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Willard Van Orman Quine Desde un punto de vista légico Segunda edicion revisada, con un nuevo projogo del autor | PAIDOS 3 2 DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO. El empirismo moderao ha sido en gran parte condicionado por dos dogmas. Uno de ellos es la creencia en cierta distincion. fundamental entre verdades que son analiticas, basadas en siz- nificaciones, con independencia de consideraciones ficticas, ¥ verdades que son sincéticas, basadas en los hechos. Bl otro dog ma es el reductivismo, la creencia en que todo enunciado qu: tenga sentido es equivalente a alguna construccién !égica bas da en términos que refieren a la experiencia inmediata. Voy a sostener que ambos dogmas estén mal fundados. Una conse- cuencia de su abandono es, como veremos, que se desdibuja frontera que se supone trazada entre [a metafisica especulativa y la ciencia natural, Otra consecuencia es una orientacion ha- cia el pragmatismo. 1, EL TRASFONDO DF LA ANALITICIDAD La distinciOn kantiana entre verdades analiticas y verdades sin- téticas Fue anticipada por ta distincién de Hume entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho y por !a distinci6n leibniziana entre verdades de raz6n y vetdades de hecho. Leibniz decia de las verdades de razén que son verdades en todos los mundos posibles. Dejando aparte ese pintoresquismo, lo que queria de-~ cir es que las verdades de raz6n son aquellas que no pueden se: falsas. En el mismo sentido vemos definir fos enunciados anal. ticos como aquellos enunciados cuyas negacianes san autocon- 62 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO tradictorias. Pero esta definicién tiene escaso valor explicativo, pues la nocién de autocontradictoriedad, en el muy amplio sen- tido requerido por esta definicién de la analiticidad, necesita tanta clarificacién como la misma nocién de analiticidad. Las dos nociones son la cara y la cruz de una misma problematica moneda. Kant concebia un enunciado analitico como aquel que no atribuye a su sujeto més de lo que ya esta conceptualmente con- tenido en dicho sujeto. Esta formulacién tiene dos insuficien- cias: se limita a enunciades de la forma sujeto-predicado v apela ala nocién de contenido, dejéndola, al mismo tiempo, al nivel de una metdfora. Pero la intencién de Kant, que se manifies- ta em el uso que hace de la nocién de analiticidad mas que en su definicién de ella, puede precisarse del modo siguiente: un enunciado es analitico cuando es verdadero por virtud de signi ficaciones e independientemente de los hechos, Exaininemos si- guiendo esa linea el concepto de significacién que queda presu- puesto. Recordemos que significar y nombrar no pueden identificar- se.‘ El ejemplo de Frege de ‘el lucero de la tarde’ y ‘el Lucero del alba’ y el ejemplo russelliano de ‘Scott’ y ‘el autor de Waverley’ itustran el hecho de que diversos términos pueden nombrar 0 denotar la misma cosa y diferir por su significacién o sentido. No menos importante es la distincién entre significar y nom- brar al nivel de fos términos abstractos. Los términos ‘9 y ‘el néimero de los planetas’ nombran una sola y misma cosa, pera seguramente deben considerarse diversos en cuanto al sentido; pues para determinar la identidad de la entidad en cuestisa hizo falta practicar observaciones astronémicas y no basté la mera reflexi6n sobre significaciones Los anteriores ejemplos constan de términos singulares, con- cretos © abstractos. Con términos generales, 0 predicados, la si- tuaci6n es algo diversa pero paralela. Mientras que un término singular pretende nombrar una entidad, abstracta o concreta, un término generai o universal no tiene ese alcance, sino que es 1, Véase ensayo ancestor pags, 47-48 3 DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 63 verdadero de una entidad, o de cada una de muches, ode ningu- na de ellas.” La clase de todas las entidades de las que es ver- dadero un término general se llama extension del mismo. En paralelismo con el contraste que se da entre la significacton o el sentido de un término singular y la entidad denotada por él tenemos que distinguir ahora analogamente entre el sentido de un término general y su extensién. Los términos generales ‘criatura con coraz6n’ y ‘criatura con mifiones’, por ejemplo, son quizis iguales en extension, pero desiguales en significa. ién. La confusién de la significacion con la extension es menos corriente en el caso de los términos generales que la confusion de significacién con denotacién en el caso de los términos sin- gulares. Es, en efecto, un (pico filosdtico de oposicién entre intension* (o significacion, o sentido) y extensién, o bie léxico diverso, entre connotacién y dens La nocién aristotélica de esencia fue sin duda la precursors de la nocién moderna de intension, significacion y sentido Para Aristételes, era esencial al hombre el ser racional y acei dental ¢! ser bipedo. Pero hay una diferencia importante entre esa actitud y la teoria de la significacidn. Desde e! punto de vis- ta de la ultima puede en efecto concederse (pero soio pot nece sidades de la