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Jesuitas en Tucumán al filo de la expulsión

por Sara Peña de Bascary

(Publicado en Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucuman nº 6. Diciembre de1994).

Introducción

En el vasto espectro del accionar de la Compañía de Jesús en


Tucumán, desde su arribo en 1585 hasta la expulsión ordenada por Carlos III
en 1767, las actividades económico comerciales de los jesuitas, a pocos años
de ejecutarse el extrañamiento de la Orden, es uno de las aspectos más
interesantes que vimos durante la investigación de su trayectoria en esta
Provincia.
Cuando iniciamos nuestra tarea investigativa y a medida que
avanzábamos en la misma, los datos obtenidos de numerosas fuentes,
llevaban a la misma conclusión: la Compañía de Jesús en Tucumán no
habría logrado un desarrollo destacable. Mientras, en otras provincias, desde
su llegada en el Siglo XVI comenzaron a expandirse vertiginosamente, con
misiones, reducciones, estancias, Templos, y Colegios. En cambio, el
accionar jesuítico en Tucumán, parecía no haber tenido especial gravitancia.
La Reducción de Los Lules, ampliamente estudiada por el Padre
Guillermo Furlong S. J., sería lo único importante que los jesuitas hicieron
en Tucumán. Y esto, no sin grandes aflicciones. La misma se vio obligada a
trasladarse continuamente, por diversas causas, de lo que da cuenta con
preciosismo, este gran historiador en su obra "Entre los Lules de
Tucumán"(1). A tal punto fueron los problemas de los misioneros en esta
Reducción, que en un momento dado, La Consulta en Córdoba consideró la

1
posibilidad de suprimirla. Pero los Padres Consultores "juzgaron de
parecer se conservase, sin desistirnos de ella por nuestro buen nombre"
(2) Decisión que se ajustaba a la modalidad jesuítica de acuerdo a sus
reglamentaciones, antes que nada "el prestigio de la Compañía".
En uno de nuestros estudios sobre los jesuitas, nos ocupamos de lo
que para ellos era -recientemente instalados en Tucumán- el objetivo
prioritario: contar con propiedades y acrecentarlas (3). A esto se abocaron, y
como en todo el Virreinato tuvieron éxito. Entre las muchas donaciones, la
más destacable por su espectacularidad, fue la del Deán francisco de Salcedo
en 1613, a la que le siguieron muchas otras.
Pero durante los Siglos XVII y muy avanzado el Siglo XVIII, no
encontramos - en las investigaciones realizadas- que hubiesen dado utilidad
de envergadura a sus propiedades. Sobre todo si tenemos en cuenta que para
ellos el trabajo de la tierra era fundamental como unidad de producción, lo
cual les abriría el camino para el logro total de sus objetivos. Contaban, sí,
con un Templo y Colegio -gracias a la donación de Salcedo y con la
inestable reducción de Los Lules.
Al realizar un exhaustivo análisis del "Libro de Consultas de la
Compañía de Jesús" (4) vimos que en las mismas a Tucumán no se le tenía
muy en cuenta. Únicamente se referían y trataban los problemas de la
Reducción luleña, a la que consideraban -insistentemente- no encontrarse en
lugar adecuado y alguna que otra cuestión interna de la Orden, más bien
doméstica y de poca importancia. Para los padres Consultores los temas
prioritarios eran: asuntos económicos, producción y comercialización de los
mismos. Y, Tucumán no producía.
Apuntamos en un estudio, que la Orden en Tucumán, recién se
consolida a partir de obtener la donación del Potrero de Aconquija,
2
realizada por Don Pedro Bazán en 1742.(5) Sobre esta donación, y la no
menos importante que le sucedió, realizada por el General Díaz de la Peña
de Tierras de Huasán -Catamarca- para el Colegio Tucumano, en las
consultas se trató con inusitado entusiasmo y beneplácito.
No era para menos, en esa época estaban los jesuitas, instalados con
sus indios Lules en propiedad prestada por el propio Bazán, plagada de
indios rebeldes -que continuamente les hostigaban - e inadecuada para la
expansión de tareas agrícolas y ganaderas. Los padres siempre ambicionaron
ese potrero, sabían que era ideal para sus propósitos. Se trata de esa ancha
franja, al oeste de Tucumán, de valles, cumbres, montes, laderas, ríos y
tierra fértil. Donde se encuentran, entre otras, las de Tafí del Valle, Potrero
de las Tablas, Ciénega, San Javier, Siambón, Raco y Vipos.
Sus propiedades se extendían hasta Catamarca, estancia de Santa
Rita de Huasán, a las que ya nos referimos. Resulta obvio decir que los
padres persiguieron hasta el cansancio a estos terratenientes para que les
donasen sus tierras.
Es, insistimos, a partir de esta "generosidad" que comienza un
vertiginoso crecimiento de las actividades de los jesuitas en Tucumán.
Trabajo de la tierra, plantaciones, cultivos, ganadería y hasta explotación de
los bosques, con cuya madera realizaron carretas y mobiliario,
convirtiéndose ésta, - la maderera- en una de sus grandes industrias. Se decía
que sus derivados abastecían el Virreinato (6).
En Huasán, explotaron minerales, además de ganado y agricultura y
de sus viñedos obtenían excelente vino y aguardiente. Cuando realizamos un
análisis de la situación económica de la Orden, al ejecutarse el
extrañamiento, en el Inventario y Tasación de 1768, dimos a conocer datos
cuánticos de la producción jesuita en las propiedades donadas por Bazán y
3
Díaz de la Peña. Sorprendió la magnitud de lo realizado en tan solo 25
años.(7)
También llamó nuestra atención, en el inventario mencionado, que
los esclavos negros -en Tucumán- eran puros. No hubo mixturación como
en otras propiedades de la Compañía (8). La razón muy simple: eran nuevos,
no los habían necesitado hasta entonces. A partir de las donaciones de
Aconquija y Huasán recién requirieron de esa mano de obra.
Es innegable que la obra misionera de los primeros jesuitas en
Tucumano es digna de encomio. Más aún teniendo en cuenta las enormes
dificultades que afrontaron.
Dedicación evangélica, sin medios y sin apoyo. Muchos murieron
mártires en su empeño. Pero con su silenciosa y abnegada tarea,
mantuvieron con esfuerzo y tesón la desprotegida Reducción de Lules..Y, el
Templo Tucumano y su Colegio fueron dignos de grandes elogios. Supieron
esperar con paciencia jesuítica el momento y lugar adecuado para iniciar la
organización de la gran empresa agro-industrial-comercial, que con el
tiempo se afianzó transformándose en una unidad regional de transacciones
comerciales de suma importancia.
Creemos que indagando en los años que precedieron a la expulsión
de la Orden, en la abultada documentación de lo actuado por la Junta de
Temporalidades, gran cantidad de investigaciones, indagaciones y juicios
que la misma determinó por diversas causas referidas a los bienes
secuestrados, tendremos una idea de la magnitud de las actividades
comerciales de los jesuitas, de sus vínculos con la sociedad civil del
Tucumán del S. XVIII, estrechamente allegados a la Orden, y de la
modalidad imperante, entre ellos en las transacciones.

