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Estas palabras de Joaquín Edwards Bello se refieren al año 57. Por lo tanto
el mundo que él recuerda, que rememora, es de 1907 y sin embargo nos
parece con una extraña resonancia de ahora de nuestros días. La idea es
que en el antiguo viaje había una magia que en esta época se ha perdido,
que se ha evaporado. Como que sentimos que algo pasa con el viaje actual.
En 1983 leí un libro de un autor angloamericano, que tiene uno de los libros
sobre este tema mas hermoso que he leído, es un libro escrito en base a
diarios de viajes, poesías, novelas de escritores ingleses entre las dos
guerras mundiales, en donde afronta el emerger este problema del fin del
viaje. Y leyendo el libro, yo dije -y son experiencia de los que circulamos con
los libros y los que escribimos- dos cosas: en el fondo yo he pensado cosas
que los grandes han pensado por su cuenta y una cierta desilusión porque
creía que era la idea original y otro escritor de gran categoría la había
desarrollado mucho más maravillosa de lo que pudiera hacerlo uno.
El viaje, la idea de viaje es una metáfora, es una idea, una imagen que tiene
una fuerza enorme, se usa en muchos sentidos. La idea de que la vida es
una metáfora, los que nos desempeñamos en ella es una metáfora. El paso
de la vida también como una suerte de viaje. Lo que emprendemos con la
gente también es una suerte de viaje. Los historiadores decimos que la
historia es una suerte de viaje y la idea no es algo tan extraña o bien
decimos, los historiadores viajamos a través del viaje hacia el pasado y en
esto hay también algún trasfondo.
Por eso el tema del llegar y el arribar a algún lugar es una experiencia
importante y se asimila a la pregunta por la esencia y por el sentido de la
vida. Georg Trakl, un poeta expresionista alemán, muerto durante la Primera
Guerra Mundial, dice lo siguiente: el alma es una extraña en esta tierra. Ese
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es el verso que quiero citar, que refleja un viejo sentimiento, un sentimiento
arcaico, acerca de la condición humana de la vida del hombre sobre la tierra.
De si esto no es una expectación para algo. El existencialismo moderno dice
que el hombre existe para morir y a partir de eso hay todo un desarrollo.
¿Qué hay tras este turismo masivo? Hay por cierto un elemento democrático
y al alcance de muchas masas humanas, pero creo que dejarlo solamente
como eso, aparte que nos lleva a decir “bueno”, la respuesta a todo esto es
volver en lugar a una sociedad de total exclusión en que es imposible y que
no es deseable, eso es otro tema.
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formativa y de experiencia espiritual que tenía el viaje. El campesino y el
pastor que acogían al viajero se transforman en el mozo que pide propina. Y
con ese mozo no se tiene una comunicación. Como todos viajamos, todos
nos movemos, nadie se comunica con nadie.
Primero, hay algo que tiene que ver con una idea de cambio radical y de no
vuelta atrás. El explorador o conquistador que volvía, siglos o milenos atrás,
rara vez volvía. Su despedida tenía un cierto aire funerario. Su regreso
aparecía como un anticipo de resurrección. Lo normal no era el regreso. O
era un regreso después de una vida. En primer lugar, en la exploración había
un riesgo personal muy grande, había una tremenda inseguridad. Se
exploraba más allá de los limites, más allá de las fronteras, donde
desaparecen las reglas del juego del desplazamiento de un mundo conocido
donde es más o menos imaginable la forma o puedo entender la forma como
me entienden los demás.
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vida, etc. o sea, en la exploración hay un elemento de llegar a lo absoluto no
siempre perdido bajo un gran vuelo espiritual, porque todo el mundo se iba
no más, porque los hijos se desprendían muy temprano del seno materno y
desaparecían para siempre, muchas veces en términos generales. Los seres
humanos también en la exploración descubrían algo nuevo, exploración tiene
que ver también con descubrimiento, con algo nuevo, con algo radicalmente
nuevo. Aunque personalmente creo que la humanidad es más parecida que
diferente, es un tema de discusiones culturales de nuestra época. La
humanidad es más parecida que diferente. Pero en términos relativos, para
quien no conoce más que lo suyo, el descubrimiento era algo
extraordinariamente distinto y diferente.