discusién) que la racionalidad esté incluida en ia significacion de la palabra ‘hombre’, mientras que el tener dos piernas no Jo esté; pero el tener dos piernas puede al mismo tiempo considerarse incluido en la significacién de ‘bipedo’ mientras que la racionalidad no lo esta. Asf que, desde el punto de vista de la leoria de la significacién, no tiene sentido decir de un individuo concreto, que sea a la vez hombre y bipedo, que st racionalidad le es esencial y que su tener dos piernas le ¢s acci- dental, 0 viceversa. Las cosas, segun Aristételes, tienen esencia, pero sélo las formas lingitisticas tienen significacién. Significa- cidn es aquello en que se convierte la esencia cuando se separa de su objeto de referencia y se adscribe a la palabra 2. Véanse pigs. 48 y 163-174. * fen la terminologia tradicional: compcension o comprehensién.(N. det) 64 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO Una cuestién capital para la teorfa de la significaci6n es la de la naturaleza de su objeto: gqué clase de cosas son las signifi caciones? La necesidad tradicionalmente sentida de recurrir a entidades mentadas puede deberse a la antigua ceguera para apreciar el hecho de que significacién y referencia son dos co- sas diversas. Una vez tajantemente separadas la teorfa de ta referencia y ia significacién, basta dar un breve paso para reco- nocer que el objeto primario de la teoria de ia significacién es, simplemente, la sinonimia de las formas jinguisticas y la analiti- cidad de los enunciados; las significaciones mismas, en tanto que oscuras entidades intermediarias, pueden abandonarse tranquila- mente.’ ‘Asi nos encontramos, pues, de nuevo con el problema de la analiticidad. No hay que buscar mucho para dar con enuncia- dos que sean analiticos por filosofica aclamacién. Esos enun- ciados se distribuyen en dos clases. Los de la primera clase, que pueden liamarse ldgicamente verdaderos, pueden tipificarse me- diame el enunciado siguiente: a) Ningun hombre no casado es casado. El rasgo relevante de este ejemplo consiste en que no solo es, verdadero tal como queda enunciado, sino que sigue siéndolo para toda nueva interpretacién de ‘hombre’ y ‘casado’. Si supo- nemos un inventario previo de particulas logicas, con ‘no’ y otras formas de negacién, ‘s’, ‘entonces’ (en sentido ilativo. no temporal}, 'y, etc., puede decirse en general que una verdad 10. gica es un enunciado que es verdadero y sigue siéndolo para cualquier interpretacién de sus componentes que no sean parti- culas logicas Pero hay ademas una segunda clase de enunciados analiti cos, tipificables pot 3. Veanse pigs 509 sig. y 94.95 DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 65 @ Ningiin soltero es casado, Lo caracteristico de un enunciado como ése es que puede Convertirse en una verdad logica sustituyendo sinénimos por sinénimos; asf (2) puede convertirse en (1) poniendo ‘hombre no casadlo’ por su sinénimo ‘soltero’, Pero seguimos careciendo de una caracterizacién adecuada de esta segunda clase de enuneiado analitico y. por tanto, de la ansliticidad en general, pues en la anterior descripcion nos hemos basado en una no. cién de «sinonimia» que no necesita menos aclaracién que la de analiticidad. En afos recientes Carnap ha tendido a explicar la analiticidad apelando a lo que llama descripciones de estado Una descrip- cion de estado es cualquier asignacicn oxhaustiva de valores veri. tativos a los enunciados atétnicos, no compuestos, de lengua Carnap admite que todos los demas enanciados de} lenguaie construyen a partir de sus cléusulas componentes por medio de los expedientes logicos habituales. de cal modo que el valor veri. tativo de cualquier enunciado complejo queda fijado para cada descripcion de estado por leyes ligicas especificables, Un enun. ciado se explica entonces como analitico cuando resulta verdade- ro para cualquier descripcién de estado. Esta explicacicn es una adaptacion de ta idea leibniviana de «verdad en todos los mun. dos posibles» Pero nétese que esta version de la analiticidad consigue su propdsito solo en el caso de que los enunciados atomicos del lenguaje sean reciprocamente independientes; a diferencia de lo que ocurre con ‘Juan es soltero’ y ‘Juan es casa- do’. Si no hay tal independencia, habra una deseripcién de esta- do que asigne el valor verdad a ‘Juan es soltero’ y a ‘Juan es ca- sado’, con lo que ‘Ninguin soltero es casado’ resultaria, bajo el criterio ofrecido, sintético en vez de analitico. Asi pues, el crite- Hio de analiticidad en términos de descripeiones de estado no sirve mas que para lenguajes que carezcan de pares sindnimos del tipo que precisamente da origen a la csegunda clase» de enunciados analiticos. Este criterio es pues, en el mejor de los 4, Carnap (1947), pigs. 2 signs (3980), pgs. 70 ies 66 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO casos, una reconstruccién de la verdad légica, y no de la analiti- cidad, No quiero decir con ello que Carnap se haga ilusiones en este punto. Su simplificado modelo lingifstico, con sus descripciones de estado, no esta primariamente orientado hacia la solucién del problema