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Introducción
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posibilidad de suprimirla. Pero los Padres Consultores "juzgaron de
parecer se conservase, sin desistirnos de ella por nuestro buen nombre"
(2) Decisión que se ajustaba a la modalidad jesuítica de acuerdo a sus
reglamentaciones, antes que nada "el prestigio de la Compañía".
En uno de nuestros estudios sobre los jesuitas, nos ocupamos de lo
que para ellos era -recientemente instalados en Tucumán- el objetivo
prioritario: contar con propiedades y acrecentarlas (3). A esto se abocaron, y
como en todo el Virreinato tuvieron éxito. Entre las muchas donaciones, la
más destacable por su espectacularidad, fue la del Deán francisco de Salcedo
en 1613, a la que le siguieron muchas otras.
Pero durante los Siglos XVII y muy avanzado el Siglo XVIII, no
encontramos - en las investigaciones realizadas- que hubiesen dado utilidad
de envergadura a sus propiedades. Sobre todo si tenemos en cuenta que para
ellos el trabajo de la tierra era fundamental como unidad de producción, lo
cual les abriría el camino para el logro total de sus objetivos. Contaban, sí,
con un Templo y Colegio -gracias a la donación de Salcedo y con la
inestable reducción de Los Lules.
Al realizar un exhaustivo análisis del "Libro de Consultas de la
Compañía de Jesús" (4) vimos que en las mismas a Tucumán no se le tenía
muy en cuenta. Únicamente se referían y trataban los problemas de la
Reducción luleña, a la que consideraban -insistentemente- no encontrarse en
lugar adecuado y alguna que otra cuestión interna de la Orden, más bien
doméstica y de poca importancia. Para los padres Consultores los temas
prioritarios eran: asuntos económicos, producción y comercialización de los
mismos. Y, Tucumán no producía.
Apuntamos en un estudio, que la Orden en Tucumán, recién se
consolida a partir de obtener la donación del Potrero de Aconquija,
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realizada por Don Pedro Bazán en 1742.(5) Sobre esta donación, y la no
menos importante que le sucedió, realizada por el General Díaz de la Peña
de Tierras de Huasán -Catamarca- para el Colegio Tucumano, en las
consultas se trató con inusitado entusiasmo y beneplácito.
No era para menos, en esa época estaban los jesuitas, instalados con
sus indios Lules en propiedad prestada por el propio Bazán, plagada de
indios rebeldes -que continuamente les hostigaban - e inadecuada para la
expansión de tareas agrícolas y ganaderas. Los padres siempre ambicionaron
ese potrero, sabían que era ideal para sus propósitos. Se trata de esa ancha
franja, al oeste de Tucumán, de valles, cumbres, montes, laderas, ríos y
tierra fértil. Donde se encuentran, entre otras, las de Tafí del Valle, Potrero
de las Tablas, Ciénega, San Javier, Siambón, Raco y Vipos.
Sus propiedades se extendían hasta Catamarca, estancia de Santa
Rita de Huasán, a las que ya nos referimos. Resulta obvio decir que los
padres persiguieron hasta el cansancio a estos terratenientes para que les
donasen sus tierras.
Es, insistimos, a partir de esta "generosidad" que comienza un
vertiginoso crecimiento de las actividades de los jesuitas en Tucumán.
Trabajo de la tierra, plantaciones, cultivos, ganadería y hasta explotación de
los bosques, con cuya madera realizaron carretas y mobiliario,
convirtiéndose ésta, - la maderera- en una de sus grandes industrias. Se decía
que sus derivados abastecían el Virreinato (6).
En Huasán, explotaron minerales, además de ganado y agricultura y
de sus viñedos obtenían excelente vino y aguardiente. Cuando realizamos un
análisis de la situación económica de la Orden, al ejecutarse el
extrañamiento, en el Inventario y Tasación de 1768, dimos a conocer datos
cuánticos de la producción jesuita en las propiedades donadas por Bazán y
3
Díaz de la Peña. Sorprendió la magnitud de lo realizado en tan solo 25
años.(7)
También llamó nuestra atención, en el inventario mencionado, que
los esclavos negros -en Tucumán- eran puros. No hubo mixturación como
en otras propiedades de la Compañía (8). La razón muy simple: eran nuevos,
no los habían necesitado hasta entonces. A partir de las donaciones de
Aconquija y Huasán recién requirieron de esa mano de obra.
Es innegable que la obra misionera de los primeros jesuitas en
Tucumano es digna de encomio. Más aún teniendo en cuenta las enormes
dificultades que afrontaron.
