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Tema primero: el amor de Dios.

El evangelizador es vínculo del amor de Dios, acompaña al evangelizado a subir al Tabor para
que el mismo Dios le declare: “Tu eres mi hijo muy amado en quien yo tengo todas mis
complacencias”

Textos bíblicos para reflexionar: Jer 31,3; 1Jn 4,8; 4, 19; Is 54,10; Is 43,1; 49,15.
Desde el Catecismo de la Iglesia Católica se dice:
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y
escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37; 7,8; 10,15). E Israel
comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1–7) y de
perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).

219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es más
fuerte que el amor de una madre a sus hijos (cf. Is 49,14–15). Dios ama a su Pueblo más que un esposo
a su amada (Is 62,4–5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (cf. Ez 16; Os 11); llegará
hasta el don más precioso: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16).

220 El amor de Dios es "eterno" (Is 54,8). "Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas
mi amor de tu lado no se apartará" (Is 54,10). "Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia
para ti" (Jr 31,3).

221 Pero S. Juan irá todavía más lejos al afirmar: "Dios es Amor" (1 Jn 4,8.16); el ser mismo de Dios es
Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto
más íntimo (cf. 1 Cor 2,7–16; Ef 3,9–12); él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu
Santo, y nos ha destinado a participar en él.

Jesús rompió los esquemas que Israel había prefabricado de Dios. No aceptó que al
Dios-que-da-gratuitamente-por-amor se le convirtiera en un Dios-deudor, que tiene que
pagarnos por los méritos de las buenas obras.
Los judíos tenían tanto respeto a Dios, que casi se adentraban en la frontera del temor.
Jesús viene a revelar que ese Dios santo e inalcanzable es básicamente y sobre todo Padre,
que ama a todos sus hijos y que hace brillar el sol y llover sobre buenos y malos. Y lo más
asombroso, ama particularmente al más necesitado. Por eso envió a su Hijo (Jesucristo), no a
los justos, sino a los pecadores, pues quien tiene necesidad del médico no es el sano, sino el
enfermo.
Dios es como un padre amoroso capaz de acoger a su hijo, que vuelve a casa después
de haber despreciado la reputación familiar. Lo recibe y antes de ponerle un vestido nuevo lo
arropa con besos y abrazos (perdón del corazón, lo perdona en serio), para luego organizar
una fiesta, sin recriminar el pecado. Su misericordia es siempre mucho mayor que cualquier
pecado.

Actividad:
Te propongo que leas todo el material sugerido y que imaginando que sos un maestro de primaria, Tenés
que darles una charla a los alumnos de tercer grado turno tarde donde tu hora es la última y todos se quieren ir. Así
que el encuentro debe ser muy divertido y debes tomarle una especie de evaluación (cortita) para comprobar
cuanto te entendieron.
Tema segundo: la conciencia de pecado frente
a Dios.
El pivote de una evangelización eficaz radica en que el evangelizador se reconozca y se
confiese pecador delante de Dios. Todos somos pecadores, pero solo quienes así lo admitan
pueden ser perdonados y salvados

Textos bíblicos para reflexionar: Rom 3,23; 6, 23; 11, 32; Jn 8, 34; 9, 41; Prov
8,36; Gen 2, 17; Sal 51, 7
Desde el Catecismo de la Iglesia Católica se dice:

386 El pecado está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura
realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar
reconocer el unión profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relación, el mal del pecado no
es desenmascarado en su verdadera cara de rechazo y oposición a Dios, aunque continúe pesando sobre
la vida del hombre y sobre la historia.

387 La realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz
de la Revelación divina. Sólo en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que
el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y
amarse mutuamente.

397 El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia su Creador (cf. Gn
3,1–11) y, abusando de su libertad, desobedeció al mandamiento de Dios. En esto consistió el primer
pecado del hombre (cf. Rm 5,19). En adelante, todo pecado será una desobediencia a Dios y una falta de
confianza en su bondad.

398 En este pecado, el hombre se escogió a sí mismo en lugar de Dios, y por ello despreció a Dios:
hizo elección de sí mismo contra Dios, contra las exigencias de su nivel de creatura y, por tanto, contra su
propio bien. El hombre, creado en un estado de santidad, estaba destinado a ser plenamente
"divinizado" por Dios en la gloria. Por la seducción del diablo quiso "ser como Dios" (cf. Gn 3,5), pero
"sin Dios, antes que Dios y no según Dios" (S. Máximo Confesor, ambig.).