general de Ia analiticidad, sino hacia otro objetivo, 2 saber, la aclaracién de los problemas se ta probabilidad y ia in- duccién. Nuestro probleme es en cambio la analiticidad; y en este campo Ja dificuitad no se encuentra en !a primera clase de enunciados analiticos, las verdades logicas, sino més bien en la segunda clase, que depende de la nocion de sinonimia 2, DEFINICION Hay quien considera resolutoria la salida consistente en de- cir que los emunciados de la segunda clase se reducen a los de la primera, a las verdades logicas, por definicidn: ‘soltero’, por ejemplo, se define como ‘hombre no casado’. Pero zcémo descu- brimos que ‘soltero’ se define por ‘hombre no casado"? ¢Quién lo ha definido asi, y cudndo? gEs que basta con apelar al diccio- nario mas a mano y con aceptar como una ley Ja formulactén del lexicdgrafo? Esto equivaldria a poner la carreta delante de los bueyes. El lexicégrafo es un cientifico empirico, cuya tarea consiste en recopilar hechos antecedentes; y si glosa la palabra ‘soltero’ mediante “hombre no casado’ es porque cree que se da una relacién de sinonimia entre esas formas, relacién implicita enel uso general o preponderante anterior a su propia obra. La misma nocion de sinonimia, presupuesta por el lexicégrafo, tie- ne que ser aclarada, presumiblemente en térmninos referentes al comportamiento lingufstico. Esta claro que la «definicién», que no es més que el informe del lexicégrafo acerca de una sinoni- mia observada, no puede tomarse como fundamento de la sino- i iipero la definicién no es exclusivamente una actividad de fi Iologos. Fildsofos y cientificos tienen frecuentemente ocasin de «definir» un término ahstruso parafrasedndolo en términos at DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 67 de un vocabulario més familiar. No obstante, ordinariamente una tal definicién, igual que la del filélogo, es mera cuestion de lexicograffa y afirma simplemente una relacién de sinonimia anterior a la exposicién en curso. Lo que no esté aclarado, ni mucho menos, es lo que significa el afirmar una sinonimia, qué son las interconexiones que re- sultan necesarias y suficientes para que dos formas lingtisticas puedan describirse correctamente como sindnimas; pero, cua. Tesquiera que sean, esas interconexiones estén ordinariamente basadas en el uso. Las definiciones que aportan casos seleccio. nados de sinonimia son, pues, informaciones acerca del uso Hay empero un tipo de actividad definitoria que no se limita a informar acerca de sinonimias preexistentes. Pienso al decir esto en la que Carnap llama explicacién, actividad a la que son aficionados los filosofos y también los cientificos en sus mo- mentos més filosoficos, En la explicacion, la intencidn no es ‘meramente parafrasear el definiendur: mediante un sinénimo palmario, sino perfeccionar realmente el definiendum, afinando © completando su significacién. Pero incluso la explicacién, a Pesar de uo consistir meramente en recoger una sinonimia pre- existente entre el definiendum y el definiens, descansa de todos modos en otras sinonimias preexistentes. Esta cuestion puede considerarse del modo siguiente. Toda palabra digna de explica- cion tiene algunos contextos que, en conjunto, son lo suficiente. mente claros y precisos como para resultar wtiles; el objeto de la explicacion es preservar el uso de esos contextos privilegiados y afinar el uso de otros contextos, Para que una determinada de- Sinicion sea adecuada a fines de explicacién, lo que se requiere Ro €s, por tanto, que en el uso anterior el definiendum fuera si- nénimo del definiens, sino s6lo que todos y cada uno de los con- textos privilegiados del definiendum, tomados como un todo en su uso anterior, sean sindnimos del contexto correspondiente del definiens. Dos definientia alternatives pueden ser igualmente apropia- dos para los fines de una misma tarea de explicacién, aun sin ser sinénimos entre sf; pues pueden ser ambos igualmente apro- piados en los contextos privilegiados y diferir en cambio en otros. UN PUNTO DE VISTA LOGICO co DESDE Al escoger uno de esos definientia en vez de otro, una definicién de tipo explicativo engendra, por un fiat, una relacion de sinoni mia entre definiendum y definiens que no existfa antes, Pero, como se ha visto, una tal definicién debe su propia funcién ex- plicativa a sinonimias anteriores. ‘Queda, de todos modos, un tipo extremo de definicion que no recurre en absoluto a sinonimias anteriores, a saber, la in- twoduccién, explicitamente convencional, de nuevas notaciones con fines de mera abreviaciOn, Aqui el defiriendur se hace six n6nimo del definiens simplemente porque ha sido precisamente creado para ser sinénimo del definiens. Este es un patente caso de sinonimia creada por detfinicion; si esto ocurriera en todos los casos, todas las especies de sinonimia serian inteiigibles sin mas. Pero, en general, la definicién descansa en la sinonimia mas que explicarla, La palabra ‘definicisn’ ha llegado a vobrar un sonido peligro: so por la tranquilidad que produce, seguramente a causa de la frecencia con que aparece en los escritos logicos y matemati- cos, Serd