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‘Tradueeién de Juan Cantos Ropriaura Acuitan DANY-ROBERT DUFOUR Rovisién téenica de ' Cecmsa Pacers LOCURA Y DEMOCRACIA Ensayo sobre la forma unaria FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEXICO Primera edicien en francés, 1996 Primera edicign en expatil, 2002 ora Mam que me eseuchs ‘Ale memoria 42 Sonat Locus, quo me extends Porotroteca Qe, 2 neon eg a ann EMEA OP wnt h 2006 =F, sctie wuns S HG / OFPEP S7eeHA TFS) Se prohite la rproducci6n totafo parcial de esta obra —iteluido ol diseao Uipegrifica y de pertads—, sea cual fuere el medio, etectrdnicao mecénico, in el eonsentiniento por escrito de editor ‘Titulo original: Folie etdémocrati. Bssai sur la forme unaire D. R. ©2996, Editions Gallimard 5, RueSéaatien Bottin, 75007 Paris ISBN 2-07-74447-7 DB, ©2002, osu om Ceumima Esoséutes Carretera Picadso-Ajusco, 221; 14200 México, D. F ISBN 968-16-6564.3 Improso en México Por to dems, poca importa que yo haya nacids o no, que haya vivide ono, que esié muerio 0 slo moritunto, procederd came siempre To he hecho, en In igoorancia da lo que hago, de quién soy, do onde cay, desi cay. Act es, a pesar de lo que diga, intentaré engendrar una eriatura a mi imagen y semjanza para tonerla entre loa brazas, yal varia {mperfocia, a derensindo parceida, la devoraré. Lae fg me quedaré sclo un buen rato, desdichado, sin aber eudl debe eer mi plegaria, nl para quiéa. ‘SAMUEL BECKETT, Malone muero Alegan que no pienso uns gota plabra de las vere ades quo he eostenidoy quemientraa demostraba, ‘una propositién no dejaba de reer Iocontraria. Bs siocit, que he demostraco cosas tan extravagantes quebien podria afirmarse que sélo pads sastener- tas en broma. Vaya honor que inden asf la cien- Ga que sirve do fundamento todas las dermis, iy tha de creere2 queel arte de razonar sirve al descu- lrimiento de la verdad, cuando ée la ve empleato ‘con éxito on Ta demastracién de locuras! Prefacio de Jean-Jacques ROUSSEAU a su comedian Narciso 6 Hf amante de x misao 1, DE DIOS, DE QUE EXISTIO Logos, tsaba usted que ahore en las primarias Ios nifios se en- ‘rotignen con tn interesante juego? ~Dessfortunadamente, Sogol, hace mucho tiempo que no fre- cuenta tos patios de reereo. —Escuchs usted: “Tengo un ‘plan’ —me propuso mi sobrinito da ‘ocho aftos hace unos dfas—, exnnda yo diga ‘no’ quieredecir 'sf"y cuando digu ‘sl’ quiere decir ‘nc’, ide acuerdo?” —Esperoque haya jugado... cunque séto fuera parademostrar Ja ligereza de sus acrobacias meniales frente & In Iégiea de un nifia de ocho aftes.. —iQué habria hecho usted en mi lugar? —Yo me habria concretado # responder “no” para que su s0- brinito regresara con sus compafcros de clase, tal camo yore- kgresaré pronto con mis colegas al patio de La Sorbcna. —Pues, efoctivumente, yo le contesté “na”. ~4¥ bien? EL nito se quedé entonces muy consternado, Me pregunté si ese “no” queria decir “sf". Yo repet{ “no”, Entre més insietfa él, ‘is repotia yo“no”. Al prolongarse la conversacién me di cuenta de que el valiente muchachito experimontaba un reciente engjo: yano subfa quésignificala ese “no”, Si ol juego babfa comenzado, queria decir “st” y entoncesyoyaestabajugunds, pero si no habia comenzado, “no” xéto indicaba que yo no queria jugar, Mientras que un instante atrés él se habfa consicerada mapstra del juego, ahore ya no subfe en qué estdbames. a 2 DE DIOS, DE QUE RLISCIO AY quiere usted hacerme jugar ahora ese juego cruel? Fo. —2Cémo? —Dife “no. —Menos mul. —Ridioulo, su jueguito. No pretendert que caiga en él. A mf meguste, es un juego unario, un juegoenelque cl “af” yel ‘no” se invierten y se confunden. —iDemonios, ya regresé usted a exo dela unatio... Pern si nuinen self de all, {Cémo quiere usted que uno salga de to wnario? Si el juego del que le hablo se hubiera estructurado simplemente por la diferencia de dos valores: rojoy negre, pare impar, forty da... ~48o refiere al fort-da del chiquillo do Freud en Mas allé det principio de placer? SI, aquel que remplaza o su ramé por un carrete de madera atados un cordén que lanza por encima dala cama para hncerloir y venir asu gusto. Yohubiera ealficado, le decta, en tol caso mies- ‘ra juego de binario; pero mi sobrinite, on vez de entablar, como i crefa, un juego binerio de simple inversién, probé sin querer los ‘enanosos oncantos de lo unario que se coracteriza precisamente por subvertir la diferencia entre dos valores y prolongar ef equi- vyoco draméticamente, Puedo asegurarle que lo que mi sobrinite disefié fue un sistema uriario seneillo para tender une trempa a tos otros pero él fue el primera en caer. —éPor qué se chstina usted en sostener una sofistien que en ‘nuestros dins ya sabemos delimitar, es decir evitar? El presti- sio de la paradaja de} mentiroso ec halla mAs bien deslucido entre los eirealos més informados. DE DIDs, DE QUE ExIETIO n —Permitamo conterle de una muy buens amiga, una tremenda ‘especialista en légien: después de haber aplicada la teoriade tipos y haber ordenedo 6us tablas de verdad, después de haber estable- ‘ida funciones praposicionales y habor euspondida designadores igidos, resiilta queel tinico mundo posible que ahora te interesa eseldel tarot, al cual lee para amigos y conocidos eon gran ontu- siasmo y particular habilidad... dy bien? —Buono, que a mf me fascinael hecho de que, cungue la sofisticn 0 incluso In adivinucién y ta magiu narrativa se enexentran per- fectamente confinadas por los estudiosos de la Isgice, elindividua que edin duerme en cada uno de ellos se buria de todoeso, En el coraz6n de cada hombro, incluso si éste es un 6gico, siempre aub- yace un sujeto coprichoso, quiets decir simple y Henamente un sujeto que emane da un sofisma irreductihle, So to digo, Logos, con el tono inimitable de Simone de Beauvoir: el sujeto no naeié especialista en l6gica, 6e hizo tal. Gon muchos trabajos, ciorte- mente, y 6s por ello que Le préstica a In que llega es sublime, pero no porque puedo delimiter elertes sofismas podré expurgar el so- figma que se aloja en el centro de aquello que lo constituye como sujoto, Tan pronto como el légico baja la guardia, e2 convierte, igual que todo el raundo, en un ser évidodeofismas, tna dispues- to acllos como el primer tonta que pide convertir lo rojoen negro, to paren non, el s{en noy el plomoenoro. Ahora bien, yo veo una pruca do la persistencia de esto sujeto todavia en el fin del si gloxz, un sigloque es todo tdentea, todo raz6n, todo meestria, on el hecho de que hayamos concedide por uneaimidad el titulo de ios, cosa rara en nuestres dias, al hombreque pradyjoel sofisma pliblico més notable de los ditimos afios. —iA quién ee refiere? —4Recuerda usted que en 1984 el presidente de nuestra bello Francia apenas pod(a contener su ira frente aun ejéreita deanta- gonistas dispuestes a deporerto y que, edemiés, se hallaban lejos “ DE Dios DaqUEENSTIO del aleance de la gondarmerfa porque ee trataba de inofensives mamds ¥ paps? Morchaban todos bajo la ventana presidencial y se ohstinaban, contra tode evidencia, en ver en én poligrosa re- volucionario que tramaba en seereto una sucrte de “octubre rojo", 0 ul mencs ulgo simitar, y que estaba a punto de transfar- ‘at les escuelas en centros de acoctrinamianto, ¥ todo ello par- que queria aumentar el control en las escuclas privadas. bCémo detener tal multitud, qué vade retro esgrimir —Ie pregunto—on ‘estes condiciones? Mas de une hubiera tirado In toalla antes de tener que elegir entre perder In cabeza o la direccién, Pero el hombre tus una idea genial: tras un momento de reflexidn armé ‘un extrafto discurco del que anda parece indicar que incluso 61 !o comprendiera totalmente; aunque se le escaparon cierlos meca- nnlemos, obedeci6 a su intuicién yel resultado tuvo un efecto ful- inant. Ho equi, si nga la Jetra, al menos en esencie Ie peculiar renga que entonces compuso: “éNo estén de acuerdo conmigo y auieren decirme ‘no’? Esté bien. Yo, demécrata empedernido, loa comprando, Desafortunadamente no existe en la constitucién ningiin rocureo legal pare que ustedes sean escuchedos. Ahora bien, por el eargo que yo desempefio, mi cbligacién es volar por a expresién demoerética de este pueblo y quiero, en eonsecuencia, ‘quoustedes oetén on condiciones de poder decirme ‘no! si tal es su voluntad. Tras huberme sumergido en el estudio de los grandes libros de ta ley, no ho encontrado més que una sola alternativa para salir de este atollndero: la constitueién me otorga el derecho de someter arte ustedes las cuestiones sobre In propia constitu- ci6n, esf pues, considerando las cireunstancias setuates, aplaza ‘eda disposicién provia y juzgo que antes de tomar una decisién al rrespecto es oportuna reformar Ia constiluci6n. Por ello les hago elsiguientecuestionamiento; destin ustedes de acuerdo.on que el cempode accisn de tos roferendos ya no se restrinja a cuestiones constitucionales como hosta chore ocurre, sino que también ‘abarque fos nsuntos de moteria social?” (Recuerda usted, Logos, este peculiar incidento? DE 0103, ne QUE ExISTIO 1s No veo en 61 nada de extraordinario, Sogol. Esas personas pedfan wn referendo eobre In cucstién escolar pero como In constituciin no contomple la consulta directa al pueblo en tal materia, era necesario reformar primero In constitucién. Que esto haya dado lugar s intrincados dehates es Ia menos que puede esporarse de una democracia, puesto qus en ella nadie desea fo mismo; 4] jurista se pronuncia desde el fondo de Ja cuestién mientras que el politico quiere solucionar To més ur- eonte pare sacar vertaja del procedimiento; porsu parte el pe- riodista, so prelextodeinformar, divulga les querellas superti- ciales. Yo digo que oon este incidente vimos brillar en el firmamento politico de nuestra replica un fulgurante objeto unaria, Un ob- Jetobastante retarcido que, como ta, consiguié magnetizar auna rmiultilud bien eonatituida hasta decmembrarla y dispersarla—y esto inchieo sin considerar el caracterfstico desarden generado or lus diserepancias que constituyen toda repiblica—, puesto que finalmente, con ‘a cuestién dol referenio sobre el referendo, {toda Ia clase politica quedé envuelta en una marai y el esunto, desputs deheber incitato hesta al dltime senndor y habsr obiign- do al mencr de los juristas del pafs a emitir eu comentario, no tuvo seguimiento y 2 hundié débitments en el fango. He all un ago modelo, uns obra de soflstica digaa de Protdgoras, —2Que le permite ver, como usted dice, an todo eata un abjoto vunario? —El hecho de que, estimudo Logps, les palabras del primer m: gistrado francés procedan del mismo Juega que las de mi sobrini- to, Lo enancieréen una oracién: “yaque medicen ‘no! (en cuanto alas escuelas), s6lo basta que ya les diga ‘e{’ (en eusnito al rofe- endo)”, —Fste es un problema légico #610 para quienes pretenden ig- norar Ia cronologta; pues se necesitan ds tiempos para resol- verlo, na pélo uno, 6 DE_D108, DRQUE EXBTIO —No obstante, Eogos, 1a funcién que desempofia In prisa ne es més imperiosa en politica que en Isgica, porque tanto en un caso como en el otro es nececario decidir. Asf, Ia estrategia dol presi- dente do todos los franceses consistié en atrapar a los manifes- antes en su propiaimpaciencia. Desde el punto de vista constitu- sional Ie jugada era ineludivle: necesarinmente deblan comenzar Por decir “s{" justo.en el momento on que su urgeneia tes exigin docie “no”, y no es tan seneillo decir “sf” cuando una debe decir “no”, énocree usted? Es por eso que los manifestantes se detuvie- on, inhabilitados, y se desperdignron en pequefos grupos para cavilar interminablemente sobre la conducta a seguir: ddebemos decir “si” puradecir “no” o devemcs mantenernos en um “no” de- finitivo ounque incestenible en el marco de la ley? Asf, co cum: plfan perfectamente todes los condielones deun debate imposible en cuanto irresoluble; dcbate que, dehecho, séla conchuyé con ‘agotamfenta de esas tropas ineapaces dle estatair y con In disper- sign sin gloria de todos Jos que, on la vispere, hobfan exigide sin. udor au ley al soberono, Yo no dudo en pensar queen mediode todo este desorden so reveld alos hombres nada menos que Dios; pues, ési no del cielo, de dénde quiere usted que descfenda un objeto semejante? En esemomento todos creyeron en él, yan cie- gumente que durante tres 0 cuatro afies tuvimos un Gnico Dios, reeleetosin graves problemas por sufragio universal, quien, apco- veehundo su propio imputso, supo multipliear tos milagros como panes, —ICudinte albrozo, Sogol! Casi podsfa sospecharse que busca estos extrafios objetos sélo para intentar rehabilitar a Dios. ‘Sord que usted admnite In expulsién de Dios dees iluminadas rogiones de la Iégicay dea filosoffa sélo para resucitarlo coma un necosidad en las zonas un poco més tenehrosas del artilu- alo polftico? —Es todavia mis gravedelo quopiensa, Logos, Paraempezar, yo estoy tatnimenie convencido da qua no hay politien, no hay enti- dad colectivay no hay tnzo coca sin un Dios que asuma la enn- De BIO8, BE QUE EXISTIO ” cincién de ciertas expresiones a modo de antilogfas; éstas varfan segtin la 6pora, pero su forma general es ja y par tanto discerni- ble. Para continuar, fjese usted, yo jamas cref en Ia muerte de Dios en el campo de la flesofTa ni en el de la Kégica; sencilamente porque ninguna razén se sostione cin que tn paralogismo, un ea- tnstréfico sf-no se instale a perpetuidad en algin lugue. —iPor qué? ii todas partes. Coasidaré por ejemplo la confusi6n que earacteriz6 los actos polf- ficos al final del gobierno ds nuestro caprichoso presidente: con «lla e¢ puso de manifiesto que no basta ser profundamente con- ‘trailiclorio pare continuar slerde Dios eternamente; syadado por «1 éxito, 1 hombre que se habfa eonvertida on Dios gracias a su inclinacién natural por el discurso oscuro no supa conteneree ¥ aacahé por caor on sus propios enredos; usb y abusé det procedi- miento; primero soe alaté por su maestrin del equiva, mezase Is peucé de afirmor o ln vez una cosa y su eontrario; ast, lo mismo «que forj6 eu ploriacauss su pérdida. Alafirmar algo y desmentirlo cen [a migma oracién, a6 convirti6 en su propia carieatura: entre ind proclamaba tis virtudes del liberslismo, més denunciaha In ginraz6n del dinero; entre mis valoraba in ewestién piblica yla fraternidad, més herederos pordfa el prineipfe de respansabili- ad, incluso on ol mismo palacio presidencial,.. El climax fue eas patétion justifieacién del pasado qua to mezelaba todo: In Resis- tencia, la Colaboracién, la derechn y fe zquierda, No que un hom- bre a Jos veinticineo afios no hubiera debido equivocarse en nin- fin caso, pero el esunto éej6 el mismo gusto emargo que produce el enfrontarée con alguien cuyo recuerda de una época erucial es extrafiamente selective, coma si hubiera sido arreglada con pos- terioridad; e! nsunte confirms por otra parte que ain mantenta amistades de Ia épora de! gobierno de Viehy, toda ello dentro de tuna presidencia soctalisia que co declarabo, ademds, gustosn- mente filosemita La disolueién de lo rea! aleanz6, pues, su cima: ae DEDIOS br QUERNISTO podia afirmarse cualquier cosa y su opuesto sin mayores conse- cuencias. La jerarqufadivinasehabja convertido, asf, enuna casa de loces y la ciudad de Dios en un pandeménium. —iPero usted se refiere a una épocu ya eonsumedat —Claro, no obstante esa dicalueién de Io real se ha propagado desde entonces, parque nhora, el usted quiare ser clegido presi dente dederecha, lo mejor es hacer una campata mareadamen- tede izquierda, y ise le ocurrelaidende denunciar la exclurién ya fragmentacién social, de ningin modo debs olvidarsa do ebu- sar, tan ostentosamente come pueda, de los privilegios de que go- za s6lo aquellos que munca suften de esos moles, —He aqui, ugrupados on ta misron categoria, el prestiente de 1n replies, los fundamentos de la razin, Dios y su sobrinito, Qui mais ineluird usted en todo ceto? —ZQué més? Veamos... squetin enbeza que llega da ningunaparte cenlapelfeula £t centineta de Arnaud Dépleschin; a sorabrera que ‘vuela por los nires « lo largo de (oda in polieula Milfer's Crossing delos hermanos Coen; e! exjén vacfo de los estracturalistas; el fo- ‘némteno coro en fanologfa; los efectos de recurrencia narrative en Las mily una nockes, snc} Sheriock Jr, de Buster Keaton yen La Poa ptirpura del Cairo de Woody Allen; Ios cuadeos dentrodeun cuatiro como en Las meninas de Veldzquez o ciertos lienzos de Memlicg que inctuyen un diminuto espejo convexo donde so re- Aja in escenay;e} pasaje del teatro dentro ¢el teatro en Horntet; la tupa de! envase da quesocamambert marea Bon Révérend; elmo- mento en que las des muchachns idénticas so miran en La dable vida de Véronique de Krzysztof Kicsloweki; la paradoja temporal de Trescolores: azui, Blanco, mjo del misma Kieslowski; el sacrifi- io en la cbra de Bataille; ol axfmoroa antolégico de Bianchot; el ‘quiasmo en Merleau-Ponty; les anttfrasis y as antilogias en ret- rica; 2! estadio del espjodeLacan y buena parte desusobjeloafa- voritos: la botelle de Klein, Ia banda de Mabius, el objeto «; das De MOS, DE QUE EXISTIO 19 Fait en Heidegger y lox pliegues en In pintura tarroza; ta chadad en miniature de La muisica del azar de Paul Avster.. — Baste... usted sche, esa novela de Auster: el narrador entra en une habitacién donde hay une maqueta inconclusa del edificio que al- orga In habitacién donde 61 se encuentra, de modo que debe ha- ber dentro de Ie maqueta una maquots mds pequefia y dentro de cata diltima otra mis pequefia qu... en fin, es eomo Ia historia cerca de Ia Ley quee! abad le cusntna K. en EZprocese: un hom- bre espera frente a una puerta custodinda por un centinela, éste le dice que si pasa encontrard en cada nueva sala centinelas cada ‘vez mis poderosos... —Le digo que ya basta.., {Esté usted loco?, ia qué viene esta enumeracién sin fin de objetos haterdelitos queye de por ef no tlenen fin? —Se trata de crear una clase de objetos extrafios, una clase para atrapar “ovnia” culturales y simbélicos qua de hecho surgen con. regularidad pero que a todos sorprenden. —Mejor aclare entonces que desea proponer una nueva “mnito- Jogfadehoy” cuyo objeto serian estas “cosas” que sungieran de ese modo on In cultura, —2UIna mitologia’, buena iden, si; pora espiro a mis. Para empe- zar quiero preservar la perfecta heterogenefMdad de estos objetos entrestos precise questa clase inchuya objets grficos como os do Becher, objetos teGrices como los de Lucan, objetos teclégicos ‘como Dios, objetos narrativos como Jos de Kafka, objetos rante- méticos coma los monstruos de Cantor y de Peano, objetos gea- métricos como los fractales de Mandelbrot... Lirego, deseo espe- ciulmente poner en evidencia In necesidad que convierte a estos ‘objetos unarios en algo indispensable para e! ser discursive... 