Você está na página 1de 95
MAURIZIO LAZZARATO Been an Sera cl eek een ser ceir quella, lejos de ser una amenaza para la ania en el corazén mismo del prayecto neo ta lectura de un texto poco conocido de Marx cM see rc aes Peer et at construccién politica, y que el vinculo entre Peon rene técnica securitaria de gobierno y control de | Rn eet ota) eae een Cen acta ce ac eee eee eae Ea ecu RON seco a ei eee te Mr sae afectivo. Camo escapar a la condicién neolit Set ane cay Nee eae uae eae Ceca RO une haere ok Boe ISBN 978-648 ‘8846 1' 0904 Amorrortujeditores eaeeekseideyeone termes teetiadatrera tee eee nnn rinrtetes AERO Caco ne Coleccién Némadas La fabrique de homme endetté. Essai sur la condition néolibérale, Maurizio Lazzararo © Fditions Amsterdam, 2011 Publicado por acuerdo con Agence litteraire Pierre Astier & Associés. Todos los derechos reservados, Traduccién: Horacio Pons Todos los derechos de la edicién en castellano reservados por Amorrornu editores Espana S.L., C/L6pez de Hoyos 15, 3° iequierda ~ 28006 Madrid Amorrortu edicores S.A., Paraguay 1225, 7° piso - CLOS7AAS Buenos Aires owwamorrortueditores.com 1a reproduccién total o parcial de este libro ada por cualquier medio mecinico, electrdnico o informatica, inchi- yendo forocopia, grabacién, digitalizacién o cualquier sistema de alma- fenamiento y recuperacidn de informaci6n, no autorizada por los edi tores, viola derechos reservados. for idéntica o modi- Queda hecho el depésito que previene la ley n® 11.723, Induscria argentina. Made in Argentina ISBN 978-950-5 18-357-9 (Argentina) ISBN 978-84-610-9046-4 (Espatia) ISBN 978-2-35480-096-3, Paris, edicién original Lazzarato, Maurizio La fabrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condicion neoliberal. - 1" ed. - Buenos Aires : Amorrortu, 2013. 192 p.; 20x12 em. « (Coleccién Némadas) Traduceidn de: Horacio Pons ISBN 978-950-5 18-357-9 (Arg ISBN 978-84-610-9046-4 (Esp 1. Feonomfa. 2. Neoliber Cb 330.1 tina) a) mo. I. Pons, Horacioy trad. UT il. Impreso en los Talleres Grificos Color Efe, Paso 192, Avellaneda, pro: vincia de Buenos Aires, en marzo de 2013 Tirada de esta jemplares. Indice 15 24 30 35 43 43 61 74 82 Advertencia 1. Aprehender la deuda como fundamento de lo social éPor qué hablar de economia de la deuda, y no de finanzas? La fabricacién de la deuda La deuda, expresi6n de una relacién de poder especifica 2. La genealogia de la denda y del deudor Deuda y subjetividad: el aporte de Nietzsche Los dos Marx El obrar y la confianza en la légica de la deuda Deleuze y Guattari: pequefia historia de la deuda 103 3, El influjo de la deuda en el neoliberalismo 103. Foucault y el «nacimiento» del neoliberalismo 111 La deuda y su reconfiguracién del poder soberano, disciplinario y biopolitico 121 La tibosatrenitited neoliberal ante la prueba de la 3a fi i 143, Tedeudayelaundesoaa n° eemO? 174 Antiproduccién y antidemocracia 186 Conclusién Advertencia ‘A semejanza de lo ocurrido antes en otras regio nes del mundo, en Europa, la lucha de clases se des- pliega y se concentra hoy en torno a la deuda. La cri- sis de la deuda afecta en nuestros dias a Estados Uni- dos y al mundo anglosajén; en otras palabras, a los pafses en los cuales tuvo origen no sélo el diltimo de- sastre financiero, sino también y sobre todo el neoli- beralismo. La relacién entre acreedor y deudos, que estara en el centro de nuestra discusi6n, refuerza los meca- nismos de explotacién y dominacién de manera transversal porque no hace distincién alguna entre trabajadores y desempleados, consumidores y pro- ductores, actives ¢ inactivos, jubilados y beneficia- tios del salario minimo. Todos son «deudores», cul- pables y responsables frente al capital, que aparece como el Gran Acreedor, el Acreedor Universal. Una de las grandes apuestas politicas del neoliberalismo contintia siendo, como lo revela sin ambigitedad la ecrisis» actual, la de la propiedad, puesto que la rela- cién acreedor-deudor expresa una relaci6n de fuer- zas entre propietarios (del capital) y no propietarios (del capital). Maurizio Lazzarsro A través de la deuda publica, la sociedad queda endeudada, lo cual, lejos de impedir, oral contrario, exacerba las edtigualdadese que de lees de «diferencias de clase». at nr saninies y politicas de estos titi- mis brutes las politicasneoiberaiee La new ann oliberales. nomy, la sociedad de la informacin ae sociedad ae coheg Es se diluyen en la economia de la leuda. En las democracias que vencier ; nimo, muy pos nds alguns Faibnais +! FMI, de Europa y del Banco Central Europeo a errreunn aoe otro polftico) deciden por ac a ° los intereses de una minorfa. La in- sa mayorfa de los europeos estén tripleme despasetdes por la economia de la deuda: desposet die on poder, Politico ya débil, concedido por la democracia representativa; desposedos de wna par te eresiene de a riqueaa que ls Iuchas pass arran- caren als acumulacién capitalista, y desposefdos sobs todo, del futuro, es decir, del tiempo, como elie sna eleccién y como posibilidad, sens sucesiOn de crisis financieras provocé la vio- irrupcién de una figura subjetiva que ya estaba Presente, pero que ahora ocupa el conjunto del cio piiblico: la figura del «hombre endendado vilas resis sabia aque el neoliberalisino habia ‘ido («todos accionistas, tod i todos empresarioss) nos precipitan hacis la condi 10 por el que es hora LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO cién existencial de ese hombre endeudado, respon- sable y culpable de su propia suerte. Este ensayo tiene el propésito de presentar una genealogfa y una cexploracién de la fébrica econémica y subjetiva del hombre endeudado. Desde la crisis financiera precedente, que estallé con la burbuja de Internet, el capitalismo abandoné los relatos épicos que habia elaborado en torno alos «personajes conceptuales» del empresario, el creati- vo y el trabajador independiente «orgulloso de ser su propio jefe», los cuales, al perseguir exclusivamente sus intereses personales, trabajan por el bien de to- dos. La implicacién, la movilizacién subjetiva y el trabajo sobre sf mismo, predicados por el manage- ment desde la década de 1980, se metamorfosearon en una exhortaciGn a hacerse cargo de los costos y los riesgos de la catastrofe econémica y financiera. La poblacién debe tomar a su cargo todo lo que las empresas y el Estado benefactor «externalizan» en la sociedad, y en primer lugar la deuda. Tanto para la patronal como para los medios, los politicos y los expertos, las causas de tal situacién no deben buscarse ni en las politicas monetarias y fisca- es que profundizan el déficit, al generar una masiva transferencia de riqueza hacia los mas ricos y las em- presas, ni en la sucesi6n de crisis financieras que, después de haber practicamente desaparecido du- rante los gloriosos treinta afios [1945-1975], se repi- teny arrebatan sumas fabulosas de dinero a la pobla- V1 ‘Maurizio Lazzanato cién para evitar lo que denominan «crisis sistémi Para todos esos amnésicos, las verdaderas eanalde estas crisis reiteradas residirian en las desmedid s exigencias de los gobernados (en especial, os del sur de Europa), que quieren vivir como brat eh aa ee de las élites, que en realidad ies oee tunic ne com aH _ tie en la division internacional del ior Bloque de poder neoliberal no puede ni quiere re los «excesos» del mundo de las finanzas, Poraue su programa politico sigue siendo el de tas elecciones y decisiones que nos han conducido a I altima crisis financiera. Por el contrario, mediante el chantaje del incumplimiento de la deuda sob a auiere Hevar hasta sus tltimas cinstabinaven, Progania ok coer integral fantasea des- : lucir los i f- nimo, cortar los servicios aseane peas ere Ts. tado benefactor al servicio de los nuevos .asistidoss (as empresas ¥ los rcos)y privatizatlo todo. _ Carecemos de instruments tedricos, de concep- wehe Se emumclados que nos permitan analizat no » sino la economfa de la deuda que la comprende y la desborda, ast como su poll i nee politica de sei a aprovechar en este libro el redescubri- mento de la relacién entre acteedor y deudor efec- isle at ant Eipo de Deleuze y Guattari. Publi- , como anticipacién teérica del despla- 12 LA FABRICA DEL. HOMBRE ENDEUDADO yamiento que el Capital Hlevarfa a cabo a continua- cién, esta obra nos permite, a la luz de una lectura del Nietzsche de La genealogta de la moral y de la teorfa marxista de la moneda, reactivar dos hip6- tesis, Primero: la que sostiene que el paradigma de lo social no debe ser buscado en el intercambio (econd- mico o simbélico), sino en el crédito. En el funda- mento de la relacién social no esté la igualdad (del intercambio), sino la asimetria de la deuda/crédito, que hist6rica y te6ricamente precede a la de la pro- duccién y el trabajo asalariado. Segundo: la que pos- ula que la deuda es una relacién econémica indiso- ciable de la produccién del sujeto deudor y su «mo- ral». La economia de la deuda acompafia al trabajo, en el sentido clésico del término, de un «trabajo so- bre sf mismo», de modo que economia y «ética» fun- cionan de manera conjunta. El concepto contempo- rineo de «economia» abarca, a Ja vez, la produccion econémica y la produccién de subjetividad. Las cate~ gorias clasicas de la secuencia revolucionaria de los siglos XIX y XX —el trabajo, lo social y lo politi- co— son atravesadas por la deuda y redefinidas en gran medida por ella. Es necesario, por lo tanto, aventurarse en territorio enemigo y analizar la eco- noma de la deuda y Ja produccién del hombre en- deudado, para tratar de construir algunas armas con Jas que podamos librar los combates que se anuncian —puesto que la crisis, lejos de terminar, amenaza con extenderse—. 13 1. Aprehender la deuda como fundamento de lo social «No es una crisis, es una estafa». Los manifestantes de la Puerta del Sol «No es un rescate, es una liquidacién». Un sindicalista griego «Con el crédito se vuelve a una situacién verdadera- mente feudal, la de una porcién del trabajo debida de antemano al sefior, al trabajo servil». Jean Baudrillard E112 de octubre de 2010, la Unedic [Union na- tionale interprofessionnelle pour l'emploi dans Vin- dustrie et le commerce], que recibe los aportes al se- guro de desempleo de los asalariados y distribuye los subsidios para los desempleados del régimen gene- ral, Jos intermitentes, los temporales, los estaciona- les, etc., publicaba el siguiente comunicado: La Unedic se congratula por haber recibido 1a confir- maci6n de las notas a largo y carta plazo que le asignan tres agencias: Fitch (AAA~F1+), Moody's (AAA - P-1) 4s Maurizio Lazzararo y Standard & Poors (AAA — A-1+). La revisi6n de estas notas se inici6 luego del consejo de administracién del 29 de junio de 2010, para terminar el 8 del corriente. La excelencia de la calificacién permitiré a la Unedic llevar a buen puerto su programa de financiamiento y garanti- zar asf la continuidad del servicio de los subsidios de de- sempleo. El 10 de septiembre de 2010, la tiltima previ- si6n de equilibrio técnico del seguro de desempleo mos- traba, en efecto, una previsién de deuda global de la Unedic cercana a ~13.000 millones de euros a fines de diciembre de 2011», éCémo es posible que una actividad y unas ope- raciones que se desarrollan en salas de cotizaciones y en la reservada comodidad de despachos de bancos e inversores institucionales afecten a desempleados y trabajadores precarios: estacionales temporales? ntermitentes, La Unedic anuncia periédicamente déficits. En primer lugar, porque hay una baja de los aportes, cu- ya causa principal es la desfiscalizacién de las contri- buciones patronales (por afio, las finanzas piiblicas se hacen cargo de estas hasta un monto de 22.000 millones de euros en concepto de «politica del em- pleo»); a continuacién, porque los aportes del tra- bajo precario, intermitente y temporal no alcanzan para cubrir las necesidades de indemnizacion. Con la explosién del empleo «precario» (contratos de du- 16 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO racin determinada, intermitentes, ssenctonalets cemporales),! del que se benefician las empresas, ¢l régimen de indemnizaci6n sufre, por lo tanto, un cit « rural. ve vera aumentar Tos aportes patronale, la Unedic —como cualquier empresa que se respet= hha tomado préstamos respaldados con la oni a obligaciones sobre los mercados financieros. Bes ciembre de 2009 recibié un préstamo de 4. a00 millones de euros, a los que se sumaron otros 2. millones en febrero de 2010. Las instituciones finan- cieras se abalanzaron sobre esos titulos, que en me- nos de una hora fueron vendidos en su anal Se- mejante entusiasmo de los inversores es facil ei plicar. Las agencias calificadoras internacionales (las mismas que asignaron malas notas a Irlanda, Ga Portugal y Espafia, lo cual motivé una escalada ‘ los intereses a pagar y la imposicién de politicas de ‘pn 2008, oscontratos de duran termina representa>a9 1-46 de las contribuciones al régimen de seguro de desempleo, contra un 2296 de los subsidios entregados. En cuanto a rabsio temporal la proporein era del 3% conta el 796, En comparacion con los 1.700 millones de euros de aportes hechos enronees Unedic, «empleo precaro tavo un costo de 8.200 millones de ex, ros en prestaciones, 0 sea, un Iyer eesante de 6.500 millones EL égimen indemnizatorio de los trabajadores intermitentes del es serdonlo, en contraste con 10s 1.300 millones de euros de presta- aorsee enuregadas en 2009 a cerca de 106,000 beneficiaros, slo sores 229 mnltones de cares de aporte El dfs leva 9 consecuencia, a mis de 1,000 millones de euros. 17 Maurrzio Lazzararo rigor presupuestario; las mismas que siempre califi- caron muy bien los «bonos basura», causa primera de la crisis de las subprime; las mismas que difundie- ron pronésticos favorables a las empresas condena- das por malversacién, como Enron; las mismas que no previeron en absoluto la siltima crisis financiera) dieron, como lo afirma el comunicado, «buenas no- tas» y por lo tanto «garantfas» a los inversores, En consecuencia, para «salvar al sistema de in- demnizaciones de la «quiebra» (el chantaje es siem- pre el mismo) hay que introducir en wna instieucidn privada, pero de «interés puiblico», como la Unedic, Ia logica financiera, con los siguientes resultados: 1) La tasa de interés aplicada a esos 6.000 millo- nes de euros en préstamo es de alrededor del 3%, lo cual significa que los aportes al seguro de desempleo se convierten en una nueva fuente de ganancia para las instituciones financieras, los fondos de pensidn y los bancos. Si Moody’s baja la nota, como lo ha he- cho hace poco en los casos de Irlanda, Grecia o Por- tugal, la tasa a la cual la Unedic recibe el dinero pres- tado aumenta y, por ende, las finanzas imponen una sangria atin mds importante sobre aquellos aportes, que se traduce en una menor disponibilidad de in. gresos para distribuir como subsidios, _2) Las notas de las tres agencias calificadoras van a influir en las negociaciones sobre la convencién del seguro de desempleo que, convocada cada tres anos, decide la duracién y los montos de los subsi- 18 LA FABRICA DEL. HOMBRE ENDEUDADO dios. Para mantener las buenas notas, sindicatos y patronal van a actuar en funcién de las exigencias de \quellas agencias, y no de las planteadas por los de- sempleados, ya que los intereses a pagar varian en relacién con las calificaciones. 