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Tras las Huellas de Jericó capitulo 2 Parte A

Desarrollo e influencia de la ciencia

Autor: Paulo Arieu


www.lasteologias.wordpress.com

En el capítulo anterior citamos a Juan Pablo II, quien habló de los límites
de la ciencia. En este capítulo veremos como los científicos proponen
teorías filosóficas, totalmente ajenas al ámbito de la ciencia.

Miles de personas a través de la historia, han dedicado su vida y han hecho sus
mayores esfuerzos por aumentar el conocimiento de la raza humana para beneficio
general, muchos de ellos creyentes monoteístas. Que su trabajo no siempre haya sido
desinteresado ni sus intereses prístinos, no obvia el hecho de que cada cosa que
disfrutamos hoy día en nuestra sociedad urbana occidental, incluyendo la posibilidad
de que debatamos estos temas a través de foros virtuales y así establezcamos un
diálogo constructivo sin importar en qué lugar del mundo nos encontremos, lo
debemos a ellos, al trabajo que se han tomado de pensar y construir un mundo que,
acertada o equivocadamente, pero contundentemente, han considerado mejor para
todos nosotros.

Por ello, quiero en primer lugar declarar mi profunda admiración y respeto por todos
los hombres y mujeres de ciencia en la historia de la humanidad (es decir, por todos
aquellos que han tenido por norte la búsqueda de la verdad), aún por aquellos que han
estado equivocados pero no han cejado en su intento por develar los secretos del
universo y del hombre, incluidos (y muy especialmente) aquellos que en el anonimato
han hecho su aporte para el avance del conocimiento.
"Sólo se comprende todo el bien con el intelecto. No hay modo de vida (o
Religión verdadera) para quien no tiene intelecto", Mahoma.

En realidad no existe ninguna división realmente entre ciencia y religión. Hay división
entre científicos ateos (por sus creencias, no por su ciencia) y científicos creyentes y
teólogos. Por definición, si Dios existe, es el creador del mundo y por lo tanto la
naturaleza y su estudio no pueden contradecirlo. Sin embargo los científicos si pueden
equivocarse en sus interpretaciones en un sentido y otro.

Como dijo Mariano Artigas, (Zaragoza, 15 de diciembre de 1938 - Pamplona, 23 de


diciembre de 2006) fue un filósofo y sacerdote español, doctor en filosofía, en física y
en teología, quien prestó especial atención a la conciliación entre razón y fe, que trató
en libros, artículos y conferencias [0], el caso Galileo es el único caso de “conflicto” y
en ese caso los científicos que asesoraron a la Inquisición tenían razón pues los
argumentos expuestos por Galileo para demostrar que era la Tierra la que giraba
alrededor del Sol estaban equivocados.

Por lo anterior no puede hablarse de ‘un conflicto entre la Ciencia y la Religión’ sino de
un conflicto entre científicos -que ha habido muchos- en el que los mismos científicos,
tanto Galileo como los anti-galileanos usaron la religión -equivocadamente- como
argumento para apoyar sus ideas.

Si hay un compromiso actual con una forma de entender la ciencia, y un compromiso


actual con la filosofía naturalista, aunque esto no siempre es un verdadero obstáculo a
la hora de realizar experimentos científicos, si puede llegar a condicionar los limites de
la ciencia y la redacción de sus hipótesis.

La ciencia no es un movimiento religioso que busca desvirtuar la palabra sagrada. La


ciencia es una antiquísima actividad desarrollada por el hombre en su necesidad
insaciable de encontrar respuestas.

• “El alma sin ciencia no es buena, y aquel que se apresura con los
pies, peca.”, Proverbios 19:2

La ciencia es un saber público, lo que significa que sus enunciados son validos para
cualquier sujeto que tenga acceso a sus razones y pruebas. Para aprender ciencia y
adquirir un conjunto de conocimientos científicos no es necesario poseer una capacidad
especial, solo se necesita recibir una educación adecuada a tal fin.

La ciencia es un conjunto de conocimientos racionales, ciertos o probables que se


obtienen mediante el empleo del método científico, esta se denomina moderna porque
se desarrolla en los siglos XVI, XVII y XVIII; es decir, esta se basa en el conocimiento
científico, el cual no es más que un rasgo característico de la ciencia pura como de la
aplicada.
Actualmente, los avances científico-tecnológicos producen efectos muy concretos en la
vida de los ciudadanos. Los nuevos medios de comunicación, las nuevas técnicas de
reproducción, la sofisticación de las armas influyen en las sociedades de manera
directa.

Dado que vivimos en occidente en países democráticos, se debería reconocer el


derecho de los ciudadanos a tomar parte en las decisiones que los afectan. Por lo
tanto, las innovaciones científico-tecnológicas deberían ser objeto de debate público.

El físico español Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia de Barcelona,


sostiene que la ciencia debe estar en manos de todos. Según Waensberg, se da en la
actualidad una paradoja: la ciencia influye cada vez más en la vida cotidiana pero,
como cada día se hace más ciencia y más aprisa, es más difícil que el ciudadano esté
al tanto de esta carrera que cada vez lo afecta más. Es necesario, afirma este
estudioso, que el ciudadano pueda influir en el curso de las investigaciones científicas.
Hay grandes problemas de ética científica en los que la opinión del ciudadano debe
valer tanto como la opinión del científico. En efecto, los científicos no tienen más
autoridad que los demás ciudadanos para opinar sobre problemas tales como la
eutanasia o ciertas aplicaciones de la ingeniería genética

La divulgación científica a través de medios masivos de comunicación junto a una


educación científica adecuada son las condiciones necesarias para que los ciudadanos
puedan participar en los asuntos científicos que los involucran. [1]

A la pregunta es si acaso el concepto de autonomía de la ciencia es correcto y si acaso


la ciencia no estará atravesando una crisis por su deseo de independencia de Dios,
algunos científicos se expresan con espíritu positivo, diciendo que la ciencia no
atraviesa ninguna crisis porque no tiene nada que ver ni con las religiones ni con Dios.

Quien puede entrar en crisis o desear semejante independencia son los científicos, los
hombres, no la ciencia que practican. De hecho, tenemos un claro ejemplo en
Dawkins, cuyo objetivo parece ser eliminar a Dios de este mundo, o al dr. Francis
Collins, reconocido genetista y biólogo norteamericano, cuyo objetivo es el opuesto,
parece querer "meter" a Dios en la ciencia.

La ciencia únicamente pretende el estudio de la realidad que nos rodea empleando


para ello el método científico. Como Dios no entra de los parámetros en los que se
basa el método científico pues no lo estudia y no precisa ni de autonomía ni de
independencia respecto de Dios.

Un científico ateo no tendría problema alguno, en general, salvo alguna excepción, ya


que no pretende meter o sacar a Dios del mundo desde la ciencia, ya que Dios no es
el objetivo de estudio de la ciencia.
Incluso hay quienes llegan a afirmar que “no puedes creer a la vez en las Leyes de
Newton y en Dios a la vez de un modo coherente”, porque si de veras crees que la
aceleración es proporcional al sumatorio de fuerzas sobre un cuerpo:
 a = F /m.
, estás retirándole a Dios el privilegio de mover la materia a su antojo, puesto que
tendría que ejercer una fuerza sobre ella. Aún así, puede haber quien opine que Dios
puede estar ahí ejerciendo una fuerza, pero entonces: ¡mucho cuidado!, porque el
atrevido que le otorgue a Dios este poder se estará enfrentando a algo mucho más
sagrado. Si Dios hace fuerza para mover la materia, ¡Dios hace trabajo!:

 W = ∫F dl.

, y si Dios hace trabajo, Dios está aumentando la energía del sistema de un modo
físicamente ilegal: ¡se está cargando la conservación de la energía mecánica! Podemos
seguir, pese a ello, si nuestro creyente considera oportuno considerar a Dios un
sistema termodinámico que cede energía a otros sistemas, ahora bien, al margen de
las leyes entrópicas que afectarían a Dios en este caso, llegamos a la conclusión
importante: nuestro científico es un traidor al método. Un traidor porque acepta y
trabaja con la conservación de la energía en un mundo donde no se considera a Dios,
cuando sabe que si Dios apareciese el modelo se desmorona. ¡Está dejando circular
leyes en las que no puede creer, bien sea que Dios puede mover la materia, bien sea
que la energía se conserva! Y en este caso, tal y como está planteado, no tiene sentido
decir que Dios está al margen del asunto.” [2]

Pero la respuesta que se puede dar es que “no puedes luchar de forma razonada
contra la omnipotencia de Dios, pues tendría la capacidad de que las leyes de la física
se respetasen o no a voluntad. Puesto que el método científico se basa en confirmación
experimental de los hechos y que tantas y tantas teorías físicas han sido revisadas con
el paso de los años, uno podría llegar a la conclusión de que siempre estaremos
equivocados, pues habrá algo que se nos escape. Quizás detrás de eso esté la mano
de Dios.” [3]

“Creo que no se puede aplicar las mismas herramientas para intentar explicar el
comportamiento de la naturaleza que para demostrar o no la existencia de Dios. Con el
método científico se ha llegado muy lejos pero en mi opinión es un método para “andar
por casa” si te vas a hacer preguntas mas profundas no creo que tenga validez
ninguna. Soy estudiante de física y creyente porque creo que hay que saber diferenciar
lo que nuestra comprensión puede abarcar y lo que no, y el método científico no
abarca a Dios. La ciencia llegará muy lejos pero nunca llegará a descubrir la esencia
del alma.” [4]
Hay un conflicto contemporáneo entre la ciencia y la religión. No es nuevo, y viene
desde la época de Galileo. La literatura, el cine, los medios de comunicación, nos traen
constantemente a memoria escenas de este conflicto.