20 DEDIOS, DE QUEEXIETIO. —Asf que digame, Logos, -quiere o no jugar conmigo a delimitar el objeto unaria? —No, Sogol, por supuesto que no, Gracias Logos, sabfa que podia contar can usted, UL, DEL DIALOGO. Logos se detiene, seguidto luego por Sogol.) —Lespere Sogol, la iltima vez me promstié ef ciclo y las estre- tas y acubamos dando vueltas esmoradamente en un desoledo rinoén ain jamds despegar.' Usted se regucijabs, soguro de ha- ber descubierto un Nuevo Mundo: lo unario, centabs a voz en ‘rita, desde ol colmo del arrebato..."Tango algo que decirle, So- ‘pol: remuncie a sus caprichos lunares y entferre lo unario para siempre; {ome una caja, métulo dontro,séllelo, intémese.en el bosque y eave an fosn profunda, échelo ally edbralo toda con media toneleda de tierra... h,y para terminer, alvids el huger. iA qué viene tanto odio, Logos? 4Acnsa intenté domar lo una- rio... y suftié un desonguio? —Es posible. Se abisms en su interior, verdad? Mi texto se desbarataba mientras lo eseribfe... Todo lo que aasimilaba 6e transforreaba en su contrario... todose convertfa en ociosas antinomins.. an efreulos cada vez mie visiosos... —Noes loco quien quiore setla, Logos; sin embargo, usted no pa- rece ser del fipo que juega con fuego. —¥n eetoy curado,.. Fue una pesadilla.. Pero ahora digame, deructamente qué desen usted de mf, Sogol? —Sélo hnblor da lo unario, "Pues adids, {Acoso cree que puede librarse de sus demonios cendilgindorelos n otros eunndo a usted lo atormentan mis alls dela soportable? a cy DBL pIALOGO —Reflexione, Logos, ai s6lo fueran mis demonios, no podrion ser tembién los suyos;y mirese, usted ext tan afectado como yo, por tanto ton nuestros demonios, algo que nos faseinn y nos elude... +»-he hechoe! prop6sitodemantenerme en el planoestricta- mente lngica de ahora en adelante; camo usted sabe, el plaro Jégivose eleva mésalladeun umbral trasel que no existe dero- gucidn alguna: “Hay que callar aquolto de lo qua no se puede hubtar”!.. ese vieja y aztuto Wittgenstein: nadie como él para cerrar un. tratado de Iégica con ura férmute autotransgresiva y de aspecta muy unario... —Nohayen ellaninguna transgresién, es unaprobibieién ins- peleble:iquien eruce este limite, eale del mundo léyico! —Séta que esta prohibicién ea ya un modo de hablar de lo que no se puede hablar... Note que en todo caso, incluso si usted tomara tal prohibicién como su credo, ella no lo impediria en to absokata hablardeloque coustituyelaimposibilidad de hablar de ella: bas- tarfa con que usted formulara su diseurso como un sermén de ‘cologta negative, ast podria nombrar hasta quedar sin eliento fo ‘que Dios noes, sin por ello dejar de eatisfucer Ins exigencins desu ligica, Ast pues, hablemos ahora de eso ue hace imposible hablar de lo unario: ocurre quejusto en este momento comprendo final- ‘mente por qué no se puede hablar de lo unario; debo cenfesar que yo tembién he intentado cefir lo unario a formulas y, ésube que ‘me ocurri6? —No quiero saberlo, Me ocurris lo contraria quo a usted: cn mi caso todo setornaba insfpido, sin relieve. Partfu de formulas sorprendentes y sélo me condusian a banalidades; con un gran esfuerzo lograba extraer ‘un rosario de dinmantes desde ct fando de un escondrijo oculta ‘en un terrilorio hestil, mas al abrir Ia nano vefa, con los ojos desorbitados, que sélo ora arena lo que se dostizeba... pen pidLodo 2 —Renunciomos pues a perseguit una quimera... —Es verdad, uno sclo no Io eonsigue, -..¥ admitamos de unn vez por todas quenio se puedeescribir ‘nda valioso sobre lo unaria sin oonvertiree al instante en su ‘flere y quedar aturdido, —Cierto, una sato ne puede, —"Uno solo”, “uno solo”, Zinsinda acaso que entre dos serie més ficil eonseguirlo? —St, yo Io insto, mf buen Logos, a eventurarnos en wna nueva travesia... Sogol retora la marcha, seguide inmediatamente de Logos.) Hace tiempo, mientras usted y yo charldbamos del mismo modo en que le haremos hoy, logramos cuptar el insélitobrillo de un astro que claramente escapain a Ins Leyes nnturales y desem- pefiabaun importante papel en el conjunto de la constelacién a a que pertenesfa, En resumen, durante nuestra converscelsn.ante- rior nos parecié que tanto en los nsuntos hunanos en general, como en et ciscurso en particular, existe un punto ciogo, una pa- radoia pura, un temible paralogismo del euel proveten todos los sujotos, tanto por Io que respeeta neu ser uno mismo como por lo que respectn usu ser-en-conjunto, Convinimos en que paraapre- sar ln cseure claridad de este astro, elaridad tantas veces presa- guda por Ia literatura y la Gtosoffe, no recurrirtamos a los artiG- cios dota roligién o dota magin; no huseariamos el rombre dour :ngevo dios sino una (irraula casi matemtica. ¥ asf pues, nos abo- ‘eamos a dicha tarea, cada quien por su cxenta, armaios con nues- tros caprichos y nuesires temperamentos propios; usted con 5u ‘amor por el orden, por Ie cadsna argumentativa y por Ia perisio, ‘yocon mi gusto (inclerto, lo reconezeo) por el merodea, por la im- Provieacién, por el dieperate y por Ja {6rmula conturdento, Un Justro més tarde tos resultadns son exiguos. El ealmo es que us- ted, el més elaro de tos dos, dispore de... deufintas paginas? —Tresoientas... a DEL DIALOGO —.. tressientns paginas de notas en ns queel galimatias compite con el doble tentida y la amfibologfa con el equfvoco; mientras ‘queyo, el mas oscuro de los dos, dispongo de otras trescientas pt- gines Henas de simplezas, banulidades y soberanas trivialida- des... Yaes tiempo, Logps, de poner fin aesta grotesca eituacién, pero no cejando en los esfuercos como usted pretend, sina regre- sando a tuestras naturalezns respectivas, A m{ me gusta desviar- me, pero admite que estands a soles no lo consigo, En cuanto a usted, a usted le gusta reintegrarso al eamino, pero aislado y o- ducido a sus propios medios no cbtuvo mayor éxita quo yo. Ast pues, yo necesito de usted, el hombro mis recional del mundo, para extraviarme, mizntres que usted necesita de mf, o! hombre nfs desatinado, para ubicaree, —No soy el hombre indicado para esto, Sogol. El oficiode un respetable profesor, oficioal que estoy resuclto aveirma an lo sucesivo, se Himita eetrietamenio a ayudar a jévenes confundi- doaa disponer de algunes puntos de referencia; mas de ningin ‘modo tengo les faeultadea para desviar a pereonas como usted ‘queyacon muchos trabajos consiguen no perder su equilibrio, Es0 lo honra, Logos; pero yo s6lo necesito de usted para organi zar mi extrevio con cierto método, eon arte digamos... —No veo par qué este “método” tenga que paser a través de mt. Eis muy simple: necosite que usted me impida ir en una diree- cidn espectfien para dirigirme justo hacia alld; necesito que me dboga una objecién para yo intentar pasar precisamente n través desta. —éPero por qué? —Porqueme basta que alguien que no een ye usumael mandode "Urs0 y que ese alguien sea-un otro que pueda desempeiar dicho papel sin repares, para que entonces me sienta como libe- rail EL DULOGO. a dy luogo qué? —Lurogp puedo dirigirme hacia otra parte para ver si estoy at. —EY qué guna usted con es0? —Que a veces efectivamente estoy abt. NorAS | Vase Dany Robert Dufour, Le Bégaiement des maitres (81 tartamnico de loa maestros}, Fr. Bourir, Par‘s, 1988, 2 Ludwig Wittgenstein, Traciatus fogico-philosephicus, Gallimerd, Paris, 1981, Ill. DE LA DEMOCRACIA, —Sogol, procede usted equivocudamente: me ruega que lo neompafie y antes de que acceda a seguir sus pasos usted ya feauncia de nuovo sus intenciones de divertirse con estas fu- nostas inverafones unarins: estar aqut y allé al mismo tiempo, repicanda eampanaa y en Ia procesién. Usted comprenderd queen estas cireunstancins yo también me veo tentado a diti- sgitme hacie otra parte para ver si estoy aht...Si huyo de lo una- rio como de fa peste es precisamente porque deseo eviter esos movimfentos intempestivos que transforman cuelquier peuse- miento un poco estructurado-en mera chanza, Lounariointre- duce en el corazén detoda sistema demostrativo y ergumenta- tivo une serie de definiciones catastréfieas que en el acto 2 propagan e invaden todo, En vez de consumar, en ver de con- luir, la proposicién unaria suspende indofinidamente toda condlusién, cava en el interior de wn sistema un hueco para lo incomploto, para to no resuelto, para la incertidumbre; de Ia proposicién unariaemana el fantusma absolute de todo pense- miento organizado: el fentasma de la regrestién el infinito, —Sey det misma perecer, Logos. Escuche, lo unaria es asf: usted cabo de construir au nueva casa y para terminar de acomodarsa dla Ie falta colger su nutorretrato en medio dz in snta; (oma us- ted, pues, un martilloy ee disponea clava, pero inesperadamen- teelclavo rebata de la pated y le da en el ojo, usted deja caor on tonces ol martille que aterriza sobre su pie, por el golpe en el pie Usted ene de In eseelera, pero ésta nrrastra consigo el... Yo sil digo que cuando utiliza una definicién unaria, est empleando on reatidad une des-finieién, en cuanta quede-fine, esto-es impide el fin, imposibilita is conclusi6n: ast eu sistema 6 OE LADEMOCRACIA a ‘se ahueca con reednditas invagineciones que proliferen hasta tornarse en... .-y Ia escalera arrustra consigo el librero que, al volcarse, exe sobre el piano de cola; 6sto,con el impaeto de semejante masa, £6 desplome brutalmente y al hecerlo sptaste Ia vitrina que... —... monstrucsus proliferceiones... En efecto, nsf funcfone lo unario.. —.. como en unapelfcata del Gordo y el Flac, fo unarig eset mo- mento en que la menor intervencién es eapazde desencadenarca- tdstrofes en serio, (Le gustan las pelfeulas de Stan Laurel y Oti- prefiero a Sicrates y Gorgias, a Agustin y Adecdato, el “yoy ol "hi" de BY sobrinode Rameau... Sino le molesta, pre- Geroquecarme conestos personajes. Estoy dispuesto asutista- eer su juego de objeciones y respuestas pero no un delirio de- vastador a dic; carezco del telento para ello y descontffo de su utilided en et ejercicio de te filosofia, No obstanteeso és Io quepermite regresar al punta de la discus slén. Tomemos un ejempla al azar: elf, éigumos, Ia manera ca- tastrifica en que! célehre diio Stan Jakabson y Oliver Benvenis- te acabaron por definir el “yo al final de la déceds de los ‘auarenta; hey diversas versiones do esta definici6n, por gemplo: “Yo" designe al que hebla e implica al mismo tiempa ua enuncia- doacaren de! ‘yo", o también: “Yo significa ‘la persona gue enun- sie Ja presente instancia del discurso quo contiene yo", lo cual por mi parte resumo mediante ta frase “es yo quien dice yo". —2Y qué hay de catnstréfico en esta definici6n? —Lo siguiente: on otros tiempos siompre se pudo,o se supe, del air el *y0" par otros medias que na fueran él misao. Los granites textos de In literatura univorsal se complacen en anunciar esta Aependeneinoriginel del hombre, Considere, por ejemplo, el Kete- siastés que persenece juntocan el Cantar de ios cantares al grupo 3 DELADESOCRACIA de los Cinco rolios que #e leen ent Ia sinagogn durante las estes Judas. ElekktFsiastés, estoes, el individuo quetoma te palabra en una asamblea del pueblo, proviga una serie de méximas, entre ollas ln eélobre “Venidad da vanidades, todo es vanidad”, y eierra at discutso con esins palabras decisivas: “Fin del discurso: tras eccucharlo entero, teme a Dios y observa sua preceptos, pues ea eselhombre todo” + Considere ahora a Desenties en In tercora de Jas Meditaciones metoftsicas: cuando me pregunta e mf misno na puedo conocer masque tna cose, “que dependo da un ser diferen- tede mf”? una sustancia infinita e Ja que Descartes da el nombre ae Dios. Basta un epresuracto andlisis de fos modos de referencia. ‘que presenta Ia historia humane, para pereatarse de que el “yo” ‘ora an sujeto en cuanto referido a ta Phyais 0 al Dios tinico 0 al ReyoalaRepitblice, es decir, al Puctto, En el sigh xx tombién tu- vimos el héroe proletario que se referia al Padrecita de fos pue- dhlos,a incluso el apuesto aria, sujeto de! Reich. De este manera se han constituido imperios, Estadosy mundos, en cada ocasiéncon derrache de sangre y de légrimas, a veces ninén de ciertos salve- Jieraos memorables, ya. que asf es como s2 pagan les pequefias y grandes euforins provocadas por le Negeda de tal o cus! sujeto, En elcorarén de cada sistema de pensumiento, te cada formn de tre- bajar, de construie, dehsbitar, de consumir... se encuentra el ras- trae la definicién del “yo quecaila uno deesos mundos intent6 promorer. Si usted desmenuza cata épocn, descubriré una locu- 1a, convertida en certera, que sostiona In definicién precisa da este “yo”. Por definicién precisa entiendo el hecha de que siem- pre y ea tod lugar este “yo” habfa sida definido por algo diferen- tede af mismo: por la Paysis, por e} Rey o por la Repiibli —Quizé, Sogol. Pero usted parccedesdefiar ln esencial hetere- geneidad de estas modalidades do referencia, dXeaso nogard ue definir un sajeto mediante la Physis, mediante Dios, me- diante el Rey 0 mediante at Pueblo, da como resultado eustro sujotos diferentes que habiten en cuatro muados sin comin denominador? DELA DEMOCRAT 2 —Con gustoestoy de neuardo on que resulian euntra sujetos dife- rentes, Logos; ¢ incluso podria ayudartea precisarde dénde viene su diferencia. Viene de la distancia, —!Qué distancia? La distancia entre mf y lo que me fundamenta, Logos. Si hipo- (éticamente supusiéramos como correcta esta rudimonteria ma- ‘era de enumerar lo que me define (Physis, Dios, Rey, Pueblo) se yeinmedietemente que !a distancia quevade mf aloqueme fun- dnmenta como sujoto se reduce conforme pasamos de un caso 0 atro, Entro Ja Physis y ol Pueblo, pueden delimitarse ciertas éta- pas clave para la incursién del Ser en el universa de lo amano: se trata, a saber, de Ja distancia maitiple, iamediatn 2 insondable delos diozos del instante encl caso de In Physis; deladistaneia in- finita des trascendenciaen el caso del monotefsmo;deladistan- cin mediadora entroc! Cislo y la Tierra representede por 2! trond enel caso dala monorquta; de In distancia intramundos ontre el individuo y la eolectividad en el easo de a repiibifes.. Veinos que ‘em todos estos casos In distancin a pesur de redueirte zohamante- nido, Ahora bien, deseo discutfr con usted precisamente e] mo- mento en que de alguna manera fe distancia se anulé para con- vertirse en distancia de sf 9 sf, Efectivamente, todo eo invierte cuando osamos definir e! “yo” no mediante un otto, cualduiera ‘que éste fea, sino mediante 61 mismo: pasamos asi de una defini- «ign binarin del “yo" que corcesponideat tipa "A est definido por 8" 9"x 96 Ranci6n dey” (en donde hay una rolacién entre dos tér- minos) a una definieién de un solo términoo unaria del"yo", que ea una proposiciéa en ia que el aujeté de la oracién se repiteen et ‘predicado, como ¢s el eas0 del “yo” en el enuncinda “es yo quion ico ¥ —Es0 08 lo que yo por mi parte denaminaria una dofinicién cu- torreferencial del “yo"; y en efecia es deempleo relativamente reciente en Ja definicién del sujeto, Anteriormente no sale em- pleaba més que para designar ese Otro al eual el sujeto era re- 0 DELADEMOCRACIA ferido: Dios era causa de si mismo, lo misma el Pueblo. Cuando estaforma de definicién se transfirié al sujeio mismo, seanuls In necesidad de referenein aun segundo término, Siusted Neva su ergumento hasta este punto estrictamente, Sool, esto es, hasta Ia autorreferencia, yo estaria dismuesto a suscribir sus observaciones, —Rue sea unario o autorreferencia! es wn problema que habre- nos de resolver mds tarde; por ahorame basta su consentimiento en cunnto al cambia de paradigms on la definicién del sujeto, Ds hecho, en este momento no me hace falta ningda otro elemento para conjeturar que In apariei6n do una definicién autorreferen- cial, después de todas Ins definiciones referenciales que marcaron Inhistoria de la humankind, sefial6eladvenimicntadeuna nueva yy Wtima forma histérice: la dersooracia de masa, fundada sobre ‘un sujeto enteramente nuevo y juridicamente auténomo, —ZAceso intontard chara sacar lustre m ose armn seereta de} famoso fin den historia? —En ciorto sentido f, lesaco lustre, Logos. ¥ espero quebrilla Io suficiente pare querevele una relecién nesesaria, no sélocntro Ia democracia y el fin dela historia —nsunto ya conocido—, sino 6o- Ibre todo entre la demceracia de mesa conetituida por eujetos juri- ddicos awténomos, ei fin dea historin y Ia definicién autorreferen- cil dal sujeto, Notable prospecto, Sogo yu fo creo; pero, 2cémo establece ta relacién entre Ia nutonomta juridiea, que en efocto earacteriza al syjeto de Ia democracin de masa, y ia definicién autorrefe- rencial del sujeto? —Alnfirmar simplemente que le autonomtajuridice del sujete no esmés que {a oplicacién a escala loca! de una propiedad més gene- ral que define al sujeto, En lo sucesiva al sujeto no se define mis aque a Lravésde ef mismoy esto evidentemente trac enormes con- Becuentefas précticas en los planos jurtdieo, ecorémico, politico, cultural, ete, Puedo decir inclueo queestaconjuncidn se percibird DLA DEMOCRACTA at mejor i fijamos el momento preciso de In aparicién ds este nuovo sujeto juridien. —.. el advenimiento de Ie democracin de masa debe fecharse a finales do [a segunda Guerra Mundial, —St, y le ruego tome nota de que es tambidn en ese momento ‘caando Benveniste y Jakebson, que no eran indiferentes a dicha guerra, producen su nueva definicién detsujoto. Esen 1946 cuan- do aparece an el Hulletin de ta Société de Linguistique ol primor articulo de Benveniste dedieado a ta “estructura de Ins rolaciones de personn en el verbo” y es en 1950 cuando Jakobson presenta ‘dos comunicaciones sobre los shiftera y Ins categorias verbales. Dichode otromod, la invencién més importante del siglo en ma- teria de definietdnidel sujetose prodajo al eonchir Ia guerra mun- dial, a segunda de la serio; como si para que sobreviniera esta ‘nueva deffnfeiGn hubiera sida necesnria ese gran apocalipsis mo- dorno de los campos de concontreeién. ——Vayamos con eatma; Zqué relacién ve usted entre el surgie imiento de este nuevo sujeto y ta segunde Guerra Mundial? Cierto, Ia hummanidad inverté algo revo con Jos campos de concentraciéa: esta vez no se conereté n sestener uno de esos eternos conflictos de usura a fos qua era tan afecia, sino que emprendié una aventura tragica © inédita en Ja que los kom- bres e@ exterminaban a sf mismos. Seguremente hey en ello una forma bastente siniestra de autorreferencia, pero, Zeudl es cexactamente el vinculo entre este succsoy in nuova definicién el sujet? —Simplemente el siguiente: después del fracaso de Ia altima de Jas definieiones referenciales,nacié In dofinicién autorreferencial dol sujeto. Entiéndase este ditima on ol sentido mds fuerte ded ‘término:ladefinicién que lausura et cicla de Ins definiciones re- ferenciales es on efocto la més inicua ee todas, Ia peor, porque se construe e partir deunn fontasia que desafia la razén on general ylaroz6n moderna en particuler: a fantasfa de fa purezs racial? 