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hacen recordar el adagio: Como te ves me vi; como me ves, te vers o, peor, la
cercana de la muerte.
Es cierto tambin que muchos ancianos y ancianas se muestran intransigentes,
intolerantes o amargados, lo cual puede ser el resultado de un cierto estilo de vida;
pero tambin es cierto que existen muchos ms que son felices y enfrentan la vida
y sus vicisitudes con un nimo inexistente en muchos jvenes. Es probable que
ellos hayan entendido el mensaje bblico acurdate de tu Creador en los das de
tu juventud, antes de que vengan los das malos y que lleguen los aos de los que
dirs: No encuentro placer en ellos (Ecl 12, 1). La cuestin es que la vivencia
cristiana nos ha de llevar a respetar y amar a nuestras personas mayores, puesto
que Dios nos prescribe que debemos ponernos de pie y honrar al hombre de
canas (Lev 19, 32) y al final del tercer captulo del Eclesistico lanza la anatema
El que abandona a su padre es como un blasfemo y maldito del Seor quien irrita
a su madre.
Aquellos que se dejan arrastrar por la impa publicidad que contradice el
Eclesistico, no pueden comprender que las personas justas (o sea quienes han
seguido las enseanzas evanglicas) en la vejez aun llevarn fruto, se
mantendrn lozanos y floridos (Sal 92 [91], 15) puesto que una vida vivida de
acuerdo con los valores universales proclamados desde siempre por el
cristianismo, conduce a la plenitud y la felicidad. As, los viejos lobos de mar, con
su carga de sabidura y experiencia, se presentarn como ejemplo de buenas
obras, ntegros en la doctrina, de porte digno, de palabra sana, irreprochable (Ti
2, 7-8) resultado de una vida colmada de buenas obras con las cuales salir airosos
de la lucha constante contra las tentaciones cotidianas que tratan de desviarnos
de la meta a la que siempre hay que dirigirse.