La actual división entre ciencia y religión se remonta a Galileo


La actual división entre la ciencia y la religión tiene su origen en el dialogo entre la fe y
la razón iniciado en el Areópago, cuando los helénicos cuestionaron a San Pablo sobre
la relación entre las enseñanzas de la doctrina judeo cristiana y las enseñanzas de la
filosofía helénica, es decir la relación entre la fe y la razón; y San Pablo separó la fe y
la razón saliéndose por la tangente arguyendo que el Dios desconocido, era el Dios de
Israel, siendo que todos los dioses del Olimpo habían sido derogados por la razón.
Convirtiendo el cuestionamiento en controversia, y la controversia en una paradoja que
ha mantenido perpleja a la humanidad desde hace dos milenios en espera de una
respuesta satisfactoria.
Una de las figuras importantes en la construcción de un saber radical en la ciencia fue
el francés René Descartes (1596 – 1650), a quien se atribuye la fundación de la
filosofía moderna que es el conocimiento y la existencia, y el desarrollo del paradigma
mecanicista. Es considerado el fundador de la ciencia moderna, debido a que estableció
los fundamentos metodológicos, epistemológicos y teológicos de la ciencia. La ciencia
es un conjunto de conocimientos racionales, ciertos o probables que se obtienen
mediante el empleo del método científico, esta se denomina moderna porque se
desarrolla en los siglos XVI, XVII y XVIII; es decir, esta se basa en el conocimiento
científico, el cual no es más que un rasgo característico de la ciencia pura como de la
aplicada. [5]

El Dr. H. Van Riessen, catedrático de la Universidad Libre de Amsterdam,


explica como fue que la ciencia se independizó de la fe cristiana:

Nos interesa tener en cuenta que al final del período griego y principios de nuestra
civilización cristiana, permanecía inamovible la creencia en la autonomía y superioridad
del pensamiento teórico humano, frente a la religión y el conocimiento práctico, así
como el desprecio hacia la práctica en sí. Esa creencia en la ciencia y la razón
constituía la base de la seguridad y el poder de la élite. El rasgo más importante de la
filosofía y la ciencia, desde entonces en adelante, hasta finales de la Edad Media, fue el
compromiso entre la fe cristiana y la idea entonces reinante acerca de la ciencia: hacer
al hombre independiente mediante la investigación autónoma y neutral de la ciencia.
Con el fin de hacer a la fe y a la razón independientes entre sí, fue necesario constituir
dos niveles de vida, como Aquino hizo: el natural, donde la razón domina
independientemente de la fe, y por sus propias luces, y el sobrenatural donde la fe
marca el rumbo.

La filosofía y la ciencia pertenecen al campo de la razón; y su autonomía significa


explícitamente neutralidad en relación a la fe y, de hecho, neutralidad en relación a
Dios. El pecado es entonces la pérdida de lo sobrenatural, y no una corrupción de la
naturaleza y de la razón. La gracia resulta ser no la restauración de la naturaleza y la
razón, sino e! don de lo sobrenatural. Tal es la postura tradicional de la escolástica.
Para ser ímparciales hay que decir que la moderna teología del catolicismo romano se
aparta algo de ese esquema. Lo que deseamos resaltar es que el esquema “natural-
sobrenatural” es el prototipo de la apostasía de los hombres a quienes aún
consideramos cristianos por su fe personal. Debemos percatarnos de que además de
las principales apostasías de este tipo (detectable en Barth y en todos los que
defienden la neutralidad de la política y la ciencia) todos ¡os creyentes cristianos dejan
traslucir de vez en cuando esas tendencias a la apostasía, si bien con frecuencia ni
ellos mismos se percatan.

La ciencia moderna apareció tras el período escolástico. Sin ningún género de dudas
vemos que adoptó el esquema “natural-sobrenatural”. La neutralidad de la ciencia era
algo presupuesto. Esto desembocó en una nueva actitud hacia el hombre y el mundo.
El lazo entre la ciencia y la iglesia se rompió tanto a causa del Rehacimiento
(humanismo) como de la Reforma. Mientras que la Reforma se oponía a la ¡dea de una
naturaleza autónoma y en general a la idea de que algo podía ser independiente de
Dios, o intocado por el pecado y capaz de perfeccionarse sin la gracia, al propio tiempo
proclamaba la vocación del hombre para servir a Dios en su creación, desarrollándola y
dominándola. Ese reto inspiró a los hombres a investigar la tecnología y las ciencias. El
humanismo, por el contrario, utilizó la idea de la naturaleza y la razón autónoma para
proclamar la independencia del hombre respecto a Dios, engendrando de este modo su
seguridad y poder seculares. También esta creencia sirvió de inspiración a la ciencia.
Más adelante volveremos a referirnos a esta diferencia. Pero primero debemos fijarnos
en el nuevo método que ha hecho que la ciencia sea lo que hoy es.

El desarrollo de la ciencia se aceleró a causa de dos nuevos métodos: el primero es el


método experimental, que con su renovada apreciación del esfuerzo práctico, en
contraposición al anterior desprecio del mismo, pasó a ser la base de la ciencia.
Reemplazó a la especulación. En segundo lugar está el método matemático, que llevó
al análisis funcional de los hechos y a la introducción de la ley de causa y efecto,
convirtiéndose en la forma exacta del razonar. Estos dos métodos han hecho avanzar
la ciencia de forma asombrosa. No tardó mucho en hacerse notoria la diferencia entre
la Reforma y el humanismo en cuanto a las respectivas evaluaciones de la ciencia. Es
muy comprensible que la ciencia, en tanto se considerase neutra, estuviera destinada
a convertirse en el objeto predilecto del humanismo y en enemiga del cristianismo,
pues el humanismo afirmaba que una ciencia autónoma podía entendérselas con una
naturaleza autónoma con el fin de llegar a la verdad. Por otra parte, la tendencia de
continuidad de la ciencia originó el concepto de un campo en constante crecimiento
llamado “naturaleza” en el que la ciencia tiene dominio absoluto, y consecuentemente
también de un campo en constante decadencia, la religión, en el que la fe constituía la
dirección del hombre.

Claro está que el actual desprecio hacia la religión al principio en la intención de los
científicos, Descartes esperaba servir la causa de la religión, y Newton ensalzó el honor
divino al explorar las leyes naturales por las que Dios había establecido el orden. Pero
esa misma idea de que existen leyes que regulan completamente la naturaleza y que,
en principio, están a disposición de la ciencia, no sólo condujo al deísmo (el
“absentismo” de Dios), sino que produjo, durante el siglo XIX, la noción científica de
que podía omitirse toda especulación respecto a Dios. Sin embargo, aunque esta
secularización de la vida no molestó al científico en su disfrute de la primera emoción
de su revolucionadora victoria, no deja de ser cómico e irónico el pensar que esta
“todopoderosa” ciencia, que no tenía lugar para Dios, fue incapaz de hallar un lugar
para el propio hombre. La soberanía y libertad de éste, fin supremo del humanismo,
fueron barridas por la ciencia. Esta ha producido un alejamiento entre el hombre y los
instrumentos con los que ha de construir el poder y la seguridad.

En el siglo XIX la ciencia se había convertido ya en un importante factor de la vida


humana. Esto era debido al hecho de que a principios de ese siglo la ciencia dio un
segundo paso para aproximarse a la práctica. Centró su aplicación en la realidad con el
fin de transformarla. Debe recordarse que este enfoque práctico tuvo su origen en la
¡dea bíblica de la vocación del hombre en este mundo. El calvinismo fue el primer
movimiento que hizo revivir dicha idea. La ciencia aplicada alcanzó un gran éxito. Al
adelanto en conocimiento siguió una alianza de la ciencia y la tecnología. Por primera
vez en la historia esta alianza ofreció a la humanidad un verdadero y rápido desarrollo
de la vida práctica. Era el desarrollo de la creación, querido por Dios para bien del
hombre. Pero la actitud del hombre no era concordante. El hombre no tenía intención
de ser un buen administrador. Su propósito era el de convertirse en dueño y señor del
mundo mediante sus nuevos instrumentos. Comte resumió en una máxima esta
creencia: “Savoir pour prevoir, prevoir pour gouverner.” La humanidad, dijo, había
atravesado con su fe la etapa teológica: y la etapa metafísica de Kant con las ideas
especulativas: y ahora estaba entrando en la etapa final de la industria con una ciencia
basada sólo en los hechos.
¡Y todo esto se proclamaba en nombre de la neutralidad! Acto seguido el ateísmo cruzó
el umbral. El ateísmo fue el fruto de una ciencia todopoderosa, independiente, que
prometía liberar a la humanidad y al mundo mediante una tecnología que estaba en la
senda del progreso. Ya no se necesitaba a Dios y su obra de salvación en Cristo. El
hombre se podía liberar por sí mismo. En aquella época esta creencia humanista
estaba todavía completamente centrada en la ciencia. La era del pragmatismo todavía
no había llegado.

Se continuaba creyendo que la ciencia era independiente y neutral, y como tal la única
forma segura de conocimiento y dominio del mundo. ¿Pero cómo podía cumplirse esta
promesa tras el fracaso del idealismo especulativo? Comte bosquejó la esperanza del
futuro. Su positivismo se ocuparía únicamente de los hechos de la realidad. Estos
hechos son realmente verdaderos y, desde luego, neutrales.

Basándose sólo en ellos, el conocimiento científico sería verdadero e independiente; y


si la ciencia obtenía de estos hechos las leyes que los gobernaban, sería capaz de
llegar al modelo de las leyes que gobernaban toda la realidad. En este sencillo
planteamiento de la postura de Comte se puede reconocer el método con el que
muchas ciencias de nuestros días operan. Pero el positivismo fue más allá en su época.
En aras de la coherencia y unidad de las ciencias este modelo positivista tenía que
convergir en una ley general.