Dedicación evangélica, sin medios y sin apoyo. Muchos murieron
mártires en su empeño. Pero con su silenciosa y abnegada tarea,
mantuvieron con esfuerzo y tesón la desprotegida Reducción de Lules..Y, el
Templo Tucumano y su Colegio fueron dignos de grandes elogios. Supieron
esperar con paciencia jesuítica el momento y lugar adecuado para iniciar la
organización de la gran empresa agro-industrial-comercial, que con el
tiempo se afianzó transformándose en una unidad regional de transacciones
comerciales de suma importancia.
Creemos que indagando en los años que precedieron a la expulsión
de la Orden, en la abultada documentación de lo actuado por la Junta de
Temporalidades, gran cantidad de investigaciones, indagaciones y juicios
que la misma determinó por diversas causas referidas a los bienes
secuestrados, tendremos una idea de la magnitud de las actividades
comerciales de los jesuitas, de sus vínculos con la sociedad civil del
Tucumán del S. XVIII, estrechamente allegados a la Orden, y de la
modalidad imperante, entre ellos en las transacciones.
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Cabe recordar que "en el Institum de la Compañía de Jesús" -
constituciones compiladas por su fundador- se advierte el interés de los
jesuitas en asuntos económicos. Una de las instrucciones "establece la
necesidad de un sólido conocimiento en esta materia de los Rectores de los
Colegios, cuyos ingresos han de ser suficientes para garantizar la
educación". En cuanto a la asistencia en estos asuntos, cada Rector contará
con un procurador cuyo deber será llevar las cuentas exactas, ocuparse de
los títulos que confirman los diversos derechos desde el aspecto legal y
cuidar que los ingresos del establecimiento aumentaran en lugar de
disminuir, eran los responsables ante el Provincial, quien lo era a su vez con
el Procurador especial que lo secundaba ante el General y su Procurador
General. El Provincial, cuyo rector llegaba a padecer dificultades de índole
económica, corría el riesgo de ser depuesto" tal como lo consigna el
historiador Möerner en su "Actividades Políticas y Económicas de los
Jesuitas en el Río de la Plata, quien consultó el Corpus Institorum
Societatis Iesu II de 1709.(9)
Por otra parte, en libro de Consultas que analizamos y dimos a
conocer, nos referíamos en uno de sus apartados a las cuestiones
económicas: precios ventas productos, mulas, maderas, obras de plata,
lienzo, autorizaciones de compra y venta, prorrateo ganancias a los Oficios
de misiones con dificultades financieras, precio yerba, aguardiente,
campanas, modalidad de transacciones, entre otros temas económicos.
Como vemos de acuerdo con la Reglamentaciones de la Orden. Todo
meticulosamente planificado, nada librado al azar.(10)
Antes de tratar el tema que nos ocupa en este trabajo, creemos
oportuno reiterar nuestra opinión sobre el significado de la llegada de los
Jesuitas a nuestras tierras en 1585.Tanto para el indígena como para el
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español. Una nueva metodología se introdujo en el proceso de colonización,
dejando a un lado la imperante hasta fines del S. XVI. Con el arribo de los
hombres de la Compañía de Jesús comienza otra historia, u otro aspecto de
ella, de suma importancia, lo que se percibe en los resultados obtenidos.
Pudo haber falencias, dada la magnitud de la empresa, pero queda en pié: el
trato al indígena, supresión del Servicio Personal, organización social,
trabajo mancomunado, respeto por las tradiciones de los indios, lo que
preservó gran parte de su cultura. Y, el culto, por así llamarlo, al trabajo de
la tierra.
Es precisamente este aspecto, el del trabajo, el más importante.
"Recordemos que en la literatura anti-jesuita, mucho se habló de las
riquezas de las misiones, la que se hallaba acompañada de detallada
descripción de las minas de oro de la Compañía "- según apunta Juan
Carlos Garavaglia en su trabajo "Las misiones jesuitas Utopía y Realidad" y
considera "que esta concepción está basada en la incapacidad de los
colonos para comprender el tipo de organización que reina en las
reducciones y para entender que el trabajo es la única fuente posible de
riquezas" (11)
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otras letras que se libraron del fuego". Certificó el informe, acotando que
también observó el Alguacil Mayor de esta ciudad. (17).
La verificación de Tejerina, dejaba ya pocas dudas respecto: los
jesuitas fueron advertidos y tomaron sus recaudos, pero la indagación
continuó.
Por último, el 3 de setiembre se citó al negro Juan Ignacio, Sacristán
del Colegio, de 18 años, quien declaró: "que antes que pusieran guardias
en el Colegio, que no se acuerda que día, pero que fue de noche, vio que
el Hermano Ott estuvo quemando papeles con una vela en todo el patio
y que después le dijo un negrito, de los mismos del Colegio, llamado
Francisco que había visto estar quemando libros en la cocina" (18).