399 La Escritura muestra las consecuencias dramáticas de esta primera desobediencia. Adán y Eva
pierden inmediatamente la gracia de la santidad original (cf. Rm 3,23). Tienen miedo del Dios (cf. Gn 3,9–
10) de quien han concebido una falsa imagen, la de un Dios celoso de sus privilegios (cf. Gn 3,5).

400 La amistad en la que se encontraban, establecida gracias a la justicia original, queda destruida; el
poder hacer lo bueno que se piensa no siempre se lo lleva a cabo (cf. Gn 3,7); la unión entre el hombre y
la mujer es sometida a tensiones (cf. Gn 3,11–13); sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el
dominio (cf. Gn 3,16). La fraternidad con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre
extraña y hostil (cf. Gn 3,17.19). Por fin, la consecuencia explícitamente anunciada para el caso de
desobediencia (cf. Gn 2,17), se realizará: el hombre "volverá al polvo del que fue formado" (Gn 3,19). La
muerte hace su entrada en la historia de la humanidad (cf. Rm 5,12).

El pecado, ruptura con Dios, división entre los hombres y desajuste en el interior de cada uno, es causa
de todos, pero de todos los males en este mundo. Así en Lc 18, 9-14 vemos el orgullo de presumir las
acciones buenas que podemos hacer nos enfría el corazón ante la realidad de que nosotros también
necesitamos de los demás y de Dios, en Mc 10, 23-27 vemos que cuando ponemos nuestro corazón en
las riquezas dejamos de confiar en nuestro Señor Jesucristo, nuestro amigo-hermano-salvador. Por eso
se lo considera como obstáculo para que el hombre reciba a Dios como un Padre amoroso que nos
espera para satisfacer muestro deseo de felicidad.

Actividad:
Te propongo que leas todo el material sugerido y que imaginando que sos un catequista de primera
comunión. Tenés que darles una charla a los catecúmenos y el horario es bien tarde, así que los chicos están muy
cansados y no tienen ganas de escuchar muchas palabras. Así que el encuentro debe ser muy divertido y debes
tomarle una especie de evaluación (cortita) para comprobar cuanto te entendieron.
Tema tercer: Acto de fe y conversión.
El evangelizador debe manifestar exteriormente su fe en Jesús proclamándolo como único
salvador y Señor de toda su vida.

Textos bíblicos para reflexionar: Lc 17, 5-6; Ef 2, 8; Jn 3,3; Hch 2, 38; 3, 19; Ap
3, 20; Jr 31, 18; Rom 5, 1-2; 1Jn 1, 9; Sant 1, 5-8
Desde el Catecismo de la Iglesia Católica se dice:

160 "El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe estar obligado contra su
voluntad a abrazar la fe. En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, él no forzó jamás a nadie
jamás. "Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues
su reino...crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia él" (DH 11).
161 Creer en Cristo Jesús y en aquél que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa
salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). "Puesto que `sin la fe... es imposible agradar a Dios' (Hb
11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella y nadie, a no ser que
`haya perseverado en ella hasta el fin' (Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna" (Cc. Vaticano I: DS
3012; cf. Cc. de Trento: DS 1532).
162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S.
Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta;
algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1 Tm 1,18–19). Para vivir, crecer y perseverar
hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente
(cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe "actuar por la caridad" (Ga 5,6; cf. St 2,14–26), ser sostenida por la
esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
164 Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser
puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura;
las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena
nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.
165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, "esperando
contra toda esperanza" (Rom 4,18); la Virgen María que, en "la peregrinación de la fe" (LG 58), llegó
hasta la "noche de la fe" (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche
de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: "También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran
nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba
que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe" (Hb 12,1–2).
166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.
Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha
dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro,
debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe.
Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser
sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.
545 Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: "No he venido a llamar a justos sino a
pecadores" (Mc 2, 17; cf. 1 Tim 1, 15). Les invita a la conversión, sin la cual no se puede entrar en el
Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin límites de su Padre hacia ellos (cf. Lc
15, 11–32) y la inmensa "alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta" (Lc 15, 7). La prueba
suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida "para remisión de los pecados" (Mt 26, 28).

