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Efrén Martín, gerente de
www.fvmartin.net
“De aquí me pareció que el tiempo no es otra cosa
que una extensión; pero ¿de qué? No lo sé, y
maravilla será si no es de la misma alma. Porque
¿qué es, te suplico, Dios mío, lo que mido cuando
digo, bien de modo indefinido, como: “Este tiempo
es más largo que aquel otro”; o bien de modo
definido, como: “Este es doble que aquél”? Mido el
tiempo, lo sé; pero ni mido el futuro, que aún no es;
ni mido el presente, que no se extiende por ningún
espacio; ni mido el pretérito, que ya no existe. ¿Qué
es, pues, lo que mido?”.
“En ti, alma mía, mido los tiempos”.
(Confesiones. San Agustín).
Foto: Baharri
Comienza a demostrase que, en situación de
peligro, la percepción del tiempo se enlentece;
porque el cerebro trabaja de forma más precisa
y rápida para encontrar una salida ante una
grave amenaza para la supervivencia. Bajo
presión se agudiza la percepción, la memoria y
la inteligencia; tanto, que algunos dicen haber
visto desfilar su vida en un instante. El tiempo
se apura al máximo. No es un fenómeno
habitual ni duradero, porque lo más común es
que no sepamos aprovechar un día entero.
Publicado en: Observatorio de Recursos Humanos y Relaciones Laborales, Nº 34, abril 2009
y profesor de la Universidad de Deusto
La mente es nuestra máquina del tiempo,
que puede representarlo desde el presente
hacia el futuro o viceversa; y también
acortarlo o alargarlo mediante un Efecto
Doppler en el que la onda temporal, que no
es sonora ni electromagnética, se percibe de
forma diferente según viene o se va (largo le
parece el día al niño y breve la vida al
anciano). Merece la pena reflexionar sobre
las dos posiciones extremas de nuestro
acordeón temporal; para crear eficiencia
profesional y satisfacción personal:
Eficiencia y satisfacción. Cuando
aprovechamos bien el tiempo es porque lo
percibimos comprimido en un primer
momento y alargado con posterioridad.
Podemos imaginamos cualquier plazo como
breve -en onda corta- y pensar que es
escaso; lo que nos lleva a responder con
agilidad a nuestros compromisos y
concentrarnos a fondo en la tarea. Después
comprobaremos, con gran satisfacción y
resultados, que ese recurso de tiempo
cundió al máximo y el día se aprovechó.
Ineficiencia e insatisfacción. Cuando el
tiempo se nos escapa entre los dedos es
porque antes lo percibimos alargado y
recortado con posterioridad, invirtiendo la ley
Doppler. Inicialmente podemos imaginar un
gran plazo de tiempo –en onda larga-, y
pensar que sobra tiempo; lo que nos lleva a
descuidar compromisos, desconcentrarnos y
aburrirnos. Después lamentaremos, con
desazón y sin resultados, que el tiempo se
esfumó sin dejar frutos.
Este fenómeno sucede tanto en el ocio
como en el negocio. En ambos entornos
conviene comprimir la visión del tiempo -al
inicio- para activarse; de forma que -al final-
la perspectiva se expanda y nos relaje:
Tu tiempo se escapa, aprovecha el día”.
“T