4
Cabe recordar que "en el Institum de la Compañía de Jesús" -
constituciones compiladas por su fundador- se advierte el interés de los
jesuitas en asuntos económicos. Una de las instrucciones "establece la
necesidad de un sólido conocimiento en esta materia de los Rectores de los
Colegios, cuyos ingresos han de ser suficientes para garantizar la
educación". En cuanto a la asistencia en estos asuntos, cada Rector contará
con un procurador cuyo deber será llevar las cuentas exactas, ocuparse de
los títulos que confirman los diversos derechos desde el aspecto legal y
cuidar que los ingresos del establecimiento aumentaran en lugar de
disminuir, eran los responsables ante el Provincial, quien lo era a su vez con
el Procurador especial que lo secundaba ante el General y su Procurador
General. El Provincial, cuyo rector llegaba a padecer dificultades de índole
económica, corría el riesgo de ser depuesto" tal como lo consigna el
historiador Möerner en su "Actividades Políticas y Económicas de los
Jesuitas en el Río de la Plata, quien consultó el Corpus Institorum
Societatis Iesu II de 1709.(9)
Por otra parte, en libro de Consultas que analizamos y dimos a
conocer, nos referíamos en uno de sus apartados a las cuestiones
económicas: precios ventas productos, mulas, maderas, obras de plata,
lienzo, autorizaciones de compra y venta, prorrateo ganancias a los Oficios
de misiones con dificultades financieras, precio yerba, aguardiente,
campanas, modalidad de transacciones, entre otros temas económicos.
Como vemos de acuerdo con la Reglamentaciones de la Orden. Todo
meticulosamente planificado, nada librado al azar.(10)
Antes de tratar el tema que nos ocupa en este trabajo, creemos
oportuno reiterar nuestra opinión sobre el significado de la llegada de los
Jesuitas a nuestras tierras en 1585.Tanto para el indígena como para el
5
español. Una nueva metodología se introdujo en el proceso de colonización,
dejando a un lado la imperante hasta fines del S. XVI. Con el arribo de los
hombres de la Compañía de Jesús comienza otra historia, u otro aspecto de
ella, de suma importancia, lo que se percibe en los resultados obtenidos.
Pudo haber falencias, dada la magnitud de la empresa, pero queda en pié: el
trato al indígena, supresión del Servicio Personal, organización social,
trabajo mancomunado, respeto por las tradiciones de los indios, lo que
preservó gran parte de su cultura. Y, el culto, por así llamarlo, al trabajo de
la tierra.
Es precisamente este aspecto, el del trabajo, el más importante.
"Recordemos que en la literatura anti-jesuita, mucho se habló de las
riquezas de las misiones, la que se hallaba acompañada de detallada
descripción de las minas de oro de la Compañía "- según apunta Juan
Carlos Garavaglia en su trabajo "Las misiones jesuitas Utopía y Realidad" y
considera "que esta concepción está basada en la incapacidad de los
colonos para comprender el tipo de organización que reina en las
reducciones y para entender que el trabajo es la única fuente posible de
riquezas" (11)

La noticia de la expulsión de la Compañía en


Tucumán

A comienzos de 1767, una ola de rumores cundía por el Virreinato:


los jesuitas serían expulsados. Pero como esta cuestión surgía de cuando en
cuando, pareciera ser que no se le dio importancia. La sociedad civil
pensaba que la Orden siempre salía airosa de sus problemas. y, tal vez los
6
miembros de la Compañía compartían ese concepto. Por una causa u otra,
desde que llegaron, la posibilidad estuvo siempre latente. Denuncias a la
Corona por supuestas actividades que no correspondían a religiosos,
enviados del Rey a averiguar, envidias, intrigas, la postura jesuítica ante el
traslado de los siete pueblos -lo que no fue bien visto por la realeza- como
tantos otros problemas que afrontó la Orden de Loyola.
Los jesuitas de Tucumán, aparentemente, no hicieron eco de los
rumores. Esto explicaría que no tomasen mayores recaudos para tener las
cuentas claras en el momento de la expulsión. O, quizá, el desorden en
papeles, cuentas y patrimonio que se encontró en el Colegio tucumano, la
aciaga noche del 6 de agosto de 1767, al ejecutarse el extrañamiento, fue un
ordenado desorden. Lo que veremos más adelante.
Por documentación que encontramos en el Archivo General de la
Nación y datos que proporciona en su biografía Don Martín de Learte y
Ladrón de Zegama, sabemos con certeza que los padres fueron advertidos
diez o doce días antes de concretarse la expulsión.(12)
En Tucumán, de inmediato -al extrañamiento de los jesuitas-
comenzaron los rumores y denuncias: que los padres habían sido prevenidos
y que debido a ello ocultaron papeles, libros y hasta los quemaron....
Ante esta situación, Don Adrián Cornejo, ordenó el 9 de agosto, al
Alcalde de 2° voto, Don Fermín Tejerina que recibiera información
"secreta sobre tales denuncias"(13) quien procedió de inmediato.
El primero en declarar fue Don Vicente Escobar, de 35 años.
Manifestó que corrió en Tucumán la noticia del extrañamiento días antes
que el mismo se realizara y "que un niño le dijo que había oído a otro
niño que los padres habían quemado libros y papeles en el patio"
Añadió que se lo contó Francisco Solano Zerda (14).
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Se citó a Zerda, de 16 años, quién contó que cuando llegó a la ciudad
el día 8 -venía de su estancia- hablando con Francisco Xavier Ojeda sobre la
expulsión, este le narró "como antes que cercasen el Colegio, los padres,
al anochecer habían quemado porción de papeles y libros, que le dijo
que eran ocho libros de la vida y milagros de San Ignacio, que no esta
cierto de cual de las cosas eran" y al ser insistentemente indagado "no
supo dar razón de otra cosa que haber sabido antes de lo sucedido con
la expulsión de los padres ya que había de suceder"(15).
Compareció Francisco Xavier Ojeda, de 14 años. Relatando que el
día 6 del corriente estuvo en el colegio y un negro llamado Juan Ignacio,
esclavo, le contó "que la noche antecedente habían quemado los padres
toda su sabiduría, en toda la noche, que duró hasta el amanecer, mucha
porción de cartas, y cosa de 60 a 70 libros grandes y según la señal que
demuestra, al parecer sería libros de a folio o marca mayor, y que las
palabras con que dicho negro explicó, fueron que quemaron toda la
sabiduría de San Ignacio y los jesuitas" y además dijo que le contó dicho
negro "que en aquella misma noche, el Padre Rector repartió plata
entre los sujetos y que quedó la Caja así nomás, dando a entender que
quedaba mucha cantidad", y añadió que el negro le dijo que "para
quemar papeles y cartas hicieron fuego en el patio junto a unos
naranjos y los libros los quemaron en la cocina"(16)
Presto, Don Fermín Tajerina, acompañado por el Juez de Menores,
fue al Colegio a constatar la declaración de Ojeda. Resultado: comprobó y
así lo manifestó que "vio en el patio junto a unos naranjos.....cenizas y
carbones" lo que probaba que se hizo fuego, como también que se
quemaron papeles por "por algunos pedacitos en que se hallaban unas y