2 DELA DEKOCRACIA No quiero decir que noencontraremos otras definicfones referen- sinles después de ésta; sahemos bien queinchuco en este momento estén alcanzando su madurez algunas que reivindican ta etnia, un Dios exclusivo, In patria, la regién y no sécuintas otres cosns, iodasellas igual de virlentas, Pero ellona itmpide que estas defi- niciones haynn perdido ya su Quncién de motor en Ia marcha del mundo, no son més qua indicadores, funtasmas de definiciones anteriores, tan desearandos como encarnizados, pero capaces en todo caso de seguir merodcando el mundo, No soy expertaen psicologfa de fantnemas pero juzgo que st ‘acta de defuncién de Ies definiciones referenciales del sujeto es demasiado spresurada. De hocho ain hey al menos una de ollag clavada en el corazén denuestra époea y definitivamente viva: édénde deja usted ol actual y ton notable ajustemiento de! eujeton las caprichosas varinciones del mercado? El merca- do ineluso el supermercado remplazan hoy a la Iglesia en ol vineulo social, alt se Hega y se comulgn en fumitie. Es por ello’ ‘que cada ver mas supermereades se abrinin los domingos: es en ia kermés mereantil donde ahora el buen pueblo iré a misa, Entiendo por “mercado” ol fenémeno, hoy en din suficiente- mente consumado, sogin el evel todo io que usted pueda desear debe encontrar su solucién en la mercanciu: tanto en usuntos privados como en los que elevan la éultura, Ia edu- cavién, Ia salud... Vivimos actualmente e} momento de In “mercadotecnia demosrdtien", es decir la época on que In esfe- rapolitien de ta domocracia es iewedidn por a tégiea de lamer cancia. ¥ ya que o uated Ie da por vaticinarel futuro, progimte- se e6mo se Heng el mundo eundo alguna de sus partes ce vuefu, Enel vacto que dej6 el immpertoromano se impuso Cristo como nuevareferencia, y, qué felo que ocurrié hace poco con Jos ex paises del bloque oriental tras la imp'osién de! imperio comunista?, Zqué ocurrié con los pafses de dietadura militar en Latincamérica, por ejemplo? ¢Se Henaron siibitamente de democracia, como lo suponian Jos buenos emos? Quizé s6lo con DELADEKOCRACIA 33 dosis homoopéticas.., pero de mercado si quesellenaron y con Hlenaron de mereado ¢ inelueo de mer- cavlos méltiples que dependen de todo tipo de mafias. Cuando cen nuestros dfas el vinculo social re vacia de eu sustencia es esta nueva definicién de! aujoto a travésdel mereadola que in- mediatumente toma st lugar; y #f esto no ocurre,entonees se agudiza la decadencia; Ins opciones, pues, ee reducen amerca doonnda, Estamodalidad de referencia, originalmenteformu- ada por Smithy corregida por Keynes, que preconiza un mer- ado exento de toda prohibicién y que imputsa fa inversién de capital, ha inundado of manda durante la Gltima déeada, ako- ra fluye desde Ins superficiales olendas de yuppies en Wall Strect hastael més recéndite fonda marino de una China, raja e6lo de vergivenza, para desembocar en un capitalismo triun- fante digo del solvajismo tipico de le acumulacién primitive: a “cultura publicitaria”, o! fotichismo exacerbado y 1a expec- tacularizecién de In mercanela, incluso en !us retaciones pri- vadns y pablicas, se ven acompanades de la concomitante creacién de inmensos ¢jéreitos de reserva que consisten en una fuerza de trebrjo desarreigads, carentedeterritorio, precaria, marginada y a menudo condenada a te autodestruccién... dy todo ello por medio de qué? De la mereanciu auturalmente, que, come el dinero dela droga, pucdo ser lavada con bastante facilidad y convertida en eapital dehuena ley. En fin, dest us- ted seguro, por una parte, de que debernos considerar esta ‘nueva modelidad do referencia como insignificante y, por le otra, de queeste capitalisma re lleve bien con Ia democracia? —Me ngrade cuando go toraa otta vex marxista... éSe refiere us- {ed al desenfrenado liberaliemo de los anos achenta? st. —Deseribe todos los efectos perfectaments pero me teme que se equivoca on cuanto a su naluratere; pues el predominin chsolute de] mercado, lejos de representer un mueve definiciéa referen- 3 DELADEMOCRAGTA cial, s610 es ponsable com Ia eulminacién o el triunfo absoluto de la cutorreferencia: ef liberalismo ealvaje no puede prosperar mds qua on of contesto de Ia autonom{a juridiea de un sujeto méximo que escapa atode requlacién....l fguel quelaautonomia Juridiea, la liertead mercantil, eventustmente tetal,ea la apliea- ci6n socineconémica de a definieién aatorreferencial del sujeto. El liberalismo aparece cuando el sujeto ideal, que se refiere a sf mismo, puede lleger a considerar coma Gnica autorided su propia autonomfa, al grado de que ésta se transforma en fa libertad dal obo encerrado con Tas ovejas, —2Quicre usted decir que a partir de entonces es en nombre ea libertad que nos etribuimos e! darecho de someter a los otros? Es casi peor: si usted no usa su libertad hasta abuear de ells, ‘entonces sevuelve culpable, ce convier‘e en un mal ciudadano i copuz de emprender y de hacer fructificar sus bienes, en un ser virtualmente condenads a vivir do In limosra ptblica. 2Acasa nuestra épocano cefiela como malos suetosa Tos que no oxpletan sus derechos, entre ellos ol de someter a los otros? Siempre va un grito do indigancién contra nquolios malos demécretas incapaces de sacar provecho de tu Hiberiad. La democrécia es el primer négi- men en el que la libertad puede subyugar. —ZEntonces est usted en contra de tu democracie? —Impostbte, Logos: usted sabe que In democracta ss alimenta de tu propis eriticay lo hace tan bien que al estar usted en contra de ella no consigae mis que proharla; ahora bien, entre probary uprobar la frontera es muy tenue. La democracta, primer régi- men on el que la libertad puede eubyugnr, ea también el iltimo, sendillamente porque no puede usted salir de ella: si desea, por ‘ojemplo, combatir el fiberatiemo salvaje engendrada directamen- te por la democracin, no podiré hacerlo més que abogundo par lo quelle faltaa ciertos sujetos, esto es, In libertad, fo cual no es otra DE LATENOCRACI 35 coan que el principio basico de In damocracia. Qué puede usted hacer en contra da un régimen el que no se le puede atacar mis que blandiendo sus propios principios? Neda, como no soa con- vertirseen un fundamentalista y dinumiter todos los sfmbolos de a autonomfa juridica del eujeto. —Parece usted creer que esta liberind es un prineipio filantré- pieo. No obstante, faltaba tan s6lo dispaner de muchos sujetos libres, es decir ton libres de enriquocerso como do ser despoja- dos de todo, para instituir et reino del trabajo, del capital, dela mercancfa y del mercado, —Seguramente tiono usted In razén, mas cualquiera que cea ol motivo, a libertad se halla en el corazén dela democracia. Biand- lisis marxista, medio de undlisis penetrante det cual hace unos instontes usted reanimaba las conizes, ee fosilizé procisamente porque confimndié Ins tendencias deIn democracia capitaliste con 1a fatalidad, Las inclinaciones naturales del eapitalismo (et impe- inlismo, ol liberaliemo, inchiso cierto peuperisma...) son innega- bles, poro (ambién con ollas mismnas objeto de luchus y de incesan- tes adaptaciones internas en faneién de una tendencia contraria que halla su fundamento en ef hecho de que el capitalismo eélo puede sobrevivir mediante Ia incesanto rehabilitacién den auto- nomfa juridica del sujeto: Habeas corpus, libertedes piiblicas y privadas, ete, Cuando usted sevate dela iberind para combatir 1a libertad excesiva, eso se llame igualdad que interviene como re- gulndor de Ie liberted; es ineluso el artfeuto primero de In Decta- raciéa de los derechos del hombre yeel ciudadano, Resulta, pues, que toda este eatedral doseansa sobroun éstrocho dpice: existeen 1 corazindel lberalismo salvaje, negador delibertades, asf como ena tendoncina la regeneracién constante deta idea de libertad, una misma definicién autorreferoncial dat sujeto que hace de la democracia Hheral y del capitelismo un sistema autotransgresive includiblo; si usted encuentra In solucién acertada para superar- to, avtseme, 8 DELADEMOCRACIA —Usted haba de individuos euténomos, pero, Zeémo pueden rerlo, incluso en poca medida, si dependen de giguntescos 6is- temas econ6micos inextricablemente enmarafindos, de formas politieas cada vex mis complejas, do teenologias y méquinas tan eofisticadas como indispensabies sin las cuales ya nadie sabe vivir2, 6edmo podrfan tos individuos contar con cualquier ‘autonomta si las bases politicas, materieles, econémicas y t6e- nicas decu existencia se les escapan y todos sue aetos som for- 2zados por reglamentos, normas, téentcns, productos, redes...? Los megasistemasen los que evolucianamos son los quesehan ‘suelto axténomos, nosotroano. Hn lo tocante auionomta, ¥i+ ‘vimos bajo su totat dependeneia y na somos més que sus servi- Jes pacientes y, afado, somos ademés ignorantes: ihasta los mds reeonocidos expertos se ven perdilos cunndo ge trata de interpretar Ja minim tendencia de estos sistemas! £05ma ‘quiere usted, entonces, que los que los padecen se supongen eutinomor? —Pera si es precisamente, Logos, esta cada vez més estimulada integrncién de bases econémiese, materisles y de toma de decisio- roa de Ja cociedad 1a que paradéjicamente produce individuos eada vez mis auténomes. La inmenza y palppble dependencin 2s cexactamente lo que permite y sostiene la formidable autonemia Jurfitiea que han adquitido los individuos. —’Sostione usted entonces que la dependencia material y cco- némica produce le autcnomia jurfdica? Pero por supuosto, Grecins al grado de desarrollo eleanzado ‘porlas bases econtmicas, téonieas y materiales de las grandes de mocracins preindustriales, ahora cada qution reina en un reino miniatura donde dispone de medios infinitamente superfores a lea de un emperadar romano, medios de satisfacer sus necesida- dea vitales, medios de tener acveso instaaténeo a todos los laga~ ‘es y & todos los conocimientos del muncio 9 de eanvocar el exte~ ‘ior en eu espacio privado, Antes era indispensable la presencia DELADEOCRACIA ea fisica de otros individuos para realizar la que ahora ea posible cfestuar celo; antes ara necesario, pues, encontraree con el otro zara establecer con é1 eualquior tipo de relucién. Hoy, puede us- tod componor unasinfonia a sosenta voces y escuchar inmedintn- rente tanto el conjunta como eada uno de lossesenta instrumen- tos por teparado sin nocesidad de saber tocar wna zoto de estos {nstrumentos, (ado ello gracins a tres diminutes méquinas que podrian cabor on una malote, Por aupuesto que se zequiri6 ce mi- Jes de personas que construyeran Ins reds y los productos quele ermiton a usted consumar semejante prodigio, pero ecos indivi ‘duos se han vuelto transparentes. Ahora, uno se halla solo en el mundo, rodeada por relasiones que han sido depuredes de toda dimensién interpereornl; cada quien vive en un reino privado donde hace las veces de sefior absolute y, eda vez més a menudo, ¢8 también el nico sujoto. Ln culturay la democranfo de masa in- dividuatizar: diminan las afiejas solidaridades y hostilidades para no dejar mis que individuos eclos consigo muismos. Esta ten- dencia ola individualizacién ha sido perfeelamente evidente des- ée la invoncién de In democraeia de masa, So refieren! caso detos Estados Unidos de América después dola segunda Guerra Mundial? —En efecto, allf se invent6 on apenas un lustre e! modo de vida ‘que pronto se convertiré en la referencia absolute para todo el planeta y que se caracterize por In extraha alianza de Ta méicima eutonomfe jurfatea y 1a méxima dependencia econémica y mate- ial. Entre tos olementos da base que componon esta singular zelaci6n entre outoromte jurfifea y dependencia eccnémnico-tma- terial posiemoa mencionar: el complojo habitactonal en los subur- bios ée una ciudad (un tol William Levitt se pone a constrair por todas partes sus Lecitt fowns con casas de bajo costo ¢ idénticas entre sf), las grandes extensiones de terreno (en 1959 cierto Eu- gone Ferkauf nadquicreuna parecladedieada al cultive de patatas y le viene entonces ta visionaria idea de un centro donde pueda ‘eomprarse de todo sin tener que abandonar el luger: se erea s ELA DEMOCRACIA shopping center), \n comida répida (los hermanos Dick y Mac MeDonald inventan la hamburgueea en San Bernardino), la go- neralizacién del automévil, la pildora anticoncoptiva (ideada por Gregory Pincus on 1945), ol peder absoluto, ¢esdelamaviana hns- ta lnnocho, do in telovisién.. Tome usted estos ingredientes, mézclelos hion, incarpore un indice considerable de desarrollo, Iuego vaya afedienda a serie deprétesis neoesarias y obtendré la soviedad de individuos, es doci, In individualizacién purgada de eualquier dimensién intarpersonel, que enracteriza In democra- ie de masa, —Atin no ha mencionado que el edvenimienta de este forme ‘tuve lugar en un clima politico muy particular, el det maccar- thyismo, es decir, ocurri6 en una atmdsfera de odio visceral contra el comunismo que prevalecia en tos Estados Unidos del final de Indécadade 1940 yel comionzodeladécadade 1950, —Gustosamenteacepto su observacién,y es que pienso quelade- ‘mocracia de masa es wn modelo de reacci6n que s6lo so justifica como une tentativa de crear individuos, y 1 1u postre una socte- dad, que no puedan eer tentados por el comunisma; es precizode- jar claro aqut que dicko modelo gané la partida, —Diganos que s6la Ja primers mano; mas no por ello debe concebirse Ia demoeracis como tin lugar en el quetodas las for- ‘mas de Ic libertad pueden expresarse uw sus anchas. Hay evi- deneins da que sobre el sujto todavin pozan doterminaciones includibtes que en gran medida abrirman su autonomta jaridi- co: ya to affrmaba Montesquicu: el otrolimita de ralz mi liber- tail, ef Estado sigue imponigndome elertas abligaciones y, 60- bre todo, puedo ser victima de les profundas diferencias de clase. —Es certo, mi libertad ze topa con Itmites, hay conflictos, pero estos conflictos son deuna naturaeze diferente. Ya noalimentan Ja flusién deque yo podré algin dfs, miso menos préximo, acabar etna ver por todas con estas obligaciones. Los uiltimos afios han DELADENOCRACA 80 prosonciaio la muerte de Ins grandes profectas politicas escatol6- gieas que anunciahan Is confrontecién, en franca y terminante batalla, do ciertos torritorios éolimitados hace mucho tiempo. Hoy Ine fronteras de clase se han desplazadio, ladiserepancia més profunda es nquella que existe entre los que portenccan B este muntio de individuos y los que sa han quedado en los mérgenes del mismo, una moza fluctuente, sin rostro, exenta del somati- iientaa lus bases econémico-materialos pero excluldade!uauto- noma juridica, Estes iltimos no tienen nada, ni siquiera, coma al obrero de antes, los medios para sustentar e! menor canilieto; ban regresadon lasterribles condiciones de la Yacumulacién pri itiva’’y figuran, como masa errante, disputestos a toda, n veces a to pear. A esta no-clase se opone la clase democrdtica; en cl inte- rior do ésta Ins fronteras so han complicado y, en parta, se han compenotrado, aunque sea.s6lo por el fendmeno del salariado que Igjos de ser abolido se ha generalizndo, Este conjunto se ve atra- vesudo por otras divisiones, de generacién, de sexo, que trazan It reas fronterizas méviles. El hecho més notable de las dermocra- clas postindustriales es que los que pertenecen a este canjunte vivon cada vez:menos on una sociodad de grupos ydeclases y cada ‘vez mis, eomo ya lo mercioné, en un fragmentario mundo dei ddividucs, individuos quecoenfrentan unos con otros sia pacer es- perar ningiin tipo de solucion terminante, Presonciamos, pues, el fin del concepto do fino, mds bien, clfin ya estebs aqu{ pero no lo habfamosniotado, De elle resulta que en le democracia uno se.en- ccuentra con ol Otro cada vez menos bajo las formas on jas que go- neralmentenparects, y exnndo une se encuentra con elotro es, as més do las veces, para enfrentarla coma d otra entidad tan autor céntriea como una. Ahora bien, sin ese Otro que promete una so- lucién final, no queda mas que una internalizacién dd conflicto, Tocual aceleragrantemente la privatizacién delos individuos que estén obligades a vivir habiendo renunciad a la posibiliéad do cambiarlo todo, forzados a neoptar un prineipio de desposeimien- to, de indeterminacién, de irresolucién. La democracia es un con- junto impreciso, leno de divisiones pero ain diserepancias, en el «© DE L§ DEMOCRACIA quo las fronteras elésicas ee ramifican como un objeto frectual al irrado de penetrar el interior de losmismos individuos. Ast es que von fa autonam{a juridica del sujeto sparese un nuero cansancio, ol del individu emnneipado pero cbligado a deseubrir, en ef mo- mento de forfarse n sf mismo, el conflicto consigo mismo. Es este nuevo malestar el que me gustarfa explorar, un malestar no psi- colégice sino estructural que eurgeen el punto exacto de enewen- tro entre In autonomia juridica y ta dofinieién aatorroferencial del sujeto, es decir en el punto preciso de la més {ntima experien- cin ontre ser enconjuntoy ser tno mismo.’ AN se concentratodo, Logos, en osa extrafia conjuncién que ha hecho que nos convieta- mos en un pueblo de tinicos, —iNo es ésa unu exprosién do Valéry? —Enefvelo, seencuentra on la “Corta a un amigo” que figuracn Elsefor Tesie.