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UMBRAL . Revista de Educaciéa, Cultura y Sociedad FACHSE (UNPRG) Lambayeque. Ao III N° 4 Marzo 2003 pp 72 - 83, RETRATOS DEL ARTISTA: PROSAS APATRIDAS, DICHOS DE LUDER Y LA TENTACION DEL FRACASO Perit ES, Universidad de Colorado, Boulder (EEUU) Los géneros que Julio Ramén Ribeyro frecuenté més asiduamente y en los que su prestigio se cimenta son, sobte todo los que la preponderancia moderna de la novela ha hecho considerar fragmentarios 0 menotes. No hay necesidad de desconocer los méritos de Crinica de San Gabriel 0 Los geniecllos dominicaks para sefialar -lo cual es ya casi un lugar comin - que la escritura de Ribeyro encontré sus terrenos més férti cucnto, sino también en el aforismo, el ensayo y el diatio. Prusas apdtridas, Dichos de Lauder y los ttes tomos publicados de La ‘entaciin del fracaso no son, en s no solo en el absoluto, piezas apenas complementatias y ancilares en la bibliografia del escritor: por el contrario, configuran un campo de autorepresentacién y esctutinio del oficio literario que comparte una frontera viva, dindmica, con el tertitorio de las ficciones, comprender no menos de diez. La parte édita del El diario de Ribeyro se inicia en 1950, con Miatio cubre, es preciso subrayarlo, un lapso crucial Jos primeros tanteosliterarios delautor,yacompaiia WE Se extiende desde 1950 hasta 1978, de modo €l resto de su obra en las décadas siguientes, pero 108 apuntes repstrados en os wes primeros tomos recién en 1992 saldria de la imprenta el primer tomo Pueden considerarse representativos de la empresa de La lentacén del frase, ealo que debe abarcar integra. A part del material conocido de La tentaién todossus cuademo’ autobiogtificos! Hasta la fecha —“//facao, es posible reflexionar sobre los modos en se han publicado los tees vollimenes iniciales de un Ue I redaccién del diario contribuye a edificar la proyecto que, segin los célculos delescritor, deberia Persons literaria de Ribeyro, su identidad en tanto el anculo «Ribeyro autobiogrifican, Gonzilex Vig aubraya ls conexiones entre el exact to tomo de Lat teen ah fro y la quintaedicin de Prosssapitias, ndos publiendos en 1992 +4 Mas als de Ia iferencia de eros, dos factors enlizan fuertemente a esos tes volimenss : 1. La dptiea autabiogrifien; y 2. El tasfondo reflexive « ( Asedios 4 Julio Ramén Ribeyro, 303 ). Aparte de Ribeyto, Alfredo Bryee Echenique y Mario Vargas Llosa incussonaeon también en la aceite stobiogeitiea com ends bros de memorass Pam pane vr y El px ee agua, espectvamente Ae La poles dil md, el psimer sujeto comprometido con la vocacién de escritor; al mismo tiempo, conviene calar las funciones y el sentido que el sujeto de la enunciacién atribuye al registro cotidiano de sus impresiones, conjeturas y vivencias, asf como esclarecer el vinculo entre ese tipo de discurso y la obra de ficcién. En el prologo del primer volumen de La tentacién del fracaso, el autor confiesa el motivo por el cual se propuso iniciar, apenas al filo dela mayoria de edad, un diario, En la génesis del proyecto no estin tanto las propias peripecias y vicisitudes - es decir, el deseo de narrar la experiencia del yo -, sino laleccién y el ejemplo de otros especimenes de un cierto modelo textual. Afios antes de escribir las primeras lineas de su cuaderno de biticora, Ribeyro se habia iniciado como lector de relaciones autobiogrificas: «Mi aficién alos diatios fntimos data de muy temprano, desde que a los catorce o quince aiios lefel de Amiel, en una edicién de dos voltimenes que encontré en casa « (1,9). Al conocimiento dela muestra por excelencia del género le siguié la frecuentacién de otros libros semejantes, al punto que el esctitor asegura: «Con el tiempo logré reunir tuna apreciable coleccién y me converti, sino en un erudito, en un buen conocedor de la materia» (1,9). El trénsito de la recepcién alla redaccién se cumple, entonces, slo después que se acumula una vasta experiencia, pero no en el sentido habitual del término: no es la suma