convenient ahora hacer una breve digresién para apreciar el papel de la definicién en el erabajo formal, En Ios sistemas légices y matematicos puede preferirse uno de dos tipos antagonicos de economia expresiva, cada uno de Jos cuales tiene su peculiar utilidad préctica. Por un lado, pue- de buscarse la economia de la expresion practica, facilidad y brevedad en el erunciado de reiaciones complejas. Este tipo de economia exige generalmente notaciones concisas y bien distintas para wna gran cantidad de conceptos. Por otro lado, en cambio, puede buscarse una economia en la gramatica y el vocabulario; podemos intentar hailar un minimo de conceptos basicos tales que, una vez adjudicada una notacién precisa a cada uno de ellos, sea posible expresar cualquier otro concepto ulterior que se desee mediante la mera combinaci6n e iteracién de nuestras notaciones basicas. Este segundo tipo de economia es poco préctico en un sentido, puesto que la pobreza en ele- mentos idiomaticos bésicos tiende necesariamente a ocasionar la dilataci6n del discurso. Pero es practico en otro sentido: sim- plifica grandemente el discurso tedrico acerca de! lenguaje, pues- DOS DOGMAS DEL EMFARISMO 6 to que minimiza el numero de términos y de formas constructi- vas en que consiste el lenguaje, Ambos tipos de economia, aunque incompatibles prime fa- ie, son valiosos cada uno a su manera, Por eso se ha desarro. lado Ja costumbre de combinar ambos, fijando en la practica dos lenguajes tales que uno de ellos sea parte del otro. El len. guaje mas amplio, aunque redundante en su gramatica y en sn vocabulario, es econémico en cuanto a Ja longitud de las comu- nicaciones, mientras que el lenguaje-parte, lainado notacién primitiva, es econdmico en su gramética y en su yocabulario. E} todo y la parte estan relacionados por reglas de traduccion gracias a las cuales cada elemento idiomatico que no pertenez. caa la notacién primitiva se pone en ecuacisn con al; tmucci6n compleja de dicha notacisa primitiva, Esas reglas de waduccion son las lamadas definiciones que aparecen en o sistemas formalizados. Lo mejor es considerarias no como agre- gadas a un lenguaje, como apéndices de él, sino como correla Ciones entre dos lenguajes, uno de los cuales es parte del otro. Pero esas correlaciones no son arbitrarias. Se supone que muestran cémo las notaciones primitivas son capaces de cum plir todos los objetivos del lenguaje redundante, excepto su bre vedad y su conveniencia. Por eso puede esperarse que, en cada caso, el definienduin y su definiens estén relacionados entre si dc une de los tres modos antes indicados, El defisiesis puede ser una fiel pardfrasis del defiriendimt en la notacién mas reducida (primitiva), recogiendo una sinonimia directa’ como las de usos preexistentes; o bien el definiens puede perfeccionar, en el senti do de la explicaci6n, el anterior uso dei definiendum; o bien, por ultimo, el definiendum puede ser una notacin creada ad oc y ala que se asigna significacicn en ese momento y en ese contexto. As{ pues, tanto en el trabajo formal cuanto en el que no lo es, comprobamos que la definicion —excepto en el caso extrema 5. Seguin otro sentido relacién, mds débil, de mora coacordaneia en la referencia: vi nel presente comtexty sera meior olvidar ese sentido de ‘ef ie ‘para [a cuestlOn de la sizonimia, eportante de ‘definlcian’, la relict recngida puede ser lo we pags. 191.194, Pern gue es irelevante 70 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO de la introduccién explicitamente convencional de nuevas no- taciones~- se basa en relaciones de sinonimia anteriores. Tras reconocer, por tanto, que la nocién de definicién no contiene la clave dela sinonimmia y la analiticidad, volvamos a prestar aten- cin a la sinonimia y dejemos ya la definicién. 3, INTEFCAMBLABILIDAD Una ocurrencia muy natural y que merece atento examen es Ja de-que la sinonimia de las formas lingiisticas consiste sim- piemente en su intercambiabilidad en todos tos contextos sin. que cambie el valor veritativo; intercambiabilidad salva veritate, segtin expresién de Leibniz.’ Nétese que la sinonimia asi conce- bida no se libera necesariamente de vaguedad, al menos en la ‘medida on que es posible hacer compatibies vaguedades. Pero no es completamente verdad que los sinénimos ‘soltero’ y ‘hombre no casado’ sean intercambiables en todo caso saa veritate. Es facil construir verdades que resultan falsedades al sustituir ‘soltero’ por ‘hombre no casado’; por ejemplo, con ayu- da de comillas: ‘Soltero’ tiene menos de diez letras. Pero tales contraejemplos pueden probablemente darse de lado tratando el entrecomillado ‘soltero’ como una palabra sim- ple ¢ invisible (comillas incluidas) y estipulande que la intercam- biabilidad salva veritate que debe ser piedra de toque de la sino- nimia no se presume aplicable a instancias fragmentarias en el interior de una palabra, Esta explicacién della sinonimia, atin ad- mitiendo que sea aceptable en todo lo dems, tiene el inconve- niente de apelar a una previa concepcién de «palabras que puede asu vez, con toda probabilidad, presentar dificultades de formu- lacién. No