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ees eee eee a r Corzcoron Faun 0 Lacan Didier Lauru Dirigida por Roberto Harari LA LOCURA ADOLESCENTE Psicoandlisis de una edad en crisis Ediciones Nueva Vision Buenos Aires UU eevee Lauru, Didier La locura adolescents. Psicoanalisis de una edad en crisis - 1* ed = Buenos Aires: Nueva Visién, 2005. 176 p,, 20314 cm - (Freud 0 Lacan) Traduccion de Heber Cardoso LS.B.N 950-602.519.8 1. Psicoanalisis. |. Cardoso, Heber, trad. Il Titulo COD 150.195 ‘Titulo del original en frances: Le folie edolescente. Paychanalyse d'un age en crise ©2004, by Hditions Denoel Traduction de Heber Cardoso ‘Toda repraduccién total o parcial deesta obra por cualquier sistema ~incluyendo el fotocopiado. ‘queng haya sido oxpresamente autorizada por el editor constituye una infraccién a les derechos el autor y sera reprimida con penas de hasta seis anos de prisidn (art. 62 de la ley 11.728 y art, 172 de] Cédigo Penal). © 2005 por Ediciones Nueva Visidn SAIC. Tucuman 3748. (1189) Buenos Aires, Repablica Argentina, Queda hecho al depésito que ‘marea la ley 11.723. Impreso en la Argentina / Printed in Argentina A Alexandre, Florian y Mailys, por lo que me enseftaron y por lo que compartimos ud HEU UR eee {Qué sé de mi vida? ‘Yi, (qué conoces de la tuya? Y él, Zacaso 61 conoce la suya? Rayuonp QueNeAU, Chéne et chien Quien vivosin locura noes tan sensa- to como cree. La Rockeeoucau.p, Maximes. INTRODUCCION La adolescencia ocupa un lugar central en nuestras sociedades posmodernas, en la encrucijada de los caminos culturales y socia- les. Enlaactualidad, gracias a numerosostrabajos, laespecificidad de la clinica adolescente parece haber sido establecida, pese a las reticencias que manifiestan algunos elinicos 0 analistas eon indu- dables dificultades para aprehender el fenémeno adolescente temerasos de abordar laclinica de estos sujetos en movimiento, en devenir. Freud se interes6 en las conmociones de la pubertad y en las consecuencias psicodinamicas de la adoleseencia, como lo prucha Ia edad de los principales casos que expone: Dora (18 aios), joven homosexual (16 aftos), Anna O, el Hombre de las ratas (21 afios)... Su aporte tedricoresulta esencial en cuanto ala construc: cién de la novela familiar y a Ia importancia de las representzcio- nes en la vida sexual de los adolescentes, quienes s6lo pueden, en un primer momento, “entregarse a fantasmas” La lectura freudiana fue retomada en una perspectiva particu larmente pertinente, alli donde distingue la pubertad del puber, su vertiente psiquica. Sin embargo, concebir la adolescencia como unasimplerepeticin dela neurosis infantil resultareduccionista, Para identificar tejor las metamorfosis adolescentes, es necesa- rio interrogarse con mayor profandidad. La. tasma enel eurso de la adolescencia, asible en la practica,encarna una de las transformacionos mayores del psiquism9. Lacan renovola lectura de campos que habian sido desbrozados 9 oud, los de la identificacidn, de la sexuaci6n y dela relacién preeminerite con el falo, permitiendo asi un acercamiento a las problematicas adolescentes en los registros de lo imaginario, de !o simbolico y de lo real. Desplegaremos esos conceptos, articuléndo- les con ejemplos clinicos. ‘Con el transcurso del tiempo, numerosos autores fueron abrien- do otras sureas, que permitieron una cosechaen distintas direccio- nes. Se elaboraron teorias que destacan el aspecto del pase del tiempo adolescente y la dimensién estructural de ese momento fundador de la personalidad, Se trata de un lapso crucial para el devenir del sujeto, caya légica interna es valorizada, poniendo siempre ol acento en el reconocimiento de una operacién adoles- cente. Por mi parte, aun siendo sensible a ese enfoque, temo que ol mismo se encierreen una visi6n demasiadoestructuralista, dema- siado apegada a problematicas adolescentes que son ante todo dindmicas, segdn una cinética que les es propia. Les falta una dimensién esoncial: la aparicién del sentimiento amoroso, el re- nacimiento de un antiguo amor, que no obstante resulta nuevo, pues también es cl tiempo de la sexualizacién del pensamiento y do Ia relacién con el Otro Considero a Ja adolescencia no como una estructura pasajera, ‘sino como un pasaje en Ia estructura, La adolescencia presenta modelos de pasaje entre mundo interno, de los quedan testimonio los estados psicéticos transitorios, y mundo externo, modos de pasaje culturales del universo adolescente hacia el universo adulto, Nos proponemos describir ese pasaje, esté 0 no ritualizado, desde el estado de dependencia al de independencia, tanto en el plano psiquico ¢ individual como en ss consecuencias relaciona- lesy sociales. Para nosotros, el objetivo consisteen testimoniar sus modalidades. La adolescencia seria un sintoma social, pero sobre todoel eslab6n débil, frdgil, de la transmisin de lacultara y delos valores de cada sociedad. Ese cruce del vado no se realiza sin des- garramientos, angustias o sintomas que a veces persisten mucho mis alld de la época de la adolescencia. Los pasajes nunca se realizan sin riesgos ni peligros, El acto es preeminente en un cortocireuito del pensamiento que tiene dificultades para producirse y para ser reconocido por el propio adolescente,on tanto éste es transformado. Suacercamien- to al Otro resulta radicalmente conmocionado en su posiciona- 10 miento personal, en su identidad y en sus nuevas eapacidades identificatorias. Es preciso inaugurarle una inédita relacion con. sigo mismo, ya que el otro se encuentra entonces naturalmente colocado en un lugar que no puede modificar su economia de deseos. Es la época de las inclinacionespor el amor, de a dificil eleccién de los objetos de sus deseos, tan delicados para la negociacion. como en todo comienzo, Laadolescenciaes laépocade los primeros besos y de los primeros amores, de los primeros mamentos de Lo- cura amorosa, dela enamoracién.* En la clinica observamos una evolucién del material que apor- tan los discursos de los pacientes. {Asistimos en la actualidad a una mutacién, a una modificacion de la locura adolescente 0 se trata de la misma de siempre, que se presenta hajo un aspecto diferente? EI histérico, consu plasticidad, sabe adaptarse,al igual que el adolescente, a los nuevos aspeetos de lasociedad. Lo mismo ‘ecurre con los contenidos y con los temas de los delirios en el caso lo los psivdtiens. Por otra parte, resulta intoresante cbservar ol empleo particular de la palabra “delirio” por parte de los adoles- contes de hoy, para quienes significa una buena broma, un gran placer, a menudo compartido, “Deliramos bien” En cuanto a la clinica del acto, también evoluciona, pues la ‘estructura perversa resulta tan eseasamente legible alli comoen Jos manuales. Lg frontera entre psicosis y perversidn se presenta con menos claridad de To que parece, lo que no deja de plantear serias preguntas estructurales. ;Bsa clinica de los confines seria acaso una nueva forma de Tocura? ‘Trataremos de desarrollar también este punto, Indudablemente, laclinica deladolescenteha evolucionado durante estas iltimasdécadas, pero,gaquel ha cambia- do tanto en sus problematicas? La estructura del adolescente, su recorrido por los desfiladeros de la_castracién (reeuperacién del Bdipo infantil), su enfrenta- miento con las transformaciones de la pubertad y con la sexual + Al eomionzo del capitulo 4, en Ia Segunda parte do osto obra; —_investimiento narefsico ~ __ investimiento de objeto Porotra parte," Freud insiste en el hecho de quel investimien- to de objeto y la identificacién quiz no puedan distinguirse Mas en general, la identificacién primaria ayuda a la prepara- ci6n del complejo de Edipo; resulta, pues, distinta de la identifica- cidn secundaria, post edipica, la que asegura la formacién del superyo. “EI nino pequeno muestra un interés particular en su padre, quisiera ser como él, convertirse en él, tomar su lugar en todo. Digamosto con tranquilidad (1), toma a su padre como ideal”. En verdad, Freud no puede concebir un apego 0, mas bien, una identificacién primitiva con la madre, pues eso seria la identifica cion con una carencia, Esto es lo que retoma Lacan al hablar de la in del nifo pequerio ‘eon el falo. La identifieacién primariase produce en las demandas masareaicas, La quenos6lo "5. Freud, “Le Mot ete Ga", op. cu 82 suspende el aparato significante ante la satisfarcién de Ins nece- sidades, sino que las fragmenta, las filtra, las modela sein la naturaleza del significante. Es, de hecho, la primera puesta en accién, on un estadio muy primitivo, dela triangulacion. Setrata de una forma de prefigura- ciéndeloque, en una fase posterior, va a convertirse enel complejo de Edipo Deeste modo podemos adelantar que la historia psiquica de los padres forma parte de la prehistoria personal del sujeto. Bs, a nuestro juicio, fuente de ensofianza cliniea y de indicaciones a tomar en cuenta en la préctica, en particular con los adolescentes. Esos perfodos pueden compararse con las fases muy precoces del estadio del espejoen tanto identificacién con la imagen,en una dimension de captacion mediante la imagen. Esa relacion imagi- naria s6lo pide ser simbolizada, Identificacién con esa imagen en el espejo, fascinacién del nifo porla imagen del otro: segiin Lacan, en esto el Yo resulta una estructura imaginaria. Bl deseo del nifio muy rapidamente lograidentificarse con la falta do sor de la madre, a To que ella misma fue introdueida por Ia ley simbolica. Indudablemente,es asi como se perpetuan lasesteucturas, elementales del parenteseo en el imaginario, mientras que en forma paralela el falo so transmite en el registro simbilico ELYo es un Ideal-Ich: constituye la matriz, la cepa de todas las identificaciones posteriores. Del estadio del espejo también parti- 4 la futura elaboracion de la teorfa que se apoya en los tres re- gistros, de lo Real, de lo Simbélico y de lo Imaginario. El nifio debe franquear la primera etapa de lo pre especular, ante el espejo, donde la relacién con el otro se establece sobre el modo del ser. Francoise Dolto ha sefialado que al comienzo cl nifio no tiene objeto: ét es el objeto, pues el objeto perdido es el sujeto. Odia al objeto, en este caso sin juego de palabras. Sélo a partir de la experiencia del espejo el sujeto se convierte enun Yopara ti,en un Yo contigo. gFxistirian acasocorresponden- ciascon los mecanismosde identificacion secundarios y su recupe- racién durante la adolescencia en el marco de la modificacién pul- sional propia de esa fase de la vida? Freud deseribe las identificaciones secundarias comounasuce- sién de identificaciones con los objetas queridos que le han permi- tido tomar forma al Yo. De esa manera ocurre en la identificeacion 33 donde la “identifieacién toma el lugar de la oleceién de objeto, mientras éste se retrotrae hasta la identifieacion’ en la formacién del sintoma ~dicho de otra manera, cuando se produce ropresién-, la opeién de objeto vuelve a ser la identificacién y, por tanto, el Yo se apropia de las cualidades del objeto. EL Yo es como una cebolla Para Lacan, el Yo es un objeto constituido como una cebolla, Si se lo pelara, se veria la sucesion de identificaciones que lo han formado. También insiste en la reversién del deseo ala forma (a la imagen) y de la forma al deseo. E! doseo en tanto objeto parcial al objeto amado, en tanto que el sujefo se pierde en él Freud realiza esta preciosa observacién para la clinica: el Yo “copia” una vez a la persona amada y otra ala persona no amada Y, lo que es aun mas importante, en ambos casos la identificacion es “parcial, extremadamente limitada y toma un solo rasgo de la persona amada”. Es el BinZiger Zug froudiano, que Lacan tradujo como “trazounario” y quele sirve de referencia para desplegar sus avanzadas teoricas. Los procesos de identificacién gon en gran parte inconscientes. Se efectiian desde la primera infancia y son constitutivos de la estructura de la personalidad. Bs un proceso que sin embargo contimia funcionado durante la infaneia, con una reviviscencia importante de estos mecanismos en la adolescencia. En efecto, la adolescencia es el tiempo de las reorganizaciones. Esel tiempo de la oscilacidn de las identificaciones, lo que le per- mite al sujeto durante la adolescencia abandonar sus bases iden- tificatorias infantiles. Pasa luego por un eamino largo y dificil de destitucién de las identificaciones parentales. Luego, de forma paralela, debera encontrar otras. Es entonces el tiempo en que el Otro, el que va a ser abordado, falla. "J. Lacan, Les éerts techniques de Preuel, Le Séminaire. Livre f, Le Seuil, 196, pag. 194. a4 = IDENTIFICACION CON LA ADOLESCENCIA La vida de Anaka, fragil y pélida adolescente de diccisicte aiios, se transformé poco después de que me encontrara con ella. Lahabian traido unos padres que se sentfan superados, que “yanopodian re- conocerla”. Estos la habian llevado(en realidad, la habfan arras- trado) inicialmente a consulta en el sector psiquiatrico, la que pronto resulto ser muy breve. Casi de entrada, ella decrevo que no deseaba esa consulta y permancefa sin hablar frente a un psiquia- tra que también se quedaba en silencio. Poco después, un episodio de alcoholismo agudo la leva a po- nerse en peligro, al deambular en medio de una avenida populosa, bailando en medio del transito automotor. Este pasaje al acto es unaencarnacidn “elocuente” del vagabundeosubjetive enel quese siente tan mal. Los padres se quejan de su actitnd opositorayagresiva para con ellos, del consumo de hachis, cayas consecuenciasmiden enel poco interés que demuestra hacia el estudio. Un acceso de angustia vineulada con un excesoenel consumo de hachisen ocasiénde una fiesta (inhalacion asociada a la ingestion de space cake’) incita a que Anaka acepte venir a verme. Céustiea y fina, critica con violencia a unos padres que, segtin se la escucha, acumulan una serie impresionante de defectos, entre los cuales los principales son: cobardes, mentirosos, malva- dos, violentos, estiipidamente rigidos, ete. Al preguntarle si siem- 1 *Paatel del cepacia": contiene cannabis, lo que ocasiona cfectos importantes y perdurabies, WUE pre los ha visto de esa manera, reflexiona y lnego dive: “Debi haber estado cieza, pero no los vefa tal como eran’. Esa frase me parece condensar la destitucién de las imagenes parentalesy también una de las caracteristicas del amor—en oste caso amor parental-, que es la ilusign. ‘Los padres que recibo no eorresponden en absolute a la descrip- cidn de lachiea. Tratan de entender, estin muy a laexpectativade Anaka y desus deseos, Aveptan todos sus pedidos para salir, com- prar, viajar y, mas recientemente, tatuarse y hacerse un piercing encima de una ceja. Cuando les pregunto qué piensan de las mareas en el cuerpo de la hija, indican con claridad el desagrado y el horror quo eso les inspira, pero no saben cémo limitar las maltiples reivindicaciones de la hija. Temen reacciones violentas de su parte. Anaka acepta volver a verme, pues detecté un punto que la intriga. Le recordé el silencio de sus palabras y los silencios que instaura,losque pueden serelocuentes. Me habla de susidolos, los, nuevos feonos de la modernidad. Me hace ingresar a mundos abigarrados. Los cantantes underground, “euervos” vestidos de negeu que allan ante el microfono, los grupos “metal” sobre todo los heavy (“pesados”) que oxpresan un malestar parecido al suyo. Por lo menos, trata de reconocerse en ellos, Solamente esos idolos son admitidos en su pantedn, asf como una mejor amiga: ‘Con ella, es un balazo”. A veces la madre se aventura en su habitacion, cuando Anaka eseueha musica “al mango” (a fondo). Recordemos que sus orejas estan perforadas por tuna serie de varios aros, ‘Ninguna relacion amorosa viene a perturbar ese fragil equili- brio. “No quiero, me haria mal’. En el transcurso de las sesiones la chiea recuerda las figuras familiares. Esto le permite retomar con sus padres una historia familiar compleja, de la que hasta entonces habia tenido un conocimiento muy parcelado, Asi se fueron explicitando cosas no dichas, silencios largamente preservados acerea de una tia ano- réxica muerta después de meses de caquexia, un primo manifies- tamente psiedtico que se habia suicidado arrojéndose bajo un camién. Otros seeretos manchaban la historia personal do los padres, por ejemplo con relaciones extra conyugales iterativas de la madre. 36 Sin embargo, una vez que se expresaron esas primeras posicio nes defensivas y que quedara establecida una cierta transferen- cia, ella podra liberar algunas ensonaciones en torno a un joven con el que se ha cruzado. El mismo posee una sorprendente lista de cualidades. Al detallarlas, éstas corresponden rasgo por rasgo, en forma opuesta, a todos los defectos atribuidos a los padres. Mi reserva me indie6 no havérselo notar, ya que no estaba lista para escucharlo en ese momento de la transferencia. Su relacion se transforms natural ‘mente en sentimientos amorosos y la llev6 a evolucionar a una pa: cificacién de la relacién con los demas. Seguia siendo fragil, pero se reapropio delossignificantes familiares, de los que era portadora sin saberlo. A falta de ecuaciones simbolicas comprensibles, actuaba afectos y su suftimiento narcisico a flor de piel. El tatuaje que se habia hecho practicar en la espalda represen- taba una rosa... Cuando esa flor dejé de encarnarla, se la hizo borrar. El repliegue nareisico earacteriza la posicién central de la adolescencia. Tambien es producido por el retroceso de las inves- timientos en los padres. El retorno de los investimientos objetales se presenta es de un modo genital. El descubrimiento dela genitalidad repr ta el cambio radical de la adolescencia. Ese esquema, clasico silos hay, tiene el mérito de ser compren- sible y, por lo tanto, facil mente manejable. Puede desdoblarse en tuna posicién mds radical segtin las identificaciones de los adoles- centes: —la primera identificacién con el padre, por su incorporacion existe en una relacién de privacién simbdlica; ~la segunda identifieacién con el“irazo unario” delotro designa tun punto elegido desde donde el sujeto puede reconocerse como amable (amor narcisico): la tercera identificacién, con el objeto del deseo, corresponde de hecho a la identificacidn histerica del Yocon el propio objeto del, deseo (identificacién fantasmatica). {Quéesloque impulsaa un nifioa entrarenel mundosimbélico, de hecho, a hablar? Claude Conté! ha desarrollado este interro- "©. Conte, Le rie! ef le Sexucl, Point Hors Ligne, 1992 a7 gante en un articulo acerca de la funcién simbélica. Concluye que se trata de un acto cargado de consecuencias puesto que, al entrar en lo simbolica, el nino pierde para siempre la esencia de lo que habria podido ser: ya no volverd a encontrar de su ser mas que ese efecto de caida que se lama objeto pulsional o, para Lacan, el objeto a. Tendra su ley en el Otro y sus deseos se inscribiran enla dependencia del deseo de muerte. A propésito de la psicosis, Lacan se inclina por el discurso dela madre y el lugar que ella reserva al padre simbélico en tanto agente de la ley. Minimiza considerablements la del padre de la realidad: ‘Queremos insistir en que no es tinicamente de la manera en que la madre dispone de la persona del padre que convendria ccuparse, sino del caso que ella hace de su palabra ~digamos la voz-, de su autoridad; dicho de otra manera, del lugar que ella reserva al Nombre-del-Padre en la promocién de la Ley”? Los adolescentes y el limite Estos elementos te6ricos constituyen referencias utiles en la di- nica de adolescentes con gran dificultad psiquica. Ciertosadolescentes se inscriben en una estructura de persona- lidad de tipo psicético, con una sintomatologia que no comporta ni éclirio ni disoeiacién, sino momentos porsecutorios 0 enmaseara- miento de rasgos obsesivos abigarrados. Su caracteristica seria la répida fluetuacién de esa patologia en el tiempo. La practica muestra que evanto més se acorca un paciente asu espacio corporal, mas se fortalece esa sintomatologia El adolescente representa el pasaje de un “ya no del todo nifio” aun “todavia no un verdadero adulto’. Entre ambos se encuentra Ja espinosa cuestién del acceso a la sexualizaciOn, el enfrenta- miento con el otroen su caracteristica sexuada, elenfrentamiento con el significante falico. Es alli donde radica, ami juicio, la falla de la simmbolizacidn. Lo real del sexo remite al adolescente a sus dificultades simbélicas, a sus carencias estructurales, "J. Lacan, “Question préliminaire & tout traitement possible de la peychoce", en Borits, Le Seull, 1966. 38 Losepisodios psicéticos agudos se desarrollan mas particularmen- te en ese tiempo, cuando el sujeto debe hacer frente a la imposicion de situarse en forma filiea. Dicho de otra manera, cuando deba en- frentar las pruebas dela realidad que lo conminan a posicionarse en relacidn con lainstancia paterna,ya se tratede una decisiéno de una sexualidad genital a la que le es preciso actuar. {Hay continuidad o discontinuidad de los procesos psicéticos de la infancia hasta la edad adulta? {0 bien un acontecimiento, algo nuevo, se inscribirfa en torno a la adoleseencia? La diferencia con lainfanciaconsiste en quela resexualizacion del pensamientoy de sus procesosse hace en uncuerpo genitalmenteapto, maduro para Ja sexualidad adulta. Continuidad Enloqueamfrespecta, considero que no hay proceso de continuidad evidenteen unaestructura psicética entre el nifoy eladolascenta,asi como entre el adolescente ¥ el adulto, sino que existe una potencia- lidad psicotizante intrinsecaal proceso adolescente. Loque marcacl advenimiento de experiencias psiciticas que simaltaneamente ven- rfan a revelar la estructura psicotica del suieto y a autentificar el fracaso de los mecanismos de las defensasneuréticas. La experiencia clinica lleva sin embargo a distinguir con claridad las experiencias psicoticas de la cronicidad psicstica en la adolescencia que sizmarfan la entrada en la esquizofrenia. {Cémoanudar esos dos términos, identificacién y adolescencia? La clinica de adolescentes que fracasa en la identificacién podria iluminar esa problematica Volver a pensar las cosas a partir del estadio del espejo tal vez nos dé motivos para la reflexién. Pues el espejo separa dos mun- dos: el del objeto y el de los significantes. Lasconsecuencias de ello son, por una parte, la alienacion enel otro y, por la otra, un nuevo medio de expresarse, que va del grito al lenguaje articulado. Para que el sujeto sea animado por el significante falico, le es preciso despezarse de él mediante otra operacion logica. La que, mediante la comprobacién de la castracién dela madre y del com- plojode castracién, lo introduce en la estructura edipica. Queda atin ‘una tarea mayor: activar sus propios significantes para darles 39 ‘entido, Ese intento, por supuesto que de registro imaginario, en- cuenta sus propios callejones sin salida en la adolescencia, cuando el cuerpo termina por desbordar la imagen del yo. Bl adolesconte debe reapropiarse de los elementos de la madre, queson la mirada yla vor, definidos como objetos pequerioa.