de acontecimientos, sino el acopio de otto, Adem: -cturas lo que permite pasar de un polo a , 1 indole misma del diario detiva del sitio que Ribeyro aspira a ocupar en él cizcuito dela literatura: la vocacién determina a naturaleza del texto, pues delo que se trata es de crear un diario de escritor. En esa forma particular, Ribeyro reclama para sila calidad de pionero en las letras peruanas, pues antes de La tentacin del fracaso solo se halla evidencia de «diatios de exploradores, viajeros o funcionatios» (I, 10). Reivindicar la prioridad de su empresa no lo leva, sin embargo, proponerla como modelo para otros narradores peruanos: «No me arriesgatia a decit que, al publicar mi diario, quisiera incitar a los escritores de mi paisa redactar y publicar el suyo «( 1, 10). La reserva, acaso dictada porla modestia, no deja de ser paradéjica, en la medida que Ribeyro sugiere a sus colegas resistir el impulso de emulacién quele dio origen a La tentaciim de fracasa Si 6 siguié elejemplo de otros, quienes vienen después no tienen por qué imitar el suyo, Ni magisterial ni mesiénico, el escritor prefiere mantener un espacio singular, de excepcidn. Esa renuncia al proselitismo se debe a una cierta ambigiiedad ante la eficacia y las posibilidades del género; de ahi que a quienes se puedan sentir tentados de emprender Ia redaccién de un diario intimo les advierta que ésta es «una ocupacién peligrosa, que puede cerrar la comunicacién con los otros y confinarnos a un soliloquio estéril y secreto» (I, 11). La posible caida en un lizismo solipsista, que privaria al discurso de destinatarios, amenaza a la erénica y elandlisis del yo. El iatio de eseritor, si bien puede servitle de soporte ycomplemento ala ficcién, entrafia también el riesgo de «suplantar ala obra potencial que conteniamos» (1,11). Bsa oscilacién, en el caso especifico de Ribeyr0, marca con un sello problemitico los vinculos entre las anotaciones de los cuadernos intimos y los enunciados de los ensayos, las obras de teatro y, sobre todo, los relatos. Curiosamente, el mismo diatio que tiene la virtud de afirmar la identidad del escritor posee -en la prietica, sino en la teorfa- la propiedad de truncar el trabajo creativo de éste* La estrategia ala cual recurre Ribeyro para salvar su vocacién literaria -amenazada por las presiones del medio familiar y social -es el viaje al extranjero, que le permite al fin trazar una distancia literal frente al entorno limeiio. Ni burgués establecido ni bohemio lumpenizado, el escritor en ciernes elige -como Stephen Dedalus al final de Refrato del antsta cadolescente-\a.via del exilio. Luego de babitar casi seis aiios en Europa, el autor pas6 una temporada de dos afios - desde fines del 58 hasta mediados del 60- en el Pert, antes de radicarse en Paris por més de tres décadas, Elalejamiento se convertira, de facto, en condicién dela escritura Vivir fuera del pais no necesariamente concede facilidades materiales o disponibilidad de tiempo: los tres tomos éditos de Lis tentaién del fracato documentan que el ocio creative no es la norma, a reflesin de Ribeyro sobre | dian como forma simbélca ex temprana. En 1953, exeribdi una nota perioditiea. «En toro tos arios intimoss, donde apunta algunos rasgos que entiende como carscernticas del yeneeo: eAparte de lt cotdaneidad de la. ‘eracidad de tos diaiosintimos, hay un tereer elemento que los caracteria ya cual debe aignicsele una importneia capital: fa Hoentad {de Ia compostctn 0, en otras palabras, la cai inesstenci de tna téniea del diario intimo. En reabdad, para exer un dari inno silo es necesrio someterse a lo requisitos dela perioicidad y la veracdads (Lage ti 1), sino la excepcién. De todas formas, a exuranjena concede un estilo de libertad que se desconoce en'et lugar de origen, donde un cerco de prejuicios y-la propia autocensura del individu obligan a mantener Jas apariencias. Mientras redacta Lasgallinayas sin plumai, cuyos personajes infantiles escarban muladares para alimentar al cerdo del abuelo, Ribeyro trabaja de