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Mtro. Luis Alberto Fernández García
Dra. Martagloria Morales Garza1
Ponencia presentada en el III Congreso Internacional de Estudios Electorales, realizado
en Salamanca España los días 28,29 Y 30 de Octubre de 2009.
Introducción
La presente ponencia es el resultado parcial de una investigación en proceso sobre la abstención
electoral en Querétaro. La mayor parte de las investigaciones realizadas en este campo, tanto en
los Estados Unidos como en México, buscan encontrar la relación entre variables socio
demográficas y la abstención; algunos trabajos han llegado a la conclusión de que la abstención es
un comportamiento electoral relacionado más bien con variables de tipo político, como podría ser
la confianza en las instituciones o en la propia democracia, y otros, finalmente, han relacionado la
abstención con variables de carácter político institucional, como sería el número de partidos o el
nivel de competitividad. Estando de acuerdo, parcialmente, con estos trabajos, nuestra hipótesis
es que existen varios tipos de abstención, que están asociados a diferentes causas y corresponden
a diferentes tipos de actores políticos.
El objetivo de la presente ponencia es explicar la existencia de diversos actores políticos en
México, analizarlos como tipos ideales y, a partir de los resultados de una encuesta sobre
participación política, aplicada en julio de 2009 en Querétaro, dar cuenta de los tipos de actores
políticos que encontramos en la realidad queretana y la manera en que éstos se articulan a la vida
política, particularmente en el ámbito electoral.
1
Profesores Investigadores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de
Querétaro, México. luisaf@uaq.mx y garza@uaq.mx
1
Los estudios sobre Abstención en México.
Los trabajos de Molinar dan cuenta de un impresionante crecimiento de los estudios electorales,
de 1988 a 1996 y el trabajo de Morales Garza (2006) continúa esta revisión para dar cuenta de una
duplicación de los mismos, entre 1996 y 2007. Sin embargo, este extraordinario esfuerzo por
entender al elector mexicano no ha sido totalmente equilibrado, no sólo en relación con las
diversas corrientes del pensamiento teórico, sino, sobre todo, en relación con los mismos temas
de la cuestión. La abstención ha sido un tema prácticamente ausente en estos estudios.
Es posible que la falta de interés en los estudios sobre abstención esté asociada a la mayor
importancia otorgada al análisis de los cambios en el electorado, que dieron lugar a gobiernos de
alternancia; sin embargo, es asimismo plausible pensar que el interés por la abstención se
despierta precisamente cuando la participación empieza a caer de manera sensible, como se
puede observar en el siguiente cuadro.
Cuadro No 1
Elecciones federales: México
1991‐2009
Año Participación %
1991 65.97
1994 77.16
1997 57.69
2000 63.97
2003 41.68
2006 58.55
2009 44.68*
Fuente: Instituto Federal Electoral. En el caso de 2009 nos referimos a los resultados preliminares del PREP.
2
La participación en México había sido bastante alta hasta 1997, cuando, de pronto, baja veinte
puntos porcentuales. En aquel entonces se dijo que el fenómeno estaba asociado con la
depuración del padrón y la recuperación de la participación. Tres años después, pareció olvidarse
la preocupación por el nuevo fenómeno. Sin embargo, es importante recordar que las elecciones
de 1997 conformaron una cámara de diputados donde, por primera ocasión en la historia, el PRI
no era mayoría y que, a pesar de ello, fue una elección que no alcanzó a interesar a prácticamente
la mitad de los electores del país.
Las elecciones presidenciales, como se muestra en el Cuadro 1, convocan normalmente a más
electores que las elecciones intermedias. Aún teniendo esto en cuenta, es muy notable la
tendencia decreciente en la participación, en las elecciones intermedias, cierto, pero también en
las presidenciales. Tanto en unas como en otras, entre 1994 y 2006 la participación ha perdido casi
20 puntos, si bien se percibe una pequeña recuperación en las elecciones del año 2009.
Sean estas u otras las razones, lo cierto es que, a diferencia de lo que ocurre en los Estados
Unidos, donde el tema de la abstención ha ocupado a los estudios electorales desde hace casi 50
años, en México se ha despertado el interés a apenas partir de 19972 .