* Debe hacerlo, aunque esa reapropiacién genere conflictos, que se expre- san de modo reivindieatorio, con los padres. La nueva imagen que se da a si mismo induce un “mirate’ y un modo de interpelacién, un tono diferente: “No me hables con ese tono”.* Elvineulo conel objeto sigueen tensién y s6lase mantieneal precio de contorsiones que dan cuenta de la riqueza y la frecuencia de las perturbaciones del comportamiento, Eladolescentedebeasumiruna ‘especie de segunda pérdida del objeto, asi como una nueva simbeli- zacidn de su perdida, Esta operacidn no ocurre sin choques ni per- juicios simbdlicos o sintomaticos. La simbolizacién oresimbolizacién do los objetos reaviva, incluso reactualiza la fase del espejo. De esa manera, el Sujeto es llevadoa recapitular los procesos de identificaciéa, mientras deja ver una apariencia de regresi6n. Losintontos de idantificacién ron significantes oideales fuertes sesituaran del lado del significante félico y constituyen laapuesta mayor. Leses preciso producir sus propios significantes: “Seré ne- cesario que adquieras eso que has heredado”, nos recuerda Freud, y esa frase no deja de tener resonancia en lo que nos ocupa. De ese modo debe reapropiarse de los objetos que ee han desprendido desprendida del atro~ y, mas especificamente, la mirada y la voz. Solos no se encuentran seguros y el plano de las identificaciones ser puesto a dura prueba. Si bien, en efecto, se puede decir que la identificacién primaria resiste y no experiment modificacio- nes, {qué ccurre con las identificaciones secundarias? Mas bien convendria hablar aqui de identificacién com el sintoma, puesto que, en los adoleseentes, prevalece la marca de la identifica- cidn histérica. En la “generaciGn ufa’,’ los modelos de lenguaje evelucionan tan répidamente como Jas modas en la vestimenta. Objetoa: con ta vor y 1a mirada,el senoy las heces son definidos comooyjetos 2, que caon del exjato y que causan su dase. Mp. Herre, L. Delpierre, Avréte de me parler sur ee ton, Albin Michel, 2004 « Bof géndration, en francés, Bof tiene un valor interjectivo similar al Ufa 0 Buh castellanes. Boj generation sbude a la actual genoracin de adolescentes y jovenes, desinteresada de los grandes problemas y preocupaciones propios de la generacién mayor 40 Ahora bien, tras lo que muy a menudo se califica como malestar existencial’ se ocultan connotaciones depresivas, inchaso una patolo- ia mas pesada si el registro dela queja invade el discurso del sujeto. El sintoma quo se encontraba, mientras era nifio,cnel discarsode los padres, ahora debe apropiarselo, asumiendo la responsabili- dad de su cuerpo sexuado, apto para las relaciones sexuales adultas genitalizadas, Es un precio real y simbélico muy clevado que los adolescentes tienen que pagar para llevar“abuen puerto” suexisten- cia comosujetos. travésde los cortejes de la identificacién, donde los esperan dificultades y trampasde toda clase, eonlasque tenemos que trabajar en Las instituciones 0 en los zabinetes de analistas. Las identificaciones son de una lahilidad extrema en el adoles- conte. El duelode las identifieaciones de la infancia representa un primer tiempo logico. En clinica, no va de si. Ese tiempo descripto por Anna Freud como esencial suscita la angustia, pues desesta- biliza sus referencias reales, imaginarias ysimbilicas. El adoles- cente intenta aferrarse a un soporteo pantalla identificatoria que esié a su alcance. Y es precisamente en el abandono posible o im posible de sus identificaciones donde va a instalarse la patologia, EL sujeto no emplea todas las posibilidades identaficatorias. El mo se ve enfrentado a sus propios imposibles, 0 asus propios limites, los que determinaréin que sus ideales se tambaleen y que merme su imaginario inflacionista. Eladolescente es atraido, incluso fascinado, por todo loque esté ‘en movimiento, de hecho por todo lo que puede funcionar como soporte de identificacion Es también reflejo del esfuerzo por desprenderse de los ejes de las identificaciones parentales originales. Oscila entre esos dos polos, duelo y nuevo espejo identifieatorio. ¥ es precisamente en Ja alternancia de esas posibilidades de modificaciones sucesivas ‘quo #0 va a dibujar la salida posible de ese proceso identifieatario, de esa crisis. Jean-Jacques Rassial’ recuerda la gran importaneia que hay que acordar ala “eleccién del trabajo”, puesto que muy amenudo “lo que se espera no tiene estrietamente ninguna relacién con lo que los adultos suponen coma determinacion”. Esta indicacion invita a entender las aspiraciones o los deseos de trabajo como apetencia de proyeccién imaginaria e intento de un proceso identifieatorio. * P. Male, Peychothérapie des adolescents, Payot, 1070, Bats autor sarrlls el concepto de morosidad SH} Rassial, Lardolescent et le payehanalyste, Rivazes, 1990. La naturaleza imaginaria del yo es zarandoada, “puesta patas para arriba” por la tensién radical de las conmociones identifica- Lorias. Lo que se desprende de una desorganizaci6n, por cierto temporaria, pero inquietante de la estructura simbdlica. El acceso a la sexualidad genitalizada obliga al adolescente a posicionarse de manera diferente en la linea familiar, lo impulsa a reivindiear un lugar diferente que lo enfrente con el limite mortal de las generaciones. De esta manera os llevado a reargani- zar de manera notable sus representaciones identificatorias en la novela familiar que, a menos que cambie de titulo, deberé ser modificada en su contenido. Freud noda indicaciones particulares acerca delos procesos de identificacién en la adolescencia, pero lo que la clinica manificcta, yque numerosos autores han destacado, es la reaparicién de esos procesos de un modo particular que ahora precisaremos. Un sujeto adolescente es el produeto nunea acabado de las dis- tintas figuras simbélicas ¢ identificatorias que lohan constituido, La modificacién pulsional reaviva las posiciones identificatorias estrechamente asociadas con las fijaciones edfpicas, que hasta entonces habian permanecido en suspenso. Ese estado de suspension sin embargo no significaba estar en barbecko. El sujeto continuaba construyéndose durante la laten- cia, Pero lo que resulta sorprendente es la repeticién consistente en volver a activar procesos identificatorios en relacién con los de la primera infancia, En este fondmeno de reactivacién y repeti- cion,el adolescente tratara de subjetivar elorigen como si debiera reapropiarse de sus propios significantes, los que lo han fandado en tanto sujeto. Lo que esta en juego esta vez es la madurez del adulto y, sobre todo, el posicionamiento en la sexualidad A esta problemética -que esta lejos de ser resuelta— de la identificacién y de la adolescencia la sucede una fase estructural que el sujeto debe abordar a continuacion: el duelo de las identi- ficaciones. Bsa construccién subjetiva procede, on ofecto, median- te mecanismas de idas y vueltas, entre mecanismos de identifica- cidn y duelo de la identificacién. 4. EL DUELO DE AMOR Duelo de las identificaciones A partir de su primera relacién sexual, Alice habia desarrellado ‘una fobia mayor que se condensaba en torno de su temor a quedar embarazada. Todos los indicios de la realidad contradecian esa fobia, pero su inteligencia vivaz se mostraba impotente para tran- quilizarla Un significante vinculado con la historia personal desu madre pude ser localizado.partir del hecho de su insistenciaen la trans- ferencia: varios nombres propios de personajes publieos con los que estaba vinculado el significante “rior” o“muerte”. Unejemplo podia ser Amélic Mauresmo, la jugadora de tennis, ol eantante Dario Moreno La madre de Alice no estaba “allt, se habia manifestado au- sente como consecuencia del hecho de una depresién grave y prolongada. Algo que no se decia se foralizaba en sus ausencias, pues el episodio depresivo inaugural de su madre era consecutivo ala pérdida dem hijo que habia muerto in-utere, alos ocho meses deembarazn. Ese hechoimpensado se traducia en un tratamiento por comportamientos repetitives, bajo la forma de ausencias a las sesiones, De esa manera, mediante una serie de singulares ceua- ciones simbélicas que la earaeterizaban, Alice habia asoriado los significantes del sexo con los de la muerte. ‘Temfa hasta el menor encuentro masculino susceptible de des- pertar su deseo, lo que implicabs la irrupeién de angustias masi- vas. 43 uo nocesario un largo trabajo hasta consiguir separar eiertos significantes de significaciones fijadasy generadoras de sintomas. Luego, al cabo del tiempo, relata una escena que la conmociona Habia sentido una profunda emocién frente a Paul, a quien habia encontrado en las vacaciones. Lo que la sorprende es la fuerza de su deseo y, sobre todo, la ausencia de angustia. Con la mayor naturalidad del mundo se establece un idilio que la leva a las orillas del placer sexual. La adolescencia es un proceso de transformacién, camino dificil que,enel planopsiquieo, raramente transcurre sin obstaculos, sin sobresaltos, sin alternaneia de tension y descarga do la tension, sogtin la Mctapsychologie de Freud. [.a identificaeién oenpa un lugar central, cixcunstancia que la clinica ilustra cotidianamente. La fase adolescente, sin duda mas que otras, puede encarnar unade las fases visibles de los procesos de icentificacién, en sus aspectos mas conscientes. A menudo los procesos fracasan y van a limitar al adolescente atrapado en Las redes de la psicosia, Los procesos de identificacién presentan un cierto nimero de caracteristicas on las estrueturas neurdticas y psieéticas. En la psivosis, laasuncién del plano dela identificacién se har segrinun ordenamiento particular. La cuesti6n del duelo de las identifica- ciones debe considerarse, pues, con atencién, antesde afirmar que tun proceso real puede o no efeetuarse. Noses preciso, entonces, desplegar esa afirmacién y volver a las nnociones de base que vinculan a ambos coneeptos, identificacion y problematica del duelo. Mas especificamente, en la adolescencia esas consideraciones se encuentran en tiene que ceder el paso a identifieaciones caracteristicas de la asuncidn de una identificacién félica. Pero tambien es necesario que eso sea posible, es decir, que sea permitido por la estructura. Lo que remite a un problema tedrico: para que pueda hacerse el duelo de un objeto es necesario que haya “creacion” previa, en el sentido winnicotiano, do un objeto de suficiente consistencia Ahora bien, la clinica de la psicosis con adolescentes muestra que muy a menudo la separacién del objeto primitivo, la madre, no se ha realizado en absoluto. Se trata entonces de evaluar las posibi- 44 lidades transferenciales del adolescente a los efectos de entrever las condiciones de un eventual despegue, incluso parcial, del ob- jetoy la potencialidad de ingresar a un trabajo de movilizacion de las identificacionesinfantiles yalejarse de él.Para esto, un trabajo deduelo deberealizarse y efectuarse enel sentido deun franqueo del planodela identificacion. Lo que puede ser dificil en laestructura, pues remite al sujeto a la fragilidad de sus bases narcisicas, La relaci6n con el falo ‘Todo ser humano, desde el momento que se compromete con el Ienguaje, se encuentra inscripto en el proceso de la demanda y del deseo. Puede identifiearse gracias a la demanda ya la exigeneia pulsional, Segin Freud, la represién procede en dos tiempos: el de la pulsién y de la signifieacién falica, ante todo, y Inego en el de los significantes del complejo de Edipo. El Nombre del Padre, que encarnaal segundo, constituye asimetafora dela significacién del falo, que es el primero. Sise produce una forclusion del Nombre del Padre, el sujetosdlo podré desprenderse de la significacién filica mediante una larga lucha, que remite alo que Freud ha definido como el negativismo, A partir de ese “en menos” del negativismo, el sujeto elaborara su delirio, Ese intento, forzosamente fracasado, de reconstruir para af un psiquismo busca reconstruir una identificacisn que final- mente resista. Es asi que puede desplegarse todo el imaginario psicético, cuyas imagenes vemos desarrollarse en eldiscurso de los. pacientes, Mas en general, al descubrir la sextalidad, 1a adolescente se encuentra enfrentada con un significante fllico mayor que tiene dificultad para asumir: ser madre o convertirse en madre. Elapre- ndizaje de la sexualidad pone al sujeto brutalmente en situacion de tomar posicién en relacién con el falo. Pues, a falta de un apuntalamiento nareisico adecuado, corre el riesgo de oscilar ha- cia el delirio para tratar de mantener una consistencia suficiente asu estructura de sujeto. Seria preciso, ademas, diferenciar los lugares y los espacios de cada uno, pues ser padre o madre no implica las mismas dificulta- des ni tampoco remite a terminos idénticos. La“Cuestién prelimi: 45 nar a cualquier tratamiento posible de la psicosis” nos da una indicacién preciosa: el orden dela Ley depende prineipalmente del lugar que la madre reserve al padre en su discurso. :Oficia como garante de La referencia simbolica? {Se situa en el discurso de la madre como agente separador? Las curas individuales con los psiedticos son posibles en 1a préctiea privada, pero a veces es necesario que el paciente pucda contar eon un apoyo institucional, inclaso, cuando parezcanecesa- rio, con un tiempo de hospitalizacion. Lo esencial, a mi juicio, esla particular naturaleza de la transferencia, Freud rechaz6 las indi eaciones de anailisis para los psicéticos, mientras que para Lacan los analistas no deben retroceder ante la psicosis. La cara, sea individual o institucional, sélo podré efectuarse Iuego de una precisa identificacion de la transferencia en toda su extraiieza y singularidad.? La transferencia en la psicosis ‘Su manejo es delicado. Pues, ademas de la transferencia con el analista, también existe la transferencia con la institucién, cuando el paciente es tratado alli. En ese caso, se debe descom- poner un mosaieo de transferencias que comprenda acada uno de los que participan en la cura. El paciente proyectaré diferen- tes partes de si mismo, diferentes facetas de su problematica sobre las partes de quienes lo atienden, quienes asi resultaran interpelados. En otras palabras, los significantes se repartiran con distintas resonancias cobre quiones lo atienden en la insti- tucién, Sin embargo, subsiste una dificultad que afecta a la tensién relacional, la conexién a realizar entre quienes lo cui- dan para intentar rearticular entre ellos los significantes des- articulados, La posibilidad de cuidados en una institucién depende de la posibilidad de establecer muletas simbélicas, redes de sustitutos alla metafora vacilante del Nombre del Padre. El establecimiento "J. Lacan, “Question préliminaire @ tout traitement possible de la psychose”, on Boris, op cit D. Laura (bajo la direceion de), Le Transfert adolescent?, Bres, Toulouse, 2002. 6 de Ia transforencia prosenta procisamente el riesgo de franquear el plano de la identificacién. Kl psicoanalista sabe bien que cada vez que se franquea un nuevo plano, el sujeto se encuentra en peligro. Como en la fase del duclo, cuando la sombra del objoto do lapulsién cae sobre el yo. La clinica dela psicosis muestra que las identificaciones son de una gran precariedad y fragilidad. La colocacién en el otro no es en absoluto estable y la regresién a un estadio anterior al espejo se puede producir en cualquier momen- to, La travesia del espejo se efectiia entonces como la que pudo hacer Alicia, Pero en este caso no hay maravillas para descubrir. Esa travesia va acompanada por un episodio de despersonaliza- Gidn 0 por un delirio agudo que trata de hacer existir al otro, re- credndolo. En lanaurosis, Ia pérdida de una identifieacién va acompanada, enel mejor de los casos, porla sustitucién porotra, conotra imagen con otro significanto. Mientras que en la psicosis, lamovilidad no se pone tan facilmente en accion. Por eso podemos identificar un pensamiento en negativo, un pensamiento en el vacio, cuya tra- duccién a veces se hace en la alucinacién negativa del espejo, donde el sujeto, literalmente, no se ve. Hs el famoso signo del espejo de la psiquiatria clasica. Cuando se produce una forclusi6n del Nombre del Padre, el sujeto s6lo se desprende do la significa- cion félica mediante una lucha permanente, la del negativismo, Negacién necesaria para que reconstruya una nueva realidad a través del delirio, que debe ser escuchado —nos dice Freud— como un intento por curarse. Se trata de un punto esencial, pues sobre esas bases, gracias y a partir de ese nuevo don delirante, seré cuestién finalmente de construir una identificacién soportable. ‘Todos los registros de la persecucion pueden igualmente apare- cer en esa dificultad extrema para simbolizar la relacién con el otro, para hacerla que se mediatice a través de un tercero que proteja al swjeto del purocapricho, del puro deseo de! otro origina- rio, a saber, la madre. Elriesgo en cl psicético ~eseribe Gérard Pommier— no es tanto el franqueo del plano de una identificacion sino “del plano de la identificacién, porque dicho acontecimiento implica el riesgo de dejar aislado, al menos por un momento, al objeto pulsional y sin recuperacion transfereneial” Esta observacion es de gran perti- °G, Pommier, Liamour @ Fenvers, PUR, 1995. nenciaclinica para nosotros, que vemos a estos pacientes en déficit de cualquier esencia transferencial, incapaces de cristalizarse en objetns transferenciales lo suficientemente consistentes como pa- raconservar enellos la sensacidn de existir. Entoncesel riesgo de suicidio es muy importante. Gaspard Gaspard me es derivado porque manifiesta sintomas que preocu- pan a su entorno. Pasa largas horas ante el espejo, parece tenso, ansioso y se niega a salir de su casa. Tiene la impresion de que 10 mirano de quelo vigilan. Con mucha dificultad, seresuelvea venir 1 las sosiones, donde termina por expresar la dolorosa situacién intermedia en la que se encuentra. Ha descubierto las poco glo- riosas, ocultas, caras de sus padres. En particular que su madre tiene un amante y quesu padre tiene un pasado delictivo, Su mejor amigo acaba de birlarle la joven que él deseaba amorosamente, en secreto, desde hacia meses. En esa convergencia de destituciones de sus imagenes de referencia, ya no sabe dénde situarse: se en- cuentra despersonalizado. Un dia que acude a la sesién con el rostro arafiado, me explica que se ha mirado durante largorato al espejo. Expresa una construccién gramatical que me resuena en los otdos. Me dice: “Me veta mal”. Sorprendente sesgo de la frase, que condensa ser mal visto y el hecho de que tenia dificultad para reconocerse en el espejo. “Me veia mal” signa aqui su dificultad para situarse subjetivamente, para saber situarse, para ser.* Se convierte asien su propio persecutor, lacerandoseel rostro.2Cémo hacer el duclo prematuro de identificaciones que hasta entonces parectan resistir, mientras que al mismo tiempo no podia susti- tuirlas por otras? Ese déficit transitorio del otro que sea garante de su palabra y de su identidad estar presente durante largos meses antes de que un comienzo de reestructuracién le permita enunciar un “Yo" consistente, Ena psieosisexiste una forclusién de lasimbolizacién del Nom- bre del Padre susceptible de implicar una imaginaria identifica- Gién con el falo. Se produce lo que Freud denomina regresién y Locan una “regresién tépica al estadio del espejo”. El riesgo * Juego de palabras intraducible en ol original:*.. savoir se situer (si twee), 48 consiste en que, a partir de la travesia del plano de lasidentifica- ciones, se produzean ruptaras transferenciales. Cada pasaje im- plica, como en el duelo, que algo caiga y que “la sombra del objeto caiga sobre el yo”.* Poro la caida de una identificacién hace surgir otra, hasta el punto en que precisamente, al revelarse dificil el duelo, incluso imposible, se produce un detenimiento, una fractu- ra, El objeto pulsional contintia siendo, ya sin asidero o localiza- cién transferencial posible. Mas en general, {como imaginar que los ailolescentes puedan hacer el duclo de sus identificacionesinfantiles? Los propios adul- tos muy a menudo recurren a ellas para llenar las “faltas en ser” que sobrevienen en la precaria continuidad de la sensacién de existir. Las pistas identifieatorias resultan confusas y el duelo tanto mas delicado en la negoeiacion. El duclo tendria que ver con una muerte psfquica tomadaen el sentido de sentirse mal, luego, de morir, de ciertos significantes que ya no acumulan el sujeto del inconsciente en el Otro. ‘Retomar una muerte pfquica como muerte simbélica constitu ye un trabajo de refundacion. Ese trabajo esta por hacerse en su totalidad, pues debemos apuntalar al sujeto en su movimiento de reconstruccién de bases narefsicas. Esto ocurre en paralclo con la melancolia, donde se ha erigide igualmente al nuevo yo, pero sin ideal y sobre la base de un investimiento de objeto que ha quedado vacante. Estos temas fueron objeto de intercambios cpistolares entre Freud y Ferenczi, E127 de octubre de 1918, Freud escribe a Ferenezi que “lo impor tante en el plano tedrico seria justamente que, sobre labase de un investimiento de objeto libidinal, se desarrollaraun nuevo Yo, que debe ser desplazado por el Yo anterior; una lucha en el Yo, en vez de una lucha entre el Yo y la libido, aunque en lo fundamental es Jo mismo” {Cémo dar cuenta en términos metapsicolégicns del duelo normal dela identificacion? Es preferible que se apoye en bases narefsicas lo suficientemente estables para que, al salir de ese duelo, puedan ad- juntarse a otras identificaciones, esta ver sexuadas, # §, Froud, "Deuil et mlancolie", en Mecapsychologie” ap. ci «8. Fread y S, Ferencai, Correspondance, tI, Calmann-Lévy, 199%, Los significantes de la identificacién eran antes de naturaleza edipica; surge ahora, con el regreso de lo pulsional vehiculizado porla pubertad, lo biologico. En torno aeste significante se efectiia un trabajo de desprendimiento, de duelo, Después de esa primera fase hey una resexualizacién del significante, un reinvestimiento e su carga pulsional. El sujeto se la reapropia bajo una nueva forma, la subjetiva, aceptando la castracién implicita en esa alic~ nacién con el signifieante. Como puede hacer todos esos duelos infantiles el adolescente 6, ms bien, sus duelos deo infantil, en particular caandose sume eh el magma pulsional donde las referencias y los caminos identi- ficatorios se confunden? Recurrir a intentos deidentificacionesgrupalesofuertes puede, al menos por un tiempo, servir de relevo o de pausa en ese deseo de encubrir lo originario fragilizado por el desnudamiento del sujeto. Pues lo que estd en juego en a hilera neurstica es un roacomodamiento delos significantesen una cadena significativa. EI psicotico se debate contra la desagregacién de sus cadenas significantes, como testigo posible de un desenmarafiamiento pulsional que lo dejaria al desnndo, sin defensas suficientemente consistentes como para mantener estable la estructura del sujeto, Su derrumbe puede hacerlo oscilar hacia la disociacidn oel delirio. Observaciones sobre el lugar del analista en el diseurso En su transferencia al analizante, el analista es levado a reinte- rrogar los significantes de su propia travesia por la adoleseencia. Enfrentado a adolescentes, no tiene por qué creerse obligado a seducirlos para establecer una relacién 0 una transforeneia a cual- ‘quierprecio. ;No debe acaso el andlisis comenzarmasbien por una transferencia negativa, que permita al adoleseente proyectar sobre el analista sus partes més crudas, las més inconfesables? La psieosis, es la consecuencia Iégica de una crisis de adoles- cencia que habrfa “evolucionad mal”? ;O bien de una crisis no efectuada a partir del hecho de la fragilidad de las identificacio- nes? En su propio movimiento, {la adolescencia es una fase eritica, éurantela cual una decodificacién de la bisqueda del ideal pasaria 50. por el rechazo de los modelos parentales? ;Aun a riesgo de pro- voear una crisis por la reactivacién de la ommnipotencia infantil frente a las transformaciones angustiantes del cuerpo, a partir de entonces claramente sexuado? La busqueda de nuevas identificaciones marcha junto con el desamparo oe! duelo de las identificaciones previas. Exisie, pues, en la fase adolescente una reorganizacién brutal de/as identifica: ciones, ¢ insisto on ol plural No debe descuidarse el lugar de los padres. Se observa en ellos una reviviscencia de su pulsionalidady desu sexualidad, que con- carro on espejo con lo que se produce en sus hijos. ¥ pasaje de la relacién padre-hijo a una relacién adulto-adulto no podria efec- tuarse sin una profunda modificacién de los lugares de cada uno y, en consecuencia, de las identificaciones parentales.” A los, padres les queda por realizar un duelo importante, tanto en el plano narcisico como sobre el de su ideal del yo parental. El desenlace mediante la problematica dei duelo no esta com- pletamente terminado: vamosaencararloahoraensurelaciéncon el objeto. Pues el duelo es largo y dolorosa, pero depende en lo ‘esencial de la naturaleza del objeto y de su lugar en los modos de goce del sujeto. D, Laura, ‘Problematiques adoleseentes a Népreave du temps”, en Porents/ adolescents, Interactions au fil du temps, Collection Enfances&Psy, Eres, 2001. 