conserje en un hotel, empleo que entre otras fanciones Icimpone encargarse de la limpieza: alis curioso que tenga yo ahora que ocuparme de cubos de basura, cuando estoy escribiendo precisamente Las gallinazos sin plamas. Esppeto que esto le otorgue a mi cuento un poco més de verosimilitud sicolégica» (I, 50). La siruacién de forastero permite circular por diversos ambientes y experiencias sin que, al menos durante la juventud, sea indispensable encasillarse en un estamento definido. En la vispera de su viaje a Madrid, el 19 de enero de 1955, el esctitor se pregunta: «Qué seri de mi en Espafia? Puedo sacarme la loteria, puedo casarme, puedo ser victima de un injusto proceso, puedo escribir un libro, puedo, naturalmente, moritme» (1,63). Esa disponibilidad ante lo que deparen las circunstancias se explica al principio por la ausencia de un anclaje en la rutina laboral y en el orden de las Convenciones, pero es importante recalcar que la libertad ganada con la distancia tiene también un lado inquietante, perturbador: «Pero mi experiencia europea me ha desarraigado y me ha dejado en la situacién flotante delestucliante becado 0 pobre, sin una ubicaciéa socal precisa. Ein Paris he alternado la época del sefiorito con la de obrero» (I, 68). Con el paso de los atios, Ribeyro habsia de ganarse la vida en teabajos estables, primero en el periodismo y luego en la diplomacia, demodo que la etapa inicial de zozobea y precatiedad quedé superada, al menos en el area del_ empleo. Ain asi, el desasosiego del escritor, su renuencia a instalarseen un tonoo un estilo fijos, no se desvanecen cuando su situacién econémica se asienta y acaba por fin el tiempo de los ingresos azarosos: «Busco quizis cierto riesgo, cierta incertidumbre, sin los que lavida me parece insulsa «( 11,211) consigna Ribeyro el 10 de julio de 1974, a los 45 aitos y corroido por elcincer, mientras se aloja en la villa de Porto Excole que él mismo califica de «mansién maravillosa «antes de atribuirla a la imaginacién y el gusto de calgin millonario demente « (II, 211). El pasaje sitta a Ribeyro en un ambiente suntuoso, propicio al hedonismo y envuelto por el clan atistocritico que sele ha solido atribuiral autor de Prosas apdtridas; sin ™ embargo, el diarista se siente también alli fuera de lugar. «Me pregunto si un hombre, hecho como yo para el tofmento, podria sobrevivir en un escenario como éste, donde sélo caben el regalo, el reposo y el placer. He hojeado en la biblioteca preciosos libros de arte, he dado ua pasco matinal por la huerta, he respirado el aire tonificante de la colina, he tomado un café delicioso cerca del medio dia, he furnado varios cigatrillos tendido en una hamaca, me he zambullido en la piscina. ¥ ya siento caer sobre mi cesa especie de ansiedad, de fastidio, el traje mojado del aburrimiento « (II, 216). El tedio es la emoci6n que con mis constancia tifie las anotaciones de los diatios, y acaso no sea impertinente recordar que la idea de Prasas apdinidas germiné luego de la lectura de Le spken de Part, de Baudelaire: el mal del siglo hizo estragos sobre todo en el XIX, pero nose volvi6 inocuo en el XX. Laironia de Ribeyro, que se expresa en Ia tendencia a distanciarse - céustica o melancélicamente - del objeto de su discurso, esti cnvuelta én esa neblina interior: Hay una suerte de extraiiamiento en la mirada y la actitud del eseritor, un repliegue frente a aquello que lo rodea: desde ese lugar, ala vezintelectual yafectivo, se realizan clandlisis y el registro de los hechos. La fatima desubicacién del escritoralcanza, sobre todo en los aiids juveniles, el limite dela atonfa, de un bastio comparable al de Jos antihéroes de la novela existencialista, como el Meursalt de Elextranjer, de Camus, o el Roquentin de La ndusea, de Jean- Paul Sartre: «Estoy anclado ela mitad de este domingo, como una barea en un banco de arena, dejindome mecer por el oleaje de las horas. El sol cae a plomo. Siento cémo pasa el tiempo por cada una de mis células y va dejando en. ellas un eco, una vibracién . Deseos de cerrat los ojos y dormir profundamente. Despertar luego con la barba crecida en un remoto pais, en la estacion de los fiutos» (I, 80). Estas lineas, eécritas en un misero verano madrilefio de 1955, se pueden comparar a las escritas en el joso estio italiano de 1974. El estado de énimo yla disposici6n vital son similares, aunque los matices y las circunstancias sean diferentes. En. ambos casos, la desubicaciéa del escritor se expresa a través del tedio existencial : el malestar y el vacio, paraddjicamente, promueven la creacién literaria, el disefio de las ficciones y los textos ensayisticos o autobiograficos. La sensibilidad aristocrética que se ha reconocido en Julio Ramén Ribeyro esti primordialmente ligada al desajuste de éste con su entomo y su tiempo. Explicarla por la via genealégica, recutriendo a los ancestros del diatista, supone no comprender - en aras de un determinismo vulgar - Ia naturaleza ética y estética de esa sensibilidad. El propio Ribeyro se encarga de rechazar el diagnéstico sociologizante de su posicién y actitud oftecido por elhistoriador Pablo Macera: «Considerarme como elepigono bastante degradado de cierta casta social -donde se aliaban el dinero y los adornos del espiritu- , injettado en una forma de vida burguesa que no aceptoy amenazado pot una revoluciéa popular que me seria dolorosa, me parece inteligente, pero poco justo. El ignota que por mi ascendencia materna soy un plebeyo, con igual titulo que no importa qué verdadero hijo del pueblo. Ignora también que no extrafio en absoluto los privilegios mundanos ¢ intelectuales de mis abuelos rectores y ministros y que mis bien parte de mi actitud en los tltimos afios puede definirse como una resistencia y casi hostilidad «a seguir ese camino» (no haberme recibido de abogado, no haber hecho lo que podia para ingresar ala docencia de San Marcos, etc.). No conoce hasta qué punto carezco de una serie de sentidos especificos de la casta a la que me quiere asimilar: el dela propiedad, el del domicilio, el de la patria, el de la profesion, y hasta el de la familia « (II, 45). El diatio se convierte en sitio de polémica y autodefinicién: la radiografia ideolégica que ha propuesto Macera estimula una réplica vehemente, pero argumentada con la coherencia de un alegato. Elremate es, por cierto, bastante éxplicito: lejos de reivindicar la memoria de los beneficiarios de la Repiiblica Aristocritica, el diatista resalta su desdén por las estructuras tradicionales de filiacién. Su aristocratismo es de estirpe baudeleriana y contestataria, no de indole sefiorial: no nace de la adhesin sentimental a un pasado paticio, sino del techazo a un presente imperfecto. De ahi que cl esteticismo de Ribeyro no sea incompatible con la simpatia por los marginados y las victimas de la injusticia, En 1973 escribe estas Kineas, que hubiera aprobado Des Esscintes, el decadente coleccionista que Huysmans retrata en. Conira Natura : «Nuestra vida no es mas que la evolucién en torno a unos cuantos objetos» (II, 181). Es, sin embargo, la misma persona que al terminar su primer libro de relatos, Las gallinazos sin plumas, sebalaba: «Si un mérito tiene a mi coleccidn de cuentos es el de mantener la unidad del conjunto. Esa unidad reside més en la forma, en Ja materia trabajadat Todos ellos - mis cuentos - transcurren en Lima, en las clases econémicamente débiles, en ambientes deliberadamente sérdidos. Sirvientas, albafiles, pescadores, encomenderos, traficantes, recogedores de basura, lo que yo he visto de mis tocante y significativo en nuestro pueblo, he tratado de animarlo, de infundicle vida y movimiento» (L, 60). La persistencia del mundo popular urbano cn las ficciones de Ribeyro no obedece a una preocupacién documental, al propésito de representar con 4nimo naturalista la galeria humana delos pobres citadinos. A los cuentos los recorre un hilito de afectuoso interés que no se expresa en afirmaciones grandilocuentes 0 efectos melodramiticos, sino en el cuidado al trazar la ‘caracterizacién