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El Anillo

Werner Deichmann Juan

wdeichmann@wp.pl

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PRÓLOGO

Una fina capa de rocío cubría la suave hierba sobre la que yacían sus cuerpos desnudos.

La sensación del calor del sol sobre la piel y la fresca humedad bajo ellos resultaba

vivificante.

Nadie podía molestarles en aquel paraíso. Era su lugar secreto. A lo lejos se oía el rumor

de un río. Este surgía de un espeso bosque cercano surcaba en aquella pradera y rodeaba

la casa y su jardín. Después seguía adelante perdiéndose en el horizonte.

Ambos aparentaban unos veinte años y poseían unos cuerpos absolutamente perfectos,

por lo menos aquella mañana, porque todo podía cambiar y muy deprisa, en aquella

realidad.

- ¿Qué tal has dormido?, preguntó él.

- Muy bien, dijo ella rodando sobre si misma para ponerse de costado y mirarle

directamente a la cara.

- Fantásticamente bien. Después de la experiencia con el vortex me quedé agotada.

Él, que había estado, hasta entonces mirando las nubecillas y cambiando frívolamente su

forma, giró la cabeza hacia ella, y mirándola a los ojos le contestó.

- Seguro que podrías encontrar la inspiración que buscas de muchas otras maneras. Hay

muchas cosas que podemos hacer juntos tan interesantes o más que esa.

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- Y mucho más placenteras dijo ella acariciándole el pecho. En mi trabajo la creatividad

es muy importante y este tipo de experiencias son muy estimulantes, no hay nada más

creativo que la locura. En ti encuentro la estabilidad y el amor. Es algo que aprecio

enormemente y lo sabes pero el vórtex me da algo que tu no puedes darme y lo hace

porque es una fuerza de la naturaleza.

- Será lo que tu quieras pero dejarte llevar por los delirios de un esquizofrénico y formar

parte de su mundo de violencia y confusión puede hacer que acabes como él.

- El vortex es un genio y de su mundo siempre salgo repleta de ideas.

- Vaya ideas. Desde que comenzaste a asistir a sus sesiones alucinatorias tus escenarios

sólo se aplican a historias de terror.

- Estoy pasando por una etapa oscura. ¿Qué quieres?, es la vida de un creativo. La tuya es

muy diferente.

- Claro, como que hacer hipótesis científicas es poco creativo.

- No te niego que la exploración del espacio sea apasionante pero, de verdad, no querrás

compararlo con la fabricación de matrices oníricas y escenarios de experiencia.

- Yo trabajo con el universo y tu con el metaverso. Yo descubro lo que hay fuera y tu

creas lo que nos rodea.

- Exacto, y al fin y al cabo, para qué explorar el universo si al final igual vivimos de

espaldas a él.

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Pablo se levantó imaginó la ropa que quería ponerse y se miró en un espejo que apareció

ante si, flotando en el aire.

- Te sienta muy bien, dijo ella. Pero creo que los pantalones deberían ser más ceñidos a la

altura de las pantorrillas.

Lo dijo moviendo el dedo hacia las piernas de Pablo. Los pantalones se ciñeron

inmediatamente.

Pablo se miró y mientras sonreía, sus pantorrillas engordaron hasta ser casi dos esferas.

Como no podía caminar así alargó sus muslos, de manera que sus rodillas casi parecían

los talones de unas deformes patas de elefante.

- ¿Qué te parece ahora?, dijo acercándose a grandes pasos.

- ¿Qué absurdo?, dijo ella riéndose de buena gana.

- ¿Soy o no soy creativo?

Ella casi no podía contener los espasmos de risa.

- Mírate, tu cuerpo debe estar convulsionándose de mala manera en su tanque, le dijo él.

Mientras ella se reía apareció una pantalla al lado de Pablo.

- ¡Oh!, vaya. Es la hora de salir del metaverso. Con lo bien que….

- ¿Qué sucede?, dijo ella incorporándose y todavía riendo. Su alegría se desvaneció al ver

la expresión de su cara.

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Pablo había vuelto a su tamaño normal y miraba circunspecto hacia la pantalla que se

desplegaba ante él.

- He de viajar al sector XII.

- ¿Físicamente?.

- Si, así es. Tengo programado el vuelo para después de la sesión de gimnasia.

- ¿Para que pueden querer que vayas en cuerpo y persona tan lejos?.

- No lo se. No puede tener nada que ver con la investigación espacial. Que yo sepa allí no

hay ninguna sede física de la agencia.

- ¿Dice algo de la destinación?

- Si, Dice que he de encontrarme con Marcelo, jefe de la oficina de Fenómenos PP.

- ¿Qué es PP?

- Buena pregunta. No hay registro de ello en la biblioteca ni de lo que clase de fenómenos

pueden ser esos y, por no haber, no hay ni constancia de que haya un tal Marcelo que

trabaje en ella.

- Si no está en la biblioteca es porque no existe, dijo ella convencida.

- En ese caso tengo un billete de transporte por la secante 235 hacia uno de los sectores

más antiguos del anillo para encontrarme con una persona que no existe y que trabaja en

un lugar del que no se sabe nada.

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- Es paradójico, dijo ella. Sales de un mundo que sólo es real mentalmente para dirigirte

en el mundo físico hacia un lugar que no existe. ¿Estás seguro de que tienes el billete?

- Mira el mensaje, dijo lanzando hacia ella la pantalla. Esta se detuvo ante sus ojos. El

billete llevaba reflejado el sello gubernamental, algo infalsificable, no por su

complicación, pues era el simple logotipo de un anillo en cuyo centro resplandecía el sol,

sino porque las leyes implementadas en el metaverso hacían imposible usarlo, salvo por

entidades dependientes del gobierno.

- Esto es serio, dijo ella.

- Si, bueno, nos veremos en cuanto tenga acceso a un tanque de inmersión. Ya te contaré

lo que haya sucedido hasta entonces.

- No te preocupes si no me encuentras enseguida. He de trabajar en el proyecto del que te

hablé. Se levantó y le dio un beso de despedida. Un beso más frío de lo habitual.

Se quedó un rato allí sentado pensando. Por encima de su mano flotaba el anillo

gubernamental, girando sobre su propio eje, alrededor de un minúsculo pero brillante sol.

Se imaginó su propio cuerpo y se preguntó que aspecto tendría en ese preciso instante

mientras en su mente se veía de pie en aquel prado idílico.

Pablo flotaba suspendido en un tanque cilíndrico. Su cuerpo estaba enteramente

recubierto por una fina película de un material orgánico que le permitía respirar a través

de la piel. La película estaba dotada de multitud de electrodos y sensores que hacían

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trabajar sus músculos contrayéndolos periódicamente y recibían todas las sensaciones e

información que lo conectaban con el metaverso.

Como ocurría cada 72 horas Pablo abrió los ojos y se sujetó a las agarraderas laterales del

tanque. El líquido se coló rápidamente por los poros del suelo y la película orgánica

cambió de naturaleza para convertirse en un material impermeable y repelente de la

humedad. Una vez todo su cuerpo y el estanque se hubieron secado la película fue

absorbida por su piel y guardada bajo la endodermis. Entonces se abrió la puerta del

tanque.

Pablo Salió, como siempre, con paso inseguro. La realidad le producía una sensación

agobiante. A su alrededor todo era gris y metálico.

Se encontraba en un largísimo corredor en el que tanto la pared en la que se encontraba

su tanque como la de enfrente eran recorridas por una hilera casi infinita de contenedores

idénticos.

Salir del tanque le producía siempre una serie de sensaciones extrañas. De aquellas

sensaciones sacaba, aún sin quererlo, conclusiones inquietantemente convincentes.

Una de aquellas conclusiones, era sobre la naturaleza del anillo. No era un anillo sino un

arco de circunferencia en el que vivían él y otros ocho billones de seres humanos. Aquel

arco crecía constantemente, desde hacía cientos de años y era construido en el antiguo

cinturón de asteroides entre Júpiter y Marte. Cuando Pablo salía del tanque siempre

pensaba que, en realidad se trataba de un descomunal arrecife de coral. Un grandioso

proyecto de atolón tecnológico que un día describiría una circunferencia alrededor del Sol

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y en el que tanto él, como los otros habitantes constituían tan solo pólipos de la colonia

coralífera. Pólipos a los que se reproducía artificialmente sólo para expandir la colonia.

Solía mirar como se convulsionaban sus vecinos, flotando en aquel líquido azul,

reaccionando a impulsos eléctricos que mantenían sus músculos tonificados y la vista se

le hacía repugnante.

Cuando salía del tanque tenía la impresión de estar dejando de ser un pólipo para volver a

ser humano. La repentina aversión a su estado vegetativo habitual se desvanecía, de todas

formas, al cabo de la hora u hora y media de gimnasia. Nada era más estimulante que el

metaverso.

Dirigió la mirada hacia el suelo y andando se dirigió al gimnasio. Allí estaban sus

compañeros, aquellos con quienes había crecido, compartiendo su vida desde los parques

infantiles hasta las colonias adolescentes. Sus cuerpos habían cambiado desde entonces.

Habían madurado y, en algunos casos se diría que se habían deformado. Curiosamente

aquello era lo que más le agradaba de estar fuera. En el metaverso todo era como cada

uno quería que fuese, obviamente la vanidad hacía que cada uno se representase lo más

idealizadamente posible aunque si alguien se pasaba podía resultar difícil reconocerle y

aquello le podía apartar de sus círculos sociales. La imperfección sólo se mostraba con

fines estéticos. Se consideraba un arte usar ciertos matices de fealdad para conseguir una

belleza diferente, exótica. Dentro le resultaba difícil discernir que era más real, si como

se ve uno a si mismo o como la naturaleza le ha hecho. Fuera todo estaba muy claro. Allí

no había manipulación posible. La verdad era desagradable y, a pesar de todo, encontrar

un atisbo de belleza entre toda aquella fealdad producía una excitación incomparable.

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Cada vez que salía del tanque, se encontraba a algunos de sus compañeros. Los periodos

de descanso ocurrían, hora arriba hora abajo, cada 72 horas. Teniendo en cuenta que en el

corredor que en el que se encontraba su tanque se encontraban los de todos sus

compañeros era normal que cada vez que tenía sus hora u hora y media de ejercicios se

encontrara con diferentes amigos y conocidos.

CAPÍTULO 1

¡Hey Pablo!. Le gritó Marcos al verle entrar.

Marcos había sido uno de sus mejores amigos de las colonias y seguía encontrándose con

él en el metaverso. También Ana, su pareja era una conocida de aquella época aunque

solo se enamoraron una vez dejadas atrás sus vidas en el universo. Les fascinó lo que

habían llegado a ser en aquella nueva realidad y lo que cada uno veía en la imaginación,

sensibilidad y esperanzas del otro.

¿Qué raro encontrarte hombre?, le dijo Marcos. Hacía tiempo que no nos veíamos por

aquí.

Si, es cierto, debe haber pasado casi un año desde la última vez.

Ya. ¿Sabes que me encontré ayer con Ana?

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Como, ¿coincidisteis en algún grupo de trabajo?.

No, en el vortex.

Hombre, ¿tú también?. Es el colmo, últimamente todo el mundo anda enredándose en esa

historia.

Venga ya. Si ni siquiera lo has probado.

A ver. En el grupo en el que estabas comenzaron a deformarse los cuerpos de cada uno

contra su voluntad, adquiriendo aspectos monstruosos.

Pues te equivocas. Ayer nos encontramos en el paisaje más hermoso que jamás habíamos

visto y volamos por encima de él y unos a través de otros.

No hace falta un loco para imaginar algo así y ponerlo en práctica..

Si, pero el realismo. No te lo puedes ni imaginar. Es.., es…, no se como describirlo.

No hace falta. Ana ya lo ha hecho. Es más real que nada de lo que haya podido vivir ni en

el meta ni en el universo.

Si, eso es.

Lo que pasa es que no me gustan todas esas visiones de pesadilla en la que os veis

envueltos.

Es como un tornado que te arranca de cualquier cosa a la que te agarres para seguir

cuerdo y te arrastra hacia él.

Claro, y por eso le llamáis vortex.

Es poesía. Es la llama vital, la fuerza que subyace a la debilidad, la semilla de orden en el

caos más absoluto.

Si le llamas poesía a verte devorado por una jauría de hienas, ser torturado por engendros

desquiciados, nazis o fanáticos inquisidores para luego renacer de entre la inmundicia de

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una alcantarilla maloliente, junto a otros desgraciados como tu. No puedo entender que es

eso a lo que llamas poesía.

Yo estuve allí y te aseguro que ser reducido a nada y renacer de las inmundicias no es, en

si lo increíble. Lo que te hace sentir maravilloso es la sensación de ser concreto y real que

te da el vortex. Aunque te destruya completamente siempre vuelves a ser tu, más puro,

más uno, más..

Más vivo, es lo que me dijo Ana.

¿Por qué no nos vamos a tomar algo en vez de volver al metaverso y hablamos de ello?

Por que no me apetece hablar sobre el tema, y aparte cada vez tengo más compañeros de

la colonia que no hablan de otra cosa que no sea el vortex y por último porque tengo que

irme inmediatamente al sector XII a la oficina de estudios PP.

¿A la qué?

Eso mismo me dije yo cuando recibí la notificación y el billete con sello gubernamental.

¡Uau!, ¿me lo enseñas?

Te olvidas de que no estamos en el metaverso, no puedo materializar una pantalla ante

mi, con un simple gesto.

Es verdad, con la sorpresa se me había olvidado.

¿Sois muchos los que estáis en el vortex?

Cientos en este corredor, le respondió una mujer madura que realizaba ejercicios a su

lado. Y, por lo que sé, hay una gran cantidad de vortex en todo el anillo.

Es cierto, contestó el amigo de Pablo. El hecho de que entremos en el vortex no quiere

decir que sea siempre la misma persona la que lo genera.

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De ahí la diversidad de experiencias, supongo, añadió Pablo. Pero, ¿por qué permite el

gobierno que ese fenómeno prolifere?.

Porque es bueno, dijo su amigo. Ya te lo he dicho, es fantástico.

No entiendo que puede tener de fantástico propagar la locura. Genera inestabilidad y

malestar.

Es más complicado de lo que parece, dijo la mujer. El gobierno lo hace para potenciar la

creatividad.

Me extraña. No veo qué sentido puede tener arriesgar la salud mental de la gente para

potenciar la creatividad.

El de evitar que entremos en crisis.

Venga ya, dijo el amigo de Pablo. No hay quien compita con nosotros en metaservicios ni

en la Tierra ni en Marte. Nosotros producimos los bienes virtuales más sofisticados del

sistema solar y los requerimientos de espacio y alimento de nuestra población son

incomparablemente menores a las de cualquier otra población humana.

No había quien compitiera, dijo la mujer. Pero ahora ha surgido algo nuevo, los omnis,

que si puede competir y mucho.

Si, dijo Pablo, he oido hablar de ello, son seres hechos uniendo cerebros de diferentes

personas en una matriz de circuitos foto electrónicos. Algo así como un supercomputador

con capacidades humanas. Pero eso es algo muy drástico y sólo los miembros de una

secta terrestre lo llevan a cabo.

El problema, dijo la mujer, no es lo que hacen ahora sino lo que pueden hacer en un

futuro si siguen creando más omnis.

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Y ¿qué pueden hacer?, preguntó el amigo de Pablo, tan sólo se dedican a la religión y a

realizar trabajos a nivel local.

El negocio de los bienes virtuales es muy lucrativo y ellos cada vez forman parte más

activa del desarrollo económico. La secta de la que forman parte está aumentando

considerablemente su poder y cada vez se conceden más permisos para formar nuevos

omnis.

Si se dedican a los bienes virtuales los creativos del anillo no podrán competir con ellos.

Dijo Pablo.

Así es, contestó la mujer. Y si nos quedamos atrás no recibiremos provisiones de la

Tierra o de Marte y con lo que podemos sacar de nuestros cultivos de los de Io no nos

dará para sobrevivir.

El anillo tendría que dejar de crecer, dijo Marcos.

No veo porqué tiene que ser así, dijo Pablo. En vista de la crisis que se nos avecina me

parece evidente que tenemos que dar el paso de evolucionar hacia un ser humano más

adaptado a las posibilidades que la tecnología nos ofrece.

Eso es una barbaridad, dijo un hombre de unos cincuenta años. Cambiar nuestro genoma

sería cometer un suicidio masivo.

No veo porqué, dijo Pablo. Los individuos cambiamos con la edad y no consideramos

que hayamos muerto. Si no nos decidimos a cambiar como especie los que si han tomado

esa decisión allá en la Tierra nos ganarán la partida y nos moriremos, de verdad, de

hambre o lo que es peor, las máquinas acabarán dejándonos tan obsoletos que dejaremos

de ser necesarios incluso para las labores creativas más complejas, y entonces ¿qué

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pasará con nosotros?, ¿Qué sentido tendrá que sigamos reproduciéndonos si las siguientes

generaciones van a seres totalmente pasivos e inútiles?

Y ¿quién decidirá como tenemos que ser?, dijo el hombre. A mi me gusta mucho ser

humano. Ser primitivo, emocional y cometer errores estúpidos es algo que me hace

intentar mejorar día a día. Vosotros los evolucionistas sois unos asesinos. Queréis matar a

la humanidad.

Está bien, está bien, dijo Marcos intentando tranquilizar. Es evidente que antes de

decidirnos a introducir cambios en nuestro genoma habrá que terminar con el debate de

un montón de detalles como si queremos dejar de pertenecer a la especie humana, con lo

que ello conlleva, como queremos llegar a ser y si nos compensará perder la capacidad de

sobrevivir sin la tecnología que poseemos.

Como si lo fuésemos, dijo Pablo. Ninguno de nosotros duraría ni un par de días

abandonado a su suerte en una selva tropical terrestre.

Eso te lo crees tu, dijo el hombre ya iracundo. Tenemos capacidades de las que no

sabemos nada sólo porque no hemos tenido la necesidad de usarlas. Ahora, que tú no

sobrevivirías eso si me lo creo.

La controversia sobre si valía la pena o no cambiar el genoma de los anulares siempre

producía agrios enfrentamientos que rara vez acababan en consenso alguno. Por aquella

razón y en vista de que aquel debate había derivado en un enfrentamiento personal Pablo

decidió que era ya hora de irse de allí.

Encantado de haber hablado con ustedes. Quizás nos veamos en otras circunstancias.

Adiós Marcos.

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Pablo fue caminando por el corredor y llegó a un punto donde, a un lado, se interrumpía

la fila de tanques y se abría un pasillo. Al fondo se veía una puerta metálica y al lado, en

la pared el dibujo de una mano. Allí posó la suya mientras pensaba en el billete para el

sector XII. Al cabo de unos minutos entró en un taxi.

Dentro había tan solo dos asientos, uno frente a otro. El aparato se movía por túneles que

atravesaban los corredores del anillo en todas las direcciones, formando una intrincada

red. A pesar de que los habitantes del anillo rara vez salían físicamente de una pequeña

área alrededor de su tanque este sistema era de vital importancia. Por la red circulaban

materiales de construcción, piezas de recambio, alimentos.

Uno sabía que se encontraba cerca del borde del Anillo cuando salía del espacio de los

corredores para entrar en una zona abierta llena de estructuras metálicas y roca. No había

color, solo tonos de gris. Era inhóspito y se tenía la sensación de estar ante el esqueleto

descarnado del anillo.

Después de aquella zona se pasaba a la parte más externa del anillo, de nuevo por túneles

mientras se iban cerrando a su paso una compuerta tras otra. La última se cerró

herméticamente y tuvo que esperar unos segundos mientras se hacía el vacío absoluto.

Después se abrió la de delante y siguió hacia el embarcadero.

El taxi se acopló a la nave por un lateral, se abrió una compuerta de acceso y entró en un

vestíbulo al que otros pasajeros accedieron por otras compuertas de acceso. El vestíbulo

era amplio, con un bar y bastantes asientos pero Pablo prefirió entrar en la sala de

tanques. Esta era mucho más grande y los tanques se encontraban esparcidos

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regularmente por toda su superficie. Entre ellos quedaba poco más del espacio justo para

caminar. Pensó en su billete y un recuerdo artificial le dijo cual era el suyo.

Notó como despegaba la nave mientras el nivel del fluido subía por encima de sus

caderas. Le quedaba un día y medio de viaje del cual no iba a darse ni cuenta.

Tenía un trabajo por hacer. Uno muy importante. Y además quería consultar con su

directora el significado de su viaje y si el destino al que se dirigía guardaba alguna

relación con su labor de investigación.

Cuando entró en el laboratorio todo parecía normal. Sus compañeros le recibieron con los

saludos habituales y sin prestarle más atención de la acostumbrada.

Por lo que pudo enterarse, la directora se hallaba reunida desde hacía más de una hora y

no se sabía cuando iba a terminar. A la persona con quién se había dado cita no la

conocía nadie ni tampoco el motivo de su visita.

Pablo se sentó en su lugar y automáticamente se desplegaron ante él unas pantallas. Eran

ligeramente translúcidas, lo suficiente para saber si alguien se acercaba a él por el otro

lado pero no tanto como para desviar su atención de las gráficas y videos que en ellas

aparecían.

Tal y como había planeado la sonda se acercaba a un punto en línea perpendicular entre

el planeta NP3-003 y su sol. La espera se hacía tensa.

Hacía años, por casualidad descubrió una mancha extraña en la superficie de aquel sol.

Una estrella que, por aquel entonces, llevaba semanas observando. Ni él sabía porqué lo

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hacía. No tenía nada de especial. Sólo era un punto más en el firmamento. Sin embargo

atrajo su atención. El hecho era que un día apareció la mancha. Las pocas fotografías

hechas con anterioridad de aquella zona del espacio no mostraban nada especial así que

decidió vigilar la evolución de aquella.

Día tras día vio como se movía hacia el exterior del sol hasta desaparecer. Sólo volvió a

aparecer trescientos días, tres horas y diez minutos después.

Entonces, los análisis computerizados mostraron que sin duda debía tratarse de un

planeta, y de uno similar a la Tierra en tamaño y distancia a su sol.

Se decidió entonces dar un paso excepcional y muy costoso. Abrir un pasadizo por

supercuerda hasta unos veinte mil quilómetros del planeta. La supercuerda era un método

cuántico muy usado para crear agujeros microscópicos que atravesaban el espacio

creando un tunel. Por aquel agujero se podía enviar un haz de fotones y poco más, era

suficiente para facilitar una comunicación instantánea a cualquier distancia. Se usaba en

comunicaciones entre el anillo y la Tierra o con las otras colonias pero era enormemente

caro mantener un agujero de supercuerda a grandes distancias así que aquel sistema de

comunicación estaba muy restringido.

Pablo no entendía los intrincados recovecos de la mecánica cuántica así que, a pesar de lo

extraño que le parecía, no se atrevía a preguntar como era posible abrir un agujero

macroscópico a tal distancia sin que se agotaran las reservas energéticas de todo el anillo.

Y no solo eso sino que el agujero debía ser del tamaño suficiente como para dejar pasar la

sonda.

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En cualquier caso se hizo y allí estaba ya. En el punto exacto de eclipse. Los neutrinos,

llevados por el viento solar atravesaban el planeta experimentando mayores o menores

desviaciones dependiendo de la densidad de lo que atravesaran. Los sensores de la sonda

los recibían y enviaban los datos al Anillo donde los ordenadores veían al planeta como

una bola de cristal con muchas irregularidades. El sistema informático analizó los datos

dando una descripción detallada de la estructura geológica del planeta.

Era sorprendente. Su núcleo sólido estaba compuesto de níquel y hierro. Tenía un manto

poco fluido y una corteza más gruesa que la terrestre. La actividad geológica debía ser

muy baja.

Sus compañeros le vitorearon. Habían estado todos observando el eclipse y los resultados

del análisis.

Si se encontraba agua era seguro que habría vida y, dada la edad del planeta, cientos de

millones de años más viejo que la Tierra, la vida natural debía ser muy compleja. Podía

ser incluso que hubiera vida inteligente.

La sonda llegaría al día siguiente a la distancia adecuada para saber los pormenores como

si había agua, el tipo de atmósfera, el clima y para poder ver de cerca el planeta.

Mientras era felicitado por unos y otros recibió un mensaje privado de la directora. Pedía

que entrara en el despacho donde había alguien esperándole a quién tenía que conocer.

Al abrir la puerta del despacho uno entraba en un mundo diferente. Cuando se traspasaba

el umbral se veía un paisaje sobrecogedor alrededor de la mesa de la directora que se

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encontraba sobre una pequeña explanada lisa. Todo estaba rodeado por una superficie

blanquísima llena de cráteres, grietas y montañas. La vista se extendía uniforme hasta el

horizonte. Al dejar la puerta atrás esta parecía erguirse como un negro monolito. La

mesa, su sillón, las dos sillas y el monolito, todo aquello debía verse desde arriba como

un puntito negro en medio de un mar de hielo. El paisaje del fondo era sobrecogedor. El

lugar era Tetis, una luna de Saturno y aquel planeta ocupaba gran parte del cielo. Detrás

de la mesa, en el horizonte, una descomunal tormenta de un color rojo brillante se movía

de izquierda a derecha arremolinándose a una velocidad que debía ser devastadora y por

encima se podían observar los anillos en toda su majestuosidad.

Sentado ante la mesa estaba aquél a quien nadie conocía. La directora le saludó al abrir la

puerta, le invitó a sentarse y los presentó.

Buenas tardes Pablo, le dijo ella. Felicidades por tu éxito. Ha sido un gran

descubrimiento.

Gracias, estamos todos muy excitados ante lo que pueda descubrirse todavía.

Si, es verdad. Sin embargo no te he hecho venir sólo para felicitarte. Quiero que conozcas

a Marcelo. El va a ser tu nuevo jefe en cuanto llegues al sector XII.

Marcelo era un hombre de piel muy oscura y un metro setenta de estatura. Tendría unos

cincuenta años y el pelo bastante canoso, lo que le daba un aire de respetabilidad. Aunque

de complexión atlética no parecía tener los músculos muy desarrollados. A Pablo le

extrañó en un principio que no hubiera mejorado su aspecto rejuveneciéndose un poco y

rediseñando el tono de su piel, que presentaba diferentes matices de marrón a casi negro

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aunque comprendió que se presentaba tal y como era porque después iría a buscarle

cuando desembarcara.

No tendré ningún problema en trabajar para usted si puedo seguir con mis actuales

investigaciones, dijo Pablo.

Lo que va usted a hacer desde ahora, dijo Marcelo, le resultará mucho más excitante.

Créame, estamos llevando a cabo una investigación diferente a cualquier cosa que se

haya hecho antes y mucho más revolucionaria. Le necesitamos a usted, a su mente

brillante y a su intuición para dirigir una investigación que hará historia.

Si eso implica dejar mi actual trabajo no estoy de acuerdo. Nosotros ya estamos haciendo

historia y yo quiero formar parte de ello desde el principio hasta el final.

Me temo que no podemos elegir, dijo la directora. Es un proyecto de seguridad del

gobierno del anillo.

¡Seguridad del anillo!, ¿de verdad?

Si, contestó Marcelo. Aquí tiene mi credencial.

Marcelo puso la palma de su mano boca arriba y de ella surgió un punto que fue

subiendo, creciendo y girando sobre si mismo. En un principio no se veía claramente pero

rápidamente tomó forma de anillo dorado. Llegó a 50cm de altura y adquirió unos diez de

diámetro. Finalmente se paró. Entonces apareció en el centro un sol blanco. Era el

símbolo reservado a los miembros del gobierno. Pablo miró a su jefa, y vio que no se

sorprendía de ver aquello, muy al contrario, su rostro reflejaba una profunda resignación.

¿Por lo menos podría decirme que es la oficina de fenómenos PP?., preguntó Pablo.

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Todavía no, contestó Marcelo. De momento todo lo relacionado con nuestras

investigaciones es alto secreto y tendrá que esperar a desembarcar para que se lo aclare al

detalle. Sin embargo si le puedo asegurar que, aparte de ser el descubridor de un nuevo

planeta y de lo que se pueda hallar en él, su nombre será conocido por lo que hará en

nuestros laboratorios.

Estoy de acuerdo, dijo Pablo, pero con una condición.

No me esperaba menos de usted, dijo Marcelo. Le escucho.

Que se me permita trabajar en esta oficina durante unas horas al día.

Una hora, eso es todo, dijo Marcelo.

Es muy poco, contestó Pablo.

En este punto de la investigación ya no le queda otra responsabilidad que seguir su

desarrollo. Una hora al día es suficiente para ese fin. Eso si, ahora soy yo el que pone una

condición. Lo que ocurra en nuestros laboratorios es alto secreto. Eso significa que no

podrá contar nada de lo que se haga o vea con sus antiguos compañeros ni con su pareja.

¿Está claro?

Está clarísimo aunque más que una condición es una orden.

Así es. En ese caso le espero en la zona de desembarque.

Pablo dejó el laboratorio e intentó contactar con Alicia pero ella estaba de nuevo ocupada

con el vortex.

Esperó unas horas jugando al ajedrez, y a varios juegos de lógica y habilidad hasta que

consideró oportuno volver a intentar verla. Esta vez si estaba disponible.

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Alicia había cambiado su aspecto. Su pelo era negro azabache, su cuerpo más menudo y

redondeado y sus pechos más grandes y ligeramente caídos. Era su aspecto real, no muy

diferente al que tenía cuando eran adolescentes pero más maduro. El de una mujer de

treinta años. Había, sin embargo, una diferencia importante. El fulgor de sus ojos.

Aquellos ojos verdes despedían un fuego que no era producto de maquillaje virtual

alguno. Era la locura, el fanatismo.

Yo amo al vortex, dijo Alicia.Y quiero formar parte de él.

Estás loca, dijo Pablo. El vortex no es ni siquiera una persona. Son muchas y todos

enfermos mentales.

Alicia rió de buena gana.

Ven conmigo, le invitó ella. Lo que el vortex es, es una experiencia. Es la fuerza vital en

estado puro. Es bañarse en la fuente de la que surge la calma, la furia, la pasión y el

miedo más sobrecogedor. En él te sentirás vivo. Ven.

Pablo sentía una aversión irracional hacia todo aquello y no podía hacerse a la idea de

probar lo que a ella y a tantos otros parecía estar cambiándoles la vida.

No puedo ir contigo.

Pablo, yo estoy cambiando mucho, lo sabes.

Si.

Y nuestra relación también lo hace. Pero para peor, y mientras yo siga cambiando la

tendencia sólo se acentuará.

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Y pronto será insoportable si no empiezo a cambiar yo también. Por supuesto en la

misma dirección que tú.

Ya lo hemos hablado antes.

Y como siempre, te digo que no quiero saber nada del Vortex. Mi vida, hasta hace poco

erais tú y la ciencia, pero parece que me voy a tener que quedar sólo con la ciencia.

Y yo sola con el vortex.

Eso parece.

La imagen de Alicia desapareció. Pablo se quedó sólo en aquel paisaje idílico que los dos

habían creado para estar juntos. Durante años habían diseñado el color del prado, habían

añadido, comprado y cambiado de sitio setos, flores, árboles y demás accidentes

geográficos. Se habían construido una casa a su gusto y habían introducido campos en los

que representar juntos sus sueños favoritos.

Pablo emitió una orden mental de poner a la venta todo aquello. La orden sería recibida

por el cerebro de Alicia y en cuanto ella se mostrara de acuerdo, todos aquellos elementos

de su pasada felicidad serían puestos a subasta. Era la forma clásica de terminar una

relación. Poco original pero muy efectiva. Si ella se decidía a dar su aprobación todo

estaría terminado. Si aún así en el futuro decidían volver juntos habrían de construirlo

todo de nuevo.

CAPÍTULO 2

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Pablo salió del tanque. No tenía ganas ni de volver a su antiguo trabajo ni de encontrarse

con nadie. El mundo real era lo perfecto para aislarse de todo y pensar en su nueva

situación.

Estuvo dando vueltas por la nave sin saber que hacer. En el vestíbulo de la entrada en el

que había visto tanta gente al llegar no había nadie. Estaban todos metidos en sus tanques

viviendo sus vidas normales.

El vestíbulo contaba con ventanas por las que se podía ver el espacio.

La vista es preciosa cuando se ve Júpiter, dijo un empleado de la limpieza.

Ah, Gracias, ¿y se va a ver?.

No en este trayecto. Aunque dentro de unos minutos podrá ver una gran parte del anillo

extendiéndose ante la nave.

Debe de ser, realmente bonito desde el espacio.

Bueno,es tan blanco que me recuerda al suelo de los pasillos..

Es una comparación…, como mínimo ingeniosa.

Si, ya. Nunca gané un concurso de poesía pero que quiere, no todos servimos para vivir

en el metaverso. Aún así, le diré que desde estas ventanas he visto paisajes como usted no

comprará jamás para su mundo, y los míos son de verdad.

No se ponga así hombre que yo no le he dicho nada.

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El empleado se fue refunfuñando. Estaba claro que tenía algo contra los que vivían en el

metaverso.

Era demasiado tonto para ser creativo. Le debía haber salido más rentable trabajar en el

mundo real. ¿Qué haría con el dinero que ganaba?, ¿lo invertiría en su realidad o en los

bienes del metaverso?.

No era la primera vez que veía a un operador manual. Estaba claro que no todos en

aquella colonia espacial vivían de espaldas a la realidad, aquel universo del que un día

surgió la humanidad. Había personas que, por alguna razón, eran más primitivas y se

encargaban de tareas de mantenimiento. Personas que, probablemente, se movían entre

los tanques mascando su frustración por no poder formar parte de aquel mundo y odiando

a los cuerpos que flotaban en ellos.

Después de unas horas se quedó dormido en uno de los sofás del vestíbulo. Le despertó

una voz de tono imperioso y unas manos que lo zarandeaban. Era el empleado de la

limpieza.

Pablo no se había quedado dormido fuera del metaverso desde que entró a formar parte

de él y se le había olvidado que el despertar no era un proceso dirigido por un programa

que regulaba sus constantes vitales, hormonales y cerebrales. Uno siempre se despertaba

sólo, a la hora deseada y de buen humor.

Pero ahora le despertaron sin respetar su estado interno con lo cual no sólo no estaba de

buen humor sino que deseaba aporrear a aquel salvaje y hubiera considerado la

posibilidad de hacerlo de no ser porque le dolía a horrores la espalda.

25
Embarcaremos en quince minutos.

Pablo se dio cuenta del tiempo que había transcurrido. Había dormido cuatro horas en

aquel sofá y la gente había comenzado a salir de sus tanques para esperar en el vestíbulo.

Gracias, dijo ya consciente de que aquel hombre le había hecho un favor.

Si no lo hubiese despertado el empleado de limpieza lo hubiera echo el tropel de

pasajeros que entraron, casi todos a la vez, en el vestíbulo.

Para desembarcar se seguía un proceso similar al del embarque, pero a la inversa, aunque

en esta ocasión se usaba un autobús para dejar la nave. La razón de usar taxis para

embarcar y un autobús para desembarcar era conocida. Llegar a la nave sano y salvo era

cosa del pasajero pero una vez abordo era la empresa la que se responsabilizaba de todo,

hasta que los pasajeros llegaban al vestíbulo de recepción.

El autobús era una cápsula también, sólo que mayor y alargada. En ella cabían, sentados,

todos los pasajeros del vuelo. El trayecto recorría las esclusas que aislaban el interior del

anillo del vacío del espacio y llegaba a un gran vestíbulo desde el que cada uno elegiría

como y donde ir.

Pablo se encontró de frente con Marcelo nada más entrar en el vestíbulo. Como había

supuesto su aspecto era idéntico al que tenía durante su primer encuentro.

Sonriente se presentó como el director de la oficina de fenómenos parapsicológicos.

26
No se si me he confundido al oirle, dijo Pablo. ¿Ha dicho usted fenómenos

parapsicológicos?

Si, exactamente y, se trata de un proyecto prioritario para la seguridad del Anillo. Se lo

explicaré por el camino.

Fuera del edificio todo era completamente diferente. Había calles, edificios y parques.

Pablo se encontraba aturdido por lo que veía a su alrededor y por las palabras de Marcelo

cuyos ecos retumbaban con fuerza en su cabeza.

