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RENE ABELIUK MANASEVICH

LAS OBLIGACIONES

TOMO I

CUARTA EDICIÓN ACTUALIZADA

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Primera Parte
CONCEPTO Y NOCIONES FUNDAMENTALES

2. Pauta.
En esta primera parte pretendemos ubicar el derecho de las obligaciones en el ámbito
jurídico en general, y a grandes rasgos la evolución que él ha experimentado, a lo que
destinaremos un primer capítulo.
En un segundo capítulo fijaremos el concepto y definición de la obligación, sus
elementos constitutívos y características principales.

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Capítulo I
EL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES Y SU EVOLUCIÓN

3. El patrimonio en su concepción clásica.


La doctrina clásica, cuyos más destacados expositores son los autores franceses Aubry
et Rau, considera al patrimonio corno un atributo de la personalidad y lo define como una
universalidad jurídica compuesta por todos los derechos y obligaciones apreciables en
dinero que tienen por titular a una misma persona.
Según esta concepción del patrimonio sus características principales son las siguientes:
1.° Es una universalidad jurídica, es decir, algo distinto de los bienes, derechos y
obligaciones que lo forman; de ahí que sus elementos son intercambiables, y así los bienes
pueden enajenarse, las obligaciones extinguirse, pero siempre el patrimonio será el mismo,
pues unos y otros se van reemplazando por nuevos derechos y obligaciones, según el
mecanismo de la subrogación real. Como se verá más adelante (N.° 651), ésta consiste
precisamente en el reemplazo de una cosa por otra que pasa a ocupar la misma situación
jurídica de la primera.
Este carácter de universalidad jurídica del patrimonio es el fundamento del derecho de
garantía general (mal llamado de prenda general: N.° 581) que los acreedores tienen sobre
los bienes del deudor. Este responde con todos ellos a sus obligaciones, pero sin que esto le
impida desprenderse de los mismos. La garantía general de los acreedores no les confiere
derecho a perseguir los bienes del deudor en mano de terceras personas ni impedir las
enajenaciones que aquél efectúe, salvo el caso de fraude (N.° 774). Todo esto es posible
porque en virtud del mecanismo de la subrogación real los nuevos bienes y derechos
adquiridos por el deudor pasan a responder de sus obligaciones,
2.° La doctrina clásica estima también que el patrimonio sólo comprende aquellos
derechos y obligaciones de valor pecuniario, es decir, que son avaluables en dinero.1
Así considerado, el patrimonio tiene un activo y un pasivo; el primero comprende los
bienes y derechos de la persona de carácter pecuniario; el pasivo, sus obligaciones. Y por la
universalidad jurídica que es el patrimonio, su activo responde por el pasivo.
3.° El patrimonio como atributo de la personalidad jurídica que es, esta ligado a una
persona que es su titular.
De esta discutida característica del patrimonio la doctrina clásica deriva una triple
consecuencia:
A. Sólo las personas tienen patrimonio, puesto que únicamente ellas pueden ser
titulares de derechos y deudoras de obligaciones;
1
Existe una tendencia en el Derecho Moderno a la espiritualización del mismo; por ello, sin dejar de
reconocer el carácter económico del patrimonio, se destaca, como se verá en el N.° 5 que la división de los
derechos en patrimoniales o económico y extrapatrimoniales no es tan tajante corno lo señalaba la doctrina
clásica, que hemos expuesto en sus lineamientos fundamentales En el mismo sentido, véase el N.° 26 sobre
el posible contenido no económico de la obligación.

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B. Toda persona tiene un patrimonio, Aun cuando carezca totalmente de bienes, o el


balance del activo y pasivo sea negativo, toda persona tiene un patrimonio, y por ello las
legislaciones prohíben su transferencia como tal; es lícito enajenar todos los bienes y
derechos de que es titular una persona, pero siempre que se los detalle uno por uno. No por
ello la persona dejará de tener patrimonio: sólo por causa de muerte se transmite el
patrimonio o una cuota de él a los herederos, y
C. Una persona no tiene más que un patrimonio dado que éste es el conjunto de
elementos jurídicos que tienen un mismo titular. Es éste, como lo veremos en el número
siguiente, el punto más débil de la doctrina clásica, y en el que precisamente ha hecho
crisis.
4. Críticas a la doctrina clásica del patrimonio.
Nuevas teorías. Como dejamos señalado, la crítica más severa a la doctrina clásica se
refiere a que es perfectamente posible en la práctica y en las legislaciones que una persona
tenga más de un patrimonio, o cuando menos dentro de éste aparecen ciertas divisiones
sujetas a un tratamiento jurídico especial: son los patrimonios separados o reservado,
Así desde antiguo existen en materia sucesoria dos instituciones que impiden la
confusión del patrimonio del causante con el del heredero de manera que éste resulta siendo
titular del suyo propio y del que perteneció al causante. Son ellas, el beneficio de
separación (N.° 80). en cuya virtud los acreedores del difunto evitan que la herencia se
confunda con los bienes propios del heredero, a fin de cobrarse en ella preferentemente de
sus créditos y el beneficio de inventario, en que, a la inversa es el heredero quien limita su
responsabilidad a lo que recibe por herencia (N.° 663).2
Igualmente, en la sociedad conyugal que es, entre nosotros, el régimen normal
matrimonial, se distingue por un Lado el patrimonio de la comunidad, el propio de cada
Lino de los cónyuges, y aun el reservado de la mujer que ejerce una profesión, industria u
oficio separado del de su marido según el Art. 150 del Código
Los ejemplos pueden multiplicarse como ser en el Código de Comercio, el caso del
naviero que tiene dos patrimonios: la fortuna de mar y la fortuna de tierra: en las
legislaciones que la aceptan, la empresa individual de responsabilidad limitada etc.3
La principal importancia de la pluralidad de patrimonios estriba en que el uno no
responde de las obligaciones que corresponden al otro, o sea, el derecho de garantía general
de los acreedores queda limitado al patrimonio en que se contrajo la obligación.
Por estas y otras razones se ha abandonado prácticamente la noción del patrimonio
atributo de la personalidad,' y se ha abierto camino la doctrina alemana del patrimonio de
afectación o finalidad o destino, en que él se concibe como un conjunto de derechos y
obligaciones de valor pecuniario unidos por su afectación a la realización de un fin común,
a tina misma destinación, En esta teoría se acepta que existan patrimonios sin personalidad;
ésta no es sino la aptitud Paro adquirir y ejercitar derechos y obligaciones. El patrimonio
2
Entre nosotros se discute si el beneficio de inventario produce patrimonios reservados, Véase nota 636
y nuestro Derecho Sucesorio, versión de las clases de don Manuel Somarriva Undurraga, 3, edición, Santiago
1981, Editorial Jurídica de Chile, pág. 388. N` 671,
Francisco Messineo, Manual de Derecho Civil, Comercial traducción de Santiago Melendo. EJEA. Buenos
Aires, 1954, T. 11, pág. 261, define el patrimonio como “un conjunto de relaciones, derechos y obligaciones
(por consiguiente de elementos variables, activos, aun de futura realización, y pasivos), que tienen como
titular a un determinado sujeto y que están vinculados entre sí.
3
En el parlamento se encuentra pendiente de aprobación una ley al respecto, pero no ha sido aún
aprobada, por la urgencia de otras materias que preocupan al legislador.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

está unido a una persona, porque está afectado a ella: es el medio de su actividad En esta
doctrina no hay inconveniente alguno para que tina persona tenga más de un patrimonio.
Sin entrar a esta discusión que aún divide a la doctrina, lo que sí es evidente es que hoy
en día no puede ya aceptarse la noción de que una persona sólo puede tener un patrimonio
intraspasable e indivisible.
5. Derechos patrimoniales y extrapatrimoniales.
Tradicionalmente los derechos privados se clasifican en patrimoniales y
extrapatrimoniales; los primeros son directamente avaluables en dinero, tienen valor
pecuniario y forman parte del patrimonio de la persona, de acuerdo a lo antes expuesto.
Los derechos extrapatrimoniales miran a la persona como individuo (derechos de la
personalidad), o como miembro de una familia (derechos de familia), y no representan en sí
mismos un valor en dinero.
Sin embargo, tanto los derechos de la personalidad como de familia pueden producir
efectos pecuniarios; cuando los primeros son violados dan derecho a una indemnización en
dinero, lo que no impide considerar que siempre en ellos el aspecto principal es moral. En
todo caso es indudable que los derechos pecuniarios a que pueden dar origen, se incorporan
al patrimonio.
Entre los derechos de familia los hay algunos netamente económicos, como ocurre con
el derecho y su obligación correlativa de alimentos, el usufructo del padre o madre que
tiene la patria potestad sobre los bienes del hijo, etc. Por eso suele hacerse una distinción
entre derechos de familia patrimoniales y extrapatrimoniales; aquellos tienen traducción
pecuniaria, y los segundos un valor puramente de afección, como ocurre en los derechos y
obligaciones entre padres e hijos para el cuidado de éstos.
Con todo, los derechos de familia con efectos pecuniarios difieren fundamentalmente
de los propiamente patrimoniales, porque en general están sujetos a una reglamentación
imperativa y obligatoria por el legislador mientras que respecto de los últimos,
habitualmente éste solo da normas supletorias de la voluntad de las partes, quienes son
libres para crearlos ilimitadamente (N.° 97 y siguientes). Sin embargo, en el Derecho
Patrimonial la intervención actual del legislador limitando la soberanía de los sujetos para
la contratación, los ha acercado a los patrimoniales de familia y es así como hay muchas
convenciones sujetas hoy en día a una reglamentación de orden público análoga al Derecho
de Familia,
Por ello algunos autores consideran que todos los derechos y obligaciones tienen un
solo fin: permitir a la persona el desarrollo de sus actividades de todo orden, no sólo
económicas la distinción estribaría solamente en que algunos -los tradicionalmente
llamados patrimoniales- son única y directamente pecuniarios con neta primacía de lo
económico; en los otros, existe un valor moral, social o afectivo, pero también pueden
producir efectos económicos, como aquéllos generar consecuencias morales (N.° 26).
6. Derechos reales y personales.
Los derechos patrimoniales se clasifican, también tradicionalmente, en reales y
personales o de crédito, siendo estos últimos el objeto del presente estudio.
Esta clasificación atiende a la forma en que el ser humano aprovecha las cosas
materiales, de las cuales obtiene utilidad de dos maneras: directa la una, indirecta la otra.

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El beneficio de la cosa se logra directamente ejercitando un derecho real, que de


acuerdo al Art. 577 del Código, “es el que tenemos sobre una cosa sin respecto a
determinada persona”. Así definido, en el derecho real existe una relación directa entre el
titular del derecho y la cosa en que se ejerce, y por ello los romanos hablaban de “Jure in
re”, derechos en la cosa.
Pero al hombre civilizado no le basta el ejercicio de los derechos reales para la
satisfacción de todas sus necesidades, y debe recurrir entonces a una utilización indirecta de
las cosas, obteniéndola por intermedio de otra persona, a la cual coloca en la obligación de
dar una cosa, de hacer algo o de abstenerse de hacer algo. En tal caso, nos encontramos ante
los derechos personales o de crédito -ambas denominaciones son sinónimas- que el Art.
578 define precisamente como “los que sólo pueden reclamarse de ciertas personas que, por
un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han contraído las obligaciones correlativas”.
El derecho personal se caracteriza, pues, fundamentalmente porque en él no existe una
relación directa entre el titular del derecho y la cosa, sino un vínculo jurídico entre
personas: acreedor y deudor; en consecuencia, el titular del crédito tiene una relación
indirecta con la cosa, y por ello los romanos hablaban de “jure ad rem”, derecho a la cosa.
Esta clasificación ha sido criticada por parte de la doctrina, representada
principalmente por el tratadista francés Planiol, quien sostiene que no existen relaciones
jurídicas entre el ser birmano y las cosas, sino únicamente entre personas; en el derecho real
esta relación se presentaría entre su titular y todo el resto de la humanidad, obligada a
respetar y no turbar el ejercicio del derecho por parte de aquél. La distinción, pues, entre
derecho real y personal, se reduciría a que en éste hay una relación entre sujetos
determinados, y en el derecho real, con todas las demás personas, Esta doctrina no ha
prosperado porque esta obligación negativa y vaga no es propiamente una obligación, y
desde luego no figura en el pasivo de nadie. La obligación, como lo veremos en el No 23
es, en cambio, un vínculo entre personas determinadas.
7. Principales diferencias entre derechos reales y personales.4
Según lo expuesto, y no obstante la crítica señalada y otros alcances que efectuaremos
al final de este número, se sigue sosteniendo que la diferencia fundamental de la cual todas
las restantes derivan, consiste en que en el derecho personal hay una relación entre
personas, y en el real, entre la persona y la cosa.
De ahí que se señale que el derecho real es absoluto, en el sentido de que puede hacerse
valer contra cualquier persona: aquella, que vulnere el derecho o perturbe su ejercicio,
mientras que los créditos son relativos, pues solo pueden hacerse efectivos en la o las
personas que han contraído la obligación correlativa.
Por igual razón, el derecho real otorga a su titular la facultad de perseguir la cosa en
que está ejerciendo su derecho, en manos de quien se encuentre; en otros términos, da
nacimiento a una acción real que se ejerce contra quien perturbe el ejercicio del derecho
real. El derecho personal únicamente da acción contra el deudor, o sea, origina una acción
también personal, en que se encuentra predeterminada la persona contra la cual se dirigirá
También, en el derecho real existen dos elementos: el sujeto, titular del derecho, y la
cosa; mientras que en el derecho personal hay 3: sujeto activo o acreedor, pasivo o deudor y
la prestación debida, la cual, a diferencia del derecho real en que siempre se trata de una
4
Véase Vodanovic, ob, cit., Vol. 1, N.° 1028, pág. 7,r8, y Messineo, ob, cit., T. IV, págs. 4 y siguientes, por
vía meramente ejemplar.

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cosa, puede recaer en una cosa, en hacer algo o en una abstención (No 342). Además, en el
derecho real la cosa debe ser una especie o cuerpo cierto, mientras que en la obligación
puede determinarse en forma genérica (N.° 350)
Los derechos reales se encuentran enumerados y establecidos específicamente en la
ley, mientras que las partes son soberanas para crear entre ellas toda clase de vínculos
jurídicos, en virtud del principio de la autonomía de la voluntad (N.° 97). De ahí que sea
imposible enumerar todos los derechos personales.
Finalmente, y para no extendemos más, los derechos reales de garantía otorgan una
preferencia para el pago a su titular (prenda e hipoteca). Los derechos personales de
garantía no otorgan privilegio sino en los casos en que el legislador expresamente se los ha
concedido (N. 979 y sigtes.), etc.
No obstante las marcadas diferencias antes señaladas, existe un cierto campo de
confusión en que los derechos reales y personales se aproximan.
Por ejemplo, el arrendatario es un mero tenedor de la cosa arrendada; no tiene derecho
real sino uno personal contra el propietario arrendador sobre la cosa. Sin embargo, su
derecho se asemeja al del usufructuario que es real, máxime hoy en día en que el legislador
impone al arrendador la obligación de mantener al arrendatario en la propiedad más allá de
su propia voluntad; el arrendamiento toma así cada vez más caracteres de carga real.
Por otra parte, hay derechos reales como los citados de garantía, prenda e hipoteca, que
acceden a un crédito y se extinguen con él, y también casos en que una persona responde de
una obligación sólo en cuanto es dueña, poseedora o titular de otro derecho real en una cosa
y hasta el valor de ella, y no más allá, como ocurre con el tercer poseedor de una finca
hipotecada (N.° 306, 7.°).
8. Derecho personal y obligación.
La noción de obligación va estrechamente unida al concepto del derecho personal;
constituyen como las dos caras de tina misma moneda. Desde el punto de vista del
acreedor, éste tiene un crédito o derecho personal; el deudor tiene una obligación para con
su acreedor. Por ello muchos autores llaman obligación activa al primero y obligación
pasiva a la que en sentido estricto constituye la obligación.
Porque tradicionalmente se habla del derecho de las obligaciones para individualizar la
rama del Derecho Privado relativa a los derechos personales, usando así la palabra
obligación en un sentido extensivo que comprende toda la relación jurídica en su aspecto
activo y pasivo; aunque no sea científicamente correcto, está ya consagrado por el uso, de
manera que debe tenerse presente que el examen de las obligaciones constituye al mismo
tiempo el de los créditos.
9. El derecho de las obligaciones. Sus características.
El estudio de las obligaciones es una materia compleja y abstracta, como quedará de
manifiesto en el curso de esta obra.
Por el momento queremos destacar las siguientes características importantes que
presenta:
1.° La ya señalada de su alta perfección técnica, en que como en pocas manifestaciones
jurídicas se ha llegado a una tan acabada elaboración de una teoría general de la institución,
haciendo abstracción de los casos particulares; el derecho de las obligaciones se expresa en
fórmulas escuetas de amplia generalización. Así se verá en este estudio;

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2.° Su gran aplicación práctica;


3.° Su permanencia, ya que, como veremos, la teoría de las obligaciones es la que
menos ha variado en el tiempo desde que fue elaborado por los juristas romanos, lo cual,
naturalmente, no implica que no haya evolucionado, como se dirá a continuación, y
4.° El universalismo del derecho de las obligaciones.
Estos tres últimos puntos los examinaremos con más detenimiento en los números
siguientes:
10. I. Importancia del derecho de las obligaciones.
Hasta cierto punto resulta innecesario insistir en la importancia que tiene esta rama del
Derecho Privado y en su vasto campo de aplicación.
Desde luego, en la vida diaria por nuestra voluntad contraemos, cumplimos y nos
cumplen toda clase de obligaciones. La actividad económica se desenvuelve a través de las
obligaciones que nos deben o adeudamos; y así, al subirnos a un vehículo de locomoción
colectiva, estamos celebrando un contrato de transporte en que, principalmente, a cambio
del pasaje que pagamos, la empresa debe conducimos a nuestro destino; compramos y
vendemos a cada instante infinidad de cosas, etc. Igualmente expuestos estamos a ser
sujetos activos o pasivos de un hecho que genera responsabilidad civil, como un accidente,
etc.
Y si bien tiene su primera aplicación en el Derecho Civil, la teoría de las obligaciones
es legislación general y supletoria, a falta de disposición especial, en todo el campo del
Derecho, no sólo Privado (Comercial, Industrial, Minas, etc.), sino que Internacional en sus
dos categorías de Público y Privado, e invade incluso el terreno del Derecho Interno
principalmente en el Derecho Administrativo, Derecho Económico y Social, etc.
Por otra parte, el estudio de las obligaciones, por las características señaladas en el
número anterior, es una disciplina fundamental para la formación jurídica.
11. II Permanencia del derecho de las obligaciones. Su evolución.
Como se dirá en el número siguiente, la teoría de las obligaciones es en gran parte obra
de los juristas romanos; es precisamente en esta materia donde conserva mayormente su
vigencia el Derecho Romano, y por ello se ha dicho que es su obra más perfecta, como un
monumento jurídico legado a la posteridad.
Naturalmente que esta permanencia del derecho de los créditos no significa que, como
se verá también a continuación, él no haya evolucionado en Roma misma y después de ella,
pero las instituciones romanas subsisten más en esta rama que en otras del Derecho. La
razón es doble.
Por un lado la misma ya señalada perfección técnica alcanzada por la teoría de las
obligaciones en Roma. Y enseguida, porque tratándose de una materia esencialmente
económica privada que afecta fundamentalmente el interés particular de los individuos, se
ha permitido en gran medida a éstos crear su propio derecho de acuerdo al principio de la
autonomía de la voluntad que, con altibajos, domina todo el derecho clásico de las
obligaciones (N.° 101); la generalidad de las normas legales en materia de obligaciones es
supletoria de la voluntad de las partes, quienes pueden alterarlas libremente.
Y cuando las necesidades sociales y económicas, y el mayor desarrollo alcanzado por
determinadas actividades han querido cambios, ellos se han realizado a través de la
aparición de ramas especiales del derecho, desgajadas del tronco común del Derecho,

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

General Privado, al cual retoman una vez que alcanzan también su propia estabilidad. De
normas de excepción pasan a incorporarse a la teoría general (N.° 15, N.° 2).
La evolución que ha experimentado el derecho de las obligaciones la estudiaremos
dividida en los siguientes aspectos:
1.° La obligación en Roma;
2.° Influencia de los canonistas;
3.° Influencia de las ideas liberales del siglo pasado, y
4.° Tendencias actuales en el Derecho de las Obligaciones,
12. A. La obligación en el Derecho Romano.
Se cree que en Roma, como en otras civilizaciones, el concepto de obligación nació en
las sociedades primitivas como consecuencia de la eliminación de la venganza privada y su
reemplazo por tina composición económica, esto es, como un derivado de los hechos
¡lícitos. Se celebraba entonces un acuerdo entre ofensor y ofendido impregnado de
formalismo y religiosidad, en que el primero pasaba a tener la categoría de obligado a la
reparación.
El desarrollo económico de los pueblos y su mayor cultura fueron ampliando cada vez
más el número de los negocios jurídicos, pero en el primitivo Derecho Romano el concepto
de obligación estuvo dominado por el origen de ésta; la obligación nacía de un acto formal,
de carácter religioso y marcado de subjetivismo.
En virtud de semejante pacto, el deudor quedaba atado en su persona al acreedor, quien
incluso adquiría derechos en la persona física de aquél (manus injectio). Un último rastro
de semejante concepción se mantuvo hasta hace muy poco tiempo: la prisión por deudas
(N.° 580).
La obligación evolucionó en el Derecho Romano, pero nunca logró desprenderse
integralmente de su marcado subjetivismo y formalismo. La definición más clásica de los
juristas romanos de la obligación la concibe como un vínculo jurídico que nos fuerza a una
prestación para con el acreedor.
Como puede apreciarse, destacaron el aspecto pasivo de la obligación y no el elemento
activo que ella contiene: el del crédito correlativo. No pudieron, como es lógico, prever el
desarrollo que el mercantilismo y capitalismo darían a los valores mobiliarios (No 14).
La tradición romana fue recogida por los glosadores medievales, y adicionada con la
influencia canónica y de los precursores del Derecho Moderno francés, principalmente
Pothier y Domat, se refundió en el Código francés, irradiándose por todo Occidente con la
difusión alcanzada por este Código.
13. B. Influencia de los canonistas.
El Derecho Canónico se caracteriza por su afán de moralizar las relaciones jurídicas; su
influencia en este aspecto, detenida en la era liberal, ha marcado también la tendencia
actual en el Derecho de las Obligaciones, según se verá en el No 15.
Sus intentos medievales por cambiar este Derecho no fueron acogidos por los juristas
de la época, respetuosos como queda dicho de la tradición romana, pero influyeron en
cambio en los mencionados precursores del Derecho francés y a través de ellos en este
Código.
La aportación que más merece destacarse es doble:
1.° Desarrollo de la responsabilidad extracontractual.

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En Roma se enumeraban los casos en que los delitos y cuasidelitos producían


obligación de indemnizar; por así decirlo, eran casos de responsabilidad extracontractual
nominados. Los canonistas propugnaron la idea de que habiendo culpa, y siempre que
concurran los demás requisitos legales, la víctima debe ser indemnizada Ello amplio el
campo de la reparación extracontractual, cuya expansión no ha cesado (N.° 203).
2.° Cumplimiento de la obligación y consensualismo.
En Roma existían pactos nudos, sin acción; los canonistas defendieron el principio de
que todo compromiso debe cumplirse, “pacta sunt servanda”. Y ello independientemente
del formulismo, de modo que todo pacto debe dar acción al acreedor para exigir su
cumplimiento. Con ello abrieron camino al consensualismo que, a su turno permitió el
posterior desarrollo de la libre contratación (N.° 67).
14. C. La influencia de las ideas liberales del siglo pasado.
Las ideas liberales que alcanzaron su mayor predominio en el Siglo XIX y en las
legislaciones dictadas en su transcurso, impregnaron el derecho de las obligaciones de un
marcado individualismo especialmente el contrato, gobernado por el principio de la
autonomía de la voluntad o de la libre contratación, en cuya virtud se otorga a las partes el
poder de crear soberanarnente toda clase de obligaciones y regularlas como mejor estimen
conveniente, sin que el legislador intervenga sino par,¡ establecer normas supletorias de su
voluntad. libremente derogables por los interesados, y algunas pocas restricciones para
limitar los desbordes exagerados de esa voluntad
Por otra parte, el desarrollo de los negocios y la industria dio en el curso del Siglo XIX
Un gran auge a la fortuna mueble desplazando el tradicional valor de los bienes raíces que
los Códigos de la época heredaron de Roma Alcanzó así una gran difusión la circulación de
los valores mobiliarios representativos de créditos o derechos personales. Adquirió
relevancia el aspecto activo de la obligación, un tanto apagado hasta entonces por la
concepción de ella como elemento del pasivo del patrimonio del deudor.
Finalmente, en este rápido vistazo, recibieron su plena aceptación y desarrollo
instituciones que no la habían alcanzado por influencia romana Este derecho jamás logró
desprenderse íntegramente de la noción de la obligación como una relación personal entre
acreedor y deudor, y de ahí su resistencia a aceptar la representación, ya que siendo la
obligación un vínculo entre personas, les parecía extraño que la contraída por una persona
produjera sus efectos en otra, y la cesión de derechos, pues igualmente ilógico les parecía
que esta relación entre personas que para ellos era la obligación, pudiera pasar a otra
persona (N.° 1037).
Hoy todas las legislaciones dan plena acogida a estas instituciones, y aun han llegado
algunas a aceptar la cesión de ciencias.5
15. D. Tendencias actuales en el derecho de las obligaciones.
Podemos señalar como las principales tendencias contemporáneas en materia de
obligaciones las siguientes:
5
Suele señalarse como un perfeccionamiento más en la materia que el Código francés, abandonando la
tendencia romana, permitió que el solo contrato fuera suficiente para dar nacimiento a derechos reales. Los
romanos en cambio exigían la concurrencia del título de la adquisición, contrato, y la de un modo de adquirir
el dominio u otro derecho real. Sin embargo tal modificación no ha sido de aceptación universal, y nuestra
legislación tan inspirada en la francesa en otros aspectos, corno muchas otras, incluso contemporáneas,
mantiene la concepción romana etc] título y modo de adquirir. Se exceptúan aquellos contratos reales que
transfieren el dominio, pues en ellos la tradición es requisito de su formación (N° 84).

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1.° Perfeccionamiento de la teoría de la obligación.


El concepto mismo de obligación, sus elementos estructurales, ha sido objeto de una
revisión a fondo por amores modernos, y sin que sus tesis encuentren plena acogida, han
pulido la teoría de la obligación y han permitido una mayor abstracción y
perfeccionamiento técnico, formulándose por los comentaristas y los Códigos de este siglo,
como el alemán, italiano, etc., una común para recias ellas cualquiera que sea su fuente,
mientras el francés y sus seguidores normalmente la desarrollaban con relación al contrato.
Un fruto de ello es la despersonificación de la obligación (N.° 22), que ha permitido el
aparecimiento de la institución de la cesión o traspaso de deudas (N.° 1149), lo que era
inconcebible en la teoría clásica de ella.
2.° Tendencia a la unificación del Derecho Privado Obligacional.
Hay una tentativa, de que es buen ejemplo el Código italiano. a refundir las
instituciones del Derecho Privado, especialmente Civil y Comercial formulándose así una
teoría única obligacional, sin perjuicio de señalarse normas de excepción según la actividad
económica de que se trate.6
3.° Restricción de la autonomía de la voluntad.
Múltiples fenómenos sociales, políticos y económicos, como ser la difusión de las
ideas socialistas, el intervencionismo estatal y otros cuyo o análisis naturalmente no nos
corresponde, han conducido a una marcada atenuación del principio señalado, yéndose al
reemplazo en muchos contratos de las normas supletorias por otras imperativas y
prohibitivas, como lo diremos justamente al tratar la teoría del contrato (N.° 101).
4.° Espiritualización y moralización del derecho de las obligaciones.
Es ésta una tendencia que desde Roma a nuestros días no se ha detenido, sino que antes
por el contrario se ha acentuado; son numerosas las instituciones que han alcanzado su
pleno desarrollo, y algunas su total aceptación, y que examinaremos en esta obra, como ser
la teoría del abuso del derecho (N.° 227), del enriquecimiento sin causa (N.° 189), la
ampliación de la responsabilidad extracontractual (N.° 203), la imprevisión (N.° 852), la
lesión, la causa ilícita, etc., todas las cuales tienden a moralizar el Derecho y a la búsqueda
de soluciones de mayor equidad.
5.° Atenuación de la responsabilidad del deudor.
Desde luego se ha eliminado en forma total, prácticamente, la responsabilidad del
deudor con su persona a la obligación (N.° 579), y aun, la misma responsabilidad
patrimonial se ha atenuado con un aumento de las inembargabilidades (N.° 802).
6.° El formalismo moderno

6
La separación que hacen legislaciones como la nuestra del Derecho Civil y Comercial no tiene
justificación alguna si no existen tribunales especiales de Comercio: por otra parte, la actividad económica es
una sola y tiende en el mundo hacia la uniformidad de la gran empresa, no justificándose un distinto
tratamiento según si sean civiles o comerciales sino según su actividad y volumen
Por ello consideramos que aquello que es común para todo el Derecho Privado debe refundirse en una
sola legislación, corno es lo relacionado con los efectos de comercio, sociedades etc., manteniendo las
naturales diferencias según la actividad o incluso legislaciones especiales, como ocurre universalmente y
también en nuestro país, con reglamentaciones diferenciadas para la construcción, agricultura, minería
industria, etc. Estas legislaciones especiales, en las cuales se manifiesta mis fuerte el intervencionismo
estatal, se mantendrán al margen del Código común mientras se estabilizan en la teoría general de la
Empresa.
En nuestro país la tendencia a unificar el derecho civil y comercial se manifiesta en materia de
sociedades, en que es común la legislación para algunos tipos de ellas, como son las más frecuentes hoy en
día: anónimas y de responsabilidad limitada, letras de cambio, cheques, quiebras, etc.
Sobre la noción de la Empresa, véase nota 90.

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Por último y para no seguir enumerando, el principio del consensualismo extremo ha


venido a menos y se tiende hoy a un formalismo muy distinto naturalmente del primitivo,
sin fórmulas sacramentales, pero que defienda los intereses de las partes, facilite la prueba y
la publicidad de los actos y contratos a fin de proteger a los terceros (N.° 67).
16. III. Universalismo del derecho de las obligaciones.
Si con ligeras variantes se mantiene incólume la concepción romana del derecho de las
obligaciones y la evolución posterior es más o menos semejante en el mundo entero, las
obligaciones, a diferencia de otras instituciones, presentan un carácter universal, y de ahí
que se haya pensado en una unificación internacional de la legislación en esta parte.
Semejante tentativa choca en otras materias como filiación, matrimonio, sucesiones,
etc., con las distintas tradiciones, costumbres y concepciones de los pueblos; en cambio,
como la economía mundial es cada vez más solidaria y relacionada, las instituciones
jurídicas que la gobiernan, por la necesidad misma del cambio, y la ya señalada razón del
igual origen y parecida evolución, tienden a uniformarse para así cumplir mejor su labor de
herramienta del desarrollo conjunto de las naciones; las actuales tentativas de agrupar a
éstas o grupos de ellas bajo sistemas de Zona de Libre Comercio y Mercado Común, hacen
más imperiosa aun la necesidad de contar con legislaciones unificadas.
Sin embargo, salvo algunos intentos en este sentido, como el Proyecto de Código de las
Obligaciones y Contratos de 1927, común a Francia e Italia; el Proyecto de 1937 del
Instituto Americano de Derecho y Legislación Comparado, etc., no se ha llegado a nada
concreto. No obstante, parece evidente que las exigencias económicas se impondrán
finalmente, unificándose la legislación mundial en este aspecto.
17. El derecho de las obligaciones en el Código Civil chileno.
Nuestro Código pertenece a la familia de los que reconocen su inspiración en el de
Napoleón, y don Andrés Bello dejó constancia precisamente en el Mensaje con que el
Código fue enviado al Congreso, de que en la materia que nos preocupa es mayormente
tributario de su modelo más habitual.
Como quedó dicho ya, destinó a las obligaciones” y “los contratos”, su Libro IV,
dividido en 42 títulos Arts. 1.437 a 2.524.
Se inspira en los mismos principios del Código francés, comunes por lo demás a todas
las legislaciones del siglo pasado, y en su vigencia más que centenaria es la parte que
menos modificaciones ha sufrido: las más importantes se refieren al pago por consignación
(N.° 628) y al acortamiento de todos los plazos de prescripción (N.° 1.234).7
Sin duda se encuentra atrasado con respecto a las actuales tendencias, pero ello se ha
obviado en parte con una reglamentación en leyes especiales de algunas materias: desde
luego, todo lo relativo al contrato de trabajo ha pasado a regirse por el Código respectivo y
sus leyes anexas, y en materia de arriendos, si bien el Código no ha sido prácticamente
tocado, una frondosa legislación marginal ha restado mucha aplicación y vigencia a sus
normas.
El Código ha sido objeto de críticas en esta parte, no obstante que por ser sabidos a la
fecha corrigió algunos de los defectos de su modelo francés, pero por razones obvias no
estableció una teoría general de la obligación, cualquiera que sea su fuente, sino que más
7
Véase al respecto, Manuel Somarriva Undurraga, Evolución del Código Civil Chileno, Santiago, 1955.
Editorial Nascimento, págs. 493 y sigtes.

12
LAS OBLIGACIONES TOMO I

bien reglamentó las contractuales; en todo el Libro IV se nota esta asimilación, como que se
tratan confundidos los efectos del contrato con los de la obligación (N.° 95); incluyó,
además, materias como las de los regímenes matrimoniales y la prescripción adquisitiva
(N.° 1.217) que nada tienen que hacer en él.
Aun en la misma materia de obligaciones se le ha criticado la ubicación dada a algunos
títulos, como por ejemplo a la cesión de créditos, que es la transferencia de los derechos
personales, y que figura entre los contratos (N.° 1.047), y a los hechos ¡lícitos, que siendo
una fuente de obligaciones, hoy en día de mucha aplicación, también se reglamentan con
los contratos, y se le han señalado también algunos errores de términos jurídicos, como
confundir contrato y convención (N.° 42) rescisión y resolución, etc.
No obstante iodo lo anterior, creemos que a esta parte del Código le basta un
remozamiento que incorpore las nuevas instituciones que se echan de menos en él, reordene
las materias, pero deje intacto lo mucho de bueno que en él hay, especialmente su lenguaje,
en que nuestro Código es inigualable.

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Capítulo II
CONCEPTO, ELEMENTOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA OBLIGACIÓN

18. Definición.
Etimológicamente, la palabra obligación deriva del latín “ob-ligare'. 'ob-ligatus”, cuya
idea central es atadura, ligadura, y refleja exactamente la situación del deudor en el derecho
primitivo
Tanto en el derecho como en el uso corriente la palabra obligación tiene diversos
significados, diferentes del que técnicamente corresponde en la rama que estudiamos.
Así, corrientemente se habla de obligación cuando una persona se encuentra en la
necesidad de actuar en determinada forma por razones de convivencia social u otro motivo.
Siempre la obligación encierra la misma idea, pero va estrechando su significación hasta
llegar al concepto preciso y jurídico, pasando antes por la moral, el derecho no patrimonial,
hasta llegar al que nos interesa, según las distinciones que señalaremos en el número
siguiente.
Desde otro aspecto, se habla de obligación para referirse a los documentos o
instrumentos que dan cuenta de una deuda, especialmente que asumen en ciertos casos las
sociedades anónimas.
Son numerosas las definiciones que se han dado de la obligación: algunas de ellas
destacan, como lo hacían los romanos, su aspecto pasivo, usando la palabra en su
significado más estricto; otras, en cambio, comprenden también su aspecto activo, dando un
sentido más amplio a la institución.
La definición más corriente entre nosotros es la que considera la obligación como un
vínculo jurídico entre personas determinadas, en virtud del cual una de ellas se coloca en la
necesidad de efectuar a la otra una prestación que puede consistir en dar una cosa, hacer o
no hacer algo.
19. Deber moral, deber de conducta, deber jurídico y obligación.
Para precisar el concepto de obligación es conveniente diferenciarla de otras normas de
conducta que también imponen a una persona la necesidad de una determinada actuación o
abstención.
Ya dijimos que suele hablarse de obligaciones morales, aunque más propio resulta
hablar de deberes morales o éticos, que se diferencian fundamentalmente de los jurídicos, y
por ende de las obligaciones. En que no son amparados coactivamente por el legislador, y
en que no requieren una determinación en los sujetos de los mismos que es una
característica en las obligaciones propiamente tales. Salvo contadas excepciones.
Aunque existe bastante confusión entre los autores para precisar la obligación en el
sentido que corresponde a esta obra, creemos que debe distinguirse el deber jurídico de la

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

obligación, siendo el primero el género y la segunda una especie. 8 El deber jurídico es una
norma de conducta impuesta coactivamente por el legislador, en el sentido de que se
sanciona su inobservancia. Dentro de los deberes jurídicos podríamos distinguir
primordialmente tres categorías: los deberes generales de conducta, los deberes específicos
de conducta, y las obligaciones en su sentido técnico estricto.
Es deber general de conducta actuar conforme a derecho, cumpliendo sus
prescripciones imperativas, y absteniéndose de lo prohibido. De tal se califica justamente lo
que impropiamente se ha querido designar como obligación en los derechos reales (N.° 6),
y que consiste en el deber de respetar el derecho del titular; su infracción ,se traduce en la
indemnización de los perjuicios. Igualmente, es deber general de conducta abstenerse de
cometer actos ilícitos, so pena de indemnizar los daños ocasionados (N.° 209), o de ser
sancionado penalmente si se cae en alguna de las figuras castigadas criminalmente, Este
deber general de conducta puede reducirse a que hay que actuar conforme lo prescribe el
ordenamiento jurídico, estando sancionada cualquiera infracción al mismo (N.° 210).
Fuera de este deber general, el legislador establece también deberes específicos que él
mismo suele calificar de obligaciones, aunque no lo son técnicamente; por ello creemos que
es preferible conservarles la designación de deberes específicos, a falta de otra
denominación mejor. Tales son la mayor parte de los deberes de familia que rigen las
relaciones no pecuniarias entre padres e hijos. Cónyuges entre sí, etc. Se diferencian
fundamentalmente de las obligaciones propiamente tales, en que por el contenido moral y
afectivo que suponen, no son susceptibles ni de ejecución forzada ni de indemnización de
perjuicios en caso de infracción.9
20. Los elementos de la obligación.
De acuerdo a la definición expuesta en el N.° 18 y que corresponde con ligeras
variantes a las que normalmente se dan de la institución, en ella se reconocen
fundamentalmente tres elementos, sin cuya presencia no hay obligación:
1.° Los sujetos de la obligación: acreedor y deudor;
2.° Un elemento objetivo: la prestación, y
3.° Un vinculo jurídico.
Los analizaremos sucesivamente en los números siguientes.
21. 1. Los sujetos de la obligación.
El Art. 578, al definir el derecho personal o de crédito, señaló que sólo puede exigirse
de ciertas personas”, destacando el carácter personal de la obligación, que diferencia
precisamente el derecho personal del real.
Estas personas, que pueden ser naturales o jurídicas, deben ser como mínimo dos, pero
pueden ser más en las obligaciones con pluralidad de sujetos, en que concurren varios
acreedores, varios deudores, o son más de uno, tanto los primeros como los segundos. En
otros casos, junto al deudor principal, existe otro que debe asumir la deuda en caso de
incumplimiento: es el fiador o deudor subsidiario.

8
En el idioma italiano hay dos términos muy semejantes que efectúan perfectamente la distinción:
“obbligo”, que es lo que nosotros hemos llamado deber jurídico a falta de otro término mejor, y
“obligaciones” que es la que hemos definido, Messineo, ob. cit. T. IV, nota a la pág. 9.
9
Enneccerus Kipp y Wolff, Trarado de Derecho Civil. Derecho de las Obligaciones, Traducción de Pérez y
Alguer. Barcelona, 1933. T. 11, vol. 1, pág. 4, N.° 3.

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El acreedor es el sujeto activo de la obligación, el beneficiario de ella y quien puede


exigir su cumplimiento; el deudor es el sujeto pasivo de la obligación que queda sujeto a la
necesidad jurídica de otorgar la prestación, y de no hacerlo así, a la responsabilidad
derivada de su incumplimiento.
Hemos ya dicho que no obstante su calidad de vínculo personal, la obligación ha ido
perdiendo su carácter estrictamente subjetivo. Sobre el particular insistiremos en los
números siguientes en dos aspectos:
1.° La obligación como relación entre patrimonios, y
2.° La posible indeterminación de los sujetos.
22. A. La obligación como relación entre patrimonios.
Concebida originalmente como una relación en que la persona del deudor quedaba
sujeta a su acreedor, la obligación actualmente se ha objetivado, aunque no todas las
corrientes doctrinarias coinciden
Así, para algunos, la relación existe entre el acreedor y el patrimonio del deudor, ya
que con éste responde hoy en día el obligado al cumplimiento, en virtud del ya citado
derecho de garantía general que tienen los acreedores, y no con su persona. Extremando las
cosas, se dice incluso que el crédito no seria sino un derecho real, pues se ejercerla
directamente sobre una cosa, con la única diferencia que el objeto no sería un bien singular,
sino tina universalidad el patrimonio.
Desde un punto de vista activo, también algunos autores han llegado a sostener la
exclusiva patrimonialidad del derecho personal, lo que se comprobaría con la posibilidad de
su indeterminación, según veremos en el número siguiente. De tal manera, la obligación
vendría ni a constituir una relación entre patrimonios independiente de la personalidad de
los sujetos de ella.
Estas doctrinas no han tenido una acogida plena, y la mayor parte de los autores y
legislaciones conservan el concepto clásico de la obligación, cuya relación es entre los
patrimonios, pero a través de las personas de sus titulares. Sin embargo, ellas han influido
en numerosas instituciones, permitiendo en algunas legislaciones la existencia de
obligaciones sin persona, sino con un patrimonio responsable, lo que en nuestra legislación,
según lo expresado anteriormente, no es posible, la aceptación de deudas con
indeterminación de sus sujetos, que veremos en el número siguiente, y el desarrollo de
algunos negocios jurídicos, que han alcanzado una gran difusión, como la estipulación a
favor de otro (N.° 120). la declaración unilateral de voluntad (N.° 170), y de todos aquellos
que importan un traspaso de la obligación, activa o pasivamente.
Estos últimos los desarrollaremos mas latamente en la parte quinta de este volumen
(N.° 1130) pero como ya lo destacamos la objetivación de la ha permitido cada vez con
mayor facilidad el reemplazo del sujeto activo o pasivo de primero se lo acepto en ambos
sentidos por sucesión por cansa de muelle. Los herederos adquirían en la misma calidad de
acreedor o deudor que terna el causante conjuntamente con el patrimonio de este. De tal
manera se producía un cambio de sujetos en la obligación salvo en las que se declararon
intransmisibles. (N.° 1.041).
Por acto entre vivos no se aceptaba la sustitución de las partes en la relación
obligacional, sino que para hacerlo era preciso extinguir la antigua obligación y
reemplazarla por tina nueva por de la novación (N.° 1.100).

16
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Ya lo señalamos, primeramente se impuso el traspaso del aspecto pasivo de la


obligación, a través de la cesión de créditos, principalmente (N.° 1.047), institución hoy
plenamente aceptada.
En cambio, existe tina general resistencia en el estado actual de las legislaciones para
el traspaso del aspecto pasivo de la obligación por pacto entre vivos, en razón precisamente
de una de las fallas de las teorías objetivas: que nunca dará lo mismo como deudor una
persona honrada, solvente y que siempre ha cumplido sus obligaciones, que otra cuyas
dotes comerciales no son tan relevantes o conocidas, Por ello, contadas legislaciones y con
grandes limitaciones, aceptan la cesión de deuda (N.° 1150).
23. B. Indeterminacion de los sujetos.
Como veíamos, nuestro Código concibe el crédito como una relación entre personas
determinadas”. Las teorías objetivas han destacado en defensa de sus posiciones todos
aquellos casos en que los sujetos no quedan determinados pero se trata de situaciones
excepcionales en que el sujeto activo o pasivo es determinable en el momento de exigirse el
cumplimiento.
Desde el punto de vista pasivo, el caso se presenta en las llamadas obligaciones
ambulatorias, o propter rem (N.° 306, 72), en que resulta obligado a satisfacer la deuda
quien tenga la calidad de dueño o poseedor de la cosa al tiempo de exigirse su
cumplimiento. En ellas el deudor no es tal personalmente, sino en cuanto tiene derechos
sobre la cosa, de manera que si cesa su relación con ella, deja de estar obligado. Por
ejemplo, así ocurre con las expensas comunes en la propiedad horizontal: el dueño del piso
o departamento responde aun de las anteriores a su adquisición del dominio de manera que
estará obligado sólo mientras sea dueño (N.° 1.032).
El sujeto activo estará indeterminado en todos aquellos casos que se consideran como
de declaración unilateral de voluntad (N.° 173), como por ejemplo en los títulos al portador,
en que de antemano se sabe quien es el deudor, pero el acreedor se determinará por la
posesión del título. Otro caso lo encontramos en la promesa de recompensa, una de cuyas
posibilidades reglamenta el Art. 632 respecto de las especies perdidas. Si el dueño ha
ofrecido un premio a quien la encuentre, el denunciador elegirá entre el premio de
salvamento y la recompensa ofrecida. Si hace esto último, adquiere en ese momento la
calidad de acreedor, que anteriormente estaba indeterminada.10
24. II. La prestación.
La prestación es el elemento objetivo de la obligación: es lo que se debe, la conducta
que se exige al deudor, y que puede consistir según la definición dada, y que el Código
destaca al intentar un concepto del contrato en el Art. 1.438, en dar alguna cosa, hacer algo
o abstenerse de ejecutar un hecho. Estas distintas categorías de la prestación conducen a
una clasificación de las obligaciones en de dar, hacer y no hacer, y al hablar de ésta,
volveremos sobre este concepto (N.° 342).
La prestación es el elemento objetivo de la obligación, pero ella a su vez tiene su
objeto; ello nos lleva a examinar:
1.° Objeto de la obligación y de la prestación;
2.° Carácter patrimonial de la prestación, y
10
María Montenegro Ortiz, El concepto de Obligación y su Evolución. M. de P. Editor ¡al Universitaria S. A.
1953, pág, 11, N.° 12.

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3.° La causa de la obligación.


25. A. Objeto de la obligación y de la prestación.
La prestación es, como decíamos, el objeto de la obligación; pero a su vez la prestación
recae sobre fin objeto, que puede Ser una cosa, un hecho o una abstención.
Por ello hay autores que distinguen en la obligación un objeto “inmediato”, que es la
prestación, y uno “mediato”, que seria el hecho abstención o cosa en que ésta consiste,11
Además de la ya señalada, las obligaciones según su objeto admiten otras
clasificaciones, que veremos en su oportunidad, y de las cuales la más importante atiende al
número de objetos debidos (N.° 370).
El objeto debe reunir los requisitos comunes a todos los actos jurídicos y cuyo estudio
corresponde a la teoría general de éstos.12
Si la obligación es dar una cosa, ésta:
1.° Debe existir, o por lo menos esperarse que exista (Art. 1461).
Si la cosa existía pero ha perecido antes de la obligación, ésta es nula absolutamente,
pues falta el objeto, y por ello el Art.1.814 en la compraventa dispone: “La venta de una
cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existente y no existe, no produce
efecto alguno”.
2.° Debe ser comerciable.
Así lo señala el mismo Art. 1.461; sólo por excepción las cosas son incomerciables
como las comunes, los bienes nacionales de liso público, sin perjuicio de los actos que
pueden realizarse su respecto, como la concesión a un particular, y aquellas que la ley
coloca al margen del comercio jurídico, como ocurre con los estupefacientes, etc.
3.° Debe estar determinada o ser determinable.
En este último caso el propio acto o contrato debe contener los datos o fijar las reglas
que sirven para determinarlo (Art. 1461). La determinación puede ser en especie o cuerpo
Cierto, que es la máxima, y también en género, lo que da lugar a una clasificación de las
obligaciones que veremos en el lugar correspondiente (N” 350). En todo caso en la
obligación genérica debe estar determinada la cantidad. Por ejemplo, tantos quintales de
trigo, y
4.° Debe ser lícito.
Cuando se trata de un hecho o una abstención, el objeto debe ser determinado o
determinable, y física y moralmente posible (inc. final del Art. 1.461). Y el mismo precepto
aclara que es físicamente imposible el contrario a las leyes de la naturaleza, y moralmente
imposible el prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público.

11
María Montenegro, ob. cit., pág.11, N.° 13. Luis Claro Solar, ob, cit. Tomo X, N.° 10 pág. 15, Leslie
Tomasello Hart, El daño moral en la responsabilidad contractual. M. de P. Editorial Jurídica de Chile. 1969, NO
20, pág. 99.
Hay algunos autores modernos que introducen una nueva expresión en la materia: el contenido de la
obligación, que unos hacen coincidir con la prestación, pero en otro sentido sería más amplio v se confundiría
hasta cierto plinto con los efectos de la obligación Hemos preferido omitir este término que se presta a
equívocos y mantener la calificación de objeto aunque obligue a la distinción en el texto, Véase Messineo, ob.
cit., T. IV pág. 28, y Enneccerus Kipp y Wolff, ob. cit.pág. 6
12
Respecto del objeto, véase Vodanovic, ob. cit., Vol 1. págs. 455 y siguientes; Claro Solar op. cit,, T. 11.
págs. 248 y sigtes. Avelino León Hurtado El objeto en los actos Jurídicos, Editorial Jurídica de Chile, Santiago
1958 Y Eugenio Letelier Velasco El objeto ante la Jurisprudencia, M. de P.. Santiago, 1941 .

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

26.B. La Patrimonialidad de la prestación.


La obligación en su sentido estricto es una noción eminentemente pecuniaria, avaluable
en dinero; en el patrimonio del deudor figura en su activo, y en el del deudor, en su pasivo.
Si bien no se desconoce este carácter esencialmente patrimonial de la obligación, se ha
discutido, en cambio, si es requisito de ella, o si puede ser objeto de la obligación un hecho
no pecuniario, no avaluable en dinero. Al respecto, pueden señalarse someramente13 tres
corrientes:
1.° Para la doctrina clásica, inspirada en Roma, y cuyos más destacados expositores
son Pothier, Aubry el Rau, Georgi, Laureny, Baudry Lacantinerie, etc., la obligación debe
tener siempre un contenido estrictamente económico, y sólo puede no tenerlo por excepción
si es condición o modo de una obligación pecuniaria, o va acompañada de una pena para el
caso de infracción; como ejemplo de lo primero, señala Pothier el de la promesa de pagarle
una suma a tina persona si estudia Derecho durante un año en Orleans, y de lo segundo, la
promesa de una persona de no dedicarse nunca más a los juegos de azar, sujetándose a una
multa para el caso de infracción.
El argumento principal de esta doctrina es que si no concurren las circunstancias de
excepción anotadas, en caso de incumplimiento de la obligación no habría protección
jurídica para el acreedor, pues no procedería ni la ejecución forzada ni la indemnización de
perjuicios, que son, según veremos, los principales derechos del acreedor si el deudor no
cumple (N.° 797).
2.° Contra la concepción anterior reaccionó principalmente el célebre jurista alemán
lhering en su obra Del interés en los contratos y de la supuesta necesidad del valor
patrimonial de las prestaciones obligatorias, yendo justamente al otro extremo: para que
exista obligación basta un interés del acreedor, aunque no sea de carácter patrimonial,
porque el Derecho no ampara sólo los intereses materia les, sino también los morales de la
persona. De los ejemplos que señala este autor citaremos el siguiente: una persona enferma
da en arrendamiento una de las piezas de su casa a otra imponiéndole la obligación de no
hacer ruidos. Señala Ihering que indirectamente aun esta obligación tiene su nota
pecuniaria, porque semejante condición ha debido influir en la renta del arriendo fijada por
las panes.
Finalmente, en cuanto a la sanción por incumplimiento, esta doctrina lleva
necesariamente a la indemnización del daño moral (N.° 892).
3.° A la concepción de Ihering se le señala el gravísimo inconveniente de que abre el
campo de las obligaciones a una serie de situaciones en que las personas no han tenido
intención alguna de comprometerse. El mismo autor señala algunas limitaciones: las
relaciones de carácter meramente mundano, de amistad, etc., pero de todos modos
prácticamente todo el Derecho queda reducido a obligaciones.
Por ello han surgido doctrinas intermedias, de las cuales citaremos la de los tratadistas
italianos Sciojola y Ruggiero, porque ha inspirado el Código italiano, uno de los pocos que
se pronuncia directamente sobre el problema en su Art. 1.174: “la prestación que constituye
objeto de la obligación debe ser susceptible de valorización económica y debe corresponder
a un interés, aun cuando no sea patrimonial del acreedor”. O sea, esta doctrina distingue
13
14 Sobre esta materia, véase Claro Solar, ob. cit., T. 10, pág. 8, N.° 8; Tomasello, ob cit., pág. 102, N.°
21, y el Título III, págs. 315 y sigtes. en que analiza detalladamente el Derecho Comparado; Sergio Gatica
Pacheco, Aspectos a¿, la indemnización de perjuicios por Incumplimiento del contrato, M, de P. Editorial
jurídica de Chile. Santiago 1959, N.° 108, pág. 147, y María Montenegro, ob. cit., N.° 25 y sigtes., págs. 15 a
20.

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entre la prestación misma, que siempre debe ser patrimonial, y el interés del acreedor, que
bien puede ser meramente afectivo, moral, estético, etc. El ejemplo clásico que se señala es
el de una persona que por el deseo de poseerlo encarga un cuadro a un pintor famoso. El
interés del acreedor es meramente estético, pero la prestación tiene valor económico, ya que
el cuadro terminado lo tendrá, y en consecuencia, es posible si no la ejecución forzada, al
menos la indemnización de perjuicios.
Los demás Códigos normalmente no se pronuncian sobre el punto; así ocurre con el
francés y el nuestro, el alemán, etc., por lo que la doctrina ha podido sostener que no es
requisito indispensable de la obligación su carácter pecuniario. Volveremos a encontrar el
problema al tratar de la indemnización del daño moral en materia contractual (N.° 892).
27. C. La causa de la obligación.
No es la oportunidad para introducirse en el controvertido tema de la causa,14 sino que
diremos breves palabras a modo de resumen.
De acuerdo al Art. 1.467, no puede haber obligación sin una causa real y lícita, pero no
es necesario expresarla, y la causa es el motivo que induce a celebrar el acto o contrato.
La expresión causa se usa en el Derecho en tres sentidos principales. Uno es el de
causa suficiente, que es la fuente generadora de la obligación (N.° 31): contrato,
cuasicontrato, ley, etc. En otro sentido. es el motivo que induce a una persona a otorgar un
acto o contrato, en que más bien se está refiriendo a la causa del acto o contrato mismo y no
de la obligación; es una causa psicológica que depende del contratante. Finalmente, existe
la llamada causa final que es la causa propiamente de la obligación: es la razón por la cual
el deudor contrae su obligación, y que es igual y pareja para todas las obligaciones de la
misma especie.
Concentrando el problema en las obligaciones contractuales, ya que en las demás no
puede haber más causa que la propia ley que las establece o el hecho que las origina, la
doctrina clásica de Domat distingue tres clases de obligaciones:
1.° Las derivadas de los contratos bilaterales (N.° 58), en que la cansa de la obligación
de una de las partes es la que asume la contraparte; así en la compraventa, el vendedor se
obliga a entregar la cosa, porque a su vez el comprador se compromete a pagar el precio;
2.° En los contratos reales, que son aquellos que se perfeccionan por la entrega de la
cosa (N.° 69), la obligación que contrae el que recibe la cosa, único obligado, es causada
precisamente por la entrega que ha recibido, y
3.° Finalmente, en los contratos gratuitos, la causa de la obligación es el mero espíritu
de liberalidad (Art. 1.467, parte final del inc. 1.°).
No obstante las dudas y críticas en torno a la doctrina de la causa, ella aún conserva
importancia:
1.° Porque realmente en los contratos bilaterales hay una íntima relación, una
interdependencia de las obligaciones de las partes (N.° 60);
2º Porque en su concurrencia o no, se funda una clasificación de las obligaciones en
causadas y abstractas (N.° 309) o formales, y

14
Véase Claro Solar, ob. cit., T. 11, págs. 799 y siguientes; Vodanovic, ob. cit. Vol. 1, págs. 470 y
siguientes; Avelino León Hurtado, La causa. Editorial jurídica de Chile. Santiago, 1961; Henri Capitant, De la
cause des oblígations, París 1924.

20
LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° Porque la causa del contrato, o sea, el motivo psicológico que induce a una persona
a otorgar un contrato, ha sido utilizada por los autores y jurisprudencia, franceses
principalmente, para moralizar las, relaciones jurídicas (N.° 251).
28. III. El vínculo jurídico.
Como ya lo dijimos al señalar la etimología del término “obligación”, ésta liga al
deudor con el acreedor; el primero pierde parte de su libertad económica, ya que
compromete su patrimonio al cumplimiento de la obligación, en virtud del derecho de
garantía general que el legislador concede al segundo.
El vínculo es jurídico, en lo cual la obligación difiere de los deberes morales y sociales,
pues el ordenamiento jurídico otorga al acreedor medios para forzar al deudor al
cumplimiento. Al estudiar los efectos de la obligación (Cuarta Parte) veremos que estos
derechos del acreedor son principalmente tres: si es ello posible, con el auxilio de la
autoridad, obligar al deudor a cumplir (N.° 799) (e indemnizar el atraso en el cumplimiento,
lo que se llama indemnización moratoria: N.° 820); en subsidio, si no es ya posible el
cumplimiento de la obligación misma, que se le indemnicen los perjuicios (N.° 817), y
finalmente, el acreedor goza de los llamados derechos auxiliares para mantener la
integridad del patrimonio del deudor, que le está respondiendo del cumplimiento de la
obligación (N.° 749).
Esto no ocurre justamente en las obligaciones naturales, que no dan derecho a exigir su
cumplimiento, pero autorizan a retener lo dado o pagado por ellas (N.° 312) y de ahí que se
les considere como un intermedio entre la obligación y el deber moral.
En cuanto a la naturaleza del vinculo que une al acreedor o deudor, ya hemos
mencionado las principales doctrinas que lo consideran como una relación entre personas, o
una relación objetiva entre patrimonios, y la posición intermedia que lo concibe como una
ligazón entre patrimonios a través de las personas de sus titulares, y en el número siguiente
veremos otras teorías, que tratan de explicar la relación obligacional.
Queremos, finalmente, destacar dos caracteres del vínculo obligacional: su
excepcionalidad y temporalidad.
Lo primero, porque no es normal que dos personas estén ligadas por vínculos jurídicos,
dado que el radio económico de acción del individuo es por esencia limitado.
De ahí que la obligación sea excepcional y que corresponda probarla al que la alega
(Art. 1.698), disposición plenamente justificada, pues quien afirma que otra persona le está
obligada, invoca tina situación de excepción en el Derecho y debe acreditarla. Por esta
razón es que como señalábamos, el consensualismo en el derecho de las obligaciones ha
tenido que ceder ante las necesidades de prueba, generalizándose la escrituración de los
actos y contratos.
Y en seguida, el vinculo es temporal, pues la obligación se contrae para cumplirse, esto
es, para extinguirse. Hay en ello una diferencia más con el derecho real que es por lo
general permanente y no transitorio; la obligación dura lo que tarde en ser cumplida o en
extinguirse por otro de los modos que establece la ley (N.° 1.169).
Si al acreedor corresponde probar la existencia de la obligación, al deudor le toca
acreditar su extinción, su liberación (mismo Art. 1.698).

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29. Otras doctrinas para explicar la obligación.


La antes expuesta es la concepción más aceptada de la obligación y en la que, con
diferencias de detalle, se fundan todos los Códigos vigentes.
Algunos autores han extremado el análisis de ciertos aspectos de la obligación,
especialmente de los efectos que ella produce para el acreedor y deudor, de las cuales
mencionaremos las más difundidas.
La más conocida es la doctrina alemana, aceptada por algunos autores italianos,15 de la
dualidad de la relación obligacional. Como veíamos antes, habitualmente se ha considerado
que la obligación coloca al deudor en la necesidad jurídica de cumplir y el acreedor tiene la
legítima expectativa, el derecho a la prestación; y el caso de incumplimiento. Nace para él
el poder amparado por la autoridad de obtenerlo forzadamente o por equivalencia.
Para la doctrina que comentamos hay en la obligación dos elementos de distinta
naturaleza e independientes:
Uno es la deuda o débito que impone al deudor el deber jurídico de cumplir. Es el
primer momento de la obligación, y crea una relación personal entre acreedor y deudor.
Para el primero hay nada más que una expectativa legítima del cumplimiento.
En el segundo momento. o segundo elemento, existe la responsabilidad del deudor en
caso de incumplimiento, en que el acreedor tiene un derecho de coacción contra el
patrimonio del deudor un derecho de agresión sobre sus bienes, amparado por la autoridad,
y que el deudor debe tolerar. Esta sería una relación meramente patrimonial.
En alemán ambos elementos reciben el nombre de schuld (débito o deuda) Y haftung
(coacción o responsabilidad).
La independencia de ambos elementos se destaca por la existencia de ellos
separadamente en numerosas situaciones jurídicas, y así hay obligaciones con deuda, pero
sin responsabilidad, y a la inversa, casos de coacción sin deuda.
De las primeras el ejemplo más característico y quizás único es la obligación natural,
cuya nota fundamental es precisamente carecer de coacción.
En el aspecto inverso, los ejemplos son más numerosos; se cita el del fiador que por
estar respondiendo de una deuda ajena, sólo tiene responsabilidad pero no débito; igual
cosa ocurre con quien da en prenda o hipoteca un bien propio para garantizar una deuda
ajena: el que constituyó uno de dichos derechos reales tiene responsabilidad, la que por otro
lado queda limitada a la cosa, pero no deuda. Finalmente, el tercer poseedor de la finca
hipotecada tampoco tiene deuda y sí responsabilidad también limitada a la cosa, como si yo
compro una propiedad que se encuentra hipotecada. La propiedad sigue respondiendo de su
deuda, pero yo no estoy obligado y si abandono, o a mi vez enajeno la propiedad,
igualmente elimino mi responsabilidad.
Desde otro punto de vista, una persona puede tener su responsabilidad limitada no
obstante ser la deuda mayor, como ocurre en el ya citado beneficio de inventario, en que el
heredero sólo responde por el valor de los bienes que recibe, pero esta situación no es en
absoluto diferente a la que se presenta cuando el patrimonio del deudor es insuficiente para
cubrir todas las deudas.

15
Véase al respecto, Fernando Fueyo Derecho Civil, De las Obligaciones, Santiago 1958. Universo, T. 1,
N.° 9, pág. 31; Messineo, ob. cit., T, IV, págs 11 y 12; María Montenegro, ob. cit., N.° 34, pág 22; Pachioni,
Derecho Civil Italiano, Derecho de las Padua, 1941. Vol. 1, pág. 40.

22
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Por la índole de esta obra no seguiremos profundizando estas doctrinas16 y sus


ramificaciones, sino únicamente diremos que no obstante su interesante aportación al
análisis de la estructura de la obligación, la distinción parece no tener otro interés que el
señalado, en que se trata de situaciones evidentemente anómalas, de excepción. Ello no
quita que lo normal en la obligación es que la responsabilidad y el débito vayan unidos, y
sean sólo aspectos de la misma relación: ella crea al deudor la necesidad de cumplir, y la
inmensa mayoría de las obligaciones contraídas se cumplen normalmente; sólo en el
incumplimiento adquiere relevancia la responsabilidad que ha existido siempre, y será
también un factor que empuje al deudor a cumplir, a fin de evitar justamente la coacción.

16
Así, por ejemplo, en el aspecto del débito y responsabilidad, ciertos autores sostienen que el deudor no
estaría obligado a efectuar la prestación, sino que a un comportamiento negativo: tolerar la agresión del
acreedor a su patrimonio: en consecuencia, la obligación se traduciría exclusivamente en la ejecución
forzada del derecho del acreedor, derecho o pretensión que no seria de orden material sino procesal. Otras
doctrinas Suelen incurrir en el mismo error de realzar exageradamente algunos aspectos o situaciones que
suelen producirse en las obligaciones, para darles el carácter esencial de la misma En definitiva, todas ellas
han servido para un análisis más preciso y exacto de tales circunstancias.

Dislexia Virtual 23
Segunda Parte
TEORÍA GENERAL DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES

30. Enunciación.
El estudio de la teoría de las fuentes de las obligaciones en general, esto es, sin entrar al
examen particular de cada una de las figuras especificas que pueden presentarse, lo
haremos dividido en los siguientes capítulos: el primero lo destinaremos a dar el concepto,
a enumerar y clasificar las distintas fuentes de las obligaciones, y en el siguientes,
analizaremos la teoría de cada una de ellas: contrato, declaración unilateral de voluntad,
cuasicontratos y enriquecimiento sin causa, hechos ilícitos. A las obligaciones legales
stricto sensu nos referiremos brevemente en el primer capítulo.

24 Dislexia Virtual
Capítulo I
CONCEPTO, ENUMERACIÓN Y CLASIFICACIÓN

31. Concepto.
Fuente de la obligación es el hecho jurídico que le da nacimiento, que origina o genera
la obligación.17 Los romanos designaban las fuentes de las obligaciones como causas de
ellas, y aún muchos autores las llaman causa eficiente de la obligación.
La expresión “causa” no está usada aquí en el sentido que ya analizamos (N.° 27), al
hablar de los elementos de la obligación, sino en su significación lógica, aristotélica: la
fuente es la causa de la obligación porque es la razón jurídica, el antecedente de derecho del
cual emanan las obligaciones, estableciéndose así una relación de causa a efecto. La fuente
es la causa, la obligación su resultado.
Pero por la significación propia que hoy tiene la expresión “causa” en el Derecho,
resulta preferible hablar de fuente de la obligación, como lo hacen actualmente todos los
autores.
32. Clasificación.
La agrupación de las fuentes de las obligaciones en categorías es uno de los puntos que
más dividen a la doctrina, especialmente por la existencia de ciertas figuras jurídicas de
difícil clasificación. El estudio de esta materia lo dividiremos en los siguientes aspectos,
que nos permitirán igualmente enumerarlas
1.° La clasificación clásica de las fuentes;
2.° La clasificación de las fuentes en nuestro Código, y
3.° Criticas a la clasificación clásica y doctrinas modernas.
33. I. Clasificación clásica de las fuentes de las obligaciones.
Los glosadores medievales fueron quienes establecieron la división clásica de las
fuentes de los créditos, enumerando el contrato, el cuasicontrato, el delito y cuasidelito,
clasificación a la cual posteriormente se agregó la ley.
Los autores actuales consideran que ésta no fue la clasificación romana y que se
basaría en una interpretación demasiado literal de los textos de Justiniano, especialmente
del Digesto, que a su vez recoge opiniones del jurista romano Gayo. Al parecer, los
romanos distinguían de un lado los contratos y los delitos, y algunas otras figuras -las
“variae causarum figurae”- que eran fundamentalmente de creación pretoriana; de ellas
arrancarían según veremos, su origen los cuasicontratos y cuasidelitos de que hablaban los
glosadores.

17
Messineo, ob. cit., Vol. IV pág. 21, las define como “el acto jurídico o situación jurídica de la que trae su
origen la relación obligatoria`.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

La teoría clásica era la vigente a la dictación del Código francés, distinguiéndose, de


acuerdo a lo dicho, cinco fuentes de las obligaciones, en que quedaban incluidos y
agrupados todos los hechos jurídicos susceptibles de generarlas
1.° El contrato, la más fecunda de todas ellas, y que habitualmente se define como la
convención generadora de obligaciones, esto es, un acuerdo de voluntades entre acreedor y
deudor que da nacimiento a la obligación (N.° 42);
2.° El cuasicontrato, una de las figuras más discutidas hoy en día, y que se describe
normalmente como el hecho voluntario, lícito y no convencional que genera obligaciones
(N.° 178);
3.° El delito civil, esto es, el acto doloso o intencional que causa daño (N.° 216);
4.° El cuasidelito civil, que es el acto culpable que causa daño (N.° 217).
Como puede apreciarse, la diferencia entre delito y cuasidelito civiles estriba en que en
el primero hay dolo de parte del autor, o sea, intención de causar daño, y en el segundo, una
culpa, negligencia o imprudencia que produce el mismo efecto: un daño a la victima, La
obligación que generan ambos es la misma, de indemnizar los perjuicios causados, y como
no tienen otra diferencia que la distinta actitud del autor, se les refunde actualmente en una
sola fuente de obligación: la responsabilidad civil extracontractual, o actos o hechos ilícitos,
como se hace también en este libro, y
5.° La ley que suele ser fuente mediata, directa, de las obligaciones, sin que de parte
del acreedor o del obligado se haya efectuado acto alguno que provoque el nacimiento de la
obligación (N.° 39); así ocurre en la obligación alimenticia,
34. II. El Código chileno acoge la doctrina clásica.
Siguiendo la tendencia predominante en su época y a su modelo más habitual, el
Código de Napoleón, el nuestro recogió la enumeración señalada en el número anterior. Así
lo dijo en dos preceptos: el Art. 1.437, primero del Libro IV de las obligaciones, y el Art.
2.284, al comenzar a hablar de los cuasicontratos.
La primera disposición es del siguiente tenor: “Las obligaciones nacen, ya del concurso
real de las voluntades de dos o más personas, como en los contratos o convenciones;18 ya de
un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o
legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria
o daño a otra persona, corno en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como
entre los padres y los hijos de familia”.
Por su parte, el Art. 2.284 dispone: “Las obligaciones que se contraen sin convención,
nacen o de la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de la ley se
expresan en ella.
“Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato,
“Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye un delito.
“Si el hecho es culpable. Pero cometido sin intención de dañar, constituye un
cuasidelito.
La enumeración que efectúa el Código es evidentemente taxativa, y por ello se ha
fallado que en nuestra legislación no existen otras fuentes de las obligaciones que las

18
Sobre la sinonimia que establecen este precepto y el siguiente entre contrato y convención, véase N.°
42,

26
LAS OBLIGACIONES TOMO I

enunciadas,19 de manera que cualquiera figura jurídica que las genere hay que encuadrarla
forzosamente en alguna de dichas categorías.
35. III. Críticas a la clasificación clásica de las fuentes de las obligaciones.
Enunciación, La enumeración antes comentada ha sido criticada y analizada desde
diversos ángulos, enunciándose otras que tampoco se consideran totalmente satisfactorias.
A modo de enunciación podemos agrupar estas doctrinas en tres categorías:
1.° Las que sintetizan la enumeración;
2.° Las que consideran que ella no es completa, y
3.° Las que clasifican las fuentes según si en su generación ha habido por parte del
deudor voluntad de obligarse o no.
36. A. Síntesis de la clasificación: contrato y ley. Ley solamente.
Para algunos tratadistas debe distinguirse únicamente entre el contrato, por un lado, y
la ley por el otro. En el primero, existe la voluntad de obligarse; en todos los demás casos,
es la ley la que establece que el deudor ha quedado obligado.
Esto último es lo que ocurre en los delitos y cuasidelitos: es la ley quien señala cuándo
una persona está obligada a indemnizar los perjuicios ocasionados a otra. En los
cuasicontratos, de los cuales los más característicos son el pago de lo no debido (N.° 679),
y la agencia oficiosa20 es igualmente el legislador el que establece que quien ha recibido el
pago de una obligación que no se te debe, resulta obligado a restituir y en cuáles
circunstancias y condiciones, o cuándo el gerente o agente oficioso, y el dueño del negocio,
resultan obligados.
De acuerdo a esto, las obligaciones nacerían; pues, o de un acuerdo de voluntades entre
acreedor y deudor, o por la sola disposición de la ley.
Algo de esto da a entender nuestro propio Código cuando define el derecho personal en
la forma vista en el N.° 6, como el que se tiene contra una persona que “por un hecho suyo
o la sola disposición de la ley ha contraído la obligación correlativa”. Claro está que el
precepto al hablar del hecho, agrupa por un lado los actos voluntarios, con o sin intención
de obligarse, y del otro, la ley, como lo confirma el inciso 1.° del Art. 2.284, que en la
forma antes transcrita distingue la convención, la ley y el hecho voluntario.
Hay quienes han ido aún más allá y han dicho que la fuente única de toda obligación es
la ley, ya que cuando los interesados por medio del contrato dan nacimiento a una
obligación, es porque el legislador expresamente los ha facultado para hacerlo; las partes no
podrían obligarse si la ley prohibiera un determinado contrato que quieren celebrar.
Nos haremos cargo más adelante de este argumento que pretende refundir en la ley la
mayor parte o todas las fuentes de las obligaciones.
37. B. Otras fuentes de las obligaciones: el enriquecimiento sin cansa y la declaración
unilateral de voluntad.
Otros autores han destacado los vacíos de la enumeración clásica de las fuentes que
omite algunas que también dan nacimiento a obligaciones. Se mencionan especialmente las
señaladas en el epígrafe: el enriquecimiento sin causa (N.° 189), y la declaración unilateral
de voluntad (N.° 170).
19
Publicados en la G,T, de 1915, 21 semestre, sentencia N.° 551, pág. 1.424, y RDJ, T. 17, sec. la,, pág.
248 y T. 24, sec. 2a, pág. 7.
20
22 No se trata en esta obra.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

La teoría del enriquecimiento sin causa rechaza el acrecentamiento injusto de un


patrimonio a costa de otro, y se considera que lo hay cuando carece de causa jurídica. La
ley acepta que una persona se enriquezca aun en perjuicio de otra, pues todo contrato
oneroso se busca una ganancia, pero a condición de que el enriquecimiento tenga algún
antecedente jurídico que lo justifique. Si no lo tiene, nace la obligación del enriquecido de
restituir todo aquello que se ha obtenido sin causa. Cuando estudiemos esta institución
señalaremos sus relaciones con el cuasicontrato (N.° 191) y su aplicación en nuestra
legislación (N.° 192).
La teoría de que el acto unilateral emanado del deudor es suficiente para obligar a éste,
fue formulada a fines del siglo pasado por el jurista austriaco Siegel. En tomo a sus ideas se
ha edificado la doctrina de la declaración unilateral de voluntad como fuente de
obligaciones, que algunas legislaciones aceptan restringidamente.
38. C. Fuentes voluntarias y no voluntarias de la obligación.
Sintetizando lo anteriormente dicho, una corriente de doctrina a la cual adherimos,
reconoce tres categorías en las fuentes de las obligaciones. Esta clasificación atiende a la
intención del deudor de obligarse, y desde este punto de vista señala que hay fuentes
voluntarias, no voluntarias y aquellas en que para nada participa el deudor, pues nacen de la
sola ley.21
1.° Las fuentes voluntarias son aquellas en que el deudor consiente en obligarse; la
deuda nace de un acto voluntario suyo efectuado con la intención de obligarse, ya sea por
un acuerdo con el acreedor, que constituye el contrato, ya sea por su sola voluntad si se
acepta la declaración unilateral como fuente de obligaciones;
2.° Tratándose de las fuentes no voluntarias, el deudor no tiene la intención de
obligarse, pero resulta obligado al margen de su voluntad, por alguno de los siguientes
motivos:
A. Por haber cometido un hecho ilícito, sea intencional (delito) o no intencional pero
culpable (cuasidelito), y que impone al autor la obligación de indemnizar el perjuicio, y
B. Por haber realizado un acto lícito sin intención de obligarse, corno ocurre en todas
las situaciones agrupadas en los cuasicontratos, y en el enriquecimiento sin causa, y
3.° Finalmente, la obligación puede nacer sin la voluntad del deudor, y sin que éste
haya realizado acto alguno, lícito o ¡lícito, para obligarse. Es la ley la que ha creado
directamente la obligación.
Esta clasificación ha sido criticada también por la preponderancia que da a la voluntad
de las partes que, se señala, ha perdido incluso su importancia en muchos contratos, como
los dirigidos (N.° 78), de adhesión (N.° 77), etc. No existiría, en consecuencia, razón para
distinguir tan tajantemente las obligaciones contractuales y extracontractuales que es lo que
en el fondo hace esta clasificación. Pero la verdad es que según insistiremos al hablar de
21
Los Códigos del siglo pasado con pequeñas salvedades enumeran las mismas fuentes de obligaciones
que el nuestro
El Código alemán y los inspirados en él generalmente enumeran dos: el contrato y la ley (Art 305), o sea,
recogen la tesis que reduce a la ley todas las obligaciones que no nacen del acuerdo de las partes. El Código
suizo enuncia los contratos, actos ¡lícitos y enriquecimiento Sin causa
El Proyecto Franco Italiano de las Obligaciones y Contratos opto por efectuar una enumeración de las
fuentes.
Finalmente, en este breve recorrido por las legislaciones contemporáneas el Código italiano un su Art. 1
173 declara que las obligaciones derivan del contrato, del hecho ilícito “y de cualquier otro acto o hecho
idóneo para producirla en conformidad con el ordenamiento jurídico” Optó pues, por señalar las dos
principales fuentes, e incluir todas las demás en una fórmula amplia y vaga.

28
LAS OBLIGACIONES TOMO I

esas clases de contratos, siempre en ellos la voluntad juega un papel, ya que la persona
puede escabullir la obligación negándose a contratar, mientras que, por ejemplo, no hay
forma de librarse de una obligación de indemnizar el hecho ilícito.
39. La ley como fuente de obligaciones.
Ya hemos señalado que en un sentido amplio toda obligación encuentra su razón de ser
en el ordenamiento jurídico, y en tal sentido tienen su parte de verdad las doctrinas que
pretenden que la ley es la fuente única de las obligaciones.
Pero la verdad es también que la obligación nace muy distintamente de la ley en las
obligaciones legales “stricto sensu”, en que no hay hecho alguno del deudor para dar
nacimiento a la obligación, sino la sola voluntad del legislador, que en las demás fuentes de
obligaciones. Y así en el contrato, la obligación nace porque el deudor lo quiere, y si en las
extracontractuales falta esta intención, hay un hecho del deudor que fundamenta la
obligación.
Las obligaciones legales propiamente tales son, pues, aquellas en que la ley es la fuente
directa e inmediata de las obligaciones, y no existe Un hecho del deudor en que la
obligación tenga su fundamento.
Este tipo de obligaciones no son frecuentes en la parte que estudiamos, y en el Derecho
Civil se dan mayormente en el Derecho de Familia. Su ejemplo más cabal es la obligación
alimenticia, en que la ley determina cuándo nace ella, las personas del deudor y acreedor, y
la forma de satisfacerla.
El Art. 1.437 citó como otro caso el de las obligaciones entre padres e hijos de familia,
pero entre ellas la verdad es que la mayor parte no caben en el concepto que de obligación
hemos dado y sobre el cual discurre el Libro IV del Código en comento. Más bien se trata
de deberes jurídicos que de obligaciones en sentido estricto (N.° 19).
También se suelen citar como obligación legal los impuestos y contribuciones que
establece el Estado, pero justamente por el elemento de Derecho Público y de autoridad
también escapan de la noción de obligación que habitualmente se da.
En todo caso, el legislador establece una obligación por motivos muy poderosos de
convivencia social, y por ello estas obligaciones se reglamentan en una forma netamente
imperativa, de orden público, en que se niega a las partes intervención en su nacimiento,
extinción, etc. Tienen un cierto carácter personalísimo e incomerciable, como lo prueban
respecto de los alimentos los Arts. 334 y 335, que prohíben la transmisión, cesión,
renuncia, compensación, etc., de la obligación alimenticia.
Las particularidades de las obligaciones estrictamente legales se señalan al estudiar
cada una de ellas en especial.
40. Modos de adquirir los créditos y obligaciones.
Los créditos y su aspecto pasivo, las obligaciones, pueden adquirirse originariamente o
en forma derivativa, usando los términos propios de los derechos reales, aunque la situación
es un tanto diferente.
En efecto, podemos decir que el crédito se adquiere originariamente en cuanto nace por
primera vez en favor de su titular, sin tener existencia anterior.
Ello ocurre en todos los casos de fuentes de obligaciones antes enumerados.
Los modos derivativos suponen que la obligación ya existe, aunque con otro titular
activo o pasivo. Tratándose del acreedor, este puede variar en el derecho personal por

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sucesión por causa de muerte (N.° 1.041), por tradición o cesión de créditos (N' 1.047), y
por subrogación personal (N.° 652). Aunque en la práctica se haya usado con tal objeto, no
ocurre lo mismo en la novación por cambio de acreedor, porque ella supone la extinción de
la obligación anterior (N.° 1.131).
El titular pasivo puede reemplazarse únicamente por causa de muerte (N.° 1.041), en
las legislaciones que no toleran la cesión de deuda (N.° 1.149). Lo dicho anteriormente
respecto de la novación por cambio de acreedor, vale en cuanto ella se efectúe por
reemplazo del deudor (N.° 1.135).
En los capítulos que siguen se estudian únicamente las fuentes de las obligaciones; en
la Parte V hemos agrupado todas las instituciones antes mencionadas y que importan una
variación subjetiva en la obligación.

30
Capítulo II
EL CONTRATO

41. Pauta.
El contrato es, sin duda, la más importante de todas las fuentes de obligaciones, tanto,
que el propio epígrafe del Libro IV del Código es “De las obligaciones en general y de los
contratos”, y que toda la teoría de los derechos personales la haya tratado don Andrés Bello
a propósito de ellos.
Paja el estudio de esta materia destinaremos una sección a la definición y elementos,
otra a la clasificación, la tercera a la interpretación, las siguientes a los efectos y la última a
la disolución del contrato.

Sección Primera
CONCEPTOS Y ELEMENTOS DEL CONTRATO
42. Definición.
De acuerdo al Art. 1.438 “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se
obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas
personas”.
Se ha criticado esta definición legal desde dos ángulos; primero, porque incurre en el
mismo error del precepto anterior al enumerar las fuentes de las obligaciones de confundir
el contrato con la convención. Los hace términos sinónimos.
Entre nosotros, siguiendo a los autores franceses, se considera que la convención es el
acto jurídico bilateral, o sea, todo acto jurídico en que existe acuerdo de voluntades
destinado a producir efectos jurídicos. Estos efectos pueden consistir en crear, modificar o
extinguir obligaciones. Cuando la convención tiene por objeto crear obligaciones, pasa a
llamarse contrato: aquélla es el género, el contrato, la especie, Todo contrato es
convención, ya que supone el acuerdo de voluntades para producir efectos jurídicos; pero, a
la inversa, no toda convención es contrato, ya que si el acuerdo de voluntades no tiene por
objeto crear una obligación, sino modificarla o extinguirla, es una convención, pero no un
contrato. Y así, por ejemplo, el pago, la remisión, la tradición son convenciones, pero no
contratos, pues no generan obligaciones.22
Valga, sin embargo, en defensa M autor de nuestro Código, que la opinión anterior no
es universalmente compartida, y para muchos tratadistas, contrato y convención son
también términos sinónimos.

22
RDJ, T. 32, sec. 1° pág. 43.

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La segunda crítica es más seria: siguiendo al Código francés que a su vez se inspiró en
Pothier, el precepto, al definir el contrato, más bien da un concepto de obligación,
aludiendo a su máxima clasificación en de dar, hacer o no hacer.
Por ello es que comúnmente se define el contrato como la convención generadora de
derechos y obligaciones, o prescindiendo en la forma ya clásica del aspecto activo de los
créditos, como la convención que da nacimiento a obligaciones.23
43. Elementos del contrato. Clasificación.
En lo que se refiere a los elementos o requisitos constitutivos del contrato, hay que
distinguir aquellos que son comunes a todos los contratos en cuanto ellos son actos
jurídicos y los elementos propios de cada uno en particular.
Algunos autores modernos pretenden establecer otros requisitos, que eliminarían de la
categoría de contratos algunos de los que tradicionalmente se califican de tales.
Veremos en los números siguientes en forma sucesiva estas tres materias, advirtiendo,
eso sí, que nos detendremos de manera somera en los requisitos generales del contrato,
porque su estudio no corresponde aquí, sino en la teoría general del acto jurídico.
44. I. Requisitos de todo contrato.
De acuerdo a la definición antes dada, dos son los requisitos para que se forme un
contrato:
1.° El acuerdo de voluntades de dos o más personas, y
2.° Que este acuerdo tenga la intención de crear obligaciones.
Ahora bien, este acuerdo de voluntades está a su vez sometido a los requisitos legales
que enuncia el Art. 1.445 inc. 1.°. “Para que una persona se obligue a otra por un acto de
declaración de voluntad, es necesario: 1.° que sea legalmente capaz; 2.° que consienta en
dicho acto o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio; 3.° que recaiga sobre un
objeto lícito; 4.° que tenga una causa lícita”.
La doctrina más comúnmente aceptada entre nosotros clasifica estos elementos
de¡ acto jurídico en requisitos de existencia y validez, mientras otros autores rechazan como
arbitraria semejante distinción en legislaciones que no establecen la inexistencia como
sanción.24
De acuerdo a esto, los requisitos de existencia son: a) el consentimiento; b) el objeto; e)
la causa, y d) las solemnidades; y los de validez: a) la ausencia de vicios en el
consentimiento; b) la capacidad; c) el objeto lícito, y d) la causa lícita. Enunciados en
general son: a) el consentimiento exento de vicios; b) la capacidad; e) el objeto, d) la causa,
y e) las solemnidades.
Muy someramente nos referiremos a ellos en los números siguientes:
45. A. Consentimiento exento de vicios.
La voluntad en los actos jurídicos bilaterales toma el nombre de consentimiento.

23
Para quienes contrato y convención es lo mismo, “el contrato es el acuerdo de dos o más partes para
constituir, regular o extinguir entre sí una relación jurídica patrimonial” (Art. 1.321 del C. italiano), y puede
ser de tres clases: constitutivo, modificatorio y extintivo, clasificación que entre nosotros corresponde a la
convención. En cuanto a la patrimonialidad que le señala al contrato, véanse N- 26 y 51.
24
Sobre esta materia véase Vodanovic, ob. cit., Vol, 1, págs. 367 y sigtes.; Claro Solar, ob. cit. Vol. 11,
págs. 7 y siguientes.

32
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Su formación no fue reglamentada por el Código Civil, omisión salvada por el de


Comercio en sus Arts. 97 a 108, preceptos que la doctrina y jurisprudencia25 reconocen
como aplicables a los contratos civiles.
Consta de dos etapas: la oferta que hace una persona a otra para celebrar un contrato, y
la aceptación de la otra parte.
El legislador reglamenta el derecho del oferente a retirar la oferta y la extinción de ella;
ésta se produce por la retractación del oferente antes de la aceptación, quedando obligado a
indemnizar los daños sufridos por la persona a quien fue dirigida la oferta (Art. 100, C.
Co.), y por la caducidad en caso de muerte o incapacidad legal del proponente (Art. 101, C.
Co.).
Si el oferente se hubiere comprometido a esperar contestación o a no disponer del
objeto del contrato ofrecido sino después de desechada la oferta o transcurrido un término,
no puede retractarse de la oferta, y si se produce la aceptación, el consentimiento se forma
de todas maneras (Art. 99, C. Co.). Es ésta una disposición de mucho interés, porque se
sostiene que es un caso en que el deudor se obliga por su propia y sola voluntad, o sea, por
declaración unilateral (N' 174).
Respecto de la aceptación, el Código distingue según si la oferta ha sido verbal o
escrita; en el primer caso, debe darse en el acto de ser conocida por la persona a quien va
dirigida (Art. 97,C.Co.);la oferta por escrito debe ser aceptada o rechazada dentro de 24
horas si la persona que la recibe estuviere en el mismo lugar que el proponente, o a vuelta
de correo, si estuviere en otro diverso (Art. 98, C. Co).
En cuanto al lugar y momento en que se entiende formado el consentimiento, el
Código distingue entre presentes y entre ausentes; en el primer caso, se forma en el
momento y lugar en que se da la aceptación (Art. 97, C. Co), y entre ausentes, nuestro
legislador optó por la teoría de la aceptación, o sea, el consentimiento se forma cuando y en
el lugar en que el aceptante da su conformidad, aunque no sea conocida por el oferente
(Arts. 101 y 104, C. Co.). Por excepción, para la donación el Art. 1.412 del Código Civil
acoge la doctrina del conocimiento: “mientras la donación entre vivos no ha sido aceptada,
y notificada la aceptación al donante, podrá éste revocarla a su arbitrio”.
Para la validez del contrato, el consentimiento debe estar exento de vicios. Los vicios
que pueden afectarlo son: el error, la fuerza, el dolo y la lesión en los casos expresos en que
el legislador la establece, y que son: compraventa, y por ende, permuta, cláusula penal,
aceptación de una herencia o legado, partición, mutuo y anticresis.
El error vicia el consentimiento en los casos de los Arts. 1.453 a 1.455: si recae sobre
la especie del contrato de que se trata, o sobre la identidad especifica de la cosa, o en la
sustancia o cualidad esencial de ella, o en una accidental, si ésta ha sido determinante para
la celebración del contrato para alguna de las partes, y ello es sabido por la otra, o
finalmente, si recae en la persona, cuando la consideración de ésta ha sido la causa
principal del contrato (contratos intuito personae).
La fuerza es vicio del consentimiento si es ilegitima, grave y determinante en la
celebración del contrato (Arts. 1.456 y 1.457), y el dolo, si es obra de una de las partes y
determinante (Art.1.458).

25
Por vía de ejemplo, RDJ, T, 34, sec. 2° pág. 28.

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46.B. Capacidad, causa, objeto y solemnidades. Referencias.


La capacidad puede ser de goce y de ejercicio; de las primeras existen en los contratos
en particular algunos casos de incapacidades de goce especiales, ya que actualmente no las
hay generales.
Las incapacidades de ejercicio pueden ser absolutas, en los casos del demente, impúber
y sordomudo, que no puede darse a entender por escrito, y relativas, tratándose del menor
adulto y del disipador interdicto.26
Respecto del objeto del contrato y su causa, nos remitimos a lo dicho al hablar de los
mismos en la obligación (N` 25 y 27).
Finalmente, en cuanto a las formalidades, diremos algunas palabras sobre ellas al tratar
los contratos solemnes (No 68).
47. C. La intención de obligarse.
El segundo requisito para que haya contrato es que el acuerdo de voluntades, además
de cumplir las exigencias ya señaladas, se produzca con la intención de dar nacimiento a
una obligación, lo que se expresa también de otro modo diciendo que el consentimiento
debe ser serio. O sea, con animo de producir efectos jurídicos.
Por tal razón, no hay obligación ni contrato en los que se contraen en broma, o en la
oferta de premio que hace el padre a su hijo si sale bien en algún examen, y en el llamado
transporte benévolo, esto es, cuando el conductor de un vehículo acepta llevar a una
persona gratuitamente, figura esta última muy elaborada en Francia, corno lo veremos al
tratar de la responsabilidad extracontractual (M 930, 1.°), y a la que también se refiere
nuestra jurisprudencia.
48. II Los elementos propios de cada contrato. Clasificación.
El Art. 1.444 hace una clasificación, inspirada en Pothier, de los elementos que
constituyen cada tipo de contrato, diciendo que “se distinguen en cada contrato las cosas
que son de su esencia, las que son de su naturaleza, y las puramente accidentales”.
Los elementos que constituyen requisitos del contrato son los esenciales, pues sin ellos
el contrato no produce efecto alguno o degenera en otro diferente. El mismo precepto
señala un ejemplo: la cosa y el precio en la compraventa, y así, si no hay precio, habrá
donación, si concurren los elementos esenciales propios de este último contrato.
Las cosas de la naturaleza y accidentales, o sea que no son esenciales en el contrato,
pueden faltar en él sin que por ello se vea afectado éste en su validez y eficacia.
Las cosas de la naturaleza, según la disposición, son las que no siendo esenciales en el
contrato se entienden pertenecerle sin necesidad de una cláusula especial, corno por
ejemplo la obligación que tiene el vendedor de sanear la evicción en la compraventa. Las
partes pueden modificar esta obligación, pero si nada dicen, rigen las normas supletorias
dadas por el legislador para establecerlas.
Finalmente, son elementos accidentales en un contrato los que ni esencial ni
naturalmente le pertenecen, y que se agregan por medio de cláusulas especiales. Esto es,
requieren una manifestación expresa de voluntad, como por ejemplo ocurre por regla
general en las modalidades (No 452): condición, plazo, etc.

26
Antes el art. 1447 incluía entre los incapaces relativos a la mujer casada bajo el régimen de sociedad
conyugal, lo que fue derogado por la Ley 18.802, de 9 de junio de 1989.

34
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Si falta un elemento de la naturaleza del contrato, rige ante el silencio de las partes la
norma legal supletoria. Debe tenerse presente, además, que de acuerdo al inc. 2.° del Art.
1.563: “las cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen” La ausencia de
cláusulas accidentales significará que el contrato producirá sus efectos normales, sin
variación de ninguna especie.
49. III. Otros elementos del contrato v exclusión de algunas figuras de la categoría de
tales.
Fuera de los requisitos anteriormente expuestos y que corresponden a los señalados por
la doctrina clásica, algunos autores, cuyas opiniones recogen Códigos modernos, como el
italiano, han establecido otras condiciones para que un acuerdo de voluntades constituya
contrato. En su mayoría estas doctrinas provienen del Derecho Público. Estos requisitos
implicarían la exclusión de la teoría del contrato de una serie de los que habitualmente se
han considerado tales. Nos referiremos a ellos en el siguiente orden:
1.° Existencia de intereses contrapuestos:
2.° El contrato sólo rige situaciones transitorias de orden patrimonial;
3.° Para que exista contrato, las partes deben estar en situación de igualdad, lo que nos
llevará a decir algunas palabras respecto de los:
4.° Contratos de Derecho Público, y
5.° Contratos leyes.
50. A. Existencia de intereses contrapuestos.
Para algunas opiniones no hay contrato sino cuando existen intereses contrapuestos
entre las partes.
El principal de los contratos excluidos por este requisito es el de sociedad, ya que las
partes tienen un mismo objetivo: la obtención de utilidades. Igualmente resulta afectada la
sociedad por el requisito señalado en el número que sigue, pues, lejos de establecerse una
situación transitoria, se da nacimiento a una persona jurídica, llamada a una existencia más
o menos prolongada y reglamentada por las mismas partes o la ley.
Todo ello es indudable: el funcionamiento de la sociedad escapa, en general, a la teoría
del contrato, pero su nacimiento es evidentemente un acto contractual, en que hay intereses
contrapuestos y nacen claramente obligaciones para las partes, como la de enterar los
aportes.
51. B. El contrato solo rige situaciones transitorias de orden patrimonial.
Nosotros hemos señalado precisamente que son características de la obligación su
transitoriedad (N.° 28), y su carácter, por regla general patrimonial (N' 26).
De allí que se excluya del campo del contrato a aquellos que dan origen a una situación
permanente como ocurre con la ya citada sociedad, el matrimonio, la adopción, el contrato
de trabajo, etc. Esta tesis está muy unida a la teoría de la institución, pero aun aceptándola
no puede negarse que es el contrato el que coloca a las partes dentro de la institución, pues
hay un acuerdo de voluntades que origina obligaciones.
Mucho de cierto tiene, en cambio, la tesis de que los actos de familia que no tienen un
objeto directamente patrimonial no son contratos, como ocurre con los citados del
matrimonio y la adopción; es indiscutible en todo caso que sí lo son las convenciones que
puedan recaer sobre las consecuencias pecuniarias de los actos de familia, como ocurre con

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las convenciones matrimoniales en cuanto creen obligaciones. Nuestro Código concibe el


matrimonio corno contrato (Art. 102); la ley de adopción N.° 7.613, de 21 de octubre de
1943, más moderna, la define como “acto jurídico” y no como contrato.
52. C. La igualdad de las partes.
Si el contrato es un acuerdo de voluntades, no puede haberlo cuando una de las partes
se impone a la otra, o sea, cuando el convenio no deriva de la libre discusión de los
contratantes, sino de la imposición unilateral de una de ellas o de la autoridad, de manera
que a la otra no le quedan sino dos alternativas: someterse a las condiciones que se le
imponen o abstenerse. Esta doctrina niega el carácter de contratos a los llamados de
adhesión y dirigidos que estudiaremos al hablar de la clasificación de los contratos y del
principio de la autonomía de la voluntad (N.° 77, 78 y 101).
Esto está íntimamente relacionado con los contratos de derecho público que pasamos a
ver en el número que sigue, muy brevemente.
53. D. Los contratos de derecho público.
La tesis examinada en el número anterior en cuanto a la igualdad entre las partes, lleva
a numerosos autores a negar la categoría de contratos a los que celebra el Estado con los
particulares.
La doctrina clásica en materia de relaciones del Estado con los particulares, hoy
abandonada en el extranjero, pero que entre nosotros sigue aún utilizándose, 27 hace una
distinción fundamental entre actos de autoridad o poder, y de gestión que tiene importancia
no sólo en esta parte, sino que volveremos a encontrar a propósito de la responsabilidad
extracontractual del Estado (N' 261).
En los actos de autoridad, el Estado actúa premunido de una personalidad de Derecho
Público, e investido del poder que le otorga la soberanía; en virtud de su poder el Estado se
impone a los particulares, mediante leyes, decretos, resoluciones, etc. Por tal razón, la
expropiación es un acto de autoridad y no un contrato.28
Esta teoría supone que, además de la personalidad de Derecho Público, el Estado tiene
otra de Derecho Privado para efectuar actos comunes en las mismas condiciones que
cualquier particular; a estos actos se les llama de gestión para diferenciarlos de los de
autoridad. Y así -se dice-, si el Estado vende un bien suyo, compra cosas, arrienda una
propiedad para destinarla a Escuela, estaría contratando como cualquier particular Y estaría
sometido al Derecho Común.
La doctrina de la doble personalidad del Estado no es aceptada actualmente por los
tratadistas del ramo, quienes sostienen que ella es una sola, siempre de Derecho Público,
sin perjuicio de que, por así decirlo, la rebaje para colocarse en igualdad con los
particulares a fin de contratar con ellos. Aquí cabrían los contratos privados del Estado,
como los ejemplos citados anteriormente, y que no deben confundirse con los
administrativos, como ser, por ejemplo, el que encarga a un particular la construcción de
una obra pública, la concesión,29 etc.

27
En nuestro país critican esta clasificación Enrique Silva Cimma Derecho Administrativo Chileno y
Comparado, T. 2° pág. 181, y Patricio Aylwin Azócar, Derecho Administrativo, Editorial jurídica. Santiago,
1952, pág. 258.
28
Así se ha fallado: RDJ, T. 30, sec. 1° pág. 161 y T. 32, sec. 1° pág. 161.
29
Se ha resuelto que la concesión no es contrato, RDJ, T. 44, sec. la, pág. 513.

36
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Sin embargo, debe reconocerse que no se ha logrado edificar una doctrina sólida y
generalmente aceptada en la materia, y el punto se confunde aún más con las otras personas
jurídicas de Derecho Público, en que el concepto de autoridad y soberanía se va diluyendo
hasta llegar a las Empresas Fiscales, en que nadie puede discutir que celebran contratos de
derecho común, sujetos a las limitaciones propias de su funcionamiento, tal como una
persona jurídica de Derecho Privado.
En conclusión, mientras no se reglamente legislativamente este tipo de actos deberá
seguírsele aplicando las normas del Derecho Común modificadas en cuanto ellas choquen
con los principios que rigen el Derecho Público.30
54. E. Los contratos leyes.
Para terminar esta parte, diremos algunas palabras sobre lo que se ha dado en llamar
contratos-leyes, concepto sumamente discutido y discutible, en que van envueltos no sólo
criterios jurídicos, sino problemas políticos y económicos; entre nosotros es una
construcción netamente jurisprudencial.
Derivan de la alta inestabilidad legislativa de nuestro país, en que habitualmente se
derogan, modifican, dictan y alteran las leyes que establecen las condiciones en que
desenvuelven sus actividades los particulares Por el otro lado, el Estado puede estar
interesado en el desarrollo de una determinada actividad y atraer hacia ella la inversión
privada, pero se encuentra con la desconfianza general hacia las franquicias otorgadas
mediante la ley, por la razón antes apuntada. En tales circunstancias, asegura el Estado la
mantención de las franquicias mediante un acuerdo con el particular, que somete a
aprobación legislativa, o que cuenta con ella en forma general.
Por ello se les ha definido como los acuerdos convenios o convenciones legales que
tienen por objeto garantizar por el Estado el otorgamiento de franquicias a terceros con los
cuales conviene en la ejecución de actos de interés general.
Pero posteriormente el Estado cambia de opinión y pretende derogar unilateralmente
las franquicias concedidas. Frente a esta tentativa, la Corte Suprema bajo la vigencia de la
Constitución de 1925 construyó la tesis de la existencia de los contratos-leyes que
otorgarían al particular un derecho adquirido, de propiedad, y, en consecuencia, la
revocación unilateral por ley de las franquicias concedidas habría importado tina violación
del Art. 10. N.° 10 de dicha Constitución (N.° 104).31
Esta concepción ha recibido consagración legislativa; un caso muy representativo es el
Art. 18 del DFL. No 2, del año 1959 (vulgarmente llamado “Plan Habitacional''), cuyo
texto definitivo se contiene en el D. S. de Obras Públicas N.° 1.101, publicado en el Diario
30
Autores italianos y alemanes han sostenido que en los llamados contratos de derecho público no hay
contrato, sino un acto unilateral del Estado, al cual se adhiere por otro acto unilateral el particular.
Reconocen, sin embargo el carácter de contrato cuando ambas partes son entidades públicas. Messineo, ob.
cit. Tomo IV, pág. 435, N.° 3. La construcción parece un poco artificiosa.
31
Véase Repertorio, Tomo IV, 2- edición, pág. 168, N.° 9 y sigtes. y además, por vía de ejemplo, RDJ, Ts.
61, sec. la, págs. 60 y 70; 62, sec, la, pág, 122, y 63, sec. la, pág 353, en que se publica el comentario del
profesor Eduardo Novoa. Esta última, como muchas otras de las citadas, recayó en el bullado problema de
los llamados `bonos dólares” que el Gobierno emitió en virtud de la facultad que le concedió la ley No
14,171, de 26 de octubre de 1960, y a los cuales se pretendió someter al impuesto a la renta por ley N.°
15.575, Art. 131; en reiterados fallos la Cone Suprema declaró la inconstitucionalidad de este último
precepto.
Véase, por fin, la sentencia publicada, en la RDJ, T. 65, sec. 1°, pág. 400, en que la Corte Suprema hace
hincapié en el argumento de moral pública envuelto en los “contratos-leyes”. Reconoce, además, que no son
de derecho privado ni contratos, y sólo deben calificarse de tales si la ley expresamente les otorga
semejante denominación.

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Oficial de 18 de julio de 1960. Según dicho precepto, el permiso de edificación de una


vivienda económica” acogida a las disposiciones de dicho DFL., será reducido a escritura
pública que firmarán el Tesorero Comunal respectivo en representación del Estado y el
interesado, y esta escritura tendrá el carácter de un “contrato” en cuya virtud las
franquicias, exenciones y beneficios que concede la ley no se pierden “no obstante
cualquier modificación posterior que puedan sufrir parcial o totalmente las disposiciones
referidas”.
Don Eduardo Novoa Monreal, en comentario a una de las sentencias citadas, 32 criticó
esta concepción sobre la base de dos argumentos principales:
1.° Consideró con justa razón que se ha asimilado al Derecho Privado y resuelto
conforme a sus principios una materia en que por ir involucrada la soberanía y autoridad
del Estado para legislar, imponer tributos, etc., pertenece totalmente al Derecho Público; no
puede, pues, en su opinión, asimilarse a un contrato bilateral de Derecho Común y, en
cambio, debe encararse conforme a los principios de aquel Derecho en que el interés
general prima sobre el individual.
2.° En Derecho Público puede hacerse únicamente aquello que está expresamente
autorizado. Pues bien, la Constitución de 1925 en parte alguna aceptaba que, ni aun por vía
legislativa, el Estado pudiera autolimitar sus prerrogativas constitucionales para imponer
tributos, modificar y derogar leyes, etcétera.
Y cuando estos contratos-leyes son de plazo indefinido o por largos términos, importan
una verdadera enajenación de la soberanía.
Tiene toda la razón el profesor Novoa de que esta materia debe resolverse en
conformidad al Derecho Público. Sin embargo, el primer argumento es relativo, porque más
bien constituye una crítica a los gobiernos que otorgaron dichas franquicias, especialmente
si ellas son sin limitación en el tiempo. Y en cuanto al segundo argumento, tampoco la
Constitución original de 1925 ,33 permitía la delegación de facultades del Congreso al
Presidente de la República para dictar DEL., y sin embargo ellos eran muy frecuentes, y
aceptados unánimemente.
El punto era, pues, muy discutible.
La Ley 17.450, de 16 de junio de 1971 (que nacionalizó la Gran Minería), introdujo
dos incisos finales al Att. 10 N.° 10 de la Constitución de 1925, recogiendo las ideas del
profesor Novoa: “En los casos que el Estado o sus organismos hayan celebrado o celebren
con la debida autorización o aprobación de la ley, contratos o convenciones de cualquier
clase en que se comprometan a mantener en favor de particulares determinados regímenes

32
Véase Repertorio, Tomo IV, 2° edición, pág. 168, N.° 9 y sigtes. y además, por vía de ejemplo, RDJ, Ts.
61, sec. la, págs. 60 y 70; 62, sec, la, pág, 122, y 63, sec. la, pág 353, en que se publica el comentario del
profesor Eduardo Novoa. Esta última, como muchas otras de las citadas, recayó en el bullado problema de
los llamados `bonos dólares” que el Gobierno emitió en virtud de la facultad que le concedió la ley No
14,171, de 26 de octubre de 1960, y a los cuales se pretendió someter al impuesto a la renta por ley N.°
15.575, Art. 131; en reiterados fallos la Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad de este último
precepto.
Véase, por fin, la sentencia publicada, en la RDJ, T. 65, sec. 1° pág. 400, en que la Corte Suprema hace
hincapié en el argumento de moral pública envuelto en los “contratos-leyes”. Reconoce, además, que no son
de derecho privado ni contratos, y sólo deben calificarse de tales si la ley expresamente les otorga
semejante denominación.
33
Posteriormente, la ley N2 17.284, de 23 de enero de 1970, modificó la Constitución del año 1925,
aceptando la delegación legislativa al Presidente de la República. Ello no desmerece el argumento del texto,
pues durante 45 años los DFL se dictaron al margen de la Constitución.
La Carta Fundamental vigente también contempla la delegación de facultades legislativas (Art. 61).

38
LAS OBLIGACIONES TOMO I

legales de excepción o tratamientos administrativos especiales, éstos podrán ser


modificados o extinguidos por la ley cuando lo exija el interés nacional.
“En casos calificados, cuando se produzca como consecuencia de la aplicación del
inciso anterior, un perjuicio directo, actual y efectivo, la ley podrá disponer una
compensación a los afectarlos”.
La Constitución actual no mantuvo esta disposición, y bajo su no ha habido discusión
sobre los contratos-leyes. Los cambios en la reglamentación del derecho de propiedad (Art.
19, N.°24) y el recurso de protección le han restado la importancia que llegaron a tener.

Sección Segunda
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS
55. Enunciación.
La clasificación de los contratos no se hace con un fin meramente pedagógico, sino que
tiene gran importancia, pues según la categoría de contrato de que se trate, distintas son las
normas que se le aplican. Algunas de las clasificaciones las recogen las legislaciones, otras
corresponden a distinciones doctrinarias.
Nuestro Código señala las siguientes clasificaciones:
1.° Atendiendo a las partes que se obligan: un¡ y bilaterales;
2.° A las partes que obtienen utilidad del contrato: gratuitos y onerosos. y estos
últimos, a su vez, en conmutativos y aleatorios;
3.° A la forma en que se perfeccionan: consensuales, reales y solemnes, y
4.° A la forma en que existen: principales y accesorios.
A cada tina de estas categorías destinaremos un párrafo, y el último de esta sección
quedará para las clasificaciones doctrinarias:
5.° Contratos preparatorios o preliminares, y definitivos;
6.° De libre discusión y de adhesión;
7.° Individuales y colectivos;
8.° De ejecución instantánea y sucesiva;
9.° Nominados e innominados, y
10.° Otras categorías de contratos.

Párrafo l.°
CONTRATOS UNI Y BILATERALES
56. Concepto.
Esta clasificación de los contratos atiende a su contenido, o sea, a los derechos y
obligaciones que genera. Si resulta obligada una sola de las partes, el contrato es unilateral;
si ambas, es bilateral.34
Así lo señala el Art. 1.439: “El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga
para con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes
se obligan recíprocamente”.
34
El Código italiano ha reemplazado esta denominación por la de contratos con prestaciones recíprocas y
para una sola de las partes (Arts. 1.453, 1.467, etc.).

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Respecto de esta clasificación conviene tener presentes tres cosas:


1.° Que no debe confundirse con la clasificación del acto jurídico en uni y bilateral; en
el acto unilateral interviene una sola voluntad; el contrato uni o bilateral, como contrato que
es, es siempre convención o acto jurídico bilateral, pues supone acuerdo de voluntades;
2.° Que la clasificación no atiende al número de obligaciones que nacen, sino a las
partes que resultan obligadas. Y así en el mutuo con interés nacen dos obligaciones: tina, la
principal, restituir la cantidad recibida en mutuo, y la otra, accesoria, de pagar los intereses,
pero ambas a cargo de una misma parte: el mutuario, que es el único deudor, y
3.° Que tampoco tiene importancia el número de personas que resultan obligadas, sino
si quedan obligadas ambas partes o una de ellas. En efecto, no olvidemos que de acuerdo al
Art. 1.438, en el contrato “cada parte puede ser una o muchas personas”, y así si se da en
mutuo una cierta suma a tres personas conjuntamente, las tres quedan obligadas por el
contrato, pero éste sigue siendo unilateral, pues las tres representan una misma parte: el
mutuario.
Examinaremos sucesivamente la noción de contrato unilateral, del bilateral y del
llamado sinalagmático imperfecto, para enseguida destacar la importancia de la
clasificación, terminando con algunas nociones sobre el llamado contrato plurilateral.
57. I. El contrato unilateral.
Como queda dicho en el contrato unilateral, para una sola de las partes nace
obligación; uno de los contratantes es acreedor y el otro deudor. Así ocurre en la donación
(por regla general), mutuo, depósito, prenda, comodato, etc. Ya dijimos en el número
anterior que en el mutuo el único obligado es el mutuario, que debe restituir la suma
recibida y sus intereses, si estos últimos se han estipulado.
Veremos en el párrafo subsiguiente (N.° 69) que esta clasificación resulta muy ligada
con la noción de los contratos reales, que se perfeccionan por la entrega de la cosa, y que
esta concepción se encuentra en retroceso, tendiéndose a su transformación en consensuales
o solemnes y bilaterales. En tal caso la división que estudiamos perdería toda su
importancia, quedando prácticamente como único contrato unilateral importante la
donación.35
58. II. El contrato bilateral o sinalagmático.
En el contrato bilateral, o sinalagmático, como también se le llama, ambas partes
contraen obligaciones; tal ocurre en la compraventa, permuta arrendamiento, etc.
En ellos no hay una sola parte acreedora y una deudora, sino que ambas lo son
recíprocamente, asumiendo los dos papeles al mismo tiempo. Y así, en la compraventa
nacen principalmente dos obligaciones: para el vendedor, la de entregar la cosa vendida, y
para el comprador, la de pagar su precio. Aquél es acreedor de la obligación del pago del
precio y deudor de la de entregar la cosa vendida, y a su vez el comprador es acreedor en
esta última, y deudor de la de pagar el precio.

35
Respecto de la un¡ o bilateralidad del mandato, véase David Stichkin B., El Mandato Civil, N.° 80, pag.
184. Editorial jurídica. 2,1 edición. 1965.

40
LAS OBLIGACIONES TOMO I

59. III. Los contratos sinalagmáticos imperfectos.


Llámense así aquellos que en su nacimiento son unilaterales, pues al celebrarse una
sola de las partes contrae obligaciones, pero en el curso del mismo pueden surgir
obligaciones para la otra parte.
Así, por ejemplo el comodato o préstamo de uso es un contrato unilateral, porque sólo
da lugar a la obligación del comodatario de restituir la cosa recibida en comodato. Pero la
tenencia de la cosa Puede ocasionarle al comodatario perjuicios, que deben serle
indemnizados por el comodante y, en consecuencia, durante la vigencia del contrato ha
nacido una obligación para éste.
Pero esta obligación no es de la esencia del contrato, ya que no siempre se presenta y
por ello el contrato es unilateral. La conclusión es que para clasificar un contrato en uni o
bilateral hay que atender exclusivamente a si en el momento de generarse el contrato resulta
obligada una sola de las partes, o ambas.
60. IV. Importancia de la clasificación.
Esta división de los contratos es de gran trascendencia, como se verá a continuación.
Para la teoría clásica de la cansa, según decíamos en el N.° 27, en los contratos
bilaterales la obligación de una de las partes es la causa de que la otra se obligue a su vez.
Sea cual fuere la opinión que se tenga al respecto, en todo caso una cosa es evidente: hay
una marcada interdependencia en las obligaciones de las partes, lo cual no ocurre en los
contratos unilaterales, en que hay deuda para una sola de ellas. La subsistencia y
exigibilidad de la obligación de uno de los contratantes está muy ligada a la suerte que
corra la obligación de su contraparte.
Esto se refleja fundamentalmente en tres aspectos:
1.° La condición resolutoria tácita.
En todo contrato bilateral va envuelta la condición resolutoria tácita de no cumplirse
por la otra parte lo pactado (Art. 1.489), y en tal caso el acreedor de la obligación no
cumplida puede solicitar o el cumplimiento de ella o la resolución del contrato, esto es,
dicho en términos muy generales, que se le deje sin efecto, y en ambos casos con
indemnización de perjuicios (N.° 521);
2.° La excepción del contrato no cumplido.
También puede ocurrir que la contraparte no haya cumplido su obligación; por
ejemplo, el comprador no ha pagado el precio en tiempo oportuno; en tal caso el acreedor
de esta obligación puede negarse a cumplir la suya; en el caso propuesto, el vendedor puede
negarse a entregar la cosa vendida (N.° 941);
3.° La teoría de los riesgos,
Puede ocurrir que la obligación de una de las partes se extinga por caso fortuito, como
si, para seguir con la compraventa, se debe un vehículo vendido y éste se destroza por
accidente sin culpa del vendedor. La obligación de éste queda extinguida por la pérdida
fortuita de la cosa debida (N' 1.193); la teoría de los riesgos tiende a determinar qué ocurre
en el caso propuesto con la obligación de la contraparte, en el ejemplo, del comprador de
pagar el precio. En principio, por la interdependencia que existe entre las obligaciones de
las partes, el acreedor de la obligación que se ha vuelto imposible, quedará igualmente
liberado de la suya (No 1.205).

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Hay, pues, toda una gama de situaciones en que el acreedor no cumple su propia
obligación, si a su vez no recibe el pago de la suya. Ninguna de estas instituciones tiene
cabida en los contratos unilaterales.
61. V. Los contratos plurilaterales. Breve noción.
La doctrina moderna ha elaborado el concepto del contrato plurilateral, en que al igual
que en el bilateral resultan todas las partes obligadas, pero no en la forma en que ocurre en
este último: la una en beneficio de la otra, sino contrayendo todas ellas obligaciones
análogas y con una finalidad común. El ejemplo más típico que podemos dar es el de la
sociedad, en que todos los socios contraen la misma obligación: efectuar sus aportes.
La importancia que tiene distinguirlos de los bilaterales, es que si la obligación de
alguna de las partes no se cumple, ello no afecta a la relación contractual entre las demás,
salvo que la intervención de aquélla sea esencial. Y así en el Código italiano, que se refiere
a esta figura, la nulidad, resolución e imposibilidad en el cumplimiento de la obligación de
una de las partes, no pone fin al contrato que continúa con las demás, salvo que aquélla sea
esencial (Arts. 1.420, 1.446, 1.459 y 1,466).
Y en verdad resulta lógico concluir que si la sociedad, por ejemplo, puede subsistir sin
el aporte que no se va a recibir, los socios que han enterado el suyo estén facultados para
excluir al moroso, dejando subsistente la sociedad entre ellos.36

Párrafo 2.°
CONTRATOS GRATUITOS Y ONEROSOS
62. Concepto.
De acuerdo al Art. 1.440: “el contrato es gratuito o de beneficencia cuando sólo tiene
por objeto la utilidad de una de las partes, sufriendo la otra el gravamen; y oneroso, cuando
tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno a beneficio del
otro”.
Al igual que la anterior, esta clasificación atiende al contenido del contrato, a los
derechos y obligaciones que de él emanan; en este sentido se relaciona con ella.
Pero no pueden confundirse arribas clasificaciones, ya que en esta última se atiende al
número de partes obligadas; en cambio, para distinguir si un contrato es gratuito u oneroso,
se mira la utilidad del negocio. Si la hay para ambas partes, es oneroso, y si sólo procura
beneficio a una sola de ellas, es gratuito, de beneficencia o de mera liberalidad.
De ahí que el contrato bilateral es siempre oneroso, y es el unilateral el que puede ser
gratuito y oneroso. En efecto, en el primero hay obligaciones recíprocas, ambas partes
resultan obligadas, y el contrato, en consecuencia, yendo en beneficio de todas ellas, es
oneroso.
En cambio, el contrato unilateral puede ser gratuito u oneroso; y así, el mutuo puede
tener uno y otro carácter según si se han estipulado intereses. Si no los hay, el mutuo es
unilateral y gratuito; lo primero, porque sólo se obliga el mutuario, y gratuito porque éste es
el único que obtiene utilidad, pues dispone de la cosa dada en mutuo, generalmente dinero,

36
Entre nosotros, en cambio, la jurisprudencia ha solido reconocer a los socios cumplidores un derecho a
la resolución ipso facto de la sociedad, por aplicación del Art. 2101; G.T. de 1877, NI 663, pág. 322; de 1908,
T. 1° N.° 126, pág, 199 y de 1920, 1- seca n° 134, pág. 600.

42
LAS OBLIGACIONES TOMO I

sin dar nada en cambio. El mutuo con interés sigue siendo unilateral, pues al igual que en el
caso anterior, el único obligado es el mutuario, sólo que tiene dos obligaciones en la forma
antes señalada: restituir la cantidad prestada y pagar los intereses, y pasa a ser oneroso,
porque va en utilidad de ambas partes, del mutuario que utiliza el dinero prestado, y del
mutuante que obtiene un interés por su dinero.
De ahí que hay contratos que son siempre onerosos, y otros que son siempre gratuitos,
pero existen algunos como el citado mutuo y otros que luego veremos que pueden serlo o
no, según las estipulaciones del mismo. Puede resultar difícil por esta razón en ciertos casos
resolver si el contrato es gratuito u oneroso.
El más típico de los contratos gratuitos, la donación, puede ser con carga o gravamen,
como si el donante da un inmueble a una persona por valor de $ 100.000 con la obligación
de entregar $ 10.000 a un tercero; tal donación sigue siendo un contrato gratuito en cuanto
la carga no alcance al beneficio que se recibe.
La distinción estriba, pues, en el espíritu de mera liberalidad de los contratos gratuitos;
en el contrato oneroso hay ventajas recíprocas, que en los bilaterales derivan de la
existencia de obligaciones también recíprocas.
Muchas discrepancias existen también respecto a la hipoteca, prenda y fianza.
La prenda y la hipoteca pueden constituirla el propio deudor o un tercero; en el primer
caso, se las considera generalmente como onerosas, pues ambos contratantes obtienen
utilidad: el acreedor, la seguridad de su crédito, y el deudor, porque a no mediar la garantía
de la caución otorgada, no habría obtenido su crédito. Pero si se constituyen con
posterioridad al nacimiento de la obligación, pasan a ser gratuitas, en exclusivo beneficio
del acreedor a quien se le cauciona su crédito.
Ahora bien, la hipoteca y la prenda pueden ser constituidas por un tercero, en cuyo
caso, al igual que la fianza, que siempre la otorga alguien ajeno a la obligación principal,
podrán ser gratuitas y onerosas: si el tercero constituye la hipoteca, la prenda o fianza con
el Único objeto de que el deudor principal obtenga su crédito, el contrato es gratuito, pues
hay una mera liberalidad del constituyente o fiador, pero si se obliga porque se le ofrece
una remuneración, pasan a ser onerosas, pues benefician al deudor principal, que obtiene su
crédito y al constituyente y fiador, cuya utilidad es la recompensa ofrecida.
Veremos en los números siguientes sucesivamente los contratos gratuitos y sus
divisiones, los onerosos y sus subclasificaciones, y la importancia que tiene distinguir un
contrato como oneroso o gratuito.
63. I. Contratos gratuitos: donación y contratos desinteresados.
En el contrato gratuito, según lo visto, una sola de las partes obtiene ventajas: pero
debe tenerse cuidado, porque la utilidad, según veíamos al hablar del carácter patrimonial
de la obligación (No 26), puede no ser avaluable en dinero, y siempre la parte se habrá
gravado en beneficio de la otra. La ventaja de la contraparte puede ser meramente moral, no
tener valor material o pecuniario, pero siempre el contrato será oneroso y no gratuito. Y así,
por ejemplo, el contrato entre una empresa teatral y el espectador que adquiere su entrada
para el espectáculo es oneroso, pues hay una utilidad pecuniaria para el empresario: lo que
recibe por la entrada, y una moral para el espectador que obtiene una satisfacción espiritual.
Ejemplos de contratos gratuitos son la donación, ya citada, y el más típico de todos, el
comodato o préstamo de uso, el mutuo o préstamo de consumo si no se han convenido
intereses, el depósito, el mandato no remunerado, etc.

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Pero entre ellos debe hacerse una distinción entre la donación por un lado, que es
siempre esencialmente gratuita, aun cuando lleve carga o gravamen, y los demás contratos
gratuitos que se suelen llamar más bien desinteresados.
La diferencia fundamental entre la donación y estos contratos desinteresados es que en
virtud de lo dispuesto por los Arts. 1.395 y 1.398 es presupuesto indispensable de aquélla el
empobrecimiento del patrimonio del donante y el recíproco enriquecimiento del donatario,
esto es, un desplazamiento de bienes o valores de uno a otro patrimonio que no existe en los
contratos desinteresados.
La donación se asemeja mis a los actos gratuitos por causa de muerte: herencias y
legados, con los cuales, sin embargo, como es natural, tiene diferencias, la principal de las
cuales, amén de que la donación es un acto entre vivos y las asignaciones sucesorias
suponen el fallecimiento del causante, consiste en que estas últimas pueden tener su fuente
en la ley o en un acto jurídico unilateral del asignante: el testamento, mientras que siendo
siempre contrato, la donación supone acuerdo de voluntades. Pero salvadas estas
diferencias, la donación es más vecina de la sucesión por causa de muerte que de las
convenciones y por ello el Código la trató en el Libro III que reglamenta las herencias y
legados, y allí se estudia. 37
64. II. Contratos onerosos: conmutativos y aleatorios.
El contrato oneroso puede ser conmutativo o aleatorio; así lo dice el Art. 1.441, y
señala que existe el primero “cuando una de las partes se obliga a dar o hacer una cosa que
se mira como equivalente a lo que la otra parte debe dar o hacer a su vez”. Y, según el
mismo precepto, el contrato oneroso “se llama aleatorio, si el equivalente consiste en una
contingencia incierta de ganancia o pérdida”.
La separación entre una y otra subclase de contrato oneroso es entonces que,
obteniendo siempre ambas partes utilidad del negocio, en el conmutativo hay equivalencia
en las prestaciones recíprocas de ellas, la que no existe en el aleatorio.
Y así, si se vende un inmueble en $ 100.000, se consideran como equivalentes el
inmueble y el precio pagado por él. Y decimos que se miran como equivalentes, porque la
ley no exige una igualdad al ciento por ciento, ya que en todo contrato oneroso ambas
partes buscan su propia utilidad y si la obtienen, las prestaciones no resultarán totalmente
equilibradas, El legislador sólo interviene cuando la balanza se ha inclinado fuertemente
hacia uno de los contratantes, rompiendo la equivalencia de las obligaciones, mediante la
institución de la lesión enorme; y así, si el inmueble valía realmente $ 210,000 en el
ejemplo propuesto, existe una lesión enorme que sanciona la ley.
El equilibrio existente a la época de la celebración del contrato, puede romperse
posteriormente por causas sobrevinientes, y entonces nos encontramos frente a la
imprevisión o excesiva onerosidad sobreviniente en la prestación que las legislaciones
modernas tienden a aceptar (N.° 852),
En el contrato aleatorio no concurre esta supuesta igualdad en las prestaciones, sino
que por el contrario existe una contingencia, un azar, del cual dependerá en definitiva la
utilidad que las partes obtienen del contrato. Porque la definición del Código parece dar a
entender que el contrato es aleatorio para una sola de las partes al decir “y si el equivalente
es una contingencia incierta de ganancia o pérdida”, pero la verdad es que la probabilidad
37
Para la donación. véanse nuestros apuntes de las clases del profesor don Manuel Somarriva Undurraga,
Derecho Sucesorio, Editorial jurídica. Santiago, 1980. 3° edición, págs. 531 y sigtes.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

existe para ambas partes; el contrato es aleatorio para todas ellas: si una gana, la otra pierde
y viceversa. Así se verá al señalar algunos casos de contratos aleatorios.
Hay contratos que siempre presentan este último carácter, y existen otros que pueden
ser conmutativos o aleatorios, según la forma en que se presenten. Pertenecen a la primera
categoría por ejemplo, el seguro, la renta vitalicia, la cesión de derechos litigiosos, y los
más típicos de todos: la apuesta y el juego.
La contingencia del seguro deriva de la ocurrencia o no del siniestro cuyo riesgo se ha
contratado. Y así si se asegura un inmueble contra incendio en $ 100.000 y se paga una
prima de $ 10.000, si se incendia la propiedad, la Compañía de Seguros pierde, porque
habiendo recibido sólo $ 10.000, debe pagar $ 100.000, y gana el asegurado que con una
inversión de $ 10.000 ha salido indemne del siniestro, A la inversa, si no ocurre el siniestro,
la Compañía ha ganado la prima.38
Lo mismo ocurre en la renta vitalicia, en que una persona se obliga a pagar a otra, a
título oneroso, una renta o pensión periódica, durante la %ida natural de cualquiera de estas
dos personas o de un tercero (Art. 2.264), como, si por ejemplo, una de ellas entrega a la
otra $ 200.000 para que le pague durante la vida del constituyente una renta mensual de $
200. Si éste fallece al coito tiempo, ha habido un buen negocio para el que se obligó a pagar
la renta, y malo para el constituyente, pero si éste vive por largo tiempo, es a la inversa. Lo
mismo ocurre en la cesión de derechos litigiosos en que el objeto directo de la cesión es el
evento incierto del pleito, del que no se hace responsable el cedente (Art. 1.911) (N.°
1.085); si el cesionario gana el pleito hará buen negocio, y pésimo si lo pierde.
Un caso típico de contrato que puede presentarse como conmutativo o aleatorio, según
la estipulación de las partes, es la venta a futuro a que se refiere el Art. 1813. De acuerdo a
este precepto, por regla general esta forma de compraventa es conmutativa, pues las
prestaciones se consideran equivalentes, y condicional, sujeta a la condición de que exista
la cosa futura. A menos, agrega la disposición, que aparezca que se compró a la suerte,
porque entonces el contrato es puro y simple y aleatorio. Un ejemplo clásico que viene
desde Pothier, explica el porqué: la persona que compra a un pescador todo lo que salga en
la red, celebra un contrato aleatorio, porque deberá pagar el precio sea lo que fuera lo
pescado; pero si le compra tal pez específico, como, adecuando el ejemplo a nuestro país, el
congrio colorado que obtenga en la pesca, celebra un contrato conmutativo, y sujeto a la
condición de que se pesque un congrio colorado.
Se puede apreciar entonces lo que decíamos al comienzo: el contrato aleatorio lo es
siempre para ambas partes.
La importancia de la subclasificación de los contratos onerosos en conmutativos y
aleatorios es menor que las otras, y se refiere a dos aspectos.
El primero ya quedó señalado: la lesión y la imprevisión pueden tener cabida en los
contratos conmutativos, pero nunca en los aleatorios, en que de partida se sabe que no hay
equivalencia en las prestaciones; de ahí que las legislaciones que las aplican en términos
generales, no las aceptan en estos contratos.
Y lo segundo es que el legislador mira con malos ojos algunos contratos aleatorios,
especialmente los más típicos de ellos: el juego y la apuesta, y también la citada cesión de
derechos litigiosos (N.° 1.082).
38
Se ha discutido el carácter aleatorio del seguro para la Compañía aseguradora, pues en virtud de los
cálculos actuariales el conjunto de sus operaciones siempre le reporta beneficios. Pero cada póliza de seguro
que contrata es evidentemente aleatoria, pues corre el riesgo señalado en el ejemplo del texto.

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65. III. Importancia de la clasificación de los contratos en onerosos y gratuitos.


En cambio, la distinción entre contratos onerosos y gratuitos adquiere gran importancia
desde varios aspectos, de los cuales destacaremos los más importantes:
1.° Restricciones a las liberalidades.
El legislador es más estricto con ellas, pues pueden llegar a dañar seriamente el
patrimonio de quien las efectúa, aunque estas limitaciones atañen principalmente a la
donación y no tanto a los contratos desinteresados; y así. para aquella se exige plena
capacidad de disposición, puede quedar sujeta a reducción por la formación del acervo
imaginario en las sucesiones, requiere autorización judicial cuando excede de cierta
cuantía. etc.
2.° El error en la persona.
Hemos dicho que según el Art. 1.455 esta clase de error no vicia el consentimiento a
menos que la consideración de esta persona haya sido la causa determinante para la
celebración del contrato, Esto no ocurre normalmente en los contratos onerosos que no se
celebran en consideración a la contraparte, pero sí en los gratuitos, en los que, generalmente
el error en la persona acarrea la nulidad del contrato;
3.° La responsabilidad del deudor.
De acuerdo al Art. 1.547, en el contrato establecido en utilidad de ambas partes, o sea,
en el oneroso, el deudor responde de la culpa leve; en los gratuitos hay que distinguir,
según si ha sido otorgado en beneficio del propio deudor o del acreedor. En el primer caso,
el obligado responde de la culpa levísima, y en el segundo únicamente de la grave (N' 833)
4.° Acción contra terceros en la acción pauliana y pago de lo no debido.
La acción pauliana tiene por objeto dejar sin efecto los actos efectuados por el deudor
en fraude de sus acreedores, y el pago de lo no debido da acción para exigir la restitución
de lo cancelado indebidamente. En ambos casos, para que estas acciones afecten a terceros
que han contratado con el deudor, el legislador distingue según si estos actos se han
otorgado a título gratuito vi oneroso. (Arts. 2.468 y 2.303, respectivamente. Ver N.° 782 y
N.° 696).
5.° Obligación de garantía.
En los contratos onerosos, por ejemplo, compraventa (Art. 1.838), donde se la
reglamenta fundamentalmente, arrendamiento (Art. 1.930), sociedad (Art. 2.085), etc.,
existe la obligación de garantizar a la contraparte la evicción. Está definida por el Art.
1.838 en la compraventa: “hay evicción de la cosa comprada, cuando el comprador es
privado del todo o parte de ella, por sentencia judicial”, y esta obligación lleva envuelta la
de defender al comprador en el pleito, e indemnizarlo ampliamente si es privado de la cosa
comprada.
Definida y tratada en la compraventa, esta obligación es común a todo contrato
oneroso; en ellos siempre que una persona adquiere una cosa y se ve privada de ella o no
puede obtener de la misma la utilidad que deriva del contrato celebrado, tiene derecho a la
garantía de la evicción, porque a cambio de la cosa adquirida el que sufre la evicción se ha
gravado a su tumo en beneficio de la otra parte.
Esta obligación no existe en los contratos gratuitos y así lo dice el Art. 1.442 para la
donación; la solución es equitativa por cuanto el donatario no ha desembolsado nacía y
nada pierde, en consecuencia, con la evicción. Pero en las donaciones con gravamen, como
el donatario ha experimentado una carga, existe una evicción limitada.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

Párrafo 3.°
CONTRATOS CONSENSUALES, REALES Y SOLEMNES
66. Concepto.
El Art. 1.443 del Código define: “el contrato es real cuando, para que sea perfecto, es
necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es solemne, cuando está sujeto a la
observancia de ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún
efecto civil; y es consensual, cuando se perfecciona por el solo consentimiento”.
Esta clasificación atiende a la forma en que se perfecciona el contrato, y no como
pudiera pensarse a la mayor o menor importancia del consentimiento. Todo contrato lo
necesita, según ya quedó suficientemente demostrado, pero en algunos de ellos, y por eso
se llaman consensuales, basta el consentimiento para su existencia, y en otros en cambie, la
ley exige, además, alguna formalidad; si la formalidad exigida por la ley para que se
perfeccione el contrato es la entrega de una cosa, nos encontramos ante un contrato real.
El estudio de esta materia lo haremos a través de los siguientes aspectos: Desarrollo del
consensualismo y formalismo; los contratos solemnes, los contratos reales y la decadencia
de este tipo de contratos, e importancia de la clasificación.
67. I. Consensualismo y formalismo.
Corno quedó señalado en la Primera Parte, en su origen, los contratos, como todos los
actos jurídicos, fueron estrictamente formales, siendo muchas de las solemnidades de orden
religioso. Posteriormente apareció el contrato real en que la formalidad es la entrega de la
cosa; el crecimiento económico y el desarrollo intelectual de los pueblos que les permite
formular abstracciones, espiritualizó el Derecho, alentó el consensualismo, reafirmado
-después de la regresión que importó en Europa el triunfo de los bárbaros sobre Roma- por
los canonistas y acogido integralmente por las legislaciones inspiradas en el principio de la
autonomía de la voluntad de que hablaremos en la sección destinada a los efectos del
contrato.
Como este principio se funda en la idea de que la voluntad de las partes es soberana
para crear y regular toda clase de relaciones jurídicas, lo lógico es que baste esa voluntad
para formar el contrato sin necesidad de otros requisitos o formalidades.
Dado que nuestro Código se inspira en esta doctrina, la regla general es que todo
contrato sea consensual, a menos que una disposición especial lo deje sujeto a formalidad a
falta de ella, el contrato es consensual. De ahí que los más frecuentes e importantes
contratos lo sean: compraventa de cosas muebles, arrendamiento, fianza, transacción,
sociedad civil, mandato, etc.
Además de los factores señalados, ayudaron a la difusión del consensualismo las
necesidades del comercio que requiere de gran rapidez y fluidez, para lo cual constituyen
un obstáculo los rigorismos fórmales.
Sin embargo, el consensualismo no deja de tener inconvenientes, ya que el
consentimiento puede prestarse en forma precipitada, los terceros suelen ser perjudicados
por su ignorancia del contrato que se ha celebrado, y las mismas partes pueden encontrar
inconvenientes para probar su existencia y sus estipulaciones. De acuerdo a los Arts. 1.708
y 1.709, no pueden probarse por testigos los actos y contratos que contengan la entrega o
promesa de una cosa que valga más de dos unidades tributarías (antes 20 centavos, cantidad

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que si tuvo importancia al dictarse el Código Civil, la había perdido totalmente), salvo que
exista un principio de prueba por escrito y haya sido imposible obtener prueba escrita (Art.
1.711).
Por último, razones de fiscalización tributarla han aumentado la exigencia de
escrituración, barrenando desde este campo también el principio consensual.
De ahí que se haya vuelto un poco atrás en la materia, siendo la tendencia actual de las
legislaciones el retorno al formalismo, pero naturalmente las solemnidades presentes no se
fundan en fórmulas sacramentales, sino que en general basta la escrituración privada y,
otras veces, se exige también la inscripción en algún Registro.
68. II. Contratos solemnes.
De acuerdo al citado Art. 1,443, el contrato es solemne cuando está sujeto a la
observancia de ciertas solemnidades especiales,, de manera que sin ellas no produce efecto
civil, esto es, es absolutamente nulo.
Ejemplos de contratos solemnes en el Código son la compraventa de bienes raíces y la
hipoteca, que deben constar por escritura pública, el contrato de promesa que debe hacerlo
por escrito, etc. Los actos de familia son por regla general solemnes.
Para determinar cuándo un contrato es solemne, hay que atender a la formalidad a que
está afecto, ya que ellas pueden ser de varias clases. En efecto, se distinguen las siguientes
categorías:
1.° La solemnidad objetiva.
Es la que se exige en relación al acto en sí mismo, y es igual para todos los contratos de
la misma naturaleza, como ocurre, por ejemplo, en el citado caso de la compraventa de
bienes raíces en que la formalidad es el otorgamiento de la escritura pública.
Estas solemnidades pueden ser de varias clases: instrumentos públicos o privados,
concurrencia de algún funcionario público y de testigos, como ocurre en el matrimonio, etc.
Es la exigencia de este tipo de solemnidades la que da a un contrato el carácter de
solemne; su inobservancia priva al contrato de efectos civiles por la vía de la nulidad
absoluta, según lo dispuesto en el Art. 1.682: “la nulidad producida por la omisión de
alguna formalidad que la ley prescribe para el valor de ciertos actos o contratos en
consideración a la naturaleza de ellos, es absoluta”. En doctrina incluso habría inexistencia
del acto; éste no nacería a la vida jurídica.
En el contrato solemne, éste sólo queda perfecto cuando se otorga la solemnidad. Ello
se ha discutido en tomo a la escritura pública, y el problema es determinar cuándo queda
ésta perfeccionada porque desde ese momento el contrato está otorgado y las partes no
podrán revocarlo. No nos corresponde naturalmente ahondar el punto que ha sido objeto de
una abundante y contradictoria jurisprudencia,39 pero en nuestro concepto, la escritura, v
por ende el contrato, quedan a firme una vez que contienen todas sus estipulaciones y la
firma de todos los concurrentes, aun cuando falte la exhibición de los documentos que la
ley exige para que el Notario pueda autorizarla, especialmente los que se refieren a pago de
impuestos que gravan el contrato; todos ellos pueden suplirse después, autorizándose en tal
oportunidad la escritura. El Art. 406, inciso final, del C.O.T. solucionó buena parte del
problema, al disponer tras la reforma de la Ley 18.181, de 26 de noviembre de 1982:
“Carecerá de valor el retiro unilateral de la firma estampada en el instrumento, si éste ya lo
hubiere suscrito otro de los otorgantes”.
39
Véase Rep. tomo IV, pág. 12, NO 2, y RDJ, T. 66, sec. 1° pág. 35 y sec. 2°, pág. M

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

2.° La formalidad habilitante.


Es la que se exige para la realización de ciertos actos de los incapaces, como ser, la
autorización judicial para la enajenación de los bienes raíces del hijo de familia (Art. 255).
La sanción por su inobservancia es la nulidad relativa.
la sola exigencia de estas formalidades no transforma al acto en solemne; obtenida la
autoridad judicial o cualquier otra formalidad de que se trate, el contrato puede ser
consensual, a menos que la ley exija para éste alguna formalidad. Así ocurrirá
normalmente, como en el ejemplo antes citado, en que se requiere la escritura pública,
porque el legislador impone solemnidades para los actos que considera importantes y para
los mismos, por consecuencia, exige que los representantes legales se sometan a
determinados requisitos para su otorgamiento.
3.° Las formalidades ad-probationem.
Si no se cumple con estas formalidades no hay nulidad de ninguna especie, ni otra
sanción sino que las partes quedan limitadas en cuanto a sus medios de prueba Según lo
expresado en el número anterior. no puede probarse por testigos ningún acto o contrato
superior a cierto valor, v. en consecuencia las partes deberán precaverse de algún medio de
prueba para acreditar la obligación. Pero el acto en ningún caso pasa a ser solemne, s
siempre podrá probarse por otro medio: un principio de prueba por escrito unido a otra
prueba. la confesión, presunciones. etc.
4.° Las formalidades de publicidad.
Estas se exigen en resguardo de los intereses etc terceros en los casos que pueden verse
afectados, y su inobservancia no acarrea la nulidad del acto, sino que su inoponibilidad a
terceros (N.° 149). El contrato no es solemne por la existencia de alguna de estas
formalidades, ya que siempre valdrá entre las partes, pero evidentemente perderá mucho de
su eficacia al no poderse oponer a terceros, y
5.° Las formalidades convencionales.
De acuerdo al principio de la autonomía de la voluntad, las partes pueden acordar que
un determinado contrato que van a celebrar no quede perfecto sin el otorgamiento de alguna
formalidad, que puede consistir en el otorgamiento de algún documento.40
El legislador acepta esta convención; por ejemplo, en el Art. 1.802 para la
compraventa, y en el Art. 1.921 para el arrendamiento. Pero el contrato no pasa por ello a
ser solemne, sino que las partes pueden retractarse mientras no se otorgue el instrumento
acordado.
69. III. Los contratos reales. Decadencia actual.
Según el Art. 1.443. el contrato real es el que se perfecciona por la tradición de la cosa
a que se refiere.
En realidad, el precepto comete una impropiedad en el uso de los términos, pues la
tradición es un modo de adquirir el dominio, y no en todos los contratos reales hay
transferencia de él. Antes por el contrario, ello sólo ocurre por excepción, pues la regla
general en los contratos reales es que quien recibe la cosa quede como mero tenedor de ella,
con la obligación de restituirla, y no como dueño ni poseedor. Así, el depositario, el
comodatario, el acreedor prendario, etc., son meros tenedores, pues reconocen el dominio
40
Véanse al respecto fallos publicados en la RDJ, T. 25, sec. 1° pág. 65 y T. 30, sec. 1° pág. 362. El Código
italiano por su parte contiene una fórmula general para las formalidades convencionales en el Art. 1.352 y
presume que ellas han sido queridas para la validez del contrato.

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ajeno, y por excepción, en el mutuo sí que hay tradición, porque el mutuario se hace dueño
de las cosas recibidas en mutuo, con cargo de restituir otras de igual género, cantidad y
calidad.
Por ello es más propio definir el contrato real como el que se perfecciona por la entrega
de la cosa.
Los contratos reales son todos unilaterales, pues sólo nace la obligación del que recibe
la cosa de restituirla, pero pueden derivar en sinalagmáticos imperfectos, según vimos en el
N.° 59.
La noción de contrato real se encuentra en franca decadencia, y es muy posible que
llegue a desaparecer.41
La aparición del contrato real puede considerarse un adelanto jurídico, ya que eliminó
las exigencias primitivas de fórmulas o palabras sacramentales, bastando la simple entrega
de las cosas; fue, en consecuencia, un paso hacia la simplificación y el consensualismo.
Pero su mantención posterior resulta sorprendente, pues no tienen justificación jurídica.
Pretendiendo darle alguna, Pothier sostenía que para que haya obligación de restituir se
requiere previamente la entrega de la cosa que será necesario devolver, pero tal argumento
se desvanece si se considera que existen numerosos contratos en que existe obligación de
restituir, y desde luego uno tan importante y frecuente como el arrendamiento, sin que por
ello sean reales.
¿ Dónde esta entonces la diferencia en cuanto a su perfeccionamiento entre el
arrendamiento y el comodato o préstamo de uso? En el arriendo, por ejemplo, de un
automóvil, la entrega de éste es el cumplimiento de la obligación contraída, y en cambio, en
el comodato la misma entrega no es el cumplimiento de una obligación del comodante, sino
que perfecciona el contrato. De éste nace una sola obligación: la del comodatario de
restituir el vehículo a la expiración del comodato. La especie que se entrega debe estar
físicamente presente en ese momento, lo que es un inconveniente más en estos contratos.
Para paliar este tropiezo puede recurrirse a la figura jurídica de una promesa de
comodato; entonces el futuro comodante, por la promesa habrá adquirido la obligación de
otorgar el contrato prometido, y como la forma de hacerlo en el comodato es la entrega de
la especie prometida en préstamo, en definitiva, por la promesa el prometiente comodante
adquiere la obligación de entregar, igual que en el arriendo. Entregada la especie, queda
cumplido el contrato de promesa y otorgado el de comodato.
Todos estos subterfugios e inconvenientes se obviarían transformando estos contratos
en consensuales o solemnes, y bilaterales o sinalagmáticos. Así, en el caso propuesto el
comodante por el contrato de comodato se comprometería a entregar el automóvil, y el
comodatario a restituirlo en la época convenida. El contrato seria consensual, o solemne si
así lo exigiera la ley, y bilateral, porque nacerían dos obligaciones, una para cada parte. Y
lo que hemos expuesto respecto del comodato vale para todos los contratos reales.
De ahí la decadencia de la institución en las legislaciones modernas. El Código Alemán
sólo les conserva claramente el carácter de reales al mutuo y la prenda; en los Códigos
suizo, turco y polaco sólo lo mantiene este último. Sin embargo, otros Códigos, como el de
Perú, y el italiano, mantienen en su pleno vigor la noción de contrato real. En la doctrina, la
mayor parte de los autores se inclinan por la tendencia a otorgarles el carácter de
consensuales, o solemnes y bilaterales.
41
Sobre contratos reales, véase F. José Osuna Gómez, Del Contrato Real y de la Promesa de Contrato
Real, con prólogo de don Arturo Alessandri Rodríguez, Editorial Nascimento. Santiago, 1947,

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

70. IV. Importancia de la clasificación de los contratos en consensuales, solemnes y


reales.
Ha quedado prácticamente señalada en los números anteriores la importancia de esta
clasificación de los contratos: ella reside en la determinación del momento en que se
perfeccionan; para su validez, ya que la falta de solemnidad exigida por la ley acarrea la
nulidad absoluta del contrato, según dijimos, y finalmente, para la prueba, conforme al
adagio de que el acto solemne se prueba por sí solo. Incluso, si la exigencia es de un
instrumento público como formalidad, su falta no puede suplirse por otra prueba (Art.
1.701), prueba que no tendría ningún objeto, por lo demás, puesto que el contrato es nulo.

Párrafo 4.°
CONTRATOS PRINCIPALES Y ACCESORIOS
71. Concepto.
Esta clasificación está enunciada por el Código en su Art. 1.442 en los siguientes
términos: “El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin necesidad de otra
convención, y accesorio, cuando tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una
obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella”.
O sea, que esta clasificación atiende a la manera como existen los contratos: los
principales no necesitan de otros para subsistir, y los accesorios, como tienen por objeto
asegurar el cumplimiento de una obligación principal, no existen si no hay otra obligación a
la cual acceder.
En consecuencia, los contratos accesorios son los de garantía, que tienen por objeto
ciar una seguridad al crédito al cual acceden, o de caución, como también se les llama. El
Art. 46 del Código declara que caución significa generalmente cualquiera obligación que se
contrae para la seguridad de otra obligación propia o ajena. Son especies de caución la
fianza, la hipoteca y la prenda”.
Si bien requiere siempre de una obligación de la cual es accesoria la que se contrae por
el contrato accesorio, no es fuerza que exista otro contrato, porque la obligación principal
que se garantiza puede tener su origen no sólo en aquél, sino en cualquier otra fuente de las
obligaciones, y así se puede caucionar el cumplimiento de una obligación extracontractual,
emanada de la sola ley, de un cuasicontrato, de un hecho ilícito, por medio de un contrato
accesorio.
72. Caución y garantía.
Sabemos que el deudor responde de su obligación con todo su patrimonio embargable
(N.° 581); es la seguridad que cualquier crédito da al acreedor, pero ella puede resultar
insuficiente frente a un deudor contumaz o insolvente. Por ello adquiere una importancia
fundamental para el acreedor contar con una garantía de cumplimiento.
No es lo mismo garantía que caución; la primera es el género, la segunda, la especie.
La garantía es cualquier seguridad que se le otorga a un crédito, y de la cual no todos ellos
gozan; toda garantía es un accesorio del crédito, pero no tiene vida propia, mientras que la
canción es una obligación accesoria; supone, según lo expresado, un contrato en que las
partes constituyen esta seguridad para un crédito.

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Y así constituyen una garantía pero no una caución, la condición resolutoria tácita,
porque si el deudor no cumple, le permite al acreedor obtener la restitución de lo dado o
pagado o inhibirse de cumplir su propia obligación; la excepción del contrato no cumplido
y el derecho legal de retención (N.° 947), porque también permiten al acreedor obtener el
cumplimiento presionando al deudor con el propio incumplimiento: los privilegios y
preferencias para el pago (N.° 979), ya que permitirán al acreedor pagarse antes que los
demás acreedores, etc. Y no son cauciones por la señalada razón de que no son
obligaciones accesorias contraídas para la seguridad del crédito.
Sin embargo, suele usarse la expresión garantía como sinónimo de caución, o sea, se le
da un sentido restringido.
Las cauciones pueden ser personales y reales.42
Las primeras garantizan al acreedor, porque va a haber más de un patrimonio
respondiendo de la obligación. Así ocurre en la fianza, solidaridad pasiva y cláusula penal,
constituida por un tercero, que son especies de cauciones personales.43 Como el acreedor
tiene el derecho de garantía (prenda) general sobre todos los bienes del deudor de acuerdo
al Art. 2.465, si hay un fiador o un codeudor solidario, el acreedor gozará de este derecho
sobre un número mayor de patrimonios, por lo que se hace más dificil que la insolvencia
del deudor le impida cobrar su crédito, pues en tal caso lo hará efectivo en el patrimonio del
codeudor solidario o fiador. Tiene una defensa en caso de insolvencia del deudor, que no
existiría sin caución.
En la caución real hay una mayor garantía aún, pues consiste en afectar un bien
determinado, mueble o inmueble al cumplimiento de la obligación. Son casos de ella la
hipoteca, la prenda y la anticresis, esta última de mucho menor importancia.
Reduciéndonos a la prenda e hipoteca, son la máxima seguridad de pago, porque
constituyen derechos reales, y otorgan al acreedor facultad para perseguirlos en manos de
quien se encuentre la cosa dada en prenda o hipotecada, y sacarla a remate para pagarse con
el producto de la subasta.
73. Importancia de la clasificación de los contratos en principales y accesorios.
Ella radica, de acuerdo al antiguo aforismo, en que el contrato accesorio sigue la suerte
del principal, y así extinguida la obligación principal, por cualquiera de los modos que
estudiaremos en la parte final de este volumen, igualmente se extingue la accesoria que la
garantiza. También, traspasado por acto entre vivos o por causa de muerte el crédito a que
acceden, se traspasan con él sus cauciones.
A la misma regla se someten todos los demás accesorios del crédito: privilegios,
intereses, etc.
74. Los contratos dependientes.
La doctrina ha agrupado algunos contratos parecidos a los accesorios bajo la
denominación de contratos dependientes. Son ellos los que necesitan también de otro acto
jurídico para su existencia, en lo que se asemejan a los accesorios, pero no aseguran el
cumplimiento de una obligación, en lo que se diferencian precisamente de ellos.

42
Sobre cauciones véase Manuel Somarriva Undurraga, Tratado de. las Cauciones. Contable Chilena Ltda.
Editores. Stgo. 1981, 2° edición.
43
Sobre la cláusula penal como caución, véase el N.° 907, pero adelantemos que si la constituye el propio
deudor, la garantía es meramente psicológica: que éste tratará de evitarla cumpliendo.

52
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Un ejemplo típico es la novación que no puede nacer a la vida jurídica si no existe una
obligación primitiva a la cual extingue para dar nacimiento a una nueva (N.° 1. 104).
Otro ejemplo son las capitulaciones matrimoniales que el Art. 1.715 define como las
convenciones de carácter patrimonial que celebran los esposos antes de contraer
matrimonio o en el acto de su celebración. Son dependientes, pues no pueden existir sin la
celebración del matrimonio.

Párrafo 5.°
CLASIFICACIONES DOCTRINARIAS DE LOS CONTRATOS
75. Enunciación.
Las anteriormente estudiadas son las clasificaciones de los contratos que establece el
Código; a ellas, la doctrina agrega otras divisiones de menor importancia, que ya hemos
enunciado y que examinaremos en este párrafo: preparatorios y definitivos; de libre
discusión y de adhesión; colectivos e individuales; de ejecución instantánea y sucesiva, y
nominados e innominados. Terminaremos señalando otras categorías de contratos.
76. I. Contratos preparatorios o preliminares y definitivos.
En términos bastante generales, contrato preparatorio o preliminar es el que tiene por
objeto la celebración en el futuro de otro contrato: el definitivo.
La teoría del contrato preparatorio es muy reciente y se encuentra en plena elaboración,
y prácticamente en la doctrina no hay acuerdo alguno respecto de ellos ni tampoco cuáles
quedan incluidos en tal categoría. El caso sin duda más típico es el de la promesa de
celebrar un contrato que se denomina precisamente contrato de promesa, y a que se refiere
el Art. 1 554 del Código. 44
77. II. Contratos de libre discusión y de adhesión.
En el contrato de mutuo acuerdo o de libre discusión, que los franceses llaman gré a
gré, las partes, de común acuerdo, establecen libremente las estipulaciones del convenio:
hay ofertas y contraofertas, conversaciones y finalmente el contrato es una forma de
transacción de los intereses de las partes.
En cambio, el contrato de adhesión se caracteriza porque la oferta la hace una de las
partes conteniendo todas las estipulaciones del mismo, sobre las cuales no acepta discusión
ni regateo alguno; la contraparte o acepta el contrato tal corno se le ofrece o se abstiene de
contratar; no existe otra alternativa para ella: lo toma o lo deja, según el decir popular. La
tónica de estos contratos es el desequilibrio económico entre la parte que impone el
contenido del acuerdo, generalmente una empresa monopolística, y el otro contratante.
Ejemplos típicos son el de seguro, el de transporte con una empresa, los servicios de
utilidad pública, etc. El asegurado no tiene elección posible: o contrata en los términos de la
póliza o no torna el seguro; igual ocurre con quien desea viajar en avión, tren o barco: debe
someterse a las condiciones de la empresa, etc.
Esta falta de igualdad ha permitido que se niegue a estos contratos la calidad de tales
(N.° 52), pues no habría acuerdo de voluntades, sino la imposición de una de ellas, y yendo
44
Contratos de Promesa, ob. cit., véase el completísimo estudio de Fernando Fueyo L., Derecho Civil,
Tomo V; “Los contratos en particular y demás fuentes de las obligaciones”. Volumen 11, Contratos
preparatorios. Universo. Santiago, 1963.

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más lejos se ha pretendido, por lo que se verá en los números siguientes, asimilarlos al
Derecho Público. Pero la verdad es que el interesado siempre tiene la relativa libertad de
contratar o no y además en cualquier contrato puede presentarse la misma situación en que
una de las partes, por la necesidad en que se encuentra la otra, fuerce a su favor las
estipulaciones del mismo.
No hay, pues, tal falta de consentimiento, pero sí el evidente peligro de que la parte
débil del contrato se vea obligada a suscribirlo en términos leoninos. Por ello, el Estado
interviene en estos contratos, lo que nos llevará a hablar en los números siguientes de los
llamados contratos dirigidos y forzosos.
El Código italiano, en su Art. 1.341, establece algunas restricciones para los contratos
en que las condiciones generales son establecidas por uno de los contratantes: sólo son
eficaces si la contraparte las ha conocido o debido conocer, y hay algunas, como las
limitaciones de responsabilidad, que deben ser específicamente aprobadas por escrito. Las
mismas soluciones da en general la doctrina para estos problemas.
Finalmente, y antes de pasar a tratar los contratos dirigidos y forzosos, digamos que los
contratos de adhesión no deben ser confundidos con la adhesión a un contrato celebrado por
otras personas. En efecto, hay ciertas convenciones, llamadas “abiertas”, en que pueden
incorporarse terceros al régimen estipulado; un ejemplo típico es la sociedad anónima en
que los que van entrando a la sociedad otorgan una escritura en que aceptan el contrato
social (Art. 22 de la Ley 18.046, de 22 de octubre de 1981).
78. A. El contrato dirigido.
Como decíamos, el Estado interviene en los contratos en que existe desigualdad
económica de las partes, fijando todas o algunas estipulaciones de los mismos: tarifas a las
empresas de servicios, etc.
En los contratos de seguros, a través de un organismo especializado, la
Superintendencia de Valores y Seguros (que reemplazó a la Superintendencia de
Compañías de Seguros, Bolsas de Comercio y Sociedades Anónimas), fiscaliza la actuación
de las compañías dedicadas al ramo, e incluso en ciertos tipos de seguros estableció pólizas
únicas iguales para todas ellas: es lo que se llama contrato formulario o tipo. El mismo
servicio había transformado prácticamente a las sociedades anónimas también en un
contrato dirigido, cada vez más cercano al contrato tipo. La legislación actual limitó su
control a las sociedades anónimas abiertas.
79. B. El contrato forzoso.
En el contrato de adhesión, cuando al menos teóricamente a la contraparte le queda la
posibilidad de la abstención; en el contrato forzoso las partes están obligadas a ligarse
jurídicamente entre sí por disposición de la autoridad, aun cuando pueden libremente
acordar algunas o todas las condiciones de la convención. Así ocurre, por ejemplo, cuando
el legislador exige a ciertas empresas o personas asegurar los riesgos que provocan a
terceros.
Pero cuando las partes están obligadas a tina relación jurídica y ella se encuentra
imperativa e íntegramente reglamentada por el legislador, creemos que es erróneo hablar de
contrato forzoso, pues en verdad aquí sí que no hay contrato, sino obligaciones legales. Es
el caso, entre nosotros, por ejemplo, de las leyes sobre arrendamiento que permiten al

54
LAS OBLIGACIONES TOMO I

arrendatario continuar la ocupación de la propiedad arrendada no obstante haberse


extinguido el arriendo (N.° 1.166).
80. III. Contratos individuales y colectivos.
El contrato individual no es sólo la regla general, sino el único que conoció el Código
Civil: es aquel en que todos los que se obligan han concurrido a Otorgar su consentimiento
y el contrato, en consecuencia, afecta únicamente a quienes han intervenido en su
celebración.
El contrato colectivo obliga, en cambio, a personas que no han concurrido con su
consentimiento al perfeccionamiento del convenio. Es un producto de la evolución social y
económica del Derecho. El legislador, a los individuos que se encuentran en una misma
situación determinada por la ley, los considera como un grupo o colectividad con un interés
homogéneo, y sin perjuicio de los contrapuestos que pueden haber entre ellos; dadas ciertas
condiciones, como ser mayorías preestablecidas, o la intervención de ciertos órganos que en
un sentido representen a todos los interesados, quedan todos ellos obligados aun cuando no
hayan concurrido al acto con su voluntad. Semejantes contratos constituyen también un
marcado alcance al principio del efecto relativo del acto jurídico, y por ende del contrato:
éste afecta normalmente sólo a las partes que lo han celebrado (N.° 107). Aquí, a quienes
no han intervenido.
Un contrato en que concurren muchas personas, no por ese solo hecho pasa a ser
colectivo; si el consentimiento de todos los interesados es necesarios, el contrato sigue
siendo individual. Igualmente, no basta con que intervenga alguna colectividad, y así, si
una persona jurídica contrata con otra, no hay contrato colectivo, ya que la característica de
éste es que afecta a todas las personas, naturales o jurídicas, que se encuentren en la
situación prevista por la ley aun cuando no presten su propio y personal consentimiento.
En nuestra legislación podemos citar los siguientes casos bien caracterizados de
convenciones colectivas:
1.° El convenio de acreedores.
Ya el Código Civil previó la existencia de un convenio colectivo, puesto que en el Art.
1.622, a propósito de Ir¡ cesión de bienes (N- 968), declaró que el convenio de acreedores
celebrado con las mayorías que fije el “Código de Enjuiciamiento”, es obligatorio para
todos los acreedores citados en la forma debida.
Pero actualmente no es el Código de Procedimiento el que reglamenta la materia, sino
el Art. 180 de la Ley de Quiebras: el convenio de acreedores se entiende aceptado con el
voto favorable de los dos tercios de los concurrentes, a condición que representen a lo
menos las tres cuartas partes de] pasivo, determinado en la forma que indica el propio
precepto. Aprobado con esta mayoría, el convenio obliga a los acreedores de la minoría
disidente o no concurrente.
2.° El contrato colectivo de trabajo.
Con mucha más claridad los Arts. 17 y 124 del antiguo Código del Trabajo
consagraban un caso clarísimo de contrato colectivo. El D.L. 2.758 de 29 de junio de 1979
lo atenuó bastante, pero de todos modos el contrato colectivo del trabajo obliga a todos los
trabajadores que concurren a su otorgamiento, y se impone a los contratos individuales de
los trabajadores involucrados. (Arts. 122 y 124 de la Ley 19.069, de 30 de julio de 1991).
3.° Propiedad horizontal.

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El D.F.L. 224 del año 1953, Ley General de Construcción y Urbanización, cuyo texto
definitivo se contiene en el Decreto Supremo N.° 880 del Ministerio de Obras Públicas y
Transportes del 18 de abril de 1963, publicado en el Diario Oficial de 16 de agosto del
mismo año, refundió en su Capítulo V, la Ley 6.071 de 16 de agosto de 1937, que
estableció entre nosotros la venta de edificios por pisos y departamentos, y en su Art. 15
(hoy 58 del D.F.L. citado) contempló un caso interesante de convención colectiva.
Para resolver los problemas de administración y conservación del edificio, los
interesados pueden otorgar un Reglamento de Copropiedad con normas obligatorias para
los que lo celebren y sus sucesores en el dominio del piso o departamento. A falta de
Reglamento, el mencionado precepto dispone que en las Asambleas de Copropietarios
citadas en conformidad a la ley, pueden tornarse acuerdos por la mayoría de los
concurrentes que representen a lo menos las dos terceras partes del valor del edificio. Tales
acuerdos obligan a todos los copropietarios, aun cuando no hayan concurrido o votado en
contra.
81. IV. Contratos de ejecución instantánea y sucesiva.
Esta clasificación atiende a la forma en que se cumplen las obligaciones emanadas del
contrato.
Este puede generar, desde el punto de vista señalado, tres tipos de obligaciones:
1.° De ejecución única e instantánea.
Estas obligaciones se ejecutan de una sola vez, extinguiéndose ellas y el contrato
mismo; por ejemplo, en la compraventa, la obligación del vendedor se cumple entregando
la cosa, con lo cual se extingue, y la del comprador, pagando el precio, con lo cual queda
extinguida igualmente. Por lo general, el contrato no producirá otro efecto, aunque puede
generarlo, como ser la obligación de saneamiento del vendedor.
2.° De ejecución única pero postergada o fraccionada.
Es el mismo caso anterior, con la única diferencia que alguna o todas las obligaciones
se cumplen en épocas prefijadas o por parcialidades, como ocurre comúnmente en la propia
compraventa, con la de pagar el precio; así, puede estipularse que el precio se pague en 10
cuotas mensuales consecutivas iguales, o la cosa genérica vendida se entregue también por
parcialidades.
El contrato en este último caso, con las diferencias propias de la modalidad
introducida, se rige por las mismas reglas anteriores, y
3.° De ejecución sucesiva o de tracto sucesivo.
Se caracteriza este tipo de contrato porque las obligaciones van naciendo v
extinguiéndose sucesiva y periódicamente mientras dure la vigencia ellos, de manera que
cumplida una de las obligaciones, nace otra de la misma naturaleza y extinguida ésta, la
próxima, y así sucesivamente.
El ejemplo más típico de contrato de tracto sucesivo es el arrendamiento, en que el
arrendador está cumpliendo constantemente su obligación de proporcionar al arrendatario el
goce tranquilo y pacífico de la cosa arrendada, y éste de pagarle periódicamente la renta
estipulada hasta la extinción del arriendo. Igual ocurre en el contrato de trabajo, en el
suministro de mercaderías, etc.
Esta clasificación tiene gran importancia porque todas las características especiales que
señalamos en el N.° 60 para los contratos bilaterales se dan en forma distinta en los

56
LAS OBLIGACIONES TOMO I

contratos de tracto sucesivo, pues la extinción de ellos, por cualquier causal legal, no afecta
normalmente a las obligaciones ya cumplidas, y así:
1.° La resolución por incumplimiento.
Como dijimos, en todo contrato bilateral va envuelta la condición de no cumplirse por
la otra parte lo pactado; si en definitiva hay incumplimiento, puede solicitarse la resolución
del contrato, la que, declarada, opera con cierto efecto retroactivo (No 496), y así, en la
compraventa, el vendedor que no entrega la cosa debe restituir el precio recibido,
En los contratos de tracto sucesivo la resolución toma el nombre de terminación y
opera únicamente hacia el futuro; las obligaciones cumplidas quedan a firme, pues, por
ejemplo, seria imposible que el arrendatario restituyera el goce que ha ejercido en la cosa, y
por lo mismo el arrendador no está obligado a devolver las rentas recibidas,
2.° El riesgo.
Si la obligación de una de las partes en el contrato de tracto sucesivo se hace imposible
por caso fortuito, se extingue y se pone fin al contrato, pero tampoco esta finalización
afecta a las obligaciones ya cumplidas (N' 1.210).
También tiene importancia en otros aspectos:
3.° Extinción unilateral del contrato.
Por regla general los contratos no pueden quedar sin efecto por la sola voluntad de una
de las partes; en los de tracto sucesivo suele aceptarse la revocación unilateral si no hay
plazo prefijado, verbi gracia, por el desahucio en el arrendamiento y contrato de trabajo, y
4.° La imprevisión.
Según se ha dicho y lo veremos más adelante (N' 855), esta teoría pretende alterar el
contrato estipulado cuando su cumplimiento se ha vuelto muy gravoso para una de las
partes; ni aun en doctrina ella podría afectar a los contratos de ejecución única e
instantánea.
82 V. Contratos nominados e innominados.
Antes que nada, debemos advertir que esta clasificación es diferente a la que hacían los
romanos con la misma designación; en el Derecho Romano los contratos nominados
otorgaban acción y los innominados eran los pactos carentes de ella.
El criterio actual para determinar si un contrato es nominado o innominado es
únicamente si se encuentra reglamentado por el legislador o no. Los primeros están
expresamente establecidos en los textos legales y son, desde luego, los de más frecuente
aplicación: compraventa, arrendamiento permuta, sociedad, mandato, mutuo, etc.
Los contratos innominados tienen naturalmente un nombre, pero no están
reglamentados por el legislador y son incontables, ya que en virtud del principio de la
autonomía de la voluntad, las partes pueden unirse entre sí con todos aquellos vínculos
jurídicos que sean capaces de imaginar, mientras no vayan contra la ley, el orden público o
las buenas costumbres.45
Contratos innominados más o menos frecuentes son: el de talaje, 46 edición,47
representación teatral, etc. Fallos de nuestros tribunales han señalado tal carácter a la
45
Fallos publicados en la RDJ, T. 21, sec. 11. pág. 391 y 44, sec. 1° pág. 150.
46
Fallo publicado en la G.T. de 1916, 1° sec., N.° 249, pág. 754.
47
En la ley N.° 17.336 de 2 de octubre de 1970 sobre Propiedad Intelectual, se reglamentan la edición,
representación y otros contratos relacionados con la propiedad intelectual, con lo que dejan de ser
innominados. Es lo que ocurre normalmente con ellos: si se hacen frecuentes, se incorporan a la categoría de
nominados

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enajenación de derecho de llave,48 enfiteusis,49 postergación,50 y a estos dos casos que


citamos especialmente porque permiten una cabal comprensión de lo que es el contrato
innominado y las reglas que lo gobiernan:
Una tía pidió a su sobrina que la acompañara a vivir en Europa, prometiéndole una
recompensa; a la muerte de su tía, la sobrina demandó a los herederos cobrando dicha
recompensa, y la Corte Suprema acogió la pretensión declarando que no se trataba de un
arrendamiento de servicios, sino de un contrato innominado y
Se ha calificado también de innominado el arriendo de un box o estacionamiento para
guardar automóviles, con características de arrendamiento de cosas y de depósito, esto
último por el cuidado que debe otorgarse al vehículo, lo que tiene especial importancia por
la responsabilidad que impone al arrendador.51
En la práctica, el mayor número de casos de contratos innominados resulta de la
combinación de elementos de contratos nominados, lo que tiene importancia para la
interpretación de los mismos
En efecto, el problema que plantean los contratos no reglamentados es doble: el
primero, de su eficacia que ya hemos visto es universal mente aceptada,52 y luego de
determinar las reglas que los regirán.
En el contrato nominado, como veremos en la siguiente sección, para interpretarlo
deberá antes que todo calificársele, esto es, determinar de qué contrato se trata:
compraventa, permuta, arrendamiento, etc., y hecho esto, se aplicarán, a falta de
estipulación de las partes, las normas supletorias dadas por el legislador para el contrato de
que se trate (N.° 92).
En el innominado, lo primero que debe atenerse es a la estipulación de las partes en
cuanto no infrinjan una disposición legal, el orden público o las buenas costumbres. A falta
de estipulación, deberán aplicarse las reglas generales de los contratos, y por último, las de
los contratos nominados que más se asemejan a ellos.53
83. VI. Otras categorías de contratos. Enunciación.
Finalmente, para completar este panorama general de los contratos, estudiaremos en
los números siguientes algunas categorías particulares de ellos, a saber:
1.° Contratos traslaticios de dominio y derechos reales;
2.° Contrato a favor de tercero y promesa de hecho ajeno:
3.° El autocontrato, y
4.° El contrato por persona a nombrar.

48
Fallo publicado en la RDJ, T. 61, sec. 1° pág, 48
49
Fallo publicado en la RDJ, T. 21, sec. V, pág, 391. Nuestro legislador a diferencia de¡ Código francés,
italiano, etc., no reglamentó la enfiteusis, que es como un arrendamiento con ciertas características
especiales, plazos extensos y conferir en algunas legislaciones un derecho real. La sentencia citada expreso
que no había inconveniente, no obstante la omisión del Código chileno, de aceptar este contrato,
Naturalmente que las partes no podrán darle la categoría de derecho real, pues ella sólo la establece la ley.
50
Corte de Valparaíso, 6 de agosto de 1929, jurisprudencia al Día de 1929, pág, 464, citada por Rep,
tomo IV, N.° 6.
53 Publicado en RDJ, T. 7, sec, 11, pág, 5. La verdad es que había envuelto en este caso un problema de
pacto sobre sucesión futura, que como sabemos prohíbe el Art. 1.463.
51
Publicado en RDJ, T. 40, sec, 2° pág, 77.
52
El Código italiano, siempre preocupado, como habrá podido apreciarse, de recoger las opiniones
doctrinales, los acepta siempre que vayan dirigidos a realizar intereses merecedores de tutela, según el
ordenamiento jurídico (Art 1.322, inc. 2°).
53
En tal sentido RDJ, T. 29, sec. la, pág. 167. En contra rnísma RDJ, T. 21, sec. 1°, pág. 391.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

84.A. Contratos traslaticios de dominio y derechos reales.


Estos contratos son los que en nuestra legislación, dada la distinción entre título y
modo de adquirir el dominio, constituyen títulos traslaticios de dominio y demás derechos
reales, tales como la compraventa, permuta, aporte en dominio a una sociedad, etc. Ellos,
unidos a la tradición, traspasan el dominio y demás derechos reales.
Se les separa de los restantes no sólo por este importante efecto, sino porque, por la
misma razón, el legislador los somete a mayores exigencias, especialmente si versan sobre
bienes raíces, en que son siempre solemnes y sujetos a formalidades habilitantes.
Requieren también facultad de disposición, concepto más amplio que el de capacidad
de disposición que habitualmente se emplea. La facultad de disposición supone:
1.° Desde luego, la capacidad de ejercicio;
2.° El otorgamiento del contrato traslaticio por el titular del derecho o su representante
legal o contractual. Si así no ocurre, no se traspasará el dominio u otro derecho real de que
se trate, aun cuando opere el modo de adquirir correspondiente. Pero debemos advertir que
en nuestra legislación el contrato sobre cosa ajena no es nulo, sino que imponible al
verdadero dueño (N' 154), y
3.° Que la disposición no se encuentre prohibida o suspendida, como ocurre con las
prohibiciones legales o judiciales (N.° 605), el embargo (N' 802), etcétera.
85. B. El contrato a favor de terceros y la promesa de hecho ajeno. Referencia.
Estas especies de contratos las estudiaremos a propósito de los efectos de éstos, en los
números 120 y siguientes, y 135 a 139, respectivamente. Nos remitimos a ellos.
86. C. El autocontrato o acto jurídico consigo mismo .54
Esta figura se presenta cuando una misma persona interviene en un negocio jurídico
invistiendo dos o más calidades jurídicas diversas.
Puede darse en dos casos:
1.° El contratante actúa por sí mismo y a la vez como representante legal o contractual
de otra persona, y
2.° El contratante concurre en el mismo acto como representante legal o convencional
de dos o más personas naturales o jurídicas.
Esta distinción tiene especial importancia, porque se reconoce que en este último caso
es menos marcada la contraposición de intereses.
Porque evidentemente es el peligro de este tipo de intervención de una misma persona
representando dos posiciones en el contrato, y por ello los autores y legisladores (la
alemana la prohíbe generalmente) son más bien contrarios al mismo.
Tiende a admitírsele con dos condiciones:
1.°Que no esté legalmente prohibido
Es evidente que no podrá otorgarse un autocontrato si la ley lo ha excluido
expresamente como ocurre entre nosotros en el Art. 423, que prohibe a los guardadores
celebrar contratos en que tengan interés ellos o ciertos parientes suyos; en el Art. 1.800, en
relación con el 2.144 para los mandatarios, albaceas y síndicos para la venta de cosas que

54
Sobre esta figura de tan gran interés práctico, véase Anuro Alessandri Rodríguez, La autocontratación”,
RDJ, T. 28, 1, parte, págs. 1 y sigtes.; David Stichkin Branover, El Mandato Civil, 2° Edición, Editorial jurídica.
Santiago, 1965, pág. 428, N.° 140, Jossef Hupka, La representación voluntaria en los negocios juridicos.
Madrid, 1930, págs, 246 y sigtes; Messineo, ob. cit., T. IV, pág, 438, N.° 7.

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hayan de pasar por sus manos; en los Arts. 57 y 58 del C. Co., para los corredores, en el
Art. 257 del mismo Código para los comisionistas, etc.
2.° Que haya sido autorizado expresamente, o no exista conflicto de intereses.
Ejemplo de lo primero en nuestra legislación son los Arts. 2.144 y 2.145 del Código
Civil para el mandato, en que por regla general el mandatario no puede comprar para sí lo
que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo lo que éste le ha ordenado
comprar, ni encargado de tomar dinero prestado, hacerlo del suyo o facultado para colocar
dinero a interés, tomarlo prestado para sí, sin aprobación del mandante.
De aquí deriva que en nuestra legislación, en virtud de la libertad contractual, es
posible la autocontratación si el representado la ha autorizado, aunque no haya una
disposición general que lo permita, como ocurre con el Art. 1.395 del Código italiano. Pero
como en Derecho Privado puede hacerse todo aquello que no está prohibido
específicamente, es preciso inclinarse por la licitud de la convención.
Más discutible es la legitimidad de la autocontratación en el caso de que no esté ni
expresamente prohibida ni autorizada, pero no haya contraposición de intereses en la
gestión del representante, como si por ejemplo un padre de familia vende una propiedad
que le pertenece conjuntamente con sus hijos menores, y actúa en representación de éstos.
Podría sostenerse que las prohibiciones legales citadas son manifestaciones de una regla
general para negarles validez a semejantes actos, pero nos inclinamos por reconocerla
porque las prohibiciones son de derecho estricto y las existentes se fundan precisamente en
la contraposición de intereses. Si no la hay, carece de fundamento ampliar su aplicación.
Se ha discutido la naturaleza jurídica de la autocontratación, pues hay quienes niegan
que sea realmente un contrato, sino un acto jurídico unilateral, ya que concurre una sola
voluntad. Opinamos que no es así, concurren realmente dos o más voluntades, únicamente
que representadas por una sola persona.
87. D. El contrato por persona a nombrar.
Es ésta una figura hasta cierto punto novedosa, que se ha preocupado de reglamentar el
Código italiano en los Arts. 1.301 a 1.405, y que es de gran aplicación práctica. En dicho
contrato una de las partes se reserva la facultad de designar más adelante el nombre de la
persona o personas por quienes contrata, a la o las cuales corresponderán los derechos y
obligaciones emanados de él.
Es muy cercana a los casos del mandatario que actúa a su propio nombre, sin señalar el
poder, y a que se refiere el Art. 2.151 del Código.55 El mandante, por diferentes motivos,
puede desear que su nombre sea ignorado, como si por ejemplo necesita adquirir una
propiedad colindante a la suya y teme que si la compra directamente, el vecino, sabedor de
su necesidad, le cobre un mayor precio; el mandatario entonces adquiere a su propio
nombre, y posteriormente declara su representación y traspasa sus derechos al mandante.
El contrato por persona a nombrar puede ser más amplio, ya que no supone
necesariamente ni un mandato ni una agencia oficiosa; por ejemplo, una persona desea
efectuar un negocio, para lo cual no cuenta con capitales suficientes y necesita interesar a
otros sujetos que se lo aporten; mediante esta figura puede realizarlo, dejando el contrato
abierto para que los capitalistas posteriormente ingresen a él.
Creemos que no hay inconveniente, en principio, para aceptarlo en nuestra legislación,
en virtud de la libertad contractual, y en la práctica se le ha utilizado en contratos de
55
Véase Stichkin, ob. cit., N.° 197 y sigtes., págs. 549 y sigtes.

60
LAS OBLIGACIONES TOMO I

promesas, pero con ciertas limitaciones. En primer lugar, debe contener un plazo en que se
haga la determinación, y en todo caso una fórmula que permita efectuarla, pues si bien se
acepta la indeterminación de alguna de las partes en el contrato, ello es a condición de que
sea determinable; la fórmula, por ejemplo, en el mencionado contrato de promesa, seria que
al efectuarse la escritura definitiva, el prometiente declarara la o las personas para quienes
ha contratado, y si así no lo hiciere, se entenderá que lo hace para sí. Enseguida: no es
posible en toda clase de contratos, como por ejemplo, en la sociedad comercial, ya que el
legislador exige en el pacto social la individualización de todos los socios fundadores (Art.
426, C. Co.).

Sección Tercera
INTERPRETACION DEL CONTRATO
88. Concepto y reglamentación.
El Código se refiere a la interpretación del contrato en el Título XIII del Libro IV, Arts.
1.560 a 1.566, inclusive.
Es una materia de enorme importancia práctica, como lo confirma la nutrida
jurisprudencia existente al respecto.56
Porque puede ocurrir que las cláusulas del contrato se redacten en forma ambigua o
poco claras, o no contemplen determinadas situaciones que se presenten, y, en general, que
las partes discrepen en cuanto al sentido que debe dárseles.
En todos estos casos será preciso interpretar el contrato, o sea, fijar el alcance exacto
de sus diferentes estipulaciones, y complementarlo con las disposiciones legales que le
corresponden.
Para estudiar esta materia la dividiremos en los siguientes aspectos:
1.° Los sistemas de interpretación en las legislaciones; 2.°. El sistema de la ley chilena;
3.°. Operaciones que comprende la interpretación, y 4.°. La interpretación del contrato y el
recurso de casación en el fondo.
89. I. Sistemas de interpretación en las legislaciones.
Para la interpretación de los contratos existen fundamentalmente dos sistemas diversos,
diferencia que a su vez es consecuencia de distintas concepciones respecto a la voluntad en
los actos jurídicos Lo que al respecto se resuelva determinará si se da preferencia en la
interpretación del contrato a la voluntad real o a la declarada por las partes, que son las
doctrinas en referencia.
El Código francés, seguido por todos los influenciados por él, y por el Código italiano,
adoptan un sistema totalmente subjetivo, que da preeminencia a la voluntad real de las
partes sobre la declarada por ellas.
A la inversa, el Código alemán y los que él ha inspirado, dan primacía a la voluntad
declarada, manifestada por las partes sobre la real, la querida por ellas.
Estas dos doctrinas, según decíamos, repercuten necesariamente en la interpretación
del contrato, porque si la que prima es la voluntad real, ella es la que debe buscarse en él.
56
Véase Repertorio C.C. Tomo IV, 2° edición, págs. 301 y sigtes.; Jorge López Santa María, Interpretación
y calificación de los contratos frente al recurso de casación en elfondo en materia civil M. de P. Santiago,
1966. Ed. jurídica de Chile, y Carlos Rojas Blanco, Estudio Crítico de la Jurisprudencia del Art. 1.560 del C.
Civil. M. de P. Santiago, 1962.

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En cambio, en el sistema de la voluntad declarada hay que estarse a la letra misma de la


convención. - Aplicando el primer criterio, la intención de las partes, una vez averiguada, se
impone a la letra de lo estipulado. Con el segundo, esto es lo único que vale, tal como
ocurre en la interpretación de la ley, en que si “el sentido de la ley es claro, no se
desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu (Art. 19, C.C.).
A favor de este último sistema se señala que buscar la intención de las partes puede
resultar una verdadera adivinanza; en cambio, aplicando la letra del contrato se obtiene una
mayor seguridad para éste. Pero, se replica, la ley la redactan personas entendidas, y en
cambio los contratos pueden hacerlos las partes sin intervención de profesional que las
asesore, por lo cual su intención puede ser traicionada por las expresiones que usen.
Además, el problema de interpretación se presentará generalmente cuando el contrato no
sea claro, y entonces no habría otro sistema que investigar cuál fue el deseo de los
contratantes.
Por ello, si expresadas como se hizo anteriormente ambas doctrinas resultan totalmente
antagónicas, en la práctica se atenúan considerablemente, como se verá en el número
siguiente, sus diferencias.57
90. II. Sistema de interpretación de la ley chilena. Primacía de la intención de las partes.
De las doctrinas señaladas en el número anterior, nuestro Código recoge la francesa,58
como lo revela claramente el Art. 1.560: “conocida claramente la intención de los
contratantes, debe estarse a ella, más que a lo literal de las palabras”. Es la misma solución
para la interpretación de los testamentos (Art. 1.069), y justamente la inversa, según
decíamos, a la de la ley (Art. 19).
En consecuencia, en caso de conflicto, debe preferirse la intención de las partes a la
letra misma de las estipulaciones. Al respecto pueden presentarse dos situaciones:
1.° La redacción del contrato es ambigua, poco clara o contradictoria; en tal caso, no
hay duda de que deberá investigarse la intención de las partes como una única forma de
averiguar lo que dice aquél;
2.° La letra del contrato es totalmente clara, no hay doble interpretación posible ni
contradicción ni ambigüedad.
En tal caso no puede en principio desconocerse la letra de las estipulaciones, so
Pretexto de interpretarlas. Y así, si se dice que el interés a pagarse es anual, no va a concluir
el intérprete que la intención de las partes fue fijarlo mensual. Pero si aparece claramente
probada la intención de las partes distinta a lo estipulado, entonces podrá dársele
preferencia. Dicha intención debe ser probada fehacientemente, pues el Art. 1.560 habla de
“conocida claramente la intención de los contratantes..”etc. Así se ha resuelto por nuestros
tribunales.59

57
Como se dirá en el texto, prácticamente la diferencia entre las dos doctrinas consiste en la preferencia
que ellas dan a los elementos en que están inspiradas; en consecuencia, en Alemania sólo se llega por último
extremo a la voluntad de las partes no declarada, esto es, cuando el contrato no es claro. En el otro sistema,
igualmente se buscará esta intención si el contrato no es claro, pero si ella se prueba primará aun sobre la
letra perfectamente comprensible de las estipulaciones. Es, pues, sólo una distinción de grado, que también
se manifiesta en otros problemas en que aparentemente son irreconciliables en las dos doctrinas:
simulación, contraescrituras, error, reserva mental, etc.
58
Así se ha fallado. Por vía de ejemplo, RDJ. T. 52, sec. la, pág. 60 y T. 58, sec. 2° pág, 21.
59
Por vía de ejemplo, G.T, de 1888, T. II, N.° 2.872, pág, 929; RDJ Ts. 34, sec. 1° pág, 521; 52, sec, 1°
pág. 120, y 53, sec. la, pág. 217.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

91. III. Operaciones que comprende la interpretación del contrato.


Para interpretar el contrato debe, en primer lugar, como queda dicho anteriormente,
atenderse a la intención de las partes. Enseguida, será preciso calificar el contrato,
determinar su naturaleza para saber las normas legales que le son aplicables, Y regirán las
restantes normas de interpretación de los Arts. 1.561 a 1.566. Veremos en los números
siguientes estas situaciones.
92. A. Calificación del contrato.
Calificar un contrato es determinar su naturaleza jurídica, esto es, decidir si es
compraventa, permuta, innominado, etc.
Tiene enorme trascendencia esta operación, porque ella permitirá establecer las
disposiciones que lo rigen, y así aplicar las prohibiciones legales y las normas supletorias
que gobiernan lo que las partes no consideraron en sus estipulaciones. Así se verá cuando
estudiemos en el N.° 94 la procedencia de la casación en el fondo en relación a la
interpretación del contrato.
Al respecto, hay una norma de calificación que conviene tener presente: la que hayan
hecho las partes o el Notario del contrato no obliga al intérprete, y así, es perfectamente
lícito, aunque se haya calificado el contrato de compraventa, por ejemplo. que. de acuerdo a
su contenido, se establezca que no lo es, sino permuta u otro, Así lo han resuelto nuestros
tribunales generalmente.60
93. B. Complementación del contrato.
Calificado el contrato, quedan determinadas las normas legales que le son aplicables,
según lo expresado.
Incluso, como lo veremos al tratar de los efectos del contrato, hay disposiciones de la
ley que se imponen a lo estipulado por las partes, como ser las que fijan rentas de
arrendamiento, precios, etc. (N.° 101).
Igualmente, el contrato comprende todo aquello que por su naturaleza le pertenece o
que le corresponde de acuerdo a la costumbre; hemos visto como, según el Art. 1.444 (N.°
48), las cosas de la naturaleza del contrato son las que se entienden pertenecerle sin
necesidad de una cláusula especial. Por su parte, el Art. 1.546 dispone que -los contratos
deben ejecutarse de buena fe y, por consiguiente, obligan no sólo a lo que en ellos se
expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la obligación, o que por la ley o
la costumbre pertenecen a ella”. Finalmente, en armonía con esto, el Art. 1.563 declara: “en
aquellos casos en que no apareciere voluntad contraria, deberá estarse a la interpretación
que mejor cuadre con la naturaleza del contrato. Las cláusulas de uso común se presumen
aunque no se expresen”.61
93. C. Las restantes reglas de interpretación.
La regla del artículo 1.560 es fundamental en materia de interpretación del contrato; las
restantes disposiciones Arts. 1.561 a 1.566 contienen normas particulares, algunas

60
Por vía de ejemplo, fallos publicados en la RDJ Ts. 5, sec. 1° pág, 39; 9, sec. 2° pág. 49; 23, sec. 1° pág.
333; 21, sec. 1° pág. 179, y 61, sec. V, pág, 444. Sostiene la tesis contraria, pero sólo como argumento para
reafirmar su interpretación del contrato, fallo publicado en la misma Revista, T. 46, sec. 11, pág. 459
61
Aplicando este precepto se ha resuelto que en la venta de un establecimiento de comercio se incluye
su nombre, si no se prohibe expresamente usarlo, G.T. de 1875, N.° 1.283, pág. 575.

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aplicaciones del principio general del Art. 1.560 y otras de doctrinas consagradas por la
práctica en la determinación del contenido del contrato.
Se ha pretendido por autores y fallos de tribunales franceses, opinión recogida por
algunos entre nosotros, que estas normas constituirían meras sugerencias o consejos del
legislador al intérprete, quien podría prescindir de ellas.
Nos parece exagerada esta opinión; es evidente que el Art. 1.560 prima sobre ellas,
porque es la regla soberana, y en consecuencia, si conocida claramente la intención de los
contratantes, ella es contraria a las restantes disposiciones, el juez debe dar primacía a la
voluntad de las partes. Igualmente, si hay clara disposición de éstas en contrario de ellas, el
juez no podría eludir su aplicación, asilándose en alguna de las reglas de los Arts. 1.561 y
siguientes.62
Nuestra Corte Suprema ha sido vacilante al respecto, pero jamás ha llegado a decir que
se trate de meros consejos, sino que a lo más las ha considerado facultativas para el
intérprete, de acuerdo a lo expuesto,63 pero en otras ocasiones ha aceptado recursos de
casación en el fondo basados en su infracción.64
Podemos agrupar así estas reglas:
1.° Extensión del contrato.
De acuerdo al Art. 1561: “por generales que sean los términos de un contrato, sólo se
aplicarán a la materia sobre que se ha contratado” 65
Pero el hecho de colocar un ejemplo en un contrato no importa limitarlo únicamente al
caso previsto. Así lo señala el Art. 1.565: “Cuando en un contrato se ha expresado un caso
para explicar la obligación, no se entenderá por sólo eso haberse querido restringir la
convención a ese caso, excluyendo los otros a que naturalmente se extienda”.
2.° Interpretación con los elementos del contrato,
Sin salirse el intérprete del contrato mismo, tiene dos herramientas en los Arts. 1.562 y
1.564, inc. 2.°.
Según el primero, “el sentido en que una cláusula puede producir algún efecto, deberá
preferirse a aquel en que no sea capaz de producir efecto alguno”.66 La Corte Suprema
declaró en una ocasión que este precepto no permite buscar una interpretación válida del
contrato, si él es nulo, lo que mereció tina justificada crítica al profesor Raúl Varela, ya que
precisamente es un caso en que se interpreta la cláusula en el sentido de que produzca
efecto.67
Y el Art. 1564, por su parte, señala que “las cláusulas de un contrato se interpretarán
unas por otras, dándose a cada una el sentido que mejor convenga al contrato en su
totalidad”.
3.° Interpretación con elementos ajenos al contrato mismo.
La establece el Art. 1,564 en sus dos incisos finales: el intérprete puede recurrir a otros
contratos celebrados entre las mismas partes y sobre la misma materia, o a la aplicación
62
Por ello se ha resuelto, especialmente para la norma del Art. 1,562, que no se le aplica si el contrato es
claro y preciso, Fallos publicados en la RDJ, Ts. 18, sec. 1° pág. 97; 30, sec. la, pág. 130, y 34, sec. la, pág.
515.
63
RDJ Ts. 19, sec. 1° pág. 273; 42, sec. 1° pág. 507; 46, sec., 1° pág. 566, y 53, sec. 1° pág. 507.
64
Sentencias citadas en las notas 68 a 72.
65
Se ha aplicado este precepto en sentencias publicadas en la RDJ. T. 18, sec. la., pág. 267 y G.T. de
1863, NI 387, pág. 531. En sentencia publicada en la RDJ, T. 20, sec. 1° pág. 221, se ha resuelto que el
precepto no obsta a una interpretación amplia del finiquito total que se hayan dado las partes.
66
Aplicando este precepto, se ha resuelto que si las partes fijaron en un contrato residencia especial,
señalaron en realidad domicilio especial, Publicada en la RDJ, T. 40, sec. 1° pág. 114.
67
Fallo y comentario en RDJ, T. 31, sec. la, pág. 178.

64
LAS OBLIGACIONES TOMO I

práctica que hayan hecho del contrato ambas partes, o una de ellas con la aprobación de la
otra. En consecuencia, no tiene ningún valor la aplicación efectuada por una sola de ellas, si
no ha sido aprobarla por la otra.68
4.° Cláusulas ambiguas.
De acuerdo al Art. 1.566, se resuelven de acuerdo a las reglas anteriores; a falta de
ellas, da a su vez dos soluciones: a) las que hayan sido extendidas o dictadas por una de las
partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán en su contra, siempre que la ambigüedad
provenga de la falta de una explicación que haya debido darse por ella. Por eso se ha
resuelto que la cláusula ambigua redactada por el abogado del comprador se interpreta en
contra de éste;69 y b) a falta aun de la regla anterior, la cláusula ambigua se interpretará a
favor del deudor, aplicación en nuestro Código del principio prodebitori.
94. IV. Interpretación del contrato y casación en el fondo.
Un problema muy controvertido y con nutrida jurisprudencia es determinar si
corresponde a los jueces del fondo soberanamente interpretar el contrato, o si lo resuelto
por ellos es susceptible de ser revisado por nuestro más alto tribunal conociendo de un
recurso de casación en el fondo.
Y el punto es muy discutible, primero, porque chocan dos principios igualmente
poderosos, y en seguida porque se hace muy difícil sentar reglas generales que abarquen
todas las situaciones posibles.
Los principios en pugna son el de la fuerza obligatoria del contrato, el cual. según el
Art. 1.545, es una ley para las partes contratantes, y el consagrado en el Art. 1.560, que
determina que la intención de las partes es lo fundamental en materia de interpretación.
Averiguar esta intención es cuestión de hecho, indiscutiblemente, y escapa, por tanto, al
control de la casación, pero por otra parte, si bien es evidente que la expresión del Art.
1.545 no otorga al contrato materialmente el valor de ley, si la interpretación infringe el
contrato, igualmente resulta vulnerada la ley, esto es, el Art. 1.545 (N2 105).70
Hecha esta salvedad que explica las vacilaciones tanto de nuestra jurisprudencia y
doctrina, como de la francesa, creemos posible sintetizar las reglas imperantes al respecto
en las siguientes:
1.° Por regla general, interpretar el contrato es cuestión de hecho, y escapa al control
del Tribunal Supremo, por la razón ya señalada de que consiste fundamentalmente en
determinar la voluntad real de las partes.71
2.° Sin embargo, este principio establecido en términos tan generales es muy amplio y
peligroso y además la Corte Suprema no ha querido desprenderse tan totalmente de sus
facultades revisoras, ni por el otro lado abrir demasiado la vía del recurso extraordinario de
casación en el fondo en esta materia. Se ha colocado en una posición bastante cómoda que
le permite, cuando así lo estima, rechazarlo o acogerlo, lo que se justifica, por lo demás, por
las razones ya señaladas. Ello no quita que dentro de la relatividad consiguiente es posible
señalar algunos principios, a saber:

68
RDJ, T. 33, Sec. 1°., pág. 43. Otros casos de aplicación del Art, 1564 en la misma RDJ, Ts. 17, sec. la,
pág. 444; 19, sec. 1° pág. 273; 29, sec. V, pág. 435; 30 sec. 1° pág. 130 y 33, sec. la, pág. 43, y G T de 1915,
Y sem. N.° 407, pág. 1,053,
69
RDJ, T. 3, sec. 1° pág. 217.
70
Véase Rep. T. IV, 2° edición, pág. 17, párrafo III
71
Véase Rep. T. IV, 2a edición, pág. 318, N.° 36 a 40 y RDJ, T. 61, sec. 1°, págs. 121 y 258, T 70, sec. 1°
pág 4.