Pero la confirmación definitiva que los jesuitas supieron
anticipadamente de la inminente expulsión , las declaraciones y denuncias
precedentes podrían dejar ciertas dudas, se produce en noviembre de 1767,
al ser indagado el ex-Rector del Colegio Padre Joseph Sánchez, que se
encontraba preso en Buenos Aires. Declaró: "que como diez o doce días
antes de la ejecución del Decreto de Su Majestad el Colegio tuvo
noticias de haberse practicado en otras partes, por infinitos sujetos que
llegaron a la Iglesia en Concurso la víspera de San Ignacio, aunque
estaba público en la ciudad, por avisos que se divulgó haber habido en
Santa Fe, Córdoba y La Rioja por tantos peones que llegaban y lo
decían, corría de unos a otros sin dejar al exponente duda alguna de su
certeza, sin poder determinar al primero que expandió la voz" (19).
La declaración del Padre Sánchez, es lo suficientemente explícita
para aseverar que los jesuitas en Tucumán supieron anticipadamente, gracias
a amigos y allegados del vecindario que serían expulsados inminentemente,
como ya había ocurrido en otras ciudades del Virreinato. Y, muchos días
9
antes de lo que denunciaron los primeros indagados. Tiempo, a nuestro
criterio, más que suficiente para arreglar cosas, sobre todo aquellas que no
deseaban que se conocieran.
El Teniente de Gobernador, Don Juan Manuel Fernández Campero,
tuvo especial interés en averiguar quién puso sobre aviso a los jesuitas. Los
sospechosos, eran detenidos y culpables o no fueron severamente castigados.
Cuenta Don Martín de Learte y Martín de Zegama en sus memorias,
interesantísimo manuscrito trascripto y publicado por el Padre Grenón S. J.
como "Las Aventuras de Learte", todas las vicisitudes que pasó ante la
presunción de Campero que él avisó a los jesuitas de Salta que serían
expulsados. Estuvo meses en la cárcel, tratado inhumanamente, se enfermó a
tal punto que gracias a la fianza que dieron Don José Saravia y Don Vicente
Cornejo, le dejaron el libertad condicional.
Pasó años huyendo por el Alto Perú. En la cárcel estuvo a punto de ser
castigado con cepo y garrote, y el Gobernador Campero le amenazó con
ahorcarle si no firmaba una confesión de haber alertado a los jesuitas de
Córdoba, Tucumán y Salta. Learte mantuvo estrecha amistad con los
regulares de estas provincias, especialmente vínculos comerciales. En un
momento de desesperación dijo: "¡Oh, Temporalidades, a cuantos haz
cuarteado al Infierno!!! (20)
El Virrey Vértiz, en 1775, ante la insistencia de Learte, le absolvió,
entregándosele su tienda y la fianza. Este personaje no fue el único que a
causa de las Temporalidades de los jesuitas, de la amistad con ellos y de la
sospecha de complicidad pasó tantas aflicciones. El mismo lo decía. En este
estudio trataremos un caso de gran similitud.
El hecho que los jesuitas fueron puestos sobre aviso, ocasionó a los
administradores de la Temporalidades de los "expulsos" grandes problemas.
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Don Fermín Tejerina, así opinaba sobre esta cuestión: "esto causó tal
desorden, especialmente en la hacienda, que para ponerla en orden,
costó al Intendente Don Francisco Tejerina un enorme trabajo" (21).
Efectivamente, ese desorden, tal vez "ordenado" ocasionó
gravísimos problemas a los administradores de los bienes secuestrados. Los
requerimientos de innumerables acreedores, la falta de documentación y
serias irregularidades derivaron en acciones judiciales. Había que dilucidar
que perteneció a la Compañía y lo que correspondía a quienes se
presentaban a cobrar deudas a la Junta de Temporalidades.
Ese desorden, en que se encontró el Colegio Tucumano, pensábamos
que no les convenía a los jesuitas. Uno de los mayores méritos de la
Compañía, y motivo del éxito obtenido, fue la perfecta organización, todo
planificado meticulosamente, ni el más leve descuido. ¿Acaso, tan grande
fue el impacto recibido al saber la inminencia de la expulsión que no les
preocupó dejar sus cosas en orden....?
Creemos que la cuestión pasaba por otros intereses. A partir de 1760,
sus estancias producían en gran escala, amplísima gama de productos que
comercializaban en la región. Por cuestiones coyunturales -que trataremos
más adelante- debieron recurrir a una intrincada red de comerciantes que
compraban o vendían a los jesuitas ganado y otras especies. Estos productos,
por medio de intermediarios, eran negociados en el Norte del Virreinato y
asiduamente intervenían en estas transacciones comerciantes de Córdoba,
Santiago del Estero, Santa Fe , Buenos Aires, Salta y Jujuy.