Era de esperar que esta ley general, de acuerdo con el espíritu del siglo XIX, subrayara
el progreso. Esto, sin embargo, nos demuestra que la neutralidad no es tan neutra
como se pretendía. Estaba claramente basada en una fe presupuesta en el progreso.
Este modelo asumido del progreso nunca fue demostrado científicamente, y no
obstante se aplicó a diversos campos de la investigación científica. Podemos dar
muchos ejemplos. Los más conocidos son la ley general de la evolución, patrocinada
por Darwin y Spencer, y la ley del materialismo histórico, proclamada por Marx, quien
insistió en la necesaria evolución histórica hacia una sociedad comunista. La ley de la
evolución de Darwin afirmaba la continua evolución de la vida, a partir de la materia, y
de las formas superiores de vida, partiendo de las inferiores, estando este proceso de
desarrollo regulado por leyes físicas y por el azar. La ley de Spencer era más
complicada, y esencialmente filosófica, pero también argüía que la realidad estaba
regida únicamente por leyes físicas. De este modo la ciencia erigió una imponente
estructura de conocimiento independiente de la religión, superior a la fe,
esencialmente neutral, y en principio considerada como “todopoderosa” [6]

Persistente división ideológica


El juicio de Galileo en 1633 supuso una conmoción política y científica –además de
religiosa-, y se produjo gracias a una mejora tecnológica: los adelantos de Galileo en el
telescopio (con respecto al anterior telescopio holandés, el científico consiguió que el
suyo no deformara los objetos y los aumentara 6 veces).
Por otro lado, en 1616, un edicto de la Iglesia contra el heliocentrismo intentaba
proteger a la Biblia de las lecturas e interpretaciones libres de los profanos.
En este contexto, y a pesar del coste que podía suponer enfrentarse al orden
establecido por la Iglesia y la ciencia de la época, Galileo publicó en Florencia, en
1632, su diálogo de los Massimi sistemi (Diálogo sobre los principales sistemas del
mundo) donde se burlaba implícitamente del geocentrismo de Ptolomeo y
argumentaba abiertamente a favor de la teoría copernicana. El Diálogo fue a la vez
una revolución y un verdadero escándalo.
Para Hofstadter, el conflicto surgido en ese momento y el relato de la posterior
persecución de Galileo explicarían la génesis de la persistente división ideológica del
mundo occidental, que aún hoy sigue vigente. [7]
La fragmentación del saber es uno de los problemas de nuestra época. Sabemos
muchas cosas, pero muy distintas, y no siempre es fácil encontrar pautas que ayuden
a orientar la conducta. La unidad del conocimiento es un problema pendiente. Sin
embargo, la primera condición para plantear adecuadamente el problema es evitar
cualquier imperialismo reduccionista: de lo contrario, no conseguiríamos la unidad de
diferentes conocimientos, sino la aniquilación de unos en beneficio de otros.

Ciencia natural, ciencias humanas, humanidades y teología representan perspectivas


diferentes y complementarias, y sus relaciones son múltiples y variadas. Ni siquiera
existe un modo único de relacionarlas. La riqueza de las dimensiones de la vida
humana lo impide.

Algunos científicos, creen que esto se solucionaría, por ejemplo, poniendo a la biología
evolutiva en el centro de todo: su mensaje es que si llegamos a saber quiénes somos,
mediante un mejor conocimiento de la evolución y de sus resultados, sabremos hacia
dónde hemos de ir (la tesis central de la sociobiología)

Según estos intelectuales, las ciencias naturales son la clave para unificar todo lo
demás: las ciencias sociales, las artes, la ética y la religión deberían interpretarse en
clave biológica.

Pero esto significa que nos encontramos, una vez más, con una especie de
cientificismo que pretende juzgar toda la realidad utilizando como metro la ciencia
natural.

El materialismo, en su afán de explicarlo todo mediante los componentes materiales,


pretende apoyarse en la ciencia, pero se encuentra con la sorpresa de que, para
explicar la existencia y el progreso de la ciencia, es necesario admitir que poseemos
cualidades que van más allá de lo material.

Pero la ciencia se enfrentara con la ética y la religión en su desafío más interesante y


posiblemente humillante, si uno pretende poner a la religión bajo sus pies en nombre
de la ciencia, utilizando poderosos razonamientos y experimentos.

Pero esta pretensión es absurda. Esto es cientificismo, y el cientificismo es


contradictorio. La ciencia natural estudia pautas espacio-temporales, y obtiene
resultados impresionantes mientras trabaja con rigor en su propio ámbito. Pero si la
sacamos fuera de su sitio y queremos que desempeñe funciones que no son las suyas,
no podemos extrañarnos de llegar a resultados raquíticos o más bien nulos.

Es un hecho fácilmente verificable, que una de las diferencias principales, quizá la


principal de todas, es que los humanos nos planteamos problemas éticos y religiosos.
El ser humano es capaz de reconocer a Dios como creador e incluso como padre, es
capaz de hablar con Él, de pedirle cosas, de darle gracias, de buscar la unión con Dios
y de dar sentido a su vida a la luz de la religión.

Los objetivos de la ciencia y la religión son diferentes. No tiene sentido presentar a la


ciencia como "religión liberada", a no ser que lo que se pretenda no sea hacer ciencia,
sino construir una especie de nueva "religión de la ciencia", una religión basada en la
ciencia y avalada por su prestigio. Esto es cientificismo puro y duro.

En los Estados Unidos, como consecuencia de los conflictos judiciales creados por los
"creacionistas científicos", se han visto obligados a precisar cuidadosamente qué es
ciencia y qué no es ciencia, y cuál es el alcance de la ciencia. A estas alturas no tiene
sentido pretender que la ciencia lo explique todo, ni se puede presentar la ciencia y la
religión como si fuesen realidades opuestas, ni cabe diluir la religión y la ética en la
ciencia.

En la página Web de la American Association for the Advancement of Science, que


tiene un carácter completamente científico, se pueden encontrar afirmaciones como "la
ciencia no puede resolver todas las preguntas. Algunas preguntas se encuentran,
sencillamente, más allá de los parámetros de la ciencia. Muchas preguntas que se
refieren al significado de la vida, a la ética y a la teología son ejemplos de preguntas
que la ciencia no puede resolver". [8]

Sin duda, subsisten puntos en los que es necesario realizar un esfuerzo para
comprender la armonía entre ciencia y fe. Pero si nos limitamos a los aspectos básicos,
puede decirse que el espectacular progreso de las ciencias más bien invita a plantear
las cuestiones religiosas sobre una base cada vez más amplia y más interesante. De
hecho, son muy abundantes las publicaciones actuales donde científicos, filósofos y
teólogos estudian esta temática, y el creciente interés que suscitan muestra que los
avances de la ciencia, lejos de arrinconar a la religión, le proporcionan nuevas alas.

En contra de las tesis positivistas, la religión no se basa en la ignorancia humana, en


cuyo caso el progreso bastaría para dejarla fuera de juego. Las cuestiones religiosas se
encuentran inscritas en el corazón humano y afectan a sus aspiraciones más
fundamentales, que no pueden ser resueltas sólo por la ciencia, y remiten a
experiencias y a reflexiones que se encuentran en el ámbito propio de la religión.

La tesis positivista no permite comprender que en nuestra época, una vez que se ha
conseguido un avance científico y técnico mayor que nunca, la religión continúe
estando ampliamente presente, también en la vida de muchas personas que se
dedican profesionalmente a la ciencia. Además, puede mostrarse que el positivismo es
demasiado superficial, porque la ciencia, si bien tiene una autonomía propia, se
relaciona estrechamente con ideas filosóficas: la ciencia tiene unos supuestos
filosóficos sin los cuales ni siquiera podría existir, y el progreso científico retroactúa
sobre esos supuestos, ampliándolos y precisándolos.

En el ámbito de la filosofía de la ciencia actual, la tesis positivista aparece como


demasiado simple y casi nadie está dispuesto a defenderla. En el ámbito de los
especialistas, el positivismo no merece ningún crédito, y se acepta que ciencia y
religión responden a dos perspectivas diferentes pero complementarias. [9]

Lamentablemente, y por desgracia, un exceso de optimismo y confianza en las


posibilidades del método científico, ha llevado a muchos investigadores a lo largo de la
historia, a creer que la ciencia puede explicar toda la realidad en términos de física y
química. También a veces nos damos cuenta que hay miedo en muchos escépticos a
que “el método científico no lo pueda probar todo” [10]

Yo entiendo que si hay una crisis. Lo vemos en el choque con la teoría de la Evolución
y el creacionismo que sin duda es una reacción muy fuerte en contra de esta teoría; se
que hay excesos, pero también los ha habido de parte de la ciencia que aun
proclamando su independencia de Dios no lo ha sido.
Cuando hablo de ciencia también englobo a las tecnologías. Por ejemplo, las
manipulaciones genéticas aprobadas en algunos países como Inglaterra, el
armamentismo de Irán, que apunto sus misiles hacia Tel Aviv, en el tema del
calentamiento global, en el conspiranoico proyecto HAARP de los Estados Unidos, etc.
El problema esta en la independencia de Dios. Nada en este mundo puede estar
independiente de Dios.

Vemos que la unión de la ciencia y la Tecnología ha dado un poder terrible a la


humanidad, y se esta volviendo en contra de nosotros.

En verdad, los excesos no los provoca la ciencia, en todo caso los científicos. Como no
lo hace el cristianismo, sino los cristianos.

Por ejemplo, las manipulaciones genéticas aprobadas en algunos países como


Inglaterra, el armamentismo de Irán, que apunto sus misiles hacia Tel Aviv.

El hecho de que la ciencia haya dado lugar a armas nucleares o armas biológicas no
quiere decir que la ciencia se haya excedido o que se haya independizado de Dios. La
ciencia es la que es y los problemas por el uso que hagan los seres humanos de ella.
La energía nuclear puede dar energía a un país entero a través de un central nuclear, o
devastar una ciudad entera a través de una bomba atómica. Igualmente, la biología
puede dar lugar a una vacuna contra la viruela o crear un virus mortal. Un símil: con
un cuchillo puedes cortar alimentos o asesinar a alguien. En cualquier caso, depende
del uso que se haga de la ciencia, es decir, depende de las personas.

Efectivamente, la ciencia y la tecnología han dado un poder tremendo a la humanidad.


Y ese poder, como todo, puede ser empleado en hacer el bien o el mal.

Es sabido que hay conflictos ciencia - religión. Uno de los más extremos quizás sea el
de los creacionistas.

El libro "Las Bases Bíblicas de la Ciencia Moderna", fue publicado en 1984 por el
ingeniero hidráulico protestante y profesor universitario estadounidense Henry Morris,
cofundador del Instituto para la Investigación de la Creación (entidad privada sin
ánimo de lucro que exige a todos sus miembros una confesión de fe sobre el fijismo de
las especies creadas, la universalidad del diluvio y la realidad histórica de la Creación
según el Génesis) y de la Sociedad de Investigación de la Creación. En su libro, Morris
(considerado por algunos como el padre del creacionismo moderno) esgrime una serie
de argumentos con los que defiende la doctrina de la Infalibilidad de la Biblia, desde
una posición radical, fundamentalista.
Hay un sitio en Internet, a nombre de Ureña (www.antesdelfin.com), que se
complementa con otros artículos supuestamente escritos por él, en los que
sencillamente resume y amalgama las ideas de otros cristianos creacionistas
protestantes como Carl Baugh, Dennis Petersen y Joseph Dillow, así como del mismo
Henry Morris.

