Você está na página 1de 3

GUÍA DE LECTURA

LA REGENTA
Realismo
A mediados de siglo XIX, en Francia, se llamó realistas a ciertos artistas que se proponía reflejar la
sociedad del momento en contraposición con las fantasías y los sueños románticos. Desde entonces
se suele presentar al Realismo como la antítesis del Romanticismo. Ello no es del todo exacto. Lo
más exacto sería decir que del Romanticismo se pasa al Realismo mediante un doble proceso: a)
eliminación de ciertos elementos como lo fantástico, los excesos sentimentales, etc.; b) desarrollo de
otros como el interés por la naturaleza, por lo regional, por lo costumbrista, por lo cotidiano.

El Realismo se caracteriza por:

- Observación rigurosa y la reproducción fiel de la vida. El escritor ha asimilado las


lecciones del método experimental, de la Sociología o de la Psicología. Se documenta sobre
el terreno, toma apuntes sobre el ambiente, las gentes, su modo de vestir, etc. Ese deseo
de exactitud se verá reflejado en la descripción de costumbres o de ambientes –rurales o
urbanos, refinados o populares– (Balzac, Dickens, Galdós) y en la descripción de personajes,
origen de la gran novela psicológica (Flaubert, Dostoyevski).
- En lo narrativo, el escritor adopta una actitud de cronista más o menos objetivo.
- Las descripciones, de ambientes o de tipos, adquieren un papel relevante en la obra.
- El estilo tiende a la sobriedad. En los diálogos, la lengua se adaptará a la índole de los
personajes, por ejemplo, el reflejo del habla popular, entre otras.
- La novela es el género que mejor se adapta a los propósitos del movimiento realista y
naturalista.

El autor. Clarín
Leopoldo Alas, conocido por el seudónimo de Clarín, es el escritor español más importante del siglo
XIX junto con Pérez Galdós.

De familia asturiana, nace en 1852 en Zamora, donde su padre era gobernador civil. En 1863 la
familia se afincó en Oviedo, ciudad a la que le uniría una estrecha relación y que se convertiría en
la protagonista de su obra maestra, La Regenta. Estudió Derecho en Madrid, y en 1883 se afinca en
Oviedo, de cuya universidad fue catedrático. Muere en Oviedo en 1901.

Durante los años que pasó en Madrid mantuvo una intensa actividad periodística, escribiendo artículos
literarios, políticos y de pensamiento filosófico y religioso. Estuvo siempre muy interesado por los
problemas sociopolíticos de su época y criticó la intolerancia de los sectores mas tradicionales de
la sociedad. Clarín fue además el más importante crítico literario de la segunda mitad del siglo XIX.
Tenía singular talento para analizar la literatura de su época. Trató con mordaz ironía a los escritores
anticuados o de mal gusto, pero supo apreciar a quienes lo merecieron, como Pérez Galdós o Pardo
Bazán.

Sus primeras obras narrativas fueron cuentos, género al que contribuyó con obras tan notables como
Pipá y ¡Adiós cordera! (éste último está considerado por muchos críticos como el mejor cuento del
siglo XIX). También escribió algunas novelas cortas, entre las que destaca Doña Berta, poética historia
de una solterona.

La Regenta
La Regenta (1885) es la obra cumbre de Clarín. Es una de las novelas europeas más importantes del
siglo XIX, enlazando con otras obras como Madamme Bovary o Anna Karenina. La obra tiene como
trama central el adulterio, tratado de una manera como jamás antes se había hecho en la literatura
española. La obra se desarrolla en Vetusta (ciudad inventada pero que en realidad es Oviedo), donde
la joven, bella, provinciana e inexperta Ana Ozores vive una profunda insatisfacción matrimonial. Su
marido es Víctor Quintanar, ex-regente de la audiencia de Vetusta, hombre bondadoso, aburrido y
mucho mayor que ella. Otros dos hombres se sentirán atraídos por su belleza y lucharán entre sí para
conquistarla: su confesor, don Fermín de Pas, un sacerdote soberbio y ambicioso, que no se resiste
a la pasión sexual; y don Álvaro Mesía, político local y especie de donjuán provinciano, superficial y
cursi. Ana cae en los brazos de Álvaro, pero esto no era lo que preocupaba especialmente al autor. Él
se fija en el escenario, Vetusta, que asiste como un coro a todo lo que se va desarrollando. Plantea
una lucha entre Fermín y Álvaro por la conquista de Ana como una lucha entre los dos poderes de la
ciudad: la iglesia más retrógrada y el caciquismo teñido de liberalismo. El final es la degradación más
absoluta de los protagonistas: el regente muere a manos de Álvaro en un duelo esperpéntico, Álvaro
huye de manera cobarde, Fermín se nos muestra como una persona sin escrúpulos ni moral… La
novela acaba con la degradación pública de Ana y su aislamiento social. En toda la obra se ve claro el
sentido crítico y moral de Clarín y las censuras que recibió fueron tantas que, tal vez por eso, en obras
posteriores no llegó tan lejos.