Para estas actividades, los jesuitas necesitaron de la colaboración de
vecinos, comerciantes, peones, autoridades civiles y eclesiásticas -con
suficiente influencia y pocos escrúpulos- y de ricos terratenientes en toda la
región noroeste.
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El último Rector del Colegio tucumano, Padre Sánchez, contó con
gran cantidad de allegados, que en estas transacciones tuvieron activa
participación y ganancias. Interesa conocer a sus colaboradores y como se
encontraban insertos en la sociedad tucumana del S. XVIII.
¿Fueron estos "amigos" los más interesados en que el Colegio
tucumano presentara el mentado "desorden" la noche de la expulsión?. La
noticia anticipada, quema de papeles y documentación, bien pudo ser el
modo de borrar todo rastro de negocios en común. Recordemos que los
jesuitas se iban y ellos quedaban. No se comprobó quién dio el alerta. El
mismo Padre Sánchez no quiso decirlo y los acusados, como Learte, lo negó
hasta en sus memorias (22). Probablemente fue un "negocio más".
Convenía a ambas partes. Los padres para no dejar en descubierto sus
actividades -sobre lo cual presumían se les juzgaría- y sus colaboradores,
porqué la mayoría estaba en deuda con la Compañía, además eran
importantes personajes de la sociedad tucumana.
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herradas con la marca de Abipones y que éste ya había pagado invernada y
traslado a Salta. Fechada 7 de julio de 1967.
El Dr. Miguel Sánchez de Lamadrid, respondió a la requisitoria en
un escrito. Sintetizando los conceptos vertidos en su repuesta fueron: A
pedido de Helguero, en junio invernó en su potrero de Tapia las mulas que
se trajeron de Abipones, 1224 cabezas que todavía estaban en su propiedad.
Manifestó que Helguero trajo otras mulas, unas 300, que no sabía si eran
suyas o del Padre Sánchez y este su intermediario. Por último agregó un
dato de suma importancia:" que recibió constancia de la mujer de
Helguero, que el padre Sánchez había saldado cuentas con su
marido"(31).
Cuando ya parecía aclararse la cuestión, Gabriel Quiroga mandó a su
cajero a cobrar lo que le debían los jesuitas. A esto Campero manifestó
"que ya se tenía presunción verosímil que se le devolvieron las mulas y
que la deuda fue cancelada, según libranza del P. Sánchez y constancia
de Helguero.(32) El cajero, Amenabar, regresó a Santa Fe, pero dejó la
obligación de pago a Don Joseph de Vera Mujica para que intentase cobrar.
Vera Mujica fue citado, conminándosele a presentar la
documentación, lo que hizo. Ante tantas contradicciones, Helguero tuvo que
declarar nuevamente. Dijo tener las mulas, que las tenía que entregar en
Salta en 1768 y que estaban el potrero de su tío el Dr. Miguel Sánchez de
Lamadrid. Como vemos, entre estos comerciantes había también
parentescos. Todo en familia.
A esta altura de la indagatoria, se agregó una obligación de pago del
Padre Sánchez a Gaviola -que resultó ser Alcalde Provincial en Santa Fe -
El plazo de pago vencía también en 1768. La deuda era de 3.027 pesos.
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Estos comerciantes intentaban cobrar deudas comprometidas para el año
siguiente.
Gaviola tenía muchas relaciones en Tucumán. a través de ellas,
tenazmente intentó cobrar la supuesta deuda. Pero lo más interesante de la
cuestión se presentó cuando el Presbítero Joseph Ignacio de Villafañe,
aduciendo tener "carta poder" de Gaviola, se apersonó a cobrar lo
adeudado.
En un escrito, manifestó que le pidió al Padre Sánchez saldara la
deuda, pero que le contestó no estar en condiciones, que le devolvería las
mulas. Villafañe aceptó "para evitar apuros a su dueño" y las puso a
invernar en la Candelaria. Aprovechó la circunstancia para solicitar al
gobernador le pagasen el costo del flete. Campero algo intuyó sobre la
"carta poder" y solicitó a Villafañe se la enseñara. Con gran sorpresa este
manifestó no tenerla. Unicamente mostró una carta sin firma. Es más, el
papel estaba cortado...(33)
Lógicamente la carta trunca originó otra serie de averiguaciones para
dilucidar si la misma era o no de Gaviola. Comparecieron Don Joseph
Fermín Poyo, Don Joseph de Molina, Don Joseph Deheza y Helguero y Don
Juan Basaldúa.