Jesús nunca impartió un tema sobre la fe a san Pedro. Simplemente le dijo “sígueme”,
y esperó a que Simón dejara redes y barca. Otra mañana en la que Simón Pedro habría
peleado toda la noche intentando pescar algo sin conseguirlo, le ordenó: “echa las redes”, y el
pescador lo hizo confiando no en su propia experiencia de pescador, sino “en la Palabra del
Señor”. En otra ocasión que habían sido sorprendidos en alta mar por unos vientos
traicioneros que amenazaban hundir la frágil embarcación, Jesús vino a ellos caminando sobre
las aguas. Cuando se hallaba a cierta distancia, se dirigió a Simón con autoridad pidiéndole un
paso en fe: “ven”. Pedro saltó de la barca de su seguridad y comenzó a dirigirse hacia Jesús
caminando sobre las aguas. Esta es la fe que salva en cada circunstancia de la vida.
Y en el caso de la conversión el ladrón de la derecha de la cruz de Jesús no cambió de
conducta, pues clavado como estaba, no pudiendo devolver nada de lo que hacía robado,
simplemente entregó a Jesús toda su persona, confesándolo como Rey y Señor de toda su
vida.

Actividad:
Te propongo que leas todo el material sugerido y que imaginando que sos un catequista que va a visitar a
las personas que se encuentran en la cárcel, y le vas a dar este tema como para que empiecen a recapacitar su
conducta anterior para nunca más volverla a repetir por amor a Dios y al Prójimo. De esta forma el encuentro debe
ser muy convincente y debes tomarle una especie de evaluación (cortita) para comprobar cuanto te entendieron.
Tema cuarto: El encuentro personal con Cristo.
El evangelizador debe favorecer un encuentro con Cristo vivo, es decir presentar a Jesús con
el evangelizado y a este con Jesús vivo. Esta es la piedra de toque de un buen evangelizador.

Textos bíblicos para reflexionar: Lc 18, 35-43; 19, 1-9; Jn 8, 1-11; Mt 17, 1-9
Desde el Catecismo de la Iglesia Católica se dice:

104 En la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza (cf. DV 24), porque, en
ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente: la Palabra de Dios (cf. 1 Ts
2,13). "En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus
hijos para conversar con ellos" (DV 21)
448 Con mucha frecuencia, en los Evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole "Señor".
Este título expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús y esperan de él socorro y
curación (cf. Mt 8, 2; 14, 30; 15, 22, etc.). Bajo la invitación del Espíritu Santo, expresa el reconocimiento
del misterio divino de Jesús (cf. Lc 1, 43; 2, 11). En el encuentro con Jesús resucitado, se convierte
en adoración: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28). Entonces toma una relación de amor y de afecto que
quedará como propio de la tradición cristiana: "¡Es el Señor!" (Jn 21, 7).
647 Nadie fue testigo ocular del acontecimiento mismo de la Resurrección y ningún evangelista lo
describe. Nadie puede decir cómo sucedió físicamente. Evento histórico demostrable por la señal del
sepulcro vacío y por la realidad de los encuentros de los apóstoles con Cristo resucitado, no por
ello la Resurrección pertenece menos al centro del Misterio de la fe en aquello que transciende y
sobrepasa a la historia. Por eso, Cristo resucitado no se manifiesta al mundo (cf. Jn 14, 22) sino a sus
discípulos, "a los que habían subido con él desde Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante
el pueblo" (Hch 13, 31).
995 Ser testigo de Cristo es ser "testigo de su Resurrección" (Hch 1, 22; cf. 4, 33), "haber comido y bebido
con El después de su Resurrección de entre los muertos" (Hch 10, 41). La esperanza cristiana en la
resurrección está totalmente marcada por los encuentros con Cristo resucitado. Nosotros
resucitaremos como El, con El, por El.
2560 "Si conocieras el don de Dios"(Jn 4, 10). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto
al pozo donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el
primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las
profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y
de sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El.
2563 El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica:
donde yo "me adentro"). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de
nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo
de nuestras tendencias mentales. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte.
Es el lugar del encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza.

Los discípulos de Emaús conocían perfectamente la vida y los milagros del Maestro. Hasta se
dieron el lujo de enseñarle esta vida al mismo Jesús Resucitado que les acompañaba en el
camino de regreso a su villa natal. Sin embargo, sus conocimientos nos les basto para entender
con el corazón que Jesús había Resucitado y por eso no podían dejar de estar tristes.
Fue hasta que el misterioso acompañante se mostró como es y al partir el pan les transformó
la vida: de la tristeza al gozo.

