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Introducción
El presente proyecto se orienta a desarrollar un nuevo segmento de un programa institucional
inaugurado en el año 2000, dirigido a la atención de adolescentes y adultos con discapacidad
mental en grado moderado o severo. Dicho programa establece como objetivo central el de
generar un proceso terapéutico, promoviendo en cada uno de sus concurrentes la construcción
de un proyecto de vida que le posibilite el acceso a las condiciones más favorables en su
inserción familiar y social.
Tanto la estructura y organización funcional de nuestro Centro de Día (modalidades de
atención, dispositivos, encuadres) como el diseño de la lógica de abordaje terapéutico
(conformación del equipo, orientación de sus prácticas, delimitación de los diversos campos de
intervención) se definen por una doble articulación: de una parte, con el análisis diacrónico de
la experiencia construida durante el proceso de trabajo institucional; de la otra, con una
concepción teórico-clínica acerca de la problemática de la discapacidad mental, según la cual
su terapéutica no puede disociarse de los contextos familiar, institucional y social en que se
manifiesta. Dar cuenta de este recorrido iniciado en el año 2000 permite visualizar la
dimensión instituyente de las prácticas del Centro de Día, el cual aparece situado como un
espacio creado y recreado a partir del conjunto de experiencias que en él se suscitan, y cuyos
objetivos se redefinen en virtud de la procesualidad que le es inherente.
Dicha procesualidad es la que se expresa en las diversas etapas que fue transitando el trabajo
institucional. Así, nuestro proyecto inaugural tuvo por eje la implementación y puesta a punto
de una toma de posición institucional (formación del equipo, organización de los grupos,
articulación interdisciplinaria) en la cual la diversificación del campo de estimulación y la
centralidad de la experiencia vincular constituyeran la base de procesos de orden terapéutico.
De este modo, a lo largo del año 2000 se situaron coordenadas decisivas en la tarea de
CETEI: la habilitación de un encuadre que promueve procesos de estructuración subjetiva a
partir de la experiencia compartida, la instauración de una modalidad de relación simétrica y
acorde a las necesidades e inquietudes propias de la edad y situación de sus concurrentes, la
formalización de un espacio de orientación y reflexión con sus familiares, la producción de un
marco interdiscursivo de lectura acerca de las distintas prácticas especializadas y sus alcances,
la apertura de espacios de formación y de práctica para estudiantes de carreras vinculadas con
este campo de actividad y la promoción de vertientes de elaboración teórica respecto de la
labor institucional, tanto mediante la producción de artículos y ensayos como a través de la
participación en jornadas, congresos y otros ámbitos de producción científica y académica.
Durante el año 2001, el Proyecto Institucional de CETEI priorizó la consolidación del formato
prestacional del Centro de Día, dinamizando los procesos de admisión y egreso de pacientes e
intensificando el potencial de contención del encuadre. Como efecto de dicho recorrido, se
perfila una modalidad operativa que posibilita la puesta en cuestión del supuesto de cronicidad
que suele atribuirse a los cuadros de discapacidad mental, a la vez que comienza a
visualizarse la idoneidad de este espacio para operar terapéuticamente con pacientes en los
que el retraso mental o bien no constituye el elemento predominante del cuadro (por su
imbricación con procesos de orden psicótico), o bien se expresa en un plano funcional como
decurso de un proceso deteriorante.
El Proyecto Institucional de CETEI para el año 2002 destacó dos conjuntos de objetivos: en lo
que respecta al programa terapéutico, se planteó la profundización de los recursos y
dispositivos orientados a favorecer la inserción de los pacientes en espacios comunitarios y
sociales, a la vez que sostener el encuadre diseñado para la realización de las diferentes
actividades institucionales; en cuanto a la organización y dinámica del Centro de Día, se situó
el objetivo de establecer un criterio de conformación de los grupos que, sin limitar su fluidez,
permitiera dar cuenta de los requerimientos específicos desde una perspectiva adecuada al
perfil de la demanda de admisión, y más elaborada que la basada en una -teóricamente
discutible y empíricamente imprecisa- gradación de niveles de retraso mental.