Ruiz Poyo dijo que la carta era de un sobrino de Gaviola, llamado
Pedro. Pero que hubo otra carta que el vio y tenía firma de Manuel Gaviola.
Molina manifestó que vio la carta completa con firma, pero que no podía
asegurar que fuera de Gaviola, ya que no conocía su letra. Deheza y
Helguero coincidió con Molina y Basaldúa dijo: que sabía que Villafañe
recibió carta de Gaviola, que no la vio, ni reconocería su letra. Pero agregó,
que le Presbítero le indicó enviara a su hermano Bernardo de Villafañe,
autorizado por el Rector, a sacar las mulas del Potrero.
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Cabe acotar, que Don Joseph Ignacio de Villafañe, estudió en el
Colegio de Montserrat en Córdoba. En 1757 se le expidió certificado de
estudios y en 1766 el Obispo del Tucumán le autorizó a ejercer los Sagrados
Ministerios(34) Además de pertenecer a una de las familias tradicionales del
Tucumán del S. XVIII. Las relaciones de Gaviola con Tucumanos eran
importantes.
El Gobernador Campero, previo análisis del sumario, arribó a las
siguientes conclusiones: "a los santafecinos no se les debía nada".
Consideró una "maniobra dolosa la carta sin firma -con la cual Villafañe
pretendió cobrar" Manifestó que condenaría estos procedimientos por
perjuicio al Rey, que el hecho significaba "mala fe y falta de lealtad y
legalidad de Gabriel Quiroga y su cajero". Ordenó se "embargasen las
mulas que tenia Helguero" para inventariarlas y enviar a Salta como
correspondía. Asimismo ordenó "embargo de las mulas de Gaviola " las
que Villafañe como "apoderado" llevó a la Candelaria en virtud de la
trunca "carta poder" y que "le embargasen todo lo que había retirado
como su "apoderado".(35)
Muchas otras personas intentaron cobrar deudas por cualquier medio
y sin escrúpulos de los bienes secuestrados a los jesuitas. La falta de
pruebas, documentación falsa e incompleta y testimonios de personas
honorables y de predicamento, impidió que lograran su propósito, en la
mayoría de los casos que se presentaron.
Para finalizar esta actuación, se indagó al Padre Gandón, a cargo de
la Reducción de Abipones, quien ratificó lo de las mulas traídas a Tucumán.
Agregó datos y entregó una carta del Padre Pedro Juan Andreu, ex -
misionero de los Lules y Provincial de la Orden en 1761 que le escribió en
mayo de 1767 por asuntos exclusivamente económicos.(36)
18
Nos sorprendió la carta de Andreu -aunque nunca se debe hacerlo
con los jesuitas- porque la figura de este sacerdote -por crónicas y Anuas-
fue únicamente la del gran evangelizador y la nota prueba fehacientemente
sus dotes de economista.
El Padre Andreu, no recibió con beneplácito esta designación, era un
evangelizador nato, hizo por la Reducción de los Lules y entre los indios de
la región una obra encomiable. Se destacó por ese apostolado. Pero los
jesuitas estaban pasando un momento, diríamos de peligro, esos en los
cuales primaba actuar por "el bien de la Compañía".
El Gobernador Cevallos los protegió y ayudó siendo retribuido de la
misma forma por los regulares. Hacia 1760, la animosidad del Obispo de
Buenos Aires Manuel Antonio Latorre, hacia los jesuitas y el Gobernador le
impulsaron a insinuar al Secretario de Indias que "los jesuitas eran
depósitos de su corazón, siendo depositarios de su dinero" Lo cual se
constata en las cuentas del Oficio de Buenos Aires: Cevallos tenía allí
depositados 160.000 pesos antes de su partida.(37) Los oficios de la
Compañía solían funcionar como bancos para sus amigos.
Los consultores, ante esta situación, decidieron recurrir al Misionero
Andreu, ya que sobre su prestigiosa figura no podía recaer sospecha alguna.
Confiaban que su predicamento podría suplir su inexperiencia
administrativa. Contaban además con el apoyo que les brindaría el Visitador
- enviado al Río de la Plata en 1760- Nicolás Contucci. (38)
Lo cierto es que Andreu impuso austeridad y orden y consiguió un
estado económico más que satisfactorio, a pesar que fue muy resistido por
su política puritana y llena de celo misionero. Por ese período los jesuitas
comenzaron a desprenderse de la participación directa en el comercio de sus
productos en favor de comerciantes seculares, esto de acuerdo a lo
19
investigado por Möerner, quién además menciona por esta cuestión a Martín
de Learte sobre su vinculación en negocios con los jesuitas manifestando
que era necesario constatar -lo que hicimos en este trabajo- . Finaliza este
historiador consignando que este aspecto era un estudio muy preliminar, que
se necesitaría una investigación sistemática y un análisis crítico de todas las
fuentes antes de sacar conclusiones más seguras (se refiere a su post-
scriptum: La era Borbónica, publicada en una reedición de su obra -citada- a
modo de epílogo).(39)
Consideramos oportuno referirnos a Andreu y su gestión. A la
opinión de un historiador de fuste como Möerner, sobre el período y las
causas en que le tocó actuar a este jesuita, ya que son la consecuencia de los
hechos que tratamos en este trabajo: Las actividades y los vínculos
comerciales de los jesuitas a pocos años de la expulsión.