Algunas personas creen incluso que Ureña no existe, sino que es un personaje creado
por un staff de creacionistas de Tierra joven que ha diseñado la figura de un
afroamericano exitoso con una familia perfecta, de ideas apocalípticas, defensor de la
teoría del Rapto y miembro del Instituto para la Investigación de la Creación, como
medio para lograr la colonización de América Latina con los dogmas de dicho Instituto.
De manera que los análisis que aquí hago sobre la correlación entre Biblia y ciencias
modernas, no son una respuesta a una publicación en particular o a las ideas de una
persona individual, sino que son un estudio concienzudo sobre la forma en que muchos
de los más reconocidos cristianos creacionistas (es especial los de Tierra joven)
defienden su postura.[11]

Desafortunadamente algunos de estos avances en la ciencia han sido sólo para atacar
a la Poderosísima Palabra de Dios.

La Ciencia ha avanzado enormemente estos últimos años, gracias a que se le ha


invertido muchísimo dinero para desarrollar nuevas investigaciones, proyectos,
estudios, etc. y lo que han venido descubriendo son cosas que ya habían sido
declaradas en la Biblia.

Pero la ciencia no se ha dedicado simplemente a tratar de desprestigiar a la Biblia o


cosa similar. Por el contrario, una mayoría de los hombres de ciencia de la historia han
sido religiosos. No olvidemos que durante la edad media, mientras el mundo cristiano
vivía el oscurantismo, no faltaron monjes que aprovecharon el monopolio del
conocimiento que ostentaba la Iglesia, dueña de los pocos libros existentes en Europa,
y se dedicaron a reflexionar sobre temas científicos, a leer e investigar. Y por
supuesto, a copiar, guardar y estudiar los documentos antiguos que habían sido
rechazados y destruidos por la Iglesia a fin de evitar cualquier cuestionamiento a
sus dogmas. En particular, recuperaron los trabajos de los antiguos griegos, que se
conseguían en árabe gracias a que los musulmanes los habían rescatado.

La traducción sistemática del árabe al latín de las obras médicas griegas y árabes más
importantes, tuvo su epicentro en el Toledo del siglo XII, y gracias a esto, durante ese
siglo se inició el auge de la medicina medieval occidental. Con el surgimiento de las
universidades en el siglo XIV, la medicina dejó de estar en manos de los monjes. A su
vez, los creyentes musulmanes tradujeron del griego al árabe las obras del médico
griego Galeno, el filósofo macedonio Aristóteles y el médico griego Discórides, entre
otros, entre los siglos VIII y IX, consolidándose el sistema de Galeno en la medicina
islámica y, en consecuencia, en la medicina occidental que dependía de ella. El
desarrollo de todas las ciencias en el mundo del Islam, principalmente en el Bayt al
Hikma o Casa de la Sabiduría, en Bagdad, hizo del Islam el imperio de mayor avance
científico y tecnológico en el mundo.

El sistema decimal y los números arábigos en uso hoy día (ideados en India pero
adoptados y desarrollados por el Islam), aparecen en el siglo IX, pero este enorme
avance no fue conocido en occidente hasta el siglo XII gracias a una traducción del
árabe al latín. En definitiva, sin el trabajo de los musulmanes y de los monjes
cristianos, ambos profundamente creyentes en el Dios de Abraham, hoy día
seguiríamos creyendo que la Tierra es plana, y que es el centro del universo alrededor
del cual giran todos los astros,, como promulgaba la Iglesia en el medioevo (no
olvidemos que en el siglo XVII la Iglesia Católica Romana prohibió cualquier mención al
sistema de Copérnico y condenó a Galileo Galilei por decir que la Tierra se movía).

En efecto, la ciencia española se inicia en el siglo XI con la gran escuela astronómica


de Toledo encabezada por al-Zarqalluh y el posterior movimiento de traducción
científica del árabe al latín promovida por el arzobispo católico Raimundo de Toledo. El
acervo científico y cultural que los eruditos musulmanes habían acumulado
principalmente en Bagdad, fue transmitido a la España musulmana (Al-Andalus) de
modo que Córdoba se convirtió en la heredera científica y cultural de Bagdad, donde
florecientes círculos de estudiosos e intelectuales judíos, cristianos y musulmanes
acrecentaron este conocimiento.
Gracias a la escuela de traductores de Toledo, esta ciudad se convirtió en el centro
cultural más desarrollado de Europa en ese momento, lo que atrajo a múltiples
personalidades de la ciencia y la cultura europeas hacia allí en los siglos XIII y XIV.

Ya en el siglo XV, la unión de los reinos de Aragón y Castilla y la posterior anexión de


los reinos de Granada y de Navarra, concentró en un solo reino la riqueza y la herencia
cultural y científica de Al-Andalus y de los posteriores trabajos realizados en Córdoba y
Toledo.

Los viajes de Colón fueron posibles gracias a la utilización de instrumentos de cálculo y


navegación como el cuadrante y el astrolabio, desarrollados cuatro siglos antes por los
astrónomos musulmanes, quienes además conocían la esfericidad de la Tierra. Más
aún, un mapa del cartógrafo musulmán Pir Mujiuddín Raís, que data de 1512, muestra
que los exploradores musulmanes recorrieron la costa de la Patagonia argentina
tiempo antes que Magallanes realizara su viaje alrededor del globo.

Lastimosamente, la unión de casi toda la península Ibérica bajo un solo monarca, no


sólo consolidó la matanza y expulsión de los musulmanes desarrollada de forma
paulatina durante toda la reconquista cristiana, sino también la matanza y expulsión de
los judíos (iniciada en Sevilla a fines del siglo XIV) y de los cristianos no católicos, lo
que significó el fin del trabajo conjunto multicultural que tantos aportes le hizo a la
Iberia medieval.

Mientras la Iglesia Católica Romana temía que el trabajo de los científicos pudiera
derrumbar los preceptos teológicos y doctrinales en los que basaba su poder
económico y político, los reinos musulmanes estaban ávidos de conocimiento,
alentados por las palabras del propio Profeta del Islam: “La búsqueda del conocimiento
es un deber para todo musulmán”, Mujámmad. Los trabajos de los musulmanes,
filtrados a los monasterios, traducidos y analizados por monjes cristianos, fueron
fundamentales para que se fueran cocinando poco a poco las condiciones necesarias
para el surgimiento de la Ilustración.

Así que, a pesar de los históricos enfrentamientos entre cristianismo y ciencia, no


necesariamente la ciencia y la Religión deben estar divorciadas. Aquí va una aclaración
importante (en especial para los cristianos que alegan que "la religión es muerte, sólo
Cristo es vida"). Al hablar de Religión no me refiero a idolatría, a un sistema de mitos o
a un conjunto de rituales, ni mucho menos a la sumisión a unas autoridades
eclesiásticas, ni siquiera a la mera creencia en Dios o en lo sobrenatural.
La ciencia ha sido desarrollada en gran medida por hombres de fe. De forma que
pensar en los científicos como un grupo de gruñones que conspiran día y noche contra
los creyentes, es cuando menos, infantil. Aún hoy, muchos científicos son, si no
religiosos o seguidores de alguna doctrina, personas con la convicción de que existe un
Ser Supremo. No podemos olvidar que el precepto de la ciencia no es demostrar o
negar la existencia de Dios, sino descubrir los mecanismos por los cuales funciona el
universo, y en segunda instancia, encontrar aplicaciones prácticas al conocimiento
adquirido para beneficio de la humanidad, o del mercado.

La ciencia ha hecho incontables descubrimientos que no se encuentran ni en la Biblia ni


en ningún otro escrito sagrado, aumentando de forma notoria el conocimiento de la
humanidad. Aún si la Biblia fuera científicamente correcta, la ciencia ha hecho mucho
más que sólo "descubrir lo que ya estaba escrito", y el conocimiento que a esta fecha
ha sido adquirido por la vía científica, no cabría en un libro del tamaño de la Biblia, ni
en una biblioteca del tamaño de la legendaria biblioteca de Alejandría. [12]

Otro tema más difuso es que rodea algunos temas biomédicos, como las células
madre, la ingeniería genética, etc. que están más ligados a la ética que a la ciencia.
Algunos científicos opinan, por Ej., que en el caso del creacionismo, los científicos
creacionistas reconocieran que su objeción a la TE está fundamentado en un conflicto
religioso. Para los científicos, el hecho de que se llenen miles de páginas webs y se
escriban libros “científicos” para refutar la TE científicamente, sin un sólo experimento,
es “un ataque a la ciencia”. Están llenando internet de información sin ningún valor
académico. Pero eso también sucede con la religión. O acaso las sectas no publican sus
creencias, o las webs con pornografía no han invadido el ciberespacio?

Es parte de la democratización de las autopistas de la información. Pero me pregunto


si será un ataque a la ciencia o una defensa de la fe cristiana. ¿No puede responder la
teología a las ambiciones sin límites de la ciencia, que pretende explicar el mundo y
sus razones sin Dios?

Tanto la teoría de la evolución como las Sagradas Escrituras, comparten temas de


mutuo interés como el tema de los orígenes. Se crean áreas de interés analítico
superpuestos.

La Teoría de la evolución mas allá de ser interesante y atractiva APRA muchos


intelectuales, por su forma fácil de explicar un mundo creado sin Dios, y de ser la
mejor explicación actual científica - naturalista a la diversidad biológica, trae
lamentablemente un fruto venenoso para las creencias de los pueblos, porque aunque
la ciencia se llama independiente, vemos que no lo es, y también vemos que hay una
brecha entre la definición y la practica, o entre la teoría y la práctica. En la definición
dice no meterse con las ideas religiosas de las personas, no busca explicar los orígenes
de la vida, sin embargo, en la practica mata la fe de muchas de las personas que no
son científicas, y es por eso que hay reacciones de diversa índole y hay oposición por
parte del clero de las distintas religiones cristianas y no cristianas.

Quizás por eso encaja mejor el D.I. como hipótesis preliminar a la teoría de la
evolución, por su agnosticismo y por su flexibilidad para adaptarse a cualquier religión,
pero lamentablemente hasta ahora no han podido superar la etapa de hipótesis, no
pudiendo hacer ningún aporte a lo que llamamos ciencia moderna. Lamentablemente
nada es neutral en si mismo en cuanto a creencia religiosa. Aunque las últimas noticias
que uno tiene de los teóricos del D.I es que este aún no ha sido falseado.
Cuando uno determina la neutralidad, en realidad esta declarando ser atea, en el
sentido de sin dioses.
Aunque la intención es buena, yo la entiendo, pero la necesidad de autonomía de Dios,
la transforma en un ente independiente de Dios, y sin pautas claras de lo que esta bien
y esta mal, y arrastra a muchos un endiosamiento inconsciente de la ciencia,
transformándola en cientificismo, o naturalismo.