51 8. EL DOLOR DE PERDER al objeto del duclo La queja de Natacha se vuelea esencialmente, en su discurso, so- bre e] hecho de que no puede encontrar interlocutor valida a quien hablarle. Hablar de sus sufrimientos. de su dolor de existir, de su piel, a la que tortura de distintas meneras: rascado por lesiones producto del acné, escarificaciones, heridas, cortes que se inflige. Su busqueda del otro me recuerda la busqueda del Grial, o la buisqueda de un absoluto que se encuentran figurasmiticastales como Antigona, Después de un estado de gracia inicial vineulado con los prime- ros efectos de la transferencia, no demoro on encontrarme en la posicién del otro faltante. Otro por siempre faltante, que no puede veniracolmar,enla transferencia,suapetencia deser completada por el otro, La respuesta en la realidad no se hace esperar: au- sencias, inopinada interrupeiin de las sesiones, ponerse de pie y dar un portazo. Pero la personalidad de Natacha encabre algunas particularidades: vuelve luego de esas conductas transferencialos para colmarme de reproches. En su discurso reaparecen insisten- temente significados vinculados con la separacién, el corte, la in- terrupeién, incluso cl dela muerte. Dado que su verdadero nombre era Natacha, esta cireunstancia podia aportar significantes en tomo a apartar, separar, atar, vinelar, cortar...t ' Juege do palabras intradueible: “Natacha... détacha, atiacha, ratteche, coupa..." (N. del T.) 53 La muerte y la separacién imposibles de simbolizar obstaculi zaron durante largo tiempo la transferenciay luego de lainterrup- cin de las sesiones por motivo de las vacaciones, que sin duda le resulté demasiado insoportable a su narcisismo elaudicante, puso fin al tratamiento A su modo, marcaba la huella de un duelo no simbolizable del pasaje de su adolescencia hacia un devenir adulto demasiado improbable Para poder funcionar de manera adecuada, el objeto debe ser perdido. Las modalidades deesa pérdida primordial es loquecada analizante, a semejanza de Natacha, va a interrogar. Asi como el analista es interrogado por su parte, por ese deseo que lo aterraja, el deseo del analista. El objeto s6lo comienza aexistir realmente a partir del momen- to en que puede ausentarse en la representacién, es decir, caando esta perdido. Adopta entonces su sentido y su funcién en la cco: noma subjetiva del sujeto, La pérdida del objeto primordial se efectia segin modalidades singulares para cada sujeto. So trata de evaluar la fancién del duelo en 1a adclescencia como un tiempo o un intento de reapro- Piacién de ese objeto perdido, de imposible recuperacién. Los ineidentes en el desarrollo de la cura resultan patentes en el adolescente atrapado en ese proceso. Ya se trate ce la funcién del duelo en un caso o de los efectos de 1a angustia en otro, as transferencias tienen la particularidad de que tropiezan con due- los imposibles, a los que a menudo ponen en accion. Ese tipo de problemética da cuenta, por una parte, delas frecuentes interrup- ciones de las curas 0, por lo menos, de su discontinuidad. El infans es colocado ante el espejo por un adulto. A partir de eea fase de construccién del sujeto que vendra, el corte entre st mismo y el otro 0, mas precisamente, entre si mismo y la imagen el otro, atin no ha tenido lugar. Se efectiia de manera sincrénica. Esa operacién estructural induce la distincién entre realidad y representacién, diferenciacién entre si mismo y el otro. Pero el principal beneficio de ese proceso subjetivo es él acceso a la ins- tancia de la representacién, es decir, a la via de adquisicién de la dimensién simbélica En el“Esbozo", Freud escribe, a propésito de la represisn en la histeria, que en todos los casos se observa que un recuerdo re- primidosélose transforma en trauma con postorioridad. La causa 54 dello esel desfasaje de la pubertad en relacién con el conjunto del desarrollo del individuo. La no ritualizacion del dueio de los ideales infantiles y el en- frentamiento on lasexualidad infantil llevan aladolesconteacse duelo que simpre est por hacerse. A memudo la realidad hace irrupeion con un extremo fulgor. Los efectos son inmediatos y pueden resultar multiples: desde la descompensacién seguin las modalidades estructurales del sujeto, que va desde el surgimiento de la angustia que senala la separacion dolorosa con el objeto ala precipitacién de las defensas neurétieas, hasta la forclusién del Nombre-del-Padre. Los duelos reales provocan movimientos de oscilacién, con el riesgo para el sujeto, si el objeto es potencialmente peligroso, de ser aspirado por él. Pero el regreso se hace hacia ese punto de origen que vio al objeto tomar consistencia, en el propio movimiento por el cual el sujeto se fundaba, con una pérdida inalienable cuya huella es el significante. Algo de la muerte merodea; el sujeto, literalmente absorbido por el duclo, puede perderse en ol objeto de! duelo, por una forma de coalesrencia en la qite ya no consigue distinguirse. El duelo inicial no heehose sitia en el deseo de la madre, donde el sujeto ha efectuado sus primeras identificaciones'y se ha es- tructurado en una alienacidn on cl otro. De estas operaciones psi- quicas van a depender las posibilidades de deslizamiento y la flexibilidad de funcionamiento de la cadena significante. La pul- sacién atemporal del duelo no claborado resurge y falta para siempre en la estructuracién del sujeto que vendra. En las modalidades estructurales psicéticas se produce un quiebre de las posibilidades de movilidad de las idontificaciones. Esto va acompatiado por un derrumbedela estructuraimaginaria ‘que aseguraba la estabilidad de la estructura del sujeto. A pesar de sus lineas psicéticas, puede continuar “resistiendo” gracias a las muletas simbélicas que permiten mantener redes de reempla- z0 a la forclusion del Nombre del Padre. Se puede plantear de nuevo aqui la cuestién de la forclusién parcial o de las forelusionos del Nombre del Padre En analisis puede ocurrir que en ciertos momentos un psicético 5B sea enfrentado con esa pérdida suseoptible de hacerlo oscilar al otro lado del espejo, donde nadie puede oficiar de Gran Otro que En la adolescencia hay un duelo posterior que debe ofectuarse La repeticién enfrenta al adolescente con la problemética estruc- tural de elaborar un duelo de las identificaciones y de eroar otras nuevas, es decir, de renovar los deslizamientos posibles en la ca- dona cignificante. ‘Tiempo de duelo, tiempo del apabullamiento de los signifi tes que han modeladoal sujeto, la adolescencia estambign eltien- po de la reorganizacién profunda en que la pérdida y la falta de ser fon convocndas al proceso de la genitaizacion de las pul-siones sexuales, Cualquier situacién de distanciamiento del objeto imaginario puede implicar a posteriori una deacompensacién, ‘La problematica es dable: —La adolescencia es el perfodo privilegiado de los duelos por hacer, miontras que la infancia es el de los ideales parentales. Es asimismo el tiempo de los duelos identifieatarios, a veces tan da- loresos como ruidosos. Duelo de la sexualidad infantil y de las posicionos imaginarias frente a ese nuevo cuerpo sexuade, quo vuelve al adolescente potencialmente apto para practicar una sexualidad “adulia”, genitalizada ~Los duclos reales pasados 0 prosentes conmueven brutalmen- tela estructura del sujeto. Aunque haya resultado poco fragiliza- da, incluso poco disminuida por duelos anteriores, el impacto del duelo en la adolesconcia corre el riesgo de acarrear el mismo tipo de consecuencias: el borrado de lossignificantes propiosdel sujet ante la tumultuosa ola de lo real del duelo, El ineonseiente esta dotado de una estructura temporal que Lacan defini6 en los tres tiempos l6gieas.* El proceso del duelo tiene una temporalided especifica que yo vincularfa con los aguie- ros negros deseriptos por losastrofisicos:'elespacio-ticmpoes una 241 Lacan, *L’instance de Ia Lettre”, en Borits, op. YIP, Luminet, Lew trous noirs, Le Seuil, 1992. 56 especie de red cuyo entramado se achica 0 se expande en ciertos lugares, sobre todo donde la materia es densa. En el universo cireula la luz. En medio de los agujeros negros, la materia tiene una densidad tal que se degiute a simisma. Eltiempose encuentra atrapado alli, Desde el exterior, el rayoluminoso emplea un tiom- po infinito en franquear el borde, pero en el interior puede ser contado, pues se ha enlentecido considerablemente. No ha sido abolido, sino absorbido en el agujero negro antes de retomar su curso. {No resulta esto singularmente evocador del modo en que transcurre el tiempo en el trabajo de duclo? La nocién de tiempo introduce la de Ia repeticién: el hallazgo que produce el surgimiento del inconsciente es siempre, para el Sujeto, un re-encuentro, Reencuentro que sc sittia precisamente dospués del encuentro con el objeto y después que la pulsion ha efectuado un segundo giro. La pulsin solo puede rodear a su objeto, marréndolo siempre, pues la satisfaccién inicial no vuelve acncontrarse nunca. Ese cireuitoes engendrado por la compulsion de repetician. Elimperativo de repetir, propio del funcionamiento del inconsciente, plantea la cuestién de lo uno, del trazo dinico como constitutivo del sujeto; el trazo unario que implica que el sujeto tenga que rehacer siempre el mismo circuito, el que inicial- mente funds su estructura, En “Psychologie des foules et analyse du moi”," Freud recuerda tres tipos de identificacion, delos cuales el segundo se caracteriza por el hecho de tomar regresivamente el lugar del objeto amado 0 de! objeto elegido, que en tanto precisamente se ha perdido. En- tonces -escribe Freud- “la identificacién es una identificacion parcial, altamente limitada, que se limita a tomar del objeto uno solo de sus rasgos” Se trata de la introducci6n al Einziger Zug, ese concepto esen- cial que Claude Conté® ha puesto en evidencia al retomar y profundizar la nocién lacaniana de trazo unario. La traduccion de Kinziger Zug significa y subraya quenose trata de Unounificante, sino—precisa Conté- “del uno contable, en si miemo divididoensu punto inaugural”. La funcién del trazo unarioconsiste en la puesta +8, Freud, "Psychologie des foules et analyse du moi", en Besois de payeha- ailyse, op. cit 6. Conte, “Leeclivage du sujet et son identification’, Le Réel et le Sexuel, op. fen juego mas elemental, la més puntual del significante. Sin ‘embargo, no debe entenderse como una repoticién de lo mismo a lo idéntico, sino mas bien como lo inicial de una serie que va a ins- taurarse tras ese primer uno, es decir, lo que vendré a encarnar el hilo rojo de la construccidn del sujeto. Ese sujeto materializa la pérdida de este primer significante original, en tanto primero en haber dejado huella, huella tinica y original, primera huella del sajeto en el ineonsciente. El inconsciente -nos dice Freud— busca Ia identidad de pereepeidn, precisamente esa primera percepcién sin embargo irremediablemente perdida. En el hueco de esa au- sencia, el significante puede inscribirse en la eontinuacién de la serie inaugurada porel trazounario. Bl significante va atener una insercién en lo real e inscribird la diferencia, lodistinto,alli donde, al comienzo, todooraidéntico. EI Das Ding freudiano del quehabla Lacan en L’Ethique,* seria esa especie de secuela de lo materno original, secuela de la “mismidad” primera. La dimensién de la pérdida inaugural merece que articulemos ese mecanismo en el origen de la constitucién del sujeto parlante con lo que nos ocupa, a saber, el duelo del objeto. Paraexistir corralativamentecon elsujeto, elobjetoantetododebe serperdido. De hecho s6loexistela presenciade un hueco,de un vacio que no importa qué objeto pueda ocupar, nos dice Freud. Es elobjeto al que Lacan califica como pequerio a y que define’ como “el primer objeto, el objeto del que nose tiene idea”. Nose encuentran el origen dela pulsién oral, sino que esté vineulado con ella: ningyin alimento conseguirdsatisfacerlo nunca y sélo podré dar vueltas porsiempre en torno al objeto eternamente faltante, (Bs legitimo hablar de duclo del objeto a propésito de esa pér- didainaugurale inicial del sujeto, enel sentido de que har existir ese primer objeto que inscribe al sujeto en sus primeros significan- tes, inicio de lo que sera el comienzo del encadenamiento de significantes’ La etimologia de la palabra duelo resulta eselarece- dora. Viene del latin duel, en plural duews, que en principio significa dolor, pena, y luego, mas precisamente, “aflicein causa- da por la pérdida de una persona amada”. Enel latin del sizlo 1, dolus es el sustantivo verbal de dolore, tener dolor, acepcién que 44, Lucan, L/hique dela paychonalyse, Le Stmineivo, Libre VIL, Le Sei, 1986, 4. Lacan, “La Troisiame", en Autre derite, Le Seu, 2001 58. eudea conserva en todas las lenguas romdnicas. En aleman posee el doble significado de duelo y de tristeza, de dolor experimentado luego de una pérdida. El duelo es la manera en que cada uno resulta modelado por el trabajo de lo simbélico, 1a manora en que es inseripto en el Otro, lamaneraen quesealiena enel Otro, Cadasujeto lleva una marca, hwella indirecta que se puede observar en la lengua materna, segtin cémo se haya apartado de ella y haya subjetivado su relacién con el lenguaje. El sujeto que desea est constituido, pues, porel productodeesa pérdida. El devenir de un nifio, particularmente en la adolescen- cia, se re-actualiza en la pérthida presente y lo introduce en el re- conocimiento de la pérdida inicial, dela que conserva la huella en ‘su cuerpo y en su lenguaje. Es el proceso de simbolizacién el que se reactualiza. E] Symbulon era una tableta de arcilla que se quebraba en dos partes y cuya quebradura, singular y tinica, servia como medio de reconocimiento. En griego, la palabra sig- nifica la particién, el acto de re-uni6n en el sentido de signo de re- conocimiento. El sujeto asi fundado por la estructuracién especifica del orde- namiento de sus primeros significantes solo podra efectuar en lo sucesivo—cuando se enfrente a él- un trabajo de duelo en fancién de modalidades proestablecidas en esa primera relacién con el objeto, La naturaleza de ese duelo original orientara estructural- mente todos los duelos que vengan. En suma, se trata de una estructura comparable con la metafora del cristal, empleada por Freud. La misma remite a la estructuracién del sujeto en su relacién con su primer objeto, el que predetermina sus posibilida- des de claboracién de un trabajo de duelo. El duelo se efectiia en fancién de las lineas de fragilidad ya inscriptas en el cristal del sujeto, huella de la falta inicial, del primer duelo, imposible de realizar, por el objeto radicalmente perdido. La tableta de arcilla ha dejado en su estructura cicatrices singulares que se reabrirn con cada pérdida, provocando el dolor del duelo. El duelo es un trabajo regido por sa propia temporalidad, pero que depende fundamentalmente de la experiencia original de odio ¥y de amor que cada sujeto tuvo con el objeto perdido y por el cual debe hacer el duelo. La relacién con el objeto perdido en aquel 59 momento se hard segtin el modelo de la relacién inaugural con el objeto, perdido en el propio tiempo en el que tomaba con- {Bl dolor intervenia en aquel momento y a qué correspondia? Segiin Freud, es concamitante con un trabajo de desvinetlacion pero tambien de vinculacién con las representaciones del objeto amado, Enel addendum a Inhibition, Symptome, Angoisse* se interro- ga de nuevo acerca de la relacin entre el duelo y el dolor. La pérdida del objeto, traumatica para cl sujeto en estado de necesi dad, es peligrosa si la necesidad noes actual, en un tiempo en que Ja falta de percepcién del objeto equivale a su desaparicion. Freud postula que la vivencia de la pérdida de amor sera doloresa y subraya que ese cardcter doloroso es un rasgo que permanece impenetrable. Bscribe: “Cuando la separaciGn del objeto produce angustia, cudndo produce ducloy cuando aeaso produce solamen te dolor?” Como elementos para la respuesta propane’ el dolor es la reaccién a la pérdida del objeto; gig angustig es la reacein al peligro dela propia pérdida del objeto. El duelo aparece bajo la influencia de la prueba de la realidad de la pérdida. A partir de entonees, su trabajo consiste on desin- verstir al objeto hasta entonces investido. Una vez. mas, subraya Ia articulacion entre el dolor y las situaciones de desvinculacién con el objeto. La clinica, en particular la de adolescentes, muestra que el momento mais doloroso no os la fase de desvinculacién, sino mas bien la del duelo, que Freud deseribe coma un periodo de reinves timientodelobjeto perdido, esa especie de sobreinvestimiento que precede a la fase de desinvestimiento, El sujeto debe despegarse dela representacién del objeto perdido, es decir, de les significan- tes que lo representan. En el transcurso de esta fase debe sobre investir sus representaciones cuando precisamente el objeto ama: do ha desparecido. En su seminario sobre la Angustia,* Lacan enuncia que “osta- “8. Freud, Inhibition, Symptome, Angoiase, PUP, 1978, J. Lacan, LAngoisse, Le Séminaire, Libro X, 1962/63, inédite 6 ‘mos en duelo por aquel para quien hemos estado, sin saberlo, en el lugar de su falta” Es el Otro imaginario, especularizado, que estaba en lugar de Jo faltante, Se trata de ocupar ose sitio vacio, denominado por Lacan como lugar vacio, que puede estar, sein la ocasién, habi- tado por personas 0 por cosas. Mas fundamentalmonte, cl duclo es sobre todo el duelo por aquel que habia sido investido imaginariamente por el sujeto. La importancia de los rituales en el trabajo de duelo debe destacarse tanto por las transformaciones en el adolescente como por el duelo vinculado con la perdida de un objetoreal. La tragedia de Hamlet" resulta, en esto, ejemplar: la trama dramética esté asada en el hecho de que no tuvo tiempo de enterrar a su padre. No pudo dejar que el tiempo hiciera su trabajo de duelo, aunque mas no fuera comprobando que el extinto esté bien “muerto y enterrado”, segtin la expresién elésica. Sea como fuere, hablando con propiedad, el dueloinaugural del objeto es imposible de realizar. En efecto, ¢cémo hacer el duclo de algo 0, més exactamente, de la cosa perdida? {EI papel del psi- coanalista no es acaso el de permitir que el analizando haga el duelo de ese objeto perdido que es el amor de la madre o de la lengua materna? La estructura del sujeto implica estar en duclo por un objeto siempre ya perdido, precio del sacrificio simbdlico hecesario para acceder precisamente al estatus de sujeto. Las bases del sujeto se apoyanen su narcisismo, elemento indispensa- ble para el amor de si mismo, pero que prefigurars los ejes del amor hacia el otro, ,Cémo amar al otro si no se ama a si mismo? Vamos a inttentar desbrozar el campo delicado del nareisis moa los efectos de identifiear los caminos posibles de la enamoracion. B] sujeto se construye gracias a una reorganizacién narcisica, poro también por intermedio de una etapa fundamental: el en- cuentro con el otro en la relaciGn amorvsa. » W, Shakespeare, Hamlet, La Pléiade, Gallimard, 1992. 