obstante, puede argiirse que se ha hecho algin pro- greso al reducir el problema de la sinonimia al problema de la 6. Véase Lewis (1918), pg. 373, sa DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO n naturaleza de las palabras. Sigamos pues un poco esta linea, con- siderando resuelto el problema «palabra» Sigue en pie la cuestién de si la intercambiabitidad salva ve- ritate (aparte de instancias en el interior de palabras) es una condicién suficiente de sinonimia 0 si, por el contrario, hay ex- presiones heter6nimas que pueden ser intercambiables del mis. mo modo. Tengamos bien claro que lo que nos preocupa aqu! ne es la sinonimia en el sentido de completa identidad de las asociaciones psicologicas o de la cualidad poética; en este senti. do no hay dos expresiones sinénimas. Lo tinico que nos ocupa es lo que puede llamarse sinonimia cognitiva. No puede decirse, naturalmente, qué es esta sinonimia sino una vez rematado con éxito el presente estudio; pero sabemos algo de ella a causa de Ta necesidad que se presenté de ella en conexién con la anaiiti cidad en el § 1. El tipo de sinonimia que alli se necesit6 consistia Mmeramente en gue todo enunciado analitico pudiera convertirse en una verdad logica sustituyendo sinénimos por sinénimos. Err. pezando ahora por el final y suponiendo explicada la analitici- dad, podriamos explicar la sinonitnia cognitiva en los términos siguientes (tomando los del ejemplo ya conocido): decir que ‘sol. tero’ y ‘hombre no casado' son cognitivamente sindnimos no es ni mas ni menos que decic que el enunciado’ (3) Todos y s6te los solteros son hombres no casados es analitico, Lo que necesitamos es na explicacién de la sinonimia cog- nitiva que no presuponga la analiticidad, si es que queremos ex plicar, a la inversa, la analiticidad con ayuda de la sinonimia ‘cognitiva, tal como se emprendié en el § 1. A nuestra conside- raci6n se oftece ahora, precisamente, una tal independiente ex- plicacién de la sinonimia cognitiva: la intercambiabilidad salva 7. Esta es sinonimia cognitiva en ut sentido primario y amplio. Carmap (1947, aes. 56 y sigs.) y Lewis (1946, pags. 83 y sigs.) han indicado cémo puede obtenerte, luna ve2 que se tlene esta nocidn, un sentido emis estricto de sinontmia cogniiva que oo Preferible para algunas finalidades. Pero esta especial ramifcacion en la constraceion {de Conceptos cae fuera de nuestro presente objetivo y no debe confundirc cor] tips ‘amplio de sinonimia cognitiva que aqui nos ocupa, 2 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO veritate en todas partes excepto en el interior de palabras. La cuestion que se nos plantea —cojamos el cabo del hilo— es Ia de si esa intercambiabilidad es una condicién suficiente de la sinonimia cognitiva. Pedemos convencernas pronto de que lo es, mediante ejemplos de? tipo siguiente. E] enunciado (4) Necesariamente todos y sélo los solteros son solteros es evidentemente verdadero, incluso suponiendo que ‘necesa- Fiamente’ se construye tan restrictivamente que no sea correc tameme aplicable mas que a enunciados analiticos. Si ‘soltero y ‘hombre no casado’ son intercambiables salva veritate, el re- sultado de pener ‘hombre no casado’ por una de las instancias de ‘soltero’ en (4), a saber, (5) Necesariamente todos y sélo los solteros son hombres no casados tiene que ser verdadero como (4). Pero decir que (5) es verda~ dero es decir que (3) es analitico »; por tanto, que ‘soltero’ y ‘hombre sin casa’ son cognitivamente sindnimos Veamos qué hay en esa argumentacién que le da su aspecto de arte de birlibirloque. La condicién de intercambiabilidad salva veritate tiene mayor © menor Fucr2a segdn Ia riqueza de! lenguaje de que se trate, La anterior argumentacién supone que estamos trabajando con un lenguaje lo suficientemnente rico como para contener el adverbio ‘necesariamente’ construido de tal modo que da el valor verdad siempre y s6lo si se aplica a un enunciado analitico. Pero ¢podemos admitir un lenguaje que contenga ese adverbio? -Tiene realmente sentido ese adverbio? Suponer que lo tiene es suponer que hemos conseguido ya un sentido satisfactorio de ‘analitico’. ¥ entonces, ¢para qué segu!- ‘mos trabajando tan celosamente? Nuestra argumentacién no era un flagrante circulo’ v pero sf algo parecido. Por decirlo metaforicamente, tiene la for- ma de una curva cerrada en cl espacio. DOS DocMAS DEL EMPIRISMO B 1a imtercambiabilidad salve veritate carece de sentido a me. os que se relativice a un lenguaje cuya amplitud esté especifi cada en algunos importantes respectos. Supongamos que consi- deramos un lenguaje que contiene precisamente los siguientes elementos. Hay una reserva indefinidamente grande de predi, cados monddicos (por ejemplo, ‘F’ ‘Fx’ significa que x es un hombre) y poliddicos (por ejemplo, ‘G ‘Gxy’ significa que = ama ay), la mayorfa de los cuales se refieren a materias exiralc zicas. El resto del lenguaje es logico. Los enunciados atémice. consisten cada uno de ellos en un predicado seguido por una mas variables ‘x; 'y’, etc.; y los enunciados complejas se cons. truyen partiendo de los atémicos mediante funciones veritat. vas (no, 0’, etc.) y la cuantificacién.