La elaboración del Proyecto Institucional 2003 tuvo por referencia la articulación de nuestra
práctica institucional con el contexto social, según dos ejes: el primero, en base al impacto de
la situación de crisis generalizada que se extendió durante todo el año anterior en nuestro país
(tanto en el plano social y económico como en el lazo social, la producción social de sentido y
la subjetividad) y su repercusión en el ámbito institucional (no sólo precarizando su estabilidad
desde el punto de vista económico, sino también convocando al Centro de Día a operar en una
función de “refugio”, desde donde se pudieran jugar las condiciones de reconstrucción de la
previsibilidad, la contención y la estabilidad psíquica y vincular); el segundo, proponiendo la
consolidación de los dispositivos de integración a la comunidad de nuestra práctica
institucional, de modo tal que la ampliación cuantitativa de instancias de inserción se
acompañe de una rotación cualitativa del uso del espacio público (reedición en el último
trimestre del año de los Concursos de Manchas y de Cuentos Cortos realizados en octubre y
diciembre 2002 respectivamente, realización de muestras y exposiciones de los mismos, etc.).
El año 2004 tuvo por objetivo central la promoción de condiciones de estructuración creciente
de la experiencia psíquica y vincular de nuestros pacientes, teniendo por basamento la oferta
diversificada de propuestas y ámbitos de expresión (tanto discursiva como motriz, tanto
concreta como simbólica) que posibilitaran su articulación con el proceso elaborativo
desplegado en los diferentes encuadres terapéuticos, y apuntando a la integración de los
contenidos de la experiencia de tratamiento institucional a la lógica familiar y social. Así
también, el Proyecto Institucional se orientó a la progresiva sustitución del modelo basado en
la práctica profesional del consultorio por una lógica que trascienda la función meramente
rehabilitatoria y se incardine en el contexto de una estructura intersubjetiva de trabajo, de
modo tal que al reemplazo en 2003 del área de Kinesiología por un encuadre de Educación
Física, se agregó la sustitución análoga durante 2004 del área de Fonoaudiología por un Taller
de Expresión que -reflejando una concepción acerca del lenguaje más elaborada que la basada
en sus fallas, trastornos y disfunciones- promoviera efectos de estructuración de los procesos
comunicativos a partir de la creación de espacios de historización de la propia experiencia. Por
último, otro de los objetivos institucionales estuvo dado por la elaboración y transmisión de
materiales teórico-clínicos basados en la experiencia de trabajo de nuestro Centro de Día, así
como también la promoción de espacios de formación y discusión alrededor de las
coordenadas que atraviesan nuestra práctica, a fin de dialectizar dicha lectura con
experiencias provenientes de los diferentes campos discursivos. En dicho contexto se
inscribieron el dictado del Seminario “Lo institucional: lecturas desde las ciencias sociales” en
el Consejo Argentino para la Inclusión de las Personas con Discapacidad (CAIDIS), la
producción de un ensayo acerca de una experiencia desarrollada dentro del Taller de
Expresión de CETEI y la realización (por quinto año consecutivo) de la práctica de formación
dirigida a estudiantes avanzados de Psicología, Musicoterapia y carreras afines.