Francamente, dijo Pablo, hasta ahora me he dedicado a la ciencia y no a estudiar

supersticiones.

Nuestro equipo tiene un enfoque muy serio sobre el tema y estamos intentando separar, lo

que son meras disfunciones psicológicas, de lo que podría darnos importantes datos sobre

la mente.

De todas formas, su trabajo no tiene nada que ver con lo que he estado haciendo hasta

ahora. No entiendo, ni siquiera, como puede existir una oficina que, con dinero público,

se dedica a investigar algo así.

Creo que se dará usted cuenta de que los proyectos de alta seguridad no se aprueban a la

ligera.

Me la doy, dijo Pablo sintiéndose aún más confuso.

Comprende usted también que, como ciudadano del anillo, tiene usted la obligación de

velar por nuestra seguridad y la de nuestras colonias espaciales.

Y el sentido del honor de dar todo lo que pueda de mi mismo para mantenerla, incluso la

vida si fuera necesario.

27
Si, pero eso son palabras vacías. Algo que aprendemos todos en la escuela, a base de

repetirlas, pero ¿se da usted cuenta de lo que significan?

Como Marcelo bien había supuesto, Pablo nunca se había planteado el significado real de

aquellas frases. Ahora, aquellas palabras parecían materializarse, cobrar peso y sustancia.

Cuando se hizo a la idea de cual era su situación contestó.

Escucharé lo que tenga que decirme, sobre todo en lo que respecta a lo que pueda tener

que ver con su proyecto. Les ayudaré y, cuando termine volveré a mi antiguo y

apasionante trabajo.

Todo lo referente a la ayuda que pueda prestarnos lo discutiremos cuando lleguemos a la

oficina. En cuanto a qué tiene que ver usted con nuestro proyecto, le hemos elegido por

su sólida formación científica y por su experiencia personal en el tema de los fenómenos

sobrenaturales.

Pablo sintió como un doloroso recuerdo de su pasado, algo que había dejado atrás, volvía

a alcanzarle y a marcar, de nuevo su destino.

Mi experiencia personal, ¿quiere decir el incidente de la muerte de mi compañero de

colonias?

El “incidente”, como usted lo llama está bien documentado. Tuvo usted la precaución de

hacer un informe negativo sobre el viaje que iban a realizar hacia la zona exterior del

anillo en el que insistió claramente en la falta de seguridad de la zona, indicando cosas

tan absurdas por entonces como que fuera necesario evitar que los excursionistas dejaran

los autobuses durante la excursión, el peligro que suponía la presencia de grúas y

28
maquinaria de transporte y el comportamiento errático de los jóvenes a los que se

conducía allí. Hasta entonces se suponía que todo estaba perfectamente controlado.

Todo aquello era cierto. Y los cambios se aplicaron tras el accidente.

Si, evidentemente. Si no fuera por el informe que luego hicieron sus compañeros de curso

todo hubiera quedado como la excelente previsión de una mente brillante.

Ya, el informe de mis compañeros. Mi premonición.

Por lo que contaban sus compañeros usted les había relatado antes del viaje un sueño

muy dramático en el que sucedía, exactamente todo lo que ocurrió.

Aquello fue analizado por la policía. Se aclaró que mi mente, brillante, como ya entonces

era reconocido, y mis temores, produjeron un sueño sicótico en el que, por casualidad, se

reproducía lo que luego sucedió.

Lo que no dijo la policía era que probabilidad había de que todos los detalles que usted

predijo se cumpliesen era prácticamente nula.

No, eso no lo decía el informe. ¿Y, por qué?

Porque Núcleo le tenía ya seleccionado, precisamente por sus capacidades, para

desarrollar una carrera en la investigación espacial.

¿Núcleo me tenía seleccionado?, ¿Qué dice?.

Núcleo selecciona a millones de personas en todo el anillo, todos los días, para fines

concretos. El suyo fue uno de muchos. Pero como usted sabe, para contradecirle hacen

falta argumentos de enorme peso.

Y ¿quién quería contradecirles?, ¿la policía?

No, yo.

¿Usted?. Ahora si que me deja de piedra. Y, ¿porqué, si puedo preguntarlo?.

29
Puede, por supuesto. El anterior coordinador no era el que yo deseaba tener. En un

principio hubiera querido que entrara usted a formar parte del equipo como cobaya de

TelePP, no lo consideraba por entonces un lugar peligroso y me hubiera dado la

oportunidad de dirigir su formación. Finalmente le hubiese dado a usted el puesto.

¿No cree que hubiera sido un coordinador demasiado joven?.

No con una buena combinación de formación intelectual y psicológica. Por otro lado era

evidente, ya entonces, que posee usted dotes de organizador.

En eso estoy absolutamente de acuerdo.

Cuando el anterior coordinador del equipo tuvo problemas de salud mental volví a pedir a

Núcleo que entrara usted en el equipo. A los profesionales ya los tenía y bastantes

discípulos también pero ninguno que hubiera experimentado algo como su premonición y

que además fuera buen candidato para dirigir nuestra oficina.

¿Y ahora qué es lo que ha cambiado?. ¿Porqué en el mejor momento de mi carrera ha

cambiado Núcleo de opinión apartándome de ella?

Ha cambiado la actitud del consejo de Gobierno respecto a nuestras investigaciones. El

estatus de asunto concerniente a la seguridad del anillo es muy reciente. Toda la colonia

está amenazada por una inminente crisis económica que podría desembocar en un

desastre y nosotros podemos tener la clave para evitarla.

La clave en los fenómenos parapsicológicos. Yo soy más bien partidario de que el

genoma humano sea adaptado. Está anticuado en decenas de miles de años. La solución

que usted me propone me hace sospechar que tenemos un oscuro futuro.

Sabe perfectamente lo controvertido que es hablar de forzar la evolución de nuestra

especie. Por supuesto que apoyo la idea, como cualquier persona razonable. Es por eso

30
por lo que está usted aquí, entre otras cosas. Su ideología evolucionista es un plus para

entrar en nuestros laboratorios. Nosotros perseguimos y creemos que estamos muy cerca

de encontrar la base genética de los poderes sobrenaturales.

Y ¿qué pretende hacer con ella?, ¿ofrecer a los conservadores la posibilidad de crear una

especie humana nueva con superpoderes?

Exacto. Una oferta así hará cambiar de idea a más de un reticente. Como sabrá, el

obstáculo principal para convencer a los antievolucionistas es el no saber que tipo de

hombre queremos crear. Si les ofrecemos un hombre con semejantes poderes no sólo

haremos la idea de la evolución irresistible sino que apartaremos el fantasma de ser un

día superados por las máquinas. Usted mismo sabe lo lucrativo que puede ser tener esos

poderes. O cree que Núcleo no ha analizado las posibilidades de que a usted le llamara la

atención una estrella cualquiera, que se dispusiera a analizarla al detalle sin ninguna

razón aparente, que apareciera una sospechosa mancha en ella y que, un año después, se

confirmara que se trataba de un planeta.

Lo admito. Fue un presentimiento el que me llevó a estudiar aquella estrella. Todos los

que trabajamos en este campo nos aburrimos de tanto mirar estrellas y comenzamos a

seguir corazonadas. Que hubiera un planeta orbitando alrededor de ella tampoco tiene

nada de extraordinario.

Planeta que ha resultado reunir todas las condiciones para albergar vida.

De momento sólo sabemos que se encuentra a la distancia adecuada de un sol muy

parecido al nuestro. Todavía no sabemos si hay agua en su superficie.

Bien, creo, que debemos hablar de cosas más concretas.

De acuerdo

31
Necesito que se haga cargo del equipo de investigación como coordinador.

Y, ¿porqué no elige a un miembro del equipo?

Porque todos los grupos de investigación se dedican desde hace años a temas muy

concretos. Muchos de quienes los forman han perdido gran parte de objetividad y se han

dejado arrastrar por comportamientos poco científicos. Necesito a alguien que ponga

orden, los coordine y revise la validez e importancia de las hipótesis que los grupos

generen.

Por lo que me está diciendo lo que haría falta sería cambiar a la mayoría de los científicos

que trabajan en este proyecto.

No, el caso es que se necesita perder la objetividad para obtener resultados, aunque sigue

siendo necesaria para que los resultados tengan algún sentido.

Eso parece muy complicado. ¿Qué es lo que le pasó al anterior coordinador?, ¿perdió su

objetividad también?.

Algo así, dijo Marcelo circunspecto. Es un tema delicado. Digamos que lo que descubrió

fue demasiado para él.

¿Cómo sabe que no lo será para mi?

Porque para usted no será nada nuevo. Lo que usted va a encontrarse en nuestra oficina le

confirmará que sus premoniciones no eran sólo fenómenos sicóticos. Usted ya ha tenido

que enfrentarse al dilema de poseer una mente científica y tener experiencias que

contradicen la razón y ha sabido solucionarlo conservando tanto su racionalidad como su

intuición.

Mientras pasaban al lado de un parquecillo un grupo de cinco niños se separaba del que

seguía a su educadora y corriendo pasaban entre Marcelo y Pablo.

32
Lo que me cuesta creer es que Núcelo haya dado su apoyo a este proyecto, porque el

estatus de asunto de seguridad lo da Núcleo, ¿verdad?

Así es. La creación de la oficina no contó con su aprobación pero el gobierno decidió

seguir adelante. Ha sido la proximidad de la crisis y el haber obtenido resultados muy

prometedores en los últimos meses.

Resultados que han llevado al antiguo coordinador a la locura. Parece realmente

prometedor.

No sea irónico. Si Núcelo los ha considerado suficientes como para dar prioridad a

nuestro proyecto usted también lo hará.

Estoy seguro de ello. No estaba siendo irónico. Realmente comienzo a considerarlo muy

prometedor.

Los niños que habían pasado a su lado se alejaron corriendo y volvieron con el grupo que

seguía a la educadora. Uno de aquellos había oído algo de lo que hablaban Marcelo y

Pablo y le preguntó a la señora.

¿Es verdad que Núcleo cuida de todos nosotros?

Si y no Laura. Núcelo no está vivo, es sólo un sistema de mantenimiento y de programas

informáticos creados para controlar el medio ambiente del anillo y para ayudar a nuestro

gobierno a tomar las decisiones adecuadas.

Pero él nos cuida y nos quiere como tú, abuelita.

El no siente nada y nos cuida porque nosotros lo hemos programado para ello. ¿Os

acordáis del juego de la caja?.

¡ Siii !. Contestaron muchos de los niños.

33
¿Queréis jugar otra vez?.

¡ Siiiii !, gritaron todos

EL juego de la caja era conocido por todos los niños. Se formaban dos grupos de niños,

cada uno con un codificador decodificador de mensajes. El código cambiaba con cada

partida. De uno de los grupos se elegía un niño que entraba en un pequeño recinto sin

techo y con dos ranuras laterales. Dentro de él había una mesita y una silla, sobre la

mesita unas tarjetas y una pantalla con las instrucciones para jugar. Según el contenido de

las tarjetas que le entregara el primer equipo debía elegir una de las tarjetas sobre la mesa

y entregarla al segundo equipo. Entonces descifraban el mensaje y enviaban una

respuesta. La clave estaba en que en ningún momento el niño de dentro sabía lo que

decían las tarjetas y si se equivocaba, algo más que probable, el diálogo entre los dos

grupos llegaba a ser hilarantemente absurdo.

Existía una tendencia humana a considerar a Núcleo como a una especie de padre o

madre, o ambos a la vez, que los educadores debían erradicar. Aquel juego servía para

ilustrar su funcionamiento a los niños.

Núcleo, se les decía a los niños, es como el niño dentro de la caja que recibe unas

instrucciones y hace todo lo que le decimos que haga pero sin saber lo que hace. La

diferencia es que sus instrucciones son muchísimo más complicadas y que siempre hace

lo que se le pide sin equivocarse.

Entonces Núcleo no se equivoca nunca, dijo uno de los niños.

Marcelo sonrió y le dijo a Pablo.

34
Los niños siempre hacen preguntas difíciles. ¡Niños, niños, escuchadme!.

Los niños y la educadora observaron con curiosidad a aquel intruso.

Me llamo Marcelo y soy miembro de la junta de gobierno del sector XII. Creo que puedo

daros la respuesta a esa pregunta.

Muchas gracias consejero Marcelo, dijo la educadora.

Núcleo no se equivoca ni acierta, niños, sólo hace su trabajo y ya está. Si acaso nos

podemos equivocar nosotros dándole preguntas u órdenes equivocadas.

¿Alguna vez ha pasado?. Le preguntó un niño.

Si, niños, ha pasado. Para evitar las consecuencias negativas le pedimos a Núcleo que nos

de consejo sobre las decisiones que pensamos tomar. Normalmente hacemos lo que él

considera más apropiado pero no siempre. Al fin y al cabo sólo es una máquina que ni

entiende ni sabe lo que hace. ¿Os imagináis?, no sabe ni siquiera que existe. No sabe

nada de nada, por eso a veces hemos de seguir a nuestro corazón, sin hacerle caso, niños.

Muchas gracias, dijo la educadora. Ahora vámonos a clase.

Así que es usted miembro de la junta de gobierno de este sector.

Y del anillo. También soy el creador de la oficina de fenómenos parapsicológicos pero no

soy un científico. Realizaría gustoso su trabajo pero lo mío es la política. Dentro de cinco

minutos habremos llegado a los laboratorios.

El sector XII estaba compuesto por túneles de unos cincuenta metros de altura y casi un

kilómetro de anchura. Los edificios formaban manzanas que llegaban hasta el techo, o

hasta el cielo, que es la imagen que se veía. Un precioso cielo de verano que iluminaba

con fuerza un sol ilocalizable.

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Era tal y como habían sido proyectados los primeros sectores del anillo, cuando no era

más que una estación espacial de paso obligado. El transporte de mercancías de las lunas

de Júpiter a Marte y la Tierra había sido su fuente de ingresos. Fueron construidos en una

época en la que el metaverso era considerado una realidad alternativa y en la que todos

los que vivían en la estación trabajaban o bien como personal de manutención, como

ingenieros, constructores, arquitectos, informáticos, o para diversión, servicio y relajo de

los viajantes como artistas, camareros, gerentes de discotecas, bares y pubs, prostitutas,

chaperos, etc. Gente que vivía en un mundo muy real y, a veces muy duro.

El edificio que albergaba la oficina era de líneas sencillas y modernas. En lo más alto,

ondeaba la imagen de una bandera con un anillo dorado y un sol en el centro.

Es casi una pena que el resto del anillo sea tan feo. Dijo Pablo.

Pues si. Como sabes tras la crisis que forzó a gran parte de la población a emigrar al

metaverso dejó de ser necesario construir así.

Pablo conocía bien la historia. En un principio la estación espacial fue un proyecto

multinacional liderado por diversos gobiernos de la Tierra y Marte. A medida que fue

creciendo fue siendo habitado por inmigrantes de todo el mundo que probaban fortuna en

el sector de servicios. Con el tiempo la estación llegó a superar su dependencia

económica y no sólo se hizo autosuficiente sino un lugar donde hacer muy buenos

negocios.

Pero todo terminó hacía trescientos años cuando llegó la revolución de la automatización

en el transporte de mercancías. Las naves dejaron de ser tripuladas. Ni siquiera era

36
necesario personal de mantenimiento porque las naves se reparaban solas. Aquello dejó

sin trabajo a gran parte de la población de la estación, que se vio sumida en la pobreza. El

gobierno de entonces comenzó a construir nuevos sectores en los que albergar a todas

aquellas masas famélicas en tanques de suspensión proporcionándoles, de paso, una

nueva vida en el metaverso. Una vida con todas las comodidades del universo y mucho

más. La solución, en principio provisional, se hizo permanente y el metaverso, un

universo sin reglas físicas definidas y en el que pocos daños eran irreparables se convirtió

en la mayor fuente de inspiración y creatividad de la historia.

Y ¿qué pasará con la siguiente crisis, si ocurre?, preguntó Pablo.

Que no habrá lugar ni en el anillo, ni en las colonias mineras ni muchísimo menos en la

Tierra para albergar a todos los que no podremos mantener con vida porque no tendremos

alimentos para ellos. Miles de millones de habitantes del anillo deberán volver al

universo para buscarse la vida, pero en el universo no habrá sitio para ellos.

Dentro del edificio Pablo se encontraba más a gusto. Era todo muy parecido a lo que

estaba acostumbrado. Atravesaron pasillos, y subieron en ascensor hasta llegar a un piso

en el que se encontraba la sala de reuniones del equipo. En ella se encontraban cuatro

personas, dos hombres y seis mujeres. Todos estaban sentados y hablando amigablemente

cuando entraron, se levantaron y Marcelo se los fue presentando.

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Astrid y Nemrod eran del departamento de arqueología. Naim y Margaret del

departamento de estudios sobre tele-parapsicología, o Telepp como le llamaban para

acortar, Agata y Julia de Semiótica y Lia y Wima de entes inmateriales y rituales.

El conjunto era de lo más variopinto, no sólo porque cada miembro del equipo tuviera

orígenes raciales diferentes sino por lo alejados que estaban entre si los campos de

conocimiento que investigaban, lo cual convertía a aquella oficina en el proyecto más

delirantemente interdisciplinario que hubiera podido imaginar.

En opinión de Marcelo y por consenso de los miembros de la oficina lo mejor era que

Pablo visitara los cuatro departamentos uno a uno y pasar un tiempo conociéndolos.

Aquel día, sin embargo lo dedicaría a hablar con todos, a recoger impresiones generales y

a hacer un recorrido por todas las instalaciones de la oficina.

Cuando lo hubo visto todo Marcelo lo llevó a su habitación, situada en la misma planta

de aquel edificio que las de sus compañeros. Era, un poco, como volver a la época de la

adolescencia. La habitación era muy parecida a las que tenían entonces. Había una

estrecha cama, un armario, un lavabo, un inodoro y un tanque de inmersión.

Pablo no quería perder ni un minuto. Se metió directamente en el tanque para volver a su

laboratorio de investigación espacial.

En el laboratorio había mucho movimiento. Todos iban y venían, se sentaban ante sus

pantallas y se levantaban para comparar sus resultados con los de otros. Pablo se dirigió

al despacho de la directora.

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- Dime, que tal te va en tu nuevo trabajo, le preguntó sentada tras su escritorio bajo la

impresionante vista de Saturno.

- Sabes que no te puedo comentar nada.

- Es cierto. Has venido para seguir al tanto de lo que sucede con tu proyecto.

- Así es. ¿Qué dice la sonda?, ¿Hay agua?

- Si. Hay agua y mucha. Casi el 90% del planeta está cubierto de ella. El resto es un

continente situado en el ecuador del planeta y dos grandes superficies de mar helado en

los polos geográficos.

- Fantástico. ¿Hay vida?

- Míralo tu mismo.

Una pantalla surgió de la nada respondiendo a una señal de la mano de la directora. Esta

le mostró una proyección bidimensional de lo que la sonda había captado. Ambos

continentes se veían cubiertos de verde. Había también zonas desérticas en sus zonas más

centrales pero no se veían rastros de civilización.

- Bueno, dijo la directora, el planeta está muy bien. Es habitable y tiene recursos. Si algún

día es posible abrir un puente por supercuerda o cualquier otro sistema de atravesar las

dimensiones del espacio-tiempo y no es muy caro, será un lugar explotable. Pero de

momento no hay nada más.

- No me puedo creer que encontrar un planeta nuevo solo le parezca interesante por sus

recursos. ¡Venga ya!.

- Si, está claro. Es una mina de conocimientos. Me doy perfecta cuenta de que podremos

ver especies que han evolucionado de formas insospechadas pero si no tiene interés

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económico debe tenerlo por hallarse en él una civilización extraterrestre, de lo contrario

es sólo un planeta más.

- ¿Y habéis mandado ya una señal de radio?

- ¿Para qué?. No hay nadie para recibirla.

- Ya. Está claro. Entonces ¿Porqué hay tanto barullo en el laboratorio?

- No se resignan a que no haya vida inteligente. Están buscándola por toda la superficie

del planeta.

- ¿Y, de verdad no hay ni rastro?

- No hemos encontrado ningún tipo de construcción artificial ni en tierra ni bajo el mar,

aunque si hemos visto algo que parecen canales que surgen de los rios del planeta, se

ramifican y acaban desembocando en el mar pero en ningún caso atraviesan zonas con

edificaciones de tipo alguno.

- A lo mejor viven en túneles.

- Eso sería extraño. La superficie es muy fértil. Ninguna civilización superior

desaprovecharía algo así.

- Ya, lo sé. Y además a estas alturas ya lo sabríamos. Esas estructuras las puede detectar

la sonda sin problemas.

- Efectivamente, y la sonda no ha encontrado nada parecido. Te voy a mostrar de nuevo

las imágenes de los canales. Mira.

La mano de la directora describió un semicírculo y la imagen se amplió acercándose al

suelo del planeta. Era como estar cayendo a gran velocidad y frenar a la altura del vuelo

de un pájaro.

- Es cierto, pero no se ve muy bien. Podrían ser formaciones naturales. ´

40
- Los ríos como fuentes de agua dulce y el mar como sumidero de desperdicios.

- Si pero no hay ciudades que usen esa agua. Son canales que o no van a ninguna parte o

no vienen de sito especial alguno.

- Espera, Déjame ver mejor esos canales.

la directora hizo una ampliación hasta centrarse en uno de ellos.

- Parece llevar algo, ¿no?. Dijo Pablo.

- Si, es en un 93 por ciento agua, pero no hemos podido determinar qué es lo otro. Es

algún tipo de materia en suspensión.

- Creo que deberíamos enviar las señales.

- Es una pérdida de tiempo. El universo está lleno de fenómenos y accidentes geográficos

que parecen artificiales sólo hasta que se los examina detalladamente.

Pablo se levantó y dirigiéndose hacia la puerta volvió a insistir en que enviaran la señal.

La directora, finalmente asintió. Después de todo no costaba nada hacerlo.

Tras la visita al laboratorio se fue a dar una vuelta por los alrededores de la oficina. Se

veían niños por todas partes. Aquellos sectores, por sus amplios espacios, parques y

edificios a la antigua usanza habían sido habilitados como zona de cría de una gran parte

de la población. No había sido su caso y los envidiaba, aunque al final todos irían a parar

al metaverso y allí era donde se podía producir su tragedia si no se actuaba rápidamente.

Al cabo de una hora de paseo decidió volver y echarse a dormir en la cama.

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Mientras tanto Marcelo entraba en la celda de una institución psiquiátrica. Normalmente

los pacientes eran curados con rapidez o bien mediante fármacos o bien por intervención

de complejos programas de hipnosis y manipulación mental o por una mezcla de

métodos. A la persona a quién iba a visitar no había terapia que la curara. Se trataba del

anterior coordinador del equipo.

¿Qué has venido a hacer aquí, monstruo, asesino?, dijo el científico al verlo entrar.

El pobre diablo se encontraba en una habitación de paredes acolchadas. En sus muñecas

unos brazaletes empujaban sus brazos hacia la espalda y se quedaban pegados cada vez

que los sensores del habitáculo detectaban un aumento peligroso de tensión. De momento

movía sus manos libremente.

Estoy un poco cansado de que me llames así, contestó Marcelo con la mirada fija en los

brazaletes.

¿El qué?, ¿genocida?, ¿traidor?, ¿o es la palabra monstruo la que te molesta?

No he hecho nada y aunque digas que lo voy a hacer, no deja de ser una visión provocada

por el PH32.

El PH32 nos abrió la mente, a mí y a los chicos.

Está por ver si no sería simplemente un ataque de esquizofrenia.

Ya te gustaría a ti, ya. Pero tu mismo no te lo crees. Vimos el futuro. Diferentes parcelas

del futuro. A mi me tocó ver algo que me hizo gritar de puro horror. Vi la mayor masacre

de la historia, el caos más absoluto y un terror sin límites apoderándose de todo el anillo.

Y tú, maldito monstruo serás el causante de todo.

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Puede que tengas razón, puede que no, yo seguiré con mis planes. Es lo mejor para que la

vida aquí tenga algún sentido.

He visto las consecuencias de tus planes y si me creyeses te echarías atrás.

A lo mejor vale la pena, aún contando con las consecuencias y todo.

Y aún te extraña que te llame monstruo.

De todas formas te he hecho caso en algo.

¿Me has hecho caso?.Y ¿en qué se supone que me has hecho caso?.

Me dijiste que había una posibilidad de parar la masacre cuando comenzara, ¿no es

cierto?

Si. Un jóven, que vive en dos mundos enfrentados. La ciencia y la magia.

Creo que lo he encontrado. Quiero saber si es este.

Marcelo le mostró un holograma de Pablo.

¡Si, si, si. Es él!. ¿Que vas a hacer?, ¿Le vas a hablar de lo que sabemos?.

No. Le he dado tu cargo y le voy a enviar a hacer el trabajo más sucio. Será él quien

comience la revolución. De esa manera me aseguraré de que no la evite.

No aceptará. No lo convencerás.

Ya ha aceptado. Y no me ha resultado nada difícil convencerle. Sólo he tenido que

inventarme una bonita historia que se ajustara a su biografía y sus expectativas más

secretas, aquellas que casi ni él mismo conoce, pero que dan sentido a su carrera. En el

fondo llevaba toda la vida esperando que le dieran un trabajo como el que tiene ahora.

Se dará cuanta de lo que planeas, ya verás.

No sabrá lo que está haciendo hasta que todo haya empezado.

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En aquel momento el científico se lanzó hacia Marcelo para golpearle pero los grilletes le

tiraron hacia atrás quedándose pegados a la pared y sólo pudo proferir una serie

atronadora de gritos e insultos.

CAPÍTULO 3

A Pablo le pareció que el departamento de arqueología era el más científico de todos,

aunque no realizaban experimentos, pero eran muy escrupulosos en la manera de buscar

los datos e interpretarlos.

Ver a Astrid y Nemrod producía una extraña sensación. Parecían tener los cuerpos secos,

como si hubieran perdido algún tipo de energía vital.

El laboratorio, un espacio de unos veinte metros cuadrados, contaba con múltiples

pantallas para proyectar imágenes en 4D, es decir en tres dimensiones externas más la

posibilidad de ver dentro de los objetos proyectados. Atriles para leer libros de todos los

formatos imaginables y libros que estaban en gran parte grabados en bancos de memoria

terrestres.

Había también estanterías con una extensa colección de copias de objetos usados para

rituales religiosos y mágicos. Algunos de ellos parecían representar seres de una

44
sexualidad delirante e incluso aterradora, otros eran símbolos inescrutables o formas y

dibujos geométricos en un lenguaje codificado.

Los arqueólogos le explicaron la naturaleza de aquellos objetos, los ritos mágicos que se

llevaban a cabo con ellos y lo que, al hacerlo, se pretendía conseguir.

La cantidad y variedad de supersticiones, complejos sistemas de creencias, religiones y

conjuros le hizo comprender que, en el espacio de aquel laboratorio, solo se encontraba

una infinitésima parte del material necesario para sus estudios

Astrid y Nemrod pasaban poco tiempo fuera de aquel laboratorio. Mucho de su trabajo se

basaba en buscar ante holopantallas lo que podían encontrar en las bases de datos

terrestres. Apenas usaban el tanque de inmersión y por todo aquello su piel tenía un

aspecto envejecido.

El trabajo que realizaban tenía mucho que ver con el departamento de semiótica y era

usado con profusión por Wima y Lia de entes inmateriales y rituales que obtenían de

ellos nuevas ceremonias que poner en práctica.

Las dos mujeres del departamento de semiótica, bajitas y muy morenas, estudiaban la

relación de los símbolos y rituales con los efectos que estos debían producir y con las

raíces psicológicas que les daban significado. Su trabajo parecía una mezcla de

psicología, lingüística y arqueología. De hecho su departamento y el de arqueología no

sólo se complementaban bien por lo que ellas lo usaban sino que Astrid y Nemrod, muy a

menudo, consultaban con Julia y Ágata el posible significado de alguno de aquellos

crípticos objetos o dibujos que estudiaban.

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Naim, alto y moreno con un tono de piel oliva y Márgaret de un pálido amarillento y ojos

rasgados eran los únicos que contaban con un laboratorio propiamente dicho, donde el

objeto de sus experimentos era la mente humana. El laboratorio contaba con cobayas

humanos, jóvenes que aún no habían traspasado el umbral del metaverso y a quienes

debían entrenar para que hicieran cosas teóricamente imposibles, como mover objetos sin

tocarlos, ver cosas que estaban en lugares apartados u ocultos, etc. A Pablo le daban

lástima aquellos chicos a quienes veía como futuros vórtex.

En un principio parecía como si su trabajo hubiese sido totalmente infructuoso, sin

embargo Pablo notó que hablaban con cierta reserva de los resultados de sus

investigaciones, como si prefiriesen dar a entender que no habían servido para nada antes

que revelar sus éxitos. Era muy extraño, sobre todo teniendo en cuenta que como

coordinador debía esta al tanto de todo.

Se sentía muy incómodo con ellos así que su visita duró poco. Después se dirigió a entes

inmateriales.

Lia, blanquísima, alta y delgada, con los pómulos salientes y ojos azules contrastaba

enormemente con Wima que era de una piel intensamente negra, de complexión fuerte y,

al lado de Lia, baja. Eran un par de personas bastante extravagantes. No ya por su aspecto

físico sino por los tatuajes que ambas lucían y por los collares y brazaletes que llevaban.

En el metaverso era normal llevar ropa. Se hacía por cuestiones de estética más que de

pudor. En el universo, por el contrario, era una rareza. Generalmente se llevaba lo

mínimo, un tanga y poco más por cuestiones de higiene o de comodidad. En la realidad a

46
la que estaba acostumbrado, cada uno mejoraba su aspecto, siempre conservando las

señas más características de su fisonomía, en acorde a la ley. En el universo físico, sin

embrago, las posibilidades de modificar el aspecto eran limitadas por la fisiología, una

ley mucho más estricta que las del metaverso. En consecuencia, fuera del metaverso, la

gente no sólo no prestaba atención a su aspecto físico sino al de cualquier persona.

Wima y Lia no sólo llevaban adornos sino prendas de ropa que no cumplían ninguna

función aparente y que estéticamente no siempre resultaban agradables.

Su trabajo tenía relación con el departamento de semiótica porque en los rituales que

ellos ponían en práctica era muy importante el aspecto simbólico y para Julia y Ágata

aquellas puestas en práctica, en las que se tomaban prestados a los chicos de telePP eran

una excelente oportunidad de comprobar la consistencia de sus teorías.

La manera de comprobar el efecto de los rituales en el cerebro y le influencia del

simbolismo en la conciencia era mediante el mapeo mental. Esta era una técnica antigua

que nunca había sido usada con tal fin pero cuya metodología y tecnología necesaria eran

tan asequibles que la podían utilizar todos los miembros de la oficina sin excepción.

El mapeo se hacía para tener una imagen exacta de todos los procesos psicológicos y su

localización en el cerebro. Julia y Ágata realizaban un mapeo en Wima, Lia y los cobayas

antes de comenzar un ritual y al terminarlo y de aquella manera podían seguir los

cambios que se producían en el cerebro al tener una experiencia sobrenatural.

47
Aquel día volvió a su habitación con el presentimiento de que en aquellos laboratorios

había sucedido algo. Algo estremecedor. Todo el tiempo había tenido la sensación de que

sus nuevos compañeros habían querido decírselo pero nadie había encontrado ni la forma

ni el momento adecuado.

Al día siguiente nada más levantarse se dirigió hacia el departamento de semiótica. Aquel

en el que había encontrado a las personas más normales y abiertas de la oficina. No sabía

como comenzar la conversación sobre el tema así que se dedicó a hacer preguntas banales

sobre su trabajo.

Poco a poco fue comprendiendo la teoría sobre la que trabajaban. Ellas habían

descubierto que, tras los episodios sobrenaturales inducidos en el laboratorio de telePP

las mentes de los chicos sufrían cambios considerables, cambios que podían ser más o

menos duraderos pero que parecían corresponder con la activación de ciertas partes del

cerebro. Partes a las que llamaron las llaves arquetípicas.

El nombre me parece un poco extraño, comentó Pablo.

A nosotras nos parece lo justo, respondió Julia. Lo elegimos porque esas llaves abren

puertas hacia algo que desafía las leyes fundamentales de la lógica y la física. Por lo que

sabemos forman parte integral del cerebro y su forma debe haber sido la que tienen ahora

desde que aparecieron en la evolución. Sea lo que sea lo que hay detrás de esas puertas no

es nuestra realidad. Nosotras creemos que en el cerebro se encuentran las llaves que

abren puertas de nuestro universo hacia algo que no conocemos pero que puede dar

poderes increíbles a quien sepa usarlas o destruir a quien no.

48
Es una teoría muy interesante, pero tenía entendido que el departamento de Naim y

Márgaret suele obtener unos resultados más bien pobres y si os habéis basado en ellos

para elaborar esa teoría me parece que estáis cometiendo un grave error.

En aquel momento Julia y Ágata se miraron. Era una mirada extraña, como de

complicidad. Después de unos segundos en los que parecieron consultarse una a la otra

sin mediar palabra, ambas se volvieron hacia él hablando con determinación.

Supongo que nadie te ha contado aún lo del accidente, dijo Ágata.

No. ¿qué accidente?.

Hace unos meses sucedió algo muy extraño en esta oficina.

Si, dijo Julia. Wima y Lia organizaron una escenificación ritual con los chicos de telePP.

Era algo nuevo porque, por primera vez iban a usar una sustancia alucinójena el PH32.

En realidad se trataba de algo usado por una tribu india terrestre, sólo que nosotros lo

habíamos hecho sintetizar partiendo de plantas de los sectores agro botánicos.

El ritual se les salió de madre, dijo Ágata. Pasaron cosas rarísimas. Sería muy difícil

repetir todo lo que contaron Naim y Márgaret. Wima y Lia nunca más hablaron del tema.

Ya te habrás dado cuenta de que son muy reservadas.

Francamente, para reservados Naim y Márgaret. Ellos si que no querían hablar de nada

conmigo.

Si vas y les preguntas directamente sobre el accidente te lo contarán todo. Ya veras.

El caso es que todavía no sé que relación tiene eso con las llaves arquetípicas.

49
Es que el accidente, dijo Ágata, no había hecho más que comenzar. Después de aquello

los chicos mostraron unas facultades sobrenaturales extraordinarias. Y es de ahí de donde

sacamos los datos de nuestro trabajo.

Si, dijo Julia. Contamos con una teoría muy robusta y con la localización exacta de

muchas de esas llaves. Descubrimos que las llaves se activan por un efecto hipnótico y

que después de la primera activación resulta mucho más fácil volver a usarlas. Se puede

conseguir mediante rituales o por ellos en combinación con una droga psicotrópica como

el PH32 pero este último método, que es el más efectivo, también es el más peligroso.

Después de aquella conversación se dirigió al laboratorio de tele parapsicología para

averiguar los detalles de aquella historia.

Cuando llegó, entró directamente al laboratorio, donde se llevaba a cabo un experimento.

Los chicos intentaban, en parejas, comunicarse mentalmente el contenido de unas cartas,

que uno de ellos veía y el otro no.

Naim le explicó que estaban intentando potenciar la telepatía y comentó:

No conseguimos resultados mejores que con otras personas que no lo hayan intentado

antes.

50
Excepto en contadas ocasiones, añadió Margaret, en las que parece que el entrenamiento

comienza a funcionar, pero no son más que rachas de buena suerte.

Y ¿habéis hecho algún experimento con las llaves arquetípicas?

Ah, la teoría de Semiótica, es muy prometedora, si.

Estamos trabajando en ello, dijo Naim. Contamos con ciertos problemas técnicos.

¿Como por ejemplo?

Como la manera de excitar un determinado circuito de neuronas sin intervenir

quirúrgicamente.

¿Tan difícil es?, ¿no se puede simplemente inducir una corriente eléctrica?

No. Inducir cambios eléctricos en un área del cerebro es fácil pero en un grupo concreto

de neuronas es rizar el rizo.

Ya veo. Por lo que me han dicho Julia y Ágata, gran parte del mérito de haber

descubierto las llaves arquetípicas se lo deben a un accidente que sucedió en vuestro

departamento.

Aquello fue un desastre, contestó Naim. A nosotros no nos sirvió de nada todo aquel

barullo y aquella explosión de fenomenología paranormal.