Los últimos exploradores del siglo XX, Amundsen y Scott, sobre todo la
hazaña de Scott que tiene menos de cien años, esto es anteayer pero es
como el explorador real. Quisieron llegar al Polo sur, Amundsen se adelantó
por pocas semanas y Scott llega y le saca fotografías, reconoce y pone la
bandera inglesa al lado de la de Noruega y vuelve, pero no alcanza a volver y
muere. Meses después encuentran sus cartas y todos sus escritos y fotos y
esto hace un personaje en Inglaterra mucho más conocido que Amundsen
por esta hazaña que hasta que murió siguió escribiendo y pidiéndole
disculpas al rey por llegar atrasado.
Los otros dos son Charles Lindbergh, que hizo una hazaña técnica física, que
ya está en la frontera del viaje espacial -el cual no lo creo exploración-y Thor
Heyerdhal, quizás el último de todos que para explorar tiene que volver
conciente y racionalmente a usar una técnica arcaica. Construir una balsa
como él cree que la construían, y así probar una teoría. Yo creo que se
entretenía mucho y tenía un alma de explorador, un alma de aventura de
desafiar el peligro. Por lo tanto aquí hay algo que tiene que ver con la figura
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del turista y del deportista moderno que no es explorador, no hay magia, pero
que todavía es una figura que está con un cierto espíritu, una cierta
imaginación del explorador.
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atención, más seguros o inseguros pero el esquema es más o menos similar.
Supone un mundo más o menos igual. El turista supone que tiene todos los
servicios en todas partes de una manera standard.
El turista tiene que ver con el mundo del trabajo y de la técnica. Toda la
realidad humana ya sea el tiempo de trabajo o el tiempo de descanso, todo
organizado técnicamente. El turista tiene que ver con el actual concepto de
vacaciones.
Hay un cuadro de Edward Hopper, que se llama “La gente tomando sol”
(“People on de Sun”), que para mí es exacto al problema del turista, del ser
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humano en vacaciones, que están todos organizados tomando sol, pero
como una forma, así como un propósito. Hopper tiene una gran cantidad de
pinturas que son muy lindas y muy profundas, metáforas sobre el viaje,
hombres y sobre todo, mujeres solas en un vagón de ferrocarril o en una
pieza de un hotel. Como una cierta soledad metafísica que emerge en esto
del movimiento o del viaje, o en la costa, en un lugar de veraneo donde la
soledad está.
Aquí esta asumida de una cierta manera nihilista, como diciendo: “muy bien,
el mundo está así y yo reconozco, esto pero yo estoy en la vanguardia de
esto”.
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hay una diferencia con el mundo de la organización de lo urbano de la
civilización y eso es un contrapunto a eso.
El viaje es algo que está ahí entre medio, mientras que el explorador es que
el desafía la nada, que rompe con su mundo o que se despide de su mundo
y se lanza al todo o al nada tiene un sentido para él y a los que deja. El
turista es esta cosa de la sociedad de masa, de la cultura del trabajo de la
organización y entre medio está el viajero el que viaja a un lugar en especial,
el que siente que el viaje es algo.
¿Y qué es este algo? La primera idea del viaje y que la pienso yo desde la
perspectiva del fin del viaje y ahí está la pregunta ¿Qué es el viaje? El texto
que he traído está en Proust, el segundo tomo de “En busca del tiempo
perdido”, que se titula “A la sombra de la muchacha en flor”, en donde está
uno de los primeros lamentos acerca del fin del viaje y da las razones del fin
del viaje. Dice: “ahora podemos andar en automóvil, podemos ir a una u otra
ciudad en automóvil y eso nos permite parar en el camino cuando queremos
y que sea como un desplazamiento de a poco y que sintamos el viaje pero
para mí, ir a otra parte es ir a otra parte y en tren había algo superior ¿y qué
lo hacía superior? Las dos estaciones de tren”.