*Un “puchlode tinicos; este giro en forma de exf- moron no es deningin modo fortuitoyaque en ese breve textode Juventud Valéry se cuestiona evbre la extrafia sociodad que los “seres esencialmente singutares” podrfan constituir. El “pueblo dednicos” se define come el lugar donde “reine ln ley de hacer lo ‘que nadie jamds ha hecho y que nadia jamds hara (..1 Viven tan s6lo para conseguir y prolongur la itusiGn de estar sclos [..] Coda cual funda su existencia en la inexistencia delos otras pero deben arrancar de éstos su consentimiento de que no oxistan”. 4Qué puede entonees producir “Ia temperature {..]detan gren mimero dv.amores propios quese comparan”? ZA qué conduce todo esto? A.algo que Valéry denuncia con la apropinda faze do “profesio- nes delirantos’. *As{ llamo —eseribo— todos etos oficios cuyo principal instrurmento es la opinién que uno tiene de ef mismo cuya materia prima es 1a opinién que les otros se forman de us- ted.” Ahora bien, mi estimada Logos, yo pretendo que el “ter esencialmente singular”, si servia ya a Ins tropas que formaban Ins “profesiones delirantes” del tiempo de la juventud de Valéry, te convirti6 Iuego en el elemento de base de fas sociedades de- ELA DENOCRAGIA au mocraticas. Es par esto quedebemos meditar sobre lo que Valéry ddeein de estas profesiones, plies es valido para toda In sociedad dehoy. Y, iqué decte? Qua las personas que eompenen estos grupos “necosariamente fe encuentran afligides en todo momento por elario delirio de frendeza traspnsada por cierto detirio de persceueién que Ins uLormenta sin tregua”. Valery también eseribfa “que toda morial posee muy préximo al centro de su méquina, yen un luger privi- logiado entre los inetrumentosde su vide, un pequefio sparatode increthto eensibilidad que le indica et estado de su amor propio. Alf se lee quo uno se admira, so adora, ce horrariza do sf mismo, se borra de la existencia; y cierto éndice animado quo tiomibin en el cundranta seereto, oscia torriblemente, prontamente entre el cer de una bestiay el maximo de ser un dios". Yo protendo, esti- mailo Logos, que ¢} corazén de este “aparatito” se consiftaye por Ja definielén unaria del “yo. Durento mucho tiempo graduada For referencia a le Physis oa Dios, esta definicion se ha emanci- ado ahora de cualquier tutelay el sparato funciona solo, por ello 5 tiempo de cuestionarse schro las consecuencias de este cambio fandamental, 2o acaso prefiere usted esperar a que el “epsratito” nos explote en Ja cara? —iLn democracia como sociedad delirante! Can catran, Sogol; retomemos Ja cuestién paso n paso, Si 1a democracie, In aulo- nomfa jaridica, te definicitn autorreferenciat de! ayjeto for- man un sistema, deberiames entonces ser capaces de hallarle en findar aimbékeo, un gran rolato, una matriz. narrative donde ee cueate todo, dordese reinan todos loselementos dis- persoa. En pocas palabras, deboria cxistir, en alguna pario do Ja modernidad, una saga que exake a eate sujoto, una gestn digna de tas grandes narraciones de la historia humana, a Ja manera de la Odisea para el sujeto de lu Antigiiednd que I~ cha contra la Paysis, de le Biblia para of najoto do Dies, o de los 2 ELA DENOCHACIA relatos de emancipacién para el protetariado; pero yo no en- exentro nada similar a estos reletos, —Sthay uno, Legos, perole pido un pocode paciensie: el titulo de este releto pronto se Io revolerd dz manera evidente conforme avancemosun poco en nuestros cuestionamientos solireesta ntie- ‘ya definicidn del sujeto y sobre su papel en la posmodemidad. tht, éusted so edhiere entonces a esteconcepio dein posmo- dernidad? Si posmodernidad signifies el fin do todas los modalidades de referencia, entonces sf crea on ella: seguramente Io veremos mis, laramente si hacemos un paratclisme entre el eurgimiento dela ‘autorreferencia, 1a entrada dela posmadernidad y e! advenimien- tode la democracia de masa. —APodfan ser tas ciencias humanas el lugar do expresién de esta sujeto autorreferido? —Nuestras humnnidades son en ofecto un Juger privilegindo para Ia celebracién de este eujetoy como tales, estén snturadas de relato a posar de su olerna protesta de buena fe cientffica. —Llenas de relate, ya lo creo. Considere usted In psicologiay Ia rociologfa: juntas colocan al hombre, en sus des dimensiones individual y social, como centro de toda constelaeién... El hom bre en susobras pabiicasy privadas... Noes ya encierto modo parte de un relato esta artificial separacién de dos fheetas del hombre que huego hay que estar empaimando toda el tiempo? ‘Ademés, ya que éstes son a mentido ciencias aplicadas (¢sico- login experimental, industriel, eognitive...; soeiologia eeond- mica, polftica, de lasartes, te), Zacaso no deperden decantex- tos discursivos a través de los cuales se canstituyen, ea decir, discursos dominantes relatives al pregresa econémica, ciontt- fico © social? En cunnto al rigor cientifica de sus inétodos, éste proviene, en lo exercial por Ia pronto, de procedimientos des- criptives y estadfaticos. Afiada a estos dos grandes entagonis- DE LA DEWOCRACIA ” (as, que deste hace un sigio so retan con mirades hostiles, tu lingéfstien, o incluso ius lingifsticns: In do Saussure y In de Peirce (como si el ror uno mismo y el ser en conjunto, de los ‘cuales 30 encargan las susodichas psicotogia y seciatogia, pu- dieran estar exentos éel Lenguaje —.. sabentos deste have treinte ofios, desde el Foucault da Lae palabras y fos cosas pura ser més prosisos, que nuestras cfencins humanas son “ana-" o“hipo-epietemoldgicas”,?son limitudas, re- latives, derivadas, es decir, como usted hion afirma, impregnadas derelato. —Muy bien, poro aqui hay un ligero problema. Veo bien cémo tas ciancias Huraanas funcionan a través dot relato, pera desnfor- tunadamente, no veo rasyo alguna, on este conjunto, de eus magicas palabras autorreferenciales, ni on el micleo de une ni de otrade estas ciencias. En socialogia y en paicologia, de he- cho, l sujoto atin se define por referencia a otra cose diferente de sfmismo: on Ia primera, a formas sociales que determinan al sujeto sin que éste ee entere, on la segunda, a une organici- dad, o una maquinaria rofieja que dupliea la conciencia En lingdifstica Ia cuestién es todavia més radical: este terreno sélo 'ba podido constituirse con Ia condictén terminante de excluie {a palahra y el sufata (por tanto, a fortiori, también el sajeto autorreferencial) del objeto de estudio para interesarse sola- mente en ta lengua come sistema. Al abordarlas une por una clvida usted que las ciencias huma- nas gon consideratias como un tedoy,en cuanto a su estructura, resultan autorreferenciales, Na suponen en efecto una recipro- cidadentre el objeto estudiaday el suoto quelo estuilia? Como si el que tiene el microseopis, el hombre, debiora mantenerse a am- bo! lados del lente. Asf, en cuanto esta me basta tan sélocontes- tarle que, enttas ciencias delhombre, ol principio autorrefercncial €s omnipresente, aunqqueimpltcto. Inclusa podrfa agregarse que Jn autorreverencie ce convierte enda vez mas en tn objeto da in- a DBLA DEKOCRACTA vestigacién (Bateson en Estados Unidos y Morin en Francia to comprueban), Pero iré todavin mis lejos: no es séto en el punto focal donde se confunden el sujeta y el objeto de estas ciencias bumanas, no s6lo es all{ donde se hallan rastros del principio autorreferenciel, sino que cada vez mis a menudo resurge ésteon cada una de estas ciencins por separaiio, Es cierto que estos pun- tos no son féciles de idenificar puesto que la uparicin de rasgos autorreforencitles puedeser marginal, a veces se ejocuta procipi- tadamenteo, sino, 62 lleva a cabo en las ius latereles ya menudo apenas legitimas do estas cieneias humenas. —iMomentos en fos que surge to autarreferencial en eada uno do estas ciencins! Le escucho eon atencién: Zahora qué com- pondré usted con motive de tales momentos? —Remontémonos a los orfgenes y eonsideremos esta rams tan e3- pocinl do a psicologia dorominada ia tecrfa psiconnelitica del su- Jeto. Le recuerdo que el primer principio autorreferencial s6lido so descubrié alli, aunque relativaments tarde, ca verdad: se trata de In introduccién del narcisiemo en e! psiconndlisis de Freud, que data de 1914, El nareisisma ce refiere al momento en que la ido se depositn no en tun objeto exterior sino en el sujeto mis- mo. Le reeuerda que antes de esta fecha el sujeto feeudiano 0 re- feria cast exclusivamente # una alteridad Gnterna en el eajeto pero alteridad al fin yal cabo) relacionada en el fondo con les pa- sajes y atelladeros ce la sexualidad infuntil; y me eomplazeo en hacer notar aqui queentonces era otro principio el que estaba im- piicado, el prineipio ternario de la figueeeién edipica, destinado a dar eventa del advenimiento del sujeto on et seno de ta sucesién de generasiones. Tras Ia introduccidn de! narcisismo, que tuvo considerables consecuencias en la continuacién de Ia aventura freadiana, sobre todo a propésito de la teorfa de Ins pulsiones y del paso de Ia primera a fa eegunda tépica, la aventura autorrefe- roneial continiia eu camino on la psicologia. Recién introdujo Wa- on algunas consideraciones sobre el espejo ya formacién del ca- ricter on el nifo, Lucan se acerca 3 Ie pide prestado el prineipio, DELADENOCRACIA ra Esnsf quoon 1936, el nfo do las climpiadas de Berliny dol Frente Popular, Lacan enuncia una forma astorreferencial que le debe ‘nis ¢ una psicoggénesis de langosta peregrina que al poder narza- tivo del mito antiguo... —.. dqué angoste peregrine?... —.. no, tind langusta poregrina, Lacan en ol “estadio del espojo”, du por vez primera a eus elummnos un trivial ejemplo de etologta animal, quo luego ezcuchardn otras mil veces, relative al paso de dicha langpsta de 1n forma solitarie a In forma gregarie gracias a a visién (¥ es0 e510 esencial) de una imagen semejante, Af Figu- a también otro ejemplo cel que Lnean gusta mucho: of dela palo- ma cuya génade ¢2 formaen las mismas condiciones. Veinte aos después de au ingrezo inicia! azompafiado de fanfarrins, vernos al narcisisme formalmente enmendado, El farnosy “estadio det es- pejo” no se reflore mas que a una prueba psicogenstica con un furdemento literalmente des-mitificudo, unu suerte de whtimo eto de madarez biogenética y de primer acto soctel y cultural, Sigo ereyenda que los repercusiones de Ie introduceién de esta forme en tas eiencias humanas no han sido todavia debidamente evaluadas. AY en eeciologia? —En sociclogia ol descubrimiento del prineipio auterreferencial 3 més tard{o. Hubo que esperar In sociologia internetiva de Goitiman, los trabajos otno-metodolégices do Garfinkel, muy im- pregnados de In fenomenologfa da Husserl y los trabajos de in es- cuclade Pato Alto, para que se conformare, en Ia déeada de 1960 en Estados Unidos, la idea de que el mundo social es una perma- nente configuraciSn por medio de actos de lenguaje en el trans- curso de los cuales los individuos na sélo deseriben sino sobre todo producen neciones y se desermpefan como ectores. La eu- torreferencin penetra asf el pensamienta sociotégico: el sujeto ya no a6lo 20 determina por formas sociales preesistentes sino que al nnrrarse como sujeta éste 62 crea como tal. 4 DELADENOCRACL AY en lingtfetica? —Es alli donde et principio autorreferencial se manifest del modo més puro, Usted decia que la Tingfifstica habfa tenido que excluir de su objeto de estudio {a palnbra para poder eanstituirse; es precisamente en una ramificecin marginal, casi maldita por contravenir a esta probibie{6n fundadora, donde se produjo el nn- cimiento del sujeto autorreferencial, El gran acontecimiento de esta indizneién del sujetosobre ef mismoseefectué cast a escondi- das, ul concluir la segunda Guerra Mundial, sin gran alborote ¥ ‘bastante lejos de Ia muchedumbre, al menos n un inicio... Setra- ta por supueste de Io que ahora llamamos la enunciceién, que ya atrihuya aJakobson y a Benveniste, La otra gran manifestaciin dolo autorreferenciel en linglilsticaes el hecho de 'n filosofiaana- Iitica de Austin, gracias a su descubrimiento de los entmciados performatives que toman como referencia el hecho desu propia enunciacién. Afiada a estos momentos del eurgimiento del prinei- pioautorreferencial en us ciencias humanas lo queen Mosofiaha aparecido con los nombres de “pliogte” y “quinemo” con Mer- Jeau-Ponty, y loqueseabordé por lasbuensso por as malas, con Beckett, Blanchot y Artauden una literatura que buses penetrar hhastadonde fuera posible el interior del eastillodeeste sujeto au- torreferente para hiego dejar por escrito gua odiceas intormas, —Si este principio se halla tan bien repartido entre las cien- cias humanus, ipor qué entonces la lingifstiea en particular se convirtié en una ciencia de referencia desde la posguerra y se mantuvo asf durante cercade treinta sitos? —Pues porque ta afirmacién del principio unario es més fuerteen lingatstics que on las otras cienclas huraanas, —Pera yo crefa, por el eontrario, que la lingSfstien hubfe side {8 primera de laa ciencias huraanas en introdueir un principio binaria clare y notablemente concise mediante el ejércita de dualidacics opuestas de Saussure (lenguahebla, sonidoysenti- do, individuo/sociedad, sincrénica/diserénico, ete) y mediante DELADEvoCACIA a Ja fonologia estructuralista, uns tearfa de Tos fonemins coma unidedes sonoras bésicas de la longua que e2 constituyen en sistema por medio de raegos diferenciales. Es esta dualidad In que se propagé inmediatamente en ol estructuralisms, par ud, pues, se volvié de pronto Ia Jingalstica tan abierta a lo ‘nario? —La generacién de la posguerta electumente vic lo binario en to- das partes: en cl mito, on las estructuras de parentsco, en el dis- carso de 1a mods, en el inconscients..; pero nunca dejé de estar obsesionada por In forma unarie... La lingiletica triunfé durante treinta eftos porque tras lus dualidades do In semialogin seussit- Fann o de Ja fonologia jakobsoniane, empuhaba vagamente un principio unaria. Esta conjunet6n ontrounn expiicita referensian lo binario y una implicita remisién a 10 unario Hevé ala tingifeti- ca uestabslecerse como el eslabén suelto y 1 referencia necesarin aa través de la cual podria ecbrevenir en el futuro un escape dal modo referential elisico. Mediante lo binario se larzabe una pro- ‘mesa de firme ndhest6na la cienein mientras, por otro lade, dieha promesa ee apoyaba en ura definicién circular del objeto de esta Ciencia. La lingifstice yano se remita.n efecto més qua aun sujo- to definidaa minima, s6lo mediante el ejorcicio deunn actividad humana que perdura en todo contexto; un irreduetible “él ha. bla”, convertidoen alfuy omega de todo harizonte, un “él habla” descontextualizado en el sentido de quo ya no intoroea euber dén- de, cuando, oémo, a quién o de qué habla 6), “B61 hnble” y nada. ‘mds, Jo cual basta para definir un nuovo compo de investigncién del que yo le ruegoncte la unaridad constitutive yaqua se remite aun objeto definido tnutolégicamente: ¢! habla porque ét habla, sin origen ni final. Heidegger habia dado en ol elava eunndo en sus conferencins dela décade de 1950 record6, pare oponersea la cxeciente {ecnificacién ce ia lingiisticn, quoya.serfa pare siempre diffcl deeir dela palabra.,.que ella habla,’ par la que insistia en ie necesidad de hueer que toda ponsamicnto regresara continua- menten este infranqueable punto de envolvimiento sobre sf mis- “6 DELADEMOCRACIA mo, Todavia hay 0 evaldan incorrectamonte les consecueneirs del surgimianto deste nuevo eujeto que desconaceabiertamente todas ins antiguas indizaciones referenciales, iAltomer In mésca- ra del sujeto discursive universal, el nuavo sujeto unerio puco con toda Lranquiliénd ocupar el terrono! Apuesto aque ti fa Igle- sia, Stalin y el Fohrer hubisran comprencida con anteriorided que se estaba creando un sujeto no referential, todus estas fuer- zag heteréelitas se habrian alindo para dar Ie alarmay eliminar et intruso, Jy 10 fue ésta, por lo demds, una tentacién que se trans- formé, aqui y alié, en pasejos al acto comprobadoa? —Si lo ho entondido bien, usted propone eonsierar como suje- to de la demoeracia aqua! definide por la rare *é1 habla porque 41 habla” y que fue descubierto nl final de la década de 1940. —No del toto: yo consideraria que este sueto definido por “él ha- ‘bin porque él habla” os més bien ol sujato de ta repablies; puesto ‘que “€l habla’, por fa plenitud que establece, entubla tedevfa unt principio univoreal que implica clerta trascendencia. Lo que se invoca mediante este “61 habla poraxeét habla cuando y donde é cesté, y a pesar de lo que se tenga” os un sujeto universal. Este sujetoque hablastempre y en todo luger ee cponeacualquiar pure ‘icularismo: en nombresuya ecquicre conocer, ensafiar, impartir Justicia, gobernar los asuntos de la ciudad, ete. Este “4 habla” es ‘mayor que In suma do las partes que se le esignen, —Togresa usted a Rousseau quien, en su filosoffa social, re- chazaba la opinién segtin In cus! Ia sociedad se reduce a la suma de avs individuos: “entre mejor ost6 corstituida el Esta- do, mis prevalecen los asuntos pablicos sobro los privados”, Contrato social, hibro i, capitulo xe. Silo queusted quiore decir es que Rousseau serfa de gran ayu- da para orientarnes en los debates actuates entre repablica y de- moeracie estey de ncuerdo...? En la democracia, efeetivamente, Jn sociedad es igual a la sua de cus partes, Este nos permite en- cunidrar mejor el sujeto de In democracin por comparacién can el ELA CEMOCRACIA ° sujeto de la repiiblica, ol primero Teva a cabo un ditima paso: no 0 adjudicn mfs,quela realizacién hic et nune do este “61 habla”. Con Alla trascendencia se agota en ln inmanencia y pierde ast ‘todo eatatuto do extraterritorialidad. Ya no buy que rendirle ho- ‘mennje ni culto especial de ninguna tndole; el sajeto de le demo- rocie 0s of sujeto rodueio a Ia unicidad de lo que profiere, pero ya noce trata deun “él hchla” sino da"yo hablo*, 10 cual se obtie- zo igual con decir sencillamente “yo”, no produciondo otra casa ‘que une unieidad que séio depende del tiempo qua dura el acto iscursivo durante el eual se profiere. —¥ eso en qué modifica las cosas? —En todo. En la repiblica uno se fundementa en un sujeto uni- versa, mientras queen In democracin hace falta ser capaz.defun- damentareo en une singularidad, cuslquiera que ésta sea. iE explica le espectacutarizacién del “yo” en la dama- cracie? —St, pero hay que tener exidada, Cunndo se dice que nuestraépo- ‘ea og In de In sociedad del espeetdculo, parece sugerinse quo us ‘épocas precedentes estnban exentas de él. No obstante, a juzgar por lus evidencias, todes las sociedades (imperial, real, republica- na, comunista...) tuvieron