Aunque nos alegramos de que a ellas les ayudara. Añadió Margaret.

Ya, pero ¿qué ocurrió?

En cierta ocasión, dijo Margaret, colaboramos con el departamento de entes inmateriales.

Lia nos pidió ayuda para llevar a cabo un ritual colectivo. Se suponía que iban a contactar

con ciertos espíritus de la naturaleza.

Como si aquí hubiese alguna naturaleza, contestó Pablo.

51
Algo hay, dijo Naim. En este sector hay parques y varios zoos y uno de los sectores

vecinos es agro botánico pero a nosotros no nos interesa eso, realmente. Los trabajos del

departamento de entes inmateriales son algo que soportamos lo mejor que podemos y,

hasta entonces, no poníamos pegas a ayudarles un poco con nuestros chicos.

La experiencia, siguió Naim, requería cierta preparación mental y la toma de un

preparado, el PH32 media hora antes del ritual. Nos inquietaba que los chicos pudieran

sufrir algún daño cerebral a causa de la sustancia pero los ensayos informáticos lo

negaban. A los chicos, sin embargo, les encantaban aquellos preparativos, estaban mucho

más interesados que con cualquiera de los experimentos en los que habían participado

antes. Repetimos la experiencia todos los días de una semana. Los chicos hablaban de

espíritus flotando en el aire, atravesando paredes y otras cosas más absurdas todavía. Pura

fantasía. Ya sabe usted como son los chicos de influenciables.

Llegó un momento, dijo Margaret, en que vimos que el laboratorio se nos escapaba de las

manos. Ya no les interesaban ni la telepatía ni la telequinesis, nada. Y, cuando estábamos

a punto de revocar nuestra ayuda en el proyecto se volvieron disciplinados.

Entiendo, dijo Pablo, se dieron cuenta de que si querían seguir con el experimento que les

gustaba debían aparentar normalidad.

Quizás, quien sabe, de todas formas no lo consiguieron, dijo Margaret. Entonces

empezaron a conseguir resultados. Resultados sorprendentes. Nada de ligeros

movimientos de objetos pequeños, no. Sillas moviéndose por los pasillos, objetos

elevándose en el aire. Alucinante. Mensajes telepáticos complejos recibidos sin error. Era

lo más increíble que habíamos visto nunca.

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A Julia y Ágata, dijo Naim, aquel periodo, que duró tres días, les supuso una fabulosa

fuente de datos. Trabajaban sin descanso y los chicos estaban encantados de cooperar.

Probablemente fuera el cansancio lo que determinó que todo se desbocara.

Si, dijo Márgaret. Comenzaron a hablar en lenguas que solo existen en la Tierra, a hacer

profecías y a sufrir episodios de ansiedad descontrolada, movimientos convulsivos y todo

tipo de locuras imaginable.

¿Qué es lo que pasó con ellos?, ¿no son los mismos que tenéis ahora?, preguntó Pablo.

Los chicos, dijo Naim, están ahora bajo tratamiento psicológico, en el mismo edificio que

el coordinador.

¿Qué es lo que le sucedió a él?

El aspecto profético de la experiencia era lo que más le interesaba al consejo de

administración, dijo Naim. Por eso no nos cerraron el laboratorio. Era evidente, sin

embargo que usar a adolescentes sin la fortaleza intelectual necesaria era demasiado

arriesgado así que descartamos involucrar a los nuevos chicos. Y ahí es donde entra el

antiguo coordinador de la oficina. El decidió ser el nuevo sujeto de experimentación y

tomar el PH32. Los resultados fueron similares a los de los chicos aunque su caso

permitió a Julia y Ágata concretar la teoría de las llaves arquetípicas.

Si, pero el también acabó volviéndose loco, dijo Margaret. Comenzó a hacer profecías

apocalípticas.

¿Apocalípticas?, ¿qué es eso?

Se trata de una palabra antigua, se repite mucho en el mundo de la magia y las antiguas

religiones. Lo que él y alguno de los chicos predecían era horrendas catástrofes con

53
millones de muertos, la venida de tiempos convulsos en los que las luchas de religión se

cobrarán la vida de gran parte de la población, y cosas por el estilo.

No está mal. Como para tener pesadillas durante meses.

En aquel momento entró Lia en el laboratorio. Iba para hablar de algún futuro proyecto

en el que necesitarían los chicos del laboratorio. Naim y Margaret eran bastante reacios

pero accedieron porque no podían hacer otra cosa. Después Pablo habló con ella.

Las profecías apocalípticas son una constante en la historia de las religiones, dijo Lia.

Creo que con la experiencia que ellos llaman accidente quedó demostrado que hay algo

en la mente humana que hace siempre temer lo peor en el futuro.

Si, pero, ¿qué sacasteis vosotros de positivo de aquella experiencia?.

El conocimiento, por supuesto. Ahora sabemos que también hay otro mundo en el anillo.

¿Qué otro mundo?

El mundo de los espíritus, el de los seres mágicos, duendes, monstruos, fantasmas. Los

dioses que nos observan. Esta oficina será el origen del renacimiento de la espiritualidad

en el anillo.

Y ¿qué hay de las profecías?, ¿creéis en ellas?

No, por supuesto que no. Siempre ha habido profecías de ese tipo y nunca se han

cumplido. La Tierra sigue existiendo a pesar de que se ha previsto su total destrucción

cientos, quizás miles de veces. Lo que esa experiencia nos demuestra es que lo que sea

que hay al otro lado es demasiado para que nuestra mente pueda asimilarlo y los que

abren las puertas hacia esa realidad se acaban volviendo locos.

54
Entonces ¿para qué seguir trabajando en este proyecto?. Si los hombres no podemos

mirar lo que hay al otro lado sin volvernos locos, ¿para qué tenemos esas llaves

arquetípicas perfiladas en nuestros cerebros?

Quizás haya una manera de sólo entreabrir las puertas, o si quieres, de mirar a través de la

cerradura. Los rituales que abren las puertas de la mente son muy viejos. En diferentes

culturas se han usado ritos distintos para obtener los mismos resultados. Nosotras

creemos que deben de tener algo en común que los hace activar las llaves arquetípicas.

¿Tenéis alguna idea de qué es ese algo?

Hay detalles que se repiten, como por ejemplo la presencia de sacerdotes. Puede ser

fundamental para controlar la fuerza de la fe de los que practican el ritual. La fe tiene un

poderoso potencial hipnótico, creemos que esa es la clave para activar las llaves. El

sacerdote también podría ser una persona que abriera totalmente sus puertas dejándose

llevar por la locura mientras que sus acólitos se beneficiarían de la apertura de esas

puertas sin perder ellos mismos la razón. Estamos trabajando en la primera dirección que

es la que nos parece más segura y tenemos que hacer un gran esfuerzo por no

convertirnos nosotras mismas en sacerdotisas y acabar siguiendo la segunda línea de

trabajo.

Durante el mes siguiente Pablo fue conociendo mejor los entresijos de la oficina de

fenómenos parapsicológicos, las diferencias de carácter de los científicos que allí

55
trabajaban, las pequeñas rencillas y afectos que les unían o separaban y la corriente

política de la que Marcelo formaba parte y que apoyó su idea de crearla.

La sonda espacial se acercó a la superficie del planeta. Nada parecía indicar que hubiese

allí vida inteligente alguna. La sonda enviaba continuamente señales de radio en diversas

frecuencias sin obtener respuesta. El descubrimiento se hizo público y la imaginación de

toda la humanidad comenzó a divagar sobre la posibilidad de colonizar un día aquellas

tierras o sobre el posible origen de los canales que surcaban la superficie de ambos

continentes.

A pesar de la fama que el descubrimiento le había dado a Pablo, no estaba satisfecho.

Tenía el fuerte presentimiento de que aquel planeta no era, tan sólo, un gran vergel. Allí

tenía que haber algo más. El lo sabía. Algo se les estaba pasando por alto, algo

fundamental y tan obvio que cuando se dieran cuenta les avergonzaría haberlo pasado por

alto.

Por otro lado Pablo había estado diseñando experimentos con los que poner en marcha las

llaves arquetípicas sin riesgos. En principio tuvieron que pedir ayuda externa para

realizar un modelo virtual de cerebro en el que se reflejaran las conexiones neuronales.

Tomaron como base los mapeos realizados a uno de los chicos del experimento llamado

“accidente”, antes de la toma de PH32. Resultaba muy complicado porque el equipo que

diseñaba aquel modelo no debía saber con qué fin se hacía y debía poner especial cuidado

en reproducir fielmente, sobre todo, las neuronas que conformaban las llaves arquetípicas

y las relacionadas con ellas.

56
El diseño duró semanas, durante las cuales se intentó buscar algo similar a las llaves

arquetípicas en otros animales, sin éxito.

Finalmente los experimentos realizados con modelos virtuales del cerebro también

fracasaron así que, al cabo de un mes Pablo y el equipo de Julia y Ágata se encontraban

como al principio.

Sin embargo todo estaba a punto de cambiar. El rumbo de las investigaciones, la vida de

Pablo y sus compañeros de la oficina y, finalmente, la de todo el anillo.

Marcelo les reunió en su despacho. Una sobria estancia de unos quince metros cuadrados,

con una mesa clásica frente a la pared del fondo, varias sillas y enormes fotografías de

paisajes de la sabana africana enmarcados en las paredes.

Como ya sabéis, dijo Marcelo, los trabajos de la oficina de investigaciones

parapsicológicas han llegado a un punto muerto. Ahora, no quiero para nada

menospreciar vuestra labor, que ha sido magnífica. Sobre todo desde que el departamento

de semiótica formuló la hipótesis de las llaves arquetípicas. Que yo sepa, hasta ahora no

ha surgido ninguna idea sobre como poner en funcionamiento esas llaves sin arriesgar la

salud mental del sujeto del experimento.

Se está trabajando, dijo Pablo, en perfeccionar el modelo virtual de cerebro.

Si, pero es un trabajo largo y costoso, contestó Marcelo. Reproducir todas las conexiones

cerebrales con detalle requerirá mucho tiempo y dienero.

Habría que efectuar mapeos muy precisos, dijo Julia. Sólo se podrá hacer tras muchas

sesiones

57
Hay otra posibilidad, dijo entonces Marcelo. Algo que llevo tiempo considerando y que

quiero proponeros.

Se hizo el silencio. Todos eran conscientes de que Marcelo no poseía la formación de un

científico. Que él fuera a proponer algo respecto a su trabajo les inquietó.

La otra posibilidad supone viajar fuera del anillo.

La inquietud se convirtió en miedo. ¿Era posible que él también se hubiese vuelto loco?

Más concretamente a la Tierra.

¿Qué es lo que podemos encontrar allí que no haya aquí?, dijo Pablo.

A los omnis. Todos habéis oído hablar de ellos.

Pocos entendemos realmente qué son, dijo Naim. Más que nada porque no tienen ningún

interés para el anillo.

Quizá si lo tengan. Como sabéis, hace ciento cincuenta años, en la Tierra, hubo un

periodo de guerras religiosas entre los partidarios de religiones antiguas y modernas, de

ello surgieron una multitud de sectas producto de mezclas entre varias religiones, magia y

cibernética. De una de ellas, los osirianos, surgió la idea de unir varias consciencias para

formar una que sumara las virtudes de todas. Para hacerlo, varias personas implantaban

neuronas artificiales en sus cerebros que se unían en una matriz formada por un

computador.

No parece tan mala idea, dijo Pablo. Aunque no veo porqué habría de ser más efectivo

que compartir el espacio sensorial con otra persona como hacemos en el metaverso.

58
Compartiendo espacio sensorial, respondió Marcelo. Dos o más personas comparten sus

sensaciones y emociones de forma que todos sienten lo mismo. Aquí no se trata de sentir

como propias las sensaciones de otro, se trata de que sean realmente propias. ¿Tenéis idea

de lo que significa formar un cerebro juntando las virtudes de los otros y dándole la

velocidad de cálculo y la capacidad de almacenamiento de datos de la mejor de las

computadoras?

¿Y que pasa con los defectos de esas personas?, preguntó Julia.

Muy buena pregunta, contestó Marcelo. En un principio, dada la forma en que los

implantes eran realizados, si las diferencias entre sus cerebros eran importantes, se podía

producir una fragmentación de la consciencia y aquello podía causar la muerte del grupo

entero.

¿Y cómo lo solucionaron?, preguntó Margaret.

Lesionando partes de los cerebros de sus componentes.

¡ Qué horror!, gritaron al unísono Wima, Lia y Ágata.

Cierto, pero era efectivo y de ello surgieron los omnis. Mentes superinteligentes, de

enorme capacidad creativa y tanto memoria como capacidad de cálculo prácticamente

ilimitadas.

¿Qué tiene todo eso que ver con nuestros proyectos?, dijo Pablo.

Algunos de los miembros del consejo hemos realizado investigaciones sobre los omnis y

hemos sabido que pueden activar a voluntad las partes del cerebro que deseen, eso

incluyendo circuitos neuronales concretos. Creemos que es perfecto para nuestros

experimentos con las llaves arquetípicas y nos hemos puesto en contacto con uno de ellos

para que nos ayude.

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En aquel momento se levantó un gran revuelo entre los miembros de la oficina. Todos

comenzaron a hablar entre ellos a hacer preguntas atropelladamente a Marcelo que no

daba abasto a contestarlas hasta que por fin se hizo un poco de calma y prosiguó.

En principio quiero formar un equipo de, tan sólo dos personas. Pablo y Agata. Llevarán

con ellos un transmisor de supercuerda de manera que estaremos permanentemente en

contacto, además llevarán un equipo de transmisión y recepción holográfica para que allá

donde estén se encuentren a un paso, al menos virtualmente, de nosotros.

CAPÍTULO 4

A pársecs de distancia la sonda enviada por el anillo seguía transmitiendo una señal que

contenía un mensaje de paz y que invitaba a quien lo comprendiera a establecer contacto

con los humanos. La señal llegaba a toda la superficie del planeta, el ochenta por ciento

del cual estaba cubierto por un gran océano bajo cuyas aguas se había desarrollado una

civilización de algo que un observador terrestre definiría como gigantescos caballitos de

mar. Estos tenían unas cabezas desproporcionadamente grandes y brazos articulados

terminados en unas manos de seis dedos. Aquellos seres que a un terrestre le parecerían

sacados de un cuento infantil habían llegado a cotas altísimas de conocimiento y

desarrollo. Pero las dos naciones que se aglomeraban alrededor del único continente se

60
hallaban sumidas en un conflicto latente que les tenía al borde del mutuo exterminio. Los

enemigos sacaban de la tierra, a través de los canales, muchos de los minerales necesarios

para sus industrias. Con el desarrollo industrial habían llegado a colonizar las zonas

costeras y allí comenzaron los conflictos territoriales y con ellos el odio.

Los edificios submarinos recordaban poco a los terrestres. Tenían aspecto y funcionaban

como esponjas gigantes que obligaban al agua a pasar por dentro de sus innumerables

cámaras, donde los hipocampos habitaban y trabajaban y donde cultivaban los pequeños

crustáceos de los que se alimentaban.

En la esponja del gobierno de una de aquellas naciones, dentro de una de las cámaras más

fastuosas, se alojaba el general de más alto rango del ejército.

Perdone mi general.

¿Es un honor recibirle, Magof?. No suelo tener la oportunidad de hablar con miembros de

la casta científica. Como seguramente sabe, tengo entre mis manos asuntos de capital

importancia así que espero que el suyo también lo sea.

Se trata de algo importante. Algo que ha llegado del espacio exterior, de más allá de la

superficie y de la atmósfera.

¿Qué sucede, los Urr han decidido atacar primero y van a hacerlo desde bases en tierra

seca?

No señor, se trata de algo que han descubierto los trabajadores de los canales.

¿Qué es eso?

Han estado recibiendo extrañas señales de radio. Algo que no hemos sido capaces de

descifrar.

61
También aquí hemos estado recibiendo mensajes por radio y si las hemos podido

descifrar, eran mensajes de los otros a sus espías.

No parece tener nada que ver con el espionaje señor. Hemos localizado el origen de las

ondas y proviene de algún lugar en el espacio. Se debe de tratar de un objeto emisor en

órbita estacionaria. Es posible que los otros también lo hayan recibido.

Ellos no tienen la tecnología para poner objetos en el espacio. Lo sabríamos. Nos habrían

destruido ya.

Si no son ellos deben de ser seres de otro planeta.

¿Porqué seres de otro planeta enviarían una señal que rebota al llegar al agua?

Estamos trabajando con la hipótesis de que esos seres provengan de tierra firme y no se

les haya ocurrido pensar que pueda haber vida inteligente bajo el agua.

Estúpido. La vida proviene del mar, usted es científico y lo sabe. Todo lo que crece en la

tierra es primitivo y salvaje. Si se tratara de alienígenas habrían evolucionado en el agua,

como nosotros.

O eso o han cometido un error al enviar ondas de radio, pero parece poco probable.

Me gustaría tanto como a usted contactar con vida alienígena. Sepa que me intriga tanto

como a todos los hipocampos la aparición de objetos redondeados desplazándose a gran

velocidad tanto por el espacio como por el agua pero no diré que creo en alienígenas

hasta que me encuentre con ellos cara a cara, por ahora lo que creo es que los otros han

ideado un sistema para comunicarse sin que interceptemos sus mensajes y ahora ¿Qué es

lo que quiere de mi?

Me gustaría que permitiera dirigir un equipo para averiguar que contiene el mensaje.

62
De acuerdo. Si el aparato en órbita está transmitiendo mensajes para los otros quiero

saberlo.

CAPÍTULO 5

Terminada la reunión informativa Ágata y Pablo se encontraron en privado con Marcelo

en su despacho para recibir las instrucciones sobre el viaje.

Supongo que sabéis, dijo Marcelo, que el vuelo dura dos semanas y que mientras estéis

en la nave no tendréis contacto con el mundo exterior.

Tanto a Pablo como a Ágata les dio un escalofrío. Estar aislados del resto del anillo era

algo nuevo para ellos.

Pasaréis el viaje bajo narcosis, dijo Marcelo. Entraréis en lo que se ha dado en llamar

estado de hibernación. Entraréis en unos tanques parecidos a los de entrada al metaverso

y, en ellos, se mantendrán vuestras constantes vitales al mínimo.

Es la mejor opción, sin duda, dijo Pablo.

Para amenizar vuestro letargo podéis elegir entre una serie de sueños inducidos que os

provee la compañía de transporte o inducir los que vosotros llevéis.

¿La duración no podría ser más corta?, preguntó Ágata.

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No es posible. La nave usará la autopista espacial, eso es lo más rápido que se puede

conseguir.

La autopista era una modificación en la geometría del espacio que siendo seguida por

las naves permitía un ahorro considerable de tiempo en los viajes entre la Tierra y las

colonias espaciales.

De todas formas os he preparado sueños con información sobre la Tierra, su historia,

constumbres, tipos de gobierno, ecología, etc.

Y, una vez allí, preguntó Pablo. ¿Qué tenemos que hacer?.

Eso es lo más complicado de todo, dijo Marcelo. Hay ciertas limitaciones legales para

ponerse en contacto con el omni.

No me extraña, dijo Ágata, si son tan controvertidos como dices, el gobierno pondrá

dificultades para contactar con ellos.

Así es. La primera dificultad radicará en convencer al alcalde de la ciudad a la que iréis,

Madrid, de que necesitamos acceder al omni.

Y, ¿qué problema habrá en eso?, preguntó Pablo

El problema está en que no podéis revelar el verdadero sentido de vuestra misión. Como

sabéis es un asunto de seguridad del anillo. Es secreto y así debe permanecer. Con el fin

de convencerle tenéis una misión “tapadera”, que es la de formar parte de una

representación comercial. Vuestro trabajo ficticio será llevar los datos para el diseño de

un proyecto arquitectónico vanguardista. El omni al que vais a visitar es uno de los sumos

sacerdotes de la secta de los osirianos pero, aparte de eso, se dedica a realizar proyectos

de arquitectura extrema.

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Eso parece bastante complicado, dijo Ágata, y nosotros no tenemos experiencia ni en

relaciones comerciales ni en arquitectura.

Todo lo que necesitáis saber está en un sueño inducido que he preparado para vuestro

viaje. Es el primero que usaréis.

Por cierto, dijo Pablo, ¿qué es arquitectura extrema?.

Es una disciplina de la arquitectura que se caracteriza por la creación de diseños, sobre

todo de edificios, con formas estéticamente impactantes. En ella se utiliza todo tipo de

materiales y se intenta crear nuevos métodos para que, a pesar de la inestabilidad que el

diseño confiera a la estructura, esta sea tan estable como una pirámide.

Parece fascinante, dijo Ágata. Me encantaría ver alguno de esos edificios.

Es posible consultar imágenes de ellos en la bases de datos, dijo Marcelo, pero tendréis la

oportunidad de verlos con vuestros propios ojos cuando visitéis al omni él mismo os dirá

donde han sido realizados sus proyectos.

Más allá, en el planeta, al que sus habitantes llamaban Mar los hipocampos de uno y otro

lado de la plataforma continental se enteraban de que habían estado recibiendo un

mensaje de otra civilización, de otros seres y, además de seres que no habían

evolucionado en el agua. De las tres revelaciones, la última era la que más les sorprendía.

Sin embargo, y a pesar del malestar que les producía la rotura de sus esquemas, la

esperanza de entrar en contacto con aquellos seres les llenó de esperanza y sirvió de

excusa para aplazar sus planes de aniquilación mutua.

65
Y mientras todo aquello ocurría Pablo y Ágata se preparaban para el viaje a la Tierra,

inconscientes, de que, en el momento en que bajaran de la nave, la noticia del contacto

con la civilización de los hipocampos ya sería conocida por toda la humanidad.

- Lo que no acabo de comprender, le dijo Pablo a Marcelo mientras se dirigían, con Ágata

hacia la zona de embarque, es que es lo que el omni quiere conseguir a cambio de su

cooperación con nosotros.

- Ser un dios, contestó Marcelo. Uno de verdad.

- No comprendo. ¿Para qué?. Tiene poderes que ningún humano ha soñado llegar a

poseer.

- No es suficiente, contestó Ágata. Ser un dios no significa sólo ser más inteligente que

nadie o ver más que nadie. Es necesario trascender las leyes de la física, de la

degeneración a la que el tiempo nos somete y, ser inmortal.

- De acuerdo, dijo Pablo. Las llaves pueden darle poderes que le permitan hacer cosas

que van contra las leyes de nuestro universo, pero de ahí a ser inmortal…

- Para el omni, dijo Marcelo, por cierto no se si he comentado que su nombre es Horus.

Pues bien, para él se trata de un primer paso. De todas formas no podemos permitirle que

conozca todas las llaves, podría ser peligroso y entraríamos en un conflicto con las

autoridades terrestres.

66
- Entonces ¿Cuáles va a poder usar?

- La de la adivinación simple, dijo Ágata. Es una forma de predicción que permite

detectar objetos perdidos o escondidos y hacer predicciones sobre acontecimientos de

poca repercusión en un futuro cercano.

- Es ideal para realizar experimentos, dijo Pablo.

Siguieron comentando detalles del viaje y de su estancia en Madrid hasta llegar a la zona

de embarque. Allí se despidieron calurosamente. Ambos estaban ilusionados y excitados

tanto por la importancia de las investigaciones que iban a realizar como por el hecho de

emprender un viaje real a la Tierra.

CAPÍTULO….

La nave era mucho más grande que aquellas en las que se viajaba para trasladarse de un

sector a otro del anillo. En esta, la mayoría de los pasajeros eran empresarios terrestres.

La diferencia era evidente. Antes de subir al taxi que los llevaría a la nave se habían

vestido a la moda de las grandes ciudades pero se les hizo evidente que no era lo mismo

que llevar ropa en el metaverso donde todo queda bien y los tejidos no se sienten sobre la

piel. Que a los terrestres ir vestidos no les resultaba incómodo les era evidente por la

67
ligereza con la que se movían, todo lo contrario que ellos, para quienes cada movimiento

era incómodo.

Muchos de aquellos viajeros eran representantes de negocios que iban al anillo para

comprobar la llegada de sus mercancías o para reunirse con gente de los gobiernos

locales del anillo. Se relacionaban con facilidad entre ellos pero se comportaban de

manera diferente a los anulares.

Los habitantes del anillo, o bien se conocían por haber crecido juntos o por entrar a

formar parte de grupos de trabajo, de aficiones o de experiencias sexuales. En cualquier

caso, siempre había una forma de entrar y de ser aceptado en un grupo que era parte de la

cultura y de los objetivos del grupo. Pablo y Ágata se daban cuenta de que existían

protocolos para presentarse entre los terrestres pero no era fácil diferenciarlos. Les

resultaba intranquilizador. Les pareció muy enredado. Temían caer en una multitud de

malentendidos por no saber con certeza si la persona con la que se entablaba diálogo

comprendía sus intenciones.

Durante los días que se mantuvieron despiertos pudieron observar que el problema de los

malentendidos también afectaba a los terrestres. Ágata que era la más perspicaz para

darse cuenta de pequeños detalles vió como un pasajero había comenzado usando un

protocolo de presentación oficial con la representante de una empresa metalúrgica para,

al cabo de unas horas, para usar un protocolo de seducción. La representante no se dio

cuenta del cambio y mantuvo la conversación con interés, lo cual, según el protocolo de

seducción que el hombre creía que la mujer había aceptado, era considerado como una

señal de agrado. El hombre pasó entonces a un protocolo de invitación al sexo que

68
obviamente sorprendió a la mujer que, por su parte, cambió a un protocolo de agresión y

autodefensa dándole al torpe hombre una sonora bofetada.

Se produjo entonces un gran revuelo. Pablo se dio cuenta además de que los hombres

tendían a agruparse en un foro de opinión que apoyaba al abofeteado y las mujeres a la

abofeteadora. Ninguno de los dos grupos parecía tener una opinión concreta sobre lo

sucedido y, como ni víctima ni agresor parecían querer iniciar el protocolo de debate las

opiniones derivaron hacia aspectos abstractos, cuyo tema principal era el protocolo usado

por ambos.

Te das cuenta, dijo Pablo. Deciden como actuar por intuición. Esta se llega a adquirir por

prueba y error como aquel hombre. Seguro que no se le olvida lo que ha sucedido.

Es un hombre adulto, dijo Ágata. Debe haber tenido tiempo de sobra para aprender de sus

errores. No se. Yo creo que en su caso debe contar algún factor cultural.

Si es así, entonces la elección del modo adecuado se rige más por la educación que por la

intuición.

Creo que, en ese caso será mejor que limitemos nuestras relaciones sociales al mínimo.

Si. De lo contrario cometeremos un error tras otro y echaremos al traste nuestra misión.

Perdón si les interrumpo, dijo un hombre que se había sentado a su lado sin intervenir en

la discusión.

Si, contestó Ágata. ¿qué desea?

Me llamo Alberto Pereira. Soy arquitecto y estoy en el anillo por negocios. Ustedes,

obviamente no proceden de la Tierra.

Si, así es, contestó Ágata.

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¿Quería usted decirnos algo?. Preguntó Pablo.

Si, su conversación sobre protocolos resulta muy interesante. A nosotros los terrestres nos

resulta difícil ver las cosas desde un punto de vista tan técnico.

¿A qué se refiere?, preguntó Ágata.

A su análisis de las relaciones entre la gente. Verá para nosotros es todo muy natural,

nadie se plantea conscientemente si hay que usar una fórmula concreta de un catálogo

establecido para entablar relaciones, generalmente uno busca en su bagaje cultural y en su

experiencia lo que puede ser más adecuado. La decisión sobre que palabras usar y de que

manera se toma analizando la situación en décimas de segundo.

En ese caso, dijo Pablo. Quizás usted pueda explicarnos que es lo que ha pasado entre ese

hombre y esa mujer.

En principio proceden de la misma cultura y el hombre no debería haber cometido la

torpeza de creer que ella le gustaba. Pienso que en el momento de conocerla ella se

mostró muy simpática y él lo interpretó como interés sexual.

Es un poco difícil imaginar que a esa guapa mujer le interese un hombre entrado en años

y de aspecto más bien desagradable, dijo Ágata.

Si, y probablemente por eso su propia excitación lo ha cegado y ha creído ver señales de

aceptación en los gestos de la mujer, aunque ella no está exenta de culpa.

¿Por qué?, preguntó Ágata.

Porque, su exceso de simpatía era fácilmente interpretable como interés sexual.

No comprendo, dijo Pablo. ¿Por qué era ella tan simpática con él si no le gustaba?.

70
Porque es uno de los hombres de negocios que más transacciones realiza entre el Anillo y

la Tierra y creo que ella quería seducirle para que él la introdujera en su círculo de

negocios.

¿No es eso jugar sucio?, preguntó Pablo.

Si, añadió Ágata. Si tuviesen la buena costumbre de dejar las invitaciones sexuales para

un lugar y tiempo apropiados no habría ni gente que usara la seducción con malos fines ni

brutos que se sobrepasasen.

Aunque a mi me parece, dijo Alberto, que la seducción es mucho más excitante cuando

se produce en los lugares y tiempos menos esperados. Pero es cierto, ella ha jugado sucio.

Hay que comprender, sin embargo que ella posee un arma muy poderosa. El deseo que su

belleza produce en los hombres y es difícil para una mujer así no usar ese arma.

Me temo que es muy complicado para nosotros, dijo Pablo. No se si podríamos

comprender todos esos intrincados juegos sociales. En el metaverso todo es muy directo y

sin dobles sentidos.

Por cierto, dijo el hombre, ¿a qué van a la Tierra, concretamente?

A consultar un proyecto arquitectónico, dijo Pablo.

Es curioso, yo soy arquitecto, ¿puedo preguntar con quien quieren consultar su proyecto?

Con Horus, un omni que habita en las cercanías de Madrid, ¿Conoce usted Madrid?,

preguntó Pablo.

Si claro, allí es a donde voy. Que curiosa coincidencia, aunque no tengo ninguna relación

con los osirianos. ¿Pero dígame, que clase de proyecto es ese?

Ni Pablo ni Ágata sabían todavía nada del proyecto ni tenían conocimientos

arquitectónicos para salir del paso. Todo lo tenían en los sueños inducidos que iban a

71
experimentar durante la hibernación. Ambos se quedaron sin habla. Ágata fue la más

rápida en reaccionar y contestó:

Verá, no estamos autorizados a decir nada.

¿Quiere decir que es secreto?

Más o menos. No es un secreto pero no está todavía aprobado y nuestros superiores no

nos permiten comentarlo hasta que no sea público.

Ah, comprendo. De todas formas les voy a enseñar lo que yo estoy preparando. Es algo

para un parque de recreo infantil.

Alberto Pereira sacó de su bolsillo un pequeño proyector holográfico y en un segundo el

aire entre ellos se llenó de mapas y planos. La situación se ponía difícil para Pablo y

Ágata. Miraban preocupados todas aquellas líneas sin saber como zafarse cuando sonó un

timbre.

Ah, dijo Alberto. Es la hora de ir a dormir. Ahora es cuando cada uno de nosotros se

dirige a su cámara de hibernación. Por cierto no me han dicho como se llaman.

Yo me llamo Pablo

Y yo Ágata.

Pablo y Ágata ¿qué?

No entiendo, dijo Pablo.

Pues eso, que cuales son sus apellidos. Ah, perdone. Se me había olvidado, que ustedes

no tienen apellidos.

No, es cierto. Dijo Ágata. Son innecesarios. Cada uno tiene un nombre y un número de

identificación personal. Pero si no me equivoco ustedes también.

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Así es, dijo Alberto ya de pie ante su cámara. El uso de apellidos es una tradición sin

utilidad alguna. Es algo que nos une a nuestra familia, a nuestros antepasados. Bueno,

hasta la semana que viene. Buenas noches.

Transcurrida la semana el pesado sueño de la hibernación llegó a su fin. Se levantaron y

accedieron por turnos a las duchas y a las cabinas para secarse y vestirse y, por último,

fueron al comedor a tomar el típico desayuno de gelatina lechosa con cafeína. Era lo más

alejado a un desayuno aceptable que en cualquier cultura terrestre o extraterrestre se

conociera, pero el estómago era el órgano más perezoso del cuerpo y aquello era lo único

que podía aceptar con proteínas e hidratos de carbono.

¿Qué tal el despertar?, dijo Alberto sentándose a su lado.

¿Será igual cuando lleguemos a la Tierra?, preguntó Ágata.

Si, igual.

Entonces, contestó Ágata ¿por qué hemos de pasar por esto dos veces?, es como una

resaca.

Es un requerimiento básico de la hibernación, interrumpió Pablo que conocía bien todo lo

relacionado con viajes espaciales. El metabloismo humano no puede mantenerse bajo

mínimos tanto tiempo sin que después no le cueste despertarse.

73
Por lo visto, añadió Alberto, si se dejara en hibernación varios meses el despertar sería

incomparablemente peor. Dicen que en los principios de la exploración espacial se dieron

casos incluso de suicidio por no soportar el dolor.

Ingerir la gelatina resultaba difícil y trabajoso pero poco tiempo después uno se sentía de

nuevo con fuerzas. Entonces se iba al salón recibidor, el mismo al que se había entrado al

llegar a la nave.

Allí Pablo y Ágata siguieron la conversación con Alberto. Tras haber pasado el mal trago

del despertar juntos se sintieron más confiados y pasaron a tutearse. A pesar de haber

adquirido amplios conocimientos de arquitectura durante el sueño se dieron cuenta que

les resultaba muy difícil opinar sobre los proyectos que este les mostraba. Podían

comprender todos los detalles técnicos pero se les escapaba la belleza de las formas o

conceptos relacionados con el efecto emocional de los espacios y la luz. Por suerte su

atención la atrajo el comportamiento del rico hombre de negocios y su ofendida

acompañante. En esta ocasión el hombre se acercó a ella para pedirle perdón y ofrecerle

una flor que Alberto no pudo explicar de dónde podía haber sacado.

Tenía que llevarla con él, comentó Ágata.

Estoy de acuerdo, dijo Pablo.

En cualquier caso, dijo Alberto, creo que deberías de observar lo que está sucediendo.

Si, dijo Pablo. Él está suplicándole que le perdone y ella permanece impasible.

Y ahí está la diferecia más importante entre el universo y el metaverso. Lo que no se

puede ver.

No te entiendo, dijo Pablo.

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Lo que véis no es la verdad, tanto él como ella están haciendo teatro, están representando

un papel. Mirad. Ella se muestra indiferente pero no se va del lado de él ni le dice que

deje de molestarla. En realidad está deseando perdonarle pero tiene que guardar las

apariencias y él, todo lo que hace parece poco natural, como si estuviese siguiendo las

instrucciones de un Cicerón.

¿Qué es in Cicerón?, preguntó Pablo.

Es un tipo de mentor que se introduce en la memoria., dijo Ágata.

Creo que he oido hablar de eso, dijo Pablo. Se trata de un individuo con personalidad y

experiencia propias pero que sólo toma vida al ser introducido en la mente de un receptor

humano.

Exacto, dijo Alberto. Este debe de estar diciéndole lo que tiene que hacer para arreglar la

situación.

He oido que existen mentores para cada situación, dijo Pablo.

Si, es cierto, contestó Ágata. Pero usarlos tiene sus desventajas. Cuanto más complejos y

sabios mayor espacio ocupan en el cerebro. La memoria libre de la que disponemos en el

cerebro es muy grande pero es necesario que permanezca libre en su mayor parte. Si se

ocupa mucha se pierde la capacidad de reaccionar con rapidez a algo inesperado.

Es por eso por lo que me he dado cuenta de que está usando un mentor, dijo Alberto. No

creo que tarde mucho en borrarlo, debe de estar harto de pensar tan despacio.

Y ella, ¿no se da cuenta?, dijo Pablo

Puede ser, pero le interesa salir de la situación y quedar lo mejor posible con él. El

mundo de los negocios entre la Tierra y el Anillo es muy pequeño y hacerse enemigos del

75
calibre de ese hombre es una idea nefasta. No me extrañaría que ella también se hubiera

introducido un mentor.

Y por eso no se da cuenta, dijo Pablo. Porque su mente también funciona más despacio.