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A. En nuestro concepto y fundamentalmente debe recordarse que el recurso de


casación procede por infracción de ley; en consecuencia, cada vez que los jueces del fondo
violen un texto legal, aun cuando sea a pretexto de interpretar el contrato, habrá lugar a la
casación en el fondo; y así, si se vulneran las leyes supletorias que gobiernan el contrato de
que se trate, o se les aplican las que no les corresponden, debe acogerse la revisión
solicitada. Incluso en el terreno de la especulación el mismo Art. 1.560 puede ser invocado
como fundamento de la casación, y así, si los jueces de la instancia declaran que la
intención de las partes claramente establecida fue tal, y prescinden de ella en su decisión, se
ha infringido este precepto y es procedente la casación.
Es éste el principio que inspira las reglas siguientes:
B. Calificar el contrato es cuestión de derecho (N' 92).
Es ésta una jurisprudencia que prácticamente se ha uniformado, y apenas tiene
excepciones; no obstante, existen opiniones aisladas que sostienen que calificar no es
distinto de interpretar, forma parte de ella.72
En nuestro concepto no debe perderse de vista lo que señalamos en la letra A.
Evidentemente en principio, calificar el contrato es cuestión de derecho, pero siempre que
la ley señale los elementos que fijan la naturaleza jurídica de un contrato, ya que en tal caso
lo violado será dicha disposición. Por ejemplo, los jueces del fondo señalan que en un
traspaso recíproco de bienes entre dos contratantes el precio pagado por la diferencia entre
ellos es la parte menor, y sin embargo, califican el contrato de compraventa: se ha
vulnerado el Art. 1.794 que dispone que en tal caso hay permuta y procede la casación. En
cambio, no es posible que exista infracción de ley en la calificación de un contrato
innominado.
C. Finalmente, se ha declarado que también procede la casación en el fondo cuando los
jueces de la instancia desfiguran o desnaturalizan el contrato, esto es, calificado
correctamente, lo hacen producir otros efectos y alcances que los señalados por las partes, o
que por la ley le corresponden.73 Así ocurriría, por ejemplo, si los jueces sentenciadores han
determinado que se trata de una compraventa, pero le aplican normas del arrendamiento.
Este y otros ejemplos que podrían señalarse son evidentemente muy burdos, porque resulta
difícil determinar a priori cuándo se ha desfigurado o desnaturalizado el contrato.
De acuerdo con dos sentencias de nuestro más alto tribunal, puede sintetizarse su
criterio diciendo que la casación procederá siempre que se altere o modifique la naturaleza
jurídica del contrato, o se le haga producir otros efectos que los asignados por la ley y
cuando se quebranten las leyes que reglan la interpretación.74

72
Véase Repertorio, T. IV, pág. 17, N.° 11 y los siguientes fallos todos de la RDJ, Ts. 15, sec. 1° pág. 175;
17, sec. 1° pág. 323; 18, sec. 1° pág. 446; 19, sec. 1° pág. 68; 21, sec. 1° pág. 52; 23, sec. la, pág. 99; 24,
sec. V, pág. 678; 28, sec. 1° pág. 6; 35, sec. 1° pág. 292; 51, sec, 1° pág, 390; 52, sec. 1° pág. 120; 53, sec.
1° pág. 112; 54, sec. 1° pág. 215: 59, sec 1° págs, 275 y 326; 60, sec. 1° pág. 121; 61, sec. 1° págs. 121 v
285; 64, 1° 11, pág. 255; 70, sec. 1° pág. 4, etc.
73
Véase los fallos citados en la nota 75.
74
RDJ, Ts. 28, sec. 1° págs 6 y 61, sec. la, pág. 258.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

Sección cuarta
ENUNCIACIÓN DE LOS EFECTOS DEL CONTRATO
95. Concepto: efectos del contrato y de la obligación.
El Código trata de los efectos del contrato confundidos con los de la obligación en el
Título XII del Libro IV, Arts. 1.545 y siguientes y bajo el epígrafe precisamente “Del
efecto de las obligaciones”, materia a la cual se refieren la mayor parte de los preceptos de
dicho título, aunque limitados a las obligaciones contractuales.
Jurídicamente importa no confundir los efectos del contrato con los de la obligación,
pues son cosas diversas.
Los efectos del contrato son justamente el conjunto de derechos y obligaciones que de
él emanan; desde el punto de vista del acreedor, los efectos de la obligación son el conjunto
de derechos de que goza para obtener su cumplimiento, y desde el punto de vista del
deudor, la necesidad jurídica en que se encuentra de cumplirla (N.° 573 y sigtes.).
El error del Código tiene explicación histórica, pues proviene del francés, que incurrió
en igual equivocación por seguir a Pothier.
96. Enunciación de los efectos del contrato.
Dos son fundamentalmente los preceptos referentes a los efectos del contrato en el
Título XII los Arts. 1.545 y 1.546.
Este último lo vimos al hablar de la interpretación del contrato (N.° 93), y establece
que los contratos obligan no solo a lo que ellos expresan, sino a las cosas que le pertenecen
por su naturaleza, la ley o la costumbre, y todo ello como derivado del principio de que los
contratos deben ejecutarse de buena fe. Es un principio que señalan la mayor parte de los
Códigos, pero sin fijar su significación ni la sanción a su infracción.
El Art. 1.545, por su parte, dispone: “todo contrato legalmente celebrado es una ley
para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por
causas legales”. El precepto recoge su inspiración en el Art. 1.134 del Código francés, que
no asimila el contrato a la ley, pero le da la “fuerza de ley entre aquellos que lo han hecho”.
Ya señalábamos que el contrato no es ley ni en el sentido formal de la definición del
Art. 12 del Código ni aun en su sentido material, ya que el propio precepto señala el efecto
relativo del contrato (N.° 107). Lo que ha querido decir nuestro Código es lo mismo que el
francés: el contrato tiene tanta fuerza obligatoria como la ley, y en consecuencia debe
cumplirse tal como ella debe acatarse.
El precepto citado consagra, en unión de otras disposiciones, el principio de la libre
contratación o autonomía de la voluntad, que estudiaremos en la sección siguiente. Luego
en otra, hablaremos de la ya señalada fuerza obligatoria del contrato. La sección séptima
estará destinada al efecto relativo del contrato.
La extinción del contrato a que también se refiere el precepto, se verá en la última
sección de este capítulo.
Antes de pasar al examen de los efectos del contrato, liaremos dos advertencias: la una,
que en nuestro país no produce por sí solo el contrato efectos reales, esto es, no sirve para
transferir el dominio ni otros derechos reales, si no media además un modo de adquirir (No
84), y la otra, que los contratos bilaterales tienen efectos propios muy especiales, que irán
apareciendo a lo largo de esta obra (N.° 60).

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Sección Quinta
AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
97. Autonomía de la voluntad y libre contratación.
Estas dos expresiones suelen usarse indistintamente, aunque la última da la impresión
de restringir el principio a los contratos, en circunstancias que rige en todo el derecho
patrimonial, y así las partes, de común acuerdo, podrán regular a su arbitrio y al margen de
las normas legales la responsabilidad proveniente de un hecho ilícito, e incluso pueden
disponer de ciertas normas del proceso.
Naturalmente que donde campea mejor por sus fueros y es más rica en consecuencias
jurídicas esta doctrina es en los contratos y demás convenciones.
Tengamos presente en todo caso la advertencia.
98. Origen y desarrollo.
Aun cuando en Roma no alcanzó un desarrollo tan marcado como en el siglo XIX, ya
el principio que comentamos presidió en gran medida el derecho patrimonial romano,
trabado por el formalismo y la carencia de acción de ciertos pactos, barreras que al ser
derribadas por los canonistas, permitieron, al unirse con las ideas racionalistas del siglo
XVIII, el auge de la autonomía de la voluntad como idea rectora en la contratación.
En efecto, de acuerdo a las doctrinas racionalistas, la voluntad humana es la fuente de
todo el derecho, ya sea directamente a través del contrato, ya sea indirectamente por
intermedio de la ley, expresión de la voluntad general. Si la voluntad es la generadora de
todo debe permitírsele libremente su creación. En apoyo de la tesis se agregaba que siendo
todos los seres humanos libres e iguales por naturaleza, lo que ellos acuerden es lo más
conveniente para las partes y para la sociedad, pues permite el libre despliegue de las
facultades individuales, y al mismo tiempo lo más equitativo, pues será el resultado de la
composición de sus propios intereses.
Favorecedora de la celeridad de los negocios, esta doctrina coincidió con los intereses
económicos en surgimiento, y de ahí que fuera ampliamente acogida por las legislaciones
del siglo pasado, entre ellas la nuestra.
99. La autonomía de la voluntad en nuestra legislación.
Como decíamos, los Códigos Civil y de Comercio, dictados en pleno auge
internacional del principio que comentamos, lo recogen integralmente.
Varias disposiciones constituyen una aplicación directa de él, pero, aún más allá de los
preceptos, todo el sistema de ambas legislaciones se inspira en la libertad de los individuos
para regular sus propias relaciones jurídicas sin la intervención del legislador.
La norma fundamental es el ya citado Art. 1.545 que otorga fuerza de ley a los
contratos; en el mismo sentido van encaminados los Arts. 1.444 y 1.546, también ya
referidos, que consagran la existencia de leyes supletorias que reglamentan los contratos
sólo a falta de estipulación de las partes y la facultad de éstas de modificar los efectos
normales del acto jurídico. También el Art. 12, ya que permite libremente a las partes
renunciar los derechos que se les confieren, siempre que miren a su solo interés y no esté
prohibida la renuncia; el mismo Art. 1560 que da primacía a la voluntad de los contratantes
en la interpretación de la convención; el Art. 22 de la Ley de Efectos Retroactivos de las

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

leyes de 1861, que sujeta los contratos a la ley vigente al tiempo de su celebración (N.°
104); el Art. 1.567, que permite a las partes extinguir -y por ende modificar- de común
acuerdo toda clase de obligaciones, etc.
100. Alcance de la autonomía de la voluntad.
Tal como lo dijimos en el número anterior, la autonomía de la voluntad se traduce en
términos generales en un solo postulado: los individuos son libres para regular sus
relaciones jurídicas sin la intervención del legislador, sin otra limitación que no pueden ir
contra ley imperativa o prohibitiva, el orden público y las buenas costumbres.75
Estos últimos son los límites de la autonomía de la voluntad, pero advirtamos que en
materia patrimonial las leyes imperativas y prohibitivas constituían la excepción; por regla
general, ellas eran meramente supletorias de la intención de las partes. Las buenas
costumbres y el orden público son conceptos elásticos que permiten a los tribunales
controlar los desbordes de una libertad exagerada.
La autonomía de la voluntad invade también, aunque sólo parcialmente, la porción
patrimonial del Derecho de Familia, quedando al margen lo no pecuniario que, en general,
se gobierna por leyes imperativas e inderogables por las partes.
Aun en Derecho Procesal, aunque en forma muy imprecisa, se aceptó la libertad de las
partes para regular sus procesos; desde luego, se admite que la mayoría de los asuntos sean
substraídos al conocimiento de los tribunales y compuestos por las partes mediante una
transacción o a través de árbitros. En cuanto a los procesos mismos, sólo la doctrina
moderna ha distinguido claramente qué porción es en ellos disponible por las partes, y
cuándo no lo es. Sin embargo, siempre se reconocieron limitaciones, como por ejemplo en
los procesos en que hay intereses sociales comprometidos, como de nulidad de matrimonio,
divorcio, etc. Igualmente, es la ley la que establece los títulos ejecutivos, y por ello se ha
resuelto que las partes no pueden otorgar tal calidad.76
El principio de la autonomía de la voluntad puede a su vez desglosarse en varios
postulados, de los cuales los principales son:
1.° Las partes pueden crear libremente todas las relaciones jurídicas entre ellas que
estimen pertinentes, de donde arrancan su origen los contratos innominados (N.° 82);
2.° Nadie puede ser obligado a contratar contra su voluntad; no hay obligación de
ofrecer y quien recibe una oferta puede a su arbitrio aceptarla o rechazarla, y si opta por
este último camino, ello no le acarrea responsabilidad de ninguna especie;
3.° Las partes son libres para atribuir a los contratos celebrados los efectos que estimen
pertinentes, ya que las reglas del legislador son, en general, meramente supletorias de su
voluntad y pueden los contratantes derogarlas a su arbitrio;77
4.° Los interesados pueden modificar de común acuerdo los contratos celebrados y sus
efectos y dejarlos sin efecto, como lo declara el propio Art. 1.545; a la inversa, por regla
general, la voluntad unilateral de una de las partes no puede alterar ni extinguir lo pactado
(N' 163);
5.° La voluntad de las partes es lo que determina el contenido del contrato, de manera
que en su interpretación se atiende fundamentalmente a su intención: Art. 1.560 (N.° 90);

75
Por ello se ha resuelto que las partes pueden otorgar todo acto jurídico que no vaya contra la ley, el
orden público y las buenas costumbres, sentencia publicada en RDJ, T. 32, sec. 2° pág. 39.
76
RDJ, Ts. 19, sec, 1° pág. 67, y 29, sec. 1° pág. 300.
77
Así se ha resuelto: RDJ, T. 52, sec. 1° pág, 134.

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6.° Lo convenido por las partes es intangible, y en principio no puede ser alterado por
la vía legal ni judicial (N.° 104 y 105).
101. Declinación de la autonomía de la voluntad.
Como decíamos, los aspectos extremos del principio que estudiamos nunca lograron
imponerse, y siempre existió un control del mismo, lo que no impidió, sin embargo,
totalmente sus abusos.
Por ello fue atacado por las ideas socialistas del siglo pasado. Desde luego se rechazó
el postulado de que la voluntad fuere la fuente generadora de todo el derecho, sino más bien
el instrumento con que los individuos actúan en la vida jurídica, La práctica bien demostró
que muy lejos de realizar la equidad y la justicia, permite la ventaja del poderoso sobre el
débil.
Las crisis económicas y bélicas y su derivado, el intervencionismo estatal, han influido
igualmente en la limitación de la autonomía de la voluntad, como se dirá a continuación.
Pero debemos advertir que restringida y todo sigue siendo el principio rector en la
contratación, sólo que se le han aumentado sus excepciones, de manera que allí donde no
haya expresamente el legislador estrechado su alcance, máxime en legislaciones como la
nuestra en que permanecen intocados sus postulados básicos, debe aplicárselo en todo su
vigor.
También el intervencionismo en los contratos ha sido criticado, pues la exagerada
reglamentación limita la iniciativa individual, complica los negocios y no ha sido siempre
feliz protegiendo al más débil sino al que tiene más medios de presión política y electoral.
Por ello, autores como Josserand propugnan el retorno a la libre contratación.
En este momento existe un marcado equilibrio entre ambas posiciones: se reconoce la
validez general del principio, con mayores limitaciones de orden general, y se le exceptúan
una serie de contratos en que militan factores sociales, económicos, familiares, etc., para su
restricción.
Estas limitaciones irán apareciendo en nuestro estudio, y volveremos sobre ellas en la
sección siguiente; señalemos sí que inciden fundamentalmente en los siguientes aspectos:
1.° Mayor ampliación del concepto de orden público; en muchos contratos como del
trabajo, arrendamiento, etc, se establece la irrenunciabilidad de los derechos conferidos por
las leyes.
Nuestra Corte Suprema ha tenido oportunidad de destacar esta nueva concepción
ampliada del orden público en materias económicas, especialmente con referencia a las
leyes monetarias,78 y que limita la voluntad de las partes tanto en el otorgamiento como en
el cumplimiento de los contratos;
2.° Paralelamente se desarrollan instituciones destinadas a controlar el equilibrio
económico de los contratos, mediante la lesión referida no como en nuestra legislación a
contados actos, sino que en general a todo contrato conmutativo, y a la imprevisión (N.°
852), y a moralizarles;
3.° Se reconoce la posibilidad de que tina persona resulte obligada contractualmente, a
pesar de su voluntad y obligada a contratar en contra de ella, como ocurre en los contratos
colectivos (N.° 80) y forzosos (N.° 78) .79
78
Por vía de ejemplo, sentencias de la RDJ, Ts. 46, sec. 1° pág. 917; 60, sec. 1° pág. 169; 61, sec. 1° pág.
288, y 66, sec, V, pág, 208. En esta última, se habla de principios de “orden social',
79
Existía un caso típico en nuestra legislación, en el DFL N°9 de Reforma Agraria de 15 de enero de 1968,
publicado en el Diario Oficial clel 20 del mismo mes, hoy derogado, cuyo art. 14 obligaba al propietario cle un

70
LAS OBLIGACIONES TOMO I

4.° La reglamentación imperativa de diferentes aspectos de numerosos contratos,


fijándose precios, rentas, terminación y otras condiciones de ellos, lo que ha afectado
principalmente al contrato del trabajo, a la compraventa de productos de primera necesidad
o consumo habitual, al arrendamiento de predios urbanos y rústicos, etcétera.

Sección Sexta
LA FUERZA OBLIGATORIA DEL CONTRATO
102. Concepto.
Al señalar el concepto de obligación, destacamos la fuerza obligatoria del vinculo, que
por ser jurídico se encuentra amparado por la autoridad que protege al acreedor si exige el
cumplimiento.
El adquiere un mayor vigor aún en el contrato, pues el deudor ha consentido en
obligarse, pero tengamos presente que todo cuanto se diga en esta sección vale, con las
mutaciones correspondientes para toda obligación.
Tal es la importancia que el legislador asigna a la fuerza obligatoria del contrato que
declaró, según hemos dicho, su categoría de ley para las partes, lo cual, aun cuando no esté
dicho, vale para toda convención.
Con esto se significa que el deudor no puede eximirse del cumplimiento literal de la
obligación, sino por mutuo acuerdo con el acreedor, o por causales legales previstas y
existentes al tiempo de la contratación, como por ejemplo una de nulidad.
Es lo que se llama el principio de la seguridad del contrato; si las partes no tuvieren la
convicción de que los contratos se cumplirán en todos los eventos posibles y supieran, en
cambio, que lo convenido está expuesto a toda clase de alternativas legales y judiciales, se
abstendrían de contratar con las consecuencias imaginables, o convertirían la negociación
jurídica en un juego especulativo. Moralmente el principio que comentamos, heredero de la
autonomía de la voluntad, encuentra su justificación en el aforismo “pacta sunt servanda”,
la palabra debe cumplirse.
Como consecuencia de lo expuesto, quien no cumpla su obligación puede ser
compulsivamente obligado a ello, y no puede excusar el cumplimiento sino por las causales
taxativamente enumeradas por la ley.
La seguridad en la contratación ha venido a menos con la intervención del legislador en
el régimen de las convenciones de que hablábamos en la sección anterior.
En los números siguientes estudiaremos las limitaciones a la seguridad contractual, por
las partes, la ley y la justicia.
103. I. Modificación y disolución unilateral del contrato. Referencia.
La seguridad en la contratación ha tenido siempre limitaciones, pues si bien el
principio general es que toda modificación y disolución voluntaria del contrato deben
contar con el asentimiento unánime de quienes en él intervinieron, existen desde antiguo en
el Derecho excepciones a tal principio,

predio rústico arrendarlo 9 transferirlo preferentemente al arrendatario, persona natural, si este se


interesaba en adquirirlo; y en caso de desacuerdo en el precio y forma de pago, ellos eran fijados por el
Tribunal Agrario Provincial que correspondía a la ubicación del predio.

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Y así, importa tina modificación del contrato la cesión de crédito, porque aun contra la
voluntad del deudor se le puede cambiar el acreedor en la relación obligacional.80
Y en ciertos contratos, la voluntad unilateral de una de las partes les puede poner
término, como lo veremos al tratar la disolución del contrato (NO 163); así ocurre en los de
duración indeterminada, de trabajo y arrendamiento, por la vía del desahucio, derechos que
las leyes recientes han limitado respecto del patrón o empleador y el arrendador, y en
ciertos contratos intuito personae: mandato, sociedad, etcétera.
104. II. Modificaciones legales.
En principio la ley modificatoria del régimen contractual no afecta a las convenciones
celebradas con anterioridad, de acuerdo al Art. 22 de la Ley de Efecto Retroactivo de las
Leyes, ya citado.
Según el precepto en todo contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes al
tiempo de su celebración, con dos excepciones: la primera referente al modo de reclamar en
juicio los derechos que resultaren de ellos, excepción plenamente justificada porque las
leyes procesales rigen in actum (Art. 24 de la misma ley), y las que señalen penas para el
caso de infracción de lo estipulado en los contratos, pues el incumplimiento será castigado
con arreglo a la ley bajo la cual se hubiere cometido.
En consecuencia, ninguna ley posterior puede afectar, con las salvedades señaladas, la
fuerza obligatoria del contrato, y para que lo hiciere se requeriría que la ley nueva
expresamente diera efecto retroactivo a sus disposiciones.
Aun así, porque la Corte Suprema ha erigido una valla contra algunas de estas leyes
retroactivas a que tan aficionado es el legislador contemporáneo. De acuerdo a la tesis de
nuestro más alto tribunal sobre los créditos, según el Art. 583, hay una especie de
propiedad que queda, en consecuencia, protegida por la garantía del antiguo Art. 10, N.° 10
de la Constitución Política del Estado (hoy Art. 19, N.° 24 de la actual Constitución), de
manera que si la ley con efecto retroactivo llega a privar a alguna de las partes de su
derecho patrimonial, de crédito, infringiría el mencionado precepto constitucional y habría
lugar a declararla inaplicable.81 Es lo mismo que ha sostenido la Corte frente a los
contratos-leyes (N.° 54).
Sin embargo, la misma Corte ha atenuado este principio cuando considera que está de
por medio el llamado orden público económico (N.° 101); de no ser así, para ser
consecuente consigo misma, habría debido declarar inaplicables todas las leyes restrictivas

80
Al tratar de los contratos deberíamos estudiar todas las modificaciones que estos pueden
experimentar, pero preferimos hacerlo en la Parte V, donde agrupamos todas las modificaciones objetivas y
subjetivas de la obligación.
81
El caso más recientemente fallado, confirmatorio de una jurisprudencia uniforme, fue el de la ley N.°
16.621 de 1° de marzo de 1967 que permitió a los adquirentes de televisores, cuya compra habían efectuado
en una época anterior a esta ley, solicitar la nulidad absoluta de la obligación de pagar el precio estipulado
en la parte que excedía de los márgenes señalados por la misma ley. La Come declaró la inaplicabilidad en
sentencia de 21 de junio de 1967, publicada en la RDJ, T. 64, sec. la, pág. 198. Un informe en derecho sobre
el mismo problema se publica en el mismo Tomo de la Revista, Primera Parte, pág. 1, bajo la firma de los
profesores Sres. Avelino León Hurtado y Fernando Mujica Bezanilla y favorable a la tesis de la Corte.
Otra sentencia en el mismo sentido se publica en la misma Revista y Tomo, sec. 1-1, pág, 213, con un
informe en Derecho del ex Ministro de la Corte Suprema don Pedro Silva Fernández, publicado en igual tomo
y revista. Primera Parte, pág. 123.
Por último digamos que esta garantía se ha extendido aun al derecho de uso y goce del arrendatario: RDJ,
T. 61, sec. 1° pág. 81.

72
LAS OBLIGACIONES TOMO I

de rentas de arrendamiento en cuanto pretendan afectar contratos vigentes a su dictación.


En cambio, ha rechazado las inaplicabilidades en estos casos.82
105. III. Modificación Judicial.
Si el contrato se encuentra en cierto sentido protegido frente al propio legislador, con
mayor razón se rechaza que el juez pueda entrar a revisarlo por otras causales que las
previstas por la legislación al tiempo de su celebración.
En contra de la intervención judicial se hacen militar todas las razones que, según
hemos visto, defienden la seguridad contractual como esencial para el buen
desenvolvimiento de los negocios jurídicos.
Hay, sin embargo, una tendencia moderna a permitir la revisión de la economía del
contrato por la vía judicial, lo cual está muy ligado con la teoría de la imprevisión, que
analizaremos en el incumplimiento (N.° 852).
Se ha sostenido por algunos autores la posibilidad de la revisión judicial en nuestro
país, por aplicación del Art. 1546, ya que los contratos deben ejecutarse de buena fe; se
dice que correspondería al juez ajustar el cumplimiento a la buena fe y la equidad para dar
ejecución a dicho precepto; pero la verdad es que éste tiene su origen histórico en el Art.
1.134 del Código francés: con esta declaración se pretendió únicamente descartar la
distinción romana entre contratos de derecho estricto y de buena fe.83
Aún más, en el mismo Código francés existe un caso de modificación judicial del
contrato: la facultad que da al juez el Art. 1.244, inc. 2.° para otorgar un plazo de gracia al
deudor para el cumplimiento, que nuestro Código no recogió (N.° 462).
Nada tiene, pues de extraño que nuestros tribunales hayan reconocido que no tienen
facultad para modificar los contratos.84
Otro problema que ya hemos señalado anteriormente en relación con este punto es si
procede el recurso de casación en el fondo cuando los jueces de la instancia violan la
llamada ley del contrato.85
En nuestro concepto, es evidente que el recurso no procede porque se haya violado una
ley, dado que así califica al contrato el Art. 1.545, sino que al privar a éste de su fuerza
obligatoria fuera de las causales legales, el vulnerado es el propio Art. 1.545 que otorga
dicho vigor y obligatoriedad. Lo que complica el problema es si la modificación del
contrato se ha producido por la via de la interpretación, que es, en principio, cuestión de
hecho de la causa (N.° 94).

Sección séptima
EFECTOS RELATIVOS Y OPONIBILIDAD DEL CONTRATO
106. Enunciación.
Hablar de los efectos relativos del contrato, es tanto como decir el contrato y los
terceros, entendiendo por tales a quienes no han intervenido en su celebración.

82
Fallo publicado en la RDJ, T. 46, sec. la, pág. 283.
83
Sobre la ejecución de los contratos con buena fe, véase el interesante artículo de Fernando Fueyo, “La
ejecución de buena fe de los contratos como uno de los requisitos del pago” RDJ, T. 55, parte 1° pág. 95.
84
RDJ, T. 23, sec. 3 1° pág. 423.
85
Véame el N.° 94 y la nota 73.

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Es ésta una materia de las complejas si las hay por la dificultad en la formulación de
reglas generales abarcadoras de todas las situaciones posibles, y porque suele confundirse
el efecto relativo del contrato con la oponibilidad de sus efectos a terceros, como se verá a
continuación:
Para su desarrollo hemos optado por dividirlo en los siguientes párrafos:
Uno primero, destinado a los conceptos, y a señalar los alcances de la relatividad.
En sucesivos párrafos analizaremos las instituciones que se relacionan con la materia y
cuyo estudio aprovechamos de efectuar: contrato o estipulación a favor de otro, promesa
del hecho ajeno, simulación y contraescrituras;
Un quinto párrafo será dedicado a la oponibilidad del contrato, y su contrapartida, la
inoponibilidad del mismo, y
En el último, efectuaremos una síntesis a modo de conclusión.

Párrafo 1.°
EL EFECTO RELATIVO DEL CONTRATO
107. Concepto.
El Art. 1.165 del Código francés señaló expresamente que las convenciones no surten
efectos sino entre las partes contratantes. No hay declaración exactamente igual en nuestro
Código, pero el Art. 1.545 lo señala de paso al decir que el contrato es una ley “para los
contratantes” Por lo demás, es éste un principio básico y fundamental del derecho y
constituye un axioma jurídico indiscutible: “res inter alio acta, aliis neque nocere neque
prodesse potest” (que podríamos vertir: las cosas hechas por unos, no perjudican ni
aprovechan a los demás). Así, por lo demás, se ha fallado reiteradamente.86
No es tampoco un principio limitado a los contratos, ni siquiera a las convenciones,
sino a todos los actos jurídicos, y aun a ciertos actos de autoridad como son las sentencias
(Art. 3.° el efecto de cosa juzgada se refiere únicamente a las partes que han intervenido en
el pleito. Sólo la ley y otros actos de autoridad expresamente autorizados por el
ordenamiento jurídico: decreto, reglamento, etc., pueden ser de efectos generales.
El efecto relativo del contrato consiste, pues, en que él afecta únicamente a las partes
contratantes y no a aquellos que no han intervenido en su celebración.
108. Efectos del contrato y existencia de tales efectos.
Conviene precisar exactamente qué significa que el contrato produzca efectos relativos.
Quiere ello decir que los efectos del contrato, esto es, los derechos y obligaciones
emanados de él sólo pertenecen a las partes; únicarnente ellas adquieren la calidad de
acreedor y deudor, y en consecuencia pueden exigir el cumplimiento y están obligadas a él,
respectivamente.
En tal sentido el contrato produce efectos relativos, pero es muy distinta la situación en
cuanto a la existencia misma del contrato y de sus efectos, esto es, de los derechos y
obligaciones generados por él. El contrato crea un status jurídico, la mayor parte de las
veces de carácter económico, con un desplazamiento de bienes de un patrimonio a otro,
Este estado jurídico no puede ser, por regla general, desconocido por los terceros ajenos a

86
Véase Rep., T. IV, 2° edición, pág. 167, N- 9.

74
LAS OBLIGACIONES TOMO I

él; éstos no pueden negar la existencia del contrato ni sus efectos, y en tal sentido les
afectan (N.° 148).
Planiol y Ripert efectúan un distingo entre efectos relativos y absolutos del contrato.
Este es, por regla general, de efectos relativos, según decíamos, en cuanto a otorgar la
calidad de acreedor y deudor, pero produce efectos absolutos respecto a la situación jurídica
creada por él.
Más o menos lo mismo se expresa por otros autores, efectuando la distinción entre el
vínculo jurídico creado por el contrato y su oponibilidad. El contrato, como todas las demás
obligaciones y créditos, no vincula sino a las partes, ya que generalmente los terceros ni
pueden exigir el cumplimiento ni están obligados a hacerlo; es lo mismo que expresan
Planiol y Ripert: el contrato no otorga la calidad de acreedor y deudor sino a las partes.
Pero frente a los terceros, el contrato es oponible, por regla general, al igual que los
derechos reales: nadie puede desconocer la existencia del crédito y obligación a que da
lugar, lo que es más o menos lo mismo que decir que en este sentido el contrato produce
efectos absolutos.
109. Partes y terceros.
Si en cuanto al otorgamiento de los derechos y obligaciones que genera el contrato,
sólo afecta, por regla general, a las partes y no a los terceros, interesa precisar quiénes
invisten en él una y otra categoría.
Son partes en un contrato quienes han concurrido a su celebración, personalmente o
por intermedio de un representante legal o convencional. Todas las demás personas son
terceros, definición negativa inevitable, pues no hay otra forma de involucrarlos.
Sin embargo, la situación no es igual para todos los terceros, y para precisarlos es
necesario distinguir los siguientes casos:
1.° Del sucesor o causahabiente a título universal;
2.° Del causahabiente a título singular:
3.° Del contrato colectivo;
4.° De los acreedores de las partes;
5.° De los terceros a cuyo favor se establece un derecho en el contrato (estipulación a
favor de otro);
6.° De los terceros por cuya cuenta se promete una obligación (promesa del hecho
ajeno);
7.° Del tercero sobre cuyo patrimonio se ha celebrado un contrato, y
8.° Del tercero en cuyo perjuicio se ha celebrado un contrato.
En los números siguientes analizaremos todas estas situaciones, aun cuando, como
queda dicho, algunas de ellas las dejaremos para los párrafos siguientes; de todos modos,
con las debidas referencias quedará el cuadro completo de los casos en que el tercero se ve
afectado o tiene interés en un contrato ajeno.
Estos terceros reciben el nombre de relativos, por oposición a los absolutos, a quienes
en nada afecta el contrato ni sus estipulaciones.
110. I. Sucesores o causa habientes a título universal.
El contrato afecta en todos sentidos a los herederos del causante, quienes, en nuestro
derecho, son sus únicos sucesores o causa habientes a título universal.

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En nuestro Código no puede decirse que los herederos sean terceros extraños al
contrato, pues está inspirado en la doctrina clásica de que ellos son los continuadores de la
persona del difunto. Como lo dice el Código francés, el que contrata para sí, contrata
también para sus herederos (Art. 1.122). Sin utilizar las mismas expresiones, dispone igual
nuestro Art. 1.097: los asignatarios a título universal (herederos) “representan la persona
del testador para sucederte en todos sus derechos y obligaciones transmisibles”.
Como lo destaca el precepto, el principio tiene una excepción: si bien, por regla
general, a los herederos se transmite la calidad de acreedor o deudor que tenía el causante
en cualquier relación obligacional, el contrato no se traspasa a los asignatarios a título
universal si los derechos y obligaciones emanados de él son intransmisibles (N.° 1.042), lo
que ocurre generalmente en los contratos intuito personae, verbi gracia, mandato que,
normalmente, se extingue por la muerte de cualquiera de las partes.
111. II. Sucesores o causa habientes a título singular.
Son sucesores o causa habientes a título singular de una persona, aquellos que han
adquirido de ésta un bien o una relación jurídica determinados, como por ejemplo, el
legatario que sucede al causante en el bien legado, el donatario respecto al objeto donado,
el comprador en cuanto 2t la cosa comprada, etc.
Se presenta si aquí el problema de precisar si a estos terceros afectan los contratos
celebrados por su causante, pues es difícil resumir en reglas generales las múltiples
situaciones que pueden darse. Creemos que son bastante exactas en todo caso las siguientes
cuatro reglas:
1.° El causa habiente a título singular no se ve nunca afectado por los actos ejecutados
y los contratos celebrados por el causante respecto de otros bienes de su patrimonio; solo
puede ser eventualmente alcanzado por los celebrados en relación al bien o relación jurídica
determinados de que se trata;
2.° En cuanto a éstos, la regla general es igualmente que no afectan al sucesor a título
singular;
3.° Sin embargo, le empezarán en los casos en que la ley expresamente lo determine
así, según diremos en el número siguiente, y
4.° A falta de ley que resuelva positiva o negativamente el punto, aparece en toda su
intensidad la ya señalada dificultad para establecer reglas generales. Hay quienes pretenden
fijarla diciendo que el tercero se beneficia de los derechos adquiridos por el causante sobre
la cosa; otros expresan niás o menos lo mismo, aseverando que en todo cuanto lo beneficie,
el tercero adquirente a título singular tiene facultad para apropiarse de los contratos del
causante sobre la cosa, y viceversa, no le afectan en la parte en que lo perjudiquen.
También se ha formulado esta regla general sosteniendo que el causahabiente a título
singular se ve afectado por los contratos del causante que dicen relación con el fin
económico a que normalmente está destinada la cosa y atendiendo al cual es indispensable
que este tercero adquiera la calidad de acreedor o deudor.
El problema ha de resolverse en cada caso particular de acuerdo a uno de los criterios
señalados.
En los números siguientes citaremos por vía ejemplar algunas situaciones previstas por
la ley, y señalaremos el vacío grave de nuestra legislación en materia de traspaso de
universalidades de hecho.

76
LAS OBLIGACIONES TOMO I

112. A. Contratos que por disposición de ley afectan al sucesor a título singular.
Como dejamos establecido, citaremos algunos ejemplos de disposición legal que hacen
cargar al sucesor a título singular con contratos de su causante, para permitir establecer el
criterio que se sigue en la materia:
1.° Arrendamientos.
Si se transfiere una cosa que se encuentra arrendada a un tercero, hay casos en que el
adquirente debe respetar los arriendos celebrados por el anterior propietario; ello ocurre,
dicho en términos muy generales, cuando el arrendamiento constaba por escritura pública
(Art, 1.962). El sucesor a titulo singular se ve afectado por los contratos de su causante,
pues pasa a ser acreedor de la renta de arrendamiento y demás obligaciones del arrendatario
y deudor de la obligación de mantener a éste en el goce pacífico de la cosa arrendada, y
demás deberes del arrendador.
Igualmente, según el Art. -192, el usufructuario está obligado a respetar los arriendos
de la cosa fructuaria, contratados por el propietario antes de la constitución del usufructo.
También, según veremos en el N.° 500, producida la resolución. verbi gracia, de una
compraventa por no pago del precio, queda sin efecto el contrato y la cosa vendida vuelve a
poder del vendedor, quien, sin embargo, está obligado a respetar los actos de
administración efectuados por el comprador, y entre ellos los arriendos poi éste celebrados.
Finalmente, la nueva legislación impone también obligaciones al adquirente de
inmuebles de respetar los arriendos existentes en ellos, cuando menos por ciertos plazos
bastante extensos.87
En cambio, si, por ejemplo, se compra un inmueble y el vendedor adeuda a un
contratista alguna suma por reparaciones en él efectuadas, esta deuda no afectará al
adquirente, quien no pasa a ser deudor del contratista.
2.° Seguros.
De acuerdo a los Arts. 530 y 531 del Código de Comercio, por regla general el
adquirente a título universal o singular de la cosa asegurada, se beneficia de los seguros
contratados a favor de ella, y, en consecuencia, pasa a ser deudor de la obligación de pagar
la prima y acreedor de la indemnización, si hubiera lugar a ella.
113. B. Traspaso de universalidades.
Nuestra legislación, muy influenciada por la teoría del patrimonio atributo de la
personalidad (N.° 3), reconoce únicamente esta universalidad jurídica, intransferible por
acto entre vivos y que sólo puede ser adquirida a título universal por herencia. En tal evento
la regla general es que el asignatario a título universal pase a ocupar el lugar jurídico del
causante y se le transmitan todos sus derechos y obligaciones. A su vez, el heredero puede
ceder su derecho de herencia y en tal caso traspasa también una universalidad jurídica,
formada por toda la herencia o una cuota de ella. Nada de extraño tiene entonces que pasen
al cesionario todas las relaciones jurídicas comprendidas en la sucesión, pues reemplaza
jurídicamente al heredero cedente (N` 1.079).
Nada semejante ocurre, en cambio, con las llamadas universalidades de hecho, dando
lugar a serios problemas en la enajenación de establecimientos comerciales, industriales,
mineros, etc. Para esta enajenación no existe en nuestro Derecho una reglamentación
específica, y, en consecuencia, cada uno de los elementos comprendidos en ella, siguen

87
Véase N.° 1. 166.

Dislexia Virtual 77
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desempeñando su mismo rol jurídico, y su transferencia, sujeta a las reglas que le son
propias; los créditos deberán traspasarse al adquirente por la vía de la cesión de derechos, y
las obligaciones, por los medios imperfectos que establece la legislación.
La tendencia actual en éstas, en cambio, es darle el tratamiento que merecen a los
traspasos de universalidades, según volveremos a insistir en la parte destinada a las
modificaciones subjetivas de créditos y obligaciones (Nº 1.158).88
114. III. El contrato colectivo. Referencia.
El contrato colectivo (N.° 80) es una marcada excepción al efecto relativo del contrato
pues otorga derechos y establece obligaciones para quienes no concurrieron con su
voluntad a su otorgamiento siempre, naturalmente, que se hayan reunido las mayorías o
representación exigidas por la ley.
115. IV. Los acreedores de las partes.
Los acreedores de los contratantes se ven indudablemente afectados por las
convenciones efectuadas por ellos: los acreedores del deudor, porque deberán soportar la
concurrencia del nuevo acreedor en los bienes del obligado, en virtud del derecho de
garantía general que todos ellos tienen; incluso éste puede imponerse a los restantes en
virtud de una preferencia legal (N.° 976).
Interesan, igualmente, a los acreedores del acreedor los créditos que éste adquiera, pues
a ellos pasa a extenderse su derecho de garantía general.
No por ello los acreedores del deudor o del acreedor del contrato celebrado, pasan a
tener dichas calidades respecto de éste; es éste típicamente un problema de oponibilidad del
contrato (N.° 148),
88
Hemos querido llamar la atención sobre este punto, pues en la legislación universal se encuentra en
pleno desarrollo la teoría de la Empresa, corro un ente jurídico distinto de la persona natural o jurídica que es
su propietaria, y en que debe encontrar su solución lógica el problema esbozado.
El Derecho de la Empresa invade todo el sistema jurídico, como lo ha hecho con la Economía, por su
enorme desarrollo alcanzado en el presente siglo y su tremenda significación en la vida de los pueblos.
Puede apreciarse cómo entre nosotros en las diversa, leves d, intervención económica dictadas en los
últimos años, el legislador corrientemente se refiere a la “Empresa”, sin que exista no concepto unitario de la
misma.
En el Código alemán y legislaciones por él inspiradas hay esbozos de solución al problema, y el Código
italiano de 1942 lo afronta directamente, en especial en el Titulo 11 del Libro V, pero sin que pueda decirse
que ni en la doctrina ni legislación comparadas exista una teoría plenamente elaborada al respecto. (Véase
Sergio Fuenzalida Puchca Concepto jurídico de la Empresa y su relación con otras figuras del
Derecho, publicado en la RDJ, Tomo 64, Primera Parte, pág. 39, y Messinco, ob. cit., T. II, págs. 195 y
sigtes, Un fallo interesante al respecto que aplica en nuestra legislación la teoría de la Empresa, en RDJ, T 66,
sec. 3° pág. 22).
De ahí que en nuestro país, como en la mayoría, jurídicamente se confunden la Empresa y la persona
natural o jurídica que es sir propietaria; si es etc una sociedad, por la personalidad jurídica de ésta que te
otorga patrimonio propio. es posible hasta cierto punto el traspaso de la Empresa sin que ella pierda su
identidad mediante el subterfugio del reemplazo de socios por el simple traspaso de acciones si es anónima,
y por sucesivas modificaciones cuando es de personas. Pero si la sociedad es dueña de varias Empresas,
vuelve a resurgir la dificultad.
Es ésta una de las reformas que más se hace sentir en nuestro Derecho
En parte esta necesidad ha sido llenada en el Decreto ley 2 200 sobre Contrato de Trabajo y Protección
de los Trabajadores, hoy Código del Trabajo Dice el inc. final del Art. Y: 'Para los efectos de la legislación
laboral y de seguridad social, se entiende por empresa toda organización de medios personales, materiales e
inmateriales, ordenados bajo una dirección, para el logro de fines económicos, sociales, culturales o
benéficos, dotado de una individualidad legal determinada”.
Como consecuencia de lo anterior, el inc. 2` del Art. 41 dispone que “las modificaciones totales o
parciales relativas al dominio, posesión o mera tenencia de la empresa no alterarán los derechos y
obligaciones de los trabajadores emanados de sus contratos individuales o de los instrumentos colectivos del
trabajo, que mantendrán su vigencia y continuidad con el o los nuevos empleadores”. Por tratarse de un
traspaso de empresa la relación laboral también pasa a los nuevos propietarios.

78
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Veremos también en su oportunidad que los acreedores del deudor pueden impugnar
los actos y contratos celebrados por éste en fraude de sus derechos mediante el ejercicio de
la acción pauliana o revocatoria (N' 774).
Y, a la inversa, en algunas legislaciones -y se discute si en la nuestra- los acreedores
del acreedor pueden ejercer en lugar de éste las acciones y derechos suyos, cuando hay
negligencia de su parte en invocarlos. Es la llamada acción oblicua o subrogatoria (No
758).
116. V. Terceros a cuyo favor se establece un derecho en un contrato. Referencia.
Esta situación se presenta en la estipulación a favor de otro, que analizaremos en el
párrafo que a éste sigue.
117. VI. Terceros por cuya cuenta se promete una obligación.
Referencia. Nos referimos en este caso a la promesa de hecho ajeno, que trataremos en
el párrafo 39 de esta sección.
118. VII. Terceros sobre cuyo patrimonio se ha celebrado un contrato. Referencia.
Un tercero puede estar involucrado en un contrato si las partes han convenido respecto
de un bien de su dominio.
Va hemos dicho que en nuestra legislación el contrato sobre cansa ajena es válido, y así
pueden venderse, arrendarse, darse en comodato donarse, legarse, etc., los objetos de otro.
Lo que ocurre sí, es que tales actos no afectarán al verdadero dueño, le son inoponibles, y
por ello volveremos sobre el punto al tratar esta institución (N.° 154).
119. VIII. Terceros perjudicados por el contrato celebrado.
Hay muchos casos en que el contrato perjudicará a terceros, como señalábamos en el
N.° 115 respecto de los acreedores del nuevo deudor. Pero ello no empece a la legitimidad
de tales actos mientras no medie fraude, o sea, intención de perjudicarlos.
Este daño también se presenta en ciertos casos de contratos simulados, y en tal caso el
tercero tendrá derecho a impugnarlos por la acción de simulación, según veremos en el
párrafo 42 de esta Sección.

Párrafo 2.°
LA ESTIPULACIÓN EN FAVOR DE OTRO
120. Concepto.
La estipulación en favor de otro, o contrato a favor de terceros, está establecida en el
Art. 1.449 del Código. Dice el precepto: “Cualquiera puede estipular a favor de una tercera
persona, aunque no tenga derecho para representarla; pero sólo esta tercera persona podrá
demandar lo estipulado; y mientras no intervenga su aceptación expresa o tácita, es
revocable el contrato por la sola voluntad de las partes que concurrieron a él”.
Con estos elementos podemos definir la institución diciendo que consiste en que un
contrato celebrado entre dos partes que reciben el nombre de estipulante y promitente haga
nacer un derecho a favor de un tercero ajeno a él, llamado beneficiario.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

De acuerdo a estas definiciones, el contrato interesa a tres categorías de personas


diferentes:
1.° El estipulante, que es quien contrata a favor del tercero;
2.° El promitente quien se compromete a favor del tercero en la calidad de deudor de
éste, y
3.° El beneficiario, que es el acreedor de la estipulación efectuada en su favor.
121. Aplicación: los casos más frecuentes.
Como pudo apreciarse con la sola lectura del Art. 1.449, la estipulación a favor de otro
es una institución de amplia aceptación en nuestra legislación, lo cual fue una anticipación
de nuestro Código a su época, pues la misma es la tendencia actual del Derecho
Comparado.
En cambio, en el Derecho Romano y en el francés se la aceptaba con muchas
limitaciones; en general, únicamente en dos situaciones: si es una cláusula en un contrato
que también interesa al estipulante, y cuando va acompañada de una donación con carga.
Pero dada la gran utilidad de ella, la jurisprudencia francesa, con su habitual
despreocupación por el texto de la ley, ha soslayado las limitaciones y permite una
aplicación muy liberal de la estipulación a favor de otro.
Pero si bien ésta puede tener lugar en cualquier clase de contratos, los casos más
notorios son los siguientes:
1.° El contrato de seguro.
Por ejemplo, el marido contrata Una póliza de Seguro de vida a favor de su cónyuge:
es típica estipulación a favor de Otro, pues el contrato lo celebran el marido s la Compañía
de Seguros, y el beneficio es para un tercero ajeno al contrato, la mujer.
2.° Donación con carga.
Por ejemplo, una persona dona a otra una suma de dinero, y le impone la obligación de
comprarle un vehículo a un tercero; el contrato de donación es entre donante y donatario,
pero él origina un beneficio a otra persona.
3.°. Contrato de transporte.
Y así, si envío una encomienda a otra persona, el contrato lo celebro yo con la empresa
de transportes, y el derecho lo adquiere el consignatario de la encomienda, ajeno a la
convención.
Sin embargo, puede servir muchos objetivos distintos, pues inclusive por su intermedio
es posible efectuar traspaso de deudas, como lo veremos en su oportunidad (N.° 1.147 y
1.154).
Una sentencia de nuestros tribunales le ha impuesto si la limitación de que debe versar
sobre contratos patrimoniales.89
122. La estipulación a favor de otro constituye excepción al efecto relativo del contrato.
La institución que comentamos -y por ello la tratamos en esta Sección- constituye una
marcada excepción al principio de que el contrato, por regla general, sólo otorga derechos y
obligaciones a las partes contratantes.
Aquí, el contrato se celebra entre estipulante y promitente, pero el derecho, o sea, la
calidad de acreedor, nace a favor del beneficiario, ajeno al contrato. Y si bien, según

89
RDJ, T. 45, sec. 1° pág. 258.

80
LAS OBLIGACIONES TOMO I

veremos, éste debe aceptar la estipulación, su derecho no nace con su aceptación, sino con
aquélla (No 132).
123. En la estipulación a favor de otro no hay representación.
Cuando en un contrato actúa un representante legal o convencional, no hay
estipulación a favor de otro porque su efecto no se produce para un tercero extraño al acto:
se entiende que el representado ha actuado justamente por medio de su representante.
En la estipulación a favor de otro no hay representación; así lo señala expresamente el
Art. 1.449: “Cualquiera puede estipular a favor de una tercera persona, aunque no tenga
derecho para representarla”. Además, el precepto sigue justamente al 1.448, que trata de la
representación. Así también se ha resuelto.90
Esto tiene importancia porque la institución puede fácilmente confundirse con otras, y
este elemento de la ausencia de representación permite la distinción (N.° 134).
124. Requisitos de la estipulación a favor de otro.
Para estudiar los requisitos de la institución, es preciso examinarlos desde el punto de
vista de las partes que intervienen, estipulante, promitente y beneficiario, y del acto
celebrado.
125. I. Requisitos del estipulante, promitente y del acto.
No existe ninguna disposición ni puede formularse regla general alguna para precisar
los requisitos de la estipulación a favor de otro en cuanto al contrato y las partes que lo
celebran, ya que ellos dependerán de la convención de que se trate. Y es así como si se
estipula a favor de un tercero en una donación, deberán cumplirse las condiciones de ésta.
En consecuencia, lo único que podemos decir es que tanto estipulante como promitente
deben tener la capacidad suficiente para celebrar el acto de que se trate. Respecto de éste,
no existe en nuestra legislación un requisito general como en la francesa, en que se exige su
accesoriedad a una obligación principal; por tanto sólo deberá cumplir los requisitos
propios del contrato que se celebra.
126. II. Requisitos del beneficiario.
El beneficiario está en una situación muy especial, porque es totalmente extraño al
contrato; en su celebración no interviene su voluntad para nada.
Doctrinariamente se señala que deben concurrir, no obstante lo expresado, dos
requisitos en la persona del beneficiario:
1.° Debe tener capacidad de goce para adquirir los derechos que se establecen en su
favor.
No se le exige capacidad de ejercicio por la señalada razón de que no interviene en el
contrato; la requerirá conforme a las reglas generales para la aceptación. Pero sí que debe
estar en situación jurídica de adquirir el derecho establecido a su favor.
Ello tiene importancia en relación con las prohibiciones que establece la ley para
ciertas personas de celebrar determinados actos y contratos que podrían eludirse a través de
una estipulación a favor de otro. Ante nuestros tribunales se ventiló el siguiente caso: de
acuerdo al Art. 1.796 es nula la compraventa entre el padre y el hijo de familia colocado
bajo su patria potestad. Un padre vendió una propiedad a un hijo mayor de edad, por lo cual
90
RDJ. Ts. 24, sec. la, pág. 84, y 43, sec. 2° pág. 65.

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a éste no afectaba la prohibición señalada, pero este hijo mayor había comprado para sí y
sus hermanos menores de edad y sujetos a la patria potestad del vendedor. Nuestro más alto
tribunal declaró nulo el contrato.91
2.° Debe ser persona determinada, o determinable.
La doctrina clásica exigía que el tercer beneficiario fuese siempre persona determinada
y no aceptaba que fuere una persona futura que no existía, o indeterminada. En una
oportunidad, nuestra Corte Suprema declaró nula la estipulación a favor de una persona
indeterminada.92
Pero la tendencia actual en la propia legislación, en especial en materia de seguros, es a
permitir que el beneficiario sea persona futura e indeterminada, con tal que pueda
determinarse al momento de hacerse exigible el derecho, como ocurre, por ejemplo, en el
seguro de vida a favor de los herederos que tenga el estipulante al tiempo de su
fallecimiento: el seguro beneficia a todos los herederos, y no únicamente a los que existían
al tiempo del contrato.
127. Efectos de la estipulación a favor de otro. Enunciación.
Para establecer los efectos que produce la estipulación a favor de tercero, es preciso
distinguir tres situaciones que veremos en los números siguientes:
1.° Los que se producen entre los contratantes: estipulante y promitente;
2.° Efectos entre promitente y beneficiario, y
3.° Efectos entre estipulante y beneficiario.
128. I. Efectos entre los contratantes.
Los efectos que la estipulación produce entre estipulante y promitente los podemos a
su vez desglosar en tres fundamentales:
1.° Sólo el beneficiario puede exigir el cumplimiento;
2.° Los que produce la cláusula penal accesoria a la estipulación, y
3.° Revocación de la estipulación. Los examinaremos en los números siguientes.
129. A. Solo el beneficiario puede exigir lo estipulado.
El contrato celebrado producirá sus efectos normales entre las partes, y así, el
estipulante de un seguro deberá pagar las primas.
Pero lo excepcional de la institución es que el efecto principal de todo contrato, el
derecho a exigir el cumplimiento, incluso forzado de la obligación, no cede a favor de tino
de los contratantes sino del tercero beneficiario En ello está precisamente la anormalidad de
la estipulación en utilidad de otro: únicamente éste puede solicitar el cumplimiento, y no
tiene facultad para hacerlo el estipulante, a menos como lo veremos en el número siguiente,
que se establezca tina cláusula penal.
130. B. la estipulación a favor de otro y la cláusula penal..
Como decíamos, existe una forma indirecta con que el estipulante puede compeler al
promitente a que cumpla su obligación: agregar a la estipulación para otro una cláusula
penal que se hará efectiva si el promitente no cumple lo convenido. La cláusula penal

91
RDJ, T. 31, sec. 1° pág, 43,
92
RDJ, T. 31, sec. 1° pág, 43,

82
LAS OBLIGACIONES TOMO I

consiste en que una de las partes se sujete a tina pena, consistente en dar o hacer algo, si no
cumple oportunamente su obligación (N.° 905).
No hay inconveniente alguno en que el promitente se sujete a una pena a favor del
estipulante si no cumple oportunamente lo convenido en utilidad del beneficiario; la propia
ley lo reconoce así, como se verá a continuación, y en Francia, la cláusula penal en la
estipulación a favor de tercero tiene especial importancia, pues, según lo decíamos,
e¡ Código de ese país acepta esta institución en algunos casos, uno de los cuales es que el
estipulante tenga algún interés en el contrato. Al mediar una cláusula penal a sir favor, éste
pasa a tenerlo.
Cuando estudiemos la cláusula penal, veremos que, por el carácter accesorio que ella
tiene, la nulidad de la obligación principal acarrea la de la cláusula penal (Art. 1.536), pero
la que afecte a ésta no trae consigo la de la obligación principal. El precepto citado en sus
dos siguientes incisos señala dos casos de excepción aparente al principio señalado: el
segundo se refiere a la cláusula penal en la promesa de hecho ajeno (N.° 139), y el tercero,
en la estipulación para otro.93
En síntesis, esta disposición establece que valdrá la pena, aunque la obligación
principal no tenga efecto, si la persona con quien se estipula se sujeta a una pena para el
caso de no cumplirse lo prometido. Lo excepcional del caso es que el estipulante no está
facultado para exigir el cumplimiento de la obligación principal, pero por no haberse
pagado ésta al beneficiario, nace su derecho a cobrar la pena. El estipulante que
normalmente no tiene derecho alguno, pasa a tenerlo en el evento de incumplimiento. Pero
no es que haya nulidad de la obligación principal, porque ella es válida, pero no exigible
por el titular de la pena.
El precepto tendría mayor trascendencia en el Código francés, donde curiosamente no
está expresamente establecido, porque en dicho Código la estipulación es nula si el
estipulante carece de interés en ella, y la pena se lo otorga; en él sí que la estipulación a
favor de tercero es tina excepción al principio de que la nulidad de la obligación principal
acarrea la de la cláusula penal, porque. a la inversa, es ésta la que está validando la
obligación principal. Pothier lo decía expresamente, y nuestra legislación se dejó guiar por
él, sin recordar la distinta concepción de la institución en el Código chileno.
Por la misma razón se ha llegado a sostener que en el caso no hay cláusula penal
propiamente porque ella es accesoria a una obligación principal que en este caso no existe:
el estipulante no tiene derecho contra el promitente, sino en el incumplimiento. o sea, seria
una obligación principal, pero condicional, sujeta a la condición suspensiva del
incumplimiento. La verdad es que la cláusula penal es siempre condicional (N' 910, 29),
únicamente que aquí lo es con relación a un derecho creado por su titular a favor de un
tercero.
131. C. Revocación de la estipulación.
De acuerdo al ya citado Art. 1.449 en estudio: “mientras no intervenga la aceptación
expresa o tácita del tercero beneficiario es revocable el contrato por la sola voluntad de las
partes que concurrieron a él”
Aunque a primera vista este derecho de los contratantes pudiera parecer extraño, en
realidad no es sino una aplicación de los principios generales; al tratar de la extinción de los
contratos, veremos que la misma voluntad que los generó puede ponerles término, de
93
Véanse Sergio Gatica Pacheco, ob. cit., N-, 271 y 272, págs. 353 y 357, y los autores citados por él.

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acuerdo al aforismo de que en derecho las cosas se deshacen como se hacen. En


consecuencia, si estipulante y promitente establecieron el contrato a favor de tercero, los
mismos pueden dejarlo sin efecto, mientras no haya mediado la aceptación del tercero
beneficiario.94 En todo caso, la revocación debe ser unánime de los contratantes, y no
unilateral por alguno de ellos.95
Se trata de un derecho absoluto y, en consecuencia, no cabe aplicar en su ejercicio la
doctrina del abuso del derecho (No 227); las partes pueden revocar la estipulación sin
expresar causa y nada puede reclamar el tercero beneficiario a menos que haya mediado su
aceptación.
132. II. Efectos de la estipulación entre promitente y beneficiario.
Estos efectos se producen en virtud de la aceptación del beneficiario, pero debe tenerse
presente lo ya dicho: no es esta aceptación la que hace nacer su derecho, no es ella la que le
otorga la calidad de acreedor. El derecho del beneficiario existe desde la celebración del
contrato y la aceptación no tiene otro objeto que poner término a la facultad de estipulante y
promitente de dejar sin efecto la estipulación en la forma vista en el número anterior, y se
funda, además, en el principio de que nadie puede adquirir derechos contra su voluntad. De
ahí que si el beneficiario fallece antes de dar su aceptación, sus herederos podrán hacerlo; y
así se ha resuelto.96
De acuerdo a la regla general, la aceptación puede ser expresa o tácita, como lo destaca
el Art. 1,449, y su inciso 2.° determina cuándo existe esta última: “constituyen aceptación
tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse en virtud del contrato”.97
La jurisprudencia ha establecido sí una limitación a este principio: si se ha adquirido un
bien raíz para un tercero, la aceptación debe otorgarse por escritura pública.98
Con la aceptación. el beneficiario queda en situación de exigir cuando corresponda el
cumplimiento, de acuerdo a las reglas generales de éste.
133. III. Efectos entre estipulante y tercero beneficiario.
En principio no se produce relación jurídica alguna entre estipulante y tercero
beneficiario, puesto que el derecho nace directamente para éste; el derecho no existe en
momento alguno en el patrimonio del estipulante y, en consecuencia, no está sujeto a la
garantía general de sus acreedores, sin perjuicio del derecho de éstos a impugnar la
estipulación en caso de fraude, por la via de la acción pauliana (N.° 774).
134. Naturaleza jurídica de la estipulación a favor de otro..
Se han elaborado numerosas teorías en el afán de explicar esta institución, pero la
verdad es que ninguna resulta totalmente satisfactoria. Las principales son la doctrina de la
oferta, de la agencia oficiosa, de la declaración unilateral de voluntad y de la creación
directa a favor del beneficiario, que examinaremos someramente,

94
Véase RDJ, T. 33, sección 2° pág. 11.
95
Sentencia publicada en la G.T, de 1918, 22 sem., N.° 313, pág. 969.
96
G.T. de 1922, 2` $cm., N.° 255, pág. 1.088 y de 1938, 2° sem., N- 106, pág. 486. Por la razón apuntada,
se ha resuelto que en el seguro de vida el derecho no se adquiere por el fallecimiento del asegurado, sino
directamente por el contrato, y en consecuencia no está afecto a impuesto de herencia: RDJ, T. 26, sec. 2°
pág, 38.
97
Hay aceptación tácita en la circunstancia de pagar al estipulante una comisión por la negociación
llevada a cabo: RDJ, Ts. 6, sec. la, pág, 28, y 26, sec. la, pág. 8.
98
G.T. de 1914, 29 sem., N.° 378, pág, 1.052.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

1.° Teoría de la oferta.


Fue la predominante en el siglo pasado: se decía que en virtud del contrato los efectos
de éste se radicarían en la forma normal en el patrimonio del estipulante, quien luego
efectuaría Una oferta de su derecho al tercero beneficiario: la aceptación de éste daría lugar
a la formación de una segunda convención.
Esta doctrina fue rápidamente abandonada porque no corresponde a la naturaleza de la
institución y es sumamente peligrosa para el tercero beneficiario. En efecto, si el derecho se
radicara primero en el patrimonio del estipulante, los acreedores de éste, haciendo valer su
derecho de garantía general, podrían embargarlo mientras no mediara la aceptación del
beneficiario. Hemos señalado, en cambio. en el N.° 132, que este peligro no existe
precisamente porque el derecho nace directamente a favor del tercero. Además, la oferta de
un contrato caduca entre otras causales por la muerte del oferente (N' 45), y en
consecuencia, si el estipulante falleciera antes de la aceptación del beneficiario, la oferta
efectuada a éste caducaría y ya no podría adquirir su derecho. Ello no ocurre, por ejemplo,
en el seguro de vida en que el derecho del tercero se hace efectivo precisamente al
fallecimiento del estipulante.
2.° Teoría de la gestión de negocios.
Aparecida el siglo pasado, ha tenido su principal propugnador en el tratadista francés
Planiol. Para éste, el estipulante no sella sino un agente oficioso, un gestor de negocios
ajenos que actúa sin mandato; la aceptación del tercero equivale a la ratificación en la
gestión de negocios ajenos.
La verdad es que ambas instituciones son muy semejantes; este cuasicontrato consiste
precisamente en administrar un negocio sin mandato de su dueño. La verdad es que fuera
de los casos típicos de una y otra institución, pueden presentarse múltiples situaciones en
que resulte difícil para el intérprete determinar si se trata de estipulación para tercero o
gestión de un negocio de éste, y tiene importancia precisarlo porque producen distintos
efectos.
Desde luego, como lo señala el propio Art. 2286, el dueño del negocio gestionado
puede quedar obligado respecto al gestor, mientras que el tercero beneficiario no adquiere
obligaciones, sino derechos; en seguida, el propio gestor está obligado a terminar su
gestión, mientras que el estipulante, con el consentimiento del promitente, puede, incluso,
revocar el acto.
Aun en el plano doctrinario, hay diferencias entre ellas, puesto que siempre la gestión
lleva implícita la idea de representación, de actuación por cuenta de un tercero y si éste
ratifica lo obrado por el gestor oficioso, ha habido lisa y llanamente un mandato: la
estipulación a favor de otro es ajena a toda idea de representación (N.° 123): el estipulante
actúa a su propio nombre.
Por otro lado, si la estipulación a favor de otro no fuere sino una agencia oficiosa, no se
justificarla que el legislador reglamentara independientemente ambas instituciones, y habría
bastado establecer una sola de ellas, Al no hacerlo así, el Código revela que en su concepto
son actos distintos.
En todo caso esta doctrina elimina todos los inconvenientes de la teoría de la oferta.
3.° Teoría de la declaración unilateral de voluntad.
La ha sostenido principalmente el tratadista francés Capitant, diciendo que el
promitente se obliga para con el tercero beneficiario por su propia voluntad, por tina

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declaración unilateral de ella. Pero esto no es efectivo, por cuanto se ha obligado por un
contrato con el estipulante.
4.° Teoria de la creación directa en favor del beneficiario.
Para esta doctrina. el derecho nacido de la estipulación se radica directamente en el
patrimonio del beneficiario y de ahí que se la llame de creación directa de¡ derecho en favor
de éste.
Ha tenido el mérito de remarcar este efecto tan particular de la institución, pero no lo
explica, y por ello algunas opiniones la complementan con la anterior; sin embargo, se
olvida la intervención determinante del estipulante y que éste, con acuerdo del promitente
puede revocar el contrato.
Se ha sostenido que esta doctrina es la aceptada en nuestra legislación, argumentando
con lo dispuesto en el inc. 2.° del Art. 80 del DFL. 251 del año 1931, sobre Compañías de
Seguros: “el valor de las pólizas de seguro de vida cede exclusivamente en favor del
beneficiario”, pero ya hemos dicho que se trata de un efecto común y esencial de toda
estipulación a favor de terceros.
La conclusión es que no hay explicación totalmente satisfactoria de la institución y ello
es natural, porque la estipulación en beneficio de otro es una excepción a las reglas
generales, a los efectos relativos del contrato y será difícil encuadrarla plenamente en otra
institución.

Párrafo 3.°
LA PROMESA DE HECHO AJENO
135. Concepto.
A esta institución se refiere el Art. 1.450 en los siguientes términos: “siempre que uno
de los contratantes se compromete a que por una tercera persona, de quien no es legítimo
representante, ha de darse, hacerse o no hacerse alguna cosa, esta tercera persona no
contraerá obligación alguna, sino en virtud de su ratificación; y si no ratifica, el otro
contratante tendrá acción de perjuicios contra el que hizo la promesa”.
De esta disposición se desprende claramente que la promesa del hecho ajeno no altera
en absoluto las reglas generales de los contratos; no es una excepción al efecto relativo de
éstos, como ocurre con la estipulación a favor de otro, porque en ésta el tercero beneficiario
ajeno al contrato adquiere un derecho, En la promesa del hecho ajeno, en cambio, el tercero
no contrae obligación alguna, y así lo destaca el precepto transcrito. Es lógico que así sea,
ya que el tercero no tiene por qué quedar obligado por el contrato celebrado y al cual no ha
concurrido con su consentimiento.
El tercero sólo se obliga, como lo señala el precepto, en virtud de su ratificación; sólo
entonces nace su obligación, y ella deriva de su propia voluntad.
Por la promesa de hecho ajeno sólo contrae obligación el que se comprometió a que el
tercero haría, no haría o daría una cosa, y su obligación es de hacer: que el tercero ratifique,
esto es, consienta en la obligación que se ha prometido por él.
En consecuencia, esta institución no es sino una modalidad especial de la prestación en
la obligación de hacer, en que el objeto de ella es que el tercero acepte.
Como en la estipulación a favor de otro intervienen tres personas: el promitente, quien
contrae la obligación de hacer señalada; el prometido o acreedor, y el tercero que será el

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

obligado una vez que ratifique. Y también al igual que en el contrato para tercero, es
requisito indispensable para que estemos frente a una promesa de hecho ajeno que no medie
representación, pues en tal caso hay lisa y llanamente obligación para el representado que
no ha sido ajeno al contrato. Así lo señala el Art. 1.450, al decir: “de quien no es legítimo
representante”, y se ha fallado por los tribunales.99
136. Aplicación.
La promesa de hecho ajeno es de aplicación general; no hay limitaciones al respecto,
pero puede tener interés especial en múltiples situaciones, de las cuales citaremos algunas
por vía ejemplar y a fin de redondear el concepto de la institución:
Un dueño de un teatro tiene gran interés en la actuación de un determinado artista, y un
empresario se compromete con él a obtener que el artista actúe en su teatro; nadie podrá
obligar a éste a hacerlo si no quiere, pero si se niega a dar la función, el empresario deberá
indemnizar los perjuicios al dueño del teatro.
Una persona está litigando contra otras dos en un mismo pleito, y celebra con una de
ellas una transacción para terminar el litigio, comprometiéndose ésta a que el colitigante
ratificará la transacción. Si no ocurre así, el promitente deberá indemnizar los perjuicios a
su contrincante con quien otorgó la transacción.
Un fallo de nuestros tribunales incidió en otro caso de promesa de hecho ajeno: un
contrato entre dos socios en que uno se comprometió a obtener la disolución anticipada de
la sociedad.100
137. Paralelo con otras instituciones.
La promesa de hecho ajeno se asemeja a otras instituciones, y al igual que en la
estipulación a favor de otro será difícil en determinadas circunstancias distinguirla,
1.° Gestión de negocios.
También en este caso se está actuando por un tercero, sin tener mandato de él, como
ocurre en la gestión de negocios ajenos, y en verdad pareciere que la promesa del hecho de
otro no fuere sino una forma particular de la agencia oficiosa, pero ajena a toda idea de
representación.
2.° La fianza.
Promesa de hecho ajeno y fianza se aproximan porque en el fondo lo que esta haciendo
e¡ promitente es garantizar con su propia responsabilidad la ratificación del tercero; por ello
los franceses la llaman cláusula porte forte, esto es, salir garante. Pero existe tina diferencia
entre ellas que es fundamental: en la fianza se garantiza justamente el cumplimiento de una
obligación ya existente; aquí, que existirá la obligación, o sea, que el tercero ratificará.
3.° Promesa de contrato.
Importa no confundir la promesa de hecho ajeno y el contrato de promesa a que se
refiere el artículo 1.554 del Código, y que ya hemos definido como la promesa de celebrar
un contrato en el futuro: en ésta, los contratantes se comprometen personalmente a otorgar
en el futuro un contrato claramente especificado.
Ambas clases de contratos imponen una obligación de hacer, pero en el contrato de
promesa es otorgar el contrato prometido, y en la promesa del hecho ajeno, el deudor se
compromete a obtener que un tercero dé una cosa, ejecute algo o se abstenga de hacerlo. Un
99
RDJ, T. 43, sec. 2° Pág. 65.
100
RDJ, T. 31, sec. 1°. pág. 157

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ejemplo aclarará la idea: si me comprometo con una persona a venderle mi casa el 12 de


mayo próximo, es una promesa de venta, y estoy obligado en esa fecha a otorgar la
escritura de compraventa. Pero si a la misma persona le prometo que un tercero le venderá
su casa en igual fecha, hay una promesa de hecho ajeno, y estoy obligado a obtener la
ratificación del tercero bajo pena de indemnizar perjuicios.
Y la diferencia resulta de capital importancia porque en el contrato de promesa si yo no
cumplo se me puede exigir incluso forzadamente el otorgamiento de la venta definitiva,
mientras que en el otro caso si el tercero no ratifica, mi cocontratante no le puede exigir
nada, sino únicamente tiene acción en mi contra por mi incumplimiento de no obtener su
ratificación, y estaré obligado a indemnizarle los perjuicios. Así se ha resuelto. 101 Además,
el contrato de promesa es siempre solemne y muy estricto en sus requisitos, lo que no
ocurre, según veremos, en la promesa de hecho ajeno.
138. Requisitos de la promesa de hecho ajeno.
También hay que separarlos en referencia al contrato entre promitente y acreedor, y a
la ratificación del tercero.
No es posible tampoco sentar reglas generales, por cuanto dependerán los requisitos
del contrato de la especie de que se trate, Desde luego, como se ha fallado, es consensual,
por cuanto el legislador no lo somete a ninguna solemnidad en especial.102
Respecto del tercero, deberá cumplir las exigencias necesarias para efectuar la
ratificación; como la ley no ha definido en qué consiste ésta, se ha fallado que debe ser
entendida en su sentido natural y obvio,103 y la constituirán todos los actos del tercero que
importen atribuirse la calidad de deudor que se le ha otorgado, La única limitación que han
impuesto nuestros tribunales es que si la obligación versa sobre bienes raíces o derechos
reales constituidos en ellos, la calificación debe otorgarse por escritura pública,104
139. Efectos de la promesa de hecho ajeno.
Hay que distinguirlos también entre las diferentes partes que intervienen, tal como lo
hicimos en la estipulación a favor de otro.
Pero en realidad entre promitente y tercero no resulta ningún efecto, salvo lo que ellos
hayan convenido para que este último otorgue la ratificación.
Las relaciones entre el acreedor y el tercero sólo tendrán lugar cuando éste ratifique y
entonces dependerán de la clase de obligación prometida. Corno lo destaca el propio Art.
1.450, ella puede ser de dar, hacer o no hacer alguna cosa. Otorgada la ratificación, el
deudor queda ya obligado como cualquier otro, y procederá en su contra la ejecución
forzada y la indemnización de perjuicios si no cumple.
Lo que nunca faltará en la promesa del hecho ajeno es la responsabilidad del
promitente, Ya hemos dicho que éste contrae una obligación de hacer: obtener la
ratificación, Este es u] hecho” prometido que da nombre a la institución,
Naturalmente, si el promitente fracasa en su intento, el acreedor no podrá (como por lo
demás ocurre en muchas obligaciones de hacer: N.° 803) obtener el cumplimiento forzado
de la deuda, pues no habrá forma de obligar al tercero a ratificar. Por ello es que el Art.

101
RDJ, T. 54, sec. V,, pág. 36.
102
El mismo fallo de la nota anterior.
103
Idem.
104
G.T. de 1889, T. 11, N.° 2288, pág. 1.538, y de 1900, T. 1, M 1.213, pág. 1183.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

1.450 da acción al acreedor para obtener que el promitente le indemnice los perjuicios del
incumplimiento; es su único derecho.”
Sin embargo, es posible que al respecto se presente una situación dudosa: que la
obligación prometida pueda cumplirse por el propio promitente ti otro tercero distinto del
ofrecido en el contrato. En tal caso, estará el acreedor obligado a aceptar esa forma de
cumplimiento No será lo frecuente, pues generalmente se recurre a la promesa del hecho
ajeno teniendo en mira alguna cualidad especial del tercero, pero creemos que no obstante
la mala fe que podría existir en la actitud del acreedor, no sería posible obligarlo a aceptar
otra forma de cumplimiento. Se opondría a ello el Art. 1.450, que es categórico al señalar el
efecto de la no ratificación, y el principio de la identidad del pago que consagra el Art.
1.569 (N” 615): el acreedor no puede ser obligado a recibir otra cosa que la debida, y el
pago debe hacerse “bajo todos respectos” en conformidad al tenor de la obligación.
Finalmente, los perjuicios que debe indemnizar el promitente en caso de no obtener la
ratificación del tercero, pueden ser prefijados en el contrato en que se prometió el hecho
ajeno mediante una cláusula penal, que no es sino una evaluación anticipada y
convencional de los daños para el caso de incumplimiento No hay inconveniente alguno
que en la promesa del hecho de tercero, las partes fijen de antemano por medio de la
cláusula penal el monto de la indemnización que pagará el promitente al acreedor si aquél
no ratifica; y tanto es así, que según lo vimos en el Art. 1.536, tras sentar el principio de
que la nulidad de la obligación principal acarrea la de la pena agrega en su inc. 2.°:
“Con todo, cuando uno promete por otra persona, imponiéndose una pena para el caso
de no cumplirse por ésta lo prometido, valdrá la pena, aunque la obligación principal no
tenga efecto por falta de consentimiento de dicha persona”.
Este precepto ha dado lugar a problemas de interpretación, por(tire se te ha solido
conectar directamente con el Art. 1.450 y se ha topado con el inconveniente de que ambas
redacciones no coinciden. En nuestro concepto, existen dos situaciones bien diferentes:
1.° El promitente se ha sujetado a una pena para el caso de que el tercero no ratifique la
obligación por él. Semejante cláusula penal es perfectamente válida y nada tiene de
anormal, porque está accediendo a una obligación principal existente: la de obtener la
ratificación, que es la que el Art. 1.450 impone al promitente, y cuyo incumplimiento lo
obliga a la pena. El Art. 1.536 no tenía por qué referirse a esta situación que es igual ir la de
cualquiera otra cláusula penal.
2.° El caso previsto por el precepto es diferente: la pena ha sido impuesta al promitente
para el caso de no cumplirse por el tercero la obligación prometida. El promitente está
garantizando más que la ratificación, el cumplimiento de la obligación misma. Y entonces
es evidente que si el tercero no ratifica, no habrá ya cumplimiento posible, y el promitente
debe la pena. En tal caso, sí que la situación ya no es normal, porque la obligación principal
no existe, pues habría nacido sólo con la ratificación, pero el Código no es muy preciso al
determinar que ella hace excepción al inciso primero, ya que éste habla de nulidad. En el
evento propuesto no hay nulidad, sino que la obligación no alcanzó a nacer.
En esta cláusula penal, pueden, pues, ocurrir dos cosas: el tercero ratifica y no cumple;
se deberá la pena y nada hay de anormal porque la obligación principal existe, Y si el
tercero no ratifica, se deberá la pena, en la forma antedicha, y la situación es excepcional
porque la obligación no existe. La expresión “aunque” que utiliza el precepto, confirma esta

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interpretación: aun si no hay ratificación, se debe la pena. Con mayor razón se la deberá si
ratificada la obligación, no se la cumple.105
Por ello es que en el caso de que se esté respondiendo por el cumplimiento y no haya
ratificación, se ha sostenido que propiamente no hay cláusula penal, al igual que en la
estipulación a favor de otro (No 130), sino obligación condicional, opinión que no
compartimos por las razones dadas en dicho número.

Párrafo 4.°
LA SIMULACIÓN DE CONTRATO Y LAS CONTRAESCRITURAS106
140. Advertencia.
Tanto la simulación como la contraescritura pertenecen a la teoria general del acto
jurídico, sin embargo de lo cual no podemos dejar de referirnos a ellas en parte por que
importancia que adquieren en materia de contratos y efectos.
Por otro lado, el tratamiento conjunto de ambas materias se justifica por las íntimas
relaciones que hay entre ellas, según veremos en el N.° 142, y porque no habiendo texto
legal en nuestro país para la simulación, pero sí para la contraescritura, se ha aplicado éste a
la primera.
141. La simulación. Concepto y clases.
La simulación forma parte de un tema más amplio: la divergencia entre la voluntad real
de las partes y la declarada por ellas.
La simulación se caracteriza porque las partes, de común acuerdo, crean una situación
jurídica aparente que difiere de la; en ella existen dos acuerdos de voluntad: uno, el real, y
el otro que está destinado a crear una situación aparente, ficticia y distinta de la verdadera
que permanece secreta entre las partes.”107 Por ello una sentencia de nuestros tribunales la
ha definido como la declaración de un contenido de voluntad no real, emitida
conscientemente y de acuerdo entre las partes para producir con fines de engaño la
apariencia de un negocio jurídico que no existe o es distinto de aquel que realmente se ha
llevado a cabo.108
El acuerdo de simulación alterará uno u otro aspecto del acuerdo real, y puede tener
múltiples finalidades, y de ahí una primera clasificación de ella en lícita e ilícita.
La simulación lícita no tiene por objeto perjudicar a terceros, no tiene un fin
fraudulento, sino por múltiples razones dejar oculta alguna parte de la declaración real de
voluntad. Es el caso de una persona que por razones comerciales no desea que nadie se
entere de una negociación por ella celebrada, o quiere efectuar un acto de beneficencia, sin

105
En nuestra doctrina, Meza Barros, ob. cit., T. 1. NI 51, pág. 48, no efectúa la distinción entre la
obligación de la promesa de hecho ajeno, y la obligación que se ha prometido. Claro Solar, ob. cit., T. X, N.°
566, pág. 506, da la interpretación, a nuestro juicio correcta, al precepto, pero sin analizar su alcance en
relación al inc. 1° Gatica, ob. cit., N.° 271, pág. 353, sostiene que el inc. 21 del Art. 1.536 no puede referirse
a otra situación que la reglamentada en el Art. 1.450, y ello lo lleva a reprochar la redacción del precepto.
106
Sobre contratescritura véanse las obras referidas en la nota de la introducción, s ,,l ... ... nula, ión ti
excelente bra de Raúl Diez Duarte La simulación de contrato en el Civil chileno, Stgo. Imprenta Chile, 1957,
reproducida en muchos de sus (11,11 eptos en tina sentencia publicada en lit RDJ, T. 58, sec. 2° pág. 21.
107
RDJ, 1, 55 sec. la, pág. 188, y 58, sec. 2° pág, 21.
108
RDJ, 1, 58, se,, 2° pág 21.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

que lo sepa la persona favorecida, etc. Esta especie de simulación es perfectamente lícita, y
así se ha fallado.109
La simulación ilícita tiene, en cambio, por objeto engañar a terceros o el fraude a la
ley, en los casos que señalaremos. Se ha dicho que para su configuración se dan cuatro
elementos: a) la disconformidad entre la voluntad interna y la declarada; b) esta
disconformidad debe ser consciente y deliberada pues en caso contrario nos encontraremos
frente a un error; c) por acuerdo de las partes, con lo que quedan al margen los casos de
fuerza y de reserva mental. En ésta una de las partes ignora que existe diferencia entre la
voluntad declarada por la contraparte y la real de ella, mientras que en la simulación las dos
partes quieren una cosa distinta a la que declaran, y d) la intención de perjudicar a terceros.
La misma sentencia que glosarnos Ira declarado cine el fin principal de la simulación
ilícita es producir una disminución ficticia de¡ patrimonio o un aumento aparente del
mismo para de este modo frustrar la garantía de los acreedores e impedirles su satisfacción;
110
tal sería el caso en que una persona simule traspasar alguno de sus bienes a un tercero
para dejarlo al margen de la ejecución de sus acreedores, En este caso especial, los
acreedores podrán asilarse no sólo en la acción de simulación a que nos referiremos luego,
sino también en la acción pauliana en razón del fraude existente (N' 774).
Pero está lejos de ser la única finalidad de la simulación; ella puede también tener por
objeto eludir una prohibición legal, como ocurre, por ejemplo, con la que señala el Art.
1.796 para la compraventa entre cónyuges no divorciados: el acto se disfraza de otra
convención o se efectúa por interposición de personas. Otra fuente fecunda de actos
simulados es el deseo de las partes de escapar a los impuestos que gravan ciertos actos. Por
razones de evasión tributaria, o disfrazan el acto, como si la donación la hacen aparecer
como compraventa, o alteran algunos de sus elementos principalmente la cuantía, a fin de
pagar impuestos menores. La frecuencia de este tipo de simulación es considerable.
La simulación ilícita está penada criminalmente en el Art. 471, N.° 29 del Código
Penal, que sanciona al “que otorgare en perjuicio de otro un contrato simulado”.
Desde otro punto de vista, la simulación se clasifica en absoluta, relativa y por
interposición de personas.
En la primera, las partes celebran un acto totalmente ficticio que sólo existe
aparentemente; no hay más acto que el simulado, como si el deudor para ocultar sus bienes
simula traspasarlos a un tercero, con quien celebra una compraventa que no existe
realmente. Esta simulación absoluta ha sido reconocida reiteradamente por nuestros
tribunales.111
En la relativa, el acto que aparece al exterior, existe pero hay un acuerdo entre las
partes que lo modifica y que queda oculto, como si se le da la apariencia de una
compraventa a una donación en el ejemplo antes dado. Mientras en la absoluta hay dos
acuerdos, uno el aparente y el otro que elimina totalmente a éste, en la relativa el acto
oculto modifica al aparente.
Finalmente, cuando hay interposición de personas, el contrato se celebra aparentemente
con una persona para que ésta a su vez lo traspase a otra; es muy frecuente para eludir una
109
Si la causa real es lícita, no es nula la obligación simulada”. G.T. de 1890, T. 11, N.° 3.990, pág. 887.
También la sentencia citada en la nota anterior, pero fundada en el Art. 1707.
110
Nuevamente es la sentencia publicada en la RDJ, T. 58, sec. 2° pág. 21, inspirada en gran parte en la
obra del señor Diez Duarte citada en la nota 108. La última parte también fue declarada igual en RDJ, T. 55,
sec. 11, pág. 188
111
Sentencias publicadas en la RDJ, U 52, sec, 2° pág. 60; 55, sec. 1° pág. y 58, sec. 2° pág. 21

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prohibición legal, como en el ya señalado caso de la que existe para la compraventa entre
cónyuges no divorciados perpetuamente. Esta interpósita persona recibe los nombres más
curiosos, testaferro, cabeza de turco, prestanombre, paloblanco, etc.
El Código se refiere a esta clase de simulación, por ejemplo, en el Art. 966, que declara
nula toda disposición testamentaria a favor de un incapaz para suceder “aunque se disfrace
de un contrato oneroso o por interposición de persona”, y en el Art. 2.144 que prohíbe al
mandatario, por sí o por interpósita persona ejecutar determinados actos sin autorización
del mandante.
142. Las contraescrituras y sus efectos.
La expresión contraescritura tiene dos significaciones diversas.
En un sentido se habla de contraescrituras para designar a los instrumentos otorgados
por las partes para modificar o dejar sin efecto las estipulaciones de otra escritura. Con
semejante significado la contraescritura puede importar o no simulación: la implicará si el
acto modificatorio alterando sustancialmente lo estipulado está destinado a permanecer
secreto; y a la inversa, no siempre la simulación importará una contraescritura: ello
dependerá de si el acuerdo real de voluntad se deja por escrito o no. Por ejemplo, cuando en
la compraventa se hace figurar un menor precio, no habrá contraescritura si no se deja
constancia en un documento de la diferencia.
En cambio, para otros autores y es la opinión que predomina entre nosotros,112 y en la
jurisprudencia,113 sólo hay contraescritura cuando el documento da constancia de un acto
simulado; en consecuencia, si no existe simulación, hay una modificación o revocación de
lo pactado, pero no contraescritura.114
112
Claro Solar, ob. cit., T. 12, N2 2.024, pág. 687; Víctor Santa Cruz S., El instrumento Público, RDJ, T. 39,
sec. 1° pág. 54; Vodanovic, ob. cit., Vol. 17 N.° 919, pág, 671; Diez Duarte, ob. cit., N.° 49, pág. 54. En
contra, Alessandri, ob. cit., pág. 423, quiero se funda en que la disposición no hace distingo alguno que
permita sostener la opinión contraria, y en la diferencia entre nuestra disposición y el Art. 1.321, que es su
equivalente en el Código francés. Los autores franceses son de opinión que este precepto sólo se refiere a
las contraescrituras simuladas pues les niega todo valor contra tercero. Sus contradictores se fundan
también en un argumento histórico; pues nuestro precepto estaría inspirado en el Art. 1.214 del Proyecto de
Código Civil español de Florencio García Goyena, quien sería de la opinión restringida. Para esta doctrina, si
no hay simulación, el valor de los instrumentos que modifican o anulan a otros se determina de acuerdo a las
reglas generales.
Estamos con la opinión del Sr. Alessandri por las siguientes razones:
1° La letra de la ley que habla de “contraescritura”, sin dar en parte alguna a entender que se l refiere e
a las simuladas antes Por el contrario, según el Diccionario, contraescritura es un instrumento otorgado para
protestar o anular otro anterior”
2° Muy respetable es la opinión de los autores franceses PC¡,) trabajan Con un texto muy diferente y no
tan completo corno el nuestro: Art. 1 321: las contraescrituras no pueden surtir efecto sino entre las panes
contratantes; no producirán efecto contra terceros”.
3° La opinión de García Goyena no indica en parte alguna que el Art. 1.214 de su Proyecto, que
efectivamente es igual a nuestro Art. 1.707, sólo se aplique a los contradocumentos simulados. Cieno que se
refiere expresamente a ellos (“hacen imposible la superchería a terceros”), que es el caso más importante,
pero ello no implica que excluya a los otros. Por lo demás, siendo claro el texto legal nuestro, no hay para
qué indagar su espíritu.
4° Tan claro es el texto del Art. 1,707 que los sustentadores de la opinión impugnada señalan que su inc.
2° contiene un error de concepto, porque, redactado en sentido afirmativo, dispone que las contraescrituras
públicas producen efectos contra terceros cuando se cumplen los requisitos allí señalados. Tales exigencias
eliminan toda posible simulación, y en consecuencia, si se cumplen no habría contraescritura, si ésta siempre
involucrara simulación. No la hay, y sin embargo el legislador habla de todos modos de contraescrituras.
5° Por último, esta posición es la que mejor protege a los terceros, a quienes les hasta probar que hay
contraescritura para negarle efectos sin necesidad de tener que acreditar la simulación.
113
G.T. 1939, 2° sem., N.° 139, pág. 573, aunque curiosamente recoge la opinión de Alessandri, RDJ, T.
43, sec. 1° pág 337.
114
Para algunos, incluso es contraescritura, aunque no conste por escrito el acuerdo de las partes que
altera o deja sin efecto el acto aparente.

92
LAS OBLIGACIONES TOMO I

El Código se refiere a ellas, en el artículo 1707, ubicado en el título 21 del Libro 4.°, “
De la prueba de las obligaciones”. Dice el precepto: “Las escrituras privadas hechas por los
contratantes para alterar lo pactado en escritura pública no producirán efectos contra
terceros. Tampoco, lo producirán las contraescrituras públicas cuando no se ha tomado
razón de su contenido al margen de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la
contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado el tercero.”
Se ha criticado con justa razón la ubicación del precepto, pues no está destinado a fijar
el valor probatorio sino el electo de las contraescrituras, su oponibilidad repitió así nuestro
Código el error del francés.
De acuerdo al precepto, hay que distinguir el efecto de la contraescritura entre las
partes y los terceros.
Entre las primeras no hay duda de que vale la contraescritura en virtud del principio de
la ley del contrato. Así se ha resuelto sin otra que el instrumento privado alterador o
revocatorio debe ser reconocido o mandado tener por reconocido de acuerdo a las leyes
generales, y que no tendría validez si por su contenido, con arreglo a disposición legal, debe
otorgarse también por escritura pública.115 Por parte debemos entender a todos aquellos que
tienen la calidad de tales, según lo dicho en el N.° 109, y, en consecuencia, a los herederos
de ellas también afecta la contraescritura.
En cuanto a los terceros, preciso es subdistinguir: la contraescritura privada de una
escritura pública no los afecta en caso alguno. Les es inoponible, cualquiera que sea el
conocimiento que de ella tengan.
Y la contraescritura pública de una escritura también pública sólo afecta a terceros si se
cumplen copulativamente los dos requisitos señalados por el precepto: que se tome razón
de su contenido al margen de la escritura matriz, y también en la copia en cuya virtud obre
el tercero. Cumplidos estos requisitos, el Art. 1.707, a contrario sensu, determina que la
contraescritura produce efectos respecto de terceros.
Peto, ¿qué efectos produce la contraescritura respecto de terceros? Porque ya hemos
señalado que la regla general es que los contratos no afectan a terceros sino en los casos de
excepción ya citados. En consecuencia, lo que ocurre realmente respecto de terceros es que
la contraescritura pública que cumple los requisitos señalados les es oponible, no la pueden
desconocer y si no los llena, les es inoponible.
Por ejemplo, se otorga una compraventa por escritura pública y se queda adeudando un
saldo de precio, pero el vendedor renuncia expresamente a la acción resolutoria (N' 549);
por escritura pública posterior que no cumple los requisitos del inc. 22 del Art. 1.707, se
(teja sin efecto dicha renuncia; semejante contraescritura y la convención de que ella da
cuenta, no podría oponerse a terceros; por ejemplo, a un nuevo comprador de la cosa.
Los terceros a que se refiere el Art. 1.707 son todos los que hemos señalado como
tales, ya sean causahabientes a título singular, acreedores de las partes116 y los que son
totalmente extraños a la convención.
143. Efectos de la simulación.
Si se piensa en nosotros que el Art. 1.707 se refiere a toda clase de contraescrituras,
simuladas o no, o a la inversa que sólo comprende a las primeras, de todos modos el
115
G.T. de 1875, N.° 3.133, pág. 1.503; de 1904, T. EL N.° 1.652, pág. 789, y de
1915. 2° sem., N` 417, pág. 1.074
116
Un caso respecto de ellos en la RDJ, T. 10, sec. la, pág. 239.

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problema de los efectos de la simulación debe ser resuelto en Chile de acuerdo a los
principios señalados por este precepto, y teniendo en cuerna la clasificación de los actos
simulados efectuada en el N.° 141. En ello existe unanimidad en los autores y
jurisprudencia.117
En consecuencia, en primer lugar, para la simulación absoluta, esto es, cuando se ha
otorgado un acto solamente aparente que carece de toda existencia real, la sanción será la
nulidad absoluta, porque falta el consentimiento real y serio de las partes, con intención de
obligarse. Así se ha fallado.118
Igualmente, si ha habido simulación para eludir una prohibición legal -caso de la
compraventa entre conyuges no divorciados perpetuamente- probada la ficción, la sanción
será igualmente la nulidad absoluta. El criterio del legislador esta manifiesto en el Art. 966
ya citado, pues declara la nulidad de la asignación a favor del incapaz para suceder aunque
se disfrace de contrato oneroso o se efectúe por interposición de persona.
En los demás casos de simulación lícita o ¡lícita, es necesario efectuar algunos
distingos. En primer lugar entre las partes y respecto de terceros, según el criterio fijado por
el Art. 1.707.
Entre las partes, en principio, prima el acto que refleja la voluntad real de ellas,119 y
respecto de los terceros, les será inoponible el acto simulado: es el distingo claramente
expuesto en dicho precepto respecto de los contraescritos.
Pero debe tenerse presente que la validez entre las partes no operará siempre, 120 porque
si el acto contenido en el contrato simulado, por ejemplo, requiere como solemnidad
instrumento auténtico y se ha otorgado por documento privado, será nulo por defecto de
forma. Igualmente, si el mandatario infringe la prohibición del Art. 2.144 y ejecuta
simuladamente los actos a que ella se extiende, nadie está facultado para desconocerlos,
sino el mandante, ya que éste podrá ratificarlos haciéndolos plenamente eficaces.
Fuera de estas salvedades la solución general es la señalada: primacía entre las partes
del acto real, inoponibilidad del mismo a terceros.
144. La inoponibilidad en las contraescrituras y en la simulación está establecida en
beneficio de los terceros.
De acuerdo a todo lo expuesto, los contradocumentos, con la sola excepción de los
públicos que cumplen los requisitos del inc. 2.° del Art. 1.707, y los actos simulados no son
oponibles a terceros, no producen efectos, no pueden invocarse en contra de ellos.
Pero como toda inoponibilidad, éste es un derecho de los terceros, no los obliga, de
manera que perfectamente podrían renunciarlo y asilarse, si así más les conviene, en el acto
simulado o en la contraescritura, con tal, naturalmente, que logren establecer la existencia
de uno u otra.
Semejante renuncia es voluntaria; los terceros no pueden ser privados de si¡ derecho y,
en consecuencia, en caso de conflicto entre terceros, algunos de los cuales quieran
ampararse en el acto aparente o en la escritura y otros que pretendan invocar el acto

RDJ, Ts. 33, sec. 21, pág. 17; 57, sec, 2° pág. 97, y 58, sec. 2° pág. 21.
117

RDJ, T. 33, ec. 211, pág. 97


118

119
RDJ, T, 33, sec. 21, pág. 17; T 58, sec. 2° pág. 2 1
120
El Código italiano reglamenta expresamente la simulación en los Arts. 1.414 a 1.417; da valor entre las
partes al acto simulado “con tal que existan los requisitos de sustancia y forma” y respecto de terceros les es
en general inoponible. También se refiere a la simulación en los actos unilaterales por acuerdo entre
declarante y destinatario lo (Art. 1.414).

94
LAS OBLIGACIONES TOMO I

simulado o el contradocumento, deben ser preferidos los primeros; en tal situación, el acto
aparente se impone al real.
145. La acción de simulación.
Respecto de las partes, como entre ellas en principio prima el acto real, y también en
cuanto a los terceros que pretendan hacer valer éste, por ejemplo, porque es nulo
absolutamente y quieran que se establezca la nulidad, puede existir interés en que se declare
la existencia del acto simulado; para hacerlo invocarán la acción de simulación o de
declaración de simulación, a la cual irá unida la acción de nulidad si el acto real adolece de
algún vicio que lo haga merecedor a ella.
Para invocar la acción de simulación, se ha exigido que quien la ejerza tenga interés en
ella y se ha declarado que lo tiene aquel titular de un derecho subjetivo amenazado por la
simulación de un daño cierto.121
Para la declaración de simulación se topará con el problema de su prueba, pues si las
partes han pretendido mantener oculto el acto real, habrán tomado las precauciones debidas
para ello.
La opinión más generalizada es que respecto de ella se aplicarán las reglas generales, 122
y en consecuencia, tendrán lugar las limitaciones a la prueba testimonial, si procedieren.
Pero como para los terceros se trata de probar un hecho, para el cual, además, generalmente
estarán en la imposibilidad de obtener una prueba por escrito preconstituida y muchas veces
llevará envuelto un fraude, se les reconoce una amplia libertad de prueba.123
146. Excepciones que la simulación y las contraescrituras introducen a los efectos
normales del contrato.
Según lo que se ha expuesto anteriormente, de la simulación y de los
contradocumentos pueden resultar dos órdenes de alteraciones a las reglas generales de los
efectos del contrato:
1.° Entre las partes, porque el acto aparente puede ser privado de fuerza entre ellas,
dándole, con las limitaciones señaladas, vigor al acto disfrazado, y
2.° En cuanto a los terceros, porque por regla general el acto simulado y la
contraescritura les son inoponibles tema a que nos referimos en el párrafo siguiente.
147. El contrato fiduciario e indirecto.
Parientes cercanos a la simulación, aunque no la implican necesariamente y suelen ser
difíciles de distinguir de ella y entre sí. son ¡os llamados contratos fiduciarios e indirectos,
de antigua prosapia, pero que la doctrina moderna ha pretendido elaborar científicamente
para hacerlos formar categorías particulares de contratos.124
La voz fiducia implica confianza, y en tal sentido se refiere generalmente a los
contratos intuito personae, en que la fe en el otro contratante es el motivo que decide a la
parte a contratar, como en el mandato.

121
RDJ, T. 58, sec, 21, pág. 21.
122
El Art. 1,417 del Código italiano se refiere expresamente al punto y acepta ampliamente ti prueba
testimonial para los terceros, y aun se la permite a las partes para hacer valer la ilicitud del acto disimularlo.
123
G.T. de 1918, T. II, N.° 278, pág. 857; RDJ, T. 581 sec 1° pág. 175, y sec. 2° pág. 21.
124
Véanse al respecto Fernando Fueyo L., Algunos aspectos del negocio fiduciario, publicado en RDJ, T,
56, Primera Parte, pág. 49; Messineo, ob. cit., T. II, pág. 453 y la bibliografía extranjera por ellos citada.

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En el contrato fiduciario e indirecto existe también una confianza, pero en otro sentido;
lo que ocurre en ellos es que se utiliza una determinada figura jurídica para obtener otros
efectos que los propios de ella, quedando a la sola fe del otro contratante reducirla
posteriormente a los realmente buscados por las partes. Por ejemplo, en vez de darle en
prenda un objeto al acreedor en garantía del crédito, se le traspasa el dominio del mismo,
obligándose el acreedor a restituirlo una vez pagada la deuda.
Pueden estas figuras llevar envuelta simulación y fraude a terceros o a la ley, y en tales
casos quedan expuestas a la sanción propia de estos casos.

Párrafo 5.°
OPONIBILIDAD E INOPONIBILIDAD DEL CONTRATO
148. Oponibilidad del contrato.
Cuando señalamos los deslindes del efecto relativo del contrato, hicimos presente una
distinción que evita equívocos en cuanto a la existencia misma del contrato y sus efectos y
a los derechos y obligaciones que él genera (N.° 108).
LA situación jurídica nueva que crea el contrato no puede normal mente ser negada por
nadie; produce efectos erga omnes. Salvo lo casos de excepción, estamos todos obligados a
reconocer la existencia del contrato y la calidad de acreedor y deudor que de él puede
emanar para las partes, y los derechos y obligaciones creados por él En tal sentido el
contrato tiene eficacia aun respecto de terceros.
Estas situaciones jurídicas pueden ser de índoles variadas:
1.° Pueden generar un derecho real,
Si bien ya hemos señalado que en nuestra legislación el sol( contrato no es capaz de
transferir el dominio u otros derechos reales pues requiere, además, que opere uno de los
modos de adquirir, tan pronto como ha ocurrido esto último, se ha traspasado o constituido
un derecho real que como tal es absoluto en cuanto puede oponerse erga omnes Nadie
puede discutir la adquisición de este derecho, ' así, por ejemplo, vendido un inmueble
arrendado e inscrita la transferencia en el Registro Conservatorio competente, se extinguen
normalmente los arrendamientos existentes en el predio, pues ha cesad el derecho de quien
los otorgó (Art. 1.950, N.° 3.°); no podría e arrendatario desconocer este hecho alegando
que se ha originado e un contrato que no le empece. Ni podría un interesado desconocer la
hipoteca inscrita, afirmando que ha nacido del contrato hipotecara que no le afecta, etc.
2.° Puede dar nacimiento a una persona jurídica.
Así ocurre con el contrato de sociedad que da origen a una persona jurídica de acuerdo
al Art. 2.053, inc. 1.° Esta persona jurídica existe respecto de todo el mundo, y no podría
mañana desconocérsela sosteniendo que el contrato que le dio origen no afecta a terceros, y
3.° Finalmente, sin pretender agotar el tema, el contrato puede limitarse a conferir
derechos personales y establecer obligaciones.
Pues bien, nadie podrá negar la existencia del crédito y la deuda la calidad de acreedor
del titular del primero, y de deudor de obligado. Todas estas calidades son oponibles, por
regla general, a terceros, quienes no pueden desconocerlas. Y así, en la quiebra concurren
todos los acreedores verificando sus créditos, esto es haciendo valer los que tengan en
contra del fallido. Los demás acreedores no podrán negarle al verificante su calidad de

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acreedor diciendo que el contrato que le otorgó tal calidad no les afecta porque es oponible
a ellos.
149. La inoponibilidad. Concepto.125
La oponibilidad del contrato y sus efectos a terceros tiene sus peligros, por cuanto ellos
pueden estar en legítima ignorancia de los actos celebrados por las partes, o las
convenciones pueden ser efectuadas con el exclusivo objeto de engañarlos o perjudicarlos.
Pero la inoponibilidad va más allá de esto por cuanto incluso hay muchos casos en que
determinadas situaciones jurídicas van a verse privadas de eficacia, por nulidad,
revocación, etc., y esta pérdida de vigencia puede afectar los derechos válidamente
adquiridos por terceros mientras aquélla estuvo produciendo sus efectos normales, y
mantenía su apariencia de aplicación.
El legislador, por razones de equidad y de la buena fe del tercero, interviene en ciertas
y determinadas circunstancias, negando eficacia frente a terceros al acto o contrato.
Si la oponibilidad de éste consiste en que los terceros no pueden negarle su existencia y
la de sus efectos, la inoponibilidad es justamente la sanción de ineficacia jurídica respecto
de los terceros ajenos al acto o contrato, y en cuya virtud se les permite desconocer los
derechos emanados de ellos.
El legislador, normalmente, como ocurre en nuestro Código, no establece una teoría
general de la inoponibilidad, como lo hace con la nulidad; pero ella está establecida en
numerosos preceptos, y su existencia está reconocida por todos los autores y la
jurisprudencia.
La inoponibilidad es sanción o, en todo caso, contraria a los principios generales, por
lo cual, no obstante su amplia aplicación, es de interpretación restrictiva. Es la ley la que
priva de eficacia a un acto.
150. Inoponibilidad y nulidad.
La diferencia fundamental entre inoponibilidad y nulidad, es que ésta supone un vicio
en el nacimiento del acto jurídico, una falla en sus elementos constitutivos, mientras que en
la primera la generación del acto o contrato es irreprochable; pero, por determinadas
circunstancias, pierde su eficacia frente a terceros.
En la inoponibilidad hay que distinguir entre el acto o contrato y sus efectos, pues son
éstos los comprometidos. El contrato es perfectamente válido y las partes siguen obligadas
por él; son los terceros quienes quedan liberados de sufrir la oponibilidad del contrato. En
la nulidad, cuando ella ha sido declarada, desaparece el acto o contrato, tanto respecto de
las partes corno de terceros, salvo los casos de excepción en que ella no puede oponerse a
éstos.
De esta circunstancia derivan las demás diferencias entre ambas órdenes de sanción; en
la nulidad hay un interés público comprometido y de ahí que se limite su renuncia, pueda
en ciertos casos ser declarada de oficio, y se permita invocarla, cuando es absoluta. a todo
el que tenga interés en ello. Como se verá en este estudio, son diversos los efectos de la
inoponibilidad.

125
Sobre inoponibilidad véase el célebre estudio de Daniel Bastian “Essai & une théorie genérale de la
inoponibilité” París 1929, y su versión en Chile por Alberto Baltra Cortés Ensayo de una teoría general de los
actos inoponibles” M. de P. Stgo.
Dirección de Prisiones. 1935.

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151. Clasificación de la inoponibilidad.


Como ha quedado señalado son variadas las causales que mueven al legislador a privar
de eficacia ante terceros al acto o contrato, o a su revocación o nulidad.
Por ello se efectúa una primera distinción entre inoponibilidades por causa de forma y
por causa de fondo. A esto hay que agregar una tercera categoría, bastante excepcional, de
inoponibilidades derivadas de la pérdida de eficacia de un acto o contrato.
152. I. Inoponibilidades de forma.
Al hablar de los contratos solemnes (N.° 68), mencionamos las formalidades de
publicidad, esto es, de aquellas que justamente tienden a permitir a los terceros enterarse de
la existencia del acto o contrato que puede afectarlos; si no se cumplen el legislador
defiende al tercero estableciendo en su favor la inoponibilidad del acto o contrato mientras
no se cumplan las formalidades omitidas.
Estas inoponibilidades son numerosas en el Libro IV del Código podemos enunciar las
siguientes:
1.° Las contraescrituras.
Como vimos recién (N.° 142) el Art. 1.707, inc. 3.° exige, para que las contraescrituras
públicas de escrituras públicas afecten a terceros, que se tome razón de ellas al margen de
la escritura original y de la copia con la cual está obrando el tercero.
2.° Prescripción adquisitiva.
La sentencia judicial que declara la prescripción adquisitiva del dominio o derechos
reales sobre inmuebles “no valdrá contra terceros sin la competente inscripción” (Art.
9.513).
3.° Cesión de créditos,
Al estudiarla, veremos que se perfecciona entre las partes por la entrega del título, y
respecto del deudor y terceros, por la notificación o aceptación del deudor (Arts. 1.901 y
1.902) (N.° 1.056). Mientras la notificación no se efectúe o el deudor acepte la cesión, ésta
es válida entre cedente y cesionario, quien pasa a ocupar la calidad del acreedor, pero no
puede oponerla ni al deudor ni a terceros, y uno de éstos, acreedor del cedente. podría
válidamente embargar el crédito, ya que la cesión no le empece.
4.° Enajenación de cosas embargadas.
Según el Art. 1.464, hay objeto ilícito, y por ende, nulidad absoluta, en la enajenación
de las cosas embargadas, a menos que el juez o el acreedor la autoricen, pero de acuerdo al
Art. 453 del C.P.C., si el embargo recae en bienes raíces o derechos reales en ellos
constituidos, no producirá efecto legal alguno respecto de terceros, sino desde la fecha en
que se inscriba en el Registro de Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar del
Conservador de Bienes Raíces respectivo; mientras ella no se efectúe, el embargo es
inoponible a terceros, y así no podría invocarse la nulidad contra el tercero adquirente si la
inscripción no se ha efectuado antes de la enajenación
En el Derecho de Familia hay numerosos casos de inoponibilidad.
De inoponibilidad por falta de certeza respecto de terceros, podemos calificar la
situación contemplada en el Art. 1.703, que niega fecha cierta respecto de ellos a los
documentos privados mientras no haya ocurrido alguna de las circunstancias previstas en
dicho precepto; y todo valor a los contraescritos privados de escrituras públicas en el caso
ya citado del Art. 1.707, inc. 1.° (N.° 142). Lo que pasa en estas disposiciones es que el
legislador prevé el posible fraude de las partes en perjuicio de terceros. pero éstos no están

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

obligados a probarlo, ni los contratantes podrán invocarlo en su contra, aun acreditando que
no lo hubo.
153. II Inoponibilidades de fondo.
Por cansa del fondo del acto o contrato, las inoponibilidades pueden presentarse en
varias circunstancias. Las más frecuentes derivan de la falta de concurrencia, y del fraude.
154. A. Inoponibilidades por falta de concurrencia.
Estas inoponibilidades se presentan cuando una persona no concurre con su
consentimiento al otorgamiento de un acto o contrato que lo requería para producir sus
plenos efectos.
Podemos citar dos casos muy representativos.
1.° La venta de cosa ajena.
Como decíamos en otra oportunidad, en nuestra legislación, a diferencia de lo que
ocurre en otras, la venta de cosa ajena (como en general todos los actos sobre bienes
ajenos), no es nula, sin perjuicio de los derechos del dueño sobre la cosa vendida, mientras
no se extingan por el espacio de tiempo (Art. 1.815). Y así, si A vende a B, un inmueble
que pertenece a C, la venta es válida y la tradición transforma al comprador en poseedor de
la propiedad, posesión que, cuida a los demás requisitos legales, le permitirá adquirir el
dominio por prescripción adquisitiva. Pero esta venta no es oponible a C, el verdadero
dueño, quien puede reivindicar el inmueble mientras su acción no se extinga por la
prescripción adquisitiva a favor de B (N.° 1.242).126
2.° Mandato.
El mandatario actúa como tal mientras se mantenga en los límites del poder que ha
recibido; si los excede, no hay representación, es como si actuara un tercero ajeno al
mandante, y, en consecuencia, éste no queda obligado por los actos ejecutados por el
mandatario excedido (Art. 2.169). Y así, si A otorga mandato a B para administrar un
inmueble, y éste lo enajena, la enajenación es inoponible al mandante A, pero éste puede
ratificarla.127
Porque esta es la importancia que tiene reconocer que hay inoponibilidad por falta de
concurrencia en los casos señalados, pues en buena doctrina cabría sostener la nulidad por
falta de consentimiento. Semejante nulidad sería la absoluta, pues faltaría un elemento
esencial del contrato, y si así fuera, no podría validarse por la ratificación de aquel cuyo
consentimiento se ha omitido.
Se aprecia a simple vista que la nulidad absoluta es sanción muy drástica, pues sólo
está comprometido el interés de este último, y es lógico que se le permita determinar si
acepta o no el acto ejecutado mediante su ratificación, la que no procedería si la sanción
fuere la primera. Por esta razón el legislador sólo sanciona la falta de concurrencia con la
inoponibilidad y en ambos preceptos citados acepta la ratificación por el interesado.
156. III. inoponibilidades derivadas de la nulidad o revocación.
Determinadas situaciones jurídicas pueden afectar a terceros, y ser posteriormente
dejadas sin efecto, con grave daño a sus intereses.
126
Así se ha fallado, por ejemplo, en sentencia de la RDJ, T. 62, sec. 2° pág. 1.
127
Véase Rep., T. IV, pág. 39, N2 27, y las siguientes sentencias: RDJ, Ts. 2, sec. 1° pág. 164: 28, sec. 2°
pág. 40; 40, sec. 11, pág. 304; 43, sec. Da, pág. 65: 48, sec. 1° pág. 371; 49, sec. 1° pág. 112; 51, sec. 2°
pág. 26; 53, sec. la, págs. 112 y 217, etcétera.

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Así ocurre con la nulidad que, judicialmente declarada, opera con efecto retroactivo, y
da derechos contra terceros. En casos muy excepcionales el legislador, sin embargo. no
permite que la nulidad pueda ser invocada en contra de ellos, no obstante su declaración
judicial. Podemos citar dos casos bien característicos:
1.° El matrimonio putativo
Es el matrimonio nulo celebrado ante oficial del Registro Civil con justa causa de error
y buena fe: este matrimonio produce respecto del cónyuge que lo contrajo de buena fe y
con justa causa de error, los mismos efectos que el válido (Art. 122). El hijo concebido en
este matrimonio (y aun actualmente en el simplemente nulo en ciertos casos) es legítimo, y
no pierde esta calidad por la declaración de nulidad del matrimonio.
2.° Sociedad.
De acuerdo al Art. 2.058, la nulidad del contrato de sociedad no perjudica las acciones
que corresponden a terceros de buena fe contra todos y cada uno de los asociados por las
operaciones de la sociedad.
Existen otros casos, también excepcionales, en que no obstante dejarse sin efecto una
determinada situación jurídica, ello no empece los derechos comprometidos de terceros.
Así ocurre, por ejemplo:
1.° Revocación del decreto de posesión definitiva de los bienes del ausente.
De acuerdo al Art. 94, ella no afecta las enajenaciones, hipotecas y demás derechos
reales constituidos legalmente en los bienes del ausente.
2.° Restablecimiento de la sociedad conyugal.
En ciertos casos de separación de bienes judicial y legal, puede restablecerse la
sociedad conyugal, lo que restituye las cosas al estado anterior “como si la separación de
bienes no hubiese existido. Pero valdrán todos los actos ejecutados legítimamente por la
mujer, durante la separación de bienes, como si los hubiese autorizado la justicia” (Art.
165).
157. Efectos de la inoponibilidad.
Como ha quedado dicho, la inoponibilidad obliga a distinguir los efectos entre las
partes y en cuanto a los terceros a quienes puede afectar el acto o contrato.
Entre las partes; el acto o contrato es perfectamente válido y produce sus plenos
efectos. Pero respecto de terceros el acto no obstante su perfecta validez no les afecta, no
están obligados a reconocerlo.
Sin embargo, cuando se le niega efectos al contrato es justamente en los casos en que
existe interés por oponerlo a terceros, de manera que al privarlo de este poder, no hay duda
de que ello repercute en las relaciones de los contratantes. Y así, en el caso de la venta de
cosa ajena, si el verdadero dueño reivindica y el comprador es privado de la cosa comprada,
puede hacer efectiva la obligación de garantía contra el vendedor, para que éste lo defienda
en el pleito y le indemnice la evicción.
La inoponibilidad es un derecho del tercero: éste si quiere la invoca, pero si no tiene
interés en ella, puede renunciarla pues esta establecida en su particular protección y
beneficio. No puede normalmente ser declarada de oficio.
158. Cómo se invoca la inoponibilidad.
La inoponibilidad se puede hacer valer como acción o excepción.

100
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Como acción, reclamando del acto inoponible, como por ejemplo en la venta de cosa
ajena si el verdadero dueño ejerce la acción reivindicatoria; en la simulación por la acción
de simulación (N.° 145). La acción pauliana, si se acepta que es inoponibilidad, también se
ejerce por esta vía (N.° 774).
El tercero interpondrá la inoponibilidad por la vía de la excepción cuando se invoque
en su contra el acto afecto a esta sanción; así ocurrirá normalmente en la inobservancia de
tina medida de publicidad; por ejemplo si se enajena un bien raíz embargado, pero cuyo
embargo no se ha inscrito en el Conservador de Bienes Raíces y el ejecutante demanda la
nulidad de la enajenación, el adquirente le opondrá como excepción la inoponibilidad.
En cuanto a las partes legitimadas para invocar la inoponibilidad, ello depende de los
casos que se presenten porque a veces ella está establecida en beneficio de todos los
terceros, y entonces aquel en cuya contra se invoque el contrato inoponible podrá negarle
eficacia. Pero hay otras inoponibilidades que están establecidas en beneficio exclusivo de
ciertos terceros, como, por ejemplo, las del mandatario excedido a favor del mandante,
quien es el único que puede invocarla,
Y en cuanto a las personas contra quienes se interpondrá, serán todos aquellos, partes o
terceros, que pretendan asilarse en el acto inoponible, como el comprador en la venta de
cosa ajena y sus sucesores en la posesión de la cosa vendida; el que contrató con el
mandatario excedido etc.
159. Extinción de la inoponibilidad.
Tampoco es posible establecer reglas generales que abarquen todas las situaciones en
que la inoponibilidad se presenta, para determinar las causales de extinción de ellas.
Las inoponibilidades por falta de publicidad se sanean por el cumplimiento de las
formalidades omitidas
Toda inoponibilidad termina por la renuncia a ella; semejante renuncia como es natural
-afecta sólo a quien la efectúa, y en consecuencia, otros terceros podrían siempre invocarla.
Por cierto que en la inoponibilidad por falta de concurrencia, como ella corresponde
exclusivamente a aquel cuyo consentimiento fue omitido, él es el único que puede
invocarla, y su renuncia, que torna el nombre especial de ratificación, sanea totalmente el
acto.
Finalmente, puede extinguirse la inoponibilidad por prescripción cuando ella se haga
valer como acción, Y así, como la acción de simulación no tiene plazo especial, prescribe
en 5 años; la revocatoria tiene plazo especial (N.° 783, 4.°), v la reivindicatoria se
extinguirá cuando el poseedor adquiera la cosa por prescripción adquisitiva (N.° 1.242).
Normalmente, el acto inoponible no dejara de serlo por prescripción para los efectos de
oponerla como excepción, salvo que ella hubiera podido invocarse como acción. Por
ejemplo, en la venta de cosa ajena, si el poseedor ha adquirido por prescripción adquisitiva
el dominio, y el que era el verdadero dueño es demandado por cualquier causa, no podría
excepcionarse con la inoponibilidad.

Párrafo 6.°
CONCLUSIÓN

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160. Síntesis de los efectos del contrato.


Podemos resumir lo que hemos dicho sobre los efectos del contrato en los siguientes
enunciados:
1.° El contrato crea un vínculo obligatorio entre las partes, que ellas están obligadas a
respetar, salvo las excepciones legales;
2.° Este vínculo les otorga la calidad de acreedor y deudor la una de la otra, y en tal
sentido sólo afecta a las partes, que comprenden al representado y al causahabiente a título
universal.
Por excepción afecta a otros aun para otorgarles la calidad de acreedor y deudor:
A. En los contratos colectivos;
B. Al causahabiente a título singular en ciertos y contados casos;
C. En la estipulación a favor de otro.
3.° Altera los efectos normales del contrato, la simulación, pues las partes resultan
obligadas por el acto real y no por el aparente;
4.° La promesa de hecho ajeno no altera los efectos normales del contrato, porque el
tercero solo se obliga por su ratificación, y
5.° El vínculo jurídico que une a las partes es oponible a terceros, quienes no pueden
desconocer a las partes sus respectivas calidades de acreedor y deudor sino en los casos de
inoponibilidad, reglas, guardando las debidas diferencias, son comunes a todo vinculo
obligacional.

Sección Octava
TERMINACION DEL CONTRATO
161. Enunciación.
De acuerdo al Art. 1545, el contrato no puede ser invalidado, sino por consentimiento
mutuo de las partes o por las causales legales. La expresión invalidado está utilizada en el
precepto no por referencia a la nulidad, queriendo significar “dejado sin efecto”.
El contrato puede terminar de dos maneras: por su extinción natural, pues se han
cumplido todas las obligaciones y ya no da lugar a otra entre las partes. Y por la llamada
disolución, en que el contrato deja de producir sus efectos normales sin que hayan tenido
lugar todos ellos.
En el primer ha operado algún modo de extinguir las obligaciones que normalmente
será el pago o cumplimiento, o alguno de los que le equivalen, como dación en pago,
compensación, etc. (N.° 1.171), Por ejemplo, en un mutuo, el mutuario restituye el capital y
paga los intereses. El contrato se ha extinguido, pues ya produjo todos sus efectos, no hay
otros que puedan suceder.
Cuando se habla de disolución, se está refiriendo justamente a los casos en que las
obligaciones se extinguen por modos que no equivalen al pago, o sea, ya no se cumplen
íntegramente las obligaciones contraídas, o dejan de generarse para el futuro nuevos
efectos.
Entre los modos de dejar sin efecto un contrato el precepto citado distingue por un lado
el consentimiento mutuo, o sea, la voluntad común de las partes, y las causas legales.
Desde otro punto de vista, se distinguen las causales de disolución que operan siempre
hacia el futuro, dejando a firme los efectos ya producidos (ex-nunc) y las que operan aun

102
LAS OBLIGACIONES TOMO I

para el pasado, con efecto retroactivo (ex-tunc) y en que, en consecuencia, los efectos ya
producidos también desaparecen, dando lugar a las restituciones correspondientes.
La mayor parte de las causales de disolución del contrato se estudian en la parte sexta,
relativa a los modos de extinguir las obligaciones, va que naturalmente si el contrato queda
sin efecto, los derechos y obligaciones por él establecidos perecen con él. De manera que
daremos una breve noción de las mismas en los números siguientes, en este orden:
1.° El acuerdo de las partes;
2.° La voluntad unilateral de una de ellas
3.° La resolución y terminación:
4.° La imposibilidad en la ejecución y la teoría de los riesgos;
5.° La muerte de una de las partes,
6.° El término extintivo, y
7.° La nulidad y la rescisión.
162. I. El acuerdo de las partes. Dos principios: el de la autonomía de la voluntad y
que en derecho las cosas se deshacen como se hacen, confluyen para justificar que la
voluntad común que generó el contrato pueda también disolverlo.
Pero al respecto, forzoso es efectuar un distingo, según si las partes acuerdan dejar sin
efecto el contrato antes de haber cumplido las obligaciones emanadas de él, o después de
cumplidas.
En el primer caso, nos encontramos ante un modo de extinguir las obligaciones: el
mutuo consentimiento a que se refiere el inc. 1.° del Art. 1.567 (N.° 1173); por ejemplo,
una persona vende a otra un vehículo en $ 50.000, pero ni el vendedor ha entregado el
vehículo ni el comprador pagado el precio, acordando ambos dejar sin efecto la venta; se
extinguen ambas obligaciones y el contrato.
Pero si en el mismo ejemplo, el vehículo ha sido entregado y el precio pagado, las
partes todavía pueden dejar sin efecto el contrato, aun cuando éste haya sido íntegramente
cumplido, pero en verdad lo que ha ocurrido es que [e han celebrado un nuevo contrato, por
el cual el comprador se obliga a restituir el vehículo y el vendedor el precio recibido.
El mutuo acuerdo opera siempre hacia el futuro y no puede perjudicar a los terceros
ajenos a él.
163. II. Voluntad unilateral de una de las partes.
Hemos ya dicho que los contratos sólo pueden dejarse sin efecto por el mutuo acuerdo
de las partes, pero por excepción hay algunos que pierden eficacia ante la voluntad
unilateral de alguna de ellas. Así ocurre, por ejemplo, en el mandato, al que se puede poner
término por la revocación del mandante y por la renuncia del mandatario. (Art. 2.163); la
sociedad, que puede ser dejada sin efecto por la renuncia de los socios (Art. 2.108): el
arrendamiento, cuando no está sujeto a plazo, puede quedar sin efecto por la voluntad
unilateral de cualquiera de las partes, por medio del desahucio (Art. 1.951), etc.
La revocación unilateral del contrato puede ser establecida en el mismo, como un
derecho para una de las partes para desligarse del vínculo, cumplido algún evento
determinado, o por su sola voluntad, o previo pago de una indemnización prefijada, etc.
En todos estos casos, la terminación del contrato opera únicamente hacia el futuro.

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164. II Resolución y terminación. Referencia.


La condición resolutoria cumplida pone término a las obligaciones del contrato, y en
consecuencia a éste, operando con cierto efecto retroactivo (N.° 498). La principal es la
condición resolutoria tácita que tiene lugar cuando una de las partes deja de cumplir una
obligación en un contrato bilateral. Declarada la resolución, se extinguen la, obligaciones
de las partes, y el incumpliente debe indemnizar los perjuicios (N.° 251); el efecto
retroactivo de la condición cumplida puede afectar a los terceros en ciertos casos (N.° 561 y
siguientes).
Referida a los contratos de tracto sucesivo, recibe el nombre de terminación, y opera
siempre para el futuro (N.° 529).
165. IV. Imposibilidad en la ejecución y teoría del riesgo. Referencias
La imposibilidad en el cumplimiento, por caso fortuito o fuerza mayor extingue la
obligación Sin ulteriores consecuencias para el deudor. Se diferencia por tanto de la
resolución y terminación en que en éstas hay incumplimiento culpable o doloso, mientras
que fortuito en aquélla. Si por aplicación de la teoría del riesgo en el contrato bilateral, la
obligación de la contraparte tampoco se cumple, el contrato queda extinguido pero sin
efecto retroactivo (N.° 1.210).
166. V. Muerte de alguna de las partes.
La muerte de alguno de los contratantes no es un modo normal de extinguir los
contratos, pues la regla general es que sus efectos pasen a sus herederos, como lo vimos en
el N.° 110. También dijimos en tal oportunidad que no se traspasan a ellos los derechos y
obligaciones personalísimos; en consecuencia, la invierte pondrá término a los contratos
intuito personae, como ocurre, por ejemplo, en el mandato y ciertas clases de sociedades.
167. VI. El término extintivo. Referencia.
El contrato se va a extinguir para el futuro cuando ha sido celebrado sujeto a un
término extintivo o, esto es, a un plazo cuyo cumplimiento pondrá fin al contrato (N.° 468).
Así, por ejemplo, el arrendamiento puede ser celebrado por 3 años, cumplidos los
cuales se extinguirá; la sociedad puede estipularse por 5 años u otro plazo, pasados los
cuales se disuelve etc.

104
Capítulo III
LA DECLARACIÓN UNILATERAL DE VOLUNTAD

169. El acto jurídico unilateral.


La clasificación fundamental los actos jurídicos es en uni y bilaterales, según si para su
formación basta la voluntad de una sola parte o requieren el acuerdo de voluntades de dos o
más panes.
En el acto jurídico unilateral pueden intervenir una o más personas -excepción: el
testamento que es siempre un acto de una sola persona (Art. 1.003, inc. 1.°) como una
renuncia colectiva de varios titulares de un derecho, un reconocimiento de hijo natural
otorgado en el mismo acto por el padre y la madre, etc., pero bien pueden cada uno de los
concurrentes otorgarlo por su propia cuenta, y siempre el acto se forma.
La voluntad unilateral de una persona es pródiga en consecuencias jurídicas: el
testamento da lugar a la sucesión testamentaria; puede crear el dominio cuando éste se
adquiere por ocupación; es posible que ponga término a una relación jurídica en la renuncia
de un derecho, y también, según vimos recién, puede extinguir las obligaciones y contratos.
En este capítulo veremos justamente si ella es capaz de generar obligaciones.
170. La teoría de la declaración unilateral de voluntad.
A teoría de la declaración unilateral de voluntad como fuente de obligaciones, se la
denomina también promesa unilateral, expresión que preferimos no usar pites puede inducir
a confusión con el contrato de promesa, que como tal siempre supone acuerdo de
voluntades, aunque obligue únicamente a una de las partes.
Esta doctrina sostiene que una persona puede por su sola voluntad transformarse en
deudor, sin que intervenga la voluntad de otra. Porque si el acreedor toma parte en la
generación de la obligación, habría contrato, mientras que en la declaración unilateral la
mera voluntad del deudor lo coloca en la categoría de tal. Es de todos modos necesaria la
intervención del acreedor que acepte su derecho, ya que nadie puede ser obligado a adquirir
éstos contra voluntad, pero la obligación no nace cuando el acreedor acepta o ejerce su
derecho, sino desde el momento en que ha sido creada por la voluntad unilateral de quien se
obliga.
Y por la misma razón de que la obligación ya ha nacido, no Puede ser normalmente
revocada en forma unilateral por el deudor.
No hay confusión posible con el contrato unilateral, en que también hay un solo
obligado, pero con la concurrencia del acreedor, ya que como convención que es, requiere
acuerdo de voluntades.

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171. 0rigen y desarrollo.


Ni el Derecho Romano, ni el Código francés, ni los basados en éste, aceptaron la idea
de que tina persona pudiera obligarse por su propia y sola voluntad.
Como hemos dicho, a fines del siglo pasado el jurista austriaco Siegel formuló la
doctrina que exponernos. y desde entonces se discute su eficacia.
Podemos distinguir claramente tres corrientes de opinión:
1.° La que pretende consagrar la declaración unilateral como fuente de las obligaciones
en términos amplios;
2.° La que la acepta para explicar ciertas y determinadas obligaciones, o sea para casos
particulares, y
3.° La que mantiene la doctrina romana de que nadie puede obligarse por su sola
voluntad. Los autores franceses mantienen aún resistencia a aceptar esta teoría, aferrándose
a la doctrina tradicional que considera que la obligación nace de la oferta, seguida por su
aceptación que hace irrevocable a la primera. También se afirma que es peligrosa para el
deudor, y de difícil prueba. Las situaciones que se pretenden fundar en la voluntad
unilateral, y que veremos luego, las explican de distintas maneras.
Sin embargo, la declaración unilateral de voluntad va lentamente imponiéndose en las
legislaciones del presente siglo, pero en forma restringida: esto es, los Códigos modernos se
inclinan por la segunda posición de las señaladas, acogiéndola en ciertos y específicos
casos.
Así ocurre en el Código alemán (Art. 305), Código suizo, de Polonia. de Italia (Art.
1.987), y en los Códigos latinoamericanos modernos el de Brasil, de 1916, le dedica un
título especial (Arts. 1.505 y siguientes el de Perú de 1936 (Arts. 1.802 y siguientes), y el
de México (Arts. 1860 y siguientes); también se la contempla en el proyecto Franco-
Italiano de las Obligaciones y Contratos.
172. La declaración unilateral en nuestro Código.
Nada de extraño puede tener que nuestro Código, inspirado en el francés y como todos
los clásicos, ignore absolutamente esta institución. En consecuencia, es obvio, ya que los
Arts. 1.437 y 2.284 enumeran las fuentes de las obligaciones, concluir como lo ha hecho la
jurisprudencia128 que no existen otras fuentes de las obligaciones que las consignadas en
dichos preceptos y, por tanto, no puede aceptarse la doctrina en estudio como tal en
términos generales.
Los casos en que el deudor resulta obligado por su sola voluntad serían de obligaciones
legales; habría que reducir a la ley la deuda y sólo para explicar la razón por la cual el
declarante queda obligado, puede recurrirse a la doctrina de la declaración unilateral de
voluntad. Así lo veremos en los casos más socorridos de declaración unilateral que pasamos
a examinar en el número siguiente.
173. Los casos específicos de declaración unilateral. Enunciación.
Los casos más comunes y conocidos que se suelen citar como de aplicación de la
doctrina de la declaración unilateral de voluntad, y que contemplan los Códigos que la
consagran, son los siguientes, dicho a modo de enunciación:
1.° La oferta sujeta a plazo;
2.° La promesa de recompensa;
128
Véanse el N.° 34 y la nota N.° 21

106
LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° Los títulos al portador;


4.° La estipulación para otro, según lo vimos en el N.° 134, al cual nos remitimos, y
5.° La fundación.
174. I. La oferta sujeta a un plazo.
En el N.° 45 hablamos de la formación del consentimiento y dijimos que por regla
general el proponente puede arrepentirse entre el envío de la propuesta y la aceptación,
“salvo -dice el Art. 99 del Código de Comercio- que al hacerla se hubiere comprometido a
esperar contestación o a no disponer del objeto del contrato, sino después de desechado o
transcurrido un determinado plazo”.
Si el proponente se compromete a no disponer de la cosa ofrecida mientras no reciba
respuesta o por un plazo que prefija, resulta obligado por la sola oferta, que es un acto
unilateral emanado de una sola voluntad: obligado a esperar respuesta o a no disponer del
objeto mientras llega aquélla o transcurre el plazo que él mismo señaló.
Para quienes no aceptan la doctrina de declaración unilateral, se trataría de un
precontrato, integrado por la oferta a plazo, y la aceptación tácita del que la recibe y utiliza
el plazo para reflexionar y no la rechaza de inmediato; 129 la explicación resulta un poco
forzada, y parece preferible reconocer que realmente es un caso típico de acto unilateral que
obliga.
175. II. Promesa de recompensa.
Los Códigos que se refieren a la promesa unilateral reglamentan, a veces con cierto
detalle,130 esta institución: es el caso en que una persona ofrece una recompensa al que te
encuentre un objeto perdido, para el que le proporcione vivienda, u otro servicio.
Nuestro Código se refiere de pasada a ella en la ocupación, al tratar de las especies al
parecer perdidas, v establece un caso: “si el dueño hubiere ofrecido recompensa por el
hallazgo. el denunciador elegirá entre el premio de salvamento y la recompensa ofrecida”
(Art. 632, inc. 2.°).
Para los partidarios dela declaración unilateral vinculante la obligación queda formada
en el momento en que se formula públicamente la promesa de recompensa: para sus
contrarios, hay contrato formado por una oferta a persona indeterminada y la aceptación
tácita del que busca el objeto, o ejecuta la acción en que consiste la promesa etc.
176. III. Emisión de títulos al portador.
La reglamentan por ejemplo, los Códigos de Brasil. Perú. Italia etc. Un ejemplo es la
emisión de este tipo de títulos que efectúan las instituciones hipotecarías, y por la cual
contraen la obligación de amortizarlos y pagar los intereses correspondientes a quienquiera
que los presente. Se dice que por la sola emisión, o sea un acto unilateral de emisor, éste se
ha obligado a servir los bonos.
129
Demolombe, Traité de Contrats, T. 1, N.° 65, citado por H.L. y J. Mazeaud, Lecciones de Derecho Civil,
Parte 11, T. 1, pág. 404. Ejea Buenos Aires, 1959. Traducción de Luis Alcalá-Zamora y Castillo.
130
El Art. 1.989 del Código italiano la reglamenta bajo el epígrafe “promesa al público', y dispone: 'Aquel
que, dirigiéndose al público, promete una prestación a favor de quien se encuentre en una determinada
situación o lleve a cabo una determinada acción, queda vinculado por la promesa tan pronto como ésta se
hace p pública Si no se pone un término a la promesa o éste no resulta de la naturaleza o la finalidad de la
misma el vínculo del promitente cesa cuando dentro de un año a contar de la promesa no se haya
comunicado la verificación de la situación o el cumplimiento de la acción prevista en la promesa”. El Art.
1.990 reglamenta su revocación que sólo acepta por justa causa siempre que la situación o acción previstas
en la promesa no se hayan verificado.

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Para otros, el emisor sólo contrae su obligación cuando los bonos son adquiridos, y el
primer adquirente traspasa sus derechos por la cesión de créditos, que por tratarse de títulos
al portador se efectúa por la sola entrega etc ellos (N.° 1.048).
El Código italiano ha ido más allá aún y reglamenta como legislación general los
títulos de créditos que, dicho en términos muy generales, se caracterizan porque su legítimo
tenedor puede cobrarlos a quienes han asumido la obligación de pagarlos. Y esta obligación
se asume por un acto unilateral del deudor,131 que generalmente es su sola firma, Estos
títulos de crédito, como están hechos para la circulación, normalmente son formales y
abstractos (N.° 309), y la persona obligada no puede oponer a quien le cobre el documento
la relación jurídica que dio origen a su obligación.132
De aquí que, en consecuencia, las obligaciones del aceptante, endosantes y demás
obligados al pago de tina letra de cambio procederían de una declaración unilateral de
voluntad, problema muy controvertido y que escapa a los márgenes de este estudio.
177. IV. La fundación.
La fundación es una persona jurídica caracterizada por ser una organización para la
realización de determinados fines sobre la base de un patrimonio destinado a ella, y con la
autorización del Estado,
Siempre se ha prestado a controversias el hecho de que la asignación de un capital a la
fundación se formula a un ente que carece a la sazón de personalidad jurídica y no la tendrá
mientras la autoridad no se la otorgue. Por ello, en el Derecho alemán se ha justificado la
fundación diciendo que por un acto unilateral el fundador se obliga a dotar a la fundación
una vez que obtenga personalidad jurídica.
Nuestro legislador dio tina solución original al problema; de acuerdo al Art. 963, inc.
2.° la asignación testamentaria que tiene por objeto la fundación de una nueva corporación
o establecimiento, valdrá si se obtiene la aprobación legal, y lo mismo ocurre en la
donación: ambas, asignación por causa de muerte y donación, quedan sujetas a la condición
suspensiva -aunque otros prefieran hablar de un derecho eventual- de que se obtenga la
aprobación.

131
Véase, por ejemplo, Messineo, ob. cit,. Tomo VI, págs. 225 y sigtes.
132
El mismo Código contempla en su Art. 1 988 la promesa de pago o reconocimiento de deuda como un
caso de declaración unilateral de voluntad formal y abstracto, independiente del acto que le da origen. En el
fondo en el título de crédito ello es lo que ocurre: se promete un pago,

108
Capítulo IV
LOS CUASICONTRATOS

178. Concepto y características.


Con los conceptos quedan los 1437 y 2.284 del Código, que se refieren expresamente a
los os como fuentes de obligaciones, se les define habitualmente como el acto lícito,
voluntario y no convencional que genera obligaciones.
La verdad es que semejante definición nada dice y es meramente señalando las
características que diferencian a los cuasicontratos de las demás fuentes de las
obligaciones.
Y así, al decir que es un acto voluntario se le distingue de las legales stricto sensu, pero
el elemento no es siempre efectivo, porque en los cuasicontratos o mejor dicho en los que
de tales son calificados, resulta obligada una persona sin que su voluntad haya intervenido
para nada, o se haya incluso manifestado en contrario. Y así en la agencia oficiosa puede
resultar obligado el dueño del negocio, aun cuando haya prohibido la actuación del gestor.
si la agencia le ha sido efectivamente útil (Art. 2.291). Tan poco papel juega en realidad la
voluntad, que la capacidad se toma menos en cuenta en los cuasicontratos que en otras
situaciones.
Al decir que el acto es lícito se pretende diferenciar el cuasicontrato de los delitos y
cuasidelitos en que existe acto voluntario del culpable o doloso. En tal sentido,
evidentemente que el es lícito, pero esta expresión da la idea de legitimidad, en
circunstancias que no es muy plausible, por cierto, la actitud del que ha recibido un pago no
debido a sabiendas.
Finalmente, con la expresión “no convencional” termina esta definición para separar
los cuasicontratos de los contratos, a los cuales se les estimó tan parecidos, que se les
denominó así. Sólo les faltaría el acuerdo de las voluntades para ser contrato; como no lo
hubo, es casi un contrato, poco menos que éste. La verdad es que no es así, porque el
cuasicontrato más se parece a las obligaciones legales que al contrato, según se verá.
179. Origen, crítica y decadencia del cuasicontrato.
Ya hemos señalado que la noción del cuasicontrato nació de una interpretación de los
glosadores de los textos latinos. Lo, romanos hablaban de las varias figurae causae para
referirse a una serie de relaciones jurídicas que no cabían en la obligación de contrato y
cielito. Justiniano señalaba que ciertas obligaciones que no nacen del contrato, presentan
analogías con las contractuales (quasi ex contractu nascuntur); de ahí los intérpretes
extrajeron la teoría del cuasicontrato como fuente de las obligaciones, asimilando varias
instituciones jurídicas carentes de otra ubicación.
El Código francés, siguiendo a Pothier. les dio su aceptación, y con él los Códigos que
le siguieron; pero la doctrina moderna la ha sometido a crítica revisión, llegándose a

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sostener que es una noción históricamente falsa, irracional e inútil, y ninguno de los
Códigos de este siglo la mantiene.
Verdaderamente ha sido como un cajón de sastre, en que cada uno ha pretendido echar
los actos generadores de obligaciones que no le cabían en otra parte, y por ello la definición
es meramente excluyente, como se vio en el número anterior, pues es imposible dar otra, y
además errónea en muchas situaciones.
De ahí que a los casos calificados habitualmente de cuasicontratos se les haya buscado
otro acomodo; la tendencia más habitual es a reconocer en la mayoría de ellos una
obligación legal. Es la ley la que determina cuándo una persona con su actuación se obliga
y puede obligar a otra, pero si se acepta, como nosotros, que la obligación legal queda
reservada al caso en que no hay acción alguna de una persona que permita atribuirle la
obligación, es preciso reconocer que existen dos figuras, que constituían para la doctrina
clásica los más típicos cuasicontratos: el pago de lo no debido y la agencia oficiosa, a los
cuales difícilmente puede dárseles otra clasificación.
180. Explicación jurídica del cuasicontrato.
Se han formulado numerosas teorías para fundamentar la discutida noción del
cuasicontrato, algunas para negar su existencia, otras para afirmarla; ello sin contar, como
decíamos, las que terminan por confundirlos con las obligaciones legales, pero no explican
el porqué la ley permite crear o establece directamente la obligación.
Podemos mencionar las siguientes doctrinas principales:
1.° Voluntad tácita o presunta.
Para algunos habría de parte de la persona que resulta obligada una voluntad tácita,
pero esta doctrina resulta inaceptable, porque si la hubiera, se formaría lisa y llanamente el
contrato, pues en la integración de éste la voluntad por regla general puede ser expresa o
tácita.
A fin de esquivar este inconveniente hay quienes hablan de voluntad presunta, pero aun
así toda explicación que pretenda fundarse en la voluntad choca con la realidad de que
ciertas obligaciones cuasicontractuales nacen contra la intención del que resulta obligado,
como decíamos recién.
2.° La equidad.
No hay duda alguna de que el legislador establece las obligaciones emanadas del
cuasicontrato por razones de equidad, pero en definitiva a se supone que siempre la ley
busca o debe buscar establecer la equidad.
3.° El enriquecimiento sin causa.
En el capítulo que sigue, destinado a esta institución, veremos las muy estrechas
relaciones que existen entre ella y los cuasicontratos, pero advirtamos que no alcanza a
explicar las obligaciones cuasicontractuales, pero sí la mayor parte (N.° 191).
4.° Fuentes autónomas de obligación.
En la imposibilidad de establecer una explicación común a todas las obligaciones
cuasicontractuales, parte de la doctrina ha optado por reconoce que el pago de lo no debido
y la agencia oficiosa, únicos que, según lo expresado, no tienen otra cabida, constituyen
fuentes autónomas de obligación. Por ejemplo, el Código italiano reconoce el contrato, el
hecho ilícito y cualquier otro hecho idóneo para producirlas como fuentes de la obligación
(Art. 1.173), y destina títulos separados para el pago de lo no debido (7.° del Libro 4.°)
gestión oficiosa (6.° del mismo Libro) y enriquecimiento sin causa (8.° del Libro 4.°)

110
LAS OBLIGACIONES TOMO I

dándoles así a cada una de ellas la categoría de fuente autónoma incluida en la expresión
general del precepto citado.
181. Los cuasicontratos en nuestro Código.
Nuestro Código les destinó el Título 3.° del Libro 4.° a los cuasicontratos, y en el Art.
2.285 declaró:
“Hay tres principales cuasicontratos: la agencia oficiosa, el pago de lo no debido y la
comunidad”.
Siendo tan imprecisa la noción del cuasicontrato, como ya ha quedado de manifiesto, el
legislador vaciló enormemente al establecer la enumeración antedicha y, así, los primeros
proyectos del Código contemplaban únicamente los más típicos, según lo tantas veces
dicho, pago indebido y agencia oficiosa; el Proyecto de 1853 agregó a ellos la comunidad y
la vecindad.
El definitivo contempló la forma enunciativa ya señalada, pues dice que los
enumerados son los principales cuasicontratos, lo cual revela que en la legislación hay
otros, lo que ha permitido asignarles tal carácter a varias instituciones jurídicas.
Según esto, nos referiremos brevemente a las siguientes figuras:
1.° Pago indebido y agencia oficiosa:
2.° Comunidad;
3.° Depósito necesario en manos de un incapaz;
4.° Desagüe de la mina vecina:
5.° Aceptación de herencia o legado
6.° Litiscontestatio, y
7.° Cuasicontratos innominados.
182. I. Pago indebido y agencia oficiosa. Referencia.
Como ya quedó dicho, son los más típicos cuasicontratos s, los que han debido ser
reconocidos como instituciones autónomas, no obstante los esfuerzos para incorporarlos a
otras.
Al pago indebido se refieren los Arts. 2.295 y siguientes; está enumerado como
cuasicontrato por el ya citado Art. 2.285; consiste en que quien ha recibido un pago que no
se le debía, queda obligado a su restitución, y lo veremos al tratar del pago (N.° 678 y
siguientes).
También la agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos está definida como
cuasicontrato en nuestro Código por el Art. 2.285; la reglamentan los Arts. 2.286 y
siguientes, y consiste, según ya se dijo, en que una persona sin mandato de otra gestione
intereses de ésta, resultando obligada respecto de ella y quedando obligada a veces la
persona dueña del negocio, justamente atenta al carácter voluntario que se le asigna al
cuasicontrato esta última circunstancia, que el dueño del negocio quede obligarlo, según
dijimos anteriormente.
183. II. Comunidad. Referencia.
Aun en la doctrina clásica resulta muy discutible el carácter de cuasicontrato que el
legislador asigna a la comunidad al enumerarla en el Art. 2.285 y reglamentarla en el
párrafo 3.° del titulo a ellos destinado, Arts. 2 304 y siguientes.

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El Código francés no la considera como tal, y según vimos, don Andrés Bello la
incorporó a la teoría de los cuasicontratos junto con la vecindad, eliminando posteriormente
a ésta. Se trata en ambos casos de situaciones de hecho, por lo general, que generan
múltiples relaciones jurídicas. El más conspicuo caso de comunidad se presenta en la
sucesión por causa de muerte, y en tal lugar se la estudia más extensamente, pero también
se presenta por hechos o contratos entre vivos.
184. III. Depósito necesario en manos de un incapaz.
Depósito necesario es el que se efectúa en tina situación de emergencia no estando el
depositante, por tanto, en condiciones de elegir la persona a quien se le hace el encargo;
cuando recae en manos de un incapaz, constituye de acuerdo al Art. 2.238, un cuasicontrato
“que obliga al depositario sin la autorización de su representante legal”.
El Código recurre a la noción del cuasicontrato, porque como, contrato sería nulo por
la incapacidad del depositario; pero verdaderamente es un caso de obligación legal, en
consideración a las circunstancias muy especiales en que está el depositante.
185. IV. Desagüe de la mina vecina.
Se refiere a esta materia el Art. 107 del Código de Minas; dicho en términos muy
generales, consiste en que si un minero efectúa obras que llevan consigo el desague de una
o mas pertenencias ajenas, tiene derecho a una remuneración de los dueños de las que
resulten beneficiadas. En tal caso, se habla de cuasicontrato, pues resulta obligado el vecino
que no concurrió a las obras,133 pero más propiamente parece haber aplicación del
enriquecimiento sin cansa.
186. V. Aceptación de herencia o legado.
Hay quienes pretenden que en nuestra legislación es un cuasicontrato, fundados en el
Art. 1 437, según el cual las obligaciones nacen ya de un hecho voluntario de la persona
que se obliga, como en la aceptación de la herencia o legado y en todos los cuasicontratos”.
De semejante cuasicontrato se derivarían las responsabilidades que, especialmente para el
heredero, puede acarrear la asignación por causa de muerte.
Pero ni en la letra de la ley ni mucho menos doctrinariamente es sostenible semejante
opinión.
Lo primero, porque el Código no equipara la aceptación a los cuasicontratos: antes por
el contrario, la distingue de ellos. Si la considerara como tal no la mencionaría
separadamente, pues estaría incluida en la expresión “todos los cuasicontratos”, o hubiera
dicho -y en todos los demás cuasicontratos” u otra expresión equivalente.
Y, además, porque la herencia o legado se adquieren directamente por la ley o el
testamento al fallecimiento del causante; sólo porque nadie puede adquirir derechos contra
su voluntad y para prevenir un eventual perjuicio por las cargas de la herencia, el legislador
exige la aceptación. Pero la responsabilidad deriva de la calidad de a quien nuestro derecho
considera como el continuador de la persona del difunto.134

133
Por ejemplo, Armando Uribe Herrera Manual de derecho de Minería, Nascimiento 1948, N.° 273, pág.
300.
134
Véase nuestro Derecho Sucesorio, versión de las clases de Manuel Somarriva, ob. cit., N.° 615, pág.
362.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

187. VI. Litiscontestatio.


En la doctrina clásica se hablaba de ella como de un cuasicontrato que se formaría por
la notificación y contestación de la demanda, y que sujetaría a las partes a la jurisdicción
del tribunal que conoce del proceso v a las obligaciones y cargas de éste. Son incontables
las sentencias, antiguas eso sí, que utilizan esta expresión.
Las más modernas la han abandonado, como lo ha hecho toda la doctrina actual del
Derecho Procesal, que ve en el proceso una institución autónoma, regida por sus propias
reglas, y el vínculo jurídico que liga a las partes y el tribunal como una relación o situación
jurídica complejas, aunque esté muy lejos aún de haber acuerdo entre los autores.
188. VII. Cuasicontratos innominados.
La nomenclatura de contratos y cuasicontratos es tan vecina que cierres comentadores
y fallos, así corno hay convenciones innominadas, han pretendido establecer los
cuasicontratos innominados.
Pero si vaga e imprecisa es la noción del cuasicontrato nominado, al menos las
instituciones que en él se hacen caber existen, pero ya esto de cuasicontrato innominado
resulta francamente imposible de justificar.
La Corre Suprema recurrió a esta figura en sentencia de 18 de agosto de 1920: se
trataba de un problema de concubinato en que a la separación, la mujer que había explotado
un comercio en común con su conviviente reclamó el pago de sus servicios; en otros casos
semejantes, la demanda de la concubina se ha fundado en la existencia de una comunidad, o
de una sociedad de hechos,135 pero como se reclamaba el pago de los servicios, nuestro más
alto Tribunal lo justificó diciendo que entre los concubinos había existido un cuasicontrato
innominado surgido de la colaboración prestada por la mujer.136
No entendemos la necesidad que tenía la Corte de recurrir a una noción jurídicamente
tan extraña, cuando el caso así planteado era típico de aplicación del enriquecimiento sin
causa, como lo veremos en el capítulo siguiente.

135
Véase Manuel Somarriva, Derecbo de Familia Nascimento, 1963, 2° edición. No 154, pág. 171.
136
Publicado en la RDJ, T. 19, sec. 1° pág. 256.

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Capítulo V
TEORÍA DEL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA

189. Concepto: enriquecimiento a expensa ajena, injusto y sin causa.


El contrato es una noción predominantemente económica, ya que los patrimoniales son
los más comunes: el contrato supone siempre un desplazamiento de valores apreciables en
dinero de un patrimonio a otro. Es mas bien difícil en la práctica. aun en el mas
conmutativo de los contratos, que resulte una equivalencia absoluta un las prestaciones:
antes por el contrario, cada parte busca una ganancia o utilidad. Desde luego, los actos
gratuitos siempre importan un enriquecimiento por adquisición o economía de su
beneficiario.
En consecuencia, en la vida comercial y jurídica hay un constante enriquecimiento de
los patrimonios a costa de otros, pero no por ello el legislador está obligado a intervenir; si
lo hiciera se haría imposible la vida jurídica y todos los actos jurídicos podrían ser atacados
por no haberse obtenido exacta equivalencia entre lo que unos y otros reciben.
De ahí que si el enriquecimiento del sujeto tiene justificación jurídica, aun cuando
moralmente pueda ser objetable, el Derecho no interviene; por ello el enriquecimiento del
comerciante o industrial que vende sus mercaderías, del donatario en la donación, la
indemnización que recibe la víctima de un hecho ilícito, son todos plenamente aceptados,
porque hay un antecedente jurídico que los legitima.
Pero, en cambio, el legislador no acepta que se obtenga un enriquecimiento sin cansa
jurídica, lo que da origen a la teoría del enriquecimiento sin causa que ha alcanzado un gran
desarrollo y tiene por objeto precisamente evitar que una persona se enriquezca a costa de
otra si no puede justificar jurídicamente este enriquecimiento.
Se suele hablar indistintamente de enriquecimiento sin causa o injusto, pero esta
expresión no es recomendable, pues es un concepto moral de difícil precisión (véase N.°
210), y así, el que obtiene una persona que vende muy caro un artículo de escaso valor, no
carece de causa; lo justifica la compraventa, pero puede considerarse injusto, no obstante lo
cual el legislador sólo interviene en caso de lesión o estafa.
190. Origen y desarrollo.
Veremos pronto que el principio de que nadie debe enriquecerse a costa ajena sin
causa, informa íntegramente el Derecho, y en tal sentido ha sido destacado por los juristas
de todos los tiempos y ha inspirado numerosas disposiciones en las legislaciones. Ya en
Roma se concedía en ciertos casos la acción de in rem verso, que como se dirá es la
emanada del enriquecimiento sin causa para obtener la indemnización correspondiente.
Pero la teoría que comentamos va más allá, pues pretende imponer su aplicación como
regla general en los casos en que nada ha dicho el legislador, y en tal sentido llega a erigirse
en una fuente autónoma de las obligaciones.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

Esta concepción pertenece a la segunda mitad del siglo pasado y corresponde a la


tendencia general a moralizar las relaciones jurídicas (N.° 15), en el mismo alineamiento de
la causa ilícita, el abuso del derecho (N.° 227), la imprevisión (N.° 852) y la obligación
natural en la noción francesa de ella (N.° 315). Su justificación, pues, es de orden moral,
social y jurídico.
Sin embargo tuvo sus detractores, porque aplicada con exagerada amplitud puede ser
peligrosa y hacer tambalear la seguridad en las relaciones jurídicas; de ahí que la
jurisprudencia francesa se haya resistido en un comienzo a aceptarla, para terminar
haciéndolo pero sujeta a la concurrencia de una serie de requisitos que veremos en el N.°
193, y que eliminan su peligrosidad posible.
Es conforme a esta construcción, fundamentalmente francesa, que la doctrina se ha
abierto campo en las legislaciones modernas que la consagran expresamente; así ocurre en
los Códigos alemán, suizo, polaco, italiano, etc.
El Art. 62 del Código suizo dispone concisamente: “El que sin causa legitima, se
enriquece a expensas de otro, está obligado a la restitución”; y el Art. 2.041 del italiano:
“Quien, sin una justa causa, Se ha enriquecido en daño de otra persona está obligado,
dentro de los límites del enriquecimiento, a indemnizar a esta última de la correlativa
disminución patrimonial”.
191. Explicación jurídica. Enriquecimiento sin causa y cuasicontrato.
En un comienzo de la elaboración de la teoría del enriquecimiento sin causa, mucho se
discutió sobre su naturaleza jurídica, especialmente en relación con el cuasicontrato.
En su desarrollo inicial se la consideró un cuasicontrato, porque normalmente se
produce por un acto voluntario, lícito (en el sentido de que no constituye delito ni
cuasidelito Civil) y no convencional, llegándose incluso a equipararla con la gestión de
negocios con la diferencia de que quien sufre el empobrecimiento no tenía la intención de
administrar un negocio. En otros casos se consideró el enriquecimiento sin causa como un
pago de lo no debido.
En una etapa posterior, opinión que aún se mantiene, se invirtió la situación y se
sostuvo que a la inversa la noción del enriquecimiento sin causa es más amplia que el
cuasicontrato, y éstos encuen tran precisamente su explicación en el principio señalado. La
verdad es que la mayor parte de las obligaciones cuasicontractuales encuentran su
inspiración en el principio del enriquecimiento sin causa, pero no todas ellas. Y así, si el
dueño del negocio resulta obligado con el gestor es por esta causa, pero la obligación de
éste de continuar la gestión hasta que el interesado pueda tomarla o encargarla a otro,
nada tiene que ver con el enriquecimiento sin causa; tampoco justifica las
diferencias que en el pago de lo no debido se hacen entre quien recibió el pago de buena o
mala fe.
Por ello es que la tendencia actual es a eliminar la nomenclatura cuasicontrato (N' 180)
para establecer como fuentes autónomas de la obligación el pago de lo no debido, agencia
oficiosa y enriquecimiento sin causa, reconociéndose la íntima relación de esta institución
con las dos primeras, pero no su total equiparamiento. Así ocurre en las legislaciones
citadas en el número anterior.
Y el legislador las establece en razón de un acto de una persona con repercusión en el
patrimonio ajeno, que obliga a las partes en las circunstancias que la misma ley señala; en
el enriquecimiento sin causa, cumplidos los presupuestos que luego señalaremos, da origen

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a la obligación de restituir lo adquirido ilegítimamente o, más precisamente, indemnizar el


empobrecimiento ajeno.
192. El enriquecimiento sin causa en nuestra legislación.
El Código Civil chileno, por la época de su dictación y su inspiración, no reglamentó el
enriquecimiento sin causa; no hay disposición específica como en los Códigos extranjeros
citados que lo contemple como regla general o lo mencione.
Ello no quita que existan numerosas instituciones y soluciones que están inspiradas en
él. El problema es precisar qué ocurre en los casos no legislados y que pueden
presentarse¡ si es posible aplicar para resolverlos la teoría en estudio o no,
Veremos algunos de los casos de aplicación legislativa, para luego enfrentar el
problema señalado. Podemos citar como ejemplos:
1.° Las prestaciones mutuas.
Toda esta institución, reglamentada en los Arts. 908 y siguientes, está encaminada
principalmente a evitar el enriquecimiento injustificado, y tanto es así, que el reivindicante
debe pagar las mejoras necesarias aun al poseedor de mala fe. La razón es que el objeto
reivindicado hubiere estado en el patrimonio de¡ vencedor. éste, para evitar su destrucción,
de todos modos habría debido efectuar dichas mejoras, Si no las indemnizaré, obtendría un
enriquecimiento sin causa.
2.° Accesión.
Por ejemplo, el dueño del suelo en que se construye, siembra o planta con bienes
ajenos, debe indemnizar al dueño de éstos (Arts. 668 y 669), pues en caso contrario
obtendría un enriquecimiento injustificado.
3.° Responsabilidad extracontractual por el hecho ajeno.
Veremos en el capítulo siguiente (N.° 261) que hay personas que deben responder por
los hechos ilícitos de quienes están a su cuidado, como el marido por los de su mujer (Art.
2.320. inc. 4.°), pero tienen derecho a repetir contra el autor del daño (Art. 2.325), pues de
no ser así, éste obtendría un enriquecimiento injusto: la economía de pagar la
indemnización.
4.° Nulidad de los actos de un incapaz.
De acuerdo al Art. 1.687, la nulidad judicialmente declarada opera retroactivamente,
peto: “si se declara nulo el contrato celebrado con una persona incapaz sin los requisitos
que la ley exige, el que contrató con ella no puede pedir restitución o reembolso de lo que
gastó o pago en virtud del contrato, sino en cuanto probare haberse hecho más rica con ello
la persona incapaz” (Art. 1,688, inc. 1.°). El inc. 2.° aclara cuando ocurre esto último: si las
cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas hubieren sido necesarias para el incapaz o
subsistan y se quiera retenerlas, Si en tal caso no se restituyera, habría de parte del incapaz
un enriquecimiento injustificado, y para no seguir enumerando:
5.° Teoría de las recompensas en la sociedad conyugal.
Según hemos señalado, en el régimen normal de matrimonio se distinguen el
patrimonio de la sociedad conyugal y el particular de cada uno de los cónyuges; mediante
la institución de las recompensas, la ley evita que uno de ellos se enriquezca
injustificadamente a costa del otro. Por ejemplo, se vende un bien propio de la mujer en $
100.000; este dinero pasa a pertenecer a la sociedad conyugal (si no se efectúa una
subrogación real), pero ésta le queda debiendo a la mujer igual suma, y a la liquidación de
la sociedad deberá pagársela, porque si no habría obtenido un enriquecimiento a costa de

116
LAS OBLIGACIONES TOMO I

ella sin causa; a la inversa, si se efectúan en otro inmueble de la Mujer reparaciones por $
20.000 con dineros sociales, es la mujer la que los adeudará a la sociedad, por la misma
razón, compensándose y pagándose todas ellas a la liquidación de la sociedad.
Según esto, el principio en estudio penetra ampliamente en todo el Código, y de ahí la
tendencia predominante hoy en día a reconocer que los casos expresamente legislados no
son sino aplicación específica de una regla general no establecida en términos formales,
pero implícita en la ley. También la jurisprudencia se inclina a darle una aplicación amplia
a la doctrina que comentamos, haciendo innecesaria su introducción por la vía de la
reforma legislativa.137
Aquel caso en que la Corte Suprema habló de contrato innominado había lisa y
llanamente un enriquecimiento injustificado para el concubino al apropiarse sin retribución
del trabajo de su conviviente, pues de no contar con ella, habría debido pagar un empleado,
y un empobrecimiento para ésta, pues al trabajar junto con aquél, no pudo desarrollar otra
actividad remunerada (N.° 188).
193. La acción de in rem verso Concepto y enunciación de sus presupuestos.
Como hemos dicho, la acción de in rem verso o de repetición, es la que corresponde a
quien ha experimentado un empobrecimiento injustificado para obtener una indemnización
de aquel que se ha enriquecido ir su costa sin causa
Esta acción es personal, pues procederá contra el obligado a la indemnización, esto es,
la persona que ha obtenido el enriquecimiento.
Es netamente patrimonial, pues persigue una indemnización, que normalmente será la
restitución de lo que ha recibido el enriquecido.
Como tal, es una acción perfectamente renunciable, cedible y transmisible, tanto en su
legitimación activa como pasiva, y prescriptible. No habiéndosele señalado plazo especial,
prescribe en 5 años.138
Si bien lo normal será que se intente como acción, no hay inconveniente para oponerla
como excepción si el actor pretende con el proceso obtener un enriquecimiento
injustificado.
Para que prospere la pretensión del empobrecido, la doctrina exige la concurrencia de 5
requisitos:
1.° Que una persona experimente un empobrecimiento;
2.° Que otra obtenga un enriquecimiento;
3.° Una relación de causalidad entre ambos.
Estos tres requisitos los refundiremos en uno solo: el enriquecimiento y
empobrecimiento recíprocos.
4.° Carencia de causa, y
5.° La acción de in rem verso es subsidiaria.

137
Por vía de ejemplo, se refieren al enriquecimiento sin causa las siguientes sentencias publicadas en la
RDJ, Ts. 22, sec. la, pág. 98; 30, sec. 1°,° pág. 37; 35, sec. 1° pág. 296; 40, sec. 1° pág. 140; 42, sec. 1°, pág.
181; 48, sec. 1°, pág. 252; 62, sec, 1° pág. 87, etc.
138
Los plazos de prescripción del Código Civil y otras leyes han sido modificados por la ley N.° 16 952, de
1° de octubre de 1968. Cada vez que nos refiramos a ellos véase el N.° 1, 234, en que se estudia dicha ley.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

194. I, II y III. Enriquecimiento y empobrecimiento recíprocos.


Para que proceda la acción en estudio es preciso que una persona haya sufrido un
empobrecimiento en su patrimonio, la otra un enriquecimiento y que éste sea consecuencia
del primero, esto es, que el uno provoque al otro.
Tanto el enriquecimiento como el empobrecimiento se aprecian con amplitud. Lo
normal será un aumento en el patrimonio de orden material en el enriquecido y la pérdida
correspondiente en el otro, como si ha versado sobre una cosa que se ha traspasado de éste
a aquél, o en el ejemplo ya señalado de las mejoras efectuadas en un bien de uno de los
cónyuges con dineros sociales. Pero no hay inconveniente alguno para que consistan en la
economía de un gasto por un lado, y la pérdida de un ingreso cierto o de un desembolso
efectuado para la contraparte. Tal es el caso, por ejemplo, de las mejoras necesarias
efectuadas por el poseedor vencido y el fallado por nuestros tribunales respecto al
concubino. El reivindicante y el concubino habían evitado el uno hacer las reparaciones y el
otro pagar un empleado. Tal economía es suficiente enriquecimiento, y el empobrecimiento
recíproco ha consistido en un gasto del poseedor vencido, o de ciertos bienes, en la
accesión o en la pérdida del trabajo o esfuerzo desarrollado en el otro ejemplo propuesto: la
concubina podría haber obtenido una remuneración o utilidad en otro trabajo.
La conclusión es obvia: no es necesario el desplazamiento de bienes de un patrimonio a
otro; lo único que se exige es que el enriquecimiento se haya generado a costa del
empobrecimiento de la contraparte.
Incluso la jurisprudencia francesa ha aceptado un enriquecimiento meramente moral en
el caso de un profesor que dio clases sin contrato a un alumno incapaz. Como estamos no
en el terreno contractual, sino extracontractual, no rigen las normas sobre capacidad dadas
para las convenciones.
195. IV. Carencia de causa.
Ya señalamos que enriquecimientos y empobrecimientos de patrimonios se presentan
frecuentemente en el Derecho,, pero para que tenga lugar la acción de in rem verso, debe
faltar la causa, expresión que en este caso está usada en el sentido de antecedente jurídico
que justifique el beneficio obtenido y el perjuicio sufrido.
En consecuencia, no habrá lugar a aplicar la teoría del enriquecimiento injustificado si
existe entre las partes una relación patrimonial, ya sea derivada de un contrato, de un hecho
ilícito, o de la mera ley. De ahí que no puede prosperar la acción de ni rem verso contra
texto legal expreso, por muy injusto que pueda ser el enriquecimiento, pues la ley lo
justifica.
196. V. La acción de in rem verso sólo puede intentarse a falta de otra.
Para evitar el uso abusivo de una acción tan amplia como puede resultar la de in rem
verso, la doctrina ha establecido el requisito de que no es posible recurrir a ella sino a falta
de toda otra que permita obtener la reparación. Si la ley ha otorgado en el en caso en
cuestión otra acción al empobrecido, debe éste sujetarse a 1 la que esta prevista
expresamente para esa situación, y no a la de repetición que, por lo menos en la legislación
Francesa y en la nuestra, deriva únicamente de las reglas generales. Es, pues, una acción
subsidiaria.
Y ello aunque le resultare más beneficiosa la acción de in rem verso, por ejemplo, por
haber prescrito la acción que le corresponde o faltar algún requisito legal para intentarla. De

118
LAS OBLIGACIONES TOMO I

esta manera el enriquecimiento sin causa abriría el camino para eludir la prescripción o
dichas exigencias, barrenando numerosas disposiciones legales. Y así, por ejemplo, si no
procede la acción del pago indebido por cualquier motivo, no podría obtenerse la
recuperación de lo pagado sin causa, invocando el enriquecimiento que ha experimentado
el accipiens.
197. Prueba del enriquecimiento sin causa.
Al actor que pretende que su demandado esta obligado a restituir o indemnizar, le
corresponde probar la existencia de la obligación (Art. 1.698), para lo cual deberá acreditar
la concurrencia de los requisitos antes señalados.
Su prueba es libre, ya que se trata de establecer hechos: el enriquecimiento, el
empobrecimiento y la falta de causa.
198. Efectos del enriquecimiento sin causa.
Obtenida la acción de in rem verso, el enriquecido debe indemnizar al empobrecido el
perjuicio sufrido por éste,
Cuando el objeto en que consiste el enriquecimiento es una cosa, nace la obligación de
restituirla, aplicándose a falta de disposiciones legales las ya referidas normas de las
prestaciones mutuas, que constituyen la regla general en nuestro derecho.139
En los demás casos deberá indemnizarse el empobrecido; a falta de reglamentación se
ha discutido cómo se determina ella, pero en definitiva parece la más aceptable la opinión
que la somete a una doble limitación: de un lado, el monto del enriquecimiento, pues no
existiría justificación alguna para hacer pagar más de la utilidad obtenida; y por el otro
lado, el monto del empobrecimiento, ya que tampoco sería lógico que el empobrecido
obtuviera a su turno un enriquecimiento con esta acción que sólo tiende a evitar el primero.
Otro problema discutible es en qué momento se determinan el empobrecimiento y
enriquecimiento: si cuando se producen o a la época de intentarse la acción, ya que un el
intertanto pueden haber variado, como si, por ejemplo, durante el pleito se destruye por
caso fortuito la cosa en que se habían hecho mejoras o en que consiste el enriquecimiento
injustificado. Este ha desaparecido, y en consecuencia parece lógico concluir que nada se
debe.
Si, en cambio, la cosa se ha enajenado, se deberá su valor, aunque el enriquecido no
conserve el producto de la enajenación.

139
Creemos que la acción de in rem verso no da acción contra terceros y es ésa la opinión más
generalizada. Cierto que la acción del pago indebido la otorga, pero a falta de texto legal expreso no puede
extendérsela a otros casos.

Dislexia Virtual 119


Capítulo VI
LOS HECHOS ILÍCITOS140

199. Reglamentación.
Tras reglamentar los cuasicontratos, el Título 3.° del Libro 4.° Arts. 2.314 a 2.334,
inclusive, trata “De los delitos y cuasidelitos”.
Dictado en el siglo pasado y con modelo de comienzos del mismo, el Código nuestro
ha quedado totalmente al margen del amplio vuelo alcanzado por la materia en la doctrina y
legislaciones comparadas (N.° 203); la legislación complementaria es inconexa y sigue
reconociendo como principios rectores los preceptos señalados, y no hemos contado con
una jurisprudencia tan audaz como la francesa para con una total prescindencia de los
textos legales (que no justificamos en modo alguno, pues llega a romper el principie) del
equilibrio de los poderes constitucionales) intentar el objetivo fundamental en este capítulo:
procurar a la victima la reparación íntegra y rápida del daño sufrido.
Es un punto, pues, en que se impone la revisión legislativa, y debe, en consecuencia,
disculparse que nos hayamos apartado del sistema de esta obra, ahondando en el análisis
critico de las disposiciones legales.
200. Pauta.
En una primera sección veremos los principios rectores; en la segunda, se estudiarán
los requisitos, luego, en secciones sucesivas analizaremos distintas clases de
responsabilidad, para concluir con la acción de indemnización y la reparación del daño,
esto es, el efecto del hecho ilícito.

140
La responsabilidad civil extracontractual ha dado lugar a una vasta Bibliografía. Amén de las obras de
carácter general que se citan en la bibliografía al final de este libro podemos mencionar las siguientes
especializadas.
Entre nosotros la obra más completa y profundizada es la de don Arturo Alessandri Rodríguez, De la
responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil chileno. Imprenta Universitaria. Santiago, 1943. Como
M. de P. merece citarse la de Carlos Ducci Claro. Responsabilidad civil extracontractual. El Imparcial,
santiago, 1936. El Repertorio. Tomo X, 1978. contiene la jurisprudencia; Alessandri también cita mucha
jurisprudencia y puede verse al respecto Néstor Letelier Lasso, Ensayo Crítico de la Jurisprudencia en materia
de responsabilidad extracontractual, M. de P. Editorial Jurídica 1952, en Memorias de Licenciados Derecho
Civil, pág. 255.
Entre las extranjeras Henri y León, Mazeaud Tratado Teórico y Práctico de la Responsabilidad Civil
Delictual y Contractual. Buenos Aires, 1951 Sabatier René Traité de la Responsabilité Civile el? Droit
Francais, 10° edición. París, 1951.
Sobre temas específicos las que se citan en la parte correspondiente.

120 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO I

Sección Primera
DE LOS HECHOS ILÍCITOS EN GENERAL.
201. Denominaciones.
En tina materia con tan franca evolución en los últimos tiempos, ni la denominación ha
quedado incólume.
Íntimamente ligada al Derecho Penal, la denominación de nuestro Código: delitos y
cuasidelitos, fue la predominante en su época; hoy la distinción entre unos y otros tiende a
perder trascendencia (N.° 214), y de ahí que prácticamente no se utiliza.
La primera tendencia fue a reemplazarla por responsabilidad civil extracontractual; la
voz responsabilidad tiene en derecho varias significaciones, y en términos generales
representa la necesidad jurídica en que se encuentra tina persona de satisfacer su obligación
(N.° 579); pero al hablar de responsabilidad civil se la utiliza en un sentido más específico:
la obligación que tiene una persona de indemnizar los daños a otra ocasionados, Y el
apellido extracontractual se te asigna para diferenciarla de la que proviene del
incumplimiento de una obligación (N.° 205).
Tiende a imponerse otra denominación, la de actos o hechos ilícitos; estimamos más
precisa esta última que utiliza, por ejemplo, el Código italiano.141 Hecho, en cuanto existe
una conducta del obligado, por acción u omisión (N.° 233), e ilícito, ya que por ser
contraria al derecho, lo obliga a la indemnización.
En todo caso, cualquiera que sea la denominación que se utilice, siempre se estará
significando lo mismo: el civilmente responsable de un hecho ilícito, delito o cuasidelito.
está obligado a indemnizar los perjuicios ocasionados.
202. Fuente de obligaciones.
El Código otorga a los delitos y cuasidelitos civiles la categoría de fuente de
obligaciones en los Arts. 1437 y 2.284, y el Art. 2.314 que encabeza el título respectivo,
explica por qué: “el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es
obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito
o cuasidelito”.
El hecho ilícito es fuente de obligaciones, porque da origen a una que antes de él no
existía: indemnizar los perjuicios causados, La responsabilidad nace al margen de la
voluntad de¡ acreedor o deudor; aunque se haya actuado con dolo (delito civil), o sea, con
la intención de causar daño (N.° 216), el autor no ha querido adquirir una obligación “ha
querido el daño, no ha querido convertirse en deudor de la reparación”.142 Si sólo hay culpa
(cuasidelito civil) o sea, negligencia o imprudencia (N.° 217), no hay intención de
perjudicar y mucho menos de asumir una obligación.
Esta nace por la sola comisión del hecho ilícito y en consecuencia porque la ley la
establece, pero ella no lo hace directamente sino en cuanto concurran los presupuestos de la
responsabilidad extracontractual que se detallan en la siguiente sección.

141
La expresión 'acto' deja afuera aquellos casos de pura omisión, en que no hay actuación ninguna del
responsable, y se sanciona justamente que no haya obrado debiendo hacerlo (N' 233). Por eso preferimos la
expresión hecho ilícito.
142
Mazeaud, Derecbo Civil. Parte 21, T. 2° N.° 374, pág. 7

Dislexia Virtual 121


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

203. Desarrollo e importancia actual de la teoría del hecho ilícito.


Dijimos que es posible que la noción misma de obligación haya nacido en las
sociedades primitivas al reemplazarse la venganza privada por la composición pecuniaria.
En Roma la responsabilidad extracontractual no obtuvo su pleno desarrollo, pues no
maduró el concepto de que toda culpa dañosa obliga a reparar el perjuicio causado. Existían
delitos civiles que eran los contemplados por la ley, al igual que los contratos, como decir,
delitos nominados y estrechamente unidos al concepto penal de ellos.
Surgieron posteriormente otras figuras no contempladas por la les- y a las víctimas de
las cuales el pretor concedió acción para reclamar los perjuicios sufridos; por parecerse a
los delitos se las llamo cuasi ex delitos, tal como ocurrió con los cuasicontratos (N.° 179), y
de ahí los glosadores efectuaron la distinción entre delito y cuasidelito, según si el hechor
actuaba con dolo o culpa.
Los canonistas sentaron el principio de que toda culpa obliga a reparar el daño
causado, lo que abrió el camino al establecimiento de la responsabilidad civil
extracontractual en términos generales, sin perjuicio de las normas especiales para algunas
figuras que las merecen.
Así recogieron y reglamentaron esta materia el Código francés, el nuestro y demás
derivados de él.
Como lo advertirnos en el N.° 199 ha ido desde fines del siglo pasado que la
responsabilidad extracontractual ha adquirido una importancia que antes no tuvo, debido al
desarrollo desde aquella época a nuestros días del maquinismo, la empresa y los medios de
transporte. El número de accidentes e, cada vez más frecuente, razón por la cual se han
multiplicado los procesos relacionados con la obligación de indemnizar; el riesgo que crean
los instrumentos y artefactos creados por el hombre y el intenso tránsito y aglomeraciones
de las ciudades modernas, la velocidad que pueden alcanzar los vehículos, su constante uso
y adelantos, han desplazado la tranquila vida anterior en que el hecho ilícito dañoso
resultaba más bien excepcional.
Individuos y empresas quedan expuestos así a la Posibilidad de pagar fuertes
indemnizaciones; esto los lleva a la contratación de seguros para cubrir estos riesgos. El
seguro puede originar, a su vez, un descuido en la conducta de los individuos al sentirse a
salvo de las consecuencias dañinas de sus actos, lo cual puede ser origen de nuevos
accidentes, etc.
Todas estas causas han obligado a intervenir al legislador, orgánicamente en los países
con Códigos de la época, en forma muy desordenada en el caso nuestro. En el N.° 211
señalaremos las principales tendencias en el derecho contemporáneo, luego de indicar los
fundamentos civiles de la responsabilidad extracontractual.
204. Responsabilidad moral, penal y civil.
Para demarcar correctamente la noción de responsabilidad civil, conviene distinguir
claramente estas tres especies de responsabilidad,
La responsabilidad moral es una noción netamente subjetiva, dependiente de los
conceptos generales dominantes y de la conciencia y religiosidad del propio sujeto. No
implica necesariamente un perjuicio ajeno, bastando la mera intención, y de producirlo, no
da lugar a reparación exigible coactivamente.
En la responsabilidad civil se precisa una exteriorización, acto o abstención, que causa
un perjuicio imputable a su autor, La obligación de reparación es jurídica y como tal

122
LAS OBLIGACIONES TOMO I

exigible coactivamente. Sin embargo, no significa esto que la moral no influya en la


responsabilidad civil. La ética exige la plena satisfacción del daño causado, y fundamenta
la obligación de reparar en cuanto haya culpa del autor.
Responsabilidad civil y penal se han entrelazado siempre estrechamente, perjudicando
en muchos sentidos el desarrollo de la primera, porque la segunda es obviamente más
restringida.
Sus principales diferencias derivan:
1.° La noción de delito penal es más circunscrita que la civil: lo constituyen toda
acción u omisión voluntaria penada por el legislador, de manera que para la responsabilidad
penal se requiere una disposición legal que específicamente sancione el acto o abstención
cometidos
La responsabilidad civil nace, en cambio, por acciones u omisiones que encuadren
dentro de los requisitos señalados en forma general por la ley. Por así decirlo, en el Derecho
Penal los delitos son nominados: robo, hurto, violación, estafa, lesiones, homicidio; en
materia civil, ya lo dijimos, no hay delitos nominados reglamentados por el legislador a la
manera de los principales contratos. La reglamentación es genérica, sin perjuicio de normas
especiales para ciertos casos.
Precisamente en el Derecho Romano, por no haberse alcanzado a deslindar claramente
ambas clases de responsabilidad, no se llegó a una teoría general del hecho ilícito civil.
2.° En materia de responsabilidad civil se atiende exclusivamente al perjuicio
ocasionado a tina o más personas determinadas; se sanciona el factor económico o moral,
pero fundamentalmente el primero que se ha perturbado se obliga a indemnizar el daño. En
tal sentido la responsabilidad penal se acerca más a la moral, porque no es necesario el
daño específico: se sanciona al responsable por la gravedad del acto, por el atentado que
éste implica, sanción que la diferencia de la moral. y que normalmente es de mayor
gravedad que la de indemnizar los perjuicios.143
3.° Finalmente, en el cielito penal está comprometido el interés general y no solamente
el particular de la victima: el legislador justamente eleva un acto a la categoría de delito
penal cuando considera que se ha vulnerado algún valor de entidad social. La
responsabilidad civil mira casi exclusivamente a la reparación del daño causado.144
Ello no obsta a que normalmente coincidirán los tres órdenes de responsabilidad,
especialmente la civil y la penal; existiendo delito penal, también lo habrá normalmente
civil, como ocurre en los delitos contra las personas y la propiedad: lesiones, homicidio,
robo, hurto, estafa, etc.
Por eso es que el Art. 2.314, tras señalar que el autor del hecho ilícito debe indemnizar
perjuicio, agrega que es sin perjuicio de la pena que las leyes le imponen, y que el Art. 10
del C.P.P. declare que del delito nace siempre una acción para el castigo del culpable y
puede nacer una civil para la indemnización de los daños si los ha habido. Volveremos
sobre el punto al tratar la acción de indemnización, su competencia (N.° 300) y los efectos
de la sentencia penal en materia civil (N.° 301).
La coincidencia no es total, pues hay tantos delitos civiles que no son penales, como
viceversa, penales que no son civiles.

143
RDJ, Ts, 35, sec. 1°, pág. 343; y 37, sec. 1° pág, 193.
144
RDJ. T, 62, sec. 4° pág. 213. La sentencia agrega que la indemnización no es pena y no procede
declararla de oficio aunque se refiera a la mera restitución de la cosa hurtada o robada. Sobre indemnización
y pena véase N.° 908.

Dislexia Virtual 123


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Si los que sanciona el Derecho Penal no han dañado a una persona determinada, no
habrá delito, civil como ocurre con la vagancia, mendicidad, delitos contra la seguridad
interior y exterior del Estado, etc.
A la inversa, por ejemplo, el Art. 1768 en la disolución de la sociedad conyugal el
delito civil de ocultación de bienes comunes que no está tipificado por la ley penal.
También se ha calificado de delito civil y no penal la omisión del curador de confeccionar
inventario antes de entrar a ejercer la guarda.145 Por estas razones se ha fallado que si un
hecho no constituye delito penal, no por ese solo motivo resulta excluida la posibilidad de
que lo sea civil.146
Decíamos que un maridaje tan estrecho como el que aún establecen las legislaciones,
ha perjudicado la ampliación de la responsabilidad civil en cuanto a que su objetivo es la
pronta y total reparación del daño, Por la mayor gravedad sancionadora, la calificación del
delito penal debe ser más estricta, no así en la civil, en que llega a aceptarse la reparación
sin culpa (N.° 208).
205. División de la responsabilidad civil en contractual y extracontractual.
Si se habla de responsabilidad civil extracontractual, es porque la hay contractual.
Aparece así el tema de la responsabilidad civil dividido en dos categorías: la contractual,
que es la obligación del deudor de indemnizar al acreedor los perjuicios que le ha originado
el incumplimiento o cumplimiento tardío de la obligación, y la extracontractual, que se
suele también llamar delictual o aquiliana, y a que nos venimos refiriendo. Esta última
denominación, que se transmite a la culpa extracontractual, deriva de la Ley Aquilia que
reglamentó la materia en la Roma antigua. Consiste en la obligación en que se encuentra el
autor de indemnizar los perjuicios que su hecho ilícito ha ocasionado a la victima.
Los múltiples problemas a que da lugar la existencia de estos dos órdenes de
responsabilidad, requieren previamente a su estudio el análisis de las normas que rigen la
contractual, lo que se hace al tratar de los efectos de la obligación en general. 147 En dicha
parte destinaremos un capítulo especial a dilucidar cuándo concurre una u otra,
especialmente por los casos de duda que se presentan (N.° 928 y siguientes) la importancia
de distinguirla (N.° 927). el llamado problema del cúmulo de responsabilidades (N.° 935 ) y
la teoría de la unidad de la responsabilidad civil (N.° 936 a 939).
Aquí diremos sólo dos palabras sobre esta última y las principales se señalan entre
ellas, y que son fundamentalmente dos: en la responsabilidad contractual existe un vínculo
jurídico previo; la extracontractual da origen al vínculo, y en la primera, la culpa por el
incumplimiento o cumplimiento tardío se presume no así por regla general en la aquiliana.
No obstante estas diferencias y otras de menor trascendencia, una corriente doctrinaria
moderna tiende a equipararlas en lo que se llama la teoría unitaria de la responsabilidad
civil. Para estos autores La responsabilidad civil es una sola, fuente siempre de la
obligación de reparación, y sus diferencias son de mero detalle.

145
RDJ, T. 36. sec. 1° pág, 329.
146
RDJ, T. 58, sec. 4° pág. 58.
147
Sin llegar a aceptar para nuestro Derecho integralmente la teoría unitaria, nos parece lógico dar a la
responsabilidad civil no tratamiento común, sin dejar de destacar los puntos de diferencia, pues realmente
los de contacto son más abundantes, lo que obliga a una constante referencia para evitar meras
repeticiones, Desgraciadamente en el estado actual en nuestro país ello crearía más confusiones que
claridades, y a ésta hemos sacrificado el método.

124
LAS OBLIGACIONES TOMO I

206 Fundamentos de la responsabilidad extracontractual.


Dos tendencias existen principalmente para fundamentar la responsabilidad por el
hecho ilícito: la clásica de la responsabilidad subjetiva o por culpa, y una moderna de la
responsabilidad objetiva o sin culpa.
Las trataremos en los números siguientes, analizando también la posible existencia de
una infracción de una obligación de conducta, y la teoría de lo injusto, para rematar esta
parte con un vistazo a las actuales en materia de responsabilidad extracontractual.
207. La responsabilidad subjetiva.
La doctrina clásica señala fundamento de la obligación que la ley impone de
indemnizar causado la culpabilidad del agente, esto es, la actitud reprochable del autor del
delito o cuasidelito, que puede recorrer una cierta graduación desde el dolo a la más leve
negligencia, pero que le impone la necesidad de responder de su conducta. Para esta
doctrina, dos son los requisitos fundamentales de la responsabilidad extracontractual: el
daño y que él haya sido originado por la culpa o dolo de quien lo ha provocado.
Precisamente se la llama subjetiva o por culpa, porque la razón de existir de la
obligación indemnizatoria es la actuación ilícita del agente del daño.
Aunque el punto ha sido discutido por algunos autores franceses, es indudablemente la
doctrina del Código Civil francés y del nuestro y demás seguidores de aquél.
Ya hemos señalado que el desarrollo de la técnica y la ciencia en el siglo pasado dejó
al desnudo la pobreza de una reglamentación hecha para otros tiempos. Se comenzó a
advertir que raramente la víctima obtenía reparación, y sin mucho estudio fue fácil concluir
que la razón principal estribaba en sus dificultades para probar la culpa.
Nadie podía discutir que si ésta es requisito de la responsabilidad extracontractual,
debe acreditarla quien alega pues de ello depende que exista obligación de indemnizar y la
obligación debe establecerla quien pretenda cobrarla (Art. 1698).
Pues bien, los partidarios de ampliar y facilitar la indemnización a la víctima, aun con
sacrificio de principios provenientes de muy antiguo, concentraron sus críticas en el
requisito de la culpa, el más difícil de probar por su subjetivismo.
En primer lugar, se señaló que exigir culpa en la responsabilidad
es confundirla con la moral y penal, en que justamente se sanciona una actitud culpable
del agente; en la primera, en cambio, lo único que importa es el daño ocasionado.
Luego se la criticó por motivos de justicia social. En efecto, el problema adquirió
caracteres más dramáticos en los accidentes del trabajo, en que los obreros quedaban
prácticamente desamparados para luchar en pleitos largos y engorrosos con las empresas.
Generalmente la víctima es de menos recursos que el autor del daño, y el legislador debe
protegerla. Por ello se criticó a la doctrina subjetiva que mira más a la actuación del autor
del daño que hacia la situación de víctima, que evidentemente merece mayor protección.
208. II. La responsabilidad objetiva.
Fruto de estas críticas y de realidad social y económica que las inspiraba, fue la
aparición de la doctrina de la responsabilidad objetiva o del riesgo, como también se la
llama, porque ella no atiende como lo anterior a la conducta del agente, a su culpabilidad,
sino meramente al resultado material que de ella ha derivado: el daño. La obligación de
indemnizar exige fundamentalmente la existencia de un perjuicio ocasionado a otro por la
conducta del autor del mismo.

Dislexia Virtual 125


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Se la ha llamado del riesgo, porque a falta de culpa, la obligación indemnizar se funda


en la idea de que toda persona que desarrolla una actividad, crea un riesgo de daño a los
demás. Si ese riesgo se concreta perjudicando a otro, resulta lógico que quien lo creó deba
indemnizar a la persona dañada, sea o no culpable del accidente. Este se ha originado por el
riesgo creado y no por el acto específico que lo provoca.
De ahí en adelante, en el desarrollo de la doctrina los autores se separan para limitar la
noción anterior que resulta excesivamente amplia algunos distinguen entre los actos
normales y anormales, siendo estos últimos los que obligan a indemnizar. Otros hablan del
riesgo-beneficio o sea, el autor que explota una actividad económica en su propia
utilidad, responde como contrapartida al beneficio que de ella obtiene de los daños que a
los demás causa.
Un ejemplo permitirá aclarar las dos diferentes concepciones de la responsabilidad,
basado en la conducción de vehículos motorizados, una de las fuentes hoy en día más
nutritiva de responsabilidad extracontractual Una persona atropella a otra que atraviesa un
cruce teniendo a su favor la luz verde del semáforo: el conductor responde por culpa, pues
ha infringido el Reglamento respectivo (N.° 226). En cambio, en el mismo ejemplo, el
conductor tenía a su favor la señalización y ha respetado en todas sus partes el mencionado
Reglamento manejaba con prudencia sin que nada pueda reprochársele. En la
responsabilidad subjetiva no tiene obligación de indemnizar, pues no tiene culpa, En la
objetiva, sí, porque el sólo hecho de manejar un vehículo crea un riesgo de accidente.
La doctrina objetiva, especialmente cuando se lleva a un extremo como el señalado, ha
recibido severas críticas que importan otras tantas defensas de la doctrina clásica.
Se destaca, en primer lugar, que es peligrosa: si ampara a una víctima frente al daño
que se le ha ocasionado facilitándole el cobro de la indemnización, por otro lado fomenta la
existencia de nuevas víctimas, porque si de todos modos habrá que reparar, puede
introducirse en la conciencia general la idea de que ante el Derecho da igual actuar con
diligencia o sin ella. \a que siempre se responderá del daño que pueda llegarse a ocasionan
Para, defenderse de esta posibilidad se contratarán seguros de riesgos a terceros, todo lo
cual puede conducir a un aumento de los hechos ilícitos
Enseguida, se señala que el subjetivismo informa todo el Derecho Civil, que no puede
dejar de considerar a las personas para adoptar un criterio meramente material del efecto
producido. Ya hemos señalado numerosas instituciones de desarrollo reciente impregnadas
del mayor subjetivismo: abuso del derecho, causa ilícita, etc.
Finalmente, referido al problema de la víctima y del autor, se señala que no es lo
equitativo que siempre la primera resulte indemne, pues debe mirarse a ambas partes y no
sancionar a quien nada ha puesto de su parte para que el accidente ocurra. 148 Luego de
examinar otras doctrinas en materia de responsabilidad extracontractual, al dar un vistazo al
Derecho Comparado actual, volveremos sobre el punto (N.° 211).
209. III. El hecho ilícito como violación de una obligación preexistente.
Son los autores que propugnan la unidad de la responsabilidad civil (N.° 936) quienes
principalmente han sostenido que en el hecho ilícito existe la infracción de una obligación
preexistente, tal como ocurre en la responsabilidad contractual que nace por el
148
Una sentencia publicada en la RDJ, T. 39, sec. 2° pág. 55, analiza este problema del fundamento de la
responsabilidad extracontractual. Nuestra jurisprudencia en general reconoce la culpa como único
fundamento de la obligación de indemnizar en el Código Civil; por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 3, sec. la, págs. 60
y 125; 22, sec. 1° pág, 481 y el citado anteriormente.

126
LAS OBLIGACIONES TOMO I

incumplimiento o cumplimiento imperfecto de las obligaciones emanadas del contrato.


Planiol y Ripert son los más destacados sustentadores de esta tesis.149
Esta obligación es la que impone el sistema jurídico imperante de no lesionar los
derechos y bienes ajenos, esto es, de no causar daño a otro. O lo que es lo mismo, el
individuo debe observar un comportamiento jurídico precavido que le permita no cometer
injuria a los intereses de otro. Es esta una obligación estrictamente legal, y su violación, al
igual que el incumplimiento en materia contractual, da nacimiento a la obligación de
indemnizar los perjuicios.
Esta concepción no ha tenido plena aceptación, porque semejante obligación no tiene
los caracteres de tal, pues es indeterminada y más bien podemos decir que se trata de un
deber general de conducta (N.° 19). Sin embargo, tiene la virtud de llamar la atención a la
existencia de este deber de conducta como presupuesto del hecho ilícito lo que también es
analizado desde otro punto de vista por la teoría de lo injusto a que nos referiremos en
seguida.
210. IV. La teoría de lo injusto. De procedencia penal,150
la teoría de lo injusto (N.° 175) también entronca en cierto sentido ambas
responsabilidades, la contractual y la extracontractual, dándoles un contenido objetivo,
como actos contrarios al Derecho Objetivo, una violación de las normas jurídicas reprimida
por aquél por la vía sancionadora.
Lo injusto o antijurídico se presentará cada vez que se quebrante una norma jurídica,
aunque ella no esté expresada primariamente, sino a través de la sanción.
El sistema jurídico reacciona de diversos modos frente a la violación de las normas de
derecho, según su gravedad, y la sanciona criminalmente cuando es ella mayor y llega a ser
atentatoria a la convivencia social, y exclusivamente por la vía civil si no alcanza tal grado
de conmoción. Pero ello no quita que en todo quebrantamiento jurídico, aun cuando sólo
provoque un daño a un particular, exista comprometido un interés general, cual es el
respeto que se debe al ordenamiento de derecho.
Volveremos sobre el punto al tratar del incumplimiento de la obligación contractual,
que por esta teoría es también considerado como un acto injusto (N.° 798); por el momento
destaquemos su gran virtud de síntesis jurídica, y que no es aceptada totalmente pues
Muchos mantienen la clásica opinión de que en el hecho ilícito existe un derecho subjetivo
o un interés comprometidos.151
211. V. Tendencias actuales en el derecho comparado.
Podemos decir a modo de síntesis que las legislaciones actuales se caracterizan por un
criterio pragmático en la materia.
Predomina la idea de la defensa de la víctima, y de procurarle que en todo caso obtenga
un resarcimiento eficaz y oportuno del daño que ha sufrido; se reconoce la existencia de un
deber social y de justicia en este punto, pero no se acepta integralmente la responsabilidad

149
Planiol y Ripert. Tratado Práctico de Derecho Civil Francés, Tonto 69, N.° 377 pág. 523 París, 1931.
Véase, también Mazeaud, ob. cit. 1. I. N.° 102, pág. 106. Y la traducción de Gonzalo Barriga Errázuriz de bu
artículo Responsabilidad Delictual y Responsabilidad Contractual” en RDJ, T. 27, 11 parte, pág. 1: Alessandri.
ob. cit, N.° 25, pág. 42, y Tornasello, ob. cit., págs. 169 y siguientes.
150
Véase Tomasello, ob. cit. págs. 219 y sigtes. Federico Puig Pena. Tratado (le Derecbo Civil Español.
Madrid, 1951, T. 4° págs. 197 y siguientes.
151
Messineo, ob. cit., T, 6° pág. 477,

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objetiva, sino para ciertos casos y efectos, buscándose otras alternativas para la consecución
del fin señalado y evitar los inconvenientes de la responsabilidad subjetiva.
Veremos, en primer lugar, la situación de la responsabilidad objetiva y enseguida las
otras tendencias.
212. A. Aceptación para ciertos efectos de la responsabilidad objetiva.
Si bien se observa, los sistemas jurídicos siempre han conocido casos de obligación de
indemnización en que para nada se considera la actitud del sujeto, y se asimilan en cierto
sentido a la moderna teoría del riesgo en cuanto a que establecen el deber de plena
reparación cuando se ejercita un derecho legítimamente, pero con violación del derecho,
principalmente real, ajeno.
Típico es el Art. 847 del Código Civil: “Si un predio se halla destituido de toda
comunicación con el camino público por la interposición de otros predios, el dueño del
primero tendrá derecho para imponer a los otros la servidumbre de tránsito, en cuanto fuere
indispensable para el uso y beneficio de su predio, pagando el valor del terreno necesario
para la servidumbre y resarciendo todo otro perjuicio”. Muy semejante es la situación del
explorador, que es la persona que ha obtenido una concesión para investigar un mineral, en
el Art. 25, letra g) del Código de Mineria, que le impone la obligación de indemnizar los
daños que ocasione con los trabajos que ejecute. En ninguno de estos casos se atiende a la
culpabilidad del agente, quien antes por el contrario ejercita un legítimo derecho, sino a la
utilidad que obtiene en contraposición a la cual se le obliga a indemnizar los daños que
ocasione al derecho ajeno.
Las presunciones de derecho de responsabilidad, como las del Art. 2.341 (N.° 276), y
2.327 (N.° 282) del Código están muy cercanas también a la responsabilidad objetiva, pues
el autor no obtiene nada con probar que no hubo culpa de su parte: la ley niega derecho a
esa prueba.
En nada se afecta el sistema general con una mayor difusión de los casos en que se
responderá sin culpa, y esa es la tendencia general en las legislaciones; veremos los casos
en la nuestra en la sección siguiente (N.° 223).
Finalmente, hay aspectos en que no cabe otra justificación de la responsabilidad que
precisamente la teoría objetiva (N.° 289 y 290).
213. B. Otros medios de ampliar y asegurar la obtención de indemnización.
Señalamos anteriormente los inconvenientes de la responsabilidad subjetiva y de la
objetiva a (N.° 187 y 188). Para paliar unos y otros las legislaciones han efectuado las
siguientes evoluciones:
1.° Traspaso a la seguridad social de los riesgos más comunes.
Los accidentes del trabajo y los provocados por empresas de transporte influyeron
mayormente en el nacimiento de la responsabilidad por riesgo creado; hay ahora una
tendencia a desplazarlos hacia la seguridad social, mediante la obligatoriedad del seguro a
favor de terceros, o la creación de fondos por aportes de las empresas a fin de afrontar las
indemnizaciones sin necesidad de juicio declarativo previo. Nuestra legislación ha recogido
esta inclinación en materia de accidentes del trabajo, y con un seguro de pasajeros (No
224);
2.° Presunciones de culpa.

