1) El documento describe cómo después de la Primera Guerra Mundial, los nacionalistas alemanes promovieron la teoría de la "puñalada por la espalda" para justificar la derrota, culpando a los judíos y a la rebelión en el frente interno.
2) Esta teoría se convirtió en un elemento central del credo nacionalista alemán para mantener su programa a pesar de la derrota.
3) También ganó importancia en la política internacional, ya que los partidos de izquierda en Inglaterra adoptaron una post
Descrição original:
El fin de la Primera Guerra Mundial desenmascaró con total evidencia el núcleo del dogma del nacionalismo alemán. El propio Ludendorff, ídolo de los nacionalistas, tuvo que confesar que habían perdido la guerra, que el Reich había sufrido una aplastante derrota. El país no esperaba la noticia del fracaso. Durante cuatro años el gobierno había dicho al crédulo alemán que iba ganando la guerra. No se podía dudar de que los ejércitos alemanes habían ocupado casi toda Bélgica y varias provincias de Francia, mientras que los aliados no llegaron a ocupar más que unas cuantas millas cuadradas de territorio alemán. Las tropas alemanas habían entrado en Bruselas, Varsovia, Belgrado y Bucarest. Rusia y Rumanía se habían visto obligadas a firmar tratados de paz dictados por Alemania. Si queréis ver quién es el victorioso mirad el mapa, decían los estadistas alemanes, que se jactaban de que la flota inglesa había sido barrida del Mar del Norte, teniendo que refugiarse en los puertos, y de que la marina mercante inglesa era fácil presa de los submarinos alemanes.
1) El documento describe cómo después de la Primera Guerra Mundial, los nacionalistas alemanes promovieron la teoría de la "puñalada por la espalda" para justificar la derrota, culpando a los judíos y a la rebelión en el frente interno.
2) Esta teoría se convirtió en un elemento central del credo nacionalista alemán para mantener su programa a pesar de la derrota.
3) También ganó importancia en la política internacional, ya que los partidos de izquierda en Inglaterra adoptaron una post
1) El documento describe cómo después de la Primera Guerra Mundial, los nacionalistas alemanes promovieron la teoría de la "puñalada por la espalda" para justificar la derrota, culpando a los judíos y a la rebelión en el frente interno.
2) Esta teoría se convirtió en un elemento central del credo nacionalista alemán para mantener su programa a pesar de la derrota.
3) También ganó importancia en la política internacional, ya que los partidos de izquierda en Inglaterra adoptaron una post
El fin de la Primera Guerra Mundial desenmascar con total
evidencia el ncleo del dogma del nacionalismo alemn. El propio Ludendorff, dolo de los nacionalistas, tuvo que confesar que haban perdido la guerra, que el Reich haba sufrido una aplastante derrota. El pas no esperaba la noticia del fracaso. Durante cuatro aos el gobierno haba dicho al crdulo alemn que iba ganando la guerra. No se poda dudar de que los ejrcitos alemanes haban ocupado casi toda Blgica y varias provincias de Francia, mientras que los aliados no llegaron a ocupar ms que unas cuantas millas cuadradas de territorio alemn. Las tropas alemanas haban entrado en Bruselas, Varsovia, Belgrado y Bucarest. Rusia y Rumana se haban visto obligadas a firmar tratados de paz dictados por Alemania. Si queris ver quin es el victorioso mirad el mapa, decan los estadistas alemanes, que se jactaban de que la flota inglesa haba sido barrida del Mar del Norte, teniendo que refugiarse en los puertos, y de que la marina mercante inglesa era fcil presa de los submarinos alemanes. Los ingleses se moran de hambre. Los vecinos de Londres no podan dormir por miedo a los Zeppelines. Los Estados Unidos no estaban en situacin de ayudar a los aliados; carecan de ejrcito y, aunque lo hubieran tenido, les habran faltado barcos para transportarlo a Europa. Los generales alemanes haban dado pruebas de talento; Hindenburg, Ludendorff y Mackensen estaban a la altura de los ms preclaros jefes del pasado; en las fuerzas armadas alemanas todos eran hroes, especialmente los intrpidos pilotos del aire y las estoicas tripulaciones de los submarinos. Y de pronto, la catstrofe! Haba sucedido algo horrible y espantoso cuya nica explicacin tena que ser la traicin. Una vez ms, algn traidor haba derribado desde un rincn seguro al victorioso. Una vez ms, Hagen haba asesinado a Siegfried. Al ejrcito victorioso lo haban apualado por la espalda. Mientras los alemanes luchaban contra el enemigo, los adversarios de casa
