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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPÚBLICA

SALA PENAL ESPECIAL


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EXP. Nº A.V. 19 – 2001 Parte II – Capítulo I

PARTE SEGUNDA

FUNDAMENTOS DE HECHO
CAPÍTULO I

ASPECTOS DE LA PRUEBA PENAL

§ 1. Introducción.

¶ 1. Planteamiento del caso. Hechos objeto de prueba.

51°. La presente causa exige, sin lugar a dudas, un esfuerzo singular en


materia de motivación jurídica y, especialmente, de apreciación y
valoración de la prueba. La complejidad de la construcción del juicio de
hecho se expresa no sólo en la amplitud de los cargos [que rebasan el
alcance aislado de cuatro hechos singulares: BARRIOS ALTOS –ejecución arbitraria o,
en los términos de la causa, asesinato, y lesiones graves; LA CANTUTA –desaparición
forzada, no aceptada por la sentencia extraditoria, y asesinato o ejecución
extrajudicial–; y, SÓTANOS SIE –secuestro de Gorriti Ellenbogen y Dyer Ampudia–],
pues se extienden a la afirmación hecha por la Fiscalía de que durante los
años mil novecientos noventa y uno – mil novecientos noventa y dos se llevó
a cabo, dentro del ámbito de acción gubernamental, una política que
importó la comisión sistemática o generalizada de violación de los derechos
humanos, a propósito del combate contra la subversión terrorista del PCP–SL
y del MRTA, de la que los cuatro hechos juzgados –aunque, con precisión, sólo
los dos primeros– constituirían una expresión palpable. También se refieren a
la responsabilidad penal de un presidente de la República, en el entendido
que la conducta criminal que se le atribuye fue expresión de una política
determinada en un ámbito muy concreto de la lucha contra la subversión
terrorista, y de que tuvo como eje la constitución de un aparato organizado
de poder utilizando los resortes del Estado.
Es significativo, al respecto, (i) la, por lo menos, insuficiente prueba
directa y, por ende, la necesidad de abordar cuidadosamente la prueba
indirecta o por indicios2. Además, se de tener presente (ii) el tiempo

2 Existe doctrina jurisprudencial consolidada de la Sala Penal de la Corte Suprema [Ejecutoria

Suprema Vinculante recaída en el Recurso de Nulidad número 1912–2005/Piura, del seis de


septiembre de dos mil cinco, Fundamento Jurídico Cuarto], en el sentido de que para juzgar
acerca de la culpabilidad del acusado, es posible tener en consideración tanto las llamadas
pruebas directas –de las que surge naturalmente el conocimiento del hecho cuya
demostración se intenta por la Fiscalía–, como las denominadas pruebas indirectas o
indiciarias –aquellas de las que nace la certeza de un hecho del que se infiere en
concatenación lógica, la realidad de otro hecho que era precisamente aquel que se
intentaba comprobar, y que inicialmente no resultaba acreditado en forma directa–, aunque
como es obvio en este último caso se imponen un conjunto de requisitos o presupuestos
materiales y procesales que es del caso respetar acabadamente. La prueba por indicios
tiene lugar, en consecuencia, cuando el hecho objeto de prueba no es el constitutivo del
delito sino otro intermedio que permite llegar a él por inferencia lógica. Por lo demás, la Corte

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transcurrido y el evidente esfuerzo de personajes que integraron altos cargos


en ese régimen político, en sus diferentes estructuras de poder, en negar
toda relación delictiva con los hechos objeto de acusación, pese a la
gravedad y seriedad de los cargos en su contra, así como que (iii) varios de
ellos simplemente eliminaron pruebas materiales, especialmente
documentales3. Es el caso muy significativo de Vladimiro Montesinos Torres,
quien dirigió –no de iure, sino de facto– una institución vital en el régimen que
presidió el acusado Fujimori Fujimori, el SIN, y que conforme a la declaración
de Rafael Merino Bartet, asesor político de la Alta Dirección del SIN, al inicio
de la caída del régimen ordenó borrar las memorias de las computadoras
de la institución y destruir toda la documentación generada en esos años4.

52°. Desde una perspectiva general –o, si se quiere, de partida o principio– la


defensa del acusado controvierte la actividad probatoria que las partes
acusadoras –Fiscalía y parte civil– han desarrollado en el juicio oral. Afirma la
defensa que la idoneidad de las pruebas está en función de las

Interamericana de Derechos Humanos tiene expuesto que “La práctica de los tribunales
internacionales e internos demuestra que la prueba directa, ya sea testimonial o
documental, no es la única que puede legítimamente considerarse para fundar la sentencia.
La prueba circunstancial, los indicios y las presunciones, pueden utilizarse, siempre que de
ellos puedan inferirse conclusiones consistentes sobre los hechos” [SCIDH, del veintinueve de
julio de mil novecientos noventa y ocho, Asunto Velásquez Rodríguez vs. Honduras, párrafo
130].
3 Sostiene al respecto el experto JOSÉ ANTONIO MARTÍN PALLÍN –según explicó en la sesión

nonagésima cuarta– que en los crímenes de Estado la característica común es que hay un
plan o diseño en el que participan, según los casos, las fuerzas y cuerpos de seguridad, los
servicios secretos, así como –según el nivel del hecho criminal– las cabezas dirigentes del
Estado. Pero no solamente se desarrolla el plan que se pondrá en práctica, al mismo tiempo –
porque el Estado puede hacerlo– se toman las medidas necesarias para evitar o eliminar
vestigios o pruebas. El plan además puede contemplar la posibilidad de que en un
determinado momento el crimen se descubra o surjan vestigios o indicios que apunten hacia
los aparatos del Estado, en cuyo caso la experiencia histórica demuestra la existencia de
diversas formas de obstrucción de la investigación. Éstas van desde la negativa y rechazo
lógico frente a una sindicación, y ante el requerimiento de documentos la información de
que éstos no existen, han sido destruidos o que no se pueden remitir porque están
amparados en leyes de secretos oficiales; y, si inevitablemente no se ha podido paralizar la
investigación, también está calculado las consecuencias punitivas que se pudieran derivar,
que desemboca en penas simbólicas, atenuadas, y en algunos casos la impunidad derivada
de la amnistía.
4 Se reproduce lo que la Audiencia Nacional de España, en la sentencia del Caso Scilingo,

anotó con gran propiedad: “…no puede pedirse que lo que se hizo en la clandestinidad más
absoluta, con la intención y el cuidado de no dejar pruebas de ninguna clase, ni siquiera, en
muchos casos, de los cadáveres, todo ello realizado desde estructuras de poder usurpado,
de forma masiva y organizada aprovechando la estructura organizativa de la institución del
ejército y las fuerzas de seguridad, y además ocultado y protegido posteriormente de la
investigación judicial, pueda probarse en estos momentos a través de pruebas directas y
objetivas y de testimonios directos de los hechos imputados” (Sentencia 16/2005, de
diecinueve de abril, Fundamento Jurídico Segundo, literal C ‘Análisis Probatorio’. No
observada en este punto por la Sentencia del Tribunal Supremo de España número 798/2007,
del uno de octubre). Es muy difícil, apunta el experto MARTÍN PALLÍN, encontrar rasgos
documentales de una orden expresa –tal ingenuidad de un aparato de organización no se
admite–; es normal que los crímenes de Estado se cometan en la clandestinidad y en el
anonimato; es normal que con posterioridad a los crímenes de Estado las pruebas se oculten
o destruyan, por ello hay que acudir a las pruebas indirectas [sesión nonagésima cuarta].

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características y naturaleza de la imputación contenida en la acusación


fiscal. En esta perspectiva, la pregunta válida es, por cierto, ¿Qué se
necesita para comprobar la veracidad de los enunciados sobre hechos
contenidos en la acusación fiscal?
La acusación fiscal indica, según el planteamiento de la defensa,
que la política de guerra sucia nació de la modificación de diversas leyes
que permitieron implementar una política antisubversiva. Precisa que el
hecho que postula la acusación –cuya veracidad debería probarse en el juicio–
estriba en que se cambió la legislación para que el acusado Fujimori
Fujimori, en cuanto presidente de la República, tenga el poder de dirigir la
lucha contra el terrorismo, y pueda así ordenar las matanzas de Barrios Altos
y La Cantuta. Enfatiza al respecto lo que el señor fiscal supremo consigna
en la página tres de la acusación escrita, pues allí sostiene que “…con la
dación del paquete de normas mencionadas ALBERTO FUJIMORI FUJIMORI
centralizó en rigor en su persona importantes actividades concernientes a la
Defensa Nacional, como el de arrogarse en exclusiva la facultad de decidir
y manejar personalmente la política antisubversiva…”. Sobre esa base,
entiende la defensa, la imputación fiscal afirma “hechos normativos”, los
cuales sólo se pueden acreditar mediante normas y los procedimientos
establecidos para su dación –ése es, destaca la defensa, el tipo de prueba
coherente con los hechos afirmados–. Tal planteamiento, a juicio de la
defensa, determinaría la falta de idoneidad probatoria de recortes
periodísticos o de testificales. Para la defensa, según insiste, la única manera
de conocer y probar una estrategia nacional de lucha contra la subversión
terrorista, en suma, la supuesta ejecución de una política de guerra sucia,
es mediante Directivas, pues sólo éstas pueden establecer cuál fue la
política del gobierno y cuál fue la estrategia nacional declarada y llevada a
cabo.

53°. La objeción de la defensa exige analizar el ámbito de la acusación


fiscal y verificar su contenido. Sobre el particular es pertinente destacar los
siguientes términos de la acusación escrita:
1. La acusación fiscal consta de diez partes. Es de subrayar que el ámbito
propiamente fáctico de la acusación se encuentra, de un lado, en la parte
primera “presentación del caso”, y, de otro lado, en las cuatro partes
restantes –del punto segundo al punto quinto, inclusive–, que detallan hechos
precisos: Destacamento Colina, caso Barrios Altos, caso La Cantuta y caso
Sótanos SIE.
2. La parte primera “presentación del caso” contiene siete literales –de la
letra a) a la letra g)–. En los cuatro primeros literales se describe el
desplazamiento de la violencia subversiva –uno de los principales problemas
que afrontaba el país al asumir el cargo el acusado Fujimori Fujimori–, del interior –
de la sierra– a Lima, lo que importó que el régimen dé un giro para
enfrentarla, premuniéndose al efecto de un andamiaje legal idóneo “…que
le facilitó una amplia y suficiente cobertura a su accionar”. Destaca, al
respecto, los Decretos Legislativos número 743 y 746, Leyes del Sistema de
Defensa Nacional y del Sistema de Inteligencia Nacional, respectivamente,
cuyo objetivo fue “…configurar una estrategia de combate contra la

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subversión en el que figuraron como actores principales por parte del


Estado Peruano: el presidente de la República, las Fuerzas Armadas y el
Servicio de Inteligencia Nacional, cuyo jefe real no fue otro que VLADIMIRO
MONTESINOS TORRES”.
3. En el literal e), subrayado por la defensa, se hace mención a que el
paquete de normas permitió al acusado centralizar en su persona
importantes actividades concernientes a la Defensa Nacional, como la
decisión y el manejo personal de la política antisubversiva, cuyo principal
sustento y ente coordinador fue el SIN –que manejó toda la inteligencia de las
FFAA y PNP, y al que dotó de ingentes recursos materiales y humanos–, bajo la
conducción de Montesinos Torres, quien se convirtió tanto en el medio a
través del cual se expresaban las FFAA, como en la voz del acusado ante
los jefes y mandos militares.
4. En el literal f), con mayor precisión, se identifica lo que en puridad se
ordenó realizar, sobre la base de la existencia de dos métodos o estrategias:
a) la oficial, que es visible y convencional, expresada en documentos
públicos, discursos oficiales y mensajes; y b) la secreta o clandestina,
desvinculada del derecho, que se conoce como guerra de baja intensidad
y que buscaba la eliminación física de presuntos subversivos, actividad en la
que intervino el Destacamento Colina, que entre otros hechos perpetró los
crímenes de Barrios Altos y La Cantuta. Este Destacamento actuó con
libertad y soltura porque contaba con el apoyo de los principales jefes
militares sometidos a Montesinos Torres y, sobretodo, porque como aparato
organizado de poder, en su centro de decisión, tenía como jefe al acusado.
5. En el literal g), y final de la primera parte, se atribuye al acusado la autoría
de esos delitos por haber ordenado su ejecución –en la parte propiamente
jurídico penal califica su intervención como autor mediato por dominio de la
organización–.
6. Bajo ese marco global, en parte contextual, en las apartados segundo a
quinto, se describe tanto la formación del Destacamento Colina –órgano
ejecutor de los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta– y el papel del acusado en
su génesis, estructura y desarrollo, cuanto la propia ejecución de ambos
crímenes, y también de los secuestros al periodista Gorriti Ellenbogen y al
empresario Dyer Ampudia.

54°. La primera parte de la acusación, como su propia denominación


sugiere, es sólo una presentación, la identificación del contexto y de
determinados factores que dieron lugar o desencadenaron la comisión de
los cuatro delitos objeto de imputación. La referencia al paquete normativo,
según la acusación, permitió un modo concreto del ejercicio del poder en
el ámbito militar y de lucha contra la subversión terrorista –se destaca la
autorización legislativa dispuesta por la Ley número 25327, el diecisiete de junio de
mil novecientos noventa y uno y, luego, la elaboración de un conjunto de Decretos
Legislativos referidos a la Pacificación Nacional dictados en noviembre de ese año–
. Mas bien, el núcleo de la imputación parte, en primer lugar, de la mención
a la existencia de dos métodos o estrategias: i) el oficial, y ii) el secreto y
clandestino; en segundo, de la colocación de Montesinos Torres en el SIN y
el mecanismo utilizado para controlar esa institución y a los mandos

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militares; en tercero, del surgimiento y funcionamiento del Destacamento


Especial de Inteligencia Colina; y, finalmente, de cómo el ex presidente y
acusado Alberto Fujimori Fujimori se insertó en él y de las órdenes que dictó.
Por lo demás, en los cinco apartados siguientes la acusación precisa
los cargos, a partir del surgimiento, organización y funcionamiento del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina. Hace una descripción del rol
del acusado; y, luego, detalla los cuatro hechos objeto de imputación,
especificando el papel del SIN y del SIE –obviamente distinto a lo sucedido con
los casos Barrios Altos y La Cantuta por la no intervención del Destacamento
Colina– en los secuestros de los agraviados Gorriti Ellenbogen y Dyer
Ampudia –conocidos como caso “Sótanos SIE”–.

55°. La postulación fiscal acerca de la existencia o promulgación de


diversas regulaciones, esto es, de normas –en sentido amplio–, y de Directivas
y Manuales –que se expresan legalmente por medio de procedimientos
convencionales institucionalmente previstos– permite calificarlos de hechos
normativos. En consecuencia, la vía idónea para probarlos –en función a la
especialidad y reserva propia de la materia del sector Defensa y de Inteligencia, y
que es bastante frecuente en numerosos documentos militares, que circunscriben
su difusión a un número muy limitado de funcionarios– será la exhibición o
entrega de los textos o copia de ellos, de los diversos actos normativos y
administrativos que le dan origen, sin perjuicio –en vía sucedánea o
complementaria– de declaraciones –en tanto sean serias y atendibles– de
quienes representan los órganos oficiales o del recurso, en lo que fuera
razonable, al informe oficial elaborado por la entidad competente.
Sin embargo, como ya se ha precisado, no es ese el núcleo de la
imputación. La acusación, sin perjuicio de lo anterior, destaca la
intervención del acusado Fujimori Fujimori en la conformación de la
estrategia de guerra sucia, del método secreto y clandestino –no ha sido
controvertida la denominada “estrategia oficial, visible y convencional”, que
respondía al marco constitucional y legal, tal como afirma la Fiscalía–. El objeto de
prueba, por consiguiente, es en primer término esa estrategia como marco
que explica y da curso a los hechos imputados.
Los hechos que expresarían esta estrategia o método secreto y
clandestino, desde luego, no exigen un aporte probatorio sustentado
exclusivamente, bajo el requisito de idoneidad de la prueba, en
instrumentos de carácter normativo. Estos hechos, por su propia naturaleza,
incluso cuando se denuncia la formación y actuación de un aparato
organizado de poder al interior del propio Estado, que desarrolla operativos
clandestinos y sustancialmente delictivos, no pueden expresarse u
ordenarse mediante instrumentos normativos. Las órdenes y las instrucciones
respectivas, en lo específico del caso en cuestión –tales como desapariciones
forzadas, ejecuciones arbitrarias o extrajudiciales, lesiones graves y secuestros–, no
se formalizan en normas y es, ciertamente, muy difícil que se dispongan por
escrito o por otro mecanismo administrativo propio del modus operandi de
un órgano administrativo o gubernamental. Las decisiones que involucran
violación de derechos humanos al interior de un aparato organizado de
poder, por consiguiente, no se justifican o se sostienen a través de

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instrumentos normativos. Es precisamente el carácter clandestino y la


práctica ilícita de una organización lo que descarta, por razones obvias, la
posibilidad de acreditar su existencia y los hechos que comete por medio
de instrumentos normativos.

56°. La Fiscalía ha introducido un dato que intenta explicar los hechos


objeto del proceso, que los traduce en la presencia de una política, una
estrategia o un método determinado. Ahora bien, lo expuesto por la
Fiscalía, dada la multiplicidad de víctimas y el contexto en que se
produjeron, define lo que –a título de ejemplo– en el Derecho Internacional
Penal se denomina, en orden a la estructura del crimen de lesa humanidad,
“elemento político”, muy debatido a propósito del artículo 7°.2) del Estatuto
de la Corte Penal Internacional, que exige que el ataque contra una
población civil se lleve a cabo “…de conformidad con una política de un
Estado o de una organización de cometer esos actos o para promover esa
política”. Este elemento “política”, como aduce WERLE, “…no requiere de
una determinación programática formal. El concepto debe ser entendido,
por el contrario, en un sentido amplio como comisión del hecho planeada,
dirigida u organizada, en contraposición a actos violentos espontáneos o
aislados”5. Así ha sido consagrado por el Tribunal Internacional para la ex
Yugoslavia, en el caso PROSECUTOR V. TADIC6.
La existencia de esa “política” puede probarse a partir del hallazgo
de disposiciones legales, decisiones administrativas o directrices oficiales,
pero tales medios no constituyen un requisito necesario. Así, por ejemplo, el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos permite identificar una tal práctica
o política a través de (i) una acumulación de infracciones idénticas o
análogas, lo suficientemente numerosas e interconectadas como para
constituir no meros incidentes o excepciones aislados, sino un patrón o
sistema, y (ii) la tolerancia oficial de las autoridades del Estado, esta última
entendida en el hecho que los superiores, pese a conocer las violaciones, se
niegan a adoptar medidas para sancionar a los responsables o prevenir su
repetición, o manifiestan su indeferencia rehusándose a llevar a cabo una
investigación adecuada sobre su veracidad o falsedad de supuestos
abusos7.

57°. Por otro lado, es de precisar el requisito –en puridad, criterios que deben
seguirse para la admisión de la prueba– de idoneidad –en adición al de
pertinencia– en un sistema de prueba libre como el nuestro, que consagra la
libertad de medios de prueba –libertad de elección y de empleo de los diversos
medios de prueba, que da lugar, como regla, que no se requiera para la
comprobación de un hecho en particular un medio especial o exclusivo de

5 WERLE, GERHARD: Tratado de Derecho Penal Internacional, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia,

2005, página 365.


6 TPIY, Cámara II, sentencia del siete de mayo de mil novecientos noventa y siete, párrafo 653

[IT–94–1–T).
7 SSTEDH del dieciocho de enero de mil novecientos setenta y ocho, Asunto IRLANDA V. REINO

UNIDO; y, del dieciséis de septiembre de mil novecientos noventa y seis, Asunto AKDIVAR Y OTROS
V. TURQUÍA.

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prueba–. La doctrina procesalista indica que mediante la idoneidad ha de


tenerse en cuenta que la ley permita probar con un medio de prueba
determinado el hecho –o parte de él– objeto de prueba8. Es de advertir, en
consecuencia, si existen prohibiciones de medios de prueba o si la ley
establece la probanza de un determinado hecho con un preciso medio de
prueba9.
Ahora bien, respecto de los hechos imputados, del thema decidendi,
según el detalle realizado en los párrafos precedentes, no existe norma
procesal que prohíba probar con un medio de prueba específico algún
extremo de los mismos. No hay exclusión, excepciones o limitaciones al
respecto. Obviamente, como advierte FLORIÁN, los medios de prueba
deben ser lícitos, adecuados y concluyentes10.
En consecuencia, bajo esos baremos se apreciará y valorará las
pruebas aportadas al proceso.

¶ 2. Respeto de los cargos y principio de correlación.

58°. Ya se ha definido los alcances de la ‘acusación escrita adecuada’, en


base a la cual se concretó el curso del juicio. La citada acusación, por lo
demás, respetó el núcleo esencial de la resolución acusatoria del Congreso
y de la sentencia extraditoria. El hecho punible acusado en el acta de
acusación fiscal –en aquellos elementos que le dan identidad y unidad– fue, a su
vez, confirmado por la acusación oral. Así:
1. El informe final de la Subcomisión Investigadora del Congreso de fojas
cuatro mil ochocientos treinta y tres [denuncia constitucional número 130],
base y sustento –por remisión– de la resolución acusatoria de contenido
penal del Congreso, afirmó, como datos de hecho, el establecimiento de
una política encubierta de implantación de un programa de violación
sistemática de derechos humanos como parte de una estrategia
antisubversiva; que el acusado potenció el SINA y le confirió nuevas
facultades; que reforzó la dependencia del SINA en su persona; que
conoció anteladamente los ataques del Destacamento Colina, cuya
planificación partió del SIN, a cuyos integrantes estimuló y prometió
impunidad por sus acciones, lo que efectivizó con varias acciones e incluso
a través de la vía legal –Ley Cantuta y Leyes de amnistía–. El informe final de la
Subcomisión Investigadora del Congreso de fojas dieciséis mil setecientos
sesenta y nueve [denuncia constitucional número 134], a su vez, atribuye al
acusado Fujimori Fujimori planificar, ordenar y aprobar el secuestro de los
agraviados; afirma que en el SIE se constituyó un aparato de poder liderado
por el acusado Fujimori Fujimori, responsable de los delitos juzgados. El primer

8 DEVIS ECHANDÍA, HERNANDO: Teoría general de la prueba judicial, Editorial Temis, Bogotá, 2002,
páginas 126–125.
9 El requisito de legalidad del medio de prueba, apunta MARTÍN PASTOR, JOSÉ, exige que el

mismo ha de estar previsto en general por la ley, y que ésta no lo excluya en el proceso
correspondiente, atendido cuál es el objeto de éste [En: El proceso penal en la doctrina del
Tribunal Constitucional 1981 – 2004 (ORTELLS RAMOS, MANUEL – TAPIA FERNÁNDEZ, ISABEL: Dirección y
coordinación), Editorial Thomson Aranzadi, Madrid, 2005, página 508].
10 FLORIÁN, EUGENIO: De las pruebas penales, tomo I, Editorial Temis, Bogotá, 1976, página 244.

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informe calificó como autoría el título de intervención del imputado Fujimori


Fujimori en los hechos, mientras que el segundo informe se inclinó por el de
autoría mediata.
2. La sentencia extraditoria estableció como marco fáctico la realidad de
los secuestros de los agraviados Gorriti Ellenbogen y Dyer Ampudia, y su
traslado y estadía en los sótanos del SIE, en los que participó, se entiende
directivamente, el acusado Fujimori Fujimori. Asimismo, a propósito de los
asesinatos de Barrios Altos –que incluyó el delito de lesiones graves– y La
Cantuta, precisó que su ejecución material correspondió al Destacamento
Colina, cuya creación propició el imputado –dentro de las FFAA– para realizar
operaciones en contra de personas sospechosas de subversión o de
enemigos ideológicos del régimen, estando en antecedentes de su
existencia, finalidad y de las acciones que se llevaban a cabo. El tipo de
autoría que atribuyó fue el de autoría mediata, en función a la organización
que generó y al poder que detentó para ordenarla y conducirla.
3. La acusación adecuada, como ha quedado expuesto en los párrafos
anteriores, hizo una descripción de los hechos atribuidos al acusado y
calificó el título de intervención del encausado Fujimori Fujimori como
autoría mediata por dominio de la organización. En esta calificación
coincidió con la sentencia extraditoria.
4. La acusación oral reitera (i) que el acusado Fujimori Fujimori constituyó un
aparato de poder organizado –de conformación esencialmente militar–,
asentado en el SIN, de estructura vertical y jerarquizada, que dominó y tuvo
el control de sus decisiones y del resultado esperado –su condición de
presidente de la República y de jefe supremo de las Fuerzas Armadas afirmó ese
estatus–; (ii) que para estos efectos contaba esencialmente con Montesinos
Torres –verdadero coordinador y operador de sus decisiones– y Hermoza Ríos en
los puestos más relevantes –sectores de inteligencia a través del SIN, y militar a
través de los máximos cargos en el Ejército y en el CCFFAA, respectivamente–; (iii)
que la forma de enfrentar a la subversión terrorista fue decidida por el
encausado Fujimori Fujimori, quien trazó dos escenarios, siempre regidos por
él; (iv) que, para la ejecución de la política de “guerra sucia” que aprobó –
escenario ilegal y clandestino–, intervino directamente y dio su autorización a
la formación del Destacamento Colina dentro de la DINTE y bajo
conducción del SIN –cuyo jefe de facto era Montesinos Torres–, que se erigió en
el brazo ejecutor de la organización –sus miembros eran militares en actividad y
se conducían conforme a las reglas de la actividad castrense–; (v) que ese
Destacamento, al que proporcionó apoyo económico, perpetró los
crímenes de Barrios Altos y La Cantuta, cuyos integrantes siguieron órdenes
de sus superiores jerárquicos integrados al aparato de poder organizado;
(vi) que decidió los secuestros de Gorriti Ellenbogen y Dyer Ampudia, los que
fueron diseñados, implementados y ejecutados por el SIN con el apoyo del
personal de las FFAA y PNP, alguno de los cuales se encontraban prestando
en el SIN; (vii) que luego dispuso la realización de actos de ocultamiento de
la verdad acerca de los sucesos delictivos en cuestión, a continuación de
actos de persecución contra los denunciantes y, finalmente, actos de
impunidad propiamente dicho.

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59°. Entre la resolución acusatoria del Congreso, la sentencia extraditoria de


la Corte Suprema de Chile y la acusación –escrita y oral– de la Fiscalía
Suprema existen coincidencias en sus aspectos esenciales –la identidad del
hecho histórico ha sido respetada–, por lo que es de concluir que no han
vulnerado el principio acusatorio, en el extremo de correlación fáctica.
En efecto:
1. Lo que se requiere para determinar la identidad del hecho punible que
ha dado lugar al desarrollo del juicio, en cuanto elemento objetivo del
objeto del proceso penal, es concretar el núcleo esencial del mismo, sin
restar o agregar datos que lo alteren. No sólo se trata de identificar la
conducta, históricamente dada –criterio naturalístico–, sino también del
resultado o contenido material de lo injusto, como lesión o puesta en peligro
de un bien jurídico concreto –criterio normativo–; por consiguiente, la
identidad requerida se presenta cuando en la conducta desplegada existe
coincidencia total o parcial de los actos típicos de ejecución que recoge el
tipo legal o cuando los bienes jurídicos afectados son los mismos11.
2. Esta identidad se presenta claramente en el caso de autos, y recorre la
autorización legislativa, la sentencia extraditoria, la acusación escrita y la
acusación oral12. En esencia, como dato común, se atribuye al acusado
Fujimori Fujimori haber intervenido, dando las órdenes correspondientes a
través de una concreta estructura estatal o aparato de poder organizado
que dominaba, en los asesinatos, lesiones graves y secuestros agravados de
un total, indistinto, de treinta y un personas [veinticinco muertes, cuatro
lesionados graves y dos secuestros]. No hay mutación esencial alguna.
3. El tribunal, desde esta perspectiva, para respetar el principio de
correlación, como ya ha sido establecido por el Acuerdo Plenario número
4–2007/CJ–116, del dieciséis de noviembre de dos mil siete, no puede
introducir un relato fáctico que configure un tipo legal distinto o que
introduzca circunstancias diferentes o nuevas que agraven la
responsabilidad del acusado, lo que no significa que deba recoger con
exactitud matemática la acusación oral, en tanto que conforme a la

11 GÓMEZ COLOMER, JUAN–LUIS: Derecho Jurisdiccional III Proceso Penal [con MONTERO AROCA, JUAN
y otros], Décima Quinta edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2007, páginas 107–108.
Cortés DOMÍNGUEZ, VALENTÍN: Derecho procesal penal, [con MORENO CATENA, VÍCTOR], Segunda
Edición, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, página 163. GONZÁLES NAVARRO, ALICIA:
Acusación y defensa en el proceso penal, Editorial Bosch, Barcelona, 2004, páginas 40–42.
PÉREZ MORALES, MÓNICA GALDANA: Correlación entre acusación y sentencia en el proceso
ordinario, Editorial Comares, Granada, 2002, páginas 148–149.
12 La deducción definitiva de la pretensión, sin que se pueda modificar el contenido esencial

de la acusación escrita, se da con la acusación oral, a partir de la cual la Fiscalía puede


incluso plantear con mayor precisión y exhaustividad los hechos. Como se dijo en la
Ejecutoria Suprema recaída en el Recurso de Nulidad número 1882–2006/Lima, del seis de
agosto de dos mil siete, Fundamento Jurídico 15°.10 final, “...Las modificaciones fácticas,
producto de la actividad probatoria –siempre que no sean esenciales pues la acusación
escrita acota los límites de la conducta objeto de juzgamiento– tienen en este momento
procesal cabida razonable: el paso del hecho probable al hecho probado explica esa
posibilidad, sin que, es de reiterar, se alteren los hechos esenciales, pues ello importaría
modificar la ‘causa petendi’ de la pretensión”. En este sentido: RIFÁ SOLER, JOSÉ MARÍA; RICHARD
GONZÁLEZ, MANUEL; RIAÑO BRUN, IÑAKI: Derecho Procesal Penal, Fondo de Publicaciones del
Gobierno de Navarra, Pamplona, 2006, páginas 366–367.

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prueba actuada y debatida en el juicio puede ampliar detalles o datos


para hacer más completo o preciso y comprensivo el relato, siempre que no
impliquen un cambio de tipificación y que exista una coincidencia básica
entre la acusación y los hechos acreditados en la sentencia [fundamento
jurídico décimo]. La homogeneidad de los hechos es central, y en esa
perspectiva es posible incluso que el tribunal degrade los hechos.

60°. La defensa alega que podría presentarse un supuesto de vulneración


de esa unidad fáctica, de los perfiles del hecho, en la acusación de la
Fiscalía si se hace referencia a una política de Estado de “guerra sucia” y no
toma en cuenta las diferencias que existen –invocando a FARALDO CABANA–
entre un Estado criminal y la práctica de un determinado organismo del
Estado, de una unidad del Ejército en concreto, que aplicó métodos de
guerra sucia.
Tal objeción, sin embargo, no tiene entidad para alterar la unidad del
hecho histórico y, menos, si el Tribunal asume una u otra tesis, para afirmar la
posible vulneración de los principios de correlación y de contradicción. Más
allá que ambas modalidades –según la mención de FARALDO CABANA– son, en
estricto sentido, expresión delictiva de un mismo fenómeno criminal y sólo
presentan variantes de grado, asumir una de ellas –de seguirse el
planteamiento metodológico de la jurista antes mencionada– en modo alguno
infringe los principios procesales aludidos.
Sólo se requiere el respeto del curso de los acontecimientos descritos
en la pretensión del Fiscal, entendidos conforme a la teoría normativa ya
asumida. Es obvio que si se aplica de forma conjunta las teorías de la
acción y de la infracción del bien jurídico lesionado, aún si se optara por las
diversas posibilidades que ella permite –distintos niveles de vida del delito, o
disímiles modalidades de participación, circunstancias accesorias y formas de
manifestarse el elemento subjetivo, siempre que en estos últimos supuestos el
tribunal los ponga en debate–, no se infringiría los principios invocados de
correlación y contradicción. El título de condena, por lo demás, sólo incide
en la individualización o identificación del objeto del proceso en la medida
en que el hecho histórico se concreta conforme a criterios jurídico penales –
actividad y resultado lesivo del bien jurídico–.
Cabe resaltar, de cara al principio de contradicción, que no deben
incorporarse elementos esenciales en la calificación final que no fueron ni
pudieron ser plenamente debatidos. Las caracterizaciones jurídicas,
respetado ese núcleo esencial –incluso cuando han sido objeto de debate en
las propias alegaciones finales: la defensa se ha referido a ellas–; el sentido,
extensión y clasificación que pueden merecer los hechos incorporados por
el Ministerio Público dentro de una determinada concepción dogmática; la
determinación de si la actividad se cumplió en su totalidad, o si ésta puede
engarzarse en una u otra clasificación metodológica propuesta por un
sector doctrinario atendiendo a los elementos que identifica, no tienen
entidad para reputarlas lesivas al principio acusatorio –referido al objeto
procesal– o al principio de contradicción –referido a la perspectiva jurídica
esencial de la calificación, que exige que todo elemento de la pretensión punitiva
ha ser conocido por el imputado y éste ha de poder defenderse frente a ellos–.

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¶ 3. Los actos de prueba legalmente admisibles.

61°. El Código de Procedimientos Penales de mil novecientos cuarenta, bajo


cuyo régimen jurídico se sigue la presente causa, estableció como sistema
de enjuiciamiento el juicio oral y público –artículo 207°–. En consecuencia, el
debate sobre los hechos debe ser oral ante el Tribunal del Juicio, por lo que
tiene una especial trascendencia la ‘prueba personal’. Coronaba esta
configuración del proceso el criterio de conciencia en la apreciación de los
hechos y de las pruebas –artículo 283°–, en oposición –decía la Exposición de
Motivos del Anteproyecto de mil novecientos treinta nueve, base del Código– al
criterio legal o jurídico. El criterio de conciencia, tal como fue concebido
desde un inicio, requiere de la motivación –lo uno no se explica ni se justifica sin
lo otro–, que se erige en un principio básico procesal tanto más severo
“…cuando el Juez se mueve en el vasto e insondable campo de su
conciencia, que sería inescrutable si él mismo no contribuye a alumbrarlo y
circunscribirlo”13.

62°. No obstante el reconocimiento de ambas normas principio recogido en


el Código vigente, en reacción al anterior Estatuto Procesal Penal de mil
novecientos veinte, dio una extensión y significación mayor a la instrucción y
sus actuaciones, minimizadas peligrosamente en ese Código según los pre
legisladores y legisladores de la época14. Así que el artículo 280° del Código
estipula que: “La sentencia que ponga término al juicio deberá apreciar la
confesión del acusado y demás pruebas producidas en la audiencia, así
como los testimonios, peritajes y actuaciones de la instrucción”. El
entendimiento histórico de esa norma, en la Exposición de Motivos y por los
primeros comentaristas, era que el bagaje de información que debía
apreciar la sentencia estaba en función de un determinado alcance del
principio de contradicción del debate oral15. Desde esta perspectiva, el

13 CARLOS ZAVALA LOAYZA, juez supremo y autor del Anteproyecto del Código de Procedimientos
Penales, que elaboró en 1937, y que fue estudiado por una Comisión nombrada por Decreto
Supremo de 25 de agosto de ese año, decía al respecto: “El criterio de conciencia
representa el libre examen de la prueba, la crítica reflexiva no sujeta a reglas que cohíban la
conciencia del juez, quien debe proceder conforme a su íntima convicción, pero
fundamentando sus resoluciones con las razones que lo han determinado a pronunciarse en
uno u otro sentido” (El proceso penal y sus problemas, Taller de Linotipia, Lima, 1947, página
43). El legislador –dice VÍCTOR MODESTO VILLAVICENCIO– ha querido que el juzgamiento tenga un
carácter de apreciación crítica; el criterio de conciencia, insiste el citado autor nacional,
equivale a la regla de la libre convicción del juez penal, en consecuencia, éste es
completamente libre en su convicción respecto de todo lo que se refiere a la declaración
concreta de certeza de las condiciones que legitiman, excluyen o modifican la pretensión
punitiva del Estado (Derecho Procesal Penal, Editorial Imprenta H.Z. Rozas, Lima, 1965, página
267).
14 Revista del Foro, números 7 al 12, julio/diciembre, año XXVI, 1939, Lima, página 301. Es claro

al respecto el propio texto de la Exposición de Motivos en su § I RAZÓN DE LA REFORMA, cuando


dice: “Restando valor a la instrucción, considerándola como etapa preparatoria, se da
alcances al juicio oral que en verdad no puede tener” [Obra Citada, página 262].
15 En la Exposición de Motivos explicaba: “La dirección definida del juicio oral, […], permite

que la sentencia que le ponga término abarque o comprenda todas las pruebas que se
hayan producido oralmente, como las que hubieran sido actuadas en la instrucción y leídas

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artículo 262° del Código de Procedimientos Penales hace mención a la


posibilidad de lectura de las piezas procesales y documentos, entendiendo
en el primer concepto los testimonios, peritajes y actuaciones de la
instrucción, pues no de otra forma tendría sentido y vigencia práctica el
citado artículo 280°16.

63°. Hoy en día, sin embargo, no puede aceptarse un concepto tan amplio
de la información de hecho que puede apreciar y valorar el Tribunal
enjuiciador, y por tanto que extienda su conocimiento a las actuaciones de
la instrucción bajo el único límite de su lectura en el acto oral o de la
expresa autorización o no oposición de las partes17, pues no sería
compatible con los principios estructurales del proceso penal –contradicción
e igualdad de armas–, que integran la garantía genérica el debido proceso
en la actuación probatoria18. Menos aún es del caso hacerlo en un proceso
como el presente, en el que se ha configurado el juicio oral como el
procedimiento principal de la causa y se ha dado una extensión muy
marcada y en extremo flexible a la proposición y ejecución de pruebas en
el acto oral.
Como quiera que las normas del Código vigente no contienen límites
a esa utilización –ni siquiera directivas precisas de actuación procesal–, salvo el
de la lectura en el procedimiento del juicio oral, corresponde fijarlos, desde

en la audiencia para someterlas al debate contradictorio” (Obra citada, página 300).


MARIANO H. CORNEJO ZENTENO apuntaba: “Lo que el Código permite [se trata del Código
anterior, de 1920, que en este punto fue seguido por el Código de 1939], no es excepción al
principio de publicidad de la prueba, sino una excepción al principio de su actuación por el
mismo testigo o experto que explica su declaración o su informe; pero de ninguna manera
permite que se tome en consideración una prueba que no ha sido sometida al debate
contradictorio de la acusación y de la defensa, aunque se halle en la instrucción” [Novísimo
Código de Procedimientos en Materia Criminal, Lima, 1920, página 106].
16 Una prueba no se valora si no ha sido propuesta y admitida como tal, ya que no es

prueba. No hay excepción alguna a esa regla. Sólo se incorpora al debate oral las pruebas
admitidas y actuadas en presencia del tribunal sentenciador, lo que incluye la lectura de la
prueba documental y de la prueba documentada –en los supuestos que corresponda–. Si su
lectura no se pide, aún cuando esté incorporada en los autos, no puede ser valorada, pues
se excluyó del debate procesal por decisión de las partes.
17 El artículo 253° del Código de Procedimientos Penales establece que serán leídas y

sometidas a debate las declaraciones de los testigos, entre otros supuestos, que lo soliciten
las partes y las que se considere necesarias. En consecuencia, sólo cabría un supuesto
autónomo adicional: la conformidad de las partes para leer una declaración sumarial, que
se agregaría a los supuestos de excepción que luego se indicarán. Como define la
Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ASUNTO PULLAR VS REINO UNIDO, del diez
de junio de mil novecientos noventa y seis, la actuación del defensor tiene una importancia
decisiva en el momento de valorar el respeto al debido proceso –proceso equitativo–; en
consecuencia, si no se opone –pese a que puede hacerlo– a la lectura de una declaración
testifical sumarial de quien no concurrió al juicio oral para que pueda ser aceptada y
valorada por el Tribunal, no es posible estimar que se negó al afectado por ese testimonio sus
derechos a la contradicción y a la no indefensión.
18 En cierto modo se retoma la crítica que inicialmente formulara al Anteproyecto de 1939 el

ilustre procesalista español NICETO ALCALÁ–ZAMORA Y CASTILLO. Decía el mencionado jurista que
“el juicio oral es la etapa–clave del proceso penal… y que sólo con especiales garantías, y
en casos taxativamente marcados, los datos recogidos por el Instructor pueden servir de
apoyo a la sentencia” (La reforma procesal penal en el Perú. El Anteproyecto Zavala. Revista
del Foro, números 7 al 12, año XXVI, julio/diciembre, 1939, Lima, página 345).

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una pauta de mínimos indispensables, a partir de las exigencias de la


Constitución de mil novecientos noventa y tres, que reconoce cuatro
grandes garantías genéricas de carácter procesal: debido proceso, tutela
jurisdiccional, defensa procesal y presunción de inocencia.

64°. La garantía de la presunción de inocencia, que consagra el artículo


2°.24.e) de la Constitución19, como regla probatoria general, exige que la
declaratoria de la culpabilidad de una persona debe producirse en los
marcos de un proceso respetuoso de la ley en lo concerniente (i) a la carga
material de la prueba, (ii) a la obtención de las fuentes de prueba, (iii) a la
actuación de los medios de prueba, y (iv) a la valoración de la misma. Se
necesita, legalmente, a) de una actividad probatoria –entendida como
existencia de actuaciones procesales destinadas a obtener el convencimiento
judicial acerca de la verdad o falsedad de las afirmaciones sobre los hechos–, b)
cuya iniciativa corresponda a la acusación, c) que tenga un contenido
suficientemente incriminatorio respecto a la existencia del hecho punible
atribuido y a la intervención en él del imputado –debe ser una prueba de
cargo, de cuya interpretación resulte la culpabilidad del acusado, derivada de la
comprobación de los hechos subsumidos en un tipo legal, así como de la certeza
de su participación en los mismos–, y d) que las pruebas sean válidas:
respetuosas de los derechos fundamentales, y obtenidas y actuados con
arreglo a las normas que regulan su práctica.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha declarado que el
principio de presunción de inocencia afirma la idea, consagrada en la
Convención Americana de Derechos Humanos, a propósito de las garantías
judiciales, de que una persona es inocente hasta que su culpabilidad sea
demostrada [Sentencia Suárez Rosero, del doce de noviembre de mil novecientos
noventa y siete, párrafo setenta y siete]; principio que exige que una persona
no pueda ser condenada mientras no exista prueba plena de su
responsabilidad penal, en consecuencia, si obra contra ella prueba
incompleta o insuficiente, no es procedente condenarla, sino absolverte
[Sentencia Cantoral Benavides, del dieciocho de agosto de dos mil].
Desde la perspectiva de la libre valoración de la prueba, como
precisa GIMENO SENDRA, se necesita que ésta se realice con arreglo a las
normas de la lógica, máximas de la experiencia o de la sana crítica, lo que
conlleva la obligación, máxime si se trata de la denominada prueba
indiciaria, de razonar el resultado probatorio en la ‘declaración de hechos
probados’20. En consecuencia, no es de aceptar, desde la racionalidad del
proceso valorativo, que el Juez se aparte de las reglas de la lógica, de las
máximas de la experiencia y de los conocimientos científicos cuando se
haya acudido a ellos; el razonamiento de la sentencia no puede ser, por lo
tanto, irracional, inconsistente o manifiestamente erróneo.

19 Se trata de un derecho fundamental de toda persona a ser considerada inocente mientras


no se demuestre lo contrario. Se refiere, por tanto, a la necesidad de existencia de actividad
probatoria, y que ésta lo sea de cargo (BARONA VILAR, SILVIA, página 305. En: Derecho
Jurisdiccional III. Proceso Penal. Décima Quinta Edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 2007
(MONTERO AROCA, JUAN; GÓMEZ COLOMER, JUAN LUIS; MONTÓN REDONDO, ALBERTO; BARONA VILAR, SILVIA).
20 Derecho Procesal Penal, Segunda Edición, Editorial Colex, Madrid, 2007, página 676.

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65°. Una actuación sumarial –incluso realizada en los momentos preliminares por
la Policía o la Fiscalía–, en tanto acto de aportación de hechos al proceso,
podrá concedérsele valor de prueba o integrar la valoración probatoria –es
inaceptable una prohibición general21–, siempre y cuando, desde la
perspectiva interna, cumpla con los requisitos o formalidades legales que
ese acto exija en la sede en que se actúa [donde la posibilidad de
contradicción en su actuación –o determinadas exigencias de contradicción– y
atendiendo a la peculiaridad de la prueba de que se trate es vital] –requisito
objetivo–, y que por una circunstancia derivada de las nociones de
irrepetibilidad –o si se quiere, fugacidad o indisponibilidad– y urgencia no sea
posible su reproducción en el juicio oral –requisito material–, como sería el
caso, por ejemplo, de ausencia no subsanable del testigo o del perito. Es de
cuidar, en este supuesto de excepción, un conjunto de garantías mínimas
tanto en la adquisición de la fuente de prueba22 como en su conservación y
en su aportación al juicio oral –este último, es el requisito formal, que se satisface
con la lectura del acta u otro medio equivalente y en condiciones que permitan a
la defensa someter tales diligencias a contradicción–23.

21 El proceso penal está sujeto al principio de búsqueda de la verdad material, que exige que
se asegure que no se pierdan datos o elementos de convicción. No admitir que éstos se
valoren, en tanto se hayan actuado con las garantías que le son inherentes, haría depender
el ejercicio del ius puniendi estatal del azar o de situaciones dolosas contra los órganos de
prueba que le impidan su concurso en el acto oral.
22 Las dos garantías básicas de la preconstitución probatoria –el supuesto más difícil de

desentrañar y conceptualizar–: inmediación judicial y contradicción, como es obvio, deben


ser entendidas de manera distinta en la instrucción y en el juicio oral. La inmediación
instructora es una garantía de legalidad del acto –de carácter garantista–, que sin embargo
no es siempre posible –esencialmente, en los supuestos de imprevisibilidad–. La contradicción
efectiva, en sede de instrucción no tiene un carácter absoluto y máximo, depende de
algunas circunstancias, y será del caso tener presente factores –que autoricen su realización
no simultánea– tales como la urgencia en la realización de la diligencia de instrucción de la
que puede resultar una fuente de prueba; o la inexistencia, en el momento de su realización,
de una persona con el carácter de imputado; o del consentimiento del imputado en la
utilización de fuentes de pruebas generadas sin contradicción; o de actuaciones
intencionales de alguna de las partes tendentes a evitar la existencia de contradictorio para
evitar precisamente que esta garantía esté en la obtención de la fuente de prueba, etcétera
–tampoco es indiferente que se pueda prever o no que la imposibilidad futura de la
contradicción–. Es posible, siempre, sostener que se pueda garantizar en sede de instrucción
–ante la ausencia de un contradictorio simultáneo– un contradictorio diferido sobre la fuente
de prueba [importa conocimiento de las actuaciones para la petición de las diligencias
correspondientes que permitan cuestionar aquélla sea para proporcionar fuentes de prueba
de descargo o sembrar la duda sobre la fuente de prueba de cargo del acusador], y lo más
cercano posible al que se daría si la fuente de prueba estuviera directamente presente en el
juicio oral (por todos: GUZMÁN FLUJA, VICENTE: La anticipación y aseguramiento de la prueba
penal. En: Prueba y proceso penal, GÓMEZ COLOMER, JUAN LUIS – Coordinador, Tirant lo Blanch,
Valencia, 2008, páginas 203/207, y 221/224.
23 El principio en cuya virtud únicamente tienen la consideración de pruebas aquellas que se

practican en el juicio oral, y que responde a la necesidad de que el tribunal sentenciador


aprecia personalmente la prueba para formar sobre ella su convicción, anota ASENCIO
MELLADO, no puede ser entendido como una regla inflexible que obliga a que toda ella se
ejecute en el juicio oral. Una disposición así es imposible de aplicarse, pues son muchos los
casos en los que ciertos actos de investigación practicados con anterioridad devienen
irrepetibles o lo son, incluso, en su propio origen, por lo que solo cabe su reproducción en la
vista [ASENCIO MELLADO, JOSÉ MARÍA: Derecho Procesal Penal, Cuarta Edición, Tirant lo Blanch,

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§ 2. Cuestiones probatorias.

66°. Los problemas referidos a la posibilidad de aportación al juicio de


ciertas diligencias documentadas de la fase de instrucción, así como
diversos documentos –de variada índole– incorporados en las tres fases del
proceso penal han sido objeto de especial discusión en el curso del juicio,
especialmente en el momento de presentar oralmente la prueba
documental y documentada. Siendo así, como el primer paso para la
valoración de la prueba es determinar la legalidad y legitimidad de la
información aportada al proceso –el denominado ‘juicio de valorabilidad’–
corresponde definir con exactitud qué prueba de la propuesta y objetada
por las partes integrará válidamente el material objeto de apreciación
judicial.

¶ 1. Objeción probatoria inicial de la defensa del acusado Fujimori Fujimori.

67°. El experto militar, coronel en retiro del Ejército Argentino, JOSÉ LUIS
GARCÍA, en su presentación ante el Tribunal –sesiones nonagésima quinta y
nonagésima sexta–24 sustentó parte de la información y explicaciones que

Valencia, 2008, página 252]. Otro autor destacado, CAFFERATA NORES, permite lo que
denomina “excepciones a la oralidad”, de cuya necesidad y tolerabilidad no tiene dudas,
entre las que no sólo se encuentran los supuestos de “contradicción anticipada” ante riesgos
de no poder ser reproducida o de peligros de que la actuación procesal sea enturbiada, sino
también, aun cuando no se produzca una “contradicción anticipada”, en los supuestos de
emergencia no previsibles (por ejemplo, testigo fallecido), siempre que se cumplan las
formalidades de la instrucción (Sentencia de la Cámara Nacional de Casación Penal de
Argentina, Sala III, del diecisiete de marzo de mil novecientos noventa y siete) [Proceso Penal
y Derechos Humanos, Editores del Puerto, Buenos Aires, 2000, páginas 153/155]
24 La primera parte de su exposición está referida a la doctrina de seguridad nacional,

patrocinada por el Gobierno estadounidense, a partir de lo que se consideró la amenaza


comunista –eje del conflicto USA/URSS–, y que importó la construcción de un sistema
defensivo global en América Latina y la necesidad de mantener el orden interior en los países
combatiendo la infiltración marxista y el orden social resultante de esa infiltración. Un papel
importante jugó la creación, en mil novecientos cuarenta y seis, de la Escuela de Las
Américas, que adiestró en su sede de Panamá a numerosos militares y policías de la región –
según los registros el Perú envió a mil cuatrocientos efectivos–. En ese marco surgió la
institución del conflicto o de la guerra de baja intensidad, expresión del conflicto interno
como consecuencia de la insurrección marxista para la toma del poder. Destaca dos hechos
esenciales: a) que se elaboraron Manuales, patrocinados por el Ejército norteamericano, que
incorporaron los métodos de torturas y de ejecuciones en la lucha contrainsurgente –el
gobierno de Estados Unidos, como dio cuenta la prensa argentina (al respecto se exhibió dos
recortes periodísticos del diario El Clarín), al salir publicados los archivos secretos del
Pentágono, aceptó la realidad de esos Manuales y esos métodos de instrucción militar, que
recién en mil novecientos noventa y dos se comunicó a todos los países que sus textos ya no
representaban la política del gobierno estadounidense–, los mismo que se reprodujeron en
varios manuales militares de la región; y, b) que, como parte de la experiencia de la Guerra
en Indochina, se establecieron métodos distintos para enfrentar la insurrección armada,
mediante operaciones especiales de inteligencia con personal adiestrado en la Escuela de
las Américas; asimismo, se cambió la organización de las Fuerzas Armadas, destinada ahora
a tener control de la población –se dividió el país en Zonas de Defensa, subdivididas a su vez
en una o varias Sub Zonas, y cada una en Áreas de Defensa–, los jefes tenían poder
delegado para poder operar de acuerdo con las necesidades particulares de esos espacios
geográficos –era necesario un control absoluto de la situación–, las tropas crearían un

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proporcionó acerca de las “estrategias antisubversivas” –no todas, por


supuesto– en el Manual del Oficial de Estado Mayor Conjunto MFA 110–1–
EMC, del CFFAA –también hizo mención, por cierto, al Manual ME 41–8–25. Las
definiciones de mando y comando provienen de esos Manuales, sin
perjuicio de que alcanzó una definición usual en el ámbito militar. Así,
mencionó que “MANDO” es el arte cuya finalidad consiste en imponer a otros
la propia voluntad para obtener un fin sin emplear medios coercitivos; y
“COMANDO” es la autoridad y responsabilidad legales con que se inviste a
una persona, denominada comandante o jefe, para ejercer el mando
sobre una organización, aún coercitivamente; es una función respaldada
por un cuerpo legal o doctrinario que la posibilita o encuadra.
Ahora bien, el citado experto mencionó que el presidente de la
República, en tanto jefe supremo de las Fuerzas Armadas, ejercía el mando
y el comando de la estructura militar; el mando, por sus atribuciones
personales, y ejercía el comando por la legislación vigente que le daba
atribuciones muy precisas en la cabeza de la estructura de la defensa
nacional, y atribuciones de comando y de control muy específicas.
Adicionalmente, dio cuenta de lo dispuesto por el artículo 12° del Manual
del Oficial de Estado Mayor Conjunto, que reforzaría su tesis –puntualizó que
ese Manual era del año mil novecientos noventa y uno, vigente cuando ocurrieron
los hechos de Barrios Altos y La Cantuta–. Esta norma, según el texto que utilizó,
decía lo siguiente:
“El Comando para la defensa nacional en el dominio militar se define en relación a
la misión y funciones que deben cumplir todos los elementos que integran el
sistema, de esta manera se establecen las siguientes cadenas de comando:
A. Jefe Supremo de la Fuerza Armada.
B. Comandante de la Fuerza Armada / Comandante del Teatro de Guerra /
COFI.
C. Comandante del Elemento de Maniobra del TG (TO, TOMA, COMOP) o
elemento de maniobra del COFI…”.