Para el año 2005, los objetivos centrales del Proyecto Institucional de CETEI impulsaron, en
primer término, la individualización de las estrategias de atención privilegiando los recursos
expresivos de cada paciente; en segundo lugar, la reintegración operativa de la experiencia
acumulada en los ámbitos sociales al conjunto de prácticas de taller, de modo de afianzar la
dimensión socializante de su dinámica; en tercer término, la consolidación de un modelo
terapéutico basado en el vínculo, la palabra y la construcción cooperativa de la experiencia;
por último, la continuidad en cuanto a la elaboración y transmisión de materiales teórico-
clínicos y la profundización de los espacios de formación y discusión. A su vez, se incorporaron
a dichos objetivos la búsqueda de medios de concreción de dos proyectos que se fueron
delineando a lo largo de nuestra práctica institucional: el primero impulsando, tanto en
espacios académicos y científicos como en ámbitos de planificación y gestión, la creación de
formatos de vivienda que pudieran contemplar las necesidades que algunas personas con
discapacidad presentan en cuanto a acceder a un espacio de vida alternativo; y el segundo,
dirigido a la ampliación del espacio operativo del Centro de Día, a través de la refacción y
adecuación del salón ubicado en la planta alta de nuestra sede.
Durante el año 2006, las coordenadas del Proyecto Institucional se desplegaron en base a
ciertos objetivos que, aunque situados como sucesivas mediaciones respecto del programa
terapéutico que desarrollan los concurrentes de CETEI, inciden según nuestro criterio en sus
condiciones de posibilidad: se trata, entre otros, de la promoción de efectos de contención
crecientes en el contexto familiar de cada paciente, de la consolidación de las instancias de
participación social y comunitaria que promueven ésta y otras instituciones, y de la
construcción de instancias de intercambio en el plano interinstitucional, dirigidas a reflexionar
y debatir acerca de aspectos y propuestas ligados con la práctica terapéutica e institucional.
El Proyecto Institucional trazado para el año 2007 abarcó aspectos diversos de la práctica de
CETEI, aunque unificados en función de su relación con condiciones de optimización del
alcance terapéutico del dispositivo y de su continua redefinición en virtud de la experiencia
construida por sus participantes. En tal sentido, posibilitó la puesta en marcha de un encuadre
individualizado orientado a la delimitación y concreción de Proyectos Personales, inscripto en
el marco de Área de Psicología, con miras a favorecer la plasmación en contextos familiares y
sociales de los procesos subjetivantes promovidos en el proceso de tratamiento de los
concurrentes. Del mismo modo, CETEI se incorporó como sede de prácticas dentro la
propuesta curricular de la carrera de Trabajo Social de la UBA, habilitando de este modo un
espacio sistemático de formación para estudiantes de dicho campo, y que se agrega al
destinado a los alumnos de la carrera de Psicología.
Durante 2008, los objetivos principales del Proyecto Institucional se orientaron a consolidar y
diversificar la relación con el contexto social, de modo tal de priorizar la inserción comunitaria
de la actividad institucional. Tales objetivos se delinearon en virtud de los avances observados
en dicho terreno durante los años anteriores, y se plasmaron a través de tres orientaciones
simultáneas: la primera, profundizando el alcance de las diversas estrategias de articulación
con la comunidad (Talleres de Periodismo, de Plástica y de Cerámica, Exposiciones, Muestras,
Concurso de Manchas); la segunda, jerarquizando la relevancia de la orientación social y
comunitaria dentro del programa de formación destinado a estudiantes de la carrera de
Psicología; la tercera, intensificando la labor académica y científica de CETEI, tanto mediante
la creación de nuevos espacios de formación como a través de la continuidad en la publicación
y transmisión de materiales teórico-clínicos vinculados con nuestra práctica, dando así impulso
a la construcción de una mirada alternativa sobre la labor institucional y la discapacidad
mental, a distancia de los modelos medicalizantes y patologizantes que hegemonizan este
campo de actividad.