haban llevado al pueblo a la rebelin de noviembre, el crimen
ms infame de todas las pocas. Lo que haba fracasado no era el frente, sino la retaguardia. Los culpables no eran los soldados ni los generales, sino los dbiles del gobierno civil y del Reichstag que no haban sabido reprimir la rebelin. La vergenza y el arrepentimiento por los acontecimientos de noviembre de 1918 fueron ms intensos entre los aristcratas, los oficiales del ejrcito y los dirigentes nacionalistas, porque en aquellos das se haban portado de una manera que a ellos mismos les iba a parecer pronto escandalosa. Varios oficiales de marina trataron de contener a los amotinados, pero casi todos los dems se plegaron a la revolucin. Veintids tronos cayeron sin intentar la resistencia. Los dignatarios de las cortes, los ayudantes, los oficiales de palacio y los cuerpos de guardia que haban jurado sacrificar su vida se sometieron mansamente al ver destronados a los prncipes. No se imit el ejemplo de los Guardias Suizos que murieron por Luis XVI y su consorte. Cuando las masas asaltaron los castillos de los varios reyes y duques no se vio por ninguna parte al partido de los patriotas ni a los nacionalistas. Aquellas almas desalentadas se vieron salvadas en su propia estimacin cuando algunos generales y dirigentes nacionalistas encontraron una justificacin y una excusa: todo haba sido obra de los judos. Alemania haba triunfado en tierra, mar y aire, pero los judos haban apualado por la espalda a las fuerzas victoriosas. Quien osaba refutar esa leyenda era acusado inmediatamente de judo o de sobornado por los judos. No ha sido posible destruirla con argumentos racionales. Se la ha desmenuzado, se ha demostrado documentalmente la falsedad de cada uno de sus puntos, se ha aportado a la refutacin un abrumador volumen de pruebas todo en vano. Hay que comprender que el nacionalismo alemn slo consigui sobrevivir a la derrota de la Primera Guerra Mundial por medio de la leyenda de la pualada por la espalda. Sin ella se hubieran visto obligados a prescindir de su programa, que se
fundaba totalmente en la tesis de la superioridad militar alemana.
Para seguir ostentndolo era indispensable decir: Hemos dado nuevas pruebas de que somos invencibles. Pero nuestras victorias no nos han trado el triunfo porque los judos han saboteado a la nacin. Si eliminamos a los judos, nuestras victorias nos traern la debida recompensa. Hasta entonces el antisemitismo haba desempeado un papel poco importante en la estructura de las doctrinas del nacionalismo alemn. Era cosa secundaria, no cuestin principal. Los esfuerzos para discriminar contra los judos provenan del intervencionismo, como provena el nacionalismo; pero no eran parte vital del sistema del nacionalismo poltico alemn. Pero el antisemitismo fue desde entonces el punto focal del credo nacionalista, su cuestin fundamental. Tal era su significado en la poltica interior. Y pronto adquiri la misma importancia en la poltica exterior. 5. El antisemitismo como factor de la poltica internacional La constelacin de fuerzas polticas que convirtieron el antisemitismo en un factor importante de la poltica mundial fue muy extraa. En los aos que siguieron a la Primera Guerra Mundial el marxismo se difundi triunfalmente en los pases anglosajones. En Inglaterra, la opinin pblica cay bajo el hechizo de las doctrinas neomarxistas sobre el imperialismo, segn las cuales las guerras se hacen para defender los egostas intereses del capital. Los intelectuales y los partidos de izquierda se sentan un tanto avergonzados de la participacin de Inglaterra en la guerra mundial. Estaban convencidos de que moralmente era injusto y polticamente poco sensato obligar a Alemania a pagar las reparaciones y a limitar sus armamentos. Estaban tambin firmemente resueltos a no permitir que Inglaterra volviera a pelear en otra guerra. Deliberadamente cerraron los ojos a todo hecho desagradable que pudiera hacerles flaquear en su ingenua
confianza en la omnipotencia de la Sociedad de Naciones.