128
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Si el inconveniente más grave de la responsabilidad subjetiva es la dificultad para


establecer en juicio la culpa del autor del daño, se ha reaccionado mediante el
establecimiento en la ley de presunciones de culpa en ciertos casos, que obligan al hechor a
probar su ausencia de responsabilidad.
La situación es diferente a la responsabilidad objetiva; en ésta, el autor del daño nada
obtiene con probar su falta de culpa, pues de todos modos responde, Si hay una presunción
de responsabilidad, puede exonerarse de ella probando que no tuvo culpa, pero le
corresponde a él la prueba y no a la víctima.
Veremos algunas de estas presunciones en nuestra legislación (N.° 222).
3.° Desplazamiento de algunos casos hacia la responsabilidad contractual.
Si en ésta la culpa se presume, la víctima se encuentra en mejor situación para cobrar la
indemnización, pues sólo debe probar los perjuicios, y al autor del daño le corresponde
acreditar la ausencia de responsabilidad; por ello la jurisprudencia y doctrina,
principalmente francesas, han procurado traspasar una serie de situaciones de una a otra
clase de responsabilidad especialmente, mediante la elaboración de una teoría de la
obligación de seguridad que establecen en una serie de contratos con riesgos para las
personas (N.° 933).
4.° Finalmente, para no seguir enumerando, se ha ampliado la noción de
responsabilidad incluyendo en ella actos que la doctrina clásica consideraba generalmente
irreprochables. El caso más típico es el de la doctrina del abuso del derecho (N.° 227), de
manera que una persona puede responder extracontractualmente por el mero ejercicio de un
derecho que le pertenece si se te considera abusivo.
214. Concepto del hecho ilícito. Sus principales clasificaciones.
Según lo anteriormente expuesto, es ilícito todo hecho culpable o doloso que causa
daño a otro, e impone al autor la obligación de reparar el daño causado.
Semejante obligación puede derivar de la intención del agente, de su negligencia o
imprudencia o meramente de la ley, en los casos de responsabilidad objetiva.
De esto deriva una distinción entre el delito civil, el cuasidelito civil y la
responsabilidad sin culpa: pero advertimos de antemano que si diferentes en cuanto al
elemento constitutivo, todos ellos tienen el mismo resultado, la obligación de indemnizar,
que no es ni mayor ni menor en un caso ti otro, pues no depende de la actitud del sujeto,
sino de la gravedad del perjuicio.
Desde otro punto de vista, la responsabilidad extracontractual se ha clasificado en
simple y compleja, La primera corresponde por el hecho propio, y la segunda por el hecho
ajeno y el de las cosas. En consecuencia, hay tres categorías de ella: por el hecho propio, el
ajeno y el de las cosas, distinción que también se presenta aun cuando con una
trascendencia menor en materia contractual (N.° 851).
A la primera clasificación nos referiremos a propósito de la imputabilidad como
requisito de la responsabilidad contractual en la sección que sigue, y a la segunda, en las
secciones subsiguientes.

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Sección segunda
REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL
215. Enumeración.
Para que haya lugar a la responsabilidad extracontractual, dos son los requisitos
fundamentales: la actuación ilícita, culpable o dolosa, y el daño a la víctima que ella
ocasiona. A ellos se agrega la capacidad del agente y que no concurra alguna causal de
exención de responsabilidad. Desglosándolos, tenemos, en consecuencia:
1.° Una acción u omisión del agente;
2.° La culpa o dolo de su parte, que se estudia conjuntamente con el anterior;
3.° La no concurrencia de una causal de exención de responsabilidad;
4.° La capacidad del autor del hecho ilícito;
5.° El daño a la víctima, y
6.° La relación de causalidad entre la acción u omisión culpable o dolosa y el daño
producido.
En su oportunidad se verá que los requisitos son más o menos los mismos de la
responsabilidad contractual (N.° 821), equivaliendo la acción u omisión ilícitas al
incumplimiento o cumplimiento imperfecto de esta última. El elemento que concurre
unicamente en la responsabilidad contractual y no en la aquiliana es la mora del deudor, y
así se ha resuelto por nuestros tribunales.152
En párrafos sucesivos pasamos a examinar los requisitos enumerados.

Párrafo 1.°
LA ACCIÓN U OMISIÓN CULPABLE O DOLOSA DEL AGENTE
216. Dolo y delito civil.
La clasificación tradicional entre delitos y cuasidelitos civiles ha descansado en la
diferente actitud del agente; todos sus demás elementos son comunes, pero en el delito hay
dolo del autor del daño y culpa en el cuasidelito civil. Salvada esta separación, no hay otras
entre éste y aquél, y no es mayor la responsabilidad en el caso de dolo que en el de la culpa,
pues su intensidad se mide por el daño y no por la actuación del agente.
De ahí que las legislaciones de este siglo hayan abandonado la distinción entre delito y
cuasidelito civil; así ocurre en los Códigos alemán, suizo, italiano, de Brasil, Perú, etc.
“El dolo consiste en la intención positiva de inferir injuria a la persona o propiedad de
otro” (Art. 44, inc. final). Definido en el Título Preliminar, el dolo se presenta en varias
circunstancias en el Derecho Civil, principalmente como vicio del consentimiento como
agravante de la responsabilidad contractual y como elemento del delito civil, pero siempre,
según la teoría unitaria del dolo (N.° 826) es uno mismo: la intención del agente de causar
daño a otro.
El dolo se aprecia “in concreto” según las circunstancias del actor, ya que incluye un
elemento psicológico: la intención, el deseo de causar el daño, cuya prueba corresponderá
siempre al demandante, ya que el dolo no se presume (No 827)

152
RDJ, T. 26, sec. 1° , pág. 234

130
LAS OBLIGACIONES TOMO I

De ahí que el dolo concurrirá normalmente cuando -al mismo tiempo se haya cometido
un delito penal; si no, bastará la prueba de la culpa que es menos difícil que la del dolo,
como se verá luego (N' 220). Es raro encontrar casos de delito civil puro; podemos citar el
siguiente, que se ventilo ante nuestros tribunales una persona compró un automóvil que no
resultó de buena calidad, En vez de arreglar amistosa o judicialmente la cuestión, optó por
desacreditar públicamente la marca, siendo demandado por la casa importadora y
condenado a reparar los perjuicios.153
217. Culpa y cuasidelito civil.
La culpa aquiliana es de mayor trascendencia que el dolo y da origen según la
distinción antes señalada al cuasidelito civil.
Este existirá con mucha mayor frecuencia independientemente del penal, sobre todo
porque en esta última materia sólo excepcionalmente existen cuasidelitos contra las cosas:
por regla general, sólo los hay contra las personas. Y así, en un choque de vehículos en que
no haya personas lesionadas, hay cuasidelito civil, y el conductor culpable deberá
indemnizar al otro los daños ocasionados, pero no penal, y solo una posible contravención
al Reglamento del Tránsito, sancionada con multa. Pero si, a consecuencia del mismo
choque, fallece o sufre lesiones una persona, puede haber cuasidelito civil y penal.154
Ni el Código francés ni el nuestro definieron la culpa, pero el Art. 44, en el Título
Preliminar, señaló una triple distinción, en grave, leve y levísima y dio los conceptos de
cada una, y aunque esta diferenciación no se aplica en materia extracontractual (N.° 219),
permite dar la noción de la culpa en nuestra legislación.
Se la ha definido habitualmente como la falta de diligencia o cuidado en la ejecución
de un hecho o en el cumplimiento de una obligación. En el primer caso, la culpa es
extracontractual, delictual o aquiliana, y en el segundo es contractual. Se señala igualmente
una clara distinción en nuestra legislación entre ambas clases de culpa fundada
principalmente en que la primera da origen al vinculo, mientras la segunda lo supone; ésta
admite grados, según decíamos, y la aquiliana no; y, finalmente, la extracontractual no se
presume, mientras la contractual sí. Volveremos sobre el punto al efectuar un paralelo entre
las dos clases de responsabilidad (N.° 927).
Lo referente a la culpa extracontractual lo examinaremos a través de los siguientes
aspectos:
1.° Formas de apreciarla;
2.° Graduación de la culpa;
3.° Prueba de la culpa;
4.° Responsabilidad sin culpa;
5.° Traspaso a la seguridad social;
6.° Los casos de culpa, y
7.° Determinación de la culpa.
218. I. Formas de apreciar la culpa: objetiva y subjetiva.
Para apreciar la culpa existen en doctrina dos concepciones que reciben,
respectivamente, las denominaciones de culpa objetiva o en abstracto, y de culpa subjetiva
o en concreto. La primera designación no es aconsejable, pues puede inducir a error en
153
RDJ, T. 25, sec. 1° pág. 501
154
RDJ, T. 36, sec. VI, pág. 343 37, sec. 1° págs, 107 y 193.

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relación con la responsabilidad objetiva y subjetiva, distinción que se funda en la


concurrencia de culpa como requisito de la indemnización.
En la culpa en abstracto, se compara la actitud del agente a la que habría tenido en el
caso que ocasiona daño una persona prudente expuesta a la misma situación; o sea, se
adopta un tipo ideal y se determina cómo habría éste reaccionado,
En la responsabilidad in concreto o subjetiva, se procede, al igual que en e¡ dolo, a
determinar la situación personal del sujeto al tiempo del accidente,
En nuestra legislación es indudable que se adopta el primer criterio, y el sujeto ideal de
comparación es el buen padre de familia, según el concepto del Art.47.155
219. II. Graduación de la culpa.
Decíamos anteriormente al señalar las diferencias entre culpa aquiliana y contractual,
que la distinción del Art. 47 entre culpa grave, leve y levísima no tiene la misma aplicación
en la primera que en la segunda; es más propia de ésta.
El principio en la materia es que la culpa por más leve que sea da lugar a la
responsabilidad extracontractual,156 Sin embargo de ello, se concluye que es aplicable en
esta parte la regla de que la culpa grave civilmente equivale al dolo (N' 835), lo que no
tiene mayor relevancia, según lo ya expresado que no hay diferencias en sus efectos entre
delito y cuasidelito civiles.
La conclusión es que queda al criterio del juez determinar si en la actitud del hechor ha
existido descuido suficiente para constituir culpa.
220. III. Prueba de la culpa.
Por regla general la culpa extracontractual deberá probarla la víctima.
En materia contractual, el Art. 1.547, inc. 3.°, dispone que “la prueba de la diligencia o
cuidado incumbe al que ha debido emplearlo”, lo que equivale a decir que dicha clase de
culpa se presume, pues el deudor debe probar que no ha incurrido en ella.
No existe norma semejante en materia extracontractual, por lo cual corresponde aplicar
las reglas generales en materia de prueba: de acuerdo al Art. 1.698, toca acreditar la
existencia de la obligación a quien la alega. La víctima que cobra indemnización sostiene
que ha existido de parte del demandado un acto u omisión doloso o culpable que le causa
daño, por lo cual está obligado a la reparación, o sea, afirma la existencia de una
obligación, para lo cual deberá acreditar que concurren los requisitos legales para que ella
tenga lugar, sus elementos constitutivos, uno de los cuales es la culpa o el dolo.
Es uno de los puntos, como decíamos, que hacen dificultoso para la víctima obtener su
reparación.
La prueba no tiene restricciones, como que se trata de probar hechos, y puede
recurrirse a las presunciones,157 testigos, confesión, peritajes, etc., sin limitación alguna.
En relación con esta materia nos detendremos en los siguientes puntos de interés en los
números que siguen a éste:
1.° Teoria de las obligaciones de prudencia y resultado, y
2.° Presunciones de culpa.

155
Alessandri, ob. cit., N.° 124, pág. 173.
156
Por la vía de ejemplo, RDJ, Ts. sec. 1° pág. 131; 45, sec. 1° pág. 704, y 55, sec, 1, , pág. 35.
157
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 62, sec. 4° pág. 367.

132
LAS OBLIGACIONES TOMO I

221. A. Teoría de las obligaciones de prudencia y de resultado.


La doctrina y jurisprudencia francesas han establecido una distinción entre las llamadas
obligaciones determinadas o de resultado, y obligaciones generales de prudencia y
diligencia o de medios.
En las primeras, la obligación es concreta: el deudor debe obtener un resultado
determinado, y así el vendedor ha de entregar la cosa vendida en la época convenida. En
otros casos, en cambio, el deudor se obliga a poner de su parte la diligencia necesaria, a
conducirse con prudencia para obtener el resultado deseado, pero no a conseguir éste. El
ejemplo más corriente es el de ciertos profesionales, como el médico, quien no se obliga a
mejorar al enfermo, sino a prestar toda su diligencia para conseguirlo; como el abogado,
para ganar el pleito que se le ha encomendado, etc.
Como consecuencia de esto, en el primer caso el deudor ha incurrido en
incumplimiento si no se ha producido el resultado prometido, en el ejemplo entregar lo
vendido en el día señalado, y en el segundo si no ha prestado los cuidados prudentes y
diligentes para obtener el resultado buscado. Puede que éste no se produzca, pero no por
ello está incumplida la obligación siempre que se haya puesto toda la diligencia para
conseguirlo.
La importancia de la clasificación estriba precisamente en materia de prueba porque en
las obligaciones de resultado el acreedor nada debe probar, pues al deudor de ellas le
corresponde acreditar que se obtuvo el resultado prometido, y, si él no ha tenido lugar, que
no hubo culpa suya en este hecho. En cambio, en las obligaciones de medios no basta
establecer que no se obtuvo el resultado, o sea, en los ejemplos, se murió el paciente, se
perdió el pleito, sino que el deudor no se ha comportado con la diligencia o prudencia
necesarias, y esta prueba corresponde al acreedor
En relación con la materia que estudiamos las obligaciones contractuales son
normalmente de resultado; sin embargo, como veremos más adelante, la responsabilidad
profesional es normalmente contractual (N.° 934), pero la culpa, según la doctrina en
examen, corresponde probarla al acreedor.
En materia extracontractual, se ha establecido, a la inversa, la existencia de
obligaciones de resultado en relación a la responsabilidad por el hecho de las cosas (N.°
279). El guardián de ellas esta obligado a impedir que la cosa produzca daño a terceros y si
de hecho los produce, a él le corresponde probar que no fue por, culpa suya.
La importancia estriba, pues, en que la presunción de culpa no opera únicamente y
siempre en materia contractual, sino que en una y otra responsabilidad es preciso distinguir
según si la obligación infringida es de medios, en que el peso de la prueba corresponde al
acreedor, o de resultado, en que el deudor deberá probar su ausencia de culpa.158
Entre nosotros la distinción no resulta aceptable,159 pues la disposición del Art. 1.547
presume la culpa contractual sin hacer diferencias y no es posible sostener la existencia de
obligaciones de resultados extracontractuales, pero es digna de tomarse en cuenta en una
futura modificación del Código, pues, como lo veremos más adelante, contiene tina gran
parte de razón desde un punto de vista teórico.

158
Véase Savatier, ob. cit., T. 1, N- 113, pág. 146, N Mazeaud, Derecho Civil, Parte 11, T. 1, N.° 21, y T. II.
N- 377 y 510, págs. 12 y 215
159
En el mismo sentido. Alessandri, nota N.° 2 a la pág. 55, ob. cit.

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222. B. Presunciones de culpa.


Si la prueba de la culpa es uno de los elementos que dificultan la obtención de la
reparación, el legislador ha tratado de paliarla estableciendo presunciones de culpabilidad
para ciertos y determinados casos.
Cuando veamos la responsabilidad por el hecho ajeno y de las cosas, veremos que ella
constituye una presunción de culpa (N.° 261 y 279). También en materia de accidentes
causados por vehículos existen algunas presunciones de culpa, que veremos al referirnos
brevemente a ellos (N.° 291),
En relación con esta materia se ha discutido el alcance del Art. 2.329. El precepto en su
inc, lo dispone que por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia
de otra persona, debe ser reparado por ésta”. Y agrega a continuación: “son especialmente
obligados a esta reparación”, enumerando tres casos que veremos al tratar los hechos
ilícitos en particular (N.° 288).
Para muchos, hay una meta reiteración en el inc. 1.° del artículo citado de la norma del
Art. 2.314, que impone al que ha cometido un delito o cuasidelito la obligación de
repararlo,160 pero el señor Alessandri161 ha sostenido que hay tina presunción de
responsabilidad por el hecho propio “cuando el daño proviene de un hecho que, por su
naturaleza o por las circunstancias en que se realizó, es susceptible de atribuirse a culpa o
dolo del agente”. Se funda este autor:
1.° En la ubicación del precepto, a continuación de las presunciones de responsabilidad
por el hecho ajeno y de las cosas;
2.° La redacción de la disposición pues habla del daño que “pueda” imputarse y no que
sea- imputable, esto es, basta que sea racional y lógico entender que ha habido culpa, y
3.° Los casos del precepto, que sostiene son por vía ejemplar y suponen por sí solos la
demostración de culpa,
Con toda la autoridad de la opinión antes señalada, discrepamos de ella,162 pues nada
hay en el precepto realmente que permita sostener una presunción de culpa, cuyos exactos
alcances no se alcanzan a precisar en la ley.
Existen también algunas presunciones de derecho de culpabilidad; podemos citar en el
Código, el Art. 2.327, para el daño causado por un animal fiero de que no se reporta
utilidad para la guarda o servicio de un predio (N.° 282), y el Art. 2,321, referente a la
responsabilidad de los padres por los hechos ilícitos de sus hijos menores si
reconocidamente provienen de mala educación o hábitos viciosos que les han dejado
adquirir (N.° 276),
Finalmente, advirtamos que no es lo mismo presunción de culpa que responsabilidad
objetiva, pues en el primer caso el autor del daño puede eximirse probando su falta de
culpa, mientras que corno ésta no es elemento de la responsabilidad objetiva, semejante
prueba no lo libera de ella. En cambio, la presunción de derecho es equivalente en sus
efectos a la responsabilidad objetiva, pues precisamente no se admite la prueba de falta de
culpa.

160
Por vía de ejemplo, RDJ, T.s. 3, sec, 1° pág. 60, y 29, sec. 1° pág. 549,
161
Ob. ciu, N.° 195, págs. 292 y siguientes.
162
En igual sentido, Ramón Meza, ob. cit., T II. NI LO 19, pág. 276. n

134
LAS OBLIGACIONES TOMO I

223.IV. Responsabilidad sin culpa en nuestra legislación.


En los N.° 208 y 192 precisamos su concepto y la tendencia actual en las legislaciones
a aceptar en ciertos casos la doctrina del riesgo.
Al estudiar el requisito de la culpa nos corresponde analizar los casos en que él no es
necesario, esto es, en que nuestra legislación acepta la responsabilidad objetiva.
Digamos, desde luego, que ella no existe en el Código Civil, sino únicamente en
legislaciones especiales y para ciertos y contados casos, de modo que a ésos se limita
exclusivamente su aplicación entre nosotros.163
Los más notorios son los siguientes:
1.° Accidentes del trabajo.
El Art. 255 del Código del Trabajo -hoy derogado por la Ley N.° 16.744 de 1.° de
febrero de 1968-, recogía claramente la doctrina que señalamos, pues establecía la
responsabilidad del patrón o empleador por los accidentes del trabajo sufridos por sus
obreros y empleados, y sólo les permitía eximirse de ella probando la fuerza mayor extraña
y sin relación alguna con el trabajo o el dolo del trabajador. Actualmente el problema ha
sido traspasado en gran parte a la seguridad social, según lo veremos en el número
siguiente.
2.° Constitución Política del Estado.
El Art. 20 de la anterior Constitución dispuso que “todo individuo en favor de quien se
dictare sentencia absolutoria o se sobreseyere definitivamente, tendrá derecho a
indemnización en la forma que determine la ley, por los perjuicios efectivos o meramente
morales, que hubiere sufrido injustamente”. Desgraciadamente la disposición quedó como
meramente programática, por no haberse dictado la ley a que ella se refería. 164 Por eso la
actual Constitución en la letra i) del N.° 7.° del Art. 19 dispone: “una vez dictado
sobreseimiento definitivo o sentencia absolutoria, el que hubiere sido sometido a proceso o
condenado en cualquier instancia por resolución que la Corte Suprema declare
injustificadamente errónea o arbitraria, tendrá derecho a ser indemnizado por el Estado de
los perjuicios patrimoniales y morales que haya sufrido. La indemnización será
determinada judicialmente en procedimiento breve y sumario y en él la prueba se apreciará
en conciencia”.
3.° Art. 16 de la Ley de Seguridad interior del Estado,
Esta ley es la N.° 12.927 de 6 de agosto de 1958, cuyo texto actualizado se contiene en
el Decreto Supremo N.° 890 de 3 de julio de 1975, del Ministerio del Interior, publicado en
el Diario Oficial de 26 de agosto de 1975. El precepto citado permite en ciertos casos
suspender publicaciones de diarios, revistas o transmisiones radiales.
Su inciso final señala que “si el afectado fuere absuelto, tendrá derecho a ser
indemnizado por el Estado”.
4.° Código Aeronáutico.
El DFL N.° 221 de 15 de mayo de 1931, publicado en el Diario Oficial del 30 del
mismo mes y año, en su Art. 65 castigaba penalmente al culpable de un accidente causado
por una aeronave en la superficie a las personas, salvo que hubiera procedido por fuerza
mayor, “pero en todo caso, se debe indemnizar los daños”, señalaba el precepto.
Hoy la materia la reglamenta el Código Aeronáutico, Ley N.° 18.916 de 8 de febrero
de 1990, cuyos Arts. 155 y 156 establecen la responsabilidad del explotador, que es la
163
Alessandri, ob. cit., NO 77, pág. 123
164
RDJ, Ts. 23, sec. 1° pág. 577; 39, sec. P,, pág. 301, y 40, sec, ° pág, 516.

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persona que utiliza una aeronave y sólo lo exime de responsabilidad en los casos de guerra,
sabotaje, etc.
Los Arts. 142 y 143 establecen otras responsabilidades objetivas, de las cuales el
transportador aéreo sólo se libera en los casos del Art. 146.
La ley como se ve, atenúa la responsabilidad objetiva, permitiendo que en ciertas
circunstancias, la persona se libere de responsabilidad.
5.° Fumigaciones.
Las reglamenta la Ley 15,703 del 1.° de octubre de 1964, y en su Art, 6.° establece la
responsabilidad solidaria de quien las ejecuta y la persona que las haya contratado, quienes
deben indemnizar los perjuicios a terceros, etc.
224. V. Traspaso de la responsabilidad extracontractual a la seguridad social.
Como decíamos en el N.° 213, en los accidentes más frecuentes existe la tendencia a
que el Estado se haga cargo de la indemnización por medio de organismos especializados, o
estableciendo la obligatoriedad de los seguros a favor de terceros. Ello ha sido recogido por
nuestra legislación en materia de accidentes del trabajo y de accidentes a pasajeros de la
movilización colectiva; a esto último nos referiremos al hablar de los accidentes del tránsito
(N.° 291), y por ahora diremos dos palabras respecto de los primeros.
Como vimos, el Código del Trabajo estableció la responsabilidad objetiva del patrón, y
en sus Arts. 294 y siguientes le permitían salvarla asegurando a su personal en instituciones
legalmente autorizadas; la Ley N.° 16.744, de lo de febrero de 1968, estableció el seguro
obligatorio de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, financiado con una
cotización pareja del 1% de las remuneraciones imponibles de cargo del patrón o
empleador, y una flexible también de cuenta de éste con un máximo del 4%, de acuerdo al
riesgo de la actividad respectiva (Art. 15). La ley, además de esto, para prevenir el grave
peligro de estos sistemas de que la persona se descuide por saberse asegurada, contempla
un mecanismo de premios y agravamientos de la cotización (Art. 16).
Naturalmente que el tema excede de nuestras preocupaciones, pero como interesa al
desarrollo futuro de la institución, queremos referirnos únicamente a las relaciones que se
producen entre el organismo encargado de administrar el seguro y el patrón o empleador y
el accidentado en caso de producirse algún accidente. La seguridad social absorbe la
indemnización a través de su sistema de prestaciones reglamentadas estrictamente, y la
víctima no tendrá normalmente derecho a cobrar reparación a la Empresa. Ello sufre
excepción en dos casos:
1.° Cuando el patrón o empleador no ha cumplido su obligación de afiliar al obrero o
empleado al sistema, en que la Administración efectúa de todos modos la prestación, pero
repite por su costo total contra el primero (Art. 56), sin considerar para nada su culpa o dolo
en el accidente.
2.° Si el accidente se debe a culpa o dolo del empresario o de un tercero, en cuyo caso
el organismo administrador repite contra el responsable por el valor total de las
prestaciones otorgadas y, además, la víctima y demás personas a quienes el accidente o
enfermedad cause daño, pueden reclamar contra el responsable las otras indemnizaciones a
que tenga derecho con arreglo ti las prescripciones del Derecho Común, e incluso el daño
moral. O sea, para esta repetición cobro de las demás indemnizaciones se vuelve al Derecho
Común.

136
LAS OBLIGACIONES TOMO I

225. VI. Los casos de culpa.


La noción de culpa es relativa, y depende de las condiciones del hecho; es difícil
determinar en una sola fórmula cuando la hay, y dependerá mucho de la apreciación del
juez. Sin embargo pueden señalarse algunos casos generales, y otros especiales se verán al
estudiar las situaciones más frecuentes de responsabilidad extracontractual.
Dentro de los primeros, nos referiremos en esta parte a los siguientes:
1.° Infracción de ley, reglamento y nieto descuido;
2.° Abuso del derecho;
3.° Relaciones de vecindad, y
4.° Culpa por omisión.
226. A. Infracción de ley, reglamento, mero descuido.
Si el hecho ilícito recibe tal denominación por ser contrario a derecho, habrá culpa
cada vez que se viole la ley, el reglamento, etc., esto es, se actúe contra sus preceptos, pues
el primer deber del individuo es respetar el derecho objetivo.
Estas disposiciones legales y reglamentarias se dictan muchas veces para prevenir
accidentes, y si por no haberlas respetado éste se produce, habrá culpa del autor del hecho.
Por ejemplo, si a las locomotoras a vapor se les exige llevar parrilla para evitar que lancen
chispas, y por no tenerla se incendia una sementera;165 si a los tranvías ¡as se les exige
llevar salvavidas en la parte delantera y no cumplen esta disposición,166 etc.167
Los casos más frecuentes de infracción de disposiciones legales reglamentarias se
debaten en materia de tránsito. Se regirla por la Ordenanza General del Tránsito, que de un
origen meramente municipal, hoy se contiene en el D.S. N.° 3068, de 27 de octubre de
1964, publicado en los Diarios Oficiales de 31 de octubre y 3 de noviembre de 1964.168 Hoy
es la Ley N.° 18.290, de 7 de febrero de 1984.
Pero ello no significa que no exista culpa, sino en caso de infracción de ley o
reglamento; basta la negligencia o descuido del agente,169 como si se arroja por distracción
una colilla de cigarrillo donde existen materias inflamables y se provoca un incendio.
227. B. El abuso del derecho.
Por regla general, cuando una persona actúa en virtud de un derecho, aunque ocasione
daño a otro, no tiene responsabilidad, y así, el importante crítico teatral que califica mal una
obra, por lo cual ésta constituye un fracaso económico, ha ocasionado un perjuicio, pero sin
culpabilidad de su parte, pues ha ejercitado legítimamente su derecho.
Pero el mismo ejercicio puede acarrear responsabilidad a su titular si lo hace en forma
abusiva; es la teoría del abuso del derecho, con raigambres romanistas, pero que ha
adquirido su máximo desarrollo del siglo pasado a esta parte.
Constituye una reacción contra el criterio exageradamente individualista de los
Códigos clásicos que habían erigido en verdaderos santuarios los derechos subjetivos, de
manera que su titular podía disponer de ellos a su antojo y con prescindencia total del

165
RDJ, T. 12, sec. 1° pág.
166
RDJ, T. 2, sec. 2° pág. 86.
167
Véase una nutrida jurisprudencia en Alessandri, ob. cit,. N.° 125, pág. 175, y Néstor Letelier, ob. cit.
Nos 13 y 15, págs. 264 y 267.
168
Dictado por el Presidente de la República en virtud de la facultad que le dio la ley 15.123 de 17 de
enero de 1963.
169
RDJ, T. 38, sec, 1° pág. 239.

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interés ajeno. Como actualmente se ha impuesto el principio de que los derechos subjetivos
no existen para la mera satisfacción egoísta, y se da mayor preeminencia al contenido social
de los mismos, la teoría que comentamos sostiene que si el titular hace uso excesivo de los
derechos que le corresponden y concurren los demás requisitos legales de la
responsabilidad extracontractual, puede verse obligado a indemnizar los perjuicios que
ocasione.
Desarrollado por la doctrina y jurisprudencia francesas, este principio, inspirado en el
afán ya señalado de moralizar las relaciones jurídicas, ha sido acogido ampliamente por los
Códigos modernos, como se señalará a continuación.
Veremos, sucesivamente, los requisitos que se fijan para su aplicación; la situación en
la ley chilena, los efectos que produce y los casos más típicos y frecuentes de aplicación.
228. B1. Requisitos del abuso del derecho.
Como toda doctrina elaboración, no hay pleno acuerdo cuando procede su aplicación;
sin embargo, podemos señalar los siguientes corno los más aceptados presupuestos de ella:
1.° Existencia de un derecho.
Si se actúa sin que exista un derecho, es evidentemente que estamos frente a los casos
generales de responsabilidad.
2.° El derecho debe ser de ejercicio relativo.
Es lo mismo que decir que la ley no haya excluido expresamente su aplicación.
La regla general es que los derechos sean de ejercicio relativo, pero hay algunos a los
cuales la ley no les señala limitaciones o les otorga expresamente el carácter de absolutos.
En ellos no cabe invocar a doctrina en estudio; por ejemplo, en caso de incumplimiento del
contrato bilateral, el contratante diligente puede a su arbitrio exigir el cumplimiento o la
resolución. Si puede hacerlo “a su arbitrio”, el deudor no puede oponerse a la acción
alegando el mero ánimo de perjudicarlo del acreedor (N.° 544). En el curso de este estudio
veremos otros casos.
3.° Que el ejercicio sea abusivo.
Aquí si que las doctrinas y legislaciones se dividen, pues es difícil realmente precisar
cuándo el ejercicio de un derecho es abusivo. Incluso se ha criticado la denominación,
diciéndose que no puede abusarse de un derecho, sino que hay un exceso en su ejercicio;170
sin embargo de lo cual la denominación se ha arraigado definitivamente,
Pueden señalarse varias corrientes de opinión.
Para algunos, corno es el caso del Código alemán y algunos inspirados en él, “el
ejercicio de un derecho no está permitido cuando no puede tener otro fin que causar daño a
otro” (Art. 226). Prácticamente equivale al dolo, o sea, habría abuso del derecho si éste se
ejercita en el solo afán de causar perjuicios, y sin utilidad alguna para su titular.
Para otros, debe atenderse al fin económico y social para el cual existe o se ha otorgado
el derecho. Extrema en esta posición era la legislación soviética, que exigía que los
derechos se ejercitaran conforme “a su destino económico y social”.
Otra fórmula semejante es la del Proyecto Franco-Italiano de las Obligaciones que
impone un ejercicio de los derechos de buena fe y que no exceda los límites del objeto en
vista del cual ese derecho le ha sido conferido a su titular.

170
Opinión de Planiol, Baudry-Lacantinerie, Barde, Demogue y Duguit, citados por Alessandri, ob. cit. N.°
165, pág. 254.

138
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Códigos como el suizo, se limitan a sancionar el abuso del derecho, pero han preferido
no definirlo, dejando en consecuencia al criterio del juez su calificación.
El Código italiano, por su parte, prefirió no establecer una regla general sino casos
particulares de abuso del derecho en relación con el ejercicio de algunos de ellos.
Finalmente, y es la posición que parece más adecuada y sustentan, entre otros,
Mazeaud, Colin y Capitant, Demogue y Alessandri, entre nosotros,171 el abuso del derecho
no difiere de cualquier otro caso de responsabilidad extracontractual, y por lo tanto habrá
lugar a él siempre que concurran los requisitos de la misma: una actuación dolosa o
culpable que cause daño, con la particularidad únicamente de que la actuación corresponda
al ejercicio de un derecho.
229. B2. El abuso del derecho en la legislación chilena.
Nuestra legislación, al igual que la francesa, no contiene disposición expresa relativa a
la institución que comentamos: hay casos como el-ya señalado del Art, 1.489, en que la
rechaza y otros en que la aplica, pero la doctrina y jurisprudencia no tienen reparos en
aceptarla con amplitud en las situaciones no legisladas.
Un caso típico de aceptación de esta doctrina en nuestro Código era el del Art. 945,
hoy trasladado con ciertas modificaciones al Art. 56, inc. 1.° del Código de Aguas, y que
permite a cualquiera cavar en suelo propio un pozo hoy únicamente para la bebida y usos
domésticos, aunque de ello resultare menoscabarse el agua de que se alimenta otro pozo;
“pero si de ello no reportare utilidad alguna, o no tanta que pueda compararse con el
perjuicio ajeno será obligado a cegarlo”. Otros casos conspicuos son el Art. 2.110, que
prohíbe la renuncia de mala fe o intempestiva a la sociedad; y en general, los que sancionan
con indemnización el ejercicio de acciones judiciales temerarias (Arts. 45, inc. 3.° de la Ley
de Quiebras; 280 del C.P.C. para las medidas perjudiciales precautorias; 467 del mismo
Código en el juicio ejecutivo y C.P.P. para las acciones criminales, que veremos en el N.°
265).
Nuestros tribunales han acogido la doctrina en estudio generalmente en relación con el
ejercicio abusivo de acciones criminales; la sentencia más llamativa de la Corte de
Santiago, de 27 de julio de 1943, juicio Ocaranza con Caja de Seguro Obrero Obligatorio;
se trataba de una querella por estafa y falsificación, y se condenó al actor por haber
procedido a sabiendas o al menos con negligencia culpable de que el querellado era
inocente; la Corte declaró que “el ejercicio de un derecho, si de él deriva un daño,
mediando culpa o dolo se transforma en la comisión de un delito o cuasidelito civil”.172
Como puede apreciarse, la Corte acogió el criterio que señalamos en el número anterior de
la culpa o dolo como fundamento del abuso derecho.
230. B3. Efectos del abuso del derecho.
Si se reúnen los requisitos ya estudiados del abuso del derecho y los generales de la
responsabilidad extracontractual, se condenará al que ha hecho un uso excesivo de sus
facultades a indemnizar los perjuicios causados.
Lo que cabe destacar es que en numerosos casos del abuso del derecho, procederán
ciertas formas de reparación en especie, que no son frecuentes en la responsabilidad

171
Este último, ob. cit. N.° 171, pág. 261.
172
RDJ, T. 41, sec. 2° pág. 1. Otros fallos sobre abuso del derecho, poi vía de ejemplo, RDJ, T. 52, sec. 2°
págs. 29 y 73, y T. 62, sec. 3° pág. 10.

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extracontractual (N.° 302), como ser, por ejemplo, el citado caso del pozo, en que se obliga
a cegarlo, la publicación de sentencias absolutorias, etcétera.
231. B4. Algunos casos frecuentes de abuso del derecho.
Un derecho en cuyo ejercicio se presentan numerosos casos de abuso del derecho es el
de dominio, especialmente en las relaciones de vecindad a que nos referimos en el número
que sigue.
Otro ya señalado y muy frecuente es el del ejercicio abusivo de acciones judiciales a
que nos referiremos en el N.° 294.
En nuestro país, la Ley 11.622 de 25 de septiembre de 1964 que legislaba sobre
arriendos, contemplaba el derecho del arrendatario a oponerse al desahucio alegando la
falta de motivos plausibles para solicitarlo (Art. 14). Como quedó claro en su redacción, el
legislador no quiso contemplar el abuso del derecho. La actual Ley 18.101 de 29 de enero
de 1982 no contiene la excepción señalada. La Ley 16.455 de 6 de abril de 1966 estableció
la inamovilidad de los trabajadores, fundada más en la noción de propiedad en el empleo
que en el abuso del derecho, aunque la solución era la misma, pues sólo aceptaba el despido
por las causales que la propia ley señalaba, esto es, cuando existía motivo legítimo. La
materia actualmente está reglamentada por la Ley N.° 19.010, de 29 de noviembre de 1990.
Una sentencia reciente aplicó con bastante audacia la teoría del abuso del derecho al
que pretendía pagar con moneda desvalorizada una deuda que no había cumplido
oportunamente. Cierto que la resolución fue de tina Corte del Trabajo, a la que se permitía
un mayor arbitrio judicial, pero cabe hacer notar que la Corte Suprema rechazó el recurso
de queja deducido contra ella.173
232. C. Responsabilidad por los actos de vecindad.
Una de las limitaciones que se señalan al derecho de dominio es la que imponen las
relaciones de vecindad, por elementales razones de convivencia social.
Normalmente la obligación de indemnizar los daños ocasionados a los vecinos se ha
fundado en el abuso del derecho de dominio; en Francia hubo casos famosos que mucho
ayudaron al desarrollo de esta doctrina, como el de un propietario que construyó una
chimenea superflua con el único objeto de privar de luz y vista a un vecino, y el de otro que
elevó un cerco divisorio para perjudicar a una cancha de aterrizaje colindante y obligarles a
comprar su terreno, etc.
Existe una tendencia a exceder los meros límites del abuso del derecho, respecto de los
perjuicios que pueden sufrir los vecinos y que van más allá de la medida que ellos están en
la necesidad de sufrir por las obligaciones ordinarias de vecindad. Es el caso, por ejemplo,
de la industria que perturba al barrio con sus ruidos u olores, no obstante tornar las
precauciones exigidas por reglamentos y ordenanzas. Si no se cumplen éstas, hay culpa
común y corriente, pero aunque se respeten, hay opiniones para aceptar la procedencia de la
indemnización, objetivamente considerada para unos y fundada la responsabilidad para
otros por la intromisión en el derecho del vecino, pero siempre que los perjuicios sean de
consideración.174

173
RDJ, T. 62, sec. 3,1, pág. 10.
174
Mazeaud, Derecho Civil, Parte, 2° T. 4° 1.388 y sigtes,, págs 60 y sigues.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

Otro caso en que los roces entre vecinos pueden ser muy frecuentes y se exige un
respeto mayor al derecho ajeno, se presenta en la propiedad horizontal;175 de ahí que los
Reglamentos de Copropiedad contienen prohibiciones muy minuciosas para prevenir
molestias a los cohabitantes del edificio, y sancionadas privadamente en ellos, sin perjuicio
de la procedencia de la indemnización al perjudicado, de acuerdo a las reglas generales.
En estos hechos ilícitos, la reparación puede ser de distinta índole: demoler la
chimenea o muralla inútil, hacer las transformaciones destinadas a evitar los ruidos u
olores, o sea, se acepta la reparación en especie, si ella es posible. Caso contrario, habrá que
recurrir a la indemnización, según las reglas generales.
233. D. Culpa por omisión.
La culpa puede ser de acción (in commitendo), esto es, por obrar no debiendo hacerlo,
o por omisión o abstención (in ommitendo), esto es, por dejar de actuar.
Lo normal será, sin embargo, que la omisión se produzca en el ejercicio de una
actividad, o sea, consiste en no tomar una precaución que debió adoptarse, en no prever lo
que debió preverse, como por ejemplo, si un automovilista vira sin señalizar previamente su
intención de hacerlo, Esta culpa es lo que algunos llaman negligencia, por oposición a la
imprudencia, que sería la culpa por acción.176
Hasta aquí no hay discrepancia alguna; todas estas culpas dan lugar a responsabilidad,
pero una corriente de opinión que compartimos sostiene que también la hay en la
abstención, esto es, cuando el agente no desarrolla ninguna actividad en circunstancias que
debió hacerlo. Es el caso de una persona que pudiendo salvar a otra sin riesgo grave para sí
misma no lo hace o del médico que sin razón de peso, se niega a atender a un herido. etc.177
234. VII. Determinación de la culpa.
Conforme a la doctrina de la apreciación de la culpa in abstracto, el juez, para
determinar si la hubo, deberá comparar la actuación del hechor, tal como ha quedado
establecida en el pleito, con la forma normal de reaccionar de los seres humanos colocados
en la misma situación. Es, pues, en mucho sentido, una función de criterio, en la que
influyen poderosamente el sentir general y la propia opinión del sentenciador, quien debe
un poco ponerse en la situación del autor del hecho para determinar cómo habría actuado él
mismo en tales circunstancias.178
Ello explica las vacilaciones de la Corte Suprema para resolver si es cuestión de hecho
o de derecho la determinación de la culpa. Es indiscutible que precisar los hechos que
pueden constituir la culpa, por ejemplo, si hubo choque o no, si existía disco “Pare”, la
velocidad del conductor, etc., corresponde a los jueces del fondo, salvo que los hayan dado
por establecidos con infracción de las leyes reguladoras de la prueba.179 Pero calificarlos,
esto es, si ellos constituyen dolo, culpa, caso fortuito, es cuestión de derecho y susceptible
175
Véanse N- SOY 1.032.
176
Esta distinción entre negligencia e imprudencia es la que preconiza Alessandri, ob. cit., págs, 197 y
199, pero no parece tener fundamento legal, pues, por ejemplo, el Art. 2.329 ya citado, habla de milicia o
negligencia, usando esta expresión como sinónimo de culpa para oponerla al dolo. Por lo demás, si bien se
mira en toda acción dañosa hay una omisión, porque todo acto puede ejecutarse con el máximo de
precauciones y evitar el mal ajeno; lo que ocurre es que hay acciones peligrosas y que por tanto requieren
un cuidado máximo (N' 280); a ellas parece referirse la expresión 'imprudencia”.
177
Un caso en la G. de T. de 1940, pág. 380.
178
Un concepto que se ha ventilado en los tribunales en relación a la culpa es el de la previsibilidad del
daño: RDJ, Ts 69, sec. 4° págs. 87 y 168; 71, sec. 4° pág, 226.
179
RDJ T. 23, sec 11. pág. 577.

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de revisión por la casación en el fondo, puesto que se trata de conceptos establecidos en la


ley. Sin embargo, la jurisprudencia es, como decíamos, vacilante, y a veces reconoce la
doctrina señalada, y en otras no.180.

Párrafo 2.°
HECHOS QUE ALTERAN O EXIMEN DE RESPONSABILIDAD
235. Enunciación.
Hay hechos que excluyen la existencia de culpa o dolo y otros en que no obstante haber
uno y otra, no se responde civilmente, o se modifica la responsabilidad. Todas estas
situaciones las podemos agrupar así:
1.° Ausencia de culpa y caso fortuito
2.° Estado de necesidad;
3.° El hecho del tercero;
4.° La culpa de la víctima;
5.° Eximentes de responsabilidad, en especial en relación con las de orden penal, y
6.° Convenciones sobre responsabilidad.
Las examinaremos en los números siguientes, en el orden indicado.
236. I. Caso fortuito y ausencia de culpa. Referencia.
Según el Art. 45 del Código, “se llama fuerza mayor o caso fortuito el imprevisto a que
no es posible resistir, como un naufragio, un terremoto, un apresamiento de enemigos, los
actos de autoridad ejercidos por un funcionario público, etc.”.
Si hay caso fortuito o fuerza mayor, no hay culpa del autor del daño y queda exento de
responsabilidad; ello ocurre tanto en materia contractual como extracontractual, pero tiene
mayor importancia en la primera, pues se presume la responsabilidad del deudor, y allí lo
examinaremos (N.° 838 y siguientes).
Sin embargo, en materia extracontractual interesará al demandado probar el caso
fortuito, ya sea para reforzar su defensa, o porque la les, presume su culpa. Nos remitimos
para dichos efectos a los números señalados.
Diferente al caso fortuito es la ausencia de culpa; aquél supone un hecho imprevisto e
irresistible; para probar ésta, basta acreditar que se ha actuado con la debida diligencia y
cuidado, siendo totalmente accidental el daño producido.
Al demandado le basta probar esta última; no hay necesidad que pruebe el caso fortuito
para quedar exento de responsabilidad.181
237. II. Estado de necesidad.
El estado de necesidad es aquel en que una persona se ve obligada a ocasionar un daño
a otra para evitar uno mayor a sí misma o a un tercero.
Por ejemplo, se produjo un incendio en un puerto, y la autoridad para evitar su
propagación, se vio obligada a echar al mar unos barriles de aguardiente. Por considerar

180
Acepta la casación, por ejemplo, RDJ, T. 36, sec. 1° pág. 544; la rechazan fallos de la misma RDJ, Ts 32,
sec. 1° pág. 93; 35, sec. 1° pág, 1731 y 36, sec. V, pág, 90
181
Alessandri, ob. cit. N.° 520, pág. 6031 y las sentencias por él citadas.

142
LAS OBLIGACIONES TOMO I

que se había actuado para evitar un daño mayor, se negó lugar a la responsabilidad del
Estado.182
El estado de necesidad se diferencia del caso fortuito en que si bien hay un hecho
imprevisto, él no es irresistible; puede resistirse pero a costa de un daño propio. Al igual
que la fuerza mayor, puede presentarse también en la responsabilidad contractual (N' 850).
Nuestra legislación no contempla para efectos civiles esta institución,183 por lo que para
acogerla debe asimilarse a alguna otra situación reglamentada, como la ausencia de culpa.
el caso fortuito, la fuerza mayor, etc.184
El estado de necesidad supone un conflicto de intereses en que es difícil decidir cuál es
el más legítimo; si bien es comprensible la actitud del que por evitarse un daño mayor opta
por causarlo a un tercero ajeno al hecho, y hasta cierto punto la situación en que se
encuentra lo inhibe a él, como a cualquier persona colocada en igual emergencia, de actuar
en otra forma, no lo es menos que quien recibe el daño no ha tenido parte alguna en el
suceso, y de aceptarse que el estado de necesidad sea eximente de responsabilidad, sufrirá
íntegro el daño. Semejante desproporción excede los límites de la solidaridad social.
Ello explica las vacilaciones de la doctrina y legislaciones que contemplan la
institución. En los Códigos alemán y suizo se reconoce la facultad del que esta expuesto al
daño a perjudicar a otro, y la obligación de éste tolerar la violación de su derecho, pero
puede cobrar la indemnización correspondiente. El Art. 2.045 del Código italiano, en
cambio, deja al criterio del juez la fijación de la indemnización.185
238. III. El hecho del tercero.
Respecto del hecho del tercero, es forzoso efectuar algunos distingos. En primer lugar,
si el hecho del tercero es o no la única causa del daño.
1.° El hecho del tercero es la única causa del daño.
En tal caso es necesario un nuevo distingo: si el hecho de tercero no es culpable ni
doloso, no existe responsabilidad ni para éste ni para el autor del daño.
Pero si es culpable o doloso, el autor no responderá sino en los casos en que la ley lo
hace responsable del hecho ajeno (No 261); en caso contrario, para él constituye un caso
fortuito, y deberá la indemnización el tercero culpable.
2.° El hecho del tercero concurre al daño.
En tal caso, fuerza es distinguir nuevamente si en el autor de daño y en el tercero que
concurre a él se dan los requisitos de la responsabilidad extracontractual, esto es, si ambos
son culpables responden solidariamente de los daños ocasionados (Art. 2.317, N.° 299) En
cambio, si la actuación del tercero no es ni culpable ni dolosa, e autor del daño responderá
de todos los perjuicios, a menos que e hecho del tercero constituya para él un caso fortuito.
Por ejemplo, si un automovilista pasa un cruce con señalización a su favor y por la otra
vía atraviesa otro vehículo infringiendo aquélla por lo cual el primero, a fin de esquivar el
choque, atropella a un peatón, este conductor es el autor del daño, pero responde el único
182
G. de T. de 1890, pág. 999; en cambio, se declaró que no había estado de necesidad en el ]lecho de
arrojar al mar unos barriles de cerveza para e\ evitar la propagación de una huelga: RDJ, T. 5, sec. 2° pág.
55.
183
Lo establece como eximente de responsabilidad penal el N.° 7 del Art. 10 del Código Penal.
184
Véase Alessandri, ob. cit. N.° 527. pág, 603, y El caso fortuito ante el Derecho Civil, Alberto Coutasse y
Fernando Iturra. M, de P. Editorial jurídica. Santiago, 1958, N.° 77, págs. 174 y siguientes.
185
Dice el precepto: Cuando quien ha cometido el hecho dañoso ha sido forzado a ello por la necesidad
de salvar a sí mismo o a otro del peligro actual de un cano a la persona, y el peligro no ha sido causado
voluntariamente por él ni era evitable de otra manera, al perjudicado se le debe una indemnización cuya
medida se deja a la equitativa apreciación del juez.

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culpable que fue el del vehículo que infringió la señalización. Pero si ésta no existe y
ambos vehículos cruzan a velocidad excesiva, generándose el mismo accidente, hay
responsabilidad común y solidaria.
239 IV. La culpa de la víctima.
Al respecto, cabe efectuar e mismo distingo anterior: la culpa de la víctima ha sido la
única causa del daño; en tal caso es evidente que no hay responsabilidad para e autor del
mismo, porque no hay culpa suya, como si un peatón cruza de improviso la calzada a mitad
de cuadra y es atropellado por un vehículo que transita respetando las exigencias
reglamentarias.186
Pero puede existir también concurso de culpas, esto es, tanto de que causa los daños
como de la víctima. Tal situación se encuentra prevista en el Art. 2.330: “La apreciación del
daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente”. O sea
procede una rebaja de la indemnización, que los tribunales determinarán soberanamente.187
Lo anteriormente expuesto no cambia en el caso de aceptación del riesgo por la víctima
o sea, cuando ésta aceptó voluntariamente exponerse al daño, como en un duelo.
La culpa de la víctima sólo afecta la indemnización, pero no la responsabilidad
penal.188
240. V. Eximentes de responsabilidad.
En materia penal existen circunstancias que eximen de responsabilidad penal (Art. 10
del C.P.), que la atenúan (Art. 11), la agravan (Art 12) o la extinguen (Art. 93), Estas
disposiciones no se aplican en materia civil como lo prueba el hecho de que la sentencia
absolutoria en lo criminal no produce cosa juzgada en lo civil si se ha fundado en la
existencia de circunstancias eximentes de responsabilidad criminal (Art, 19, N.° 1.° del
Código de Procedimiento Civil).
Sin embargo, han comenzado a preocupar a la doctrina y legislaciones, como en el caso
ya citado del estado de necesidad, y en la legítima defensa. Por ejemplo, el Art. 2044 del
Código italiano dispone: “No es responsable quien ocasiona el daño para legítima defensa
de sí mismo o de otro”.
A falta de legislación, se deberá resolver el problema de cada una de ellas en particular,
según los principios generales de la legislación, y así en la legítima defensa es evidente que
no se responde si reúne las condiciones para ello, porque falta la culpa.
Tampoco se responderá si se ha actuado por fuerza física o moral, y cuando la ley
expresamente ha rechazado la responsabilidad, como ocurre con los parlamentarios que son
inviolables por las opiniones que viertan en el desempeño de sus funciones (Art. 58 de la
Constitución Política).
Nuestros tribunales han declarado reiteradamente que la amnistía de que es objeto el
autor de un delito no extingue la responsabilidad civil, por lo cual el proceso criminal
continúa, aunque limitado a esta última.189

186
RDJ. T. 64. sec. 4° pág. 386.
187
Véase Néstor Letelier, ob. cit., N.° 131, pág, 329, sobre jurisprudencia de Art. 2330: la declaración
citada, por ejemplo, en RDJ, Ts. 27, sec. 11 1 pág. 530; 28 sec. 1 1° pág. 117 Otros casos de culpa de la
víctima en la misma RDJ, T. 64, sec, 41 pág. 386, y F-M- N.° 233, pág. 5 T N.° 264, pág. 378; N.° 275, pág.
480 y 277, pág, 581.
188
RDJ. T. 70, sec. 4° pág. 91.
189
RDJ, Ts 60, sec. 4° pág. 47; 62, sec. 4° pág. 444 y 64 sec. 4° pág, 211

144
LAS OBLIGACIONES TOMO I

241. VI. Convenciones sobre responsabilidad.


Es punto que mucho se ha discutido, tanto en materia contractual como
extracontractual, la validez de las estipulaciones destinadas a suprimir o modificar la
responsabilidad del actor del daño; lógicamente tienen más aplicación en la primera, donde
las estudiamos con más detención (N.° 862 y siguientes), pero pueden presentarse también
en relación con los hechos ilícitos, como por ejemplo si antes de un evento deportivo -una
carrera automovilística, verbi gracia- se establece entre los participantes la recíproca
irresponsabilidad por los accidentes que puedan ocurrir, o si entre vecinos se conviene ella
por los daños que posiblemente ocurran, etcétera.
Se distinguen dos clases de convenciones sobre responsabilidad: las unas eximen a la
persona de toda obligación de indemnizar; las otras la limitan en cierta forma; por ejemplo.
a una determinada suma de dinero.
No deben confundirse con las causas eximentes de responsabilidad, pues éstas impiden
la existencia del hecho ilícito, mientras que aquí existe, pero no se indemniza total o
parcialmente; ni tampoco con los seguros a favor de terceros, ya que en éstos únicamente
cambia la persona del indemnizador, mientras las convenciones de irresponsabilidad hacen
desaparecer la obligación de indemnizar.
La existencia de una estipulación sobre responsabilidad no hace derivar ésta en
contractual, porque ella supone una obligación previa que no se ha cumplido (N.° 821).
Contractualmente, aunque con limitaciones, se han aceptado las estipulaciones que
alteran las reglas legales sobre responsabilidad; en cambio, respecto de los hechos ilícitos
se sostenía en forma casi invariable su ilicitud, por estimar que se trata de normas de orden
público inderogables por las partes, pues a la sociedad interesa que no se cometan delito o
cuasidelito, agregándose que la existencia de una exención de responsabilidad puede
debilitar el cuidado de quien se siente protegido por ella. Sin embargo de esto, nunca se
discutió que a posteriori la víctima puede renunciar, transigir, etc., respecto de la
indemnización que le corresponde.
Hay actualmente una tendencia en la doctrina, legislación y jurisprudencia, aunque no
en forma unánime,190 a discutir la posición antes expuesta, porque el interés social está
representado por la represión penal del hecho ilícito, pero la indemnización es un problema
particular de la víctima, que si la puede renunciar cuando el daño se ha producido, no se
divisa razón para que no le sea posible hacerlo de antemano, con algunas limitaciones. Hay
ciertas responsabilidades que no quedan liberadas de indemnización:
1.° Si la ley lo ha expresamente dispuesto, como ocurre en materia del trabajo, en que
los derechos del obrero o empleado son irrenunciables;
2.° En caso de dolo o culpa grave.
Según el Art, 1.465, la condonación del dolo futuro no vale, y como en materias
civiles, la culpa grave le equivale (Art. 44), se concluye tanto en materia contractual como
extracontractual (N.° 866) que las convenciones de irresponsabilidad no cubren las
indemnizaciones que se deban por actos colosos o de culpa grave. Si de hecho se pactan,
adolecen de nulidad absoluta.
3.° El daño a las personas.

190
Y así, el Art. 1.229 del Código italiano acepta en materia contractual con limitaciones semejantes a las
del texto las cláusulas de exoneración de responsabilidad, pero como nada dice en los hechos ¡lícitos, se
concluye cine no proceden en ellos: Messineo, ob. cit. T. IV, pág. 513.

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Tampoco se libera el autor dc un hecho ilícito de indemnizar el daño a las personas


porque se estima que éstas se encuentran al margen del comercio jurídico y, en
consecuencia, no se podría estipular la exención de responsabilidad por los daños que ellas
sufran. En el ejemplo propuesto de la carrera automovilística, la convención de
irresponsabilidad cubriría el daño a los vehículos, pero no a los participantes.
Todo lo cual no es óbice, como queda dicho, para que una vez producido el hecho
ilícito la víctima renuncie a la indemnización, la componga directamente con el
responsable, transe con él, etc., por que en tales casos no se condona el dolo futuro sino el
ya ocurrido, ni se comercia con la personalidad humana, sino con un efecto pecuniario: la
indemnización, que es netamente patrimonial.

Párrafo 3.°
LA CAPACIDAD EXTRACONTRACTUAL
242. Generalidades.
En nuestra legislación, como en la mayoría de ellas, la capacidad en materia de delitos
y cuasidelitos está sujeta a reglas especiales.
Erróneamente se suele denominar este requisito de la responsabilidad extracontractual
como “imputabilidad”, expresión que usan entre otros los Arts. 2.328 y 2.329 del Código
Civil, Art. 70 de la Ley 15.231, etc. La imputabilidad supone que el hecho ilícito ha sido
cometido por una persona, esto es, hay una acción u omisión culpable o dolosa de ella. Si
no hay capacidad, desaparece la responsabilidad.
Este requisito, incluso, es objeto de discusiones en la doctrina y la tendencia actual en
las legislaciones es a procurar la reparación de la víctima, aun en estos casos. Sin llegar tan
lejos como el Código mexicano, que lo eliminó totalmente, la mayoría de los Códigos
modernos, como el alemán, suizo, italiano, etc., Permiten a los tribunales, a falta de
responsabilidad del guardián del incapaz (N.° 245), condenar a éste a la reparación,
atendidas las circunstancias y los medios de fortuna de ambas partes.
243. Las incapacidades delictuales en nuestra legislación.
La regla general en materia extracontractual, más ampliamente aún que en otros
campos, es la capacidad para responder de los daños ocasionados por un hecho ilícito.
En efecto, de acuerdo al Art. 2.319, sólo hay tres categorías de incapaces:191
1.° Los infantes, esto es, los menores de 7 años.
2.° Los dementes.
Respecto a ellos, se ha considerado que es responsable si ha actuado en un intervalo
lúcido, a diferencia de lo que ocurre en materia contractual, en que si se ha declarado la
interdicción no se acepta dicha excepción (Art. 465)
3.° Los mayores de 7 años y menores de 16 anos, que pueden ser o no capaces, según
el inciso 2.° del precepto.
“Queda a la prudencia del juez -dice la disposición- determinar si el menor de 16 años
ha cometido el delito o cuasidelito sin discernimiento”; es decir, el juez decide y si declara
191
El Código francés no contiene una disposición similar al Art, 2.319 nuestro, o, lo que no excluye que en
general la doctrina y jurisprudencia contemplen las mismas incapacidades que establece aquel precepto,
pero con mayor liberalidad. no faltando quienes sostengan que no existe exención de responsabilidad por
esta causal (Mazeaud, ob. cit., Parte 21 N.° 449, pág. 116).

146
LAS OBLIGACIONES TOMO I

que obraron sin discernimiento los mayores de 7 años y menores de 16 años, serán también
incapaces.
En consecuencia, la plena capacidad para los hechos ilícitos se adquiere a los 16 años,
pero puede extenderse en el caso señalado hasta los 7 años.
Distinta es la situación en materia contractual y penal; en la primera, amén de que
existen otras incapacidades, la mayoría de edad se alcanza sin distinciones como la
señalada, a los 21 años, porque se considera que es más fácil entender la ilicitud de un
hecho que la responsabilidad que significa obligarse. En materia penal, la mayoría de edad
es a los 18 años, debiendo efectuarse entre los 16 y 18 la misma calificación de
discernimiento (Art. 10, N.° 2.° y 3.° del C.P.), pero ésta le corresponde al juez de menores,
mientras que se ha resuelto que respecto del hecho ilícito civil es de la competencia del juez
que conoce del juicio de indemnización.192
244. Responsabilidad del ebrio.
Nuestro Código se preocupa en el Art. 2 318 de establecer la responsabilidad del ebrio
por los actos ilícitos que cometa: “el ebrio es responsable del daño causado por su delito o
cuasidelito”.
Su responsabilidad se funda en su culpabilidad por haberse colocado en tal estado; por
ello, no obstante la amplitud del precepto, la doctrina concluye que no estaría obligado por
su hecho ilícito si ha sido colocado en este estado por obra de un tercero y contra su
voluntad, lo que se extiende igualmente a cualquier otra intoxicación, como por
estupefacientes. En tal caso el intoxicado o ebrio no tiene culpa, y ella correspondería a
quien lo colocó en tal situación.
245. Responsabilidad del guardián del incapaz.
En materia de responsabilidades este término de “guardián” se usa para designar a la
persona que tiene a su cargo a otra o a una cosa y debe vigilarla: si no cumple este deber es
responsable de los daños que ocasione esa persona o cosa, y su culpa consiste precisamente
en haber faltado a dicha obligación.
Así ocurre con los incapaces: responde de los daños por ellos causados quien debe
vigilarlos. Así lo señala el inc. 1.° del Art. 2 319 en su parte final: “pero serán responsables
de los daños causados por ellos (los incapaces), las personas a cuyo cargo estén si pudiere
imputárseles negligencia”.
Esto es, la víctima debe probar la negligencia del guardián. En la siguiente sección
estudiaremos la responsabilidad por el hecho ajeno, como la del padre de familia por los
hechos ilícitos del hijo menor, del marido por su mujer, etc., que difiere fundamentalmente
de la que establece el Art. 2.319 en un doble sentido; en ésta no hay hecho ilícito del
incapaz, pues falta este requisito: la capacidad; lo hay del guardián por su negligencia. Este
responde del hecho propio, mientras en la responsabilidad indirecta se responde del hecho
ilícito de otra persona capaz, y que también es responsable.
Y enseguida, en la responsabilidad indirecta se presume la culpa del responsable por el
hecho ajeno, y a él corresponderá probar su ausencia de culpa (N.° 276), mientras que
tratándose de un incapaz, la victima debe probar la negligencia del guardián. A primera
vista podría pensarse que la distinción es injusta y odiosa, y tanto es así, que el Art. 2.047

192
G.T. de 1939, T. 2° sent. 161. pág. 672

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del Código italiano obliga a éste probar su falta de responsabilidad; pero la verdad es que
hay una diferencia fundamental entre un caso y otro.
Tratándose de un incapaz, el guardián soporta definitivamente la indemnización: no
puede repetir contra aquél, pues éste no ha cometido hecho ilícito. En cambio, en la
responsabilidad indirecta hay derecho a cobrar la indemnización pagada al autor del daño
(N.° 278).
246. Responsabilidad de las personas jurídicas. Referencia.
Las personas jurídicas son plenamente responsables en materia extracontractual; su
capacidad no es discutida entre nosotros. Preferimos sí tratarla en los casos de hechos
ilícitos particulares (N.° 289), donde también se hablará de la responsabilidad del Estado
(N.° 290).

Párrafo 4.°
EL DAÑO O PERJUICIO
247. Concepto.
El daño que sufre la víctima es un requisito indispensable de la responsabilidad civil,
que no persigue, como la penal, castigar, sino reparar el perjuicio sufrido.
Es posible que concurran los demás requisitos, dolo o culpa, capacidad y que exista
responsabilidad penal, pero si no hay daño no habrá delito o cuasidelito Civil.193 De ahí que
el delito frustrado no provoque responsabilidad civil. A la inversa, en los casos de
responsabilidad objetiva, hay obligación de indemnizar el daño aunque no hay culpa ni
dolo.
En nuestra legislación, daño y perjuicio son términos sinónimos y se usan
indistintamente, mientras que en otras legislaciones se reserva va la primera expresión para
el daño emergente y la segunda para el lucro cesante (N.° 893). En Francia se habla
también de daños e intereses para efectuar el mismo distingo.194
El concepto más difundido de daño o perjuicio es el que lo considera como todo
detrimento o menoscabo que sufra una persona en su patrimonio o en su persona física o
moral.195
248. Requisito del daño para ser indemnizable. Enunciación.
Para que el daño de lugar a reparación, debe reunir las siguientes características, que
examinaremos en los números que continúan a éste:
1.° Ser cierto;
2.° No haber sido ya indemnizado, y
3.° Lesionar un derecho o interés legítimos.

193
RDJ, T. 36, sec. 1°, pág. 329: si el curador no hace inventario no hay delito por no haber perjuicio.
194
Sergio Gatica, ob. cit. N.° 68, pág. 91; Fueyo, De las Obligaciones, 1 tomo, nota 1 a la pág. 325. La
sinonimia entre nosotros ha sido reconocida en sentencias de la RDJ, TS. 27, Sec. 1° pág. 530, y 65, sec. 1°,
pág. 240.
195
Es todo menoscabo que experimente un individuo en su persona y bienes, a pérdida de un beneficio
de índole material o moral, de orden patrimonial o extrapatrimonial (RDJ, T 70, sec 4°, pág 68).

148
LAS OBLIGACIONES TOMO I

249 I. Certidumbre del daño. Perjuicio eventual y futuro.


Que el daño sea cierto, quiere significar que debe ser real, efectivo, tener existencia.196
Con esto se rechaza la indemnización del daño eventual, netamente hipotético, que no
se sabe si existirá o no,197 como ocurre con una persona que es ayudada por mera
benevolencia por otra y ésta fallece a causa de un hecho ilícito el primero no puede cobrar
indemnización, pues no existe seguridad de que el occiso continuara con su ayuda. Distinta
es la situación en el derecho de alimentos, pues hay obligación de proporcionarlos (N.°
351).
Sin embargo, en Francia se está aceptando una cierta categoría de daño eventual: la
pérdida de una probabilidad cierta como ocurre en el caso, por ejemplo, de que por
negligencia un procurador judicial deje transcurrir un término sin deducir un recurso legal;
como no hay forma de determinar si el tribunal superior habría acogido el recurso, el daño
es en cierta forma hipotético.198
Pero que el daño sea cierto no elimina la indemnización del daño futuro, que no ha
sucedido aún, con tal que sea cierto, esto es, que no quepa duda de que va a ocurrir. En el
fondo el lucro cesante es siempre un daño futuro (N.° 893). Por ello no se discute la
indemnización del daño futuro cierto.199
250. II. El daño no debe estar indemnizado. Improcedencia del cúmulo de
indemnizaciones.
En principio no puede exigirse la indemnización de un perjuicio ya reparado. Y así
veremos más adelante que hay casos en que la víctima tiene acción en contra de varias
personas para demandar los daños (N.° 299); por ejemplo, si los autores del hecho ilícito
son varios, por ser solidaria la acción (Art. 2.317), la víctima puede cobrar el total a
cualquiera de ellos, pero indemnizada por el demandado no podrá volver a cobrar los daños
a otro.
Igualmente en la responsabilidad por el hecho ajeno, como en el ya citado caso del
padre de familia por sus hijos menores, la víctima puede demandar al hechor o a aquél, pero
no puede exigir a ambos que cada uno pague el total de la indemnización (N.° 277).
Se presenta en este punto el problema del llamado cúmulo de indemnizaciones, esto es,
que la víctima haya obtenido de un tercero ajeno al hecho ilícito una reparación total o
parcial del daño sufrido. Este tercero podrá ser una compañía aseguradora o un organismo
de la Seguridad Social, etc. La solución más aceptada, aunque se ha discutido, pues el
hechor se aprovecha para disminuir su responsabilidad liberándose del todo o parte de la
indemnización, de un acto jurídico que le es totalmente ajeno, es que si tales beneficios
tienden a reparar el daño, ése se extingue, ya no existe, y no puede exigirse nuevamente su
reparación.
El que ha pagado ésta, por regla general no podrá repetir contra el hechor, a menos que
se le cedan las acciones correspondientes, o la ley se las otorgue, como vimos en el cabo de
los accidentes del trabajo debidos a culpa o dolo del patrón o de un tercero (N.° 204).200

196
RDJ, T. 24, sec. 1° pág. 507.
197
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 39, sec. 1° 1 pág. 203.
198
Mazeaud, ob. cit., 2° Parte, T. 2, N°412, pág. 62
199
Alessandri. ob. cit., M 140, pág. 214. Fallos publicados, por vía ejemplar, en la RDJ, Ts. 27, sec. 1° pág.
744; 32, sec. 1° pág. 538. y 39. sec, la. pág. 203.
200
Véase Alessandri, ob. cit., N.° 487 y sigtes., págs. 580 y sigtes.

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Tras estudiar la responsabilidad contractual, veremos también el problema de si es


posible acumular la indemnización de este orden y la extracontractual (N.° 935)
251. III. El daño debe lesionar un derecho o interés legítimo.
Lo normal es que resulte lesionado por el hecho ilícito un derecho subjetivo, ya sea
patrimonial como el de dominio, o extrapatrimonial, como el honor de la persona.
Ahora bien, en el daño a las personas se pueden presentar casos dudosos si la víctima
fallece; desde luego queda al margen la situación en cualquier clase de daños si el afectado
perece con posterioridad al acto ilícito, pero sin haber cobrado la indemnización. Esta es
perfectamente transmisible.
Nos estamos refiriendo al caso en que muere a consecuencia del hecho ilícito; si le
sobrevive e, aunque fallezca posteriormente la situación es igual a la anterior, pero si la
muerte es instantánea, nada transmite a sus herederos, porque nada ha alcanzado a
adquirir.201
Sin embargo, los que son herederos de la víctima pueden tener un perjuicio personal a
consecuencia del fallecimiento de ésta, y en tal caso, concurriendo los requisitos legales,
habrá derecho a indemnización, pero no la cobran como herederos, sino por el daño
personal que experimentan.
En esto se encuentran en igual situación que cualquiera otra persona que no sea
heredera de la víctima, y a la que el fallecimiento de ésta lesiona un derecho, y por ello se
ha concedido indemnización a un hermano del occiso, a quien éste proporcionaba
alimentos.202 El hermano no es heredero forzoso, de modo que si no es llamado por
testamento, sólo puede tener derecho de herencia si no es excluido por otros herederos
abintestato de mejor derecho, como descendientes y ascendientes legítimos. En el caso
fallado no tenía derecho a la herencia, no era heredero, pero el hecho ilícito había vulnerado
un derecho suyo: el de alimentos. Por la misma razón se acogió la demanda indemnizatoria
de una madre ilegítima, que sólo puede ser heredera testamentaria, pero tiene derecho a
alimentos del hijo ilegítimo.203
Pero no sólo hay lugar a la indemnización cuando se vulnera un derecho, sino también
un interés legítimo; así se aceptó en el siguiente caso: el padre ilegítimo, si no es llamado
por testamento, que no era el caso, ni es heredero ni llene derecho a alimentos del hijo
ilegítimo. Este falleció atropellado por un tren, pero como vivía a expensas del hijo, el
padre demandó la indemnización y le fue otorgada.204
Se exige sin embargo que el interés sea legítimo, lícito, y por ello la doctrina rechaza
en general que los concubinos puedan cobrar indemnización por los daños personales que
les produzca el fallecimiento de su conviviente a causa de un hecho ilícito.205
252. Clasificación de los daños.
Los perjuicios admiten diversas clasificaciones, las cuales no tienen tanta trascendencia
en materia extracontractual, porque el principio imperante en ella es que todos ellos se
indemnizan, a la inversa de la contractual en que existen algunas limitaciones.
201
RDJ, T. 45, sec. 1° pág. 526.
202
RDJ, T. 14, sec. 1° pág. 498.
203
RDJ, T. 44, sec. 1° pág, 130.
204
RDJ, T. 30, sec. 1°, pág. 524, con comentario de don Arturo Alessandri Rodríguez
205
Manuel Somarriva, Derecho de Familia, N.° 157, pág. 175. Sin embargo, por obvias razones sociales el
Art. 43 de la ley 16.744 sobre Accidentes del Trabajo da derecho a pensión a la madre de los hijos naturales
del asegurado fallecido por el accidente.

150
LAS OBLIGACIONES TOMO I

La única excepción es la del daño indirecto que nunca se indemniza en materia


extracontractual, pues le falta el requisito de la causalidad entre el hecho ilícito y el daño
(N.° 256).
Nos referiremos brevemente a las demás clasificaciones, pues nos remitimos a lo que
más detalladamente se dirá en la responsabilidad contractual; sólo el daño moral trataremos
con más extensión en esta parte, pues en general sólo se acepta su indemnización en
materia extracontractual, pero no en la contractual (N.° 892).
1.° Daño emergente y lucro cesante.
El primero es el empobrecimiento real y efectivo que sufre el patrimonio de una
persona, y el lucro cesante, la utilidad que deja de percibirse (N.° 893). No dice el Código
expresamente en el Título 35 que ambos son indemnizables, como lo hace el Art. 1.556 en
materia contractual, pero tanto la doctrina, como la jurisprudencia,206 en forma unánime
igual lo entienden así, dada la amplitud de los preceptos que establecen la indemnización
delictual. En efecto, el Art. 2.314 al contemplar la obligación del autor del hecho ilícito a la
indemnización, habla de “daño” In distinguir, y el Art. 2.329 por su parte dispone que “todo
daño” imputable a tina persona obliga a ésta a la reparación. Finalmente el Art. 2 331
menciona expresamente para un caso especial -injurias- ambas clases de daños (N.° 294),
2.° Previstos e imprevistos.
Esta sí que es una clasificación más propia de los contratos, pues sólo se responde por
regia general de los previstos al tiempo de su celebración, y de los imprevistos únicamente
en caso de dolo o culpa grave (N.° 894).
La distinción no cabe hacerla en materia de hechos ilícitos, pues, por las mismas
razones anteriores, debe concluirse que se indemnizan tanto los perjuicios que pudieron
preverse como los imprevistos a la época de su comisión.207
3.° En las personas y en las cosas.
El perjuicio puede repercutir en la persona, como la lesión que imposibilita para el
trabajo; la muerte, para las personas que vivían a expensas del difunto, etc., o en las cosas,
si ellas se destruyen o menoscaban a causa del hecho ilícito, como un automóvil que es
chocado.
La solución es la misma anterior: ambos se indemnizan, pues el Código no distingue, y
así, se refiere al daño en las cosas el Art. 2.315, y en las personas el Art. 2.329.
4.° Daño contingente.
Es el que aún no ha ocurrido, pero que fundadamente se teme, se refiere a él el Art.
2333 (N.° 298, 3.°)
5.° Daño por repercusión o rebote.
Es el que sufre una persona a consecuencia del hecho ilícito experimentado por otra,
situación a que nos referimos en el N.° 251, etc.
253. Daño material y moral.
El único problema que se plantea en materia extracontractual y que hoy puede
considerarse resuelto, no así en la contractual en que la discusión continúa (N.° 892), es la
procedencia de la indemnización del daño moral.208
206
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 26. sec. 1°, pág. 234.
207
RDJ, T, 50, sec. 4° pág. 40.
208
Sobre daño moral véase la completísima obra citarla de Leslie Tomasello, que aun cuando referida a la
contractual, analiza en profundidad todo el problema
Casos interesantes de daño moral véanse en F.M. N.° 247, pág. 167; N` 249 pág. 243 y N.° 277, pág. 581.

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Como decimos, tras algunas vacilaciones la doctrina y la jurisprudencia se han


uniformado en orden a que en materia extracontractual se indemniza tanto el daño material
como el moral.
Comenzaremos por señalar su concepción, para luego destaca los argumentos que
confirman la interpretación anterior:
Daño material es el que sufre una persona en su patrimonio o en su propia persona
física, ya sea que el hecho ilícito cause enfermedad, lesiones o muerte. Y daño moral es el
que afecta los atributos o facultades morales o espirituales de la persona.209 En general, ese
sufrimiento que experimenta una persona por una herida, la muerte de una persona querida,
una ofensa a su dignidad u honor, la destrucción de una cosa de afección, etc. Como han
dicho otras sentencias, es el dolor, pesar, angustia y molestias psíquicas que suba una
persona en sus sentimientos a consecuencia del hecho ilícito; 210 un hecho externo que la
integridad física o moral de individuo.211
El daño moral puede presentarse de distintas forman unido a un daño material, o como
único daño, como un daño puro. Como ejemplo de lo primero, tenemos el caso del pianista
que ve lesionada sus manos en un accidente. El daño moral es el que experimenta a verse
privado de su arte, pero también hay uno material que es la pérdida que le produce no poder
tocar, o más típicamente aún, el daño moral que produce consecuencias pecuniarias, corno
el descrédito que se hace de una persona y la perjudica en sus negocios. Nunca se ha
discutido que este daño con repercusiones pecuniarias se indemniza.212
El problema se ha centrado en el daño moral sin repercusiones pecuniarias, como
ocurre en el caso del padre que tiene un hijo demente, pero al cual tiene cariño y que fallece
por un hecho ilícito. Esta muerte no produce daño material al padre, pues antes por el
contrario semejante hijo era una carga para él, pero sí moral que es el sufrimiento que le
causa la muerte de ese hijo querido.
Se discutió la procedencia de la indemnización de este daño porque se decía que la
indemnización tiene por objeto hacer desaparecer el daño y el moral es imposible dejarlo
sin efecto; que la indemnización es muy difícil de establecer, y que puede llegarse a abrir al
aceptada una avalancha de demandas por este capítulo de la personas amigas, familiares,
etc., de la víctima, todas ellas alegando su aflicción.
Sin embargo, como decíamos, hoy en día las legislaciones, doctrina y jurisprudencia
universales son unánimes prácticamente para aceptar la indemnización del daño moral,
ampliamente o en los casos que enumeran (Códigos alemán e italiano).
Las razones, referidas las de texto legal a nuestro país, son las siguientes:
1.° No es efectivo que la indemnización sea siempre reparadora pues puede también
ser compensadora; tampoco ciertos daños materiales es posible hacerlos desaparecer; la
indemnización pecuniaria tiende a hacer más llevadero el dolor por las satisfacciones que el
dinero produce; además, puede ser posible una reparación en especie, como la publicación
de la sentencia, en caso de ofensas al honor o crédito, etc.

Sobre reajustibilidid del daño moral, véase nota 291 bis.


209
RDJ. T. 39, sec. 1° pág. 203
210
RDJ, T, 57, Sec 41, pág. 229, T. 60, sec. 4° pág. 447 y T. 70, sec. 4° pág. 68.
211
RDJ, T. 58, sec. 41, pág. 375 y otras definiciones en los Ts. 31, sec, 1° pág. 462 45, su, 1° pág. 526; 56,
sec 4-1 pág. 191 y 57, sec. 4° pág. 144.
212
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 44, sec, 1° pág, 1 y sec. 2° pág. 41; 43, sec, 1° pág. 496; 45, sec. 1° pág.
118.

152
LAS OBLIGACIONES TOMO I

2.° La dificultad de la indemnización y los posibles abusos no pueden servir de


pretexto para negar la compensación, pues también se presentan en los daños materiales.
Por ello se reconoce que queda a la prudencia del juez apreciarlos discrecionalmente;
ellos pueden no necesitar siquiera probarse, por ser evidentes, como ocurre con la muerte
de un hijo.213
Realmente no puede sino reconocerse una amplia facultad al juez para fijar su
procedencia, según la cercanía del afectado a la víctima, y su cuantía.
3.° Porque las disposiciones que establecen la indemnización de perjuicios en materia
extracontractual son amplias y no distinguen, según hemos visto, y ordenan indemnizar
todo perjuicio;
4.° Porque en un precepto, el Art. 2.331. el legislador negó expresamente la
indemnización del daño moral; es el caso de las imputaciones injuriosas contra el honor o el
crédito de una persona, que sólo dan derecho a demandar una indemnización pecuniaria si
se prueba un daño emergente o lucro cesante apreciable en dinero (N' 294). Si lo dijo
expresamente en esta situación el legislador, quiere decir que en los demás se indemniza el
daño moral, pues si no el precepto estaría de más, y
5.° La legislación posterior al Código Civil es confirmatoria en tal sentido, pues
menciona expresamente el daño moral entre los indemnizables: Art. 19, No 7, letra i de la
Constitución Política; Art. 215 del Código Penal; Art. 69 de la Ley 16.744 sobre accidentes
del trabajo; Art. 34 de la Ley N.° 16.643, de 4 de septiembre de 1967 sobre Abusos de
Publicidad.
Este precepto es especialmente interesante, porque efectúa la distinción antes señalada
entre las dos categorías de daño moral; dispone: “la indemnización de perjuicios
provenientes de los delitos de injuria o calumnia causados por alguno de los medios
señalados en esta ley, podrá hacerse extensiva al daño pecuniario que sea consecuencia de
la depresión moral sufrida con motivo de la injuria, o calumnia por la víctima, su cónyuge,
ascendientes, descendientes o hermanos, y aun a la reparación del daño meramente moral
que sufriere el ofendido”.
Con lo expuesto, nada de extraño tiene que nuestra jurisprudencia se haya afirmado en
la plena aceptación de la indemnización del daño moral.214
254. Determinación del daño.
La prueba del daño corresponde a la víctima; no hay otras limitaciones que las
introducidas por la jurisprudencia en caso de daño moral, según vimos en el número
anterior, y en que se ha declarado en algunos casos que basta la prueba del parentesco de
madre a hijo. En los perjuicios materiales es siempre necesario para quien lo, cobra

213
RDJ, Ts. 45, sec. 1°, pág. 526; 48, sec. 4°, pág. 74; 50, sec. 4°, pág. 89; 58, sec. 4°,,pág 375,; 57, sec.
4°, pág. 144; 63, sec. 1°, pág. 234; 65, sec. 4° págs. 241 y 258, págs. 22 y 102. En contra de la
discrecionalidad judicial: T. 57, sec 4°. En fallo publicado en la misma RDJ, T. 66, sec. la, pág, 861 se ha
declarado que corresponde a ¡os jueces del fondo calificar si el hecho produjo pesar, depresión o frustración
a la víctima.
214
Además de los fallos citados en la nota anterior, RDJ, Ts. 38, sec. 1° pág. 239; 39, sec. V, pág. 203; 59,
sec. 4° pág. 28 en materia de abusos de publicidad; 60 sec. 4° pág. 47; 57, sec. 4° pág. 229. Se ha resuelto
también que la sociedad conyugal no puede sufrir daño moral, lo que es evidente, pues no es persona: RDJ,
T. 56, sec. 4° pág. 195.
Se ha resuelto, sin embargo, que el solo homicidio del padre de familia hace presumir el daño material y
moral a la familia: RDJ, T. 65, sec. 4° pág. 293.
Se deben aunque no se demanden: RDJ, T. 72, sec. 4a, pág. 160.

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acreditarlos, sin que existan limitaciones al respecto quien pretende indemnización alega
una obligación y la prueba de ésta corresponde al que la invoca (Art- 1698).
Se ha considerado en general por, nuestros tribunales que la determinación del monto
del daño es cuestión de hecho, no susceptible de revisión por la vía de la casación, 215 pero la
calificación de ellos, aunque se ha vacilado mucho, o sea, si es daño eventual, indirecto,
moral, etc., es cuestión de derecho.216

Párrafo 5.°
LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD
255. Concepto.
Para que una persona quede obligada a indemnizar un perjuicio no basta que éste exista
y que haya habido un acto culpable o doloso suyo; es preciso, además, que el daño sea por
causa directa y necesaria del hecho del autor, de manera que In éste no se habría producido.
No lo dice en esta parte la ley expresamente, como en materia contractual (Art. 1.558;
No 824), aunque se puede deducir de las expresiones que utiliza: “inferir daño a otro”,
“daño que pueda imputarse a otro”, y por simple lógica: si la acción u omisión del
demandado nada ha tenido que ver con el daño no se ve a qué título tendría éste que
indemnizarlo.
Hay ejemplos clásicos y extremos en la materia una persona deseando matar a otra le
proporciona un veneno de acción lenta y antes que éste haga efecto, otra mata a la víctima
de un balazo; no hay responsabilidad civil para el primero, porque con o sin veneno, el
disparo de todos modos habría matado a la víctima, Otro caso: una persona maneja de
noche sin los focos encendidos, pero hay tal neblina que igualmente las luces de nada le
habrían servido. Si en tales circunstancias atropella a un peatón, el hecho es casual, porque
no hay relación entre la negligencia del conductor y el accidente.217
La exigencia de cae requisito conduce a la exclusión de los daños indirectos, como se
dirá en el número siguiente refiriéndose los que continúan a éste al problema de la
pluralidad de causas, de la causa sobreviniente y a la prueba de la causalidad.
256. I. El daño indirecto.
Ya dijimos que los perjuicios pueden ser directos o indirectos, siendo los primeros una
consecuencia directa y necesaria del hecho, y los indirectos, los que se habrían producido
aún sin éste. Como decíamos, en materia contractual, el Art. 1.558 los excluye de la
indemnización, y en materia delictual debe llegarse a igual conclusión, porque respecto de
ellos falta el requisito en estudio de la causalidad.
Puede suceder como en los ejemplos extremos que hemos dado que la falta de
causalidad entre el hecho y el daño exonere totalmente de responsabilidad, pero en otras
ocasiones determinará una distinción entre los perjuicios, debiendo repararse aquellos que
son directos, pero no los que carecen de relación con el hecho ilícito.

215
Por vía de ejemplo: RDJ, T, 39, sec. 1° pág. 203.
216
A título de ejemplo: RDJ, T. 32, sec. 1°, pág. 419.
217
Como, por ejemplo, entre el hecho de conducir el vehículo sin la licencia correspondiente y el
accidente: RDJ, T. 66, sec. 4° pág. 23. Otra sentencia en F.M. N.° 233, pág. 56, aplica el principio de la
causalidad al Art. 2.330, y no procede reducir la indemnización si la infracción de la víctima no tuvo
incidencia en el accidente le] tránsito, En el mismo sentido, F.M. M 239, pág 304, y N.° 269, pág, 113.

154
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En el caso fortuito, en cambio, no existe culpa ni dolo por parte del hechor; en los
perjuicios indirectos concurre el uno o el otro, pero el daño no tiene relación con la
actuación ilícita.
Finalmente, debe advertirse que en el daño indirecto hay una falta total de relación
entre el hecho ilícito y el perjuicio; si la hay, aunque sea mediata, como ocurre en los daños
por repercusión, existe obligación de indemnizarlos.
257. II. Pluralidad de causas. Teorías para solucionarla.
El daño puede resultar de la concurrencia de varias causas, la ausencia de cualquiera de
las cuales habría evitado su generación.
La diferencia con el daño indirecto es que el hecho ¡lícito no influye en él; el perjuicio
de todos modos se habría producido; en la pluralidad de causas, el daño se habría producido
de no concurrir todas las causas que lo provocan. Se presenta en variadas circunstancias,
como por ejemplo cuando hay culpa tanto del hechor como de la víctima, o de un tercero, o
del acaso: en la responsabilidad por el hecho ajeno, en que concurren la culpa del hechor y
del que lo tiene a su cuidado, cuando interviene una posterior que provoca o agrava el daño;
en el caso de que alguien robe un vehículo y cause un accidente culpable, habiendo
negligencia del conductor por haberlo dejado abierto y con las llaves puestas, etc.
Para determinar si hay responsabilidad en estos casos, existen principalmente dos
tendencias en la doctrina:
1.° Una es la llamada de la equivalencia de condiciones, formulada por el jurista
alemán Ven Buri y que inspira, en gran parte, a la doctrina y jurisprudencia francesas, y es
seguida, entre nosotros, por Alessandri.218 Se la llama así porque para sus sostenedores
todos los acontecimientos que han generado el daño y sin los cuales éste no se habita
producido, tienen igual equivalencia jurídica y, en consecuencia, si entre ellos existe un
hecho ilícito, su autor está obligado a la indemnización íntegra; si son vados los hechos
ilícitos que han generado el daño, todos los autores de ellos están obligados solidariamente
a la indemnización, sin perjuicio de la distribución posterior de ella entre los hechores.
2.° La doctrina anterior tiene a su favor su sencillez y el favor que otorga a la víctima,
pero ha sido criticada, ya que puede llevar a extremos absurdos, pues una causa
insignificante culpable, entre muchas más determinantes, puede obligar a la indemnización
total. Por ello ha surgido otra teoría preconizada por el jurista alemán Von Kries, de la
causa eficiente, adecuada o determinante, para la cual entre todas las causas que concurren
a la producción del daño debe elegirse aquella que normalmente ha de producirlo, o sea, es
necesario preferir el acontecimiento que ha desempeñado el papel preponderante en la
ocurrencia del perjuicio. Esta teoría tiende a abrirse paso entre los autores y tribunales en
Francia.219
258. III. La pluralidad de causas en la legislación chilena.
Nuestra legislación no tiene una solución directa al problema, sino parciales para
ciertos casos.
Por ejemplo, si el daño se debe a la acción de dos o más personas, y constituye un solo
delito o cuasidelito, el Art. 2.317 las hace responsables solidariamente frente a la víctima,
esto es, cada uno está obligado a la reparación total.
218
Ob. cit. N.° 156, pág. 242.
219
Mazeaud, ob. cit,, Parte 2° T. 2, N.° 566, pág. 314.

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El precepto no resuelve el problema, si las actuaciones ilícitas no constituyen un solo


delito o cuasidelito, pero intervienen varios sujetos, todos los cuales concurren al daño,
pero parece lógico aplicar el mismo criterio.
La responsabilidad indirecta está fundada en igual idea, porque concurre al daño tanto
la culpa de quien obró como de aquel que lo tenía a su cuidado y con su autoridad y
vigilancia no impidió el Pecho (N.° 266).
En el caso de la concurrencia de la culpa de la víctima, vimos que el Código atenúa la
responsabilidad del hechor (N.° 239).
El problema de la causa sobreviniente lo veremos en el número que sigue, Nuestra
jurisprudencia por estas razones ha aplicado en general la doctrina de la equivalencia de las
condiciones220 y así, por ejemplo, en dos casos ha resuelto que si una persona fallece de una
gangrena sobrevenida a cansa del accidente, el daño es directo y debe indemnizarse, porque
civilmente se responde de todos los daños inmediatos como también de los mediatos o
remotos que sean consecuencia necesaria del acto, pues a no mediar éste no habrían
ocurrido.221 También se ha fallado que si el reo conductor del automóvil pudo evitar el
accidente y su imprudencia lo determinó, no se toman en cuenta para encontrarlo
responsable otros factores.222 En otros casos la ha rechazado.223
259. IV. Intervención de una causa posterior al hecho.
Hay más o menos acuerdo para concluir que si el daño se debe a una causa posterior al
hecho ilícito, falta la relación de causalidad; el daño es indirecto y no indemnizable.
El ejemplo en la materia también es clásico: una persona sufre en un accidente una
herida levísima y sin ninguna importancia o trascendencia. El hechor debe indemnizar, si
tuvo culpa, el leve daño ocasionado, pero puede ocurrir que por descuido de la víctima o
error médico, la herida se agrave, llegando a producir la muerte de la víctima. Este daño es
totalmente indirecto y no responde el autor del hecho ilícito, porque su causa generadora es
la negligencia de la víctima o del médico.
260. V. Determinación de la causalidad.
La verdad es que se trata de un problema bastante relativo y ninguna de las doctrinas
examinadas es aceptable integralmente.
Se puede apreciar en el ejemplo del número anterior que la muerte de la víctima no
habría ocurrido sin la herida, de modo que ésta es concausa en su producción: sin embargo,
la opinión general es que en tal caso no hay responsabilidad por esos daños. Igualmente en
el ejemplo que dábamos anteriormente del automóvil robado no hay responsabilidad para el
propietario, de acuerdo a los Arts. 68 y 70 de la Ley N.° 15.231 sobre Juzgados de Policía
Local, según lo veremos más adelante (N.° 274): a esta solución igualmente llega la
doctrina de otros países, a falta de texto legal. La verdad es que en tal caso falta
verdaderamente el vínculo de causalidad, porque no puede determinarse si el auto, a pesar
de estar cerrado, hubiere sido robado, y además con el accidente mismo ninguna relación
tiene el propietario.

220
RDJ, Ts 31, sec. 1° pág 141 y 32, sec. 1°, pág. 10.
221
G.T. de 1939, T. 2° sent. 161, pág. 672 y RDJ, T. 60, sec. 4° pág. 374.
222
RDJ, T. 62, sec. 4° pág. 374.
223
G. de T. de 1887, sent. N.° 849, pág. 501.

156
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En conclusión, en nuestra opinión, en principio basta cualquier relación entre la


actuación culpable o dolosa y el daño, salvo que ella normalmente sea inadecuada para
producirlo.
Por regla general corresponderá al actor probar el vinculo de causalidad, ya que es
presupuesto de la obligación, salvo los casos en que la ley lo presuma, como ocurre en los
que establece el Art. 2.329. Por ejemplo, si se remueven las losas de una acequia o cañería
en calle o camino, sin las debidas precauciones, y alguien cae en ellas, el actor no necesita
probar que se cayó por la remoción de las losas; al demandado corresponderá acreditar la
causa extraña (N.° 288).
La Corte Suprema ha considerado que es cuestión de hecho determinar la concurrencia
del vínculo de causalidad,224 lo que parece erróneo.

Sección tercera
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AJENO
261. Concepto.
Estudiada la teoría general del hecho ilícito en las secciones anteriores, en la presente y
dos que siguen analizaremos sucesivamente distintas categorías de hechos ilícitos.
En ésta nos corresponde tratar la responsabilidad por el hecho ajeno, y en la cuarta la
responsabilidad por el hecho de las cosas. Ambas han solido agruparse bajo distintas
denominaciones.
Así, es frecuente oír hablar, sobre todo en textos antiguos, de responsabilidad
extracontractual compleja; la simple sería aquella en que se responde por el hecho propio.
La segunda por el hecho ajeno o de las cosas, y se llama así porque la causa del daño es
directamente el hecho de otra persona o de una cosa (en que se incluyen los animales), pero
responde el que tiene a su cuidado la persona o cosa, por presumir la ley que ha faltado a su
deber de vigilancia.
Efectivamente, la diferencia fundamental entre una y otra responsabilidad es que por
regla general la llamada simple no se presume, y en cambio en la compleja hay
presunciones de responsabilidad en contra del que deberá reparar el daño ajeno o de las
cosas. De ahí que muchos autores llaman a este capítulo de las presunciones de
responsabilidad.
Otra denominación que ha hecho fortuna es de responsabilidad indirecta, porque no se
indemniza el daño ocasionado directamente, sino por otra persona o tina cosa.
Se ha criticado, en cambio, la denominación de responsabilidad por el hecho ajeno (al
igual que por el hecho de las cosas: N.° 279), porque se dice que no se está respondiendo
por el hecho de otro, sino por la propia culpa de haber descuidado el deber de vigilancia.
Pero la vedad es que el hecho ilícito es ajeno, lo que ocurre es que en su comisión hay
culpa también de otra persona que tenia deber de cuidado respecto del hechor.
La responsabilidad por el hecho ajeno está reglamentada por el Código en los Arts.
2320 a 2322; el primero de estos preceptos comienza diciendo: “toda persona es
responsable no solo de sus propias acciones, sino del hecho de aquellos que estuvieren a su
cuidado”.

224
RDJ, Ts 32, sec. 1°, Pág. 358; 39, sec 1° pág. 79.

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Podemos con estos elementos definirla como la que deriva de los delitos y cuasidelitos
de las personas capaces de cometerlos que se encuentran en la relación expresamente
prevista en la ley respecto del responsable.
El precepto citado en sus incisos siguientes contempla cinco casos, enumeración que
no es taxativa; en el Art. 2.322 se contiene uno más y fuera del Código existen otros,
situaciones todas que veremos a continuación.
Advirtamos de antemano que esta responsabilidad es solamente civil y no Penal,
aunque el hecho ilícito de que se trate constituya delito o cuasidelito sancionado por la ley
criminal. La responsabilidad penal es siempre personal. El que responde civilmente por el
hecho ajeno puede figurar en el proceso criminal, constituyendo la figura del tercero
civilmente responsable, pero que nada tiene que ver con la acción penal.
262. Fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno.
En términos generales, y desde luego en los casos del Código, la responsabilidad por
el hecho ajeno se funda en la culpa que la ley presume en la persona que tiene a otra a su
cuidado y abandona su vigilancia.
No se trata de responsabilidad objetiva, sin culpa: ésta existe y por ella se responde y la
negligencia es haber faltado al deber de cuidado.
Tanto es así que, como veremos, el responsable del hecho ajeno puede destruir la
presunción, probando que por las circunstancias no le ha sido posible evitar el hecho (N.°
276).
Pero más allá de esto, la responsabilidad del hecho ajeno se funda en que normalmente
el autor del hecho ilícito, precisamente por depender de otro, será insolvente, no tendrá con
qué responder a la indemnización. Se procura, pues, asegurar la indemnización de la
víctima.
263. Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno.
Para que proceda la responsabilidad por el hecho ajeno deben concurrir tres
circunstancias:
1.° Un determinado vínculo entre hechor y responsable, que generalmente será de
subordinación o dependencia;
2.° Que ambos, hechor y responsable, tengan capacidad extracontractual, y
3.° Que el hechor haya cometido un hecho ilícito, concurriendo todos los requisitos
propios de éste ya estudiados
Los analizaremos en los números que a éste siguen.
264. I. Vínculo entre hechor y responsable.
En las responsabilidades por el hecho ajeno existe un vínculo entre el responsable y el
hechor, que, en general, y desde luego en todas las del Código, es uno de subordinación y
dependencia, porque si el fundamento de ellas es una falta de vigilancia, es necesario que se
tenga autoridad respecto de la persona por quien se responde.225 Esto es lo que la ley dice al
hablar de aquellos que “estuvieren a su cuidado”.
En los casos expresamente enumerados por la ley se presume la existencia del vínculo
de subordinación y así, por ejemplo, el padre para eximirse de responsabilidad deberá

225
RDJ, T. 29, sec. 1°, pág. 542.

158
LAS OBLIGACIONES TOMO I

probar que no tenia al hijo a su cuidado. En los demás deberá probarse por el que invoca la
responsabilidad del hecho ajeno el mencionado vínculo.
Aplicando este requisito se ha resuelto que el ejecutante no responde de los hechos del
depositario definitivo,226 ni el que encargó la obra por los del contratista que ejecuta ésta
por su cuenta,227 ni el mandante por los hechos ilícitos del mandatario, 228 porque los
mandatos se otorgan para ejecutar actos lícitos, y el mandatario no está al cuidado del que
le dio poder.
Reglas especiales gobiernan la responsabilidad por el hecho ajeno del propietario de un
vehículo con el que se ocasiona un acto ilícito; el vínculo en tal caso es de otra naturaleza
(N.° 274).
265. II. Capacidad extracontractual del hechor y responsable.
El Art. 2.319, que establece el requisito de la capacidad en los hechos ¡lícitos, no
distingue si se trata de responsabilidad por el hecho propio o ajeno, y por tanto se aplica a
ambos. En consecuencia, tanto el que cometió el hecho ilícito como quien lo tenía a su
cuidado no deben estar comprendidos en las causales de incapacidad para que haya lugar a
la responsabilidad por el hecho ajeno.
Si es incapaz quien cometió el hecho ilícito, tiene aplicación el Art. 2.319 citado, y
responden únicamente los que tienen a su cuidado al incapaz: “si pudiere imputárseles
negligencia”. Es la gran diferencia que existe entre un caso y otro: la responsabilidad por el
hecho ajeno no excluye la del hechor y se presume. En cambio, tratándose de un incapaz,
debe acreditarse la culpa del guardián.
Y si el incapaz resulta ser la persona a quien se pretende responsabilizar del hecho
ajeno, el mismo Art. 2.319 lo impedirá, ya que, como decíamos, excluye de toda obligación
de indemnizar tanto por el hecho propio como por el ajeno o de las cosas. Y así, por
ejemplo, el padre demente no responderá del hecho de sus hijos menores que vivan con él,
pues mal puede cuidar de otra persona quien no puede atenderse a sí mismo. Así se ha
fallado.229
266. III. Comisión de un hecho ilícito por la persona de cuyos actos se responde.
En la responsabilidad por el hecho ajeno hay obligación de indemnizar la comisión de
un delito o cuasidelito civil de otro; en consecuencia, el hecho cometido por la persona de
quien se responde debe reunir todos los requisitos de la responsabilidad extra contractual,
ya estudiados.
Aún más, la víctima debe probarlo, a menos que a su respecto exista otro tipo de
presunción legal: a falta de ella, deberá acreditar la acción u omisión culpable o dolosa el
daño y la relación de causalidad, todo ello conforme a las generales La única diferencia es
que establecido el hecho ilícito, esto es, probadas todas las circunstancias señaladas, la
víctima queda liberada de acreditar la culpa del tercero civilmente responsable: ella es la
226
RDJ, T 25, sec., 1° pág. 117. Si se trata de depositario provisional designado por el ejecutante, este es
responsable, porque así lo dispone expresamente el Art. 443, N.° 3 del Código de Procedimiento Civil.
227
RDJ, T. 3, sec. 21, pág. 86
228
G.T. de 1938, Tomo 20, sent. N.° 72. pág, 321; RDJ, T. 39. sec, 1° pág. 148 y T. 51, sec. 1°, pág. 40. Es
un punto que en el extranjero se discute, pero en el nuestro no admite dudas: Stichkin, ob. cit., págs. 586 y
sigtes., N.° 207 y sigtes.; Alessandri, ob. cit., pág. 312, N.° 217. Excepcionalmente, el mandatario (y en
términos más amplios, el representado) responderá si ha participado también personalmente en el hecho
ilícito, y si ha recibido provecho del dolo ajeno, conforme a la regla general del Art. 2.316, inc. 2° (N' 299:
RDJ, T. 30, sec. la, 413).
229
G.T. de 1939, T. 2° sent. N.° 161 pág. 672.

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que se presume. Por tal razón se ha fallado que no hay responsabilidad de terceros si el
hechor ha sido declarado absuelto por falta de culpa.230
267. Los casos de responsabilidad por el hecho ajeno.
Como dijimos, algunos de ellos están expresamente establecidos en el Art. 2.320, otros
caben en la regla general del inc. 19 del mismo y los hay establecidos fuera del Código.
Estudiaremos sucesivamente, en consecuencia:
1.° El padre o la madre respecto de los hijos menores;
2.° Guardador por el pupilo;
3.° Marido por la mujer casada, hoy derogado;
4.° Jefes de escuelas y colegios por los discípulos;
5.° Patrones y ernpleadores por el hecho de sus dependientes;
6.° Otros casos de personas al cuidado de terceros, y
7.° Propietario del vehículo por el conductor.
268. I. Responsabilidad del padre o madre por sus hijos menores que habiten con ellos.
Dice el inc. 22 del Art. 2.320: “Así el padre, y a falta de éste la madre, es responsable
del hecho de los hijos menores que habiten en la misma casa”.
Para que tenga lugar esta responsabilidad por el hecho ajeno es necesario que se
cumplan las siguientes circunstancias:
1.° Afecta al padre, y a falta de él a la madre.
Nuestra legislación, apartándose de la universal, separó de la patria potestad todo lo
relativo a la autoridad paterna, y en consecuencia, esta responsabilidad que se funda
precisamente en el cuidado de los hijos, deriva del Titulo 9.° del Libro 1.° “De los derechos
y obligaciones entre los padres y los hijos legítimos Arts. 219 a 239, y no del título 10.° del
mismo Libro. “De la patria potestad”.
La ley no distingue y en consecuencia puede tratarse tanto de padres legítimos como
naturales, pues a ambos corresponde el cuidado de los hijos menores, pero no al
simplemente ilegítimo, a quien le pertenece únicamente si le ha sido otorgado (N.° 273).
La responsabilidad es en primer lugar del padre, porque a él están sometidos los hijos
(Art. 219): A falta de él, corresponderá a la madre, pero el legislador no dijo en este caso,
cuándo se entiende faltar el padre. Creemos que deben aplicarse por analogía las
disposiciones de los Arts. 109 y 110, que precisan cuándo se entiende faltar el padre para
dar el consentimiento para el matrimonio del hijo menor: si ha fallecido, está demente,
ausente del territorio de la República y no esperarse su pronto regreso o ignorarse el lugar
de su residencia; si ha sido privado de la patria potestad por sentencia judicial o por su mala
conducta ha sido inhabilitado para intervenir en la educación de los hijos. Igualmente, en
los casos en que de acuerdo a los Arts. 223 y 224 corresponde a la madre el cuidado
personal de sus hijos.
2.° Debe tratarse de hijos menores de 18 años.
Estos son los hijos menores en nuestra legislación. Por los hijos mayores no responden
los padres; en consecuencia, en el caso del Art. 246, o sea, si el hijo de familia comete un
hecho ilícito en la administración de su patrimonio profesional o industrial, no responderán
los padres, porque el hijo “se mirará como mayor de edad”. Igual ocurre en el caso del Art.
242, esto es, respecto de los empleos públicos del hijo menor, pues también es considerado
230
RDJ, T. 59, sec. 4° pág. 67.

160
LAS OBLIGACIONES TOMO I

como mayor en lo concerniente a éstos. Finalmente, la emancipación pone término a la


patria potestad y no al cuidado de los hijos, y en consecuencia, no elimina la
responsabilidad por los hechos ilícitos de ellos, a menos que lleve consigo también la
pérdida de su tuición (Art. 264).
3.° El hijo debe habitar en la misma casa con sus padres.
Así lo exige la ley, pues en tal caso podrán ejercer la vigilancia necesaria; de ahí que en
principio los padres no responden de los hechos de sus hijos menores que no conviven con
ellos, salvo el caso de excepción del Art. 2.321, según lo veremos a continuación
4º Que el padre o la madre, con la autoridad y cuidado que su calidad les confiere, no
haya podido impedir el hecho (Art. 2.320, inc. final; N.° 276).
Los tres primeros requisitos los debe probar el demandante; el último se presume, y
toca a los padres acreditar que no pudieron impedir el hecho ilícito, prueba que no se les
acepta en el caso del citado Art. 2.321. Dice el precepto: “los padres serán siempre
responsables de los delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos menores, y que
conocidamente provengan de mala educación, o de los hábitos vicios que les han dejado
adquirir” Como la disposición usa la expresión “siempre” se concluye que es una
presunción de derecho, de manera que probado el hecho ilícito y que él proviene
conocidamente, esto es, notoriamente de alguna de las circunstancias señaladas, nada
obtendrían los padres con probar que no se reúnen los requisitos anteriores, como decíamos
recién en el caso del hijo que no vive con el padre, o que con su autoridad y cuidado fue
imposible evitar el hecho, siempre será responsable mientras el hijo sea menor.
269. II. Responsabilidad del guardador por el pupilo.
“Así el tutor o curadores responsable de la conducta del pupilo que vive bajo su
dependencia o cuidado” (Art 2.320, inc. 3.°).
Corresponde esta responsabilidad al tutor por los hechos del impúber mayor de 7 años
que ha obrado con discernimiento y a los curadores generales del menor adulto, o sea
menor de 21 años, pero siempre que teniendo menos de 16 años haya obrado con
discernimiento, del disipador y del sordomudo que no puede darse a entender por escrito;
no del demente, dada la incapacidad extracontractual,, de éste. El guardador del incapaz
sólo responderá si se le prueba negligencia de acuerdo al Art. 2.319 (N.° 245).
La ley no exige que el pupilo viva en la misma casa del guardador, como lo hizo
respecto del padre o madre; basta que lo haga bajo su dependencia y cuidado; por ello no
puede aplicarse a los curadores adjuntos, de bienes y especiales, que no tienen a su cuidado
al pupilo, y de acuerdo a la regla general del inc. final del precepto, el tutor o curador se
libera de responsabilidad, probando que con la autoridad y vigilancia que su cargo le
confiere no ha podido impedir el hecho (N.° 276).
270. III. Responsabilidad del marido por la mujer. Su derogación.
Disponía el inc. 4.° del precepto que comentamos: “Así el marido es responsable de la
conducta de su mujer”.

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Esta responsabilidad se fundaba en la autoridad marital, y en consecuencia abarcaba el


caso de la mujer separada de bienes,231 que sigue sujeta a ella, pero no el de la divorciada
perpetua o temporalmente, porque el divorcio hace cesar la vida en común de los cónyuges.
Según la regla general del inciso final del Art. 2.321, se eximía de responsabilidad el
marido, probando que con su autoridad no pudo evitar el hecho (N.° 276).
Al suprimirse la incapacidad de la mujer casada, bajo el régimen de sociedad conyugal,
la ley optó por derogar también esta disposición.
271. IV. Responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus discípulos.
Dice la parte primera del inc. 5.° del Art. 2.320: “Así los jefes de colegios y escuelas
responden del hecho de los discípulos, mientras estén bajo su cuidado”.
La responsabilidad afecta al jefe o quien ejerza el cargo equivalente, director, rector,
etc., por los hechos ilícitos de sus discípulos mayores o menores de edad, ya que el
precepto no distingue como en otros casos. Y sólo subsiste mientras los tenga a su cuidado,
o sea, mientras permanezcan en el establecimiento o bajo su control. Se libera de ella de
acuerdo a la regla general, o sea, si prueba que con su autoridad y cuidado no habría podido
impedir el hecho (N.° 276).
272. V. Patrones y empleadores por sus dependientes.
Todas las legislaciones contemplan la responsabilidad del patrón o empleador por los
hechos que ejecuten sus trabajadores en el ejercicio de sus funciones de tales; esta
responsabilidad ha adquirido una mayor trascendencia aun con la existencia de empresas de
transportes, y de empresas con vehículos propios para el reparto. Ello ha multiplicado la
posibilidad de daños a terceros ajenos a las respectivas empresas.
Mucho se ha discutido sobre el fundamento de la responsabilidad del empleador; para
algunos es motivada por la culpa in eligendo, o sea, por la negligencia en la selección de su
personal; para otros es la culpa in vigilando, porque ha descuidado la vigilancia.
Finalmente, para otros es netamente objetiva; el empresario crea un riesgo con su actividad
que realiza hoy más que nunca a través de sus trabajadores, siendo lógico que responda por
los hechos ¡lícitos cometidos por éstos en sus funciones.
En nuestra legislación hay que fundarla en alguno de los dos primeros principios, pues
el empresario, patrón, empleador, etc., puede eximirse de responsabilidad probando su falta
de culpa.232
Nuestro Código contiene tres disposiciones diferentes en relación con la materia, de
redacción no muy afortunada, aunque justificable en la época de su dictación, pero que
231
Alessandri, ob. cit. N.° 258, pág. 349, y Ducci, ob. cit. N.° 127, pág. 83, creen que cuando la mujer
ejerce una profesión, industria u oficio de acuerdo al Art. 150, el marido no responde por los hechos ilícitos
cometidos por ella en dicho ejercicio. No compartimos su opinión, porque si la mujer separada totalmente de
bienes sigue al cuidado del marido, no hay razón ni disposición para excluir el caso citado.
232
En nuestro concepto, en doctrina no cabe otra justificación que la responsabilidad objetiva del
empresario mientras el dependiente esté en funciones. En el volumen de la empresa actual es imposible
hablar de culpa de elección, y así el empleado -u obrero puede tener antecedentes excelentes y sin embargo
cometer un hecho ilícito, porque con la complejidad moderna a ellos todos estamos expuestos. Además, no
debe olvidarse que la inamovilidad de los trabajadores ha restringido la facultad del empresario de despedir
a su personal, a los casos en que la falta se ha cometido. No puede actuar por prevención. Tampoco es
posible sostener que el empresario, salvo casos de excepción en la pequeña industria o comercio,
domésticos, etc., tenga a su cuidado al dependiente y menos cuando éste actúa fuera del recinto de la
empresa, que es el caso más frecuente hoy en día de responsabilidad de ésta, por accidentes del tránsito.
Finalmente, es la solución más justa; no hay responsabilidad sin culpa, porque debe haberla en el
dependiente, y es necesario que éste actúe por cuenta de la empresa al cometer el hecho ¡lícito. Es
realmente ésta y no el dependiente quien creó el riesgo.

162
LAS OBLIGACIONES TOMO I

afortunadamente no ha producido mayores tropiezos, porque la jurisprudencia fundada en


una u otra ha hecho una aplicación amplísima de esta responsabilidad indirecta, según
luego lo veremos.
Estas disposiciones son:
1.° Los artesanos, por el hecho de sus aprendices, mientras están bajo su cuidado (inc.
5.° del Art. 2.320).
Son artesanos los que ejercitan algún arte u oficio mecánico, sin maquinarias
complejas y en pequeña escala; el aprendiz es el que está adquiriendo bajo su dirección el
mismo arte u oficio. La responsabilidad del primero por los hechos del segundo subsiste
mientras el aprendiz esté bajo vigilancia del artesano; puede suceder que viva con él, y en
tal caso es permanente. Es indiferente que el aprendiz sea mayor o menor de edad, y que
esté unido al artesano por un contrato de trabajo o no. Este se libera de responsabilidad
conforme a la regla general del inc. final del Art. 2.320: probando que con su autoridad no
habría podido evitar el hecho ilícito (N.° 276).
En realidad, esta responsabilidad se funda más bien en la relación casi patriarcal entre
artesano y aprendiz que en el vínculo de trabajo que entre ellos existe;
2.° Empresarios por el hecho de sus dependientes mientras estén a su cuidado (inc. 59
del Art. 2.321).
El Código habló de “empresario” y “dependiente”, expresiones que no son muy
precisas en la legislación, pero que los tribunales han entendido en un sentido sumamente
amplio. Otras legislaciones, como la francesa e italiana, usan un término más extensivo que
el de empresario, “comitentes”.
En consecuencia, debe entenderse por “empresario”, aunque en el Código y en el
idioma la expresión es más restringida, a todo patrón o empleador, y por dependiente a todo
trabajador suyo, cualesquiera que sean las condiciones en que presten sus servicios.
La única condición señalada por la ley es que se encuentren al cuidado del empresario,
y se ha entendido que es así mientras presten sus servicios o desempeñen las funciones
encomendadas.233
Y el empresario se exime de responsabilidad conforme a la regla general tantas veces
citada del inc. final del Art. 2.320: probando que con su autoridad y cuidado no habría
podido evitar el hecho (N.° 276).
3.° Finalmente, los amos por sus criados o sirvientes.
Este caso está contemplado no por el Art. 2.320, sino por el Art. 2.322: “los amos
responderán de la conducta de sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus respectivas
funciones; y esto aunque el hecho de que se trate no se haya ejecutado a su vista”.234
La expresión “amos” y “criados” tiene significación bien precisa en el Código; son
éstos los domésticos. Sin embargo, la jurisprudencia ha interpretado el precepto a veces en
forma amplia, aplicándolo en forma general a toda clase de obreros e incluso empleados.235
233
Por vía de ejemplo. G.T. de 1901, T. 2°., sent. 3.025, pág. 1. 174.
234
Este precepto es la más cabal demostración de lo que decíamos en la nota 229, porque cambió la
expresión “a su cuidado” por “ejercicio de sus respectivas funciones”, y agregó todavía: “aunque el hecho...
no se haya ejecutado a su vista”, todo lo cual es revelador de que el cuidado no comprende esta última
situación. En consecuencia, no podría fundarse en el Art. 2.320 la responsabilidad del empresario por el
conductor que trabaja en la calle, cosa que la jurisprudencia siempre ha aceptado: RDJ, T. 55, sec. 1°., pág.
28. La verdad es que el Art. 2.322 es más propio para las empresas que el anterior. Afortunadamente la
jurisprudencia ha prescindido un tanto del texto legal para dar la interpretación amplia que se cita en el
texto.
235
Por ejemplo, RDJ, T. 7, sec. 1°., pág. 146. La razón es la dicha: el precepto es más propio de la
responsabilidad patronal, aunque el Código lo limitó al sirviente por obvias razones de época. Cabe tener

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La diferencia del precepto con los casos anteriores es obvia: el amo responde por los
hechos ejecutados por los criados y sirvientes en el ejercicio de sus funciones, y aunque no
se hayan ejecutado a su vista. Igualmente, la exención para el amo es distinta, y la
contempla el inc. 2.° del Art. 2.322: “pero no responderán de lo que hayan hecho sus
criados o sirvientes en el ejercicio de sus respectivas funciones, si se probare que las han
ejercido de un modo impropio que los amos no tenían medio de prever o impedir,
empleando el cuidado ordinario, y la autoridad competente. En este caso toda la
responsabilidad recaerá sobre dichos criados o sirvientes”.
La conclusión es que en nuestra legislación la responsabilidad de todo empleador o
patrón es ampliamente aceptada por la doctrina y jurisprudencia, ya sea fundada en el (N.°
5 del Art. 2.520,236 ya en la regla general que señala este precepto (ver número siguiente),
ya en el Art. 2.522, excediendo con mucho su texto estricto.237 Ello mientras los
dependientes se encuentran en el ejercicio de sus funciones y las realicen del modo que es
propio, aun cuando las efectúen fuera del recinto de la empresa, como conductores de
vehículos,238 o reparadores de artefactos a domicilio, etc.
273. VI. Otros casos de personas a cuidado de terceros.
La enumeración del Art. 2.320 no es limitativa; lo revela el encabezamiento general:
“toda persona es responsable.. del hecho de aquellos que estuvieren a su cuidado”, y los
casos expresamente contemplados van todos ellos precedidos de la expresión “así”,
demostrativa de que se trata de meras aplicaciones de una regla general.239
Por ello dicho precepto siempre se aplicará cuando una persona tenga a otra a su
cuidado, debiendo así probarlo la víctima, y de ahí que se ha fallado que el padre
simplemente ilegítimo que, según dijimos, no tiene ni patria potestad ni autoridad paterna
responde de los hechos ilícitos del hijo ilegítimo que tenga a su cuidado.240
Naturalmente que no se podrá asilar la víctima en la regla genera para eludir alguno de
los requisitos del precepto en los casos específicos señalados, como por ejemplo, si el hijo
no vive con su padre, y tampoco cabe aplicar el Art. 2.321.
De acuerdo al Art. 15, inc. 2.° de la Ley 7.613, sobre Adopción, a adoptante
corresponden los derechos de la autoridad paterna respecto del adoptado, y en
consecuencia, responde de los hechos ilícitos de éste en los mismos términos que el padre o
madre (inc. 2.° del Art. 2.320)
Hay numerosas disposiciones legales que contienen también aplicación del principio
general señalado, como el Art. 865, N.° 4.° del C de Co. que contempla la responsabilidad
civil del naviero por los hechos del capitán y tripulación, 241 el Art. 909 del mismo Código
que establece la del capitán por ciertos hechos de estos últimos, etc.
Finalmente, hay casos que alteran las reglas y fundamentos de Código, como ocurre
con el propietario del vehículo que causa un accidente, y que veremos en el número que
sigue, y en el Art. 31 de la Ley 16.643, de 4 de septiembre de 1967 sobre Abusos de
Publicidad y que hace al propietario o concesionario del medio de difusión por vía del cual
presente eso sí lo dicho en una revisión urgentemente necesaria de estas disposiciones.
236
Un caso reciente en la RDJ, T. 65, sec. 4°, pág. 39.
237
Véase nos 232.
238
Véanse la nota 231 y la sentencia en ella citada.
239
En cambio, en Francia, se estima generalmente que el Art. 1.384, equivalente a nuestro Art. 2.320, es
taxativo.
240
G.T. de 1935, T. 2°, sent. N.° 18, pág. 500.
241
RDJ, T. 17, sec. la., pág. 375.

164
LAS OBLIGACIONES TOMO I

se ha cometido el delito, solidariamente responsable con el autor de las indemnizaciones


civiles que procedan.
274. VII. Propietario del vehículo por el conductor.
Hemos ya dicho que los accidentes del tránsito se han convertido en los más frecuentes
hechos ilícitos; ello ha obligado al legislador en todas las latitudes a tomar medidas
especiales para este tipo de cuasidelitos; entre ellas muchas contemplan la responsabilidad
del propietario del vehículo por el hecho del conductor que él ha colocado al volante o si el
accidente deriva del mal estado del vehículo.242
Nuestra legislación se ha hecho eco de esta tendencia con la dictación de la Ley N.°
15.123, de 17 de enero de 1963, refundida en la Ley N.° 15.231, de 8 y 30 de agosto de
1963, sobre Organización y Atribuciones de los juzgados de Policía Local, Arts. 68 y 70.243
Actualmente la materia la contemplan la Ley del Tránsito (Arts. 174 y sgtes.) y la Ley
N.° 18.287 de 7 de febrero de 1984 sobre Procedimientos ante los juzgados de Policía
Local.
Interesa antes que todo precisar los conceptos que están en juego: vehículo, conductor
y propietario.
Veamos, en primer lugar, a qué vehículos se refieren estas disposiciones: la respuesta
es a toda clase de medios de transporte. En efecto, la Ley del Tránsito en su Art. 29 define
el vehículo como “medio en el cual, sobre el cual o por el cual toda persona o cosa puede
ser transportada por una vía”. La misma disposición menciona varios, a título de ejemplo,
vehículos de emergencia, de locomoción colectiva, a tracción humana o animal, triciclos,
etc. En consecuencia, las presunciones que pasaremos a estudiar se aplican a toda clase de
vehículos.
La misma Ley define al conductor como “toda persona que conduce, maneja o tiene el
control físico de un vehículo motorizado en la vía pública; que controla o maneja un
vehículo remolcado por otro; o que dirige, maniobra, o está a cargo del manejo directo de
cualquier otro vehículo, de un animal de silla, de tiro o de arreo de animales”.
Finalmente, debe tenerse presente que en conformidad al Art. 38 de la misma Ley del
Tránsito “Se presumirá propietario de un vehículo motorizado la persona a cuyo nombre
figure inscrito en el Registro, salvo prueba en contrario”. La disposición reproduce el
antiguo artículo 40 de la Ley N- 15.321 sobre juzgados de Policía Local, y se refiere a la

242
Por ejemplo, Art. 2.054, inc. 32 y final del Código italiano: “El propietario del vehículo o en su lugar, el
usufructuario o el adquirente con pacto de reserva de dominio, es responsable solidariamente con el
conductor, si no prueba que la circulación del vehículo ha tenido lugar contra su voluntad. En todo caso, las
personas indicadas por los incisos anteriores son responsables de los daños derivados de vicios de
construcción o de defecto de mantenimiento del vehículo”. Como se aprecia, la disposición es más precisa y
más amplia que la nuestra, pues abarca al usufructuario y adquirente aun no dueño. Parece un poco
exagerado sí hacerlo responder por defectos de construcción a que es totalmente ajeno.
243
Algunos juzgados del Crimen sostuvieron que estas disposiciones por su ubicación sólo se aplicaban en
los asuntos de que conocen los Juzgados de Policía Local pero no en los que corresponden a ellos. Es
realmente penoso que ciertos tribunales en vez de ayudar con su interpretación al perfeccionamiento de las
instituciones, desbaraten con una hermenéutica tan primaria los intentos, aunque aislados, del legislador de
poner al día nuestra legislación. Es principio elemental que la aplicación de una disposición no deriva de su
ubicación, sino de su contenido y fundamento. Además, ellas arrancan su origen de la Ley 15.123 de
aplicación totalmente general, y se encuentran refundidas en la de Policía Local por autorización que dio
aquélla al Presidente de la República para ordenar las normas sobre esta materia. Finalmente, en un punto
que no vale la pena insistir, con igual criterio no deberían quienes así piensan haber aplicado la Ordenanza
General del Tránsito, porque la facultad del Presidente para dictarla también la contenía el Art. 72 de la Ley
de Policía Local.
Todo el título VI en que están los Arts. 68 y 70 tenía precisamente el epígrafe “Disposiciones Generales”.

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inscripción de los vehículos en el Registro de Vehículos Motorizados que lleva el Servicio


de Registro Civil e Identificación, y antes correspondía al Conservador de Bienes Raíces.
A la víctima, en consecuencia, le bastará acompañar, una copia de dicha inscripción, y
al que en ella figure le corresponderá probar que ya no es el dueño.244
La ley contempla tres situaciones diferentes de responsabilidad del propietario, cuyas
naturalezas jurídicas y alcances analizaremos separadamente. Son ellas: primero, por el
conductor a quien ha facilitado el vehículo; por el conductor que no ha sido individualizado
y, finalmente, en el caso de mal estado del vehículo.
1.° Conductor a quien se ha entregado el vehículo.
A esta situación se refería el Art. 68 de la Ley 15.321, hoy trasladado con ciertas
modificaciones de redacción al Art. 174, inc. 22 de la Ley del Tránsito: “sin perjuicio de la
responsabilidad de otras personas en conformidad al derecho común, estarán obligadas
solidariamente al pago de los daños y perjuicios causados el conductor y el propietario del
vehículo, a menos que éste pruebe que el vehículo le ha sido tomado sin su consentimiento
o autorización expresa o tácita”.
Muy discutida es la naturaleza jurídica de esta responsabilidad; desde luego cuando el
vehículo lo entrega el propietario a otro conductor, hay una presunción de culpa suya
totalmente análoga a los casos de responsabilidad por el hecho ajeno: sólo se libera de
responsabilidad probando que el vehículo ha sido tomado sin su conocimiento o
autorización.
En cierto sentido hay responsabilidad objetiva, porque el propietario al dar el vehículo
al conductor ha creado el riesgo del accidente, y debe responder del mismo. No tiene
posibilidad de liberarse de esta responsabilidad aun probando la debida diligencia o
cuidado, o que con su autoridad no pudo evitar el hecho ilícito, como es la regla del Código
sino la falta de conocimiento o autorización, única forma de eludir su responsabilidad.
Podría pensarse también que hay presunción de derecho de culpa, pero ya hemos dicho que
tales presunciones muy poco se diferencian de la responsabilidad objetiva.
Es, pues, un caso de responsabilidad por el hecho ajeno, pero con varias
particularidades. En primer lugar, es sin perjuicio de la responsabilidad de otras personas en
conformidad al derecho común, o sea, pueden concurrir conjuntamente varias
responsabilidades por el hecho ajeno: del padre del conductor, etc. Incluso el propietario, a
su vez, puede estar afecto a dos responsabilidades por el hecho ajeno distintas: por ejemplo,
si es padre del conductor menor de edad que vive con él, o es empresario y el conductor
dependiente suyo, etc.
Otra particularidad es que la responsabilidad del propietario es solidaria con el
conductor. En los casos antes señalados de responsabilidad por hecho ajeno no hay
solidaridad (N.° 277).245
2.° Conductor que no ha sido individualizado.
244
De ahí que el peligro de la mala práctica de no efectuar oportunamente las transferencias de los
vehículos que se enajenan, a fin de evitar o postergar el pago de los impuestos que las gravan o por no tener
justificación tributaría de los dineros con que se adquieren. Además del riesgo señalado en el texto, están los
propios entre adquirente y enajenante, por ejemplo, si éste fallece.
Véase F.M. N.° 189, págs. 141, 215 y 242, fallos que se refieren a la inscripción en el Registro de
Vehículos Motorizados.
245
Veremos que en la responsabilidad del hecho ajeno, el tercero civilmente obligado puede repetir
contra el hechor (Art. 2.325, N.° 278). ¿Puede hacerlo el propietario que está obligado solidariamente? No
podría hacerlo en virtud del citado Art. 2.325, pero sí creemos que podría hacerlo por aplicación del inc. 2°
del Art. 1.522: la deuda es sólo del conductor (N° 421). El cometió el hecho ilícito y la responsabilidad
solidaria se impone al propietario frente a la víctima

166
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En íntima relación con la disposición que hemos comentado se encuentra el inc. 2.° del
Art. 175 de la Ley del Tránsito (antes Art. 70 de la Ley 15.321): “también serán imputables
al propietario, las contravenciones cometidas por un conductor que no haya sido
individualizado, salvo que aquél acredite que el vehículo le fue tomado sin su conocimiento
o sin su autorización expresa o tácita”. Dicho de otra forma. la responsabilidad del
propietario subsiste, aunque no pueda individualizarse al conductor. Su responsabilidad es
única, puesto que justamente no puede identificarse al hechor. La ley precave el caso, que
era tan frecuente, de que éste, muchas veces el propio propietario, huyera del sitio del
hecho y se excusara de responsabilidad. Actualmente hay una presunción en su contra, y
sólo puede destruirla conforme a la regla general: que le fue tomado el vehículo sin
conocimiento o consentimiento. Nada sacaría con acreditar sólo quién es el conductor
desaparecido, pues de todos modos quedaría sujeto a la responsabilidad solidaria antes
estudiada.
3.° Mal estado del vehículo.
El otro caso de responsabilidad del propietario está así definido por el Art 175, inciso
1.° de la Ley del Tránsito (antes Art. 70 de la Ley 15.32 1)243 “salvo prueba en contrario,
las infracciones que se deriven del mal estado y condiciones del vehículo serán imputables
a su propietario, sin perjuicio de la responsabilidad que corresponde al conductor”. Aquí la
responsabilidad se funda en la evidente negligencia del propietario que mantiene su
vehículo en condiciones de causar accidentes. Nada tiene de objetiva, y en consecuencia se
permite la prueba de que el mal estado no le es imputable, por corresponder a una
negligencia del conductor, del establecimiento que lo arregla, etc. Tampoco es solidaria,
pues la ley no lo dice, ni nada obtendría el propietario con probar que el vehículo le fue
tomado sin su autorización o conocimiento, tanto porque la ley no le faculta dicha prueba,
como porque el fundamento de su responsabilidad no es el hecho de dar el vehículo sino
tenerlo en condiciones de causar accidentes.
Muy dudoso es resolver si hay propiamente responsabilidad por el hecho ajeno. No lo
creemos así; la ley considera al propietario autor del hecho ilícito en responsabilidad
directa, pues es muy posible incluso que no la haya para el conductor. El precepto dice: “sin
perjuicio de la responsabilidad que corresponda al conductor”, dando a entender que a éste
puede no caberle ninguna. En efecto, si éste no tenía por qué saber ni advertir el mal estado
del vehículo, y el accidente se debe exclusivamente a él, no habrá responsabilidad para el
conductor. En consecuencia, tampoco influirá en su responsabilidad la concurrencia de
alguna eximente de ella en el conductor, como la incapacidad de éste.
275. Efectos de la responsabilidad por el hecho ajeno. Enunciación.
Desde luego, según ya dijimos, la responsabilidad por el hecho ajeno es de efectos
solamente civiles, nunca criminales.
Dicho a modo de enunciación, estos efectos civiles son:
1.° Por regla general establecen una presunción solamente legal;
2.° La víctima puede también cobrar al hechor, y

Una sentencia publicada en la RDJ, T. 70, sec. 4°, pág. 28 determinó que el dueño responde
solidariamente con el mecánico a quien encargó la reparación, aunque le haya prohibido el uso del vehículo,
porque es una convención que produce efectos sólo entre las partes.
Otra publicada en F.M. N.° 190, pág. 180, establece que el precepto se aplica tanto a las personas
naturales como a las jurídicas.
Véanse también fallos de la misma F.M. N.° 216, pág. 264 y N.° 230 y 416.

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3.° El tercero que paga la indemnización puede repetir contra el autor del hecho ¡lícito.
Los examinaremos en los números siguientes.
276. I. La presunción de responsabilidad por el hecho ajeno es legal. Excepciones.
La responsabilidad del hecho ajeno se funda en la concepción de que ha habido un
descuido, una culpa por falta de vigilancia en la persona que tiene autoridad sobre otra (N.°
262), y por ello se presume su responsabilidad, presunción que normalmente es meramente
legal.
La regla general la contempla el tantas veces citado Art. 2.320, inc. final: “pero cesará
la obligación de esas personas si con la autoridad y el cuidado que su respectiva calidad les
confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho”.
La víctima, en consecuencia, no tiene que probarle culpa al tercero civilmente
responsable, sino que éste debe acreditar que no la tiene rindiendo la probanza antes
transcrita. Y la jurisprudencia ha sido estricta en este sentido, porque exige una
imposibilidad total de evitar el hecho para que el responsable pueda eximirse.246 Se ha
resuelto también que es cuestión de hecho determinar si con su autoridad pudo evitarlo.247
En el Código esa regla tiene dos excepciones: la ya citada del inc. 2.° del Art. 2.322
respecto a la responsabilidad de los amos por el hecho de sus criados y sirvientes (N.° 272),
en que la prueba de exención varía ligeramente, y la del Art. 2.321 respecto de los padres,
por los hechos de sus hijos menores provenientes de la mala educación o hábitos viciosos,
estudiada en el N.° 268.
En los casos no contemplados en el Código y que no estén fundados en el cuidado del
hechor, como ocurre con el recién visto del propietario de un vehículo, o contenga normas
especiales, también hay casos de excepción a la regla general señalada.
277. II. La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del hechor.
No lo ha dicho expresamente la ley, pero deriva de la aplicación de las reglas
generales: el hechor ha cometido un acto ilícito, y es plenamente capaz. En consecuencia,
queda comprendido en las disposiciones generales de los Arts. 2.314 y 2.329, inciso 1.°, no
habiendo precepto legal que la excluya. Antes por el contrario el inc. 2.° del Art. 2.322
señala que si el amo se exonera de responsabilidad por los hechos de sus criados (N.° 272)
“toda la responsabilidad” recae sobre éstos.
En consecuencia, la responsabilidad del guardián sólo extingue la del hechor cuando
aquél paga la indemnización.
La victima si no la ha percibido del responsable, podrá entonces cobrarla al hechor,
pero lo normal será lo contrario, ya que uno de los fundamentos de la responsabilidad por el
hecho ajeno es la probable insolvencia del autor.
No puede, eso sí, demandar a ambos, porque la ley no establece solidaridad, salvo el
caso ya señalado del propietario que ha dado el vehículo para que otro lo conduzca; podría
sí hacerlo pero en forma subsidiaria, porque lo que no puede es pretender cobrar a ambos.
Tampoco podría acumular las responsabilidades por el hecho ajeno provenientes de
diferentes causales, como si, por ejemplo, el hijo menor que vive con su padre comete un
246
G.T. de 1926, T. 2°., sent. 114, N.° 513.
247
RDJ, Ts. 32, sec. la., pág. 66, y 63, sec. la, pág. 234.
En sentencia publicada en F.M. N.° 264, pág. 378 se resolvió que si se invoca la responsabilidad del
dueño del vehículo y no la del empleador, no puede excusar su responsabilidad basado en el inc. final del
Art. 2.320 del Código Civil.

168
LAS OBLIGACIONES TOMO I

hecho ilícito mientras está en el colegio. La responsabilidad por el hecho ajeno corresponde
en tal caso al jefe del colegio, porque él tiene a su cuidado al menor, y no al padre. La
excepción es el caso ya citado de la responsabilidad del propietario de un vehículo, que es
sin perjuicio de otras conforme al derecho común (N.° 274).
Finalmente, no hay tampoco inconveniente para que la víctima demande al responsable
de acuerdo al derecho común, por ejemplo, por no reunirse los requisitos legales, como si el
hijo menor no vive con su padre y el hecho ilícito no deriva de su mala educación o hábitos
viciosos, pero en tal caso deberá probarle su culpa al padre, según las reglas generales.
278. III. Derecho a repetir del responsable que ha pagado la indemnización contra el
hechor.
Dice el Art. 2.325: “Las personas obligadas a la reparación de los daños causados por
las que de ellas dependen tendrán derecho para ser indemnizadas sobre los bienes de éstas,
si los hubiere, y si el que perpetró el daño lo hizo sin orden de la persona a quien debía
obediencia, y era capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2.319”.
En consecuencia, para que exista el derecho a repetir, deben concurrir las siguientes
circunstancias:
1.° El acto ilícito debe haber sido cometido por una persona capaz.
Ya sabemos que el guardián del incapaz sólo responde si se le prueba culpa propia, y el
incapaz no es responsable ante nadie; tampoco respecto del guardián culpable que por su
negligencia se vio obligado a pagar indemnización.
2.° El responsable debe haber pagado la indemnización.
En caso contrario no tendría que repetir. Ya dijimos que el fundamento de esta
disposición es evitar el enriquecimiento sin causa (N' 172); si se pudiera repetir sin haber
pagado, a la inversa, había enriquecimiento injustificado para el tercero responsable.
3.° Es preciso que el acto se haya ejecutado sin orden de la persona que pretende
repetir.
El autor del hecho ilícito debe obediencia a la persona responsable; es posible, pues,
que haya actuado por orden suya, y en tal caso se le niega a ésta la posibilidad de repetir, y
4.° El precepto destaca, finalmente, que el hechor debe tener bienes.
Ello es común a toda obligación que para cobrarse si el deudor no la paga
voluntariamente, debe ejecutarse en su patrimonio, pero al propio legislador le merece
dudas el derecho de repetición que consagra, porque uno de los fundamentos de la
responsabilidad por el hecho ajeno es la probable insolvencia del hechor (N.° 262).
Tratándose de cónyuges casados bajo el régimen de sociedad conyugal se aplica el Art.
1.748: “Cada cónyuge deberá, asimismo, recompensa a la sociedad por los perjuicios que le
hubiere causado con dolo o culpa grave, y por el pago que ella hiciere de las multas y
reparaciones pecuniarias a que fuere condenado por un delito o cuasidelito”. El precepto
tenía mayor importancia cuando el marido respondía por los hechos ¡lícitos de la mujer. De
todos modos se aplicará en caso de que la indemnización se pague por la sociedad
conyugal: el cónyuge culpable, marido o mujer, le deberá una recompensa por este capítulo.
Si ella se paga con dineros propios del cónyuge infractor, no habrá, por cierto, recompensa
alguna.

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Sección cuarta
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE LAS COSAS
279. Concepto.
El otro caso de responsabilidad indirecta o compleja, o de presunción de culpa, se
encuentra en el hecho de las cosas, que es un punto en el cual existe una fuerte división,
según veremos en el número siguiente, en las legislaciones.
La verdad es que en la mayoría de los hechos ilícitos interviene una cosa u objeto que,
o causa el daño por sí mismo, si tiene independencia total del hombre para accionar, como
ocurre con los animales, o funciona con la colaboración de éste, como cualquier máquina,
vehículo, etc., o, finalmente, sólo puede actuar si el ser humano hace uso de ella, como un
objeto contundente que se utilice como arma.
Repeso de este último caso, no hay duda alguna de que se trata del hecho del hombre
que hace uso de la cosa; el problema de la responsabilidad por el hecho de éstas sólo puede
presentarse cuando ellas actúan con independencia de la acción del hombre por la sola
fuerza de la naturaleza, o con la intervención de éste.
En ambos casos la responsabilidad se fundará en la falta de vigilancia del propietario
que tiene la cosa a su cuidado o se sirve de ella; en esto consiste su culpa, la que se
presume, facilitándose así la prueba del acto ilícito a la víctima. El guardián de la cosa, o
quien la utiliza, debe mantenerla en condiciones de no causar daño a terceros o accionarla
con la prudencia necesaria a fin de obtener el mismo resultado; si la cosa ocasiona un daño,
la ley presume la culpa, o sea que se ha faltado a dicha obligación.
280. Distintas doctrinas respecto a la responsabilidad por el hecho de las cosas. En la
materia existen fundamentalmente tres posiciones.
1.° La concepción romanista.
El Derecho Romano concibió únicamente la responsabilidad por el hecho de las cosas
que actúan por sí solas, con total independencia sin intervención del hombre, respondiendo
el guardián de la cosa por su falta al deber de vigilarla o tenerla en condiciones de buena
conservación.
Con semejante posición reglamentó únicamente tres casos de responsabilidad presunta
por acción de las cosas, los mismos que contemplan nuestro Código y otros de corte clásico
(N.° 289), con la natural salvedad del hecho de los esclavos. Fueron ellos: a) los daños
cometidos por esclavos y animales; b) los ocasionados por ruina de edificios, y c) los
producidos por objetos que caen de los edificios (actio de effusis et dejectis).
2.° La concepción francesa.
El Código francés reglamentó expresamente las dos primeras situaciones, y en un
comienzo a ellas limitó la doctrina y jurisprudencia el campo de aplicación de la
responsabilidad por el hecho de las cosas; pero posteriormente evolucionaron interpretando
el Art 1.384 en un sentido cada vez más amplio. Este precepto es meramente enunciativo en
orden a que una persona responde no sólo del hecho propio, sino del de las personas por
quienes debe responder y del daño causado “por las cosas que se tienen en custodia”; a
continuación, reglamenta los casos de responsabilidad por el hecho ajeno y por estas
últimas.

170
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Los autores y tribunales han interpretado el precepto no como meramente enunciativo


de los casos que posteriormente se reglamentan, sino como una presunción de
responsabilidad para el guardián de la cosa por todos los daños que ella puede ocasionar y
no solamente en las situaciones expresamente previstas; llevando la presunción cada vez
más lejos, se concluye que el guardián sólo se exime de responsabilidad probando el caso
fortuito o el hecho ajeno, y no le basta acreditar la ausencia de culpa. Finalmente, se acepta
que existe hecho de la cosa, y presunción de responsabilidad, aun cuando el objeto sea
accionado por el hombre, lo que ha permitido extenderla a los accidentes de vehículos, de
máquinas, calderas, etc.
La doctrina es aparentemente seductora por la protección que otorga a la victima, pero
crea un grave problema porque, como decíamos, no existe prácticamente hecho ¡lícito en
que no intervenga alguna cosa y se hace necesario deslindar cuándo hay hecho de ella y
cuándo del hombre, variando en este punto las opiniones desde considerar que concurre lo
primero si la cosa tiene vicios y defectos, si ella es peligrosa, escapa al dominio material del
hombre, etc. En todo caso, queda amplio campo a la arbitrariedad de las interpretaciones.
3.° Ampliación de los casos de responsabilidad por el hecho de las cosas.
No es de extrañar, entonces, que no haya prosperado la posición francesa, ni aun en
Bélgica con un texto idéntico y donde primero se formuló esta doctrina por el célebre
jurista Laurent. Los Códigos modernos se limitan a ampliar el número de presunciones por
el hecho de las cosas, o sea, en que éstas intervienen.
Principalmente se ha introducido la noción de cosa peligrosa, o sea, aquella que por su
propia naturaleza está mayormente expuesta a provocar accidentes, como ocurre con las
empresas que utilizan las fuerzas de la naturaleza (gas, vapor, electricidad, etc.), explosivos,
maquinarias y vehículos, etc. A esta concepción se refieren los Códigos de Polonia, México
e italiano;248 por ejemplo, el Art. 2.050 de este último, impone a quien desarrolla una
actividad peligrosa, por su naturaleza o la de los medios empleados, una máxima obligación
de diligencia. Se presume su responsabilidad y de ella puede eximirse únicamente probando
“haber adoptado todas las medidas idóneas para evitar el daño”.
281. Responsabilidad por el hecho de las cosas en nuestra legislación.
Si nos hemos extendido en la concepción doctrinaria y legislativa contemporánea
respecto a la responsabilidad por el hecho de las cosas, es porque se impone en nuestra
legislación en este punto más que en otros una pronta revisión del Código. Como dijimos,
éste limita estas presunciones a los tres casos clásicos señalados en el número anterior, que
examinaremos sucesivamente en los acápites que a éste siguen, y en que la cosa causa el
daño sin intervención de la mano del hombre, fundándose la presunción de responsabilidad
en la ausencia de vigilancia o conservación de ella.
La modificación del Código creemos que debe estar orientada hacia la posición
señalada en el N.° 3 del párrafo anterior, o sea, a la extensión de los casos de
responsabilidad por el hecho de las cosas, especialmente en materia de accidentes por
medio de vehículos, a que nos referiremos en la sección siguiente (N.° 291) y otras cosas
peligrosas.

248
Ese Código en su Art. 2.051 impone también la responsabilidad del guardián por las cosas que tiene en
custodia, pudiendo eximirse únicamente probando el caso fortuito pero con un alcance más limitado en la
interpretación que en Francia: Messineo, ob. cit., Tomo 6°, N.° 24, pág. 522. También reglamenta
especialmente los accidentes de vehículos: Art. 2.054 (N° 291).

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282. I. Responsabilidad por el hecho de los animales.


Se refieren a los daños ocasionados por animales los Arts. 2.326 y 2.327, y en síntesis
establecen la responsabilidad del dueño y del que se sirve del animal ajeno por el daño
causado por éste, aun después de que se haya soltado o extraviado; fúndase la presunción
de responsabilidad en el deber de vigilancia de estas personas a fin de evitar que el animal
cause daño a otros. Si éste se ocasiona, se presume la responsabilidad y al dueño o al que se
sirve de la cosa corresponderá probar la ausencia de culpa, probanza que en ciertos casos ni
siquiera se admite.
Es necesario formular una advertencia: en nuestro derecho sólo existe hecho del animal
cuando el daño es ocasionado por este “mismo”; si es manejado por el hombre y mientras
éste mantenga su control hay hecho humano y no del animal, y, en consecuencia, no existe,
como ocurre en Francia, presunción de responsabilidad.
Según lo señalado, ésta puede recaer en dos personas:
1.° El dueño del animal.
Dispone el inc. 1.°, del Art. 2.326: -el dueño de un animal es responsable de los daños
causados por el mismo animal, aún después que se haya soltado o extraviado; salvo que la
soltura, extravío o daño no pueda imputarse a cuya del dueño o del dependiente encargado
de la guarda o servicio del animal”.
El dueño, en consecuencia, se exime de responsabilidad probando que la soltura,
extravío o daño no se debió a su culpa, porque con ello destruye la base de la presunción.
Dentro de la culpa del dueño se incluye la del dependiente encargado de la custodia o
servicio del animal, y en tal caso se presenta una doble responsabilidad indirecta: por el
hecho ajeno del dependiente, y de la cosa, el animal. El dueño deberá eximirse de ambas,
probando la falta de culpa del dependiente. Esta prueba no se le permite en el caso
contemplado en el Art. 2.327, de daño causado por un animal fiero del que no se reporta
utilidad.
2.° El que se sirve de un animal ajeno.
Se refiere a ella el inc. 2.° del precepto: “lo que se dice del dueño se aplica a toda
persona que se sirva de un animal ajeno”.
O sea, se siguen en todo y por todo las reglas anteriores: se presume la responsabilidad,
y ella sólo se extingue probando el que se servía del animal que la soltura, extravío o daño
no se deben a su culpa ni a los dependientes encargados de la guarda o servicio del animal,
no admitiéndose semejante probanza en el caso del animal fiero que no presta utilidad.
La única variante es que el precepto deja a salvo la acción de quien se sirve de un
animal ajeno “contra el dueño, si el daño ha sobrevenido por una calidad o vicio del animal,
que el dueño, con mediano cuidado o prudencia, debió conocer o prever, y de que no le dio
conocimiento”. En consecuencia, tiene acción de repetición contra el dueño, pero debe
probarle su culpa en la forma señalada en el precepto.
Debe tenerse cuidado con esta disposición, porque ella no establece una doble
responsabilidad ante la víctima; ésta sólo puede dirigirse contra el que usaba el animal
ajeno, y es éste quien, pagada la indemnización, podrá hacerlo contra el dueño por la culpa
por omisión del propietario hacia él, y que lo colocó en situación de causar daños a
terceros.
Como decíamos, el Art. 2.327 contempla una presunción de derecho de
responsabilidad. Dispone el precepto: “El daño causado por un animal fiero, de que no se

172
LAS OBLIGACIONES TOMO I

reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo
tenga, y si alegare que no le fue posible evitar el daño, no será oído”.
La presunción, en consecuencia, abarca a todo el que tenga al animal, sea como dueño
o a cualquier título o motivo. El único requisito es que se trate de una fiera que no preste
utilidad a la guarda o servicio del predio; no sería, pues, el caso de un perro feroz que sirva
para proteger una propiedad contra los ladrones.
Si no se admite prueba de ausencia de culpa, podría pensarse que se trata de un caso de
aplicación de la teoría del riesgo, pero en verdad lo que ocurre es que se niega toda posible
exención al que tiene un animal fiero, porque su imprudencia y negligencia son tan
ostensibles que el legislador las considera indiscutibles. Pero si el fundamento es la culpa,
ya hemos dicho que las presunciones de derecho producen efectos muy semejantes a la
responsabilidad objetiva, porque no se discute la culpa; en las primeras, ella se da por
descontada; en la doctrina del riesgo no se toma en cuenta.
283. II. Responsabilidad por ruina de un edificio.
Se refieren a esta materia los Arts. 2.323 y 2.324, en relación con los Arts. 934 y 2.003,
regla 3a.
Las expresiones “edificio” y “ruina” son utilizadas en sentido amplio; la primera
comprende toda construcción que adhiere al suelo en forma permanente, y la ruina no
implica necesariamente la íntegra destrucción de la obra; la hay cuando una parte
cualquiera del edificio, adherida al mismo, sufre un deterioro que causa daño a terceros; así
se falló en el caso de una persona que transitaba por calle Ahumada y sufrió lesiones
provenientes de la caída de una comba de un edificio.249
Esta responsabilidad corresponde al propietario si ha omitido las reparaciones
necesarias o ha faltado de ayuna u ora manera al cuidado de un buen padre de familia. Al
propietario le cabe la obligación de mantener el edificio en buenas condiciones, y de ahí
que se presuma su responsabilidad en los dos casos citados.
Tratándose de vicios de construcción, corresponderá al constructor de acuerdo a las
normas del contrato de empresa.
Veremos estas dos situaciones en los números siguientes.
284. A. Responsabilidad del propietario.
Dispone el inc. 1.° del Art. 2.323: “el dueño de un edificio es responsable a terceros
(que no se hallen en el caso del artículo 934), de los daños que ocasione su ruina acaecida
por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado de otra manera al
cuidado de un buen padre de familia”.
La referencia al Art. 934 significa que entre los terceros que sufren daño por la ruina
del edificio es preciso distinguir a los vecinos de los demás terceros. La diferencia entre los
primeros y éstos es que aquéllos han tenido los medios de advertir el posible daño, y el
legislador los protege únicamente si tomaron las medidas necesarias para defenderse.
El Art. 934 reglamenta la denuncia de obra ruinosa que puede efectuar quien teme que
la ruina de un edificio vecino le ocasione daño. De acuerdo a este precepto, es necesario
distinguir si el vecino ha notificado la querella al tiempo de producirse el daño o no.
Si no hubiere precedido notificación de la querella a la ruina del edificio “no habrá
lugar a la indemnización” (inc. 2.° del Art 934).
249
RDJ, T. 39, sec. la., pág. 203.

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Si se ha notificado previamente la querella, es fuerza efectuar un subdistingo en caso


de daño al vecino:
Si el edificio cayere por efecto de su mala condición, se indemnizará de todo perjuicio
a los vecinos; pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o terremoto, no habrá
lugar a indemnización, a menos de probarse que el caso fortuito, sin el mal estado del
edificio, no lo hubiera derribado (inc. 1.° del Art. 934).
La ley se pone también en el caso de que el edificio perteneciere a dos o más personas
proindiviso; en él la indemnización se divide entre ellas a prorrata de sus (notas de dominio
(inc. 2.° del Art. 2.323). La disposición constituye una excepción a la norma general del
Art. 2.317 que establece la responsabilidad solidaria entre los coautores de un mismo delito
o cuasidelito civil (N.° 299). La disposición tiene importancia, además de los casos de
copropiedad, en los edificios acogidos a la Venta por Pisos y Departamentos (Capítulo V de
la Ley General de Construcciones y Urbanización; N.° 80, 3.°.), en que cada propietario es
dueño exclusivo de su departamento, local o piso, y copropietario con los demás en los
bienes comunes del edificio.
285. B. Daños provenientes de vicios de construcción.
“Si el daño causado por la ruina de un edificio proviniere de un vicio de construcción,
tendrá lugar la responsabilidad prescrita en la regla 3.° del artículo 2.003” (Art. 2.324).
Este precepto es un caso en que la responsabilidad contractual y la extracontractual se
rigen por la misma regla: el Art. 2.003, N.° 3.°, que reglamenta la primera, y se aplica a la
segunda por la remisión del Art. 2.324. En consecuencia, el constructor le responde tanto al
propietario como a los terceros por la ruina del edificio proveniente de un vicio de
construcción, siempre que se reúnan las siguientes condiciones:
1.° Que la ruina total o parcial del edificio ocurra dentro de los 5 años subsiguientes a
la entrega, y
2.° Que ella se deba:
A) A vicios de la construcción;
B) A vicios del suelo que el empresario o las personas empleadas por él han debido
conocer en razón de su oficio;
C) A vicio de los materiales suministrados por el empresario, o
D) A vicio de los materiales suministrados por el dueño, siempre que sean de aquellos
que el empresario por su oficio ha debido conocer o conociéndolos no dio aviso oportuno.
286. III. Daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte superior de un
edificio.
De acuerdo al inc. 1.° del Art. 2.328: “el daño causado por una cosa que cae o se arroja
de la parte superior de un edificio, es imputable a todas las personas que habitan la misma
parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas; a menos que se pruebe
que el hecho se debe a culpa o mala intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo
caso será responsable ésa sola”.
La cosa que se arroja o cae del edificio no debe formar parte de ése, estar adherida al
mismo, porque en tal caso estaríamos frente a la ruina de un edificio, de la cual responde el
dueño, según vimos recién.
Se hace responsables a todas las personas que habitan la parte del edificio de donde
provino el objeto, salvo que se pruebe la culpa o dolo de una sola de ellas, quien deberá

174
LAS OBLIGACIONES TOMO I

íntegra la indemnización. En el primer caso hay una nueva excepción a la regla general del
Art. 2.317, ya que la indemnización no se debe solidariamente, sino que se divide entre los
que habitan la parte correspondiente del edificio, con la salvedad ya indicada (N.° 299).
Esta responsabilidad se funda en la manifiesta negligencia del que arroja un objeto a la
calle, o coloca cosas, como maceteros, que pueden caerse lesionando a un peatón.
El inc. 2.° del precepto otorga acción popular para solicitar la remoción de cualquier
objeto que amenace caída o daño, en la forma que veremos más adelante (N.° 298, 3.°).

Sección quinta
DE ALGUNOS HECHOS ILÍCITOS EN ESPECIAL
287. Enunciación.
De varios hemos hablado ya, y no nos corresponde insistir mayormente, como son los
que se refieren a los daños por las cosas que terminamos de examinar; los accidentes del
trabajo, cuyos lineamientos generales hemos esbozado y que escapan a los márgenes de
nuestro estudio (N.° 224); abusos del derecho (N.° 227); derivados de las relaciones de
vecindad (N.° 232); los casos de responsabilidad objetiva (N.° 223); los hechos ilícitos de
mera omisión (N.° 222), etcétera.
Hay otro grupo de responsabilidades en que el problema consiste precisamente en
determinar su naturaleza contractual o extracontractual, y que por tal motivo estudiaremos
una vez analizada aquélla; son los casos de responsabilidad pre y postcontractual (N.° 931);
del contrato nulo (N.° 932); de todos aquellos contratos en que se establece una obligación
de seguridad, como el de transporte (N.° 933); profesional (N.° 934); etcétera.
En consecuencia, en esta sección estudiaremos, y en este orden: 1.° Los hechos ilícitos
del Art. 2.329; 2.° La responsabilidad de las personas jurídicas; 3.° La del Estado; 4.° Los
accidentes del tránsito; 5.° El incendio; 6.° Los eventos deportivos, y 7.° Injurias y
calumnias.
288. I. Los hechos ilícitos del Art. 2.329.
En el N.° 222 nos referimos en general al precepto del Art. 2.329, por haberse
sostenido que él establece una presunción de culpa por el hecho propio, al decir que todo
daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por
ésta.
Agrega enseguida: “Son especialmente obligados a esta reparación:
“ 1.° El que dispara imprudentemente un arma de fuego;
“2.° El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las
precauciones necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche;
“3.° El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente que
atraviesa un camino, lo tiene en estado de causar daño a los que transitan por él”.
No son casos de responsabilidad objetiva; antes por el contrario en los tres
mencionados existen actitudes culpables: disparar “imprudentemente” un arma de fuego; no
tomar “las precauciones necesarias”, tener el acueducto o puente que se repara o construye
en estado de causar daño. Estas circunstancias debe probarlas la victima, y hecho, ya no
podrá discutirse que se trata de un cuasidelito civil.

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Aplicando el precepto, una sentencia condenó a un contratista que ejecutando unas


obras no colocó el distintivo de peligro en una zanja abierta, lo cual provocó un
accidente.250
289. II. Responsabilidad de las personas jurídicas.
Decíamos al hablar de la capacidad extracontractual que en nuestra legislación existe
texto expreso que establece la responsabilidad de las personas jurídicas (N.° 246). Es el Art.
39, inc. 2.° del C.P.P.: “La responsabilidad penal sólo puede hacerse efectiva en las
personas naturales. Por las personas jurídicas responden los que hayan intervenido en el
acto punible, sin perjuicio de la responsabilidad civil que afecta a la corporación en cuyo
nombre hayan obrado---.
La persona jurídica no puede ser responsable penalmente, salvo ciertas penas
pecuniarias; en cambio, y así lo establecen expresamente también algunos Códigos
modernos: alemán suizo, brasileño, etc., lo es civilmente.
Lo que merece la duda es que la persona jurídica por sí misma no puede actuar y en
consecuencia, delinquir o cuasidelinquir ella personalmente; de ahí que aunque
generalmente se ha aceptado su responsabilidad extracontractual, nuestra jurisprudencia
haya solido tener algunas vacilaciones.251
Esta responsabilidad abarca a toda clase de personas jurídicas, ya sea que persigan
fines de lucro o no, fundaciones, corporaciones, sociedades de personas o de capitales,
etcétera.
¿Cuándo será responsable la persona jurídica? El precepto del Art. 39 del C.P.P. lo da a
entender: cuando se actúa en su nombre, esto es, cuando lo hacen por ella personas
naturales con facultad para representada u obligarla: administrador de una sociedad civil,
Directorio de una Sociedad Anónima, etc. Dicho de otra manera, cuando la sociedad ha
expresado su voluntad en la única forma que puede hacerlo: a través de sus órganos de
administración.
Aunque se ha discutido, es evidentemente una responsabilidad por el hecho propio,
porque la acción u omisión en que incurren los órganos de las personas jurídicas son de
éstas mientras aquéllos se mantengan en el ejercicio de sus funciones. Si los han excedido,
ya no actúan por la persona jurídica, sino por su propia cuenta, y serán los únicos
responsables.
Sin embargo, la responsabilidad de las personas jurídicas se asemeja en cierta forma a
la indirecta por el hecho ajeno, en un doble sentido: primero, porque no excluye la
responsabilidad personal de las personas naturales que han actuado por la jurídica (no
olvidemos que ellas pueden haber cometido el delito penal a que se refiere el Art. 39, inc.
2.° del C.P.P.), y enseguida, porque la persona jurídica tiene derecho a repetir contra sus
administradores si se ve obligada al pago de la indemnización.
Por otro lado, la responsabilidad directa de la persona jurídica tampoco excluye la
indirecta de ella por los hechos ilícitos cometidos por sus dependientes en el ejercicio de
sus funciones en conformidad a las reglas generales (N.° 251). La diferencia es que los
dependientes no son órganos de la persona jurídica, actúan por cuenta de ella, no en nombre
suyo.252
250
RDJ, T. 3° sec. 2a. , pág. 86.
251
Véase Alessandri, ob. cit., N.° 103, pág. 148, y Néstor Letelier, ob. cit., N- 26, pág. 278.
252
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 39, sec. la., pág. 203.

176
LAS OBLIGACIONES TOMO I

290. III. Responsabilidad del Estado.


Es uno de los puntos más complejos y difíciles de definir, porque a la dificultad ya
señalada de las personas jurídicas que propiamente no tienen actuación propia, sino a través
de sus órganos, se agrega el poder de soberanía de que goza el Estado y que le permite
imponerse a los particulares. De allí que primeramente se haya negado toda posibilidad de
que el Estado fuere responsable por los actos ilícitos de los funcionarios, perteneciendo
exclusivamente a éstos la obligación de indemnizarlos.
Posteriormente, se fundó la responsabilidad del Estado en la doctrina que distingue
entre los actos de autoridad y de gestión (N.° 53), aceptándose en éstos pero no en los
primeros, porque es en ellos que el Estado actúa como poder. En esta noción se ha
mantenido hasta ahora entre nosotros el problema en la doctrina y jurisprudencia, aunque
los modernos estudios de Derecho Público que rechazan semejante distinción por arbitraria,
cuán permitiendo una evolución que funde la responsabilidad del Estado en principios más
sólidos.
A fin de despejar el problema conviene dejar a un lado a las empresas del Estado,
porque en ellas la solución no difiere en absoluto de lo que dijimos anteriormente en cuanto
a las personas jurídicas en general. Es el caso de los Ferrocarriles del Estado, y antes de
Línea Aérea Nacional, Empresa de Transportes Colectivos del Estado, etc. Por considerarse
actos de gestión siempre se ha aceptado su responsabilidad indirecta por los hechos de su
personal de acuerdo al Art. 2.320.253 Hoy la mayor parte de las empresas del Estado son
sociedades anónimas, sujetas, por ende, a la misma legislación de todas ellas.
Luego, es preciso dejar al margen de la responsabilidad del Estado todo daño derivado
de la dictación de una ley o una sentencia judicial, porque se trata de actos legítimos, y si ha
habido ilicitud (como es el caso de prevaricación) responde el funcionario. Sin embargo, se
acepta la responsabilidad del Estado por los actos judiciales de persecución penal injusta.
(N.° 223).254
Según decíamos al comienzo, respecto de los demás actos del Estado, hasta aquí
siempre entre nosotros, la responsabilidad que a éste puede caberle, se ha fundado en la
distinción entre los actos de autoridad y de gestión.
Tanto es al que una sentencia reciente, basándose en ella, definía los actos de autoridad
como aquellos que directamente emanan de una ley o reglamento, y siempre que el
funcionario actúe de acuerdo a ellos,255 y la jurisprudencia ha sido constante para rechazar
respecto de estos actos la responsabilidad del Estado, como por ejemplo en cuanto a los
actos de policía legítimos, o sea, en que ésta actúa conforme a las leyes y reglamentos. Y
así, se ha resuelto que el Estado no responde de los daños ocasionados durante la represión
de una turba.256
En cambio, se acepta la responsabilidad del Estado en los actos de gestión, y por ello se
ha resuelto que si un radiopatrullas infringe el Reglamento del Tránsito y comete un hecho
ilícito no hay acto de autoridad, sino de gestión y responde el Estado.257
253
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 39, sec. la., pág. 343, respecto de la Empresa de Agua Potable. Véansé
otros fallos en Alessandri, ob. cit., N- 217 bis, pág. 314.
254
Véanse RDJ, T. 62, sec. la., pág`93, y Luis Cousiño Mac-Iver. Derecho de las personas detenidas,
procesadas e) condenadas injustamente a ser indemnizadas de todos los daños ocasionados, RDJ 755, Parte
la, pág. 43.
255
RDJ, T. 62, sec. la., pág. 6, con un interesante voto disidente del Ministro Integrante don Luis Cousiño
Mac-Iver en que señala algunas de las modernas tendencias de Derecho Público al respecto.
256
por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 36, sec. la., pág. 278; 42, sec. la., pág. 392; 62, sec. la., pág. 93.
257
Sentencia citada en la nota 116.

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Ahora bien, respecto de los actos de gestión de los funcionarios se aplica el mismo
criterio que para las personas jurídicas de derecho privado: si el funcionario representa al
Estado, responde éste directa mente, y en caso contrario, la responsabilidad es indirecta, de
acuerdo al Art. 2.320. O sea, el problema es resuelto con un criterio estricta mente de
Derecho Privado.
Ello ha permitido que se dirijan fundadas criticas a esta distinción entre actos de
autoridad y gestión. En primer lugar, porque la relación entre el Estado y sus funcionarios
no es de Derecho Privado, sino de Derecho Público; no se trata de un contrato de trabajo,
sino que sujeto a una regulación legal, como es el Estatuto Administrativo que el Estado
impone unilateralmente. Se agrega que el funcionario no se encuentra al cuidado del
Estado, ni tampoco puede aplicarse e fundamento de la responsabilidad por el hecho de los
dependientes que según sabemos es la culpa in eligendo o in vigilando.258 Finalmente, no
hay justicia alguna en dejar al margen de la responsabilidad de Estado todos los actos de
autoridad.
No podemos detenernos en las doctrinas modernas que buscan fundar la
responsabilidad del Estado en principios propios del Derecho Público. Nos limitaremos a
señalar sus lineamientos más generales. Para algunos el Estado es responsable cuando hay
una falta en el servicio público, o sea, una deficiencia o mal funcionamiento de éste que
causa daño. Para otros -y es la doctrina que más adecuada nos parece- se distingue entre la
actividad reglada y discrecional de los funcionarios. En la primera sólo puede existir
responsabilidad si el funcionario excede sus atribuciones, que están claramente deslindadas
y señaladas en la ley, reglamento, decreto u otra resolución, y en tal caso la responsabilidad
es en principio del funcionario.259
Distinta es la situación en los actos discrecionales del servicio público, en que si se
causa un daño a terceros, el Estado debe responder objetivamente -porque en el fondo toda
responsabilidad de persona jurídica lo es-, pero siempre naturalmente que se trate de un
hecho ilícito cometido por el funcionario. El Estado con su actividad administrativa crea un
riesgo de daños ilegítimos a los particulares, y debe indemnizarlos en virtud del principio
de la igual repartición de las cargas públicas.260
291. IV. Accidentes del tránsito.
Hemos señalado en numerosas oportunidades la importancia creciente que ellos van
adquiriendo, para lo cual no es necesario recurrir a estadísticas; basta con abrir todas las
mañanas el periódico.

258
Véanse notas 94 y 95. Un fallo publicado en la RDJ T. 71, sec. 4°, pág. 227 determinó que la
Municipalidad responde del daño causado con dolo o culpa por las personas que actúan a su nombre.
259
De exceso de atribuciones del funcionario responde siempre éste, como igualmente de los actos
personalísimos, o sea, efectuados fuera del servicio. En la Revista Fallos del Mes, Año X, N.° 118, se publica
una sentencia de la Excma. Corte Suprema de 3 de septiembre de 1968 que declara procedente una
demanda de indemnización de perjuicios contra un Intendente que negó la fuerza pública para un
lanzamiento. No hay responsabilidad del Estado, sino personal del funcionario, pero cabe preguntarse ¿quién
no sabe que ésta es una política amparada y protegida por el Gobierno y el Parlamento en muchas
ocasiones? Se ve cuán relativas son estas doctrinas, pues se mezclan en ellas elementos de política que más
bien inclinan a establecer objetivamente la responsabilidad del Estado.
260
Verdaderamente, trátese de la responsabilidad de las empresas, personas jurídicas, ya sean de
Derecho Privado o Público, su propia responsabilidad directa o indirecta es siempre objetiva; el dolo y la
culpa es requisito de la actuación del agente que obra por ellas y en ciertos casos ni siquiera debe exigírsele.
Y así, cuando la autoridad actúa en la represión de un delito y causa daño a terceros ajenos al hecho, debería
siempre indemnizarlos.

178
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Esto ha movido a todas las legislaciones a la dictación de normas especiales para ellos,
destinadas a prevenirlos y asegurar el pago de la indemnización a la víctima una vez
ocurridos; hay algunas en que se establece una presunción de responsabilidad para el
conductor de un vehículo por los accidentes de transeúntes o daños a objetos en la vía
pública, ya sea por la vía pública, ya sea por la vía de presunción de responsabilidad por el
hecho de las cosas, como en Francia (N.° 280), o por disposición expresa, como en el Art.
2.054 del Código italiano.261
En nuestra legislación también se ha dejado sentir esta necesidad, la cual trató de llenar
la Ley N.° 15.123, de 17 de enero de 1963, que revisó las diferentes disposiciones en la
materia: en su virtud se modernizó la Ley de juzgados de Policía Local, N.° 15.231, de 8 y
30 de agosto de 1963, dando, en general, y salvo que se trate de un cuasidelito penal,
competencia a dichos juzgados para resolver lo relacionado con la indemnización por
choques o accidentes (N.° 279); como hemos dicho esta materia está contemplada también
en la Ley del Tránsito (N.° 18.290) y en la Ley N.° 18.287 sobre Procedimientos ante los
juzgados de Policía Local. La verdad es que en todo caso falta darle un contenido orgánico
a esta legislación y sentar sus principios fundamentales en el propio Código Civil.
La principal dificultad de los accidentes del tránsito es el establecimiento de la
culpabilidad de las partes que intervienen. Por ello la ley ha establecido numerosas
presunciones de responsabilidad que atenúan el inconveniente, pues, acreditadas las
circunstancias señaladas en ellas, corresponderá al imputado probar su falta de culpa.
Para el caso de atropellamiento de peatones, la más general, si el hecho constituye
cuasidelito penal, es la establecida en el Art. 492 del Código Penal que presume la
responsabilidad en los accidentes ocasionados por vehículos de tracción mecánica o animal,
del conductor de éstos si ocurren en el radio urbano de una ciudad en el cruce de las
calzadas (que es el área comprendida por la intersección de dos calzadas) o en la extensión
de 10 metros anteriores a cada esquina, y la del peatón, si el accidente se produce en otro
sitio de las calzadas.
El Art. 67 de la Ley 15.231 sobre juzgados de Policía Local estableció varias
presunciones de responsabilidad para el conductor, y lo mismo hacía la Ordenanza General
del Tránsito en su Art. 236.
Hoy estas presunciones las contempla el Art. 172 de la Ley del Tránsito, cuyo
encabezamiento dice: “en los accidentes del tránsito, constituyen presunción de
responsabilidad del conductor, los siguientes casos:”, enumerando 20 situaciones, como ser
conducir sin licencia, no estar atento a las condiciones del tránsito, conducir bajo los
efectos del alcohol, drogas, etc. Por su parte, el inc. 2.° del Art. 173 presume la
responsabilidad de quienes huyan del lugar del accidente sin dar cuenta a la autoridad.
Existe un organismo del Cuerpo de Carabineros especializado en accidentes del
tránsito, la Sección Técnica de Accidentes del Tránsito (S.I.A.T.), que informa a los
tribunales al respecto (Art. 186 de la Ley del Tránsito, antes Art. 75 de la Ley 15.231), y
cuyo informe puede llegar a constituir plena prueba (Art. 188 de la Ley del Tránsito, antes

261
En el Código italiano siempre el daño a las personas y cosas se presume imputable al vehículo, salvo
los que tienen vía propia de circulación (trenes, tranvías), y los daños a los vehículos en choques en que se
presume la culpa recíproca. Es dudoso entre nosotros establecer semejante presunción sin una previa
educación del peatón, que resulta ser tan o más irresponsable que los propios conductores.

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Art. 76 de la Ley 15.231); se presume, además, la culpabilidad de quien se niegue a prestar


facilidades al examen de alcoholemia (Art. 172 N.° 20 de la Ley del Tránsito).262
Todas las presunciones señaladas son meramente legales, y admiten la prueba en
contrario del imputado.
Ya hemos visto, además, las responsabilidades que la ley establece para el propietario
que ha facilitado a un tercero la conducción del vehículo o lo mantiene en malas
condiciones (N.° 253).
Finalmente, algunas legislaciones con el objeto de facilitar a la víctima el cobro de la
indemnización establecen la obligatoriedad de los seguros por daños a terceros de los
dueños de vehículos.
También en Chile este sistema se ha implantado, comenzando en el año 1966 con la
dictación del Art. 19 de la Ley N.° 16.426 de 4 de febrero de ese año que facultó al
Presidente de República para dictar un Reglamento, estableciendo un sistema de seguros de
vida y accidentes personales de los pasajeros de la locomoción colectiva. A continuación, la
Ley N.° 17.308 de 12 de julio de 1970, modificatoria de la legislación sobre seguros y
sociedades anónimas, en su artículo 13 estableció obligatoriamente un seguro para cubrir la
responsabilidad civil por accidentes personales de todo vehículo motorizado.
Actualmente, estos seguros los contempla la Ley N.° 18.490 de 4 de enero de 1986,
pero hasta la fecha está suspendida su aplicación a los daños materiales ocasionados por
accidentes del tránsito.
292. V. Incendios.
El incendio es otro hecho ilícito de relativa frecuencia. No constituye ruina de un
edificio, por lo cual no se aplica lo dispuesto en los Arts. 2.323 y 2.324,263 y pueden dar
origen a una responsabilidad contractual o extracontractual, y así por ejemplo, el daño que
un incendio debido a negligencia del arrendatario provoca en las propiedades vecinas. En
consecuencia, si el hechor tiene la cosa por cualquier título que le obligue a su custodia, su
responsabilidad es contractual con la persona a quien está obligado, y extracontractual
respecto a los demás.
Es desgraciadamente frecuente el caso de los incendios intencionales de comerciantes
con el objeto de cobrar el seguro; el Código Penal, para reprimir esta situación, en su Art.
483 contempla algunas presunciones de responsabilidad para el comerciante si no justifica
que no reporta provecho del siniestro, o cuyo seguro es exageradamente superior al valor
del objeto asegurado, las cuales, en cuanto el incendio constituya también delito civil por
daños ocasionados a terceros, se aplican igualmente en materia de responsabilidad
extracontractual.
293. VI. Responsabilidad en eventos deportivos.
La responsabilidad que puede derivarse de los deportes para los participantes y
espectadores es extracontractual. No puede suponerse en ellos la existencia de una
obligación de seguridad, como en algunos contratos (N.° 933), aunque para los deportistas
profesionales es posible considerarlo como un accidente del trabajo o análogo a éste.
262
Sobre la materia y el procedimiento y competencia ante los juzgados de Policía Local véase Derecho
Procesal Chileno, por Osvaldo López L., Ediciones Encina Ltda., Santiago, 1969, Tomo 11, págs. 242 y
siguientes. Respecto a la SIAT, véase RDJ, T. 65, sec. 4°, pág. 235, y F.M. N.° 230, pág. 428, y N.° 234, pág.
91.
263
Alessandri, ob. cit., N.° 348, pág. 424.

180
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Respecto de los participantes, habrá culpa de acuerdo a las reglas generales si no se


respeta la reglamentación propia del deporte y las órdenes de las autoridades privadas que
lo dirigen, como es el árbitro; pero aun cuando se hayan cumplido, puede existir
responsabilidad si no se han adoptado las precauciones mínimas, como si el boxeador
siguió golpeando al adversario no obstante advertir sus malas condiciones.
En cuanto a los espectadores, la responsabilidad, en general, corresponderá a los
organizadores del evento que no han adoptado las precauciones necesarias a fin de evitarles
accidentes.
294. VII. Injurias y calumnias.
El Código Penal distingue entre la calumnia -imputación de un delito determinado,
pero falso y que pueda actualmente perseguirse de oficio (Art. 412)- y la injuria, que define
como toda expresión proferida o acción ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio
de otra persona (Art. 416).
El Código Civil no hace distinción alguna en la única disposición que a ellas se refiere
y las engloba en la expresión “imputaciones injuriosas contra el honor o el crédito de una
persona” (Art. 2.331). Según este precepto, ellas “no dan derecho para demandar una
indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño emergente o lucro cesante, que pueda
apreciarse en dinero; pero ni aún entonces tendrá lugar la indemnización pecuniaria, si se
probare la verdad de la imputación”. Este precepto lo hemos citado anteriormente, porque,
primero, es el único que se refiere en el título 35 al daño emergente y lucro cesante (N.°
251 N.° 1), y además excluye la indemnización pecuniaria del daño moral (N.° 253).
Ello es sin perjuicio de otro tipo de reparaciones no pecuniarias del mismo, como ser,
publicación de la sentencia, etc., y de la plena procedencia de la indemnización del daño
moral en los delitos de injuria y calumnias, sancionados en la Ley N.° 16.643, de 4 de
septiembre de 1967, sobre Abusos de Publicidad (N.° 253).
De acuerdo al Art. 2.331, antes transcrito, no hay indemnización alguna si el hechor
prueba sus imputaciones como verdaderas.
Finalmente, quedan sujetas a normas especiales las acusaciones o denuncias
calumniosas ante los tribunales; es requisito indispensable para que la querella o denuncia
den lugar a responsabilidad penal y civil que sean declaradas calumniosas por sentencia
ejecutoriada (Art. 211 del C.P., Arts. 87, 96, 97, 98, 99, 100, 101 y 576 del C.P.P.).

Sección sexta
JUICIO INDEMNIZATORIO Y REPARACION DEL DAÑO
295. Enunciación.
Concurriendo los requisitos antes señalados, nace para el autor de un hecho ilícito la
obligación de indemnizar el daño ocasionado. Aunque el punto se ha discutido en la
jurisprudencia francesa, nos parece evidente que la obligación nace coetáneamente con la
ejecución del hecho ilícito dañoso; la sentencia que regule la indemnización es meramente
declarativa en cuanto a la existencia de la obligación.
No será lo frecuente, pero no hay discusión posible que la víctima y el hechor pueden
componer voluntariamente la indemnización, fijarla de común acuerdo.

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Pero si él no se produce, la víctima, si desea cobrar la indemnización, deberá recurrir a


los tribunales; no podría pretender la reparación por sí misma, pues nadie está facultado
para hacerse justicia por sí mismo salvo casos de excepción, como ocurre en el Art. 942,
que faculta al dueño de un predio para cortar las raíces de los árboles que penetran en él.
Y la víctima recurrirá a los tribunales para obtener la indemnización, ejercitando la
acción de indemnización, que es la que nace de los hechos ilícitos, a fin de que se condene
a su autor a la reparación del daño ocasionado.
296. Características de la acción indemnizatoria. Su prescripción.
Los caracteres más importantes que presenta la acción de indemnización son los
siguientes:
1.° Es una acción personal, pues corresponde ejercerla contra el responsable del daño;
2.° Es siempre mueble, pues normalmente persigue el pago de una suma de dinero, y
en ciertos casos la ejecución de un hecho. De acuerdo al Art. 581 los hechos que se deben
se reputan muebles.
3.° Es una acción netamente patrimonial, y como consecuencia de esto:
A. Es renunciable.
De acuerdo a la regla general del Art. 12 no hay duda de que puede renunciarse a la
reparación del daño, una vez producido.264 Hemos visto que existen serias limitaciones para
la condonación anticipada de la indemnización (N.° 241), pero ninguna para su remisión
una vez nacida la obligación;
B. Es transigible.265
Así lo señala el Art. 2.449: “La transacción puede recaer sobre la acción civil que nace
de un delito; pero sin perjuicio de la acción criminal”. Es lo que decíamos anteriormente:
las partes pueden componer libremente la indemnización ya devengada. Es obvio que no
puede transarse la acción penal pública;
C. Es cedible.
Tampoco hay inconveniente alguno para que la víctima ceda la acción indemnizatoria,
como cualquier otro crédito (N.° 1.047), pero no se acepta por algunos autores en cuanto a
la reparación del daño moral, que se considera personalísimo;
D. Es prescriptible.
Nuestro Código, a diferencia del francés, que nada dijo, por lo cual se han originado
discusiones en la doctrina y jurisprudencia, señaló un plazo especial de prescripción para la
acción de indemnización.
Dice el Art. 2.332: “Las acciones que concede este título por daño o dolo, prescriben
en cuatro años contados desde la perpetración de acto”.
Este plazo de prescripción sólo se refiere a la acción de indemnización que nace del
delito o cuasidelito civil, y no a otras accione que pueden corresponder a la víctima, como
la reivindicatoria si ha sido objeto de robo, hurto, usurpación, etc., que se rige por su propio
término de prescripción. Y es sin perjuicio de los plazos señalados en leyes especiales, y en
el propio Código en caso de ruina de un edificio, en que el plazo es de 5 años en cuanto a la
responsabilidad del empresario (N.° 285); y de un año por los daños a los vecinos (Art. 950,
inc. 1.°).

264
RDJ, T. 62, sec. 4a, pág. 213.
265
Mismo fallo de la nota anterior.

182
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Como el precepto habló de la “perpetración del acto” como momento inicial del
transcurso de la prescripción, la jurisprudencia y la doctrina entendían habitualmente que
ella comenzaba a corre desde el instante de la acción u omisión imputable del hechor,
aunque el daño se ocasionara posteriormente. De ordinario ambos momentos van a
coincidir, pero no ocurre siempre en esta forma.
Así se había fallado habitualmente con relación a la responsabilidad extracontractual
de los conservadores de bienes raíces (N.° 934), por el otorgamiento de certificados de
gravámenes y prohibiciones con omisión de una hipoteca debidamente inscrita; con el
mérito de ellos los acreedores habían facilitado dineros al deudor, y al tiempo de rematar la
propiedad no alcanzaron a pagarse por haberse hecho presente el acreedor de la hipoteca
omitida en el certificado. No se negaba la responsabilidad del Conservador por este daño,
pero de acuerdo a la distinción antes mencionada, se contaba el plazo de la prescripción de
otorgamiento del certificado erróneo, y no desde la fecha del daño, que ocurre cuando la
segunda hipoteca no puede cancelarse.266
Esta interpretación nos parece inaceptable, pues conduce al absurdo de que la acción
resulte prescrita antes de nacer, porque hemos señalado que es requisito de la
indemnización la existencia del daño. Antes de que éste se produzca, la víctima nada puede
demandar, pues no ha sufrido perjuicio. Los hechos iícitos se definen precisamente como
las acciones u omisiones culpables o dolosas que causan daño; al hablar de perpetración del
acto, el Código se está refiriendo a este concepto que incluye el daño. Evidentemente, la
víctima no podría cobrar pasado el cuadrienio otros perjuicios sobrevenidos posteriormente
(N.° 302, 42), porque desde el momento que hubo daño se completó el hecho ilícito y
comenzó a correr la prescripción.
Es por estas razones que en un fallo reciente la Corte Suprema cambió de opinión y
contó el plazo de prescripción desde el momento en que se produjo el daño.267
Esta prescripción es de corto tiempo, por lo cual no se suspende, y se interrumpe
naturalmente por reconocer el deudor expresa o tácitamente su obligación, y civilmente, por
la demanda judicial (N.° 1.264). Veremos en seguida que si el hecho es ilícito civil y penal,
la víctima tiene una opción para su acción de indemnización: deducirla ante el mismo
juzgado que conoce del proceso criminal, o ante el que es competente en lo civil; en este
último caso el juicio civil puede quedar en suspenso hasta la terminación del proceso
criminal (Art. 167 del C.P.C.); naturalmente que mientras dure la suspensión, la
prescripción no corre.
Sin embargo, la Corte Suprema ha sido muy vacilante para determinar en el caso de
que no se deduzca la acción civil, si el plazo de prescripción corre mientras se sustancia el
proceso criminal o queda interrumpido. En algunos casos ha declarado que la prescripción
comienza a correr desde la dictación de la sentencia criminal, 268 y en otros ha dicho que aun
en este caso el plazo se cuenta desde la perpetración del hecho ilícito.269 Nos parece esta

266
RDJ, Ts. 25, sec. 1°, pág. 501; 32, sec. la., pág. 538.
267
RDJ, T. 64, sec. 1° pág. 265; se trataba de un problema de sociedad conyugal, en que el daño a la
mujer sólo puede determinarse al tiempo de su disolución y liquidación. Pues bien, ella había pedido la
separación de bienes por actos de fraude del marido, y mientras se tramitaba el juicio transcurrió el
cuadrienio de la prescripción. De aplicarse 1 criterio anterior de la Corte, a la mujer le era imposible cobrar
sus perjuicios: antes de la separación de bienes, no existían, estaban por determinarse. Al liquidar la
sociedad conyugal, estarían ya prescritos.
268
RDJ, Ts. 32, sec. 1° Pág. 347; 50, sec. la, pág. 320 (la querella criminal interrumpe la prescripción), y
62, sec. 4a., pág. 167.
269
RDJ, T. 45, sec. 1° pág. 581.

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última la buena doctrina, porque el Art. 41 del C.P.P. declara que la prescripción de la
acción civil se rige por el Art. 2.332 y las de la pena y acción penal por el Código Penal.270
297. El juicio Indemnizatorio. Aspectos relevantes.
No, nos corresponde, como es natural, analizar en detalle las normas procesales que
gobiernan esta clase de juicios, sino únicamente destacar 4 aspectos fundamentales:
1.° La legitimación para demandar;
2.° La legitimación pasiva;
3.° La competencia y procedimiento, en nociones generales, y
4.° La Influencia de la sentencia criminal en lo civil.
298. I. Legitimación activa en el juicio indemnizatorio.
En términos generales podemos decir que la acción de indemnización corresponde a la
víctima, sus herederos o cesionarios. Nada de extraño tiene esto último, porque hemos
señalado justamente el carácter plenamente transmisible y cedible de la acción
indemnizatoria.
Para precisar un poco más, es necesario distinguir el daño en las personas, en las cosas
y los casos de acción popular.
1.° Daño en las personas.
Normalmente, la acción corresponderá al sujeto pasivo mismo del hecho ilícito, aquel
que sufre el daño en su persona.
Pero según vimos en el N.° 251, el daño en la persona de la víctima misma puede
repercutir en otras personas, quienes también pueden demandar los daños. Esas personas
pueden ser, a su vez, herederos de la víctima, pero aun cuando ésta fallezca no cobran sus
perjuicios personales como tales, sino a título propio. Recordemos también que si la
víctima fallece instantáneamente a consecuencia del hecho ilícito, nada transmite, y en
consecuencia sólo están legitimados para demandar perjuicios quienes los sufran
personalmente.
2.° Daño en las cosas.
De acuerdo al Art. 2.315, puede pedir la indemnización “no sólo el que es dueño o
poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el
habitador, el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de habitación o
uso. Puede también pedirla en otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder
de ella; pero sólo en ausencia del dueño”.
O sea, la acción pertenece al dueño, al poseedor e incluso al mero tenedor, pero este
último sólo en ausencia del dueño. Este requisito debe entenderse en cuanto el mero
tenedor pretenda cobrar los perjuicios del dueño, pero no si el arrendatario, por ejemplo,
cobra los que a él le acarrea la destrucción de la cosa arrendada. Respecto de ellos, a él
corresponde la acción. Pertenece igualmente a todo el que tiene un derecho real sobre la
cosa de que se ve menoscabado o extinguido. Y finalmente a los herederos de todas estas
personas.
3.° Acción popular.
La Ley en general otorga acción popular para la prevención del daño contingente (N.°
252, 4.°), pero si él amenaza solamente a personas determinadas, a ellas pertenecerá la
acción. Así lo señala el Art. 2.333: “Por regla general, se concede acción popular en todos
270
IDEM

184
LAS OBLIGACIONES TOMO I

los casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia de alguien amenace a
personas indeterminadas; pero si el daño amenazare a personas determinadas sólo alguna de
éstas podrá intentar la acción”.
La ley señal, además, reglas particulares para ciertos casos, como ocurre con la
denuncia de obra ruinosa, de que tratan los Arts. 932 y siguientes del Código, y el inc. 2.°
del Art. 2.328.
Dispone este precepto: “si hubiere alguna cosa que, de la parte superior de un edificio o
de otro paraje elevado, amenace caída y daño, podrá ser obligado a removerla el dueño del
edificio o del sitio, o su inquilino, o la persona a quien perteneciere la cosa o que se sirviere
de ella; y cualquiera del pueblo tendrá derecho para pedir la remoción”.
Finalmente, el Art. 2334 y final del título 35, señala el efecto de estas acciones
populares: si ellas “parecieren fundadas, será el actor indemnizado de todas las costas de su
acción, y se le pagará lo que valgan el tiempo y diligencia empleados en ella, sin perjuicio
de la remuneración específica que conceda la ley en casos determinados.271
299. II. Legitimación pasiva en el juicio indemnizatorio.
En términos generales podemos decir que la acción de indemnización de perjuicios se
dirigirá contra todo aquel que responde del daño. En consecuencia:
1.° Antes que todo, en contra del autor del mismo (Art. 2.316, inc. 1.°).
En el autor del daño se comprende al cómplice,272 pero no al en cubridor, como luego
lo veremos.
Es posible que los autores sean varios, y en tal caso nuestro Código, reparando la
omisión del Código francés (N.° 405), estableció entre todos ellos la responsabilidad
solidaria.
Dice el Art. 2.317: “si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más personas,
cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo
delito o cuasidelito, salvas las excepciones de los artículos 2.323 y 2.328”.
Esas excepciones son las ya vistas: del edificio cuya ruina causa daños y pertenece a
una comunidad, en que la indemnización se divide entre los copropietarios a prorrata de sus
cuotas (N.° 284), y de las cosas que se arrojan o caen de la parte superior de un edificio, en
que la indemnización, si no puede imputarse dolo o culpa a persona determinada, se divide
por partes iguales entre todos quienes habitan dicha parte del edificio (N.° 286).
Para que proceda la solidaridad es necesario que dos o más personas hayan participado
como autores o cómplices en la comisión de un mismo delito o cuasidelito. Si se han
cometido distintos delitos o cuasidelitos respecto de la misma víctima, como si, por
ejemplo, una persona es atropellada primero por un vehículo, y vuelve a ser atropellada por
otro por haber quedado botada en el camino, no hay solidaridad.273
Otro caso de solidaridad previsto por la ley es el de la responsabilidad del propietario
de un vehículo que lo ha dado o prestado a otra persona para su conducción (N.° 274).
Los efectos de la solidaridad, la manera de demandar, etc., los veremos al tratar de las
obligaciones solidarias (N.° 402 y siguientes);
271
Alessandri, ob. cit., N.° 391 pág. 471 se refiere al daño llamado colectivo porque afecta a un conjunto
de personas, pero no particularmente a ninguna de ellas, como el descrédito a una profesión. Por regla
general los organismos que agrupan a dichas personas no tienen facultad para demandar los daños, salvo
que la ley expresamente se las otorgue, como ocurre en ciertos aspectos con los sindicatos, Colegio de
Abogados, etc.
272
Por via de ejemplo, RDJ, T. 58, sec. 4° pág. 58.
273
La disposición supone pluralidad de sujetos y unidad en el hecho: RDJ, T. 68, sec. 4a., pág. 22.

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2.° Responsable del hecho ajeno.


La acción podrá intentarse contra la persona que responde del hecho ajeno, como por
ejemplo, contra el padre por los hechos ilícitos del hijo menor que vive con él; que figurará
en el proceso criminal si el juez en lo penal conoce de la demanda civil, como tercero
civilmente responsable, pero sin que lo afecte naturalmente responsabilidad penal;
3.° El que recibe provecho del dolo ajeno.
De acuerdo al inc. 2.° del Art. 2.316: “el que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser
cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho”.
El hecho de que el precepto excluya al cómplice es el argumento para decidir que su
responsabilidad es la misma del autor, como decíamos recién. En cambio, el encubridor del
delito queda afecto a esta obligación de indemnizar hasta el monto del provecho recibido.274
La responsabilidad se limita al caso de dolo, pero no de culpa, o sea, tiene lugar
únicamente en los delitos, pero no en los cuasidelitos, y es la misma solución que da el Art.
1.458, inc. 22, respecto del dolo en la formación del consentimiento: si es incidental no
vicia éste, pero da acción contra los que lo han fraguado o aprovechado de él, respecto de
estos últimos hasta concurrencia del provecho que han reportado del dolo (N.° 826);
4.° Los herederos.
Finalmente, la obligación de indemnizar es transmisible conforme a las reglas
generales.
300. III. Nociones generales sobre competencia y procedimiento.
Como ya lo hemos dejado señalado, la regla general es que si el hecho ilícito lo es a la
vez civil y penalmente, la competencia pertenece indistintamente al juzgado civil o penal, a
elección de la víctima. A normas especiales queda sujeta la indemnización por accidentes
del tránsito.
Si el hecho es ilícito penalmente, corresponderá conocer de la indemnización al mismo
tribunal que juzga el delito o cuasidelito, o al juez civil que sea competente de acuerdo a las
reglas generales; si el hecho ilícito no tiene sanción criminal es únicamente competente el
juez civil, como por ejemplo si se trata de un cuasidelito de daños.275 Pero si la acción civil
tiene por objeto la mera restitución de una cosa (por ejemplo, si ella ha sido hurtada,
estafada, robada, etc.), forzosamente debe deducirse ante el juez que conoce del proceso
penal (Art. 59 del C.P.P.).
Si tratándose de un delito de acción privada se ejerce solamente la acción civil, se
entiende por ello renunciada la penal (Art. 12 del C.P.P.).
El juicio indemnizatorio ante los juzgados del Crimen se sujeta en cuanto a su
procedimiento a las reglas que señala al efecto el C.P.P., pero no por ello deja de ser
Civil;276 ante los juzgados civiles, sigue las reglas del juicio ordinario sin variantes
especiales.277 Cabe tener presente únicamente que el juicio civil puede quedar en suspenso,
según lo dispuesto por los Arts. 167 del C.P.C. y 59, inc. 2.° del C.P.P., hasta la
terminación del juicio criminal, y siempre que en éste se haya dado lugar al plenario.

