándote que la comida que comes tiene
un efecto tremendo en tu salud y tu riesgo de enfermarte, hasta en el nivel genético.
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Nota especial: Los promotores de dietas novedosas con frecuencia no tienen conocimientos de nutrigenómica y por lo general recomiendan
alimentos que activan genes malos. Ya que trabajamos con algunos de los mayores expertos en el campo de la nutrigenómica, puedes
confiar en que mis recomendaciones respecto a los alimentos toman en consideración este campo de la ciencia pensando en tu mejor
salud.

Cómo Desactivar Tu Riesgo Genético


Kenneth Kornman, D.D.S, Ph.D.
Presidente y Científico Principal de Interleukin Genetics
Al envejecer, ciertas enfermedades se presentan con frecuencia. La enfermedades típicamente asociadas con el envejecimiento incluyen
las enfermedades cardíacas, los derrames cerebrales, la enfermedad de Alzheimer, la demencia, la obesidad, diabetes, cáncer, osteopo-
rosis y problemas de las articulaciones. Es una larga lista pero no te desanimes. La salud óptima consiste en retrasar y ayudar a evitar tus
experiencias con estas enfermedades del envejecimiento.

Todos estos padecimientos son causados por interacciones entre nuestros genes y el ambiente en que vivimos. La enfermedad cardiovas-
cular, que incluye infartos del corazón y derrame cerebral, es un ejemplo. Sabemos que nuestro estilo de vida, incluyendo el cigarrillo, la
actividad física y la dieta, son los principales factores en nuestra salud cardiovascular. También sabemos que la genética juega un papel
importante, ya que un historial familiar de ataques cardiacos antes de la edad de 60 años es un factor importante de riesgo para la
cardiopatía.

Las buenas noticias son que puedes hacer cambios para reducir tu riesgo genético de padecer estas enfermedades del envejecimiento.
Aunque no puedes cambiar los genes que heredaste de tus padres, puedes cambiar la manera en que tus genes funcionan para hacer
más saludable a tu cuerpo.

La nutrición es uno de los determinantes más fuertes del comportamiento de tus genes. Los científicos ahora saben que algunos de tus
genes tienen variaciones que alteran su comportamiento. Por ejemplo, se puede influir a un gen para producir mayor o menor cantidad
de una sustancia química a lo largo del tiempo. El objetivo es reducir los resultados de los genes que producen químicos que pueden ser
dañinos, tales como los genes que producen placa que obstruye las arterias coronarias.

Aquí es donde entra en escena la nueva y emocionante ciencia de la nutrigenómica. En la nutrigenómica, trabajamos para descubrir qué
genes en tu cuerpo se ven afectados por ciertos nutrientes. Por ejemplo, ¿qué le producen a la maquinaria de tu cuerpo y a tus genes
las grasas malas saturadas? Esto no significa que debes tener una dieta personalizada, ya que esto todavía no está al alcance de la
ciencia actual. Pero hay maneras hoy en día para clasificar a las personas en algunos cuantos patrones genéticos y puedes aprender a
aprovechar mejor ciertos nutrientes y suplementos.

Lo que podemos aprender de la nutrigenómica es que quizá puedas modificar incluso los factores genéticos de riesgo para enfermedades
relacionadas con el envejecimiento, que una vez se consideraron como irreversibles, con una dieta saludable. La nutrigenómica te da otra
razón de peso para aspirar a una dieta saludable para vivir tu vida con una salud óptima.

Ay, Mi Espalda Adolorida: Alivio del Dolor de Espalda con Ejercicio


Sean Foy, M.A
Presidente, Personal Wellness Corporation
Cuando tu espalda te duele, todo te duele. A la edad de 45 años, la mayoría de las personas habrán padecido alguna forma de molestia
de la espalda baja. Aparte del resfriado común, el dolor de la espalda baja es la razón más común por la que las personas faltan a su
trabajo en los Estados Unidos. El dolor de espalda baja es uno de los principales obstáculos de salud para mantener un programa de
acondicionamiento físico regular.

