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ACUSTICA DE SALAS DOMESTICAS 3/19/10 5:27 PM

Diseño y estudio de salas de audio


domésticas

ESTACIONARIAS, RESPUESTA EN GRAVES Y MEDIDAS DE SALA

Al ser sus longitudes de onda mucho mayores que las proporciones habituales en salas domésticas (a 20
Hz su longitud de onda aproximada es de 17 metros) el principal problema son las bajas frecuencia, que se
verán modificadas (en presión) en mucha más medida que los valores que pueda imprimir cualquier otro
componente (altavoz, amplificador, etc) y siguiendo unos patrones concretos que responden puramente a leyes
físicas.

Esto nos lleva primero a hablar de estacionarias, que como su propio nombre indica, son las frecuencias a
las que la distribución de presiones está estacionaria en dicha sala. Pero, ¿porqué ocurre esto?

Consideremos una sala regular


(superficies paralelas; paredes,
suelo y techo) concreta, con sus
medidas de largo, ancho y alto, y
una temperatura ambiente dada
(que será el principal factor que
determine la velocidad del sonido, y
por ende, frecuencias). Si tomamos
la medida de cada eje y dividimos
la velocidad del sonido entre el
doble de la medida de cada eje (en
metros por segundo y metros
respectivamente) obtendremos tres
frecuencias concretas, correspondientes a cada uno de los tres ejes de la sala. Estas son las que llamaremos
fundamentales de cada eje, qué ocurre a esa frecuencia cuya longitud de onda (en realidad de un semiciclo)
coincide con la medida del eje. Si dibujamos la onda senoidal en dicho eje, veremos que empezando por un
máximo (en el límite de la sala; pared, suelo o techo) varía la onda hasta cero (justo en el centro de dicho eje)
y vuelve a un máximo de sentido contrario (en el límite opuesto; pared, techo o suelo) y cuando rebote en ese
otro límite volverá por el mismo camino describiendo la misma curva, por tanto la onda permanece estacionaria
mostrando siempre en los mismos puntos la misma presión. Y como vemos, siempre en los límites de la sala
(paredes, suelo, techo) será máxima esa presión (estacionarias axiales, producidas por la reflexión en dos
superficies paralelas. Hay otros dos tipos de estacionarias, tangenciales y oblicuas, producidas por las
reflexiones entre cuatro superficies y entre todas las superficies respectivamente, pero no las vamos a
considerar en este artículo. No obstante, en estudios más detallados bastaría añadir las tangenciales y obviar
las oblicuas).

Pero qué ocurre con los armónicos (frecuencias múltiplos enteros de esa fundamental) de dicha frecuencia,
que como su longitud de onda es justo una fracción entera, igualmente serán estacionarias, valga la
redundancia, por permanecer estacionarias a lo largo de dicho eje la distribución de presiones (bastaría dibujar
la onda senoidal correspondiente en dicho eje para verlo claramente), y lógicamente con máximos en los
límites. Como curiosidad, la fundamental de cada eje y sus armónicos mostrarán n puntos de mínima presión y
n+1 puntos de máxima presión equidistantes y alternados, siendo siempre máxima en los límites de la sala,
mínima justo en el centro para la fundamental y armónicos impares y máxima para los pares.

Y qué ocurre en esos puntos de máxima presión. Imaginad un ecualizador, con cortes a cada una de las
frecuencias que corresponden a estacionarias (fundamentales de cada eje y sus armónicos) en cada eje, pues
que en cualquier punto exceptuando los de mínima presión, esa sala incrementará la presión a dicha frecuencia
(la que corresponda según eje y estacionaria) hasta el máximo que corresponda en el punto de máxima presión
(este incremento puede suponer hasta +16 dB respecto a lo que sería una respuesta plana, de la sala). Ahora
solo imaginad que hay tres ejes, que en cada eje hay varias estacionarias, e imaginad esa distribución de
máximos y mínimos de presión, para cada eje y para cada estacionaria, ¿complejo, verdad?

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Entonces, cómo hacer para mitigar este maremagno de presiones y hacer que afecte lo mínimo posible a
nuestra instalación, en definitiva, para obtener la respuesta más plana posible en bajas frecuencias. Ni más ni
menos que localizar la posición de altavoces y oyente donde excitemos lo menos posible esas estacionarias y a
su vez percibamos lo menos posible esos incrementos de presión a las mismas. Por tanto, como buscamos
excitar lo menos posible esas estacionarias (de baja frecuencia) habremos de colocar el foco de las mismas
(que no es otro que el altavoz de graves de nuestras cajas, por tanto es lógico pensar que la posición de cajas
debe hacerse respecto a ese foco; centro y frontal del cono de graves) en un punto del espacio donde a ser
posible la presión a cada estacionaria en cada eje sea mínima y lo más homogénea entre todas. E igualmente
con el oyente, donde perciba con la menor presión toda esa misma amalgama de frecuencias; respecto al punto
de escucha deberá ser el centro de la cabeza y a la altura del oído. De ahí la versatilidad de un monitor
respecto a la acústica de la sala, ya que nos permitirá mayor libertad de movimiento en los tres ejes. Todo esto
generalmente se hace hoy día con ayuda de herramientas informáticas, pues sería ardua la tarea para hacerla
a mano.