68° La defensa objetó esta última afirmación, bajo el argumento de que tal
Manual no existía en los años mil novecientos noventa y uno – mil
novecientos noventa y dos. Refirió que recién en mayo de mil novecientos
noventa y seis se aprobó el Texto Original Inicial del Manual del Oficial del

entorno de seguridad para que los aparatos de inteligencia puedan realizar operaciones
especiales de inteligencia, capturar enemigos internos, llevarlos a centros de detención y
obtener información a partir de métodos ilegales (tormentos), de suerte que puede
calificarse de sinónimas las expresiones “guerra de baja intensidad” y “guerra sucia”. Esto
último constituía una política de Estado, pues de no ser así no podía funcionar; la garantía e
impunidad permite el funcionamiento de esa organización, pues de lo contrario nadie
aceptaría la misión. Expresión de esa doctrina, según el experto, serían los Manuales del
Ejército 38–20, 41–8, 41–7.
25 El experto militar hizo mención a leyes, reglamentos, directivas y manuales. Es de destacar

que los reglamentos son leyes que rigen las actividades del orden interno militar (guardia,
centinela, jefe de guardia), es lo fijo e inamovible y no admite campo de razonamiento. Para
la conducción operativa se emplea la técnica del manual, que tiene un procedimiento muy
complicado mediante instancias muy específicas, que llevan primero a ser un proyecto,
luego revisado y cuando reglamentariamente ha sido visto en distintos lugares de la
estructura de control, se edita y se manda a todos los responsables de su estudio y ejecución.

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Estado Mayor Conjunto; además, el Manual propiamente dicho es de los


años dos mil dos y dos mil cinco.
La parte civil, contestando esa objeción, señaló que se le alcanzó al
experto el Manual del año dos mil dos, que es el mismo que la Comisión de
la Verdad y Reconciliación –en adelante, CVR– recibió del Ministerio de
Defensa. Así constaría del oficio número 12012/MINDEF/K–6/CVR, del seis de
enero de dos mil tres, de fojas cincuenta y siete mil novecientos setenta y
seis.
La Fiscalía cuestionó desde una perspectiva formal la propuesta de la
defensa porque lo que estaba haciendo era tachar el Manual utilizado por
el experto militar, lo que no corresponde al estado del procedimiento, pues
no se está en el momento de oral de la prueba documental.

69°. Si bien la defensa observa una determinada conclusión del informe del
experto al considerar que se sustentó en un dato falso: norma de un Manual
no vigente cuando ocurrieron los hechos, es de precisar que,
procesalmente y conforme al artículo 226° del Código Procesal Civil, las
partes sólo pueden formular observaciones contra los dictámenes periciales
–que pueden ser totales, al conjunto del informe pericial, o específicos, limitados a
un punto, tema, materia o conclusión del mismo–, cuya ponderación está en
función al mérito de la prueba pericial, y que corresponde realizar en el
momento oportuno. No cabe, por tanto, que el Tribunal se pronuncie
estimando o desestimando una observación planteada contra un ámbito
de la opinión pericial. Un cuestionamiento de estas características no da
lugar a una cuestión incidental, que merezca una decisión del órgano
jurisdiccional, a diferencia, por ejemplo, de una tacha contra los peritos,
expresamente autorizada por el artículo 165° del Código de Procedimientos
Penales. Se tendrá en cuenta, desde luego, y en función a su mérito se
acogerá o no una observación, pero siempre en relación con el análisis del
informe pericial, sin que deba merecer una decisión específica,
independiente de la valoración integral del dictamen.

70°. Como quiera que una referencia fáctica de importancia en la causa


está referida a la estructura normativa que rige el funcionamiento de las
instituciones y de los funcionarios públicos ligados a ellas, es del caso que en
esta parte del fallo se haga un análisis específico sobre el tema en cuestión.
A pedido del Tribunal, el Centro de Altos Estudios Nacionales –en
adelante, CAEN– remitió el citado Manual que es de fecha mil novecientos
ochenta y dos –sesión centésima–, y que rigió durante los años mil
novecientos noventa a mil novecientos noventa y dos [es un Manual que
contiene la doctrina aplicable tanto a las operaciones de guerra convencional,
como a los de guerra no convencional, en sus aspectos generales]. Ese Manual no
indica expresamente que la cadena de comando se inicia con el
Presidente de la República26. Esa expresión recién se incorporó en el Manual

26 El artículo 9° prescribe que “comando” es la autoridad que cada jefe ejerce en su


organización referida al empleo para el cumplimiento de la misión asignada. El artículo 10°,
referida al “comando único” estatuye que el comandante de ese comando único puede
pertenecer a la fuerza terrestre, naval o aérea. Y, el artículo 11° establece que el comando

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del año dos mil dos27, cuyo artículo doce dice lo que se consignó en el
párrafo quincuagésimo sexto; norma repetida en el Manual de dos mil
cinco.
En consecuencia, la afirmación del experto militar extranjero se
sustentó en un Manual que no estatuía lo que mencionó respecto del
Presidente de la República. Los Manuales del Oficial de Estado Mayor
Conjunto establecieron el primer nivel en la cadena de comando para la
defensa nacional en el dominio militar al presidente de la República a partir
de dos mil dos, con antecedente en el TOI de mil novecientos noventa y
seis. Esta consideración, empero, no elimina, por sí misma, el conjunto de la
información técnica y de la estimación personal que el experto proporcionó
en el acto oral, sólo relativiza una parte de sus análisis.

¶ 2. Prueba ofrecida por el Ministerio Público.

71°. DECLARACIONES PRESTADAS EN OTRAS CAUSAS. La Fiscalía ofreció la


declaración en sede fiscal del General EP Nadal Paiva, así como las
declaraciones judiciales y, en algunos casos, policiales de diversas personas:
Francisco Loayza Galván, Edwin Díaz Zevallos, Ramos Viera, Santiago
Fujimori, Carbajal Palomino, Gómez Rodríguez, Matilde Pinchi Pinchi, Alberto
Pandolfi Arbulú, Luis Federico Salas Guevara Schultz, Roberto Huamán
Azcurra, Mario Ruiz Agüero, José Villalobos Candela, José Fuentes Cañari,
José Mariano Cacho Vargas, Mesmer Carles Talledo, Julio Rubén Morales
Morales, Freddy Dogne Rebatta Espíritu, Marisol Arlene Quinde More, Miguel
Ángel Gómez Rodríguez y Susana Higuchi Miyagawa. Constituyen, en un
caso, manifestaciones policiales prestadas en un procedimiento penal
conexo; y, en otros, declaraciones sumariales o plenariales de terceros. En
ambos casos las personas citadas no fueron ofrecidas como testigos en este
acto oral. La defensa se opuso a esa incorporación.
Ahora bien, como quiera que se trata de actuaciones procesales que
han sido actuadas en causa penal distinta a la presente, para su
consideración jurídico procesal es del caso tener presente lo dispuesto en el
artículo 261° del Código de Procedimientos Penales. Así:
1. El citado artículo del Código de Procedimientos Penales, según el
texto del Decreto Legislativo número 983, del veintidós de julio de dos
mil siete, introduce –como lo expresa la propia norma– la institución de
la “prueba trasladada”. No sólo reconoce esa figura jurídico
procesal, sino que fija su régimen jurídico.

de las Fuerzas Armadas, en tiempo de paz, se denomina Comando Conjunto de las Fuerzas
Armadas y está compuesto por los Comandantes Generales de las tres armas, cuya
presidencia es ejercida rotativamente por uno de ellos por un período de un año.
27 Ese Manual fue incorporado en la sesión quincuagésima séptima. La Edición corrió a cargo

del Comando de Instrucción y Doctrina del Ejército – Escuela Superior de Guerra. Habría un
antecedente que sería el Manual Texto Original Inicial (TOI) “Estado Mayor Conjunto” del
CAEN, de mayo de mil novecientos noventa y seis (incorporado por la defensa del acusado
en la sesión nonagésima séptima), que es la fuente inmediata el Manual de dos mil dos, cuyo
artículo doce es exactamente igual.

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2. Dos son los presupuestos legales de la incorporación de actuaciones


probatorias procedentes del proceso fuente: (i) que provengan de
otro proceso penal, y (ii) que el proceso receptor o el proceso fuente
se refieran a delitos perpetrados por miembros de una organización
criminal o asociación ilícita para delinquir. Como tal, al no haberse
actuado las diligencias probatorias en la causa objeto del juicio oral,
el régimen jurídico que la gobierna es la fijada por esa norma.
3. Los requisitos legales de la prueba trasladada se configuran o
califican en función del proceso fuente, esto es, del que se obtendrá
la “actuación probatoria” para incorporarla al proceso en curso. Por
tanto, desde el proceso fuente, por imperio de la norma analizada,
debe calificarse las actuaciones que podrán ser aportadas. La norma
hace mención a las pruebas admitidas y practicadas ante el Juez o
Sala Penal, las cuales podrán ser utilizadas o valoradas en otro
proceso penal. En consecuencia, lo que puede calificarse de
testimonial, pericia, documentos, etcétera, está en función de esa
causa y no de la causa receptora. Es obvio que desde el proceso
receptor esas actuaciones constituirán prueba documental oficial, de
ahí que la calificación realizada por la norma procesal sólo tiene
sentido si se toma como referencia el proceso fuente. Siendo así, la
norma analizada, antes que ampliar las posibilidades de contar con
fuentes y medios de prueba procedentes de otras causas, traza
límites a su utilización, que como tal debe interpretarse
restrictivamente28.
4. En principio, no existen límites internos al traslado probatorio en el
caso de dictámenes periciales oficiales, informes y prueba
documental. Basta que se encuentren en el proceso fuente para
incorporarlos al proceso en curso. Así prescribe la norma: “Sin
necesidad de que concurran tales motivos,…”.
5. En cambio sí existen motivos tazados o límites concretos para las
demás actuaciones probatorias, entre ellas la prueba personal –
declaración de imputados y de testigos, careos o confrontaciones,
reconocimientos, inspección ocular–, y las diligencias objetivas e
irreproducibles. Se requiere que el traslado resulte indispensable
debido a que en el proceso receptor “… su actuación [de las referidas
pruebas] sea de imposible consecución o difícil reproducción por
riesgo de pérdidas de la fuente de prueba o de amenaza para un

28 Las declaraciones en otro proceso o actuación procesal, en puridad, no son pruebas


testificales, sino documentales que se sujetan al régimen de la prueba documental y, por
cierto, sin los requisitos de la prueba testifical. Las personas que han declarado en esos
procedimientos no son testigos en la causa receptora, sino en la fuente u originaria; y, en ese
sentido, es exactamente igual que lo hubieran hecho en un libro o en una entrevista
plasmada en soporte escrito, audiográfico o videográfico. Otro proceso es una realidad tan
extraprocesal para éste como un libro. Ésa es la regla general de derecho probatorio.
Empero, el citado artículo 261° de la Ley Procesal Penal, en lo que respecta a la prueba
personal proveniente del proceso fuente –y sólo de éste–, exige como condición para su
incorporación al proceso receptor razones de imposibilidad razonablemente acreditadas,
límite que no consagra cuando se trata de otro tipo de pruebas. Es una limitación criticable
desde una perspectiva jurídica pero no es posible obviarla.

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órgano de prueba”. Ello supone acreditar la existencia de un motivo


razonable que impida la actuación de la prueba en el proceso
receptor. Tal límite tendría como fundamento que la declaración de
un testigo no compareciente al acto del juicio oral impide al Tribunal
escuchar y ver, conforme al principio de inmediación, y a las partes
someterlas a la pertinente contradicción.
Por consiguiente, la manifestación de un testigo prestada en otro
procedimiento penal –presuntamente conexo–, en tanto éste no fue ofrecido
en esta causa oral como testigo ni está acreditada una causal de ausencia
insubsanable de su parte, no puede ser utilizada29.
Siendo así, se deniega la incorporación de las referidas manifestaciones
y declaraciones.

72°. DECLARACIONES SUMARIALES REALIZADAS EN LA CAUSA. La Fiscalía ofreció,


asimismo, la lectura de las declaraciones sumariales, prestadas en sede de
Vocalía de Instrucción, de Orlando Enrique Moncayo Peña, José Luis Bazán
Adrianzén y la preventiva de Susana Higuchi Miyagawa. La defensa se ha
opuesto a esa incorporación.
La Fiscalía tuvo la oportunidad de ofrecerlas para su actuación
pública y contradictoria en el juicio oral, pero no lo hizo. Por ello no fueron
citadas al plenario. Como se trata de una actuación procesal es evidente
que el régimen jurídico que las preside es el de la declaración testifical. Al
ser declaraciones operadas en el seno del proceso, su documentación en
acta no las convierte en prueba documental, que autorice llanamente a su
lectura y ulterior debate procesal; se requiere del contacto directo del
Tribunal sentenciador con las fuentes –sobre todo personales– de prueba, y su
actuación contradictoria. Sólo será posible la lectura del acta que contiene

29 Diferente es el caso de las declaraciones prestadas en sede del Congreso. Éstas integran
un procedimiento parlamentario, no jurisdiccional, reconocido por la Constitución y
desarrollado normativamente por el Reglamento del Congreso –en especial, sus artículos 88°
y 89°, que regulan las Comisiones de Investigación y su procedimiento, y el procedimiento de
acusación constitucional–. Independientemente de que se trate de un procedimiento de
acusación constitucional conforme a los artículos 99° y 100° de la Ley Fundamental,
antecedente necesario del presente proceso penal o de otro, o de un procedimiento de
investigación al amparo del artículo 97° Constitucional, las actuaciones que llevan a cabo
adoptan la forma documental –generalmente escrita y en algunos casos audiográfica– y
como tal son enviados al órgano fiscal y, luego, al órgano jurisdiccional. Son, por si mismas,
fuentes de prueba y, como tal, han de valorarse. Cabe aclarar que no rigen las limitaciones
del artículo 261° del Código de Procedimientos Penales, modificado por el Decreto
Legislativo número 983, porque no se trata de pruebas propiamente judiciales, no son en
sentido estricto pruebas personales. Su carácter documental, como ha quedado expuesto,
permite su utilización en la causa. Cuando una persona expone un hecho en una carta, en
un artículo periodístico, en una entrevista radial, televisiva o escrita, en un libro o ante una
comisión parlamentaria, lo que se incorpora –si tales documentos se traen a la causa– es el
contenido del documento –sea con soporte escrito, magnetofónico, audiovisual o
electrónico–, que contiene una o varias afirmaciones que se han hecho constar en ese
instrumento. Esa exposición no tiene por qué someterse al régimen de las declaraciones
testificales pues, conforme a su naturaleza, no lo son. Por lo demás, el Tribunal Constitucional
en la STC número 5068–2006–PHC/TC, del quince de noviembre de dos mil seis, Fundamento
Jurídico quinto, les otorgó pleno valor probatorio y con entidad suficiente para integrar el
material válido de la sentencia.

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una declaración sumarial del testigo, por ejemplo, en los supuestos de


ausencia no subsanable –agotadas todas las posibilidades razonables para su
comparecencia–, contradicción entre lo declarado en el juicio y lo
manifestado previamente, y cuando sea preciso que el declarante
recuerde información.
La prueba testifical es, por naturaleza, reproducible en el plenario
para someterla a contradicción, y si, pudiendo hacerlo, no se produce, la
practicada en la instrucción no puede ser utilizada, salvo que –mediante el
recurso a su lectura– venga fundada en alguna grave causa de carácter
absoluto u obstativo [se trataría de causas independientes de la voluntad de las
partes y del Tribunal, –fuerza mayor– de carácter fáctico o jurídico, que impidan el
concurso del órgano de prueba al juicio y que importe el agotamiento de todas las
posibilidades legalmente previstas para su reproducción en juicio]. En esta línea
ha recordado el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el Asunto ISGRÓ
versus Italia, Sentencia del diecinueve de febrero de mil novecientos
noventa y uno, párrafo treinta y cuatro, que “Los elementos de prueba
deben ser normalmente presentados ante el acusado en vista pública, con
el fin de que exista un debate contradictorio, pero la utilización de las
declaraciones que se remontan a la fase de la instrucción preparatoria no
son contrarias en sí mismas a los apartados 3 d) y 1 del artículo 6° [del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, norma parecida al artículo 8°.2.f) de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos], sin perjuicio del respeto de
los derechos de la defensa; por regla general, éstos exigen que se conceda
al acusado una ocasión adecuada y suficiente para oponerse al testimonio
en su contra y para interrogar al autor, en el momento de la declaración o
con posterioridad” 30.
En consecuencia, la lectura de las declaraciones sumarias no es de
recibo si es que no se solicitó la concurrencia de los testigos al acto oral, y
no existe una causa fundada y razonable de su inasistencia. Se rechaza, por
tanto, la consideración de prueba valorable las dos testificales objeto de
lectura.
Diferente es el caso de las declaraciones del general EP Pérez
Documet –se solicitó la lectura de su declaración sumarial en esta causa de fojas
siete mil setecientos noventa, de su manifestación policial de fojas quince mil
setenta y cinco prestada ante la DIRCOTE, de su testimonial prestada ante el Primer

30 En la Sentencia ISGRÓ el TEDH precisó que si el testigo es conocido por la defensa y si fue

careado con el imputado, aun cuando la defensa no asistió a la primera diligencia ni a la


segunda –el propio imputado pudo plantear en ese acto las preguntas y las alegaciones
respectivas–, como el defensor pudo cumplir su tarea conociendo no sólo las alegaciones en
torno a ese testigo y también su identidad, y por tanto discutir la exactitud de las primeras y la
credibilidad de éste, no es del caso entender que el derecho de defensa del imputado sufrió
limitaciones que le privaran de un proceso equitativo. En la Sentencia ARTNER vs Austria, del
veintiocho de agosto de mil novecientos noventa y dos, el TEDH no estimó ilegítimo la
utilización de declaraciones policiales y sumariales de la víctima, que no pudo ser localizada
para su asistencia al acto oral, debido a que la imposibilidad de un careo con el imputado y
examen por la defensa se debió a la actitud del propio imputado, quien por un período de
tres años se ausentó de la causa –estuvo como ‘no habido’–. En ambos casos, aun cuando
se consideran valorables las referidas declaraciones sumariales, el TEDH parece exigir para
una declaración de culpabilidad que esas testimoniales se corroboren con otros elementos
probatorios.

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Juzgado Especial de Lima de fojas quince mil ochenta y cinco, de su instructiva


prestada ante el Quinto Juzgado Penal Especial de Lima de fojas cuarenta y un mil
seiscientos setenta y una, y de su declaración prestada ante la CVR–. Como el
citado testigo hizo uso de su derecho a guardar silencio en el acto oral,
atento a los cargos que por esos mismos hechos se siguen en procesos
conexos ante la Corte Superior de Lima, corresponde por esa situación de
excepción valorar esas declaraciones.
Otra situación que permite valorar testimonios sumariales es la del
general EP Rojas García. Él declaró en el acto oral, y las preguntas también
incidieron en lo que contestó en sede de instrucción [fojas diecinueve mil
seiscientos doce]. En tal virtud, es pertinente conocer de esa declaración no
sólo para medir el nivel de credibilidad de su testimonio en sede del acto
oral sino para que, de mediar contradicciones, incluso, poder utilizarla en su
reemplazo. Sobre este último punto, en otros apartados del presente
Capítulo se abordará su justificación jurídica.

73°. PUBLICACIONES PERIODÍSTICAS. Han sido ofrecidas como medio de prueba


diversas publicaciones periodísticas –lo han hecho tanto la Fiscalía como la
parte civil en sustento de sus pretensiones acusatorias–. La defensa cuestiona su
eficacia probatoria por tratarse de documentos narrativos.
El Código de Procedimientos Penales –al igual que el nuevo Código
Procesal Penal– no define una lista cerrada de medios de prueba legítimos.
En él, como es evidente, se admite la presencia de cualquiera otros medios
de prueba que tengan entidad para conformar juicio del órgano
jurisdiccional sentenciador. Ello permite, a su vez, la posibilidad que puedan
darse por acreditados datos recogidos por los medios de comunicación
social, en cuanto expresan cuando reflejan hechos incontrastables de
conocimiento general o declaraciones de personalidades u organizaciones
políticas –o que dan noticia del devenir experimentado por los distintos agentes
sociales, lo que de ordinario comporta una determinada percepción de una
realidad externa que es percibida y traslada por el periodista que en ella
interviene– que no han sido desmentidas ni cuestionadas en el proceso. La
información periodística opera, entonces, como principio de prueba, que
de no ser desmentida y cuestionada –el desmentido o el cuestionamiento,
como es obvio, debe ser serio y de entidad, no basta uno meramente formal– pasa
a surtir plenos efectos probatorios. Es claro que otra nota de validez o, mejor
dicho, de validez de la información es que no se trate de una noticia
aislada de prensa. El grueso de la información periodística incorporada al
proceso refleja un contenido informativo general, de común aceptación
por los medios de prensa, y se refiere a hechos públicos o de relevancia
política general.
Por lo demás, es pertinente precisar que sólo podrán asumirse con
pleno valor probatorio aquellos contenidos que de modo objetivo son
introducidos por el profesional autor de la información, con lo que se
excluye los juicios de valor que puedan introducirse en una nota
periodística. A lo que se agrega que, en puridad, la defensa no ha
cuestionado la legitimidad o procedencia de los recortes periodísticos, sino

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que ha cuestionado sus fuentes31. En consecuencia, los artículos


periodísticos pueden ser un medio idóneo para acreditar y dar certeza de
las conductas objeto de enjuiciamiento; en especial, la existencia de la
noticia en los diarios sí es prueba de la repercusión pública que tiene el
acontecimiento o hecho determinado.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido al
respecto que los recortes periodísticos no tienen el carácter de prueba
documental propiamente dicha –tal vez por la circunstancia de no tratarse de
un medio de prueba ‘típico’–, pero podrán ser apreciados cuando recojan
hechos públicos o notorios, declaraciones de funcionarios del Estado o
cuando corroboren lo establecido en otros documentos o testimonios
recibidos en el proceso32. En la Sentencia IVCHER BRONSTEIN VS PERÚ, llegó a
decir –reforzando su valor probatorio– que los artículos periodísticos son
instrumentos idóneos para verificar, junto con los demás medios aportados,
la veracidad de los hechos del caso.33
En suma, las publicaciones periodistas son medios de prueba
admisibles, valorables junto con otros de modo conjunto y global; no son
testificales, por lo que no es de someterlos al régimen de estas últimas.
Como tal, pueden ser valorados al margen de las reglas sobre el testimonial
y, por ende, no es de acudir a la figura del testigo de referencia, pues se
está ante una noticia objetiva que, además, es de dominio público –en
tanto se cumplan, claro está, las dos condiciones arriba indicadas: reflejan hechos
incontrastables o declaraciones de personalidades sociales o funcionarios públicos,
y no han sido cuestionadas o desmentidas–.

74°. LIBROS DE DIVERSOS TESTIGOS. También han sido ofrecidos como medio de
prueba diversos libros. Sus autores han declarado en el acto oral. Se trata
del General EP Hermoza Ríos, y de los periodistas Humberto Jara Flores y
Ricardo Uceda. La defensa sostiene que incorpora versiones, propias o de
terceros, que por tanto deben ser asumidos desde la prueba testifical, y
como tal contrastados con las demás actuaciones de la causa.
Sin duda alguna para analizar con propiedad la función de un libro
en un proceso penal debe partirse de la diferenciación entre fuente y
medio de prueba. Fuentes de prueba es un concepto extraprocesal, que
consiste en objetos o personas que, en cuanto pueden proporcionar
conocimientos para apreciar o para acreditar los hechos afirmados por una
parte procesal, pueden tener trascendencia en el proceso y constituir el
material de referencia para la decisión judicial. Mientras que medios de

31 Son particularmente ilustrativas en este punto la Sentencia de la Sala Especial del Tribunal
Supremo Español, Expediente número 617–2002, del veintisiete de marzo de dos mil tres,
Segundo Fundamento Jurídico; y, la sentencia de la Segunda Sala del Tribunal Constitucional
Español número 5/2004, del dieciséis de enero de dos mil cuatro, Undécimo Fundamento
Jurídico.
32 Así ha sido establecido en las sentencias Paniagua Morales y otros, párrafo 75; Fairén Garbi

y Solís Correa, párrafo 145; Godínez Cruz, párrafo 152; y, Velásquez Rodríguez, párrafo 146.
33 En la sentencia BÁMACA VELÁSQUEZ VS. GUATEMALA, párrafo 107, del veinticinco de noviembre

de dos mil, estableció esa doctrina, que la repitió en la sentencia TRIBUNAL CONSTITUCIONAL VS.
PERÚ, párrafo 53, del treinta y uno de enero de dos mil uno, y en la sentencia BARUCH IVCHER
BRONSTEIN VS. PERÚ, párrafo 70, del seis de febrero de dos mil uno.

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prueba son los instrumentos procesales a través de los que las fuentes de
prueba se incorporan al proceso y sólo existen dentro de un proceso,
regidos por normas procesales que establecen los supuestos y las formas en
que la fuente de prueba puede aparecer dentro del proceso34.
De este modo, un libro, una noticia o recorte periodístico o un plano
o croquis o una grabación es una fuente de prueba y como tal puede ser
introducida al proceso –si se asume un concepto amplio de documento y desde
una perspectiva dinámica, como cosa mueble o soporte material apto para la
incorporación de señales expresivas de un determinado significado: datos, hechos
o narraciones, sin duda un libro es un documento en el que se relatan hechos de
relevancia para el caso35, más propiamente es de otorgarle un valor de prueba
documental de carácter privado–. Empero, no toda declaración extraprocesal
de una persona, de un testigo, es y debe ser siempre incorporada por
medio del procedimiento de la prueba testimonial. Si se trata de un libro en
el que ha dicho algo, de una grabación televisiva que contiene una
entrevista e incorpora lo relatado por una persona, etcétera se incorporará
al proceso por medio del mecanismo más apropiado a su naturaleza,
siempre que se respete la oralidad, la inmediación y la contradicción en su
ejecución.
No es posible, por consiguiente, reducir todas las manifestaciones de
una fuente: el testigo, a declaración testifical en el juicio oral, pues ello daría
como resultado excluir de esa fuente aspectos de importancia decisiva,
pues son extraprocesales. Cualquier manifestación proporcionada por un
testigo es una fuente de prueba, valorable si se introduce al proceso
mediante cualquier medio que se adapte a su naturaleza.
Es más, en el caso de los testigos que han declarado en el acto oral y
han publicado un libro o un artículo determinado, no es el examen de ellos
en el juicio lo que se incorpora dando valor sólo a lo que sea objeto de
interrogatorio, sino el contenido del escrito. El interrogatorio no sirve para dar
valor probatorio a la información, sino para confirmar su veracidad y
garantizar la contradicción.
Los libros, incluso las entrevistas, contienen declaraciones
espontáneas, no son interrogatorios en forma; y, como no son testimoniales
no deben someterse al régimen procesal de éstas, porque conforme a su
naturaleza no lo son. No se les pude exigir los requisitos de una declaración
ni que se han de producir ante el juez o en el juicio. Las informaciones o
afirmaciones contenidas en un libro son públicas y voluntarias e implican la
manifestación de un conocimiento ante la sociedad. No pueden ser
desconocidas por entender que no son testificales, lo cual no significa que
sus autores puedan ser llamados a declarar, en cuyo caso habría dos
pruebas: la instrumental y la testifical, que significan realidades procesales
diferentes. En este último caso, por un lado estarían los documentos en que

34 MORENO CATENA, VÍCTOR/CORTÉS DOMÍNGUEZ, VALENTÍN: Derecho procesal penal, segunda


edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 2005, página 373.
35 El documento, desde una perspectiva estrictamente procesal, es una pieza de convicción

con un determinado contenido ideológico, y la nota que lo distingue de manera especial es


su carácter extraprocesal [TORRES MORATO, MIGUEL ÁNGEL / DE URBANO CASTRILLO, EDUARDO: La
prueba ilícita penal, Cuarta Edición, Editorial Thomson Aranzadi, Pamplona, 2007, página 364.

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se incorporan manifestaciones extraprocesales que han de llevarse al


proceso normalmente por la vía documental, y por otro lado el
interrogatorio de sus autores en el juicio, que es otra prueba, diferente de la
anterior, aunque en una apreciación conjunta ha de valorarse de forma
común.
La prueba documental, admitido que el libro es una fuente válida de
información para el proceso, consistirá en su lectura, sin más. No hace falta
su ratificación, ni que el autor sea interrogado sobre todos los hechos
relatados en el mismo e interrogado sobre sus términos. Cuestión distinta es,
desde luego, el valor probatorio –respecto de la información incorporada– que
cabe otorgar al libro. Mucho dependerá de su contenido y, luego, si puede
confirmar datos incorporados por otros medios de prueba o éstos puedan
avalarlo36.

75°. DECLARACIONES CONTRADICTORIAS. La gran mayoría de testigos que han


declarado en el acto oral lo han hecho tanto en la instrucción como en
otros procedimientos. Muchos de ellos, en especial los integrantes del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina, han proporcionado
versiones contradictorias. Inicialmente negaron los cargos y pretextaron
inocencia, pero luego se retractaron y admitieron su adscripción al
Destacamento Colina, confesaron los delitos perpetrados e involucraron en
su comisión a diversas personas; y, por esa vía, sometiéndose a fórmulas de
colaboración eficaz y de adhesión, lograron condenas con penas
atenuadas. La defensa cuestiona esa falta de persistencia, expresa que las
declaraciones sumariales y prestadas en otras sedes, a lo sumo, sirven como
datos de contraste sin capacidad de reemplazo de la declaración
plenarial, y que la falta de uniformidad le resta todo mérito probatorio, así
como que en su actuación no intervino la defensa del imputado.
Las declaraciones de un testigo deben someterse a un serio análisis
de credibilidad, y si éste ha declarado sobre los mismos hechos en otras
sedes, es del caso tenerlas en cuenta y valorarlas cumplidamente. Sin duda
la falta de uniformidad del conjunto de las declaraciones de un testigo,
incluso de un imputado o de un experto, no contribuye a un primer juicio de
atendibilidad, pero es del todo posible una retractación o un cambio de
versión, por lo que en este caso para estimar cuál de las versiones es la más
arreglada a lo acontecido –que es un problema de credibilidad, no de
legalidad, en tanto elemento esencial para formar la convicción sobre el
fundamento fáctico debatido– debe analizarse tanto internamente el
conjunto de testimonios como en relación con los demás recaudos
probatorios de la causa –es una exigencia de razonabilidad valorativa, que se

36 La finalidad confirmatoria de los datos expresados en un libro, en relación con otros


elementos de prueba, el fortalecimiento de determinados conceptos mencionados por los
testigos y expertos, y/o la descripción de ideales, ideologías y motivaciones del autor, han
sido considerados, por ejemplo, en la sentencia número 5–1999 del Tribunal Tercero de
sentencia Penal, Narcoactividad y delitos contra el ambiente, de Guatemala, del tres de
octubre de dos mil dos (Apartado V, Punto III, numerales 16 y 17), ratificada por las sentencias
de apelación número 300–2002”A”, del siete de mayo de dos mil tres, y de casación número
109 y 110–2003, del catorce de enero de dos mil cuatro.

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profundiza cuando es del caso optar por la declaración sumarial, en función de su


falta de inmediación y de la hipotética mayor credibilidad frente a la declaración
en Juicio Oral, y por ello ha de apoyarse en su verosimilitud objetiva, que exige
corroboración por otras circunstancias periféricas o por medios probatorios37–.
Compete al Tribunal contrastar, comprobar e interpretar los términos y
alcance de las contradicciones, valorándolas a efectos probatorios,
conforme a su recta conciencia38.
Es factible, por consiguiente, con las debidas cautelas, otorgar mayor
credibilidad a una declaración frente a otra, incluso a las prestadas en otra
sede y ante la autoridad fiscal, policial y congresal –por tratarse, propiamente,
de diligencias de investigación–, que a las prestadas ante el Tribunal
enjuiciador si resulta más coherente en atención a las concreciones que
formula, a los datos que proporciona, a la presencia de otros circunstancias
periféricas o a la concurrencia de hechos o indicios externos que le doten
de objetividad bastante –credibilidad objetiva– para hacer razonable su
valoración favorable frente a la otra declaración39. Es indudable, por otro
lado, que las declaraciones de contraste, del mismo testigo, deban aflorar
en el curso del juicio o del interrogatorio por cualquier medio que garantice
la contradicción, siendo suficiente que las preguntas y respuestas dadas en

37 CALDERÓN CEREZO, ÁNGEL / CHOCLÁN MONTALVO, JOSÉ ANTONIO: Derecho procesal penal, Editorial

Dykinson, Madrid, 2000, página 356. Incorporada al plenario la declaración sumarial


mediante las reglas de contradicción respectivas, ello posibilita dar cabida en la valoración
de la prueba a esa declaración sin vulnerar los principios de oralidad e inmediación, pues
presupone una confrontación oral directamente percibida por el Tribunal y, por lo tanto, una
decisión sobre la prueba producida en el juicio en sentido estricto [CONDE PUMPIDO TOURÓN,
CÁNDIDO: Los procesos penales –en coautoría con GIMENO SENDRA, VICENTE; Y GARBERÍ LLOBREGAT,
JOSÉ–, Tomo Cinco, Editorial Bosch, Barcelona, 2000, página 463].
38 Así ha resuelto, por ejemplo, el Tribunal Supremo Español en numerosas sentencias, entre

otras, las número 58/2008, de veinticinco de enero; 303/2007, del diez de abril; y, 75/2006, del
tres de febrero. En igual sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional Español en la
STC número 31/1981. El aludido Tribunal Supremo en la sentencia del nueve de octubre de mil
novecientos noventa y tres anotó: “Cuando se produce una diferencia entre testimonios
probatorios sumariales y los manifestados ante el Tribunal sentenciador se puede someter a
contraste su contenido y depurar las discordancias para obtener de manera directa una
conclusión válida sobre la veracidad de unas y otras”. En igual sentido se ha pronunciado la
Casación Argentina, Sala IV, en la Sentencia número 4290, del veinte de agosto de dos mil
cuatro, en la que concluye que “…debe repararse en la suficiente libertad que debe tener el
juzgador para elegir la declaración más creíble y verosímil cuando entre ellas existe
contradicción”.
39 El Tribunal reconoce las diferentes opciones doctrinarias en este punto. Empero, se inclina

por la ya enunciada. En este sentido se invocan las opiniones favorables de ORTELLS RAMOS,
MANUEL –por razones sistemáticas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal Española– y de VEGAS
TORRES, JAIME –por razones prácticas– [ver: Eficacia Probatoria del acto de investigación
sumarial. Estudio de los artículos 730° y 714° de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en: Revista
de Derecho Procesal Iberoamericano, número cuatro, 1977, página 245; y, Presunción de
inocencia y prueba en el proceso penal, Editorial La Ley, Madrid, 1993, páginas 253/254,
respectivamente]. Éste es el criterio sostenido en la Ejecutoria Suprema Vinculante del
veintinueve de noviembre de dos mil cuatro, recaída en el Recurso de Nulidad número 3044–
204/Lima, FJ Quinto. Debe quedar claro, como previene PRIETO CASTRO Y FERRÁNDIZ que frente a
una disparidad no aclarada suficientemente, será el Tribunal quien, a la vista del testigo y de
los resultados de las restantes pruebas, decida sobre los efectos para la sentencia de las
diferencias no aclaradas [Derecho Procesal Penal, Segunda Edición y Primera Reimpresión,
Editorial Tecnos, Madrid, 1982, página 244].

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el juicio oral hagan referencia expresa a tales declaraciones sumariales


poniendo de manifiesto las contradicciones al objeto de que pueda darse
la explicación oportuna.
El hecho de que en esas declaraciones –tanto las prestadas en el propio
sumario como las rendidas en otros procedimientos– no haya intervenido la
defensa del acusado no importa su exclusión pues no existe indefensión;
una declaración hecha espontáneamente tiene siempre su valor y no
puede obviarse. En efecto, no causa indefensión porque el testigo es
interrogado en el juicio oral aunque no se lean y se valoren sus
contradicciones –incluso, podría bastar a estos efectos que el declarante,
reconozca durante el juicio oral que tuvieron lugar, que declaró en esos términos–40.
Como ya se ha dejado expuesto, no es preciso que la contradicción sea
efectiva en el momento en que se presta la declaración sumarial, sólo se
requiere posibilidad de contradicción. Es evidente que cumplir la exigencia
demandada de contradicción efectiva no siempre es legal y materialmente
posible, por lo que basta que se cumplan las exigencias constitucionales y
legales de ese acto de investigación. Es la posterior posibilidad de
confrontación en el acto del juicio oral la que cumple la exigencia de
contradicción y suple cualquier déficit u omisión observable en la fase de
instrucción. De cumplirse esas exigencias de contradicción es posible
analizar las declaraciones contradictorias y dar credibilidad a uno u otro
testimonio y fundar sobre él la condena41.

76°. LIBRO PUBLICADO POR EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA: TRANSCRIPCIÓN DE VIDEOS Y


AUDIOS. La Fiscalía ha ofrecido como prueba diversas partes de un libro
editado por el Congreso de la República titulado “En la Sala de la
Corrupción – Videos y audios de Vladimiro Montesinos (1998–2000)”, VI
Tomos, Biblioteca Anticorrupción del Congreso de la República, Lima, Fondo
Editorial del Congreso del Perú, dos mil cuatro. Se trata de una edición
oficial, que contiene la transcripción de los videos incautados en el
domicilio de Vladimiro Montesinos Torres –de su esposa Trinidad Becerra–, que
registran diversas escenas y conversaciones sostenidas por este último en su
Despacho del SIN con diversas personalidades políticas, judiciales, militares,
empresariales y sociales en general, que fueron grabadas subrepticiamente
por orden suya. Es de aclarar que el Congreso de la República en el marco
de su facultad de investigación se abocó a averiguar el conjunto de las
acciones delictivas atribuidas a los dirigentes del régimen del acusado, y
ella comprendió –entre otros actos de averiguación y análisis– la revisión,
visionado y transcripción de los mencionados videos, los cuales fueron de
conocimiento público, incluso aparecen en el portal electrónico del
Congreso. La defensa ha cuestionado la conducencia y la admisibilidad de
esas transcripciones; sostiene que las grabaciones videográficas no se

40 Conforme: Auto del Tribunal Constitucional Español número 479/1986, del cuatro de junio,
Fundamento Jurídico Segundo. No habrá vulneración de la garantía de presunción de
inocencia si, adicionalmente, constan pruebas distintas en las que el tribunal puede basar su
convicción.
41 Es la misma conclusión a la que llega, verbigracia, el Tribunal Supremo Español en la STS

número 219/2002, del veinticinco de noviembre, Fundamento Jurídico Tercero.

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incorporan al proceso como si se trataran de documentos con soporte


escrito, pues el artículo 264°.4 del Código de Procedimientos Penales precisa
que la actuación de esa prueba es mediante reproducción pues la fuente
de prueba es el video.

77°. No es de aceptar esta objeción. Las consideraciones son:


1. Según la presentación, Introducción General y Criterios de Edición, a
cargo del que fuera Presidente del Congreso, doctor Henry Pease García, y
del responsable de la edición, doctor Antonio Zapata Velasco42: a) se trata
de grabaciones efectuadas por Vladimiro Montesinos Torres a lo largo de
tres años, mil novecientos noventa y ocho–dos mil, y, sobre todo, alrededor
de un gran tema: la reelección de Alberto Fujimori –las conversaciones
registradas comienzan en los primeros días de mil novecientos noventa y ocho y se
extienden hasta el final del régimen del acusado–; b) corresponden a todas las
conversaciones en video y audio –encontradas hasta hoy– que se hallaban
en el archivo de Vladimiro Montesinos Torres, que fueron escondidos en el
departamento de su esposa Trinidad Becerra, y luego requisados
ilegalmente por el acusado Fujimori Fujimori, documentos que ante la salida
del país del acusado fueron remitidas por el Poder Judicial al Congreso [es
sabido que, días después, el ministro de Justicia remitió los mismos al juez penal de
la causa], donde quedaron archivados, no sin antes haber sido divulgados a
la opinión pública; c) las escenas y conversaciones fueron grabadas por el
coronel EP Roberto Huamán Azcurra, efectivo del SIN, por orden de
Montesinos Torres –uno de los interlocutores grababa, pero fingía no hacerlo, y los
demás hablaban en confianza–, pero más bien fueron fruto de una decisión
conocida por un grupo que sabía de las grabaciones como una práctica
regular del SIN; y d) la transcripción de las conversaciones ha sido realizada
por el equipo del Congreso después de una exhaustiva limpieza de la
banda de sonido, trabajo realizado por la empresa Guarango y por
especialistas del Congreso, lo que ha permitido mejorar hasta un veinte por
ciento del nuevo texto, que logra mejor comprensión de los diálogos.
2. Aun cuando no han sido materia de cuestionamiento es del caso precisar
que las conversaciones en cuestión, grabadas por orden de uno de los
interlocutores no vulneran el derecho al secreto de las comunicaciones y el
derecho a la intimidad personal. Ambos derechos fundamentales están
recogidos, autónomamente, en la Constitución. Así, artículo 2°, numerales
10) y 7), respectivamente.
El derecho al secreto de las comunicaciones tiene un carácter formal
[Ejecutoria Suprema del catorce de mayo de dos mil siete, Recurso de Nulidad
número 926–2006/AV, Cuarto FJ]. Protege a los comunicantes frente a
cualquier forma de interceptación o captación del proceso de
comunicación por terceros ajenos, sean sujetos públicos o privados. Su
objeto es la confidencialidad tanto del proceso de comunicación mismo
como del contenido de lo comunicado43, pero el derecho al secreto de las
comunicaciones lo es con independencia del contenido de la

42Véase: Tomo 1, páginas XI a XXIII.


43CARBONE, CARLOS ALBERTO: Grabaciones, escuchas telefónicas y filmaciones como medio de
prueba, Rubinzal – Culzoni Editores, Buenos Aires, 2005, páginas 190/191.

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comunicación44, que pueden ser íntimas o no. En el presente caso no hay


afectación a este derecho fundamental en la medida que la grabación no
fue realizada por orden de uno de los intervienen en el proceso de
comunicación45. Si la norma constitucional protege la comunicación y no lo
comunicado, en consecuencia, ninguna infracción cabe apreciar si alguno
de los titulares de la relación informativa divulga la noticia, salvo claro está
que la información afecte al derecho a la intimidad46; no hay secreto
cuando se narra algún hecho o se formula un comentario a un interlocutor.
El derecho a la intimidad personal, por el contrario, tiene un
contenido o carácter material. En virtud a él, afirma el Tribunal
Constitucional, la persona puede realizar los actos que crea convenientes
para dedicarlos al recogimiento, por ser una zona ajena a los demás en que
tiene uno derecho a impedir intrusiones y donde queda vedada toda
invasión alteradora del derecho individual a la reserva, la soledad o el
aislamiento, para permitir el libre ejercicio de la personalidad moral que
tiene el hombre al margen y antes de lo social (STC número 6712–2005–HC/TC,
del diecisiete de octubre de dos mil cinco). Este derecho incide y protege
determinadas manifestaciones de la vida privada revestidas de una
protección especial por venir directamente relacionadas con la dignidad y
el desarrollo de la propia personalidad.
En el presente caso, como la materia captada no entra en ese
ámbito personal, propio de la privacidad o susceptible de una protección
legal expresa, no sólo porque los intervinientes en el proceso de
comunicación exteriorizaron sus pensamientos y puntos de vista
voluntariamente y sin coacción, sino porque las propias conversaciones
tenían trascendencia pública en función de los temas tratados, éstas
derivan de la gestión pública de por lo menos uno de los participantes en
ella: no está siquiera en juego su vida íntima o privada, y se realizaron en
una sede pública, en el despacho oficial de un funcionario público. Por lo
demás, si las conductas que ella entraña pueden constituir delito público o
proposiciones delictivas, no existe interés constitucional por el secreto47.
3. El libro, procesalmente, es un documento en tanto es un soporte escrito o
una representación que expresa una realidad concreta y que preexiste al
proceso y es independiente de él, de manera que se aporta al mismo con
fines esencialmente probatorios48. Pero no sólo eso, es asimismo un
documento público, pues proviene o ha sido puesto en circulación por
entidades públicas del Estado, en este caso, del Congreso; y, se refieren o

44 MONTERO AROCA, JUAN: La intervención de las comunicaciones en el proceso penal, Editorial

Tirant lo Blanch, Valencia, 1999, página 49.


45 La STC número 2863–2002–AA/TC, del veintinueve de enero de dos mil tres, ha precisado,

en los mismos términos, que este derecho garantiza su no penetración y conocimiento por
terceros, sean estos órganos públicos o particulares, ajenos al proceso de comunicación.
46 GIMENO SENDRA, VICENTE: Obra citada, página 418.
47 Mayores referencias: ASENCIO MELLADO, JOSÉ MARÍA: Dictamen acerca de la eficacia y valor

probatorio de las grabaciones en audio y video halladas en le domicilio de D. Vladimiro


Montesinos en el mes de noviembre de 2000. En: Prueba ilícita y lucha contra la corrupción,
(JOSÉ MARÍA ASENCIO MELLADO – Director; JOSÉ CARLOS UGAZ SÁNCHEZ MORENO – Coordinador),
Editorial Grijley, Lima, 2008, páginas 56/74.
48 ASENCIO MELLADO, JOSÉ MARÍA: Obra citada, página 156.

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provienen de audios y videos que se encuentran en los archivos de la


institución.
4. Como se trata de transcripciones por escrito de conversaciones
contenidas en audios o videos constituyen una copia –el documento original
serían los audios o videos–, lo cual no lo hace perder su consideración de
documento, pues refleja una idea plasmada en un documento original: los
audios o videos.
5. En la medida en que lo que se ha ofrecido es, propiamente, el libro y no
el audio o video, al constituir un soporte escrito en el que consta la
transcripción de una determinada conversación, el régimen de actuación
es la lectura del mismo, no la audición o visualización, sólo concebible si se
tratara de la presentación de los respectivos audios o videos49. Además, el
libro contiene una transcripción extrajudicial de documentos que figuran en
un archivo oficial y realizado por la autoridad correspondiente conforme
con el procedimiento parlamentario, legalmente previsto. Una copia sólo
será rechazable si una de las partes impugna su autenticidad, en cuyo caso
cabe la contrastación de su contenido con el documento original.
6. La defensa del acusado no ha afirmado la falsedad del contenido del
documento o la manipulación del mismo respecto de la fuente original. Sólo
ha cuestionado la idoneidad del libro en tanto debió aportarse el audio o
video, lo que –según se ha dejado expuesto– no es procesalmente aceptable.
En virtud del origen y modo de configuración del libro analizado, no es
posible negarle el carácter de medio de prueba válido para conformar la
convicción judicial.

78°. CD Y DOCUMENTOS ESCRITOS APORTADOS EN EL CONGRESO POR RAFAEL MERINO


BARTET. La Fiscalía incorporó al debate procesal diversos documentos
aportados por Rafael Merino Bartet, funcionario de la Alta Dirección del SIN
durante la gestión del acusado Fujimori Fujimori50. Se trata de documentos

49 La transcripción, el acta que la contiene, como prevé la jurisprudencia alemana –BGHSt 27,
135–, está sujeta a la prueba documental [ROXIN, CLAUS: Derecho Procesal Penal, Editores del
Puerto, Buenos Aires, 2000, página 248]. En el mismo sentido la jurisprudencia española. Dice
al respecto RODRÍGUEZ LAINZ, JOSÉ LUIS: “El Tribunal Constitucional ha llegado a definir el
contenido de lo grabado como prueba documental que como tal puede acceder al
plenario, bien como prueba documental fonográfica bien como documento escrito
mediante su transcripción, refiriéndose de forma esporádica en el Auto 196/1992, de 1 de
julio, así como en la STC 128/1988, de 27 de junio, la posibilidad de darse incluso por
reproducida si es que ninguna de las partes pidiera la audición de las cintas o la lectura de su
transcripción en la vista oral…” (La intervención de comunicaciones telefónicas, Editorial
Bosch, Barcelona, 2002, página 191).
50 En la sesión septuagésima sexta –fojas cuarenta y ocho mil ochocientos cuarenta y siete– la

Fiscalía entregó un CD, que a su solicitud oficial le fuera entregado por el Congreso de la
República. En la sesión nonagésima –fojas cincuenta y tres mil ochenta y cuatro– la Fiscalía
entregó los oficios mediante los cuales el Congreso le remitió el CD. Se trata de tres oficios: a)
Oficio número 503–2007–2008–OM/CR, del nueve de junio de dos mil ocho, mediante el cual
el Oficial Mayor del Congreso remit6e un CD rotulado “diskettes que fueron entregados por
Merino Bartet (SIN 1 al 7), recibido por la Fiscalía el doce de junio de dos mil ocho –fojas
cincuenta y tres mil veintisiete–; b) Informe Técnico número 127–2008–AGCR–DGP–CR, del
veintisiete de mayo de dos mil ocho, que informa sobre que el CD remitido es parte del
acerco documental de la Comisión investigadora sobre la actuación, el origen y destino del
dinero de Vladimiro Montesinos Torres y su evidente relación con el ex presidente Alberto

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escritos obtenidos de la memoria de las computadoras tanto del citado


testigo como del doctor Pedro Huertas Caballero, asesor jurídico de la Alta
Dirección del SIN, que trabajaba con él en la misma oficina o despacho de
la institución51.
La defensa cuestiona esos documentos porque no se incorporó la
fuente de prueba, que sería la memoria ram. Tampoco se incorporó el
diskette original que sirvió para copiar la información del disco duro de las
dos computadoras. Aduce que sólo se entregaron transcripciones, meros
apoyos auxiliares que no son prueba documental. Además, no se efectuó
un reconocimiento específico de cada documento escrito; y, lo que se hizo
en sede extrajudicial no es legalmente aceptable ni confiable, pues incluso
existen versiones disímiles del testigo Merino Bartet.

79°. Rafael Merino Bartet ha declarado en esta audiencia –sesión


nonagésima, de fojas cincuenta y tres mil noventa–, ante el Congreso en la
Comisión Towsend –Comisión investigadora sobre la actuación, el origen,
movimiento y destino de los recursos financieros de Vladimiro Montesinos Torres y su
evidente relación con el ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori– en el curso de
cinco sesiones públicas –fojas cuarenta y tres mil veinte, cuarenta y tres mil
setenta y uno, cuarenta y dos mil seiscientos seis, cuarenta y dos mil seiscientos
noventa y uno, y cuarenta y dos mil setecientos noventa–, ante la Fiscalía de la
Nación –declaración de fojas cincuenta y tres mil treinta y tres–, y en el juicio oral
seguido en esta Corte Suprema por delito de rebelión incoado contra el
acusado Alberto Fujimori Fujimori y otros, Expediente número 13–2004–AV
–fojas sesenta mil cuatrocientos setenta y cuatro–.
Sostuvo que después de que el acusado Fujimori Fujimori anunció
públicamente la desactivación del SIN –hecho ocurrido el dieciséis de
septiembre de dos mil– y Vladimiro Montesinos huyó a Panamá se dio la orden
de incinerar toda la documentación procesada en el SIN y de que se
borraran todos los discos duros de las computadoras, decisión que fue

Fujimori Fujimori, rotulado “Diskettes que fueron entregados por el señor Rafael Merino Bartet 1
al 10”; y, c) Oficio número 242–2008–MP–FN–1ra FSP, del nueve de mayo de dos mil ocho, que
solicitó al Congreso copia certificada o CDs del archivo de los diskettes de las dos
computadoras del abogado Rafael Merino Bartet, quien concurrió en el año dos mil uno a la
Comisión Towsend (archivos 002–003–004–008, principalmente).
51 La Fiscalía en la sesión nonagésima incorporó una sumilla de los documentos aportados, y

en la oralización –sesiones centésima primera a centésima décima octava– precisó los


mismos. Se trata de un conjunto cincuenta y dos clases de documentos. Así, planes
operativos, comunicados oficiales, manifiesto a la nación, oficio de remisión de documentos,
guía de declaraciones de Alberto Fujimori al diario La República sobre el caso Robles
Espinoza, cronograma de actividades en cuanto al desplazamiento de vehículos militares,
exposición del comandante general del Ejército a su salida de la reunión Comisión
Investigadora del Congreso, posibles preguntas de periodistas al general EP Hermoza Ríos,
solicitud y proyectos de resolución y documentos del Consejo Supremo de Justicia Militar,
proyecto de Informe en Minoría del Congreso de la República, proyecto de atestado contra
San Román Cáceres y Uceda Pérez, Proyectos de memos y comunicados contra general EP
Robles Espinoza, proyecto de oficio que niega existencia del Destacamento Colina, proyecto
de oficio de la DIFE comunicando que no recibió ordenes para incursionar en la Universidad
la Cantuta los días diecisiete y dieciocho de julio de mil novecientos noventa y dos, y oficio
del inspector general del Ejército que informa al comandante general del Ejército sobre
acciones administrativas relacionadas con el caso La Cantuta.

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transmitida por el general EP Rubén Wong Venegas, director de Informática


del SIN. No obstante ello, extrajo la información que tenía en su
computadora y en la de Pedro Huertas Caballero, con quien compartía la
oficina, –esa labor duró de dos a cuatro días–, que se tradujo en diez u once
diskettes y, luego, los copió en la computadora de su casa. Huertas
Caballero no tenía clave en su computadora y sólo contaba con
información hasta el año mil novecientos noventa y tres. La Comisión
Parlamentaria antes indicada, que se constituyó el trece de noviembre de
dos mil dos bajo la presidencia del congresista Waisman Rjavinsthi, se
contactó con él a través del jefe de la Asesoría, doctor Ponce de León. Ello
dio lugar a que hiciera entrega al vicepresidente de la misma, congresista
Gamarra Olivares, de diversa documentación e información, así como que
en un segundo momento entregara al jefe de Asesores los diez diskettes.
Luego, al reconstituirse la Comisión bajo la presidencia de la congresista
Ana Elena Towsend Diez Canseco –con motivo del nuevo régimen
gubernamental del presidente Toledo Manrique–, mencionó esa entrega. La
información que entregó en aquellas dos ocasiones fue hallada en el
archivo de la Comisión, y en diversas sesiones reconoció los documentos y la
información obtenida de los diskettes que entregó. El reconocimiento, que
importó varias días y un trabajo intenso por los miles de documentos
registraron, se concretó consignando una rúbrica o visto bueno al pie del
documento.
Señala Merino Bartet que realizó otra entrega documentaria. Lo hizo
ante la Fiscalía de la Nación por medio del fiscal provincial adscrito a la
Fiscalía de la Nación, doctor Gálvez Villegas, en una diligencia realizada el
uno de agosto de dos mil uno –así consta del acta de fojas cincuenta y tres mil
treinta y ocho–. Entregó once diskettes; el undécimo diskette estaba
refundido en su escritorio y correspondía al manifiesto, estatuto y discurso
del supuesto golpe militar que se iba a producir en marzo y después en
septiembre de dos mil. Asimismo, tal información –parte de ella con otra
adicional– también fue entregada al Sexto Juzgado Penal Especial el
veintiocho de agosto de dos mil uno en una diligencia que se realizó en su
domicilio –véase acta de fojas cincuenta y nueve mil ciento veintiséis y razón del
Secretario de la Tercera Sala Penal Especial Superior de Lima de fojas cincuenta y
nueve mil ciento catorce, que se realizó después de la entrega propiamente dicha–
, la cual también reconoció en sede judicial.

