El documento analiza los problemas estructurales del sistema de transporte público en El Salvador y propone soluciones. Primero, el sistema debe replantearse para que el Estado tenga mayor control e intervención en lugar de dejarlo regido por las reglas del capitalismo salvaje. Segundo, se debe aplicar estrictamente la ley a los conductores que violan las normas de tránsito y convivencia ciudadana. Tercero, se requiere una planificación estratégica para evitar la sobresaturación de unidades en algunas zonas y la falta de servicio en otras.
El documento analiza los problemas estructurales del sistema de transporte público en El Salvador y propone soluciones. Primero, el sistema debe replantearse para que el Estado tenga mayor control e intervención en lugar de dejarlo regido por las reglas del capitalismo salvaje. Segundo, se debe aplicar estrictamente la ley a los conductores que violan las normas de tránsito y convivencia ciudadana. Tercero, se requiere una planificación estratégica para evitar la sobresaturación de unidades en algunas zonas y la falta de servicio en otras.
El documento analiza los problemas estructurales del sistema de transporte público en El Salvador y propone soluciones. Primero, el sistema debe replantearse para que el Estado tenga mayor control e intervención en lugar de dejarlo regido por las reglas del capitalismo salvaje. Segundo, se debe aplicar estrictamente la ley a los conductores que violan las normas de tránsito y convivencia ciudadana. Tercero, se requiere una planificación estratégica para evitar la sobresaturación de unidades en algunas zonas y la falta de servicio en otras.
Se sigue insistiendo en asuntos que, aunque importantes, no
resuelven nada en lo fundamental. Es necesario tomar en serio los problemas estructurales del trasporte pblico y entrar de lleno en su solucin, si se quiere comenzar a poner un alto al grave deterioro de la convivencia ciudadana en El Salvador. por Luis Armando Gonzlez, analista y columnista de ContraPunto El transporte pblico es un grave problema para la sociedad salvadorea. Desde los aos noventa se vienen escuchando, por parte de las autoridades, promesas y compromisos acerca de su solucin definitiva. La mentada solucin nunca ha llegado y, por el contrario, el problema del transporte pblico se ha convertido en algo tan complejo que pareciera haber llegado a un punto en el cual ya no es posible su solucin integral y definitiva. Es decir, se habra llegado a una situacin irreversible en materia de transporte pblico, y a los ciudadanos y ciudadanas de El Salvador no les quedara ms que aceptar vivir de aqu y para siempre atrapados en el caos, el riesgo, la violencia y la contaminacin generados por un sistema de transporte pblico opuesto totalmente a sus necesidades y derechos. Dems est decir que nunca se busc una solucin definitiva e integral al problema del trasporte pblico, pues siempre se atacaron, de manera superficial, aspectos secundarios del mismo. Ejemplos de ello fueron la apuesta que se hizo por normar la situacin de los cobradores a quienes incluso se oblig a usar uniformes--; los esfuerzos que se hicieron por impulsar una cultura de buenos modales por parte de conductores y cobradores; o la iniciativa de mantener las unidades en buen estado, lo cual contemplaba, adems de unas buenas condiciones mecnicas, el cuido de la carrocera y asientos, as como la limpieza exterior e interior de buses y microbuses. Exigencias de esta y parecida naturaleza obsesionaron en el pasado a funcionarios de transporte y, aunque no siempre lograron hacerlas cumplir en su totalidad, de cuando en cuando y por algunos periodos de tiempo se salieron con la suya en algunas de ellas. Pero los problemas gruesos es decir, los de naturaleza estructural no fueron abordados. Y tampoco lo estn siendo ahora, pues se sigue insistiendo en asuntos que, aunque importantes, no resuelven nada en lo fundamental. En este sentido, es necesario tomar en serio los problemas estructurales del trasporte pblico y entrar de lleno en su solucin, si se quiere comenzar a poner un alto al grave deterioro de la convivencia ciudadana en El Salvador. En primer lugar, se tiene que atender a la concepcin del sistema de transporte pblico, misma que tiene que ser replanteada de manera radical. Es un sistema regido por las reglas del capitalismo salvaje, segn las cuales lo nico que importa es el lucro empresarial, no el bienestar ni los intereses ciudadanos. En un mbito que es estratgico para el desarrollo nacional en los planos econmico, social y cultural el Estado no tiene mayor capacidad de intervencin y regulacin, salvo la que se refiere a los subsidios y el otorgamiento de permisos de lnea. Pero el sistema de transporte pblico y su funcionamiento escapan al control estatal, pues est bajo el control de un sector particular de la sociedad disperso, diverso y siempre en aumento que es el de los empresarios del transporte colectivo.
En segundo lugar, en el mbito del transporte pblico lo que predomina es la violacin
generalizada y sistemtica de las leyes de trnsito y de las normas de convivencia ciudadana. Cotidianamente, buseros y microbuseros violan todas las leyes trnsito y abusan de los ciudadanos y ciudadanas muchas veces a costa de su vida y seguridad sin que ninguna instancia o autoridad sea capaz de impedir o castigar tales abusos y violaciones. En no pocas situaciones, las autoridades pblicas toleran esas violaciones y abusos, permitiendo que la impunidad cobije cotidianamente a buseros y microbuseros. Sin voluntad decidida de las autoridades por aplicar la ley y los castigos correspondientes a quienes la violan descaradamente, el problema del transporte pblico va a continuar irresuelto. En tercer lugar, la sobreoferta y precariedad de servicios de transporte a los ciudadanos y ciudadanas. Al dejar en manos de particulares la oferta del servicio de trasporte pblico, stos han colocado sus unidades donde han credo que la rentabilidad es mayor. As. San Salvador y las ciudades ms grandes se han sobresaturado de buses y microbuses, dndose situaciones en las cuales como sucede en el centro de San Salvador en importantes tramos del da muchas unidades circulan casi vacas, invadiendo innecesariamente calles y avenidas. En contrapartida, en el interior del pas, hay comunidades que no cuentan con servicio de transporte pblico o si lo tienen es insuficiente. Es decir, gracias a la anarqua impuesta por particulares en el sistema de transporte pblico, ste concentra excesivamente la oferta del servicio en las ciudades principalmente en San Salvador--, pero es precario o inexistente en cantones y caseros del interior del pas. Dadas las dimensiones de El Salvador y con la enorme cantidad de unidades de transporte pblico que hay ningn ciudadano, en ningn rincn del territorio nacional, debera tener dificultades para movilizarse, eficientemente y a cualquier hora del da, en autobs o microbs. Sin una planificacin estratgica del transporte pblico que oriente la oferta del servicio ah donde se necesita la sobresaturacin de unidades de transporte pblico en algunas zonas y su contraparte, la ausencia del servicio o su precariedad en otras seguir siendo la regla de oro del sistema de transporte colectivo. En la misma lnea, sin la determinacin firme de hacer cumplir la ley en ese mbito, la impunidad seguir prevaleciendo, con los costos sociales que ello trae consigo. Esa planificacin estratgica del transporte pblico y esa aplicacin irrestricta de ley a buseros y microbuseros que la violan una y otra vez de manera descarada y artera son responsabilidad ineludible del Estado.