Tres ejes articulan este interés: los trabajos que analizan la abstención en la medida en que afecta
los resultados electorales. Un ejemplo de este trabajo es el de De la Peña (2005); un segundo eje
lo constituyen los trabajos que analizan la abstención y el impacto que tiene sobre la calidad de la
democracia mexicana, como el presentado por Holtzner, (2007). Este autor plantea una hipótesis
interesante acerca del poco poder de presión que tiene el voto sobre el ejercicio del gobierno. Por
este motivo, insiste en que los abstencionistas son fundamentalmente aquellos que cuentan con
más ingresos, mayor escolaridad y con recursos para presionar al gobierno a través de otros
mecanismos; en cambio los electores que tienen bajos ingresos y escolaridad y que no cuentan
con mecanismos alternativos de presión no se abstienen: el voto es su única herramienta.
2
Encontramos un trabajo de 1961 que aparece en la bibliografía y otro que no hemos localizado pero que
sabemos de él por referencias, de la autoría Rafael Segovia.
3
El tercer eje, sobre el cual nos extenderemos un poco más, está constituido por los trabajos que
intentan destacar el perfil de los abstencionistas y, en esa medida, explorar las causas de la
abstención en México. Todos los trabajos seleccionados elaboran modelos matemáticos, tanto a
partir de datos agregados, como de resultados de encuestas.
Uno de los autores que más ha desarrollado el tema es Jorge Buendía. En el 2000, este autor
publicó los resultados de tres encuestas post electorales, levantadas en 1991, 1994 y 1997,
respectivamente, que le han permitido hacer un perfil bastante amplio sobre el votante mexicano.
Sin embargo, los resultados de su trabajo en torno al perfil del abstencionista no son concluyentes,
salvo en el argumento de que la percepción negativa sobre la economía es un elemento que
orienta al elector, ya sea hacia un voto opositor o hacia la abstención. Buendía (2000) afirma que
en 1991 y 1994, los sujetos con percepción negativa sobre la economía prefirieron votar por la
oposición que abstenerse; en 1997 prefieren abstenerse.
El mismo Buendía, en colaboración con Fernando Somuano, publica en 2003 un artículo
específicamente dedicado a estudiar la abstención en la elección presidencial del año 2000. El
trabajo está sustentado en una encuesta post electoral (muestra aleatoria, n = 1766) con
representación nacional. A partir de esta información, los autores construyen un modelo
estadístico para comprender los factores que están detrás de la participación, así como el peso de
cada uno de ellos. Una parte muy relevante de este trabajo es la revisión que hacen de la mayor
parte de las hipótesis que se han formulado para entender la abstención en otras democracias;
cada hipótesis va siendo descartada o validada con la información aportada por la encuesta. Los
autores no asumen explícitamente ninguna postura teórica y más bien tratan de comprender y
enfrentar con las diversas teorías el comportamiento del elector mexicano.
Los resultados de la encuesta de 2000 muestran que aquellos ciudadanos que piensan que las
elecciones son limpias y que los partidos se interesan en los ciudadanos tienen una probabilidad
45% mayor de votar que los que no piensan así. De igual manera, los individuos que participan en
grupos organizados, así como aquellos que tienen una identificación partidaria, presentan
mayores probabilidades de acudir a las urnas. La sofisticación política (información y escolaridad) y
la edad, son asimismo factores que pesan en la probabilidad de votar.
4
A partir del desarrollo de su modelo estadístico, los autores demuestran que la probabilidad de
votar aumenta 19 puntos si la percepción del sujeto sobre la democracia y sobre el desempeño de
los gobiernos es positiva. A diferencia de lo encontrado en las tres encuestas anteriores, en la del
año 2000 los sujetos ya no se orientan hacia la oposición, sino principalmente hacia la abstención.
Dos hipótesis que no fueron comprobadas en este modelo son que la percepción de un mal
desempeño de la economía no afecta las probabilidades de participar, así como tampoco la idea
de que el voto puede ser decisivo en la dirección que tome el gobierno. Ambas hipótesis, propias
de la escuela de “rational choice”, no resultaron significativas en el caso mexicano, según el
trabajo en comento. Tampoco se encontró relación entre la participación no electoral y la
electoral y pareciera, más bien, que quienes han optado por la vía no electoral es debido a que
consideran la electoral como inútil.