3) Las agencias calificadoras hacen su ingreso a la sestion del seguro de desempleo por obra de su «po- der de evaluacién». El cardcter paritario de dicha gestion, que esté a cargo de los sindicatos de asala- riados y las organizaciones patronales, se abre a los inversores privados, que a partir de ahora tendrén voz en la cuestiGn. La wevaluaci6n» de las agencias se convierte en un elemento de la evaluacién general del «estado de salud», la «eficacia» y la «rentabili- dad» del seguro de desempleo. Durante el conflicto de los trabajadores intermitentes y el de los desem- pleados del invierno de 1997-1998, unos y otros in- tentaron romper el duopolio sindicato/patronal pa- ra abrir la gestién del seguro de desempleo a las cate- gorfas «precarias», muy mal representadas por los sindicatos, que pensaban y actuaban como defenso- res de los derechos de los asalariados de jornada completa. La reivindicacién de una mayor democra- tizaci6n de la gestién de las cajas de seguros jamas tuvo éxito. En cambio, los «capitalistas industriales», Jos capitalistas del rubro de seguros y el Estado per- mitieron la entrada discreta del capital financiero. ‘No conocemos todas las condiciones de los prés- tamos tomados por la Unedic. Nos limitamos a espe- 19 eee ‘Maurizio Lazzanaro rar que las tasas (el precio del préstamo) sean menos susurarias» que las firmadas por las colectividades locales, que también deben recurrir a los mercados financieros debido a la imposibilidad de apelar al Tesoro piiblico. La tasa de endeudamiento de las re~ giones y los departamentos ha aumentado un 50% desde 2001. Un caso entre otros: el miércoles 9 de febrero de 2011, el Consejo General de Seine-Saint- Denis decidié emplazar judicialmente a tres bancos (Depfa, Calyon y Dexia) con los cuales habia toma- do préstamos calificados de t6xicos, a fin de lograr Ja anulacién de los contratos correspondientes, El 1 de enero de 2011, la denda de Seine-Saint-Denis se elevaba a 952,7 millones de curos y estaba compues- ta en un 71,7% de préstamos estructurados, consi- derados t6xicos. El departamento suscribié en total sesenta y tres de esos préstamos t6xicos, Estos mis- mos productos financieros fueron vendidos a nume- rosas colectividades locales. Estdn ligados a indices sumamente volétiles, que pueden ocasionar fuertes alzas de las tasas de interés que deben pagar las co- lectividades. «La tasa inicial, durante tres afios, era del 1,47%, y la actual es del 24,20%, lo cual repre- senta un incremento de un millén y medio de euros Por affo, es decir, casi el costo de una guarderfa in- fantil>, declaré a la prensa un funcionario electivo. Los pagos que los fondos de seguro de desempleo de los asalariados y las colectividades locales hacen a los acreedores no constituyen mas que una infima 20 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO parte de la sangrfa que las finanzas internacionales provocan anualmente en los ingresos de la pobla- cin de una nacién. ‘ te eaaelay el pago de los intereses de la deuda del Estado se elevaba, en 2007, a més de 50.000 millones de euros. En términos presupuestarios, esta carga ocupa en el Estado francés el segundo lugar, tras el presupuesto de educacién, y es seguida por el de defensa. Absorbe afio tras afto la casi totalidad del impuesto a la renta.? El incremento de la deuda del Estado es uno de los principales resultados de las po- liticas neoliberales que, desde mediados de la década de 1970, persiguen el objetivo de transformar la es- tructura de financiamiento de los gastos del Estado benefactor. Desde este punto de vista, la ley mas im- portante, sancionada por todos los gobiernos ¢ in- cluida en los distintos tratados europeos, es la prohi- bicién de monetizar la deuda social a través del Ban- co Central respectivo. Las colectividades locales, al igual que la totalidad de los servicios sociales del Es- tado benefactor, ya no pueden financiarse mediante Ia emisién de moneda por parte de dicho banco y de- 2 I reembolso del capital dela deuda, que forma parte del servi- cio dec eptenta ral Etado leddor de 80000 millones de euros, vale decir, la suma de todos los otros ingresos fiscal di rectos (mpuestoa las sociedades, impuesto al patrimonio, etc.) En total cl servicio de I deuda del Estado ae eleva 118.000 millones dde euros, lo cual corresponde a la totalidad de sus recursos fscales directo incluso casi alimpuesto al valor agregado (unos 130.000 millones de euros). 21 MAURIZIO LAZZARATO ben recurrir a los «mercados financieros». Es lo que se da en llamar «independencia del Banco Central», que en buen romance significa, antes bien, la depen. clencia respecto de los mercados, porque aquella ley establece la obligacién de recurtir alos acteedores Privados y aceptar las condiciones dictadas por los Propietarios de tftulos, acciones y obligaciones. Con ameriotidad a su sanci6n, el Estado podia financiar- & Por medio del Banco Central sin pagar intereses, y devolvia lo prestado en correspondencia con el in. Breso de recursos. Se ha calculado que la suma ac- tualizada de todos los intereses de la deuda pagados desde 1974 (fecha en la cual se establecié en Francia la obligacion de que el Estado se financiara en los mercados) se eleva a cerca de un billén doscientos mil millones de euros, contra un total de la deuda publi ca de un bill6n seiscientos cuarexta y un mil millo. nes. Los intereses de la deuda constituyen la medida de la depredacién que la poblacién sufre a manos de los mercados desde hace cuarenta anos. _La scaptura» del valor tiene también entre sus victimas a las empresas. Las politicas neoliberales hhan hecho de ellas simples activos financieros, lle. vandolas a «desembolsarles a sus accionistas més que lo que reciben de estos en concepto de fondos».3 7E| Mouhoub Mouhoud y Dominique Plihon, I Savoir et la finance: liaisons dangereuses au cecur due capitalismse contemporain, Paris: La Découverte, 2009, pig. 124, : 22 LA FABRICA DEL, HOMBRE ENDEUDADO El consumo, que en los paises desarrollados cons- tituye la mayor parte del producto bruto interno {PBI (en Estados Unidos llega al 70%), es otra fuente muy importante de «renta» para los acree- lores, Las erogaciones més sustanciales de una fami- lia estadounidense (compra de una casa, compra y mantenimiento del automévil y gastos para los estu- dios) se efectian a crédito, pero el consumo es fun- cional a la deuda aun en el caso de la compra de bie- hes corrientes, que la mayorfa de las veces son paga- dos con tarjeta de crédito. En Estados Unidos y en el Reino Unido, el indice de endeudamiento de las fa- miilias en relaci6n con sus ingresos de bolsillo es, res- pectivamente, del 120% y el 140%. La crisis de las subprime ha demostrado que en las grandes masas de créditos titulizados (las deudas transformadas en titulos negociables en la bolsa), junto a las hipotecas, los créditos para automotores y los préstamos a estu- diantes, estén las tarjetas de crédito. A través del consumo mantenemos, sin saberlo, una relaci6n cotidiana con la economia de la deuda. Cargamos en nuestros bolsillos y en nuestras billete- ras con la relaci6n acreedor-deudor, inscripta en los circuitos del chip de la tarjeta de crédito. Este peque- fio rect4ngulo de plastico esconde dos operaciones de apariencia inocua, pero de serias consecuencias: Ja apertura automdtica de la relaci6n de crédito que instaura una deuda permanente. La tarjeta de crédi- to es el medio mas simple de transformar a su porta- 23 ‘Maurerzio Lazzararo dor en deudor permanente, «hombre endeudado» re, chombre endeudad Por qué hablar de economs iomi y no de finanzas? hoe Por conducto del simple mecanismo del interé: sumas colosales se transfieren de la pbLELIsE . empresas y aD Rétads WoRetdetor'a los dee" Estes la faabn por la que Gabriel Ardant considera } ya en la década de 1970, que el sistema financi ro es, de la misma manera que los sistemas m ‘sl rio y crediticio, un «poderoso mecanismo de Sits ‘i cain». La lmada seconoma easy la miprene no a que partes del proceso de valorizacién, acu- cién y explotacién capitalista: «Si se lo observa ‘, ‘en Suzanne de Brunhoff et al., Las finanzas capitalistas: para com- prender la crisis mundial, Buenos Aires: Herramienta, 2009] 31 ‘Maurizio Lazzararo. La imposibilidad de monetizar la deuda social (esto es, la deuda del Estado benefactor) mediante Jos mecanismos monetarios (recurso del Tesoro al Banco Central) obliga al desarrollo de los mercados financieros; este desarrollo es, una vez més, organi- zado, solicitado e impuesto, paso a paso, por el Es- tado —en Francia, lo esencial se hizo bajo los gobier- nos socialistas—. Los mercados financieros fueron estructurados y organizados, en consecuencia, a través de la gestion de las deudas de los Estados, generadas por el golpe de 1979. Pero estos iiltimos no limitaron su inter- vencién a liberalizar esos mercados, sino que tam- bién acompafaron la organizacién y estructuraci6n de su funcionamiento: «Por lo tanto, ampliaron (al diversificar la gama de titu- Jos emitidos en los mercados primarios) y profundiza- ron (al aumentar los voliimenes de transaccién en el mercado secundario) los mercados de titulos piiblicos atractives para los ahorristas, La curva de la tasa de inte- és para esos titulos se convirtié en la referencia para la formacién del precio de los activos, en lugar de los tipos de interés preferencial de los bancos».11 11 Michel Aglietta y André Orléan, La Monnaie entre violence et confiance, Patis: Odile Jacob, 2002, pig. 244 [La moneda, entre tiolencia y confianea, Bogots: Centro de Investigaciones y Proyec- tos Especiales (CIPE), Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales, Universidad Externado de Colombia, 2006). a2 LA FABRICA DEL. HOMBRE ENDEUDADO Las politicas monetarias, las politicas de defla- cién de los salarios (masa salarial), las politicas del istado benefactor (reduccién de erogaciones socia- \es) y las polfticas fiseales (transferencia de varios puntos del PBI hacia las empresas y las capas mds ricas de la poblacién en todos los pafses industriali- vados) convergen en la creacién de enormes deudas .as y privadas. La reduccién de la deuda —hoy, a la orden del dia en todos los paises— no se contradice con su creacién, porque no hace sino continuar y profun- dizar el programa politico neoliberal. Por un lado, se trata de retomar, por medio de las polfticas de aus- teridad, el control sobre lo «social» y los gastos del Estado benefactor en ese Ambito, es decir, sobre los ingresos, el tiempo (de la jubilacién, de las vacacio- nes, etc.) y los servicios sociales que las luchas socia- Jes arrancaron a la acumulaci¢n capitalista. Ese obje- tivo se enuncia con claridad ea el programa de la pa- tronal francesa, «La refundacién social», cuya direc cidn se transfiri6, a fines del siglo pasado, de manos de los jefes de la industria a las de sus pares de los sectores financiero y de seguros. En 1999, momento del lanzamiento de! programa, Denis Kessler, su ide6logo, afirmaba que era necesario volver a hacer valer «la exigencia econémica en un Ambito de lo social que en ocasiones tiende en demasia a jugar con la idea de emanciparse de ella ¢ incluso a preten- pu 33 ‘Maurizio Lazzararo der dominarla».1? Por otro lado, se trata de conti- nuar e intensificar el proceso de privatizacién de los servicios del Estado benefactor, vale decir, su trans- formacién en terreno de acumulacién y rentabilidad de las empresas privadas. Estas deben «reinternali- zar» la proteccién social que habfan externalizado durante el fordismo «delegandola» en el Estado (los aseguradores en especial, punta de lanza de la nueva direccién del Medef [Mouvement des entreprises de France (Movimiento de Empresas de Francia)}, con- sideran que en 1945 fueron «despojados»). Los pla- nes de austeridad impuestos por el FMI y Europa a Grecia y Portugal exhiben como estandarte, entre sus medidas, la necesidad de «nuevas privatizacio- nes». Con referencia a la imposicién de esas medi- das, un sindicalista griego hizo notar que, mas que de un plan de «rescate», se trata, sin duda alguna, de una «liquidaci La economia de la deuda expresa de tal modo un capitalismo en el cual el ahorro de los asalariados y de la poblacién, los fondos de pensiones, el seguro de salud y los servicios sociales, «por administrarse en un universo competitivo, volverfan a ser una fun- cién empresariab>.!3 En 1999, Kessler estimaba en dos billones seiscientos mil millones de francos, 0 12 Denis Kessler, «L’avenir de la protection sociale», Commentai- 10, 87, otofio de 1999, pag. 625. 3 Ibid., pig. 622. 34 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO sea, el 150% del presupuesto del Estado, el botin que representaban para las empresas las erogaciones vociales. La privatizaci6n de los mecanismos de se- juro social, la individualizacién de la politica social y la voluntad de hacer de la proteccién social una funcién empresarial son fundamentos de la econo- nia de la deuda, La tiltima crisis financiera ha sido aprovechada por el bloque de poder de la economia de la deuda como una oportunidad para profundizar y extender la logica de las politicas neoliberales. La deuda, expresién de una relaci6n de poder especifica La deuda acta a la vez como maquina de captu- ra, de «depredacién» o de «puncién» sobre la socie- dad en su conjunto, como un instrumento de pres- cripcién y gestién macroeconémica y como un dis- positivo de redistribucién de los ingresos. Funciona, asimismo, en cuanto dispositive de produccién y gobierno» de las subjetividades colectivas e indivi- duales. Para explicar las nuevas funciones de las finanzas, la teorfa econémica heterodoxa de André Orléan habla de «poder acreedor» y «potencia acree- dora», cuya fuerza «se aprecia en la capacidad de trans- formar el dinero en deuda y Ia deuda en propiedad y, de tal manera, influir directamente sobre las relacio- 35 ‘Maurizio Lazzaro nes sociales que estructuran nuestras sociedades»,!4 El pensamiento de Orléan define la relacién acree- dor-deudor como el eje en torno al cual se produce Ja transformacién de la «gobernanza» (palabra de la neolengua del poder que significa « mando») capita- lista: «Se ha pasado de la regulacién fordista, que Privilegiaba el polo industrial y deudor, a una regu- lacién finaneiera, que pone en primer plano el polo financiero y acreedor».15 Sin embargo, la relacién entre acreedor y deudor no se limita a «influir directamente sobre las relacio- nes sociales», porque es de por si una relacién de po- der, una de las més importantes y universales del ca- Pitalismo contemporsneo. El crédito o deuda y su relacién acreedor-deudor constituyen una relaci6n de poder especifica que implica modalidades espect- ficas de produccién y control de la subjetividad (ana forma particular de homo ceconomicus, el «hombre endeudado»). La relacién acreedor-deudor se super- pone a las relaciones capital-trabajo, Estado bene- factor-usuario y empresa-consumidor y las atravie- sa, instituyendo como «deudores» a usuarios, traba- jadores y consumidores. La deuda segrega una «moral» propia, a la vez di- ferente y complementaria de la del «trabajo». El par 14M. Agliettay A. Orléan,La Monnaie entre violence... op. cit, aig, 182. 