Você está na página 1de 2

Rafael Arráiz Lucca

¿Una luz en el túnel?

17/01/2010

Desde esta columna sumamos trece años señalando que el tema económico principal de
Venezuela es el de la dependencia del petróleo y la necesidad de diversificar la economía. Lo
trágico de este señalamiento es que desde 1936 viene haciéndose y, para tal fin, el Estado
venezolano diseñó la industrialización sustitutiva de importaciones, a partir de 1946, cuando se
fundó la Corporación Venezolana de Fomento. Raúl Prebisch, el economista argentino que
estructuró para la Cepal esta política de ámbito latinoamericano, reconocía que Venezuela fue
pionera en esto, durante el gobierno de la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidido por
Betancourt, a partir del 18 de octubre de 1945.

Esta política tuvo vigencia en Venezuela entre esta fecha y 1989, cuando ya era insostenible no
sólo aquí sino en toda América Latina. Ahora, el presidente Chávez y su equipo la descubren y
señalan que en Venezuela se importa todo.

Dios santo: tenemos más de una década diciéndolo, y no puede ser de otra manera.

La única forma posible de que en Venezuela no se importe todo es que haya seguridad jurídica
para la creación de un parque industrial nacional, por parte de la empresa privada. Esto ya se
ensayó con éxito en el pasado, pero llegó un momento en que se hizo necesario abrir los
mercados para la exportación e importación porque el interno estaba copado y las empresas no
podían crecer más. Es cierto lo que dijo Alí Rodríguez el otro día en televisión, que la dificultad
añadida para Venezuela en este esquema es que la moneda fue tradicionalmente fuerte y hacía
imposible la exportación de nuestros productos por la carestía de sus costos de producción.

Lo que pretendía el equipo económico del presidente Pérez en su segundo gobierno era esto:
diversificar la economía. Para ello, era necesario moderar un tipo de cambio que hiciese
competitivos los costos nacionales de manera tal que nuestros productos pudiesen salir al
exterior. De esta manera, animando a un sector exportador nacional, la dependencia petrolera
disminuiría y se iría diversificando la economía.

Antes y ahora, lo que los empresarios requieren para invertir en el país es seguridad jurídica,
respeto a las libertades económicas y la propiedad privada, de tal manera de poder arriesgar en
Venezuela y obtener suficientes retornos como para seguir creciendo y diversificando sus
propios negocios y la economía en general.

Por el amor de Dios, esto lo entienden hasta los niños. Todos los días me pregunto por qué
diablos elegimos a gente tan desinformada, tan falta de los mínimos elementos del sentido
común de la economía.

Por qué elegimos a gente ideologizada, incapaz de ver la realidad sin anteojos defectuosos. Se
sabe: no hay manera de salir de la pobreza sin generar riqueza. Ésta sólo es posible crearla
produciendo, la producción es sólo posible en un marco de seguridad jurídica y libertad,
cualquier otro camino ensayado ha sido un fracaso.

Finalmente, les confieso que vi una luz en la intervención de Rodríguez de la otra noche. Si el
Gobierno opta por regresar a la ISI, como lo afirmó entre líneas, al menos estaría reconociendo a
la empresa privada como la generadora de riqueza y estaría iniciando, aunque sea tarde, el
camino correcto de estimular la producción nacional.

Si el Gobierno cree que esta tarea es de él en su faceta de empresario, pues volveríamos a no


tener ninguna perspectiva de futuro. Tan sólo le pido a Dios (la desesperación ante lo evidente
me lleva a invocarlo insistentemente) que los ilumine y se dispongan a escuchar a economistas
de verdad, no a ideólogos que nos han hundido en la pobreza.

Você também pode gostar