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tac eter, Fresccred- MOLES DY 20? ~ 204 BECQUER ¥ ROSALIA designa ese territo- bri6 ta mirae primer escritor Octavio Paz eseribe: rio que para la fenomenologia post da lilcida y abismal de Gustavo Adolfo Béca nuestro en quien reconocemos a un contempordneo, RUSSELL P. SEROLD I | HACTA BECQUER: VISLUMBRES DEL CUENTO FANTASTICO_ ia 1740, en su celda del | Bn -una noche oscura y neblinosa, padre Benito Jerénimo \ monasterio de San Vicente, de Oviedo, raria que habia de evar al naci en Espaiia y a su méxima ma: de Gustavo Adolfo Bgcauer. 2, fneluida que la Tustracién sometié las supersticiones populares en ppaises europeos, munca se habria llegado a distinguir entre el terror auténtico y ese otro terror puramente literario que buscamos con elfin de anegarnos en el goce estético de los temblores. [A par- | tir del siglo xvi se daba la posititidad de ese sensual y moroso gusto en asusterse que es ten caracteristico del actual frecuentador imientos investigativos con que los cientifi- cos ilustrados rebatieron aquella inveterada fe-en las influencias sa- icas. Y esta elaboraci6n intelectual del tema fantastico leva |” Russo P. Sebold, «Hacia Bésquer: preliminar @ la edciéa de Joan Estruch 2, 99), Barcelona, 1996, pp. x10c HACIA atcquEn 205 una elaboracién paralela del historiador y de los pr: cias como medios de hacerse con lanciar el fen ‘Béequer como f ubres de Cadalso y El Rodrigo. Rom de" indot White hace sus aportaciones en cuant ‘ensayo narrativo 5! aledzar de Se imaginaciones inverosimil 306 siniestros seres guarcian un enorme tesoro en un subtecrineo y van a la caza de nifias sobre las que nuncs se vuelve a saber nada) y, Finalmente, un edificio determina al desenlace (igual que en La El miserere y El beso}. Al mismo tiempo, todo el” material contenido en £! alcdzar de Sevilla es de indole popular, 1o val, lo mismo que el método de Blanco para informarst sobre las | tradiciones locales entrevista a un anciano sevillano—, lo convier- ten en un antecedente de importantes folcloristas decimondnicos, empezando por Ferman Caballero. [Pero la aportacién principal de Blanco es de orden tedrico, pues con muy agudas sus observaciones sobre los orfgenes filoséficos del cuento fantastico y la-eficacia de-las supersticiones cristianas como ingrediente del género.] Lo mas sianificalivo del articulo «Sobre el placer de las imaginaciones inverosimiles», por lo que toca a la in- térpretacién de relatos de.temtica religiosa (por ejemplo, las leyen | das beequerianas La envz dei diablo, La ajorca de oro, Creed en | 208, BECQUER Y ROSALIA pues, aceptada su accin como creacidn del suefio, no contiene nada viole las leyes fisicas de nuestro mundo. Desde otro punto de rojas, en Ja que todo es fantéstico y en cuyo microcosmos no existe por tanto ni la posibilidad de uma definicién de lo fantistico. (J {Son del mismo afio de 1858 la leyenda £! cauaillo de las manos | rojas, de Bécquer, y el articulo «Edgar Poe», de Alarcén, y curio. ESTRATEGIAS TEXTUALES EN ROSALIA 209 Los contenidos de ficcidn fantéstica que Alaroén esboza en el Avellaneda y Bécquer Z como los clisicos del género de otros paises cien par cien fantisticos como ese primero suyo. Es, en efecio, uo poe eels a Tea A ees ee {table chparalelo que se acusa entre las téencas principales de Poe de suponer au “4 noe i _——-—[seain as analiza Ad P 2 mejores narraciones fantasticas posteriores de Bécquer, torias sobrenaturales se caracterizan por wna simet ‘manifiesta al mism sa que en vers, son epoetasfetéscan \ Ginsdores de micoconmos donde puede ecacct lo prodipos, (Son papeles de la imaginacién en las teorias de: Blanco y primero observa en forina conceptual que la superstiisa procede de in imaginacin; el segundo acude al cjemplo conto Act papel de in iaginacén en as viens, beats y supersions gue eventnn historias de aparecides hecho de que Blanco y Alarcén hayan podido ver en la s- dn crstana una nueva mitoloia,revla en ellos herenia impugnadorn dels superstloues, el padre Fe ie ¥ thdo el Siglo de las Luces. Mas evando alarcén analiza el {érmino escéptico de la eterna dualidad dialéctica del cuento fantés- 0 en. la. obra de Poe; nos recuerda wn elemento: i 1cién del género al que hemos hecho referencia ant { én. -0 dela ever a saber, que ién fantdstica cl papel de la ciencia acaba siempre por sev contrario del que-desempené en Ia labor ilustradora de-los gran- } des pensadores setecentistas. eseéy el nuestro, quiero decir el xix, Lo cierto es que la forma narrativa llevada a su cumbre por Béequer tuvo muchos y ardorosos partidarios entre los escritores espatioles a