274
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 58, sec. 4°, Pág. 58; T. 64, sec. 421, pág. 175. El primero de estos fallos
agregó que el encubridor no responde del lucro cesante, que no puede beneficiarlo.
275
RDJ, T. 62, sec. 4a., pág. 205.
276
RDJ, T. 64, sec. 4°, pág. 245
277
Para el procedimiento en lo criminal véase Osvaldo López López, ob. cit., y para las particularidades
del civil indemnizatorio, Alessandri, ob. cit., págs. 494 y siguientes.
274

186
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Conviene eso sí tener presente que según jurisprudencia reiteradísima. uniforme y


compartida por la doctrina (Ver N.° 886), en materia extracontractual no se aplica el Art.
173 del C.P.C., que permite reservar para la ejecución del fallo o en juicio diverso lo
relacionado con la especie y, monto de los perjuicios, siempre que estén establecidas las
bases para su liquidación. En los delitos y cuasidelitos, en un solo juicio deben establecerse
todos estos factores
Por regla general, según lo hemos visto para cada uno de los elementos cuya presencia
conjunta determina la existencia de un hecho ¡lícito, la prueba corresponderá a la víctima,
sin limitaciones de ninguna especie, puesto que se trata de acreditar un hecho: puede
valerse de todos los medios de prueba que la ley franquea.278
Tratándose de accidentes del tránsito, es necesario distinguir: si e hecho constituye
cuasidelito penal, su conocimiento corresponderá a los juzgados del crimen o civiles, según
lo antes expresado. En caso contado, puede ser competente o el juez civil que corresponda
o e de Policía Local en cuya comuna ha ocurrido el hecho.
Estos jueces conocen, siempre que sean abogados, de la regulación de los daños y
perjuicios provenientes del hecho denunciado en única instancia hasta cierta suma que varía
periódicamente y en 1.° instancia, por encima de esta suma, y “de la regulación de daños y
perjuicios”279 (Art 14 de la Ley 15231). El procedimiento está actualmente regulado, como
hemos dicho, por la Ley 18.287 de 7 de febrero de 1984, que establece procedimientos ante
los juzgados de Policía Local. El Art. 92 otorga competencia al juez para conocer de la
demanda civil en accidentes del tránsito siempre que ella se notifique con 3 días de
anticipación al comparendo de contestación y prueba que se celebre. Si no se ha notificado,
el juez de oficio o a petición de parte puede fijar nuevo ella y hora para el comparendo. El
inc. final del precepto dispone que “si no se hubiere deducido demanda civil o ésta fuere
extemporánea o si habiéndose presentado no hubiere sido notificada dentro de plazo, podrá
interponerse ante el juez ordinario que corresponda, después que se encuentre ejecutoriada
la sentencia que condena al infractor”. En el intertanto se suspende la prescripción, y ante la
justicia ordinaria el procedimiento es el sumario.280
Lo que debe destacarse aquí es lo dispuesto en el Art. 14, que da al juez de Policía
Local facultad para apreciar la prueba de acuerdo a las reglas de la sana critica, 281 poderosa
arma si es bien empleada, para evitar que estos juicios queden enteramente entregados al
arbitrio de la prueba testimonial. El mismo precepto da otra regla a fin de evitar
malentendidos: el mero hecho de comprobarse una contravención o infracción no determina
por sí sola la responsabilidad civil del infractor, si no concurren los demás requisitos del
cuasidelito civil, de los cuales el precepto destaca el vinculo de causalidad entre la
contravención o infracción y el daño producido por el accidente. Y así, si uno de los
vehículos lleva una luz mala, ha cometido infracción, pero si el otro pasó contra la

278
por Vía de ejemplo, RDJ, T. 27, sec. la., pág. 557.
279
Si el Alcalde ejerce las funciones de juez de Policía Local sólo tiene competencia para la regulación del
daño hasta cierta suma, y siempre que la comuna no sea asiento de un juzgado de Letras de Menor Cuantía.
280
El procedimiento que contemplaba la Ordenanza era muy semejante al de los juzgados de Policía Local
(Título 111 de la Ley N.° 15.231) y no se veía el objeto de esta repetición. Véase Osvaldo López, ob. cit., T.
11, págs. 242 y siguientes, con algunas salvedades de que da cuenta la nota 283.
Como queda dicho en el texto hoy se ha ordenado en algo la materia: La Ley del Tránsito contiene las
normas sustantivas. La Ley 15.231, establece los juzgados de Policía Local, y la N.° 18.287, el procedimiento.
281
La ley anterior (art. 21 de la Ley 15.231) permitía al juez apreciar la prueba en conciencia. Hoy se
atenúa la norma, aplicando el sistema de la sana critica.

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indicación del semáforo, la responsabilidad civil es de ese último, In perjuicio de la sanción


que corresponde al primero.
301. IV. Influencia de la sentencia criminal en materia civil.
Como, según hemos visto, es posible que de la acción civil conozca el juzgado civil
correspondiente, y de la penal el juzgado del Crimen, conviene tener presente la influencia
que una sentencia puede tener en la otra. Al respecto es forzoso efectuar un primer distingo
entre la sentencia civil y la criminal. Por regla general, la primera no tiene influencia en lo
penal (Art. 14 del C.P.P.).
En cambio, respecto de esta última es fuerza hacer un distingo nuevamente, según si
ella es condenatoria o absolutoria (que incluye el sobreseimiento definitivo).
La primera puede hacerse valer en juicio civil (Art. 178 del C.P.C.) no significará por
sí sola la acogida de la acción de indemnización porque deberá probarse el daño, pero
acredita la comisión del hecho y la culpa (Art. 13 del C.P.P.).
La segunda sólo tiene influencia en lo civil en los tres casos que señala el Art. 179 del
C.P.C.: si se funda en la no existencia del delito o cuasidelito, a menos que la absolución
provenga de una eximente de responsabilidad penal; en no existir relación alguna entre el
hecho que se persigue y la persona acusada, salvo los casos de responsabilidad por el hecho
ajeno o por daños que resulten de accidentes, y finalmente, en no haber en autos indicio
alguno contra el acusado, pero en tal caso la cosa juzgada afecta únicamente a las personas
que hayan intervenido en el juicio criminal como partes directas o coadyuvantes.
El inc. final del precepto señala que no producen nunca cosa juzgada en materia civil
las sentencias absolutorias respecto a las personas que hayan recibido valores u objetos
muebles por un título de que nazca obligación de devolverlos, como guardadores, albaceas,
etc.
Conforme al Art. 180 del mismo Código: “Siempre que la sentencia criminal produzca
cosa juzgada en juicio civil, no será lícito en éste tomar en consideración pruebas o
alegaciones incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o con los hechos que le sirvan
de necesario fundamento”.
302. Reparación del daño.282
Cuando la víctima obtiene en el juicio indemnizatorio, la sentencia ordenará reparar el
daño y la forma en que ello debe hacerse. En esta materia se reconoce al juez una mayor
libertad que en materia contractual.283
Si ello es posible, la reparación será en especie, como en el caso citado del vecino que
eleva el muro con el solo objeto de perjudicar al colindante, y que puede ser obligado a
demolerlo, pero más frecuentemente será por equivalencia, y normalmente una suma de
dinero; puede también condenarse al pago de una renta vitalicia, o por un período
determinado.284 La única limitación que tiene el juez es que no puede otorgar lo que no se le
haya pedido en la demanda, porque fallaría ultrapetita.
El principio general es que la indemnización debe calzar justamente con el perjuicio
sufrido; no serie ni superior ni inferior. No se atiende, en consecuencia, a la mayor o menor

282
Algunos autores distinguen indemnización y reparación, viendo en la primera un aspecto punitivo civil.
Nuestro Código utiliza indistintamente ambos preceptos, y el carácter de pena civil es muy discutible.
283
Por via de ejemplo, RDJ, T.60, sec. 4a., pág. 32. Véase N.° 886.
284
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 17, sec. la., pág. 375.

188
LAS OBLIGACIONES TOMO I

culpabilidad del autor (N.° 216),285 ni al beneficio que pueda éste obtener, aunque sea
mayor que el daño, salvo el caso del que recibe provecho del dolo ajeno, que limita su
responsabilidad a la utilidad conseguida, ni a la naturaleza de los perjuicios, porque en
materia extracontractual se indemnizan todos, salvo los inciertos o eventuales y los
indirectos. En cambio, deben restarse del perjuicio los beneficios que el hecho ilícito pueda
haber procurado a la victima, y la conculpa de ésta (N.° 239).
Hay algunos aspectos que han dado lugar a ciertas dudas:
1.° Situación social y económica de las partes.
Algunos Códigos la toman en cuenta, por ejemplo, en caso de que el guardián del
incapaz no sea responsable (N.° 242), no así en el nuestro, no obstante lo cual los tribunales
han solido considerarlo contra la opinión de la doctrina.286
2.° Desvalorización de la cosa.
Lo que la cosa valga menos después del accidente y no obstante su reparación, es un
elemento de la indemnización.287 Ello tiene actualmente gran importancia en choques de
vehículos, aunque se ha pretendido lo contrario.288
3.° Pago de intereses.
Se ha sostenido por algunas sentencias y autores,289 que el tribunal no podría ordenar
junto con la indemnización el pago de intereses, por aplicación de normas propias de la
responsabilidad contractual. En otros casos se ha declarado que puede hacerlo sólo desde la
dictación de la sentencia.290 Creemos con Alessandri291 y otras sentencias,292 que la única
manera de que la reparación sea cabal es que ella considere todas las variaciones ocurridas
durante el pleito, y si la manera de obtenerlo es el pago de intereses desde la demanda, e
juez está facultado, dentro de la relativa libertad que tiene en materia extracontractual, y
siempre que ello le haya sido pedido, para fijarlos.
Dice el señor Alessandri en apoyo de su opinión: “corno la víctima tiene derecho a ser
restituida al estado en que se hallaría antes del delito o cuasidelito, es justo darle lo que
necesite con este objeto; solamente así la reparación será completa”.293
4.° Variación del valor del daño.
Puede ocurrir que la cuantía del daño varíe en el tiempo, ya sea porque la víctima
mejore o se agrave, aparezcan nuevos daños no considerados, la moneda se desvalorice,
etc. Ello da lugar al problema de la revisión de la indemnización.
Al respecto, preciso es distinguir si las variaciones ocurren antes o después de la
sentencia; por las mismas razones señaladas en e caso de los intereses, la conclusión más
aceptable es que se toman en cuenta todos los factores modificatorios anteriores a la
285
A título de ejemplo, RDJ, Ts. 26, sec. la., pág. 141, y 31, sec. la., pág. 144.
286
RDJ, Ts. 12, sec. 1°., pág. 551; 32, sec. la., pág. 10, y 42, sec. la., pág, 392. En contra, Alessandri, ob.
Cit. N.° 474, pág. 565 y Ts autores que él cita , y RDJ. 69, sec. 4a, pág. 66.
287
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 40, sec. 2°, pág. 33.
288
Osvaldo López, ob. cit., T. 2° pág. 260, cree que es un daño indirecto, y que pese a ello se lo
indemniza. Nos parece un error; el daño es directo, y una consecuencia precisa y necesaria del accidente.
289
Carlos Ducci Claro, ob. cit., N.° 293, pág. 183. RDJ, Ts. 28, sec. la., págs. 164 y 747; 57, sec. 4a., pág.
149 y 60, sec. 4° pág. 563.
290
RDJ, T. 62, sec. 4a., pág. 345. G.T. 1920, 2° sem., N`- 86, pág. 432.
291
Ob. cit., N.° 469, pág. 558.
292
RDJ, Ts. 27, sec. 1°, pág. 721 43, sec. 1°, pág. 26; 50, sea 2°, pág. 11; 57, sec. 4a, pág. 229; 71, sec.
4a., págs. 266 y 278.
Otro fallo de la misma RDJ, T. 72, sec. 4a., pág. 157 dispuso que los intereses se deben desde la fecha del
delito y no de la demanda.
Finalmente, una sentencia publicada en F.M. N.° 244, pág. 33 dispuso que hay ultrapetita si se condena al
pago de intereses no demandados. si se condena al pago de intereses no demandados
293
ob. cit., N.° 477, pág. 569.

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sentencia incluso los que se deban a la desvalorización monetaria; 294 los jueces deben
considerar la reparación según el valor de los daños al momento de pagarse la
indemnización.
En cambio, la opinión general es contraria a una revisión posterior a la sentencia por
oponerse a ella la cosa juzgada,295 y aunque derive de la pérdida del poder adquisitivo de la
moneda. De ahí que en Francia en épocas agudas de inflación las indemnizaciones
consistentes en rentas periódicas se hayan fijado en forma reajustable, de acuerdo a un
índice.
No creemos que exista inconveniente alguno para adoptar igual procedimiento entre
nosotros, siempre con la limitación, naturalmente, que se haya así pedido en la demanda, y
evitar así la repetición en casos tan lamentables como aquel en que la Corte Suprema se vio
obligada a rechazar el reajuste de una renta vitalicia fijada en el año 1942 en 900 pesos,
suma que constituye una verdadera burla.296
Hoy en día la jurisprudencia y la doctrina se han uniformado en torno a este principio
de la reajustabilidad, por dos razones: por la regla general del Art. 2.329, de que todo daño
imputable debe indemnizarse, o sea la reparación debe ser integral y no lo sería si el
acreedor la recibiera desvalorizada, y porque sobre todo, a partir de la dictación del D.L.
455 (hoy reemplazado por la Ley N.° 18.010), la regla normal de la legislación chilena es la
reajustabilidad de las deudas de dinero, como lo veremos al tratar de éstas (N.° 356).297
En Francia también se suele aceptar la revisión cuando se discute un daño distinto a los
debatidos en el proceso, lo que si bien es justo, también parece muy discutible.
Finalmente, la autoridad de cosa juzgada no obsta en caso alguno para que otras
personas, distintas a las que figuraron en el proceso anterior, aleguen los daños personales
que la variación les ocasiona, como si por ejemplo, la víctima se agrava y fallece: aquellos
a quienes la muerte produce un perjuicio propio pueden, evidentemente, cobrar en un nuevo
juicio.

294
RDJ, T. 60, sec. 4°, pág. 47.
295
Alessandri, ob. cit., N.° 478, pág. 569.
296
RDJ, T. 60 sec. 1° pág. 407. Especialmente criticable parece la actitud de la empresa fiscal que negó el
reajuste, aprovechando la evidente falla de la ley.
297
Por vía ejemplar, RDJ, Ts. 70, sec. 4a., págs. 51 y 61; 71, sec. 4a-, págs. 227, 261 y 266 y 72, sec. 4-°,,
pág. 157. F.M. N.° 189, pág. 153; N.° 190, pág. 185; 218, pág. 362; N.° 220, págs. 25, 66 y 67; N.° 224, pág.
133; N.° 277, pág. 581, y además los que se citan a continuación.
Se ha resuelto que también el daño moral queda sujeto a reajustes: RDJ Ts. 70, sec. 41 pág. 68 y 71, sec
VI pág. 278. F.M. N.° 192, pág. 248; N.° 215, pág. 254; N.° 218, pág. 363; N.° 222, págs. 109 y 116; N.° 265,
pág. 442.
Se ha discutido ante los tribunales si éstos pueden ordenar un reajuste no pedido por la víctima,
resolviéndose en general que hay ultrapetita en otorgar reajustes no pedidos: RDJ. T. 71, sec. 4a, pág. 261;
F.M. N.° 188, pág. 125; N.° 260, pág. 210. En contra: RDJ T. 70, sec. 4a., pág. 48. Otra sentencia publicada en
F.M. N.° 190, pág. 180 declaró que no había ultrapetita si el reajuste se había solicitado después de la
demanda. Finalmente, en el mismo tema, se resolvió que la casación por ultrapetita por este motivo debía
fundarse en el C.P.C. y no en el C.P.P.: F.M. N.° 190, pág. 181.
Otro tema que se ha prestado a conflicto es determinar desde qué momento se devengan los reajustes, y
el criterio predominante es que desde el momento en que se avalúan los daños. Y así, por ejemplo, si el juez
consideró el valor de éstos al dictar sentencia, los reajustes se devengan a contar de ésta: F.M. N.° 238, pág.
265.
Un fallo publicado en F.M. N.° 189, pág. 153 determina que no hay incompatibilidad en que una
indemnización devengue al mismo tiempo reajustes e intereses.

190
Tercera Parte

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Capítulo I
LAS DIVERSAS CLASIFICACIONES

303. Importancia y enunciación.


No todas las obligaciones se gobiernan por las mismas normas; difieren entre sí
respecto a su nacimiento, sus efectos, e incluso su extinción; de ahí la importancia del
estudio de la clasificación de Es obligaciones, en cuanto las diversas categorías de ellas se
apartan de las reglas normales.298 Estas clasificaciones atienden a diversos factores: 1.° En
cuanto a su origen; 2.° En cuanto a su eficacia; 3.° En cuanto a su objeto; 4.° En cuanto a su
sujeto; 5.° En cuanto al momento y forma en que producen sus efectos, y 6.° En cuanto a su
causa.
En los números siguientes estudiaremos estas clasificaciones, pero de algunas que se
enumeran en el N.° 310 daremos una referencia nada más, porque merecen un tratamiento
más amplio.
304. I. Clasificación en cuanto al origen: 1.° Contractuales y extracontractuales.
La más tradicional de las clasificaciones atiende a la fuente de donde emanan, según lo
estudiado en la parte anterior, y así se habla de obligaciones contractuales y
extracontractuales, y entre éstas, de Es cuasicontractuales, delictuales, cuasidelictuales y
legales stricto sensu. La enumeración variará según la clasificación de las fuentes que se
adopten (N.° 32 y siguientes).
Digamos únicamente que se distinguen también las obligaciones precontractuales, o
sea, las que se producen en la formación de contrato, para los efectos de determinar la
responsabilidad que puede caberle a quien las infringe (N.° 931).
305. II. En cuanto a la eficacia: 2.° Civiles y naturales. Referencia.
A esta clasificación nos referimos en el capítulo segundo.
306. III. En cuanto a su objeto.
Desde este punto de vista hay varias clasificaciones:
3.° Obligaciones de dar, hacer y no hacer.
También requieren un comentario más extenso (N.° 342 y siguientes), que se extiende
a una categoría particular, la obligación de restitución (N.° 347).
4.° Obligaciones positivas y negativas.

298
Al igual que con las fuentes, hay autores que se limitan a enumerar en esta parte las distintas
clasificaciones, pero las principales las tratan justamente con los efectos de la obligación. Ello permite, es
cierto, ordenamientos más lógicos para ciertas materias, y así, la condición resolutoria tácita se estudia a
propósito del incumplimiento de los contratos bilaterales. También en este punto hemos preferido
mantenernos en lo tradicional sólo en atención a que creemos que es mejor el estudio de cada institución
completa y no en forma parcelada.

192 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO I

Esta clasificación carece de mayor importancia jurídica; consisten las primeras en que
el deudor ejecute una acción, y comprenden las de dar, hacer y restituir.
La obligación de no hacer es negativa, pues consiste, a la inversa en una abstención del
deudor, que éste deje de hacer algo.
5.° Obligaciones patrimoniales y extrapatrimoniales.
Esta distinción quedó ya señalada en la primera parte (N.° 5).
6.° Obligaciones principales, accesorias y dependientes.
Corresponde a la clasificación de los contratos ya estudiada en el N.° 71, sólo que
extendida a cualquier tipo de obligación, no solamente a las contractuales. Nos remitimos a
lo ya dicho.
7.° Obligaciones ordinarias y reales o propter rem.
Hay dos criterios para esta clasificación: para algunos equivalen las obligaciones
propter rem, o ambulatorias como se las llama, a los gravámenes y obligaciones que
derivan de un derecho real sobre la cosa; son las cargas que lleva aparejado dicho derecho
real.299
En otra concepción, la obligación es de este orden siempre que el deudor limite su
responsabilidad mientras sea poseedor o dueño de la cosa que está afectada a la deuda; en la
ordinaria, el deudor responde con todos sus haberes. Se produce así la separación entre la
deuda y la coacción (N.° 29). En la obligación ordinaria, el deudor está sujeto a ambas,
mientras en la propter rem, únicamente a la coacción y mientras mantenga el dominio o
posesión. En esta concepción hay casos múltiples en la hipoteca, por ejemplo, si un tercero
la ha constituido en un bien propio para garantizar una deuda ajena (fiador real) y respecto
del adquirente de un bien gravado con hipoteca. Estas personas responden sólo hasta el
valor de la cosa hipotecada, y si ella no alcanza para pagar toda la deuda, no tienen más
responsabilidad. Igualmente, ésta subsiste sólo en cuanto dichas personas tengan la
posesión de la cosa; si la pierden por cualquier motivo, como si enajenan el inmueble, dejan
de estar afectas a coacción.
Las características fundamentales de la obligación propter rem son que la persona del
deudor se determina por la tenencia a título de dueño, poseedor o por otro derecho real de la
cosa, y que, en consecuencia, se traspasa por su carácter real, junto con ella o el derecho
real en que incide.
8.° Obligaciones de objeto único y objeto múltiple.
Es una categoría de obligaciones complejas en cuanto al objeto, y que también requiere
un estudio más particularizado (N.° 370 y sigtes.).
9.° Obligaciones determinadas o de resultado, y de medios o generales de
prudencia y diligencia.
Nos remitimos a lo dicho en el N.° 221 sobre esta clasificación doctrinaria, y que no es
generalmente aceptada.
10.° Obligaciones específicas y genéricas.
Atiende esta clasificación a la determinación del objeto de la prestación, y también se
hace acreedora a un tratamiento especial (N.° 350 y siguientes), que nos llevará a hablar de
la más común de las obligaciones, la de dinero (N.° 355 y siguientes), y de los intereses
(N.° 360 y siguientes).
11.° Clasificaciones según el objeto de la prestación.

299
Véase Messineo, ob. cit. T. IV, pág. 41 Nº 8 y sigtes.

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Los objetos del derecho admiten numerosas clasificaciones, todas las cuales repercuten
en las obligaciones que en ellos recaen; y así tendremos obligaciones muebles o inmuebles,
de cosas consumibles e inconsumibles, fungibles e infungibles, etc.”
307. IV. Clasificaciones en cuanto al sujeto: 12.°. Simples, conjuntas, solidarias e
indivisibles. Referencia.
Es ésta una de las clasificaciones más importantes, y le destinamos el Capítulo Cuarto
de esta Parte (N.° 381 y siguientes).
308. V. Clasificaciones en cuanto a los efectos.
En este grupo tenemos dos órdenes de clasificaciones:
13.° Obligaciones de ejecución única, instantánea o postergada, y de tracto
sucesivo. Corresponde a la clasificación igual de los contratos, y nos remitimos a lo dicho
en el N.° 81.
14.° Obligaciones puras y simples, y sujetas a modalidades.
Es otra de las clasificaciones de importancia, y le destinaremos el último capítulo de
esta parte (N.° 450 y siguientes).
309 VI. Clasificación en cuanto a la causa: 15.°. Causales y abstractas.
El Art. 1.467 declara que toda obligación debe tener una causa real y lícita, aunque no
es necesario que se exprese.
En consecuencia, esta clasificación no atiende a si la obligación tiene o carece de
causa; se llaman abstractas o formales aquellas, como ha dicho una sentencia, que son
independientes del contrato de que emanan,300 en el sentido de que dicho contrato no puede
ser opuesto al acreedor. Por ejemplo, y como lo veremos más adelante, en la delegación, un
tercero -el delegado- asume la obligación ante el acreedor en lugar del delegante, primitivo
deudor (N.° 1.145). El acreedor es ajeno totalmente a las relaciones entre delegante y
delegado y no se pueden invocar en su contra: así ocurre también en la fianza, en que el
fiador no puede oponer al acreedor sus excepciones fundadas en el contrato que lo liga al
deudor principal, y en la mayor parte de las obligaciones cambiarias,301 y así, por ejemplo,
al que ha adquirido una letra de cambio por el endoso, no le empece la convención en cuya
virtud el librado aceptó la letra de cambio. (Art. 28 de la Ley 18.092, de 14 de enero de
1982).
310. Pauta.
De acuerdo a lo expresado anteriormente, en la mayor parte de estas clasificaciones
nada tenemos que insistir, pero sí destinaremos sendos capítulos a las obligaciones
naturales, a las clasificaciones del objeto que quedaron pendientes: dar, hacer y no hacer,
objeto único y múltiple, y específicas y genéricas, a las que atienden al número de sujetos,
y a las sujetas a modalidades.

300
RDJ, T. 58, sec. la, pág. 31.
301
RDJ, T. 25, sec. 2a, pág. 75.

194
Capítulo II
OBLIGACIONES NATURALES

311. Reglamentación.
El Código destina a la clasificación de las obligaciones que pasamos a estudiar un
título, el 3.° del Libro 4.° “De las obligaciones civiles y, de las meramente naturales”, Arts.
1.470 y 1.472.
Nuestro examen de ellas lo haremos en tres secciones: una destinada a fijar el
concepto, fundamento y naturaleza jurídica de la obligación natural; la segunda, a los casos
de ella en nuestra legislación, y la tercera, a los efectos que producen.

Sección primera
CONCEPTO DE OBLIGACIÓN NATURAL
312. Definición.
Dice el Art. 1.470: “las obligaciones son civiles o meramente naturales. Civiles son
aquellas que dan derecho para exigir su cumplimiento. Naturales, las que no confieren
derecho para exigir su cumplimiento; pero que cumplidas, autorizan para retener lo que se
ha dado o pagado en razón de ellas”.
La definición destaca la característica fundamental de la obligación natural que, a
diferencia de la civil, no es completa, pues no otorga acción, sino únicamente excepción
para retener lo que se ha dado o pagado por ella. Es éste su principal efecto, y en algunas
legislaciones, como la italiana (Art. 2.034), el único. Se ha criticado la definición por
limitarse así a señalar el efecto más importante, pero es éste justamente el que las separa
más categóricamente de las civiles.
313. Origen y evolución.
Como tantas otras, esta institución de las obligaciones naturales, o imperfectas, como
se las llama también, proviene del Derecho Romano. En éste existían, según dijimos, pactos
que no daban acción, pero que cumplidos daban derecho a retener lo pagado por ellos:
igualmente los actos de los esclavos por no ser éstos personas, no obligaban civilmente,
como tampoco en ciertos casos los de los hijos de familia. Como estas personas no podían
obligarse, tampoco estaban forzadas a cumplir, pero si lo hacían, carecían de derecho de
repetición; también por ciertos actos nulos por vicios de forma, se establecía una obligación
natural.
El Código francés sólo mencionó de paso esta clase de obligaciones, en el inc. 2.° del
Art. 1.235, en cuya virtud no se puede repetir lo que se haya dado o pagado en razón de una
obligación natural. Nuestro Código, como dijimos, efectuó una reglamentación completa de

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ellas, pero, según veremos en el número subsiguiente, la concepción moderna de la


obligación natural es mucho más amplia que la de nuestra legislación.
314. Obligación civil, natural y deber moral.
El legislador establece la obligación natural por razones de moralidad; en muchos
casos, por haberse infringido ciertas disposiciones legales, no puede amparar al acreedor
dándole acción para exigir el cumplimiento; pero si el deudor, por un imperativo de su
conciencia, y siendo plenamente capaz, paga, cumple un deber moral, de conciencia, y la
ley no le permite el arrepentimiento y que pretenda recuperar lo dado o pagado.
Difiere, pues, la obligación natural de la mera liberalidad, según insistiremos más
adelante, porque en ésta no hay ningún deber específico hacia el acreedor.
El campo de la obligación puede representarse, en consecuencia, como un trazo, en uno
de cuyos extremos está la obligación civil, que es la definida en la Parte Primera de esta
obra; en el otro está el deber moral, al que nos referimos en el N.° 19, y entre ambos queda
ubicada la obligación natural.
En la obligación civil están plenamente determinados o son determinables los sujetos
del acreedor y deudor y la prestación, y goza tanto de acción para exigir el cumplimiento
como de excepción para retener éste.
En el deber moral no es precisa la determinación, ni tampoco hay acción de
cumplimiento.
La obligación natural participa de caracteres de ambos; como en la obligación civil,
determinadas son las partes y la prestación, pero no hay acción de cumplimiento, en lo cual
se parece al deber moral. Pero se distancia de él, pues por tratarse de un vínculo jurídico,
produce efectos de derecho: retener lo pagado, que se encuentran tutelados por el Derecho.
Quien cumple un mero deber moral, efectúa una liberalidad; quien cumple una obligación
natural, paga, cumple una obligación, aunque no sea plena. Pero en ambos casos el pago se
hace por un deber de conciencia.
315. Distintas concepciones de la obligación natural. Tendencia moderna.
Definida así la obligación natural en cuanto a sus características principales, debemos
destacar que hay fundamentalmente dos doctrinas respecto de ella: una, la clásica que sigue
la tradición romana, y otra, la de la doctrina y jurisprudencia francesas, que inspira las
legislaciones contemporáneas.
En el trazo imaginario con que hemos representado la obligación, la doctrina clásica
coloca a la natural más cerca de la civil, porque la concibe como una de ellas que se ha
desvirtuado o llegado a ser nula; una deuda civil imperfecta. Supone la obligación natural la
existencia previa de un vínculo jurídico, una obligación civil que por causas diversas
degeneró en meramente natural.
No hay duda alguna de que es ésta la doctrina que inspira nuestro Código, pues los
casos que enumera de obligación natural, y que veamos en la sección siguiente, suponen
todos ellos la previa existencia de una obligación civil.
La ya señalada parquedad del Código francés y la ya también destacada audacia de los
tratadistas y tribunales franceses, han permitido a éstos elaborar una nueva concepción de la
obligación natural, que acerca mucho más a ésta al deber moral. Las obligaciones naturales
no son únicamente civiles desvirtuadas, sino que se presentan en el cumplimiento de

196
LAS OBLIGACIONES TOMO I

cualquier deber moral, a condición de que éste sea preciso y de aceptación general y se
haya cumplido con la conciencia de ser tal.
El concepto se hace, pues, muy amplio y, además, vago, quedando prácticamente al
criterio del intérprete precisarlo. Se consideran tales los deberes de solidaridad familiar, y
así en el Código francés los hermanos no se deben, como en el nuestro, alimentos, no
obstante lo cual se ha fallado en dicho país que si se pagan voluntariamente, el hermano
alimentante no puede repetir lo que haya dada Este deber de solidaridad se ha solido
extender también a las relaciones de vecindad.
Igualmente, si una persona no responde por cualquier causa de un hecho ¡lícito, pero
buenamente y en pleno uso de sus facultades, paga una indemnización, se considera que ha
cumplido un deber moral, y por ende una obligación natural, y no puede exigir la
restitución.
Esta nueva concepción ha entroncado en aquella poderosa corriente moderna que ya
hemos señalado, de moralizar las relaciones jurídicas, y que ha originado otras instituciones
como el enriquecimiento sin causa, el abuso del derecho, etc. Con este criterio la
jurisprudencia francesa resuelve el problema de las donaciones entre concubinos que anula
por causa ¡lícita si tienen por objeto continuar las relaciones amorosas, pero si su fin es
ponerles término e indemnizar a la conviviente el daño a su reputación, las declara válidas
por constituir el cumplimiento de una obligación natural.
Es la doctrina que inspira a los Códigos de este siglo: alemán (Art. 814), suizo (Art.
72), italiano (Art. 2.034), etc.
Nuestra Corte Suprema, prescindiendo de lo que hemos dicho sobre nuestra
legislación, aplicó la doctrina francesa en el siguiente caso: un homicida fue indultado con
la condición de pagar una renta vitalicia a la viuda del difunto; tras pagarla un tiempo, el
indultado pretendió la restitución de lo que había dado en cumplimiento de dicha condición,
pero el más alto tribunal de la República negó lugar a ella, fundado en que el pago
importaba el cumplimiento de una obligación natural302
316. Naturaleza jurídica de la obligación natural.
Variadas discusiones se han suscitado en tomo al problema de determinar si la
obligación natural es jurídica o no. Sin ánimo de terciar en el debate parece evidente el
carácter jurídico de la obligación natural, desde e momento que merece la tutela de la ley,
no tan perfecta como en la civil, pero suficiente para permitirle producir importantes
efectos civiles.
En la doctrina alemana sobre la obligación, que distingue entre deuda y coacción, la
obligación natural se caracteriza porque en ella sólo existe la primera, pero no hay coacción
contra el deudor n responsabilidad alguna por el incumplimiento.
Finalmente, para algunos autores la obligación natural es única mente una causa de
justificación del pago (N.° 335).

302
RDJ, T. 1 sec. 2° pág. 141 Don Manuel Somarriva Undurraga en su obra Las Obligaciones y los
Contratos ante la jurisprudencia, Santiago, 1939, pág. 9, N°1, considera que no había obligación natural,
según la concepción de nuestra legislación y que la Corte estimó como tal el cumplimiento de un deber
moral, ya que era muy dudosa la legalidad de la renta vitalicia.

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Sección segunda
Los casos de obligación natural
317. Enunciación.
Después de definir las obligaciones naturales el Art 1.470 enumera, tras decir “tales
son”, cuatro categorias de ellas.
La doctrina ha acostumbrado dividir en dos grupos estos cuatro casos:
1.° Obligaciones nulas o rescindibles,303 es decir, correspondientes a obligaciones
civiles afectas a ciertos vicios de nulidad; son los casos de los números 1.° y 3.° del
precepto, y
2.° Obligaciones naturales que han sido obligaciones civiles degeneradas o
desvirtuadas, en las situaciones previstas en los números 2.° y 4.° del Art. 1.470.
Finalmente, se ha discutido si esta enumeración es taxativa, lo que lleva a analizar
otros posibles casos de obligación natural en el Código.
Destinaremos un párrafo al estudio de cada una de estas tres situaciones.

Párrafo 1.°
OBLIGACIONES NULAS O RESCINDIBLES
318. Enunciación.
Como decíamos, son dos casos: el del N.° 1.° del Art. 1.470, referente a ciertas
obligaciones contraídas por algunos incapaces, y el del N.° 3.° del mismo precepto, relativo
a la falta de solemnidades en ciertos actos.
Y se les trata conjuntamente, porque en ambos hay actos afectos a una nulidad que es
la relativa en el primer caso, y absoluta en el del N.° 3.° del precepto.
319. I. Obligaciones contraídas por ciertos incapaces.
Según el N.° 1.° del Art. 1.470, son obligaciones naturales: “las contraídas por
personas que teniendo suficiente juicio y discernimiento, son, sin embargo, incapaces de
obligarse según las leyes, como la mujer casada en los casos en que le es necesaria la
autorización del marido, y los menores adultos”.
El precepto ha planteado dos problemas de interpretación:
1.° Actos e incapaces a que se aplica, y
2.° Desde cuándo existe la obligación natural.
Los que veremos en los siguientes números.
320. A. Actos e incapaces a que se aplica el N.° 19 del Art. 1.470.
Desde luego, el precepto sólo puede aplicarse a las obligaciones de los incapaces
relativos; nunca a los absolutamente incapaces, primero, porque exige en quienes han
contraído la obligación juicio y discernimiento suficientes, del que éstos carecen, y porque,
además, el inc. 2.° del Art. 1.447, dispone expresamente que los actos de los incapaces
absolutos no producen ni aun obligación natural.

303
Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.° 39, pág. 66, estima preferible la expresión “anulables”.

198
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Se refiere, pues, la disposición, exclusivamente a los incapaces relativos, y el problema


es determinar cuáles de ellos quedan incluidos. No hay ninguna duda respecto del menor
adulto. Respecto de la mujer casada el precepto mencionaba expresamente también a la
“mujer casada en los casos en que le es necesaria la autorización del marido”, expresión
que fue derogada por la Ley 18.802 de 9 de junio de 1989
Queda únicamente pendiente de resolver el caso del disipador interdicto, que es la
única otra incapacidad relativa no mencionada por la disposición. Nos parece con la
mayoría de los autores que no se le aplica, porque si el disipador está bajo interdicción es
precisamente porque no tiene el suficiente juicio y discernimiento.
Se contra argumenta diciendo que el precepto menciona a la mujer casada y menor
adulto a título de ejemplo, y si eliminamos al disipador interdicto, de ejemplar la
enumeración pasa a ser taxativa; ello tiene una explicación histórica, porque sucesivas
modificaciones del Código eliminaron otros dos casos de incapacidades relativas: de las
personas jurídicas y religiosas que quedaban incluidas en el N.° 1.° del Art. 1.470, y es en
razón de esto que la enumeración del precepto era meramente ejemplar, y ahora pasó a ser
taxativa.
Tampoco la disposición comprende todos los actos de la mujer casada, cuando necesita
autorización del marido, y del menor adulto, sino únicamente aquellos en que el vicio de
nulidad es la incapacidad relativa. Si hay error, dolo, fuerza, infracción de una prohibición
legal, como la de la compraventa entre cónyuges no divorciados perpetuamente (Art.
1.796), no hay obligación natural.
321. B. La obligación natural existe desde que se contrae.
La doctrina está dividida, en cuanto al momento en que existe la obligación natural, en
dos corrientes.
Una que cuenta con la opinión de los señores David Stitchkin, Fueyo y Alessandri,304 y
sostiene que la obligación pasa a ser natural una vez que la rescisión ha sido judicialmente
declarada, porque antes el acto se considera válido y produce obligación civil.
La otra, que compartimos, es la de don Luis Claro Solar, don Manuel Somarriva, 305 y la
jurisprudencia de los tribunales,306 y considera que la obligación natural existe desde la
celebración del acto por los incapaces relativos sin la intervención de sus representantes
legales. Esta interpretación se ajusta más a los textos legales:
1.° Porque el propio N.° 1.° del Art. 1.470, dice que son obligaciones naturales “las
contraídas” por esas personas, esto es, se refiere al momento en que nace la obligación, y
2.° Porque el Art. 2.375, N.° 1, niega la acción de reembolso, que es la que
corresponde al fiador que ha pagado al acreedor para que el deudor principal le restituya lo
dado o pagado, “cuando la obligación del deudor principal es puramente natural, y no se ha
validado por la ratificación o por el lapso del tiempo”. Son estas últimas las únicas formas
de sanear la nulidad relativa y suponen forzosamente que ella no ha sido judicialmente
declarada; una vez dictada la sentencia que da lugar a la rescisión, no se puede ratificar
ésta, ni menos habrá prescripción de ella. Saneada la nulidad, la obligación pasa a ser civil,
y en consecuencia si la disposición exige que ello no haya ocurrido, es porque no es
requisito de la obligación natural que la rescisión esté judicialmente declarada.
304
Fueyo, ob. cit., T. 1°, N- 44, pág. 70, quien cita al profesor Stitchkin; Álessandri, De las Obligaciones,
pág. 35.
305
Claro Solar, ob. cit., T. 10, No- 32, pág. 48 y Somarriva en sus clases.
306
G.T. de 1872. N.° 423, pág. 290, y de 1879, NI' 1.768, pág. 1.239.

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322. II. Omisión de solemnidades legales.


De acuerdo al N.° 3.° del Art. 1.470, son obligaciones naturales: “las que proceden de
actos a que faltan las solemnidades que la ley exige para que produzcan efectos civiles;
como la de pagar un legado, impuesto por un testamento que no se ha otorgado en la forma
debida”.
El precepto presenta problemas muy semejantes a los del caso anterior:
1.° A qué clase de actos se refiere, y
2.° Desde qué momentos existe la obligación natural, que examinaremos en los
números siguientes.
323. A. El N.° 3.° del Art. 1.470, ¿se refiere Únicamente a los actos unilaterales o
comprende también a los bilaterales?
Se ha discutido el alcance de la expresión “actos” pues ella puede entenderse en dos
sentidos, uno restringido, equivalente a acto jurídico unilateral y otro amplio, que
comprende tanto a éste como al bilateral o convención. Opina en este último sentido don
Luis Claro Solar,307 mientras sustentan la contraria Alessandri, Somarriva y Fueyo.308 La
jurisprudencia es vacilante.309
Y en realidad, el problema es de ardua solución, aunque pareciere tener más asidero la
opinión restringida, por las siguientes razones:
1.° Porque el ejemplo del Código del testamento que no se ha otorgado en forma
debida, es de un acto jurídico unilateral, y de acuerdo al Mensaje con que el Código fue
enviado para su aprobación, los ejemplos “ponen a la vista el verdadero sentido y espíritu
de una ley en sus aplicaciones”.
2.° Porque si bien es cierto que el Código suele utilizar el término “acto”, también en
un sentido amplio, normalmente cuando quiere involucrar a los un¡ y bilaterales, habla de
acto o contrato.
3.° Por un argumento histórico, ya que el caso está tomado de la tradición romana,
recogida por Pothier. Las Partidas y el Proyecto de Código Civil español, de García
Goyena, todos limitados al acto jurídico unilateral, y
4.° Porque resultaría absurdo e injusto en muchos casos aplicar la disposición a los
actos jurídicos bilaterales, y así, si se otorga una compraventa de bienes raíces por
instrumento privado, el comprador podría verse imposibilitado de repetir el precio pagado,
por ser el cumplimiento de una obligación natural, mientras que el vendedor, aunque
quisiere, no podría cumplir con su obligación de entregar, pues el Conservador de llenes
Raíces no puede inscribir documentos privados.
justo es reconocer que este argumento no milita en los contratos unilaterales, y así el
donante de una donación no insinuada y cumplida voluntariamente no puede repetir, según
se ha fallado,310 porque habría cumplido una obligación natural.
Este caso de obligación imperfecta se diferencia del anterior en que la sanción es la
nulidad absoluta del acto, y también tendrá lugar únicamente si la nulidad proviene de la
ausencia de la solemnidad exigida por la ley, pero no por la omisión de otro requisito.

307
Ob. cit., tomo 1°, pág. 50, N.° 34.
308
Alessandri, ob. cit., pág. 37; Fueyo, ob. cit., T. 1, N.° 46, pág. 70 y Somarriva en sus clases.
309
Véase Repertorio, T. 4°, pág. 77, N.° 7.
310
G.T. de 1868, N.° 1.879, pág. 815.

200
LAS OBLIGACIONES TOMO I

324. B. La obligación natural existe desde el otorgamiento de acto.


Es el mismo problema del caso anterior, esto es, determinar si la obligación natural
nace con la sentencia judicial que declara la nulidad absoluta o existe desde que la
obligación se contrae; la división de opiniones es análoga, y la conclusión en nuestro
concepto es esta última por razones de texto legal muy semejantes a las señaladas en el N.°
321, con las variantes que a continuación se indican, y así, por último, se ha inclinado a
reconocerlo, aunque con ciertas vacilaciones, la jurisprudencia de los tribunales.311
En efecto, en el N.° 3.° del Art. 1.470, se refiere a las obligaciones que “proceden” del
acto nulo y no que provienen de la declaración de la nulidad. La expresión es muy
semejante a la del N.° 1.°: contraídas. Y, enseguida, el Art. 2.375, .° 1.°, en cuanto permite
la validación por el tiempo (es inaplicable la referencia a la ratificación, pues la nulidad
absoluta no se sanea por esta vía), es igualmente argumento para este caso.

Párrafo 2.°
OBLIGACIONES CIVILES DESVIRTUADAS
325. Enunciación.
Los N.° 2.° y 4.° del Art. 1.470 contemplan dos casos de obligación natural, que
teniendo inicialmente el carácter de civil, lo han perdido, por haberse extinguido la acción
por prescripción, o no haberse podido acreditar en juicio.
326. I. La prescripción.
De acuerdo al N.° 2.° del precepto, son obligaciones naturales: “las obligaciones civiles
extinguidas por la prescripción”. Existe una pequeña incorrección de lenguaje porque ésta
no extingue la obligación, sino la acción (N.° 1.219); está claro en todo caso lo que el
Código quiso decir: la obligación nació perfecta, pudo exigirse su cumplimiento y no se
hizo, por lo que ya carece de acción, pero si se cumple a pesar de la prescripción, no cabe
solicitar la restitución. Por eso se dice que se trata de una obligación civil degenerada o
desvirtuada. Lo que se le ha extinguido entonces a la obligación es su carácter civil, y ha
pasado a ser natural.
¿Desde qué momento? Y hacemos la pregunta porque también este caso presenta el
mismo problema ya visto en los anteriores de determinar cuándo nace la obligación natural,
si desde que transcurre el tiempo necesario para que la acción se extinga por
prescripción,312 o es además indispensable que ella haya sido judicialmente declarada.313
Y aunque es más lógico concluir lo primero, ello choca con el inconveniente de que en
tal caso el cumplimiento de la obligación natural se confundirla con la renuncia de la
prescripción. En efecto, la prescripción debe ser alegada, y no puede el juez declararla de
oficio; si no opera de pleno derecho, quiere decir que la obligación subsiste como civil,
máxime si, como queda dicho, ella puede ser renunciada expresa o tácitamente una vez
cumplida (N.° 1.226). En consecuencia, la prescripción cumplida se renuncia antes de ser
311
Véase Repertorio, Tomo IV, pág. 77, N` 8.
312
Opinan así, Claro Solar, ob. cit., T. 1°, pág. 54, N.° 56, y una sentencia publicada en RDJ, T. 3°, sec. la,
pág. 551.
313
Es la posición de Alessandri, ob. cit., pág. 37; Alfredo Barros Errázuriz, Curso de Derecho Civil.
Nascimento. Santiago, 1932, 22 Año, pág. 44; Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.° 48, pág. 72, y el profesor Somarriva
en sus clases.

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declarada, y si una vez ocurrido esto último se paga la obligación, entonces se ha


solucionado una obligación natural.
327. II. Obligaciones civiles no reconocidas enjuicio por falta de prueba.
Según el N.° 4.° del Art. 1.470, son obligaciones naturales: “las que no han sido
reconocidas en juicio por falta de prueba”; también en este (uso la obligación fue civil,
perfecta con acción para exigir el cumplimiento, pero al hacerlo así el acreedor fue vencido
por no haber podido acreditar suficientemente la existencia de ella; ésta degenera entonces
en una natural.
Para que la obligación natural exista, se requiere, en consecuencia, la concurrencia de
tres requisitos:
1.° Que haya habido un pleito;
2.° Que el deudor haya sido absuelto, y
3.° Que la absolución se haya fundado en que el acreedor no pudo probar la existencia
de la obligación. Si se ha basado en alguna excepción de fondo, no hay obligación, natural.
La Corte Suprema aplicó esta disposición en el siguiente caso: un corredor de
propiedades cobró judicialmente a unos comuneros su comisión por su intervención en la
enajenación de un fundo, que en definitiva no se había efectuado por oposición de algunos
de los comuneros, pero perdió el pleito por no haber acreditado la orden de venta emanada
de todos ellos. Sin embargo, posteriormente éstos se la pagaron, y pretendieron repetir lo
pagado, rechazándose su demanda por aplicación del N.° 42 del Art. 1.470.314

Párrafo 3.°
¿EXISTEN EN EL CÓDIGO OTROS CASOS DE OBLIGACIÓN NATURAL?
328. Carácter taxativo o enunciativo del Art. 1.470.
Se ha discutido si el Art. 1.470 contiene todos los casos de obligación natural en
nuestra legislación, o hay otros en el Código.
Hay quienes sostienen que el precepto no es taxativo, pues la expresión “tales son” es
meramente enunciativa; cita algunos casos de obligación natural, existiendo otros en
diferentes disposiciones. Pero aquí las opiniones se desvían considerablemente, desde
quienes aceptan únicamente un caso más, hasta los que enumeran 5 o más casos.315
Examinaremos estas diferentes situaciones, pero teniendo presente que para calificar
una obligación de natural no basa que se produzca el efecto fundamental de ella, esto es,
que no pueda repetirse lo dado o pagado, sino además es necesario que exista una razón de
equidad (no lo seria, por ejemplo, si es una sanción) y que concurran cuando menos

314
G.T. 1938, 2° sem., N.° 26, pág. 404.
315
Como enseñaba en sus clases don Manuel Somarriva, en realidad el precepto quiso ser taxativo, pero
se le escapó cuando menos un caso. En efecto: 1° La expresión “tales son” no es enunciativa, y equivale a
son ellas; 2° Si el efecto propio de la obligación natural es la ausencia de derecho de repetición, el Art. 2.296
lo limita expresamente a las enumeradas en el Art. 1.470. Si en el pago de lo no debido se dijo que éste no
existe cuando se cumple una obligación natural de las enumeradas en el Art. 1.470, es porque el legislador
partía de la base que no había otras; y 3° A través de los proyectos se fueron concentrando en el precepto
todos los casos de obligación natural. En los primeros proyectos no existía para ellas un título especial y solo
se repetía la disposición del Art. 1.235 del Código francés, equivalente al actual Art. 2.296, antes citado. En
el Proyecto llamado Inédito aparecen ya enumerados en un precepto especial algunos de los casos,
completando la enunciación la Comisión Revisora. Ello obliga a ser cuidadoso en la calificación de los casos
dudosos.

202
LAS OBLIGACIONES TOMO I

algunos de los otros efectos de la obligación natural. Estudiaremos éstos en la sección


siguiente, pero podemos adelantar que la obligación natural puede novarse y caucionarse y
la sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación natural.
Y se ha sostenido precisamente que hay obligación natural en todos aquellos casos en
que el Código prohíbe la repetición, a saber:
1.° La multa en los esponsales;
2.° Lo dado o pagado por un objeto ilícito a sabiendas;
3.° En el beneficio de inventario, en cuanto se paga más allá de lo recibido por
herencia, y otras situaciones semejantes;
4.° En el pago de intereses estipulados, y
5.° En lo pagado en el juego y apuesta.
En los siguientes números examinaremos estas situaciones.
329. I. La multa en los esponsales.
Esponsales o desposorios son: “la promesa de matrimonio mutuamente aceptada” (Art.
98). El mismo precepto agrega que constituyen “un hecho privado que las leyes someten
enteramente al honor y, conciencia del individuo, y que no produce obligación alguna ante
la ley civil”. Si se estipula una multa para el caso de no cumplirse la palabra de matrimonio,
no puede ella exigirse, “pero si se hubiere pagado la multa, no podrá pedirse su devolución”
(Art. 99).
Opina que es un caso de obligación natural, el profesor Fueyo,316 contra, los señores
Alessandri, Somarriva y Claro Solar.317 Compartimos esta última opinión, porque si bien es
cierto que en su fundamento moral y en su efecto principal, se asemeja esta situación a la
obligación natural, no lo es menos que no podría producir los efectos secundarios de
novarse o caucionarse, pues la ley ha negado a los esponsales todo efecto ante la ley civil,
como no sea el señalado.
La verdad es que el pago de la multa en los esponsales no puede ser obligación natural
en la concepción de ésta como obligación civil imperfecta o desvirtuada que adopta nuestro
Código, puesto que precisamente el Art. 98 ha declarado que ellos no producen obligación
alguna, expresión que, por lo demás, incluye tanto a las civiles como a las naturales. En
cambio, en la doctrina moderna, la ruptura de la palabra matrimonial con indemnización al
afectado, es un caso típico de obligación natural en cumplimiento de un deber moral.318
330. II. Pago por un objeto o causa ¡lícitos a sabiendas.
De acuerdo al Art. 1.468: “no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un
objeto o causa ilícita a sabiendas”.

316
Ob. cit., T. I pág. 74.
317
Alessandr, ob. cit.. pág. 40: Claro Solar. ob. cit., N.° 26 pág. 43; Somarriva en sus clases.
318
En relación con los esponsales se ha discutido la posibilidad de indemnización a la víctima de un delito
civil de seducción. No hay problemas si éste constituye al mismo tiempo un delito penal, como el estupro,
pues en tal caso nace la acción civil para cobrar la indemnización, según hemos visto, y evidentemente la
existencia de los esponsales es incluso un antecedente para calificar la actitud del seductor. La discusión se
centra en el caso de no existir delito penal, sino una relación sexual prematrimonial obtenida con engaño, y
que a la víctima provoca un descrédito. Normalmente la existencia del engaño habrá consistido en los
esponsales previos, pero no es la única fuente de seducción; también lo sería el abuso de autoridad. En todos
ellos, ajenos al problema de los esponsales, es evidente la procedencia de la reparación. pero si se invoca la
mera ruptura de la palabra matrimonial, como el Código ha declarado que no producen obligación alguna,
parece forzoso, aunque injustificado concluir que no habría lugar a indemnización.

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Aparece también el efecto típico de la obligación natural, pero el fundamento es


justamente el contrario: no hay cumplimiento de un deber moral, no se trata de moralizar
los actos jurídicos, sino que una sanción de la ley al que celebró el acto ilícito, impidiéndole
repetir lo que haya pagado a sabiendas de la ilicitud, de acuerdo con el antiguo aforismo de
que nadie puede alegar su propia torpeza o fraude. Se hace, pues, excepción al efecto de la
nulidad de que las cosas se retrotraigan al estado en que se encontraban anteriormente.319
331. III. Beneficio de inventario, competencia, convenio, etc.
Existen varias situaciones en que el deudor ve limitada su responsabilidad, y no paga
todas sus deudas (N.° 583). Así ocurre en el beneficio de inventario, en el de competencia,
en que el deudor no puede ser obligado a pagar más allá de lo que buenamente pueda;
también en virtud de un convenio con los acreedores puede haber limitado sus deudas a una
parte de ellas, etc.
Se ha sostenido aisladamente que si el deudor paga más allá de lo que está obligado,
estaría cumpliendo una obligación natural; nada más inexacto, lo que pasa es que el deudor
renuncia al beneficio de inventario, de competencia o del convenio, y cumple una
obligación perfectamente Civil.320
332. IV. Pago de intereses no estipulados.
El Art. 1208 refiriéndose al mutuo dispone: “si se han pagado intereses, aunque no
estipulados, no podrán repetirse ni imputarse al capital”. Por su parte el Art. 15 de la Ley
N.° 18.010 de 27 de junio de 1981 dispone para las operaciones de crédito de dinero (N.°
359 tris): “si se han pagado intereses, aunque no se hayan estipulado, no podrán repetirse n
imputarse al capital”. Ambos preceptos contienen, pues, la misma idea.
Concurren en este caso tanto el fundamento, ya que hay un deber moral de retribuir el
favor del préstamo recibido sin intereses, como el efecto principal de la obligación natural:
derecho a retener lo pagado. Pero a pesar de ello es discutible el carácter de obligación
natural en nuestra legislación de este caso, porque no existe una obligación civil previa y no
es posible ni la novación ni la caución, pues desde el momento en que las hubiera, existiría
estipulación de las partes, y el precepto se pone justamente en el caso que no la haya.321
En la concepción moderna de la obligación natural es evidente que la hay por la razón
apuntada: el deber moral de retribuir a quien nos presta un servicio. Aplicándola sin texto
legal alguno en su amparo, la Corte de Talca resolvió que el pago de intereses no
estipulados en una compraventa constituía obligación natural si del mérito de autos
resultaba equitativo.322
333 V. Juego y apuesta.
Reglamentan estos contratos aleatorios los Arts. 2.259 y siguientes; según ellos, se
pueden clasificar en juegos de azar, de destreza corporal y de inteligencia.
Respecto de los primeros, el Art. 2.259 se remite al 1.466, o sea, en ellos existe objeto
ilícito. En consecuencia, se les aplica el Art. 1.468, que vimos en el N.° 330. Por tanto, no

319
Es la opinión predominante en la doctrina: por ejemplo, Alessandri, ob. cit., pág. 46; Fueyo. ob. cit., T.
1°, pág. 76; Somarriva en sus clases, etc.
320
Comparten nuestra opinión, Fueyo, ob. cit., T. 1°, pág. 76; Alessandri, ob. cit., pág. 47; Somarriva en
sus clases, etc.
321
Para Fueyo hay obligación natural, ob. cit., pág. 75.
322
RDJ, T. 12, sec. 1°., pág. 376.

204
LAS OBLIGACIONES TOMO I

se podrá repetir lo dado o pagado por juego de azar a sabiendas, pero en ello hay más una
sanción que el cumplimiento de una obligación natural.
A los juegos de destreza corporal se refiere el Art. 2.263, y dispone que producirán
acción con tal que no contravengan a las leyes y a los reglamentos de policía. En
consecuencia, generan una obligación civil perfecta, provista de acción para exigir el
cumplimiento.
A los juegos de inteligencia, como sería el caso del ajedrez, se les aplica la norma del
Art. 2.260. Dispone este precepto: “el juego y la apuesta no producen acción, sino
solamente excepción. El que gana no puede exigir el pago. Pero si el que pierde paga, no
puede repetir lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo”. Como puede apreciarse, la
disposición es muy amplia, pero habiendo normas especiales para los juegos de azar y de
destreza corporal, forzoso es concluir que sólo se aplica a los de inteligencia y a la apuesta
lícita.
Y constituye un caso típico de obligación natural en la concepción clásica, pues el
efecto, el fundamento y todas sus características son de ella. El legislador a un acto que
normalmente debió producir una obligación civil, por su desconfianza hacia estos contratos
aleatorios, lo priva de una parte de su eficacia.323
Ello confirma que el Art. 1.470 no es enteramente taxativo, y cuando menos hay un
caso de obligación natural ajeno a él.

Sección tercera
EFECTOS DE LA OBLIGACION NATURAL
334. Enunciación.
Ya hemos señalado que el efecto fundamental que produce la obligación natural es que
constituye causa suficiente del pago, y no puede repetirse lo que se ha dado o solucionado
por ella. Produce otros efectos también, y da lugar a algunos pequeños problemas, puntos
que veremos en los números siguientes en este orden:
1.° La obligación natural como causa suficiente del pago;
2.° La obligación natural y la novación;
3.° La obligación natural y otros modos satisfactorios de extinguir las obligaciones;
4.° Caución de la obligación natural;
5.° La sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación natural, y
6.° ¿Puede la obligación natural convertirse en civil?
335. I. La obligación natural como causa suficiente del pago. Requisitos de éste.
La expresión del epígrafe de este número no es otra cosa que el efecto que a la
obligación natural señala el Art. 1.470, pero visto desde el pago.
En efecto, la característica fundamental de la obligación natural es que quien paga una
de ellas, no puede repetir, esto es, no está habilitado para solicitar la devolución de lo dado
o pagado. Es la única defensa del acreedor que carece de acción, pues la obligación natural
sólo es susceptible de pago voluntario pero no forzoso.

323
Opinan que es caso de obligación natural, Alessandri, ob. cit., pág. 35; Fueyo, ob. cit., T. 1°, pág. 73,
aunque sin hacer la distinción del texto, y Somarriva en sus clases, En contra, Claro Solar, Tomo 10 de su ob.
cit., N.° 25, pág. 39.

Dislexia Virtual 205


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Pero quien cumple una obligación natural voluntariamente, paga En consecuencia, en


primer lugar, no hay pago de lo indebido en e cumplimiento de una obligación natural, y de
ahí que el legislador lo haya señalado así en dama reiterada precisamente al hablar del pago
de lo no debido. Según el Art. 2.296: “no se podrá repetir lo que se ha pagado para cumplir
una obligación puramente natural de las enumeradas en el Art. 1.470”, y de acuerdo al
2.297: “se podrá repetir aun lo que se ha pagado por error de derecho cuando el pago no
tenía por fundamento ni aun una obligación puramente natural”.
Y en seguida, según lo hemos también destacado, quien cumple una obligación natural
no dona, paga;324 en la primera se cumple una obligación civil, proveniente de un contrato
válido, y por mera libertad con animus donandi, mientras que en la segunda no hay deber
jurídico de cumplimiento coercible.
Pero para que el pago produzca el efecto que comentamos es necesario que se haya
hecho voluntariamente por el que tenía la libre administración de sus bienes (Art. 1.470,
inc. final).
De ahí que para la irrepetibilidad del pago deben concurrir dos circunstancias
copulativas.325
1.° El pago debe ser voluntario.
Esta expresión es muy semejante a la utilizada por el Art. 1.695 a definir la
confirmación (ratificación) tácita de la nulidad relativa como la ejecución voluntaria de la
obligación contraída.
La expresión debe entenderse, en consecuencia, en el sentido que el cumplimiento de
la obligación natural debe ser libre y espontáneo por parte del deudor y, además, con la
convicción de estar cumpliendo una obligación meramente de esa naturaleza.326 Así
también lo confirma el Art. 2.296, antes transcrito, pues niega la repetición por pago
indebido cuando se ha pagado para cumplir una obligación natural, o sea, con este objeto.
No se cumpliría con esta exigencia si en el pago concurre algún vicio del
consentimiento327 o se paga en virtud de una ejecución de acreedor.328
2.° El que paga debe tener la libre administración de sus bienes.
Esta expresión del Código se ha prestado a dudas, pues es cosa distinta la capacidad
para administrar que para disponer de los bienes (N.° 84). El pago, por regla general, es un
acto de disposición.
Sin embargo, la verdad es que el Código en numerosas ocasiones ha utilizado la
expresión “libre administración” para exigir la plena capacidad de disposición, por lo cual
debe concluirse que en el cumplimiento de la obligación natural esta última es la que debe
concurrir, o sea, el solvens debe ser mayor de edad, no estar afecto a ninguna otra
incapacidad, y la cosa que se da no debe estar sujeta a prohibición, embargo, etc.
336. II. La obligación natural puede ser novada.
La novación es un modo de extinguir la obligación, reemplazándola por otra (N.°
1.099).

324
G.T. de 1938, 2° sem., N.° 86, pág. 404, y toda la doctrina.
325
Otros autores agregan un tercer requisito que omitimos por obvio: el pago debe ser hecho con arreglo
a la ley, o sea, en la forma que el Código reglamenta a tratar del cumplimiento.
326
El mismo fallo de la nota 24.
327
Un caso de error en la RDJ, T. 21, sec. la, pág. 257.
328
G.T. de 1874, Nº 2272, pág. 1.906.

206
LAS OBLIGACIONES TOMO I

El Art. 1.630 dispone que “para que sea válida la novación es necesario que tanto la
obligación primitiva como el contrato de novación sean válidos, a lo menos naturalmente”.
Nada de extraño tiene que así sea, porque la novación es un modo satisfactorio de
extinguir las obligaciones, equivale al pago (N.° 1.171), y produce su mismo efecto:
extinguir la obligación, con el consentimiento del acreedor (N.° 1.112).
337. III. La obligación natural y otros modos de extinción de obligaciones.
Como hemos visto anteriormente, el Código se preocupó expresamente del pago y de
la novación.
De los restantes modos de extinguir las obligaciones debemos dejar a un lado aquellos
que no equivalen al pago, pues todos ellos se oponen a la exigibilidad de la obligación, y la
natural de todos modos no puede exigirse.
De los que equivalen al pago, quedarían la compensación, confusión y dación en pago.
La compensación legal no puede tener lugar entre una obligación civil y una natural,
porque es requisito de ella la exigibilidad de las deudas que se extinguen, y además porque
en la obligación natural se exige cumplimiento voluntario, y la compensación opera de
pleno derecho, aunque debe ser alegada (N.° 718, 727 y 737).
Respecto de la confusión, carece de importancia y aplicación porque nade se va a
cumplir voluntariamente a sí mismo (N.° 741).
Nos queda la dación en pago, y nos vemos inconveniente alguno para que el deudor
cumpla su obligación natural con un objeto distinto al debido, si ello es aceptado por el
acreedor. No podría el solvens exigir la restitución, siempre que haya dado en pago
voluntariamente y teniendo la libre administración de sus bienes (N.° 700).
338. IV. La obligación natural puede ser caucionada.
El Art. 1.472 dispone de 1 suene de las cauciones contraídas para garantizar una
obligación natural, y dice: “las fianzas, hipotecas, prendas y cláusulas penales constituidas
por terceros para seguridad de estas obligaciones, valdrán”.
De acuerdo al precepto transcrito debe efectuarse un distingo:
1.° Las cauciones constituidas por el propio deudor no quedan incluidas en él pues se
refiere expresamente a las contraídas por terceros, y la razón es muy lógica: si el acreedor
no puede exigir el cumplimiento de lo principal, menos podrá hacerlo con lo accesorio:
prenda, hipoteca, etc.
2.° Las constituidas por terceros son las que tienen plena eficacia, y el acreedor, si no
puede exigir el cumplimiento al deudor, podrá hacerlo, por ejemplo, al fiador.329
Como vimos en el N.° 321, el Código se preocupó especialmente de la fianza
constituida por un tercero para garantizar una obligación natural, negándole al fiador en los
Arts. 1358, N.° 3.° y 1375 el beneficio de excusión,, para que el acreedor cobre primero al
deudor principal, y el de reembolso, o sea, el derecho del fiador a repetir contra aquél lo
que ha pagado al acreedor, a menos que la obligación natural se haya validado por la
ratificación o el tiempo. Y es lógico que así sea, pues en caso contrario se estaría
persiguiendo al deudor de una obligación natural, lo que no puede hacerse.
329
Alessandri, erróneamente a nuestro juicio, sostiene que la caución vale únicamente si se constituye
una vez que la obligación ha adquirido el carácter de natural, requisito que la ley no ha exigido en parte
alguna. Ob. cit., pág. 43. En contra, Claro Solar, ob. cit., T. 10, N.° 55, pág. 65.
Un caso ante los tribunales en la G.T. de 1865, N.° 1.518, pág. 632: se validó una hipoteca constituida por
un tercero a favor de un menor.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

339. V. La sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación natural.


Así lo señala el Art 1.471: “La sentencia judicial que rechaza la acción intentada contra
el naturalmente obligado, no extingue la obligación natural”.
El legislador lo dijo para evitar toda duda, pero la disposición es innecesaria, porque si
la obligación natural carece de acción, la sentencia judicial que rechaza la demanda se
limita a aplicar este carácter, declara que no hay obligación civil exigible, pero no impide
que posteriormente opere el efecto propio de ella, que es la retención de lo voluntariamente
pagado por el deudor. No podría pensarse que el amplio efecto de la cosa juzgada cubra
esta situación, pero el legislador optó por decirlo expresamente.
Es el caso que citábamos, por ejemplo, en el NI-' 327 del corredor de propiedades que
no pudo probar su obligación. El juicio le fue adverso, pero pudo retener lo pagado en
virtud de lo dicho. Siempre va a ocurrir así en el caso del N.° 4.° del Art. 1470.
340. VI. ¿Puede la obligación natural convertirse en civil?
Se ha discutido en doctrina si la promesa efectuada por el deudor de una obligación
natural de pagarla, da derecho a exigir el cumplimiento. Dicho de otra manera, la
obligación natural es causa suficiente del pago, pero ¿será causa suficiente de un
compromiso de pago? El deudor desea cumplir la obligación natural, pero no estando en
situación de hacerlo, se compromete a pagarla posteriormente, ¿es este compromiso una
obligación civil perfecta, y en consecuencia, el deudor no puede arrepentirse y si lo hace, el
acreedor queda facultado para obligarlo al cumplimiento?
En nuestro concepto el problema se soluciona de muy distinta forma, de acuerdo a la
concepción que se tenga de la obligación natural (N' 315).
En la doctrina de la obligación natural-deber moral no se divisa qué inconveniente
puede haber para aceptarlo así; si la obligación natural puede ser pagada voluntariamente,
es lógico que también el deudor pueda comprometerse a hacerlo, y por ello en Francia es la
opinión predominante en la doctrina y jurisprudencia.330
En nuestro propio país, una sentencia de la Corte de Santiago de 6 de mayo de 1881
también declaró que si el testador reconoció deber una obligación natural y la sucesión
tiene bienes suficientes para ello, debe cumplirla.331
Sin embargo, creemos que en la doctrina de la obligación civil desvirtuada o
degenerada, que acepta nuestro Código, es necesario efectuar un distingo.
Siempre la obligación natural puede convertirse en civil por la vía de la novación, de
acuerdo al Art. 1.630, y según vimos en el N.° 336, pero en tal caso la obligación natural
primitiva se extingue y da nacimiento a una nueva obligación, en que alguno de los
elementos esenciales (acreedor, deudor, objeto o causa) debe ser diferente (N.° 1.107). No
hay propiamente, pues, conversión de la obligación natural en civil.
En los demás casos, ella será posible únicamente cuando la ley permite sanear el efecto
de la obligación, y en tal caso la promesa de pago se confunde con dicho saneamiento y
debe cumplir sus requisitos.
Y así, en el caso del N.° 1.° del Art. 1.470 (menor adulto) sería la confirmación de la
nulidad relativa; en el del N.° 2.°, una renuncia a la prescripción, y en el del N.° 4.°, una

330
Mazeaud, ob. cit., Parte 1°, T. 1° N.° 367, pág. 536. Curiosamente, en cambio, el Art. 2.034 del Código
italiano que sigue la doctrina francesa, niega todo otro efecto que el propio de ella, a la obligación natural,
por lo que pareciere que no puede convertirse en civil por la promesa del deudor.
331
G.T. de 1881, N` 528, pág. 333.

208
LAS OBLIGACIONES TOMO I

renuncia a la cosa juzgada del pleito en que se rechazó la acción por falta de prueba. Pero
en el caso del N.° 3.° vendría a significar una ratificación de una nulidad absoluta, que está
prohibida expresamente (Art. 1.683).
En los demás casos en que se ha discutido su posible calidad de obligación natural, se
hace preciso también analizarlos uno por uno, y así, en el pago de un objeto ¡lícito a
sabiendas, el compromiso de pagar sería tan absolutamente nulo como el acto mismo, y no
susceptible de ratificación; en el mutuo, si se conviene con posterioridad al contrato el pago
de intereses, no hay sino una modificación del contrato plenamente civil y eficaz,
justamente el Art. 2.208 se pone en el “so de que no se hayan estipulado intereses ni en el
contrato ni posteriormente.
Quedarían el caso de los esponsales y de los juegos de inteligencia y apuestas lícitas,
en que parece muy discutible la validez de la promesa de pago, pues la ley ha querido
negarles precisamente todo otro efecto civil que no sea el de retener lo pagado.

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Capítulo III
CLASIFICACIONES SEGÚN EL OBJETO

341. Enunciación.
Al describir el cuadro general de las clasificaciones de la obligación, dejamos
pendientes para un estudio más detenido algunas que atienden al objeto; a él nos
abocaremos en tres sucesivas secciones destinadas a:
1.° Las obligaciones de dar, hacer y no hacer;
2.° Las de género y especie, y
3.° Las de objeto simple y múltiple.

Sección primera
OBLIGACIONES DE DAR, HACER Y NO HACER
342. Importancia.
Nuestra legislación asigna mucha trascendencia a esta clasificación, como que la repite
en el Art. 1.460, al referirse al objeto de la obligación (N.° 25) y al definir el contrato en el
Art. 1.438.
343. I. Obligación de dar.
Es ésa una materia en que nuestro Código evidentemente se confundió en el uso de los
términos, apartándose de los conceptos universales, especialmente porque refundió en ella
la de entregar. Para intentar una clarificación, la estudiaremos a través de los siguientes
aspectos:
1º Concepto doctrinario de la obligación de dar;
2.° Obligación de entregar, y
3.° Demostración de que en nuestro Código la obligación de dar comprende la de
entregar.
344. A. Concepto doctrinario de la obligación de dar.
Si en el lenguaje vulgar dar equivale a donar, en derecho su significado propio es muy
diverso. Obligación de dar es la que tiene por objeto transferir el dominio o constituir un
derecho real.
Dicho de otra manera, es la que nace de los títulos traslaticios de dominio y demás
derechos reales, como por ejemplo, en la compraventa, en que el vendedor se obliga a dar
una cosa al comprador, esto es, a transferirle el dominio de ella.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

345. B. La obligación de entregar.


En doctrina también, la obligación de entregar es la que tiene por objeto el simple
traspaso material de una cosa, de su tenencia.
En el arrendamiento queda en claro su diferencia con la de dar; en este contrato el
arrendador tiene una obligación de entregar, pero no de dar, porque el arrendamiento es un
título de mera tenencia: el arrendatario no adquiere derecho real alguno.
Siempre en doctrina, la obligación de entregar es de hacer, puesto que se trata de
traspasar materialmente la tenencia de una cosa, lo cual es un hecho.
346. C. En nuestro Código, la obligación de entregar está incluida en la de dar.
Demostración.
Algunos autores332 y fallos333 han pretendido aplicar entre nosotros, sin variaciones, los
conceptos doctrinarios señalados en los anteriores números; pero para la mayoría de
ellos,334 opinión que no tenemos más remedio que suscribir, es evidente que nuestro Código
confundió los conceptos y en consecuencia, la obligación de entregar queda incluida en la
de dar, y no constituye una obligación de hacer.
Dicho de otra manera, en nuestra legislación la obligación de dar no tiene únicamente
por objeto transferir el dominio o constituir otro derecho real, sino también traspasar la
mera tenencia, y en consecuencia, hay que definirla como aquella que tiene por objeto
transferir el dominio de una cosa, constituir un derecho real en ella, o traspasar su mera
tenencia.
Tal conclusión fluye de los siguientes razonamientos:
1.° El Art. 1.548 dispone expresamente que “la obligación de dar contiene la de
entregar la cosa”. Esto quiere decir que en la obligación de dar hay dos operaciones
involucradas en ella: una es la entrega jurídica, que es la obligación de dar propiamente tal
y que en nuestra legislación, como del solo contrato no nacen derechos reales, consiste en
efectuar la tradición de la cosa. Tratándose de bienes muebles se cumplirá mediante la
entrega de la cosa, pero si son bienes raíces, la tradición se hará de acuerdo al Art. 686,
mediante la inscripción en el Registro del Conservador de Bienes Raíces; así queda
efectuada la entrega jurídica, pero, además, debe hacerse el traspaso material de la
propiedad, entregándola físicamente al adquirente, y ésta, que es obligación de entregar
propiamente tal, queda incluida en la de dar, como lo señala el precepto citado;
2.° En la compraventa el legislador, para referirse a la misma obligación, la del
vendedor de dar la cosa, la denomina indistintamente como de dar y de entregar. En efecto,
el Art. 1.793 define la compraventa como “un contrato en que una de las partes se obliga a
dar una cosa”, etc., y cuando toca el momento de reglamentar esta obligación, en el párrafo
6.° del título 23 del Libro 4.°, lo hace bajo el epígrafe “de las obligaciones del vendedor, y
primeramente de la obligación de entregar”, y en los preceptos del párrafo citado, Arts.
1.824 y siguientes, vuelve reiteradamente a hablar de la obligación de “entregar”, como

332
Claro Solar, ob. cit., T. 10, N.° 614, pág. 547, María Montenegro, ob. cit., N.° 16, pág. 13, con una
nutrida argumentación.
333
La obligación de entregar es de hacer: RDJ, T. 32, sec. 2°, pág. 105
334
Alessandri, ob. cit., pág. 18; Fueyo, ob. cit., T. 12, N.° 208, pág. 236; Meza Barros, De las Obligaciones,
N.° 31 págs. 35 y 36; Somarriva en sus clases, en; G. de 1933, 29 sem., N.° 81, pág. 263, con un interesante
voto disidente de don Urbano Marín, quien sostiene que no es obligación de dar la que tiene por exclusivo
objeto traspasar la mera tenencia, como ocurre en el arrendamiento.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

ocurre en el propio Art. 1.824, según el cual en general las obligaciones del vendedor se
reducen a don “la entrega o tradición”, etc.
Los ejemplos pueden multiplicarse, ya que el Art.1.924 señala que el arrendador está
obligado a “entregar” la cosa arrendada, o sea, tiene la misma obligación que el vendedor,
etc.
Todo ello prueba que el legislador utiliza indistintamente ambas expresiones: dar y
entregar;
3.° Los derechos y acciones se reputan muebles o inmuebles según lo sea la cosa que
se debe o en que han de ejercerse (Art. 580), y los hechos que se deben se reputan muebles
(Art., 581). Pues bien, el primero de estos preceptos señala como ejemplo: “la acción del
comprador para que se le entregue la finca comprada es inmueble”. Si la obligación de
entregar en nuestra legislación fuere de hacer, sería mueble de acuerdo al Art. 581, pero el
precepto anterior la calificó ya expresamente de inmueble, por lo cual no cabe sino concluir
que no es obligación de hacer, y
4.° Como se dejó comanda en la historia fidedigna del C.P.C., el procedimiento para
exigir judicialmente el cumplimiento-de las obligaciones de dar, incluye las de entregar
(N.° 801).
Con los argumentos señalados no cabe duda de que el Código confundió y refundió en
una sola las obligaciones de dar y entregar, y ésta, en consecuencia, comprende dos
obligaciones de dar la de dar propiamente tal, en cuanto tiene por objeto transferir el
dominio o constituir un derecho real, y la de dar, que es de entregar, y mediante la cual se
traspasa la mera tenencia.
347. II. Obligación de restituir.
Una forma especial de la obligación de entregar es la de restituir, que normalmente
corresponde al que ha recibido una cosa a título de mera tenencia y al agotamiento del
contrato, en cuya virtud la detenta, debe devolverla a su legítimo dueño o poseedor o
incluso mero tenedor, según quien sea el que le haya traspasado la tenencia material.
Típicamente entonces, la obligación de restituir tiene lugar en los contratos de mera
tenencia, y así el arrendatario, comodatario, depositario, acreedor prendario, etc., a la
expiración de los contratos respectivos, deben restituir la cosa arrendada, dada en
comodato, depositada o dada en prenda, respectivamente, a quien se la entregó
previamente.
Pero la obligación de restituir se presenta también en otras situaciones, como ocurre en
el pago de lo indebido, en que debe restituirse lo pagado sin previa obligación (N.° 689), en
la acción de reembolso (N.° 198), por efectos de la resolución del contrato (N.° 560), etc.
Finalmente, también se presenta en los derechos reales, y así a la expiración del
usufructo el usufructuario debe restituir la cosa fructuaria, y el poseedor vencido en el
ejercicio de la acción reivindicatoria, de petición de herencia, etc., debe restituir al legítimo
dueño, heredero, etc. La diferencia con los casos anteriores es que aquí existe una acción
real para la restitución, mientras en los primeros hay una acción personal, proveniente del
contrato o acto en cuya virtud el acreedor entregó previamente la cosa.
La obligación de restituir puede corresponder a la misma cosa que fue entregada si ella
es infungible, pero puede ser equivalente a ella cuando el restituyente se ha hecho dueño de
la cosa. En el usufructo el legislador marcó perfectamente esta diferencia entre restituir una
cosa no fungible y volver igual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si

212
LAS OBLIGACIONES TOMO I

la cosa es fungible (Art. 764); en tal caso, la obligación de restituir es siempre de dar, y así
ocurre en el mutuo, que recae sobre cosas fungibles. El mutuario no restituye la misma cosa
que recibió, sino otras equivalentes. En consecuencia, la obligación de restituir puede
también ser de dar o de entregar, sin que tal distinción tenga mayor importancia en nuestra
legislación según lo dicho en el número anterior.
En la obligación de restituir puede haber lugar a indemnizaciones recíprocas, ya sea
provenientes de los deterioros o menoscabos que haya sufrido la cosa en poder del
restituyente, o a la inversa por los gastos o mejoras realizadas por éste, y en que
habitualmente la ley le otorga el derecho al deudor de retener la cosa mientras ellas no le
sean pagadas por el acreedor: es el derecho legal de retención a que no referimos en los N.°
947 y siguientes.
348. III. Obligación de hacer.
Doctrinariamente, obligación de hacer es la que tiene por objeto la ejecución de un
hecho, pero de acuerdo a lo anteriormente expresado este hecho en nuestra legislación no
será nunca la entrega de una cosa, porque en tal caso la obligación no es de hacer, sino de
dar.
Por extensión de la clasificación de los objetos, se suele hablar de obligaciones de
hacer fungibles e infungibles, queriendo significar con ello que hay algunas en que es
indiferente que el hecho lo ejecute el propio deudor u otra persona en lugar suyo, pero hay
muchas obligaciones de hacer que dependen de una cualidad personal de aquél, por lo que
en caso de incumplimiento, el acreedor no podrá obtener la ejecución forzada del hecho
mismo (N.° 805), se extinguen normalmente por la muerte del deudor, y la imposibilidad en
la ejecución se sujeta a reglas especiales (N.° 1.196).
Ejemplos de obligación de hacer: construir un edificio, transportar una mercadería,
defender un pleito, abrir una calle en terrenos propios en beneficio de los poseedores
limítrofes,335 transportar el petróleo vendido al lugar convenido,336 prolongar, limpiar y
ensanchar un canal,337 otorgar una escritura pública,338etc.
349. IV. Obligación de no hacer.
El objeto de la obligación de no hacer es una omisión: abstenerse de ejecutar un hecho
que de no existir la obligación podría hacerse. Es como una limitación a la libertad de
actuar de una persona, que debe privarse de hacer ciertas cosas que normalmente y a no
mediar la obligación podría llevar a cabo.
Podemos citar varios casos de obligación negativa: una muy frecuente es 1 que contrae
una persona al enajenar un establecimiento de comercio de no colocar otro de igual giro en
la misma plaza;339 las prohibiciones del Art. 404 del C. Co. para los socios de una sociedad
colectiva, como la de no explotar por cuenta propia el ramo de industria en que opera la
sociedad; la de un vecino de no elevar más allá de cierta altura un muro, etc.
Ciertas obligaciones de no hacer se asemejan a las servidumbres negativas, pero se
distinguen de ellas por su carácter personal, mientras que la servidumbre es un derecho real.

335
RDJ, T. 16. sec. 11, pág. 599.
336
RDJ, T. 23, sec. la., pág. 273.
337
G.T. de 1919, 1° sem., N.° 3.406, pág. 212.
338
RDJ, T. 63, sec. 2a., pág. 67.
339
G.T. de 1911, T. 29, N- 1. 100, pág. 64o y Nº 766, pág. 13.

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También la obligación negativa está afecta a normas especiales en caso de


incumplimiento (Nos- 807 y siguientes), e imposibilidad (N.° 1.197).

Sección segunda
OBLIGACIONES ESPECIFICAS Y GENÉRICAS
350. Enunciación.
Como se dijo en el N.° 25, todo objeto debe ser determinado o determinable, pero la
determinación puede ser la máxima, en que se precisa un individuo específico dentro de un
género también delimitado, como el bien raíz de calle Ahumada N.° tanto, o meramente
genérica, como una vaca, cien acciones de tal Sociedad Anónima, etc.
Obligación de especie o cuerpo cierto es la primera, en que el ojeo debido está
determinado tanto en género como en especie; las de género, aquellas en que se debe
indeterminadamente un individuo o una cantidad de cosas de una clase o género
determinados.
La importancia de esta clasificación estriba en la distinta forma de cumplirlas, en la
obligación que como consecuencia de ello se impone al deudor específico de conservación,
y en la posible extinción de las primeras por pérdida de la cosa debida.
Veremos en párrafos sucesivos las obligaciones específicas, las genéricas, una
categoría de estas últimas de gran importancia y aplicación, como son las de dinero, y
finalmente los intereses que normalmente las acompañan.

Párrafo 1.°
OBLIGACIONES DE ESPECIE O CUERPO CIERTO
351. Generalidades.
El legislador no ha reglamentado en forma especial las obligaciones que recaen en una
especie o cuerpo cierto, como lo hizo, según veremos, con las de género, pero se refirió a
ellas en varias disposiciones, en especial en relación con su cumplimiento.
Las particularidades de estas obligaciones derivan de la circunstancia de que la cosa
debida es única, no tiene reemplazo, y por ello:
1.° Lleva envuelta para el deudor la obligación de conservar la especie o cuerpo cierto
hasta la época del cumplimiento. En el número siguiente estudiaremos esta obligación del
deudor.
2.° Debe pagarse la cosa debida y no otra.
Así lo veremos al tratar del pago (Art. 1.589, inc. 2.°) (Ver N.° 615), y esta
característica ya señalada impone en el cumplimiento de la obligación una indivisibilidad
de pago, pues la entrega debe efectuarla, en caso de haber varios deudores, quien posea la
especie o cuerpo cierto (Art. 1.526, N.° 2.°) (Ver N.° 440).
3.° Pérdida total o parcial de la cosa debida.
En la obligación de especie o cuerpo cierto existe la posibilidad de que la cosa se
destruya antes de su entrega.

214
LAS OBLIGACIONES TOMO I

La pérdida puede ser culpable o fortuita. En el primer caso, el deudor responde de los
perjuicios (N.° 825 y siguientes), y si se trata de un contrato bilateral, puede pedirse,
además de éstos, la resolución del mismo (N.° 531).
Si es fortuita, la obligación se extingue por pérdida de la cosa debida (N.° 1.193), lo
cual también en los contratos bilaterales da origen a una situación especial, el problema del
riesgo (N.° 1.205).
A la pérdida parcial nos referiremos en el N.° 1.201.
352. La obligación de conservación.
Vimos en el N.° 346 que de acuerdo al Art. 1.548 la obligación de dar contiene la de
entregar la cosa debida; agrega el mismo precepto: “Y si ésta es una especie o cuerpo
cierto, contiene, además, la de conservarlo hasta la entrega, so pena de pagar los perjuicios
al acreedor que no se ha constituido en mora de recibir”.
De manera que tratándose de un cuerpo cierto hay tres obligaciones distintas
contenidas en la de dar: la de dar propiamente tal, la de entregar la especie debida, y, para
que ello sea posible, la de conservarla hasta la entrega. Por ejemplo, si se vende un
inmueble, el vendedor está obligado a dar el bien raíz, efectuando la inscripción
correspondiente en el Conservador, que es su tradición; debe entregar materialmente el
predio y, finalmente, conservarlo hasta ese momento.
Es lógico que le imponga esta obligación la ley al deudor, porque por el carácter
irreemplazable de la especie o cuerpo cierto, si ella se destruye, no podrá cumplirse la
obligación, teniendo entonces lugar la distinción señalada en el número anterior, según si la
pérdida es culpable o fortuita, total o parcial.
Agrega el Art. 1.549: “la obligación de conservar la cosa exige que se emplee en su
custodia el debido cuidado”; este debido cuidado es el que corresponda, de acuerdo a la
naturaleza del contrato (Art. 1.547, inc. 12, ver N.° 833).
En nuestra legislación se presume la infracción a esta obligación de custodia en el caso
de que la especie o cuerpo cierto se destruya o deteriore; al deudor corresponderá probar la
ausencia de culpa suya en el incumplimiento de la obligación de conservación (N.° 836).340
Atentan contra el cumplimiento de esta obligación actos jurídicos o materiales del
deudor, o ajenos a él, jurídicos, como si, por ejemplo, el deudor que no ha entregado la
cosa, la enajena a otra persona. Actos materiales del deudor serían la negligencia o dolo de
ése que destruye o deteriora la cosa, y ajenos a él, el caso fortuito. Ellos le impondrán
responsabilidad si le son imputables, pero según lo dicho, a él le corresponde probar su
ausencia de culpa o el caso fortuito.

Párrafo 2.°
LAS OBLIGACIONES DE GÉNERO

340
Autores franceses distinguen entre la obligación de conservar y la de entregar la cosa en la fecha
convenida. Esta sería una obligación de resultado, de modo que si no entrega el deudor cuando debe en el
estado que la especie se encuentre queda probado el incumplimiento, y a él corresponde acreditar el caso
fortuito, etc. En cambio la obligación de conservar la cosa en buen estado es de medios, pues obliga al
deudor únicamente a una cierta conducta: prestar a la cosa los cuidados de un buen padre de familia, y al
acreedor correspondería probar que no la cumplió. Mazeaud, ob. cit., Parte 2a., T. 2°, págs. 151 y sigtes.

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353. Concepto.
A ellas el legislador destinó el título 82 del Libro 4.°, Arts. 1.508 a 1.510.
Según el primero “obligaciones de género son aquellas en que se debe
indeterminadamente un individuo de una clase o género determinado”. 341 Como se advierte,
no es que en las obligaciones de género exista absoluta indeterminación, porque ello se
traduciría en la ausencia de objeto, y nulidad absoluta de la obligación. Y así, no podría
deberse un animal, un árbol, etc. El género debe estar determinado, y además la cantidad
del mismo que se debe, y así si se dijera que se debe trigo sin señalar la cuantía, podría
pretenderse cumplir la obligación entregando un grano del mismo. Por ello no es
enteramente correcto el precepto al hablar de “un individuo”, pues pueden ser varios, con
tal que se determine o sea determinable la cantidad.
Ahora bien, en la obligación genérica la determinación puede irse haciendo cada vez
mayor hasta llegarse muy cerca de la máxima, que es la específica; para algunas
legislaciones y autores modernos constituyen una verdadera obligación intermedia, que
participa de los caracteres de la de género, pero también de la específica. Por ejemplo, si el
deudor se compromete a entregar 100 litros de vino tinto, esto es una obligación genérica
corriente, pero si se ha obligado a entregar los mismos 100 litros de al marca y tipo, y
correspondiente a la cosecha de tal año, el deudor debe entregar éstas y no otras.342 La
importancia de esta distinción quedará señalada en el número que sigue.
354. Efectos de la obligación de género.
La obligación de género es normalmente fungible; puede darse una u otra especie,
mientras quede comprendida en el género debido. De ahí que los efectos de la obligación
genérica -que el legislador reglamentó en el título 8.° y no a propósito del pago, como lo
hizo con las de especie- sean radicalmente inversos a los de ésta y así:
1.° No hay obligación de conservación.
Así lo señala la parte final del Art. 1.510: “el acreedor no puede oponerse a que 1
deudor las enajene o destruya (las cosas del género debido), mientras subsistan otras para el
cumplimiento de lo que debe”. El deudor puede realizar, en consecuencia, toda clase de
actos jurídicos y materiales respecto de las cosas del mismo género que posea.
2.° Cumplimiento.
En la obligación de especie, sólo puede cumplirse entregando el cuerpo cierto debido.
En la de género no hay cosas determinadamente debidas.
Por ello, para cumplirla debe procederse a la especificación, o sea, a la elección entre
los individuos del género de aquellos que deben entregarse al acreedor.
La elección no es de éste, a menos que así se haya expresamente estipulado: “En la
obligación de género, el acreedor no puede pedir determinadamente ningún individuo”
(Art. 1.509, primera parte). De manera que al momento del pago el deudor elige las cosas
con que va a cumplir, y así, si debe 100 sacos de trigo, retira de sus bodegas los 100 sacos y
los entrega al acreedor.
Puede entregar cualquier individuo del género, pero con una limitación que le coloca la
ley: debe ser de una calidad a lo menos mediana, si no se ha precisado otra (Art. 1.509,
parte final).
3.° No existe pérdida de la cosa debida.
341
Véase RDJ, T. 51, sec. la, pág. 265.
342
Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.° 133, pág.160, y 136, pág. 162.

216
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Se dice que el género nunca perece (genus nunquam perit), y por ello el Art. 1.510, en
su primera parte dispone que “la pérdida de algunas cosas del género no extingue la
obligación”. Y si no existe este modo de extinguir las obligaciones en las de género,
tampoco tiene en principio aplicación la teoría del riesgo (N.° 1.215).
Sin embargo, señalamos en el número anterior la existencia de obligaciones que sin
dejar de ser genéricas, se acercan en cierto sentido a las específicas: las de un género
precisado o delimitado, como el ejemplo señalado del vino de tal marca, calidad y año.
Pues bien, en ellas, el deudor deberá conservar las cosas necesarias para cumplir la
obligación, entregar exactamente lo prometido, y puede producirse la posibilidad de
pérdida sin culpa, como lo veremos precisamente a propósito del cumplimiento imposible
(N.° 1.195). Adelantemos eso sí que la jurisprudencia en general ha resistido esta última
posibilidad.

Párrafo 3.°
OBLIGACIONES MONETARIAS
355. Las obligaciones de dinero.
De más parece destacar la importancia y frecuencia de las obligaciones expresadas en
una suma de dinero.
Es una obligación genérica,343 fungible por excelencia, y de amplio poder de liberación,
ya que sirve para la adquisición de toda clase de objetos y servicios. Normalmente, las
obligaciones de los principales contratos recaen en sumas de dinero: pagar el precio de la
compraventa, las rentas de arriendo, los capitales recibidos en mutuo; los impuestos y
contribuciones, la indemnización por los hechos ilícitos, etc., también recaen en dinero.
Esta enorme importancia y su propio carácter imponen a las obligaciones de dinero
peculiaridades muy propias en los siguientes aspectos, principalmente:
1.° En cuanto a su cumplimiento, como lo veremos en los números siguientes;
2.° En el caso de incumplimiento, ya que siempre podrá obtenerse su pago en la forma
estipulada, pues si el deudor no lo efectúa, se le embargan y rematan bienes suficientes y
con su producto se paga al acreedor (N.° 801), y porque la indemnización por la mora se
traduce en el pago de intereses (N.° 898);
3.° Porque normalmente van acompañados de este último accesorio: los intereses, de
que hablaremos en el párrafo que a éste sigue:
4.° Porque al ser imposible el cumplimiento de las demás obligaciones en la forma
convenida, ellas se convierten también en una obligación de dinero: el pago de la
indemnización de perjuicios (N.° 852); etc.
356. Cumplimiento de las obligaciones de dinero.
El principio, nominalista. Las legislaciones en general imponen el principio
nominalista en el pago de las obligaciones de dinero, esto es, ellas se cumplen entregando
al acreedor la misma suma debida, cualesquiera que sean las variaciones que haya
experimentado en el intertanto se debía el dinero, el valor intrínseco de éste, si lo tiene, o su

343
Por excepción no será genérica una obligación de dinero, cuando éste se individualice por su
ubicación, como por ejemplo, el legado de las monedas de oro depositadas en tal parte.

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poder adquisitivo. El Estado impone una moneda de curso legal y pagando con ella el
deudor se libera de su obligación.
Sin embargo, el mundo ha estado viviendo un proceso inflacionario más o menos
agudo según los países. Ello ha obligado a alterar este principio, y son muchas las
legislaciones que establecen o permiten algún sistema de reajuste de las obligaciones de
dinero a fin de evitar el perjuicio del acreedor, ya que entre el período en que se contrae la
obligación y aquel en que se cumple, la suma debida pierde gran parte de su poder
adquisitivo, no obstante lo cual aquél no puede pedir más por ella.
Nuestra legislación aceptaba también indudablemente el principio nominalista.344 Su
más clara expresión se encontraba dentro del Código, no en el pago, sino en el mutuo, en el
Art. 2.199, que fue derogado por el DI. 455 del año 1974, al que luego nos referiremos.
Decía el precepto: “si se ha prestado dinero, sólo se debe la suma numérica enunciada en el
contrato”.
No obstante la derogación de la disposición transcrita, la regla general sigue siendo el
principio nominalista, esto es, la deuda se paga por su valor. Ello deriva de las normas del
pago del propio Código, de la ley que establece el signo monetario, que actualmente es el
Decreto Ley N.° 1.123 de 30 de julio de 1975, publicado en el Diario Oficial de 4 de agosto
de 1975 (que reemplazó el E.° por el peso), y en cuya virtud al acreedor no se le puede
obligar a aceptar monedas que no sean de curso legal en el país ni cheques u otros
documentos, y de la misma legislación sobre reajustes. Si ellos no se estipulan, por regla
general la ley no los presume.
Podríamos decir como conclusión que la situación actual se sintetiza en tres instancias:
1.° El principio nominalista sigue siendo la regla general en materia de obligaciones;
2.° Se aplica algún sistema de reajuste cuando la ley, la convención o la resolución
judicial así lo establecen. En materia de indemnización extracontractual la regla general es
la reajustabilidad para otorgar una indemnización integral como lo exige la ley (N.° 302,
N.° 4); y
3.° Hay una serie de situaciones no resueltas, algunas de las cuales veremos en los
números siguientes y numerosos conflictos ya que se una de una materia en plena
formación todavía. Ellos deben resolverse de acuerdo a lo señalado, esto es, teniendo
presente que el principio nominalista es la regla general, pero también hay una notoria
tendencia a extender por razones de equidad la aplicación de la reajustabilidad.345
356 bis. Reajustabilidad de las obligaciones.
Nuestro país tiene una larga tradición inflacionaria de más de un siglo. Nada de raro
también que tenga una conflictiva historia respecto de los sistemas de reajustabilidad, con
numerosas leyes y encontradas interpretaciones. Ello se ha hecho especialmente álgido en
períodos de agudización del proceso inflacionario, como han sido los años 1954 y 1955,
pero muy fundamentalmente el período 1972-1977.
En situaciones inflacionarias, sobre todo muy agudas, los acreedores buscan
protecciones contra el previsible perjuicio que sufrirán por aplicación de la teoría
344
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 60, sec. 1°, pág. 407.
345
Un fallo publicado en la RDJ, T. 72, sec. la, pág. 49 no aplicó el principio nominalista en una promesa,
por falta de texto expreso que manifiestamente dispusiera que el pago debía hacerse en igual número de
monedas.
Otro de la misma RDJ, T, 71, sec. la, pág. 157, ordenó reajustar la indemnización de una expropiación,
para que ella fuera íntegra y completa. Igual en F. del M., N.° 215, 1976, pág. 240.
Aplicó la reajustabilidad en un caso de fraude aduanero un fallo de la misma RDJ, T. 70, sec. 4°, pág. 39.

218
LAS OBLIGACIONES TOMO I

nominalista a la época del pago, a fin de recibir lo que realmente se les debe. Esas
estipulaciones adoptan las formas más variadas, y su validez se ha discutido no sólo en
nuestro país, sino en el extranjero.
En Francia e Italia, en las épocas álgidas de inflación de la postguerra, se sostuvo en
general la invalidez de estas convenciones, por considerárselas atentatorias contra el orden
público económico, y las leyes que establecen el curso forzoso y liberatorio de los billetes
de banco y de la moneda oficial.
Entre nosotros el problema se ha planteado en numerosas oportunidades y ha girado en
torno a las leyes que sucesivamente se han ido dictando al ritmo de las crisis monetarias.346
En este último tiempo hay que distinguir dos etapas bien definidas: 6 de la vigencia de la
Ley 13.305 de 6 de abril de 1959 y sus posteriores modificaciones, especialmente a raíz de
la crisis cambiaria del año 1961.347
La otra es la legislación dictada en estos últimos años y que introduce un sistema más o
menos general y reglamenta la reajustabilidad desde el D.L. 455 de 13 de mayo de 1974
(publicado en el Diario Oficial de 25 mismo mes), modificado por los D.L. 910 de 12 de
marzo de 1975 y 1533 de 29 de julio de 1976 y reemplazado por la Ley 18.010 de 27 de
junio de 1981, modificada por la Ley N.° 18.840 de 10 de octubre de 1989, Orgánica
Constitucional del Banco Central de Chile.
Nuestros tribunales han sostenido siempre el carácter de orden público de las leyes
monetarias, pero sólo para imponer su vigencia in actum, aun a las convenciones otorgadas
antes de su dictación,348 pero, en cambio, han reconocido en general la validez de las
estipulaciones de las partes para alterar el principio nominalista.349 Y es lógico que así sea,
con la sola salvedad de las limitaciones que las propias leyes monetarias impongan, por el
principio de la autonomía de la voluntad, y porque el Art. 1.569 ordena que “el pago se hará
bajo todos respectos en conformidad al tenor de la obligación”.
Estas estipulaciones revisten principalmente los siguientes caracteres:
1.° Cláusula oro, moneda de oro y valor oro;
2.° Cláusula en moneda extranjera o valor de ellas;
3.° Cláusula de pago en mercaderias o valor de ellas; y
4.° Cláusulas de reajuste, según índices, u otro valor, que analizaremos en los números
siguientes.
357. I. Cláusula oro, moneda de oro y valor oro.
En la cláusula oro o moneda de oro se estipula que la obligación se pagará en moneda
de oro determinada, como por ejemplo con 100 monedas de oro chilenas de $ 100, o
argentinas, etc. En la cláusula valor oro no se estipula el pago en oro o moneda de oro, sino
que en moneda de curso legal, pero calculada la suma de ésta con relación a cierto peso del
oro, expresado en gramos, o con relación al valor de determinadas monedas de oro; por
ejemplo, se conviene que la deuda se pagará en pesos moneda nacional, según el valor que
a la fecha del pago tengan tantas monedas chilenas de oro de $ 100.

346
Sobre la jurisprudencia dictada en relación con las leyes que antes regían la materia, véase Repertorio
de Legislación y jurisprudencia, Tomo V., págs. 12 y sigtes. Véase también los Arts. 113 y 114 del Código de
Comercio.
347
Véase al respecto la primera edición de esa obra.
348
G.T. 1901, T. 2°, N.° 2.364, pág. 567 y RDJ, Ts. 4°, sec. la., pág. 917; 60, sec. la-, pág. 288 y sec. 2a.,
pág. 169; 61, sec. 1°., pág. 288 y 63, sec. la., pág. 429.
349
Véase especialmente, RDJ, T. 48, sec. la., pág. 142.

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Todas las muchas discusiones que existieron sobre la materia350 fueron zanjadas por la
Ley N.° 15.192, de 8 de mayo de 1963, que calificó de operaciones de cambio internacional
las transferencias de oro en cualquiera de sus formas (Art. 1.°), sometió su comercio al
control del Banco Central de Chile (Art. 2.°) y sancionó penalmente en su Art. 32 a las
personas que infrinjan las disposiciones de éste relativas a operaciones internacionales.
Esta disposición fue derogada por el Decreto Ley TP 1540 de 23 de agosto de 1976,
publicado en el Diario Oficial de 5) de septiembre de 1976 (Art. 1.°, letra a).
En consecuencia, rige hay en día la más amplia libertad para la comercialización del
oro y monedas de oro, razón por la cual nos parece no haber inconveniente alguno para
estipular la cláusula oro o monedas de oro. Sin embargo, tienen poco interés porque el
mismo o parecido ojeo se obtiene con la cláusula moneda extranjera, que está plena y
claramente reglamentada por la ley, como lo veremos a continuación.
358. II. Cláusula moneda extranjera y valor moneda extranjera.
Por la primera se conviene que la obligación se pagará en la moneda extranjera que se
expresa, pero referida a la de curso legal, y no a la de oro, como tantos dólares, libras
esterlinas, etc., y han ido reemplazando a las cláusulas oro a medida que dejó de circular la
moneda de este metal. En la cláusula valor moneda extranjera se estipula que la obligación
se pagará en moneda nacional, pero calculada según la paridad que ella tenga con la
moneda extranjera que se expresa, como por ejemplo se pagará en pesos chilenos por el
equivalente de unas dólares de Estados Unidos de Norteamérica, etcétera.
La Ley N.° 13.305 ya citada estableció una amplia libertad para la estipulación de ese
tipo de cláusulas, modificando el C.O.T. (Art. 116, inc. final) y C.P.C. (Arts. 500, inc. final
y 511, inc. 22) para hacerlas efectivas en juicio. La crisis cambiaría de 1961 sorprendió a
muchos particulares con deudas expresadas en esta forma, que sólo se vinieron a resolver
con la dictación de la Ley N.° 14.949 de 11 de octubre de 1962.
Aunque esta legislación está reemplazada conviene analizarla, porque hay muchas
situaciones pendientes contratadas bajo su vigencia.
Ella distinguía entre las obligaciones estipuladas en moneda extranjera pagaderas en el
país y en el extranjero. Estas últimas eran perfectamente válidas y debían cumplirse al tenor
de lo estipulado, con la salvedad de que si el Banco Central no las había autorizado
previamente, no podía ser obligado a proporcionar las divisas necesarias para su
cancelación.
Las pagaderas en Chile también eran válidas,351 pero se pagaban, tanto las contraídas
antes como después de la ley, por su equivalente en moneda nacional, según el tipo de
cambio libre bancario que diera a la fecha del pago, evo es todas ellas se equiparaban a la
cláusula valor moneda extranjera (Art. 5.° de la Ley N.° 14.949 y 82 del reglamento). Se
exceptuaban los contratos de arrendamiento de inmuebles destinados a habitación o locales
comerciales cuando el arrendatario tenía ingresos en moneda extranjera, los de trabajo,
seguro y transporte desde o hacia el exterior, y en general las obligaciones en el extranjero.
La ley además en sus Arts. 10 y siguientes reglamentaba la forma de cobrar en juicio
estas deudas, y especialmente la manera de efectuar la conversión a moneda nacional.352

350
Véanse Rep., T. V., pág. 17 y la bibliografia citada en la nota 2 del mismo Rep., T. IV, 2a. edición, pág.
64.
351
RDJ, T. 65, sec. 1°, pág. 180. Véase en la nota 17 fallos en relación a la vigencia in actum de la ley, aun
en juicios entablados antes de su dictación.

220
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Conviene hacer presente que bajo la vigencia de esta legislación existían en el país dos
tipos de cambio, ambos teóricamente libres, pero en la práctica fijados por el Banco
Central: el bancario y el de corredores, este último más alto. La ley se remitía obviamente
al primero, pero se discutió si las partes podían estipular lo contrario, o sea, la liquidación
de la deuda por el equivalente al cambio de corredores.353
Finalmente la ley no se puso en la situación de las cláusulas valor moneda extranjera,
pero no existiendo otra cotización legal que las señaladas, y por la analogía de la situación,
era evidente que debía aplicarse la misma solución aunque ella no estuviera de acuerdo con
la verdadera relación en el mercado (negro, obviamente) entre la moneda chilena y la que
se había tomado como padrón.
Así funcionó por largos períodos la práctica entre nosotros de estipular obligaciones
por el equivalente del dólar moneda legal de EE.UU. de Norteamérica, que además era
objeto de fijación por tablas diarias, de manera que el reajuste operaba día por día.
Ello perdió vigencia al fijarse el dólar a razón de $ 39 fijos, y entró a funcionar mucho
más el sistema de reajustes según la U.F., sobre todo a partir de la Ley N.° 18.010 ya
citada.
En todo caso esta ley en su título 2.° reglamenta “las obligaciones en moneda
extranjera o expresadas en moneda extranjera”.
El Art. 20 distingue dos tipos de obligaciones en moneda extranjera:
1.° . Las que se han pactado en moneda extranjera en virtud de autorización de la ley o
del Banco Central de Chile. En tal caso, el acreedor podrá exigir su cumplimiento en la
moneda estipulada o ejercer los derechos que emanan para el deudor de la respectiva
autorización;
2.° En los demás casos, las obligaciones expresas en moneda extranjera serán
solucionadas por su equivalente en moneda nacional según el tipo de cambio vendedor del
día del pago. Tratándose de obligaciones vencidas, se aplicará el tipo de cambio del día del
vencimiento si fuere superior al día del pago. Para establecer el tipo de cambio vendedor
que corresponda se estará al que certifique un Banco de la plaza.
Para los efectos del cobro judicial y cumplimiento de los Arts. 116 y 120 del C.O.T.
citados, bastará un certificado otorgado por un Banco de la plaza al día de la presentación
de 1 demanda, o a cualquiera de los 10 días precedentes.
El Art. 22 de la Ley N.° 18.010 da una serie de normas para el juicio ejecutivo en que
se persiga el pago de obligaciones en moneda extranjera.
Por último, el Art. 24 prohíbe toda otra forma de reajuste en las obligaciones
expresadas en moneda extranjera, “que la que llevan implícita”. Dicho en castellano, que el
que podría emanar de las fluctuaciones de la moneda extranjera. Debe tenerse cuidado en
este punto, porque es común estipular además el reajuste que corresponda a la inflación del
país cuya moneda se está usando como referencia. Esa estipulación estaría prohibida por
este precepto.
Creemos que en todo caso la ley solucionó el problema de las cláusulas valor moneda
extranjera que estaban confusas en la Ley N.° 13305: ellas se pagarán por el equivalente en
moneda nacional.

352
Véase en RDJ, Ts. 60, sec. la, pág. 288 con comentario de Alejandro Silva Bascuñán, y 63, sec. 1°., pag.
429, fallos totalmente contradictorios sobre la forma en que concurren estos créditos en el caso de una
quiebra.
353
F. del M., N.° 189, agosto de 1974, pág. 138.

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359. III. Cláusulas en mercadería y valor mercadería.


Por las complicaciones antes señaladas que solían tener las cláusulas relacionadas con
el oro o las monedas extranjeras, se hicieron usuales algunas de las siguientes
estipulaciones, que ahora no son 'muy comunes dadas las ventajas de las convenciones por
el equivalente en dólares, o las sujetas a un sistema de reajuste, como las que veremos en el
número que sigue:
1.° Obligaciones que habitualmente se estipulan pagaderas en dinero se conviene que
se paguen en mercaderías, como por ejemplo tantos quintales de trigo, muy frecuentes
especialmente en los arriendos rústicos. No hay discusión posible sobre su validez,354 salvo
en cuanto infrinjan específicas prohibiciones legales, como la congelación de arriendos,
cuando ella existe; y
2.° Las mismas obligaciones se establecen pagaderas en pesos moneda nacional, pero
con relación al valor de alguna mercadería, por ejemplo, según el precio a la época del pago
de tantos quintales de trigo, situación que es en todo similar a los sistemas de reajustes que
veremos a continuación, salvo que referidos a una mercadería.
359 bis. IV. Cláusulas expresadas en valores sujetos a reajustes.
Es el sistema que más ha alcanzado difusión entre nosotros, y recogido por numerosas
leyes. Se trata de una verdadera moneda de cuenta que se va modificando de acuerdo a
algún sistema fijado por la ley, y que considera las variaciones del poder adquisitivo del
dinero.
El primer sistema adoptado fue el de sueldo vital contemplado por la Ley 7.295 de 22
de octubre de 1942, pero que perdió toda trascendencia en el año 1971 cuando dejó de
reajustarse conforme al mecanismo señalado por dicha ley. Algunas multas legales en todo
caso aún se reajustan por este sistema. El ingreso mínimo para los trabajadores es
actualmente el mecanismo que reemplaza al sueldo vital (Art. 80 de la Ley 18.018 de 14 de
agosto de 1981). Se reglamenta en el Art. 40 del DL. 97 de 22 de octubre de 1973,
publicado en el Diario Oficial de 24 de octubre de 1973 y, sus modificaciones.
Se hizo habitual entonces irse al sistema de reajustes que teóricamente mide más de
cerca el deterioro de la moneda: el Índice de Precios al Consumidor que elabora el Instituto
de Estadísticas. En la práctica el mismo reveló tener tres inconvenientes: uno, la
desconfianza general en cuanto a su fidedignidad, dos, el hecho de que se manifiesta
mensual y no diariamente, lo que tiene especial gravedad en épocas de alta inflación como
las que vivió Chile, y tres, que se viene a conocer con cierta tardanza, de manera que si se
liquida una obligación de mediados de mes, no se sabe el Índice que rige.355 Frente a este
inconveniente, solieron utilizarse otros índices corno el de la Cámara Chilena de la
Construcción para el costo de la construcción, el de las llamadas cuotas “Corvi”,
establecidas en el D.F.L. N.° 2 del año 1959 (Plan Habitacional) y reglamentadas en el
Decreto Supremo N.° 121 del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, publicado en el
Diario Oficial de 19 de octubre de 1967: son las cuotas de ahorro para la vivienda, con un
valor provisional mensual (en lo que aventajan al sueldo vital y al mínimo que tienen
períodos más largos para su reajuste), y uno definitivo, fijado por el Servicio de Vivienda y

354
RDJ, T. 60, sec. 1°., pág. 133.
355
El D.L. 455, hoy derogado, solucionó ambos problemas refiriéndose al Indice de Precios al Consumidor
último conocido, y al promedio diario. La unidad tributaria a que se refiere el texto, trabaja con un desfase de
dos meses, con el mismo objeto.

222
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Urbanismo (antes Corporación de Servicios Habitacionales). Estos últimos se usaron


bastante en las compraventas y promesas de propiedades.
En materia tributaria, el principio es que toda deuda de impuestos es reajustable (Arts.
53 y 57 del Código Tributario). Rige para estos efectos una moneda especial de cuenta que
es la “unidad tributaria”, que es “la cantidad de dinero cuyo monto, determinado por ley y
permanentemente adecuado sirve como medida o como punto de referencia tributario”. La
unidad tributaria anual es “la vigente en el último mes del año comercial respectivo,
multiplicada por 12 o por el número de meses que comprenda el citado año comercial”
(Art. 82 N.° 10 del C. Tributario).
“La manera de calcular la unidad tributaria está fijada en el Art. 42 transitorio del
Código Tributario: ella se reajusta “mensualmente de acuerdo con el porcentaje de
variación que experimente el Índice de Precios al Consumidor en el segundo mes que
anteceda al correspondiente a la actualización de dicha unidad”.
Bajo esta situación se discutía entre nosotros la validez de las cláusulas de reajustes
según cualquiera de los índices señalados (más el de la unidad de fomento a que luego nos
referiremos). Pero existía prácticamente un consenso en aceptar su validez, por tres razones
fundamentales: a) La libertad contractual; b) La aceptación por ley de algunos sistemas de
reajustes como el de reajuste por la equivalencia en moneda extranjera; y e) El
establecimiento por ley de sistemas de reajustes, por ejemplo, el ya señalado de la unidad
tributaria, de la competencia de los tribunales, de multas, etc.356
Esta era la situación vigente al producirse la “explosión inflacionaria” del año 1972 en
adelante. Ello originó la dictación del Decreto Ley Ni! 455, a que ya nos hemos referido,
modificado por los D.L. N.° 910, 1533 y 1138.
Esta legislación (bastante deficiente desde un punto de vista técnico) introdujo una
distinción fundamental entre las “operaciones de crédito de dinero” y las demás
obligaciones monetarias, y entre las primeras, una subdistinción entre las de corto plazo y
las de plazo mediano y largo.
El D.L. 455 y sus modificaciones ha sido reemplazado por la citada Ley 18.010,
modificada por la Ley 18.840 de 1989, a la que ya nos referimos al hablar de las
obligaciones expresadas en moneda extranjera. Esta ley técnicamente es muy superior al
D.L. 455 y mantiene la distinción entre operaciones de crédito de dinero y demás
obligaciones de dinero.
Digamos de todos modos que todos estos sistemas de indexación están siendo
criticados porque introducen una gran rigidez a la inflación, y si benefician al acreedor
pueden perjudicar fuertemente al deudor.
En consecuencia, actualmente existen las siguientes situaciones en las obligaciones de
dinero:
1.° Las operaciones de crédito de dinero;
2.° Las demás obligaciones de dinero. Entre éstas hay que distinguir:
A. Los saldos de precios de compraventa de bienes muebles e inmuebles a las que se
aplican ciertas normas de las operaciones de crédito de dinero;
B. Aquellas que no tienen ningún régimen especial;
C. Aquellas que tienen reglamentación especial de la ley que las somete a alguna forma
de reajuste, como vimos respecto de las deudas tributarias.

356
Véase la primera edición de esta obra, N.° 359, pág. 238.

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Con excepción de esta última que no requiere mayor comentario, examinaremos en los
números siguientes estas situaciones.
359 tris. A. Operaciones de crédito de dinero.
“Son operaciones de crédito de dinero aquellas por las cuales una de las partes entrega
o se obliga a entregar una cantidad de dinero y la otra a pagarla en un momento distinto de
aquél en que se celebra la convención” (Art. 1.°, inc. 1.°, Ley 18.010).357
Se considera también de este tipo de operaciones el descuento de documentos
representativos de dinero, sea que lleve o no envuelta la responsabilidad del cedente. Por
ejemplo, es operación de crédito de dinero obviamente el descuento de una letra de cambio.
En todo caso, se excluyen de la Ley 18.010 las operaciones de crédito de dinero
correspondientes a contratos aleatorios, arbitrajes de monedas a futuro, préstamo marítimo
o avío minero.
Se alaban al dinero para estos efectos, los documentos representativos de dinero
pagaderos a la vista, a un plazo contado desde la vista o a un plazo determinado, verbi
gracia, un cheque.
Las operaciones de crédito de dinero pueden ser reajustables o no. Los reajustes deben
estipularse, ya que la ley no los presume. Por eso decíamos que la regla general continúa
siendo la no reajustabilidad, y aunque muy facilitada y frecuente, la excepción, la
aplicación del reajuste.
La Ley 18.010 en su texto primitivo consagraba un sistema basado exclusivamente en
la Unidad de Fomento (UF, en el lenguaje común), salvo que el Banco Central hubiere
autorizado oso sistema (Arts. 3.°, 42 y 5.° de la Ley 18.010).
La Unidad de Fomento fue establecida por la legislación que creó los Bancos de
Fomento (Leyes N.° 16.253 de 19 de mayo de 1965, y 17.318 de 19 de agosto de 1970,
Decreto Supremo de Hacienda N.° 40 de 2 de enero de 1967). Su gran ventaja respecto a
otros sistemas de reajuste es su fijación diaria. Su inconveniente, especialmente en época de
agudización inflacionaria, deriva de lo mismo, ya que los ingresos de los deudores no
necesariamente tienen la misma indexación.
Su fijación, en virtud del DL. N.° 455 y sus modificaciones, del DL. 3.345 de 1980 y
de la propia Ley 18.010 en su Art. 42, correspondía a la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras, la que debía determinar su valor diario reajustándolo de acuerdo
a la variación que haya experimentado el IPC determinado por el Instituto Nacional de
Estadísticas durante el mes calendario anterior al de su determinación. Dicho valor se fijaba
por la Superintendencia mediante una publicación en el Diario Oficial, entre el día 10 del
mes en que se fijaba y el día 9 del mes siguiente.
Todo esto fue modificado por el Art. 22 de la citada Ley 18.040 de 1989, Orgánica del
Banco Central de Chile, que modificó el Art. 39 de la Ley 18.010 y derogó sus Arts. 4.° y
5.°.
En esta virtud, ahora hay que distinguir entre operaciones de crédito en moneda
nacional en que interviene una empresa bancaria, sociedad financiera o cooperativa de
ahorro y crédito, y aquellas en que no intervienen estas instituciones.
En estas últimas las partes pueden convenir el sistema de reajuste que estimen
conveniente, lo que ahora es una confirmación plena de la validez de las cláusulas de
reajuste.
357
Sobre operaciones de crédito, véase F.M., N.° 248, pág. 173

224
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Para las instituciones señaladas, el sistema de reajuste tiene que estar autorizado por el
Banco Central de Chile, y la estipulación de un sistema no autorizado, se tiene por no
escrita. (Art. 35, N.° 9 de la Ley 18.840, Orgánica del Banco Central).
En virtud de esta facultad del Banco Central, éste de acuerdo al Compendio de Normas
Financieras de ese Banco, Capítulo II, B 3 “Sistemas de reajustabilidad autorizado por el
Banco Central”, fija y publica la Unidad de Fomento en el Diario Oficial, reemplazando así
a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras. Además de la UF se publica el
Índice de Valor Promedio (IVP), que pretendió ser un sustituto de la UF, sin mayor
difusión.
Si las partes pactan alguno de los sistemas de reajustes autorizados por el Banco
Central (como es la UF), y éste se derogare o modificare, los contratos vigentes continuarán
rigiéndose por el sistema convenido, salvo que las partes acuerden sustituirlo por otro.
El Código, en el mutuo, determina que si no se hubiere fijado plazo para el pago, no
podrá exigirse antes de los 10 días subsiguientes a la entrega (Art. 2.200). En cambio, en
las operaciones de crédito de dinero no puede exigirse el pago, sino una vez transcurridos
esos 10 días, salvo en los documentos y obligaciones a la vista o que de cualquier otra
manera expresan ser pagaderos a su presentación (Art. 13 de la Ley 18.010). La diferencia
está en que en el mutuo puede estipularse un plazo inferior, no así en las operaciones de
crédito de dinero.
Una norma de interés y que hace excepción a las reglas generales de las obligaciones
es la del Art. 10 y que da facultad al deudor para anticipar el pago aun contra la voluntad
del acreedor (N.° 471).
El Art. 12 transitorio (modificado por la Ley 18.022 de 19 de agosto de 1981) dispone
que las obligaciones contraídas antes de la vigencia de la Ley 18.010 se rigen por la
legislación vigente hasta entonces, pero a partir del 1.° de enero de 1983, las deudas
reajustables según el I.P.C. pasan a serio por Unidad de Fomento.
359 cuatro. B. Saldos de precios de compraventa.
El Art. 26 de la Ley 18.010 coloca ciertas deudas de dinero en una situación intermedia
entre las operaciones de crédito de dinero y las operaciones monetarias que no tienen
reglamentación especial.
Por su frecuencia, a los saldos de precios de compraventa de bienes muebles o
inmuebles se les aplican tres normas de la misma Ley 18.010, dos de ellas sobre intereses, y
que veremos en el Párrafo 4.° de esta sección y la otra, la del Art. 10, esto es, la facultad del
deudor de pagar anticipadamente aun en contra de la voluntad del acreedor (N.° 471).
En todo lo demás, esas obligaciones monetarias siguen las reglas generales.
359 cinco. C. Demás obligaciones monetarias.
El Art. 1.°, inc. 2.° del D.L. 455 disponía que todas las operaciones de crédito no
incluidas en el inciso anterior se regirían por las disposiciones legales que les sean
aplicables. La Ley 18.010 no contiene una norma semejante, pero de todas maneras la
conclusión es la misma,
Por regla general, ellas no están sujetas a reajustes, porque no hay norma legal que los
haga operar, y ellos no se presumen. Se exceptúan los casos en que la ley impone el
reajuste (deudas tributarias, verbigracia) o ellas están expresadas en unidades de valor

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(multas, por ejemplo, de tantos vitales, pensiones alimenticias de tantos ingresos mínimos,
etc.), y, según hemos visto, las indemnizaciones de perjuicios extracontractuales.
Al mismo tiempo, al no operar las disposiciones de la ley 18.010, y sobre todo después
de la reforma a ésta por la ley 18.040, no cabe duda de que Es panes pueden estipular
cualquier sistema de reajuste, con la única limitación, tratándose de deudas expresadas en
moneda extranjera, que ellas no pueden quedar sujetas a otro sistema de reajuste que el que
provenga de dicha moneda, según vimos.
El Art. 25 de la Ley 18.010 contiene una disposición que es aplicable a toda obligación
de dinero, ya sea una operación de crédito de dinero, un saldo de precio de compraventa de
bienes muebles o inmuebles, o cualquier otra obligación de dinero. Lo confirma su
ubicación en el Título III de la ley (“Otras disposiciones''); su referencia genérica: “en los
juicios de cobro de cualquier obligación de dinero reajustable'', como por último, la
solución que daba “el pago se hará liquidándose el crédito a esa fecha por el valor que
tenga el capital reajustado según el índice pactado o la Unidad de Fomento, según
corresponda”. Sabemos que en las operaciones de crédito de dinero no había otro reajuste
posible que el de la U.F., de manera que cuando la ley se refiere al índice pactado,
obviamente está considerando las demás obligaciones de dinero. El inc. 29 agrega que en
estos casos en el juicio ejecutivo no se requiere evaluación previa.
En materia de letras de cambio y pagarés la Ley 18.092 de 14 de enero de 1982
introduce normas de gran interés: de acuerdo al Art. 13 N.° 2.° puede establecerse en la
letra la cláusula de ser reajustable la cantidad librada, que se expresará mediante la palabra
“reajustable u otra igualmente inequívoca”. Según el Art. 14 “en las letras con cláusula de
reajuste, la cantidad librada se ajustará conforme a las reglas que el documento señale. No
indicándose sistema de reajuste, se aplicará el de las operaciones de crédito de dinero
vigente a la época de la emisión de la letra. La indicación de sistemas prohibidos por la ley,
se tendrá por no escrita”.

Párrafo 4.°
LOS INTERESES
360. Concepto. Evolución de la legislación chilena.
Los intereses constituyen un accesorio de la deuda que normalmente acompaña a las
obligaciones de dinero. Generalmente a su vez se deben en dinero, pero ni lo uno ni lo otro
impide que otras cosas fungibles devenguen intereses, y que éstos a su vez se estipulen no
en dinero, sino también en otra cosa fungible (Art. 2205). Tratándose de operaciones de
crédito de dinero regidas por la Ley 18,010 no pueden estipularse intereses, sino en dinero
(Art. 11, inc. 12).
Los intereses son, pues, la renta que produce un capital. El dinero por su gran
empleabilidad normalmente produce una utilidad; la mínima utilidad o beneficio que puede
otorgar un capital son sus intereses. Sin embargo, no toda obligación de dinero los genera;
sólo ocurre así cuando las partes lo han convenido o la ley los establece, y por regla general
no se presumen.
Esta norma se invirtió tratándose de las operaciones de crédito de dinero. En ellas, dice
el Art. 12 de la Ley N.° 18.010, la gratuidad no se presume, y salvo disposición de la ley o
pacto en contrario (pacto que además, de acuerdo al Art. 14, debe constar por escrito, y sin

226
LAS OBLIGACIONES TOMO I

esta circunstancia será ineficaz en juicio), ellas devengan intereses corrientes, calculados
sobre el capital o sobre capital reajustado, en su caso.
Dada la importancia de la materia, ella ha tenido una marcada evolución en nuestra
legislación. Pueden distinguirse tres etapas:
1.° La sola vigencia del Código Civil, que no elaboró una teoría general de los
intereses, sino que se refiere a ellos en disposiciones dispersas,358 pero principalmente en el
mutuo, a propósito del incumplimiento de las obligaciones de dinero (Art. 1.559) y en la
cláusula penal enorme (Art. 1.554, inc. 3.°).
El Código distinguía tres tipos de intereses, según veremos más adelante: legal, que era
por regla general del 6% anual (inc. 22 del Art. 2.207, derogado por la Ley 18.010); interés
corriente, al que se refiere en numerosos preceptos y, que es el que habitualmente se cobra
en los negocios de una plaza determinada359 y convencional, que es el que fijan las partes de
común acuerdo;
2.° El período de vigencia de la Ley No- 4.694 de 27 de noviembre de 1929 llamada de
Represión de la Usura, con sus modificaciones.
Estas consistieron fundamentalmente en la Ley 11.234 de 9 de septiembre de 1953 y
Ley N.° 16.464 de 25 de abril de 1966 y el Decreto Ley N.° 125 de 14 de noviembre de
1973.
Esta ley comenzó aplicándose sólo a los contratos de mutuos de dinero o de depósito
de los mismos, regulando el monto de los intereses convencionales, para luego extenderse a
todas las operaciones de crédito.
3.° El tercer período es el actual, marcado por el D.L. 455 y sus modificaciones (DL
910, D.L. 1.533) y reemplazado actualmente por la citada Ley 18.010, modificada por la
Ley 18.840.
Como hemos dicho, esta ley introduce la noción de operaciones de crédito de dinero y
los mecanismos de reajustabilidad ya estudiados. Veremos en los números siguientes lo que
se refiere a los intereses, advirtiendo de antemano que esta ley ha dejado varios vacíos y
problemas de difícil solución.
361. Características de los intereses.
Los intereses constituyen un fruto civil, y pueden encontrarse pendientes, mientras se
deben, y percibidos, una vez que se cobran (Art. 647). Se devengan dia por día, de acuerdo
al Art. 790360
Lo mismo señala el inc. 2.° del Art. 11 de la Ley 18.010, y agrega en su inc. 3.° “para
los efectos de esta ley, los plazos de meses son de 30 días y los de años, de 360 días”.
Los intereses constituyen siempre una obligación accesoria a la del capital que los
produce. De ahí que de acuerdo al principio de que lo accesorio sigue la suene de lo
principal, los intereses se encuentran unidos a la obligación que los genera, de manera que
por regla general nacen con ella, aunque tampoco hay inconveniente para que se estipulen
posteriormente, y se extinguen con el crédito principal, ya sea por pago, compensación o
cualquier otro modo de extinguir las obligaciones. El pago o extinción del capital hace
358
Fueyo, ob. cit., T. 19, pág. 165, señala que suman alrededor de 100. Sobre la evolución de los
intereses en nuestro Código véase Somarriva, Evolución del Código Civil chileno, ob. cit., N.° 390 y sigtes.
págs. 522 y sigtes.
359
Manuel Somarriva Undurraga, Evolución del Código Civil chileno, Santiago, 1955. Nascimento, N.° 392,
pág. 523.
360
Véase Gatica, ob. cit., N.° 141, pág. 206

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suponer el de los intereses y por ello el Art. 1.595, inc. 2.° dispone: “si el acreedor otorga
carta de pago del capital sin mencionar los intereses se presumen éstos pagados”. Lo mismo
dispone el Art. 17 de la Ley 18.010, cuyo Art. 18 agrega que “el recibo por los intereses
correspondientes a tres períodos consecutivos de pago hace presumir que los anteriores han
sido cubiertos”.
Igualmente, como el acreedor tiene el derecho a recibir el pago total no puede ser
obligado a recibir el capital sin sus intereses (Art. 1.591 ).361
Por la misma característica accesoria de los intereses se traspasan con el crédito a que
acceden, en caso de sucesión por causa de muerte, subrogación o cesión de créditos. Pero
no en la novación, a menos que se les reserve expresamente (N.° 1.114), porque ella
extingue la obligación primitiva.
Finalmente, por el mismo carácter señalado, las cauciones del crédito principal también
cubren sus respectivos intereses.
362. Clasificación de los intereses.
Los intereses admiten diversas clasificaciones:
1.° En cuanto a su fuente, estipulados por las partes o fijados por la ley;
2.° Según la forma en que se fija su tasa, en legales, corrientes y convencionales; y
3.° Según la causa por 1 cual se deben, por el uso y penales.
363. I. En cuanto a su origen: estipulados y fijados por la ley.
Ya decíamos que los intereses por regla general no se presumen; tienen que ser
convenidos por las partes o estar establecidos por la ley. La denominación de estos distintos
tipos de intereses debe hacerse con cuidado para no confundirlos con los que se enumeran a
continuación.
Existen numerosos casos en que la ley es la fuente de intereses. Ya citamos el Art. 12
de la Ley 18.010 que los presume para las operaciones de crédito de dinero. El Art. 1.559
los establece como indemnización por la mora en las obligaciones de dinero (N.° 898). El
Art. 80 de la Ley 18.092 los establece desde el vencimiento de una letra de cambio. 362 En el
Código Civil establecen casos de intereses los Arts. 406, 410, 424, 797, 2.156, 2.158,
2.287, 2.300, 2.370, etcétera.
Lo normal será, sin embargo, que los intereses sean estipulados por las partes, en cuyo
caso no tienen otra limitación, según veremos, que el tope que la ley impone en cuanto a su
tasa. En lo demás, las partes pueden fijar fechas y formas de pago, etc.363
364. II. intereses legales, corrientes y convencionales.
Esta clasificación atiende a la forma en que se determina la tasa del interés.
En el interés legal, la tasa la fija directamente la ley. El inc. 2.° del Art. 2.207 lo
establecía por regla general en un 6%, cifra que por la inflación se había hecho muy baja.
Por ello fue suprimida por el Art. 28 de la Ley 18.010 que derogó la disposición.
En su reemplazo el Art. 19 de la Ley 18.010 dispone: “se aplicará el interés corriente
en todos los casos en que las leyes u otras disposiciones se refieran al interés legal o al
máximo bancario”.
361
Por su carácter accesorio los intereses deben pagarse junto con el capital: G.T. de 1869, N.° 1.620.
pág. 715.
362
Reemplazó al Art. 737 del Código de Comercio.
363
Véase Gatica, ob cit. N.° 150, pag.214.

228
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Destacamos la expresión “en todos los casos”, porque la disposición está técnicamente
mal ubicada. En efecto, cierra el título 1.° de la ley, que se refiere a las “operaciones de
crédito de dinero”, lo que haría presumir que como las demás disposiciones del título, sólo
rige para dichas operaciones. Pero al haberse derogado el inc. 2.° del Art. 2.207 el interés
legal quedaría sin definición, y la expresión destacada confirma la idea, que
imperfectamente el legislador quiso establecer una disposición de carácter general, que
debió haber ubicado en el Título III (Otras disposiciones), que sí son generales.
El interés legal es 5 regla general en nuestra legislación. En efecto, dice el inc. 1.° (hoy
único) del citado Art. 2.207: “Si se estipulan en general intereses sin determinar la cuota, se
entenderán los intereses legales”. De manera que siempre que la ley o las partes señalen
intereses sin fijar su tasa, se deben aplicar los legales.364
La norma es del mutuo, pero a falta de otras en el Código sobre los intereses en
general, hay acuerdo en aplicarlas en todos los casos
Dada la asimilación del interés legal al corriente, la clasificación entre los dos ha
perdido bastante importancia. En todo caso, hay ocasiones en que la ley especial fija otras
tasas, como ocurre, por ejemplo, respecto de las deudas tributarias, que están sujetas a un
interés penal del uno y medio por ciento por cada mes o fracción de mes, en el caso de
mora en el pago de todo o parte de impuestos o contribuciones adeudadas, interés que
además se calcula sobre los valores reajustados (inc. 3.° del Art. 53 del Código Tributario).
El interés corriente, como su nombre lo dice, es el que se cobra habitualmente en los
negocios de una plaza determinada.365 El Código y olas leyes se refieren a ellos en
numerosas disposiciones, como el Art. 434, para el saldo que resulte en contra del tutor; en
el Art. 2.156 para el mandatario por los dineros del mandante que haya utilizado en
beneficio propio; en el Art. 80 de la Ley 18.092 de 14 de enero de 1982, respecto a la letra
de cambio vencida (reemplazando al Art. 707 del C. de Co., que lo establecía para la letra
protestada), etcétera.
Pero el Código no definió los intereses corrientes, lo que daba origen a grandes
dificultades para establecerlo, obligando al que los cobraba a una prueba de suyo difícil. La
Ley 4194 de 27 de noviembre de 1929, comúnmente denominada de Represión de la Usura,
en su Art. 1.°, inc. 2.° según la redacción que le dio la Ley 16.466 de 29 de abril de 1966,
dispuso que el interés corriente sería fijado por el Banco Central de Chile, por publicación
en el Diario Oficial.366
El Decreto Ley N.° 455 derogó, como hemos dicho, la Ley de Represión de la Usura, y
en su Art. 52, letra d) definió el interés corriente como “aquel que se cobra habitualmente
en el mercado nacional, por personas distintas de las empresas bancarias”. A falta de prueba
se consideraba como interés corriente el máximo bancario, un nuevo tipo de interés que
consideraba dicho D.L. y que no le sobrevivió.
El Art. 28 de la Ley 18.010 derogó a su tumo el D.L. 455, y ahora hay que distinguir:
a) Tratándose de operaciones de crédito de dinero, el Art. 69 de la Ley 18.010 define el
interés corriente como “el interés promedio cobrado por los bancos y las sociedades
364
RDJ, Ts. 27 sec. 1°., pág. 724 y 32, sec. 1°, pág. 200; GT. de 1909, T. 2, sent. 855, pág. 261
365
Manuel Somarriva Undurraga Evolución del Código Civil Chileno, Santiago, 1955. Nascimento, N.° 392,
pág. 523.
366
La Ley había dado esta facultad primitivamente a la Superintendencia de Bancos, que debía publicar
en las primeras quincenas de enero y julio de cada año el término medio del interés corriente bancario. La
modificación, fuera de traspasar la función al Banco Central eliminó esta referencia al interés corriente
bancario, de modo que lo que publicaba dicho organismo era para todos lo efectos el interés corriente, como
ya se había entendido aun antes de la aclaración de la Ley 16.466.

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financieras establecidas en Chile en las operaciones que realicen en el país”. Corresponde a


la Superintendencia de bancos e Instituciones Financieras determinar dicho interés
corriente, pudiendo distinguir entre operaciones reajustables y no reajustables o según los
plazos a que se hayan pactado tales operaciones. La Superintendencia fijará también el
interés promedio para las operaciones en una o más monedas extranjeras o expresadas en
dichas monedas.
“Los promedios se establecerán en relación con las operaciones efectuadas cada mes
calendario y las tasas resultantes se publicarán en el Diario Oficial durante la primera
quincena del mes siguiente, para tener vigencia hasta el día anterior a la próxima
publicación”.
O sea, la situación de la antigua Ley de represión de la Usura se ha mantenido con
algunas variantes, principalmente que el interés corriente se fija ahora mensualmente y
cambia según el tipo de operación de crédito, esto es, no es uno mismo y uniforme;
b) Pero además la ley dejó nuevamente sin solución el problema del interés corriente
en los demás casos que no sean operaciones de crédito de dinero, tal como existía en el
primitivo Código.
Al respecto cabe sostener dos soluciones posibles: una que en estos casos hay que
probar en juicio cuál es el interés corriente. La otra, aplicar por analogía el interés corriente
que fija 1 Superintendencia, que si bien está en el Título 1 de la ley, que sólo se refiere a las
operaciones de crédito de dinero, como hemos sostenido que el Art. 19 (que dice que se
aplicará el interés corriente cuando la ley se refiera al legal o máximo bancario) es de
aplicación general, podría decirse lo mismo respecto al Art. 6.° que los fija. Así, por otra
parte, se está operando en la práctica.
Finalmente, el interés convencional es el que fijan las partes de común acuerdo, y está
sujeto a limitaciones que estudiaremos en los números subsiguientes, tras señalar la
clasificación de los intereses en por el uso y penales.
365. III. Intereses por el uso y penales.
La designación no es del todo acertada, pero se quiere significar con ella que los
primeros se devengan durante la vigencia del crédito, y los penales o moratorios por la
mora del deudor en pagar una obligación de dinero.367
Unos y otros pueden tener su origen en la ley o en la voluntad de las partes. Los
intereses moratorios los fija la ley en el caso del Art. 1559, que señala los que deben
pagarse en caso de mora de una obligación de dinero (N.° 899), y en el ya citado Art. 53 del
Código Tributario por las deudas tributarías. Los fijan las partes por medio de la cláusula
penal, y así es frecuente en una compraventa que se diga: el saldo de precio devengará un
interés del 15% anual y un 18% también anual en caso de mora. El 15% es el interés por el
uso y el 18% es una indemnización de perjuicios si no se paga oportunamente el saldo de
precio adeudado (N.° 906).
366. Limitación del interés convencional.
Casi todas las legislaciones establecen limitación en la estipulación de las tasas de
interés, a fin de evitar los abusos de los acreedores y reprimir la usura. Se reconoce que el

367
Gatica llama a los intereses convencionales, o sea, fijados por las partes por el uso, voluntarios
lucrativos y penales a los moratorios, y a los establecidos por la ley, retributivos y moratorios. Ob. cit. págs.
216 y sigtes.

230
LAS OBLIGACIONES TOMO I

deudor, por el apuro de dinero en que se encuentra, suele verse constreñido a aceptar lo que
el acreedor exija en el momento de otorgar el crédito.
Y como ese peligro es mayor en el mutuo que en otros contratos, de ahí que nuestro
Código en él estableciera la limitación de los intereses. Dice el Art. 2.206: “el interés
convencional no tiene más límites que los que fueron designados por ley especial; salvo que
no limitándolo la ley, exceda en una mitad al que se probare haber sido el interés corriente
al tiempo de la convención, en cuyo caso será reducido por el juez a dicho interés
corriente”. Y el inc. 3.° del Art. 1.544 se refiere a los intereses penales pactados en el
mutuo, que se rebajaban si exceden al máximo que la ley permite estipular, a este máximo.
O sea, que el solo Código hace una distinción fundamental siempre referida al mutuo,
entre el interés por el uso y el penal. Ambos están sujetos al mismo límite: 50% por encima
del corriente, pero la sanción es diferente: en los primeros, en caso de exceso, se rebajan al
corriente, y en la cláusula penal al máximo que la ley permite estipular. Esta diferenciación
se justifica habitualmente diciendo que l deudor puede librarse por su propia voluntad de
pagar intereses penales, pero no de los otros. Le basta para lo primero con cumplir
oportunamente la obligación.368
Se ha discutido también si estas normas referidas por el legislador al mutuo se aplican
a todo tipo de interés o no, predominando la interpretación extensiva por la razón ya
apuntada de que el Código reglamentó todo lo relacionado con los intereses a propósito del
mutuo, aunque no faltan opiniones de que por su carácter restrictivo y sancionatorio no
pueden extenderse a otros contratos.
La Ley 4194 del año 1929, sobre todo con la modificación de la Ley 11.234 de 9 de
septiembre de 1953 dejó prácticamente sin aplicación al Código.369 La primera extendió el
mismo concepto del Art. 2.206 al mutuo de dinero y depósito irregular, pero la segunda lo
amplió a las “operaciones de crédito que puedan ejecutar las personas naturales o
jurídicas”, concepto que no definió y que se entendió en sentido amplio,370 y además rebajó
el interés máximo que se puede estipular al interés corriente más un 20% en vez del 50%
del Código y de la primitiva Ley 4.694.
Prácticamente las disposiciones del Código habían quedado sin aplicación hasta que el
D.L. 455 de 1974 derogó las disposiciones citadas, definió las operaciones de crédito de
dinero, y en sus Arts. 17 y 20 (distinguiendo entre las de corto plazo y las de mediano y
largo plazo) fijó nuevamente el interés convencional máximo en un 50% más sobre el
corriente.
Finalmente, en esta evolución de la legislación, la Ley 18.010 de 27 de junio de 1981,
deroga el D.L. 455 y dispone en su Art. 62, inc. final: No puede estipularse un interés que
exceda en más de un 50% al corriente que rija al momento de la convención, ya sea que se
pacte tasa fija o variable. Este límite de interés se denomina interés máximo convencional”.
El Art. 7.° determina que esta limitación no se aplica a las operaciones que el Banco
Central de Chile efectúe con las instituciones financieras, y además contempla en su inc. 29
un caso en que es posible modificar el interés convencional máximo.
368
Alessandri, ob. cit., pág. 114.
369
Para un mayor detalle véase la primera edición de esta obra, y Somarriva Evolución N.° 393, pág. 526.
370
Somarriva, Evolución, N- 393, pág. 526 consideraba operación de crédito “toda convención en virtud
de la cual se da una prestación de presente contra una prestación de futuro”. Con este significado, según se
comprenderá, quedaba comprendida toda estipulación de intereses, como por ejemplo por un saldo de
precio de una compraventa, y de ahí que el Código había quedado de hecho sin aplicación. No ocurre lo
mismo con el D.L. 455 y la Ley 18.010 que se refieren sólo a las operaciones de crédito de dinero, y las
definieron.

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En consecuencia, se aplique el Art. 2.206 del Código o el 6.° de la Ley 18.010, el


interés máximo que se puede estipular es ahora igual al corriente más un 50%, o sea, por
ejemplo, si éste es del 20%, el máximo convencional es del 30%. Las únicas diferencias
provienen de la duda ya señalada sobre cuál es el interés corriente en el Código, y las
diferencias que la Ley 18.010 hace según la naturaleza del crédito y en la sanción según lo
veremos en el número subsiguiente para el caso de pactarse intereses superiores a los
legales.
Ahora bien, el interés corriente que se considera para calcular el máximo que la ley
permite estipular es el vigente al tiempo del contrato, no del pago. El Art. 2.206 se refiere
textualmente al “que se probare haber sido interés corriente al tiempo de la convención”, y
el Art. 6.°, inciso final de la Ley 18.010 menciona “al corriente que rija al momento de la
convención”. Este es también el criterio de nuestros tribunales respecto de una cláusula
muy frecuente: que el deudor pague los intereses máximos que la ley permite convenir.371
Se exceptúan de las normas señaladas en cuanto a los intereses que se permite estipular
las instituciones y contratos que se rigen por disposición o leyes especiales. Eras suelen
facultar a organismos el cobro de intereses mayores a los normales, como veíamos recién
en el Art. 7.° de la Ley 18.010, para las operaciones que efectúe el Banco Central con las
instituciones financieras. Hay contratos que también hacen excepción a la limitación como
el préstamo a la gruesa (Art. 1.184, C. de Co).
La aplicación de la Ley 18.010 tiene también gran importancia por dos capítulos: la
ampliación del concepto de intereses y la sanción en caso de estipulación de intereses
superiores a los máximos que la ley permite.
367. A. Concepto de intereses en la Ley 18.010.
La Ley 4.649 del año 1929 tuvo por objeto reprimir la usura, y es sabido que quienes
se dedican a ella usan toda clase de subterfugios para eludir la prohibición legal; de ahí la
extensión que hemos visto a toda clase de contratos y hoy a toda clase de operaciones de
crédito de dinero, a fin de precaver la simulación, y de ahí también que el Art. Y de la Ley
4.649 amplió el concepto de interés a una serie de anexos al contrato que no tienen tal
carácter: se consideró interés los que en forma directa se estipulaban como tales, y
“cualesquiera comisión, honorarios, costas, y en general toda prestación estipulada que
tienda a aumentar la cantidad que debe pagar el deudor”, exceptuadas las costas judiciales.
Los Arts. 42 y 4.° bis del D.L. N.° 455 de 1974 (este último introducido por el D.L.
1.533 de 1976) mantuvieron más o menos la misma concepción. pero considerando el
problema del reajuste, que obviamente no era interés mientras se fijara de acuerdo al Índice
de Precios al Consumidor.
El Art. 2.° de la Ley 18.010 mantiene el mismo criterio. Al respecto distingue entre
operaciones de crédito de dinero (que por disposición del Art. 26 incluye las obligaciones
monetarias constituidas por saldos de precio de compraventa de bienes muebles o
inmuebles) reajustables y no reajustables.
En estas últimas es interés “toda suma que recibe o tiene derecho a recibir el acreedor,
a cualquier título por sobre el capital”, excluidas las costas personales y procesales.
En las reajustables, el concepto es el mismo: “toda suma que recibe o tiene derecho a
recibir el acreedor por sobre el capital reajustado”. 0 sea, sólo el reajuste y calculado
conforme a la propia ley, no se considera interés.
371
RDJ, T. 46, sec. 2a., pág. 97. En igual sentido, Gatica ob. cit. N.° 177 pág. 238.

232
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En consecuencia, cualquier suma adicional a los intereses que deba pagar el deudor se
suma a los intereses convenidos y si con ello se excede el límite legal, tienen lugar las
sanciones que veremos en el número siguiente. Así lo ha aplicado también la jurisprudencia
bajo la vigencia de la Ley N.° 4.694, en un caso en que por el pago anticipado de los
intereses deducidos del capital dado en mutuo se declaró que ellos debían calcularse sobre
lo efectivamente recibido por el deudor,372 y en otro en que se había gravado a éste con el
impuesto a la renta sobre los intereses, que por ley es de cargo del acreedor.373
En la Ley de la Renta, Decreto-Ley N.° 824 del año 1974, también se considera interés
para gravarlo con el impuesto de primera categoría lo que el acreedor reciba por encima del
capital reajustado (Arts. 20, TP 2º y 41 bis).
En las demás obligaciones monetarias que no están regidas por la Ley 18.010 el
concepto de interés es el normal y restringido.
368. B. Sanción mi caso de estipularse intereses excesivos.
Como decíamos en el N.° 366, en el solo Código se distingue entre el interés por el uso
y el penal: en el primero, los intereses excesivos se rebajan al corriente (Art. 2.206), y en el
segundo, al máximo permitido por la ley (Art. 1.544).
El Art. 2.° de la Ley 4.694 estableció una sanción más drástica: el interés convenido se
rebajaba al legal, y agregaba “este derecho es irrenunciable y será nula toda estipulación en
contrario”.374
Derogada la Ley 4.694 por el D.L. 455 de 1974, el Art. 6.° de éste más o menos
reprodujo la disposición: los intereses excesivos se rebajaban al interés legal. Pero como
este D.L. sólo se aplicaba a las operaciones de crédito de dinero, en todos los demás casos
volvieron a regir plenamente las normas del Código Civil.
El Art. 8.° de la Ley N.° 18.010 que se aplica también por disposición del Art. 26 a las
obligaciones de dinero constituidas por saldos de precio de compraventa de bienes muebles
o raíces, dispone:
“Se tendrá por no escrito todo pacto de intereses que exceda al máximo convencional,
y en tal caso los intereses se reducirán al interés corriente que la al momento, de la
convención”. El inc. 2.° dispone que los intereses percibidos en exceso se devolverán
reajustados conforme a la misma ley.
Mientras la Ley 4.694 y el D.L. 455 hablaban de nulidad, la actual legislación dice que
se tiene por no escrito el pacto de intereses excesivos. Pero no se trata propiamente de una
nulidad y menos de inexistencia, porque el efecto es el señalado: sólo se pagan los intereses
que correspondan, y si hubo pago excesivo se restituye el exceso, ahora sobre los intereses
corrientes.
Bajo la vigencia de la Ley 4.694 se discutía si el Art. 2.206 del Código había quedado
derogado por la aplicación a todo contrato de la primera (N.° 366).375 Hoy no cabe duda que
el precepto, si se le considera de aplicación amplia, rige en toda obligación que no sea de
crédito de dinero o saldo de precio en dinero de una compraventa.

372
RDJ, T. 44, sec. 1°, pág. 234.
373
RDJ, T. 44, sec. 1°, pág. 334.
374
Véase la primera edición de esta obra, y Somarriva Evolución, Nº 394, pág. 527.
375
Gatica, ob. cit., N.° 175, pág. 234 creía que seguía vigente el Art. 2.206 para los mutuos no
pecuniarios, porque el Art. 19 de la Ley 4.694 sólo se refería a las obligaciones de dinero, pero olvidaba que
la modificación de la ley 11.234 lo extendió a toda operación de crédito, sin exigir que fuere de dinero.

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También se discutió si había quedado modificado el Art. 1.544 del Código; dicho de
otra manera, si la sanción establecida en la Ley N.° 4.694 se aplicaba tanto a los intereses
por el uso como a los penales. Se sostuvo que sólo a los primeros,376 pero parecía preferirse
concluir que tanto los intereses por el uso como los penales, si se han estipulado más allá de
los límites permitidos, se rebajan a los legales, porque la ley no hacía ninguna distinción
entre ellos. Antes por el contrario, hablaba de intereses convencionales (y hoy la Ley
18.010 de “pacto de intereses”), expresión en la cual ambos quedan comprendidos y aún
más, el concepto de intereses se extendió a una serie de cosas que jurídicamente no tienen
tal calidad. ¿Habría dejado al margen aquellos que propiamente son intereses como son los
penales? No parecía lógico pensarlo así, sobre todo teniendo presente el objeto de la ley, y
su amplitud.377
Con mayor razón, no cabe duda de que el Art. 8.° de la Ley 18.010 se aplica a ambos
tipos de interés. Sin embargo, el Art. 1.544, al igual que el 2.206 rigen para cualquier otra
obligación que no sea de crédito de dinero, o saldo de precio en dinero de una compraventa.
369. El anatocismo.
El anatocismo consiste en que los intereses devengados por el crédito y no pagados al
acreedor se capitalicen y devenguen a su vez intereses, esto es, se producen intereses de
intereses.
Existe una desconfianza general hacia la institución, pues se presta a abusos y puede
traducirse para el deudor en una verdadera catástrofe; de ahí que el Derecho Romano haya
terminado por prohibirla totalmente, lo que se mantuvo durante el Medievo y en algunas
legislaciones contemporáneas, corno el Código alemán (Art. 289); el Código francés la
aceptó con limitaciones (Art. 1. 154), que impiden los abusos: sólo por demanda judicial o
convención posterior respecto de intereses debidos a lo menos por un año completo.
Disposición semejante contiene el Código italiano (Art. 1.283), pero reducido el plazo a
seis meses.
Nuestro legislador vaciló mucho en la materia, desde prohibirla en forma absoluta en
los Primeros Proyectos, hasta llegar a la solución definitiva, que sólo contenía dos normas
al respecto:
La primera es el Art. 1.559, regla 3.°, que al reglamentar la indemnización de
perjuicios por la mora de las obligaciones de dinero dispuso que los “intereses atrasados no
producen intereses”, esto es, en el caso de incumplimiento no se producen de pleno
derecho, pero nada dispone el precepto respecto de la estipulación de las partes.
En cambio, el Art. 2.210, en el mutuo, dispuso expresamente que “se prohíbe estipular
intereses de intereses”.
La legislación comercial aceptó a la inversa el anatocismo, pero con limitaciones
análogas a las del Código francés: Art. 804 del C. de Co. para el mutuo mercantil, y 617 del
mismo Código para la cuenta corriente mercantil, etc.
En materia civil se había dividido la doctrina respecto a lo que ocurre en otros
contratos distintos al mutuo. Para algunos autores y fallos,378 la prohibición del Art. 2.210,
no obstante su ubicación en el mutuo, era de carácter general, y en consecuencia no podía
376
Alessandri. ob. cit., pág. 111; Vodanovic, ob. cit., T. 3°., N.° 407. Se basan en que es lógico dar un
distinto tratamiento al interés penal, y en la opinión aislada que el diputado señor Montecinos dio en tal
sentido en el debate de la Ley N.° 4.694; G.T. de 1942, 2º semN° 105. pág. 457 y RDJ, T. 52, sec. 2a, pág. 60.
377
Somarriva. ob. cit.. N.° 394, pág. 527 y Cauciones, N.° 34, pág. 3p Gatica, ob. cit, N.° 178, pág. 241.
378
Barros Errázuriz, ob. cit., T. 2º, N.° 68. G.T. 1890., T. 2°, sent. 4.189, pág. 1029.

234
LAS OBLIGACIONES TOMO I

estipularse en convención alguna. No obstante ser efectivo que el legislador había agrupado
las disposiciones sobre los intereses en el mutuo, pero a todas se les reconoce aplicación
amplia, en este caso predominaba la opinión contraria por el carácter prohibitivo del
precepto, y porque su infracción se sancionaba con la nulidad absoluta. Así lo estimaban la
mayoría de los autores379 y jurisprudencia.380
El Art. 16 del D.L. 455 repitió la prohibición, pero lo permitió mediante demanda
judicial o convenio especial, con tal que la demanda o convenio versara sobre intereses
debidos al menos por un año completo.
El Art. 28 de la Ley 18.010 derogó el Art. 2.210 del Código Civil, es decir, que de éste
desapareció la prohibición de pactar intereses de intereses
El Art. 9.° de la misma ley dispone que “podrá estipularse el pago de intereses sobre
intereses, capitalizándolos en cada vencimiento o renovación. En ningún caso la
capitalización podrá hacerse por periodos inferiores a 30 días”. O sea, se da la solución
inversa, y se acepta expresamente que se estipule el anatocismo. Aún más, el inc. final
agrega que “los intereses correspondientes a una operación vencida que no hubieren sido
pagados se incorporarán a ella, a menos que se establezca expresamente lo contrario”. Vale
decir, también es la solución inversa al Art. 1.559, regla 3.°.
Finalmente, el inc. 2.° establece que los intereses capitalizados con infracción a lo
dispuesto en el inciso 1.° se consideran interés para todos los efectos legales, y en
consecuencia, si con ello se excede el máximo convencional, se rebajan al interés corriente.
Pero el Art. T de la Ley 18.010 sólo se aplica a las operaciones de crédito de dinero.
Para las demás rige la disposición del Art. 1.559 regla 3.°. Esto es en el caso de mora en el
pago de una obligación de dinero, los intereses atrasados no producen intereses.
Pero, ¿qué ocurre en estos demás casos en que no rige el Art. 9.° de la Ley 18.010?
¿Puede o no pactarse el anatocismo? La discusión es más o menos la misma que existía
bajo la vigencia del Art. 2.210 en cuanto a si éste era de aplicación general o sólo referido
al mutuo.
Sin embargo, derogado el Art. 2.210, no hay en el Código precepto alguno que prohíba
el anatocismo, ya que el Art. 1.559, regla 3 a, Sólo se refiere a los intereses penales.
En consecuencia, si aún antes de esta derogación se pensaba que fuera del mutuo podía
pactarse el anatocismo, no obstante sus múltiples inconvenientes, con mayor razón hoy hay
que concluir que en virtud del principio de la libertad contractual es lícito pactar intereses
de intereses.381

Sección tercera
OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE OBJETOS
370. Obligaciones de objeto simple y complejo.
Lo normal es que la obligación tenga un objeto y dos sujetos, acreedor y deudor.
Pero puede presentarse el caso de pluralidad de unos u otros, y entonces se habla de
obligaciones complejas en cuanto al objeto o los sujetos.

379
Alessandri, ob. cit., pág. 97; Gatica, ob. cit., Nº 212, pág. 285; Fueyo, ob. cit., T. 19, pág. 339.
380
Véase Repertorio, T. 4°, 2° ed. pág. 299, N.° 30 y RDJ, T. 46, sec. la, pág. 647.
381
Véase la edición, n° 369, pág. 244.

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En la obligación simple o de objeto único, hay uno solo debido, y el deudor cumple
con él la obligación. En la obligación compleja existen varios objetos adeudados, pero
puede cumplirse de dos maneras: pagando todos ellos, en cuyo caso nos encontramos con
las obligaciones acumulativas, o sólo algunos, lo que se presenta en las obligaciones
alternativas y facultativas.
En consecuencia, hay tres categorías de obligaciones con pluralidad de objetos: la
acumulativa, a que nos referimos en el número siguiente, como párrafo 1.°, la alternativa y
la facultativa, a las que destinaremos un párrafo para cada una, terminando en un 4.°
párrafo con un paralelo entre todas ellas y otras instituciones.

Párrafo 1º
OBLIGACIONES ACUMULATIVAS
371. Concepto y caracteres.
Existe una cierta vaguedad en las denominaciones de esta categoría de obligaciones,
hablándose de obligaciones de simple objeto múltiple, conjuntas o conjuntivas y
acumulativas.
Cuando se deben varios objetos, ello puede ocurrir de dos maneras distintas:
1.° Simplemente se adeudan objetos distintos sin relación entre ellos, como si por
ejemplo una persona vende a otra por un mismo contrato un automóvil y un bien raíz; tal
como lo hicieron en un solo contrato, bien podrían haber otorgado uno para cada operación.
En consecuencia, hay tantas obligaciones distintas como objetos debidos-, y cada una de
ellas es exigible separadamente, y
2.° La obligación es una sol, pero para cumplirla el deudor debe efectuar varias
prestaciones de manera que la obligación no estará cumplida mientras no se satisfagan
todos los objetos debidos. Así, por ejemplo, una agenda de viajes que organiza una gira
artistica debe proporcionar a los viajeros alojamiento, transportes, visitas a museos, etc., o
si se vende una universalidad de hecho, como un amoblado de comedor, compuesto de una
mesa, seis sillas, un aparador, etc. Hay varias prestaciones y todas ellas deben efectuarse
para que la obligación quede cumplida; el acreedor puede exigir el pago simultáneo de
todas ellas. Era es la obligación acumulativa que la ley no ha reglamentado, por lo que se
sujeta a las reglas generales.

Párrafo 2.°
OBLIGACIONES ALTERNATIVAS O DISYUNTIVAS
372. Concepto y caracteres.
Las obligaciones alternativas o disyuntivas, como también se las llama, sí que están
reglamentadas especialmente en el Título 6.° del Libro 4.°, Arts. 1.499 a 1.504.
El primero de ellos las define como aquellas por las cuales se deben varias cosas, de tal
manera que la ejecución de una de ellas exonera de la ejecución de las otras. De ahí su
nombre, pues hay una elección del objeto de la obligación, o una cosa o la otra. Hay varias
prestaciones debidas, pero al deudor le basta el cumplimiento de una de ellas para extinguir

236
LAS OBLIGACIONES TOMO I

la obligación, como si me obligo con una persona a entregarle o un automóvil, o una


propiedad raíz o $ 500.000. Las tres cosas se deben, pero se paga una sola de ellas.
Lo que caracteriza estas obligaciones es el uso de la conjunción disyuntiva “o”; si se
usara la acumulativa “y”, todas las cosas se deberían, y serían varias las obligaciones o una
de objeto múltiple, según lo expuesto anteriormente.
Presenta las siguientes características:
1.° La elección es por regla general del deudor, pero puede corresponderle al acreedor.
De acuerdo al inc. 2.° del Art. 1.500, “la elección es del deudor, a menos que se haya
pactado lo contrario”. Los efectos de la obligación alternativa y que se refieren
fundamentalmente a la forma de cumplirla, y a la pérdida de las cosas debidas
disyuntivamente, varían radicalmente en uno u otro caso;
2.° Los objetos se deben bajo la condición de que sean elegidos para el pago.
La obligación alternativa misma no es condicional, pues no hay ningún hecho futuro o
incierto que suspenda su nacimiento o extinción, pero sí las cosas se deben todas ellas bajo
la condición de que el deudor o acreedor, según a quien corresponda la decisión, las elija
para el pago. Elegida una de ellas, es como si las demás nunca se hubieran debido, y la
obligación se refiriera exclusivamente a la cumplida. Veremos en seguida, los efectos que
ello produce;
3.° La obligación será mueble o inmueble, según lo sea el objeto que se determine para
el pago;
4.° El deudor debe pagar enteramente con una de las cosas debidas.
Así lo señala el inc. 1.° del Art. 1.500: “para que el deudor quede libre, debe ejecutar o
pagar en su totalidad una de las cosas que alternativamente deba; y no puede obligar al
acreedor a que acepte parte de una y parte de otra”, y
5.° No es indispensable que las cosas debidas sean equivalentes, pues la ley no lo
exige.382
373. Efectos de la obligación alternativa.
Para determinarlos debemos distinguir tres situaciones, a que nos referiremos en los
números siguientes:
1.° Elección del deudor;
2.° Elección del acreedor, y
3.° Pérdida de algunas o todas las cosas debidas disyuntivamente.
374. I. Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del deudor.
Son ellos:
1.° Obligación de custodia.
Al deudor le basta conservar una sola de las especies debidas. Lo señala así el inc. 1.°
del Art. 1.502: “si la elección es del deudor, está a su arbitrio enajenar o destruir cualquiera
de las cosas que alternativamente debe mientras subsista una de ellas”.
En la obligación de especie el deudor tiene la obligación de conservarla hasta su
entrega (N.° 331), pero como en la alternativa si la elección es suya, el deudor puede pagar
con cualquiera de las debidas, le basta con conservar una, y así cumplirá con ella;
2.° El acreedor no puede exigir determinadamente una de las cosas debidas.

382
G.T. de 1878, N.° 351, pág. 159.

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Lo señala así el Art. 1.501: “siendo la elección del deudor, no puede el acreedor
demandar determinadamente una de las cosas debidas, sino bajo la alternativa en que se le
deben”.
No hay con ello excepción al principio del Art. 1.569, inc. 2.°, según el cual el
acreedor no puede ser obligado a recibir otra cosa distinta de la debida (N.° 615), porque no
se le ofrece un objeto diverso, sino uno de los que se deben, estando el acreedor obligado a
recibir el elegido por el deudor;
3.° Pluralidad de deudores.
Si son varios los deudores, y la elección es de ellos, deben hacerla de consuno (Art.
1.526, N.° 6.°), en un caso de indivisibilidad de pago (N.° 446), y
4.° Efectos especiales en caso de pérdida de las cosas debidas, que veremos en el N.°
376.
375. II. Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del acreedor.
En general, son inversos a los recién señalados:
1.° Obligación de conservación.
Debe el deudor conservar todas las especies debidas si la obligación se refiere a
cuerpos ciertos, pues el acreedor puede exigirle cualquiera y será responsable en caso de
haber destruido la que elija éste;
2.° El acreedor puede exigir cualquiera de las cosas debidas.
No tiene aplicación el Art. 1.501 y el acreedor, en consecuencia, demandará la cosa
que él decida.
3.° Pluralidad de acreedores.
La elección deberán efectuarla de consuno, si los acreedores de la obligación
alternativa son varios (Art. 1.526, N.° 6.°), y
4.° Los especiales en caso de pérdida de las cosas alternativamente debidas, los
veremos a continuación.
376. III. Efectos de la pérdida de todas o algunas de las cosas alternativamente debidas.
Están reglamentados en el inc. 2.° del Art. 1.502, y en los Arts. 1.503 y 1.504, que no
hacen, por otra parte, sino aplicar las reglas generales.
Hacen necesario efectuar algunos distingos: en primer lugar, si la pérdida es total o
parcial, fortuita o culpable, y finalmente, según de quien sea la elección.
1.° Pérdida total.
Se impone un nuevo distingo si es fortuita o culpable.
A. Caso fortuito.
Si todas las cosas disyuntivamente debidas perecen, no habiendo culpa del deudor, se
extingue la obligación. Así lo señala el inc. 1.° del Art. 1.504.
B. Culpa del deudor.
En semejante evento, el deudor está siempre obligado al precio de una de las cosas y a
la indemnización de perjuicios, y lo único que varía es el precio de qué cosa debe, según de
quien era la elección.
Si ella pertenecía al deudor, deberá el precio de la cosa que él elija y la indemnización
de perjuicios, y
Si la elección correspondía al acreedor, el deudor es obligado al precio de la cosa que
aquél elija y a la indemnización de perjuicios (Art. 1.504. inc. 2.°).

238
LAS OBLIGACIONES TOMO I

2.° Pérdida parcial.


Debe hacerse el mismo distingo anterior, según si es fortuita o culpable.
A. Caso fortuito.
“Si una de las cosas alternativamente prometidas no podía ser objeto de la obligación o
llega a destruirse, subsiste la obligación alternativa de las otras; y si una sola resta, el
deudor es obligado a ella” (Art. 1.503).
B. Culpa del deudor.
Nuevamente es preciso subdistinguir, según a quién corresponda la elección.
Si ella es del deudor, sin duda escogerá alguna de las cosas que subsista para liberarse
de la indemnización de perjuicios, pero
Si pertenece al acreedor, éste puede a su arbitrio, según el inc. 2.° del Art. 1302 (de
manera que no cabría oponerle el abuso de derecho, N.° 227), pedir cualquiera de estas dos
alternativas:
a) alguna de las cosas que subsiste, estando obligado el deudor a dárselo, o
b) el precio de la cosa destruida, más la correspondiente indemnización de perjuicios.

Párrafo 3.°
OBLIGACIONES FACULTATIVAS
377. Concepto y caracteres.
También las reglamenta el Código, en el Título 7.° del Libro 4.°, Arts. 1.505 y 1.507.
El primero las define: “obligación facultativa es la que tiene por objeto una cosa
determinada, pero concediéndose al deudor la facultad de pagar con esta cosa o con otra
que se designa”. Por ejemplo, el testador, en su testamento, impone a un heredero la
obligación de entregar una casa al legatario, pero dándole la facultad de que si así lo
prefiere, cumpla su obligación pagándole la suma de $ 1:000.000.
Se altera la ya citada regla del Art. 1.569, inc. 2.°, pues se obliga al acreedor a recibir
otra cosa distinta de la debida, pero desde el nacimiento de la obligación el deudor tenía
esta facultad (N.° 615).
Lo que distingue a la obligación facultativa es que hay un solo objeto debido, en el
ejemplo, la casa; no se deben la casa y el millón de pesos o una u otro, pero el deudor, al
momento del cumplimiento, puede liberarse de la obligación con el objeto debido o con
otro previamente determinado; en tal sentido, la obligación es de objeto múltiple pero sólo
para el deudor.
378. Efectos de la obligación facultativa.
Los efectos de esta clase de obligaciones derivan de la característica ya señalada de que
hay un solo objeto debido, y en consecuencia:
1.° El acreedor sólo puede demandar el objeto debido.
Así lo dispone la parte primera del Art. 1.506: “En la obligación facultativa el acreedor
no tiene derecho para pedir otra cosa que aquella a que el deudor es directamente
obligado”; en el ejemplo propuesto, la casa, porque es lo único debido; sólo a ella está
obligado el deudor. La de pagar $ 1.000.000 podría considerarse como una obligación
sujeta a la condición meramente potestativa de que el deudor quiera cumplirla, lo que
equivale a decir que no hay obligación alguna (N.° 489).

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2.° Pérdida del cuerpo cierto debido.


Por la misma razón anterior, si la cosa se debe específicamente y se destruye sin culpa
del deudor y antes de haberse éste constituido en mora, el acreedor no tiene derecho a pedir
cosa alguna (parte final del Art. 1.506), o sea, se extingue la obligación, aun cuando
subsista la cosa con que el deudor tenía facultad de pagar.
Nada dijo la ley para el caso de pérdida culpable o durante la mora del deudor, pero
resulta evidente que éste pagará con la otra cosa a fin de evitarse el pago de los perjuicios.
Pero el acreedor no esta facultado ni aun en este caso para exigirla, 383 y sólo puede
demandar la indemnización de perjuicio si el deudor no se allana a entregada.

Párrafo 4.°
PARALELO RECÍPROCO Y CON OTRAS INSTITUCIONES
379. Paralelo entre las obligaciones complejas según el objeto.
Entre las obligaciones acumulativas por un lado y las alternativas y facultativas por el
otro, no hay más semejanza que la pluralidad de objetos, pero mientras en las primeras
todos ellos deben cumplirse, en las segundas uno solo se encuentra en tal situación.
Es posible, en cambio, la confusión entre la disyunción y la facultad, especialmente si
en la primera la elección corresponde al deudor, lo que es la regla general. En ambos casos,
éste determina con qué objeto cumple, y para distinguirlas no queda sino atender a la
estipulación de las partes, teniendo presente la disposición del Art. 1.507, que, en caso de
duda, dispone que la obligación se tendrá por alternativa. Ello es más favorable para el
acreedor, según veremos enseguida.
Las principales diferencias que pueden anotarse y la trascendencia que tiene no
confundirlas, derivan de:
1.° En la obligación alternativa se deben varias cosas distintas, pero se cumple con tina
sola de ellas, mientras que en las facultativas, tina sola cosa es la debida, quedando al
arbitrio del deudor cumplir con la otra;
2.° En estas últimas, siempre elige el deudor, y en la disyuntiva, puede corresponder
escoger al acreedor, si así se estipula;
3.° De ahí que en la alternativa, si la elección corresponde a este último, puede exigir
determinadamente cualesquiera de las cosas debidas, lo que jamás ocurre en las
facultativas: el acreedor sólo puede reclamar lo debido;
4.° Por la misma razón, resultan diferentes los efectos de la pérdida de algunos de los
objetos a que se refiere la obligación; en la alternativa, ésta subsiste mientras exista uno de
ellos, a menos que siendo la elección del acreedor, exija éste el precio de la cosa destruida y
la indemnización de perjuicios. En la facultativa, si el objeto debido se destruye por caso
fortuito, el acreedor no puede reclamar lo que el deudor tenía facultad de darle en
sustitución, y
5.° En la disyunción, la obligación será mueble o inmueble, según lo sea la cosa con
que se pague; en la facultativa, para la calificación se atenderá siempre al objeto debido,
aunque posteriormente se pague con el otro.384

383
G.T. de 1936, 2º sem., Nº 106, pág. 408.
384
Alessandri, ob. cit., pág. 211.

240
LAS OBLIGACIONES TOMO I

380. Distinción con otras obligaciones: de género, dación en pago y cláusula penal.
Para precisar el concepto de las obligaciones con multiplicidad de objetos, no basta
compararlas entre sí, es preciso también distinguirlas de otras instituciones con las cuales
guardan ciertas semejanzas.
1.° Obligaciones de género.
El parentesco estriba en que también en éstas, al momento del cumplimiento, hay una
elección por regla general a cargo del deudor: éste escoge entre los individuos del género
prometido con cuales paga, pero la confusión es difícil, porque en éstas, es único el objeto
debido y la indeterminación sólo existe para la especificación dentro de él de las cosas con
que se cumplirá.
2.° Dación en pago.
El acreedor, según dijimos, está obligado únicamente a recibir la cosa debida; tal es la
regla general, pero no hay inconveniente en que por un acuerdo con el deudor, la obligación
se extinga con otra cosa diversa. Es la dación en pago (N.° 700). En la obligación
facultativa también el acreedor recibe objeto diverso al debido, pero porque desde el
nacimiento de la obligación el deudor tiene este derecho.
Mientras en la dación en pago concurre la voluntad del acreedor al tiempo del pago, en
la obligación facultativa no puede oponerse a que se le cumpla con objeto diverso.
Difiere igualmente de la disyunción, porque no participa su voluntad en la
determinación de la cosa con que se le paga si la elección es del deudor, y si le pertenece,
porque éste queda obligado a entregar lo que escoja aquél.
3.° Cláusula penal.
Muy diferentes parecen a primera vista las obligaciones alternativas y facultativas y la
cláusula penal, porque ésta es una caución, una obligación accesoria que sólo tiene lugar en
el incumplimiento de la principal (No- 905). Ni en la disyunción ni en la facultad hay
obligación principal y accesoria ni dependen del cumplimiento o incumplimiento.
Sin embargo, producido el incumplimiento, el acreedor normalmente podrá demandar
o la obligación principal o la pena, una de las dos cosas, lo que igualmente ocurre en la
obligación alternativa cuando la elección es del acreedor y éste escoge qué objeto demanda.
Igualmente, como en la facultativa, el deudor puede resultar pagando una cosa diversa a la
debida.
Debe reconocerse que hay dificultad en ciertos casos para la calificación, lo cual
explica ciertas vacilaciones en la jurisprudencia que veremos enseguida, pero para
efectuarla debe atenderse al elemento incumplimiento que identifica a la cláusula penal: si
se ha estipulado la obligación del deudor de un objeto diverso si no cumple con el debido,
habrá pena y no disyunción ni facultad.
Así parece más bien que ocurría en el siguiente caso fallado por la Corte de Iquique: el
deudor se había obligado a devolver ciertos envases dentro de un plazo, y en su defecto a
pagar cierta suma por lo que omitiere restituir; se calificó de obligación facultativa por el
tribunal citado y se negó derecho al acreedor a demandar el dinero,385 lo cual parece
erróneo, porque justamente éste se había estipulado para el caso de incumplimiento.
Igualmente dudoso es otro caso en que se comprometió una persona a cederle a otra
sus derechos en una mina si no le pagaba en cierto plazo una suma de dinero en el evento
de venta de un grupo minero. La Corte Suprema lo calificó de obligación facultativa.386
385
G.T. de 1936, 2° sem., N.° 106, pág. 408.
386
RDJ. T. 48. sec. 1°. pág. 62.

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Capítulo IV
LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE SUJETOS

381. Clasificación.
Decíamos que la regla general en derecho es que la obligación tenga un solo sujeto
activo y un deudor único, pero tampoco hay inconveniente para que no sea así. El mismo
Art. 1.438, al definir el contrato señaló que “cada parte puede ser una o muchas personas”,
y lo que la ley dijo de] contrato vale para toda clase de obligaciones.
Esas obligaciones complejas en cuanto al sujeto por la existencia de más de uno de
ellos activa o pasivamente se pueden, a su vez, clasificar desde dos ángulos:
1.° En cuanto a la persona en que incide la pluralidad, existen la activa, si concurren
varios acreedores, pasiva, si hay más de un deudor, y mixta, si ella se presenta tanto
respecto de los acreedores como de los deudores, y
2.° Simplemente conjuntas o mancomunadas, solidarias e indivisibles.
En ellas, a su vez, se pueden combinar las clasificaciones anteriores, como lo
destacaremos en las secciones siguientes en que sucesivamente estudiaremos estas tres
categorías, a través de las cuales se hará referencia a las activas, pasivas y mixtas.

Sección primera
OBLIGACIONES SIMPLEMENTE CONJUNTAS 0 MANCOMUNADAS
382. Concepto.
La obligación simplemente conjunta o mancomunada es aquella que tiene un objeto
divisible y hay pluralidad de deudores, de acreedores o de ambos, pero cada deudor está
obligado al pago de su parte en la deuda, y cada acreedor puede demandar únicamente su
cuota en ella.
Por ejemplo, doy en mutuo $ 30.000 a A, B y C; si no se pacta solidaridad y como el
objeto es divisible, cada uno de ellos pasa a deberme $ 10.000.
En el fondo sucede lo mismo que en las obligaciones con varios objetos: existen tantas
obligaciones autónomas como acreedores o deudores concurran, y por eso hay quienes
sostienen que existe más bien disyunción, o sea, separación que no conjunción, unión.
El Código no reglamentó especialmente esta clase de obligaciones, pero se refirió a
ellas principalmente en los Arts. 1.511 y 1.526, inc. 1.°.
Dice aquél: “en general, cuando se ha contraído por Muchas personas o para con
muchas la obligación de una cosa divisible, cada uno de los deudores, en el primer caso, es
obligado solamente a su parte o cuota en la deuda, y cada uno de los acreedores, en el
segundo, sólo tiene derecho para demandar su parte o cuota en el crédito”. Y el inc. 1.° del
Art. 1.526 repite más o menos lo mismo: “si la obligación no es solidaria ni indivisible,

242 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO I

cada uno de los acreedores puede sólo exigir su cuota, y cada uno de los codeudores es
solamente obligado al pago de la suya”.
383. Características.
La categoría de obligaciones con pluralidad de sujetos que estamos analizando presenta
principalmente las siguientes particularidades:
1.° Pluralidad de partes y unidad de prestación.
De acuerdo a los preceptos transcritos en el número anterior, para la existencia de una
obligación conjunta se precisan a lo menos tres personas, dos acreedores y un deudor, o dos
de éstos y uno de aquéllos; pero la prestación ha de ser una sola y de cosa divisible, como
lo señalan expresamente los Arts. citados, pues si es indivisible ya no estamos en el terreno
de la mancomunidad, sino de la indivisibilidad (N.° 428).
La unidad en la prestación no quita que pueden ser también varios los objetos debidos,
como si en el ejemplo señalado los deudores deben un conjunto de cosas.
2.° jurídicamente, constituyen la regla general.
Como también lo destacan los citados preceptos, aunque en la practica suele ser a la
inversa, jurídicamente la obligación conjunta es la regla general; se requiere una
convención, declaración o disposición legal para que la obligación sea solidaria o
indivisible. En consecuencia, en nuestro Código, a toda obligación con pluralidad de
sujetos debe calificársela de conjunta en principio, salvo que expresamente se le haya
negado tal calidad.
3.° Puede ser originaria o derivativa.
Será originaria la obligación conjunta cuando desde su nacimiento intervienen en ella
varios acreedores o deudores o unos y otros a la vez. Desde su nacimiento la obligación
tuvo pluralidad de sujetos.
No obstante ser la obligación conjunta jurídicamente la regla general, no es frecuente
en su forma originaria, porque normalmente el acreedor, si hay varios deudores, exige la
solidaridad entre ellos.
Más común será la obligación conjunta derivativa, lo que ocurre cuando fallece el
acreedor o deudor, únicos o solidarios, esto es, la obligación nació como única o solidaria,
pero por un hecho posterior el fallecimiento de una de las partes, ha pasado a ser conjunta.
Y ello porque cuando fallece el acreedor sus créditos por regla general se dividen entre
sus herederos (N.° 1.044); corresponderán a ellos en conjunto como cualquier otro bien de
la herencia o se dividirán conforme a sus derechos en ésta, pero no podrá cada uno cobrar
más allá de su cuota por sí solo.
Las deudas hereditarias se dividen entre los herederos a prorrata de sus cuotas (inc. 1.°
del Art. 1.354), y en consecuencia, si por ejemplo he dado en mutuo $ 30.000 a una
persona, y ésta fallece dejando 3 herederos por partes iguales, cada uno me está obligado
por $ 10.000. La obligación originariamente entre dos partes ha pasado a ser conjunta.
4.° Por regla general las obligaciones mancomunadas se dividen entre acreedores y
deudores por partes iguales.
Así lo comprueba el Art. 2.307. ubicado en la comunidad: “si la deuda ha sido
contraída por los comuneros colectivamente, sin expresión de cuotas, todos ellos, no
habiendo estipulado solidaridad, son obligados al acreedor por partes iguales, salvo el
derecho de cada uno contra los otros para que se le abone lo que haya pagado de más sobre
la cuota que le corresponda”.

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Semejante forma de división puede ser alterada por la convención o la ley.


Así, no hay inconveniente en el ejemplo anterior que A me deba $ 15.000 y B y C,
cada uno $ 7.500.
Y la ley establece una división distinta en el ya citado caso de las deudas hereditarias,
que corresponden a los herederos a prorrata de sus cuotas y éstas no tienen por qué ser
siempre iguales. Así, puede haber un heredero de la mitad y otros dos por un cuarto de la
herencia cada uno, y en tal proporción se dividirán entre ellos las deudas hereditarias.
384. Efectos.
Las obligaciones mancomunadas producen los efectos siguientes:
1.° Pago de la deuda.
El deudor no está obligado sino al pago de su cuna de la deuda; si paga de más habrá
un pago de lo no debido, si cometió error (N.° 678), y puede repetir por el exceso contra el
acreedor, y si lo hizo intencionalmente se aplican las mismas reglas del pago efectuado por
un tercero extraño (N.° 599 y siguientes).
A su vez, cada acreedor no puede exigir sino el pago de su cuota en la deuda, y si en el
hecho percibe más de ella, el deudor no queda liberado frente a los demás acreedores, y
tiene derecho a repetir contra el acreedor por el exceso, pues hay un pago de lo no debido.
2.° Otros modos de extinción.
Lo que se dice del pago rige para todos los modos de extinguir las obligaciones (N.°
1.163) y, así, si entre el acreedor y uno de los deudores se produce confusión, ello no afecta
a los demás obligados.
El Código se preocupó expresamente de la nulidad en el Art. 1.690: “cuando dos o más
personas han contratado con un tercero, la nulidad declarada a favor de una de ellas no
aprovechará a las otras”.
3.° Interrupción de la prescripción.
La interrupción que obra en beneficio de alguno de los coacreedores no aprovecha a los
otros, ni la que obra en perjuicio de uno de varios codeudores perjudica a los otros (Art.
2.519). Dicho de otra manera, ella afecta únicamente al acreedor y deudor que intervienen
(N.° 1.251).
4.° La mora.
La constitución en mora de uno de los deudores por el requerimiento del acreedor, no
coloca en igual situación a los demás, y, a la inversa, el requerimiento al deudor de uno de
los acreedores no aprovecha a los restantes (N.° 871).
5.° Insolvencia de un deudor.
La cuota del deudor insolvente no grava a los demás codeudores. Así lo dejó
expresamente señalado el Art. 1.526, lo que constituye una notoria diferencia con la
solidaridad, en que la solución es la inversa (N.° 422), y
6º Cláusula penal.
Como lo veremos en su oportunidad, el Art. 1.540, inc. 1.°, establece que si la
obligación principal es de cosa divisible, la pena en principio es conjunta (N.° 920).
En síntesis, pueden resumirse los efectos de la mancomunidad diciendo que los actos
ejecutados por uno de los acreedores o ayuno de los deudores sólo los afectan a ellos y no a
los demás coacreedores o codeudores.

244
LAS OBLIGACIONES TOMO I

385. Excepciones a la conjunción.


Las reglas anteriores sufren excepción en dos casos:
1.° En la solidaridad, en la cual cada acreedor puede demandar el total de la deuda.
estando cada deudor obligado al pago total de ella, y
2.° En la indivisibilidad, en que la prestación por su naturaleza o la convención no
puede cumplirse por parcialidades.
Ambas constituyen en nuestro derecho una excepción al derecho común, y pasamos a
estudiarlas en las siguientes secciones.

Sección segunda
LA SOLIDARIDAD EN GENERAL
386. Concepto.
A diferencia de las obligaciones conjuntas en que se aplican las reglas generales del
derecho, la solidaridad como excepción que les hace, fue reglamentada expresamente en el
Título 9.° del Libro 4.°, Arts. 1.511 a 1.523.
El inc. 1.° del Art. 1.511 ya lo citamos porque consagra como regla general la
conjunción si la obligación es de cosa divisible, y agrega en el 2.°: “en virtud de la
convención, del testamento o de la ley puede exigirse a cada uno de los deudores o por cada
uno de los acreedores el total de la deuda, y entonces la obligación es solidaria o
ínsólidum”.
Según esto, don Arturo Alessandri las definía como “aquella en que hay varios
deudores o varios acreedores, y que tiene por objeto una prestación que, a pesar de ser
divisible. puede exigirse totalmente por cada uno de los acreedores o a cada uno de los
deudores, por disponerlo así la ley o la voluntad de las partes, en términos que el pago
efectuado a alguno de aquéllos o por uno de éstos extingue toda la obligación respecto de
los demás”.387
Puede sintetizarse la definición diciendo que obligación solidaria es aquella en que
debiéndose una cosa divisible y existiendo pluralidad de sujetos activos o pasivos, cada
acreedor está facultado para exigir el total de la obligación, y cada deudor puede ser
obligado a cumplirla íntegramente.
En todo caso, lo que caracteriza a la obligación solidaria es que su objeto es divisible y
produce el efecto señalado, del cual derivan todos los restantes: cada acreedor puede exigir
el total de la deuda a cada uno de los deudores
En el ejemplo que venimos utilizando, si he prestado a A, B y C $ 30.000 y hemos
estipulado solidaridad, puedo cobrar a cualquiera de ellos los $ 30.000 y no únicamente
$10.000, como ocurre en las obligaciones conjuntas.
De acuerdo al precepto transcrito, es igual hablar de obligación solidaria o insólidum.
387. Clasificación.
La solidaridad según si se presenta entre acreedores, deudores o ambos a la vez, admite
una triple clasificación, de acuerdo a lo expresado en el N.° 381:

387
Ob. cit., pág. 216. Como veremos (N° 395), hoy ella contiene un pequeño error: la solidaridad puede
emanar de un caso de sentencia judicial.

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1.° Solidaridad activa, cuando existe pluralidad de acreedores, y cada uno de ellos
puede exigir el total de la obligación al deudor;
2.° Solidaridad pasiva, si hay varios deudores y un solo acreedor facultado para
demandar a cualquiera de ellos el total de la deuda, y de mucho mayor importancia que la
anterior (N.° 402), y
3.° Solidaridad mixta, cuando a la vez concurren varios acreedores y pluralidad de
deudores, de manera que cualquiera de los primeros puede exigir a cualquiera de los
segundos el total de la obligación.
Esta última categoría no requiere de mayores comentarios, porque en cuanto se refiere
a los acreedores, se aplican las reglas de la solidaridad activa, y en lo que respecta a, los
deudores, las de la pasiva. Por ello sólo estudiaremos en particular estas dos últimas.
También en cuanto a su fuente, la solidaridad puede ser convencional, testamentaria,
legal y judicial en un caso de excepción (N.° 391).
Finalmente, autores franceses distinguen solidaridad perfecta e imperfecta,
clasificación que entre nosotros no tiene cabida (N.° 405).
388. Requisitos. Enunciación.
La solidaridad supone desde luego un presupuesto que por obvio no requiere mayor
comentario, la pluralidad de sujetos, pues si hay un solo acreedor, él cobrará todo el crédito,
que únicamente a él pertenece, ya que de acuerdo al Art. 1.591 el acreedor puede rechazar
un pago parcial.
Pero no basta la existencia de varias partes, pues es necesario además:
1.° Un objeto divisible;
2.° Unidad en la prestación, lo cual no obsta a que exista pluralidad de vínculos, y
3.° Que se encuentre establecida en la ley, el testamento, la convención y en un caso de
excepción, la sentencia judicial.
En los números siguientes analizaremos estos requisitos.
389. I. En la solidaridad el objeto debe ser divisible.
Así lo dejó señalado expresamente el Art. 1.551, pues si el objeto no tiene este
carácter, o sea, si es indivisible, salimos de los márgenes de la solidaridad para entrar en los
de la indivisibilidad, en que también cualquiera de los acreedores puede exigir el pago total
al deudor que escoja, pero por otras razones y sujeto a otras rejas (N.° 428).
390. II. Unidad de prestación y pluralidad de vínculos.
Estos dos caracteres son fundamentales en la solidaridad.
El requisito de la unidad de prestación está establecido en el Art. 1.512: “la cosa que se
deba solidariamente por muchos o a muchos, ha de ser una misma”. Es lógico que así sea,
porque si el objeto debido no es lo mismo, van a existir tantas obligaciones cuantos sean los
objetos.
Aplicando este requisito, la Corte Suprema declaró que no había solidaridad en el
siguiente caso: una persona se obligó a entregar tres películas a otras, y un tercero se obligó
como deudor solidario a pagar $ 20.000 al acreedor si no se entregaban las películas; no
existía unidad en la prestación, pues las obligaciones eran distintas.388

388
RDJ, T. 32, sec. la, pág. 188.

246
LAS OBLIGACIONES TOMO I

También por la unidad de la prestación se ha resuelto que si la deuda es del trabajo y se


persigue la responsabilidad solidaria del socio de una sociedad colectiva comercial, son
competentes los juzgados del Trabajo, pues el asunto no pasa a ser civil o mercantil.389
Pero si la prestación es una sola, existe pluralidad de vínculos, tantos cuantas sean las
partes que intervienen. Y así, si son tres los codeudores solidarios y uno el acreedor, hay
tres vínculos jurídicos que son como hilos que parten de la mano del acreedor hacia cada
uno de los deudores, según tina imagen muy usada. Por ello es que el Art. 1.512, después
de sentar el principio de que la cosa debida debe ser la misma, agrega “aunque se deba de
diversos modos”.
Este principio es riquísimo en consecuencias jurídicas, de las cuales por el momento
enunciaremos las principales:
1.° Alguno de los vínculos puede estar afecto a modalidades.
El mismo Art. 1.512 señala como ejemplo de que la cosa única se deba de distintas
maneras que lo sea, -pira y simplemente respecto de unos, bajo condición o plazo respecto
de otros”.
Y así, en el caso que estarnos usando es posible que A deba pura y simplemente, en
cuya situación puedo exigirle el cumplimiento de inmediato; B debe cumplir a 3 meses
fecha y como su deuda es a plazo, no puede pedirse antes de su vencimiento, y finalmente,
la de C es condicional, sujeta a la condición suspensiva de que perciba un crédito que se le
debe; mientras esto no ocurra no se le puede demandar el pago. Todo es perfectamente
posible por el principio que comentamos.
2.° Puede ser diversa la causa de las obligaciones.
Y así, en el mismo ejemplo, los $ 30.000 del mutuo le han sido facilitados a A, B y C
que se han obligado solidariamente con él para su pago; tratándose de un contrato
unilateral, la causa para A es la entrega que se le ha hecho del dinero, pero para B y C
puede ser la mera liberalidad a fin de ayudar a A a obtener su crédito, lo que sin la
solidaridad no habría conseguido, o la recompensa que éste les ofrece, etc.
3.° Pueden ser diversos los plazos de prescripción, según la naturaleza del vínculo
jurídico.
Así se ha fallado.390
4.° Puede ser nula la obligación respecto de alguno de los obligados y válida para los
demás.
Porque hay pluralidad de vínculos independientes, uno de ellos puede resultar afectado
por un vicio de nulidad que no concurre en los demás, como si en el ejemplo que venimos
utilizando A es menor de edad y actuó sin su representante legal. Su obligación adolece de
nulidad relativa, pero las de B y C son perfectamente válidas, etc.
391. III. Las fuentes de la solidaridad. Enunciación.
El Art. 1.511 señaló que la solidaridad podía provenir de la convención, el testamento
o la ley, que en el solo Código eran las únicas fuentes de solidaridad activa o pasiva.391 Hoy
en día, según decíamos, hay un caso muy excepcional en que el juez puede imponerla por
estar expresamente facultado por ley para ello.

389
RDJ, T. 60, sec. la, pág. 29.
390
G.T. de 1937, 2° sem., N.° 190, pág. 733
391
RDJ. Ts. 33, sec. la., pág. 191 y 59, sec. 2°, pág. 41 ese último posterior a la aparición del caso de
solidaridad judicial del N.° 395.

Dislexia Virtual 247


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Si la solidaridad no es establecida directamente por la ley “debe ser expresamente


declarada” (inc. final del Art. 1.511). En consecuencia, la ley no la presume ni subentiende
y debe establecerse claramente por su condición de excepción a las reglas generales del
derecho, que, como hemos dicho varias veces, en nuestra legislación son las de la
mancomunidad.392
La regla es justamente la contraria en algunos de los Códigos modernos, en que se
presume la solidaridad si existen varios deudores, a menos que se diga lo contrario. Por
ejemplo, Art. 427 del Código alemán, 1.924 del italiano, etc.
Que la solidaridad sea establecida expresamente significa en nuestro Código que debe
quedar claramente consagrada: en presencia de una cláusula dudosa debe ser descartada y
no puede aplicarse por analogía. Pero tampoco es preciso utilizar términos sacramentales,
pues ellos están hoy desterrados del Derecho; lo más normal será que se diga que las partes
se obligan solidariamente, insólidum, cada uno por el total, etc.
La Corte Suprema ha declarado que establecer si existe o no solidaridad es cuestión de
derecho, por lo que queda bajo su control por la vía del recurso de casación en el fondo.393
En los números siguientes examinaremos estas diversas fuentes de la solidaridad.
392. A. La ley.
La ley en realidad es fuente de la solidaridad pasiva, pero no se conocen casos en
nuestra legislación ni en la extranjera de solidaridad activa legal debido a la menor
importancia que ella tiene.
En cambio, los casos de solidaridad pasiva establecidos en el Código Civil, en otros
Códigos y leyes son numerosos, aunque ello no les quita el tantas veces destacado carácter
de excepcionales que impide su aplicación analógica, como ha solido hacerlo con textos
parecidos a los nuestros, la jurisprudencia francesa (N.° 405).
Algunos casos del Código Civil los hemos ya señalado: el Art. 2.317 para los coautores
de un mismo hecho ilícito civil (N.° 278). Otros serían, por vía de ejemplo, el Art. 546 para
los miembros de una corporación carente de personalidad jurídica; los Arts. 419 y 1.281
por la responsabilidad que les cabe en el ejercicio de sus funciones a los guardadores y
albaceas, si ellos son varios, etc.
En el Derecho Comercial son numerosos los casos en que se la establece: el Art. 370
del C. de Co. para los socios de la sociedad colectiva mercantil, el Art. 79 de la Ley 18.092
de 14 de enero de 1982 sobre Letras de Cambio y Pagarés para todos los que firmen una
letra de cambio, sea como libradores, aceptantes o endosantes.394
393. B. El testamento.
Es la voluntad del causante la que establece la solidaridad entre sus sucesores, como si
por ejemplo deja un legado a una persona y establece la obligación solidaria de todos sus
herederos para su pago.
El legatario podrá demandarlo a cualquiera de ellos.
Según lo expresado, la solidaridad en el testamento debe estar claramente establecida.

392
RDJ, T. 12, sec. la, pág. 495; G.T. de 1887, N.° 663, pág. 379 y N.° 2.212, pág. 1351 de 1889, T 2° N.°
3106, pág. 1865; de 306, T. 1°, N.° 611, pág. 987 y de 1928, En sem., N.° 173. pág. 753.
393
RDJ, T. 33, sec. 1°, pág. 193.
394
Los efectos de la solidaridad cambiaría difieren eso sí de la común. Ver nota 409

248
LAS OBLIGACIONES TOMO I

394. C. La convención.
La estipulación de las partes es también una fuente voluntaria de la solidaridad; son
ellas quienes la convienen.
No es requisito que se pacte coetáneamente con el nacimiento de la obligación; puede
acordarse posteriormente siempre que sea claramente establecida con relación a ésta.
395. D. La sentencia judicial por regla general no es fuente de solidaridad. Excepción.
El Art. 1.511 enumera únicamente la convención, el testamento y la ley como fuentes
de la solidaridad, y por ello nuestros tribunales han reconocido que carecen de atribuciones
para imponerla;395 se limitan a declararla cuando ella la establece la ley o la voluntad de las
partes.
Existe actualmente un caso de excepción en que la solidaridad puede tener su origen en
una sentencia judicial: es el contemplado en el inc. 3.° del N.° 5.° del Art. 280, con la
redacción que le dio la Ley 10271 de 2 de abril de 1952. Según este precepto, el hijo
simplemente ilegítimo tiene derecho a pedir alimentos a su presunto progenitor si el
período de su concepción corresponde a la fecha de la violación, estupro o rapto de la
madre; si el primer delito fue realizado por varios, debe el juez determinar quién es el
presunto padre y “si ello no fuere posible, podrá condenar solidariamente al pago de dichos
alimentos a todos los autores de la violación”. Y estimamos que la solidaridad es judicial,
pues el juez está facultado para imponerla; no es la ley la que la establece, sino que el
tribunal puede constituirla entre los coautores del delito, como lo revela claramente la
expresión “podrá” que usa el legisladores.396
Naturalmente que el juez sólo puede imponer la solidaridad cuando la ley lo faculte
expresamente para ello, como ocurre en el caso citado.
396. Explicación de ha solidaridad.
Para fundamentar la solidaridad existen principalmente dos doctrinas, la clásica
romanista y la francesa, que explican este fenómeno jurídico de que el acreedor pueda
cobrar íntegro un crédito que no le pertenece en tal forma, y que el pago efectuado por el o
uno de los deudores a cualquiera de los acreedores lo extinga totalmente.
En la tesis romanista cada acreedor es dueño del crédito total, lo que se explica por una
razón histórica, dado que en Roma, por no aceptarse sino imperfectamente la cesión de
créditos, se recurría a la figura del mandato para cobrar, unido a la solidaridad, a fin que el
cesionario pudiera exigir íntegramente el crédito que le había sido cedido. Como dueño del
crédito puede disponer de éste en su propio beneficio, prescindiendo de los demás
coacreedores.
Desde el punto de vista pasivo, la solidaridad se fundaba en la noción de que cada
deudor está obligado por el total, lo es de toda la deuda y puede operar con ella como el
deudor único puede hacerlo con la suya, aun cuando tales actos perjudiquen a los demás
deudores. Los demás efectos de la solidaridad pasiva se explican con el principio de la
unidad de prestación y la pluralidad de vínculos.