En síntesis, la participación en grupos de cualquier tipo de actividad; la percepción sobre la
democracia, los partidos y las elecciones; la edad y la sofisticación en la información política, son
los tres factores que pesan de manera más significativa en la probabilidad de votar.
En el año 2003, Josep Colomer publica un estudio (Colomer: 2003) para toda América Latina y, por
lo tanto, solamente utiliza datos agregados. El autor plantea que hay dos grupos de variables
asociadas a la abstención, las variables sociales y culturales como educación, salud e ingreso; y
otro grupo de variables que se refiere a reglas institucionales. El trabajo concluye que tienen más
propensión a votar las entidades que reciben más gasto público, y que no están formadas por
población indígena. Por la otra parte, hay dos elementos institucionales que son destacados: la
condición de obligatoriedad del voto y la de la inscripción en el padrón. El trabajo de Colomer
concluye que los pobres tienen pocos incentivos para votar en América Latina. Resultados muy
similares a los de Colomer, son los de Balis (2007), válidos también para toda América Latina.
En 2007 se publica una investigación muy completa sobre abstención en las elecciones del 2003
bajo la autoría de Rodrigo Salazar y Benjamín Temkin (Salazar y Temkin: 2007) . El trabajo hace un
doble análisis: el primero a partir de datos agregados de todos los municipios de México, con
5
indicadores socio demográficos (Censo, 2000); y el segundo, a partir de datos individuales
tomados de Latín barómetro 2000 y 2003.
En relación con el análisis de los datos agregados, los autores concluyen que para 1997, 2000 y
2003, la edad y el ingreso promedio tiene una relación positiva con la participación electoral. Pero
en el caso de la escolaridad promedio a nivel municipal, que mantuvo una relación positiva con la
participación en las elecciones de 1997 y 2000, ésta se convierte en negativa en 2003, es decir que
en ese año, a mayor escolaridad mayor abstención. El cambio en el perfil de los abstenidos llevó a
los autores a pensar en la confianza institucional como un elemento relevante para explicar su
comportamiento. El trabajo demuestra, pues, que existe una relación positiva entre la confianza
institucional del ciudadano y su participación.
En síntesis, los trabajos analizados dan cuenta de un perfil claro del elector: la edad, la escolaridad
o la sofisticación (información sobre el sistema político) son relevantes para predecir la
abstención. Sin embargo, este último factor puede tener una relación positiva o negativa con la
abstención, en función del nivel de confianza institucional que los ciudadanos ostenten. Los
factores institucionales son eliminados en el caso de los estudios para México, pues todo el país
comparte un mismo sistema electoral para el caso de las elecciones federales. Algunos trabajos
destacan factores político electorales como la competencia (margen de victoria), el número de
partidos e incluso la volatilidad (De la Peña; 2005), pero en los modelos de regresión logística,
estos elementos no han resultado muy significativos. El factor al que se la otorgado mayor peso es
el de margen de victoria.
Antes de terminar esta revisión, es importante mencionar que el propio Instituto Federal Electoral
ha realizado evaluaciones sobre el padrón y ha detectado un porcentaje de no votantes técnicos,
cuya abstención queda explicada por la falta de actualización del padrón, sobre todo en relación
con las defunciones y los migrantes3.
3
Con base en la información captada en la Encuesta nacional de Validación del Padrón electoral (IFE, ver. Electrónica) y
las proyecciones elaboradas por CONAPO, se estima que hay 20.6 millones de ciudadanos que:
a) No tienen credencial para votar del domicilio donde viven; o
b) Poseen una credencial con algún error en sus datos y, en ambos casos, en marzo de 2009, no estaban
tramitando su credencial.
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Abstención en Querétaro
Lo primero que habría que mencionar es que Querétaro es una entidad que ha mantenido niveles
muy altos de participación, por lo menos desde el año 1988 y hasta el 2009. El hecho de que las
elecciones locales sean concurrentes con las federales, es un factor obvio para explicar este nivel
de participación.