* Un tal lenguaje gova de Jos beneficios de la descripcidn y, por tanto, de los términos + 1 gulares en general, los cuales pueden ser contextualmente det dos del modo visto.’ También los términos siagulares abstracts que denotan clases, clases de clases, etc... son contextualmente Gefinibles con tal de que lo reserva de predicados incluya el pu. dicado diddico de pertenencia de individuo a clase." Ese lengua Je puede ser adecuado para la matemstica clasica y para el dis. curso cientifico en general, excepto en la medida en que este Ultimo incluye expedientes discutibles como los condicionales contrafactuales 0 adverbios modales como ‘necesariamente’! Un lenguaje de este tipo es extensional en el siguiente sentido: lempre que dos predicados coinciden extensionalmente (esto cs, son verdaderos de los mismas objetos) son intercambiables salva veritare."? En un lenguaje extensional, por tanto, la intercambiabilidad salva veritate no garantiza una sinonimia cognitiva del tipo de seado. Que ‘soltero’ y ‘hombre no casado’ son intercambiables en-un lenguaje extensional salva veritate no nos garantiza ab. 8. En pags. 131 y sips. se encontrar una deseripcidn de uit leiguaje asi, con ls Darticularidad de que no contiene mis que un predicado,el predicate dacheo Conte, eneia de miembro a clase (N. del 2). 9, Véanse pigs. 43-47, 156 y sigs, ¥ 235 ysis. 20. Véase pag’ 133, 11, Sobre tales expedientes ase también el ensayo & 12, Bsaes ta sustancia de Quine (1940), *121 14 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO. solutamente nada mds que la verdad de (3). No hay ninguna seguridad de que ls coincidencia extensional de ‘soltero’ y ‘hombre no casado’ descanse en la significacién y no en cir- cunstancias fécticas accidentales, como ocurre con la coinci dencia extensional de ‘eriatura con corazén' y ‘criatura con ri- fiones’, Para muchos propésitos la coincidencia extensional es la mejor aproximacion a la sinonimia que podemos conseguir. Pero sigue en pie el hecho de que la coincidencia extensional queda lejos de la sinonimia cognitiva del tipo requerido para explicar la analiticidad del modo emprendido en ef § 1. El tipo de sinonimia cognitiva que se necesita tiene que ser tal que per- mita sentar la equivalencia de la sinonimia de ‘soltero’ y ‘hom- bre no casado’ con Ja aialiticidad de (3) y no simplemente con Ta verdad de (3) Tenemos pues que reconocer que la intercambiabilidad salva veritate construida en relacién con un lenguaje extensional no ¢s condicién suficiente de la sinonimia cognitiva en ef sentido requeride para derivar de ella ta analiticidad a la manera del § 1. Sil lenguaje contiene un adverbio intensional, el adverbio ‘necesariamente’, en el sentido antes indicado, u otras particu- las que tengan el mismo efecto, ta intercambiabilidad salva ve- ritare serd en ese lenguaje una condicién suficiente de la sinoni- mia cognitiva; pero ocurre que un tal lenguaje no es inteligible més que si la nocign de analiticidad se entiende ya gor antici- pado. Es posible que el esfuerzo dirigido a explicar primero la sino- nimia cognitiva para derivar luego de ella la analiticidad, como se apunté en el § 1, yerre su direcci6n. En lugar de esforzarnos segtin esa Iinea podrfamos intentar explicar la analiticidad de algun modo que no apele a la sinonimia cognitiva. Luego podria- mos sin duda derivar la sinonimia cognitiva de la analiticidad de un modo plenamente satisiactorio. Hemos visto que la sino- nimia cognitiva de ‘soltero’ y ‘hombre no casado’ puede ex- plicarse como analiticidad de (3). La misma explicacién sirve para todo par de predicados monddicos, como es natural, y puede generalizarse de modo obvio a los predicados poliddicos. DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 75 También pueden incluirse en la explicacién, de un modo para- lelo, otras categorias sintdcticas, Por lo que hace a los términos singulares puede decirse que son cognitivamente sinénimos cuando el enunciado de identidad formado escribiendo ‘=’ en- tre aquellos términos singulares es analftico. Por to que hace a los enunciados, pede decirse simplemente que son cogniti- vamente sinénimos cuando su bicondicional (el resultado de unirlos mediante la conectiva ‘si y s6lo si’) es un entnciado analitico.” Si queremos reunir todas esas categorias sintActi- cas en una sola formulacion, podemos hacerlo —al precio de volver a cargar con la nocién de «palabra», ala que ya antes se apelé en esta seccién— describiendo como cognitivamente si- nénimo cualquier par de formas lingafsticas que sean inter- cambiables (aparte de instancias‘en el interior de palabras) sai- va analyticitate (y no ya solo veritate). Surgen entonces ciertos problemas técnicos sobre casos de ambigtiedad o de homoni- mia; pero no nos detendremos ahora en ellos, ya que atin nos encontramos en nuestra larga digresién. Abandonemos ms bien el problema de la sinonimia y volvamos de nuevo al de fa analiticidad. 