El pastor reformado de los Países Bajos J. C. Janse, en una posible respuesta


explicativo a esto, afirma que
"La ciencia no ha de imponer su punto de vista, método, definiciones y
terminología a la Sagrada Escritura. Deberá tener en cuenta la información
divina de la verdad de las escrituras sin someterlas a la tiranía de una
teoría." [13]

El positivismo no está muerto. Ni mucho menos. Quizá esté desacreditado como


interpretación doctrinal, pero su idea básica influye hoy más que nunca. No son pocos
los que consideran que las preguntas últimas no tienen respuesta, y que sólo las
ciencias proporcionan conocimientos objetivos. O ni siquiera las ciencias.

El positivismo actual suele presentarse bajo el título de naturalismo. El naturalismo


pretende excluir a Dios de cualquier explicación racional seria. Y suele concentrarse en
el estudio de la persona humana, que viene reducida a sus dimensiones materiales,
físico-químicas y neuronales. Tal como señala uno de los científicos entrevistados, el
desafío mayor que la religión debe afrontar hoy en nombre de la ciencia es el que se
presenta como avalado por la neurociencia: algunos pretenden explicar todo lo
humano, incluida la conciencia y la religión, mediante la química del cerebro.

Por tanto, las discusiones continúan. Me temo que continuarán siempre. Los más
próximos a la ciencia son precisamente quienes sostienen que ciencia y religión no se
oponen e incluso se complementan. [14]

Francisco J. Ayala, uno de los científicos españoles con


mayor prestigio internacional, uno de los padres del
neordarwinismo, afirma que la evolución es un hecho
demostrado, acepta la explicación neodarwinista de la
evolución, y señala que la evolución es compatible con el
cristianismo, ya que para él, el origen evolutivo de los
organismos es hoy una conclusión científica establecida con
un grado de certeza comparable a otros conceptos científicos
ciertos, tales como la redondez de la Tierra, la rotación de
los planetas alrededor del Sol o la composición molecular de
la materia.
Este grado de certeza, que va más allá de toda duda razonable, es lo que señalan los
biólogos cuando afirman que la evolución es un 'hecho'. El origen evolutivo de los
organismos es un hecho aceptado por los biólogos y por todas las personas bien
informadas sobre el asunto, "el hecho de la evolución está ya establecido de forma
definitiva" Lamentablemente tiende a dar demasiado crédito a las explicaciones
neodarwinistas.
La evolución de la vida en la Tierra es un proceso histórico único; en cambio, muchos
otros conocimientos científicos se refieren a fenómenos que pueden repetirse e incluso
manipularse a voluntad en los laboratorios.

En la evolución siguen existiendo misterios notables, que se refieren sobre todo al


origen de los nuevos órganos y organismos. Los neodarwinistas suelen hablar como si
esos misterios ya estuvieran explicados, en lo esencial, mediante la selección natural.

Aunque los estudios filosóficos y teológicos de las últimas décadas suelen incluir
importantes referencias a la evolución, estamos lejos todavía de haber conseguido
explicaciones profundas y claras que integren los conocimientos científicos con la
perspectiva metafísica. [15]

Yo entiendo que si hay una crisis. Lo vemos en el choque con la teoría de la Evolución
y el creacionismo que sin duda es una reacción muy fuerte en contra de esta teoría; se
que hay excesos, pero también los ha habido de parte de la ciencia que aun
proclamando su independencia de Dios no lo ha sido.
Cuando hablo de ciencia también englobo a las tecnologías. Por ejemplo, las
manipulaciones genéticas aprobadas en algunos países como Inglaterra, el
armamentismo de Irán, que apunto sus misiles hacia Tel Aviv, en el tema del
calentamiento global, en el conspiranoico proyecto HAARP de los Estados Unidos, etc.

La evolución se parece a la narración de un partido de fútbol. Dice cómo suceden las


cosas, cómo se mueve el balón de un lado a otro. Se parece a la descripción física de
las cosas. En realidad no pregunta por qué suceden las cosas. La idea de la creación,
de índole metafísica, es algo difícil de expresar en términos evolutivos. Primeramente
porque tal experiencia es irrepetible. Y segundo, porque aún a sabiendas de que no es
repetible, no podemos tener la certeza empírica de que un ser divino (in-material)
existiera antes de la materia. Sencillamente, se nos escapa. Podemos deducir que algo
o alguien tuvo que existir antes que todo para que todo comenzase a ser. [16]

Algunos grupos fundamentalistas protestantes de Estados Unidos, que siguen


afirmando que el mundo tiene unos 5.000 años; mientras tanto, los científicos
describen cómo era el universo hace miles de millones de años, estudian cómo se
originó la tierra hace 4.500 millones de años, y cómo evolucionó la vida desde
organismos primitivos que existían en la tierra hace unos 3.500 millones de años.
Obviamente, esto produce fuertes conflictos intelectuales.

Creo que el problema esta en la independencia de Dios. Nada en este mundo puede
estar independiente de Dios. Vemos que la unión de la ciencia y la Tecnología ha dado
un poder terrible a la humanidad, y se esta volviendo en contra de nosotros.

En verdad, los excesos no los provoca la ciencia, en todo caso los científicos. Como no
lo hace el cristianismo, sino los cristianos.

Por ejemplo, las manipulaciones genéticas aprobadas en algunos países como


Inglaterra, el armamentismo de Irán, que apunto sus misiles hacia Tel Aviv.
El hecho de que la ciencia haya dado lugar a armas nucleares o armas biológicas no
quiere decir que la ciencia se haya excedido o que se haya independizado de Dios. La
ciencia es la que es y los problemas por el uso que hagan los seres humanos de ella.
La energía nuclear puede dar energía a un país entero a través de un central nuclear, o
devastar una ciudad entera a través de una bomba atómica. Igualmente, la biología
puede dar lugar a una vacuna contra la viruela o crear un virus mortal. Un símil: con
un cuchillo puedes cortar alimentos o asesinar a alguien. En cualquier caso, depende
del uso que se haga de la ciencia, es decir, depende de las personas.

Efectivamente, la ciencia y la tecnología han dado un poder tremendo a la humanidad.


Y ese poder, como todo, puede ser empleado en hacer el bien o el mal.

Es sabido que hay conflictos ciencia - religión. Uno de los más extremos quizás sea el
de los creacionistas.

El libro "Las Bases Bíblicas de la Ciencia Moderna", fue publicado en 1984 por el
ingeniero hidráulico protestante y profesor universitario estadounidense Henry Morris,
cofundador del Instituto para la Investigación de la Creación (entidad privada sin
ánimo de lucro que exige a todos sus miembros una confesión de fe sobre el fijismo de
las especies creadas, la universalidad del diluvio y la realidad histórica de la Creación
según el Génesis) y de la Sociedad de Investigación de la Creación. En su libro, Morris
(considerado por algunos como el padre del creacionismo moderno) esgrime una serie
de argumentos con los que defiende la doctrina de la Infalibilidad de la Biblia, desde
una posición radical, fundamentalista.

Hay un sitio en Internet, a nombre de Ureña (www.antesdelfin.com), que se


complementa con otros artículos supuestamente escritos por él, en los que
sencillamente resume y amalgama las ideas de otros cristianos creacionistas
protestantes como Carl Baugh, Dennis Petersen y Joseph Dillow, así como del mismo
Henry Morris.

Algunas personas creen incluso que Ureña no existe, sino que es un personaje creado
por un staff de creacionistas de Tierra joven que ha diseñado la figura de un
afroamericano exitoso con una familia perfecta, de ideas apocalípticas, defensor de la
teoría del Rapto y miembro del Instituto para la Investigación de la Creación, como
medio para lograr la colonización de América Latina con los dogmas de dicho Instituto.
De manera que los análisis que aquí hago sobre la correlación entre Biblia y ciencias
modernas, no son una respuesta a una publicación en particular o a las ideas de una
persona individual, sino que son un estudio concienzudo sobre la forma en que muchos
de los más reconocidos cristianos creacionistas (es especial los de Tierra joven)
defienden su postura.[17]

Desafortunadamente algunos de estos avances en la ciencia han sido sólo para atacar
a la Poderosísima Palabra de Dios.

La Ciencia ha avanzado enormemente estos últimos años, gracias a que se le ha


invertido muchísimo dinero para desarrollar nuevas investigaciones, proyectos,
estudios, etc. y lo que han venido descubriendo son cosas que ya habían sido
declaradas en la Biblia.

Pero la ciencia no se ha dedicado simplemente a tratar de desprestigiar a la Biblia o


cosa similar. Por el contrario, una mayoría de los hombres de ciencia de la historia han
sido religiosos. No olvidemos que durante la edad media, mientras el mundo cristiano
vivía el oscurantismo, no faltaron monjes que aprovecharon el monopolio del
conocimiento que ostentaba la Iglesia, dueña de los pocos libros existentes en Europa,
y se dedicaron a reflexionar sobre temas científicos, a leer e investigar. Y por
supuesto, a copiar, guardar y estudiar los documentos antiguos que habían sido
rechazados y destruidos por la Iglesia a fin de evitar cualquier cuestionamiento a
sus dogmas. En particular, recuperaron los trabajos de los antiguos griegos, que se
conseguían en árabe gracias a que los musulmanes los habían rescatado.

La traducción sistemática del árabe al latín de las obras médicas griegas y árabes más
importantes, tuvo su epicentro en el Toledo del siglo XII, y gracias a esto, durante ese
siglo se inició el auge de la medicina medieval occidental. Con el surgimiento de las
universidades en el siglo XIV, la medicina dejó de estar en manos de los monjes. A su
vez, los creyentes musulmanes tradujeron del griego al árabe las obras del médico
griego Galeno, el filósofo macedonio Aristóteles y el médico griego Discórides, entre
otros, entre los siglos VIII y IX, consolidándose el sistema de Galeno en la medicina
islámica y, en consecuencia, en la medicina occidental que dependía de ella. El
desarrollo de todas las ciencias en el mundo del Islam, principalmente en el Bayt al
Hikma o Casa de la Sabiduría, en Bagdad, hizo del Islam el imperio de mayor avance
científico y tecnológico en el mundo.