8
otras letras que se libraron del fuego". Certificó el informe, acotando que
también observó el Alguacil Mayor de esta ciudad. (17).
La verificación de Tejerina, dejaba ya pocas dudas respecto: los
jesuitas fueron advertidos y tomaron sus recaudos, pero la indagación
continuó.
Por último, el 3 de setiembre se citó al negro Juan Ignacio, Sacristán
del Colegio, de 18 años, quien declaró: "que antes que pusieran guardias
en el Colegio, que no se acuerda que día, pero que fue de noche, vio que
el Hermano Ott estuvo quemando papeles con una vela en todo el patio
y que después le dijo un negrito, de los mismos del Colegio, llamado
Francisco que había visto estar quemando libros en la cocina" (18).
Pero la confirmación definitiva que los jesuitas supieron
anticipadamente de la inminente expulsión , las declaraciones y denuncias
precedentes podrían dejar ciertas dudas, se produce en noviembre de 1767,
al ser indagado el ex-Rector del Colegio Padre Joseph Sánchez, que se
encontraba preso en Buenos Aires. Declaró: "que como diez o doce días
antes de la ejecución del Decreto de Su Majestad el Colegio tuvo
noticias de haberse practicado en otras partes, por infinitos sujetos que
llegaron a la Iglesia en Concurso la víspera de San Ignacio, aunque
estaba público en la ciudad, por avisos que se divulgó haber habido en
Santa Fe, Córdoba y La Rioja por tantos peones que llegaban y lo
decían, corría de unos a otros sin dejar al exponente duda alguna de su
certeza, sin poder determinar al primero que expandió la voz" (19).
La declaración del Padre Sánchez, es lo suficientemente explícita
para aseverar que los jesuitas en Tucumán supieron anticipadamente, gracias
a amigos y allegados del vecindario que serían expulsados inminentemente,
como ya había ocurrido en otras ciudades del Virreinato. Y, muchos días
9
antes de lo que denunciaron los primeros indagados. Tiempo, a nuestro
criterio, más que suficiente para arreglar cosas, sobre todo aquellas que no
deseaban que se conocieran.
El Teniente de Gobernador, Don Juan Manuel Fernández Campero,
tuvo especial interés en averiguar quién puso sobre aviso a los jesuitas. Los
sospechosos, eran detenidos y culpables o no fueron severamente castigados.
Cuenta Don Martín de Learte y Martín de Zegama en sus memorias,
interesantísimo manuscrito trascripto y publicado por el Padre Grenón S. J.
como "Las Aventuras de Learte", todas las vicisitudes que pasó ante la
presunción de Campero que él avisó a los jesuitas de Salta que serían
expulsados. Estuvo meses en la cárcel, tratado inhumanamente, se enfermó a
tal punto que gracias a la fianza que dieron Don José Saravia y Don Vicente
Cornejo, le dejaron el libertad condicional.
Pasó años huyendo por el Alto Perú. En la cárcel estuvo a punto de ser
castigado con cepo y garrote, y el Gobernador Campero le amenazó con
ahorcarle si no firmaba una confesión de haber alertado a los jesuitas de
Córdoba, Tucumán y Salta. Learte mantuvo estrecha amistad con los
regulares de estas provincias, especialmente vínculos comerciales. En un
momento de desesperación dijo: "¡Oh, Temporalidades, a cuantos haz
cuarteado al Infierno!!! (20)
El Virrey Vértiz, en 1775, ante la insistencia de Learte, le absolvió,
entregándosele su tienda y la fianza. Este personaje no fue el único que a
causa de las Temporalidades de los jesuitas, de la amistad con ellos y de la
sospecha de complicidad pasó tantas aflicciones. El mismo lo decía. En este
estudio trataremos un caso de gran similitud.
El hecho que los jesuitas fueron puestos sobre aviso, ocasionó a los
administradores de la Temporalidades de los "expulsos" grandes problemas.
10
Don Fermín Tejerina, así opinaba sobre esta cuestión: "esto causó tal
desorden, especialmente en la hacienda, que para ponerla en orden,
costó al Intendente Don Francisco Tejerina un enorme trabajo" (21).
Efectivamente, ese desorden, tal vez "ordenado" ocasionó
gravísimos problemas a los administradores de los bienes secuestrados. Los
requerimientos de innumerables acreedores, la falta de documentación y
serias irregularidades derivaron en acciones judiciales. Había que dilucidar
que perteneció a la Compañía y lo que correspondía a quienes se
presentaban a cobrar deudas a la Junta de Temporalidades.
Ese desorden, en que se encontró el Colegio Tucumano, pensábamos
que no les convenía a los jesuitas. Uno de los mayores méritos de la
Compañía, y motivo del éxito obtenido, fue la perfecta organización, todo
planificado meticulosamente, ni el más leve descuido. ¿Acaso, tan grande
fue el impacto recibido al saber la inminencia de la expulsión que no les
preocupó dejar sus cosas en orden....?
Creemos que la cuestión pasaba por otros intereses. A partir de 1760,
sus estancias producían en gran escala, amplísima gama de productos que
comercializaban en la región. Por cuestiones coyunturales -que trataremos
más adelante- debieron recurrir a una intrincada red de comerciantes que
compraban o vendían a los jesuitas ganado y otras especies. Estos productos,
por medio de intermediarios, eran negociados en el Norte del Virreinato y
asiduamente intervenían en estas transacciones comerciantes de Córdoba,
Santiago del Estero, Santa Fe , Buenos Aires, Salta y Jujuy.
Para estas actividades, los jesuitas necesitaron de la colaboración de
vecinos, comerciantes, peones, autoridades civiles y eclesiásticas -con
suficiente influencia y pocos escrúpulos- y de ricos terratenientes en toda la
región noroeste.
11
El último Rector del Colegio tucumano, Padre Sánchez, contó con
gran cantidad de allegados, que en estas transacciones tuvieron activa
participación y ganancias. Interesa conocer a sus colaboradores y como se
encontraban insertos en la sociedad tucumana del S. XVIII.
¿Fueron estos "amigos" los más interesados en que el Colegio
tucumano presentara el mentado "desorden" la noche de la expulsión?. La
noticia anticipada, quema de papeles y documentación, bien pudo ser el
modo de borrar todo rastro de negocios en común. Recordemos que los
jesuitas se iban y ellos quedaban. No se comprobó quién dio el alerta. El
mismo Padre Sánchez no quiso decirlo y los acusados, como Learte, lo negó
hasta en sus memorias (22). Probablemente fue un "negocio más".
Convenía a ambas partes. Los padres para no dejar en descubierto sus
actividades -sobre lo cual presumían se les juzgaría- y sus colaboradores,
porqué la mayoría estaba en deuda con la Compañía, además eran
importantes personajes de la sociedad tucumana.