Como se muestra en el Cuadro No 2, los porcentajes de participación son significativamente más
elevados que los reportados a nivel nacional en el cuadro No 1. A diferencia de lo que ocurre en
las elecciones federales, en Querétaro las variaciones en la participación entre las elecciones
presidenciales y las intermedias no es muy aguda, en buena medida porque las elecciones
intermedias federales coinciden con la elección local más importante , la de Gobernador del
Estado.
A pesar de lo anterior, al igual que la participación a nivel federal, en el caso de Querétaro se
muestra una tendencia a la disminución de la participación. Sin embargo, la caída es mucho más
leve.
El Cuadro No 2 muestra la evolución de los porcentajes de participación a nivel municipal. Es
notorio que cada vez más municipios obtienen porcentajes de participación por encima de la
media estatal, y este comportamiento se torna más relevante cuando la elección local es
completa, es decir cuando se elige Gobernador, Presidentes Municipales y Diputados.
También es notorio que la región y vocación de los municipios parece estar relacionada con el
porcentaje de participación, pues los municipios urbano industriales y los del semidesierto son los
que obtienen márgenes de participación más altos. Sin embargo, en los últimos años, la región
serrana ha incrementado sensiblemente su participación y sólo los municipios de Huimilpan y
Amealco (donde se concentra la población indígena del estado) mantienen porcentajes de
participación bajos en relación con la media estatal
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Cuadro No 2
Participación Electoral
Querétaro: 1997 ‐ 2009
1997 2000 2003 2006 2009
Región de los Valles
En el cuadro siguiente se muestran los índices de competitividad que, como se pueden observar,
no se incrementan de manera significativa sino desde 2009, pues hasta 2006 la competitividad era
baja y tendía a seguir bajando, con algunas excepciones, como siempre.
El cuadro No 4 presenta una combinación entre el índice de participación y el de competitividad,
Se muestra una relación entre estos dos factores sólo desde el año 2009, pues hasta antes de esta
fecha no se percibe relación entre la competitividad y el grado de participación.
Cuadro No 3
Índice de Competitividad
Elecciones de Ayuntamiento en Querétaro
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San Juan del Río 72.44 65.85 74.92 54.75 66.7
Fuente: Elaboración propia con base en los resultados electorales proporcionados por el IEQ para los procesos de
1997,2000, 2003, y 2006. El índice se competitividad se calcula como la suma del porcentaje del partido ganador, más la
diferencia entre éste y la segunda fuerza, entre 2 y restado de 100. Por lo tanto el índice oscila entre 0 y 100. Los valores
más cercanos a 100 reflejan mayor competitividad. Algunos autores manejan este índice sólo como la diferencia entre el
partido ganador y la segunda fuerza, sin embargo, nos parece que la fórmula empleada permite valorar de manera más
adecuada el fenómeno. En relación con el indicador de competitividad estatal, se calculó sumando el porcentaje del PRI
más el porcentaje de la Alianza PRI PANAL, a pesar de que ésta sólo se realizó en cuatro municipios del estado.
Cuadro No 4
Relación entre Participación y Competitividad
Querétaro 2009
Participación Competitividad
Toliman San Juan del Río
60 a 65 Corregidora
Jalpan
Landa de Mata
San Joaquín
Tequisquiapan
52 a 59 Huimilpan
Cadereyta
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Como se puede observar, en 12 municipios hay una relación positiva entre competitividad y
participación, es decir, a mayor competitividad mayor participación. Sin embargo, 6 municipios no
se comportan de esta manera. La relación entre competitividad y participación es teóricamente
fuerte, pues se supone que el voto de los individuos tiene un peso decisorio mayor en situaciones
de alta competitividad y viceversa. Sin embargo, para que opere este supuesto, los electores
deben saber o percibir este nivel de competitividad, pues si el ambiente no es competitivo, la
relación se puede perder.
En el caso del año 2009, las campañas locales del PAN manejaron como idea central que dicho
partido tenía una ventaja de 2 a 1 o incluso de 3 a 1 frente al PRI. Sin saberlo desalentaron la
participación de sus simpatizantes. Sin embargo, el PRI hizo girar su campaña con un lema
justamente contrario, es decir “votar con fuerza sí se puede”, lo cual es, sin duda, un llamado a la
participación. Estas dos campañas se mezclaron en todo el estado y dieron los resultados ya
conocidos.
