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de estar viendo "slo una pelcula", con todas las concesiones que esto le otorga
(Juegos divertidos se revela como tesis y no slo como relato por los espordicos
dilogos a cmara de los personajes). Para invertir una premisa, Haneke primero la
plantea: en su cinta las vctimas son de una inocencia casi alegrica: una familia
que se dispone a vacacionar en su casa de verano a las orillas de un lago. Su
bienestar se trunca con la aparicin de dos jvenes de apariencia refinada (sta, la
primera trasgresin: el austriaco rechaza la violencia explicada en trminos
sociolgicos, en donde el asesino suele ser un paria, vctima del rechazo social,
psicolgicamente inestable y, por lo tanto, violento), quienes secuestran a la familia
en la casa que, por aislada, es un campo de accin ideal para los criminales. Lo que
sucede en adelante es de una brutalidad inefable, aunque la tortura representada
es psicolgica y la violencia fsica ocurre fuera de cuadro, y es ms intensa en tanto
que sucede en la imaginacin del espectador (lo mismo podra decirse del cine de
Tarantino, pero en ste existe siempre un paliativo simultneo a la accin violenta:
msica alegre, humor, agilidad narrativa).
Haneke no pretende que el pblico se identifique con los torturadores (algo que s
hace Stone en su falsa condena), sino que a travs de las vctimas proyecta al
mximo sus temores sobre lo que ocurre en la realidad -ya despus, dice el director,
vendr la racionalizacin-. Sus detractores -que son muchos- alegan que si bien es
cierto que Juegos divertidos es la pelcula reciente en la que menos se maquilla el
carcter absoluto y nada atractivo de la violencia, resulta, por lo mismo, muy
atractiva. Quiz Haneke no consiga del todo infundir en su pblico el repudio hacia
el espectculo de la violencia. Lo que s logra es despojarla de su glamour
cinematogrfico y, entonces, plantearse el problema como uno de fascinacin hacia
la violencia real o, por lo menos, hacia su representacin en la mente del
espectador. En cualquier caso Juegos divertidos obliga al pblico a entender que
aquello que normalmente se ofrece en la pantalla (de cine o televisin) como
violencia, no es sino una versin edulcorada, remotamente similar a la experiencia
real.