Jesuitas en Tucumán: algunos aspectos


de sus actividades comerciales

Realizado el extrañamiento de los jesuitas en Tucumán, a La junta de


Temporalidades -administradora de los bienes secuestrados- además de las
denuncias sobre quema de documentación que vimos-. Se les presentaron
innumerables acreedores reclamando el pago de supuestas deudas que con
ellos tuvieron los "regulares" Esto dio origen a numerosas indagaciones,
investigaciones y causas judiciales.
Consideramos fundamental investigar exhaustivamente en esas
fuentes documentales, ya que nos permitirá aproximarnos al conocimiento
12
de la verdadera situación económica de los jesuitas en Tucumán. Es
vastísima la documentación existente en Archivos sobre las Temporalidades
de los jesuitas y las causas judiciales que se originaron.
Entre los documentos que consultamos, seleccionamos dos, para
analizarlos y darlos a conocer en este trabajo. Con la certeza que en estos
expedientes judiciales que en sus sumarios obligan a volver la mirada años
atrás del extrañamiento, encontraremos excelentes datos para conocer la
ingerencia de la Compañía de Jesús en la economía regional.
Cabe aclarar, que el historiador Möerner -en el trabajo citado- sobre
este tema acotaba:" Está aún por hacerse un estudio detenido de las
cuentas y otras fuentes primarias que se relacionan a los jesuitas en el
Río de la Plata en el S. XVIII, incluso en la vasta documentación que se
refiere a la administración de las Temporalidades", agregaba que él las
había consultado muy fragmentariamente (23). Por otra parte, este
investigador considera "de vital importancia el estudio de esta
documentación ya que el destino de las temporalidades, al parecer
representó un cambio profundo en la estructura agraria, con
repercusiones importantes en la esfera social y aún política"(24). De
acuerdo a lo visto en la documentación que consultamos, lo expresado por
Möerner es una realidad.
En el expediente caratulado "Autos obrados por el Gdr. Campero
y documentos que se conoce que los de Santa Fe dieron abajo a los de
Tucumán y de la expulsión de los jesuitas que resultó ocultasen bienes y
papeles"(25) se trató de averiguar la situación patrimonial de los jesuitas. El
Gobernador Campero puso en duda la veracidad de lo declarado por el Padre
Rector Joseph Sánchez, cuando unos comerciantes presentaron documentos
para cobrar deudas y manifestó: "siendo contradictorios estos hechos,
13
manifiestan claramente el "fraude" de dicho Padre Joseph
Sánchez"(26). Y, como también se denunció que los padres compraron más
ganado que el declarado, ordenó una completa indagación.
La cuestión comenzó, cuando dos comerciantes de Santa Fe enviaron
apoderados a cobrar deudas contraídas con los jesuitas a los administradores
de los bienes secuestrados. El presbítero Joseph Ignacio Villafañe dijo tener
poder de Don Manuel Gaviola para cobrar por unas mulas que vendió al
Padre Sánchez. Don Gabriel Quiroga envió a su cajero a cobrar lo adeudado
por el mismo concepto. Sobre esto se investigaría.
Se quería conocer el precio pactado, plazos y pagos a cuenta y si Don
Manuel Gaviola vino a Tucumán en Julio y agosto a cobrar por el ganado.
Se requería también información sobre unas mulas que trajeron de la
reducción de Abipones -2.000- para el Padre Rector en el mes de junio,
quien las condujo y donde se invernaron. Y, por último, si Don Juan
Silvestre Helguero vendió a los padres 200 mulas: precio "conformidad" y
cuanto se dio a cuenta.
Muchas personas fueron citadas. El sumario se inició con Don Pedro
Gartiel -vecino de Tucumán- Respecto a Abipones y a Don Juan Silvestre
Helguero, dijo que fueron 1.200 y no 2.200 las mulas que trajo para el Padre
Rector. Que se invernaron en Tapia, potrero del Dr. Miguel Sánchez de
Lamadrid -sacerdote, Capellán del Gobernador Campero-. Agregó que el
Padre Sánchez debía pagar 12 pesos por cabeza, 8 por la invernada y
conducción a Salta en la "saca" de 1768. Y, sobre Helguero, declaró que el
Rector le compró otras 200 vacas más en la misma época a 6 pesos y que se
le "pagaría en carretas y plata y que a cuenta recibió 550 pesos" (27)
Don Miguel Angel Vaxon aportó nuevos datos, dijo: que Gaviola
trajo 700 mulas y que de ellas 200 eran para un portugués. Que constaba en
14
nota que el santafecino le escribió solicitándole un potrero para invernarlas.
Que fue allí donde las vendió al Rector a 6 pesos y medio y a un año de
plazo. Agregó que a fines de julio, llegó el cajero de Gabriel Quiroga a
cobrar lo que debían los jesuitas. Sobre Helguero, ratificó lo dicho por
Gartiel. Por último dijo que las mulas del portugués Gaviola las vendió a
Don Juan Joseph Paz.(28)
Luego declaró Don Miguel Viaña. respecto a Helguero coincidió con
los otros informes -ganado de Abipones y el suyo- Manifestó que lo de las
carretas lo supo por el Padre Francisco Xavier Miranda (jesuita de gran
prestigio trasladado a Tucumán) y sobre la plata, se lo dijo el mismo
Helguero (29).
Se citó, como era lógico a Juan Silvestre Helguero, quién entregó un
documento, manifestando que era una "contrata" con el Padre Sánchez:
"Digo yo, don Juan Silvestre Helguero, vecino de S. M. de Tucumán,
que he recibido 1224 mulas y las llevo a entregar en Las Tabladas de
Salta para el tiempo de la saca. Era el fiado lo que me deben dar con la
Invernada y flete 12 reales cada mula y más 4 pesos 6 R., de las que
mandé dar a dicha cuenta 83 pesos, 4 R. que tengo debidos y para el
cumplimiento de esta contrata, obligo a mi persona y bienes habidos y
por venir, llevando a la Justicia de S. M. para que así se cumpla mi
comisión y apremiar con todo rigor y derecho y para que conste lo
firmo en este paraje del Oratorio con testigos. 19 de mayo de 1967
(30)Lo curioso de esta "contrata" es que no figura el nombre del Padre
Sánchez, supuesto deudor.
Además, presentó una nota del Padre Sánchez dirigida a él, mediante
la cual le instruía entregar al apoderado de Quiroga 447 mulas, que estaban

15
herradas con la marca de Abipones y que éste ya había pagado invernada y
traslado a Salta. Fechada 7 de julio de 1967.
El Dr. Miguel Sánchez de Lamadrid, respondió a la requisitoria en
un escrito. Sintetizando los conceptos vertidos en su repuesta fueron: A
pedido de Helguero, en junio invernó en su potrero de Tapia las mulas que
se trajeron de Abipones, 1224 cabezas que todavía estaban en su propiedad.
Manifestó que Helguero trajo otras mulas, unas 300, que no sabía si eran
suyas o del Padre Sánchez y este su intermediario. Por último agregó un
dato de suma importancia:" que recibió constancia de la mujer de
Helguero, que el padre Sánchez había saldado cuentas con su
marido"(31).
Cuando ya parecía aclararse la cuestión, Gabriel Quiroga mandó a su
cajero a cobrar lo que le debían los jesuitas. A esto Campero manifestó
"que ya se tenía presunción verosímil que se le devolvieron las mulas y
que la deuda fue cancelada, según libranza del P. Sánchez y constancia
de Helguero.(32) El cajero, Amenabar, regresó a Santa Fe, pero dejó la
obligación de pago a Don Joseph de Vera Mujica para que intentase cobrar.
Vera Mujica fue citado, conminándosele a presentar la
documentación, lo que hizo. Ante tantas contradicciones, Helguero tuvo que
declarar nuevamente. Dijo tener las mulas, que las tenía que entregar en
Salta en 1768 y que estaban el potrero de su tío el Dr. Miguel Sánchez de
Lamadrid. Como vemos, entre estos comerciantes había también
parentescos. Todo en familia.
A esta altura de la indagatoria, se agregó una obligación de pago del
Padre Sánchez a Gaviola -que resultó ser Alcalde Provincial en Santa Fe -
El plazo de pago vencía también en 1768. La deuda era de 3.027 pesos.