Estas relaciones agregadas entre participación y competitividad ciertamente adelantan un posible
perfil del abstencionista: pareciera que el elector se abstiene o participa más cuando la elección
resulta muy competida, y a la inversa. Pero, como veremos más adelante, este tipo de datos no
nos aporta información sobre el elector que decide abstenerse; por este motivo, decidimos aplicar
una encuesta representativa para todo el estado4 donde esperamos encontrar el perfil tanto del
elector que participa como del que se abstiene.
El Elector queretano
La encuesta formuló varias preguntas en torno a la participación electoral, más o menos dispersas
en el cuestionario. La primera de ellas se presentó así:
4
La encuesta se aplicó la semana posterior al 5 de julio. La muestra se seleccionó por muestreo aleatorio de
secciones electorales; fueron seleccionadas 50 secciones y, dentro de ellas, se aplicaron 1000 cuestionarios,
resultando efectivos 974. La encuesta tiene un 98% de grado de confianza y un ± 5 de error.
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Sabemos que a algunos de nosotros nos llega a resultar difícil acudir a votar el día de la
elección. ¿Pudo usted votar en las últimas elecciones?
Como respuestas obtuvimos que 75.1% manifestó haber votado, 21.4% no haber votado y 2.4%
acudir para anular el voto. En respuesta a otras preguntas, obtuvimos que 74.9% mostró su
credencial para votar al encuestador y 24.9 no lo hizo. Este porcentaje es un poco más cercano al
oficial sobre abstención, (59% de participación y 41% de abstención), pero no nos pareció válido
inferir que quienes no mostraron su credencial eran abstenidos. Otra pregunta fue la siguiente:
¿Cuál de las siguientes frases lo describe mejor a usted?, con las siguientes opciones de respuesta:
1. Yo no voté en las elecciones de este año
2. Yo pensé acudir a votar, pero finalmente no lo hice.
3. Usualmente voto, pero en esta ocasión no lo hice.
4. Sí acudir a votar
5. Sí acudí a votar, pero anulé mi voto.
Las respuestas a las tres primeras preguntas acumularon una frecuencia de 21.7%, a la 4ª 73.4% y
a la que se refiere a la anulación 3.1%. Encontramos, pues, el tradicional sub reporte. A partir de
estas respuestas, formamos el grupo de “abstenidos” con la suma de los que marcaron las
opciones 1, 2 y 3 (22.1%); y el grupo de “participantes” al sumar a los que marcaron la 4 y la 5
(77.9%). En síntesis, la encuesta arroja un grupo de 22% de los entrevistados que declara
directamente que no votó, y el resto afirma sí haberlo hecho. A partir de esta división,
presentaremos a continuación los primeros resultados que nos permiten encontrar
diferenciadores entre los electores que participan y los que no lo hacen.
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Los factores socio demográficos
El sexo del encuestado y sus ingresos personales y familiares reportados no son diferenciadores
entre los dos grupos. Sí, en cambio, aunque ligeramente, el número de habitantes por vivienda,
que es algo más pequeño en el grupo de abstenidos (3.1 versus 3.3). Sin embargo, los dos
diferenciadores más importantes entre los dos grupos son la edad y la educación.
En los abstenidos hay más jóvenes (18‐34 años) que entre los participantes: 54% contra 46%; y
más mayores (61 y más años): 10.4 vs. 8.7. Esta diferencia (la edad) entre los participantes y los
abstenidos ha sido reportada por todos los estudios antes mencionados. También entre los
abstenidos la escolaridad es más alta que entre los participantes, lo que corroboraría lo planteado
por Salazar y Tempkin (2007), en relación con que en la elección de 2003 se invirtió la relación
entre ambas variables, es decir a mayor escolaridad mayor abstención.
