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L
a cocaína (Benzoilmetilecgonina) es una droga estimulante del sistema
nervioso central, en forma de un polvo blanco extraído de las hojas
de la coca, arbusto que crece en América del Sur e Indonesia, de
aproximadamente 3 metros y medio de altura, de ramas delgadas y hojas
ovaladas de color pardo rojizo. Pertenece a la especie de arbustos del
género Erytroxilon coca.
La droga constituye del 0.5 al 1% del peso seco de la planta. Aunque
la cocaína que se vende a los adultos es bastante pura (80 a 90%), se la
adultera con una variedad de substancias; las más comunes de estas son:
manitol, glucosa y lactosa, e incluso pueden agregarse otros estimulantes
como la cafeína y las anfetaminas.
En la antigüedad, durante el Imperio Inca, la planta de la coca era
muy valorada y constituía un elemento más para la diferenciación de las
clases sociales. Se utilizaba muchas veces como ofrenda a los dioses y con
intenciones chamanísticas como la adivinación.
Con la colonización española este sentido no se pierde sino que se adapta.
Los conquistadores descubrieron los efectos que tenía la droga si se les daba
a los indios durante el trabajo en las minas. Desde ese momento la planta
fue usada con el fin de que la explotación indígena fuera más eficiente.
Las primeras descripciones sobre casos de dependencia de esta droga
se remontan al año de 1855. Para Varenne los verdaderos comienzos de la
cocainomanía en Norteamérica, mediante aspiración nasal, se sitúan hacia
1902-1903.
Para 1985, 22 millones de hombres y mujeres habían usado cocaína por lo
menos en una ocasión, estando un 40% entre las edades de 25 a 30 años.
El número de casos que se reciben en un servicio de urgencias asociados
con abuso de cocaína se incrementó de 7 155 a una cifra de 39 657 en un
periodo de un año, a finales de junio de 1988.
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El uso más habitual es la inhalación por la nariz. El uso intravenoso de
cocaína y heroína juntas (speed-ball) se asocia a un aumento en el riesgo
de infección por el virus de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Droga clasista
El costo relativamente alto de la cocaína adquirida ilícitamente ha contribuido
a que su consumo sea en clases media y alta.
La cocaína estimula primero y después deprime el sistema nervioso
central en orden descendente, desde la corteza cerebral hasta la médula.
Los hallazgos encontrados en las autopsias de pacientes fallecidos por
envenenamiento con esta droga demostraron principalmente congestión
del sistema digestivo y cerebro.
La dosis común de cocaína es difícil de medir. La dosis usual de intoxicación
es de 15 a 50 miligramos. La cocaína es rápidamente absorbida cuando se
administra intranasalmente o al fumar. Cuando se utiliza la vía intranasal
o intravenosa el inicio de acción es a los dos minutos, con efecto máximo
entre quince y veinte minutos, después del uso intranasal, y cinco a diez
minutos después del uso intravenoso. Con la administración oral el índice
de absorción es bajo y la duración de la acción es prolongada.
¿Viaje fantástico?
La vida media de la droga es aproximadamente de una hora. La droga es
metabolizada en hígado y plasma y excretada en la orina, donde se detecta
treinta minutos después de la última dosis. Los metabolitos excretados en la
orina también son absorbidos cuando existe inflamación de la vejiga urinaria.
No produce dependencia física pero sí desarrolla una profunda dependencia
psicológica, entendiéndose este concepto como una necesidad emocional
intensa por el uso repetitivo de la droga. La tolerancia a sus efectos no ha
sido demostrada.
El estado de euforia dura una hora por término medio, pero después
viene el cansancio, la apatía y la angustia que provoca que el sujeto recurra
a nuevas dosis. Los sujetos suelen cometer errores, ya que la asociación de
sus ideas está alterada.
Los efectos dependen tanto de la dosis y la frecuencia como de la
inhalación. La inhalación repetida puede provocar erosiones de la mucosa
nasal (rinitis) y, en algunos casos, ulceraciones e incluso perforación del
tejido cartilaginoso.
La intoxicación aguda tiene un efecto estimulante que produce
ansiedad intensa y facilita las conductas violentas, sobre todo en personas
predispuestas. Cuando provoca reacciones paranoides o psicóticas, el
individuo puede reaccionar agresivamente, con pérdida del autodominio
al sentirse vigilado o perseguido. A menudo la cocaína también produce
estados alucinatorios, tanto a nivel auditivo como visual y táctil, y
recientemente han sido descritas alteraciones del olfato y el gusto.
Otras manifestaciones clínicas son: presión arterial elevada, aumento de la
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frecuencia cardiaca, irritabilidad ventricular que se manifiesta como arritmias
cardíacas, acompañadas eventualmente de insuficiencia cardíaca aguda e
infartos al corazón. Existe también aumento de la temperatura corporal,
inhibición del centro respiratorio, ataques cerebrales, convulsiones y muerte
súbita. También se han encontrado pacientes con temblor, delirio, dilatación
pupilar, calambres musculares, aumento de los reflejos osteotendinosos,
dolor abdominal, náuseas y vómito.
El uso crónico vuelve al paciente irritable, intranquilo y abúlico. Los
cuadros de paranoia y de ideas delirantes persecutorias se presentan más a
menudo, acompañados de experiencias terroríficas. Los enfermeros también
presentan pérdida de peso, hiponomanía, verborrea, y los fumadores de
cocaína quizá refieran alteraciones en su capacidad funcional pulmonar.
Se ha descrito un síndrome de abstinencia caracterizado por astenia,
fatiga, apatía, sopor, somnolencia, sueño irregular y constricción pupilar.
Algunos manifiestan impotencia sexual.