16
Estos comerciantes intentaban cobrar deudas comprometidas para el año
siguiente.
Gaviola tenía muchas relaciones en Tucumán. a través de ellas,
tenazmente intentó cobrar la supuesta deuda. Pero lo más interesante de la
cuestión se presentó cuando el Presbítero Joseph Ignacio de Villafañe,
aduciendo tener "carta poder" de Gaviola, se apersonó a cobrar lo
adeudado.
En un escrito, manifestó que le pidió al Padre Sánchez saldara la
deuda, pero que le contestó no estar en condiciones, que le devolvería las
mulas. Villafañe aceptó "para evitar apuros a su dueño" y las puso a
invernar en la Candelaria. Aprovechó la circunstancia para solicitar al
gobernador le pagasen el costo del flete. Campero algo intuyó sobre la
"carta poder" y solicitó a Villafañe se la enseñara. Con gran sorpresa este
manifestó no tenerla. Unicamente mostró una carta sin firma. Es más, el
papel estaba cortado...(33)
Lógicamente la carta trunca originó otra serie de averiguaciones para
dilucidar si la misma era o no de Gaviola. Comparecieron Don Joseph
Fermín Poyo, Don Joseph de Molina, Don Joseph Deheza y Helguero y Don
Juan Basaldúa.
Ruiz Poyo dijo que la carta era de un sobrino de Gaviola, llamado
Pedro. Pero que hubo otra carta que el vio y tenía firma de Manuel Gaviola.
Molina manifestó que vio la carta completa con firma, pero que no podía
asegurar que fuera de Gaviola, ya que no conocía su letra. Deheza y
Helguero coincidió con Molina y Basaldúa dijo: que sabía que Villafañe
recibió carta de Gaviola, que no la vio, ni reconocería su letra. Pero agregó,
que le Presbítero le indicó enviara a su hermano Bernardo de Villafañe,
autorizado por el Rector, a sacar las mulas del Potrero.
17
Cabe acotar, que Don Joseph Ignacio de Villafañe, estudió en el
Colegio de Montserrat en Córdoba. En 1757 se le expidió certificado de
estudios y en 1766 el Obispo del Tucumán le autorizó a ejercer los Sagrados
Ministerios(34) Además de pertenecer a una de las familias tradicionales del
Tucumán del S. XVIII. Las relaciones de Gaviola con Tucumanos eran
importantes.
El Gobernador Campero, previo análisis del sumario, arribó a las
siguientes conclusiones: "a los santafecinos no se les debía nada".
Consideró una "maniobra dolosa la carta sin firma -con la cual Villafañe
pretendió cobrar" Manifestó que condenaría estos procedimientos por
perjuicio al Rey, que el hecho significaba "mala fe y falta de lealtad y
legalidad de Gabriel Quiroga y su cajero". Ordenó se "embargasen las
mulas que tenia Helguero" para inventariarlas y enviar a Salta como
correspondía. Asimismo ordenó "embargo de las mulas de Gaviola " las
que Villafañe como "apoderado" llevó a la Candelaria en virtud de la
trunca "carta poder" y que "le embargasen todo lo que había retirado
como su "apoderado".(35)
Muchas otras personas intentaron cobrar deudas por cualquier medio
y sin escrúpulos de los bienes secuestrados a los jesuitas. La falta de
pruebas, documentación falsa e incompleta y testimonios de personas
honorables y de predicamento, impidió que lograran su propósito, en la
mayoría de los casos que se presentaron.
Para finalizar esta actuación, se indagó al Padre Gandón, a cargo de
la Reducción de Abipones, quien ratificó lo de las mulas traídas a Tucumán.
Agregó datos y entregó una carta del Padre Pedro Juan Andreu, ex -
misionero de los Lules y Provincial de la Orden en 1761 que le escribió en
mayo de 1767 por asuntos exclusivamente económicos.(36)
18
Nos sorprendió la carta de Andreu -aunque nunca se debe hacerlo
con los jesuitas- porque la figura de este sacerdote -por crónicas y Anuas-
fue únicamente la del gran evangelizador y la nota prueba fehacientemente
sus dotes de economista.
El Padre Andreu, no recibió con beneplácito esta designación, era un
evangelizador nato, hizo por la Reducción de los Lules y entre los indios de
la región una obra encomiable. Se destacó por ese apostolado. Pero los
jesuitas estaban pasando un momento, diríamos de peligro, esos en los
cuales primaba actuar por "el bien de la Compañía".
El Gobernador Cevallos los protegió y ayudó siendo retribuido de la
misma forma por los regulares. Hacia 1760, la animosidad del Obispo de
Buenos Aires Manuel Antonio Latorre, hacia los jesuitas y el Gobernador le
impulsaron a insinuar al Secretario de Indias que "los jesuitas eran
depósitos de su corazón, siendo depositarios de su dinero" Lo cual se
constata en las cuentas del Oficio de Buenos Aires: Cevallos tenía allí
depositados 160.000 pesos antes de su partida.(37) Los oficios de la
Compañía solían funcionar como bancos para sus amigos.
Los consultores, ante esta situación, decidieron recurrir al Misionero
Andreu, ya que sobre su prestigiosa figura no podía recaer sospecha alguna.
Confiaban que su predicamento podría suplir su inexperiencia
administrativa. Contaban además con el apoyo que les brindaría el Visitador
- enviado al Río de la Plata en 1760- Nicolás Contucci. (38)
Lo cierto es que Andreu impuso austeridad y orden y consiguió un
estado económico más que satisfactorio, a pesar que fue muy resistido por
su política puritana y llena de celo misionero. Por ese período los jesuitas
comenzaron a desprenderse de la participación directa en el comercio de sus
productos en favor de comerciantes seculares, esto de acuerdo a lo
19
investigado por Möerner, quién además menciona por esta cuestión a Martín
de Learte sobre su vinculación en negocios con los jesuitas manifestando
que era necesario constatar -lo que hicimos en este trabajo- . Finaliza este
historiador consignando que este aspecto era un estudio muy preliminar, que
se necesitaría una investigación sistemática y un análisis crítico de todas las
fuentes antes de sacar conclusiones más seguras (se refiere a su post-
scriptum: La era Borbónica, publicada en una reedición de su obra -citada- a
modo de epílogo).(39)
Consideramos oportuno referirnos a Andreu y su gestión. A la
opinión de un historiador de fuste como Möerner, sobre el período y las
causas en que le tocó actuar a este jesuita, ya que son la consecuencia de los
hechos que tratamos en este trabajo: Las actividades y los vínculos
comerciales de los jesuitas a pocos años de la expulsión.