61 Segunda parte EL NARCISISMO Y LA ENAMORACION 1 NARCISICO, 2 FORZOSAMENTE NARCISICO Hijo de la ninfa Lirfope y del rio Cefiso, Narciso ora un joven de gran hermosura, pero insensible a los encantos y a las solicitacio- nes de las majeres. La ninfa Eeo, que experimentaba por él un intenso sentimiento amoroso, recibid tan mal su rechazo, su des precioy su desdén que muri, Indignadas, quajarse a la diosa Nemesis. quien de desdeiadas. El adivino Tiresias habia anuneiado que Narciso viviria hasta tanto viera su propia imagen, loque dioa Nemesis la idea para su plan: en el curso de una jornada de caceria, ineité a | Narciso para que bebiera en una fuente. Narciso vio su imagen en | elaguay so onamors de ella hasta el extremo de olvidar poco a poco | el deseo de beber y comer, arraigando al borde del agua y transfor- mandose progresivamente en la flor que leva su nombre, el nareiso, la que se refloja en elagua durante la primaverahastaque muere en otono, Segun otra versidn del mito, Eco teniala costumbre de distraer ‘a Hera mediante charlas incesantescada vez que Zeus, su marido, la enganaba solazandose con hermosas mortales. Tras compren- der la estratagema, Hera castigé a Beo augur:indole un “Siempre tendras la iltima palabra, pero nunea diras la primera’. Habién- dose enamorado de Narciso, Eco silo podia repetir las ultimas palabras del joven, quien se cane6 y la abandons, Se sintié tan Gesdichada que dejé de comerybeher Adelgazo tanto que termind siendo tan solo una voz que hacia eco en las montaiias a lo que dijera. Esa versin atenia curiosamente las aetitudes narcisi- cas... de Narciso. wus hermanas fueron a }é vengar a las doncellas 6 Los poetas tambien han aportado su contribuciénala persisten: cia y vitalidad del mito. El poema Narciso de Rainer Maria Rilke, maravilloso y potente, nos permite situar las fuentes de las que hablamos aqui: Narciso se disipaba, De su hermosura alzabase incesantemente la proximidad de su ser, concontrada como perfume de heliotrope. Pero a él le habia sido impnesto contemplarse Se embriagaba con lo que de él salia, y dejaba de estar contenido en el viento, y cerraba, extasiado, el circulo de las formas, se anulaba, y ya no podia ser més. No existe una visién de conjunto que permita comprender los diferentes destinos del narcisimo cuando es retomado en la fase adolescente. El “forzosamente narcisico” es el e¢o a las apuestas particulares de la fase puber. La existencia de una fase narcisica 6s, on una primera lectura, un pasaje nceecario. ‘Hemos reseniado las patologias narcisicas cuya eclosiénomani- festacién se ven tan a menudo en esa edad. El coneepto aparece on algunos escritos antorioros al texto prin ceps “Pour introduire le Narcissisme”* Ante todo en los Trois essais,’ donde Freud trata de dar cuenta de Ia eleccién de objeto en los homosexuales que “se toman a si mismos como objeto sexual: parten del narcisismo y busean j6ve- nes que se les parezcan, alos que puedan amar como sus madres los amaron a ellos mismos”. Sobre todo a partir de su “Sehreber",’ Freud elabora un primer desarrollo teérico. Propone un estadio de evolucién situado entre el auto erotismo y el amor del objeto, del que es ejemplo cl in- Aividuo que comienza “por tomarsea si mismo, a su propiocuerpo, como objeto de amor”. Bsa experiencia permite una primera union, de las pulsiones, teoria quo retoma on Tétom y tabui.S 'R.M. Rilke, Ocwures completes, La Pleiade, Gallimard, 1997, pig. 863. Froud, “Poor introduire le Narcissisme”, en La vie sexuelle, ep. cit °S. Proud, Trois essais sur la théorie de la sexuatité, Gallimacd, 1983, Froud, Cing psychenalvses, PUR, 1985, Froud, Tétem y tabs, Petite Bibliotheque Payot, 1979, 4Por qué Freud quiere introducir el Narcisismo? Freud lo introduce al mismo tiempo por razones teoricas ~en efecto, otorga a ese concepto un lugar central y por razones co- yunturales, En sus estudios sobre las psicosis, Jung, euyasteorias enearnan un distanciamiento notable del edificio freudiano, am- plia hasta tal punto la nocidn de libido queésta termina perdiendo sucarécter sexual. Freud insistc en reafirmarla preominencia de las pulsiones sexuales. El narcisismo primario, relativamente controvertido, es un es- tadio hipotético, Las pulsiones, por entonces parviales, tratan de satisfacerse de manera independiente y los objetos investidos por ellas lo son sobre el propio cuerpo, El yo atin no se ha constituido. Para Froud, existe una distineién entre auto erotismo y narci- sismo. El yo -precisa~ no se constituye de entrada; es preciso que se ejerza una “nueva acciGn psiguica” que lo haga ir hacia el nar- En nse preciso pinta, Lacan propone su hipdtesis sobre el estadio del espejo,” que todas las corrientes del psicoandlisis” parecen haber integrado en la actualidad. En ese pasaje desde el primero al segundo estadio del narcisis- mo, se efecttia, segdin una lectura lacaniana, un pasaje desde el yo imaginario al yo, que es de orden simbélies. Primer tiempo: el nino hace su entrada al mundo del deseo articulindose progresivamente sobre el deseo de] otro primero, la madre, que se eonstituye asi como tinies objeto de su deseo, Segundo tiempo: el nino asume su propia falta en ser. Acepta reconocer en la madre esa falta que él no consigue colmar, que no lo es dado colmar. La experiencia del espejo resulta, entonce: edificante para su narcisismo, porque, en el espejo, su propia imagen es la del nifio, en tanto es reconocido por el otro que lo apoya y deposita sobre él una mirada de amor y de aprecio, 8. Lacon, “Le Stade da Miroir", en Berits, 99. cit Desde lo. primera edicign del Voeabulario del pricoancllcie, Laplanche y Pontalis le dedicen un articule, Es uno de les unicos Conceptos lacanianos que se citan or imagen del otro En esa perspectiva, el yo es estructurado por su insercidn en Ta imagen del otro. Es, pues, de naturaleza especular © imaginari EI narcisismo primario no es un estadio en el que toda relacian intersubjetiva esté ausente, Se trata de la interiorizacién de una relacion. La introduccién del segundo topico Heva a Freud aelaborar una segunda teor‘a del narcisismo. En “Le Moi et le Ca” supone un primer estadio narefsico anobjectal somotido a una ausencia casi total de la relacién con el objeto, con una indiferenciacion entre el yoy clello, De hecho, estaria encarnado por la vida intrauterina. BI narcisismo contempordnco de 1a identificacién con los demés permanece: es el narrisismo secundario, Elnarcisismo de los padres permite atribuir al nifiolas cualida- des que ellos mismos habian deseado tener y a las que debieron renunciar. El advenimiento de His majesty the Baby esquienrea- liza -escribe Freud~ “los suefios de deseo que los padres no evaron a cabo”. 1 nino va a construmse y a consolidar sus bases narcisicas en torno a ese narcisismo parental y a su eyolucién. En la adolescen- cia, ese nareisismo tambalea debido al distanciamiento que surge entre e] nino ideal o idealizado de los padres y la realidad de aquelloen lo que el adolescente se ha convertido, El mismo ya no puede abrevar en ese capital de nareisismo y debe, por tanto, ‘encontrar en otra parte fuentes de identificacion y de reaseguro narcisico La aplicacién clinica de Freud puede ser esquematizada asi: el neurdtieo mantiene una relacion libidinal con les objetos, mien- tras que el psicético ha “retirado realmente su libido de las per sonas y del mundo exterior”. Para evitar cualquier confusién, debe senalarse que Freud siempre se inclind a denominar neurosis, narcisica a la esquizofrenia, En osas dos enfermedades narcisicas se produce un repliegue de la libido con la que el objeto habia sido investido, Para Freud, el neurético abandona asimismo una parte de su relacién con la realidad, pose a que su libido permanece, a través del fantasma, apegada a ciertas partes del objeto: “Ha reemplazado las objetos *S Proud, “Le Molet le Ga", en Essais de paychonayse, op. ett 68 reales imaginarios de su recuerdo o bien ha mezelade unos eon otros”, Después de su aporte con el estadio del espejo, Lacan profundi- za y modifica sus posiciones sobre el narcisismo, en particalar en sus dos primeros seminarios.? ‘A partir del hecho de la identificacién narcisica con el otro —el nifio resulta fascinado, captado por la imagen del otro, el deseo pasa ante todo por la proyeceién eon ol exterior. El deseo origina- rio, en su confusion, se expresa mediante vagidos. Para que haya una relacién con el objeto del deseo, es preciso que exista una relacion narcisica del yo con el otro. El narcisismo resulta asf la condicién para que los deseos o los significantes se inseriban. Para cada sujeto existe una serie de significantes pri- vilegiados (S2) donde se inscribe el deseo por el Otro, significantes que van a reveldrsele en la relacién imaginaria con el préjimo. Como se sabe, s¢ llama transferencia alimpulso de La libida ha- via el analista, Es preciso -eseribe Freud- que subsistan “fuerzas motrices vivas que favorezcan el trabajo y el cambio”. De hecho, se trata de un amor que implica siempre una parte de narcisismo. In sus ultimas teorizaciones, Lacan insiste en la importancia del apoyo de la imagen para que el deseo circule, La presencia corporal del analista se convierte en un Ingar de anclaje necesario. El devenir del nareisismo en la adolescencia Las pulsiones se genitalizan ante el empujede la pubertad y de las transformaciones corporales. Las identificaciones comienzan vacilar. Se plantea entonces la cuestién de hacer que resista la estructura y de que pueda anclarse sobre bases sélidas que no cuestionen el plano del narcisismo. Enel medio, el niiio que yaha dejado de serlo y el adulto que s6lolo sera mas tarde, cl adolescen- te, se encuentra en el no man's land de las identificaciones. Se encuentra en pleno deficit de identificaciones, en déficit del Otro. Sus vacilantes identificaciones lo dejan al descubierto, desnudo, J, Lacan, Les écrts echniques de Freud, Le Séminaire, Libro 1, Le Seuil, 1985 y Le Moi dams In théorte de Freud et dans fe technique de (a psyckanelyse, Le Séminaire, Libyo IL, le Seuil, 1987 69 Esto remite a la hermosa metafora de Francoise Dolto al recordar cl caparazén del eangrejo."" Para hilar en esa metéfora, dirfa que las identificaciones son el caparazén; queda entonces en carne viva el plano nareisieo, con su fragilidad manifiesta. Si ésta tam- balea, eladolescentese encuentra peligrosamente amenazado por el lado del ordenamiento de sus significantes primeros 0, en otras palabras, de lo que lo funda en tanto sujeto. Existe el peligro de una caida en la psicosis; la clinica lo confirma Las patologias narcisicas Carina se habia sentido herida y habia quedado marcada por una precoz faltade amor materno. Noparaba de interrogarseacerca de la realidad del amor de su padre, quien nunea se lo habia expre- sado. Este mezclaba una rigidez extrema con convicciones religio- sas también extremas. Bn materiade amor, sustinicas referencias eran, literalmente, extraterrestres. A su juicio, ninguna encarna- cion terrestre tenia gracia, Carina habia tenido que construirse entreesos escollos, al precio de algunos sintomas bastante invali dantes en su vida de relacién. Desarrollaba un narcisismo literal- mente “a flor de piel”. Una palabra, una frase mal entendida podia dar lugar una disputa, ainsultos, a unacrisis, incluso a una ria con aetos de violencia. Desarrollaba accosos de eczema desde muy nia, cuando un conflicto se atascaba sin encontrar solucién. “Ha cia crisis”, segtin su expresién, en todas las circunstancias. Las pocas sesiones espaciadas alas que venfa no frenaban la inexora- ble progresicn hacia una “desescolaridad” total, a fugas y vaga- bundeos inquietantes. El consumo de hachis, excesivo como todas sus demas cosas, la desmotivaba, aporténdole una relativa seda- cionasus angustias. Novolvia saber deella durante algunos anos, hasta que recibi una carta emotiva y patética en la que me anun- ciaha que finalmente haba anclado en un hogar. Un hogar mater- no, donde residia con su bebé, a quien queriacrearle un mundo “de amer, de felicidad y de libertad’, lo que ella no habia conocido nunca, Esa expresién inseribia la huella de un vineulo transferen- cial, tenso pero suficiente como para servirle de referencia, al que cella queria testimoniar los progresos de su vida, °F Delto, Paroles pour adoe ou Le complexe du honerd, Livre de poche, 4331, 1998 {Quése entiende clinica y tedricamente por patologias nareisicas? La discontinuidad de los vinculos precoces madre-nifio no pe- de asegurarle al sujeto una continuidad narcisica lo suficiente- mente estable. Esa discontinuidad remite a los modos de investi- miento narcisico de los padres que condicionan la constitucion del sujeto de manera armoniosa y satisfactoria. La trampa del narcisismo tiene que ver con que poseemos una imagen en la que nos reconocen los otros y en la quo nos reconoce- ‘mos. Nuestras imagenes nos hablan y nos dicen quiénes somos. De esa manera, prestamos nuestra imagen a lo que funciona en lo social: carrera, titulos, belleza son medindores y se convierten en el lugar de la mentira. Bladolescente trata de colmar el estupor dela falta en el otro. E] reconocimiento de esa ausencia es una prueba terrible. El adolescent percibe de pronto que le es preciso renunciar al in- tento de colmarlo, loque equivale a representarse su propia fal-ta, Se refiore entonces.aidentificacionesimaginarias, en particularal falo. En la adolescencia es cuando se producen con mas facilidad los actos delictivos. La nocién de destiempo confiere un significado psityuico dife- rente a un fendmeno. “Todo adolescente conserva hucllas mnési- cas que sélo pueden ser comprendidas por él después de que so- brevengan las sensaciones propiamente sexuales”."" Freud intro- duce una observacion clinica de gran alcance: “La aparicién tardia de la pubertad hace posible los procesos primarios péstumos”. Setrata de unaeliminacién, a destiempo, de los afectos y los traumas acumulados. La adolescencia es tun tiempo de herofsmo ¢ idealismo. 8] ideal del yo, designado como heredera del pasaje pubertario, esta mar- cado por el sello de! futuro y del proyecto. Sin embargo, el ado- lescente se ve obligado a modificar sus fuentes de aportes nareisi- cos, apoy.indose en los grupos de pares. Ks la edad de los mejores amigos o de las bandas. Puede caer entonces en conductasriesgosas,a vecesen adiccio- nes toxicémanas y exposiciones al peligro a través de comporta- mientos que incurren en ordalfas. Los cambios son asimismo sostenidos por pasajes, sobre los que es preciso preguntarse si no ofician eam ritos de iniciacion. Van 18, Froud, Naistance de Ia psychanalyse, op. it. pig. 367. Gennepp,"* a quien le corresponde el mérito de haber hecho un estudio comparativo de los mismos, ha encontrads tres invarian- tes: separacién, marginacién, luego agregacion. ParaPhilippeJeammet,'*“losritos preservan sus bases narefsicas {las de los adolescontes] mientras ofrecon una posibilidad de oxpro- sidn o de descarga a los afectos subyacentes, gracias a su extraordi- nario poder de condensacién, En esto se acervan a la funcién del sintoma histérico”. Numerosos trabajos les han sido dedicados, pero Ia loctura directa de Van Gennepp permite relativizarlos. Provisoriamente, podrfamos concluircon que laadolescencia es un momento simboligeno. Deberian refinarse las distinciones psicopatologieas entre per- sonalidad narcisica y patologia narcisica, a la que de buena gana se califica como psicopatia. En cuanto a ladecadeneia de la funcién paterna, que va dela mano can los Nombres del Padre, convendria precisar la real naturaleza, simbdlica oimaginaria, desus caren- cias. Sin embargo, es posible earacterizar a esas patologias por cu relacidn con la earencia y con la ley. La negacidn es un mecanismo psiquico esencial, pero ei rasgoque predominaes elgoceencl Otro, Ia busqueda de alguna manora desenfrenada de imponer el propio goce sin tener en euenta el del otro. Las flaquezas del narcisismo evan naturalmente al sujeto a pasar por el cortocircuito del acto, eludiondo o soslayando la fun- cin de la palabra y las virtudes simbolicas que le son propias. La preeminencia del actuar en nuestras sociedades contemporaneas sélo puede llevar a interrogarnos, impulsando asf a los analistas aafinar una clinica y una teoria del acto. Desde las carencias del narcisismo hasta el acto no hay mas que tun paso. Los adolescentes se inscriben regularmente en el acto, en diferentes tipos de accion. Las perturbaciones del comportamien- to, la asuncién de riesgos en el caso de los varones, las perturba- ciones del comportamiento alimentario en el caso de Jas chivas: la accién es parte integrante de la adolescencia. Esto nos permite introducir una propuesta: el adolescente se encuentra en el acto. = A, Van Gennepp, Les Rites de passage, Editions Picard, 1981, * P sFosmmet, ‘Du familiar a Nowelle recue de psychanalyse, n' 42, Gallimard, 1990. 2 2: EL ADOLESCENTE EN EL ACTO “En el comienzo era el acto”. Goethe Clovis aparecié en el consultorio del analista de manera inopina- da. La primeracita habia sido eoncertada para lasemana anterior, pero no concurrid. Un ininterrumpido caudal de palabras inaugu- rala sesiGn. Entrega sus preocupaciones inmediatas, sus inquic- tudes del momento, No meneiona la entrevista a la que no concu- rri6, sino sus problemas con las horas y con las reglas, sobre todo con las del hogar donde reside desde unos meses antes. ‘Tiene dificultad para explicar las razones de su presencia en ese aloja- miento y de las motivaciones de un juez que habla en nombre de Jos otros, pero que sin embargo no tiene ningtin derecho sobre él. Clovis quiere sentirse libre, sin ataduras, y trata de verse como intocable, por parte de los otros, de los afectos y de las leyes. Recuerda sus fugas y sus accesos de violencia desde una curiosa distancia. Pareco protegerseen el discurso gracias a un caparazon impermeable a las emociones. Escucho el relato de un herve sin alma, que vence al mal todaslas veces, Alcabo del tiempo me habla desu familia, dela madre, onforma de edncer, luego de su muerte, que habia ocurrido algunos meses antes. ‘Su amigo, con el que vivia, se habia hecho mataren un bar poco después de la muerte de la madre, en una rifia con arma blanca. Las emociones se apoderan de él entonces. Se pone exultante, me dice que todo aquello era asqueroso, que yo lo obligaba a hablar de B eso para hacerlo Morar “expreso”. La transferencia se anuda de manera agresiva, perose teje una vineulacién. Habladel padre, al que nunea vio, quien habria vuelto a su pats de origen. Se centra enionces en el fallecimiento de la madre; “ése es mi problema”, termina diciendo, No me habla de lo que terminard por venirsele encima, los diferentes juicios por extorsién, agresion y robos. Tie~ ne una verdadera pasidn por las “rifloneras”, esas exiraias bol- sitas que se llevan alrededor de la cintura. Prefiere esos euriosos atributos falicos euando son de marea, sobre todo los de una que tiene un cocodrilo. Entonces no puede resistir, atraeal portador de a ‘rifionera” codiciaday se la roba. zY si éstese defiendo? “Esté on su derecho, pero siempre soy el mas fuerte”. Se niega a dejarse ganar por cualquier idea de culpabilidad. En eso es categérico: es culpa del otro tener algo que él quiere tener. No conserva las “rinoneras”, sino que las revende, cosa de tener con qué atender Sus gastos, Se produce entonces un vueleo transferencial. Se quejaba de tuna relacién muy conflictiva con su docente de referencia. La aprecia, pero no sabe por qué experimenta la necesidad de provo- carla y negarse a hacer lo que ella le pide. Recientemente la ha insultado y, en un impulso de célera, golped con violencia a un chico que hablaba eon esa docente. Hasta entonces yo me habia ubjcado en una posicién de escucha, con mucha reserva, mas atin porque él, en su catarata verbal, no dejaba espacio para una intervencién. Entonces le pregunto por qué provoca precisamente ‘a quien més aprecia, Queda perplejo y se pone a asociarlo con rrasgos de ellaque loirritan. En medio deun verdaderosufrimiento que le produce esa tarea de pensar confiesa que le recuerda a su madre, por ejemplo euando le pide que se lave 0 que arregle su habitacion. Bs la primera vez que habla de ella desde el momento en que recordé su desaparicién, y es la primera vez que la asocia con un afecto. Adviertouna tonalidad depresivaensudiscurso.No Jo veo en Ia siguiente sesion. Vuelve para dar cuenta de una mejoria en la relacién con 1a docente. Pero, por el contrario, se muestra enojado conmigo. Esto se expresa en su tono vehemente y tambien en sus acusaciones y, mas directamente, en los repro- ches. “Por causa suya duermo mal, incluso sofié con mi madre. Pienso on ella todos los dias.” Exprosa aqui una euestién insopor- table. Todo afecta le es insoportable, Io obliga a sentir el dolor de pensar y también el dolor del afecto. La transferencia no se ha 74 establecide con solidez, No soportaesa situacién de conflictividad interna que hace surgir la angustia. Poco después, al llegar con tuna hora de retraso a la sesion, no soporta que no acepte recibirlo de inmediato ni que lo invite a volver en la préxima sesiin. Sc las toma con un asiento dela sala de espera, insulta ala paciente que esperabac inclusoa mi, y me dicea los gritos: “De todos modos, no eres mi padre”, De ese modo reivindicatorio pone fin aun vineulo que se habia vuelto domasiado estrecho y que lo habria llevado a la realidad del abandono y de la pérdida. Prefirié nombrar la transferencia y también la barrera infranqueable de la vinewla~ cién. Opts por la ruptura del lazo, nombrando mi lugar de padre supuesto en la transferencia. El acto reemplaz6 claramente aqui al pensamiento. ‘A pevar de mis intentos y de la insistencia del hogar, jamas volvié a verme. {Bxiste un pasaje nareisico normal en la época de la adolescen- cia para el caso de una personalidad “normalmente” narefsica? En su franqueo, en su pasaje, {el acto es un momento normal? «Qué dignifiea paraje al acto? El pasajo al acto debe tomarse enma algo pleno de sentido y no como algo vacio de sentido, pero debe ser decodificado, Toda ladificultad consiste en hacer escuchar a aquel que no habia podido hablar lo que queria decir, como en el caso de Clovis. El adolescente lucha contra una angustia intensa, enfrentado como est a una de las paradojas mas brutales de la vida, a saber, que en el umbral de una nueva vida, de la vida adulta, se perfila Taamenaza de muerte. Larevalorizaci6n narcisiea es una apuesta que se plantea con una agudeza muy particular. ,Qué pasa con la especularidad del objeto? El adolescente efectia una simboliza- cién parcial en el otro, que no puede aecedera una problematizacién lo suficientemente intensa de la imagen del cuerpo. Cuerpo en movimiento, en transformacion. La propia estructura de la evolucién de la pubertad implica un distaneiamiento que puede llegar hasta la disociacién entre el desarrollo fisico ligado al impulso pubertarioy lamaduracién psicologica. El adolescente debe tender hacia un reacondiciona- miento estable de las instancias psiquicas que integre mas 0 menos arménicamente las exigencias de la satisfaccién pulsio- nal, la sexualidad adulta y una posicién establede sujetosometido alla represion. Su cuerpo experimenta numerosas imposiciones y transfor- maciones provenientesdel interior. Sus propias transformacio- nes, sobre todo fisicas aunque también psicologicas, lo preocu- pan. Es la fase de las largas permanencias interrogativas ante el espejo, de los pelos y de los granos que crecen, de los érganos genitales que se transforman y se vuelven tan molestos como excitantes jAcaso el adalescente no es narcisica por esencia? Acaso no asistimos a una fase, transitoria pero efectiva, de wn movimiento narefsico que no se inscribiria en el registra de la personalidad 0 de la estructura, sino en el del margen, del pasaje, al ser la propia adolosconcia una fase del pasaje, con osinritos del mismo nombre, enel sentido de Van Gennepp? ZExiste una adolescencia normalmente narcisica? Me inclino por esa hipétesis y voy a tratar de exponer su estatus metapsicolégico. Dejaré de lado la posicién muy especifica de aquel al que se califica como psicépata o delincuente, Ya se encuentra atrapado, encerrado, atenazado a la estructura perversa y a las carencias mayores del nareisismo, lo que deja poco lugar a cualquier plast cidad y movilidad identificatoria propia de la fase adolescente El delincuente me parece ser el prototipo del limite de esas patologiasnarcisieas dela adolescencia, También aqui la etimolo- gia resulta esclarecedora: Linquere es dejar algooa alguien en el lugar de uno. El prefijo “de” marca la separacién o cl distan- ciamiento. El delincuente es, entonces, aquel que desalaja los ob- jetos y que se desaloja de su propio lugar y del que el socius le ha asignado. La adolescencia es un periodo en el que eada tmo se busea un maestro cuyo discurso resulta finalmente resistente, designa lo verdadero, nombra al sujeto. Bsa biisqueda identificatoria surge, por supuesto, ée su naturaleza adiestrada, del registro imagina- rio. Y, sin embargo, el plano nareisico no deja de ser convocado durante el proceso de esas identificaciones. 