En 2009, y en virtud de la experiencia de vida autónoma que tres concurrentes del Centro
(por motivos diversos) han comenzado a transitar, se plantea como objetivo la realización de
un conjunto de nuevas articulaciones entre las actividades desarrolladas en el Centro de Día y
las condiciones cotidianas de desenvolvimiento de cada concurrente en su ámbito doméstico, a
fin de visualizar y consolidar las vertientes de afrontamiento de proyectos de vida a futuro que
puedan prescindir del recurso a la institucionalización y, en el mayor grado posible, de la
gestión por terceros de la situación de cada persona con discapacidad. Dicho objetivo, a su
vez, encuentra niveles de resonancia significativos en el contexto social, en la medida en que
comienza a instalarse en la comunidad la necesidad de problematizar las políticas existentes
en el campo de la salud mental y de la discapacidad, y de dar cauce a iniciativas que
promuevan la desinstitucionalización y la construcción de instancias de inserción de las
personas en situación de desventaja social.
Para el corriente año, los objetivos centrales de nuestro Proyecto Institucional se sitúan en el
punto de cruce entre diferentes instancias que surcan su actividad, con el propósito de
generar entre ellas efectos de sinergia y potenciación. Se trata, así, de la simultánea
movilización de diversos vectores, de modo tal de suscitar nuevos campos de experiencia que
aborden y eluciden las consecuencias psíquicas y sociales de la actividad desarrollada hasta
aquí. Así, en lo que respecta a la dinámica de trabajo de CETEI, se delinean dos objetivos: el
primero, promoviendo la construcción de un encuadre específico que, aunque vinculado con
las restantes estrategias desplegadas en el ámbito institucional, desarrolle un proyecto
sistemático basado en actividades de Recreación y Socialización, dirigido a establecer vías más
sólidas de desenvolvimiento en el espacio social; el segundo, impulsando la implementación
de una configuración operativa organizada en base a cuatro grupos de concurrentes, a fin de
ampliar y complejizar tanto el marco de abordaje como la composición del equipo de CETEI.
Por otra parte, en lo que respecta a la actividad científica y académica de CETEI, se establecen
tres objetivos principales: el primero, promoviendo la incorporación de los actuales espacios
de formación a la oferta curricular de la Facultad de Psicología de la UBA, como práctica pre-
profesional para estudiantes avanzados de la carrera; el segundo, dirigido a consolidar la
experiencia iniciada en 2009 por la cual -mediante la formalización de un acuerdo de
colaboración establecido con la Universidad de Zaragoza- nuestro Centro de Día se localiza
como sede de prácticas internacionales intensivas destinadas a graduados en disciplinas
relacionadas con el campo de la salud mental provenientes de esa Universidad; el tercero,
propiciando la realización de una Jornada organizada por nuestra institución y dirigida a
consolidar la producción teórica y clínica sobre nuestra práctica, de modo tal de profundizar
las vías de discusión, reflexión y construcción acerca de las diversas determinaciones que
convergen en este campo de trabajo interdisciplinario.
Objetivos Generales
Se trata de una propuesta institucional orientada al despliegue de un programa preventivo y
terapéutico para aquellos adolescentes y adultos en situación discapacitante que demanden un
proceso dinámico de tratamiento. Si bien dicha propuesta fue diseñada en función de los
requerimientos de atención de personas con discapacidad mental en grado moderado o
severo, la demarcación diagnóstica asume aquí un valor exclusivamente referencial; en tal
sentido, no constituye una condición necesaria para el ingreso al Centro de Día (porque
algunos concurrentes presentan problemáticas complejas que, si bien imponen efectos
discapacitantes, no se encuadran en la nosografía del retraso mental), así como tampoco una
condición suficiente (porque el proceso de evaluación de personas con retraso mental puede
eventualmente desaconsejar su admisión y sugerir su orientación hacia otros campos, sean o
no institucionales).