su especticulo con gus escenas de grandeza y de misoria, Es necesario, pues, delimitar el espeetdcu- To de ln democracis de masa, ee basa, cegrin mi entendimiento, on el hecho de que luexpresién del vinewlo rocial tiende a confundir- se,eneste fragmentario mundo de individuos, con le expresién de cada cual. Por ello en ta demotracia es necesario furdamentarse enuna singularidnd, aunque sea une enfermedad, wna préctica sexuol especial, una prooza initil (pienso usted en las hazafius de D’Aboville, de Delago..), un eucesc limite; al grado que el hecho eser autista purece incluso poder olorgarle a usted oportunida- des de exprosién suplementarin; hace poco of a un psiquintra oxi- girque se leseoncediern Ja palabra aoa eutistas: tienen algo muy singular que decir, afirmaba, y al hecerlo ignoraba el hecho de 0 DELADEMOCRACA que su singularidad es presissmente estar expuleados del discur- so... Elantineio de una singularided os algo decisive y su conteni- do imporia menos que su Teafirmactin. Quizé es un ejemplo for- zedo, porto on algunos lugares, apenus tengn usted algo grave, digamos que tonga sida, sale reconccord y comprenderd como a alguien quetiene algoque decir, ¢ convertirs incluso en un autor potencial. Esta espectacutarizasién el “yo” acapara una buona parte de Ia televisién y, desde alll, impone sus exigencias de sin- ‘gularidada los otros eseenarios tradicionates: la Hteratura, ol tee- tro, ote. La tolovisién, eseenario priviteginda para ln expresi6n del vinculo social democratico, revela profundas hvellas de esto: Inanteposicién del “yo” y ia reivindicacién de In autonom‘a fun cionan como una exigencia que debe ratificar ln bicnaventurada flusiéndeno ser ai més ni menos quetino mismo. Una nueva obs cenidad, que no es In de las estrellas de tetevisién sino In de todo mundo, dediceda a nadie en particular pero en In que todos se ce- conocen, acompaiiaesta privatizacién del espacio publica.» Pues- to que cualquier cose que consige singularizar al individuo es hhueng, puede usted encontrar en este auténtiso @ incomparable espacio de tibertedes todo y 6u contrario: tn gran efontffico npés- tol de to irrecional, un principe de as Letras que denuncia en to- das las pantallas la sociedad del espectculo, un ompresario popn- lista que goca de suerte repentina coma Ifder da izquierda, un politico y fnanciero queen nombre de la supervivencia de In eco- nomia exige!n abolicién del salario mfnimo mientras que él porci- been un mes el equivalentea diez afios dedichocularioy,a la vez, ¢s presidente de una fundacién contra tn marginacién social, un fildsofo que implanta el sentide comin, vendedores del templo disfrazados de ministros de ta Repdbtica, un futholista que gana ceion mil veces ol salario de un maestro, una ex estrella porno que milita por los derechos humanos, un presidente de izquierda ‘que co justifica mediante tn pasado en parteafecto al gohieme de Vichy, pero también un pinter de graffiti que ee consume en Ia Dbiequeda de un nombre indiecutible que fudgura por las vias del DELA DEMOcRACIA oy trea, una ejemplar ama de case que proveea redes especializadas en pelfculas porno amateurs rodadas en familia, affer hours. —Afirma usted entonces que allf donde la repiblica decia “61 habla” In democravia no profiere més que un simple “yo habto” limited ala osferadel aguf yahora, es decir abierto a tu irrupeidn de cualquier singularidad. Al hucer esto me parece qug usted construye entre el sujeto dela repdblicay el sujeto de la democracin una relacién de la misma natura- Iszaquelaque existe entre cl sujeto del entoliciemo queddepen- de de Toma (osto es deuna treseendencia que se reallrme con todo ef énfasis necesario) y el sujeto del protestentismo que fundamenta su eredo en un comercio resueltamente privado con Dios... —Entre reptiblicn y democracia existe, en ofeeto, Ia misma rela~ cin que entro eatolicisme y protestantiemo, Ei paso de! primero al sogundo se caracteriza por un retroceza de In trascendencia y ung expaneién de la inmanencia, Sabemos desde Max Weber, de hecho, quelaimplantacién dol calvinismo fue acompanada de un “‘desencanta” del mundo prepuesto incluso en aras de hncer més ‘grande Ia gloriade Dios. La preocupacién por esta glorie provors, de hecho, el rechazo de tede ritun!, al eonsidererla una supervi- voneia supersticioa y un residuo mégico, asf como la valoracién do las actividades racionalesy profesionales iniciadas previamen- to por el profetismo hebreo. Le divino se retité del escenario pi- Islica que ast se vio expurgaco del refno de lo invisible y se consa- @r6 0 tos progreses de Ia racionalided y de la acumulaciéa do biones, mientras que Dios se refugié en In esfera privada, Esta diserepancin entre esecnario pitblico y csfera privada es decisive para el edvenimiente del mundo industrial y del eapitatisma por- que se trashice en una contradiceién motriz entre acumular bic~ nesy no consumirloe. Asf, lo extrafio es que en las sociedades de- ‘moeréticas todavta haya ereyentes (inclusolos hay cada vez més), per estos creyentes no dejan de vivir en una sociedad atea.!* Es precisamente este criterio el que apone aos socialistas demoerd- 2 DE LADEMOCEACIA ticos contra los socialistas republicanos: es cierta que embos 6 penetran mutuamente on Ja realidad poltico-social, pero puede decirse quela democratin participa de un curdeter social ateo, in- manentey dedieado a ln singularidad, mientras que la repstbica remite. un cardcter rocinl todav{a eometide al reinn de la invii- ble, ala frascendoncia ya lo univereal. Asf, on In demoeracia, no se me puede exigir que somulgue con los otros por ta magaifies- cién del sujeto universal; Ja trascendencia, ei ain existe, est pri- vatiznda en cierto modo. En la demecracia, en efecto, se me pide ‘que yo urregle a! my privacy, como yo quiern o pueda, mis oven- tunles asuntos con Dina, eon el Otro, con Ia traseendenia.. En Ja repiiblica, el derecho que se inyoca en los tribunals es un dere ko universal, vélide para todos, une juzgm por ser depositerio do tuna convicciéa fntima compartida por todos los eujetos; canndo compurezco en une demoeracta, juro por la Biblia par indicar a Jos otros que evo wechoun ejercicioprivudocon la trascendencia _y me asoguro de que en oljurado estén debidamente representa dos los sectores de In poblacién que corresponden a mis caracte- riaticas sociales, 6tnicas, eulturnles y religicens, En resurnen, le reptiblica dice éf hable mientras que 1a de- mmocracia diceyo heblo... Mire usted, Sogol, yo estoy de neuerda ‘en quo Ia lingiistiea, en sus versiones primero saussuriana y Tuego enuncintiva, seconvirtiera en ol necesario terreno de ex- resién de este paradigmanutorreferencial on virtud dela uni- -vorealidad y Inego dela singularidnd que conflere eiibitamente al sujeto hablante, pero de abf a considerar a Ia lingafstica como una superficie de eseritura en donde se recogeria una suerte de gran relato teoldgico filaséfico hundador dela demo- cracin, hay tn gran paso queyo na meatreverfaa dar. [Boave- nistey Jakobson no fueron queyo sepa niel Aristételes de Ale- Jandro Magno, ni el Séneea de Nerén, ni el Hege! de Napole6at [Ni siquiera fueron e! Kojéve da su épaca, quien pasé directa- mente del seminario sobre Hegel en el tiempo da la prequerra alos altos cargos de funcionario internacionel y contribuyé a DELADENOCRACIA 83 avanzar o2a tendencia hacia el fin de a historia que sobreven- Aria después, —No olvide usted que toco peasamiento sobre Ia lengua, en par- icular toda gramética, es un ponsamiento polttics; piense on el modo on que la groméitica de Port-Royal encubre una puesia en escena del cuerpo de Cristo-Rey,!* considere hasta qué punto In gramética generative de Chomsky suatenta su accién politica i- bertaria; recientemente declararia que jamés hubiera pensado ‘que les personas tuvieran Ja capacidad de comprender quo ee les engaéa sf sus investigaciones sobre el lenguaje no Ie domostraran la dieposicién de todo ser humunc ala creatividad."* La gramética enunciativa de Benveniste y de Jakobson y el ndveniniento del sujeto democrétion constituyen un sistema, Le lingiifstica, en cuanto se enuncia como eieneie que expresa y confirmalia idea de ‘un sujeto hablante univereal, descontexiuslizado antes que sin- gularizado, ¢s un gran acontecimiento politica. —ZEs por ella que todos los pensamfentos que han sido emun- cindos evn fuorza en el sigla xe debicron primero pasar por el recodo ce fa Hingitatica? —Claro, incluso el intempestivo “ello hebla” de Freud tuvo que templarse en este bao de lingifstien. El psiccandiisis se hubiera convertido en un asunto para especialisias de enfermedades nerviesas, gento ni ms ni menos abierte n} ponsamionto que ‘un poddlogo, si na se hubieru encentrado en su camina eon la Ungatstica y, a través do ella, con una senda que Jo conducirfa forzosamente a ta necesidud y al vértigo de Ia forma unaria, En Jos lugares donde ocurri6, este encuentro tuvo lugar de manera radical y dio j2n nuevo impulso el psicomndtieis. En Frencia, La- can no escatimé en lo abecluto an esto de templar e! psicoansiisis en la Hingifstica; al grado de que, cuando tuvo que afirmar la an- terioridad \6gica de a lengua sobre e} inconsciento,” perdié in- cluro una de. —éLacan, con dos eles? ey DELA DEMociACTA —SI, al comfenzo de la década do 1960, Lacan decin tener dos Li Laplanchay Leclaire. Bast6 que Laplanche, como buen freudiano ‘ortodcxo, sustuviera quo “el incoasciente es Ia condicién del lon- gunjo" para que Lacan lo cortara, con rauicho retraso y segura- mente.con més remordimientos, para efirmaae que “el fenguunjs es Incondicién del ineonsciente*...¥ Con esto pordié mucho: unaele, tuna L, er fin uno do los mejores nlumnos, Pero este no es toda: ol temple, en el eentida metalirgico del Lérmina, de! psiconndlisis ‘ena Hinghfstica noes ands que una manifestaciénontro ctras tan- tus de este giro, /Acaso no esuna elocuanie sefial de esto elhecha de quetode loque hasido importante eneel pensarmiente flotéfi- co de nuestra épocs haya transiteda necesariamente, a tftulo da ‘unacosao de otra, por le desvineiGn de la tingiistiea: fanomenolo- tia, psicoundliste, estructuratiemo, Mosofia analitica? Y en dicho trénsito por el recodo de a Jingiifstica estos pensamientos, aun- «que inconmensurables entre sf, encontraron a su paso nada menos que uno de los cases dela forma unaria. En efecto, no es ‘una casualidad que to més decisivo de estos sistemas de pense- snienta remita a uno de los dspecios do lo unario: das “Fale”, el “plioguo’, of “quiasmo*, el “almocérabe” en fenamenologie, el “espejo” coma estadio humano fundamental en psiconnéli- ris, el “oxtmoran” quensedia todo! texto estructuraliste, la“nu- torreferencin” precisamente en filosofia analiticn..1° Por tecias artes esté Ia presencia, aprovechada, trabajada, mantenida a distancia o invasora, de un enuneiado en forma do untifrasis 0 de antilogia.. —Mire Sogo, estoy de acuerdo en que a este largo tren del mundo contemporénico que intentamos ensamublar, el tren de In iraplosién referencial de le segunda Guerra Mundial, el del arribo de Ia tendencia al fin de In historia, el del advenimiento de la democracie y del nucimiento del eujeta jurtdico auténo- ‘mo, nfiadamos el vagén de la autorroferencia y, ipor qué n0!, después de él otro vag6n dante podemos colocar los santos sa- ceramentos lingiilsticos, pero jamds me haré aiadie eso ditimo DE LADEMOCEACIA ca vag6n que elberga la bomba ntémica delo unario y queamena- zarfa en eada momento con hacer volar tedo en mil peduzos. —De ncuerdo, lo unario no es ian vagon més que deba afndiree a Noras 1 L'Boelésiaste (Eeiesiasés), xn, 19,en Le Bible, Gallimard, Part, 1859, p. 1582 (Dibliothéque dela Plsiade), # René Descartes, Meditations mdtaphysiques [Mediucionea metals cas), Gamier-Flammarien, Parts, 1978, p, 123. 4 Sobre la antropologia y ln eonstruccién histSrica de In utopta nazi ‘que define “una raza ndrdien ms yalfova que cualquier otra, gulada por un"Crietoario Hberado de Judas”, vdasoE. Conte y C, Essner, La Quéte de fa race, une anthrepologie du nasieme (La itiequeda de Ja raza, une antropotogia dol nozismo), Hechette, Paris, 1005. 4 Véaso David Halberstam, Les Fifties, ls révolution cméricaine des années 60 {Los fier Ia revolueién nortearericana de le déeada de 1950}, trad. ol franaés de W. O. Desmond, Souil, Paris, 1995. 5 Véase, entro lon arifeulosde Marcol Gauchetsobroladonocrucia, al ‘menos los doseguientes: “Puciffation démoerntique, désertion civiqu {[Paciticncién democritiea, desercién efvieni, Le Débat, nim. 60 (mayo- ‘agosto de 1990),y “Le mal Aémecratique” (81 mal demsocedtieo), Eoprit, rim, 195 (oetubre de 1998), 5 Paul Valéry, Monsicur Testo (Ei ssfor Tostol, Gallimard, Ports, 1986, pp 2-85 (Ltimaginaire). 1 Michel Foucault, Les Mots ef fes Choses (Las palbbras y las cosas], Geltimard, Paris, 1968, Of e4 capitulo x: “Les sciences humaines” [Las siencins homanes). # Vease Marcel Gauchet,I-Enconscientcérdoral [El inconscients care ‘bral, Seu, Pari, 1992. 5 DELADEMOCRACTA # Martin Heldegger, Acheminement vere la parole (Exeaminaree ha- cia ta palabra), Gallimard, Paris, 1976; ¢f. “1. La paraie” 10 BI debate repibliea vs. democracia fue resueitads haco algunos aos por R. Debray en un arifeuta del Nousel Observateur del 30 de n0- siombre do 1883. 1 Vease el arfeule dol dramaturgoy director de teatro J.Joard’ oul, “La dérivespectaculeire 1 et 2” [Le corriante spectacular Ly 2) Lidéra- tion, 16, 18.9 17 de julio do 1904, 1.Gf. el niroero do Is revista Bsprit de enero de 1983 sobre los reality shows, coordinede por Alain Ehrenberg. 18 Max Weber, L'lthique protesante et Vxprit cx oaptatiome {La ét- ca protestanta y el expicitu del capaitaismol, lon, Parts, 1964, 1 Mareol Gauche, Ze Désenchantomentdlu monde [Bldesencente del ‘mundo, Gallimard, Pars, 1985;¢f. “Présentation”, p. 01 1S Sobre In gramdtica do Port-Royal, vase Lal Marin, La Critique dtu diacoure. Sur ta *Logique de Port Raval” et ies "Pensées” de Pascal {La entice del dizeuteo: sebra Ia “Léglea da Port-Royal” y loa “Penea- riontos™ do Pascal), Minuit, Pars, 1975; y La Parole mangée {La pala- bra comida}, Méridiens Kliencksick, Paris, 1086;ef2 "4. Le Corps du Ro.” 14, El cuerpo dl Rey, 28 Sobre el compromiso politica de Chemaky véase ol libro bande fn Is pelfeula de M. Achbar y P. Wintonick, Manufactaring Concent, Chomshy, Les radia of fea illusions nécersaires {La manufacture del onsentimineto: Chomsky, es modios masivos y las ilusiones neceee- ius], K: Fs Editfons, Parts, 1999, especialmente ap. 28. 1 Anne Lomait, Jacques Lacan, Pierre Mardage, Braselas, 1977; ef elprefuciode Lacan. 1 La ponenciade Laplanche data de 1860 (f "Inconscient, Vi collo- que de Boaneval, Daseléo de Brouwer, 1966; “Lincorscient, une &iude psychanalitique” (El inoonsdiente, un estudio psicoanaitisl, algunes pértes sonde Laplanchoy otras do Ladllro), laxespuesia de Lacan nolle- ‘gb efno hasta 1969. Anne Lemaire, ap cit, advertencis nol) 19 Sobre dl pllegue en Heldegger, véare “Mota” y *AlbthéIa”, en Bs- sain et conférences UBasayoe y cenferenciasl, Galitard, Paris, 1858; bre 41 quiasmo, el Iazo on Metleau-Ponty, véase “Ltentrelecsle quiaae ‘en Ze Visible et Mnutsile {Lo visible y lo invisible), Galimacd, Paris, 1964; nobeooleepojc en Lacan, véasa “Le stade du miroir comme DELADENOCRACIA co formateur dela fonction du je” (Blestacio dot espajo eoma forriador dela fancién dal yo), on Kerits (Escritos}, Souil, Parfa, 1666; cobre el oxfmoron en al estructuralismo, véase “L'axymore, le ealeil nofr du structural me" {Bl oxfmoron, sol nogeadel estracturalismol, EspaceePerps, noms. 4AT-AB, 1991; cobre la autorzefsrencia, véase D, Hofstadter, Qdde, Es cher, Back, InterEditions, Paris, 1986.6 IV, DELO UNARIO* Ya que por lo visto toda nuestra discusién descansa sobre le naturaleze de la oxpresién de Benveniete: “os yo quian dice yo" le propongo regresar a ella, Usted encuentra esta oraciin extraiia poroyola hallo bien formulada, £Qué es lo que contie- ne, pues, que le causa tal sobresako? Con ella estamas en el campo den deixis, una clase do indicadores de formns diversas (gronombres personales, demostrativos, adverbios, frases ad- verbiales) identificada yade=de la gramética de Port-Royal. Su historia recfonte est marcada por Jos nombres de Husser), que valoré les “expresiones ocasionales”, y de despersen, que res el término “shifter”, mismo que lego seria retcmada por Jakobson... Bste es el rasgo distintiva delos indieadores defcti- cos: ol referente que designen encuentra su determinnsién en Ja alocucién, dinica en cada ocasién, dursnte la cual se em- ploan, Ast ocurre con el“‘yo", ol “aqus", el “ahora”, “hoy”, ol “Gate”, el “eso”, “Este”, por ejemplo, designa un objeto y ad- quioro referencia on relaei6n con la situacién actual on In qua elobjato se muestra, designado por un gesto ou acto decsten- tacién, “Este” se conviorte en objeto del discurso mediante ‘una relectén existencial, una demostracién en la que un loa {or indica, apunta con cl indica o con un gesto cualquicra, el abjeto que reprosente en su diseurso, Cunnido diga “yo", el cb- Joto que represonto on mi diseurso es simplemente a mf mis- tno; lo muestro come hablantey a partirde este punto, drive y frigil, In lengua 60 convierto en discurea, Este uso rospondo a un fncionamiento reflexivo 0 autorreférencial. Estos indica- dores eon significantes vacfos (Je personas y de objetos, de tiempo, de lugar) y baste con emplecrios para que se tornen Henos, Cada “yo”, al gual que cada “eso*, tiene su propia relo- a ——— bE LouNaRO fo rencia y corresponde en eada ocasiéna un ser oaun objeto tini- 0, presentado como tal. —Pero oste funcionumienta reflexivo es prosisamente to que plantea un problama, 2Qué es, en fin, esta pseudo-tefinieiin de yoyo sino un perfecto tartamudco? Cunnda usted dice “es yo ‘quien dice yo", puede ofr que el misma t6rmino “yo” abrey cierte {n formate, No define el término “yo” medinnteotro térmnine sino mediante s{ mismo. aE esto verdaderamente una definicién? Se guramento no, puesto que esta oracién ccloca en el predicado el mismo syjeto da la oraci6n. Esto tiene un nombre:enelsentide loséfico del término, se trata de ina fautoiogta, ineurre, pues, en un vicio Légico tal que Ia cosa es definida por la cosa a definix, Més que de unn definicidn, ee trataria de una des-finici6n, es decit unn definictén que na finalize porque siempre nos harfa falta ee guir definiendo el “yo": yo es quien dico yo es quien dive yo es.. Para definir verdaderamente cualquier objeto es necesaric otte término uparte del que usted quiere definir. Se requiere siempre definir A en términos de B o que unas ees funciéa de unas; s6lo enese marco binarto en ¢! que redicaa dos términos, puede usted hnblar de definicién. —Pero este vieio légica pucde oliminarso fécilmente, Puede eliminarse, pero, debe eliminarse? Hemos experada veinticinco siglos para der con una férmula ast de simple, clegan- tey concisa del syfeto hahlante; yo insisto en pensar que sige ha egado a un acuerdo sobre ella ne puedo ser eélo por descuido: hay en este error tna felt circunstancin, una folix culpa. En Ta actualidad no nos queda otra cosa cue conservar este vieia y cons: truir una lgiea a partir do él, ye que nada resulta mas adecuodo a la posicién del sujeto hablante que un vicio Légion, Yo apucato a que en este’error hay unt nuevo modo de pensar. Estoy convenci- 4o, por otra parte, de queet pensamionto dio un gran pasocuarde aceptd un tartemudeoa modo de definicién dol eujeto hablant tal punto, que niin tenomios pendiente, e cincuenta efioa de su in- 0 DELOUNARO venci6n, exiraer todas las consecuenctas, ain omitir ta siguiente: siel sujeto de la domocracia de masa correspande efectivamente alquese define meiante esta férmula, entonces esta democracin do masn se encuentra en contucto directa con una farms lece, —Sogol, elvi¢émonos por el momento ae In democracia de masa y conventremos miestra atencidn ea dicha forme, Usted se entusinsma con ella al grado de hacerla responsable de una sibitn ruptura en ef pensumiento que tendrfa consecueneies filoséficas e hist6ricas considerables. Pero va usted demasiado répido, amigo mfo;y esto por una buena raz6n: para empezar, Benveniste no escribié “es yo quien dice yo", sina: "Yo eignifi- a ‘in poreona que entmeia In prosonte instaeia del discurso quecontiene yo", lo cua} es muy diferente, pues Ia férrmula de Bonvenisteindica de manera clara, al contrario de la suya, que eltiltimoyo no es el mismo que el primere. El primerolorepre- sentan usted, a mf, a cualquier de nuestros congéneres, como sujetor bablantes, mientras que ol segundo no es mas que et signiffconte yo. Para qua quede clara esta diferencia y para st- bor doqué se est hatlands, el segundo leva una grata detin- + tiva: comitlas o subrayedo, Note usted que si los yo de Benve- niste estén ambos en cursivas, ln parte de ln proposicién que eneiorra al segundo de ollos so hnlla entrecomiliss. Benveniste hace alga que usted omite: distinguir ol uso de In mencién.