76 E. Kestemberg' evocaelenmarafiamientoentrela libido objetal yla libido narefsica, que caracterizan al adolescente La adolescencia es un momento en que el narvisismo resulta particularmente exacerbado. Momento estructural, que encarna el tiempo del pasaje a la adultez, @Por qué pasar por el acto? {Qué eslo queimpulsa al adotescente a pasar al acto? Ese acto, glo funda en tanto sujeto o marca su limite, incluso su eastracién’ El adolescente, {puede decir algo al respect? Pareceria que no en la mayoria de los casos, pero esto merece una observacién clinica. La préctiea domuostra que cl adolescenteno puede decir mas sobresu acto que lo que dice el propio acto. No obstante, si en ese momento se le abre un espacio para la palabra, el adolescente se apoderara de 61 para evocar lo que lo atraviesa, los temas abordados, que a ‘veces no tienen relacion aparente con el acto por el cual ha pasado, Entonces puede desarrollar una problematica que va a iluminar, su debido momento, una motivacién inconsciente, incluso un sentido que hasta entonces no resultaba claro. Por eso es que un adolescente pudo alguna vez decirme que “es mis dificil decirlo que hacerlo”. Sin embargo, omitia sehalar que no sabiaen realidad qué teniapara decir. Ignoraba que no sabemos ‘quédecimos cuando hablames. Pero sin duda tampoco sabemnos qué hacemos cuando actnamos. Ks preciso captar los aspectos de ma- duracion, su intento por separarse de esa fragil imagen narcisica de si mismo, existentes en ese desfasaje del acto. El efecto de des. fasaje y el bienestar que le sigue son similares a la sedacién de In agitacin que se observa después de un pasaje al acto efectuadoen el marco de un episodio delirante. El pasaje por el acto seria asi contempariineo del narvisismo obligado del pasaje por la adolescencia, Marcaria la regresion a la preponderancia del acto de los origenes, como esa frase de Goethe, que Freud pone como exordia de sit Titem y tabii:“En el eomienzo era el acto” Regreso a una fase en la que se opera um regreso hacia el ®B, Kestemberg, “Identification et identite Ladolescenes”, en Psychietrie de Ponfant, V, 2, 1902 nartisiemo original. Ese regreso hacia los origenes de la estractu- ra del sujeto no se efectua sin modificaciones identificatorias importantes, que ponen en aprietos al narcisismo de la adolescen- Gia. El duolo do las identificaciones infantiles es un movimiento dolaraso y peligroso, si no va acompanado por una busqueda identificatoria que aporte al sujeto nuevas certezas, las que, por otra parte, también tendrén un tiompo de duracién. Laproblemsticanarcisiea del adolescente es un paradigma que ilustra, de manera exacerbada, la problematica narefsiea en su relacién con el pasaje al acto. Ulteriores investigaciones centradas en la clinica de adolescentes deberian ensenarnos mas acerca de Jas personalidades o estructuras narctsicas. Lectura del acto, lectura del pasaje Elacto, sea cual fuere, siempre esta destinado a alguien; nunca es gratuito. Por eso ineisto on su lectura. Los actos con lar que te nemos que vérnoslas nos estan destinados. Ya sea en el consulto- rio o en a institucién, el acto nos habla, nos interpela. Habria que especificar acting-out, pues ese acto se inscribeen la transferencia aun analista, a alguien que atiende oa una institucion. El momento elegido tampoco nunca es casual. Elacto habla asi de lo que no se habla, de lo que no se formula, mas que de lo no formulable, que se encontraria del lado de lo reprimido, Todo cuestionamiento de la imagen narcisica, cualquier frus- tracin, tiene el poder de desencadenar un euestionamionto de la identidad de! sujeto y, por supuesto, deas identificaciones narei- sicas.Esla pendiente hacia la regresion a ese tipo de identificacio- nos en Ia que el sujeto se extravia. Eladolescente habla en el acto de lo que no podria satisfacerse, pero en la transferencia no hace més que repetir lo que no ha podido ser simbolizado, De osa manera, el adoleseente va a au sentarse, mareando ese no-lugar del pensamiento que lo habita. Latendencia a actuar,el incesante riesgode expulsidn fuera de losignifieadoen las representaciones y los afectas exporimentados como traumaticos, por no decir persecutores, muy a menudo nos obligan a escucharlos 0 a intentar entrar en contacto con ellos en el campo al que nos llevan: el acto. 8 Blespacio de la curaen la institucidn representa una especie de contenedor del narcisismo de los adolescentes. Una modificacién del orden simbilico corre el riesgo de portarbar el precario equi- librio que rige el espacio o la institucton terapeutica, La ins- titucién se convierte en el territorio del acto. En los momentos en que los elinicos modifican su manera de pensar y, sobre todo, de trabajar, ycuandosus referencias simbolicas,en particular, jerar- quicas, cambian, la institucidnse vuelve menos contenedora y, por lo tanto, mas vulnerable a la patologia y a la destractividad de los adolescentes. Nadine fue derivada a una institucion terapéutica como conse- ‘cuencia de un pasaje al acto: habia intentado estrangular a uno de sus profesores en el colegio. Se requirid la intervencion de varias personas para conseguir que desistiera de su empresa. Acude al hospital durante el dia, con una cinta quele cifte la frente sobre la que luce un peinado afro, Se cruza con un docente en un pasilloy Este le dice: “Hoy si que tienes un suiper look y de verdad me haces, pensar en Jimmy Hendrix”, palabras a priori completamente tri- viales. Pero la reaccion de la adolescente no lo es tanto. Entra en un ataque de furia terrible, toma un largo y puntiagudo cuchilloy se echa a gritar: “jVoy a desollarlo’” Durante mas de una hora se procura establecer un didlogo bastante delicado entre la adolescente y el docente. Mientras tanto, acuchilla el forro de varias butaeas para demostrar Ia rea lidad de su deseo de atravesar la piel del otro. La joven pudodec a destiempo, que era insoportable, intolerable, que no habia que tratarla de esa manera. El docente la habia confundido con un, hombre, en todo caso por quien ella no era, Se habia sentido des- personalizada por el discurso que le habian dirigido y, asimismo, asexnada, desposeida de su pertenencia sexual Pude volver a trabajar con ella los sentimientos de dimension amorosa que experimentaba hacia ese docente. Al dia siguiente, ingiere gran cantidad de medicamentos delante de una enferme- ra, mientras le dice: “De todos modos, después de lo que pasé, he decidido suicidarme”. Pasa al acto ante lamiradade la enfermera, quien no tiene tiempo de reaccionar, aunque si de escuchar: “Ahora estarés contenta porque voy a desaparecer”, Todas esas acciones eran consecutivas a una observacién muy simple de la vida cotidiana, pero que tuvo resonancias significativas mayores 79 para aquella adolescente. Sin contar la participacién de senti- mientos transferenciales amorosos por el docente. Este, al asim larla con un hombre, habia borrado su identidad de mujer y su poder de seduccidn. Ella se sintié abandonada, remitida asus sen- timientos, a una vivencia abandénica que puso entonces en actos, sin poder asumir la representacin dolorasade eseequivalente del abandono. Elcuerpo La relacion con el cuerpo esta implicita, pues el adolescente vive multiples transformaciones eorporales. Muy a menudo no se re- ‘conoco a si mismo, tanto en su aparieneia fisica como en los comportamientosque se permite. Lareaceion de su entornalo deja estupefacto, Miedos y angustias se conjugan, articuladas eon el advenimiento del cuerpo puiber. Existen dos razones principales para esto: -B] abandon de las referencias de 1a infancia y el de las identificaciones que, hasta entonces, le daban una base nareisiea suficiente como para evitar la aparicién de la angustia. =La reorganizacién pulsional, que tiene por eonsecuencia el surgimiento del euerpo sexuado, de la gonitalidad, asi como el re- tomo de los conflictos edipicos. EI adalescente debe entonces volverse hacia nuevas imagenes identificatorias. El cuerpo puiber es no-representable, pues resulta el lugar de experiencias desconocidas. La fase nareisica solo puede ser supe- rada si el sujeto adolescente se reapropia no solamente de su cuerpo, sino también de la eontinuidad de su historia, si logra no romper esa continuidad, subjetivar ese abandono dela infancia, la in de ese cambio y también cl estatus del adulto que on de extrafieza. Se encuentra simultaneamente cercanoa ese otro en el espejo y ya no es del todo 61 mismo. Yo os otro. Considera a su cuerpo como exterior a él. Lo real del cuerpo no puede subjetivarse. Bsa operacién debe ir acompafiada por inten- tos de simbolizacion de lo real pubertario psiquico. Elnareisismo del adolescente resulta mermado a partir de que se percibe lo arbitrario del deseo del otro. Su fragilidad narcisica 80 estd vinculada con elempuje dela desencadenadaola pulsional de lapubertad, que presionay hace tambalearlaimagen desi mismo. El adolescente se encuentra en el propio acto, Es actuante antes que pensante. Bs la resultante de la inade- cuacién entre un cuerpo que se ha vuelto molesto y una elabora- cion pstquicaque no seadecua aesastransformacionescorporales. El cuerpo, la imagen del cuerpo, todo ha sido modificado. El adolescente trata de salir de su estado de pasividad euando experimenta esas transformaciones vividas como ajenas a él. El varén necesita recurrir al acto para reapropiarse de su cucr po a los efeetos de intentar contrarrestar esa transformacién. En el caso de la mujer, con pasajes al acto muy a menudo auto agresivos, se trata, por cl eontrario, de destruir lo maseulino que hay en ella, de feminizarse. El pasaje al acto de la joven homo- sexual en el caso elinico informado por Freud es un elocuente ejemplo. Hasta entonces habia podido hacer funcionarsu deseo de histérica moffindose de la autoridad del padre, pera bastaha con una sola mirada desaprobadora de éste para que ella sintiera que dejaba de existir, que algo caia dentro de ella y que, al mismo tiempo, ella eaia verdaderamente. Bs ella misma quien se arroja desde lo alto del puente, en un Niederkome,’ mediante el cual da a luz por si misma al nifio que no pudo lograr de su padre. El acto Se hace necesario un momento de elaboracién del pasaje al acto, porque, a falta de aeusar ya no el autor, sino ala recepeién del mensaje dirigido por el acto, éste se repetira inexorablemente. El acto se abre paso y es el adolescente quien se encuentra en el pasaje. TElacto es aqui un pasaje que sélo pide pasar a otro estatus, es decir, a la palabra y al reconocimiento. Pues sino se puede osesabe decirlo, elactose plantea, No puede abrirse a la palabra sino a condicién de ser reconocido por el otra en dos niveles: §S, Froud, “Sur la paychogenee d'un eas dhomarexualité fiminine’, en Nevrase, Paychose, Perversion, PUP, 1978. Niederkommen pose un doble senti- ‘do que no escape al oido del maestro vienés, “dar a lus" y“caer’ 81 en tanto sustituto de la palabra, en tanto mensaje a descifrar. En efecto, se trata de reconocer sus potencialidades de elabora- cin, como una palabra en negativo, como una promesa de la pa- labra que vendra, Pues los procesos de simbolizacién pueden advenir de otra modo que no sea por el acto, que—lorecuerde—era al comienzo, Evidentemente, pueden pasar por la palabra. GEL adoloscente con déficit de palabra es el prototipo de la patologia narcisica? {La clinica de adolescentes nos esclarece acerca de los areanos. del narcisismo? 20 debemos esperar de la clinica patologias nar- cisicas que se revelan como un aporte decisivo sobre esos mismos procesos? El adolescente parece encontrarse en la enerucijada de la es- tructura del sujeto. La adolescencia es el tiempo en que se puede osvilar hacia distintos carriles patolégicos, cuyos surcos comenza- ron aexcavarse desde la infancia. Mas especifieamente, adelanta- réque la adolescencia es una fase normal, un pasaie obligado por el predominio de los fancionamientos nareisicos. A partir de ese mticleo, el adolescente evolucionaré hacia donde deba. Fl pasaje por el acto me parece igualmente inevitable, como resultante dela inadecuacién entre las modificaciones corporales y las perturba- ciones psiquicas seeundarias a la resexalizacién del pensamien- to; pero también como reflejo o testigo de ese predominio del nar- cisismo en ol adoleseente. Por oso me arricsgo a plantear quo el adolescente esta en el acto. En un plano antropolégico, el acto se encuontra al eomienzo, y Ia. adolescencia es el tiempo del recomienzo de los camienzos, los que, para hacer avanzar, hacen volver a pasar por el casillero “partida’. La especie humana, tiene neeosidad de volver a pasar por una fase narcisica en Ia adalescencia, como eco lejano del nareisismo Namado primario? En cuanto al acto, podriamos con- cebirlo como un pasaje por el retorno a los origenes, a los efectos de experimentar las ventajas y limites del nuevo cuerpo reciente- mente sexualizado, En el hombrecito, después de un periodo de glaciacién relativa de las pulsiones sexuales, surge una fase de perturhaciones y de erupciones de toda clase. Si entonces debe pasar al acto, que “se 82 encuentraen el comienzo”, ;acaso nose debe 2 quela adolescencia es el periodo de los comienzos? Hablar de “Problematicas adoleseentes” antes que de “prace- sos” o de “operacion” me parece mas adecuado, pues la expresién da cuenta de la naturaleza estructaral y del aleance de los di- ferentos niveles de castracién que debe abordar el adolescente Las problematicas adolescentes pasan asf por los arcanos de La Sexuacidn: posicionamiento en la identidad sexuada y delicada operacién de eleccién del objeto amoroso y sexaal. {Como negociar ese viraje peligroso, esa oscilacion hacia lo inaudito, hacia lo que hasta entonces el sujeto no ha experimentado? Problemetiques udolescentes ®'D, Latina, ©. Hoffinann (bajo la direcctsn di et direction de la cure, Bros, 1989 83 3. ENFRENTAMIENTO CON LA SEXUACION En momentos de su primer encuentro con lo soxual, Géraldine dosarrollé una crisis de angustia mayor, con sentimientos de despersonalizacién. Dicha escena se reproducia ante cada nuevo intento y fue necesario que renunciara a cualquier intento de relacién sorual. Fue asi que vino a verme, suponiendo que un analista estaba en condiciones de desanudar exe sintoma que de ninguna manera le impodia cl deseo de oxistir. Su fobia se habia focalizado en lo sexual, mientras que se cercenaba de su deseo. Proseguia su vida estudiantil de manera bastante brillante y mantenia relaciones amistosas satisfactorias. Pudo desplegar st sintoma en la transferencia, nero le llevo algunos anos encarar lo sexual sin angustias demasiado invalidantes. La historia de Gé- raldine me parece enearnar el paradigma del enfrentamiento con la sexualidad genital, esa temporalicad particular en la que dis- tingo tres momentos. Intento, a menudo inacabado 6 insatisfactorio, por inaugurar, luego un cierto tiempo de latencia y, finalmente, la realizacion del acto sexual en condiciones satisfactorias que retinan las corrientes tiernas y la corriente sensual. El adolescente, ges sexualmente correcto? La pregunta abre una vasta perspectiva que encubre varios niveles, En una primera instaneia examinaremos|asmedalidades de la sexuacién en la adolescencia, cuando para el sujeto se trata de atravesar la tormenta de la pubertad tratando de conservar el control de las bases narcisicas identificatorias que lo sostenfan hasta entonces. Los impasses de la sexuacién sobrevinen al ¢abo del nuevo barajamionto que encarna la pubertad. La identidad sexuada se duplica a partir de la experiencia de lo real del cuerpo, mientras la pubertad vuelve a lanzar el proceso de la sexuacién cogin modalidades que es preciso que definamos. ‘Luego nos ocuparemos del recorrido por el caminode laeleccién del objeto y del lugar en su propio sexo. Freud juzga necesario especificar de qué tipo de amor, masculino o femenino, se trata Por supuesto, el adolescente no modifica en lo fundamental la estructura, pero resulta interesante captar en qué el pasaje de ese punto va a producir su estilo, su. marea en el sujeto adolescente. ‘La adolescencia, mas que cualquiera otra fase de la vida, lleva creer, por la via de las identificaciones imaginarias, en lailusin de que existen los posibles. Mostraremos eémo, en la relacion amprosa, ese sefuelo de la completitud en el otro convence all sujeto de que existe una complementariedad de los sexos. En su identidad sexuada, cada cual tiende a desconocer su propio sexo o a cuestionarse acerca del mismo, La inscripcién de los significantes testimonia una falta de ser constitutivo del otro, su incompletitud. Nada colma al sujeto, ni siquiera la ilusion de que una relacién sexual pueda producir lo ‘inico, lo Uno. En'la adolescencia se produce una especie de déficit transitorio del Otro, que impulsa al sujetoa enfrentarse con los significantes de su sexuacién, Los significantes del Nombre del Padre, hasta entonces en equilibrio inestable, resultan fragilizades por la pu- bertad, sobre todo cuando el sintoma se expresa en lo sexual: Asficit 0 imposibilidad de goce. Elestilo que connata lo “sexualmente correcto” seria la carac- teristica de la reasuncién de la sexuaci6n en la adolescencia. De esa manera, desde que se desata la tormenta de la pubertad y se sienten los fulgores de lo pulsional, se opera un nuevo barajar que en ningtin caso es el hecho de lo sexual, pues lo sexual ya estaba alli. Es més bien el de la capacidad recientemente adquirida, después de la pubertad, de poder, en la realidad, practicar relacio- nes sexuales y de estar apto para la procreacién, Ese tiempo interroga al sujeto acerea de sus limites, susimpas- ses y su goce. ;Existe una relacién sexual posible? Se puede ha- blar de completitud del otro? 86 La tormenta de la pubertad Elninoencuentra un primer objetode amor sobre el cual trasladar sus pulsiones sexuales. La represién que se opera luego lo lleva 2 renunciar a los objetivos sexnales infantiles; queda adheridoa los padres mediante pulsiones que son inhibidas “en cuanto al objeti- vo sexual”, seiala Freud.! Al respecto, experimenta sensaciones “tiernas”. La pubertad permite el desarroliodenuevase intensas tenden- cias, orientadas hacia un objetivo sexual directo, Varios casos son posibles entonees: —Hsas nuevas tendencias se encuentran separadas de la co- rriente tierna que perdura, Esto sc manifiesta por una sobrest macién del objeto sexual, que inhibe cualquier realizacion del comercio amoroso. Freud sostiene que la posibilidad de relacion amorosa nunca resulta tan intensa como cuando la mujer no es amada 0 cuando es despreciada.* =Mas en general, se realiza una sintesis del amor celestial -0 tierno y del amor terrestre ~o sensual-, en una relacién con el ‘objeto que alia las pulsiones inhihidas, en cuanto a swobyetivo,con las que no lo estan ta idealizacién, sehala Freud a propésito de la sobreestima- cidn del objeto sexual, determina que una eierta cantidad de libido narcisica desborde sobre el objeto. ‘También sucede, particularmente en el amor cortés,’ que sea reprimida la aspiracién a la satistaceion sexual. El yo se vuelve menos exigente y el objeto aumenta su magnificencia. De esa manera, el objeto viene a ser literalmente absorbido por el yo. En ese preciso punto pueden encontrarse todas las ideas de comple- titud en el otro y el sefiuelo de la reciprocidad en el amor. Un analizante en plena fase amorosa lo ilustra muy bien. Conviene localizar las formulas de la sexuacion.* Resulta imposible la distineién entre identificacién y estado 18, Freud, *Peychologie des foules et analyse da moi", en Kssais de psycta- nalyse, op. ct Feud, “Sur le abaissement le plus habituel dela vie amoureuse*, en La Vie sexuelle, op. et *D. de Rougemont, L'Amour et COccldent, Plon, 19 44. Lacan, Encore, La Séminaire, Libro XX, LeSeuil, esas formulas; dejo que Tos leetores interesadas co rornita No desarrollo aqut clas 87 amoroso. Enlaidentificacién, el yose enriquece con cualidades del objeto que ha introyectado,' mientras que en ol estado amoroso se ‘empobrece y el objeto queda en el lugar del ideal del yo. La clinica nos ensefia que todo sujeto es evado a creer en el ‘cumplimiento de su deseo. Si la diferencia de sexos es reconocida, Ia diferencia con el otro sigue siendo una ilusion de completitud, de complementariedad on el otro que podria existir en el mareo de lainflacién nareisica vinculada con el estado amoroso. En Pour introduire au narcissisme,® Freud describié dos prefe- reneias de eleecién de objeto: ~por apuntalamiento, sobre el model cuida al nino pequeno; =nareisico. Es lo que encontramos en la vida amorosa, En efecto, el ser humanotiene dosobjetossexualesoriginarios, 6 mismoyla mujer =por lo general, la madre- que le brinda los primeros cuidados, En laactualidades preciso volver aexaminar estas dos grandes categorias definidas por Freud. EI pleno amor por apuntalamiento es Ta caracteristica del hombre, sobre todo en su componente de sobreestimacién del cb- jeto sexual. Lo vemos con claridad en accion durante la fase amorosa. La opci6n narcisica quedaria mas bien parael sector femenino. La pubertad, con la aparicién de los earacteres sexuales secunda- rios, aumenta el narcisismo originario. Se considera que las mu- jeres sélo se aman a sf mismas, aunque sin duda tanto como los hombres pueden amarlas, La clinica contemporanea nos ofrece una serie de caadros intermedios que vuelven caduca esa dicoio- mia, Sin embargo, Freud, para prevenir cualquier eritica, habia tomado la precaucién de eseribir: “Quiza no sea superiluo dar la seguridad de que, en esa descripcién de la vida amorosa femenina, me es ajena cualquier inclinaeién oriontada a rebajar a la mujer” (sie) La fase adolescente es un perfodo en el que vuelve a jugarse, para el sujeto, su posicién subjetiva en la sexuacién. Habra de chocar contra los limites de su estructura. Bslo que pone a prueba jal de la madre que S. Ferenedi, “Wintrajection”, en Oeuvres complites, 2, Payot, 1989. Bse concepto de introyeceidn fue elaborado por este autor y luege fue retomad por Freud "S Proud, ‘Pour introduire au nareissisme”, en La Vie sexuelle, op. cit 38 en sucneuentro no con lo sexual, puesestoya haocurrido, sinocon Jo genital; dicho de otra manera, con las vivencias de su propio cuerpo en el encuentro con el del otro. El compafiero sexual tiene por soporte la imagon del cuerpo, en estecaso la imagen narcisica, El advenimiento del sujeto podria ser calificado como tal de m culino o femenino, pero se abre en ese lugar el asombro del sujeto de deseo, que es la castracién. EI deseo y la castracion estan vinculados, ordenades por la funcion simbolica mayor que es la funcidn falica, Tanto que se puede decir del falo que es el significante de la imposible relacion del sujeto con e} otro sexo. Con1a disminucidn dela edad en gue se producen las primeras relaciones sexuales, los adolescentes se enfrentan a ellas en un estadé de tata falta de preparaciin psiquica, Elacto esta cercena~ do de todo lazo con cualquier afecto. El limite del goce sélo se aleanza por o] limite de sentido que el sujeto arrajado a esa ex periencia puede lograr de la misma. Lo que resultaré cuestionado depende de ja naturaleza de su disposicién sigmticante en la estructura, vs dvcis, del grado de estabilizaciGn mas 0 menos grande de los primeros significantes, sobre todo de los significantes de los Nomabres del Padre. Las identificaciones secundarias seran cuestionadas y la iden- tificacin sexuada -la identidad del género: gsoy hombre o mu- jer? sera renegociada con difieultad. {Que adolescente no se ha planteado esa pregunta en sus resonancias significantes eincons- cientes? ‘Algunas probleméticas merecerian un andlisis mas profundo: ~ Qué identificaciones sexuadas, asi como imaginarias y sim élicas, ha tenido del Otro el adolescente? La bisexualidad psiquica. Como maneja el adolescente esa parte de si mismo? {Como se reactualiza la reactivacién de los Significantes del deseo de sus padres por él, particularmente en ‘ese momento? “={Qué ocurre con la sexuacidn cuando adn no ha sido atravesa. do el plano edipico? {Existe una pubertad sin proceso de adoles: cencia (circunstaneia que a veees encontramos en los adolescentes psicéticos 0 autistas)? 