395
RDJ, Ts. 25, sec. 1° , pág. 264; 29, sec. la., pág. 480, y 59, sec. 2°, pág. 43.
396
Somarriva, Derecho defamilia, 2a ed. 1963, N2 574, pág. 550, quien cita a De la Maza y Larraín
sosteniendo que sería un caso de solidaridad pasiva legal, lo que no es exacto en nuestro concepto por la
razón apuntada en el texto.

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En la concepción francesa va envuelta la idea de representación, estro es, se actúa por


cuenta de los coacreedores o codeudores.
En la activa, cada acreedor no es dueño del crédito total, sino únicamente de su parte o
cuota y, en consecuencia, no puede efectuar actos de disposición del crédito íntegro sino en
virtud de un mandato tácito y recíproco que esta doctrina supone que existe entre los
coacreedores. Tácito, porque no se expresa, y recíproco, porque cada uno de ellos lo tiene
respecto de los demás. Es entonces como mandatario que cada acreedor puede cobrar el
total de la deuda y tomar providencias conservativas en favor de los demás, esto es, ejecutar
actos en beneficio común, pero no propio. De ahí su principal diferencia con la tesis
romana, en que el acreedor como supuesto dueño del crédito total, puede, como todo dueño,
disponer de él en su favor.
En la pasiva, amén del principio ya señalado de la unidad de prestación acompañado de
la pluralidad de vínculos, muchos efectos secundarios se explican también con la misma
doctrina del mandato tácito y recíproco que existiría entre todos los codeudores solidarios
en sus relaciones con el o los acreedores y establecido en beneficio de éstos. Como se le
objeta que en la solidaridad legal mal cabe hablar de mandato, se tiende a reemplazarlo por
la noción de representación legal, que es más lógica. No obstante, cabe advertir que ni aun
en la misma Francia existe acuerdo unánime entre los autores.
Finalmente, en Italia, principalmente, tiende a abrirse paso una nueva doctrina basada
en la comunidad de los intereses entre coacreedores y codeudores, los unos interesados en
obtener el pago y los otros la liberación.
397. Doctrina que inspira nuestra legislación.
Al respecto existe una discrepancia entre los autores y la jurisprudencia.
Claro Solar397 y Alessandri398 creen que nuestro Código adoptó la doctrina de Roma
tanto para la solidaridad activa como para la pasiva, basándose fundamentalmente en dos
argumentos, de texto legal e histórico:
1.° El primero es el Art. 1.513 que permite a cada acreedor remitir, novar y compensar
el crédito solidario (N.° 400, 2.°). Ello prueba que es dueño del crédito total como lo
supone la doctrina romana, pues dispone en su propio beneficio de él, lo que no se acepta
en la de la representación, como lo demuestra la solución inversa que da al punto el Art.
1.198 del Código francés, y
2.° Porque Bello al lo dijo en nota al margen del Art. 1.690 del Proyecto Inédito,
equivalente al citado 1.513 actual: “El proyecto se separa aquí del Código francés y sigue el
Derecho Romano”.
Sin embargo, otras opiniones sostienen que debe separarse la solidaridad activa y la
pasiva. En cuanto a la primera, no hay dudas de que el Código siguió la doctrina romana, 399
no así en la segunda, porque todas las soluciones del legislador se fundan en la teoría
francesa, y porque así lo prueba la cita del señor Bello. En efecto, ella fue colocada al Art.
1513 que reglamenta la solidaridad activa y dijo: “el proyecto se separa aquí”, en era parte,
lo que quiere significar que la sigue en lo restante.400

397
Ob. cit., Tomo 10, N.° 407, pág. 384.
398
Ob. Cit, pág. 225.
399
Somarriva en sus clases; Alessandri, ob”. cit., pág. 221; Fueyo, ob. cit., Tomo 1°, N.° 171. pág. 191.
400
Somarriva, Cauciones, N` 53, pág. 50.

250
LAS OBLIGACIONES TOMO I

La jurisprudencia de los tribunales, sin hacer distinción entre activa y pasiva, pero en
fallos referidos exclusivamente a esta última, ha declarado uniformemente que nuestra
legislación acepta la doctrina del mandato tácito y recíproco.401

Sección tercena
SOLIDARIDAD ACTIVA
398. Su escasa aplicación actual.
Ya hemos dicho que la solidaridad activa consiste en que habiendo pluralidad de
acreedores de una cosa divisible, cada uno de ellos puede exigir el total de la obligación y
cumplida ésta por el deudor respecto de uno, se extingue para los demás.
Tuvo su auge en Roma como paliativo a las restricciones de la representación, mandato
y cesión de créditos, pero se encuentra en franco desuso por los peligros que encierra.
En efecto, como cada uno de los acreedores puede cobrar el total del crédito, es posible
que los demás se encuentren con el problema de que quien percibió su pago no quiere
pagarles su parte; en nuestro Código, además, puede disponer del crédito, novándolo,
remitiéndolo y compensándolo en perjuicio de sus coacreedores. Todo ello amplificado por
las circunstancias de que la solidaridad activa se transmite a los herederos del acreedor
fallecido, de modo que cada heredero tiene los mismos derechos ya señalados.
Semejantes inconvenientes se evitan cuando hay muchos acreedores dándose poder a
uno de ellos o a un tercero de confianza para que cobre en nombre de todos. Normalmente,
es el deudor que tiene varios acreedores quien pide semejante mandato, a fin de evitarse las
molestias de tener que efectuar tantos pagos y el peligro de equivocarse y pagar mal.
399. Efectos de la solidaridad activa.
Hemos señalado ya la explicación de ellos (N.° 396), y que nuestro Código considera a
cada acreedor como dueño total del crédito (N.° 397).
Debemos distinguir los efectos entre acreedores y deudor, y entre aquéllos una vez
extinguida la obligación.
400. I. Efectos entre los acreedores y el deudor. Son ellos los siguientes:
1.° Cada acreedor puede exigir el pago total de la deuda al deudor, y en consecuencia
el cumplimiento que a cualquiera de sus coacreedores efectúe el deudor extingue la
obligación respecto de todos ellos.
Se exceptúa el caso de que el deudor haya sido demandado por alguno de los
acreedores, pues entonces deberá pagarle a éste. Así lo señala el inc. 1.° del Art. 1.513: “El
deudor puede hacer el pago a cualquiera de les acreedores solidarios que elija, a menos que
haya sido demandado por uno de ellos, pues entonces deberá hacer el pago al dernandante”.
2.° Lo que se dice del pago vale igualmente para los demás modos de extinguir las
obligaciones (N.° 1.169).
El inc. 2.° del Art. 1.513, que ya hemos comentado por ser la demostración de la
aplicación de la doctrina clásica en era parte, se preocupa de la novación, compensación y
remisión, y dispone: “la condonación de la deuda, la compensación, la novación que
401
RDJ. Ts. 17, sec. la, pág. 19; 19, sec. la, pág. 171; 27, sec. la., pág. 513; G.T. de 1930, 2° N.° 118: pág.
444, sentencias que son criticadas precisamente por Claro Solar y Alessandri.

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intervenga entre el deudor y uno cualquiera de los acreedores solidarios, extingue la deuda
con respecto a los otros de la misma manera que el pago lo haría; con tal que uno de éstos
no haya demandado ya al deudor”.
El inc. 2.° del Art. 1.668 se preocupó de la confusión, como lo veremos en el número
siguiente:
3.° La interrupción que beneficia a uno de los acreedores, aprovecha a todos; así se
desprende del Art. 2.519 (N.° 1.251), y
4.° Constituido el deudor en mora por uno de los coacreedores, queda en mora respecto
de todos.
401. II. Efectos entre los coacreedores una vez extinguida la deuda. Nada dijo el Código
al respecto.
Con la teoría del mandato tácito y recíproco se producen los efectos propios de este
contrato, o sea, el acreedor que extinguió la deuda debe rendir cuenta a sus mandantes: los
demás acreedores.
En la romana, el dominio del acreedor sobre el total del crédito rige únicamente ante el
deudor; en la realidad, sólo le corresponde su parte o cuota, y en consecuencia resulta
evidente que también deberá darles dicha porción. De no hacerlo así habría para el acreedor
que recibió el pago un enriquecimiento sin causa.
Si no les paga su parte, los acreedores demandarán al que recibió el pago o hizo operar
otro modo de extinguir cobrándole naturalmente su cuota en el crédito, La solidaridad ha
terminado.
Así lo confirma el ya citado inc. 2.° del Art. 1.668, único en que el legislador se
preocupó del punto, Se pone el precepto en la situación de que haya operado la confusión
entre uno de varios acreedores solidarios y el deudor, y en tal caso el primero “será
obligado a cada uno de sus coacreedores por la parte o cuota que respectivamente les
corresponda en el crédito” (N.° 747).

Sección cuarta
SOLIDARIDAD PASIVA
402. Enunciación.
Si escasa es la aplicación de la solidaridad activa, enorme es, en cambio, la importancia
de la pasiva por el carácter de caución que según veremos tiene.
Su estudio lo haremos dividido en cuatro párrafos: generalidades para el primero,
efectos de la solidaridad entre acreedor y deudores, y entre éstos, extinguida que sea ella, en
las dos siguientes y el final, para la extinción de la solidaridad.

Párrafo 1.°
GENERALIDADES
403. Concepto y caracteres.
Según lo expresado anteriormente, la solidaridad pasiva consiste en que existiendo
pluralidad de deudores, el acreedor puede exigir el total de la deuda a cualquiera de ellos, y

252
LAS OBLIGACIONES TOMO I

de la misma manera el cumplimiento de uno de los deudores extingue la obligación


respecto de todos.
Supone pluralidad de deudores, unidad de prestación de cosa divisible y pluralidad de
vínculos y, tina disposición legal, disposición testamentaria, estipulación de las partes o,
excepcionalmente, una sentencia judicial que la establezca claramente.
Pero, además, la solidaridad pasiva presenta otra característica, a la que debe su
intensiva aplicación: de caución personal, según diremos en el número siguiente.
404. La solidaridad pasiva como caución. Relaciones con la fianza.
Al hablar de los contratos accesorios (N.° 72) señalamos la noción de caución, su
división en reales y personales, y quedó esbozada la razón por la cual la solidaridad pasiva
lo es: porque el acreedor va a poder hacer efectivo su crédito en tantos patrimonios cuantos
sean los deudores, de manera que si uno de ellos es insolvente siempre le queda el recurso
de cobrarles a los otros.
En el ejemplo de que nos venimos valiendo, si A fuere el único deudor y no pudiera
pagarme, el crédito quedaría definitivamente impago, pero si B y C son sus codeudores
solidarios hay más posibilidades de cumplimiento, pues tendría que sobrevenir la
insolvencia a los tres para que no se cancelara la deuda. En consecuencia, mientras mayor
sea el número de los deudores solidarios, más derechos de garantía (prenda) generales tiene
el acreedor y mayor seguridad de ser pagado.
El carácter caucionador de la solidaridad pasiva se hace más patente cuando alguno de
los codeudores solidarios no tiene interés en la deuda (N.° 421); ha accedido a ella
exclusivamente para garantizar el crédito.
Como caución difiere la solidaridad pasiva de la cláusula penal, porque ésta la puede
constituir el propio deudor o un tercero, y aun en este caso, porque aquélla supone una sola
obligación, mientras la cláusula penal exige dos: la principal garantizada y la pena para el
caso de no cumplirse aquélla. Y supera como garantía la solidaridad a la cláusula penal,
porque si ésta la ha constituido el propio deudor, su efectividad es meramente psicológica
(N.° 907), y si un tercero, es necesario el incumplimiento del deudor principal para que el
acreedor le pueda cobrar (N.° 913). En cambio en la solidaridad, el acreedor elige al deudor
a quien exigirá el pago.
Más semejanzas existen entre la solidaridad y la fianza, porque ésa también supone
como mínimo dos deudores, uno principal y el otro subsidiario. Pero la diferencia reside
justamente ahí: en la fianza hay dos obligaciones, una subordinada a la otra, mientras en la
solidaridad puede haber varios obligados, pero una obligación tan sólo.402
También la solidaridad pasiva ofrece mayor garantía que la fianza, principalmente en
dos sentidos:
1.° Porque el fiador goza normalmente de beneficio de excusión, en cuya virtud podrá
exigirle al acreedor que se dirija primero contra el deudor principal y sólo si éste no le paga,
proceda en contra suya. Por ello se le llama deudor subsidiario. Semejante beneficio no
existe en la solidaridad pasiva, puesto que el acreedor puede dirigirse indistintamente
contra cualquiera de los deudores, y

402
RDJ, T. 36, sec. 1°, pág. 330.

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2.° Porque el fiador goza también del beneficio de división, de manera que si ellos son
varios, sólo es posible demandar a cada uno por su parte o cuota en la fianza; en la
solidaridad, como es obvio, no hay nada parecido (Art. 1.514).403
Sin embargo de lo dicho, ambas cauciones pueden combinarse, resultando entonces la
llamada fianza solidaria.
405. Solidaridad imperfecta.
Los autores franceses, pretendiéndose fundar en el Derecho Romano, hacen una
distinción entre solidaridad perfecta que produce todos los efectos de ella, y que pasamos a
estudiar en los siguientes números, e imperfecta, que tan sólo genera el efecto más peculiar
de la solidaridad pasiva: que el acreedor pueda demandar el total de la deuda a cualquiera
de los deudores, pero no a los restantes.
Hay disparidad de opiniones, además, entre ellos sobre los casos de solidaridad
imperfecta. Para algunos autores la hay siempre en la legal, porque en tal caso no podrían
operar los efectos secundarios, ya que no cabria hablar de mandato (N.° 396), pero la tesis
predominante es que ella se presenta en los casos en que la doctrina y jurisprudencia han
creado la solidaridad sin texto legal, principalmente en la responsabilidad extracontractual
por la falta en el Código francés de un precepto equivalente a nuestro Art. 2.317. Es como
si retenidos por haber establecido solidaridad sin texto expreso, le restringieran sus efectos.
Pero si en Francia ha podido sostenerse, entre nosotros con justa razón es rechazada
generalmente,404 primero, porque, como excepción que es a las reglas generales, la
solidaridad no puede establecerse a falta de texto legal; en seguida, entre nosotros no existe
el más grave problema que ha originado la cuestión en Francia: la ausencia de una
disposición que la imponga a los coautores de un hecho ¡lícito y, finalmente, porque la
reglamentación de la solidaridad pasiva es una sola. sin distinción para sus efectos entre
algunos casos y otros.
406. Efectos de la solidaridad. Enunciación.
Hemos ya esbozado las doctrinas que intentan explicar los efectos de la solidaridad
(N.° 396 y 397).
Corresponde ahora estudiarlos al igual que los de la solidaridad activa, distinguiendo
los que se producen entre el acreedor y los deudores solidarios, y los que pueden generarse
entre éstos una vez extinguida la deuda. A cada una de estas divisiones destinarnos los
párrafos siguientes.

Párrafo 2.°
EFECTOS DE LA SOLIDARIDAD PASIVA ENTRE ACREEDOR Y DEUDORES
407. Enunciación.
Los efectos que la solidaridad pasiva produce entre el o los acreedores y los
codeudores solidarios se refieren a los siguientes aspectos:
1.° La demanda del acreedor;
2.° La extinción de la deuda;
403
Se ha fallado que si uno de los deudores se obligó expresamente en forma solidaria, pero el otro no, el
primero es en realidad fiador y no codeudor solidario; RDJ, T. 27, sec. 1°, pág. 513.
404
Por vía de ejemplo. Alessandri, ob. cit., pág. 237; Somarriva, Cauciones, pág. 67, N.° 67.

254
LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° La interrupción de la prescripción y la mora;


4.° Otros efectos de menor trascendencia, y
5.° Las excepciones del deudor demandado.
Los veremos en los números que a éste siguen.
408. I. La demanda del acreedor.
El Art. 1.514 establece cómo debe cobrar su crédito el acreedor: -podrá dirigirse contra
todos los deudores solidarios conjuntamente, o contra cualquiera de ellos a su arbitrio, sin
que por éste pueda oponérsele el beneficio de división”.
El acreedor entonces escoge a su arbitrio, esto es, sin que pueda alegársele abuso del
derecho (N.° 227): si quiere demanda a todos sus deudores conjuntamente, 405 o procede
contra uno o más de ellos. En el ejemplo de que nos valemos, si quiero demando a A, B y C
por los $ 30.000 o a cualquiera de ellos por esta misma suma.
Y los deudores, como lo señala el precepto, no pueden oponer el beneficio de división,
que es una característica fundamental de la moderna solidaridad pasiva, y es una de las
diferencias que le anotábamos con respecto a la fianza.
Se ha resuelto que prorrogada la competencia por uno de los deudores demandados, la
prórroga afecta a todos.406
También que la solidaridad se comunica a todas las acciones del acreedor que afecten a
todos los deudores; ello a propósito de la acción resolutoria (N.° 545) que el acreedor puede
intentar contra cualquiera de los deudores solidarios.407 Dicho de otra manera, tratándose de
un contrato bilateral, el derecho alternativo del acreedor en caso de incumplimiento a exigir
el pago forzado o la resolución del contrato (N.° 521), se sujeta a la misma regla del Art.
1.514.
Ahora bien, ¿qué ocurre si el acreedor ha demandado a uno solo de los deudores y no
obtiene el pago integral? La respuesta la da el Art. 1.515: “la demanda intentada por el
acreedor contra alguno de los deudores solidarios, no extingue la obligación solidaria de
ninguno de ellos, sino en la parte en que hubiere sido satisfecha por el demandado”.408
Ese derecho a perseguir a los restantes codeudores mientras haya una parte insoluta de
la deuda sólo se extingue cuando deja de haberla, esto es, la obligación está íntegramente
pagada.409

405
Se ha resuelto que en tal caso debe hacerlo en un solo juicio y que únicamente puede demandar por
cuerda separada si renuncia a la solidaridad y cobra a cada uno su cuota: G.T. de 1930, 2° sem. N.° 118,
pág. 441 En contra RDJ, T. 28, sec 1°, pág. 762 y nos parece la buena doctrina, porque el Art. 1.515, según
veremos, autoriza al acreedor para demandar a otro de los codeudores si en la primera demanda no obtiene
el pago, y porque según el Art. 1.516, inc. 2°, se renuncia tácitamente la solidaridad si se demanda a un
deudor, expresándolo así y sin hacer reserva de la solidaridad.
406
RDJ, T. 19, sec. 1°, pág. 171.
407
RDJ, T. 50, sec. 1°, pág. 57,
408
En el Derecho Romano anterior a Justiniano, si el acreedor demandaba a uno solo de los deudores y no
obtenía el pago total, no podía dirigirse contra los otros, porque a unidad de obligación, unidad de acción,
pero la solución se alteró con Justiniano.
Para algunos autores este efecto se explica por la unidad de la prestación, mientras para otros por la
razón antes señalada es la demostración de que no existe semejante unidad, y todos los efectos se explican
por la representación,
No cabe duda que nuestro Código considera que hay una sola obligación, y no obstante reconoce, como
se ha visto, el derecho del acreedor a instaurar varias demandas separadas.
No es lugar para disquisiciones doctrinarias, pero nos parece que al margen del texto legal en realidad en
la solidaridad existen varias obligaciones diversas, sólo que ligadas por la prestación.
409
RDJ, T. 28, sec. 1°, pág. 762. Agregó la sentencia que bien puede también el acreedor demandar a
otros de los codeudores estando pendiente el juicio con el primer demandado.

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Al respecto se presentan dos problemas que merecen tratamiento separado: el efecto de


la cosa juzgada, y el caso de que el crédito sea privilegiado respecto de algún deudor.
409. A. La cosa juzgada.
En el caso de que el acreedor haya demandado a uno de los codeudores solidarios, se
presenta el problema de determinar qué efectos produce la sentencia recaída en dicho juicio
respecto de los demás.
En virtud del principio de la representación legal existente entre los codeudores
solidarios, la conclusión es que existe cosa juzgada para todos los efectos, pues los restantes
codeudores solidarios han estado representados en el juicio por el demandado. La única
salvedad es que ello es sin perjuicio de las excepciones personales que puedan
corresponderles a los que no actuaron en el juicio (N.° 416).
Sin embargo, la Corte Suprema ha declarado que no existe acción de cosa juzgada para
hacer cumplir la sentencia en contra de los deudores que no figuraron como demandados en
el juicio.410 Si en el ejemplo he demandado a A y la sentencia ha declarado la deuda y la
solidaridad, querría decir que no podría demandar a B o C ejecutivamente para hacerla
cumplir, lo que es criticado por la doctrina411 por la razón antes apuntada.
Lo que sí no podría hacer el acreedor es demandar a uno de los deudores y embargar
bienes de otro; la medida debe trabarse en los bienes del demandado.412
410. B. Crédito privilegiado respecto de un deudor.
Puede ocurrir que el crédito sea privilegiado, o sea, tenga preferencia para su pago (N.°
974) respecto de todos los deudores, como ocurre, por ejemplo, en los créditos del pupilo
en caso de pluralidad de guardadores.
Pero por la diversidad de vínculos es posible también la situación inversa: el crédito es
privilegiado respecto de alguno o algunos de los codeudores solidarios, pero no de los
demás, como si en el ejemplo propuesto un tercero se constituye en codeudor solidario de
los guardadores para mejor garantizar la responsabilidad de éstos frente al pupilo.
En tal caso se presenta el problema de determinar si el crédito pasa a ser también
privilegiado respecto de este tercero.
Doctrinariamente la solución debe ser negativa, porque el privilegio es inherente al
crédito a que accede (N.° 982) y no se comunica a los demás obligados, 413 sin embargo de
lo cual la Corte Suprema dio solución contraria en el caso de una fianza solidaria a favor
del Fisco por derechos de aduana.414

410
RDJ, Ts. 40, sec. 1°. pág. 249. y 65. sec. 1°, pág. 322. En este último caso se trataba de deudas
alimenticias, y se hacía efectiva la solidaridad legal del Art. 18 de la Ley 14.908 de octubre de 1962 respecto
de los que vivan en concubinato con el padre, madre o cónyuge alimentante y de los que, sin derecho para
ello, dificultaren o imposibilitaren el fiel y oportuno cumplimiento de la obligación alimenticia. Si bien
jurídicamente vale el argumento del texto. la verdad es que en la solidaridad legal choca un poco la
conclusión, porque. por ejemplo, en el caso fallado se ejecutaba al presunto concubino sin siquiera haberlo
escuchado en el juicio; la conclusión es que en todo caso debe reconocerse a aquel contra quien se invoca la
solidaridad un amplio derecho para probar en la ejecución que ésta no existe, no obstante lo que se haya
establecido en el juicio declarativo.
411
Somarriva, ob. cit., NO 55, pág. 55. Es la misma opinión de la doctrina y jurisprudencia francesas.
412
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 18, sec. la, pág. 482.
413
Somarriva, Cauciones, N9 56, pág. 57, quien critica además la sentencia citada en el texto porque la
fianza solidaria sigue siendo fianza y como obligación accesoria no goza del privilegio de la principal.
414
RDJ, T. 36. sec. 1 pág. 330.

256
LAS OBLIGACIONES TOMO I

411. II. Extinción de la deuda.


Extinguida la obligación por uno de los deudores, ella perece igualmente para todos los
demás en sus relaciones con el acreedor; es la contrapartida de lo anterior: si el acreedor
puede exigir el cumplimiento íntegro a cualquier deudor, el pago hecho por éste libera a los
demás, y lo que se debe del pago es válido para todos los demás modos de extinguir las
obligaciones (N.° 1. 169).
Algunos de ellos requieren un comentario especial:
1.° Novación y dación en pago.
El Art. 1.519 se preocupó especialmente de la novación; si ella se efectúa entre el
acreedor y uno cualquiera de los deudores solidarios, la novación “liberta a los otros, a
menos que éstos accedan a la obligación nuevamente constituida”. La novación supone la
extinción de la obligación primitiva y de ahí la liberación de los demás deudores, que no
tienen por qué quedar afectos a la nueva obligación si no han consentido en ella.
Lo que el Código dijo de la novación hay que entenderlo igual para la dación en pago.
Si uno de los deudores por un acuerdo con el acreedor le entrega una cosa diversa a la
debida, la obligación se extingue.
2.° Imposibilidad en el cumplimiento.
Si la cosa debida solidariamente perece, es necesario hacer un distingo. Si hay caso
fortuito, la obligación se extingue respecto de todos los codeudores solidarios, efecto que se
explica habitualmente por el principio de la unidad de la prestación.
Pero “si la cosa perece por culpa o durante la mora de uno de los deudores solidarios,
todos ellos quedan obligados solidariamente al precio, salva la acción de los codeudores
contra el culpable o moroso. Pero la acción de perjuicios a que diera lugar la culpa o mora,
no podrá intentarla el acreedor sino contra el deudor culpable o moroso”. (Art. 1.521).
O sea, se separa el precio de la cosa y la indemnización de perjuicios. El primero lo
deben solidariamente todos los deudores, culpables o inocentes, sin perjuicio del derecho de
éstos a repetir contra aquéllos.
Pero en la indemnización termina la solidaridad: sólo es obligado a ella el o los
deudores culpables o morosos. Esta interpretación que también establece el Código francés
y parece provenir de una errónea interpretación de los textos romanos, doctrinariamente
puede ser criticable, porque se aparta de la teoría del mandato, pero se ha impuesto, pues no
parece equitativo hacer cargar al deudor inocente con la indemnización de perjuicios.
3.° Transacción.
Habitualmente se la define como un contrato que tiene por objeto precaver un litigio
eventual o poner fin a uno ya existente, haciéndose las partes concesiones recíprocas. El
Código la considera un acto intuito personae, como lo dice expresamente el Art. 2.456, y
por ella el Art. 2.461 dispone que la transacción no surte efecto sino entre los contratantes y
en consecuencia si hay muchos interesados, la consentida por uno de ellos no perjudica ni
beneficia a los demás, “salvo, empero, los efectos de la novación en la solidaridad”.
Lo que pasa es que la transacción es un acto complejo que puede llevar envueltos otros
pactos jurídicos, entre ellos precisamente una novación, que de acuerdo al ya citado Art.
1.519 libera a los demás codeudores solidarios que no han consentido expresamente en ella.
Por tanto, la transacción por regla general no afecta a los demás codeudores, pero los
libera en caso de novación.
4.° Remisión.

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Si el acreedor condona la deuda a todos los codeudores solidarios, se extingue la


obligación. Pero si la remite a uno o más de ellos, pero no a todos, de acuerdo al Art. 1.518
no puede dirigirse contra los demás que aún permanecen obligados sino con rebaja de la
cuota que correspondía al o los remitidos en la deuda. En el ejemplo que utilizamos, si
condono la deuda a A, no puedo cobrar a B y C los $ 30,000 primitivos, sino únicamente el
saldo de $ 20.000. Ello se explica perfectamente, porque según veremos (N.° 418), el
deudor que paga la deuda tiene el derecho de repetir contra los demás deudores por su parte
o cuota en ella. El acreedor no puede por sí solo eliminar a uno de los deudores de esta
obligación de contribución, y por ello si le remite la deuda, pierde la cuota de éste.415
Por eso, según veremos, se considera la remisión como excepción mixta (N.° 417).
5.° Compensación.
También se preocupó el legislador específicamente de la compensación, que produce la
extinción de la deuda cuando las partes son recíprocamente acreedoras y deudoras. Puede
ocurrir que alguno de los codeudores solidarios sea a su vez acreedor del acreedor común.
Si opone la compensación al ser demandado por éste, la obligación se extingue, y
tendrá derecho a cobrar a los demás codeudores su parte en la deuda. Pero los demás
codeudores solidarios no pueden oponer la compensación sino cuando el que es acreedor a
su vez del acreedor de todos ellos les ha cedido su derecho.
Por ello también la compensación se considera como excepción mixta (N.° 417).
412. III. Interrupción y mora.
El Código resuelve expresamente lo relativo a la prescripción en el Art. 2.519, en cuya
virtud la interrupción de ella, sea civil o natural, pues el precepto no distingue que opera
respecto de uno de los codeudores solidarios, perjudica a los demás; la solución es, pues,
justamente la inversa de las obligaciones conjuntas del 384, N.° 3).
No dijo en cambio la ley expresamente que colocado en mora uno de los deudores
todos ellos lo queden, pero es uniformemente aceptado por la doctrina.
413. IV. Otros efectos de la solidaridad pasiva.
Podemos mencionar, además de los ya señalados, otros efectos de menor envergadura
de la solidaridad pasiva:
1.° La cláusula penal estipulada por todos los codeudores solidarios para el caso de
incumplimiento. de la obligación solidaria, puede demandarse a cualquiera de ellos.416
2.° Para el perfeccionamiento de la cesión de créditos respecto del deudor y terceros es
necesario que se notifique a aquél, o que acepte la cesión (N.° 1.056). Si la deuda es
solidaria, basta la notificación o aceptación de uno de los deudores, porque éste representa a
todos.
3.° Finalmente, hay una serie de situaciones que pueden producirse entre el acreedor y
un deudor solidario, que pueden perjudicar a los demás. De acuerdo a la teoría del mandato,
ellas deberían afectar a los otros codeudores, como por ejemplo, la aceptación de la
demanda, la confesión en juicio; pero aun en Francia parece a los autores dudoso extender
esta doctrina a tales casos, por el peligro de fraude que envuelven.

415
De acuerdo al Art. 161 de la Ley de Quiebras este efecto sólo se extiende al acreedor que votó
favorablemente el convenio de remisión.
416
Somarriva, cauciones, N.° 61 pág. 66. Alessandri, ob. cit., pág. 228.

258
LAS OBLIGACIONES TOMO I

414. V. Las excepciones del deudor demandado. Clasificación.


El deudor demandado podrá defenderse oponiendo excepciones dilatorias o
perentorias; el Código se preocupa de estas últimas y de los Arts. 1.520 y 2.354 se
desprende una clasificación de ellas en reales, personales y mixtas, que analizaremos en los
números siguientes.
415. A. Excepciones reales.
Se las llama también comunes, de la naturaleza o inherentes a la obligación y miran a
ésta objetivamente considerada. De acuerdo al Art. 1.520, inc. 1.°, las puede oponer
cualquiera de los deudores solidarios, por la misma razón de que afectan a toda la deuda.
Podemos citar como principales las siguientes:
1.° La nulidad absoluta, dado que la puede oponer quien tenga interés en ello;
2.° Los modos de extinguir las obligaciones que afecten a éstas en sí mismas, como
pago, novación, prescripción, dación en pago, pérdida fortuita de la cosa debida, etc.
3.° La cosa juzgada, de acuerdo al Art. 2.354 (N.° 409).
4.° Las modalidades que afecten a todos los vínculos jurídicos, como si la deuda es a
plazo no vencido para todos los deudores;
5.° La excepción del contrato no cumplido417 (N.° 941), o sea, si tratándose de un
contrato bilateral el acreedor no ha cumplido su obligación, cualquiera de los codeudores
demandados puede negase al cumplimiento.
416. B. Excepciones personales.
Las excepciones personales son las que atañen a la situación particular del deudor que
la invoca, y lógicamente sólo puede oponerlas aquél en que inciden. Así lo señala el Art.
1.520, inc. 1.° el deudor solidario, además de las reales, puede invocar “todas las personales
suyas”.
En ello reside la diferencia entre las reales y las personales: las primeras las puede
oponer cualquiera de los codeudores solidarios, pero no puede invocar las personales de
otro codeudor. Ellas, en consecuencia, perjudican a los demás codeudores que siempre
quedan obligados al total.
Tales son:
1.° Las causales de nulidad relativa. pues ellas sólo pueden ser invocadas por aquel en
cuyo beneficio se han establecido. Por ejemplo, incapacidad relativa, vicios del
consentimiento;418
2.° Las modalidades en cuanto afecten al vínculo del deudor que la opone como
excepción;
3.° El beneficio de competencia (N.° 969), y la cesión de bienes (N.° 965); y
4.° La transacción, salvo en cuanto envuelva una novación (N.° 411, 3.°).

417
G.T. de 1921, 22 sem., Nº 288, pág. 1. 167.
418
Sin embargo, el Art. 2.354 enumera el dolo y la fuerza como excepciones reales. Este precepto se
aplica a la fianza, y no puede extenderse a la solidaridad por el principio de la independencia de los vínculos.
En nada afecta a A, en el ejemplo que nos hemos propuesto, que el consentimiento de B haya sido obtenido
con dolo o violencia. Su propio consentimiento no adolece de vicios.
En la fianza, en cambio, existe una mayor dependencia de la obligación accesoria a la principal, y de ahí
la distinta solución que da el legislador.
Por ello es que la doctrina se inclina a considerar siempre como personales en la solidaridad a los vicios
de la voluntad, salvo que incidan en todos los deudores.

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417. C. Excepciones mixtas: remisión y compensación.


A la remisión y compensación se les otorga el carácter de excepciones mixtas, porque
producen efectos especiales, según vimos en el N.° 411.
Si la remisión es total, es real lisa y llanamente, y si ha beneficiado a alguno de los
deudores es personal, porque sólo el favorecido la puede oponer, pero también real en
cuanto los demás deudores exijan la rebaja que les concede el Art. 1.518 por la parte del
deudor condonado
La compensación es igualmente personal del deudor que es acreedor del acreedor
común, pero si él ya la opuso o cedió sus derechos a los demás codeudores, todos ellos
pueden oponerla.

Párrafo 3.°
EFECTOS ENTRE LOS CODEUDORES SOLIDARIOS EXTINGUIDA LA DEUDA
418. Contribución a la deuda.
Pagada la deuda por alguno de los codeudores, la solidaridad ya ha cumplido su
función en beneficio del acreedor; resta únicamente determinar qué relaciones se producen
con los demás deudores que no han contribuido a la extinción.
Esto de que una persona deba pagar una deuda más allá de lo que realmente debe
(obligación a la deuda), se presenta en varios casos en el Derecho, como por ejemplo en la
liquidación de la sociedad conyugal, en el pago de las deudas hereditarias, y también aquí
en la solidaridad pasiva.
Efectuado el pago, ella debe ser solventada por el que realmente debe y hasta el monto
de lo adeudado. Es la llamada contribución a las deudas.
Para determinarla en la solidaridad pasiva se hace preciso efectuar una serie de
distingos, de los que resultará quién soporta en definitiva la extinción:
1.° Según si el modo de extinguir la obligación significó algún sacrificio económico
para alguno de los deudores;
2.° Si lo importó, nueva distinción según si la solidaridad beneficiaba a todos los
deudores o a algunos de ellos, y
3.° Si ella reportaba provecho a algunos deudores solidarios, una última diferenciación
de acuerdo a quién fue el que extinguió la obligación, situaciones todas que veremos en los
números siguientes.
419. I. Caso en que haya operado un modo no satisfactorios de la obligación.
Como veremos en su oportunidad (N.° 1.171), existen modos de extinguir las
obligaciones que importan la satisfacción del crédito de la manera normal (pago), o por otra
vía que le equivale (dación en pago, compensación, novación, confusión), que es el término
que precisamente utiliza el Art. 1.522.
Pero hay otros que no satisfacen el crédito y, en consecuencia, no imponen ningún
sacrificio económico al deudor, como la remisión total, prescripción extintiva,
imposibilidad en el cumplimiento, plazo extintivo, etcétera.
Según decíamos, la primera distinción para determinar los efectos de la solidaridad
entre los codeudores una vez extinguida la obligación atiende a esta clasificación de los
modos de terminarla.

260
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Si nadie ha desembolsado nada para extinguir la deuda, no hay relación alguna


posterior entre los codeudores. Cesan todos los efectos de la solidaridad con la extinción.
Pero si ella ha significado algún sacrificio económico para el deudor que le puso
término ante el acreedor, entonces deberán, en principio, contribuir con su parte o cuota
aquellos que no han intervenido en la cancelación de acuerdo a los nuevos distingos que
previamente deben hacerse.
420. II. Caso en que la solidaridad interesaba a todos los deudores.
La primera nueva diferenciación que se debe efectuar es si la solidaridad estaba
establecida en beneficio de todos los deudores o interesaba sólo a algunos de ellos. Esta
separación la efectúa el Art. 1.522.
Dice el precepto: “El deudor solidario que ha pagado la deuda, o la ha extinguido por
alguno de los medios equivalentes al pago, queda subrogado en la acción del acreedor con
todos sus privilegios y seguridades, pero limitada respecto de cada uno de los codeudores a
la parte o cuota que tenga este codeudor en la deuda”.
La disposición está repetida en el N.° 3.° del Art. 1.610, que se refiere precisamente a
los casos de subrogación legal (N' 658), y aplicada a una situación particular por el Art.
1.668 en la confusión (N.° 747).
Pero esta subrogación legal presenta algunas particularidades con respecto a los demás
casos de ella.
En primer lugar, porque normalmente la subrogación opera a favor de un tercero ajeno
a la deuda que la ha pagado, y aquí en beneficio de uno de los propios deudores.
Enseguida, porque la subrogación es una institución propia del pago, y en la
solidaridad se extiende a otros modos de extinguir equivalentes a él, como confusión,
novación, compensación, dación en pago, y
Finalmente, en la subrogación el crédito pasa al nuevo acreedor exactamente igual
como era antes (N.° 670). Involucra todos los accesorios de la deuda, entre los cuales va
incluida normalmente la solidaridad. Y así, si en vez de alguno de los codeudores solidarios
pagare un tercero extraño, éste podría siempre cobrar solidariamente a aquéllos.
Pero si la extinción la efectúa uno de ellos, el Art. 1.522 no lo permite; la obligación
pasa a ser conjunta entre los codeudores solidarios, y en el ejemplo que utilizamos, si paga
A, éste puede cobrar sólo $ 10.000 a B y otro tanto a C. La razón de la disposición es de
fácil comprensión: la solución contraria transformaría la solidaridad en un cuento de nunca
acabar: A cobra el total a B, éste a su vez se subrogaría para cobrar el total a A o a C, y así
sucesivamente, formándose un circuito cerrado insoluble.419
Y para estos efectos, según hemos dicho, se presume que todas las cuotas de los
deudores son iguales.

419
En la solidaridad cambiaría, en cambio, el que paga puede repetir por el total contra los anteriores
obligados, y así, si la letra de cambio la cancela un endosante, puede cobrar el total de ella a los anteriores
endosantes, aceptante y librador (Art. 82, inc. 2° de la Ley 18.092 de 14 de enero de 1982). Es la
particularidad de esta solidaridad en que hav una verdadera graduación de obligados.
La cancelación por el librador pone término a la solidaridad cambiaría, porque es el último obligado: G.T.
1911, T 2°, N.° 284, pág. 121.
En la solidaridad normal la otra solución posible seria que la subrogación operara por el total de la deuda.
deducida la cuota del que pagó, contra los restantes deudores, y, así sucesivamente hasta la extinción total,
lo que Bello aplicaba en los primeros proyectos.

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421. II. Caso en que la solidaridad interesaba a algunos de los deudores.


En virtud del principio de la pluralidad de vínculos (N.° 390, 2.°), es posible que
alguien se obligue solidariamente con el único objeto de caucionar las obligaciones de los
restantes codeudores solidarios. En consecuencia, tiene obligación a la deuda, pero ninguna
contribución a la misma.
Respecto de este codeudor solidario para determinar los efectos de la extinción de la
obligación por un modo satisfactorio de ella, hay que distinguir según si la cancelación la
efectuó él mismo o los demás codeudores solidarios.
Así lo establece el inc. 2.° del Art. 1.522: “si el negocio para el cual ha sido contraída
la obligación solidaria, concernía solamente a alguno o algunos de los deudores solidarios,
serán éstos responsables entre sí, según las partes o cuotas que les correspondan en la
deuda, y los otros codeudores serán considerados como fiadores”.
En consecuencia, si la deuda fue extinguida por alguno de los deudores interesados en
ella, nada pueden cobrarle al que no tenía tal interés, porque la ley lo asimila al fiador, y el
deudor subsidiario nada debe si la obligación la paga el deudor principal. Y por ello se ha
resuelto que si la obligación concernía a uno solo de los deudores solidarios y éste la paga,
no tiene derecho a repetir contra nadie.420
Y a la inversa, si la cancelación la efectuó quien no tenía interés en la deuda, tendrá
derecho a repetir por el total contra los restantes codeudores o contra cada uno de ellos,
porque el precepto lo considera como fiador, y éste cuando paga, se subroga al acreedor y si
la deuda es solidaria, se beneficia de ella.
422. Insolvencia de alguno de los deudores solidarios.
A esta situación se refiere el último inc. del Art. 1.522 en los siguientes términos: “la
parte o cuota del deudor insolvente se reparte entre todos los otros a prorrata de las suyas,
comprendidos aun aquellos a quienes el acreedor haya exonerado de la solidaridad”.
En el ejemplo que nos hemos propuesto, si A ha pagado los $ 30.000 de la deuda,
puede cobrar S 10.000 a B y otro tanto a C, pero si éste último es insolvente, A y B deben
cargar con su cuota, y, en consecuencia, el primero podrá cobrar a B, S 15.000, $ 10.000
que es su propia cuota, y $ 5.000 que le corresponden por la parte del insolvente.
La solución es la inversa a la de las obligaciones conjuntas en que la cuota del
insolvente no grava a los demás deudores (N.° 384, 5.°), y como la obligación solidaria se
vuelve conjunta en las relaciones entre los deudores, efectuado que sea el pago, aquí se
hace una excepción a dicha regla, muy comprensible, pues en caso contrario, quien
extinguió la obligación, habría tenido que cargar con toda la cuota del insolvente, lo que
evidentemente es injusto.
De acuerdo al precepto transcrito, está obligado a contribuir a la cuota del insolvente
aun el deudor a quien el acreedor ha eximido de la solidaridad, lo que es igualmente lógico
porque semejante convención entre ellos no puede perjudicar a los demás codeudores que
no han intervenido en su celebración.421
Naturalmente que el deudor que no tenía interés en la deuda, según vimos en el número
anterior, tampoco contribuye a la cuota del insolvente.

420
RDJ, T. 35, sec. 1°, pág. 50.
421
Respecto del deudor a quien se remitió su deuda, Alessandri estima que debe contribuir a la cuota del
insolvente. Ob. cit., pág. 234. En cambio, Somarriva sostiene que con ella carga el acreedor. Ob. cit., N.° 80,
pág. 81.

262
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Párrafo 4.°
EXTINCIÓN DE LA SOLIDARIDAD
423. Formas de extinción.
La solidaridad puede extinguirse por vía principal o accesoria; en este último caso, ella
termina por haber expirado la obligación solidaria. En cambio, cuando la solidaridad se
extingue por vía principal, la obligación subsiste y es aquélla la que ha dejado de operar,
ella y sus efectos, total o parcialmente.
Esto último ocurre en dos casos: la renuncia del acreedor a la solidaridad, y la muerte
del deudor solidario.
424. I. Renuncia del acreedor.
La solidaridad se ha establecido en exclusivo beneficio del acreedor, por lo cual, de
acuerdo a la regla general del Art. 12, no hay inconveniente alguno para que la renuncie,
máxime si está facultado para condonar la deuda misma.
El Art. 1.516 reglamenta la renuncia, que puede ser parcial y total, tácita o expresa.
Es total en la situación prevista en el inc. final del precepto: “Se renuncia la solidaridad
respecto de todos los deudores solidarios, cuando el acreedor consiente en la división de la
deuda”. La obligación pasa a ser conjunta.
Es parcial cuando se refiere a uno o algunos de los codeudores solidarios, y en tal caso
no podrá cobrarles a los favorecidos el total de la deuda, sino únicamente su cuota, sin
perjuicio de su derecho a cobrar el total a cualquiera de los otros codeudores no
beneficiados con la renuncia o el saldo de ella, si el favorecido con ésta pagó su parte (inc.
3.°).
Es expresa la renuncia que se hace en términos formales y explícitos, y tácita cuando se
reúnen las tres circunstancias del inc. 2.° del precepto:
1.° Que el acreedor haya demandado la cuota de uno de los deudores o le haya recibido
el pago de ella; estas dos circunstancias no son copulativas, sino disyuntivas;
2.° Que de ello haya quedado constancia en la demanda o en la carta de pago (recibo),
y
3.° Finalmente, que el acreedor no haya hecho reserva especial de la solidaridad o
general de sus derechos.
El Art. 1.517 se refiere a la renuncia de la solidaridad en obligaciones de pensiones
periódicas: ella se limita a las devengadas, pero no a las pensiones futuras, a menos que el
acreedor así lo exprese.
425. II. Muerte de un deudor solidario.
Se refiere a ella el Art. 1.523, último del título 9.°: “los herederos de cada uno de los
deudores solidarios son, entre todos, obligados al total de la deuda; pero cada heredero será
solamente responsable de aquella cuota de la deuda que corresponda a su porción
hereditaria”.
Es ésta la más importante diferencia entre la solidaridad y la indivisibilidad (N.° 436);
ésta se transmite a los herederos, aquélla no.
El acreedor, en caso de muerte de uno de los codeudores solidarios, puede actuar en
cualquiera de estas formas:

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1.° Cobrar el total de la deuda a alguno de los sobrevivientes, y


2.° Dirigirse contra los herederos, y puede hacerlo también de dos maneras: si los
demanda en conjunto, les puede cobrar íntegramente el crédito, pero si demanda a uno solo
de ellos, sólo le puede cobrar la cuota que, como heredero, le corresponda en la deuda total.
En el ejemplo, si A ha muerto dejando dos herederos, D y E, por partes iguales, el acreedor
podrá cobrarle los $ 30.000 a B o C sobrevivientes, porque la solidaridad no se altera
respecto a ellos; o demandar en conjunto a D y E, pero si demanda a uno solo de ésos, sólo
puede hacerlo por $ 15.000.
La alteración que se produce es que los herederos en conjunto están obligados al total
de la deuda, manteniéndose así la solidaridad, pero cada uno de ellos está obligado sólo a su
cuota, y en tal sentido la solidaridad ha derivado en conjunción.
Si bien la solidaridad no pasa de pleno derecho a los herederos, no hay inconveniente
alguno para que así se estipule. Así lo prueba el Art. 549, inc. 2.°, que permite a los
miembros de tina persona jurídica que se han obligado solidariamente, convenirla también
para sus herederos.

Sección quinta
LA INDIVISIBILIDAD
426. Pauta.
Dividiremos el estudio de esta materia, de suyo oscura y compleja, en cuatro párrafos
relativos a la indivisibilidad en general, a la activa, a la pasiva y la de pago.

Párrafo 1.°
LA INDIVISIBILIDAD EN GENERAL
427. Origen y desarrollo.
Aun cuando también de origen romano, su desarrollo moderno data de la obra del
jurisconsulto francés Dumoulin, intitulada “Desentrañamiento del laberinto de lo divisible e
indivisible” (Extricatio labyrinthi dividui et individui), título por s solo revelador de la
complejidad de la materia.
La teoria de este autor fue acogida por el Código francés, en e cual se ha inspirado el
nuestro, pero la institución ha revelado en general, poco interés práctico, porque su
principal diferencia con la solidaridad en cuanto a los efectos es que se transmite a los
herederos del acreedor o deudor. Basta eliminarla dándole igual carácter en la solidaridad
para que pierda toda importancia, como es la tendencia en algunas legislaciones actuales.
Se exceptúan de lo dicho las indivisibilidades contempladas en e Art. 1.526, y de que
tratamos en el párrafo 4.° de esta sección, de gran aplicación práctica, y los demás casos en
que la impone la naturaleza de la prestación.
428. Concepto de indivisibilidad jurídica.
Como la solidaridad la indivisibilidad supone la existencia de una sola prestación y la
pluralidad de los sujetos activos o pasivos.
Si hay diferentes prestaciones, existen obligaciones diversas y no indivisibilidad.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

Por otro lado, bien poca importancia tiene que la cosa sea divisible o indivisible si son
uno solo el acreedor y el deudor; el primero le exigirá al segundo íntegramente la
prestación en virtud del Art. 1.591 pues el deudor no puede obligar al acreedor a recibir por
partes lo que le debe, sea divisible o indivisible el objeto de la obligación.
De acuerdo al inc. 1.° del Art. 1.523: “la obligación es divisible o indivisible, según
tenga o no por objeto una cosa susceptible de división, sea física, sea intelectual o de
cuota”.
El concepto está lejos de ser claro, porque tomado a primera vista, resulta que nunca
habría indivisibilidad jurídica. Todas las cosas son susceptibles de división física y de
cuota.
Lo que se quiere decir es que hay indivisibilidad cuando la cosa, al partirse, pierde su
identidad, y así un automóvil naturalmente que puede separarse en sus elementos
integrantes, pero entonces deja de ser tal.
Y al referirse a la división intelectual o de cuota, se quiere significar que nadie, en el
mismo ejemplo, puede deber una quinta parte de un automóvil, pero todas las cosas son
susceptibles de descomponerse en partes para el ejercicio de los derechos, y así, no hay
inconveniente alguno para que cinco personas sean dueñas en quintas partes del mismo
vehículo.422
De ahí que sea más propio definir la obligación indivisible como aquélla en que
existiendo pluralidad de sujetos activos o pasivos, la prestación no es susceptible de
efectuarse por parcialidades, y en consecuencia, cada acreedor puede exigirla y cada deudor
está obligado a cumplirla en su totalidad.
429. Clasificación.
La indivisibilidad puede ser, al igual que la solidaridad, activa, pasiva y mixta, según
se presente en el acreedor en el deudor o en ambos a la vez.
Pero desde Dumoulin, se ha hecho de ella otra clasificación en absoluta, relativa y de
pago.
1.° Indivisibilidad absoluta, que se llama también necesaria o natural.
Ella es impuesta por la naturaleza misma de la prestación, de modo que es más
poderosa que la propia voluntad de las partes quienes no podrían, en consecuencia,
derogarla o modificarla.
Es dificil encontrar otro caso que el ejemplo dado en el inc. 2.° del propio Art. 1.524:
la obligación de constituir una servidumbre porque si ella afecta a un predio, y éste es
dividido entre tres propietarios distintos, el gravamen seguirá afectando en la parte que le
corresponda a cada uno de ellos.
2.° Indivisibilidad relativa, o de obligación.
El objeto mismo de la obligación puede ser dividido, y la prestación cumplirse por
parcialidades, pero para los fines previstos por las partes resulta indispensable que se
cumpla en forma total y no parcial. Igualmente es su contenido el que impone la
indivisibilidad a la obligación.
También un ejemplo de ella está contenido en el inc. 2.° de Art. 1.524: la de hacer
construir una casa. Por su naturaleza misma, la obligación es divisible, y así, primero se
liarán los cimientos, luego se levantarán las murallas, más tarde se techará la casa, y
finalmente se harán las terminaciones; pero el objeto realmente buscado es la construcción
422
Véase Alessandri, ob. cit., págs. 242 y sigtes.

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de la casa, y no estará cumplido sino cuando el edificio esté terminado. En consecuencia, si


son varios los que se comprometieron a la construcción, están obligados por el total de la
obra.
La diferencia entre este caso y el anterior, es que como la última no la fuerza la
naturaleza, las partes pueden alterarla por la convención.
3.° Indivisibilidad de pago o convencional.
Se llama así a los casos del Art. 1.526, que estudiaremos en el párrafo final de esta
sección, pero en realidad no todos ellos son convencionales. Muchos derivan del modo
como las partes han considerado la obligación y que el legislador interpreta, pero otros son
de indivisibilidad legal lisa y llana. El precepto en realidad establece excepciones a la
divisibilidad, esto es, a la regla general de que la obligación no siendo solidaria, se divide
entre los deudores (N.° 438).
La indivisibilidad puede realmente pactarse por las partes, pero será más bien extraño,
porque el mismo efecto más claramente lo otorga la solidaridad; el único interés es hacer
transmisible a los herederos la circunstancia de poder exigir o ser obligados al total de la
deuda.
Finalmente, la indivisibilidad puede ser originaria o derivativa; lo primero si desde un
comienzo existía pluralidad de partes y la obligación en sí misma o la estipulación de las
partes le conferían tal carácter. Lo segundo, cuando la obligación tenía un solo deudor y
acreedor, y fallece uno de ellos y la prestación, por su forma de ser o la estipulación de las
partes, no puede cumplirse dividida.
430. La indivisibilidad en las obligaciones de dar, hacer y no hacer.
Para precisar el concepto de obligación indivisible, conviene relacionarlo con la
clasificación de dar, hacer y no hacer.
La obligación de dar -en su sentido jurídico (N.° 344), pues la de entregar una especie
o cuerpo cierto es indivisible (N.° 440) es normalmente divisible, y la excepción la
constituye justamente la de constituir una servidumbre en la forma que ya vimos. En los
demás casos cada deudor puede transferir su parte en el dominio, o constituir su cuota en el
derecho real de que se trate, y viceversa, para los acreedores, si ellos son los muchos.
Las de hacer, en cambio, serán por regla general indivisibles, puesto que el objeto lo
es, y si se encarga la ejecución de una obra a varias personas, cada una estará obligada por
el total. Se ha resuelto que es indivisible la de los promitentes vendedores para otorgar la
escritura definitiva de compraventa,423 y la defensa de un pleito encargada a tres
abogados.424
En la de no hacer, carece de importancia la indivisibilidad, porque si bien es cierto que
todos los deudores deben abstenerse del hecho, la contravención se traduce normalmente en
la indemnización de perjuicios (N.° 810) que por regla general es divisible. El objeto de la
obligación de no hacer, sólo puede considerarse indivisible en el sentido de que el
incumplimiento parcial siempre significa infracción de la obligación, como si por ejemplo
los deudores se comprometieron a no talar 4 cuadras de un bosque, y talan una. Ha habido
incumplimiento, pero a la indemnización sólo está obligado el infractor, y si son varios,
entre ellos se dividirá (N.° 888).

423
RDJ, T. -12, sec. 1°, pág. 251.
424
RDJ, T. 50, sec. la. pág. 231, con voto disidente.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

Si puede destruirse lo hecho (N.° 808), la obligación pasa a ser de hacer, y se aplica lo
dicho anteriormente para éstas.

Párrafo 2.°
LA INDIVISIBILIDAD ACTIVA
431. Concepto y efectos.
Tal como ocurre con la solidaridad, la indivisibilidad activa presenta poco interés
práctico, porque los casos de mayor aplicación de la indivisibilidad, los del Art. 1.526, son
todos pasivos. En consecuencia, queda reducida a los casos de la natural y relativa, que no
son muy frecuentes.
Sus efectos principales son los siguientes:
1.° Derecho a exigir el cumplimiento.
Cada uno de los acreedores podrá exigir el total de la obligación al deudor; así lo
señala la parte final del Art. 1.527.
En esto no hay diferencia alguna con la solidaridad, pero sí aparece cuando el punto se
refiere a los demás modos de extinción, porque en la indivisibilidad el acreedor no tiene
derecho a disponer del crédito.
Así lo señala el Art. 1.532: “siendo dos o más los acreedores de la obligación
indivisible, ninguno de ellos puede, sin el consentimiento de los otros, remitir la deuda o
recibir el precio de la cosa debida. Si alguno de los acreedores remite la deuda o recibe el
precio de la cosa, sus coacreedores podrán todavía demandar la cosa misma, abonando al
deudor la parte o cuota del acreedor que haya remitido la deuda o recibido el precio de la
cosa”. Lo mismo se aplicará, por ejemplo, 1 opera una novación, una dación en pago,
etcétera.
2.° Pago a uno de los acreedores.
Recíprocamente a lo anterior, el pago efectuado por el deudor a uno de los acreedores
extingue la obligación respecto de todos ellos; entre los coacreedores deberá efectuarse
posteriormente la liquidación, asignándole a cada cual lo que le corresponde del crédito;
3.° Es transmisible.
La indivisibilidad se transmite a los herederos del acreedor. Así lo señala el Art. 1.528
en su parte final: cada uno de los herederos del acreedor puede exigir la ejecución de la
obligación indivisible;
4.° Interrupción.
No dijo el legislador que la interrupción de la prestación efectuada por uno de los
acreedores de la obligación indivisible beneficiara a los demás.
En cambio, según luego veremos, el Art. 1.529 lo señaló respecto de los deudores de
una obligación indivisible.
No obstante, parece evidente que si cada acreedor puede cobrar el total, la acción que
con tal objeto intente, interrumpe la prescripción respecto de todos los acreedores.
5.° Suspensión.
En cambio, en la suspensión la solución debe ser la contraria, porque ella es un
beneficio que la ley otorga a ciertas personas, principalmente incapaces que, en
consecuencia, sólo puede aplicarse en provecho de ellas.

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Sin embargo, hace dudar de la solución anterior la circunstancia de que en Un caso de


indivisibilidad absoluta, la servidumbre, el legislador dio la solución contraria; dice el Art.
886 que si contra uno de los propietarios indiviso del predio dominante no puede correr la
prescripción, no puede correr contra ninguno, o, lo que es lo mismo, queda suspendida para
todos ellos.
Podría, pues, argumentarse que la misma conclusión debe sentarse en los restantes
casos de indivisibilidad activa, aunque parece dudoso por el carácter de excepción de este
beneficio (N.° 1.252).

Párrafo 3.°
LA INDIVISIBILIDAD PASIVA
432. Enunciación de sus efectos.
La indivisibilidad pasiva tiene lugar cuando existiendo varios deudores, por la
naturaleza misma de la obligación, el ando en que ha sido establecida o la disposición de la
ley, la prestación no puede efectuarse en forma parcial.
Dicho a modo de enunciación, sus principales efectos son los siguientes, que veremos
en los números venideros:
1.° Cada deudor está obligado al pago total de la deuda;
2.° El pago efectuado por cualquiera de los deudores extingue la obligación respecto de
todos ellos;
3.° La interrupción que afecta a uno de los deudores perjudica a todos ellos;
4.° La indivisibilidad se transmite a los herederos del deudor; y
5.° La indemnización de perjuicios por el incumplimiento de una obligación indivisible
es, en cambio, divisible.
433. I. Cada deudor está obligado al pago total de la deuda.
Así lo señala la parte primera del Art. 1.527: “cada uno de los que han contraído
unidamente una obligación indivisible, es obligado a satisfacerla en el todo, aunque no se
haya estipulado solidaridad”.
Existe, eso sí, una diferencia con esta última: en la solidaridad, la ley prohíbe al deudor
demandado presentar cualquier excusa para que el acreedor se dirija también contra los
demás codeudores. Tampoco en la indivisibilidad existe beneficio de división, pero sí que
el deudor puede, en ciertos casos que señala el Art. 1.530, pedir un plazo para entenderse
con los demás deudores a fin de cumplirla entre todos.
Para determinar cuándo tiene este derecho, el precepto formula un distingo: Si la
obligación es de naturaleza tal que él pueda cumplirla, no está el demandado facultado para
solicitar plazo alguno y debe cumplir, quedándole a salvo su acción contra los demás
deudores, para la indemnización que le deban”.
No siendo así, esto es, si la obligación no tiene tal naturaleza, entonces puede solicitar
un plazo para entenderse con los demás deudores para el cumplimiento.
434. II. Pago efectuado por uno de los codeudores.
Dice el Art. 1.531: “el cumplimiento de la obligación indivisible por cualquiera de los
obligados, la extingue respecto de todos”. En virtud de la obligación a la deuda, en la

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

indivisibilidad como en la solidaridad, según acabamos de ver, cada deudor está obligado al
cumplimiento total.
Como en ésta, extinguida la obligación, viene la contribución a la deuda, esto es, el que
pagó tiene derecho a cobrar a los demás su parte o cuota en la obligación.
Por ello es que el Art. 1.530, citado en el número anterior, dispuso que si por su
naturaleza la obligación sólo puede cumplirla el deudor demandado, debe éste pagada
“quedándole a salvo su acción contra los demás deudores, para la indemnización que le
deban”.
435. III. Interrupción de la prescripción.
En este caso, el legislador se preocupó expresamente de ella en el Art. 1.529: “La
prescripción interrumpida respecto de uno de los deudores de la obligación indivisible, lo
es igualmente respecto de los otros”.
En cuanto a la suspensión, y ya que nos referimos a ella en la activa, no hay problemas
en la pasiva. pues como sus causales inciden en el acreedor si éste se encuentra en alguna
de ellas, la prescripción no corre.
436. IV. Transmisibilidad de la indivisibilidad.
Ya hemos señalado que la principal diferencia entre solidaridad e indivisibilidad en
cuanto a sus efectos es que esta última se transmite a los herederos del deudor o acreedor.
Así lo señala para los primeros la parte inicial del Art. 1.528: “cada uno de los
herederos del que ha contraído una obligación indivisible es obligado a satisfacerla en el
todo”.
437. V. La obligación de indemnizar los perjuicios es divisible.
Más adelante veremos en conjunto lo que ocurre cuando hay varios deudores con la
obligación de indemnizar los perjuicios por el incumplimiento o pago imperfecto de una
obligación, sea ella conjunta, solidaria o indivisible (N.° 887). En general, es siempre
divisible.
Si la obligación que no se ha cumplido es indivisible, la solución está prevista en los
Arts. 1.533 y 1.534, que, a modo de síntesis, establece las siguientes reglas:
1.° Si la obligación indivisible se hace imposible de cumplir por el hecho o culpa de un
deudor, éste sólo será responsable de todos los perjuicios (Art. 1.533, inc. 2.°)
2.° En caso contrario, responden todos los deudores, pero la obligación es divisible, o
sea, cada uno responde de su cuota (Art. 1.533, inc. 1.°), y
3.° “Si de dos codeudores de un hecho que deba efectuarse en común, el uno está
pronto a cumplirlo y el otro lo rehúsa o retarda, éste sólo será responsable de los perjuicios
que de la inejecución o retardo del hecho resultaren al acreedor”425 (Art. 1.534).

Párrafo 4.°
EXCEPCIONES A LA DIVISIBILIDAD

425
Los que gustan de los aspectos anecdóticos de los Códigos no dejan de destacar que el precepto
transcrito, sobre todo en su primera parte, puede cantarse con la música de la Canción Nacional.

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438. Concepto.
Los seis casos de indivisibilidad que contempla el Art. 1.526 están concebidos como
excepción a la regla general de la conjunción cuando concurre pluralidad de acreedores o
deudores.
En efecto, el inc. 1.° sienta esta norma común, y concluye diciendo: “Exceptúanse los
casos siguientes”. Siendo de excepción la enumeración es taxativa, no hay otros casos que
se puedan concebir por analogía, sino que la interpretación ha de ser restrictiva.
Se las ha llamado también indivisibilidades convencionales, porque son las partes
quienes expresa o tácitamente la han deseado.
Y también, indivisibilidades de pago, porque la cosa en sí misma admite división, pero
los interesados o el legislador, interpretando su voluntad, han establecido que estas
obligaciones que por su naturaleza pueden ser cumplidas por cada deudor en su parte, lo
sean en forma total. En consecuencia, la indivisibilidad aparece sólo en el momento del
cumplimiento, y de ahí esta denominación.
Todos los casos del precepto son de indivisibilidad pasiva, según ya lo habíamos
advertido; el objeto de ellos es precisamente permitir al acreedor un cobro total en las
circunstancias que prevén; no hay, en consecuencia, indivisibilidades de pago activas.
Dicho a modo de enunciación, los seis casos de indivisibilidad del Art. 1.526 que
estudiamos en los números que a éste continúan, son los siguientes:
1.° La acción prendaria e hipotecaria;
2.° La entrega de un cuerpo cierto;
3.° La indemnización de perjuicios;
4.° Las deudas hereditarias;
5.° Cosa cuya división causa perjuicio, y
6.° La obligación alternativa.
439. I. La acción prendaria e hipotecaria.
El acreedor prendario o hipotecario tiene dos acciones: una personal, derivada de la
convención cuyas obligaciones se garantizan con estas cauciones reales y otra acción real,
proveniente de éstas. Y así, por ejemplo, si A da un mutuo a B $ 100.000, con garantía de
una propiedad raíz de éste, y B posteriormente enajena la propiedad a C, A podrá a su
arbitrio ejercer la acción personal del mutuo contra B, o bien la hipotecaria contra C. La
indivisibilidad se refiere exclusivamente a la acción real, prendaria o hipotecaria, pero no a
la personal.
Ella está establecida en el N.° lo del Art. 1.526, y en los Arts. 2.405 para la prenda y
2.408 para la hipoteca, y abarca varios aspectos:
1.° El objeto dado en prenda, o hipoteca.
Si son todos los objetos afectos a una misma prenda o hipoteca, el acreedor puede
perseguir a cualquiera de ellos o a todos ellos por el total de la deuda.
Así lo señala el Art. 2.408, inc. 2.°: “cada una de las cosas hipotecadas a una deuda y
cada parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda”, aplicado por el Art. 1.365 en
materia sucesoria. Así se ha fallado también.426 Por ejemplo, se constituye hipoteca sobre

426
RDJ, T. 4, sec. 1°., pág. 328. Por ello se ha rechazado la petición del deudor ejecutado para que el
predio se remate en lotes: RDJ, T. 26, sec. la, pág. 162, o del segundo acreedor de uno de los inmuebles
hipotecados para que el acreedor se pague proporcionalmente en los predios hipotecados G.T. 1864, N.°
1.467, pág. 532.

270
LAS OBLIGACIONES TOMO I

un inmueble para garantizar un mutuo por S 100.000, y posteriormente se divide el predio


en tres lotes. El acreedor hipotecario podrá perseguir los 3 lotes conjuntamente o a cada uno
de ellos por los $ 100.000.
2.° Desde el punto de vista del crédito.
Todo el inmueble hipotecado o la cosa dada en prenda continúa garantizando el crédito
hasta la total extinción de éste, y en consecuencia si el deudor ha hecho abonos, no podría,
por ejemplo, pedir la restitución de parte de la prenda o un alzamiento parcial de la
hipoteca. Así lo señala el Art. 2.408, al decir que cada cosa hipotecada a una deuda, y cada
parte de ellas son obligadas al pago de toda la deuda, “y de cada parte de ella”.
3.° Todo ello se refleja en el caso de pluralidad de partes.
En virtud de la indivisibilidad, la acción prendaria o hipotecaria se dirige contra aquel
de los codeudores que posea, en todo o parte, la cosa hipotecada o empeñada” (Art. 1.526,
N.° 1, inc. 1.°), y si son varios los poseedores, contra todos ellos.427
Al mismo tiempo, el deudor que paga su cuota no puede exigir la restitución de parte
de las cosas dadas en prenda, ni el alzamiento parcial de la hipoteca mientras no esté
íntegramente cancelado el crédito.
A la inversa, el acreedor que recibe su parte o cuota en la deuda no puede restituir las
cosas empeñadas ni cancelar la hipoteca, ni aun en parte mientras no estén pagados sus
coacreedores (inc. 2.° del N.° 1 del Art. 2.405).428
El fundamento de la indivisibilidad de la prenda e hipoteca es que el legislador desea
rodear a las cauciones reales del máximo de eficacia posible, a fin de dar al acreedor la
seguridad de que verá satisfecho íntegramente su crédito; por lo tanto, está establecida en
exclusivo beneficio de él, y de acuerdo a la regla general del Art. 12, puede renunciarla, y
al, por ejemplo, podría si no hay otros coacreedores, alzar parcialmente la hipoteca, liberar
una parte o uno de los inmuebles afectos, etc. Así se ha resuelto.429
440. II. Entrega de una especie o cuerpo cierto.
Según el N.° 2.° del Art. 1.526: “si la deuda es de una especie o cuerpo cierto, aquel de
los codeudores que lo posee es obligado a entregarlo”.
Hay una excepción a la regla de que las obligaciones se dividen entre los codeudores,
pues ésta corresponde exclusivamente al poseedor de la especie o cuerpo cierto.
Ella deriva de las características especiales de estas obligaciones (N.° 350); como
decíamos en el N.° 345, la obligación de entregar en nuestra legislación está incluida en la
de dar, pero en este caso es evidente que la ley se está refiriendo a la de entregar
propiamente tal, a la entrega material y no a la de dar en su sentido doctrinario, esto es, de
transferir el dominio o constituir un derecho real, que es la entrega jurídica.
Esta es perfectamente divisible, pero, en cambio, la entrega material sí que no puede
dividirse, porque la especie o cuerpo cierto no puede ser objeto de división sin dejar de ser
tal. Y por ello debe entregarlo materialmente quien lo posea.
441. III. Indemnización de perjuicios. Referencia.
Ya hemos advertido que estudiaremos todo lo relacionado con la obligación de
indemnización en caso de pluralidad de partes conjuntamente (N.° 887).
427
RDJ. T. 14, sec. 1°, pág. 302.
428
RDJ. T. 7. sec. la, pág. 480.
429
RDJ, T. 4. sec., 1°, pág. 328. Agregó el mismo fallo que no puede el deudor exigir al acreedor que
persiga todos los inmuebles hipotecados.

Dislexia Virtual 271


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El N.° 3.° del Art. 1126 dispone: “aquel de los codeudores por cuyo hecho o culpa se
ha hecho imposible el cumplimiento de la obligación, es exclusiva y solidariamente
responsable de todo perjuicio al acreedor”.
La expresión solidariamente no es afortunada, pero quiso significar que el deudor
culpable es el único responsable de la indemnización por el incumplimiento. En
consecuencia, la obligación no se divide entre todos los deudores, sino que corresponde
únicamente a aquél, y en ello consiste la excepción a la divisibilidad.
442. IV. Deudas hereditarias.
Según hemos dicho anteriormente, por regla general las deudas hereditarias se dividen
entre los herederos a prorrata de sus cuotas, de manera que 1 pasivo hereditario sin
necesidad de esperar la partición, por el solo fallecimiento del causante, queda dividido de
pleno derecho entre los herederos a prorrata de sus cuotas, mientras el activo permanece en
indivisión. El pago de las deudas hereditarias es una obligación conjunta por regla general.
El N.° 4.° del Art. 1.526, en relación con los Arts. 1.358 a 1.360, reglamenta la
posibilidad de que el testador, los coherederos, la partición o la convención con el acreedor
establezca una división distinta; a las primeras situaciones se refiere el inc. 1.° del N.° 49, y
a la segunda los restantes incisos del mismo N.°. Veremos estos dos casos en los números
siguientes.430
443. A. Caso en que los herederos, el testador o la partición establezcan una división
diferente de las deudas hereditarias.
Dice el inc. 1.° del N.° 42 del Art. 1.526: “cuando por testamento o por convención
entre los herederos, o por la partición de la herencia, se ha impuesto a uno de los herederos
la obligación de pagar el total de una deuda, el acreedor podrá dirigirse o contra este
heredero por el total de la deuda, o contra cada uno de los herederos por la parte que le
corresponda a prorrata”.
El precepto aplica la regla más amplia de los Arts. 1.358 y 1.359, que justamente se
ponen en el caso de que se altere en cualquier forma la división legal de las deudas; el Art.
1.526, N.° 4.°, que se grave íntegramente a un heredero con toda una deuda. La solución es
siempre la misma, los acreedores, si quieren, se allanan a la división distinta, o se acogen a
la legal. Y hay una clara excepción a la divisibilidad, porque bien puede el acreedor cobrar
el total al heredero que se ha gravado con el total de la deuda.
Ello puede ocurrir en cualquiera de las tres formas que señala el precepto: por
disponerlo así el testador; haberlo acordado los herederos o haberse determinado por acto
de partición, como si por ejemplo el heredero se adjudica una propiedad más allá de sus
derechos a la herencia, y en vez de pagar a la sucesión el alcance, se hace cargo del pago de
dicha deuda. En todos los casos hay una alteración voluntaria de la regla legal de que las
deudas hereditarias se dividen a prorrata, y por ello se habla de indivisibilidad pactada.
El acreedor goza de un derecho alternativo; si quiere se somete a la modificación del
testador, las partes o la partición, pero también, y como ninguno de estos actos puede
afectarle sin su voluntad; está facultado para intentar las acciones propias del Art. 1.354 y
cobrarle a cada heredero su cuota en la deuda.

430
Véanse Derecho Sucesorio, págs. 633 y siguientes, y Escobar Riffo, ob. cit. N.° 62, págs. 100 y
siguientes.

272
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En consecuencia, todos ellos continúan obligados a la deuda, pero si la pagan, viene el


problema de contribución a la misma, y podrán repetir en contra del heredero que está
gravado con el total de ella.
444. B. Caso en que el causante y el acreedor estipulan indivisibilidad.
A esta situación se refiere el inc. 2.° del Art. 1.526, N.° 42: “si expresamente se
hubiere estipulado con el difunto que el pago no pudiese hacerse por partes, ni aún por los
herederos del deudor, cada uno de éstos podrá ser obligado a entenderse con sus
coherederos para pagar el total de la deuda, o a pagarla él mismo, salva su acción de
saneamiento”.
Ya habíamos señalado que las partes podían corregir el defecto de la solidaridad,
agregándole la indivisibilidad para el caso de fallecimiento de alguno de los deudores. El
precepto lo faculta expresamente.
Pero no se aplica sólo si la deuda originariamente corresponde a varios deudores, sino
también cuando tiene uno solo, y las partes acuerdan que será indivisible para los herederos
del deudor único. Por ejemplo, A debe a B $ 100.000, y se estipula que si fallece A, sus
herederos serán obligados al pago total. A muere dejando dos herederos por partes iguales:
D y E. B puede cobrar los $ 1000.000 a cualquiera de ellos.
El demandado está facultado, según sabemos, para pedir plazo para entenderse con los
demás herederos, y si en definitiva se ve obligado a pagar el total (obligación a la deuda),
puede repetir contra ellos por el exceso pagado. Si por ejemplo D pagó los $ 100.000,
puede repetir contra E por la parte de éste, $ 50.000 (contribución a la deuda). Por ello el
precepto dice”: “o a pagarla él mismo, salva su acción de saneamiento”.
Este caso presenta dos particularidades de interés:
1.° Es una indivisibilidad pactada, y muy frecuente en las obligaciones bancarias;
2.° Es indivisibilidad pasiva, como lo dispone expresamente el inciso final del Art.
1.526: “pero los herederos del acreedor si no entablan conjuntamente su acción, no podrán
exigir el pago de la deuda, sino a prorrata de sus cuotas”. De manera que los herederos del
acreedor tienen dos caminos: demandar cada uno su cuota en la deuda, o si actúan todos
ellos pueden cobrar el total.431
445. V. Cosa cuya división causa perjuicio.
Dice el inc. 1.° del N.° 5.°, del Art. 1.526: “Si se debe un terreno, o cualquiera otra
cosa indeterminada, cuya división ocasionare grave perjuicio al acreedor, cada uno de los
codeudores podrá ser obligado a entenderse con los otros para el pago de la cosa entera, o a
pagarla él mismo, salva su acción para ser indemnizado por los otros”.
La diferencia entre este caso y el anterior, es que las partes no han pactado la
indivisibilidad, pero el legislador la establece interpretando su voluntad, porque si la

431
Este precepto tiene importancia para resolver el problema de orden sucesorio de determinar cómo se
dividen los créditos hereditarios entre los asignatarios universales; si de pleno derecho, al igual que las
deudas hereditarias, o mediante la partición, como ocurre con todos los demás bienes hereditarios.
Este Art. 1.526, N.° 4, parece indicar lo primero, puesto que faculta a cada heredero a cobrar su cuota en
el crédito; sin embargo, la mayoría de los autores opinan que esto rige únicamente en las relaciones de los
herederos con el deudor, pero no entre ellos; en consecuencia, entre los asignatarios universales se aplica la
regla general de los bienes hereditarios y permanecen en indivisión hasta que la partición los asigne a uno o
más de ellos, con el efecto retroactivo propio de ésta que hace al adjudicatario suceder en el dominio
directamente al causante (Art 1.344). Véase Derecbo Sucesorio, N.° 859, pág. 615 y Repertorio, Tomo IV,
pág. 152, fallos 1 y 2.

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división le produce grave perjuicio, es obvio que el acreedor no ha querido que la cosa le
sea entregada por parcialidades.
El precepto pone un ejemplo relativo a la deuda de un terreno; debe tratarse de uno
indeterminado y no de una especie o cuerpo cierto, ya que en tal caso estaríamos en el N.°
3.° del precepto; el N.° 5.° lo deja bien claro al decir: -'un terreno o cualquiera otra cosa
indeterminada”, como si dos personas venden a otra dos hectáreas de terrenos ubicados en
un sector determinado para que esta última instale una fábrica. No podría uno de los
vendedores entregar una hectárea y el segundo otra separada, porque para el fin que se
propone el comprador ello le ocasionaría un grave perjuicio.
Esta indivisibilidad es también sólo pasiva. Así lo dice el inc. 2.° del N.° 2.°: “pero los
herederos del acreedor no podrán exigir el pago de la cosa entera, sino intentando
conjuntamente su acción”.
446. VI. Obligaciones alternativas. Referencia.
Ya nos hemos referido al N.° 6.° del Art. 1.526, al estudiar las obligaciones alternativas
(N.° 374 y 375). Nos remitimos a lo dicho.

Sección sexta
PARALELO ENTRE LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE PARTES
447. Enunciación.
Para terminar este estudio de las obligaciones complejas en cuanto a las partes que
intervienen, efectuaremos en números sucesivos un paralelo entre la conjunción por un lado
y la solidaridad e indivisibilidad por el otro, y luego entre estas dos últimas.
448. I. Conjunción por un lado, solidaridad e indivisibilidad por el otro.
La verdad es que entre la simple conjunción por un lado y las demás categorías de
obligaciones con pluralidad de sujetos no hay más relación que ésta: la existencia de varios
deudores, muchos acreedores o los unos y los otros a la vez.
Pero en la mancomunidad tal pluralidad no produce ningún efecto especial, mientras
que en la solidaridad e indivisibilidad produce uno principal: cada acreedor o deudor está
facultado y obligado, respectivamente, para cobrar y pagar el total de la deuda.
449. II. Solidaridad e indivisibilidad.
Se asemejan no sólo por el efecto principal señalado, sino también por algunos
secundarios, como por ejemplo la interrupción de la prescripción que beneficia a todos los
acreedores, si son activas, y perjudica a todos los deudores, si son pasivas.
Además, ambas son excepcionales, pues la regla general es la simple conjunción.
Pero si tienen grandes semejanzas, también las separan algunas diferencias, y por ello
el Art. 1.525 dispone que “el ser solidaria una obligación no le da el carácter de
indivisible”.
Algunas de las principales son:
1.° La solidaridad se refiere a una cosa divisible; en la indivisibilidad, cuando menos
en la absoluta y relativa y en algunos casos de las de pago, es la naturaleza de la prestación
misma la indivisible.

274
LAS OBLIGACIONES TOMO I

2.° La solidaridad es establecida por la ley, el testamento y la convención,


excepcionalmente por la sentencia judicial, mientras que la indivisibilidad, con la misma
salvedad anterior, la impone el objeto mismo de la obligación;
3.° En cuanto a sus efectos, la diferencia fundamental la hemos remarcado varias
veces: la solidaridad no pasa a los herederos, mientras la indivisibilidad sí, por regla
general;
4.° Finalmente, hay varias diferencias menores en los demás efectos secundarios de
ellas. Así, en la solidaridad en caso de pérdida culpable del objeto debido, el precio se debe
en forma solidaria, mientras en la indivisibilidad por regla general, toda la indemnización
se debe en forma conjunta; en ambos casos, si hay un solo culpable, la indemnización
misma la debe éste, igualmente, en la solidaridad el acreedor puede disponer del crédito,
remitir la solidaridad a algún deudor y ejecutar una serie de actos con el crédito que en la
indivisibilidad no están permitidos. Finalmente, en la indivisibilidad se suele aceptar al
deudor pedir plazo para entenderse con sus codeudores, lo que no existe en la solidaridad,
etcétera.

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Capítulo V
LAS OBLIGACIONES SUJETAS A MODALIDADES

450. Enunciación.
En los últimos capítulos hemos estudiado obligaciones complejas en cuanto a su objeto
y sus sujetos; las obligaciones sujetas a modalidades son consideradas también complejas
en cuanto al vinculo jurídico, cuyo nacimiento, exigibilidad o extinción quedan sujetos a
reglas diversas de las normales.
La regla general es que la obligación sea pura y simple, y produzca sus efectos sin
alteración alguna; jurídicamente, según veremos (N.° 452), las modalidades constituyen
una excepción.
En sucesivas secciones estudiaremos las modalidades en general, las obligaciones a
plazo, las condicionales y modales, deteniéndonos mayormente en las segundas a las que
destinaremos varias de ellas.

Sección primera
LAS MODALIDADES
451. Concepto.
En el N.° 48 nos referimos a la clasificación tripartita de los elementos propios de cada
contrato que hace el Art. 1.444 en esenciales, naturales y accidentales, siendo estos últimos
aquellos que ni esencial ni naturalmente le pertenecen y las partes los agregan por medio de
cláusulas especiales.
Las modalidades por regla general son accidentales al acto o contrato, como se verá en
el número que sigue; se caracterizan, además, porque modifican las normas generales en
cuanto a la existencia, exigibilidad o extinción de la obligación. Tal es el objeto de ellas,
como se dirá a propósito de su estudio particular.
Por ello es que se las define habitualmente como aquellas cláusulas que las partes
introducen al acto o contrato para modificar los efectos normales de la obligación en cuanto
a su existencia, exigibilidad o extinción.
452. Carácter accidental de las modalidades. Consecuencias.
Las modalidades requieren generalmente estipulación de las partes; sin ellas
normalmente no existen. Y también, por lo general, no son esenciales en el acto o contrato;
si ellas no existen, éste producirá sus efectos normales sin alteración alguna. De ahí, pues,
que las modalidades sean elementos accidentales de acuerdo a la clasificación de Art.
1.444, según dejamos ya dicho.

276 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO I

Por excepción, las modalidades pasan a ser un elemento de la naturaleza, cuando el


legislador las subentiende sin necesidad de estipulación de las partes, pero éstas pueden
modificar las reglas legales a su voluntad, y también hay modalidades esenciales en los
casos en que el legislador impone a las partes la necesidad de convenirlas.
Las primeras son modalidades tácitas, como por ejemplo la condición resolutoria tácita
que va envuelta en todo contrato bilateral para el caso de no cumplirse por la contraparte lo
pactado (Art. 1.489). Ella existe en todo contrato de este tipo sin necesidad de estipulación
expresa, pero las partes pueden alterarla, según veremos más adelante (N.° 537). Es por
tanto un elemento de la naturaleza del contrato. Otro caso es el del plazo tácito a que se
refiere el Art. 1.494 y que es el indispensable para cumplir la obligación (N.° 460).
La modalidad es esencial en el contrato de promesa a que se refiere el Art. 1.554. Este
precepto le impone para su validez una serie de requisitos, entre ellos que “la promesa
contenga un plazo o condición que fije la época de la celebración del contrato” prometido.
Si no acompaña a la promesa de una de las modalidades que exige la disposición, ella es
nula absolutamente. En consecuencia, es requisito esencial de este contrato una modalidad.
Como consecuencia del carácter accidental de que por regla general están revestidas las
modalidades:
1.° Son excepcionales.
Ya había quedado señalado; jurídicamente lo normal es que las obligaciones produzcan
sus efectos de inmediato y no que queden sujetas a modalidades, aunque en la práctica ellas
sean de aplicación muy frecuente.
Si jurídicamente son excepcionales, deben ser interpretadas en forma restrictiva;
2.° No se presumen.
Si requieren una estipulación expresa de las partes, las modalidades no se presumen; en
consecuencia, quien alegue que ellas se han establecido debe probarlo. Probada la
existencia de la modalidad, corresponderá acreditar que se ha verificado el hecho en que
consiste a quien beneficia esta circunstancia. Así, por ejemplo, si el cobro del crédito estaba
suspendido por un plazo, al acreedor que quiere exigirlo le corresponde probar que él ya se
cumplió.
Por excepción el legislador presume modalidades, como ocurre, por ejemplo, con la
condición resolutoria tácita del Art. 1.489, que va envuelta en todo contrato bilateral. El
acreedor no tiene que probar la existencia de la condición, Puesto que está establecida en la
ley, pero sí que ha ocurrido el hecho en que ella consiste: el incumplimiento (N.° 531).
Otro caso es el del fideicomiso que en sí mismo es una institución condicional, como
que está sujeto al gravamen de pasar a otra mano por el hecho de cumplirse una condición,
pero, además, por disposición expresa de la ley, en la propiedad fiduciaria hay otra
condición: la de que el fideicomiso exista al tiempo de cumplirse la condición:
3.° No constituyen modalidades los hechos jurídicos esenciales para el
perfeccionamiento de un acto o contrato.
Según veremos en este capítulo, todas las modalidades Consisten en un hecho futuro,
pero existen en el Derecho otros casos que requieren también la ocurrencia de un hecho
futuro, pero que no es accidental, sino esencial, no puede faltar para la eficacia del acto o
contrato. El suceso no es un accidente debido a la voluntad de las partes, sino impuesto por
el legislador: un requisito del acto o contrato.
Algunos lo llaman condición impropia o de derecho; otros hablan de derechos
eventuales.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Podemos citar como ejemplos típicos las capitulaciones matrimoniales y las


donaciones por causa de matrimonio. Ambas, para su plena eficacia, suponen un hecho
futuro, la celebración del matrimonio, pero no es una condición que las panes puedan
alterar diciendo, por ejemplo, que las capitulaciones valdrán aunque no se otorgue aquel. Es
un requisito de la eficacia del acto 0 contrato, un presupuesto de él, impuesto por la ley.
453. Aplicación de las modalidades.
Para determinar el campo de aplicación de las modalidades es preciso distinguir entre
los actos patrimoniales y de familia.
Los primeros, donde impera la voluntad de las partes y el legislador se limita
normalmente a suplirla cuando no la han manifestado, admiten por regla general toda clase
de modalidades, y sólo por excepción la ley las excluye de ciertos actos o contratos.
Por ejemplo, de acuerdo al Art. 1.227 no se puede aceptar o repudiar la herencia
condicionalmente ni hasta o desde cierto día, esto es, debe ser un acto puro y simple. En
materia sucesoria también, el Art. 1.192 declara que la legítima rigorosa no es susceptible
de condición, plazo, modo o gravamen alguno, aunque ello se debe a que era asignación
forzosa es mixta, patrimonial en parte y de Derecho de Familia en otra.
Porque en éste la regla es justamente la inversa de los actos patrimoniales, pues el
legislador reglamenta imperativamente los actos de familia por el interés general en ellos
involucrado, y por ello el matrimonio según la propia definición del Art. 102, el
reconocimiento de hijo natural, la legitimación, la adopción (Art. 92 de la Ley 7.613: “no
podrá sujetarse a condición, plazo, modo o gravamen alguno”), etc., no admiten ninguna
clase de modalidades.
454. Enumeración.
Las principales modalidades que reglamenta la ley son el plazo, la condición y el
modo, aunque este último es más propio de las liberalidades, por lo cual daremos de él una
muy somera reseña en la última sección de este capítulo.
En cambio, el plazo y la condición son de mucha aplicación en materia de obligaciones
y los estudiaremos en las secciones siguientes.

Sección segunda
OBLIGACIONES A PLAZO
455. Reglamentación y pauta.
El Código fue algo desordenado para la reglamentación del plazo; dio las reglas de su
computación en el Título Preliminar, Arts. 48 a 50; trató “Delas obligaciones a Plazo” en el
Título 5.° del Libro 4.°, Arts. 1.494 a 1.498, en que por lo demás se refirió sólo al plazo
suspensivo y no al extintivo. Finalmente, debe tenerse presente que de acuerdo al Art. 1.498
“lo dicho en el Título IV del Libro III sobre las asignaciones testamentarias a día se aplica a
las convenciones”, esto es, también rigen las disposiciones dadas por el Código para la
sucesión por causa de muerte.
Trataremos la materia dividida en tres párrafos: concepto y clasificación; efectos y
extinción del plazo.

278
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Párrafo 1.°
CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
456. Concepto.
De acuerdo al Art. 1.494 “el plazo es la época que se fija para el cumplimiento de la
obligación”. La definición abarca una sola clase de plazo, según decíamos, el suspensivo,
ya que al otro, el extintivo, y que es una forma de extinguir las obligaciones (N.° 1.169) no
se refiere el título 5.° del Libro 4.°
Ampliando la definición para comprenderlo, podemos decir con la mayoría de los
autores que el plazo es el hecho futuro pero cierto del cual depende la exigibilidad o
extinción de un derecho.
La diferencia fundamental del plazo con la otra principal modalidad la condición, y de
la cual todas las demás son meras consecuencias es la certidumbre que existe en el primero
en cuanto a que el hecho ocurrirá, y que no hay en la condición (N.° 479).
En el plazo, pues, se sabe que el hecho futuro ha de ocurrir, es ineludible que llegará
por las leyes propias de la naturaleza; la condición puede ocurrir o no, y de ahí que hay
condiciones fallidas (N.° 493), cuando se sabe que no sucederá el hecho si es positivo, o
aconteció si es negativo. No hay plazos fallidos.
En el párrafo 3.° del Título 4.° del Libro 3.° a propósito de las asignaciones
testamentarias a día se preocupó el Código de precisar cuándo hay certidumbre de que el
hecho ocurrirá, y en consecuencia, plazo, y cuándo condición.432 Es fácil en todo caso
resumir las reglas allí contenidas: si hay incertidumbre en que el hecho ha de ocurrir, se
trata de una condición, y plazo si aquél tiene que suceder.
Y así son plazos: una fecha determinada: el 15 de octubre de tal año; tantos días, horas,
meses o años. No importa tampoco que no se sepa cuándo el hecho va a ocurrir, como en
los plazos indeterminados (N.° 458) y por ello la muerte de una persona es un plazo, porque
se sabe que ha de venir, aunque no en qué momento.
Como decíamos, de esta diferencia entre plazo y condición nacen todas las demás y
que irán apareciendo en este capítulo, pero queremos destacar desde lego que la condición
cumplida opera para ciertos efectos retroactivamente, como si ella nunca hubiera existido,
mientras que el plazo opera siempre para lo futuro (N.° 496).
457. Clasificación del plazo. Enunciación.
El plazo admite diversas clasificaciones, de las cuales las más importantes que
estudiaremos en los números siguientes son:
1.° Determinado e indeterminado;
2.° Fatal y no fatal;
3.° Expreso y tácito;
4.° Convencional, legal y judicial;
5.° Continuo y discontinuo, y
6.° Suspensivo y extintivo.

432
Véase Derecho Sucesorio, N.° 332, págs. 238 y siguientes.

Dislexia Virtual 279


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

458. I. Plazo determinado e indeterminado.


Lo que distingue el plazo determinado del que no lo es, según decíamos, es el
conocimiento que se tiene de cuándo ha de ocurrir el hecho en que consiste.
Siempre se sabe que el hecho sucederá, pues si no habría condición y no término, pero
se ignora en qué momento.
Por ejemplo, el plazo será determinado si vendo un vehículo a una persona, y ésta se
compromete a pagarlo en tal fecha, a 90 días, etcétera.
El plazo es indeterminado si necesariamente ha de llegar, pero no se sabe cuándo,
como el día de la muerte de una persona (Art. 1.081, inc. 2.°). Se sabe que tal sujeto debe
morir, por lo cual hay certidumbre en el hecho, pero se ignora cuándo.
Veremos que también la condición puede tener uno u otro carácter, y así será condición
determinada aquella en que el hecho puede ocurrir o no, pero suponiendo que llegara, se
sabe cuándo, como el día en que una persona cumpla cierta edad (Art. 1.081, inc. 3.°) (N.°
487). No se sabe si dicha persona cumplirá la edad prevista, pues puede fallecer antes, pero
si lo hace, se conoce en qué momento lo hará.
En cambio, en la condición indeterminada no se sabe si el hecho va a ocurrir ni cuándo,
como el día en que una persona se case (Art. 1.081, inc. final) (N.° 487).
La regla general es la de los plazos determinados, pues es difícil dar otro ejemplo
contrario que el del propio Código; la muerte de una persona.
459. II. Plazos fatales y no fatales.
El plazo es fatal cuando llegado su vencimiento, se extingue irrevocablemente el
derecho que debió ejercitarse dentro del término señalado; y no lo es, si no obstante haberse
cumplido el plazo, el derecho aún puede ejercerse válida y eficazmente. O sea, el transcurso
del plazo no ha extinguido irrevocablemente el derecho.
El Art. 49 dispone al respecto: “cuando se dice que un acto debe ejecutarse en o dentro
de cierto plazo, se entenderá que vale si se ejecuta antes de la medianoche en que termina el
último día del plazo; y cuando se exige que haya transcurrido un espacio de tiempo para
que nazcan o expiren ciertos derechos, se entenderá que estos derechos no nacen o expiran
sino después de la media noche en que termine el último día de dicho espacio de tiempo”.
El concepto lo repite en cierto sentido el Art. 64 del C.P.C., porque justamente esta
clasificación adquiere su mayor trascendencia en el Derecho Procesal en que abundan los
plazos fatales, como para intentar determinados recursos, etc. Pero ello no obsta a que
también se aplique la clasificación en las convenciones.433
Como lo señala el Código, estos plazos se reconocen por el uso de la expresión “en” o
“dentro de” propias de los fatales, pero no es ello indispensable, pues hay casos en que la
propia ley les da este carácter, o señala los efectos propios del mismo, o utiliza otras
expresiones semejantes, etc.
Los plazos fatales están muy relacionados con la caducidad de los derechos (N.°
1.222).
460. III. Plazo expreso o tácito.
El inc. 1.° del Art. 1.494 tras señalar la definición ya comentada del plazo, agrega que
éste puede ser expreso o tácito.

433
RDJ, T. 55, sec. 1°., pág. 212.

280
LAS OBLIGACIONES TOMO I

El primero es el que se establece en términos formales y explícitos, por la estipulación


de las partes, y por ser el plazo una modalidad, constituye la regla general.
“Es tácito el indispensable para cumplirlo”. En efecto, hay ciertas obligaciones que,
aun Cuando no se estipule un plazo, lo requieren por razones de distancia, de cosecha,
fabricación, etc.; no se pueden pagar de inmediato. Y así en una compra al extranjero si no
se fija fecha de entrega, cuando menos se demorará todo el tiempo necesario para que la
mercadería llegue a nuestro país. Este es el plazo tácito de la obligación.
461. IV. Plazos convencionales, legales y Judiciales.
Como su propio nombre lo señala, esta clasificación atiende a quién establece el plazo,
si las partes, la ley o el juez.
Plazo convencional, o mejor dicho voluntario, es el que establecen las partes de común
acuerdo, o el testador en su testamento. Constituyen la regla general en materia de plazos,
porque siendo éstos modalidades rara vez el legislador o el juez intervienen fijándolos.
Los plazos legales son escasos en materia civil, no así en derecho procesal, por
ejemplo, en que se les señala para las diversas etapas y actuaciones del proceso.
En materia de obligaciones podemos señalar algunos casos, como ocurre con los de
prescripción que establecen numerosas disposiciones (N.° 1.230 y siguientes), el del Art.
1.879 para el pacto comisorio calificado en la compraventa por no pago del precio, que
otorga al comprador un término de 24 horas para enervar la resolución ipso facto, pagando
el precio adeudado (N.° 541); el caso del Art. 2.200 en el mutuo: “si no se hubiere fijado
término para el pago, no habrá derecho de exigirlo dentro de los diez días subsiguientes a la
entrega”, etcétera.
Saliendo del Derecho de las Obligaciones y siempre en el Código Civil, pueden
señalarse el plazo que el Art. 1.304 otorga a los albaceas para el ejercicio de su cometido:
un año; al partidor, el Art. 1.332 de dos años, etcétera.”
Por regla general al juez sólo le corresponde respecto de los plazos una labor
interpretativa de las disposiciones legales, convencionales o testamentarias, y no fija
plazos.434 Sólo puede hacerlo cuando la ley expresamente lo faculta para ello.
Así lo señala el inc. 2.° del Art. 1.494: “no podrá el juez sino en casos especiales que
las leyes designan, señalar plazo para el cumplimiento de una obligación: sólo podrá
interpretar el concebido en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación
discuerden las partes”.
Por ello son excepcionales los plazos judiciales en nuestra legislación, sin embargo de
lo cual podemos mencionar los siguientes en el Código Civil:
El Art. 904 en las prestaciones mutuas de la acción reivindicatoria, según el cual el
poseedor vencido “restituirá la cosa en el plazo que el juez señalare”;
El Art. 1.094, que faculta al juez para fijar 1 tiempo en que ha de cumplirse el modo, si
el testador no lo ha determinado (N.° 571);
El Art. 2.201, que dispone: “si se hubiere pactado que el mutuario pague cuando sea
posible, podrá el juez, atendidas las circunstancias, fijar un término”;
El Att 378, inc. 2.°, faculta al juez para ampliar o restringir el plazo de 90 días que
tienen los guardadores para confeccionar inventario;
El Art. 1.276 faculta al juez para fijar un plazo, a fin de que el albacea concurra a
ejercer su cargo, y el Art. 1.305 para ampliar el que tiene para efectuar el encargo, etcétera.
434
RDJ, T. 58, sec. 1°, pág. 179.

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El plazo que fija el juez no es fatal.435


462. El plazo de gracia en la legislación francesa y en la nuestra.
El Código chileno, al establecer la regla de que el juez sólo fija plazos en los casos
específicos en que la ley lo ha facultado para ello, se apartó del francés en que el juez puede
conceder un plazo de gracia al deudor para que cumpla su obligación.
Esta institución que se suele fundar en la equidad ha permitido en el mismo país
sostener que el juez no está obligado a aceptar siempre la resolución solicitada por el
incumplimiento de las obligaciones provenientes de un contrato bilateral, sino que puede
calificar aquél (N.° 532) y constituye, en consecuencia, una limitación a la fuerza
obligatoria del vínculo contractual, puesto que la obligación no se cumple en la forma
estipulada, y llega a importar un revisión del contrato (N.° 105).
Nuestra legislación rechazó expresamente esta solución en el inc. 2.° del Art. 1.494;
cierto que el Art. 1.656, en la compensación menciona el plazo de gracia, pero es uno que
otorga el propio acreedor al deudor y no el juez, y que además no limita en forma alguna
los derechos del acreedor y no es, en consecuencia, obstáculo a la compensación (N.° 727).
463. V. Plazos continuos y discontinuos.
El plazo continuo es el que corre sin interrumpirse por la interposición de días feriados
en su transcurso, y es discontinuo cuando se suspende durante ellos, los que no se toman en
cuenta para el cómputo del plazo.
De acuerdo al Art. 50 la regla general en nuestra legislación es la continuidad de los
plazos. Dice el precepto: “en los plazos que se señalaren en las leyes, o en los decretos del
Presidente de la República, o de los tribunales o juzgados, se comprenderán aún los días
feriados; a menos que el plazo señalado sea de días útiles, expresándose al, pues en tal caso
no se contarán los feriados”.
La excepción más amplia al precepto es la de los plazos de días del C.P.C., que no
corren en los días feriados, a menos que el tribunal por motivos calificados haya dispuesto
expresamente lo contrario (Art. 66 C.P.C.); debe tenerse cuidado, no son los plazos
procesales los no continuos, sino los de días del C.P.C. Si un término procesal no es de días
o esta contenido en otro texto legal que no contenga igual excepción, no se suspende por la
interposición de días feriados.
464. VI. Plazo suspensivo y extintivo.
Como decíamos, el título 5.° del Libro 4.° no contempla esta clasificación y el Art.
1.494 limita su definición al suspensivo, como el que excluye la exigibilidad de un derecho
y su obligación correlativa, mientras no se cumple. Los tribunales han reconocido, sin
embargo, esta clasificación.436
Plazo extintivo es el que por su llegada extingue el derecho y la obligación correlativa.
Es, en consecuencia, un modo de extinguir las obligaciones aunque el Código no lo
enumera entre ellos en el Art. 1.567 (N.° 1.169), ni le destine ninguna disposición de
carácter general, reglamentándolo en los distintos contratos: arrendamiento, sociedad,
mandato, etc.437

435
RDJ, T. 58, sec. 1°., pág. 170.
436
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 58, sec. 1 pág. 170.
437
RDJ, T. 55, sec. 1°, pág. 212.

282
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Como sabemos, existen contratos cuyos efectos se extienden en el tiempo y no se


agotan en una ejecución única, aunque ella sea postergada en el tiempo (N.° 81). La forma
en que se pone término a estos contratos es fijándoles un plazo, más allá del cual dejan de
producir efectos. Y si no se les señala uno, van generalmente acompañados del derecho de
las partes de finiquitarlos unilateralmente mediante el desahucio, revocación, renuncia,
etcétera.

Párrafo 2.°
EFECTOS DEL PLAZO
465. Enunciación.
Para estudiar los efectos del plazo es menester una distinción entre los que genera el
suspensivo y los que derivan del extintivo, y tanto en uno como en el otro, los que se
originan pendiente el plazo y a su vencimiento.
466. I. Efectos del plazo suspensivo antes de su vencimiento.
El plazo suspensivo, según lo veremos, se asemeja a la condición suspensiva (N.° 508),
porque en ambos hay un hecho futuro afectando a la obligación.
Pero como en la condición hay incertidumbre rodeando al hecho y su acaecimiento, el
derecho y la obligación no nacen mientras no se cumple la condición suspensiva.
Muy distinta es la situación en el plazo suspensivo mientras esté pendiente, porque,
como es evidente que llegará su vencimiento, no están afectados el derecho y la obligación
mismos; ellos existen, y sólo está comprometida la exigibilidad, En consecuencia, el
acreedor tiene su derecho, y el deudor su obligación, pero aquél no puede exigir el
cumplimiento ni éste está obligado a cumplir mientras no se venza el plazo.
Así lo prueba el Art. 1.084, aplicable a las obligaciones por la remisión general del Art.
1.498: “la asignación desde día cierto y determinado da al asignatario, desde el momento de
la muerte del testador, la propiedad de la cosa asignada y el derecho de enajenarla y
transmitirla; pero no el de reclamarla antes que llegue el día”. Vertido a los créditos, el
precepto significa que el acreedor condicional es acreedor, y su única limitación, que no
puede exigir el cumplimiento.
De aquí deriva:
1.° Que “lo que se paga antes de cumplirse el plazo no está sujeto a restitución” (Art.
1.495, inc. 1.°).
Como la obligación existe, si se paga antes de vencerse el plazo lo que ha pasado es
que el deudor ha renunciado al plazo (N.° 471), y el cumplimiento tiene causa suficiente
ante la ley.
La solución es justamente inversa en la condición suspensiva, según veremos, porque
como la obligación no existe aún mientras ella no se cumple, el deudor condicional puede
repetir lo dado o pagado si lo ha hecho pendiente la condición (Art. 1.485, N.° 510).
La regla de que el deudor a plazo no puede repetir lo pagado antes de su vencimiento
tiene una excepción en el inc. 2.° del Art. 1.495 en los “plazos que tienen el valor de
condiciones”. Hay una evidente impropiedad de lenguaje del legislador al decir que hay
plazos que tienen el valor de condiciones: el precepto quiso referirse a la situación prevista
en el Art. 1.085, en que existe una condición impuesta por la ley; en consecuencia el

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derecho y la obligación están sujetos a condición suspensiva y, por ello procede la


repetición de lo dado o pagado antes de cumplirse.
Dice el inc. 1.° del Art. 1.085 que la “asignación desde el día cierto, pero
indeterminado, es condicional y envuelve la condición de existir el asignatario en ese día”.
En las asignaciones sucesorias y en las donaciones la ley impone, dado el carácter intuito
personae que tienen, la exigencia de que el heredero, legatario o donatario, según los casos,
exista, esté vivo el día que adquiere su asignación o donación. Por ejemplo, le dono un
vehículo a A el día que B fallezca. El fallecimiento de B es un plazo, porque tiene que
ocurrir, pero es indeterminado, por cuanto no se sabe cuándo. En consecuencia, mi
obligación como donante es a plazo, pero en virtud del precepto envuelve la condición de
que A sobreviva a B, lo que es un hecho incierto; si muere antes que B, nada transmite a
sus herederos, dado el carácter personal de la donación, y eso es lo que ha querido
significar el inc. 2.° del Art. 1.495. Si en el ejemplo yo entrego el vehículo a A antes del
fallecimiento de B, puedo exigir su devolución.
2.° El acreedor a plazo puede impetrar medidas conservativas.
Si se otorga esta facultad al acreedor condicional que no tiene aún derecho, con mayor
razón, aunque la ley no lo diga aquí expresamente, debemos reconocérselo al acreedor a
plazo (N.° 512).
3.° El derecho y la obligación a plazo se transmiten.
Así lo dejó señalado el Art. 1.084 ya transcrito. El acreedor transmite su crédito y el
deudor su obligación a plazo, y el precepto también le reconoce a aquél la facultad de
enajenar la cosa que se le debe sujeta a un término.
4.° Si bien el derecho existe, no puede exigirse, y de ahí que el acreedor no puede
demandar el cumplimiento, el deudor no está en mora mientras no se cumple el plazo, no
está corriendo la prescripción ni puede operar la compensación.
467. II. Efectos del plazo suspensivo a su vencimiento.
Cumplido el término se extingue el único efecto que la existencia de un plazo
pendiente provocaba; el acreedor puede exigir ya el cumplimiento, y en consecuencia:
1.° Comienza a correr la prescripción, que de acuerdo al inc. final del Art. 2.514 se
cuenta desde que la obligación se hizo exigible (N.° 1.231);
2.° Puede operar la compensación que supone, entre otros requisitos, que las deudas
que se extinguen por este medio sean actualmente exigibles (Art. 1.656, regla 3.° N.° 727),
y
3.° Si el plazo es convencional, por regla general a su sola llegada el deudor queda
constituido en mora si no cumple su obligación (Art. 1.551 N.° 1.° N.° 873).
468. III. Efectos del plazo extintivo.
Mientras el plazo extintivo esté pendiente, el acto o contrato cuya terminación está
sujeta a él, produce todos sus efectos normales, como si fueren puro y simple. Y así en un
arrendamiento a 3 años plazo, mientras ellos transcurren, el arrendatario goza de la cosa
arrendada y debe pagar las rentas, etcétera.
Vencido el plazo, se produce de pleno derecho la extinción del derecho y la obligación
correlativa. Es un efecto semejante al que produce el cumplimiento de la condición
resolutoria, según lo veremos, pero con la diferencia de que esta última tiene para ciertos
efectos carácter retroactivo, del que carece totalmente el plazo extintivo (N.° 496); además,

284
LAS OBLIGACIONES TOMO I

algunas de ellas, como la condición resolutoria tácita, requieren sentencia judicial, mientras
que el plazo extintivo siempre opera de pleno derecho.
Más semejante es entonces su efecto al de la terminación que tampoco tiene efecto
retroactivo, pero, en cambio, requiere sentencia judicial (N.° 528), y supone
incumplimiento.
En ciertos contratos, como el de promesa, el plazo extintivo tiene otros efectos; en
dicho contrato el plazo extintivo suele colocarse para que dentro de él se cumpla la
obligación de extender el contrato definitivo. Pasado el término, la obligación está
incumplida.438

Párrafo 3.°
EXTINCIÓN DEL PLAZO
469. Enunciación.
El plazo puede extinguirse de tres maneras:
1.° Por su cumplimiento, que toma el nombre de vencimiento;
2.° Por la renuncia, y
3.° Por la caducidad, formas que estudiaremos en los números que siguen.
470. I. Vencimiento del plazo.
La llegada o cumplimiento del plazo, que usualmente se denomina vencimiento, es la
forma normal en que éste se extingue.
Para determinar cuándo el plazo está cumplido deben aplicarse las reglas generales
para computarlo, contenidas en el Título Preliminar. Arts. 48 y siguientes.
471. II. Renuncia del plazo.
El plazo está establecido en beneficio de una o ambas partes, por lo cual es
perfectamente renunciable de acuerdo a la regla general del Art. 12.
Corresponderá el derecho a renunciar el plazo a aquel en cuyo beneficio se encuentre
establecido, y al respecto lo normal será que el término aproveche al deudor, pero también
puede hacerlo al acreedor o a ambas partes. Veremos estas situaciones.
El Art. 1.497 se refiere a la renuncia del deudor, porque habitualmente es el único
interesado en el plazo, y por ello se la permite, por regla general, salvo que el testador haya
dispuesto o las partes estipulado lo contrario.
Se exceptúan igualmente el caso en que la anticipación del pago ocasiona perjuicios al
acreedor y el mutuo con intereses.
El deudor no puede renunciar al plazo si la anticipación del pago acarrea al acreedor un
perjuicio que por medio del plazo se propuso manifiestamente evitar. El plazo estaba
establecido en beneficio de ambas partes, y de ahí que el deudor no pueda renunciarlo por
sí solo, como si por ejemplo una persona que tiene que alejarse de la ciudad por dos meses
da en comodato su vehículo por este término a otra. El plazo beneficia a ambas partes: al
comodatario que podrá usar el vehículo durante la ausencia del comodante y a éste también,
porque si aquél pretendiera devolverle anticipadamente el vehículo le causaría un perjuicio
438
Por ello en este caso puede haber culpabilidad del deudor si no se ha otorgado la escritura dentro del
plazo estipulado; por ejemplo, véase RDJ, T. 41, sec. 1°., pág. 354, y nuestra obra El contrato depromesa.

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que justamente con el contrato quiso evitar. En semejante situación, el deudor no puede
renunciar por sí solo al plazo.
En el caso del mutuo a interés, el inc. 2.° del Art. 1.497 se remite al Art. 2.204 que
dispone: “podrá el mutuario pagar toda la suma prestada, aun antes del término estipulado,
salvo que se hayan pactado intereses”.
Es preciso distinguir entonces según si se han estipulado intereses o no. En este último
caso el mutuo está establecido en beneficio exclusivo del deudor y de ahí que éste puede
renunciar al plazo libremente439 y pagar anticipadamente. En cambio, si se devengan
intereses, el plazo beneficia a ambas partes: al deudor, porque impide que se le pueda
cobrar la deuda antes de su vencimiento, y al acreedor, porque mientras esté pendiente el
crédito gana intereses De ahí que el plazo para ser renunciado anticipadamente, tiene que
hacerse de común acuerdo, y por ello es muy frecuente en los contratos que el deudor de
una suma de dinero que devenga intereses se reserva el derecho de pagar anticipadamente
el todo o parte de la deuda, economizándose los intereses respectivos. Sin esta estipulación,
ello no sería posible.
El Art. 10 de la Ley 18.010 sobre Operaciones de Crédito de Dinero, contiene una
contraexcepción en que aun habiéndose pactado intereses, el deudor puede anticipar el pago
de su deuda incluso contra la voluntad del acreedor.
La disposición tiene su origen en el D.L. 455 de 1974, cuyo Art. 7.° dispuso: “el
deudor de una operación de crédito en dinero podrá pagarla anticipadamente, salvo pacto en
contrario. Se presume dicho pacto si se hubieren pactado intereses. Con todo, el deudor
podrá pagar anticipadamente una deuda de dinero proveniente de las operaciones de que
trata este Decreto-Ley, si paga el capital y reajuste, en su caso devengados hasta el
momento del pago anticipado y, además, paga íntegramente los intereses estipulados que
correrían de acuerdo a lo pactado, calculados sobre el capital reajustado hasta el momento
del pago. Este derecho del deudor es irrenunciable y será nula toda estipulación en
contrario”. El D.L. 1.533 del año 1976, reemplazó la frase “el capital y reajuste, en su caso,
devengados hasta el momento del pago anticipado”, por la siguiente: “el valor adeudado
determinado en conformidad al Art. 4.° bis hasta el día del pago, en su caso”.
El actual Art. 10 de la Ley 18.010 mantiene el carácter de irrenunciable del derecho del
deudor al pago anticipado, ya que en caso contrario siempre la exigirían los acreedores para
efectuar la operación.
Para determinar lo que debed pagar el deudor, el precepto efectúa una distinción según
si se trata de operaciones reajustables o no. Si no hay reajustes, el deudor debe pagar el
capital y los intereses que correrían hasta la fecha del vencimiento. Obviamente, el deudor
no obtiene ventaja alguna con este anticipo del pago.
En cambio, en las reajustables, también tiene que pagar el capital reajustado y los
intereses estipulados calculados sobre dicho capital por todo el plazo pactado para la
obligación, pero los reajustes se calculan hasta el día del pago efectivo.
La ley no se puso en el caso de que no existan intereses, por haberse renunciado a
ellos, o sea, sólo existan reajustes, pero no cabe duda de que con mayor razón el deudor

439
Sin embargo, aun en el mutuo sin intereses o que los devenga, y el deudor se allana a pagarlos por el
plazo íntegro, no procedería el pago anticipado si existe para el acreedor otro beneficio ligado al transcurso
del término, como el que derivaría de la circunstancia de haberse estipulado reajustes o pago en moneda
extranjera. Así lo ha resuelto la Corte Suprema en sentencia publicada en RDJ, T. 37, sec. 1°, pág. 56.

286
LAS OBLIGACIONES TOMO I

puede anticipar el pago aun contra la voluntad del acreedor, pagando el capital reajustado
hasta el día del pago.
Tratándose de otras obligaciones que no sean operaciones de crédito de dinero, sujetas
a reajuste, el deudor no puede anticipar su pago contra la voluntad del acreedor. Si el Art.
10 de la Ley 18.010 estableció expresamente esa facultad, es porque normalmente ella no
procede.
De acuerdo al Art. 55 de la Ley 18.092 sobre Letras de Cambio y Pagarés “El pago de
las letras de cambio antes de su vencimiento se regirá por las normas sobre operaciones de
crédito de dinero, vigentes a la época de la emisión de las letras”.
Finalmente, hay casos en que el plazo beneficia exclusivamente al acreedor y, en
consecuencia, a él corresponderá renunciarlo, no pudiendo hacerlo el deudor. Así ocurre en
el depósito.
472. III. La caducidad del plazo.
La caducidad del plazo consiste en la extinción anticipada de éste en los casos
previstos por la convención o señalados por la ley. O sea, no obstante no haber transcurrido
íntegramente el término, el acreedor puede exigir el cumplimiento anticipado de la
obligación, porque ciertas situaciones producidas especialmente con relación a la solvencia
del deudor hacen temer que de esperarse el vencimiento, el acreedor no pueda ya cobrar
íntegro su crédito. Es, pues, una institución establecida en beneficio del acreedor y en
resguardo de su acreencia. La legal se presenta en los dos casos del Art. 1.496.
De acuerdo a esto estudiaremos en los números siguientes:
1.° La caducidad convencional;
2.° La quiebra o notoria insolvencia del deudor, y
3.° La pérdida o disminución de las cauciones del crédito.
473. A. Caducidad convencional.
La caducidad convencional se produce en los casos expresamente previstos en el
contrato, esto es, el acreedor se reserva el derecho a exigir anticipadamente el todo o parte
de la obligación en el evento de cumplirse alguna condición.
Es muy frecuente semejante estipulación en los casos de obligaciones de cumplimiento
fraccionario; por ejemplo un saldo de precio de compraventa pagadero en 10 cuotas
mensuales, iguales y consecutivas. Si alguna de ellas no se cumple, el acreedor estaría
obligado a esperar el vencimiento de la última para poder cobrar el total de la deuda; para
prevenir tal inconveniente se inserta una cláusula en cuya virtud el no pago de alguna de
dichas cuotas a su respectivo vencimiento, hace exigible el total de la obligación, da por
vencido el plazo u otra expresión semejante.
Los tribunales han aceptado plenamente la validez de estas estipulaciones,440 lo que es
lógico en virtud de la libertad contractual que permitió a las partes fijar plazos y, en
consecuencia, también las faculta para establecer su extinción anticipada.
En cambio, la caducidad legal es de excepción. Así lo señala e encabezamiento del Art.
1.496: “el pago de la obligación no puede exigirse antes de expirar el plazo, si no es..” Por
la misma razón se ha resuelto que afecta al deudor, pero no al fiador.441

440
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 13 sec. 2°, pág. 30; 27, sec. 1°, pág. 55.
441
G.T. de 1864, N.° 874, pág. 326.

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474. B. Quiebra o notoria insolvencia del deudor.


De acuerdo al N.° 1 del Art. 1.496 el pago anticipado de la obligación puede exigirse:
“a deudor constituido en quiebra o que se halla en notoria insolvencia”.
Son dos las situaciones, muy relacionadas, pero que no deben confundirse, las que
contempla la disposición: la quiebra y la notoria insolvencia. Al hablar de ellas veremos la
conexión que las relaciona (N.° 962), pero dejemos constancia por el momento que si bien
normalmente la quiebra supone insolvencia, ceo es, que el deudor no esté en situación de
pagar todas sus deudas, no es un requisito indispensable para su declaración, y así, si el
deudor comerciante cesa en el cumplimiento de una obligación mercantil, puede ser llevado
a la quiebra, aunque su activo sea muy superior a su pasivo. Y a la inversa, si bien
normalmente el deudor insolvente será declarado en quiebra, puede perfectamente ocurrir
que no sea así.
La quiebra es un juicio universal, al que deben concurrir todos los acreedores del
fallido, a fin de cobrar sus créditos; se realizan los llenes del deudor y con el procuro de la
subasta se hace pago a los acreedores en la forma que veremos en su oportunidad (N.° 964).
Se comprende entonces la caducidad del plazo: si el acreedor no pudiera presentarse de
inmediato a cobrar su crédito, correría el riesgo de que al vencerse el plazo se hubieran
aguado los llenes del deudor, y ya nada cobrará.
Igualmente, si el deudor es insolvente los demás acreedores que no están sujetos a
plazo se apresurarán a cobrar sus créditos en los bienes de aquél, con la misma probabilidad
para el acreedor a plazo de no poder hacerlo. La insolvencia debe ser notoria, cuestión de
hecho que debe apreciar el juez, pero no es necesario que la justicia la declare previamente
para que el acreedor pueda cobrar su crédito. Opera de pleno derecho la caducidad una vez
que ella se produce.442
475. C. Pérdida o disminución de las cauciones.
El N.° 2.° del Art. 1.496 permite al acreedor cobrar su crédito, no obstante existir plazo
pendiente, “al deudor cuyas cauciones, por hecho o culpa suya, se han extinguido o
disminuido considerablemente de valor”.
El legislador considera que el acreedor ha otorgado el crédito por la seguridad que le
conferían las garantías establecidas; si ellas desaparecen o disminuyen considerablemente,
existe el justo temor de que el acreedor no pueda cobrar en su oportunidad, y por ello se le
permite hacerlo anticipadamente.
Pero la caducidad no es irrevocable; nuestro Código, a diferencia del francés, le
permite al deudor atajarla “renovando o mejorando las cauciones”, esto es, otorgando
nuevas garantías o aumentando las disminuidas. Con ello ha desaparecido el peligro para el
acreedor y ya no se justifica la caducidad del plazo.
Para que ella tenga lugar, el precepto presupone la concurrencia de tres circunstancias:
1.° Que el crédito tenga cauciones, de acuerdo al concepto de éstas del Art. 46 (N.°
72);
2.° Que esas cauciones se hayan extinguido o disminuido considerablemente de valor;
esto puede deberse a causas jurídicas o materiales, lo último, si por ejemplo, se hipoteca
una casa y ella se incendia, y lo primero, como si verbigracia, la misma propiedad no
pertenecía al que constituyó la hipoteca, y el verdadero dueño obtiene su cancelación, y

442
RDJ, T. 56, sec. 1°, pág. 386.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° La extinción o disminución deben ser imputables al deudor, ya que el precepto


exige el hecho o culpa suyos. Si ellas se deben a caso fortuito, no caduca el plazo, salvo el
caso de la hipoteca, pues el Art. 2.427 en ella ubicado no exige este requisito y no hace
distinción alguna. Por ello se ha resuelto que si rematada la finca hipotecada el producto de
la subasta alcanza para el pago de una parte de la deuda, el resto, no obstante tener plazo
pendiente, se hace exigible, puesto que ha quedado sin garantía.443

Sección tercera
OBLIGACIONES CONDICIONALES. CONCEPTO Y CLASES
476. Reglamentación.
Tampoco el Código formuló una teoría general de las condiciones, sino que las
reglamentó en el título 4.° del Libro 4.°, Arts. 1.473 a 1.493, “De las obligaciones
condicionales y modales”, y también en el Título 4.° del Libro 3.°, “De las asignaciones
testamentarias condicionales”. Por último, también se les aplican normas del fideicomiso.
De acuerdo al Art. 1.493 que cierra el Título de las obligaciones condicionales “las
disposiciones del Título IV del Libro III sobre las asignaciones testamentarias
condicionales o modales, se aplican a las convenciones en lo que no pugne con lo dispuesto
en los artículos precedentes”. Recíprocamente el Art. 1.070, inc. final, dispone: “las
asignaciones testamentarias condicionales se sujetan a las reglas dadas en el título “De las
obligaciones condicionales, con las excepciones y modificaciones que van a expresarse”.
Finalmente, el Art. 1.079 establece que las disposiciones condicionales que establecen
fideicomisos y conceden una propiedad fiduciaria, se reglan por el Título 8.° del Libro 2.°,
Arts. 732 y siguientes “De la propiedad fiduciaria”.
477. Concepto.
De acuerdo al Art. 1.473 “es obligación condicional la que depende de una condición,
esto es, de un acontecimiento futuro que puede suceder o no”.
Agregando los efectos de ella, se la define habitualmente sobre la base de este precepto
como el hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o extinción de un derecho y
su obligación correlativa.
Además de este sentido propio, el Código utiliza la expresión “condición” en otros,
como ocurre en los Arts. 55, 1.456, 467 y 471, para referirse al estado o situación personal
de un individuo, y en el Art. 1.956, inc. 3.°, en que le da su significación vulgar de las
distintas estipulaciones y requisitos del acto, como cuando se dice: le vendo mi casa en
tales y cuales condiciones.
Pero el significado jurídico de la condición es el indicado. No hay términos
sacramentales para establecerla, pero en todo caso debe ser clara la intención de estipulada,
ya que las condiciones como modalidades que son, no se presumen.444 Por ello veremos que
las condiciones concebidas en términos ininteligibles se asimilan a las imposibles (N” 483).
De acuerdo a la definición dada, dos son los elementos de la condición, que veremos
en los números siguientes:
1.° El hecho en que consisten debe ser futuro, y
443
RDJ, T. 26, 1°., pág. 332.
444
RDJ, T. 27, sec. 2a, pág. 49.

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2.° El hecho debe ser incierto.


478. I. Hecho futuro.
Ya hemos dicho que es un elemento común a toda modalidad.
Puede ocurrir que las partes estipulen como condición un hecho presente o pasado. Se
ha fallado que si se conviene un hecho presente, coexistente con el contrato, no hay
condición.445
Si el hecho es presente o pasado, el legislador previó la situación en el Art. 1.071 para
las asignaciones condicionales, aplicables a las obligaciones por la remisión general del
Art. 1.493.
Lo presente o pasado del hecho se refiere al momento de la convención (inc. 2.° del
precepto, vertido a los contratos).
Debe distinguirse según si el hecho presente o pasado ocurrió o no.
Si se verificó, la condición se mira por no escrita, o sea, el acto e puro y simple y no
hay condición por faltar la incertidumbre de si e hecho ocurrirá o no. Y así, por ejemplo, si
digo te doy $1.000 si gano a la lotería y ya he ganado, no hay condición y debo pagar esta
suma.
Y si el hecho no ha sucedido, no vale la disposición. Por ejemplo si ofrezco los mismos
$1.000 a otra persona si un tercero resulta elegido diputado y el candidato ya ha sido
derrotado, la condición ha fallado; ya no puede ocurrir el hecho y por ello no tiene valor la
estipulación.
Carece de influencia en las soluciones anteriores la circunstancia de que las partes
hayan sabido o ignorado la verificación o no acaecimiento del hecho.
479. II. La incertidumbre de la condición.
Es el elemento que distingue precisamente la condición de las demás modalidades: de
hecho puede ocurrir o no, según las circunstancias.446 Ya lo veíamos en el N.° 456 que en el
plazo el hecho fatalmente tiene que ocurrir aun cuando no se sepa cuándo; en cambio, en la
condición e posible que el hecho no ocurra, y por ello la condición puede quedar fallida, lo
que no ocurre jamás en el plazo.
De manera que siempre que estemos frente a una incertidumbre en el suceso futuro,
hay condición y no plazo; de ahí que dijéramos que la muerte de una persona es de acuerdo
al Art. 1.081, plazo y no condición,437 pues forzosamente tiene que ocurrir. Sin embargo,
si st la une a otras circunstancias inciertas pasa a ser condición, y así s diga te doy $ 1.000,
pero tus herederos me los devolverán si muere ames de los 25 años, hay condición, porque
no se sabe si esta persona vivirá hasta esa edad; por esta razón siempre que el hecho sea el
cumplimiento de una determinada edad, hay condición y no plazo, según lo señala el
mismo Art. 1.081.
Por ello se ha resuelto que hay condición si se ha estipulado que la muerte del
asegurado debe sobrevenir en cierto plazo.447
480. Clasificación de la condición. Enunciación.
La condición al igual que el plazo, admite clasificaciones, a saber:
1.° Suspensiva y resolutoria;
445
RDJ, T. 35, sec. 2a., pág. 65.
446
RDJ, T. 8, sec. 1°, pág. 426. 437 G.T. de 1920, 1° sem., N.° 93, pág, 453. 438
447
438 RDJ, T. 1°, 2a parte, pág. 556.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

2.° Positiva y negativa;


3.° Posible e imposible, lícita e ¡lícita;
4.° Expresa y tácita;
5.° Determinada e indeterminada, y
6.° Potestativa, casual y mixta.
Las analizaremos en los números siguientes.
481. I. Condición suspensiva y resolutoria.
Es la máxima clasificación, porque influye en los efectos de la condición, según lo
veremos en las secciones siguientes. Por ahora nos limitaremos a señalar el concepto de una
y otra.
Dice el Art. 1.479 del Código: “la condición se llama suspensiva, si mientras no se
cumple, suspende la adquisición de un derecho y resolutoria, cuando por su cumplimiento
se extingue un derecho”.
Por ello habitualmente se define la condición suspensiva como aquella en que hay un
hecho futuro e incierto que suspende el nacimiento del derecho y de la obligación
correlativa, como si una persona ofrece un automóvil a otra, si ésta se recibe de abogado.
Y es resolutoria aquella que depende de un hecho futuro e incierto cuyo cumplimiento
extingue un derecho, como si por ejemplo arriendo mi casa con la condición de que si
regreso del extranjero, el arrendatario me la restituya. Mientras esté ausente, el arriendo
subsiste, pero si regreso, se extingue y el arrendatario deberá restituirme mi casa.
Un análisis más detenido revela que esta concepción peca de superficial, pues en
realidad toda condición es suspensiva de acuerdo a estas definiciones, porque la que hemos
llamado así suspende e nacimiento del derecho, y la denominada resolutoria, suspende la
extinción del derecho. Y aún más, la misma condición tiene uno y otro carácter, según el
punto de vista que se adopte, y así en el primer ejemplo mientras la persona no se reciba de
abogado, la condición para él es suspensiva, porque su derecho no nace mientras no
obtenga el título, y resolutoria para quien hizo la oferta, porque si la otra llega a ser
abogado, se extingue su derecho al automóvil que deberá entregar. Y en el otro ejemplo, el
arrendamiento está sujeto a resolución si yo regreso al país, pero mi derecho al goce de la
cosa arrendada está en suspenso mientras yo esté ausente.
La diferencia fundamental entre ambas condiciones estriba en lo señalado: en la
suspensiva, el derecho no nace ni hay obligación correlativa. En la resolutoria, el derecho
ha nacido sujeto a la posibilidad de extinguirse por el cumplimiento de la condición; las
obligaciones del contrato deben cumplirse, como en el ejemplo propuesto entregar la cosa
arrendada, sólo que están amenazadas de extinción por la resolución.
482. II. Condición positiva y negativa.
Esta clasificación la enuncia el Art. 1.474, y por sí sola no tiene mayor trascendencia;
viene a adquirirla con relación a la posibilidad y licitud de la condición, a que nos referimos
en el número siguiente, y para determinar cuándo ella está cumplida y en qué casos fallida.
La condición positiva “consiste en acontecer una cosa”, como si digo: te doy $1.000 si
llueve mañana.
Y la negativa en que “una cosa no acontezca”, como si te ofrezco $1.000 si no llueve
mañana.

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483. III. Posibilidad y licitud de las condiciones.


Esta clasificación sí que tiene importancia, porque no todas ellas son válidas y eficaces,
La contemplan los Arts. 1.475, 1.476 y 1.480. El primero de ellos exige que “la condición
positiva debe ser física y moralmente posible. Es físicamente imposible la que es contraria
a las leyes de la naturaleza física y moralmente imposible la que consiste en un hecho
prohibido por las leyes, o es opuesta a las buenas costumbres o al orden público”.
Debe tenerse presente que de acuerdo al inciso final del precepto, y a los incs. 2.° y 4.°
del Art. 1.480 se asimilan a las condiciones imposibles las concebidas en términos
ininteligibles en cuanto a su sentido y el modo de cumplirlas.
Según los preceptos señalados hay cuatro clases de condiciones:
1.° Condición físicamente posible.
Es la que puede acontecer según las leyes de la naturaleza: te doy $1.000 si mañana
amanece lloviendo.
2.° Condición físicamente imposible.
Es la contraria a las leyes de la naturaleza física. Desde el Derecho Romano vienen
ejemplos clásicos en la materia: te doy $1.000 si tomas una estrella con la a mano. Otro
que figuró en muchos textos de estudio, dejó de ser imposible: te doy $1.000 si vas a la
Luna.
3.° Condición moralmente posible o lícita.
Es aquella que no contraviene las leyes, las buenas costumbres ni el orden público. El
mismo ejemplo de la físicamente posible.
4.° Condición moralmente imposible o ilícita.
Consiste en un hecho prohibido por las leyes, u opuesto a las buenas costumbres o el
orden público: te doy $ 1.000 si me nombras heredero, ya que la ley prohíbe los pactos
sobre sucesión futura.
En cuanto a su eficacia y validez, de más está decir que las física y moralmente
posibles lo son siempre, pero respecto de las imposibles e ilícitas, debe distinguirse según si
son positivas (Art. 1.480) o negativas (Art. 1.476). Así lo haremos para mayor claridad en
los números siguientes.
484 A. Eficacia de las condiciones positivas imposibles o ilícitas.
Estas condiciones producen distintos efectos, según sean suspensivas o resolutorias.
En las suspensivas hay un hecho física o moralmente imposible que está suspendiendo
el nacimiento de un derecho; ejemplo de las primeras, el señalado en el número anterior de
tomar una estrella con la mano, y del segundo: te doy $ 1.000 si matas a Fulano.
De acuerdo al Art. 1.480 “si la condición suspensiva es o se hace imposible, se tendrá
por fallida” (inc. 1.°). Agrega que a la misma regla se sujetan las condiciones inductivas a
un hecho ilegal o inmoral (inc. 3.°). Y se las considera fallidas, porque es evidente que el
derecho nunca podrá nacer; no hay incertidumbre, antes por el contrario, la evidencia de
que no puede ocurrir, porque ni podrá tomarse una estrella con la mano ni matarse a
Fulano.
En la condición resolutoria la extinción del derecho y la obligación dependen de un
hecho física o moralmente imposible, y como ello no es posible no existe condición; son
los mismos ejemplos anteriores con la diferencia que los $ 1.000 se entregan sujetos a la
eventualidad de restituirse si se toma una estrella con la mano o se mata a Fulano. Como
ninguna de las dos cosas pueden ocurrir, el acto es puro y simple. Es lo que dispone el

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

inciso final del Art. 1.480: “la condición resolutoria que es imposible por su naturaleza, o
ininteligible, o inductiva a un hecho ilegal o inmoral, se tendrá por no escrita”. Decir que se
tiene por no escrita equivale a afirmar que el acto es puro y simple; no hay condición pues
tampoco existe incertidumbre alguna.
485. B. Eficacia de las condiciones negativas imposibles o ilícitas.
Se refiere a ella el Art. 1.476. Aquí no se distingue entre la suspensiva y la resolutoria,
sino según a la clase de imposibilidad, si ella es física o moral.
En la condición negativa físicamente imposible, la obligación es pura y simple; no hay
condición, porque falta el elemento incertidumbre. Y así en el clásico ejemplo que venimos
utilizando, si ofrezco a una persona $ 1.000 si no toma una estrella con la mano, es evidente
que nunca se podrá cumplir el hecho, y no hay condición alguna.
La solución debería ser la misma en la condición negativa ilícita, porque si he ofrecido
los $ 1.000 a una persona siempre que no mate a Fulano, es evidente que el hecho no puede
ocurrir. La obligación debería ser pura y simple, y sin embargo, según el precepto si la
condición consiste “en que el acreedor se abstenga de un hecho inmoral o prohibido, vicia
la disposición”.
Esto es, es nula toda la obligación, y es un caso muy curioso de nulidad, porque un
elemento accidental del acto o contrato, como es la condición, tiene la fuerza por su ¡licitud
de comunicarla a toda la estipulación.
486. IV. Condición expresa y tácita.
La regla general es la de la condición expresa, que necesita estipulación de las partes
para existir,448 dado que las modalidades no se presumen (N.° 452, 3.°).
Por excepción, la condición es tácita cuando la ley la subentiende sin necesidad de que
las partes la establezcan. Si jurídicamente de excepción, la más importante de todas las
condiciones es tácita: la resolutoria del Art. 1.489, para el caso de no cumplirse por la otra
parte lo estipulado en un contrato bilateral (N.° 521).
487. V. Condición determinada e indeterminada. ¿Puede esta cumplirse en cualquier
epoca?
En el N.° 458 vimos que el plazo puede ser determinado o indeterminado según si se
sabe o no cuándo llegará su vencimiento, y que la regla general es el primero. De los
mismos Arts. 1.081 y siguientes emana que también la condición puede tener una u otra
calidad; el hecho en ninguna de ellas se sabe si ocurrirá, pero supuesto que llegue, en la
condición determinada, se sabe cuándo. El ejemplo es el tantas veces citado del
cumplimiento de una edad.
En sí, en consecuencia, las condiciones son normalmente indeterminadas, pero pueden
adquirir la categoría contraria, agregándoles un plazo máximo para que se cumpla el hecho
en que consisten; por ejemplo, diciendo: te doy $1.000 si te recibes de abogado antes de 3
años.
Condición indeterminada es aquella que no tiene plazo ni época prefijada para su
cumplimiento; como por ejemplo: te daré $1.000 el día que te recibas de abogado.
En la condición determinada no se sabe cuándo ocurrirá, pero sí queda prefijado
cuándo debe estimarse fallida: si no se cumple en el plazo señalado, en el ejemplo,
448
RDJ, Ts. 3, sec. 1°, pág. 66, y 27, sec. 2° pág. 49.

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transcurridos los 3 años sin que el acreedor se reciba de abogado. En principio, la


indeterminada puede cumplirse en cualquier momento y, en consecuencia, sólo estará
fallida cuando es evidente que no puede cumplirse, como si el acreedor fallece antes de
recibirse de abogado.
Y decimos que en principio puede cumplirse en cualquier momento, porque se ha
discutido justamente si realmente ella no tiene límite, si puede acontecer en cualquier
época, pasen los años que transcurran, o si por el contrario existe un plazo tope vencido el
cual toda condición, aunque sea determinada, se considerará fallida si no se ha cumplido
dentro de él.
Todo el problema, aun en su planteamiento, ha sido alterado por la modificación de los
plazos de prescripción del Código, efectuada por la Ley N.° 16. 951 de 1.° de octubre de
1968. En efecto, el Art. 739 dispone que toda condición de que penda la restitución de un
fideicomiso, y que tarde más de cinco años en cumplirse, “se tendrá por fallida, a menos
que la muerte del fiduciario sea el evento de que penda la restitución”. Ese plazo que ahora
fue fijado en 5 años por la ley referida, al promulgarse el Código era de 30 años, y había
pasado a ser de 15 por la Ley N.° 6.162, de 12.° de enero de 1938 (N.° 1.234).
Pues bien, el mismo plazo de 30 años, rebajado a 15 por esta última ley, era el plazo
máximo que fijaba el Código, a fin de que todas las situaciones jurídicas adquieran
estabilidad y se consoliden. En efecto, tal era el plazo para el saneamiento de la máxima
sanción, la nulidad absoluta (Art. 1.683); del Art. 82 para la posesión definitiva de los
bienes del desaparecido, de la prescripción adquisitiva extraordinaria (Art. 2.511), para la
suspensión de la nulidad relativa (Art. 1.692), etc. Innecesario parece insistir en la tremenda
importancia práctica y economía que significa decidir que pasado semejante término ya no
sea necesario investigar más hacia el pasado.
Pues bien, una gran parte de la doctrina sostenía que el Art. 739. no obstante su
ubicación, era de aplicación general a toda clase de actos condicionales, y en consecuencia
la condición indeterminada debía considerarse fallida si pasados 15 años no se cumplía;449
la jurisprudencia, aunque vacilante, se inclinaba más bien por esta misma solución.450
Los argumentos se basaban en gran parte en lo dicho, esto es, el deseo del legislador
claramente manifestado para obtener la estabilización de todas las situaciones jurídicas.
Pero se agregaba, además. que el Sr. Bello lo dijo así en el Mensaje del Código: “Es una
regla fundamental en este proyecto la que prohíbe dos o más usufructos o fideicomisos
sucesivos; porque unos y otros embarazan la circulación y entibian el espíritu de
conservación y mejora, que da vida y movimiento a la industria. Otra que tiende al mismo
fin es la que limita la duración de las condiciones suspensivas y resolutorias, que en general
se reputan fallidas si tardan más de treinta años en cumplirse”.
Finalmente, el Art. 962, inc. 3.°, contempla un caso de asignación condicional (el de
las asignaciones a personas que no existen, pero se espera que existan) y lo limita también
en el plazo: en el solo Código, 30 años, que pasaron a ser 15 por la Ley 6.162 y 10 por la
16952.
Veremos luego los argumentos de la contraria, pero la verdad es que, como decíamos,
esta última ley, por inadvertencia o intencionalmente, rompió todo el sistema en que se
basaba la doctrina expuesta, porque el plazo general máximo del Código que era de 30
449
Por ejemplo, Alessandri, ob. cit., pág. 144; Fueyo, ob. cit., T. 12, pág, 101 (quien habla de caducidad de
la condición); Somarriva en sus clases.
450
RDJ, Ts. 44, sec. la, 591, y 60, sec. 2°, pág. 87. En contra, T. 15, sec. 1°. pág. 601.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

años, posteriormente de 15, ha pasado a ser 10 años en todas las disposiciones citadas,
menos precisamente en el Art. 739, en que fue rebajado a 5. De manera que hoy no cabe
sostener la aplicación analógica del precepto, que por otra parte era siempre muy discutible,
dado el carácter excepcional que ella tiene y justificado por el propio Mensaje por tratarse
de una institución que entraba la libre circulación de los bienes.
Nos parece que esta doctrina debe, pues, limitarse a los demás argumentos, que la tesis
contraria muy bien expuesta por don Jorge Solís de Ovando451 rebatía, además de señalar el
carácter excepcional del Art. 739, con las siguientes razones:
1.° El argumento del Mensaje, a pesar de la amplia redacción, queda limitado por su
misma ubicación al fideicomiso, pues justamente está colocada la frase a propósito de las
restricciones a él impuestas.
No nos parece que así sea, porque justamente el Sr. Bello declaró que ello era en
general para las condiciones suspensivas y resolutorias.
2.° Por una razón histórica, ya que el Art. 1.482, que dice que la condición ha fallado
cuando expira el plazo dentro del cual ha debido verificarse (N.° 493), está tomada del Art.
1.176 del Código francés y de Pothier, y tanto uno como otro dicen expresamente que si no
se ha estipulado plazo, la condición puede cumplirse en cualquier momento.
Pero el argumento es justamente el contrario, porque lo extraño sería que si fuese así en
nuestro Código, don Andrés Bello no lo hubiere señalado como lo hicieron sus presuntos
inspiradores. Nótese, por lo demás, la diferente redacción: el Código francés habla del
plazo estipulado para que la condición se cumpla, y el chileno, de que haya expirado el
tiempo dentro del cual el acontecimiento ha debido verificarse, expresión que comprende
tanto el estipulado por las partes como el máximo prefijado por la ley.
Por lo demás, el Mensaje deja clara constancia, y como novedad, del cambio de
posición.
3.° Finalmente, se dice que con la tesis contraria no existiría la distinción entre
condiciones determinadas e indeterminadas, que varios preceptos del Código efectúan. La
verdad es que se trata de una distinción doctrinaria, y por lo demás siempre se mantendría:
condición determinada es aquella en que las partes fijan un plazo máximo para que se
cumpla el hecho, e indeterminada, la que por no tener plazo fijado por las partes, puede
verificarse dentro del máximo fijado por la ley.
A pesar del daño hecho a esta teoría por la modificación del Art. 739, 452 nos inclinamos
por reconocer que ninguna condición que dure más de 10 años en cumplirse, salvo que sea
la muerte de una persona en los casos que ella es condición, puede aún considerarse
pendiente, pero no estaría de más una aclaración legislativa en el mismo Art. 1.482.
488. VI. Condición potestativa, casual y mixta.
Esta última clasificación la contemplan los Arts. 1.477 y 1.478, y sólo tiene
importancia porque algunas de ellas no son válidas: las meramente potestativas que
dependen de la sola voluntad del deudor.
451
RDJ, T. 37, 1° parte, pág. 24. La doctrina de la aplicación extensiva del Art. 739 podría sostenerse,
aunque bastante debilitada, aun después de la reforma, pero importaría limitar toda condición a 5 años, lo
que resulta francamente exagerado y desproporcionado. Sin embargo, cabe destacar que la Comisión
Informante del Senado pareció así entenderlo, pues habló de ¡as condiciones en general”.
452
Por otra parte, la intención del legislador del año 1968 al acortar los plazos fue evidentemente dar una
mayor rapidez en la estabilización en las instituciones jurídicas, pero al parecer no advirtió los problemas que
creaba al rebajar en mayor extensión el señalado en el Art. 739. Son los peligros justamente de las
modificaciones de parche.

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Atiende esta clasificación a la persona o hecho de que depende el cumplimiento de la


condición, y así:
1.° “Se llama condición potestativa la que depende de la voluntad del acreedor o
deudor” (Art. 1477). Del primero, por ejemplo, si una persona ofrece a otra $ 1.000 si ésta
va al día siguiente a Valparaíso, y del deudor, si la condición depende de que el oferente
vaya al mismo lugar.
Como lo veremos en el número siguiente, admiten una subclasificación en simple y
meramente potestativas.
Es casual la “que depende de la voluntad de un tercero o de un acaso” (Art. 1.477), por
ejemplo, de un tercero si en el mismo anterior la entrega de los $ 1.000 depende del viaje de
un tercero a Valparaíso, y del acaso, si ellos deben darse si mañana llueve.453
2.° Es mixta la condición “que en parte depende de la voluntad del acreedor, y en parte
de la voluntad de un tercero, o de un acaso”. Por ejemplo, A ofrece a B una recompensa si
se casa con C. Depende de la voluntad de B, el acreedor, y de un tercero, C.
Pero el Código cometió un pequeño error, porque también es mixta la que en parte
depende de la voluntad del deudor y en el resto de la de un tercero o de un hecho ajeno a las
partes, como si en el mismo ejemplo la oferta es para el caso de que A se case con C.
Las condiciones casuales y mixtas son siempre válidas, pero en las potestativas hay que
hacer algunos distingos que veremos en el número siguiente.
489. Condición simple y meramente potestativa.
Aquí adquiere importancia la clasificación que estudiamos, porque de acuerdo al Art.
1.478 “son nulas las obligaciones contraídas bajo una condición potestativa que consista en
la mera voluntad de la persona que se obliga. Si la condición es un hecho voluntario de
cualquiera de las partes, valdrá”.
El precepto recoge una distinción que efectúa la doctrina y acepta la jurisprudencia454
entre condiciones mera o puramente potestativas, como se las llama indistintamente, y
simplemente potestativas
o potestativas ordinarias, como también se las denomina.
Eras últimas son aquellas que dependen de un hecho voluntario de cualquiera de las
partes, y, a ellas se refiere el inc. 20 del Art. 1.478, antes transcrito, para afirmar su validez.
Son los ejemplos de potestativas del número anterior.
La mera o puramente potestativa depende de la sola voluntad de alguna de las partes,
como si ofrezco $ 1.000 a una persona si ella quiere.
Es bastante sutil la diferencia entre unas y otras, pero de gran importancia; en ambas se
depende de la voluntad de las partes, pero en las simplemente potestativas no es la sola
voluntad, sino también concurren circunstancias exteriores; en los casos de los ejemplos del
viaje a Valparaíso del deudor o acreedor, éste en definitiva podrá no realizarse, porque el
viajero se enferme, por una huelga en los ferrocarriles, etc. Pero estas circunstancias no
deben estar tomadas en cuenta en la estipulación, en cuyo caso hay condición mixta; en
todo caso, carece de importancia la distinción, porque ambas son válidas. Y así, por
ejemplo, se ha fallado que si el deudor promete pagar cuando venda una propiedad, la

453
Se ha fallado que la condición de pagar una deuda cuando haya fondos para ello es positiva,
suspensiva, casual y posible: RDJ. T. 9, sec. 1°, pág. 426.
454
Por vía de ejemplo, G.T. de 1901, T. 2° N.° 2.883, pág. 1.041; RDJ, Ts. 19, sec. la., pág. 5; 35, sec. 2°
pág. 19. y T. 43, sec. 1°, pág. 399.

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LAS OBLIGACIONES TOMO I

condición es simplemente potestativa,455 aunque más bien parece mixta, porque se requiere
la voluntad de un tercer comprador.
Las meramente potestativas dependen del fondo la sola voluntad, del capricho de las
partes, y por ello es que no siempre son válidas, porque como lo señala el Art. 1.478, si se
está a la sola voluntad de quien dice obligarse, en realidad él no se obliga a nada, porque
cumplirá si se le antoja. En cambio, en las simplemente potestativas intervienen hechos
ajenos a las partes, y por ello el vínculo siempre se forma, hay intención de obligarse.
Entre las meramente potestativas, las que dependen de la sola voluntad del acreedor,
sean suspensivas o resolutorias, son siempre válidas. Un ejemplo de suspensiva es: te doy
$1.000 si tú quieres. Es la sola voluntad del acreedor la que suspende el nacimiento del
derecho y su correspondiente obligación, pero hay perfecto vínculo jurídico, ya que el
deudor deberá cumplir en cuanto se lo exija el acreedor. Y comprobación de lo mismo es el
Art. 1821 que acepta la llamada venta a prueba: “se entiende no haber contrato mientras el
comprador no declara que le agrada la cosa de que se trata”. Es una condición meramente
potestativa, porque depende de la sola voluntad del comprador, y depende de la voluntad
del acreedor porque el vendedor le debe la cosa bajo condición. Finalmente, es suspensiva,
porque como lo señala la ley, no hay compraventa mientras el comprador no declare que le
agrada la cosa.
Ejemplos de meramente potestativa resolutoria, que dependen de la sola voluntad del
acreedor, son el comodato precario del Art. 2.194, en que “ el comodante (acreedor) se
reserva la facultad de pedir la restitución de la cosa prestada, en cualquier tiempo”, y el
pacto de retroventa de Art. 1.881, en que el vendedor se reserva la facultad de recobrar la
cosa vendida, pagando su precio. Este pacto envuelve una condición resolutoria y depende
de la sola voluntad del acreedor, ya que el deudor cuando aquél se lo requiera, deberá
restituirle la cosa vendida.
No cabe duda, entonces, que las meramente potestativas que dependen de la voluntad
del acreedor son todas válidas; hay siempre obligación para el deudor.
En cambio, como veíamos, las meramente potestativa que depende de la sola voluntad
del deudor es nula, porque no hay obligación, pues no hay intención de obligarse. La
voluntad debe ser seria para que tuya contrato (N.° 47); el que cumple si quiere, no está
obligado
a nada,456 y de ahí ¡a nulidad que establece el Art. 1.478, inc.457 El fundamento es el
mismo del Art. 1.465, que prohíbe la condonación de] dolo futuro, porque igualmente el
deudor cumple si quiere (N.° 866).
Una parte de la doctrina,458 seguida por cierta jurisprudencia,459 pretende que la sanción
se limita a las condiciones suspensivas meramente potestativas y no a las resolutorias,
porque en éstas “la obligación ha podido formarse y producir todos sus efectos, ya que la
condición resolutoria no afecta a la existencia de la obligación, sino únicamente a su
extinción (Alessandri). Y se agrega que el mismo Código las acepta, como ocurre en las
455
G.T. de 1906, T. 2°, N.° 782, pág. 137.
456
RDJ, T. 48, sec. 2a, pág. 93.
457
Casos en que se ha declarado esta nulidad, véase Repertorio Tomo 4°, 2a ed., jurisprudencia del Art.
1.478, págs. 107 y sigtes. En fallo publicado en la RDJ, T. 50, sec. 211, pág. 60, se anuló una promesa de
compraventa en que la celebración del contrato definitivo debía hacerse cuando el promitente comprador lo
pidiera. El punto se relaciona con el requisito del Art. 1.554, regla 3a., y lo veremos en el Vol. 2º, parte
primera.
458
Alessandri, ob. cit., pág. 137. Lo sigue Fueyo, ob. cit., N.° 86, pág. 105.
459
Fallos citados en la nota 23.

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donaciones revocables, en que el donante se reserva la facultad de recobrar la cosa donada


cuando quiera (Art. 1. 136).
No obstante tan autorizada opinión, discrepamos de ella,460 porque nada autoriza a
sostenerla. Desde luego, no sólo el precepto no efectúa la distinción, sino que es anterior al
que clasifica las condiciones en suspensivas y resolutorias (Art. 1.479).461 Enseguida, es
nula la obligación que depende de la mera voluntad de la persona que se obliga, y tanto en
la suspensiva como en la resolutoria ocurre así, porque si por ejemplo digo: te presto mi
casa y me la devuelves si quieres, no hay obligación del comodatario. Este a nada se obliga.
Finalmente, la donación revocable no depende de la voluntad del que se obliga bajo
condición, el donatario, sino del acreedor condicional, el donante. El derecho es de éste:
solicitar la devolución; la obligación del donatario: restituir a la sola voluntad del acreedor.

Sección cuarta
EFECTOS DE LA CONDICIÓN EN GENERAL
490. Enunciación.
Ya hemos advertido que los efectos de la condición varían según si ella es suspensiva o
resolutoria. Antes de entrarlos a estudiar así separados, conviene señalarlos en general,
porque ellos, además, dependen del estado en que se encuentre la condición: pendiente,
cumplida y fallida, a lo que destinaremos un primer párrafo. El cumplimiento de la
condición nos llevará a referimos en un segundo párrafo al principio de la retroactividad de
la condición cumplida, y a las variaciones y pérdida de la cosa debida bajo condición en un
último acápite.

Párrafo 1.°
LOS ESTADOS DE LA CONDICIÓN
491. Condición pendiente, cumplida y fallida.
Según dejamos advertido, éstas son las tres situaciones en que puede encontrarse una
condición. Una de ella jamás puede faltar: la pendencia; de ahí es donde disyuntivamente la
condición puede derivar en cumplida o fallida.
492. I. Condición pendiente.
La condición está pendiente mientras subsiste la incertidumbre de si el hecho se va a
verificar o no. Este puede ocurrir o no, como si el padre ofrece un automóvil a su hijo si se
recibe de abogado, y éste aún estudia la carrera.
Distintos son los efectos de la condición pendiente, si ella es suspensiva (N.° 509), o
resolutoria (N.° 518).

460
No hace ninguna distinción Claro Solar, ob. cit., T. 10, N.° 8O, pág. 89.
461
Y el argumento no es baladí, porque en la imposible positiva, no obstante que la distinción la hace el
Art. 1.475, sólo estableció su eficacia en el Art. 1.480, porque justamente distingue entre la suspensiva y
resolutoria (N° 484), o sea, no quiso hacerlo el legislador hasta no efectuar en el texto del Art. 1.479 esta
división de las condiciones, Véase No 562 y Nota 516 bis.

298
LAS OBLIGACIONES TOMO I

493. II. Condición fallida.


Se refiere al punto el Art. 1.482, y es necesario efectuar un doble distingo, según si la
condición es positiva o negativa, determinada o indeterminada.
La condición positiva determinada falla si transcurre el plazo convenido dentro del cual
la condición debió verificarse y ello no ha ocurrido, o bien no ha transcurrido aún el
término, pero ya es imposible que el hecho ocurra como si en el ejemplo anterior el
ofrecimiento del padre ha sido sujeto j que el hijo se reciba de abogado en tres años, y ellos
pasan sin obtenerse el título, o el hijo fallece antes que transcurra todo el plazo.
Si la condición positiva es indeterminada fallará en el segundo caso, o sea, si ya no
puede verificarse, y para quienes pensamos que todas están sujetas a un plazo máximo, si
transcurren 10 años y el hecho no ocurre (N.° 487). Valga el mismo ejemplo anterior, pero
sin que el padre haya fijado plazo.
En la condición negativa, en cambio, no se precisa la subdistinción. Ella fallará
únicamente si acaece el hecho en que consiste. Por ejemplo, te ofrezco $ 1.000 si no te
casas con Fulana, y se efectúa el matrimonio.
Puede ocurrir que la condición falle por hecho o culpa del deudor. Contempla esta
situación el inc. 2.° del Art. 1.481, referido a las asignaciones condicionales, pero que
evidentemente se aplica igual a las obligaciones. En su virtud, si la persona que debe la
prestación condicional se vale de medios ¡lícitos para que la condición no pueda cumplirse,
o para que la otra persona de cuya voluntad depende en parte el cumplimiento, no coopere a
él, se tendrá por cumplida. Por ejemplo, A ofrece a B $ 1.000 si se casa con C antes del 1.°
de abril próximo, y posteriormente ofrece $ 500 a C si se casa en una fecha posterior, o
rapta a C para evitar el matrimonio; la condición ha fallado por culpa del deudor, y por ello
se la considera cumplida.
En un caso de aplicación de la regla “nemo auditur propiam suam turpitu dinem
allegans”:462 nadie puede alegar su propio acto ilegítimo, aprovecharse de su propio dolo.
494. III. Condición cumplida.
La condición se considera cumplida, además del caso excepcional recién señalado,
según distinciones justamente inversas a su falencia (Art. 1.482).
La positiva está cumplida cuando se verifica el hecho futuro e incierto que la
constituía: en el ejemplo señalado si el hijo se recibe de abogado. Si es determinada, el
hecho debe ocurrir dentro del plazo fijado, los tres años del ejemplo.
Es en la negativa donde adquiere ahora interés la distinción entre determinadas e
indeterminadas. Las primeras están cumplidas si transcurre el plazo prefijado sin que ocurra
el hecho. Por ejemplo, te doy $ 1.000 si no te casas antes de dos años, y ellos pasan sin
celebrarse el matrimonio, y aun antes de que transcurra el término, si el hecho no puede ya
verificarse, como si en el ejemplo anterior la recompensa es para el caso de no contraer
matrimonio con una persona determinada antes del plazo de 2 años, y ésta fallece sin que él
se haya cumplido.
Si la condición negativa es indeterminada, se considera cumplida en esta segunda
situación, o sea, cuando el hecho no puede verificarse, y en todo caso, si pasan 10 años sin
que suceda, siempre que se acepte que éste es el plazo máximo para las condiciones

462
RDJ, T. 53, sec. 1°., pág. 130.

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indeterminadas (N.° 487). Valen los mismos ejemplos anteriores, pero con la variante que
no se ha señalado plazo.
495. Cómo deben cumplirse las condiciones.
Los Arts. 1.483 y 1.484 contienen al respecto dos reglas aparentemente contradictorias:
primero, que las condiciones deben cumplirse del modo que las partes lo han entendido, y
segundo, que el cumplimiento ha de ser literal.
Dispone el inc. 1.° del Art. 1.483: “la condición debe ser cumplida del modo que las
partes han probablemente entendido que lo fuese, y se presumirá que el modo más racional
de cumplirla es el que han entendido las partes”.
Dicho de otra manera, el precepto no hace sino aplicar a las condiciones la regla
general de interpretación de los contratos del Art. 1.560: hay que estarse a la intención de
las panes (N.° 90).
En inc. 2.° señala un ejemplo: “cuando la condición consiste en pagar una suma de
dinero a una persona que está bajo tutela o curaduría, no se tendrá por cumplida la
condición, si se entrega a la misma persona y ésta lo disipa”.
Por otra parte, “las condiciones deben cumplirse literalmente, en la forma convenida”
(Art. 1.484).
Pareciere, como decíamos, haber una contradicción entre decir que la condición ha de
cumplirse literalmente e interpretarla conforme a la voluntad de las partes, pero no hay tal,
porque el objeto del Art. 1.484 es muy claro, y tiene una explicación histórica. En efecto,
en el Derecho Romano se admitía el cumplimiento de la condición por equivalencia, y así,
si una persona ofrece a otra una recompensa si se titula de ingeniero civil, y en vez de esto
se recibe de ingeniero agrónomo, en Roma se consideraba cumplida la condición por
analogía, y esto es lo que el precepto, siguiendo el Código francés, rechaza.
Por último, la condición debe cumplirse íntegramente. Así lo señala el inc. 1.° del Art.
1.485: “no puede exigirse el cumplimiento de la condición, sino verificada la condición
totalmente”.

Párrafo 2.°
LA RETROACTIVIDAD DE LA CONDICIÓN CUMPLIDA
496. Concepto.
Si se cumple la condición suspensiva, el derecho se adquiere pura y simplemente;
concluye la suspensión en el nacimiento del derecho y su correlativa obligación (N.° 514).
Y cumplida la resolutoria, igualmente el acreedor tiene derecho a reclamar la prestación
pura y simplemente (N.° 520). En el intertanto, mientras la condición estuvo pendiente, el
deudor ha tenido en su poder la cosa debida bajo condición.
El principio de la retroactividad de la condición hace suponer por una ficción legal que
cumplida la condición suspensiva, el derecho del acreedor no existe sólo desde el momento
en que se verifica el hecho en que consiste la condición, sino desde la celebración del acto o
contrato, y tratándose de la resolutoria, se supone que cumplida la condición el deudor
jamás tuvo la cosa en su poder bajo condición de restituirla; ella siempre ha estado en
manos del acreedor. Dicho de ora manera, en virtud de la retroactividad el acto condicional
no ha existido como tal; ella hace desaparecer el estado de pendencia como si nunca

300
LAS OBLIGACIONES TOMO I

hubiera existido y, en consecuencia, todos los actos realizados por el deudor en el tiempo
intermedio.
Es ésta una defensa para el acreedor condicional que así no se ve perjudicado en sus
derechos a la época de cumplirse la condición por los actos que el deudor pueda haber
realizado en el tiempo intermedio, pero es, en cambio, un grave inconveniente para los
terceros, pues verán afectados los actos o contratos celebrados con el deudor mientras la
condición estuvo pendiente. Ello puede llevarlos a abstenerse de contratar, con lo cual se
entraba la libre circulación de los bienes, que es un anhelo del legislador.
497. Desarrollo y tendencias actuales.
Aunque hay muchas interpretaciones, al parecer en el Derecho Romano se aceptaba en
forma limitada el principio retroactivo de la condición cumplida, especialmente para
explicar dos fenómenos jurídicos:
1.° El que entre nosotros señala el Art. 1.492, y en cuya virtud el derecho del acreedor
y la obligación del deudor condicionales que fallecen, pendiente la condición, se transmiten
a sus respectivos herederos, lo que no tiene nada de extraño en la resolutoria, pues en ella el
derecho existe desde un comienzo (N.° 518), pero sí en la suspensiva en que no nace
mientras la condición no se cumple (N.° 510).
2.° La hipoteca sujeta a condición suspensiva, cuya fecha, cumplida la condición, se
retrotrae a la fecha de su constitución (Art. 2.413), lo que tiene gran trascendencia, porque
estas cauciones prefieren entre sí de acuerdo a sus fechas (de inscripción, actualmente: N.°
1.017).
Hay autores que consideran que la retroactividad no tuvo otro alcance en Roma,
aunque se sostiene también lo contrario.
En cambio, el Código francés, siguiendo a Pothier, declaró que “la condición cumplida
tiene efecto retroactivo al día en que se haya contraído la obligación” (Art. 1.179). No
obstante la amplitud de la disposición, se ha discutido el alcance que debe dársele a su
aplicación, y hay quienes pretenden su vigencia general para toda clase de situaciones,
mientras otros sostienen que el Código no pretendió innovar respecto a lo que había
anteriormente y son partidarios de aplicar el precepto en forma restringida. De todos
modos, unánimemente se le reconocen algunas excepciones a la retroactividad: el riesgo de
la cosa es de cargo del deudor (N.° 506); éste tienen derecho a los frutos producidos por la
cosa debida condicionalmente (N.° 505), y son válidos los actos de administración por él
efectuados (N.° 500, 4.°).
Se ha pretendido fundar el principio de la retroactividad en una interpretación de la
voluntad presunta de las partes. Se supone que ella ha sido que una vez cumplida la
condición, el acreedor adquiera su derecho desde la celebración misma del acto o contrato,
pura y simplemente, porque ha desaparecido el obstáculo que las mismas partes habían
colocado. Hay quienes también lo comparan con el efecto de los títulos declarativos: la
verificación de la condición, como en ellos, se limita a reconocer un derecho que ya había
nacido con anterioridad al celebrarse el acto o contrato.
La verdad es que el principio no es de la esencia de la condición, y si bien es necesario
y útil para algunas soluciones entre las partes, tiene los inconvenientes ya señalados
respecto de los terceros adquirentes. Es por ello que las legislaciones contemporáneas lo
establecen en forma limitada. El Código alemán, en su Art. 159, no lo acepta como norma
general, aunque permite a las partes estipularlo, pero al mismo tiempo quedan afectados

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algunos actos de disposición (Art. 161). Soluciones parecidas dan los Códigos suizo y
polaco; en cambio, el italiano, en su Art. 1.360, establece como regla general la
retroactividad a la fecha del contrato, “salvo que por voluntad de las partes o por la
naturaleza de la relación los efectos del contrato o de la resolución se deban fijar en un
momento distinto”, se afectan los actos de disposición (Art. 1.357), pero se establecen
algunas limitaciones al principio.
498. La retroactividad de la condición en nuestra legislación.
Nuestro Código no contiene una norma análoga al Art. 1.179 del Código francés. La
verdad es que a través de los distintos proyectos de elaboración del Código definitivo se
advierten claramente las vacilaciones de don Andrés Bello. Así, en el Libro de las
Obligaciones de 1846, se establecía la obligación de restituir los frutos, una vez verificada
la condición resolutoria (Arts. 43 y 44), solución justamente la inversa a la que consagra el
actual Art. 1.488 (N.° 505), y por otro lado, quedaban sin efecto todas las enajenaciones y
gravámenes del deudor condicional, sin hacer las distinciones que hoy efectúan los Arts.
1.490 y 1.491 (N.° 561 y siguientes).
En el Proyecto de 1853, el Art. 1.664 disponía que, cumplida la condición resolutoria,
el contrato se reputará no haber existido jamás, clara consagración de la retroactividad que
no conservó el Código definitivo.
En éste existen numerosos casos de aplicación de ella, y otros en que se la rechaza;
tales situaciones se resuelven de acuerdo a las disposiciones respectivas, que se enumeran
en los acápites siguientes. El problema se presenta para dilucidar aquellos casos que no
están expresamente previstos.
Hay quienes sostienen que nuestro Código acoge en general la retroactividad y que
aquellas disposiciones de excepción son meras limitaciones al principio habitual, de manera
que conforme a él deben resolverse las situaciones no previstas por la ley.463
Don Manuel Somarriva opinaba en sus clases que la solución es justamente la inversa:
la retroactividad es de excepción en nuestra legislación, y como ficción que es, no puede
extenderse a otros casos que los previstos expresamente.
Daremos nuestra opinión tras el examen de las disposiciones relacionadas con el
problema.
499. I. Casos en que el Código acoge la retroactividad. Son los principales:
1.° El Art. 1.486, que analizamos en el párrafo siguiente, y que en síntesis declara
pertenecer al acreedor los aumentos, mejoras y deterioros y pérdida fortuita de la cosa
debida, ocurridos pendiente la condición.
En consecuencia, aplicando íntegramente la retroactividad, se considera que al
acreedor, en la condición suspensiva, pertenecía la cosa debida desde el primer momento, y
el deudor que debe restituir, jamás fue dueño, perteneciendo al acreedor sus variaciones,
conforme al principio de que las cosas producen y perecen para su dueño. Sin embargo, los
dos últimos aspectos, de deterioros y pérdida, están muy relacionados con el problema del
riesgo (N- 1.212).
2.° Los Arts. L490 y 1.491, en los casos en que quedan sin efecto las enajenaciones del
deudor condicional, ya que en tales situaciones se supone que el acreedor era dueño
pendiente la condición (N.° 561).
463
Alessandri, ob. cit., pág. 152; Claro Solar, ob. cit., Tomo 10, N.° 130, pág. 137.

302
LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° Las disposiciones ya citadas (N.° 497), en cuanto a la transmisibilidad de los


derechos y obligaciones condicionales suspensivos (Arts. 1.492), y el Art. 2.413 que,
cumplida la condición, retrotrae la fecha de la hipoteca a la de su inscripción.
500. II. Casos en que el Código rechaza la retroactividad. Son ellos:
1.° El mismo Art. 1.486, en cuanto a la pérdida y deterioros culpables, pues ellos
siempre deberían corresponder al acreedor si se supusiera que era dueño pendiente la
condición, pero la situación no es tan clara, porque, según dijimos, se entrecruza con el
problema del riesgo (N.° 1.212);
2.° El deudor no debe los frutos producidos por la cosa pendiente la condición. Así lo
veremos en el N-' 505. Si operara la retroactividad, debería considerarse que el acreedor fue
dueño pendiente la condición, y, en consecuencia, le corresponderían los frutos; no obstante
lo cual, los Arts. 1.078, inc. final; 1.338, regla 1.°, y 1.488, dan expresamente la solución
contraria;
3.° Los Arts. 1.490 y 1.491, en los casos que dejan a firme las enajenaciones
efectuadas por el deudor condicional, son también contrarios al principio retroactivo, en
cuya virtud todas ellas deberían quedar sin efecto (N.° 561 y siguientes);
4.° Es universalmente aceptado que los actos de administración del deudor condicional
quedan a firme, no se ven afectados por el cumplimiento, como por ejemplo los
arrendamientos efectuados por él. Así lo dispone el Art. 758 para el fideicomiso.
501. III. Conclusión.
Como se ve, nuestro Código adoptó una posición ecléctica; no aceptó la retroactividad
como regla general, como lo revelan sus vacilaciones en los Proyectos y el hecho muy
sugestivo de que se haya apartado de las soluciones del Código francés.
En consecuencia, no puede aceptarse a priori en los casos de duda la aplicación de la
retroactividad que en sí misma es excepcional, sino que debe reconocerse al intérprete la
facultad de interpretación más próxima a las soluciones dadas por el Código a situaciones
similares.

Párrafo 3.°
FORMA DE ENTREGAR LA COSA DEBIDA CUMPLIDA LA CONDICIÓN
502. Enunciación.
Cumplida la condición, el deudor deberá entregar al acreedor la cosa que debía bajo
condición suspensiva o tenía sujeta a una condición resolutoria.
En la obligación genérica normalmente no habrá problema alguno, porque el género
por regla general ni perece, ni aumenta, ni se deteriora (N.° 354).
No ocurre lo mismo en la obligación de especie o cuerpo cierto, pues respecto de ésta
pueden haber ocurrido, mientras la condición estuvo pendiente, una serie de
acontecimientos que analizaremos en este
párrafo, a saber:
1.° La cosa puede haber experimentado mejoras y aumentos;
2.° La misma puede haber sufrido deterioros;
3.° Es posible también que haya producido frutos;

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4.° Puede haberse destruido, y


5.° Puede haber sido enajenada o gravada por el deudor condicional.
Este último punto lo trataremos más adelante (N.° 561 y siguientes), porque es previo
el estudio de las condiciones suspensivas y resolutorias en particular.
503. I. Los aumentos y mejoras pertenecen al acreedor.
Así lo, señala la primera parte del inc. 20 del Art. 1.486: “si la cosa existe al tiempo de
cumplirse la condición, se debe en el estado en que se encuentre, aprovechándose el
acreedor de los aumentos o mejoras que haya recibido la cosa, sin estar obligado a dar más
por ella”.
La disposición es una aplicación lisa y llana del principio de la retroactividad de la
condición cumplida (N.° 499, 1.°); el ejemplo típico es el de una vaca que tiene una cría
mientras la condición está pendiente. Ella pertenece también al acreedor a quien la ley
reputa dueño al momento de nacer el ternero.
La solución a que la retroactividad lleva respecto de las mejoras es francamente
inequitativa, es contraria a los principios generales de la legislación y a lo que disponen
para situaciones semejantes otros preceptos del Código.
A tal extremo llega esto, que de acuerdo a los Arts. 904 y siguientes, que reglamentan
las prestaciones mutuas de la acción reivindicatoria, el reivindicante debe indemnizar al
poseedor vencido aún de mala fe las mejoras necesarias. Y la justificación es muy lógica,
porque si el dueño hubiere tenido la cosa en su poder, de todos modos habría debido
efectuar las mejoras necesarias, y si no se las paga a quien las realizó, obtiene un
enriquecimiento injusto (N.° 192, 1.°).
Lo mismo pasa en el caso del Art. 1.486, y al no tener que indemnizar las mejoras de
ninguna clase, ya que el precepto no distingue, el acreedor obtiene un enriquecimiento
totalmente injustificado respecto de las necesarias, que él también habría debido efectuar si
hubiera tenido la cosa. Aún más, el propio Código en casos específicos de condiciones da la
solución contraria: en la retroventa, que hemos visto ya, es una condición resolutoria (Art.
1.883); en la resolución de la compraventa por el no pago del precio (Art. 1.875), y en el
fideicomiso (Art. 756).
Queda en claro, pues, la inconveniencia de la retroactividad como principio general. Se
suele pretender justificación para el precepto, porque, según veremos en el número
siguiente, el acreedor sufre también los deterioros de la cosa, pero ello es siempre que sean
fortuitos.
504. II. Los deterioros y disminuciones de la cosa los sufre el acreedor.
Así lo señala la parte siguiente a la transcrita del inc. 2.° del Art. 1.486: “y sufriendo su
deterioro o disminución, sin derecho alguno a que se le rebaje el precio”.
Se trata de un caso de pérdida parcial (N.° 1.201), y la ley distingue según si ella es
fortuita o culpable.
Si lo primero, la sufre íntegramente el acreedor por aplicación de la retroactividad y de
la teoría del riesgo, según la disposición general del Art. 1.550: el riesgo del cuerpo cierto
cuya entrega se debe, es por regla general del acreedor. En consecuencia, éste debe cumplir
íntegramente su propia obligación, sin poder pedir rebaja de ella. También, como decíamos,
se señala que hay reciprocidad con el hecho de que se adueña de los aumentos y mejoras, y

304
LAS OBLIGACIONES TOMO I

así, si la misma vaca que tuvo un cría ha perdido un ojo, el acreedor la recibe con la cría sin
pagar nada por ésta, pero también con el ojo menos, sin derecho a indemnización alguna.
Pero si el deterioro o disminución es culpable, se vuelve a las reglas generales, ya que
la teoría del riesgo supone la ausencia de culpa del deudor. Así lo señala la parte final del
inc. 2.° del Art. 1.486: “salvo que el deterioro o disminución proceda de culpa del deudor;
en cuyo caso el acreedor podrá pedir o que se rescinda el contrato, o que se le entregue la
cosa, y además de lo uno o lo otro tendrá derecho a indemnización de perjuicios”.
Lo que el precepto otorga al acreedor no es más que el derecho alternativo del Art.
1.489: o exigir el cumplimiento (que se le entregue la cosa), o la resolución (rescisión dice
equivocadamente el precepto) del acto y contrato, y en ambos casos la indemnización de
perjuicios (N.° 521). La solución es muy semejante a la que da el Art. 1.590, ubicado en el
pago, y que permite deducir la regla general de nuestra legislación para la imposibilidad
parcial en el cumplimiento (Nº 617).
505. III. Los frutos pertenecen al deudor.
Así lo señaló reiteradamente el legislador.
Dice el Art. 1.488: “verificada una condición resolutoria, no se deberán los frutos
percibidos en el tiempo intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o los
contratantes, según los vahos casos hayan dispuesto lo contrario”.
Para la suspensiva, la regla está en el Art. 1.078 aplicable a las obligaciones por la
referencia general del Art. 1.493. Dice la disposición que cumplida la condición suspensiva,
el asignatario (acreedor) no tendrá derecho a los frutos percibidos en el tiempo intermedio
si e testador no se los hubiere expresamente concedido. El Art. 1.338 regla 1.°, repite la
norma
Hay una absoluta negación de la retroactividad (N.° 500, 2.°), por evidentes razones de
equidad, las mismas que debieron mover a legislador a ordenar el pago de las mejoras
necesarias.
Sin embargo, los frutos pueden corresponder al acreedor si la ley el testador o las
partes, según los casos, lo han dispuesto así o convenido, respectivamente.
Un caso en que la ley lo ordena es el Art., 1.875, en la resolución de la compraventa
por no pago del precio.
506. IV. Pérdida de la cosa debida bajo condición.
Esta situación está reglamentada en el Art. 1.486, inc. 1.°, y como veremos distingue
según si la pérdida es fortuita o imputable al deudor condicional.
En todos los casos, debe tenerse presente lo dispuesto en el inc. final del precepto:
“todo lo que destruye la aptitud de la cosa para el objeto a que según su naturaleza o según
la convención se destina, se entiende destruir la cosa”. Es un caso de pérdida parcial pero
que se asimila a la total, por la razón que señala el precepto. E ejemplo es típico: 1 lo
debido es un caballo de carrera y antes de la entrega queda cojo, se ha destruido el animal,
puesto que ha perdido su aptitud para el objeto a que se le destina: las carreras. 464 No
obstante su ubicación, el precepto es considerado de aplicación general y no únicamente a
las condiciones, ya que hay la misma razón en cualquier caso (N.° 1.192).
Ahora bien, si la pérdida es fortuita se extingue la obligación. Así lo señala el inc.
1.° del Art. 1.486 en su primera parte: “si antes de cumplimiento de la condición la cosa
464
RDJ, T. 36, sec. la., pág. 28.

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prometida perece sin culpa del deudor, se extingue la obligación”. El deudor nada debe
entregar, ni tampoco está obligado a la indemnización de perjuicios, porque es ese el efecto
del caso fortuito: extinguir la obligación sin ulterior responsabilidad para el deudor (N.°
845).465
Si la pérdida se debe a la culpa del deudor y, con mayor razón, al dolo, aunque el
precepto no lo diga, es obligado al precio y a la indemnización de perjuicios (N.° 815 ).466
507. V. Enajenación y gravámenes del deudor condicional. Referencia.
Como queda dicho, preferimos efectuar su estudio una vez analizadas las condiciones
suspensivas y resolutorias (N.° 561 y siguientes)

Sección quinta
LA CONDICIÓN SUSPENSIVA
508. Concepto.
Recordemos que de acuerdo al Art. 1.479 la condición se llama suspensiva si mientras
no se cumple suspende la adquisición de un derecho, y que de acuerdo a la doctrina la
hemos definido como el hecho futuro e incierto, del cual depende el nacimiento de un
derecho y su obligación correlativa (N.° 481).
Lo que caracteriza a la condición suspensiva y la diferencia de la resolutoria es que en
ella el derecho no ha nacido aún. No hay obligación mientras la condición no se cumple,
mientras que en la resolutoria el acto o contrato produce sus efectos pero queda sujeto a
extinción por la resolución.
Los efectos de la condición suspensiva varían según el estado en que ella se encuentre:
si pendiente, cumplida o fallida.
509. I. Efectos de la condición suspensiva pendiente. Enunciación.
Mientras no se sepa si la condición va a cumplirse o no, son tres los principios que
gobiernan los efectos de la condición suspensiva:
1.° No nacen el derecho y su obligación correspondiente;
2.° El vínculo jurídico existe, y
3.° El acreedor tiene expectativa.
Los veremos en los números siguientes, con sus consecuencias.

465
En la opinión más común (Alessandri, ob. cit., pág. 147; Fueyo, ob. cit., T. 12 pág. 95, N.° 71, y Claro
Solar, ob.cit., N.° 199, pág. 234), el precepto resuelve el problema del riesgo y da la solución contraria al Art.
1.550, pues el peligro es del deudor. Nada debe entregar, pero tampoco nada recibe si el contrato es
bilateral. El precepto no lo dice así, pues extinguir la obligación del deudor no significa que por ello quede
extinguida también la del acreedor. Se basan en una cita a Pothier en el Proyecto de 1853, quien así lo
enseñaba, y en que el Art. 1.820 lo dice así para la condición suspensiva en la compraventa. Véase N.°
1.212, pues el problema parece discutible.
466
El precepto da derecho al acreedor al precio y a la indemnización. ¿Querrá ello decir que no podría
pedir la resolución si se trata de un contrato bilateral? Es más curioso aún, porque el inc. 22 para la pérdida
parcial lo permite expresamente. Sin embargo, no creemos que el legislador se haya apartado de la regla
general, porque además sería absurdo que permitiera la resolución del contrato en la pérdida parcial y no en
la total, siendo ambas imputables.
Finalmente, sobre este precepto, es evidente que se aplica a las condiciones suspensivas y resolutorias,
porque no distingue a diferencia del Código francés, que lo establece sólo para las primeras.

306
LAS OBLIGACIONES TOMO I

510. A. Ni el derecho ni la obligación existen.


Es el efecto típico de la condición suspensiva, que obsta al nacimiento del derecho y su
correlativa obligación. Mientras subsista la incertidumbre, ni el acreedor tiene derecho,
porque él no ha nacido aún,467 ni el deudor obligación.
De aquí derivan variadas consecuencias de gran interés:
1.° El acreedor no puede exigir el cumplimiento.
Así lo señala el inc. 1.° del Art. 1.485, y ello es lógico porque no hay obligación alguna
aún que exigir.
2.° Si el deudor paga pendiente la condición, hay pago de lo no debido.
Vimos que en el plazo si se paga anticipadamente, no hay derecho a exigir la
restitución, porque se cumple una obligación existente pero no exigible (N.° 466, 1.°), y el
deudor en el fondo ha renunciado al plazo.
En cambio, “todo lo que se hubiere pagado antes de efectuarse la condición suspensiva,
podrá repetirse mientras no se hubiere cumplido”. Y ello porque aún no había obligación
alguna, que sólo nace al cumplimiento de la condición; el pago carece, pues, de causa y
puede repetirse (N.° 687).
3.° El acreedor no puede ejercer la acción pauliana que establece el Art. 2.468, ya que
aún no tiene la calidad de tal, y, en consecuencia, no lo perjudican los actos del deudor (N.°
780).
4.° No hay obligación exigible.
En consecuencia:
A. La prescripción no está corriendo, porque ella comienza a transcurrir desde que la
obligación se hace exigible (N.° 1.231) (Art. 2.514), y si no hay obligación aún, mal puede
haber prescripción;
B. No hay novación pendiente la obligación (Art. 1633) (N.° 1.106);
C. No puede operar la compensación (Art. 1.656) (N.° 727).
D. No puede haber mora del deudor, etcétera.
511. B. El vínculo jurídico existe.
No ha nacido el derecho y su obligación correspondiente, pero el acto o contrato existe,
y en consecuencia:
1.° Al contraerse la obligación, deben cumplirse los requisitos de existencia y validez
del acto o contrato.
Todos los requisitos que hemos estudiado o señalado para la validez de las
obligaciones, consentimiento, capacidad, objeto, causa, y solemnidad, cuando la ley la
exige, deben concurrir al momento de contraerse la obligación condicional.
2.° El deudor no puede retractarse.
Puesto que existe vínculo jurídico válido, el deudor no puede desvincularse por su
propia voluntad de la obligación condicional. Y tanto es así, que el inciso final del Art.
1.481, según vimos en el N.° 493, da por cumplida la condición que falla por el hecho o
culpa del deudor.
3.° La obligación condicional se rige por la ley vigente al tiempo de otorgarse el
contrato.

467
RDJ, T. 1°, 2a parte, pág. 556.

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Según el Art. 22 de la Ley de Efecto Retroactivo, de las leyes del año 1861, inc. 1.°, en
todo contrato se entienden incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración, lo
cual también rige para los contratos sujetos a condición suspensiva, porque el vínculo
jurídico existo y no se ve, en consecuencia, afectado por un cambio de legislación (N.°
104).
512. C. El acreedor tiene una legítima expectativa de llegar a serlo.
Ya hemos reiterado que mientras la condición no se cumple, el derecho no existe ni
tampoco hay obligación del deudor, pero el acreedor condicional tiene cuando menos la
legítima esperanza, la expectativa de llegar a ser acreedor puro y simple, y titular de su
derecho.468 Los autores dan diferentes nombres a esta expectativa del acreedor condicional:
germen de derecho, rudimento de derecho, derecho eventual, aunque éste es impropio, pues
hay diferencias entre uno y otro (N.° 452, 3.°). Quizás si lo más apropiado sería hablar de
derecho en potencia o latente.
Es éste el que explica dos efectos que produce la obligación condicional pendiente: que
el acreedor pueda impetrar medidas conservativas, y su transmisibilidad activa y pasiva.
El derecho a solicitar medidas conservativas se lo conceden al acreedor condicional
suspensivo el Art. 1.492, en su inciso final, el Art. 721, inc. 2.° en el fideicomiso, y el Art.
1.078, inc. 1.° en las asignaciones testamentarias. Esas medidas y providencias
conservativas tienen por objeto amparar la legítima expectativa que tiene el acreedor de
adquirir un derecho.
Sin embargo, la ley no ha dicho en qué consisten ellas, por lo cual queda al criterio del
juez su elección; podrán consistir en una caución, un nombramiento de depositario,
etcétera.
Tanto esta expectativa del acreedor como la obligación en latencia del deudor, se
transmiten a sus respectivos herederos. Así lo establece el inc. 12 de Art. 1.492: “El
derecho del acreedor que fallece en el intervalo entre el contrato condicional y el
cumplimiento de la condición se transmite a sus herederos; y lo mismo sucede con la
obligación del deudor”.
Ya hemos dicho que esa solución se justifica habitualmente con la retroactividad de la
condición cumplida.469
Esta regla tiene dos excepciones: “no se aplica a las asignaciones testamentarias, ni a
las donaciones entre vivos” (Art. 1.492, inc. 2.°). El precepto está repetido en el inc. 2.° del
Art. 1.078 para las asignaciones testamentarias. Y por la misma razón, los Arts. 962, inc.
2.° y 1.390, inc. 2.° exigen al asignatario bajo condición suspensiva y al donatario de igual
categoría, existir al tiempo de cumplirse la condición, y nacer por tanto su derecho a la
asignación y la donación, respectivamente. Si el asignatario o donatario fallecen pendiente
la condición, ya no podrán satisfacer esta exigencia, y ni ellos ni sus herederos pueden
adquirir lo donado o asignado.
La justificación de estas excepciones es que la donación es un contrato intuito personae
y la asignación testamentaria también un acto gratuito en consideración a la persona, y en

468
No se habla de expectativa, en el sentido que se utiliza en el tema del efecto retroactivo, por oposición
al derecho adquirido. En este sentido habría derecho adquirido, según dijimos en el número anterior.
469
No creemos que en el estado actual del Derecho sea necesaria esta ficción para explicar la transmisión
hereditaria, ya que ella es de por sí amplia y tiene la fuerza suficiente para incluir este derecho y obligación
latentes.

308
LAS OBLIGACIONES TOMO I

consecuencia, si ésta fallece sin haber adquirido lo donado o asignado nada transmite a sus
herederos.
513. II. Efectos de la condición suspensiva fallida.
Si la condición suspensiva falla, quiere decir que el derecho y su obligación correlativa
no van ya a nacer, y por tanto la expectativa que el acreedor tenía se extingue.
En consecuencia, ya no podrá exigirse nunca el cumplimiento las medidas
conservativas solicitadas por el acreedor condicional que dan sin efecto, y todos los actos
de administración y disposición efectuados por el deudor, pendiente la condición, quedan a
firme.
514 III. Efectos de la condición suspensiva cumplida.
Desde el momento que el hecho en que consiste la condición acaece, nacen el derecho
del acreedor y la obligación correspondiente del deudor. De allí:
1.° El acreedor puede exigir el cumplimiento, incluso forzado, de la obligación;
2.° Si el deudor paga, cumple su obligación, y si el pago lo efectuó pendiente la
condición, ya no puede repetir lo dado o pagado (Art. 1.485, inc. 2.°). El pago que era
indebido pasa a ser perfecto;
3.° Siendo la obligación exigible, comienza a correr el plazo de la prescripción
extintiva, el acreedor puede ejercer la acción pauliana, es posible la compensación, queda
perfecta la novación, el deudor puede ser colocado en mora, etcétera.
4.° Se sostiene que el cumplimiento opera retroactivamente, lo que es discutible que en
nuestra legislación se aplique a otras materias que las expresamente previstas en la ley (N.°
501).
5.° Debe entregarse la cosa debida condicionalmente, a lo que se aplican Es reglas ya
estudiadas, y a que nos remitimos:
A. Los aumentos y mejoras (N.° 503) y las disminuciones y deterioros fortuitos (N.°
504) corresponden al acreedor sin que tenga que dar más ni pueda pedir rebaja,
respectivamente, por la cosa;
B. La pérdida fortuita ha extinguido la obligación, y la culpable la sustituye por el pago
del precio y la indemnización (N.° 506);
C. Los frutos corresponden por regla general al deudor (N.° 505);
D. Los actos de administración efectuados por éste quedan a firme (N.° 500, 4.°), y
E. La suerte de las enajenaciones y gravámenes constituidos por el deudor los
trataremos en los N.° 561 y siguientes.

Sección sexta
LA CONDICIÓN RESOLUTORIA
515. Concepto.
Según el Art. 1.479 se llama resolutoria la condición “cuando por su cumplimiento se
extingue un derecho”, y habitualmente se la define como el hecho futuro e incierto del cual
depende la extinción de un derecho (N.° 481).
Ya hemos destacado lo que separa fundamentalmente la condición resolutoria de la
suspensiva; mientras en ésta el derecho no nace hasta que la condición se cumple, en la

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resolutoria ha nacido desde un comienzo y produce todos sus efectos, sólo que uno y otros
se encuentran amenazados de resolución, esto es, de extinción. Y de esta circunstancia
nacen todas las diferencias que hay entre unas y otras.
Desde otro punto de vista hay una distinción más: la mayor importancia práctica de la
condición resolutoria, debida especialmente a un tipo de ella, la tácita, que va envuelta en
todo contrato bilateral para el caso de no cumplirse la contraprestación del otro contratante.
516. Clasificación y enunciación.
La condición resolutoria admite una triple clasificación en ordinaria, tácita y comisoria
o pacto comisorio.
La condición resolutoria ordinaria consiste en cualquier hecho futuro e incierto que no
sea el incumplimiento de una obligación, y que de ocurrir extingue el derecho, como por
ejemplo si te presto mi casa y me la devuelves cuando yo retorne del extranjero.
La condición resolutoria tácita es la que deriva del Art. 1.489, ya citado varias veces, y
podemos definirla como la que va envuelta en todo contrato bilateral para el caso de no
cumplirse por la otra parte lo pactado. Por ejemplo, en la compraventa, si al vendedor no se
le ha pagado el precio, puede pedir la resolución del contrato, esto es, que se deje sin efecto
la venta, y el comprador le restituya la cosa vendida, si ha mediado entrega, y además, la
indemnización de perjuicios (N.° 521).
La condición o pacto comisorio no es sino la condición resolutoria tácita cuando las
partes la expresan. En el mismo ejemplo, vendedor y comprador han dejado constancia que
si éste no paga el precio, el vendedor puede pedir que se deje sin efecto la venta. Si a él se
le agrega una cláusula de resolución ipso facto, se le denomina habitualmente pacto
comisorio calificado (N.° 539).
Destinaremos sendos párrafos a cada uno de estos tres tipos de condición resolutoria, el
que sigue a ellos a la acción resolutoria, y el último de esta sección a los efectos de la
resolución.

Párrafo 1.°
LA CONDICIÓN RESOLUTORIA ORDINARIA
517. Enunciación.
Tal como los de la suspensiva, los efectos de la resolutoria deben estudiarse a través de
los tres estados en que ella puede encontrarse: pendiente, fallida y cumplida.
518. I. Condición resolutoria pendiente.
Como la condición resolutoria, al cumplirse extingue el derecho, éste, mientras ella
pende, existe; el acto o contrato, según decíamos, produce todos sus efectos, como si fuere
puro y simple, y se puede exigir el cumplimiento y realizar toda clase de actos respecto de
la cosa como si no estuviere afectada por una condición. El que tiene la cosa bajo condición
resolutoria, deudor de ella, ejerce, en consecuencia, todos los derechos que le otorga su
título, con las limitaciones que derivan del hecho de que su derecho puede quedar sin
efecto.

310
LAS OBLIGACIONES TOMO I

519. II. Condición resolutoria fallida.


Si la condición resolutoria falla, el derecho del deudor condicional pasa a ser puro y
simple, y si se trataba de una cosa, pasa a ser dueño quien la tenía sujeta a la posibilidad de
resolución sin limitación alguna, quedando a firme todos los actos efectuados por él
mientras la condición estaba pendiente, incluso las enajenaciones realizadas y los
gravámenes constituidos.
520. III. Condición resolutoria cumplida. Cómo opera.
A los efectos de la condición resolutoria cumplida no nos referiremos por ahora, sino
después de haber estudiado las categorías restantes de ella, en el último párrafo do esa
Sección, porque son los mismos para todas las resolutorias y difieren solamente en cuanto a
la forma en que operan.
Digamos únicamente por el momento que cumplida la condición resolutoria ordinaria
se extingue el derecho del que tenía la cosa bajo condición, y por ello el Art. 1.567, N.° 9,
enumera la condición resolutoria como un modo de extinguir las obligaciones. Nace para él
en cambio la obligación de restituir (Art. 1.487, N.° 560), a cuyos efectos se aplican las
normas ya estudiadas en cuanto a mejoras y aumentos, deterioros y disminuciones, frutos y
pérdida de la cosa (N.° 503 y siguientes).
Determinar la forma en que opera la condición resolutoria ordinaria consiste en
resolver si ella opera de pleno derecho o requiere sentencia judicial. No hay problema
alguno al respecto, porque la unanimidad de los autores y de la jurisprudencia 470 están de
acuerdo en que esta condición resolutoria opera de pleno derecho, por el solo hecho de
cumplirse el evento de la condición; si el asunto se llega a llevar a pleito, la sentencia se
limitará a constatar que operó la condición resolutoria y a ordenar el efecto pedido por el
acreedor, ya sea la restitución de la cosa, etc., pero ellos se han producido desde que se
cumple la condición.
Toda condición opera en principio de pleno derecho, se requiere disposición especial
para que no sea así, y ello ocurre en la condición resolutoria tácita (N.° 535). No existiendo
nada semejante para la ordinaria, se aplica la regla general, que es muy fácil de comprobar.
En efecto, el Art. 1.479 define la condición resolutoria como la que extingue un
derecho, y no como la que da derecho al acreedor para que se declare extinguido; el Art.
1.487 dispone que cumplida la condición resolutoria deberá restituirse lo que se ha recibido
a tal título, sin exigir en momento alguno la declaración judicial. Ella, en cambio, está
claramente establecida para la condición resolutoria tácita por el Art. 1.489, y debe pedirse
siempre al tribunal respectivo que la declare.
Del hecho de que la condición resolutoria ordinaria opere de pleno derecho deriva otra
consecuencia: que produce efectos universales, y puede invocarla quien tenga interés en
ella, pues no proviene de una sentencia judicial de efectos relativos que la declare, sino de
la ley.

Párrafo 2.°
LA CONDICIÓN RESOLUTORIA TÁCITA471
470
Repertorio, T. IV, 2° ed., N.° 24, pág. 119.
471
La condición resolutoria tácita es una modalidad en el incumplimiento del contrato bilateral más que
del acto o contrato mismo. Su tratamiento lógico es, pues, en los efectos de aquél, pero hemos preferido

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521. Concepto.
El Art. 1.489 la establece en los siguientes términos:
“En los contratos bilaterales va envuelta la condición resolutoria de no cumplirse por
uno de los contratantes lo pactado”.
“Pero en tal caso podrá el otro contratante pedir a su arbitrio o la resolución o el
cumplimiento del contrato, con indemnización de perjuicios”.
Podemos, pues, definirla como aquella que va envuelta en todo contrato bilateral, y en
que el hecho futuro e incierto que puede provocar la extinción del derecho de una de las
partes es el incumplimiento de sus obligaciones. La condición resolutoria tácita se funda en
la falta de cumplimiento por el deudor.
El incumplimiento imputable de ése da un derecho alternativo al acreedor: o exigir el
cumplimiento o pedir la resolución, y en ambos casos, justamente porque la falta de pago
obedece a dolo o culpa del deudor, además la indemnización de perjuicios.
522. Origen y desarrollo.
El Derecho Romano no conoció la condición resolutoria tácita en los términos del
derecho moderno: si una de las partes no cumplía su obligación, el acreedor tenía derecho a
exigir el cumplimiento; sin embargo, en la compraventa apareció algo semejante, la by
comisoria, que era una estipulación de las partes destinada a dejar sin efecto el contrato si el
comprador no pagaba el precio. En los pactos innominados se reconocía también el derecho
del acreedor a dejarlos sin efecto, pidiendo la restitución de lo dado o pagado por él cuando
no había obtenido la contraprestación.
Su origen próximo parece haber estado en el Derecho Canónico, que la estableció por
razones de equidad y de respeto a la palabra dada. Ella Negó a ser subentendida en todo
contrato bilateral, y así la estableció el Código francés (Art. 1.184), del cual la recogió el
nuestro, aunque con algunas diferencias, principalmente que aquél permite al juez conceder
un plazo al demandado para el cumplimiento, según las circunstancias.472
Ella es aceptada generalmente por las legislaciones, que incluso, según veremos,
tienden a hacerla más estricta (N.° 535).
523. Fundamento.
Mucho se ha discutido sobre el fundamento de la condición resolutoria tácita o pacto
comisorio tácito, como también se la llama, y se han dado numerosas interpretaciones al
respecto:
1.° La equidad.
Es evidente la razón de equidad y justicia que hay en que si una de las partes no
cumple su obligación en un contrato bilateral, la otra pueda a su vez desligarse del vínculo
jurídico, dejando sin efecto el contrato.473
2.° Voluntad presunta de las partes.
Se dice también que el legislador interpreta la voluntad presunta de las partes, pues
parece lógico concluir que el contratante diligente no desea seguir ligado con quien no ha
cumplido su obligación, y esta intención ha estado presente al otorgarse el contrato.
estudiarla como es tradicional entre nosotros en la condición misma, de cuyos caracteres y efectos participa,
con la salvedad de ser tácita y requerir declaración judicial.
472
Un extenso estudio sobre la materia, en Arturo Alessandri Rodríguez, De la compraventa y de la
promesa de venta, M. de P. Santiago, 1918, Tomo 2°, N.° 1.604 y siguientes, págs. 466 y siguientes.
473
RDJ, T. 28, sec. 1°, pág. 689.