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Las denuncias contra Dominguez se acumulaban y se le continuó
indagando. Por ejemplo, en la cuenta con Toledo figuraban 300 tablas para
Santa Catalina y 437 pesos en flete, cuando constaba que su cuñado le envió
dinero a tal fin. A lo cual respondió "que no había obtenido dinero para
dicha compra y que del flete se le debía a Don Prudencio
Zavaleta"(58).Además se le averiguó sobre un carretoncito y cuatro
docenas de cujas torneadas que cobraba a su cuñado. Explicó "que el
carretoncito fue para el Padre Provincial Manuel Vergara y las cujas
las hicieron sus hombres en la estancia y que él mismo, en sus carretas,
las envió a Salta a Don Antonio Figueroa"(59)
Nuevamente se le indagó e informó sobre ganado. Partida que envió
para el conde de Oploca. Dijo: "que llevó 1800 vacas de matanza y que
todas se vendieron por Orden de Toledo al Conde de Oploca, a Don
Felipe Durán, a Don Joseph Antonio Blanco y al General Dávalos"
Aclaró que "los libramientos eran a nombre de su cuñado, pero que los
endosó a su favor"(60) la cuestión cada vez más engorrosa por las
contradictorias declaraciones de Dominguez . Campero le conminó a
presentar pruebas. Conclusión: dijo "que no tenía más documentos que
presentar, que comprueban la que tiene presentada" (61). Sus pruebas
no probaban nada a su favor. Un detalle realizado por él de lo que
supuestamente le adeudaba Toledo - síntesis de lo que vimos en este
sumario- y los libramientos sin nombre o sin monto consignado. Otra
contradicción más. Hemos trascripto de este sumario, sumamente extenso,
los aspectos más significativos que ilustran sobre la personalidad de este
Alferez Real y de los negocios que con los jesuitas y sus allegados . No tenía
pruebas, no podía tenerlas. Estas transacciones se hacían "de palabra" rara
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vez los jesuitas se comprometían por escrito en cuestiones que les podrían
perjudicar.
Antes de finiquitar este asunto, Campero citó a declarar al carpintero
Correa y a Baltazar Sánchez -administrador de Dominguez- Y se presentó
un nuevo problema. En los autos se agregó una carta de Toledo a B.
Sánchez, de julio de 1767, en la cual le hablaba de negocios, "de las 300
tablas, que su hermano le debía plata, que esperaba su regreso, que
trate de arreglar con Zavaleta," entre otros temas, pero al referirse a
"unas vacas que su hermano vendió por él, pagó al Padre Sánchez lo
que a este le adeudaba de las "700" y parte de la paga fueron los 500
pesos que llevó Plácido Herrera" (62)
Por de pronto, vemos que era Dominguez quien adeudaba a su
cuñado y que en la carta se había enmendado una cifra. Se le pregunto al
Cajero si conocía la carta, dijo que sí porque estaba dirigida a él, que no
recordaba quién se la entregó, si Juan Silvestre Helguero o Don Miguel
Laguna y respecto al número enmendado "que a su entender era 7 y que él
no lo tocó ni lo enmendó" Y sobre el significado de la cifra 700 (del
número 7 enmendado) dijo "que probablemente a vacas que su patrón
sacó de Río Blanco suyas o de los jesuitas y que no sabía cuantas vacas
tenía Dominguez de los expulsos" le dijeron que mentía ya que era él
quien llevaba los negocios, a lo que replicó que de la estancia no se ocupaba
por no ser inteligente. Agregó "que el libro de cuentas entre Dominguez y
Toledo lo tenía su patrón"(63)
Sobre Baltazar Aguirre Campero resolvió: "que por la malicia en
que había sido enmendado el número 2 por un 7, teniendo en cuenta la
declaración del Hno Amilaga, que dijo que las vacas eran 200 y que se
deducía que había complicidad entre el patrón y el cajero para
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defraudar al Rey en los bienes secuestrados, y que para hacer justicia,
mando sea puesto en la cárcel pública Don Baltazar Sánchez, con
centinela a la vista, sin comunicación con persona alguna."(64)
Quedaba aun por indagar a Juan Martín Correa, maestro carpintero,
quién declaró "que únicamente hizo tres docenas de taburetes para
Dominguez" No cuatro como este dijo, y que antes no le construyó
ninguno. Tampoco construyó una Galera para el Alferez , este compró una a
Don Joseph Cainzo "y le mando la compusiese"(65). Con Correa finalizó
la investigación sobre Don Simón Dominguez y el 16 de octubre el Teniente
de Gobernador Campero Decretó:
"En atención a estos autos, líbrese mandamiento de prisión y
embargo contra la persona de Don Simón Dominguez y puesto en cárcel
pública se despachará con la escolta necesaria a la ciudad de Salta,
donde con reconocimiento de los papeles que se hallaren al Padre Luis
de Toledo, se reconsiderará la diligencia de su declaración y la de su
cajero, don Baltazar Sánchez , que también será remitido a dicha
cárcel, sacándose testimonio de estas diligencias para remitirlo con su
correspondiente informe al Excmo. Sr. Don Francisco Bucarelli, a fin
que determine su excelencia lo que fuese a su superior arbitrio"(66)
En noviembre de 1767, Bucarelli ordenó se tomara declaración al
Rector Joseph Sánchez, prisionero en la Casa de Ejercicios en Buenos Aires.