80°. Lo central, por consiguiente, es el testimonio de Merino Bartet que, en lo


sustancial, es uniforme en sede congresal, fiscal y judicial. Lo relevante es
que en la Asesoría del SIN, donde prestaba servicios con el abogado
Huertas Caballero se elaboraron una serie de documentos de evidente
incidencia política, debidamente archivados en el disco duro de las dos
computadoras existentes en el Despacho de la Asesoría; documentos que
se preparaban por órdenes de Vladimiro Montesinos Torres. Asimismo, está
claro que se dio la orden de eliminar la memoria de ambas computadoras y
que esa orden no fue cumplida por Merino Bartet, quien antes de la
destrucción copió los archivos, trasladándolos en diskettes y
almacenándolas en la computadora de su domicilio –se está frente a un

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documento electrónico en sentido amplio, que es la copia en soporte externo del


documento electrónico estricto52–. Por último, está admitido que todos los
documentos que en sede parlamentaria y judicial se copiaron en formatos
escritos fueron reconocidos por Merino Bartet. Puede haber, es cierto,
algunas inconsistencias sobre el particular –explicadas por el número de
documentos objeto de reconocimiento–, si tal documento salió de la
computadora de Huertas Caballero o no, si el visto bueno se colocó o no y
si éste correspondía a la computadora de Merino Bartet, pero no hay duda
de que todos los documentos integraban el ámbito de una de los dos
computadoras de los dos asesores del SIN, y de que se elaboraron
cumpliendo órdenes de Montesinos Torres. Lo que ha entregado la Fiscalía
corresponde al archivo oficial del Congreso, y éste se formó a partir de la
entrega voluntaria de Merino Bartet, hecho último que ha sido confirmado
por el mismo en la audiencia53.

81°. Sobre esta base se puede disminuir el valor probatorio de los


documentos escritos aportados y, antes, del CD ofrecido por la Fiscalía
sobre lo remitido por el Congreso de la República –su análisis se realiza, por
consiguiente, junto con la declaración testifical, no en lugar de ella–. Merino Bartet
no sólo ha revelado lo que hizo como Asesor del SIN sino que acompañó
una información que copió de las computadoras del gabinete de asesores
del SIN, información que luego ha reconocido globalmente en todas las
sedes e individualmente ante el Congreso. La credibilidad del testigo muy
bien puede descansar exclusivamente en su versión oral, por lo que si
además se toma en cuenta para formar la convicción judicial el CD y los
documentos escritos materia de transcripción, en modo alguno puede
considerarse que ese método, al otorgarles validez o calidad de prueba
consistente, es indebido.
El reconocimiento por parte de Merino Bartet, autor de los archivos –y,
por exclusión, de los del archivo de Huertas Caballero, en tanto sólo se copiaron
archivos de dos computadoras de la oficina que ambos ocupaban– se ha
producido, por lo que se pueden tener por ciertos, reconocimiento que se
ha hecho incluso en los marcos de una narración de lo que hizo como
funcionario del SIN. La defensa ha podido impugnarlos uno por uno, pero no
cabe negarlos en forma genérica. La exigencia de reconocimiento
individual, más aún en un ámbito que implicaban muchísimos documentos
procedentes de archivos electrónicos, no está prevista en la ley. Se han
aportado unos documentos en soporte informático que su autor los ha
reconocido como verdaderos; y, al haber sido reconocidos como tales, la
defensa no puede impugnarlos genéricamente. No hay defecto sustancial
en el reconocimiento realizado por Merino Bartet y, por tanto, no puede
rechazarse su autenticidad.

52 TORRES MORATO, MIGUEL ÁNGEL: La prueba ilícita penal –con DE URBANO CASTRILLO, EDUARDO–,
página 380.
53 No se puede pedir una pericia electrónica pues, como está expuesto, la memoria ram fue

borrada y las máquinas desaparecidas por acción de los funcionarios del SIN que
obedecieron las ilegales órdenes de Vladimiro Montesinos Torres, al destruir un archivo oficial
sin fundamento jurídico alguno.

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La objeción de la defensa se desestima.

82°. DECLARACIONES DE VLADIMIRO MONTESINOS TORRES. La Fiscalía solicitó que se


incorpore como material documentado utilizable las diversas declaraciones
realizadas por Vladimiro Montesinos Torres en sede congresal, fiscal y
judicial, cuando optó por declarar.
1. Así, en la sesión centésima primera, al desarrollar el tema I “la existencia
de una estrategia paralela a cargo del SIN”, numeral segundo “Rol de
Vladimiro Montesinos Torres”, ofreció: a) continuación de su instructiva de
fojas cuarenta y siete mil trescientos noventa y cinco, en el expediente 43–
2001; b) continuación de su instructiva de fojas cuarenta y seis mil seiscientos
cuarenta y cuatro, en el expediente 14–2001; c) ampliación de su instructiva
de fojas cuarenta y siete mil cuatrocientos veintitrés, expediente 43–2001; d)
continuación de su instructiva de fojas cuarenta y siete mil cuatrocientos
treinta y nueve, expediente 43–2001; e) ampliación de su instructiva de fojas
cuarenta y siete mil cuatrocientos cincuenta y cuatro, expediente 43–2001;
f) ampliación de su instructiva de fojas cuarenta y siete mil cuatrocientos
cincuenta y nueve, expediente 43–2001; g) continuación de su instructiva
de fojas cuarenta y siete mil quinientos treinta y siete, expediente 16–2001; h)
declaración ante la Comisión Investigadora del Congreso sobre la influencia
irregular ejercida durante el Gobierno de Fujimori sobre el Poder Judicial,
Ministerio Público y otros poderes e instituciones del Estado vinculados a la
Administración de Justicia de fojas cuarenta y seis mil trescientos setenta y
cuatro; e, i) declaración ante la Sub Comisión Investigadora del Congreso
en el caso de Martha Chávez por supuesto delito de receptación y otros en
agravio del Estado, de fojas cuarenta y siete mil cuatrocientos sesenta y seis
[este testimonio también fue ofrecido por la parte civil en el tema III “Órdenes
dictadas por el acusado Fujimori Fujimori” la sesión centésima décima novena54].
2. El fiscal en la sesión centésima segunda, al desarrollar el tema II
“Ejecución de la estrategia paralela”, numeral segundo “Manejo del
Presupuesto del SIN – gastos reservados”, ofreció: a) testifical ante la Vocalía
de Instrucción en la causa número 05–2002 de fojas cuarenta y siete mil
quinientos veinticuatro; y b) indagatoria ante la Fiscal de la Nación del
diecinueve de julio de dos mil uno de fojas cuarenta y siete mil trescientos
ochenta y cuatro. En el tema III “Aportes del acusado y de Vladimiro
Montesinos Torres a la conformación del Grupo de Análisis”, ofreció la
declaración proporcionada en el expediente número 53–2001, del Quinto
Juzgado Penal Especial, de fojas siete mil ochocientos sesenta y dos55.

54 La parte civil también ofreció la declaración de Vladimiro Montesinos Torres prestada ante
el Congreso –Sub Comisión Investigadora de las denuncias constitucionales número 132 y 134
por delitos de tortura, falsedad ideológica, asesinato, lesiones graves, secuestro y
desaparición forzada–, en la indicada sesión y en relación al mismo Tema III, corriente a fojas
nueve mil seiscientos cuarenta y cuatro.
55 Lo relevante, en lo pertinente, del conjunto de declaraciones de Vladimiro Montesinos

Torres –trece en total– estriba en lo siguiente: (1) Que durante la gestión del jefe del SIN,
general EP Edwin Díaz Zevallos, en el primer semestre de mil novecientos noventa, accedió a
las interceptaciones telefónicas que el SIN realizaba al candidato presidencial Vargas Llosa y
se las comunicó al acusado Fujimori, quien cuando fue elegido presidente dispuso la
continuación de las mismas para orientarlas a la lucha contra el PCP–SL, MRTA y el

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3. La defensa rechaza la conducencia de esas declaraciones. Sostiene que


se trata de pruebas trasladadas o, con más precisión, actos de
investigación y no de prueba, y en todo caso constituyen pruebas
personales documentadas. Además, no son utilizables porque Montesinos
Torres vulneró el deber de buena fe procesal, pues declaró cuando no

narcotráfico, así como en el frente externo; de igual manera se hizo lo propio con los
objetivos políticos, que incluía a personajes de la oposición –un diez por ciento de toda la
actividad de interceptación–, incluso –como parte de la red configurada con esa finalidad–
se levantó una central en Palacio de Gobierno (esa tarea era realizada por los servicios de
inteligencia de las fuerzas armadas, policía nacional y por el propio SIN, y se extendió durante
todo el régimen, actuando en cumpliendo de órdenes del presidente Fujimori –quien
monitoreaba todas las comunicaciones que se hacían en Palacio de Gobierno– y analizando
la información obtenida, en la que participó Merino Bartet –las examinaba y elaboraba las
apreciaciones de inteligencia–). (2) Que, asimismo, por orden del presidente se grabaron los
videos en el SIN, quien como jefe del organismo, que de acuerdo con la Ley del SIN
pertenecía a la Presidencia de la República; las filmaciones se realizaban con conocimiento
del Contralmirante Rozas, jefe del SIN, y se filmaban en su oficina. (3) Que por orden del
presidente Fujimori Fujimori, y con conocimiento del presidente del Consejo de Ministros y del
jefe del SIN, asumió las funciones de Jefe del SIN y administraba directamente los recursos y
otras asignaciones entregadas al SIN –con esos fondos, por ejemplo, se adquirió los equipos
para interceptación telefónica–, así como luego las partidas reservadas; también
supervisaba las interceptaciones telefónicas, y tuvo, siempre por disposición del presidente,
una participación en el crecimiento del SIN bajo a supervisión del presidente, quien
aprobaba y firmaba la documentación, con quien además despachaba directamente. (4)
Que el dinero obtenido de esa forma –transferencias provenientes de los Ministerios de
Defensa y del Interior– con conocimiento y disposición del presidente Fujimori fueron utilizados
para diversos fines: corromper a un parlamentario que presidía una comisión investigadora,
depositar fondos en el extranjero para financiar la campaña de los Congresistas de Perú 2000
y para otros que pretendían serlo perteneciente a otras tiendas políticas y, luego, una ulterior
candidatura presidencial en el año dos mil seis, pago a agencias encuestadoras para
manipular los resultados, pagos a los canales de televisión para que colaborar en la
campaña reeleccionista, gastos personales –pago de estudios de sus hijos–. (5) Que cumplió
las órdenes que el presidente le daba dentro del objetivo político trazado, se le daba una
misión y la cumplía –así, la reelección presidencial: Fujimori dio los medios y él los ejecutó–; de
otro lado, sólo sugería los cambios en las Fuerzas Armadas, el nombramiento lo hacía Fujimori
Fujimori, quien tiene su personalidad de suerte que si quería firmaba y en caso contrario no lo
hacía. (6) Que, formalmente, fue asesor de la Alta Dirección del SIN desde el uno de enero
de mil novecientos noventa y dos hasta el catorce de septiembre de dos mil, pero tenía el
manejo de las partidas uno y dos y del dinero producto de las transferencias de los Ministerios
de Defensa y Del Interior, a la par que como una de las tareas encomendadas por el
presidente fue conseguir una mayoría parlamentaria para evitar lo que ocurrió el año mil
novecientos noventa y dos que determinó la disolución del Congreso. (7) Que participó en
las reuniones de coordinación de las unidades de inteligencia –participaban los directores de
Inteligencia de los institutos armados y policiales, y en algunas oportunidades participaron el
general PNP Jhon Caro, Benedicto Jiménez y Marcos Miyashiro, así como Ketín Vidal, todos
de la Policía Nacional– y se encargó del diseño de la nueva estrategia de pacificación que
se concretó con la expedición de los ciento veintitrés Decretos Legislativos de noviembre de
mil novecientos noventa y uno; que en una reunión con el Jefe del SIN Salazar Monroe, el
director de la DINTE Rivero Lazo y el general PNP Jhon Caro conversaron sobre la formulación
de un Manual de lucha contra el terrorismo sobre la base de la documentación incautada
por la DINCOTE al PCP–SL, por lo que el General PNP Jhon Caro solicitó apoyo al SIN, lo que
se hizo efectivo bajo la coordinación del general EP Salazar Monroe; que el Manual que se
elaboró no le fue entregado; que tiene conocimiento que el SIN tenía asignado personal en
la DINCOTE, en la BREDET, para apoyarlos en su misión. (8) Que sobre el Destacamento Colina
y sus acciones guardó silencio en sede parlamentaria, alegando su judicialización.

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podía ser contrainterrogado por la defensa, y que cuando la contradicción


podía tener lugar guardó silencio.

83°. El ámbito o los alcances del artículo 261° del Código de Procedimientos
Penales respecto de la denominada “prueba trasladada” han sido
precisados en el párrafo 71°. Vladimiro Montesinos Torres fue citado como
testigo en esta causa y concurrió a la audiencia –sesión septuagésima sexta–,
sin embargo, luego de contestar algunas –no todas– las preguntas del fiscal
decidió guardar silencio. Por los hechos objeto de la causa tiene la
condición de imputado en el proceso conexo seguido en la Primera Sala
Penal Especial Superior de Lima. Así este Tribunal aceptó su silencio pero,
asimismo, ante su actitud declaró sin valor ni efecto procesal alguno lo que
dijo en su breve presentación en el acto oral –véase resolución de fecha dos
de julio, de fojas cuarenta y ocho mil novecientos veintidós–. Es evidente que si un
testigo o, mejor dicho, un coimputado, se niega a continuar un
interrogatorio e impide que se cubran las exigencias del derecho a
interrogar a los testigos de cargo, que constituyen parte del núcleo del
derecho a la defensa cuya privación causa una efectiva indefensión y, por
consiguiente, corresponde al Tribunal excluir del caudal probatorio tal
declaración, en lo poco que pudo aportar.
Pero, ¿esto último significa que no puedan utilizarse las declaraciones
que Montesinos Torres ha podido brindar en otras sedes: congresales,
fiscales y judiciales? La respuesta es negativa. Dichas declaraciones son
plenamente valorables. Las manifestaciones que contienen serán objeto de
análisis, individual y con el conjunto de la prueba actuada.
El motivo por el cual se utilizan esas declaraciones es la presencia de
una causa excepcional e insubsanable derivada de la negativa a declarar
de Montesinos Torres: fue citado pero invocó su derecho al silencio. Es obvio
que cuando un coimputado decide no declarar en uso de su derecho éste
es absoluto, pero una vez que lo hace en cualquier lugar –que declara– se
entiende que ha renunciado al mismo y, por ende, su declaración puede
utilizarse. La negativa a declarar, como es fácil colegir, deja a los abogados
de las partes sin posibilidad de interrogar y contrainterrogar, pero esta
conducta no es culpa del Estado o del Tribunal, que lo llama, sino de
Montesinos Torres que se niega a hacerlo. Por tanto, el Tribunal ha cumplido
con su obligación al citarlo para someter a contradicción simultánea su
declaración; el derecho existió y se concedió, si bien el testigo se negó a
declarar.
El valor de las declaraciones de Montesinos Torres, como de todas
otras –declaraciones de otros testigos– a las que es del caso acudir, en tanto se
cumplan las exigencias ya precisadas –imposibilidad absoluta o grave dificultad
que razonablemente impide su asistencia al acto oral, esto es, ausencias
insubsanables–, es claro por la vía documental, no testifical, pues
propiamente no son testigos al no haber concurrido a la audiencia. Pero, lo
han hecho –han declarado espontáneamente– en otros procesos, que es lo
mismo, por ejemplo, que haberlo hecho en un libro, pues otro proceso es
una realidad tan extraprocesal para éste como lo otro.

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En cuanto a la ausencia del abogado defensor del imputado en esta


causa, tal presencia por razones evidentes derivadas de las características
de esos procedimientos no es exigible; esas diligencias no son nulas y no
causan indefensión porque las defensas, en todo momento, desde su
apersonamiento a la causa y en especial desde el avocamiento del Tribunal
tuvieron acceso al proceso y a la totalidad de sus actuaciones, a la
documentación que fue agregándose progresivamente. Las declaraciones
de Montesinos Torres no fueron desconocidas por las partes y, en esas
condiciones, por su contenido, era previsible que fueran invocadas por ellas
en apoyo a sus pretensiones y resistencias, al punto que tenían la posibilidad
cierta de ofrecer evidencia para cuestionarla, neutralizarla, o, en su caso,
apoyarla.
La objeción se rechaza.

84°. DIARIO DE DEBATES DEL CONGRESO. La Fiscalía ofreció como prueba el Diario
de Debates del Senado –la cuadragésima sexta sesión, del día once de
noviembre de mil novecientos noventa y uno, y la sesión quincuagésima, del
quince de ese mes y año–, de fojas cincuenta y siete mil doscientos cuarenta
y cinco, y cincuenta y siete mil doscientos setenta y siete. Éste contiene, de
un lado, la exposición de los ministros de Defensa y del Interior, generales EP
Malca y Briones, por la matanza de Barrios Altos; y, de otro, las
intervenciones de los senadores, en especial el discurso del senador Diez
Canseco Cisneros, que dio cuenta del denominado Plan de Operaciones
“Ambulante”. También ofreció el Diario de Debates del Congreso
Constituyente Democrático de las sesiones donde se abordaron las
discusiones parlamentarias para la aprobación de las leyes 26291, 26479 y
26492 –las denominadas Ley Cantuta y Leyes de Amnistía–, corrientes a fojas
veintiocho mil doscientos doce, veintiocho mil doscientos cincuenta y ocho,
y veintiocho mil trescientos cuarenta y seis.
La defensa sostiene que lo que se plasma en el Diario de Debates son
las opiniones de los congresistas que expusieron, por lo que el medio de
incorporación debió ser la testifical. Entonces, se debió llamar como testigos
al ex senador Diez Canseco y a los demás que intervinieron.
El Diario de Debates del Congreso es un documento oficial expedido
por el Congreso de la República. En él constan lo que en las sesiones del
Pleno o de las Comisiones exponen los propios Congresistas y todo aquél
que es citado para informar o declarar, o es interpelado para proporcionar
explicaciones ante la Cámara o sus órganos. En tanto documento público –
se ha incorporado copia certificada de ellos– da fe de lo que en el Congreso
dijeron los manifestantes; esa es su eficacia probatoria. Otra cosa es, por
cierto, el contenido de las manifestaciones, respecto de las cuales el
Tribunal no está vinculado. Su valoración importará su análisis individual y su
integración con las demás pruebas actuadas.
En consecuencia, los Diarios de Debates objeto de lectura como
medio de prueba documental son plenamente valorables. No hace falta
para su valorabilidad traer al juicio como testigo a quienes expusieron ante
el Congreso. Como ya se ha indicado, no toda exposición de una persona
puede reducirse al medio de prueba testifical. En el caso del Diario de

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Debates, éste es la fuente de prueba, que a su vez contiene una


determinada información que proporcionó una persona concreta,
plenamente identificada, en cumplimiento de pautas o prácticas
parlamentarias. Son instrumentos que contienen declaraciones, y como
tales se aprecian.
El cuestionamiento se desestima.

85°. DILIGENCIA SUMARIAL DE EXHIBICIÓN DE DOCUMENTOS. La Fiscalía ofreció como


prueba y oralizó las resoluciones y diligencias de exhibición de documentos
realizadas en el Cuartel General del Ejército, concretamente en las
instalaciones del SIE y de la DINTE56. En esas diligencias se halló, en diversos
estantes y gabinetes: a) un primer bloque de cuarenta y dos documentos,
en los que constan diversas comunicaciones referentes a traslados de
personal de diferentes dependencias del Ejército, incluso del CCFFAA, para
la formación del Destacamento Colina bajo el comando del Comandante
EP Rodríguez Zabalbeascoa –existe documentación bajo esa denominación,
que incluso menciona entrega de armamento, explosivos y material logístico militar–
, así como comunicaciones y constancias de felicitación y condecoraciones
a diversos efectivos del Destacamento Colina; b) un segundo bloque de
trece documentos, en el que constan movimientos de personal vinculado al
Destacamento Colina –a su instalación e integración–, la constitución de la
DINTE como Unidad Ejecutora Presupuestal en vez del SIE, la asignación de
operaciones especiales a varios oficiales, entre ellos Martin Rivas, Pichilingue
Guevara, Rodríguez Zabalbeascoa, y la recompensa presidencial a esos tres
oficiales, junto con otros, así como a Flores Alván; y, c) un tercer bloque de
cuatro documentos, en el que constan Informes de Evaluación Normal de
los AIO –entre ellos los integrantes del Destacamento Colina– y devolución de
material –de intendencia, ingeniería y material de guerra– prestado al
Destacamento Colina.

86°. La defensa cuestiona la eficacia probatoria de los documentos


obtenidos por la Jueza del Quinto Juzgado Penal Especial de Lima. Esa
diligencia fue reservada y, como tal, al ser trasladada a esta causa, impidió
a la defensa el derecho de contradicción en el momento de su producción
y el control de su autenticidad. Además, la reserva decretada no fue
suficientemente desde el juicio de proporcionalidad o razonabilidad.
Tal cuestionamiento carece de mérito.
En efecto, no sólo se trata de una diligencia sumarial que, por su
propia naturaleza, es irrepetible o indisponible, sino que fue realizada por la
Juez Penal en el ejercicio regular de sus poderes de instrucción, para cuya
realización dispuso el secreto sumarial –levantado luego de la ejecución de las

56 En el expediente número 32–2001 el Quinto Juzgado Penal Especial de Lima abrió un


cuaderno reservado y dispuso la realización de una diligencia de exhibición en el archivo de
la DINTE y del SIE, al amparo de la Ley número 27379. Así constan de las resoluciones del tres y
ocho de abril de dos mil dos, de fojas sesenta y tres mil noventa y cinco, y sesenta y tres mil
noventa y siete, así como de las resoluciones de fecha once y veintiséis de abril de dos mil
dos, de fojas sesenta y tres mil quinientos cincuenta y tres, y sesenta y tres mil quinientos
setenta y uno.

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diligencias, conforme se advierte en las resoluciones de fojas sesenta y tres mil


quinientos ochenta y cuatro, del tres de mayo de dos mil dos, de fojas sesenta y tres
mil quinientos sesenta y tres, del diecinueve de abril de dos mil dos–, lo que está
permitido por el artículo 73° del Código de Procedimientos Penales57. El
secreto está justificado por la necesidad de garantizar el éxito de la
investigación, evitando las comunicaciones en la causa que puedan
provocar la fuga de los partícipes en el hecho punible y/o la destrucción o
manipulación de las fuentes de prueba.
La resolución que dispuso la diligencia de exhibición tiene un
fundamento mínimo, pero razonable: identifica la diligencia, precisa los
motivos de su realización, y señala que así debe procederse para evitar que
trascienda –lo que sería factible si se hace un pedido a la propia institución militar–
58. Este último argumento es el que en buena cuenta justifica el secreto de

la instrucción: los documentos que se estaban buscando están vinculados a


la actuación delictiva de un destacamento militar de inteligencia que,
como es público y notorio, oficialmente había sido negado; además
correspondían a un archivo de un órgano de inteligencia, que por su propia
naturaleza recomendaba una actuación judicial sigilosa.
Es cierto que se trata de una diligencia que proviene de un proceso
distinto, aunque conexo. Su carácter irrepetible o indisponible justifica su
utilización, vista su pertinencia y utilidad, en esta causa. Como tal, se
apreciará bajo las reglas de la prueba documental.
Finalmente, reiterando lo que se ha venido enfatizando en este
capítulo, no es de recibo en esta clase de diligencias sumariales urgentes la
presencia del defensor del imputado o de la persona a quien podría
perjudicar la diligencia y sus hallazgos. La contradicción simultánea, por su
propia naturaleza y en función del sigilo que una tal diligencia entraña, no
era posible. Y, ante la contradicción diferida o sucesiva, ésta fue posible en
tanto que de esa diligencia, a partir del avocamiento de este Tribunal –y
antes, de la propia defensa–, todas las partes tenían conocimiento, por lo que

57 El artículo 73° del Código de Procedimientos penales prescribe, en lo pertinente: “…el juez
pude ordenar que una actuación se mantenga en reserva por un tiempo determinado
cuando juzgue que su conocimiento puede entorpecer o dificultar en alguna forma el éxito
de la investigación que lleva a cabo. En todo caso cesa la reserva cuando se ponga la
instrucción a disposición del defensor durante tres días en el juzgado para que se informe de
toda la instrucción, haya concurrido o no a las diligencias”.

58 Es de insistir que motivación suficiente es aquella que permite conocer la razón de decidir,
independientemente de la parquedad o extensión del razonamiento expresado. Asimismo,
para decidir constitucional y legalmente basta que la decisión judicial se funde en
circunstancias concretas que permitan advertir que los riesgos que la explican serán
razonablemente superados y conducirán a la recopilación de evidencias que se procuran, al
éxito de la diligencia programada, lo que en presente caso ocurrió. En estas situaciones, es
obvio, no se puede exigir semiplena prueba de la culpabilidad del imputado en la causa, no
sólo porque la medida de registro no está dirigida a él sino porque la disposición del secreto
sumarial se basa en consideraciones de seguridad y pronósticos de éxito de una obtención
de evidencias.

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estaban en la aptitud de poder articular los medios de defensa necesarias


para contrarrestarlas59.

87°. MANUALES DEL EJÉRCITO ME 38–20 Y ME 38–23. La Fiscalía ofreció como


prueba, para su lectura, los Manuales del Ejército ME 38–20 “Manual de
Operaciones Especiales de Inteligencia” y ME 38–23 “Manual de Equipos
Básicos”, ambos de inteligencia militar.
A. En autos corren tres ejemplares del ME 38–20. Dos similares
adjuntados a fojas quince mil ochocientos ochenta y tres, y veintinueve mil
setecientos cuarenta y uno –este último remitido por la Primera Sala Penal
Especial Superior–, de fecha marzo de mil novecientos noventa y nueve, y un
tercer ejemplar remitido por el Ministerio de Defensa que corre a fojas treinta
y siete mil cincuenta y ocho, de fecha abril de dos mil, también a la Primera
Sala Penal Especial Superior de Lima.
B. La defensa cuestiona el ME 38–20 bajo la denuncia de falta de
autenticidad por problemas de uniformidad entre el primer y segundo
ejemplar con el tercero; y, además, porque el Ejército, a través del coronel
EP Helber Gálvez Fernández, subdirector de Frente Interno [Oficio número
721/DIGEOPTE/V–3C/07.08, del veinticuatro de julio de dos mil ocho], informó que
ese Manual era un proyecto de verificación que no fue aprobado por el
general EP Pedro Villanueva Valdivia, ex comandante general del Ejército –
fojas cincuenta y cinco mil setecientos dos–.
C. El Manual ME 38–23 (Manual de Equipos Básicos) corre en un
anexo. La defensa discute su eficacia probatoria porque no tuvo vigencia,
conforme al oficio número 760/DIGEOPTE/V–3C/07.08, del once de agosto
de dos mil ocho remitido por el director general de Operaciones Terrestres
del Ejército –véase fojas cincuenta y cinco mil setecientos dos, cincuenta y cinco
mil setecientos tres, y cincuenta y cinco mil setecientos catorce–. Según ese oficio

59 Es de destacar que dentro del conjunto de documentos hallados en los archivos de


inteligencia militar se tienen tres memorandos: 1) Número 5005/SIE–5/02.37.01, de fojas seis mil
novecientos noventa, enviado por el coronel EP Pinto Cárdenas dirigido al AIO Ruiz Ríos Sosa
mediante el cual se le comunica su cese del Destacamento Colina, de fecha veintiuno de
enero de mil novecientos noventa y dos; en el reverso consta la firma del mayor EP Martin
Rivas. 2) Número 5006/SIE.5/02.37.01, de fojas seis mil novecientos noventa y uno, enviado por
el coronel EP Pinto Cárdenas dirigido a la AIO Estela Cárdenas Ruiz, mediante el cual se le
comunica su cese del Destacamento Colina, de fecha veintiuno de enero de mil
novecientos noventa y dos; en el reverso consta la firma del mayor EP Martin Rivas. 3) Número
005–DESTO–“C”, de fojas seis mil novecientos noventa y cuatro, del mayor EP Martin Rivas
dirigido al AIO Hugo Coral Goycochea, mediante el cual se le comunica su cese y su
destaque al Departamento de Personal del SIE. El mayor EP Martin Rivas negó su firma
–negativa reiterada en la sesión nonagésima segunda– en los tres memorandos; sin embargo,
los dictámenes periciales de grafotécnica número 07/2003, del diez de marzo de dos mil tres,
de fojas treinta y seis mil ochocientos noventa y dos, respecto de los dos primeros
memorandos, y el dictamen pericial de grafotécnica número 06/2003, de fojas treinta y seis
mil trescientos ochenta y seis, respecto del último memorando, del Laboratorio Central de la
Policía Nacional, establecieron que las firmas ilegibles provienen del puño gráfico de Martin
Rivas, son sus grafismos. Por consiguiente, la autenticidad de los documentos no está en
duda, y la negativa de Martin Rivas se descartó tanto pericialmente cuanto porque fueron
obtenidos del propio archivo de inteligencia militar.

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el citado Manual “…constituía un proyecto para su verificación, que no fue


aprobado por el General de División Pedro Villanueva Valdivia”60.

88°. El ME 38–20 ha sido puesto a disposición judicial, siempre por conducto


oficial. Al respecto es pertinente citar la diligencia de exhibición de dicho
Manual corriente a fojas quince mil ochocientos sesenta y ocho, realizada
ante la jueza Báscones Gómez–Velásquez, en la causa 03–2003, el día
veinticinco de agosto de dos mil tres. En dicha diligencia el general EP
Zeballos Portugal, representante del comandante general del Ejército,
exhibió el Manual; mencionó que el Manual ME 38–20, aprobado por el
general EP Villanueva Valdivia y registrado por el general EP Rivero Lazo, fue
reimpreso el año mil novecientos noventa y nueve [las fechas que aparecen
en el mismo son de abril de mil novecientos noventa y uno y de julio de mil
novecientos setenta y uno –obvio error de impresión, de carácter material, en
atención a quienes aparecen aprobándolo y registrándolo–]; que coordinó con
la Escuela de Inteligencia y se le indicó que no existe en stock el citado
Manual –cuya distribución está circunscripta a oficiales de Inteligencia–, motivo
por el que se reimprimió en mil novecientos noventa y nueve; y, que ese
Manual fue creado para las lineamientos generales respecto al
planteamiento y ejecución de operaciones especiales, que tienen un
carácter reservado por su contenido.
El Manual analizado contiene, por lo menos, tres datos de interés.
1. En la página ocho, sobre “Consideraciones Básicas”, literal d), dice:
“Doctrinariamente las actividades de inteligencia se orientan a la búsqueda
y obtención de informaciones o a negarlas al adversario
/(contrainteligencia), sin embargo, como particulares de las OEI
consideradas en este manual, es que también pueden estar orientadas a
causar daño al adversario (sabotaje, secuestros, etc.)”.
2. En la página diez, Sección III “Operaciones Especiales de Inteligencia y
Operaciones Especiales de Contrainteligencia”, punto 9) Operaciones
Especiales de Inteligencia, numeral (1) Espionaje, dice: “Es la obtención de
información secreta, mediante el empleo de espías que requieren de una
alta preparación técnica, por lo cual se obtiene una información clasificada
para una organización, en violación de las leyes que rigen en la zona o país
donde se va a realizar”.
3. En la página treinta y cinco –Capítulo cinco “Planeamiento y Preparación de
una OOEEII”, Sección I. Generalidades, punto cuarenta y uno “Niveles de
Planeamiento”, literal a)–, dice: “Para el planeamiento y ejecución de
operaciones especiales de Inteligencia (OEI), es considerado como el más
alto nivel de planeamiento y decisión al Servicio de Inteligencia Nacional
(SIN), como cabeza del Sistema de Inteligencia; como Órgano central o
Patrocinador a la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINTE) o sus similares
en otros institutos, y como Órgano Ejecutivo al Servicio de Inteligencia del

60 La defensa del acusado Fujimori Fujimori en la sesión centésima vigésima cuarta al


desarrollar el tema XIV “La no vigencia de los ME 38–20 y 38–23”, se dio lectura a los citados
oficios número 721 y 760–DIGEOPTE–V–3C–07.08, del veinticuatro de julio y once de agosto de
dos mil ocho, respectivamente. Lo que cuestiona es la vigencia de ambos Manuales, no su
existencia. Se trata, en el caso de los dos oficios, de un informe del Ejército como institución.

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Ejército (SIE) o su similar en otros institutos”. El literal b), dice: “Planeamiento


del más alto nivel. En este nivel las OEI son la resultante de las necesidades
que pudiera tener el gobierno para alcanzar sus objetivos; asimismo se
considera del más alto nivel las que pudieran ser producto de las
necesidades del TG (CCFFAA)”.
En lo que se refiere a la ejecución de las OOEEII, el punto cincuenta y
cinco, literal a) “la determinación de objetivos”, dice: (1) “Los objetivos
pueden ser impuestos si se trata de apoyo al TG para satisfacer necesidades
de la Fuerza Operativa, o también impuestos por el SIN para satisfacer las
necesidades, en general, del Sistema Nacional de Inteligencia. El Órgano
Central (DINTE) seleccionará sus objetivos para satisfacer las necesidades
del SIDE”.

89°. Es cierto que entre los ME 38–20 de mil novecientos noventa y nueve y
de dos mil existen diferencias en la páginas ocho y diez. En el ME reimpreso
en dos mil, página ocho, no aparece la palabra “secuestros” y se la cambia
por “espionaje”, aunque seguida en ambos textos de un “etcétera”, en la
que se hace mención a la realización de acciones orientadas a causar
daños al adversario como parte de lo que se denomina Operaciones
Especiales de Inteligencia, y que es común en las dos ediciones. Asimismo,
en la página diez, cuando se define el “espionaje”, en la edición de dos mil
se elimina la frase “en violación de las leyes que rigen en la zona o país” en
orden a la obtención de información secreta, aunque cabe mencionar que
la ilicitud de la medida es evidente –todo acto de espionaje referido a obtener
información secreta lo es– desde la legislación del país afectado.
Se trata, como fluye de lo resaltado, de diferencias, primero, referidas
a textos del mismo Manual publicados en fechas distintas –y el que rigió en la
fecha de los hechos, según la diligencia de exhibición, fue el Manual reimpreso en
mil novecientos noventa y nueve–; y, segundo, no sustantivas, no sólo por lo ya
comentado en relación con la definición de “espionaje” –propio incluso de
acciones en territorio extranjero–, sino porque el cambio del vocablo
‘secuestros’ por ‘espionaje’ en una definición de actividades de inteligencia
que pueden estar orientadas a causar daños al adversario, no niega la
posibilidad de realizar secuestros, aunque le quita, es cierto, un plus de
ilegalidad.
Cabe, eso sí, destacar que ambas reimpresiones –el general EP Zeballos
Portugal enfatiza que el texto que exhibió, de mil novecientos noventa y nueve, es
una reimpresión del que regía en mil novecientos noventa y uno [aunque el término
reimpresión es usado sólo en el texto de dos mil]– reconocen que para el
planeamiento y ejecución de OEI el más alto nivel de planeamiento y
decisión es el SIN; y, respecto del planeamiento del más alto nivel, las OEI
son la resultante de las necesidades que pudiera tener el gobierno para
alcanzar sus objetivos y las necesidades planteadas como producto del
Teatro de Guerra (CCFFAA).

90°. Frente al oficio número 721/DIGEOPTE/V–3C/07.08 que resalta la no


vigencia del ME 38–20, está el oficio del jefe de Estado Mayor del Ejército N°
29478/B/B–5°/06.00, del veintiséis de septiembre de dos mil cinco, que

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precisa que el Manual fue aprobado por el general EP Villanueva Valdivia


–lo que descarta la negativa o, por lo menos, el olvido de ese acto administrativo
del indicado comandante general del Ejército en mil novecientos noventa y uno,
como acotó en la sesión septuagésima séptima–.
El director de la DINTE, general EP Chirinos Chirinos, en la sesión
cuadragésima octava, reconoció que tuvo a la vista y manipuló el indicado
Manual. Asimismo, el Director de la DINTE el año mil novecientos noventa y
uno, general EP Rivero Lazo, reconoció que el ME 38–20 tenía vigencia,
además puntualizó, luego de reconocerlo, que venía siendo estudiado
desde el año anterior y al presentar la recomendación para una nueva
edición es que ésta se aprueba, lo que da lugar a que en la edición de mil
novecientos noventa y uno aparezca su nombre y el del Comandante
general EP Villanueva Valdivia; aclara que posteriormente el Ejército sacó
otras ediciones del mismo Manual.
Víctor Silva Mendoza, jefe del SIE en mil novecientos noventa y uno,
en la sesión trigésima segunda, explicó los alcances del ME 38–20, incluso
trajo una copia, que es la correspondiente al año mil novecientos noventa y
nueve –sobre la fecha dijo que como no tenía uno a la mano, unos amigos se lo
habían proporcionado, que fue la copia que exhibió–. Precisó que la finalidad
de una OEI es obtener informaciones y/o causar daños al adversario,
entendiendo este último aspecto como golpear, atropellar y, por último,
eliminar, o sea dar muerte, interpretación que realiza según su experiencia.
El general EP Robles Espinoza, comandante general del COINDE, en
mil novecientos noventa y tres, afirmó haber leído el ME 38–20, con el que se
instruía al personal del SIE.
Si bien otros altos oficiales del Ejército no lo han reconocido, ya sea
por ser ajenos al ámbito de inteligencia militar o porque no lo utilizaron en el
servicio [es el caso del jefe SIE en mil novecientos noventa y dos, coronel EP Pinto
Cárdenas, del general EP Luis Salazar Monroe –dijo que no recuerda haber leído el
Manual, sólo haber visto los conceptos–, de Nicolás Hermoza Ríos, de José Valdivia
Dueñas, de Salazar Monroe –mencionó no haber utilizado ese Manual durante su
gestión al frente del SIN en mil novecientos noventa y dos–], es del caso destacar,
en función a lo expuesto por los directores de la DINTE, del comandante
general del COINDE, del jefe del SIE en mil novecientos noventa y uno, y al
tenor de la diligencia de exhibición, que ese manual no sólo existió y se
aplicó; además, se aprobó reglamentariamente y, por consiguiente,
expresó la doctrina oficial del Ejército en esa época, en que paralelamente
se había desatado la violencia terrorista y el Estado se enfrentaba a las
organizaciones terroristas. Muchos de los que niegan o relativizan su
existencia tienen procesos penales derivados del ejercicio del cargo, lo que
permite desestimar sus apreciaciones, desestimación que se consolida con
la documentación y exposiciones antes resaltadas.
Es inaceptable, frente a la documentación anterior y el último oficio,
de la DIGEOPTE, mencione algo insólito: que un Manual del Ejército,
debidamente aprobado, registrado y numerado, constituyó un mero
proyecto destinado a su verificación, y más aún: por varios años61.

61El AIO SOSA SAAVEDRA, que admitió integrar el Destacamento Colina y, como tal, haber
participado en los dos delitos objeto de este proceso: Barrios Altos y La Cantuta, señaló en la

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91°. El ME 38–23, Manual de Equipos Básicos, en su página cuarenta y una,


sobre los procedimientos de trabajo de los Equipos Básicos de Inteligencia,
establece que la técnica operativa por emplear es conforme a lo prescrito
en la doctrina contenida en el Manual de Operaciones de Inteligencia ME
38–20 –ello, por lo demás, refuerza la vigencia y aplicación de este último Manual,
pues no es posible sostener que un documento que no ha sido aprobado sea
objeto de referencia expresa en otro Manual o, incluso, proyecto del mismo–.
El punto treinta y dos “Equipos de Contrasubversión”, literal a), dice:
“Misión. Prevenir, detectar, localizar, identificar, neutralizar y/o eliminar
personas, redes u organizaciones que realicen actividades de subversión en
contra de la seguridad militar”.
El general EP Rivero Lazo, director de la DINTE, en la sesión trigésima
novena, reconoció la existencia y vigencia del referido Manual. Incluso
anotó que lo estudió el año mil novecientos setenta y dos cuando hizo el
curso básico de inteligencia; manual que fue reeditado sucesivamente,
siendo así que exhibió uno de mil novecientos noventa y nueve, que es el
mismo del editado en mil novecientos noventa y uno. El general EP Robles
Espinoza sostuvo parte de su exposición en ese Manual, al punto de precisar
que la felicitación presidencial para el ascenso del capitán EP Martin Rivas
permitió cumplir los requerimientos de ese Manual, pues implicaba tener un
grado superior para mandar.
En estas condiciones, es de cuestionar la veracidad del oficio de la
DIGEOPTE número 760/DIGEOPTE/V–3C/07.08 del once de agosto de dos mil
ocho que informó que el ME 38–23 constituía un proyecto para su
verificación, que no fue aprobado por el general EP Pedro Villanueva
Valdivia. El ME 38–23, cuya copia fue entregada por la Fiscalía en la décima
segunda sesión, ha sido reconocido por la máxima autoridad de
inteligencia militar, por lo que más allá de que el general EP Villanueva
Valdivia, no reconozca o no recuerda haberlo aprobado, es de sostener su
existencia, vigencia y aplicación.
La objeción de la defensa se desestima.

92°. DOCUMENTOS ENTREGADOS POR MARCOS FLORES ALVÁN. El AIO Flores Alván, en
la sesión décima quinta, señaló que en mil novecientos noventa y uno, por
orden del comandante EP Rodríguez Zabalbeascoa, pasó a trabajar en el
“Plan Caballero”, que consistía en el análisis que se estaba realizando en la
DINCOTE de documentación incautada al PCP–SL; que el equipo fue
integrado por los capitanes EP Martin Rivas y Pichilingue Guevara, un oficial
de la Marina Ríos Rodríguez, otro oficial del Ejército y el comandante EP
Paucar Carbajal, y se trabajó hasta julio de ese año; que en el Galpón del
SIE se elaboró el documento, que era un Manual contra Sendero Luminoso,
de inteligencia estratégica, cuyo texto final se culminó en el mes de agosto;
que el siguiente paso fue elaborar el Plan Cipango, el cual lo tipeo siendo

sesión octogésima séptima que vio el referido Manual ME 38–20, y que es de uso de oficiales,
aunque no lo observó en los ambientes asignados al Destacamento. De igual manera, en la
referida sesión refirió que leyó el Manual ME 38–23, pero no conoce si ha sido utilizado para
preparar los operativos de Barrios Altos y La Cantuta. Esta declaración no hace sino ratificar
la existencia de ambos manuales y su uso por los miembros del Ejército.

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dictado por Martin Rivas –una copia de ese plan mecanografiado por él,
debidamente reconocida, corre a fojas ocho mil doscientos sesenta y dos–; que al
aprobarse ese Plan se conformó un Destacamento Especial de Inteligencia,
cuyo personal fue llegando progresivamente, bajo el mando del
comandante EP Rodríguez Zabalbeascoa; que su función fue tipear los
informes que se realizaban y archivar la documentación generada, así
como la labor administrativa del Destacamento; que el veintisiete de junio
de mil novecientos noventa y dos asistió a un almuerzo en la Comandancia
General del Ejército al Destacamento Colina, en el que el general EP
Hermoza Ríos dio un discurso, el mismo que grabó y transcribió, cuyo texto
fue entregado a la Fiscalía en su procedimiento de colaboración eficaz
–corre a fojas ocho mil doscientos sesenta, que fue leído y reconocido en el acto
oral–.
El citado testigo, en rigor, coimputado, se sometió al procedimiento
de colaboración eficaz en la Fiscalía Provincial que despachaba el doctor
Richard Saavedra Luján. El treinta y uno de octubre de dos mil uno entregó
numerosos documentos de los archivos del Destacamento Colina –véase
acta de fojas sesenta y tres mil ciento cuarenta y siete, reiterada a fojas ocho mil
doscientos cuarenta y ocho–, respecto de los cuales, dijo en la audiencia, que
si bien la documentación en cuestión se la entregaron para su archivo y
custodia, cuando se disolvió el Destacamento no los quemó pese a la orden
de Pichilingue Guevara y Rodríguez Zabalbeascoa.

93°. La Fiscalía incorporó para su lectura y debate procesal un total de


ciento diez documentos entregados por Flores Alván –sesiones centésima
tercera a centésima sexta y centésima octava–, subdivididos en temas
específicos. Así, documentos correspondientes a:
1. Plan de Operaciones Cipango que determinó las actividades del
Destacamento Colina (oficios firmados por el Director de la DINTE, recibos
de pagos a colaboradores, Notas de Información e Informes con siglas de
registro e identificación bajo la denominación “DESTO COLINA”).
2. Conformación e integrantes del Destacamento Colina (relación de
agentes del Destacamento y sus respectivos pseudónimos, veintiséis
solicitudes de baja ficticias, orden de castigo a Vera Navarrete, suscrito por
el subdirector ejecutivo de la DINTE).
3. Asignación de armamento y recursos logísticos al Destacamento
Colina (actas de recepción de computadoras, transmisores, antenas de
base, vehículos, armamento, motocicletas, prendas).
4. Actividades del Destacamento Colina: la producción de informes de
inteligencia (Notas de Información de febrero a mayo de mil novecientos
noventa y dos –hacen referencia al DESTO COLINA–, Informes de agente de
mayo y septiembre de mil novecientos noventa y dos, Informe s/n del
dieciocho de mayo de mil novecientos noventa y dos –hace referencia al
PLAN CIPANGO–).
5. Recursos económicos para el financiamiento de las actividades del
Destacamento Colina. A. Recibos y planillas de pagos a
colaboradores (las planillas de pago tienen consignado “DESTO COLINA”,
están referidas a los propios integrantes del Destacamento y a otros
colaboradores; se mencionan además los Planes de Operaciones Loro,

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Murciélago, Goliat, Camaleón; y, se incluyen recibos de pago incluso para


gastos de hospitalización de un familiar de un integrante del Destacamento,
así como estados de cuenta de pagos realizados a miembros del
Destacamento Colina). B. Rendición de cuentas del Destacamento
Colina (actas de arqueo de caja de agosto, septiembre, octubre,
noviembre y diciembre de mil novecientos noventa y uno, relaciones de
gastos por día de facturas y recibos, y vales por consumo de gasolina
firmados por Carlos Pichilingue, jefe de la sección tesorería del
Destacamento Colina).
6. Vinculación de los jefes del Ejército y del SIN con el Destacamento
Colina. Sub tema: agasajo del comandante general del Ejército,
general EP Hermoza Ríos a los integrantes del Destacamento Colina
(discurso del general EP Hermoza Ríos, lo que resalta, pues se produjo
cuando ya se habían realizado varios OEI con resultado de muerte del
Destacamento Colina, y luego a las tres semanas ocurrió lo de La Cantuta).
7. Matanza en la Universidad La Cantuta (informe de resultado de fojas
ocho mil trescientos once).

94°. La Defensa del acusado Fujimori Fujimori ha formulado


cuestionamientos generales al conjunto de los documentos aportados por
el AIO Flores Alván, así como cuestionamientos específicos a concretos
documentos.
Desde la primera perspectiva considera que los documentos fueron
presentados antes de la culminación del procedimiento de colaboración
eficaz al que se sometió –su situación jurídica culminó por una sentencia de
conformidad y no de colaboración eficaz–. En consecuencia, no sería eficaz
porque la documentación para su aporte a otras causas requiere su previa
verificación y culminación del procedimiento de colaboración eficaz. Por
otro lado, la relación de agentes que presentó no es una prueba
documental sino un apunte que hizo para aportarlo al procedimiento; que
los Estados de Cuenta carecen de firma, sello y órgano emisor, por lo que su
autenticidad es dudosa; que el informe de resultado de la matanza de La
Cantuta no es conducente porque carece de firma, sello y signos de
identificación de su autor, no cumple con los requisitos exigidos por la
DUFSIDE.

95°. Es cierto que los documentos presentados por Marcos Flores Alván en el
procedimiento por colaboración eficaz también fueron incorporados en
otros procedimientos penales antes de la culminación del primero. Una de
las características esenciales del procedimiento de colaboración eficaz es,
propiamente, la verificación de la veracidad de la información que
proporcione el solicitante, a partir de la cual el juez determinará la
procedencia y extensión del beneficio premial. Sin embargo, la ley no
prohíbe el aporte o utilización de documentos en general a procedimientos
en curso antes que culmine el procedimiento originario donde fueron
aportados inicialmente. Muchas pueden ser las causales o circunstancias
que determinan la utilización anticipada de esa información –la ley no
introduce limitación alguna–, pero a su vez corresponderá al juez de la causa

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donde esa información se aporte valorarla autónomamente y darle el valor


que corresponda en correspondencia con las demás pruebas actuadas. La
incorporación de ese material probatorio, por lo demás, no entraña
afectación alguna al derecho de la parte acusada ni le genera indefensión,
desde que la conoce y está en condiciones de observarla y ofrecer el
descargo que corresponda. Lo que se aporta en sede de colaboración
eficaz y las decisiones que éste entraña, en modo alguno condicionan el
aporte probatorio, y el análisis y decisión que deberá dictarse en otras
causas, pues es obvio que deberán sopesarse y revisarse en comparación y
contraste con el propio material que corra en ellas.
Los documentos presentados por Flores Alván deben analizarse en
función de la versión que proporcionó. Algunos de ellos –en los que se
concentra el cuestionamiento de la defensa del acusado– son sólo expresión
escrita, anticipada, de lo que observó y de concretas experiencias que
tuvo, así como transcripciones de versiones o circunstancias, a modo de
recuerdos, citas formuladas por un oficial superior o hechos relevantes
sucedidos al Destacamento que integró. Es claro, por ejemplo, que la
relación de agentes no es, propiamente, un documento –su ausencia de
preconstitución es notoria–, y que muchos de los documentos que presentó no
cumplen muchas de las exigencias administrativas que imponen las
prácticas y directivas internas de inteligencia militar (sellos, firmas, signos de
identificación de su autor, órgano receptor, etcétera). Empero, debe tomarse en
cuenta las características del Destacamento Colina, a partir de los actos
típicamente delictivos que perpetró –lo que tiende a relajar la incorporación de
datos que podrían ‘perturbar’ la continuidad del Destacamento y la integridad de
sus integrantes–, que por lo que luego se verá constituyó la esencia de su
creación y funcionamiento. Su valor, por consiguiente, no puede
descartarse anticipadamente, sino que deberá ser objeto de la
contrastación respectiva, y sólo en esa medida podrá excluirse, de ser el
caso, la significación probatoria correspondiente.

96°. Sobre el “Plan Cipango” la defensa cuestiona que no tiene firma; que
su presunto autor, según el texto, debió ser el general EP Rivero Lazo pero no
lo ha firmado ni reconocido; que es una transcripción hecha con
posterioridad –Flores Alván antes de entregar el documento dio cinco
declaraciones en las que no mencionó ese Plan–; que se trata de una
transcripción hecha con posterioridad al hecho, y ha sido fabricada pues el
Plan Cipango no es uno, sino son tres; además, el Plan Cipango Uno es
incoherente.
1. El Plan Cipango corre a fojas ocho mil doscientos sesenta y dos. Es una
copia mecanografiada realizada por el AIE Flores Alván, secretario
administrativo del Destacamento Colina62. Como tal, carece de firma.
Según su tenor, el jefe de la operación es el general EP Rivero Lazo, el oficial
de control será el teniente coronel EP Rodríguez Zabalbeascoa, y los

62 Flores Alván señaló, en la diligencia de continuación instructiva de fojas veinticuatro mil


ochocientos dieciocho del expediente número 32–2001, que se lo dictaron los tres oficiales:
Rodríguez Zabalbeascoa, Martin Rivas y Pichilingue Guevara; y, que el nombre “Cipango” lo
puso Martin Rivas.

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oficiales del caso serán los capitanes EP Martin Rivas y Pichilingue Guevara.
El jefe de la Operación mantendrá coordinación permanente con el
comandante general del Ejército, el jefe del CCFFAA y el jefe del SIN. La
DINTE estará a cargo de la dirección de la operación, cuyo directo
comando será el comandante general del Ejército, y coordinará sus
funciones con el comando del SIN. En la parte Primera “Situación” establece
la necesidad de tomar medidas activas para proteger a la ciudadanía ante
el avance de la subversión terrorista, dentro de las cuales se encuentra la
inteligencia. En la parte Segunda “Misión” indica que la DINTE realizará
infiltración sistemática de agentes de inteligencia en la ciudad de Lima,
Huaral y Huacho, con la finalidad de detectar, ubicar e identificar a los
miembros del Comité Central y Dirección Nacional del PCP–SL y del MRTA,
en apoyo de las operaciones militares y de inteligencia de la Segunda
Región Militar, el CCFFA y la DINTE. En la parte Tercera “Ejecución” precisa
que la operación tendrá tres etapas: selección y reentrenamiento de
veinticinco agentes de inteligencia, infiltración de quince agentes en las
empresas de la zona para que busquen información, y desarrollo de análisis
de información correspondiente para convertirla en inteligencia operativa.
En la Parte “Anexos” se menciona cinco anexos: personal, armamento y
munición, equipamiento, financiamiento, y croquis de la zona; la dotación
de armamento y municiones (pistolas HK–P7, FAL y otros), equipos (automóviles
y camionetas) y financiamiento para gastos de operación y administrativos,
estará a cargo de la oficina de tesorería de la DINTE.
2. A fojas ocho mil cuatrocientos treinta y cuatro corre otro Plan Cipango,
sin fecha ni firma. En la parte tercera “Ejecución” se insiste en que la
operación constará de tres etapas. En la primera se dice que estará
centrada en la organización y conformación más idónea de una cubierta
de inteligencia que permita una constante infiltración del personal de
agentes en diferentes organizaciones populares que les facilite la obtención
de información de carácter subversivo. Se identifica, además, como
cubierta, a la empresa CONPRAMSA. En la segunda se da cuenta de la
labor de los agentes de inteligencia para la identificación de la estructura
subversiva existente en las diferentes zonas, además de la localización y
ubicación de líderes e integrantes del Comité Central, quienes deban dar
cuenta cada vez que se tenga información importante; las especificaciones
se encuentran –menciona el documento– en el p/o ‘Colina’ anexo al P/O
Cipango I Anexo dos. También se precisa que la DINTE facilitará los medios y
recursos para llevar a cabo la presente operación (cubiertas e historias
ficticias); que el SIE proporcionará personal idóneo para el cumplimiento de
la misión y facilitará el equipo para la realización del OEI63.