1S Ibid. pig. 248, 36 LLA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO «esfuerzo-recompensa» de la ideologia del trabajo se acompatia de la moral de la promesa (de reembolsar la deuda) y la culpa (de haberla contraido). Como nos lo recuerda Nietzsche, el concepto de Schuld (culpa), de importancia fundamental en la moral, se remonta al concepto muy material de Schulden (deudas). La «moral» de la deuda induce una morali- zaci6n a la vez del desempleado, el «asistido» y el usuario del Estado benefactor, pero también de pue- blos enteros. La campaiia de la prensa alemana con- tra los pardsitos y holgazanes griegos ¢s un testimo- nio de la violencia de la culpa que destila la econo- mfa de la deuda. En el momento de hablar de la deu- da, los medios, los politicos y los economistas no tie- nen més que un mensaje que transmitir: «la culpa es suya», «ustedes son culpables». Los griegos se con- suelan tranquilamente al sol, mientras que los pro- testantes alemanes trajinan por el bien de Europa y de la humanidad bajo un cie'o desapacible. El poder de la deuda se representa como si no se ejerciera por represi6n ni por ideologia: el deudor es «libre», pero sus actos, sus comportamientos, deben desplegarse en los marcos definidos por la deuda que ha contrafdo, Esto vale tanto para el individuo como para una poblacién o un grupo social. Se es libre en la medida en que se asume el modo de vida (consumo, empleo, erogaciones sociales, impuestos, etc.) compatible con el reembolso. El uso de técnicas para instruir a los individuos acerca de cémo vivir 37 ‘Maurizio Lazzararo con la deuda comienza muy pronto, incluso antes de su entrada al mercado laboral.1® El poder del acree- dor sobre el deudo: se parece mucho a la tiltima de- finicién del poder en Foucault: accién sobre una ac- cin, accién que mantiene «libre» a aquel sobre el cual se ejerce el poder. El poder de la deuda nos deja libres y nos incita y empuja a actuar para que poda- mos cancelar nuestras deudas (aun cuando, como el FMI, tenga cierta tendencia a matar alos «deudores» con la imposicién de politicas econdémicas que favo- recen la «recesién*). El neoliberalismo gobierna a través de una multi- plicidad de relaciones de poder: acreedor-deudor, 18 En Estados Unidos, e! 80% de los estudiantes que terminan un mister de derecho acumulan una deuda de 77.000 délares silo hi- Gieron en una universidad privada y de $0,000 si escogieron una piiblica. El endeudamiento promedio de los estudiantes que ter- minan una especializacién en medicina es, segdn un estudio de la Association of American Medical Colleges, de 140.000 délares. Una estudiante que termind con éxito su master en derecho declars a un diario italiano: «Creo que no conseguiré pagat las deudas que contraje para solventar mis estudios; algunos dias creo que cuando ime muera todavia voy a estar pagando las mensualidades de la deu- da con la universidad. Hoy tengo un plan de reembolso escalonado alo largo de veintisiete afios y medio, pero ¢s demasiado ambi porque la tasa es variable y s6lo lego a pagar los intereses ( 1050 Me cuido mucho en los gistos y no dejo de anotarlos en un cuaderno, desde un café hasta el pasaje de autobis (...). Todo debe progra- marse (....). Lo que mis me preocupa es que no puedo ahorrat y la deuda esti siempre ahf, atormentindome> (La Repubblica, 4 de agosto de 20085 la traducci6n al francés es mia). 38 LA FAURICA DEL HOMBRE ENDEUDADO capital-trabajo, Welfare-usuario, consumidor-em- presa, etc. Empero, la deuda es una relacién de po- der universal, porque todo el mundo esté ineluido on ella: aun quienes son demasiado pobres como pa- ra tener acceso al crédito deben pagar intereses a creedores ante la necesidad de reembolsar la deuda priblica, y aun los paises que son demasiado pobres como para tener un Estado benefactor deben reem- bolsar sus deudas. Larelaci6n acreedor-deudor involucra a la pobla- cién actual en su conjunto, pero también a las veni- deras. Los economistas nos aseguran que cada bebé francés tiene al nacer una deada de 22.000 euros. Ya no es el pecado original el que se nos transmite con cl nacimiento, sino la deuda de las generaciones precedentes. El «hombre endeudado» est sometido auna relacién de poder acreedor-deudor que lo acompaia a lo largo de toda la vida, desde la cuna hasta la tumba. $i antafio nos endeuddbamos con la comunidad, con los dioses, con los ancestros, ahora estamos en deuda con el «dios» Capital. Carecemos de las herramientas teéricas necesa- rias para analizar en toda su amplitud la relacién de poder entre acreedor y deudor y las diferentes fun- ciones abarcadas por la deuda. El concepto de es- peculacién sélo comprende una parte de la maqui- naria de la deuda e impide ver sus funciones produc- tivas, distributivas, de captura y modelizaci6n de la subjetividad. 39 ‘Maurizio Lazzararo Vamos a recuperar el pensamiento de Deleuze y Guattari, quienes, al darle un caracter operativo en el capitalismo contempordneo, siempre fueron ficles a la argumentaci6n de la segunda disertacién de La genealogta de la moral: «Nietesche ve en el crédito, y no en el intercambio, el arquetipo de la organizacién social».7 Hay que destacar de una vez por todas que de esta afirmacién no debe deducirse la desaparicién o la inexistencia del intercambio, sino tinicamente el hecho de que este funciona sobre la base de una légi- ca que no ¢s la de la igualdad sino la del desequili- brio, el diferencial de poder. Ver en la deuda el arquetipo de la relacién social significa dos cosas. Por una parte, hacer que la eco- nomiia y la sociedad comiencen por una asimetria de poder, y no por el intercambio comercial que impli- ca y presupone la igualdad; introducir los diferen- ciales de poder entre grupos sociales, y dar una nue- va definicién de la moneda, porque ella se manifies- ta de inmediato como mando, poder de destruccién y creacién sobre la economfa y la sociedad. Por otra parte, comenzar por la deuda implica que la econo- mia sea inmediatamente subjetiva, porque aquella es una relacién econémica que para realizarse presu- 17 Gilles Deleuze, Nietzsche et la philosophie, Parts: Presses Universitaires de France, 1968 (7* ed.), pg. 155 [Nietzsche y la filosofta, Barcelona: Anagrama, 1970]. En este libro de 1962 ya se trata de la deuda y sus efectos sobre la subjetividad. 40 LA FABBICA DEL HOMBRE ENDEUDADO pone una modelizacién y un control de la subjetivi- dad, de tal manera que el «trabajo» sea indisociable de un «trabajo sobre s{ mismo». A lo largo de este en- sayo vamos a comprobar, por medio de la deuda, una verdad que ataite a toda |a historia del capitalis- mo: aquello que definimos como «economfa» seria lisa y Hanamente imposible sin la produccién y el control de la subjetividad y de sus formas de vida. Los dos autores de El anti-Edipo, donde por pri- mera vez se plantea y se explota largamente la teorfa de la deuda, tampoco dejarén nunca de ser fieles a Marx y sobre todo a su teorfa de la moneda. En una entrevista de 1988, en pleno perfodo de auge neoli- beral, Deleuze destacaba la importancia de volver a la concepcién marxista de la moneda: «El que reina mas alld es el dinero; es este el que se comunica, y lo que falta en la actualidad no es, por cierto, una criti- ca del marxismo, sino una teoria moderna del dine- ro que sea tan buena como la de Marx y la prolon- gue».18 Deleuze y Guattari interpretardn la teoria mar- xista, por un lado, a partir de la relacin entre acree- dor y deudor, y, por el otro, a partir de la univocidad del concepto de produccién: la produccién de subje- tividad, de formas de vida, de modalidades de exis- tencia, no remite a la superestructura, sino que for- "Gilles Deleuze, Pourparers, 1972-1990, Pars: Editions de Mi- nuit, 1990, pag. 208 (Conversaciones, 1972-1990, Valencia Pre- ‘Textos, 1995]. 41 Maunizio Lazzararo ma parte de la infraestructura «econémica». Ade- ms, en la economia contemporanea, la produccién de subjetividad demuestra ser la primera y mas im- portante fuente de produccién, «mercancia» que participa de la produccién de todas las otras. En lo que atafie a la moneda, ambos autores afir~ man que no deriva del intercambio, de la citculacién simple, de la mercancia; no constituye tampoco el signo o la representacion del trabajo, sino que ex- presa una asimetrfa de fuerzas, un poder de prescri- bir e imponer modos de explotacién, dominacién y sujecién venideros. La moneda es, ante todo, mo- neda-deuda, creada ex nibilo, sin equivalente ma- terial alguno, como no sea en un poder de destruc- ci6n/creaci6n de las relaciones sociales y, sobre todo, de los modos de subjetivacién. Este rodeo teérico nos parece esencial para poder comprender a continuacién de qué manera la rela- cién acreedor-deudor modela el conjunto de las re- laciones sociales en las economfas neoliberales. No se trata con ello de proponer una nueva teoria totali- zadora del neoliberalismo, sino de plantar hitos esen- ciales sobre los cuales podamos luego apoyarnos para releer las transformaciones actuales sufridas por nuestras sociedades a través de la economfa de la deuda. od ). La genealogia de la deuda y del deudor Deuda y subjetividad: cl aporte de Nietzsche La relacién acreedor-deudor en el fundamento de la relacion social El papel de la economfa de la deuda parece haber producido en nuestras sociedades un cambio radi- cal, cuyo sentido se interpretard con ayuda de la se- gunda disertacién de La genealogia de la moral. La economia neoliberal es una economia subjeti- va, es decir, una economia que requiere y produce procesos de subjetivacién cuyo modelo ya no son, como lo eran en la economia clasica, el hombre que intercambia y el productor. En el transcurso de las décadas de 1980 y 1990, ese modelo tuvo su repre- sentacién en el empresario (de s{ mismo), segin la definicién de Michel Foucault que resumia en ese concepto la movilizacién, el involucramiento y la ac- tivacién de la subjetividad por las técnicas de admi- nistracién de empresas y de gobierno social. Hoy, cuando las crisis financieras empiezan a sucederse 43 ‘Maurizio LAzzaRaTo unas a otras, la figura subjetiva del capitalismo ¢ temporaneo parece encarnarse, antes bien, en «hombre endeudado». Esta condicién, que ya exis tia, porque representa el nticleo de la estrategia n liberal, ha pasado a ocupar la totalidad del espaci publico. El conjunto de los roles asignados en la divisién social del trabajo de las sociedades neolibe- rales («consumidor», «usuario», «trabajador», «em- presario de si mismo», «desempleado», «turista»y etc.) esté atravesado por ésa figura subjetiva del «hom bre endeudado», que los metamorfosea en consu- midor endeudado, usuario endeudado y, finalmente, como es el caso de Grecia, en ciudadano endeudado. Sino es la deuda individual, lo que pesa literalmente en la vida de cada cual es la deuda publica, porque cada cual debe hacerse cargo de ella. Durante mucho tiempo sostuve que esa implica- cin subjetiva se deducfa principalmente de los cam- bios en la organizacién del trabajo. Hoy querria ma- tizar esa afirmacién con la ayuda de una hipotesis complementaria: es la deuda y la relacin acreedor- deudor lo que constituye el paradigma subjetivo del capitalismo contempordneo, en el cual el «trabajo» se acompafia de un «trabajo sobre si mismo», y la actividad econémica y la actividad ético-politica de la produccién del sujeto van a la par. Es la deuda la que disciplina, domestica, fabrica, modula y modela la subjetividad, ‘De qué subjetividad se trata? ¢A qué maquinaria apela la deuda para fabricar al sujeto? 44 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO Nietzsche habia dicho ya lo esencial a este respec- to in la segunda disertacin de La genealogia de la jmoral barre de un plumazo con el conjunto de las slencias sociales: la constitucién de la sociedad y el wciplinamiento del hombre («extraer de la fiera \wmana un animal manso y civilizado; en sintesis, animal doméstico»)! no son resultado del inter- ‘ambio econémico (en contra de la tesis propuesta por toda la tradici6n de la economfa politica, desde los fisiécratas hasta Marx pasando por Adam Smith), iii del intercambio simbélico (en contra de las tradi- clones tedricas antropolégicas y psicoanaliticas), si- no de la relacién entre acreedor y deudor. De este modo, Nietzsche hace del crédito el paradigma de la relacién social y desecha cualquier explicaci6n «a la inglesa», 0 sea, a través del intercambio o el interés. ¢Qué son el crédito o la deuda en su significacion ids simple? Una promesa de pago. éQué es un acti- ) financiero, una accién o una obligacién? La pro- mesa de un valor futuro. «Promesa», «valor» y «fu- turo» son asf las palabras claves de la segunda diser- tacién nietzscheana. Para Nietzsche, la relacién «més antigua y primitiva que existe entre las perso- nas» es la relacién entre acreedor y deudor. En ella, ' riedrich Nietzsche, La Généalogie de la morale, Paris: Gallimard, 1988, col. «Folio», pag. 42 [La genealogéa de la moral, Madrid: Alianza, 1971). Todas las citas de este capftulo pertenecen ala segunda disertacion, 45 ‘Maurizio Lazzararo LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO «la persona se mide por primera vez con la pers Wir de describirlo, no constituye en si mismo el re- na».2 Por consiguiente, la tarea de una comunidad embolso de la deuda. La promesa es, a no dudar, un una sociedad ha sido, ante todo, la de generar sieto de habla», pero la humanidad ha producido hombre capaz de prometer, un hombre en condici (ina multiplicidad de técnicas, cada una mds «pavo- nes de hacerse garante de sf mismo en la relaci6s fon y siniestra» que la anterior, para asegurarse de acreedor-deudor; esto es, en condiciones de caneé {jue el performative no quede en una simple palabra, lar su deuda. Fabricar un hombre capaz de manten¢ \in flatus vocis. El performativo de la promesa impli- una promesa significa construirle una memoria, do 6 y presupone una «mnemetécnica» de la crueldad tarlo de una interioridad, de una conciencia qui y una mnemotéenica del dolor, las cuales, como la pueda oponerse al olvido. La memoria, la subjetivi indquina de la colonia penitenciaria de Kafka, escri- dad y la conciencia comienzan a fabricarse en la esfe~_ ben la promesa de reembolsar la deuda directamente ra de las obligaciones de la deuda: en el cuerpo. «Para fijar algo en la memoria se lo gra- 1 fuego: tinicamente lo que no cesa de doler per 4 En su comentario acerca de estos pasajes de La I genealogia de la moral, Deleuze y Guattari hacen no manece en la memoria». tar que el hombre se constituye por la represién de la Asimismo, la «confianza», palabra magica de memoria biocésmica y por la conformacién de la cualquier crisis financiera, repetida como un ensal- memoria de las palabras, a través de las cuales se mo por todos los sirvientes de la economia de la deu- enuncia la promesa.3 Empero, si esta implica una da (periodistas, economistas, politicos, expertos), memoria de la palabra y la voluntad, no basta con no s6lo cuenta con la garantia de la enunciacién, si- enunciar una promesa para quedar exento de la deu- no que requiere prendas corporales € incorpéreas: da. La segunda disertacién es una excelente desmiti- ficacién del fancionamiento de lo que la filosofia analitica lama «performativo». El performative de la promesa, si bien realiza el acto de prometer, en In- Para inspirar confianza en su promesa de reembolso, para dar una garantia de la seriedad y el cardcter sagra- do de esa promesa, para grabar en su memoria el deber de devolver, el deudor, en virtud de un contrat, le da como prenda al acreedor (para la eventualidad de que emcee no pague) un bien que él “posee”, del cual todavia dis- 3 Gilles Deleuze y Félix Guattari, L'Anti-CEdipe, Paris: Editions de Minuit, 1972, pag. 225 (El anti-Edipo: capitalismo y esquizofre- nia, Barcelona: Paidés, 1998). 4B Nietzsche, La Généalogie..., op. cit. pag, 63. 46 ‘Maurizio Lazzarato pone; por ejemplo, su cuerpo, su mujer, su libertad hasta su vida (0, en ciertas condiciones especificas d indole religiosa, su felicidad, Ia salvacién de su alma incluso su reposo en la tumba)».5 La esfera del derecho de las obligaciones de la deuda representa, de esta manera, el nicleo original del mundo de los «asuntos ltigubres» (Nietzsche) que constituyen los conceptos morales: «falta, «cul- pa», «conciencia» y «mala conciencia», «represin», adeber, «cardcter sagrado del deber», etc. Discipli- nar a un animal para que prometa supone también otra tarea que se debe cumplir anteriormente: la de hacer al «hombre uniforme hasta cierto punto, igual entre los iguales, regular y por consiguiente calcula- ble». La moral de las costumbres —verdadero «tra- bajo del hombre sobre si mismo»— y «la camisa de fuerza social han tornado al hombre en realmente previsible».” La deuda implica, entonces, una subjetivacién, aquello que Nietzsche lama un «trabajo sobre si mismo, una tortura de si mismo». Ese trabajo es el de la produccién del sujeto individual, responsable frente a su acreedor y en deuda con él. En cuanto re- lacién econémica, y para poder desplegarse, la deu- da tiene, por lo tanto, la particularidad de implicar 5 Ibid., pig. 68. 