Una prueba curiosa donde ver estos fenómenos y sencilla de realizar; podemos generar un tono a la
frecuencia de una estacionaria concreta (con un ordenador y grabarlo en CD-R, con un generador de tonos, con
un disco de pruebas, etc), y reproducirlo en nuestro sistema. A continuación y mientras se reproduce dicho tono,
ir desplazándonos a lo largo del eje a que corresponda dicha estacionaria, desde un límite (paredes
generalmente, es más cómodo probar con estacionarias del eje largo o ancho, por razones obvias) hacia el
otro, y oiremos claramente cómo la presión es máxima, e irá alternándose a mínima y máxima hasta acabar en
la pared opuesta de nuevo en un máximo. De hecho puede ser que incluso al llegar a la zona de mínimo hasta
dejemos de percibir ese tono, y en la zona de máximos (pegados a las paredes es la más fácil de localizar)
llegue a hacerse insoportable.

¿Y qué hay de las proporciones de la sala? Desde luego no todas son iguales, aunque la inmensa mayoría
de las veces, es la que hay y pocas opciones de cambiar sus medidas tenemos. Pero hablando en términos
absolutos, hay soluciones mejores que otras.

Como hemos visto, las estacionarias se relacionan directamente con las medidas de cada eje, de ahí que si
una sala tiene dos o sus tres ejes idénticos en medida (o múltiplos enteros unos de otro) coincidirán sus
estacionarias (en frecuencia), lo que supone un incremento mayor aun en esos máximos de presión,
descontrolando aun más las bajas frecuencias. Así que como primera norma, hay que huir de salas cúbicas,
medidas múltiplos en sus ejes, o que coincidan en dos ejes.

¿Hay alguna proporción adecuada? Hay varios métodos para su cálculo, como es utilizar el número Fi (? =
1,618033989) para partiendo de un eje, calcular los otros como múltiplos de Fi por este primero. En definitiva,
podrían resumirse todas como el obtener unas proporciones que resulten de distribuir sus estacionarias lo más
homogéneamente posible, esto es, nunca más juntas dos contiguas (en frecuencia, independientemente del eje
a que correspondan) del 5% de su valor, ni más distantes de 20 Hz.

Ya tenemos la sala, hecha a medida o no, que nos permitan o nos hayamos permitido, que mejor nos
convenga desde el punto de vista acústico. ¿Y en qué rango estudio las estacionarias en mi sala?
Genéricamente se recomienda entre 20 y 300 Hz, pero en la práctica cada sala es única (salvo que la
repliquemos tanto en medidas como materiales, acondicionamiento, etc).

Ese rango será en cada caso desde la resonancia baja de la sala, que no es otra que la correspondiente a
su mayor eje, por el extremo más bajo. Y por la parte más alta dependerá del RT de la sala (tiempo de
reverberación, es el tiempo que tarda una señal en decaer 60 dB desde que deja de emitirse), por tanto de los
materiales de la misma (superficies y coeficientes de absorción de los mismos), y del volumen de la sala (en
metros cúbicos; multiplicar los tres ejes de la misma) según la siguiente relación: (1849 * RT) / Volumen.

De este modo tenemos el rango concreto donde se deberían estudiar las estacionarias en nuestra sala
concreta, y en consecuencia, la ubicación de cajas y oyente como solución a una óptima respuesta plana de la
sala a dichas frecuencias.

Vamos a complicar más las cosas. ¿Qué ocurre con mis altavoces y su respuesta en frecuencia? ¿Cómo
afecta esto respecto a todo lo visto? Todos los fabricantes de cajas ofrecen un rango de respuesta de la caja,
esto no quiere decir generalmente que la caja (vamos a ocuparnos del extremo bajo, que es el que nos interesa
en este punto) no llegue más allá de dicha frecuencia, sino que su curva de respuesta decae bruscamente a
partir de ahí (generalmente si no se especifica otra cosa, la respuesta ofrecida por el fabricante suele ser

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dentro de un margen de +/- 3 dB).

Pero qué ocurre si nuestras cajas nos dicen que bajan hasta 60 Hz, pero la resonancia baja de nuestra sala
es de 30 Hz (el largo de la sala es aproximadamente 5,7 metros). Fácilmente podemos deducir con lo visto
hasta ahora, que a poco que estudiemos y conjuntemos todo, podríamos extender la respuesta del sistema (ojo,
no de la caja puesto que no la estamos modificando, sino que nos apoyamos en la acústica de la sala y el
efecto de frecuencias estacionarias) buscando esa posición donde compensemos con la sala la caída que tiene
la caja, de modo que podamos en la posición de oyente percibir una respuesta más o menos plana hasta esos
30 Hz. De hecho esto es así en cualquier sala donde se hace un estudio a fondo de su acústica, ubicación de
cajas, etc, siempre que se busque naturalidad, y por ello casi siempre en estas instalaciones se prescinde de
subwoofer independiente de las cajas principales en aplicaciones de audio puro.