de los personajes, que poseen densidad sicol6gica y responden - dentro de las limitaciones impuestas porla carencia de recursos - con ingenio © ingenuidad a las presiones de su entorno; en la rebeldia frente a las premisas del determinismo, el autor delinea actores que, de un modo w otro, eligen el curso de los acontecimientos en los cuales se ven involucrados: «¢ Cuales son los méviles, para mi, de una decisi6 n humana ? La respuesta esté en los cuentos mismos y para cada caso es diferente. La ambici6a, los celos, la soledad, el temor, la dignidad amenazada, etc., se combinan o actiian aisladamente sobre cada personaje « (I, 60). Allo largo de los tres tomos publicados de La tentaciin del fracaso, la coherencia del yo que se afirma en la escritura no esta garantizada de antemano, como sie tratara de un dato inobjetable yobvio que precede alla prictica de su representacion. El diatista apunta, mas bien, la naturaleza evanescente de su propia presencia en el transcutso de los aiios: «Un problema que evidentemente me preocupa es el de mi propia identidad, el de reconocerme como el mismo en el tiempo. Yo no tengo conciencia de mi identidad y sien una época levé un diario casi cotidiano creo que fue para salvar mi identidad de Jos avatares de una vida motosa, dispersa y vagabunda» (II, 154). Esta observaci6n data de 1969, peto podria haber sido escrita antes, cuando la carrera incipiente del escritor no le daba ain el respaldo de una bibliograffa propia yla experiencia de la extranjerfa recién comenzaba. Un ego sin contornos definidos puede favorecer una versatilidad camaleénica, la destreza de asumie distintos roles; esa caracteristica dice haberla notado Ribeyro en ciertas personas «que sufren con el tiempo cambios tan notables que dan la impresin de haber prestado su cuerpo a diferentes usuarios (II, 154). Fisa drastica mudanza de la subjetividad le parece mérbida al diarista y, contrariamente a la impresién que uno podria tenet, la encuentra perniciosa para un escritor de ficciones, pues una personalidad proteica causaria Ja cimposibilidad de tener opiniones duraderas y de hacet proyectos a largo plazo» (II, 154). La disciplina del artista, propone Ribeyto, exige la constancia del, yo: sin el hilo conductor de Ia identidad, la obra del artista est condenada a quedar inconclusa. El diarista no sicate que experimentar varias idiosincrasias en el curso de una misma vida pueda verse, més bien, como una forma de internalizacién de la otredad: gno podsia argumentarse que quien acttia un abanico amplio de papeles esti en mejores condiciones para representarlos literariamente? Ribeyro no considera la cuestién desde este ngulo, caso porque no le interesa encontrar justificaciones ~ 0 coartadas - para un raspo que reconoce suyo y cuyos efectos conoce en carne propia. Es significative que el diario, en vez de formulasse como archivo y espejo del ego, se presente sobre todo en términos éticos: gno usa Ribeyto el vocabulario y la diccién de Ja pedagogia motal cuando sostiene que su diario sirvié «para salvar mi identidad de los avatares de una vida motosa, dispersa y vagabunday? Las anotaciones autobiogeificas se revelan edificantes no s6lo porque impiden el extravio del escritor sino, particularmente, porque le sieven para apuotalat y etigir su yo, esa construccién imaginaria con la cual seidentificay a través dela cual debe ser identificado por los otros, sus interlocutores. Ein el prologo de La pialabra del mado, e esezivor seBala-a propésito del titulo de la obra cuentistica reunida- que su intencién habia sido la de restituirles la vor a quienes, a causa de su marginalidad, estaban silenciados y excluidos del didlogo simbélico de la Nacién peruana: el individuo que escribe quiere asumir asi, con vocacién. populista, la representacién de quienes carecen de los medios para expresarse. Segtin esa poética de corte verista y linaje roméntico, el oficio singular del escritor permite la presencia plural de sus personajes de los tipos humanos que éstos encarnan; la