312
LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° La causa.
Para Henri Capitant, y sus seguidores, entre ellos Joulliot de la Morandiére, la
condición resolutoria tácita es una aplicación de la teoría de la causa. Para estos autores, en
los contratos bilaterales la causa de la obligación de una de las partes es la recíproca
obligación de la contraparte; si ella no se cumple, no habría causa para el cumplimiento del
otro contratante.474
Se ha rebatido esta teoría diciendo que el contratante diligente tiene una opción para
pedir el cumplimiento, y si puede hacerlo, es porque el contrato tiene causa; pero a ello se
ha replicado que si el contratante diligente está facultado para exigir el cumplimiento, es
precisamente porque la obligación cuyo pago solicita tiene causa, ya que él ha cumplido su
propia obligación.
En cambio, hay otro argumento más decisivo en contra de esta doctrina, y es que la
causa es requisito de validez del acto o contrato, y basta, en consecuencia, con que concurra
al momento de su otorgamiento. Si faltara la causa, la sanción sería la nulidad y no la
resolución. La verdad es que la causa existió, pues ambas partes contrajeron obligaciones,
la una en beneficio de la otra, y la resolución proviene del hecho de que una de ellas no se
cumplió.
4.° interdependencia de las obligaciones.
Derivada de la anterior, pero evitando la crítica señalada, esta doctrina destaca que
existe una íntima dependencia entre las obligaciones recíprocas del contrato bilateral, de
manera que todo cuanto ocurra con la obligación de una de las partes, repercute
necesariamente en la obligación de la otra.
Esta conexión se pone de manifiesto justamente en el incumplimiento de algunas de las
obligaciones, en una verdadera graduación, que va desde el caso en que ninguna de las
partes cumpla su obligación, en que no pueden exigírselo recíprocamente (excepción del
contrato no cumplido, N.° 941), pasando a aquel en que una cumple o está llana a cumplir,
y la otra no, pero por caso fortuito por lo que se extingue su obligación (teoría del riesgo,
N.° 1.205), y finalmente, si la obligación no se cumple por hecho o culpa de deudor, nace el
derecho del acreedor a pedir la resolución.
524. La condición resolutoria tácita como sanción, reparación y garantía.
Todas las doctrinas señaladas tienen su parte de verdad, pero también es cierto que el
legislador establece la condición resolutoria tácita como protección al acreedor diligente, y
una sanción al deudor que ha faltado a su compromiso.
El acreedor se ve protegido por la resolución que viene a constituir unida a la
indemnización de los perjuicios, una reparación al daño que sufre por el incumplimiento
imputable, porque recupera su propia prestación, o ya no tendrá que cumplirla, pues ha
quedado sin efecto el contrato.
Es al mismo tiempo una garantía para él, en el sentido amplio de término (N.° 72), en
su doble aspecto, porque frente a la amenaza de verse privado del contrato, el deudor puede
sentirse compelido a cumplir la obligación, y porque en caso de insolvencia de éste, si la
resolución es oportuna, puede evitarse la necesidad de concurrir con los demás acreedores
con el riesgo de no pagarse en forma íntegra.

474
RDJ, T. 30, sec. 2°, pág. 1. Véase Alessandri, ob. cit., T. 2°, N.° 1.632, pág. 491.

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Finalmente, la resolución sanciona enérgicamente al deudor incumplidor, privándolo


de los beneficios del contrato, e imponiéndole además, la obligación de indemnizar los
perjuicios.
525. Características de la condición resolutoria tácita. Dentro de la clasificación de las
condiciones, es:
1.° Resolutoria, ya que tiene por objeto extinguir un derecho;
2.° Es tácita, puesto que el legislador la subentiende en todo contrato bilateral. No
necesitan las partes estipularla, aunque pueden hacerlo, tomando entonces el nombre de
pacto comisorio.
Por ello se ha resuelto que la condición resolutoria tácita es un elemento de la
naturaleza del contrato bilateral, y las partes pueden acordar toda clase de estipulaciones al
respecto,475 en cuanto a su procedencia, renuncia, efectos, etcétera.
3.° Es negativa, pues consiste en que no ocurra un hecho: que una de las partes no
cumpla su obligación;
4.° Es simplemente potestativa, pues depende de un hecho voluntario del deudor.
526. Requisitos de la condición resolutoria tácita. Enunciación.
Para que opere la condición resolutoria tácita es necesario:
1.° Que se trate de un contrato bilateral;
2.° Que haya incumplimiento imputable de una obligación;
3.° Que quien la pide, haya cumplido o esté llano a cumplir su propia obligación, y
4.° Que sea declarada por sentencia judicial.
Los examinaremos en los números siguientes.
527. I. La condición resolutoria tácita sólo opera en los contratos bilaterales.
Que la condición resolutoria tácita tiene lugar únicamente en los contratos con
prestaciones recíprocas es una característica de la institución, como que deriva de su propio
fundamento en la interdependencia de las obligaciones recíprocas de las partes.
La ley lo dice expresamente, ya que el Art. 1.489 comienza diciendo: “en todo contrato
bilateral”.., etc., disposición que no podría aplicarse por analogía por ser doblemente
excepcional, en cuanto establece una modalidad, y más aún porque ella es tácita.
Dentro de los contratos bilaterales, en cambio, se aplica a todos ellos: arrendamiento,476
compraventa, aun forzada,477 permuta,478 edición479 promesa,480 etc.
No hay duda eso sí que principalmente tiene lugar en la compraventa, donde incluso se
la reglamenta especialmente.
Los tribunales han declarado en forma casi unánime que la condición resolutoria tácita
tiene lugar únicamente en los contratos con prestaciones recíprocas.481
Sobre este punto veremos sucesivamente:
1.° La condición resolutoria tácita en los contratos unilaterales;
2.° La resolución en los contratos de tracto sucesivo, y
475
RDJ, T. 53, sec. 1°., pág. 165.
476
Repertorio, T. 4°, 2° ed., pág. 128, N.° 64.
477
G.T. 1922, 2° sem., N.° 254, pág. 1084.
478
G.T. 1871, Nº 48, pág. 15.
479
RDJ, T. 37, sec. 1°, pág. 479.
480
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 28, sec. 1°., pág. 689.
481
Repertorio, T. 42, 2° ed., pág. 114, N.° 3 II. Aisladamente al mutuo, G.T. 1825, N.° 2131 pág. 1.574.

314
LAS OBLIGACIONES TOMO I

3.° La resolución en la partición.


528. A. Situación de los contratos unilaterales.
Se ha discutido en Francia si podría extenderse la resolución por incumplimiento a los
contratos unilaterales. Ya hemos dicho que en nuestra legislación ello no cabe, aunque lo
haya sostenido don Luis Claro Solar.482
En general, la resolución no puede tener lugar en los contratos unilaterales, y
normalmente se traduciría en una anticipación en el cumplimiento de la obligación, una
especie de caducidad del plazo por el incumplimiento.
Y así, en el comodato si el comodatario infringe su obligación de emplear la cosa de
acuerdo al contrato o su uso ordinario, el comodante puede exigir la restitución anticipada e
inmediata de ella, aunque se haya estipulado plazo para la devolución (Art. 2.177);
igualmente, si el acreedor prendario abusa de la cosa dada en prenda, el deudor puede pedir
su inmediata restitución (Art. 2.396, inc. final). Se trata, pues, de obligaciones accesorias
cuya infracción permite exigir el cumplimiento inmediato, mas no resolución.
Donde ella podría tener lugar, en la renta vitalicia, pues si no se pagara la renta cabría
pedir la restitución del precio, la ley la rechaza expresamente (Art. 125) y debe estipularse
para que tenga lugar.
Tampoco si el contrato unilateral llega a ser sinalagmático imperfecto, tendrá
aplicación la resolución, porque en tal caso el acreedor debe indemnizaciones, la el deudor
querrá retener la cosa que las ha producido y no devolverla como ocurriría con la
resolución. Para el primer objeto la ley le otorga el derecho legal de retención (N.° 947).
Y hemos dejado para el último el mutuo, porque es en torno a él que más se ha
discutido el problema, y se ha producido un fallo aislado, aceptando la resolución.483
Efectivamente, debe reconocerse que en el mutuo se justifica si no la resolución, cuando
menos una disposición que permita exigir el cumplimiento anticipado en caso de
incumplimiento parcial, como si deja de pagarse una cuota o los intereses en la oportunidad
convenida. En todo caso, en el estado actual de la legislación nuestra, no es procedente la
resolución.
529. B. La resolución en los contratos detracto sucesivo.
La condición resolutoria tácita opera también en estos contratos, si ellos son bilaterales,
como el arrendamiento, pero toma el nombre especial de terminación y no de resolución,
porque produce efectos diferentes.
Lo que caracteriza a tales contratos es que las obligaciones de las panes se van
cumpliendo y renovando periódicamente (N.° 81), y por ello la terminación opera sólo
hacia el futuro. El contrato se extingue, deja de producir efectos, pero no se alteran los ya
generados. Ellos quedan a firme. Lo que diferencia la terminación de la resolución es que
ésta tiene efectos retroactivos, de que carece totalmente la primera. Y así, en un
arrendamiento a dos años plazo, si el arrendatario paga la renta de los primeros 6 meses,
pero deja entonces de cumplirlas, el contrato puede darse por terminado, pero el arrendador
no deberá restituir las rentas percibidas, porque mal podría a su vez el arrendador devolver
el uso y goce de la cosa arrendada.484

482
Ob. cit., T. 10 N.° 157 págs. 10 y sgtes.
483
Véase nota 50.
484
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 22, sec. 1°, pág. 547, y 29, sec. la, pág. 262.

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530. C. La resolución no tiene lugar en la partición.


La partición, aun cuando se haga por la vía judicial, es un acto complejo, que participa
de ciertos caracteres del contrato, y desde luego puede ser fuente de obligaciones para el
adjudicatario, como por ejemplo en el caso de la adjudicación con alcances, esto es, si a un
interesado se le dan bienes que exceden su cuota en la comunidad y queda debiendo el
saldo.
Hay unanimidad en los autores485 y jurisprudencia486 para negar a los demás interesados
la acción resolutoria, en caso de que el adjudicatario no pague los alcances.
Las razones son varias:
1.° Porque si bien la partición participa de ciertos caracteres del contrato, no lo es, y
menos uno bilateral, y sabemos que la condición resolutoria tácita sólo opera en éstos, no
pudiendo ampliarse su aplicación por analogía, por las razones ya vistas;
2.° Se opone igualmente el efecto declarativo de la partición, pues no obstante los
alcances, se supone que el adjudicatario ha sucedido directamente al causante y no ha
adquirido el derecho de sus comuneros (Art. 1.344).
3.° El Art. 1.348 hizo aplicables a la partición las acciones de nulidad y rescisión, pero
nada dijo de la resolución; cierto que el Art. 1.353 agrega que si no puede o no quiere
intentarlas, el comunero conservará los otros recursos legales para ser indemnizado, pero la
acción resolutoria no es indemnizatoria (N.° 814).
531. II. Incumplimiento culpable de la obligación.
El hecho del cual depende la resolución es el incumplimiento de alguna obligación, por
parte de uno de los contratantes; por ejemplo, el comprador no paga el precio de la
compraventa, el vendedor no entrega la cosa vendida, el socio no entrega el aporte
prometido, el prometiente vendedor se niega a otorgar la escritura definitiva de
compraventa prometida, etc.
Veremos en los números siguientes tanto el incumplimiento como la imputabilidad del
mismo al deudor.
532. A. El incumplimiento.
La condición resolutoria tácita pertenece al capítulo del incumplimiento (N.° 790).487
Cuando estudiemos éste veremos que admite varias clasificaciones; aquí se está hablando
del incumplimiento voluntario imputable. Por ello no procedería la resolución si se deja de
cumplir por haberse extinguido la obligación por algún otro modo, como sería la
novación,488 nulidad, etc.
El incumplimiento también puede ser total o parcial, en dos sentidos: ya sea porque no
se ha cumplido íntegramente una obligación, o porque siendo ellas varias, se han cumplido
algunas y otras no. En ambos casos se ha discutido en doctrina la procedencia de la
resolución.
485
Claro Solar, ob. cit., Tomo 10°. No 160, pág. 175. Manuel Somarriva, Indivisión y Partición, 2° edición.
Santiago, 1956. Editorial jurídica, Tomo 2°, N.° 585, pág. 372. Marcos Silva Bascuñán: La Partición de Bienes,
3° edición. Santiago, 1948, N.° 365, pág. 286.
486
RDJ. Ts. 3, sec. 1°, pág. 66 y 5, sec. la, pág. 400; GT de 1915, sent. 468, pág. 1223 y de 1922, sent. N.°
290, pág. 1.189. Declaró la resolución de una partición, RDJ, T. 46, sec. 1°, pág. 459, pero por falla en la
interposición del recurso.
487
Véase nota 40
488
G.T. de 1875, N.° 1037, pág. 921 En el mismo sentido si ha operado algún modo de extinguir la
obligación: RDJ, TS. 4, sec. 1°, pág. 14; 26, sec. 2°, pág. 26 y 33, sec. 2a., pág. 49.

316
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En Francia se reconoce al juez facultad para negar la resolución aun si hay


incumplimiento imputable, si en su concepto no ha tenido la suficiente gravedad; esta
facultad la derivan de la que le concede al juez el mismo precepto del Art. 1.184 para
otorgar un plazo de gracia al deudor para el cumplimiento. El Código italiano lo dice
expresamente en su Art. 1.455.
En consecuencia, si el deudor ha cumplido parcialmente o el incumplimiento incide en
una obligación secundaria, es posible que no se dé lugar a la resolución, sino únicamente al
cumplimiento si es posible, o la indemnización de perjuicios.
En nuestra legislación se han planteado ambos problemas; y a falta de una disposición
como la del francés, la opinión dominante es que el juez carece de facultades para calificar
en el Código chileno la resolución y debe otorgarla si se cumplen los requisitos de ella.
Quienes así piensan se fundan, además, en la letra misma del Art. 1.489, que no hace
distinción alguna y habla en general de no cumplirse la obligación, y tanto deja ella de
cumplirse si la falta de pago es parcial como si es total.489 Así se ha resuelto reiteradamente.
De ello fluyen dos consecuencias, una plenamente justificada y la otra ya no tanto y
que no podemos compartir.
La primera, que si la obligación se ha cumplido en una parte y en el resto no, procede
la resolución. Es el caso tan frecuente de las ventas a plazo, con pagos fraccionados, en que
el deudor deja de cumplir alguna de ellas, habiendo pagado las demás. Tan procedente es la
resolución que el Art. 1.875 declara que si la compraventa se resuelve por no pago del
precio, el comprador, a su vez, tiene derecho para que se le restituya la parte del mismo que
hubiere pagado (N.° 560).
En cambio, no estamos de acuerdo en que el incumplimiento de algunas obligaciones
del mismo contrato, de carácter totalmente accesorio y secundario, no obstante haberse
cumplido las principales, pueda dar lugar a la resolución.490 En primer lugar, porque puede
dejarse sin efecto un contrato por minucias, y en seguida porque no corresponde a la
esencia de la institución, derivada de la infracción de las obligaciones recíprocas que
constituyen la bilateralidad del contrato: el precio y la cosa en la venta, la renta y el goce en
el arrendamiento, etc.
533. B. La imputabilidad del incumplimiento.
Ya decíamos que no todo incumplimiento dará lugar a la resolución del contrato; debe
ser voluntario e imputable, esto es con culpa o dolo del deudor. Si es por caso fortuito o
fuerza mayor no habrá lugar a la resolución, porque la obligación se habrá extinguido por
otro modo de poner término a las obligaciones: la imposibilidad en el cumplimiento (N.°
1.187), que nuestro Código reglamenta bajo el nombre de pérdida de la cosa debida.
El Art. 1.489 no lo dice así expresamente, pero es obvio que el incumplimiento debe
ser imputable al deudor, por la razón ya señalada, y porque, además, el precepto permite
cobrar perjuicios, y el deudor sólo los debe cuando hay dolo o culpa de su parte (N.° 825).

489
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 18, sec. 1°., pág. 355, 27, sec. 1°, pág. 177 y 37, sec. 1°, pág. 479. En el
segundo caso una persona había adquirido en una casa comercial un automóvil de tal marca, año y modelo,
y sólo le habían respetado la marca, pero el año y modelo eran diferentes. Con toda justicia se acogió la
demanda de resolución. Alessandri, De la compraventa, etc., T. 2°, N.° 1.662 y siguientes, págs. 543 y
siguientes.
490
Dio lugar a resolución por tal concepto, RDJ, T. 35, sec. 1°., pág. 400. En contra: G.T. de 1920, 2° sem.,
N°142, pág. 610.

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Finalmente, en la resolución de la compraventa por el no pago del precio, el Art. 1.873


exige expresamente que el comprador esté en mora de pagarlo en el lugar y tiempo
estipulado.
Así lo ha reconocido la jurisprudencia,491 que además, ha agregado que el deudor debe
estar colocado en mora.492
534. III. El acreedor debe haber cumplido su propia obligación o estar llano a cumplirla.
Tampoco lo dice expresamente el Art. 1.489, pero deriva de las disposiciones que rigen
el incumplimiento. En efecto, veremos en su oportunidad el Art. 1.552, según el cual en los
contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora de cumplir lo pactado
mientras el otro no cumple o se allana a cumplir la suya en la forma y tiempos debidos.
Pues bien, si el acreedor incumpliente demanda la resolución, el deudor le opondrá a su
requerimiento la excepción derivada de dicho precepto y que toma el nombre de excepción
del contrato no cumplido. Cuando lo estudiemos, señalaremos sus características y
requisitos (N.° 941 y siguientes).
Pero desde ya queremos destacar que la jurisprudencia ha reconocido ampliamente la
procedencia de esta excepción a la resolución493 y que existe una verdadera laguna en
nuestra legislación, como en muchas otras en este sentido.
En efecto, la excepción del contrato no cumplido tiene un efecto meramente
paralizador de la demanda contraria, pero no la fuerza sino indirectamente a cumplir.
Normalmente el acreedor se allanará a hacerlo, para poder pedir la resolución o el
cumplimiento, pero bien puede ocurrir que ninguna de las partes quiera cumplir, en cuyo
caso si no lo hacen de común acuerdo no hay solución legal para poner término al contrato,
que quedará en el aire hasta que alguna de las partes se decida a cumplir o se venzan los
plazos de prescripción.
Ante nuestros tribunales se han presentado dos casos en que el promitente vendedor
pedía la resolución de una promesa de venta porque el promitente comprador no había
cumplido su obligación, y ése se defendió alegando que el primero tampoco había cumplido
la suya. La Corte Suprema, reconociendo la existencia de la laguna jurídica, optó por dar
lugar a la extinción del contrato, ya que ninguno de los contratantes quería seguir ligado por
el vínculo jurídico, pero no a la indemnización de perjuicios que requiere mora, y en este
caso no podía existir para ninguna de las partes, de acuerdo al citado Art. 1.552.494
535. IV. La condición resolutoria tácita requiere sentencia judicial.
Vimos en su oportunidad que la condición resolutoria ordinaria opera de pleno
derecho, por el solo hecho de producirse el evento previsto para la resolución (N.° 520).
En cambio, la condición resolutoria tácita no opera de pleno derecho, sino que requiere
sentencia judicial. El Código francés lo dijo expresamente, y el nuestro no, pero igualmente
la jurisprudencia y doctrina son unánimes al respecto.495

491
RDJ, T. 33, sec. 1°., pág. 486.
492
Repertorio, T. 42, 2° ed., pág. 115, N.° 6.
493
Repertorio, Tomo 41, 2° ed., pág. 115, N°7
494
RDJ, Ts. 28, sec. 1°, pág. 689 y 57, sec. 1°., pág. 274.
495
Por vía ejemplar, RDJ, Ts. 48, sec. 1°., pág. 574; 60, sec. 1°, pág. 58; 61, sec. 1°, pág. 58 y 65, sec. 1°,
pág. 314. Fallos del mes, N.° 119, pág. 217, sentencia N.° 5. Se ha sostenido aisladamente -Alessandri cita a
don Ruperto Bahamondes en tal sentido en ob. cit., pág. 161-que la resolución se produce al solicitarse y la
sentencia se limita a constatarla, lo que tendría como consecuencia que el pago posterior no la inhibe. Véase
también al mismo Alessandri, De la Compraventa, etc., T. 2°, N.° 1.682, págs. 590 y siguientes.

318
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Lo prueba la letra del precepto que comienza diciendo en su inc. 2.° “pero en tal caso”,
expresión que no tiene otro sentido que contraponer los efectos de la condición resolutoria
tácita a la ordinaria. Es como decir: pero entonces la extinción no se produce de pleno
derecho, sino que el acreedor puede pedirla u optar por el cumplimiento. Y al decir que el
acreedor puede pedirla, está demostrando que no ha operado aún, pues de no ser así no
habría necesidad de solicitarla.
Se ha dicho también que prueba lo mismo el hecho de que el acreedor pueda pedir el
cumplimiento, y que si le es posible hacerlo es porque el contrato no está resuelto, porque si
así fuera la obligación estaría ya extinguida. Se die que mal puede exigirse el cumplimiento
de una obligación que ya terminó. Pero la verdad es que el argumento no es convincente,
porque el Art. 1.487 establece para toda condición resolutoria, incluidas, naturalmente,
tanto la ordinaria como la tácita, la posibilidad para el acreedor de renunciar la resolución;
en consecuencia, aun cuando ella operara de pleno derecho, al acreedor le bastaría con
manifestar su renuncia, para poder exigir el cumplimiento.
Ello no quita que por las razones claras del texto apuntadas, la condición resolutoria
tácita requiera sentencia judicial, lo que se ha pretendido justificar doctrinariamente
argumentando que si no quedaría al arbitrio del deudor negligente romper el vínculo
contractual, bastándole para ello con dejar de cumplir su obligación. Ya hemos visto que el
argumento es muy débil, porque el acreedor puede renunciar a la resolución y pedir el
cumplimiento, y porque, además, el deudor queda sujeto a la indemnización de perjuicios.
La vedad es que la solución es altamente inconveniente, sobre todo en los tiempos que
corren, porque da al deudor la posibilidad de postergar el pago durante toda la secuela del
juicio ordinario, como es el de resolución, y cumplir la obligación posteriormente, si es de
dinero, con moneda desvalorizada.
o La única justificación real es el derecho optativo del acreedor, pues es preciso que
éste se pronuncie por cuál de los caminos va a tomar: si el de la resolución o del
cumplimiento, decisión que importa no sólo al deudor, sino a terceros. Las legislaciones
más modernas, como la alemana, suiza, polaca, austriaca, italiana, etc., han solucionado el
punto, estableciendo un requerimiento al deudor para que cumpla o quede constituido en
mora, ocurrido lo cual el acreedor pronuncia su opción, o queda resuelto ipso facto el
contrato. Pero posteriormente ya no se puede cumplir la obligación en el curso del juicio
(Arts. 1.453, inc. final, y 1.454 del Código italiano).
En nuestra legislación, en cambio, el acreedor tiene que demandar la resolución por
medio de la acción resolutoria (N.° 545), y como ella no se produce mientras no es
declarada, el deudor puede, según decíamos, pagar la obligación impidiendo la resolución
hasta el momento en que se dicte la sentencia respectiva. Así lo han estimado en forma
unánime la doctrina y jurisprudencia.496
De acuerdo al Art. 310 del C.P.C., la excepción perentoria de pago de la deuda que se
funde en antecedente escrito puede oponerse hasta la citación para sentencia en primera
instancia y hasta antes de la vista de la causa en segunda. Hasta ese momento el deudor
puede pagar.497
496
Véase Repertorio, T. 4°, 2° ed., pág. 120, N.° 125. Por excepción en contra G.T. 1915, l° sem., N.° 349,
pág. 868 y 1917, 2° sem. N.° 306, pág. 983.
497
Igual nota anterior, y RDJ, Ts. 48, sec. 1°, pág. 547, y 65, sec. 1°, pág. 314. Un fallo publicado en la
RDJ, T. 60, sec. 2a, pág. 106, sostiene que en tal caso el deudor no opone excepción de pago, y no se aplica
el precepto citado, porque con ello cumple el objeto mismo del juicio, y por tanto pueden pagar en cualquier
momento, lo que es un evidente error.

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Si el acreedor se niega a recibir el pago, el deudor deberá hacerlo por consignación


(N.° 628).498 junto con el pago de la deuda misma, debe hacerlo de sus intereses, si los hay,
y de las costas judiciales, porque son gastos del pago499.
536. Paralelo entre la condición resolutoria ordinaria y la tácita.
Se asimilan por sus características y efectos, que son en general los mismos, difieren
únicamente:
1.° En la ordinaria, el hecho futuro e incierto del cual depende la resolución puede ser
cualquiera, menos el incumplimiento de una obligación de un contrato bilateral, que es
precisamente el evento de que ella depende en la resolutoria tácita;
2.° Esta se subentiende en todo contrato bilateral; la ordinaria se aplica a cualquier
negocio jurídico, pero siempre que se la estipule;
3.° La condición resolutoria ordinaria opera de pleno derecho, y la tácita en virtud de
sentencia judicial;
4.° En la primera, sólo hay resolución, nunca por sí sola da derecho al cumplimiento ni
a la indemnización de perjuicios; en la tácita, hay incumplimiento, derecho optativo del
acreedor al cumplimiento o la resolución y en ambos casos, indemnización de perjuicios;
5.° En ésta, el deudor puede atajarla pagando; la ordinaria no puede ser enervada
porque se produce de pleno derecho; y
6.° La condición resolutoria tácita debe demandarla el acreedor, mientras que la
ordinaria puede hacerla efectiva a quien interese la resolución.

Párrafo 3.°
EL PACTO COMISORIO
537. Concepto y reglamentación.
El Código se refiere al pacto comisorio en el párrafo 10 del Título 23 del Libro 4.°, que
es el título de la compraventa. Quiso prevenir con ello algunos inconvenientes de
interpretación que se presentaban en Francia por no haberse reglamentado esta estipulación,
pero desgraciadamente, lejos de conseguir su objetivo, creó complicaciones mayores, que
afortunadamente hoy día deben considerarse superadas.
El Art. 1.877 dispone: “por el pacto comisorio se estipula expresamente que, no
pagándose el precio al tiempo convenido, se resolverá el contrato de venta.
“Entiéndase siempre esta estipulación en el contrato de venta; y cuando se expresa,
toma el nombre de pacto comisorio, y produce los efectos que van a indicarse”.
El inc. 29 es redundante para evitar malentendidos, porque temió el legislador que se
pensara que por reglamentarse el pacto comisorio, no operaba en la compraventa la cláusula
resolutoria tácita; sin embargo de haberlo dicho en el Art. 1.826, inc. 2.°, para la obligación
del vendedor de entregar la cosa, y en el Art. 1.873, para la del comprador de pagar el
precio.
Enseguida, el mismo inc. 2.° repite al 1.° y han permitido entender que el pacto
comisorio sólo tiene lugar en la compraventa y para la obligación de pagar el precio. Sin
embargo, como lo diremos en el número siguiente, el pago comisorio es de aplicación
498
RDJ, T. 46, sec. 2° pág. 3. Considerada que no es pago por consignación, RDJ, T 61, sec. 1°, pág. 58.
499
RDJ, T. 60, sec. 2°, pág. 106. Véase N.° 619.

320
LAS OBLIGACIONES TOMO I

general a todos los contratos. En consecuencia, el pacto comisorio no es sino la misma


condición resolutoria tácita del Art. 1.489, pero expresada por las partes en el contrato.
538. El pacto comisorio es de aplicación general.
Como lo decíamos, la manera de reglamentar el legislador la institución podría llevar a
pensar que sólo procede en la compraventa y respecto de la obligación del comprador de
pagar el precio.
Pero ello evidentemente no es así, y la condición resolutoria tácita puede estipularse en
cualquier contrato, respecto de cualquiera de las obligaciones de las partes, y desde luego
en la misma compraventa, para la del vendedor de entregar la cosa vendida. 500 Las
principales razones para así concluirlo son varias:
1.° Es sólo una razón histórica la que llevó al legislador a tratar el pacto comisorio en
la compraventa y referido a la obligación de pagar el precio, como un recuerdo de la ley
comisoria romana limitada a ella (N.° 522);
2.° Pero lo más importante es que esta estipulación, aunque el legislador no la hubiere
contemplado expresamente, es perfectamente lícita, porque estamos en el terreno de la
libertad contractual. El Art. 1.489 es meramente supletorio de la voluntad de las partes; de
común que era la condición resolutoria tácita pasó a subentenderse, pero no se divisa qué
inconveniente puede haber para que las partes estipulen aquello que sin el paca de todos
modos va a existir por disposición de ley, y
3.° Las partes pueden estipular cualquier hecho posible y lícito como condición
resolutoria, aun el más caprichoso, ¿por qué no podrían convenir que lo fuera el
incumplimiento de una obligación?
Nada de raro tiene, pues, que los autores y jurisprudencia se inclinen en este sentido, 501
y que la cláusula sea muy frecuente en los arrendamientos y promesas de contrato.
Hasta aquí la impresión legislativa no ha producido mayores tropiezos, pero sí
comienzan a aparecer cuando se trata de dilucidar por qué normas se rige el pacto
comisorio en otros contratos, si por las mismas dadas por el legislador en los Arts. 1.878 y
siguientes, o por las generales de la condición resolutoria tácita y de la ordinaria, problema
a que nos abocaremos una vez enunciada la clasificación del pacto comisorio, que es
esencial para su solución.
539. Pacto comisorio simple y calificado.
Es ésta una distinción que ha hecho la doctrina; el primero se limita a reproducir el Art.
1.489, y estipular, en consecuencia, que el contrato se resolverá en el caso de que alguna de
las partes no cumpla lo pactado.
El pacto comisorio calificado o con cláusula de resolución ipso facto se caracteriza por
esto último, es decir, porque las partes han buscado alterar los efectos normales de la
resolución, conviniendo que el contrato se resuelva de pleno derecho de inmediato por el
solo incumplimiento.
La diferencia, pues, estriba en que el pacto comisorio simple no altera las reglas ya
estudiadas de la condición resolutoria tácita, mientras que el calificado sí. Veremos la
influencia que ello tiene en los números siguientes.
500
Creemos que tampoco hay inconveniente para estipular la resolución por incumplimiento en los
contratos unilaterales, con el efecto propio de anticipar el cumplimiento (N° 528). La mejor prueba la da el
Art. 2.271 que lo acepta en la renta vitalicia.
501
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 11, sec. 1°, pág. 481, y fallos de la nota 76.

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540. I. El pacto comisorio simple.


Como decíamos, el pacto comisorio simple no difiere mayormente de la condición
resolutoria tácita, y en consecuencia, como ésta, requiere de sentencia judicial que declare
la resolución, y el deudor puede pagar en el curso del juicio.
El legislador dio normas para la compraventa por no pago del precio en el Art. 1.878:
“por el pacto comisorio no se priva al vendedor de la elección de acciones que le concede el
Art. 1.873, y éste a su vez, dispone: “si el comprador estuviere constituido en mora de
pagar el precio en el lugar y tiempo dichos, el vendedor tendrá derecho para exigir el precio
o la resolución de la venta, con resarcimiento de perjuicios”.
No hay duda que este pacto comisorio requiere sentencia judicial, porque la ley da
derecho al acreedor a exigir la resolución, con lo cual queda dicho que ella aún no se ha
producido.
Por otro lado, nada hay en la estipulación de las partes que indique el deseo de alterar
las reglas legales normales, que son para el incumplimiento, las de la condición resolutoria
tácita del Art. 1.489; si el pacto comisorio no es sino ésta estipulada, no se ve por qué razón
va a producir otros efectos si los contratantes nada han dicho en tal sentido.
El punto es más discutible en los demás contratos en cuanto a las normas que se
aplican, pero no en lo que respecta a la forma en que opera, pues siempre requiere sentencia
judicial, cualquiera que sea la solución que se dé al primer punto.
En efecto, para algunos, habiendo el legislador reglamentado el pacto comisorio en la
compraventa para el caso de no pagarse el precio, las mismas normas deben aplicarse a las
demás obligaciones de este contrato y en los otros en que se estipule, por la analogía que
existe.
Desde luego, con esa posición no hay duda que el pacto operará previa sentencia
judicial, pero ello tiene, además, importancia en otro aspecto: se le aplicaría el plazo
especial de prescripción de 4 años del Art. 1.880, y no el de la condición resolutoria tácita,
que es el general de 5 años (N.° 551)502
Otros, en cambio, sostienen, y es a nuestro juicio la interpretación correcta, que el
pacto comisorio en los demás contratos y en la misma compraventa para otras obligaciones
que no sean la de pagar el precio no fluye de la reglamentación legal, sino que se sustenta
exclusivamente en la libertad de convenciones, por lo cual no hay razón para aplicarle
dichos preceptos en forma analógica, dado que son excepcionales. En consecuencia, si las
partes nada han dicho sobre la forma en que operará, rigen las normas supletorias dadas por
el legislador para la misma situación, y que son las de la condición resolutoria tácita. Nada
hay efectivamente en la convención que pretenda derogarla. En consecuencia, existe el ya
estudiado derecho de opción del acreedor, la resolución se produce con la sentencia
judicial, pero no se alba el plazo de prescripción especial del Art. 1.880.
En conclusión, el pacto comisorio simple no es sino la condición resolutoria tácita
estipulada y produce los mismos efectos de ésta, sea en la compraventa o en cualquier otro
contrato, con la sola salvedad que en la primera, en caso de no pego del precio, está sujeta a
prescripción especial.

502
Alessandri, De la compraventa, etc., ob.cit., T.2°, N.° 1.702, págs. 652 y sigtes.

322
LAS OBLIGACIONES TOMO I

541. II. El pacto comisorio calificado.


Dispone el Art. 1.879: “si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido,
se resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo
subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas siguientes a la
notificación judicial de la demanda”.
Lo que caracteriza el pacto comisorio calificado es esta estipulación de resolución ipso
facto, en que ya las partes pretenden alterar los efectos normales de e la. Naturalmente que
no es necesario utilizar esta frase o expresión, sino cualquiera equivalente: sin necesidad de
juicio, de pleno derecho, inmediatamente, etcétera.503
Vuelve a aparecer aquí si que con más intensidad la discusión respecto a cómo opera
en cae caso el pacto comisorio, y la jurisprudencia,504 y doctrina, tienden a uniformarse en
orden a distinguir entre la compraventa por no pago del precio, y toda otra estipulación de
resolución ipso facto.
542. A. El pacto comisorio calificado en la compraventa y por no pago del precio.
Ese paso se rige por el Art. 1.879 antes transcrito; como puede apreciarse, el precepto es
limitativo. Altera la estipulación de las partes, porque lo que ellas han dicho es que el
contrato se resolverá ipso facto, por el solo incumplimiento, y aun en tal caso la ley le da la
posibilidad al comprador de hacerlo subsistir pagando el precio en el brevísimo plazo que
otorga.
Pero se ha discutido cuándo se produce la resolución, si al dictarse la sentencia judicial
o al transcurrir dicho término de 24 horas. No se controvierte mayormente si se requiere
juicio; ello es evidente por las siguientes razones:
1.° Porque el Art. 1.878, en relación con el Art. 1.873, según hemos dicho, permite al
vendedor en el pacto comisorio optar entre pedir la resolución y el pago del precio, y tan
pacto comisorio es el simple como el calificado del Art. 1.879, ya que este precepto está en
el Párrafo intitulado: “del pacto comisorio”.
Pues bien, si el acreedor debe pedir la resolución es porque ella no se ha realizado de
pleno derecho;
2.° Además, el Art. 1.879 permite al deudor hacer “subsistir” el contrato, sin embargo
de la estipulación; ello revela que ésta no produce su efecto normal de dar por terminado de
pleno derecho el contrato, y, por otra parte, sólo puede hacerse “subsistir” algo que no esté
extinguido, y
3.° Finalmente, el plazo que la ley otorga al deudor para hacer subsistir el contrato se
cuenta desde la notificación judicial de la demanda, lo que prueba que es necesario un
juicio.
Sin embargo, como decíamos, para algunos la resolución se produce al dictarse la
sentencia que acoge la demanda, mientras que para otros una vez que transcurren las 24
horas sin que el deudor cumpla su obligación. 505 En todo caso, lo que es evidente es que el
comprador no puede pagar si han transcurrido más de 24 horas desde la notificación de la
demanda.
Este plazo es fatal, ya que se utiliza la expresión “en” (N.° 459), y es muy curioso
porque es de horas. Debe tenerse cuidado, porque no es un día, sino 24 horas, y así, por
503
Por vía de ejemplo, RDJ, T. 17, sec. 1°, pág. 117, T. 46, sec. 1°, pág. 599; T. 65 sec. 2a., pág. 22.
504
Véase la jurisprudencia del Art. 1.879 en Repertorio, T. 62, págs. 255 y siguientes,
505
Barros Errázuriz, ob. cit., T. 3°, pág. 165, y Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.° 111, pág. 135. En contra
Alessandri, De la compraventa y la promesa de venta, T, 2°, pág. 663, N.° 1.784 y siguientes.

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ejemplo si la demanda se notifica a las 10 de la mañana, puede pagarse hasta las 10 de la


mañana del día siguiente; en cambio, si el plazo fuera de 1 día, podría pagarse hasta la
medianoche del día siguiente al de la notificación. Dentro de este plazo debe pagarse el
precio, o la parte exigible del mismo con sus accesorios, y si el acreedor lo resiste, deberá
recurrirse al procedimiento de la consignación.
En conclusión, no hay más diferencia, según la opinión más generalizada, entre la
condición resolutoria tácita y el pacto comisorio simple, por un lado, y el calificado en la
compraventa por no pago del precio que el plazo que tiene el deudor para pagar, que es de
24 horas para cae último y de todo el juicio en los dos primeros. Tanto el pacto comisorio
simple como el calificado en la compraventa por no pago del precio prescriben de acuerdo
al plazo especial del Art. 1.880. No así la condición resolutoria tácita que lo hace de
acuerdo a las reglas generales (N.° 551).
543. B. El pacto comisorio calificado en los demás casos.
Es un problema que ha dado mucho quehacer, pero que hoy en día debe considerarse
ya superado, siendo las siguientes las conclusiones:
1.° Puede estipularse la resolución ipso facto en cualquier contrato 506 y aun en la misma
compraventa en otras obligaciones que no sean del pago del precio, y para ello puede
utilizarse cualquier expresión. Basta con que quede claramente establecido que no es
necesaria la intervención judicial;
2.° Ello deriva de la voluntad de las partes y no de la norma del Art. 1.879, que es
limitativa, y, en consecuencia, se aplica únicamente para el caso previsto, y
3.° La estipulación de las partes debe respetarse, y, en consecuencia, la resolución se
produce de pleno derecho, tal como ellas lo han querido y por el solo hecho del
incumplimiento la sentencia judicial se limitará a constatar la resolución ya producida.
Así lo han declarado todos los últimos fallos de nuestros tribunales, relativos a los
contratos de promesa y de arrendamiento, en que son frecuentes las estipulaciones de este
tipo;507
4.° El acreedor puede, de acuerdo a la regla general del Art. 1.487, renunciar a la
resolución ya producida, porque está establecida en su exclusivo beneficio, y, en
consecuencia, pedir el cumplimiento.
Ha habido opiniones contrarias a lo aquí expuesto, y que pretendían que si era lícito
estipular pacto comisorio con cláusula de ipso facto en otros contratos, delta aplicársele por
analogía el Art. 1.879, y en consecuencia resolver que el deudor puede enervar la
resolución pagando dentro de las 24 horas siguientes a la notificación de la demanda. Por
tanto, requerirla también de un juicio para obtener la resolución.
No estamos en absoluto de acuerdo con semejante opinión,508 y creemos que la
expuesta al comienzo de este número es la correcta, principalmente por las siguientes
razones:
1.° Que eso es lo que las partes han estipulado: que el contrato se resuelva de pleno
derecho, que no haya intervención judicial, que la resolución se produzca sin necesidad de
506
También en uno unilateral. Véase Nota 70.
507
RDJ, Ts. 24, sec. 1°, pág. 716; 37, sec. la, pág. 404; 41, sec. 1°., pág. 481; 46, sec. 1°., pág. 109, con
un interesante comentario de Víctor Santa Cruz; 51, sec. 2°, pág. 81; 52, sec. la, pág. 134; 54, sec. 1°, pág.
57 y 65, sec. 2a, pág. 22, con un acabado estudio doctrinario.
En contra, G.T. de 1889, T. 12, N.° 1.415, pág. 964.
508
Por no aplicarse las reglas de la compraventa, este pacto comisorio prescribe de acuerdo a las reglas
generales y no al Art. 1.880 (N° 551).

324
LAS OBLIGACIONES TOMO I

requerimiento ni juicio alguno, ipso facto, inmediatamente por el solo incumplimiento, etc.,
y no se divisa qué razón puede haber para prescindir de la convención de los interesados.
De acuerdo al Art. 1.545, semejante estipulación es una ley para las partes, y no puede
ser invalidada sino por causal legal o ser contraria a las buenas costumbres o el orden
público. No se ve en qué sentido ella podría vulnerarlos, cuando las partes pueden convenir
cualquier condición resolutoria, y ella resolverá ipso facto, de pleno derecho, el contrato
(N.° 520), ¿por qué no podría hacerlo el incumplimiento?
2.° El legislador subentiende la condición resolutoria tácita en todo contrato bilateral;
es ella un elemento de la naturaleza del contrato, y las partes pueden libremente alterarla,
ya sea derogándola para el que celebran, ya sea sometiéndola a otros requisitos, y también
sus efectos, y entre ellos el momento y forma en que opera;
3.° El legislador reglamentó el pacto comisorio en la compraventa y sólo para la
obligación del pago del precio. No hay razón alguna para extender su aplicación, lo que
desde luego no puede hacerse por analogía por su carácter prohibitivo. En efecto, en el
fondo inhibe a las partes en dicho caso para prescindir de los tribunales. Además, que en la
compraventa el legislador tiene razones muy especiales para impedir que ella quede sin
efecto, por las complicaciones que puede importar para la circulación de los bienes, y por
ello da toda clase de oportunidades al deudor para pagar, llegando incluso a vulnerar la
estipulación de las partes. Pero tales razones no militan, por ejemplo, en el arrendamiento o
promesa de contrato, que no son títulos translaticios de dominio;
4.° A falta de reglamentación especial, la regla general en caso de incumplimiento es la
condición resolutoria tácita, y por eso en el simple considerábamos que ella se aplica; pero
en el calificado, en cambio, las partes han manifestado claramente su voluntad de que ella
no rija, y en consecuencia no cabe sino aplicar la regla más general, la que es propia de
todas las condiciones, que operan de pleno derecho, sin necesidad de declaración judicial;
5.° Finalmente, se ha sostenido que de aceptarse esta teoría estaríamos ante una
condición meramente potestativa dependiente de la sola voluntad del deudor, ya que a éste
le bastaría no cumplir su obligación a su solo capricho para dejar sin efecto el vínculo.
Bastaría, por ejemplo, al arrendatario con dejar de pagar la renta.
Pero este argumento ya lo hemos descartado, porque creemos que no resiste mayor
análisis, ya que olvida la norma del Art. 1487 común para toda condición resolutoria (N.°
549), en cuya virtud el acreedor puede renunciar a la resolución ya producida, y podría, en
consecuencia, siempre usar el derecho de opción con una variante: o da por resuelto el
contrato de pleno derecho, sin que el deudor pueda enervarla pagando,509 o renuncia a la
resolución y pide el cumplimiento del contrato. Y en ambos casos le queda a salvo la
acción de indemnización de perjuicios.
Para terminar, digamos que el Código Italiano ha resuelto todo el problema de la
“cláusula resolutoria expresa” en un solo precepto: el Art. 1.456: la resolución se produce
de pleno derecho cuando el acreedor declare a la otra parte que quiere valerse de la cláusula
resolutoria. Así le queda a salvo la posibilidad al acreedor, pero sólo a él, de perseverar en
el contrato.

509
Que la resolución opere de pleno derecho tiene para el acreedor otras trascendencias fuera de ésta
que el deudor no puede pagar en el juicio. Así en el arrendamiento, el arrendador puede demandar
directamente de restitución de la cosa arrendada, sin necesidad de pedir la terminación del contrato; en la
promesa, disponer del objeto prometido, etcétera.

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Párrafo 4.°
LA ACCIÓN RESOLUTORIA
544. El derecho de opción del acreedor.
Hemos visto que en el caso de incumplimiento de una obligación emanada de un
contrato bilateral el acreedor tiene una opción: o pedir el cumplimiento o la resolución, y en
ambos casos la indemnización de perjuicios, la que se gobiema por las reglas generales, por
lo cual nos remitimos a su tratamiento en la Parte siguiente de esa obra (N.° 811 y
siguientes).510
Según el Art. 1.489, el derecho de opción lo ejercita el acreedor a su arbitrio, de
manera que no podría oponerse por el deudor el abuso del derecho (N.° 228, 1.°).
El acreedor no puede solicitar el cumplimiento y la resolución,511 porque son acciones
totalmente incompatibles, pero podría hacerlo siempre que una sea subsidiaria de la otra
(Art. 17 del C.P.C.), y así solicitar el cumplimiento, y para el caso de no ser éste posible,
que se declare resuelto el contrato.
Aunque ha habido mucha vacilación injustificada en la jurisprudencia,512 no habría
inconveniente alguno para que el acreedor demandara primero el cumplimiento, y luego
abandonara esta petición para exigir la resolución y viceversa;513 no hay cosa juzgada entre
un juicio y el otro.
El cumplimiento se pedirá por la vía ejecutiva, si el título es ejecutivo (N.° 799), o por
la ordinaria, en caso contrario; si la obligación no tiene un plazo especial, prescribirá en 3
años como ejecutiva, y en 5 como ordinaria (N.° 1.239).
Si el acreedor opta por la resolución, deberá ejercer la acción resolutoria, que pasamos
a estudiar.
545. Concepto de la acción resolutoria.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, la acción resolutoria es la que emana de la
condición resolutoria en los casos que ella requiere sentencia judicial, y en cuya virtud el
contratante diligente solicita que se deje sin efecto el contrato por no haber cumplido la
contraparte alguna de las obligaciones emanadas de él.
La acción resolutoria deriva siempre de la condición resolutoria, pero únicamente en
los casos que ella requiere sentencia judicial, y en consecuencia:
1.° En la condición resolutoria tácita del Art. 1.489;
2.° En el pacto comisorio simple, en todo caso;
3.° En el pacto comisorio calificado en la compraventa por no pago del precio.
La acción resolutoria no procede cuando la resolución se produce de pleno derecho. Es
un error que suele cometerse que la acción resolutoria proviene de la condición resolutoria.
Ello no es así:

510
Se ha resuelto que si el acreedor acepta la indemnización no puede pedir la resolución: RDJ, T. 4, sec.
1°, pág. 344, sentencia criticada justamente por el Sr. Somarriva, Las obligaciones y los contratos ante la
jurisprudencia, pág. 15, N.° 11.
511
RDJ, T. 24, sec. 2a., pág. 60.
512
RDJ, Ts. 24, sec. 1°, pág. 716 y 37, sec. 1°, pág. 404. En contra, G.T. de 1889, T. 1°, N.° 1.415, pág.
964.
513
Claro Solar, ob. cit., T. 10 N.° 171, pág. 193; Alessandri, De la compraventa..., etc., T. 2°, N.° 1.848 y
siguientes, págs. 938 y siguientes.

326
LAS OBLIGACIONES TOMO I

1.° En la condición resolutoria ordinaria, porque ella no requiere sentencia judicial y


opera de pleno derecho, y
Y Aunque se discute, según veíamos, tampoco procede en el pacto comisorio
calificado en otros contratos que no sean la compraventa, y en ésta si se trata de otra
obligación que no sea la de pagar el precio, porque en nuestro concepto la cláusula de
resolución ipso facto produce su pleno efecto, y no se requiere sentencia judicial.
546. Características de la acción resolutoria. Enunciación.
Son las siguientes, dicho a modo de enunciación, las principales características de la
acción resolutoria y que examinaremos en los números que a ése continúan:
1.° Es personal;
2.° Es una acción patrimonial;
3.° Es renunciable;
4.° Es transferible y cedible;
5.° Es prescriptible;
6.° Puede ser mueble o inmueble, según el objeto de que se trate; y
7.° Es indivisible.
547. I. La acción resolutoria es personal.
La acción en estudio emana del incumplimiento de obligaciones contractuales; tiene
por objeto hacer efectivos derechos de crédito, y en consecuencia es una acción personal
que corresponde al contratante diligente en contra del otro contratante que no cumplió
algunas de las obligaciones que le impuso la convención.
Sin embargo de lo dicho, la acción resolutoria puede afectar a terceros principalmente
en los casos de los Arts. 1.490 y 1.491, que luego estudiaremos y que, dicho a modo de
síntesis, permiten dejar sin efecto las enajenaciones y gravámenes efectuados y constituidos
por el deudor en las cosas afectas a la condición resolutoria, tratándose de bienes muebles si
el adquirente estaba de mala fe, y de inmuebles si aquélla constaba en el título respectivo
inscrito.
Podría pensarse que en tales casos la acción es real, o cuando menos mixta, ya que
afectaría a terceros que han adquirido derecho sobre la cosa sujeta a condición. Por
ejemplo, A vende a B un inmueble en $ 100.000 y se quedan debiendo $ 50.000 del precio.
Si B vende a C el inmueble sin haber pagado los $ 50.000 adeudados, A podrá reivindicar
la propiedad de manos de C, una vez declarada la resolución.
Pero ello no se debe a que la acción resolutoria sea real o mixta, sino a que la acción
reivindicatoria se funda en el efecto retroactivo de la resolución: mediante la ficción de la
retroactividad, en el ejemplo se supone que A nunca dejó de ser dueño del inmueble, y
como es un dueño sin posesión, puede ejercer la acción reivindicatoria.
No hay inconveniente para que se deduzcan conjuntamente la acción resolutoria contra
1 deudor condicional y la reivindicatoria contra el poseedor; en el ejemplo, contra B, la
primera, y C, la segunda, de acuerdo a lo dispuesto en el Art. 18 del C.P.C.: “en un mismo
juicio podrán intervenir como demandantes o demandados varias personas, siempre que se
deduzca la misma acción, o acciones que emanen directa e inmediatamente de un mismo
hecho” .La una será consecuencia de la otra, y la jurisprudencia así lo ha reconocido.514
514
RDJ, Ts. 10, sec. la., pág. 507, y 21, sec. 1°., pág. 616; Alessandri, ob. cit., T. 2°, N.° 1.738 y siguientes;
págs. 746 y siguientes.

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Igual ocurre con la nulidad, que siendo acción personal, se puede entablar
conjuntamente con la reivindicatoria, porque también en tal caso se trata de acciones que
emanan directa e inmediatamente del mismo hecho, justamente en las actas de la Comisión
Mixta que revisó el C.P.C., quedó constancia de que el precepto se refería principalmente a
las acciones de nulidad y resolución en relación con la reivindicación consecuencial a
ellas.515
548. II. La acción resolutoria es patrimonial.
La acción resolutoria es una acción netamente pecuniaria, susceptible de expresarse en
dinero, puesto que persigue dejar sin efecto un contrato patrimonial. No procede en los
actos de familia.
Y por ser de interés meramente privado, es renunciable, transmisible, etc., según
veremos en los números siguientes.
549. III. La renuncia a la resolución.
El acreedor puede renunciar a la acción resolutoria puesto que está establecida en su
solo beneficio. A esta conclusión llevo la regla general del Art. 12, pero hay, además, una
disposición especial en el Título 4.° de las obligaciones condicionales, para la condición
resolutoria en general.
En efecto, el Art. 1.487 declara que cumplida la condición resolutoria, debe restituirse
lo que se ha recibido bajo tal condición, “a menos que ésta haya sido puesta en favor del
acreedor exclusivamente, en cuyo caso podrá éste, si quiere, renunciarla”.
El precepto se refiere a la condición resolutoria en general, pero no hay inconveniente
en aplicarlo a la tácita del Art. 1.489; así se ha fallado.516
La renuncia puede ser expresa o tácita, anterior a su cumplimiento o una vez producido
el incumplimiento del deudor.
Es expresa la que se efectúa en términos formales y explícitos. De acuerdo a la parte
final del Art. 1.487, el acreedor puede ser obligado por el deudor a que se pronuncie si hará
uso de la facultad que este precepto le confiere para hacerlo.
Es tácita la que deriva de actos del acreedor que revelen su intención de renunciar la
acción resolutoria; ya hemos dicho que aun cuando la jurisprudencia ha vacilado al
respecto, el solo hecho de pedir el cumplimiento no importa renuncia a la resolución.517
No hay inconveniente alguno para que el acreedor renuncie a la acción resolutoria en el
mismo contrato bilateral o con posterioridad y antes del incumplimiento.
550. IV. La acción resolutoria es transmisible y transferible.

515
Sesión N.° 23: “El señor Urrutia observa que nacen directa e inmediatamente de un mismo hecho la
acción reivindicatoria que fluye de la nulidad, resolución o rescisión de un acto o contrato. Personales, las
acciones rescisoria, de nulidad y resolutoria, se dirigen contra el contratante con el fin de terminar los
efectos o anular los actos contractuales: pero como de la infracción declarada hay derecho para deducir la
acción real contra terceros, como lo establecen especialmente los artículos 1.490, 1.491 y 1.689 del Código
Civil, es útil en todos conceptos que ambas acciones puedan tramitarse en un mismo juicio. De este modo la
sentencia sobre la acción personal empecerá al poseedor contra quien se reivindica”.
516
RDJ, T. 53, sec. 1°, pág. 165.
517
Se ha resuelto que renuncia tácitamente el acreedor que se adjudica en remate la propiedad en el
juicio de cumplimiento. RDJ, T. 30, sec. 1°, pág. 277; y el que acepta pagos parciales: RDJ, T. 16, sec. 1°, pág.
34.

328
LAS OBLIGACIONES TOMO I

En consecuencia, podrán deducirla los herederos y cesionarios del acreedor 518 y


deberán soportarla los herederos del deudor, todo ello de acuerdo a las reglas generales, a
las cuales no hay excepción alguna.
551. V. Prescripción de la acción resolutoria.
La prescriptibilidad es la regla general de las acciones, máxime si son patrimoniales, y
la resolutoria no escapa a ella.
Pero debe distinguirse el pacto comisorio en la compraventa por no pago en el precio,
que tiene regla especial, de las demás acciones resolutorias, que emanan de la condición
resolutoria tácita y otros pactos comisorios.
Para éstos no existe plazo de prescripción, por lo cual se aplicará la regla general del
Art. 2.515,519 y en consecuencia la acción resolutoria prescribe como acción ordinaria que
es a los 5 años contados desde que la obligación se hizo exigible. La acción resolutoria no
puede ser ejecutiva, porque es menester que se pruebe y establezca en el pleito el
incumplimiento, que no puede constar en el título (N.° 799).
Para el pacto comisorio hay plazo especial en el Art. 1.880: “El pacto comisorio
prescribe al plazo prefijado por las partes, si no pasare de cuatro años, contados desde la
fecha del contrato. Transcurridos estos cuatro años, contados desde la fecha del contrato.
Transcurridos estos cuatro años, prescribe necesariamente, sea que se haya estipulado un
plazo más largo o ninguno”.
Como en todo lo relacionado con el pacto comisorio hay problemas respecto de este
precepto, principalmente en cuanto a su aplicación:
1.° Nos parece evidente que se aplica tanto al simple como al calificado,520 esto es,
tanto al caso del Art. 1.878 como al del 1.879.
2.° Creemos, igualmente, que se aplica solamente en la compraventa por el no pago del
precio, y no en otros pactos comisorios en la misma compraventa o en otros contratos. Esta
opinión no es naturalmente compartida por quienes son partidarios de aplicar a estos pactos
comisorios por analogía las reglas de la compraventa:
3.° Se aplica en la compraventa por no pago del precio siempre que se haya estipulado
pacto comisorio, pero no si está operando la condición resolutoria tácita. Así se ha resuelto
en general, aunque aisladamente se haya fallado lo contrario,521 y
4.° Finalmente, el precepto contiene una grave anomalía, porque la prescripción,
contrariamente a la regla general, se cuenta desde la fecha del contrato y no desde que la
obligación se hizo exigible, y de ahí que la acción puede estar prescrita antes de nacer. Por
ejemplo, en una compraventa se otorgan al deudor 5 años para el pago del precio y se
estipula pacto comisorio. Si a los 5 años el comprador no paga el precio, la acción
resolutoria estaría ya prescrita porque han pasado 4 años desde el contrato. Y no podría el
acreedor pretender que no entabla la acción resolutoria del pacto comisorio, sino la

518
Alessandri, De la compraventa.... etc., ob. cit., T. 29, N.° 1.729, pág. 733, cree que en la cesión de
crédito no se traspasa la acción resolutoria In estipulación expresa, lo que nos parece erróneo.
519
RDJ, T. 21, sec. la, pág. 616; T. 12, sec. 1°, pág. 143.
520
G.T. de 1925, 2° sem., N.° 88, pág. 460. En igual sentido, Alessandri, De la compraventa.... ob. cit., T.
2°, N.° 1.869, pág. 961.
521
G.T. de 1884. N.° 1705, pág. 1163, RDJ, Ts. 12 sec. la., pág. 143 y 21 sec.1°., pág. 616. Aplica el Art.
1.880 a la condición resolutoria tácita, G.T. de 1884, N.° 109, pág. 83, y hace una combinación extraña, G.T.
de 1869, N.° 645 pág. 320; a esta última se aplica la prescripción de 4 años contados eso sí desde que se
hizo exigible.

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emanada del Art. 1.489, que se cuenta conforme a las reglas generales, porque de su al, el
Art. 1.880 no tendría objeto.
Entre la prescripción de la condición resolutoria tácita y la del pacto comisorio del Art.
1.880, hay tres diferencias:
1.° La de los plazos, 5 y 4 años, respectivamente;
2.° En el momento en que comienzan a correr, según dijimos recién, y
3.° La primera es de largo tiempo común, y se suspende, en consecuencia, en favor de
las personas enumeradas en el Art. 2.509, mientras que la emanada del Art. 1.880 es
especial o de corto tiempo, y de acuerdo al Art. 2.524 no se suspende (N.° 1.264).
552. VI. La acción resolutoria puede ser mueble o inmueble. Aplicando la regla general
del Art. 580, la acción resolutoria será mueble o raíz, según lo sea la cosa
en que recaiga.
Así, la del vendedor de un automóvil, es mueble, y la del vendedor de un bien raíz,
inmueble.
553. VII. La acción resolutoria es indivisible.
Esta indivisibilidad se manifiesta en dos sentidos:
1.° Objetivamente, porque el acreedor no podría pedir en parte cumplimiento y en el
resto la resolución, y
2.° Subjetivamente, porque siendo varios los acreedores, todos ellos deben ponerse de
acuerdo para pedir el cumplimiento o la resolución, y siendo más de uno el deudor no
podría el acreedor exigir a uno el cumplimiento y al otro la resolución.522
554. Paralelo al ha acción resolutoria con otras acciones.
Hay algunas acciones e instituciones que se asemejan a la resolución y que conviene
precisar, porque suelen confundirse en el léxico jurídico, incluso del Código.
A la terminación nos referimos ya en el N.° 529, y no es más que la misma resolución
pero referida a los contratos de tracto sucesivo, siendo la principal diferencia con ella que
carece de todo efecto retroactivo. Nos remitimos a lo dicho, y veremos, en cambio, en los
números siguientes:
1.° La nulidad y rescisión;
2.° La resciliación;
3.° La revocación unilateral, y
4.° La imposibilidad en el cumplimiento.
555. I. Resolución, nulidad y rescisión.
Entre nosotros, con el término nulidad se designa a la absoluta y con el de rescisión a la
relativa, pero el legislador ha usado con mucha frecuencia, equivocadamente, todas estas
denominaciones, porque ellas se parecen, pues dejan sin efecto el acto o contrato, y lo
hacen retroactivamente. Pero se diferencian fundamentalmente:
1.° Porque la nulidad y rescisión suponen alguna infracción a los requisitos de validez
del acto o contrato, que ha nacido viciado, y por ello se le deja sin efecto. En cambio, en la
resolución el acto es perfectamente válido, en sí mismo es inatacable y es un hecho
posterior, el incumplimiento de una obligación, el que permite al acreedor solicitar que se
522
G.T. de 1907, T. 2°, N.° 1.025, pág. 633. RDJ, T, 57, sec, 1°., pág. 253.

330
LAS OBLIGACIONES TOMO I

deje sin efecto el contrato, pero también puede exigir el cumplimiento, precisamente,
porque el acto es válido y eficaz;
2.° La nulidad y rescisión producen efectos radicales; borran totalmente el acto o
contrato; la resolución es de efectos más atenuados; así la nulidad de acuerdo al Art. 1.689
da acción contra terceros sin efectuar las distinciones que realizan los artículos 1.490 y
1.491, para la resolución;
3.° La nulidad procede en toda clase de actos y contratos, mientras que la resolución
únicamente en estos últimos, si son bilaterales;
4.° La acción de nulidad absoluta prescribe en 10 años; la rescisoria en 4, y por regla
general la resolutoria en 5, que pueden ser 4 en el pacto comisorio;
5.° Las reglas ole las prestaciones mutuas son diferentes, y así en la nulidad y rescisión
el deudor de mala fe debe restituir los frutos, mientras que en la resolución ellos no se
devuelven, y no se pagan las mejoras necesarias, mientras debe hacerse en la nulidad y,
rescisión etcétera.
Por ello se ha resuelto que no procede declarar resuelto un contrato si él es nulo.523
556. II. Resciliación y resolución.
A la resciliación o anulación convencional del contrato se refiere el inc. 1.° del Art.
1.567, y la estudiaremos al tratar los modos de extinguir las obligaciones.
Consiste en que las partes, de común acuerdo, dejan sin efecto un contrato que en sí es
perfectamente válido; en esto se diferencia de la nulidad, y de la resolución en que ésta
procede por sentencia judicial, por regla general, y a petición de una de las parten Es
requisito de ella el incumplimiento imputable. En la resciliación basta el acuerdo de las
partes.
La resciliación no puede afectar a los terceros ajenos al acto, y en principio carece de
efecto retroactivo, a menos que las partes se lo confieran.
557. III. Revocación unilateral y resolución.
En el N.° 163 vimos que el contrato puede dejar de producir efectos por la voluntad
unilateral de alguna de las partes, y ello también puede depender de alguna condición, pero
siempre que no sea el incumplimiento.
Si una de las partes puede dejar sin efecto el contrato por su propia voluntad en caso de
incumplimiento, estamos ante un pacto comisorio calificado.
La revocación unilateral opera siempre hacia el futuro, y los actos ya efectuados
quedan a firme.
558. IV. Imposibilidad en el cumplimiento y resolución.
Ambos se asemejan en que existe incumplimiento del deudor, pero mientras en la
condición resolutoria tácita se debe al hecho o culpa de éste, en la imposibilidad en el
cumplimiento al caso fortuito o fuerza mayor (N.° 531).
De ahí que en el incumplimiento imputable, el acreedor tiene una doble vía de acción:
la resolución o el cumplimiento incluso forzado de la obligación, y en ambos la
indemnización de perjuicios. En la imposibilidad no podrá pedirse el cumplimiento, puesto
que precisamente se ha hecho imposible sin culpa o dolo del deudor, ni tampoco
523
RDJ, T. 46, sec. 2°, pág. 79, pero puede demandarse la resolución en subsidio de la rescisión: RDJ, T.
19, sec. la-, pág. 241. Véase Alessandri, De la compraventa.... T. 2°2, N.° 1.635, pág. 498.

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indemnización de perjuicios, porque ésta exige culpa o dolo, y aquí hay caso fortuito (N.°
1.193).
Por otra parte, en la resolución, según veremos, el acreedor se inhibe de cumplir su
obligación o pide la restitución si ya había pagado, mientras que en la imposibilidad es la
teoría del riesgo la que determinará lo que ocurre en el contrato bilateral con la prestación
que no se ha hecho imposible (N.° 1.205).

Párrafo 5.°
LOS EFECTOS DE LA RESOLUCIÓN
559. Los efectos de la condición resolutoria. Referencia.
Si bien existen varias clases de condición resolutoria, los efectos de ellas, sean
ordinarias, tácitas, pacto comisorio simple o calificado, son los mismos. La mayoría ya
están estudiados, y para los de la pendiente nos remitimos a lo dicho en el N.° 518, y de la
fallida al N.° 519.
Tal como dijimos, en este Párrafo estudiaremos los efectos de la resolución, esto es, de
la condición resolutoria cumplida. Ellos se refieren a dos órdenes de materias:
1.° La obligación de restitución del deudor condicional, y
2.° Los efectos que la resolución produce respecto de terceros, en cuanto a las
enajenaciones y gravámenes efectuados y constituidos por el deudor condicional, pendiente
la condición.
Los estudiaremos en los números siguientes.
560. I. Restitución de la cosa.
De acuerdo al Art. 1.487, “cumplida la condición resolutoria, deberá restituirse lo que
se hubiere recibido bajo tal condición”, con la salvedad ya señalada de que el acreedor
puede renunciar a la resolución si ha sido puesta exclusivamente en su beneficio, pudiendo
ser obligado a declarar su determinación, si el deudor lo exigiere.
La restitución de la cosa se hará en los términos ya estudiados, y comunes para todas
las condiciones:
1.° Los aumentos y mejoras pertenecen al acreedor, sin aumento de precio (N.° 503);
2.° Las disminuciones y deterioros los sufre el acreedor, sin tener derecho a rebaja
alguna, salvo culpa del deudor (N.° 504);
3.° Si la cosa se ha perdido fortuitamente, no hay obligación, pero si es culpable, el
deudor debe el precio y la indemnización de perjuicios (N.° 506);
4.° Los frutos producidos por la cosa pendiente la condición, son del deudor (N.° 505);
5.° Los actos de administración del deudor condicional quedan a firme (N.° 500, 4.°).
Finalmente, la resolución por incumplimiento del contrato bilateral produce efectos
ligeramente diferentes, en cuanto a las obligaciones del acreedor, especialmente.
En efecto, mediante la resolución el acreedor exigirá la restitución si ha cumplido su
obligación, pero puede servirle para inhibirse de cumplirla en todo o parte si no lo ha
hecho, pero siempre que haya estado llano al cumplimiento.
Por otro lado, es posible que el deudor haya cumplido en parte su obligación. Es
evidente que en tal caso debe restituírsele lo ya pagado, pues en caso contrario habría un

332
LAS OBLIGACIONES TOMO I

enriquecimiento sin causa para el acreedor, ya que por un lado se le restituye la cosa dada o
pagada por él, o se inhibe de darla o pagarla, y por el otro, recibe su parte del precio.
Así lo dijo el Art. 1.875, inc. 2.° para la resolución de la compraventa por no pago del
precio: “el comprador tendrá a su vez derecho para que se le restituya la parte que hubiere
pagado del precio”, y así se ha fallado.524
561. II. La resolución y las enajenaciones y gravámenes a terceros.
Nuestro Código cuenta entre sus grandes méritos que, salvo algunos ripios de menor
cuantía, se caracteriza por la excelente redacción de sus disposiciones, pero tal cualidad la
perdió en los Arts. 1.490 y 1.491, que pasamos a estudiar. A través de los distintos
Proyectos del Código se notan las vacilaciones del señor Bello entre la aplicación lisa y
llana de la retroactividad, solución que dio en un comienzo de su tarea (N.° 498), y la
protección de los intereses de los terceros.
Aplicado integralmente el principio retroactivo, todos los actos de disposición del que
tenía o poseía una cosa bajo condición resolutoria, efectuados mientras la condición estuvo
pendiente, deberían quedar sin efecto, porque emanaban de quien se considera que no ha
sido dueño jamás; como dice el aforismo jurídico: resuelto el derecho del causante, se
resuelve también el del causahabiente.
Pero, por otro lado, la retroactividad no es más que una ficción ¡y la verdad es que el
contrato ha existido y el deudor ha sido poseedor o dueño, comportándose como tal, y de él
proviene el derecho que invoca el tercero. De ahí que, finalmente, el legislador haya
adoptado un criterio transaccional en los Arts. 1.490 y 1.491; no todas las enajenaciones y
gravámenes quedan sin efecto, sino únicamente cuando el adquirente sabía o no podía
menos que saber que el derecho de su causante estaba amenazado de extinción.
El legislador distingue la situación de los bienes muebles, a que se refiere el Art. 1.490,
de la de los inmuebles, reglamentados en el Art. 1.491, diferente tratamiento para unos y
otros que se da en todo el Código, y que es un resabio del derecho romano. En todo caso,
aquí se justifica, pues para los segundos el sistema del Registro Conservatorio permite a los
terceros enterarse de la situación de su tradente, mientras que en los muebles, por su fácil
circulación y la rapidez de las transacciones es difícil que el adquirente pueda hacer tal
averiguación. En todo caso, la idea en ambos es la misma: las enajenaciones y gravámenes
quedarán sin efecto cuando el tercero sabía de la condición (Art. 1.490) o debía saberla por
constar en el título respectivo inscrito (Art. 1.491).
El Art. 1.876, en la resolución de la compraventa por no pago del precio; el 1.882; en
el pacto de retroventa, y el Art. 2.416, en la hipoteca, se remiten expresamente a los Arts.
1.490 y 1.491.
Estudiaremos los problemas a que dan origen estos preceptos a través de los siguientes
aspectos:
1.° En qué casos se aplican ellos y derechos del acreedor;
2.° Actos que quedan afectos a la resolución o reivindicación;
3.° Cuándo ocurre ello en los muebles, y
4.° Cuándo sucede en los inmuebles.

524
RDJ, Ts. 21, sec. 1°., pág. 172 y 65, sec. 2a., pág. 39.

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562.A. Cuándo se aplican los Arts. 1.490 y 1.491 y derechos del acreedor. Antes que
nada conviene tener a la mano el texto de las disposiciones:
Art. 1.490: “Si el que debe una cosa mueble a plazo, o bajo condición suspensiva o
resolutoria, la enajena, no habrá derecho a reivindicarla contra terceros poseedores de
buena fe”.
Art. 1.491: “Si el que debe un inmueble bajo condición lo enajena. o lo grava con
hipoteca, censo o servidumbre, no podrá resolverse la enajenación o gravamen, sino cuando
la condición constaba en el título respectivo, inscrito, u otorgado por escritura pública”.
Existe una profunda división en la doctrina respecto a la interpretación de estos
preceptos; en cuanto al alcance de las expresiones “debe una cosa a plazo, o bajo condición
suspensiva o resolutoria”, que utiliza el Art. 1.490, y “debe un inmueble bajo condición”
del 1.491, y en cuanto al derecho que otorgan respectivamente contra el tercero: de
reivindicación el primero, y de resolución de las enajenaciones y gravámenes, el segundo.
Para algunos525 estos artículos sólo se aplican en el caso de la condición resolutoria,
pero no a la condición suspensiva ni al plazo. El Art. 1.490 los menciona expresamente, y
el Art. 1.491, con una redacción un poco mejor, no se refirió expresamente a ellos, pero
como habló de condición en general podría entenderse que comprende también a la
suspensiva.
Como los preceptos abarcan únicamente a la condición resolutoria, serían incorrectas
las expresiones “de una cosa” que utilizan, por cuanto el deudor resolutorio no adeuda una
cosa, sino que es dueño o poseedor de ella, únicamente que expuesto a perderla en el caso
de cumplirse la condición resolutoria. Por tanto, las disposiciones se refieren al que tiene o
posee una cosa sujeta al evento de restituirla por el cumplimiento de la condición
resolutoria.
Y si la ha enajenado mientras la condición estuvo pendiente, el acreedor condicional
tiene derecho a reivindicarla en contra del adquirente, porque por la resolución, el dominio
o posesión del deudor condicional vuelven a él como si nunca hubiera dejado de tenerlo; es
por esta razón que el acreedor condicional puede reivindicar contra el tercero, y no porque
la resolución afecte a éste (N.° 547).
Por ejemplo, A vende a B un automóvil, quedando B adeudando una parte del precio;
A entrega el vehículo a B, por lo que éste pasa a ser dueño, y B lo vende a C. Si B no paga
el precio, y se resuelve su venta, por la resolución A recupera su dominio, y por ello tiene
derecho a reivindicar contra
El fundamento de esta critica a la redacción de los preceptos estriba en que en nuestro
derecho del mero contrato no nacen derechos reales mientras no opere un modo de adquirir
el dominio, que en este caso es la tradición. En virtud del solo contrato el acreedor no tiene
ningún derecho real, sino únicamente uno personal para exigir la tradición en el momento
oportuno: el acreedor puro y simple, inmediatamente, el acreedor sujeto a condición
suspensiva cuando ésta se cumpla, y el a plazo, al vencimiento de éste. La situación, como
puede apreciarse, es bien diferente a la del acreedor condicional resolutorio, quien por la
retroactividad de la condición cumplida recupera su derecho real, en cuya virtud está
habilitado para reivindicar contra el tercero adquirente.

525
Alessandri, Obligaciones, pág. 179; Jorge González Von Marées, Los articulos 1.490 y 1.491 del Código
Civil, RDJ, T, 17, Primera Parte, págs. 69 y siguientes; Alessandri, en De la compraventa..., ob. cit., T. 2°,
N°1.767 y siguientes, págs. 809 y siguientes, sostenía otra posición.

334
LAS OBLIGACIONES TOMO I

Este derecho no pueden tenerlo el acreedor a plazo ni el condicional suspensivo por la


apuntada razón de que carecen de derecho real alguno.
Para demostrarlo, veamos primero el caso del acreedor cuyo derecho está sujeto a
condición suspensiva; por ejemplo, A vende su automóvil a B, y se compromete a
entregárselo cuando B se venga a vivir a Santiago. Este no ha adquirido derecho real
alguno, y en consecuencia si A vuelve a enajenar el vehículo, y posteriormente B cumple la
condición, éste no podrá reivindicar contra el adquirente, porque no es dueño mientras la
condición no se cumpla y se efectúe la tradición.
Sin embargo, los preceptos que comentamos dan a entender que tendría este derecho;
querría decir con ello que el acreedor condicional suspensivo, quien sólo tiene un derecho
eventual, una mera expectativa (N.° 512), quedaría colocado en mejor situación que el
acreedor puro y simple, que sí tiene derecho. En efecto, si en el mismo anterior A vende a
B sin modalidades el automóvil, y luego lo enajena a C, B no puede reivindicar contra C,
porque B no es dueño mientras no opere el modo de adquirir: la tradición. Así lo
comprueba el Art. 1.817 en la compraventa: “si alguien vende separadamente una misma
cosa a dos personas, el comprador que haya entrado en posesión será preferido al otro; si ha
hecho la entrega a los dos, aquel a quien se haya hecho primero, será preferido; si no se ha
entregado a ninguno, el título más antiguo prevalecerá”. En consecuencia, en los ejemplos
propuestos, B sólo puede accionar en contra de A para que le efectúe la tradición (una vez
cumplida la condición de radicarse en Santiago en el primero de ellos referente a la
suspensiva), si ella es aún posible, o le indemnice la infracción del contrato en caso
contrario. Resultaría absurdo, pues, aplicar los Arts. 1.490 y 1.491 a la condición
suspensiva.
En cuanto al plazo, si éste es suspensivo la situación es igual a la anterior; no existe
derecho real alguno que reivindicar si no ha operado la tradición; y si es extintivo, el que
tiene la cosa es un mero tenedor de ella, como se desprende del Art. 1.087, referente a las
asignaciones testamentarias a día, pero aplicable a las obligaciones condicionales, según el
Art. 1.498. Dice aquél: “la asignación hasta día cierto, sea determinado o no, constituye un
usufructo a favor del asignatario”, y el usufructuario es mero tenedor de la cosa dada en
usufructo, y si la enajena, hay venta de cosa ajena, inoponible al verdadero dueño; lo único
que el usufructuario puede ceder es su derecho de usufructo.
40 Para esta interpretación, los Arts. 1.490 y 1.491, en consecuencia, están mal
redactados y se refieren únicamente a la situación del que tiene o posee una cosa bajo
condición resolutoria, que es quien ha adquirido un derecho real a la cosa, y puede
enajenarla, y si su derecho se resuelve, puede verse afectado el de su adquirente.
Y para quienes así piensan, él Art. 1.491 está también mal redactado en cuanto señala
que puede resolverse la enajenación o gravamen del deudor condicional, como si la acción
fuera real, y perrnitiera dirigirse contra el adquirente o titular del derecho real directamente
por la vía de la resolución. Lo que procede contra ellos, como consecuencia de la
resolución, es la reivindicación o una acción para obtener la cancelación del gravamen en la
forma señalada en el No 547 al destacar el carácter personal de la acción resolutoria. Ello
ha llevado a la Corte de Concepción justamente a decir que la situación es diferente en el
Art. 1.490 y en el 1.491, y en el primero procede la reivindicación contra el tercero, y en el
segundo la resolución contra éste.526

526
G.T. de 1912, T. 22, N.° 1.007, pág. 507.

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Don Luis Claro Solar,527 en cambio, considera plenamente acerta da la expresión “debe
una cosa mueble”, “debe un inmueble”; critica la posición antes expuesta, pues para ¿SI
ambos preceptos se aplican en el caso de la condición suspensiva, y a la inversa estima que
el Art. 1.490 no es del todo correcto al hablar de reivindicación, sino que el que está en lo
justo es el siguiente, al referirse a la resolución de la enajenación o gravamen, porque sólo
por excepción procedería la acción reivindicatoria.528
La vedad es que las expresiones deber una cosa, si no fuesen correctas, no producen
mayores inconvenientes, porque se entiende que se refieren al deudor que deberá restituir la
cosa por el cumplimiento de la condición;529 es igualmente claro que tanto en el Art. 1.490
como en el 1.491, lo que ha querido decir el legislador es que el acreedor tiene derecho a
dirigirse contra los terceros si se cumplen los requisitos de los preceptos. Lo que sí resulta
inaceptable y crea todo el conflicto, es la referencia del Art. 1.490 expresamente a la
condición suspensiva y al plazo, y la comprensión implícita de la primera en el Art. 1.491,
porque realmente no pueden aplicárseles, por las razones ya señaladas.

527
Ob. cit., T. 102, N.° 136, pág. 148; N.° 130, pág. 139.
528
La idea del Sr. Claro Solar es que en virtud de la retroacción de la condición aun la suspensiva produce
este efecto tan enérgico de permitir al acreedor condicional algo que no puede hacer el puro y simple.
Reconoce (pág. 139) que el Art. 1.817 da otra solución, pero que sin él se produciría la resolución del
derecho del tercero, por lo que tal sería la solución en otros contratos que no fueren la compraventa.
Finalmente, el ejemplo que en la misma pág. pone del legado de especie condicional, enajenado por el
heredero, es justamente erróneo, porque no lo debe el heredero, ya que se adquiere directamente del
causante. El heredero vendió cosa ajena.
529
Por nuestra parte, creemos que si es justa la crítica al legislador por la expresión “resolverse la
enajenación o gravamen” del Art. 1.491 y por la referencia en el Art. 1.490 a la condición suspensiva y al
plazo, unida a la falta de especificación en el Art. 1.491 respecto a qué condición se refiere, en cambio,
revela una mala comprensión de la condición resolutoria la que se le formula por haber dicho “debe una cosa
mueble” y “debe un inmueble”, en los Arts. 1.490 y 1.491, respectivamente.
Para así demostrarlo hay que pensar quién es el deudor y quién el acreedor condicional en la condición
resolutoria. Vimos en el N.° 481 que para el Código ésta es la que al verificarse extingue un derecho. Nada
dijo el Art. 1.479 respecto de la obligación, y por ello advertíamos que el concepto de ella requiere un
análisis más detenido. También advertimos en el N.° 489 a propósito de las condiciones meramente
potestativas resolutorias que dependen de la sola voluntad del deudor que en nuestro concepto ellas son
nulas, y que el ejemplo para demostrar lo contrario que se daba -la donación revocable- era erróneo, porque
se confundía al acreedor con el deudor condicional resolutorio.
En nuestro concepto, el deudor resolutorio es aquel que al cumplirse la condición resolutoria tendrá
obligación, y en tal sentido es obvio que sólo existe, desde el punto de vista de la deuda, condición
suspensiva. Al cumplirse la condición resolutoria nace la obligación del que recibió la prestación de
restituirla; ésta es la obligación que depende de una condición. Cumplida la condición resolutoria se extingue
el derecho, como lo dice el Art. 1.479, y así, si el comprador no paga el precio y se declara la resolución,
pierde el derecho que tenía a la cosa, y entonces nace para él la obligación, que es la de restituir. Así lo pone
perfectamente en claro el Art. 1.487 -aplicable a toda condición resolutoria y no sólo a la tácita- que impone
esta última obligación, cumplida que sea la condición resolutoria, a menos, agrega, que “ésta haya sido
puesta en favor del acreedor exclusivamente”, etc.
Este es, pues, el acreedor condicional, aquel que en el evento de la condición resolutoria, podrá exigir la
restitución, y el deudor quien tuvo la cosa mientras pendía aquélla y por haberse cumplido debe devolver. En
consecuencia, es efectivo lo que dicen los Arts. 1.490 y 1.491: quien recibió una cosa bajo condición
resolutoria la “debe”, pero la adeuda de la manera especial que impone toda condición, esto es, para el caso
de ocurrir el evento previsto.
La confusión se produce porque en el acto sujeto a condición resolutoria quien en definitiva será el
acreedor condicional, en el ejemplo de la compraventa, el vendedor, tiene deuda, entregar la cosa: esta
obligación está también implicada por la condición resolutoria, porque si se produce la resolución, y aquélla
no se ha cumplido, ya no se cumple, puesto que el contrato queda sin efecto. Pero no por ello el vendedor
es, desde el punto de vio de esta deuda, deudor condicional, como lo revela el citado Art. 1.487. Lo es, en
cambio, de la obligación de restituir el precio si la resolución se produce por su propio incumplimiento de la
obligación de entregar la cosa.
El acreedor del precio en la compraventa, por la resolución pasa a serlo de la restitución: la primera
obligación es pura y simple, la segunda, condicional.

336
LAS OBLIGACIONES TOMO I

563. B. Actos afectados por la resolución.


El Art. 1.490 sólo se refiere a las enajenaciones de la cosa, mientras que el 1.491, amén
de aquéllas, menciona a la hipoteca, censo o servidumbre.
Pero la verdad es que en ambos deben considerarse comprendidos todos los
gravámenes, como usufructo, uso, habitación, etc., todos ellos quedarán sin efecto
cumpliéndose los respectivos requisitos.
Queda sí al margen la prenda, porque de acuerdo al Art. 2.406, si en virtud de una
condición resolutoria se pierde el dominio que el que dio la cosa en prenda tenía sobre ella,
se extingue siempre el derecho real, indiferentemente a la buena o mala fe del acreedor
prendario; si se aplicara el Art. 1.490, únicamente se extinguiría para el de mala fe.
Respecto del Art. 1.491, se ha fallado que se aplica aun en el caso de ventas
forzadas,530 lo que es lógico, pues el precepto no distingue.
564. C. Las enajenaciones y gravámenes quedan sin efecto respecto de los bienes
muebles cuando el tercero está de mala fe.
Ya hemos señalado que respecto de los bienes muebles, el Art. 1.490 reconoce al
acreedor condicional derecho contra terceros de mala fe, a contrario, ya que niega la
reivindicación “contra terceros poseedores de buena fe”.
La buena o mala fe del tercero va a consistir en saber o ignorar o l tiempo de la
adquisición o gravamen la existencia de la condición resolutoria; en el primer caso está de
mala fe, y en el segundo de buena fe, y el acto resultará indemne.
Como la buena fe, de acuerdo a la regla del Art. 707, que no obstante su ubicación en
la posesión es de aplicación general, se presume será al acreedor a quien corresponderá
probar que el tercero sabía la existencia de la condición.
565. D. En los inmuebles, las enajenaciones quedan sin efecto cuando la condición
constaba en el título. Alcances.
Para que las enajenaciones y gravámenes del deudor condicional resolutorio queden sin
efecto, es necesario que la condición haya constado en el título respectivo, inscrito, u
otorgado por escritura pública.
Al respecto, existen tres aspectos que conviene destacar.
1.° Cuando se entiende que la condición consta;
2.° Dónde debe ella constar, y
3.° Si la constancia de la condición implica por sí sola mala fe del adquirente.
Veremos estos puntos en los números siguientes.
566. Dl. Cuándo se entiende constar la condición.
Un problema existía al respecto, pero a estas alturas debe considerarse totalmente
resuelto.
Se sostenía que sólo las condiciones expresas pueden constar en el título respectivo
inscrito u otorgado por escritura pública, pero no las tácitas, porque justamente no están
declaradas. Dicho de otra manera, el Art. 1.491 se aplica en la condición resolutoria
ordinaria y en el pacto comisorio, pero no en la condición resolutoria tácita. En apoyo de
esta opinión se agregaba que no sería lógico que el Código reglamentara dos instituciones
iguales, como son la condición resolutoria tácita y el pacto comisorio. ¿Cuál seria entonces
530
RDJ, T. 45, sec. 1°., pág. 324.

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el objeto de estipular la condición resolutoria tácita? justamente, se decía, hacer constar la


condición para los efectos del Art. 1.491.531
Esta interpretación ha quedado abandonada en la doctrina532 y jurisprudencia533 por
múltiples razones, de las cuales las más importantes son:
1.° De acuerdo al Diccionario de la Lengua, “constar” es ser cierta una cosa, y la
condición resolutoria tácita evidentemente tiene este carácter de certeza, desde el momento
que está establecida en el Art. 1.489, y nadie puede alegar la ignorancia de la ley;
2.° El Art. 1.876 se refiere a la condición resolutoria tácita en la compraventa y se
remite expresamente a los Arts. 1490 y 1491 para determinar cuándo la resolución por el no
pago del precio da derechos contra terceros poseedores. Si el Art. 1.491 no se aplicara a la
condición resolutoria tácita, no tendría objeto la referencia de aquél, y
3.° El Art. 1.432 para que la resolución de la donación afecte a terceros, exige que la
condición se haya expresado: en tal caso se usó el término “expresar”, por lo que no cabrían
condiciones tácitas.
567. D2. La condición debe constar en el título respectivo inscrito u otorgado por
escritura pública.
La condición resolutoria debe constar en el título respectivo inscrito u otorgado por
escritura pública.
El título respectivo es el de quien tenía o poseía la cosa bajo condición resolutoria y la
enajeno o gravó; la “debía”, según la expresión del Art. 1.491. Por ejemplo: A vende a B un
inmueble en $ 500100, de los cuales se quedan debiendo $ 200.000; la venta se inscribe en
el Conservador de Bienes Raíces, en el cual se deja constancia de la forma de pago, y en
todo caso de la escritura pública de compraventa; si B, posteriormente, enajena el mismo
bien raíz a C, y éste a D, el título “respectivo” no es el de éstos, sino el primero, el de B.
Pero los adquirentes posteriores, en virtud de este mecanismo, han quedado
suficientemente amparados, y el legislador permite la resolución de sus derechos
únicamente cuando estuvo en sus manos imponerse de la existencia de la condición, y no lo
hicieron o procedieron a celebrar el contrato a sabiendas de ella. Si se va a adquirir un
inmueble o un derecho real en él, debe tomarse la precaución de consultar las inscripciones
de dominio, o sus copias, y a través de ellas, o de las escrituras públicas que citan, el
interesado podrá imponerse de la existencia de condiciones pendientes y exigir su
cancelación antes de celebrar el contrato o tomar otras precauciones; ha existido, pues, una
clara oportunidad de prevenirse de la resolución, y si no se ha hecho así, el legislador no
puede amparar la negligencia.
La condición puede constar del título respectivo inscrito, u otorgado por escritura
pública. Esto último, porque hay algunos actos que no es necesario inscribir, aunque puede
hacerse, como las servidumbres, y cualquier condición suspensiva o resolutoria sobre
bienes raíces (Arts. 53, N.° 2.° y 1.°, respectivamente, del Reglamento del Conservador de
Bienes Raíces). Respecto de aquellos actos que deben inscribirse no basta la sola escritura
pública, es preciso que ella se haya inscrito. La solución no parece conveniente, porque ya
531
G.T. de 1865 N.° 1.720, pág. 706. Según Alessandri, ob. cit., pág. 182, sustentaba esta opinión don
Ruperto Bahamóndez.
532
Alessandri, ob. cit., pág. 182, y De la Compraventa.... etc., ob. cit., T. 2°, N.° 1.773, pág. 823; Claro
Solar, ob. cit,, T. 10, N.° 135, pág. 144; Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.° 115, pág. 142.
533
Repertorio, T. 4°, 11 ed., pág. 131, jurisprudencia del Art. 1.491, N.° 2-11 citando 14 fallos en el mismo
sentido.

338
LAS OBLIGACIONES TOMO I

no es tan fácil enterarse de las escrituras públicas que contengan condiciones sobre
inmuebles si no se han escrito, y el tercero puede verse afectado por una resolución de la
que realmente no pudo enterarse. Creemos preferible suprimir del precepto la referencia a
títulos no inscritos.
568. D3. ¿La constancia de la condición en el título implica por sí sola mala fe del
tercero?
Se ha debatido el problema de determinar si por el hecho de constar la condición en el
título respectivo inscrito debe considerarse que el adquirente se encuentra de mala fe, la que
estribaría en haber sabido la existencia de la condición.
El punto tiene gran importancia para saber si el tercero adquirente puede oponer al
reivindicante la prescripción adquisitiva ordinaria, o únicamente la extraordinaria.
No hay duda que si cumple los demás requisitos legales y el plazo respectivo, habrá
adquirido el dominio u otro derecho real por esta última vía, porque la prescripción
adquisitiva extraordinaria no requiere buena fe. Pero si llena los demás presupuestos de la
ordinaria en cuanto a tiempo, justo título y tradición si se invoca un título translaticio de
dominio, el problema queda centrado en determinar si está de buena fe o no.
Si se considera que por el solo hecho de constar la condición en el título respectivo el
tercero adquirente está de mala fe, no puede oponer la ordinaria; por el contrario, si esa
circunstancia no importa por sí sola mala fe, ésta le deberá ser probada al adquirente por el
reivindicante, dado que la buena fe por regla general se presume.
La Corte Suprema resolvió que esta última era la solución, y, en consecuencia, no
obstante constar la condición en el título respectivo, el tercero adquirente, si cumple los
demás requisitos legales, puede excepcionarse con la prescripción adquisitiva ordinaria, y
al reivindicante le corresponde probar su mala fe.534 Creemos que es la doctrina correcta,
porque el hecho de constar la condición no implica necesariamente que la haya conocido
realmente el tercer poseedor.

Sección séptima
OBLIGACIONES MODALES
569. Concepto y reglamentación.
El Código no reglamentó las obligaciones modales, limitándose en el Art. 1.493 a
hacerles aplicables las disposiciones sobre asignaciones modales, esto es, los Arts. 1.089 a
1.096 (Párrafo 4.° del Título 4.° del Libro 3.°). Y es muy lógico que así lo haya hecho,
porque esta modalidad es más propia de las asignaciones por causa de muerte y de las
donaciones entre vivos, esto es, de los actos a título gratuito.
El Art. 1.089 no da una definición del modo, pero describe su forma más frecuente: “si
se asigna algo a una persona para que lo tenga por suyo, con la obligación de aplicarlo a un
fin especial, como el de hacer ciertas obras o sujetarse a ciertas cargas, esta aplicación es un
modo y no una condición suspensiva. El modo, por consiguiente, no suspende la
adquisición de la cosa asignada”.

534
RDJ, T. 45, sec. 1°., pág. 325. En contra, Alessandri, “De la compraventa... “, ob. cit., T. 2°, N.° 1.772,
pág. 819.

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Más propiamente el modo es la carga que se impone a quien se otorga una liberalidad,
como si por ejemplo A dona a B un inmueble con la obligación de que costee los estudios
universitarios de C. La aplicación especial puede ser en beneficio del mismo que recibe la
prestación o de un tercero.
Referido a las obligaciones que no provengan de la donación o testamento es la
aplicación especial que debe darse a la prestación recibida, pero será realmente poco
frecuente, porque en materia de convenciones las partes recurrirán a otras figuras jurídicas,
como la misma condición o la estipulación a favor de otro si es para un tercero el beneficio.
Por ello nos referiremos muy brevemente a las disposiciones que gobiernan esta
modalidad.535
570. Modo y condición.
El citado Art. 1.089 se apresura a señalar que el modo no constituye una condición
suspensiva, y, en consecuencia, no suspende la adquisición del derecho. Agrega el Art.
1.091 que para esta adquisición no es necesario prestar fianza o caución de restitución para
el caso de no cumplirse el modo.
Es la principal diferencia entre el modo y la condición suspensiva: el deudor del modo
adquiere su derecho, la cosa dada, como si fuere puro y simple, sujeto únicamente a la
carga modal.
Tiene importancia, pues, resolver si estamos ante un modo o una condición suspensiva,
lo que únicamente puede establecerse a través de la estipulación de ellas. Si la cosa se
adquiere una vez que le haga algo, es condición, y si es para que se haga algo, modo.
Según lo veremos luego, el modo no lleva consigo resolución para el caso de no
cumplirse, a menos que se le agregue por medio de una cláusula resolutoria; en
consecuencia, el derecho del deudor modal no está sujeto a extinguirse por un evento futuro
e incierto, como en la condición resolutoria.
571. Forma de cumplir el modo.
El modo se cumplirá de la manera que las partes lo hayan estipulado; a falta de
convención en cuanto al tiempo o la forma especial en que ha de cumplirse el modo, podrá
el juez determinarlos, consultando en lo posible la voluntad de las partes, y dejando al
deudor modal un beneficio que ascienda por lo menos a la quinta parte del valor de la cosa
(Art. 1.094).
Si el deudor modal es un Banco, no rige la limitación de remuneración que señala el
precepto (Art. 48, N.° 6.° del DFL. N.° 252, del año 1960, Ley General de Bancos).
Puede ocurrir que el modo sea imposible en la forma especial convenida por las partes,
y en tal caso, podrá cumplirse en otra análoga que no altere la substancia de la disposición y
que en este concepto sea aprobada por el juez, con citación de los interesados (Art. 1.093,
inc. 2.°). Es otra diferencia con la condición, que no puede cumplirse por analogía (N.°
495).
572. Incumplimiento y extinción del modo.
El Código se coloca en el caso de imposibilidad o ¡licitud del modo, y distingue tres
situaciones:
535
éase nuestro Derecbo sucesorio, págs. 246, N.° 342 y sigtes., Claro Solar, ob. cit., T. 109, págs. 253,
N.° 218 y sigtes; Vodanovic, ob. cit., De la sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre vivos,
págs. 25 y sigtes.

340
LAS OBLIGACIONES TOMO I

1.° El modo es totalmente imposible, inductivo a hecho ilegal o inmoral o íntegramente


ininteligible.
En tal caso no vale la disposición, dice el inc. 1.° del Art. 1.093; en consecuencia, sin
necesidad de efectuar las distinciones de la condición, la imposibilidad total, física o moral,
vicia toda la obligación.
2.° En caso de imposibilidad relativa, se cumplirá el modo por equivalencia, en la
forma que vimos en el número anterior y que dispone el inc. 2.° del precepto.
3.° Si la imposibilidad es sobreviniente, hay que distinguir según si ha habido hecho o
culpa del deudor o no.
En este segundo caso, deja de cumplirse el modo, pero subsiste el beneficio recibido; lo
que ha pasado es que la obligación modal se ha extinguido por imposibilidad en el
cumplimiento (N.° 1.193).
Pero si hay dolo o culpa, se aplican las reglas del incumplimiento, y al respecto es
preciso efectuar algunos distingos. En primer lugar, según si se ha convenido cláusula
resolutoria o no.
1.° No hay cláusula resolutoria.536
Es necesario efectuar un subdistingo, según si la carga modal es en beneficio exclusivo
del propio deudor modal, en cuyo caso no impone obligación alguna (Art. 1.092) o de un
tercero, quien podrá pedir el cumplimiento forzado, o la indemnización de perjuicios según
las reglas generales. Se aprecia, pues, que ella equivale en el fondo a una estipulación a
favor de este tercero (N.° 120).
2.° Cláusula resolutoria.
De acuerdo al Art. 1.090, se llama cláusula resolutoria la que impone la obligación de
restituir la cosa y los frutos, si no se cumple modo.
Como decíamos, difiere de la condición resolutoria tácita en que debe ser siempre
expresa, salvo que la obligación modal corresponda a un Banco, en que ella se subentiende
por disposición del Art. 248, N.° 6.° del DFL. N.° 252 ya citado.
Otra diferencia es que se restituyen la cosa y sus frutos, mientras el deudor condicional
no está obligado a estos últimos (N.° 505).
La ley no ha señalado el término de prescripción de la obligación modal, por lo que
corresponde aplicar la regla general del Art. 2.515, y será de 5 años desde que la obligación
se hizo exigible; para la resolución en el caso de la cláusula resolutoria se contará desde el
incumplimiento.537
Finalmente, si fallece el deudor modal, el modo se transmite a los herederos siempre
que para el fin que se hayan propuesto las partes sea indiferente la persona que lo ejecute
(Art. 1.095).

536
Alessandri, ob. cit., pág. 19, estima que si se trata de un contrato bilateral, aun sin cláusula resolutoria,
operaría la condición resolutoria tácita del Art. 1.489.
537
RDJ, T. 15, sec. 1°., pág. 601.

Dislexia Virtual 341


ÍNDICE
LAS OBLIGACIONES.........................................................................................................1
Primera Parte..................................................................................................................2
CONCEPTO Y NOCIONES FUNDAMENTALES...........................................................2
2. Pauta.................................................................................................2
Capítulo I.........................................................................................................................3
EL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES Y SU EVOLUCIÓN.........................................3
3. El patrimonio en su concepción clásica..............................................3
4. Críticas a la doctrina clásica del patrimonio.......................................4
5. Derechos patrimoniales y extrapatrimoniales....................................5
6. Derechos reales y personales............................................................5
7. Principales diferencias entre derechos reales y personales...............6
8. Derecho personal y obligación...........................................................7
9. El derecho de las obligaciones. Sus características...........................7
10. I. Importancia del derecho de las obligaciones................................8
11. II Permanencia del derecho de las obligaciones. Su evolución.........8
12. A. La obligación en el Derecho Romano...........................................9
13. B. Influencia de los canonistas.........................................................9
14. C. La influencia de las ideas liberales del siglo pasado..................10
15. D. Tendencias actuales en el derecho de las obligaciones.............10
16. III. Universalismo del derecho de las obligaciones.........................12
17. El derecho de las obligaciones en el Código Civil chileno..............12
Capítulo II......................................................................................................................14
CONCEPTO, ELEMENTOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA OBLIGACIÓN......................14
18. Definición.......................................................................................14
19. Deber moral, deber de conducta, deber jurídico y obligación........14
20. Los elementos de la obligación......................................................15
21. 1. Los sujetos de la obligación.......................................................15
22. A. La obligación como relación entre patrimonios..........................16
23. B. Indeterminacion de los sujetos..................................................17
24. II. La prestación.............................................................................17
25. A. Objeto de la obligación y de la prestación.................................18
26.B. La Patrimonialidad de la prestación............................................19
27. C. La causa de la obligación...........................................................20
28. III. El vínculo jurídico......................................................................21
29. Otras doctrinas para explicar la obligación....................................22
Segunda Parte...............................................................................................................24
TEORÍA GENERAL DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES................................24
30. Enunciación...................................................................................24
Capítulo I.......................................................................................................................25
CONCEPTO, ENUMERACIÓN Y CLASIFICACIÓN.....................................................25
31. Concepto.......................................................................................25
32. Clasificación...................................................................................25
33. I. Clasificación clásica de las fuentes de las obligaciones..............25
34. II. El Código chileno acoge la doctrina clásica................................26

342 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

35. III. Críticas a la clasificación clásica de las fuentes de las


obligaciones...............................................................................................27
36. A. Síntesis de la clasificación: contrato y ley. Ley solamente.........27
37. B. Otras fuentes de las obligaciones: el enriquecimiento sin cansa y
la declaración unilateral de voluntad..........................................................27
38. C. Fuentes voluntarias y no voluntarias de la obligación...............28
39. La ley como fuente de obligaciones...............................................29
40. Modos de adquirir los créditos y obligaciones................................29
Capítulo II......................................................................................................................31
EL CONTRATO......................................................................................................31
41. Pauta.............................................................................................31
Sección Primera...............................................................................................31
CONCEPTOS Y ELEMENTOS DEL CONTRATO..................................................31
42. Definición.......................................................................................31
43. Elementos del contrato. Clasificación............................................32
44. I. Requisitos de todo contrato........................................................32
45. A. Consentimiento exento de vicios...............................................32
46.B. Capacidad, causa, objeto y solemnidades. Referencias..............34
47. C. La intención de obligarse...........................................................34
48. II Los elementos propios de cada contrato. Clasificación...............34
49. III. Otros elementos del contrato v exclusión de algunas figuras de
la categoría de tales...................................................................................35
50. A. Existencia de intereses contrapuestos.......................................35
51. B. El contrato solo rige situaciones transitorias de orden
patrimonial.................................................................................................35
52. C. La igualdad de las partes...........................................................36
53. D. Los contratos de derecho público..............................................36
54. E. Los contratos leyes....................................................................37
Sección Segunda..............................................................................................39
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS.............................................................39
55. Enunciación...................................................................................39
Párrafo l.°...................................................................................................39
Contratos uni y bilaterales......................................................................39
56. Concepto.......................................................................................39
57. I. El contrato unilateral...................................................................40
58. II. El contrato bilateral o sinalagmático..........................................40
59. III. Los contratos sinalagmáticos imperfectos................................41
60. IV. Importancia de la clasificación..................................................41
61. V. Los contratos plurilaterales. Breve noción.................................42
Párrafo 2.°..................................................................................................42
Contratos gratuitos y onerosos...............................................................42
62. Concepto.......................................................................................42
63. I. Contratos gratuitos: donación y contratos desinteresados.........43
64. II. Contratos onerosos: conmutativos y aleatorios.........................44
65. III. Importancia de la clasificación de los contratos en onerosos y
gratuitos.....................................................................................................46
Párrafo 3.°..................................................................................................47
Contratos consensuales, reales y solemnes............................................47
66. Concepto.......................................................................................47
67. I. Consensualismo y formalismo.....................................................47
68. II. Contratos solemnes...................................................................48
69. III. Los contratos reales. Decadencia actual...................................49
70. IV. Importancia de la clasificación de los contratos en consensuales,
solemnes y reales.......................................................................................51

343
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Párrafo 4.°..................................................................................................51
Contratos principales y accesorios..........................................................51
71. Concepto.......................................................................................51
72. Caución y garantía.........................................................................51
73. Importancia de la clasificación de los contratos en principales y
accesorios..................................................................................................52
74. Los contratos dependientes...........................................................52
Párrafo 5.°..................................................................................................53
Clasificaciones doctrinarias de los contratos...........................................53
75. Enunciación...................................................................................53
76. I. Contratos preparatorios o preliminares y definitivos..................53
77. II. Contratos de libre discusión y de adhesión................................53
78. A. El contrato dirigido....................................................................54
79. B. El contrato forzoso.....................................................................54
80. III. Contratos individuales y colectivos...........................................55
81. IV. Contratos de ejecución instantánea y sucesiva........................56
82 V. Contratos nominados e innominados..........................................57
83. VI. Otras categorías de contratos. Enunciación..............................58
84.A. Contratos traslaticios de dominio y derechos reales...................59
85. B. El contrato a favor de terceros y la promesa de hecho ajeno.
Referencia..................................................................................................59
86. C. El autocontrato o acto jurídico consigo mismo .........................59
87. D. El contrato por persona a nombrar............................................60
Sección Tercera................................................................................................61
INTERPRETACION DEL CONTRATO.................................................................61
88. Concepto y reglamentación...........................................................61
89. I. Sistemas de interpretación en las legislaciones..........................61
90. II. Sistema de interpretación de la ley chilena. Primacía de la
intención de las partes...............................................................................62
91. III. Operaciones que comprende la interpretación del contrato......63
92. A. Calificación del contrato............................................................63
93. B. Complementación del contrato..................................................63
93. C. Las restantes reglas de interpretación.......................................63
94. IV. Interpretación del contrato y casación en el fondo...................65
Sección cuarta..................................................................................................67
ENUNCIACIÓN DE LOS EFECTOS DEL CONTRATO..........................................67
95. Concepto: efectos del contrato y de la obligación..........................67
96. Enunciación de los efectos del contrato.........................................67
Sección Quinta.................................................................................................68
AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD......................................................................68
97. Autonomía de la voluntad y libre contratación...............................68
98. Origen y desarrollo........................................................................68
99. La autonomía de la voluntad en nuestra legislación......................68
100. Alcance de la autonomía de la voluntad......................................69
101. Declinación de la autonomía de la voluntad................................70
Sección Sexta...................................................................................................71
LA FUERZA OBLIGATORIA DEL CONTRATO....................................................71
102. Concepto.....................................................................................71
103. I. Modificación y disolución unilateral del contrato. Referencia....71
104. II. Modificaciones legales.............................................................72
105. III. Modificación Judicial................................................................73
Sección séptima...............................................................................................73
EFECTOS RELATIVOS Y OPONIBILIDAD DEL CONTRATO.................................73
106. Enunciación.................................................................................73

344
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Párrafo 1.°..................................................................................................74
El efecto relativo del contrato.................................................................74
107. Concepto.....................................................................................74
108. Efectos del contrato y existencia de tales efectos.......................74
109. Partes y terceros..........................................................................75
110. I. Sucesores o causa habientes a título universal.........................75
111. II. Sucesores o causa habientes a título singular..........................76
112. A. Contratos que por disposición de ley afectan al sucesor a título
singular......................................................................................................77
113. B. Traspaso de universalidades....................................................77
114. III. El contrato colectivo. Referencia.............................................78
115. IV. Los acreedores de las partes..................................................78
116. V. Terceros a cuyo favor se establece un derecho en un contrato.
Referencia..................................................................................................79
117. VI. Terceros por cuya cuenta se promete una obligación.............79
118. VII. Terceros sobre cuyo patrimonio se ha celebrado un contrato.
Referencia..................................................................................................79
119. VIII. Terceros perjudicados por el contrato celebrado..................79
Párrafo 2.°..................................................................................................79
La estipulación en favor de otro..............................................................79
120. Concepto.....................................................................................79
121. Aplicación: los casos más frecuentes...........................................80
122. La estipulación a favor de otro constituye excepción al efecto
relativo del contrato...................................................................................80
123. En la estipulación a favor de otro no hay representación............81
124. Requisitos de la estipulación a favor de otro...............................81
125. I. Requisitos del estipulante, promitente y del acto.....................81
126. II. Requisitos del beneficiario.......................................................81
127. Efectos de la estipulación a favor de otro. Enunciación...............82
128. I. Efectos entre los contratantes..................................................82
129. A. Solo el beneficiario puede exigir lo estipulado.........................82
130. B. la estipulación a favor de otro y la cláusula penal...................82
131. C. Revocación de la estipulación..................................................83
132. II. Efectos de la estipulación entre promitente y beneficiario.......84
133. III. Efectos entre estipulante y tercero beneficiario......................84
134. Naturaleza jurídica de la estipulación a favor de otro..................84
Párrafo 3.°..................................................................................................86
La promesa de hecho ajeno....................................................................86
135. Concepto.....................................................................................86
136. Aplicación....................................................................................87
137. Paralelo con otras instituciones...................................................87
138. Requisitos de la promesa de hecho ajeno....................................88
139. Efectos de la promesa de hecho ajeno........................................88
Párrafo 4.°..................................................................................................90
La simulación de contrato y las contraescrituras....................................90
140. Advertencia.................................................................................90
141. La simulación. Concepto y clases.................................................90
142. Las contraescrituras y sus efectos...............................................92
143. Efectos de la simulación..............................................................93
144. La inoponibilidad en las contraescrituras y en la simulación está
establecida en beneficio de los terceros.....................................................94
145. La acción de simulación...............................................................95
146. Excepciones que la simulación y las contraescrituras introducen a
los efectos normales del contrato...............................................................95

345
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

147. El contrato fiduciario e indirecto..................................................95


Párrafo 5.°..................................................................................................96
Oponibilidad e inoponibilidad del contrato..............................................96
148. Oponibilidad del contrato.............................................................96
149. La inoponibilidad. Concepto.........................................................97
150. Inoponibilidad y nulidad...............................................................97
151. Clasificación de la inoponibilidad.................................................98
152. I. Inoponibilidades de forma.........................................................98
153. II Inoponibilidades de fondo.........................................................99
154. A. Inoponibilidades por falta de concurrencia..............................99
156. III. inoponibilidades derivadas de la nulidad o revocación...........99
157. Efectos de la inoponibilidad.......................................................100
158. Cómo se invoca la inoponibilidad...............................................100
159. Extinción de la inoponibilidad....................................................101
Párrafo 6.°................................................................................................101
Conclusión............................................................................................101
160. Síntesis de los efectos del contrato............................................102
Sección Octava...............................................................................................102
TERMINACION DEL CONTRATO....................................................................102
161. Enunciación...............................................................................102
163. II. Voluntad unilateral de una de las partes................................103
164. II Resolución y terminación. Referencia.....................................104
165. IV. Imposibilidad en la ejecución y teoría del riesgo. Referencias
.................................................................................................................104
166. V. Muerte de alguna de las partes.............................................104
167. VI. El término extintivo. Referencia............................................104
Capítulo III...................................................................................................................105
LA DECLARACIÓN UNILATERAL DE VOLUNTAD..................................................105
169. El acto jurídico unilateral...........................................................105
170. La teoría de la declaración unilateral de voluntad.....................105
171. 0rigen y desarrollo.....................................................................106
172. La declaración unilateral en nuestro Código..............................106
173. Los casos específicos de declaración unilateral. Enunciación.. . .106
174. I. La oferta sujeta a un plazo......................................................107
175. II. Promesa de recompensa........................................................107
176. III. Emisión de títulos al portador...............................................107
177. IV. La fundación.........................................................................108
Capítulo IV...................................................................................................................109
LOS CUASICONTRATOS......................................................................................109
178. Concepto y características.........................................................109
179. Origen, crítica y decadencia del cuasicontrato..........................109
180. Explicación jurídica del cuasicontrato........................................110
181. Los cuasicontratos en nuestro Código.......................................111
182. I. Pago indebido y agencia oficiosa. Referencia.........................111
183. II. Comunidad. Referencia..........................................................111
184. III. Depósito necesario en manos de un incapaz........................112
185. IV. Desagüe de la mina vecina...................................................112
186. V. Aceptación de herencia o legado...........................................112
187. VI. Litiscontestatio.....................................................................113
188. VII. Cuasicontratos innominados................................................113
Capítulo V....................................................................................................................114
TEORÍA DEL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA.......................................................114
189. Concepto: enriquecimiento a expensa ajena, injusto y sin causa.
.................................................................................................................114

346
LAS OBLIGACIONES TOMO II

190. Origen y desarrollo....................................................................114


191. Explicación jurídica. Enriquecimiento sin causa y cuasicontrato.
.................................................................................................................115
192. El enriquecimiento sin causa en nuestra legislación..................116
193. La acción de in rem verso Concepto y enunciación de sus
presupuestos............................................................................................117
194. I, II y III. Enriquecimiento y empobrecimiento recíprocos...........118
195. IV. Carencia de causa................................................................118
196. V. La acción de in rem verso sólo puede intentarse a falta de otra.
.................................................................................................................118
197. Prueba del enriquecimiento sin causa.......................................119
198. Efectos del enriquecimiento sin causa.......................................119
Capítulo VI...................................................................................................................120
LOS HECHOS ILÍCITOS.......................................................................................120
199. Reglamentación.........................................................................120
200. Pauta.........................................................................................120
Sección Primera.............................................................................................121
DE LOS HECHOS ILÍCITOS EN GENERAL.......................................................121
201. Denominaciones........................................................................121
202. Fuente de obligaciones..............................................................121
203. Desarrollo e importancia actual de la teoría del hecho ilícito.....122
204. Responsabilidad moral, penal y civil..........................................122
205. División de la responsabilidad civil en contractual y
extracontractual.......................................................................................124
206 Fundamentos de la responsabilidad extracontractual.................125
207. La responsabilidad subjetiva......................................................125
208. II. La responsabilidad objetiva....................................................125
209. III. El hecho ilícito como violación de una obligación preexistente.
.................................................................................................................126
210. IV. La teoría de lo injusto. De procedencia penal,......................127
211. V. Tendencias actuales en el derecho comparado.....................127
212. A. Aceptación para ciertos efectos de la responsabilidad objetiva.
.................................................................................................................128
213. B. Otros medios de ampliar y asegurar la obtención de
indemnización..........................................................................................128
214. Concepto del hecho ilícito. Sus principales clasificaciones.........129
Sección segunda............................................................................................130
REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.....................130
215. Enumeración..............................................................................130
Párrafo 1.°................................................................................................130
La acción u omisión culpable o dolosa del agente................................130
216. Dolo y delito civil.......................................................................130
217. Culpa y cuasidelito civil.............................................................131
218. I. Formas de apreciar la culpa: objetiva y subjetiva...................131
219. II. Graduación de la culpa..........................................................132
220. III. Prueba de la culpa................................................................132
221. A. Teoría de las obligaciones de prudencia y de resultado.........133
222. B. Presunciones de culpa...........................................................134
223.IV. Responsabilidad sin culpa en nuestra legislación..................135
224. V. Traspaso de la responsabilidad extracontractual a la seguridad
social........................................................................................................136
225. VI. Los casos de culpa................................................................137
226. A. Infracción de ley, reglamento, mero descuido.......................137
227. B. El abuso del derecho.............................................................137

347
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

228. B1. Requisitos del abuso del derecho........................................138


229. B2. El abuso del derecho en la legislación chilena.....................139
230. B3. Efectos del abuso del derecho.............................................139
231. B4. Algunos casos frecuentes de abuso del derecho.................140
232. C. Responsabilidad por los actos de vecindad...........................140
233. D. Culpa por omisión..................................................................141
234. VII. Determinación de la culpa...................................................141
Párrafo 2.°................................................................................................142
Hechos que alteran o eximen de responsabilidad.................................142
235. Enunciación...............................................................................142
236. I. Caso fortuito y ausencia de culpa. Referencia........................142
237. II. Estado de necesidad..............................................................142
238. III. El hecho del tercero..............................................................143
239 IV. La culpa de la víctima............................................................144
240. V. Eximentes de responsabilidad...............................................144
241. VI. Convenciones sobre responsabilidad....................................145
Párrafo 3.°................................................................................................146
La capacidad extracontractual..............................................................146
242. Generalidades............................................................................146
243. Las incapacidades delictuales en nuestra legislación................146
244. Responsabilidad del ebrio..........................................................147
245. Responsabilidad del guardián del incapaz.................................147
246. Responsabilidad de las personas jurídicas. Referencia..............148
Párrafo 4.°................................................................................................148
El daño o perjuicio................................................................................148
247. Concepto...................................................................................148
248. Requisito del daño para ser indemnizable. Enunciación............148
249 I. Certidumbre del daño. Perjuicio eventual y futuro...................149
250. II. El daño no debe estar indemnizado. Improcedencia del cúmulo
de indemnizaciones..................................................................................149
251. III. El daño debe lesionar un derecho o interés legítimo.............150
252. Clasificación de los daños..........................................................150
253. Daño material y moral...............................................................151
254. Determinación del daño.............................................................153
Párrafo 5.°................................................................................................154
La relación de causalidad......................................................................154
255. Concepto...................................................................................154
256. I. El daño indirecto.....................................................................154
257. II. Pluralidad de causas. Teorías para solucionarla.....................155
258. III. La pluralidad de causas en la legislación chilena..................155
259. IV. Intervención de una causa posterior al hecho......................156
260. V. Determinación de la causalidad.............................................156
Sección tercera..............................................................................................157
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AJENO...................................................157
261. Concepto...................................................................................157
262. Fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno..............158
263. Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno..................158
264. I. Vínculo entre hechor y responsable........................................158
265. II. Capacidad extracontractual del hechor y responsable...........159
266. III. Comisión de un hecho ilícito por la persona de cuyos actos se
responde..................................................................................................159
267. Los casos de responsabilidad por el hecho ajeno.......................160
268. I. Responsabilidad del padre o madre por sus hijos menores que
habiten con ellos......................................................................................160

348
LAS OBLIGACIONES TOMO II

269. II. Responsabilidad del guardador por el pupilo.........................161


270. III. Responsabilidad del marido por la mujer. Su derogación......161
271. IV. Responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus
discípulos.................................................................................................162
272. V. Patrones y empleadores por sus dependientes.....................162
273. VI. Otros casos de personas a cuidado de terceros....................164
274. VII. Propietario del vehículo por el conductor.............................165
275. Efectos de la responsabilidad por el hecho ajeno. Enunciación. 167
276. I. La presunción de responsabilidad por el hecho ajeno es legal.
Excepciones.............................................................................................168
277. II. La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del hechor.
.................................................................................................................168
278. III. Derecho a repetir del responsable que ha pagado la
indemnización contra el hechor................................................................169
Sección cuarta................................................................................................170
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE LAS COSAS.....................................170
279. Concepto...................................................................................170
280. Distintas doctrinas respecto a la responsabilidad por el hecho de
las cosas. En la materia existen fundamentalmente tres posiciones........170
281. Responsabilidad por el hecho de las cosas en nuestra legislación.
.................................................................................................................171
282. I. Responsabilidad por el hecho de los animales........................172
283. II. Responsabilidad por ruina de un edificio................................173
284. A. Responsabilidad del propietario.............................................173
285. B. Daños provenientes de vicios de construcción......................174
286. III. Daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte
superior de un edificio..............................................................................174
Sección quinta................................................................................................175
DE ALGUNOS HECHOS ILÍCITOS EN ESPECIAL.............................................175
287. Enunciación...............................................................................175
288. I. Los hechos ilícitos del Art. 2.329.............................................175
289. II. Responsabilidad de las personas jurídicas.............................176
290. III. Responsabilidad del Estado...................................................177
291. IV. Accidentes del tránsito.........................................................178
292. V. Incendios...............................................................................180
293. VI. Responsabilidad en eventos deportivos................................180
294. VII. Injurias y calumnias.............................................................181
Sección sexta.................................................................................................181
JUICIO INDEMNIZATORIO Y REPARACION DEL DAÑO...................................181
295. Enunciación...............................................................................181
296. Características de la acción indemnizatoria. Su prescripción.....182
297. El juicio Indemnizatorio. Aspectos relevantes............................184
298. I. Legitimación activa en el juicio indemnizatorio.......................184
299. II. Legitimación pasiva en el juicio indemnizatorio.....................185
300. III. Nociones generales sobre competencia y procedimiento.. . . .186
301. IV. Influencia de la sentencia criminal en materia civil..............188
302. Reparación del daño..................................................................188
Tercera Parte..............................................................................................................191
Capítulo I.....................................................................................................................192
LAS DIVERSAS CLASIFICACIONES......................................................................192
303. Importancia y enunciación.........................................................192
304. I. Clasificación en cuanto al origen: 1.° Contractuales y
extracontractuales...................................................................................192
305. II. En cuanto a la eficacia: 2.° Civiles y naturales. Referencia....192

349
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

306. III. En cuanto a su objeto............................................................192


307. IV. Clasificaciones en cuanto al sujeto: 12.°. Simples, conjuntas,
solidarias e indivisibles. Referencia..........................................................194
308. V. Clasificaciones en cuanto a los efectos..................................194
309 VI. Clasificación en cuanto a la causa: 15.°. Causales y abstractas.
.................................................................................................................194
310. Pauta.........................................................................................194
Capítulo II....................................................................................................................195
OBLIGACIONES NATURALES..............................................................................195
311. Reglamentación.........................................................................195
Sección primera.............................................................................................195
CONCEPTO DE OBLIGACIÓN NATURAL........................................................195
312. Definición...................................................................................195
313. Origen y evolución.....................................................................195
314. Obligación civil, natural y deber moral......................................196
315. Distintas concepciones de la obligación natural. Tendencia
moderna...................................................................................................196
316. Naturaleza jurídica de la obligación natural...............................197
Sección segunda............................................................................................198
Los casos de obligación natural..................................................................198
317. Enunciación...............................................................................198
Párrafo 1.°................................................................................................198
Obligaciones nulas o rescindibles.........................................................198
318. Enunciación...............................................................................198
319. I. Obligaciones contraídas por ciertos incapaces.......................198
320. A. Actos e incapaces a que se aplica el N.° 19 del Art. 1.470.. . .198
321. B. La obligación natural existe desde que se contrae................199
322. II. Omisión de solemnidades legales..........................................200
323. A. El N.° 3.° del Art. 1.470, ¿se refiere Únicamente a los actos
unilaterales o comprende también a los bilaterales?................................200
324. B. La obligación natural existe desde el otorgamiento de acto.. 201
Párrafo 2.°................................................................................................201
Obligaciones civiles desvirtuadas.........................................................201
325. Enunciación...............................................................................201
326. I. La prescripción........................................................................201
327. II. Obligaciones civiles no reconocidas enjuicio por falta de prueba.
.................................................................................................................202
Párrafo 3.°................................................................................................202
¿Existen en el Código otros casos de obligación natural?.....................202
328. Carácter taxativo o enunciativo del Art. 1.470...........................202
329. I. La multa en los esponsales.....................................................203
330. II. Pago por un objeto o causa ¡lícitos a sabiendas.....................203
331. III. Beneficio de inventario, competencia, convenio, etc............204
332. IV. Pago de intereses no estipulados.........................................204
333 V. Juego y apuesta......................................................................204
Sección tercera..............................................................................................205
EFECTOS DE LA OBLIGACION NATURAL.......................................................205
334. Enunciación...............................................................................205
335. I. La obligación natural como causa suficiente del pago. Requisitos
de éste.....................................................................................................205
336. II. La obligación natural puede ser novada................................206
337. III. La obligación natural y otros modos de extinción de
obligaciones.............................................................................................207
338. IV. La obligación natural puede ser caucionada.........................207

350
LAS OBLIGACIONES TOMO II

339. V. La sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación


natural......................................................................................................208
340. VI. ¿Puede la obligación natural convertirse en civil?.................208
Capítulo III...................................................................................................................210
CLASIFICACIONES SEGÚN EL OBJETO................................................................210
341. Enunciación...............................................................................210
Sección primera.............................................................................................210
OBLIGACIONES DE DAR, HACER Y NO HACER..............................................210
342. Importancia................................................................................210
343. I. Obligación de dar....................................................................210
344. A. Concepto doctrinario de la obligación de dar.........................210
345. B. La obligación de entregar......................................................211
346. C. En nuestro Código, la obligación de entregar está incluida en la
de dar. Demostración...............................................................................211
347. II. Obligación de restituir............................................................212
348. III. Obligación de hacer..............................................................213
349. IV. Obligación de no hacer.........................................................213
Sección segunda............................................................................................214
OBLIGACIONES ESPECIFICAS Y GENÉRICAS.................................................214
350. Enunciación...............................................................................214
Párrafo 1.°................................................................................................214
Obligaciones de especie o cuerpo cierto...............................................214
351. Generalidades............................................................................214
352. La obligación de conservación...................................................215
Párrafo 2.°................................................................................................215
Las obligaciones de género...................................................................215
353. Concepto...................................................................................216
354. Efectos de la obligación de género............................................216
Párrafo 3.°................................................................................................217
Obligaciones monetarias.......................................................................217
355. Las obligaciones de dinero.........................................................217
356. Cumplimiento de las obligaciones de dinero..............................217
356 bis. Reajustabilidad de las obligaciones......................................218
357. I. Cláusula oro, moneda de oro y valor oro................................219
358. II. Cláusula moneda extranjera y valor moneda extranjera........220
359. III. Cláusulas en mercadería y valor mercadería........................222
359 bis. IV. Cláusulas expresadas en valores sujetos a reajustes......222
359 tris. A. Operaciones de crédito de dinero....................................224
359 cuatro. B. Saldos de precios de compraventa.............................225
359 cinco. C. Demás obligaciones monetarias...................................225
Párrafo 4.°................................................................................................226
Los intereses.........................................................................................226
360. Concepto. Evolución de la legislación chilena............................226
361. Características de los intereses.................................................227
362. Clasificación de los intereses.....................................................228
363. I. En cuanto a su origen: estipulados y fijados por la ley............228
364. II. intereses legales, corrientes y convencionales......................228
365. III. Intereses por el uso y penales...............................................230
366. Limitación del interés convencional...........................................230
367. A. Concepto de intereses en la Ley 18.010................................232
368. B. Sanción mi caso de estipularse intereses excesivos..............233
369. El anatocismo............................................................................234
Sección tercera..............................................................................................235
OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE OBJETOS...........................................235

351
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

370. Obligaciones de objeto simple y complejo.................................235


Párrafo 1º.................................................................................................236
Obligaciones acumulativas...................................................................236
371. Concepto y caracteres...............................................................236
Párrafo 2.°................................................................................................236
Obligaciones alternativas o disyuntivas................................................236
372. Concepto y caracteres...............................................................236
373. Efectos de la obligación alternativa...........................................237
374. I. Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del
deudor......................................................................................................237
375. II. Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del
acreedor. .................................................................................................238
376. III. Efectos de la pérdida de todas o algunas de las cosas
alternativamente debidas.........................................................................238
Párrafo 3.°................................................................................................239
Obligaciones facultativas......................................................................239
377. Concepto y caracteres...............................................................239
378. Efectos de la obligación facultativa............................................239
Párrafo 4.°................................................................................................240
Paralelo recíproco y con otras instituciones..........................................240
379. Paralelo entre las obligaciones complejas según el objeto.........240
380. Distinción con otras obligaciones: de género, dación en pago y
cláusula penal..........................................................................................241
Capítulo IV...................................................................................................................242
LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE SUJETOS...........................................242
381. Clasificación...............................................................................242
Sección primera.............................................................................................242
OBLIGACIONES SIMPLEMENTE CONJUNTAS 0 MANCOMUNADAS.................242
382. Concepto...................................................................................242
383. Características...........................................................................243
384. Efectos.......................................................................................244
385. Excepciones a la conjunción......................................................245
Sección segunda............................................................................................245
LA SOLIDARIDAD EN GENERAL....................................................................245
386. Concepto...................................................................................245
387. Clasificación...............................................................................245
388. Requisitos. Enunciación.............................................................246
389. I. En la solidaridad el objeto debe ser divisible..........................246
390. II. Unidad de prestación y pluralidad de vínculos.......................246
391. III. Las fuentes de la solidaridad. Enunciación............................247
392. A. La ley.....................................................................................248
393. B. El testamento........................................................................248
394. C. La convención........................................................................249
395. D. La sentencia judicial por regla general no es fuente de
solidaridad. Excepción..............................................................................249
396. Explicación de ha solidaridad.....................................................249
397. Doctrina que inspira nuestra legislación....................................250
Sección tercena..............................................................................................251
SOLIDARIDAD ACTIVA.................................................................................251
398. Su escasa aplicación actual.......................................................251
399. Efectos de la solidaridad activa.................................................251
400. I. Efectos entre los acreedores y el deudor. Son ellos los
siguientes:................................................................................................251

352
LAS OBLIGACIONES TOMO II

401. II. Efectos entre los coacreedores una vez extinguida la deuda.
Nada dijo el Código al respecto................................................................252
Sección cuarta................................................................................................252
SOLIDARIDAD PASIVA..................................................................................252
402. Enunciación...............................................................................252
Párrafo 1.°................................................................................................252
Generalidades.......................................................................................252
403. Concepto y caracteres...............................................................252
404. La solidaridad pasiva como caución. Relaciones con la fianza.. .253
405. Solidaridad imperfecta...............................................................254
406. Efectos de la solidaridad. Enunciación.......................................254
Párrafo 2.°................................................................................................254
Efectos de la solidaridad pasiva entre acreedor y deudores.................254
407. Enunciación...............................................................................254
408. I. La demanda del acreedor.......................................................255
409. A. La cosa juzgada.....................................................................256
410. B. Crédito privilegiado respecto de un deudor...........................256
411. II. Extinción de la deuda.............................................................257
412. III. Interrupción y mora..............................................................258
413. IV. Otros efectos de la solidaridad pasiva..................................258
414. V. Las excepciones del deudor demandado. Clasificación.........259
415. A. Excepciones reales................................................................259
416. B. Excepciones personales.........................................................259
417. C. Excepciones mixtas: remisión y compensación.....................260
Párrafo 3.°................................................................................................260
Efectos entre los codeudores solidarios extinguida la deuda................260
418. Contribución a la deuda.............................................................260
419. I. Caso en que haya operado un modo no satisfactorios de la
obligación.................................................................................................260
420. II. Caso en que la solidaridad interesaba a todos los deudores.. 261
421. II. Caso en que la solidaridad interesaba a algunos de los
deudores..................................................................................................262
422. Insolvencia de alguno de los deudores solidarios......................262
Párrafo 4.°................................................................................................263
Extinción de la solidaridad....................................................................263
423. Formas de extinción..................................................................263
424. I. Renuncia del acreedor............................................................263
425. II. Muerte de un deudor solidario...............................................263
Sección quinta................................................................................................264
LA INDIVISIBILIDAD.....................................................................................264
426. Pauta.........................................................................................264
Párrafo 1.°................................................................................................264
La indivisibilidad en general..................................................................264
427. Origen y desarrollo....................................................................264
428. Concepto de indivisibilidad jurídica............................................264
429. Clasificación...............................................................................265
430. La indivisibilidad en las obligaciones de dar, hacer y no hacer.. 266
Párrafo 2.°................................................................................................267
La indivisibilidad activa.........................................................................267
431. Concepto y efectos....................................................................267
Párrafo 3.°................................................................................................268
La indivisibilidad pasiva........................................................................268
432. Enunciación de sus efectos........................................................268
433. I. Cada deudor está obligado al pago total de la deuda.............268

353
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

434. II. Pago efectuado por uno de los codeudores............................268


435. III. Interrupción de la prescripción..............................................269
436. IV. Transmisibilidad de la indivisibilidad.....................................269
437. V. La obligación de indemnizar los perjuicios es divisible..........269
Párrafo 4.°................................................................................................269
Excepciones a la divisibilidad................................................................269
438. Concepto...................................................................................270
439. I. La acción prendaria e hipotecaria...........................................270
440. II. Entrega de una especie o cuerpo cierto.................................271
441. III. Indemnización de perjuicios. Referencia...............................271
442. IV. Deudas hereditarias..............................................................272
443. A. Caso en que los herederos, el testador o la partición
establezcan una división diferente de las deudas hereditarias.................272
444. B. Caso en que el causante y el acreedor estipulan indivisibilidad.
.................................................................................................................273
445. V. Cosa cuya división causa perjuicio.........................................273
446. VI. Obligaciones alternativas. Referencia...................................274
Sección sexta.................................................................................................274
PARALELO ENTRE LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE PARTES.........274
447. Enunciación...............................................................................274
448. I. Conjunción por un lado, solidaridad e indivisibilidad por el otro.
.................................................................................................................274
449. II. Solidaridad e indivisibilidad....................................................274
Capítulo V....................................................................................................................276
LAS OBLIGACIONES SUJETAS A MODALIDADES..................................................276
450. Enunciación...............................................................................276
Sección primera.............................................................................................276
LAS MODALIDADES.....................................................................................276
451. Concepto...................................................................................276
452. Carácter accidental de las modalidades. Consecuencias...........276
453. Aplicación de las modalidades...................................................278
454. Enumeración..............................................................................278
Sección segunda............................................................................................278
OBLIGACIONES A PLAZO.............................................................................278
455. Reglamentación y pauta............................................................278
Párrafo 1.°................................................................................................279
Concepto y Clasificación.......................................................................279
456. Concepto...................................................................................279
457. Clasificación del plazo. Enunciación...........................................279
458. I. Plazo determinado e indeterminado.......................................280
459. II. Plazos fatales y no fatales......................................................280
460. III. Plazo expreso o tácito...........................................................280
461. IV. Plazos convencionales, legales y Judiciales...........................281
462. El plazo de gracia en la legislación francesa y en la nuestra.. . . .282
463. V. Plazos continuos y discontinuos.............................................282
464. VI. Plazo suspensivo y extintivo.................................................282
Párrafo 2.°................................................................................................283
Efectos del plazo...................................................................................283
465. Enunciación...............................................................................283
466. I. Efectos del plazo suspensivo antes de su vencimiento...........283
467. II. Efectos del plazo suspensivo a su vencimiento......................284
468. III. Efectos del plazo extintivo....................................................284
Párrafo 3.°................................................................................................285
Extinción del plazo................................................................................285

354
LAS OBLIGACIONES TOMO II

469. Enunciación...............................................................................285
470. I. Vencimiento del plazo.............................................................285
471. II. Renuncia del plazo.................................................................285
472. III. La caducidad del plazo..........................................................287
473. A. Caducidad convencional........................................................287
474. B. Quiebra o notoria insolvencia del deudor..............................288
475. C. Pérdida o disminución de las cauciones.................................288
Sección tercera..............................................................................................289
OBLIGACIONES CONDICIONALES. CONCEPTO Y CLASES..............................289
476. Reglamentación.........................................................................289
477. Concepto...................................................................................289
478. I. Hecho futuro...........................................................................290
479. II. La incertidumbre de la condición...........................................290
480. Clasificación de la condición. Enunciación.................................290
481. I. Condición suspensiva y resolutoria.........................................291
482. II. Condición positiva y negativa................................................291
483. III. Posibilidad y licitud de las condiciones..................................292
484 A. Eficacia de las condiciones positivas imposibles o ilícitas.......292
485. B. Eficacia de las condiciones negativas imposibles o ilícitas.. . .293
486. IV. Condición expresa y tácita....................................................293
487. V. Condición determinada e indeterminada. ¿Puede esta cumplirse
en cualquier epoca?.................................................................................293
488. VI. Condición potestativa, casual y mixta..................................295
489. Condición simple y meramente potestativa...............................296
Sección cuarta................................................................................................298
EFECTOS DE LA CONDICIÓN EN GENERAL...................................................298
490. Enunciación...............................................................................298
Párrafo 1.°................................................................................................298
Los estados de la condición..................................................................298
491. Condición pendiente, cumplida y fallida....................................298
492. I. Condición pendiente...............................................................298
493. II. Condición fallida.....................................................................299
494. III. Condición cumplida...............................................................299
495. Cómo deben cumplirse las condiciones.....................................300
Párrafo 2.°................................................................................................300
La retroactividad de la condición cumplida...........................................300
496. Concepto...................................................................................300
497. Desarrollo y tendencias actuales...............................................301
498. La retroactividad de la condición en nuestra legislación............302
499. I. Casos en que el Código acoge la retroactividad. Son los
principales:...............................................................................................302
500. II. Casos en que el Código rechaza la retroactividad. Son ellos:. 303
501. III. Conclusión.............................................................................303
Párrafo 3.°................................................................................................303
Forma de entregar la cosa debida cumplida la condición.....................303
502. Enunciación...............................................................................303
503. I. Los aumentos y mejoras pertenecen al acreedor....................304
504. II. Los deterioros y disminuciones de la cosa los sufre el acreedor.
.................................................................................................................304
505. III. Los frutos pertenecen al deudor...........................................305
506. IV. Pérdida de la cosa debida bajo condición.............................305
507. V. Enajenación y gravámenes del deudor condicional. Referencia.
.................................................................................................................306
Sección quinta................................................................................................306

355
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

LA CONDICIÓN SUSPENSIVA........................................................................306
508. Concepto...................................................................................306
509. I. Efectos de la condición suspensiva pendiente. Enunciación.. .306
510. A. Ni el derecho ni la obligación existen....................................307
511. B. El vínculo jurídico existe........................................................307
512. C. El acreedor tiene una legítima expectativa de llegar a serlo. 308
513. II. Efectos de la condición suspensiva fallida.............................309
514 III. Efectos de la condición suspensiva cumplida.........................309
Sección sexta.................................................................................................309
LA CONDICIÓN RESOLUTORIA.....................................................................309
515. Concepto...................................................................................309
516. Clasificación y enunciación........................................................310
Párrafo 1.°................................................................................................310
La condición resolutoria ordinaria.........................................................310
517. Enunciación...............................................................................310
518. I. Condición resolutoria pendiente.............................................310
519. II. Condición resolutoria fallida...................................................311
520. III. Condición resolutoria cumplida. Cómo opera........................311
Párrafo 2.°................................................................................................311
La condición resolutoria tácita..............................................................311
521. Concepto...................................................................................312
522. Origen y desarrollo....................................................................312
523. Fundamento...............................................................................312
524. La condición resolutoria tácita como sanción, reparación y
garantía....................................................................................................313
525. Características de la condición resolutoria tácita. Dentro de la
clasificación de las condiciones, es:.........................................................314
526. Requisitos de la condición resolutoria tácita. Enunciación.........314
527. I. La condición resolutoria tácita sólo opera en los contratos
bilaterales................................................................................................314
528. A. Situación de los contratos unilaterales..................................315
529. B. La resolución en los contratos detracto sucesivo...................315
530. C. La resolución no tiene lugar en la partición...........................316
531. II. Incumplimiento culpable de la obligación..............................316
532. A. El incumplimiento..................................................................316
533. B. La imputabilidad del incumplimiento.....................................317
534. III. El acreedor debe haber cumplido su propia obligación o estar
llano a cumplirla.......................................................................................318
535. IV. La condición resolutoria tácita requiere sentencia judicial....318
536. Paralelo entre la condición resolutoria ordinaria y la tácita.......320
Párrafo 3.°................................................................................................320
El pacto comisorio.................................................................................320
537. Concepto y reglamentación.......................................................320
538. El pacto comisorio es de aplicación general...............................321
539. Pacto comisorio simple y calificado...........................................321
540. I. El pacto comisorio simple.......................................................322
541. II. El pacto comisorio calificado..................................................323
543. B. El pacto comisorio calificado en los demás casos..................324
Párrafo 4.°................................................................................................326
La acción resolutoria.............................................................................326
544. El derecho de opción del acreedor.............................................326
545. Concepto de la acción resolutoria..............................................326
546. Características de la acción resolutoria. Enunciación.................327
547. I. La acción resolutoria es personal............................................327

356
LAS OBLIGACIONES TOMO II

548. II. La acción resolutoria es patrimonial.......................................328


549. III. La renuncia a la resolución...................................................328
550. IV. La acción resolutoria es transmisible y transferible..............328
551. V. Prescripción de la acción resolutoria......................................329
552. VI. La acción resolutoria puede ser mueble o inmueble. Aplicando
la regla general del Art. 580, la acción resolutoria será mueble o raíz, según
lo sea la cosa en que recaiga...................................................................330
553. VII. La acción resolutoria es indivisible.......................................330
554. Paralelo al ha acción resolutoria con otras acciones..................330
555. I. Resolución, nulidad y rescisión...............................................330
556. II. Resciliación y resolución........................................................331
557. III. Revocación unilateral y resolución........................................331
558. IV. Imposibilidad en el cumplimiento y resolución.....................331
Párrafo 5.°................................................................................................332
Los efectos de la resolución..................................................................332
559. Los efectos de la condición resolutoria. Referencia...................332
560. I. Restitución de la cosa.............................................................332
561. II. La resolución y las enajenaciones y gravámenes a terceros.. 333
562.A. Cuándo se aplican los Arts. 1.490 y 1.491 y derechos del
acreedor. Antes que nada conviene tener a la mano el texto de las
disposiciones:...........................................................................................334
563. B. Actos afectados por la resolución..........................................337
564. C. Las enajenaciones y gravámenes quedan sin efecto respecto
de los bienes muebles cuando el tercero está de mala fe........................337
565. D. En los inmuebles, las enajenaciones quedan sin efecto cuando
la condición constaba en el título. Alcances.............................................337
566. Dl. Cuándo se entiende constar la condición.............................337
567. D2. La condición debe constar en el título respectivo inscrito u
otorgado por escritura pública.................................................................338
568. D3. ¿La constancia de la condición en el título implica por sí sola
mala fe del tercero? ................................................................................339
Sección séptima.............................................................................................339
OBLIGACIONES MODALES............................................................................339
569. Concepto y reglamentación.......................................................339
570. Modo y condición.......................................................................340
571. Forma de cumplir el modo.........................................................340
572. Incumplimiento y extinción del modo........................................340
ÍNDICE.........................................................................................................................342
LAS OBLIGACIONES.....................................................................................................378
Cuarta parte................................................................................................................379
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES.......................................................................379
CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN......................................................................................380
573. Reglamentación.........................................................................380
574. Concepto habitual de los efectos de las obligaciones................380
575. El cumplimiento como efecto de la obligación...........................380
576. Clasificación y pauta..................................................................381
Subparte primera........................................................................................................382
Efectos de la obligación en el cumplimiento......................................................382
577. Enunciación...............................................................................382
Capítulo I.....................................................................................................................383
DEBER DE CUMPLIMIENTO Y RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR.........................383
578. La fuerza obligatoria del vínculo................................................383
579. Responsabilidad del deudor a sus obligaciones. Evolución........383
580. La prisión por deudas.................................................................383

357
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

581. La responsabilidad patrimonial del deudor................................384


582. Caracteres y extensión de la garantía (prenda) general............385
583. I. Universalidad e ilimitación de la garantía general..................385
584. II. Igualdad de la garantía general. Excepciones........................386
585. III. Derechos que otorga la garantía general..............................386
585 bis. El cumplimiento....................................................................386
Capítulo II....................................................................................................................388
PAGO EFECTIVO O SOLUCIÓN............................................................................388
586. Reglamentación y pauta............................................................388
Sección primera.............................................................................................388
CONCEPTO DEL PAGO.................................................................................388
587. Definición...................................................................................388
588. El pago como convención..........................................................389
589. Clasificación del pago................................................................389
Sección segunda............................................................................................389
LAS PARTES EN EL PAGO.............................................................................389
590. Por quién ya quién debe hacerse el pago..................................389
Párrafo 1.°................................................................................................389
El solvens..............................................................................................389
591. Enumeración..............................................................................390
592. I. Pago efectuado por el propio deudor......................................390
593. II. Pago efectuado por personas interesadas en la extinción de la
obligación.................................................................................................390
594. III. Pago efectuado por un tercero totalmente extraño a la
obligación.................................................................................................391
595. A. Pago con consentimiento expreso o tácito del deudor...........392
596. B. Pago sin conocimiento del deudor.........................................392
597. C. Pago contra la voluntad del deudor.......................................393
598. Requisitos en el solvens en el pago de las obligaciones de dar. 394
599. I. El pago debe hacerlo el dueño................................................394
600. II. El solvens debe tener capacidad de enajenar........................395
601. Pago de cosas consumibles.......................................................395
Párrafo 2.°................................................................................................395
El accipiens...........................................................................................395
602. A quién debe hacerse el pago....................................................395
603. I. El acreedor..............................................................................396
604. A. Acreedor incapaz...................................................................396
605. B. Embargo y retención del crédito............................................396
606. C. Quiebra del deudor................................................................397
607. II. Representantes del acreedor.................................................398
608. A. Representantes legales.........................................................398
609. B. Representantes judiciales......................................................398
610. C. Diputado para recibir el pago................................................398
611. Extinción de la diputación para recibir el pago..........................399
612. III. Poseedor del crédito.............................................................400
613. Pagos hechos a otras personas..................................................401
Sección tercera..............................................................................................402
EL OBJETO DEL PAGO..................................................................................402
614. El deudor debe cumplir al tenor de la obligación.......................402
615. I. Identidad del pago..................................................................402
616. Oué se debe pagar.....................................................................403
617. Derechos del acreedor en caso de deterioros............................404
618. II. La integridad del pago...........................................................404
619. Los gastos del pago...................................................................404

358
LAS OBLIGACIONES TOMO II

620. III. Indivisibilidad del pago..........................................................405


Sección cuarta................................................................................................407
OTROS ASPECTOS DEL PAGO......................................................................407
621. Enunciación...............................................................................407
622. I. Cuándo debe efectuarse el pago............................................407
623. II. Dónde debe efectuarse el pago.............................................407
624. III. Prueba y presunciones de pago............................................408
625. IV. Imputación del pago.............................................................409
626. V. Efectos del pago....................................................................410
Capítulo III...................................................................................................................411
LAS MODALIDADES DEL PAGO...........................................................................411
627. Concepto y enunciación.............................................................411
Sección primera.............................................................................................411
EL PAGO POR CONSIGNACIÓN.....................................................................411
628. Reglamentación y enunciación..................................................411
Párrafo 1.°................................................................................................411
Conceptos generales............................................................................411
629. Aplicación del pago de consignación.........................................411
630. Procedimiento del pago por consignación..................................412
Párrafo 2.°................................................................................................413
La oferta...............................................................................................413
631. Concepto...................................................................................413
632. I. Requisitos de la oferta normal................................................413
633. A. Requisitos de fondo de la oferta: capacidad, lugar, oportunidad.
.................................................................................................................413
634. B. Requisitos de forma de la oferta: su procedimiento...............414
635. II. Casos de excepción. Enunciación...........................................415
636. A. imposibilidad de ubicar al acreedor.......................................415
637. B. Pagos periódicos de sumas de dinero provenientes de una
misma obligación. Arriendos urbanos.......................................................416
638. C. Demanda del acreedor..........................................................417
639. D. Letra de cambio....................................................................418
640. Resultado de la oferta................................................................418
Párrafo 3.°................................................................................................418
La consignación y su calificación..........................................................418
641. Concepto...................................................................................418
642. I. El depósito..............................................................................418
643. II. Calificación de la consignación..............................................419
644. A. Notificación al acreedor.........................................................419
645. B. La suficiencia del pago..........................................................420
Párrafo 4.°................................................................................................421
Efectos de la consignación....................................................................421
646. La consignación produce los efectos del pago...........................421
647. Los gastos de la consignación....................................................422
648. Retiro de la consignación...........................................................422
Sección segunda............................................................................................423
EL PAGO CON SUBROGACIÓN......................................................................423
649. Reglamentación y pauta............................................................423
Párrafo 1.°................................................................................................423
La subrogación en general....................................................................423
650. La subrogación en el derecho....................................................423
651. La subrogación real...................................................................423
652. Subrogación personal o pago con subrogación..........................424
653. Clasificación...............................................................................426

359
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

654. La subrogación como medio de traspasar los créditos. Referencia.


.................................................................................................................426
655. Acciones de que goza el tercero que paga. Fundamento de la
subrogación..............................................................................................426
656. Explicación jurídica de la subrogación.......................................427
Párrafo 2.°................................................................................................427
La subrogación legal.............................................................................427
657. Enunciación...............................................................................428
658. I. Codeudores solidarios y subsidiarios. Referencia....................428
659. II. Pago con consentimiento del deudor. Referencia..................428
660. III. Préstamo de dineros al deudor para el pago.........................429
661. IV. Pago de un acreedor a otro de mejor derecho......................429
662. V. Pago de una hipoteca............................................................430
663. VI. Heredero beneficiarlo que paga con dineros propios deudas de
la herencia................................................................................................433
664. VII. Otros casos de subrogación legal........................................433
Párrafo 3.°................................................................................................434
La subrogación convencional................................................................434
665. Concepto...................................................................................434
666. I. Requisitos de toda subrogación. Referencia...........................434
667. II. Consentimiento del acreedor.................................................434
668. III. Formalidades de la subrogación convencional......................435
Párrafo 4.°................................................................................................435
Efectos de la subrogación.....................................................................435
669. Enunciación...............................................................................435
670. I. Traspaso de derechos y acciones...........................................436
671. II. Traspaso de los privilegios.....................................................436
672. III. Traspaso de las cauciones....................................................437
673. IV. ¿Se traspasan los derechos concedidos en razón a la persona
del acreedor? ...........................................................................................437
674. V. Derecho del solvens a reclamar el título................................438
675. VI. El solvens conserva sus propias acciones.............................439
676. VII. Limitación de los efectos y renuncia....................................439
677. VIII. Efectos del pago parcial......................................................439
Capítulo IV...................................................................................................................441
EL PAGO DE LO NO DEBIDO...............................................................................441
678. Reglamentación.........................................................................441
679. Concepto...................................................................................441
680. Naturaleza jurídica del pago indebido........................................441
681. Requisitos para que el pago sea indebido. Enunciación.............442
682. I. El pago....................................................................................442
683. II. El error en el pago.................................................................442
684. A. Tanto el error de hecho como el de derecho producen un pago
indebido...................................................................................................443
685. B. La fuerza no da lugar al pago indebido..................................443
686. III. Carencia de causa en el pago...............................................443
687. Obligaciones que son causa suficiente de pago.........................444
688. Prueba del pago indebido..........................................................444
689. Efectos del pago indebido: la acción de repetición....................445
690. Casos en que no procede la acción de repetición......................445
691. Principales características de la acción de repetición. Las que
merecen destacarse son las siguientes:...................................................446
692. Efectos de la acción de repetición. Enunciación.........................446
693. I. Prestaciones mutuas. Mala y buena fe del accipiens..............446

360
LAS OBLIGACIONES TOMO II

694. A. Prestaciones del accipiens de buena fe.................................446


695. B. Prestaciones del accipiens de mala fe...................................447
696. II. Situación de los terceros adquirentes....................................448
697. A. Adquirente a título gratuito....................................................448
698. B. Adquirente a título oneroso...................................................448
699. C. Venta de la cosa indebidamente pagada...............................448
Capítulo V....................................................................................................................450
LA DACIÓN EN PAGO.........................................................................................450
700. Concepto...................................................................................450
701. Origen y desarrollo....................................................................450
702. La dación en pago en nuestra legislación..................................451
703. Naturaleza jurídica de la dación en pago. Enunciación de las
diferentes doctrinas..................................................................................451
704. I. Dación en pago y compraventa..............................................452
705. II. Dación en pago y novación....................................................453
706. III. La dación en pago como modalidad de éste.........................454
707. IV. Otras doctrinas: la dación en pago como institución autónoma.
.................................................................................................................455
708. Paralelo con otras instituciones: obligación alternativa, facultativa,
cláusula penal, adjudicación.....................................................................455
709. Requisitos de la dación en pago. Enunciación...........................456
710. I. La obligación primitiva............................................................456
711. II. La prestación diferente..........................................................456
712. III. Consentimiento y capacidad de las partes............................457
713. IV. Solemnidades legales del acto: la dación en pago como título
traslaticio de dominio...............................................................................457
714. V. Animo solvendi. La dación en pago de créditos.....................458
715. Efectos de la dación en pago.....................................................458
716. Revocación de la dación en pago por fraude.............................459
Capítulo VI...................................................................................................................461
LA COMPENSACION...........................................................................................461
717. Reglamentación y pauta............................................................461
Sección primera.............................................................................................461
GENERALIDADES.........................................................................................461
718. Concepto...................................................................................461
719. Importancia de la compensación...............................................461
720. Paralelo con otras instituciones.................................................462
721. Compensación legal, voluntaria y judicial..................................463
Sección segunda............................................................................................463
REQUISITOS DE LA COMPENSACIÓN............................................................463
722. Enunciación...............................................................................463
723. I. Las partes deben ser personal y recíprocamente acreedoras y
deudoras..................................................................................................463
724. A. El mandato............................................................................464
725. B. La cesión de créditos.............................................................465
726. II. Obligaciones de igual naturaleza...........................................466
727. III. Exigibilidad de las obligaciones.............................................466
728. IV. Liquidez de ambas deudas...................................................466
729. V. Que la ley no baya prohibido la compensación. Enunciado.. .467
730. A. La compensación no puede oponerse en perjuicio de tercero.
.................................................................................................................467
731. B. No pueden compensarse créditos pagaderos en distintos
lugares.....................................................................................................468
732. C. Créditos no embargables.......................................................468

361
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

733. D. Restitución, depósito, comodato...........................................468


734. E. Actos de violencia o fraude....................................................469
735. F. Deudas del Estado y otros organismos públicos....................469
Sección tercera..............................................................................................470
EFECTOS DE LA COMPENSACIÓN.................................................................470
736. Enunciación...............................................................................470
737. I. La compensación opera de pleno derecho..............................470
738. II. La compensación debe ser alegada.......................................470
739. III. Renuncia a la compensación.................................................471
740. IV. Caso en que haya varias deudas compensables...................472
Capítulo VII..................................................................................................................473
LA CONFUSION..................................................................................................473
741. Concepto...................................................................................473
742. La confusión como equivalente al cumplimiento.......................473
743. Aplicación de la confusión: caso de pluralidad de patrimonios.. 474
744. Clases de confusión...................................................................475
745. I. Confusión por acto entre vivos y por causa de muerte...........475
746. II. Confusión total y parcial........................................................475
747. Efectos de la confusión..............................................................475
748. Caso en que cesa la confusión...................................................476
Subparte segunda.......................................................................................................477
Capítulo I.....................................................................................................................478
CONCEPTO Y ENUMERACION.............................................................................478
749. Concepto...................................................................................478
750. Enumeración..............................................................................479
Capítulo II....................................................................................................................480
MEDIDAS CONSERVATIVAS................................................................................480
751. Concepto...................................................................................480
752. Disposiciones legales que se refieren a ellas.............................480
753. Algunas medidas conservativas.................................................481
754. I. Medidas precautorias..............................................................481
755. II. La guarda y aposición de sellos.............................................481
756. III. Asistencia a la confección de inventario solemne.................482
Capítulo III...................................................................................................................483
ACCION OBLICUA...............................................................................................483
757. Pauta.........................................................................................483
Sección primera.............................................................................................483
LA ACCIÓN OBLICUA EN GENERAL...............................................................483
758. Concepto...................................................................................483
759. Requisitos de la acción oblicua..................................................484
760. I. Requisitos del acreedor que ejerce la acción oblicua..............484
761. II. Requisitos del crédito del acreedor que ejerce la acción oblicua.
.................................................................................................................484
762. III. Requisitos del deudor............................................................485
763. IV. Requisitos de los derechos y acciones que se ejercen por
cuenta del deudor....................................................................................485
764. Efectos de la acción oblicua.......................................................485
Sección segunda............................................................................................486
LA ACCIÓN OBLICUA EN LA LEGISLACIÓN CHILENA.....................................486
765. ¿Procede en el Código Civil chileno la acción oblicua?...............486
766. I. Derechos de prenda, usufructo, retención..............................486
767. II. Arrendamiento.......................................................................488
768. III. Pérdida de la cosa debida por hecho o culpa de tercero.......488

362
LAS OBLIGACIONES TOMO II

769. IV. Repudio de donación, herencia o legado en perjuicio de los


acreedores...............................................................................................489
770. V. Enajenación de nave..............................................................489
771. Conclusión.................................................................................490
Sección tercera..............................................................................................490
ACCIONES DIRECTAS DEL ACREEDOR.........................................................490
772. Concepto y casos de ellas..........................................................490
Capítulo IV...................................................................................................................492
LA ACCION PAULIANA O REVOCATORIA.............................................................492
773. Reglamentación y pauta............................................................492
Sección primera.............................................................................................492
CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA..........................................................492
774. Concepto...................................................................................492
775. Acción oblicua y pauliana..........................................................493
776. Naturaleza jurídica de la acción pauliana...................................493
Sección segunda............................................................................................494
REQUISITOS DE LA ACCIÓN PAULIANA........................................................494
777. Enunciación...............................................................................494
778. I. Actos que pueden ser atacados por la acción pauliana...........495
779. II. Oportunidad en que se han otorgado los actos impugnados..495
780. III. Requisitos del acreedor.........................................................496
781. IV. Requisito en el deudor: el fraude pauliano............................497
782. V. Requisitos que deben concurrir en los terceros beneficiados con
el acto o contrato.....................................................................................497
Sección tercera..............................................................................................498
CARACTERÍSTICAS Y EFECTOS DE LA ACCIÓN PAULIANA............................498
783. Características de la acción revocatoria....................................498
784. Efectos de la revocación............................................................499
785. Efectos entre el deudor y tercero...............................................499
Capítulo V....................................................................................................................501
EL BENEFICIO DE SEPARACION..........................................................................501
786. Concepto...................................................................................501
787. Las partes en el beneficio de separación...................................501
788. Efectos del beneficio de separación...........................................502
Subparte Tercera........................................................................................................503
Capítulo I.....................................................................................................................504
EL INCUMPLIMIENTO EN GENERAL.....................................................................504
790. Concepto...................................................................................504
791. Clasificación. Enunciación..........................................................504
792. I. Incumplimiento voluntario e involuntario................................504
793. II. Incumplimiento total y parcial................................................505
794. III. Incumplimiento definitivo y temporal....................................505
795. IV. Responsabilidad del deudor en el incumplimiento................505
796. Prueba del incumplimiento y presunción de imputabilidad........505
797. Derechos del acreedor en caso de incumplimiento imputable.. .506
798. Antijuridicidad del incumplimiento imputable............................506
Capítulo II....................................................................................................................507
EL CUMPLIMIENTO FORZADO.............................................................................507
799. Concepto...................................................................................507
800. Aspectos sustantivos del cumplimiento forzado........................508
801. I. Cumplimiento forzado de las obligaciones de dar...................508
802. El embargo y la inembargabilidad.............................................509
803. II. Cumplimiento forzado en las obligaciones de hacer..............510
804. A. Apremio al deudor.................................................................510

363
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

805. B. Ejecución por un tercero a expensas del deudor...................511


806. C. Indemnización compensatoria...............................................512
807. III. Cumplimiento forzado de la obligación de no hacer..............512
808. A. Caso en que se puede y es necesario deshacer lo hecho......512
809. B. No es necesario deshacer lo hecho........................................513
810. C. Caso en que no pueda deshacerse lo hecho..........................513
Capítulo III...................................................................................................................514
INDEMNIZACION DE PERJUICIOS O RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL.............514
811. Pauta.........................................................................................514
Sección primera.............................................................................................514
CONCEPTO, NATURALEZA JURÍDICA Y CLASES............................................514
812. Concepto...................................................................................514
813. Fundamentos de la indemnización de perjuicios........................514
814. Otras formas de reparación.......................................................515
815. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnizar los perjuicios.
.................................................................................................................515
816. Clases de indemnización............................................................516
817. I. La indemnización compensatoria............................................517
818. A. Por regla general la indemnización compensatoria sólo procede
ante la imposibilidad del cumplimiento forzado.......................................517
819. B. Inacumulabilidad de la indemnización compensatoria y el
cumplimiento...........................................................................................517
820. II. Indemnización moratoria.......................................................518
821. Requisitos de la indemnización de perjuicios. Enunciación........518
Sección segunda............................................................................................518
EXISTENCIA DE PERJUICIOS Y RELACIÓN DE CAUSALIDAD...........................518
822. Existencia de perjuicios.............................................................518
823. Prueba de los perjuicios.............................................................519
824. La relación de causalidad en materia contractual......................519
Sección tercera..............................................................................................520
EL INCUMPLIMIENTO DEBE SER IMPUTABLE AL DEUDOR.............................520
825. Concepto...................................................................................520
Párrafo 1.°................................................................................................520
El dolo contractual................................................................................520
826. Concepto: la teoría unitaria del dolo..........................................520
827. Prueba del dolo..........................................................................521
828. Efectos del dolo.........................................................................522
Párrafo 2.°................................................................................................522
La culpa contractual.............................................................................522
829. Concepto. Referencias...............................................................522
830. I. Grados de culpabilidad...........................................................523
831. A. Historia y derecho comparado...............................................523
832. B. Los grados de culpa en nuestro Código.................................524
833. C. Importancia de la clasificación de la culpa............................524
834. C. I. Culpa de que se responde en los distintos contratos..........524
835. C. 2. La culpa grave equivale al dolo.........................................525
836. II. La culpa contractual se presume...........................................526
Sección cuarta................................................................................................526
LAS CIRCUNSTANCIAS QUE ALTERAN O ELIMINAN LA RESPONSABILIDAD DEL
DEUDOR.............................................................................................................526
837. Enunciación...............................................................................526
Párrafo 1.°................................................................................................527
Caso fortuito o fuerza mayor................................................................527
838. Concepto y denominación..........................................................527

364
LAS OBLIGACIONES TOMO II

839. Concepciones sobre el caso fortuito..........................................528


840. Requisitos del caso fortuito........................................................528
841. I. Exterioridad del hecho............................................................528
842. II. Imprevisibilidad......................................................................529
843. III. Imposibilidad de resistir........................................................529
844. Determinación del caso fortuito.................................................530
845. Efectos del caso fortuito............................................................531
846. Excepciones al efecto liberatorio del caso fortuito.....................532
847. Prueba del caso fortuito.............................................................532
Párrafo 2.°................................................................................................533
Ausencia de culpa, estado de necesidad y hecho ajeno........................533
848. Enunciación...............................................................................533
849. I. Ausencia de culpa...................................................................533
850. II. Estado de necesidad..............................................................534
851. III. El hecho ajeno.......................................................................534
Párrafo 3.°................................................................................................535
La teoría de la imprevisión....................................................................535
852. Concepto...................................................................................536
853. Origen y desarrollo....................................................................536
854. La imprevisión y otras instituciones...........................................537
855. Requisitos doctrinarios de la imprevisión...................................538
856. Efectos de la imprevisión...........................................................539
857. La imprevisión en la legislación chilena.....................................539
858. I. Disposiciones que aceptan una modificación en la prestación.
.................................................................................................................539
859. II. Disposiciones que rechazan la modificación de la prestación.
.................................................................................................................540
860. III. ¿Procede la imprevisión como institución de carácter general?
.................................................................................................................540
861. IV. Conclusión............................................................................541
Párrafo 4.°................................................................................................541
Convenciones que alteran la responsabilidad normal del deudor.........541
862. Enunciación...............................................................................541
863. I. Cláusulas que agravan la responsabilidad del deudor............542
864. II. Cláusulas limitativas de la responsabilidad del deudor..........542
865. III. Las convenciones de irresponsabilidad.................................543
866. La condonación del dolo y culpa grave futuros no valen............544
Sección Quinta...............................................................................................544
LA MORA.....................................................................................................544
867. Mora del deudor y del acreedor.................................................544
Párrafo 1.°................................................................................................544
La mora del deudor...............................................................................544
868. Concepto y aplicación................................................................544
869. Requisitos de la mora. Enunciación...........................................545
870. I. Retardo imputable..................................................................545
871. II. Interpelación del acreedor.....................................................546
872. A. Interpelación judicial..............................................................547
873. B. La interpelación contractual expresa.....................................548
874. C. Interpelación contractual tácita.............................................549
875. III. El acreedor no debe estar en mora. Referencia....................549
876. Efectos de la mora. Enunciación................................................549
877. I. Derecho a reclamar indemnización de perjuicios....................549
878. Il. Responsabilidad del deudor por el caso fortuito....................550

365
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

879. III. El riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se debe, pasa a ser del
deudor. Referencia...................................................................................551
Párrafo 2.°................................................................................................551
La mora del acreedor............................................................................551
880. Concepto...................................................................................551
881. Reglamentación de la mora del acreedor en nuestro Código.....552
882. Desde cuándo está en mora el acreedor....................................553
883. Efectos de la mora accipiendi....................................................554
Capítulo IV...................................................................................................................555
JUICIO INDEMNIZATORIO Y EVALUACIÓN DE PERJUICIOS...................................555
884. Enunciación...............................................................................555
Sección primera.............................................................................................555
LA ACCIÓN DE PERJUICIOS..........................................................................555
884 bis. Referencia y enunciación.....................................................555
885. I. Prescripción............................................................................555
886. II. Competencia y procedimiento...............................................556
887. III. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnizar perjuicios.
.................................................................................................................556
888. A. Hecho o culpa de uno de los deudores..................................556
889. B. Hecho o culpa de varios deudores.........................................557
Sección segunda............................................................................................558
AVALUACIÓN JUDICIAL DE LOS PERJUICIOS.................................................558
890. Concepto...................................................................................558
891. Las distintas clases de perjuicios...............................................558
892. I. El daño moral en la indemnización contractual.......................559
893. II. Daño emergente y lucro cesante...........................................560
894. III. Perjuicios previstos e imprevistos.........................................561
895. IV. Modificación de las reglas legales por las partes..................562
896. V. Breve referencia al sistema de reparación integral...............562
897. VI. Otros aspectos de la avaluación judicial...............................562
Sección tercera..............................................................................................563
AVALUACIÓN LEGAL DE LOS PERJUICIOS.....................................................563
898. Concepto y aplicación................................................................563
899. I. Intereses que debe el deudor.................................................563
900. II. Si el acreedor cobra únicamente intereses, nada debe probar.
.................................................................................................................564
901. III. Anatocismo. Referencia........................................................565
902. IV. Rentas, cánones y pensiones periódicas...............................565
903. Estipulación de las partes..........................................................566
Sección cuarta................................................................................................566
LA CLÁUSULA PENAL...................................................................................566
904. Reglamentación y pauta............................................................566
Párrafo 1.°................................................................................................566
Concepto y caracteres..........................................................................566
905. Concepto...................................................................................566
906. I. La cláusula penal como avaluación de perjuicios....................567
907. II. La cláusula penal como caución personal..............................567
908. III. La cláusula penal como pena civil.........................................568
909. Paralelo con otras instituciones.................................................568
910. Características de la cláusula penal...........................................569
911. Extinción de la cláusula penal....................................................570
Párrafo 2.°................................................................................................570
Efectos de la cláusula penal..................................................................570
912. Enunciación...............................................................................570

366
LAS OBLIGACIONES TOMO II

913. I. Para que el acreedor cobre la pena deben concurrir los


requisitos de la indemnización de perjuicios, menos éstos.......................571
914. II. Incumplimiento parcial...........................................................572
915. III. Cobro de la pena, de la obligación principal y la indemnización
ordinaria de perjuicios..............................................................................572
916. A. Antes de la mora sólo puede pedirse la obligación principal..572
917. B. Derecho alternativo del acreedor en la mora del deudor.......572
918. C. Casos en que el acreedor puede acumular la pena y la
obligación principal..................................................................................573
919. D. El acreedor sólo por estipulación expresa puede cobrar la pena
e indemnización ordinaria........................................................................574
920. IV. Pluralidad de deudores y acreedores....................................574
Párrafo 3.°................................................................................................576
La cláusula penal enorme.....................................................................576
921. Mutabilidad o ínmutabilidad de la cláusula penal......................576
922. I. Contratos conmutativos..........................................................576
923. II. Mutuo. Referencia..................................................................577
924. III. Obligaciones de valor inapreciable o indeterminado.............577
925. La petición de rebaja del deudor................................................577
Capítulo V....................................................................................................................578
RELACIONES DE LAS RESPONSABILIDADES CONTRACTUAL Y
EXTRACONTRACTUAL...............................................................................................578
926. Enunciación...............................................................................578
927. I. Diferencias entre ambas responsabilidades............................578
928. II. Determinación de cuándo se aplica una y otra responsabilidad.
.................................................................................................................579
929. A. La regla general de responsabilidad es la contractual...........579
930. B. Los presupuestos de la responsabilidad contractual..............580
931. C. Responsabilidad precontractual.............................................581
932. D. Caso del contrato nulo...........................................................581
933. E. La obligación de seguridad....................................................582
934. F. Responsabilidad profesional...................................................582
935. III. El problema del cúmulo, acumulación u opción de
responsabilidades.....................................................................................583
936. IV. Teoría de la unidad de la responsabilidad civil......................584
937. A. Planteamiento de la teoría.....................................................584
938. B. La teoría de la unidad en la legislación chilena......................585
939. C. Conclusión.............................................................................586
Capítulo VI...................................................................................................................588
INCUMPLIMIENTO RECIPROCO...........................................................................588
940. Enunciación...............................................................................588
Sección primera.............................................................................................588
LA EXCEPCIÓN DEL CONTRATO NO CUMPLIDO............................................588
941. Concepto...................................................................................588
942. Origen y desarrollo. ..................................................................589
943. Requisitos para oponerla excepción del contrato no cumplido.. 590
944. Prueba de la falta de cumplimiento del acreedor.......................591
945. Efectos de la excepción del contrato no cumplido.....................592
946. Excepción preventiva de incumplimiento..................................593
Sección segunda............................................................................................594
EL DERECHO LEGAL DE RETENCIÓN............................................................594
947. Concepto...................................................................................594
948. Origen y desarrollo....................................................................595
949. El derecho legal de retención en nuestra legislación.................596

367
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

950. Requisitos del derecho legal de retención.................................597


951. I. Disposición legal que lo conceda............................................597
952. II. Tenencia legítima de la cosa por quien invoca el derecho.....598
953. III. Crédito cierto, líquido y exigible del retenedor.....................598
954. IV. La conexión..........................................................................598
955. V. La cosa debe ser del deudor..................................................599
956. Efectos de la retención legal. Enunciación.................................599
957. I. Derecho del retenedor a negarse a restituir mientras no sea
pagado.....................................................................................................600
958. II. Derechos de realización y preferencia...................................600
959. III. La retención no otorga derecho de persecución...................601
960. Derecho legal de retención y excepción del contrato no cumplido.
.................................................................................................................601
Capítulo VII..................................................................................................................602
LA INSOLVENCIA Y SUS EFECTOS......................................................................602
961. Pauta.........................................................................................602
Sección primera.............................................................................................602
GENERALIDADES.........................................................................................602
962. La insolvencia............................................................................602
963. Insolvencia e incumplimiento colectivo......................................603
Sección segunda............................................................................................604
QUIEBRA Y CESIÓN DE BIENES....................................................................604
964. Breve referencia a la quiebra.....................................................604
965. La cesión de bienes...................................................................605
966. Requisitos de la cesión de bienes..............................................605
967. Características de la cesión de bienes.......................................606
968. Efectos de la cesión...................................................................607
Sección tercera..............................................................................................608
EL BENEFICIO DE COMPETENCIA.................................................................608
969. Concepto y reglamentación.......................................................608
970. Características...........................................................................608
971. Deudores con beneficio de competencia...................................609
972. Efectos del beneficio de competencia........................................609
Sección cuarta................................................................................................610
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS.......................................................................610
973. Reglamentación y pauta............................................................610
Párrafo 1.°................................................................................................610
La prelación de créditos en general......................................................610
974. Concepto...................................................................................610
975. Evolución...................................................................................611
Párrafo 2.°................................................................................................611
Los Privilegios.......................................................................................611
976. Preferencia y privilegio..............................................................612
977. Concepto y clasificación del privilegio.......................................612
978. Caracteres de los privilegios. Enunciación.................................612
979. I. Los privilegios son garantía, mas no caución..........................612
980. II. Los privilegios no constituyen derecho real ni dan derecho de
persecución..............................................................................................613
981. III. Carácter estrictamente legal del privilegio............................613
982. IV. El privilegio es inherente al crédito.......................................614
983. Efectos del privilegio..................................................................615
Párrafo 3.°................................................................................................615
Los créditos de la primera clase............................................................615
984. Características generales...........................................................615

368
LAS OBLIGACIONES TOMO II

985. Enumeración..............................................................................616
986. I. Costas judiciales causadas en interés general de los acreedores.
.................................................................................................................616
987. II. Las expensas funerales necesarias del deudor difunto..........617
988. III. Gastos de enfermedad..........................................................617
988 bis. IV. Los gastos de la quiebra..................................................617
989. V. Remuneraciones de los trabajadores.....................................618
989 bis. VI. Cotizaciones previsionales..............................................619
990. VII. Gastos de subsistencia........................................................620
990 bis VIII. Indemnizaciones legales y convencionales de origen
laboral......................................................................................................620
991. IX. Créditos fiscales por impuestos de retención y recargo........621
992. Normas para el pago de los privilegios de 1a clase. Enunciación.
.................................................................................................................621
993. I. Los créditos de la clase se pagan desde que baya fondos para
ello...........................................................................................................622
994. II. Preferencia de los créditos de 1a clase a los de 2a y 3ª.........622
995. III. Los créditos de 1a clase prefieren entre sí en el orden en que
están enumerados....................................................................................623
996. IV. Los créditos de un mismo número se pagan a prorrata........623
Párrafo 4.°................................................................................................623
Los créditos privilegiados de 2.° clase..................................................623
997. Características y enumeración...................................................623
998. I. Privilegio del posadero............................................................624
999. II. Privilegio del transportista.....................................................624
1.000. III. La prenda...........................................................................625
1.001. IV. Prendas especiales............................................................625
1.002. V. Derecho legal de retención. Referencia..............................626
1.003. Privilegios que establecía la Ley de Quiebras.........................626
1.004. Reglas para el pago de los créditos de 2a clase. Enunciación. 626
1. 005. I. Los créditos de 2a clase se pagan sin esperar las resultas de
la quiebra.................................................................................................627
1.006. II. Preferencia de los créditos de 1a clase sobre los de 2ª.......627
1.007. III. Déficit de los créditos de 2ª clase......................................628
1.008. IV. Por regla general no hay concurrencia entre los créditos
privilegiados de 2a clase. Excepciones.....................................................628
Párrafo 5.°................................................................................................629
Los créditos de tercera clase. la hipoteca.............................................629
1.009. Concepto y enumeración........................................................629
1.010. Extensión de la preferencia....................................................630
1.011. Cómo se pagan las preferencias de tercera clase. Enunciación.
.................................................................................................................630
1.012. I. Preferencia de los privilegios de primera clase....................630
1.013. II. ¿Los créditos de 2a clase prefieren a los de tercera?..........630
1.014. A. ¿Cómo se distribuye el déficit de los créditos de 1a clase
entre los de 2a y 3a?................................................................................631
1.015. B. Conflicto entre créditos de 2a y 3a clase............................631
1.016. III. El déficit de los créditos de 3a clase es común..................632
1.017. IV. Concurrencia de los créditos de 3a clase entre sí..............632
1.018. V. Formas de hacer valer la preferencia hipotecaria. La
preferencia hipotecaria puede invocarse de tres formas diversas:...........632
1.019. A. juicio ejecutivo....................................................................632
1.020. B. Concurso especial de acreedores hipotecarios...................633
1.021. C. Quiebra del deudor hipotecario..........................................634

369
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Párrafo 6.°................................................................................................634
Los créditos privilegiados de cuarta clase.............................................635
1.022. Características........................................................................635
1.023. I. Personas que administran bienes ajenos.............................635
1.024. II. Incapaces contra sus representantes legales......................636
1.025. Extensión del privilegio...........................................................636
1.026. I. Bienes a que afecta el privilegio..........................................636
1.027. II. Créditos privilegiados..........................................................637
1.028. III. Limitaciones a la prueba....................................................637
1.029. Forma de pago de los créditos privilegiados de 4a Clase.
Enunciación..............................................................................................638
1.030. I. Los créditos de 4a clase se pagan una vez cubiertos los demás
preferentes...............................................................................................638
1.031. II. Los créditos de 4a clase prefieren entre sí por el orden de sus
causas......................................................................................................639
1.032. Privilegio por las expensas comunes en los edificios divididos
por pisos y departamentos.......................................................................639
Párrafo 7.°................................................................................................640
Los créditos de quinta clase..................................................................640
1.033. Los créditos comunes.............................................................640
1.034. Cómo se pagan.......................................................................640
Capítulo I.....................................................................................................................642
DE LA MODIFICACION EN GENERAL...................................................................642
1.036. Concepto y clases...................................................................642
1.037. Evolución................................................................................642
1.038. Modificación objetiva. Referencia...........................................643
1.039. Modificación subjetiva de la obligación...................................643
1.040. La modificación de la obligación en nuestro Derecho.............644
Capítulo II....................................................................................................................646
SUCESION POR CAUSA DE MUERTE...................................................................646
1.041. La transmisión hereditaria. Breve referencia..........................646
1.042. Excepciones a la transmisibilidad hereditaria.........................646
1.043. Sucesión a título universal y singular......................................647
1.044. Sucesión en los créditos hereditarios......................................647
1.045. Sucesión en las deudas hereditarias.......................................647
Capítulo III...................................................................................................................649
LA CESION DE DERECHOS.................................................................................649
1.046. Reglamentación y pauta.........................................................649
Sección primera.............................................................................................649
CESIÓN DE CRÉDITOS.................................................................................649
1.046 bis. División.............................................................................649
Párrafo 1.°................................................................................................649
Conceptos, caracteres generales..........................................................649
1.047. Concepto................................................................................650
1.048. El Código Civil sólo reglamenta la cesión de créditos
nominativos..............................................................................................650
1.049. La cesión de créditos como tradición de los derechos
personales................................................................................................651
1.050. La cesión de créditos como modificación subjetiva activa......652
Párrafo 2.°................................................................................................652
Requisitos.............................................................................................652
1.051. División...................................................................................652
1.052. I. Requisitos entre cedente y cesionario. Enunciación............652
1.053. A. Cesibilidad del crédito........................................................652

370
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.054. B. El título traslaticio...............................................................653


1.055. C. Entrega del título................................................................653
1.056. II. Requisitos respecto del deudor y terceros..........................654
1.057. A. El deudor no puede oponerse a la cesión...........................655
1.058. B. La notificación de la cesión.................................................655
1.059. C. Aceptación del deudor........................................................657
1.060. D. Sanción por la falta de notificación o aceptación del deudor.
.................................................................................................................657
Párrafo 3.°................................................................................................658
Efectos de la cesión..............................................................................658
1.061. Distinción................................................................................658
1.062. I. Efectos entre cedente y cesionario. Enunciación.................658
1.063. A. La cesión hace ocupar al cesionario la misma situación
jurídica del cedente. Consecuencias.........................................................658
1.064. B. Excepción: no se traspasan las acciones y excepciones
personales del cedente............................................................................660
1.065. C. El crédito no sufre alteraciones..........................................660
1.066. D. Cesión de un crédito proveniente de un contrato bilateral. 661
1.067. E. Responsabilidad del cedente con el cesionario...................661
1.068. F. Cesión de un crédito en pago de una deuda del cedente....661
1.069. II. Efectos de la cesión entre cesionario y deudor...................662
Sección segunda............................................................................................663
CESIÓN DEL DERECHO DE HERENCIA..........................................................663
1.070. Concepto................................................................................663
1.071. Características de la cesión de derechos hereditarios.
Enunciación..............................................................................................663
1.072. I. La cesión de derechos hereditarios es la tradición de ellos..664
1.073. II. Oportunidad de la cesión de derechos hereditarios............664
1.074. III. En la cesión de derechos hereditarios no se enajenan bienes
determinados...........................................................................................665
1.075. Cómo se efectúa la cesión de derechos hereditarios..............665
1.076. I. Doctrina de la universalidad y asimilación a los bienes
muebles....................................................................................................666
1.077. II. Doctrina que pretende someter la cesión a los requisitos de la
enajenación de los bienes que la componen............................................667
1.078. Efectos de la cesión de derechos hereditarios. Enunciación.. .668
1.079. I. Derechos y acciones del cesionario.....................................668
1.080. Il. Responsabilidad del cesionario por las deudas de la herencia.
.................................................................................................................669
1.081. III. Indemnizaciones entre cedente y cesionario.....................669
1.082. IV. Responsabilidad del cedente.............................................670
1.083. Cesión del legado...................................................................670
Sección Tercera..............................................................................................671
CESIÓN DE DERECHOS LITIGIOSOS.............................................................671
1.084. Concepto................................................................................671
1.085. Objeto de la cesión: derecho lítigioso y cosa litigiosa.............671
1.086. Caso en que el demandante enajena la cosa sobre la cual litiga,
y el demandado la contingencia del pleito...............................................672
1.087. Época en que puede efectuarse cesión de derechos litigiosos.
.................................................................................................................673
1.088. Caracteres de la cesión. Paralelo con otras instituciones........674
1.089. Cómo se efectúa la cesión de derechos litigiosos...................674
1.090. Efectos de la cesión. Enunciación...........................................674
1.091. I. Efectos entre cedente y cesionario......................................674

371
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.092. II. Efectos entre cedente y demandado...................................675


1.093. III. Efectos entre cesionario y demandado..............................675
1.094. A. El cesionario reemplaza al cedente....................................675
1.095. B. El retracto litigioso. Concepto.............................................675
1.096. Requisitos del retracto............................................................676
1.097. Efecto del retracto..................................................................677
Capítulo IV...................................................................................................................678
DE LA NOVACION EN GENERAL..........................................................................678
1.098. Reglamentación y pauta.........................................................678
Sección primera.............................................................................................678
CONCEPTO, REQUISITOS Y CLASES.............................................................678
1.099. Concepto................................................................................678
1.100. Evolución de la novación. Situación actual.............................678
1.101. Principales caracteres de la novación.....................................679
1.102. La novación y otras instituciones. Referencia.........................680
1.103. Requisitos dela novación. Enunciación...................................680
1.104. I. Sustitución de una obligación válida por otra igualmente
válida.......................................................................................................680
1.105. A. Nulidad de alguna de las obligaciones................................680
1.106. B. Obligación bajo condición suspensiva.................................681
1.107. II. Diferencias sustanciales entre ambas obligaciones............681
1.108. III. Capacidad de las partes.....................................................681
1.109. IV. Intención de novar.............................................................682
1.110. Formalidades de la novación..................................................682
1.111. Clasificación de la novación. Referencia.................................682
Sección segunda............................................................................................683
EFECTOS DE LA NOVACIÓN.........................................................................683
1.112. Enunciación............................................................................683
1.113. I. Extinción de los accesorios de la deuda primitiva................683
1.114. II. Reserva de los accesorios...................................................684
1.115. A. No se permite la reserva de privilegios...............................684
1.116. B. La reserva de la prenda e hipoteca y sus limitaciones........685
1.117. C. La reserva requiere el consentimiento de quien constituyó la
hipoteca o prenda....................................................................................685
1.118. D. La reserva debe afectar al mismo bien hipotecado o dado en
prenda......................................................................................................686
1.119. E. La reserva no cubre la parte en que la nueva deuda excede a
la anterior.................................................................................................686
1.120. III. Constitución de nuevas garantías......................................686
Capítulo V....................................................................................................................687
LA NOVACION OBJETIVA Y LA MODIFICACION OBJETIVA DE LA OBLIGACION......687
1.121. Pauta......................................................................................687
1.122. I. Novación objetiva................................................................687
1.123. II. Aumentos o disminuciones en la prestación.......................688
1.124. III. Agregación o disminución de garantías. Caso de la cláusula
penal........................................................................................................689
1.125. IV. Modificación en las modalidades de la obligación..............689
1.126. V. Sentencia judicial, transacción, reconocimiento de deuda.. 690
1.127. VI. Subsistencia de ambas obligaciones..................................691
1.128. VII. Otras modificaciones de la obligación...............................692
Capítulo VI...................................................................................................................693
LA NOVACION SUBJETIVA Y LAS MODIFICACIONES SUBJETIVAS DE LA OBLIGACION
................................................................................................................................693
1.129. Pauta......................................................................................693

372
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sección primera.............................................................................................693
LA NOVACIÓN POR CAMBIO DE ACREEDOR Y LAS MODIFICACIONES
SUBJETIVAS ACTIVAS DE LA OBLIGACIÓN..........................................................693
1.130. Enunciación............................................................................693
1.131. I. Novación subjetiva por cambio de acreedor........................693
1.132. II. Novación por cambio de acreedor, cesión de créditos y pago
con subrogación.......................................................................................694
1.133. III. Cesión de créditos y pago con subrogación.......................695
Sección segunda............................................................................................696
LA NOVACIÓN POR CAMBIO DE DEUDOR Y LAS MODIFICACIONES SUBJETIVAS
PASIVAS DE LA OBLIGACIÓN..............................................................................696
1.134. Enunciación............................................................................696
Párrafo 1.°................................................................................................696
Novación por cambio de deudor...........................................................696
1.135. Concepto................................................................................696
1.136. I. Caso en que el acreedor no da por libre al deudor primitivo.
.................................................................................................................697
1.137. II. Consentimiento del primitivo deudor; expromisión,
adpromission y delegación.......................................................................698
1.138. Efectos de la novación por cambio de deudor si el nuevo deudor
resulta insolvente.....................................................................................699
Párrafo 2.°................................................................................................699
Delegación de deuda............................................................................699
1.139. Concepto y reglamentación....................................................699
1.140. Delegación y novación............................................................700
1.141. I. Delegación que no supone novación por faltar el vínculo
primitivo entre las partes.........................................................................700
1.142. II. Delegación con vínculo anterior entre las partes................701
1.143. A. La delegación novatoria. Requisitos y efectos....................701
1.144. B. La delegación imperfecta...................................................702
1.145. Excepciones del delegado al delegatario................................704
1.146. Casos en que el delegante no era deudor del delegado o éste
del delegatario. .......................................................................................704
1.147. Paralelo de la delegación con otras instituciones....................705
Párrafo 3.°................................................................................................706
Cesión de deudas..................................................................................706
1.148. Enunciación............................................................................706
1.149. I. Concepto..............................................................................706
1.150. II. Desarrollo y derecho comparado........................................707
1.151. III. Las formas de la cesión de deudas....................................708
1.152. A. Convención entre las tres partes........................................708
1.153. B. Convención entre el nuevo deudor y el acreedor................709
1.154. C. Convención entre los deudores, antiguo y nuevo...............709
1.155. D. Convención entre deudor antiguo y acreedor.....................709
1.156. E. La asunción acumulativa....................................................710
1.157. F. Adquisición de un inmueble hipotecado..............................710
1.158. G. Adquisición de una universalidad.......................................711
1.159. IV. La cesión de deudas en la legislación chilena....................711
Sección tercera..............................................................................................713
CESIÓN DE CONTRATO................................................................................713
1.160. Concepto................................................................................713
1.161. Requisitos...............................................................................713
1.162. Explicación de la cesión de contrato.......................................715
1.163. Efectos de la cesión................................................................715

373
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.164. La cesión de contrato en la legislación chilena.......................715


1.165. I. Casos de cesión de contrato en la legislación......................715
1.166. II. Traspaso legal del contrato.................................................716
1.167. III. Casos no legislados............................................................717
Capítulo I.....................................................................................................................718
LOS MODOS DE EXTINGUIR LAS OBLIGACIONES................................................718
1.169. Concepto y enumeración........................................................718
1.171. Clasificación de los modos extintivos......................................719
1.172. Renacimiento de la obligación................................................720
Capítulo II....................................................................................................................721
EL MUTUO CONSENTIMIENTO............................................................................721
1.173. Concepto................................................................................721
1.174. Aplicación del mutuo consentimiento.....................................721
1.175. Requisitos del mutuo disenso.................................................722
1.176. Efectos del mutuo disenso......................................................722
Capítulo III...................................................................................................................723
LA REMISION......................................................................................................723
1.177. Concepto y reglamentación....................................................723
1.178. Remisión, mutuo disenso y transacción..................................723
1.179. Clasificación de la remisión. Enunciación................................724
1.180. 1. Remisión testamentaría y convencional.............................724
1.181. II. Remisión enteramente gratuita y que no constituye mera
liberalidad................................................................................................724
1.182. III. Remisión total y parcial......................................................725
1.183. IV. Remisión expresa y tácita..................................................725
1.184. Requisitos de la remisión........................................................725
1.185. Efectos de la remisión.............................................................726
Capítulo IV...................................................................................................................727
IMPOSIBILIDAD EN EL CUMPLIMIENTO...............................................................727
1.186. Reglamentación......................................................................727
Sección primera.............................................................................................727
LA IMPOSIBILIDAD COMO MODO DE EXTINGUIR LA OBLIGACIÓN................727
1.187. Concepto................................................................................727
1.188. Denominación.........................................................................728
1.189. Clases de imposibilidad...........................................................728
Sección segunda............................................................................................729
IMPOSIBILIDAD TOTAL.................................................................................729
1.190. Distinciones............................................................................729
1.191. I. Obligaciones de especie o cuerpo cierto..............................729
1.192. A. Casos en que hay imposibilidad..........................................729
1.193. B. Casos en que la pérdida no acarrea responsabilidad al
deudor. Referencia...................................................................................729
1.194. C. Casos en que la pérdida acarrea responsabilidad al deudor.
Referencia................................................................................................730
1.195. II. Obligaciones de género......................................................730
1.196. III. Obligaciones de hacer........................................................731
1.197. IV. Obligaciones de no hacer...................................................731
1.198. Efectos de la imposibilidad total.............................................731
1.199. Prueba de la imposibilidad......................................................732
Sección tercera..............................................................................................732
IMPOSIBILIDAD PARCIAL Y TEMPORAL.........................................................732
1.200. Enunciación............................................................................732
1.201. 1. Imposibilidad parcial...........................................................732
1.202. II. Imposibilidad temporal........................................................733

374
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sección cuarta................................................................................................733
LA TEORÍA DEL RIESGO...............................................................................733
1.203. Enunciación............................................................................733
Párrafo 1.°................................................................................................733
Del riesgo en general............................................................................733
1.204. El riesgo..................................................................................733
1.205. La teoría del riesgo.................................................................734
1.206. Soluciones posibles al problema del riego en el contrato
bilateral....................................................................................................735
1.207. Origen y desarrollo.................................................................735
1.208. Solución doctrinaria del riesgo................................................736
1.209. Requisitos para la aplicación de la teoría del riesgo...............736
1.210. Efectos del riesgo...................................................................737
Párrafo 2.°................................................................................................737
El riesgo en la legislación chilena.........................................................737
1.211. Reglamentación y pauta.........................................................738
1.212. I. El riesgo en las obligaciones de dar un cuerpo cierto..........738
1.213. II. Pérdida parcial....................................................................740
1.214. III. ¿Cuál es la regla general en materia de riesgo en una
obligación de dar?....................................................................................740
1.215. IV. Obligaciones de género.....................................................740
1.216. V. Obligaciones de hacer y no hacer.......................................741
Capítulo V....................................................................................................................742
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA O LIBERATORIA...................................................742
1.217. Reglamentación y pauta.........................................................742
Sección primera.............................................................................................742
LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA EN GENERAL.................................................742
1.218. Pauta......................................................................................742
Párrafo 1.°................................................................................................743
Concepto...............................................................................................743
1.219. Definición................................................................................743
1.220. Fundamentos de la prescripción extintiva..............................743
1.221. Prescripción extintiva y adquisitiva.........................................744
1.222. Prescripción y caducidad........................................................744
Párrafo 2.°................................................................................................745
Reglas comunes a toda prescripción.....................................................745
1.223. Enunciación............................................................................745
1.224. I. La prescripción debe ser alegada........................................746
1.225. Formas de alegar la prescripción............................................746
1.226. II. Renuncia de la prescripción................................................746
1.227. III. La prescripción y la situación personal de las partes.........747
Párrafo 3.°................................................................................................748
Requisitos de la prescripción extintiva..................................................748
1.228. Enunciación............................................................................748
1.229. I. Acción prescriptible..............................................................748
1.230. II. Transcurso del tiempo.........................................................748
1.231. A. Desde cuándo se cuentan los plazos de prescripción.........749
1.232. B. Forma de computar los plazos de prescripción...................749
1.233. C. ¿Pueden las partes alterar los plazos de prescripción fijados
por la ley?.................................................................................................749
1.234. D. Leyes que han acortado los plazos de prescripción: N.° 6. 162
y 16. 952..................................................................................................750
1.235. III. El silencio de la relación jurídica........................................751
1.236. Prueba de la prescripción........................................................752

375
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Sección segunda............................................................................................752
LA PRESCRIPCIÓN DE LARGO TIEMPO..........................................................752
1.237. Enunciación............................................................................752
Párrafo 1.°................................................................................................752
Las distintas prescripciones de largo tiempo........................................752
1.238. Distinciones............................................................................752
1.239. I. Prescripción de la acción ordinaria.......................................753
1.240. II. Prescripción (caducidad) de la acción ejecutiva..................753
1.241. III. Obligaciones accesorias.....................................................754
1.242. IV. Acciones de dominio y herencia........................................754
1.243. V. Limitaciones del dominio....................................................754
1.244. A. Usufructo, uso y habitación................................................755
1.245. B. Servidumbres.....................................................................756
Párrafo 2.°................................................................................................756
Interrupción y suspensión de la prescripción extintiva de largo tiempo 756
1.246. Enunciación............................................................................756
1. 247. I. Interrupción de la prescripción extintiva.............................756
1.248. A. Aplicación de la interrupción...............................................757
1.249. B. Interrupción natural............................................................757
1.250. C. Interrupción civil.................................................................757
1.251. D. Efectos de la interrupción...................................................760
1.252. II. Suspensión de la prescripción.............................................761
1.253. III. Paralelo entre interrupción y suspensión...........................762
Sección tercera..............................................................................................762
LAS PRESCRIPCIONES DE CORTO TIEMPO...................................................762
1.254. Concepto................................................................................762
Párrafo 1.°................................................................................................763
Las prescripciones de 1, 2 y 3 años......................................................763
1.255. Fundamento............................................................................763
1.256. I. Prescripciones tributarias.....................................................763
1.257. II. Prescripción de dos años.....................................................764
1.258. Desde cuándo corre la prescripción de dos años....................764
1.259. III. Prescripciones de un año...................................................765
1.260. Las prescripciones de corto tiempo y la suspensión e
interrupción..............................................................................................765
1.261. I. Interrupción natural de la prescripción de corto tiempo......766
1.262. II. Interrupción civil.................................................................766
1.263. III. Efectos de la interrupción: la intervención.........................767
Párrafo 2.°................................................................................................768
Las prescripciones especiales de corto tiempo.....................................768
1.264. Concepto................................................................................768
1.265. Clasificación y enumeración...................................................768
Índice..........................................................................................................................770

376
LAS OBLIGACIONES TOMO II

RENE ABELIUK MANASEVICH

377
RENÉ ABELIUK MANASEVICH

LAS OBLIGACIONES
TOMO II

CUARTA EDICIÓN ACTUALIZADA

Dislexia Virtual

378
Cuarta parte
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES

Dislexia Virtual 379


CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
573. Reglamentación.
Como dijimos en el N.° 95, el Título 12 del Libro 4.° reglamenta los efectos de la
obligación, Arts. 1.545 a 1.559, pero confundidos con los del contrato, e incluso
contiene el único precepto para un contrato de tanta aplicación hoy en día como es el
de promesa (Art. 1.554). Nos remitimos a lo dicho.
Veremos en este Capítulo el concepto habitual de los efectos de la obligación, el
actual, y su clasificación.