En resumen, qué conseguimos buscando nuestra sala con las proporciones más adecuadas y situando de
manera óptima las cajas y oyente dentro de la misma. Básicamente extender la respuesta de nuestras cajas, y
obtener en la parte baja de frecuencias una curva de respuesta lo más plana posible.

INSONORIZACIÓN DE LA SALA DE AUDIO

No debemos confundir la insonorización con el acondicionamiento de la sala. Lo primero se limita a aislar la


sala de ruidos externos, así como evitar que el sonido interior se perciba desde el exterior.

Aunque es una tarea difícil de realizar la mayoría de las veces, es algo igualmente muy a tener en cuenta
cuando se diseña de manera pormenorizada una buena sala de audio, e igualmente muy recomendable cuando
tenemos problemas extremos de ruido o posibilidad de molestar nosotros a algún vecino.

Existe una normativa aplicable en cuanto a condiciones acústicas en edificios, la Norma Básica de la
Edificación NBE-CA88, donde se detalla desde características de materiales, soluciones, niveles de ruido,
fuentes de ruido, etc, y que debiera cumplir cualquier vivienda, tanto del ruido exterior como en separación entre
viviendas (tanto en horizontal como en vertical). Un dato extraído de la misma, en un edificio destinado a
residencia privada, en un dormitorio el nivel de inmisión de ruido recomendado es de 40 dBA durante el día, y
30 dBA durante la noche. Realmente si relacionamos la presión sonora con la frecuencia, se obtienen una serie
de curvas, una de ellas las llamadas curvas NC (acrónimo en inglés de noise criteria), representan el nivel de
ruido asociado a cada banda de octava entre 63 Hz y 8 KHz, sería más lógico hablar de la curva NC asociada
a cada estancia.

Se dice que una estancia cumple con una especificación NC si el nivel de ruido de fondo en cada banda de
octava permanece por debajo del valor de la curva NC correspondiente. De todos modos hay que puntualizar
que esta tarea es compleja de implementar, y generalmente cara. Como referencia, las instalaciones con mejor
grado de insonorización (estudios de grabación, locutorios de radio, etc) no suelen bajar de un nivel de inmisión
de ruido de 20 dBA (medido como nivel global de presión sonora, equivaldría a una NC 15), el cual es un nivel
más que respetable. Para nuestras salas de audición lo recomendable (aunque difícil de conseguir la mayoría
de las veces) sería que cumpliese una especificación entre NC 15 y 25, lo que equivale a un nivel de inmisión
de ruido entre 28 y 38 dBA de nivel global.

El porqué aislar del ruido que podamos emitir nosotros al exterior es obvio, sobre todo cuando vivimos en
una comunidad de vecinos ¿Porqué aislarnos en caso de inmisión hacia nuestra sala? Igualmente obvio si del
exterior tenemos fuentes generadoras de ruido elevadas (autovías, aeronaves, industrias, etc). Pero ¿tan
importante es?

Vamos a comentar por encima algunos aspectos de psicoacústica de un modo sencillo. Si tenemos un
umbral de ruido de 50 dBA, cualquier sonido que reproduzcamos con un nivel igual o inferior a ese umbral,
quedará enmascarado y nuestro sistema auditivo y cerebro no será capaz de distinguir o identificar claramente.
La única solución es tener un umbral lo suficientemente bajo como para que cualquier sonido, por tenue que
sea, que reproduzcamos en nuestro sistema no se vea enmascarado por el ruido de fondo.

¿Cómo llevamos a
cabo esa
insonorización? Para
ello hay que considerar
cómo se transmite el
ruido y qué medios y

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métodos tenemos para


atenuarlo. Lo primero,
el ruido puede
transmitirse vía aérea
y estructural, esto es a
través del aire o a
través de la propia
estructura del edificio.
El principal problema
es la transmisión
estructural, a través de
los elementos rígidos del edificio (pilares, tabiques, forjados, etc) ya que están todos irremediablemente en
contacto entre todas las viviendas y cuanto más sólido es el medio de transmisión, más rápido viaja la onda
sonora. Sobre métodos, basándose en la ley de masas, cuanto más denso (pesado) sea el medio delimitador
(tabiques separadores, forjados entre plantas), mayor será la atenuación. Pero esto desde el punto de vista
práctico en la construcción resultaría cuanto menos descabellado (para un aislamiento efectivo según marca la
norma, sería tal el peso que soportaría la estructura del edificio que lo hace inviable, además de caro). Así que
en la práctica se utilizan soluciones del tipo masa-resorte-masa que no es otra cosa que combinar estructuras
rígidas con absorbentes en medio, de forma que con mucho menos espesor y peso, mejora el grado de
aislamiento.