Actividad:
Te propongo que leas todo el material sugerido y que imaginando que sos una persona que va a visitar a
su amiga que se encuentra depresiva y necesita que le muestres la grandeza de Jesús en su vida y del amor que le
tiene. Así que la charla debe ser muy demostrativa de este amor hacia ella y debes tomarle una especie de
evaluación (cortita) para comprobar cuanto te entendió.
Tema quinto: Pedir y recibir el Espíritu Santo.
Cada uno ha de tener su propio Pentecostés, mediante una oración donde se pida y reciba
una efusión abundante de Espíritu Santo y se manifieste sus dones y frutos

Textos bíblicos para reflexionar: Ez 36, 26; 37, 14; Hch 1, 5; 2, 39; Ap 22, 17; Jn
7, 37-39; Lc 11, 13; Gal 3, 14
Desde el Catecismo de la Iglesia Católica se dice:

76 La transmisión del evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras:
Oralmente: "los apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra
lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó";
Por escrito: "los mismos apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la
salvación inspirados por el Espíritu Santo"
152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela
a los hombres quién es Jesús. Porque "nadie puede decir: `Jesús es Señor' sino bajo la acción del
Espíritu Santo" (1 Cor 12,3). "El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios...Nadie conoce
lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Cor 2,10–11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente.
Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios. La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo
Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo
153 Cuando San Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta
revelación no le ha venido "de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos" (Mt 16,17;
cf. Ga 1,15; Mt 11,25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por él, "Para dar esta
respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con el auxilio
interior del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede `a
todos gusto en aceptar y creer la verdad'"
692 Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", literalmente
"aquél que es llamado junto a uno", "advocatus" (Jn 14, 16. 26; 15, 26; 16, 7). "Paráclito" se traduce
habitualmente por "Consolador", siendo Jesús el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama
al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13).
693 Además de su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de
los apóstoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espíritu de la promesa(Ga 3, 14;
Ef 1, 13), el Espíritu de adopción (Rm 8, 15; Ga 4, 6), el Espíritu de Cristo (Rm 8, 11), el Espíritu del
Señor (2 Co 3, 17), el Espíritu de Dios (Rm 8, 9.14; 15, 19; 1 Co 6, 11; 7, 40), y en San Pedro, el
Espíritu de gloria (1 P 4, 14).
Símbolos del Espíritu Santo
694 El agua. El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo,
significa realmente que nuestro nacimiento a la vida divina se nos da en el Espíritu Santo.
695 La unción. En la iniciación cristiana es el signo sacramental de la Confirmación, para captar toda la
fuerza que tiene, es necesario volver a la Unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesús.
Cristo gnifica "Ungido" del Espíritu de Dios. En la Antigua Alianza hubo "ungidos" del Señor (Así sucedida
para consagrar a un rey o a un sacerdote o a un profeta). Pero Jesús es el Ungido de Dios de una manera
única: La humanidad que el Hijo asume está totalmente "ungida por el Espíritu Santo". Jesús es
constituido "Cristo" por el Espíritu Santo (cf. Lc 4, 18–19; Is 61, 1).
696 El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la Vida dada en el
Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo.
Bajo la forma de lenguas "como de fuego", como el Espíritu Santo se posó sobre los discípulos la mañana
de Pentecostés y los llenó de él (Hch 2, 3–4).
697 La nube y la luz. Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo.
Desde el Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras luminosa, revela al Dios vivo y salvador.
Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en el Espíritu Santo. El es quien desciende sobre la
Virgen María y la cubre "con su sombra" para que ella conciba y dé a luz a Jesús (Lc 1, 35). En la
montaña de la Transfiguración es El quien "vino en una nube y cubrió con su sombra" a Jesús, a Moisés y
a Elías, a Pedro, Santiago y Juan, y "se oyó una voz desde la nube que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido,
escuchadle" (Lc 9, 34–35). Es, finalmente, la misma nube la que "ocultó a Jesús a los ojos" de los
discípulos el día de la Ascensión (Hch 1, 9), y la que lo revelará como Hijo del hombre en su Gloria el Día
de su Advenimiento (cf. Lc 21, 27).
698 El sello es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien "Dios ha marcado con su
sello" (Jn 6, 27) y el Padre nos marca también en él con su sello (2 Co 1, 22; Ef 1, 13; 4, 30). Como la
imagen del sello indica el carácter indeleble de la Unción del Espíritu Santo en los sacramentos del
Bautismo, de la Confirmación y del Orden, esta imagen se ha utilizado para expresar el "carácter"
imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados.
701 La paloma. Al final del diluvio (cuyo simbolismo se refiere al Bautismo), la paloma soltada por Noé
vuelve con una rama tierna de olivo en el pico, signo de que la tierra es habitable de nuevo(cf. Gn 8, 8–
12). Cuando Cristo sale del agua de su bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, baja y se posa
sobre él (cf. Mt 3, 16 par.). El Espíritu desciende y reposa en el corazón purificado de los bautizados.