Exageraban la eficacia de las sanciones y de medidas tales como el Pacto Briand-Kellogg, que declaraba la ilegalidad de la guerra. Propugnaban para su pas una poltica de desarme que dejaba al Imperio britnico casi inerme en un mundo que se preparaba incansablemente para nuevas guerras. Pero al mismo tiempo las mismas personas pedan al gobierno ingls y a la Sociedad de Naciones que se opusieran a las aspiraciones de las potencias dinmicas y salvaguardaran por todos los medios sin llegar a la guerra la independencia de las naciones dbiles. Se abandonaban a un lenguaje enrgico contra Japn y contra Italia, pero prcticamente, con su oposicin al rearme y su pacifismo incondicional, alentaban la poltica imperialista de estos dos pases. Contribuyeron a que Inglaterra rechazara las propuestas del secretario de Estado Stimson para contener la expansin de Japn en China. Hicieron fracasar el plan Hoare-Laval, que aseguraba la independencia por lo menos de una parte de Abisinia, pero no levantaron un dedo cuando Italia ocup todo el pas. No cambiaron de poltica cuando Hitler se apoder del poder e inmediatamente empez a prepararse para las guerras que haban de dar a Alemania el predominio primero en Europa y despus en todo el mundo. Su poltica era una poltica de avestruz frente a la situacin ms grave en que Inglaterra jams se hubiera encontrado[114]. Los partidos de derecha no diferan en principio de los de izquierda. Eran nicamente ms moderados en sus manifestaciones y deseaban encontrar un pretexto racional para la poltica de inactividad y de indolencia que las izquierdas aceptaban alegremente y sin pensar en el futuro. Se consolaban con la esperanza de que los alemanes no pensaban atacar a Francia, sino a la Rusia sovitica. Eran simples deseos que no tenan en cuenta los planes expuestos por Hitler en Mein Kampf. Las izquierdas se enfurecieron. Nuestros reaccionarios, gritaban, estn ayudando a Hitler porque anteponen los intereses de clase a los de la nacin. Sin embargo, el estmulo que Hitler encontr
en Inglaterra no provena tanto de ciertos elementos de las clases
superiores como del estado del armamento ingls, en el que las izquierdas tenan an ms responsabilidad que las derechas. La nica manera de detener a Hitler hubiera consistido en gastar grandes cantidades de dinero en rearmarse y en volver al servicio militar obligatorio. Pero toda la nacin britnica, no slo los aristcratas, se oponan firmemente a esas medidas. Y en estas condiciones no dejaba de ser razonable que un pequeo grupo de pares y de plebeyos ricos intentara mejorar las relaciones entre los dos pases. Claro est que el plan no poda tener xito. A los nazis no se les poda disuadir de sus propsitos con discursos reconfortantes de ingleses socialmente preeminentes. La repugnancia inglesa contra el rearme y el servicio militar obligatorio era factor importante en los planes nazis, pero la simpata de media docena de pares no lo era. No era un secreto que Inglaterra no podra, al estallar las hostilidades, enviar a Francia un ejrcito expedicionario de siete divisiones, como haba enviado en 1914; ni que la Real Fuerza Area era numricamente muy inferior a la Fuerza Area Alemana; ni que hasta la marina inglesa era mucho menos formidable que entre 1914 y 1918. Los nazis saban muy bien que muchos polticos sudafricanos se oponan a que aquel dominion participara en la guerra, y estaban en estrecha relacin con los partidos antibritnicos de la India, de Egipto y de los pases rabes. El problema que Gran Bretaa tena que afrontar era simplemente el siguiente: favorece al pas el permitir que Alemania conquiste todo el continente europeo? El plan de Hitler consista en lograr a toda costa que Inglaterra fuera neutral hasta completar la conquista de Francia, Polonia, Checoslovaquia y Ucrania. Le hara Inglaterra ese favor? Quien hubiera respondido negativamente no habra debido hablar, sino actuar. Pero los polticos ingleses hundieron la cabeza en la arena. Teniendo en cuenta el estado de la opinin pblica inglesa, Francia debera haber comprendido que estaba aislada y que tena que afrontar sola la amenaza nazi. Los franceses conocan
poco la mentalidad alemana y la situacin poltica de Alemania.