® ‘Cuando usted dice “yo” refiriéndose a usted mismo, ese sujeto ablante es instantdncamente usted, he uhf ol uso. La men- cidn, porsu parte, reflere a una clase de las palabras del len- guje. No me vendrd ahora con que confunde Ia cosa represen ‘ada (usted, yo, cuntquier otro} con In cosa que la representa (un significante), Al decir que les comftios o las cursives hnncen toda la diferencia que estos signos distinguen lamencién del uso, usted cree orde- nar, mns esta posici6n es insastenibla al menos par dos razones. —iNada mist E10 UNARIO 8 —St;laprimera de elles ¢s que el argumento sedesharate ya des- do su mecanismo, porque las comillas restablocen finalmente la vigja dieotornfa ontre In tengua por un lnda y por el otro wn sujeta que sabe de entrada lo que hace, entes incluso de hablar, y que trenquilamente &e praxima a lo que considera un instrumento para servirse de él a ru gusto, Ahora bien, si hay un funciona: miento autorreferencial del “yo", no es posible dar cuenta de 6! mediante conceptianes mecanicistus, Es cierto que el término “shifter” o embrague contiene para Jaknbson y para Benveniste ‘una connotacién mecanicista: “embragur” esen efecto estublecer {a comunieacién entro un motor y la maéquina que el motor debe mover. De uhf ee alege a menudo que sile busta con accionar el shifter “yo” para heblar, es docie producir ma cenversién de la lengua en discurso y asf entrar en conversacién, Pero ésa es une definicién demasiado mocanicisto, utilitaria y deaeriptiva; ec haja a palancay la méquina funciona, se le da vuelta al sintonizador y la radio habla, uno est muy satisfecho de poner Jas cosas en Suncfonanniento, pero algo s2 hn perdido porquola annlogia mead. niea y causa! no se aplica edccundamente al deseubrimienta de dJakobson y de Benveniste. Aunque ellos intentaron hacerla en- ‘rar on este cuadzo, 6u definfeién rebasa continuamente tal me- cariemo, aunque s6lo sea par Ins dos apariciones de ese “yo”, en Jas que se escucha un tartamudeo que yo tomo muy en serio, al grado de quems alegre que Benveniste haya elegido el Collage de France para proferir este extrafo dpa... En todo cneo, al pare- cerniel mismo Benveniste se aferraba 1 les importantes marcas gréficas que usted menciona, pues en uno de los artfculos a los ‘que aludimos reseribe ew férmula de ta siguiente manera: “Es ‘ego quien dice ‘ego™ —4...y In segunda razén? —La segunda es que una solucién que se valede Ies comillasy tas cursivas genera un problema légieo todavia més grande que el quo pretende resolver. Satisfuco, es cierto, las erigencins de la re- ‘érica que usted propone en dande no seacepiata tautelogia mis a DELOUNAHIO que como una figura fallida, pero ol vicio i6gico quede antemano se despeja resurge inmedintamante en otra sitio y mits grande, tan grande que allf ya no puede refrenarse, Sigu por favor mi ra- zonamicnto, retemo mis premisas originales: di vieria en yo. Note usted que de inmedisto surge un probleme, éecaso cree que hacen fulte les caruillas, un signo tipogréfico (es0 que los Hingiistas Haman “metalengunjo”), pra entender Ta dife- rencia entre los dos “yo” cunndo el uno es o! acta do proferir y el otro es Ia realizaci6n? Aparentemente ningdin locutor en plena conversién o convereacién, coma quiera usted Hamarie, ge ha predcupado ntnen por esto: funciona sin las eomfllos a tas cursi- ‘yes, Pera ect einceros, Logs, dalyguna vez he intentado hablar ea cursivas? Eso seria una cuestién interesante en un diflogo como elque ahora entabslamos, 8¢ que los norteamericanas, cuando les vvions en gana, hacen tn geste com Ins dos manos comosi pellizee- ran el aire para indicar que bablan entre comillas, pero reelmen- tegonecesita ser nortonmericano para hublar entrecomillas. As, consideremas mis bien el siguiente problema: usted dice que la férmula “es yo quien dice ‘yo" °, ol toncr Ins comilias puestas en donde correspond, elimina el problema de un vicio glee en ta proposicién. De acuerdo, pero permitame ahora examinar si 050 quigredecir algo, parque lo dudo, Veamos: pare que una, un cuer- ‘Po, diga “yo” ea necesario que previamente haya side penetrada ‘por la offcacia de este significant, de lo contrario no se hubiera contertido en “cuerpo heblante", yno veo cémo quien noes “cuer- ‘po hablante” esté en condiciones de proferir “yo” 0 et meexor soni- do articulado, En sumo, “dice 'yo' quien ya.ea yo”, Continie nsf, do regresi6n on regrest6n y se dard eventade quecadavez queus- ted quiere asic el primer (érmino es porque ya presupuso el ee- spindo. Yi los dos ofectivemente deben distinguirse, por un lado el cuerpo y por ef otro el significante, no existe sin embargo nin- guna relaci§n emisal entre ellos, pues si hien ea cierto que es 30 quien dice “yo”, no es menos cierto que dice “so” quien ya.es 30. No puede, entonces, separar completamente los dos yo, In men- cignatempre esté ya imbrizada en el uso y eluso en la mencién, el DELO UNARIO 5s significante yn esté siempre supuesto en el cuerpo y el euerpn en el significante, de tal modo que estus dos eategorfas no son to- telmente discernibles.* Su autorreferoncia es en realidad una au- torreferencin débil que proseme el resultado del proceso, ta mia es unuautarreferencia fuerte en ta quecadnuno delos dos térmi- 1nos implicaal otro, ea por elo quehablo de une dafinicién uneria, Es ficil, una vez que se supera este punto, distinguir eategortns, pero sélo bajo riesgo de arruinar to més interesante: el preciso instante donde éstaa se eonfunden, el punto de locura en el que no ea posible distinguir ni la causa ni el efecto, ni el antes ai el después, Ocurre que es precisamente este punto la qua yo quiero explorar con usted, no esloporque hay muchos individuos que ja- més saten da eh, sinotambién, y obretodo, porque tedes los que consiguieron salir no dejan de llevarlo en lo més profunda de ef. Podriemos, en una primera aproximacién, erunciarlo asi ei ya no dijera “yo”, no seria entonces Ia persona yo, pero sino fuera In ‘persona “yo” incluso antes de decir "yo", entonces, nl decir “yo” ‘no recultarfa otra cosa queun flatus vocis que, aqu{ entre nos, ja~ ‘mis levé nla humanided muy lejos on cuanto al acceso a la sim holizacién, En summa, no se conseguirfa nada més allé de lo que consigue un perio cuando dice “yo”, —Pero cu perico sf dice algo, dice alo més “fjol", comoloeseri- bo ahoracon mi bastén enia grave da este camino, es decir, en- tre carchetes y con escritura fonética. Pero, Lrealmente esté usted conventido de que el perico diga algo? —Miestimedo amigo, ahora esté ergayendo contra usted mismo; puesadmite quoes necesario que kaya una porsonayoy noun pe- rica para que la enunciecién de “yo” tenga sentido. La eseritura fonética no contriluye en naan resolver el problema; pero, an- tes de cuestionarlo més, digume, des verdad o ao que cuatido ti Jaro dice "yo", se conviertc en la persons yo? —Sélo podria responder & su pregunta si pensara que tiene sentido, pero comasé que noo tiene porque su perico no dice “yo” sino “[jo)", entonces no puede contestarle. o DELA UxARIO —Bueno, entonces ratomo su observacidn. Estoy de acuerdo, dice “{jol”, pero no csté muy satisfecho con ello, porqueusted también yo también y can nosotros muchos ras, salvo aquellos que des- componen el motor del significads, no deeimos otra cosa que “{jo}", Justamenta nos les arregiames con un significant, wna imagen actistica que bien puele, si nsf le place, ser despojada de todo significado al grado de eseribirla en escritura fonétics. Si us- ted me pregunta chora: "Zseguro que el perieo dice algo?” es por- que aparentemente usted esta seguea le decir algo al cecit “yo”, Jo cual es encomiable Logos. Pero, éea posible estar completamen- te seguro de decir algo cuando se use un significente, come tal, sinsignificado? iNo, on lo absolutot ¥ esta ineettidambre me con- duce a pensar quocabenlf, para el sujeto hublante, edlemés desu ingorcién en la lengua del cogifa, un lugar incluso para una duda fundo-mental que no e3 enteramente eublimable en cogito ¥, puesto que hay duds, puedo volver a hacerlo In pregunta: Zquién dice “yo” cuando todavia nohay nadie paradecitlo, nadie, ningin cuerpo hublante proviamente elusiticado por el eoncepta? —No quiero datener su fmpetu, asf que por et momento, le sedo In respuesta de sus propias preguntas. —En realidad usted ost admitiondo que hay incertidumbre euando dice “yo” desde que nolemolestan veas soluciones égicas ‘antanto simplistas delas comillas y do In escritura fonética. Por qué entonces re niega © encontrar esta misma incertidumbre también en la definicion? Acoptar eso, no obstante, es eer para estar tan seguro de su correcta formuilacién, debi6 presupo- ner fo siguionte: ne puede decirse “yo”, ol significante, més que cunndo ya se es Yo, la persone. La férmula no basta, pues, por él sola: debe usted afindirle el segmento que presupusa para soste- norla. Asf, tiene usted tna formula completa que esté compueste or dos proposiciones: decir “yo” es loque desencadena la postbi- lidad deser yo pero ademas ser yo es Io que permite la posiilidad dodecir “yo". En resumidas cuentas, ai purte de esa formula que usted eupone cristaline ysuboun oscalén para examiner lo que Ta DELOUNARIO 6 sostiene, encontrerd dos enunciados. Dos enuneiados y no sdlo ‘uno, ¥ en ese consiste todo el problema porque esos dos enuncin- dos crean un topos especial: es0s dos enunciaios eatin en espejo uno frente ul otro; esto introduce un problema de imposibilidad de decisién que genera une eantidad de paralogismo: 2 Io adyert{ antes, e] huevo y la gallina, la regresién infi- nita.. —.. elhevoy ln gallina mereven tanta consideracién como sus solueiones medias: puote usted continuar como moeanicista con «a f6rmula incompleta o evanzar intrépidamente y considerar Ia férmuta comple:a; pero sepa de antemono que si clige la Gtima via, que me parece lamss satisfuctoriaenarnsdel rigor del pensa- :njento, los problemes se multiplican por miles, —Sepin usted hemos Hlegado a une encrucijade: por un lado, uns via cerrada, In del mecanicismo, por el otto una vin int- practicable, la de los paralogisms. Evidentemente usted de- sea aventurarse por esta segunda; pero, antes de eeguirla en ceovia crucis intentarémostrorle quella alternativa propueste no es valida: el otro camino, el que usted rebrisa examiner, es dchocho uns calzada regia. Sin embargo, quisicra, antes de ex- ponerle eso, verificar si realmente tiene usted una idea clara de losproblemas en los que quiere edentrarse, Eniincielos por favor, lo escucho. ——Le menciono dos; y consisten en lo siguiente: el primerodesen- cadena al sogunds, quo a su vez desenendena al primero, Este enuncindo esi constituido por dos (6rmulas de modo tal que na es posible establecer el polade ta causay el del efecto, ambos se in- viorten. Se trata de un buele reversible, « strange loop, como se dice en Estados Unidos, Frente nesta reversidn, se pierdect ope- rrador prineipal de cualquier operacién de! pensamiento: el con- cepta decasa. Si no hay causa careeemos de une base para huicor funcioner el metalenguaje a! que usted ee ha ceferide antes, « DELOUNaRIO —iUn simple bucle retroactivo y una causalidad circular me bastan para salir de este atolladero tedrice, por asf Hamarlo! —INadie le impide creer que este problemade ceusalided se solu- cioma al dibujar sobre un vector dado una puntade flecha en sen- ido inverso! Pero, éacaso he sopesedo las consecuencias tedricas e esa inocente tachadura? 4A qué se refiere? —Al admitir una couslided cireular, de pronto usted esté de sneuerdo conrnigo. Usted diria "yo" y seria yo; perfecto, usted se- guiriaetorden de sucesién de lascaususy los efectos en-el que Ina ‘ecausas 30 hnlian antes y los efectos después, Poro si usted trabaja con ta formula completa que se materialize en ess flecha que regrosn, tal como Ie dibujo ahora con mi bastén sobre ia grav de ests camino: $o, entonces se ha metido usted en menudo em- borollo; mediante este rayén, invierte simple y Henamente ta tem- poralidad iy yo dudo que esté listo para eso! Su rayén es como un olpe da fa varita magica que introduce una temporalidad com- pletamente alterada en laque, de igual modo, la causa sobroviene después del efecto. Con esto introduce un segundo gran desorden en la medida en que ya no e3 posible hacer de le conseeucién del tiempo y de ta temporalidad un principio sencillamente a priori. ‘Yal ebandonar de este mods el credo kantiano sobre el aprioris- mo del tiempo, ingrcan liea y Hanamente en la locura. —Bliinico problema ecn su motio do pensar es que Hlegamos a Jos callejones sin ealidu de las eausce sui; usted sabe, aqualins disputas que, desde Aristételes hesta Spinczn, pasando por santo Tomésy por la escoldstica, tan offcionndon elles, seocu- pan de las casas quo eon catisas de sfmismins, Las eausae sei ‘organizan el discurso elo para escapnr ellas mismos det dis- ‘curso, de otro modo todo se nos eseapa: el tiempo, el espacio... todos los érdenes, Cuando usted toma ls cetegoria de autorre- ferencin pare pensar el “yo", rotione en esta categorfa séto lo ‘que se releciona con tas digpulas de una causa sui, Con esto DaL0 UNARIO * afirma que su remedio contra el mecenicismo no es adeeundo, noes adecuedo porque es anticuado y es anticuada porque ta amtorreferencia es irreductible nlncavzsa aut. Asf pues, tomaré ‘un momenta para explicarle a usted la autorreferencia Iégica, Esta escapa al proceso de! mecanicismo que ha ilustrado sin caer en as dieputas de les causae sui, y.con elle sus suposicio- nes sobre le crisis de Ie eausa y do a tomporolidad se paranen seco, De la autorreforencie cada quien tiene au propia expo- riencia: usted mismo eiteba aquellas historias dentro de histo- rins como en Las mit y una noches, 0 esos cuadros que funcio- nan como Lae meninas de Velézquoz. En la cutorzoforensia ‘193 eonfrentamos con el concepto de recurrencia y toda defiai- sidn rocurrente, esta es, toda definicién quo retoma el sujeto somo predicado, siempre es un tanto dossoncertante para sentido comin, éPor qué? Porque Ia recurrencia puedo dar In itmpresion de rayar en paradaja, puede dar la impresi6n al lego en la materia ce que so define una eosn mediante olla misma, Jo qua soria eireular y acabaria en Io que usted aeaha, en une infinite regreeién. No obstante, si uno se remits a los trabajos de Hofstadter, una autoridad en materia de autorroferencia, sodauno cuentade quo, si se formulacorreetamente, unadefi- nicién reearrenteno conduea nunca alapsradioja ni ala rogro- sign infinita? Basta con que un concepte no se defina por sf inismo sino mediante versiones mAs simples del miemo con- cepto; yeste detalle que es ¢e capital importancia te deriva na- turalmente do la iden kantiana do “juieio analitio”, 0 sea, una relacién en Ja que el predicads clertamente pertenece ya al su- Joto pero de modo impieito, En cvanto a la postura que usted presenta, 2qué-es lo que propone?, usted no propane otra cosa ‘que abismarze an una zegresién infinitacn el sentido matoms- tico del término, aunque yo lo veo amenazado ms bien por una regresién que dozafortunadamente no ticno nada de ma- temétiea. Lincose « ese precipicio ei l6 atrao, pero renuncie entonces a proferir alga intcligible. Puesto que tiene usted pretensiones de epistemblogo, pretensifn de metshablar, oe DELO UNARIO por nsf decirlo, su definicién deberd ser hinarin, debe tener un predicado diferente del sujeto; apenas diferente si ast 10 ‘quiere, pera diferente en todo eneo, Estoy séloestoharéque in construccién de un objeto que ce eomete a una definicién final- ‘mente “toque fondo” y, asf, que no contimi indefinidamente, ‘Cuando Hofstadter habla deprogramas informéticos qua utili- zn la recurrencia en la inteligencia artificial (ya sebe usted que un programa es recurrente cuundo puede utilizeres como su propio subprograma), uclara