6 Ibid., pig. 61. Wid. 48 La FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO \in trabajo ético-politico de constitucién del sujeto. ¥ cl capitalismo contempordneo parece haber des- cubierto por sf mismo las técnicas nietzscheanas de construccién de un hombre capaz de prometer: el trabajo se acompafia de un trabajo sobre si, una tor- ura de sf, una accién sobre sf. La deuda entrafia un proceso de subjetivacién que marca a la vez. el «cuer- po» y la «mente». abe sefialar que tanto Foucault como Deleuze y Guattari enuncian un concepto no econémico de la economfa (la produccién econémica implica la pro- duccién y el control de la subjetividad y de sus for- mas de vida la economia supone una «moral de las costumbres»; el deseo forma parte de la «infraes- tructura») a partir de una lectura de Nietzsche. El hombre es el «animal evaluador por antono- masia». Sin embargo, el origen de la medida, el ori- gen de la evaluacién, de la comparaci6n, del calculo, de la contabilidad (todas ellas, funciones que serén las de la moneda), no debe buscarse en el intercam- bio econémico o en el trabajo, sino en la deuda. La equivalencia y la medida, en efecto, no se forjan en el intercambio, sino en el caleulo de las prendas exi- gidas por el reembolso de la deuda: «E] acreedor podia, en especial, infligirle al cuerpo del deudor toda clase de humillaciones y tormentos, como, por ejemplo, cortarle un pedazo que pareciera corres- pondiente a la magnitud de la deuda; desde ese punto 49 Maurizio Lazzarato de vista, muy pronto y por doquier hubo tasaciones pre- cisas, a veces atroces en su minucia, y dotadas de fuerza de ley, de cada miembro y cada parte del cuerpo».8 ‘También en este caso la economia parece conver= tirse en nietzscheana: su medida ya no ¢s slo objeti- va (el tiempo de trabajo), sino igualmente subjetiva, porque se funda en dispositivos de evaluacién, y de allf el poder econémico de la opini6n piblica en nues- tras sociedades. El concepto de deuda tiene, por aftadidura, con- secuencias sobre los paradigmas sociopoliticos de aprehensién y genealogfa de las relaciones sociales y las instituciones. La asimetrfa de poder que la consti- tuye nos libera de la «ensofiacin» segiin la cual el Estado y la sociedad comienzan por el contrato (0, en la versién contempordnea, por la convencién): « rcaicas, y con el adve- oteistas, que centrali- poder «espiritualy, la deuda ya ‘el sistema de combinaciones fi- n bloque finito de alianza .dades arcaicas s sustitui- ‘nde la deuda infinita. El cristianis- lo cual equivale social en el el endeudamiento es «La denda se convierte en la relacién entre un n acreedor que no terminara de agotar los intereses de la deuda: deuda con la divinidad, deuda con la sociedad, deu- da con el Estado».3? Jugada genial del cristianismo, porque la «Santisima Trinidad» incluye en s{ misma al acreedor y al dendor: eDios que se sacrifica para pagar la deuda del hombre, Dios que se hace pagar por si mismo, Dios como ‘nico capaz de rescatar al hombre de aquello que el hombre se ha tornado incapaz de rescaar: el acreedor que se Sick fica por su deudor, por amor (Zalguien puede creeslo?)- 33 {Por amor a su deudor!». 32.G, Deleuze, Nietzsche et la philosophie, oP city P&E. 163. 33 R, Nietzsche, La Généalogie. « » op. cit, pag, 151. Maurizio Lazzaxaro Alintroducir el infinito, el cristianismo reinvent en profundidad el régimen de la deuda, una renova cién que a continuacién heredarfa el capitalismo. las formaciones imperiales anteriores al cristiani mo, la deuda era en verdad infinita, porque, a dife rencia de lo que sucedia en las sociedades arcaicas, su funcionamiento «estatal» hacfa que no fuera posi~ ble reembolsatla, y tampoco se podian reequilibrar los diferenciales de poder determinados por el inter- cambio, siempre desigual. No obstante, todavia se- guia siendo «exterior» al individuo y a su conciencia. La especificidad del cristianismo consiste en que nos ha situado no sélo bajo el régimen de la deuda, sino también bajo el régimen de la «deuda interiorizadan. «Bl dolor del deudor se interioriza y la responsabili dad de la deuda se convierte en un sentimiento de culpa». En esta pequefia historia de la deuda hecha al ga- lope, Deleuze marca otro pasaje fundamental: mien- tras que la «deuda interiorizada» de la religién cris tiana tiene atin una naturaleza trascendente, en el capitalismo su existencia es «inmanente». E] infinito que el cristianismo introduce en la religién es rein- ventado por el capitalismo en el plano econémico: el movimiento del capital como automovimiento del valor, del dinero que genera dinero y que, gracias a la deuda, extiende sus limites. Con el capitalismo, la valorizaci6n capitalista y la deuda se convierten en procesos infinitos que se alimentan uno al otro. Marx 90 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO: insiste en el renuevo por el cual el dinero produce nis dinero y se manifiesta como automovimiento aque crece sobre sf mismo y cuyos limites siempre se sobrepasan. El capital tiene limites inmanentes, pero Jos reproduce a una escala constantemente amplia~ dda, Ese régimen de lo infinito es el régimen de des- truccién/ereacién que se expresa, ante todo, en Y por la creacién/destrucci6n dela moneda, "Antes de llegar al capitalismo propiamente dicho, hagamos un rodeo por Grecia y la Edad Media para verificar la continuidad historica de la relacién deu- da-poder-medida que encontramos en La genealogia de la moral. En la misma época de la escritura de El ‘nti-Edipo, Foucault desarrolla una concepcién de la moneda que, como en Deleuze y Guattari, se OPO ne ala interpretacién tradicional que sittia su origen cm una economfa mercantil. La moneda deriva di- rectamente del ejercicio del poder sobre Ia deuda y la propiedad, y no del intercambio mereantil, «1a aparici6n de la moneda se vincula a la constitucién de un nuevo tipo de poder, un poder cuya raz6n de ser es intervenir en el régimen de la propiedad, en el juego de las deudas y los pagos».** 24 Michel Foucault, Legons sur la volonté de savoir. Cours au Co- tage de France - 1970-1971, suivi de «Le savoir d’CEdiper. Paes: GullimardiSeuil, 2011, pli, 132 (Lecciones sobre la voluntad de sa- ban. Curso en el College de France (1970-1971), seguido de «El saber ide Edipo, Buenos Aires: Fondo de Cultura Econémica, 20431 A LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADS ‘Maurizio Lazzarato cmpusia el poder es el medidor de la ciudad: el men- surador de las tierras, las cosas, las riquezas, los de- rechos, los poderes y los hombres».>7 La interpretaci6n del origen mercantil de la mo- neda, que la limita a funciones de representacién de valores y utilidades en el intercambio, «al tomar el signo por la cosa misma, constituye una suerte d error filos6fico primero y radical»-35 La instivucim Los flujos barbaros de la medida, una de cuyas manifestaciones es la mo- neda, no tiene un origen «econémico». En el curso Un brillante comentario de Deleuze sobre el libro dictado por Foucault en 1971 volvemos a encontrar Guerreros y campesinos, de Georges Duby, nos per la relacién medida-deuda establecida por Nietzsche, mnite profundizar en la naturaleza de diferentes flu- gran inspirador de la teorfa foucaultiana del poder: ” jos indisolublemente econdmicos y de poder que atraviesan y organizan la economia y la sociedad. «Mensuracién que, como no es dificil verlo, est ligada Tas funciones «econ6micas» de la moneda (medida, a todo un problema de endeudamiento campesino, trans atesoramiento, equivalente general, medio de pago) ferencia de las propiedades agricolas, pago de los crédi- diependen de un flujo de otra naturaleza, es decir de tos, equivalencia entre mercancias u objetos fabricados,, sites porencia, Si el dinero no es sostenido por un urbanizaci6n e instauracién de una forma estatal. En el ‘lujo de poder, sucumbe, y las funciones éconéitlicas! corazén de esta préctica de Ia medida aparece la institu- dle edidis, medio de pago de la moneda, sucumben cién de la moneda». : con él. Es lo que sucedié en la economia europea tras la caida del Imperio Carolingio, cuando desapa- recié el flujo de poder imperial. S6lo pudo reactivar esa economia un flujo de destruccién/creacién, esto es, un poder de desterritorializaci6n «barbaro» que hizo renacer literalmente el intercambio y las distin- tas funciones de la moneda. La economfa mercantil no tiene ninguna autonomia, ninguna posibilidad de existencia auténoma, si prescinde de un flujo de po- der y una potencia de desterritorializaci6n. De esta compleja trama de relaciones de poder, los economistas extraen el comercio y hacen de él, con la utilidad, el origen de la sociedad y el hombre. Una especie de hipocresia «inglesa», ditfa Nietzsche. Medida, evaluacién y estimaci6n son siempre una cuestin de poder, antes de ser una cuestién eco- némica. El origen de esas tres prdcticas es a la ver re- ligioso y politico: «Ya sea tirano o legislador, quien, 35 Ibid., pag. 128. 36 Ibid. 37 Ibid., pag. 127. 92 LA FABRICA DEL. HOMBRE ENDEUDADO ‘Maurizio Lazzarato usecundario» de desterritorializacién, que a su vez, al hui, podia adquirir una potencia que no tenia co- mo campesinado sedentario. El poder de destruc- cién/creaci6n no es una propiedad del dinero como tal, El dinero debe transformarse en capital, es decir, cn poder de destrucci6n/creaci6n. En el neoliberal mo, el dispositivo que efectita esa transformacién en poder es el de la bolsa, las finanzas y la deuda. Desde la periferia del imperio, los vikingos cot sus barcos y los hingaros con sus caballos (flujos movilidad, flujos de migracién, flujos némadas, fh jos guerreros de un poder superior a la movilida campesina) se abatfan sobre él y saqueaban aldea tumbas y monasterios: De todas maneras, esta conminacién a hacer del individuo «una suerte de empresa permanente y miiltiple» se despliega en un marco completamente diferente del descripto por Foucault: el de la econo- mia de la deuda. Asi, el punto de vista de Nacimien- 2 Enest-Antoine Seillidre (presidente del Medef en la €poca de la «efundacién social»), rueda de prensa del 20 de junio de 2000. 3 Michel Foucault, Naissance de la biopolitique. Cours au College de France ~ 1978-1979, Paris: Gallimard/Scuil, 2004 [Nacimiento de la biopolitica. Curso en el College de France (1978-1979), Bue- nos Aires: Fondo de Cultura Econémica, 2007]. 105 ‘Mauiizio Lazzararo to de la biopolitica es atin el de los ordoliberales ale- manes, para quienes la empresa y el empresario in- dustriales estaban en el centro de un proyecto de weconomia social de mercado». Foucault se aferra a esa versién «industrial» del neoliberalismo de la pos~ guerra, en tanto que a lo largo de la década de 1970 surgen y se afirman una légica de empresa, financia~ rizada esta vez, y un capitalismo en el cual el interés colectivo es representado por los empresarios de las finanzas, que imponen un nuevo «gobierno de las conductas» y una nueva individualizaci6n, bastante disimiles de las politicas de los ordoliberales de la posguerra. Como sugiere Foucault, el gobierno neo- liberal debe actuar siempre sobre la propia sociedad, en su trama y su espesor, teniendo en cuenta los pro- cesos sociales, € incluso haciéndose cargo de ellos, para dar cabida en su sero no slo a la competencia y la empresa, sino —matiz.decisivo— también, y so- bre todo, a la deuda y su economfa. Los ordoliberales propiciaban una politica eco- némica y social cuyo principal objetivo era la «des- proletarizacién» de la poblaci6n (construccién de pequefias unidades de producci6n, ayudas para ac- ceder a la propiedad, accionariado «popular», etc.). Se suponia que esto tiltimo conjuraba el peligro poli- tico constituido por las grandes concentraciones in- dustriales, donde el proletariado podia organizarse y llegar a ser una fuerza politica aurdnoma, como habfa sucedido entre fines del siglo XIX y comien- 106 (LA FABRICA DEL HOMBRE ExUEuMen~w 10s del siglo XX. Una gran parte de esas politicas de «desproletatizaciém» pasaba por el Estado benefac- tory una cogestién en las empresas que implementa- ban una transferencia real de riqueza hacia los asala- tiados, con el objeto de hacerlos participar en la ad- tninistraciOn capitalista de la sociedad: «un asala~ riado igualmente capitalista ya no es un proletation; esto, con independencia dela «salarizaci6n creciente de la economfa». Con los neoliberales contempord- nneos, la desproletarizacién da un salto adelante en los discursos («todos propietarios, todos empresa- rioss), pero en los hechos se transforma en su con- trario, sobre todo a causa de la deflacién salarial y los recortes presupuestarios del Estado benefactor. ‘La economia de la deuda lleva a cabo, de tal modo, una precarizaci6n econémica y existencial que es ¢l nuevo nombre de una antigua realidad: la proletari- zacién, especialmente de las clases medias y los tra- bajadores de los nuevos oficios surgidos en To que otrora, antes del estallido de su burbuja, se llamaba new economy. La economia de la deuda proporciona, a nuestro juicio, una imagen més clara de las nuevas encarna- ‘ciones subjetivas del capital, a las que se induce a amoldarse al conjunto de la poblaciéns esa imagen es muy diferente de la que caracterizaba a la now economy, en las décadas de 1980 y 1990, y al retrato esbozado por el propio Foucault. 107 Maurizio Lazzarato Si la accién neoliberal recae a la vez e indistinta- mente sobre la economia y la subjetividad, sobre el «trabajo» y el «trabajo sobre s{ mismo», reduce este Gltimo a una exhortacién a ser uno su propio pa- trén, en el sentido de «hacerse cargo» de los costos ¥ los riesgos que la empresa y el Estado externalizan en la sociedad. La promesa de lo que el «trabajo so- bre s{ mismo» debfa aportar al «trabajo» en términos de emancipacién (goce, realizacién, reconocimien- to, experimentacién de formas de vida, movilidad, etc.) se ha invertido, para transformarse en el impe- rativo de hacer propios los riesgos y los costos que ni las empresas ni el Estado quieren asumir. Al conge- lar los salarios (a través de la deflacién salarial) y re~ ducir drasticamente las erogaciones sociales, las po- liticas neoliberales contemporaneas producen un ca- pital humano 0 un «empresario de s{ mismo» mas 0 menos endeudado y mds o menos pobre, pero de un modo u otro siempre precario. Para la mayorfa de la poblacién, la idea de ser empresario de si mismo se limita a la gesti6n, segiin los criterios de la empresa y de la competencia, de su empleabilidad, sus deudas, la baja de su salario y sus ingresos, la reduccién de los servicios sociales. Con el ingreso de solidaridad activa [RSA] de Martin Hirsch se exige del pobre una capacidad «gerencial» para administrar el cimu- lo de «asistencias» y pequefios empleos. No es nece- satio, por lo tanto, que uno cree su pequefia empresa individual para ser empresario de sf mismo: basta 108 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO con comportarse como silo fuera, adoptar su légica, sus actitudes, su manera de relacionarse con el mun- do, consigo mismo y con los otros. ‘A partir de la crisis financiera causada por el esta- Mido de la burbuja de Internet, el capitalismo aban- doné sus relatos épicos construidos en torno a la li- bertad, la innovacién y la creatividad del empresa- rio, de la sociedad del conocimiento, etc. iLa pobla- cin debe limitarse a tomar a su cargo todo lo que las finanzas, las empresas y el Estado benefactor «exter- nalizan» en la sociedad, y punto! La autonomiia y la libertad que la actividad em- presarial deberia haber aportado al «trabajo» demos- traron ser, en realidad, una mayor y més severa de- pendencia, no s6lo con respecto a las instituciones (empresa, Estado benefactor, finanzas), sino a uno mismo: «iPor fin soy mi propio jefel», se leeré en un folleto publicitario sobre el estatus de autoempre- sario. Independencia que puede interpretarse, con una pizca de ironfa, como la colonizacién del super- y6 freudiano por la economfa, porque el «yo ideal» yano debe limitarse a ser la autoridad custodia y ga- rante de la «moral» y los valores de la sociedad, sino también, y sobre todo, el custodio y garante de la productividad del individuo. Caemos una y otra vez en el acoplamiento de la economfa y la ética, del tra- bajo y el trabajo sobre si mismo. La critica feroz diri- gida por El anti-Edipo al psicoanilisis freudiano y lacaniano puede leerse como una anticipacién de la 109 ‘Maurizio Lazzaro extensién de la «cura» y la transferencia «analista/ analizante» a la gesti6n de la fuerza de trabajo en la empresa y ala poblaci6n en la sociedad. La multipli- cacién de la intervenci6n de psicdlogos, socidlogos y otros expertos en el «trabajo sobre siv; el desarrollo del coaching para los asalariados de las capas supe- riores, y del seguimiento individual obligatorio para los trabajadores pobres y los desempleados; la ex- plosign de las técnicas de «cuidado de s{» en la socie- dad, son sintomas de las nuevas formas de gobierno de los individuos que pasan también, y sobre todo, por la modelizaci6n de la subjetividad. Antes de sumergirnos en la exploracién de esa modelizacién de la subjetividad por la economfa de la denda, tenemos que volver un poco mas extensa- mente a las transformaciones que esta iltima, en un plano més general, ha producido en la organizacin del poder y la economfa de nuestras sociedades con- tempordneas. Asi, dichas transformaciones nos per- mitirén comprender en qué sentido la economia de la deuda ha modificado radicalmente nuestras posi- bilidades de accién en un nivel tanto subjetivo como colectivo. 