89 Lo real en la adolescencia Lo real en juego en esa aprehensién de la sexuacién es ante todo lo real del cuerpo que puede adoptar formas intrusivas, incluso porsecutorias, en el adolescente Pero lo que nos ocupa es, precisamente, lo real de lo imposible de la relacién sexual. El sefuelo mantenido por el adults de un «goce posible: ‘Un dia, cuando seas grande, veras” s¢ enfrenta con In prueba de la realidad; la promesa no secumple. Bl tan esperaco goce se muestra decepcionante en su aspecto parcial. Entre el acceso « la genitalidad, quese fijaen un objetode deseo, yel acceso al Otro, amor total, en su demanda de reciprocidad, existe un imposible que nada puede colmar, incluida la relacién sexual. El adolesconte se ve enfrentado al limite de su estructura y de su condicion de ser hablante sometido a las leyes del deseo y del significante. Después de que la pubertad haya hecho su trabajo y tuna vez que los significantes hayan sido reinterrogados, en parti- cular en el lenguaje, el adolescente se reinscribird en la verdad de su ser y en su sexuacién. También alli a clinica, al mostrar la fragilidad de la estructura, viene a revelar Iineas de fractura 0 mas bien de quiebre del Yo, escribe Freud; en otras palabras, de la estructura del sujeto. Es conocida la frecuencia de las descompensaciones psicdticas enesa edad. Pero, de mi experiencia, recordaria que el enfrenta- miento con lo sexual, 0 més precisamente con la imposible sim- bolizacién de lo real de la sexuacién, lo imposible de la relacion sexual, enearna, en numerosos casos, un punita de oscilacién hacia 1a psicosis. Seria necesario que precissramos el impacto del socizis en todo este proceso de reapropiacion de la singularidad del sujeto. Cal es la influencia de lo “sexualmente correeto”, en particular en los Estados Unidos? En Europa tenemos algiin retraso en este punto, cireunstancia que no deploro. {Cuél es la influencia del caudal de imagenes con el que se ali- mentan tantos adolescentes? {Cul es la resonancia en sti sexua- lidad, y también en las otras relaciones amorosas? En el transcurso de ese enfrentamiento con la sexuacién, el 8. Freud, “XXXI* conférence”, Nowvellee conférences sur la paychonalyse, Galhimara, 1978. 90 adolescente encontraré al otro de la relacién amorosa. Laedad ado- lescente, a menudo comparada con la primavera de la vida, es Ia estacién de las primeras emociones amorosas, a las que de- nomino enamoracion. 2 4, EL ADOLESCENTE, ETERNO ENAMORADO: La enamoracién Mediante este significante pretendemos dar cuenta del involuera- miento del sujeto en el proceso que lo Teva a enamorarse. Esta expresién, poco empleada en nuestros dias, da cuenta bien de La clinica de los estados de enamoramiento adolescentes Etimolégicamente, enamorar,enamorarse, significa caer en las redes del amor, como dicen los poetas. También existe la palabra enamoriscarse, bastante fea, que tiene la connotacién de enamo- rarse sin seriedad 0 de empezar a enamorarse. El amor produce una gama muy amplia de significados que se tienden desde la tonteria al espanto, Pero, gqué os laenamora- cién? estado amoroso, enamorarse, surge ante todo de una repeti- cién, {Cémo se opera esa oseilacién en el acto de amor, en esa ena- moracion que hace pasar al sujeto desde el amor edipico al sentimiento amoroso, fijandose sobre otro objeto de amor? Ese intento, sustitueién forzosamente condenada al fracaso, encuen- tra otra carencia: la falta en ser, pues, més alld delas apariencias, nunca se encuentra la completitud en cl Otro. Establezco una distincién, por una parte, entre el “odio-enamo- ramiento” normal, que en mayor 0 menor medida todos hemos conocido o atin conocemos ~esos momentos fuera del tiempo, don- de ninguna otra cosa que no sea el objeto amado existe para el "1D. Lair (baja a diteecién de), Tomber en amour, Eres, 2001, 93 sujeto enceguecido- y, por otra parte, la pasién, no la pasiéa amorosa a menudo normal y transitoria, sino el estado pasional que invade al sujeto y lo lleva a desear en el sufrimiento que lo devora y Io desborda. Esos dos estados son comparables con los estados normales y patolégicos que distinguia Freud entre el duelo y Ia melancolia Ese ajemplo princeps es el mejor para definir el recorrido del re- gistro de lo normal alo patoldgico. Admirable clarividencia la de Freud, quien supo localizar un continuum alli donde la dicotornia ‘era admitida en tina oposiciin maniquea normal/patologico. Freud nos entrega algunas indicaciones acerea de la importan- cia de lo visual en los procesos de enamoracton Enlos Trois essais suru théorie de la sexualité,? precisague son “Ias impresiones visuales las que muy a menudo despierian la libido, y es de este medio del que se vale la seleccion natural para desarrollar cualidades de belleza en el objeto sexual”. Esta obser- vacién resulta de gran importancia para nuestra exploracion dela enomornvidn y para la comprension del “flechazo". Prosigue: “La costumbre de ocultar el cuerpo, que se va desarro- Mando con la civilizacién, mantiene despierta la curiosidad y lleva al individuo a querer completar el objeto sexual develande sus partes ocultas”, Los actuales cédigos de la vestimenta distan de cllo,porocl auge del integrismo queimponealasmujeresel usodel veloy el ocultamiento de su cuerpo aproxima a ciertas sociedades. ‘Sin embargo, la tendencia a querer completar el objeto sexual debe centenderse propiamente como figurada, pues la preocupacién por la ‘eompletitud en el otro esta alli, y ya habfa sido descripta por Freud, En Corta a una desconocida, Stefan Zweig proporciona una execlente ilustracién de esto. Un eseritor recibe un dia una carta aya escritura le resultadesconocida y que lleva comocomienco “A ti, que nunca me conociste”. Bs el relato dela pasién amorosa que Ta autora de la carta vive desde los trece afios, sin que el destina- tario nunca se haya enterado, “Solo te tengoa ti, ati, quenunca me conociste, a quien siempre ame’ “Involuntariamente, tu mirada distraida se p convertirse en esa tierna mirada que les diriges a l a sobre m{para mujeres, esa 8. Freud, op. ct. mirada tiernay acariciadora, yal mismo tiempo penetrantehasta lacarne, esa mirada ampliay conquistadora que, por primera vez, hizo de la nifia que yo era una mujer, y una mujer enamorada”. {CuAl habria sido el futuro de aquella mirada si hubiera sido dirigida a la joven? Resulta flagrante que se apoderé tantomas de su corazén en la medida en que no le estaba destinada. La des- cripcién apresa ese momento subjetivo del pasaje de la nina a la mujer La importancia de lo visual en Ia enamoracién se encuentra en su apogeo en el “flechazo”. el amor a primera vista, que fulmina al sujeto que se ha enamorado en ese momento, ala apabullante velocidad de la lus. Las pasiones El término latino pessio significa la accién de soportar, de sufrir, como el verbo griege pasehio, pathein: soportar, ser afectado por el pathos. Designa un estado particular, que consiste en “suftir pa- sivaniente pur algo que nos viene del exterior”, segin cacribe Aristételes. ‘Ademés de la gnosografia que pauta los estados pasionales, desde los celos patolégicos a la paranoia sensitiva, las categorias definidas por Lacan en ese registro resultan una referencia esen- cial; la pasion del amor, la del odio’y, finalmente, la de la ignoran- Esta iltima signa nuestra relacién con el goce:“El inconsciente es que el ser hablante goce y no quiera saber nada mds", Esto inscribe al sujetoen el desconocimiento. El amor funciona- rd como tapin de esa ignorancia y se desplegara entonces como pasion dela ignorancia del deseo. £] amor, elodioy la pasiéndeben situarse como las tres fases de la relacién con el objeto: en el registro simbélico, es el amor; en el registro imaginario, el odio; y en lo real, la pasion. Para resumir, podriamos hablar de pasién del significante an- tes que de las pasiones del alma, segim la antigua formula de Galeno. 24, Lacan, Encore, Le Séminaire, Libra XX, Le Seuil, 1925, *Galeno, Traite des passions de lime, GREC., 1995, 95 En la pulsacién temporal de la transferencia, ;eomoidentificar lo que surge de la ignorancia? {El cierre al inconsciente tendria (que ver con un més all4 del objeto que la causa? La incidencia de} engaio vuelve a primer plano: es el amor en sti dimensién ima: ginaria Tgualmente podria ser el odio, ya que ambos ge encuentran inextricablemente ligados. Sin embargo, en la cura, la pasion puede obstaculizar la tran: ferencia, impidiendo que el andlisis pueda en verdad producirse, nos dice Froud en sus “Observations sur l'amour de transfert” Origen del amor, origen del odio El doseo, que nace en los margenes, desgarréndose de la necesi- Gad, es una demanda de la estructura significante, demanda de ser ante todo: ser el objeto del deseo del otro. Esto es lo que engendra el deseo de su repeticion. “ELatecto pone en juego la funcion de la carencia en su relavida, con el objeto, precisamente en tanto que ese objeto dela carencia Ip constituiria en objeto del deseo, Enlafaltadelacarenciase situarfa, poras{decirlo, el “nadaque ver” con el objeto y la formacién del sintoma, En esto, el afecto puede enearnar una sefal en el encuentro entre lo real del cuerpo y el deseo por el otro. El afecto seria siempre huella de lo que, desde el interior del cuerpo, existe cuando algo lo despierta. La pasion seria una demanda que concierne al ser y no @ loreal, Descentrada en rela- on con el deseo, definida como una relacién limite de todo or- ganismocon el objeto quela satisface, la pasion tendriaque vercon a evitacion de eso irreductible, de lo que el afecto es la huella. Lacan evoca la céleracomo pasién:*“Laeéleraes una pasién|...] La célera necesita algo como una reaccién del sujeto, Siempre existe eseelemento, fundamentalmente un fracaso, unadecepeiiin sentimental, en una esperada corrélacién entre un orden simbd- °S Freud, “Ohservations sur Tamour de transfert’, en Le Technique psyche- nalycique, PUR, 1977 ®4 Lacan, L’Bthiaue de la psychanalyse, Le Séminaire, Libro VIL, Le Seuil, 1036, 96 lieo y la respuesta de Jo real: dicho de otra manera, la célera es esencialmente algo vinculado con esta formula: es cuando las clavijas no entran en los agujeros”. Froud descubrié el psicoanalisis por la via de las manifestacio- nes ruidosas e insélitas del amor en la transferencia. partir de su elaboracién acerca del narcisismo, el odio aparece comoconcep- to. Su lazo con el amor sélo queda verdaderamente autentificado a partir de “Deuil et Mélancolic” ‘A propésito de los diferentes destinos pulsionales, Freud cita dos easos de conversion en su contrario: el pasaje de un objetivo activo a otro pasivo, o vuelco del contenido, cuyo tinico ejemplo es la transposicién entre amor y odio. Sin embargo, destaca que es sible la evexistencia de ambos, ala que denomina “ambivalencia de los sentimientos En su sentido original, el odio designa alo que desde el exterior aporta las excitaciones, pero también a lo que es expulsado, pro- yectado al exterior’ (incluso si esto a veces vuelve, como en la psicosis, por ejemplo), Freud insiste en el hecho de que el odio siempre es anterior al amor. Desde sus primeras teuias pulsionales, indica que ous pro totipos no provienen de la vida sexual, sino de la lucha del yo en pos de su conservacion. Se produce una regresién del amor al estadiosddico, y se rompela relacién de amor con un objeto. El odio adquicre entonces un cardcter erdtico y a veces se convierte en el garante de la continuidad de una relacién amorosa. Una excelente obra reciente retoma el exhaustivo andlisis psi- copatolégico de las pasiones. En ella, Roland Gori evoca los 1azos entre la pasion del odio y 1a agresividad. “Esa agresividad que responde al desgarramiento del sujeto contre si mismo me parece mucho mas enlazadacon el odio yel amordelo quehabi-tualmente 0 dice”.* Si bien narcisica al comienzo, existe en el amor una necesaria reciprocidad, pues ol sujeto no puede satisfacer el deseo sino ha- ciéndose él mismo objeta del deseo del Otro, De esa manera, para que haya amor, es preciso que la pulsidn se refiera a otra ostruc- tara: el odio. Freud aborda de manera diferente dos perfodos de las relacio- ‘Muy al eomienzo, exterior, ol abjetoy odio serum identicos’, 5. Freud, Del et Melancolie, op. ci "R Gori, Lozique des passions, Denodl, 2002 nes pulsién/amor. Kn 1903, enlos Trois essais,? separa dlaramente las pulsiones pareiales del amor. Distingue, por una parte, una serie de objetos parciales intercambiables y, por la otra, un amor totalizador, en el que ol objeto os idealizado y sabrestimado, Luego, en a “Psychologie de la vie amoureuse”,” habla de impotencia psiquica generalizada y destaca que el amor, como el deseo sexual, puede ser mantonido por el sujeto en su propia insatisfaccion. En 1920, en An-delé du principe de plaisir, propo- ne, al igual que para el amor, una nueva definicion de la pulsion sexual, Los términos cambian: llama Eros al agrupamiento de la pulsion y del amor, y deja de apoyarse en el autnerotismo para empezar a hacerlo en el narcisismo, La pulsién sexual parcial ya noes parcializante, sino quo es potencialmente unificante, en una oposicién a la pulsion de muerte que, en si misma, es separadora ydestructora, Mas esquematicamente, estas dos posiciones se suceden tam- bienen Lacan: en el seminario sobre la transferencia,"'la primera toma en cuenta a la transferencia como repeticion, el amor es dar lo que no se tiene, en su referencia a la primacia del falo. La segunda comienza en el seminarvo Kncore“ y se apoya en el sig- nificante de la carencia en el Otro: § (A). De ese modo sefiala el limite del amor, y reescribe la palabra: a-mur. La ignorancia La tercera pasién es lade la ignorancia, Bn su primer seminario,” Lacan especifica su lugar: . “De entrada, sabemos que Ia dimension de la transferencia exiate antes de cualquier comienzo del andlisis (...) Ahora bien, esas dos posibilidadesdel odio yl amornoavanzan sin esatercera {...] laignorancia, en tanto pasion. El sujeto que viene al analisis s€ pone como tal en la posicién del que ignora, No existe entrada posible al andlisis sin esa referencia.” 2S. Froud Toi ert our la théori de a ecsall op. +5. Fred, Paya de Inve amureusten ba we eee. a * 3 Lacan Le Tanger, le Stminave, tab VIL, Le Sou, 1985 can, Bacre, Le Sennaia, Libre X% La Seu, 197. can Les ers techniques de Freud Le Seminar, ib T. Le Seal Vemos eémo un sujeto que se coloea en position de negar ser objeto de amor se presenta como sujeto de desco. Basta con que haya un asiento, un divén, y otro que establozea la regla funda- mental para quo intente hacerle escuchar lo que le falta. Esa rapida descripcién dela instauracién dewnacura analitica resulta forzosamente sumaria. Lo que aqui seinavgura acerca del despre- cio del sujeto que supuestamente sabe se despliega, mediante la naturaleza de la transferencia, en la puesta en juego de las tres pasiones que hemos evocado. ‘Pues bien, ol ingreso a la transferencia y a Ja cura signa la apertura del cfrculo del engaiio. Lo propondria para ilustrar la enamoracién. Comporta una parte de radical engano que remite al caraicter fandamentalmente imaginario de la simbélica del amor. Ante la resistencia de la transferencia, el sujeto, sometido al deseo del analista, desea engafarlo, haciéndose querer por él. La metafora el amor se pone en juego en su dimensién de reciprocidad, pues al hacerse desear por el dosco del oto, el sujeto es demandante de or ol objeto de su deseo, El analisis podria tener como finalidad volver a btorgar una sumbra de vida al sentimiento amoroco. Soria tun retorno a la pasién del significante, pero liberado de sus es- corias sintomaticas por la mutacion del deseo, mutacién exigible en primer lugaral analista, quien de locontrario corre el riesgo de abismarse en un callején sin salida Si al final la cura desemboea en que el analizante pueda re~ sultar tanto amoroso como repullsivo, més vale que el analista consiga que lo anime un deseo mas poderoso que el de abrazar a Ja paciente o de arrojarla por la ventana. Los celos amorosos Los celos, como el duelo, son un estado normal. Freud distingue tros estadios." Fl primero se vincula con un estado de duelo, con el dolor causado por el objeto de amor que se eree haber perdido y con la humillacién nareisica. En el segundo, los celos prayectados se originan en Ia infidelidad del sujcta 0 en sus fantasmas de in- fidelidad, que estan reprimidos. El texcer estadio es el de los celos 68, Freud, Néerose, Perversion, op. it, pip 271 99) delirantes, que comporta on germen una cierta homosexualided y sarge dela paranoia. En el hombre —nos dice Freud~, la defensa contra la homosexualidad puede manifestarse asf: “Nola amo, cs ella quien loama”. Los desarrollos més precisos se en-cuentran en su Schreber."* En otra parte" indica; “al estar celosos [los enamorados) es cuando su pasién culmina y la mujer adquiere su pleno valor” Freud prosigue destacando que, en la paranoia, el amor se trans- formaen odio, tesis central que desarrolla en todoslos textos sobre Ja paranoia y on “Un enfant ost battu’? En cuanto a Lacan, desde 1938” insiste en la confusion, en un mismo objeto de pasidn, de dos relaciones: de amor y de identifi cacién, Evoca esa ambigiedad original quese veenla pasion de los éelos amorosos. Y, como buen lector de Freud, agrega: “En efecto, se la debe reconocer en el poderoso interés que el sujeto deposita en la imagen del rival, interés que se afianza como odio”. Muestra con claridad la inversién, el negative de lo que motiva el amor. El sujetomantiene tan bien ese interés que llega a “dominarhastatal punto el propio sentimiento amoroso que debe ser interpretado como el interés esencial y positivode la pasién”. Elriesgo consiste en Ia confusién entre la identifieacién y ol amor quo ocasiona estragos en la relacién amorosa. Esos celos morbosos estan referi- dos a la rivalidad agresiva frente al hermano. De esa manera, existen varias lecturas de la relacién amorosa, Es preciso volver a situarla en los cimientos estructurales del sujeto, tomado en su relacién primera con el objeto, entre un odio original y un amor que va alienarlo en el Otro, al mismo tiempo en que accede al estatus de sujeto. _La relacién amorosa es, por cierto, una pasion ala que he ca- lifieado como transitoria, en referencia a esas pasiones del sujeto aie don el od, el amor y ta ignorancis. Guede por sonsiderar ahora en qué la ewamoracién surge de un sentimiento consideredo come normal. Remito aqui ala préctica, a saber, ala transposicién transferencial de los sentimientos amorosos. © §, Freud, *Remarques paychanalytiques sur Pautohiographie d'un paranoia, en Cing poyehanalyses op. et = 1S, Proud, Névrose, Paychove, Perversion, op. ct 8. Freud, “Un enfant est battu’, en Névrose, Pyehose, Perversion, op. et "4. Lacan, Les Complexes fomiliouy, Navarin, 1984 100 Sus impasses deben ser explorados en la clinica, en particular en la de adolescentes, que ilustra las multiples posiciones frente flesa enamoracién que se revela como imposible ono.asumible en algunos casos. La palabra de amor La palabra de amor debe situarse en primer plano, pu significante mayor, el considerado como representante del ser del ‘amado, quien seria sobre todo un discurso ante el cual se produce Ia alienacidn como sujeto. Como todos lo hernos podido observar, por eso la palabra de amor se ve condenada a la repeticion, pues Slo puede marrar indefinidamente el ser de! otro. Si, en definiti- va, elamorsuple la relacién sexual, cato no se produce instituyen- Gouna relacién eon el ser del otro, sino planteando una relacion de sujeto a sujeto. ‘El significante del amor debe ser redefinido: en amor, lo que se encuentra en la mira os el sujeto. Por supuesto que el amor de la transferencia es quien impone una Givisidu, yayue demuestra que elanalizante sdlose enamora de su analista porqueéstesuponeun sujeto de saber que lo concierne a él. De esa manera, Lacan, al igual que Freud, reconocen la auténtica y verdadera naturaleza del amor que se despliega en ese marco. Dado que la conjuncién del sujeto y dol cuerpo —lo que adviene durante el goce—resulta impo- sible, el amor intenta suplirla cambiando los términos de ta Telacidn con el otro. ¥ allies donde la supuesta reciprocidad del ‘amor falla, Pues si cada uno supone en el otro un saber, en teoria nada impide pensar que esas dos saberes y esos dos inconscientes se superpongan hasta quizé no hacer mas que uno solo. Esto es lo {que creen los enamorados. Es posible hablar, como Stefan Zweig, de Confusion de los sentimientos. Propondré la hipétesis de un significante de encuentro que va a interrogar esa interfase, ese de-a-dos, ese entre-dos-significan- tes. El deseo de analista se cristaliza, se orienta y se articula en 808 significantes comunes. El significante encuentra su deseo de fanalista y tiende a imponer, como si fuera natural, su expresion. Esto nada tiene que ver con el no decir nada, como muchos lo han practicado y sin duda todavia lo practican. En el analizante po- tencial, esa