El desenvolvimiento de esta perspectiva terapéutica supone que dicho proceso se desarrolle en
forma simultánea en relación a diferentes niveles de intervención, de modo tal de poder
trascender las limitaciones inherentes a cualquier concepción unilineal y reduccionista acerca
de la problemática de la discapacidad mental. Nuestra propuesta se dirige, por lo tanto, a
promover y suscitar efectos estructurantes en el plano individual, tanto como en el ámbito
familiar y en el contexto socio-institucional:
• en el plano familiar: generando un proceso participativo por parte del núcleo familiar y
afectivo del concurrente, ya que representa, por una parte, el ámbito donde se plasman en
forma privilegiada las condiciones de posibilidad de todo proceso de intervención
terapéutica, a la vez que aparece, por la otra, como la sede donde se instala la
problemática de la discapacidad mediante una específica organización vincular, cuyas
repercusiones dentro de la dinámica familiar reclaman una atención especializada y
sistemática;
♦ establecer un marco de trabajo con familiares, mediante el cual los referentes afectivos de
cada concurrente puedan acceder a una instancia de participación y compromiso con el
programa terapéutico implementado en cada caso, y donde se promueva un espacio de
reflexión acerca de la sintomatología que se consolida alrededor de la impronta que
produce la discapacidad mental en la convivencia cotidiana;
♦ reuniones, de frecuencia mensual, del Equipo del Centro de Día, en las cuales se evalúan
los diferentes programas de abordaje y se sitúan pautas en lo que respecta a su
desenvolvimiento, a la vez que se acuerdan los mecanismos que permitan garantizar los
medios más eficaces para el desarrollo de las diversas tareas;
Asimismo, dicho cronograma se articula con estrategias de intervención individual y/o grupal,
en función del Plan de Tratamiento de cada concurrente, desarrolladas por el Equipo Técnico
en los siguientes horarios:
EDUCACIÓN
AREA PSICOLOGÍA FÍSICA AREA PSICOLOGÍA AREA PSICOLOGÍA AREA PSICOLOGÍA
9.00 A 15.00 HS. 9.00 A 15.30 HS. 9.00 A 15.00 HS. 9.00 A 15.00 HS. 9.00 A 15.00 HS.
EDUCACIÓN
EDUCACIÓN TRABAJO
FÍSICA AREA PSICOLOGÍA MUSICOTERAPIA
FÍSICA SOCIAL
12.00 A 15.00 HS. 9.00 A 15.00 HS. 9.00 A 12.00 HS.
9.00 A 15.30 HS. 13.00 A 16.00 HS.
Grupo I: está integrado en forma predominante por pacientes adolescentes quienes, por las
características derivadas de su cuadro y por los requerimientos propios de su etapa evolutiva,
demandan un programa de atención más individualizado, con asistencia continua por parte del
orientador y de amplio rango estimulatorio.
Los objetivos centrales del tratamiento se dirigen a favorecer los procesos de estructuración
de la subjetividad, la expansión significativa del entorno social y la consolidación y
complejización de los hábitos de la vida diaria.
Grupo II: está integrado por pacientes adultos que presentan un cuadro de retraso mental
moderado (eventualmente profundizado por trastornos del psiquismo), y que requieren un
encuadre promotor de crecientes niveles de autogestión, bajo el formato de talleres
preocupacionales.
Los objetivos principales del tratamiento están dados por la estimulación del potencial de
desenvolvimiento autónomo, creativo y basado en la propia iniciativa (y su expansión a los
distintos ámbitos de inserción), la consolidación de las adquisiciones referidas a las actividades
de la vida diaria y la elaboración, desde un enfoque terapéutico individualizado, de un
proyecto de vida acorde a las posibilidades y a los condicionamientos estructurales y
situacionales de cada paciente.
Grupo III: está integrado por concurrentes adultos, en los cuales la problemática de retraso
mental puede eventualmente interactuar con la presencia de trastornos psicomotrices de
diversa intensidad, y cuya posición exige la localización de un coordinador como soporte
estructurante de la propia experiencia.
Los objetivos principales del tratamiento se orientan a propiciar condiciones de mayor
autonomía en el desempeño institucional, familiar y social, a través de un programa de
atención estructurado en base a una estimulación intelectual y motriz intensiva (incorporada a
cada una de las prácticas y actividades grupales) y a favorecer la ampliación de las instancias
de socialización y de interacción de cada paciente por la vía de la expansión del potencial de
desenvolvimiento en las actividades cotidianas, a través de la adquisición de hábitos básicos
de la vida diaria.