Estos son tres tipos comunes de problemas de la espalda. Un problema común de la espalda baja son los desgarros, una lesión a un
músculo o tendón de la espalda baja. Otros problemas comunes incluyen los esguinces, lesiones de los ligamentos que sostienen la
espina dorsal y los discos herniados (cuando los discos pequeños y redondos que amortiguan el espacio entre las vértebras se desplazan).
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Tu espalda consta de tres áreas principales: la porción superior de tu columna vertebral (la cervical), la porción de en medio (la torácica)
y la porción inferior (la lumbar). La espalda baja conecta tu pecho, brazos y la parte superior de tu cuerpo a tus caderas, pelvis y piernas
es decir la parte inferior de tu cuerpo. La fuerza y movilidad de tu espalda baja es crucial para las actividades cotidianas básicas, que
incluyen: sentarse, pararse, caminar, levantar objetos, contorsionarse, girarse y doblarse.

El dolor y la lesión de la espalda baja por lo general se debe a uno de varios factores:
• Mala postura.
• Mecánica corporal inadecuada.
• Estar sentado mucho tiempo.
• Movimientos súbitos y rápidos que dañan a los ligamentos.
• Músculos y tendones que se han tensado excesivamente debido a una falta de acondicionamiento básico.

En mi libro, The 10 Minute Total Body Breakthrough, explico en detalles cómo mover tu cuerpo “4-3-2-1” para ayudar a prevenir el dolor
de la espalda baja. En este artículo compartiré algunos pasos simples para que comiences.

Consulta a tu médico. Si estás sintiendo dolor de espalda baja, habla de tu padecimiento y tu nivel actual de acondicionamiento físico
con tu médico. Si tu dolor de espalda es grave, trabaja con tu médico para crear un plan de acción para ayudar a que vuelvas a moverte.
Recuerda, se ha demostrado que la falta de actividad empeora el dolor de espalda y aumenta tu molestia.

Realiza ejercicios aeróbicos con cuidado. Después de que tengas la aprobación de tu médico, elige actividades aeróbicas que sean
suaves para tus articulaciones, tales como caminar o la bicicleta fija. Ponte en movimiento de 10 a 30 minutos al día, al menos tres días
a la semana. Quizá también quieras considerar hacer ejercicio en una piscina para aliviar la tensión en tu espalda. Evita realizar cualquier
ejercicio que sacuda las articulaciones, como trotar, correr, saltar la cuerda o brincar abriendo y cerrando piernas y brazos.

Comienza el entrenamiento de los músculos centrales y de resistencia. Desarrolla un programa de resistencia y de los músculos
centrales para mejorar la fuerza en general de tu cuerpo. En el entrenamiento de resistencia, necesitarás evitar algunos movimientos para
prevenir más lesiones. Omite cualquier ejercicio que implique levantar un peso por arriba de tu cabeza o colocar un peso en tu espalda.
Por ejemplo, no hagas mancuernas o ejercicios de hombros con pesas, pesas estando agachado o banda de resistencia con pesas por
encima de la cabeza. También, omite cualquier ejercicio en el que haya que contorsionarse. Después, recuerda realizar movimientos de
entrenamiento de resistencia con movimientos lentos y controlados.

Realiza movimientos que involucren la parte superior inferior de tu cuerpo, como planchas contra la pared o cuclillas contra la pared.
O, usa una banda de resistencia y realiza embestidas estacionarias o flexiones de brazos. Intenta utilizar una plancha estacionaria para
espalda o lateral para fortalecer tus músculos centrales, que incluyen tus abdominales, posteriores y oblicuos. También, una de las
mejores herramientas para ayudar a fortalecer tu centro y cuerpo en general durante tu rutina de ejercicio es una bola estabilizadora.
Intenta procurar una sesión de resistencia y de centro tres días a la semana alternando los días.

Estírate con regularidad. Estirarse proporciona muchos beneficios a tu cuerpo, lo que incluye aumentar la flexibilidad de los músculos,
fortalecer tendones y ligamentos, aumentar la movilidad de las articulaciones, mejorar la postura, disminuir el dolor de espalda y muchos
más. Estírate cada día para aliviar las molestias de la espalda baja y evitar más lesiones. Los estiramientos como el doblez sentado hacia
adelante, extensión de brazo sentado o estiramiento de la barbilla al pecho son todos ejemplos de estiramientos estáticos que puedes
realizar. Sostén cada estiramiento hasta que sientas una ligera tensión durante 15 a 30 segundos y realízalos con la frecuencia que gustes
durante todo el día.

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