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A
mi!,
A
penas pude abrazar a mi hermano yobservar que le haba brotado
un ridculo mostacho<<>>, era otra de lascircunstancias
esperadas. Y mi hermano estaba all y estaban tambin
otraspersonas y las botella y minsculas copas, pues una bebida
tan valiosa necesitabaadministrarse como un medicina.A
hora que todos estamos reunidos hablo mi padre-, vamos al fin a
poder brindarcon la vieja chicha y agracio a los invitados con una
larga historia acerca de labotella, exagerando, como era de esperar,
su antigedad.
A
mitad de sudiscurso, los circunstantes se relaman los
labios.La botella se descorcho, las copas se llenaron, se
lanzo una que otraimprovisacin y llegado el momento del
brindis observe que las copas se dirigan
a los labios rectamente, inocentemente, y regresaban vacas
a la mesa, entregrandes exclamaciones de placer.
Excelente bebida!N
unca he tomado algo semejante!-Cmo me dijo? Treinta aos?
Es digna de un cardenal!
Yo que soy experto en bebidas, le aseguro, Don Bonifacio,
que como estaninguna!Y mi hermano, conmovido por tan grande
homenaje, aadi:-Yo les agradezco, mis queridos padres, por
haberme reservado esta sorpresa conocasin de mi llegada.El
nico que, naturalmente, no bebi una gota, fui yo. Luego de
acercrmela alas narices y aspirar su nauseabundo olor a vinagre,
la arroje con disimulo en unflorero.Pero los concurrentes estaban
excitados. Muchos de ellos dijeron que se habanquedado con la
miel en los labios y no falto uno ms osado que insinuara a
mipadre si no tena por all otra botellita escondida.
O
H no! Replico-.
Luego
de
extraer
la
pipa
bajo
el
montn
Estos es una broma! Dnde hascomprado esto, muchacho?
Te han engaado!
Q
ue tontera! Debas haberconsultado y para justificar su actitud
hizo
circular
la
botijas
entre
losconcurrentes,
quienes
bri la puerta y, con gran impulso, arrojo la pipa a la calla, por encima
delmuro. Un ruido de botija rota estallo un segundo. Recibiendo un
coscorrn en lacabeza, fui enviado a dar una vuelta por el jardn y
mientras mi padre se frotabalas manos, satisfecho de su proceder,
observe que en la acera publica, nuestrachucha, nuestra magnifica
chicha nortea, guardada con tanto esmero durantequince aos,
respetada en tantos pequeos y tentadores compromisos,
yacaextendida en una roja y dolorosa mancha. Un automvil
la piso alargndola endos huellas; una hija de otoo naufrago en
su superficie; un perro se acerco, laolio y la meo.