Requisitos de ingreso
Las condiciones de ingreso que pauta nuestro Centro de Día están orientadas a desarrollar un
proceso de admisión (cuya duración aproximada estimamos en 10 días) a partir del cual el
equipo de trabajo podrá determinar la conveniencia o no del ingreso del solicitante, a partir de
los siguientes elementos de análisis:
• diagnóstico de la situación del grupo familiar, que permita precisar las posibilidades y
recursos disponibles en la familia para sostener y acompañar el proceso terapéutico a
desarrollar con el concurrente.
Requisitos de egreso
Las condiciones de egreso de cada concurrente estarán dadas por alguna o algunas de las
siguientes circunstancias:
• modificación en la estructura funcional del paciente, de forma tal que reúna condiciones
que le permitan acceder, en términos de inserción social, a la esfera del trabajo en alguna
de sus diferentes variantes, o bien a condiciones de autonomía equivalentes;
• detención o fijación de los objetivos del plan de tratamiento, cuya posibilidad de extenderlo
podría suscitar efectos iatrogénicos u operar como factor de cronificación.
Capacidad total
El Centro de Día cuenta con instalaciones que permiten brindar tratamiento a 40 concurrentes
de ambos sexos, mediante esquemas operativos organizados por grupos (de 10 integrantes
como máximo) y en espacios de trabajo diferenciados.
Retomarnos aquí los aportes de M. Mannoni, cuya obra ha sistematizado una crítica decisiva tanto hacia
1
la arbitrariedad de los criterios de clasificación de la discapacidad mental, como respecto de los efectos
desubjetivantes suscitados por dicha clasificación. Véase, fundamentalmente, su libro El Niño Retardado
y Su Madre (Ed. Paidós, Buenos Aires, 1992).
La especificidad de dicha categoría deberá situarse, entonces, alrededor de la revisión y
problematización de su condición de constructo social, ya que las diferentes definiciones
acerca de la discapacidad mental -así como de las técnicas indicadas para su intervención- son
efecto de una procesualidad que debe ser contemplada críticamente y deconstruida en forma
sistemática2. Esto no significa, desde luego, descalificar el papel que eventualmente pueden
jugar factores de orden orgánico en la causación del retraso mental; lo que aquí se cuestiona
es la adhesión incondicional a la atribución de un carácter determinante a dichos factores.
En tal sentido, nuestro enfoque se asienta en una mirada no psicopatologizante que, evitando
rotular desde un síndrome, implica una toma de distancia respecto del recurso a tratamientos
estandarizados y a técnicas preestablecidas cuya rigidez puede y suele suscitar efectos más
limitantes que los derivados del déficit orgánico. Será preciso trascender, pues, la estrechez
de aquellas concepciones que sitúan a la discapacidad mental en términos de una
configuración estructural que impone limitaciones (sea en el plano del aprendizaje, la
inteligencia, la sensorialidad, el lenguaje, la vincularidad, etc.) a la constitución de la
subjetividad y, desde allí, a la posibilidad de inserción social, dado que las mismas
desconocen, según nuestra perspectiva, el hecho de versar sobre una categoría atravesada
por una serie de significaciones y definiciones enlazadas con mecanismos de medicalización,
institucionalización, exclusión y segregación; efectos sin cuyo previo desmontaje ningún
programa terapéutico podría prevenir tanto su continuidad como su reproducción.