El sistema decimal y los números arábigos en uso hoy día (ideados en India pero
adoptados y desarrollados por el Islam), aparecen en el siglo IX, pero este enorme
avance no fue conocido en occidente hasta el siglo XII gracias a una traducción del
árabe al latín. En definitiva, sin el trabajo de los musulmanes y de los monjes
cristianos, ambos profundamente creyentes en el Dios de Abraham, hoy día
seguiríamos creyendo que la Tierra es plana, y que es el centro del universo alrededor
del cual giran todos los astros,, como promulgaba la Iglesia en el medioevo (no
olvidemos que en el siglo XVII la Iglesia Católica Romana prohibió cualquier mención al
sistema de Copérnico y condenó a Galileo Galilei por decir que la Tierra se movía).

En efecto, la ciencia española se inicia en el siglo XI con la gran escuela astronómica


de Toledo encabezada por al-Zarqalluh y el posterior movimiento de traducción
científica del árabe al latín promovida por el arzobispo católico Raimundo de Toledo. El
acervo científico y cultural que los eruditos musulmanes habían acumulado
principalmente en Bagdad, fue transmitido a la España musulmana (Al-Andalus) de
modo que Córdoba se convirtió en la heredera científica y cultural de Bagdad, donde
florecientes círculos de estudiosos e intelectuales judíos, cristianos y musulmanes
acrecentaron este conocimiento.
Gracias a la escuela de traductores de Toledo, esta ciudad se convirtió en el centro
cultural más desarrollado de Europa en ese momento, lo que atrajo a múltiples
personalidades de la ciencia y la cultura europeas hacia allí en los siglos XIII y XIV.

Ya en el siglo XV, la unión de los reinos de Aragón y Castilla y la posterior anexión de


los reinos de Granada y de Navarra, concentró en un solo reino la riqueza y la herencia
cultural y científica de Al-Andalus y de los posteriores trabajos realizados en Córdoba y
Toledo.

Los viajes de Colón fueron posibles gracias a la utilización de instrumentos de cálculo y


navegación como el cuadrante y el astrolabio, desarrollados cuatro siglos antes por los
astrónomos musulmanes, quienes además conocían la esfericidad de la Tierra. Más
aún, un mapa del cartógrafo musulmán Pir Mujiuddín Raís, que data de 1512, muestra
que los exploradores musulmanes recorrieron la costa de la Patagonia argentina
tiempo antes que Magallanes realizara su viaje alrededor del globo.

Lastimosamente, la unión de casi toda la península Ibérica bajo un solo monarca, no


sólo consolidó la matanza y expulsión de los musulmanes desarrollada de forma
paulatina durante toda la reconquista cristiana, sino también la matanza y expulsión de
los judíos (iniciada en Sevilla a fines del siglo XIV) y de los cristianos no católicos, lo
que significó el fin del trabajo conjunto multicultural que tantos aportes le hizo a la
Iberia medieval.

Mientras la Iglesia Católica Romana temía que el trabajo de los científicos pudiera
derrumbar los preceptos teológicos y doctrinales en los que basaba su poder
económico y político, los reinos musulmanes estaban ávidos de conocimiento,
alentados por las palabras del propio Profeta del Islam: “La búsqueda del conocimiento
es un deber para todo musulmán”, Mujámmad. Los trabajos de los musulmanes,
filtrados a los monasterios, traducidos y analizados por monjes cristianos, fueron
fundamentales para que se fueran cocinando poco a poco las condiciones necesarias
para el surgimiento de la Ilustración.

Así que, a pesar de los históricos enfrentamientos entre cristianismo y ciencia, no


necesariamente la ciencia y la Religión deben estar divorciadas. Aquí va una aclaración
importante (en especial para los cristianos que alegan que "la religión es muerte, sólo
Cristo es vida"). Al hablar de Religión no me refiero a idolatría, a un sistema de mitos o
a un conjunto de rituales, ni mucho menos a la sumisión a unas autoridades
eclesiásticas, ni siquiera a la mera creencia en Dios o en lo sobrenatural.

Retomando el tema, la ciencia ha sido desarrollada en gran medida por hombres de fe.
De forma que pensar en los científicos como un grupo de gruñones que conspiran día y
noche contra los creyentes, es cuando menos, infantil. Aún hoy, muchos científicos
son, si no religiosos o seguidores de alguna doctrina, personas con la convicción de
que existe un Ser Supremo. No podemos olvidar que el precepto de la ciencia no es
demostrar o negar la existencia de Dios, sino descubrir los mecanismos por los cuales
funciona el universo, y en segunda instancia, encontrar aplicaciones prácticas al
conocimiento adquirido para beneficio de la humanidad, o del mercado.

La ciencia ha hecho incontables descubrimientos que no se encuentran ni en la Biblia ni


en ningún otro escrito sagrado, aumentando de forma notoria el conocimiento de la
humanidad. Aún si la Biblia fuera científicamente correcta, la ciencia ha hecho mucho
más que sólo "descubrir lo que ya estaba escrito", y el conocimiento que a esta fecha
ha sido adquirido por la vía científica, no cabría en un libro del tamaño de la Biblia, ni
en una biblioteca del tamaño de la legendaria biblioteca de Alejandría. [18]

Otro tema más difuso es que rodea algunos temas biomédicos, como las células
madre, la ingeniería genética, etc. que están más ligados a la ética que a la ciencia.

Algunos científicos opinan, por ej, que en el caso del creacionismo, los científicos
creacionistas reconocieran que su objeción a la TE está fundamentado en un conflicto
religioso. Para los científicos, el hecho de que se llenen miles de páginas webs y se
escriban libros “científicos” para refutar la TE científicamente, sin un sólo experimento,
es “un ataque a la ciencia”. Están llenando internet de información sin ningún valor
académico. Pero eso también sucede con la religión. O acaso las sectas no publican sus
creencias, o las webs con pornografía no han invadido el ciberespacio?
Es parte de la democratización de las autopistas de la información. Me pregunto si será
un ataque a la ciencia o una defensa de la fe cristiana. ¿No puede responder la teología
a las ambiciones sin límites de la ciencia, que pretende explicar el mundo y sus
razones sin Dios?

Tanto la teoría de la evolución como las Sagradas Escrituras, comparten temas de


mutuo interés como el tema de los orígenes. Se crean áreas de interés analítico
superpuestos.

La Teoría de la evolución mas allá de ser muy interesante, y de ser la mejor


explicación actual científica - naturalista a la diversidad biológica, trae
lamentablemente un fruto venenoso para las creencias de los pueblos, porque aunque
la ciencia se llama independiente, vemos que no lo es, y también vemos que hay una
brecha entre la definición y la practica, o entre la teoría y la práctica. En la definición
dice no meterse con las ideas religiosas de las personas, no busca explicar los orígenes
de la vida, sin embargo, en la practica mata la fe de muchas de las personas que no
son científicas, y es por eso que hay reacciones de diversa índole y hay oposición por
parte del clero de las distintas religiones cristianas y no cristianas.

Quizás por eso encaja mejor el D.I. como hipótesis preliminar a la teoría de la
evolución, por su agnosticismo teórico y por su flexibilidad para adaptarse a cualquier
religión.
Lamentablemente nada es neutral en si mismo en cuanto a creencia religiosa. El D.I
aún no ha sido falseado.

Cuando uno determina la neutralidad de la ciencia, en realidad la esta declarando ser


atea, en el sentido de sin dioses.

Ayala comentando de los conflictos en Estados Unidos con los creacionistas, afirma
que "… la teoría de la evolución, a la que todavía consideran como antirreligiosa, [es]
… “no religiosa”, como lo es cualquier otra teoría científica" [19]

Aunque la intención es buena, yo la entiendo, pero la necesidad de autonomía de Dios,


la transforma en un ente independiente de Dios, y sin pautas claras de lo que esta bien
y esta mal, y arrastra a muchos un endiosamiento inconsciente de la ciencia,
transformándola en cientificismo, o naturalismo.

Los científicos hacen esto para poder estudiarla. Pareciera esto un mal necesario.
Algunos científicos piensan que es indispensable que el trabajo científico sea
completamente autónomo de cualquier ideología, religión o incluso, posibles
consecuencias éticas de la investigación. No creo que pueda hacerse verdadera ciencia
si partimos bien de unas preconcepciones (por ejemplo religiosas) o bien de unas
limitaciones (por ejemplo, las consecuencias de la investigación).

Ahora bien, también creo que no podemos obviar la influencia de los descubrimientos
científicos en la sociedad, ni sus posibles aplicaciones en contra de lo que
consideramos ético. Por eso también pienso que es importante el desarrollo de lo que
ha venido a llamarse Bioética, como disciplina también autónoma, aunque íntimamente
relacionada con la biología en cuanto a que se ocupa de las consecuencias sociales de
los avances científicos.

De la relación, sin injerencias mutuas, entre ambas, creo que puede surgir un
protocolo de funcionamiento muy interesante, donde la ciencia trabaje sin limitaciones
ni prejuicios, pero las aplicaciones a la sociedad sean discutidas y consensuadas.

Pero aunque la ciencia progrese, no por eso la teología debe permitir que las ciencias
naturales la acorralen; debe resistir a la presión de la ciencia, ya que luego que esta le
cambie la interpretación a las doctrinas y enseñanzas de las sagradas escrituras,
entonces ya no comunican verdad alguna de parte de Dios. Esto es un desafío
importante para una nueva generación de teólogos y maestros bíblicos.

Es muy importante considerar que la verdadera Ciencia tiene todo el apoyo de la


Biblia, y que ella, a pesar de no ser un Texto Científico, está en perfecta armonía con
la ciencia, y la razón es muy sencilla: Ambas investigan en la creación divina, y por lo
tanto no deberían contradecirse.
Una lo hace en la revelación particular, que es la Biblia; otra lo hace en la revelación
general que es la creación.

En la actualidad se hacen grandes esfuerzos para desprestigiar a Las Sagradas


Escrituras, tratándolas como si fueran un conjunto de Fábulas y haciendo prevalecer
los dictados de la Pseudo Ciencia, que busca separarse del Creador y establecer sus
propios postulados y aun incursionando, por no decir, entrometiéndose en el terreno
Espiritual .Las recientes declaraciones del Científico que nos visitó en Chile muestran
cuan poco sabe de la revelación Divina y que nada sabe de la obra de Dios y de la
Obra de Cristo .Esta tiene repercusiones que traspasan la barrera de lo material y
producen consecuencias para toda la Eternidad. Un concepto que no conocen la
mayoría de los Científicos del tiempo presente.

Carl Sagan escribió acerca de este tiempo de


revolución y avances en el conocimiento de
la ciencia, diciendo que

“Vivimos en una época extraordinaria.