Ahora solo queda llevar a la práctica todo ello. Así observamos que en un edificio de viviendas, para un
grado de aislamiento realmente efectivo, pasa por construir una habitación dentro de otra (para exponerlo de
una forma sencilla) de modo que se minimicen los contactos estructurales, utilizando materiales con varias
capas (tipo tabiques de Pladur) que combinen un material absorbente entre dos capas rígidas (en la NBE-CA88
se exponen valores de atenuación con diversos materiales comunes de construcción, en paredes sencillas,
dobles con cámara de aire, rellena la cámara de material absorbente, etc). También destacar que un problema
añadido y que merece especial mención son las puertas y ventanas, al ser desde el punto de vista del
aislamiento, elementos más débiles que la propia obra del edificio, aunque hoy día existen soluciones muy
aceptables, aunque generalmente caras (carpinterías con rotura de puentes acústicos, cristales dobles,
laminados, puertas con estructura sándwich, etc).

Aunque hasta ahora no se ha mencionado, como todos los valores relacionados con el sonido, el grado de
aislamiento está relacionado con la frecuencia, en realidad sería más lógico hablar de una curva de aislamiento
en función de la frecuencia. Y relacionando la frecuencia con la energía que el sonido tiene y con la longitud de
onda, es fácil deducir que el aislamiento resulta siempre más fácil lograr para altas frecuencias que para bajas.

A efectos prácticos, aunque el acondicionamiento de la sala es algo muy distinto del aislamiento, siempre
que coloquemos material absorbente dentro de la sala (techos acústicos, moquetas, cortinas, etc) además de
disminuir el RT total de la sala (estamos absorbiendo parte de la energía que llevan las ondas sonoras)
estaremos disminuyendo la energía que estamos irradiando hacia el exterior de nuestra sala (menos molestias
para nuestros vecinos) sobre todo a altas frecuencias, ya que la energía que retiene el absorberse se
transforma en calor dentro del mismo, no llegando con la señal de audio al exterior. Aunque repito, esto no deja
de ser una solución parcial muy rudimentaria.

En resumen, una buena insonorización resulta compleja y cara de implementar, pero nos asegura una baja
inmisión y emisión de ruidos (del exterior hacia el interior y viceversa, respectivamente) cosa muy a tener en
cuenta para obtener un umbral bajo, lo que nos asegura una correcta percepción en pasajes con una muy baja
presión sonora, y no menos importante, por las buenas relaciones con los vecinos.

ACONDICIONAMIENTO DE SALA; ABSORBENTES Y DIFUSORES

Una vez que tenemos la sala, la hemos insonorizado, hemos ubicado los altavoces y el punto de escucha,
nos quedan las reflexiones de las paredes, suelo y techo, que habremos de tratar igualmente.

Siguiendo con lo que comentamos en el primer apartado, el rango donde debíamos estudiar las
estacionarias de la sala y su cálculo, hay otras dos zonas de frecuencias que podíamos diferenciar por el
distinto comportamiento que tienen las ondas sonoras y el distinto tratamiento por tanto que se hace de ellas.
Desde la frecuencia más alta donde actúan las estacionarias y hasta cinco veces dicha frecuencia se denomina
banda de transición, donde las ondas sonoras tienen un comportamiento de difracción, sería recomendable una
buena difusión. Desde esta última frecuencia en adelante, las ondas sonoras se comportan como la luz

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(reflexiones especulares debido a sus relativas cortas longitudes de onda) y es en esta zona donde se
determinan los puntos de primeras reflexiones y donde se utilizan los absorbentes (centrados en esos puntos
de primeras reflexiones). A partir de este rango es donde generalmente utilizo y recomiendo difusión, por varios
motivos; las proporciones del difusor son adecuadas para instalarlos en salas domésticas, e igualmente la
difusión ayuda a mejorar la espacialidad de la escena sonora.

Hablemos ahora sobre las Reflexiones tempranas de orden 1 en paredes.


reflexiones. Se consideran primarias
aquellas que son de orden menor o
igual a tres (se reflejan máximo en
tres superficies antes de llegar al oído
del oyente) y el oyente puede integrar
como parte del sonido directo (según
algunos estudios de psicoacústica,
aquellos sonidos con un retardo
menor de 50 ms, el cerebro los
integra como parte del sonido directo,
modificando el origen virtual o foco
del sonido, efecto Haas), estas se
estudian mediante la acústica
geométrica, y se corrigen con los
absorbentes (ver gráfica adjunta, reflexiones primarias de orden 1 en paredes). Las secundarias son de orden
mayor que tres, tienen retardos mayores y el cerebro las percibe como independientes del sonido directo, son
las reverberaciones y ecos, estos suelen presentar la misma energía en cualquier punto de la sala, por lo que
su estudio se hace estadísticamente.

Centrándonos en los materiales y mobiliario de la sala, conociendo los materiales empleados, sus
superficies y unidades, buscando los mismos en tablas que nos indiquen sus coeficientes de absorción
(realmente son curvas de absorción según la frecuencia), determinamos y modificamos el grado de absorción
de la sala, y con ello el tiempo de reverberación RT (tiempo transcurrido desde que una señal deja de emitir
hasta que esta decae 60 dB con respecto a la presión inicial). Generalmente el RT para salas domésticas debe
oscilar en torno a los 0,6 segundos, y su relación con respecto al volumen de sala, a mayor volumen, mayor
RT, en cuanto al grado de absorción, a mayor absorción, menor RT. Hay que diferenciar que para instalaciones
de cine en casa se recomienda menor RT que para audio, básicamente por tener mayor contenido en diálogos,
y un menor RT facilita la inteligibilidad de la palabra.