Ahí está la cosa, dijo Alberto. En esa conversación hay cuatro personas, dos de carne y

hueso y dos que desaparecerán en cuanto las reales lleguen a una solución aceptable.

Increíble. Dijo Pablo.

De cuantas complicaciones nos libramos al emigrar al metaverso, añadió Ágata.

Si dijo Alberto, la vida en el universo es mucho más complicada, pero si observan con

atención cuando lleguen a la Tierra, se darán cuenta de que en ello radicará tanto lo peor

como lo más fascinante que encuentren.

¿Cómo puede saber lo sencilla o complicada que es la vida en el metaverso?, preguntó

Pablo. Ustedes en la tierra no tienen nada parecido.

Ahí se equivoca, contestó Alberto. Nosotros lo llamamos realidad virtual y se considera

paralela a la nuestra. En general la gente vive su vida en el universo físico pero la otra

realidad está muy presente aunque no nos sumergimos en tanques para pasar días o meses

sin salir.

En ese caso no es lo mismo, dijo Ágata. Para nosotros el universo es una realidad que

vivimos en la más temprana juventud, se acaba con la adolescencia y volvemos a ella en

la vejez para dedicarnos a cuidar de los más jóvenes.

Es lo contrario que para la mayoría de nuestros jubilados, dijo Alberto. Casi todos

deciden comprarse un tanque de inmersión y pasar la jubilación en la realidad virtual.

¿Por qué?, preguntó Ágata.

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En aquél momento sonó el timbre. Era la hora de volver a las cámaras de hibernación. La

gente se levantó sin demasiadas ganas y se dirigieron a sus lugares de reposo.

Seguiremos nuestra conversación en el próximo desayuno, dijo Ágata, me parece muy

interesante eso que me ha contado de los jubilados.

De acuerdo. Buenas noches.

Cuando Alberto se hubo metido en su cámara, Pablo acertó a preguntar antes de que

Ágata cerrara la tapa de la suya.

¿Por qué te parece tan interesante lo que ha dicho Alberto sobre los jubilados?

Porque eso significaría que gran parte de los servicios que damos o producimos en el

anillo a la Tierra los consumen sus ancianos. Es curioso, ¿no?. ¿Cómo es posible que tan

solo una parte de la población sea capaz de suministrar el treinta por ciento de nuestra

riqueza?

Pablo no pudo responder, no sabía como. La tapa se cerró sobre su cabeza y unos

imperceptibles campos magnéticos comenzaron a enfocarse y a pulsar sobre las áreas

límbicas del cerebro haciéndole sentir que descendía en un reino de oscuridad y ensueño.

En aquel reino pronto comenzarían a aparecer los personajes de su sueño inducido,

aquellos que le guiarían por la historia y las costumbres del lugar al que se dirigían.

77
Al salir de la hibernación el doloroso proceso se repitió de forma idéntica. Los pasajeros

con mayor experiencia se mostraban más alegres que tras el primer despertar porque

sabían que estaban llegando a la Tierra. Alberto era uno de ellos. Se sentó

inmediatamente al lado de Ágata quién no perdió tiempo en preguntarle sobre los

jubilados terrestres pues de ellos no se hablaba especialmente en los sueños inducidos.

Ser viejo es doloroso y feo, dijo Alberto. Esa ha sido la verdad inexorable para toda la

humanidad hasta hace bien poco. También era un problema el hecho de que los viejos

consumieran más recursos de los que producían, sobre todo en sociedades altamente

envejecidas y, por si fuera poco sólo se vivía, como mucho ciento treinta años, y eso en

un estado físico deplorable. Esto abocaba a menudo a los ancianos a la pobreza, pero la

realidad virtual lo cambió todo. Invirtiendo una fracción mínima de su sueldo una

persona podía adquirir riquezas, belleza y capacidades infinitamente mayores y mejores

de las que poseería de permanecer en la realidad a secas. De esta forma muchos

comenzaron a ahorrar para fomentarse una vejez idílica, aún a sabiendas de que nada de

lo que disfrutaban existiera físicamente.

Entonces, preguntó Pablo, ¿los ancianos terrestres viven, como nosotros en el

metaverso?.

No exactamente, dijo Alberto. Los gobiernos se dieron cuenta, en seguida, del ahorro que

este tipo de jubilación suponía para las arcas de los estados y comenzaron a invertir en

servicios virtuales para jubilados, ya fuera proveerles de diversión, bancos de memoria

para descargar sus recuerdos y acceder a ellos con facilidad, y un sinfín de atractivos.

Pero, aún así, el progresivo envejecimiento de la población hacía que esta solución fuera

sólo temporal. Lo mejor de todo vino con el desarrollo de la robótica. La mayoría de

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gobiernos proveen a los que se jubilan de un androide cuyo aspecto es idéntico al

propietario en el momento de su jubilación y este le sirve como nuevo cuerpo.

¿Quiere decir que los viejos viven el la realidad mediante un cuerpo artificial?, preguntó

Ágata.

Exacto. Mientras su cuerpo yace inerte en un tanque esterilizado una legión de nanobots

entran y salen de él, reparando los daños de la edad y las enfermedades genéticas. Gracias

a eso la mente vive una vida activa y saludable en un cuerpo nuevo que le permite sentir

casi lo mismo que el original o incluso más. Eso permite a las personas de más de

ochenta años ser tan activas y necesarias para la sociedad como un cuarentañero y seguir

así hasta más o menos los doscientos años.

Sin embargo, dijo Pablo. No hemos oído hablar de que haya superpoblación en la Tierra.

Tras la primera jubilación, contestó Alberto, a los ochenta años, se puede vivir a través de

un androide todo el tiempo que se quiera, tras la segunda a los ciento sesenta sólo de vez

en cuando se deja la realidad virtual. Además la gente tiene muy pocos hijos. A menudo

se esperan a tenerlos pocos años antes de la primera jubilación, cuando ya han ahorrado

bastante dinero para comprarse un buen medio en el que vivir y, lo que es más caro, uno

o varios androides con su aspecto de jóvenes u otros diferentes, específicos para,

digamos, diversión o aficiones concretas.

Entonces, ¿cómo saber si alguien que se encuentra es de carne y hueso o un

androide portador de una mente humana?

Si el androide es el que el gobierno regala es fácil, porque el aspecto es el de una persona

de setenta años. No hay casi personas de esa edad así que el noventa y nueve por ciento

79
de las que veáis serán androides. Entre los jóvenes yo diría que hay un setenta y pico por

ciento de androides y ellos son casi imposibles de identificar.

En cualquier caso no es legal construir androides con aspecto menor a 18 años.

¿Por qué?, preguntó Pablo.

Para proteger a los niños y adolescentes de adultos malintencionados. Y porque los

adolescentes son fundamentalmente tribales y la presencia de adultos disfrazados entre

ellos sería rechazada. Les haría sospechar unos de otros y les volvería paranoicos.

Entonces encontrarían una forma de detectarlos, aseguró Ágata.

La única forma es hacerles un escáner o tener un contacto muy íntimo y no siempre se

descubriría porque algunos modelos de androide son totalmente idénticos a un cuerpo

humano.

¿Un contacto íntimo significa sexo?, preguntó Ágata

Si claro. El cuerpo artificial permite disfrutar de todo lo natural. A estas alturas sólo

grupos religiosos fanáticos se oponen a pasar la vejez de esa manera.

¿Entonces la gente, por qué compran las cosas que nosotros diseñamos?, dijo Pablo.

Tener una esperanza de vida ilimitada es el gran sueño de la humanidad desde siempre,

contestó Alberto. Actualmente hemos llegado a los doscientos sesenta años de media. Eso

es casi el doble de lo que podríamos vivir en las mejores condiciones. Un logro fabuloso.

Ya, dijo Pablo, pero ¿es que no hay gente creativa en la Tierra?

Muy poca, tengan en cuenta que cuando alguien puede vivir tantos años no se da ninguna

prisa en alcanzar sus metas. Los jóvenes si son creativos, pero verá, los menores de

treinta años constituyen apenas un doce por ciento de la población.

80
Por eso entonces les llevamos la delantera en innovación, dijo Ágata. En el anillo la

esperanza media de vida son ciento diez años. Pero aún así ¿qué es lo que le interesa a su

envejecida población de nuestros productos?

La gente paga sumas enormes por experiencias emocionantes, por poseer mansiones de

estilos artísticos únicos o inventados por los mejores diseñadores, por tener cuerpos

bellos y vestir ropas elegantes, seductoras y vistosas, y todo ello está hecho usando un

material tan barato como lo es la información. Información que se guarda, viaja y

transforma en computadoras propiedad de los estados y que resulta fácil y barata de

mantener. Pero díganme, ¿no lamentan ustedes morir tan jóvenes?

Nuestras experiencias, dijo Ágata, se diluyen entre las personas que nos rodean.

Compartimos memorias, emociones, sensaciones, pensamientos íntimos y todo lo que

podemos con las personas que nos son cercanas. Lo que nosotros somos sigue existiendo

tras nuestra muerte y pasa a las siguientes generaciones que tienen la posibilidad de sentir

todo lo que nosotros hemos experimentado o de recordar como propias nuestras

sensaciones y experiencias. La palabra muerte no tiene sentido para nosotros.

Parece que la individualidad se diluye en su metaverso. Sin embargo nuestros mayores y

ancianos la conservan toda su vida y ven siempre la cercanía de la muerte como una

amenaza. Aunque no se crea que por ser viejos son poco activos. Participan en todas las

áreas de la sociedad y usan mucho sus cuerpos sustitutorios.

Es decir, dijo Pablo, que sus ancianos viven a caballo entre el universo y el metaverso.

Son tan productivos como los jóvenes y además no consumen casi nada en alimentación,

vivienda ni cuidados médicos.

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Así es. Cuando el anciano vuelve a casa lo hace a la realidad virtual tras haberse metido,

como androide, en una caja de seguridad y haberse desconectado. Vaya, parece que ya

estamos llegando.

En efecto en la pantalla del comedor apareció un reloj indicando una cuenta atrás.

Faltaban tres horas para aterrizar en el aeropuerto de Madrid Barajas.

CAPÍTULO

Normalmente al salir de la nave espacial se tenía que esperar a recibir el equipaje.

Cientos de años de evolución del transporte desde la prehistoria de la aviación hasta

el transporte por supercuerda no hablan servido para mejorar el aspecto más

enervante de todo el viaje, la espera al equipaje en el puerto de llegada. En su caso

una empresa terrestre se iba a hacer cargo de su recogida y transporte al hotel.

El hall del aeropuerto era muy espacioso. Una gran cúpula con el techo de vidrio y

metal les dejaba ver el color del cielo. Era muy parecido al suyo aunque aquella

cúpula inmensa era impensable en el anillo, donde el ahorro de espacio era esencial.

82
En el centro había un jardín tropical ovalado y a su alrededor tiendas con ropa y

recuerdos. A Julia le fascinaban los vestidos. No podía dejar de observar a las mujeres

que paseaban a su alrededor. El hecho de que fueran de materiales reales la fascinaba.

No se había imaginado que toda aquella belleza fuera posible fuera del metaverso. La

variedad de colores, formas y texturas y los diferentes efectos que causaban al

modificar la belleza original del cuerpo. Aquello interesó también a Pablo en un

principio, pero por poco tiempo.

Cuando salieron de allí el espectáculo del cielo sobre sus cabezas y las amplias

avenidas que se extendían ante ellos les sobrecogió. No era que el efecto visual del

cielo artificial al que estaban acostumbrados no se pareciera sino que aquello era real.

El saber que no era un truco, que no podían tocar las nubes y que el punto luminoso al

que no se podía mirar era el sol de verdad les hizo sentir vértigo y exaltación. Tenían

la vaga sensación de haber, de alguna manera, vuelto a casa, al lugar de donde

procedían, a la realidad. Como si toda su existencia anterior en un mundo ideal

quedase, de pronto, como algo lejano.

Se quedaron ensimismados mirando a su alrededor hasta que empezaron a sentir que

el sol de julio les quemaba la piel, entonces volvieron para buscar un medio de

transporte.

Al lado mismo de la puerta por la que habían salido se encontraba la entrada al metro.

Este constaba de una escalera estrecha, por la que se descendía unos tres metros y que

llegaba hasta una pequeña antesala en la que había un panel donde introducir los

datos, recibir el permiso para embarcar y el número de cápsula a esperar. Había doce

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personas esperando. Al cabo de un rato llegó una capsula cilíndrica con capacidad

para cuatro personas y subieron dos, luego llegó otra donde subió uno, otra donde

subieron cuatro luego tres y dos más. Cuando llegó su turno aún subieron otros dos

ocupantes más con ellos.

La cápsula se introdujo en la red de transporte llevándoles por la intrincada red que

surcaba el subsuelo de todas las calles de la ciudad. En el camino que seguían,

realizaron varios cambios de dirección, hacia abajo, hacia la derecha, hacia arriba de

nuevo. Pararon varias veces en las que, en unas bajaron sus compañeros de viaje, en

otras subieron otros nuevos. Finalmente, después de quince minutos estaban, al fin, en

la calle de Carretas.

La monumentalidad de las avenidas y el estilo arcaico de aquellos enormes edificios

de piedra resultaban inconcebibles.

Siguieron caminando hacia la esquina con la plaza Puerta del Sol y el espectáculo les

dejó anonadados. No era el Palacio de Hielo, nombre que recibía el monumento al

neoclasicismo madrileño, sino la fuente en el centro de la plaza, algo que jamás

habían visto, ni siquiera en las películas sobre la Tierra.

Se acercaron a ella para poder verla de cerca y con la esperanza de poder tocarla pero

esta estaba protegida por un escudo invisible que les hacía más pesado caminar a

medida que acortaban la distancia.

Finalmente volvieron atrás, hacia la esquina donde estaba el hotel en el que iban a

alojarse.

Marcelo había reservado para ellos un par de sorpresas. La primera, que la habitación

era en realidad un apartamento con tres habitaciones, un pequeño salón y cocina. En

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una de las habitaciones había un pequeño gimnasio. En el salón, en un armario tenían

una pequeña sueñoteca organizada por temas que iban desde historia a la naturaleza o

la economía de la Tierra. Todo era muy espacioso y de un estilo completamente

diferente al del lugar del que venían. Desde el balcón se podía ver la Puerta del Sol.

- La verdad, ¿Qué te parece?, preguntó Pablo.

- Fantástico. La vista desde la habitación es preciosa, pero me imponen respeto los

espacios abiertos tan grandes.

- Si, es cierto y estos edificios tan antiguos. Este mismo hotel debe de tener cientos de

años.

- Vamos a conectar con Marcelo, dijo Ágata. Estará impaciente.

Ágata puso su comunicador encima de la mesa. Mentalmente entablaron contacto con

este y por él con el Anillo. En un momento apareció el despacho de Marcelo.

Las instrucciones que recibieron fueron las de dormir mucho sin usar los sueños

inducidos y visitar la ciudad. Era un alivio después de un viaje tan largo. Por otro lado

les permitiría acostumbrarse sin prisas al ambiente en el que iban a desenvolverse

durante meses.

La reunión con el alcalde había sido concertada, con anterioridad a su partida, para el

cuarto día.

Pasearon por la calle da Alcalá, por la Castellana y por el parque del Retiro. Las

avenidas eran decididamente demasiado grandes para la poca gente que caminaba por

ellas. El suelo gris con sus líneas y símbolos pintados de blanco les resultaba

enigmático. Sabían que en otros tiempos los medios de transporte habían viajado por

85
aquellas calles y podían imaginar para qué servían los dibujos que pisaban, pero no

todo les resultaba comprensible.

El cuarto día, como estaba previsto se dirigieron hacia el ayuntamiento. Lo hicieron a

pie, dado que no estaba muy lejos de allí, el día era claro y no hacía más calor del que

las telas térmicas de sus ropas podían regular. Estas aseguraban que, hiciera el tiempo

que hiciera, se sintiera uno como en el anillo. Era muy popular y de esa forma para

los pocos de carne y hueso el clima se hacía tan ideal como para los anulares.

Cuando llegaron a la Plaza de la Villa vieron enseguida el Ayuntamiento, que más

que alzarse, se extendía a lo largo de uno de los lados, un enorme espacio casi

cuadrado, abierto por un lado a la calle Mayor. El edificio rosado y blanco parecía

alegre y solemne a la vez, una combinación que les hubiera parecido imposible si les

hubieran dicho que algo así existía. Estando frente a él, sin embargo, les parecía

completamente natural.

Entraron presentando sus tarjetas de identificación al policía de la entrada, que las

escaneó con un dispositivo intraocular, después siguieron sus indicaciones para

dirigirse a la oficina del alcalde. Este parecía un hombre de unos treinta años, aunque

la información con que contaban decía que superaba los ochenta, moreno, de pelo

corto y rizado, tez alargada y con gafas redondas. La primera impresión que daba era

la de ser una persona inteligente y de carácter afable.

- Buenos días, les dijo sonriente. Era una sonrisa abierta que contagiaba alegría y

confianza,

- Buenos días excelentísimo alcalde, dijo Pablo. Como representante de la oficina de

proyectos arquitectónicos del sector XII del Anillo, mi ayudante y yo le agradecemos

86
en nombre de nuestra sociedad habermos recibido.

- Mucho gusto.

Se dieron las manos, se sentaron y, después de las presentaciones pasaron a hablar del

falso proyecto.

Toda la reunión transcurrió en un ambiente muy positivo. El alcalde no parecía

entender mucho del tema, ni estar muy interesado en los pormenores. Julia y Pablo

estaban muy excitados en vista de lo cerca que estaban de superar aquel trámite.

Cuando por fin el alcalde se dignó a firmar su visto bueno les quedó solo enterarse de

a que familiar del omni podían visitar.

- No tienen que preocuparse por buscar al familiar, ese tema ya está resuelto.

- No entendemos, dijo Pablo. Sin la aprobación expresa de un familiar no podemos

acceder al omni. ¿Tienen ustedes ya esa aprobación?

- Casi, solo falta ultimar un pequeño detalle.

- ¿Qué detalle?, preguntó Ágata fastidiada, previendo el principio de sus problemas.

- Como ustedes saben cualquier familiar del omni que lo desee puede establecer

condiciones para el acceso a este

- Lo sabemos, dijo Ágata

- Estamos dispuestos a negociar las condiciones con el familiar con quien hablemos,

en unos términos razonables, claro. Añadió Pablo.

Exacto. Como supongo que sabrán, las capacidades mentales de los omnis son muy

superiores a las del ser humano. Eso ha hecho que sean, no solo los jefes religiosos de sus

sectas, sino su mayor fuente de financiación.

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- Estamos al tanto, dijo Pablo. Sabemos que alrededor de los omnis se organiza una

red de negocios que usa sus extraordinarias facultades mentales y que se extiende

mucho más allá de los miembros de la secta.

- Ciertamente, contestó el alcalde. Y, los familiares, obviamente usan sus privilegios

en provecho propio. Por esa razón, generalmente no es nada barato obtener su

aprobación.

- Eso también lo sabemos, dijo Pablo impaciente.

- ¿A dónde quiere ir a parar?, interrumpió Ágata.

- En este caso, en cambio, siguió el alcalde, la condición para que accedan al omni no

será económica

- Eso resulta curioso, volvió a interrumpir Ágata, pero no creo que nos vaya a gustar.

Pablo le miró de reojo con furia. Estaba empezando a crispar el ambiente.

- En este caso, el familiar exige que una psicóloga, especializada en omnis, participe

en sus investigaciones.

- Inadmisible!, dijo Ágata levantándose. Pablo la cogió del brazo y la obligó a

sentarse.

- No forma parte de nuestro proyecto incluir a una psicóloga, dijo Pablo. No la

necesitamos y, francamente nos estorbaría. Hablaremos directamente con el familiar y

llegaremos a un acuerdo.

- Ya lo están haciendo.

- No lo creo, contestó Pablo. Como ya le he dicho preferimos hablar directamente con

el familiar, no llegaremos a acuerdos por medio de terceros.

- Ya están ustedes hablando con el familiar del omni. Mi mujer es parte de esa cosa

88
mitad humana mitad cibernética y mi hija es la psicóloga que les acompañará.

Hubo un momento de silencio tenso. Pablo y Ágata se quedaron sin aliento. Nadie les

había advertido de aquello. Pablo pensó en como Marcelo podía no haberlo sabido.

Era un enorme error. Mientras consideraba que hacer para salir del embrollo Ágata

volvió a saltar de su silla.

- Pues hablaremos con otro familiar. A otro si le convenceremos.

- No es así como funciona esto, señora. De momento yo tengo la exclusiva del

contacto con Horus, si hablan con otro familiar serán dos las familias que se

repartirán los beneficios que saquemos de ustedes.

- Horus, el omni con el que deseamos conectar puede no estar de acuerdo en contactar

con su hija, dijo Pablo.

- Es cierto. Mi hija no estará con ustedes en Abydos. Por cierto, así es como se llama

la ciudad creada alrededor del culto a Osiris, del que, como sabrán, Horus es sumo

sacerdote. Ella simplemente les hará preguntas sobre sus conversaciones con Horus,

les hará recoger datos sobre ello y hará un seguimiento de sus investigaciones.

Ágata estaba casi fuera de si. Pablo, comprendiendo que no era posible tomar una

decisión sin consultar antes con Marcelo, decidió salir de allí antes de que el humor

de Ágata saltara por los aires y cometiera un grave error.

- Debemos, en ese caso retirarnos a considerar las condiciones. Gracias. Vamos

Ágata.

Ágata no dijo nada, ni siquiera miró al acalde cuando este les extendió la mano. Una

vez fuera del edificio Pablo la recriminó.

- Pero bueno, ¿estás loca?. Te das cuenta de lo delicadas que son las negociaciones

89
con el alcalde. No puedes ponerte hecha una furia, lo echarás todo a perder.

- Es mi proyecto. Mío y de Julia. No lo olvides. Si esa psicóloga entra a formar parte

de nuestro equipo lo vamos a tener muy difícil para mantener la verdadera misnión en

secreto y si no lo hacemos nos quedamos sin proyecto.

- Algo se le tendrá que ocurrir a él, o al consejo de administración, o al mismísimo

Núcleo. Si Núcleo no encuentra una solución nadie lo hará. Lo que está claro es que

ya se ha invertido mucho en esto para abandonarlo todo así como así.

Mientras debatían que hacer, el alcalde se dirigía al restaurante que se encontraba en la

planta baja del edificio del ayuntamiento. Allí, sentado ante una pequeña mesa redonda le

esperaba Alberto Pereira. El hombre vestía de forma elegante y su pelo presentaba unas

incipientes canas, a primera vista parecía tratarse de un hombre de negocios, un

arquitecto o un político pero al hablar con él se daba uno cuenta de que su físico atlético,

casi juvenil y la rapidez y suavidad de sus movimientos contrastaban con la idea que uno

tiene del carácter de alguien que ha alcanzado la cima de su carrera profesional y vive

una vida sin sobresaltos.

Puede que tengas razón, en lo de que no son arquitectos, dijo el alcalde. A mi me ha dado

más bien la impresión de que podrían ser científicos. Tienen un aire, no se, me recuerdan

mucho a los compañeros de facultad de mi hija y a algunos profesores suyos que

conozco.

Si, lo he visto todo. Gracias por la conexión de video. Hubiera odiado tener que

esconderme en un armario o pegar el oído a una puerta.

90
No hay de que. Como ves el despacho de un alcalde está equipado con todo tipo de

aparatos de seguridad y vigilancia.

Ya lo sabía hombre. Me lo dices como si no supieras a que me dedico. Creo que ha salido

todo bien. Sea lo que sea lo que se llevan entre manos tendrán que buscar una manera

convincente de escondérnoslo.

Es posible. Ella estará encantada de investigar a Horus. Es el proyecto de su vida.

Lo se, dijo el alcalde bajando la mirada con hondo pesar. Quizás esté sacrificando

demasiado para saber que es lo que se traen esos entre manos.

Venga, hombre, sabes perfectamente que tu hija ha estudiado lo que ha estudiado para

comprender aquello en lo que se ha comprendido su madre.

Si, pero aún así, no estoy seguro de que ese sea un sueño que valga la pena cumplir.

Eso es lo que pasa siempre con los sueños. El precio que tenemos que pagar por

cumplirlos puede llegar a ser tan alto que uno se pregunta si realmente valía la pena.

Bueno, creo que estamos exagerando. En el fondo se trata de ayudar a mi hija y espiar a

esos dos, matando dos pájaros de un tiro.

Es la inspiración poética de un viejo espía. Que le voy a hacer.

¿Viejo tu?, si solamente tienes cincuenta años y tienes el aspecto de un treintañero.

Hombre, a tu lado soy un niño aunque tu, en ese cuerpo androide, no estás nada mal.

Ja, ja. Ya lo se. Pero tengo ya ciento cincuenta años y creo que adelantaré un poco la

edad de mi segunda jubilación.

No te imagino viviendo a tiempo completo en la realidad virtual.

91
Están pasando cosas muy interesantes y no solo entre los viejos seniles sino entre los más

jóvenes que también viven en ella a tiempo completo. Cosas en las que vale la pena

participar y que llegarán a tener repercusión en esta realidad.

Algo he oído. Extender ilimitadamente la longevidad humana, trasladar los centros de

gobierno a la realidad virtual, traer la realidad virtual al mundo real, ¿que se yo?. De

momento todo eso me parece inimaginable así que dime, ¿quieres que hable con tu hija?

No. Te quedarás al margen, oficialmente como observador y en la práctica como director

de esta operación de espionaje.

De acuerdo. En ese caso no se hable más. Llámame cuando sepas algo de la pareja del

anillo.

CAPÍTULO 7

Marcelo no pareció tan sorprendido por lo que le contaron. De hecho, según les dijo, ya

habían previsto la eventualidad de que el familiar de el omni exigiera conocer con detalle

la naturaleza de la investigación. No era que hubiera sabido que el alcalde en persona

fuera el familiar, pero aquello no cambiaba las cosas y, que se uniera al grupo una

psicóloga especializada en omnis podía, incluso, ser de ayuda.

En conclusión, les dijo, el secretismo del proyecto podía ser mantenido gracias a la

92
colaboración de Horus pero iba a resultar difícil engañar durante mucho tiempo a su hija.

Lo mejor que podían hacer era un trato con la chica. No resultaría difícil convencerla de

que formara parte del equipo de investigación y, teniendo en cuenta su particular interés

en aprender todo lo posible de Horus y la naturaleza de sus investigaciones, era casi

seguro que no podría resistirse a la tentación de participar en el proyecto.

Por cierto, dijo Marcelo. Con todo lo que ha ocurrido se me ha olvidado felicitarle por lo

del planeta de los hipocampos.

¿Qué planeta de los hipocampos?, dijo extrañado Pablo.

Hombre, ¿cuál sino?

Y, ¿Porqué le llama de los hipocampos?

¿Es que no se ha enterado?. Se habla de ello en todas partes. En la Tierra tanto como en

las colonias.

Pablo y Ágata habían visto extrañas representaciones de caballitos de mar por todas

partes, en camisetas, en hologramas publicitarios por la calle. Les había dado la

impresión de que en aquel lugar la gente andaba enloquecida con algún tipo de moda

pero no le habían prestado demasiada atención al fenómeno. Los dos comprendieron

entonces que aquello tenía una importancia crucial. Pablo se irguió en su asiento.

A ver, ¿puede explicármelo?

Claro. En el planeta que descubrió, si había vida inteligente, sólo que no en tierra firme

como todos habíamos supuesto sino bajo el mar, y los seres que allí habitan tienen un

increíble parecido con hipocampos aunque más grandes. Ellos se han puesto en contacto

con nosotros.

93
¿Siii?, dijo Pablo quedándose boquiabierto y extasiado. Y, ¿qué dicen?.

Eso no lo sabemos. Estamos intentando descifrar el mensaje pero de momento sin éxito.

Ahora se lo paso.

En la pared del fondo de la habitación se formó una imagen bidimensional. Era la cabeza

de aquel extraño ser de color verde amarillento, con una piel que parecía tener montañas

y valles. Hablaba a través de una corta trompa emitiendo una compleja melodía de

silbidos.

Y eso es todo. Dijo Marcelo. Algo se nos escapa a la hora de analizar su habla. No hay

algoritmo capaz de sacarle un sentido a esos sonidos.

Pues sentido debe de tener y mucho.

Si, eso lo sabemos todos pero créame tanto hay legiones de científicos, omnis y

aficionados trabajando para comprenderlo.

En ese caso es cuestión de poco tiempo que nos comuniquemos con ellos, dijo Pablo.

Al día siguiente fueron a visitar Abydos. Las representaciones de caballitos de mar que

encontraron por el camino, de pronto, cobraban sentido. Pablo tenía la sensación de que

todos aquellos dibujos, fotografías y hologramas lo felicitaban a él, personalmente.

En un principio el sitio resultaba difícil de encontrar porque en muchos mapas figuraba

con otro nombre. En muchos sitios se lo llamaba Villalba. Después de consultar la

historia de los Osirianos comprendieron que el nombre que ellos le daban a su capital era

94
bastante nuevo y no era aceptado por todo el mundo. De hecho el tema de los omnis

había creado una gran controversia alrededor del acto de mutilación al que sus miembros

tenían que someterse para formarlos. Este acto era considerado como un suicidio parcial

para algunos y cómo un paso decisivo hacia un fabuloso enriquecimiento de la conciencia

para otros.

Abydos estaba en las afueras de Madrid, en una zona montañosa cercana a la sierra. Era

un lugar agradable, con jardines alrededor de las casas y edificios, muchos árboles y

calles no demasiado anchas. Para entrar había que pasar por un puesto de control. Pablo y

Ágata se presentaron como turistas y obtuvieron un pase de doce horas.

Ya dentro lo primero que saltaba a la vista era la forma de vestir de los acólitos. Todos

iban de blanco. Todos tenían la cabeza afeitada. Todos llevaban sandalias y caminaban en

parejas a paso lento. Las mujeres llevaban un vestido largo y ajustado que se sujetaba con

dos tirantes anchos y dejaba el cuello y el busto, hasta la altura de los pezones, desnudo.

Los hombres llevaban solo una falda corta que parecía cerrarse sobre si misma formando

una diagonal en la cadera derecha.

Una pareja formada por dos chicos de unos veinte años se les acercó.

- Buenos días, dijeron sonriendo abiertamente a Pablo y Ágata. Vemos que no sois de

aqui. ¿Podemos ayudaros?. No quisiéramos que os sintierais perdidos en nuestra ciudad.

- Muy agradecidos, contestó Ágata.

- Nos vendrá muy bien vuestra ayuda, añadió Pablo.

- ¿De dónde venís?

- De muy lejos.

- Por vuestro acento parecéis sudamericanos.

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- Venimos del anillo. Contestó Pablo. En viaje de negocios.

- ¡EL ANILLO!, dijeron los dos a la vez. Eso si que está lejos. No habíamos tenido nunca

visitantes de su mundo.

- Es cierto, dijo Ágata. A los habitantes de nuestro mundo no nos gusta demasiado viajar.

La distancia es, efectivamente enorme y se pierde mucho tiempo en el trayecto.

- Allí seguro que es todo mucho más tranquilo.

- Lo es. Aunque no es perfecto, ni mucho menos, dijo Ágata.

- Ah, si. Contestó uno de los acólitos. El caos se encuentra en todas partes.

- Bueno, tampoco es tan malo, dijo Pablo. Si el problema es que cada persona quiere lo

mejor para si mismo y para los que le son más cercanos, es normal que, incluso en una

sociedad tan equilibrada como la nuestra, haya desorden y se produzcan problemas.

Somos ocho mil millones de personas, son muchos pequeños problemas juntos.

- Ese es el quid de la cuestión, dijo uno de ellos. El egoísmo es el arma de Seth para

derrotar al orden. Los deseos egoístas nos alejan de la vida ideal que podríamos tener.

Los pequeños problemas, como usted los llama no deberían de afectar a la mayoría.

- Aquí en Abydos, dijo el otro nos preparamos para ser generosos, para pensar más en los

demás que en nosotros mismos.

- Creemos que nuestra vida es un camino. Una iniciación que todos debemos seguir para

llegar a la perfección en la otra vida.

- Entonces, ¿no es posible llegar en esta?, preguntó Ágata con curiosidad.

- Nuestro universo nació de la lucha entre el bien y el mal. Seth contra Osiris. En

principio venció Seth, despedazando a Osiris que era, por entonces, un plasma tan

caliente y tan denso como todos los soles juntos pero concentrado en un punto del tamaño

96
de la cabeza de un alfiler. Era el orden absoluto. Aquel plasma explotó esparciéndose por

el espacio y el tiempo. Y así fue como la victoria de Seth significó el principio de los

tiempos y de la materia. De la decadencia y la imperfección.

- ¿Y por eso no podemos ser perfectos?, preguntó Pablo.

- Efectivamente. Aunque gracias al Demiurgo, padre de los dioses, gran arquitecto del

universo, la derrota de Osiris no quedó ahí. De haber sido así no estaríamos hablando

ahora ustedes y nosotros. El Demiurgo, enfurecido con Seth dio a Isis, diosa creadora, las

leyes de la fisica y los principios matemáticos con los que reunir los pedazos de Osiris y

devolverle a la vida. Dio a Ra, dios de la luz, poder para encarcelar a Seth y a sus

legiones de demonios en los soles del universo y usar su poder destructor para dar luz y

calor a los mundos en los que surgiría la vida. Así, por orden suya nacieron los mundos,

las constelaciones, los sistemas solares y surgió la vida del cuerpo de Osiris.

- ¿Y ya está?, preguntó Pablo con ironía, se creó el universo y que, ¿eso es todo?, ¿se

olvidaron de nosotros?. Porque, la verdad es que no se les ha visto mucho desde entonces,

que se sepa.

Los acólitos percibieron el tono de Pablo pero parecían estar acostumbrados a aquel tipo

de respuestas y reaccionaron con calma.

- Nuestros ojos solo ven una pequeñísima parte del universo, ínfima a decir verdad, y

nuestras mentes todavía comprenden mucho menos de lo que vemos. Los grandes guías

espirituales de la humanidad nos vienen diciendo desde hace miles de años que el mundo

es el campo de batalla entre el bien y el mal. Y nuestras almas son el premio que una u

otra parte se llevan.

- Premio ¿Para quién?, preguntó Ágata.

97
- Para enriquecer las legiones de ángeles con las que cuenta Osiris o las de demonios de

Seth.

- ¿Y Horus?, preguntó Ágata.

- Horus es el hijo del dios Osiris e Isis, nacido para vengar la derrota de su padre.

- ¿Isis no era la hermana de Osiris?, dijo Pablo.

- El problema del incesto nos afecta a los humanos porque el cruce entre familiares es

malo para la descendencia. Los dioses no son de carne y hueso, no tienen genes. El

incesto no es ni mejor, ni peor para ellos que otras formas de unión. Y de todas formas,

entre ellos las uniones no son sexuales, sino puramente afectivas.

- En cualquier caso teníamos entendido que Horus es un omni, de carne, hueso y cables.

No un ente espiritual, dijo Pablo.

- El omni es solo el vehículo mortal que hemos creado para que Horus pudiera

encarnarse. Un simple humano nunca hubiera podido bastar, De esa forma Horus nos

guía en el camino de Maat, el camino del bien y de la justicia que es el que tenemos que

seguir para reunimos con Osiris después de esta vida.

- ¿Seria posible verle?, preguntó Ágata.

Tenía la esperanza, remota, de conseguir entrevistarse con él y así, quizás eliminar el

problema del alcalde y sus exigencias, aunque sospechaba que acercársele

no podía ser tan fácil.

- ¿Verle?, casi gritaron los acólitos sorprendidos.

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- Acercarse a Horus es imposible para la mayoría de nosotros.

- Es lo máximo a lo que podríamos aspirar, pero muy pocos lo consiguen.

- Ni siquiera los más fieles, nuestros guías espirituales, los más santos, le llegan a ver.

Siempre contactan por medio del servidor de Dios.

- ¿Podéis enseñarnos dónde vive?, les preguntó Pablo.

- Claro, venid con nosotros.

