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rica, que se mantena a salvo pagando tributos a Castilla con una mano
izquierda exquisita para el encaje de bolillos. Las formas y las necesidades
inmediatas eran salvadas con campaas de verano, incursiones fronterizas en
busca de ganado y esclavos; pero en general se iba manteniendo un
provechoso statu quo, y la Reconquista -ya se la llamaba as- pareca dormir la
siesta. Hasta que al fin las cosas se torcieron gacho, como dicen en Mxico.
Toda aquella riqueza era demasiado tentadora, y los cristianos empezaron a
pegarle vidos mordiscos. Como reaccin, en Granada se endureci el
fanatismo islmico, con mucho Al Ajbar y dura intolerancia hacia los cristianos
que all vivan cautivos; y adems -madre del cordero- se dej de pagar
tributos. Todo esto dio a Isabel y Fernando el pretexto ideal para rematar la
faena, completado con la metida de pata moruna que fue la toma del castillo
fronterizo de Zahara. La campaa fue larga, laboriosa; pero los Reyes
Catlicos la bordaron de cine, uniendo a la presin militar el fomento interno de
-otra ms, suma y sigue- una bonita guerra civil moruna. Al final qued la
ciudad de Granada cercada por los ejrcitos cristianos, y con un rey que era,
dicho sea de paso, un mantequitas blandas. Boabdil, que as se llamaba el
chaval, entreg las llaves el 2 de enero de 1492, fecha que puso fin a ocho
siglos de presencia oficial islmica en la Pennsula. Hace 522 aos y un mes
justos. Los granadinos que no quisieron tragar y convertirse fueron a las
Alpujarras, donde se les prometi respetar su religin y costumbres; con el
valor que, ya mucho antes de que gobernaran Zapatero o Rajoy, las promesas
tienen en Espaa. A la media hora, como era de esperar, estaban infestadas
las Alpujarras de curas predicando la conversin, y al final hubo orden de
cristianar por el artculo catorce, obligar a la pea a comer tocino -por eso hay
tan buen jamn y embutido en zonas que fueron moriscas- y convertir las
mezquitas en iglesias. Total: ocho aos despus de la toma de Granada, aqu
no quedaba oficialmente un musulmn; y, para garantizar el asunto, se encarg
a nuestra vieja amiga la Inquisicin que velara por ello. La palabra tolerancia
haba desaparecido del mapa, e iba a seguir desaparecida mucho tiempo;
hasta el extremo de que incluso ahora, en 2014, resulta difcil encontrarla.