110 LA FABRICA LEL HOMBRE ENDEUDADO La deuda y su reconfiguracién del poder soberano, disciplinario y biopolitico éDe qué manera la economfa de la deuda y la re- lacién acreedor-deudor atraviesan la més importan- tee innovadora de las clasificaciénes de los poderes, la establecida por Foucault? $i bien este tiltimo desa- rroll6 un andlisis notable y en tiempo real del adve- nimiento del neoliberalismo, s6lo supo prever en forma muy parcial la reconfiguracién del poder so- berano, el poder disciplinario y el poder biopolitico llevada a cabo por él. El poder soberano La economia de la deuda reconfigura, ante todo, el poder soberano del Estado, al neutralizar una de sus prerrogativas exclusivas, la soberania monetaria —es decir, el poder de destruccién y creacién de mo- neda—, y entrar en competencia con ella. En la dé- cada de 1970, las «finanzas» pusieron en marcha un proceso de privatizacién de la moneda que poste- riormente se profundiz6 y que es, por otra parte, la madre de todas las privatizaciones. Sefialemos de inmediato que para salvar la privatizaci6n de la mo- neda, amenazada por la crisis financiera, los neolibe- rales no vacilaron en invocar la «nacionalizacién» de las pérdidas ocasionadas por la crisis de 2007, una nacionalizacién que conciben, por lo demas, como ill ‘Maurizio Lazzararo La FABRICA DEL HOMBRE ENIEAAAnY dle algunas transacciones».* Como sugiere Christian Marazzi, a partir de el horror absoluto: el de la intrusién del Estado en la libertad de los mercados. Las finanzas se apropiaron de la mayor parte de Jas funciones de la moneda bancaria, a tal punto que la politica de los bancos centrales ha quedado fuerte- mente condicionada por la demanda de liquidez de laesfera financiera. La moneda escrituraria, una mo- neda que se expresa por meros juegos de escritura, es emitida por los bancos privados sobre la base de una deuda, la cual se convierte asf en su naturaleza intrinseca, de modo tal que aquella recibe el nombre de «moneda-deuda» e incluso «moneda de crédito». Esta no se halla asociada a ningén patrén material y no remite a ninguna sustancia, como no sea a la rela- cién de la propia deuda. De tal manera, con la mo- neda escrituraria no sélo se genera deuda, sino que la moneda misma es «deuda» y nada mas que una relacién de poder entre acreedor y deudor. En la 20- na del euro, la emisién de moneda/deuda privada representa el 92,1% del conjunto de la moneda que politica finan: se halla en circulacién en el agregado monetario mas do, sino una nueva alianza neoliberal que agrupa a importante. bancos, inversores institucionales, empresas priva- La soberanfa monetaria es también objeto de la das, gobiernos y sectores enteros de ln administra competencia de las finanzas. Los titulos negociados cién, pero también medios de comunicaciOn y re en las plazas bursdtiles representan una «forma em- presentantes del mundo académico, ete. Esta alianza la década de 1990 la oferta de moneda se desarroll6 con prescindencia de cual- ativo fijado por las autoridades ‘Los bancos centrales de los Es- tados se limitaron a monetizar esa demanda de liqui- lez, La «independencia» del Banco Central frente al ‘Tesoro es, en realidad, el nombre de su dependencia de los mercados. Durante el mismo perfodo se constituyé un nue- vo bloque de poder alrededor de la economfa de la denda, que ve actuar de concierto lo que algunos atin se empecinan en considerar por separado: la Hamada economia «real», la economfa «financiera» y cl Estado. Este transfirié deliberadamente su dere- cho soberano de creacién monetaria al sector «pri- vado». En realidad, y en contra de lo que sostienen la gran mayoria de los economistas, expertos y Pe riodistas, no hay competencia ni conflicto entre la ciera y la politica monetaria del Esta- quier objetivo cuantit: monetarias centrales. ionaria de m ». «Su li i brionaria de moneda». Suliquider-spenas es parcel 4 André Orléan, Le Pouwoir de la finance, Parts: Odile Jacoby [pero] su espacio de circulacién ya es asombrosa- goo ng. 242 (El pode dels fina, Bogotss Centro de Invest mente vasto, no sélo en cuanto medio de reserva si- sgaciones y Proyectos Especiales (CIPE), Universidad Externalo de no también como medio de intercambio en el caso Colombia, 2006). 112 113 ‘Maurizio Lazzarato ataca de manera sistemética la légica del Estado be- nefactor y sus gastos sociales. Si hay en efecto un conflicto, se sittia entre dos concepciones del Estado y de su politica monetaria y social, pero en este as- pecto hace tiempo que el bloque neoliberal se ha im- puesto y mantiene una posicién hegeménica dentro de la economfa, las administraciones, el Estado, los partidos politicos, las empresas y los medios. Ese nuevo bloque de poder jamas habria podido nacer sin la intervencién de los poderes piblicos (la de los gobiernos, tanto de derecha como de izquierda —y espectficamente en el caso francés, sobre todo, la de los socialistas—, la de los Estados y la de los bancos centrale), Y tal como Jo demuestra la tiltima crisis fi- nanciera, es siempre el Estado (como «prestamista de tiltima instancia») el que permite la reproduccién de relaciones de poder capitalistas centradas en la deuda, Se ha hecho notar, contra las teorias de la declina- cin del Estado-naci6n y para afirmar, antes bien, su vitalidad, que la cantidad de Estados-naciones ha au- mentado, y no disminuido, con el advenimiento del neoliberalismo. El problema no reside en ello, por- que lo que ha cambiado son las funciones del Esta- do-nacién, sus modalidades de intervencién y sus finalidades. De todos modos, sorprende ver cémo las agencias calificadoras, por cuenta del bloque de poder financiero, para el que constituyen un ele- mento estratégico, hacen bailar dfa tras dia a los Es- 114 LA FABRICA DEL. HOMBRE BNDEUDADO tados y los gobiernos: griego, irlandés, islandés, por- tugués (los cuatro han caido), espafiol, italiano e in- elés, para no hablar sino de la crisis financiera mas proxima. El poder soberano de los Estados se ve gra~ vemente menguado por la intervencién de esas agen- cias calificadoras, de los inversores financieros® y de instituciones como el FMI. Los Estados europeos se limitan a aplicar politicas econémicas y sociales dic- tadas por los mercados (es decir, por el bloque de poder econdmico, politico y financiero) a partir del nuevo pacto de estabilidad europeo. En esos paises, las elecciones se realizan en funcién de programas econémicos ya definidos por las restricciones econ- micas y financieras que han sido decididas fuera del territorio nacional. 5 Se distinguen tres categorfas de inversores institucionales: los satitas de seguros. El peso de los zinzins [inversores institucionales] ei nebaeae malin obi Gaal waka Srable ABO sesenta y dos billones de délares, cifra que supera el PBI total de los principales pafses industrializados. La cifra debe compararse con activos acumulados por Chi- os aproximadamente dos billones mcm vreud de sus encedentesconncaes (- M. Mouhoud yD. Plihon, Le Savoir et la finance. . ., op. cit., pag. 44). 115 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO- Maunizio Lazzarato exclusivo de los inversores y los accionistas, son apli- El poder disciplinario j cables desde el 1 de enero de 2005 al conjunto de las empresas europeas que cotizan en bolsa. Esta nueva contabilidad debe permitir la comparacién de los re- sultados financieros de las empresas en todo mo- mento y sean cuales fueren los sectores de actividad: Después de este anilisis de la reconfiguracién del poder soberano de los Estados por la economfa de la deuda, tenemos que ver cémo reconfigura esta ‘ilti- ma el més importante de los poderes disciplinarios descriptos por Foucault tras los pasos de Marx, a sa- ber: la empresa. En efecto: la economfa de la deuda, deshace la eutanasia keynesiana del rentista al resta- Las normas contables conciben a la empresa como un activo financiero cuyo valor es evaluado por el merca- |) Sélo la “sociedad de capitales” (sociedad an6- bleesencome nuncalatites:eallirhistoiinclel api ok sar ejemplo) tiene existenccjuridica, En cambio, mo, el poder del accionista sobre todos los otros ac+ eta sconGmica, en el sentido de la unidad pro- topes dleslaeinpcesaspicepecaliheated bre oxic ductora de bienes y servicios, no es reconocida por la riados. Los poscedores de los tieulos de propiedad vat margen de los accioniatas, los acrores de laem- del capital son los tinicos, con los gerentes también presa, en particular los asalariados, no son considerados transformados en accionistas, en beneficiarse con como propictarios de las riquezas producidas, a pesar los inerementos de productividad. saigee contsibuyen directamentea su creaciéns.7 Las finanzas instalan asi un «gobierno» de la em- ORR presa cnyos principios generales son los siguientes: Son los accionistas o las instituciones financieras «Primacia del accionista sobre el directivo de la em- que los representan quienes deciden, mandan y or- presa; subordinacién de la gestién de la empresa al denan las formas de valorizaci6n, los procedimien- interés del accionista; en caso de conflictos de inte- tos contables, los niveles salariales, la organizaci6n rés, preponderancia del interés del accionista».6 del trabajo, los ritmos y la productividad en la emn- ‘También decretan e imponen a la empresa una nue- presa. é va forma de «medida» del valor, que consiste en la La contractualizacién de las «relaciones sociales» introduccién de nuevas normas contables interna- es otra «innovacién» impuesta por las finanzas. En cionales, llamadas IFRS (International Financial Re- principio en la empresa, y desde hace algunos afios porting Standards), las cuales, elaboradas en interés 78. M. Mouhoud y D. Plihon, Le Savoir et la finance. . . 0p. Cit., © A. Orléan, Le Pouvoir de la finance, op. cit., pag. 216. pag. 75. 117 116 ‘Maurizio Lazzarato en los «servicios sociales», configura un proceso de individualizacién que apunta a neutralizar las légi- cas «colectivas». Aun en el seguro de desempleo o el RSA, los beneficiarios deben firmar un «contrato in= dividual» para adquirir derechos a la indemnizaci6n. Asf, la empresa no es un Ambito de conflicto entre asalariados y propietarios, y el servicio social no es tampoco el Ambito de ejercicio de poderes fuerte- mente asimétricos entre los agentes que representan ala administracién y los usuarios (desempleados, enfermos, beneficiarios del RSA). La institucién em- presa o servicio social es un conjunto de contratos individuales que ligan entre sf a los diferentes acto- res, quienes, en la bisqueda de promover su propio interés individnal, estan en un pie de igualdad. No hay, pues, contradiccién sino convergencia entre lo que atin se da en llamar «economfa real» y la economia virtual. Una parte importante de los ingre- sos de las empresas est constituida por los ingresos financieros. Las inversiones en productos financie- 03 efectuadas por las sociedades no financieras han aumentado con mayor rapidez que sus llamadas « a nuestra dura hormiga germénica, que tras desplumar alas cigarras meridionales nos ha puesto en el buen camino, y a Salvador Henri (ao Dali, que haba anticipado la idea en 1965: «el trabajo es salud (Ginanciera). No hacer nada es conservarlan. 136 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO cia quea Italia, Los mercados lo saben bien y se compor- tan en consecuencia». Los mercados lo saben, en tanto que los periodis- tas, en apariencia, lo ignoran. Imaginemos por un instante lo que pasaria si los medios tuvieran el valor de decir la verdad y reemplazaran en toda ocasi6n el enunciado «rescate de Grecia» por «rescate de los ban- cos franceses y alemanes»: nos moveriamos cn un marco politico muy distinto. Portugal, después de llevar a cabo cuatro planes. de austeridad en un afio para tratar de escapar a los planes de rescate de Europa y el FMI —los cuales, como lo records recientemente el ex presidente bra- silefio Lula, imponen condiciones que agravan los problemas en vez de resolverlos—, tuvo que aceptar una ayuda de 80.000 millones de délares, que distri- buy6 de inmediato entre sus acreedores (los bancos) franceses, espafioles y alemanes, poseedores de la mayor parte de su deuda. En cuanto a los islandeses, deberian pagar 12.200 euros por persona por la quiebra de un banco privado. Los tinicos ciudadanos a quienes se consult6 a través de un referéndum re- chazaron en dos oportunidades los planes de auste- ridad propuestos. El gobierno inglés ha lanzado un plan de austeri- dad que prevé reducir en 81.000 millones de libras (92.700 millones de euros) los gastos piiblicos desde ahora hasta 2015, lo cual significa para las colectivi- 137 Maurizio LazzaraTo dades locales una reduccién promedio del 28% de su presupuesto en el periodo en cuestin. En los de- mis paises europeos cuyas notas las agencias califi- cadoras no han bajado por completo, ¢ incluso en al- gunos, como Alemania, se han puesto en prdctica planes de austeridad por miles de millones de euros, que afectan los salarios, los ingresos y los modos de vida de las mismas capas sociales. Sin embargo, es en Estados Unidos, foco de la cri- sis y cuna del neoliberalismo, donde las politicas conservadoras amenazan con llevar su légica hasta el final y sacar provecho de su crisis financiera. El de- mécrata Obama se jacta de haber negociado el re- corte més importante de los gastos sociales que se haya realizado en el pais, como si se tratara de enor- gullecerse por un nuevo New Deal, pero al revés. En noviembre de 2010 suscribié un acuerdo con el Congreso, ahora de mayoria republicana, para pro- rrogar por dos afios las reducciones impositivas otorgadas por Bush a los sectores mas ricos de la poblacién. La «ley Obama-Bush», como se la llamé en Estados Unidos, amplia la reduccién de impues- 10s incluso a quienes tienen ingresos superiores a los 250.000 délares. Estos ricos representan sélo el 5% de la poblacién, pero sus contribuciones constituyen mas del 40% de los ingresos fiscales correspondien- tes al impuesto sobre la renta. A cambio de algunos manies para los desempleados, el regalo hecho a los ricos fue més que considerable, a saber: 315.000 mi- 138 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO Hones de délares en dos afios, Para tener una idea de la magnitud del obsequio, hay que recordar que el sostén del Estado norteamericano a su economia as- cendfa, en 2008, a 800.000 millones de délares en dos afios, el mas importante de la historia del pats. Los neoconservadores estén también exultantes en distintos estados de la federacién, donde procuran reducir de manera drastica las erogaciones del Wel- fare, ala espera de imponer esas mismas politicas al Estado federal. En una entrevista, Arianna Huffing- ton recuerda que dichas politicas ya estén vigentes en cuarenta y cinco estados de la Uni6n.1! En febre- 11 .Un norteamericano de cada cinco est& desempleado 0 subem= pleado. Un crédito inmobiliario de cada ocho termina en desaloj. Un norteamericano de cada ocho vive de bons alimentarios. Mas de 120.000 familias se declaran en quiebra por mes. iLa crisis eco- ‘némica ha barrido con mas de 5.000 millones de délares de fondos de pensiones y ahorros! En tanto, paralelamente, recortes prest- puestarios masivos han afectado a muchos servicios pablicos.