Como vimos en el primer punto, la elección de la sala, ubicación de altavoces y oyente nos aportaba la
solución a una respuesta de sala plana en bajas frecuencias, pero qué aporta la correcta absorción y difusión a
medias y altas frecuencias, y cómo deben ser estos elementos de acondicionamiento.

Los absorbentes son elementos que


retienen parte de la energía de las ondas
acústicas, haciendo que la onda reflejada
salga con menos energía que la incidente,
generalmente un absorbente comienza a
ser efectivo a partir de la frecuencia cuyo
¼ de onda se corresponde con el espesor
de dicho absorbente, o lo que es igual, a
mayor espesor la frecuencia a la que
comienza a absorber es menor. Otros
aspectos que influyen en la elección del
absorbente son su porosidad; a mayor
porosidad la absorción será mayor. Y la
densidad del mismo, cuanto mayor es
igualmente lo será la absorción, aunque
existen unos límites razonables, lo normal
es que esa densidad esté entre 40 y 70
kg/m3 y por lo general que nunca supere los 100 kg/m3 (hay un límite en el que el absorbente dejaría de
funcionar como tal, para volverse un reflector de las ondas sonoras que incidan en él). Hay otro factor a
considerar, la separación del elemento absorbente de la superficie rígida situada tras el mismo (generalmente
las paredes de la sala), si aumentamos dicha separación variamos la frecuencia efectiva del mismo, de modo

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que a mayor separación la frecuencia efectiva se hace menor en una proporción de d = ? / 4 (siendo d la
distancia a la superficie rígida y ? la longitud de onda de la frecuencia efectiva).

Se utilizan para mejorar y corregir la localización o escena sonora, su ubicación en salas domésticas se
hace centrándolos en las reflexiones de orden 1 en las paredes laterales y techo (igualmente se suele utilizar en
la pared frontal y suelo, aunque se podría combinar con difusión en la pared frontal, siempre desde el punto de
vista del oyente), en párrafos anteriores ya se comentó el efecto Haas y su repercusión en esa localización.

Los difusores son elementos con superficies irregulares que ayudan a reflejar el sonido en múltiples
direcciones ayudando a la creación de un campo reverberante y mejorando la espacialidad o tridimensionalidad
de la escena sonora. Su ubicación en salas domésticas es igualmente centrada en las reflexiones de orden 1 de
las paredes trasera principalmente, y delantera.

Los difusores están basados en la teoría de los números, desarrollada por el matemático alemán Manfred
R. Schroeder a mediados del siglo XX, y se denominan genéricamente RPG (acrónimo en inglés de Reflection
Phase Grating), siendo los más comunes los denominados MLS (Maximum Length Sequence), QRD (Quadratic
Residue Diffusor) o PRD (Primitive Roof Diffusor), según el cálculo matemático empleado para hallar su
secuencia numérica.

Centrándonos en los QRD por ser uno de los más utilizados, los hay de dos tipos,
unidimensionales y bidimensionales. Los más empleados a nivel práctico son los QRD
unidimensionales. Consisten en una serie de ranuras rectangulares y paralelas separadas
por paredes, de idéntica anchura y diferentes profundidades. La secuencia de
profundidades se obtiene con una secuencia matemática repetitiva. Esta estructura ofrece
una difusión en un ángulo de 180º y en el plano perpendicular a las ranuras. La secuencia
numérica está basada en números primos, a partir de la siguiente expresión:

Sn = N 2 mod P

Siendo P la secuencia de números primos (3, 5, 7, 11, 13, 17...), N un entero desde cero hasta P-1, y mod la
operación matemática módulo (residuo del cociente entre N 2 y P), de ahí el nombre de este tipo de difusores.
La profundidad de cada ranura se obtiene posteriormente multiplicando cada valor de la secuencia obtenida por
un factor que dependerá del procedimiento empleado para su diseño.

En resumen tenemos que este tipo de difusor viene determinado por un número primo dado, una
profundidad de ranura máxima y una anchura de las mismas dada. Todo ello permite una óptima difusión dentro
de un determinado rango de frecuencias, dependiente de la relación entre ambas dimensiones; a menor
anchura de ranuras, aumenta la frecuencia máxima para la que se produce difusión. Y a mayor profundidad
máxima de ranura, menor es la frecuencia más baja desde la que se produce difusión.

En la práctica estas proporciones tienen un límite a partir del que se comprueba que el difusor actúa más
como una superficie reflectante, por lo que en la práctica el margen útil de difusión para este tipo de difusor es
de tres octavas. Otra consideración es que para que se den los efectos deseados de difusión en la práctica,
este diseño debe basarse en que las distancias entre altavoces y difusor así como entre difusor y oyente son
grandes en comparación con la longitud de onda del rango de frecuencias útil del difusor (cosa que cumplimos
generalmente si se aplica como se expuso en el punto tercero diseñar el difusor para un rango útil de
frecuencia dentro del espectro de reflexiones especulares).