63 Flores Alván refirió en la centésima vigésima segunda sesión del juicio oral celebrado en la
Primera Sala Penal Especial Superior de Lima que el Plan Cipango Dos se refería más que
nada a la formación de una empresa y que las utilidades que se adquirían era para el
personal o para pagar al personal que integraba el Destacamento, pero desconoce las
utilidades que daba dicha empresa. Reitera que ese Plan también fue mecanografiado por
él. En la sentencia de colaboración eficaz del trece de enero de dos mil seis, sexto
Fundamento Jurídico, se menciona que el P/O Cipango, a partir de su declaración de fecha
veintisiete de junio de dos mil tres, contenía la organización, organigrama, jefes operativos,

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3. A fojas ocho mil cuatrocientos ochenta y siete corre un tercer Plan


Cipango, que tampoco tiene fecha y firma. En la parte segunda “Misión” se
extiende el radio de acción del Destacamento Especial de Inteligencia a las
diferentes áreas de emergencia del país, y precisa que se tendrá una
especial atención en la ubicación y posterior captura de los delincuentes
Abimael Guzmán Reynoso y Víctor Polay Campos. En la parte tercera
“ejecución” se insiste en las tres etapas de las operaciones: el Equipo
Especial de Inteligencia de la DINTE (SIE), que bajo la cubierta de
trabajadores contratados busquen infiltrarse dentro de los sindicatos y
organizaciones populares; este Equipo establecerá canales de
coordinación con las autoridades competentes, a la vez que se tendrá
permanentemente informado al comando de la Segunda Región Militar;
mientras la DINTE facilitará los medios y los recursos, a la vez que coordinará
con el Comando las acciones y operaciones que se presenten de acuerdo
con la situación; y el SIE proporcionará personal idóneo para el
cumplimiento de la misión.
4. Las modificaciones que se advierten entre los tres planes glosados no son
significativas. El propio Flores Alván ha mencionado que el documento fue
sujeto a modificaciones una vez que se fueron configurando y aplicando64.
Es especialmente demostrativo el oficio número 5690/DINTE del treinta de
agosto de mil novecientos noventa y dos –fojas ocho mil cuatrocientos–, por el
cual el general EP Juan Rivero Lazo se dirige al comandante general de la
trigésima primera Brigada de Infantería de Huancayo, mediante el cual
precisa que con la aprobación del P/O Cipango el comandante general
del Ejército dispuso la conformación de un Equipo Especial en la DINTE; que
el P/O Cipango es un documento clasificado; que el suboficial de segunda
chofer militar Vera Navarrete en virtud de ambas decisiones fue cambiado
a la DINTE desde enero de mil novecientos noventa y dos. El general EP
Rivero Lazo –sesión trigésima novena– reconoció que lo firmó aunque rechaza
haber hecho un P/O Cipango y tener conocimiento de su contenido. El
coronel EP Silva Mendoza, subdirector ejecutivo de la DINTE en el año mil
novecientos noventa y dos, en la sesión trigésima segunda, reconoció la
redacción tanto del indicado oficio –a partir de la aprobación del P/O Cipango
y de la documentación existente en la DINTE– como del radiograma número 260
B4.a02.37, del cuatro de marzo de mil novecientos noventa y dos –fojas ocho

cantidad de personal, cantidad de armamentos y material necesario para llevar a cabo ese
plan. Asimismo, que posteriormente en el Plan Cipango II se modifica a partir del punto tres
referido a ejecución.
64 El AIO Sosa Saavedra –el último de los capturados por la policía–, que reconoció integrar el

Destacamento Colina en las sesiones octogésima quinta y octogésima séptima precisó que
no tenía conocimiento de la existencia del Plan Cipango, y que sólo conoce de tres planes
Cipango, entre otros planes desarrollados con el apoyo económico de la Segunda DIENFA
del CCFFAA en los últimos meses de mil novecientos ochenta y ocho y en todo el curso del
año siguiente; planes destinados a la ubicación e identificación de elementos terroristas,
dependiendo de la zona. Esas informaciones, sin embargo, no enervan la información de
Flores Alván, pues no sólo están circunscriptas a acontecimiento surgidos al finalizar la
conformación del Grupo de Análisis –por tanto, posterior a las fechas que mencionó–, sino
que las referencias a ese plan aparecen en la documentación, también aportada por Flores
Alván, y reconocidas por oficiales de inteligencia.

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mil cuatrocientos dos–, que pide la remisión de los haberes de enero y febrero
y otros conceptos de Vera Navarrete en razón de que el cambió de
colocación a esa unidad ha quedado sin efecto.
5. En consecuencia, existió un P/O Cipango y a partir de él se constituyó el
Destacamento Especial de Inteligencia Colina, no existe la menor duda. Lo
expuesto por el AIE Flores Alván, el oficio antes indicado y el reconocimiento
del general EP Rivero Lazo y del Coronel EP Silva Mendoza es definitivo al
respecto. Esta conclusión se consolida con la documentación obtenida por
la jueza del Quinto Juzgado Penal Especial de Lima, que acredita
inconcusamente la generación de diversos documentos para la
conformación y funcionamiento de ese Destacamento.

97°. Marcos Flores Alván entregó al Ministerio Público veintiséis solicitudes de


pase a situación de retiro que tienen como fecha quince de diciembre de
mil novecientos noventa y uno. La defensa reconoce que son documentos
originales y que algunos miembros del Destacamento Colina lo han firmado,
pero los cuestiona porque no existe evidencia de que fueran tramitados: no
hay sello de recepción y firma.
Lo esencial, sin embargo, es la realidad de esas solicitudes de pase a
situación de retiro, que han sido reconocidas por varios integrantes del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina; y, el hecho cierto que se
trata de un procedimiento propio de inteligencia –bajas ficticias– respecto de
integrantes de Destacamentos Especiales que realizan determinadas OEI
cuyo revelación puede generar problemas institucionales.

98°. Otro documento entregado es el discurso ofrecido por el comandante


general del Ejército, general EP Hermoza Ríos, el día veintisiete de junio de
mil novecientos noventa y dos65.
1. En ese discurso se destaca lo siguiente: (1) Para llevar adelante la guerra
contra la subversión terrorista se requiere decisión política, la cual era el
liderazgo que debía asumir el político, que importaba asumir la
responsabilidad de la conducción de la guerra. (2) Ahora existe un marco
legal y se tiene un liderazgo político. (3) En esta guerra, que es política y
debe dársele un tratamiento político, existe una parte visible, la tropa visible,
que trabaja con los objetivos estratégicos establecidos para ganar a la
población y para enfrentar a los elementos armados terroristas; y, existe una
parte no visible, que son “ustedes”, que cumple uno de los objetivos
estratégicos de la política de pacificación en el campo militar. (4) Ahora se
está ganando al pueblo porque se ha comprendido y se ha armonizado
mejor la comunidad de inteligencia, como un Sistema de Inteligencia que
no busca la primicia, interesa que la inteligencia sea oportuna y llegue a
quien debe llegar rápidamente. (5) Ustedes tienen una motivación muy
grande, como decía el mayor Martin, que ustedes son anónimos, pero están
motivados por lo que él ha expresado, por un patriotismo acendrado. (6)
Bueno, los felicito, estamos atentos a todo lo que ustedes hacen y estamos
atentos para apoyarlos en todo, no deben ustedes tener ninguna limitación

65 Transcripción libre realizada por el AIE Flores Alván de fojas ocho mil doscientos setenta.

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para trasmitir sus necesidades a través de vuestro jefe mayor Martín,


capitán, el general de la DINTE, que nosotros estaremos en la obligación de
solucionarles los problemas de todos ustedes.
2. La defensa considera que no es una prueba documental; que es una
transcripción de una grabación realizada por el AIE Flores Alván, la cual no
obra en el expediente; que no fue un discurso escrito y leído por el general
EP Hermoza Ríos, por lo que debe estarse al testimonio del AIE Flores Alván;
que por ello no existe certeza del contenido del discurso; y que el
documento no se refiere a una guerra sucia o de exterminio de personas.
3. El general EP Hermoza Ríos refirió al respecto: i) que el texto presentado
por el AIE Flores Alván no es una copia fiel pero reconoce que son en
esencia las palabras que dirigió al grupo; que hizo mención expresa al jefe
del grupo, a Martin Rivas, porque cuando un comandante o líder está frente
a la tropa, esa tropa tiene que sentir la conexión con su líder, y si el
comandante no conoce a nadie la conexión no está bien establecida,
entonces, como había visto exponiendo a Martin Rivas lo llamó por su
nombre, porque además no conocía a nadie más, y era personal del SIE –
sesión octogésima–; ii) que se trató de un discurso a viva voz, no escrito, y
dirigido al personal de inteligencia en su conjunto, a todos los agentes no a
un grupo; que cuando refirió que debía extirparse o encerrar a los lideres de
los partidos terroristas, enfatizó en que la estrategia era enfrentar a los
elementos armados, sacarlos fuera de su contexto, aislarlos, separarlos de su
fuente de información y fuente de sostenimiento, y extirpar no significa
eliminar, y sólo puede darse la eliminación cuando hay enfrentamientos,
pero cuando esto último no sucede corresponde aislarlos –sesión octogésima
primera–; iii) que en el discurso no felicitó a quienes mataban a gente
desarmada o rendida, no dio un mensaje que pudiera confundir a nadie, y
que cuando utilizó la expresión “patente de corso” insistió en que para los
esfuerzos de la pacificación no se necesitaba de prebendas, de ninguna ley
para hacer algo malo –sesión octogésima tercera–.
4. Es claro, como lo reconoció Flores Alván, que él gravó el discurso del
general EP Hermoza Ríos, y que lo que presentó fue una transcripción del
mismo. Ese documento integra su declaración testifical, y como tal debe ser
valorado. Por otro lado, el General EP Hermoza Ríos reconoce que en su
esencia las palabras que pronunció son las que aparecen en la
transcripción de Flores Alván, y además ha explicado su contenido. La
discusión, entonces, se enmarca respecto de los asistentes a esa reunión
castrense, si fue realizada para los miembros del Destacamento Especial de
Inteligencia Colina o para todos los miembros del SIE, y si autorizaba o
apoyaba genéricamente las actuaciones del referido Destacamento.
5. La mención expresa a Martin Rivas es significativa, incluso cuando lo
identifica como jefe del grupo. Tal referencia trasunta que la reunión no fue
para todo el personal del SIE sino para el Destacamento Colina, pues de
otra forma no hubiera individualizado a Martin Rivas, que por su grado no
podía ser jefe de todos los Destacamentos o miembros del SIE. A lo expuesto

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se agrega no sólo la referencia de Flores Alván sino de los demás


integrantes del Destacamento Colina66.
6. En lo atinente a la interpretación del discurso, es evidente que
expresamente no elogia actos criminales ni aprueba una política de guerra
sucia a cargo principalmente de la inteligencia militar. Pero el hecho de
resaltar las cualidades del grupo cuando éste ya había cometido varios
crímenes, no hace sino advertir un apoyo real e institucional –por lo que él
representaba– a las actividades claramente delictivas de un Destacamento

66 (1) ALARCÓN GONZÁLES mencionó que a esa reunión asistieron los integrantes del
Destacamento Colina –incluidos Martin Rivas y Pichilingue Guevara–, que allí se encontraban
el general EP Rivero Lazo, el general EP Hermoza Ríos y otras autoridades (sesión décimo
sexta). (2) CHUQUI AGUIRRE reitera lo expuesto y la concurrencia de ambos generales EP, a la
vez que precisó que el general EP Hermoza Ríos los arengó, les dijo que estaban muy bien,
que el tiempo iba a reconocer sus esfuerzos, y que les daba todas las facilidades, a la vez les
pidió que continúen (sesión décimo octava). (3) SAUÑE POMAYA anotó que la reunión para el
Destacamento Colina se realizó cuando ya se habían realizado las operaciones contra la
familia Ventocilla y Pedro Yauri; que se trató de un almuerzo privado con el comandante
general, lo que es inusual (sesión décimo novena, y sesión trigésima octava en el juicio oral
del expediente 28–2001). (4) ATUNCAR CAMA dijo que el almuerzo con el comandante general
lo coordinó el mayor EP Martin Rivas, que asistieron los integrantes del Destacamento, incluso
el general EP Rivero Lazo y el coronel EP Navarro Pérez (declaración como colaborador
eficaz de fojas veinticinco mil trescientos cuarenta y una); en la sesión vigésima tercera de
este juicio oral precisó que Martín Rivas les informó del almuerzo, frente a la preocupación
que tenían por lo que ya se veía en la prensa sobre el Destacamento Colina; agregó que el
general EP Hermoza Ríos les dijo que tenían el respaldo y que se sentía contento porque
pertenecían a la élite del ejército, y que eso era de conocimiento del más alto nivel y que no
se preocupen. (5) GAMARRA MAMANI ratifica la reunión del veintisiete de junio, cuando ya se
habían producido las operaciones de Barrios Altos, el Santa, familia Ventocilla y Pedro Yauri, y
que el comandante general los felicitó por el trabajo que estaban desarrollando y les dijo
que contaban con el apoyo total (sesión vigésima cuarta); en su declaración como
colaborador eficaz insistió en la presencia del Destacamento Colina, así como del
comandante general, del director de la DINTE, del coronel EP Navarro Pérez y de los mayores
EP Martin Rivas y Pichilingue Guevara. (6) CORAL GOYCOCHEA confirma que la reunión fue sólo
para los miembros del Destacamento Colina, la cual la entendió como un respaldo a la labor
y al trabajo que venía desarrollando el Destacamento (sesión vigésima quinta); en su
declaración como colaborador eficaz mencionó que asistieron Rivero Lazo, Federico Navarro
Pérez y otros dos coroneles del entorno del comandante general Hermoza Ríos. (7) SOSA
SAAVEDRA corrobora que la reunión fue para el Destacamento Colina, que el comandante
general, según entendió, les dijo lo que él esperaba del Destacamento, y para qué había
sido conformado el Destacamento, que era un proyecto militar para acabar con la
subversión; en la declaración prestada en la sesión centésima quincuagésima octava de la
causa 28–2001 precisó que el mayor EP Martin Rivas presentó a cada suboficial al
comandante general, y después el comandante general habló. Los otros miembros del
Destacamento Colina, excepto Santillán Galdós, Pino Díaz y Vera Navarrete, admiten su
concurrencia a ese almuerzo –es el caso de Tena Jacinto, Suppo Sánchez, Hinojosa Sopla, y
Lecca Esquén–, Ortiz Mantas señaló que no asistió porque no llegó a la hora de la
convocatoria (sesión vigésima segunda), mientras que Paquiyauri Huaytalla apuntó que en la
fecha de la reunión había sido excluido del Destacamento por Martin Rivas (sesión vigésima
primera). Siguiendo su línea procesal los mayores EP Martin Rivas y Pichilingue Guevara
(sesiones vigésimo octava a trigésima) negaron esa reunión, al igual que el general EP Rivero
Lazo (sesión trigésima novena), posición inaceptable pues el propio general EP Hermoza Ríos
mencionó que la reunión se llevó a cabo, pero para todo el personal e inteligencia del
Cuartel General del Ejército, lo que permite desestimar por falsa la negativa de otros oficiales
superiores de inteligencia, como Navarro Pérez, Silva Mendoza y, tal vez, Pinto Cárdenas.

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que, según se verá en los capítulos siguientes, se dedicó básicamente a


eliminar personas bajo la coartada de su vinculación con el terrorismo.
En tal virtud, las objeciones de la defensa se desestiman.

99°. DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO USA. La parte


civil en la sesión primera solicitó la remisión de documentación
desclasificada del Departamento de Estado de los Estados Unidos de
América referentes a los hechos objeto del proceso penal, parte de los
cuales han sido remitidos a la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Los
documentos desclasificados se encuentran registrados en la National
Security Archive. Estos documentos fueron llegando progresivamente, a la
vez que se dispuso su traducción, la cual debidamente consolidada y con
las observaciones levantadas fue agregada a los autos conforme se dio
cuenta en la sesión centésima vigésima segunda.
1. De esos documentos –algunos divulgados totalmente, y otros parcialmente,
con párrafos o frases tachadas–, que constan en el tomo ciento once, de un
total de treinta67 la Fiscalía dio lectura a siete68 –así aparece de las sesiones
centésima primera, centésima segunda y centésima duodécima– [la parte civil no
dio lectura a ningún documento desclasificado].
2. El documento número Lima 00756, del veintidós de enero de mil
novecientos noventa y tres. Estado 020413, elaborado por la Embajada USA
en Perú y dirigido al Departamento de Estado, importa un análisis del señor
Bradshaw. Dice, conforme a una fuente de inteligencia peruana no
identificada, que el presidente Fujimori tiene una adecuada comprensión
teórica de importancia de los derechos humanos; que, sin embargo, en la

67 Los documentos que obran en autos son los siguientes: 1. Lima 00756, del 22.1.93. Estado
20413. De la Embajada USA en Lima para Secretaría de Estado. 2. 1994 Lima 05894, del
30.6.94. 3. 1994 Lima 02372, del 15.3.94. 4. Lima 86338, del 3.6.93. 5. 1990 Lima 12513, del
23.8.90. 6. Lima 16981, del 4.12.91. 7. Estado 484511. Ref.: Lima 16981, de 12.12.91(es una
comunicación del Departamento de Estado USA a la Embajada USA en Perú). 8. Lima 17520,
del 13.12.91. 9. Lima 17982, del 24.12.91. 10. Lima 00709, del 15.1.92. 11. Lima 14540, del
9.11.92. 12. 1993 Lima 00014, del 4.1.93. 13. 1993 Lima 01451, del 6.2.93. 14. Estado 045903, del
13.2.93 (es una comunicación del Departamento de USA a la Embajada USA en Perú). 15.
Estado 172963, del 8.6.93 (es una comunicación del Departamento de USA a la Embajada
USA en Perú). 16. 1993 Lima 04372, del 6.4.93. 17. 1993 Lima 04561, del 21,4,93. 18. 1993 Lima
04656, del 23.4.93. 19. 1993 Lima 04770, del 27.4.93. 20. 1993 Lima 08845, del 12.8.93. 21. 1993
Lima 09283, del 20.8.93, del 20.8.93. 22. 1993 Lima 09590, del 30.8.93. 23. Estado 344863, del
22.10.92 (es una comunicación del Departamento de USA a la Embajada USA en Perú). 24.
1992 Lima 15602, del 5.12.92. 25. 1993 Estado 023591, del 26.1.93 (es una comunicación del
Departamento de USA a la Embajada USA en Perú). 26. Lima 06367, del 4.6.93. 27. 1994 Lima
02727, del 24.3.94. 28. Estado 001998, del 3.1.92 (es una comunicación del Departamento de
USA a la Embajada USA en Perú). 29. 101901Z. 30. s/n Perú Caída Libre ©, del 31.7.97. Del total
de estos documentos, los mencionados en los números 1, 2, 3, 5, 6, 11, 14, 22, 26 y 27 fueron
divulgados en parte; y, la gran mayoría, salvo los mencionados en los números 7, 14, 15, 23, 25
y 28 fueron remitidos por el Departamento de Estado a la Embajada USA en el Perú.
68 Los siete documentos presentados oralmente por la Fiscalía son los indicados en los

números 1), 5), 7), 20), 21), 22), y 7). A ellos es de agregar los que en el turno de contestación
planteó como contraprueba la defensa de Alberto Fujimori, –esto es, otros documentos
desclasificados y la entrevista periodística al ex Embajador Jett–, lo que es legalmente
procedente porque fueron incorporados al debate procesal al fijarse contradictoriamente
una apreciación de su contenido en relación con los documentos a los que se dio lectura
por la parte contraria.

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práctica Fujimori está dispuesto a sacrificar principios para conseguir una


victoria rápida sobre el terrorismo. Anota que el asesor presidencial
Vladimiro Montesinos está consumido por la ambición; que el equipo
Fujimori/Montesinos está obsesionado con resultados rápidos y esto acaba a
menudo en el diseño de políticas poco aconsejables. Hace mención al
asunto de Barrios Altos, empero lo que se ha testado no permite
comprender el significado y alcance del análisis.
3. El documento número 1990 Lima 12513, del veintitrés de agosto de mil
novecientos noventa, que contiene un informe elevado por el embajador
Anthony Quainton al Departamento de Estado USA, se pronuncia por la
información que ha proporcionado un ex oficial de inteligencia militar. Así,
dice que ese ex oficial sostiene que Fujimori apoyará un plan antisubversivo
de dos fases, la primera pública con gran énfasis en los derechos humanos,
y la segunda confidencial que incluirá a las unidades de operaciones
especiales del Ejército, entrenados en asesinatos extrajudiciales (no hay,
resalta, confirmación independiente de este plan secreto); que ese plan está
siendo apoyado por Montesinos Torres, aunque está perdiendo el apoyo
presidencial por los cuestionamientos públicos por sus nexos con los
narcotraficantes y por sus excesivas ansias de poder; que los objetivos de
inteligencia –eliminación de sospechosos– serán identificados por el SIN, y el
entrenamiento de equipos para asesinatos ya está en marcha. El
comentario del embajador, respecto de la fuente, es que parece que
Fujimori apoya la descripción general del plan de lucha militar agresiva anti
subversiva y no los detalles específicos, que son contrarios al punto de vista
público expresado con respecto a los derechos humanos; que la fuente
parece tener un excelente acceso tanto a inteligencia del SIN como de la
naval, ha sido infalible en cuanto a la información biográfica secreta de
Montesinos Torres, corroborada por otras fuentes de la Embajada, por lo que
cabe tomar en cuenta este “plan secreto”, que aunque no ha sido
aprobado por el presidente, es un deseo latente de un círculo de personas
con acceso a los círculos de toma e decisiones.
4. El documento número 48511, ref.: Lima 16981, del doce de diciembre de
mil novecientos noventa y uno, contiene una comunicación del señor Baker,
del Departamento de Estado, a la Embajada USA en Lima, sobre la masacre
de Barrios Altos. Señala que es desconcertante el informe de la Embajada
sobre la falta de voluntad política para investigar el caso Barrios Altos. Debe
dejarse en claro al Presidente Fujimori que el Gobierno estadounidense no
puede defender los registros de derechos humanos de su gobierno si no
hace un esfuerzo para investigar a fondo y para castigar al personal de
seguridad que se dedican a maniobras rebeldes. El embajador solicitará
una cita con el presidente Fujimori, en la que se le planteará varios
argumentos sobre el caso Barrios Altos, entre ellos, i) la preocupación por la
investigación de esa matanza –es inquietante que uno de los fiscales haya sido
retirado del caso–, ii) la necesidad de que sus autores sean llevados ante los
tribunales, para que se examine el manejo de la investigación al más alto
nivel y de que se asigne el personal y los fondos necesarios para una
investigación minuciosa, iii) así como que se trató de un hecho que ocurrió

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poco después de que se aseguró al Gobierno norteamericano que


contaba con total control de la situación.
5. El documento número 1993 Lima 08845, del doce de agosto de mil
novecientos noventa y tres, cursado por la Embajada USA en Lima al
Departamento de Estado. Es un informe del señor Brayshaw sobre la
situación de las investigaciones sobre La Cantuta. El resumen de su
información es que después de más de un año de los hechos de La Cantuta
el Gobierno todavía no ha identificado a los perpetradores; que es difícil
determinar el estado de la investigación militar secreta todavía en curso;
que según algunas fuentes el fiscal especial civil no cuenta con suficientes
pruebas para acusar a nadie; que la Embajada sigue recordando al
gobierno peruano que la investigación sobre La Cantuta es muy importante.
El comentario que consigna es que el fiscal civil no puede llevar la
investigación porque los testigos militares no pueden declarar debido a que
el Consejo Supremo de Justicia Militar no lo autoriza, por lo que la
investigación militar es la única que podría descubrir a los criminales, sin
embargo el fuero militar está compuesto por oficiales en servicio activo
subordinados al comandante general del Ejército, acusado por
documentos anónimos de haber ordenado o facilitado las desapariciones;
además, la investigación militar ha sido demasiado oscura.
6. El documento 1993 Lima 09283, del veinte de agosto de mil novecientos
noventa y tres, remitido por la Embajada USA al Departamento de Estado.
Asunto: Las llaves de la Cantuta concuerdan con los candados en la
Cantuta, suscrito por el señor Brayshaw. Señala, como comentario, que el
descubrimiento de que las llaves de Cieneguilla abran candados y puertas
en la Cantuta es el avance más importante hasta ahora en los dos casos. El
Gobierno todavía no ha emitido un comunicado ni ha ofrecido una
respuesta. Se establece un vínculo entre Cieneguilla y La Cantuta. El Ejército
posiblemente se adelantará a la investigación del Ministerio Público del
caso Cieneguilla como parte de su investigación secreta de las
desapariciones de La Cantuta. Esto sería un desarrollo preocupante, la
investigación de La Cantuta no avanzó desde que el Congreso terminó su
investigación. El Gobierno no se ha pronunciado respecto de la reiterada
oferta de Estados Unidos de proporcionar ayuda forense; la Embajada
todavía no ha recibido respuesta a la oferta escrita formulada por Charge
al ministro De La Puente a efectos de proporcionar ayuda del FBI.
7. El documento 1993 Lima 09590, del treinta de agosto de mil novecientos
noventa y tres, remitido por la Embajada USA al Departamento de Estado.
Asunto: investigación civil de La Cantuta puede ser cerrada, suscrito por el
señor Cooper. Informa ese funcionario sobre que existe información en el
sentido que la investigación civil de La Cantuta realizada por el Ministerio
Público ha sido cerrada y todos los documentos relacionados con ella
remitidos al fuero militar. El Comercio publicó la noticia el veintiséis de
agosto, informando de que la fiscal el nueve de agosto decidió cerrar el
caso para evitar duplicidad con la investigación militar.
8. El documento Lima 16981, del cuatro de diciembre de mil novecientos
noventa y uno, remitido por la Embajada USA al Departamento de Estado.
Asunto: Matanza Barrios Altos: un mes después, suscrito por el Embajador

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Anthony Quainton. Como resumen precisa que la investigación de la


matanza Barrios Altos parece estar bajando el ritmo hasta un fin no
concluyente; que el Gobierno ha mostrado poca ‘voluntad política’ para
encontrar a los culpables, que la mayoría de observadores piensan ahora
que son paramilitares; que los perpetradores utilizaron silenciadores, pese a
informes policiales en contrario, lo cual parece ser intento premeditado a
ocultar los hechos y desviar la sospecha dirigida a las fuerzas de seguridad.
El comentario que formula es que no hay presión política de alto nivel a
efectos de encontrar a los culpables; que el presidente no lo ha hecho un
asunto público, y el Congreso tampoco ha insistido en resultados; que la
policía ha ocultado aspectos claves del delito, y el Ministerio de Justicia
parece haber decidido no tratarlo como una prioridad; que no hay
garantías de que los culpables, aunque sean identificados, sean
públicamente castigados; que a menos que el presidente y sus jefes de
seguridad decidan resolver este caso, es probable que se apague
lentamente como otros casos de abusos no resueltos.

100°. La defensa sostiene que el valor probatorio de este tipo de


documentos depende de su fuente de información. Si la fuente no es
identificable carece de mayor valor; además, al mencionar una
información preveniente de una persona, la manera de incorporarla es por
medio de la prueba testifical no mediante un documento. Incluso, en el
segundo documento se indica que no se pudo verificar esa información. En
el tercer documento no se menciona que el Gobierno de Fujimori se
negaba a investigar el caso Barrios Altos, además que se respeta el
compromiso del Presidente con la causa de los derechos humanos. Los
cuatro restantes documentos contienen informaciones recogidas de fuentes
públicas, así como fuentes no identificadas. Por lo demás, tales documentos
tienen contraprueba en el documento Lima 17520, del trece de diciembre
de mil novecientos noventa y uno, que se refiere a una conversación entre
el embajador con el presidente Fujimori, en el que señala que Fujimori no
parecía familiarizado con los detalles del caso Barrios Altos, pero dijo que
revisaría los mismos, y luego señala que conversa con el primer ministro y
todos aseguran que van a tener preocupación por el caso69. Agrega que
no se debe confundir ausencia de presión política con estrategia de
impunidad; y, como contraprueba se encuentra el documento Estado

69 El documento en cuestión –Lima 17520, del 13.12.91– contiene un informe elevado por el
Embajador QUAINTON al Departamento de Estado USA. Dice el embajador que el trece de
diciembre, después de la graduación en la Academia Militar, conversó con el presidente, a
quien le expresó la firme preocupación del Gobierno USA, a la vez que le comunicó la
necesidad que se lleve a cabo una total investigación. Según Quainton, Fujimori parecía no
estar familiarizado con los detalles del caso pero dijo que revisaría los mismos. Similar
requerimiento formuló al primer ministro y a los generales más antiguos del Ejército –el primero
le ofreció tomar cartas en el asunto–. Comunicó también que un policía le hizo saber que
presumía que un grupo de militares y civiles que buscaban venganza por los crímenes de
Sendero Luminoso eran los responsables, que las víctimas eran senderistas, que el general PNP
Jhon Caro dijo que él incluso no descartaba la participación de miembros de la DIRCOTE,
pero estaba seguro de que la operación no contaba con la autorización oficial de alguno
de los servicios del Ejército.

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484511, ref.: Lima 16981, del doce de diciembre de mil novecientos noventa
y uno, cursado por el Departamento de Estado, que precisa que el
Gobierno es consciente y respeta el compromiso del Gobierno del
presidente Fujimori frente a la causa de los Derechos Humanos; que ha
observado que el Ejército ha tomado medidas importantes en el campo de
los derechos humanos, incluyendo conceder acceso a las instalaciones
militares al Comité Internacional de la Cruz Roja y al fiscal70. También
constituye contraprueba el documento Estado número 344863, del veintidós
de octubre de mil novecientos noventa y dos, que felicita al Gobierno
peruano por la captura de Abimael Guzmán y de líderes de Sendero
Luminoso71. Por otro lado, hace referencia a una entrevista del ex
embajador Dennis Jett, aportada en la sesión sexagésima, en el sentido de
que los archivos de la CIA no van a aclarar todo, que la información es
limitada y que no se puede llegar a la verdad por sí sola, por lo que es de
recurrir a las fuentes72. Por último, el documento número 16981, del cuatro
de diciembre de mil novecientos noventa y uno, en lo resaltado, no habla
de una doble estrategia, es una deducción de la parte acusadora73.

70 El citado documento –Estado 484511, del 12.12.91, que es una respuesta al informe elevado
por la Embajada USA en Lima materia del documento 16981–, expresa la reacción del
Departamento de Estado ante el informe de su Embajada respecto de la falta de voluntad
política para investigar el caso Barrios Altos, de ahí que requiere al embajador para que
programe una cita con el presidente Fujimori a fin de plantearle varios requerimientos a partir
del compromiso público de éste frente a la causa de derechos humanos y pese al anuncio
del Ejército de haber tomado medidas en ese campo.
71 Este documento –Estado, 344863, del 22.10.92–, en el punto tercero, Resumen, precisa que

la reciente captura de Abimael Guzmán y las próximas elecciones al Congreso Constituyente


el veintidós de noviembre lo convierten en una excelente oportunidad para nuevamente
presionar al gobierno del Perú a fin de que realice acciones más concretas respecto de los
nueve casos investigados en el Congreso y de la masacre de Barrios Altos. También el
Departamento de Estado –el funcionario Eagleburger– expresa su preocupación por la falta
de transparencia del juzgamiento en los casos de terrorismo y el anunciado intento de
renunciar al Pacto de San José, lo que debe ser materia de planteamientos ante los niveles
más altos del gobierno peruano.
72 Se trata de una entrevista al ex embajador DENNIS JETT publicada en el Diario La República

del siete de octubre de dos mil siete, bajo el título: “Alberto Fujimori era el jefe y Montesinos su
creación” –fojas veintitrés mil seiscientos noventa y dos–. Las respuestas de Dennis Jett a las
preguntas de la periodista María Elena Castillo, son: a) que al dejar el Perú en mil novecientos
noventa y nueve advirtió una tendencia obvia de violentar la democracia y preservarse en el
poder por parte de Fujimori; b) que Montesinos sólo era un instrumento de Fujimori, quien era
el hombre más poderoso del país; c) que cualquier cosa que hizo Montesinos lo sabía y
aceptó Fujimori, pues Montesinos no podía hacer algo completamente libre, ambos
trabajaron juntos para preservar el poder de Fujimori; d) que no sabe si Fujimori tiene la culpa
de todas las violaciones de derechos humanos, y corresponde al sistema de justicia llegar a
la verdad; e) que Montesinos era el más cercano al presidente y su opinión era tomada en
cuenta, pero la decisión siempre fue de Fujimori; y f) que la desclasificación de documentos
puede ayudar a aclarar la situación, pero no se debe esperar que los archivos de la CIA van
a aclarar todo, información que normalmente es bastante limitada, pero sí podría asistir en
las investigaciones, mas no llegar por sí sola a la verdad, por lo que a estos efectos se debe
recurrir a los archivos peruanos y a las personas que estuvieron involucrados directamente en
las denuncias.
73 El citado documento es un informe enviado por el Embajador Quainton al Departamento

de Estado USA. Consta de ocho puntos. Contiene una evaluación sobre Barrios Altos a partir
de información pública; hace mención a fiscales y funcionarios de la fiscalía, respecto al
cambio de fiscales de esa investigación; invoca un contacto de la policía con gran

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101°. La experta KATHERINE HEPBURN LESLIE DOYLE, en la sesión nonagésima


séptima, de un lado, explicó las bases de la confiabilidad de los
documentos desclasificados, y, de otro, formuló un análisis global de ellos.
En cuanto al primer aspecto mencionó que los documentos desclasificados
–obtenidos en aplicación de la Ley de acceso a la información– se han
incorporado como prueba en otros procesos en sedes nacionales e
internacionales; que con frecuencia en los documentos se tacha la
referencia a las fuentes, con la finalidad de proteger a la persona, su rango,
posición, su papel en el Gobierno; que existen documentos en que se
describen hechos propios del embajador o del personal de la Embajada,
como por ejemplo reuniones con el presidente Fujimori –es una información
confiable, no es opinión ni especulación–; que también información que
proviene de una fuente determinada, en la que se identifica su posición y
de qué parte del gobierno viene, a la vez que si es confiable o no, al punto
de que con mucha frecuencia se dice si merece confianza o no; que en
otras ocasiones la información viene de fuentes no explicadas o se dice que
no se tiene confianza en ella, por lo que hay que juzgar el contexto del
documento y la descripción de las fuentes y de la información –en cuanto a
la cuestión de las fuentes, existen algunas fuentes identificadas por nombres, otras
fuentes identificadas por posiciones, y casa siempre los oficiales de la Embajada
intentan asignar un valor de confianza a las fuentes en los documentos que
formulan–.
En lo atinente al segundo aspecto, análisis global de los documentos
remitidos por el National Security Archive, acota que éstos –que provienen e
la Embajada de los Estados Unidos en Perú y del Departamento de Estado, no
figuran documentos de la CIA o de la DEA–: i) asumen la perspectiva del
embajador y los oficiales de la Embajada respecto de la política
proclamada por el presidente Fujimori y lo que sucedía en la realidad –así,
menciona la experta que durante los años mil novecientos noventa a mil
novecientos noventa y dos había una política pública de respeto a los derechos
humanos en la lucha contra la subversión, así proclamada por el presidente Fujimori,
y otra política secreta, una estrategia clandestina de luchar agresivamente contra
la subversión fuera del marco legal–; ii) expresan una preocupación temprana
y consistente sobre el involucramiento del Ejército en abusos contra los
derechos humanos, preocupación temática que era exigida por el
Gobierno de Estados Unidos a sus oficiales diplomáticos; iii) revelan que
desde el año mil novecientos noventa se contaba con información de
inteligencia que daba cuenta del involucramiento del Ejército y de los
servicios de inteligencia en operaciones de tipo escuadrones de la muerte,
así como que con el tiempo la percepción era que estas operaciones
ilegales fueron producto de una política de gobierno, no resultados de
elementos fuera de control del Ejército, Policía o Inteligencia, así como que
también evidenciaban que el Gobierno de Fujimori pretendía encubrir el

experiencia en el campo de la lucha contra el terrorismo para analizar el tema de los


silenciadores y de la intervención de agentes del Estado en la matanza de Barrios Altos; y,
finalmente, antes del comentario conclusivo, menciona como fuente a un empleado de la
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos respecto de las víctimas de esa matanza, a
su probable vinculación con el PCP–SL.

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involucramiento de su aparato de seguridad en estos abusos; iv) sobre los


acontecimientos de Barrios Altos y La Cantuta resalta que había la misma
preocupación e información de inteligencia, recopilada por la Embajada y
sus fuentes, sobre el involucramiento de unidades y miembros del Ejército y
servicios de inteligencia en estos acontecimientos, así como la advertencia
del embajador y sus oficiales en el sentido de que las investigaciones no
iban avanzando.
Por otro lado, la información de inteligencia que se transmitía al
Departamento de Estado siempre era información de inteligencia ya
producida y aceptada dentro de un contexto de análisis de la situación en
comparación con otras fuentes, también contrastadas; que todos los
documentos tienen información de inteligencia dentro del contexto de la
otra información recopilada, tiene por consiguiente un aspecto analítico.

102°. El carácter documental de la información que se analiza está fuera de


toda discusión. Su particularidad estriba en que se trata de una información
escrita que revela un conjunto de comunicaciones cursadas entre la
Embajada de Estados Unidos en el Perú y el Departamento de Estado de los
Estados Unidos, cuyo acceso fue posible –como ha sido explicado con
suficiencia por la experta Katherine Doyle– en virtud de un procedimiento
interno de la legislación estadounidense, cuya legalidad y procedencia
desde nuestro Derecho no es del caso poner en duda. Las comunicaciones
en cuestión contienen no sólo análisis de inteligencia, evaluaciones de la
situación del país respecto a los acontecimientos objeto de juzgamiento y a
las fechas en que tuvieron lugar los cuestionamientos públicos y el desarrollo
de las investigaciones, que fue intensamente abordados por la prensa
nacional. También dan cuenta de entrevistas o informaciones
proporcionadas por diversas fuentes, algunas identificadas y otras no –se
menciona mayoritariamente su ubicación o posición institucional, para apreciar el
grado de confiabilidad de la información–. En otros casos, informan de
reuniones y conversaciones directas con el jefe de Estado y con otros altos
funcionarios públicos, cuya relato sucinto exponen, al que agregan una
valoración propia.
No hay duda que tales documentos constituyen un medio de prueba
valorable por el Tribunal para la dilucidación de los hechos y
responsabilidades consiguientes74. Es de tener en cuenta, como referencia
inicial para su análisis, que fueron realizados por terceros –funcionarios
estadounidenses en el marco de sus tareas diplomáticas– sin mayor interés
personal en los hechos que reseñaban de manera contemporánea a su
desarrollo y reflejan informaciones brindadas –en varios pasajes– por “fuentes

74Se trata de documentos públicos, producidos por una entidad del Estado, que contienen
una información relativa a asuntos que integran parte de sus funciones, fruto de una
actividad profesional y a partir de una indagación y/o valoración realizada por alguien
actuando en capacidad oficial. Además, se han obtenido y autorizado con las
solemnidades legalmente exigibles.

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de inteligencia” que caracteriza el intercambio de información en esta


actividad75.
Desde luego no es posible fundar un juicio acerca de la realidad de
los hechos y de la autoría imputada al acusado Fujimori Fujimori
exclusivamente en esos documentos; su sola mención y análisis individual no
permitirá rechazarlos o darlos por acreditados. En consecuencia, el valor
que cabe atribuirles es sólo referencial o, mejor dicho, limitado, y
necesariamente debe ser contrastado con otras evidencias aportadas a la
causa –así, de igual modo, el dictamen de opinión de la experta Katherine Doyle–;
podrán servir, en todo caso, para corroborar los testimonios y prueba
documental que obra en autos, no tienen un valor probatorio en sí mismos76.
Es claro, como ya se dejó indicado, que no es de recibo, ante la
información contenida en un documento, en tanto ésta ha sido
proporcionada por una persona determinada, entender que la fuente de
prueba es aquélla y que, en tal virtud, la información debe incorporarse sólo
por medio de la prueba testifical. La información está contenida en el
documento, es una manifestación que consta en dicho instrumento
extraprocesal. Es cierto que las personas referidas han podido ser citadas
como testigos –las partes, todas ellas, decidieron no hacerlo– y ser interrogadas
en el acto oral, pero en este caso el interrogatorio servirá a dos fines: como
testifical y como elemento de adveración del documento, es decir, como
una especie de cotejo de este último.
Internamente los documentos desclasificados permiten establecer,
(1) como dato autónomo –traduce un hecho propio–, la preocupación del
gobierno de Estados Unidos por los acontecimientos y denuncias referidas a
la violación de derechos humanos con motivo del combate contra la
subversión terrorista; y (2) como dato revelador –que se verá confirmado por el
análisis que se realizará en su oportunidad– la línea gubernamental contraria a
una investigación seria y transparente para descubrir a los involucrados en
los delitos que habían trascendido a la opinión pública. Asimismo, consolida
un hecho clarísimo: la presión del Gobierno norteamericano, que
reclamaba, a partir de los anuncios públicos del Gobierno peruano de la
aplicación de una política respetuosa de los derechos humanos, una
consecuencia sobre tan delicado asunto, y especialmente las
conversaciones que tuvo el embajador con el acusado transmitiendo la
preocupación del Gobierno norteamericano. Esto último revela que el
acusado Fujimori Fujimori, como mínimo –a partir de esa exigencia
estadounidense–, que estuvo al tanto de la trascendencia, que rebasaba el

75 Se asume las consideraciones que en un caso similar resolvió el Juzgado Criminal y


Correccional Federal de la Capital Federal Número Once –Argentina–, recaído en la causa
6859/98 –Scagliusi, Claudio Gustavo y otros s/privación ilegal de la libertad–, auto del doce
de septiembre de dos mil dos.
76 La Cámara Federal Criminal y Correccional de la Capital Federal Argentina, en la causa

número 26.349, sentencia del dieciocho de julio de dos mil ocho, en decisión que es de
compartir no sólo aceptó el valor o la valorabilidad de los documentos oficiales
desclasificados –anotó que eran títulos de referencia válida–, sino que puntualizó que no es
del caso otorgarles un valor absoluto, el cual se da en función del confronte de sus datos,
tanto entre ellos, como con otras evidencias de la causa; su análisis debería tener presente su
propio contenido y la época de su obtención.

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ámbito nacional, de los crímenes de Barrios Altos y La Cantuta. Es, pues,


imposible sostener que el acusado no estaba al tanto de las consecuencias
de lo ocurrido ni que ofreció un activismo decidido para esclarecer y
castigar los crímenes perpetrados, lo que a tenor de lo que luego pasó, no
cumplió.
Los documentos también permiten advertir que el Gobierno de los
Estados Unidos ya contaban con información de inteligencia, con un
determinado nivel de solidez –así valorado por ellos mismos–, acerca de la
influencia de Montesinos Torres, su especial relación de asesoría con el
acusado Fujimori Fujimori y el rol que cumplía en el sistema de inteligencia.
Asimismo, conocía por una fuente de inteligencia no identificada77, de las
dos políticas que Montesinos Torres patrocinaba, una pública y otra
confidencial que incluía a las unidades de operaciones especiales del
Ejército entrenados en asesinatos extrajudiciales en materia de
enfrentamiento contra el terrorismo, cuya realidad –en este último caso– es
patente a través de la actuación y crímenes del Destacamento Especial de
Inteligencia Colina, según se examinará y establecerá en otros capítulos de
la presente sentencia.
Con estas consideraciones y grado de ponderación se acepta el
carácter de prueba documental de los documentos desclasificados.

103°. SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Y DEL TRIBUNAL


CONSTITUCIONAL. El señor Fiscal en la sesión centésima décima octava –cuyo
debate se incluyó en la sesión siguiente–, al cubrir el tema XII “Pronunciamiento
de la justicia nacional e internacional” ofreció como prueba tres sentencias
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos –en adelante SCIDH–:
sentencias Velásquez Rodríguez contra Honduras, del veintinueve de julio de
mil novecientos ochenta y ocho; Barrios Altos contra Perú, del catorce de
marzo de dos mil uno; y, La Cantuta contra Perú, del veintinueve de
noviembre de dos mil seis –véase fojas cincuenta y un mil seiscientos noventa y
cinco, treinta y veintitrés mil setecientos ochenta y cuatro, respectivamente–78.
También ofreció como prueba siete sentencias del Tribunal Constitucional,
recaídas en procesos de amparo y habeas corpus incoados por diferentes
imputados por los delitos objeto de este proceso penal79.

77 Tampoco cabe afirmar, desde una perspectiva excesivamente formalista, que ante un
dato aportado por una persona –un oficial de la Embajada USA–, cuyo conocimiento obtuvo
por vía indirecta, de otra persona, a la que por diversas razones no identifica –razones, por lo
demás, comprensibles en un ámbito tan sensible como la inteligencia y, especialmente,
cuando se intercambia información con una fuente extranjera–, tal referencia deba ser
desestimada de plano o excluirse sin más del acervo probatorio. La solidez y atendibilidad de
la información estará sujeta, desde luego, a la posibilidad de que por otras vías ese dato
pueda corroborarse.
78 La Parte Civil, en la sesión centésima vigésima, al abordar el tema VIII “Existencia de patrón

sistemático de violación de los derechos humanos”, en el punto cuarto ofreció la lectura de


la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos recaída en el Asunto Barrios
Altos contra Perú, del veintinueve de noviembre de dos mil seis. En consecuencia, el análisis
de ese fallo, dentro de los marcos propios de este capítulo, se realizará en este punto.
79 Son las siguientes causas: 1) STC 4587–2004–AA/TC, del veintinueve de noviembre de dos

mil cinco, de fojas cincuenta y un mil seiscientos veintiséis, Asunto Martin Rivas; 2) STC 679–
2005–PA/TC, del dos de marzo de dos mil siete, de fojas cincuentiuno mil seiscientos doce,

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104°. En cuanto a las SSCIDH, la Fiscalía sostiene que el primer fallo


–Velásquez Rodríguez– interesa porque analiza una situación nacional, de
Honduras, en la que se dan muchos patrones de conducta similares a lo
que aconteció en nuestro país. La Sentencia Barrios Altos estableció que el
Gobierno del Perú implementó mecanismos legislativos y judiciales para
impedir el esclarecimiento de los hechos y la sanción de los responsables, su
objetivo fue la impunidad; además, las leyes de amnistía obstruyeron el
esclarecimiento de los hechos y buscaron perpetuar la impunidad. La
Sentencia La Cantuta no sólo valora los documentos de prensa, sino que
estableció como hecho probado que las ejecuciones arbitrarias
constituyeron una práctica sistemática en la estrategia antisubversiva,
especialmente en los momentos más intensos del conflicto; que el
Destacamento Colina estaba adscrito al SIN y operaba con conocimiento
del acusado Fujimori Fujimori y del Comando del Ejército; que el
Destacamento Colina cumplió una política de Estado consistente en la
identificación, control y eliminación de sospechosos de ser insurgentes o
contrarios al régimen de Fujimori Fujimori. Por último, invocó con cita de la
STC 679–2005–PA/TC, Asunto Martin Rivas, la necesidad de apostar por una
decisión integradora entre los fallos internacionales y los nacionales, por lo
que debe asumirse la validez jurídica de los pronunciamientos de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos80.
La defensa sostiene que esos fallos son documentos narrativos, no
vinculantes. Las SSCIDH se pronuncian sobre la responsabilidad internacional
del Estado, no de los individuos, menos acerca de la responsabilidad penal
de Alberto Fujimori. Los fallos de La Cantuta y Barrios Altos se sustentaron en
un allanamiento fraudulento por falta de justificación jurídica –antes, incluso,
que el Poder Judicial determinase las responsabilidades legales con mención a que
los asesinatos formasen parte de una estrategia– y porque se motivó en una
persecución a los gobiernos de Belaunde, García y Fujimori; que la
definición de política de Estado fijada por la sentencia La Cantuta se
sustentó en el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación –en
adelante CVR–, que no es un informe jurídico, en la declaración de Robles
Espinoza, las manifestaciones de las víctimas y el reconocimiento de hechos
por del Estado.

105°. Es importante diferenciar el valor como precedente de un fallo de la


CIDH, las líneas jurisprudenciales que traza al interpretar la Convención

Asunto Martin Rivas; 3) STC 4677–2005–HC/TC, del doce de agosto de dos mil cinco, de fojas
cincuenta y un mil seiscientos cuarenta y ocho, Asunto Rivero Lazo; 4) STC 3938–2007–PA/TC,
del cinco de noviembre de dos mil siete, de fojas cincuenta y un mil seiscientos cincuenta y
seis, Asunto Julio Rolando Salazar Monroe; 5) STC 8595–2005–HC/TC, del veintitrés de febrero
de dos mil seis, de fojas cincuenticinco mil seiscientos setenta y tres, Asunto Julio Rolando
Salazar Monroe; 6) STC 1805–2005–HC/TC, del veintinueve de abril de dos mil cinco, de fojas
cincuenta y un mil seiscientos setenta y seis, Asunto Cáceda Pedemonte; y, 7) STC 2798–
2004–HC/TC, del nueve de diciembre de dos mil cuatro, de fojas cincuenta y un mil
seiscientos ochenta y siete, Asunto Vera Navarrete.
80 En igual sentido se pronunció la Parte Civil. Destacó la sentencia La Cantuta de la CIDH,

que declaró probado la estructura de un poder organizado y procedimientos codificados


que operaban para el cumplimiento de sus fines.

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Americana de Derechos Humanos y su irradiación al derecho nacional81, el


concreto acatamiento de una sentencia determinada –de indiscutible y
directa aplicación en sede interna: ejecutoriedad82–, de la declaración de
hechos probados que entraña una sentencia de la CIDH y sus efectos
generales, más allá del propio fallo, mas aún si se trata de un proceso penal
–es decir, si la SCIDH es prejudicial respecto de un proceso penal que le está
relacionado, como sería las sentencias Barrios Altos y La Cantuta respecto de esta
causa penal–.
La discusión se centra, por consiguiente, en las sentencias Barrios Altos
y La Cantuta –la sentencia Velásquez Rodríguez importa, en todo caso, un
parámetro para valorar mecanismos institucionales de desaparición forzada, cuyos
conceptos, en lo pertinente, serán valiosos para organizar las pautas probatorias de
casos similares o aproximados desde la perspectiva fáctica–. Tiene consignado
la CIDH, y de modo palmario, en la SCIDH La Cantuta, específicamente en
los párrafos octogésimo, punto décimo octavo, octogésimo primero y
nonagésimo sexto, las siguientes afirmaciones, declaradas como hechos
probados:
1) Que diversas evidencias han llevado al conocimiento público y notorio
de la existencia del Grupo Colina, cuyos miembros participaron en los
hechos del presente caso. Colina era un grupo adscrito al SIN que operaba
con conocimiento de la Presidencia de la República y del Comando del
Ejército. Tenía una estructura jerárquica y su personal recibía dinero para sus

81 Tiene declarado el Tribunal Constitucional que los tratados constituyen parámetro de


interpretación de los derechos reconocidos por la Constitución, lo que implica que los
conceptos, alcances y ámbitos de protección explicitados en dichos tratados, establecen
parámetros que deben contribuir, de ser el caso, al momento de interpretar un derecho
constitucional (STC 01124–2001–AA/TC, del once de julio de dos mil dos, FJ 9). Asimismo, que
tras el criterio de interpretación de los derechos fundamentales conforme con el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, se entiende que este último concepto no se
restringe solo a los tratados internacionales en materia de derechos humanos en los que el
Estado peruano sea parte –IV Disposición Final y Transitoria de la Constitución–, sino que
comprende también a la jurisprudencia que sobre esos instrumentos internacionales se
pueda haber expedido por los órganos de protección de los derechos humanos (STC 04587–
2004–AA/TC, del veintinueve de noviembre de dos mil cinco, FJ 44). La propia CIDH ha
expuesto que “…corresponde a un principio básico del derecho de la responsabilidad
internacional del Estado, respaldado por la jurisprudencia internacional, según el cual los
Estados deben cumplir sus obligaciones convencionales internacionales de buena fe y no
pueden por razones de orden interno, dejar de atender la responsabilidad internacional ya
establecida” (SCIDH, del veintiocho de noviembre de dos mil tres, Asunto Ricardo Baena y
otros vs. Panamá, párrafo 61). En consecuencia, este Tribunal Penal debe seguir la
interpretación efectuada por la CIDH en materia de derechos humanos, siendo de destacar
que la materia penal guarda una directa vinculación con los alcances de los derechos
humanos sobre los cuales existen pronunciamientos.
82 Respecto de la determinación de los hechos y de la calificación jurídica de los mismos que

efectúa la CIDH en el marco de su competencia, en cuanto determina la responsabilidad


del Estado, desde luego no podrían ser desvirtuados o desconocidos en sede nacional y
deben ser respetados –y ejecutados– por los tribunales internos. Es el denominado “efecto
directo” de la sentencia de la CIDH, en virtud de la cual ésta deberá ser acatada y cumplida
por los Estados que hayan sido parte en el proceso (SCIDH, Asunto Velásquez Rodríguez,
Reparaciones, párrafos 28 y 29), en consecuencia, su valor vinculante no sólo se limita al fallo
sino que se extiende a los fundamentos jurídicos –explican, motivan y justifican las medidas
adoptadas, así como señalan los criterios que se han de seguir, los límites o alcances de las
medidas o los procedimientos necesarios a seguir para el cumplimiento de la sentencia.

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gastos operativos y retribuciones económicas personales con carácter de


bonificación. El Grupo Colina cumplía una política de Estado consistente en
la identificación, el control y la eliminación de aquellas personas que se
sospechaba que pertenecían a los grupos insurgentes o contrarias al
régimen del ex presidente Alberto Fujimori, mediante acciones sistemáticas
de ejecuciones extrajudiciales indiscriminadas, asesinatos selectivos,
desapariciones forzadas y torturas.
2) Que los graves hechos se enmarcan en el carácter sistemático de la
represión a que fueron sometidos determinados sectores de la población
designados como subversivos o de alguna manera contrarios u opositores al
Gobierno, con pleno conocimiento e incluso órdenes de los más altos
mandos de las Fuerzas Armadas, de los servicios de inteligencia y del poder
ejecutivo de ese entonces, mediante las estructuras de seguridad estatales,
las operaciones del denominado “Grupo Colina” y el contexto de
impunidad que favorecía esas violaciones.
3) Que la planeación y ejecución de la detención y posteriores actos
crueles, inhumanos y degradantes y ejecución extrajudicial o desaparición
forzadas de las presuntas víctimas, no habrían podido perpetrarse sin el
conocimiento y órdenes superiores de las más altas esferas del Poder
Ejecutivo y de las fuerzas militares y de inteligencia de ese entonces,
específicamente de las jefaturas de inteligencia y del mismo presidente de
la República.