(..) Al menos cuarenta y cinco estados han efectuado recortes en ser- vicios vitales para los ms débiles:nifios, ancianos, discapacitados, enfermos, personas sin techo. Por no hablar de los estudiantes, sis- teméticamente afectados. El diablo esta en los detalles. California acaba de eliminar el CalWORKs, un programa de asistencia finan- ciera alas familias necesitadas: 1.400.000 personas son las afec- tadas, en sus dos terceras partes nifios. Maine redujo sustancial- ‘mente sus becas escolares y los subsidios a los centros para personas sin techo. Alabama suprimié los servicios que permitfan a 1.100 ju= bilados permanecer en sus casas en vez de internarse en geriatricos, Michigan, Nevada, California y Utah eliminaron el zeembolso de las atenciones odontol6gicas y oftalmol6gicas para los beneficiarios 139 ‘Maunrzio Lazzararo ro de 2011, durante tres dfas, millares de contestata- rios, sindicalistas y demécratas reunidos, manifesta- ron en Madison, capital de Wisconsin, contra los proyectos del nuevo gobernador, el republican Scott Walker, que gané las elecciones con la promesa de reabsorber los déficits presupuestarios sin dejar de reducir los impnestos. Su proyecto deberfa per~ mitir el ahorro de 300 millones de délares (alrede- dor de 220 millones de euros) en los dos préximos afios (el déficit presupuestario del estado es de 5.400 millones). El plan de reducci6n de la deuda prevefa congelar parcialmente por la via legislativa los sala- rios de los funcionarios; reducir sus haberes jubila- torios, asi como otros elementos de su cobertura so- cial, y anular una serie de derechos sindicales, objeti- Vo que no se cuenta entre los tiltimos en las politicas de austeridad impuestas en el mundo. Las negociaciones entre demécratas y conserva- dores sobre el techo de la deuda parecen una carica- tura, por desdicha muy real, de la lucha entre clases sociales en Estados Unidos. Los conservadores no LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO quieren tocar las escandalosas reducciones fiscales otorgadas a los ricos y las empresas, y aspiran a dis- minuir el déficit mediante recortes salvajes de los gastos sociales, es decir, aplicar al presupuesto fede- ral lo que ya esté vigente en los estados de la Unién. Francia redujo rapidamente, a partir de comien- 20s de nuestro siglo, el retraso que tenfa con respec- to a Estados Unidos en materia de politicas fiscales favorables a los ricos (en especial, a los mas ricos en- tre los ricos)!? y las empresas. El debate que se enta- bl6 en paralelo, en la primavera de 2011, sobre los beneficiarios del RSA y sobre el impuesto a la rique- za es otra versi6n, totalmente desacomplejada, de la lucha de clases librada por las politicas fiscales y sociales: aplicar una «doble pena» a los beneficiarios del RSA (400 euros por mes). Culpables de su situa- cién, estos tendrian que respetar los «deberes» que se les imponen (obligacién de permitir el seguimien- to individual, obligacién de aceptar cualquier oferta razonable de empleo luego de dos negativas, etc.) y realizar, ademés, un trabajo gratuito, mientras el go- de Medicaid! seta de tahid de loc hike pobtes: Podite seguir 12En 2010, escudo fiscal permitié a 925 contribuyentes con un con la enumeraci6n. Y mientras la miseria se instala en el pats, se patrimonio superior alos 16 millones de euros recibir del fisco, en siguen gastando miles de millones en guerras inGtiles» (Arianna promedio, 381.000 euros. La ley TEPA (travail, emploi, powwoir Stassinopoulos Huffington, Third World America: How Our d'achat}, de 2007, que habria debido promover el trabajo, el Politicians Are Abandoning the Middle Class and Betraying the ‘empleo y el poder adquisitivo (no es una broma), produjo, como ‘American Dream, Nueva York: Crown Publishers, 2010) [Traicion complemento de una baja sin precedentes de la tributacién sobre al suefio americano: e6mo los politicos han abandonado a la clase las sucesiones y las donaciones, toda una retérica del trabajo, para media, Madrid: Taurus, 2012). no favorecer, en definitiva, sino al patrimonio. 140 141 ‘Maurizio Lazzaeato bierno firma un cheque de varios miles de millones de euros a nombre de los contribuyentes del impues- to solidario sobre la fortuna [ISF], al dividir casi por cuatro el impuesto a la riqueza de los més acaudala- dos (jel interés aplicable més alld de los 17 millones de euros de patrimonio pasar4 del 1,8% al 0,5%6!).. Los nichos fiscales, que constituyen otro dispositivo de «asistencia» a los ricos, representan entre 60.000 y 80.000 millones de euros por afio, entregados sin contrapartida alguna ni en términos de deberes ni de «trabajo socialmente titil»: miles de millones que las clases sociales menos favorecidas deberén encargar- se de pagar. Por obra de la deuda sobérana, el hombre endeu- dado corte el riesgo de convertirse en la condicién econémico-existencial més difundida del mundo. ¥ de ser asf, el fracaso sufrido por la gubernamentali- dad neoliberal durante la crisis de las subprime se transformard, a corto plazo, en victoria a la hora de la economia generalizada de la deuda. Por ello es ne- cesario ver de qué modo, a través de la crisis de la deuda soberana, la légica de la deuda inviste lo que Foucault llamaba «lo social». 142 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO La deuda y el mundo social Las tres deudas: privada, soberana y social En los perfodos de crisis, como el que arrecia ac- tualmente, es facil ver a qué se refiere la «confianza» de la que hablan todo el santo dia los politicos, los economistas y los expertos. No, sin duda, a los otros hombres, nia uno mismo ni al mundo. Se refiere a los dispositivos de poder capaces de reproducir y go- bernar las relaciones de explotacién y dominacién del capitalismo; en especial, a la moneda y la deuda soberana del Estado como garantfa, en tiltima ins- tancia, de su continuidad. La moneda (deuda) priva- da nos ha brindado la enésima demostracién de su incapacidad para garantizar la reproduccién de las relaciones de poder y su gobierno, como no sea por la avidez, la apropiacién exclusiva, la sed de enti- quecimiento personal y la explotacién de todos los recursos materiales, intelectuales y morales. El Esta- do, silo logra, no restablece la confianza, sino la «se- guridads, repecto de la cual es el tinico en condicio- nes de garantizarla. La coordinacién de deudas privadas exige siem- pre la intervencién de la trascendencia del Estado. No es el mercado sino la deuda soberana, en el fon- do, la que garantiza y hace posible la circulacién de las deudas privadas. Asi, la privatizacién de la mone- da desemboca necesariamente en lo que hotroriza, 143 ‘Maurizio Lazzarato segiin dicen, a los liberales: la intervencién del po- der del Estado. Esto es lo que revela la crisis actual la emision privada de moneda-crédito no puede sino exigir la intervencién del Estado, porque las deudas privadas son incapaces de una coordinacién inma- nente (autorregulacién del mercado). Se produce entonces algo sorprendente, que permite dimensio- nar la «locura» del capitalismo: la deuda soberana es, a su vez, objeto y oportunidad de especulacién y explotaci6n por los acreedores y sus representantes, que se empefan en destruir de manera sistematica la mano muy visible que los ha salvado. iNo seremos nosotros quienes lamentemos esta «locura» que con- siste en socavar uno de los fundamentos del control de la poblacién, el Estado-nacién y su administra- cidn! De crisis financiera en crisis financiera, se en- tra en un estado critico permanente, que mas ade- lante, para designar la discontinuidad con el concep- to de «crisis», llamaremos «catdstrofe». Asf, en el fenémeno monetario y el crédito en- contramos igualmente los callejones sin salida del capitalismo descriptos por Foucault en Nacimiento de la biopolitica: para poder gobernar a la vez la heterogeneidad de lo econémico y lo politico, hace falta un tercer elemento, un tercer plano de referen- cia: lo social. Segtin Foucault, el poder politico del soberano se ejerce, en efecto, en un territorio (y so- bre sujetos de derechos) también habitado por suje- tos econémicos, que en lugar de ser derechohabien- 144 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO tes tienen intereses (econémicos). El homo aecono- micus es una figura diferente del_ homo juridicus y no puede superponérsele. El hombre econémico y el sujeto de derecho dan lugar a dos procesos de cons- titucién radicalmente heterogéneos: cada sujeto de derecho se integra a la comunidad politica por una dialéctica de la renuncia, porque la constitucién po- Iitica supone que el sujeto jurfdico transfiera sus de- rechos a algiin otro. El hombre econémico, en cam- bio, se integra al conjunto ¢con6mico por una multi- plicacién espontanea de sus propios intereses, sin re- nunciar a ellos. Al contrario, s6lo al perseverar en su interés egofsta hallan satisfaccién las necesidades de todos. A juicio de Foucault, ni la teorfa juridica, ni la teoria econémica, ni la ley, ni el mercado son capa- ces de conciliar esa heterogeneidad. Es preciso un nuevo dominio, un nuevo campo, un nuevo plano de referencia, que no ser4 ni el conjunto de los suje- tos de derechos ni el conjunto de los sujetos econ6- micos. Para que la gubernamentalidad pueda conser- var su cardcter global, para que no se separe en dos ramas (arte de gobernar econémicamente y arte de gobernar juridicamente), el liberalismo inventa y ex- perimenta con una serie de técnicas de gobierno que se ejercen sobre un nuevo plano de referencia: la so- ciedad civil, la sociedad 0 lo social. La sociedad sera el objeto de esa gran maquinaria que alcanzaré su desarrollo maximo en el Welfare. Para poder gober- nar hay que introducir el Estado benefactor entre la 145 ‘Maurizio Lazzarato economia y el sistema politico; entre los derechos politicos y los intereses econémicos hay que intro ducir los derechos sociales. La sociedad no es el espacio donde se fabrica cier- ta distancia o cierta autonomia con respecto al Esta do, sino el correlato de las técnicas de gobierno. La sociedad no es una realidad primera e inmediata, si- no algo que forma parte de la tecnologia moderna del gobierno, que es su producto. La cuestidn de la deuda se enuncia de la misma manera. Entre la deuda privada y la deuda soberana del Estado hay que introducir la «deuda social» (el Estado benefactor), una deuda cuya gesti6n, a través de lo que Foucault describe como técnica de control «pastoral», permite la individualizacién del gobier- no de conductas y la totalizacién de la regulaci6n de las poblaciones. Ast, los procesos de subjetivacién que vamos a explorar pueden ligarse con los aspec- tos ms macroeconémicos de la economfa de la deu- da, y por eso nos parecié necesario pensarlos juntos. La importancia de vincularlos es, ademas, mucho mayor debido a que la quiebra de la gubernamentali- dad neoliberal generada por la iiltima crisis econé- mica y financiera va a acentuar, casi con toda certe- za, esa l6gica de investidura de la esfera social por la economfa de la deuda en nuestras sociedades. De ese modo, al ordenamiento del mercado, del Estado y de lo social que define el gobierno de la so- ciedad en Foucault, corresponde el ordenamiento de 146 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO tres deudas que definen el gobierno de la moneda- deuda: la deuda privada, la deuda soberana y la deu- da social (la deuda del Estado benefactor). A fin de que la gubernamentalidad pueda actuar hay que in- troducir, entre las polatizaciones que el capitalismo reproduce sin descanso (el individualismo del mer- cado y el colectivismo del Estado, la libertad del in- dividuo y la libertad totalizadora del Estado), la ges- tidén a la vez individualizadora y totalizadora de la deuda social. Los acontecimientos sobrevenidos desde la década de 1990, que han experimentado una fuerte aceleracién en el transcurso del primer decenio del nuevo siglo, marcan una discontinuidad con respecto a las afirmaciones de Foucault en Naci- miento de la biopolitica. En la crisis, la heterogenei- dad del homo ceconomicus y del homo juridicus ya no es asegurada por «lo social», sino por la produc- cién del homo debitor (el hombre endeudado). Para efectuar la conversién de la produccién de Io social en la produccién del hombre endeudado hay que llevar a cabo una conversi6n del Estado be- nefactor, que es el ambito privilegiado de esa pro- ducci6n. Tal es la tarea que el bloque de poder cons- truido en torno a la politica de la deuda se afana en cumplir desde hace cuarenta afios. Las herramientas te6ricas que hemos puesto en juego también nos per- miten aqui comprender lo que implica la produc- cin del hombre endeudado. En ese sentido, desde la tiltima crisis financiera nos hallamos en un punto 147 ‘Maurizio Lazzarato de inflexion decisivo. Las batallas que antaiio se li- braban en torno al salario parecen desplegarse hoy alrededor de la deuda, sobre todo de la deuda pibli- ca, que representa una especie de salario socializado. En efecto: las politicas neoliberales de austeridad se concentran y pasan, en lo esencial, por la restriccin de todos los derechos sociales (jubilacién, salud, seguro de desempleo, etc.) y la reduccién de los ser- vicios y el empleo piiblicos y de los salarios de los fancionarios, con vistas a la constitucién del hombre endendado, La produccién de lo social por el Welfare actuaba, a la vez, como instrumento de control sobre la vida de los usuarios y como medio reformista de redist bucién de los ingresos y de acceso a una multiplici dad de servicios y derechos. Hoy, ese camino refor- mista esta bloqueado, s6lo subsiste el control a tra- vés de la politica de la deuda. De instrumento de un reformismo del capital, el Estado benefactor pasa a ser un medio para la instauracién de regimenes au- toritarios. Asi, ese Estado cambia por completo de funcién. En estas condiciones, un nuevo New Deal es sencillamente imposible. No se trata en absoluto de equilibrio econémico o imperativos econdmicos, sino de una politica de totalizacién ¢ individualiza- ci6n del control autoritario del hombre endeudado. Este aspecto explica la imposibilidad de un retorno a un capitalismo reformista, que a continuacién va- mos a explorar. 148 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO La hipocresta, el cinismo y la desconfianza en las técnicas de subjetivacién de la deuda Las herramientas teéricas de Marx y Nietzsche que hemos vuelto a reactivar rapidamente pueden revelarse muy eficaces para ayudarnos a explicar la manera en que la economia de la deuda modela a su antojo los procesos de produccién de subjetividad. Por una parte, esa economia se apropia desde aden- tro de lo que Michel Foucault llamé «poder pasto- ral», y lo transforma: «arte de conducir, dirigir, en- cauzar, guiar, llevar de la mano y manipular a los hombres, un arte de seguirlos y moverlos paso a pa- so, un arte cuya funcién es tomarlos a cargo, colec- tiva e individualmente, a lo largo de toda su vida y en cada momento de su existencia».13 Vamos a se- guir el proceso de control y produccién de la subjeti vidad Ilevado a cabo por instituciones del Estado be- nefactor contempordneo en los usuarios (desem- pleados, trabajadores pobres y beneficiarios del RSA). Por otra parte, la evaluacién, enya importan- cia en la economia de la deuda sefialan tanto Nietz- sche como Marx, se convierte en una técnica de go- bierno de temible eficacia en todos los émbitos —el econémico, el social y también el de la formaci6n 1 Michel Foucault, Sécurité, territoire, population. Cours au College de France ~ 1977-1978, Paris: Gallimard/Seuil, 2004, pag. 168 (Seguridad, territorio, poblacién. Curso en el Collage de France (1977-1978), Buenos Aires: Fondo de Cultura Econémica, 2006]. 