Descarga una herramienta Excel aquí para el cálculo y diseño de este tipo de difusores basado en uno de
los procedimientos de diseño posibles para QRD unidimensionales; los datos a determinar e introducir son
frecuencia mínima y máxima efectiva, (se recomienda utilizar un rango de dos octavas, o lo que es igual,
obtener la frecuencia máxima de multiplicar la mínima por cuatro), grado de difusión (número de direcciones
donde la energía difundida es máxima y de idéntico valor dentro de los 180º donde difunde un QRD
unidimensional. Resultan el doble más uno de este valor), temperatura media de la sala (para un cálculo lo más
exacto de la velocidad del sonido, y por ende, frecuencias y resto de cálculos del difusor), y ancho del material
empleado como paredes separadoras entre ranuras (estos difusores suelen ser de madera, paneles de MDF).

El resto de datos son parámetros (secuencia de números primos, secuencia de residuos cuadráticos) para
los cálculos, y resultados calculadas a partir de los anteriores (ancho de ranura, valor P resultante, factor para
el cálculo de profundidades, secuencia de profundidades).

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En la segunda hoja de la herramienta (Unidimensional) se obtiene al pie de la página, la secuencia efectiva


de profundidades del QRD unidimensional a fabricar para el rango y grado especificado.

Unas últimas consideraciones, al actuar en un ángulo de 180º en plano perpendicular a las ranuras,
dispuestas éstas en vertical, obtendremos una difusión en el plano horizontal, y viceversa. En la práctica resulta
muy común utilizar en combinación la disposición de un QRD unidimensional en vertical sobre otro en horizontal
de diseño idéntico. También volver a recordar que su ubicación ideal es centrado en los puntos de primeras
reflexiones de la pared trasera respecto a la posición de oyente, y opcionalmente también en la pared frontal.
Otro dato es que comercialmente se les suele reconocer por un orden N, pero en la práctica este dato poco o
nada nos aporta sobre los parámetros realmente de interés, a saber, rango y grado de difusión óptima.

Cómo funciona un QRD, se basa en


la interferencia entre ondas, es decir,
cuando dos ondas se superponen puede
ocurrir desde incrementar el doble su
presión (ondas idénticas en amplitud y
fase, interferencia constructiva) hasta la
total cancelación (misma amplitud y
contrafase, interferencia destructiva).
Luego todo tiene que ver con la fase de
las ondas sonoras que se interfieren,
que podrá estar entre 0º y 360º, y su
valor puede ir como se ha dicho desde
el doble de la presión de una sola onda
(desfase de 0º entre ambas ondas) hasta
presión cero (desfase de 180º entre
ambas ondas).

Pero cómo ocurre esto en el difusor tipo QR. Al llegar la onda sonora a las ranuras del mismo, esta se
propaga siguiendo un camino paralelo a sus paredes, cuando llega al fondo se refleja y viaja en sentido
contrario hasta llegar al borde de nuevo. Por tanto, esta onda habrá variado su fase dependiendo del camino
total recorrido en el interior de la ranura (profundidad de la misma), y como cada ranura tiene una profundidad
distinta, las fases serán distintas en cada ranura al volver la onda reflejada a su borde, dando lugar en ese
momento a las interferencias ya descritas, y por tanto generando una distribución de energía sonora concreta,
donde la energía difundida será máxima en un cierto número de ángulos dentro del área de difusión (los tipo
QR unidimensionales, en un plano de 180º perpendicular al difusor y a la disposición de sus ranuras) que viene
determinado por el grado de difusión, y esto es por el cálculo concreto que hayamos hecho del difusor; rango
de frecuencias efectivo, grado de difusión.

En resumen, si con la ubicación de altavoces y oyente nos asegurábamos una respuesta de sala correcta,
con el aislamiento una baja inmisión y emisión de ruidos, con la elección y ubicación correcta de absorbentes y
difusores nos aseguramos una localización y espacialidad de la escena sonora más creíble, cosa nada
desdeñable cuando pretendemos obtener una instalación completa y fiable como un todo (recordar que la
electrónica y altavoces por sí solo, son un producto inacabado, toda vez que necesitan del entorno para un
correcto desempeño).

RESONADORES Y TRAMPAS DE GRAVES

Estos son elementos para acondicionar la acústica de la sala, al igual que los absorbentes y difusores, el
motivo de tratarlos aparte es que aun siendo absorbentes selectivos para las bajas frecuencias, su uso es
menos habitual en salas domésticas y suelen utilizarse para casos y situaciones muy concretas, puesto que la
mejor solución a bajas frecuencias pasa por tener una sala con las proporciones adecuadas y sobre todo la
situación correcta de los altavoces y oyente en la misma. No obstante, como hay situaciones donde se hace
necesario, y puesto que el lector en cada caso decidirá si en su instalación merece la pena o desea instalarlo,
vamos a tratarlos aunque de un modo muy generalista.

Como mencionaba, estos elementos no dejan de ser absorbentes, solo que actúan en bajas frecuencias
(generalmente por debajo de 500 Hz), en un rango estrecho de las mismas (valor máximo de absorción a una
determinada frecuencia, llamada de resonancia), y su principio de funcionamiento es diferente de los vistos en
apartados anteriores.