El ex- Rector dijo no recordar cuanto le adeudaba Dominguez.
Coincidió con el Hno Amilaga sobre el ganado, precio convenido, dinero
que envió Toledo. En síntesis, detalla y ratifica lo declarado por Amilaga.
Dijo que no había más deudas a favor del Colegio. Que no hubo tratos por
escrito, salvo la primera partida de vacas, cuyos datos estaban en los
apuntes de la Procuraduría del Colegio. Esta sería, precisamente, la
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documentación desaparecida. ¿quemada?¿sustraída? Queda el interrogante
si algún día se podrá aclarar o en el mejor de los casos encontrarla. Además
aseguró el Padre Sánchez que no había caudales en oro y plata en el Colegio
en el momento de la expulsión, salvo 60 o 70 pesos que trajo para el viaje.
Reiteró que supieron de la expulsión 10 o 12 días antes. Y por eso cuando
recibieron los 4000 pesos procedió a saldar cuentas. Coincidiendo con el
Hno Amilaga en su informe, salvo datos insignificantes. Ratificó y firmó
ante el Escribano Joseph Zenzano.(67)
Mientras, Don Simón Dominguez continuaba preso. En 1769 solicitó
vistas a las actuaciones, para iniciar acciones correspondientes. Bucarelli se
limitó a dar pase a la solicitud al Defensor de Temporalidades, quién hizo un
extenso informe resolviendo que primero había que dar testimonio a la
declaración de Toledo, por lo que "por ahora no se le debe dar la vista
que solicita"(67).
Con esto finalizan los autos. Es de suponer que el pleito continuó por
muchos años, como otros de estas características, entre ellos el mentado
caso Learte, que tiene una asombrosa similitud con el del Alferez Simón
Domínguez. El pleito nunca terminó, hasta la muerte de Dominguez a fines
del S. XVIII aun no se había resuelto.
Conclusión
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perfecta organización, como era habitual en la Orden, de acuerdo sus
constituciones y uno de sus grandes méritos.
Por todo lo visto, creemos de vital importancia ahondar la
investigación sobre la ingerencia de los jesuitas en la economía y en el
comercio regional. Los juicios de la Temporalidades -lo analizado es un
claro ejemplo- brindan datos sumamente valiosos para tratar este aspecto.
Como así también sobre la sociedad tucumana del S. XVIII, sus valores
éticos, sus costumbres y el rol que jugaron sus miembros en esa época..
La documentación existente es infinita, y abarca un largo período.
Aún a comienzos del siglo XIX se continuaba indagando sobre el destino de
los bienes de la Compañía de Jesús en Tucumán. Largo y arduo es el camino
a transitar, pero creemos que bien vale la pena el esfuerzo.
Este trabajo fue publicado en 1994 en la Rev. de la Junta de Estudios Históricos. La edición
tenía algunos errores, mínimos, de composición de imprenta .
32
NOTAS
1) FURLONG, GUILLERMO ,S.J., "Entre Los Lules de Tucumán" Buenos Aires 1941.
2) PEÑA DE BASCARY, SARA, "El Libro de Consultas de la Compañía de Jesús". En
Investigaciones II. Ed. Museo Casa Histórica de la Independencia., Tucumán 1987. pág.
133.
3) ---------"Compañía de Jesús -Aporte para un estudio del acrecentamiento de propiedades
en la Provincia de Tucumán" En: Investigaciones I. Ed. Museo Casa Histórica de la
Independencia. Tucumán, 1986.