A pesar de que el abstenido tiene mayor escolaridad que la media, lo cierto es que no es un
elector informado. Con una batería de cuatro preguntas5 se trató de medir el grado de
información que tienen los encuestados. Construimos un índice ponderado, que consideró el
grado de dificultad de las preguntas según la cantidad de desaciertos que tuvo cada una. Para la
muestra total, la media, en una escala del 0 al 10, se ubicó en 3.61; hubo casi 13% de encuestados
que respondieron acertadamente las 4 cuestiones. De esta manera, podemos afirmar que el nivel
de sofisticación de los electores es, en general, reprobatorio. Por su parte, la media de la
submuestra de abstenidos es aún menor: 3.07, con sólo 10% de personas que contestan
acertadamente a todas las preguntas.
Se solicitó a los encuestados que examinaran una lista de razones que tendría un abstencionista
hipotético para no acudir a votar. Después de construir un índice, en una escala del 0 al 10,
agrupamos las razones en tres tipos:
• Técnicas: no tener credencial, cambio de domicilio, discapacidad, ubicación inadecuada
de la casillas;
5
1¿A qué partido pertenece el Presidente Calderón?; ¿Qué sindicato dirige Elba Esther Gordillo?; ¿Podría Ud.,
identificar a los dos grupos en conflicto dentro del PRD?; y ¿Sabe cuántas elecciones para gobernador hubo
en julio de este año?
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• Políticas de tipo ciudadano: ”la elección no cambia nada, gane quien gane”, no le
convence ningún partido, “hay trampa en las elecciones”, “la abstención es una llamada
de atención a los políticos” y
• De indiferencia: tiene otras cosas que hacer, no está interesado en política y siempre gane
el mismo.
Los valores medios para cada tipo de razones son 5.64, 6.11 y 5.2, respectivamente. Es decir, la
muestra opina que es más probable que alguien se abstenga por inconformidad con los partidos y
su desempeño en el gobierno que por razones técnicas ligadas a la organización de las elecciones
y, finalmente, que por mera indiferencia.
En síntesis, los abstenidos son más jóvenes, tienen mayor escolaridad aunque no cuentan con
mejor información política, y, adicionalmente pesan en ellos mucho más las razones políticas para
abstenerse que las técnicas. Todo esto nos permite pensar que, por lo menos a partir de 2003, la
abstención se ha convertido más en un tema político que técnico, es decir los abstenidos lo hacen
por razones políticas. Abundaremos.
Participantes Abstenidos
18‐35 46% 56%
35‐59 44.3% 33.6%
60 o más 8.7% 10.4%
Sofisticación Carreta
del votante S/E Primaria Secundaria técnica Preparatoria Universidad
0 a 4 27 214 185 37 99 49
5 a 7 2 27 36 16 38 53
8 a 10 0 12 27 16 27 42
Total 29 253 248 69 164 144
Actitudes Políticas y percepciones hacia el sistema político
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Los queretanos están profundamente desencantados por la situación general del país, si se
compara su visión actual con las expectativas que generó la alternancia en el Ejecutivo Federal, en
el año 2000. Algo más de la mitad de ambos grupos (es decir, de toda la muestra) opina que la
situación actual es peor o mucho peor de lo que esperaban, (53% en los abstenidos y 55% en los
participantes). Sin embargo, sí observamos diferencias en ambos grupos, en lo que hace a sus
logros personales: mientras que sólo el 9.5% de los abstenidos manifiestan haber logrado más de
lo esperado, este porcentaje se eleva entre los participantes al 13%. Y, en cambio, 54.3% de
abstenidos y 52.2% de participantes dice haber logrado menos.
Alternancia
Presidencial Participantes Abstenidos
Situación
mejor 45% 47%
Situación peor 55% 53%
Logros
personales Participantes Abstenidos
Situación
mejor 13% 10%
Situación peor 52% 54%
Una respuesta de gran significado para la vida democrática es la que se refiere al respeto por las
reglas y a la percepción que los entrevistados tienen sobre los grupos donde trabajan o realizan
actividades cotidianas. Casi 62% de toda la muestra considera que participa en grupos que no
siempre respetan las reglas acordadas, mientras que sólo 39.4 de los participantes y 34.7 de los
abstenidos dicen que en sus grupos siempre se respetan las reglas. Pero 78.5% de los participantes
y sólo 67.5% de los abstenidos afirman que seguirían pagando sus cuotas aunque sus hipotéticos
condóminos dejaran de hacerlo. Es decir, parecería que el perfil de los abstenidos se concentra un
poco más en grupos que no respetan las reglas y por lo tanto tiene una actitud ambivalente frente
a ellas, pues sólo las seguirían si todos lo hiciesen.