86 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO 6. EMPIRISMO SIN DOGMAS La totalidad de lo que llamamos nuestro conocimiento, 0 creencias, desde las mas casuales cuestiones de la geografia y la historia hasta las mas profundas leyes de la fisica atémica o incluso de la matematica o de la logica puras, es una fabrica construida por el hombre y que no est en contacto con la expe- riencia mas que a lo largo de sus lades. 0, con otro simil, el todo de la ciericia es como un campo de fuerzas cuyas condicio- nes-limite da la experiencia. Un conflicto con la experiencia en Ja pesiferia da lugar a reajustes en el interior del campo: hay soy DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO a7 que redistribuir los valores veritativos entre algunos de nues- tros enunciados. La nueva atribucién de valores @ algunos enunciados implica la re-valoracién de otros en raz6n de sts i terconexiones légicas —y las leyes logicas son simplemente unos determinados enunciados del sistema, determinados ele- mentos del campo—. Una vez redistribuidas valores entre algu- nos enunciados, hay que redistribuir también los de otros que pueden ser enunciados logicamente conectados con los prime- 05 0 incluso enunciados de conexiones logicas. Pues el campo total estd tan escasamente determinado por sus condiciones-I- ‘mite —por la experiencia— que hay mucho margen de eleccién en cuanto a los enunciados que deben recibir valores nuevos a la luz de cada experiencia contraria al anterior estado del sis- tema, Ninguna experiencia concreta y particular esta ligada directamente con un enunciado concreto y particular en el inte- rior del campo, sino que esas ligazones son indirectas, se esta- blecen a través de consideraciones de equilibrio que afectan al campo como un todo. Si esta visiori es correcta, sera entonces erréneo hablar de} contenido empirico de un determinado enunciado —especial mente si se trata de un enunciado situado lejos de la periferia dei campo—. Ademés, resulta entonces absurdo buscar una di- visoria entre erunciados sintéticos, que valen contingentemen- te y por experiencia, y enunciados analiticos que valen en cual- quier caso, Todo enunciado puede concebirse como valedero en cualquier caso siempre que hagamos reajustes ‘suficiente- mente drasticos en otras zonas del sistema. Incluso un enun- ciado situado smuy cerca de la periferia puede sostenerse con- tra una recalciitrante experiencia apelando a la posibilidad de estar sufriendo alucinaciones, 0 reajustando enunciados de las lamadas leyes. légicas. A la inversa, y pot la misma razén, no hay enunciado: alguno inmune a la revisi6n. Hasta una revision de la ley I6gicia de tereio excluso se ha propuesto como un ex- pediente para simplificar la mecdnica cudntica; cy qué diferen- cia hay en priricipio entre un cambio asf y el cambio por el que Kepler sustitu y6 a Ptolomeo, o Einstein a Newton, o Darwin a Aristoteles? BB. DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO Por motivos de plasticidad he estado hablando de distan- cias respecto de-una periferia sensible. Aciarentos ahora esta nocién sin metaforas. Algunos enunciados, aunque se refieren a objetos fisicos y no a experiencia sensible, parecen herma- narse caracteristicamente con la experiencia sensible —y, ade- mas, de un modo selectivo: esto es, tales enunciados con tales experiencias, tales otros con tales otras, etc.--. En nuestra metafora, los enunciados que estén especialmente hermana- dos con experiencias determinadas se describen como préxi- mos a la periferia. Pero en esa relacién de «hermandad+ no veo més que una laxa asociacion que refleja la relativa proba- bilidad de que en la practica escojamos un enunciado en vez de otro para someterlo a revisién caso de presentarse una ex- periencia negativa. Podemos, por ejemplo, imaginar experien- cias negativas para acomodar a las cuales nuestro sistema nos inclinariamos sin duda a cambiar los valores anteriormente atribuidos a un enunciado como el de que hay casas de adobe en e] Paseo de Gracia,* junto con oiros asociados y relativos a ese mismo tema, Podemos imaginar otras experiencias cri- tieas para acomodar a las cuales nuestro sistema nos inch nariamos a dar un nuevo valor al enunciado de que no hay centautos ¥ a otros emparentados con él. Segiina he dicho, una experiencia imprevista puede acomodurse en el sistema me- diante una de varias nuevas valoraciones posibles en otros tantos sectores del sistema; pero en los casos que hemos ima- ginado, nuestra natural tendencia a perturbar lo menos posi- ble el sistema en su conjunto nos lleva a centrar la revision en 03 especificos enunciados relativos a casas de: adobe 0 a ven- tauros. Por eso se tiene la sensacién de que esios ertunciados tienen una referencia empirica mds precisa que los muy teoré- icos enunciados de la fisica, de la légica o de la ontologia. Puede considerarse que éstos estn situados en una zona rela- tivamente central de la red, lo que significa naeramente que presentan poca conexion preferencial con algtun dato sensible determinado. * Texto original: of] that there are brick houses on Elm Stree tJ del) See Peete CE Dos DOGMAS DEL EMFIRISMO. 