El alférez real don Simon Domínguez


y sus negocios con los jesuitas de Tucumán

Las averiguaciones realizadas por el caso de los santafecinos puso en


descubierto otras transacciones entre jesuitas y comerciantes, y hasta con
funcionarios, como el Alferez Real Simón Domínguez. Campero ordenó
continuar con las indagatorias sobre los bienes de los expulsos, en un
expediente caratulado: "....siguénse contra Don Simón Dominguez (40)
Del cuestionario, veremos únicamente las últimas preguntas, ya que
las primeras reiteran el tema de los santafecinos. Es decir trataremos lo de
Simón Dominguez.
Se indagó el Hno. Juan de Amilaga, prisionero en el Convento de
San Francisco. Don Simón Aguilar fue designado a este fin. En nuestro
20
trabajo sobre el acrecentamiento de propiedades de los jesuitas, dimos datos
de Amilaga "sobre sus negocios con Potosí desde 1753. De diversa índole
y con distintas personas. De la lectura de cartas intercambiadas
deducimos que el trato era asiduo. En el Archivo Histórico de
Tucumano encontramos cinco misivas, pero se hace referencia a otras
que no se conservan"(41)
Amilaga informó, previamente, que fue Procurador del Colegio
desde 1736 a 1743, que estuvo en Buenos aires, regresando a la
Procuraduría tucumana en 1746 y que a partir de 1757 fue destinado a la
cocina del Colegio. Ratificó las declaraciones sobre los santafecinos y
Helguero. Sobre este dijo que se le pagó el 50% en plata, 4 carretas y
una carretilla. Y por otra deuda de 50 pesos, encomiendas que trajo de
Buenos aires para el Padre Luis Toledo de Salta y para este Colegio un
cajón de clavos, petaca de ropa, cuchillos, frenos y espuelas, lo que se le
pagó en Lules con rayos de carretas, camas y mazas y que esto fué
despues de saber la noticia de la expulsión (42) Es importante la
declaración de Amilaga por los datos que brinda.
Se le requirió informes sobre mulas que llevó el Capitán Nuñez a
vender a las Provincias del Perú, que dinero trajo, obligaciones de lo fiado y
datos de los deudores. A esto informó: "que oyó decir que Nuñez llevó 500
vacas y que otras 16 lo supo por el Hno Lleaguno y el Rector." "que a
cuenta de la venta trajo 4.000 pesos en plata y dos papeles uno de
Miguel Castro por 680 pesos, vecino de Oruro y otro de 16 pesos de
Valentín López del Castillo, de la misma ciudad, y que les había pagado
a todos los peones que arrearon ganado en el Perú" (43)
Cuando se le preguntó que había que recaudar en las Provincias del
Perú. Amilaga contestó "que de las mulas no había nada que recaudar,
21
ya que nunca se fiaron. Las ventas fueron de contado." Pero que el
Gobernador de Santa Cruz debía 900 pesos. Informó que el Padre Sánchez
entregó al Alferez Real Simón Dominguez 690 vacas y 47 caballos para
entregar en Jujuy. Que con el traslado costó 1976 pesos y que se le dió a
cuenta 500 pesos que mandó el Procurador de Salta Padre Toledo. Agregó
que este jesuita, escribió al Padre Rector solicitándole para el Conde
Oploca 1000 vacas de matanza, para esto le envió 800 pesos más,
comprometiéndose a pagar el saldo en Salta. Por entonces "el Conde había
recibido otras 500 vacas y a Dominguez le dieron otras 700 para que se
las llevara" (44).
A esta altura de la investigación, vamos conociendo el "modus
operandi" de esta empresa económico-comercial. Lo analizaremos
oportunamente.
Retomando los interesantes informes del Hno Amilaga, que destino
dieron al dinero recibido, el que debió estar en el Colegio y no se encontró.
Detalló: que de los 4.000 pesos que trajo Nuñez se saldaron deudas: A Juan
Silvestre Helguero 500 pesos; a Juan Joseph Paz (difunto) 1.222 pesos por
cargas de ropa; a Antonio Sosa 300 pesos; por un peón 4 pesos; al albacea
de Martín Saravia 289 pesos; A Da. María de Medina y Arce 99 pesos, saldo
compra de una esclava; a Da. Petrona de Bazán (esposa de Juan Antonio
Bazán) dinero que entregó para su hermano que estaba en el Convictorio
100 pesos; a Fermín Ruiz Poyo por bienes del Hno Dominguez que dejó
para su madre y hermana en Cádiz; a Joseph Gareca 250 pesos y otros tantos
por géneros para el Rector."Y, como ya se dijo estos pagos se hicieron ya
conocida la noticia del extrañamiento".(45).Amilaga agregó que después
de saber de la inminente expulsión "vendieron alguna cosilla y algún
menaje" " que se gastó unas libras de oro para arreglar el altar de San Javier
22
y pagar al dorador". Saldaron otras deudas, compraron "algún polvillo para
el vicio de los padres", se pagó sastres y zapateros. Y adquirieron
menesteres para el viaje de los expulsos.(46)
Campero, ante estas declaraciones opinó que el Alferez Real Simón
Dominguez era deudor del Colegio y que además hubo denuncias que
también lo era de la Procuraduría de Salta que administraba su cuñado el
Padre Toledo. Ordenó que compareciera. Campero se ocupó personalmente
de esta indagación.
Dominguez debía informar sobre ¿que vacas recibió en 1766 del
Rector de este Colegio, a que precios y plazos las compró y cuanto dió a
cuenta? El alférez contestó: -"en 1766 compró 690 vacas al Rector de este
Colegio a 18 reales cada una a un año de plazo a igual pago"(47)Sobre
la misma cuestión en el año 1767 dijo "que no tenía presente el número
que le dió el Padre Rector, que estuvo ausente de la ciudad en esa época,
que las vacas se encontraban en su potrero de Río Blanco y que las
compró a 12 reales a pagar en mayo de 1768, por lo que no dió nada de
contado"(48) Agregó "que recibió del Padre Luis de Toledo, Procurador
del Colegio de Salta, el importe de 690 vacas" (49).
Sobre su parentesco con el Procurador de Salta, aclaró que "el Padre
Luis de Toledo era su cuñado, ya que estaba casado con su hermana Da,
María Ignacia de Toledo" Sobre la carta que envió su cuñado al Padre
Sánchez solicitándole vacas para el Conde de Oploca dijo:" que en mayo
del año pasado escribió al Padre Sánchez comunicándole que vendió al
Conde 581 vacas a a 4 pesos y medio cada una para que su valor lo
recibiera el Padre Toledo a cuenta de las 690 que compró el año
anterior" Se le señaló ¿Como decía que adquirió el ganado a 18 reales por
cabeza, cuando constaba en autos que las 270 debían ser vendidas a 4 pesos
23
y medio por cabeza, en Jujuy, previo descuento del traslado y peones,
quedando el resto a 18 reales y unas pocas a 14? Contestó: "que vendió 200
de ese modo y las 70 y pico por cuenta de la invernada y que se le debía
el traslado". Campero preguntó: ¿donde tenía el contrato en que
constare el precio de 12 reales?. Respondió tranquilamente "que no tiene
contrata alguna, ni hubo testigos que supiesen del trato...." la pregunta se
extendió. Respecto a cuanto le debía al Padre Sánchez dijo "que nada, y
que era a él a quien le debía su cuñado Toledo". Campero le recordó que
el lo dijo a la segunda pregunta. Dominguez respondió que "juzgaba
pagársela con lo que le debía su cuñado, manifestando que la deuda era
11.326 pesos y 3 reales."(50).
Respecto a los efectos de Castilla del Padre Toledo que tuvo en su
poder desde 1763 dijo: "que no tenía efectos de Castilla, más que 2.060
pesos y de ellos entregó, por orden de Toledo a Don Martín de Learte
1088 pesos" y sobre el destino de lo devengado por esos productos
manifestó que "que lo consumió en su casa". En cuanto a como recibió ese
envío, despachos y ante que ministro del Rey los declaró, el sorprendente
indagado contestó: "que los envió Don Luis de Toledo sin despacho
alguno" (51).
La siguiente pregunta versó sobre a que otras personas compró
efectos de Castilla desde 1763, a quién las declaró y quien se encargaba de
la venta y cuentas de entrada y salida. A esto el Alférez respondió: " que
desde 1763 no compró efectos de Castilla, salvo algunas telas, bretaña y
paño para vestir a su gente. Que compró a Don Miguel Solá, Don
Joseph Guerrero y a Don Fermín Ruiz Poyo y que no se acordaba de
otros....y que de la ventas se encargaba Baltazar Sánchez, un mozo que
tenía" (52).
24
La indagatoria se suspendió hasta considerarlo oportuno.
En Octubre continuó la ardua tarea de tomar declaraciones a este
singular personaje. Por el tenor de las preguntas, evidentemente Campero,
hizo algunas averiguaciones o se presentaron más denuncias contra el
Alferez Real.
Campero, reanudó la indagación diciéndole "que falta a la verdad
manifestando que el Padre Toledo le envió efectos de Castilla sin
despacho". Haciendo gala de gran cinismo Dominguez replicó: "que no
fueron librados a su nombre, que los envió en una carreta que no era
suya, sino de Antonio Gutiérrez, pero que en carta, Toledo le daba
instrucciones que debía hacer con esos efectos y que la carta venía a su
nombre". A todo esto, Campero sabía que un oficial le quiso embargar la
petaca y que el Alferez mostró la carta de su cuñado como si fuera un
despacho. Además intercedió en la cuestión el Tesorero de Jujuy. Corolario:
no se efectuó el embargo.(53)
El Gobernador le preguntó porqué no se presentó a cobrar del ganado
recibido en mayo y lo que le adeudaba su cuñado cuando se publicaron los
Bandos. Dijo: "porque no sabía que había que hacerlo". Campero
insistió sobre el monto de la deuda de Toledo y Dominguez ratificó que "era
de 11.000 y más pesos y que aún le debía más por otros gastos, que
constaba en un libramiento que se comprometía a exhibir" (54).
Llama poderosamente la atención, que el Alferez no se preocupara de
cobrar tan abultada suma. Fue conminado a presentar la documentación.
Pero las sorpresas con Dominguez no terminaban. Presentó el
mentado libramiento, pero increíblemente, " en el mismo no se consignaba
el monto!!!" Manifestó: que "Toledo le dijo que importaba 600 pesos y
que no le envió otros libramientos, efectos o dinero". Y, en cuanto a las
25
libranzas: eran al portador, no tenían nombre alguno!!!. A esto explicó
que "se debía entender que era a él a quien se las otorgaban". Cada vez
más irregularidades y contradicciones. Se le acotó como podía asegurar que
las libranzas era para él, si había declarado que en esa fecha estaba en Perú.
Rápido contestó: "que posiblemente se las dejaron a otra persona que se
las daría después". Fue intimado a indicar fehacientemente quién se las
entregó. Flemáticamente dijo "que se las envió su cuñado en carta cerada
en Jujuy a fines de agosto".
Su respuesta provocó la ira del Gobernador Campero quién le hizo un
severo llamado de atención: "Porque no lo había dicho antes, al comienzo
de la pregunta y que no era creíble ni verosímil que una carta con
libranzas al portador se enviasen tan ligeramente y que además esto se
había realizado después del extrañamiento de lo regulares y que
consideraba al declarante cómplice en la sustracción que se había
echado de menos" (55).
Dominguez no perdió la calma y continuó con sus desconcertantes
respuestas, manifestó "no tener presente lo que había declarado", "que
habló con su cuñado en el camino para consolarle se sus penas, no de
negocios" y por último "que no fue cómplice en la sustracción de bienes"
(56)
Se le pidió informes sobre cuatro docenas de taburetes torneados.
Dijo que los talló el maestro carpintero Correa de esta ciudad y que el
mismo los llevó a Jujuy entregándolos a su cuñado, "que una docena le
enviaron al Conde de Oploca, otra docena remitió el año anterior al
Padre Toledo y la otra docena que llevó a Jujuy la recibió don Joseph
Antonio Zomalloa"(57).