106°. Es cierto que el Estado peruano se allanó a la demanda incoada por


la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero también es verdad
que la CIDH declaró probado el hecho con el apoyo de las evidencias que
obraban en la causa –el allanamiento no fue inmediato, mediaron trámites
previos en la propia Corte y culminó la fase previa ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, sino que se produjo luego de esas incidencias una vez que
se instauró un nuevo Gobierno por los procedimientos democráticos
constitucionalmente previstos83 84–. La defensa incluso ha mencionado

83 En el caso de la Sentencia LA CANTUTA VS. PERÚ se tiene que el treinta de julio de mil noventa

y dos se interpuso la primera petición ante la CoIDH, que abrió el caso bajo el número 11.045
el cuatro de agosto de ese año; que el informe de admisibilidad se aprobó el once de marzo
de mil novecientos noventa y nueve; que el veintidós de febrero de dos mil uno, en el marco
del centésimo décimo periodo de sesiones, la CoIDH emitió un comunicado en el que consta
que el Estado reconocería su responsabilidad; que el veinticuatro de octubre de dos mil
cinco, en el centésimo vigésimo tercer período de sesiones la CoIDH aprobó el informe de
fondo número 95/05, que concluyó por la responsabilidad internacional del Estado, y el
catorce de noviembre del indicado año pidió al Estado peruano el cumplimiento de sus
recomendaciones, pero ante su incumplimiento, demandó al Estado peruano el catorce de
febrero de dos mil seis, adjuntando prueba documental y ofreciendo prueba testimonial y
pericial; que el diecisiete de agosto de dos mil seis se dispuso la actuación de prueba pericial
y testifical, así como convocó a las partes para una audiencia y escuchar los alegatos orales
sobre el fondo; que durante el trámite el Estado se allanó a los hechos alegados pero
contradijo determinadas consecuencias jurídicas; que, finalmente, la CIDH en su sentencia,
claramente precisó que examinará y valorará los elementos probatorios documentales
remitidos por la CoIDH, los representantes y el Estado en diversas oportunidades procesales o
como prueba para mejor resolver, así como las declaraciones testimoniales y periciales
rendidas mediante affidávit o ante la Corte, atendiendo a los principios de la sana crítica.

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determinadas evidencias que fueron mencionados en las SSCIDH, que a su


parecer resultan notoriamente insuficientes; empero, tal análisis resulta
insatisfactorio para restar mérito al fallo internacional puesto que la CIDH
valoró las pruebas y realizó un juicio jurídico compatible con los
fundamentos del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Por lo
demás, no existe el menor fundamento o indicios razonables para
considerar que el allanamiento fue fraudulento, y el hecho que en sede
interna, en ese momento, no se hubieran dictado fallos que declaraban
probados los hechos objeto de juzgamiento internacional, en modo alguno
condiciona al Estado a aceptar los cargos derivados de la responsabilidad
internacional que se le atribuía: no existe norma interna, internacional o
principio jurídico que lo prohíba.
Sin embargo, más allá del valor intrínseco de los fallos de la CIDH en
general y de las SSCIDH Barrios Altos y La Cantuta en particular, es de anotar
que, sin perjuicio de los hechos declarados probados, la relevancia jurídico
penal de aquellos, la aplicación e interpretación de las normas penales
pertinentes y, en su caso, la individualización de la pena son de
competencia exclusiva del Tribunal Penal. La CIDH no declara la inocencia
o la culpabilidad de una persona –en sede internacional se dilucida la
responsabilidad internacional del Estado por una infracción de las normas
convencionales–; y, es en sede del proceso penal donde se actuaran las
pruebas necesarias para un pronunciamiento definitivo acerca de la
culpabilidad o inocencia del acusado –de no ser así, resultaría innecesaria la
fase probatoria del proceso penal–. La responsabilidad internacional del Estado
tiene sus propios criterios de imputación, que no pueden extenderse
automáticamente al campo de la responsabilidad penal –aunque éstos,
también es verdad, no pueden obviarse sin más– , para lo cual se requiere una
sentencia, que será condenatoria si se enerva la presunción de inocencia,
lo cual no excluye por cierto tomar como un elemento importante ambos
fallos internacionales85, con un peso de persuasión calificado, en especial,

84 En el caso de la Sentencia Barrios Altos vs. Perú es de precisar que en los años mil
novecientos noventa y cinco, y mil novecientos noventa y seis la CoIDH registró dos
denuncias, signadas con los números 11.528 y 11.601 por los acontecimientos de La Cantuta y
la aplicación de la Ley de amnistía; que la CoIDH el siete de marzo de dos mil, durante su
centésimo sexto período de sesiones, aprobó el Informe número 28/00, transmitido al Estado
al día siguiente, mediante el cual formuló tres recomendaciones y le otorgó dos meses de
plazo; que como éstas fueron rechazadas por el Estado, el diez de mayo de dos mil la CoIDH
demandó al Perú ante la CIDH, demanda que fue devuelta por el Estado porque se había
retirado de la competencia contenciosa de la Corte, lo que originó una incidencia; que, sin
embargo, el veintitrés de enero de dos mil uno el Perú comunicó la derogación de la
resolución legislativa de retiro de la competencia contenciosa de la Corte, y el diecinueve
de febrero de ese año reconoció su responsabilidad internacional, lo que dio lugar a que la
Corte diera por admitidos los hechos y declarara la responsabilidad del Estado peruano; que
es de significar que la CIDH reconoció que el allanamiento del Perú constituye una
contribución positiva al desarrollo de este proceso y a la vigencia de los principios que
inspiran la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

85 El párrafo 56 de la STC 00679–2005–AA/TC, del dos de marzo de dos mil siete, Asunto
Santiago Enrique Martin Rivas, precisó que bajo el principio de integración en materia de
relaciones del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y el Derecho constitucional
nacional, los tribunales nacionales deben reconocer la validez jurídica de aquellos hechos

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por el ámbito común de apreciación, los hechos contextuales y patrones de


comportamiento del Estado y, por cierto, de sus dirigentes en un momento
determinado.

107°. En lo atinente a las sentencias del Tribunal Constitucional dictadas en


los procesos de amparo o hábeas corpus que interpusieron los procesados
tanto por estos hechos –a quienes se les atribuye ser integrantes del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina, vinculados a él, o miembros del SIN,
y se les imputa tanto delitos contra la vida, la libertad y lesa humanidad, como
delitos contra la Administración Pública–, es de aplicar, en lo esencial, los
mismos razonamientos. Así, el Tribunal Constitucional:
1) Asumió la denominada tesis de la coordinación, que superaría las tesis
dualista de primacía del derecho internacional sobre el derecho interno y a
la inversa, y apunta a una solución integradora y de construcción
jurisprudencial, en materia de relaciones del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos y el Derecho constitucional nacional, que privilegia la
protección efectiva de los derechos fundamentales de los ciudadanos
peruanos.
2) Estimó que mediante las leyes de amnistía el legislador penal pretendió
encubrir la comisión de delitos de lesa humanidad, y garantizar la
impunidad por graves violaciones de derechos humanos –las consideró nulas
y que carecen, ab initio, de efectos jurídicos–, situación en la que se
desenvolvieron las actividades delictivas del denominado Grupo Colina.
Esto obedeció a la existencia de un plan sistemático para promover la
impunidad en materia de violación de derechos humanos, a partir de estos
ejes: deliberado juzgamiento de delitos comunes por órganos militares,
expedición en ese lapso de leyes de amnistía que en todo caso revelaban
la ausencia de una voluntad estatal destinada a investigar y sancionar con
penas adecuadas a la gravedad de los delitos cometidos a los
responsables.
3) Aceptó lo que en su día declaró probado la CIDH respecto del Grupo
Colina, esto es, su inserción en los servicios de inteligencia y militar del
Estado, el cumplimiento a través de una política de Estado mediante
acciones sistemática de ejecuciones extrajudiciales indiscriminadas,
asesinatos selectivos, desapariciones forzadas y torturas.
4) Reconoció, como se ha dejado expuesto, la validez jurídica de aquellos
hechos que han sido propuestos, analizados y probados ante las instancias
internacionales de protección de los derechos humanos, pero –delimitando
esa declaración– reconoció la necesidad de la investigación penal, situación
que entraña un ámbito de acción propio de la jurisdicción penal –que

que han sido propuestos, analizados y probados ante las instancias internacionales de
protección de los derechos humanos, lo que no exime de la facultad y el deber de los
tribunales nacionales de realizar las investigaciones judiciales correspondientes, porque de lo
que se trata, finalmente, es de garantizar el respeto pleno de la persona, su dignidad y sus
derechos humanos, en el marco del orden jurídico nacional e intencional del que el Perú es
parte. Ello implica, agrega este Tribunal, que la actividad probatoria que es de realizarse en
el proceso penal será amplia y podrá incorporar toda la evidencia necesaria para resolver la
causa con justicia a partir del mayor aporte probatorio posible, la que además será
interpretada y valorada con arreglo a las reglas propias del derecho procesal penal.

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entrañan la aplicación de las normas del Derecho penal y del Derecho procesal
penal– pero de ninguna manera desconectado del Derecho constitucional
y del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

108°. En consecuencia, no puede descartarse sin más el valor y


trascendencia de los fallos de la CIDH y del Tribunal Constitucional. Las
declaraciones jurídicas que contienen deben ser respetadas en lo que ello
importe de afirmación e interpretación de los derechos convencionales y
fundamentales o constitucionales de la persona. El proceso penal, así
ordenado por ambos tribunales cuando amparan las pretensiones de
protección convencional o constitucional, tiene un objeto propio y reglas
específicas, que no obstante ello no puede desconocer en su esencia lo
que ha sido definido en sede internacional o constitucional, pero tampoco
negar lo que otras evidencias puedan aportar ni las reglas de imputación
del Derecho penal.

¶ 3. Prueba ofrecida por la parte civil.

109°. TEXTO ESPECIAL TE–41 Y MANUAL ME 41–7. La parte civil, en la sesión


centésima décima novena, al desarrollar el tema IV “La nueva doctrina de
inteligencia militar para la contrasubversión”, ofreció como prueba el
Manual ME–41, del catorce de diciembre de mil novecientos ochenta y
cuatro, denominado “Guerra No Convencional”. La parte civil hizo
referencia al Texto Especial, de la Escuela de Infantería del Ejército –que lo
promovió–, e indicó que desde los primeros años del enfrentamiento contra
la subversión terrorista la inteligencia militar ya aparece como un
instrumento importante para alcanzar la destrucción de la “organización
política local” del PCP–SL. El citado documento no es propiamente un
Manual sino un Texto Especial de la Escuela de Infantería –entregado por el
periodista Humberto Jara, a quien se le proporcionó el Mayor EP Martín Rivas–.
Agregó que no es un documento constitutivo –es meramente dispositivo–, se
trata incluso de un proyecto destinado a ser sometido a coordinación y
revisión por los órganos del Ejército. Por ende, no refleja la doctrina definitiva
del Ejército, ni puede probar cómo combatía el Ejército, incluso en años
anteriores al régimen presidido por el acusado.

110°. Ese Texto Especial fue entregado por el periodista Jara Flores en su
declaración de la sesión cuadragésima cuarta. En la sesión cuadragésima
segunda puntualizó que se lo proporcionó el mayor EP Pichilingue Guevara
y es el que aparece portando el mayor EP Martin Rivas en la entrevista,
quien señaló que basándose en dicho Manual, que establecía el marco
específico, y en el Manual Estratégico, se tomó la decisión de llevar a cabo
una guerra de baja intensidad o guerra sucia.
En dicho Texto, al pie de página, existe una nota que dice: “Este
proyecto ha sido preparado para ser sometido a coordinación y revisión por
las autoridades interesadas y por tanto no refleja la doctrina definitiva del
Ejército”. La fecha de publicación es del catorce de diciembre de mil
novecientos ochenta y cuatro. Son de destacar en el Texto los siguientes

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datos: i) Al definir su finalidad, indica que contiene los principales conceptos


doctrinarios relativos a la Guerra No Convencional, referidos a su estructura,
organización, técnica, táctica y estrategia operativa confrontadas y
actualizadas en relación con la experiencia actual que vive nuestro país
(página ocho). ii) La conducción de la contrasubversión tiene como
condiciones básicas la adhesión de la población, la firme voluntad de
vencer, la coordinación de las acciones en todos los dominios, el civismo de
la nación, y la disposición de medios suficientes (páginas noventa una y
noventa y dos). iii) Los períodos de la contrasubversión son los de prevención
o de protección, y de intervención; el primero importa la acción directa
contra los cabecillas del movimiento subversivo y, entre otras, infiltración en
el movimiento subversivo tratando de anular sus efectos (página noventa y
tres); el segundo requiere, si se trata de intervención en una zona roja, de
varios pasos (página noventa y ocho), como la destrucción o expulsión de los
elementos armados subversivos, instalación de las fuerzas de control
territorial, establecimiento de contacto con la población y control de sus
movimientos a fin de interrumpir sus relaciones con los guerrilleros, y
destrucción de la OPA –organización político administrativa de la organización
subversiva– local (página ciento cinco). iv) Respecto de la destrucción de la
OPA local, se apunta que es de eliminar a los miembros de la OPA del modo
más rápido y definitivo –la parte inicial del indicado párrafo dice: “Aún en las
circunstancias más propicias, la acción policial no puede dejar de tener aspectos
desagradables, tanto para la población como para las fuerzas del orden que viven
en ésta. Razón por la cual hay que eliminar…”–; que la destrucción propiamente
dicha o sea la eliminación de los elementos componentes de las OPA local
se llevará a cabo, en base a las dos condiciones siguientes: 1. Que se hayan
recibido informaciones suficientes para garantizar el éxito de la eliminación:
y 2. Que la eliminación planeada puede llevarse a cabo por entero.
En la sesión trigésima se pasó el vídeo de la entrevista del señor Jara
Flores al mayor EP Martin Rivas –en ese momento el citado militar se encontraba
en la clandestinidad–, en el que este último precisó que se trataron de
reglamentos dados por el poder político para derrotar al terrorismo en una
guerra no convencional, la cual se llevó basándose en ellos, los que
actualmente siguen vigentes. El Texto exhibido se formuló con el contenido
de unos manuales americanos de mil novecientos ochenta y cuatro, que
son su fuente.

111°. Es correcto afirmar que el Texto Inicial de la Escuela de Infantería del


Ejército, por su propia naturaleza, no tiene el carácter de un Manual Oficial
del Ejército –así, incluso, se indica en sus propias páginas–, pero forma parte de
un proceso para formular una doctrina militar destinada a enfrentar a la
subversión terrorista, y es el reflejo de las experiencias de los soldados en la
lucha contra los subversivos terroristas. Así desde el año mil novecientos
ochenta y cuatro se vino gestando una doctrina castrense que definió el
campo de la lucha armada contra la subversión, y las estratégicas, tácticas
y métodos que correspondían que se aplicasen en materia de guerra no
convencional. La importancia del Texto Inicial estriba en que, aún cuando
no es un reglamento propiamente dicho ni un Manual en forma, es un

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documento que resume o expresa, preliminarmente y sujeto a análisis y


ajustes ulteriores, una doctrina del Ejército que debe ser seguida, en sus
lineamientos básicos, por los militares; a través de él se les prepara y los
militares adquieren conocimientos sustanciales que deben ser aplicados
creativamente por ellos en el conjunto de actividades de planeamiento y
de enfrentamiento con los subversivos. Pero, lo más importante en el caso
del Texto Inicial, es que con posterioridad, en julio de mil novecientos
ochenta y nueve, la Comandancia General del Ejército y el Ministerio de
Guerra aprobaron el ME 41–7 Manual de Guerra no Convencional
Contrasubversión, cuyo texto es coincidente en sus aspectos centrales con
el Texto Inicial antes citado.

112°. La parte civil, siempre al abordar el tema IV, ofreció como prueba
documental el ME 41–7 Manual de Guerra No Convencional contra la
Subversión –incorporado por la Fiscalía en la sesión quincuagésima séptima–.
Sostuvo que se trataba de un esfuerzo importante de sistematización
realizado por el Ejército, que denota un cambio significativo respecto del rol
de la inteligencia militar, que tiene un papel de mayor importancia para el
desarrollo de las operaciones militares por parte de las grandes unidades
militares del Ejército, pues llega a afirmar que la guerra contrasubversiva
“…es una guerra de inteligencia en un ochenta por ciento y de
operaciones en un veinte por ciento” (página setenta y tres). Resalta la parte
civil que el Manual expresa claramente que el rol de la inteligencia militar
tiene como objetivo saber a quién se va a eliminar (páginas setenta y seis,
noventa y seis y ciento cuatro).
La defensa del acusado Fujimori Fujimori cuestionó el significado
probatorio que alcanza la parte civil del citado Manual. Afirmó que el
ochenta por ciento del Manual se refiere a una estrategia contrasubversiva
centrada en la adhesión a la población; que el autor del Manual en ese
momento fue el general EP Hermoza Ríos, comandante general del
Comando de Instrucción y Doctrina del Ejército – COINDE; que, en cuanto al
tema de inteligencia, el Manual, a partir de la página doscientos setenta y
nueve, define los objetivos de la inteligencia, entre los que no está matar
gente rendida o desarmada.

113°. El Manual ME 41–7 “Guerra No Convencional Contrasubversión” tiene


como objeto, según el artículo 1°, establecer los procedimientos para el
planeamiento conducción de las operaciones de la Defensa Interior del
Territorio (DIT); su finalidad es servir de guía a los diferentes comando y
Estados Mayores con el fin de uniformar los procedimientos que norman el
planeamiento y conducción de las operaciones de Defensa Interior del
Territorio; y, contiene los aspectos generales que caracterizan a la
subversión y los aspectos específicos sobre las operaciones
contrasubversivas, dentro del marco de la doctrina de la Defensa Interior el
Territorio (página una). Este Manual, además, de precisar el Canal de

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Autoridad en la guerra contrasubversiva86, en el numeral 74°


“Desorganización de los Grupos Armados Subversivos”, indica que
“Considerando que la Guerra Contra Subversiva es una guerra de
inteligencia en un ochenta por ciento y de operaciones en un veinte por
ciento se deben fijar las siguientes acciones en los campos de inteligencia y
operaciones”87. En cuanto a los periodos de la contrasubversión,
concretamente en el período de intervención (numeral 78°) se hace
mención a la destrucción de la Organización político–administrativa local,
que importa la eliminación de sus miembros88. En la Sección II Operación
contra la Organización Política – Administrativa (OPA) se indica que la
destrucción del sistema medular se logra mediante la eliminación de sus
dirigentes, lo que se considera necesario para detener el desarrollo de la
subversión (numeral 83. Generalidades). Finalmente, en el Capítulo II Aspectos
Complementarios, Sección I Inteligencia, numeral doscientos diez Fuentes
de Información, se fijan los seis objetivos de la inteligencia89.
El general EP Hermoza Ríos en la sesión octogésima segunda
reconoció la vigencia del Manual y señaló que fue su principal promotor
como comandante general del COINDE, cuya doctrina no cambió cuando
fue comandante general del Ejército. Explica que la esencia del Manual es
la adhesión de la población, y que los términos de eliminación o destrucción
se entienden en el contexto de un enfrentamiento armado directo; que

86 En el Capítulo IV Contrasubversión, Sección I Generalidades, punto 65, precisa que en la


guerra contrasubversiva se debe establecer una clara definición del canal de Autoridad; y,
sanciona que (i) al nivel nacional corresponde al Ejecutivo la dirección general de todas las
acciones de la guerra contrasubversiva en los diferentes campos, a la vez que acota que (ii)
el escalón inferior en una situación anormal –en los Estados de Emergencia– es el Comando
Militar, quien acciona a la autoridad política para todos los aspectos que no se relacionan
directamente con la Fuerza Armada.
87 El literal a) del numeral 74° dice: “a. Inteligencia: (1) integrar los trabajos de inteligencia de

la Fuerza Armada y de la Policía Nacional; (2) difundir rápidamente la inteligencia a todos los
niveles; (…) b. Operaciones: (7) Desarrollar tácticas contrasubversivas destinadas a: (a)
eliminar mandos y líderes, incluyendo ideólogos; (b) neutralizar los Comités Populares y Bases
de Apoyo con el despliegue de Bases de patrulla temporales y rotativas; (c) efectuar
patrullajes agresivos y dinámicos para: *Captura o eliminación de delincuentes subversivos,
incluyendo material (armamento, munición, explosivos, propaganda, abastecimientos).
88 Dice así. 78°. Período de intervención: d. Intervención en una zona roja: (4) Tercer paso:

Destrucción de la Organización Político–Administrativa Local. Es una operación especial


dirigida, para eliminar a los miembros de la Organización Político – Administrativa. La que se
llevará a cabo, con las dos condiciones siguientes: (a) que se haya recibido información
suficiente para garantizar el éxito de la eliminación. (b) que la eliminación planeada pueda
llevarse a cabo totalmente. En el numeral 74° Desorganización de los grupos armados
subversivos, literal b) Operaciones, ordinal (7), estatuye que las acciones de desorganización
importan el desarrollo de tácticas contrasubversivas destinadas a “eliminar mandos y líderes,
incluyendo ideólogos”, así como a efectuar patrullajes agresivos y dinámicos para, entre
otros, “captura o eliminación de delincuentes subversivos, incluyendo material (armamento,
munición, explosivos, propaganda, abastecimientos)”.
89 210. Fuentes de Información: b. Los objetivos de la inteligencia son: (1) identificar los

indicadores de la insurrección; (2) obtener información sobre los subversivos, las condiciones
meteorológicas, el terreno y la población; (3) reducir al mínimo el espionaje, el terrorismo y el
sabotaje; (4) identificar las fuentes principales del descontento del pueblo; (5) identificar la
índole verdadera, las metas, el liderazgo y el curso de las acciones más probables de la
subversión; (6) identificar o infiltrarse en la estructura subversiva.

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cuando existe una zona roja hay enfrentamiento armado directo, y en ese
caso, está en el objetivo de la pacificación eliminar, enfrentar y eliminar
elementos armados, en combate.

114°. El Manual ME 41–7 define un campo de acción del Ejército en los


marcos de una guerra no convencional, contra la subversión terrorista, que
por lo demás era lo que sufría el Perú en los años noventa a noventa y dos90.
Ese Manual, que completa –no contradice– el Texto Inicial ya analizado, no
sólo enfatiza el rol de la inteligencia militar en el conflicto interno, sino que –
más allá de la adhesión de la población, artículos 67° ‘a’, 69° ‘a’ y 73°– apunta en
su esencia a la desorganización de los Grupos Armados Subversivos, de
suerte que en el campo operacional prevé la eliminación de mandos,
líderes e ideólogos, incluyendo los de las OPAS; además, cuando se trata de
una intervención en zonas rojas –dominadas por los subversivos o con gran
actividad subversiva– el tercer paso es la destrucción de las OPAS, que
apunta a la eliminación de sus miembros; además, se entiende que la
destrucción de las OPAS se logra mediante la eliminación de sus dirigentes.
Es pues evidente una lógica selectiva, desde una perspectiva de
guerra no convencional, destinada a la identificación de elementos
subversivos y a su eliminación o muerte91. El Manual, independiente de otras
consideraciones, traza una doctrina rigurosa para enfrentar a la subversión
armada, en el que parte de la estrategia está enderezada a eliminar a los
líderes de la organización alzada en armas. Desde luego, no entraña una
autorización directa de matar a como dé lugar a quien pueda ser
identificado como líder terrorista –nacional, regional o local–, pero flexibiliza en
gran medida los objetivos y procedimientos para su eliminación, de suerte
que relaja los mecanismos de control y las salvaguardas para una
actuación ceñida a los cánones del Derecho Internacional Humanitario y al

90 En esta perspectiva es pertinente precisar el contexto de su expedición, para lo cual resulta


útil la exposición del experto DEGREGORI CASO, ex comisionado de la CVR. Más allá de que la
causa fundamental del conflicto armado interno fue la decisión del PCP–SL de levantarse en
armas contra el Estado, a partir de un proyecto militarista y totalitario de características
terroristas, y con una estrategia orientada a provocar respuestas desproporcionadas del
Estado, y después que el veintinueve de diciembre de mil novecientos ochenta y dos el
gobierno constitucional dispuso que las FFAA se encarguen de enfrentar a los grupos
subversivos terroristas –uno de cuyos exponentes más saltantes fue la constitución de
Comandos Político Militares y la Ley número 24150–, las lecciones que éstas extrajeron le
permitieron afinar su estrategia –que anteriormente produjo un aumento exponencial de las
víctimas fatales del conflicto, sin desconocer que durante esos años el PCP–SL produjo un
mayor número de víctimas fatales–, que se expresó en el MI 41–7 de mil novecientos ochenta
y nueve y que significó la aprobación de una nueva estrategia contrasubversiva de las FFAA
–aún cuando el Manual tenía varias fuentes de inspiración, incluyendo manuales
contrasubversivos de Taiwan, se basaba fundamentalmente en su propia experiencia como
dice el propio documento–.
91 El Manual distinguía en los teatros de operaciones –como apunta el experto DEGREGORI

CASO– poblaciones amigas, neutrales y enemigas, y no tenía como objetivo principal el


control territorial sino la eliminación de la OPA o comités populares senderistas, ganar a la
población y aislar a la fuerza militar del PCP–SL. Esta estrategia –enfatiza el experto– alerto la
reacción del campesinado contra el poder senderista y los comités de autodefensa se
masificaron, cambiando las relaciones entre las FFAA y el campesinado.

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respeto del Estado Constitucional en orden a un combate eficaz y


respetuoso de los Derechos Humanos contra la subversión terrorista92.
Bajo esas premisas y límites las objeciones de la defensa se rechazan.

115°. INFORME ESPECIAL DE INTELIGENCIA NÚMERO 001–X24J.A.6. La parte civil en la


sesión centésima vigésima, al presentar el tema VIII “La existencia de un
patrón sistemático de violación de los derechos humanos” ofreció cuatro
documentos: 1) el citado Informe Especial de Inteligencia, del diez de
noviembre de dos mil uno, de la Dirección General de Inteligencia del
Ministerio del Interior –Dirección de Búsqueda, DIRBUS–, cuyo título es “Posibles
ejecuciones extrajudiciales – Ayacucho 1991”, de fojas cuarenta y un mil
ochocientos setenta y nueve. 2) Copia del documento denominado
“Felicitación” del dieciocho de noviembre de mil novecientos noventa y
uno, suscrito por el general EP Hugo Martínez Aloja, que felicita a varios
agentes de inteligencia, entre ellos a Fabio Urquizo Ayma, corriente a fojas
cuarenta y un mil setecientos veinticinco. 3) Copia del documento
denominado “Felicitación” del ocho de agosto de mil novecientos noventa
y uno suscrito por el general EP Hugo Martínez Aloja por el cual felicita a
Fabio Urquizo Ayma y otros, de fojas cuarenta y un mil setecientos veintiséis.
4) Copia del Informe de Eficiencia Normal de personal de Técnicos y Sub
Oficiales, del treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y uno,
correspondiente a Fabio Urquizo Ayma, de fojas cuarenta y un mil
ochocientos setenta y cinco.
1. El informe de inteligencia daría cuenta –según la parte civil– de la
existencia o actuación, en fechas coincidentes a la actividad del
Destacamento Colina, de otro Destacamento de Inteligencia en Ayacucho
destacado por la DINTE, que integró el Agente Carrión, identificado como
Fabio Urquizo Ayma, y que ejecutó a numerosas personas en la zona, a
quien por lo demás se le felicitó –y evaluó satisfactoriamente– por operaciones
de inteligencia de neutralización de células terroristas, entre otras.
2. La defensa cuestiona que ese documento es una copia simple y que no
se acompañó la comunicación de la Defensoría del Pueblo que lo
entregaba al solicitante; que el Informe no es conducente porque la fuente
de prueba serían los documentos que dice que se incautó de poder de
Urquizo Ayma, los que no se han presentado; que, sin perjuicio de lo
anterior, el Informe hace referencia a una serie de muertes cometidas por
agentes de inteligencia militar y de posibles operaciones de terroristas en mil
novecientos noventa y uno – mil novecientos noventa y dos; no menciona
que se trate de grupos de aniquilamiento que respondan a una política de
gobierno; además el Informe de Inteligencia no es una sentencia
condenatoria y sólo se limita a establecer una hipótesis de trabajo.

116°. De los documentos cuestionados puede decirse lo siguiente:

92 Esto último permitió sostener al experto DEGREGORI CASO, a la luz de las estadísticas

procesadas por la CVR, que si bien en esa nueva etapa las violaciones de derechos
humanos fueron menos, fueron sin embargo más planificadas que en la etapa anterior. Así, el
Perú ocupó durante varios años el primer lugar en el mundo en desapariciones forzadas de
personas.

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1. Felicitación del comandante general de la Segunda División de Infantería


Hugo Martínez Aloja, Ayacucho, ocho de agosto de mil novecientos
noventa y uno, al suboficial de Tercera Fabio Urquizo Ayma y otros por el
planeamiento, ejecución y control de una operación especial de
inteligencia que ha permitido la neutralización del acciones subversivas de
una importante célula terrorista entre el período comprendido entre el dos y
el cinco de agosto de ese año.
2. Otra felicitación, de fecha dieciocho de noviembre de mil novecientos
noventa y uno, al mismo militar y por similares operaciones especiales de
inteligencia.
3. Informe de Eficiencia Normal del Personal a nombre de Fabio Urquizo
Ayma, del treinta y uno de diciembre de mil novecientos noventa y uno,
con nota promedio de 97.500. Allí se dice que es un agente de inteligencia
operativo que actúa con gran decisión, valor y destreza demostrados en la
ejecución de operaciones especiales de inteligencia, lo cual permitió
realizar importantes capturas y eliminación de mandos subversivos, en las
que ha demostrado profesionalismo, valentía, excelente estado físico, y que
ha conducido con excelencia operaciones especiales de inteligencia.
4. Informe Especial de Inteligencia número 001–X24J.A6, del diez de
noviembre de dos mil uno, “Posibles ejecuciones extrajudiciales Ayacucho
1991”. Asunto: Esclarecimiento de asesinatos (atentados contra los derechos
humanos) perpetrados en el Departamento de Ayacucho, durante 1991, por
integrantes del denominado grupo colina. Los datos que aporta el Informe
son: i) En la diligencia de registro domiciliario realizada en la vivienda del
capturado Urquizo Ayma –se encontraba requisitoriado por delito de terrorismo
por un sabotaje terrorista, daños con explosivos a una estación de televisión y otra
de radio en Puno, y actualmente, según informó la Parte Civil, condenado por esos
hechos– se encontró un documento, que consta de doce folios, con sello
membrete del Ministerio de Defensa, Ejército Peruano, SIE y sello redondo
del Cuartel General del Ejército, con la clasificación de “Secreto”, titulado
“El Agente Carrión” 1991–también se encontró una agenda personal y un Informe
Aplicativo de incursiones y registros de la Escuela de Inteligencia del Ejército, con la
clave de “Secreto”–. ii) Es un informe de carácter biográfico de un AIO
destacado, con otros agentes, al G–2 del Fuerte Los Cabitos de la
Comandancia General de la II División de Infantería –la policía llega al
convencimiento que ese Agente, que lleva como nombre ficticio Luis Ernesto
Carrión López, es en verdad Fabio Urquizo Ayma, para lo cual aporta una serie de
datos y razonamientos–. iii) Este agente –felicitado por su Comando– habría
participado, con otros agentes de inteligencia, en varios crímenes contra los
derechos humanos: ejecuciones arbitrarias, ocurridas entre el trece de julio y
el veintiuno de diciembre de mil novecientos noventa y uno, en número
aproximado de once con resultado muerte de por lo menos dieciséis
personas –el contenido del informe biográfico ha sido objeto de contrastación
positiva–.

117°. El general EP Martínez Aloja, jefe del Frente Huamanga en mil


novecientos noventa y uno, en la sesión quincuagésima quinta, fojas
cuarenta y un mil novecientos cuarenta y nueve, reconoció que felicitó al

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AIO Urquizo Ayma –destacado al Destacamento bajo su comando en el G2– y


otros cinco AIO, pero se trató de felicitaciones presentadas por los miembros
del Estado Mayor al comandante general, y no sabe qué operaciones
especiales de inteligencia realizó el indicado suboficial; además, reconoce
la autenticidad del Informe de Eficiencia del AIO Urquizo Ayma, pero no
intervino en la evaluación –no conoce a Urquizo Ayma, pero sí a sus
calificadores, que integraban el G2–. Informó de que sabe de las muertes
indicadas en el Informe de Inteligencia por comunicaciones que le cursaba
la policía, pero no de sus autores, y niega la autoría de efectivos militares en
su comisión –sabe que la policía investigaba los hechos, pero no sus resultados,
pero en todo caso no fueron emplazados efectivos militares–.

118°. La documentación presentada fue proporcionada, como señaló la


parte civil que lo ofreció, por el Centro de Documentación de la Defensoría
del Pueblo. No existen motivos valederos para dudar de que se trata de
documentos que se encontraban en un registro oficial y de que fueron
proporcionados a solicitud de parte. Por otro lado, es cierto que el Informe
de Inteligencia presentado no contiene el documento signado con el
número uno, titulado “El Agente Carrión 1991”, pero su transcripción íntegra
está inserta en el cuerpo del mismo, lo que permite obtener una información
fidedigna de su contenido –véase fojas cuarenta y un mil ochocientos setenta y
nueve vuelta a cuarenta y un mil ochocientos ochenta y seis, con la salvedad que
la transcripción se realizó en ambas caras de cada folio–; su calidad de
documento de inteligencia militar no ofrece dudas93. El Informe de
Inteligencia del Ministerio del Interior establece razonablemente que los
crímenes que da cuenta fueron ejecutados por agentes de inteligencia
militar y entendidos como operaciones especiales de inteligencia, sujetos a
órdenes superiores y desde una lógica de eliminación de individuos
vinculados a la subversión terrorista del PCP–SL; el documento hallado en el
domicilio del AIO Favio Urquizo Ayma, por lo demás, da cuenta de un modo
de actuar de la inteligencia del Ejército –centrada en este caso en Ayacucho,
el Departamento del país más golpeado por la subversión terrorista del PCP–SL– y el
diseño de misiones de eliminación o asesinato de ciudadanos a los que se
consideraba adscritos al terrorismo y funcionales a sus objetivos criminales.
En esta perspectiva tal documento, plenamente valorable, tiene esa
significación probatoria: contribuye a determinar que se utilizó,
institucionalmente y desde el Ejército, las vías de eliminación de personas
consideradas blancos u objetivos de inteligencia. El Informe de Inteligencia

93Un dato significativo del documento incautado estriba en las siguientes menciones: (1) que
el Estado, ante la situación de violencia desatada por el PCP–SL delega en las FFAA, y en
forma muy particular en el Ejército, hacer frente a los terroristas; (2) que dentro del Ejército
sale a relucir en forma secreta la fuerza élite encabezada por la DINTE como dirección y el SIE
como órgano de búsqueda de informaciones y ejecutor de planes secretos; (3) que el
personal del grupo fuerza élite tiene agentes de inteligencia operativa para desarrollar o
poner en marcha algún plan secreto en contra de los grupos subversivos, uno de los cuales
es el Agente ‘Carrión’, quien ha confeccionado planes secretos e incluso los ha ejecutado;
(4) que el citado agente cumpliendo órdenes superiores ejecutó diversas ejecuciones
extrajudiciales (‘eliminar al objetivo’) a quienes eran considerados elementos terroristas –se le
consideraba un ‘eliminador’–, que el Informe detalla con cierta precisión.

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del Ministerio del Interior ha constatado, desde las técnicas de inteligencia


policial, (1) la realidad de un modus operandi de un Destacamento Especial
de Inteligencia en Ayacucho, (2) ha cruzado información acerca de la
realidad de las muertes señaladas, y (3) ha determinado que uno de los AIO
que perpetró esos crímenes fue Urquizo Ayma; lo primero y lo último tienen
relevancia en el presente caso para demostrar que más allá de los discursos
oficiales se optó por una vía ilegal, inaceptable jurídicamente, para
combatir la subversión terrorista: lo sucedido en Ayacucho, por lo menos, el
año mil novecientos noventa y uno, sería una muestra, un ejemplo,
estadísticamente sólido, del fenómeno de violencia ilegítima desde el
propio Estado94.

119°. INFORME FINAL DE LA CVR. La parte civil en la sesión centésima décima


octava, al desarrollar el tema I “El proceso de violencia política en el Perú:
mil novecientos ochenta / dos mil” aportó los seis tomos del Informe Final de
la CVR95. Hizo lo propio cuando abordó el tema V “doble estrategia”.
1. Sostuvo la parte civil, a partir del citado Informe Final, que éste calificó lo
ocurrido como un período de dos décadas de violencia política y conflicto
armado, que enfrentó al Estado y a los terroristas; que el origen del conflicto
armado fue la decisión del PCP–SL, para lo cual utilizó una sistemática
comisión masiva de extrema violencia mediante actos de terror contra la
población, ante lo cual el Estado dispuso la intervención de las Fuerzas
Armadas, cuya consecuencia fue la generalización del conflicto y la
comisión de graves violaciones de los derechos humanos; que entre mil
novecientos ochenta y nueve y mil novecientos noventa y dos se replanteó
la inicial estrategia antisubversiva [de violencia indiscriminada de las Fuerzas del
Orden –en adelante, FFOO– con el resultado de masivas violaciones de los

94 Es de afirmar que las tareas de inteligencia policial –aquí plasmadas en un Informe


debidamente estructurado y fundamentado– constituyen una metodología normal en la
detección de los delitos y de sus presuntos o posibles autores; y, están sujetas a los límites que
establece la Constitución y la Ley –que en el presente caso no se advierte su vulneración–. Es
una actividad absolutamente esencial y forma parte de las funciones propias de las fuerzas
policiales. Consisten –y en este caso se han realizado– en el desarrollo de una pluralidad de
actividades orientadas hacia la investigación, averiguación, verificación y pesquisa de datos
para la adopción de medidas de prevención de la delincuencia, entre otras; importan la
búsqueda, recepción, estudio, clasificación y confrontación de información vinculada con la
prevención de los delitos y, eventualmente, de procurar la represión de los ya cometidos o
evitar que se lleven a cabo los que se hallen en proceso de ejecutivo. Se asume en este
sentido, y en lo pertinente, las sentencias de la Casación Argentina, Sala III, del trece de julio
de dos mil, “G.N.A. y otros s/recurso de casación”, y Sala I del tres de marzo de mil
novecientos noventa y nueve, “Garrido, Alejandro J. y otro s/recurso de casación”.
95 La CVR fue creada mediante Decreto Supremo número 065–2001–PCM, del cuatro de junio

de dos mil uno, en el gobierno de Valentín Paniagua Corazao, modificado por el Decreto
Supremo número 101–201–PCM, del cuatro de septiembre de dos mil uno, en el gobierno de
Alejandro Toledo Manrique. Se conformó por doce consejeros. El mandato legal fue
esclarecer el proceso, los hechos y responsabilidades de la violencia terrorista y de la
violación a los derechos humanos producidos desde mayo de mil novecientos ochenta hasta
noviembre de dos mil, imputables tanto a las organizaciones terroristas como a los agentes
del Estado, así como proponer iniciativas destinadas a afirmar la paz y la concordia entre los
peruanos. El Informe Final fue entregado el veintiocho de agosto de dos mil tres, como se
advierte del Decreto Supremo 063–2003–PCM, del veintiséis de junio de dos mil tres.

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derechos humanos], que colocó a la Inteligencia como centro de la misma –


el ME 41–7 de junio de mil novecientos ochenta y nueve fue el inicio de esa nueva
estrategia, el cual no entendía la subversión como acción militar y planteaba que
el problema de la guerra es la conquista de la población–; que en ese contexto
debe ubicarse la intervención y las decisiones políticas del presidente
Alberto Fujimori y los crímenes del Destacamento Colina: a partir de mil
novecientos noventa y uno se decide instituir a los aparatos de inteligencia
militar y del SIN el centro de la nueva estrategia antisubversiva, cuyo
resultado fue, desde la perspectiva estadística, menos violaciones de los
derechos humanos, pero la violencia es selectiva, reportándose en esos
años los picos más elevados en cantidad de casos reportados a la CVR de
desaparecidos y ejecutados extrajudicialmente; que también se produjo el
socavamiento de las bases éticas e institucionales de las Fuerzas Armadas,
cuya máxima expresión fue el autogolpe de abril de mil novecientos
noventa y dos, que instaura además un doble discurso: defensa de la
democracia y socavamiento de la democracia al insertarse en el autogolpe
de Estado, así como la utilización y ampliación de facultades de la
legislación sobre los Comandos Político Militares, que socavaron la
autoridad democrática; que la relación Fujimori – Montesinos se produjo en
un ámbito en que se incrementó el poder del SIN respecto de las FFOO y del
SINA y en ese ámbito del poder del propio Montesinos Torres; que en ese
espacio se organizó la estructura del poder, y se diseñó un mecanismo de
impunidad de los crímenes perpetrados, que en cuanto a la lucha contra la
subversión terrorista no fueron crímenes aislados o inconexos, expresaban
una política de Estado; que los crímenes del Destacamento Colina –cuya
funcionamiento fue en Lima, donde se desplazó el conflicto armado– y su
ejecución –dispuesta y financiada por el SIN y Montesinos– obedeció a un
patrón delictivo, en el que se utilizó el terrorismo de Estado como modalidad
de las operaciones especiales de inteligencia –con intervención del SIN, la
DINTE y los militares–, y luego se ejecutó un plan de impunidad, en todo lo
cual el Presidente Fujimori tenía un papel directivo. Además, instauró una
doble estrategia en derechos humanos: de un lado existen documentos
oficiales que disponía el respeto a los derechos humanos, pero de otro lado
se perpetraban crímenes y no se investigaban ni se castigaban.
2. La Fiscalía anotó que el Informe Final de la CVR es el más importante
esfuerzo para conocer la verdad sobre el conflicto interno que sufrió el país.
La CVR recibió diecisiete mil testimonios voluntarios y acopió una
información inmensa. A partir del Informe Final de la CVR se advierte una
vinculación, relación y poder de Montesinos Torres sobre las Fuerzas
Armadas y el sistema de inteligencia, así como la existencia y
funcionamiento de una estructura de poder organizado que ejecutó los
crímenes de lesa humanidad que reposó en el SIN, crímenes que
constituyeron una práctica sistemática, en las que Fujimori Fujimori no
estaba ausente sino que los aprobó.
3. La defensa del acusado, por el contrario, acotó que el Informe Final de la
CVR comunica hechos, tiene una naturaleza antropológica, sociológica,
histórica, pero no tiene carácter jurídico; la CVR no tiene atribuciones para
determinar responsabilidades penales. El Informe se basa en declaraciones,

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revistas, periódicos y colaboradores –que son sus fuentes–. La afirmación de


una práctica generalizada y sistemática de desapariciones forzadas carece
de fuentes de referencia, y además existe contraprueba: son las Directivas
número 17–CCFFAA, 001–90 y 003–91, que exigían el respeto a los derechos
humanos no se establece la eliminación como política estratégica; además,
el ME 41–7 configura a la inteligencia como pieza clave además de la
adhesión de la población y desarrolla criterios de acciones cívicas. Acerca
de la denominada “doble estrategia”, el señor Degregori Caso la sustentó
en el paseo –ante los cadáveres y rendidos– que realizó el ex presidente
Fujimori en el Penal Castro Castro y en la Embajada del Japón. En todo
caso, ninguno de los acápites resaltados por las partes acusadoras
demuestra que Alberto Fujimori dictó una política de doble vía o participó
de algún modo en las matanzas de Barrios Altos y La Cantuta. Por otro lado,
el Informe de la CVR no es prueba documental –no cumple el requisito de
extraneidad o ajenidad–, y tampoco es, procesalmente, un informe porque
éste requiere que se emita a requerimiento de la autoridad y porque
abarca temas concretos. Las pruebas en que se sustenta, que incluyó las
diligencias del expediente conexo, no tienen fuerza probatoria sobre
Fujimori. Finalmente, el Informe de la CVR no es un medio de prueba; y,
como incorpora declaraciones u opiniones técnicas o documentos,
entonces no es el medio probatorio adecuado; y, si sería dictamen pericial
extraprocesal, cuya fuente es el estudio multidisciplinario, por lo que para
incorporarlo se debió traer a juicio al autor del mismo.

120°. El Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, como


indicó el ex Comisionado CARLOS IVÁN DEGREGORI CASO –responsable de la
coordinación del comité editorial del citado Informe Final– en la sesión
nonagésima novena, es un instrumento de justicia transicional de carácter
interdisciplinario, cuya labor se centró en el descubrimiento de la verdad96
de lo sucedido en el país durante el conflicto interno97, en la justicia y en las

96 El concepto de “verdad” asumido por la CVR está explicado en las páginas 49/51 del
Tomo I del Informe Final. Se trata de una verdad práctica –en sentido ‘práctico’ o en sentido
‘moral’–, y la entiende como el relato fidedigno, éticamente articulado, científicamente
respaldado, contrastado intersubjetivamente, hilvanado en términos narrativos,
afectivamente concernido y perfectible, sobre lo ocurrido en el país en los veinte años
considerados por su mandato. Es de destacar que la CVR trata sobre hechos morales –
hechos humanos en los que están involucrados la voluntad, las intenciones y loas afectos de
los agentes–; en sus investigaciones se ha registrado los hechos de violencia, las condiciones
en que se produjeron, sus participantes directos y las secuelas que dejaron, para lo cual se
recurrió a expertos de diversas disciplinas y se utilizó métodos científicos de primer nivel; y, se
han realizado los contrastes intersubjetivos necesarios, al escuchar y procesar las voces de
todos los participantes.
97 La verdad que se define a través del Informe Final de la CVR, ha enfatizado el Doctor

DEGREGORI CASO, es, por un lado, perceptible y –en los casos judicializables– está siendo
perfeccionada en muchos de los juicios incoados, o sea es una verdad perceptible que
avanza con el tiempo y con nuevos descubrimientos; y, por otro, no tiene el objetivo de
plantearse como la única verdad. Se plantea que siempre va a haber varias verdades en
disputa, pero que la tiene que alcanzar un grado de verosimilitud es la verdad que parte de
tomar a las víctimas como epicentro de su investigación; no hay nunca una verdad única, no
es posible que en una sociedad exista una verdad única, sino es impuesta totalitariamente, lo
que va saliendo es una verdad consensual.

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reparaciones –reconstruir la historia de los años de violencia y, además, contribuir


a que haya una recomposición del país desgastado y quebrado durante esos años,
y a que no se repitan experiencias como estas, objetivos distintos a los estrictamente
judiciales–98. No sólo se entregó setenta y tres casos judicializables99, también
se formuló un Plan Integral de Reparaciones. Se obtuvieron diecisiete mil
testimonios y se cuantificó el número de víctimas, clasificándolas
debidamente –papel en que tuvo trascendencia la labor de sociólogos y
estadígrafos–100. A partir de la base datos que se elaboró –con el conjunto de
testimonios y comunicaciones, incluso oficiales, recibidas– se construyeron los
casos jurídicos y los estudios en profundidad, a la par que se utilizó –es de
insistir– una metodología interdisciplinaria101.

98 Las normas de creación de la CVR, en lo pertinente, fijaron tres objetivos, y se les reconoció
cuatro atribuciones para cumplir el mandato que se le asignó. Sus objetivos eran: (1) analizar
las condiciones políticas, sociales, y culturales, así como los comportamientos que, desde la
sociedad y las instituciones del Estado, contribuyeron a la trágica situación de violencia por
la que atravesó el Perú; (2) contribuir al esclarecimiento por los órganos jurisdiccionales
respectivos, cuando corresponda, de los crímenes y violaciones de los derechos humanos
por obra de las organizaciones terroristas o de algunos agentes del Estado, procurando
determinar el paradero y situación de las víctimas, e identificando, en la medida de lo
posible, las presuntas responsabilidades; y, (3) elaborar propuestas de reparación y
dignificación de las víctimas y de sus familiares. Las atribuciones que les entregó eran: (a)
entrevistar y recopilar de cualquier persona, funcionario o servidor público toda la
información que considere pertinente; (b) solicitar la cooperación de los funcionarios y
servidores públicos para acceder a la documentación o cualquier otra información del
Estado; (c) practicar visitas, inspecciones o cualquier otra diligencia que considere
pertinente, ayudados por peritos y expertos; y (d) realizar audiencias públicas y las diligencias
que estime conveniente en forma reservada, al tiempo que podía guardar reserva de la
identidad de quienes le proporcionen información importante o participen de las
investigaciones.
99 Respecto de los casos judicializables, su formulación y planteamiento se hizo –precisa el

Doctor DEGREGORI CASO–, cuando la Comisión llegó a la conclusión que hay indicios
razonables, a partir de los testimonios, expedientes y los documentos analizados. La utilidad
del razonamiento e informaciones reunidas por la Comisión –insiste– corresponderá ser
evaluado por el Poder Judicial.
100 Del Informe Final de la CVR fluye que se logró recopilar directamente dieciséis mil

novecientos diecisiete testimonios, en los cuales se identificaron a veintitrés mil ciento


cuarenta y nueve personas muertas y desaparecidas. El setenta y nueve por ciento de estas
personas (dieciocho mil trescientos noventa y siete) fueron identificadas con nombres y
apellidos paterno y materno completos. De los Ministerios del Interior y de Defensa se recibió
el listado de las víctimas fatales de las FFAA y PNP: fallecieron mil ciento seis miembros de las
FFAA y quinientos sesenta cinco miembros de la PNP; además, mil seiscientos noventa y ocho
miembros de ambas instituciones que quedaron discapacitados.
101 La metodología fue multidisciplinaria y compleja. De un lado, contó con el concurso de

numerosos profesionales del derecho, la antropología, la historia, la filosofía, la sociología, la


ciencia política y las comunicaciones, quienes participaron en el recojo de testimonios, en la
realización de audiencias públicas y en la elaboración del informe final. Por otro lado, se
elaboraron historias regionales para explicar los procesos sociales y políticos en cada región
diferenciada del país; se realizaron estudios en profundidad o exhaustivos para establecer los
patrones de comportamiento utilizados por los actores políticos y sociales del conflicto; se
cruzaron fuentes de información tanto de instituciones públicas como privadas; se recogieron
testimonios de víctimas directas del conflicto; se realizaron audiencias públicas, y entrevistas
en profundidad o en detalle a los actores políticos del conflicto; se desarrollaron y elaboraron
bases de datos para el procesamiento de la información; y, se verificaron análisis de la
información estadística. La recolección de diversos testimonios persiguió, además, identificar
–se utilizó el método conocido como “quien le hizo qué a quién”– y determinar el paradero y

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121°. Desde la perspectiva de la organización del Informe Final, como se


indica en las páginas quince a veinte del Tomo I, éste consta de nueve
tomos que comprenden cuatro partes temáticas medulares.
(A) La primera parte, que lleva por título “El proceso, los hechos, las
víctimas”, consta de cuatro secciones: exposición general del proceso, los
actores del conflicto, los escenarios de la violencia y los crímenes y
violaciones de los derechos humanos. Precisa los aspectos fundamentales
del conflicto armado interno desde la perspectiva de una narración
histórica. En el Informe Final se determina los cinco períodos de producción
de los acontecimientos de la violencia armada; se expone el proceder de
los actores directos del conflicto –se incluye aquí no sólo a los subversivos
terroristas sino también a la PNP y a las FFAA–; se identifica la violencia según las
regiones en que tuvo lugar y se relatan algunas historias representativas de
los hechos de violencia –constituyen estudios en profundidad en los que se
investigó de forma pormenorizada casos concretos especialmente significativos–;
se explican los patrones de crímenes y violaciones de los derechos humanos
perpetrados por los subversivos terroristas y los agentes estatales102, así como
se exponen setenta y tres casos explicativos103, en los que se puede
establecer la responsabilidad individual de tales crímenes y violaciones de
los derechos humanos.
(B) La segunda parte, que lleva por título “Los factores que hicieron posible
la violencia”. Explica de forma global las diversas causas del inicio de la
“lucha armada” por el PCP – SL y el MRTA y de la forma cómo respondieron
los diversos gobiernos a través de las FFOO; también explica cómo la
violencia impactó de modo desigual e injusto en cierto sector de la
población e hizo evidentes las desigualdades de género, y las raciales y
étnicas.

la situación de las víctimas, a la vez que se diseñó un procedimiento destinado a estimar la


magnitud del conflicto en la sociedad peruana, especialmente en lo concerniente a la
cantidad de víctimas fatales.
102 Señala el Informe Final, en la “TERMINOLOGÍA FUNCIONAL DE LA CVR” (página 20), que el

concepto “Historias representativas de la violencia”, corresponde a estudios en profundidad


en torno a casos, zonas o temas claves que la CVR consideró importantes para comprender
la magnitud y el proceso de violencia política en el Perú; están recopiladas en el Tomo V.
Estas historias permiten evaluar la complejidad de la violencia a través de diversas variables
como patrones de violación, intensidad de la violencia por regiones, prácticas y conductas
de los actores del conflicto, estrategias políticas y acciones desarrolladas, contextos e
historias sociales y políticas, así como la naturaleza de estas acciones. El capítulo I de la
Sección Cuarta –los crímenes y violaciones de los derechos humanos– inserto en el tomo VI
está dedica a fijar los patrones en la perpetración de los crímenes y de las violaciones de los
derechos humanos, y consta de nueve puntos: asesinatos y masacres, desapariciones
forzadas, ejecuciones arbitrarias, torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes,
violencia sexual contra la mujer, violación del debido proceso, secuestro y toma de rehenes,
violencia contra los niños y niñas, y violación de los derechos colectivos.
103 Los casos explicativos, según el apartado “TERMINOLOGÍA FUNCIONAL DE LA CVR” (página 19),

son casos de violaciones de derechos humanos investigados por la CVR con el objetivo de
identificar responsabilidades individuales. Así, son casos reconstruidos y analizados con un
enfoque jurídico penal. Los expedientes correspondientes a cincuenta y cuatro de estos
casos fueron presentados por la CVR al Ministerio Público. Véase el capítulo dos: Los casos
investigados por la CVR, contenido en el Tomo VII.

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(C) La tercera parte, que lleva por título “Las secuelas de la violencia”
explica cuáles fueron las consecuencias psicosociales, sociopolíticas y
socioeconómicas de la violencia. Esta parte contiene también las
“Conclusiones Generales”, organizados en ciento setenta y uno puntos,
donde se da cuenta pormenorizada de los resultados de las investigaciones
de la CVR.
(D) La cuarta parte, que lleva por título “Recomendaciones de la CVR.
Hacia la reconciliación”. No sólo explica lo que se entiende por
reconciliación y analiza sus fundamentos, sino que propone los medios para
evitar que vuelvan a repetirse hechos de violencia similares; en
consecuencia, se proponen reformas institucionales, un plan integral de
reparaciones, un plan nacional de investigaciones antropológico–forenses y
unos mecanismos de seguimiento de lo anterior.
(E) El Informe consta de doce anexos. Entre ellos cabe destacar el anexo
dos referido a la cronología de la violencia durante el período mil
novecientos ochenta – dos mil; el anexo tres ¿Cuántos peruanos murieron? –
análisis estadístico y metodología utilizada–; el anexo cuatro denominado
‘compendio estadístico’ –informe estadístico realizado a partir del procesamiento
de los testimonios recopilados por la CVR y sistematizados en su base de datos–; el
anexo cinco referido a la ‘lista de víctimas’ –es una lista exhaustiva y
pormenorizada de todas las victimas de la violencia reportadas a la CVR que
también se agrupan por eventos de violencia y se presenta organizadas por
Departamentos y por apellidos–; y, el anexo seis, que es el “Informe de la Base
de datos para la Investigación Cualitativa (BDI)”, que es una descripción de
la metodología y el proceso de construcción de la base de datos con la
que se clasifica y procesa la información proveniente de entrevistas en
profundidad, audiencias públicas, talleres y grupos focales104.

