El debate sobre la base industrial de la

economía vasca
Working Paper marzo de 2015
 El debate sobre la base industrial de la economía vasca

1. Se está hablando cada vez más en la sociedad vasca

sobre la orientación de nuestro modelo económico e
industrial. Existen en diferentes sectores sociales e
institucionales coincidencias interesantes en la
necesidad de ahondar en una economía de base
industrial, desarrollada, con un alto nivel tecnológico,
con un grado de investigación y desarrollo equiparable
a regiones avanzadas de Europa, y con una centralidad
del conocimiento. Incluso se están presentando
propuestas en este sentido a nuestra sociedad.

2. Venimos subrayando constantemente la necesidad de

abordar estas cuestiones con seriedad, y colocarlas
además en un contexto de solución a la crisis y futuras
políticas anticíclicas. Es decir que si nuestra tejido
económico invierte en industria tecnológicamente
avanzada y en un incremento del conocimiento,
sentaremos las bases para una recuperación
cohesionada y una apuesta de futuro que evitará que
caigamos en situaciones tan críticas como las actuales.
Es por ello que no nos queda más que congratularnos
de que estas cuestiones adquieran centralidad en el
debate socioeconómico del País Vasco. La
generalización de la preocupación sobre estas
cuestiones resulta crucial para articular avances.

3. De cualquier forma entendemos que debemos seguir

realizando aportaciones para que las propuestas
realizadas sean realmente efectivas.

4. Así, debe evitarse, y más en un país como el nuestro,

realizar propuestas a la sociedad de forma unilateral
por unos agentes determinados. Una vez realizado
esto de forma pública, se plantea a los que no han
intervenido en la propuesta sumarse a algo de lo que
no se sienten participes, aun cuando coincidan en
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diagnósticos y soluciones. Las soluciones a problemas

socioeconómicos como los que afloran en estos
tiempos de crisis que vivimos, y que además tienen
gran calado social (calidad y cantidad del empleo,
riqueza y distribución de la misma, etc.), no se
deberían hacer desde un sector concreto, y después
ofrecérselo a agentes económicos de primer orden
como los trabajadores y sus representantes o las
instituciones.

5. El tema es lo suficientemente serio como para que se

debata de forma transversal entre todos los agentes.
No cabe, a nuestro juicio, una propuesta ‘de parte’.
Existen además la tentación de acometer estas
propuestas desde un ámbito meramente empresarial,
y además de empresarios mediáticamente relevantes.
Este tipo de debates y las propuestas posteriores son
cuestiones que atañen también a todos los
trabajadores, a sus representantes, a los
representantes de la sociedad, en definitiva, a la
sociedad en general. Rechazar a éstos en nombre de
una supuesta despolitización es un error, puesto que
en último término, estamos hablando de políticas
económicas, industriales, de formación, de
innovación… Y en estos asuntos no solo es necesaria la
convergencia de los diferentes intereses sociales –al
fin y al cabo los empresarios no representan el interés
general-, sino que incluso es necesaria la participación
de las instituciones públicas por ser éstas las que
distribuyen medios, marcan preferencias, garantizan el
interés público equilibrando los intereses particulares
convergentes, y planifican –porque así lo establecen
las leyes- la orientación del desarrollo económico del
país.
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6. En este sentido se debe aprovechar todo el potencial

existente en el conjunto del territorio. Puede ser
lógico circunscribir propuestas a ámbitos
relativamente pequeños, por mera proximidad. Pero
en nombre de la responsabilidad en un tema crucial
para nuestro futuro como país, además de la inclusión
de agentes socioeconómicos, la consideración de y el
liderazgo institucional abarca no solo el territorio más
cercano, sino que además debe de contar con
instituciones y agentes del conjunto de la comunidad.
Y ello tanto por cuestiones relacionadas con el interés
empresarial (redes comerciales, productivas y de
conocimiento articuladas en más de un territorio
histórico), como por tener las instituciones
autonómicas las competencias en materia de
planificación económica e industrial, en materia de
formación o investigación. Además, no debemos
olvidar la gran cantidad de medios existentes en la
administración autonómica.

7. Siguiendo con el hilo expuesto, y la necesidad de

sumar, resultaría incomprensible la ausencia de unas
entidades públicas con gran experiencia en cuestiones
de desarrollo a nivel local: las agencias de desarrollo.
Estas instituciones tienen un conocimiento tanto
metodológico como del entorno que es imprescindible
para cualquier debate y posterior propuesta.

8. No se entendería muy bien desde un punto de vista

socioeconómico una reducción a un territorio
concreto. Un examen competencial, por muy
superficial que sea, desaconseja esta visión reducida.
Es lógico pensar que nuestras necesidades obtendrán
una respuesta más efectiva con una coordinación a
nivel de país entre los diferentes agentes.
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9. Así pues, tanto desde un punto de vista competencial,

como de eficacia y eficiencia empresarial o viabilidad
de planteamientos, resulta que algunas de las
propuestas que se vienen haciendo deben ensanchar
sus aspiraciones, y contar desde el inicio con
instituciones de todos los niveles, con trabajadores,
con empresarios (PYMES) o con otros territorios del
país.

10. En definitiva, no puede entenderse que la economía,

el desarrollo económico de nuestros pueblos,
provincias, del conjunto del país, pueda provenir tan
solo de un sector que ni siquiera puede aspirar a
representar el conjunto de intereses, y el interés
público de nuestro país. La economía no es cuestión
de los empresarios, es una cuestión del conjunto del
país, puesto que determina la configuración social,
política y económica del país. Aceptar como válida una
propuesta que proviene de grandes empresarios no es
de recibo, tal y como bien lo sabe el conjunto de la
sociedad vasca. No son, afortunadamente, tiempos de
subordinación.

11. De cualquier forma resulta importante en el momento

sumar propuestas y planteamientos, sobre todo
cuando existe una coincidencia entre los agentes
sociales en lo que a necesidades industriales y de la
economía respecta, y buscar el modo de integrar
todos ellos en una estrategia de desarrollo que
beneficie al conjunto del país y al conjunto de la
sociedad. Es un punto de partida para que las
instituciones implicadas ejerzan el liderazgo que les
corresponde.
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