574. Concepto habitual de los efectos de las obligaciones.


Para los Códigos y doctrina inspirados en el francés, la obligación es el efecto de la
fuente que la genera, y ya señaladas: contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito, ley; la
obligación a su vez produce los siguientes efectos: desde el punto de vista activo,
otorgar al acreedor el derecho principal de exigir el cumplimiento, y derechos
secundarios destinados a auxiliarlo a obtenerlo, y desde el punto de vista pasivo, la
necesidad jurídica, por tratarse de un vínculo de esta naturaleza, de soportar el
ejercicio de las acciones del acreedor tendientes al cumplimiento.
En consecuencia, se consideraban los efectos de las obligaciones en relación con el
incumplimiento, y por ello el señor Alessandri los definía como “los derechos que la ley
confiere al acreedor para exigir del deudor el cumplimiento exacto, íntegro y oportuno
de la obligación, cuando éste no la cumpla en todo o en parte o está en mora de
cumplirla”.538
Quedaba al margen de dichos efectos el cumplimiento en sí mismo y los efectos
que él a su vez produce, esto es, principalmente el pago que es el cumplimiento de la
obligación en los términos que ella está establecida, y las formas de cumplimiento
equivalentes a él, como la dación en pago y la compensación (N.° 585).
Ninguna duda cabe que esta es en parte la concepción del Código nuestro, puesto
que bajo el título de efectos de la obligación trata fundamentalmente el
incumplimiento, y el cumplimiento lo reglamenta entre los modos de extinguir las
obligaciones.
Entre los derechos del acreedor se reconocía una graduación:
1.° Uno principal para exigir el cumplimiento, aun forzado, de la obligación, si ello
es posible, y al que el Código se refiere en disposiciones dispersas (N.° 799);
2.° A falta de aquél, uno sustitutivo para obtener el cumplimiento equivalente y la
reparación del daño del incumplimiento, que es la indemnización de perjuicios de que
trata en forma fundamental el Título 12 del Libro 4.°, y
3.° Derechos auxiliares principalmente destinados a mantener la integridad del
patrimonio del deudor (N.° 749), y que el Código tampoco reglamentó orgánicamente.

575. El cumplimiento como efecto de la obligación.


En la doctrina y legislación contemporáneas prima otra concepción en la materia,
pues si bien el deber al cumplimiento y la responsabilidad patrimonial del deudor
constituyen siempre los efectos principales de la obligación desde su punto de vista
pasivo, desde el del acreedor es el derecho de éste a la prestación.
538
Ob. cit., pág. 49.

380 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

El pago extingue naturalmente la obligación, pero por vía consecuencial, porque


ella se cumple desempeñando el rol y la finalidad jurídicos que le dieron nacimiento; la
extinción se produce precisamente porque la obligación ha desarrollado y agotado sus
efectos normales. En consecuencia, el principal efecto de la obligación es su
cumplimiento, y a falta de éste, aparecen los del incumplimiento.
Típicos son, al respecto, los Códigos italiano y suizo, que tratan del cumplimiento
primero, y luego los modos de extinción de las obligaciones distintos de él.
Naturalmente que se trata de un mero problema de método y claridad en el
enfoque de la institución.

576. Clasificación y pauta.


De acuerdo a lo expresado anteriormente, pueden distinguirse los siguientes
efectos de las obligaciones:
1.° Los efectos en el cumplimiento, que se traduce en estudiar el deber del deudor
de cumplir y su responsabilidad patrimonial (N.° 581 y siguientes), el pago y otras
modalidades del cumplimiento, que no siendo pago propiamente tal, lo implican o
equivalen; dación en pago, compensación, novación y confusión.
Destinaremos a todo esto una subparte, por la extensión de las materias
comprendidas, pero la novación la trataremos en la Quinta Parte, pues implica en
cierta forma una modificación de la obligación (N.° 1.101), ya que da nacimiento a una
nueva en reemplazo de la extinguida.
2.° Los efectos de la obligación en cuanto da lugar a los derechos auxiliares de
protección del patrimonio del deudor, a los que destinaremos una segunda subparte, y
3.° Los efectos en el incumplimiento, que son los ya señalados: el derecho del
acreedor a obtener el cumplimiento forzado si ello es posible, y a falta de él, la
indemnización de perjuicios. A ellos destinaremos una tercera subparte.
Desde otro punto de vista se distinguen los efectos normales de las obligaciones,
comunes a todas ellas y los especiales, propios de algunas categorías.
Dentro de éstos se diferencian los de los contratos bilaterales (N.° 60), y los de las
distintas clasificaciones de las obligaciones que dejamos estudiados en la parte
anterior.

Dislexia Virtual 381


Subparte primera
Efectos de la obligación en el cumplimiento
577. Enunciación.
Como decíamos, trataremos en esta subparte primera los efectos de la obligación
en el cumplimiento, y a través de los siguientes Capítulos:
1..° El deber de cumplimiento y la responsabilidad del deudor;
2..° El pago, que es la forma normal del cumplimiento;
3..° Las modalidades del pago, variantes del mismo com efectos particulares;
4..° El pago indebido;
5..° La dación en pago;
6..° La compensación;
7..° La confusión.

382 Dislexia Virtual


Capítulo I
DEBER DE CUMPLIMIENTO Y
RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR
578. La fuerza obligatoria del vínculo.
Ya en la primera parte al dar el concepto de obligación destacamos su carácter de
vínculo jurídico que tiene y que coloca al deudor en la necesidad de cumplir la
prestación, bajo las sanciones que en caso contrario le impone la ley.
De esta calidad deriva la fuerza obligatoria del vínculo, que ya hemos estudiado a
propósito de las obligaciones contractuales; todo lo dicho allí, con las limitaciones
propias de los efectos especiales de cada tipo de obligación, vale para las no
convencionales, por lo cual nos remitimos a los números 102 y siguientes.
El deudor debe cumplir, y si no lo hace, tendrá que soportar lo que se llama el
derecho de “agresión” del acreedor sobre sus bienes, esto es, que éste, por intermedio
de la autoridad, se dirija contra sus bienes para obtener forzadamente el cumplimiento,
más no sea que por equivalencia, de la obligación.

579. Responsabilidad del deudor a sus obligaciones. Evolución.


La obligación impone, pues, al deudor una responsabilidad para el cumplimiento
de ella.
En el derecho primitivo, el deudor responde a la obligación con su persona física,
un resabio de lo cual es la prisión por deudas, a que nos referiremos en el número
siguiente.
Un derecho moderno debe descartar este tipo de responsabilidad, porque es
atentatorio contra la dignidad de la persona humana transformar en objeto de
comercio su integridad física y moral, y su libertad, para la seguridad de los créditos.
De ahí que actualmente impere en las legislaciones el principio de la
responsabilidad patrimonial, a que nos referimos en el número subsiguiente, y se
tienda a la eliminación total de la personal.

580. La prisión por deudas.


La disposición de la persona del deudor por sus acreedores en caso de
incumplimiento se transformó por la intervención del Estado en la imposición a aquel
de la pérdida de su libertad mientras no pagara sus deudas.
El Código francés contempló la prisión por deudas, que fue derogada ya en el siglo
pasado; entre nosotros la reglamentaba una de las llamadas leyes marianas del año
1837, y se extendía mientras el deudor no pagara. Fue, finalmente, derogada por la ley
de 23 de junio de 1868, que la dejó, sin embargo, subsistente en ciertos casos que más
propiamente constituyen delitos. Son ellos:
1.° La quiebra culpable o fraudulenta, que actualmente reglamenta la Ley de
Quiebras;
2.° Las penas pecuniarias de multa, que si no se pagan son sustituidas por prisión;

Dislexia Virtual 383


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

3.° Las deudas de los administradores de rentas fiscales, municipales o de


establecimientos de educación o beneficencia creados o sostenidos por el Estado, o
sujetos a la inmediata inspección del Gobierno, y
4.° Las de guardadores y albaceas, por lo que hace a la administración de los
bienes que les están confiados en virtud de dichos encargos.539
Se distingue también un cierto resabio de la institución en los apremios personales
a que se refieren los Arts. 1.553, N.° 1.° del Código Civil, y 543 del de Procedimiento
Civil, por lo que se ha criticado esta solución (N.° 804).
Igualmente, se ha pretendido que es una prisión por deudas, el delito sancionado
por el Art. 22 de la Ley N.° 7.498, sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, y que
pena al girador de un cheque protestado por alguna de las causales que señala, y que
no consigna fondos suficientes para pagar el documento y sus costas dentro de tercero
día de notificado judicialmente el protesto. Cierto es que se castiga un incumplimiento,
y hay una dependencia en la ley y en' la práctica del delito al pago, pero no lo es
menos que hay un engaño manifiesto en girar un cheque a sabiendas de que no será
cubierto por el Banco.540

581. La responsabilidad patrimonial del deudor.


En reemplazo de la responsabilidad del deudor con su persona o su libertad, surge
la de éste con su patrimonio.
En virtud de ella, el patrimonio del deudor, con las salvedades que luego
señalaremos, responde al cumplimiento íntegro, fiel y oportuno de la obligación; a
causa de ésta, los bienes del deudor quedan sujetos al deber que tiene éste de
pagarla.
Este derecho se ha llamado entre nosotros habitualmente de prenda general, y
aunque sea difícil de desterrar por su difusión parece conveniente abandonarlo. Más
propio es hablar de garantía general del patrimonio del deudor a sus obligaciones. Hay
una garantía, porque realmente el patrimonio del deudor está asegurando que, si no
voluntariamente, cuando menos forzadamente o por equivalencia, se cumplirá su
obligación. Si el deudor no cumple, el acreedor tiene el derecho de hacer embargar y
sacar a remate los bienes del deudor para pagarse de la deuda y de la indemnización
de perjuicios si hay lugar a ella, lo que suele llamarse la “expropiación” de los bienes
del deudor. Y realmente hay una semejanza con ella, porque por acto de autoridad se
priva de parte de sus bienes al deudor y se enajenan.541
Y se la llama garantía general, para distinguirla de las específicas en que queda
afectado un bien determinado del deudor al cumplimiento, como ocurre precisamente
en la prenda e hipoteca. Tres son las diferencias fundamentales entre una y otras, que
hacen totalmente injustificada para la responsabilidad patrimonial la designación de
prenda general:
1.° La garantía general recae sobre la universalidad del patrimonio del deudor,
pero en ningún bien determinado, justamente a la inversa de lo que ocurre en la
prenda y la hipoteca que afecten a alguno de ellos, y no excluyen tampoco la garantía
general, para el caso de que la cosa específica gravada al ser realizada no alcance a
cubrir íntegramente la deuda (N.° 1.007 y 1.016).
2.° A la inversa de lo anterior, puede existir garantía específica sin garantía
general, como ocurre respecto al tercer poseedor de la finca hipotecada o la prenda

539
Véase G.T. de 1911, T. 1°, N.° 89, pág. 153.
540
Otra cosa es que en la práctica, la ineficacia y lentitud en el cobro de otros documentos, aun
caucionados, haya desvirtuado el cheque con su otorgamiento a fecha.
Otra práctica que los jueces del Crimen no han desterrado con la suficiente energía es por igual motivo,
convertir los juicios civiles de cobro por incumplimiento en querellas por estafas, u otros delitos de
tipificación vaga. Con ello no se busca en el fondo sino presionar el cumplimiento de una obligación ni
siquiera establecida legalmente, con la amenaza de privación de libertad: prisión por deudas.
541
Messineo, ob. cit., T. 42, pág. 60, N.° 13 distingue los conceptos de responsabilidad patrimonial y
garantía.

384
LAS OBLIGACIONES TOMO II

constituida por un tercero ajeno a la deuda. Estos no responden, según sabemos, sino
con el bien específico adscrito a la garantía, de manera que si ellos, al ser subastados,
no alcanzan a pagar la deuda íntegra, ninguna responsabilidad ulterior tiene el tercer
poseedor o dueño no deudor de la cosa.
3.° La prenda e hipoteca dan al acreedor por su carácter de derechos reales la
facultad de perseguir los bienes en que consisten dichas garantías en manos de quien
estén, lo que no ocurre por regla general con la garantía general (N.° 980). Dan,
igualmente, derecho a preferencia para el pago (N.° 1.000 y 1.009), a la inversa de lo
que ocurre justamente en la garantía general que por sí sola no otorga preferencia
alguna.

582. Caracteres y extensión de la garantía (prenda) general.


El Código reglamentó la garantía general en el Título 41 del Libro 4.° al tratar de la
prelación de créditos, ubicación bastante poco afortunada, pues justamente ésta es
una excepción a la igualdad que aquélla otorga a los acreedores.
El Art. 2.465 consagra en los siguientes términos la responsabilidad patrimonial del
deudor: “toda obligación personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución
sobre todos los bienes raíces o muebles del deudor, sean presentes o futuros,
exceptuándose solamente los no embargables, designados en el Art. 1.618”.
Y el Art. 2.469 señala cómo se persigue dicha ejecución: los acreedores pueden
exigir que se vendan todos los bienes del deudor que sean embargables hasta
concurrencia de sus créditos, intereses y costas para que con el producto de la
enajenación se satisfagan sus créditos.
El Art. 2.466, por su parte, fija la forma de proceder contra ciertos derechos del
deudor (N.° 766), y los Arts. 2.467 y 2.468 permiten la revocación y anulación de los
actos del deudor en perjuicio del derecho de sus acreedores. (Acción pauliana: N.°
774).
Esta garantía (prenda) general establecida en los preceptos mencionados
anteriormente, presenta las siguientes características principales en cuanto a su
extensión y efectos:
1.° Es universal e ilimitada, salvo las excepciones que se indicarán;
2.° Es en principio igualitaria, y
3.° Confiere una serie de derechos al acreedor.
Analizaremos estos aspectos en los números siguientes.

583. I. Universalidad e ilimitación de la garantía general.


El derecho de garantía general se enfoca sobre el patrimonio del deudor y no sobre
bienes determinados de él. Recae sobre una universalidad, y por ello se le suele llamar
responsabilidad patrimonial universal del deudor.
Y por tratarse del patrimonio del deudor y no de bienes específicos, como vimos
ocurría en las cauciones reales, éste conserva su pleno derecho de disposición y
administración del patrimonio y de los elementos que lo integran, sin que por regla
general los acreedores tengan medios para impedir sus actos respecto a su activo y
pasivo. Es por la subrogación real que gobierna los actos sobre el patrimonio que ello
se explica; el deudor puede enajenar sus bienes porque a los acreedores les
responden, no los que tenía aquél al contraer la obligación, sino al momento de
exigirse el cumplimiento; los que adquiera en el intertanto reemplazan a los que han
salido. (N.° 3).
Por excepción, la ley faculta a los acreedores para dejar sin efecto ciertos actos
efectuados por el deudor cuando han sido ejecutados en fraude de sus derechos,
mediante el ejercicio de la acción pauliana.
No obstante su universalidad, la garantía general tiene limitaciones; en primer
lugar, porque hay ciertos bienes, como lo destaca el propio Art. 2.465 y lo reitera el
2.469, que escapan a ella; son los inembargables, que quedan al margen de toda

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

persecución por los acreedores, y en consecuencia también del ejercicio de cualquier


acción de éstos.
Y, en seguida, porque la ley acepta y establece casos en que la responsabilidad es
limitada y no protege el total de la deuda; tenemos el caso ya citado del beneficio de
inventario, pues el heredero que se acoge a él, limita su responsabilidad a lo que
recibe por herencia en cuanto al pago de las deudas. En general, ella se presenta en
los casos de patrimonios separados, en que el deudor responde de las deudas que a él
se refieren con los bienes que lo integran, pero no con los de sus otros patrimonios.
También, en cierto sentido, se presenta una limitación de responsabilidad en
materia de sociedades, en que el socio de una responsabilidad limitada sólo responde
hasta el monto de su aporte, como el accionista de la sociedad anónima la reduce a su
acción, el comanditario a sus aportes, etc. En tales casos, el deudor responde con todo
su patrimonio, y en tal sentido la garantía es general, pero hasta un cierto monto542 y
no más allá de él.
Finalmente, hemos visto que existen casos en que se responde por deudas ajenas,
esto es, hay responsabilidad pero no deuda; el responsable puede verse obligado a
pagar (obligación a la deuda), pero como realmente no debe, nace el derecho a repetir
contra el verdadero obligado (contribución a la deuda).

584. II. Igualdad de la garantía general. Excepciones.


En principio, y como lo destacan los Arts. 2.465 y 2.469, todos los acreedores
gozan de la garantía general; todos ellos tienen el derecho a sacar a remate los bienes
embargables del deudor.
La excepción son justamente las causales de preferencia que establece la ley y
que son el privilegio (N.° 7), y la hipoteca (N.° 997). Estas causales de preferencia son
específicas y genéricas; las principales de las primeras son las cauciones reales y
agotan su, preferencia en los bienes afectos a ellas, mientras que los privilegios
generales se refieren a todo el patrimonio (N.° 977).

585. III. Derechos que otorga la garantía general.


Por la responsabilidad patrimonial del deudor se explican la mayor parte de los
derechos que la ley confiere al acreedor, desde el principal de ejecutar bienes de los
que lo integran hasta pagarse de la obligación, su equivalente (indemnización de
perjuicios: (N.° 815), hasta los derechos auxiliares que no tienen otro objeto de
mantener, restablecer robustecer el patrimonio del deudor que está respondiendo al
cumplimiento.

585 bis. El cumplimiento.


Cuando el deudor cumple su obligación, realiza la prestación convenida o
establecida.
El cumplimiento puede ser voluntario o forzado; en naturaleza y por equivalencia.
En el voluntario, que es el normal, el deudor buenamente cumple la obligación, da
lo que debía, ejecuta el hecho debido, se abstiene de lo prohibido por la obligación de
no hacer, sin que el acreedor deba recurrir a los medios que la ley le franquea para
obtenerlo.
En el forzado, ha existido un previo incumplimiento del deudor; como éste no ha
cumplido, el acreedor, con el auxilio de la autoridad, fuerza a hacerlo. Por ello lo
estudiaremos en los efectos de la obligación en el incumplimiento.
Enseguida, decíamos que el cumplimiento puede ser en naturaleza, esto es, tal
como la obligación ha sido establecida, o por equivalencia, en que el cumplimiento no

542
Con mucha razón observa Messineo, ob. cit., T. 4°, pág. 52, N.° 3, que más propiamente que
responsabilidad limitada existe en tales casos “deuda limitada”. Se responde sólo hasta por un monto de
ella, pero hasta esa cuantía se responde ilimitadamente, esto es, con todo el patrimonio.

386
LAS OBLIGACIONES TOMO II

se efectúa en esta forma, sino en otra sustitutiva que para el acreedor tenga igual
valor a aquél.
Ello puede ocurrir tanto en el cumplimiento voluntario como en el forzado; en el
primer caso, el acreedor consiente una modificación en la prestación que libera al
deudor. En el segundo caso, ha habido incumplimiento y siendo imposible obtener el
cumplimiento natural, se le sustituye por la indemnización de perjuicios que
estudiaremos en los efectos de la obligación en el incumplimiento, como es obvio.
En esta primera subparte estudiamos el cumplimiento voluntario en naturaleza,
que es el pago o solución (Capítulo 2.°), con sus modalidades (Capítulo 3.°), para
terminarlo con el indebido (Capítulo 4.°), y tres de los cuatro casos de cumplimiento
equivalente, a saber: la dación en pago, en que el acreedor consiente en recibir cosa
distinta a la debida (Capítulo 5.°), la compensación (Capítulo 6.°) y la confusión
(Capítulo 7.°). Dejamos al margen, según lo ya dicho, la novación en que hay una
forma de cumplimiento equivalente, únicamente que el acreedor obtiene a cambio de
la obligación una nueva.
Por esta razón y porque en ello estriba la importancia práctica de la institución, y
no en la extinción de la obligación antigua, la estudiamos en la Quinta Parte en relación
con las modificaciones de las obligaciones.

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Capítulo II
PAGO EFECTIVO O SOLUCIÓN
586. Reglamentación y pauta.
Trata el Código del pago en el Título 14 del Libro 4.°, bajo el largo epígrafe: “De los
modos de extinguir las obligaciones y primeramente de la solución o pago efectivo”;
del título indicado, el Art. 1.567 enumera los modos extintivos, y en su N.° 1.° “la
solución o pago efectivo”, y lo reglamenta en los Arts. 1.568 al 1.626.
Lo trataremos por nuestra parte dividido en cuatro secciones: concepto sujetos del
pago; objeto del pago y lugar, tiempo y demás elementos del pago.
En el Capítulo siguiente veremos las modalidades del pago, y en el subsiguiente, el
indebido. Todo lo relacionado con el pago forzado, queda, como está ya dicho, para el
incumplimiento.

Sección primera

CONCEPTO DEL PAGO

587. Definición.
El Código estudia el pago desde el punto de vista de la extinción de la obligación;
ya hemos señalado (N.° 575) que por regla general este es su efecto, aun cuando bien
puede ocurrir que él no sea completo, y subsista en parte la obligación, no sólo si es
parcial, como es obvio, sino en el caso del pago con subrogación en que se reemplaza
el acreedor por un tercero que le paga (N.° 652).
Pero si normalmente el pago extingue la obligación, es porque la cumple y es en
tal sentido la finalidad de ella, y en consecuencia su principal efecto.
Por tanto, “el pago efectivo es la prestación de lo que se debe” (Art. 1.568) o,
dicho lo mismo en distintas palabras, el cumplimiento de la obligación en la forma que
ella se encuentra establecida.
Pago o solución, son en nuestro Código términos sinónimos, como lo revela el
epígrafe del Título 14.° y el N.° 1.° del Art. 1.567, que usan precisamente la preposición
“o”; solución proviene del latín “solvere”, desatar. Así como la obligación ata al deudor,
el cumplimiento de ella lo desliga.
En el lenguaje vulgar, sin embargo, pago tiene una excepción más restringida,
limitada a las obligaciones de dar, y más específicamente aún, a las de dinero.543
En derecho, paga todo el que cumple su obligación, y en consecuencia, quien
entrega dinero, especies o cuerpos ciertos o géneros, muebles o inmuebles544 como el
vendedor que entrega la cosa vendida, y el comprador que paga el precio; el
arrendador que proporciona al arrendatario el goce pacífico y tranquilo de la cosa

543
Fueyo, ob. cit., T. 22, N.° 431, pág. 29 señala 4 acepciones de la voz pago, dos jurídicas y dos
vulgares; dos amplias y dos restringidas. Jurídicamente en su sentido limitado que es el legal, es el
cumplimiento mismo, y ampliamente envuelve a los modos que le equivalen: dación en pago, etc.
Vulgarmente, en la forma señalada en el texto: obligación de dar en significación amplia, de dinero en la
menos comprensiva.
544
RDJ, T. 34, sec. la, pág. 1.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

arrendada, y el arrendatario que cancela la renta; quien cumple una obligación de


hacer, como el abogado que defiende un pleito, y el prometiente contratante que
otorga la escritura definitiva,545 y quien se abstiene en la obligación de no hacer, como
el comerciante que por haberse comprometido a ello, no abre un determinado tipo de
establecimiento en la plaza señalada, etc.

588. El pago como convención.


Aunque se ha solido discutir, el pago es indudablemente un acto jurídico
bilateral,546 que supone la voluntad de ambas partes: el que recibe, “accipiens”, y el
que paga, “solvens”, según las denominaciones latinas. En el sentido que se usa entre
nosotros la expresión “contrato”, el pago no lo es, pues no tiene por objeto crear
obligaciones, sino antes por el contrario, extinguirlas.
Decíamos que se ha discutido el señalado carácter convencional de la solución,
porque según veremos, puede hacerse contra la voluntad del acreedor mediante el
procedimiento del pago por consignación (N.° 628). Lo que ocurre es que junto al deber
de pagar, el deudor tiene el derecho de liberarse, y la voluntad del acreedor, si se ha
negado, se suple con la declaración judicial de suficiencia del pago (N.° 645).
Ahora bien, en el sentido jurídico de la obligación de dar, esto es, de transferir el
dominio o constituir un derecho real, el pago equivale, además, a la tradición (M' 598).
Y así, por ejemplo, en la venta de un vehículo, el vendedor al entregarlo cumple su
obligación, o sea, paga y al mismo tiempo efectúa la tradición, transfiriendo el dominio.

589. Clasificación del pago.


Ya hemos dicho que puede ser voluntario, que será lo normal, o forzado a petición
del acreedor, y que este último lo estudiamos en el incumplimiento.
1.° Desde otro punto de vista, podemos distinguir el pago que tiene causa, una
obligación civil o natural, y el que carece de ella, y en consecuencia constituye un pago
de lo no debido, que da derecho al solvens a repetir lo dado o pagado (N” 679).
Finalmente, tenemos el pago normal, hecho por el verdadero deudor
voluntariamente al verdadero acreedor, quien también lo recibe en igual forma, y las
llamadas modalidades del pago en que se alteran algunos de estos elementos (N.°
677),

Sección segunda

LAS PARTES EN EL PAGO

590. Por quién ya quién debe hacerse el pago.


Determinarlas partes en el pago es estudiar quién puede pagar y quién está
facultado para recibir el cumplimiento.
Como decíamos, el que paga recibe el nombre de “solvens” y normalmente será el
propio deudor, pero puede ocurrir también que pague otra persona por él.
Y quien recibe el pago recibe el nombre de “accipiens”, y normalmente será el
acreedor, aun cuando es posible también que sean otras personas.
Ambas situaciones las examinaremos en párrafos separados.

Párrafo 1.°

EL SOLVENS

545
RDJ, T. 5, sec. 2°, pág. 140.
546
G.T. de 1925, 1er. sem., N.° 95, pág. 632.

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591. Enumeración.
El Código establece quiénes están facultados para cumplir la obligación en el
Párrafo 2.° del Título 14.°, Arts. 1.572 a 1.575, bajo el epígrafe: “por quién puede
hacerse el pago”.
De acuerdo al primer inciso del 1.572 “puede pagar por el deudor cualquier
persona a nombre del deudor, aun sin su conocimiento o contra su voluntad, y aun a
pesar del acreedor”.
De este precepto y otras disposiciones que examinamos a continuación, las
personas que puedan asumir la calidad de “solvens” pueden ser agrupadas en tres
categorías:
1.° El deudor mismo, que naturalmente será lo más normal;
2.° Quien, sin serlo directamente, tiene interés en que la obligación resulte
extinguida, y
3.° Alguien totalmente extraño a la obligación.
Veremos estos distintos casos en los números siguientes.

592. I. Pago efectuado por el propio deudor.


Nadie está más interesado en el pago que el deudor mismo, y de ahí que será
habitualmente quien cumplirá la obligación.
Pero al decir el deudor se comprende no sólo la persona física de él, sino cualquier
persona que cumpla por cuenta suya. En consecuencia, paga el deudor cuando lo
hacen por él su representante legal o convencional (mandatario), su heredero, y el
legatario a quien el testador ha impuesto la carga de pagar alguna deuda que sobre él
pesaba. Y no decimos el cesionario del deudor, porque preferimos remitimos sobre esta
posibilidad al tratamiento de esta institución (N.° 1.149).
Cuando actúa un representante legal o mandatario, es lo mismo que si el deudor lo
hiciera, pues justamente el efecto de la representación es ése, de acuerdo al Art.
1.448.
Para nuestro legislador, el heredero es el continuador de la persona del difunto,
representa su persona (Art. 1.097) y, en consecuencia, cuando él paga por una ficción
legal de supervivencia jurídica, es como si hubiera pagado el propio causante.
Este puede gravar a un legatario con el pago de una obligación suya, y en tal caso
también el sucesor singular habrá actuado, al cumplir el encargo, por cuenta del
deudor.
El pago efectuado por las personas señaladas es el de efectos más simples: se
extingue la obligación y normalmente no habrá relaciones jurídicas posteriores, por
excepción puede haberlas: si el mandatario o representante legal ha pagado con
dineros propios; o el heredero ha pagado más allá de lo que estaba obligado, o ha
pagado la obligación que correspondía al legatario (ya que sabemos que al acreedor no
le obliga una distribución diversa a la legal de las deudas hereditarias: N.° 442 y
siguientes) y entonces las partes se deberán las compensaciones correspondientes.

593. II. Pago efectuado por personas interesadas en la extinción de la


obligación.
Hay personas que no tienen la calidad de deudor directo, pero si éste no paga,
pueden ser perseguidas por el acreedor y obligadas a pagar; tienen un manifiesto
interés en extinguir la deuda y si pagan para evitar dicha presión del acreedor, se
subrogan en los derechos de éste para cobrar al verdadero deudor.
En tres casos puede presentarse esta situación: la codeudoría solidaria, la fianza y
las cauciones reales.
1.° Codeudoría solidaria. Referencia.
Ya hemos visto que el codeudor solidario puede serlo de dos clases: si tiene interés
en la deuda, es deudor liso y llano, y si es el único interesado, también único deudor,

390
LAS OBLIGACIONES TOMO II

pero puede también estar meramente asegurando el cumplimiento del verdadero


deudor.
Distintos son los efectos del pago del codeudor solidario, según estas
circunstancias. Si pagó el único interesado en la deuda, no hay consecuencia posterior
alguna, pero en caso contrario, quien pagó se subroga en los derechos del acreedor,
como lo señalan los Arts. 1.522 y 1.610, N.° 3.°, para cobrar su cuota a los restantes
codeudores solidarios si le afectaba la deuda, o el total en caso contrario, pues en esta
última situación se le asimila al fiador (N.° 418 y siguientes).
2.° El fiador.
Si el deudor subsidiario, como se le llama también, paga la deuda, se produce el
efecto ya señalado en el caso del codeudor solidario que no es verdaderamente
deudor; la obligación subsiste en virtud de la subrogación legal que establece el N.° 3.°
del Art, 1.610, pero cambia el acreedor: el fiador lo sustituye para cobrar al deudor
principal.
Cabe destacar que, además de la subrogatoria, el fiador goza de la acción de
reembolso que le concede el Art. 2.370 para cobrarle al deudor principal lo que haya
pagado por él, con intereses y gastos.
3.° Cauciones reales.
Puede ocurrir que pague la deuda hipotecaria o prendaria quien no es el deudor
personal de la obligación garantizada con esta caución.
Así le ocurre a quien ha hipotecado o dado en prenda un bien propio para
garantizar una deuda ajena (fiador real), o ha adquirido el bien raíz afectado a la
garantía.
En estos casos, si estas personas pagan la deuda, ésta no se extingue, porque
ellas se subrogan al acreedor, según lo señalan los Arts. 1.610, N.° 2.° y 2.429, inc. 2.°
(N.° 662).

594. III. Pago efectuado por un tercero totalmente extraño a la obligación.


El citado Art. 1.572 anunció que es aceptable que pague la deuda un tercero
totalmente extraño al vínculo jurídico, alguien que no tiene nada que ver con la
obligación.
Y esta tolerancia proviene en este caso, contrariando el principio general del
derecho de no aceptar la intervención en negocios ajenos, en que el pago a nadie
perjudica: ni al acreedor que recibe su cumplimiento, ni al deudor, pues queda igual
que antes del pago; deberá cumplir su obligación, sólo que puede cambiarle el
acreedor.
De ahí que este pago sea posible efectuarlo aun contra la voluntad de cualquiera
de las partes o de ambas: deudor o acreedor.
Pero la regla tiene su excepción en el inc. 2.° del Art. 1.572: “pero si la obligación
es de hacer, y si para la obra de que se trata se ha tomado en consideración la aptitud
o talento del deudor, no podrá ejecutarse la obra por otra persona contra la voluntad
del acreedor”. La excepción no puede ser más justificada, porque si, por ejemplo, se
encarga la defensa de un pleito a un abogado famoso, al acreedor no le da lo mismo
que asuma su representación en juicio otro profesional que no le merezca igual fe. Así
ocurrirá normalmente en las obligaciones intuito personae.
Fuera de este caso de excepción, si el acreedor se niega a recibir el pago del
tercero extraño a la deuda, el solvens puede recurrir al procedimiento del pago por
consignación en los mismos términos que para igual caso deberá hacerlo el auténtico
deudor.547
Igualmente para que nos encontremos en la situación que comentamos, es fuerza
que el tercero actúe a sabiendas de que cumple una deuda ajena, pues si
erróneamente cree hacerlo con una propia, hay pago de lo no debido. En consecuencia
no se producirá subrogación contra el deudor en los casos en que ella procede, sino
547
RDJ, T. 6, sec. 1°, pág. 58.

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que el “solvens” deberá repetir contra el acreedor que recibió el pago indebido.548
Igualmente si creyendo pagar una deuda ajena, lo hace a un falso acreedor, hay pago
indebido y no subrogación.549
El “solvens” extraño a la obligación puede encontrarse en tres situaciones:
1.° Paga con consentimiento expreso o tácito del deudor;
2.° Paga sin conocimiento de éste, y
3.° Paga contra la expresa voluntad del mismo.
Veremos estos casos en los números siguientes. La distinción tiene importancia
porque se producen efectos distintos, especialmente en cuanto a las acciones del
“solvens” para repetir contra el deudor, según cual haya sido la actitud de éste.

595. A. Pago con consentimiento expreso o tácito del deudor.


A esta situación se refiere el Art. 1.610, N.° 5.°, al disponer que la subrogación
legal opera en favor del “que paga una deuda ajena, consintiéndolo expresa o
tácitamente el deudor”.
Propiamente no estamos en este caso frente a un tercero extraño, pues desde el
momento en que media el consentimiento aun cuando sea tácito del deudor, aquél es
un mandatario suyo para efectuar el pago por su cuenta: un diputado para el pago.
Tiene gran trascendencia determinar si hubo consentimiento del deudor, pues en
tal caso el “solvens” gozará de dos acciones para repetir contra el deudor: la
subrogatoria que le concede el citado precepto, y la propia del mandato. Si falta el
consentimiento del deudor nos encontraremos en la situación del número que sigue,
que es diferente.
Se ha resuelto que, si puede ser incluso tácito el consentimiento del deudor, no
está sujeto a formalidades de ninguna especie, y es cuestión de hecho determinar si lo
hubo;550 y que corresponde probarlo al “solvens” que cobra al deudor, para lo cual
puede valerse incluso de prueba testimonial.551
Si el deudor ratifica con posterioridad al pago lo obrado por el “solvens”, se
produce la subrogación legal, pues ya hay consentimiento suyo.552
Para que nos encontremos frente a la subrogación legal, es preciso que el
“solvens” haya pagado con dineros propios; en caso contrario, habría pago del deudor
mismo, pero si éste alega que la solución se efectuó con fondos proporcionados por él,
debe probarlo, ya que según el Art. 700, el poseedor se reputa dueño y quien cumplió
la deuda tenía la posesión del dinero con que realizó el pago.553
Cumplidos estos dos requisitos, consentimiento del deudor y pago con fondos
propios del “solvens”, se produce la subrogación legal: la deuda se extingue para el
acreedor554 y pasa a reemplazarlo aquél para el cobro de ella.555

596. B. Pago sin conocimiento del deudor.


Si el deudor no ha consentido en el pago del tercero, ya no puede haber mandato,
sino lo que el Código llama agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos, que
precisamente consiste en actuar a nombre de otra persona y por cuenta de ella sin
tener derecho a representarla.

548
G.T. de 1913, 1,1 sem. N.° 174, pág. 536.
549
RDJ, T. 39, sec. 1°, pág. 129.
550
RDJ, T. 6, sec. la, pág. 58.
551
RDJ, T. 28, sec. la, pág. 61.
552
RDJ, T. 38, sec. 2a., pág. 68. Se ha reconocido la subrogación legal en el pago efectuado por el albacea
con fondos propios: G.T. de 1886, N.° 1.301, pág. 893 y consentido por él: G.T. de 1864, N.° 1.617, pág. 584.
553
RDJ. T. 24, sec. la, pág. 25.
554
Por lo cual no puede el acreedor cobrar al deudor para restituirle al tercero lo cancelado por éste: G.T.
1878 N.° 3.555, pág. 1.478.
555
Por ello se ha resuelto que si un tercero pago al ejecutante, y el deudor consigna en el juicio, la
consignación pertenece al solvens: RDJ, T. 36, sec. la, pág. 251, y que éste pasa a reemplazar en el juicio al
ejecutante, lo que es más discutible: G.T. 1887, N.° 2.689, pág. 1.726.

392
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El Art. 1.573 se preocupa de la situación de este tercero que paga sin


consentimiento del deudor, pero sin que éste tampoco haya manifestado voluntad en
contrario; ella es, naturalmente, inferior a la del caso anterior, pues no opera en su
favor la subrogación legal. Así lo señala expresamente el precepto, y sólo puede tener
lugar la voluntaria, si el acreedor lo consiente y sin que pueda el “solvens” obligarlo a
hacerlo.
Este gozará únicamente de la acción de reembolso propia de la gestión de
negocios ajenos a fin de que el deudor le restituya lo que pagó. 556 Esta acción es muy
diferente a la subrogatoria, principalmente porque en ésta se cobra la misma deuda
anterior, con sus mismos privilegios y garantías (N.° 669), mientras que la de
repetición es una acción propia del gestor y no goza de ninguna de las ventajas y
prerrogativas del crédito antiguo.
Se ha criticado esta diferenciación que efectúa el legislador entre este caso y el
anterior, pero realmente se justifica por la razón antes apuntada: que en derecho
normalmente no se admite la intromisión de los extraños en los negocios ajenos.

597. C. Pago contra la voluntad del deudor.


En la tercera situación posible, el deudor no ha consentido expresa o tácitamente
ni tampoco ha ignorado el pago del tercero, sino que lo ha prohibido.
Y respecto de ella hay dos preceptos del Código que se contradicen: el 1.574
ubicado en el pago, y el 2.291, en la gestión de negocios ajenos.
De acuerdo al primero “el que paga contra la voluntad del deudor, no tiene
derecho para que el deudor le reembolse lo pagado; a no ser que el acreedor le ceda
voluntariamente su acción”. En consecuencia, si nos atenemos a esta disposición, no
se produce la subrogación legal, pero puede tener lugar la voluntaria, en lo que no
existen diferencias con la situación anterior, pero además se le niega expresamente al
solvens la acción de repetición contra el deudor: nada puede cobrarle a éste si no ha
mediado la subrogación convencional.
En cambio, el Art. 2.291 establece como principio general que quien administra un
negocio ajeno contra la prohibición expresa del interesado, no tiene acción contra éste.
Sólo se la concede si la gestión le hubiese sido efectivamente útil, y existiere la utilidad
al tiempo de la demanda. Y el ejemplo que coloca de haberse cumplido este requisito
es el de “si de la gestión ha resultado la extinción de una deuda, que sin ella hubiera
debido pagar el interesado”.
De manera que mientras el Art. 1.574 niega la acción de repetición en todo caso al
solvens, el Art. 2.291 se la concede cuando ha extinguido la deuda que de otra manera
habría debido pagarse.
Digamos desde luego que equitativamente es más justa esta última solución y no
la primera, porque ésta ampara un evidente enriquecimiento sin causa para el deudor,
que se economiza el pago sin dar nada en cambio, y por ello para una aclaración por la
vía legal nos parece preferible dar primacía al Art. 2.291.
Mientras tanto se ha tratado de conciliar ambas disposiciones con dos
interpretaciones diversas.
1.° Una sustentada por don Leopoldo Urrutia que reconoce acción de repetición al
solvens cuando el pago ha sido útil, que es el caso señalado por el Art. 2.291, y si no
ha tenido tal carácter, porque, por ejemplo, el deudor podía oponer una excepción que
le evitaba el pago, como nulidad, excepción del contrato no cumplido, etc., no habría
derecho al reembolso de lo pagado, según el Art. 1.574. Se agrega que de no ser así se
estaría permitiendo, según decíamos, obtener un enriquecimiento injusto al deudor.
Sin embargo, esta interpretación tiene el inconveniente que introduce una
distinción en el Art. 1.574 que el precepto no efectúa y cuya letra rechaza

556
Con intereses, según fallo de la G.T. de 1881, N.° 2039, pág. 1,155; sin ellos, según otro de la misma
G.T. de 1880, N.° 781, pág. 520.

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expresamente. Y el enriquecimiento sin causa sólo puede tener aplicación si el


legislador no lo ha especialmente excluido.
2.° Para otra corriente doctrinaria, el Art. 1.574 se aplica cuando el pago es una
gestión única del solvens, porque a ella específicamente se refiere el precepto; en
cambio, el Art. 2.291 se está poniendo en el caso de que alguien “administre” un
negocio contra la voluntad del interesado y en el curso de esta administración, o sea,
entre varios actos ejecutados por el gestor se ha producido el pago útil de una
obligación. Si bien es cierto que la interpretación respeta la letra estricta de los
preceptos en pugna y es adecuada según la ubicación de ellos, carece de toda
justificación y explicación la diferenciación entre un caso y otro.
No siendo ninguna de las dos explicaciones totalmente satisfactoria, por razones
de justicia parece preferible siempre reconocer al solvens el derecho de repetición si su
gestión ha sido útil.

598. Requisitos en el solvens en el pago de las obligaciones de dar.


Decíamos en el N.° 588 que, tratándose de la obligación de dar en un concepto
jurídico, esto es, cuando tiene por objeto transferir el dominio o constituir un derecho
real, el pago equivale a la tradición de ellos, y de ahí que debe cumplir los requisitos de
ella.
Y así, de acuerdo al Art. 679 “si la ley exige solemnidades especiales para la
enajenación, no se transfiere el dominio sin ellas”; tratándose de bienes raíces, la
transferencia deberá inscribirse en el Registro de Propiedades del Conservador de
Bienes Raíces. Pero, además, la ley exige la concurrencia de dos requisitos en el que
paga, que analizaremos en los números siguientes:
1.° El pago debe hacerlo el dueño, su representante o sucesor, y
2.° El solvens debe tener capacidad de enajenación.

599. I. El pago debe hacerlo el dueño.


Así lo señala el inc. 1.° del Art. 1.575: “el pago en que se debe transferir la
propiedad no es válido, sino en cuanto el que paga es dueño de la cosa pagada, o la
paga con el consentimiento del dueño”. Hay una impropiedad de lenguaje en el
precepto al decir que el pago no es válido, pues en realidad en nuestra legislación si el
tradente no es dueño no es nula la tradición, sino que inoponible al verdadero dueño
(N.° 154).
En efecto, en el Código chileno la enajenación o constitución de derechos reales en
bienes ajenos no es nula, solución perfectamente lógica, porque al acto no le falta
ningún requisito de validez. Pero como nadie puede transferir derechos de los cuales
carece, la tradición efectuada por quien no es dueño no es suficiente para transferir el
dominio, pero concurriendo los demás requisitos legales habilita al adquirente para
llegar a ser dueño por prescripción adquisitiva. Así lo prueba el Art. 1.815 para la
compraventa que declara válida la de cosas ajenas, pero inoponible al verdadero
dueño, mientras sus derechos no se extingan por el espacio de tiempo, solución que se
extiende a todos los títulos translaticios de dominio.557
Si el acto fuere nulo, la nulidad sería la absoluta y la tradición no podría validarse
posteriormente, mientras que el Art. 682 da justamente la solución contraria: “si el
tradente no es el verdadero dueño de la cosa que se entrega por él o a su nombre, no
se adquieren por medio de la tradición otros derechos que los transmisibles del mismo
tradente sobre la cosa entregada. Pero si el tradente adquiere después el dominio, se
entenderá haberse éste transferido desde el momento de la tradición”.
En conclusión, si paga quien no es el dueño, el pago es válido, pero deja a salvo los
derechos del verdadero propietario mientras no se extingan por la prescripción.

557
Así se ha fallado para el aporte de un socio: G.T. de 1914, 2° sem. N.° 688, pág. 1.976.

394
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Los preceptos citados señalan que el pago debe hacerse por el dueño o con su
consentimiento; quedan incluidos, en consecuencia, el propio dueño, sus
representantes legales o convencionales y sus herederos.

600. II. El solvens debe tener capacidad de enajenar.


Lo dice así expresamente el inc. 2.° del Art. 1.575: “Tampoco es válido el pago en,
que se debe transferir la propiedad, sino en cuanto el que paga tiene facultad de
enajenar”. El requisito se justifica por la razón señalada, pues para la tradición es
indispensable la capacidad de enajenar, esto es, la máxima capacidad, ya que es un
acto de disposición (N.° 84).

601. Pago de cosas consumibles.


El inc. final del Art. 1.575 señala un caso de excepción en que no es preciso para la
eficacia del pago que concurran los dos requisitos antes señalados: es válido el pago
hecho por quien no era dueño o no tenía facultad de enajenar, “cuando la cosa pagada
es fungible y el acreedor la ha consumido de buena fe”.
Son dos las circunstancias que configuran la excepción:
1.° Que se trate de cosas consumibles.
El precepto habla de “fungibles”, pero, por lo que a continuación dice y por la
confusión en que en general incurre el legislador entre ambos conceptos, parece más
bien referirse a las consumibles.
2.° Que el acreedor las haya consumido de buena fe.
Esta buena fe consistirá en la ignorancia del acreedor de que el pago lo recibió de
quien no era dueño o carecía de facultad de enajenar, y como ella por regla general se
presume, de acuerdo a la regla general del Art. 707, quien pretenda que no la hubo,
deberá probarlo. Se ha sostenido, sin embargo, lo contrario por la excepcionalidad del
inc. final del Art. 1.575, que otorga eficacia a un acto que normalmente no lo tendría.
Como el acreedor se está amparando en una situación de excepción, de acuerdo a las
reglas que gobiernan el onus probandi, a él le correspondería probar que se encuentra
encuadrado en ella, acreditando sus requisitos y entre ellos la buena fe. No nos
convence la argumentación.

Párrafo 2.°

EL ACCIPIENS

602. A quién debe hacerse el pago.


Bajo este epígrafe el párrafo 3.° del Título 14, Arts. 1.576 a 1.586, reglamenta este
aspecto del pago, de enorme trascendencia según el aforismo jurídico de que quien
paga mal, paga dos veces. Traducido en términos de derecho, quiere decir que no
puede oponerse a la demanda como excepción de pago el que se haya efectuado a
quien no tenía facultad de percibirlo.558
De acuerdo al Art. 1.576 el pago puede hacerse válidamente:
1.° Al acreedor mismo, que al igual que en el caso del deudor, será lo normal;
2.° A sus representantes, y
3.° Al poseedor del crédito.
En los números siguientes examinaremos estas tres situaciones, y sus múltiples
alcances.

558
RDJ, Ts. 46, sec. 2a., Pág. 93, y 48, sec. 2a, pág. 97.

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603. I. El acreedor.
“Para que el pago sea válido, debe hacerse o al acreedor mismo (bajo cuyo
nombre se entienden todos los que le hayan sucedido en el crédito, aún a título
singular”) (Art. 1.576).
En consecuencia, al decir acreedor se entienden comprendidos los herederos, el
legatario del crédito y el cesionario del mismo, ya que a diferencia de lo que ocurre con
las deudas, los derechos personales son perfectamente transferibles.559
Sin embargo, hay casos en que el acreedor mismo no puede recibir el pago, y el
Art. 1.578 sanciona con la nulidad el que se le efectúe en esas situaciones. Dicho a
modo de enunciación, ellas son:
1.° Si el acreedor es incapaz;
2.° Si se ha embargado la deuda o mandado retener el pago, y
3.° Si el acreedor está en quiebra.

604. A. Acreedor incapaz.


De acuerdo al N.° 1.° del citado precepto “El pago hecho al acreedor es nulo... si el
acreedor no tiene la administración de sus bienes”.
No hay en ello sino una aplicación de los principios generales, pues siempre hay
nulidad en los actos de los incapaces si no se remedia la incapacidad por los medios
que la ley franquea.
Hay un caso de excepción en que el pago efectuado al acreedor incapaz es válido,
que señala el mismo N.° 1.° del Art. 1.578: si la cosa pagada se ha empleado en
provecho del acreedor.
El solvens debe probar el beneficio para éste, de acuerdo al Art. 1.688, al que se
remite expresamente el N.° 1.° del 1.578. Aquel precepto ubicado en la nulidad niega
lugar a la repetición contra el incapaz si el acto ha sido declarado nulo, salvo si se
probare que éste se ha hecho más rico, lo que se entenderá cuando “las cosas pagadas
o las adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido necesarias; o en cuanto las cosas
pagadas o las adquiridas por medio de ellas, que no le hubieren sido necesarias,
subsistan y se quisiere retenerlas”.
En consecuencia, el pago libera al deudor si prueba algunas de estas
circunstancias: si lo pagado o adquirido con el pago ha sido necesario, o subsiste y se
quiere retenerlo, porque si en tal caso se le declara nulo, el incapaz se enriquecería
injustificadamente. Pero si el incapaz malgastó lo que recibió en pago y nada le queda,
se ha producido justamente lo que el legislador temía al establecer la incapacidad y
prohibir el pago al incapaz, y el solvens pierde el pago efectuado.

605. B. Embargo y retención del crédito.


De acuerdo aI N.° 2.° del Art. 1.578, es nulo el pago hecho al acreedor “si por el
juez se ha embargado la deuda o mandado retener el pago”.
El derecho de garantía general que tienen los acreedores sobre el patrimonio del
deudor les permite perseguir para el pago de sus acreencias todos los bienes de éste,
incluidos, en consecuencia, sus créditos, a fin de pagarse sus propios créditos con el
producto del cumplimiento de ellos por los correspondientes deudores del deudor
demandado. En consecuencia, en el juicio respectivo pueden embargar los créditos, y
el embargo, según veremos oportunamente (N.° 802), produce precisamente el efecto
de retirar del comercio jurídico el bien embargado. Por ello es que el Art. 1.464, N.° 3.°
declara que hay objeto ilícito y por ende nulidad absoluta, en la enajenación de las
cosas embargadas por decreto judicial, y el Art. 1.578, la nulidad del pago efectuado.
Si no fuera así, quedaría burlado el embargo al enajenar el crédito el ejecutado o
recibir su pago.

559
El pago efectuado al acreedor que cedió el crédito no es liberatorio para el deudor: RDJ, T. 50, sec. 2a,
pág. 41.

396
LAS OBLIGACIONES TOMO II

La retención es una medida precautoria reglamentada en el Art. 295 del Código de


Procedimiento Civil, y en cuya virtud, tratándose del pago, éste no puede efectuarse
quedando retenido en poder del deudor, del propio demandante o de un tercero (si se
trata de dinero debe ser en la cuenta corriente del tribunal: Art. 507 (C.0.T.). Por ello es
que el Art. 681 dispone que no se puede exigir la tradición si interviene decreto judicial
en contrario.
Tanto el embargo como la retención deben notificarse al deudor, 560 pues en caso
contrario es válido el pago.561
El uno y el otro duran hasta que son alzados por orden del tribunal, y para la
validez del pago es preciso que todos ellos se hayan alzado.562
Si el deudor no paga porque se ha embargado el crédito, o se ha dictado un
decreto de retención, no hay mora de su parte, pues la orden de autoridad constituye
un caso fortuito o fuerza mayor que justifica el incumplimiento.563
Sin embargo, el punto se ha discutido en el juicio ejecutivo, en especial en el caso
de que la retención la haya pedido el propio deudor.564
La sanción, como queda dicho en caso de que el deudor infrinja la prohibición y
efectúe el pago, es la ineficacia de éste, y, en consecuencia, deberá pagar otra vez.565

606. C. Quiebra del deudor.


Finalmente, el N.° 3.° del Art. 1.578 declara no válido el pago efectuado “al deudor
insolvente en fraude de los acreedores a cuyo favor se ha abierto concurso”. Donde el
precepto habla de concurso debe leerse quiebra (N.° 964), y no hace sino aplicar al
pago la nulidad general de los actos ejecutados por el deudor después de la
declaración de quiebra (Art. 2.467: N.° 779).
Lo que ocurre es que declarada ésta se produce el desasimiento de los bienes del
fallido, como llama la ley respectiva a la imposibilidad en que queda el deudor de
administrarlos, facultad que pasa al Síndico de Quiebra; a él corresponderá recibir el
pago de los créditos del fallido, pues si éste pudiera hacerlo, quedarían burlados los
acreedores que han declarado la quiebra.
No basta la mera insolvencia del deudor, pues es menester que la quiebra se haya
declarado;566 en cuanto a los pagos fraudulentos efectuados antes de la declaratoria de
quiebra veremos su situación al hablar de la acción pauliana (N.° 778).

560
RDJ, T. 6°, sec. 2a, pág. 40.
561
RDJ, T. 21, sec. 1°, pág. 583.
562
RDJ, T. 9° sec. la., pág. 305.
563
RDJ, T. 16, sec, la, pág. 138; se ha declarado que el deudor no queda obligado a depositar la deuda:
RDJ, T. 4, sec. la, pág. 341, aunque fallos anteriores al C.P.C. habían declarado lo contrario, so pena de pagar
intereses: G.T. de 1873, N.° 2.790, pág. 1263; de 1894, T. 2°, N.° 1.873, pág. 222, y de 1895, T. 19, N.°
1.488, pág. 1090.
Respecto de los intereses, se ha fallado que el embargo o retención detienen su curso: Repertorio, T. 5°,
pág. 32, N.° III. En contra G.T. de 1896, N.° 3.198, pág. 527. Depositada la deuda, no los hay: G.T. 1914, 29
sem. N.° 2 379, pág. 1.054.
564
La jurisprudencia es netamente contradictoria: para algunos fallos el título ejecutivo no es exigible si
se ha decretado retención del pago; en consecuencia, procedería la excepción de falta de suficiencia del
título: Repertorio, T. 59, pág. 32, N°' II, I y II. En contra, ídem N.° II, III y IV.
Si ha pedido el propio deudor la retención, no se pierde el mérito ejecutivo: RDJ, T. 3, sec. 1°, pág. 90;
tampoco si se ha ordenado depositar la retención a la orden del tribunal: RDJ, T. 27, sec. la., pág. 331.
La verdad es que se comprenden las vacilaciones de los tribunales, pues si bien el principio es que al
deudor no puede exigirse el pago desde el momento que se le prohíbe, podría esto prestarse para el fraude
del deudor. Por ello debe exigirse siempre el depósito de lo adeudado.
565
G.T. 1901, T. 1°, N.° 1.318, pág. 1.152.
Un caso interesante se presentó ante los tribunales: un arrendatario entregó unas sumas a su arrendador
para que oportunamente se pagare de las rentas, pero antes que esto ocurriera el mismo arrendador pidió la
retención en su poder de ellas. La Corte Suprema declaró que no había pago y en consecuencia procedía el
cobro de las rentas. La sentencia se justifica porque la retención, aunque sea en poder del propio acreedor,
ya que el Art. 1.578 no distingue, impide el pago (Somarriva, Las obligaciones.... ob. cit., N.° 82, pág. 62).
566
La insolvencia del deudor no priva al título de mérito ejecutivo: RDJ, T. 25 Sec. la., pág. 412.

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607. II. Representantes del acreedor.


De acuerdo a la parte final del inc. 1.° del Art. 1.576, puede recibir el pago por el
acreedor “la persona que la ley o el juez autoricen a recibir por él, o... la persona
diputada por el acreedor para el cobro”. Por su parte, el Art. 1.579 amplía los
conceptos, pero todo ello puede sintetizarse diciendo que reciben válidamente el pago
los representantes legales, judiciales y convencionales del acreedor facultado para ello.
En los números siguientes veremos estos tres casos.

608. A. Representantes legales.


Hemos visto que por regla general es nulo el pago que se efectúa a un incapaz,
pues él debe hacerse a sus representantes legales.
El citado Art. 1.579 menciona expresamente a los guardadores por sus pupilos,
maridos por las mujeres en cuanto tengan la administración de los bienes de éstas, los
padres de familia por sus hijos en igual caso, los recaudadores fiscales o de
comunidades o establecimientos públicos, por el Fisco o las respectivas comunidades o
establecimientos.
También menciona el precepto al albacea que tenga el encargo especial de cobrar
las deudas o la tenencia de los bienes del difunto. El albacea puede ser de dos clases:
con o sin tenencia de bienes. El primero está siempre facultado para recibir el pago, el
segundo si se le ha efectuado el encargo especial. Es problema que se discute si el
albacea con tenencia de bienes puede cobrar judicialmente créditos de la sucesión.567
Finaliza el precepto enumerando a “las demás personas que por la ley especial...
están autorizadas para ello”. Un caso es precisamente el citado en el N.° 606: el
Síndico de Quiebras por el fallido.568

609. B. Representantes judiciales.


Aluden a ellos los Arts. 1.576 y 1.579, y son las personas que el juez nombra con el
objeto de recibir el pago. Ellas pueden ser un secuestre o un depositario judicial.
El secuestro es una medida precautoria reglamentada por los Arts. 290 y 291 del
C.P.C., y consiste en la entrega a un tercero de la cosa objeto de la demanda para su
custodia; al secuestre se aplican las mismas normas del depositario judicial.
A éste se refiere al mismo Código en el juicio ejecutivo: a él se entregan las cosas
embargadas.
En consecuencia, el juez podrá ordenar que el pago se deposite en manos de una
de estas personas, como lo veíamos precisamente al hablar del embargo y la retención
(N.° 605).
Un curador ad litem no tiene por sí solo facultad para recibir el pago.569

610. C. Diputado para recibir el pago.


El mandato que otorga el acreedor para recibir el pago toma el nombre especial de
diputación para recibir el pago, y el mandatario, de diputado para percibirlo; se refieren
a él los Arts. 1.580 a 1.586, que se limitan, en general, a aplicar las reglas comunes del
mandato.
El mandatario para el pago puede ser relativamente incapaz; así lo señala el Art.
1.581, aplicando la regla general que para el mandato señala el Art. 2.128.
De acuerdo al Art. 1.580 el mandatario tiene facultad para recibir el pago del
crédito en tres casos:
1.° Mandato general de administración.

567
Véase Derecho sucesorio, ob. cit., N.° 721, págs. 520 y siguientes. El precepto quedó con una
inconsecuencia, ya que hoy el marido no tiene la administración de los bienes de la mujer, salvo que sea su
curador, o se le haya otorgado mandato, pero en este último caso estamos en la representación voluntaria.
568
El fiador no está facultado ni obligado a recibir por el acreedor: RDJ, T. 22, pág. 127.
569
G.T. de 1858, N.° 1961, pág. 7.

398
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El poder es general para la libre administración de todos los negocios del acreedor.
De acuerdo al Art. 2.132 el mandatario general puede cobrar los créditos del mandante
que pertenezcan al giro administrativo ordinario.
2.° Mandato especial.
La diputación para recibir el pago puede también conferirse por un poder especial
para la libre administración del negocio o negocios en que está comprendido el pago.
Este poder es menos amplio que el anterior, ya que el diputado sólo puede
legítimamente recibir el pago de los créditos que incidan en el negocio o negocios a
que se refiere el poder especial. Por ejemplo, el dueño de una tienda le otorga
mandato a una persona para que se la administre; ésta podrá cobrar y percibir los
créditos que se originen en la tienda, pero no otros ajenos a ella, aunque sean del
mismo dueño, como seria el saldo de precio de una compraventa de un bien raíz.570
La ley ha precisado la extensión del poder especial para algunos negocios, y así el
Art. 2.142 declara que “el poder especial para vender comprende la facultad de recibir
el precio”. En cambio, “el poder conferido por el acreedor a una persona para
demandar en juicio al deudor, no le faculta por sí solo para recibir el pago de la
deuda571 (Art. 1.582).558 En armonía con esta disposición, de acuerdo al inc. 2.° del
Art. 7.° del C.P.C., en el mandato judicial la facultad de percibir requiere mención
expresa.
3.° Finalmente, poder específico.
La diputación finalmente puede referirse exclusivamente al crédito de que se trata,
o como dice el precepto, “un simple mandato comunicado al deudor”.572
Se ha resuelto que es un hecho de la causa determinar si existe en quien recibe el
pago poder suficiente para percibirlo,573 lo que es de gran trascendencia, pues si se
paga a un mandatario no facultado, el deudor no queda liberado frente al acreedor, sin
perjuicio de su derecho a repetir contra aquél.574

611. Extinción de la diputación para recibir el pago.


De acuerdo al Art. 1.586, la diputación termina “en general por todas las causas
que hacen expirar el mandato”. Ellas están señaladas en el Art. 2.163, pero el Código
en el pago se preocupó especialmente de la muerte, revocación e inhabilidad del
mandatario.
1.° Muerte del mandatario.
De acuerdo al Art. 1.583 “la facultad de recibir por el acreedor no se transmite a
los herederos o representantes de la persona diputada por él para este efecto, a menos
que lo haya expresado así el acreedor”. El precepto aplica lisa y llanamente la regla
general del mandato del mismo Art. 2.163: éste expira normalmente por la muerte del
mandatario, pues se trata de un contrato intuito personae, basado en la confianza que
al mandante merece aquél y que no tiene porqué extenderse a sus herederos. No hay
inconveniente, claro está, para que el acreedor acepte que el mandato sea efectuado
por los herederos o representantes del mandatario.
2.° Revocación del mandato.
Este contrato hace excepción a la regla general de que ellos sólo pueden dejarse
sin efecto por el mutuo acuerdo de las partes, ya que se extingue por la revocación
unilateral del mandante. La diputación, como mandato que es, puede también terminar
por esta vía, pero el legislador impone en los Arts. 1.584 y 1.585 algunas limitaciones
si la designación ha sido efectuada por las partes, o se ha estipulado que el pago
pueda hacerse indistintamente al acreedor o a un tercero.
570
Casos de jurisprudencia en la RDJ, Ts. 9°, sec. la, pág. 505, y 34, sec. 1°, pág. 307.
571
G.T. 19101 T. 1°, N.° 25, pág. 86.
572
Como el de un cajero, RDJ, T. 9°, sec. 1a, pág. 487.
573
RJD, T. 43, sec. la, pág. 225.
574
G.T. 1881, N.° 1255, pág. 729.
Se ha resuelto también que el pago debe recibirlo el diputado en su calidad de tal, como mandatario y no
a nombre propio: RDJ, Ts. 24, sec. la, pág. 636 y 29, sec. la, pág. 611.

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Se refiere al primer caso el Art. 1.584; en principio, el acreedor no puede revocar el


mandato del diputado designado de común acuerdo con el deudor; requiere para ello la
autorización del juez, quien la dará “en todos los casos en que el deudor no tenga
interés en oponerse a ello”.
Algo semejante ocurre, de acuerdo al Art. 1.585, cuando se ha convenido entre las
partes que el deudor puede pagar al acreedor mismo o a un tercero; el pago efectuado
a cualquiera de ellos es válido, y el acreedor no puede prohibir el cumplimiento al
mandatario, sino en dos casos: cuando ha demandado judicialmente al deudor antes
de la prohibición, y cuando pruebe justo motivo para ello.
3.° inhabilidad del mandatario.
Finalmente, el Art. 1.586 dispone que “la persona diputada para recibir se hace
inhábil por la demencia o interdicción, por haber hecho cesión de bienes o haberse
trabado ejecución en todos ellos”. El precepto fue modificado por la Ley 18.802 de 9 de
junio de 1989, que eliminó de la enumeración la expresión “por haber pasado a
potestad del marido”, como lógica consecuencia de la supresión de la incapacidad de
la mujer casada bajo sociedad conyugal.

612. III. Poseedor del crédito.


Si el pago se efectúa al acreedor mismo, sus sucesores o representantes se
cumple legítimamente, pero el legislador también valida el que se realiza a una
persona que no tiene realmente derecho a recibirlo en el caso del inc. 2.° del Art.
1.576.
Dice el precepto: “el pago hecho de buena fe a la persona que estaba entonces en
posesión del crédito, es válido, aunque después aparezca que el crédito no le
pertenecía”.
La disposición tiene un gran interés doctrinario desde dos aspectos: primero,
porque recoge la teoría de la apariencia y del error común, y enseguida, porque es la
única que se refiere a la posesión de los derechos personales.
En efecto, en los casos en que se paga de buena fe a quien estaba en posesión del
crédito, éste no tenía en realidad derecho a percibirlo, y aplicando las normas jurídicas
habría que concluir que no ha extinguido la obligación frente al verdadero acreedor.
Pero el legislador no puede menos que proteger al deudor que se encuentra ante una
persona que es poseedora del crédito y en todo se comporta como si fuere el auténtico
acreedor, sin que el deudor tenga medios de saber que realmente no es así. En mérito
a esta buena fe valida el pago. Se han aplicado, pues, tanto la teoría de la apariencia,
reconociendo eficacia a una situación que sólo a la vista es la jurídica en amparo de los
intereses del tercero engañado por ella, y el principio de que el error común constituye
derecho.
Por otra parte según señalábamos, la posesión que es propia de las cosas
corporales y dé los derechos reales, es aquí referida a los personales. Pero existe una
gran diferencia entre una y otra situación, porque la primera conduce a la adquisición
por prescripción adquisitiva. La posesión de los créditos no produce este efecto, sino
únicamente el señalado por el inc. 2.° el Art. 1.576: legitima el pago efectuado a quien
estaba en posesión del crédito, aunque después resulte que no era el dueño.
Por la eficacia del pago el precepto exige dos requisitos, los cuales deben concurrir
copulativamente:575 1.° a posesión del crédito por el falso acreedor, y 2.° La buena fe
del deudor.
1.° Posesión del crédito.
El accipiens debe estar en posesión del crédito, posesión jurídica que no se refiere
a la mera tenencia material del título justificativo de la deuda. 576 Esto es, debe tratarse
de un acreedor que aparece como tal, sin serlo.

575
G.T. de 1900, T. 1° N.° 1.496, pág. 1474.
576
563 G.T. de 1879, N.° 2.012, pág, 1.398; de 1883, N.° 2.311, pág. 1.277; de 1900, T. 1°, N.° 1.496,
pág. 1.474 y de 1867, N.° 2.267, pág. 963.

400
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El caso más típico es el del falso heredero o legatario, o sea, que están
respectivamente en posesión de la herencia o del legado de crédito y después resultan
no ser el verdadero heredero o queda sin efecto el legado. Por ejemplo, se otorga la
posesión efectiva de una herencia en mérito a un testamento que posteriormente se
declara nulo, o aparece que había sido revocado por otro del causante, y el deudor
paga a los herederos a quienes se había considerado tales en la posesión efectiva.
Semejante pago es válido, aunque posteriormente el auténtico heredero recupere la
herencia.577 Lo mismo ocurrirá si se paga al legatario del crédito, legado que
posteriormente queda sin efecto por los mismos motivos: nulidad o revocación
ignoradas del testamento.
Otro caso muy caracterizado se presenta si se paga al cesionario del crédito y
posteriormente se deja sin efecto la cesión, por ejemplo, por nulidad. El deudor pagó
bien, porque a la sazón el cesionario era poseedor del crédito.
Donde ha presentado mayores problemas la institución es en materia de letras de
cambio, y la jurisprudencia ha solido vacilar. Creemos que los distintos casos deben
resolverse de acuerdo a las circunstancias, especialmente con la concurrencia del
requisito siguiente de la buena fe. Porque evidentemente no basta la mera
presentación del documento para que el deudor crea que paga al dueño del mismo, ya
que puede tratarse de un mero tenedor de él, según decíamos.578 Pero a la inversa, si
paga sin que se le exhiba la letra, no podría el solvens pretender que pagó al
poseedor.579
Igualmente si se le presenta un documento nominativo,580 o uno a la orden de una
persona y es otra quien actúa cobrándolo sin que haya mediado endoso, aunque éste
sea anulable, el accipiens no es ni aparentemente el acreedor, y el solvens no puede
pretender amparar su pago en el precepto que comentamos.
Sin embargo, si se le cobra en virtud de un endoso falsificado, y el deudor no tenía
medios de saber de la falsificación por no habérsele notificado la pérdida del
documento, es evidente que el pago es válido, si el deudor estaba de buena fe.581
2.° Buena fe del deudor.
Ella consiste, pues, en ignorar la circunstancia de que no se está pagando al
verdadero acreedor, en creer que realmente el accipiens lo es. Y como la buena fe se
presume, será el verdadero acreedor quien deberá probar su ausencia para volver a
cobrar el deudor.
No se requiere la buena fe del que recibe el pago, y tanto es así que se ha
aceptado, según vimos, la eficacia del pago efectuado al poseedor de un título
falsificado; igual cosa ocurrirá en los títulos al portador en que no puede normalmente
el deudor saber si quien los cobra es el legítimo acreedor, aunque hayan sido hurtado o
robados.

613. Pagos hechos a otras personas.


El pago efectuado a las personas anteriormente enumeradas, si se cumplen todos
los requisitos para cada caso señalados, extingue el crédito y libera al deudor. En caso
contrario, habrá un pago nulo o uno indebido, y el deudor podrá pedir el reembolso de
lo pagado, salvo, por ejemplo, que se hubiere pagado a un incapaz sin que éste se
hiciere más rico con el cumplimiento.
Pero en todos los casos en que no se ha pagado a las personas enumeradas, o se
ha infringido algún requisito legal, la obligación no ha quedado extinguida ante el
verdadero acreedor, quien puede obligar al deudor a pagarla de nuevo.
Se exceptúan los dos casos señalados en el Art. 1.577:
577
G.T. de 1901, T. 2°, N.° 3.337, pág. 1493 y de 1916, T. 2°, N.° 366, pág. 1.194.
578
Ver fallos citados en la nota 563; todos ellos incidieron en letras de cambio hurtadas.
579
RDJ, T. 25, sec. la., pág. 270.
580
G.T. 1900, T. 1°, N.° 1.496, pág. 1.474.
581
G.T. de 1922, 2° sem. N.° 213, pág. 917, y RDJ, T. 46, sec. la., pág. 541. Anteriormente se había fallado
en contra en G.T. de 1882 N.° 83, pág. 48.

Dislexia Virtual 401


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.° Si el acreedor, pudiendo legítimamente hacerlo, ratifica expresa o tácitamente


el pago hecho a persona distinta de las enumeradas por la ley. Y en tal caso, la
ratificación opera retroactivamente: “el pago se mirará como válido desde el principio”
(inc. 2.° del Art. 1.577).
2.° “Si el que ha recibido el pago sucede en el crédito, como heredero del
acreedor, o bajo otro título cualquiera” (parte final de inc. 1.° del precepto). Este otro
título puede ser un legado o una cesión de créditos.

Sección tercera

EL OBJETO DEL PAGO

614. El deudor debe cumplir al tenor de la obligación.


Para que haya pago debe efectuarse la prestación en que la obligación consiste.
Por ello el inc. 1 del Art. 1.569 dispone que: “el pago se hará bajo todos respectos
en conformidad al tenor de la obligación; sin perjuicio de lo que en casos especiales
dispongan las leyes”. Si el pago es el cumplimiento de la obligación tal como ella fue
contraída o establecida, eso es lo que debe pagarse; al pie de la letra, habría que decir,
si toda obligación debiera constar por escrito.
La doctrina acostumbra desglosar esta regla para la determinación del elemento
real u objeto del pago en tres principios:
1.° Debe pagarse lo establecido y no otra cosa o hecho, lo que se llama identidad
del pago;
2.° El deudor debe cumplir íntegramente la obligación, lo que se designa como
principio de la integridad del pago; y
3.° El pago debe hacerse de una sola vez, o principio de la indivisibilidad del pago.
Pero tal clasificación no tiene más fin que uno didáctico, porque la regla es una
sola: el cumplimiento literal.
El legislador lo reglamenta en los Arts. 1.569 a 1.571 y especialmente en el párrafo
5.° del Título 14: “Cómo debe hacerse el pago”, Arts. 1.590 a 1.594, ambos inclusive.

615. I. Identidad del pago.


El acreedor no está obligado a aceptar una prestación diferente, ni el deudor
puede tampoco ser forzado a darla. En ello se traduce el principio de la identidad del
pago visto desde el lado activo y pasivo respectivamente.
El inc. 2.° del Art. 1.569 lo mira desde el primer ángulo: “el acreedor no podrá ser
obligado a recibir otra cosa que lo que se debe, ni aun con el pretexto de ser de igual o
mayor valor la ofrecida”, mera consecuencia, por lo demás, de lo dispuesto en el inc.
1.°, y tratándose de obligaciones contractuales, de la obligatoriedad del contrato
consagrada en el Art. 1.545 mediante la comentada imagen aquella de la ley entre las
partes (N.° 96 y siguientes).
No obstante, hay ocasiones en que el acreedor termina recibiendo cosa diversa a
la debida.
1.° En las obligaciones modales que pueden, según vimos en el N.° 571, cumplirse
por equivalencia;
2.° En la obligación facultativa, en que el deudor precisamente tiene el derecho a
pagar con cosa distinta a la debida (N.° 377). No hay excepción, sino aparente a la
identidad del pago, porque la obligación desde su origen tenía dicha posibilidad y en
consecuencia, de antemano el acreedor estaba obligado a aceptar esta forma de pago,
3.° En la dación en pago en que no hay nada excepcional al precepto, porque es el
acreedor quien por convención con el deudor recibe en pago cosa distinta a la que se
le debe (N.° 700), y
4.° En todos los casos de cumplimiento por equivalencia, consienta el acreedor en
ellos (en cuyo caso no hay tampoco excepción al Art. 1.569), o no, en que si ya el

402
LAS OBLIGACIONES TOMO II

acreedor se ve forzado a recibir cosa distinta. Y así, si el cumplimiento en naturaleza se


ha hecho imposible por culpa o dolo del deudor, el acreedor tendrá derecho a la
indemnización de perjuicios que es siempre una suma de dinero (N.° 815).

616. Oué se debe pagar.


Para determinar en cada caso particular lo que el pago comprende, es menester
distinguir según la clase de obligaciones de que se trate, y así, si ella es de hacer, se
pagará ejecutando el hecho de que se trata, si es de no hacer, absteniéndose de
efectuar lo prohibido y si es de dar, fuerza es subdistinguir entre las obligaciones de
género y de especie o cuerpo cierto.
En cuanto a las primeras, el Código se refirió a su cumplimiento al reglamentarlas
(Arts. 1.509 y 1.510: N.° 354), y nosotros seguimos su método, como igual tratamos
del pago de las obligaciones pecuniarias (N.° 356 y siguientes). Nada tenemos que
insistir en ellas, pero sí, para continuar respetando el sistema del Código, en el
cumplimiento de las obligaciones específicas a que se refiere el Art. 1.590.
Recordemos que en ellas el deudor, además de la obligación de darlas
jurídicamente, tiene las de entregarlas materialmente y conservarlas hasta la entrega
(N.° 345).
Pendientes estas obligaciones es posible una pérdida en la cosa debida, que puede
ser total o parcial.
Si es total, ya no puede haber pago alguno y la obligación se extingue si la pérdida
es fortuita (N.° 1.191), y siendo reemplazada por la de indemnización si es imputable al
deudor, esto es, ha habido dolo o culpa suyos (N.° 1.194).
El Código no se ha preocupado en esta parte sino de un caso de pérdida parcial:
los deterioros de la cosa, pero como lo diremos en su oportunidad, las reglas que
sienta el Art. 1.590 creemos deben aplicarse por analogía a toda imposibilidad parcial
en el cumplimiento (N.° 1.201), máxime si las soluciones que da son muy semejantes a
las del Art. 1.486 para el caso de deterioros de la cosa debida bajo condición (N.° 504).
En principio, el acreedor está obligado a recibir la especie o. cuerpo cierto “en el
estado en que se halle” (Art. 1.590, primera parte del inc. 1.°).
El deudor puede estar obligado o no a responder de los deterioros según los casos:
1.° El deudor responde de acuerdo a las reglas generales que estudiaremos en el
incumplimiento, y que a modo de enunciación son:
A. Si el deterioro proviene de su hecho o culpa (N.° 826 y 829);
B. Si deriva del hecho o culpa de terceros por los cuales es civilmente responsable
(N.° 851);
C. Cuando el deudor está en mora, y el deterioro proviene aun de un caso fortuito,
pero al que la cosa no hubiere estado expuesta en manos del acreedor (N.° 878).
A estas situaciones expresamente nombradas en el Art. 1.590, cabe agregar dos
más que resultan de otras disposiciones:
D. Si el deudor se ha constituido responsable de todo caso fortuito o de alguno en
particular (Art. 1.673) (N.° 846), y
E. Cuando se ha robado o hurtado un cuerpo cierto (Art. 1.676, N.° 1.194).
2.° El deudor no responde, también de acuerdo a las reglas generales que
estudiaremos a propósito de la imposibilidad en el cumplimiento:
A. Cuando los deterioros provienen de un caso fortuito o fuerza mayor, salvo las
excepciones legales (N.° 838).
B. Cuando el deudor está en mora, pero los deterioros provienen de un caso
fortuito que igualmente habría dañado la cosa estando ella en poder del acreedor (N.°
878).
C. Cuando los deterioros derivan del hecho o culpa de un tercero de quien el
deudor no es civilmente responsable (No 851).
Hasta aquí se refiere el Art. 1.590; el cuarto caso proviene del Art. 1.680, que se
refiere sólo a la pérdida total, pero que con mayor razón debe aplicarse a la parcial:

Dislexia Virtual 403


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

D. Si el acreedor está en mora de recibir, ya que en tal caso el deudor sólo


responde del dolo y culpa grave (N.° 828 y 883).

617. Derechos del acreedor en caso de deterioros.


Conforme a lo señalado en el número anterior, deben distinguirse los casos en que
el deudor responde de aquellos en que no tiene responsabilidad.
1.° El deudor no responde.
El acreedor debe recibir la cosa en el estado en que se encuentre, sin derecho a
reclamo contra el deudor; si el deterioro es obra de un tercero, por el cual aquél no es
civilmente responsable, puede exigir eso sí que el deudor le ceda sus acciones contra
él (N.° 768).
2.° El deudor es responsable.
En los casos en que el deudor responde de los deterioros de acuerdo a los números
anteriores, hay que subdistinguir según si ellos son de importancia o no.
A. Si los daños no son de consideración, el acreedor debe recibir la cosa en el
estado en que se encuentre, pero tiene derecho a la indemnización de perjuicios por
los deterioros, y
B. Si los daños son de importancia, tiene un derecho optativo:
a) Si así lo prefiere, se lleva la cosa, y cobra indemnización de perjuicios en la
misma forma entonces que si el daño fuere de poca trascendencia, y
b) Pero si así lo decide, puede pedir la resolución582 del contrato y la indemnización
de perjuicios.
Dicho de otra manera, si el daño es de importancia y el deudor responsable, hay
incumplimiento imputable parcial, y el acreedor tiene el derecho alternativo del Art.
1.489, o sea exigir el cumplimiento parcial o la resolución, y en ambos eventos la
indemnización de perjuicios (N.° 521).
Y es la misma solución, según decíamos, del Art. 1.486 para la cosa debida bajo
condición que se deteriora culpablemente: también el acreedor puede optar entre
recibir la cosa dañada y pedir la resolución, en ambos casos con indemnización de
perjuicios. La diferencia es que en este caso la ley no hizo la distinción entre daño de
importancia y el que no lo tiene, aunque existe la misma razón en los dos casos (N.°
504).

618. II. La integridad del pago.


Como la obligación debe cumplirse en la forma que esté establecida, el pago debe
ser total, de la obligación y sus accesorios, de manera que el acreedor reciba de una
vez la prestación íntegra.
De ello derivan tres consecuencias:
1.° “El deudor no puede obligar al acreedor a que se reciba por partes lo que se le
deba, salvo el caso de convención contraria; y sin perjuicio de lo que dispongan las
leyes en casos especiales”. Es lo que doctrinariamente se llama indivisibilidad en el
pago y veremos en el número subsiguiente;
2.° El pago debe ser total, y es tal el que “comprende el de los intereses e
indemnizaciones que se deban” (inc. 2.° del Art. 1.591).
3.° Los gastos del pago son por regla general del deudor.
Así lo veremos en el número siguiente.

619. Los gastos del pago.


Si ellos corrieran por cuenta del acreedor ya no recibiría éste íntegra la prestación.
Por ello el Art. 1.571 declara que “los gastos que ocasionare el pago serán de cuenta

582
Al igual que en el Art. 1.486, el 1.590 habló equivocadamente de rescisión en vez de resolución. No
hay nulidad porque el contrato es válido y por haber incumplimiento imputable del deudor, el acreedor
solicita que se le deje sin efecto y se le indemnicen los perjuicios.

404
LAS OBLIGACIONES TOMO II

del deudor, sin perjuicio de lo estipulado y de lo que el juez ordenare acerca de la


costas judiciales”.
La regla tiene, en consecuencia, las siguientes excepciones y limitaciones:
1.° La convención de las partes, pues el precepto trascrito es meramente
supletorio, como él mismo se encarga de advertirlo.
2.° La disposición de la ley que en ciertos casos hace recaer en el acreedor o
distribuye de otra manera los gastos del pago.
Así ocurre en el pago por consignación (Art. 1.604). Como el deudor recurre a este
procedimiento por la negativa, indeterminación o imposibilidad de ubicar al acreedor
(N.° 629), los gastos en que aquél incurra son de cargo de éste.
Igualmente de acuerdo al Art. 2.232 los gastos de transporte para la restitución del
depósito son de cargo del acreedor (depositante), pues en su beneficio se ha celebrado
el contrato,
3.° Y último, el mismo Art. 1.571 exceptúa lo que el juez ordene acerca de las
costas judiciales.
Los Arts. 144 a 147 del Código de Procedimiento Civil determina cuándo las partes
deben ser condenadas en costas, de manera que si ellas no corresponden al deudor en
el juicio de cobro que le ha seguido el acreedor, estos gastos serán de cuenta suya,
Hay, como se dirá, una evidente anomalía en el citado Código que nuestros
tribunales han tratado de enmendar con la norma general del Art. 1.571.
En efecto, hay que distinguir si el cobro se hace en juicio ejecutivo o por otro
procedimiento. En el primer caso las costas son siempre de cargo del deudor, a menos
que sea absuelto, en cuyo caso corresponden al acreedor, o se acepte sólo en parte
una o más excepciones en que se distribuyen proporcionalmente, pero pueden
imponerse todas ellas al ejecutado cuando en concepto del tribunal haya motivo
fundado (Art. 471 C.P.C.).
En los demás procedimientos, por regla general, la parte que es vencida
totalmente en el juicio corre con las costas, a menos que el tribunal considere que tuvo
motivos plausibles para litigar en que puede eximirla de ellas (Art. 144).
El legislador procesal olvidó que el deudor puede enervar las acciones fundadas en
el incumplimiento, pagando en el curso del juicio, en cuyo caso la demanda puede ser
denegada por la sentencia y no hay disposición en el C.P.C. que faculte al juez para
imponer las costas al demandado. Y así vimos en su oportunidad que, demanda(lo de
resolución del contrato, el deudor puede enervar la acción pagando; igual cosa ocurre
en el juicio de reconvenciones de pago por falta de solución de las rentas de
arrendamiento; si se paga hasta la segunda reconvención, el tribunal debe desechar la
demanda en cuanto solicita la terminación del contrato de arrendamiento. En ambos
casos el demandado no ha sido vencido íntegramente, y nada puede ser más injusto
que no imponerle las costas de un juicio que ha provocado exclusivamente por su
incumplimiento.
Por ello los tribunales, como decíamos, han impuesto en estos casos las costas
judiciales, diciendo que ellas son gastos del pago, y en consecuencia de cargo del
deudor, en virtud del Art. 1.571.583

620. III. Indivisibilidad del pago.


Ya decíamos que este principio no es más que un derivado del anterior, porque la
ley supone y con justa razón que si el acreedor es obligado a recibir el pago
fraccionadamente, no obtiene íntegro el beneficio del cumplimiento.
583
Para el juicio de resolución véase la nota 513, y para el de reconvenciones de pago, por vía de
ejemplo, RDJ, Ts. 57, sec. 2a., págs. 13 y 113 y 63, sec. la., pág. 208. La solución no es legalmente exacta
porque justo el Art. 1.571 deja al margen el problema de las costas, pero debe aplaudirse pues salva una
gruesa omisión del C.P.C. La misma solución debe darse en materia de preparación de la vía ejecutiva, en
que el deudor paga antes de la demanda ejecutiva misma; hay quienes sostienen que en tal caso no hay
juicio aún, por lo que no se aplican los Arts. 144, 446 y 471 del citado Código, y no procede la condena de
costas. En todo caso debe aplicarse el Art. 1.571 del C.C.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Por ello se ha resuelto que el tribunal no puede ordenar el pago de la


indemnización de perjuicios por parcialidades.584
La indivisibilidad se aplica a cada obligación considerada aisladamente, pero si
entre el mismo acreedor y el mismo deudor existen diferentes deudas, cada una de
ellas podrá ser satisfecha separadamente, pero en forma íntegra. Así lo señala el Art.
1.594, que da un ejemplo: “y por consiguiente, el deudor de muchos años de una
pensión, renta o canon, podrá obligar al acreedor a recibir el pago de un año, aunque
no le pague al mismo tiempo los otros”.
Si no puede ser obligado a recibir el pago parcial, no hay inconveniente para que
voluntariamente lo acepte, y en tal caso subsiste la deuda por la parte insoluta 585 y el
deber de pagarla íntegra.
Hay casos, sin embargo, en que el acreedor tiene dicha obligación. Son ellos:
1.° El de la simple conjunción, porque cada deudor está obligado únicamente al
pago de su cuota en la deuda, de manera que el acreedor no puede exigir el pago
íntegro, sino demandando a todos los deudores. Pero más propiamente la excepción al
inc. 1.° del Art. 1.591 se presenta en la conjunción derivativa, porque en la otra, desde
su origen la deuda era pagadera dividida, y en el fondo había tantas obligaciones como
deudores.
En cambio, en la derivativa, la deuda que originalmente debía pagarse en un solo
todo, tendrá el acreedor que cobrarla a cada heredero en la proporción que le
corresponde, de acuerdo al Art. 1.354, o a todos ellos en conjunto.
En la solidaridad e indivisibilidad pasiva sí que recupera su pleno imperio el Art.
1.591, inc. 1.°: cada deudor debe pagar íntegramente la obligación.
2.° El caso en que las partes hayan estipulado el pago por parcialidades, como
ocurre tan frecuentemente con los saldos de precio de compraventa. Si, por ejemplo,
se ha convenido que se pague éste en 10 cuotas mensuales consecutivas, cada mes el
acreedor no puede exigir sino la parte que corresponde.
Si las partes nada han dicho sobre la división en cuotas de la deuda, se presume
que todas ellas son iguales, pero también pueden estipular la división que mejor les
pareciere (Art. 1.593).
3.° Los beneficios de división y exclusión en la fianza.
En virtud del primero, el fiador puede exigir al acreedor, si hay varios deudores
subsidiarios, que cobre a cada uno de ellos su cuota en la deuda.
Por el de excusión el fiador exige al acreedor que primero intenté su acción contra
el deudor principal, y si con ello no resulta totalmente satisfecho, de todos modos el
acreedor deberá recibir el pago hasta donde alcancen los bienes del deudor y el saldo
lo cobrará al fiador. Recibe, pues, un pago parcial (Art. 2.364).
4.° Discusión sobre el monto adeudado.
Se pone en tal caso el Art. 1.592 y dispone: “si hay controversia sobre la cantidad
de la deuda, o sobre sus accesorios, podrá el juez ordenar, mientras se decide la
cuestión, el pago de la cantidad no disputada”. Por ejemplo, el acreedor sostiene que
se deben intereses, y el deudor que no. Mientras se resuelve el pleito, el juez puede
ordenar que se consigne el capital, y si después el deudor es condenado a los
intereses, el acreedor habrá recibido el pago por parcialidades.
Esta disposición se ha aplicado incluso en una demanda de resolución, en que el
deudor discutía el monto adeudado; el juez ordenó pagar lo no disputado.586
5.° Compensación.
Ella extingue las deudas recíprocas entre el acreedor y deudor hasta el monto de
la de menor valor, y en consecuencia el acreedor de la obligación mayor recibe sólo el
saldo hasta enterar su crédito. Por ejemplo, A debe a B $ 100.000, y B, a su turno, a A

584
RDJ, T. 38, sec. 1°, pág. 239.
585
RDJ, T. 35, sec, la, pág. 148.
586
RDJ, T. 56, sec. 2a., pág. 27. Se la ha aplicado también en el caso de objeción a una cuenta, el juez
ordenó pagar lo no objetado: RDJ, T. Y, sec. 1°, pág. 85.

406
LAS OBLIGACIONES TOMO II

$ 50.000. La deuda de B íntegramente y la de A hasta $ 50.000 se extinguen por


compensación, y B recibe como pago una parte de la deuda: los restantes $ 50.000;
6.° En los casos de insolvencia del deudor que veremos más adelante, el acreedor
puede verse obligado a recibir pagos parciales, y aun a no poder cobrar el saldo. Por
ejemplo, declarada la quiebra se realizan los bienes del deudor y el síndico va pagando
a los acreedores no preferentes a la medida de los fondos que obtiene a prorrata de
sus créditos (N.° 1.034), y
7.° De acuerdo al inciso 2.° del Art 54 de la Ley 18.092 sobre Letras de Cambio y
Pagarés “El portador no puede rehusar un pago parcial”. Puede eso si protestar la letra
saldo no pagado. Vencida la letra, este pago parcial no puede ser inferior a la mitad del
valor del documento.

Sección cuarta

OTROS ASPECTOS DEL PAGO

621. Enunciación.
Estudiados hasta aquí quién y a quién y cómo se paga, quedan aún por analizar
cuándo y dónde debe verificarse el cumplimiento de la obligación.
Deberemos referirnos también a la prueba, imputación y efectos del pago,
materias que veremos en esta sección.

622. I. Cuándo debe efectuarse el pago.


Según la regla general del Art. 1.569, la obligación debe cumplirse en conformidad
a su tenor: en consecuencia, en el momento que corresponda.
Si el deudor no lo hace así, aun cuando posteriormente pague sin necesidad de
que el acreedor lo demande, ha existido incumplimiento, y concurriendo los demás
requisitos legales, puede quedar expuesto a la indemnización de perjuicios.
Dicho en términos generales, la obligación debe cumplirse cuando ella se hace
exigible, y por tanto:
1.° Si es pura y simple, en el momento en que se contrae, sin perjuicio de la
existencia de un plazo tácito, según vimos en el N.° 460, y que es el indispensable para
que ella pueda cumplirse;
2.° Si la deuda es a plazo, desde su vencimiento o llegada, y
3.° Si ella es condicional, desde que la condición queda cumplida.

623. II. Dónde debe efectuarse el pago.


El lugar en que debe efectuarse el cumplimiento tiene especial importancia,
porque, desde luego, si no se fijara uno para hacerlo, acreedor, deudor y prestación
jamás se encontrarían y enseguida, pues es uno de los elementos que determinan la
competencia de los tribunales de acuerdo al Art. 138 del C.0.T.
Reglamenta la materia el párrafo 4.° del Título 14, Arts. 1.587 a 1.589 bajo el
epígrafe precisamente de “Dónde debe hacerse el pago”. El legislador se ha referido a
las obligaciones contractuales únicamente y entre ellas a las de dar, pero no hay
inconveniente en aplicar estas normas a las de hacer y no hacer, 587 y, en principio, a
las extracontractuales, con las limitaciones propias de éstas, y así, por ejemplo, no
corresponde referirlas a las tributarias, porque la ley señala el lugar del pago, que es
generalmente la tesorería comunal respectiva.588
De acuerdo al principio de la autonomía de la voluntad, la primera norma aplicable
es la estipulación de las partes. Así lo señala el Art. 1.587: “el pago debe hacerse en el
lugar designado por la convención”.

587
G.T. 1920, 22 sem., N.° 108, pág, 498.
588
RDJ, T. 38, sec. 2a, pág. 46.

Dislexia Virtual 407


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Por ello se ha fallado que si se estipuló que debía cobrarse al deudor en la casa de
éste y no se prueba haberlo hecho, éste no cae en mora, aunque el plazo esté
vencido.589
A falta de estipulación de las partes, el legislador distingue en el Art. 1.588 entre
las obligaciones de especie o cuerpo cierto (inc. 1.°) y todas las restantes (inc. 2.°).
Para las primeras, el pago debe hacerse en el lugar en que el cuerpo cierto “existía
al tiempo de constituirse la obligación”.
El inc. 2.° dispone que “si se trata de otra cosa se hará el pago en el domicilio del
deudor”. En la expresión “otra cosa” quedan incluidas toda clase de obligaciones.590
Sin embargo, se ha producido una pequeña discusión respecto a qué debe
entenderse por domicilio del deudor, si el que tenía al tiempo de la convención o en el
momento del pago. Con la mayoría de las opiniones591 estamos por lo primero, porque
según veremos enseguida, el Art. 1.589 se pone precisamente en el caso del cambio
de domicilio y no distingue en absoluto, y en consecuencia se aplica íntegramente a los
Arts. 1.587 y 1.588 y las distintas situaciones que ellos contemplan.592
En efecto, el Art. 1.589 dispone que “si hubiere mudado de domicilio el acreedor o
deudor entre la celebración del contrato y el pago, se hará siempre éste en el lugar en
que sin esa mudanza correspondería, salvo que las partes dispongan de común
acuerdo otra cosa”.

624. III. Prueba y presunciones de pago.


Para el deudor puede tener una trascendencia fundamental probar el pago, pues si
no logra hacerlo corre el riesgo de verse expuesto a un nuevo cobro.
Para esta probanza el deudor puede valerse de cualquier medio, con las
limitaciones propias de la prueba testimonial, No podría, en consecuencia, acreditar
por testigos el pago de una obligación superior a dos unidades tributarias, salvo los
casos de excepción de imposibilidad de obtener un documento, el principio de prueba
por escrito y las normas legales especiales593
Pero la forma más normal de probar el cumplimiento será mediante el
correspondiente recibo o carta de pago. El Código omitió conceder al deudor el
derecho a exigirlo y al acreedor la correlativa obligación de otorgarlo. En cambio, el
Art. 119 del C. de Co. dispone: “el deudor que paga tiene derecho de exigir un recibo, y
no está obligado a contentarse con la devolución o entrega del título de la deuda. El
recibo prueba la liberación de la deuda”.
En algunos casos la ley ha establecido presunciones de pago. Las principales son:
1.° Recibo del capital.
De acuerdo al inc. 2.° del Art. 1.595 “si el acreedor otorga carta de pago del capital
sin mencionar los intereses, se presumen éstos pagados”. La presunción es meramente
legal: si el acreedor pretende que los intereses no mencionados en la carta de pago no
le fueron realmente cancelados, deberá probarlo.
Tratándose de operaciones de crédito de dinero (N.° 359 tris), si el acreedor otorga
recibo del capital se presumen pagados los intereses, y el reajuste en su caso (Art. 17
de la Ley 18.010 de 27 de junio de 1981).
2.° Pagos periódicos.
589
RDJ, T. 5°, sec. la., pág. 194 y G.T. de 1922, 2° sem., N.° 244, pág. 1.055 para un arrendamiento.
590
Promesa de contrato: RDJ, T. 5°, sec. 2a, pág. 140; prestación de servicios: G.T. 1914, l° sem. N.° 62,
pág. 122 y RDJ, T. 4°, sec. 211, pág. 131; rendición de cuentas: G.T. de 1913, le, sem. N.° 33, pág, 125.
591
Claro Solar, ob. cit., T. 12. N.° 1.382, pág. 90: G.T. de 1885, N.° 89, Pág. 61 y 1898, T. lº, N.° 2013,
pág. 1535 y RDJ, T. 11, sec. la., pág. 99.
592
En contra, G.T. de 1882, N.° 1.269, pág. 737, que sostiene que el Art. 1.589 sólo se aplica si se ha
convenido lugar para el pago, o la obligación es de especie o cuerpo cierto.
593
En relación con la confesión se ha fallado que si el acreedor reconoce el pago recibido, pero alega que
se refería a otra obligación, debe probar la existencia de ésta. G.T. de 1927, 22 sem., N.° 195, pág. 788.
El Art. 1.709 habla actualmente de unidades tributarias (N° 359 bis) por la modificación que le introdujo
el DI. 1.123 publicado en el Diario Oficial de 4 de agosto de 1975. Antes decía $ 200, lo que era una cantidad
ínfima.

408
LAS OBLIGACIONES TOMO II

De acuerdo al Art. 1.570: “en los pagos periódicos la carta de pago de tres
períodos determinados y consecutivos hará presumir los pagos de los anteriores
períodos, siempre que hayan debido efectuarse entre el mismo acreedor y deudor”. La
norma es de gran justificación práctica, porque evita al deudor tener que guardar
eternamente los recibos hasta que se cumplan los plazos de prescripción, y por otra
parte no es lógico concluir que el acreedor reciba sin reclamos los pagos posteriores, si
se le adeudan algunos anteriores.
El precepto es de aplicación amplia,594 y desde luego a los arrendamientos.595
En armonía con esta disposición, el Art. 18 de la Ley 18.010 de 27 de junio de 1981
establece que el recibo por los intereses correspondientes a tres períodos consecutivos
de pago hace presumir que los anteriores han sido cubiertos. Lo mismo se aplica a los
recibos por capital cuando éste se debe pagar en cuotas. Todo ello referido por cierto a
las operaciones de crédito de dinero (N.° 359 tris).
3.° Finiquito de una cuenta,
De acuerdo al Art. 120 del C. de Co. “el finiquito de una cuenta hará presumir el de
las anteriores cuando el comerciante que lo ha dado arregla sus cuentas en períodos
fijos”.

625. IV. Imputación del pago.


Puede ocurrir que entre dos personas existan varias obligaciones de la misma
naturaleza, o una obligación principal y accesorios de la misma, como intereses, y el
pago que realice el deudor no sea bastante para extinguirlas todas con sus
correspondientes accesorios. Ello es muy frecuente entre comerciantes, industriales,
etc, y se presenta entonces el problema de determinar cuál de todas las obligaciones
debe considerarse extinguida, o sea, a cuál o cuáles se imputa el pago efectuado. Lo
soluciona el párrafo 6.° del Título 14, Arts. 1.595 a 1.597, ambos inclusive.
Consiste, en consecuencia, en determinar cuál de las obligaciones o accesorios de
ellas quedan extinguidos con el pago efectuado por el deudor si él no es suficiente para
cancelar todas las de la misma naturaleza que existan entre las partes. Supone, por
tanto:
1.° Que existan varias obligaciones entre las mismas personas, o una obligación
con accesorios, intereses generalmente, y que estas personas desempeñen en ellas el
mismo papel jurídico: acreedor y deudor;
2.° Que las obligaciones sean de la misma naturaleza; generalmente lo serán de
dinero, y
3.° Que el pago efectuado por el deudor no sea bastante para extinguir todas las
obligaciones y sus accesorios.
Las reglas que dan los preceptos citados pueden resumirse en tres: 1.° Con ciertas
limitaciones, la elección es del deudor; 2.° Si él no lo hace, pasa al acreedor al
extender la carta de pago, y 3.° Si éste no efectúa la imputación, la ley la realiza.
1.° Elección del deudor.
La ley da preferencia al deudor para determinar cuál obligación paga; ocurre igual
que en las obligaciones alternativas en que por regla general la elección del objeto con
que cumplirá es también del deudor.596
Pero a fin de que el acreedor no resulte injustificadamente perjudicado con la
elección que efectúa el deudor, la ley impone algunas limitaciones a su derecho de
imputación:
A. Se imputan primero los intereses.
De acuerdo al inc. 1.° del Art. 1.595: “Si se deben capital e intereses, el pago se
imputará primeramente a los intereses, salvo que el acreedor consienta expresamente
594
Para sitios vendidos a plazo: RDJ, T. 32, sec. la., pág. 251: cancelación de una hipoteca: G.T. de 1886,
N.° 2.433, pág. 1.516, pero no a las contribuciones si en las tesorerías existen boletines impagos: G.T. de
1882, 22 sem. N.° 162, pág. 729.
595
G.T. de 1893, T. 1°, N.° 697, pág. 505 y de 1896, T. 3°, N.° 6.066, pág. 1. 117.
596
Véase N.° 372. Ambas disposiciones aplican en cierto sentido el principio pro debitori.

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que se impute al capital”. Y es lógico que el pago se impute primero a los intereses,
porque el capital los seguirá produciendo y ellos no (N' 369). Si el deudor pudiera
libremente imputar el pago que efectúa a capital, causaría un perjuicio injusto al
acreedor que, sin recibirlos, dejaría de percibirlos.597
B. Se imputan primero las obligaciones vencidas.
De acuerdo a la parte primera del Art. 1.596: “si hay diferentes deudas puede el
deudor imputar el pago a la que elija; pero sin el consentimiento del acreedor no podrá
preferir la deuda no devengada a la que lo está”. Se ha discutido el alcance de la
expresión “no devengada” que no es sinónima de pagada, 598 lo cual es evidente, y que
equivale al derecho a cualquier percepción o retribución en razón de trabajo, servicio u
otro título.599
C. Se debe imputar primero la obligación que se extingue completamente.
Esta tercera limitación no la estableció expresamente el legislador para la
imputación al pago, pero deriva del principio de la indivisibilidad del mismo; como el
acreedor, de acuerdo al Art. 1.591, no está obligado a recibir pagos parciales, si el
pago que el deudor efectúa alcanza para cubrir íntegra una de las deudas, debe
preferirse ésta a la que no alcance a pagarse plenamente. En caso contrario, el
acreedor tiene derecho a rechazar el pago en virtud del precepto citado.
2.° Elección del acreedor en la carta de pago.
Continúa el Art. 1.596 diciendo que si el deudor no imputa el pago a ninguna
obligación en particular, “el acreedor podrá hacer la imputación en la carta de pago; y
si el deudor la acepta, no le será lícito reclamar después”. O sea que el acreedor puede
elegir sólo ante la pasividad del deudor; lo que la ley niega es el derecho de, éste a
reclamar si recibió la carta de pago porque con ello aceptó la imputación del acreedor.
Tampoco puede reclamar si ella se hizo de común acuerdo.600
3.° Imputación legal.
Si ni el deudor ni el acreedor en la carta de pago han efectuado la imputación, el
Art. 1.597 señala una limitación previa: se preferirá la deuda que al tiempo del pago
estaba devengada a la que no lo estaba.
Y si este elemento no determina diferencias entre las deudas, el deudor, cuya es la
imputación siempre en principio, decidirá.601 Ello, aunque ya haya sido demandado
para el pago de alguna obligación.602

626. V. Efectos del pago.


Nada más simple que el efecto del pago: normalmente pone término a la
obligación, deja ésta de producir efectos jurídicos, porque agotó íntegramente el
objetivo para el cual nació.
Extinguida la obligación, con ella mueren sus accesorios, y así si la deuda estaba
garantizada por prenda, fianza, hipoteca, etc., ellas también terminan.
En dos casos, sin embargo, el pago puede producir efectos posteriores:
1.° Si es parcial y el acreedor lo ha aceptado o visto obligado a hacerlo en las
situaciones antes examinadas, como por ejemplo cuando la especie o cuerpo cierto ha
sufrido deterioros (N.° 617). En tal situación hay incumplimiento parcial, produciéndose
los efectos propios de éste, que más adelante veremos, y
2.° Cuando se presenta alguna de las modalidades del pago que pasamos a
examinar en el Capítulo siguiente, como por ejemplo una subrogación en que la deuda
no perece íntegramente sino que subsiste con diferente acreedor: el que efectuó el
pago.
597
La disposición se aplica aun cuando el acreedor haya cedido el capital: G.T. de 1868. N.° 1.020, pág.
443.
598
RDJ, T. 21, sec. la, pág. 97.
599
RDJ, T. 46, sec. la, pág. 84.
600
G.T. de 1915, 1er sem., N.° 288, pág. 701.
601
G.T. de 1879, N.° 1.405, pág. 971.
602
RDJ, T. 11, sec. 2a,, pág. 69.

410
Capítulo III
LAS MODALIDADES DEL PAGO
627. Concepto y enunciación.
Se llaman modalidades del pago aquellas en que se alteran las reglas generales
antes estudiadas, por lo cual se producen efectos diferentes a los normales.
En el Título 14 se califican de tales por la doctrina el pago por consignación, con
subrogación, por cesión de bienes, por acción ejecutiva y con beneficio de
competencia. Falta agregar por quiebra del deudor, que no reglamenta el Código, sino
la Ley de Quiebras.
Se ha pretendido también que la dación en pago es una modalidad de éste (N.°
706), lo que no nos parece, e incluso se llega a incluir la compensación entre estas
figuras.
Trataremos en este Capítulo únicamente las modalidades que importan
cumplimiento; pago por consignación y con subrogación, con una sección para cada
uno. Las que derivan del incumplimiento del deudor se estudian a propósito de éste; y
a la dación en pago y compensación, que aun cuando se asemejan y se les aplican
algunas reglas del pago, no lo son, les destinaremos los Capítulos 5.° y 6.° de esta
subparte.

Sección primera

EL PAGO POR CONSIGNACIÓN

628. Reglamentación y enunciación.


Bajo ese título trata “Del pago por consignación” el párrafo 7.° del Título 14 del
Libro 4.°, Arts. 1.598 a 1.607, ambos inclusive.
Estas disposiciones sufrieron una profunda modificación a raíz de la dictación de la
Ley N.° 7.825, de 30 de agosto de 1944.603 La tendencia general de esta ley fue a
facilitar y a hacer menos engorroso el procedimiento del pago por consignación,
eliminando muchos de los vacíos de que adolecía la legislación anterior. Así se verá a
lo largo de este estudio en que citaremos someramente la situación anterior para la
explicación de lo vigente.
Dividiremos dicho análisis en 4 párrafos, el primero para los conceptos generales,
luego la oferta, la consignación misma, para terminar con los efectos de ella.

Párrafo 1.°

CONCEPTOS GENERALES

629. Aplicación del pago de consignación.


Lo normal será no sólo que el acreedor esté llano a recibir el pago sino deseoso de
obtenerlo. Pero como bien puede ocurrir lo contrario, de ahí que no sea indispensable
603
Véase Somarriva Evolución... ob. cit., N.° 364, págs. 496 y sigtes.

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su consentimiento y el pago es válido aun contra su voluntad, siempre que se efectúe


mediante el mecanismo establecido ex profeso por la ley: el del pago por consignación.
Dos preceptos del Código reconocen expresamente la eficacia del pago efectuado
contra la voluntad o sin la concurrencia del acreedor. Son ellos el Art. 1.572 estudiado
ya a propósito de quiénes pueden hacer el pago (N.° 591 y siguientes), y el Art. 1.598,
que hace de cabeza de los referentes al pago por consignación: “para que el pago sea
válido, no es menester que se haga con el consentimiento del acreedor; el pago es
válido aun contra la voluntad del acreedor, mediante la consignación”.
Es muy natural que se permita el pago sin su intervención, porque en caso de
incumplimiento el deudor queda expuesto a graves consecuencias, que veremos en la
parte pertinente y de ahí que, junto al gravamen de tener que pagar, paralelamente
posee el derecho de hacerlo. Para hacer eficaz este derecho la ley ha establecido un
procedimiento minuciosamente reglamentado, a fin de que pueda el deudor pagar sin
la concurrencia del acreedor y en eso consiste justamente el pago por consignación.
Por varios motivos puede el deudor verse constreñido a recurrir a él:
1.° La negativa lisa y llana del acreedor a recibir el pago. Ello puede deberse a
mala fe de éste para hacer incurrir al deudor en las responsabilidades del
incumplimiento, pero también a que el acreedor no está de acuerdo con lo que
pretende pagársele, ya sea porque no corresponde a lo debido o no cumple con
algunos de los requisitos estudiados en el Capítulo anterior, por ejemplo, no es un pago
íntegro.
Porque es necesario tener muy presente que la consignación es un pago, y en
consecuencia se somete a las reglas de éste, de manera que nada sacará el deudor
con todas las molestias que se tome para efectuarla, si en definitiva no cumple a
quién, qué, cómo y dónde corresponde;604
2.° Por la no comparecencia del acreedor a recibir el pago en el lugar y momento
que corresponda, y
3.° Cuando existe incertidumbre respecto de la persona del acreedor, situación
que el solo Código no contemplaba y fue agregada por la citada Ley 7.825.
Y es un problema que puede plantearse con mayor frecuencia de la que a primera
vista es suponible, como si por ejemplo fallece el acreedor sin que se sepa quiénes son
sus herederos, ya sea porque no los hay conocidos o no han solicitado aún la posesión
efectiva, etc. El deudor no tenía a quién hacer un pago válido hasta que la reforma al
Código solucionó el problema (N.° 636).
Con esto es posible definir el pago por consignación como el que se efectúa con las
formalidades legales, ante la negativa, no comparecencia o incertidumbre del
acreedor.
Se aplica a toda clase de obligaciones y no sólo a las de dinero, 605 aunque
obviamente es más sencillo y posible en ellas. Prácticamente imposible será efectuarlo
cuando se requiere la colaboración del acreedor, como si por ejemplo éste debe posar
para el cuadro que encargó y no quiere hacerlo. Por ello es que el problema del pago
por consignación está en íntima relación con la llamada mora del acreedor, a que nos
referimos más adelante (N.° 882).

630. Procedimiento del pago por consignación.


Consta de dos etapas bien diferenciadas: la oferta por medio de la cual el solvens
manifiesta al acreedor su intención de cumplir la obligación, y la consignación. Esta se
descompone, a su vez, en dos operaciones: el depósito de lo debido, y la calificación de
la consignación, a fin de determinar la eficacia del pago así efectuado.
Hasta este último instante la consignación es extrajudicial. No es necesaria la
intervención de los tribunales ni se acepta la oposición del acreedor para
obstaculizarla.
604
RDJ, T. 34, sec. 1a, pág. 556.
605
G.T. de 1915, 1er sem., N.° 284, pág. 694.

412
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Era éste un problema que había dividido profundamente a la doctrina y


jurisprudencia hasta la dictación de la Ley N.° 7.825.606 Esta solucionó definitivamente
la cuestión en el inc. 4.° del Art. 1.601: “en el pago por consignación no se admitirá
gestión ni recurso judicial alguno del acreedor tendiente a obstaculizar la oferta o la
consignación.
Por consiguiente, no se dará curso a ninguna oposición o solicitud del acreedor”.
Sólo cuando el deudor ha terminado sus diligencias y se pone en conocimiento del
acreedor la consignación, éste puede entrar a la discusión sobre la validez y eficacia
del pago que le ha sido hecho (N.° 644).
Por no ser juicio el pago por consignación, se ha resuelto que el poder para litigar
no habilita al mandatario para efectuarlo.607

Párrafo 2.°

LA OFERTA

631. Concepto.
Según decíamos, la oferta es el acto por el cual el solvens, que puede ser el propio
deudor o un tercero, manifiesta al acreedor su intención de pagar. Por regla general la
oferta no puede faltar y por ello el Art. 1.600 comienza diciendo que “la consignación
debe ser precedida de oferta”.
De ahí que se haya fallado reiteradamente que la oferta que no cumpla los
requisitos establecidos por el mismo precepto, resta toda eficacia al pago por
consignación efectuado.608
Para establecer cuáles son esos requisitos hay que distinguir los casos generales
del pago por consignación de las situaciones especiales, en que aquéllas se alteran por
varios conceptos.

632. I. Requisitos de la oferta normal.


Dentro de ellos, a su vez, es preciso subdistinguir entre los requisitos de fondo, y el
procedimiento de la oferta se alteran por varios conceptos.

633. A. Requisitos de fondo de la oferta: capacidad, lugar, oportunidad.


El Art. 1.600 comienza diciendo que la consignación debe ser precedida de oferta
“y para que la oferta sea válida, reunirá las circunstancias que siguen”.
Las 4 primeras reglas pueden sintetizarse diciendo que la oferta debe mediar entre
personas capaces de pagar y recibir el pago, respectivamente, donde y cuando
corresponda.
1.° Sujetos de la oferta.
Según la regla 1.°, del Art. 1.600 la oferta debe ser “hecha por una persona capaz
de pagar” No es necesario que sea el deudor mismo, sino cualquiera de las personas
enumeradas por la ley. Nos remitimos a los N.° 591 y siguientes.
De acuerdo a la segunda, es necesario “que sea hecha al acreedor, siendo éste
capaz de recibir el pago, o a su legítimo representante”. Nos remitimos igualmente a lo
dicho en los N.° 602 y siguientes.
Por aplicación de este requisito se ha declarado no válida la oferta efectuada al
fiador, cuando éste aún no había pagado al acreedor609
2.° Lugar del pago.

606
Véase Alessandri, ob. cit., pág. 295, y Somarriva, ob. cit., N.° 365, 1°, pág. 497.
607
RDJ, T. 60, sec. 2a., pág. 48.
608
RDJ, T. 12, sec. 2°, pág. 25; en este caso tras una oferta privada se efectuó un depósito a la orden
judicial, igual doctrina en RDJ, Ts. 17, sec. 1a, pág. 117 y 21, sec. 1a, pág. 241.
609
RDJ, T. 2°, sec. 2a, pág. 127.

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Según la regla 4a es necesario “que se ofrezca ejecutar el pago en el lugar


debido”. Ello se determina de acuerdo a las reglas estudiadas en el N.° 623.
3.° Momento oportuno.
Finalmente, la oferta debe hacerse cuando corresponda, esto es, una vez que la
obligación se haya hecho exigible. La regla Y del Art. 1.600 no se preocupó de las puras
y simples, porque evidentemente la oferta en ellas puede hacerse en cualquier
momento, pero sí de las condicionales y a plazo.
Dice ella “que si la obligación es a plazo o bajo condición suspensiva” es preciso
que “haya expirado el plazo o se haya cumplido la condición”.
El Código se refiere únicamente a la condición suspensiva, porque mientras ella no
se cumple, no hay obligación, y si el deudor paga, podría repetir lo pagado (N.° 510).
Como la resolutoria no suspende el nacimiento de la obligación, sino que la amenaza
de extinción, puede ofrecerse el pago de lo que deberá restituirse cumplida la
condición.610
Que la oferta no puede hacerse pendiente el plazo, debe entenderse
racionalmente para los casos en que el deudor no tiene facultad de renunciarlo (N.°
471), y así, si el deudor se ha reservado el derecho a pagar anticipadamente o el plazo
es en su mero beneficio, y el acreedor no quiere recibirlo, bien puede recurrir a la
consignación para efectuar el pago.
Agrega la regla 3a del Art. 1.600: “con todo, si la obligación es plazo, la oferta
podrá también hacerse en los dos últimos días hábiles del plazo”. Esta disposición está
en armonía con el inc. 2.° del Art. 1.605, de acuerdo al cual si se trata de una
obligación a plazo o bajo condición, la obligación se considerará cumplida en tiempo
oportuno, siempre que la oferta se haya efectuado a más tardar el día siguiente hábil al
vencimiento de la obligación (N.° 646).
En consecuencia, en la obligación a plazo la oferta puede hacerse válidamente en
los dos últimos días del plazo y al siguiente a su vencimiento, todo ello en virtud de la
reforma de la Ley 7.825, tendiente a eliminar una posible discusión sobre la
oportunidad de la oferta en las obligaciones a plazo.
En efecto, supongamos que la obligación es para el 12 de junio; el término vence a
la medianoche de este día y suponiendo que no caen en días feriados, el deudor, en
virtud de la reforma puede hacer la oferta el día 11, el mismo día 12 y el 13. Si no fuera
por esta disposición, si la oferta se hace el 11 (y siempre que el acreedor pueda
negarse a recibir antes del vencimiento del plazo), éste podría alegar que no es válido
el pago, porque el plazo no está vencido, y si es el día 13, diría que el plazo se venció.
Todas estas dificultades, más graves aún en el plazo extintivo, se evitan con estas
disposiciones.

634. B. Requisitos de forma de la oferta: su procedimiento.


Las reglas 5 a 7 del Art. 1.600 fijan el procedimiento de la oferta, que puede
resumirse así: un funcionario público que actúa como ministro de fe efectúa una oferta
labial al acreedor, y levantar un acta de lo obrado con el resultado de la diligencia.
1.° Intervención de ministro de fe.
Son funcionarios competentes para efectuar la oferta un notario del departamento
o un receptor judicial en las comunas en que no exista Notario Público podrá hacer sus
veces el Oficial del Registro Civil del lugar en que debe hacerse el pago.597 bis.
Esta gestión es actualmente extrajudicial, ya que la regla 5a del Art. 1.600 dispone
que estos funcionarios actuarán “sin previa orden del tribunal”, modificación también
de la Ley 7.825, pues antes de ella se requería decreto judicial.
610
Por ejemplo, tina persona vende a otra una propiedad, pero la venta se resolverla si el comprador se
va al extranjero. Si no hay plazo para la entrega, el vendedor puede ofrecerla de inmediato; esta obligación
es pura y simple. Pero naturalmente que el comprador no puede ofrecer la restitución mientras no se haya
cumplido la condición resolutoria.
597 bis.
La Ley 18.776 de 18 de enero de 1989 derogó la referencia a los jueces de distrito y de
subdelegación, que también eran competentes para estos efectos y que dicha ley suprimió.

414
LAS OBLIGACIONES TOMO II

2.° Oferta labial.


Uno de los problemas más arduamente debatidos con relación al pago por
consignación bajo la vigencia del solo Código Civil, era el de determinar si era
suficiente una oferta labial o era necesaria la real. En ésta es precisa la exhibición
material de la cosa ofrecida; en aquélla se le presenta al acreedor una minuta con la
descripción de la cosa vendida, que dirá, por ejemplo, ofrezco entregar al acreedor el
automóvil marca tal, modelo cual, año que se indica, motor N.°, etc., que le adeudo.598
La Ley 7.825 aclaró definitivamente la situación, agregando en la regla 5 a. la
siguiente frase: “para la validez de la oferta no será; menester la presentación material
de la cosa ofrecida”. Esto es, basta la oferta labial. Para efectuarla, el deudor pondrá
en manos del ministro de fe encargado por él de la diligencia “una minuta de lo que
debe, con los intereses vencidos, si los hay, y los demás cargos líquidos,
comprendiendo en ella una descripción individual de la cosa ofrecida”.599
Tratándose de obligaciones en moneda extranjera o expresadas en moneda
extranjera, a la minuta hay que acompañar un certificado de un banco de la plaza
otorgado con no más de dos días de anterioridad a aquel en que se efectúe la oferta,
en el cual conste la equivalencia en moneda nacional al tipo de cambio vendedor, de la
moneda extranjera adeudada a la fecha del certificado. El deudor podrá, en todo caso,
consignar en la moneda extranjera adeudada. (Art. 23 de la Ley 18.010).
3.° Acta y demás trámites.
La regla 6a del Art. 1.600 dispone que el funcionario respectivo debe extender un
acta de la oferta, copiando en ella la minuta.599 bis
Con el acta en su poder el ministro de fe se traslada donde el acreedor y le formula
la oferta.
En el acta deber expresarse la respuesta del acreedor o su representante, y
dejarse constancia si el uno o el otro la ha firmado o declarado no saber o no poder
firmar. Dicho en otra forma, se estampa el resultado de la oferta (regla 7 a del Art.
1.600),

635. II. Casos de excepción. Enunciación.


Hay ciertas situaciones en que se alteran algunas o todas las reglas anteriores,
hasta llegar a ser innecesaria la oferta misma. Las principales son:
1.° Imposibilidad de ubicar al acreedor;
2.° Pagos periódicos de sumas de dinero;
3.° Demanda del acreedor, y
4.° Letra de cambio.
Los analizaremos en los números siguientes.

636. A. imposibilidad de ubicar al acreedor.


Dice el inc. 1.° del Art. 1.602: “si el acreedor o su representante no tiene domicilio
en el lugar en que deba efectuarse el pago, o no es habido, o hay incertidumbre acerca
de la persona del acreedor, tendrá lugar lo dispuesto en los N.° 1.°, 3.°, 4.°, 5.° y 6.°
del Art 1600”. Dicho de otra manera, no se aplica la regla 2a del precepto, esto es, que
la oferta se haga al acreedor, pues precisamente no es posible ubicarlo, ni la 7a, esto
es, la constancia en el acta de la respuesta del acreedor y del resultado de la oferta.
De acuerdo al inc. 2.° del Art. 1.602 la oferta al acreedor se reemplaza haciéndola
el ministro de fe encargado de ella al tesorero comunal respectivo, quien se limitará a
tomar conocimiento de la misma. Hecho esto, el deudor queda en situación de efectuar
la consignación

598
Véase Alessandri, ob. cit., pág. 295.
599
Si el deudor no está en mora no es obligación suya ofrecer intereses si la deuda no los devenga: RDJ,
T. 21, sec. la., pág. 241.
599 bis
La Ley 18.776 de 18 de enero de 1989 suprimió la referencia a los jueces de distrito y
subdelegación. Véase nota 597 bis.

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En resumidas cuentas, lo especial de este caso es que se prescinde del acreedor y


se le reemplaza por el tesorero comunal, mas como éste nada sabe de la deuda, no
puede aceptar o rechazar la oferta. El trámite parece bastante inútil y bastaría la
constancia del ministro de fe de las circunstancias anotadas.

637. B. Pagos periódicos de sumas de dinero provenientes de una misma


obligación. Arriendos urbanos.
Si se trata del pago periódico de sumas de dinero que provengan de una misma
obligación, para la primera deben cumplirse todos los trámites normales señalados,
pero en las siguientes consignaciones ya no es necesaria la oferta, sino que se procede
a efectuar aquéllas en la cuenta corriente del tribunal sin más trámites (inc. 5.° del Art.
1.601).
Por ejemplo, si se deben pensiones alimenticias con pagos mensuales, y el
acreedor se niega a recibirlas o no puede ubicársele, para el primer pago por
consignación el alimentante debe cumplir con todos los requisitos de la oferta ya
estudiados, pero en los meses siguientes basta la consignación.
También se aplicará en materia de arriendos, donde tiene tal importancia que el
legislador desde hace tiempo se ha preocupado de establecer un mecanismo especial
sumamente simple para el pago por consignación en los inmuebles sujetos a control. El
organismo público que se preocupaba de la materia y que ha variado en el tiempo de
nombre, era el departamento de arriendos de la Dirección de Industria y Comercio
(Dirinco), hoy Servicio Nacional del Consumidor. Este organismo solía recibir depósito
de las rentas adeudadas, que los tribunales declararon reiteradamente ineficaces por
razones obvias.600
En la antigua legislación de arriendos tenía además mucha importancia para el
arrendatario estar al día en el pago de las rentas de arrendamiento, porque constituía
un requisito para oponer la excepción de falta de motivo plausibles del arrendador. 601
Por todo esto la Ley 13.305 de 6 de abril de 1959 agregó un inciso 2.° al Art. 20 de la
Ley 11.622 de 25 de septiembre de 1954, que reglamentaba los arriendos urbanos
permitiendo que los arriendos fueren depositados en Dirinco, y que este pago se
consideraría eficaz para todos los efectos legales.
La Ley 11.622 fue reemplazada por el Decreto Ley 964 del año 1975, cuyo Art. 13
establecía también la posibilidad del arrendatario de depositar los arriendos en Dirinco.
A su turno esta legislación fue reemplazada por la Ley 18.101 de 29 de enero de
1982, que es la que rige actualmente en la materia. Sin embargo, de acuerdo al Art. 1.°
transitorio, los contratos de arrendamiento de bienes raíces urbanos celebrados con
anterioridad a la vigencia de esta ley continuarán regidos por el D.L. 964 y los juicios
respectivos se substanciarán y fallarán con arreglo a las disposiciones de este D.L.
En consecuencia, parece evidente que tratándose de contratos regidos por el D.L.
964 se utilizaba el procedimiento de consignación del Art. 13 de este cuerpo de leyes
que disponía:
“El arrendatario, en caso de negativa del arrendador a recibir la renta o a otorgar
el correspondiente recibo, podrá depositar la renta de arrendamiento en cualquier
oficina de la Dirección de Industria y Comercio (hoy Servicio Nacional del Consumidor),
de la comuna en que estuviere situado el inmueble, otorgándosele el correspondiente
recibo. Este pago se considerará como hecho al arrendador para todos los efectos
legales.
“El retiro del depósito por parte del arrendador no significará renuncia a sus
derechos”.602.

600
RDJ, Ts. 43, sec. 2a, pág. 93; 49, sec. 2a, págs. 8 y 41, y 50, sec. 1a, pág. 368,
601
Véase la primera edición de esta obra, N.° 637, pág. 403.
602.
En definitiva, por las modificaciones en las funciones de la Dirinco, hoy Servicio Nacional del
Consumidor, la consignación también en este caso se efectúa en la Tesorería.

416
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Por su parte el Art. 23 de la Ley N.° 18.101 establece: “En caso de negativa del
arrendador a recibir la renta de arrendamiento o a otorgar el correspondiente recibo al
arrendatario que no deseare recurrir al procedimiento de pago por consignación
establecido en el párrafo 7.° del Título XIV del Libro IV del Código Civil, podrá depositar
aquélla en la unidad del Servicio de Tesorerías que corresponda a la ubicación del
inmueble, indicando el nombre, apellidos y la residencia del arrendador. Dicha unidad
le otorgará el correspondiente recibo y comunicará el arrendador, por carta certificada,
la existencia del depósito. Este pago se considerará hecho al arrendador para todos los
efectos legales; pero su suficiencia será calificada en el juicio que corresponda”.
Agrega el inc. 2.° de la disposición: “el retiro del depósito por el arrendador no
significará renuncia a sus derechos ni producirá los efectos previstos en el inciso
tercero del artículo 1.956 del Código Civil”, esto es, no produce la tácita reconducción o
renovación tácita del arriendo.
La disposición implica un claro perfeccionamiento respecto de la legislación
anterior, que era sumamente defectuosa.
Mantiene el mismo error de limitarse al caso de negativa del arrendador, que es el
más frecuente que obliga a recurrir al pago por consignación, pero no es el único. Pero
en cambio quedan claramente a salvo los derechos de las partes para discutir el pago
ante los tribunales correspondientes.
La única importancia actual de la disposición es que permite al arrendatario un
mecanismo expedito para evitar caer en mora, sin necesidad de recurrir al
procedimiento más complejo del pago por consignación.

638. C. Demanda del acreedor.


De acuerdo al inc. final que le fue agregado al Art. 1.600 por la Ley 7.825: “si el
acreedor demanda judicialmente el cumplimiento de la obligación o deduce cualquiera
otra acción que pueda enervarse mediante el pago de la deuda, bastará que la cosa
debida con los intereses vencidos, si los hay, y demás cargos líquidos, se consigne a la
orden del tribunal que conoce del proceso en algunas de las formas que señala el Art.
1.601, sin necesidad de oferta previa”.
En consecuencia, no es necesaria la oferta y se procede lisa y llanamente a la
consignación. Esta puede efectuarse en cualquiera de las formas que veremos en el
párrafo siguiente, pero generalmente se hará por el depósito en la cuenta del tribunal.
Este procedimiento sólo puede usarse en dos casos:
1.° Cuando el acreedor demanda judicialmente el cumplimiento de la deuda. 603 En
el juicio ejecutivo hay una norma especial: el Art. 490 del C.P.C., como ya se había
resuelto antes de la reforma.604
2.° Cuando se ha deducido cualquiera otra acción que pueda enervarse mediante
el pago de la deuda. El ejemplo más típico será aquel en que el acreedor entable la
acción resolutoria, según vimos en el N.° 535. Como la condición resolutoria tácita
opera en virtud de sentencia judicial, el deudor puede enervarla pagando durante el
curso del juicio, y para esta consignación no se requiere oferta y basta el depósito de la
cosa.605
Con la modificación que comentamos va a ser posible que el deudor en el pacto
comisorio calificado por no pago del precio en la compraventa, pueda pagar en las 24
horas subsiguientes a la notificación judicial de la demanda, lo que le era
prácticamente imposible si tenía que cumplir todos los trámites del Art. 1.600, máxime
como eran ellos antes de la reforma de este precepto.606

603
RDJ, T. 46, sec. 1a, pág. 416.
604
RDJ, T. 62, sec. la, pág. 58.
605
Por vía de ejemplo: RDJ, Ts. 44, sec. 1°, pág. 288 y 45, sec. 1a, pág. 597. Inexplicablemente en contra
Fueyo, ob. cit., T. 2°, N.° 490, pág. 95, ya que la frase “acción que puede enervarse mediante el pago de la
deuda” que usa el precepto, trae dedicatoria para la resolución por lo que se dice en el texto.
606
Véanse N.° 542, y Alessandri, ob. cit., pág. 168.

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No procede, en consecuencia, esta forma de pago si no se está en alguna de las


dos situaciones. Ha sido muy frecuente que en los juicios de desahucio y restitución se
depositen los arriendos en la cuenta deL tribunal. Esa consignación no es eficaz, pues
en esos juicios no se persigue su cobro, ni se enervan por el pago de las rentas. Para
paliar esta situación el Art. 4.° de la Ley 15.140 de 22 de enero de 1963 agregó un inc.
final al Art. 14 de la Ley 11.622, en cuya virtud “los demandantes en juicio de
desahucio o de restitución podrán retirar las rentas depositadas por los demandados,
sin que ello perjudique las objeciones formuladas o que se formulen a tales
consignaciones”. Retirar, pues, la consignación en este caso no importa aceptarla y
quedan a salvo los derechos del acreedor para discutirla. Así lo dice ahora el Art. 23 de
la Ley 18.101 para el depósito en Tesorerías.

639. D. Letra de cambio.


No nos corresponde su estudio, por pertenecer al Derecho Comercial, pero no
podemos dejar de referirnos a ella por su vasta aplicación y trascendencia.
De acuerdo al Art. 70 de la Ley 18.092 de 14 de enero de 1982 (que reemplazó al
Art. 729, inc. 2.° del C. de Co.) y al DFL N.° 2.437 de 8 de noviembre de 1927, Ley
Orgánica de Tesorerías, tratándose de una letra de cambio basta para su pago el
depósito de su valor en la tesorería comunal respectiva el día de su vencimiento, pero
siempre que el documento señale la comuna correspondiente al lugar del pago.

640. Resultado de la oferta.


Efectuada la oferta en cualquiera de las formas antes señaladas, dos situaciones
pueden producirse:
1.° Que el acreedor la acepte, en cuyo caso termina allí el procedimiento, pues se
hará lisa y llanamente el pago. No existía o desapareció la repugnancia del acreedor a
recibirlo.607
2.° Pero si el acreedor rechaza la oferta, no es habido o se mantiene la
incertidumbre respecto de su persona, se pasa a la segunda etapa del pago por
consignación, o sea, esta última propiamente tal, a que nos referimos en el párrafo que
sigue.
No hay otra posibilidad, porque ninguna intervención se acepta, al acreedor para
oponerse, reclamar u obstaculizar el procedimiento (N.° 630).

Párrafo 3.°

LA CONSIGNACIÓN Y SU CALIFICACIÓN

641. Concepto.
De acuerdo al Art. 1.599, “.la consignación es el depósito de la cosa que se debe,
hecho a virtud de la repugnancia o no comparecencia del acreedor a recibirla, o de la
incertidumbre acerca de la persona de éste, y con las formalidades necesarias, en
manos de una tercera persona”. El precepto fue modificado por la Ley N.° 7.825 para
contemplar en él el caso de la incertidumbre respecto al acreedor, de que no se
preocupaba el Código (.° 629).
En la consignación hay, a su vez, dos etapas: el depósito mismo y la calificación de
si ella ha sido suficiente para extinguir la obligación.

642. I. El depósito.
El depósito, a diferencia de la calificación, es extrajudicial, pues así lo dice
expresamente el inc. 4.° del Art. 1.601. Nada puede hacer el acreedor para impedirlo.

607
RDJ, T. 28, sec. 2a, pág. 63.

418
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sólo una vez que quede efectuado y le sea notificado de acuerdo a lo que veremos en
los números siguientes, puede hacerse presente.
Sin embargo, el inc. final del Art. 1.601 determina que “será juez competente para
los efectos de este artículo el de letras de mayor cuantía del lugar en donde deba
efectuarse el pago”. Este tribunal será competente para todo lo relacionado con el
depósito, como por ejemplo la designación del depositario que deberá recibir la cosa, y
también para la notificación de la consignación, de acuerdo al inc. 1.° del Art. 1.603. 607
bis.
Respecto a la forma de efectuar el depósito, el Art. 1.601 distingue entre el dinero
y otras cosas diversas a éste.
El dinero puede depositarse:
1.° En la cuenta corriente del tribunal competente, que es el anteriormente
indicado;
2.° En la tesorería comunal correspondiente, y
3.° En cualquier Banco.608
Si se trata de cosa distinta de dinero, el depósito puede hacerse:
1.° En una feria, si se trata de animales;
2.° En un martillo, dice el precepto, o sea, en una Casa de Remates;
3.° En un Almacén General de Depósitos, como si se debe trigo.
Todos estos depósitos deben hacerse en la feria, casa de remates, o almacén del
lugar en que debe efectuarse el pago, y
4.° Podrá también efectuarse la consignación en poder de un depositario
nombrado por el juez competente, que es el señalado en el inc. final del Art. 1.601.
Escapan a estas normas las consignaciones especiales a que nos referimos en el
párrafo anterior, como si, por ejemplo, se deposita el valor de una letra de cambio en
tesorerías.
Puede observarse que la ley no ha señalado plazo alguno para que el deudor
proceda al depósito, después de efectuada la oferta. Desde luego, porque se supone
que si el deudor se toma la molestia de efectuar ésta quiere pagar, y el pago sólo se
produce con la consignación. Antes la obligación está aún pendiente; por ello se ha
rechazado la excepción de pago del ejecutado si al ser éste requerido no había
efectuado aún el depósito.609.

643. II. Calificación de la consignación.


Hasta aquí, según se ha dicho varias veces, no hay intervención judicial
controvertible, pero efectuado el depósito sí que ella por fuerza debe venir para
determinar si efectivamente ha habido pago capaz de extinguir la obligación. No
olvidemos que el pago es siempre una convención (N.° 588), requiere la voluntad del
acreedor, y el procedimiento que estudiamos sólo se justifica en virtud del derecho del
deudor a liberarse de la obligación. Para ello es fuerza oír al acreedor.
De ahí que hecho el depósito, debe notificarse al acreedor, y posteriormente
obtener que se declare la suficiencia del pago efectuado.

644. A. Notificación al acreedor.


Este puede haber sabido de la oferta, pero sea que la conozca o ignore, es
necesario que el deudor, por intermedio de la justicia, ponga en conocimiento del
acreedor que ha efectuado la consignación, con intimación de recibir la cosa
consignada. El tribunal competente es el indicado en el inc. final del Art. 1.601: el de

607 bis.
El precepto fue modificado además de la Ley N.° 7.825 por el D.L. 2.416 de 10 de enero de 1979
que eliminó los juzgados de Letras de Menor Cuantía.
608
El precepto menciona “un banco u oficina de la Caja Nacional de Ahorros, de la Caja de Crédito
Agrario...”. Estas dos últimas están refundidas en el Banco del Estado, que por ser un banco queda incluido
en la expresión general “Banco”. Tácitamente están derogadas las otras expresiones.
609.
RDJ, Ts. 17, sec. 1a, pág. 462 y 21, sec. 1a, pág, 241,

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letras de mayor cuantía del lugar en donde debe efectuarse el pago (Art. 1.603, inc.
1.°).
El objeto de esta notificación es hacerle saber al acreedor que se ha efectuado la
consignación, de modo que si él concurre al tribunal y la acepta, ya es innecesaria la
notificación.610
La ley no ha reglamentado especialmente esta notificación, ni se puso aquí en el
caso, como lo hizo para la oferta de la incertidumbre o imposibilidad de ubicar al
acreedor; deberán cumplirse, pues íntegramente las normas del C.P.C. de los Arts. 40 y
siguientes, y así, por ejemplo, podría, en estas últimas situaciones, ser procedente la
notificación por avisos del Art. 54.
Creemos que esta región es de carácter contencioso; hasta aquí la intervención
judicial ha sido meramente voluntaria, como lo dejó en claro la reforma de la Ley N.°
7.825; ahora hay, cuando menos en potencia, una contienda, porque esta notificación
es el paso para pedir que se declare suficiente el pago.
Frente a ella el acreedor, puede nuevamente tomar dos actitudes: Aceptar la
consignación, en cuyo caso queda pagada la obligación. Puede, según se ha resuelto,
aceptarla como pago parcial, y demandar el resto,611 solución que se justifica al tenor
de los Arts. 1.591 y 1.592.
Y es posible que el acreedor rechace el pago o nada diga, en cuyo caso es
necesario que se declare la suficiencia del pago.

645. B. La suficiencia del pago.


Declara el inc. 2.° del Art. 1.603 que “la suficiencia del pago por consignación será
calificada en el juicio que corresponda promovido por el deudor o por el acreedor ante
el tribunal que sea competente según las reglas generales”.
De acuerdo a esto, efectuada la intimación judicial al acreedor para que reciba la
cosa ofrecida y si el acreedor se niega a aceptarla o nada dice, el deudor deberá
entablar un juicio, pidiendo que se declare la suficiencia del pago; ella puede discutirse
también en juicio deducido por el acreedor. Este juicio del acreedor o del deudor no
tiene por qué forzosamente ser uno destinado exclusivamente a este objeto- el
acreedor puede iniciar cualquier acción que se funde en el incumplimiento, como ser
ejecución forzosa, resolución, etc. Ante tal demanda, el deudor opondrá la excepción
de pago y para aceptarla o rechazarla el tribunal deberá calificar la consignación.
Y este juicio no se efectúa ante el tribunal que ordenó la consignación, a menos
que él sea competente, según las reglas generales, para conocerlo también. En todo
caso se trata de otro procedimiento.
Sin embargo, en la práctica la verdad es que será el acreedor quien deba entablar
el juicio y no el deudor, en mérito a lo dispuesto por el inc. 3.° del precepto.
En efecto, según esta disposición, el juez que ordenó la notificación de la
consignación, a petición del deudor, podrá declarar suficiente el pago si el acreedor no
prueba dentro del plazo de 30 días hábiles contados desde dicha notificación la
circunstancia de existir juicio en el cual deba calificarse la suficiencia del pago. En
consecuencia, lo normal será que el deudor no inicie juicio alguno de calificación y
espere el transcurso de dicho término; si el acreedor lo demanda, opondrá la excepción
de pago en la forma antedicha y se calificará la consignación en este juicio. Pero si el
acreedor no prueba su existencia, el mismo tribunal que ordenó la notificación del
depósito declarará a petición del deudor, ya que en materia civil excepcionalmente los
jueces actúan de oficio, la suficiencia del pago, y ordenará el alzamiento de las
cauciones, si las hay.
El plazo de 30 días es fatal, ya que la ley utiliza la expresión “dentro de”. En el
curso de él, el deudor debe quedar notificado de la demanda deducida por el acreedor
del juicio en que ha de calificarse la suficiencia del pago (inc. final del Art. 1.603). El
610
RDJ, Ts. 28, sec. 2a, pág. 63 y 32, sec. 1a, Pág, 376.
611
RDJ, T. 37, sec. 1a., pág. 549, y G.T. de 1913, 1er sem., N.° 493, pág. 1.609.

420
LAS OBLIGACIONES TOMO II

plazo es, además, prorrogable, según el inc. 4.° del mismo precepto: “no obstante, el
juez podrá prorrogar hasta por 30 días el plazo establecido en el inciso anterior si por
causa ajenas a la voluntad del acreedor no ha sido posible notificar al deudor”, como si
éste está ausente del lugar del juicio.
Todas las resoluciones que se dicten en este procedimiento especial de calificación
ante el juez que ordenó la notificación de la consignación son apelables en el solo
efecto devolutivo. Así lo señala la parte final del inc. 3.° del Art. 1.603.
Hacen excepción a estas normas los casos ya estudiados en que varían las reglas
generales de la oferta, especialmente la situación prevista en el inc. final del Art.
1.600, esto es, cuando la consignación se produce en el curso del juicio promovido por
el acreedor, exigiendo el cumplimiento de la obligación u otra acción que pueda
enervarse mediante el pago (N.° 638).612 En tal situación la suficiencia del pago será
calificada por el tribunal que conoce de este juicio; según hemos ya señalado, lo que
pasa en este caso es que el deudor, junto con la consignación, opone la excepción
correspondiente de pago, y el juez, al pronunciarse sobre ella debe calificarla para
aceptarla o rechazarla. Queda entonces aclarado de inmediato si el pago fue suficiente
o no, y de ahí que sea innecesario otro juicio.
En conclusión, el pago por consignación será suficiente:
1.° Si el acreedor acepta la oferta o consignación;
2.° Si el acreedor no prueba haber iniciado un juicio que declare la insuficiencia del
pago dentro de los 30 días hábiles, prorrogables, pero fatales, siguientes a la
notificación de la consignación, y
3.° Si el pago es declarado suficiente por sentencia judicial en el juicio promovido
por el deudor o acreedor con este objeto, o en el juicio en que el acreedor exigía el
cumplimiento o ejercía otra acción que pueda enervarse por el pago.
En estos juicios se discutirá la validez del pago efectuado por consignación, 613 si la
oferta ha cumplido todos los requisitos legales, si se ha pagado lo debido
íntegramente, etc. No puede el acreedor pedir estos pronunciamientos al tribunal que
ordenó notificarle la consignación. Creemos sí que podría hacerlo cuando el deudor se
ha equivocado en la persona del acreedor o éste no podía recibir el pago (por ejemplo,
por estar embargado el crédito); el notificado acreedor puede hacer presente esta
circunstancia al tribunal que ordenó poner en su conocimiento la notificación, ya que
carece de acción para iniciar un juicio en que deba discutirse la suficiencia. Además, no
se trata de un problema de ella, sino de falta de obligación o exigibilidad de la
misma.614

Párrafo 4.°

EFECTOS DE LA CONSIGNACIÓN

646. La consignación produce los efectos del pago.


Oportunidad de ella en el caso del plazo y la condición. Dice el inc. 1.° del Art.
1.605: “El efecto de la consignación suficiente es extinguir la obligación, hacer cesar,
en consecuencia, los intereses y eximir del peligro de la cosa al deudor, todo ello desde
el día de la consignación”.
No hay, pues, mayor diferencia en cuanto a los efectos con los del pago normal,
salvo los que luego veremos en cuanto a los gastos del pago, y al posible retiro de la
consignación. En lo demás, ella extingue la obligación y sus accesorios, intereses,
cauciones, etc.

612
Se ha resuelto que si las partes habían sometido a arbitraje el asunto en que incide la consignación, no
es competente la justicia para calificar la suficiencia del pago: RDJ, T. 33, sec. la, pág. 173.
613
RDJ, T. 28, sec. 2a, pág. 63.
614
Como lo vimos en el N.° 637, la consignación de arriendos en la Tesorería deja a salvo el derecho de
las partes para discutir la suficiencia del pago en el juicio que corresponda.

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Tales efectos nacen con la consignación misma, aunque la notificación y


declaración de suficiencia sean posteriores.
En los casos del inc. 2.° del precepto, se retrotraen a la fecha de la oferta para los
efectos de considerar cumplida oportunamente la obligación. Son los de la obligación a
plazo y bajo condición (N.° 633, 3º). Como dijimos en esa oportunidad, aceptada la
consignación por el acreedor o declarado suficiente el pago por sentencia ejecutoriada,
la obligación se considerará cumplida en tiempo oportuno, siempre que la oferta se
haya efectuado a más tardar el día siguiente hábil al vencimiento de la obligación.
Ahora se comprenderá mejor lo que dijimos en aquel número. La ley faculta al deudor
para ofrecer en los últimos dos días y en el siguiente hábil. La consignación
forzosamente tendrá que hacerse cuando el plazo ya está vencido.
El acreedor, si no mediara el precepto que comentamos, rechazaría el pago por
inoportuno, pues es la consignación la que extingue la obligación, y ella se ha
efectuado vencido el plazo. Por eso es que la ley declara que basta que la oferta se
haga en la oportunidad señalada, sin importar si la consignación es posterior.
Pero mientras ella no se efectúe, los intereses se devengan y el cuidado de la cosa
es de cargo del deudor. De esta manera queda éste obligado a efectuarla
efectivamente.
Antes de la reforma del precepto y del N.° 5.° del Art. 1.600, al deudor se le
presentaban serios problemas para efectuar la oferta y consignación oportunamente.
Especialmente grave es el problema del plazo, porque el deudor está en mora de
acuerdo al Art. 1.551, N.° 1.°, cuando no cumple la obligación en el término estipulado,
y así, si se ha estipulado una cláusula penal, ella se devengará por el solo vencimiento
del plazo, sin que se cumpla la obligación, y sin que el acreedor necesite justificar
perjuicio alguno (N.° 913). Si la oferta se ha hecho en tiempo oportuno, aunque la
consignación sea posterior, no puede el acreedor alegar mora para cobrar la pena.

647. Los gastos de la consignación.


De acuerdo al Art. 1.604: “las expensas de toda oferta y consignación válidas
serán de cargo del acreedor”.
Y ello es lógico, porque es la negativa, no comparecencia o incertidumbre del
acreedor las que obligaron al deudor a incurrir en los gastos de la oferta y
consignación.
Las costas se tasan una vez que exista sentencia de término que declara suficiente
el pago;615 el precepto citado habla de oferta y consignación “válidas”, lo cual se sabe
ocurre si el acreedor la acepta o el pago es declarado suficiente.

648. Retiro de la consignación.


Los Arts. 1.606 y 1.607 se preocupan de la posibilidad de que el deudor pueda
retirar la consignación una vez efectuada, y distinguen al respecto dos situaciones:
1.° Si el acreedor no ha aceptado la consignación y ella no ha sido declarada
suficiente por sentencia que tenga la fuerza de cosa juzgada, el deudor puede
retirar libremente la consignación. Así lo señala el Art. 1.606, y como el precepto no
distingue, no importa que se haya notificado al acreedor, si éste no ha aceptado aún.
Retirada la consignación “se mirará como de ningún valor y efecto respecto del
consignante y de sus codeudores y fiadores” (parte final del Art. 1.606).
2.° Pero si la obligación se ha extinguido por haber producido su efecto normal el
pago por consignación, esto es, si el acreedor la ha aceptado o ella ha sido declarada
suficiente por sentencia ejecutoriada, el deudor no puede retirarla sin el
consentimiento del acreedor.
Ahora si acreedor y deudor consienten en el retiro de la consignación, “la
obligación se mirará como del todo nueva”, lo que es lógico, pues la anterior la
extinguió el pago.
615
G.T. de 1.913, 1er sem., N.° 199, pág, 599.

422
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Y por no ser la misma obligación:


1.° Los codeudores y fiadores permanecerán exentos de ella, salvo que consientan
en la nueva obligación.
2.° Se extinguen las cauciones reales. El precepto menciona expresamente las
hipotecas, para agregar “si se renovaren las hipotecas precedentes, se inscribirán de
nuevo y su fecha será la del día de la nueva inscripción”. O sea, no existe la reserva de
la hipoteca, como en la novación (N.° 1.116), diferencia muy justificada, porque la
obligación estaba irrevocablemente extinguida, y se la hace renacer.
3.° El acreedor no conserva los privilegios. No permite la ley renovarlos como las
hipotecas, pues, según veremos en su oportunidad (N.° 981), la ley es la única fuente
de preferencias. Las partes no pueden crearlas.
Como decíamos, la situación se asemeja a la novación en que también se extingue
una obligación y nace una nueva, pero la diferencia es la señalada: la novación supone
una obligación anterior vigente que se extingue por su intermedio. Mientras que en
este caso la obligación ya estaba extinguida por pago.

Sección segunda

EL PAGO CON SUBROGACIÓN

649. Reglamentación y pauta.


Reglamenta esta importante materia el párrafo 8.° del Título XIV del Libro 4.°, Arts.
1.608 a 1.613.
Para su tratamiento la dividiremos en cuatro párrafos: uno destinado a la
subrogación en general, otro a la legal, el tercero a la convencional, y el último, a los
efectos del pago con subrogación.

Párrafo 1.°

LA SUBROGACIÓN EN GENERAL

650. La subrogación en el derecho.


Jurídicamente la subrogación no tiene otra significación que la de la palabra
misma: reemplazar, sustituir algo o alguien por otra cosa o persona.
En consecuencia, consiste en sustituir una persona o cosa por otra persona o cosa,
en términos tales que la nueva pase a ocupar la misma situación jurídica de la anterior.
De lo dicho se desprende que la subrogación puede referirse a las personas u
objetos, de donde deriva su clasificación en personal y real.
Esta consiste en que una cosa pase a reemplazar a otra en términos tales que
aquélla entre a jugar el mismo rol jurídico que la sustituida.
Y en la personal es un sujeto el que es sustituido por otro en tales términos que
éste pasa a ocupar la misma situación jurídica del primero.

651. La subrogación real.


No nos corresponde el estudio de esta especie de subrogación, porque si bien ella
se presenta en múltiples situaciones, está muy relacionada con la noción del
patrimonio, y se presenta principalmente en los casos de pluralidad de ellos con un
solo titular, cuyo ejemplo más característico se da en la sociedad conyugal. Tampoco el
Código la reglamenta en lugar determinado, sino que también se limita a aplicarla.
Decíamos en el N.° 3 de esta obra que la institución del patrimonio universalidad
de derecho se ha explicado con la noción de la subrogación real. El deudor que
responde a las obligaciones con todo su patrimonio, en virtud de la garantía general,
conserva el derecho a disponer de los bienes que lo componen, mientras no sea en

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fraude de sus acreedores, y los nuevos que adquiera entran a reemplazar a los
enajenados.
Pero como señalábamos, más específicamente la subrogación real tiene
importancia en los casos de titularidad múltiple de patrimonios por un mismo sujeto,
como en la sociedad conyugal.
En ésta subsisten cuando menos tres patrimonios: el de la sociedad conyugal, el
del marido y el de la mujer, y a ellos pueden agregarse otros patrimonios especiales,
como el constituido por los bienes reservados de la mujer casada que ejerce una
profesión, industria u oficio separados de los de su marido, conforme al Art. 150 del
C.C.
Por regla general todos los bienes adquiridos durante el matrimonio a título
oneroso pertenecen al haber de la sociedad conyugal, y así, si el marido compra una
propiedad raíz durante su vigencia, ella corresponde a la sociedad conyugal; en
cambio, por ejemplo, permanecen en el haber propio de los cónyuges los bienes raíces
que ellos poseían al contraer el matrimonio. Y así, si la mujer era dueña de un
inmueble, salvo estipulación contraria, al casarse no ingresa a la sociedad conyugal,
sino que le pertenece; puede ocurrir que durante la vigencia del régimen matrimonial
se enajene dicho bien raíz y si posteriormente se compra otro, éste no ingresará ya al
patrimonio de la mujer, sino al de la sociedad conyugal, conforme al principio de que
todo lo adquirido a título oneroso durante la vigencia de ésta, le pertenece.
A fin de evitar que ello ocurra, puede convenirse la subrogación real de manera
que el nuevo bien raíz adquirido pase a reemplazar al enajenado, y entonces, como la
nueva propiedad juega el mismo papel jurídico de la anterior, pertenece al patrimonio
de la mujer y no al común.
Igualmente es la subrogación real la que permite la existencia del patrimonio
reservado de la mujer en el citado caso del Art. 150 y demás de separación parcial de
bienes. Así, si ella obtiene en el ejercicio de su profesión de abogado la suma de $
100.000, y con ellos adquiere un inmueble, este bien raíz, en virtud de la institución
que glosamos, pasa a reemplazar al dinero y queda en el patrimonio reservado de la
mujer.
También la subrogación real puede presentarse en situaciones aisladas, cuando un
bien está afectado a un fin determinado, como ocurre en el caso del Art. 555 del C. de
Co. Dispone este precepto: “La cosa que es materia del seguro es subrogada por la
cantidad asegurada para el efecto de ejercitar sobre ésta los privilegios e hipotecas
constituidos sobre aquellos”.
Y así, si una finca hipotecada asegurada es destruida por un siniestro, el monto de
la indemnización que debe pagar la Compañía Aseguradora se subroga a aquélla para
los efectos de los derechos y preferencias que puede invocar el acreedor hipotecario.
Es una subrogación real, pues la indemnización pasa a ocupar la misma situación
jurídica de la finca hipotecada siniestrada, y tiene una gran importancia, no sólo
porque el acreedor conserva su garantía sobre ella, reemplazada por la indemnización,
sino que, además, mantiene su preferencia de tercera clase que de la hipoteca se
desplaza a la indemnización, para pagarse antes que los demás acreedores (N.° 1.
010).

652. Subrogación personal o pago con subrogación.


La noción de la subrogación personal escapa a los meros márgenes del Derecho
Privado, y la encontramos en el Público cuando un funcionario pasa a reemplazar a otro
en el ejercicio de su función.
En el mismo Derecho Privado se presenta en múltiples situaciones, y así en la
sucesión por causa de muerte los herederos pasan a reemplazar jurídicamente en su
patrimonio al causante, y por ello algunos autores suelen explicar esta institución como
una subrogación personal en el patrimonio.

424
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Pero más específicamente esta denominación se reserva para el pago con


subrogación, en que, en ciertos casos, según ya lo dijimos, un tercero que paga al
acreedor pasa a ocupar en el crédito la misma situación jurídica de éste, lo reemplaza
como sujeto activo del mismo. Al estudiar los sujetos del pago, vimos cómo
normalmente cumplirá el propio deudor extinguiendo la obligación sin ulteriores
consecuencias, pero que también podía hacerlo otra persona. En algunos de estos
casos en que paga un tercero ajeno a la deuda, opera en su favor la subrogación,
quedando extinguida la deuda respecto del acreedor primitivo, pero subsistente entre
el que efectuó el pago y el deudor; en ello consiste el pago con subrogación.
El Art. 1.608 del Código lo define como “la transmisión de los derechos del
acreedor a un tercero, que le paga”. Se han formulado variadas críticas al concepto,
desde luego por el uso de la expresión “transmisión” que es propia de la sucesión por
causa de muerte. Pero ya dejamos señalado que en ésta se produce un fenómeno muy
semejante al del pago con subrogación; en ella, los herederos para nuestro Código
continúan la persona del difunto- también en la subrogación el tercero pasa a
reemplazar en el crédito al acreedor. Es como si el legislador al usar la expresión
“transmisión” hubiera hecho una comparación: así como el heredero hace subsistir
jurídicamente al difunto, el tercero que paga permite la sobrevivencia del crédito en
sus manos.
Efectivamente, desde un punto de vista jurídico es como si subsistiera el antiguo
acreedor, y por ello los autores suelen efectuar algunas comparaciones, diciendo que
es como si el tercero pagador se pusiera la máscara del primitivo acreedor; o que es
como si éste estuviera en una armadura de hierro. Mediante el pago del tercero sale de
ella, y entra en la misma quien efectuó el cumplimiento.
La segunda critica, de más peso, es que la definición no da un concepto claro de la
institución. Por ello más frecuentemente se conceptúa el pago con subrogación como
una ficción jurídica, en virtud de la cual cuando un tercero paga voluntariamente con
dineros propios una obligación ajena, ésta se extingue entre acreedor y deudor, pero
subsiste teniendo por nuevo acreedor al que efectuó el pago. Así se ha fallado.616
Veremos más adelante por qué se habla de ficción jurídica (N.° 656).
De acuerdo a la definición transcrita supone el pago con subrogación cuatro
presupuestos esenciales:
12 Pago de una deuda ajena.
Es la base del pago con subrogación: que se pague una deuda ajena. Si se
cumple una obligación que en parte es propia y en el resto ajena, el pago extingue
la deuda en la porción que ella correspondía al que soluciona, quien se subroga en el
saldo.617
2.° Se destaca el carácter voluntario del pago con subrogación, porque si el tercero
ha pagado por error una deuda ajena, nos encontramos ante un pago de lo no debido
(N.° 683).
3.° El tercero debe pagar con fondos propios, porque si lo hace con los del deudor,
la obligación ha quedado definitivamente extinguida. Por ello el mandatario del deudor
no se subroga al acreedor, a menos que haya hecho el pago con fondos propios. En
caso contrario, ha actuado el mismo deudor.618

616
RDJ, T. 17, sec. 1a, pág. 542: Es tina ficción legal en cuya virtud una obligación que debía considerarse
extinguida por el pago hecho por un tercero, queda, sin embargo, vigente en poder de éste, el cual obra
como si fuere la misma persona del acreedor. Agregó el fallo que el tercero tiene el crédito para cobrarlo a
nombre y representación del subrogante con quien jurídicamente forma un sola persona, lo que es sólo
aceptable a título metafórico No hay representación en el pago con subrogación; el tercero cobra a nombre
propio.
617
RDJ, T. 33, sec. la, pág. 177. Se ha fallado también por eso que si el acreedor aseguró a su favor la
finca hipotecada del deudor, y se le paga el siniestro, no hay subrogación: RDJ, T. 28, sec. 2a., pág. 52. La
deuda era directa de la Compañía con el acreedor hipotecario.
618
RDJ, T. 3°, sec. 2a pág, 22, y G.T. de 1878, N.° 2.902, pág. 1.209 y de 1881, N.° 189, pág. 122.

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4.° Que el tercero quede en la misma situación jurídica del antiguo acreedor; si ello
no es posible, no hay subrogación.619

653. Clasificación.
“Se subroga un tercero en los derechos del acreedor, o en virtud de la ley, o en
virtud de una convención del acreedor” (Art. 1.609).
En cuanto a su fuente, pues, la subrogación puede ser o legal, siendo esta última la
que opera por el solo ministerio de la ley; es la voluntad exclusiva del legislador la que
establece los casos de ella.
La subrogación convencional es de menor trascendencia que la legal, pues ha sido
desplazada por la cesión de créditos, según veremos en el número siguiente. Supone
un acuerdo de voluntades que en nuestra legislación puede ser únicamente entre el
acreedor y el tercero que efectúa el pago, como por ejemplo en el caso de que se
cumpla sin el consentimiento del deudor. En él hay una agencia oficiosa (N.° 596), que
por sí sola no da derecho a la subrogación legal, sino únicamente a la convencional
cuando el acreedor cede sus acciones al solvens.
En otras legislaciones, como la francesa e italiana, se contempla también la
subrogación convencional por voluntad del deudor, lo que ha sido criticado, porque el
deudor no tiene derecho alguno en que subrogar al que paga la deuda (N.° 669).
Si estas dos clases de subrogación tienen diferencia en cuanto a su origen y forma
de constituirse, al tenor del Art. 1.612 producen los mismos efectos.
En cambio, éstos varían según si la subrogación es total o parcial (N.° 677).

654. La subrogación como medio de traspasar los créditos. Referencia.


El pago con subrogación se asemeja a la cesión de créditos y a la novación por
cambio de acreedor, porque en todas ellas se reemplaza a uno de los sujetos de la
obligación: al acreedor; son, pues, fórmulas para variar los créditos desde el punto de
vista activo.
En la parte destinada a este estudio veremos con más detalles las diferencias
entre todas estas instituciones, pero lo que nos interesa destacar desde ya es que la
novación se aparta de las demás, por cuanto supone la extinción del crédito anterior,
mientras que en el pago con subrogación y en la cesión de créditos, es el mismo
crédito el que cambia de titular (N.° 1.130 a 1.133).
Mayor semejanza existe entre la subrogación y la cesión de créditos por la razón
apuntada, y ella es más notoria en la convencional, que debe cumplir sus mismos
requisitos (N.° 668, 2.°). Pero en la primera hay pago, y en la segunda un negocio
jurídico; en consecuencia, en la subrogación, si no se paga todo el crédito, ella es
parcial, mientras que en la cesión de créditos, su título incluso puede ser una donación
(N.° 1.054). Por ello es que, según decíamos, la subrogación convencional, como la
novación, tuvo su apogeo mientras hubo restricciones para la cesión de créditos que
hoy las ha desplazado.
También hay cierta semejanza entre el pago con subrogación y la estipulación a
favor de otro cuando aquél es convencional, porque el tercero que paga adquiere un
crédito contra el deudor, pero la situación es totalmente diferente, porque siempre la
subrogación es un pago; no da nacimiento al crédito que ya existía.

655. Acciones de que goza el tercero que paga. Fundamento de la


subrogación.
El tercero que paga voluntariamente con fondos propios tina deuda ajena va a
gozar normalmente de dos acciones:
1.° La subrogatoria si el legislador o el acreedor lo subrogan en el crédito que
cancela, y

619
RDJ, T. 22, sec. 1a, pág. 25.

426
LAS OBLIGACIONES TOMO II

2.° La acción propia que emane del vínculo jurídico que lo unía al deudor (N.° 675).
Y así, si es el fiador quien pagó, puede cobrar al deudor mediante la acción de
reembolso; si se pagó con el consentimiento del deudor y con fondos propios, la del
mandato; si fue sin el consentimiento, la de la agencia oficiosa, etcétera.
Cabe entonces preguntarse si el que paga de todos modos goza de una acción
propia contra el deudor, qué objeto tiene, además, otorgarle la subrogatoria. Pero la
verdad es que la subrogación presta un gran servicio tanto al que paga como al deudor
y, aunque no siempre, al acreedor.
Al solvens, porque su acción propia contra el deudor puede carecer de garantías, y
en cambio aquella que paga gozar de ellas ti otras ventajas. Muchas veces quien paga
no lo hace por efectuar un favor al deudor, sino que indirectamente se ve forzado a
cancelar, y es justo, entonces, que su crédito mantenga las mismas ventajas
anteriores. Puede también ser para él una forma de invertir sus capitales ociosos,
asegurados con las mismas garantías y privilegios.
Otras veces le convendrá más la acción propia, porque la subrogatoria esté
extinguida por prescripción u otra causa (N.° 675).
Al deudor en nada perjudica la subrogación, pues sigue debiendo lo mismo, sólo
que a distinta persona, e incluso puede resultarle beneficiosa si el acreedor primitivo
estaba a punto de ejecutarlo.
Este no puede oponerse a la subrogación legal, porque si el deudor le quisiera
pagar no podría negarse a la cancelación. Nada pierde si le paga un tercero, aun
cuando su interés fuera mantener el crédito, por las ventajas de éste.
Es por estas razones que el legislador ha aceptado siempre la institución de la
subrogación, y la legal es de gran aplicación práctica.

656. Explicación jurídica de la subrogación.


La subrogación es contraria a los principios normales del derecho, pues si medió
un pago, si la obligación se cumplió, lo lógico es que ella se extinga y no que subsista
cambiando de acreedor. Se han ideado varias doctrinas para explicar este fenómeno,
de las cuales citaremos algunas:
Una teoría que debe considerarse abandonada por arbitraria pretende que
mediante el pago del tercero efectivamente se extingue el crédito, y nace a favor de
éste uno nuevo, al cual se anexan todos los accesorios del primitivo. Jurídicamente es
inaceptable, pues si se extinguió el crédito, con él han perecido sus accesorios de
acuerdo al viejo principio de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal, y mal
puede sostenerse que renazcan en otro crédito.
Otros consideran que el pago con subrogación es una operación compleja,- entre el
accipiens y el deudor mediaría un pago, y entre aquél y el tercero que el paga, una
cesión de derechos. Tampoco resulta aceptable esta solución, pues, por un lado si
hubo pago, deberían producirse los efectos normales es éste y por el otro, si bien
existen semejanzas entre la cesión de créditos y el pago con subrogación, también hay
una diferencia conceptual fundamental entre ellas, según veíamos en el N.° 654.
Por ello es que la mayoría de las opiniones coinciden en otorgar a la subrogación
personal la calidad de ficción legal, porque siendo jurídicamente inexplicable, el
legislador la establece por las razones de conveniencia que ya señalamos. Nuestra
jurisprudencia así lo ha estimado también.620
Sea como fuere, es una institución de excepción y, en consecuencia, de
interpretación restringida.

Párrafo 2.°

LA SUBROGACIÓN LEGAL

620
RDJ, Ts. 17, sec. 1a, pág. 542, y 64, sec. 1a, pág. 306.

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657. Enunciación.
La subrogación legal opera por el solo ministerio de la ley en los casos
expresamente establecidos, sin que intervenga la voluntad del accipiens ni del deudor.
Los casos principales están agrupados en el Art. 1.610, cuyo inc. 1.° dispone: “se
efectúa la subrogación por el ministerio de la ley, y aun contra la voluntad del
acreedor, en todos los casos señalados por las leyes, y especialmente a beneficio”, y a
continuación da 6 numerandos.
El precepto no es taxativo, pues precisamente dice “especialmente a beneficio”,
pero si no tiene tal carácter, es excepcional. No pueden crearse casos de subrogación
por analogía, sino que se requiere un texto legal que la establezca. Así lo señala el
precepto al decir “en todos los casos señalados por las leyes”.
El legislador establece la subrogación legal por motivos de peso; la consagra a
favor de terceros que le merecen a la ley una protección especial, por la situación
peculiar en que se encuentran.
Para que se den sí los casos de subrogación legal es necesario que concurran los
requisitos especiales que en cada uno de ellos señala la ley, pero, además, los
generales ya vistos de la institución (N.° 652), y por ello se ha fallado que si no era
realmente deudor aquel por quien se paga, no puede haber subrogación.621
Si opera por el solo ministerio de la ley, en principio es consensual.622
Como decíamos, el Art. 1.610 agrupa 6 casos en que ella se produce, pero hay
otros en el mismo Código y en otros Códigos y leyes. En conclusión, ello nos llevará a
estudiar los siguientes:
1.° Codeudores solidarios y subsidiarios;
2.° Pago con consentimiento del deudor;
3.° Caso del que ha facilitado dineros al deudor para el pago.
4.° Caso del que paga a un acreedor de mejor preferencia;
5.° Casos en la hipoteca;
6.° Caso del heredero beneficiario que paga una deuda hipotecaria con dineros
propios, y
7.° Enunciación de otros casos fuera del Art. 1.610.

658. I. Codeudores solidarios y subsidiarios. Referencia.


La subrogación legal se produce de acuerdo al N.° 3.° del Art. 1.610 a favor del que
paga una deuda a que se halla obligado solidaria o subsidiariamente”. Son dos, pues,
los casos que menciona el precepto: la codeudoría solidaria y fianza, esto es, los de
aquellos terceros que están obligados a la deuda, y tienen por tanto interés en
extinguirla (N.° 593).
La subrogación del codeudor solidario la estudiamos al examinar esta institución
(Art. 1.522). Nos remitimos a lo dicho en el N.° 420.
Respecto del deudor subsidiario o fiador, no hay sino que decir que éste va a gozar
de dos acciones contra el deudor principal:
La subrogatoria que le concede este Art. 1.610, N.° 3.°,623 y
La acción de reembolso que le otorga el Art. 2.370.
Además, si existen varios fiadores y uno paga más de lo que le corresponde, se
subroga por el exceso en los derechos del acreedor contra los cofiadores (Art. 2.378).

659. II. Pago con consentimiento del deudor. Referencia.


De acuerdo al N.° 5.° del Art. 1.610 la subrogación legal opera en favor “del que
paga una deuda ajena, consintiéndolo expresa o tácitamente el deudor”.

621
RDJ, T. 2°, sec. 1a, pág. 150.
622
RDJ, T. 28, sec. 1a., pág. 61.
623
Si el heredero de un fiador paga la deuda por cuenta de la sucesión, hay subrogación legal a favor de
ésta, y no puede el acreedor subrogar convencionalmente al heredero que le paga: RDJ, T. 28, sec. 1a, pág.
606.

428
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Este caso lo examinamos al estudiar quien puede hacer el pago. Nos remitimos a
lo dicho en el N.° 595, y recordemos únicamente que el solvens va a gozar, además de
la acción subrogatoria, de la que deriva del mandato.

660. III. Préstamo de dineros al deudor para el pago.


El N.° 6.° y final del Art. 1.610 señala como caso de subrogación legal la que se
produce a favor “del que ha prestado dinero al deudor para el pago”.
Es un caso muy particular, porque desde luego el pago no lo hace el tercero, sino
el deudor con fondos que ha recibido en préstamo. Y, además, que es un caso de
subrogación legal solemne, como se verá en seguida.
Para que opere requiere:
1.° Que el tercero facilite dinero al deudor. Se trata de un mutuo y ha de ser de
dinero. Ninguna otra cosa que se preste al deudor producirá subrogación legal de
acuerdo a este N.° 6.°; en consecuencia, está limitado a las obligaciones pecuniarias:
2.° Que el pago se efectúe al acreedor con dichos dineros. En consecuencia, si el
deudor da una inversión distinta al préstamo recibido y posteriormente paga con
dineros propios la deuda, no hay subrogación legal.624
3.° Deben constar por escritura pública ambos hechos, esto es, que el tercero ha
prestado el dinero para el pago de una deuda, y que el deudor realmente pagó con ese
dinero. Por ello decíamos que esta subrogación legal es solemne. No hay
inconvenientes, como señala Alessandri,625 para que ambos actos consten en una
misma escritura pública. Antes por el contrario, así no queda duda que el pago se hizo
con el mismo dinero.
Cumpliéndose estos requisitos, quien facilitó el dinero gozará de dos acciones: la
subrogatoria, y la proveniente del mutuo que efectuó al deudor.
El legislador contempla este caso de subrogación legal para facilitar al deudor el
pago de sus deudas, ya que a éste, por tener comprometido su crédito, le puede ser
difícil obtener el préstamo que necesita para hacerlo. Lo consigue entonces ofreciendo
las mismas garantías del crédito que debe pagar, lo que da seguridad al prestamista y
le permite efectuar una buena inversión. Pero como teme un posible fraude a los
demás acreedores, toma las precauciones señaladas. También es frecuente cuando las
instituciones especializadas efectúan préstamos para la compra de viviendas.
En Francia se contempla este caso como de subrogación convencional efectuada
por el deudor; parece preferible la solución nuestra, pues si bien el objeto es el mismo,
que el acreedor no puede oponerse, es más lógica por las razones apuntadas en el N.°
653.

661. IV. Pago de un acreedor a otro de mejor derecho.


Dice el N.° 1.° del Art. 1.610 que la subrogación legal opera en favor “del acreedor
que paga a otro acreedor de mejor derecho en razón de un privilegio o hipoteca”.
En consecuencia, para que tenga lugar esta subrogación legal es preciso:
1.° Que el pago lo haga no un tercero cualquiera, sino otro acreedor. Aquí reside
precisamente el interés de este caso.
A raíz de la subrogación, este acreedor va a gozar de dos créditos contra el mismo
deudor: el suyo y aquel en que se ha subrogado por el pago efectuado a otro acreedor.
2.° El pago debe hacerse a un acreedor de mejor derecho.
Y el mismo precepto especifica cuándo el accipiens reúne está característica: si el
crédito en que el solvens se va a subrogar goza de privilegio o hipoteca superiores al
propio de este último.
Esto es, debe tratarse de un crédito preferente y su preferencia mayor al que ya
tiene quien paga; en consecuencia, operara siempre a favor del acreedor valista, que
no tiene preferencia alguna y paga cualquier crédito que goce de ella, y del acreedor
624
G.T. de 1866, N.° 310, pág. 165.
625
Ob. cit., pág. 319.

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privilegiado o hipotecario que paga una acreencia más preferente que la suya, como si
el acreedor hipotecario de segundo grado paga la hipoteca de primer grado.
De ahí que la subrogación legal sólo tiene lugar bajo este N.° 1.° del Art. 1.610 si el
mejor derecho se funda en la preferencia del crédito, pero no en otras ventajas que le
accedan, como si el acreedor ha trabado un embargo o una medida precautoria, goza
de fianzas, codeudorías solidarias, etc.. Si el otro acreedor paga a uno de éstos, podrá
operar otro caso de subrogación legal o la convencional, pero no la que comentamos.
Y la explicación de esto es obvia: el acreedor de grado posterior puede tener
interés en hacer el pago, a fin de evitar la realización del deudor en el momento que se
pretenda efectuarla, y que, por razones de mercado o de otra índole, es posible que no
sea el comercialmente apropiado. Puede ocurrir entonces que si se realiza el remate,
alcance, por ejemplo en el caso del segundo acreedor hipotecario, únicamente para el
pago de la primera hipoteca, y no de la segunda. Entonces este acreedor le paga al
primero en el orden de las hipotecas, se subroga a él, y espera un mejor momento en
que la realización le permita cobrar ambos créditos: el de primer grado que ha
adquirido, y el de segundo, propio de él.

662. V. Pago de una hipoteca.


En los créditos garantizados con hipoteca se presenta frecuentemente la
subrogación. Desde luego, porque, según veremos, ella traspasa la hipoteca al nuevo
acreedor (N.° 672, donde también diremos del problema de cómo se produce dicho
traspaso). De manera que en todos los casos de subrogación legal y convencional, ella
se traduce en el cambio del acreedor hipotecario. Además, la existencia de la hipoteca
es normalmente un incentivo para el tercero que paga y que se hace así de un crédito
con la garantía predilecta.
En el número anterior ya destacamos un caso: el del N.° 1.° del Art. 1.610, de la
subrogación a favor del acreedor que paga al hipotecario.
Los que nos preocupan ahora son los de aquellos que se han visto obligados a
pagar la deuda que no les correspondía en mérito al carácter real de la hipoteca, y
aquellos en que el adquirente del inmueble hipotecado ha pagado el gravamen que lo
afectaba y posteriormente se ve privado de su dominio.
Tres son las disposiciones que se refieren a ellos:
1.° El Art. 2.429, inc. 2.°, para el poseedor de la finca hipotecada. El precepto se
refiere expresamente a la situación del que ha adquirido una finca gravada con
hipoteca.
2.° El Art. 2.430, para el caso del que hipoteca un inmueble propio para garantizar
una deuda ajena, y
3.° El Art. 1.610, N.° 2.°, aplicable al que habiendo comprado un inmueble, es
obligado a pagar a los acreedores a quienes éste estaba hipotecado.
Este precepto es limitativo, pues se refiere exclusivamente a la compra, y en
consecuencia no puede extenderse a otros títulos translaticios de dominio, que
deberán encuadrarse, si ello es posible, en los demás casos de subrogación legal. Su
objeto fundamental es proteger al comprador del inmueble que ha pagado la hipoteca
que afectaba a éste, y posteriormente se ve privado por cualquier causa de su camino.
Es posible sintetizar en 4 los casos de subrogación legal que pueden presentarse
por aplicación de los preceptos indicados: 1.° El del adquirente de un inmueble
hipotecado, que se ve obligado a pagar la hipoteca que lo gravaba; 2.° El de la
hipoteca constituida por un tercero; 3.° El del adquirente del inmueble hipotecado que
se hizo cargo del pago de la hipoteca y es privado del dominio del bien raíz, y 4.° El de
la caducidad o purga de la hipoteca.
Los examinaremos a continuación en ese orden:
1.° Adquirente de la finca hipotecada.
El Art. 2.429, según decíamos, se refiere al caso del tercer poseedor reconvenido
para el pago de la hipoteca constituida sobre la finca que ha adquirido con ese

430
LAS OBLIGACIONES TOMO II

gravamen.626 Este tercer poseedor no responde de la deuda garantizada con hipoteca,


pero por el carácter real de ésta puede verse obligado a pagarla, y en tal caso, de
acuerdo al inc. 2.° del Art. 2.429, se subroga en los derechos del acreedor en los
mismos términos que el fiador.
Si este adquirente es un comprador, también queda incluido en el N.° 2.° del Art.
1.610.627
2.° Hipoteca constituida por un tercero.
Hemos ya dicho que la hipoteca puede ser constituida por un tercero ajeno a la
deuda; normalmente quedará sólo obligado en virtud de la hipoteca, pero no
personalmente, a menos que así se estipule. La distinción en este momento carece de
interés, porque de acuerdo al Art. 2.430, inc. 2.°, en ambos casos se aplica el artículo
anterior, esto es, se produce la subrogación legal para cobrarle al deudor en cuyo favor
se constituyó la hipoteca.628
3.° Caso del que se hizo cargo del pago de una hipoteca, y es privado de su
dominio.
Es frecuente que quien adquiere un inmueble, se haga cargo en pago del precio o
de parte de él, de la deuda hipotecaria que lo grava. Por ejemplo, se vende una
propiedad en $ 400.000, y el comprador paga el precio con $ 300.000 al contado, que
entrega al vendedor, y con $ 100.000 haciéndose cargo de la cancelación de una
deuda hipotecaria de éste, con su propio tradente, con una institución, verbigracia, el
Banco del Estado. La operación resulta conveniente para el vendedor, porque es más
fácil encontrar un comprador si éste debe desembolsar menos dinero, y para el
adquirente, porque compra una propiedad de mayor valor, haciéndose cargo de una
deuda que puede ser a largo o mediano plazo (N.° 1.157).
Posteriormente de haber cancelado la deuda hipotecaria, el comprador se ve
privado de la propiedad, que es reivindicada por un tercero que acredita ser el legítimo
dueño; aquél en virtud del derecho a la evicción puede exigir al vendedor la devolución
de los $ 300.000, y además se ha subrogado al Banco acreedor hipotecario en la
hipoteca que le canceló. Así lo resolvió la Corte Suprema, de acuerdo al N.° Y del Art.
1.6 10.629 La solución es de bastante justicia para el comprador que pagó el inmueble
y la hipoteca, pero es muy curioso, porque la hipoteca puede haber estado cancelada
en el Conservador de Bienes Raíces, pero en virtud de la subrogación se la entiende
vigente.
Este caso es diferente al que vimos con el N.° 1.°, pues en éste el adquirente no se
había obligado a la deuda hipotecaria, y de ahí que si la paga, se subroga para cobrarle
inmediatamente al deudor personal. En cambio, en la situación fallada por nuestro más
alto tribunal, el adquirente se había obligado a cubrir la deuda hipotecaria, y
normalmente al pagarla no tendría derecho a repetir contra nadie. Es la circunstancia
de perder su derecho al bien adquirido la que le permite invocar la subrogación.
4.°. Caducidad o purga de la hipoteca. Pero el caso de mayor importancia en que
opera la subrogación legal del N.° 2.° del Art. 1.610 es el de la caducidad o purga de la
hipoteca, cuando ha quedado subsistente alguna de ellas.

626
Sobre quien es tercer poseedor de la finca hipotecada, véase Somarriva, Cauciones, ob. cit. N.° 437,
pág. 441. A nosotros nos interesa únicamente destacar en este momento la situación del que no estaba
obligado a la deuda garantizada con hipoteca, y se ve obligado a pagarla; se subroga al acreedor para
cobrarle al deudor personal.
627
No tiene nada de extraño esto de que puedan concurrir dos o más causales de subrogación legal en un
mismo caso, y así por ejemplo el acreedor que paga a otro de mejor derecho, puede hacerlo con el
consentimiento expreso o tácito del deudor, concurriendo en su favor las subrogaciones legales de los Nos.
1° y 5° del Art. 1.610. Véase Nota 635.
628
El mismo precepto se pone en el caso del fiador que garantiza su fianza con hipoteca. Este tendrá la
acción subrogatoria propia de todo fiador.
629
RDJ, T. 43, sec. 1a, pág. 491; la deuda hipotecaria pagada era a favor de la Caja de Crédito
Hipotecario, cuyo sucesor legal es el Banco del Estado, según ya lo dijimos anteriormente. (Véase Nota 635).

Dislexia Virtual 431


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Por su carácter de derecho real la hipoteca otorga al acreedor derecho a perseguir


la finca gravada, sea quien fuere el que posea, y a cualquier título que la haya
adquirido (Art. 2.428, inc. 1.°).
Semejante derecho se extingue cuando alguien adquiere la finca hipotecada, en
pública subasta ordenada por el juez (inc. 2.° del Art. 2.428); es la llamada caducidad o
purga de la hipoteca. Pero para que ella tenga lugar es menester que la pública
subasta se haya efectuado previa notificación de todos los acreedores hipotecarios, y
que entre ella y la subasta medie el término de emplazamiento. Cumplido este
requisito la hipoteca de aquellos acreedores que no alcancen a pagarse con el
producto del remate se extingue, porque el inmueble no tenía capacidad crediticia para
tantas hipotecas. Las que no alcanzaron a pagarse eran sólo teóricas, ficticias. Y así,
por ejemplo, hay tres acreedores hipotecarios por $ 100.000 cada uno de ellos, y
ejecutada la propiedad gravada, el remate sólo alcanza a $ 200.000; con ellos se
pagan los acreedores hipotecarios de 1.° y 2.° grados, pero el tercero no alcanza a
pagarse y se extingue su hipoteca, porque el inmueble soportaba cauciones realmente
sólo por $ 200.000.
Pero si por cualquier motivo se ha omitido la citación de un acreedor hipotecario,
como si en el ejemplo no se notificó al de tercer grado, la venta forzada no se anula; lo
que ocurre es que el omitido conserva intactos sus derechos, no se extingue su
hipoteca, y dado el carácter real de ella, puede dirigirse contra quien se adjudicó la
finca en el remate, y con cuyos $ 200.000 que pagó de precio se canceló en el ejemplo
a los acreedores de primer y segundo grados.
No seria justo que por tal circunstancia, por el solo hecho de no haber sido
notificado, el acreedor cuya hipoteca no alcanzaba a pagarse, mejore de situación y
pase a serlo de primer grado, por haberse ya cancelado las anteriores, saque a remate
la propiedad nuevamente y se pague de la hipoteca que normalmente no alcanzaba a
cancelarse. Esto es lo que evita la subrogación que de acuerdo al N.° 2.° del Art. 1.610
se produce a favor del adquirente en los derechos de los acreedores hipotecarios
pagados, en el ejemplo, los de 1.° y 2.° grados; si el de 3er. grado lo exige, se saca de
nuevo a remate la propiedad. El que la había adquirido, se paga con el producto de
esta nueva subasta, como si fuere acreedor de 1.° y 2.° grados, o sea, recibe los $
200.000 que pagó, y el de 3.° grado recibe el resto si el nuevo remate da más de los $
200.000 que arrojó el anterior, y en caso contrario, se purga su hipoteca. Ha quedado,
pues, en igual situación y la subrogación ha producido la normalidad total. Así lo ha
resuelto reiteradamente la jurisprudencia de los tribunales.630
Pero el caso tiene muchas particularidades, porque el legislador por regla general
no acepta que una persona sea acreedora hipotecaria en su propio inmueble, y en este
caso hace excepción por razones de evidente equidad. Naturalmente que la hipoteca
sólo va a adquirir importancia si el que adquirió se ve privado del dominio.631 También
es de excepción, porque la hipoteca no expira con la obligación principal, como es lo
normal.632
Se ha pretendido aisladamente discutir que la subrogación no se produce si el
pago a los acreedores hipotecarios se ha efectuado con los dineros procedentes de la
subasta.633 Semejante opinión debe rechazarse terminantemente.

630
RDJ, Ts. 26, sec. 1a, pág. 616; 29, sec. la, pág. 453; 42, sec. 1a., pág. 616. En contra, RDJ, T. 26. sec.
2a., pág. 35, basado en que paga realmente el deudor con el precio de la subasta.
631
RDJ, T. 29, sec. la, pág. 453: revive el derecho a cobrar la hipoteca si el dominio pasa a otras manos,
como si vuelve al del primitivo dueño por ineficacia de la enajenación,
632
RDJ, T. 33, sec. la, pág. 245.
633
RDJ, T. 3er, sec. 2a., pág. En contra específicamente, T. 17, sec. la., pág. 542. Cabe observar aun que
el Art. 1.251, N.° 2° del Código francés en que se inspira la disposición justamente la refiere al comprador
que emplea el precio de la adquisición en el pág(-
pág(-) a los acreedores hipotecarios. El precepto nuestro es más
amplio, pues no limita subrogación en cuanto a los dineros con que se paguen las deudas.

432
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Si el acreedor hipotecario mismo se adjudica la propiedad en el remate,


igualmente opera la subrogación legal que estudiamos. Así se ha fallado y es la opinión
de la doctrina.634 No se ve inconvenientes en realidad para que así sea.
Como puede apreciarse, la subrogación en la hipoteca es amplia y cubre una vasta
gama de situaciones, pero es especialmente importante en los casos del Art. 1.610 N.°
2.°, en que el comprador se ve privado del dominio y conserva la hipoteca que
pagó.635

663. VI. Heredero beneficiarlo que paga con dineros propios deudas de la
herencia.
De acuerdo al N.° 4.° del precepto en examen, la subrogación legal opera también
en favor “del heredero beneficiario que paga con su propio dinero las deudas de la
herencia”.
Como se ha dicho ya, el beneficio de inventario es el que goza el heredero para no
ser obligado al pago de las deudas hereditarias y testamentarias sino hasta el monto
de los bienes que recibe a título de herencia. El heredero, considerado como
continuador de la persona del difunto, está obligado al pasivo hereditario sin límites, a
menos que haga uso de este beneficio que le concede la ley. En tal caso, responde sólo
hasta el valor recibido y no más allá.
Pero en virtud de la subrogación legal, no es obligación que el pago lo efectúe
materialmente con los bienes hereditarios o el producto de la enajenación voluntaria o
forzada de ellos. Puede hacerlo con su propio dinero y quedarse con los bienes
hereditarios, en virtud de la subrogación legal que establece el Art. 1.610, N.° 4.°.
Por ejemplo, el único bien hereditario es una casa de valor de $ 100.000 y hay un
pasivo hereditario de $ 200.000. Si el heredero beneficiario paga con su propio dinero
los $ 100.000 en vez de hacerlo con la casa, o el producto de la venta de ésta, los
acreedores impagos no podrán hacer efectivos sus créditos en ella, porque, el heredero
beneficiario se subrogó al acreedor a quien pagó con fondos propios. Agotó su
responsabilidad y ya no tiene más obligación.636

664. VII. Otros casos de subrogación legal.


Decíamos que fuera del Art. 161 existen otros casos de subrogación legal, de los
cuales hemos citado algunos: Art. 2.429 y 2.430, en la hipoteca, etcétera.
Otro caso se presenta en el inc. 2.° del Art. 2.295 y lo veremos en el Capítulo
siguiente: si se paga por error una deuda ajena, y el acreedor ha suprimido o
cancelado el título necesario para cobrarle al verdadero deudor, el que pagó
indebidamente no tiene acción de repetición contra el accipiens, “pero podrá intentar
contra el deudor las acciones del acreedor”. Si ejerce las acciones del acreedor es
porque se ha subrogado legalmente a él (N.° 690, 1.°).

634
RDJ, Ts, 26, sec. la, pág. 616; 33, sec. la, pág. 245. Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 487, pág. 496 y
autores citados por él en la nota 478 a la pág. 498. También Rafael Mery Berisso. Derecho Hipotecario. M. de
P. Ed. jurídica de Chile. 1958, N.° 244, pág. 427, in fine.
635
Se sostiene que el tercer poseedor que es comprador y se ve obligado al pago de la hipoteca queda
incluido en el precepto, por lo que el Art. 2.429 sería un mera repetición suya. En todo caso éste es más
amplio, pues comprende no sólo el caso de la compraventa, sino también cualquier título de adquisición. A la
inversa, el Art. 2.429 no incluye el caso en que el comprador ha pagado alguna hipoteca y es privado del
dominio por quien acredita ser verdadero dueño u otro motivo que hace ineficaz su adquisición,
especialmente el citado en el texto de la adquisición en pública subasta, habiéndose omitido citar a un
acreedor. Ambos preceptos tienen entonces un campo de aplicación común, y uno separado.
636
Véase Derecho Sucesorio, ob. cit., pág. 475 y sigtes. y N` 671, pág. 484 y Francisco Escobar Riffo, ob.
cit., pág. 149 y siguientes. En relación al beneficio de inventario se discute si produce la separación de los
patrimonios del causante y del heredero beneficiario, en cuyo caso los acreedores del primero no podrían
perseguir los bienes del heredero, o es meramente una limitación de responsabilidad, de manera que los
acreedores podrían hacer efectivos sus créditos en los bienes de la herencia o del heredero, pero sólo hasta
concurrencia de lo que haya recibido por el primer Capítulo. Hay buenos argumentos para sostener esto
último, pero el Art. 1.610, N.° 4°, pareciera indicar que se produce la separación de patrimonios.

Dislexia Virtual 433


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Fuera del Código, el Art. 87 de la Ley 18.092 de 14 de enero de 1982, sobre letras
de Cambio y Pagarés, subroga en todos los derechos del portador al tercero extraño a
la letra que le paga.

Párrafo 3.°

LA SUBROGACIÓN CONVENCIONAL

665. Concepto.
De acuerdo al Art. 1.611, “se efectúa la subrogación en virtud de una convención
del acreedor, cuando éste, recibiendo de un tercero el pago de la deuda, le subroga
voluntariamente en todos los derechos y acciones que le corresponden como tal”. La
subrogación convencional o voluntaria se produce por un acuerdo entre el acreedor y
un tercero que paga con fondos propios la deuda ajena.
Esta forma de subrogar va a tener lugar cuando no pueda aplicarse la legal. Por
ello es que el Art. 1.573 dispone que el tercero si paga sin el consentimiento del
deudor, sólo tiene derecho a repetir contra éste lo que pagó, pero no se subroga al
acreedor ni tampoco puede compeler a éste a que lo haga, y sólo si aquél quiere lo
subrogará convencionalmente (N.° 596).
Porque la subrogación legal impide la convencional, se ha resuelto que si ella
operó a favor del fiador que pagó la deuda, no puede el acreedor subrogar
voluntariamente a otro que también le cancele, 637 y que no hay cosa juzgada si en un
juicio se cobra en virtud de la subrogación legal del N.° 5.° del Art. 1.610 y en el otro
por la convencional del Art. 1.611.638
Ya hemos dicho que la subrogación convencional es poco frecuente, y ha sido
desplazada por la cesión de créditos, a la cual se parece (N.° 1.133).
Para que tenga lugar, es preciso que concurran los siguientes requisitos:
1.° Los propios de toda subrogación;
2.° El consentimiento del acreedor, y
3.° Las solemnidades legales.
Los veremos en los números siguientes.

666. I. Requisitos de toda subrogación. Referencia.


La subrogación convencional debe cumplir las exigencias comunes a la institución,
esto es, debe haber un pago que efectúa un tercero voluntariamente con fondos
propios. Nos remitimos a lo dicho en el N.° 652.
Es por ello que se ha fallado que el acreedor no puede subrogar sino al tercero que
le paga, y no está facultado para hacerlo a un tercero distinto al que efectuó la
solución.639

667. II. Consentimiento del acreedor.


Es lo que caracteriza la subrogación convencional y la distingue de la legal: se
requiere la voluntad del acreedor, mientras esta última opera aun en contra de ella. El
Art. 1.611, para significarlo, habla de una convención del acreedor. En nuestro derecho
es un acuerdo entre éste y el solvens, pues ya hemos señalado que el deudor no puede
hacerlo.
Este es totalmente extraño a la convención; ni se requiere su consentimiento, ni
tampoco puede oponerse a la subrogación, porque según hemos dicho, carece interés
para ello, pues con la subrogacion queda exactamente igual que antes (N.° 655).

637
RDJ, T. 28, sec. 1a., pág. 606
638
RDJ, T. 31, sec. 1a., pág. 131.
639
RDJ, T. 33, sec. 1a., pág. 177.

434
LAS OBLIGACIONES TOMO II

668. III. Formalidades de la subrogación convencional.


Esta especie de pago con subrogación es solemne;640 Se sujeta a una doble
formalidad:
1.° Debe hacerse en la carta de pago o recibo.
No hay otra oportunidad para efectuarla, como lo señala categóricamente el Art.
1.611. Y la solución es evidente, porque ella es imposible antes del pago, pues la
subrogación convencional lo supone; sólo podría tener lugar una cesión de créditos o
una novación por cambio de acreedor. Ni tampoco podría hacerse la subrogación
después de la solución, porque el acreedor no tendria derecho alguno en qué efectuar
la sustitución, pues el que tenía se extinguió por el pago.
Si bien la subrogación debe contar en el recibo del pago, no se requiere formalidad
especial, y en consecuencia él puede ser privado o público. En el caso de pagos
parciales, la subrogación debe efectuarse en cada uno de los recibos, y no en la
escritura de cancelación final.641
2.° Deben cumplirse las formalidades de la cesión de créditos.
Así lo señala el mismo Art. 1.611 en su parte final: “la subrogación en este caso
está sujeta a las reglas de la cesión de créditos”.
Nos remitimos a lo que se dirá al estudiar ésta (N.° 1.051 siguientes); hacemos
únicamente presente que en virtud de los Arts. 1.901 y 1.902, ella se perfecciona entre
las partes por la entrega del título, y respecto del deudor y de terceros, si es aceptada
por el deudor o le ha sido notificada.
El título que debe entregar el accipiens es el documento en que consta la deuda, y
no la escritura en que se ha efectuado el pago. Así se ha resuelto.642
En resumen, la subrogación convencional supone, además de la declaración de
voluntad del acreedor en el recibo de pago, la entrega del título de la deuda y la
aceptación o notificación del deudor.

Párrafo 4.°

EFECTOS DE LA SUBROGACIÓN

669. Enunciación.
Los efectos de la subrogación, sea legal o convencional, son amplios. Así lo
destaca el Art. 1.612, inc. 1.°: “la subrogación tanto legal como convencional, traspasa
al nuevo acreedor todos los derechos, acciones, privilegios, prendas e hipotecas del
antiguo, así contra el deudor principal como contra cualesquiera terceros, obligados
solidaria o subsidiariamente a la deuda”. Como veremos en su oportunidad, son muy
semejantes a los de la cesión de créditos (N.° 1.061 y siguientes), con las diferencias
que emanan del hecho de constituir la subrogación un pago.
Según lo señala el precepto y ya lo habíamos destacado, en principio no hay más
diferencias entre la legal y la convencional que en cuanto a la forma en que se
producen: los de la primera de pleno derecho al efectuarse el pago, 643 sin intervención
alguna del acreedor. Los de la convencional, cuando recibiendo el pago, éste deja
constancia en el recibo de su ánimo de subrogar y se cumplen los requisitos de entrega
del título y notificación o aceptación del deudor. Para el examen de estos efectos,
distinguiremos los siguientes aspectos:
1.° Traspaso de derechos y acciones;
640
RDJ, T. 33, sec. la., pág, 177, sentencia que como puede apreciarse ha hecho un estudio acabado de la
institución.
641
La misma sentencia de la nota anterior.
642
El mismo fallo de la nota 640.
643
Por ello no se justifica tina mala práctica de algunos tribunales de exigir en letras de cambio, cheques,
etc., la devolución del endoso de quien recibe el pago del documento. Si ha operado la subrogación legal, no
procede semejante trámite, pues el solvens adquiere el crédito por ministerio de la ley y no por cesión del
acreedor: RDJ. T. 33, sec. 1a, pág. 402.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

2.° Traspaso de los privilegios,


3.° Traspaso de las cauciones;
4.° Discusión acerca de si se traspasan los derechos inherentes a la persona del
acreedor;
5.° Derecho del solvens a reclamar el título de la obligación;
6.° Conservación de las acciones propias del solvens;
7.° Limitación y renuncia a la subrogación, y
8.° El caso del pago parcial.