122°. Respecto del contenido del Informe Final de la CVR es pertinente


resaltar los siguientes cinco puntos:
1. El conflicto armado interno entre mil novecientos ochenta y el dos mil,
según se fundamenta en el Anexo Tres, dio como resultado un número total
de muertos y desaparecidos105 que se puede estimar en sesenta y nueve mil
doscientos ochenta personas, dentro de un intervalo de confianza al
noventa y cinco por ciento cuyos límites superior e inferior son sesenta y un
mil siete y setenta y siete mil quinientos cincuenta y dos, respectivamente.
Las proporciones relativas de las víctimas según los principales actores del
conflicto serían: cuarenta y seis por ciento provocadas por el PCP–SL; treinta

104 La CVR ha creado o producido siete documentos, que han servido de sustento para la

elaboración del Informe Final. Su característica común es que provienen de una fuente oral
–las declaraciones se grabaron, fueron transcritas fielmente y se trasladaron a un formato
digital–, y son declaraciones hechas sobre cómo se vivió la violencia política desde diversos
sectores. Los documentos son: audiencias públicas de casos, grupos focales, entrevistas en
profundidad, eventos, notas de campo, talleres y testimonios (páginas 18/19).
105 La violencia no solo se expresó en atentados con resultado de muerte, también incluyeron

la tortura y los tratos crueles, inhumanos o degradantes, y la violación sexual contra la mujer.
Los registros de la CVR permiten precisar –de un total de 35,229 crímenes, que incluyen
asesinatos, ejecuciones arbitrarias, desapariciones forzadas, torturas y violaciones sexuales–
que el 17.2% de casos registrados corresponden a torturas y 1.4% a violaciones sexuales.

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por ciento provocadas por agentes del Estado o fuerzas contrasubversivas


(incluyendo comités de autodefensa y grupos paramilitares)106; y veinticuatro por
ciento provocadas por otros agentes o circunstancias (MRTA, agentes no
identificados o víctimas ocurridas en enfrentamientos o situaciones de
combate armado) –las regiones más afectadas fueron Ayacucho, seguido de la
región centro: Junín y Pasco, la región nororiental: Huánuco, Ucayali y San Martín, la
región surandina: Cusco, Apurímac y Puno; en las zonas rurales, campesinas, pobres
y culturalmente más distantes–. Las fuentes de información fueron: la base de
datos de la CVR, la base de datos de la Defensoría del Pueblo sobre
denuncias de desaparición forzada presentadas ante el Ministerio Público, y
la base de datos de denuncias de violaciones de los derechos humanos
registradas por organismos no gubernamentales107.
2. Según los registros de la CVR en el período mil novecientos ochenta – dos
mil el PCP–SL dio muerte –asesinó y desapareció–, como parte esencial de su
estrategia y de su accionar, a doce mil quinientas sesenta y cuatro personas
–se trata de personas desarmadas, en estado de indefensión o rendidas, casi en su
totalidad miembros de la población civil, bajo formas de ejecución
extremadamente crueles–. Éstos correspondían a los planes militares de la
dirigencia del PCP–SL, y revistieron un carácter sistemático y generalizado.
3. Las desapariciones forzadas108, como procedimiento de represión e
intimidación de la población por parte del Estado, cobró importancia
significativa a partir de mil novecientos ochenta y tres, cuando se encargó a
las Fuerzas Armadas el control del orden interno y combate a la subversión.
Según los reportes de la CVR se produjeron cuatro mil cuatrocientos catorce
casos de desaparición forzadas109 –en, por lo menos, dieciocho de los
veinticuatro Departamentos del país–, en que el sesenta y cinco por ciento el
paradero final de la víctima permanece desconocido hasta la actualidad.
Se trató de una práctica sistemática y/o generalizada en ciertos periodos y
lugares, a partir de un patrón de conducta de los agentes del Estado.
Asimismo, en ciertas circunstancias fue una práctica selectiva, todo lo cual
revela que también se formó un patrón de comportamiento. El carácter
generalizado de esta práctica tuvo lugar especialmente en los años

106 La cantidad de muertos y reportados a la CVR cuyo presunto responsable grupal son
Agentes del Estado en los años 1990 a 1993, son: 1990: 602 personas; 1991: 483 personas; 1992:
574 personas; y, 1993: ciento setenta y cuatro personas.
107 El método estadístico que se utilizó –ampliamente documentado y explicado en el referido

Anexo tres–, por lo demás utilizado en los conflictos de Guatemala y Kosovo, es el conocido
como Estimación de Múltiples Sistemas (EMS), y además se recurrió a las herramientas de
otras técnicas estadísticas.
108 El concepto de desaparición forzada utilizado por la CVR está descripto en la página 70

del Tomo VI. “Es la desaparición y privación de libertad de una o más personas cometida por
agentes del Estado o por quienes actúen con su autorización, apoyo o tolerancia, así como
por particulares o miembros de organizaciones subversivas. Dicho acto es seguido por la falta
de información o la negativa a reconocer la privación de libertad o de informar sobre el
paradero de la persona. Tal ausencia de información o negativa impide el ejercicio de los
recursos legales y de los mecanismos procesales pertinentes. La definición comprende a las
víctimas cuyo paradero continúa desconocido, aquellas cuyos restos fueron encontrados y
aquellas que recuperaron su libertad”.
109 La cantidad de casos de desaparición forzada, en los que se involucra a agentes

estatales, fueron, en los años 1990 a 1993, los siguientes: 1990: 331 personas; 1991: 266
personas; 1992: 256 personas; y, 1993: 82 personas.

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ochenta y tres a ochenta y cinco, y ochenta y nueve a noventa y tres, bajo


un modus operandi estándar110.
4. Las ejecuciones arbitrarias111 constituyen asimismo otro procedimiento
represivo contra la subversión. La CVR recibió reportes que dan cuenta de
cuatro mil cuatrocientos veintitrés víctimas por agentes del Estado, en las
cuales se ha logrado determinar la ubicación de los cadáveres.
Adicionalmente se ha reportado dos mil novecientos once personas cuyo
paradero se desconoce a consecuencia de detenciones atribuidas a los
agentes del Estado, pero que existe evidencia de haber sido ejecutadas
arbitrariamente, con lo que se eleva el número de víctimas a siete mil
trescientos treinta y cuatro personas –las masacres en número de ciento
veintidós se han reportado en Ayacucho, Huánuco, Huancavelica, Junín, Cusco,
Ucayali, San Martín y Lima–. Existen dos periodos en las que se registran una
mayor cantidad de ejecuciones arbitrarias: mil novecientos ochenta y tres a
mil novecientos ochenta y cinco: cuarenta y cinco por ciento de los casos –
con primacía en Ayacucho–; y, mil novecientos ochenta y nueve a mil
novecientos noventa y dos: veintitrés por ciento de los casos –con primacía
en Junín, Huánuco, Huancavelica y San Martín–. Por último, la práctica de
ejecuciones arbitrarias fue generalizada y sistemática durante el período mil
novecientos ochenta y tres a mil novecientos ochenta y cuatro en
Ayacucho y en las circunscripciones declaradas en estado de emergencia
entre mil novecientos ochenta y nueva a mil novecientos noventa y tres; y,
fue selectiva entre mil novecientos ochenta y nueve y mil novecientos
noventa y tres en las localidades declaras en estado de emergencia.
5. La CVR presentó, en el tomo VII, un total de setenta y tres casos
investigados, referidos a hechos delictivos gravísimos, ocurridos entre mil
novecientos ochenta y dos a mil novecientos noventa y siete. Éstos se
atribuyen tanto al PCP–SL / MRTA, como a los agentes del Estado. De ese
total, en los años mil novecientos noventa y uno a mil novecientos noventa y
dos, que abarca el periodo de un primer tramo del gobierno del acusado
Fujimori Fujimori, se identificaron veintiún casos: doce atribuidos a las FFOO y

110 Los pasos de la desaparición forzada que se han podido reconstruir comprendieron la

detención de la víctima, ya sea en su propio domicilio, en un lugar público, en puestos de


control en los caminos, detención colectiva o cuando la víctima se acercaba a una entidad
pública. Generalmente la detención se producía con violencia, por personas
encapuchadas, armadas en un número que venciera cualquier resistencia. Cuando se
trataba de detenciones domiciliarias o en puestos de control, había una labor previa de
seguimiento o ubicación del sospechoso. Un acto posterior era el traslado a una
dependencia pública, ya sea policial o militar, con lo que se puede corroborar la suerte de
las personas hasta ese momento. En dicho lugar era sometida a interrogatorios bajo torturas;
la información obtenida era utilizada para fines militares. Según variados criterios se decidía
la suerte de la persona, ya sea que fuera puesta en libertad o ejecutada arbitrariamente. Se
trataba de un círculo clandestino de detención y eventual ejecución.
111 Precisa el Informe Final de la CVR que las “ejecuciones arbitrarias” son los homicidios,

individuales o colectivos, perpetrados por Agentes del Estado, fuerzas privadas, particulares,
grupos paramilitares u otras fuerzas bajo su control, por orden de un Gobierno o con su
complicidad, tolerancia o aquiescencia fuera de un proceso judicial. Incorpora en ese
concepto las “masacres”, que importan la ejecución arbitraria múltiple o asesinato múltiple
–de cinco o más personas– cometido con gran crueldad contra personas en estado de
indefensión en forma concurrente con otras modalidades de violación de los derechos
humanos [páginas 142/143, Tomo VI].

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nueve al PCP–SL/MRTA. Respecto de los primeros es de destacar las


desapariciones –treinta y una personas se imputan a los agentes del Estado– y
ejecuciones de un total de setenta y cuatro personas vinculadas al control
de la Universidad del Centro en Huancayo en los años mil novecientos
noventa a mil novecientos noventa y dos; las ejecuciones extrajudiciales de
Barrios Altos y La Cantuta –objeto de esta causa–; las desapariciones forzadas
y asesinatos de autoridades en Chuschi –que fue objeto de una sentencia
condenatoria, ratificada por la Corte Suprema: sentencia de la Sala Penal Nacional
del cinco de febrero de dos mil siete, y Ejecutoria Suprema del veinticuatro de
septiembre de dos mil siete–; las ejecuciones extrajudiciales de Luis Morales, la
familia Solier, Leonor Zamora y otros –atribuidos al agente Carrión–; la
desaparición de campesinos del Santa y de Pedro Yauri –atribuido al
Destacamento Colina–; el secuestro del empresario Samuel Dyer Ampudia
–objeto de este proceso–; y las ejecuciones extrajudiciales en el
Establecimiento Penal Castro Castro –un total de cuarenta y dos internos
vinculados al PCP–SL, entre ellos los miembros de su Comité Central–.

123°. El Informe Final de la CVR es un documento público –la CVR fue un


organismo creado por el Poder Ejecutivo con un objeto determinado, ya
establecido, de eminente trascendencia pública, y quienes la integraron fueron
designados por un acto oficial, revistieron la calidad de funcionarios públicos, por lo
que las actuaciones que realizaron y la documentación que generó revisten esa
naturaleza o carácter–. Su valoración dependerá de las características de los
hechos que aborda, del ámbito y naturaleza de sus conclusiones, de los
aportes que proporcione.
1. Es evidente, por un lado, que, en aquellos hechos respecto de los que
insta su judicialización, no podrá darse por probado judicialmente lo que
presenta por su sólo mérito112. Por lo demás, así lo ha sostenido esta Corte
Suprema en la causa número 1598–2007/Lima, FJ 17°, al señalar que “…las
conclusiones del citado Informe [el Informe Final de la CVR] no son vinculantes
al órgano jurisdiccional, más allá de reconocer su calificado valor jurídico y
fuente de referencia”.
2. Sin embargo, otro será el criterio respecto de hechos contextuales, es
decir, de aquellos que se refieran a la situación general del fenómeno
subversivo y a la conducta de los agentes del Estado para enfrentarlo. Las
características del Informe Final, el material que le sirvió de análisis –que
recopiló, organizó y comparó– y los métodos utilizados –su carácter
interdisciplinario, científico y las contrastaciones que merecieron las fuentes y base
de datos que se construyó al efecto, como consecuencia de la tarea impuesta por
la norma de creación– permiten otorgarle –esencialmente a la constatación de
situaciones fácticas que realizó– valor probatorio calificado, salvo que prueba
concreta o información judicial consolidada enerve su valor –lo que no se ha
producido en el caso de autos–113. Este Supremo Tribunal, en la Ejecutoria

112 En este extremo es de compartir la posición de la sentencia argentina número 13/84, del
nueve de diciembre de mil novecientos ochenta y cinco, 3° Considerando “Introducción al
tratamiento de los casos y consideraciones generales sobre la prueba”, punto f) El valor de lo
actuado por la Comisión Nacional sobre desaparición de personas.
113 El Tribunal Tercero de Sentencia Penal, Narcoactividad y delitos contra el ambiente de

Guatemala, en la sentencia C–5–00 Of. 3ro., del tres de octubre de dos mil, en el acápite V

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Suprema número 918–2006/Junín, del siete de junio de dos mil seis,


Fundamento Jurídico Tercero, asumiendo este criterio, en primer lugar, que
declaró el Informe de la CVR tiene el carácter de documento público; y, en
segundo, sustentó parte de la declaración de hechos probados en la
descripción del plan de ataque al anexo de Pichanaki a consecuencia de
lo cual se dio muerte a numerosos miembros de una comunidad ubicada
en el citado anexo del Delta del Distrito de Pichanaki.
3. Desde esta perspectiva, la CIDH en numerosos fallos en los que ha sido
parte el Perú le ha reconocido mérito probatorio. Así, en la SCIDH Cantoral
Huamaní y otros, párrafo noventa y dos, del diez de julio de dos mil siete,
precisó: “…esta Corte ha dado especial valor al informe de la CVR como
prueba relevante en la determinación de los hechos y de la responsabilidad
internacional del Estado peruano en diversos caso que han sido sometidos a
su jurisdicción114”. En la SDCIDH La Cantuta, párrafo doscientos veinticuatro,
literal b), dijo: “…el trabajo de dicha Comisión constituye un esfuerzo muy
importante y ha contribuido a la búsqueda y determinación de la verdad
de un período histórico del Perú. No obstante, sin desconocer lo anterior, la
Corte considera pertinente precisar que la “verdad histórica” contenida en
ese informe no completa o sustituye la obligación del Estado de establecer
la verdad también a través de los procesos judiciales…”.

De los razonamientos que inducen al Tribunal a condenar o absolver, numeral III Prueba
Documental, punto 14 Informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH)
Guatemala, Memorias del Silencio, precisó lo siguiente, que esta Sala Suprema asume en lo
pertinente: “[nos] sirven para conocer la historia contemporánea y su contenido nos permite
conocer que fue lo que ocurrió durante el conflicto armado…”. Asimismo, para la prueba de
los elementos contextuales, como anotó la Audiencia Nacional, Sala de lo Penal, Sección 3°,
número 16/2005, del diecinueve de abril de dos mil cinco –Caso Scilingo–, FJ Segundo A),
“…La Sala necesariamente ha de partir, para la prueba de dichos elementos contextuales,
del material existente resultado de las investigaciones extrajudiciales y judiciales llevadas a
cabo… en años posteriores a la dictadura. Nos estamos refiriendo en específico al informe de
la CONADEP y a lo investigado y declarado probado en la sentencia de la Causa 13/84”.
Similar base de referencia puede hallarse en la Sentencia del TEDH número 2000/112, del
veintiocho de marzo de dos mil, Asunto Kilic contra Turquía, que sustenta un ámbito
contextual de los hechos a partir de un Informe de una Comisión Gubernamental
independiente, el denominado Informe SUSURLUK. Así, en el párrafo 68° dice: “El Tribunal no se
basa en el informe para establecer que ningún funcionario del Estado estuviera implicado en
ningún crimen concreto. El Informe, sin embargo, facilita importantes pruebas para
manifestar que, en aquella época y desde entonces, grupos “contra–guerrilla” o terrorista
apuntaban a individuos que se creía actuaban contra intereses del Estado con la
aquiescencia y posible ayuda, de los miembros de las fuerzas de seguridad”. Por último, la
justicia federal estadounidense, Distrito Sur de Florida, en la sentencia número 07–21783–CIV–
JORDAN, del cuatro de marzo del dos mil ocho, recaída en el proceso civil por daños y
perjuicios seguido contra Telmo Ricardo Hurtado Hurtado, al amparo del Acta de Protección
de Víctimas de Tortura de mil novecientos noventa y uno, 28 U.S. § 1350, sustentó la
declaración de hechos contextuales en el Informe de la CVR; dijo: “…Como indican los
informes de la Comisión de la Verdad peruana y una Comisión Investigadora del Congreso,
los residentes de Accomarca estaban atrapados entre, los miembros de Sendero Luminoso
que no vaciló en exterminar a todo aquel que se le opusiera, y los militares quienes estuvieron
envueltos en todo lo concerniente a la erradicación del grupo terrorista usando cualquier
método posible” [Parte I. Hechos, primer párrafo).
114 En el pie de página sesenta y cinco señaló las sentencias Cantuta, Castro Castro, Baldeón

García, Gómez Palomino y De la Cruz Flores.

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4. El Tribunal Constitucional, en la misma tesitura de la CIDH, asumió el valor


probatorio del Informe Final de la CVR y, sobre su mérito, declaró, por
ejemplo, que dicho Informe constató que los hechos atribuibles al
autodenominado Grupo Colina representaron un patrón sistemático y
generalizado de violaciones a los derechos humanos, expresados en hechos
como las desapariciones de La Cantuta y del periodista Pedro Yauri, así
como los asesinatos de numerosos estudiantes en la Universidad Nacional
del Centro y la masacre de Barrios Altos [STC 2798–2004–HC/TC, del nueve de
diciembre de dos mil cuatro, párrafo veinticinco, Asunto Vera Navarrete].

124°. En conclusión, a partir del Informe Final de la CVR, puede afirmarse


con certeza que las numerosas desapariciones forzadas y ejecuciones
arbitrarias perpetradas durante los años mil novecientos noventa – mil
novecientos noventa y tres, aquellas atribuidas a agentes del Estado115,
configuraron una práctica sistemática y generalizada, y en determinadas
circunstancias –especialmente en las zonas declaradas en Estado de
Emergencia–, selectiva. Además, se siguió un modus operandi estándar,
básicamente en el caso de las desapariciones forzadas [ver nota noventa y
ocho].

125°. El general EP Hermoza Ríos en su Libro: “Fuerzas Armadas – Lecciones


de este siglo”, aporta cuadros resúmenes de las actividades terroristas
desde mil novecientos noventa a mil novecientos noventa y seis. Si se toma
en cuenta los años mil novecientos noventa a mil novecientos noventa y
dos es posible sumar un total de ocho mil doscientos cincuenta y nueve
acciones terroristas violentas –cuadro de la página veintiuno–, sin embargo si
se compara el cuadro de las páginas ciento setenta y cinco y ciento
setenta y siete, contradictoriamente, se indica que el total de ataques
terroristas por lugar de ataque –no por modalidad, que destaca el primer
cuadro– en el año mil novecientos noventa y dos fueron ciento cuarenta y
siete, pese a que anteriormente se contabilizaron tres mil seiscientos
veintidós acciones terroristas violentas. Esta incoherencia resta fuerza
conviccional a las informaciones que proporciona, y por tanto no es posible
oponerlos con éxito a las cifras y análisis realizados por la CVR116.

126°. EL EQUILIBRIO ESTRATÉGICO. Por otro lado, el General EP Hermoza Ríos en


libro citado afirmó que en el año mil novecientos noventa y dos el Perú
arrastraba el lastre de cerca de doce años de crisis; que la actitud
complaciente del Parlamento, del Poder Judicial y del Ministerio Público
estimuló la acción terroristas y provocó el rechazo y la indignación de la
población, y la justicia era un valor deteriorado; que, por ello, el país se
encontró ante una disyuntiva: o se reorganizaba la estructura política y

Nota noventa y siete, y párrafo 119°, puntos 1 al 4.


115
116El general EP Robledo del Águila, comandante general del COPERE en mil novecientos
noventa y uno y jefe de Estado Mayor del Ejército el año siguiente, respecto de los
desaparecidos registrados por la CVR se limita a decir –sin mayor fundamento– que el Ejército
nunca practicó violación de derechos humanos y que no sabe quién habría podido hacer
desaparecer a las personas en cuestión.

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administrativa del gobierno o se dejaba todo igual y se permitía el triunfo del


terrorismo. A la vez enfatizó que existía un ataque incontenible del PCP–SL,
“…una suerte de equilibrio estratégico”. Empero, en su declaración
prestada en la sesión septuagésima novena –lo mismo dijo en las sesiones
octogésima primera y octogésima tercera–, negó el equilibrio estratégico [el
CCFFAA jamás lo reconoció, pero sí los senderólogos y todos los medios de
comunicación, anotó], que ocurre cuando la subversión ha logrado
conformar bases de apoyo en el campo y zonas liberadas, cuando el
desarrollo de su organización política administrativa militar ha logrado
conformar fuerzas significativas, es decir, ya a nivel de batallón o brigada, y
están en condiciones de enfrentar militarmente de igual a igual con las
FFOO, a partir de la cual se puede llegar a una insurrección general.

127°. Tales referencias iniciales (situación del país y equilibrio estratégico) no


tienen, sin embargo, el suficiente sustento. Las declaraciones de testigos
calificados, las explicaciones de los expertos y el Informe final de la CVR van
en otra dirección.
1. El experto DEGREGORI CASO, en la sesión nonagésima novena, explica que
a pesar de que el PCP–SL anunció haber alcanzado el equilibrio estratégico
a principios de la década de los noventa, en realidad había sufrido ya una
derrota estratégica en el campo y sufría también duros golpes en las
ciudades a pesar de la multiplicación de sus acciones en la capital y la
escalada de acciones terroristas y asesinatos de dirigentes sociales que
ocasionaban zozobra sobre todo en Lima –sus acciones fueron una “huida
hacia delante”–; que para llegar al equilibrio estratégico se necesitaba –
según la teoría maoísta– pasar de la guerra de guerrillas a la guerra de
movimientos, pero nunca tuvo lugar un enfrentamiento de ese nivel, de
guerra de movimientos; además, importaba bloquear políticamente al
enemigo, es decir, al Estado peruano, pero el bloqueo político vino no solo
principalmente por la acción terrorista del PCP–SL sino por la propia crisis de
los últimos años del gobierno del señor Alan García por la hiperinflación, por
la crisis de los partidos políticos mismos, la división de Izquierda Unida, y por
la irrupción de los llamados off siders.
2. El general EP Robles Espinoza precisó que en una reunión previa al
autogolpe de Estado Vladimiro Montesinos Torres explicó ante el Alto
Mando del Ejército que Sendero Luminoso había alcanzado el equilibrio
estratégico –se les alcanzó informaciones alarmantes, que el PCP–SL estaba por
hacer el asalto a Lima–; sin embargo todo fue un engaño, un psicosocial, pues
no existía tal equilibrio estratégico.
3. Esa misma conclusión fue sostenida por el Jefe del SIN en aquella época
general EP Julio Rolando Salazar Monroe –sesión sexagésima sexta–. En igual
sentido declaró el general EP Petronio Baltazar Fernández Dávila Carnero –
comandante general del Frente Huamanga en mil novecientos noventa y jefe
político militar de Ayacucho–, quien dijo que el PCP–SL no representaba un
peligro para la supervivencia del país en los años mil novecientos noventa –
mil novecientos noventa y uno; es más, acotó que cuando el PCP–SL llegó a
Lima ya estaba en decadencia, las FFOO impidieron el cerco de Lima:

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nunca hubo una situación de peligro estratégico, sino solamente una


situación de terror.
4. El coronel PNP Benedicto Jiménez Baca –integrante del GEIN los años
noventa al noventa y dos–, en su declaración prestada en la sesión
octogésima novena, expresó que la Corporación RAND, americana, sostuvo
en mil novecientos noventa que el Perú ya no era viable, pues la situación
era caótica, dramática; que, por su parte, señaló que en mil novecientos
noventa y dos el PCP–SL seguía en pleno desarrollo de sus planes militares
mientras Abimael Guzmán se encontraba en libertad, y a fines de mil
novecientos noventa y uno el PCP–SL estaba en los inicios de la etapa de
equilibrio estratégico, que viene a ser la segunda etapa dentro de la guerra
popular.
5. El general PNP Vidal Herrera, subdirector y luego director de la DINCOTE
en el año mil novecientos noventa y uno, informó de la elevación de las
acciones del PCP–SL desde el inicio de la lucha armada, incluso en el año
mil novecientos noventa y dos, si bien en ese año recibió un alto nivel de
violencia, empezó a decrecer hasta el año dos mil dos; añadió que el PCP–
SL no había llegado al equilibrio estratégico –Abimaél Guzmán le dijo que el
equilibrio estratégico no se trataba de una correlación de fuerzas físicas sino del
hecho de ir copando al país psicológicamente–. Esta reflexión, unida a lo
expuesto por el asesor del SIN Merino Bartet –sesión nonagésima– permite
descartar la posición de Jiménez Baca, no compartida por los demás
militares y expertos citados, salvo por el general PNP Jhon Caro –sesión
undécima–. En efecto, Merino Bartet refirió que los atentados en Lima en mil
novecientos noventa y dos marcaron un punto de inflexión del PCP–SL, el
comienzo de su derrota –cuando el PCP–SL se vuelca a Lima, a las zonas urbanas,
no tenía cuadros preparados ideológicamente para competir con otras opciones
políticas y la vía que proponía no fue aceptado por la ciudadanía–; en lugar de
ganarse la simpatía de la población el PCP–SL se ganó la odiosidad de toda
la sociedad peruana. Su planteamiento incluso fue aceptado, ante su
explicación, por Montesinos Torres, quien no había conocido ni manejaba la
estrategia contra subversiva –esto último revelaría que Montesinos Torres, pese a
que expertos del SIN negaron tal equilibrio estratégico, se dirigió al Alto Mando del
Ejército anunciando lo contrario–.
6. El general PNP Miyashiro Arashiro, en la sesión undécima, expresó que
estadísticamente, en los años mil novecientos noventa y uno y mil
novecientos noventa y dos, se incrementaron los atentados terroristas –
agudizaron sus planes–, y era porque el PCP–SL buscaba llegar al equilibrio
estratégico. El general FAP Velarde Ramírez, Jefe del CCFFAA en mil
novecientos noventa y uno, en la sesión quincuagésima segunda, dijo que
no hubo equilibrio estratégico, a pesar de la multiplicidad de atentados en
Lima; no pudieron asfixiar la ciudad.

128°. Es, pues, evidente que el PCP–SL anunciaba el equilibrio estratégico y


que incrementó sus acciones o atentados terroristas en Lima –no existe
opinión en contrario sobre este punto– en el año mil novecientos noventa y dos,
cuando se interrumpió el orden democrático constitucional. Pero también
es obvio que el PCP–SL no llegó a cumplir sus metas, y que el Estado años

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antes había empezado a derrotarlo estratégicamente; no pudo lograr la


hegemonía en el campo y, menos, cercar las ciudades, tampoco consiguió
una equiparación política ni desarticuló al Estado a partir de sus propias
fuerzas117. Las reflexiones de Merino Bartet, Degregori Caso y Fernández
Dávila Carnero son sólidas y no han podido ser desvirtuadas por otras
exposiciones en contrario, como las de Jiménez Baca y Jhon Caro [incluso, el
presidente del CCFFAA en esa fecha, general EP Hermoza Ríos, y el jefe del SIN,
general EP Julio Rolando Salazar Monroe, son partidarios de esta tesitura: no hubo
equilibrio estratégico, por lo que las expresiones del libro del primero de los
nombrados pueden calificarse de propagandísticas y de mera justificación, sin base
real, a las acciones realizadas por el régimen en ese entonces]118. Por
consiguiente, desde esta afirmación, toda justificación al cambio de
régimen institucional carece de solidez y, por el contrario, revela intenciones
distintas a la anunciada extrema necesidad de salvación del país; por lo
demás, no se puede anunciar la supuesta salvación de la democracia
negándola en la práctica e interviniendo sus instituciones básicas.

129°. INFORMES DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Y DE


AMNISTÍA INTERNACIONAL. La parte civil al desarrollar los temas V “La doble
estrategia” y VIII “La existencia de un patrón sistemático de violación de
Derechos Humanos”, ofreció como prueba el Informe de la CoIDH del doce
de marzo de mil novecientos noventa y tres –fojas veintitrés mil seiscientos
ochenta y uno–, y los Informes anuales de Amnistía Internacional dedicados
al Perú, de los años mil novecientos noventa y uno, mil novecientos noventa
y dos, y mil novecientos noventa y tres –fojas veinticuatro mil ciento dos,
veinticuatro ciento siete y veinticuatro ciento once, respectivamente–.
1. Dichos Informes, según la parte civil, evidencian la existencia de una
doble estrategia en la que participaron los institutos armados. El Informe de
la CoIDH da cuenta de la ruptura del orden constitucional y de graves
violaciones a los derechos humanos, y señala varios hechos relevantes,
como la detención del agraviado Dyer Ampudia, la muerte de los

117 El Informe Final de la CVR es definitivo. Concluyó en el punto 24 lo siguiente “Cuando la


presencia del PCP–SL retrocedía en los espacios rurales del país, propuso ‘alcanzar el
equilibrio estratégico’, a pesar de saber –como el mismo confirmó posteriormente– que la
capacidad militar del PCP–SL era mínima frente a la de las fuerzas armadas. La propuesta de
Guzmán produjo un desborde de la violencia senderistas en el campo y la ciudad, y una
acentuación del carácter terrorista de sus acciones, sacrificando incluso la vida de sus
cuadros de base”. En el punto 25 precisó: “Sin embargo, cuando Abimael Guzmán fue
capturado abandonó casi inmediatamente la tesis del ‘equilibrio estratégico’ y solicitó al
gobierno un ‘acuerdo de paz’ junto con un reconocimiento explícito y sumamente elogioso
al gobierno dictatorial de Alberto Fujimori y a su asesor Vladimiro Montesinos”. Tomo II,
Sección II, Capítulo I, Apartado I, Punto uno.
118 El experto militar José Luis García en las sesiones nonagésima quinta y sexta formuló una

definición castrense de equilibrio estratégico que avala las conclusiones expuestas y que
permiten rechazar tal pretensión. Refirió que equilibrio estratégico desde un punto de vista
estrictamente castrense se presenta cuando dos oponentes tienen una capacidad similar
para efectuar operaciones militares, disponen de una estructura de comando, de apoyo de
combate, logística, etcétera, que los habilita para enfrentarse y el resultado favorable de ese
enfrentamiento puede estar tanto en una parte o del otro lado. Por eso hay equilibrio
estratégico, porque el resultado final del enfrentamiento depende de circunstancias
aleatorias.

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prisioneros del Establecimiento Penal Castro Castro, los sucesos de La


Cantuta, la desaparición del periodista Pedro Yauri, y de una seria de
eventos que fueron parte de sus indagaciones en la visita al Perú. Los
informes de Amnistía Internacional mencionan las ejecuciones
extrajudiciales sumarias y arbitrarias registradas en el Perú, y la comisión de
numerosos sucesos notorios de violaciones de los derechos humanos, así
como critican al gobierno del Perú por no investigar ni hacer juzgar a los
responsables de graves violaciones de los derechos humanos, y lo instan a
asegurar una investigación exhaustiva, imparcial, independiente y pública
de las afirmaciones del general EP Robles Espinoza. Ambos informes dan
cuenta de miles de casos de graves violaciones de derechos humanos
entre los años mil novecientos noventa a mil novecientos noventa y tres –
aportan estadísticas y cifras concretas de las víctimas de diversos hechos criminales,
tales como ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas, violación
sexual y otros perpetrados durante los primeros años del gobierno del acusado
Fujimori Fujimori–, demostrativos de la existencia de un patrón sistemático de
violación de derechos humanos por parte de las FFOO.
2. La defensa del acusado Fujimori Fujimori cuestiona la conducencia y la
eficacia probatoria de los referidos informes. Afirma que como se tratan de
opiniones técnicas la vía de incorporación debió ser, no la del informe, sino
de la pericia. Además los informes precisan que descendió el número de de
desapariciones, cuyo pico relevante ocurrió cuando se instauró el Gobierno
de Emergencia y Reconstrucción Nacional. Los informes de Amnistía
Internacional no tienen registro alguno ni mencionan las fuentes.

130°. De los Informes presentados oralmente resalta, en lo pertinente, lo


siguiente:
1. El Informe de la CoIDH precisó: Que la confrontación armada que se
desarrolló en el Perú a partir de mil novecientos ochenta dio lugar a que
gran parte del territorio peruano se encuentre bajo estado de emergencia,
confrontación que determinó que las FFOO hayan empleado métodos que
violan los derechos humanos. Que tanto el Grupo de Trabajo de Naciones
Unidas sobre desapariciones forzadas de personas como el propio gobierno
del Perú han registrado más de cinco mil denuncias de desapariciones –mil
novecientos ochenta y tres a mil novecientos noventa–, también enuncia la
comisión de atentados a la integridad personal, la libertad personal, el
debido proceso y la libertad de expresión, sin que existan sancionados al
respecto. Que, según las cifras destacadas por los organismos de derechos
humanos las desapariciones forzadas y ejecuciones sumarias continuaron
durante el régimen del acusado. Que con motivo del golpe de Estado se
vulneraron diversos derechos individuales, y a partir de ese acontecimiento
se produjeron varios hechos gravísimos, como la muerte de prisioneros del
Establecimiento Penal Castro Castro, la desaparición de varias personas en
El Santa, en la Universidad La Cantuta, de Pedro Yauri, del abogado
Wilfredo Terrones Silva y de una profesora Teresa Díaz Aparicio de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
2. El Informe de Amnistía Internacional de mil novecientos noventa y uno
determinó que durante ese año desaparecieron trescientas personas

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después de ser detenidos por las FFOO. Que se ofreció una Comisión
Nacional que garantice el respeto por los derechos humanos, pero tal
Comisión no se concretó. Que, igualmente, se registraron trescientos casos
nuevos de desaparición de personas detenidas, de ellas ochenta y nueve
quedaron en libertad, veinticuatro fueron halladas muertas, y de las demás
no se tuvo noticias. Que también se recibieron informes frecuentes de malos
tratos y torturas, así como violación de campesinas, sin que se hayan
emprendido investigaciones oficiales al respecto.
3. El Informe de Amnistía Internacional de mil novecientos noventa y dos
señaló, además de una serie de hechos individualizados de violación de los
derechos humanos, que más de trescientos personas desaparecieron y al
menos sesenta fueron ejecutadas extrajudicialmente por las FFOO o por
grupos paramilitares; se denunciaron decenas de casos de torturas y malos
tratos, y el gobierno siguió sin esclarecer miles de violaciones de derechos
humanos documentadas desde mil novecientos ochenta y tres. Que en el
mes de setiembre el Gobierno dictó una directiva presidencial sobre respeto
de los derechos humanos en la que reconoció que se habían reportado
cinco mil desaparecidos desde mil novecientos ochenta y uno. Empero no
se apreciaron resultados efectivos desde la perspectiva del esclarecimiento
y la sanción de los agentes del Estado comprometidos con esas acciones
ilegales –sólo se comunicó escuetamente de cuarenta y ocho militares
sancionados–, pese a los llamamientos y exhortaciones internacionales –lo
que importaba que las FFOO disfrutaban de una impunidad casi total, a pesar de
los abrumadores indicios de su responsabilidad–.
4. El Informe de Amnistía Internacional de mil novecientos noventa y tres
detalló que al menos ciento treinta y nueve personas “desaparecieron” y al
menos sesenta y cinco fueron ejecutadas extrajudicialmente por las FFOO;
también se recibieron informes de torturas y malos tratos generalizados. Que
grandes regiones del país continuaban bajo el control militar. Que se
continuaron reportando casos de desaparición forzada y ejecuciones
extrajudiciales, sin resultados para su esclarecimiento. Que los pedidos de
Amnistía Internacional para el esclarecimiento de hechos específicos, como
las muertes en el Penal Castro Castro y de la Cantuta, y para investigar los
numerosos casos de violación de derechos humanos, no se aceptaron.

131°. Es evidente que los Informes de la CoIDH y de Amnistía Internacional


son, propiamente, documentos escritos: allí se asientan una expresión de
contenido intelectual; ellos importan la concreción material de un
pensamiento119. Ambos organismos, uno que pertenece al Sistema
Interamericana de Protección de los Derechos Humanos, y otro que es un
Organismo No Gubernamental de Derechos Humanos, mediante sus
informes transmiten un conocimiento determinado acerca de la situación
de los Derechos Humanos en un país y en un contexto específico120.

119 CAFFERATA NORES, JOSÉ: La prueba en el proceso penal, Tercera Edición, Editorial Depalma,
Buenos Aires, 1998, página 175.
120 Se trata, propiamente, si se sigue la propuesta de DEVIS ECHANDÍA, HERNANDO, de un

documento declarativo de ciencia, en tanto consisten en la representación de lo que se


sabe o conoce respecto de algún hecho [la situación de los derechos humanos en el Perú];

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No está en discusión los requisitos jurídicos de su existencia ni sus


requisitos para su validez como prueba documental. En cuanto a su
eficacia probatoria –veracidad de su contenido– debe precisarse que las
estadísticas o cifras que proporcionan –de suyo vitales en cuanto a los “hechos
contextuales”– son, en lo esencial, coincidentes con las que aportó la CVR,
cuya solidez probatoria en ese punto ha sido afirmada. En los Informes se
indica la fuente, aunque de un modo genérico; se menciona datos
proporcionados por los organismos no gubernamentales, denuncias
públicas y sus propios documentos sobre casos concretos –basta, al respecto,
la coincidencia con los registros, ampliamente documentados y no desvirtuados, de
la CVR–. Además, es de destacar dos datos ya corroborados: a) que el
propio Gobierno del ex presidente Alberto Fujimori reconoció las
desapariciones forzadas habidas en el país, en una cantidad de cinco mil;
y, b) que pese a sus anuncios de control de los crímenes contra los derechos
humanos por parte de agentes del Estado, éstos no fueron investigados,
esclarecidos y reprimidos, tanto los casos específicos como la tendencia
general de lo que venía sucediendo en ese orden.
En consecuencia, las objeciones de la defensa respecto a los
Informes cuestionados se rechazan.

¶ 4. Prueba ofrecida por la defensa del acusado.

132°. DECLARACIONES CONTRADICTORIAS DE MÁXIMO SAN ROMÁN CÁCERES. La


defensa del acusado Fujimori Fujimori en la sesión centésima vigésima
quinta, al desarrollar el tema XIX “Falta de eficacia probatoria del testimonio
de Máximo San Román Cáceres” –senador de la República y primer
vicepresidente del régimen de presidente Alberto Fujimori Fujimori–, destaca que
este último no es uniforme en sus declaraciones: indagatoria ante la Fiscalía,
de fojas sesenta y tres mil ciento cincuenta y nueve; declaración ante el
Congreso, de fojas quinientos diecinueve, declaración sumarial ante el
vocal instructor de fojas cinco mil trescientos cuarenta y cinco; y,
declaración plenarial en la sesión octogésima octava. Precisó, al respecto,
la falta de uniformidad acerca de la fecha en que recibió la Nota
Informativa que daba cuenta de los autores de la matanza de Barrios Altos,
miembros del Destacamento Colina; que en sus declaraciones anteriores a
la plenarial no manifestó que entregó personalmente al presidente Fujimori
Fujimori la Nota de Inteligencia –versión que tampoco proporcionó en la
conferencia de prensa que dio a fines de mil novecientos noventa y dos–; que,
asimismo, en sus declaraciones anteriores a la del juicio oral no mencionó
haber recibido una Nota Informativa sobre los antecedentes de Vladimiro
Montesinos Torres ni que se la entregó en propias manos. A partir de esas
afirmaciones, concluye la defensa que las declaraciones de Máximo San
Román Cáceres no cumple con uno de los requisitos de eficacia probatoria:
uniformidad del dicho, por lo que no puede producir certeza o
probabilidad.

existe en él un contenido testimonial (Teoría General de la Prueba Judicial, Tomo I, Editorial


Temis, Bogotá, 2002, página 500).

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133°. Las declaraciones del Ingeniero Máximo San Román Cáceres, sobre los
aspectos cuestionados, son las siguientes: 1) En la declaración ante la
Fiscalía, dijo que recibió una Nota Informativa en octubre de mil
novecientos noventa y dos, que constaba de tres a cuatro hojas
fotocopiadas, la cual mencionaba a los integrantes del Destacamento
Colina y daba cuenta de la matanza de Barrios Altos, documento que
repartió a los medios de comunicación, a la vez que dio una conferencia
de prensa. 2) En la declaración ante el Congreso reiteró la fecha y forma en
que recibió el documento arriba descrito, respecto del cual no comentó
nada con el presidente Fujimori Fujimori. 3) En la declaración sumarial ante
el Vocal Instructor puntualizó que ese documento fue dejado debajo de la
puerta de su domicilio; que, por otra parte, sobre Montesinos Torres, indicó
que se le hizo llegar información escrita sobre sus antecedentes, de lo que
conversó con el presidente Fujimori Fujimori, quien sin embargo le contestó
en tono bastante descortés que no tenía que dar explicaciones porque
Montesinos Torres no era funcionario público sino su asesor personal. 4) En la
declaración plenarial acotó que el veintidós de marzo igualmente en su
despacho del Senado recibió anónimamente la Nota de Inteligencia
“Montesinos y Barrios Altos”, la cual la entregó a Fujimori Fujimori –pidió cita
con él, quien se la concedió dos días después–, y el uno de diciembre de mil
novecientos noventa y dos convocó a una conferencia de prensa en base
a esa Nota; que sobre la Hoja Informativa número 001–SIE, del trece de julio
de mil novecientos noventa, referida a los antecedentes de Montesinos
Torres, ésta llegó a su Despacho en el Senado en la primera quincena de
agosto de mil novecientos noventa –era una Nota dirigida al almirante AP
Panizo–, documento que también entregó personalmente al presidente.
La Nota de Inteligencia número 0028–SIN –de fojas cincuenta y dos mil
cuatrocientos noventa y nueve–, sin firma, bajo el asunto “Capitán EP Vladimiro
Montesinos Torres y la matanza de Barrios Altos” da cuenta de la matanza
de Barrios Altos, que se atribuye a un grupo de eliminación de agentes de
inteligencia del Ejército, destacados al SIN, a la vez que menciona los
nombres del Equipo de Planeamiento y Conducción y del Equipo de
Aniquilamiento –respecto de alguno de ellos las pruebas de cargo son evidentes,
pero de otros no existe, hasta la fecha, base probatoria que los vincule–. Como
conclusiones destaca los errores de planeamiento y ejecución de esa
operación, a la vez que resalta los esfuerzos de Montesinos Torres para
desbaratar la investigación del Congreso presidida por el Senador Roger
Cáceres Velásquez.
La Hoja Informativa número 001–SIE, del trece de julio de mil
novecientos noventa –de fojas treinta y nueve mil trescientos veintisiete–,
contiene la relación de antecedentes de Vladimiro Montesinos Torres y no
tiene firma. Como conclusión precisa, de un lado, que Montesinos Torres
tiene suficientes antecedentes negativos como para que las FFAA y en
particular el Ejército sigan manteniendo dudas sobre su lealtad al país y al
Ejército; y, de otro, que no existen garantías sobre su influencia en el
Presidente de la República.
El Diario Gestión del dos de diciembre de mil novecientos noventa y
dos –de fojas cincuenta y dos mil seiscientos cuarenta y nueve–, incluyó la noticia

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siguiente: “San Román presentó pruebas que implicarían a Montesinos”, en


la que se detalla el contenido de la Nota de Inteligencia y se precisa que
San Román indicó que es necesario que se investigue pero señala no querer
juzgar si son o no son.

134°. La existencia de la Nota de Inteligencia y de la Hoja Informativa, a que


se refiere el testigo Máximo San Román Cáceres, está probada con los
documentos ya glosados –se descarta, por consiguiente, una inexactitud en ese
extremo de la versión testifical–. De igual manera, está probado que el
indicado testigo dio cuenta de la Nota de Inteligencia en la conferencia de
prensa que convocó el uno de diciembre de mil novecientos noventa y dos
–la versión periodística del diario Gestión es contundente al respecto–. La
uniformidad del dicho del testigo San Román Cáceres es palmaria respecto
a la Hoja Informativa sobre Montesinos Torres –hecho que mencionó a partir de
su declaración sumarial, en el entendido de que no se le preguntó sobre ese
aspecto en sede Fiscal o del Congreso, por lo que a partir de ese dato no puede
colegirse que ocultó los hechos o que mintió en sus declaraciones anteriores–.
Empero existen discrepancias en sus declaraciones anteriores a la del
juicio oral en lo atinente a determinados aspectos vinculados a la Nota de
Inteligencia, pues primero dijo que no había conversado con el acusado
Fujimori sobre su contenido y, luego, mencionó que sí lo había hecho e
incluso que ese documento se lo había entregado en propias manos al
acusado Fujimori Fujimori. Se trata, sin embargo, de una discrepancia que si
bien no permite acreditar que el Vicepresidente San Román Cáceres
comunicó inmediatamente al acusado Fujimori Fujimori lo sucedido en
Barrios Altos y que éste tuvo acceso a la citada Nota de Inteligencia, no
niega por el contrario la realidad de esa información y de su conocimiento
mediático, por lo menos, a partir de diciembre de mil novecientos noventa y
dos, aunque existen datos que revelan que esa Nota ya circulaba desde
meses antes121.

121 Es de precisar que según el Informe de Investigación número 001–SIN.03/14.04, del once

de febrero de mil novecientos noventa y dos –de fojas dos mil trescientos veintiocho–, la
referida Nota de Inteligencia es de fecha veinte de febrero de mil novecientos noventa y
dos, y que había estado circulando por algunos medios y personas. Ese Informe concluye
que esa Nota de Inteligencia no fue formulada por la jefatura del SIN ni por ninguna
dirección de esa institución. Es más, la pericia grafotécnica número 250/92, del ocho de
febrero de mil novecientos noventa y dos –de fojas dos mil trescientos cuarentas y tres–,
concluyó que la firma estilizada suscrita a nombre del General EP Salazar Monroe no
proviene de su puño gráfico, y ha sido falsificada por un proceso imitativo “servil”. En el oficio
número 005–92–SIN–01, del ocho de febrero de mil novecientos noventa y dos, el jefe del SIN
remite copia de la aludida Nota de Inteligencia al comandante general del Ejército. El oficio
cursado por el comandante general del Ejército al jefe del SIN del diez de febrero de mil
novecientos noventa y dos, y el Informe del director de la DINTE al comandante general del
Ejército, de esa misma fecha, se insiste en la falsedad de esa Nota de Inteligencia número
0028–SIN–01, del veinte de diciembre de mil novecientos noventa y uno. Todas estas
comunicaciones y pericia apuntan a negar que miembros del SIE y otros altos jefes del
Ejército y del SIN están vinculados con la matanza de Barrios Altos; sin embargo, y esto es lo
esencial en clave probatoria, las pruebas acopiadas en el curso del proceso acreditan lo
que en esos documentos se niega: existencia del Destacamento Especial de Inteligencia
Colina, vinculación con los aparatos de inteligencia militar y del SIN, y el grado en el que
están involucradas las más altas autoridades de ambos instituciones. Además, revela un dato

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Por último, sobre tema de las discrepancias entre las declaraciones


de un mismo testigo, es decir, sobre la diversidad de declaraciones, es
imprescindible que se sometan a contradicción y contraste en el juicio oral,
a partir de lo cual es de competencia del Tribunal sentenciador, la
valoración razonada y razonable de la credibilidad de las distintas personas,
conforme al principio de inmediación. La existencia de contradicciones,
retractaciones o correcciones sobre pasajes de un relato de hechos no
significa inexistencia de prueba de cargo –es inaceptable sostener que por esa
característica la prueba, la información que contiene, se anule o pierda toda
eficacia–; es un tema de valoración probatoria –incide en el juicio de
valoración, no de valorabilidad–, por lo que corresponde al Tribunal confrontar
unas y otras versiones y arribar a una conclusión en función de las máximas
ordinarias de experiencia, sobre su respectiva veracidad, atendiendo tanto
a su coherencia interna como a los demás recaudos de la causa.
En el caso de autos, en sede plenarial se interrogó al testigo San
Román Cáceres y se le llamó la atención acerca de lo que expuso en sus
diversas declaraciones producidas en otras sedes –sumarial, fiscal y congresal–
. Si bien parte de sus testimonios –sólo algunos pasajes de su relato
circunstanciado– son contradictorios y, ante la falta de probanza positiva que
consolide la versión plenarial, no es posible dar mérito por entero a esta
última, se llega a la conclusión de que tal divergencia, ante el conjunto de
la prueba actuada [en orden a una valoración de todas las evidencias
conjuntamente, que es el método probatorio que constituye el adecuado soporte,
fundamento y explicación del juicio de certeza alcanzado] no puede
eliminarla122.

135°. DECLARACIONES CONTRADICTORIAS DE VÍCTOR SILVA MENDOZA. La defensa del


acusado Fujimori Fujimori al abordar el tema XXI “Falta de eficacia
probatoria del testimonio de Víctor Silva Mendoza por ausencia del requisito
de uniformidad del dicho” introdujo para su lectura un conjunto de

relevante: el SIN y el Ejército se concentraron negar sin más lo acontecido, se circunscribieron


en la sola Nota de Inteligencia, pero no investigaron, con seriedad, objetivad y celeridad, la
realidad de los hechos.
122 Conforme parcialmente: STSE 1179/2001, de veinte de julio. En tanto el sistema de

valoración de cualquier prueba descansa en la sana crítica racional, que importa


inexistencia de disposiciones legales que predeterminen el valor de convicción de los
elementos probatorios, a condición de que las conclusiones que libremente se extraigan de
éstas respeten las reglas que gobiernan el razonamiento humano, no es posible sin más
eliminar formalmente un testimonio por la presencia de determinadas contradicciones. Su
apreciación crítica, en función de lo percibido y de su sinceridad –valoración individual–,
requiere además cotejarlo con el resto de las pruebas reunidas [Conforme: CAFFERATA NORES,
JOSÉ I.: La prueba en el proceso penal, páginas 119/122], exigencia última de especial
relevancia en el presente caso. En el análisis de la verosimilitud del testimonio, de su
contenido, considerado en sí mismo, nada impide que se tengan como verdaderas algunas
partes de la declaración y que se rechacen otras como mendaces y erróneas; aquí no
influyen para nada ni pueden influir los vínculos de una supuesta indivisibilidad, y además es
evidente que algunos fragmentos de un hecho pudieron ser percibidos y otros no, y que
algunas circunstancias pudieron recordarse y otras olvidarse [FLORIÁN, EUGENIO: De las pruebas
penales, tomo II, Editorial Temis, Bogotá, 1976, página 349].

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dieciocho declaraciones de Silva Mendoza123 prestadas en diversas sedes, a


las que se agrega la que rindió en este juicio oral. Estima la defensa que, por
lo menos, en tres temas relevantes el citado testigo se ha contradicho. Así,
(1) acerca de la conversación sostenida con el general EP Rivero Lazo,
luego de los sucesos de Barrios Altos –ante sus preguntas sobre esa matanza
Rivero Lazo le dijo que “lo que hace la mano derecha no debe saber la mano
izquierda”, versión que cambia en otras declaraciones, pues primero no menciona
esas frases, luego dice que esa frase se refería al Grupo de Análisis y finalmente en
el acto oral vuelve a la versión primigenia–. (2) Respecto al altercado que tuvo
con el general EP Rivero Lazo, en el que le increpa los acontecimientos de
Barrios Altos, primero negó esa escena, luego aceptó ese altercado, a
continuación vuelve a negarlo y, finalmente, en esta audiencia afirma lo
contrario, es decir, que el altercado sí se suscitó. (3) En cuanto al pedido de
Montesinos Torres para que su cuñado sea transferido al SIE, ese hecho es
mencionado en un primer momento –allí Montesinos Torres le comunicó,
además, que se le entregaría la jefatura del SIE–, luego es negado por completo
y, finalmente, es aceptado en el acto oral.
1. En función a esas contradicciones la defensa del acusado Fujimori Fujimori
considera que las declaraciones del coronel EP Silva Mendoza carecen de
eficacia probatoria.
2. La Fiscalía, por el contrario, sostiene que debe valorarse la prueba
conjuntamente; que la versión central del coronel EP Silva Mendoza se ha
mantenido inalterable en sus diversas declaraciones, y que sus eventuales
omisiones o algunos detalles no expuestos, no le restan validez y solidez a su
línea de información.
3. La Parte Civil responde que de presentarse algunas retractaciones o
contradicciones entre las declaraciones de un testigo, así como
divergencias menores, corresponde realizar un examen y ponderación
crítica sobre la base de la libre apreciación razonada de la prueba. No es
del caso anular las declaraciones en su conjunto, y el Tribunal es el
encargado de darle fiabilidad a una u otra declaración.

136°. Del conjunto de las declaraciones del coronel EP Silva Mendoza se


advierte que su nombramiento como jefe del SIE fue una propuesta –
decisión de Montesinos Torres, quien lo condicionó a que lleve a trabajar
con él a su cuñado Cubas Portal –en el Departamento de Logística–124. Ese
dato lo expresó en varias ocasiones, aún cuando en otras lo negó. Empero,
si se tiene en cuenta el efectivo nombramiento de Cubas Portal en el SIE –
reconocido por este último y por el hecho de que, como encargado de un
Departamento del mismo, proveyó de material logístico al Destacamento Colina– y
la realidad del poder de Montesinos Torres –como luego se verá– para decidir
nombramientos militares y formular propuestas para conformar los altos
mandos y para la designación de diversos cargos públicos, es de concluir

123 El Coronel EP Silva Mendoza fue jefe del SIE en mil novecientos noventa y uno, y

subdirector ejecutivo de la DINTE en mil novecientos noventa y dos. Además, el general EP


Rivero Lazo integró una promoción del Ejército después a la que él perteneció, por un año.
124 Respecto del segundo cargo, Sub Director de la DINTE, en el acto oral precisó que

Montesinos Torres lo llamó por teléfono y le dijo: “tú te vas a la DINTE como segundo”.