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Según cómo se realice este resonador, los hay de varios tipos; de membrana, de cavidad simple
(Helmholtz) o de cavidad múltiple.

En general, todos se basan en un panel apoyado sobre una superficie


rígida (generalmente las paredes de la sala) formando una cámara de aire
cerrada, estanca en los resonadores de membrana (panel vibrante), abierta
por los orificios o ranuras en los de cavidad simple (un claro ejemplo son las
cajas bass-reflex, que no es otra cosa que un resonador Helmholtz de
cavidad simple al que se han añadido unos transductores) o múltiple.
Dependiendo del tipo de resonador, los parámetros que determinan su
frecuencia de resonancia serán la distancia entre la superficie rígida y el
panel, densidad del panel (los de membrana), diámetro y longitud de las
ranuras (de cavidad simple), volumen de la cámara, y densidad de ranuras
(de cavidad múltiple).

Los resonadores presentan un pico muy marcado de absorción, estrecho


y centrado en su frecuencia de resonancia. Pero basta rellenar total o
parcialmente la cámara de aire interior del resonador con algún material
absorbente, tipo lanas minerales por ejemplo, para atenuar ese pico de
absorción, a la vez que se ensancha el rango de frecuencias a absorber. El
grado de atenuación dependerá del tipo y cantidad del absorbente y su
ubicación (llenando toda la cámara de aire, pegado a la pared rígida dejando una cámara de aire hacia el
panel, o pegado al panel dejando una cámara de aire tras de sí).

Para su cálculo y diseño igualmente se utilizan herramientas informáticas que permiten ajustar la frecuencia
de resonancia y grado de absorción, incluso simulando curvas de absorción, según el diseño del resonador, tipo
y cantidad de relleno absorbente, etc.

Cuando el resonador es utilizado para paliar los efectos de ondas estacionarias, es decir, la frecuencia de
resonancia coincide con una estacionaria de la sala, para que dicha atenuación sea efectiva, la situación del
mismo es igualmente importante. El resonador habrá de ubicarse perpendicular al eje que provoca dicha
estacionaria. Por ejemplo, una sala con un largo de 5,7 metros, cuya fundamental está en torno a los 30 Hz, y
se desea sintonizar un resonador a una frecuencia de resonancia de 30 Hz para atenuar la sobrepresión que
impone la sala, dicho resonador habrá de estar perpendicular al eje que produce la estacionaria, es decir, en los
extremos del eje largo (paredes frontal y trasera, que será justo donde se encuentren los máximos de presión).

Las trampas de graves son elementos generalmente en forma cilíndrica que actúan a modo de resonador,
pero en un rango más amplio de frecuencias y con una atenuación más suave, ya que generalmente rellenan
parcialmente su cavidad hueca con materiales absorbentes.

La ubicación típica de estos elementos es en las esquinas de la sala, principalmente tras los altavoces del
sistema. Resulta lógico si tenemos en cuenta según vimos en el primer apartado de esta serie, que siempre en
los límites de la sala (paredes, suelo y techo) la presión será máxima a las frecuencias estacionarias, máxime
en las uniones de dos o tres límites de la sala (esquinas). Este sí es un elemento más común en instalaciones
domésticas de audio, así como práctico en la mayoría de los casos.

En resumen, estos elementos ayudan a obtener una respuesta plana en la parte baja del espectro,
absorbiendo los excesos de presión a ciertas frecuencias bajas, sin embargo estos elementos no sustituyen el
tener previamente que haber colocado correctamente cajas y oyente en la sala.

NOCIONES Y CONCEPTOS

Una vez visto la importancia de la elección de la sala, la ubicación de altavoces y oyente en la misma, la
insonorización de esta, y el porqué y dónde colocar elementos acondicionadores como absorbentes y difusores,
tenemos la mayor parte de los problemas acústicos vistos y corregidos.

Pero vamos a considerar algunos otros detalles, que cuanto menos nos pueden servir de base teórica para
entender otros aspectos de nuestros sistemas de audio, del comportamiento del sonido y cómo lo percibimos.

Vamos a empezar por las personas y su sistema auditivo. Genéricamente oímos en un rango entre 20 y

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20.000 Hz, lógicamente esto es muy amplio, y dependerá de otros factores, principalmente la edad. Pero no
oímos igual a todas las frecuencias.

Estudios de psicoacústica realizados


sobre muestras de población, demuestran
que en general, en los extremos del rango
audible, nuestro sistema auditivo es menos
sensible, siendo el punto de máxima
sensibilidad sobre los 1.000 Hz. Igualmente,
esa curva de sensibilidad no es la misma
para cualquier presión sonora, tendiendo a
aplanarse cuanto mayor es la presión
sonora, o lo que es igual, a mayor presión
la diferencia entre la sensación de presión
sonora a 1.000 Hz y en los extremos
audibles (tanto hacia arriba, 20.000 Hz,
como hacia abajo, 20 Hz) se hace menor.
La representación de esta particularidad del sistema auditivo y su relación entre presión sonora y frecuencia dan
lugar a las curvas isofónicas (ver gráfico) donde se aprecia lo descrito anteriormente de forma gráfica. De ahí la
utilidad en algunos equipos de sonido del loudness que precisamente es un sistema de ecualización que
enfatiza las frecuencias de los extremos audibles con el fin de crear una sensación sonora de respuesta más
plana cuando se reproduce a baja presión. Igualmente un viejo truco muy utilizado por algunos comerciales es
aumentar la presión sonora (girar más el potenciómetro de volumen) dando la falsa sensación de mejor sonido,
cuando se trata de un fenómeno fisiológico propio de los humanos, que a mayor presión se perciben mejor las
frecuencias altas y bajas. E igualmente es por este motivo que tendemos a apreciar como mejor sonido
cualquiera que simplemente tenga mayor presión sonora.