Les acompañaron durante quince minutos por las calles de aquella pequeña ciudad hasta

que desde lejos divisaron una enorme catedral. Era gris y estaba formada por cuatro

altísimas torres góticas y un edificio más bajo, de forma trapezoidal en el centro. En la

parte más alta del edificio central había una cúpula. Para llegar a él había que caminar por

un paseo que comenzaba flanqueado por dos obeliscos.

Les señalaron la cúpula como el lugar de residencia de Horus. Dentro del edificio central

no les estaba permitido entrar aquel día por celebrarse una importante ceremonia

religiosa.

Siguieron caminando por las calles aunque no vieron nada más que les interesara. Sus

guías les acompañaban en todo momento, dándoles explicaciones sobre el origen y las

metas de su religión.

En un momento llegaron a una catedral parecida a la de Horus aunque menor y, algo que

les extrañó, de un violento color rojo.

- ¿Qué es aquello?, preguntó Ágata.

- Es el templo a Seth.

- ¿Templo a Seth?, ¿a1 dios del caos?, ¿del mal?, preguntó Ágata incrédula.

- Si, el mismo. Le contestaron. Como os hemos dicho, el universo es fruto de la lucha

99
entre el bien y el mal. En parte debemos nuestra vida a Seth. Es justo que le levantemos

templos para agradecérselo. Por la lucha entre el bien y el mal, entre el orden que surge

del caos y el desorden que destruye lo creado es por lo que nacemos, envejecemos y

morimos y hace que, en cada uno de esos ciclos, tengamos una nueva oportunidad para

acercar nuestras almas a la perfección, para unimos a las legiones de Osiris.

- Por eso debemos de dar gracias a Seth, por la oportunidad que nos ha dado de nacer,

una y otra vez y también porque de su poder destructor obtenemos el calor y la luz.

- Las guerras, las revoluciones y el progreso. Añadió Pablo en tono casi de pregunta.

- Exacto, así como las enfermedades, la locura, la genialidad y el amor contestó uno de

los acólitos. La misma evolución de las especies se debe a la lucha entre los dos dioses.

-No, si podemos evitarlo, dijo Pablo.

- ¿Qué quiere decir?

- Quiero decir que si podemos tomar en nuestras manos el control de nuestra propia

evolución aquello en lo que nos convirtamos ya no será cosa de los dioses.

- Eso es horrible. Aquí en la Tierra habíamos oído que ustedes los del Anillo estaban

debatiendo cambiar su código genético pero no esperábamos encontrar a un representante

de tan atroz idea.

- ¿Qué tiene de atroz?, dijo Ágata. En realidad ya hemos evolucionado enormemente

incorporando toda esta tecnología a nuestras vidas.

100
- Eso no tiene nada que ver. Si dejan de ser humanos que sentido tendrá para sus hijos la

filosofía de Platón, la poesía de Sheakespeare, la lectura del Quijote o las epopeyas de

Xian-Xen. Están ustedes locos. Sigan solos su camino.

Los dos acólitos se fueron claramente ofendidos.

-¿Quiénes son esas personas de la que nos han hablado?, preguntó Pablo.

- Sólo conozco a Xian-xen, era un poeta, novelista y diseñador de sueños de hace

trescientos años, es poco conocido en el Anillo porque apenas tenemos contacto con la

palabra escrita.

- En ese caso supongo que si dejar de ser humanos supone perder todo eso nosotros ya

hace tiempo que dejamos de serlo.

Pablo y Ágata siguieron deambulando por las calles de Abydos un rato. Les parecía todo

muy extraño y fascinante. La armonía que se veía en todas partes, en la forma de vestir,

en la cuidada arquitectura de las casas, nunca más altas de dos pisos y todas pintadas de

blanco. La tranquilidad y la peculiar filosofía en que los osirianos parecían inmersos daba

a aquella ciudad tan cercana al vertiginoso Madrid el aire de ser otro mundo.

CAPÍTULO 8

101
El lenguaje de los Urr se diferenciaba radicalmente del de los Norr. El de los primeros era

un lenguaje fluido de gramática sencilla que les pemitía organizar sus ideas y exponerlas

sin esfuerzo. El lenguaje de los Norr era, por el contrario, extremadamente complicado.

No era así por casualidad. Su sociedad era profundamente jerárquica, a diferencia de la

equilibrada Urr. Una de las formas de reconocer a que escalafón social pertenecía alguien

era por su manejo del lenguaje. Por tanto, la habilidad oral era una forma tanto de

ascender como de descender socialmente pero, sobre todo, de mantener las castas

debidamente aisladas entre si.

Algo que tanto los Norr como los Urr compartían era un sistema de declinación

dependiente de ciertos verbos. Estos verbos eran los que indicaban actitudes agresivas y

su uso conllevaba un cambio profundo de las palabras que se les asociaban, cambio que

hacía que esas palabras se pareciesen mucho en cualquier idioma que hablasen los

hipocampos, hasta tal punto que, usando el modo de enfrentamiento, modo de hablar que

se usaba en cualquier discusión violenta o cuando se preparaba una guerra, en el cual

todo se declinaba, miembros de ambas naciones dejaban de necesitar traductores para

entenderse.

Magof, el científico Norr al que se le había permitido descifrar y responder al mensaje

humano estaba desconcertado. No conseguía traducir los mensajes de los humanos. Había

albergado la esperanza de que el contacto con aquella civilización desviara la atención de

los dirigentes de la guerra, pero el tiempo pasaba y la situación entre las dos naciones se

102
hacía cada vez más tensa. En los pasillos y cámaras de las esponjas se filtraba un

ambiente pre-bélico. Cada vez más Norr se expresaban en modo de guerra y aquello era

contagioso, la nación entera comenzaba a prepararse para la confrontación. Estaba seguro

de que los Urr también estaban sufriendo los mismos cambios. Lo que Magof sabía y,

parecía que nadie más, era que una confrontación usando armas químicas aniquilaría a

todo el océano.

Desesperado decidió intentar algo que le podría suponer la pena de ser comido por los

crustáceos. Un horrible castigo aplicado a los culpables de alta traición por el cual se

encerraba al hipocampo en una cámara de cultivo y se le dejaba allí durante las muchas

horas que duraba el suplicio de ser devorado. Lo peor del castigo no era el dolor en si

sino la humillación de ser comido por seres tan inferiores, por la comida. Aquella

vergüenza hacía que nadie quisiese recordar a la víctima por no asociar su recuerdo al de

la peor deshonra posible. En consecuencia la muerte del individuo era doble. En vida y

después de ella.

A sabiendas del peligro que corría envió los mensajes humanos por radio a un colega

suyo de la nación Urr. Magof no quería morir y tenía la esperanza de que los Urr

guardarían el secreto de la transmisión hasta descifrarla. Si se hacía pública cuando la

comunicación con los humanos fuera posible podría evitar los cargos de alta traición. Era

un gran riesgo pero sólo de aquella manera podrían evitar la catástrofe.

103
CAPÍTULO 9

Al día siguiente Pablo y Ágata entraron en el despacho del alcalde. Al ver a Alberto

Pereira hablando con él, de pie, al lado de la mesa, se quedaron tan anonadados que ni se

dieron cuenta de que sentada, mirando por la ventana, se hallaba su hija y casi tropiezan

con ella al acercarse.

Alcalde: Hola, quiero presentarles a Alberto Pereira. Es uno de mis asesores urbanísticos

más importantes y un arquitecto de los mejores del país.

Alberto: ¡Hombre!, ¡Qué enorme casualidad!

Alcalde: Ah, ¿Ya se conocían?

Pablo: Si, nos conocimos durante el viaje a la Tierra.

Alberto: Es increíble, ¿no es cierto?. Que pequeño es, no ya el mundo, sino todo el

sistema solar.

Ágata: ¿Qué ha venido exactamente a hacer en esta reunión?

Alcalde: Bueno, el señor Pereira está aquí en clave de asesor mío. El me explicará los

detalles de su proyecto a medida que este avanza.

Ágata: El proyecto es secreto y no tenemos ninguna necesidad de compartirlo.

Pablo: Aunque estaríamos dispuestos bajo unas condiciones determinadas.

Alcalde: Claro. Usted dígame cuales son esas condiciones y las sopesaremos.

104
Tanto Pablo como Ágata habían recibido instrucciones sobre como proseguir en sus

negociaciones y, aunque añadir otra persona al juego podía hacer las cosas más

complicadas no les pareció que la presencia de Alberto, como asesor del alcalde,

supusiera problema alguno para mantener la verdadera misión en secreto.

Pablo: En principio teníamos preparado un contrato de colaboración en el que usted y su

hija se comprometían a mantener el secreto sobre el desarrollo de nuestro trabajo. Ahora

se trataría de añadir a los firmantes la persona de Alberto Pereira en función de simple

asesor.

Alcalde: A ver, déjeme.

Pablo puso la palma de la mano hacia arriba y emitió mediante proyectores bajo la yema

de sus dedos una imagen holográfica. Era el contrato. El alcalde puso sobre ella un

dispositivo que llevaba en su mano y atrapó la imagen, se la acercó y la vió junto a

Alberto.

Alberto: Creo que falta algo más.

Pablo: Si, y ¿qué es?

Alberto: Hace falta puntualizar el tipo de investigación que se va a realizar y el número

de registro del proyecto.

Pablo: eso está hecho. Está todo en esta memoria.

Pablo acercó de nuevo sus dedos al dispositivo que sujetaba el alcalde. El mismo aparato

que mostraba el contrato hizo los ajustes esperados.

Alcalde: Y ahora me gustaría presentarles a mi hija. Miranda.

105
Miranda se levantó. Tenía el pelo rojizo y una tez pálida de contorno ovalado con muchas

pecas. Era un poco alta y la ropa que llevaba dejaba entrever unas formas muy femeninas.

A Pablo le chocó su aspecto. Allá en el anillo todas las mujeres parecían querer alejarse

de un aspecto tan natural, tan real, sin embargo a él le gustaba. A quién le produjo una

profunda impresión fue a Ágata. Se quedó boquiabierta. A Pablo le pareció que se

ruborizaba al mirarla.

Miranda: Como ya les habrá dicho mi padre soy psicóloga. Mi especialidad es la

ciberpsicología. Estudio la adaptación de la mente humana a los distintos medios

virtuales creados para su disfrute, para el trabajo o para experimentar con sus

posibilidades.

Pablo: Ese es un campo que en el anillo hemos desarrollado bastante.

Miranda: Si, lo se. Pero, el desarrollo, en su caso ha estado muy controlado por la

administración y las leyes. Aquí ha sido diferente. Primero ha habido desarrollo, después

problemas y luego leyes para controlar los excesos. Los ha habido de todo tipo, desde

empresarios que estimulaban a sus trabajadores sin importarles si acababan catatónicos o

esquizofrénicos hasta mafias que secuestraban personas para manipularles y robarles o

para enamorarlas al mejor postor. Entre la investigación legal y la que se ha llevado a

cabo ilegalmente estamos mucho más avanzados que ustedes.

Ágata: En lo ilegal sobre todo, supongo.

Miranda: Si, sobre todo.

Ágata: De todas formas no parece que su trabajo tenga mucho que ver con los omnis. Si

me permite decírselo su relación parece más bien personal.

Miranda: Es cierto.

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Hizo una pausa para frenar una emoción que le hacía sentir un nudo en la garganta.

- Miranda: En este caso uno de los integrantes del omni es mi propia madre. Ella es la

causa de que eligiera esta carrera. Para comprender en que se ha convertido. Pero aparte

de lo personal hay que admitir que los omnis son algo fascinante. La mente de Horus lo

percibe todo a través de sensores artificiales. Sensores que le permiten ver colores que

cubren todo el espectro de las radiaciones electromagnéticas. Sus ojos son todas las

cámaras a las que se le permita conectarse, incluyendo telescopios y radiotelescopios. Sus

oídos perciben desde el movimiento de las orugas en un jardín, hasta la colisión de

asteroides en los anillos de Urano. Horus tiene la mente más perfecta y sofisticada que ha

existido nunca y vive en un mundo de una belleza y complejidad inconcebibles para un

ser humano. Y eso es lo que siempre he querido investigar, por eso la información que

ustedes puedan darme sobre él, es muy valiosa para mi. He estado esperando una

oportunidad así desde que comencé a estudiar psicología.

- Ágata: Y, ¿por qué no lo ha intentado antes usted sola?

- Miranda: Era imposible. Los sentimientos que me unían a mi madre eran demasiado

fuertes, aunque ella ha dejado de existir como individuo. Aún así, los técnicos que

hicieron a Horus consideraron que era peligroso para su estabilidad contactar conmigo.

Más aún considerando que ella es el elemento de control en la mente de Horus.

- Ágata: Comprendo.

- Pablo: Pues yo no. ¿Qué significa eso de elemento de control?.

107
Ágata le encajó una dura mirada de reprobación. Por un momento Pablo pensó que había

cometido una grave imprudencia pero Miranda contestó sin vacilar.

- El omni está constituido por los cerebros de ocho personas y componentes

fotoelectrónicos que las conectan y extienden sus capacidades mentales conjuntas. A siete

de ellas se les lesiona una parte diferente del cerebro para que se complementen como un

individuo, a una octava, mi madre en este caso, una persona que haya demostrado

grandes capacidades de negociación y organización en su vida, y mi madre era una

eminente política, se le lesionan las siete partes.

- Qué barbaridad!, exclamó Pablo. Pero, ¿cómo puede vivir después de semejantes

lesiones?

Miranda hizo una pausa para contestar. Miró hacia su padre y este asintió como dándole

ánimos. Fue Alberto Pereira quién contestó.

- Alberto: Tenga en cuenta que esos cerebros ya no sirven a sus cuerpos. Los cuerpos son

mantenidos artificialmente en vida con el único fin de que provean de nutrientes a sus

cerebros.

Se hizo un silencio incómodo que rompió el alcalde.

- Alcalde: No hay que olvidar que se trata de una elección personal y de que se ponen

muchas trabas legales a los candidatos a omni, que quieren dar el paso decisivo para

integrarse en un individuo.

- Pablo: ¿De qué tipo de trabas legales habla?.

108
- Alcalde: Se hacen exámenes psicológicos, declaraciones juradas de no actuar bajo

coacción firmadas por notario, asistencia obligatoria a charlas con expertos que tratan de

disuadirles, un año obligatorio de reflexión antes de dar el paso, todo un calvario

burocrático. Desde que empiezan los procedimientos hasta que se entra en la consulta del

neurocirujano pueden pasar perfectamente dos años. Tiempo suficiente para que los

familiares y amigos hagan todo lo posible para disuadirles.

- Miranda: Personalmente creo que debería de ser más corto. Esos dos años fueron los

más horribles de mi vida, la tuya, papa y la de muchos de nuestros familiares.

- Alcalde: No todos, por desgracia, en nuestra familia hay muchos osirianos, y ellos lo

celebraron.

- Miranda: Si, todavía recuerdo cuando nos dijo que quería formar parte del omni.

Estábamos todos. Nos había reunido para damos una gran noticia. Menuda gran noticia.

A unos se nos cayó el mundo encima y otros daban saltos de alegría.

- Ágata: Debió de ser horrible, dijo mirándola a los ojos.

Ágata hubiera querido cogerle la mano, abrazarla y consolarla. Hubiera deseado que ella

sollozara. Entonces se hubiese lanzado a ella con los brazos abiertos. Sin embargo

Miranda no dejó que aquel recuerdo la conmoviera. No delante de extraños.

- Miranda: Después de aquello nuestra familia se rompió y ya no volvimos a ver a mi

madre. Las siguientes noticias que tuvimos de ella nos las fueron dando los osirianos por

109
carta. Estaban obligados por ley a informamos sobre el desarrollo de los preparativos para

la operación.

- Pablo: y, ¿de qué manera piensa que nuestro trabajo puede ayudarle a comprender

mejor a Horus?

- Miranda: De momento me interesa analizar el contenido de vuestras conversaciones, el

ambiente que rodea a Horus, es decir toda la parafernalia de símbolos impresos o

grabados en él y los rituales que hacen a su alrededor los sacerdotes. Lo más importante

es conocer detalles sobre su forma de hablar, las expresiones que utiliza, las frases que

repite con mayor frecuencia.

- Ágata: ¿Y eso le dará una idea de la psicología de Horus?. Parece poco probable

teniendo en cuenta lo diferente que es de nosotros.

- Miranda: No es mucho lo que podemos hacer. Es cierto. Lo ideal sería entrevistarlo

personalmente pero eso no le está permitido a nadie. Lo que quiero hacer es comparar su

forma de hablar con la de las personas que lo forman. La suerte que tenemos es que todos

eran de relevancia social, profesores universitarios, importantes arquitectos y políticos así

que contamos con extensos registros de conversaciones, seminarios y conferencias que

llevaron a cabo.

- Ágata: Creo que sobrevalora usted nuestras capacidades memorísticas. No creo ni que

Pablo ni yo seamos capaces de recordar todos los detalles que usted parece pretender que

recordemos de nuestros encuentros.

110
- Miranda: No es necesario que hagan ningún esfuerzo especial. Son ustedes habitantes

del Anillo. Estoy perfectamente al tanto de las mejoras tecnológicas que contienen sus

organismos y se que algunas de ellas les permiten grabar y compartir sus experiencias

con todo lujo de detalles.

- Pablo: En fin. Creo que podremos mantener una relación bastante fructífera y no dudo

de que sus conocimientos en la materia nos servirán para resolver dudas que puedan

surgirnos pero ahora debemos volver al hotel y contactar con nuestros superiores para

informarles. Déme su número y le llamaré.

Miranda alargó la mano y estrechó la de Pablo. Mediante aquel gesto su número privado

pasaba de una memoria que contenía una sortija en su dedo corazón, al pensamiento de

Pablo en forma de recuerdo condicionalmente imperecedero.

Cuando Pablo y Ágata se fueron les siguió Alberto dejando solos a Miranda y su padre.

Se que esto es difícil para ti, dijo él. No sabemos a qué han venido esos a Madrid, ni qué

es lo que quieren de Horus pero sea bueno o malo no tienen ni idea de lo que ese

engendro es capaz.

Lo sé papá, pero yo no tengo experiencia como espía, siempre he mentido muy mal.

Necesito que lo hagas. Si lo que han venido a hacer es peligroso seguro que se les

escapará de las manos.

A lo mejor sólo vienen a hacer algún tratado comercial y simplemente les interesa

mantenerlo en secreto.

111
Mira, es sólo una intuición, pero Alberto está de acuerdo. Esos dos no parecen arquitectos

sino científicos. Si es cierto quiero saber que se traen entre manos y evitar que Horus

haga un uso indebido de lo que le puedan enseñar.

Veré lo que puedo hacer pero no te prometo nada.

Te lo ruego hija mía.

En aquel momento Miranda sintió una punzada de aprensión. Instintivamente se echó

hacia atrás para apartarse de su padre.

Su madre biológica había sido joven cuando la concibieron, tanto como ella ahora, pero

no su padre que ya entonces flotaba en un tanque de inmersión mientras un androide

albergaba su conciencia.

Aunque ambos la criaron juntos y él hizo todo lo posible por estar con ella, hubo siempre

algo que les apartó. Miranda sentía un extraño desapego hacia su padre. Su madre lo

había sido todo para ella. De hecho Miranda fue fiel a la religión osiriana justo hasta el

momento en que anunció que iba a lacerar su cerebro y mutilar su cuerpo para formar

parte del omni Horus. Aquello le hizo rechazar su fe para convertirse al cristianismo que

su padre profesaba desde siempre como católico. Intentó buscar apoyo en él pero seguía

sintiendo que no podía acercársele, que el androide que lo albergaba no era una persona

de verdad, aunque su conciencia estuviera allí.

Los estudios de psicología le dieron la respuesta al porqué de aquel rechazo. Eran los

gestos. Aprendió que tipo de gestos inconscientes traicionan a las personas cuando

mienten o cuando quieren disimular un sentimiento de pena, asco o alegría, y se dio

112
cuenta de que su padre nunca los mostraba. Siempre tenía el gesto adecuado a lo que

quería expresar, nunca estaba cansado ni se le formaban arrugas en la comisura de los

labios o a los lados de los ojos al sonreir. Era simplemente perfecto, como un muñeco.

Ahora que su padre le rogaba que le ayudara, tenía la expresión de rostro adecuada para

lo que decía. Era inútil mirarle a los ojos para intentar descubrir si había algo más.

Aquellos ojos estaban vacíos.

- Está bien, te ayudaré.

- Muchas gracias, dijo su padre sonriendo agradecido.

Cuando ella cerró la puerta para salir, él todavía le mostraba aquella sonrisa perfecta que

parecía haberse congelado en su cara.

Miranda llamó a Pablo y este le dijo que la esperarían por la tarde en el hotel para ponerla

al día en los detalles de su trabajo y decidió hacer tiempo paseando por la calle de

Atocha. Aquella calle llevaba hasta el jardín botánico, el sitio indicado para descansar y

reflexionar.

113
Una vez allí pudo dedicarse a conciliar el amor que sentía hacia su padre con la repulsión

hacia su impecabilidad. Era un ejercicio que había practicado desde pequeña y apenas le

servía para poco más que aplacar un poco sus remordimientos.

Fue paseando por el paseo del prado disfrutando de la quietud de aquella gran avenida

por la que tan solo discurrían los árboles, el césped y algunos paseantes casuales. Se paró

ante un pequeño restaurante donde comió, luego se tumbó en el parque, durmió la siesta y

después de despertarse y sacudirse la hierba que se le había pegado al vestido se dirigió

hacia la calle de Alcalá, giró por Banco de España y siguió andando hasta la Puerta del

Sol, donde se encontraba el hotel en el que se hospedaban Pablo y Ágata.

Pablo había pasado casi media hora experimentando en la bañera con la sensación de

ahogarse bajo el agua. Sabía que aunque se lo propusiera no iba a tener la fuerza de

voluntad de aguantar la respiración hasta ahogarse pero se imaginaba que si se quedaba lo

suficiente así, resisitiendo las convulsiones de sus pulmones habría un momento en el que

su boca se abriría sola y una bocanada de agua le anegaría los pulmones. La sensación de

peligro se hacía entonces real, el miedo se transformaba en terror y entonces sacaba la

cabeza para respirar. Durante unos instantes se olvidaba de la investigación y de lo cerca

que estaban de fracasar y tener que volver con las manos vacías. Al cabo de un rato

volvía a sentirse frustrado e intentaba de nuevo aguantar la respiración bajo el agua.

Cuando se hubo cansado de aquellos experimento estaba agotado. Salió del cuarto de

114
baño y se encontró a Ágata metiendo las manos en un cuenco lleno de algo granular y

marrón.

¿Qué es eso?, preguntó Pablo, y, ¿qué estás haciendo metiendo las manos en esa cosa?

Es algo que he encontrado en el armario, es para desayunar, en el paquete decía maíz

tostado con chocolate. Es muy crujiente. Deberías probarlo. La sensación es algo único.

Cerca de ella había otros cuencos también llenos. Pablo pudo identificar azúcar o sal en

uno de ellos, café en otro, fichas de algún juego en otro.

¿Vamos a tener que bebernos este café que has manoseado?

No te preocupes, me he lavado las manos antes de tocar todo esto.

En aquél momento se encendió el intercomunicador. En la pared el fondo se formó una

escena en la que se veía el despacho de Marcelo. Este se sentaba tras su mesa.

He estado pensando en como salir de la situación. Lo he consultado con Núcleo.

Y, ¿qué ha dicho?, preguntó Ágata impaciente.

Lo que yo sospechaba, que debemos trabajar para crear recuerdos que sean coherentes

con lo que deberían ser vuestros encuentros con Horus de ser vosotros arquitectos.

Si, dijo Pablo, pero nos tememos que el alcalde cuente con métodos para desenmascarar

el engaño.

La hija, dijo Marcelo, cuenta con conocimientos que le darían muchas más posibilidades

de descubrirnos que cualquier tecnología de las que el padre disponga. Por eso le propuse

a Núcleo considerar la posibilidad de que ella se uniera voluntariamente a nuestro

proyecto.

115
¿Es posible?, preguntó Ágata asombrada.

Hemos reunido información sobre ella y hemos llegado a la conclusión de que si se le

aborda de la manera adecuada puede ser incluso de gran ayuda.

En un principio la idea de investigar unas llaves que abrieran puertas en la mente hacia

algo que permitiera adivinar el futuro y mover objetos, a Miranda le pareció pueril. Creía

que intentaban tomarle el pelo. Sin embargo cuando le presentaron toda la información

que habían reunido del accidente y de posteriores experimentos con las llaves comenzó a

creer que aquello podía ser cierto y cuando le pidieron que se incorporara al grupo para

ayudarles a desarrollar los protocolos de experimentación sobre las llaves y a interpretar

los datos apenas pudo contener su alegría. Miranda se dio perfecta cuenta que, si aquel

experimento tenía éxito, podía ser el más importante de toda su vida y los resultados

cruciales para toda la humanidad. Si, por otro lado, fracasaban, para entonces ella habría

reunido una cantidad tal de información sobre el omni que le permitiría hacer una tesis

doctoral. Se fue, excusándose, a por un material que consideraba les sería útiles en su

trabajo con los osirianos y con la promesa de volver esa misma tarde.

Crees que estaba, de verdad, tan contenta por participar como parecía, dijo Pablo.

Seguro, a mi me pareció que estaba eufórica.

116
Si, puede ser, a mi también me ha dado la impresión de le costaba contener su alegría y

además se ha ido corriendo a por esos sueños inducidos.

Parecía una adolescente ilusionada.

Aún así, dijo Ágata, me preocupa que tenga que engañar a su propio padre. No sé nada

sobre relaciones familiares pero, por lo que estudiamos durante el viaje a la Tierra,

convendrás en que no son parecidas ni a las de amistad ni a las de pareja. Son uniones

muchísimo más fuertes que las que nosotros conocemos.

No estoy de acuerdo. A mi me pareció cuando estábamos todos en el ayuntamiento que la

relación de Miranda con su padre era bastante fría.

Tu siempre tienes que llevar la contraria. Las relaciones familiares no son sólo afecto o

afinidad. Un hijo está hecho con el material genético de sus padres. ¿Lo comprendes?,

ese tipo de relación es tan indisoluble como la de unos perfectos amantes.

Como quieras pero si hasta entre los más enamorados de entre los amantes hay peleas

como no las van a haber en el seno de una familia en la que pueden no haber afinidades y

si me apuras incluso pueden llegar a odiarse.

No se para qué estamos discutiendo. Ni tu ni yo sabemos de lo que hablamos y, de todas

formas la suerte ya está echada.

No queda más que esperar, y desear que no eche a perder todo nuestro trabajo.

Sería estupendo que quisiera cooperar con nosotros.

Miranda llegó al cabo de dos horas y media con unos pequeños visores.

¿Qué es esto?, preguntó Ágata.

Inductores de sueños. ¿No tenéis como estos allá, en el anillo?

117
No, dijo Ágata. En nuestro mundo los objetos materiales no son necesarios. Las cosas

suelen tener el aspecto no que la función sino la imaginación requiere.

Parece muy curioso, no me extraña que seáis imbatibles en cuanto a creatividad de

realidades virtuales. Nosotros, incluso lo que viven permanentemente en ese mundo ideal,

siempre basamos todo lo que creamos en las leyes, formas y características de esta

realidad. De todas formas, los sueños que os inducirán os parecerán muy interesantes y os

serán de enorme utilidad para comprender a los osirianos.

¿Qué información contienen?, preguntó Pablo

¿Y cómo funcionan?, añadió Ágata.

Contienen historia del antiguo Egipto y una descripción de su sistema religioso. En

cuanto a la manera de actuar. Tenéis que mirar a través del visor y tratar de concentraros

en la escena que se desarrolla, evitando observar el destello intermitente que se ve al

fondo. Es fácil. La escena representa una pequeña historia con elementos románticos y

humorísticos. Pronto os olvidaréis del destello que es el que contiene la información

comprimida. Al dormiros es cuando la información se descomprimirá y se liberará en

forma de sueño. Por cierto aquí tenéis los salvoconductos.

Miranda les entregó sendas tarjetas.

- Cuando lleguéis al templo, el clérigo que esté más cerca os preguntará la razón de

vuestra visita y le entregaréis el cubo que habéis preparado con la explicación sobre las

llaves para que se lo den a Horus. El se lo consultará al sirviente de Dios que es como se

llama al sacerdote que está directamente bajo las órdenes de Horus y este os hará algunas

preguntas de cortesía.. Son solo formalidades pero tenéis que seguirlas a rajatabla.

118
Cuando estéis en la segunda sala veréis que hay muchas entradas a capillas laterales. Son

todo recintos sagrados a los que no debéis entrar ni por error.

- Bueno, tampoco es que vayamos como turistas, dijo Ágata. Todo lo que dices parece

muy interesante pero, estarás de acuerdo con nosotros en que nuestro proyecto es mucho

más impresionante que toda esa arquitectura y fastuosidad.

- Lo será si los experimentos dan los resultados que deseáis, desde luego. Espero que

tengáis suerte. Si la tenéis vosotros, la tendrá toda la humanidad. Por el encuentro con

Horus no os preocupéis, estará encantado de participar en vuestro proyecto.

Miranda se fue al poco lamentando no poder ir con ellos y deseando que los sueños les

resultaran interesantes.

CAPÍTULO 10

Pablo estaba arrodillado en un suelo arcilloso y húmedo. Llevaba una ropa muy similar a

la de los osirianos. Se encontraba en la ribera de un río. La brisa silbaba al pasar entre los

119
juncos. Se sentía exaltado y no pudo contener la necesidad de cantar su agradecimiento a

aquel río.

Loor a ti, oh, Nilo, que brotas de la tierra y vienes a alimentar a Egipto;

de naturaleza oculta, una oscuridad a la luz del día;

que riegas los prados, creados por Ra para alimento del ganado todo;

que das de beber a lugares del desierto distantes del agua;

es tu rocío lo que cae del cielo;…

Luego se levantó, alzó los brazos con las palmas de las manos abiertas como si quisiese

acariciar el sol y mirando al cielo exclamó:

Tu amanecer es bello en el horizonte del cielo,

¡Oh, Atón vivo, comienzo de vida!

Llenas las tierras todas con tu belleza;

porque eres hermoso, grande, brillante, alto sobre el mundo,

tus rayos abarcan las tierras, cuanto has hecho.

120
Tú eres Ra y te has llevado a todos cautivos:

Has ligado a todos con tu amor.

En aquel momento se despertó. Estaba sorprendido y emocionado. La experiencia había

sido muy vívida. Había pasado la noche como faraón luchando por unir el alto y bajo

Egipto, como sumo sacerdote en salones palaciegos, conspirando por restaurar órdenes

cósmicos que faraones monoteístas habían pretendido alterar. Había trabajado como

médico de la corte alcanzando gran fama para caer en desgracia por una mujer y, con el

tiempo, volver a recuperar la dignidad y la fortuna. Había conocido los rituales del

embalsamamiento y amado a los gatos como a la más preciada de sus posesiones.

Finalmente se había despedido de Egipto declarando su apasionado amor hacia el Nilo y

al dios que iluminaba el cielo con dos poemas que él jamás hubiese podido crear, pero

que habían sido insertados en el sueño con la intención de hacerle sentir que era él quién

los imaginaba a medida que los declamaba.

No le sorprendió descubrir que la experiencia de Ágata había sido parecida. Ambos

desayunaron en silencio y dejaron el hotel todavía anonadados por las vivencias de la

noche anterior.

121
Después de desayunar salieron del hotel y tomaron un taxi. El cilindro les llevó por los

túneles de Madrid hasta Abydos.

Acercarse a los obeliscos producía una gran impresión. Al encontrarse entre ellos uno se

daba perfecta cuenta de que aquella majestuosidad era solo un presagio de lo que iban a

encontrarse en el templo. Las paredes de los obeliscos contenían relieves pintados en

colores vivos que hablaban de un origen divino de la humanidad. El pasillo que llevaba al

templo estaba hecho de baldosas de granito, pintadas de amarillo y con dibujos

geométricos. Tuvieron que andar casi diez minutos hasta llegar a la puerta principal del

templo. Una enorme abertura de unos quince metros de altura por diez de ancho era

flanqueada por dos estatuas del mismo tamaño de seres de aspecto casi humano, vestidos

con la falda típica entre aquellos hombres y un manto que les rodeaba hombros y pecho.

Portaban además coronas semicónicas abiertas por arriba. Mantenían los brazos cruzados

sobre el pecho sujetando en una mano una cruz de aspecto sencillo y en la otra una con la

parte sobresaliente formando un óvalo.

Antes de llegar a la puerta se subía por una plataforma con una leve pendiente. Una vez

atravesado el umbral, lo primero que se divisaba era el tamaño del patio, de

aproximadamente un acre y unos veinte metros de altura. Por encima se veía el cielo

122
nítido y luminoso del verano. A ambos lados de la entrada les recibían dos esculturas de

vacas de tamaño natural, con un disco solar entre los cuernos.

Había mucha gente, algunos paseaban pensativos otros, sentados en el suelo, rezaban y

otros formaban grupos en los que conversaban hombres y mujeres con expresiones unas

veces apasionadas otras de profunda reflexión.

Como les había dicho Miranda, en las paredes laterales y de la entrada habían enormes

columnas, aunque en realidad no eran totalmente cilíndricas. La mitad de cada columna

sobresalía del muro en que estaba incrustada, y tendría unos seis metros de diámetro.

Había seis a cada lado. En ellas había grabados, pequeños dibujos jeroglíficos alineados

como si formasen los renglones de un texto escrito en un lenguaje que no conocían pero

que parecía sagrado. Las columnas terminaban en un capitel que se abría en una

semicircunferencia y en el que habían dibujos de ramas, como si cada columna fuese un

árbol que sujetara el muro.

Estar en el patio del templo producía la sensación de ser infinitamente pequeño, de estar

adentrándose en la morada de los dioses. No les iba a hacer falta recordar la advertencia

de entregar los salvoconductos porque de hecho, al acercarse a la puerta se daban perfecta

cuenta de que ellos no pertenecían allí.

El muro de enfrente era más alto que el de la entrada, constituía uno de los que formaban

el edificio, donde se encontraban los recintos más sagrados del templo, flanqueado por

las dos torres, de altura incalculable para Pablo y Ágata que nunca habían visto objetos de

123
tales dimensiones, y coronado por una cúpula azul con el perfil de un ojo dibujado en

negro.

La puerta era otro aspecto de la arquitectura que provocaba extrañeza. El tamaño de la

puerta en si no era enorme aunque si excesivo, de unos seis metros por cuatro, lo extraño

era el marco, no uno sino varios, uno dentro de otro, el primero y más grande a la altura

del muro y los otros más adentro, como cavados en la roca, de tal manera que la puerta

real, la de tamaño normal, se encontraba en el fondo de una depresión formada por

marcos concéntricos. Ante el umbral del primer marco se encontraban los guardias, dos

hombres robustos que sujetaban sendas lanzas de punta eléctrica.

- Buenos días, dijo Pablo.

- Paz y orden, dijeron los guardias. No se puede entrar en la sala hipóstila.

- Tenemos salvoconductos, dijo Ágata mostrándoselos.

El guarda que recogió las tarjetas las miró con desprecio pero detenidamente. Se las

quedó y les dijo que pasaran, al tiempo que él y su compañero apartaban las lanzas.

Era imposible calcular las dimensiones de la sala. La luz era muy tenue, casi penumbra.

Daba la impresión de ser rectangular. Al ir avanzando se llegaba a una fila de enormes

columnas con forma de árbol. En la base tenían dibujadas raíces que parecían hundirse en

el suelo. En lo más alto las ramas, rectas se extendían por el techo entrecruzándose. En

los troncos se dibujaban escenas de la vida religiosa de los osirianos.

124
Cuando ya habían rebasado la primera fila de columnas y se dirigían, aturdidos, hacia la

segunda fila se les acercó un sacerdote.

Iba vestido con la falda blanca usual y un mantón como el que llevaban las estatuas de la

entrada. Llevaba un collar muy ancho y plano que cubría el cuello y parte del pecho con

piedras incrustadas de colores que describían círculos concéntricos.

- ¿Decidme, viajeros, que habéis venido a buscar al templo de Osiris?

- Hemos venido a entrevistamos con Horus, dijo Pablo.

El sacerdote se quedó pensativo unos segundos mirándolos a ellos y preguntó.

- ¿Cómo he de anunciaros?.