disposicién significante, si se anuda en el plano ima- 101 ginario del supuesto saber, también encuentra significantes del analista. Para suscitar el deseo, apenas entre en el juego, el analizante va a anudar la transferencia en torno de lo que todavia nosabe quetendra que trabajar. En cuanto al analista,atravesado muy a menudo, sin que lo sepa, por los significantes del Otro, se vera interpelado acerea de su deseo de analista, a los efectos de saber desde el comienzo si va a considerarse como el analista po- sible de ese nuevo analizante. El camino que abre al puro deseo es un lenguaje que tendria mucho por decir Las entrevistas preliminares Los significantes expresados en los encuentros preliminares son Inegoretomados en la cura, segiin un desarrollo que escapa al pro- pio analizante. Laéticadel bien decirs6lopuedeir al unfsonocon unaéticadelsilencio, «que resulta esencial precisar en las curas con los adolescents. A veces, los futuros analizantes vienen a vernos con la firme vonviccién de que nos convertiremos en su analista, sean cuales fueren las modalidades. Se produeiria una especie de pre-transfe- rencia ode apetencia transferencial que se concretara a partir de Jas entrevistas preliminares. Asi ocurrio con ese analizante que vino a verme después de guardar en el bolsillo mis coordenadas durante cerca de dos afios; en los hechos ya habia iniciado una especie de auto-andlisis. Pero el establecimiento de la transferen- cia en realidad sdlo comenzé a efectuarse bien a partir de esas entrevistas preliminares. Las ansiosas rumiaciones en torno.ami hombrey a mi direccién habfan suscitadoen él una imagen trans- ferencial ya lista para ser empleada, ready-made, Con mucha rapidez, ese analizante aporté suefios ¢ inauguré asi un andlisis profundizado y de larga duracién, Otros, més indecisos, no tienen una demanda clara y conscien- temente formulada, ni apetito transferencial particular. En am- bos easos, puede producirse una disposicion particular ena trans- ferencia, que se resumiria asf: el proceso del anélisis sélo se pone en tension y se establece verdadcramonte sise praduce un eneucn- tro entre uno o varios signifieantes del analizante y del analista, siompre con la ética del andlisis ubicada en la posicion de tereera en ese encuentro, 102 Queda por examinar un punto sensible, el de las personas a rechazar, “los canallas”. Lacan indica con mucha claridad que es preciso negarles el discurso psicoanalitico: es eso seguramente lo que Freud encubriacon un pretendidocriterio decultura. Desafor- tunadamente, los eriterios de ética no resultan mas precisos’."” ‘Ademas del problema ético, destaca que los canallas se convierten enbestias, lo que significa una mejoria -dice-, perosin esperanza. El primum movens sigue siendo la cuestién de la formacion del analista, os decir, el deseo de un sujeto de retomar con otros 108 analizantes~ el desbrozamiento del inconsciente, haciendo la prueba sobre su propio ineonseiente. El deseo del analista seria una nueva formacién del inconsciente: “No existe formacion del analista; s6lo hay formacién del inconsciente”: Bl propio Lacan se decia a ai mismo que estaba sometido al diseurso de sus ana- lizantes. De esta manera existe una articulacién muy estrecha entre lo que constituye el deseo del analista y las particularidades de su prdctica, segiin un modo de ligazén vinculado con a estructura de analizante delanalista, Detras del amor llamado detransferencia, Lacan precisa que “Lo que hay es el afianzamiento del lazo del deseo del anallistacon el deseo del paciente”.* Mas adelante enun- cia que se trata del deseo del paciente ~sf-, pero en su encuentro con el deseo del analista. En lo que a mi respeeta, me parece que cl eneventro de un sig- nificante aparentemente comin para el analizante y el analista, pero singular para ambos, su identificacion en tanto tal, se sitda enun punto de interseccién imaginario de dos cadenas de signifi- cantes distintas, Ese encuentro tiene el efecto de un corte simbélico y remite a una linea divisoria, de separacién, en la que algo cae del lado del analista sin que éste lo sepa, algo que concierne a su deseo hacia el analizante, por lo general su deseo de analista. Puede establecerse el factor comin-significante al que propon- go denominar de unién/desunién—al analista y al analizante. Ese Tasgo comun, que es incluso el mas pequeno denominador comin, 4, Locan, Televison, Le Seuil, 1975 24, Lacan, Les Quatre Concepts fondamentaux de ta psychanalyse, Le Séminaire, Libro X1, Le Seuil, 1973. 103 puede reunir al mismo tiempo, al menos en un plano imaginario, en un sefinelo significante, que separa, en el sentido de que pro duce un “efecto de sujeto”, esperaco en el analisis Cruce, punto de interseccion de las cadenas significantes, de cada uno de los protagonistas, tomados en unamismaunidad tem- poral, que es la sesién, y en una dindmica de desunién, la de la transferencia. Pero esos significantes se inscriben, en cada uno de ellos, sobre articulaciones significantes propias. Eos significantes estarian en un punto de interseccién que enlaza o anude formaciones del inconsciente del analista con las do] analizante. Sean cuales fueren las disposiciones de la demanda inicial, el andlisis sélo se compromete validamente si durante los primeros ‘encuentros algo, un detalle, un raago inesperado, viene a ensam- blar el deseo del analizando con el del analista. Ese “rasgo ines- perado” me parece que ilustra loque desarrollaba antes acerca del signifieante de encuentro. ] eventual futuro analizante interroga 1a evidenciacion del deseo del analista y la manera en que queda atrapado en el en tramado de sus propios significantes. De esa manera, el analista comienza a vacilar, incluso a ser destituido desu posicion de ana- lista, Porque un analista que se arriesga a esa posicién puede ser atrapado por un significante oido en el discurso de un ana-lizante, tanto mas intensamente en cuanto ello lo remita a sus propios significantes. Bsto produciria las condiciones favorables para que se opere una puesta al dfa del deseo inconsciente en accidn en el analista, y también en el analizante. El deseo del analista estaba presente, ‘a espaldas del propio analista, pero esas condiciones permiten que lo ineongruente o lo inaudito advenga y se abra a nuevas signifi- caciones. Se trata aqui de identificar significantes comunes, pero articu- lados muy firmemente en cadenas significantes distintas. El re- conocimiento de esta alteridad en lo mismo es lo que permite la distancia necesaria eon ese punto de encuentro con el deseo del analista, Deben distinguirse tiempos diferentes: -Ante todo estén los signifieantes o seeuencias significantes ‘oidas entre las palabras del discurso del analizante. ~Asi interpelado, el analista es remitido a secuencias signifi- 104 cantes inscriptas en su propia historia, en un movimiento median: te el cual se reconecta eon el camino del analizante que él ha sido —Ese camino, finalmente, desemboca en un tiempo que nada tiene que ver con el desarrollo cronologico a partir del momento en que se retoma, del discurso del analizante, el signifieante oido por el analista. iAcaso el comienzo del analisis no se encuentra marcado sélo porel acto del analista? En esc “eomionzo de lo partida’, el andilisis sélo se instaura verdaderamente cuando el analizante constituye su objeto, el analista, es decir, cuando locoloca enel lugar desujeto que supuestamente sabe, cuando-si se me permite arriesigar esta formulacién—entrevé el trasfondo de sus propios significantes. La propia condicion del andlisis seria esa produccidn de significantes de encuentro. Alrespecto, Lacan evoca cl significante de transfo rencia comoimplicando un significante cualquiera que, a partirde este hecho, inicializa una cadena de significantes propios del anillisis. El amor normal y el amor neurdtico Elamor normal seria un amor que se dirige a un ideal. Es lamujer ideal, objeto de amor: “desde siempre habian sido el uno para el otro", se dice, junto con otras pamplinas. Pero, ges preciso creer por ello que ese amor no neurético sea una eanonjia? Cuando no rea- liza su ideal, el sujeto sufre narcisicamente y prosigue su bus queda. Pero como se encuentra el ideal? La clinica muestra que, cuando exporimenta un desengaiio amoroso, el sujeto se vuelve mas receptive a un cierto mimero de emociones estéticas, a la musica, a la poesfa, a la belleza del mundo... El amor idealizado, apenas esbozado, se anuncia como infinito. Esa manera de amar esid vineulada con el blasén especifico de la neurosis del que cada uno porta la marca y, en particular, la falta Presentaremos algunas ilustraciones clinicas, ‘Tercera parte LA CLINICA, NEUROSIS, PSICOSIS, PERVERSION 1 LAS NUEVAS FORMAS DE LA HISTERIA Un encuentro con lo sexual! Ese encuentro se despliega en los fragmentos de cura de una pacionte que experiments ciertos perjuicios sintomaticos durante el pasaje de “joven adolescente a joven mujer”. La practica nos enseia que las apuestas fundamentales del psicoanilisis se anudan en las curas, Unieamente las ensenanzas surgidas de la clinica permiten la renovacién de la teorfa, La his- teria ensefiéa Freud a desbrozarel terreno delinconsciente. Pe {qué tienen atin hoy para enseharnos los histéricos? Sin duda mucho, pero el analista solo puede mostrar modestia ante las yeladas manifestaciones del deseo del histérico, el que, por su parte, busca desbaratar los arcanos del deseo del...analista. El deseo del analista, asf interpelado, es puesto a dura prueba por las configuraciones y las méisearas con las que avanza el toma. Me parece que existe una renovacidn de lasintomatologia de la histeria, que toma anclaje en las representaciones con-tempo- raneas de la alienacién en el otro. Por esa, en el marco de esta estructura, se observan tantas variaciones sintomaticas y una tal Tenovaciin de sus modos de expresién. En mi experiencia se encuentran de manera ejemplar dos cir- eunstancias: la mascara de la psicosis con cuadros clinicos muy ostensibles, que evocan Ia disociacién y el delirio ~de los que no hablaré aqui-, y manifestaciones exeesivas, exageradas y a veces ‘Testo reformulada de una publicacin aparecida en Clinigues fecuniennes, 2, Eres, 1998. 109) explosivas, que remiten apatologias narcisicas, incase perversas, euyas referencias identificatorias son los héroes mediaticos mo- dernos. Esa mujer hablaba en términos elegidos y casi posticos de su sufrimiento al sontirse despreciada en la mirada delos otros, al no yer encenderse en ellos la Hama del deseo. Ahora bien, cuando eso ocurria,era infaltablemente invadida, de manera intensa y obse- siva, por una serie de fantasmas sexuales, ante los que se encon- traba en la posicion de vietima. Abordaba elenfrentamiento con la sexualidad parasitada por sus fantasmas. Las seeuencias que retranseribo dan cuenta de un pasaje -o de una apertura del posicionamiento en su feminidad. Sélo oscilard desde lajoven ado- lescente a la joven mujer después de desprenderse de las iden- tifeacionos alienantes quenole permitfan eonsiderarse comouna mujer. Estaba muy preocupada por su cuerpo y por la imagea de éste. Sueio ‘Sali de laducha, completamente desnuda, en el apartamentode mi compafioro. Lloga mi padre, me oculto en su habitacién, Se rie al verme de aquella manera, pues estoy desnuda y trato de ocul- tarme. Tomo la ropa a los efectos de ocultarme y de disimular mi rostro para que me tomen por un muchacho, Pero mi padre entra yme reconoce, me llama por mi nombre yme da un beso: memuero de la vergiienza”. A través del suo, despliegael fantasmade que no puede gozar en plenitud, ni siquiera en el sueno. Se ha quedado fijada en su sintoma a un fantasma de seduccién del padre. Anteriormente haba recordado muchas veces que, siendo nifia, su entorno le devia que ella “hacia su Edipo” con el padre pues, hasta el adve- nimiento de la pubertad, “no lo soltaba” Asociaciones en torno al suefio “Nome gusta mi cuerpo y trato de ocultarlo, Si mi amigo se burla de mi, ello se debe a mi actitud, no a mi cuerpo. Tengo un poco esa vergiienza de que mis padres se enteren.” Sobre todo de que su 110 @uueeed padre la reconozea y venga a besarla, de que se entere que desde hace poco tiene un amigo con el que mentiene una relacién amo- rosa. Su demanda consiste en ser reconocida por el padre como poseedora de un cuerpo sexuado. Vuelve sobre la problemética central, que s¢ articala en torno su cuerpo sexuado, “Desde que era pequena tengo ganas de tener un cuerpohermo- so, Me siento gorda y fea. Me molesta mostrarme asi, sin protec- cién, No tenge nada eon qué ocultarme. Si, siempre he querido te- ner un cuerpo de mujer, pero no era preciso que tuviera uno”. Piensa queestamal desear ese cuerpo feminizado ytienela impre- si6n de que su madre es quien se lo ha impedido Esas preocupaciones adolescentes acerca del cuerpose tinen de ‘una rivalidad edipica que se lee fécilmente, pero su sintoma de inhi- bicién y la conviecién de tener un cuerpo poco atrayente le permiten evitar enfrentarse a su fantasma de ser una mujer con lun cuerpo de mujer, que atrae a los hombres y proveca su goce. Pore! momentono puedefranquesrel plano de la identificacién que le permitiria pasar de la identificacién infantil, en la que per- tiaueve auclada, a una identificacién neurética més auténtiea. Se trata de una incompletitud de sujeto que sin embargo permite un, enganche transferencial estable. Espera que el analista le enuncic la verdad acerea de su sinto- ma. Pero la transferencia es transitoriamente trabada por una transferencia lateral, tambien de naturaleza infantil Después de ese sueho, se desarrollan varias sesiones durante las cuales no sabe qué decir, se enclaustra en largos silencics ¥ habla de interrumpir e] andlisis, Termina por decir queel psiquia- tra al que ve la ayada mucho en las relaciones con su amigo, sus consejos le rasultan preciosos, piensa que esa manera de trabajar leva mejor que el anilisis, que por el momento no le da ninguna respuesta. Pero la ducha signe siendo el lugar de todas las seduceiones y le permite articular la continuaci6n de su fant Sueno “Betaba con mi amigo en casa,mi madre sale de la ducha, con una toallaatadaalrededor de la cintura. Con dificultad intenta ocultar uu Jos senos entre {as manos. Mi amigo mira, queda subyugado y me abandona por ella. Quedo estupefacta. La rivalidad entre mi ma- dre y yo es fuerte y me siento ineapaz de luchar contra ello.” Intervengo brevemente. Silencio algo prolongado, luego: “Vuelvo a pensar en una situacién donde, con dos compafieros demi edad, me encontraba de vacaciones juntoa mi mejor amiga.” Esta ultima se habia hecho reemplazar por su madre, quien habia seducido a uno de los muchachos. “Me sent abusada’. La insistencia en describir a esa madre como seductora, a veces calificada por la pacientecomo*histérica”, durante largo tiempo le ha impedido enfrentarse con la realidad de la sexualidad genitalizada adulta. Mas alld de la realidad de ese supuesto goce de la madre, se perfilan las ganas y el deseo de seducir, en una identifieacién ima- ginaria condensada en tomo a esa madre que muestra sus atributos sexuales como si fuera ol falo que la paciente le supone. La sesion prosigue. Realiza asociaciones con el bafio, “Cuando estoy en el baito, pongo la salida de bano en el ojo de lacerradura por miedo a que mi padre mire. El deseo de que mire: uiza no) Algunus afius antes, un suceso la habla chocado: habia sido preciso lavar a su perra, proveniente do un rofugio, que cstaba muy sucia. Para que no tuviera miedo, el padre se habia “quedado en el baiio con ella’. Estar “en el baiio con el padre” encarna una referencia identi ficatoria que viene a encubrir el deseo incestuoso contra el que se defiende activamente, “A menudo vefa a mi padre cuando se duchaba, ya que dejaba la puerta abierta’. Interrumpo la sesién, pues la ducha de los suefios vuelve bajo una luz diferente, que deja entrever otras perspectivas entre la eseena de seduccion y sus inhibiciones y, por otra parte, el sig- nificante ducha persiste en el suetio Esto enfrenta a la paciente con el cardcter ineoportable de la sitaacion pasiva del objeto librado al goce del Otro, Podria adelantar aqui que ella es guzada por el Otro. Lo que remite ala posici6n del sujeto que se instala on ser el objeto que ven dra a causar el deseo del Otro. Lo que no deja de recordar la experiencia traamatica, en la que se basa la neurosis, Asf, el sujeto se ofrece para cor ol instrumento del gace del Otro, en el que desaparece en tanto sujeto. 2 Esto se encuentra enlazado con las experiencias primeras de pasividad, que son completamente retomadas y, sobre todo, reor- ganizadas, transformadas, después de la Jatencia en una especie de “existencia péstuma’ del trauma, tal como lo formula Freud, Sesion La pautacién tayo un efecto de subrayado de los significantes du- cha, puerta abiorta y padre, los que declinan su significante gramatica edipica, “Cuando era nifia, iba al bafo a layarme mientras mi padre estaba alli. Tenia miedo de que se pusiera a masturbarse, de que me dijera cosas obscenas”. Evoca una escena de la realidad reciente, cuando vio a su padre desnado: “Ya lo habia visto des- nude cuando era muy pequefa. Pero empecé a pensar en e50 despues que comencé a tener mis menstruaciones”. Marca aqui singularmente la irrupcién de sus invasores fantasmas sexuales al comienzo de la adolescencia Lo irrepresentable de la representacion de la pareja parental durante el coits hace que diga imaginarse mas bion a sus padros por separado, mientras que sobre ese punto es donde ella resulta ‘as chocada e interpelada en su fantasma, Ineansablemente, es cuestién dedesnudarseen|a problematic ye plantear la insistencia de los significantes. Ese desnudamien- to de su cuerpo, del cuerpo sexuado de los padres, traduce el in- sostenible lastre por la sexualidad de cus representaciones. Parece volear esos pocos recuerdos fijos ~tal ver. pantalla como si se tratara de una confesiGn y del intentode “decirlo todo”, Presta al analista el poder de liberarla de sus sintomas y de la ganga de los signifieados que bloquean la libre movilidad de sus significantes, sobre todo de aquellos que encubren sus representa- ciones de la sexualidad. Tengo la intuicién de que la analizante se abre un camino entre las distintas teorizaciones posibles de su analista,amenos que el analista no tenga lasaficiente plasticidad psiquiea o gusto porla investigacién, a los efectos de acompanarla ensw recorrido significante, es decir, para reinventar con ella una nueva teoria de la cura que sea pertinerite al menos para esa cura, 113 Sesion “Tengo la impresion de que se acabé para mf, que legué hasta el final, hasta donde se podia: la consecuencia es que nadacambiara, que todo va a quedar asi. Nunca me curaré de verdad.” Asocia enseguida a sus padres, que a menudo le dicen loca o histérica Sigue un largo desarrollo sobre su deseo de poder recordar que pudo estar en el origen de sus perturbaciones. iene pasién por el origen. Termina por decir. “Entonces seria necesario que recorda- ra que tengo ganas de olvidar” Interrumpo la sesion, que sera corta, con esa hermosa confesién “B] histérico sufre de reminiscencias”, nos dice Freud Sorprendidaen actividad de resistencia, quiz4haga alusién ala sesion anterior, de la que tiene la sensacion de haber dichomucho, o tal vez no desee olvidar esos pocos recuerdos manchados de li- bido, bloqueados en torno de lo irrepresentable da la escena pri- mitiva. Sesion “Tengo la impresién de que no podré decir nada nuevo. Bs cierto, fue penoso decir las cosas sobre mi padre la ultima vea. gs ne- cesario que lo repita?” Se siente aliviada por haber enunciado eso. Haba cosas que no tenia el derecho de pensar. “No es normal querer acostarse con el padre 9 casarse con él”. ‘Teme también que le diga palabras obscenas. Tal vez lo deseo. Se juzga “completamente piantada, completamente loca” por atre- verse a imaginar esas escenas. La identificacién con la madre se encuentra aqui en su punto calminante: deja de oseilar en su posicion ¥ eneara muy claramente el actoincestuoso, aunque le provoque indignaciGn y disgusto. ¥ sobre todo una falta en ser que la pone al borde de un abismo terrible, Suefio “Me proponian ir de vacaciones organizadas, Habia una nombres, eldelagente que venia con nosotros, Pero extraiiamente no estaba el nombre de usted, que terminaba con el suijo “etfe” ut ‘Tal vez yo entionda por qué. Tengo que completar un expediento, al quellamopoupette. Sin duda espor eso. Para divertirme, a veces amo a mi perra de esa manera” El padre de su mejor amiga de la infancia apodaba Poupetie a su hija. Una ver éste deja caer la mano sobre su espalda, creyenda que se trataba de la hija. Ese sefior la enerva, adora asu hija, hace todo por ella. Le parece que eso es algo ambiguo, malsano Se asombra de volver a caer en una relacién malsana entre un padre y la hija, En la realidad, se siente como una intrigante que se interpone para separarala amiga de su padre. Nosabesi lohace para salvaria o para ocupar su lugar. Bl movimiento transteren- cial ya iniciado toma consistencia aquf, en su posicionamiento particular, insistente sobre por lo menos dos puntos: su tenor in- cesttoso y su insistencia en “estar en el mismo bano” Haciael final del suefo, le dicen: “Vamos, no es grave, no dejes do venir!” Ella se encuentra, también alli, dividida en sudeseo.on- tre las muchas ganas “de ir” y el temor de no poder sostener ese deseo hastael final. Esto evoca el “Losébien, pero a pesar de todo” resofiado por Octave Mannoni #8] sutyo “eife”, queme asigna, mediante un vuelco sorprenden- te, a ese lugar del ser amado, subraya un acercamiento entre los diferentes padres y el analiista, Esta también la seduccién activa de parte de ese padre y tambien de ella misma. Agrega: “Pero entonces, soy yo la culpable. Culpable de haber tenido un deseo prohibido. Si tuve ese deseo, os porque soy ver- daderamente culpable’. El analista: “Un deseo culpable?” E interrumpo la sesién, Ese sufijo “eile”, que viene a feminizar mi patronimico, la pro- tege asi del acereamiento incestuoso durante ese viaje en el que debe participar. Ahora bien, ocurre que me remite a otro signifi- cante, donde se articula ese mismo sufijo que me atrae hacia pal- mos de mi historia personal. Un conflicto en el que me encontraba fuertemente implicado, precisamente en el transcurso del viaje. Mis asociaciones personales me hacon derivar asi hacia otras costas, lo que me desconcerts pero, sin embargo, me permitié entender, por otra parte, los significantes de lo que sejugaba en la eseona del sueiio de la paciente. Noerala primera vez queencontraba, en ladirecciéndelacura, e608 significantes a los que propongo denominar significantes de 15 unidn/desunién, Parecen hacer coincidir significantes entre el analistayel analizante, sopardindolos fundamentalmente. En es union/@esunion es donde se capta lo radical de la transferencia y también esa encrucijada donde se juegan las apuestes de! deseo Gol analista. Lo que suscita una pregunta: {la irrupeién de significantes de encuentro advendria con mas frecuencia en las curasdehistéricos queen otras? Mi experiencia clinicamellevaria ‘a pensarlo. Existe una articulacién muy estrecha entre lo que constituye el deseo del analista y las particularidades de su prac- tica, segin un modo de enlace vineulado con la estructura de analizante del analista. “Podemos decir que detras del amor Hamado de transferencia estd el afianzamiento del vinculode deseo del analista conel desoo Gel paciente”, escribe Lacan en los Quatre concepts...’ Masadelan- te afirma que “se trata del desco del paciente, sf, pero en su en- cuentro con el deseo del analista” La particularidad del histérico podria ser la de buscar a cual quier precio el enigma del desco del analista, encontrar a sus espaldas significantes que vendrian a interpelar en el otro el analista—su deseo... de analista, Lo que ha resultadoespecifico en esta paciente es ese momento de oscilacién articulado con la fe minizacién de mi patronimico y con la elaboraciin a la cual me remitiG ese significante proveniente del fondo de mi memoria Esto le permitié modificar la naturaloza de su identificacién ¢ incluir al analista en su fantasma, en un lugar en que no podia situarlo antes. Las sesionos siguientes estardn dedicadas a las referonciasalos atributos de las mujeres y a las escenas de seduiceisn posibles gra- cias a sus numerosos atractivos Sesién “Bso hace que haga tiempo que pienso en la cirugia estética para hacerme los senos. A mi amigo le gustan los senos hermosos. Me gustaria tener senos como mi madre, pero los mfos son fexichos”, 24. Lacen, Ler Quai Libro XI, Le Seuil, 1983, Concepts fordamentaus de la payehalyse, LeSiminaire, 116 Pensaba que los de Ia madre causaban envidia. En la piscina, adonde ibaa menudo, la madrese dejabaseducir por los profesores de natacion. “Me sentia celosa, queria que ellos se interesaran en mi, que todos estuvieran tras de mi, pero para ello era necesaro que tuviera un buen cuerpo y hermosos senos”. El cuerpo entra en escena y los senos, simbolos de lo que atrae alos hombres, se encuentran en primerisimo plano. Ellasélo pue- de situarseen los celos yen una identificacisn masivacon la mujer seductora. Busca un ideal femenino y se plantea como potencial ‘objeto de deseo para los hombres. Sera en el transcurso de esas sesiones cuando tenga sus primeras experiencias sexuales. Las relataré, y el tenor de sus preoeupaciones resultara singularmen- te modificado a partir de ellas. Su problematica y sus fantasmas vinculados con la apariencia del cuerpo se esfumardn. Logra si- tuarse en una posicién menos infantil con respecto a la madre, y su fantasma central se desplegara con mayor amplitud. Los elementos del “traumatismo sexual” que ella coloca en primer plano en las diversas escenas de suefos y de la realidad adoptan un lugar esencial en las secuencias clinicas que relatamos. La na- turaleza fantasmatica se encuentra aramente identificada ally el trabajo del anailisis prosigue en un desmontaje progresivode ese fantasma. Esos esclarecimientos parciales tratan de restituir lo cotidiano de la clinica analitica. Ese caso ilustra una oscilacién del posicio- namiento subjetivo en el fantasma y una incidenciaen la posicion sexuada del analizante, Es también la ocasiGn de poner eneviden- cia una cireunstancia singular en el desarrollo de una cura: Ja aparicién de significantes de unién/desunidn, que @ mi juicio tie nen un lugar privilegiado en las articulaciones y en el proceso analitico, tanto mas cuanto permiten también la localizacién del deseo del analista De esa manera, las curas de las neurosis nos ensefian mucho sobre la naturaleza del deseo y del signifieante en accién. La es- tructura del histérico, hecha de desiizamientos singulares del deseo, es radicalmente distinta de la estructura psicética. ug 2 LOS AVATARES DE LA PSICOSIS Regis no tenia lugarreal en su familia, Sulugarimaginario estaba sembrado de fantasmas y de distintas proyecciones. Era el unico de los seis hijos de la fratria que no tenia habitadon. Su proceso delirante habia comenzado discretamenteen ocasién de dos acon- tecimientos recientes: el nacimionto de un nuevo hijo y an crecien- te fracaso eseolar que vivia cada vez peor. Su discurso estaba salpicado por injurias a menudo ravisies, imclusy antisemitas. Oa padre cra de origen asidtico y su madre, francesa, Durante un tiempo, su principal temade conversacién fuela decapitacién yas consecuentes salpicaduras de la sangre. {La muerte era instanta- nea ose tenia conciencia de la separaci6n de la cabeza? Esoslargos discursns angustiados no dejaron de repetirse hasta que no pudo ser elaborada con él la angustia de su posicién de excluido en su propia familia y de su nombre, que lo exponia a una imaginaria venganza mortifera, no de! pueblo, sino de su familia y, en par- ticular, desu padre. Enla psicosis, larealidad de los acontecimien- tos ya no posce localizacion temporel, no existe represién posible ni balizamiento significativo en la pista del tiempo. El sintoma aportado a la temiéitica delirante consiste en una afloracién de temas centrados en la muerte, en la dislocacién 0 en el cereena- miento de los cuerpos, significantes infiltrados desde la propia historia del sujeto, pero también comoetementos que élenlazacon lahistoria de Francia en sus episodios por supuesto mds sangrien- tos y mortiferos, el Terror, las decapitaciones y Ia guillotina, por ejemplo. Grave y crénicamente depresivo, ol padre no podia sostener ninguna pasicién paternal y se hacia “reducit” en el fantasma de 119) sumujercomoen larealidad. De ahfel significante“decapitacién’, que sélo podia referirse a él, a Régis, y no a su padre. Esa especie de dislocacién de los cuerpos se lee en el discurso de los psicéticos, asi como en ciertos suefios de los neurdticos. Bl trabajo de elabo- racién o deinterpretacién en torno de los signifieantesemergentes del delirio a menudoeslargo, dificil y supone una escachaconstan- te, un ofdo afinado por parte del analista. éQué psicosis en la adolescencia? Laadotescenciaes un momento propicioparala eclosion de lapsicesis cen sus diversas figuras clinicas, que a veces resultan ruidosas. Loss trabajos cobreese puntodivergeny se oponcnentornoaunacventual especificidad de la psicosis. En clinica se observa tna sintomatologia nueva, distinta de la de los adultos. Los sfntomas se manifiestan de manera explosiva y muy a menudo son actuados. @Seria la adolescencia un momento psicotico? La pregunta, ‘aunque abrupta, sin embargo resulta pertinente. Mereceria una formulacién atenuada: glacrisisdela adolescencianoincluye muy menudo movimientos psicoticos llamados normales? Me parece que en momentos dela pubertad, todo adolescents halla amenazado por la “psicotizacién’, aunque sea de manera transitoria. El riesgo de ruptura de la continuidad de los procesos de desarrollo fisiolégicos y psiquicos lo enfrenta a imponderables suseeptibles de poner en peligro su fragil equilibrio simbélico Los sfntomas no tienen nada de especifico en esto, aunque la te- ‘matica este infiltrada de cultura adoleseente: los mitos permanecen, pese a que los héroes cambien. Desde el Zorro a Goldarak, desde Tarzan a Michael Jackson, desde Bioman a Sangoku, o 4 los héroes de japo-tontervas tituladas Dragon Ball Z. Los tratamientos, los equipos de atencién de las institucicnes lo saben:nohay deseanso enabsoluto. Yasea porquees necesario seguir las huellas de las modas adolescentes, o porque, ignoréndolas olim- picamente, se intente determinar qué tipos de significantes engan- chan a los adolescentes. Los delirantes de antes deliraban acerca de las escobas de las brujas y de los maleficios ~tendencia que todavia sobrevivemercedal auge delsatanismo-;los de hoy deliran acerca de latelevision y de las ondas electromagnéticas, vlosmas “colgados” lo hacen en red, en el cable o en Internet. Si bien los temas son nuevos, 120 la sintomatologia no ha cambiado en absoluto, ;Cémo dar cuenta de la frecuencia de las explosiones y de lo ruidosa de las manifesta- ciones de la psicosis en la adolescencia? La entrada en Io simbélico Paraque lapsieosissedeseneadene,esnecesario-escribe Lacan—que el “Nombre del Padre, Verworfen, foreluso, es decir, el nunca situado enel lugar del otro, sea convocado en oposicién simbslica al sujeto”.* Ese aforismo constituye una referencia en la clinica del adoles- cente. Este, al tener quesituarse félicamente, no puede sostenerse en una posicién simbdliea en distintassituaciones dela vida, como, por ejemplo, rendir um examen, el primer encuentro amoraso o la primera experiencia sexual, el matrimonio, la asuncién de res- ponsabilidad en un trabajo ¢ en el servicio militar, para el caso de los varones, en la época en que existia. Quées lo queimpulsaaunnifoaentrar en elmundosimbélico, almundo del lenguaje? Claude Conté ha desarrollado este interro- gante en su articulo sobre la funcion simbolica.* Se trata —nos di- ve de un acto cargado de consecuencias puesto que, al entrar a lo simbélico, el nifio pierde para siempre la esencia de lo que habria podido ser: en el hecho del simbolo no reencontrara mas de su ser que ese efecto de caida al que se denomina objeto pulsional o, se- gain Lacan, objeto a. Tendra su ley en el Otro y sus deseos se inscribirdn en la dependencia del deseo de muerte. ‘Los significantes del Nombre del Padre ~recordémoslo~ son miiltiples. El Nombre del Padrees.un significantecualquiera, pero que ocupa un lugar primordial. La forclusion opera precisamente cuando nadie viene a ese lugar. Segtin Joé| Dor," para “que la es- tructura resista, es necesario que constantemente un significante venga a ocupar ese lugar de sustitucién del significante del deseo de la madre”. Bsa circunstancia clinica se produce en el marco de logue Lacan destaea como una carencia del propio significante. Al no poder advenir la metaforizacion de ese significante paterno, el acceso del nifio a lo simbolico queda fuertemente hipotecado. Se ve #J.Lacan, “Question priliminaire 8 tout traiter Berits, op. cit, pig. 577 2G Conte. Le Réel et le Sexuel, ep. cit "J, Dor, Le Pere et sa fonction en paychenalyse, Point Hors Ligne, 1989, possible do la psychare”, 121 reducido a una posicién de objeto no sélo fantasmético, sino también real para la madre. “Binle quequeremos insistir—escribe Lacan—'es en queconven- dria ocuparse no tinicamente de la manera en que la madre se acomoda a la persona del padre, sino del caso que hace de su palabra, digamos la palabra, de su autoridad; dicho de otra ma- nera, del lugar que reserva al Nombre del Padre en la promocién de la Ley’. Eea insisteneia en el discurso de la madre es constante, pero también es preciso saber relativizar dicha afirmacién. En la prac- tica clinica, cuando se despliega esa clase de diseurso, se trata de captarlo quesejuega y de interrogar lo que loha producido. En eso que la madre trata de ocultar y también en la conjuncién con un discurso paternal particular es que puede decirse una verdad sobre el sintoma, Laestructura dela atencion al paciente Varios tipos de enfoques institucionales de la psicosis en la ado- lescenciaexisten hoy cuandoescolaridad y tratamiento psicotera- péutico estan asociados de distinta manera. Los hospitales diur- nos para adolescentes, en particular, resultan un lugar de elabo- racion posible. La institucién sirve como receptaeulo para la transferencia de losadolescentes con todaslascaracteristicasque ésta comportaen cellos y con la marca particular que la psicosis inscribe en la trans- ferencia al practicarse en la institucién. Se proponen diferentes posibilidades terapéutieas, por ejermn- plo, lahospitalizacién eecuencial, que instala unatemporalizacin dentro mismo de la atencion. Eneste casose trata de introducir una pautacién en el modo de vida y en los soportes terapéuticos propuestes a Ia adolescencia, soportes simbélicos de los que el sujeto puede o no valerse para apuntalar sus propias carencias y fallas simbélicas. Esas herramientas estan encarnadas por: +4, Lacan, “Question préliminaire a tout traitement possible de la peychoss”, Ronit, op. eit. 192 —laestructura on sudimensién goograficay arquitecténica, que necesita ser investida por el personal que atiende antes de que lo sea por parte de los adolescentes; — la estructura institucional, compuesta por multiples factores, entre ellosel propio personal encargadode laatencicnen su propia individualidad; = la transferencia, a través de sus diferentes facetas, tanto sobre los individuos como sobre la institacion; ~y, finalmente, las mediaciones, a las que califico como simbo- ligenas pues, sea cual fuere el soporte dela representacién emplea- do, es una via de acceso posible a lo simbélica para el adolescente. Las mediaciones simboligenas La mediacién terapéutiea es la terminologia mas corriente para designar las mediaciones culturales 0 artisticas empleadas en las practicas terapéuticas institucionales. Por mi parte, rechazo la ex- presién mediacidn simbélica, pues el injerto simbélico par adelanta- dono pose un caracter de evidencia. Sinabuligeny signifiva para mi la posibilidad, la eventualidad de efectos simbslicos sobre el sujeto, En el mareo de un hospital diurno que recibe adolescentes con di- ficultades psicolégicas mayores -con lagunas escolaresmaso menos importantes y fallas culturales que se juntan con fallas simbélieas— se realizan propuestas terapéuticas. Por lo general, el escolar encar- naen todas esas falencias heridas narcisicas mayores. {Cémoes que Ia cultura no ha podido inseribirse en ellos? :Cémo es que Tas fallas simbélicas pueden perjudicarlos u obstaculizarles gravemente el acceso a la cultura? Un adolescente en pleno suftimiento, como puede situarso en nuestra medernidad? Desde antes del nacimiento, el nifto esté impregnado por el entorno cultural de la eivilizacién en la que nacers. La cultura participa en la estructuracion y en Ia maduracidn progresivas del individuo a través de desfiladeros impuestos, como el complejo de Edipo. La constitucién potencialmente violenta del sujeto debe hacer el aprendizaje de la vida en sociedad y chservar el respeto de las reglas que la rigen. Los aprendizajes escolares se hacen en tuna segunda instancia. En forma paralcla, el nifio integra progre- sivamente los diferentes objetos culturales que la sociedad le 123 ueuuegua propone. Con la adolescencia viene el tiempo de las tensiones, don- de el sujeto, para culminar su construecién, debe crear nuevos modelos culturales a partir de los que le han sido propuestos. No hablaremos aqui delos nifios y de las actividades culturales que poco poco desvian en beneficio propio. Estamos en presencia do una verdadera apuesta social: las propuestas verdaderamente culturales, de hecho vinculadas con lo politico y lo ecorémico, son preponderantes en nuestros dias y el “mercado” de la infancia se muestra particularmente “prometedor”. ‘Mas adelante, los adolescente: otros modelos culturales Desde el genio postico de Rimbaud hasta las culturas 0 subeul- turas tales como el rap,el hip-hop ols tags, cada generacionbusea distinguirse de la anterior identificandose con nuevos objetos calturales, Sean cuales fueren las diversas mediaciones empleadas en te- rapéutica, lo que me parece esencial es el investimiento personal del terapeata. No se trata de pura perogrullada, sino la eondicién daterminante para un investimiento posible de parte de los aten- didos. Al margen de que la mediacién sea banal o insélita, la ver- dadera palanea que permite el acceso a lo simbéhico es el deseo del terapeuta {Como volver a despertar el gusto por aprender? Cémo volver fa poner en marcha la “mecanica” del deseo que existe en cada individuo avido de conocimientos y de saberes? Las numerosas experiencias terapéuticas llevan a campos tan variados como la literatura en los talleres de escritura, la fotografia a través de investigaciones sobre el encuadre y la imagen, la traduccion pi tbrica de las vivencias y emociones en un taller animade por un pintor, la elaboracién en comiin de un guién, su construccién ascs- nica y Ia representacién de los actores filmada por un videasta ‘sas experiencias ilustran un uso de las mediaciones propias de ‘cada equipo para ayudar al adolescente a reconciliarse eon su altura y con su entorno sociocultural. ‘Terapéutica e institueion Laculturadebe entenderse en susentidoamplio, la Kultur freudiana deberia traducirse mas bien como “eivilizacion”. El malestar de los adolescentes estambiénsumalestaren lacivilizacion, paesla cultura 124 da acceso a lo que hace a la civilizacién, Los diferentes pardimetros y cualidades gracias a los cuales hombres y mujeres llegan a vivir en armonia abren el acceso a niveles de gove distintos. Se trata de entonces en més para ¢l terapeuta de ver cbmo “ha- cer marchar” a la cultura en tanto mediacion, dicho de otra manera, emo volver a ponerla en marcha en una perspectiva subjetivante para favorecer en el adolescente el tejidode lazos con la humanidad, en un proceso de socializacién. Las propuestas de acciones terapeuticas tienden hacia una flexibilizacion de suabor- daje simbélico. Si bien la terapéutica aplicada al arte se ha convertido en prac tica corriente, sin embargo reclama algunas observaciones. En qué una actividad ordinaria se distingue de una actividad tera- péutica, incluso de una mediacién terapéutica cultural? Leer tn libro, es terapéutico, cultural, educativo o escolar? Ningain soporte, ninguna relacién, ninguna tenica es terapéu- tiea en sf, ni a fortiori simbolizante, incluso simboligena. Por el contrario, esperar eventuales efectos de una mediacién empleada de manera eodifieada, con un mareo do lectura y modalidades de interrogar lo que alli se juega y se anuda, es ya dar un paso hacia una dimensidn terapéutica, Hay que destacar la nocién de desfa- saje temporal en los efectos terapéuticos esperados, ‘Resulta particularmente delicado atar los distintos hilos trans- ferenciales que enlazan a un adolescente con el conjunto del equi- po que lo atiende. La institucién puede y debe darse tiempo para elaborar las diferentes eajas de resonancia de las transferencias individuales y grupales ‘La condici6n esencial ~necesaria pero no suficiente para que las mediaciones puedan ser simboligenas es que la institucion se délas herramientas de trabajo que permitan pensarlas y elaborar- las. En efecto, no se resume en unaecuacién masomenés compleja que adicionaria en proporeiones variables un equipo y paredes. En loque tiene que ver con el equipo, mas que la sumacontable de individuos, lo que importa os la ereatividad y la necesidad de crear,’ en un dualismo maniqueo al que nos enfrenta la psicosis: En otra parte, he desarrollado ol Sindrome de Burnous, en vinealaeiéa con cl deageste mental especifico de los terapeutas enfrentados eotidianamente fon la picosis. EI burrows es un arnplio manta que protege de las intemperies, Utilizado en al Maghreb, v también un tojido esponjoso empleade para envolver 8 fos lactantes, 125 vide/muerte, como eco al dualismo pulsién de vida/pulsién de muerte, Un trabajo en grupo sobre la vivencia contra transferencial de cada uno es una necesidad a la que calificarfa como vital, pues permite que, on algiin momento, ocurra una elaboracién comiin de la problematica y de las transferencias en la institucién. Existen alli pulsiones parciales desenmarafiadasque se proyee tan de manera diferente sobre varios terapeutas, incluso sobre el psiquismo de alguno de ellos, con lo que cada uno se convierte en un receptaculo de los significantes del adolescente. Se trata de] intento de localizarlos significantes mediante los cuales cada uno es atravesado y cuyo conjunto podria constituir el psiquismo es tallado del adelescente psicético. El trabajo terapéutico consiste en ese ensayo de restituir la historicidad de cada adoloseente y de reconstruir su fragmentacion para un funcionamiento mas arms nicode sus cadenas significantes. La intervenci6n del psicoanalis. ta resulta esencial para levarlo a buen puerto. Sin juego de pa- labras, le es preciso volver al juego (juego, pero también yo),’ es decir, reinstaurar nuevas posibilidades de inscripciones signifi cantes sobre significaciones hasta entonces bloqueadas. Entonces, {hay nuevas sintomatologias, nuevos tratamiontos? ‘Sin duda que existen sintomatologias renovadas, pero tratamien- tos no. Sin embargo, todo nuevo paciente lleva a repensar no la paicosis, sinola singularidad del sujeto atrapado cn unaestructia- ‘ra psicética y la institucién tal como la hemos definido, Lapsicosisen la adolescencia interroga al conjuntode los terapeu- tas y anelistas que se arricagan a ese tipo de préctica, ya sea on la insfitucién o en el consultorio privado, con la agudeza de lascuestio- nes que se plantean. La estruciura psiectica viene a apoyarse en la institucién. El sujeto, implicado en esa dindmiea, sélo puede enfen. tarse al Otro y buscar el lugar simbélico que le hace falta. El adolescente va a hacer lo que sea necesario por encontrar su distancia y su consistencia en lo que la ley puede remitirle. En ese juego relacional, donde el azar no queda al margen, el adoleseente necesita la reaccién del Otro para situarse y construirse. Encontra- mos circunstancias en las que el otro viene a faltar de otra manera, lo que lleva al sujeto a otros tipos de impasses en la simbolizacién, * Joga do palabras inteaducile entre tas palabraa francosae hornfonas jeu (juego) y Je (Yo). (N. del T) 126 3. EL ADOLESCENTE EN IMPASSE Impasse Padre y falta En la ruleta, ningiin croupier cantaria ese resultado. No hay im- passe, pues la inversa de pase no es el impasse sino la falta, intiendan! No hay padre en el juego: sélo par o impar. Lejos de las salas de juego, voy a evocar los impasses terapéuticos a partir de un ejemplo clinica surgido de mi practiea institucional con ado- lescentes, Me parece que en ese proceso de impasses se compromete un proceso demetaforizacién dela instancia paterna. Los areanos por los que las fallas y carencias salen a luz en el sajeto aportan un esclarecimiento particular y nos ayudan a identificar los eaminos que llevan a ellas La palabra impasse designa a una calle que termina en una pared, dicho de otra manera a un callej6n sin salida y, en sentido figurado, a una situaeién bloqueada. Pero al tomar una calle, (sabemos que avanzamos por un rumbo sin salida? Los ingleses tienen unaexpresién aun mas radical y elocuente, dead-endstreet, literalmente “calle con el final muerto”, en la que se destaca la connotacidn de muerte. Caer en un impasse es una expresién cmpleada en losjuegos de cartas: signifies jugar la carta inferior cuando se supone que el adversario que tiene que jugar posee la carta intermedia. Por ejemplo, se puede hacer un impasse con el rey cuando se tiene el as ya dama, Apenas nos alejamos de él, vemos que el juego es como lo reprimido: vuelve, 197

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