El tema de la democracia y la eficiencia de los gobiernos también se convierten en un elemento
que permite diferenciar a los abstenidos de los participantes. 57.5% de los participantes y sólo
50.1% de los abstenidos afirmaron que la democracia es preferible a cualquier otra forma de
15
gobierno; 8% de los participantes, pero 13.5% de los abstenidos justificaron un gobierno
autoritario en algunas circunstancias y el mismo porcentaje (13%) opinó que a las personas les
daba lo mismo el tipo de régimen. Es claro que para los abstenidos la democracia está sujeta a
evaluación. Pero cuando se les pregunta qué tipo de autoridad preferirían entre una eficiente,
aunque no consulte a sus gobernados u otra que siempre consulte, aunque no siempre sea
eficiente, la postura de los abstenidos se torna ambivalente pues 56.1% de ellos frente a 64.1% de
los participantes respondieron que preferirían una autoridad que diera “buenos resultados”
aunque no consultara a la gente y solamente 44% de los abstenidos, pero un pobre 36% de los
participantes preferirían una autoridad que consultara a la comunidad, aunque hubiera
incertidumbre en los resultados.
Participantes Abstenidos
A favor de la
democracia 58% 50%
A favor de otros
tipos de régimen 8% 14%
Participantes Abstenidos
Autoridad eficiente no
inclusiva 64% 56%
Autoridad inclusiva aunque
de eficiencia incierta 36% 44%
Los abstenidos aparecen menos conscientes del papel que deberían tener los partidos en una
democracia, ya que 20% de ellos frente a 13% de los participantes considera que los partidos no
son importantes para la democracia; a la vez, tienen una peor opinión de ellos que los
participantes. De éstos, una mayor proporción (77% versus 73% de los abstenidos) considera que
los partidos más bien trabajan para ellos mismos que para los ciudadanos, por ejemplo.
Participantes Abstenidos
Los partidos son importantes para la
democracia 87% 80%
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Los partidos no son importantes para
la democracia 13% 20%
Participantes Abstenidos
Los partidos trabajan para ellos
mismo 77% 73%
Los partidos trabajan para la
ciudadanía 13% 17%
En síntesis, los electores están desencantados con lo sucedido después del 2000 y, frente a ello,
dudan sobre la pertinencia de la democracia, pues acentúan la preferencia por gobiernos eficaces.
Los abstenidos son mucho más claros en esta intención y 13% de ellos acepta que un gobierno
autoritario puede ser mejor en algunas situaciones, así como también es más acentuado en ellos el
desprecio de los partidos y por lo tanto de las elecciones.
Dependencia del estado y relación con el gobierno
Otro elemento que es altamente diferenciador entre los abstenidos y los participantes es la
concepción que poseen acerca del Estado. Casi la mitad de ambos grupos opinó que la situación
económica depende mucho o totalmente de lo que haga el gobierno. Sin embargo, hay una mayor
demostración de dependencia del gobierno en el grupo de abstenidos, tanto en la opinión de que
el responsable de las crisis es el gobierno (69% en los abstenidos contra 66% en los participantes),
como en la postura de que si una decisión mayoritaria le afectara, el 33% de los abstenidos contra
el 30.6% de los participantes recurriría a la autoridad para solicitarle que lo eximiera del acuerdo.
Los abstenidos tienen una percepción más negativa del gobierno, lo califican mal, y piensan que
las autoridades tienen poco o nulo interés en la gente como ellos. 87% de los abstenidos
considera que la corrupción en el gobierno sigue igual o ha aumentado, mientras que sólo 81.5%
de los participantes opina de esta manera. Además, –seguramente para su desgracia‐ los
abstenidos han realizado prácticamente el doble (una media 8.2 frente a 4.8) de trámites en las
oficinas públicas y la evaluación que hacen de ello es más negativa: 24.4% de abstenidos contra
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16.7% califican de malo el trato recibido por quien los ha atendido. En los factores duración del
trámite, honestidad de los funcionarios y calidad de la información recibida, aunque ligeramente,
la evaluación siempre es más negativa entre los abstenidos. De la misma manera, los abstenidos
siempre califican con mayor rigor que los participantes, pues una mayor proporción de ellos
(73.8%, en promedio, contra 67.4%) opina que el interés de las autoridades, por la gente es poco
o nulo, considerando gobierno municipal, estatal, federal y legisladores locales y federales.