Nuestra propuesta se orienta, de este modo, a considerar la discapacidad mental como una
categoría amplia, heterogénea y diversificada sobre la cual convergen diferentes planos de
determinación:
Entendiendo que el concepto de deconstrucción (sustentado por Lyotard y por otros referentes teóricos
2
del pensamiento post-moderno) asume aquí la función de un operador epistemológico, condición de una
aproximación crítica hacia la herencia intelectual legada por el ideal de racionalidad propio de la
modernidad.
ya una instancia de elucidación y reflexión respecto de los diferentes enfoques que han guiado
la atención y tratamiento de personas con discapacidad mental, algunas de cuyas propuestas
aparecen aquí recuperadas e inscriptas dentro de una estrategia de abordaje interdiscursivo.
Así, los aspectos preventivos de este programa estarán dados por la implementación de un
conjunto de prácticas y actividades grupales dentro del ámbito institucional que, en tanto
posibilitadoras de la expansión y enriquecimiento del campo experiencial y vivencial de cada
paciente, permitirán evitar los efectos deteriorantes que la falta de estimulación y contacto
interpersonal pueden producir. Este es el punto de arribo de algunos de los enfoques que han
prevalecido en la atención de personas con discapacidad mental, los cuales han privilegiado el
efecto de contención y estabilización que la participación en espacios y actividades grupales
puede suscitar3. No obstante, se trata de un modelo de intervención en el cual la integración
(concebida en términos adaptativos) al interior de la institución se consolida a expensas de la
exclusión respecto de los escenarios sociales; por tanto, sostenemos que la consecución de
este objetivo sólo tiene validez en cuanto instanciación particular de un proceso dinámico más
amplio, en el cual sean incorporadas otras dimensiones de intervención y abordaje.
Por su parte, los aspectos asistenciales del programa se derivarán del dispositivo de atención
interdisciplinario que, a través de las diferentes estrategias especializadas de intervención, se
orienta a operar efectos rehabilitatorios en la situación de cada concurrente y, por añadidura,
en su red de interrelaciones. Este ha sido, a su tiempo, el objetivo priorizado por otra
vertiente del trabajo institucional, según la cual la especialización técnica y profesional del
equipo de atención posibilitaría el acceso de cada paciente a determinados logros prefijados
con anterioridad (sean éstos situados en el plano psicoterapéutico, en la esfera educativa o en
el terreno ocupacional). Este enfoque, sin embargo, presenta una serie de puntos críticos que
merecen ser destacados: en primer lugar, su dificultad para trasladar las adquisiciones hacia
otras esferas de la vida social (laboral, familiar, comunitaria); en segundo término, los
obstáculos que se presentan para establecer los criterios de la finalización del tratamiento o
del abordaje, dado que las diferentes técnicas de atención se desarrollan según ritmos que les
son propios y, por tanto, evolucionan asimétricamente; por último, y estrechamente ligado
con el anterior, la complejidad que muestra la búsqueda de una convergencia de las prácticas
profesionales, dado que es inherente a este modelo de trabajo la tendencia a fragmentar a la
persona con discapacidad en “partes” que resultarían patrimonio exclusivo de cada
especialidad. Las limitaciones de este enfoque nos impulsan, pues, a avanzar otro paso en la
configuración del dispositivo institucional, de modo tal de articular los alcances terapéuticos de
la intervención en términos extrainstitucionales.
Los aspectos terapéuticos del programa, por tanto, estarán dados por la inscripción de los
diferentes logros y adquisiciones producidos por cada concurrente a lo largo de su tratamiento
dentro de un proyecto de vida propio y singular, de modo tal que dicho proceso involucre una
ubicación activa del sujeto respecto de su relación con los otros, su futuro y su inserción en el
plano social. Objetivo que, si bien aparece explícitamente animando una serie de políticas
legislativas y de estrategias comunitarias, sólo puede ser viable en la medida en que sea
precedido por la configuración de un conjunto de condiciones estructurales que promuevan y
reconozcan en cada paciente la dimensión de agenciamiento4 de su propia conducta.