Son tiempos de cambios pasmosos en
la organización social, el bienestar
económico, los preceptos morales y
éticos, las perspectivas filosóficas y
religiosas y el conocimiento que tiene
el hombre de sí mismo, así como en
nuestra comprensi6n de este inmenso
universo que nos acoge como grano
de arena dentro de un océano
cósmico.” [20]

Cuando Francis Collins se convirtió,


muchos se sorprendieron, se quedaron
pasmados. ¿Como era posible que un
científico con una formación tan rigurosa
como la tenía el, pudiera ser a la vez “un
creyente serio en un Dios trascendente?”
[21]

Sin embargo, Collins al día de hoy,


continúa siendo cristiano y científico, sin
ningún inconveniente y trabaja como
asesor del Presidente Obama en los
Estados Unidos.

En realidad como Dios es el creador y el origen de todo no puede haber contradicción


entre lo que nos Revela y lo que nuestra inteligencia descubre; si estamos en la verdad
no tenemos que tener miedo, sino aplicarnos al estudio serio y profundo.

Francis Collins, director del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano,
es uno de los científicos de mayor reconocimiento en estos momentos en el ámbito
bio-médico. Explica en esta entrevista cómo reconcilia la ciencia con su profunda fe
cristiana. Collins recientemente habló con Beliefnet sobre su libro “The language of
God” (“El lenguaje de Dios”), un reciente éxito de ventas.
Creador de la teoría científica Biologos, en la que procura integrar armónicamente
ciencia y fe, “es de la opinión de que Dios al darnos la inteligencia, “quiso darnos la
oportunidad de investigar y de apreciar las maravillas de su creación. Dios no se ve
amenazado por nuestras aventuras científicas.” [22]

Francis Collins fue ateo hasta los 27 años, cuando siendo un joven médico le llamó la
atención la fuerza de varios de sus pacientes más delicados de salud, que en vez de
quejarse a Dios parecían apoyarse en su fe como una fuente de fuerza y consuelo.
Luego leyó “Mere Christianity” (Mero Cristianismo) del protestante C. S. Lewis. La obra
de este profundo creyente -autor de "Las Crónicas de Narnia"- lo arrastró al
cristianismo. [23]

Collins, de 59 años de edad, fue el líder del proyecto público del Genoma Humano y es
autor del conocido libro 'El lenguaje de Dios', en el que reconcilia la investigación
científica con su fe.

Collins se une así a una línea de científicos cuyos descubrimientos han contribuido a
reafirmar su fe en Dios. [24]

Tanto ciencia como fe son formas de buscar la verdad. La ciencia la busca observando
como funciona el mundo natural, y la fe busca respuestas a cuestiones más profundas,
como ¿por qué hay algo hay en lugar de nada? o ¿cuál es el sentido de la vida? o
¿existe Dios? Todo requiere un cierto elemento de fe, no se puede ser científico si no
se tiene fe en el hecho de que existe un orden en la Naturaleza y que ésta se
comportará de una manera reproducible y predecible. Pero esto no constituye una
prueba –aparentemente Dios tenía la intención de dejarnos tomar esta decisión. Quizá
un salto de fe como éste suene arrebatado a un materialista convencido pero, ¿puede
usted demostrar la belleza o el amor?”, dice Collins [25]

Lamentablemente, “muchas personas en estos tiempos modernos asumen que la


síntesis potencial de la concepción científica y la espiritual del mundo es algo
imposible, casi como intentar juntar los dos polos de un imán en un mismo sitio” [26],
afirma Collins

También Collins eventualmente es conocido como “el científico que cree en Dios” [27]
considera que los milagros son una “posibilidad real” y descartó que la ciencia sirva
para refutar la existencia de Dios debido a que está confinada al mundo “natural”.
[28]
Entre las evidencias expuestas por científicos destacados” figura prominentemente la
complejidad absolutamente asombrosa de la vida. Particularmente, la del ADN (ácido
desoxirribonucleico). Se considera Inconcebible que la evolución la produjera.” [29]

Una representación gráfica del ácido desoxirribonucleico (ADN)


www.treehugger.com

Collins trabajó durante varios años en la decodificación del genoma humano, fue líder
durante más de una década del Proyecto Genoma Humano

Francis Collins confiesa en su libro “El lenguaje de Dios”, que el descubrimiento del
genoma humano le permitió vislumbrar el trabajo de Dios. Reivindica que, según él,
hay bases racionales para un Creador y que los descubrimientos científicos llevan al
hombre más cerca de Dios.
Collins explica que cuando da un gran paso adelante en el avance científico es un
momento de alegría intelectual; pero es también un momento donde siente cercanía
con el Creador en el sentido de estar percibiendo algo que ningún humano sabía antes,
pero que Dios sí conocía desde siempre. [30]

El año pasado, La Casa Blanca anunció el nombramiento de Francis Collins como nuevo
director del Instituto Nacional de Salud (NIH, en sus siglas en inglés), el poderoso
organismo estadounidense de investigación biomédica que cuenta con un presupuesto
anual de 30.600 millones de dólares (21.785 millones de euros).

Durante varios meses se había especulado acerca de esta elección del presidente
Barack Obama, tras la dimisión de Collins de su cargo como director del Instituto
Nacional de Investigación del Genoma Humano. [31]

¿Y qué hay de la creencia espiritual entre los científicos?


Collins afirma que esto es mucho más frecuente de lo que muchos se imaginan.
En 1961 se preguntó a biólogos, físicos y matemáticos, en una investigación, si ellos
creían en un Dios que se comunicara activamente con la humanidad y a quien uno
pudiera rezar con la expectativa de recibir una respuesta. Cerca del 40 por ciento
respondió afirmativamente. En 1997, el mismo estudio se repitió exactamente, y para
sorpresa de los investigadores, el porcentaje permaneció casi idéntico. [32]

Desafortunadamente, la evidencia de armonía potencial con frecuencia se ve eclipsada


por los estruendosos pronunciamientos de aquellos que ocupan los polos del debate.
Citaremos por ejemplo, a Richard Dawkins, quien emerge como el portavoz principal
del punto de vista de que una creencia en la evolución exige el ateísmo.
«La fe es una gran evasión, una gran excusa para evadir la necesidad de pensar y
evaluar la evidencia.

La fe es creer a pesar de la falta de evidencia, o quizá debido a la falta de ella... La fe,


siendo una creencia que no se basa en la evidencia, es el principal vicio de cualquier
religión». [33]

O podemos también citar a Henry Morris, un líder del movimiento creacionista:


«La mentira de la evolución abarca y domina el pensamiento moderno en todos los
campos. Siendo ése el caso, inevitablemente se deduce que el pensamiento
evolucionista es básicamente responsable de los letalmente ominosos sucesos polí-
ticos, y de la caótica moral y desintegración social que se han estado acelerando en
todas partes... Cuando la ciencia y la Biblia difieren, la ciencia, obviamente, ha
malinterpretado sus datos» [34]
Viernes 29 de mayo de 2009. Inglaterra.

Considerado hasta 2004 el filósofo ateo más férreo e influyente del mundo,
Antony Flew acepta ahora la existencia de Dios.

"Considerado hasta 2004 el filósofo ateo más férreo e influyente del mundo,
Antony Flew acepta ahora la existencia de Dios. En su libro Hay un Dios: Como el ateo
más notorio del mundo cambia de parecer, Flew explica el porqué de ese cambio:
recientes investigaciones científicas sobre el origen de la vida y el ADN revelan la
existencia de una “inteligencia creadora”, asegura.

Durante más de cinco décadas, este filósofo inglés fue uno de los más vehementes
ateos del mundo. Escribió libros y, con audiencias multitudinarias, debatió con
conocidos pensadores creyentes, entre otros con el célebre apologista cristiano C. S.
Lewis.

Sin embargo, en el que celebró en la Universidad de Nueva York en 2004, los


asistentes quedaron sorprendidos cuando Flewanunció que para entonces ya aceptaba
la existencia de Dios y que se sentía especialmente impresionado por el testimonio del
cristianismo.

En su libro, cuyo título original es "There is a God.


How the world’s most notorious atheist changes his mind" ["Dios existe: cómo cambió
de parecer el ateísta más notorio del mundo"] (Nueva York: Harper One,
2007), Flew no sólo desarrolla sus propios argumentos sobre la existencia de Dios,
sino que argumenta frente a los puntos de vista de importantes científicos y filósofos
acerca de la cuestión de Dios.

Su investigación le llevó a examinar, entre otros, los trabajos [de] críticos [tales como]
David Hume [sobre el] principio de causalidad y los argumentos de importantes
científicos como Richard Dawkins, Paul Davies y Stephen Hawking. Otro de los
pensamientos sobre Dios que tomó como referencia fue el de Albert Einstein, ya que,
lejos de lo que afirman ateos como Dawkins, Einstein fue claramente creyente.

“Inteligencia creadora” - ¿Qué llevó a Flew a cambiar tan radicalmente su concepto de


Dios? Él explica que la razón principal nace de las recientes investigaciones científicas
sobre el origen de la vida; unas investigaciones que muestran la existencia de una
“inteligencia creadora”.

“Lo que creo que el ADN ha demostrado, debido a la increíble complejidad de los
mecanismos que son necesarios para generar vida, es que tiene que haber participado
una inteligencia superior en el funcionamiento unitario de elementos
extraordinariamente diferentes entre sí. Es la enorme complejidad del gran número de
elementos que participan en este proceso y la enorme sutileza de los modos que hacen
posible que trabajen juntos. Esa gran complejidad de los mecanismos que se dan en el
origen de la vida es lo que me llevó a pensar en la participación de una
inteligencia”. [35]

Mas conciliador y prudente, se mostró en su época


Benjamín Warfield, teólogo protestante conservador de
fines del siglo XIX y principios del XX, quien era muy
consciente de la necesidad de que los creyentes se
mantuvieran firmes en las verdades eternas de su fe, a
pesar de las grandes agitaciones sociales y científicas. No
obstante, también vio la necesidad de celebrar los
descubrimientos del mundo natural que Dios creó.

La ciencia no ha roto con la religión. Sin embargo, tenemos


un gran número de pensadores científicos de nuestra
generación tenemos. Cuando nos preguntamos por qué
unos lo atribuyen a la esclavitud en la que la "llamada
ciencia moderna" ha caído, a la filosofía materialista, o
incluso a la maldad satánica de corazón.