89 Como empirista, sigo concibiendo el esquema conceptual de Ja ciencia como un instrumento destinado en dltima instancia a predecir experiencia futura a la luz de la experiencia pasada. In- troducimos con razén conceptualmente los objetos fisicos en esta situacién porque son intermediarios convenientes, no por definicién en términos de experiencia, sino ireductiblemente puestos con un estatuto epistemolégico comparable al de los dio ses de Homero."* Yo por mi parte, como fisico lego que soy, cree en los objetos fisicos y no creo en los dioses de Homero, y consi- dero un error cientifico orientar la creencia de otro modo. Pero en cuanto 2 fundsmento epistemol6gico, los objetos fisicos y los dioses difieren silo en grado, no en esencia. Ambas suertes de entidades integran nuestras concepciones s6lo como elementos Ge cultura. El mite de los abjetos fisicos es epistemolégicanente superior a muchos otros mitos porque ha probado ser mas efics que ellos como procedimiento pa nejable en el flujo de ta experiencia Esa actitud que postula objetos fisivos no se reduce al nivel macroscépico. También al nivel atémico se postulan objetos para que las leyes de los objetos macruscdpicos ~y, en tiltima ins- tancia, las leyes de la experiencia— sean mas simp! bles; y no debemos esperar ni pedir una plena defini entidades atomicas y subatomicas en términos de entidades macroseépicas, ni tampoco una detinicién de las cosas macros cépicas en términos de datos sensibles, La ctencia es una pro Jongacién del sentido comtin que consiste en hinchar la ontolo- gia para simplificar la teoria. Los objetos fisicos, los grandes y los pequefios, no son las inicas entidades postuladas. Otro ejemplo son las fuerzasi_y efectivamente hoy nos dicen que Ja separacion entre materia y energia esté anticuada, Las abstractas entidades que son la sus- tancia de las matematicas —en tiltima instancia, clases y clases de clases y asf sucesivamente— son también entidades postula- das en el mismo sentido. Epistemoldgicamente, todos esos son mitos con Ja misma base que los objetos fisicos y los dioses. ¥ elaborar una estructura m sy mane} ion de las 1s, Vease pag 90 DESDE UN PUNTO DE VISTA LOGICO por lo tinico que unos son mejores que otros es por el grado en que favorecen nuestro manejo de la experiencia sensible aa extensa Algebra de los ntimeros racionales e itracionales est subdeterminada por el dlgebra de los nimeros racionales, pero es mas cémoda y conveniente que ella, y la incluye como parte coja o manca.” La ciencia total —matematica, natural y humana— est andlogamente subdetcrminada por la experien- cia, de un modo atin més extremado. El contorno del sistema tiene que cuadrar con la experiencia; el resto, con todos sus ela- borados mitos y sus ficciones, tiene como objetivo la simplici- dad de las leyes. Desde este punto de vista, las cuestiones ontolégicas van de par con las cientifico-naturales."* Considérese la cuestién de si deben admitirse las clases como entidades. Se trata, como he indicado en otros lugares,” de la cuestion de si deben cuantifi- carse variables que toman clases como valores. Carnap (1950b) ha sostenido que ésta no es una cuesti6n factual, sino de elec- cién de la forma linguistica conveniente, del esquema 0 estruc- tura conceptual conveniente para la ciencia. Puedo estar de acuerdo con esa opinién, siempre que se conceda lo mismo res- ecto de todas las hipétesis cientificas en general. Carnap (1950b, pag. 32 n.) ha reconocido que sélo puede sostener una diversi- dad de criterios para las cuestiones ontolégicas por un lado y para las hipotesis cient{ficas por otro asumiendo una distincién absoluta entre lo analitico y Jo sintético; y no es necesario repe- tir que ésta es una distincién que ya he rechazado.” La cuestién de si hay 0 no hay clases parece més bien una cuesti6n relativa al esquema conceptual conveniente. ¥ la cues- tion de si hay casas de adobe en e] Paseo de Gracia o la de si hay centauros parecen mas bien cuestiones de hecho. Pero he indi- cado que esta diferencia es sélo de grado y se basa en nuestra 19, Véase pip. S8. 20. -Lontologe fit corps avec la science ellesméme et ne peu‘ en tre separces, en Meyerson (1908), pag. 439. 2. Veaase pags. Sty sig. y 157 y sig 22. Se hallara una eficaz expresion de otros metivos para dudar de esta distinei¢n en White (1950) po OS DOGMAS DEL EMPIRISMO 1 vaga inclinacién pragmética a reajustar un determinado ramal de la red de la ciencia, en vez de otro u otros, cuando intenta- mos acomodar en ella alguna experiencia negativa inesperada. En esas decisiones desempeftan algiin papel el conservadurismo y la busqueda de la simplicidad. Camap, Lewis y otros adoptan una actitud pragmatica en la eleccién entre formas lingttisticas o estructuras cientificas; pero su pragmatismo se detiene ante la imaginaria frontera entre lo analitico y lo sintético. Al repudiar esa frontera expongo un prag- matismo mas completo: todo hombre recibe una herencia cient fica mds un continuo y graneado fuego de estimulos sensoriales: y las consideraciones que le mueven a moldear su herencia cien- tifica para que recoja sus continuos estimulos sensoriales son, si racionales, pragmaticas.

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