As y todo, cuando Hitler conquist el poder, todos los polticos franceses debieron haber comprendido que el ncleo principal de su plan consista en aniquilar a Francia. Los partidos polticos franceses de izquierda compartan, desde luego, los prejuicios, las ilusiones y los errores de las izquierdas inglesas. Pero haba en Francia un influyente grupo nacionalista que siempre haba desconfiado de Alemania y propiciado una enrgica poltica antialemana. Si los nacionalistas franceses hubieran propugnado en 1933 y los aos siguientes la adopcin de medidas para impedir el rearme alemn, habran contado con el apoyo de todo el pas, con la excepcin de los intransigentes comunistas. Alemania haba empezado a rearmarse bajo la Repblica de Weimar, pero ni en 1933 ni en unos cuantos aos ms estaba preparada para la guerra, y se le hubiera podido forzar a someterse ante la amenaza de Francia o a hacer la guerra sin posibilidades de triunfar. En aquel tiempo era posible todava contener a los nazis con amenazas, y, si hubiera estallado la guerra, Francia habra sido lo bastante fuerte para vencer. Pero entonces sucedi algo asombroso e inesperado. Los nacionalistas, que durante ms de sesenta aos haban sido fanticamente antialemanes, haban despreciado todo lo alemn y siempre haban pedido una poltica enrgica contra la Repblica de Weimar, de la noche a la maana cambiaron de manera de pensar. Quienes haban calificado peyorativamente de judos todos los esfuerzos para mejorar las relaciones franco-alemanas, quienes haban llamado maquinaciones judas a los planes Dawes y Young y al convenio de Locarno, quienes haban sospechado de la Sociedad de Naciones por considerarla como a una institucin juda, empezaron a simpatizar con los nazis y se negaron a reconocer el hecho de que Hitler estaba dispuesto a destruir Francia para siempre. Hitler, insinuaban, es menos enemigo de Francia que los judos, y como ex combatiente simpatiza con los ex combatientes franceses. Quitaban importancia al rearme alemn. Adems, decan, Hitler no se rearma ms que para combatir contra el bolchevismo judo. El nazismo es la coraza de
Europa contra el ataque del judasmo mundial cuyo principal
representante es el bolchevismo. Los judos estn deseando empujar a Francia a la guerra contra los nazis. Pero Francia es lo bastante sensata para no sacarles a los judos las castaas del fuego. Francia no se desangrar por los judos. No era la primera vez que en la historia de Francia ponan los nacionalistas su antisemitismo por encima de su patriotismo. En el asunto Dreyfus hicieron todo lo posible para que un militar traidor eludiera el castigo mientras un judo inocente languideca en prisin. Se ha dicho que los nazis corrompieron a los nacionalistas franceses. Es posible que algunos polticos franceses recibieran dinero, pero esto careca de importancia polticamente. El Reich no hubiera hecho ms que despilfarrar. Los diarios y revistas antisemitas tenan gran circulacin y no necesitaban subsidios alemanes. Hitler abandon la Sociedad de Naciones, anul las clusulas de desarme del Tratado de Versalles, ocup la zona desmilitarizada del Rin y promovi tendencias antifrancesas en el norte de frica. Y los nacionalistas franceses criticaron esos actos principalmente para echar la culpa a sus propios adversarios polticos; la culpa la tenan ellos por haber adoptado una actitud hostil al nazismo. Hitler invadi despus Austria. Siete aos antes Francia se haba opuesto vigorosamente al plan de unin aduanera entre Austria y Alemania. Pero en la nueva ocasin se apresur a reconocer la violenta anexin de Austria. Y en Munich, en colaboracin con Inglaterra e Italia, oblig a Checoslovaquia a acceder a las pretensiones de Alemania. Todo ello encontr la aprobacin de la mayora de los nacionalistas franceses. Cuando Mussolini, instigado por Hitler, proclam sus aspiraciones a Saboya, Niza y Crcega, los nacionalistas expusieron tmidamente sus objeciones. Ningn Demstenes se puso en pie para advertir a la nacin contra Filipo. Pero si hubiera aparecido un nuevo Demstenes, los nacionalistas lo hubieran acusado de ser hijo de rabino o sobrino de Rothschild.
