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los hijos de los hombres! Quin puede dudar del mensaje de salvacin?
Quin puede despreciar las misericordias de un Redentor compasivo?
Para restaurar la salud a ese cuerpo que se corrompa, no se necesitaba
menos que el poder creador. La misma voz que infundi vida al hombre
creado del polvo de la tierra, haba infundido vida al paraltico moribundo.
Y el mismo poder que dio vida al cuerpo, haba renovado el corazn. El
que en la creacin "dijo, y fue hecho," "mand, y existi," haba infundido
por su palabra vida al alma muerta en delitos y pecados. La curacin del
cuerpo era una evidencia del poder que haba renovado el corazn. Cristo
orden al paraltico que se levantase y anduviese, "para que sepis --dijo-que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados."
El paraltico hall en Cristo curacin, tanto para el alma como para el
cuerpo. La curacin espiritual fue seguida por la restauracin fsica. Esta
leccin no debe ser pasada por alto. Hay hoy da miles que estn sufriendo
de enfermedad fsica y que, como el paraltico, estn anhelando el mensaje:
"Tus pecados te son perdonados." La carga de pecado, con su
intranquilidad y deseos no satisfechos es el fundamento de sus
enfermedades. No pueden hallar alivio hasta que vengan al Mdico del
alma. La paz que el solo puede dar, impartira vigor a la mente y salud al
cuerpo.
Jess vino para "deshacer las obras del diablo." "En l estaba la vida," y l
dice: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia." El es un "espritu vivificante." Y tiene todava el mismo poder
vivificante que, mientras estaba en la tierra, sanaba a los enfermos y
perdonaba al pecador. El "perdona todas tus iniquidades," l "sana todas tus
dolencias."
El efecto producido sobre el pueblo por la curacin del paraltico fue como
si el cielo, despus de abrirse, hubiese revelado las glorias de un mundo
mejor. Mientras que el hombre curado pasaba por entre la multitud,
bendiciendo a Dios a cada paso, y llevando su carga como si hubiese sido
una pluma, la gente retroceda para darle paso, y con temerosa reverencia le
miraban los circunstantes, murmurando entre s: "Hemos visto maravillas
hoy."