La obra supuso una fuerte conmoción para la España y sobre todo el Oviedo de la época, pues
muchos de sus habitantes se vieron reflejados en la obra. Por otro lado, la novela exponía
abiertamente la podredumbre de la sociedad de la Restauración. A través de las decenas de
personajes la vida de todas las capas sociales de una ciudad provinciana de la época con sus
ambiciones inconfesables: las capas medias siempre intentando medrar, la antigua nobleza venida a
menos, los incultos pero enriquecidos indianos y sobre todo el clero, con su rosario de corruptelas y
falsedades. Todo ello llevó a que Clarín fuera excomulgado.

El propósito de la obra es criticar la vida provinciana del momento: la superficialidad de la aristocracia,


la hipocresía de una comunidad que desea que Ana Ozores caiga en los brazos de Mesía, pero
cuando esto sucede le dan la espalda; la ambición y la falta de religiosidad del clero… Los temas
secundarios son el erotismo y el matrimonio frustrado, tema básico del siglo XIX, y el choque entre el
poder laico representado por Mesía y el religioso representado por Fermín de Pas.

En cuanto a la estructura, Alarcos divide la obra en dos partes de quince capítulos cada una. La
primera parte, que se desarrolla en 3 días, sirve de presentación. La segunda, que se desarrolla
durante 3 años, es la parte activa. La primera parte es estática, espacial, descriptiva y retrospectiva.
Domina el ritmo lento y se centra en describir a los personajes y Vetusta. En la segunda parte el ritmo
se acelera y la acción lo domina todo. La construcción de la novela sugiere que Clarín trabajó siempre
conforme a un plan de trabajo minucioso basado en los planteamientos del naturalismo francés.

Por lo que se refiere a los personajes, estos no solo representan a su clase o sector social, sino que
están perfectamente individualizados:
- Ana está marcada de forma naturalista por un padre librepensador y una madre
enfermiza, pero sobre todo por una educación represiva. Sus ilusiones chocan siempre con la
realidad, y su situación de frustración sexual y espiritual tiene dos vías de escape: la mística a
través de su confesor, y la romántica, a través de don Álvaro.
- El personaje del confesor también tiene elementos naturalistas, pues ha heredado la
ambición de su madre, lo que lleva al sacerdocio como forma de medro.
- Álvaro Mesía es un donjuán prosaico y provinciano, un burgués conservador, un
personaje superficial, un estúpido integral.

Los personajes secundarios acaban de completar el ambiente de Vetusta y ayudan a comprender y a


individualizar a los personajes principales.

Uno de los elementos más discutidos en la obra es su deuda con la novelística europea. Clarín se
reconocía admirador de Flaubert y Zola, sin embargo, aunque aparezcan rasgos naturalistas en la
obra, un elemento clave como es la herencia genética no aparece tan desarrollado como en las
novelas naturalistas. Lo erótico y lo degradado no tiene la crudeza que es común en Zola, por ejemplo.
También hay evidentes conexiones con Madame Bovary, por la temática, pero Clarín da más peso
al elemento social. En definitiva, parece que Clarín se acerca al naturalismo en cuanto a la técnica
literaria, pero no en cuanto a la filosofía.

Por último hay que señalar la modernidad de la obra. Clarín conocía bien las últimas tendencias
europeas y era además un realista experimental. Así realiza detalladas descripciones empleando
elementos simbólicos de estilo naturalista, introduce el estilo indirecto libre, que consiste en mezclar
el discurso del narrador con los pensamientos del personaje, sin diferenciar uno y otro. Alcanza gran
brillantez en el monólogo interior, mediante el cual el personaje expresa de forma espontánea y
desordenada sus pensamientos; desarrolla la analepsis o flashback, entra en el mundo de los sueños
de los personajes…

Você também pode gostar