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que lo que expuso en un primer momento y mencionó en el acto oral es


compatible con lo actuado.
Sobre la reunión del coronel EP Silva Mendoza y otros coroneles de la
DINTE con el general EP Rivero Lazo –realizada al día siguiente que este último
retornó del extranjero–, el coronel EP Pino Benamú, Jefe de Frente Interno de
la DINTE, asistente a esa reunión, confirma la discusión y el emplazamiento
del primero al segundo –ambos eran de la misma promoción del Ejército–, en el
sentido que el general EP Rivero Lazo sabía lo sucedido en Barrios Altos y el
papel del Destacamento Colina, que había pasado bajo su control
directo125.
En consecuencia, más allá de determinadas versiones que tendían a
relativizar e incluso a negar determinados acontecimientos, lo cierto es que
el coronel EP Silva Mendoza reconoce los diálogos –incluso el referido,
simbólicamente, a que “lo que hace la mano izquierda no debe saber la mano
derecha”–, aunque procura restarles contundencia y un sentido
unívocamente de incriminación. Su contenido de cargo fluye no sólo de la
declaración del coronel EP Pino Benamú, en relación con las iniciales
actividades del Destacamento Colina en Barrios Altos y de los AIO
arrepentidos, sino de la realidad de un nombramiento oficial y de la
designación del entonces comandante EP Cubas Portal en el SIE. También
se advierte la real intervención del general EP Rivero Lazo, en especial en el
otro crimen –el de La Cantuta–, de las declaraciones de varios partícipes,
directos e indirectos en los hechos –basta mencionar, a título inicial, en tanto
que posteriormente se analizará ampliamente, las declaraciones de los tenientes EP
Portella Núñez y Velarde Astete y del general EP Pérez Documet126–. Estas
evidencias concordantes no hacen sino otorgar credibilidad a aquellas
declaraciones de Silva Mendoza en el sentido que su nombramiento en el
SIE fue a propuesta directa de Montesinos Torres a cambio de la
designación en el SIE de su cuñado Cubas Portal127, que el Destacamento
Colina estaba bajo la supervisión directa del General EP Rivero Lazo,
Director de la DINTE, que este último no era ajeno al crimen de Barrios Altos –
bajo cuyo ámbito transcurre la cita de Silva Mendoza–, y que Silva Mendoza
emplazó a Rivero Lazo por esos hechos ante el escándalo público suscitado
y la presunta intervención de efectivos militares en su comisión.
Por lo demás, es de reiterar la posición del Tribunal respecto a las
declaraciones no coincidentes proporcionadas por una misma persona en

125 Declaración del Coronel EP Pino Benamú prestada en la sesión trigésima quinta.
126 El análisis pormenorizado se realizará en el Capítulo referido al Atentado de La Cantuta.
Las declaraciones en el acto oral de los Tenientes EP Portella Núñez y Velarde Astete se
produjeron en las sesiones vigésima octava y trigésima séptima. El General EP Pérez Documet
se negó a declarar en el juicio oral, pero se asume, entre otras, su declaración en el juicio oral
conexo, expediente número 03–2003. El general EP Rivero Lazo ha mantenido una línea de
absoluta negación sobre los hechos y un radical rechazo de las declaraciones que lo
comprometen –sesiones trigésima octava, trigésima novena y cuadragésima–, pero las
evidencias son contundentes.
127 Montesinos Torres en su continuación instructiva de fojas doce mil ochenta, en la causa

32–2001, reconoció tal recomendación, aunque negó haberla condicionado a la


designación en el SIE de su cuñado Cubas Portal. Si bien este último negó tal exigencia –
sesión trigésima tercera–, como queda dicho, no se explica lo primero sin lo segundo.

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varios pasajes de su exposición –en la misma o en otras sedes procesales–.


Corresponde al órgano jurisdiccional apreciar su mérito interno y tras su
análisis lógico y ponderación con el conjunto de la prueba actuada,
determinar si puede otorgar valor a una o a otras. También, desde luego,
puede descartar su aporte informativo ante la falta de correspondencia
con la realidad o con otras pruebas o datos objetivos que consten en la
causa.

137°. LAS SENTENCIAS DE COLABORACIÓN EFICAZ. La defensa del acusado Fujimori


Fujimori al presentar el tema XXXIII “Obtención de prueba fraudulenta”
cuestionó ocho sentencias de colaboración eficaz recaídas en los
procedimientos incoados por Héctor Gamarra Mamani, Hugo Francisco
Coral Goycochea, Jorge Enrique Ortiz Mantas, Pablo Andrés Atuncar Cama,
Hércules Gómez Casanova, Pedro Guillermo Suppo Sánchez, Isaac Jesús
Paquiyauri Huaytalla y Marcos Flores Alván, confesos integrantes del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina.
1. Sostiene la defensa que todos esos testigos reconocen la existencia del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina, pero al obtener beneficios
premiales por colaboración eficaz presentan un patrón que autoriza a
pensar en su obtención fraudulenta, violando el principio de buena fe
procesal.
2. Destaca desde una perspectiva genérica que siete de ellos reconocen
que sólo participaron como contención en los atentados en que
intervinieron, pero se les condena como coautores o autores, así como que
medió un relajamiento, una flexibilidad en las formas legales para no
verificar y terminar dando beneficios premiales a pesar de las gruesas
contradicciones.
3. En el caso de GAMARRA MAMANI, Chuqui Aguirre lo sindicó como partícipe
en el crimen de La Cantuta, pero éste negó tal intervención, pese a lo cual
se le aceptó la colaboración eficaz y se le condena por el asesinato de La
Cantuta.
4. En el caso de CORAL GOYCOCHEA, Chuqui Aguirre lo sindicó como partícipe
en el crimen de La Cantuta, hecho que negó en su declaración como
colaborador –dijo que una semana antes había dejado el Destacamento Colina–
y que no fue corroborado; además, en el acta de colaboración, respecto
de esos cargos, en un primer momento no se opuso ni los contradijo, pero
luego se opuso, a consecuencia de lo cual la condena no comprendió ese
cargo.
5. En el caso de ORTIZ MANTAS, Chuqui Aguirre lo sindicó como quien disparó
a Pedro Yauri Bustamante, hecho negado por el primero –anotó que, por el
contrario, quien disparó a la víctima fue Chuqui Aguirre– y que no fue objeto de
corroboración, pese a lo cual el beneficio premial es aprobado y se le
condena –entre otros ilícitos– como coautor de ese delito.
6. En el caso de ATUNCAR CAMA, inicialmente no reconoció haber
participado directamente en el crimen de La Cantuta, pero luego aceptó
esos cargos; también aceptó otros siete crímenes, por los cuales fue
condenado y obtuvo el correspondiente beneficio premial.

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7. En el caso de GÓMEZ CASANOVA, en la sesión del juicio oral en el proceso


conexo sostuvo, primero, que era inocente; segundo, que es culpable de los
cargos; tercero, que no sabe de la intervención de Fujimori Fujimori y de
Montesinos Torres porque no era su nivel de conocimiento –llega hasta el
general EP Rivero Lazo, director de la DINTE–; y, cuarto, que Fujimori Fujimori por
ser el primero en la línea de comando está vinculado con los hechos del
Destacamento. No obstante esas contradicciones, no sólo no fueron
verificadas sino que se le concedió el beneficio premial por colaboración
eficaz.
8. En el caso de SUPPO SÁNCHEZ, en el procedimiento de colaboración eficaz
afirmó ser chofer del Destacamento, se verifican los cargos desde esa
perspectiva y se celebra el convenio de colaboración eficaz, pese a lo cual
se le condena como autor de asesinato.
9. En el caso de PAQUIYAURI HUAYTALLA, en el procedimiento de colaboración
eficaz negó haber participado en el crimen de La Cantuta, lo que Chuqui
Aguirre corrobora –testigo último que no fue citado en otros casos–, sin embargo
fue condenado como autor de ese crimen [cabe destacar, sin embargo, que
en la audiencia especial pidió que la colaboración eficaz comprenda ese cargo].
10. En el caso de FLORES ALVÁN, el Informe de Verificación de la Policía no
comprendió el Plan Cipango; no comprobó su existencia y su autenticidad,
lo que sí se hizo con otros documentos que presentó, pese a lo cual se le
concedió el beneficio premial.

138°. Las partes acusadoras rechazaron los cuestionamientos de la defensa.


1. La Fiscalía sostiene el procedimiento de colaboración eficaz está previsto
legalmente; y, en todos los casos cuestionados se ha cumplido lo dispuesto
en la ley y las omisiones denunciadas no existen. La información brindada
por los miembros del Destacamento Colina fue objeto de verificación y por
eso se les concedió beneficios premiales; no se han fabricado testigos, y la
lectura aislada de párrafos de las declaraciones denunciando
contradicciones no puede servir para restarles eficacia probatoria. Los
documentos que presentó Flores Alván han sido corroborados en sus
aspectos centrales. En el caso de Coral Goycochea, se retiró la acusación
respecto del crimen de La Cantuta, ajenidad que se demuestra con los
propios documentos generados por el Destacamento Colina.
2. La parte civil responde que la Ley número 27388, de Colaboración Eficaz,
tiene un reglamento, el Decreto Supremo número 035–2001–JUS, del
diecinueve de octubre de dos mil uno, norma última que distingue entre
admisión de cargos y aceptación o conformidad con la acusación o con
los cargos, que no es lo mismo; en el primer caso admite o reconoce los
cargos, confiesa su comisión, y en el segundo simplemente no discute la
imputación y acepta o tolera los cargos. En el caso de Gamarra Mamani el
acta de aceptación de cargos, respecto del crimen de La Cantuta,
mencionó que no los contradice ni se opone a los cargos que se le
atribuyen, por lo que ante tal situación es evidente que el acuerdo y la
sentencia de colaboración eficaz, en ese extremo, pueden y deben
pronunciarse sobre ese cargo, y al hacerlo positivamente no hay fraude,
error o equívoco alguno.

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139°. El procedimiento por colaboración eficaz regulado por la Ley número


27388, aceptado incluso por el nuevo Código Procesal Penal, en cuya virtud
se optó por el mecanismo de justicia penal negociada, materializa
procesalmente el denominado “derecho penal premial”, que descansa en
la figura del “arrepentido”. Su filosofía está determinada por la necesidad
de combatir la impunidad y de romper la ley del silencio que impera en la
criminalidad organizada, así como para servir de instrumento de prevención
de la comisión de delitos de gran daño social. Uno de los principios en que
se asienta este proceso especial es el de eficacia, de suerte que la
colaboración que ofrece el delincuente a la justicia resulte útil, a partir del
cual es de destacar que la delación y la información que se acompañe sea
relevante, esto es, permita descubrir hechos delictivos y acreditar la
participación de otras personas. La información debe ser auténtica,
completa y veraz, y la sentencia que se emita, en tanto reconozca
beneficios premiales a quienes han delinquido, debe compulsar la
magnitud de los cargos aceptados o no cuestionados128 y el aporte
informativo acreditado que realice el colaborador –de ahí que una de las
fases esenciales del procedimiento en cuestión es la de corroboración fiscal
(artículo 6°, segundo Párrafo, Reglamento)–.
Sobre la base de un conglomerado de información acerca de la
presunta intervención delictiva del imputado arrepentido –sustancialmente
existen investigaciones o procesos en giro contra él–, éste voluntariamente se
decide a colaborar con la justicia, aceptando o no cuestionando los
cargos. El control del órgano jurisdiccional respecto del Acuerdo de
Beneficios y Colaboración es limitado en este punto pues sólo exige la
voluntariedad del sometimiento al procedimiento y el conocimiento asistido
de los alcances del mismo, así como la presencia de indicios de
criminalidad o “causa probable” de participación en los delitos objeto de
imputación y a partir del cual negocia un beneficio premial. Otro ámbito del
control jurisdiccional tiene que ver, más allá de las autorizaciones legales
correspondientes en orden al sujeto y objeto del procedimiento, a los
beneficios acordados y a las obligaciones impuestas, con el juicio de
proporcionalidad entre la entidad de la información corroborada, la
dimensión de los cargos y la responsabilidad por el hecho.

140°. La defensa, respecto del control jurisdiccional del Acuerdo de


Beneficios y Colaboración, cuestiona en primer lugar el juicio de subsunción
jurídica en función de lo aceptado en algunos hechos: los arrepentidos
dijeron que participaron en determinados crímenes como contención [otro
de los arrepentidos señaló haber sido chofer, es decir, haber movilizado a los
agentes para cumplir el objetivo delictivo; igualmente, uno de los AIO sólo
reconoció haber intervenido en los hechos pero que no disparó contra una de las
víctimas, no obstante la sindicación de otro de los miembros del Destacamento,
que a su vez fue incriminado por el primero], es decir, no efectuaron los disparos

128 Una fórmula de autocomposición de conflictos es admisible en el proceso penal. Así, por

ejemplo, lo ha reconocido la STEDH DEWEER, del veintisiete de febrero de mil novecientos


ochenta, pero siempre que cumplan un requisito de naturaleza ineludible: la ausencia de
amenaza por parte del delator.

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homicidas; pese a lo cual se les condenó como autores o coautores. Esta


calificación no es relevante para concluir que la postura del fiscal y del
Tribunal fue fraudulenta. Se declaró la realidad de un hecho delictivo, se
determinó la intervención en él del colaborador y en función al juicio
jurídico penal que se realizó fue condenado, sin oposición del afectado129.
Es posible estimar, a partir de lo expuesto por los colaboradores, que el título
de intervención no sería el de coautores, sino el de cómplices; empero, tal
calificación no vicia el fallo ni la propia colaboración, pues en uno u otro
caso participó en el hecho –lo que no cuestiona la defensa–, más allá que
podría suponerse que la versión que han proporcionado acerca de su
participación delictiva reduce su papel en el hecho.

141°. Es cierto, de otro lado, que los colaboradores, en momentos previos al


procedimiento de colaboración eficaz negaron los cargos, adoptaron una
línea de defensa de rechazo radical de las imputaciones en su contra130. Tal
situación, como se ha insistido reiteradamente, en sí misma, no inhabilita su
ulterior testimonio o delación, para lo cual no sólo es de tener presente las
razones del cambio de versión, las explicaciones proporcionadas y la
coherencia interna y análisis comparativo respectivo, así como la presencia
de otros elementos objetivos, externos, que permitan corroborarla.
Por otro lado, el hecho de que algunos arrepentidos no acepten
ciertos cargos en nada influye en la suerte del procedimiento de
colaboración eficaz, pues sencillamente ese cargo se excluye del ámbito
del mismo y se sujeta al resultado del proceso contradictorio en giro.
Asimismo, el que no se contradiga un cargo, se incluya en el acuerdo
correspondiente y se apruebe en la sentencia, tampoco vicia el
procedimiento y permite deducir que la sentencia se obtuvo
fraudulentamente; la ley y su reglamento autorizan ese proceder judicial. El
tema central no está en ese ámbito, sino en la presencia de indicios de

129 En el caso del AIO Gamarra Mamani en su declaración inicial rechazó haber intervenido
en el crimen de La Cantuta –el AIO Chuqui Aguirre lo sindicó–, pero firmó el acta de Acuerdo
de Colaboración y Beneficios y en la audiencia judicial no contradijo ni se opuso a los cargos
por ese crimen. Como se ha dejado expuesto, la ley permite la no oposición a los cargos y su
inclusión para la sentencia condenatoria que otorga beneficios premiales. La base es la
existencia e indicios de criminales respecto de ese crimen; y, sobre esa premisa, en función a
la información corroborada que presentó, se dilucide el alcance premial del beneficio.
130 El cuestionamiento en función a la “uniformidad del dicho”, a partir del cual se niega

eficacia probatoria a declaraciones incriminatorias o de cargo, ha sido una constante en la


posición de la defensa. Así, al desarrollar el tema XX –sesión centésima vigésima sexta–
respecto de Flores Alván alegó lo mismo; en el tema XXI hizo lo propio con relación a Víctor
Silva Mendoza; en el tema XXII reiteró el cuestionamiento en orden a Hugo Francisco Coral
Goycochea; en el tema XXIII insistió en cuestionar la línea testifical de Pablo Andrés Atuncar
Cama, al igual que en el tema XXX la de Pedro Guillermo Suppo Sánchez, en el Tema XXXI
–sesión centésima vigésima octava– la de Héctor Gamarra Mamani, y en el tema XXXII la de
Jorge Enrique Ortiz Mantas. Es evidente, si se aprecia la totalidad de declaraciones que cada
testigo formuló en diversos escenarios procesales, que sus versiones –individualmente
consideradas– no son coincidentes. Empero, esa es la primera constatación, luego será del
caso apreciar los motivos de la retracción y el momento en que se verificó, a continuación
será de rigor compararlas con las demás declaraciones y con el conjunto de los recaudos
de la causa. De ese examen dependerá si se les da un valor determinado y si contribuyen o
no a acreditar, en un sentido u otro, la pretensión acusatoria.

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criminalidad –no cuestionados por el arrepentido– respecto de los cargos


admitidos o no controvertidos.

142°. Las sentencias de colaboración han aprobado los acuerdos por


considerar que cumplen los requisitos legales y superan el canon de
proporcionalidad. Se trata de sentencias firmes, cuya legalidad,
proporcionalidad y mérito jurídico no es posible negar o descartar en esta
sede. Que una información se considere corroborada o no en el
procedimiento de colaboración eficaz no es materia de control en esta
causa; los defectos que pueda tener no pueden ser ventilados en el
proceso contradictorio.
No obstante ello, es evidente que lo que esas sentencias reconozcan
respecto del contenido, existencia y validez de una determinada
información –que afirmen que ésta se corroboró– no predetermina la
valoración, el juicio histórico que el Tribunal deba realizar en el proceso
contradictorio que tenga lugar como consecuencia o en relación con las
informaciones vertidas por el arrepentido. Es claro que en sede penal las
sentencias no son prejudiciales respecto de otras futuras referidas a otros
encausados. Obviamente la declaración de hechos probados tiene un
valor documental público evidente, pero no predeterminan o anticipan el
fallo en un mismo sentido de otras causas penales. Sobre el Plan Cipango,
desde luego, no se mencionarán esos fallos como acreditativos del mismo,
sino que se realizará –tal como ha sucedido– una valoración independiente
en función de los elementos de convicción aportados –véase párrafo 96°–.
En consecuencia, no existe mérito para excluir del acervo probatorio
las sentencias de colaboración eficaz, sin otorgarle o reconocerle efectos
prejudiciales. La posición de los arrepentidos, respecto de sus anteriores
declaraciones, es un problema de valoración del testimonio, no de
legalidad de su apreciación131. La objeción se rechaza.

143°. AUTENTICIDAD DE LA NOTA DE INFORMACIÓN NÚMERO 043–C. La defensa en la


sesión centésima vigésima octava, al desarrollar el tema XXXV

131 Cabe aquí agregar un dato probatorio adicional que confirma el valor incriminatorio de lo
aportado por los colaboradores eficaces. Se trata de la pericia grafotécnica número 1095,
practicada sobre el memorando número 5114–B.4.a., del veinte de agosto de mil
novecientos noventa y dos, inserta a fojas novecientos setenta y tres, del cuaderno de
colaboración eficaz del encausado Suppo Sánchez, incorporada de oficio por este Tribunal.
El memorando en cuestión fue firmado por el director de la DINTE, general EP Rivero Lazo y
dirigido al AIO Suppo Sánchez, por la que le comunica su destaque a la 18° DB (G–2), una de
cuyas copias es distribuido al Destacamento Colina. La pericia en cuestión establece que la
firma atribuida al citado general EP en el memorando y en un recibo de entrega de dinero
provienen del puño gráfico del general EP Rivero Lazo, es auténtica. Tal pericia, memorando
y recibo de entrega de dinero acredita la existencia del Destacamento Colina, la
pertenencia a él de Suppo Sánchez, la recepción de dinero por actividades de inteligencia,
y la adscripción administrativa del Destacamento Colina a la DINTE. Otras pericias
grafotécnicas, como ya se mencionó al tratar el cuestionamiento a la diligencia sumarial de
exhibición de documentos, en ese caso de la firma atribuida al mayor EP Martín Rivas en tres
memorandos internos del Destacamento Colina, corroboran aún más las conclusiones que se
sostienen respecto a la realidad y funcionamiento del aludido Destacamento Especial de
Inteligencia.

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“Cuestionamiento a la autenticidad de la Nota de Información número


043–C, del treinta de octubre de mil novecientos noventa y dos”132, expresó
que ésta no era un documento auténtico del Ejército, pues no tenía los
signos distintivos que corresponde a un documento de esas características –
así, sellos específicos, clasificación de secreto, etcétera–. Agregó que en el
proceso seguido contra el AIO Carles Talledo hay varias copias de esa nota
pero no aparece el original, y que es evidente que no se siguen las
exigencias previstas por los reglamentos133.
La Fiscalía respondió que la Nota de Información tiene el mismo
formato y estructura de redacción de otras Notas de Información
incorporada a los debates, tiene el guión y la letra “C”, que identifica al
Destacamento Colina en la elaboración de sus Notas de Información, todas
las cuales figuran en el tomo treinta y tres. Además, la Fiscalía trajo el
expediente original a la Sala y de él se obtuvieron las copias respectivas.

144°. La investigación iniciada contra el AIO Carles Talledo se inició con la


comunicación cursada por la DINCOTE al Ejército, mediante la cual se
acompañó el Parte Número 075–DIVICOTE–I, del tres de noviembre de mil
novecientos noventa y dos –así consta del oficio de fojas cuarenta y cinco mil
doscientos noventa y del Parte de fojas cuarenta y cinco mil doscientos noventa y
una–, que daba cuenta de la incautación de documentos a la terrorista
Martha Huatay Ruiz. El Ejército a su vez dispuso una primera investigación,
que dio lugar a una Orden de Castigo de Rigor por el comandante general
del Ejército –Orden de fojas cuarenta y cinco mil doscientos noventa y cuatro, de
fecha dieciséis de noviembre de mil novecientos noventa y dos–, para la cual se
basó en la Nota de Información cuestionada, pues ésta se acompañó
como anexo, conjuntamente con la manifestación del intervenido, la Orden
de Castigo, la documentación incautada a la terrorista Martha Huatay Ruiz,
el Parte Policial y oficio del director de la DINCOTE, al oficio número
7114/DINTE, del treinta de noviembre de mil novecientos noventa y dos,
corriente copia certificada a fojas cuarenta y cinco mil doscientos ochenta
y una, suscrito por el comandante general del Ejército, en cuya virtud se

132 La referida Nota de Información, elaborada por personal de la DINTE, de fojas cuarenta y
cinco mil doscientos noventa y cinco, contiene, en lo relevante lo siguiente: i) que a raíz de la
captura de la terrorista Martha Huatay Ruiz por la DINCOTE se le encontró una serie de
documentos del PCP–SL, entre ellos uno referido a las actividades de la DINTE, y otro de
reglaje a personal de inteligencia militar, determinándose que el PCP–SL tenía un
colaborador al interior de la DINTE, bajo el pseudónimo de “El Centinela”; ii) que el
colaborador era el técnico de tercera AIO Mesmer Carles Talledo; iii) que, con las
evidencias obtenidas, se capturó e interrogó al citado AIO, quien aceptó ser “El Centinela” y
que proporcionó un setenta por ciento de la documentación incautada a la terrorista
Huatay Ruiz; iv) que entre la información que facilitó está la identificación del Destacamento
Colina y diversos detalles sobre las actividades de inteligencia de la DINTE, así como
mencionó que quien lo captó fue el suboficial de segunda AIO Clemente Alayo Calderón,
alias “Henry Charriere”, que existe un grupo de oficiales del Ejército que colabora con el PCP
– SL, al que esa organización denomina “Colina–M “ –Comando de Liberación Nacional –
Militar–.
133 La defensa oralizó el Reglamento de Formulación, Trámite y Registro – ME–340–10; el

Manual de Planeamiento Estratégico y Administrativo, ME–101–51; y, el Reglamento del


Servicio Interior y en Guarnición Servicio Interior RE 34–5.

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puso a disposición al AIO Carles Talledo al Jefe del SIN, quien a su vez
ordenó al Jefe de Contrainteligencia del SIN la realización de las
investigaciones correspondientes –véase Memorando número 019–92–SIN, del
uno de diciembre de mil novecientos noventa y dos–. Asimismo, el SIN elaboró el
Atestado Número 002–SIN–08, del tres de diciembre de ese año –por delito de
traición a la patria en agravio del Estado–, en cuya sección VII Anexos adjuntó
la Nota de Información número 043/C –véase fojas cuarenta y cinco mil
doscientos setenta y una–, a la vez que reiteró que el AIO Carles Talledo fue
intervenido el veintiocho de octubre de mil novecientos noventa y dos por
personal EP. Ese Atestado fue remitido por el jefe del SIN al Tribunal Especial
de la Segunda Zona Judicial del Ejército –véase fojas cuarenta y cinco mil
doscientos setenta–.

145°. La Nota de Información número 043/C no puede analizarse


aisladamente. Ésta formó parte de la documentación que determinó no
sólo la inicial detención del AIO Carles Talledo por el propio Ejército sino
también la sanción administrativa y el ulterior proceso penal en su contra. En
todos esos documentos –Orden de Castigo, Oficio de Remisión al SIN y Atestado
del SIN– aparecía agregada y citada esa Nota de Información. El referido
AIO en la carta que consta en autos expresó que la captura la dirigió Martin
Rivas y que fue él quien lo interrogó en La Tiza.
Según la razón de la Secretaría de esta Sala, a los documentos
originales que dieron lugar al proceso penal contra el AIO Carles Talledo
sólo se acompañó copia certificada de la citada Nota de Información –la
Zona Judicial del Ejército no acompañó el original–134. Este dato, sin embargo, no
resta autenticidad al documento, cuya existencia siempre ha sido
aceptada por las autoridades que progresivamente estuvieron a cargo del
caso en cuestión. Es cierto que la manifestación y la Nota de Información
presentan defectos en su confección y formación documental (identificación
del oficial que interroga, signos distintivos, etcétera), pero no cabe duda de que
su existencia como tal está fuera de toda discusión –incluso, si se comparan los
signos de confección de la Nota de Información con las que aparecen en autos,
generadas por el Destacamento Colina, en las que aparece, al final, siempre la
letra “C”, de Colina–, y que además, por lo anotado por Carles Talledo –en
diversas cartas de fojas veintinueve mil cuatrocientos ochenta y ocho, veintinueve
mil cuatrocientos noventa y tres, veintinueve mil quinientos cinco, veintinueve mil
quinientos veintitrés, y veintinueve mil quinientos treinta y una– y varios integrantes
del Destacamento Colina –Chuqui Aguirre, Sauñe Pomaya y Atuncar Cama,
sesiones décima octava y décima novena, y declaración como colaborador eficaz
de fojas veinticinco mil trescientos cuarenta y una, respectivamente–, las
actividades de inteligencia, detención e interrogatorio de este último corrió

134 Según se dio cuenta por Secretaría –sesión centésima sexta– lo que remitió la justicia militar

a la jurisdicción penal ordinaria fueron copias certificadas. Así consta de cuarenta y cinco mil
doscientos noventa y cinco vuelta. A fojas sesenta mil trescientos noventa y tres vuelta
aparece el sello de certificación del Secretario General del Consejo Supremo de Justicia
Militar. A fojas sesenta mil trescientos noventa y siete esa misma Nota, en el reverso, aparece
autenticada por el fedatario del SIN y certificado por el Secretario Letrado de la Segunda
Zona Judicial de Ejército. Existen copias reiteradas en otros folios del expediente.

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a cargo del mencionado Destacamento, cuya existencia y actividades de


diversa índole –que luego se explicitarán– está absolutamente acreditada.
En consecuencia, está probado que el AIO Carles Talledo fue
detenido por personal del Destacamento Colina, que fue interrogado por
el mayor EP Martin Rivas, que la Nota de Información 043/C que corre en
autos es auténtica y fue elaborada por el Destacamento Colina, la que
sirvió, entre otros documentos, para la sanción administrativa contra el AIO
Carles Talledo, su investigación por el SIN y para la incoación del proceso
penal en su contra.
La objeción de la defensa se desestima.

§ 3. Prueba videográfica y audiográfica.

146°. PRESENTACIÓN. En la sesión centésima vigésima novena, conforme a las


reglas para la actuación de las cintas de audio y video aprobadas el cinco
de diciembre de dos mil ocho y anunciadas públicamente en la sesión
centésima vigésima octava –sin objeción por las partes procesales–, éstas
ofrecieron las pruebas videográficas y audiográficas correspondientes.
Luego del debate procesal respectivo se admitió la actuación de veintiún
cintas por la Fiscalía, cuatro por la parte civil y tres por la defensa. Asimismo,
de ese conjunto de cintas, con la plena aceptación de las partes, sólo se
dispuso la citación para su reconocimiento de (1) Santiago Martin Rivas
–video ‘mensaje Martin Rivas’–, (2) Jesús Sosa Saavedra –dos entrevistas, la
primera de la reportera de La República, y la segunda de la reportera del programa
Día D de canal nueve, así como los audios de las conversaciones sostenidas en el
Cuartel Simón Bolívar por los detenidos del crimen de La Cantuta–, (3) José Luis
Bazán Adrianzén –entrevista del periodista Guillermo Gonzáles Arica–, (4) María
Luisa Cuculiza, (5) Juan Abraham Briones Dávila –videos número ochocientos
ochenta y ochocientos ochenta y uno de la reunión realizada en el local del SIN
con Vladimiro Montesinos Torres y, luego, con Alberto Fujimori Fujimori–, (6) Julio
Chuqui Aguirre, (7) Juan Rivero Lazo, (8) Nelson Carbajal García, (9)
Federico Navarro Pérez, (10) Carlos Eliseo Pichilingue Guevara –audios de
conversaciones sostenidas entre los internos antes citados y Sosa Saavedra, autor
de la grabación– y (11) Hermoza Ríos –audio diálogo Fujimori – Montesinos–.
La defensa formuló tacha, por inconstitucionalidad, u objeción
probatoria (i) del video que contiene la “entrevista del periodista Alejandro
Guerrero al general EP José Picón Alcalde”, (ii) de los audios presentados
por el periodista Uceda y obtenidos por Jesús Sosa Saavedra, (iii) del audio
“Diálogo Fujimori – Montesinos – Hermoza” con motivo de la insurrección
militar del trece de noviembre de mil novecientos noventa y dos, y (iv) del
audio denominado “declaración de Vladimiro Montesinos a Telemundo”.
Para el primer caso se dispuso la concurrencia de los periodistas Alejandro
Guerrero y Cecilia Valenzuela. Sólo concurrió el primero, no así la segunda;
la imposibilidad de esta última fue debidamente justificada –ausencia en
Lima en las fecha de la audición y reconocimiento–.
Además, la defensa cuestionó la conducencia de varios videos y
audios. Así, de i) el DVD rotulado “los siameses”, ii) el video rotulado
“Mensaje de Martin Rivas”, iii) el audio que contiene la entrevista a Jesús

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Sosa Saavedra por la reportera de La República María Elena Castillo, iv) los
videos ochocientos ochenta y ochocientos ochenta y uno, v) el video que
contiene la entrevista a Jesús Sosa Saavedra por la periodista de Canal
Nueve, programa “Día D” Mabel Huertas –hizo lo propio con el audio que
contiene la entrevista de la periodista Maria Elena Castillo–, vi) el video que
contiene las declaraciones del general EP Hermoza Ríos a la salida del
Congreso, vii) el audio entrevista del periodista Raúl Vargas al acusado
Fujimori propalado en Radio Programas del Perú, viii) los vladivideos
ochocientos ochenta y ochocientos ochenta y uno, y ix) el video que
contiene la entrevista del periodista Guillermo Gonzáles Arica al AIO José
Luis Bazán Adrianzén.

¶ 1. Objeciones probatorias.

147°. ENTREVISTA DEL PERIODISTA ALEJANDRO GUERRERO TORRES AL GENERAL EP JOSÉ


PICÓN ALCALDE. El video forma parte de un reportaje periodístico, titulado
“detrás de cámaras” y propalado por el programa “La Ventana Indiscreta”
de Canal Dos el día dos de junio de dos mil ocho. La entrevista al citado
militar, realizada el catorce de mayo de mil novecientos noventa y tres, se
transmitió en el programa “Panorama” de canal cinco emitido el dieciséis
de mayo de ese año. El periodista GUERRERO TORRES, que concurrió al acto
oral –sesión centésima trigésima tercera–, hizo entrega tanto de copia del
master de su entrevista, archivado en el Canal cinco –se denomina, edición
de archivo–, cuanto de lo que efectivamente se difundió de la misma en el
programa “Panorama”; ambos videos también fueron visualizados.
De las declaraciones formuladas por Guerrero Torres se advierte lo
siguiente: 1. Que “Panorama” sólo incluyó una versión pequeña del
reportaje que hizo al general EP Picón Alcalde –fragmentos muy breves–, cuya
duración era de algo más de catorce minutos, según la edición de archivo.
2. Que la entrevista que hizo al general EP Picón Alcalde se realizó en las
instalaciones del SIN, y fue muy completa y absolutamente corrida, sin
interrupciones. 3. Que los momentos previos –y toda la entrevista–, con la
presencia de Vladimiro Montesinos Torres, fue grabada por un funcionario
del SIN. 4. Que a él no se le permitió grabar los momentos previos, la cámara
inició el trabajo precisamente cuando empezó a entrevistar al general EP
Picón Alcalde. 5. Que Montesinos Torres se encontraba en el ambiente de la
entrevista, pero al empezar ésta se retiró; Montesinos Torres conversaba con
el general EP Picón Alcalde y le daba indicaciones para declarar, incluso le
decía “no, no, creo que no, debe ser así…”. 6. Que notó que Montesinos
Torres tenía mucha preocupación por la habilidad o facilidad con que el
general EP Picón Alcalde podría expresarse frente a las cámaras. 7. Que los
momentos previos a la entrevista, que pasó el programa de la ventana
indiscreta no pertenecen a la edición de archivo de Panamericana –así
consta, en efecto, del video que se pasó en la audiencia–, por lo que estima que
la fuente sería del vídeo que grabó el camarógrafo del SIN, que incluso en
el reportaje se crearon imágenes para desprestigiarlo, aunque reconoce
que eso fue lo que dijo Montesinos Torres –se trata de dos intervenciones: a)
“hay dos puntitos, más énfasis en la cuestión de que la opinión pública debe tener

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la certeza de que los Tribunales militares vamos a ser drásticos y duros”; y, b) “¡los
tribunales militares vamos a ser drásticos y duros!”–.
En el documental de “La Ventana Indiscreta” aparecen no sólo
momentos previos a la entrevista, sino unos pasajes que no están en la
edición de archivo, en los que el general EP Picón Alcalde, sin perjuicio de
desmentir que conversó con el general EP Robles Espinoza, sostiene que la
denuncia pública de dicho general EP –compañero de promoción y compadre
espiritual–, según piensa, no es cierta, que en el Ejército no pueden haber
asesinos ni sicarios, y que está convencido de que en el Ejército no existe un
grupo de asesinos –esos términos habrían sido cuestionados por Montesinos Torres
para dar paso a las afirmaciones de una actuación severa y drástica de los
tribunales militares–. Además, en un momento de la entrevista dijo que había
conversado con anterioridad de estos hechos con el general EP Robles
Espinoza, entre febrero y marzo.
La defensa cuestionó el video alegando, primero, que fue adquirido
ilegalmente, no lo proporcionó Panamericana –legalidad de la posesión del
documento–; y, segundo, que se trató de un documento creado
exprofesamente, con ocasión de la declaración del general EP Robles
Espinoza en este juicio, carece del requisito de extraneidad.

148°. Es claro, a partir de las declaraciones del periodista Guerrero Torres y


de los videos que presentó, que en la edición de archivo de Panamericana
Televisión no aparecen las escenas propaladas por el programa “La
Ventana Indiscreta”; por tanto, la entidad afectada de alguna posible
sustracción de un documento de archivo no es Panamericana de Televisión.
No existe, por tanto, conocimiento exacto del modo cómo se obtuvo el
documento fílmico que sirvió de fuente al programa “La Ventana
Indiscreta”.
Ahora bien, si este documento fílmico se hurtó o no, carece de
relevancia constitucional pues en todo caso está probado que uno de los
intervinientes en la escena de la entrevista –personal del SIN, con la obvia
autorización y conocimiento del entrevistado y entrevistador, más aún si la
entrevista se produjo en la sede de esa institución– fue quien grabó lo
acontecido135. Más allá de cualquier defecto del video –concretamente la
edición ‘cuestionable’ de su contenido para configurar un documento fílmico
específico acorde con un reportaje de actualidad– se ha producido un supuesto
muy claro de “atenuación del vínculo” pues el entrevistador afirmó la
realidad de conversaciones previas y la intervención anticipada de
Montesinos Torres, quien le transmitía consejos o le daba indicaciones al
general EP Picón Alcalde sobre cómo debía declarar.

135 También, desde la regla de exclusión que se postula, es menester enfatizar que en el video

cuestionado no está en juego los derechos fundamentales del justiciable Fujimori Fujimori, a
cuyo beneficio funciona la exclusión probatoria. Por tanto, sólo quien haya sido víctima de
un procedimiento ilegal tiene legitimación para cuestionarlo [así la regla standig –
legitimación procesal– establecida por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Estados
Unidos en los casos BROWN contra Estados Unidos (1973), JONES contra Estados Unidos (1960),
ALDERMAN contra Estados Unidos (1969) –referido precisamente a grabaciones reputadas
inconstitucionales– y RAKAS contra Illinois (1978).

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Interesa a los efectos del elemento de prueba destacar, de un lado,


la presencia de Montesinos Torres en una entrevista que desde la estrategia
del SIN era necesaria que consolidara determinados mensajes; y, de otro
lado, la declaración de un personaje citado en la denuncia pública del
general EP Robles Espinoza, en un contexto de persecución judicial contra
este último y de una campaña de desprestigio en la que participó, en
bloque, el Ejército a través de sus altos mandos. No está en discusión que la
entrevista se hizo en la sede del SIN, que por lo menos en sus pasos previos
intervino Montesinos Torres, quien indicaba al entrevistado lo que debía
declarar, y que hizo énfasis en la actuación drástica del fuero militar,
mientras el general EP Picón Alcalde estaba convencido que la denuncia
carecía de asidero. El periodista Guerrero Torres ha reconocido lo que dijo
Montesinos Torres, aunque ha destacado que no lo hizo interrumpiendo la
entrevista ni tampoco la controló –dato que a los efectos de la cuestión
probatoria y la información que se busca carece de significación–. En
consecuencia, no puede prosperar la objeción de la defensa.
También se cuestiona la vulneración de la regla de extraneidad, pues
el video visionado se armó ex profeso para que sirva en esta causa. Lo que
interesa, sin embargo, no son los comentarios del periodista ni los agregados
a determinados sucesos filmados tiempo atrás –que es lo que propiamente
vulnera ese requisito muy reconocido en la doctrina procesalista italiana–. Lo útil
en términos probatorios –o, mejor dicho, la consideración típicamente
documental por cumplir con los requisitos procesales exigibles– es la escena que
contiene una información específica, más allá que luego se agreguen datos
o comentarios o que se adicionen otras filmaciones. Si la información es
autosuficiente y permite concretar un mensaje determinado, sin peligros de
confusión o tergiversación, no cabe anular su virtualidad probatoria. Y, en el
presente caso, por lo expuesto en los párrafos anteriores, esto último ha
quedado satisfecho: el general EP Picón Alcalde declaró contra su
compañero de promoción y compadre espiritual, general EP Robles
Espinoza, en un ámbito impropio –no en la sede del CSJM y siguiendo sus propias
motivaciones– y condicionado por la influencia de Montesinos Torres, jefe de
facto del SIN –organismo que dirigió la campaña de desprestigio contra el citado
general EP–, lo que determinó que, sobre el caso La Cantuta, incluso
adelantara una convicción de inexistencia de la participación en el crimen
de efectivos del Ejército.

149°. AUDIOS ENTREGADOS POR EL PERIODISTA UCEDA PÉREZ PROCEDENTE DE


GRABACIONES REALIZADAS POR EL AIO SOSA SAAVEDRA. Los audios, presentados por
la Fiscalía contienen: i) Cinta uno–A: conversación entre el coronel EP
Oliveros Pérez, Jefe del SIE, y los miembros del Destacamento Colina Chuqui
Aguirre y Sosa Saavedra; ii) Cinta uno–B: conversación entre el general EP
Rivero Lazo, el coronel EP Navarro Pérez, el mayor EP Pichilingue Guevara, y
los AIO Sosa Saavedra, Chuqui Aguirre y Carbajal García; iii) Cinta Uno–B–
dos: conversación entre el general EP Rivero Lazo y el AIO Sosa Saavedra; iv)
Cinta Tres–A: conversación entre el coronel EP Oliveros Pérez y los AIO
Chuqui Aguirre y Sosa Saavedra; v) Cinta Tres–B–Uno: conversación entre el
coronel EP Oliveros Pérez y los AIO Chuqui Aguirre y Sosa Saavedra; vi) Cinta

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Dos–A: conversación entre el general EP Rivero Lazo y los AIO Sosa Saavedra
y Carbajal García. Estos diálogos se realizaron el día veintidós de marzo de
mil novecientos noventa y cuatro, en el Cuartel Simón Bolívar donde todos
ellos cumplían carcelería –salvo el coronel EP Oliveros Pérez– [las cuatro últimas
cintas fueron disgregadas de los audios Uno–A y Uno–B].
Del conjunto de audios fluye que los detenidos conversan entre sí y
con el coronel EP Oliveros Pérez, indistintamente, y tienen muy claro de la
ley de amnistía ofrecida –especulan acerca de la fecha de su promulgación, de
su forma y de los efectos que podría ocasionar– y de los pagos que durante su
estadía en prisión les entrega el Ejército; mencionan que están protegidos
por la institución –dicen incluso de diálogos que mantienen y no sólo respecto del
proceso militar; es más, el general EP Rivero menciona una conversación con el
general EP Nadal Paiva, director de la DINTE–, que dispuesta la amnistía no van
a ser expulsados del Ejército –a lo más, serían invitados al retiro, lo que no los
perjudicaría económicamente– y que ellos han sido leales y han cumplido con
la institución –su silencio y tranquilidad es su mejor carta y por eso los va a ayudar
el Comando del Ejército y el gobierno–.

150°. La defensa impugna la licitud de los audios denunciando la


vulneración de dos derechos fundamentales: intimidad y no
autoincriminación. De un lado, en los audios se mencionan temas familiares,
de salud y problemas personales, tiene un contenido íntimo; y, de otro lado,
hacen referencia a hechos que comprometen a los que conversan como
posibles autores de un delito –algunos de los allí presentes han negado los
cargos–, tanto más si el derecho a la no autoincriminación nace cuando
frente a una persecución penal el emplazado decide si opta por confesar,
rechazar los cargos o guardar silencio.
Los temas abordados en las conversaciones grabadas por uno de los
intervinientes en ellas –el AIO Sosa Saavedra– están referidos a la amnistía, a
sus vinculaciones con el Ejército y a las promesas de apoyo que recibieron.
Desde luego, pero siempre en ese contexto, hacen mención a problemas
personales y a la necesidad de apoyo económico derivado de su
carcelería –dato que, por cierto, no interesa a estos efectos y, en modo alguno, es
significativo para la dilucidación del caso–. No sólo es evidente, desde una
perspectiva material, que los temas significativos abordados en la
conversación no inciden en aquellas áreas privativas de la persona,
referidas a un ámbito de la misma propio y reservado frente a la acción y el
conocimiento de las demás. Todo lo dicho en las conversaciones, incluso las
menciones a necesidades económicas y problemas de salud –expuestos de
modo genérico, sin mayores precisiones que pudieran denotar la trasmisión de un
dato comprometedor o que quisiera ocultarse más allá del círculo de personas allí
presentes– no entra dentro del ámbito muy restringido de la personalidad.
Los comentarios y expresiones que formula una persona a otra en una
charla voluntaria y sin coacción alguna no atentan el derecho a la
intimidad ni su grabación puede ser tildada de fraudulenta. No hay, incluso,
un recíproco deber de secreto o deber horizontal que implique la persona a
quien le es transmitida una comunicación tenga la obligación de discreción
o silencio.

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El derecho a la no autoincriminación, que es un derecho instrumental


que integra la garantía de defensa procesal, funciona respecto de agentes
públicos y evita que los imputados –o quienes puedan serlo– sean forzados o
engañados a declarar y admitir responsabilidades penales. Éste no es el
caso de conversaciones sostenidas entre personas naturales en las que
voluntariamente se transmiten ideas e intercambian datos o expresiones.

151°. También cuestiona la defensa la conducencia de las cintas de audio


porque no son originales, y no se ha constatado que sean copias fieles de
los originales.
Según la afirmación de Ricardo Uceda Pérez contenida en su escrito
de fojas treinta y siete mil setecientos veintisiete el AIO Sosa Saavedra le
entregó los originales de los audios, del que obtuvo copia, una de las cuales
es la que envió al Tribunal. El periodista Uceda Pérez en ese escrito y en su
declaración plenaria expresó que Sosa Saavedra le entregó los audios
voluntariamente, del que sacó copia y utilizó como fuente para su libro
“Muerte en el Pentagonito”. Ahora bien, las conversaciones, en si mismas,
han sido reconocidas por Navarro Pérez y Chuqui Aguirre –es el más directo
en hacerlo, pues no solo reconoce su voz sino la de todos los que allí aparecen–;
Rivero Lazo ha reconocido su voz en algunas partes –aduce que no sabía que
estaba siendo grabado, y por eso la conversación es natural–, mientras que Sosa
Saavedra admite que fue él quien grabó las cintas y las entregó a Uceda
Pérez, pero no le autorizó a entregarlas –él tiene los originales–; Pichilingue
Guevara negó las voces grabadas.
En consecuencia, de las declaraciones de Uceda Pérez y de los
reconocimientos producidos en audiencia se deduce que las
conversaciones que los audios contienen efectivamente se produjeron; por
tanto, el juicio de autenticidad está confirmado. Sosa Saavedra no
cuestiona la falsedad de los audios presentados por Uceda Pérez, sólo el
que este último los haya entregado –pero, como ya se dijo, no existe un deber
de secreto horizontal respecto de los interlocutores de una conversación–; Chuqui
Aguirre los avala absolutamente, Navarro Pérez no pone objeciones, al igual
que Rivero Lazo, quien si bien dice que en parte, en la audición, se guió por
los subtitulados debido a sus problemas de audición –recién referidos, y no
alegados cuando declaró–, tal circunstancia no es determinante para negar
la autenticidad de los audios. Es de aclarar, por lo demás, que la limpieza y
subtitulado que se ordenó realizar de esos audios –así consta de la sesión
correspondiente– en modo alguno significó una variación o manipulación de
los mismos, tanto más si las partes conocieron de ambas ‘versiones’ –la
entregada por Uceda Pérez y los materiales devueltos luego del procedimiento
técnico–, tuvieron la oportunidad de revisarlas y, en su caso, de objetarlas.
El cuestionamiento se desestima. Los audios son plenamente
valorables.

152°. El AUDIO DENOMINADO “DIALOGO FUJIMORI – MONTESINOS”. Contiene las


conversaciones entre Vladimiro Montesinos Torres, Nicolás Hermoza Ríos y
Alberto Fujimori Fujimori –conversaciones sucesivas: Montesinos / Hermoza y
Montesinos / Fujimori– en el curso de la insurrección militar del trece de

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noviembre de mil novecientos noventa y dos. Fue transmitido por el


Programa “La Ventana Indiscreta”.
El general EP Hermoza Ríos expresó que el medio de comunicación
fue telefónica; que él se encontraba en la casa oficial asignada al
comandante general del Ejército; que en plena crisis como consecuencia
de una insurrección militar se abre el secreto, sus teléfonos no se
encontraban encriptados; que supone que Montesinos Torres grabó esas
conversaciones y debidamente editadas las hizo públicas –salieron al aire en
los noticieros nocturnos–, aunque es auténtica; que, sin embargo, cuando
reclamó por esa publicidad se le dijo que había sido interceptado por algún
personaje, ex militar o ex marino, pero luego analizando los hechos
consideró que fue Montesinos Torres el que dispuso su publicación.

153°. La defensa impugna el audio como ilegal. Son conversaciones


interceptadas, que descartan una casualidad; no existió orden judicial.
Como ha quedado indicado el secreto de las comunicaciones,
telefónicas o de otra clase, sólo puede ser violado por terceras personas
que intercepten la comunicación mantenida por otros, lo que demanda
una necesidad particularmente intensa para su tutela, especialmente frente
al avance tecnológico que facilitaría su vulnerabilidad y pondría en crisis el
propio sistema de los derechos fundamentales. La especial entidad de este
derecho exige ser muy cautelosos en la necesidad de que sólo puede ser
alzado mediante orden judicial, lo que debe estar rigurosamente probado,
así como el hecho de que alguno de los que intervino en la conversación
haya sido el autor de la grabación y difusión.
En consecuencia, si en autos no está probada acabadamente
alguna de estas dos circunstancias o, mejor dicho, la obtención lícita de las
grabaciones –carga que corresponde a quien introduce la prueba–, no es
posible admitirlas como prueba documental. El general EP Hermoza Ríos no
grabó las conversaciones que sostuvo con Montesinos Torres y su deducción
acerca de que este último las grabó y difundió no tiene aval probatorio
categórico. No está probado que las conversaciones fueron interceptadas
judicialmente, que es un hecho relativamente fácil de acreditar.
Por tanto, el audio en cuestión se excluye del acervo probatorio.

154°. AUDIO DENOMINADO “DECLARACIÓN DE VLADIMIRO MONTESINOS A TELEMUNDO”.


Fue propalado por la cadena televisiva Telemundo desde la Base Naval
–lugar de su reclusión– en el año dos mil uno, de la que dio cuenta Canal dos.
Audio incorporado por el Ministerio Público en la septuagésima sexta sesión,
del treinta de junio de dos mil ocho.
Sostiene la defensa que no fue una entrevista sino una declaración
que Montesinos Torres hizo llegar clandestinamente, por lo que las
autoridades penitenciarias iniciaron una investigación y adoptaron
sanciones disciplinarias. Además, la inconducencia es notoria porque siendo
la declaración de una persona el medio de prueba idónea es el testimonio.
Montesinos Torres no se sometió al interrogatorio e impidió que las partes
puedan interrogarlo, vulneró el principio de buena fe, por lo que resulta
ineficaz.

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155°. Se trata, en verdad, de una declaración que subrepticiamente –sin


conocimiento y autorización de la autoridad penitenciaria– grabó Montesinos
Torres e hizo entrega a la prensa, que se encargó de distribuirla –según el
informe periodístico de Canal dos, anexo al audio de Telemundo, el Ministerio de
Justicia informó de las medidas adoptadas frente a lo sucedido, de la sanción al
Director del Establecimiento Penal, y dio cuenta del suceso indicando que se hizo
llegar un pliego de preguntas a Montesinos Torres para que las absuelva–. Ese
hecho no es significativo para la exclusión de la misma, ya que no incide en
la esencia de la declaración, en su voluntariedad y autenticidad como
documento.
En tal declaración, Montesinos Torres expresó, entre varios tópicos y
cuestionando que el acusado no enfrenta los cargos, lo siguiente: 1. Que los
servicios de inteligencia se mueven en la clandestinidad y actúa siempre en
la frontera porosa de la legalidad e ilegalidad, muchas veces contrarían
normas. 2. Que trabajó bajo las órdenes del presidente Alberto Fujimori
Fujimori, siguió estrictamente sus instrucciones para posibilitar que continúe
en el gobierno, incremente su poder y consolide su proyecto político, incluso
se logró su reelección para el periodo dos mil – dos mil cinco. 3. Que, por
tanto, como conductor político y jefe de Estado debe responder por lo que
sus subordinados hicieron o dejaron de hacer, incluso cometiendo hechos
que lindan contra las normas vigentes.
Es de precisar que todo video o cinta magnetofónica es un
documento audiográfico o videográfico, según el caso, y como tal debe
apreciarse136. Es más, fue de conocimiento público y en ningún momento
fue negado por Montesinos Torres. Su autenticidad no está en cuestión.
Como ya se anotó, el hecho que Montesinos Torres no se sometió a
contradicción en el acto oral, por una razón no imputable al Tribunal, no
obsta que puedan analizarse declaraciones anteriores –en las cuales, como
es evidente, renunció al silencio–, conocidas por las partes y respecto de las
cuales han podido incorporar prueba para descartarlas, minimizarlas o,
incluso, desautorizar sus efectos. En tanto se trata de documentales, su
contenido –exposición de Montesinos Torres–, en cuanto realidad
extraprocesal, puede ser examinado, aunque el contrainterrogatorio no es
aplicable, pues los documentos se leen o se procede a su visualización o
audición.
Por tanto, la objeción se rechaza.

156°. VIDEO “ENTREVISTA DEL PERIODISTA GUILLERMO GONZÁLES ARICA A JOSÉ LUIS BAZÁN
ADRIANZÉN”. Fue aportado por la Fiscalía de la Nación desde que interpuso la
denuncia en cumplimiento de la acusación constitucional dispuesta por el
Congreso, y su lectura fue propuesta por la Fiscalía Suprema. Contiene una

136Una cinta grabada no debe considerarse como prueba testifical por el solo hecho de que
contiene la declaración de una persona. En la medida que ésta perpetúa determinados
sucesos –toda grabación implica una cosa mueble apta para la incorporación de señales
expresivas de un determinado significado– se rige por las reglas propias de la prueba
documental, lo que exige su reproducción en juicio y que el tribunal las haya visto o
escuchado directamente.

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entrevista que el periodista Gonzáles Arica hizo al AIO Bazán Adrianzén a


fines de febrero de dos mil uno. En ella el citado AIO narra sus observaciones
cuando se encontraba en el SIE, respecto del mayor EP Martín Rivas,
Montesinos Torres y el acusado Fujimori Fujimori, y de las actividades del
Destacamento Especial de Inteligencia Colina.
El video sólo fue reconocido por el periodista Gonzáles Arica. No fue
posible ubicar a Bazán Adrianzén. El primero de los nombrados señaló que
en el video aparece Bazán Adrianzén y su padre, quien respondió
voluntariamente a sus preguntas; la entrevista se realizó en el despacho de
la congresista Anel Towsend Diez Canseco. La grabación fue aportada por
la indicada congresista en la denuncia constitucional que formuló contra el
acusado.