3
El concepto de “instituterapia”, hoy prácticamente en desuso, ha brindando sin embargo a su tiempo un
marcado respaldo a este enfoque ambientalista; según esta perspectiva, la mera participación dentro de
un ámbito institucionalizado ya suscitaría efectos promotores de la salud para el paciente. La institución
así definida estaría conformada por un conjunto de características organizativas, funcionales y vinculares
que, siendo situadas per se como fundamento constitutivo y excluyente del accionar terapéutico, no
requerirían entonces el aporte de ninguna instancia complementaria de elucidación o autocrítica para la
definición, consecución y revisión de los objetivos trazados.
4
Carácter agencial de la conducta humana que, al tiempo que reivindica la productividad inherente a la
estructura de la psique, vehiculiza una concepción activa del sujeto en radical oposición respecto de las
posiciones (tales como la de beneficiario o receptor de políticas sociales) que lo designan en tanto
producto objetivable de la estructura social. Tal como aparece expuesto y desarrollado por C.
Castoriadis, este plano de agenciamiento involucra una dimensión irreductible de potencialidad creadora
y autotransformadora. Véase, sobre todo, su ensayo El Psicoanálisis, Proyecto y Elucidación (Ed. Nueva
Por lo tanto, pensamos que no es ya la regularidad en cuanto a rasgos y síndromes, sino la
singularidad de cada sujeto y su irrepetible trayecto vivencial los que deberán situarse como
planos privilegiados de abordaje, de modo tal de establecer el mayor grado de consistencia
entre aquello que constituye las necesidades, intereses, anhelos y potencialidades del paciente
y el programa de prácticas y actividades que desplegará en su experiencia institucional. De
esta forma, adquiere preeminencia la configuración de un diagnóstico situacional de la persona
con discapacidad, con las particularidades que para cada uno suponen su contexto social y
familiar, su posición y la de sus otros significativos respecto de su problemática, su
estructuración subjetiva y sus modalidades vinculares, sus expectativas y necesidades de
tratamiento, y las motivaciones e intereses a partir de los cuales nuevas adquisiciones sean
posibles. Este enfoque se dirige, entonces, a promover un espacio de intervención terapéutica,
no en base a una programación de prácticas y actividades compulsivas, sino a partir de los
indicadores que se desprenden de la situación de cada concurrente, e incorporando todos los
vectores extrainstitucionales disponibles (familia, recursos comunitarios, espacios colectivos) a
fin de generar un marco amplio que concentre las condiciones más propicias para el desarrollo
del tratamiento.
Si, tal como planteamos, la necesidad de priorizar la singularidad de cada paciente constituye
una condición ineludible para su inclusión en un programa terapéutico como el propuesto (en
la medida en que éste se articula con la particular configuración que el sujeto construye
respecto de su problemática), la participación de la familia en dicho programa asume, desde
luego, un lugar de central relevancia. En efecto, la posición que el paciente ocupe dentro de la
dinámica familiar, el estatuto otorgado a la problemática del sujeto y la trama argumental que
sobre ella se construye, la función productora y reproductora de sentidos y significaciones
cruciales para la constitución y afirmación de la identidad del sujeto, y el grado de
generalización y expansión de la problemática de la discapacidad como síntoma que atraviesa
el marco familiar, constituyen algunos de los factores por los cuales consideramos que el
posicionamiento de la familia del concurrente debe ser protagónico durante el transcurso del
tratamiento.
Nuestra posición ante la discapacidad mental supone, de este modo, implementar una
estrategia institucional que atraviese los sucesivos niveles de articulación mencionados (un
marco terapéutico, asistencial y recreacional desde un enfoque interdisciplinario, un programa
de tratamiento y seguimiento singularizado, condiciones de inclusión y participación del núcleo
familiar del concurrente en su abordaje, espacios de inserción social y participación
comunitaria), de forma tal de propiciar mediante este movimiento transversal la potenciación
de las posibilidades operativas, expresivas, de aprendizaje, recreativas y comunicativas
inherentes a cada sujeto.
Buenos Aires
Enero de 2010