149 Mauarzio Lazzarato (particularmente en la universidad)— para clasifi- car, jerarquizar y dividir a los gobernados. Si antes analizamos la accién de la «deuda objetiva», su fun- cionamiento sistémico 0 maquinal, ahora se trata de tomar en cuenta los efectos de la «deuda subjetiva», a deuda «existencial», sobre los comportamientos de los gobernados. Enel texto de 1844 que hemos comentado, Marx sefiala que el marco afectivo en el cual se despliega la relacién entre acreedor y deudor, tanto en el sector privado como en el sector publico, es el de la hipo- ctesfa, el cinismo y la desconfianza: «La simulacién, la hipocresfa y el engafio reciproco se evan al colmo; gracias a la existencia completamente ideal del dinero, el hombre esté en condiciones de prac- ticar la falsificacién no s6lo en otra materia, sino en su propia persona: forzado a hacer de esta una moneda fal- sa, tiene que disinmular, tiene que mentir, etc., para obte- ner el crédito; asf, tanto en el caso de quien otorga la confianza como en el de quien la solicita, el crédito se convierte en un objeto de trafico, de engafios y abusos reciprocos».14 Volvemos a dar con ese mismo marco afectivo en el Estado benefactor contemporaneo. Con el neoli- beralismo, la relacién acreedor-deudor redefine el poder biopolitico, porque el Estado benefactor no se 14K. Marx, «Crédit et bangue>, op. cit., pags. 19-23. 150 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO limita a intervenir en lo «biolégico» de la poblacién (nacimiento, muerte, enfermedad, riesgos, etc.), si- no que induce a un trabajo ético-politico sobre sf mismo, una individualizaci6n que supone a la vez una mezcla de responsabilidad, culpa, hipocresia y desconfianza, Cuando los derechos sociales (seguro de desempleo, RSA, asistencia minima social, salud, etc.) se transforman en deuda social y deuda priva~ da, y el usuario se convierte en deudor que a modo de reembolso debe adoptar comportamientos con- vencionales, se modifica radicalmente, en el sentido anunciado por Marx, el funcionamiento de las rela- ciones subjetivas entre las instituciones «credi que distribuyen los derechos y los «deudores» que se benefician con subsidios o servicios. Silas mnemotécnicas que el gobierno neoliberal introduce no son casi nunca tan atroces y sanguina- rias como las descriptas por Nietzsche (suplicios, torturas, mutilaciones, etc.), su sentido es idéntico: construir una memoria, inscribir en el cuerpo y en la mente la «culpa», el miedo y la «mala conciencia» del sujeto econémico individual. Para que esos efectos de poder de la deuda sobre la subjetividad del usua- rio funcionen, hay que salir de la logica de los dere- chos individuales y colectivos y entrar en la l6gica de los créditos (las inversiones del capital humano). La aprehensién de este fenémeno se me manifes- t6 con toda su violencia durante una serie de inves- tigaciones y actividades militantes realizadas en el jas» 151 Mauarzio Lazzarato marco de la Coordination des intermittents et pré- caires d'fle-de-France [Coordinaci6n de Intermiten- tes y Precarios de fle-de-France (CIP)].!5 Mas ade- lante se transcriben algunos comentarios efectuados en los talleres de investigacién organizados con tra- bajadores intermitentes del espectdculo y beneficia- rios del RSA, que expresan el final de la época de los «derechos sociales». La transformacién de los subsi- dios de desempleo en deuda es un largo proceso, en el cual podemos identificar etapas por la utilizacién de lo que conocemos como técnicas de fabricacién del «sujeto» deudor. En efecto: los derechos son uni- versales y autométicos porque estn reconocidos so- cial y politicamente, en tanto que la deuda, otorgada’ a partir de una evaluacién de la «moral», se refiere al individuo y al trabajo sobre si que él mismo debe ac- tivar y administrar. El proceso de individualizacién, que es una constante de las politicas sociales, est ahora estructurado e informado por la ldgica de la deuda. Cada individuo esun caso particular, que hay que analizar con cuidado, puesto que, como en los 45 Se trata de dos investigaciones: la primera fue realizada en 2004-2005 y sus resultados se retinen en Antonella Corsani y Maurizio Lazzarato, Intermittents et précaires, Paris: Editions Ams- ‘erdam, 2008; la segunda se Ilevé adelante en el marco del PICRI (un proyecto de la regién de Ile-de-France), cuyo objeto era estu- iar diferentes formas de precatiedad. Los textos de esta tiltima in~ vestigacién pueden consultarse en el sitio de la Coordination des intermittents et précaires d’fle-de-France, cip-idf.org. 152 LA FABRICA LEL HOMBRE ENDEUDADO legajos relacionados con la obtencién de un crédito, son los proyectos del deudor, su estilo de vida, su «solvencia», los que constituyen la garantfa de reem- bolso de la deuda social que él ha contraido. Como en el caso de un crédito bancario, se otorgan dere- chos sobre la base de un legajo individual, luego de un examen y de la recopilacién de informaciones so- bre la vida de los individuos, sus conductas, sus mo- dos de existencia, La individualizacion practicada por las instituciones crediticias (Polo Empleo, Cajas de Asignaciones Familiares, etc.) introduce elemen- tos arbitrarios y aleatorios, porque todo se ajusta no tanto a normas generales ¢ iguales para la totalidad de los solicitantes, sino a la idiosincrasia de cada sub- jetividad, Una trabajadora intermitente describe de esta manera el proceso en curso: «El otorgamiento y el monto de mi subsidio se ajustan a mi comportamiento en el empleo (y esto, en una ténica muy moralizadora: primas a la antigiiedad, la tenaci- dad, la regularidad, el “profesionalismo”, etc.). Mi “le- gajo” del Polo Empleo (cémo se calcula el subsidio) esta especialmente adaptado a mi “caso”, me cortan un traje a medida, y mi caso es cada vez mis singular. Se trata de un “perfil” individual y puntual. La posibilidad de recu- rrir a una regla comdn, valida para todos y enunciada con claridad, se reduce». La individualizacién promovida por las institu- ciones se «moraliza» al movilizar el «ser» de cada 153 ‘Maurizio Lazzararo cual, porque se trata de modelar la accién futura del deudor y prever su devenir incierto. Lo que hay que controlar y construir son los comportamientos y las conductas venideras. En el marco del neoliberalis- mo, la institucién juzga, estima y evaliia, en definiti- va, el estilo de vida de los individuos, con la inten- cién presunta de ajustarlos a la concepcién de la «vi- da bucna» de la economfa. Las cvaluaciones remi ten, en ultima instancia, a los modos de existencia, las maneras de ser, de quienes juzgan y, por ende, de la economfa.!6 A continuacién, algunos breves ex- tractos de los talleres que realizamos con beneficia~ ios del ingreso minimo de insercién [RMI] en el marco de la investigacién. El tema del encuentro era el «seguimiento individual» (una entrevista mensual con el consejero que «acompafia» al beneficiario del seguro de desempleo 0 el RSA, lo cual constituirfa una actualizacién de lo que Miche] Foucault llamaba +6 «Una evaluacién supone valores sobre cuya base aprecia los fenémenos; pero, por otta parte, y mas profundamente, son los valores los que suponen evaluaciones, “puntos de vista de apre- ciacién”, de los que deriva su valor mismo (...). Las evaluaciones, referidas a su elemento, no son valores sino maneras de ser, modos de existencia de quienes juzgan y evaliian, que sirven precisamente de principios alos valores con referencia a los cuales juzgan. Es por ello que siempre tenemos las creencias, los sentimientos, los pensa- mientos que merecemos en fancién de nuestra manera de ser 0 nuestro estilo de vida» (G. Deleuze, Nietzsche et la philosophie, op. it, pag. 3). 154 LA FABRICA DBL HOMBRE ENDEUDADO «poder pastoral»), que apunta precisamente a los es- tilos de vida, las maneras de ser, de los beneficiarios: «Una vez ella me hacia preguntas sobre mis centros de interés 0 lo que yo queria hacer con mi vida, o por qué habia decidido hacer lo que habia hecho, y yo le devolvi la pregunta: “Y usted, épor qué trabaja en lo social2”. Porque me parecia que la cosa iba demasiado lejos, y no tenfa que contarle mi vida. (.. .) Creo que si ella insistia era porque eso estaba ligado a la imagen que se hacia de mf, a cémo interpretaba la situacién: yo seria alguien que todavfa no ha encontrado su profesién, su rumbo, y a quien hay que ayudar a entender mejor fo que le pasa, porque tiene capacidades pero debe encontrar su cami- no. No soportaba esa especie de informe en el que tenfa que justificarme y contar mi vida, y no le contaba abso- Iutamente nada; debe de haberme tomado por una espe- cie de retardada». La relacién con la institucién remite siempre al ser del usuario, obliga al usuario/deudor a convocar sin cesar a su «yo», a negociar y entrar en competen- cia consigo mismo. Como dice Nietzsche, la tarea principal de la deuda consiste en la construccién de un sujeto y su conciencia, de un ser que crea en su propia individualidad y que se erija en garante de sus acciones, de su manera de vivir (y no sdlo de su em- pleo), y sea responsable de ello. Las técnicas utiliza- das en el seguimiento individual, que atafien a la in- 155 ‘Maurrzio Lazzarato timidad, a lo mAs subjetivo, impulsan al beneficiario a examinar su vida, sus proyectos y la validez de es- tos. El Estado y sus instituciones actian sobre las subjetividades, movilizan «lo mas recéndito del co- raz6n», para orientar sus comportamientos. «Los balances de competencias, por ejemplo, te los pro- ponen todo el tiempo, y por més que sepas en qué con- sisten, siempre hay una dimensién que toca a lu intimo. Conozco gente que hizo profundos balances de compe- tencias, ya pesar del aspecto superorientado hacia el empleo, también se trata de un ejercicio que no est al alcance de todo el mundo, que uno no tiene forzosa- mente la costumbre de hacer, una especie de balance de tu vida en el cual te haces preguntas, reflexionas acerca de ti mismo, como una especie de intrusién en forma de vocabulario asqueroso pero que te obliga a la reflexi- vidad>. En el «seguimiento individual» hay que rendir cuentas. Una vez por mes, los beneficiarios de los subsidios deben referirse a si mismos (0 ponerse en escena) y justificar lo que hacen con su vida y su tiempo. Empero, aun cuando el beneficiario se resis- ta a esa intrusi6n en la vida privada, a esa violencia contra su persona y su subjetividad, no deja de sen- tirse perturbado por el «trabajo sobre si» al que las instituciones lo obligan. La individualizacién de las politicas del Estado benefactor, bajo el régimen de la deuda, no es tini- 156 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO camente disciplinaria, puesto que implica un andlisis detallado de la capacidad de «reembolso», que se evaliia en cada oportunidad de manera singular. Siempre significa una evaluacién «moral» de las ac- ciones y los modos de vida de los individuos. El reembolso no se hard en moneda, sino a través de los constantes esfuerzos del deudor por maximizar su empleabilidad, afanarse en pos de su insercidn en el mercado laboral o de insercién social, estar disponi- ble y movilizable en el mercado del empleo. El reem- bolso de la deuda corresponde auna normalizacin de los comportamientos y a una conformidad a las normas de vida decretadas por la institucién. Esta relaci6n «subjetiva» entre los funcionarios y la per- sona subsidiada —cuyo desarrollo hemos rastreado en el seguimiento individual—, en lugar de asegurar la superacién del fetichismo mediante el restableci- miento de la «relacién del hombre con el hombre», de la que habla Marx, se manifiesta como el origen y el colmo del cinismo y la hipocresfa de nuestras so- ciedades «financiarizadas». Este cinismo y esta hipo- cresfa son propios no s6lo de las relaciones entre banqueros y clientes, sino también de las relaciones entre el Estado y los usuarios de los servicios socia- les, Asi como el crédito trastoca la confianza en des- confianza, el Estado benefactor sospecha que todos los usuarios, en particular los mas pobres, son tram- posos y viven a expensas de la sociedad, aprove- chando los subsidios en vez de trabajar. En las condi- 157 athe keeLAKATO cione eit de desconfianza generalizada instauradas por Polfticas neoliberales, la hipocresia y el ci son los contenidos de la relacién social, "? De la misma manera en é Mars, sespfa cita, y se inmiscuye asf =n vida privada, el Estado benefactor se invies a a Privada de los individuos para coi existencia de usuarios: blcbai «Por afiadidura, sui manera evidente que en la base lidura, surge de i 5 ‘dente que en la bas. "gin la economia politi prantiys Ma politica, estdi ‘ssconfianza, el célculo desconfiado para saber ai i i que otorgar o no el crédit ionaj Prva de slictants et.) Prekncen a : ili ae aie sore la misma posicién que acabames dee i ‘hombre particular (...). Dado que en el sis. on sett la evaluacién moral de un faetied! hie la confianas en el Estado, etc., ha adoptado la tina de eee nt el misterio que se oculta bajo la men. Sta estimaci6n, la infamia inmoral de esta mo. tsi hay fianza en el Estado, salen a son en realidad»,17 > Porque el supuesto previo de s acci6n es la «desconfianza» hacia los pobres weode, 5 ~ ” K Marx, «Crédit er banque», op. cit, pig, 22 158 LA FABRICA DEL, HOMBRE ENDEUDADO sempleados y los trabajadores precarios, todos «tram- posos» y «aprovechadores» en potencia. Las instituciones no se conforman con penetrar en la intimidad de la persona y vigilar las conductas de los beneficiarios de subsidios. Se introducen materialmente en la vida privada de los individuos. Por intermedio de sus funcionarios, se invitan a las viviendas para indagar y examinar el estilo de vida de los subsidiados: un agente se presenta en el do- micilio, entra en el apartamento o la casa, inspeccio- na las habitaciones, el bafio (para verificar cudntos cepillos de dientes hay), pide ver las facturas de electricidad y de teléfono y los recibos de alquiler, pregunta por el modo de vida y verifica, sobre todo, si la persona vive sola. En efecto: si hay un con- cubino, se supone que este debe subvenir a las nece- sidades, y basindose en ese argumento se suspenden los subsidios. La accién de la deuda no consiste Gnicamente en la manipulaci6n de enormes cantidades de dinero, en los juegos sofisticados de politicas financieras y monetarias; también informa y configura las técni- cas de control y produccién de la existencia de los usuarios, sin las cuales la economia no tendrfa domi- nio sobre la subjetividad. 159 Maurizio Lazzarato. La evaluacién de la deuda De los textos de Nietzsche y de Marx antes men- cionados podemos extraer otra consideracién que tiene un alcance muy actual: 1a evaluacién, como técnica de gobierno de las conductas que ahora se aplica en todos los sectores econémicos y sociales, tiene sus rafces en la deuda. La economfa heterodoxa que estudia el poder fi- nanciero parece confirmar la intuicién de Nietzsche y Marx. A diferencia de la opacidad y el secreto que caracterizan a la fabrica y la industria, el poder fi- nanciero se define, en esencia, como un poder de evaluacin «piblica», cuya pretensi6n es transparen- tara todas las organizaciones, hacer visibles y por lo tanto evaluables (mensurables) todas las relaciones y todos los comportamientos de los actores de cada institucién, ya se trate de la empresa, del seguro de desempleo, del hospital o de la universidad. La rela- cién acreedor-deudor implica un cambio radical de la medida del valor. Se pasa de la medida objetiva a una medida subjetiva que se pone en juego a través de la evaluacién. Asf, André Orléan afirma: «B] poder del mercado es un poder de evaluacién pabli- ca (...). El poder financiero es un poder de influencia que controla a los deudores sometiéndolos a una sen- tencia certificada que es objeto de una amplia publici- dad dentro de la comunidad financiera (. ..). En esta 160 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO perspectiva, podemos llegar incluso a decir que se trata de un poder de opinién».