4) --------Cfr. op. cit. "El libro de Consultas de.........
5) ----------Op.cit. "Compañía de Jesús......pág. 94.
6) ----------Op. cit."El Libro de Consultas de....págs 126-128.
7) ---------Op. cit. "Compañía de Jesús....pág.100.
8) ---------Op. cit. "Compañía de Jesús....pág. 96-102.
9) MÖRNER, MAGNUS, "Actividades políticas y económicas de los Jesuitas en el Río de
La Plata" Bs. As. 1968. pág. 20.
10) PEÑA DE BASCARY, SARA; op. cit. "El Libro de Consultas de...pag. 119-122
11) GARAVAGLIA, JUAN CARLOS; "Economía, Sociedad y regiones - [Las Misiones
Jesuitas: utopía y realidad] Ed. La Flor, Bs. As. 1987. pág. 161
12) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION - Colonia- Tribunales - 22 -2- 1 Leg. 2 - 28
fojas.
13) ---------Ibidem, fs. 28 y 28 v.
14) ---------Ibidem, fs. 28v y 29.
15) ---------Ibidem, fs. 29 y 29 v.
16) ---------Ibidem, fs. 29v y 30.
17) ---------Ibidem, fs. 30 y 30 v.
18) ---------Ibidem, fs. 30 v.
19) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION - Colonia - Tribunales - 22 - 2 - 1- Exte. 9
fs 20 a 24.
20) GRENON, PEDRO, S.J.; "Las Aventuras de Learte" En: Documentos Historia -
sección Literaria, T. IV -
Córdoba, 1927, págs. 207 a 223.
21) ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN - Colonia- Tribunales- Expte. 12, fs.
77.1768.
22) GRENON, op. cit., pág 236.
23) MORNER, MAGNUS, op. cit. pág. 127.
24) ---------Ibidem, pág. 44.
25) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION; Colonia - Tribunales - Expediente 9 - 29
fojas.
26) ---------Ibidem, fs. 1.
33
27) ---------Ibidem, fs. 2.
28)---------Ibidem, fs. 2v y 3.
29) ---------Ibidem, fs. 3.
30) ---------Ibidem, fs. 5.
31) ---------Ibidem, fs. 7.
32)---------Ibidem, fs. 9.
33) ---------Ibidem, fs. 33.
34) MUSEO HISTORICO PROVINCIAL DE TUCUMÁN; Manuscritos N° 10 y N°
12- Donación Nougués.
35) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION; - Colonia - Tribunales - 22 - 2 - 1 - Leg. 2
- Fs. 20 a 23.
36) ---------Ibidem, fs. 26.
37) MORNER, MAGNUS; op. cit. Cfr. pags. 99, 142 y 230.
38) ---------Ibidem, pág. 143.
39) ---------Ibidem, pág. 121.
40) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION; "Declaraciones tomadas en Tucumán
sobre ocultación y sustracción de bienes de los regulares en aquella provincia - siguése
contra Simón Dominguez. Colonia - Tribunales - Expte. 9 - 29 fojas.
41) PEÑA DE BASCARY, SARA; op. cit. "Compañía de Jesús..... pág. 106.
42) ARCHIVO GENERAL DE LA NACION - Colonia - Tribunales - Expte. 9 fs. 3 v.
43) ---------Ibidem, fs. 3 v.
44) ---------Ibidem, fs. 4.
45) ---------Ibidem, fs. 4.
46) ---------Ibidem, fs. 4v y 5.
47) ---------Ibidem, fs. 5 v.
48) ---------Ibidem, fs. 6.
49) ---------Ibidem, fs. 6 v.
50) ---------Ibidem, fs. 6v. a 7 v.
51) ---------Ibidem, fs. 7v a 8.
52) ---------Ibidem, fs. 8.
53) ---------Ibidem, fs. 8v.
54) ---------Ibidem, fs. 9.
55) ---------Ibidem, fs. 9v.
56) ---------Ibidem, fs. 10.
57) ---------Ibidem, fs. 11.
58) ---------Ibidem, fs. 11.
59) ---------Ibidem, fs. 11v.
60) ---------Ibidem, fs. 12.
61) ---------Ibidem, fs. 12v.
62) ---------Ibidem, fs. 16 a 17.
63) ---------Ibidem fs. 17.
64) ---------Ibidem, fs. 17v. a 18.
65) ---------Ibidem, fs. 18 v. a 19.
66) ---------Ibidem, fs. 19 v.
67) ---------Ibidem, fs. 21 a 24.
68) ---------Ibidem, fs. 27 a 27 v.
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