26
Las denuncias contra Dominguez se acumulaban y se le continuó
indagando. Por ejemplo, en la cuenta con Toledo figuraban 300 tablas para
Santa Catalina y 437 pesos en flete, cuando constaba que su cuñado le envió
dinero a tal fin. A lo cual respondió "que no había obtenido dinero para
dicha compra y que del flete se le debía a Don Prudencio
Zavaleta"(58).Además se le averiguó sobre un carretoncito y cuatro
docenas de cujas torneadas que cobraba a su cuñado. Explicó "que el
carretoncito fue para el Padre Provincial Manuel Vergara y las cujas
las hicieron sus hombres en la estancia y que él mismo, en sus carretas,
las envió a Salta a Don Antonio Figueroa"(59)
Nuevamente se le indagó e informó sobre ganado. Partida que envió
para el conde de Oploca. Dijo: "que llevó 1800 vacas de matanza y que
todas se vendieron por Orden de Toledo al Conde de Oploca, a Don
Felipe Durán, a Don Joseph Antonio Blanco y al General Dávalos"
Aclaró que "los libramientos eran a nombre de su cuñado, pero que los
endosó a su favor"(60) la cuestión cada vez más engorrosa por las
contradictorias declaraciones de Dominguez . Campero le conminó a
presentar pruebas. Conclusión: dijo "que no tenía más documentos que
presentar, que comprueban la que tiene presentada" (61). Sus pruebas
no probaban nada a su favor. Un detalle realizado por él de lo que
supuestamente le adeudaba Toledo - síntesis de lo que vimos en este
sumario- y los libramientos sin nombre o sin monto consignado. Otra
contradicción más. Hemos trascripto de este sumario, sumamente extenso,
los aspectos más significativos que ilustran sobre la personalidad de este
Alferez Real y de los negocios que con los jesuitas y sus allegados . No tenía
pruebas, no podía tenerlas. Estas transacciones se hacían "de palabra" rara

27
vez los jesuitas se comprometían por escrito en cuestiones que les podrían
perjudicar.
Antes de finiquitar este asunto, Campero citó a declarar al carpintero
Correa y a Baltazar Sánchez -administrador de Dominguez- Y se presentó
un nuevo problema. En los autos se agregó una carta de Toledo a B.
Sánchez, de julio de 1767, en la cual le hablaba de negocios, "de las 300
tablas, que su hermano le debía plata, que esperaba su regreso, que
trate de arreglar con Zavaleta," entre otros temas, pero al referirse a
"unas vacas que su hermano vendió por él, pagó al Padre Sánchez lo
que a este le adeudaba de las "700" y parte de la paga fueron los 500
pesos que llevó Plácido Herrera" (62)
Por de pronto, vemos que era Dominguez quien adeudaba a su
cuñado y que en la carta se había enmendado una cifra. Se le pregunto al
Cajero si conocía la carta, dijo que sí porque estaba dirigida a él, que no
recordaba quién se la entregó, si Juan Silvestre Helguero o Don Miguel
Laguna y respecto al número enmendado "que a su entender era 7 y que él
no lo tocó ni lo enmendó" Y sobre el significado de la cifra 700 (del
número 7 enmendado) dijo "que probablemente a vacas que su patrón
sacó de Río Blanco suyas o de los jesuitas y que no sabía cuantas vacas
tenía Dominguez de los expulsos" le dijeron que mentía ya que era él
quien llevaba los negocios, a lo que replicó que de la estancia no se ocupaba
por no ser inteligente. Agregó "que el libro de cuentas entre Dominguez y
Toledo lo tenía su patrón"(63)
Sobre Baltazar Aguirre Campero resolvió: "que por la malicia en
que había sido enmendado el número 2 por un 7, teniendo en cuenta la
declaración del Hno Amilaga, que dijo que las vacas eran 200 y que se
deducía que había complicidad entre el patrón y el cajero para
28
defraudar al Rey en los bienes secuestrados, y que para hacer justicia,
mando sea puesto en la cárcel pública Don Baltazar Sánchez, con
centinela a la vista, sin comunicación con persona alguna."(64)
Quedaba aun por indagar a Juan Martín Correa, maestro carpintero,
quién declaró "que únicamente hizo tres docenas de taburetes para
Dominguez" No cuatro como este dijo, y que antes no le construyó
ninguno. Tampoco construyó una Galera para el Alferez , este compró una a
Don Joseph Cainzo "y le mando la compusiese"(65). Con Correa finalizó
la investigación sobre Don Simón Dominguez y el 16 de octubre el Teniente
de Gobernador Campero Decretó:
"En atención a estos autos, líbrese mandamiento de prisión y
embargo contra la persona de Don Simón Dominguez y puesto en cárcel
pública se despachará con la escolta necesaria a la ciudad de Salta,
donde con reconocimiento de los papeles que se hallaren al Padre Luis
de Toledo, se reconsiderará la diligencia de su declaración y la de su
cajero, don Baltazar Sánchez , que también será remitido a dicha
cárcel, sacándose testimonio de estas diligencias para remitirlo con su
correspondiente informe al Excmo. Sr. Don Francisco Bucarelli, a fin
que determine su excelencia lo que fuese a su superior arbitrio"(66)
En noviembre de 1767, Bucarelli ordenó se tomara declaración al
Rector Joseph Sánchez, prisionero en la Casa de Ejercicios en Buenos Aires.
El ex- Rector dijo no recordar cuanto le adeudaba Dominguez.
Coincidió con el Hno Amilaga sobre el ganado, precio convenido, dinero
que envió Toledo. En síntesis, detalla y ratifica lo declarado por Amilaga.
Dijo que no había más deudas a favor del Colegio. Que no hubo tratos por
escrito, salvo la primera partida de vacas, cuyos datos estaban en los
apuntes de la Procuraduría del Colegio. Esta sería, precisamente, la
29
documentación desaparecida. ¿quemada?¿sustraída? Queda el interrogante
si algún día se podrá aclarar o en el mejor de los casos encontrarla. Además
aseguró el Padre Sánchez que no había caudales en oro y plata en el Colegio
en el momento de la expulsión, salvo 60 o 70 pesos que trajo para el viaje.
Reiteró que supieron de la expulsión 10 o 12 días antes. Y por eso cuando
recibieron los 4000 pesos procedió a saldar cuentas. Coincidiendo con el
Hno Amilaga en su informe, salvo datos insignificantes. Ratificó y firmó
ante el Escribano Joseph Zenzano.(67)
Mientras, Don Simón Dominguez continuaba preso. En 1769 solicitó
vistas a las actuaciones, para iniciar acciones correspondientes. Bucarelli se
limitó a dar pase a la solicitud al Defensor de Temporalidades, quién hizo un
extenso informe resolviendo que primero había que dar testimonio a la
declaración de Toledo, por lo que "por ahora no se le debe dar la vista
que solicita"(67).
Con esto finalizan los autos. Es de suponer que el pleito continuó por
muchos años, como otros de estas características, entre ellos el mentado
caso Learte, que tiene una asombrosa similitud con el del Alferez Simón
Domínguez. El pleito nunca terminó, hasta la muerte de Dominguez a fines
del S. XVIII aun no se había resuelto.