Cierto que tampoco las izquierdas francesas se opusieron a
los nazis, con lo que no se distinguieron de sus amigos ingleses. Pero eso no excusa a los nacionalistas, que tenan la suficiente influencia para haber inspirado en Francia una enrgica poltica antinazi. Lo que pasaba era que toda propuesta seria de resistir a Hitler les pareca una forma de traicin juda. Se atribuye a la nacin francesa el hecho de que fuera amante de la paz y estuviera dispuesta a evitar la guerra incluso a costa de sacrificios. Pero no era esa la cuestin. Alemania se preparaba abiertamente a una guerra para destruir totalmente a Francia. No haba duda de las intenciones nazis. La nica poltica adecuada en estas condiciones hubiera debido consistir en frustrar a toda costa los planes de Hitler. Quien mencionaba a los judos al discutir las relaciones franco-alemanas perjudicaba a su pas. No tena nada que ver el que Hitler fuera amigo o enemigo de los judos. Lo que estaba en juego era la existencia de Francia, y lo nico que haba que tener en cuenta era eso, no el deseo que pudieran tener los comerciantes o los tenderos de desembarazarse de sus competidores judos. La culpa de que Francia no resistiera a Hitler a tiempo, de que descuidara durante mucho tiempo los preparativos militares y de que finalmente no estuviera preparada cuando la guerra no pudo ser evitada ms tiempo, la tuvo el antisemitismo. Los antisemitas franceses sirvieron bien a Hitler. Sin ellos habra podido evitarse la guerra, o por lo menos se habra luchado en condiciones mucho ms favorables. Cuando lleg la guerra, las derechas francesas la calificaron de guerra juda y los comunistas franceses la calificaron de guerra capitalista. La impopularidad de la contienda paraliz las manos de los jefes militares y fren el trabajo en las fbricas de armamentos. Desde el punto de vista militar la situacin en junio de 1940 no era peor que la de principios de septiembre de 1914, y era mejor que en septiembre de 1870. Ni Gambetta, ni Clemenceau, ni Briand habran capitulado. Tampoco habra capitulado Mandel. Pero Mandel era judo y por lo tanto no poda
ser dirigente. As fue como sucedi lo increble: Francia reneg del
pasado, estigmatiz de judos los ms nobles recuerdos de su historia y aclam la prdida de su independencia poltica como si hubiera sido una revolucin nacional y una regeneracin de su verdadero espritu. No slo en Francia, sino tambin en todo el mundo, el antisemitismo hizo propaganda al nazismo. El perjudicial efecto del intervencionismo y de sus tendencias hacia la discriminacin lleg a ser tal que mucha buena gente no pudo ya apreciar los problemas de poltica exterior ms que desde el punto de vista de sus apetitos discriminatorios contra toda clase de competidores triunfantes. La esperanza de librarse de un competidor judo les fascinaba mientras olvidaban todo lo dems: la independencia de su pas, la libertad, la religin y la civilizacin. En todo el mundo haba y hay partidos que simpatizan con los nazis. Todo pas europeo tiene su Quisling. Al mando de los ejrcitos que tenan el deber de defender su pas hubo Quislings que capitularon ignominiosamente, colaboraron con los invasores y tuvieron la desvergenza de llamar verdadero patriotismo a su traicin. Los nazis cuentan con aliados en toda ciudad o pueblo donde haya un hombre deseoso de librarse de un competidor judo. El arma secreta de Hitler consiste en las inclinaciones antijudas de millones de comerciantes y tenderos, mdicos, abogados, profesores y escritores. La guerra actual no hubiera podido gestarse sin el antisemitismo. Slo el antisemitismo hizo posible que los nazis devolvieran al pueblo alemn la fe en la invencibilidad de sus fuerzas armadas, para empujar una vez ms a Alemania a la poltica de agresin y de lucha por la hegemona. Slo la confusin antisemita de buena parte de la opinin pblica francesa impidi que Francia contuviera a Hitler cuando an se le poda contener sin guerra. Y fue el antisemitismo el que ayud a los ejrcitos alemanes a encontrar en cada pas europeo hombres dispuestos a abrirles las puertas.