Actividad:
Te propongo que leas todo el material sugerido y que imaginando que sos un Obispo que hace su prédica
cuando está celebrando el sacramento de la confirmación a chicos de de 13 a 14 años. Así que el encuentro debe
ser muy divertido y debes tomarle una especie de evaluación (cortita) para comprobar cuanto te entendieron.
Tema Sexto: Integrarse a la comunidad
Cristiana.
El amor dado y recibido es el alimento y la garantía de la nueva vida, y el fruto que garantiza
que el Espíritu de Dios ha sido derramado en nuestros corazones.

Textos bíblicos para reflexionar: Rom 12, 5; Col 2, 19; 1Pe 2, 9-10; 1Tm 3, 15; Ef
2, 20; 4, 11-13; Hch 2, 42
Desde el Catecismo de la Iglesia Católica se dice:

781 "En todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que lo quiere y practica la justicia. Sin embargo, quiso
santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados, sin conexión entre sí, sino hacer de
ellos un pueblo para que le conociera de verdad y le sirviera con una vida santa. Eligió, pues, a Israel
para pueblo suyo, hizo una alianza con él y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando su persona y
su plan a lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo esto, sin embargo, sucedió como preparación y
figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en Cristo..., es decir, el Nuevo Testamento en su
sangre convocando a las gentes de entre los judíos y los gentiles para que se unieran, no según la carne,
sino en el Espíritu" (LG 9).

Las características del Pueblo de Dios


782 El Pueblo de Dios tiene características que le distinguen claramente de todos los grupos religiosos,
étnicos, políticos o culturales de la Historia:

Es el Pueblo de Dios: Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero El ha adquirido


para sí un pueblo de aquellos que antes no eran un pueblo: "una raza elegida, un sacerdocio
real, una nación santa" (1 P 2, 9).
Se llega a ser miembro de este cuerpo no por el nacimiento físico, sino por el "nacimiento de
arriba", "del agua y del Espíritu" (Jn 3, 3–5), es decir, por la fe en Cristo y el Bautismo.
Este pueblo tiene por jefe a Jesús el Cristo desde la Cabeza al Cuerpo, es "el Pueblo
mesiánico".
"La identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios en cuyos
corazones habita el Espíritu Santo como en un templo".
"Su ley, es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo mismo nos amó (cf. Jn 13,
34)". Esta es la ley "nueva" del Espíritu Santo (Rm 8,2; Ga 5, 25).
Su misión es ser la sal de la tierra y la luz del mundo (cf. Mt 5, 13–16). "Es un germen muy
seguro de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano".
"Su destino es el Reino de Dios, que el mismo comenzó en este mundo, que ha de ser
extendido hasta que él mismo lo lleve también a su perfección" (LG 9).

Un pueblo sacerdotal, profético y real


783 Jesucristo es aquél a quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido "Sacerdote,
Profeta y Rey". Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las
responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas (cf.RH 18–21).

784 Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de este
Pueblo: en su vocación sacerdotal:. Los bautizados, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu
Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo" (LG 10).

785 "El pueblo santo de Dios participa también del carácter profético de Cristo". Lo es sobre todo por el
sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando "se adhiere
indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (LG 12) y profundiza en su
comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo.

786 El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo". Cristo ejerce su realeza
atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor
del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo "venido a ser servido, sino a servir y dar su vida
en rescate por muchos" (Mt 20, 28). Para el cristiano, "servir es reinar" (LG 36), particularmente "en los
pobres y en los que sufren" donde descubre "la imagen de su Fundador pobre y sufriente" (LG 8). El
pueblo de Dios realiza su "dignidad regia" viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo.
Actividad:
Te propongo que leas todo el material sugerido y que imaginando que estas encargado de buscar jóvenes
para que ingresen a compartir en el grupo misionero de la Parroquia y tenés que hacer un discurso convincente
para que tus amigos te sigan, sabiendo que ese día practican cada uno su deporte favorito. Así que el diálogo debe
ser muy divertido y debes tomarle una especie de evaluación (cortita) para comprobar cuanto te entendieron y si te
van a apoyar en tu propuesta.

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