}8 Alo cual agrega: «el poder pasa de Ja produccién ala evaluacién, del trabajo a la opinién». Sobre la base de estas consideraciones, nos pare- ce pertinente examinar la naturaleza presuntamente piiblica de la evaluaci6n financiera. La evaluacién de la Unedic por las agencias calificadoras, con la cual iniciamos nuestro libro, revela todos los limites del concepto de evaluacién publica. Esta no tiene nada de democratica, porque s6lo incumbe a la comuni- dad financiera. La estimacién queda exclusivamente a cargo de las agencias calificadoras, que reciben su paga de las empresas, los bancos o las instituciones que ellas mismas evalian, lo cual genera un colosal conflicto de intereses, que no parece ofuscar a nadie. Esas agencias no constituyen estructuras de evalua- cién independientes; son, al contrario, parte inte- grante del bloque del «poder acreedor». El espacio piiblico dibujado por la evaluacién financiera es el de nuevas oligarqufas que tienen métodos funda- mentalmente antidemocrdticos, porque apuntan a sustituir y destruir lo que queda del «paritarismoy (la administracién paritaria —sindicatos de asalariados y organizaciones patronales— de las instituciones del Welfare) tal como se construyé en el siglo XX, a 18 A. Orléan, Le Pouvoir de la finance, op. cit., pig. 210. 161 é juicio y finanzas, continia negandose cién a los primeros interesa suatios, cindadanos). Para que la sea democratics Sera indispens, @ tomar en considera- dos (desempleados, evaluacién social able que aparezcan LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO del capital humano, que predominé durante las décadas de 1980 y 1990, El ganadero y el agricultor, que deberfan representar el modelo mismo del tra- bajo independiente, auténomo y libre, estan someti- dos a restricciones que les impiden trabajar, si por trabajar no se entiende solamente una actividad de ejecucién, sino la posibilidad de analizar problemas y situaciones y elegir. El control ejercido por las ad- ministraciones nacionales y europeas, que se mani- fiesta en la obligacién de respetar escrupulosamente un pliego de condiciones, acompafiado de una vigi- lancia ejercida mediante herramientas de gestién in- formética, transforma al trabajador independiente, el muy pequefio empresario, en un «asistido». Las ayudas europeas de la Politica Agricola Co- min [PAC] son, en realidad, «deudas» otorgadas a condicién de que los «deudores» se atengan estricta- mente, en cualquier ambito de actividad, a lo que las administraciones «acreedoras» enuncian: determi- naci6n del lugar donde llevar a pastar las ovejas, en qué estacién, qué cantidad de animales por hectarea, etc. Todo debe informarse y justificarse (las fechas, el naimero de animales, las vacunaciones, las enfer- medades). Cada vez que surge un problema, la deci sién cae desde lo alto y la solucién se impone de ma- nera uniforme a todo el mundo. Los pastores ya no est4n en condiciones de cvaluar los riesgos y decidir sobre la base de sus competencias y su saber técnico. Sus movimientos se prevén de antemano y se norma- 163 ‘Maurizio Lazzaxaro lizan por medio de una modelizacién informatica que los hace controlables. Los comportamientos se tornan automiticos y no contienen ningiin «valor de apreciacién», ninguna estimacién propia: no hacen sino reproducir apreciaciones y evaluaciones ya co- dificadas por la administraci6n, a las que es impera- tivo ajustarse. La libertad y la autonomia que el trabajo con los animales, en medio de la «naturaleza», parecia pro- meter han mudado en una dependencia generaliza- da con respecto a las instituciones de regulacin de la produccién y distribucién de los ingresos, y esa dependencia termina por definir la condicién del hombre endeudado: «Empero, es, asimismo, la cuestién de la dependencia la n que nos interesa en el caso de la instalacién de chips: el Occidente de nuestros dias, todos somos asistidos, desde el propietario de una pequefia o mediana empresa hasta el beneficiario del RSA, desde el agricultor hasta el ejecutivo dindmico, desde el funcionario hasta el artista subvencionado. Ya seamos © no adictos al trabajo, nues- tro modo de vida, basado en la monetarizacién de todo, las telecomunicaciones de banda ancha, la energia ilimi tada y el Estado omnipresente, es en s{ mismo una for- ma de asistencialismo generalizado».!? 19 Groupe Faut pas pucer, -Pour une campagne de refus des puces Aectroniques, dans Iélevage et ailleurs, abril de 2011, www. nanomonde.ory/IMG/pdtllettrefautpaspucer. pd. 164 ‘LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO Limitémonos a agregar que la primera categoria «asistiday, la que recibe més «ayudas» del Estado, es la de las empresas, sobre todo las grandes. El control de los movimientos, de las acciones y de las decisiones queda a cargo de las herramientas de gestién informatica que, mediante la aplicacién de un chip electrénico (el mismo utilizado en el abo- no Navigo de la red de transportes de Paris) en cada animal, incluyen a las ovejas y a los criadores en una modelizacién y en programas que contienen opcio- nes, escenarios ya previstos de antemano, decididos por los administradores nacionales y europeos. El chip transforma a los animales en «flujos de carne» cuyo ntimero, distribucién, estado de salud, etc., pueden conocerse en tiempo real. La técnica indus- trial de flujo de cadencia constante y stock cero apli- cada a la ganaderfa transforma a los animales en «bancos de datos», y a los ganaderos, en meros con- troladores del proceso técnico-econémico que ad- ministran por cuenta del Estado. Los pastores se convierten en componentes permite un dominio mo- lecular, infrapersonal y preindividual de la subjetivi- dad, que no pasa por la conciencia reflexiva y sus re- presentaciones ni por el «yo». La moneda-deuda funciona a partir de la consti- tucién de un sujeto jurfdico, econémico y moral (el acreedor y el deudor). Representa un poderoso vec- tor de sujecién social, un dispositive de produceién de subjetividad individual y colectiva. Los alemanes 20K, Marx, «Crédit et banque», op. cit., pag. 21. ‘Maurizio Lazzarato y el marco o los norteamericanos y el délar son un buen ejemplo de la fuerza de esa sujecién (y el euro es un buen ejemplo de su debilidad). La moneda- deuda busca y fabrica la confianza de los individuos al dirigirse a su conciencia, su memoria y sus repre- sentaciones. Al constituic un objeto de identifica- ci6n, contribuye vigorosamente a instituirlos como individuos-ciudadanos de la nacién. No obstante, ese dominio sobre el individuo s6lo serfa «discursivo», ideolégico, «moral», si no hubiera una modalidad de implicacién molecular y preindi- vidual de la subjetividad, el sojuzgamiento maqui- nal, que no pasa por la conciencia, ni por la repre- sentacién, ni por el sujeto. En el funcionamiento maquinal de la tarjeta de crédito, por ejemplo, la re- laci6n «intersubjetiva» fandada en la confianza se fragmenta poco a poco «en operaciones sociotécni- cas y se recompone artificialmente en los juegos de escritura de la red monetaria».?! Ese funcionamiento maquinal no convoca al «su- jeto». Cuando utilizamos un cajero automatico, se nos pide que respondamos a los requerimientos de la maquina, que prescribe «ingresar el cédigo», «es- coger el monto» o «tetirar los billetes». Estas opera- ciones «no exigen, por cierto, actos de virtuosismo intelectual; nos tienta decir que es todo lo contrario. Lo que se nos exige es reaccionar con exactitud, 214. J. Haesler, Sociologie de largent. .., op. cit., pig, 206. 170 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO reaccionar pronto, reaccionar sin errores, pues sino lo hacemos corremos el riesgo de que se nos excluya momentdneamente del sistema».2? Ya no estd aqui el sujeto que actia, sino el «dividuo» que funciona de manera «sojuzgada» al dispositivo sociotécnico de la red bancaria, El cajero automatico no activa al indi- viduo, sino al «dividuo». Deleuze utiliza este con- cepto para mostrar que, en los sojuzgamientos ma- quinales, «los individuos se han convertido en “di- viduos”, y las masas, en muestras, datos, mercados y “bancos”».23 La tarjeta de crédito es un dispositivo en el cual el dividuo funciona como un engranaje, un elemento ahumano» que se alinea con los elementos «no hu- manos» de la maquina sociotécnica constituida por la red bancaria, La sujeci6n social moviliza a los in- dividuos, en tanto que el sojuzgamiento maquinal activa a los «dividuos» en cuanto operadores, agen- tes, elementos o piezas «humanas» de la maquina so- ciotécnica de la economia de la deuda. Asi, el «suje- to» individual escribe y firma los cheques, se com- promete y compromete su palabra, mientras que el pago con tarjeta bancaria efectuado por el dividuo «no €s otra cosa que una inscripcién en el hipertexto de una red clectrénica. En tanto que con el cheque segui- mos siendo sefiores de la escritura, los dnicos habilita- 2 bid. / 23.G, Deleuze, Pourparlers. .. op. cit., pag. 244. 171 Maurizio Lazzararo dos a exponerla, con la tarjeta no nos queda sino la im- posici6n 0 la aposici6n de una marca o una huella (fir- ma, ribrica, cédigo secreto o huella digital). El hiper- texto bancario no espera de nosotros mas que un impul- so para entregarse a sus juegos de escritura (....), Esos juegos de escritura ya no tendrdn autor, y comenzarén en cambio a autoprocesarse juntos, a formar figuras de sentido que nos resultaran siempre ajenas. El impulso que demos entonces para activar el sistema representa- r4, al mismo tiempo, nuestra expulsién como actores objetivos, racionales y minimamente reflexivos».24 El individuo hace «uso» de la moneda; el dividuo est adyacente a la mAquina-crédito y no acta, no hace uso, funciona con arreglo a programas que lo utilizan como uno de sus componentes. La moneda- deuda no le pide al dividuo ni confianza ni consenso. Sélo le impone un funcionamiento correcto, de acuerdo con las instrucciones recibidas. Y esto es va- ido para todas las mAquinas con las que nos codea- mos a diario. El respeto de las érdenes emitidas de- cide el acceso o no a la informacién, los billetes de banco, los pasajes de tren 0 avién comprados pot In- ternet, un estacionamiento, una computadora, un local, una cuenta bancaria, etcétera. Este doble «dominio» sobre la subjetividad, esta doble manera de implicarla y explotarla, es tal vez uno de los aportes mas importantes de Delenze y o ag dl A.J. Hacsler, Sociologie de Pargent.. op. ct, pig. 285. 172 LA FAnkuCA DEL HOMBRE ENDEUDADO Guattari a la aprehensién del capitalismo. Las teo- rias eriticas contempordneas, al tomar en cuenta ex- clusivamente la sujeci6n, corren el riesgo de retirar- se en una suerte de idealismo subjetivo en el que ya no se trata de maquinas, de maquinismo, de sistemas sociotécnicos, de procedimientos, de dividuos. Una vez salida de la fabrica, la ensefianza de Marx sobre la naturaleza «maquinal» del capitalismo parece ha- berse perdido. En aquellas teorfas, las maquinas y los sojuzgamientos maquinales desaparecen, cuando en realidad invaden nuestra vida cotidiana y habla- mos, vemos, pensamos y vivimos asistidos por toda clase de maquinismos. El concepto foucaultiano de gubernamentalidad elude también los sojuzgamien- tos maquinales y su funcionamiento. El gobierno tiene dominio sobre las conductas, o sea, los compor- tamientos, las acciones, de los «sujetos» individua- dos, pero no sobre el funcionamiento maquinal de los dividuos. La moneda-deuda constituye, sin duda, una técnica de gobierno de las conductas, pero fun- ciona también, sobre todo, como sojuzgamiento que agobierna» de manera «cibernética» a los dividuos me- diante recurrencias maquinales y feedback. En el so- juzgamiento «hay un proceso de aprendizaje de una gestualidad procesal de cardcter casi automatico».25 Podrfamos dirigir la misma critica a la sociologia y la filosofia de la norma, de las que Foucault es uno 25 Ibid. 173 Maurizio Lazzarato de los mas sutiles comentaristas. La sujecién social funciona conforme a la norma, la regla, la ley, pero el sojuzgamiento, muy por el contrario, slo conoce los protocolos técnicos, los procedimientos, los mo- dos de uso, semisticas asignificantes que no exigen actuar sino reaccionar. La sujeci6n implica e induce Ja relaci6n consigo mismo, pone en juego técnicas de si. El sojuzgamiento maquinal, en cambio, deshace a Ia vez el s{ mismo, el sujeto y el individuo. La norma, la regla y la ley tienen un dominio sobre el sujeto, pero ninguno sobre el dividuo. Hemos insistido mu- cho en la sujecién. En realidad, no constituye mas que una de las modalidades de produccién y control de la subjetividad. La critica del neoliberalismo no puede en ningtin caso pasar por alto los sojuzga- mientos, porque los maquinismos estén, incompara- blemente, mucho mas desarrollados que en la época industrial. Antiproduccién y antidemocracia Para terminar, debemos preguntarnos por el mo- mento que atravesamos. éSe puede atin hablar de crisis financiera, de crisis nuclear, de crisis alimenta- ria, de crisis climdtica? La crisis todavia tiene una connotacién positiva. Puede designar una situacién capaz de prestarse a la superaci6n. Para el capitalis- mo, representé durante mucho tiempo la oportuni- 174 LA FévRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO dad de un nuevo comienzo, un New Deal, un nuevo «pact» para un nuevo crecimiento. Hoy, sin embar- go, tenemos la nitida sensacién de que ya no es asi, de que hemos llegado a un punto de inflexi6n, por- que las situaciones que vivimos no se parecen tanto a ctisis, sino a catdstrofes. Si entendemos las razones por las que hoy es imposible un New Deal —cues- tin que el concepto de antiproduccién permite ver mejor—, advertiremos qué soluciones no debemos considerar y qué estrategias est4n a nuestra disposi- cién para que podamos hacer frente a la catdstrofe contempordnea. En el capitalismo contempordneo, la «produc- cién» parece indisociable de la «desttuccién» por- que, como sugiere Ulrich Beck, «el espanto proviene de la zona productiva de la sociedad». Los «avances considerables» de la ciencia producen, simulténea- mente, un poder nuclear militar capaz de destruir varios planetas del tamafio de la Tierra, y cuya pro- longacién «civil» infecta el ecosistema por tempora- lidades que escapan a lo humano y nos hacen vivir bajo un estado de excepcién permanente; la produc- cién industrial multiplica la fabricaci6n de bienes de consumo y decuplica a la vez la contaminacién del agua, el aire y el suelo, mientras descompone el cli- ma; la productividad agricola, al mismo tiempo que nos alimenta, nos envenena; el capitalismo cogniti- vo destruye el sistema «ptiblico» de formacién en to dos los niveles; el capitalismo cultural produce un 175 ‘Maurizio Lazzarato conformismo que no tiene igual en la historias la sociedad de la imagen neutraliza toda imaginacién, y asf sucesivamente. Deleuze y Guattari le dan a ese funcionamiento capitalista el nombre de «antiproduccién» y lo enun- cian como la marca de una discontinuidad con res- pecto al capitalismo tal como lo definieron Smith, Marx o Weber. En efecto: Marx, al igual que los eco- nomistas clasicos, distingufa lo que era productivo (el trabajo del obrero empleado por un capitalista) de lo que era improductivo (el trabajo de los criados, segtin el ejemplo dado por Adam Smith, quienes, ala vez que eran mucho més numerosos que los obreros, se limitaban a consumir, y no a producir muevas ri- quezas). Este punto de vista es adoptado todavia pa- ra criticar a las «finanzas», por su caracter improduc- tivo, en contraste con la «industria», considerada la fuente de la riqueza de las naciones. Deleuze y Gua- ttari nos dicen que el par productivo/improductivo ya no funciona. La antiproduccién establece un nuevo recorte de la realidad de la economia capita- lista, que no coincide con la distincién entre lo pro- ductivo y lo no productivo, dado que se desarrolla precisamente dentro de !o que Marx y la economia politica clasica definfan como «productivo». La antiproduccién (los criados de Smith, el ejérci to, la policfa, los gastos «improductivos» de las cla- ses rentistas, etc.) ya no se opone a la produccién, ya no [a limita ni la frena. «La efusin del aparato de 176 LA FABRICA DEL HOMBRE ENDEUDADO antiproduccién caracteriza a todo el sistema capita- lista; la efusién capitalista es la de la antiproduccién en la produccién en todos los niveles del proceso».?6 El siglo XIX, Marx y los marxistas incluidos, atin tenfa una concepcién «progresista» del capitalismo. El futuro de la humanidad estaba en deuda con el desarrollo de la «

Você também pode gostar