gica del diario es en buena medida Ia inversa, pues el trabajo del diarista aspira a transformar al sujeto miiltiple y volétil dela experiencia en el yo tinico y consistente de la literatura. Los dos procesos son, ‘més que contradictorios, complementarios. De hecho, clencuadre autobiogrifico cierra la narrativa breve de Ribeyro, como se vera ea Sélo para fumadores y ‘Relatossantacrucinos; ademés, I imagen del escritor y Ja autoridad que emana de ella sirven, en buena cuenta, de garantia éticay estética al conjunto de los relatos. A veces la memoria del diarista lo escinde del tiempo ja vivido, fragmentandolo en autoimagenes con las cuales no consigue identificarse. ‘Los recuerdos, sin embargo, pueden también ayudar a distinguir rasgos constantes de la sensibilidad y la conducta, como sucede cuando Ribeyro medita sobre suprodigalidad: “Todo dineso que llega a mis manos se quema, se desvanece. Y esto es tan viejo como mi memoria. La primera propina que recibi, cuando tenia cerca de tres afios , fue dos centavos en una moneda de cobre, Sali con ella ala calle y como veia que la gente daba dinero a un mendigo (esto ocusrfa en Tarma) yo también eché mi propina en el sombrero del viejo. Después se dice (anécdota familiar) que regresé para peditle que me la devuelva LJ. Luego, a los seis o siete afios, cuando nos regalaron a mi hermano y a mialcanefas, mi hermano, ‘un poco mis previsot que yo, almacenaba en ella sus propinas. Yo también, pero cada dos o tres dias, ‘con un gancho de pelo de mi mama, extrafa todo el capital por la ranura. Mis tarde, ni hablar. Nunca pude tener dinero. Recibirlo y gastarlo Por qué? Cuestién de vehemencia. Desde entonces sabia sin reflexién, que el dinero erala posibilidad de satisfacer un placer, pero a mime interesaba mas el placer que la posibilidad y por ello no podia diferitlon (II, 149- 150). Entre el niio de tres 0 siete afios y el hombre de‘ctiarenta se tiende, como ua puente, el habito del despilfarto y la tendencia ala gratificacién instantinea. Sonesas caracteristicas parciales -y no laimagen plena del sujeto, su autoretrato psiquico y moral - lo que persiste a través del tiempo. A la memoria, ademis, PApants Molloy, en Alo dt prac. Ia imagen de wl eniste como impulo que gobi se fabrcacién individual, esa imagen es ateficto soci tan sevelador Je ura pique come de 1 proyeeta autobiogeicn. emis alts (1). 16 se deben reptesentaciones mentales que evocan instantes del pasado con una precisién casi inmediata. Asi,el recuerdo mismo se transforma en una vivencia sensorial, en un acto de recuperacién que estimula la facultad de percibir: «Los recuerdos voluntarios en la noches de insomnio, tan diferentes de los involuntarios delos que habla Proust. Por un acto de voluntad podemos recobrar infinitos detalles de nuestro pasado. Ayer, mi memoria, como un faro, recorrié tenaz, fructuosamente, los afios en que ibamos a Agua Dulce en patota. He visto las ropas de baiio que usébamos entonces, a0 solo nosotros, sino los dems baiiistas, Bellezas de la época, exactas, con toda su frescura. Los fortachones no fueron dejados de lado [..] Los helados que compribamos ena cuesta, el sabor de los helados, su precio. Todo, absolutamente todo ‘estaba alli’; solo era necesario ira buscarlo» (II, 144). A diferencia de la epifania proustiana, este cuadro mental se obtiene deliberadamente, con un esfuerzo de concentracion que,en cierta medida, acerca el empefio imaginative alas “composiciones de lugar’ ignacianas.