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UNIVERSIDAD DEL VALLE DE ORIZABA

ALUMNO:

Silvia Viridiana Aguas Ochoa

DOCENTE:

Iván Enrique Alamillo Salas.

TEMA:

Paradigma Educativo.

SEMESTRE Y LICENCIATURA:

Sexto Semestre de Educación.

ASIGNATURA:

Comunicación Educativa.

FECHA:

01 / Marzo / 2010

Dentro de la historia de la humanidad ha pasado por diferentes etapas


de evolución en las que se han establecido paradigmas educativos,
sociales, históricos, geográficos, etcétera adecuándose a la época, el
lugar y el modus vivendi.

Retomando lo anterior se puede afirmar que un paradigma es la forma


básica de percibir, pensar, valorar y actuar sobre la base de una visión
particular de la realidad.

Un paradigma es un determinado marco desde el cual miramos el


mundo, lo comprendemos, lo interpretamos e intervenimos sobre él.

Abarca desde el conjunto de conocimientos científicos que imperan en


una época determinada hasta las formas de pensar y de sentir de la
gente en un determinado lugar y momento histórico. Como se puede
observar, un paradigma representa una visión parcial de la realidad, en
este caso, de la educación.

Cada paradigma, es definitorio, a saber: la problemática que por medio


de ese paradigma se decide tomar como campo de estudio o área de
investigación, los fundamentos epistemológicos vinculados a ciertas
concepciones filosóficas, los supuestos o sustentos teóricos que son la
base conceptual disciplinar compartidos por los especialistas, el
conjunto de métodos, reglas, procedimientos y técnicas aceptados por la
comunidad que comparte ese paradigma y finalmente los
planteamientos implícitos en la propuesta paradigmática para hacer
frente a problemáticas propias de un área específica como es el caso del
contexto educativo.

Los paradigmas desde una perspectiva general contribuyen al


conocimiento y proporcionan fundamentos explicativos desde diferentes
enfoques. Se puede considerar con toda seguridad que no existe un
paradigma que contenga todo el conocimiento acumulado para explicar
el proceso del aprendizaje. Con ello es posible entender que en la
realidad se puede actuar aplicando conceptos de uno y de otro
paradigma; dependiendo de las situaciones y los propósitos perseguidos.
De ahí que no es posible adjetivar el trabajo de los profesores, como
suele hacerse.

La extrapolación de los supuestos implícitos en cada paradigma al


contexto educativo y específicamente en el proceso de enseñanza-
aprendizaje, no parece que se termine con la adopción de un
paradigma u otro, sino que, la realidad que rodea el proceso educativo,
siempre será más compleja de lo que aparentemente resulta ser y, por
tanto, se convierte en una condicionante que puede hacer fracasar los
intentos más laudables por poner en práctica alguno de los paradigmas,
toda vez que dicha realidad es entendida y filtrada o tamizada por
nuestro sistema de analizadores y, por tanto, siempre incompleta.

Cada teoría, paradigma y por consecuencia cada autor, consideran el


aprendizaje de diferente forma y lo explica con diferentes conceptos y
desde referentes diversos. Para unos será un cambio de conducta o de
comportamiento, para otro será una nueva forma de adaptarse, otros lo
explican como una vivencia personal interna. En realidad lo único cierto
es que los seres humanos estamos aprendiendo constantemente en
diferentes formas, ocupando diversas estrategias para lograr
aprendizajes. El hecho que esto suceda así, es producto de
determinadas condiciones externas y características propias de cada ser
humano. Es difícil no estar de acuerdo (más allá de los supuestos
epistemológicos y filosóficos de cualquier paradigma psicoeducativo)
sobre el papel fundamental que juegan y de la implicación ineludible en
el proceso de enseñanza-aprendizaje de factores tan complejos.

Conclusión.
No hay mucho que discutir sobre lo complejo que resulta concretar un
proceso educativo que desarrolle las potencialidades del ser humano y
que al mismo tiempo atienda y cumpla con los requerimientos sociales.
Creo que la tarea fundamental del profesor, no se ubica únicamente en
conocer, dominar y aplicar tal o cual paradigma educativo, sino que
tengamos claro que el proceso educativo en su conjunto, es un agente
transformador de las cosmovisiones del ser humano que actúa desde y
para una sociedad concreta, que es un proceso que tiende a la
perfección de las potencialidades del ser humano. Por lo que el trabajo
del profesor no sólo se dirime en el campo de dominio de un paradigma
u otro, sino de que tanto es consciente del problema al que se enfrenta
y, por tanto, decidir qué hacer. En mis tiempos de alumno y ahora como
profesor me pregunto: ¿habrá una profesión tan compleja y delicada
como la de formar hombres y mujeres que en el intento por transformar
la sociedad, resultan transformadas por la sociedad misma? Por más que
he tratado de encontrar una razón para justificar que otras profesiones
son iguales o más complejas, más me convenzo de que no hay otra. De
cierto lo anterior, entonces la sociedad le debe a los profesores el
reconocimiento social por su labor desarrollada o su reclamo ya sea por
la labor cumplida o no. Las preocupaciones de los profesores no pueden
circunscribirse a la elaboración de planes y programas
descontextualizados, a indagar porqué el alumno no aprende, si
aprendió o no, a qué calificación o nota ponerle a qué alumno, a
terminar su programa aún estando consciente de que no hubo
aprendizajes, etc. Creo que la preocupación fundamental del profesor es
la de comprender la enseñanza, o como dice Popper “echar nuestra red
de conceptos disponibles al océano y tratar de pescar todo lo que la
finura o tosquedad de su entramado permita”

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