Esto nos lleva a hablar de sonoridad, que es esa sensación subjetiva de nivel sonoro que percibimos en
nuestro sistema auditivo. Por ejemplo con una presión de 70 dB a 20 Hz esta sensación de nivel es la misma
que con tan solo 5 dB a 1.000 Hz. Otra peculiaridad de nuestro sistema auditivo respecto a esa sonoridad o
sensación subjetiva de presión sonora, mientras un incremento real de 6 dB equivale a doblar la presión
sonora, para que esa sensación subjetiva de doblar la presión sonora la percibamos, el incremento oscila los 9
dB reales.

Otro aspecto de nuestro sistema auditivo es cómo el cerebro interpreta las señales que desde el oído les
llegan; las fibras nerviosas del oído interno descargan señales eléctricas de forma síncrona con la señal de
audio percibida. Pero alrededor de los 4.000 Hz en adelante dejan de emitir estas señales eléctricas
sincronizadas, por lo que desde dicha frecuencia el cerebro se basa en otros medios (posición de máxima
excitación de la membrana basilar, dentro del oído interno) para decidir el tono de la señal percibido, por ello a
partir de los 4.000 Hz nuestro sistema auditivo es menos preciso para discernir distintos tonos.

El enmascaramiento también se ha mencionado en el apartado de insonorización de la sala. En general,


cualquier sonido emitido con una presión menor que el umbral de ruido presente en la sala, quedará
enmascarado por dicho ruido de modo que no lo percibiremos, o lo que es igual, cuando existe una señal
enmascarante, para percibir otro sonido emitido, este deberá ser de mayor presión a la señal enmascarante
(cuando gritamos para hacernos oír si hay mucho ruido de fondo). En general, un tono enmascarante o ruido de
fondo tiende a afectar más a las frecuencias iguales y superiores a esta, y menos a las inferiores.

Otro factor a tener en cuenta es la interpretación que nuestro sistema auditivo hace de la dirección de
origen del sonido. Esto nos lleva a hablar del ya mencionado efecto Haas, bastante importante para entender
cómo actúa un sistema estéreo. La diferencia en tiempo de cada canal de una señal estéreo determina la
dirección que se percibe del sonido, hasta un máximo de 50 milisegundos de retardo entre ambas señales. A
partir de dicho tiempo el cerebro deja de percibir la dirección para reconocer la señal retardada como un eco de
la primera. Para que ese retardo no determine en nuestro cerebro la dirección del sonido (parezca provenir de
un punto central) la señal retrasada debe tener más nivel que la primera siguiendo la curva de Haas, siendo el
efecto máximo para un retardo de 15 milisegundos, donde la fuente retrasada debe ser 11 dB más sonora si
queremos percibir una fuente centrada entre ambos canales de un sistema estéreo. Aunque combinando los
retardos entre ambos canales dentro de los márgenes de este efecto, se puede variar la posición virtual de
donde nuestro sistema auditivo diga percibir un determinado sonido.

Aunque hay otros aspectos a tener en cuenta respecto a la ubicación espacial de la fuente de un

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determinado sonido, como el retardo entre ambos oídos (decorrelación binaural), la frecuencia. Por ejemplo, con
el diámetro medio de una cabeza (para calcular la separación entre oídos) en un adulto, tendremos que a partir
de 1.700 Hz aproximadamente, la propia cabeza del oyente presenta un obstáculo para la onda sonora, al ser
las longitudes de onda menores que esa distancia, por lo que ya hay otro factor que determina el cómo
percibamos la dirección del sonido, y ligeras variaciones en la posición de nuestra cabeza, originan diferentes
percepciones sonoras.

Y hasta aquí hemos visto aunque de un modo muy superficial, la mayoría de aspectos y conceptos
implicados en la acústica de una sala para audio doméstico, de modo que el usuario tenga una noción general
de qué aspectos ha de cuidar, porqué, y cómo solucionar los problemas propios derivados de un fenómeno
físico, independientes de cualquier electrónica.

Finalmente, me doy por satisfecho si he despertado la curiosidad por cuidar un poco más el que a mi juicio
es el principal elemento de cualquier sistema de audio doméstico, cada cual dentro de sus posibilidades, pero
que como hemos visto es imprescindible si queremos sacar el máximo rendimiento a todos nuestros
componentes, máxime cuando hemos visto cómo realizarlo y dado cuenta que a su vez suele ser el aspecto
más barato de realizar.

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