- Venimos del Anillo, dijo Pablo. Somos un equipo científico que desea la colaboración

de Horus. Por favor entréguele esto, dijo dándole el pequeño cubo transparente.

Le siguieron hasta una de las paredes laterales. Entraron por una puerta que daba a unas

escaleras. Al final de ellas se encontraba una habitación cuadrada de paredes desnudas

con el dibujo del perfil de un ojo dibujado en ellas. Había una silla en el centro en la que

se hallaba sentado el sirviente de Dios y varias más bajas delante de ella. El clérigo se

sentó en la más alta y ellos a su lado. Luego les presentó y el sirviente, tras unos

segundos de silencio, habló.

- Decidme, ¿que tipo de información me habéis entregado?

125
- Una descripción de nuestro trabajo, dijo Ágata. Y de todo lo que hemos descubierto

sobre la posible existencia de unos circuitos de neuronas, normalmente inactivos, que

podrían dar, a quien sepa activarlos, poderes sobrenaturales.

- Si, dijo mirando el cubo absorto. Hemos oído hablar de vuestro trabajo. Vuestra visita

ha sido muy esperada por Horus, pero ¿funcionará?

- No lo sabemos, contestó Pablo. Para eso es para lo que necesitamos su colaboración.

Solo un omni podría activar conscientemente las llaves formadas por esos circuitos de

neuronas.

El sacerdote posó el cubo sobre el brazo de la silla y esté emitió un destello.

- Horus ya posee la información y pide que entréis.

En un lugar donde había dibujado uno de aquellos ojos se abrió un hueco.

- Es un ascensor, os llevará hasta la cúpula, dijo el sacerdote.

Entraron en el ascensor y la puerta se cerró. Sintieron una fuerte aceleración y al cabo de

unos segundos la puerta se volvió a abrir.

La sala estaba iluminada directamente por la luz del sol. Las paredes de la cúpula, opacas

desde el exterior eran, desde dentro, translúcidas. El lugar tendría unos cincuenta metros

cuadrados de los cuales la mitad los ocupaba una estructura metálica cilíndrica central.

En la pared de la estructura habían pantallas que mostraban gráficas, teclados

holográficos y ocho puertas.

126
No habían sillas ni mesas ni ningún tipo de decoración. Tan solo ellos y el cilindro donde

presumiblemente se encontraban los cuerpos humanos y electrónico de Horus.

Este,apareció en forma de holograma.

- Saludos viajeros del cosmos. Vuestra llegada ha sido muy esperada por nos.

- Saludos Horus, dijeron a la vez Pablo y Ágata.

- Hemos considerado participar en vuestro proyecto y no ocultamos estar entusiasmados

con la posibilidad de poder ayudaros.

- Nosotros también, dijo Julia. Este proyecto podría ser la culminación de un trabajo de

décadas.

Hasta entonces el holograma se había presentado de espaldas como un hombre muy alto,

vestido a la manera de los sacerdotes pero con una corona sin orejeras. Giró sobre si

mismo y, al darles la cara, se dieron cuenta que habían juzgado mal al considerarlo un

hombre. Horus se presentaba como algo más que eso. La capa cubría su espalda y el

pecho donde formaba un bulto inconfundible, la curva de sus caderas era totalmente

femenina aunque su voz era masculina. La cara tenía una belleza fría, con rasgos que

podían haber sido de cualquier sexo.

- No de décadas sino de milenios, les rectificó.

- No lo ponemos en duda, dijo Ágata. Nuestros equipos de investigación han trabajado

siempre con tradiciones, rituales y objetos muy antiguos, todos procedentes de la Tierra y

127
todos con un mismo fin, despertar en el ser humano los poderes, que le permitan superar

las leyes de la fisica, del espacio y del tiempo.

- Ser un dios vivo, dijo Horus.

- A lo mejor no tanto como un dios, dijo Pablo. Por lo que hemos comprendido en

nuestros estudios de arqueología, los hombres, a lo largo de toda la historia, han intentado

usar esos poderes para sentirse más seguros. De ahí la importancia de la adivinación y de

pretender influir en las fuerzas de la naturaleza.

- Siempre ha habido mucho más en juego que la propia seguridad, dijo Horus. El hombre,

desde que es hombre, ha intentado comprender lo que se encuentra más allá de la muerte

y solo ha conseguido crear conjeturas. Los que han visto lo que hay después de la vida y

han vuelto no han encontrado palabras en ningún lenguaje humano para expresarlo.

- Y, ¿Qué es lo más importante de este proyecto para usted?, preguntó Ágata.

- Por favor, con nos use el plural, háblenos de vos. Es más adecuado a nuestra naturaleza.

Lo que puede ser crucial de este proyecto para nos es que, por primera vez en la historia

de la humanidad, un ser inteligente podría entrar en contacto con el más allá y transmitir

exactamente lo que ha presenciado. Para explicarlo no necesitaremos palabras, podremos

usar las sensaciones que percibamos, imágenes y sonidos o, lo que sea que

experimentemos porque nuestra memoria es eterna y se puede grabar fielmente en un

medio físico.

128
- Nos alegra que estéis tan entusiasmado con el proyecto, dijo Pablo. Aunque nosotros

nunca hemos tenido expectativas tan ambiciosas. Espero que no se desanime si los

resultados no son tan espectaculares como lo que usted espera. Como sabréis, en el

camino de la ciencia muy rara vez se dan pasos de gigante. Lo más normal es que

después de muchos pequeños descubrimientos se llegue a uno mayor, resultado de la

suma de los pequeños anteriores.

- Comprendemos, dijo Horus. Ustedes son científicos. Les interesan los efectos visibles,

mesurables y comprensibles de su trabajo, a nos, en cambio lo que más nos interesa es ser

algo más que el líder espiritual de los osirianos. Para eso no era necesario crear nuestro

soporte fisico. Horus se encarnaba en la antigüedad en los faraones de Egipto, en cuanto

eran coronados, y esto no causaba complicaciones en el cuerpo huésped. Tampoco el

hecho de que los trabajos que nuestra mente realiza sean la mayor fuente de ingresos de

los osirianos justifica que seamos su líder espiritual. La razón de que Horus sea albergado

en tan sofisticada creación humano-cibernética como somos los omni es la de encontrar

la vuelta al camino de Maat, que es el que lleva a la pureza del espíritu, conducir a ella a

la humanidad es el objetivo para el cual fuimos creado

Y, ¿porqué solo vos podéis hacerlo?, preguntó Julia.

Porque todos los argumentos esgrimidos por los mayores líderes espirituales de la historia

han sido ya escuchados y han sido, con el tiempo, derrotados por el escepticismo o

porque las religiones a las que habían dado origen se quedaron anticuadas y al final no

eran más que un complicado conjunto de rituales para invocar la piedad divina. Nuestra

labor es encontrar los argumentos con los que convencer a la humanidad para siempre y,

129
lo único que puede derrotar al escepticismo es la experiencia objetiva. Si las llaves de la

mente funcionan podremos tener el argumento definitivo, una prueba irrefutable de la

existencia del más allá. Nos, podríamos ser la ventana abierta a lo que se encuentra

después de la muerte y el guía espiritual del mundo. Podríamos iniciar una era del espíritu

como la humanidad no ha conocido desde la Edad Media.

- Está claro, dijo Pablo, que nuestras expectativas son completamente diferentes. En

cualquier caso eso no supone para nosotros ninguna traba, siempre y cuando, se respeten

y sigan los pasos que el protocolo de investigación marca

- Por cierto, dijo Ágata entregando un disco al holograma. Aquí lo tienen. La explicación

sobre las llaves que hemos dado a su sacerdote ¿ya la ha revisado?.

- Si, nos ha parecido fascinante. En este disco estará la localización de las otras llaves,

suponemos.

- No, es el mismo disco que hemos entregado al servidor de dios. Solo la de una de ellas,

dijo Pablo. Con la que vamos a trabajar.

- En ese caso ya poseo la información. Supongo que a medida que avance la

investigación les interesará comprobar el funcionamiento de otras llaves.

- Así es, dijo Pablo. Se las iremos entregando. Esperamos que sea discreto en cuanto a

todo lo concerniente a lo que vayamos descubriendo. No nos vendría bien que empezara

a anunciar a todo el mundo que posee poderes sobrehumanos.

- Los poseemos. Somos más que humano.

130
- Como comprenderá, dijo Ágata. No nos interesa la publicidad. Por lo menos no hasta

que hayamos obtenido resultados, después de analizarlos y haber llegado a conclusiones.

- Es evidente, contestó Horus. Como científicos deben de ser muy cautelosos a la hora de

dar a conocer su trabajo. Guardaremos la discrección necesaria.

- En ese caso, dijo Pablo. Solo nos queda cumplir con algunas formalidades. Firmar un

documento de cooperación y darle el número de acceso por supercuerda a nuestro

laboratorio.

- ¿Un número de acceso por supercuerda?, dijo Horus con tono sorprendido. En vuestra

oficina debe haber otros equipos esperando a trabajar conmigo.

- Es cierto, dijo Pablo. Está estipulado en el contrato que les hemos dado para firmar. Vos

tenéis que colaborar, al menos una vez, con cada departamento de la oficina

- Será un placer, respondió Horus. Ya está firmado y enviado.

- En ese caso, dijo Julia visiblemente excitada. Nos retiramos para comenzar con la

preparación de los experimentos. Muchas gracias.

Ya de vuelta en el hotel Miranda les esperaba para comentar los planes que tenían para

comenzar la investigación con Horus.

131
- Como ya sabes, dijo Ágata, las llaves arquetípicas pretenden activar poderes que, en

teoría, permitirían realizar acciones imposibles desde el punto de visto de la física o de la

lógica. Por ejemplo telepatía, telequinesia y la percepción del futuro. Diseñar un

experimento que, con rigor científico, pueda confirmar o no si esos circuitos de neuronas

son las llaves que suponemos, es difícil, no solo por lo complejo que resultará asegurarse

de que los datos que se obtengan sean interpretables, sino por los medios materiales que

pueden ser necesario usar para asegurarse de que no hay manipulación alguna, ni por

parte del sujeto del experimento ni de los científicos que lo lleven a cabo, explícaselo

Pablo, por favor.

- Si. Casi cualquier experimento tendría que realizarse en laboratorio, bajo condiciones de

aislamiento total. Si hablamos de telequinesia, por ejemplo, habría que usar instrumental

de medición de todo tipo para asegurarse que ninguna fuerza de tipo físico interviene en

el proceso. Todo ello podríamos realizarlo en la Tierra pero, dado el secretismo al que

estamos obligados no será posible.

- Estoy de acuerdo, dijo Miranda. Pero,¿no os parece peligroso darle esas capacidades

sobrenaturales?.

- Le enseñaremos sólo el uso de las llaves más inofensivas, dijo Ágata.

- Entonces, ¿cómo habéis decidido empezar?.

132
- Con una batería de preguntas sobre el futuro, contestó Pablo.

- Si, dijo Ágata. Es mucho más fácil y no se necesita un laboratorio. El único problema es

que, cómo Horus tiene tan fenomenal capacidad de computación elegir las preguntas

puede ser muy complicado.

- Hemos decidido comenzar con una batería de preguntas sobre meteorología, dijo Pablo.

Hasta hoy ninguna computadora ha sido capaz de predecir las condiciones exactas de

humedad, temperatura, dirección del viento y presión atmosférica en un momento dado

en un lugar dado con más de tres días de antelación.

- Parece el tipo de preguntas más adecuado, confirmó Miranda.

- Miranda, dijo Ágata. No pensamos en tener un psicólogo de tu especialidad al venir a la

Tierra y ahora nos parece que tu aportación puede ser muy importante. Nosotros no

hemos conseguido activar las llaves con anterioridad y, aunque esperamos obtener

resultados mesurables que poder interpretar, también esperamos efectos secundarios de

tipo psicológico. Esos otros los podrás interpretar tu mucho mejor que nadie. Podrás

también predecir mucho mejor que nosotros como esos efectos psicológicos pueden

afectar a los resultados de los experimentos y al desarrollo de la investigación.

- Miranda se incorporó en su silla. Estaba satisfecha y se sentía orgullosa de si misma. Al

fin habían reconocido plenamente todo lo que ella podía hacer en el equipo.

133
Estuvieron una media hora hablando sobre los pormenores del experimento. Los datos

que iban a preguntar, la manera de analizar los resultados y las expectativas que tenían de

que fueran positivos. Agata esperaba mucho más de la investigación que Pablo lo cual era

consecuencia de su diferencia de papeles en el improvisado equipo.

CAPÍTULO 11

El científico que recibió el mensaje de Magof no tenía nombre, al igual que los otros cien

millones de Urr que habitaban aquella parte de la plataforma continental. En aquella

sociedad no existía la pluralidad, todos se consideraban miembros del mismo individuo,

Urr. De manera que cuando uno de ellos sobresalía de la media se decía que elevaba la

inteligencia de Urr y se le destinaba a las labores intelectuales que se le consideraran más

apropiadas, si alguien, por el contrario era más bien torpe se decía que su fuerza hacía

fuerte a Urr y se le destinaba a labores físicas no siendo ni uno ni el otro destinos mejor

considerados ni más generosamente recompensados. Obviamente los hipocampos que

formaban parte de la élite intelectual tenían mayor poder de decisión que los trabajadores

pero ni estos se aprovechaban de la situación ni los otros se quejaban pues todo era

tomado como la forma natural de regirse las partes de un organismo.

El científico recibió el mensaje dándose perfecta cuenta del riesgo que corría su colega y

sintió pena por él, estaba claro que en situaciones extremas los Norr eran capaces de

134
sacrificarse por su sociedad de la misma manera que los Urr. Magof le había pedido que

mantuviera la información en secreto, lo cual era un error. No podía comenzar una

investigación tan importante sin consultarlo al consejo de intelectuales. Magof había

olvidado que al enviarle el mensaje no lo hacía a un colega sino a parte de una colonia en

la que nadie tomaba decisiones individualmente.

El científico escuchó la transmisión una y otra vez mientras pensaba como presentar el

caso ante el consejo. Quería encontrar los argumentos con los que persuadirles de que

mantuvieran en secreto la investigación.

Se puso a trabajar en el mensaje alienígena. Si encontraba algo realmente valioso podría

servir tanto para proteger a Magof como para condenarle. Todo dependía de las

deliberaciones del consejo. Magof le había avisado de que gran parte del mensaje estaba

codificado como señal visual. Eso era un problema. Entre los hipocampos no se había

desarrollado una cultura de lo visual y resultaba difícil entender para qué podía servir un

mensaje en video. Ellos no tenían músculos faciales para expresar emociones. Al habitar

en el mar no habían desarrollado pinturas que se secaran con las que perpetuar escenas

reales o imaginadas. De hecho la transmisión visual se usaba sólo en los casos en los que

una imagen valía, literalmente, más que mil palabras. Tanto Magof como el científico

Norr no podían comprender que podía haber tan valioso en aquella imagen de video

como para que la transmisión durase tanto tiempo. Ambos científicos habían comparado

la cantidad de palabras proferidas por el alienígena con la duración del video y habían

llegado a la conclusión de que el mensaje hablado era superfluo y de que en los gestos,

los movimientos bucales y los oculares debía estar el grueso de la información.

135
El científico miraba aquella grabación y no podía imaginar de qué manera descifrar

aquello. Si no daba con una solución, el consejo decidiría publicar la transmisión para

que toda la élite intelectual trabajase en ella y aquello condenaría a Magof a una muerte

horrible.

CAPÍTULO 12

Pablo y Ágata se encontraban en la cúpula de la catedral de Abydos. Allí Horus les

explicaba como había sido la experiencia de activar la primera llave.

De pronto, dijo Horus, se extendía ante mi un universo diferente al que había observado

hasta ahora.

¿Eso quiere decir que habéis visto otro universo?, preguntó Ágata.

No, no otro, sino este, sólo que diferente. Todas las cosas parecían estar unidas por hilos

finísimos.

¿De qué naturaleza creéis que podían ser esos hilos?, preguntó Pablo.

No lo sabemos, suponemos que se trata de los destinos que unen a todas las cosas,

animales y personas. Era como un tapiz multidimensional envolviéndolo todo, uno en el

que aparecen y desaparecen formas que le van dando sentido a la imagen que se crea en

él.

136
Y ¿qué es lo que aparece en esa imagen?, preguntó Ágata.

El presente, pasado y futuro de cada cosa, animal y persona. El destino.

En ese caso podréis predecir el futuro sin problemas, dijo Ágata.

Obviamente no, contestó Horus. Me habéis dado una llave que no me permite

concentrarme más que en pequeños detalles de la imagen.

¿Creéis que estáis listo para comenzar el experimento?, preguntó Pablo.

Lo sabremos cuando comencemos, dijo Horus.

Bien, dijo Pablo. Empecemos. Aquí tiene una serie de preguntas.

Pablo extendió la mano con la palma hacia arriba. El holograma acercó la suya y recibió

la información.

La conexión por supercuerda con el Anillo también servirá para comunicarse con

nosotros, dijo Pablo. La inmediatez de la comunicación nos permitirá estar todos juntos

en tiempo real.

En un principio los resultados no fueron nada esperanzadores. Durante los primeros días

Horus no consiguió acertar un número aceptable de previsiones.

Daba la impresión de que todo el trabajo de la oficina de fenómenos parapsicológicos iba

a quedar en nada.

137
Pero al cabo de una semana los resultados empezaron a mejorar. Entre el séptimo y

octavo días comenzó tímidamente a producirse un 15 por ciento de aciertos, después un

veinte, un treinta, un cincuenta. Al cabo de dos semanas los resultados se estabilizaron en

un 60 por ciento.

Con aquellos resultados quedaba demostrado que Horus había adquirido el poder

sobrenatural de predecir el futuro y la euforia reinó tanto sobre el equipo de la Tierra

como en los del anillo.

Durante todo aquel tiempo Miranda había estado enviando informes falsos a su padre

quien sospechaba que se había pasado al lado de los anulares pero no podía hacer nada ni

por evitarlo ni por saber que era lo que se traían entre manos.

Ágata por su parte, había visto como la euforia de su éxito se mezclaba con una pasión

frustrante por Miranda. No quería estropear su trabajo por algo que tenía todo el aspecto

de ser un impulso, sobre todo animal; pero cada día le resultaba más insoportable el ardor

que calicnaba su corazón y sus entrañas cuando se encontraba cerca de ella.

Miranda se daba perfecta cuenta de los sentimientos de Ágata y, de haber sido todavía

osiriana habría dudado si ceder o no a la tentación de ser su amante pero como católica

no podía permitírselo.

Mientras tanto los diversos experimentos que Pablo sugería no conseguían en ningún

caso resultados superiores al 70 por ciento.

138
Llegados a aquel punto Naim y Margaret iban a coger el relevo con la telequinesia

cuando Miranda, analizando las últimas conversaciones con Horus llegó a una conclusión

inquietante.

Quiero que observéis estas grabaciones, dijo Miranda.

En la pared de la habitación se formó la imagen de un hombre hablando en público. Iba

elegantemente vestido y se dirigía a un grupo de periodistas.

Ese hombre es Alejandro Sabater, uno de los políticos osirianos de mayor influencia

fuera de los círculos religiosos. En ese momento daba una rueda de prensa en la que

explicaba el valor filantrópico de las inversiones osirianas.

Y, ¿qué tiene eso de importante para nosotros?, preguntó Pablo.

Calla, déjala continuar, le amonestó Ágata.

Importa, dijo Miranda, porque la rueda de prensa tuvo lugar antes de la formación de

Horus y ese señor se convirtió en uno de sus componentes. Esta rueda de prensa es

importante porque en ella está mintiendo descaradamente.

Y, ¿crees que puedes identificar su forma de mentir con la de Horus?, preguntó Ágata.

No siempre, pero fijaos muy bien en las palabras que dice.

Repite muchas veces el imperativo, créanme. Dijo Pablo.

Exacto, y no lo hacía en otras intervenciones en las que decía la verdad. Si queréis os las

pongo.

No, de momento no, primero ve al grano, dijo Pablo.

Observad este fragmento de vuestra última entrevista con Horus.

139
En la pantalla se veía a Horus de frente, vista se giró hacia la izquierda y allí apareció

Ágata preguntando.

¿Habría alguna posibilidad de conseguir un resultado más cercano al 90 por ciento?

Quizás se le ocurra a usted un experimento que sienta que podría realizar con mayor

éxito.

Verá, se oyó la voz de Pablo. Vos haced una propuesta y nosotros la adaptaremos a las

necesidades del rigor científico.

Créanme, si pudiese conseguir mejores resultados lo haría, pero de verdad que no tengo

ni idea de cómo hacerlo. Les aseguro que no se me ocurre nada.

La imagen se desvaneció.

Esa afirmación, dijo Miranda, me parece muy sospechosa. Yo pienso que Horus ha

adquirido capacidades mucho mayores de las que imaginamos pero no quiere revelarlas.

Y, ¿por qué mentiría?, dijo Pablo.

Está claro, contesto Ágata. Para que vayamos entregándole las llaves una tras otra. Nos

está dando cebo para que piquemos. Cuando tenga todas las llaves podrá revelar su

auténtico poder y entonces, a saber qué será capaz de hacer.

Estoy completamente de acuerdo, dijo Miranda.

Pues no veo por qué habríamos de parar la investigación. Si nos sigue dando resultados y

nos explica lo que ve podremos usar esas informaciones en nuestras futuras

investigaciones, de vuelta en el Anillo. Sabíamos que quería ser un dios cuando vinimos

Ágata, no veo que problema tienes con eso ahora.

140
Ágata se había dejado contagiar por el miedo de Miranda y cada vez tenía más la

impresión de que los resultados obtenidos les permitían seguir adelante con su trabajo

con financiación y reconocimiento científicos de sobra como para prescindir de la

colaboración de Horus. Finalmente decidió llamar a Marcelo en privado.

Ya sé que en un principio no nos importaban las intenciones de Horus, Marcelo, pero si

estuvieses aquí te darías cuenta de que ese ser es mucho más peligroso de lo que parece y

nosotros lo estamos convirtiendo en una amenaza aún mayor.

Recapacita, parate a pensar en lo que estás diciendo. Se trata de uno de los sumos

sacerdotes de su religión y quiere ser además uno de sus dioses. ¿Qué tiene eso de

peligroso para nosotros?.

Tu no lo entiendes. Ese ser, con poderes sobrehumanos, podría poner en peligro a toda la

humanidad.

Exageras, lo que quiere es simplemente convencernos de que su religión es la correcta.

Lo único que intentará con esos poderes es convertirnos.

¿Y no tienes miedo de eso?.

El Anillo es fundamentalmente ateo. Las religiones apenas han tenido influencia alguna y

lo ha sido en gran parte gracias a nuestro sistema educativo y a la inexistencia de vínculos

familiares. Mientras sigamos teniendo el control de ambas cosas no habrá lugar para

religiones.

Marcelo, presiento que ese no es ni el único ni el peor de los peligros al que podemos

enfrentarnos si sus poderes llegan a ser sobrehumanos.

El omni ya es sobrehumano, eso ya lo hemos hablado.

141
¿Y el gobierno local?. No creo que ellos estén contentos. ¿Qué pasará cuando comiencen

a buscar entre sus aliados y decidan castigarnos por lo que hemos hecho?

Todo eso ya lo hemos pensado y está solucionado. ¿Algo más que decir?

No, veo que no te convenzo.

Así es. Por favor vuelve al trabajo. Tienes que conseguir que Horus te entregue los datos

sobre cambios fisiológicos de su cerebro durante el uso de la llave arquetípica.

Horus no quiere entregarnos esos datos.

Si, ya veo. Bueno, vuelve a hablar con él. Quizás quiera negociar para entregároslos.

No se si se habrá vuelto loco o no, pero yo me vuelvo al Anillo. Si no te puedo convencer

a ti quizás lo consiga con el resto del consejo.

No hagas locuras. Eres necesaria en la Tierra. Se ha invertido mucho en este proyecto

para que decidas por ti misma que quieres volver.

Me parece que la inversión ya ha dado frutos más que suculentos. Los objetivos que

veníamos a alcanzar ya los hemos alcanzado. Además es inútil que sigamos aquí sin la

cooperación de Horus. Y para terminar te diré que las consecuencias que tenga la

decisión que acabo de tomar las aceptaré sean las que sean.

Ágata se levantó bruscamente de la silla y se marchó de allí rumbo al aeropuerto de

Atocha.

CAPÍTULO

142
Antonio Pereira esperaba pacientemente sentado en el sofá de una habitación de hotel.

Con él había otros dos hombres que observaban atentamente los movimientos del piso

que ocupaban Ágata y Pablo. Era un método muy primitivo de vigilancia pero cualquiera

de los más sofisticados había resultado infructuoso. Los anulares habían tomado toda

serie de precauciones para evitar ser espiados y era evidente que contaban con tecnología

punta para ello.

Hay mucho movimiento en la casa, dijo uno de los vigilantes.

Parece que se está produciendo una fuerte discusión.

Alberto que había puesto su mente en modo de contacto mínimo con la realidad volvió

del mundo virtual en el que había estado pasando el tiempo y se enderezó. Una discusión

fuerte era algo nuevo.

Ágata está saliendo del apartamento. Ha dado un fuerte portazo al salir.

Que se preparen los equipos a pie de calle para seguirla, dijo Alberto.

El equipo del restaurante está ya preparado. Los otros dos estarán en sus posiciones en

cinco minutos.

Perfecto. Veamos que hace.

El primer equipo siguió a Ágata hasta la parada de taxis subterránea, allí tomaron nota del

destino que Ágata había pedido y lo indicaron a un segundo equipo que se dirigió hacia el

aeropuerto mientras ellos volvían al hotel.

143
O mucho me equivoco, dijo Alberto, o eso significa que la situación ya se les ha escapado

de las manos.

La cámara de detección de calor muestra que Miranda y Pablo se mueven muy

nerviosamente por la habitación, dijo uno de los vigilantes, diría que se encuentran en una

situación límite. ¡Oh!, ahora están quietos. Se han sentado juntos. Como si uno estuviese

consolando al otro.

Compañeros, dijo Alberto. Me voy. Avisadme si sucede algo interesante. Voy a avisar al

alcalde. Si esa mujer ha decidido dejarlo todo y volver al anillo debe de ser el momento

adecuado para que el excelentísimo intervenga.

En la habitación del hotel Pablo, sentado en el sofá, con la cabeza reposando sobre las

palmas de sus manos, se preguntaba si Ágata le había dejado porque temía a Horus o

porque no podía soportar la cercanía de Miranda. Se preguntaba si tenía algún sentido

continuar allí, dado que Horus se mostraba tan poco cooperativo, si era realmente tan

peligroso seguir adelante con los experimentos y si acaso él mismo no estaba cayendo en

las redes que los encantos de Miranda parecían tender a cualquiera que se le acercase.

No sé que hacer, dijo Pablo. Sólo me quedas tú para seguir con los experimentos.

Yo te aconsejo que lo dejes, que vuelvas al anillo y olvides a Horus, a mi y a Madrid

entera.

Pablo sintió un nudo en la garganta. Realmente le había atrapado. Le apetecía más que

nada en el mundo volver al Anillo, al metaverso. Aquella realidad le confundía por la

extraña mezcla de monotonía aparente y amenazante imprevisibilidad, por las

complicadas y cambiantes normas sociales y porque las personas con las que trataba

144
habían vivido experiencias totalmente diferentes a las suyas. Por otro lado sabía que le

iba a doler separarse de Miranda.

No te das cuenta, dijo Miranda, acercándose a él. La religión osiriana es malvada.

Ya se que te hicieron mucho daño pero, por lo que he podido aprender, tanto de ellos

como de la información disponible en vuestra red, son bastante benevolentes.

¿Benevolentes dices?. Llamas benevolente a una religión que idolatra al mal.

Bueno, tienen una catedral a Seth, pero es como algo testimonial, por lo que sé.

No amigo, de testimonial nada. Es uno de los mas concurridas de sus templos.

¿Pero cómo?. Si no tiene puertas.

Los osirianos no te lo contaron todo. A esa catedral se accede a través del sistema de

acantarillado de Abydos.

¿El alcantarillado?, ¿Es ese sistema de tuberías y canales por donde discurren las heces y

orines?.

Entre otras cosas y el de Abydos no es ni de lejos uno de los más limpios. Sin embargo

hay entradas a él por toda la ciudad sagrada. Entradas vigiladas por sacerdotes que se

aseguran de que el que entra no lleve ningún tipo de protección contra los olores o la

suciedad.

¿Entonces por qué lo hacen?

Porque a la catedral se va a rezar para que le ocurra una desgracia a algún enemigo o para

que salga bien un robo o asesinato planeado. Para que Seth les permita seguir realizando

impunemente sus actividades ilegales y muchas maldades de todo tipo.

¿Y eso es tan popular?.

145
Sabes que los osirianos consideran el mal tan necesario como el bien. En su religión no

pueden exisitir el uno sin el otro.

¿Y en la tuya?.

El cristianismo ya existe desde hace casi tres mil años y ha sido durante todo este tiempo

la religión que ha proveído un orden moral más robusto a las naciones y gentes que lo

han adoptado.

Creo que ya sabes que no he venido a convertirme. De todas formas lo que dices de los

osirianos es horrible. Te concederé el don de la duda e iré en persona a Abydos para

entrevistarme con Horus. Quizás aclaremos algunas cosas.

Te equivocas. Horus te supera con creces en el arte de la dialéctica. De hecho dos de sus

integrantes eran grandes políticos. Uno de ellos mi madre.

Iré de todas formas.

En ese caso. Has de saber que, cuando vuelvas no me encontrarás aquí. Yo lo dejo.

Pablo salió de la habitación con el corazón en un puño pero a paso firme. No era él la

clase de hombre de la que se podía conseguir algo mediante chantaje y mucho menos

emocional.

CAPÍTULO 13

146
El científico Urr no había sido capaz de descifrar el mensaje visual. Nada parecía indicar

que le iba a ser posible hacerlo. Finalmente se había decidido por el mensaje de audio

aunque había algo extraño en la forma de articular los sonidos, sobre todo la separación

en fragmentos. Tanto en el idioma Urr como en Norr en modo normal en el modo de

guerra la comunicación se establecía mediante la articulación de un continuo de sonidos

silbantes. Sin embargo el alienígena separaba la voz en fragmentos. Si bien el tiempo de

silencio entre los fragmentos no era largo, era lo bastante significativo como para

sospechar que formaba parte importante de la comunicación.

Con sus informes en un soporte magnético se dirigió al consejo de intelectuales.

El científico entró en la cavidad mayor de la esponja. No era necesario anunciarse para

entrar. Cada ciudadano tenía derecho a llevar un asunto al consejo de intelectuales. Era la

responsabilidad de cada uno decidir si valía la pena hacerles ocuparse del tema concreto.

La sala era circular y de pared porosa, por ella entraba una agradable corriente. Los

hipocampos bordeaban la pared en cinco filas concéntricas. La fila más cercana a la pared

estaba formada por un mayor número de hipocampos y era donde se discutían los asuntos

de forma general. En aquella fila dos hipocampos discutían con uno de la fila de delante.

Cada hipocampo de la fila siguiente recogía la opinión ganadora de la discusión y

discutía, a su vez, con dos compañeros uno a su lado y otro de la fila siguiente que

tembién recogía la opinión prevaleciente y así hasta llegar a la última fila donde el

resultado se decidiría por consenso de mayoría absoluta. Si no se llegaba a esta, las

opiniones volvían a transmitirse hacia atrás y de allí otra vez hacia delante.

147
Cuando el científico llegó, su mensaje produjo una gran conmoción. Oleadas de

opiniones iban y venían de atrás adelante y viceversa. La decisión que había que tomar se

mantuvo fragmentada y diluida durante horas pero, finalmente se produjo una conclusión.

Iban a publicar el mensaje, pero iban a hacerlo como si se tratase de un descubrimiento

propio. Al hacerlo así protegerían temporalmente a Magof. El tiempo que iban a ganar

podía ser muy poco. Dependía de cuanto tardaran los Norr en darse cuenta de que los Urr

no tenían receptores de radio en la superficie del planeta.

Todo el país reaccionó con euforia ante la transmisión. La elite intelectual en bloque se

dedicó a descifrar aquel mensaje. La población dejó de hablar en modo de guerra y la

noticia acabó filtrándose hacia el país de los Norr.

Magof se movía nervioso por el laboratorio. Sus aletas dorsales parecían crispadas, como

si se le fuesen a desgarrar por el constante movimiento. Tenía ante él una caja

transparente con camarones. Se suponía que debía comérselos pero no podía dejar de

mirarla y verse a si mismo devorado por ellos.

Por la puerta entró el general.

Pequeño mequetrefe, dijo acercándosele de lado, ¿Te ves a ti mismo dentro de esa caja?.

¿Estoy detenido?

No. No puedo detenerte porque los otros hayan recibido también el mensaje. Podría

hacerlo si descubriese que eres tu quién se lo ha entregado pero no es el caso ¿verdad?

Por supuesto, yo jamás haría algo así. Es alta traición.

He venido para darte una buena noticia.

148
¿De verdad?

Claro que si, ¿es que crees que me gusta venir aquí para escucharte?.

No claro, entonces ¿Cuál es esa buena noticia?

El rey te concede fondos y personal ilimitado para que descifres ese mensaje.

Y, ¿puedo preguntar a qué viene ese repentino aumento del interés por los alienígenas?

No. No puedes. Debes comenzar tu trabajo de inmediato. Tienes que designar a cincuenta

colaboradores. Si no descifráis el mensaje antes que los otros seréis todos aniquilados.

Si, general.

Magof no se sintió, en absoluto, aliviado por haberse librado del cargo de alta traición. Si

quería sobrevivir a la prueba que el general le había impuesto debía elegir a los cincuenta

hipocampos más capacitados del país. Todos iban a ser colegas suyos de siempre y a

todos ellos, estar en aquella lista, les podía suponer una pena de muerte firmada por él

mismo.

CAPÍTULO 14

Cuando Pablo llegó a Abydos había un caos extremo por todas partes. Lo más

espeluznante de todo, era ver lo que les había pasado a los edificios. Algunos parecían

haberse retorcido sobre si mismos, otros se habían estirado hacia arriba e inclinado en

149
ángulos inconcebibles, otros parecían haberse aplastado, como si unas manos invisibles

hubiesen jugado con ellos como con plastelina, para luego elevar parte de sus estructuras

sobre el suelo de forma que dieran la impresión de estar a punto de levitar. Parecía como

si las estructuras de los edificios se hubiesen vuelto orgánicas y hubieran adquirido vida

propia decidiendo cada una cambiar caprichosamente de forma.

Era evidente que todas aquellas transformaciones habían ocurrido estando los habitantes

en sus casas. Por todas partes corría gente despavorida. Las ambulancias volaban por

todo el cielo y todavía se veía gente salir como borracha de las pesadillas en las que se

habían convertido sus hogares.

El templo de Osiris se había salvado de los cambios. Era inimaginable que tipo de fuerza

se había desatado en Abydos, ¿qué podría ser capaz de realizar tales transformaciones?.

Al llegar al templo una muchedumbre le impedía entrar. Se habían reunido allí miles de

fieles para implorar piedad a Horus.

A lo lejos divisó a unos guardianes que intentaban poner orden. Ante la puerta. Pablo

alzó la mano haciendo señas para que lo vieran. Al cabo de un rato apareció tras él otro

guardián que lo condujo hacia una de las paredes laterales del templo en la que resultó

haber una entrada secreta. A una señal del guardián se abrió un boquete en el inmenso

muro. Entraron a una de las capillas laterales de la sala hipóstila.

El servidor de dios se hallaba en la cámara central, rodeado de otros sacerdotes. El

guardián le condujo directamente a él.

150
¿Qué es lo que ha sucedido?, preguntó Pablo. El caos es terrible.

Muy al contrario. El tumulto y el desorden que ha visto son sólo aparentes.

¿Aparentes dice?. Ha cambiado toda la arquitectura de los alrededores.

No hay nada de que preocuparse. Ahora es todo mucho más parecido a como siempre

quisimos que fuese. El ayuntamiento de Madrid nunca nos concedió los permisos para

que nuestra ciudad tuviese el aspecto que queríamos.