* Importa también recalcar que el entrenamiento de la memoria es parte del oficio del escritor, pues la mimesis realista impone la construccién de un mundo ficcional cuyas petipecias, personajes y espacios produzcan el efecto de lo concreto y lo tangible: la abstraccién y la generalidad rigen el discurso de la teoria, pero el lenguaje narrativo al cual aspira Ribeyro exige la representacién de la particulatidad, el trazo de los detalles, La tentacién del fracaso no es prodigo en episodios de la biografia del autor, aunque los tomos diarios consignan - porlo general de modo sumario ~ relaciones amorosas, vinculos de amistad, percances financicros, vaivenes laborales y problemas de salud. Sonos asuntos de a literatura los que dominan las anotaciones, porque de lo que se trata fandamentalmente en los cuadernos es de dar cuenta tanto de la vocacién como de la formacién del escritor. De ahi que para Ribeyro, en La tentacién del ‘fracaso, la actividad mas deseable y plena, aquélla que le confiere sentido a su existencia, sea justamente la de entregarse a la esctitura: «Cuando no estoy frente ami maquina de escribir no sé qué hacer - observa el 11 de mayo de 1975 -, la vida me parece desperdiciada, el tiempo insoportable. Que lo que haga tenga valor o noes secundario. Lo importante €s que escribir es mi manera de ser, que nada recmplazari (III, 26). De esta manera, el trabajoyel placer se conjugan en el ejercicio de una prictica que, aparte de traducirse en obras, claboran la identidad ‘misma de quien la profesa y le oftece a éste un espacio propio, habitable. Ribeyro, que con frecuencia documenta su desarraigo y manifiesta su dificultad para integrarse aun medio, encuentra en el mbito de la literatura su lugar, el sitio donde se reconoce y al que pertencce. Otro modo de esclarecer la identidad del esctitor se daa través de un alter ego irénico, como sucede en Dichos de Luder 3se brevisimo volumen, que contiene cien aforismos y anécdotas, es un divertimento que se ubica a medio camino entre la ficciéay el ensayo, Su héroe - un intelectual céustico y cuya obra principal no es susceptible de entregarse ala estampa- remite a Monsieur Teste, de Pavl Valéry, aunque la escritura del libro de Ribeyro no se componga de materiales variados y fuente diversas, En Dichos de Ladrr, la convencién a la que acude el autor es la de proponer una nota liminar, firmada por ‘Julio Ramén Ribeyro’, en la cual se informa al lector sobre el personaje (la nota, por su caracter introductorio, cumple parcialmente una funcién andloga a dLa soirée avec Monsieur Testo), Esas kineas, que fingen la autenticidad del alter ego, indican las conjeturas sobre el enigmatico paradero de Luder, esctitor de obra parca y prestigio casi secreto, En el prélogo de Dichos de Lauder, Ribeyro - ala manera de Borges en ¢Tl6n, Ugbar, Orbis Tertius» 0 «Funes en memoriosop - usa sus propias sefias de identidad para indicar parad6jicamente los limites entre el orden empitico y el de la ficciéa: «Este pequerio libro es tuna recopilacién de algunos de sus dichos, que anoté cuando conversamos en Paris o durante sus esporidicas visitas al Peri» (9). En su caso, el interlocutor interno se desdobla y adquiere un nombre propio - que, por cierto, semeja en su sonoridad y su raiz al de Ludo Totem, el joven aspirante a esctitor de Las geniecillas dominicales-. “ Giertamente, no aludo a la discplinada invencién de imagenes que - como cn un raublo visonaro Me remito exchusivimente a la priocidad de lo visual. Como seal Tea Inbitie a controlar la propia visi interior sin sofoeseay sin, por seven para reforzae Ia fe y la peda lo Calvino » Pienso en wna posible pedagogia de la imaginacion que Jado, dejarla caer en un fantaten eonfusn, lil, sino que mis been tes perma a Is imigenescxsazarsc en una forma bien defini, memorable autonufcente,cisies’ (esione amencare, 92) n Los cien fragmentos que configuran la entrega suélen ser de indole escénica, pues citas al personae exige situarlo como actor de sus ocurrencias ‘ysus réplicas: «Un amigo viene a visitar a Luder, que esta muy enfermo, y lo encuentra eseribiendo febrilmente. :Cémo?’ -le pregunta en broma - ’g Estis escribiendo tu canto del cisne ?” “Ojalé .. mi gtutido de puerco ‘»(20). La brevedad aneedéticay el remate eéinico hacen pensar en uno de los géneros rales de la ficci6n, el del chiste, pero también se acercan alo que la tradici6n recogié del mayor filésofo dela escuela cinica. Diégenes de Sinope. Como Ids «kixtrait du log-book de Monsieur Tester 0 «Quelques peasées de Monsieur ‘Testor, los Divlas de Lauderse interrogan con insistencia sobre la identidad personal: la naturaleza esquiva del yo se convierte en la materia que el discurso desmenuza. Cito una imprecacién que a simismo se ditige el alter ego de Valery: «Titestas leno de secretos alos que llamas Yo. Tiietes la voz de tu desconocido» (OewaresTI,71). Vale a pena cotejat ese pensamieato con siguiente reflexién: e suefia sdlo en primera petsona y en presente del indicativo - dice Ludet -. A pesar de ello el sofiador mara vez se vee sus sueios, Es que no se puede ser mirada y al mismo tiempo objeto de la mirada» (Dichar de Liuder, 12). En ambos casos el asunto esa otredad al interior de uno mismo, pero Teste consigue hablarse a través de un desdoblamiento ret6rico y Luder, a su vez, se refleja en la prosa de quien pone por escrito su acto de habla; el tropo del distanciamiento es el que permite tomar conciencia de Ia identidad y aprehendetla como problema. El corolatio es instructive: conocerse exige ponerse conscientemente en el lugar de otto. A propésito de este punto, conviene no ver al desconocido interior de Valéry y al sofador de Ribeyro ala luz del inconsciente freudiano, Mis bien, la perspectiva delos dos escritores tiene su fuente en ln poética de los simbolistas franceses y, particularmente, en las observaciones de Rimbaud sobre la intima alteridad del sujeto creador. «Yo es otro», escribié el que setia el poeta de Una temporada en el infierno a Yzambard: esa intuicién paradéjica, y no el método sicoanalitico, orienta las cavilaciones de Monsieur Teste y Dichos de Louder Luder es, sobre todo, un escritor.? La realidad que le importa més es 1a de los textos; el trato social que’ reconoce es el de comunicacién verbal, seaa través dela tertulia o la lectura, Frenté al sistema literario, la posicién que cultiva es la de una estudiada excentticidad, que se expresa en un anacronismo deliberado y un repliegue insular ante las demandas del mercado. Sobre la indiferencia ante Jos expetimentos técnicos, viene a cuento considerar Ta siguiente bontade, que juega con la acepcién originaria el término citado: «Qué opinas de la vanguardia? - Je preguntan a Luder -. 1a vanguardia? No tengo nadaque ver con el arte dela guerrax(31). Frente ala cuestiGn del piblico y la farma, esta réplica ingeniosa agtafica bien su postura: «No te preocupa escribir desde hace treinta afios para haber alcanzado tan ‘miniascula celebridad ? - Por supuesto. Me gustaria escribir treinta alos mas para Megar a ser completamente desconocido -»(32). Basta restar el gusto evidente de Lader por la frase lapidaria y el _gesto enfitico para que la afinidad - 0, mas bien, la equivalencia - con el autor Julio Ramén Ribeyro sea del todo transparente. Por lo demas la poética de Luder es idéntica a la de su creador. «Literatura es, impostura - dice Luder - .Por algo rimar»(43), mientras que en el fragmento 72 de Prosar apdtridas selec: «literatura es afectacién. Quien ha escogido para expresarse un medio derivado, la escritura, y no ‘uno natural, la palabra, debe obedecerlas reglas del juegon(67). En los dominios del oficio y la ética - dela ética del oficio - con frecuencia se sitian los apuntes, misceliineos que forman Pratas abdtridas, cuya primera edicién data de 1975 y que, en versiones sucesivamente més abultadas, se reedité en 1986 y 1992. Bala iltima edicién - que de aqui en adelante citaré - se Icen doscientos fragmentos. La lectura descuidada o ptejuiciosa de la obra evé a ciertos lectores a ver en el titulo una declaracién de desarraigo por parte del escritor, quien se vio obligado a aclarar en una nota de 1982 que, en su caso, la larga residencia en Paris no habia llevado a la renuncia del pais de origen: «No se trata, como algunos lo han entendido, de las prosas de un apitrida o de alguien que, sin setlo, se considera como tal» (Prosas apatridas, 9). “lin aa ensayo sobre Prowr aide y Dior de Lae, seule Forne-Broggi: eieyro ex, antes que da, wn excritor que s

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