157°. La defensa del acusado Fujimori Fujimori cuestiona el video porque se


trataría de una declaración personal documentada. Afirma que, en todo
caso, la información de Bazán Adrianzén debía introducirse bajo las reglas
de la prueba testifical, pero no fue ofrecido por el Ministerio Público, por lo
que se le privó de contrainterrogarlo. Por otro lado, desde el valor
probatorio de la información, destaca que Bazán Adrianzén declaró otra
cosa ante la Vocalía de Instrucción, que su versión es referencial, y que los
AIO que cita, e identifica como integrantes del Destacamento Colina, no
han corroborado su dicho.
Es de insistir, absolviendo la objeción de la defensa, que se está ante
un documento audiográfico, y como tal debe ser tratado. Se cumplió con
la diligencia de audición y el reconocimiento respectivo por el periodista
que realizó la entrevista –el entrevistado no pudo ser ubicado pese a los esfuerzos
del Tribunal–; en consecuencia, el juicio de autenticidad ha sido cumplido:
no hay objeción que el entrevistado es Bazán Adrianzén y el tenor de lo que
afirmó en la entrevista137. La prueba videográfica de una entrevista, como
es obvio, no permite en su actuación judicial el procedimiento del
contrainterrogatorio porque no se está ante una prueba testifical. El Tribunal,
desde luego, tendrá en cuenta la información proporcionada y las posibles
lagunas en ella, derivada de las omisiones que pudiera haber incurrido el
entrevistador sobre determinados ámbitos de la exposición del entrevistado;
y, desde la perspectiva del contraste no sólo tendrá en cuenta su
declaración en sede sumarial138 sino también el conjunto de la prueba

137 Sostiene Bazán Adrianzén que Martin Rivas vivía prácticamente en el SIE, frente a la oficina

y habitación del jefe del SIE, cerca de donde se construyó un mini departamento en el que
se había instalado el acusado Fujimori Fujimori, entre los años noventa y uno a noventa y tres;
que Montesinos Torres llegaba con frecuencia, por los noches, a visitar a Fujimori Fujimori,
pero antes se entrevistaba con Martin Rivas, y luego de conversar con el Presidente
regresaba nuevamente; que escuchó que Montesinos Torres decía que todo está aceptado,
acordado –los Colina le decían que el acusado Fujimori Fujimori y Montesinos Torres
autorizaban sus acciones–; que, además, ha sido testigo presencial que cada acción del
Destacamento Colina, ha sido testigo del pago en efectivo que Martin Rivas hacía a los
Colina, en los años noventa y dos y noventa y tres.
138 La testimonial de Bazán Adrianzén en sede de Vocalía de Instrucción de fojas seis mil

cuatrocientos dos –a que hace referencia la defensa– no contiene una información


radicalmente contradictoria. Proporciona mayores precisiones del Destacamento Colina, y

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actuada, en especial los testimonios de los AIO que han declarado en


autos.
La objeción se desestima.

158°. VLADIVIDEOS SIGNADOS CON LOS NÚMEROS 880/881. Es una filmación de una
reunión realizada en el SIN –el veintinueve de abril de mil novecientos noventa y
ocho– que consta de dos momentos: el primero, una conversación de Luisa
María Cuculiza, Juan Briones Dávila y Vladimiro Montesinos Torres; y, el
segundo, una conversación entre los tres antes citados con Alberto Fujimori
Fujimori139. La señora Luisa María Cuculiza indicó que el primer momento
demoró hora y media aproximadamente y el segundo media hora. En la
primera parte de la reunión se conversa sobre temas de actualidad y en el
transcurso de la misma Montesinos Torres dice: “La Cantuta, Barios Altos, la
Leonor, la Zanatta, todos son del SIE y que no tienen que ver con el SIN,
nada”. Luego, Montesinos Torres señala el asiento, en el que más tarde
ocupó Fujimori Fujimori cuando se integró a la reunión, y exclama: “…todo
sale de acá”140.

da cuenta de la información que sus integrantes, los AIO, le proporcionaron sobre Barrios
Altos y La Cantuta. Adujo en esa ocasión que Martin Rivas recibía órdenes de Montesinos
Torres; que en dos ocasiones vio cuando Montesinos Torres, luego de salir del Departamento
utilizado por Alberto Fujimori Fujimori, se dirigió a la habitación de Martin Rivas, y al despedirse
escuchó que Montesinos Torres decía que todo estaba autorizado, en referencia al
presidente Fujimori Fujimori; que los Colina le mostraban el dinero que les entregaba Martin
Rivas por cada operativo que realizaban; y que la orden de la matanza de Barrios Altos,
según les dijeron los Colina, partió de Fujimori Fujimori como consecuencia de un atentado
en el que murieron varios integrantes de la guardia de Palacio de Gobierno.
139 Los videos numero ochocientos ochenta – ochocientos ochenta y uno han sido transcritos

en el Tomo II del Libro “En la Sala de la Corrupción”, editado por el Congreso, páginas
1337/1412. En la página 1337 se precisa que la reunión grabada es del veintinueve de abril
de mil novecientos noventa y ocho. En el recuadro de presentación de la transcripción se
dice lo siguiente: “Esta entrevista tiene la singularidad de la presencia de Alberto Fujimori en
la parte final de la cita. Se trata de uno de los pocos videos que registran al ex presidente. En
esta reunión el objetivo es reclutar a Luisa María Cuculiza para el oficialismo aconsejándola
sobre cómo dejar a Andrade […]. Por su lado, VMT ofrece otra muestra de su estilo ejecutivo
de trabajo al resolver inmediatamente por teléfono una traba burocrática de la
Municipalidad de San Borja”.
140 Después de abordar varios temas, sobre el Alcalde Andrade, diversos personajes de las

FFAA, de la PNP y de algunos de Inteligencia –específicamente de Leonor La Rosa– y su


relación con periodistas y dueños de medios de comunicación, la existencia de trámites
pendientes a favor de la Municipalidad de San Borja y la gestión de Luisa María Cuculiza, se
hace mención a los aparatos de inteligencia y a determinados acontecimientos vinculados.
Señala Montesinos Torres que los que trabajan en los aparatos de inteligencia están hechos
para estar en la sombra; que la inteligencia es un trabajo fundamentalmente académico e
intelectual, clave para la toma de decisiones, no solamente en el campo militar; que su
dedicación en el SIN, desde hace ocho años es total, vive en esa dependencia, y tiene la
responsabilidad de los temas de terrorismo, narcotráfico, el Ecuador y de la delincuencia –tal
dedicación la enuncia para rechazar que se le tribuye escuchas telefónicas ilegales a
políticos–; que para enfrentar los graves problemas que han ocurrido el gobierno tiene dos
pilares: la Fuerza Armada y el SIN; que en el tema de la subversión se fue trabajando en
forma progresiva. Comentando las fallas en la formación del personal de Inteligencia, alude
que se trabaja como sistema o como equipo; que La Cantuta, Barrios Altos, varios (…) todas
son del SIE y no tienen que ver con el SIN; que, luego de un dialogo brevísimo, menciona “Si.
Todo ha sido lo de más valor, hay que estar mosca, pero todo sale de acá” [página 1388].

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La congresista Luisa María Cuculiza reconoció su presencia, su voz y


lo que se habló en esa oportunidad. De igual manera lo hizo el general EP
Briones Dávila. Este último aclaró que, en esos momentos, se conversaba
sobre las características que debe tener una persona que trabaja en
inteligencia y las reacciones frente a lo ocurrido, y cuando dijo “acá” se
refería al SIE no al Presidente –estaba haciendo un deslinde y su gesto ratificaba
que el personal del SIN no había cometido nada–. En parecido sentido se
pronunció la congresista Luisa María Cuculiza, la expresión de “acá” y el
gesto respectivo se referían al SIN, en referencia a que se les atribuía
responsabilidad de lo ocurrido cuando no era así.

159°. La defensa cuestiona el procedimiento de actuación pues el video no


es el original sino una copia, y como documento público no se siguió el
trámite regular para obtener una copia. Además no está completo y sufrió
alteraciones.
El documento ha sido objeto de la diligencia de visualización
correspondiente; y ha sido reconocido por dos de los que participaron en la
reunión. En consecuencia, toda posible limitación del documento
visualizado queda superada por el expreso reconocimiento de sus
participantes. Además, es claro que ese documento fue remitido por el
Congreso a la Fiscalía de la Nación una vez que se declaró la formación de
causa contra el acusado, y ésta a su vez la acompañó como recaudo a su
denuncia formalizada.
En consecuencia, la objeción se desestima.

160°. Por otro lado, desde el significado probatorio la defensa afirma que se
trata de un diálogo en el que no se menciona al presidente Fujimori Fujimori,
y cuando Montesinos Torres señala la mano aparentemente a una silla y
dice “todo sale de acá”, no hay certeza que se refiere a Fujimori Fujimori y,
menos, que él sería el autor de la guerra sucia.
Al respecto, es claro que se trata de un diálogo fluido entre
Montesinos Torres con Briones Dávila y Luisa María Cuculiza; que al referirse a
los asuntos de Barrios Altos y La Cantuta menciona expresamente al SIE y
descarta al SIN; que igualmente señaló la silla donde se sienta la máxima
autoridad –que es el lugar que ocupó y se sentó el acusado cuando ingresó a la
Sala– y mencionó con énfasis “todo sale de acá”, siendo claro que en todas
sus expresiones descartó la autoría del SIN, luego, es posible que esa
expresión designaba al acusado y al Sistema de Inteligencia. Sin embargo,
se trata de una frase o una sindicación no muy clara respecto a la autoría
de la orden para los dos hechos criminales o todos los que citó Montesinos
Torres en la reunión. En todo caso esa frase y ese gesto al no ser unívocos
respecto a que el acusado Fujimori Fujimori habría dado las órdenes
criminales, participado o en ellas o conocido del curso de los
acontecimientos –admiten varias interpretaciones, como las que se han dado por
los participantes en la reunión, el Fiscal, la parte civil y la defensa– requiere para su
consolidación de otras evidencias que en su momento será del caso
analizar; como prueba única no es suficiente ni categórica en su mensaje
de cargo, de prueba incriminatoria.

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¶ 2. Prueba ofrecida por el Ministerio Público

161°. VIDEO DENOMINADO “LOS SIAMESES”. Fue ofrecido por la Fiscalía para su
lectura en la sesión centésima vigésima novena. Se trata de una crónica
periodística, a partir de declaraciones del acusado Fujimori Fujimori como
presidente de la República en relación con Montesinos Torres realizadas en
diferentes fechas de su mandato, difundida en el programa sétimo día de
reporte semanal de canal dos, el día veintitrés de septiembre de dos mil
siete. De su contenido fluye lo siguiente: que respecto de los delitos de
Montesinos Torres, comentó “lamento que esto haya ocurrido a espaldas
mías, pero Montesinos es Montesinos y sus delitos son sus delitos”; que en el
año mil novecientos noventa y siete afirmó la honorabilidad de Montesinos
Torres, y el año anterior destacó que ha contribuido enormemente en la
pacificación del país, a la vez que es un asesor en materia legal sobre todo
en asuntos personales, no obstante que en mil novecientos noventa y dos
expresó que no era un asesor sino un abogado en determinados asuntos y
empleado civil del SIN; que en abril de mil novecientos noventa y nueve
anotó que Montesinos Torres fue clave en el diseño y la estrategia de la
incursión en la residencia de la Embajada del Japón, y en diciembre de mil
novecientos noventa y nueve acotó que tiene un poder total sobre los
mandos militares. Montesinos Torres, a su vez, expresó ante la televisión que
trabajó junto con el presidente cumpliendo la estrategia de pacificación
diseñada por este último.
La defensa, desde el juicio de conducencia, sostiene que no se
visionó la filmación original y completa, procedente del master del
programa de televisión respectivo. Por otro lado, sólo se trata de frases
aisladas del acusado que no permiten constituir prueba indiciaria de alguno
de los tres hechos acusados.
Las objeciones de conducencia deben desestimarse, porque lo
relevante en estos casos son las fuentes de las que proceden las escenas
filmadas. Éstas son públicas, de fuente periodística de conocimiento
ciudadano porque se propalaron en diversos noticieros televisivos, incluso
de señal abierta como es el canal dos Frecuencia Latina. Lo que interesa, es
de insistir, son las declaraciones del acusado, no los agregados y
comentarios periodísticos. Estos permiten advertir el contenido de lo
manifestado por el acusado en un momento determinado –no hay
posibilidad de confusión al respecto, ni riesgo serio de tergiversación–. Además las
imágenes y frases han sido reconocidas por el acusado. Por otro lado, es
obvio que unas frases respecto de quien sirvió en su régimen desde su
instalación deben ser valoradas con el conjunto de la prueba actuada y, en
su caso, determinar su fuerza de convicción y valor indiciario de cargo.

162°. VIDEO TITULADO “MENSAJE DE MARTIN RIVAS”. Se trata de una declaración


del mayor EP Martin Rivas en presencia del periodista Jara Flores y grabadas
por el mayor EP Pichilingue Guevara. El video fue proporcionado por el
indicado periodista en la sesión cuadragésima quinta.
El mayor EP Martin Rivas reconoció las imágenes y las palabras
expresadas por él, sin embargo objetó el contenido porque –según alega–

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fue mal asesorado por Jara Flores –dice que fue inducido por él a cometer
errores– y lo único que pretendía era defender a su institución y defenderse
personalmente de las acusaciones que se estaban realizando.
En ese ‘mensaje’ el mayor EP Martin Rivas expresa que los hechos que
se le atribuyen: Barrios Altos y La Cantuta, constituyeron una decisión
gubernamental, pues de no ser así no se podría explicar la Ley Cantuta, el
paseo de los tanques, las leyes antiterroristas, de amnistía, y menos que se
hiciera tanto sólo para defender a un mayor del Ejército; que las leyes de
amnistía, no lo protegían a él, sino que protegían a los del gobierno y a los
responsables de la política de Estado implementada, responsabilidad que
recae, en todo caso, en el presidente de la República como comandante
en jefe y supremo de las FFAA y en su asesor que gobernaba con él:
Vladimiro Montesinos Torres.
La defensa cuestiona ese video porque se trata de una declaración
extrajudicial, y las declaraciones de una persona se introduce al proceso vía
la prueba testifical; además, éstas no pueden reemplazar la declaración
plenarial de Martin Rivas.
No existe ninguna duda de la autenticidad de la filmación en
cuestión. El propio Martin Rivas la ha reconocido. El argumento de que fue
engañado y de que se trató de un simple ensayo no resiste el menor análisis.
Martín Rivas sabía que estaba siendo filmado y que tal filmación sería
utilizada por el periodista Jara Flores141 –así lo ha declarado en el plenario el
mencionado periodista–. Sus expresiones son contundentes y meditadas, y
van enderezadas no sólo a explicar un sucedo gravísimo sino a defenderse
frente a los cargos que se le atribuían.
Por lo demás, se trata de un documento fílmico. Como tal se somete
a las reglas del reconocimiento y juicio de autenticidad, superados con
éxito en este caso. Ya se ha dejado sentado que como tal no sólo sirve para
enjuiciar la credibilidad de su versión plenarial, sino en su caso puede
reemplazarla si las pruebas del caso así lo determinan –los argumentos ya han
sido expuesto abundantemente en este Capítulo–.
La objeción se desestima.

163°. AUDIO QUE CONTIENE LA ENTREVISTA DE LA PERIODISTA MARÍA ELENA CASTILLO, DEL
DIARIO “LA REPÚBLICA” AL AIO JESÚS SOSA SAAVEDRA. En esas declaraciones Sosa
Saavedra menciona que el Destacamento Especial de Inteligencia
cuestionado si existió, aunque no con el nombre de “Colina” sino “Lima”,
pero reconoce que así se lo denominaba, incluso hay documentos bajo esa
denominación –fue Martin Rivas quien le puso ese nombre–; que la primera
operación fue Barrios Altos y la ordenó Montesinos Torres, a quien le dieron
parte del trabajo cumplido –fueron Martin Rivas, Pichilingue Guevara y Rodríguez

141 La doctrina procesalista, bajo la denominada “teoría del riesgo” ha mencionado que si el

afectado voluntariamente ha efectuado manifestaciones o realizado actos con


consecuencias probatorias penales frente a un particular que registra por grabación o
filmación, la eficacia de lo expuesto puede encuadrarse bajo la conclusión de que no ha
habido efectiva violación a los derechos constitucionales [HAIRABEDIÁN, MAXIMILIANO: Eficacia
de la prueba ilícita y sus derivadas en el proceso penal, Editorial Ad Hoc, Buenos Aires, 2002,
página 206].

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Zabalbeascoa–; que ellos, como militares, no querían trabajar para


Montesinos Torres sino para el comandante general del Ejército; que los
demás operativos los ordenó el comandante general del Ejército, el general
EP Hermoza Ríos incluso los felicitó y les ofreció un almuerzo; que, sin
embargo, la orden para La Cantuta fue de detención, pero Martín Rivas
ordenó matar; que el grupo dependía administrativamente de la DINTE y
para ello estaba la presencia de Rodríguez Zabalbeascoa como
coordinador del Destacamento con la DINTE, pero Martin Rivas coordinaba
directamente con el general EP Hermoza Ríos; que el Destacamento Colina
nace en el COFI, mientras Montesinos Torres recién estaba tomando fuerza.
El AIO Sosa Saavedra reconoce su voz y la de la periodista María
Elena Castillo. Respecto al contenido mencionó que no recuerda todo lo
que allí aparece, pero que no recuerda los hechos que se atribuyen a
Montesinos Torres, y si lo ha dicho, “lo ha dicho mal”.
La defensa cuestiona el audio porque se trata de una prueba
personal documentada, y las pruebas personales sólo pueden incorporarse
por la vía de la prueba testifical.
Tal objeción, reiteradamente expuesta, a lo largo de esta fase del
procedimiento del juicio oral, no tiene sustento. Es de insistir que las cintas
magnetofónicas se rigen por las reglas de la prueba documental. Y si quien
fue entrevistado reconoce su voz y el contenido de lo allí expuesto, no es
del caso excluirla del complejo probatorio. Sosa Saavedra dice que no
recuerda todo lo que allí expuso, en especial de la cita contra Montesinos
Torres; empero, lo expuesto es contundente, no existe la menor evidencia
de que se incluyó alguna frase o se tergiversó lo declarado, y en cuanto a la
cita a Montesinos, sencillamente se trata de una retractación, aunque sin
mayor explicación para justificar el cambio de versión.
La objeción se rechaza.

164°. VIDEO QUE CONTIENE LA ENTREVISTA AL AIO SOSA SAAVEDRA POR LA PERIODISTA
MABEL HUERTAS DEL PROGRAMA “DIA D” DE CANAL NUEVE. Se produjo el día siete de
abril de dos mil ocho. Sosa Saavedra expreso, respondiendo las preguntas
de la periodista, que la orden de la primera misión, Barrios Altos, la recibió
del mayor EP Martin Rivas, no sabe si a éste le ordenaron matar o detener;
que la formación que le dan en el Ejército es neutralizar, capturar y eliminar
a los enemigos que se puedan encontrar en el camino; que si el presidente
tiene responsabilidad en los hechos sólo puede decirlo el comandante
general del Ejército.
El AIO Sosa Saavedra no autorizó la entrega de ese reportaje, pero
reconoce que es él a quien entrevistan y lo que allí aparece, así como que
probablemente se editaron –se cortaron– las imágenes y declaraciones que
dio.
La defensa, desde la conducencia, cuestiona que al tratarse de la
declaración de un testigo, la forma válida de incorporarla es a través de la
prueba testimonial. Además, Sosa Saavedra en el juicio oral ha mantenido
otra versión acerca de los hechos.
El Tribunal ya definió el carácter de prueba documental de una
entrevista periodística filmada y grabada. También, como tal, puede

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compararse con otras declaraciones del testigo –documentales, testificales


sumariales y testificales plenariales–, y sobre esa base, en función a las pruebas
actuadas, está autorizado a definir cuál de las versiones se corresponde con
la verdad, en caso de que existan contradicciones entre ellas.
La objeción se desestima.

165°. VIDEOS 806/807: REUNIÓN CAMBIO 90–NUEVA MAYORÍA CON VLADIMIRO


MONTESINOS TORRES. Filmó una reunión, en el local del SIN, de Montesinos
Torres con los parlamentarios oficialistas, donde les explica las estrategias
contra la subversión terrorista del gobierno142. Menciona la existencia de
cuatro ejes centrales, siendo la primera la decisión política, que le
corresponde al jefe de Estado, la cual se plasma en un marco jurídico, que
se reformó porque no se contaba con una legislación que afronte de forma
eficaz la situación de guerra irregular143.
La defensa en este caso no opone razones de conducencia, bajo el
argumento de que cuando se grabaron no existía una persecución judicial
contra el expositor. Sin embargo, es de destacar que si se trata de
declaraciones de una persona, independientemente de la fecha en que se
produzcan, su valoración estará sujeta a que no se vulneren derechos de
esa persona o no se infrinjan las reglas del procedimiento. Si se trata de
declaraciones fílmicas, con pleno conocimiento del expositor, cuyo
contenido ni siquiera se cuestiona, éstas se someten al régimen de la
prueba documental. La información que proporciona puede y debe

142 En el tomo cuatro del Libro “En la Sala de la Corrupción – videos y audios de Vladimiro

Montesinos Torres (1998–2000)”, editado por el Congreso de la República, ya mencionado, se


indica sobre este video –en rigor, los videos números 806 y 807–, de abril de mil novecientos
noventa y ocho, bajo el título ‘Reunión de C90–Nueva Mayoría y Vladimiro Montesinos’, lo
siguiente: “Estos videos dan cuenta de una reunión entre VMT, dieciséis congresistas de la
entonces mayoría. VMT realiza un balance de la correlación de fuerzas alrededor del tema
de la reelección. La conversación tiene varios pasajes notables por el poder que exhibe VMT
imponiendo una política a un grupo numeroso y clave de congresistas, que tienen ocasión
de manifestar sus temores a perder el poder. Así, estos videos muestran tanto el plan de
reelección en una fase aún temprana como los miedos que presionaban a la mayoría a
perpetuarse” [página 2053].
143 Montesinos Torres, según consta en el Libro aludido inicialmente, en una parte de la

alocución que realiza, explica –ésa es la palabra que utiliza– la estrategia en términos
generales frente al terrorismo. Mencionó que cuando se combatió al terrorismo había cuatro
ejes centrales. El primer eje era la decisión política, que le corresponde al presidente de la
República, sin la cual nada funcionaba –critica los regímenes de Belaunde Terry y García
Pérez atribuyéndoles ausencia de decisión política, sin la cual nada se organizó–. El segundo
eje era la construcción de un marco jurídico –el andamiaje jurídico era el propio para una
situación de paz y convivencia pacífica pese a ser atacado en forma de guerra irregular–,
por lo que, por ejemplo, se impuso la condena en ausencia de los terroristas; la legislación
diseñada se creó para superar una situación de guerra interna, incluyéndose tribunales de
excepción, jueces sin rostro, tribunales militares, procesos sumarísimos. El tercer eje o
elemento era el trabajo de inteligencia coordinado, pues antes no había integración ni
conducción central –todo se orientaba por inercia–, el cual debía dirigirse a la cúpula de la
organización terrorista. El cuarto eje era la participación ciudadana, a través de las rondas
campesinas, comités de autodefensa, la organización fuerza de la ley, la CONFIEP, los
empresarios. Estas cuatro vigas centrales, según Montesinos Torres, dieron resultado [paginas
2073/2076].

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analizarse con otras declaraciones del expositor, y además con el resto de


la prueba actuada.
En el presente caso cabe significar el lugar donde se produce la
reunión –el SIN–, el contenido de la exposición, la calidad de los asistentes
–parlamentarios del oficialismo–, y el papel que cumple Montesinos Torres,
quien hace gala del poder que tiene y su vinculación con el ex presidente
Alberto Fujimori Fujimori. Esta escena da cuenta del papel significativo de
Montesinos Torres, pese a su título formal, en la estructura real de
funcionamiento del régimen y de su visión de la estrategia contra
subversiva.

166°. VIDEO QUE CONTIENE LAS DECLARACIONES PÚBLICAS DEL GENERAL EP HERMOZA
RÍOS. Se trata de una conferencia de prensa del general EP Hermoza Ríos
realizada el día veintiuno de abril de mil novecientos noventa y tres. Fue
difundido por el programa “La Ventana Indiscreta” en diciembre de dos mil
siete.
En lo pertinente, el general EP Hermoza Ríos, al culminar su
presentación en el Congreso, expresó, en relación a las informaciones y
cuestionamientos al Ejército por los acontecimientos de La Cantuta:
“…están montando una campaña que pretende desprestigiar y agraviar al
Ejército y a las Fuerzas Armadas; no lo vamos a permitir bajo ninguna
circunstancia”. Se trató de un texto que se encontró en la computadora de
los asesores del SIN y aportado por Rafael Merino Bartet.
La defensa cuestiona la vía de la prueba videográfica cuando
correspondía la prueba testimonial, así como denuncia la ausencia del
requisito de extraneidad. Esas objeciones, empero, carecen de
consistencia. Es indiscutible el carácter de prueba documental de los
videos, y lo fundamental en ellos, sujeto a reconocimiento, es la declaración
del general EP Hermoza Ríos. No se ha discutido, siquiera, su autenticidad, y
su contenido y mensaje es muy claro: enfrentó los cuestionamientos públicos
y los realizados en sede del Congreso, los tildó como un agravio a la
institución castrense, y anunció que no lo iba a permitir. De ahí, como es
público y notorio, siguió una reacción castrense, que incluyó paseo de
tanques y manifiestos públicos de apoyo al Alto Mando, pese a los indicios
de criminalidad respecto a la autoría de los graves hechos denunciados.
La objeción se desestima.

167°. VIDEO CHAVÍN DE HUANTAR. El video aportado es un documental


realizado por el programa “La Ventana Indiscreta” los días once y dieciocho
de diciembre de dos mil siete. Reproduce varias escenas filmadas, entre
ellas una conversación entre Fujimori Fujimori y Montesinos Torres, realizada
en el año mil novecientos noventa y ocho, con motivo de la toma de
embajada del Japón por el MRTA. En ese diálogo el acusado Fujimori
Fujimori ordenó a Montesinos Torres que se proceda al inicio del operativo
de rescate.
El video ha sido reconocido por el acusado Fujimori Fujimori. La
defensa cuestiona que el video no cumplen los requisitos de extraneidad y
originalidad. Empero, el reconocimiento supera la segunda objeción,

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mientras que si lo que interesa son las frases y diálogo habido entre Fujimori
Fujimori y Montesinos Torres, y éstos han sido claramente incorporados en el
documental, no puede prosperar la primera objeción.

168°. La Fiscalía ha incorporado, finalmente, seis videos y un audio que dan


cuenta de diversos mensajes pronunciados por el ex Presidente Fujimori
Fujimori y entrevistas que concedió a los medios de prensa locales. Se trata
de: i) video propalado por el noticiero “90 Segundos”, que contiene el
mensaje a la nación del siete de febrero de mil novecientos noventa y
uno144; ii) video propalado por el noticiero “90 Segundos”, que contiene el
mensaje a la nación del veinticuatro de julio de mil novecientos noventa y
dos145; iii) video que contiene la conferencia de prensa que dio desde el
Establecimiento Penal Castro Castro el once de mayo de mil novecientos
noventa y dos, sobre la intervención en ese Penal para develar el motín de
reclusos por delito de terrorismo146; iv) video del programa Reporta Semanal
de Frecuencia Latina del trece de enero de dos mil ocho, que contiene la
entrevista del cinco de noviembre de mil novecientos noventa y dos sobre
el caso Dyer Ampudia147; v) video propalado en el noticiero “90 Segundos”,
que contiene la conferencia de prensa del once de noviembre de mil
novecientos noventa y tres que informa sobre la detención del Mayor EP
Martin Rivas y otros oficiales del Ejército148; vi) video que contiene diversas
declaraciones del acusado propalado en el programa “La Ventana
Indiscreta” los días once y dieciocho de diciembre de dos mil siete,
destacándose una declaración que brinda en un lugar no identificado
utilizando un megáfono, en el que dice: “…todavía hay unos pequeños
reductos [de terroristas] en las partes altas, lo conozco y he ordenado su

144 Destaca ese mensaje que desde el veintiocho de julio de mil novecientos noventa se

actuó de manera distinta en la lucha contra el terrorismo, con el uso preeminente del servicio
de inteligencia; que en las últimas semanas, completando un proceso, el SIN, en
coordinación con las FFAA y la PNP, se ha seguido de cerca los pasos a los cabecillas del
PCP–SL y se ha logrado capturar a miembros de su entorno; que la estrategia implementada
no es inocua.
145 El acusado informa al país de las medidas legales adoptadas contra los terroristas. A la vez

dijo:”…aquellos que desangran a nuestros país, que matan a los niños y que destruyen
aquello que no han construido, para esclavizar el Perú van a ser eliminados, ellos y su veneno.
Ese es mi compromiso”.
146 Fujimori Fujimori anuncia el aislamiento dispuesto a los terroristas en las prisiones; que en el

Establecimiento Penal de Castro Castro se planeaban muchos atentados terroristas; que las
medidas adoptadas son parte de una estrategia de lucha integral contra el terrorismo; y, que
se está tomando el control de los centros terroristas –hace mención, también, a las
universidades–.
147 El acusado dice que Dyer Ampudia es narcotraficante y menciona que ningún medio de

comunicación hizo campaña para denunciar al señor Dyer como narcotraficante.


148 Fujimori Fujimori explicó a la prensa que los cuatro oficiales del ejército, en relación con el

caso La Cantuta, están detenidos, recluidos en una prisión militar, para la investigación
correspondiente; que entre ellos está el mayor EP Martin Rivas y han sido sometidos al
Consejo Supremo de Justicia Militar. Sobre la pregunta de una periodista acerca de la
inmediata denuncia del Ministerio Público acerca de los hechos, se limita a decir que espera
que dentro de poco se inicie el proceso –.no contesta acerca de la intervención de la
jurisdicción penal ordinaria–.

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aniquilamiento”; y vii) audio denominado “entrevista RPP – Raúl Vargas –


Alberto Fujimori”, que contiene la entrevista del veinte de junio de dos mil149.
El cuestionamiento de la defensa no difiere del conjunto de
objeciones ya analizadas. Se ha rechazado, y se rechaza, las observaciones
respecto al incumplimiento de los requisitos de originalidad y extraneidad. El
acusado en estos documentos de origen extra procesal ha reconocido su
voz, los datos originarios que contienen los mensajes y entrevistas permiten
conocer el tenor y sentido de la comunicación que expresa el acusado. Por
otro lado, las frases expuestas por el acusado deben ser valoradas con el
conjunto de declaraciones que ha brindado en esta causa y, a su vez,
analizadas con el mérito de la prueba actuada, de la que dependerá el
juicio histórico que ha de formarse en correspondencia con los cargos
formulados por la Fiscalía.

¶ 3. Prueba de la parte civil.

169°. La parte civil ofreció cuatro pruebas audiográficas, que corresponden


al DVD entregado por el periodista Humberto Jara Flores en la sesión
cuadragésima cuarta. Se trata: i) video reportaje sobre el ingreso del ex
presidente Fujimori Fujimori a la Universidad del Centro el día nueve de julio
de mil novecientos noventa y uno, en el que brinda declaraciones a la
prensa; ii) conferencia de prensa del ex presidente Fujimori Fujimori el día
ocho de abril de mil novecientos noventa y dos; iii) declaraciones del ex
presidente Fujimori Fujimori en la Universidad La Cantuta en el año mil
novecientos noventa y uno o mil novecientos noventa y dos; y, iv) reportaje
sobre la reunión del ex presidente Fujimori Fujimori con el ministro del Interior
y el Alto Mando Policial en mil novecientos noventa y dos –tal vez el
veintiocho de octubre, según la parte civil–, en el que da un discurso en el que
menciona los objetivos de la estrategia contra subversiva.
En el primer video el acusado menciona del ingreso de las FFAA a las
Universidades Nacionales, a cinco de ellas, para realizar las mismas labores
que cumplen en La Cantuta y San Marcos sin disparar una sola bala y para
favorecer que los estudiantes realicen sus estudios profesionales. Además,
en respuesta a la visita de un representante de Amnistía Internacional, refirió
que subsiste una inercia en la lucha contra los terroristas, que se ha logrado
una disminución drástica de los desaparecidos, un cincuenta por ciento,
pero que lo que se quiere es eliminar totalmente las violaciones de los
derechos humanos.
En el segundo video el acusado reconoce que se tomó la medida de
ejercer vigilancia por veinticuatro o treinta y seis horas a los medios de
comunicación con motivo del golpe de Estado y para preservar el orden
público y evitar costos sociales; que también ordeno la vigilancia a su

149El acusado expresa que, tal como ha sido practicado durante su Gobierno, el presidente
es jefe supremo de las FFAA, él manda a las FFAA y lo hace de una manera vertical; que las
FFAA no son un poder paralelo, existe un mando del presidente sobre las FFAA. Por otro lado,
respecto de Vladimiro Montesinos Torres, precisa que él ha estado en la lucha contra el
terrorismo y el narcotráfico, y en buena hora que lo haya hecho; que el SIN, del cual formaba
parte Montesinos Torres, participaba en el seguimiento de los capos del narcotráfico.

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domicilio –no se puede identificar de quién se trata– y de varias otras personas


para resguardar el orden público para evitar que los políticos salgan a las
calles; que al segundo vicepresidente Carlos García nadie lo persigue –se
asiló en la embajada argentina–, y que hubo detenidos inicialmente en mayor
número, pero todos están liberados, salvo el señor Mantilla Campos.
En el tercer video es un reportaje que da cuenta del ingreso del
acusado a la Universidad La Cantuta y su conversación con sus
autoridades, así como la respuesta violenta de algunos estudiantes, lo que
da lugar a que no concluya su visita al campus universitario y se retire, pese
al resguardo militar.
En el último video el acusado, en su discurso, indica que su gobierno
tiene metas muy precisas; que antes del noventa y cinco no habrá un solo
terrorista libre, estarán aniquilados, en prisión o en cadena perpetua; que
esa misión es la PNP; que a mitad del año mil novecientos noventa y tres el
MRTA estará totalmente aniquilado, y se hará con las capturas o los
enfrentamientos para aniquilarlos, que es una orden para hacerlo hasta ese
año.

170°. La defensa del acusado formuló dos observaciones a los cuatro


videos. Primera, que no cumplen el requisito de extraneidad, han sido
creados para fortalecer el testimonio del periodista Jara Flores. Segunda,
que se trata de una compilación realizada por el periodista Jara Flores, y no
aparecen los originales, y el ser extractos no permiten captar el mensaje en
su integridad.
Como ya se ha expuesto lo esencial es la fuente que permitió
construir un determinado reportaje –siempre de origen privado–150. Ésta es
evidente y ha tenido incluso un carácter público –el ex Presidente sabía que lo
filmaban e, incluso, y que tal filmación iba a ser editada, lo que es usual en las
grabaciones periodísticas–, transmitida en su oportunidad a los diferentes
medios de expresión televisiva. No es un documento artificial; los datos, más
allá de los mensajes que adiciona o los comentarios que incorpora
–perfectamente distinguibles–, son auténticos. No han sido cuestionados por el
imputado. Es cierto que son extractos151, pero los mensajes que contiene son
claros y no permiten una confusión en lo que se dice y pretende.

150 Sobre este punto, desde ya, es del caso tener presente la diferente naturaleza de las
grabaciones hechas bajo los cauces legales de investigación con aquellas que realizan los
particulares extra proceso. Estas últimas son fuentes de prueba generadas de forma
absolutamente privadas y no sujetas a condiciones de legalidad propias de las primeras, ni
por el momento de su de su realización ni por su finalidad –las grabaciones fuente no fueron
realizadas para producir efectos específicos en proceso alguno, su objeto fue informar a la
opinión pública–. La pretensión de tratar uniformemente ambos tipos de grabaciones:
instrumentos privados nacidos fuera del proceso y en confluencia de voluntades
estrictamente privadas, respecto de actos estrictamente procesales supondría, si se sigue tal
planteamiento, desechar todo tipo de documentos que por su naturaleza se crean al
margen del proceso.
151 La explicación que en ese sentido formula el periodista Guerrero Torres acerca de la

“edición de archivo” y del hecho que las grabaciones que se filman en la escena del suceso
no se conservan.

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Se trata pues de documentos audidográficos valorables, que será del


caso analizarlos con el conjunto de la prueba actuada, pues en sí mismos
no proporcionan información categórica respecto de los cargos objeto de
imputación; no constituyen prueba autónoma, y será del caso enlazarlos, si
correspondiere, con los demás medios probatorios y el conjunto de
elementos de convicción que obran en autos152.
Las objeciones se rechazan.

¶ 4. Prueba de la defensa del acusado.

171°. La defensa del acusado ofreció tres pruebas audiográficas: i) visita del
Ex presidente a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos –el extracto fue
entregado por el periodista Jara Flores, y se tomó del programa 90 segundos del
Canal Dos–; ii) Mensaje a la Nación del día veinticuatro de julio de mil
novecientos noventa y dos; iii) Mensaje a la Nación del siete de febrero de
mil novecientos noventa y uno. Las dos últimas ya habían sido ofrecidas por
el Ministerio Público; por ese motivo, de conformidad con lo postulado por
las partes, no se visualizaron.
Respecto de la primera filmación la periodista informa de lo que
expresó el presidente en las afueras de la Universidad de San Marcos. Se
observa un fuerte contingente policial y militar. Los soldados están listos con
latas de pintura y brochas, preparados para comenzar la jornada de
limpieza y pintado de la Universidad, mientras varios estudiantes lanzan
piedras, no obstante lo cual el acusado –que observa e inspecciona– dicta
medidas para iniciar el repintado de las paredes de la Ciudad Universitaria,
lo que en efecto se hace.

172°. La defensa sostuvo que, pese a los problemas del video, éste –junto con
otras pruebas ya aportadas por su parte– permite acreditar el propósito del
gobierno de recuperar a las Universidades, que estaban infiltradas o
dominadas por el terrorismo, para lo cual dictó una serie de medidas, entre
ellas el pintado de las mismas, y que las medidas dictadas buscaron liberar
las universidades del terrorismo y recuperar sus ambientes.
Según la parte civil las escenas filmadas corresponden al veintiuno de
mayo de mil novecientos noventa y uno –no al mes de junio como se alegó por
la defensa–, y dan cuenta de una operación contra subversiva a partir de
una orden que el acusado dictó a la DIFE. La Fiscalía destaca el
ofrecimiento de una prueba que antes cuestionó.
Ahora bien, el Tribunal ya fijó el carácter valorable de videos como
los que ofreció la defensa. El hecho de ser extractos y tomados de un DVD
entregados por el periodista Jara Flores en nada vulnera requisito o norma

152 La STC número 979–2001–HC/TC, del seis de mayo de dos mil dos, mencionó, tratándose

de filmaciones de escenas específicas, que éstas deben necesariamente pasar por un


proceso de prueba adicional o acreditación complementaria mediante medios idóneos que
ofrezcan las partes o que se actúen de oficio en los respectivos procesos. Se necesita, como
dice un sector de la doctrina procesalista, un plus de credibilidad.

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alguna referida a la prueba audiográfica153. Los mensajes que contiene


pueden ser captados sin problema alguno ni riesgos de tergiversación.

§ 4. Otros cuestionamientos probatorios de la defensa del acusado.

¶ 1. Las actuaciones parlamentarias.

173°. La defensa del acusado Fujimori Fujimori, en la fase de alegaciones


finales, cuestionó las actuaciones parlamentarias, en concreto el
procedimiento de acusación constitucional. Afirmó que en ese
procedimiento parlamentario no se nombró al acusado un abogado
defensor de oficio, pese a que era público y notorio que se encontraba en
el Japón; que si bien es cierto el denunciado no nombró un abogado
defensor de confianza, en virtud de las exigencias del derecho a una
asistencia letrada –como ese derecho es irrenunciable– era menester la
presencia de un defensor de oficio; que esa ausencia de defensor de oficio
impide que las actuaciones de investigación puedan convertirse en actos
de prueba, por lo que no pueden ser invocados como elementos válidos de
convicción judicial.

174°. Los procedimientos de acusación constitucional que dieron lugar a


esta causa acumulada –denuncia número 130, que acumuló seis más, y
denuncia número 134, que acumuló otra– siguieron el trámite previsto en el
artículo 89° del Reglamento del Congreso. Se emplazó por edictos al
imputado, que constan en la página web del Congreso y en publicaciones
del Diario “El Peruano” y en otro diario de circulación nacional. El acusado
Fujimori Fujimori no se presentó ni designó abogado defensor, lo que se
extendió a las dos etapas restantes del procedimiento de acusación
constitucional: ante la Comisión Permanente y ante el Pleno del Congreso
de la República. Las actas del Congreso y los edictos públicos así lo
confirman154.

175°. Respecto al procedimiento parlamentario de acusación constitucional


es pertinente, es de tener presente dos normas específicas: (i) el artículo
100° de la Constitución, que establece que “el acusado tiene derecho, en
este trámite, a la defensa por sí mismo y con asistencia de abogado ante la

153 Si las cintas se aportan correctamente al proceso, y si sólo se oyeron o visionaron parte de

ellas, existiendo las cintas inicialmente incorporadas a los autos, ello en modo alguno puede
importar indefensión para el imputado. Él o su defensa son conocedores de su contenido, del
que podría derivarse un resultado probatorio posiblemente de cargo, y si no se defiende de
ellas por falta de diligencia o por haber elegido una determinada estrategia procesal, no
puede prosperar una queja de indefensión [coincidente, al respecto, la STCE número
128/1988, de veintisiete de junio].
154 Las constancias de fojas ciento setenta y seis – ciento setenta y ocho, cuatro mil

seiscientos setenta y nueve, cuatro mil seiscientos ochenta – cuatro mil seiscientos noventa y
dos, cuatro mil setecientos setenta y tres, diecisiete mil quinientos treinta – diecisiete mil
quinientos treinta y cinco, dieciséis mil ochocientos treinta y cinco – dieciséis mil ochocientos
treinta y seis, dan cuenta de lo expuesto. El Congreso citó al denunciado para que ejerza su
derecho de defensa y éste no se presentó, en ninguna de las etapas del procedimiento.

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Comisión Permanente y ante el Pleno del Congreso”; (ii) el artículo 89° del
Reglamento del Congreso, que prevé tres etapas básicas del procedimiento
de acusación constitucional, que reconoce que en ellas el denunciado
puede ser asistido o representado por abogado, y que dispone que el
debate de la acusación constitucional ante el Pleno no se suspenderá por
la inasistencia injustificada, calificada por la Mesa Directiva, del acusado o
su defensor, oportunidad en que, previa verificación de los actos procesales
que acrediten la debida notificación al acusado y su defensor, se debatirá y
votará la acusación constitucional155.

176°. El sentido y alcance del procedimiento de acusación constitucional ha


sido definido por el Tribunal Constitucional. En la STC número 0006–2003–
AI/TC, del uno de diciembre de dos mil tres, fue calificado de un
procedimiento político jurisdiccional, debidamente regulado, seguido ante
el Congreso de la República, en el cual el cuerpo legislativo debe haber
determinado la verosimilitud de los hechos que son materia de acusación,
así como su subsunción en un(os) tipo((s) penal(es) de orden funcional,
previa e inequívocamente establecido(s) en la ley, y como tal
condicionante del procesamiento jurisdiccional penal. Es un antejuicio
político en el que se dilucidan imputaciones por supuestas
responsabilidades jurídico–penales de los Altos Funcionarios Públicos
previstos en el artículo 99° de la Constitución por supuestos delitos cometidos
en el ejercicio de sus funciones, que luego de haber determinado, según su
propia perspectiva, la existencia de suficientes elementos de juicio de su
comisión, actúa como entidad acusadora, dejando sin efecto la
prerrogativa funcional del dignatario, suspendiéndolo en el ejercicio de sus
funciones, y poniéndolo a disposición de la jurisdicción penal156.

177°. La naturaleza política del juicio parlamentario, sin perjuicio de valorar si


existen indicios de criminalidad en la conducta atribuida a un Alto

155 Las tres etapas del procedimiento de acusación constitucional, legalmente previstas –ex

artículo 89° del Reglamento del Congreso–, son las siguientes: a) la primera, ante la Sub
Comisión de Acusaciones Constitucionales –que es una Comisión ordinaria prevista en el
Cuadro Orgánico de Comisiones, cuyos miembros son designados anualmente–, en cuyo
seno se califican las denuncias constitucionales y se realizan los actos de investigación,
previa definición de las pruebas e indicios, los mismos que se actúan en una audiencia
pública –entendida como unidad en la tramitación de diversas actuaciones probatorias,
según la STC número 03593–2006–AA/TC, del cuatro de diciembre de dos mil seis–, con la
intervención activa del denunciante y del denunciado; b) la segunda, ante la Comisión
Permanente del Congreso, destinada a evaluar y votar sobre el informe elevado por la Sub
Comisión de Acusaciones Constitucionales, que si es aprobado renombra una Sub Comisión
acusadora para que exponga los cargos ante el Pleno del Congreso; y, c) la tercera, ante el
Pleno del Congreso, que escucha a la Sub Comisión acusadora y a la defensa del denuncia,
para luego votar lo conveniente.
156 STC número 0006–2003–AI/TC, del uno de diciembre de dos mil tres, Fundamento Jurídico

I.3. Como privilegio funcional de los altos dignatarios del Estado, el antejuicio político tiene
como objeto, la proscripción de ser procesados penalmente sin haber sido previamente
despojados de la prerrogativa funcional en un procedimiento seguido en el seno del
Legislativo [doctrina reiterada en la STC número 04747–2007–PHC/TC, del uno de octubre de
dos mil siete, Fundamento Jurídico 4].

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Funcionario, y su efecto de levantar la prerrogativa funcional de que está


investido y, en relación con la jurisdicción penal ordinaria, su actuación
como mera entidad acusadora –entendida en un sentido amplio–, está
claramente consolidada. También lo está que desde el Derecho procesal la
decisión del Congreso se erige como una condición o requisito de
procedibilidad, un presupuesto procesal que condiciona la iniciación y
validez del proceso penal, pero nada más157.
Por consiguiente, por sus efectos políticos, no es posible equipararlos
al proceso jurisdiccional penal –la investigación parlamentaria sólo produce
efectos o consecuencia políticas en el seno de los órganos del Poder Legislativo, no
impone sanciones penales–, que dilucida la realidad de un hecho –su meta es
el esclarecimiento del mismo– y la responsabilidad de una persona, y en su
caso determina la aplicación de la ley penal, la imposición de una pena o
medida de seguridad, sin perjuicio de la reparación civil. Si bien,
extrañamente desde la perspectiva del Derecho comparado, la resolución
acusatoria de contenido penal del Congreso tiene efectos vinculantes para
el inicio del proceso penal, ello en modo alguno ‘transforma’ el antejuicio
político en uno de naturaleza jurídico o jurisdiccional.
Desde esta perspectiva no pueden trasladarse en absoluto todas y
cada una de las exigencias o garantías del proceso jurisdiccional al
antejuicio político. Desde luego, el derecho de defensa tiene que ser
respetado en su contenido esencial: conocimiento de cargos, asistencia
letrada, intervención en la actuación de los actos de investigación, y
posibilidad de alegar y controvertir los cargos. En el caso del procedimiento
parlamentario, como ha quedado expuesto, el acusado tiene derecho a la
defensa por sí mismo y con asistencia de abogado ante la Comisión
Permanente y ante el Pleno del Congreso. En esta perspectiva, a diferencia
del proceso penal, por los derechos en pugna y los efectos que la pena
entraña, en el procedimiento parlamentario de antejuicio político la
defensa, en referencia a la asistencia letrada, está circunscripta al derecho,
que no puede ser impedido u obstaculizado, de nombrar un abogado de
confianza, no es una obligación del Estado hacerlo ante la ausencia de tal
designación –que sí es el caso del proceso penal [STEDH del veintiuno de enero de
mil novecientos noventa y nueve, Asunto Van Geyseghem]–.
En esta línea el Reglamento del Congreso sanciona la defensa
jurídica como derecho –no como obligación estatal que exija al cuerpo
legislativo del Estado a designar un abogado si el acusado no lo hace–, más aún
como derecho potestativo de modo que el acusado puede no nombrar
abogado, su incomparecencia, caso de haberlo nombrado, no suspende el
acto y basta al efecto, para cumplir con las exigencias legales, con la
notificación al acusado –que es lo que se ha cumplido en el sub lite– para que

157La acusación constitucional es un acto de autorización y no entra al fondo del asunto, es


decir, es un acto de procedibilidad, no recurrible, que no busca establecer la culpabiliad o
inocencia respecto de la conducta atribuida a un Alto Funcionario Público –no lleva
aparejada un veredicto de culpabilidad o inocencia–, y que además está sujeta a una
decisión política; es un antejuicio político que concluye a su turno en la Corte Suprema, no es
un juicio político en el que el Congreso emite una sanción.

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haga uso de su derecho158. Interpretar, como plantea la defensa, que es


nulo lo actuado por la ausencia de una designación de abogado de oficio,
frente a la voluntaria no presentación ni personación de defensor de
confianza, cuando la ley no obliga, ni siquiera lo permite, sería tanto como
abrir la puerta al fracaso de toda investigación.

178°. Independientemente de lo expuesto lo central es que aquí no es el


procedimiento parlamentario de acusación constitucional lo que se lleva al
proceso penal, sino actos celebrados en éste que carecen de esa
naturaleza procesal o jurisdiccional, cuyo carácter documental está fuera
de toda discusión. Como ya se ha expuesto reiteradamente: no es de exigir
las garantías del juicio penal y de la prueba a actos que por su naturaleza
no la exigen. Los actos parlamentarios –declaraciones, pericias,
reconocimientos, aportaciones de documentos e información variada– son
fuentes de prueba, por tanto, extraprocesales, que se incorporan al proceso
y se practican en éste conforme a su medio, en este caso, la prueba
documental, la cual no exige contradicción previa, como nunca la exigen
las fuentes de prueba.
En consecuencia, no son de recibo las objeciones de la defensa.
Todos los actos parlamentarios de averiguación, por su naturaleza,
documental, en tanto hayan sido sometidos a debate, pueden ser utilizados
por el Tribunal.

¶ 2. Las diligencias sumariales y el derecho de asistencia letrada.

179°. La defensa del acusado Fujimori Fujimori sostiene que se violó el


derecho de asistencia letrada –que no sólo es un derecho fundamental, sino
una garantía procesal–, por lo que los actos de investigación –treinta y ocho en
total: treinta y siete testificales, y una diligencia visualización– realizados a lo largo
de la etapa de instrucción no son conducentes para elevarlos a la
condición de actos de prueba. Considera que, como no se designó
defensor de oficio desde el inicio de la instrucción –según exigiría una correcta
lectura del artículo 205° del Código de Procedimientos Penales– y, luego, el
abogado defensor de oficio, nombrado como consecuencia de la
declaración formal de ausencia –producida al finalizare la prórroga ordinaria de
la instrucción y en el curso de la primera prórroga extraordinaria–, no realizó
ninguna intervención en la causa [no participó en las diligencias de
investigación, no formuló solicitudes de actos de investigación, no dedujo
incidencias ni cuestiones procesales, así como tampoco interpuso impugnaciones],
es decir, en un caso no existía abogado defensor y, en otro caso, éste no

158 Ante la inactividad procesal del emplazado, del denunciado y, luego, acusado, en sede

parlamentaria, cabe aplicar la doctrina sentada por la SCIDH del treinta y uno de enero de
dos mil uno, Asunto Tribunal Constitucional vs. Perú. En el párrafo 60° dijo lo siguiente: “…la
inactividad procesal no genera una sanción contra las partes, en sentido estricto, ni afecta el
desarrollo del proceso, sino que, eventualmente, les acarrea un perjuicio al decidir
voluntariamente no ejercer su derecho de defensa en forma completa ni llevar a cabo las
actuaciones procesales convenientes para su interés, de conformidad con la máxima audi
alteram partem”.

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realizó intervención alguna, el acusado careció de asistencia letrada y,


cuando se designó defensor de oficio, la defensa no fue efectiva.
Señala que desde el inicio del proceso se sabía que el acusado
Fujimori Fujimori se encontraba en el Japón –el Vocal Instructor precisó que
huyó del país para evitar ser procesado por las autoridades judiciales peruanas–,
pese a lo cual no se le declaró reo ausente inmediatamente ni, por tanto, se
le designó defensor de oficio. Acota que la defensa es una garantía y,
como tal es un deber del Estado proveerla debidamente,
consecuentemente, al incumplirla los actos de investigación no pueden
tener valor de evidencia.

180°. El planteamiento de la defensa no es nuevo. La alegación de


vulneración del derecho de asistencia letrada –un derecho instrumental de la
garantía de defensa procesal–, en los mismos términos propuestos en su
alegato final, pero con diferente consecuencia jurídica –antes se solicitó la
nulidad de la etapa de instrucción por ese mismo motivo, ahora se pide la exclusión
del acerbo probatorio de las diligencias sumariales– fue desestimada en dos
instancias: la Sala Penal Especial y la Sala Transitoria de la Corte Suprema de
Justicia –autos de fecha diez de noviembre de dos mil cinco, nueve de junio de
dos mil seis, catorce de septiembre de dos mil seis y veinticinco de mayo de dos mil
siete, recaídos en los incidentes correspondientes–.

181°. Es de reiterar, sin embargo, lo siguiente: (i) que la garantía de defensa


procesal reconoce como uno de sus proyecciones el principio de
interdicción en caso de indefensión, que en el seno del proceso importa la
exclusión y censura de una privación o limitación de las posibilidades
esenciales de todos los derechos instrumentales de defensa, entre ellos el de
asistencia letrada; (ii) que la observancia de la interdicción de la
indefensión está dirigida al órgano jurisdiccional, cuida que sus disposiciones
no lesionen arbitrariamente el entorno jurídico del imputado, por lo que si la
indefensión es creada por causa y voluntad de este último, traduce una
actitud voluntariamente adoptada por él o por falta de diligencia o pericia
de su propio defensor, no existe como tal; (iii) que, en el caso de autos, el
imputado conocía de la existencia de un proceso penal dirigido en su
contra –hecho que no ha negado– y decidió no acudir a la llamada del juez
de la causa, lo que doctrinal y legalmente se le denomina, no ausencia,
sino contumacia; (iv) que la declaración de ausencia o contumacia es un
acto formal, constitutivo de dicha condición, para cuya emisión se requiere
que se agoten todos los medios necesarios para poner a derecho al
imputado, a partir del cual se le nombrará defensor de oficio; (v) que, en el
presente caso, una vez constatada oficialmente, en sede de instrucción, el
decidido alejamiento del imputado y su voluntad de no asistir al
emplazamiento judicial, se le declaró formalmente como contumaz y
ausente –existen dos resoluciones en este proceso acumulado sancionando ese
supuesto– y se le nombró abogado de oficio; (vi) que, por ello, no sólo no ha
mediado indefensión material en las actuaciones sumariales desde que la
ausencia de abogado en esa fase se debió a la propia actitud del
imputado, la Vocalía de Instrucción no negó el acceso de las actuaciones

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ni impidió el concurso de un abogado de confianza, que no nombró; (vii)


que la posibilidad de contradicción, eje de las líneas de defensa exigidas en
sede de instrucción, no han sido mermadas o maliciosamente impedidas,
por lo que los actos de investigación no pueden ser rechazados
liminarmente o considerados inconducentes para su valoración según las
circunstancias del caso.

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