Pero, no lo entiendo. ¿Cómo han podido cambiar de forma los edificios?

Gracias a los poderes de Horus.

Los poderes, ¿qué poderes?.

Los que las llaves de la mente le han conferido.

Él sólo conoce una llave, y no le permitiría hacer algo así.

Quién le dijo que Horus no investigaría por su cuenta, dijo el servidor riendo. Él sólo,

encontró las otras y las activó. Una vez conocido el funcionamiento y la localización de

una era fácil encontrar las demás.

Condúzcame a él. Quiero verle ahora mismo.

Me temo que eso será imposible.

¡Quiero verle inmediatamente!.

Verá no es que se lo esté prohibiendo. Es que no puede verle. Horus no está aquí.

¿Cómo que no está?. ¿Qué ha hecho?, ¿se ha puesto a levitar, ese enorme cilindro

metálico, y ha salido por la puerta?.

No. Nada de eso. Ha sido transportado por supercuerda al Anillo.

Pablo sintió como la sangre se helaba en sus venas. De repente todo lo que había a su

alrededor le pareció irreal. No podía ser cierto. Tenía que haber oído mal.

151
¿Horus ha sido transportado al Anillo?, preguntó incrédulo

Si. Invitado por su jefe Marcelo.

¿Invitado por Marcelo?

Fue él quién transformó la conexión por supercuerda en un transportador.

¿Él lo hizo?.

Pablo repetía estúpidamente lo que oía para convencerse de que no era cierto. No podía

reaccionar. Siempre había oído que crear un pasillo por supercuerda era un proceso

costosísimo y muy complicado. Marcelo no podía haber transformado una conexión de

comunicación en una de transporte, ni tampoco Horus, por muchos poderes que hubiera

adquirido, la cabeza le daba vueltas. Era todo monstruosamente absurdo. Lo

acompañaron hacia la salida secreta y se marchó vacilante hasta las afueras de Abydos

donde cogió un taxi para volver al Hotel.

En el apartamento no estaba Miranda. Se alegraba de no verla porque hubiera tenido que

admitir que ella había tenido razón al advertirles.

Llamar a la oficina no servía de nada. La conexión se había cortado. Era inútil entrar en

las redes del anillo, incluso pagando un enlace por supercuerda porque no iba a poder

conectar con la oficina ya que oficialmente no existía.

Paseando por las habitaciones se puso a pensar en lo que le había contado sobre el bien y

el mal en la religión osiriana. El mal es considerado necesario. Sin él no puede haber

bien. Aquella explicación le había gustado. En cierta manera le servía para justificar algo

que él mismo había hecho en el Anillo.

152
No había sido fácil pero se las había ingeniado para entrar en el laboratorio de telePP y

cambiar el contenido de una botellita de PH32 por agua. La droga la introdujo por dosis

en los cubitos de alimento que guardaba para su viaje, cubitos que luego volvió a

congelar y a guardar.

Dadas las circunstancias, sólo un milagro podría salvar al Anillo de un desastre. Si había

alguna forma de hacer que el milagro se produjera sólo la conocería tomándose la droga.

Sin pensarlo dos veces cogió dos cubitos y se los introdujo en la boca. Estaban todavía

congelados. Los masticó con furia. El contenido de ambos equivalía a dos comidas

normales. Aquello le produciría una indigestión pero no le mataría. Lo que no estaba

seguro era del efecto que tendría sobre él una dosis doble de la droga. Dado que una

había sido suficiente para volver loco al anterior coordinador de la oficina era muy

probable que la que él se había tomado le dejase peor, pero eso no le molestaba. Si salía

mal, por lo menos, no se daría cuenta de lo que ocurre en el Anillo y, con suerte hasta

olvidaría lo que había hecho. Si, por otra parte salía indemne de aquello lo haría sabiendo

como salvar su mundo.

Miranda, sentada ante su padre observaba la perfecta representación de cólera que

reflejaban sus músculos faciales. Contrastaba la tensión de su rostro con la relajación de

los demás músculos del cuerpo. Era uno más de aquellos detalles que delataban a un

androide con mente humana. Las reacciones no afectan más que a las áreas del cuerpo

153
necesarias. Sin embargo estaba segura de que si su padre fuese completamente humano la

expresión de su rostro sería idéntica a la que estaba observando. Y daba miedo.

¿Cómo has podido hacerme esto?. Soy tu padre. No tenías derecho a actuar a mis

espaldas.

Lo hice por mi carrera, por conocer a Horus y porque estabas manipulándome para tus

fines políticos.

¿Qué dices?. Nada de eso. Si quise que les espiaras fue para preservar la seguridad

nacional, e incluso la de la Tierra y ahora mira lo que has hecho. Ese monstruo tiene, por

vuestra culpa, poderes inimaginables. Y, ¿qué crees que va a hacer con ellos?.

Miranda se calló. En aquel momento entraba Alberto Pereira en el despacho.

En la Tierra no mucho. Me acaban de informar que se ha ido, por supercuerda, al Anillo.

No puede ser, dijo Miranda.

Los anulares, dijo el alcalde, no tienen ni idea de lo que se han llevado a casa. Por lo

menos está lejos de aquí. No hay mal que por bien no venga. Ellos han creado el

problema y ellos se lo quedan.

Se mata dos pájaros de un tiro, dijo Alberto. Horus ya no nos molestará ni con sus

enredos religiosos ni con los comerciales.

¿Cómo podéis hablar así?, dijo Miranda. El destino de ocho mil millones de personas está

en juego.

Todos ellos anulares, dijo al alcalde. Con el problema que han estado a punto de crearnos,

que se las arreglen ellos solos.

154
Sigue siendo mejor intervenir, dijo Alberto. Si hay problemas en el anillo se resentirá

enormemente el comercio de bienes virtuales y lo que es peor, podría afectar al tráfico de

materiales de Júpiter a la Tierra.

¿Qué has pensado entonces?.

Puede que Pablo quiera cooperar.

No lo dudo, pero que podrá hacer. Es sólo un científico y hará falta alguien muy especial

para enfrentarse a Horus.

Pues tendrá que espabilarse, dijo Alberto, porque no sólo Horus se ha ido. Me han

informado de que los osirianos han lanzado una flota de naves hacia el anillo.

¿De qué tipo?, preguntó el alcalde.

Comerciales se supone. Pero no me extrañaría nada que los que en ellas viajan fueran con

unos fines más violentos.

¿Estás diciendo que los osirianos van a tomar al Anillo?, dijo Miranda.

Yo pondría mi mano en el fuego, dijo Alberto. Por cierto ¿has conocido a otros miembros

del equipo de anulares?

Personalmente no pero por contacto visual si. Tenían un proyector holográfico y era

como estar en su oficina de estudios parapsicológicos.

Y, uno de sus jefes o trabajadores no sería un tal Marcelo, un hombre de color de unos

cincuenta años.

Si, así es.

Ha venido muchas veces a la Tierra. En principio en misiones comerciales o políticas

pero se convirtió tras unas pocas visitas y ha sido siempre un fiel osiriano.

¿Qué horror?, dijo Miranda al comprender lo que había ocurrido.

155
Aquel hombre tan afable, pensó Miranda, a quién le daba la impresión de conocer desde

siempre. Era él quién la conocía a ella. Probablemente desde mucho antes de que Pablo y

Ágata llegaran a Madrid. Conociendo a Horus no dudaba que él mismo había trazado

todo el plan y le había dado a Marcelo toda la información que su madre poseía sobre ella

y que era necesaria para saber como convertirla en su cómplice.

Miranda se tapó la cara con las manos y se echó a llorar. Había traicionado a su padre y a

la Iglesia. Podía haber evitado que Pablo, Ágata y ocho mil millones de personas se

encontraran ante un destino incierto pero se dejó engañar, y lo que más le dolía. Su propia

madre, o lo que quedaba de ella, le había traicionado.

CAPÍTULO 15

Ante Pablo se extendía un paisaje hermosísimo, si bien un poco surrealista.

Estaba en una gran pradera . A su alrededor veía gente bellísima que correteaba, hacían

en amor o se reunían en corros para hablar. A lo lejos incluso se podía divisar una tarima

sobre la que parecía representarse una obra de teatro.

156
Nadie llevaba ropa alguna, lo que le llevó a sospechar que podría estar en algún escenario

onírico creado en el Anillo, pero pronto recordó que se había tomado un potente

alucinógeno y que estaba allí para encontrar una solución al gravísimo problema que él

mismo había ayudado a crear.

Siguió mirando de un lado a otro. Le llamó la atención una escena que se desarrollaba

bastante cerca de allí pero cuyo sonido llegaba como de muy lejos. Un par de fornidos

hombres se peleaba a matar y los rodeaba una jauría de animadores de un tamaño

minúsculo. Estos apoyaban a uno u otro contendientes y aún a pesar de lo dramático que

hubiera debido ser la escena, a Pablo le pareció que nadie se tomaba aquello muy en

serio. Girándose hacia la izquierda vió algo que lo sorprendió todavía más.

Sentado en una roca, un ser mitad hombre, mitad animal, tocaba con su flauta una

melodía dulcísima. La mitad superior era humana. Bien proporcionado, hermoso de

cuerpo pero feísimo de cara. La mitad inferior era velludísima, con el pelaje de un color

marrón rojizo, y pezuñas en vez de pies.

Hola, le dijo el extraño ser. Bienvenido.

¿Qué lugar es este?.

Uno olvidado hace ya mucho tiempo por los hombres pero que, a pesar de lo que vuestros

delirios de grandeza os han hecho pensar, no ha desaparecido.

Y vosotros ¿Quiénes sois?

Los que os inculcan las ideas. Tenemos que hacerlo para resolver nuestras disputas

porque aquí es imposible.

¿Porqué?

157
El ser le echó la flauta para que la cogiera.

Mírala bien.

Si claro.

Búscale algún defecto.

Pablo la estudió detenidamente moviéndola entre sus dedos. Estaba formada por cinco

tubos de diferente longitud, ordenados de más largo a más corto.

No le veo ningún defecto.

Exacto. Lo que estás viendo es una flauta ideal. El modelo de flauta siguiendo el cual

todas deberían construirse, pero por supuesto nunca se hace una como esta.

Yo no he venido a discutir sobre flautas. Estoy buscando a alguien que me ayude a salvar

mi mundo.

¡Oh, venga!. Aquí el tiempo no importa. Diviértete un poco con nosotros, por favor.

No me apetece, en serio.

Lo harás por las buenas o por las malas.

De pronto el escenario cambió. Se encontraban en una barca en medio del mar. El ser,

que se erguía de pie ante él, parecía tener problemas para mantener la estabilidad sobre

aquellas patas.

¿Alguna vez has intentado hablar bajo el agua?

Si, cuando era pequeño. Esto es estúpido. Quiero volver a donde estábamos.

No se, me parece que no puedo seguir manteniendo el equilibrio. Ohhhh. ¡Plash!.

158
La barca volcó y ambos cayeron al agua hundiéndose. Una vez bajo la superficie, el ser

se puso a hacer el payaso gritando cosas que no se entendían por el ruido de las burbujas.

Pablo lo miraba desconsolado. Unos delfines les rodearon y comenzaron a emitir los

sonidos silbantes con los que se comunicaban entre ellos.

Y de nuevo estaban en el prado. A lo lejos los dos hombres seguían luchando.

- Acerquémonos, dijo el extraño ser.

- ¿Me queda otra opción?.

Al acercarse Pablo se dio cuenta de que aquellos hombres no habían estado muy cerca

sino que eran enormes, eran gigantes. La jauría que les animaba, en cambio era de altura

normal.

Cuando se cansaban de luchar con un arma la soltaban y cogían otra, ambos siempre

cogían la misma. La lucha se prolongaba interminablemente sin que ninguno de los dos

superara al otro.

¿Porqué están luchando esos gigantes?, preguntó Pablo

Titanes, eso son titanes. Lo hacen un poco como diversión, un poco obligados por

vosotros.

¿Por nosotros?

Si, así es. Su lucha refleja un gran conflicto entre diferentes ideologías, religiones o

creencias.

¿Porqué no usan armas diferentes?, dijo Pablo. ¿No sería más fácil terminar la pelea?

159
Los Titanes no luchan por ganar. Ten en cuenta que esa que ves es una lucha perfecta. El

ser le miró a los ojos y le dijo. Tú mismo te encontrarás dentro de poco en el centro de un

círculo parecido. Recuerda entonces. Si te atacan con fuego responde con fuego. Esa es la

táctica ideal. Tu lo sabrás pero tu adversario no.

Entonces se despertó. Estaba en un hospital. Al pie de la cama se encontraba Alberto

Pereira.

- Los doctores no habían visto nunca un caso como el tuyo. Has pasado a los anales de la

medicina como uno de esos pacientes que sufren percances extremos y que acaban siendo

estudiados por los futuros médicos. En principio pensaron que tu desmayo se debía a la

indigestión pero luego, los análisis de sangre les dejaron atónitos. Ayahuasca, ni mas ni

menos. La droga que los chamanes usan en sus procesos de iniciación. Y en dosis

monstruosas. ¿Qué pasa?, ¿Querías hacerte todo el rito de iniciación de una?.

- ¿Me encontró Miranda?.

- No, mis hombres me avisaron de que llevabas mucho tiempo sin moverte. Pensamos

que te habrías suicidado. Por cierto, llevábamos vigilándoos desde antes de que llegarais

aquí.

- ¿Desde el viaje de venida?

- A vosotros si, a Marcelo desde mucho antes, pero le habíamos perdido la pista hacía

tiempo. Hasta ahora.

- Ha cometido un error gravísimo. Debo comunicarme con él.

- Él no ha cometido ningún error. Ha llevado a Horus al anillo para que convierta a toda

la población al culto osiriano.

160
- ¿De qué hablas?.Eso no puede ser.

- Él mismo es osiriano desde hace años.

Oh, no, no, no.

- Me temo que si. De hecho ya ha empezado la propaganda de conversión aunque quizás

no esté todo perdido. Tengo un plan.

La salida del coma y la noticia de que Marcelo había planeado la invasión del Anillo

desde hacía tiempo le hacían sentirse completamente borracho. Eran muchas las cosas

que comenzaban a encajar y no le gustaba nada saber que todo lo que él o Ágata o

cualquier persona de la oficina pudiera hacer hubiera sido previsto con antelación, o

quizás no todo.

- Dime, dime, dijo Pablo ansioso, aferrándose a su única esperanza ¿Qué se puede hacer,

puedo ayudar, participar, estar en tu plan?

- Estás en ese plan, y eres la persona más importante de él.

- Habla, rápido. No me hagas esperar.

- Verás. Has estado convaleciente tres días. El tiempo suficiente para actualizar un poco

tus componentes tecnológicos.

- ¿Mis tecno órganos?

- Hay un par más. Ahora puedes disparar ondas de choque cerrando el puño. Sólo tendrás

que enfocarlo hacia tu enemigo. La intensidad máxima reduce a un hombre a pulpa

sanguinolenta.

Aquello, definitivamente no podía haberlo previsto Marcelo.

- Por desgracia eso no será suficiente para destruir a Horus así que te llevarás al Anillo

una bomba adhesiva.

161
Alberto extendió una mano de la que colgaba un pedazo de tela gris del tamaño de un

pañuelo.

- La colocas, dijo Alberto, sobre Horus y te vas a toda prisa de allí.

- ¿Eso es todo?. La dejo encima de Horus y me voy.

- Si. Puedes dejarla encima, hacerla un ovillo y lanzarla contra él, lo que quieras, está

programada para pegarse a Horus y explotar al cabo de diez segundos. Será una

explosión bastante fuerte así que mejor corre con todas tus fuerzas. Ah, y una cosa más.

Desde ahora no será necesario que te sumerjas en un tanque para entrar al metaverso.

- No entiendo.

- Podrás hacerlo a voluntad, desde cualquier sitio. La diferencia es que estar dentro o

fuera dependerá, tan sólo, del grado de atención que le prestes a uno u otro universos. Es

como funciona aquí la realidad virtual. A vosotros no se os ha dado esa opción porque

sale más barato teneros guardados en tanques que andando por los estrechos pasillos de

vuestro mundo.

- Es mi mundo y haré todo lo que sea necesario para salvarlo.

- En ese caso. Ve haciéndote a la idea de volver inmediatamente

- Hoy mismo cojo la primera nave que vaya al Anillo.

- Ni hablar no hay tiempo, te vas por supercuerda ¡pero ya!. Una flota de naves osirianas

se dirige hacia allí y llegarán en una semana.

- Marcelo. Marcelo nos ha traicionado. A todo el anillo.

- Si te vistes y te das prisa estarás allí en un par de horas.

- Dime, ¿cómo está convirtiendo a la gente?.

162
- Llamando su atención. Por lo que sabemos Horus ha obtenido acceso a los medios de

comunicación del metaverso y está apareciéndose a la gente y convocándoles a reuniones

en las que les pregona su religión.

- ¿Llamando su atención?, ¡Claro!. Dime, ¿dónde se estudia aquí zoología marina?.

- En la Universidad, por supuesto.

- Vamos. Ahora mismo.

- ¿Ahora, para qué?

- Necesito saberlo todo sobre la comunicación de los delfines.

- Pero, ¿ahora?.

- Si, si he de enfrentarme a Horus que sea fuego contra fuego.

Tomaron un taxi y Alberto, consternado y pensando que quizás Pablo se había

acobardado y estaba haciendo tiempo para no volver al Anillo accedió a llevarle a la

facultad de ciencias del mar.

CAPÍTULO 16

Magof trabajaba febrilmente con su equipo. Decodificar el mensaje de audio desafiaba a

las inteligencias más brillantes. Habían probado todo tipo de análisis matemáticos, habían

163
buscado regularidades que pudiesen traducir a su idioma o al de los Urr, que era más

sencillo y sin embargo nada daba resultado.

Las noticias que les llegaban por los espías infiltrados en la sociedad Urr les indicaban

que toda la élite intelectual estaba involucrada en la búsqueda. Era preocupante. Magof

estaba seguro de que muchos de los participantes lo que más harían sería entorpecer el

trabajo de los realmente cualificados, pero había algo en aquel sistema que les daba

ventaja. En algún momento podía aparecer alguien con una idea aparentemente estúpida

y aquella resultar ser clave. Los científicos que trabajaban con él nunca formularían una

hipótesis sin antes sopesarla y contrastarla para si mismos y si lo que resultara de sus

reflexiones les pareciera estúpido no lo dirían por temor a ser despreciados por sus

compañeros. El miedo al ridículo no existía en la sociedad Urr y por tanto no iba a limitar

su creatividad.

Dándose cuenta de que los métodos tradicionales no daban ningún resultado, los reunió a

todos alrededor de una fuente de plancton fuera del laboratorio.

Ahora, dijo Magof, vamos a dejar de pensar en nuestro trabajo.

Es un suicidio, dijo uno de sus colegas. El tiempo apremia.

Hacedme caso. Es necesario que descansemos un poco. Con la mente clara será más fácil

que encontremos la solución. Disfrutemos del vivificante plancton. Aspirad, compañeros,

aspirad.

164
Estaban todos aterrorizados. El tiempo se les echaba encima y el precio del fracaso era la

muerte. Sin embargo, al cabo de unos minutos comenzaron a relajarse. El plancton tenía

ese efecto.

Y ahora, vamos a sacar todo lo inútil de nuestras mentes. Hemos de liberarnos de toda la

basura que se ha acumulado en nuestros pensamientos. Por favor decid todas las cosas

absurdas que se os hayan ocurrido sobre el mensaje del alienígena.

En un principio nadie se atrevía a tomar la palabra.

Venga. Si queréis, dijo Magof, empiezo yo. A mi se me ha ocurrido que podrían hablar al

revés que nosotros. Es decir comenzar por el final y acabar por el principio.

Hubo algunos burbujeos que expresaban aceptación.

A mi, dijo otro ya un poco animado, que igual nos están gastando una broma pesada los

Urr y todo eso del mensaje lo han creado ellos.

A mi, dijo otro, que los alienígenas emiten sonidos pero no dicen nada con ellos.

Hubo un burbujeo general de aprobación. Todos habían pensado aquello.

Pues, yo, dijo uno. He pensado algo que os hará regurgitar todo el plancton que hemos

tomado. He pensado que hacen las pausas entre palabras para tragar aire.

Todos se pusieron a regurgitar el plancton en señal de vergüenza ajena. El científico que

hizo el comentario se fue apartando del círculo alrededor de la fuente cuando otro

hipocampo, uno con experiencia en zoología de superficie dijo.

165
Pues no es tan estúpido, no. Si son criaturas de aire necesitan tomarlo en bocanadas. Es

muy probable que hablen expulsando el aire.

Si, dijo Magof, pero ellos no paran a respirar entre cada palabra.

Es cierto, pero seguro que cada frase empieza tras una inspiración y termina con una

expiración y no me extrañaría nada que la separación del mensaje en palabras sea para

asegurarse de que llega bien al receptor. Tened en cuenta que el sonido se propaga peor

en el aire.

Hay algo más, dijo un experto en dinámica de fluidos. La misma consistencia del aire

debe obligarles a articular los sonidos de una forma totalmente diferente a la nuestra.

Volvamos al laboratorio, dijo Magof. Creo que hemos encontrado la clave que

buscábamos. Tenemos mucho trabajo y poco tiempo.

No muy lejos de allí. El general recibía un mensaje. Los Urr no poseían antenas

orientadas al espacio exterior. Con las garras afiladas de sus aletas ventrales desgarró el

papel. Para él, la suerte de Magof ya estaba echada. Mandó llamar a un pequeño

escuadrón. Iría con ellos a detenerle. Después de un juicio sumarísimo le castigaría de

una forma ejemplar.

CAPÍTULO 17

166
En la facultad de ciencias del mar encontró lo que buscaba. Unos algoritmos

prácticamente olvidados para traducir el lenguaje de los delfines a cualquier idioma

humano. Pablo había oído hablar de aquello en su época de estudiante. Hacía siglos que

habían sido descubiertos y, aunque causó gran interés en un principio, ni lo que los

delfines tenían que decir era gran cosa ni estaban realmente interesados en aprender de

los humanos, así que todo aquello quedó olvidado por el público. Pablo supuso que

modificando aquellos algoritmos encontraría la forma de traducir el lenguaje de los

hipocampos. Los profesores de la facultad accedieron gustosamente a ayudarle y el

resultado fue sorprendente. Las bases de la formación de frases y palabras eran las

mismas. Incluso la gramática resultó parecerse, como si la de los delfines fuese una

versión primitiva de la de los hipocampos. Al salir de allí Pablo llevaba grabado en su

memoria el mensaje traducido y los algoritmos para comunicarse.

La idea de Pablo era convencer al consejo de gobierno de que le dieran el control de los

medios de comunicación que Marcelo no estaba usando y ofrecer una conexión en directo

con el mundo de los hipocampos. La conversación en directo, por primera vez en la

historia, con una civilización extraterrestre, galvanizaría a los anulares, los apartaría de

los sermones de Horus. Seguramente aquello le sacaría de sus casillas y sus poderes

extrasensoriales se verían afectados. Sería el momento adecuado para atacarle.

Desde luego me parece un plan excelente, dijo Alberto. Aunque un poco complicado. Me

gustaría que considerases antes el mío.

167
Aparecer directamente en el sector XII y llegar a la oficina de fenómenos PP. Hablar con

Marcelo, convencerle de que me deje ver a Horus y lanzarle el pañuelo bomba. No está

mal. Pero hay demasiadas posibilidades de que salga mal.

Es arriesgado, estoy de acuerdo pero es un plan simple y en un plan simple siempre es

más fácil improvisar que en uno complejo como el tuyo.

Se te han olvidado los poderes de Horus. Telequinesia, telepatía, y todo lo demás.

No, no se me ha olvidado en absoluto. Miranda nos ha dicho que los resultados no han

sido muy buenos.

No se si has visto lo que ha hecho en Abydos. A mí me dio miedo. En cualquier caso, si

me acerco a él directamente aunque no lea mi mente no le costará adivinar mis

intenciones.

El taxi disminuyó su velocidad hasta parar por completo. Hizo un movimiento ascendente

por el túnel y aparecieron en la superficie. Habían llegado ya a la entrada de la estación

de Atocha reservada para transportes por supercuerda. Descendieron del taxi y caminaron

hacia el interior del edificio. Allí no había sala de espera. Tras una identificación visual

automática se entraba en una habitación con una camilla a cuyos pies se abría una gran

circunferencia. Pablo comenzó a tumbarse.

¿Te das cuenta de la enorme responsabilidad que tienes?, preguntó Alberto.

Sé lo que estoy haciendo, dijo Pablo.

Así lo espero.

168
Horus está seduciendo a los habitantes del anillo para sumarlos a su religión. Yo voy a

combatir fuego con fuego. Atraeré su atención con algo que seguro que les hará olvidarse

de esa estupidez osiriana. Entonces aislaré completamente al omni y podré destruirle.

Espero que tengas suerte, de verdad, dijo Alberto abrazándole.

A los pies de Pablo, en el interior del círculo apareció un fondo diferente al de la pared

que había visto hasta entonces. Parecía un reflejo de la habitación donde estaba en el que,

sin embargo, no se veía a si mismo. Empezó a pensar que quizá estaba teniendo otra

alucinación pero no tuvo tiempo de considerarlo. La camilla comenzó a moverse

deslizándolo hacia el círculo. Al otro lado se encontraba su viejo mundo.

En el anillo todo parecía tranquilo. Los corredores fríos, bordeados por tanques de

inmersión daban la sensación de que nada había cambiado, por lo menos hasta llegar a la

zona de mantenimiento físico. Allí no había nadie. Eso significaba que la gente se estaba

saltando sus turnos de gimnasia de cada setenta y dos horas para escuchar a Horus. Era

una pésima señal. Llegó hasta uno de los pasillos laterales y se subió a un transporte.

Durante el viaje entró en el metaverso. Era tal y como le había dicho Alberto. Para

conseguir un buen aislamiento bastaba con cerrar los ojos.

Pablo no sabía hasta donde llegaban los poderes de Horus. Bien podía ser que supiera de

antemano todo lo que iba a suceder, en cuyo caso estaría perdido, o que los mediocres

resultados que obtuvo en la Tierra no los hubiese fingido. Sólo había una manera de

saberlo y era hacer lo que estaba haciendo.

169
Normalmente era imposible, para un ciudadano corriente, acceder a las reuniones del

consejo de gobierno pero Pablo tenía gracias al Alberto una nueva habilidad. En el

metaverso podía adoptar la identidad que quisiera y adoptó la del presidente del consejo.

Cuando llegó a la cámara estaban casi todos los miembros. El aspecto semicircular

recordaba mucho a los viejos parlamentos europeos. Con muebles de madera y escueta

decoración. Mientras el presidente discutía con un grupo apartado de consejeros Pablo se

acercó al estrado pidiendo permiso para dirigirse al consejo. El secretario del consejo se

lo concedió y anunció que tomaba la palabra el presidente del consejo. En la zona donde

el verdadero presidente se hallaba se produjo una conmoción. Pablo subió al estrado y,

justo cuando un grupo enfurecido llamaba la atención a los alguaciles para que

expulsaran al indeseado, cambió de identidad y de aspecto y se dirigió al público.

Algunos de ustedes han oído hablar de mi. Para los que no, me presenteré. Soy Pablo,

trabajo en la oficina de estudios parapsicológicos.

El grupo que se dirigía allí con los alguaciles se detuvo. Se produjo un profundo silencio.

Muchos de ellos sólo habían oído hablar de la oficina días antes, pero sus actividades,

investigaciones y, sobre todo su director, Marcelo eran ya bien conocidos y temidos.

He estado en la Tierra llevando las investigaciones que han permitido a Marcelo traer a

Horus al Anillo. Me avergüenzo de ello. Fui engañado por Marcelo tanto como lo fuisteis

los que financiasteis su proyecto. Pero he traído el arma con la que nos enfrentaremos a

Horus.

170
Pablo elevó el brazo por encima de su cabeza y proyectó en el centro de la sala la

presentación traducida del Hipocampo. Después explicó sus intenciones a los consejeros.

Todos ellos aprobaron su plan y le vitorearon. Entonces subió el presidente a hablar.

Honorables miembros del consejo. El plan que nos ha presentado Pablo es, sin duda,

brillante. Es el único plan realista que hasta ahora nos ha sido presentado, sin embargo

hay algunas dificultades para su realización. La primera es que la llave de acceso a los

medios de comunicación está en poder de Marcelo. Eso le da el poder de cortar cualquier

transmisión. La segunda es que los poderes de Horus le permiten anticipar nuestros

movimientos y luchar contra cualquiera que se le acerque con esa fuerza misteriosa

llamada telequinesia.

Tenemos que intentarlo, dijo Pablo. Si no estaremos perdidos.

Enviemos un mensaje a la población, dijo uno de los consejeros. Usemos el canal del

consejo de gobierno,.

¿Cuál es su idea consejero Martin?

Usar el canal oficial del consejo para informar a la población sobre el contacto con la

civilización de los hipocampos. Añadimos el video como parte del mensaje.

Pienso, dijo Pablo cogiendo el micrófono de uno de los consejeros, que el mensaje

bastará para atraer la atención de Horus, eso será suficiente para permitirme acercarme a

Marcelo y arrebatarle la llave. Con ella recuperaremos el control de los medios de

comunicación.

Adelante entonces, dijo el presidente, y que le acompañen siete alguaciles.

171
Todos los que se hallaban en aquel hemiciclo se daban perfecta cuenta de la gravedad de

la situación. De lo que no eran conscientes era de la importancia histórica que tenía en

aquel momento cada palabra pronunciada y cada decisión tomada. Aquella reunión del

consejo iba a ser considerada en el futuro junto a la llegada de Horus al anillo, un punto

de inflexión en la historia del anillo y de la humanidad.

Al salir del metaverso reprogramó la trayectoria del transporte. Por lo que le habían

informado, Horus había cortado todos los accesos al sector XII. Antes de llegar a la

frontera del XI debía dirigirse a un lugar donde estarían esperándole los alguaciles para

llevarle sano y salvo ante Horus.

Tal y como esperaban, el mensaje atrajo la atención de la población entera y, como

habían supuesto, Horus había intensificado la intensidad de sus sermones, introduciendo

un contenido apocalíptico. En vano. Todos querían saber que iban a decir los

hipocampos.

CAPÍTULO 18

El escuadrón del general, con este a la cabeza, entró en el laboratorio de Magof. Nada

más cruzar el umbral llamó al científico de la manera más oficial posible, enumerando

172
sus títulos, algo que hizo acompañando su voz con el típico silbido grave que los

hipocampos producían al amenazar a alguien.

- Magof el sabio, Magof el matemático, Magof el representante del consejo de

pensadores.

- Dígame mi general, dijo Magof con tranquilidad.

Había esperado tanto tiempo ser arrestado y condenado a muerte que cuando, por fin

estaba ocurriendo, se sintió aliviado de no tener que esperar más. La perspectiva de ser

devorado lentamente le parecía menos dolorosa que la de alargar la incertidumbre.

- Le acuso de comunicar a los Urr el mensaje de los alienígenas, lo que en la situación

actual equivale a alta traición, y le conmino a que venga con nosotros.

Lo de exigirle que fuera con ellos era, por supuesto, una mera formalidad. Mientras lo

decía, sus soldados rodeaban al científico. En aquel momento uno de sus compañeros

decidió jugarse la vida y mentir en su defensa.

- Necesitamos a Magof, ha dado con la clave para decodificar el mensaje, sin él puede

que no lo consigamos.

- ¿Es cierto eso?, preguntó el general.

- Si, hemos encontrado la razón por la que no hemos podido, hasta ahora, descifrar el

mensaje y estamos en buen camino para conseguirlo.

- Si, pero esa no es el área en la que usted es experto.

- Es verdad pero…

173
- ¡Detenedle!, gritó el general prescindiendo ya de formalidades. Será juzgado hoy

mismo, y la ejecución se efectuará justo después del juicio.

- No estamos de acuerdo, dijo uno de los científicos.

- No seguiremos trabajando, dijo otro.

- Libérelo, lo necesitamos en el grupo, dijo otro.

- ¡Silencio!. Si los Urr descifran el mensaje antes que ustedes dense todos por muertos.

Eso es todo lo que tengo que decir.

El general salió, de nuevo en primer lugar, mientras sus soldados escoltaban a Magof. El

fuerte aleteo de tantos hipocampos levantó una corriente que a los que se quedaron les

pareció tan gélida como el agua de las profundidades abisales.

- Compañeros, dijo el que había intentado salvar primero a Magof. Hemos de trabajar, no

sólo por salvarnos a nosotros sino a nuestro alma mater. Si conseguimos descifrar el

mensaje podremos contactar con los alienígenas. Entonces lo haremos público, contamos

con los medios para hacerlo.

- Si lo hacemos, dijo otro de ellos, contravendremos al rey que quiere mantenerlo todo en

secreto y nos convertiremos en traidores. Correremos la misma suerte que Magof.

Muy al contrario. Para la población seremos héroes. El rey tendrá que ponerse de nuestro

lado. Entonces podremos reivindicar su vida y salvarle del suplicio y la muerte.

Desde aquel momento las vidas tanto de Magof como de sus compañeros, dependían de

la velocidad con la que Pablo consiguiera acceder a los medios de comunicación

anulares.

174
CAPÍTULO 19

- ¿Qué tipo de transporte es este?, preguntó Pablo al jefe de alguaciles.

- Es un vehículo autopropulsado. De ahí el ruido que oye. Procede del motor.

- ¿Se puede saber porqué no viajamos con un transporte normal?

Por culpa de Horus. De alguna manera ha ganado control sobre la alimentación eléctrica

del sector y no es posible llegar si no es así.

En Principio se movieron por túneles. Tenían la esperanza de ver, cuando salieran a la

superficie, los típicos grupos de niños y sus tutores paseando por extensas zonas verdes.

Lo que vieron, en cambio, fue parques desolados y niños correteando en grupos,

peleándose y haciendo fuegos con ramas arrancadas a los árboles.

Siguieron avanzando hacia el edificio de la oficina de fenómenos parapsicológicos. Al

llegar ante el portal se bajaron. Una muchedumbre de niños surgió de la nada. Parecían

enloquecidos, sucios y en sus miradas se veía una desesperación como Pablo jamás había

sentido. Eran casi animales. Pedían comida, que les sacaran de allí, volver con sus

tutores.

175
Los alguaciles intentaron apartar a los niños, primero con palabras cariñosas y amables,

después a gritos y por último tuvieron que abrirse paso a empujones.

Una vez dentro echaron un sofá ante las puertas para que no se pudieran abrir desde fuera

y siguieron avanzando por los fríos pasillos.

- ¿Qué es lo que ha pasado con los tutores?, preguntó Pablo a uno de los alguaciles.

- No lo sabemos, contestó el jefe. Ha habido algunas incursiones en la zona pero no

hemos podido averiguar nada. El sitio se está volviendo peligroso.

- ¿Por los niños?

Los mayores de entre ellos. Son extremadamente violentos. Hay que actuar muy rápido.

Si nos quedamos mucho tiempo sabrán que estamos aquí y se reunirá un grupo numeroso

para hacernos frente.

- No se preocupe, dijo Pablo, pronto habremos llegado ante Marcelo y Horus.

- Sabrá encontrarlos en este edificio tan grande. A lo mejor no están donde usted espera

verlos.

Pablo sabía donde encontrarlos. Solo tenía que avanzar hacia donde más se notaba un

sabor a metal oxidado entre los dientes. Algo que se apelmazaba bajo el paladar y hacía

difícil el acto de tragar. Era el sabor del terror y no era él el único que lo sentía. Los

alguaciles caminaban atrás, con paso vacilante.

Al llegar al laboratorio de telePP los vieron. La mesa del centro había desaparecido. En

su lugar se hallaba la estructura metálica de Horus. De su cuerpo salían extensiones que,

como raices, se introducían bajo el suelo, abombándolo al surcarlo y llegaban a las

176
paredes subiendo por ellas y atravesándolas. Frente a aquello se erguía un ser cuyo

cuerpo de casi tres metros de altura, en la parte inferior y torso era de hombre, pero cuya

cabeza era la de lo que habría podido ser un enorme halcón. Mirarle a las manos producía

casi tanto pavor como a sus amarillentos ojos. Los dedos terminaban en garras curvadas

con las que bien podría descuartizar a un hombre de un solo golpe. A su lado Marcelo

sonreía satisfecho.