De la misma forma, construimos un índice de confianza en las instituciones para cada encuestado.
En una escala de 0 a 10, la media se coloca en 5.84; la cifra es ligeramente inferior para los
abstenidos (5.83) que para los participantes (5.91).
Posteriormente agrupamos a las instituciones sobre las que se preguntó el grado de confianza en 2
grupos: las representativas del Estado (ejército, gobernador, órganos electorales, organismos
defensores de los derechos humanos, organismos encargados de la impartición de justicia,
funcionarios públicos, policía, diputados y senadores y partidos políticos) y las de la sociedad civil
(maestros, vecinos, medios de comunicación, iglesia, sindicatos y empresarios), para encontrar lo
siguiente:
Observamos que la confianza de los abstenidos en los órganos más ligados al Estado o a la política
es menor que la de los participantes. Su conducta electoral mostraría coherencia con ello.
También es de observar que la confianza política no alcanza un mínimo aprobatorio y, aunque la
confianza social lo logra apenas, podemos afirmar que vivimos en una sociedad de desconfianza.
En síntesis, los abstenidos, son más desconfiados, sobre todo del gobierno, tienen una mayor
relación con el gobierno (han tenido que realizar más tramites) y su opinión sobre él es mucho
más mala que el promedio; y sin embargo, asumen que dependen mucho más del gobierno.
6
La diferencia se debe a las respuestas perdidas, eliminadas de los grupos.
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Participación electoral y no electoral
Existe un buena cantidad de estudios 7 que afirman que la participación en grupos sociales
estimula la participación política, y en los resultados de la encuesta post electoral que analiza
Buendía (2003) se confirma que a mayor participación en grupos sociales se tiende a participar
más electoralmente. De igual manera, en la encuesta que nosotros analizamos, encontramos que
19% de los participantes contra 16% de los abstenidos ha participado en cualquier tipo de acción
política diferente a la electoral; 31% de los abstenidos nunca ha participado frente a 24% de los
participantes. La media de participaciones de los abstenidos es de 1.7 y la de los participantes de
2.1.
Participantes Abstenidos
Participación no
política 19% 16%
No participa 24% 31%
Conclusiones Preliminares
Las conclusiones son claramente provisionales. Estamos en la primera fase del estudio. Hemos
detectado factores diferenciadores relevantes, pero es necesario analizar con mayor cuidado los
datos y construir un modelo estadístico explicativo que pondere el peso de cada uno de ellos.
Sin embargo, nos podemos aventurar a pensar que los abstencionistas son un grupos social
integrado por jóvenes, con escolaridad por encima del promedio, con un nivel de desconfianza
política más alto que la media, ‐que ya de suyo es muy alto‐ que tienen orientaciones hacia el
gobierno muy negativas, a pesar de que reconocen que depende mucho más que la media de las
acciones del gobierno. No confían en él y piensan que los políticos no tienen el menor interés en la
gente como ellos. Además, entre mayor relación tengan con el gobierno (lo que tiene que seguir
ocurriendo) la evaluación que hagan de él será más negativa.
7
Putnam, 1995; Verba, Schlozman, Brady, 1995.
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Normalmente no hablan de política ni tiene participación en otros grupos sociales, o la tienen por
debajo de la media, tienen una más mala opinión de los partidos y, por lo tanto, simpatiza, menos
con ellos que la media, que simpatiza también, de suyo, muy poco.
Un elemento que diferencia los hallazgos de nuestra encuesta con las elaboradas previamente, es
que el nivel de diferenciación entre los participantes y los electores es cada vez menor, lo que
significa que la tendencia hacia la abstención se puede acentuar todavía más, si las orientaciones
y percepciones de los ciudadanos hacia los partidos, hacia las autoridades y hacia el estado no
cambian en el conjunto de la sociedad mexicana.
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