que tal programa requicre siemprea! menos une sulida pera evitar la recurrencia total, y ea esto y sGlo esto lo que permite no caer en les redes de Ia re- sresiéa infinita; in ello este programe seria ingjecutable o se- ria ian s6la un infinito desonvalvimionto dz nudos que nunca Hevaria a cabo ninguna farea... Exo 25 precisamente fo que obe usted hover...a menos que deseo eecribi Dios... i pudie- ra escribir Dios, dice Hofstadter en alggin lugar de eu obra, este escritura tendrfa un dofecto, o una ventaja dependiendo do cima se 1a ves: serin necesario un continuo desenvolvimien- toy jamés re Hegnria al fondo... Pera me parece que no estaba- mos hablando de Dios. —Expereun momento, Logos, evitemos un malentencida que en- Corpecorta mucho nusstra discusién: asegireme, por favor, que no hemos estade hablanda de inteligencia artifical. No estamos discutiendo aqut lo mismoque Hofatadter, écierto?, no hablamos do Jos motulengunjes que evitan, como usted lo dies acertadamen- te, le autorreferencia terte porque con ella se definirfan a af mis- mosy ce puiverizartan asi mismos, Estoy dencuerdo con usted en ‘quo Hofstadter demostré perfeeinmente que la famosa insufi- ccioncfa de los metalenguajes no significa, en resumidas cuentas, otracosaque evitar la nutorreferericin fuerte, Pero nosotros exta- ‘mos hablando aqui de fas lenguas y In inteligencta naturales, ¥ ns precisamente del lugar de donds, on sl interior de estes lenguas, provede Ia inteligercia, es decir del “yo”, 2Por qué en- tonces no habrfemas de encontrar esta eerie de infinitos desen- E10 UNARIO o volvimientos, cuendo Io contrario serfe incluso extraordinario, pussto que los lenguajas naturales son precisarnente victimas de in qulorreferencin fuerte? En efecto, la que caracteriza al lengua- Jey alainteligencia naturaleses que, al contrario detos metalen- ‘quajes, éstossiempre han implartadoen sus contros sucesivos un enigma en el que e! sujeto puede fundar su autoridad: Physi, Dios, Hombre y, ahora en In democracia, ol sujeto mismo; este iiltimo plentea problemas completamente nuevos que pronto discutiremos, En resumides cuentas, en el lenguaja natural, et concepta central de} "“programa” (a! decir este palabra Sogol hece osteniosamenteel gesto “norteemericano” de pellizcar el airepara indicar comiltas) nose define de modo binario sino uncrio, total- mente uncrio: se repite ol sujeto on el prediondo. Aef que por fi- ‘yor no confuunda usted o lenguaje y lainteligencia artficiales con 1 lengunje y In inteligencia naturales: los primeros excluyen Ia su(orreferencie fuerte, lo segundos le inclayen: es ademas justa~ ‘mente por esto que tos metalenguajes sbfo estén eujetos a ta insuft- ciencia mientras que los lenguajes naturales estén sujetos a algo mucho peor: fa loctra. —Puesto que se eferra usted a unarirar esta férmula, me val- dré de una demostracién a través del absurdo para mostrarle hasta déndo Hegaria su razonamiento si lo ova x sus dltimas consecuercias; no dudo que entorces terminaré por retrove- dor esustada al ver hacia dénde lo condtice esta piel de zapa ‘quoes fo unario y que usted invocasin cesar. Siusted euprime In diferencia entre los dos “yo”, desemboca de tal modo en la regresién infinita que destruye desde el embrién todo pensa- mionto posible, eomo si se tratara de una paradoja insosteni- ble. Mire: si coloca el mismo término enel sujeto y en el predi- ado, ya no podrd eabar déndo tormina ni dénde eomienza ta oracién. En efecto, el ltima “yo” ya no es realmentee) dltiimo, 0 convierte en el pentltimo porque debe definirce mediante ‘uno ulterior que, a su ver, jamés seré cl vittimo; to mismo ocu- rre en sentido contrario con el primer término, Este es, usted ” BLO UNAIIO transforma une definiciéa en des-finicién. Si se empefia en fi- jar cunlquicr identidad entre los dos “yo" do su oracéén, no ‘emitira mis que un “yo-yo-yo..." incoutive, todavia no hecho pero (ampaco por hacer, jamds neabado, esto es, no apto para desempafiar of papel de shifter, el papel de embraguede lo ora- cin, No produeiria otra cosa que un gigantesco tertamudeo... en el que, de nuevo, se pierde con toda facilided Ia salud inte- Jectual, sino os que tembién mental, Iparque o! tartamudeo Ja contamina todo! Si usted nudmita este tipo de proposteién, estard perdido, No es una casualided que Aristétoles haya rechazndo este modo de proceder al grado de excluirio dela Iggice, Consulte usted el Organen i, 6, “Hefutacianes sofisti- ns, reduceién de paralogismos”: no hay que tomar en cuenta 1s proposicién inicial que debeser probada, de to contrarfe hay paralogismo.. —En oata prchibiciéa yo no veo mds que una clara pruebe del le- rrorismo binario contra lo unoric... Se trata ce una estipide me- ida diseiplinaria puesto que, finalmente, ie! hecho de que este nivel nosuola considerarso no quiore decir que-no tong ofectos! —Por favor, no cuestionenos e Aristételes en tomo a este punto fundamental: nadie podré jams deftnir la cosa median- te ln cosa por definir, especialmente el “yo” mediante el “yo”. Nodebe introducirse el enunciado del definiendum en el defi- rniens, de lo contraria se llegn w una contradiceién insalvable, un perelogisme del que es impositle salir. Busta avarzar un paso hacia une proposicién que constade un sélo término para danse cuenta de que implies inmediatamente otras des prapo- riviones simultdneas foro concomitantemente insostenibles: por una parte, una proposicién perfacia.en la que el “yo” se de- fine do Ia manera mis echal posible: “ya es yo", perfecto, no hay mejor manera de definir el yo que Hendindole de sf mismo; pero por otra parte una proposicién totalmente insuficiente que doje ablerta lu definicidn de} yo que precieamente la cues- ‘ién inicial 62 proponfa resolver; “yo es yo”, de acuerdo, pero BELO UNATIO a qué os este “yo"? Tode euestién “resulta” de este modo se peraliza inmodietamente, pero lo bace de-une manera més intones, digumos dramatizada; como #i estuviera clevads al cundrado y Hevada, asf, hasta In incandescencia, Cuando le proposicién de origen se desdobla asf en dos proposicfones an- tagonistas, una completamente suficiente y Ia otra completa: mento inauficiente e “yo” sedesvanece, so hace falta as! mis- ‘ma incluso ante la présencia y ta evidencia de ef mismo, Nos ‘encontramos en el mismo puntoen el queusted se hallaba con au ecbrinito que ya no gabla quésignifieaba el sfy ol no; todo ol discureo re conviorte en un gigantesco tartamudeo, Gracias, Logos, excelente argumentaciéa, s6lo me queda ahore retomar sus observeciones para formaler el eoremanimera uno de lo unatio: lo unaria ee caractoriza por una identidad que irre- sistibtemente ee despliegn en antinamin. —Usted voltea mis objeciones ast favor, pero, bazaso ao sabe, desdichado, que euando una proposicién se resuctoe a sf mis- ‘ma, se loma inasoguible? —Verd.usted, el unaricar esta férmuta tango la {atime certezade que no hago atra cosa que consamar algo praviamente iniciade con los trebajos de Benveniste, pies él postula eu formula incon cebible, “cs yo quien diceyo", Jemaneras oblicuas. La hace deun modo sabiamente semiétieo que insisic sobre la significacién, por ejemplo cuando habia de “In persone que enunia Ia inetancia ne- tual del discureo que contieneyo"; deun moda mecanicista al cs- cribir que “yo es el ‘individuo que enuncia te instancin actual de discurco que contiene Ia instancia iingafstica yo"; y de un modo chusea cunnda hace Ia propuesta directa “es ‘ego’ quien dice “ego”, aquf la disfruza con un lutinismo bastante pinteresco por- que en intin realmente nunea se tea “ego”, y si nlguion sabia eso bien ere el mismo Benveniste por supucsto. Parece, pues, como si Benveniste na fuera cepex de proferir estaférmula, come sien el {ltimo momento, estando & punto de oninciarla, tuviera que re- 2 DELOUNANO currie a une bifureacién pues eonoela sin dada las insuperables poring on las que ee habrin ebiemado, LY 9 esto Io que usted quiere consumar? ~Sf. Es preciso hacer el trabajo sucio que Benveniste no quiso hacer. —Pero, éesté usted conscienie de que entonces se pierde toda aguello mediante Io cus! nos orientamos, bien o mal, en este mando simbélico en of quevivimos, de quese diftuminan nues- tras coordenadas temporales y espaciales?; si ol primer "yo" na esverdadaramentac! primera yel iltima noes verdaderamen- tee! Gitimo, domo podemos distinguir entonees Ia anteriari- dad de I postatiorided, cémo concebir 0 al menos experimen: tor un antes y un después, o6mo distinguir una causa de un efecto, emo distinguir un origen de un finel, emo distinguir un aguf de wn alle? —Es por ello, mi estimndo Logos, qua desde 1a implosién del moda referencia, Ia locuraeconvirti6 on lametn ala. que se abo- ea el vineulo cocial, Puesta que ea fo sucesive nos enfreniamos cara n cara con esta forma, Ia puerta se halla més abjerta que ‘nunca a le irrupeisn de Ia locura en In historia, Ciertamente esta Josura es muy estorhosa y na se hace ningrin esfuerzo par reecno- corle en to absoluto, Ahcra bien, el mejor mode de no saber nada do ella consist en sacar a juogo aqut nuestro acostumbbrado e0- moat 2... qué comodn? Et comod{n binario por supuesto, Logos. La tinfen carta eon Ia que puede usted jugar para contener Ia irrupeién de Io unerio es Incarta de to binario, ¥ de hecho os la queusted juega. La binaria es nuestro comodin porque lo binario anida justo.en elugar don- de muestra razén s0 concentra nctunlmenie, Yo sostengo, por ‘efermplo, que usted pone en marcha una binarizacién del abiemo de lo unario cuando reearre a la ustucia de ln autorrefrencia, Al DELO UNARIO 3 oxigir que wn concopto eseape de una definicién mediante ef mis- mo gracias actra versién més simple del mismo coneepto, lo que eat usted haciendo 2s lisa y Hanamente remplezar une légicade untérmino porune logies de dos términos. Es decir, tomalouna- rio, un mismo coneepto, y Io maquilla de binario, des versiones, con Ie cual usted cree haherse librado delounario. Buena manio- bre; con ella se tranquiliza y puede entonees plicar el razor: niento por inferencia, el mecenismo causal, el formalismo bins tio, los saxgos diferencinles, etc, Con la eutorreferencio, pues, ha paeado usted justo por ef margen del abismo pero sin asomarse a 41; norard tos vérligos de lo unatia mds que para huir de ellos en- tes de quelo aleanzeran. Lo que usted llama autorreferencia, en fin, no es otra cosa que une manera de no conocer ta tocura, Pera entre Ia autorreferencin y el vértign hay un paso; basta una pa- Janca de inversiée pare pasar del sujeto juridicamente ausénome al loco, pues lo autorreferencial es, en tltima instancia, a-refe- rencial. AY qué proponeusted?, éacaso queseltemosjuntos al abismo? —Ya lo invito ancarcarse conmigo al borde del abismno. Sosténga- se de las remasy tome firmemente mi muno. Considere en Io su- cesivo que la autonomfa juridiea del sujoto democriticono esmas ‘que el lugar de una escena cuyo reverso es la locura, Este reverse std implfcito en la definieién unaria del “yo" y son precisamente Jas objeciones que usted me hace las queme dan un parémetrode certidumbre on cuanto a osto: ef, el “yo” se hace falta asfmisma inchiso euando cuenta con fe evidencia de sf mismo; ef I formula “esyo quien dice yo" da lugar a dosproposiciones antagénicas en Jas que s el “yo" se halla sueontoen el mismo momentadesu pre- zencia, resulta encontrado al mismo tiempo quo perdido dentra el oxpejo de la unario, en ese pliegue de In Tenguun en of que !as teorins eldsieas, eoueales 0 binarina no pucden penetrar, Desir quel “yo” se pierde cuando se encuentra y #8 encuentra cuando se pierde equivale a decir que el sujeto quz procede de este "yo" est loco yo loco, y que en él cooxisten In integridad y lu locura, on DELO UNATIO Lounntio es un formidable operador antilégico, sn gol negrodela 16gica, un concepto inconcebible, A partir deste oximoron inicial, hay quollevar ahora ta exploracién hasta el fundamento del pen- samiento. Vivimos en une époea en que ya nada puede enmasca- rarel fondo de locura de! hombre, ea donde finalmente se eviden- cin que esté constituido on referencia # une figura que rebast toda K6gica, pues no hay nada més loco que hneer cosxistir en Ia misma enuncincién dos proposiciones inversas. Todo empiezs todo acaba allf, en une figura loca, NOTAS 1 Estecuarto capil sinteiray reorgunia algunce arguorentos ya pre- sentados en D-R. Dufour, Le Bégeiement des matires, op. cit. ® Carmap feel primero en cuestionarse sobre la diferencia wsoimen ign, Véarerobreeste puntool bro do JsotteRey-Debove, Le Méttan- gag? {81 metalenguaje), Le Robert, Paris, 1978, 2 Haile Benveniste, Probtémes de Enguivtique générale {Problemas dolingirticagenorl}, Gallimard, Pars, 1965; ‘Delarubjetiritédanale langage” {Dela eubjelividad enol enguafe. 4 Sabra a nodistinciénentre moncién y%0, s6anoe bro do D- Bova nou, Vices et eertus der ceretea[Vicis y vrtudes dela clculos, La D8- couverte, Paris, 1989; ¢f. parte 1: “De ln réflexivité dans le langage” {Sa- tro a rofeivifad en l lengua. "1D, Hofstadter, op. cit; sobre este punto vésse el capitulo v. i V. DEL ESPEJO --£Quéintentaprobar, Sogol?, Zque todos estemos locos acaso? Sf, 0, al menos, que an el centro de donde nos formames como. ayjoto hablante yaco una forma loca que reclama expresarse. —Para empezar, i qué lame usted locare? —Allo mismo quo usted: cuando resulta imposible paraun sujeto seconocerse en ol yo" y orientarse en el empo y en el espacio; se tomaa sf mismo por otro, no sesitia.on ningtin tiempo nien nin- ‘tin espacio, eubsiste en dos tiempos a Ja ver a incluso reside on dos lugnres ala vez; locira es rer incapaz de construir un “aqul y ahora’ en donda ubiear su "ya". Ahora bien, yo sostengo queenel lugar mis profundo de nuestra subjetividad padecemos constitu: fivamento de esta tocara; una locura do la que no estamos prixi- ‘mos 8 curernos puesto que, parasittternos en el tiempo, en el es- pacioy en el estado de persona, nos vemos obligados a transitar por unalégica de defeticos (tales coma! “yo”, el“aqut”y el “aho- ra) que supone operaciones aparentes de desdoblamiento, —Su neepcién deta férmula “es yo quien dice 30" conduce en efecto a un grave problema de tomporalidad: con ella nos ha- amos en ese pantadeindevisién dondect uno desencadena ul otro,y éate, a su vor, deseneadens al uno, todo elloin quocnis- ‘ta.unn primera causa que sirva de embrague. 2¥o ha conside- rado.a dénde lo Heva esta ncepeiin en el plano espacial? —No hey mejor modo de examinar este problema que recurrien- do al “estudio del espojo” do Lacan, —2Y por qué en particular of espajo de Lacan? ° teeta % DELESPEIO —Porque en el espejo como en ol “yo” Jo igual subsiste jusiamen- te en dos lugares. Usted docia que si le férmula “es yo quien dice xyo" ein comillas ni cursivas se desarrollara apenas un paso, con ducirfa ala oporia dedos férmulas contrarias y simltneas; pues bien, en la experiencia del espejo aparece precisamente un desdo- blamiento antilégico similar. Es decir, el espejo opera en el espa- cio fisico como los defeticns, especialmente el “yo”, operan en el espacio discursivo, esto es, mediante un pliegue. Hl pliogue es aquol lugar donde ocarre un acto furtive dedesdoblamiento den- tro deunn continuidad espacial o temporal; Lacan na dejé deper- bir esto, pues en su artfeulo de 1949 (continuacién dela eélebre decluracién de 1938 sobree! estadiodel espejoen la quoestructu- raba a su modo tos declaraciones del psicéloga Henri Wallon}, copté por el titulo: “El estadio del espejo como forjader de la fun- ci6n dol yo", soguido, en caracteres mas pequetes, por: “tal como se nos revela en Ia experiencia psicoanalitica’; este titulo fue re- tomndo luego en les Eseriloade 1966. Verpos que ya desdeel titu- 1o se relaciona el desdablamiento espacial operado por el espcjo ‘eon Ia divisiGn discursive que se produce respecta el “yo” para sostener In hipétesis central de una divisiin pefquica constituti- va, El espejo reproduce en el espacio el problema Iégizo unario inherente al “yo” que provienede queel uno, el idéntico ast mis- mo, debe pansarsoa partir de) desdeblamionto de dos propoticio- nes inverses, Retomo aqut la formula de Benveniste quo dice “es ‘ogo quien dico ego” y,alterdndola apenas eon lu introdueci6a del e2oy con un efecto paronimico, yo dirfa “no hay eg2 sineco” para as{ hacer queseescuche ol problema del uno, delindivis, Se trate de un doble problema en todo caso; uno en et espacio fisico yatco ‘en ol espacio discursive; algo se distora tanto en la vista como en In-voz, exactomente como los problemas que afectan a Narciza y alaninfa Eooen les Melamorfosis do Ovidio, El eapeje opera en la confivencia del desdoblamiento dea vistay dea voz. Ahora bien, éserd necesario acloraro?, debeos inetalarnos justo en ozo pun- to donde aparece {n locura para na carrer el riesgo de ser, sf n0 nds locos todavte, entonces no lo suficientemente locos como DELESFEIO n para ingresar en el camercio favorito de los hombres, In discursi- vided. —En efecto, es evidente que con nucstra acepeién del “yo" nos enfrentamosa la aporfa de dos formulas inversus que se inter- cambian, £Propone usted un intareambio similar en el caso del estadio del espejo? —Une tolaracién téeniea antes de responder au pregunta, Para ‘une mayor eleridad en le exgosicién permftame distinguir dentro dol espejo un lado actual donde so presenta el cuerpo y un Indo virtua! donde se forma la imagen, Es en estos donde se Hevan a cabo los términcs del intoreambio y Lacan los plantea muy cinra- mente: en el lado actual hay insuficiencia y enel virtual antieipa- iGn. S6lo ust podemos ententler esa frase central y definitoria do Lacan en la que habla del “sufeto que caver el eefiuela de lu iden tificaci6n oxpacial”: “el eafadio de! espejoesun drama cuyo motor interno precipita de Ia ineuficiencia a la anticipacién". En lo ac- tual hey “menos” y en lo virtusl hay “mis"; el estadia del expejo consiste en cl intereambio entre “menos” y “mis”, —2A quién protende usted obligar a admitir esta dgebra im- posible? Mire usted, ola protilemitica del espajo se cirenscri- ‘ec los iimites dela raz6n, ineluida la raxén freudiana, 0 1 ex- cade y entonces se troia de una juguda de Lacan, una de las primeras quoido6 para engaiar a sus contempordineos y supe- ditarlos a su esquema, La hipdtesis debi ccurrireeles en toda caso a algunes de los caciques del movimiento psiccanalition ‘quese reunfan en Marienhad en 1936 