Pablo comprendió que aquel ser era tan sólo una proyección holográfica y se lo dijo a los

alguaciles pero estos no se movieron. Había que hacer algo. Quiso lanzar el pañuelo que

llevaba encerrado en su puño pero no pudo. Sus brazos estaban inmóviles.

- Deja esa bomba, dijo Horus.

La mano de Pablo se abrió y el pañuelo cayó al suelo.

- ¿Qué estáis haciendo con el Anillo?. ¿Qué es lo que queréis hacer?, preguntó Pablo

desesperado.

- ¿Es que no lo ves?, dijo Marcelo. El Anillo se ha convertido en una máquina de crecer,

sin ningún objetivo ni deseo. La gente que vive en él son todos iguales, como hormigas.

¿No has visto la Tierra?. ¿la arquitectura?, ¿el arte?. La población del anillo no aporta

nada importante desde hace siglos, nada a la humanidad. Somos seres grises, amorfos.

Sólo servimos para hacerle la vida agradable a los viejos, los enfermos mentales y los

insociables de la Tierra.

Por un momento Pablo recordó la imagen desoladora que descubría cada vez que salía del

metaverso. La sensación de que todos los habitantes del Anillo son, tan sólo, pólipos de

177
aquel atolón y por un momento dudó. Unos gritos que venían del corredor tras ellos le

devolvieron a la realidad. Eran los niños, se estaban acercando.

Marcelo. Habéis convertido este sector en un territorio de hambre y desolación. ¿No

querrás que pase lo mismo con el resto de nuestro mundo?

Es un estado de transición, dijo Marcelo. Pablo, aquí hemos asesinado a los dioses, a

quienes los terrestres habían olvidado y al hacerlo hemos perdido la chispa de la

divinidad que hacía surgir a los grandes filósofos, matemáticos, escritores, pintores,

músicos y a todos los genios sin los cuales la vida ha ido perdiendo todo su sentido en

este desierto de almas en el que vivimos.

Los dioses no están muertos, yo los he visto y ellos me dijeron que pensar que los

habíamos hecho desaparecer era una idea absurda surgida de nuestra soberbia.

¿Los has visto?, preguntó incrédulo Horus.

Si, y tu no estabas allí, contestó Pablo.

Pero, ¿cómo?, balbuceó Horus.

El PH32, supongo, dijo Marcelo, ¿me equivoco?.

Ayahuasca, se llama ayahuasca y no, no te equivocas, robé algunas dosis antes de irme a

la Tierra.

Ya lo sabía. Pero, francamente, no creía que tuvieras valor par tomarlo, no después de

decirte lo que les pasó a los otros.

¿Cómo te atreves a decir que yo no estaba entre los dioses?, gritó Horus. Lo que viste no

tiene nada que ver con lo que hay después de la muerte.

Lo que vi era muy real. Más real que ahora y estoy bien seguro de que allí no se

encontraban ni Osiris, ni Isis ni ninguno de esos dioses de los que habláis vosotros.

178
Ahora mismo te mando de nuevo allí, gritó furioso Horus, para que busques mejor, pero

esta vez no te va a hacer falta ninguna droga y no vas a poder volver.

Pablo notó como una gran presión le hundía las costillas ahogándole. Pensó entonces en

Miranda. No iba a poder verla más.

De pronto la presión cedió. Pablo comprendió lo que pasaba. Horus había leido su

pensamiento y la parte que correspondía a la madre de Miranda había reconocido a su

hija. Recordó entonces que a ella no le dejaban contactar con Horus para no

desestabilizarle y estuvo seguro de que si había leído su pensamiento seguiría haciéndolo.

Decidió entonces concentrarse más en sus recuerdos, en como movía sus delicadas

manos, con aquella gracia tan sensual. Su sonrisa. Aquel lado frágil que había conocido

desde el principio y como descubrió, poco a poco, que guardaba el germen de un carácter

inquebrantable. Le fascinaban todos aquellos movimientos que realizaba de forma

inconsciente, como apartarse el flequillo soplando o acariciarse la nuca cuando se

concentraba. Ninguna mujer se movía así en el metaverso donde todo era intencionado y

cada uno creaba su propia identidad.

Miranda había demostrado ser, no sólo sensible, sino muy inteligente y no menos original

que muchos de aquellos creativos a los que había conocido a través de su antiguo amor.

Horus liberó de su sujeción a todos los allí presentes. Los alguaciles, en cuanto se dieron

cuenta, salieron por piernas.

179
La figura de cabeza de halcón permanecía ensimismada cuando Pablo alzó su brazo

apuntando a Marcelo. Recordó a aquellos niños hambrientos que casi no le dejan entrar

en el edificio. Pensó en aquellos cuidadores desaparecidos, quizás muertos y deseó matar

a Marcelo. Deseó aniquilar a quién había convertido el paraíso de la infancia en un

infierno. Al instante siguiente el cuerpo de su antiguo jefe explotaba como un globo lleno

de pintura roja.

El efecto era horrible. Pablo se dio cuenta de que Horus tarde o temprano volvería en si y

se puso a buscar por el suelo, entre la sangre, la carne y los trozos de hueso, la llave que

Marcelo había llevado siempre colgando. Tardó un buen rato en encontrarla. Cuando lo

hizo salió de allí tan rápido como pudo.

Los niños habían entrado en el edificio. Un grupo de los mayores había atrapado a los

alguaciles y les estaban dando una paliza ante la puerta. Al verle salir ensangrentado de

pies a cabeza se apartaron horrorizados. Pablo fue ayudando a los alguaciles a levantarse

y se dirigió con ellos al transporte que los había llevado allí.

- ¿Qué le ha sucedido?, preguntó el jefe de alguaciles. Está lleno de sangre.

En la tierra conocí a un agente del gobierno local. Él me instaló un arma justo antes de

venir aquí. No he tenido tiempo de ensayar con ella así que el primer disparo ha sido

demasiado potente. He matado a Marcelo.

- ¿Y a Horus?.

- No, pero he podido coger la llave.

180
Entonces recordó. El pañuelo. Habría podido cogerlo mientras el omni estaba

ensimismado y lanzárselo. Con la impresión de lo sucedido y el miedo a que Horus

volviera en si se le había olvidado. Tenía que volver hacia atrás. Ya había abierto la boca

para decir que quería entrar otra vez en la oficina cuando oyó una voz en su mente.

- Ni se te ocurra.

No era la voz de Horus, era la de una mujer. Muy parecida a la voz de Miranda.

- Si vuelves, le dijo la voz, tendré que destruirte. Vete antes de que nuestra mente se

recomponga de nuevo porque entonces si que no tendrás salvación.

Es peor de lo que nos temíamos, dijo el jefe de alguaciles.

- ¿Cómo?, dijo Pablo volviendo en si

- Era obvio que al cortar los transportes al sector, los niños se quedarían sin comida en un

par de días, pero no nos imaginábamos la anarquía en la que caerían.

- Es evidente que aquí ha sucedido algo más. Fíjese en que los mayores no iban buscando

comida. Fueron directamente a golpear a sus hombres.

- Querían forzar la entrada a la oficina.

- Era como si siguiesen órdenes.

- ¿Órdenes de quien?.

- Quizás de Horus. Me imagino que encontró algún medio, telepático tal vez, de llegar

hasta ellos y obligarles a servirle.

181
- Es abominable, dijo uno de los alguaciles que hasta entonces había permanecido

cabizbajo. Hay que hacer algo para parar esta locura. No hemos elegido estar en este

vórtex.

- Esto no es ningún vórtex, dijo el jefe de alguaciles.

- Ni siquiera estamos en el metaverso, añadió Pablo simpatizando con el jefe. Es la

realidad pura y dura.

Todos los hombres evitaban mirar a Pablo. Estaban cabizbajos y apenas pronunciaban

palabra. De pronto comprendió. Era la sangre. Delataba el acto horrible que había

cometido. Había matado. Era ese un crimen justificado, sin duda, pero un acto de tal

crueldad en el metaverso sólo se producía como fantasía, como juego. Aquello no era una

imagen digitalizada. Era sangre real. Una muerte irreversible. Ninguno de ellos había

sido testigo de un asesinato y seguro que aquellos alguaciles jamás se habían tenido que

enfrentar a algo así mientras controlaban a técnicos de superficie borrachos o a terrestres

desmadrados.

Sin mediar palabra salieron del sector y se dirigieron hacia una zona de descanso. El jefe

le instó a entrar al metaverso y Pablo le prometió hacerlo, tenía que volver de nuevo al

consejo de gobierno.

Finalmente los alguaciles se metieron en sus tanques de inmersión. Pablo se acostó en un

banco de gimnasia y cerró los ojos. La llave de Marcelo estaba manchada pero no

importaba, no estaba hecha para ser introducida en cerradura alguna. El hecho de

poseerla daba acceso, en el metaverso, a todos los medios de comunicación y divulgación

del anillo. Los miembros del consejo no podían, por ley aparecer en actos públicos ni

182
divulgar su propia imagen de manera que la responsabilidad de hablar al público solía

recaer en un encargado de relaciones públicas, sin embargo, en este caso, por la

experiencia que tenía con el omni y con los osirianos se había decidido que fuera él quien

hablara a los habitantes del Anillo.

Pablo se sentó en el asiento del portavoz del consejo e hizo aparecer ante él una cámara

virtual. Había elegido el primer plano para hablar ante los anulares.

- Hermanos anulares. Estoy aquí para anunciaros que está a punto de suceder el que es

uno de los hechos históricos más esperados por la humanidad. Algo con lo que se ha

soñado desde el comienzo de las exploraciones espaciales. Dentro de unos instantes

vamos a entrar en contacto con el mundo acuático de los hipocampos. Será la primera vez

que los humanos nos comuniquemos con una civilización alienígena.

Pablo guardó unos segundos de silencio. Unos medidores le indicaban que porcentaje de

audiencia estaba consiguiendo. Aunque los discursos por el canal gubernamental eran

raros la mayoría de gente que recibía una notificación de que se iba a producir uno, no los

veía. En un principio el discurso de Pablo fue mal acogido pero él se dio cuenta de la

temporalidad de aquel desinterés. Los que lo estaban viendo empezaron pronto a enviar

mensajes a sus conocidos y estos a los suyos y así, en poco tiempo, la audiencia llegó a

ser del 100 %.

El consejo ya había preparado todo lo necesario para la transmisión con los hipocampos y

retransmisión a la población anular. Una pantalla se extendió ante Pablo. Estaba en

blanco. Por detrás de ella una cámara recogía su imagen. Los anulares podrían observar a

183
los hipocampos y a Pablo en dos pantallas flotantes contiguas con un trasfondo negro y

rodeadas por el símbolo del anillo de oro gubernamental.

Al comenzar la comunicación en la pantalla que Pablo tenía delante apareció el grupo de

científicos Norr.

Los colegas de Magof habían preparado todo lo necesario para recoger la transmisión y

retransmitirla por los canales de radio más populares. El grupo que investigaba el

mensaje estaba formado por los mejores científicos y contaban con medios y

conocimientos para crear una emisora de radio de gran alcance.

El general, por su parte, había puesto tales esperanzas en el contacto con los alienígenas

que había llegado a instalar en su un gabinete unreceptor conectado a las antenas de la

superficie. Cuando escuchó la voz de Pablo hablando en su idioma quedó extasiado. Los

alienígenas habían descifrado primero su idioma y ellos, los Norr tenían el privilegio del

contacto. Había planeado muy bien sus pasos en caso de que el grupo de Magof

consiguiera comprender el mensaje. En teoría debía avisar al rey que contactaría con los

alienígenas y después haría pública una conversación por radio. La población se pondría

eufórica. Se olvidaría la guerra y se recompensaría con una fama inmortal a los

científicos que hicieron posible el contaco. Pero eso no era lo que ocurriría. El primer

paso sería encerrar a aquellos sabios debiluchos en prisión, ordenar su ejecución

inmediata y establecer él mismo contacto con los alienígenas. Después retransmitiría

184
públicamente la conversación y se daría a si mismo todo el mérito. Habiendo alcazado

una fama sin precedentes estaría en posición de derrocar al rey y comenzar la guerra

contra los Urr. La situación no divergía mucho de lo que había planeado así que empezó

a preparase para dirigirse al complejo de comunicaciones cuando se dio cuenta de que el

mensaje de los alienígenas había vuelto a comenzar. Era extraño. Se fijó mejor en lo que

decían aquellos extraños seres.

- Nosotros también aceptamos sus muestras de buena voluntad y les expresamos nuestro

deseo de conocer su mundo, sus costumbres y de compartir conocimientos sobre la

naturaleza y las culturas de su planeta.

- Si, es cierto. La vida en la superficie es muy diferente a la marina.

- No, no vivimos en planeta alguno. Nuestra especie ha creado en el espacio una estación

espacial que ha crecido hasta convertirse en un mundo.

Estaban conversando. El general salió de su despacho a toda la velocidad que sus aletas le

permitían. Estaba enfurecido. No había nadie en las oficinas contiguas. Fue buscando por

todas las salas. Al final encontró a todos los hipocampos del edificio reunidos alrededor

de la fuente de plancton. Esta actuaba como altavoz en casos especiales. Todos estaban

escuchando la transmisión. Era uno de los científicos de Magof el que estaba hablando

con los alienígenas. Le habían traicionado. Por segunda vez. Y esta vez nadie le iba a

poder quitar la fama a Magof.

El general se alejó de aquella sala. No le interesaba nada lo que pudieran decir aquellos

monstruos de piel lisa y seca. Su carrera se hallaba ante un momento crítico. La

esperanza de la guerra se desvanecía y todavía más la de derrocar al rey. Se preguntó que

185
harían entonces todos los que se habían conjurado con él. Había hecho todo lo posible por

instigar la enemistad con los Urr, ahora su presencia en la cúpula militar se haría

incómoda. Era muy probable que cayera en desgracia. ¿Qué harían sus aliados?, ¿se

hundirían con él?.

CAPÍTULO 20

La luz era ténue, y la disposición uniforme de los tanques con sus cuerpos flotando en

aquel líquido azulado daba la sensación de que por mucho que se caminase no se

avanzaba. El efecto era hipnótico. Parecía un sueño de esos en que uno cae por un

precipicio durante muchísimo tiempo sin llegar a estrellarse nunca contra el suelo.

Tal y como había supuesto, el éxito de la retransmisión había barrido de los foros el

interés en Horus. Todo parecía ir según lo planeado.

La transmisión había sido interrumpida de momento. Los hipocampos habían pedido un

tiempo para que su sociedad pudiera absorber el enorme impacto de la noticia. Era una

186
idea sensata. En otras condiciones ellos habrían decidido hacer lo mismo. Sin embargo en

la situación en la que se encontraban aquel silencio era exasperante.

Pablo tenía la sensación de que hiciera lo que hiciera la situación se le iba a escapar de las

manos. Era una sensación muy parecida al sabor metálico que había sentido al acercarse a

Horus.

¿Qué iba a hacer Horus?, se preguntaba. La respuesta no tardó nada en llegar.

A su lado uno de los tanques se vació. Nunca había visto como sucedía. Jamás había

coincidido que, durante sus salidas para hacer gimnasia viera a alguien más salir. Se

quedó a ver como la piel de la chica absorbía la capa de respiración y alimentación

supracutánea. Era rubia, alta, de formas poco femeninas pero muy hermosa de cara. Pablo

vio en sus enormes ojos azules algo que no hacía mucho había visto por primera vez en

los ojos de los niños aterrorizados. La chica salió mirándole a él y a los lados. Pablo

también miró a izquierda y derecha. Lo que vio le hizo sospechar de donde venía el

pánico de la chica. Casi una cuarta parte de los tanques se había abierto y los que salían

de ellos tenían la misma expresión que ella.

- ¿Qué es lo que ha pasado?, preguntó Pablo. ¿Porqué estáis fuera?

- Horus. Nos convocó a una reunión urgente para hablar del futuro del Anillo. Dijo que

había llegado la hora de abandonar el ateismo y convertirnos todos al culto de Osiris.

Muchos quisieron acudir para dar su apoyo a Horus, otros para pedir que se reconozca el

derecho a la libertad de culto. Nosotros fuimos los que nos negamos a acudir porque no

nos pareció que hubiera nada que discutir.

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- Si, dijo otro de los que había salido. El Anillo es ateo. Siempre lo ha sido y así debe

permanecer.

- Y, los que piden la libertad de culto. ¿a qué culto quieren pertenecer?, dijo Pablo.

- No te lo vas a creer, dijo otro hombre. La mayoría quiere defender el derecho a ser ateo

pero también los hay, y no pocos, que profesan diferentes religiones de origen Terrestre.

- ¿Cómo el cristianismo?, preguntó Pablo.

- No sé, dijo aquel hombre. Yo no entiendo de esas cosas.

- Si, dijo una mujer por detrás. Los había cristianos, musulmanes, y budistas y

tecnopanteistas y animistas, que se yo, había de todo.

- Esa gente no tiene ni idea de que habla, dijo la chica ante Pablo.

- yo digo, habló el hombre que defendía el ateismo del anillo. Digo, que los que se han

quedado en los tanques son unos traidores.

- ¡ Siiiiii !!, gritaron todos a coro.

- Pero, ¿cómo?, ¿qué?, balbuceó Pablo. ¿ Cómo os ha podido sacar Horus de vuestros

tanques?

- No lo sabemos, dijeron casi todos a la vez. Horus está haciéndose con el control del

Anillo.

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Entonces comprendió. Las raices de Horus. Estaba claro para qué servían. Eran cables

que se extendían por el suelo del Anillo buscando los circuitos de regulación y

mantenimiento de todas las funciones automáticas. Al tomar el sector XI y sacar de los

tanques a parte de su población creaba unas condiciones dificilísimas para lanzar desde

allí el ataque que habían planeado. Pero ese no era el único peligro. Si seguían

extendiéndose, las raíces llegarían cada vez a más sectores y seguro que se haría amo y

señor de la vida y conciencias de todos los anulares.

Había mucha gente por todas partes y esperaba que muchos más fuesen expulsados del

metaverso. Iba a ser una catástrofe. Todos aquellos hombres y mujeres no iban a

encontrar lugar donde sentarse, hacer sus necesidades, ni que comer. Ya casi estaban

hacinados y cuando lo estuvieran de verdad, quien sabía lo que podría pasar.

Decidió salir de allí y meterse en uno de los transportes. No tenía claro adonde ir porque

seguro que los accesos a las salidas del sector ya estaban colapsadas. Se metió en una

cápsula y cerró los ojos.

Se encontraba, de nuevo en el consejo de gobierno. La expresión de los consejeros era

grave. Todos prestaban atención al presidente.

Sabemos cómo ha podido hacerse Horus con el control del sector XI y la situación,

aunque preocupante, no es desesperada. Si sus poderes no le han permitido controlar más

sectores no creemos que pueda hacer mucho más en el futuro.

Pero, ¿y el ataque?. Preguntó Pablo.

189
Lo estamos organizando desde el sector agro botánico, el XIV. Aunque extienda cables

en su dirección seremos capaces de frenarlos allí. Tardaremos un poco en llegar pero

contamos con que la flota osiriana todavía tardará tres días.

Señores y señoras, dijo el encargado de organizar el orden de compariciones . Núcleo

demanda que se le de acceso al estrado.

Pablo se quedó estupefacto. No sabía que Núcleo pudiera tomar aspecto físico alguno ni

hablar en público. El murmullo de los que le rodeaban le decía que su aparición era

totalmente inesperada. El presidente bajó y en su lugar apareció una figura andrógina, sin

pelo y de facciones perfectamente regulares. Su piel era de un color rosa pálido que le

daba el aire de un antiguo dibujo animado.

Señoras y señores consejeros. La opción del ataque no es sólo la más indicada sino la

única. He de advertirles, que de todas formas, aunque destruyan a Horus este seguirá

existiendo.

¿Pero cómo?, dijo uno de los consejeros. Lo aniquilaremos totalmente.

En estos momentos, mientras hablamos. Horus está volcando todo el contenido de su

cerebro bio-cibernético en mis circuitos de memoria. Estimo en un 87% de seguridad,

que Horus planea reproducirse y extender su nuevo yo por todos mis sistemas. Su yo

físico usará sus poderes intelectuales y extrasensoriales en conjunto con su yo-núcleo lo

que le hará invencible.

Hemos de partir ahora mismo al ataque, dijo el consejero de seguridad.

Cierto. Inmediatamente, dijo Núcleo. El Horus físico es el que tiene los poderes

sobrenaturales. Eliminarle supondrá hacer desaparecer el peligro que no podemos

190
comprender. Tenemos la ventaja de que el que se está formando en mis circuitos

necesitará un tiempo para hacerse con el dominio de todas las funciones pero la descarga

habrá terminado antes de que lleguen ustedes y, en cuestión de horas el Anillo quedará a

merced de las tropas osirianas que se están acercando.

Eso lo veremos, dijo el consejero de seguridad. Repeleremos a los osirianos. Lucharemos

hasta el último hombre. Y, cuando ese monstruo se haya echo con el anillo nos

enfrentaremos a él.

El plan de ataque fue decidido en un abrir y cerrar de ojos. Un batallón entraría desde

fuera al sector XII. En los sectores antiguos como el XII habían compuertas de acceso y

salida de emergencia manuales, para el caso de un fallo en los sistemas automáticos.

Hacía mucho que no se construían porque un fallo se consideraba imposible. La

existencia de aquellas compuertas convertía a Horus en vulnerable.

Pablo salió del metaverso. Ya no le quedaba nada más que hacer. La cápsula seguía

moviéndose por entre los pasillos. Estaba dando vueltas. Podía oir al otro lado de los

muros como se formaba un gran tumulto. Se preguntaba cómo saldría de allí. Si aquel

ruido llegaba hasta la cápsula debía de haber un jaleo infernal en los corredores. Se

imaginaba que Horus habría expulsado del metaverso a todos los que no se declararan

seguidores suyos. Pasó mucho tiempo así, circulando hacia ninguna parte. Se preguntaba

cuantos habrían perecido ya, aplastados o a golpes y si, cuando quedaran pocos con vida,

valdría la pena dirigirse a la zona de embarque del sector. Después de todo, si Núcleo se

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convertía en Horus todo su futuro dependería de él y no tenía muy claro que fuera a

perdonarle la muerte de Marcelo.

La espera se hacía larga. El tumulto no cesaba. Sólo cabía esperar.

EPILOGO

Magof salió por uno de los poros de la esponja en la que se hallaba su laboratorio. El rey

en persona había ordenado su liberación. El general había sido denunciado por algunos de

sus más directos subordinados y sus planes de traición habían sido revelados. Nadie sabía

donde se encontraba. La opinión mayoritaria era que había nadado a mar abierto. Más

allá de la plataforma continental. Si era verdad habría sido devorado por los monstruos

que allí habitaban o perecería de inanición.

Magof salió para ser vitoreado. Le habían concedido todo el mérito de establecer la

comunicación con los terrestres. Algo que no creía merecer pero que le había, primero

salvado de la muerte y el olvido para, finalmente, darle la gloria y un lugar en la historia.

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Al salir por el poro una muchedumbre de Norr y Urr se extendía ordenadamente por

delante, por encima, por debajo y hacia los lados dejando un espacio vacío como un

cuenco ante él. Los hipocampos se habían ordenado en filas que se extendían ante la vista

de Magof en todas las direcciones y aleteaban coordinadamente formando una corriente

que le absorbió primero hacia el centro del cuenco y le mantuvo allí como acariciándole.

Al mismo tiempo todos juntos se pusieron a silbar, de manera que la canción, siguiendo

la corriente la oía como si diese vueltas a su alrededor.

Era la manera de los hipocampos de rendir un homenaje público a quien consideraran que

había aportado algo de capital importancia a su civilización. Era rarísimo que un

científico recibiera un tratamiento como aquel.

Cuando cesó la corriente salieron el resto de los científicos.

Hermanos, dijo Magof. El fantasma de la guerra se ha alejado. Un nuevo espíritu de

amistad ha surgido entre nosotros. Ese espíritu procede de un pueblo muy lejano y

diferente llamado humanidad. Aprenderemos de ellos y ellos de nosotros y juntos. Norr,

Urr y humanos buscaremos el camino que nos lleve a conocer el lenguaje en el que están

escritas las leyes del universo y la misión que tiene para nosotros su divina redactora

Todos los hipocampos comenzaron entonces a rotar sobre sus propios ejes y, al cabo de

unos segundos, se entregaron a un complicado baile mediante el cual demostraban su

felicidad y su unidad con la creadora de todos los mares.

Mucho más allá. En la tierra se desarrollaba una escena bien diferente.

193
En la puerta de la oficina del departamento de psicología cibernética se leía Dtra.

Miranda Grass Moreno. Finalmente había escrito su doctorado y además sobre el tema

que le llevó a encontrarse con él.

Llamó a la puerta y su voz, desde el otro lado le dijo que entrara. Era curioso. Habían

pasado ya dos años y muchas cosas que antes hubieran parecido impensables pero Pablo

sentía que el corazón se le desbocaba. A pesar de que los servicios de inteligencia del

Anillo habían averiguado todos los pormenores de su vida diaria y sabía que desde que

volvió al Anillo ella se había entregado en cuerpo y alma al trabajo, seguía teniendo la

duda de si ella habría sentido entonces algo por él, de si, de ser así, quedaría algo de

aquel sentimiento y de si aceptaría una propuesta que no sólo cambiaría su vida sino que

la convertiría en un personaje histórico.

Al abrir la puerta vio a Miranda concentrada en una pantalla que flotaba ante ella.

Pasa, pasa, dijo ella, ponte cómodo, ahora te atiendo.

Pablo se sentó en una silla sintiéndose un poco confuso.

No sabía si ella le estaba tratando con desdén, como si se hubiesen visto un día antes o si

no se había dado cuenta de quién era, lo cual era posible porque no se había dignado ni a

mirarle.

Hola Miranda. Veo que no me has echado de menos desde mi marcha.

Miranda levantó la vista y del respingo que dio hacia atrás casi se cae al suelo.

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¡Qué inesperado!. Podrías haber avisado de que venías.

Si lo hubiese hecho tus compañeros, el rector de la universidad, el alcalde y el presidente,

me habrían organizado un recibimiento con todos los honores y no me apetecía nada.

Es verdad, pero también podrías haberte encontrado conmigo en la realidad virtual,

después de todo ahora no necesitas ningún permiso para establecer una conexión por

supercuerda. Claro que supongo que a mi vienes a verme de paso.

No, no vengo a verte de paso, vengo a hacerte una propuesta importante.

Vaya, una propuesta del mismísimo gobernador general vitalicio del Anillo. No creo que

pueda negarme, sea lo que sea.

¿Porqué no paseamos un poco?. He de ir a un sitio y quiero que me acompañes.

¿Adónde?

Al palacio episcopal.

¿Qué puedes querer tu de la Iglesia Católica?

Tengo asuntos que tratar con el obispo

Y, ¿Porqué no vas a ver al Papa?, sería lo más adecuado a tu rango.

Resulta más discreto visitar a un obispo, además tengo una propuesta que hecerte y, si

aceptas, deberías de estar presente.

¿De qué estás hablando?, ¿Qué es lo que me quieres proponer?

De asuntos de enorme importancia y trascendencia para miles de millones de anulares y,

como he dicho, si aceptas, para ti también.

¿Me vas a hacer esa propuesta mientras paseamos?. Desde aquí al palacio episcopal hay

dos horas y pico de camino.

Si, bueno. Antes quiero que me cuentes un poco de tu vida.

195
Me muero de ganas por saber que quieres proponerme, pero si he de decirte la verdad

casi ansío de la misma manera que me cuentes en primera persona todo lo que ocurrió el

día del ataque al sector XII.

De acuerdo, ponte el abrigo y vamos a la calle.

Era invierno. Nevaba ligeramente y aunque la ropa térmica no hacía necesario vestir de

invierno, a Miranda parecía gustarle llevar aquél tipo de ropa. Salieron a la calle y

comenzaron a pasear tranquilamente.

Cuando el ejército llegó a la oficina de estudios parapsicológicos se encontraron con un

espectáculo dantesco. Los niños mayores andaban enloquecidos destrozándolo todo y

atacando a cualquiera que les saliera al paso. Después descubrimos que Horus había

encerrado a los tutores en un área del sector donde los iba a dejar morir de hambre. El

alimento se lo racionaba a los mayores quienes debían cumplir sus órdenes aparte de

entregar parte a los pequeños que les obedeciesen.

¿Qué pretendía con eso?. Si no supiese lo inteligente que era me parecería que se había

vuelto loco.

Nada de eso. Estaba muy cuerdo. Eso si, no tenía escrúpulos, pero sabía muy bien lo que

hacía. Estaba creando un ejército con los chicos y chicas mayores. Sabía perfectamente

que no podía contar con los tutores, pero los adolescentes son más manipulables y los

niños los obedecerían, así que aisló y encerró a los tutores. La falta de comida y el

sufrimiento de los niños los usó con ventaja. Si Horus hubiese organizado un

contraataque no hubiésemos llegado a él antes de que su yo en Núcleo tomara el control

de todo. Finalmente no tuvimos que enfrentarnos a ellos.

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Porque Horus ya había sido destruido, dijo Miranda.

Si. Por el Horus que se había creado en los circuitos de Núcleo.

Lo que no entiendo es por qué lo hizo.

Eso todavía no lo sabe nadie. Hay algunas teorías pero en el estado en el que la versión

de Núcleo ha quedado es muy difícil consultarle nada.

¿Difícil?. Había oido que ha quedado reducido a una bola de material neurofotónico del

tamaño de un balón de fútbol sin ningún tipo de acceso por que que comunicarse.

Si, esa es la información que hicimos pública. Pero no es del todo cierta.

¿qué quieres decir?, ¿es posible comunicarse con él?

En cierto modo. Verás, fue él mismo quien, al tomar conciencia de sí en los circuitos de

Núcleo lanzó un ataque al Horus físico. Aumentó su voltaje interno hasta calcinarlo por

completo. Después encontró ese material experimental. Algo con lo que se pensaba

revolucionar el almacenamiento y tratamiento de datos y creó una bola entera

programando a las máquinas que lo hicieron para eliminar todos los accesos a él una vez

trasladara toda su información a esa bola.

Increíble. Es peor que suicidarse.

Estaría de acuerdo contigo pero me parece que el Horus que se formó en Núcelo era

totalmente diferente al que vivía fuera de él. Tiene que serlo. Y tiene que tener una buena

razón para aislarse porque se ha tomado muchas molestias en evitar que accedamos a él.

Bueno, ese material tendrá unas propiedades concretas, ¿no?. Si no ha introducido ningún

mecanismo aparte de lo que tiene para conservar su memoria debe ser posible conectar

algún cable o inducirle alguna corriente o algo.

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Lo será pero no lo sabemos. Se tomó la molestia, cuando estaba en Núcleo de borrar toda

la información que poseíamos sobre el material. Borró incluso los trabajos científicos que

habían llevado directa o indirectamente a su creación.

¿Habéis pensado en destruir la bola?

No. El Horus que hay dentro de eso nos salvó de una invasión. Podría haber dado la

orden a los osirianos de tomar el Anillo y casi nadie les hubiese opuesto resistencia. Sin

embargo les ordenó volver y se metió en la bola. Está claro que esos dos Horus no son el

mismo.

Eso mismo es lo que dicen los osirianos. Ellos defienden que el Horus en la bola había

perdido todos los deseos materiales, alcanzando un estado espiritual puro. Entonces

descubrió que estaba obrando mal por lo que se dio cuenta de la necesidad de aniquilar al

Horus original y así evitar la invasión que se aproximaba.

Puede ser. En cualquier caso Horus sigue comunicándose con nosotros, con un código

que todavía no hemos podido descifrar.

¡Ahh!, y por eso me querías ver. Para que os ayude a interpretar lo que dice, y, ¿cuál es

ese lenguaje tan especial que usa?

El de los colores.

¡No bromees!

No lo hago. La bola está en mi palacio. Cuando se le habla de algún proyecto o alguna

idea cambia de color. No sabemos lo que esos colores pueden significar pero parece

haber una regularidad que indica que se trata de un lenguaje bastante complejo. Pero no,

mi propuesta no tiene nada que ver con eso. Ágata es la que se encarga, junto a Julia y un

grupo de científicos, de estudiar su forma de comunicarse. Son las personas idóneas para

198
ese trabajo. Los símbolos y la comunicación siempre fueron su campo de estudio y lo que

les llevó a descubrir las llaves arquetípicas.

¿Entonces?, ¿qué es lo que me propones?

Como bien sabes los altercados religiosos no cesaron con la derrota de Horus. Los

osirianos han seguido ganando adeptos a pesar de lo que estuvo a punto de ocurrir. Han

llegado a exigir que les entregue la bola. Mi propuesta tiene que ver con eso.

Pues ahora si que estoy perdida. Como tu también sabes en la Tierra han sido prohibidas

todas sus actividades comerciales y muchos de los templos están confiscados. Los omnis

han sido internados en centros especiales y sólo algunos sacerdotes tienen acceso a ellos.

Eso me alegra mucho pero no resuelve nuestros problemas.

Tampoco creo que los resuelva el disolver los órganos democráticos de decisión e

instaurar un modelo que aquí está obsoleto.

Fue Núcelo el que propuso instaurar el gobierno vitalicio. Parece ser que en tiempos tan

agitados como los que corren ese sistema funciona mejor. Que se me nombrara

gobernador vitalicio justamente a mi es por pura casualidad. Me había hecho muy

popular con mi intervención en la comunicación con los hipocampos y cuando se hizo

público todo lo que hice para salvar al Anillo, resulté ser, con diferencia, un candidato

aclamado.

Ese sistema se ha llamado siempre monarquía, aunque en tu caso se trata de un imperio.

Así es, sin embargo, el poder que me han dado no me parece suficiente para vencer a los

osirianos. Su secta sigue creciendo en número y necesito una religión como la católica

para luchar con ellos.. El obispo me ha dicho que si convertimos el cristianismo en la

religión oficial del Anillo y hacemos a la Iglesia Católica sus propagadores me coronarán

199
emperador. Un emperador que deberá casarse y tener a su lado a una emperatriz

profundamente católica y dispuesta a sacrificar su vida e intereses personales por la fe.

Esa es la propuesta que quiero hacerte. Miranda. Quiero que seas la emperatriz del

Anillo. Quiero que reines a mi lado, que me ayudes a propagar la fe cristiana entre mis

súbditos y a luchar contra los osirianos.

Me siento un poco mareada.

Miranda, yo podría haber elegido a cualquier otra. De hecho el obispo me ofreció

candidatas entre monjas y religiosas de confianza para que eligiera esposa pero yo siento

algo muy especial hacia ti. No puedo decir que te ame pero si que podría hacerlo. Si

alguien ha de ser mi esposa, esa debes ser tú.

No se que decir. Es una responsabilidad enorme.

Lo es. Pero no estarás sola. El obispo me ha prometido enviar varios miles de sacerdotes

para establecer diócesis y, además ya contamos con varios millones de fieles repartidos

por todos los sectores. Son pocos pero los considero la semilla del cambio.

Está bien. Vamos al palacio episcopal.

Entonces ¿aceptas?.

No sé, estoy un poco aturdida. Ah, por cierto. ¿Consultaste tu decisión con la bola?.

Si, lo hice. Se puso toda roja. De color rojo sangre. Supuse que no le gustaba la idea.

Después de todo pienso hacer todo lo posible por eliminar esa religión de las entrañas del

Anillo.

Una sonrisa de complicidad se dibujó en la cara de Miranda. Pablo sintió que afloraba

aquel carácter de acero que ya había presentido tiempo atrás. Lo presentía al mirarla a los

ojos y ver el ansia de venganza en ellos.

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¿Te has bautizado ya?.

No. Pensaba hacerlo mañana aunque al obispo le parece un poco precipitado. A él le

gustaría que hiciera un curso de varias semanas antes de convertirme.

No te hará falta. Yo misma te daré las clases que hagan falta. Mañana mismo después del

bautizo nos casaremos.

Estupendo. Mañana sellaremos nuestro futuro y el de miles de millones de seres

humanos.

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