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Hoy día las estaciones de tren son un poco como los aviones que se
desplazan por la tierra. Y él dice por qué. Porque cada una de estas
estaciones resume como la esencia de la ciudad y al despedirme de mi
ciudad, donde estoy que me es familiar, tengo el recordatorio de que es mi
ciudad, es mi lugar y llego a la otra ciudad. Tengo como la nueva esencia de
la nueva ciudad. Me siento seguro, pero salgo a lo desconocido y dejo
irrevocablemente el pasado. Esto suponía otra cosa ya que el puerto y la
estación de tren tenían una personalidad. Las estaciones de trenes tendían
en el mundo a parecerse entre sí pero tenían su propia personalidad.
Creo que los puertos aun lo mantienen en líneas generales. Hay cambios por
supuesto y van a seguir habiendo más cambios pero este texto es rico como
testimonio de que el fin del viaje llegó mucho antes de lo que parecía y que la
civilización técnica o la era técnica de nuestra civilización nos va sustrayendo
de ciertas experiencias que son propias al mundo del viaje.
¿Cuáles son ésas? Primero, que el tren y el barco, las más comunes, por
supuesto hubo viajes antes de la existencia del tren, los trenes vienen de
1830 aproximadamente, pero hubo viajes antes, quedemos conectados a la
diligencia, el barco ha estado de siempre desde que termina la sociedad
arcaica en Asia Menor hace 5 mil años. Pero estas dos ideas de trenes y
barcos, que tienen una velocidad que es más propia y más cercana a lo que
nos puede permitir darnos cuenta de que nos movemos a otra parte, de que
estamos viajando, nos da un tiempo para cambiar, nos da un tiempo para
pensar en el cambio y nos da un tiempo para abstraernos de la realidad.
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no es tan diferente. Es una sociedad humana, tenemos previsiblemente que
algo va a pasar ahí, sabemos algunas reglas del juego y otras las tendremos
que aprender en el camino. Nos es extraño y nos es familiar al mismo
tiempo.
El viaje nos libera de algo pero también hay experiencias abismales que uno
no abandona, ciertas obsesiones, las preocupaciones que las cosas se
pueden transformar en desastre. La idea del turista es el hombre feliz todo
perfecto con una sonrisa como artificial.
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da una cultura porque había conversación, había lectura, en el mundo más
literario había las cartas, el arte epistolar que ahora está muerto. Hay email,
que ha creado una especie de lenguaje especial, pero que no es
exactamente el arte epistolar. Está por destello, ese es un arte perdido el
epistolario, el diario de vida. Es una de las grandes literaturas que hay. La de
Goethe, quizás es la más sublime de 1786, porque además demuestra un
momento de la historia de la humanidad europea como de una placidez,
cómo Goethe define al mundo como un momento insuperable. Después es
como más dramático todo. Pero en los diarios de viajes, las crónicas de
viajes como la de Gabriela Mistral, que sabe sacar el alma del lugar que
visita, una descripción que tiene de Mallorca es magnifica, uno no requiere
haber ido a Mallorca para eso.
Porque el viaje tenía otra cosa porque la gente preguntaba, porque eran muy
pocos los que viajaban y con esto no digo que tengamos que volver a eso, se
contaba el viaje y todavía hay gente que prefiere que le cuenten el viaje
antes que viajar. Y esto es lo que yo llamo el viaje vicario, viajar a través de
la narración de los demás. Un buen diario de viaje hace eso porque sabe
sacar el alma y el paisaje y ésta es una tremenda literatura pero requiere de
la experiencia del viaje que no es lo mismo que la exploración y después por
lo tanto como conclusión de este punto, no es necesario viajar para tener la
experiencia del viaje, estar atento al tema del viaje nos puede llevar a viajar.
Está en el viaje también la idea de conocer paisajes, no solo los físicos sino
que el lugar y es un pasado. No hay que ser historiador o ser curioso por la
historia solamente para entender que el pasado es importante para entender
el momento que uno vive ante ese paisaje. Gozar que es lo propio, ver la
característica. Aconsejan ir al mismo café o restaurante todos los días para
ver la vida local. Hay un arte de las cosas locales, es un paisaje especial.
