La Semana Santa es un momento importante en la vida cristiana, un
espacio para pensar en el significado de la vida de Jesús para cada uno, y en el compromiso que supone creer en la vida que llevamos día a día. Sin embargo, es también cierto que en estas fechas, muchas personas tienden a tomar estos días como de descanso, saliendo de campamento o simplemente como un paréntesis entre las labores del inicio del año. Ambas tendencias existen en nuestra realidad, y muchas veces nos dejamos llevar por la más mayoritaria y más comercial, aquella que sólo nos invita a pasar estos días como unas cortas vacaciones.
Uno de los retos del compromiso cristiano es ser creativos, y tratar de
anunciar el Evangelio en donde estemos, e invitar a los que nos rodean a una reflexión sencilla sobre la fe. Vista de esa manera, la Semana Santa podría convertirse en una oportunidad para vivir el camino de Jesús en medio de las realidades de nuestra cultura urbana.
Así:
Una semana santa, en lo personal, no debería dejar de tener un
espacio en donde te preguntes cuál es el destino de tu vida, a dónde te está llevando, y qué necesitas cambiar para ser mejor. Allí, dentro de mi mismo tengo la oportunidad de recordar que Jesús también se preguntó lo mismo, y que sus respuestas nos han dado la posibilidad de tener un camino de salvación para la humanidad.
Una semana santa, en lo familiar, debería ser un espacio para
encontrarnos como personas, para disfrutar de lo común que es conversar, escucharse, estar juntos. Pero también para recordar el gran significado que tuvo para Jesucristo su propia familia. Una familia que se sumergió en su tiempo, y que luego se abrió hacia la vida y pasó de una familia de sangre a una familia de fe, para convertirse en la semilla del pueblo de Dios. Preguntémonos en nuestros espacios familiares por lo importante que es rezar juntos, escuchar a los que están solos, y quizás hagamos algún esfuerzo por hacer que en nuestras familias, demos un paso más hacia la comunidad, hacia el compartir, hacia la fraternidad con los demás.
Una semana santa, en lo laboral, nos debería recordar lo
importante que es priorizar nuestros valores y tener clara nuestra posición frente a las posesiones materiales. Recordemos que Jesús tuvo en un cobrador de impuestos uno de sus principales discípulos, que luego se convertiría en uno de sus principales biógrafos y seguidores: el apóstol Mateo. Todos podemos como Mateo convertirnos hacia lo esencial, recordando su encuentro con Jesús, que hizo que él entregara todo aquello que ganó con injusticias y usura, para que los que han sufrido esos excesos no tengan más necesidad.
En tu casa, en el templo, en el trabajo, en la playa, en donde pasemos
estas fiestas, lo importante es hacernos las preguntas que nos den el espacio para abrir nuestro corazón, y no mandarlo de vacaciones. Permitamos que Jesús resucite dentro de nuestra vida en estos días. Que así sea.