lo largo del siglo xix. Leyendas y tradiciones, en verso } n de Jo sobrenatural pero aie , olvidados y muchas veces si, las escriben toda: famosos: José Joaquin de Mora, Ent Carrasco, Gregorio Romero y Larrafiaga, Faustina Séez de Melgar, Augusto Ferran, José Gonzilez de Tejada, M. Cano y Cueto, Mariano Capdepén, ‘Antonia Diaz de Lamaraue... ‘vos la alejan de lo antiguo y de la mod La poeta organiza su mensaje mediant seleccién y combinacién de elementos deicticos y leis M, Zavala, eBstrategas texto ~ | smear también algunas levendas de Béequer, como La cruz del RECQUER Y ROSALIA El miserere, EI Cristo de la calavera, etc.), €s que Blanco afir- joridad de las supersticiones modernas sobre la mitolo- {iguas también ocultan joyas olvidadas de gran precio, En El Artisi0(J835-1836) se publieé Beltrdn (Cuento fantds- fico) de José Augusto Ochoa. El marco narrativo (unos apuntes _ de viaje escritos en primera'persona y con cierto tono de actualidad) fue una técnica recogida por Béequer en las Leyendas. El autor de fadora que cuenta la historia lo, El monte de las drimas, La promesa y El miserere.) inguna obra de aquellos afios tiene mas derecho a clasificarse en el genero fantéstico que BY estudiante de Salamanca [de Espron- cedaly y el adjetivo fancdstico es usado efectivamente por el posta en diversos momentos de la narraci6 ‘de Montemar, como née tarde el don Juan de Zornilla, vive la experiencia de la propia Jnuerte. Algo semejante ocurre en el relato becqueriano Creed en Dios, en el que ef mal barén de Fortscastll, Teobaldo de Monts gut, ni mucrto ni vivo, vuelve cien aflos mAs tarde al tiempo, mora- da y demds circunstancias de su pecaminosa existenca en este mundo. ‘al realismo predomina en} los Romances histéricas (1841 dugue de Rivas, y por tanto, estas narraciones en verso se re nan asimismo con el género de Bécquer por lo que tienen de rico, costumbrista yf ie fantéstico. Se trata de un realismo épi jar, y las extensas y minuciosas descripciones de Rivas son or su extraordinaria: riqueza sensorial (colores, sonidos 18, texturas, tamatios, perspective En las Leyendas beeque- rianas se recurre a veees al mismo realismo épico de gran espectécu~ jo frecuente en.los Romances histéricos del duque de Rivas. Pienso tn dos deseripciones de La promesa: la de la plebe que acude a ver tassalida de las tropas del conde de Gémara, y la del campamento de las-tropas. Tan consciente es-Bécquer-del estilo. que cultiva em HACIA BECQUER ‘acuadro de costumbres guerrerasy. que Zorrilla en esas supersticiones Feijoo rebatia y en las que Blanco vela una nueva mitologi era concepto del género fantéstico. La poética fantéstica de la habitual en el género 10 del mundo moderne fle representa una variante muy origin modemo. El poeta cuenta con el esceptici 207 * tales momentos, que en la mentada leyenda incluso le inventa un ~ wvador decimonénico de lo fantastico se apoya con fanas que , basica ara que el lector individual dude de la autenticidad de to narrado Po suflelente como para que su miedo sea solamente literario y no de tipo paralizador, como al de los supersticiosos de otros sigh Zorslla, en la dialéctica entre aceptacién y rechazo de lo mara, villogo que es noreaal en el género Tantéstco, se ponérd siempre del lado de la primera, sin reconocer, de hecho, dialéctica. En el nivel ara conseguir el efecto jan y el afecto det pueblo a I ros, ‘Antonio de Alareén; ‘a leyenda, Bl caudillo de las manos rojas. {Uno de Tos relatos de la primera, La ondina det lego az rece ser fuente principal de Las ojos verdes y secundaria de de luna. El ambient2le EI amigo de la muerte, de Alarcén, es notable par su aire irreal, nada de la descripeién rea cuento fantdstico.] muerte], dota a todo Tn las ronteras entre la vigilia y el suefio y ent te —incluso de esta iltima han regresado algunos Zorrilla publica veint 285 fie 1850, En el decenio que empieza con este afo se eitrenardn aS ceritres en el campo fantistico: Certruais Gomez de Avellaneda | ‘al final del decenio Bécguer dard a | 4 Ja existencia de tal rio Zorrilla es, pues, un anti jcado Zorrilla se sirve de ta imy jos mila- tatro El rayo de Pedro Antonio no tncontréndose aqui ‘que és caracteristica del moderna, TS sncia, se producen suefios de lo mas fantéstico; entonan perfec- tamente con tal fenémeno «modernistay 0: digamos onirico Concluir de leer esta narracién se medita un rato, una de {as Gentes conclusiones a las que cabe llegar es que El amigo de te es posiblemente. tino de.los ejemplos. més, realistas, del del ya mencionado jardin. Ty lo sorpre la muer género, ul, pa h | ~

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