Esto cada día es más difícil porque hasta los restaurantes típicos son todos
hechos de acuerdo a la imagen típica, que ya no es lo mismo que lo típico.
Beber el vino de la región en esa determinada región, el sólo haberlo bebido
ahí, ésa es otra de las experiencias.
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añadir pero hay un quiebre que nos trae finalmente la experiencia de la vida
que siempre es ganancia y pérdida y cuando obtenemos algo es eso más
todo lo que hemos tenido, sino que algo perdemos, hay una realidad. Cuando
habla de partida verificada lejos. Como que estamos aquí pero estamos lejos.
Es una metáfora sumamente potente. Toda idea de recuperar la experiencia
del viaje pasa por recuperar aunque sea una pizca. Y no estoy hablando de
ningún dramatismo porque ya seria falso, sino recuperarlo aunque sea en
una pizca.
El gran filosofo Emmanuel Kant no salió nunca de su tierra y una vez fue a 20
kilómetros de distancia y su pensamiento como que ha marcado a la
modernidad en general. Yo digo que tiene que ver con el paisaje pero ese
paisaje existe en la medida en que yo tengo una actitud para verlo. Y aunque
vayamos aquí a 100 metros o a 100 kilómetros o a 1000 kilómetros es la
misma actitud.
La experiencia del viaje ¿Es posible recuperar? Si la caída del viaje tiene que
ver con la civilización técnica, tendríamos que renunciar a la técnica y eso
parece imposible o parece posible a costa de tal catástrofe en la civilización
que de todas maneras la idea de un viaje no va tener sentido.
Un solo viaje o un solo kilómetro que caminemos, vale por 100 kilómetros en
auto. Porque vamos viendo cosas, en auto ya no vemos más. O vemos de
una manera acartonada. Los grandes viajes culturales se pueden repetir.
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Sol Serrano, historiadora, dice que la distancia antiguamente se medía en
leguas y valía a una hora caminando, no volvería a la escasez de entonces,
ni por un minuto pero eso no obliga a ser victimas de la abundancia del
presente, al contrario, lo entretenido, como los archivos, es descubrir una
nueva escasez y salir a buscarla. Salir a buscar una experiencia de conocer
las cosas a la velocidad, al tiempo, al momento, en que pueden ser
conocidas. Serán pocas pero van a tener tanta riquezas como otras. Creo no
estar hablando en un lenguaje idealista.
Pero creo que vivimos un poco presos de una imagen del movimiento y del
desplazamiento que empobrece nuestra cultura diaria de conocer al mundo y
lo valiosos que nos ha entregado esta posibilidad de esta gran mayoría de
viajar y de conocer. Esto es como bien especial de un país como Chile que
tiene mucho que ver dentro pero que estamos lejos a la vez de los grandes
centros. Y en Chile y probablemente la experiencia de grandes sociedades,
pero siento que hay una cosa algo opresivo que nació quizás culturalmente
en la existencia de este valle central, este cerro.
Creo personalmente además que el viaje por mar y los testimonios del viaje
por mar tienen una esplendidez y no estoy mirando las carabelas de Colón,
sino del periodo entre las dos guerras mundiales y grafico esto con una frase
de Marguerite Duras, la autora de “El amante”, donde ella habla de viajeros
puros del único viaje por mar. Quizás se refiere un poco a la época de la
exploración por mar. Pero la idea del viaje por mar es como la plenitud
humana en el sentido que la relación del mar con la tierra siempre ha tenido
que ver con grandes diferencias cósmicas y también con la idea de la
separación del mundo, con la idea del paso a otra vida y también de un
complemento. Y por eso la importancia de la visión del mar. Aunque la
importancia de mirar el mar desde la tierra es una importancia más moderna
que antigua, pero la relación cultural del hombre con el mar ha existido
siempre.
Dice Marguerite Duras: “durante siglos los buques hicieron que los viajes
fueran mas lentos, más trágicos de lo que son hoy día, la duración del viaje
cubría la extensión de la distancia de manera natural. Se estaba
acostumbrado a esas lentas velocidades humanas por tierra y por mar. A
esos retrasos, a esas esperas del viento, las escampadas, los naufragios, el
sol, la muerte”.
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