Conclusión

En este trabajo, a través de la documentación analizada,


vislumbramos la modalidad imperante en esta empresa comercial,
integrada por jesuitas y miembros de la sociedad civil. Los grandes
compradores estaban en el Alto Perú. Los padres de la Compañía en
Tucumán compraban ganado a comerciantes, lo invernaban y lo vendían en
30
las provincias del Norte a personas influyentes y de sólidas fortunas. A este
fin necesitaron de muchos intermediarios.
Los Padres Joseph Sánchez de Tucumán y el Procurador del Colegio
de Salta. Luis de Toledo formalizaron una sociedad. Ellos eran quienes
dirigían la empresa. Organizaban los negocios, compras, ventas,
transacciones, cobro y pago deudas. Además de ganado vendían otros
productos, propios o adquiridos, como los derivados de la industria
maderera y agricultura. Lo destacable de esta actividad fue el afianzamiento
del noroeste argentino como "unidad Regional de Producción y
desarrollo comercial" fue una empresa meticulosamente organizada. No
era para menos, la integraron a nivel gerencial miembros de la Compañía de
Jesús.
Advertimos, además, que una de las "leyendas negras" anti-jesuitas:
hermetismo, poco trato con la sociedad civil y otras órdenes religiosas, es
falsa. Los jesuitas de Tucumán, contaron en ese período, con el apoyo de
mucha gente, de todos los estamentos sociales, para el logro de sus
objetivos. Para estas actividades no cabía el aislamiento. Por otra parte sus
"asociados" sacaban buena tajada con su colaboración.
Creemos oportuno recalcar, que todo lo devengado de estos
negocios, los padres jesuitas lo invertían en sus establecimientos. La
Compañía de Jesús no era una Orden mendicante. Necesitaba
imperiosamente autofinanciarse. Producir, comercializar, para que el estado
jesuítico no solo se conservara, sino que creciera expandiéndose y
consolidándose.
A nuestro criterio, totalmente válido. Precisamente con esta
modalidad empresarial se afianzó la Compañía de Jesús, en el marco de una

31
perfecta organización, como era habitual en la Orden, de acuerdo sus
constituciones y uno de sus grandes méritos.
Por todo lo visto, creemos de vital importancia ahondar la
investigación sobre la ingerencia de los jesuitas en la economía y en el
comercio regional. Los juicios de la Temporalidades -lo analizado es un
claro ejemplo- brindan datos sumamente valiosos para tratar este aspecto.
Como así también sobre la sociedad tucumana del S. XVIII, sus valores
éticos, sus costumbres y el rol que jugaron sus miembros en esa época..
La documentación existente es infinita, y abarca un largo período.
Aún a comienzos del siglo XIX se continuaba indagando sobre el destino de
los bienes de la Compañía de Jesús en Tucumán. Largo y arduo es el camino
a transitar, pero creemos que bien vale la pena el esfuerzo.

Sara Peña de Bascary


20 de Octubre de 1993
S. M. de Tucumán.
__________________________________
Nota: La investigación sobre el accionar jesuítico
se realiza gracias a Subsidio del CONICET -
Años 1984- 1988.

Este trabajo fue publicado en 1994 en la Rev. de la Junta de Estudios Históricos. La edición
tenía algunos errores, mínimos, de composición de imprenta .

32
NOTAS

1) FURLONG, GUILLERMO ,S.J., "Entre Los Lules de Tucumán" Buenos Aires 1941.
2) PEÑA DE BASCARY, SARA, "El Libro de Consultas de la Compañía de Jesús". En
Investigaciones II. Ed. Museo Casa Histórica de la Independencia., Tucumán 1987. pág.
133.
3) ---------"Compañía de Jesús -Aporte para un estudio del acrecentamiento de propiedades
en la Provincia de Tucumán" En: Investigaciones I. Ed. Museo Casa Histórica de la
Independencia. Tucumán, 1986.
4) --------Cfr. op. cit. "El libro de Consultas de.........
5) ----------Op.cit. "Compañía de Jesús......pág. 94.
6) ----------Op. cit."El Libro de Consultas de....págs 126-128.
7) ---------Op. cit. "Compañía de Jesús....pág.100.
8) ---------Op. cit. "Compañía de Jesús....pág. 96-102.
9) MÖRNER, MAGNUS, "Actividades políticas y económicas de los Jesuitas en el Río de
La Plata" Bs. As. 1968. pág. 20.
10) PEÑA DE BASCARY, SARA; op. cit. "El Libro de Consultas de...pag. 119-122
11) GARAVAGLIA, JUAN CARLOS; "Economía, Sociedad y regiones - [Las Misiones
Jesuitas: utopía y realidad] Ed. La Flor, Bs. As. 1987. pág. 161
12) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION - Colonia- Tribunales - 22 -2- 1 Leg. 2 - 28
fojas.
13) ---------Ibidem, fs. 28 y 28 v.
14) ---------Ibidem, fs. 28v y 29.
15) ---------Ibidem, fs. 29 y 29 v.
16) ---------Ibidem, fs. 29v y 30.
17) ---------Ibidem, fs. 30 y 30 v.
18) ---------Ibidem, fs. 30 v.
19) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION - Colonia - Tribunales - 22 - 2 - 1- Exte. 9
fs 20 a 24.
20) GRENON, PEDRO, S.J.; "Las Aventuras de Learte" En: Documentos Historia -
sección Literaria, T. IV -
Córdoba, 1927, págs. 207 a 223.
21) ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN - Colonia- Tribunales- Expte. 12, fs.
77.1768.
22) GRENON, op. cit., pág 236.
23) MORNER, MAGNUS, op. cit. pág. 127.
24) ---------Ibidem, pág. 44.
25) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION; Colonia - Tribunales - Expediente 9 - 29
fojas.
26) ---------Ibidem, fs. 1.
33
27) ---------Ibidem, fs. 2.
28)---------Ibidem, fs. 2v y 3.
29) ---------Ibidem, fs. 3.
30) ---------Ibidem, fs. 5.
31) ---------Ibidem, fs. 7.
32)---------Ibidem, fs. 9.
33) ---------Ibidem, fs. 33.
34) MUSEO HISTORICO PROVINCIAL DE TUCUMÁN; Manuscritos N° 10 y N°
12- Donación Nougués.
35) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION; - Colonia - Tribunales - 22 - 2 - 1 - Leg. 2
- Fs. 20 a 23.
36) ---------Ibidem, fs. 26.
37) MORNER, MAGNUS; op. cit. Cfr. pags. 99, 142 y 230.
38) ---------Ibidem, pág. 143.
39) ---------Ibidem, pág. 121.
40) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION; "Declaraciones tomadas en Tucumán
sobre ocultación y sustracción de bienes de los regulares en aquella provincia - siguése
contra Simón Dominguez. Colonia - Tribunales - Expte. 9 - 29 fojas.
41) PEÑA DE BASCARY, SARA; op. cit. "Compañía de Jesús..... pág. 106.
42) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION - Colonia - Tribunales - Expte. 9 fs. 3 v.
43) ---------Ibidem, fs. 3 v.
44) ---------Ibidem, fs. 4.
45) ---------Ibidem, fs. 4.
46) ---------Ibidem, fs. 4v y 5.
47) ---------Ibidem, fs. 5 v.
48) ---------Ibidem, fs. 6.
49) ---------Ibidem, fs. 6 v.
50) ---------Ibidem, fs. 6v. a 7 v.
51) ---------Ibidem, fs. 7v a 8.
52) ---------Ibidem, fs. 8.
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