puesto que, para evitar Jo que algunos ceguramente ya nnticipann, hubo un intento {de impedir que Lacan tomara tn patabre, quizé habia buenas razones pata ello, ino cree? —ACémo serfa el espejo comprendido dentro de loa limites do la rezén freudiana? Seria el nareisismo. Hl reconseimiontode tm momento esen- cial en le aparieién de! sugeto, el momento en el que junte sus a DELES?EIO fucrzas libidinales ecbre ef mismo en vezde investir con ellasa os objetos, Que Lacan haya formalizado este momento, quelo haya depurado detoda referencia al mito y que lo hagn decier- to modo fistologizado af relacionarly con un momento crucial de [a ontogénesis de ciorias especies y en particular del hom- tre, 63 nlgn con [o que extey de acuerdo, pero no voy misallé. AY a quése refiere con més alté? —Mo reffera a lo que usted pretende: ala introduceién de una forma que ya no seria tégica sino mégica, esto es, la transfor- ‘macién del momente dialéetice do ta nparicién del sujeto en un mero acto de magia, As como usted To propone, el espelo nun- ca purece estar muy lejos de entenderze como el instrumento spropiado para ciertos trucos de prestidigilador: usted se pre- renta frente al espajo sin ror nin un sujeto y, obracadabra, comopor erte de magie, el espejotransforma este menos en un mis. Apresioen su justo valor la similitud entrola palabra ma- gia y In palnbra imager, mas Ja paronomasia 2s intuficiente como explicactén légica. Si el espeio se convierte en algo que por sf solo permite la transformectén de une insuficiencia orgéiniea en una anticipacién ee, pues, tna suerte de piedra fi- losoful. Segiin usted, bastarin entoaees poner plome frente al espejo y hacer un par de movimientos migices para que resul- tara ese oro que conocemos como neceso a In simbolizacién. ‘Todo esto es puro cuento, Para comprender do qué modo el es- pojo corresponde a un momento ontogenéticn crucial y de qué modo se manifiesta en una “dialéctica temporal que proyecta decisivamente sobreun plano histérieo ie formacién del indivi- dup” (Incita es delLocan), es necesariointreducir atro elemento quo no aparece expresamonte en el texto de Lacan, ni siquie- raenel texto de In segunda conferenciade 1949 en Zurich; es preciso introducir una dunlidad, insisto, un segundo térmi no, Parque ese otro ence! espeja no es simplemente e! sujeto di vidido que se reflejacn un infinito espajismo especular, sino el troque, por la mimda c la voz. dela madre por ejemplo, ine- DELESPEIO 0 ruinpe in infinita regresion delos refigjes y efectin le intogea- cign, No tiene usted, pues, facultad gara unarizar ¢l estudio del espojo, a menos que desee convertirlo en uns suerte de va- rita magica, Bstd obligadoa introduciren alggin momento otro ‘término adomés del sujeto; ¢inchusoun Otre. 81 Lacan no le ha- co explicitamente en st segunda comunicaciin, deja en todo ca- so 8 6u Toelor In tarea de interpretar « reintorpretar el espejo en funcifn del concepto de effeacia simbética que él descubre primero en Lévi-Strauss ¥ luego del coneepto del “Otro”; am- bos buenos medios para frenar la spiral de Ins regrestones in- finitaz,.. En reeumen, vomosal Lacan dete simbélico suplir los momentos de Jntencia del Lacen de lo imaginario... —Entonces usted sugiere que con ol estadio det espejo Lacan intenté llevar a cabo una muniobra de fuetura unariay luego en- conted, ya sobre la marcha, una salida viable, esto es binari introduceiéa in fine dat concepto de efieaciasimbslica convenien- temante reseatada de Lévi-Strauss, LBs eso lo que sugiore? —Exactumente. ¥ afindo edemés qua Lacan tuvo gran inspira ‘ign al permitir que sus lectores binarizaran su estadio del es- ejo, pues consiqui6 con ello mantener atejadns esas pampli- ‘nas uncrias que no tenfan ninguna esperanza de éxito, —Mire Logos, estoy consciente de que muchos lectoree de Lacan ‘taven ana tectura idatieaa in quo usted plantes; muchos, inelu- so entre Jos diverses tipos de lacanfanoa certificados, nunca han dejailo de deseartar de su osquora ta idoa de un espejo do tipo ‘unario en el que la razén ee plerde y, en consecuencia, han queri- dobinerizar acome dé luger el eatadio del eepejo, Citabausted las lectures que se basan en Lévi-Strauss y que recurren a ta inter- venciéa del Otro; también estén otras, muy difundidas, que si- ‘guen la Hinen do Winnicott: éste supone de entrada que la madre sehalla en el fandodel espejo, yapuesto aque cor estocl terapeu- tue convence de quesc vita lo peor, exto 0s ol eapajiemo espocu- lor, Por supaeste quees més sencilla librarss de a faseinacién dal "0 DELESPEIO| ‘iio que dol enroscamiento internode lo mismosabre sf, este ulti- ‘mo ala manera de una serpiente quo se muerde a cole, De hecho Winicott inicinsuart{culo “Etpapel de! espojo, dala madre y dela familin on el desarrolto del nifio”® con una referencian Lae arifcute do Jacques Lacon sobre o! ‘estadio del espejo’ me ha in- uido por supuesto [... no obstante, Lacan no reluciana et espejo con ol rosiro de Ie madre del modo como yo me propongo hacerlo aquf*. En este punto do ia curstién, s6lo basta vincular estas dos Iecturas del espaja (Ia primera donde se afindié el Otro y Ia seqrun- dadonde te afindi6 la mosire) para concluir que ese Otro inicial es In medre, {Qué reparo poner a toto esto, sinc decir que ese espefo ‘al que le han aftadido tales elementos acaba siendo un proceso pu- raments normativo y ol andlisis de lo unaria se prdié en aigin lugar del camino? Ami moda de ver todas estas lecturas tienen en comiin ol hecho de queno quieren saber nada de un espejo uncrio ¥, en esta medida, s9 parecen a las apresuradaa interprotuciones binaries de In férmuta de Benveniste; en mi opinién no son més que un abuso de autoridad de lo binario contra to unario... —Pebre Sogol, poro si un estadio del espejo originalmente ‘nario ni siquiera ee sostiene, Si Lacan tuvo la tentacién de ir por ese ecmino fue sélo par un hegelianismo juvenil mal dige- ido, debido a ura interpretucién equfvoea de cisrios pasties del prétogo a la Fexomenologta del espfritu, especialmente la teccera y eunrte partes qus fueron comentadas ampliamente en el seminario do Kejdve al que Lucan esistfa con asidaidad durante los afios treinta, es decir, cuanda elabord elespejo. En la tereera parte de dieho prélogo Hegel, evaluando la realiza- ciéndel espiritu enel mundo y eu aparicién ena hietoria, exe: ‘mina el momento en que et espfritu se torna objato y, 10 cito, “deviene 41 mismo un otro, es decir, objeto de eu af misino”.? Pera Lacan cometoun doble error: 1) alvida que dicho momon- tono constituye més que un tiempo en la targa dialéctice tem- oral de la conciencia, y 2) sustituye ese momento de realiza- ‘clin de le conciencia en el mundo para hncerlo corresponier DELESPEIO a conel advenimienio del eujeto, lo cual tiene que ver conn es- filo metaférica de argumentacién mediate al cual todo puede intercambiarse por cuslquier cosn, y en particular 1a concien- da por el inconseiente, el sujeto por el mundoy In magie por la razén. Ya que usted hn establecido un paralelisma entra el es- ojo de Lacany la (6rmulade Benveniste, aprovecho la ceasién para recordarleel siguiente punto esencial; en 1s curt parte cel pr6logea in Fenomenotogta, Hoge! acinra queen le proposi- én filoséfica dete mantenerse Ia distincién entre ajeto y predicado: “En la proposicién filoséfica vornos que la identidad el sujeta y el predicada no debe destruir la diferencia entre cllos que le forma de Ix proposicién expresn, sino «que 8u uni- dad debe brotar como una armonia”, Hegel ews incluso a asignar un valor estético a esta diferencia al comparia con el “acento” queen poesfa.y en miisica ee produce gracias a la es- cansién métrica: “el ritmo es la resuitante del equilibrio y In conjuncién de ambos”. Si usted unifice el sujeto con el predica- do y forma una proposicién que podemos denominar espaci- lar, entonces “el sujeto pasaa rer predicado, y espor ello gupe- rado asf”, el resultedo et que el peneamfente “sure, para representérnoslo asf, un contregoipe” y “no puede ye vagur li- bremente sino que se va retenida por osta gravedad”, Pero si eso es exactamente Ia que quiero decir: para el mismo ser hablante hay un estorbo considerable desde o! momento en que se ndopta este tipo de proposicién especulativa, incluso es- pecutar, parael ser hablantemismo. Antes, como lo sefiela Hege), estes proposiciones esteban reservadas esencialmente para Dios; en Ja cuarta soeci6n del préloge que usted mencionn, Hegel toma como efemplola proposicién Dioses et ser y, brasreducit a launa- rrided pura y simple Ia forma kantiann del juieio anol{tico median tele instavracién de uns equivalencin cstrictn entre Dios y el ser, subraya que del mismo modo el pensamients “en vez de pasar adelante.en o! trénsito del eujeta al predicado, ee siente [..) més bion entorpecido y repelido”, “pterde el terreno fijo objetive que tenia en el suleto ol sar repelida de nuovo en el predicado y al ro- a2 DEL ESPEIO trotracree, en ésie, no & ef mismo, sino ul sujeto del contenida”, Estemodb, llamedo do In inteleccisn especutlative, desamboca se- gin Hegel en “louno carentede concepto” y, aunque quizé remi- tea la “intuietén interior”, interrurmpe ol impulso argumentative ¥ dinléctico necesario para la Mlosofia, Ocurre entonces que eencunntra refugiads en Sf Mistoa (en in medida en que es po: bio segzin Hegel evitar este nombre en filozoffa) pero ton pronto como ee aplica este modo directamente ai hombre 10s hallamos ‘enmenudo Ifo. —Precisamente por ello es necesario rechazar esto modo de definir el sujeta hablente, ya sen segtin le Cormula de Benve- niste ola de Lacan. —iPodria usted decirme exactamente qué fallaria on un espejo defabricacién unaria, constituido segin cl modo do la intaleccisn eepeculativa de Hegel? —Siel espejo fuera un dispositive para invertir Iainsuficiencin en unticipacién, se producirfa un grave error Iégico en lo refo- rente el espacio. Habria, por delante, un montén de Srganos no reunidos en un sujetoy, por detrés, In reunién deestas par- tes disperens en una totalided, en una forma ortopédica, en ‘una Gestalt de las partes diserinadas, Con tel dispositiva ceria necesario supaner que todo sujeto es capas de repartirse entre un “delanto” del espejo y un “detrés” del espejo; pero en tal ceaso-el “aqu, que es un punto tnico on elespaciodesdo donde el sujeto ved munda quelerodes, tendria que dividicee en dos, Jo cual es claremente absurdo, a no ser que supongumos que todos loa sujetos padecen de una incurable diplopta, Al dupli- car dicho punta se destrairfa node menos que la categoria de espacio, porqus ee atacarfa 6u principio constitutive. Asi, na- dio podeia deeir en déndo co encuentra porque se ubicaria si- mutténeamente en dos “aqut” y corrorfa dal uno al otro gin sa- ber dénde detenzrse; ahora bien, yo veo a algunos que se seupan de otras cosas, Ba cuanto a la temporalided, el proble- DELESPEIO| 88 ‘ma no seria menor, ya que resulterfa neeseario creer que Ia causa origen éel sujeto pasé de un primer momenteen el que el sujeto fragmentaco se halle frente al espejo, « un segunda momento en el que ee forma Ja imagen portadora de la totali- dnd, antes de qua ol cuerpo cen revestido, Paro si esto fuera certo, qué santido tendrin entonces wna causa que precede a fu coneecuencis? Denueva cuenta, yano ssbrinmos dinds es- tamos con este “ahora” dividido en dos polos: el anterior al re- flgjo yel posterior al reflejo, Mi punto do referencia para etins- tante on el cual hablo se harfa trizas y esto traerfa consigo to caducided decategorfas como “antes” y “después” ahora bien, yo veo a algunos sujetos quelogran eseapar de cemajante fata- lided. Ya ve usted, pues, ebmo el cusdro final de un espejo una- rio serfa extremadamente diffel de sostencr porque atentarfa contra tas dos dimensiones fundamentnles de In existencia: It consistencia en el espacio y In subsistencia en el tiempo. Afir- ma sin radecs que curlquier sujeto que experimentara esto ‘umea podrfa recuperarse, —Logos,certésmente le he permitido continuar en su exposicién pare ver hasta dénde lo Hevaba su coguera légica. Pero veamos ahora, pare empezar, usted arguye como ai Hegel se hubiera con- tentado con prescribir la conservacién deladiferencin entro ol su- dctoy el predicado; no cbstante, cuando Hegel constata “la aboli- ci6n de In forma da in proposiciéa”, esto es, In desaparicién de este escansién métrica, deeste acento, por la supresién dela dife- tencinentre sujetoy predicado, udvierte que na entramcs necesa- riamente en un modo especulativo estéril, como se.creyé durante ‘mucho tiempo, sino en wn modo “especulativo efeetivo” que debe ser estudindo y no oludido (como hacen Ins filosoflas que sim- plemente 59 aboecn a administrar pruebas), “Este movimiento puesto, escribe Hegel, debe expresurse; nodebetraterse tan s6lo de un entorpecimionto inteme, sino que debe exponerse este re torno del concepto a sf mismo”; esta es algo que el mismo Hegel eva a cabo magnificamente en los tres primercs eapftulos de lo 8 DELESPEIO Fenomenoiogia: “1, La corteza sensible 0 el eato y la suposicisn" “a, La pereopcidn 0 la cosa y la dusién” y “nt, Fuerza y entendi- miento, fenémeno y mundo suprasensible”. Generalmente estos capitutos se tocan sélo por encima, pues urge Megat pronto al cuarto (‘tv. La vordad de la certeza de s{ mismo") que es donde se desarrolia ta dialéetica resolutiva del amo y del esclavo y la upari- ci6n de Ja conciencia de st. Esta priew por ooneluir, por buscar la salidn, es porjudicial porque revisa s6lo saperfieiatmente el mun- do del “Uno, divididoes sf mismo” quese manifiesta por un “mo- -vimiento tautolégico” (note usted Ja correspondeneia de nuestros términos con los de Hegel), éQué ocurre en este movitnientotau- toldgico? “El entendimionto permancen, somo so ve, en la unidad quieta de eu objeto y ef movimiento recae eolamente enel enten- dimiento, y no en el objeto; es une explicacién que no sélo no ex- plica nada, sino que es ton clara, que, tratanda de decir algo dis- tinto de lo ya dicho, no dice on rigor nada y ce limite. repetic lo mismo.” Hegel dedica tres capftulos fundamentates precisnmen- te acste movimiento “vacto", y, para decit qué? Para decir que este mavimionto no afects a lacosa sina al entendimientor “este movimiento, sila consideramos més de cerca, es de un modo in- medinto lo contraria de sf mismo" puesto queuno sabey a fa vez no sabe, No comentaré en este momento nada acorea dela manc- raen que Hegel desarrolla, « partir de este punto, una dialécticn cn tres tiempos que va del Uno dividido o unarioa un nuevo Uno unitario, pero si me permite apuntar quelaidontificavién de este nivel, el dela l6gica espectticn del Uno dividico, fosa tan ineérma- da}, esdeuns agadeza fibulosa. Por supucste que cata légiea os in queencontramos en juego en el estadio del espejo ce Lacan, a pe- sar do.que esté de un modo més bien parsimeniosa y demasiado implfcito, Hege! observé que con este punta se entrabe © un “mundo invertido” en e) que “el ofro ea el en af*, donde “lo que sabe dulce es (...] amargo”, donde “lo queen la brijala real del fo- némenoea st polo Nortees en e! ser inierior oesencial ol polo Sur” y donde “Io tdéntico es n0 idéntion a sty lo no idéntiea {déntico a sf”, Em eate "mundo al rovés" los “términos se desdoblan” de DELESHO 5 suerte quo el “Yo 0s 2 la vez ol contenido de In relacién y ol acto LY cémo 0 inieia esta poderosn reftexién? Por un cuestionamiento, en el primer capitulo, sobre Ins entegorias “defeticns” como el “aqus” y el “shora”: Hegel obsorea que sta proyocan que se inviortan mutuemente ol “momento univeredl” yla“relacién inmediate daca"; In que aqui anuncia Hegel, pucs, ‘es nada menos quo la modalidad unnria. Por otra parte, Logos, quiero recordarie, a modo de anotacién at margen, que diez afios snds tarde cuando Hegel hablé dela ioeura en el epariade “Elsen- timienta de si” de la Fifosnfta del espfritu, vaivi6 a meneionar la {des do e:0 “Uno dividio en sf misao" proveniente do los prims- ros tres capftulos de ta Fenomenotogta: “ese estado en el cual el esptritu 50 mantione en 6! mismo en su propia negueién’”* Este ‘modo unario ¢s justamente lo que usted Fe niega a ver en aeci6n, ‘yaeewen los formes especulares en general o en el espeja en par- ticular; teme usted tonto aeste procese unnrioque sélo eeeptaco- Jocarce més alld de ev resclucién, es decir, cuando el sujeto ya he superedo la locura unariay In inversién intemapastiva do los tér- minos desdoblados, Tanto, quousted lo describe anacrénicamen- te, empleando términos del nivel ultorior en ladeseripelén del ni- ‘vel anterior; su preccupacidn pot hullarse siempre en el nivel resolutivo te leva a simplificar osto proceso ultranza y hve que contidere, con suaa precipitaciOn, Ia mirada oa voz dela madre como un “segunds término”. Pucste que esta interpretacién errénea ea deo més comin, le agradezco en cierta sentido que la haya expuesto, pues asfme permite restifiearla, Entiendo, segtin eu economfa discursive, por qué recurre a este argumanto: un ‘gundotérming le permite pasar inmediatamentea ln resoluciiny saltar, de ciorta manera, lo unario. Pero se equiveea, porque To ‘que est implicads en aquctlo quo Lacan tlama Ia “Ifnea de fic- cl6n” (en la que el sufeta se desdobin), no es precisamente un eegundo término sino algo un poca més compliecdo. Y es quo, nds alt del desdoblamiento del sujeto entre su estndo netuel y su estado virtual, se pone en juega un tercer orden: no se trata del cuerpo ni de le fmagen del cuerpo, sino del significante o Ia © DELESPEIO Gestalt, es decir, una forma; pero ademés estos términos de forms osignificante nos remiten a:un todo organizado al cual per- tenocon. Por “todo organizado” entiendo un orden exterior wl sujoto, un orden estructurado por unidades distintas entre af articuladas entre ef como, por ejemplo, los fonemas de In lengua que so distinguen mediante rasgps diferenciales. Evidentemente se necesits un vector, un portedor de este tereer orden, para ase- gurarese encuentro: larnndre, por ejemplo, Pere lo importantes shservar que Ia salida del universe unario sélo es posible con ta presencia de ess orden tercero, que de hecho antecede al sujetoy est estructurado bincrlamente. Sin la intervencién de este or- den, ol proceso nario regresa sobre sf infinitamente. De hecho Lacan ¢¢ refiere elaramento a esto cunndo dice qus “la forma-

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