Otros encuentran su explicación en la absorción de los trabajadores científicos, en esta


era en que están tan ocupados, en una especie de investigación que amortigua la vida
espiritual y las aspiraciones espirituales dentro de ellos, y les incapacita totalmente
para estimar el valor de otras formas de evidencia que los obtenidos en el crisol o bajo
el microscopio.

Otros suponen que es el modo crudo en que la religión se presenta a las mentes de los
hombres, en estos días de papas infalibles y Ejércitos de Salvación, que insulta la
inteligencia de los hombres de pensamiento e impide que sus donaciones a la
verdadera esencia de la fe de la atención que se traduciría en de su aceptación.
Otros, aún, imaginar que es fomentar el conocimiento en sí, que en la ciencia ha
llegado a las manos en la religión con las supersticiones gastadas de una época
pasada. En tal confusión de voces discordantes que es una bendición para ser capaz de
doblar el oído y escuchar a uno de los trabajadores científicos, honrado por todos,
como nos dice qué fue lo que le llevó a ceder su fe cristiana, e incluso, en gran
medida, de que la fe común en un Dios que no se comparten con los cristianos
solamente, sino con todos los hombres de pensamiento y sentimiento.[36]

Collins cita a Warfield, quien escribió estas notables palabras:


“Como cristianos no debemos asumir una actitud antagónica hacia las verdades
de la razón, las verdades de la filosofía, las verdades de la ciencia, las verdades
de la historia, o las verdades de la crítica. Como hijos de la luz, debemos ser
cuidadosos de mantenernos abiertos a todo rayo de luz. Cultivemos, entonces,
una actitud valiente ante las investigaciones del día. Nadie debería ser tan
entusiasta acerca de ellas como nosotros. Nadie debería ser tan rápido en dis-
cernir la verdad en todo campo, ni más hospitalario al recibirla, ni más leal al
seguirla, a donde sea que lleve.”[37]

Los científicos cometen errores, claro que si. No son perfectos, son tan humanos como
cualquiera. Por ejemplo, A finales del siglo XVIII Franz Joseph Gall fundó su "doctrina
craneal" o "frenología". El médico vienés despertó con ella tal revuelo, que su teoría
fue prohibida en Austria y Alemania.

Desde principios y hasta mediados del siglo XIX se creyó que el estudio de las
protuberancias óseas del cráneo de una persona revelaba sus talentos y carácter. Este
análisis de la psique humana se llamó frenología, y su creador fue el médico austriaco
Franz Joseph Gall, nacido en 1758. Darwin y muchos otros hombres de ciencia se
interesaron en las teorías de Gall, e incluso la reina Victoria hizo que un frenólogo
examinara a sus hijos, para indagar sus probabilidades de éxito posterior.

Después de examinar el cráneo de delincuentes, lunáticos y ciudadanos normales, Gall


dividió el cerebro en 37 regiones. Asignó rasgos clave del carácter, como la firmeza, la
autoestima y el amor paterno, a la parte superior, y la reserva y la cautela, a un lado
del cráneo. Gall sustentaba la teoría de que las protuberancias craneales reflejaban el
crecimiento, y, por lo tanto, el mayor desarrollo de diversas partes del cerebro. Sin
embargo, la creencia de que se podía "leer en alguien como en un libro" con base en
los contornos craneales provenía de un grave error de anatomía que sólo más tarde
saldría a luz.

El error de Gall fue creer que el crecimiento cerebral moldeaba al cráneo y que, de tal
suerte, los contornos de éste revelaban las facultades mentales. Hoy se sabe que entre
el cráneo y el cerebro está el espacio subaracnoideo, que contiene líquido
cefalorraquídeo; éste sirve de acojinamiento al cerebro y lo protege del contacto con el
cráneo. El cerebro sí tiene regiones que regulan diversas funciones, pero no son las del
sistema frenológico de Gall.

El descubrimiento del líquido cefalorraquídeo por parte del médico francés Francois
Magendie ocurrió en 1828, el mismo año en que murió Gall. Pero ni eso detuvo el
apoyo a la teoría básica de la frenología.

Todavía en 1907 se inventó un frenómetro eléctrico para medir las protuberancias


craneales.

En la era victoriana se creía que cuanto más pesado y grande era el cerebro, tanto
mayor la inteligencia. La gente estaba encantada con las mediciones del cerebro de
personajes famosos. Por ejemplo, los cerebros del novelista William Makepeace
Thackeray y del estadista alemán Otto von Bismarck pesaron 1,658 y 1,907 g,
respectivamente. Sin embargo, las mediciones del peso cerebral en la autopsia no
significan nada, ya que después de la muerte el peso de este órgano aumenta como
consecuencia del edema (acumulación de agua en los tejidos). [38]

Carl Sagan reconociendo esto, en un libro de su


autoría,"El cerebro de Broca", comenta su impresión
personal del tema.
"La frenología fue una desgraciada aberración del siglo
xix" [39]
Luego explica el porque prolifero esta practica errónea:
"Los científicos de la época esperaban que pudiese
existir alguna anomalía, algún indicio revelador, en la
anatomía cerebral o en la configuración craneana de los
asesinos. Quizá esperaban demostrar que el asesino lo
creaban influencias hereditarias y no sociales. " [40]

Pero lo cierto, afirma Sagan, "es que no hay modo de distinguir entre los cerebros de
los asesinos y los de los sabios (los restos del cerebro de Albert Einstein están,
recordémoslo de pasada, flotando en un frasco depositado en la universidad de
Wichita). Es indudable que quien hace a los criminales no es la herencia sino la
sociedad.” [41]
Notas
[0] http://es.wikipedia.org/wiki/Mariano_Artigas
[1] Gustavo Schujman, Filosofía, ed. Aique grupo Editor S.A. Bs. As. Argentina, Pág.99
[2] http://estudiarfisica.wordpress.com/2010/01/10/analisis-de-la-voluntad-de-dios-
o-por-que-ningun-cientifico-deberia-creer-en-el/
[3] http://estudiarfisica.wordpress.com/2010/01/10/analisis-de-la-voluntad-de-dios-
o-por-que-ningun-cientifico-deberia-creer-en-el/#comment-414
[4] http://estudiarfisica.wordpress.com/2010/01/10/analisis-de-la-voluntad-de-dios-
o-por-que-ningun-cientifico-deberia-creer-en-el/#comment-417
[5] http://html.rincondelvago.com/ciencia-moderna-y-conocimiento.html
[6] Dr. H. Van Riessen, Enfoque cristiano de la ciencia, ed. Felire, pag. 16-20
[7] 22 Julio 2009, Yaiza Martínez, tendencias21.net
[8] Mariano Artigas ,1 Septiembre 1999,
http://www.aceprensa.com/articulos/1999/sep/01/la-ciencia-como-religi-n/
[9] http://www.aceprensa.com/articulos/1995/feb/01/progreso-cient-fico-sin-
retroceso-religioso/
[10] Antonio Cruz, La ciencia encuentra a Dios, Pág. 32, ed. Clie
[11] En última instancia “todo se reduciría a ellas. La conciencia humana, las
relaciones sociales, el comportamiento moral, los sentimientos, el gusto por la estética,
la espiritualidad o la religiosidad, no serían más que interacciones materiales de los
átomos. Por tanto, la existencia de Dios o la experiencia religiosa constituirían
conceptos carentes de sentido al no poder ser verificados por la ciencia.” Antonio
Cruz, La ciencia encuentra a Dios, Pág. 32, ed. Clie
[12] http://www.laneros.com/showpost.php?p=1596670&postcount=18
[13] http://pedaleosymas.wordpress.com/2008/05/19/evolucionismo-creacion...
[14] J. C. Janse, la Tiranía de la teoría de la evolución, Pág. 25,ed. Felire, disp. en
www.felire.com
[15] http://www.aceprensa.com/articulos/1995/feb/01/progreso-cient-fico-sin-
retroceso-religioso/
[16] cf. http://www.aceprensa.com/articulos/1995/mar/29/evolucionismo-el-hecho-y-
sus-implicaciones/
[17] http://www.laneros.com/showpost.php?p=1596670&postcount=18
[18] http://www.laneros.com/showpost.php?p=1596670&postcount=18
[19] http://www.aceprensa.com/articulos/1995/mar/29/evolucionismo-el-hecho-y-
sus-implicaciones/
[20] Sagan, Carl, El cerebro de Broca. Reflexiones sobre el apasionante mundo de la
ciencia, Barcelona, Grijalbo, 1981
[21] F. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe , p. 11, Temas de
Hoy, 2º ed.
[22] rsanzcarrera, http://rsanzcarrera.wordpress.com/2007/04/21/francis-
collins-“creo-que-dios-tuvo-un-plan-para-crear-unas-criaturas-con-las-que-pudiera-
relacionarse”/
[23] http://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Collins
[24] http://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Collins
[25] http://www.tendencias21.net/Francis-Collins-Dios-se-puede-encontrar-en-un-
laboratorio_a1909.html
[26] F. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe, p. 11, Temas de
Hoy, 2º ed.
[27] http://www.tendencias21.net/Francis-Collins-Dios-se-puede-encontrar-en-un-
laboratorio_a1909.html
[28] http://es.wikipedia.org/wiki/Francis_Collins
[29] http://foros.monografias.com/showthread.php?t=54808
[30] http://ceirberea.blogdiario.com/1247623380/
[31] http://ceirberea.blogdiario.com/1247623380/
[32] F. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe, p. 12-13, Temas de
Hoy, 2º ed.
[33] R .Dawkins, “is Science a religión?”, The Humanist 57 (1997), p.26-29, cit en
F. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe, p. 12-13, Temas de Hoy,
2º ed.
[34] H. R. Morris, “The Long war Against God” , New York, Master Books, 2000, cit en
F. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe, p. 12-13, Temas de Hoy,
2º ed.
[35] http://www.editoriallapaz.org/ateismo_Flew_cambia.htm
[36] http://www.bibleteacher.org/BBW3.htm
[37] B. B Warfield, Selected Shorter Writtings (Philipsburg: PRR Publishing, 1970), p.
463-465, cit en F. Collins, ¿Cómo habla Dios? La evidencia científica de la fe, p.194,
Temas de Hoy, 2º ed
[38] http://www.pulsodigital.net/2010/01/cuando-la-seudociencia-de-la-
frenologia.html
[39] Sagan, Carl, El cerebro de Broca. Reflexiones sobre el apasionante mundo de la
ciencia, Barcelona, Grijalbo, 1981
[40] Ibid
[41] Ibid

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