670. I. Traspaso de derechos y acciones.


El Art. 1.612 lo dice expresamente, de modo que no cabe entre nosotros una
doctrina que ha sostenido que no pasa al solvens el crédito mismo, sino solamente sus
accesorios.644
Los derechos y acciones que se traspasan son únicamente los existentes al tiempo
de la subrogación.645
En virtud de que al solvens se traspasan los derechos y acciones del acreedor:
1.° El subrogado puede cobrar ejecutivamente, si hay título ejecutivo para ello;646
incluso puede solicitar que se le adjudique la cosa embargada en pago del crédito,
como podría hacerlo el acreedor primitivo.647
2.° Si la obligación era mercantil, mantiene esta calidad,
3.° Los plazos de prescripción no sufren variación alguna, de modo que el va
corrido de ella al ocurrir la subrogación continúa transcurriendo como si nada hubiera
pasado;648
4.° Si el tercero paga antes del vencimiento del plazo, sólo podrá demandar al
deudor vencido que éste sea;
5.° La deuda continúa devengando los mismos intereses y sujeta a la misma
cláusula penal para el caso de incumplimiento, si había unos u otra;
6.° El tercero queda colocado en la misma situación jurídica del acreedor primitivo,
o sea, pasa a tener la calidad de contratante, lo que tiene gran importancia en los
contratos bilaterales, pues le permitiría deducir la acción resolutoria en caso de
incumplimiento, tal como podía hacerlo el accipiens.
Esta generalidad de los efectos de la subrogacion puede sufrir algunas limitaciones
en virtud de la convención (N.° 676), o del hecho de que se trata de un pago. El
solvens sólo tiene derecho a cobrar lo mismo que canceló (N.° 677), y por ello se ha
resuelto que si la deuda estaba estipulada en dólares, y el tercero la pagó en moneda
nacional, sólo puede cobrar al deudor la misma suma pagada y no el equivalente en
moneda nacional a la época de recibir su propio pago.649

671. II. Traspaso de los privilegios.


Así lo declara el Art. 1.612 y lo repite precisamente en la Prelación de Créditos el
inc. 2.° del Art 2.470 (N.° 982). Ello se explica porque la subrogación traspasa el
crédito, y el privilegio es inherente a éste.
Y esto tiene un gran interés y aplicación práctica que ha sido muy frecuente a
favor de los despachadores de Aduana. En efecto, el Fisco goza de un privilegio de
primera clase (Art. 2.472, N.° 9.°, N.° 991); quienes importan mercaderías del
extranjero deben internarla por medio de aquellos funcionarios, los que pagan a la
644
Alessandri, ob. cit., pág. 320.
645
RDJ, T. 38, sec. 1a, pág. 295.
646
Sin embargo, cierta jurisprudencia se ha confundido con el problema de la legitimación para ejecutar y
ha rechazado la ejecución porque en el título no hay constancia de la subrogación: RDJ, T. 43, sec. la., pág.
75. Otra sentencia dijo que el título ejecutivo era la escritura pública en que el deudor dejó constancia que el
pago lo había hecho el fiador: RDJ, T. 21, sec. la., pág. 1.022. El subrogado para accionar ejecutivamente
debe acompañar el título y comprobación del pago, que constituye su legitimación para demandar.
647
RDJ, T. 40, sec. 2a., pág. 30.
648
Salvo que a favor del subrogado opere alguna causal de suspensión. (N° 1.252).
649
RDJ, T. 64, sec. 1a, pág. 306.

436
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Aduana el valor de los derechos y se responsabilizan de cualquier ulterioridad. Si el


despachador efectúa estos pagos con fondos propios, se subroga al Fisco en el crédito
de éste, y en consecuencia tendrá un privilegio de primera clase contra el
importador.650
En razón de esto, también se ha aceptado la tercería de prelación, deducida por el
subrogado en un juicio ejecutivo para pagarse con preferencia al ejecutante.651

672. III. Traspaso de las cauciones.


Si la caución es una obligación accesoria, se traspasa con el crédito; de ahí que el
Art. 1.612 lo diga expresamente en cuanto a la fianza, hipoteca, codeudoría solidaria y
prenda.
Respecto de la hipoteca se han producido algunas complicaciones relacionadas
con la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces.
En algunos casos, ella puede estar cancelada en virtud del pago (N.° 662, 3.° y
4.°), lo que no es obstáculo, según se ha fallado, para que opere la subrogación.652
Un problema más grave se presentó, y que volveremos a encontrar en la cesión de
créditos (N.° 1.063, 5.°): a saber si para el traspaso de la hipoteca al subrogado se
precisa una nueva inscripción en el Conservador de Bienes Raíces.
La doctrina es unánime de que no se necesita ni nueva inscripción, ni siquiera
anotación al margen de la existente, aun cuando por razones de conveniencia práctica
recomienda hacer esto último.653
Las razones son de mucho peso, porque el Art. 1.612 no exige ni inscripción ni
anotación alguna; antes por el contrario, está redactado sobre la idea de que el
traspaso se produce de pleno derecho. Tampoco el Reglamento del Conservador ha
exigido semejante inscripción. Especialmente absurda sería la exigencia cuando la
subrogación es legal, que opera sin intervención alguna de la voluntad del acreedor.
Finalmente, el carácter accesorio de la hipoteca es lo que explica la no exigencia de
formalidad alguna.
Así lo había entendido la jurisprudencia, 654 pero en una oportunidad la Corte
Suprema, en un fallo de mayoría, resolvió que se655 requería una nueva inscripción.
Posteriormente, se ha declarado que no es ella necesaria.656

673. IV. ¿Se traspasan los derechos concedidos en razón a la persona del
acreedor?
El Art. 1.612 está concebido en términos por demás amplios, pues en la expresión
derechos y acciones quedan comprendidos cuantos accesorios tenga la deuda.
Pero hay algunas acciones y derechos que la ley otorga en consideración exclusiva
a la persona del acreedor, a su propia situación jurídica. ¿Se traspasan también ellos en
virtud de la subrogación?
Hay quienes pretenden que sí,657 y se fundan, precisamente, en que el Art. 1.612
no hace distinción alguna. Se agrega que en muchos de los privilegios, que, según
vimos, se traspasan con la Subrogación, se toma en cuenta la situación personal del
acreedor, como ocurre especialmente con los de cuarta clase (N.° 1.022). Finalmente,
el Art. 1.906, en la cesión de derechos, dispuso que no se traspasan las excepciones

650
Por vía ejemplar, RDJ, Ts. 14, sec. 2a., pág. 21, y 33, sec.1a, pág. 115.
651
RDJ, T. 17, sec. 1a., pág. 542.
652
G.T. de 1917, 1er sem., N.° 290, pág. 933 y de 1927, N.° 85, pág. 375.
653
Alessandri, ob. cit., pág. 322, y “Del traspaso del derecho de hipoteca en el pago con subrogación”,
RDJ T. 21, la parte, pág. 1; Héctor Claro Salas, “Un caso de pago con subrogación”, RDJ, T. 8°, la parte, pág.
167: Luis Claro Solar, ob. cit., T. 12, N.° 1.579, pág. 277: Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 415, pág. 405,
etc.
654
RDJ, T. 17, sec. 1a, pág. 542.
655
RDJ, T. 21, sec. 1a., pág. 146.
656
RDJ, T. 26, sec. 2a., pág. 43.
657
Claro Solar, ob. cit., T. 12, N°1.576, pág. 272.

Dislexia Virtual 437


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

personales del cedente. Como no hizo la salvedad en la subrogación, quiere decir que
ellas pertenecen al subrogado.
Otros autores discrepan de esta opinión,658 y se basan:
1.° En que si bien el Art. 1.612 es amplísimo, no puede incluir estos derechos
personalísimos, porque ellos son en sí mismos intraspasables, como que no se
transmiten por causa de muerte. No tenía necesidad de decirlo el legislador, porque es
una característica de estas prerrogativas;
2.° Se rechaza el argumento del Art. 1.906 porque él no haría sino confirmar la
regla general de que estas acciones y excepciones personalísimas son intraspasables
por acto entre vivos y por causa de muerte. Aún más, si ello no se traspasan en la
cesión de derechos que supone siempre la concurrencia de la voluntad de su
beneficiario, menos puede ocurrir en la subrogación que si es legal, puede ser contra la
voluntad del titular de tales derechos, y
3.° Finalmente, la doctrina contraria lleva a conclusiones absurdas, Como por
ejemplo sostener que si la prescripción estaba suspendida respecto del acreedor,
continuaría en igual forma a favor del subrogado, aun cuando éste fuere capaz; que si
se le ha pagado al Fisco, el tercero gozaría de las prerrogativas propias de éste, y entre
ellas la de litigar como el Fisco lo hace, etc. justamente, el grave problema de la
doctrina contraria es delimitar cuáles prerrogativas otorgadas en consideración a la
persona del acreedor se traspasan y cuáles no.
La jurisprudencia es igualmente vacilante; el problema se ha debatido
principalmente en torno a los intereses más elevados que los máximos permitidos (N.°
366), que algunas personas, especialmente como las instituciones de crédito
hipotecario, el Fisco en caso de mora, etc., está facultados para cobrar. Si el tercero les
paga y se subroga en los créditos, ¿podría a su vez cobrar iguales intereses? Algunas
veces se ha dicho que sí659 y otras que no.660 En otra ocasión se resolvió que la
competencia establecida para los créditos del Fisco en razón de la obligación misma y
no como fuero de éste, como por ejemplo en una contribución, rige también para el
cobro del subrogado.661
En nuestra opinión se impone como en este último caso una distinción, porque
estas prerrogativas personalísimas pueden ser otorgadas al crédito, como ocurre con
los intereses, los privilegios mismos, etc., y entonces no se ve inconveniente alguno
para que pasen al nuevo acreedor. En cambio, hay otros que no consideran para nada
el crédito, tienen lugar cualquiera que éste sea, como la suspensión de la prescripción,
la competencia por el fuero personal, etc. Tales no pueden jamás traspasarse porque
no pertenecen ni jamás han pertenecido al crédito, sino exclusivamente al acreedor, de
manera que si éste adquiere un crédito por subrogación, también gozaría de ellas, aun
cuando la obligación que se le traspasa no los tuviera. La diferencia es sutil, pero
existente: unas prerrogativas se otorgan a ciertos créditos en consideración a la
persona de su acreedor; las otras a éste para toda clase de crédito o cuando menos la
mayoría de ellos.

674. V. Derecho del solvens a reclamar el título.


En la convencional es requisito para su perfección la entrega al subrogado del
título de la obligación (N.° 668), esto es, el documento en que el crédito consta. Pero
en todos los casos lo requerirá para poder cobrarlo.
Por ello se le ha reconocido derecho y acción al subrogado para exigir al acreedor
a quien pagó que le entregue el título.662
658
Alessandri, ob. cit., pág. 340: Somarriva, Los contratos, etc., ob. cit., N.° 95, pág. 69.
659
En caso de pago a la Caja de Crédito Hipotecario (hoy Banco del Estado): G.T. de 1889, T. 1°, N.°
1.045, pág. 690; RDJ, T. 35, sec. 2a, pág. 68. Intereses del Fisco: G.T. de 1861, N.° 1.190, pág. 758 y de
1892, T. 2°, N.° 2.113, pág. 396.
660
RDJ, Ts. 16, sec. 1a, pág. 62, y 22, sec. 1a, pág. 25.
661
RDJ, T. 38, sec. 2a., pág. 46.
662
RDJ, T. 43, sec. 1a, pág. 75.

438
LAS OBLIGACIONES TOMO II

675. VI. El solvens conserva sus propias acciones.


En el N.° 655 lo anunciamos, y a través M estudio de los casos de subrogación
legal lo hemos repetido. En muchas ocasiones el subrogado, además de la acción que
emana de la subrogación, tendrá una personal contra el deudor, derivada de la relación
que lo une a éste; la subrogación no le hace perder estas últimas, de manera que el
solvens optará por una u otra.
Ejercerá, por ejemplo, la personal propia si es ella la que goza de garantías, y no el
crédito en que se ha subrogado. O si, como la subrogación no interrumpe ni afecta a la
prescripción que está corriendo, está prescrita la obligación que pagó y vigente, en
cambio, la acción personal. O si el crédito directo contra el deudor (si es mandatario
suyo, le prestó el dinero para el pago, etc.) devenga intereses, y el que adquiere por
subrogación no los produce o son de menor tasa, etcétera.
En las situaciones inversas, especialmente si el crédito que adquiere por
subrogación está garantizado, le será conveniente asilarse en la subrogación.

676. VII. Limitación de los efectos y renuncia.


El solvens puede renunciar a la subrogación producida, incluso a la legal; vimos
justamente en el número anterior que puede escoger entre la acción subrogatoria y la
personal, y si aquélla está establecida en su propio beneficio no se ve qué
inconveniente puede existir para la renuncia.
Las partes pueden igualmente limitar los efectos de la subrogación, el acreedor
tiene poder para hacerlo por sí solo en la convencional, y el solvens deberá aceptar lo
que aquél le imponga, puesto que puede negarle totalmente la subrogación. Quien
puede lo más, puede lo menos, como dice el aforismo popular.
En la legal no podría hacerlo el acreedor por sí solo, porque se producen de pleno
derecho y aun contra su voluntad, pero no habría inconveniente para que lo hicieran de
común acuerdo accipiens y solvens, puesto que según decíamos éste puede renunciar
íntegramente a la subrogación; con mayor razón, consentir en que se restrinjan sus
efectos, como por ejemplo, que no se traspase una hipoteca.

677. VIII. Efectos del pago parcial.


La subrogación supone un pago, y por ello limita sus efectos a lo efectivamente
cumplido.
En consecuencia, si el pago es parcial, el acreedor conserva su crédito por la parte
insoluta, y el subrogado adquiere únicamente la porción pagada por él. Así lo señala el
Art. 1.612 en su inc. 2.°: “si el acreedor ha sido solamente pagado en parte, podrá
ejercer sus derechos relativamente a lo que se le reste debiendo, con preferencia al
que sólo ha pagado una parte del crédito”. Y así, por ejemplo, si el crédito era por $
100.000, y el tercero pagó la mitad, sólo por $ 50.000, se subroga contra el deudor, y
el accipiens conserva su crédito por los restantes $ 50.000, y aún más, los cobrará con
preferencia respecto del subrogado.
Es ésta la principal diferencia entre la subrogación y la cesión de créditos; ésta es
un negocio jurídico, de manera que bien puede en el ejemplo el acreedor vender su
crédito por $ 50.000, y el cesionario, quien efectúa una operación especulativa,
adquirirá, salvo estipulación en contrario, todo el crédito y podrá cobrar al deudor el
total de la obligación; en cambio, la subrogación no es un negocio especulativo, deriva
de un pago y si éste no es total, no ha extinguido respecto del acreedor el crédito, sino
hasta el monto de lo solucionado (N.° 1.133).
Puede suceder que la subrogación opere en favor de varias personas distintas,
como si en el ejemplo posteriormente otro tercero paga los $ 50.000 adeudados aún,
subrogándose al acreedor por esta suma. En tal caso, cada uno de los subrogados
cobrará al deudor por subrogación su parte en el crédito, pero desaparece el derecho
de preferencia; éste no se traspasa con la segunda subrogación del ejemplo.

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El Código lo señala para un caso particular de subrogación legal en el Art. 1.613,


pero debe aplicarse igual solución a todos ellos.
Dice el precepto: “Si varias personas han prestado dinero al deudor para el pago
de una deuda, no habrá preferencia entre ellas, cualesquiera que hayan sido las fechas
de los diferentes préstamos o subrogaciones”.

440
Capítulo IV
EL PAGO DE LO NO DEBIDO
678. Reglamentación.
El Código reglamenta el pago de lo no debido o pago indebido, en el párrafo 2.° del
Título 34.° del Libro 40, bajo el epígrafe: “Del pago de lo no debido”, Arts. 2.294 a
2.303, ambos inclusive. Dicho Título 34.° es el que habla de los principales
cuasicontratos.
Por nuestra parte, como muchos autores, preferimos tratarlo a continuación del
pago, por la obvia razón que no es sino un pago, sólo que por carecer de causa jurídica
da derecho normalmente a repetir lo pagado; pero son las reglas recién estudiadas en
el pago las que nos permitirán determinar cuándo éste resulta indebido.

679. Concepto.
Siempre que hay pago indebido, es porque se cumple una obligación que no
existe, ya sea que carezca totalmente de existencia y nunca la haya tenido, o se haya
extinguido, o se yerre en la prestación, en quien la hace o a quien se hace. El pago
supone una obligación previa entre dos personas, acreedor y deudor, que se va a
extinguir por el cumplimiento. Si no hay obligación, si se paga a quien no es el
acreedor, o creyéndose pagar una deuda propia se cancela una ajena, y se cumplen los
requisitos que luego estudiaremos, hay un pago de lo no debido.
Por ello podemos decir que en virtud del pago indebido, quien paga por error lo
que no debe, tiene derecho a solicitar la restitución de lo pagado indebidamente.

680. Naturaleza jurídica del pago indebido.


Ya al estudiar la teoría general del cuasicontrato, hemos tenido oportunidad de
detenemos en el punto (N.° 180 y 181).
Para nuestro Código se trata de un cuasicontrato y así lo reglamenta; deriva de la
condictio indebiti del derecho romano, y no obstante la decadencia actual de la noción
del cuasicontrato, los principales que se consideraron tales: pago indebido y agencia
oficiosa, resisten su ubicación en otras instituciones.
La más socorrida y aceptada de las interpretaciones del pago indebido ve en él una
aplicación de la doctrina o principio del enriquecimiento sin causa y, en consecuencia,
la acción de repetición a que da origen (N.° 689), no es sino una variante de la de in
rem verso (N.° 196).
Y no hay duda de que en enorme medida el pago indebido aplica la teoría
señalada: si una persona ha recibido lo que no se le debía, enriquece injustamente su
patrimonio a costa de otro que sufre el empobrecimiento recíproco, pero no todas las
soluciones del pago indebido tienen ese justificativo; y es así como veremos que se
distingue entre el accipiens de buena y mala fe, agravándose naturalmente la
responsabilidad de este último (N.° 693). Las restituciones no se miden solamente por
el empobrecimiento y enriquecimiento recíprocos, sino que también toman en cuenta
la responsabilidad del accipiens.
Por ello parece más acertado concluir que el pago de lo no debido, con mucho de
aplicación del enriquecimiento sin causa, es una institución autónoma- una fuente de la

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obligación de restituir o indemnizar, si aquello no es posible. La Corte Suprema ha


declarado que el pago indebido se funda en el enriquecimiento sin causa, pero éste no
basta para que se presente aquél, pues deben concurrir sus requisitos legales
propios,611 que pasamos a estudiar.

681. Requisitos para que el pago sea indebido. Enunciación.


Para que nos encontremos frente a un pago indebido, deben reunirse los
siguientes requisitos:
1.° Debe haber mediado un pago;
2.° Al efectuarlo, se debe haber cometido un error, y
3.° El pago debe carecer de causa, o, como dicen algunos, debe haber inexistencia
de deuda objetiva o subjetivamente.

682. I. El pago.
El requisito parece por demás obvio: para que haya pago indebido es menester
antes que nada que se haya cumplido una obligación.
Lo que queremos destacar es que el Código, también al reglamentar el pago
indebido, se preocupa exclusivamente de las obligaciones de dar sin efectuar alusión
alguna a las de hacer. Sin embargo, resulta evidente que puede igualmente haber
pago de lo no debido en esta clase de obligaciones. En tal caso, normalmente, no
podrá demandarse la restitución, y el que pagó por error deberá ser indemnizado;
dicho de otra manera, la restitución tendrá que hacerse por equivalencia.

683. II. El error en el pago.


En el pago indebido la intención del solvens es determinante, porque según cual
haya sido ella pueden darse en vez de aquél, una donación o un pago con subrogación.
El pago indebido puede ser objetivo o subjetivo; en el primer caso se paga una
deuda que no existe; en el segundo, el error se produce en la persona, se soluciona
una deuda ajena. En el primero, debe distinguirse según la intención, el pago indebido
y la donación; en el segundo, el pago con subrogación del no debido.
En el pago con subrogación también se cumple una deuda ajena, pero a sabiendas
y con ánimo de subrogarse; en el pago indebido, creyéndola propia. Pues bien,
corresponderá al solvens acreditar su error en la forma que luego veremos.
En cambio, si se paga una deuda inexistente, si no hay error u otro vicio, como la
fuerza, hay donación. Pero como ella no se presume, deberá probar el presunto
donatario que el solvens pagó a sabiendas de que no era deudor.
Son dos los preceptos del Código que así lo señalan: los Arts. 2.299 y 1.397. Dice el
primero: “Del que da lo que no debe, no se presume que lo dona, a menos de probarse
que tuvo perfecto conocimiento de lo que hacía, tanto en el hecho como en el
derecho”. Y la parte final del segundo: “pero hace donación... el que paga a sabiendas
lo que en realidad no debe”. Como lo destaca el Art. 1.397, debe probarse que el
donante actuó “a sabiendas”; lo mismo dice el Art. 2.299 en otras palabras: “perfecto
conocimiento de lo que hacía”, con ello el donante revela el animus donandi, de
efectuar una liberalidad.
De todo esto fluye una clara diferencia entre el pago indebido objetivo y el
subjetivo- en el primero, basta probar la no existencia de la deuda; en ello consiste el
error del solvens. En el segundo, deberá acreditarse la existencia de éste, en qué
consistió el error.
En los números siguientes veremos cuándo existe error, y la influencia de la fuerza
en el solvens, en el pago que éste efectúa.

611
RDJ, T. 62, sec. la., pág. 86.

442
LAS OBLIGACIONES TOMO II

684. A. Tanto el error de hecho como el de derecho producen un pago


indebido.
El error de hecho produce en el pago un efecto distinto al normal; no anula el
pago, sino que da lugar a la repetición de lo indebidamente pagado. Así lo señala el
inc. 1.° del Art. 2.295: “si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo debía,
tiene derecho para repetir lo pagado”.612
Lo que sí es excepcional, es que el error de derecho también permita exigir la
restitución de lo dado o pagado, porque de acuerdo al Art. 8.° la ley se presume
conocida de todos, y no se puede alegar su ignorancia. Al alegar el error de derecho se
asila el solvens en su desconocimiento de la ley, y ello se acepta porque no lo hace
para eludir su cumplimiento, sino para que se le repare un perjuicio injusto.
Es el Art. 2.297 el que así lo establece: “se podrá repetir lo que se ha pagado por
error de derecho, cuando el pago no tenía por fundamento ni aun una obligación
puramente natural”.
Y el error de derecho es muy frecuente en la práctica, tanto que la mayoría de los
casos de pago indebido que se ventilan en los tribunales se refieren a reclamaciones
de contribuyentes contra el Fisco por el pago de impuestos que se pretenden no
deberse. Puede ocurrir que el Fisco, por error, gire impuestos no adeudados y el
contribuyente los cancele todo impuesto o contribución se funda en una ley que
autoriza su cobro, y si se gira alguno no autorizado por ella se comete un error de
derecho, se supone existente o aplicable una ley que en realidad no existe o no atañe
al caso. En consecuencia, si el contribuyente paga dichos giros, lo hace por error de
derecho. También puede ser por error de hecho, como si por ejemplo, paga de más por
fallas de su propia contabilidad.613

685. B. La fuerza no da lugar al pago indebido.


Algunas legislaciones extienden la aplicación de la institución en estudio al caso de
fuerza; en nuestro Código ella se limita al error, y, en consecuencia, si el pago
efectuado por el solvens se debió a la violencia física o moral que en él se ejerció, y
ella reúne los requisitos legales, el pago realizado adolecerá de nulidad relativa.614
Veremos más adelante que son diferentes los efectos de la nulidad y del pago
indebido.
Lo mismo cabe decir del dolo.

686. III. Carencia de causa en el pago.


Que el pago carezca de causa significa que se ha cumplido una deuda inexistente,
del todo o relativamente al solvens.
Ello ocurrirá porque:
1.° Paga quien no es el verdadero deudor por error.
La deuda existe realmente, pero es ajena; según lo dicho anteriormente, es
necesario que el solvens yerre en este punto: crea que es propia.
2.° Se pague a quien no es el verdadero acreedor.
También la deuda existe, y el deudor paga su propia obligación, pero la cumple a
favor de quien no es el verdadero acreedor de esa obligación. El adagio afirma que el
que paga mal, paga dos veces, pero con ello quiere significar jurídicamente hablando
que al verdadero acreedor no se le puede oponer este pago; el deudor deberá
cumplirle a él la obligación de nuevo. Pero ello no impide que pueda repetir el pago
contra quien lo recibió sin ser acreedor.
612
En fallo publicado en la RDJ, T. 59, sec. 2a., pág. 57, se estudia el error en el pago indebido.
613
Un fallo de la RDJ, T. 42, Sec. la., pág. 20, por no haber error declaró nulo, por falta de causa, un pago
indebido efectuado al Fisco. La verdad es que hemos visto que en el pago indebido objetivo el error consiste
en pagar una deuda inexistente. Muchas veces este error lo cometerá el solvens, apremiado por el supuesto
acreedor; así ocurre frecuentemente con los impuestos, pero ello no quita que exista pago de lo que no se
debía.
614
RDJ, Ts. 35, sec. 1a, pág. 296, y 39, sec. 2a., pág. 77.

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Ya hemos señalado que en las obligaciones de dar, el pago equivale a la tradición


(N.° 588 y 598), y se dice que el error en la persona invalida la tradición (Art. 676), lo
que realmente pasa es que hay pago de lo no debido, por haberse cumplido a favor de
quien no era acreedor.
No habrá pago indebido si se paga a quien no siendo el verdadero acreedor se
encuentra en posesión del crédito; semejante pago es eficazmente liberatorio para el
deudor (N.° 612).
3.° Se paga una obligación inexistente.
Ya sea porque la obligación nunca existió, ya sea porque nació a la vida jurídica,
pero se encuentra extinguida; salvo en este último caso que la extinción haya dado
paso a una obligación natural como ocurre con la prescripción y ciertas causales de
nulidad (N.° 318 y 326).
Y así, habrá un pago indebido si el fiador cumple la obligación principal, no
obstante estar extinguida la fianza.615
4.° Pago excesivo.
Es una mera variante de la anterior; el deudor paga más de lo que debe, como si
adeuda $ 10.000 y paga $ 11.000, o se produce un error en el cálculo de los intereses,
etc. En el exceso no había deuda, y por ello se puede repetir.

687. Obligaciones que son causa suficiente de pago.


Para que no haya pago indebido, es preciso, según veíamos, una obligación que
sea causa suficiente del pago y se refiera a los intervinientes en él.
Toda obligación civil pura y simple es causa suficiente del pago.
Lo es también la obligación natural; tal constituye el principal efecto de ella (N.°
335).
El plazo aun antes de su vencimiento no es obstáculo para que la obligación sujeta
a él sea causa suficiente del pago, porque la deuda existe, sólo que no se podía exigir.
Si el deudor cumple antes, renuncia meramente al plazo (N.° 466).
Pero la obligación condicional suspensiva, mientras la condición no se cumpla, no
es causa suficiente para el pago, y por ello según vimos en su oportunidad (N.° 510),
se puede repetir lo dado o pagado antes del cumplimiento de la condición. La razón es
muy simple: la condición está suspendiendo el nacimiento del derecho y obligación
correlativa; si se paga, no existe aún obligación, y hay, en consecuencia, pago
indebido.

688. Prueba del pago indebido.


Quien dice que el pago es indebido, debe probarlo, de acuerdo a la regla general
del Art. 1.698, pues pretende que el accipiens le está obligado: obligación de
restitución, y según dicho precepto corresponde probar la obligación al que la alega. Lo
confirma el Art. 2.295, inc. 1.° “si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo
debía...”
Y la existencia de la obligación de restituir se acreditará con los tres requisitos
señalados: que hubo pago, error y falta de causa para el pago. 616 Hemos destacado sí
la diferencia que se produce en el caso de inexistencia total de la deuda; le basta al
actor probar que no existe ésta, y si el accipiens pretende la donación, a él pasa el
onus probandi.
La prueba del pago indebido puede resultar difícil, y por ello el legislador se
preocupó de un aspecto de ella en el Art. 2.298. El precepto distingue dos situaciones,
según si el demandado reconoce o niega el pago.
1.° Si el demandado confiesa el pago, el solvens deberá probar que fue indebido.
El accipiens ha reconocido uno de los elementos del pago indebido: el cumplimiento,
de acuerdo a las reglas generales, siempre debe probar los restantes el demandante, y
615
RDJ, T. 13, sec. 1a, pág. 332.
616
RDJ, Ts. 24, sec. 1a., pág. 58 y 25, sec. la., pág. 245.

444
LAS OBLIGACIONES TOMO II

2.° Pero si el demandado niega el pago y el demandante lo prueba, se presume


que es indebido. Se altera la regla normal del peso de la prueba por la mala fe evidente
de aquel que negó el pago que realmente había recibido. El demandante deberá,
siempre de acuerdo a las reglas generales, probar el pago que el demandado
desconoce, pero queda exento de probar los demás requisitos, y será el accipiens
quien deberá acreditar que se le debía lo pagado.

689. Efectos del pago indebido: la acción de repetición.


Cumplidos los requisitos anteriores, el que pagó indebidamente tiene derecho a
repetir contra el accipiens, mediante la acción de repetición. Esta es, pues, la que
compete a quien efectuó un pago indebido para obtener la restitución de lo dado o
pagado.
La acción de repetición se asemeja a la nulidad en cuanto queda sin efecto el pago
efectuado, pero la primera ataca el acto mismo, mientras la repetición da origen a la
obligación de restitución. Son distintas igualmente las prestaciones de la nulidad
judicialmente declarada, quien cumplió la obligación posteriormente.
La nulidad de la obligación excluye la repetición; por el efecto retroactivo de la
nulidad judicialmente declarada quien cumplió la obligación posteriormente anulada
pagó lo que no debía, pero su restitución se gobierna por las reglas de la nulidad y no
del pago indebido.
Igualmente la resolución permitirá solicitar la restitución de lo que se haya pagado
en virtud del contrato que queda sin efecto, pero de acuerdo a las normas propias de
ella, y no del pago indebido.
La restitución en éste no es una acción indemnizatoria propiamente tal; reparará el
daño sufrido injustificadamente por el pagador indebido, pero de acuerdo a reglas y
requisitos diferentes. Si la restitución es imposible, como ocurre en ciertos casos de
obligación de hacer y de pérdida de la cosa pagada, allí sí que la repetición se traducirá
en una indemnización de perjuicios.

690. Casos en que no procede la acción de repetición.


Hay casos en que aun cuando concurran todos los requisitos señalados y se
prueben ellos, no procederá la repetición:
1.° Cancelación o destrucción del título.
El inc. 2.° del Art. 2.295 determina: “sin embargo, cuando una persona, a
consecuencia de un error suyo ha pagado una deuda ajena, no tendrá derecho de
repetición contra el que, a consecuencia del pago, ha suprimido o cancelado un título
necesario para el cobro de su crédito; pero podrá intentar contra el deudor las acciones
del acreedor”.
En el N.° 664 citamos este precepto como un caso de verdadera subrogación legal,
por cuanto el solvens ejerce las acciones del acreedor, que es justamente lo que ocurre
en el pago con subrogación.
La voz título está utilizada en el precepto en su sentido de, documento en el cual
consta el crédito, y no de antecedente jurídico'^ de la adquisición de un derecho; es la
materialidad del documento la que se ha cancelado o destruido, haciendo muy difícil al
acreedor cobrar al deudor; tan difícil como le será al que le pagó hacerlo con las
acciones de aquél. Pero se comprende la disposición, ya que el acreedor se perjudicó
con el pago indebido recibido.
Por tal razón, hay quienes pretenden extender el precepto a todas aquellas
situaciones en que el acreedor por el pago indebido recibido se va a ver en la
imposibilidad de cobrar al verdadero deudor, como si deja que la obligación prescriba,
alza las garantías, etc. Sin embargo, de lo lógica que es la conclusión y del principio de
que donde hay la misma razón debe haber igual disposición, el precepto por su
excepcionalidad parece resistir esta interpretación analógica.
2.° La prescripción adquisitiva del accipiens.

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Si el accipiens ha adquirido por prescripción adquisitiva la cosa pagada, tampoco


podrá prosperar la repetición.

691. Principales características de la acción de repetición. Las que merecen


destacarse son las siguientes:
1.° Es una acción personal, ya que deriva de un derecho personal, persigue el
cumplimiento de una obligación;
2.° Será mueble o inmueble, según lo sea la cosa cuya restitución se pide;
3.° Es una acción patrimonial, avaluable en dinero;
4.° Es cedible y transmisible;
5.° Es renunciable, pues está establecida en beneficio exclusivo de quien pagó lo
que no debía, y
6.° Es prescriptible.
La ley no le ha fijado plazo especial, y en consecuencia se aplica la regla general
del Art. 2.515. Esta acción nunca será ejecutiva, aunque el pago indebido conste en
instrumento auténtico, porque para que haya obligación, no basta probar el pago sino
su carácter de indebido, circunstancia que no podrá constar en el título. En
consecuencia, como acción ordinaria prescribirá en 5 años, contados desde que se hizo
exigible (N.° 1.239), esto es, desde que se efectuó el pago indebido.

692. Efectos de la acción de repetición. Enunciación.


Ganada la acción por el solvens, deberá restituírsele lo pagado injustificadamente.
El Código se preocupa de las prestaciones que se deben las partes, y de la situación de
los terceros adquirentes. Las veremos en los números siguientes.

693. I. Prestaciones mutuas. Mala y buena fe del accipiens.


El Código aplica en la acción de repetición normas especiales, que difieren en
algunos aspectos de las generales de las prestaciones mutuas en la acción
reivindicatoria. En todo caso se suele remitir a ellas, y, en el silencio del Título 34,
deben aplicarse porque constituyen la regla general en la materia.
En esta parte se efectúa una primera distinción, según si el que recibió el pago
indebido estaba o no de mala fe. La buena o mala fe del accipiens va a consistir en
saber o ignorar que el pago era indebido. Estará de mala fe si recibió lo que no se le
debía a sabiendas, y de buena fe si creía recibir un pago legítimo. Y de acuerdo a la
regla general tantas veces citada del Art. 700, la buena fe se presume, de manera que
si el demandante pretende que no hubo, a él corresponderá acreditar la mala fe del
accipiens.
La buena fe producirá sus efectos mientras perdure: no basta, en consecuencia, al
igual que en las prestaciones mutuas de la reivindicación, la inicial, sino que debe
subsistir para continuar produciendo sus efectos. Así lo confirma el Art. 2.301, inc. 2.°:
“pero desde que (quien ha recibido el pago indebido) sabe que la cosa fue pagada
indebidamente, contrae todas las obligaciones del poseedor de mala fe”. De ahí que
por el solo hecho de contestarse la demanda, el accipiens pasa a estar de mala fe,
porque ya no puede ignorar que recibió un pago indebido.
La buena o mala fe no tiene importancia para la procedencia de la acción de
repetición; ella procede contra el accipiens de buena o mala fe: la extensión de la
obligación de restitución es la única que varia si ella concurre o no.

694. A. Prestaciones del accipiens de buena fe.


Debemos distinguir la restitución misma, por un lado, y los frutos y mejoras, por el
otro.
1.° Restitución misma.
El legislador obliga a una nueva distinción, según si lo pagado fue dinero y otra
cosa fungible, o una especie o cuerpo cierto.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

A. Dinero y otra cosa fungible.


A esta situación se refiere el inc. 1.° del Art. 2.300: “el que ha recibido dinero o
cosa fungible que no se le debía, es obligado a la restitución de otro tanto del mismo
género y calidad”. Por ejemplo, si se pagaron $ 100.000 que no se debían, se
restituyen los mismos $ 100.000, sin intereses. Veremos que el accipiens de mala fe,
en cambio, debe restituir con intereses corrientes.
Esta norma prima sobre las de los Arts. 1.557 y 1.559 en la indemnización de
perjuicios. Por ello se ha rechazado el cobro de intereses al Fisco condenado a la
restitución de lo pagado indebidamente por e¡ contribuyente si su buena fe no se
cuestionó en el juicio.617
B. Especie o cuerpo cierto.
En tal caso se restituye la misma especie, pero es posible que ella se haya
deteriorado, destruido, producido frutos o experimentado aumentos o mejoras.
A los deterioros y pérdidas se refiere el inc. 1.° del Art. 2.301: “el que ha recibido
de buena fe, no responde de los deterioros o pérdidas de la especie que se le dio en el
falso concepto de debérsele, aunque hayan sobrevenido por negligencia suya; salvo en
cuanto le hayan hecho más rico”. La disposición es muy semejante al Art. 906, inc. 2.°,
en las prestaciones mutuas de la acción reivindicatoria. Hay una mera diferencia de
redacción, porque el poseedor vencido responde de los deterioros cuando se hubiere
aprovechado de ellos, “por ejemplo, destruyendo un bosque o arbolada, y vendiendo la
madera o la leña, o empleándola en beneficio suyo”. La misma expresión del Art. 2.301
utiliza el Art. 1.688 en la nulidad de los actos del incapaz, contra quien sólo hay
repetición de lo gastado o pagado en virtud del contrato nulo en cuanto se “probare
haberse hecho más rica con ello la persona incapaz”. Y el inc. 2.° explica cuándo esto
ocurre: cuando las cosas pagadas o las adquiridas por medio de ellas, le hubieren sido
necesarias, o subsistan y se quisiere retenerlas.
2.° Frutos, aumentos y mejoras.
Nada se dijo de los aumentos, frutos y mejoras, pero creemos, por las razones
antes señaladas, que deben aplicarse las mismas normas de las prestaciones mutuas
de la acción reivindicatoria. En consecuencia, no se restituyen frutos anteriores a la
contestación de la demanda (Art. 907, inc. 32) y a las mejoras se aplican los Arts. 908 y
913.
En virtud de ellos, tanto al accipiens de buena como de mala fe se abonan las
expensas necesarias (Art. 909), y el de buena fe tiene derecho a que se le abonen las
mejoras útiles anteriores a la contestación de la demanda (Art. 909), y puede llevarse
los materiales de las voluptuarias, siempre que sea posible separarlos sin detrimento
de la cosa, y el propietario rehúse pagarle el precio que tendrían después de separados
(Art. 911).
Los aumentos naturales creemos que pertenecen al solvens sin tener que dar nada
por ellos.

695. B. Prestaciones del accipiens de mala fe.


Es necesario efectuar la misma distinción ya señalada entre obligaciones de dinero
u otra cosa fungible, por un lado, y de especie o cuerpo cierto, por el otro.
1.° Dinero u otra cosa fungible.
En ellas se aplican, según ya advertimos, la misma solución que al accipiens de
buena fe, esto es, debe restituir igual cantidad del mismo género, pero, además, debe
los intereses corrientes (inc. 2.° del Art. 2.300).
2.° Especie o cuerpo cierto.
Ya hemos citado el inc. 2.° del Art. 2.300, en cuya virtud el accipiens de mala fe, y
lo es desde que sabe que la cosa fue pagada indebidamente, contrae todas las
obligaciones del poseedor vencido de mala fe. Se aplican, pues, integralmente las
reglas de las prestaciones mutuas de la acción reivindicatoria, y en consecuencia:
617
RDJ, Ts. 24, sec. 1a, pág. 53 y 25, sec. 1a., pág. 245.

Dislexia Virtual 447


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

A. El accipiens de mala fe es responsable de los deterioros que por su hecho o


culpa ha sufrido la cosa (Art. 906).
B. Es obligado a restituir los frutos percibidos, deducidos los gastos ordinarios
invertidos en producirlos (Art. 907).
C. Tiene derecho a que se le abonen las mejoras necesarias, porque ellas, de todos
modos, habría debido efectuarlas el solvens (Art. 908), y a llevarse los materiales en
que consisten las útiles (Art. 910); este mismo derecho tiene en cuanto a las
voluptuarias (Art. 91l).

696. II. Situación de los terceros adquirentes.


Para determinar si la acción de repetición da derecho a perseguir a terceros
poseedores que hayan derivado su derecho del que recibió el pago indebido, es preciso
efectuar una distinción entre los adquirentes a título gratuito y oneroso, y entre estos
últimos, según si están de buena o mala fe. El Código da también normas especiales
para la compraventa en el Art. 2..302. Todas estas situaciones las veremos en los
números siguientes.

697. A. Adquirente a título gratuito.


El Art. 2.303 declara que el tercer poseedor de la cosa pagada indebidamente si la
tiene por cualquier título lucrativo, debe restituirla al solvens, siempre que la especie
sea reivindicable y exista en su poder.
Por ejemplo, A pagó a B un automóvil que no le debía, y B lo donó a C. A puede
exigirle la restitución a C, y de acuerdo al inc. 2.° del precepto, éste debe efectuarla en
los mismos términos que el donante.
En consecuencia, el donatario debe restituir esté de buena o mala fe; ella sólo se
tomará en cuenta únicamente para determinar las restantes prestaciones, según lo
estudiado anteriormente. Y es lógico que así sea, porque C, en el ejemplo, no ha
efectuado desembolso alguno; entre su situación y la del que pagó indebidamente,
obviamente se prefiere a éste.

698. B. Adquirente a título oneroso.


En cambio, el que posee la cosa a un título oneroso ha efectuado un desembolso
para adquirirla; por ello la ley distingue a su respecto según si estaba de buena o mala
fe, la que va a consistir en saber o ignorar la existencia del pago indebido.
Contra el adquirente a título oneroso de buena fe no hay derecho a reivindicaren
consecuencia, el solvens de lo indebido sólo tendrá derecho a indemnización contra el
accipiens. El Código se preocupó de ella únicamente en la compraventa en el Art.
2.302, que veremos en el número que sigue. Pero parece evidente que debe aplicarse
igual solución a los demás títulos onerosos.
Contra el adquirente a título oneroso de mala fe, interpretado el inc. 1.° del Art.
2.303 a contrario sensu, existe derecho de reivindicación.

699. C. Venta de la cosa indebidamente pagada.


Como dejamos señalado, el legislador se preocupó de la compraventa
especialmente en el Art. 2.302, que dispone: “el que de buena fe ha vendido la especie
que se le dio como debida, sin serlo, es sólo obligado a restituir el precio de la venta; y
a ceder las acciones que tenga contra el comprador que no le haya pagado
íntegramente. Si estaba de mala fe cuando hizo la venta, es obligado como todo
poseedor que dolosamente ha dejado de poseer”.
En consecuencia, hay que distinguir según si el accipiens estaba de buena o mala
fe al momento de efectuar la venta.
Si estaba de buena fe, sólo está obligado a restituir el precio de venta y a cederle
al solvens las acciones que tenga en contra del comprador. En el ejemplo anterior, B ha
vendido de buena fe en $ 30.000 el automóvil a C, quien le ha pagado $ 10.000 y

448
LAS OBLIGACIONES TOMO II

adeuda el saldo. B debe entregar a A los $ 10.000 recibidos y cederle a A su acción


para cobrar a C los 20.000 restantes, o pedir la resolución del contrato en caso de
incumplimiento.
Si estaba de mala fe al efectuar la venta de acuerdo al inc. 2.° del Art. 2.302 ya
transcrito, queda obligado como todo poseedor que dolosamente ha dejado de poseer.
Ello importa una remisión al Art. 900 en la acción reivindicatoria, según el cual contra
quien por hecho o culpa suya ha dejado de poseer, puede intentarse la acción de
dominio como si actualmente poseyese. O sea, está obligado a recuperar la cosa, e
indemnizar los perjuicios, y sujeto a todas las obligaciones del poseedor de mala fe en
cuanto a deterioros, frutos y mejoras. Si no pudiere recuperar la cosa, procederá la
indemnización compensatoria.
Ahora bien, el comprador es un poseedor a título oneroso, y por tanto se le aplica
el Art. 2.303 y lo dicho en el número anterior, ya que el Art. 2.302 nada dice a su
respecto, se hace necesario, en consecuencia, armonizar los derechos que éste
concede al solvens contra el vendedor, con los que aquél le otorga en cuanto al
comprador. Tenemos entonces:
Si el comprador está de buena fe, no se puede reivindicar en su contra, y hay que
subdistinguir, en consecuencia, según la actitud del vendedor, para determinar los
derechos del solvens:
A. Si el vendedor estaba de mala fe al hacer la venta, el que pagó indebidamente
puede reivindicar en su contra en la forma que vimos recién, esto es, procede como
contra un poseedor que dolosamente ha dejado de poseer.
B. Si el vendedor estaba de buena fe, el solvens queda obligado a recibir el precio
de la venta y las, acciones por el saldo adeudado contra el comprador.
2.° Si el comprador está de mala fe, se puede reivindicar en su contra, de acuerdo
al Art. 2.303, y hay que subdistinguir para determinar los derechos del solvens, según
la posición del vendedor:
A. Si el vendedor estaba de buena fe y de mala fe el comprador, el solvens podrá a
su arbitrio exigir el precio y las acciones contra el comprador, o reivindicar contra éste,
pero no ejercer ambas acciones a menos que una sea subsidiaria de la otra, pues si no
vendría a recibir una doble indemnización: el precio de la compraventa de acuerdo al
Art. 2.302 y la cosa, según el Art. 2-303
B. Estando ambos de mala fe, podrá el solvens dirigirse contra el comprador o
vendedor, pero no acumular ambas acciones por igual razón.

Dislexia Virtual 449


Capítulo V
LA DACIÓN EN PAGO
700. Concepto.
La dación en pago consiste en que por un acuerdo del acreedor y deudor la
obligación se cumpla con un objeto distinto al debido.618
De acuerdo a lo que hemos estudiado a propósito del pago, ni el acreedor está
obligado a recibir cosa distinta a la debida, ni el deudor forzado a hacerlo. Para el
primero, lo señala así el inc. 2.°, del Art. 1.569: “el acreedor no podrá ser obligado a
recibir otra cosa que lo que se le deba, ni aun a pretexto de ser de igual o mayor valor
la ofrecida”.
Pero si no puede ser obligado a ello, no hay tampoco inconvenientes de ninguna
especie para que lo acepte así, en virtud del principio de la autonomía de la
voluntad.619 Por ejemplo, el deudor debe al acreedor la suma de $ 30.000, y acuerdan
que la obligación quede extinguida dándole el primero al segundo en pago de ella un
automóvil. Queda extinguida la deuda de $ 30.000 con la entrega del vehículo.
La dación en pago importa, en consecuencia, un cumplimiento de la obligación,
pero no en forma que ella está establecida; es un modo de extinguir la obligación,620 y
equivale al pago, ya que el deudor se libera de la obligación, y el acreedor si no
exactamente lo debido, obtiene la satisfacción del crédito. Por ello se dice que la
dación en pago es un sustituto o un subrogado del pago. Lo que pasa es que constituye
un cumplimiento por equivalencia voluntario de las partes.
Por tanto, la dación en pago es una convención, ya que supone el acuerdo de
ambas partes con el objeto de extinguir una obligación.

701. Origen y desarrollo.


La dación en pago bajo la denominación de datio in solutum fue ya conocida en
Roma, pero no fue objeto de una reglamentación y estudio completos. Las legislaciones
del siglo pasado, por regla general, adoptaron la misma política, destinando pocos
preceptos aislados a ella, tal como veremos ocurre con el nuestro.
Ello ha provocado arduas discusiones doctrinarias sobre la naturaleza jurídica,
alcance y efectos de la dación en pago; por excepción, los Códigos han destinado una
cierta extensión a la institución, como ocurrió ya en el siglo pasado con el Código
618
Una sentencia de la RDJ, T. 32, sec. 2a., pág. 39, la define como “la entrega que el deudor hace de una
cosa diversa de la que debe o una prestación distinta de la prometida, con ánimo solvendi, y que el acreedor
tolera”. Otra más reciente, de la RDJ, T. 64, sec. 2a., pág. 7, como “un modo de extinguir la obligación por la
entrega consentida por el acreedor de una cosa distinta de la debida”. Claro Solar dice que ,les un acto en
que el deudor da al acreedor en ejecución de la prestación a que está obligado y con el consentimiento del
acreedor, una prestación diversa Ob. cit., T. 12, N.° 1.663, pág. 361. Hernan Barrios Caro y Gabriel Valls
Saintis en su M.P. Teoría General de la Dación en Pago. Ed. jurídica de Chile, 1961, N.° 36, pág. 53, la
definen: “un modo de extinguir las obligaciones, que se perfecciona por la entrega voluntaria que un deudor
hace a título de pago a su acreedor, y con el consentimiento de éste, de una prestación u objeto distinto del
debido”.
En todas las definiciones queda en claro el cambio al momento del cumplimiento en el elemento objetivo
de la obligación, y varían en cuanto a la extensión de éste.
619
RDJ, Ts. 32, sec. 2a., pág. 39, y 40, sec. la, pág. 455.
620
RDJ, Ts. 32, sec. 2a, pág. 39; 64, sec. 2a, pág. 7, etc.

450 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

argentino, y en el presente en los Códigos peruano y brasileño. El Código italiano le


destina principalmente el Art. 1.197 bajo el epígrafe: “prestación en lugar del
cumplimiento”.
Sin embargo de la parca reglamentación, la institución ha alcanzado una gran
difusión, por su gran conveniencia práctica y su frecuente aplicación; ocurre muchas
veces que el deudor no puede cumplir su obligación tal como la contrajo, y el acreedor,
ante la posibilidad de no alcanzar a pagarse, acepta alguna especie que puede serle
útil o que, ya como dueño, podrá enajenar con más calma, y aplicar el producto a la
satisfacción de su crédito. Lo más probable será que en su apuro el deudor entregue
una cosa de mayor valor que la deuda, pero que no es de fácil realización. En otras
ocasiones, es el acreedor quien ha perdido interés en la prestación primitiva, y ofrece
al deudor que le efectúe otra diversa.
Tiene, pues, la dación en pago sus peligros para el deudor, por la razón apuntada,
y también ha solido utilizarse para eludir prohibiciones legales, como ocurre entre
nosotros con la de la compraventa entre cónyuges no divorciados perpetuamente (N.°
704).
Todo ello se debe a la falta de reglamentación legal.

702. La dación en pago en nuestra legislación.


Esta no escapa a la situación señalada, y carece de reglamentación para la dación
en pago, a la cual se refiere en disposiciones aisladas; de ahí que tienen entre nosotros
su plena vigencia, todas las discusiones doctrinarias ya advertidas.
Desde luego, destacamos que su -establecimiento es indirecto en el Art. 1.569, inc.
2.° ya citado, reforzado con el concepto de la libertad contractual. Tanto la doctrina
como la jurisprudencia, discrepan sí en cuanto a los preceptos que se refieren a la
dación en pago, pero ambas aceptan ampliamente su plena aplicación.
Las disposiciones que se han relacionado con la dación en pago son el Art. 2.382,
en la fianza y que tiene mucha trascendencia, según veremos; el N.° 2 del Art. 1.913
en la cesión de derechos litigiosos; el Art. 125 del Código de Comercio, para la entrega
de documentos al portador; el Art. 12 de la Ley de Letras de Cambio de Pagarés; los
Arts. 76, N.° 2.° y 245 de la Ley de Quiebras; el Art. 1.773 del C.C. en la liquidación de
la sociedad conyugal; Arts. 2.397 y 2.424 para la prenda y la hipoteca, 499 y 500 del
C.P.C.621 Veremos las situaciones que ellos plantean, una vez determinada la
naturaleza jurídica de la dación en pago, porque ella permite determinar cuándo la hay
y en qué casos no.

703. Naturaleza jurídica de la dación en pago. Enunciación de las diferentes


doctrinas.
Es éste uno de los problemas más arduamente discutidos y tiene importancia no
sólo teórica sino para determinar los casos en que ella existe y sus efectos, pues a falta
de reglamentación legal, si se la asimila a otra institución se le aplicarán las normas de
ésta.
Dicho a modo de enunciación, las principales doctrinas esgrimidas son las
siguientes:
1.° De la compraventa, seguida de compensación,
2.° Novación por cambio de objeto;
3.° Modalidad del pago;
4.° Otras doctrinas, del acto complejo mixto, del contrato de transmisión y de
institución autónoma.
Las examinaremos en los números que vienen.

621
RDJ, Ts. 32, sec. 2a, pág. 39, y 40, sec. la, pág. 455.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

704. I. Dación en pago y compraventa.


Para algunos autores, entre el acreedor y deudor se produce una compraventa en
relación al objeto dado en pago. En virtud de esta compraventa, el acreedor pasa a ser
deudor: debe el precio de la venta a su propio deudor. En consecuencia, ambas partes
pasan a ser recíprocamente deudoras y acreedoras, produciéndose la extinción de las
dos obligaciones por compensación. En el ejemplo dado, el deudor vende el automóvil
al acreedor en vez de pagarle los $ 30.000 que le debe. Continúa debiéndoselos, pero
como a su vez el acreedor pasó a adeudarle igual cantidad, ambas obligaciones
quedan compensadas.
Se dice que ésta era la interpretación de Ulpiano -la dación en pago de una cosa es
un contrato igual a una venta”; y la opinión dominante en Roma, y la de Pothier. En
Francia la sostuvieron Troplong y Laurent.
Pero no ha tenido mayor éxito que el de señalar y permitir la comparación entre
ambas instituciones para diferenciarlas y no asimilarlas. El antecedente histórico, que
por último nada prueba por sí solo, se ha discutido, además, porque la cita de Ulpiano
compara la dación en pago y la compraventa. No dice que lo sea.
Se le ha criticado desde luego su artificialidad; jamás las partes han tenido en
mente una compraventa, sino el cumplimiento de la obligación de un modo diferente al
convenido. No se ha pretendido celebrar un contrato generador de nuevas
obligaciones, llamadas todavía a extinguirse por la vía de la compensación.
Otra crítica que se le ha dirigido, es que limita la dación en pago a las obligaciones
de dinero, únicas en que habría precio para la supuesta compraventa. El ámbito de la
dación en pago si bien no lo precisa el legislador, no tiene por qué limitarse a este tipo
de obligaciones. Entonces esta doctrina tiene que ir variando de posiciones, según los
casos, y así si lo debido y dado en pago son objetos, habla de permuta, si se dan en
pago el goce de una cosa, de arrendamiento 622 si un hecho, como defender un pleito,
de arrendamiento de servicios, de contrato innominado en otros casos, etc.
Entre nosotros se han utilizado, además, dos argumentos de texto legal para
rechazarla:
1.° El Art. 245 inc. 2.° de la Ley de Quiebras.
Como veremos en su oportunidad, la cesión de bienes consiste en que el deudor
abandone sus bienes a sus acreedores para que se paguen con ellos. Los Arts. 242 a
245 de la ley citada, reglamentan la cesión efectuada a un solo acreedor (N.° 965), y
este último precepto señala que si el deudor tuviere la libre administración de sus
bienes, podrá entregar desde luego al acreedor, en pago de su obligación, los que se
comprendan en la cesión, apreciados de común acuerdo. Hay, pues, una dación en
pago: los bienes se entregan para extinguir la deuda.
Pues bien, el inc. 2.° del precepto declara que si entre los bienes cedidos hubiere
alguno de los que se mencionan en el inc. 2.° del Art. 1.810 del C.C., esto es, de
aquellos cuya venta debe hacerse por escritura pública, también el acuerdo de la
cesión debe reducirse a escritura pública. La exigencia seria innecesaria si el legislador
considerara la dación en pago como compraventa; no habría tenido necesidad de
decirlo expresamente, máxime si se remite directamente al Art. 1.801 en la misma
compraventa, y
2.° El Art. 1.773 en la liquidación de la sociedad conyugal.
De acuerdo a este precepto, si a la mujer se le adeuda algo en la liquidación, como
por ejemplo por aportes a la sociedad conyugal, etc., tiene derecho a deducirlos como
cosa previa a la liquidación. El inc. 2.° agrega que no siendo suficientes los bienes
sociales, podrá la mujer hacer las deducciones que le correspondan sobre los bienes
propios del marido, elegidos de común acuerdo. No acordándose, elegirá el juez.
Cuando la mujer recibe bienes sociales, hay adjudicación, porque tenía un derecho
preexistente en ellos, pero si le dan los del marido, sobre ellos no tenía derecho
alguno, y por eso -hay quienes sostienen que habría una dación de pago legal. Esto
622
RDJ, T. 32, sec. 2a., pág. 39.

452
LAS OBLIGACIONES TOMO II

último porque no se requiere el acuerdo del deudor, y puede hacerse contra su


voluntad.623
Pues bien, el Art. 1.796, por su parte, prohíbe la compraventa entre cónyuges no
divorciados perpetuamente y en cambio el Art. 1.773 aceptaría la dación en pago a la
mujer de los bienes del marido, sin distinguir la causal por la cual se ha disuelto la
sociedad conyugal, de manera que el matrimonio puede subsistir y no haber divorcio
perpetuo, y la dación en pago vale donde la compraventa sería nula. Sin embargo, este
argumento nos parece muy relativo, porque en el Art. 1.773 propiamente no hay
dación en pago y por la excepcionalidad misma de la disposición.624
Nuestra jurisprudencia ha rechazado reiteradamente esta asimilación de la dación
en pago a la compraventa, haciendo una comparación detallada de las instituciones,
especialmente con relación al citado Art. 1.796. Por no ser compraventa la dación en
pago, ella es perfectamente válida entre cónyuges, aun cuando no estén divorciados
perpetuamente.625
Otra consecuencia que deriva de la misma circunstancia es que en la dación en
pago no procede la lesión enorme, aunque se reúnan las circunstancias para que ella
fuera procedente de acuerdo a los Arts. 1.888 y siguientes en la compraventa.
En cambio, si no compraventa, la dación en pago se asemeja a ella en cuanto,
según veremos, constituye título traslaticio de dominio (N.° 713), y, en consecuencia,
se aplican a ambas, reglas que son comunes para todos ellos, aunque el legislador las
reglamentó en la compraventa, como es la obligación de garantía (N.° 715).

705. II. Dación en pago y novación.


La novación es la sustitución de una nueva obligación a otra que queda por tanto
extinguida (Art. 1.628), y el reemplazo puede operar en cualquiera de los elementos de
la obligación, acreedor, deudor y objeto.
Cuando se nova el objeto, el efecto es igual al de la dación en pago, porque en
definitiva la obligación se cumplirá en forma distinta a la establecida antes de ella. De
ahí que se sostenga que en la dación en pago hay una novación objetiva, con la única
diferencia que no se contrae una nueva obligación a cumplirse posteriormente: la
nueva obligación sobrevive un instante, aquel que media entre el acuerdo del acreedor
o deudor y el perfeccionamiento de la dación. En el ejemplo que hemos usado,
acreedor y deudor se ponen de acuerdo en que este último pague con un automóvil;
habría una novación por cambio de objeto con la sola diferencia que la obligación de
entregar tan pronto nace como se extingue.
Es la opinión de Aubray et Rau, Demolombe y otros en Francia; de Alessandri,
entre nosotros,626 y también de una sentencia de los tribunales 627 mientras la rechaza
Claro Solar.628
La verdad es que desde un punto de vista teórico se parece la novación objetiva y
la dación en pago y tanto es así que en algunas legislaciones la primera ha
desaparecido, siendo reemplazada por la segunda, con ciertas variantes, eso sí a la
concepción de nuestra legislación: pero conceptualmente no pueden confundirse,
porque hay una diferencia que es fundamental: la novación extingue la obligación
anterior porque nace una nueva llamada a cumplirse y que tiene vida jurídica propia.
623
Somarriva, Derecho de Familia, ob. cit., N.° 324, pág. 325.
624
676 Creemos que no es dación en pago, justamente por. su carácter legal. En ella se supone el
acuerdo entre deudor y acreedor; aquí es el acreedor quien tiene derecho a exigir la entrega; se trata, pues,
de una garantía para él, y el título es meramente la ley.
625
RDJ, Ts. 23, sec. la, pág. 99, para un caso de cesión de bienes; 32, sec. 2a, pág. 39; 40, sec. la, pág.
455, para un caso de cesión de derechos hereditarios, y 43, sec. la., pág. 61. Destacan estos fallos la
diferente causa entre compraventa y dación en pago, crear obligaciones en la primera, extinguirlas en la
segunda.
626
Ob. cit., pág. 382.
627
RDJ, T. 32, sec. 2a, pág. 39.
628
Ob. cit., T. 12, N.° 1.672, págs. 366 y sigtes., quien cita a los autores franceses señalados, En igual
sentido Barrios y Valls, ob. cit., N.° 16 y sigtes., págs. 25 y sigtes.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

En la dación en pago no nace obligación alguna, se cumple de manera diversa a la


convenida. En la novación hay animus novandi, aquí solvendi.
Legalmente, la discusión entre nosotros se plantea en tomo al Art. 2.382, ubicado
en la fianza, y que dispone: “Si el acreedor acepta voluntariamente del deudor
principal en descargo de la deuda un objeto distinto del que este deudor estaba
obligado a darle en pago, queda irrevocablemente extinguida la fianza, aunque
después sobrevenga evicción del objeto”.
Para los partidarios de la idea de la novación, el precepto es lisa y llanamente
aplicación del Art. 1.645, que señala igual efecto para ella, y yendo más allá, del
principio novatorio de extinción de la obligación primitiva y sus accesorios- el legislador
lo habría dicho así en la fianza, aplicando nada más que la regla general de la
novación.
Para sus contrarios, el argumento es a la inversa: si el legislador lo dijo en la
fianza, es porque la dación en pago por regla general no extingue irrevocablemente los
accesorios si se produce evicción de la tosa dada en pago. En cambio, esta extinción se
produce en la novación, y, en consecuencia, la diversa solución legal probaría que la
dación en pago no es novación.
Aún más se agrega que en la fianza hay una razón especial para que se la dé por
irrevocablemente extinguida por la dación en pago, que ya señalaba Pothier, inspirador
de esta solución: es el principio de que ningún acuerdo entre acreedor y deudor puede
agravar la situación del fiador, y si éste respondiera en caso de evicción del objeto
dado en pago, quizás cuánto tiempo después de ella se haría efectiva su
responsabilidad, con el riesgo intertanto que el deudor haya pasado a ser insolvente.
La verdad es que el argumento, como lo veremos justamente al hablar de la
evicción de la cosa dada en pago (N.° 715), aquí nada prueba, no hay base alguna para
sostener que nuestro legislador acoge la doctrina de la novación.
Sin embargo, ya destacamos que hay semejanzas entre las instituciones, lo cual
permite a la falta de texto legal aplicarle a la dación en pago algunas soluciones de la
novación, sobre todo para determinar cuándo ella se produce (N.° 1.122 y siguientes).

706. III. La dación en pago como modalidad de éste.


Esta doctrina sostiene que la dación en pago es un pago con una ligera variante,
por lo cual debe considerársela una modalidad del mismo. La consecuencia es que en
todo lo no resuelto, se regiría por las normas del pago.
La verdad es que la dación en pago se parece a éste en cuanto importa
cumplimiento, pero hay una diferencia que es fundamental, el pago es el cumplimiento
en la forma que la obligación está establecida; la dación en pago un cumplimiento por
equivalencia. Es la misma diferencia que hay entre el cumplimiento forzado de la
obligación y la indemnización que equivale al pago, equivalencia establecida por la ley,
mientras en la dación en pago la pactan las partes.
En la Ley de Quiebras hay un argumento de texto legal en favor de esta tesis. Es el
Art. 76, N.° 2.° de la Ley de Quiebras, que declara inoponible si se ha ejecutado entre
los 10 días anteriores a la fecha de cesación de pagos hasta el día de la declaración de
quiebra: “todo pago de deuda vencida que no sea ejecutada en la forma estipulada en
la convención”. Puede haber dación en pago, y la ley habla de pago, para agregar a
continuación: “La dación en pago de efectos de comercio equivale a pago en dinero”.
En realidad, también tiene mucho de pago la dación en cuanto, según decíamos,
importa un cumplimiento equivalente, y en consecuencia se le aplican muchas normas
de éste. Por ejemplo, si se da en pago indebidamente, a falta de otras, deben aplicarse
las normas del pago indebido, estudiadas en el Capítulo anterior. 629 En cambio, por
ejemplo, según luego veremos, quien tiene mandato' para pagar una deuda no podría
dar en pago un bien del deudor.

629
RDJ, T. 32, sec. 2a., pág. 39.

454
LAS OBLIGACIONES TOMO II

707. IV. Otras doctrinas: la dación en pago como institución autónoma.


Se aprecia por lo dicho anteriormente que todas las interpretaciones anteriores
contienen una parte, pero sólo una parte de verdad. La asimilación integral a ninguna
de las figuras citadas es posible, pero sí hemos señalado que hay indudables
semejanzas entre la dación en pago y la compraventa, en cuanto constituyen títulos
traslaticios de dominio, con la novación por cambio de objeto, en tanto varía la
prestación y con el pago, porque ambos importan una forma de cumplimiento. De ahí
que se haya sostenido por algunos autores, principalmente Colin y Capitant, que se
trata de un acto complejo que participa de los caracteres de las instituciones
señaladas.630 Otros autores (Enneccerus principalmente) hablan de contrato
(convención, hay que decir entre nosotros), oneroso de enajenación, destacando el
carácter traslaticio de la dación en pago.
Finalmente, una corriente doctrinaria a la que adherimos, sostiene la individualidad
propia de la dación en pago como un cumplimiento de la obligación por equivalencia
libremente convenido por acreedor y deudor. Ello no significa desconocer en modo
alguno su semejanza con las instituciones señaladas y otras aun que diremos en el
número siguiente, pero en sí misma no se confunde con ellas.
La verdad es que precisar la naturaleza jurídica de la dación no permite sentar
ninguna regla fija para llenar las lagunas legales, pero sí ha servido para señalar sus
caracteres, de acuerdo a los cuales es preciso solucionar los problemas que se puedan
presentar.

708. Paralelo con otras instituciones: obligación alternativa, facultativa,


cláusula penal, adjudicación.
Todavía, además de lo dicho, la dación en pago presenta ciertas semejanzas con
otras figuras jurídicas, pero donde la confusión ya es imposible.
1.° Obligación alternativa (N.° 372).
En la dación en pago, deudor y acreedor acuerdan un pago diferente- se trata de
un objeto que no ha figurado en la obligación hasta ese momento. En cambio, en la
obligación disyuntiva ha habido desde un comienzo varios objetos debidos, y si la
elección es del deudor el acreedor está obligado a recibir el que éste escoja, y si es del
acreedor, es el deudor el obligado a cumplir como exija éste.
2.° Obligación facultativa (N.° 377).
Es mayor el parecido de la dación en pago con la obligación facultativa, porque en
ésta también se paga en forma distinta a la convenida, y la diferencia está en lo ya
dicho: en la obligación facultativa el deudor tiene el derecho a pagar con cosa distinta,
y el acreedor está obligado a recibirla, estando predeterminado el objeto a darse.
3.° Cláusula penal (N.° 905).
Si el acreedor por el incumplimiento sólo puede exigir la pena, recibe también una
cosa distinta a la convenida. El parecido estriba justamente en lo ya señalado: la
indemnización de perjuicios, aún convencional, es un pago por equivalencia (N.° 812).
Pero la diferencia con la dación en pago que es convención liberadora es evidente,
pues la cláusula penal es un sanción preestablecida para el incumplimiento.
4.° Adjudicación.
Nada más diferente que la dación en pago y la adjudicación, pues ésta supone
algún título anterior, un derecho preexistente en la cosa que se recibe, que se radica
definitivamente y con efecto retroactivo en ella. Por ejemplo, dos personas son dueñas
en común de una propiedad y acuerdan adjudicársela a una de ellas, pagándole el
alcance el adjudicatario al otro copropietario. Aquél tenía un derecho previo al predio
que no existe en la dación en pago.
630
Nuestra jurisprudencia ha destacado esta mezcla de caracteres de la dación en pago: véase el fallo de
la nota anterior y RDJ, T. 40, sec. 1a, pág. 351.
Un fallo publicado en F.M. N.° 277, diciembre 1981, pág. 551, señala las diferencias entre dación en pago
y cesión de bienes.

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Por ello es altamente inconveniente la denominación que algunos utilizan para la


institución, como ocurre con el Código peruano, de adjudicación en pago, y que no
hace sino introducir más confusiones aún en una institución de por sí compleja.
El problema se discutió ante los tribunales, en relación con el retiro de un socio de
una sociedad que continúa su giro entre los restantes socios o con el ingreso de otros,
recibiendo el primero en pago de sus haberes bienes de la sociedad. La Ley de
Timbres, Estampillas y Papel Sellado de la época gravaba con un impuesto más alto la
transferencia que la adjudicación o retiro de haberes, y el Servicio de Impuestos
Internos pretendió que aquel acto era una dación en pago, ya que la sociedad no se
liquidaba íntegramente y se daba una cosa distinta a la debida en pago. Los tribunales
rechazaron con toda justicia esta interpretación, pues no puede haber dación en pago
por el derecho preexistente del socio.631 La actual Ley de Timbres y Estampillas -D.L.
3.475 de 1982- no grava ninguno de estos actos.

709. Requisitos de la dación en pago. Enunciación.


Para que nos encontremos ante una dación en pago, es preciso:
1.° Una obligación primitiva;
2.° Una prestación diferente a la establecida;
3.° Consentimiento y capacidad de las partes;
4.° Animo solvendi, y
5.° Solemnidades legales.
Los examinaremos en los números siguientes.

710. I. La obligación primitiva.


La dación en pago supone una obligación primitiva que se trata de cumplir en una
forma diferente.632
Respecto de ella se acepta mayor amplitud; puede ser de cualquier naturaleza, de
dar, hacer o no hacer, etc. No existen limitaciones; basta que la obligación sea anterior
a la dación.

711. II. La prestación diferente.


Es requisito esencial para que estemos ante una dación en pago que la obligación
se cumpla en forma diferente a la establecida o pactada previamente.
Para que ello ocurra es necesario que en la prestación varíe un elemento esencial
con respecto a lo anteriormente prestablecido. Cuando estudiemos las variaciones de
la obligación, especialmente en relación a la novación objetiva veremos cuándo el
legislador considera que sé modifica un elemento esencial. Creemos que debe
aplicarse igual criterio por la evidente analogía de situaciones en la dación en pago, y
nos remitimos a lo que se dirá allí (N' 1.122 y siguientes).
Queremos destacar sí que se ha planteado en la doctrina una discrepancia
respecto al contenido de la nueva prestación que se da; algunos aplican un criterio
amplio, y así se sostiene que podría darse en pago un hecho o una abstención, y aun
efectuarse una dación en pago sujeta a modalidades.633
631
En uno de los casos fallados se trataba de dos socios: uno de ellos se retiró recibiendo mercaderías por
sus haberes, e ingreso un nuevo socio en su reemplazo La Corte Suprema estimó que se había disuelto la
sociedad y constituido una nueva, y que en consecuencia había adjudicación; RDJ, T. 61, sec. la, pág. 444, En
otro fallo de la RDJ, t. 59, sec. 2a, pág. 87, junto con rechazar la asimilación a la dación en pago, la Corte de
Santiago estimó que había pago liso y llano.
En todo caso es evidente que no hay dación en pago, que está excluida por el derecho que el socio a
través de la sociedad tenía en los bienes de ella: su participación en los haberes, como capital aportado y
utilidades que le corresponden.
632
RDJ, Ts. 32, sec. 2a, pág. 39; 44, sec. la, pág. 397, y 64, sec. 2a, pág. 7. Por ello es incorrecta la
calificación que se hace en ciertos contratos de dación en pago del cumplimiento diferente al normal de la
obligación contraída. La dación en pago supone que ya establecida la obligación en tina forma, se cumple en
otra.
633
Véase Barrios y Valls, ob. cit., N.° 46, pág. 65 y sigtes.

456
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Ello requiere la solución de un punto previo: si la ejecución de la dación en pago


debe ser inmediata o puede quedar postergada, convenida por las partes- para
ejecutarse posteriormente. Sólo en este último caso podrían tener lugar las
obligaciones de hacer y no hacer como prestaciones en lugar del cumplimiento.
Volveremos sobre el punto en la novación, porque en nuestro concepto, de acuerdo al
Código chileno, si la nueva obligación queda pendiente, y la anterior extinguida, hay
novación y no dación en pago. Y así si un abogado debe una suma de dinero, y en pago
de ella se compromete a defender un pleito, hay novación, pues se cumplen todos los
presupuestos de ella (N.° 1.127).

712. III. Consentimiento y capacidad de las partes.


Como todo acto jurídico, la dación en pago los requiere, veremos qué reglas
particulares se les aplican.
Por definición la dación en pago requiere la voluntad de ambas partes, según lo
hemos destacado suficientemente. No hay dación en pago si el acreedor está obligado
a aceptar un pago diferente, o el deudor forzado a ello. Por eso decíamos que en
nuestro concepto no hay dación en pago en el caso contemplado en el Art. 1.773 del
Código (N.° 704, 2.°).
También se ha discutido la naturaleza jurídica de la institución contemplada en los
Arts. 2.397 y 2.424 del Código, y 499 y 500 del C.P.C., que dan la posibilidad al
acreedor ejecutante de adjudicarse en el juicio de realización de la prenda e hipoteca y
ejecutivo en general los bienes perseguidos en pago de su acreencia, porque el
acreedor, por las circunstancias del pleito, se ve en la necesidad en cierto modo de
aceptar esta forma diversa de solución de la deuda. En principio, y sin perjuicio de las
particularidades propias de la institución, hay una dación en pago, pero que incide en
el incumplimiento de la obligación, y la voluntad del deudor es reemplazada por la del
juez.
La determinación de las reglas aplicables para el consentimiento como la
capacidad resulta de la posición que se adopte sobre la naturaleza jurídica de la dación
en pago, y así, en cuanto a la segunda si para la capacidad aplicamos las reglas de la
novación, debemos concluir que el acreedor debe tener la necesaria para renunciar al
crédito primitivo y el deudor, para contraer la nueva obligación.
Nos parece preferible aplicar las reglas del cumplimiento, con las variantes que
resultan naturalmente de la modalidad que éste adopta. En consecuencia, el deudor
debe tener capacidad para transferir la cosa que da en pago, y el acreedor para
adquirirla. La mayoría de los autores rechazan la posibilidad de que la dación en pago
la efectúe un tercero extraño a la obligación, sin consentimiento del deudor; pero
evidentemente puede efectuarla un fiador o un codeudor solidario. El mandatario que
actúe por el deudor debe tener, según decíamos, facultad de disposición de los bienes
del deudor, o un mandato especial con expresa posibilidad de dar en pago; igualmente,
desde el punto de vista del acreedor, por lo que un mandato especial para pagar o
recibir el pago no es suficiente para dar o recibir en pago, si no se ha facultado
especialmente al mandatario.
Igualmente, respecto del acreedor en nuestra legislación debe reconocerse que si
son varios y solidarios, cualquiera de ellos puede aceptar una dación en pago, ya que
la ley los faculta para remitir, compensar y novar la deuda (N.° 400).

713. IV. Solemnidades legales del acto: la dación en pago como título
traslaticio de dominio.
La dación en pago en sí misma no está sujeta a solemnidad alguna, es consensual.
Pero la dación en pago, si se trata de dar una cosa, es título traslaticio de dominio.
Así lo ha declarado reiteradamente la jurisprudencia,634 y no cabe discusión posible,
porque con ella, seguida de la tradición, el acreedor adquiere el domínio u otro derecho
634
RDJ, Ts. 35, sec. la, pág. 12; 37, sec. la, pág. 449, y 40, sec. la., pág. 351.

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real que se le transfiere. En consecuencia, la dación en pago deberá cumplir los


requisitos del acto de que se trate.
En el ejemplo que hemos dado, si el deudor da en pago al acreedor un vehículo en
lugar de lo adeudado, la dación en pago es el título traslaticio y la entrega del vehículo,
la tradición.
Pero si se trata de bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos, deberá
otorgarse escritura pública, única manera de que pueda efectuarse la tradición que
consistirá en la inscripción de la dación en pago en el Conservador de Bienes Raíces.
Así lo dijo expresamente, según vimos, la Ley de Quiebras para la cesión de bienes a
un solo acreedor.
En este sentido, no hay duda que la dación en pago se asemeja a los demás títulos
traslaticios, como compraventa, permuta y la propia novación por cambio de objeto.

714. V. Animo solvendi. La dación en pago de créditos.


Lo que caracteriza la dación en pago es el ánimo solvendi, esto es, el afán de las
partes de extinguir una obligación anterior. Y así en los contratos reales también existe
una entrega de la cosa, que perfecciona el acto (N.° 69); lo que distingue a la dación en
pago de ellos, es que no tiene por objeto crear obligaciones, sino extinguirlas.
La intención de las partes determinarán igual el efecto extintivo que puede tener la
dación en pago de un crédito. Al estudiar la cesión de créditos, veremos que el deudor
puede entregar al acreedor un crédito suyo contra un tercero, para que con su
producto quede pagada su propia deuda, de dos formas: la cessio in solutum, con la
cual el deudor queda libre de su propia deuda y en consecuencia constituye una dación
en pago o una novación, según los casos, y la cessio por solvendo, para pagar, en que
el deudor responde de la solvencia del crédito cedido, y no queda, en consecuencia,
libre mientras no sea pagado. En tal caso no ha habido dación en pago.635
El Código se refiere a la dación en pago de un crédito en el N.° 22 del Art. 1.913, a
propósito del derecho de retracto litigioso, en cuya virtud el demandado se libera
pagando al cesionario lo mismo que éste pagó al cedente para adquirir el crédito (N.°
1.095). Este derecho no existe en la cesión de crédito litigioso hecha “a un acreedor en
pago de lo que debe el cedente”.
Por su parte, el Código de Comercio y la Ley de Letras de Cambio y Pagarés se
refieren al caso de que el acreedor reciba en pago documentos negociables, como por
ejemplo letras de cambio, pagarés. En virtud de esos preceptos dicha dación en
general no produce “novación” de la obligación, a menos que se trate de documentos
al portador y el acreedor no haya efectuado formal reserva de sus derechos para el
caso de no ser pagados. En el mismo orden de ideas, el Art. 37 de la Ley N.° 7.498, de
24 de noviembre de 1943, sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, dispone: “el
cheque girado en pago de obligaciones, no produce la novación de éstas cuando no es
pagado”.
En consecuencia, la extinción de la obligación no se produce mientras no sean
efectivamente pagados dichos documentos, y no hay por tanto dación en pago. Por
ejemplo, A debe a B $ 30.000 y para pagarle le endosa una letra de cambio aceptada
por C a su favor, o le gira un cheque por igual valor. Su obligación no se extingue para
con B mientras los documentos no sean efectivamente cancelados. Pero las partes
pueden convenir lo contrario y dar por inmediatamente extinguida la obligación.636

715. Efectos de la dación en pago.


La obligación de garantía. Equivaliendo al cumplimiento, la dación en pago
produce los efectos propios de éste, extinguiendo la obligación y sus accesorios. Si es
parcial, ella subsistirá por el saldo insoluto en la forma anteriormente establecida si las

635
Véanse N.° 1.068 y sigtes., donde se examina el complejo tema de las variaciones en la obligación.
636
Véase Barrios y Valls, ob. cit., N.° 78, págs. 92 y sigtes.

458
LAS OBLIGACIONES TOMO II

partes no disponen otra cosa. Si la prestación era indebida, habrá derecho a la


repetición, decíamos, en los términos del pago indebido.
El problema que se presenta al respecto es determinar lo que sucede cuando el
acreedor sufre evicción de la cosa recibida en pago; en el ejemplo que hemos dado, el
deudor no era dueño del automóvil cedido en pago, y el verdadero dueño lo reivindica
de manos del acreedor. Ello no afectará la validez de la dación en pago, pues, según
hemos dicho, los actos sobre bienes ajenos no son nulos en nuestro derecho, sino que
inoponibles al verdadero propietario. Pero ¿qué responsabilidad tiene el dador en pago
con el acreedor evicto?
Prácticamente existe hoy en día unanimidad en los autores de que el deudor debe
garantía al acreedor que es evicto, y aplican por analogía las normas que el legislador
da para la compraventa; justamente fue uno de los principales motivos para la
asimilación de la dación en pago a este contrato, pero ella resulta innecesaria, porque
no se discute actualmente que hay obligación de garantía en todo traspaso oneroso, y
se aplican las reglas de la compraventa, donde el legislador la reglamentó, únicamente
porque en ella nació.
En consecuencia, no hay duda alguna que en virtud de la acción de garantía el
acreedor reclamará las indemnizaciones correspondientes contra el deudor que le dio
en pago cosa ajena.,
Entonces el problema se traslada de frente y pasa a ser determinar qué ocurre con
la obligación primitiva, si ella renace o no. Dicho de otra manera, ¿podrá el acreedor
ejercer no sólo la acción de garantía, sino también la emanada de la obligación
primitiva, que se dio extinguida con la dación en pago? Ello tiene especial importancia
por las garantías y accesorios que pueden haber accedido a ella: hipotecas, prendas,
etc.
El Código, según ya lo hemos dicho anteriormente, solucionó expresamente el
problema para la fianza en el Art. 2.382: la fianza no renace si el acreedor que recibió
una cosa en pago es evicto de ella.
¿Qué ocurre con los demás accesorios? Aquí tiene importancia determinar la
naturaleza jurídica de la dación en pago: si es novación, no renace la obligación
primitiva ni sus accesorios que quedaron definitivamente extinguidos (N.° 1.113). En
tal caso, el Art. 2.382 se limitaría a aplicar en la fianza un criterio mas general de la
legislación (N.° 705).
Para quienes piensan que se trata de una modalidad de pago, la obligación
primitiva renace, porque de acuerdo al Art. 1.575, el pago no es eficaz si quien lo hace
no es dueño de la cosa pagada (N.° 599); si no es eficaz, no ha extinguido ni la
obligación ni sus accesorios, e igual pasar la con la dación en pago.
Reconociendo lo discutible del asunto, parece preferible inclinarse por la primera
posición, ya que el legislador manifestó su opinión en la fianza; por muchas que sean
las razones particulares que para ello tuvo (N.° 705), es la única disposición existente
en el punto.637 638

716. Revocación de la dación en pago por fraude.


Ya hemos señalado que de acuerdo al Art. 76, N.° 2 de la Ley de Quiebras, son
inoponibles relativamente a la masa los pagos de deudas vencidas que no sean
ejecutados en la forma estipulada en la convención por el deudor comerciante

637
El Código italiano en su Art. 1. 197 reconoce la existencia de la obligación de garantía, y respecto de
las cauciones distingue: las constituidas por terceros no renacen, pero sí las del propio deudor.
638
Se ha solido sostener que para el acreedor también podría nacer una obligación de la dación en pago:
indemnizar al deudor si la prestación es de valor superior a la deuda, acción que se fundaría en el
enriquecimiento sin causa. Discrepamos de tal interpretación, porque no se trata de enriquecimiento
injustificado, sino de un problema de lesión en el otorgamiento del acto, que el legislador acepta en contados
y calificados casos. Aunque fuere de bienes raíces la dación en pago, no podrían aplicarse las normas de la
compraventa, a menos que se resuelva que la dación lo es, cosa que no nos parece, según dijimos en el N.°
704.

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industrial, minero o agricultor declarado en quiebra, desde los 10 días anteriores a la


fecha de cesación de pagos hasta el día de la declaración de quiebra. Para tales
efectos la dación en pago de efectos de comercio se considera pago en dinero.
Para los deudores que no se encuentren en los casos señalados, se aplican las
reglas generales de la acción pauliana (N.° 778).639

639
Véase RDJ, Ts. 23, sec. la, pág. 99, anterior a la modificación de las quiebras, y 35, sec. la., pág. 12.

460
Capítulo VI
LA COMPENSACION
717. Reglamentación y pauta.
El Art. 1.567, en su N.° 5.° enumera la compensación entre los modos de extinguir
las obligaciones, y la reglamenta el Título 17 del Libro 4.°, Art. 1.655 y siguientes.
Nosotros dividiremos su estudio en tres secciones: Generalidades, requisitos y
efectos.

Sección primera

GENERALIDADES

718. Concepto.
El Art. 1.655 señala en qué caso tiene lugar la compensación: “cuando dos
personas son deudoras una de otra, se opera entre ellas una compensación que
extingue ambas deudas, del modo y en los casos que van a explicarse”.
La expresión compensar implica la idea de comparar, balancear dos cosas para
equipararlas; legalmente podemos decir que consiste en que si dos personas son
recíprocamente acreedoras y deudoras y se cumplen los demás requisitos legales, se
extinguen ambas obligaciones hasta concurrencia de la de menor valor.
Por ejemplo, A debe a B $ 100.000, pero a su turno B es deudor de A por $ 30.000
y concurren los demás requisitos de que se trata en la sección siguiente. No hay
necesidad de que A pague a B los $ 100.000 y a su vez éste le pague los $ 30.000 que
le debe, sino, más simplemente, A paga a B los $ 70.000, que constituyen la diferencia
a favor de éste, y así ambas obligaciones quedan extinguidas.
Se ha producido, pues, una economía en los pagos, uno de ellos se ha eliminado, y
por ello se dice que la compensación constituye un doble pago abreviado.640
De ahí que si bien la compensación tiene evidentemente un efecto extintivo, y por
ello el Código la trata entre los modos de liberación del deudor, es un equivalente al
pago. No es el cumplimiento mismo, únicamente porque materialmente, por lo menos,
uno de los deudores no lo hace, pero la ley da por cumplida las obligaciones recíprocas
a fin de evitar un doble pago inútil.

719. Importancia de la compensación.


La compensación es contraria a los principios jurídicos que imponen el
cumplimiento de la obligación en la forma establecida, y por ello en un comienzo en
Roma se la limitaba y aún ahora, como se verá en la sección siguiente, se la restringe,
pero al mismo tiempo es de gran importancia y aplicación, porque significa una
economía jurídica y ahorra un desplazamiento de valores y circulante.
Por ello en materia comercial resulta aún más frecuente que en lo civil, y así las
cuentas corrientes de los comerciantes se van compensando entre sí, dejando un saldo
que es la partida de una futura compensación.

640
RDJ, T. 32, sec. la., pág. 155.

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Igualmente entre los Bancos existe una Cámara de Compensación para liquidar
entre ellos las operaciones que les atañen, pagándose únicamente los saldos, sin
necesidad de movilizar mayor circulante. También en el Comercio Exterior se usa
frecuentemente la compensación.
Además de la economía señalada, la compensación tiene otra gran importancia
para el caso de insolvencia del deudor. No puede llegarse, al menos entre nosotros, al
extremo de decir que constituye una garantía para el acreedor, ni tampoco una
caución ni un privilegio, pero sí que puede llegar a ser una gran ventaja para éste que
equivale a tales beneficios.
Si ambas partes son solventes, la compensación no hace más que ahorrar un doble
pago, pero si una de ellas no lo es, la compensación puede llegar a constituir, ya que
opera de pleno derecho y con la rapidez consecuente (N.° 737), la diferencia entre
poder cobrar un crédito o no.
Y así, si por ejemplo dos personas se deben recíprocamente $ 10.000, y una de
ellas inician juicio contra la otra para cobrarle, pendiente éste puede producirse la
quiebra del demandado y el demandante deberá llevar su crédito al procedimiento de
quiebras, conjuntamente con todos los demás acreedores, y si ella no da para pagarles
a todos, se pagarán primero los privilegios, y el resto lo repartirán los demás a prorrata
de sus acreencias. Pero si ha operado la compensación antes de la quiebra, el acreedor
no tiene necesidad de concurrir a ella, queda pagado de su acreencia y tampoco debe
cancelar a la masa lo que él, a su turno, debía a su deudor.
La compensación puede en principio operar sólo hasta la declaración de quiebras,
por la razón ya señalada de la ventaja que otorga a un acreedor. Así lo señala el Art. 69
de la ley respectiva: “la declaración de quiebra impide toda compensación que no
hubiere operado antes por el ministerio de la ley, entre las obligaciones recíprocas del
fallido y acreedores, salvo que se trate de obligaciones conexas, derivadas de un
mismo contrato o de una misma negociación y aunque sean exigibles en diferentes
plazos”. Por regla general, entonces, la compensación ha evitado al acreedor pagar su
propia deuda, y concurrir a la verificación para cobrar su crédito, si los requisitos de
ella se han producido antes de la declaración de quiebras.
Las legislaciones modernas tienden a dar más preponderancia a esta característica
garantizadora de la compensación; así ocurre en los Códigos alemán y suizo, y por ello
son más liberales en cuanto a las exigencias de la misma; en cambio, en la concepción
del Código nuestro que ve fundamentalmente el aspecto del doble pago abreviado, se
es más estricto con sus requisitos, precisamente por el peligro que encierra para los
demás acreedores, y la posibilidad de fraude entre el deudor y supuestos acreedores
suyos.

720. Paralelo con otras instituciones.


La compensación se asemeja al pago hasta llegar a constituir, según se ha dicho,
un doble pago abreviado, pero la obligación se cumple, y consecuencialmente
extingue, de manera muy diferente en una y otra, porque precisamente en la
compensación no se produce el desplazamiento indispensable en el pago, y en seguida
por las múltiples restricciones de la compensación que en general está limitada a las
obligaciones de dinero (N.° 726).
También se asemeja la compensación a la excepción del contrato no cumplido y al
derecho legal de retención, en que igualmente se deja de cumplir una obligación
porque la otra parte no ha cumplido la suya; se diferencian porque la compensación
extingue ambas obligaciones, mientras las otras instituciones se limitan a paralizar las
demandas del acreedor que no ha cumplido.

462
LAS OBLIGACIONES TOMO II

721. Compensación legal, voluntaria y judicial.


La compensación que reglamenta el Código como modo de extinguir las
obligaciones es la legal, que, cumplidos los requisitos que estudiamos en la sección
siguiente, opera de pleno derecho.
Existe también una compensación voluntaria que el Código no ha reglamentado,
pero es perfectamente lícita en virtud de la autonomía de la voluntad: mediante ella las
partes acuerdan poner fin a las obligaciones recíprocas existentes entre ellas que no
han podido extinguirse por compensación legal por falta de alguno de los requisitos de
ésta; no puede operar la compensación de pleno derecho, pero los interesados deciden
que de todos modos tenga ella lugar. Serán las partes las llamadas a reglamentarla,
pues de su voluntad deriva, y, a falta de su estipulación, habrá que aplicarle por
analogía las reglas de la legal.
También es voluntaria la compensación cuando el acreedor a quien ella le ha sido
invocada en juicio renuncia a oponerle al deudor alguno de los impedimentos que
señala la ley y acepta la compensación.
La compensación judicial es aquella que el juez está facultado para ordenar, o sea,
no opera de pleno derecho, y entre nosotros será de rara ocurrencia, como si el deudor
demandado ha deducido reconvención, y el juez acepta tanto la demanda como la
reconvención, compensando unas prestaciones con otras para que se pague
únicamente la diferencia; es el efecto precisamente de la compensación. Se ha
resuelto que esto no procede en el juicio ejecutivo.641

Sección segunda

REQUISITOS DE LA COMPENSACIÓN

722. Enunciación.
Como decíamos, nuestro legislador fue estricto con la compensación por el peligro
que ve en ella para los demás acreedores.
Podemos sintetizar en los requisitos necesarios para que ella opere:
1.° Desde el punto de vista de las partes: deben ser deudoras y acreedoras
recíprocas;
2.° Desde el punto de vista de la prestación: las obligaciones han de ser de igual
naturaleza;
3.° Las deudas deben ser líquidas;
4.° También, actualmente exigibles, y
5.° La ley no debe haber prohibido en el caso de que se trata la compensación.
Los veremos en el orden señalado en los números que continúan.

723. I. Las partes deben ser personal y recíprocamente acreedoras y


deudoras.
“Para que haya lugar a la compensación es preciso que las dos partes sean
recíprocamente deudoras” (Art. 1.657, inc. 1.°).
Dicho así, el requisito parece por demás obvio, y ya lo había señalado el propio Art.
1.655. Lo que ocurre es que no basta que ambas partes tengan la una de la otra ambas
calidades de acreedor y deudor- es necesario, además, que lo sean personalmente, o
sea, por sí mismas, y esta exigencia sí que es de importancia.

641
RDJ, T. 45, sec. 2a., pág. 45.
El Código italiano en el inc. 29 del Art. 1.243 contempla un caso interesante de compensación judicial
cuando la deuda opuesta en compensación no es líquida pero es de fácil y rápida liquidación: puede el juez
declararla en la parte que reconoce de la deuda o suspender el cobro del crédito líquido hasta la liquidación
del otro.

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Efectivamente, el principio señalado recibe varias aplicaciones y dos excepciones:


la del mandato y la cesión de créditos, a que nos referimos en los números que a éste
siguen.
Las consecuencias de él son principalmente:
1.° Caso de los representantes legales.
De acuerdo al inc. 3.° del mismo Art. 1.657, requerido el deudor de un pupilo por el
guardador de éste, no puede oponerle por la vía de. la compensación lo que el tutor o
guardador le deba a él. Y lo que el precepto por via ejemplar señala respecto del
guardador, vale igualmente para todos los representantes legales pero no para las
convencionales, a que, según advertimos, nos referimos en el número siguiente.
En consecuencia, si el representante cobra un crédito del representado, no puede
el deudor oponer en compensación los créditos que tenga contra el primero
personalmente, y viceversa.
2.° Cauciones personales.
Respecto de la fianza, el inc. 2.° del precepto establece que el deudor principal no
puede oponer a su acreedor por vía de compensación lo que el acreedor deba al fiador.
En la fianza, la compensación es una excepción personal.
Y en la solidaridad, según lo vimos al estudiar el Art. 1.520 (N.° 417), es una
excepción mixta, porque en principio sólo puede oponerla aquel de los codeudores
solidarios que es acreedor del acreedor común, y los demás sólo pueden hacerlo si
aquél ya la alegó o les ha cedido su derecho. Así lo repite el inc. final del Art. 1.657: “Ni
requerido uno de varios codeudores solidarios puede compensar su deuda con los
créditos de sus codeudores contra el mismo acreedor, salvo que éstos se los hayan
cedido”.642
3.° Otros casos.
El precepto no es taxativo, sino meramente ejemplar, y hay otros casos fuera de
los que él señala. El más notorio es el de la sociedad, que es persona jurídica distinta
de sus socios (Art. 2.053, inc. 2.°); y en consecuencia, demandado el deudor de uno de
los socios, no puede oponer como compensación los créditos que tenga contra la
sociedad, ni el de ésta los que tenga contra los socios, ni demandada la sociedad
pueden oponerse en compensación los créditos de los socios contra el demandante, ni
finalmente, demandado uno de los socios, puede oponer los créditos de la sociedad
contra el demandante.

724. A. El mandato.
Se refiere a la compensación en el mandato el Art 1.658, que sólo se preocupa de
la situación del mandatario demandado, distinguiendo según si es requerido por un
crédito propio o del mandante.
Si es éste el demandado no hay alteración alguna a las reglas generales, y no
puede oponer en compensación los créditos que su mandatario tenga contra el
demandante.
Pero en cuanto al mandatario demandado, según decimos, se distinguen dos
situaciones diferentes:
1.° El acreedor demanda al mandatario por un crédito que tiene contra el
mandante, y a su turno el mandatario es acreedor personal del demandante.
En tal caso, el mandatario puede oponer por la vía de la compensación el crédito
personal que él tiene contra el acreedor de su mandante, pero siempre que otorgue
caución de que éste ratificará lo obrado, exigencia un tanto exagerada, puesto que la
compensación está beneficiando al mandante.
Por ejemplo, A mandatario de B, es demandado por C por un crédito contra el
mandante (B), pero A, a su turno, es acreedor de C; puede oponerle la compensación
rindiendo caución.
642
El fiador y codeudor solidario demandado no puede oponer en compensación los créditos del deudor
principal afianzado: RDJ, T. 32, sec. la., pág. 155.

464
LAS OBLIGACIONES TOMO II

De más está decir que el mandatario puede oponer libremente los créditos del
mandante en compensación a las demandas en que se cobran créditos contra éste.
2.° La situación inversa a la anterior, o sea, es el mandatario el que ha sido
demandado por un crédito personal suyo: no puede oponer en compensación los
créditos que su mandante tenga contra su acreedor, a menos que el mandante lo
autorice expresamente para ello. En el ejemplo anterior, es A el demandado
personalmente, y B quien tiene un crédito contra C, acreedor demandante del
mandatario A. Sólo si B lo autoriza, puede éste oponer la compensación. El precepto no
hace sino aplicar la regla más general del mandato del Art. 2.147 en orden a que éste
debe ejecutarse en la forma más beneficiosa para el mandante.
Toda la norma del Art. 1.658 puede sintetizarse diciendo que el mandatario puede
oponer la compensación en cuanto ella beneficie al mandante, y no está facultado a la
inversa para favorecerse él mismo con la compensación del mandante.
Por último, si el mandatario es el demandante y actúa por cuenta propia, no
pueden oponérsele en compensación los créditos que el demandado tenga contra el
mandante, y si demanda por cuenta del mandante, no le pueden oponer en
compensación los créditos que el deudor del mandante tenga contra el mandatario
personalmente.643

725. B. La cesión de créditos.


Se refiere a ella el Art. 1.658 y para determinar si el deudor puede oponer al
cesionario en compensación los créditos que tenga contra el cedente al tiempo de
perfeccionarse la cesión, formula uno distinto según si ésta se perfeccionó por la
notificación o aceptación del deudor (N.° 1.056).
1.° Aceptación de la cesión.
El deudor ha manifestado su voluntad, un acto que le era ajeno, y no podía
perjudicarle, ha sido aceptado por él. Y por ello el inc. 1.° del Art. 1.659 no le permite
oponer en compensación los créditos que tenía contra el cedente a la época de la
cesión a menos que haya hecho reserva de su derecho. Si no hace esta reserva, el
legislador interpreta su silencio como una renuncia a oponer la compensación.
2.° Notificación de la cesión.
Si la cesión se ha perfeccionado por la notificación al deudor, éste no ha
manifestado su voluntad y por ello podrá “oponer” al cesionario todos los créditos que
antes de notificársele la cesión haya adquirido contra el cedente, aun cuando no
hubieren llegado a ser exigibles, sino después de la notificación”.
En consecuencia, el deudor puede oponer en compensación al cesionario los
créditos que tenía contra el cedente a la época de la cesión, aunque no exigibles
entonces,644 siempre si la cesión se perfeccionó por la notificación, y si hizo reserva de
ella al aceptarla. En tal caso el cesionario cuyo crédito adquirido por la cesión se ha
extinguido por compensación, tendrá que dirigirse contra el cedente por la garantía
que éste le debe.
El Art. 1.659 se refiere exclusivamente a los créditos existentes al tiempo de la
notificación o aceptación de la cesión, momento en que ella pasa a ser oponible al
deudor. En consecuencia, los créditos que adquiera con posterioridad éste contra el
cedente no pueden en caso alguno oponerse al cesionario.645
Igualmente, el cesionario puede oponer, en compensación, al deudor que es
acreedor suyo el crédito adquirido por la cesión.646

643
Para la segunda afirmación, esto es, crédito contra el mandatario: G.T. de 1882, NI 3.535, pág. 1.939.
644
RDJ, T. 42, sec. la., pág. 425.
645
G.T. de 1861, N.° 909, pág. 509, RDJ, T. 42, sec. la., pág. 417.
646
G.T. de 1886, N.° 2.120 pág. 1.352.

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726. II. Obligaciones de igual naturaleza.


De acuerdo al N.° 12 del Art. 1.656, para que tenga lugar la compensación es
necesario que ambas deudas sean “de dinero o de cosas fungibles o indeterminadas de
igual género y calidad”. No importa que tengan un origen diverso, como por ejemplo
corresponder a un mutuo y a honorarios, respectivamente.647
La verdad es que la compensación operará normalmente entre obligaciones de
dinero; es muy difícil que tenga lugar entre otras clases de obligaciones, dado que por
regla general el acreedor no está obligado a recibir cosa distinta a la debida.
Por eso la fungibilidad está referida aquí a que las cosas que se deban
recíprocamente acreedor y deudor sean intercambiables, tengan igual poder liberatorio
entre sí, pero fuera del dinero la compensación sólo tendrá lugar en casos bastantes
raros, como si ambas partes se deben trigo de mediana calidad, o un caballo, etc.
Por la razón señalada la compensación nunca podrá tener lugar en obligaciones de
especies o cuerpo cierto, en las de hacer y en las de no hacer.648

727. III. Exigibilidad de las obligaciones.


Es la regla tercera del Art. 1.656 la que impone para la compensación que ambas
obligaciones “sean actualmente exigibles”. Es decir, las dos obligaciones deben estar
vencidas y puede exigirse su cumplimiento. Si la compensación es un doble pago
abreviado, para que éste pueda pedirse es necesaria la exigibilidad (N.° 622).
Se oponen a ella:
1.° La obligación natural.
Ya que no puede pedirse su cumplimiento, la obligación natural no es exigible, y
tampoco puede ser cumplida por la compensación.
Por ello es que no pueden oponerse en compensación créditos, prescritos, a menos
que la contraparte no invoque la prescripción.649
2.° La condición suspensiva mientras esté pendiente.
3.° El plazo suspensivo mientras no esté vencido.
El inc. final del Art. 1.656 se pone en el caso de que el acreedor haya consentido
en esperar al deudor, y distingue dos formas en que ello puede haber ocurrido; una es
la concesión de esperas o prórroga del plazo que amplía éste, y en consecuencia se
oponen a la compensación. En cambio, el mero plazo de gracia que otorga el acreedor
al deudor no es obstáculo para ella. Ya nos hemos referido a este plazo de gracia y
dicho que nada tiene que ver con el que reglamentó el Código francés como facultad
de juez (N.° 462).
La declaratoria de quiebra produce la caducidad del plazo (N.° 474), de modo que
hace exigible el crédito que tenga contra el fallido un deudor suyo, pero no es posible
la compensación, porque por regla general la quiebra es un obstáculo a ella; 650 en
cambio, las demás causales de caducidad (N.° 473 a 475) sí que permiten la
compensación.651

728. IV. Liquidez de ambas deudas.


La regla 2a del Art. 1.656 exige, además, que “ambas deudas sean líquidas”.
Esta exigencia se justifica en nuestro Derecho que como el francés ve
principalmente el aspecto de doble pago que la compensación tiene, y para que la

647
RDJ, T. 16, sec. la, pág. 281.
648
Para las específicas: G.T. de 1918 julio-
julio-Agosto N.° 351, pág. 1.071; rechaza la compensación entre los
regalos hechos a un médico y los honorarios de éste: G.T. de 1861, N.° 850, pág. 360.
649
RDJ, T. 32, sec. la, pág. 88.
650
RDJ, T. 20, sec. la., pág. 19.
651
Véanse sobre este requisito los siguientes casos de jurisprudencia que lo han aplicado: RDJ, T. 15, sec.
1a, pág. 113; G.T. de 1880, N.° 1.274, pág. 881: la existencia de un juicio pendiente de nulidad del crédito no
hace perder a éste su exigibilidad. (En contra: G.T. de 1878, N.° 7.445, pág. 1.441; N.° 3.805, pág. 1.582).
RDJ, T. 63, sec. 2a, pág. 102; no procede la compensación entre las litis expensas proporcionadas por el
marido, y la condena en costas en el juicio para el cual fueron proporcionadas.

466
LAS OBLIGACIONES TOMO II

solución sea posible es indispensable saber lo que se va a pagar, esto es, en qué
consiste la obligación y a cuánto ella asciende.
En cambio, en las legislaciones que dan una mayor preponderancia al aspecto de
seguridad de la compensación, ni el requisito de la liquidez ni el de la exigibilidad
misma, visto en el número anterior, es tan estricto como el nuestro. Incluso, los
mismos tribunales franceses con su habitual prescindencia de los textos legales, han
solido eludirlo.
Debe tenerse presente que la deuda es líquida no sólo cuando ya está liquidada,
sino también la que pueda liquidarse mediante simples operaciones aritméticas que el
mismo título suministre (inc. 2.° del N.° 3.° del Art. 438 del C.P.C.).
Por aplicación de este requisito se ha rechazado la compensación invocada con un
crédito proveniente de una indemnización de perjuicios, que deba el acreedor al
deudor, mientras ella no sea determinada por los tribunales.652

729. V. Que la ley no baya prohibido la compensación. Enunciado.


Ya hemos señalado que el legislador hasta cierto punto teme la compensación, y
por eso excluye de ella a determinadas obligaciones, por tal causa no puede oponerse:
1.° En perjuicio de terceros;
2.° Si los créditos son pagaderos en distintos lugares;
3.° A los créditos no embargables;
4.° A la demanda de restitución de una cosa injustamente arrebatada o dada en
comodato o depósito;
5.° A la demanda de indemnización de un acto de fraude o violencia; y
6.° A los créditos del Estado y otros organismos públicos.
Veremos estas situaciones en los números siguientes.

730. A. La compensación no puede oponerse en perjuicio de tercero.


Según el inc. 1.° del Art. 1.661: “la compensación no puede tener lugar en perjuicio
de los derechos de tercero”.
Dos casos podemos citar como los más importantes de aplicación de este principio;
el embargo del crédito, a que se refiere el inc. 2.° del mismo precepto, y el ya citado de
la quiebra.
1.° Embargo del crédito.
Dice el mencionado inc. 2.° “Así, embargado un crédito, no podrá el deudor
compensarlo en perjuicio del embargante, por ningún crédito suyo adquirido después
del embargo”.
La prohibición se inspira en la concepción de doble pago abreviado de la
compensación, pues, como lo estudiamos en el N.° 605, no puede cumplirse al
acreedor si se ha embargado el crédito o mandado retener el pago por decreto judicial.
La justificación es que en caso contrario quedarían burlados quienes trabaron el
embargo o prohibieron el pago. Igualmente perjudicados resultarían si pudiera operar
con posterioridad al embargo una compensación; el acreedor, cuyo crédito ha sido
objeto de embargo o prohibición, no recibiría el pago, pero igualmente quedaría
extinguido el crédito por la compensación.
Y ello se refiere a los créditos nacidos para el deudor con posterioridad al embargo,
porque si antes de éste las partes ya eran recíprocamente deudoras y acreedoras, la
compensación operó de pleno derecho.
2.° La quiebra.
Ya hemos visto que de acuerdo al Art. 69 de la ley respectiva, la quiebra impide la
compensación de los créditos adquiridos contra el fallido con posterioridad a su

652
RDJ, T. 21, sec. la., pág. 68. Véase además sobre este requisito, RDJ, Ts. 18, sec. la., pág. 459; 29, sec.
la., pág. 115; 15, sec. la, pág. 158 (No es líquida la deuda si hay varios codeudores y no se determina la
cuota de cada uno); RDJ, T. 19 sec. la, pág. 337 (no es líquida la deuda si hay abonos no comprobados) y G.T.
de 1859, N.° 1.286, pág. 726.

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declaración. En consecuencia, el deudor del fallido, que es acreedor suyo, deberá


pagar a la masa su propia obligación, y concurrir por su crédito en el procedimiento de
verificación, esto es, debe cobrarla a través de la quiebra, con el consecuente riesgo
para su acreencia.
Ello se explica mediante la universalidad de este juicio, que coloca a todos los
acreedores, exceptuados los preferenciales, en un mismo plano de igualdad para
cobrar sus créditos a prorrata de lo que produzca la liquidación del patrimonio del
fallido. Si se permitiera la compensación, se otorgaría un privilegio al acreedor que al
mismo tiempo es deudor del fallido,

731. B. No pueden compensarse créditos pagaderos en distintos lugares.


De acuerdo al Art. 1.664: “cuando ambas deudas no son pagaderas en un mismo
lugar, ninguna de las partes puede oponer la compensación, a menos que una y otra
deuda sean de dinero, y que el que opone la compensación tome en cuenta los costos
de remesa”.
Igualmente se justifica este caso con la noción de que la compensación envuelve
pagos, y el acreedor no está obligado a recibir éste en lugar distinto de aquel en que
debe cumplirse la obligación (N.° 623).
Pero la limitación pierde mucho de su importancia con la excepción que señala, ya
que no se aplica a las deudas de dinero, con la condición de que quien la opone tome
en cuenta los gastos de la remesa, y hemos señalado que prácticamente la
compensación opera únicamente en obligaciones de esa naturaleza.

732. C. Créditos no embargables.


El Código no lo ha dicho en forma amplia expresamente, sino para un caso
particular, el derecho de alimentos, según diremos enseguida, pero parece obvio que si
el crédito es inembargable no se puede oponer la compensación, pues el Art. 2.465
excluye expresamente del derecho de garantía general de los acreedores las cosas no
embargables.
Aplicación de este principio general es la que el Código hace en el Art. 1.662, en
cuya virtud no podrá oponerse compensación “a la demanda de alimentos no
embargables”. Lo mismo repite el Art. 335: “el que debe alimentos no puede oponer al
demandante en compensación lo que el demandado le deba a él”. Y el Art. 336 aclara
que las pensiones alimenticias atrasadas son ya susceptibles de compensación.
Las disposiciones se refieren a los alimentos que se deben por ley, y así si un
hermano demanda a otro por alimentos de esta clase, no podría el demandado
excusarse diciendo que su hermano demandante, a su turno, le debe alguna suma, por
ejemplo, por mutuo. Pero en cuanto a los alimentos que se deben por alguna
convención, ellos son perfectamente compensables.
Otra aplicación de esta regla general la encontramos en las leyes del trabajo, y así,
por ejemplo, el patrón no puede compensar sus créditos contra el obrero con los
salarios que debe pagar a éste (Art. 57, inc. final del Código del Trabajo).653

733. D. Restitución, depósito, comodato.


De acuerdo al inc. 1.° del Art. 1.662, no puede oponerse compensación a la
demanda:
1.° De restitución de una cosa de la cual su dueño ha sido injustamente despojado;
2.° De restitución de una cosa dada en comodato;
3.° De restitución de una cosa dada en depósito;
Hasta aquí las excepciones tienen escasa trascendencia, pues sería muy dificil que
existiera otra obligación de igual naturaleza entre las mismas partes, pues
653
En fallo en la RDJ, T. 62, sec. Y, pág. 94, se aceptó una compensación entre los emolumentos
reclamados por el empleado, y lo que éste debía al empleador, lo que así expresado es muy discutible. Lo
que pasa es que normalmente tales préstamos son meros anticipos de sueldos.

468
LAS OBLIGACIONES TOMO II

generalmente se refieren a especies o cuerpos ciertos; la tendrá sí en el caso del


depósito irregular en que el depositario recibe dinero y puede emplearlo con cargo a
restituir otro tanto en la misma moneda (Art. 2.221).
De todos modos la prohibición es justificada en el caso del que ha sido
injustamente privado de una cosa, porque para la ley es fundamental que se elimine la
infracción jurídica cometida, y en el comodato y depósito por su carácter de contratos
de confianza, y
4.° La disposición adquiere, en cambio, su verdadera trascendencia cuando por
pérdida imputable de la cosa injustamente despojada o dada en comodato o depósito,
la obligación del demandado se ha transformado en la de indemnizar su valor en
dinero, como lo señala el propio inc. 1.° del Art. 1.662. El deudor no podrá en tal caso
oponer en compensación los créditos que pueda tener contra el injustamente
despojado, comodante o depositante.

734. E. Actos de violencia o fraude.


Finalmente, el inc. 2.° del Art. 662, señala que “tampoco podrá oponerse
compensación a la demanda de indemnización por un acto de violencia o fraude”.
Para que a la indemnización pueda oponerse compensación o el acreedor de ella
esté en situación de hacerlo, es necesario que haya sido fijada por los tribunales, pues
sólo entonces reunirá los requisitos de líquida y exigible. Cuando los cumple, el
acreedor de la indemnización puede libremente oponer la compensación por lo que
deba al deudor de ella, pero éste no podrá oponerla si la indemnización deriva de un
acto de violencia o fraude, como una sanción al delito civil cometido.654

735. F. Deudas del Estado y otros organismos públicos.


Esta limitación ya no está contemplada en el C.C., sino que es señalada por la
doctrina: no puede oponerse compensación a los créditos del Fisco y otros organismos
públicos, porque la Constitución Política del Estado y las leyes han reglamentado la
forma que deben cumplir dichas personas jurídicas de Derecho Público sus
obligaciones, generalmente por medio de la dictación de decretos de pago, e
imputación de éstos al ítem correspondiente del Presupuesto. Y así, si el Fisco está
cobrando impuestos que se le adeudan, no se le podría oponer por la vía de la
compensación lo que él adeuda al contribuyente, por ejemplo, por sueldos y salarios,
provisión de mercaderías o servicios, rentas de arrendamiento, etc.655
Es efectivo que ello puede conducir a resultados injustos, y así es posible que el
Fisco esté demandando al contribuyente por impuestos que éste le adeude y le deba al
mismo sujeto una devolución de lo pagado indebidamente, la que normalmente entre
nosotros el Fisco demora en pagar. No obstante esto, el contribuyente estará obligado
a pagar sus impuestos, y esperar que el Estado se decida a cancelarle a él, por ello es
que los Arts. 51 y 52 del Código Tributario reglamentan una forma de compensación de
tales restituciones, que incluso puede extenderse a lo que el Fisco adeude a cualquier
título al contribuyente.

654
En razón de esta disposición, se rechazó la compensación en el siguiente caso: un deudor envió a un
acreedor suyo un documento para que éste lo prorrateara conjuntamente con otros acreedores; no lo hizo así
sino que se apropió íntegramente de los fondos para su propio crédito, y quiso oponer en compensación su
crédito contra el deudor a la demanda de éste. G.T. de 1887, N.° 3.007, pág. 2.015.
655
RDJ, T. 59, sec. 2a., pág. 33. Para las demás personas jurídicas de derecho público va descendiendo la
limitación según sus respectivas leyes orgánicas, hasta las Empresas Estatales, a que puede en principio
libremente oponerse la compensación.

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Sección tercera

EFECTOS DE LA COMPENSACIÓN

736. Enunciación.
La compensación equivale al pago y, en consecuencia, produce el efecto propio de
éste; es igual al cumplimiento de la obligación y por ello la extingue con todos sus
accesorios.
Al respecto, es preciso distinguir:
Si los créditos son exactamente iguales, lo que difícilmente ocurrirá como es obvio,
no se produce ningún otro efecto posterior, las deudas quedan extinguidas como si
realmente hubieren sido pagadas.
Pero lo normal es que una de las obligaciones sea inferior a la otra, y en tal caso el
deudor de la obligación mayor, como la extinción opera hasta concurrencia de la deuda
de menor valor, deberá pagar la diferencia,656 siendo uno de los casos que el acreedor
debe conformarse con un pago parcial (N.° 615 y siguientes).
En cuanto a la forma que opera la compensación, cuatro aspectos queremos
destacar en los números siguientes:
1.° La compensación opera de pleno derecho;
2.° No obstante lo cual, debe ser alegada;
3.° A pesar de operar de pleno derecho, puede renunciarse, y
4.° Caso en que existan varias deudas compensables.

737. I. La compensación opera de pleno derecho.


Así lo señala el inc. 1.° del Art. 1.656: “la compensación se opera por el solo
ministerio de la ley aún sin conocimiento de los deudores y ambas deudas se
extinguen recíprocamente hasta la concurrencia de sus valores”.
1.° Esto es, la compensación es un pago forzoso, impuesto por la ley, y que no
deriva, al producirse, de la voluntad de las partes. Tiene lugar cuando se cumplen los
requisitos legales, y con posterioridad intervendrán la voluntad de las partes para
invocarla, renunciarla, etcétera.
De ahí que:
1.° La compensación tiene lugar entre incapaces.
La capacidad nada tiene que hacer con la compensación cuando ella se produce,
puesto que es la ley que la hace operar, y en consecuencia afecta aun las obligaciones
y créditos de los absolutamente incapaces.
2.° La sentencia que acoge la compensación es declarativa.
No establece la compensación, la declara, puesto que ella se ha producido el
momento que ambas partes invistieron las calidades recíprocas de deudoras y
acreedoras de obligaciones de igual naturaleza, exigibles, líquidas o liquidables y
siempre que la ley no las haya excluido expresamente. Esto tiene importancia, pues,
según hemos dicho, hay circunstancias que impiden oponerla, especialmente la
quiebra. La compensación producida antes de su declaración queda a firme aun
cuando no se haya dictado una sentencia que acoja la compensación al tiempo del
auto de quiebra.

738. II. La compensación debe ser alegada.


En materia civil la regla general es que el juez no actúa de oficio; ello es más lógico
aún en la compensación, pues el tribunal normalmente va a ignorar la existencia de
créditos compensables. Quien alega la compensación, asevera la extinción de su
propia obligación, por lo cual deberá probar la concurrencia de sus requisitos legales, y
entre ellos su propio crédito.657 Por otra parte, al oponerla, está reconociendo la deuda

656
G.T. de 1915, le, trim. V° 283, pág. 691: RDJ, T. 10, sec. la., pág. 432.
657
RDJ, T. 27, sec. la. pág. 38 (caso de confesión del demandante).

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

propia, salvo que lo haga en subsidio para el caso que ella se tenga por establecida en
la sentencia.658
Según decíamos, aun cuando se requiere que el deudor la alegue, la compensación
no es establecida por el juez; igualmente los efectos se producen de pleno derecho y la
sentencia se limitará a constatar que efectivamente operó la compensación. Es lo
mismo que ocurre con la prescripción, que debe ser invocada, no obstante que se ha
producido en el momento en que concurriendo los demás requisitos legales, se cumplió
el plazo fijado por la ley (N.° 1.224).

739. III. Renuncia a la compensación.


La compensación está establecida en el interés exclusivo de las partes, y de ahí
que no haya inconveniente en que renuncien a la ya producida por el solo ministerio de
la ley.
La renuncia puede ser expresa o tácita, siendo la primera la que se efectúa en
términos formales y explícitos, no dando lugar a problema alguno.
La tácita es la que se deduce de ciertos hechos o actos del deudor que manifiesta
claramente su intención de renunciarla, como vimos ocurre en el caso de la cesión de
derechos aceptada por el deudor sin efectuar reserva de sus derechos: ello le impide
oponer la compensación de los créditos que tenía contra el cedente (N.° 725).
Ahora bien, si el deudor renuncia a la compensación deberá pagar la obligación
que se le cobra, pero conserva naturalmente el derecho a cobrar su propio crédito;
justamente éste no ha quedado extinguido al no oponer la compensación. Pero puede
ocurrir que este crédito tenga accesorios, cauciones, privilegios, etcétera.
El Código se ha preocupado de un caso especial: aquel en que el deudor, pudiendo
oponer la compensación no lo ha hecho así; es indudable que el crédito mismo lo
conservará siempre, según lo señalado, pero para determinar lo que ocurre en los
accesorios, hay que distinguir según si el deudor demandado sabía que podía oponer la
compensación o no.
1.° El deudor no sabía que podía oponer la compensación.
De acuerdo al Art. 1.660: “Sin embargo de efectuarse la compensación por el
ministerio de la ley, el deudor que no la alegare, ignorando un crédito que puede
oponer a la deuda, conservará junto con el crédito mismo las fianzas, privilegios,
prendas e hipotecas constituidas para su seguridad”.
En este caso, lo que pasa es que no ha habido renuncia tácita a la compensación, y
como ella no se invocó, finalmente no se produjo; de ahí que subsistan el crédito y sus
accesorios.
2.° El deudor sabía de la compensación.
Si el deudor, no obstante saber perfectamente que podía oponer la compensación,
no lo hace, renuncia tácitamente a ella, El crédito mismo subsiste, es indudable,
aunque el Código no lo diga expresamente, porque lo contrario significaría una
remisión del mismo, y ésta no se presume (N.° 1.183).
Pero esta renuncia tácita ni ninguna renuncia, puede perjudicar a terceros, y en
consecuencia la fianza, hipoteca, etc., constituidas por terceros ajenos para garantizar
este crédito, se han extinguido irrevocablemente. Esta interpretación se confirma con
el propio Art. 1.660 a contrario sensu: si las garantías subsisten cuando el deudor no
opuso 1:1 compensación por ignorarla y el legislado¡- lo declaró así, es porque en el
caso contrario ellas se extinguen. Es la opinión de los autores franceses interpretando
un precepto similar del Código francés, y entre nosotros de Claro Solar y Alessandri .659
En conclusión, la renuncia expresa o tácita de la compensación no puede
perjudicar a terceros, porque ella se ha producido de pleno derecho; naturalmente el
658
G.T. de 1914, ler. trim., N.° 224, pág. 618. También se ha resuelto que debe oponerse en el juicio
mismo y no en la ejecución del fallo: G.T. de 1921, 2° sem., N.° 160, pág. 679, y que existe cosa juzgada
entre el juicio en que se opuso la excepción de compensación y la demanda para cobrar la misma obligación:
RDJ, T. 33, sec. la., pág. 440.
659
Claro Solar, ob. cit., T. 12, No 1.856, pág. 533 y Alessandri, ob. cit., pág. 373.

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tercero que invoque la renuncia deberá probarla, pues el presunto renunciante puede
estar incluido en la situación determinada por el Art. 1.660: ignorar que podía oponer la
compensación, en cuyo caso no ha habido renuncia.

740. IV. Caso en que haya varias deudas compensables.


La situación está prevista por el Art. 1.663: “cuando hay muchas deudas
compensables, deben seguirse para la compensación las mismas reglas que para la
imputación al pago”.
Es una nueva remisión a las normas de éste; nos remitimos a lo dicho en el N.°
625. Pues bien, la elección, con ciertas limitaciones, corresponde al deudor; pero
ocurre que en la compensación ambas partes invisten esta calidad. Debemos entender
en consecuencia por deudor en ella al que debe varias obligaciones compensables. Por
ejemplo, A es acreedor de varias obligaciones contra B, y éste a su vez tiene un crédito
en contra suya. La elección es en principio de B.

472
Capítulo VII
LA CONFUSION
741. Concepto.
El N.° 6.° del Art. 1.567 enumera la confusión entre los modos de extinguir las
obligaciones, y la reglamenta el Título 18 del Libro 4.°, Arts. 1.665 a 1.669.
El primero de ellos nos da su concepto: “cuando concurren en una misma persona
las calidades de acreedor y deudor se verifica de derecho una confusión que extingue
la deuda y produce iguales efectos que el pago”.
Por ejemplo, A es deudor de B por $ 10.000 y éste fallece, dejándolo como
heredero único. A pasa a ser deudor de sí mismo, y por ello la obligación se extingue.
Podemos definirla, en consecuencia, como un modo de extinguir las obligaciones
que tiene lugar cuando las calidades de acreedor y deudor se reúnen en una sola
persona.
La confusión en el derecho excede el campo obligacional, y se produce siempre
que se reúnen en una sola persona calidades que jurídicamente deben corresponder a
personas diferentes, esto es, que legalmente son incompatibles. Cierto que en los
derechos reales suele tomar el nombre de consolidación, pero en definitiva el motivo
de la extinción del derecho es el ya señalado.
En los derechos reales la confusión tiene lugar cuando las desmembraciones del
dominio pasan a pertenecer al titular de éste; por ello, de acuerdo al Art. 763, N.° 6.°,
el fideicomiso termina por confundirse la calidad de único fideicomisario con la de
único fiduciario. Según el inc. 4.° del Art. 806, el usufructo termina por la consolidación
del usufructo con la nuda propiedad; de acuerdo al Art. 885, N.° , la servidumbre
termina por la confusión, o sea, la reunión perfecta e irrevocable de ambos predios,
dominante y sirviente, en manos de un mismo dueño. En virtud del Art. 2.406, inc. 2.°,
la prenda se extingue cuando la propiedad de la cosa empeñada pasa al acreedor por
cualquier título; igual cosa ocurre en la hipoteca si el acreedor llega a ser dueño de la
finca hipotecada, etcétera. La sociedad, persona jurídica, se disuelve si todas las
cuotas sociales se reúnen en una misma mano, como si por ejemplo A y B son socios, y
el segundo cede al primero todos sus derechos en la sociedad. Ello ocurre incluso en la
sociedad anónima que no es compañía de personas: si todas las acciones pasan a
pertenecer a una misma persona, ella se disuelve (Art. 103, N.° 2.° de la Ley 18.046
sobre Sociedades Anónimas de 22 de octubre de 1981). La inspiración es la misma: la
sociedad supone pluralidad de partes; si ella desaparece, expira la sociedad.

742. La confusión como equivalente al cumplimiento.


En nuestro Código, la confusión es indudablemente un sustituto del cumplimiento;
le equivale plenamente. As lo señala el Art. 1.665 antes transcrito, pues dice que
produce iguales efectos que el pago, y lo confirma el Art. 1.668 por los efectos que le
da en la solidaridad (N.° 747).
En doctrina se ha pretendido discutir esta equivalencia al cumplimiento de la
confusión, considerando que el acreedor nada recibe materialmente; pero la
sustitución del pago está en que si bien el acreedor nada recibe, en cuanto a deudor ha
economizado la prestación, y ése es el beneficio que como acreedor obtiene y le

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significa cumplimiento. En el ejemplo, A en cuanto acreedor no percibe los $ 10.000 del


crédito que adquirió por herencia, pero en tanto era deudor de ellos deja de
desembolsar la misma suma- como dice Messineo “el ser exonerado el sujeto del deber
de cumplimiento de una prestación, constituye el beneficio que contrabalancea la falta
de obtención de la prestación que nace de la otra obligación”.660
Como queda en claro, la confusión se asemeja mucho a la compensación, máxime
porque ambas operan de pleno derecho, según veremos: es como si se compensara lo
que A debe pagar como deudor, con lo que el mismo A, como heredero de B, debe
recibir como acreedor, pero difieren fundamentalmente porque en la compensación
desde luego hay dos créditos y porque, además, en la confusión se extingue la
obligación, porque se destruye el vínculo; no hay posibilidad alguna de cumplimiento
efectivo, porque A no puede pagarse a sí mismo, mientras que en la compensación
pueden operar los dos pagos que ella evita.
La clave está en lo dicho: la confusión ataca y destruye el vínculo jurídico; hay una
imposibilidad subjetiva de cumplimiento. La obligación es un vínculo jurídico entre
personas, y si las calidades de acreedor y deudor se reúnen en una sola, el vínculo
queda disuelto, y no puede cumplirse. No procedería, por ejemplo, la ejecución forzada
de la obligación, etcétera.
En tal sentido se asemeja la confusión al modo de extinguir las obligaciones que el
Código llama la pérdida de la cosa debida, y que es una imposibilidad objetiva en el
cumplimiento (N.° 1.186), por caso fortuito o fuerza mayor. La diferencia entre ellos
estriba precisamente en que en el cumplimiento imposible es la prestación la que no
puede efectuarse, mientras en la confusión es el vínculo entre personas el afectado.
Además, si la pérdida es imputable, la obligación deviene en un indemnización de
perjuicios, y en la confusión nunca puede cumplirse.

743. Aplicación de la confusión: caso de pluralidad de patrimonios.


Para que opere la confusión, el Art. 1.665 exige únicamente que se reúnan en una
sola persona las calidades de acreedor y deudor.
En consecuencia, opera en toda clase de obligaciones: de dar, hacer o no hacer,661
contractuales o extracontractuales662 y entre toda clase de personas. 663 Su único
requisito es, pues, el señalado.
Pero se presenta un problema en el caso de que una persona sea titular de varios
patrimonios (N.° 3 y 4) y tenga la calidad de acreedor en uno de ellos, y de deudor en
el otro. Parece evidente concluir que en tal caso no se produce la confusión, porque el
cumplimiento es posible, y se traduce en un desplazamiento de un patrimonio a otro.
Así se va produciendo la despersonalización de la obligación (N.° 22).
Nuestro Código no lo dispone así de manera general, pero es la solución que da
para el beneficio de inventario: “los créditos y deudas del heredero que aceptó con
beneficio de inventario no se confunden con las deudas y créditos hereditarios”. La
disposición está repetida en el Art. 1.259 a propósito de dicho beneficio.
En consecuencia, el heredero beneficiario está obligado a pagar a la sucesión, y
podrá cobrarle sus propios créditos contra el causante.664

660
Ob. cit., T. 42, N.° 1 bis, pág. 393.
661
RDJ, T. 33, sec. la, pág. 165: se trataba de la obligación de rendir cuentas de
un mandatario.
662
RDJ, T. 11, sec. la., pág. 134: recayó la confusión en la deuda de un guardador con su pupilo, que
posteriormente pasó a ser heredero de aquél.
663
RDJ, T. 45, sec. la, pág. 4: incidió en un problema tributario, si las reparticiones fiscales estaban
afectas a ciertos impuestos, y se falló que no, porque se confundían la calidad de deudor y acreedor en el
Fisco, punto muy discutible, y que importa resolver problemas de derecho público con normas del derecho
privado.
664
En la nota N.° 636 advertimos el problema que se discute entre nosotros acerca de si el beneficio de
inventario produce separación de patrimonios. Los preceptos citados son un argumento a favor de esta
solución, puesto que el beneficio impide la confusión.

474
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Este principio que consagra el precepto citado, permite sostener que en nuestro
Código no se produce confusión entre patrimonios diversos que tienen un mismo
titular.665
El problema puede plantearse en la sociedad conyugal, y estuvo presente en el
siguiente caso fallado: la mujer recibió en herencia un crédito contra el marido; dicho
crédito ingresa al llamado haber relativo de la sociedad conyugal, con cargo de una
recompensa a favor de la mujer. Como durante la vigencia de la sociedad conyugal
haber de ésta se confunde con el del marido (Art. 1.750), se resolvió que la confusión
había operado.666

744. Clases de confusión.


La confusión admite una doble clasificación:
1.° Por acto entre vivos y por causa de muerte, y
2.° Total y parcial.

745. I. Confusión por acto entre vivos y por causa de muerte.


Lo normal será que la confusión ocurra por causa de muerte, y no por acto entre
vivos.
Por causa de muerte la confusión puede presentarse de tres formas:
1.° El deudor es heredero del acreedor, o éste le lega el crédito.667
2.° El acreedor es heredero del deudor, y
3.° Un tercero es a la vez heredero del acreedor y del deudor, o sea, ambas
calidades se reúnen en una persona ajena a la obligación.
La confusión por acto entre vivos puede, sin embargo, también producirse, como si
el deudor adquiere por cesión el crédito, o se produce el retracto en la cesión de
derechos litigiosos (N.° 1.095).668

746. II. Confusión total y parcial.


La confusión será total si el deudor adquiere íntegro el crédito o el acreedor asume
la deuda completa, como si, por ejemplo, el deudor es único heredero del acreedor o
vicerversa.669
La confusión parcial se presentará, en cambio, si el causante, acreedor o deudor,
tiene varios herederos, entre los cuales esté el deudor o acreedor en quien se
producirá confusión en parte. A esta situación se refieren los Arts. 1.667 y 1.357
Dice el primero: “si el concurso de las dos calidades se verifica solamente en una
parte de la deuda, no hay lugar a la confusión, ni se extingue la deuda, sino en esa
parte”.
El segundo señala cómo se procede en el caso de confusión parcial hereditaria: “si
uno de los herederos fuere acreedor o deudor del difunto, sólo se confundirá con su
porción hereditaria la cuota que en este crédito o deuda le quepa, y tendrá acción
contra sus coherederos a prorrata por el resto del crédito, y les estará obligado a
prorrata por el resto, de la deuda”. Por ejemplo, A adeuda a B $ 10.000, y éste fallece
dejando como herederos por partes iguales a A y C; se extingue por confusión la mitad
de la deuda de A, quien deberá pagar a C los $ 5.000 restantes.

747. Efectos de la confusión.


La confusión, al igual que la compensación, opera de pleno derecho. Lo dijo así el
propio Art. 1.665.
665
En igual sentido, Fueyo, ob. cit., T. 2°, N.° 593, pág. 178.
666
G.T. de 1879. pág. 1.286, N.° 1.826.
667
Más propiamente en este último caso, hay remisión (N° 1.180).
668
Un caso de jurisprudencia de la RDJ, T. 33, sec. la, pág. 165: a la disolución de una sociedad se estimó
que había confusión en la deuda de los socios (rendición de cuenta) con la sociedad, por haber adquirido los
socios a la disolución el activo y pasivo de la sociedad.
669
G.T. 1894, T 1°, N.° 383, pág 254,

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Los efectos que produce la confusión son los mismos del pago y comunes a todos
los modos extintivos de la obligación ella se agota, cumplió su vida jurídica, y con ella
se extinguen todos sus accesorios.
El Código lo dijo expresamente para la fianza en el Art. 1.666: “la confusión que
extingue la obligación principal extingue la obligación principal”. Si el deudor principal
y el acreedor pasan a ser una sola persona, se extingue la fianza por vía consecuencial.
Pero si fiador y acreedor o fiador y deudor pasaron a ser uno solo, no hay fianza, pero
la obligación principal subsiste.
También se refirió expresamente el legislador a los efectos de la confusión en la
solidaridad en el Art. 1.668.
Para la activa, la solución la hemos ya comentado en el N.° 401: si el deudor
común se confunde con uno de los acreedores solidarios, será obligado éste a los
demás coacreedores por la parte o cuota que respectivamente les corresponda en el
crédito. La deuda se extinguió, pero el acreedor que recibió la satisfacción del crédito
debe darles su parte a los demás (inc. 2.° del Art. 1.668).
Si se produce la confusión entre uno de los deudores solidarios y el acreedor, la
obligación se extingue por un modo equivalente al pago, pues tal calidad tiene el que
estamos estudiando. Se producen, en consecuencia, entre los deudores los efectos
propios de la satisfacción del crédito por uno de los codeudores: se subroga (el
precepto del inc. 1.° del Art. 1.668 habla de repetición, pero es una acción
subrogatoria: N.° 658) para cobrar a los otros su parte en la deuda. Exactamente igual
que si hubiera mediado pago (N.° 420 y 421), y en consecuencia el Art. 1.668 no hace
sino aplicar la regla general del Art. 1.522 para la solución y los modos que le
equivalen.

748. Caso en que cesa la confusión.


Nuestro legislador no se ha preocupado como otros Códigos de determinar lo que
ocurre si la confusión cesa, esto es, vuelven a separarse las calidades de acreedor y
deudor en distintas personas. Aplicando las reglas generales, es preciso distinguir
según el motivo que pone fin a la confusión. Si la causal es de las que operan con
efecto retroactivo, principalmente la nulidad, la confusión queda sin efecto, porque la
nulidad la borra y, en consecuencia, reviven el crédito y sus accesorios.
Por ejemplo, A, deudor de B por $ 10.000, aparece como heredero testamentario
de su acreedor. La deuda se extingue por confusión, pero se produce posteriormente la
declaración de nulidad del testamento, y el heredero pasa a ser C; la nulidad, al operar
retroactivamente, borra la confusión, y por ende A debe pagar a C.
Pero si la razón de separarse las personas del acreedor y deudor es de las que no
tienen efecto retroactivo, la confusión producida de pleno derecho ya ha operado y no
reviven el crédito y sus accesorios. Es el mismo caso anterior, pero el testamento es
válido, y A cede sus derechos de herencia a C. El crédito no renace.670

670
RDJ, T. 7, sec. la, pág. 437. Lo dicho en el texto es sin perjuicio de que en el caso señalado A deberá a
C el producto de la confusión, por aplicación del Art. 1.910, en cuya virtud si el heredero ha percibido un
crédito debe reembolsar su valor al cesionario. Como la confusión produce iguales efectos al pago, se le
aplica este precepto (N° 1.081), salvo naturalmente que en la cesión se estipule otra cosa.

476
Subparte segunda

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Capítulo I
CONCEPTO Y ENUMERACION
749. Concepto.
Bajo esta denominación se agrupa una serie de derechos del acreedor que no
persiguen directamente el cumplimiento mismo, sino que tienen por objeto asegurarlo,
manteniendo la integridad del patrimonio del deudor.
Cuando hablamos de la garantía general (N.° 581), señalamos que ella
normalmente no inhibe al deudor de la libre administración y disposición de los bienes
que forman su patrimonio; lo contrario significaría que una deuda podría paralizar toda
la actividad económica del obligado, lo que sería absurdo, o cuando menos bienes
suficientes correspondientes a su valor, con los inconvenientes consiguientes. Sólo
frente al incumplimiento mismo mediante el embargo ocurre esto último, y lo primero
cuando el deudor es declarado en quiebra. De manera que el incumplimiento no es
requisito para la procedencia de los derechos auxiliares, pero está presente en ellos,
pues se trata de prevenirlo, procurando que al tiempo de exigirse el pago haya bienes
para responder al cumplimiento forzado, si el deudor no cumple voluntariamente.
El acreedor puede resultar perjudicado evidentemente por los actos del deudor
ejecutados en la libre administración de su patrimonio, pues ellos pueden llevarlo a la
insolvencia, esto es, a la imposibilidad de satisfacer a todos sus acreedores. No es
tampoco la insolvencia un requisito esencial en todos los derechos auxiliares, pero ella
está también presente, pues se la procura evitar o cuando menos, si ya se produce,
que existan los mayores bienes posibles en que los, acreedores ejerzan sus derechos.
El interés de los acreedores es, pues, mantener la integridad del patrimonio del
deudor hasta la época del Cumplimiento, a fin de que el deudor pueda cumplir, y si no
lo hace se haga efectiva en él la obligación misma, si ello es posible, o su equivalente:
la indemnización de perjuicios; para estos efectos, según veremos, se tomarán judicial
mente los bienes del deudor, se realizarán y con su producto se pagará al acreedor.
Para ello es necesario que existan bienes suficientes.
En consecuencia, se encuentran dos intereses igualmente legítimos, el del deudor
de poder administrar libremente su patrimonio, y el de los acreedores que dicha
administración no haga ilusorios sus derechos al tiempo de exigir el cumplimiento; y
ambos son compartidos por el legislador tan interesado en que las obligaciones se
cumplan, como en el desarrollo de los negocios y la economía en general.
Como siempre ocurre en estos casos, el legislador adopta una solución
transaccional y permite la intervención del acreedor en la gestión del deudor, siempre
que el patrimonio de éste corra un peligro cierto, ya sea por circunstancias externas
(fallecimiento del deudor, por ejemplo), por negligencia suya, o el caso más grave, de
fraude del deudor.
Por este objetivo que persiguen los derechos auxiliares de defensa del patrimonio
del deudor, se les llama también medios o medidas de reforzamiento y conservación
de la garantía general.
Se asemejan a aquellas garantías que, con el mismo objeto de prevenir el
incumplimiento, adoptan los acreedores en las obligaciones al tiempo de establecerse
éstas, prenda, hipoteca, fianza, esto es, las cauciones en general, pero se diferencian

478 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

de ellas como también de otras garantías en el sentido amplio, como son los
privilegios, el derecho legal de retención, etc., en cuanto al momento en que se hacen
presentes y la distinta función que ejercen, que se limita meramente según lo dicho a
mantener, restablecer o reforzar la integridad patrimonial del deudor.

750. Enumeración.
Los más típicos e indiscutidos de los derechos auxiliares del acreedor, son los
siguientes:
1.° Las medidas de mera precaución o mera conservación, comúnmente llamadas
medidas conservativas, cuyo objeto es en general impedir la salida de determinados
bienes del patrimonio del deudor.
2.° La acción oblicua, subrogatoria o indirecta, que tiene por objeto hacer ingresar
al patrimonio del deudor bienes o derechos que la mera negligencia de éste ha
impedido que pasen a él;
3.° La acción pauliana o revocatoria que, a la inversa, tiene por objeto recuperar
bienes que han salido fraudulentamente del patrimonio del deudor, y
4.° El beneficio de separación, cuya finalidad es impedir que los bienes del
causante se confundan con los del heredero.
Esta enumeración, tradicional, ha sido objeto de críticas, por considerársela
incompleta; así hay quienes consideran en esta categoría el derecho legal de
retención; en nuestro concepto, y menos en la legislación chilena, no tiene esta calidad
(N.° 949). Otros que también se mencionan pueden considerarse entre las medidas
conservativas, que el legislador no ha enumerado, y que pasamos a ver en el Capítulo
siguiente.
Los restantes los destinaremos a estudiar sucesivamente los demás que hemos
mencionado, y en el orden indicado: acción oblicua, revocatoria y beneficio de
separación.

Dislexia Virtual 479


Capítulo II
MEDIDAS CONSERVATIVAS
751. Concepto.
Se las define habitualmente como aquellas que tienen por objeto mantener intacto
el patrimonio del deudor, evitando que salgan de su poder los bienes que lo forman, a
fin de hacer posible el cumplimiento de la obligación; 671 o como aquellas que tienen por
objeto garantizar o asegurar el ejercicio de un derecho sin que constituyan dicho
ejercicio en sí mismo.672
Los conceptos dados son amplísimos, porque la verdad es que el Código fue
bastante vago e impreciso; habló de medidas conservativas en las disposiciones que
luego citaremos, pero en parte alguna dijo de qué se trataban, ni qué requisitos debían
concurrir a su otorgamiento.
En el fondo no hay otro requisito que quien las solicita tenga interés en ellas. Y lo
tendrá cuando sea acreedor, pero la liberalidad del legislador es tal que incluso el
acreedor condicional suspensivo que aún no es titular del crédito puede impetrarlas en
resguardo de su legítima expectativa de llegar a serlo (N.° 512). Con mayor razón
corresponderán al acreedor puro y simple y a plazo.
Y el interés provendrá de alguna circunstancia cualquiera que amenace o haga
peligrar la posibilidad de cobrar el crédito, ya sea porque existe el temor de pérdida o
disposición de ciertos bienes, o determinadas circunstancias amenacen la solvencia del
deudor o atenten al cumplimiento.
En consecuencia, salvo en las reglamentadas expresamente por el legislador, en
que deberán concurrir las circunstancias por él exigidas, en las demás queda el criterio
del juez concederlas y determinar su extensión.

752. Disposiciones legales que se refieren a ellas.


Podemos citar las siguientes disposiciones que facultan al acreedor para impetrar
medidas de conservación:
1.° Art. 761, en el fideicomiso.
En el inc. 1.° del precepto declara que el fideicomisario no tiene derecho alguno
pendiente la condición, y el 2.° agrega: “podrá, sin embargo, impetrar las providencias
conservatorias que le convengan, sí la propiedad pareciere peligrar o deteriorarse en
manos del fiduciario”.
2.° Art. 1.078, en las asignaciones testamentarias bajo condición suspensiva.
Este asignatario carece de todo derecho pendiente la condición “sino el de
implorar las providencias conservativas necesarias”.
3.° Art. 1.492, inc. final, que da igual derecho al acreedor condicional.
Todo lo anterior se traduce en decir que el Código se preocupó en conceder el
derecho a impetrar medidas conservativas al que tiene un derecho sujeto en su
nacimiento a condición, de donde se deduce que con mayor razón pueden hacerlo
otras clases de acreedores.

671
Alessandri, ob. cit., pág. 113.
672
Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.093, pág. 557.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

4.° Inc. 2.° del Art. 755 del C.P.C. en los juicios de divorcio y nulidad de
matrimonio.
Esta disposición le fue agregada al precepto por el Art. 10 de la Ley 10.271, de 2
de abril de 1952 y faculta al juez en tales juicios para ,la petición de la mujer, tomar
todas las providencias que estime conducentes a la seguridad de los intereses de
ésta”.
5.° Art. 156 para el juicio de separación de bienes.
La disposición anterior está inspirada indudablemente en este precepto del C.C.:
“demandada la separación de bienes, podrá el juez, a petición de la mujer, tomar las
providencias que estime conducentes a la seguridad de los intereses de ésta mientras
dure el juicio.673
Estas medidas se fundan en que la administración que conserva el marido de la
sociedad conyugal durante los juicios de nulidad, divorcio y separación, ponen en
evidente peligro los derechos de ella a la disolución del régimen matrimonial.

753. Algunas medidas conservativas.


Ya hemos señalado que queda mucho al criterio del juez, según los diferentes
casos, otorgar las que estime conducentes a la situación de las partes.
Pero existen algunas contempladas expresamente en la ley, y que deberán
someterse, en consecuencia, a los presupuestos legales que las hacen posibles, Nos
referimos brevemente a las medidas precautorias, la guarda y aposición de sellos y la
asistencia a la confección de inventario solemne.

754. I. Medidas precautorias.


Las medidas precautorias suponen la existencia de un juicio ya iniciado o por
entablarse (prejudiciales precautorias). El C.P.C., en el Título 5.° del Libro 2.°, Arts. 290
y siguientes las reglamenta. Este precepto menciona: el secuestro de la cosa que es
objeto de la demanda; el nombramiento de uno o más interventores, la retención de
bienes determinados y la prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes
determinados.
Las medidas precautorias suponen en todo caso que ya el acreedor ha puesto en
marcha, o lo hará en breve, sus acciones para obtener el cumplimiento u otro amparo
a su derecho, y tienden a prevenir que éste quede burlado por los actos del
demandado en el juicio.
En tal sentido opera también el embargo en el juicio ejecutivo (N.° 802), y la
prohibición al fallido de celebrar actos sobre sus bienes afectos a la quiebra (N.° 964).
Ambas medidas inciden ya en el cumplimiento forzado y tienden a garantizar la
efectividad de éste.

755. II. La guarda y aposición de sellos.


Es una de las más típicas medidas de conservación que reglamenta la ley; es una
circunstancia externa, el fallecimiento del deudor, la que pone en peligro el patrimonio
sujeto a la garantía general.
En tal caso el Art. 1.222, para asegurarlo, faculta a todo el que tenga interés en
ello, o se presuma que pueda tenerlo, para pedir al juez en la forma señalada en los
Arts. 872 a 876 del C.P.C., desde el momento de abrirse una sucesión, que los muebles
y papeles de ésta se guarden bajo llave y sello hasta que se proceda al inventario
solemne de los bienes y efectos hereditarios.
Además de los posibles herederos, es evidente que tienen interés en la sucesión
los acreedores del difunto, muy interesados en que no desaparezcan los bienes de la
herencia.

673
Sobre la naturaleza de las providencias que puede ordenar el juez véase RDJ, T. 36, sec. 2a., pág. 3.

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756. III. Asistencia a la confección de inventario solemne.


Son numerosas las situaciones en que el legislador como medida de seguridad
exige la confección de inventario solemne. El Título 7.° del Libro 4.° del C. de P.C.
reglamenta la forma de otorgarlo, complementado con las normas que da el C.C. para
casos específicos.
El Art 1.255 se refiere al que se confecciona al fallecimiento del causante y que
tiene el importante efecto, según sabemos, de limitar la responsabilidad del heredero a
lo que recibe por herencia. Nada de extraño tiene, pues, que el precepto faculte a los
acreedores hereditarios que presenten el título de su crédito para asistir a la
confección del inventario y reclamar en contra de éste en lo que les pareciere inexacto.
Por su parte, el Art. 1.766, en la liquidación de la sociedad conyugal, dispone que si
el inventario y tasación de bienes no se efectuaren solemnemente, sólo serán
oponibles a los acreedores que los hubieren debidamente aprobado y firmado.

482
Capítulo III
ACCION OBLICUA
757. Pauta.
Para estudiar la acción oblicua, lo haremos primero en general, para en la
siguiente sección analizar su situación en Chile, y en una última hablaremos de la
acción directa del acreedor.

Sección primera

LA ACCIÓN OBLICUA EN GENERAL

758. Concepto.
Aunque de origen romano, la acción oblicua parece haberse desarrollado en el
antiguo Derecho francés, de donde la recogió el Código de esta nacionalidad, en su Art.
1.166, como una excepción al principio del efecto relativo de las convenciones que
establece el precepto anterior: “No obstante, los acreedores pueden ejercitar todos los
derechos y acciones de su deudor, con excepción de los que estén unidos
exclusivamente a su persona”.
En el resto de las legislaciones, la situación es variable; algunas la contemplan
para ciertos y contados casos; otras, como el Código italiano (Art. 2.900), siguen a la
francesa, consagrándola como institución de carácter general.
Y estas vacilaciones se justifican por lo que a continuación decimos.
La acción oblicua se explica y fundamenta en la garantía general patrimonial con
que el deudor responde a sus acreedores; es posible que el deudor sea titular de
derechos y acciones que de ejercerlos diligente y oportunamente van a incrementar su
patrimonio, robusteciendo aquella seguridad general. Pero bien puede ocurrir que el
deudor, por desidia o mala fe, deje de ejercer dichos derechos y acciones,
produciéndose entonces un perjuicio para los acreedores que se ven privados de aquel
incremento patrimonial que facilita o hace posible el cobro de sus créditos.
En protección de sus derechos, la ley faculta a los acreedores para ejercitar estos
derechos y acciones, en lugar del acreedor mediante la acción oblicua, que puede
definirse, en consecuencia, como el ejercicio de los derechos y acciones del deudor por
parte de sus acreedores, cuando el primero es negligente para hacerlo. Por ejemplo, el
deudor es acreedor a su turno en un crédito y no lo cobra; los acreedores quedan
facultados para cobrar por él.
Se la llama también subrogatoria, porque los acreedores se colocan en la situación
jurídica del deudor, para ejercitar sus derechos y acciones; lo hacen a nombre y por
cuenta del deudor, en lugar suyo. Pero no parece recomendable la designación por
confundirse con la que emana del pago con subrogación y que es totalmente diferente:
en éste un tercero, acreedor o no del deudor, paga la deuda de éste y en virtud de este
pago adquiere el crédito y puede dirigirse contra el deudor, cobrando para sí. En la
acción oblicua, el acreedor del deudor cobra los créditos y otros derechos de éste,
para, a su vez, con el producto de dicho cobro hacerse pago de su acreencia.

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También se la llama acción indirecta, para diferenciarla de ciertas acciones


directas del acreedor, que veremos en la tercera sección de este Capítulo, y en que
éste también hace efectivos derechos y acciones del deudor, pero no por cuenta de
éste, sino por la propia.
Finalmente, y para terminar de caracterizarla, la acción oblicua se asemeja en
cierta forma a la representación legal, ya que se actúa por cuenta de otra persona,
pero el representante lo hace en beneficio del representado, y el acreedor actúa en su
propio interés.
Pues bien, cuando el legislador la otorga, la acción oblicua protege este interés del
acreedor de incrementar el patrimonio del deudor, para asegurar o por lo menos
aumentar las probabilidades del cobro del crédito.
Pero también se desconfía de ella, porque el deudor puede tener muchos motivos
y no la mera negligencia para no ejercer determinados derechos y acciones; puede
estimar que no le convienen, porque implican mayores gastos que lo que va a obtener,
etc. Nadie sabe mejor que su titular qué es lo que le conviene hacer; el acreedor,
cegado por el deseo de cobrar, puede así causarle un daño a su deudor. De ahí que se
le coloquen requisitos más o menos estrictos, aun en las legislaciones que la
establecen con amplitud.
Finalmente, digamos que la acción oblicua no es de mucha importancia y
aplicación, salvo en ciertos casos específicos, muchos de los cuales contempla
expresamente nuestro Código, según veremos en la sección siguiente. Ello porque la
acción oblicua beneficia el patrimonio del deudor, lo robustece para todos los
acreedores y no específicamente para quien la ejerció. Puede resultar incluso que éste
termine beneficiando a los acreedores privilegiados, y por ello resultará preferible para
los acreedores provocar la quiebra del deudor, y así obtener que el Síndico ejerza por
cuenta de la masa las acciones en que aquél fue negligente.

759. Requisitos de la acción oblicua.


Para que los acreedores puedan sustituirse a su deudor, para ejercer por él sus
derechos y acciones deben concurrir algunos requisitos de elaboración doctrinaria y
que estudiaremos en los números siguientes.
Ellos se refieren:
1.° A la persona del acreedor;
2.° Al crédito de éste;
3.° A la persona del deudor, y
4.° A los derechos y acciones suyos que se ejercen por el acreedor.

760. I. Requisitos del acreedor que ejerce la acción oblicua.


Como toda persona que ejerce una acción debe tener interés en ello.
El acreedor tendrá interés cuando con la negligencia del deudor quede
comprometida su solvencia. Hay quienes sostienen que es necesario que el deudor sea
insolvente; creemos que es un poco exagerada tal afirmación, y veremos que en los
casos que en nuestra legislación se consideran de acción oblicua, el legislador no lo
exige.
En todo caso, es evidente que si el deudor es solvente, no procede el ejercicio de
las acciones oblicuas, cualquiera que sea la magnitud e importancia de los derechos
que el deudor deja de hacer valer. Si igual se va a pagar de su crédito, el acreedor
carece de todo interés, y su actuación sería una mera intrusión en las cosas ajenas.

761. II. Requisitos del crédito del acreedor que ejerce la acción oblicua.
En buena síntesis, podemos decir que el acreedor, en principio debe ser puro y
simple, ya que se exige que su crédito sea cierto y exigible.
La certidumbre y exigibilidad eliminan al acreedor condicional suspensivo que no
tiene derechos y sólo puede impetrar medidas conservativas, y el plazo obsta a la

484
LAS OBLIGACIONES TOMO II

exigibilidad, a menos que se trate de un caso de notoria insolvencia que, según


sabemos, hace caducar el plazo (N.° 474).
Se ha discutido en doctrina lo que ocurre si el crédito en que se sustituye el
acreedor al deudor es muy superior al suyo, pues hay quienes sostienen que la acción
oblicua sólo puede llegar al monto del crédito del acreedor, quien no tendría ya interés
en el excedente. Parece errónea esta afirmación, por cuanto el acreedor no está
cobrando su crédito, sino incrementando la masa a la que deberá concurrir con todos
los demás acreedores sin preferencia alguna.
En la acción pauliana, veremos que el crédito del acreedor debe ser anterior al
acto que se impugna (N.° 780). Dados sus distintos justificativos, en la acción oblicua la
fecha del crédito nada tiene que ver con la de los derechos del deudor que ejercita el
acreedor.674

762. III. Requisitos del deudor.


Uno es el fundamental: debe ser negligente en el ejercicio de sus derechos y
acciones.
La negligencia deberá probarla el acreedor, pero no es necesario que constituya
previamente en mora al deudor, y en buena doctrina habría que concluir que ni
siquiera es necesario oír a éste. Nos parece, sin embargo, de toda conveniencia
emplazar al deudor para evitar discusiones posteriores sobre el efecto de la acción a su
respecto. Así lo exige, por ejemplo, el Código italiano expresamente (inc. 2.° del Art.
2.900).

763. IV. Requisitos de los derechos y acciones que se ejercen por cuenta del
deudor.
Desde luego estos derechos y acciones deben ser patrimoniales, ya que el objeto
que persigue el acreedor es incrementar el patrimonio en que podrá ejecutar la
obligación. Ningún interés puede tener en los que no tengan significación pecuniaria.
Enseguida, tales derechos y acciones deben existir; no podría el acreedor
establecerlos contratando por cuenta del deudor.
Deben referirse a bienes embargables, porque en caso contrario, aun cuando ellos
se hicieran ingresar al patrimonio del deudor, sus acreedores no podrían después
perseguirlos.
Finalmente, como lo señala el Art. 1.166 del Código francés, tampoco se permite
en aquellas acciones propias de la persona del deudor, o sea, las acciones
personalísimas, aunque ellas se traduzcan finalmente en bienes pecuniarios, como una
reclamación del estado de hijo legítimo, que permitirla cobrar la herencia.

764. Efectos de la acción oblicua.


Ellos derivan del hecho de que los acreedores no ejercen una acción propia, sino
las del deudor y por cuenta de éste. De ahí que:
1.° El deudor del deudor negligente, esto es, el demandado por la acción oblicua,
puede oponer las mismas excepciones que le corresponderían si es demandado por su
propio acreedor;
2.° Es muy discutible que la acción oblicua ejercitada por el acreedor del deudor
negligente, produzca cosa juzgada respecto de éste, por lo que hemos considerado
recomendable emplazarlo siempre;
3.° La acción oblicua no requiere una calificación judicial previa; en el mismo juicio
en que se ejerce se determinará su procedencia, si ella es impugnada, pues si no se
cumplen los requisitos legales, el demandante carecerá de legitimación para obrar en
el juicio, y
4.° Finalmente, y como lo destacábamos, el ejercicio de la acción oblicua no
beneficia exclusivamente al acreedor que la ejerció, sino a todos ellos. Dicho de otra
674
Mazeaud, ob. cit., parte 2a, T. Y, N.° 969, págs. 247 y sigtes.

Dislexia Virtual 485


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

manera, el producto del ejercicio de esta acción no ingresa al patrimonio del que la
invocó para pagarle su crédito, ni éste adquiere preferencia alguna en dichos bienes,
sino que se incorporan al patrimonio del deudor, donde cualquier acreedor, no sólo el
que la intentó, se podrá hacer pago, embargándolos y sacándolos a remate. Por ello
decíamos que el acreedor puede en definitiva haber trabajado para otro,
especialmente para uno privilegiado.

Sección segunda

LA ACCIÓN OBLICUA EN LA LEGISLACIÓN CHILENA

765. ¿Procede en el Código Civil chileno la acción oblicua?


Nuestro Código, como decíamos, no consideró una disposición análoga al Art.
1.166 del Código francés, lo que resulta llamativo, dado que el propio señor Bello
reconoció ser en esta parte de las obligaciones tributario de aquél.
Este silencio ha dividido a la doctrina en dos corrientes:
1.° Para algunos autores, el Código si bien no establece la acción oblicua como
regla general, contiene algunos casos particulares en que les permite a los acreedores
su ejercicio. Pero ella no podría pretenderse en otros casos que los señalados por la
ley, e incluso se producen profundas discrepancias cuando se trata de determinar las
situaciones específicas en que se la acepta, según veremos al estudiar los
principales.675
Ello significaría, por ejemplo, que no podrían los acreedores cobrar los créditos del
deudor, interrumpir las prescripciones que perjudican a éste, etc.
2.° Para otros autores, entre los que el más decidido es Claro Solar, 676 en otros
términos que en el Código francés, pero igualmente en forma general, la acción oblicua
está contenida en los Arts. 2.461 y 2.466. Esta última disposición la veremos en el
número siguiente, y la primera ya la hemos analizado, pues otorga a los acreedores el
derecho a perseguir los bienes presentes y futuros del deudor que están en su
patrimonio, y en éste indudablemente se encuentran sus derechos, y por ende, los
créditos; el ejercicio de la acción oblicua no sería sino una forma de hacer efectivo
dicho derecho de prenda general.
Tras analizar las disposiciones que inciden en la cuestión, nos permitiremos
consignar nuestra opinión.
Los casos y disposiciones que constituirían aplicación o permitirían el ejercicio de
la acción oblicua, serían los siguientes:
1.° Derecho de prenda, usufructo y retención del deudor;
2.° Arrendamiento;
3.° Pérdida de la cosa debida por culpa de terceros;
4.° Repudio de donación, herencia o legado, y
5.° Enajenación de una nave.
Los examinaremos en los números siguientes.

766. I. Derechos de prenda, usufructo, retención.


Dice el inc. 1.° del Art. 2.466: “sobre las especies identificables que pertenezcan a
otras personas por razón de dominio, y existan en poder del deudor insolvente,
conservarán sus derechos los respectivos dueños, sin. perjuicio de los derechos reales
que sobre ellos competen al deudor, como usufructuario o prendario, o del derecho de
retención que le concedan las leyes; en todos los cuales podrán subrogarse los
acreedores”.

675
Por vía de ejemplo, Alessandri, ob. cit., pág. 116; Fueyo, ob. cit. T. 19, pág. 375, N.° 389.
676
Ob. cit., T. 11, N` 1-
1- 113, pág. 582.

486
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Leído superficialmente el precepto, parece dar la razón a quienes sostienen que


otorga a los acreedores el derecho a sustituirse al deudor en el ejercicio de tales
derechos, máxime si el propio legislador habló de “subrogarse”.
Sin embargo, y aunque el uso de esta expresión y la oscuridad misma de la
disposición hacen discutible el punto, pareciere más bien que el legislador continuara
reglamentando el derecho de ejecución que fluye de la garantía general establecida en
los Arts. 2.465 y 2.469.
En efecto, el Art. 2.465 permite efectuar la ejecución de todos los bienes del
deudor, los que a él pertenecen. Pero puede ocurrir que en el patrimonio del deudor
existan otros bienes de que él no es dueño, sino que corresponden a otras personas.
El inc. 1.° del Art. 2466 deja bien en claro que estas personas conservarán su
dominio; lo que es evidente, y si se llegaran a embargar, deducirían la correspondiente
tercería de dominio. Dicho de otra manera, los acreedores no pueden perseguir los
bienes mismos, no los pueden embargar y sacar a remate.
Pero en estos bienes el deudor puede tener ciertos derechos reales, como prenda y
usufructo que el Código menciona expresamente; o puede tener el derecho de
retenerlos hasta que no se le paguen ciertas indemnizaciones, como ocurre en el
derecho legal de retención (N.° 947).
Respecto del bien mismo, el deudor es mero tenedor, pero dueño de su derecho de
prenda, usufructo, etc. Tales derechos son perfectamente embargables por los
acreedores, y así, por ejemplo, los acreedores podrían embargar y rematar el derecho
de usufructo y hacerse pago con el producto del remate; lo que no pueden hacer es
embargar y rematar el bien mismo, ya que debe respetarse la nuda propiedad ajena.
En cuanto a la prenda, querría decir que el acreedor ejecutante embargarla el
crédito garantizado con ella, y lo sacaría a remate, como cualquier otro bien del
deudor. Lo mismo haría con el crédito con derecho de retención: embargar el crédito
que tiene el deudor contra el dueño de la cosa, y sacarlo a remate con el derecho
incluido.
Todo ello no escapa hasta aquí a las reglas normales de la ejecución, y el
legislador tenía necesidad de decirlo expresamente, pues se había referido en el Art.
2.465 únicamente a los bienes de que el deudor es dueño.
En cambio, la acción oblicua produce otros efectos muy diversos: en el usufructo
querría decir que pasarían a gozar de éste los acreedores por cuenta del deudor, que
podrían cobrar los créditos garantizados con prenda, o sobre los que se ejerce el
derecho legal de retención directamente.
El punto resulta bastante discutible por la redacción del precepto, sin embargo, los
incisos 2.° y 3.° parecen confirmar la idea de que se está refiriendo al embargo de los
derechos del deudor.677
El inc. 2.° lo veremos en el número siguiente, y el 3.° dispone a la letra: “sin
embargo, no será embargable el usufructo del marido sobre los bienes de la mujer, ni
el del padre o madre de familia sobre los bienes del hijo, ni los derechos reales de uso
o de habitación”. Aquí el legislador fue bien claro: se trata también de bienes como
en el caso del inc. 1.° en que el deudor no es dueño pero que figuran en su
patrimonio en virtud de los usufructos legales, o los derechos reales personalísimos
de uso y habitación; tales bienes no pueden ser perseguidos por los acreedores por
ser ajenos, y el derecho del deudor tampoco es susceptible de persecución, porque es
inembarga ble. La expresión “sin embargo” con que comienza el precepto revela
que se trata de casos análogos a los anteriores.
Ello permite sostener, lo que por otra parte parece más lógico, que se está
reglamentando una modalidad de la acción ejecutiva de los bienes de que el deudor no
es dueño, y no estableciendo una acción oblicua.

677
Opinión del profesor Somarriva en sus clases.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

767. II. Arrendamiento.


El inc. 2.° del Art. 2.466 señala que los acreedores “podrán, asimismo, subrogarse
en los derechos del deudor como arrendador y arrendatario, según lo dispuesto en los
artículos 1.965 y 1.968”.
El precepto también utiliza la expresión “subrogación”, lo que hace pensar que se
trata de casos de acción oblicua. Para determinar si es así, se hace preciso analizar los
preceptos a que se remite el Art 2.466, inc. 2.°. Ellos contemplan dos situaciones
diversas: la primera, se refiere a cualquier clase de acreedor que ejerza acciones sobre
la cosa arrendada; y la segunda, al arrendador que persiga poner término al arriendo
por la insolvencia declarada del arrendatario.
1.° Embargo de la cosa arrendada.
Como dejamos señalado, el Art. 1.965 se pone en el caso de que los acreedores del
arrendador traben embargo en la cosa arrendada. En ello no hay nada excepcional: el
hecho de estar arrendado un objeto del dominio del deudor, no impide la ejecución de
los acreedores del arrendador.
El embargo no tiene por qué poner término por sí solo al arriendo, pero sí que
coloca el bien embargado fuera del comercio jurídico (N.° 802). El propietario queda
inhibido de efectuar actos de disposición, y el o los acreedores ejecutantes “se
sustituirán en los derechos y obligaciones del arrendador”. O sea, toman la calidad de
contratante, reemplazan al arrendador mientras dure el embargo. En tal sentido, se
asemeja a la acción oblicua, pero verdaderamente lo que ocurre es que hay un
traspaso legal del contrato, a consecuencia del embargo (N.° 1.166), y como modalidad
de la ejecución. Tanto es así que esta sustitución sólo beneficia a los acreedores que
intentaron el embargo, y no a la masa, como ocurre en la acción oblicua.
Ahora bien, el embargo es una medida provisional; si el deudor paga la deuda, el
embargo se alzará y recuperará su calidad de arrendador, pero si la ejecución sigue su
curso y se saca a remate la cosa arrendada terminará igualmente la sustitución del
deudor, porque también concluye el dominio de éste.
Y para determinar la suerte del arriendo, se aplican las reglas generales; el mismo
inc. 2.° del Art. 1.965 se remite, para el caso de que se adjudiquen la cosa en el remate
el o los acreedores, al Art. 1.962, que es justamente el que determina cuándo el
adquirente está obligado a respetar los arriendos existentes en la cosa que adquiere.
Pero todo ello ya nada tiene que ver con la subrogación del o los acreedores al
deudor-arrendador, sino que éstos quedan en la misma situación que cualquier tercero
que adquiere un bien que se encuentra arrendado.
2.° Insolvencia declarada del arrendatario.
Dice el Art. 1.968, por su parte: “La insolvencia declarada del arrendatario no pone
necesariamente fin al arriendo. El acreedor o acreedores podrán sustituirse al
arrendatario, prestando fianza a satisfacción del arrendador. No siendo así, el
arrendador tendrá derecho para dar por concluido el arrendamiento; y le competirá
acción de perjuicios contra el arrendatario según las reglas generales”.
Lo que ocurre es que los acreedores del arrendatario pueden tener interés en
mantener el arriendo porque, por ejemplo, allí tiene su explotación el deudor, con cuyo
producto podrá quizás pagarles sus créditos; para evitar la pérdida de esta
expectativa, la ley les da el derecho de sustituirse en el contrato, dando fianza. Aunque
también participa de otros caracteres, y especialmente de la cesión legal de contrato
(N.° 1.166), no hay duda de que tiene mucho de acción oblicua.

768. III. Pérdida de la cosa debida por hecho o culpa de tercero.


Ya nos hemos referido al Art. 1.677 (N.° 617), y volveremos sobre él en la
indemnización de perjuicios (N.° 851), ya que si la cosa debida se destruye o deteriora
por hecho o culpa de alguien ajeno a la convención, el deudor no responde, ya que
para él la intervención del tercero constituye un caso fortuito. Su obligación se
extingue por el modo que el Código llama pérdida de la cosa debida.

488
LAS OBLIGACIONES TOMO II

En tal caso, el precepto da al acreedor el derecho a exigir que se le cedan las


acciones y derechos que tenga el deudor contra aquellos por cuyo hecho o culpa haya
perecido la cosa.
Se ha solido sostener que habría ejercicio de la acción oblicua porque el deudor
seria sustituido en sus derechos contra el o los terceros por el acreedor, pero la verdad
es que en este caso se trata de un manera de expresarse del legislador, porque el
deudor carece normalmente de toda acción o derecho contra el autor del, daño. En
efecto, es requisito esencial de la indemnización de perjuicios la existencia de estos
últimos, y el deudor normalmente no los ha sufrido. Y así, por ejemplo, si debía un
caballo a A, y éste perece atropellado culpablemente por C, el deudor no ha tenido
daño alguno, porque su obligación se extinguió por caso fortuito, sin ulterior
responsabilidad para él. El que ha sufrido el daño es el acreedor, y él cobrará los
perjuicios directamente al tercero.
En otros casos, el deudor tendrá acciones, como si por ejemplo ha dejado la cosa
en depósito, bajo una cláusula penal, que no requiere probar perjuicios para cobrarla
(N.° 913) y se destruye por culpa del depositario. En tal caso, debe ceder sus acciones
a la cláusula penal al acreedor suyo, pero no hay acción oblicua, sino un caso de cesión
legal de derechos.

769. IV. Repudio de donación, herencia o legado en perjuicio de los


acreedores.
Cuando a una persona se le defiere una herencia o legado tiene el derecho de
aceptarla o repudiarla; por su parte, la donación como contrato que es, debe ser
aceptada por el donatario.
El ejercicio de este derecho de aceptar o repudiar del asignatario o donatario. no
puede serles indiferente a sus acreedores, porque si se inclina por lo primero ingresan
definitivamente a su patrimonio nuevos bienes en que éstos harán efectivos sus
créditos.
Por ello, el Art. 1.238 faculta a los acreedores del que repudia en perjuicio de sus
derechos una asignación sucesoria, para hacerse autorizar por el juez para aceptar por
el deudor. “En este caso -agrega el precepto- la repudiación no se rescinde sino en
favor de los acreedores y hasta concurrencia de sus créditos; y en el sobrante
subsiste”.
Por su parte, el Art. 1.394 dispone que no dona quien repudia una asignación por
causa de muerte o una donación, aunque así lo haga con el objeto de beneficiar a un
tercero. “Los acreedores -dice el inc. 2.°-, con todo, podrán ser autorizados por el juez
para substituirse a un deudor, que así lo hace, hasta concurrencia de sus créditos; y del
sobrante, si lo hubiere, se aprovechará el tercero”.
La figura, que es reconocida por casi todas las legislaciones, tiene un carácter
mixto. Tiene mucho de acción oblicua, y tanto es así que el Art. 1.394 transcrito habla
de “sustitución” del deudor- ello porque se ejerce un derecho de éste. Pero también
tiene bastante de acción pauliana, y tanto que el Art. 1.238 utiliza la expresión
“rescisión” tan erróneamente a nuestro juicio, como lo hace en el Art. 2.468 para la
acción pauliana (N.° 776, 1.°); en efecto, se deja sin efecto un acto ya ejecutado y en
perjuicio de los acreedores. No se exige, en cambio, el fraude pauliano que identifica
esta institución y que es de más difícil prueba que el mero perjuicio a los acreedores
que exigen los Arts. 1.238 y 1.394.

770. V. Enajenación de nave.


El Art. 841 del Código de Comercio contempla dos situaciones diversas en relación
a la venta privada de una nave, pendientes las responsabilidades del naviero.
Si el comprador de ella no ha pagado el precio, los acreedores del naviero puede
solicitar la resolución (rescisión, dice también equivocadamente el precepto) de la
venta. Este sí que es un caso típico de acción oblicua, pues los acreedores se

Dislexia Virtual 489


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

sustituyen al naviero para pedir la resolución de la venta por incumplimiento de la


obligación de pagar el precio.
También los acreedores pueden pedir la revocación de la venta por haber sido
ejecutado en fraude de sus derechos. Aquí hay un caso liso y llano de acción pauliana.

771. Conclusión.
A través de este estudio creemos que es posible sentar algunas conclusiones:
1.° Que nuestro Código no ha establecido en parte alguna una norma general que
permita el ejercicio de la acción oblicua, y siendo ésta contraria a las normas generales
del derecho que por regla general no toleran la intromisión de extraños en negocios
ajenos, no es ella aceptable en términos generales, 2.° Que los acreedores, en
consecuencia, sólo podrán sustituirse al deudor en los casos expresamente facultados,
y cuya naturaleza jurídica en general es híbrida. No son, salvo los citados, propiamente
de acción oblicua; normalmente los acreedores deberán conformarse con perseguir el
embargo de los derechos del deudor que éste no ejercita;
3.° Para una modificación del Código, creemos conveniente su establecimiento
entre nosotros, pero sujeta a severa reglamentación para evitar sus inconvenientes ya
señalados.

Sección tercera

ACCIONES DIRECTAS DEL ACREEDOR

772. Concepto y casos de ellas.


No debe confundirse la acción oblicua con ciertas acciones directas que el
legislador otorga a determinados acreedores por la relación que ellos tienen con el
contrato celebrado por su deudor, para dirigirse directamente contra el otro
contratante.
La situación es muy diferente a la acción oblicua, porque en tal caso el acreedor no
demanda por cuenta del deudor, sino que ejerce una acción propia, que le ha' sido
concedida por el legislador, y no en beneficio de todos los acreedores, sino únicamente
en el suyo propio.
Así, por ejemplo, en algunas legislaciones se faculta a la víctima de un accidente
para cobrar directamente la indemnización de perjuicios a la compañía de seguros en
que el autor del daño ha cubierto su riesgo por daños a terceros.
Lo que caracteriza a las acciones directas es que el acreedor se cobra de su
crédito, pero a través del contrato que con otras personas ha celebrado el deudor y
que este contrato tiene una relación con el suyo propio, que lo hace acreedor del
contratante. Queda en claro la excepcionalidad de la institución, y que ella requiere
siempre disposición legal, por cuanto se aparta del principio de la relatividad de las
convenciones: se permite a un tercero en situación muy especial, es cierto, pero que
no ha intervenido en un contrato, ejercer acciones que emanan de él.
En nuestra legislación podemos citar algunos casos:
1.° El mandante contra el delegado.
El mandatario puede normalmente delegar el mandato en otra persona. De
acuerdo al Art. 2.138, “el mandante podrá en todos casos ejercer contra el delegado
las acciones del mandatario que le ha conferido el encargo”. Para don David Stichkin se
trata de un caso de acción oblicua y, en consecuencia, el mandante se subroga al
mandatario en las indemnizaciones que deba el delegado, y concurre a ella con todos
los restantes acreedores, porque tal es el efecto de aquella acción.678
Nos parece que es una acción directa: los actos del delegado que perjudican al
mandatario, perjudican en verdad al mandante, y por ello se le permite cobrar

678
Ob. cit., N.° 136, pág. 409.

490
LAS OBLIGACIONES TOMO II

directamente al delegado; por ejemplo, éste percibió un saldo de precio de una


compraventa hecha a nombre del mandante; la ley permite a éste demandar al
delegado para recuperar este precio que no se le ha entregado. Como a él
corresponde, demanda en propio nombre y no beneficia a otros acreedores.
2.° Subcontratistas contra el propietario.
La regla 5a, del Art. 2.003 establece que las personas que intervienen en la
construcción de un edificio, si han contratado por sus pagas directamente con el
dueño, sólo tienen acción contra éste, pero si han contratado con el empresario a
cargo de la construcción, la tienen contra el propietario únicamente en subsidio del
empresario con quien contrataron, y hasta concurrencia de lo que aquél deba a éste.
Por ejemplo, A encarga a B la construcción de un edificio, y B celebra un
subcontrato con C por pinturas; éste podrá demandar a A únicamente en subsidio de B,
y por lo que A deba a B.
La acción es a nuestro juicio directa, porque los subcontratistas cobran sus créditos
y no lo hacen por cuenta del empresario.

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Capítulo IV
LA ACCION PAULIANA O REVOCATORIA
773. Reglamentación y pauta.
Se refiere a ella el Art. 2.468 del Código; también contiene normas al respecto la
Ley de Quiebras, cuyo estudio no nos corresponde, pero a la que nos referiremos
brevemente.
El estudio de esta materia lo haremos a través de tres secciones, destinadas al
concepto y naturaleza jurídica de la acción pauliana, los requisitos y los efectos,
respectivamente.

Sección primera

CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA

774. Concepto.
El Art. 2.467 dispone que “son nulos todos los actos ejecutados por el deudor
relativamente a los bienes de que ha hecho cesión o de que se ha abierto concurso a
los acreedores”. Donde el Código habla aun de concurso, debe entenderse quiebra.
En consecuencia, el deudor queda inhibido de efectuar acto alguno respecto de los
bienes a que se extiende la quiebra o de que ha hecho cesión; lo primero, porque la
quiebra produce el desasimiento de los bienes del fallido, cuya administración pasa al
Síndico de Quiebras, y en uno y otro caso, porque si el deudor pudiera dispone? de sus
bienes, quedarían burlados sus acreedores.
El inc. 1.° del Art. 2.468 señala a continuación: “en cuanto a los actos ejecutados
antes de la cesión de bienes o la apertura del concurso (declaración de quiebra), se
observarán las disposiciones siguientes”, y señala tres reglas que estudiaremos en esta
sección.
Con la declaración de quiebra, los acreedores atajan todos los actos del deudor
que los puedan perjudicar, pero es posible de que antes que ella llegue, el deudor haya
efectuado algunos actos de mala fe, con el exclusivo afán de burlar a sus acreedores.
En el Capítulo anterior veíamos la posible negligencia del deudor, que puede privar a
los acreedores de bienes que normalmente debieron ingresar a su patrimonio.
Aquí estamos frente a una situación más grave; el deudor maliciosamente ejecuta
actos destinados a perjudicar la garantía general que sobre su patrimonio tienen los
acreedores. No se trata ya de no enriquecerlo, sino de empobrecerlo intencionalmente,
como si por ejemplo dona todos sus bienes a un tercero no quedando en qué hacer
efectivos los créditos de los acreedores.
Estas acciones fraudulentas del deudor pueden efectuarse de dos maneras:
otorgándose un acto aparente de enajenación, simulando deudas que no existen, etc.
Si se prueba la simulación, los acreedores pueden ampararse en la acción propia de
esta institución (N.° 145). En otras ocasiones, el acto puede ser real, pero celebrado

492 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

con el solo afán de perjudicar a los acreedores, como ocurre en el ejemplo antes
dado.730 bis
Frente a este fraude, el legislador no puede quedar indiferente, y concurre en
auxilio de los acreedores otorgándoles la acción pauliana o revocatoria para que dejen
sin efecto dichos actos del deudor en la parte que los perjudican.
Podemos, pues, definir la acción pauliana o revocatoria como la que la ley concede
a los acreedores para dejar sin efecto los actos del deudor ejecutados
fraudulentamente y en perjuicio de sus derechos, y siempre que concurran los demás
requisitos legales.
Se la llama pauliana porque se la atribuye al pretor Paulo, aunque se ha solido
controvertir el punto; en todo caso, su origen es netamente romanista, donde incluso
se la concebía como un verdadero delito.
Se la llama revocatoria justamente porque su objeto es revocar, dejar sin efecto los
actos ejecutados fraudulentamente por el deudor para disminuir su garantía general
ante los acreedores.

775. Acción oblicua y pauliana.


Se asemejan estas dos acciones en que ambas tienen por objeto la preservación
del patrimonio del deudor a fin de que responda en su oportunidad a los
requerimientos de cobro de sus acreedores; no están destinadas al cumplimiento
mismo, sino que tienden a asegurarlo, aportando bienes en que él pueda hacerse
efectivo.
Por ello es que ambas, fundamentadas en el mismo derecho de garantía general,
sólo afectan a los actos patrimoniales, y dejan al margen los bienes inembargables,
puesto que no pueden ser perseguidos por los acreedores. Finalmente, las dos suponen
una insolvencia, si no declarada, inminente del deudor.
Pero las separan diferencias fundamentales:
1.° En la acción oblicua el acreedor ejerce acciones que no le pertenecen, sino que
corresponden al deudor; la revocatoria es directa, propia de los acreedores. No actúan
por cuenta del deudor, sino en contra suya.
2.° En cuanto a su fundamento, ya señalamos que la acción oblicua se basa en la
pasividad del deudor en el ejercicio de sus derechos y acciones y tiende a obtener el
ingreso de bienes que no han estado en el patrimonio del deudor. La acción pauliana
supone, a la inversa, que el deudor ha hecho salir bienes de su patrimonio en forma
fraudulenta y tiende a recuperarlos.
3.° En cuanto a sus efectos, ya que la oblicua beneficia no sólo al acreedor que la
ejerce, sino que a todos ellos, mientras la pauliana, según veremos, sólo favorece al o
a los acreedores que la han ejercido.

776. Naturaleza jurídica de la acción pauliana.


Es un punto que se ha discutido doctrinariamente y es de consecuencias prácticas;
las principales versiones sobre la naturaleza jurídica de la acción pauliana las

730 bis
730 bis Aun cuando en un mismo caso puedan darse conjuntamente las acciones de simulación y la
pauliana, no se confunden (RDJ, T. 31, sec. 2a, pág. 65), pues cada tina tiene su propio campo de acción.
Desde luego, porque la simulación puede ser lícita o ilícita, mientras que en la acción pauliana siempre hay
un fraude, y aún la simulación ilícita puede tener por objeto perjudicar a otras personas que no sean los
acreedores, por ejemplo a los herederos del simulador. A la inversa, puede haber acción pauliana, sin
simulación, porque el acto fraudulento es real, sólo que destinado a perjudicar a los acreedores. Todavía
más, en el campo que les es común, ambas acciones siempre difieren conceptualmente porque la acción
pauliana persigue recuperar bienes del patrimonio del deudor, y la de simulación demostrar que ellos
realmente no han salido de él. Enseguida, la acción pauliana requiere probar el fraude y la insolvencia del
deudor, nada de lo cual ocurre en la simulación. La acción para establecer ésta pertenece también a las
partes, no así la pauliana, que sólo corresponde a los acreedores, quienes, además, deben tener tal calidad
al otorgarse el acto fraudulento, lo que no sucede en la simulación, etc. Véase también Raúl Diez Duarte, ob.
cit., N.° 173 y sigtes., págs. 148 y sigtes.

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consideran como una acción de nulidad, una de indemnización de perjuicios, y como


una inoponibilidad.
1.° Teoría de la nulidad.
Ella encuentra entre nosotros apoyo en la letra misma de la ley, que en los
números 1.° y 2.° del Art. 2.468 habla justamente de “rescisión”, pero la verdad es que
sabemos con cuán poca precisión usa el legislador este término; seguramente recurrió
a él en este caso porque el efecto es muy parecido: hacer perder su eficacia al acto
impugnado.
Pero ello ocurre de muy distinta manera en una y otra acción; la nulidad opera
retroactivamente y afecta a todo el acto; en cambio, la revocación deja sin efecto el
acto o contrato sólo en la parte que perjudique a los acreedores, pero queda
subsistente en lo demás.
Es efectivo también que en la acción pauliana concurre una forma de dolo, ese
dolo especialísimo que toma el nombre de fraude pauliano; pero el dolo como causal
de nulidad es un vicio del consentimiento y puede ser invocado por la parte que ha
sido perjudicada por él, mientras en la acción revocatoria es un dolo en perjuicio de
terceros y que sólo éstos pueden hacer valer.
2.° Acción indemnizatoria.
Justamente por esta última característica de que hay dolo se ha recurrido a la otra
institución en que éste milita: la responsabilidad civil. El fraude pauliano, como acto
¡lícito que es, daría lugar a la obligación de indemnizar los perjuicios de los que han
intervenido en él, sólo que la reparación adopta una forma especial: dejar sin efecto el
acto ilícito. Es la tesis de Planiol.
3.° Inoponibilidad.
Hay bastante de cierto que es una forma de reparación del perjuicio lo que se logra
con la acción pauliana, pero veremos que ella afecta al adquirente a título gratuito,
aunque no esté de mala fe (N.° 782). Respecto de éste, no hay acto ilícito y, sin
embargo, procede la acción revocatoria.
Por ello la opinión más aceptable es la que ve en el fraude pauliano un caso
especial de inoponibilidad.
Efectivamente, se dan las características y efectos fundamentales de ésta (N.°
155): el acto es perfectamente válido y oponible entre las partes, y en consecuencia no
podrían ni el deudor que lo otorgó ni el tercero con quien se celebró impugnar el acto
alegando que fue fraudulento.
Pero el tercero, en cambio, puede desconocer el acto, privarlo de efectos respecto
a él, como ocurre justamente en la inoponibilidad. En todo lo demás, el acto persiste, y
en consecuencia sólo se le revoca en la parte que perjudica al acreedor que invoca el
fraude, pero no más allá.
La actual Ley de Quiebras justamente habló de inoponibilidad (Arts. 76 y 80 de la
Ley 18.175 de 1982).

Sección segunda

REQUISITOS DE LA ACCIÓN PAULIANA

777. Enunciación.
Con la acción pauliana ocurre algo semejante que con la oblicua, ya que el
legislador no puede ser muy liberal en su otorgamiento; si fuera así, quedaría
totalmente trabada la posibilidad del deudor de administrar su patrimonio. Si todos los
actos del deudor se vieran amenazados, por el solo hecho de tener éste deudas, de
quedar sin efectos, nadie se arriesgaría a contratar con él, incapacitándolo de hecho
para la vida jurídica.
Por ello deben cumplirse varias circunstancias para que prospere la acción
pauliana; ellas se refieren:

494
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° A los actos susceptibles de atacarse por vía pauliana;


2.° A la oportunidad en que deben haber sido ellos otorgados;
3.° A la situación del acreedor que la demanda;
4.° A la situación del deudor que ha ejecutado el acto impugnado, y
5.° Al tercero que contrató con el deudor.
Analizaremos los diferentes requisitos de la acción pauliana en los números
siguientes.

778. I. Actos que pueden ser atacados por la acción pauliana.


El Art. 2.468, en sus diferentes incisos, habla de actos y de contratos sin efectuar
distinciones, por lo cual se reconoce a la acción pauliana un campo amplio de acción,
pero siempre que se trate de actos voluntarios del deudor; no podrían impugnarse por
esta vía aquellos efectos jurídicos que se producen sin intervención de la voluntad del
deudor.
En cambio, todos los actos, sean un¡ o bilaterales, contratos un¡ o bilaterales,
convenciones, donaciones, renuncias de derecho, etc., pueden ser atacados por la
acción pauliana; así lo vimos respecto de la dación en pago (N.° 716). El pago mismo
puede ser fraudulento, siempre que no se trate de una deuda vencida679 Las cauciones
otorgadas por el deudor también quedan incluidas si son fraudulentas, y por ello el N.°
1.° del Art. 2.468 menciona la prenda, hipoteca, anticresis.
Sería el caso, por ejemplo, de una deuda pendiente que el deudor garantiza con
una hipoteca totalmente innecesaria, puesto que el acreedor no puede aún
presionarlo.680
Otras legislaciones hablan de actos de disposición, como por ejemplo el Art. 2.901
del Código italiano. Nuestro Código no lo exige, y en consecuencia, basta que exista un
principio de enajenación. Así, una promesa de venta otorgada en fraude de los
acreedores es, en nuestro concepto, revocable, porque en virtud de ella el deudor
puede ser obligado incluso judicialmente a otorgar la enajenación.
Naturalmente que los actos personalísimos, aunque se traduzcan en efectos
patrimoniales, como un reconocimiento del deudor de un hijo natural que lleve
envuelta la obligación de proporcionar alimentos al hijo reconocido, no son atacables
por vía pauliana, tal como resisten el ejercicio de la acción oblicua. También quedan al
margen de aquélla, como lo están de ésta, los actos relativos a bienes inembargables,
por cuanto nada se obtendría con recuperar tales bienes imperseguibles por los
acreedores.

779. II. Oportunidad en que se han otorgado los actos impugnados.


Para ejercer la acción revocatoria no es necesaria la previa declaración de quiebra
del deudor. Al comenzar a hablar de la acción pauliana, señalamos que ella se refiere
únicamente a los actos ejecutados por el deudor antes de la declaratoria de quiebra.
Los posteriores son lisa y llanamente nulos, de nulidad absoluta, porque están
prohibidos por la ley; no se necesita la concurrencia de otro requisito alguno que la
declaración de quiebra, y que se trate de bienes a que ella se refiere.
Dentro de los actos anteriores a la quiebra, la ley respectiva ha introducido una
distinción en los Arts. 74 y siguientes, estableciendo un período sospechoso que se

679
Es el criterio del Art. 76 de la Ley de Quiebras que declara inoponibles los actos ejecutados por el
deudor, desde los 10 días antes de la cesación de pagos hasta la declaración de quiebras, que enumera:
pago anticipado de tina deuda, dación en pago, y prendas, hipotecas y anticresis constituidas sobre bienes
del fallido para garantizar obligaciones anteriormente contraídas. El Art. 2.901 del Código italiano a contrario
sensu deja sujeto a revocación el cumplimiento de una deuda no vencida.
De acuerdo al Art. 77 de la Ley de Quiebras, los otros pagos y contratos del deudor “comerciante”, son
anulables si la otra parte sabía la cesación de pagos.
680
Véase la nota anterior.

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extiende desde la fecha que fije el tribunal como de cesación de los pagos, y a veces
se retrotrae aún más allá, con lo que se facilita la impugnación de los acreedores.681
Hemos hablado de actos anteriores y posteriores a la quiebra. ¿Significa que es
requisito para intentar la acción pauliana que el deudor esté declarado en quiebra al
tiempo de interponerla? Una mala redacción del Art. 2.468 permitió sostener en un
comienzo que era necesario declarar al deudor en quiebra o que éste hiciera cesión de
sus bienes, para que se pudieran revocar sus actos fraudulentos, otorgados antes.
En efecto, el precepto comienza diciendo: “en cuanto a los actos ejecutados antes
de la cesión de bienes o la apertura del concurso” (declaración de quiebra, hoy en día),
etc. Pareciere entonces que sólo cabría una acción pauliana, previo alguno de estos
actos, y así lo entendió en un comienzo cierta jurisprudencia, pero esta tesis ha sido
totalmente abandonada:
1.° Porque es absurda; no habría explicación racional y lógica para una exigencia
semejante, ya que actos de fraude del deudor quedarían impunes si no se le declara en
quiebra o hace cesión de su bienes;
2.° Porque la redacción del precepto, deficiente desde luego, se explica en parte
relacionándolo con el anterior: el 2.467, que se refiere justamente a los actos
posteriores a la quiebra o cesión de bienes; el Art. 2.468, conectándose a aquél, quiso
referirse a los efectuados sin que haya mediado anterior cesión de bienes o quiebra;
3.° Porque si no exigencia, la quiebra está presente en todos los preceptos del
Título 41 de la Prelación de Créditos; justamente ésta tiene importancia en la
concurrencia de acreedores que normalmente se presenta en la quiebra y cesión de
bienes. Pero en ningún caso es requisito para la aplicación de los distintos artículos del
Título: el 2.465 establece la garantía general en que reposa la acción pauliana; el 2.466
lo complementa respecto de aquellos bienes de que el deudor no es dueño; el 2.469 da
derecho a los acreedores a sacar a remate los bienes del deudor en procedimiento
individual o colectivo, y de ahí en adelante se establecen las distintas preferencias. El
único precepto que exige quiebra o cesión es precisamente el 2.467.682

780. III. Requisitos del acreedor.


El acreedor que entabla acción pauliana, como el que intenta una oblicua, debe
tener interés, y lo tendrá cuando el deudor sea insolvente, porque si tiene bienes más
que suficientes para satisfacer a sus acreedores, no podrá prosperar la pretensión de
revocar sus actos.
Visto lo mismo desde otro ángulo, el Art. 2.468 exige el perjuicio de los acreedores:
que el acto se haya otorgado en su perjuicio (N.° 1.°), probándose el perjuicio de los
acreedores, dice el N.° 2.°. Y les causará perjuicio cuando en virtud de dicho acto el
deudor quede imposibilitado de pagarles, esto es, haya provocado o aumentado su
insolvencia.
En consecuencia, la insolvencia debe presentarse en ambos momentos: al
otorgarse el acto impugnado y al ejercitarse la acción. Y así, si el deudor, al celebrar
aquél, tenía una sola deuda y bienes por diez veces su valor, no puede haber fraude ni,
intención alguna de perjudicar a los acreedores; a la inversa, si el acto fue fraudulento,
provocó o agravó la insolvencia del deudor, pero al intentarse la acción, por ejemplo,
porque ganó en la lotería, ha pasado a ser solvente, no habrá lugar a la revocación.
Además, es preciso que el acreedor tenga esta calidad en los mismos dos
momentos ya señalados, o sea, al otorgarse el acto impugnado y al intentar la acción
pauliana.
Esto último, porque si ya no es acreedor, carece de interés, y en virtud de lo
primero son inexpugnables los actos efectuados por el deudor antes de contraer la
obligación del acreedor que pretende ejercer la acción pauliana. Ello por una razón

681
Véanse la nota 731 y el N.° 781.
682
En el mismo sentido, por vía de ejemplo. RDJ, T. 35, sec. la., pág. 2. Claro Solar, ob. cit.. T. 11, pág.
614, N.° 1.135 y Alessandri, ob. cit., pág. 121.

496
LAS OBLIGACIONES TOMO II

muy simple; el patrimonio que tiene presente el acreedor al contratar y que le


responderá del cumplimiento de la obligación es el del deudor en ese momento: los
bienes presentes y los que adquiera en el futuro, pero no los que tuvo anteriormente.
No importa que su enajenación haya sido fraudulenta y perjudicial; a ese acreedor no
lo perjudicó porque al contratar ya sabía semejante situación.
Finalmente, el acreedor en principio debe ser puro y simple para intentar la
revocación. En general, no se admite la acción del acreedor cuyo derecho está sujeto a
condición suspensiva, porque no hay obligación, ni a plazo, salvo que la insolvencia del
deudor sea notoria, porque ella provoca la caducidad de éste. Sin embargo, en estricta
lógica, esta exigencia no se justifica, aunque sea generalmente aceptada, 683 porque por
un lado hay un acto fraudulento, cuyo perjuicio futuro evidente debe permitirse
provenirlo al acreedor que ya es tal, aunque no pueda exigir su crédito, o tiene la
legítima expectativa de llegar a serlo.

781. IV. Requisito en el deudor: el fraude pauliano.


El deudor debe ser fraudulento, esto es, ejecutar o celebrar el acto o contrato con
ánimo de perjudicar a sus acreedores; es una especie de dolo o mala fe, pero de
carácter especial, ya que según dijimos no es el que vicia el consentimiento, y más se
asemeja al que concurre en los actos ilícitos, en el delito civil.
En Francia, el Código no definió el fraude pauliano, por lo que se discute si basta
con que sepa el deudor el mal estado de sus negocios, o se precisa además la
intención de perjudicar a los acreedores. En Chile, el N.° 1.° del Art. 2.468 definió el
fraude pauliano: consiste en conocer el mal estado de los negocios del deudor. Esta es
la circunstancia que deberán probar los acreedores para ganar la revocación.
Porque, en efecto, ni el dolo ni la mala fe se presumen, por lo cual esta prueba es
de cargo de los demandantes paulianos. Sin embargo, declarado en quiebra el deudor,
el Art. 75, inc. 2.° de la ley respectiva presume que éste sabía el mal estado de sus
negocios desde los diez días antes a la fecha que ha sido fijada como de cesación de
los pagos.
Según lo antes señalado, el acto fraudulento debe, además, perjudicar al acreedor,
quien igualmente debe probar esta circunstancia.

782. V. Requisitos que deben concurrir en los terceros beneficiados con el


acto o contrato.
Situación de los subadquirentes. El Código efectúa una distinción fundamental
según si el acto es gratuito u oneroso, siendo necesario en estos últimos para su
revocación el fraude pauliano del tercero; no así en los primeros, en que basta el del
deudor. Es una distinción proveniente del Derecho Romano, y que ya encontramos en
el pago indebido (N.° 696 y siguientes).
Finalmente, el Código no se refirió a la situación de los subadquirentes. Veremos
estos tres casos.
1.° Actos y contratos a título oneroso.
Sé refiere a ellos la regla 1a del precepto: “los acreedores tendrán derecho a que
se rescindan los contratos onerosos, y las hipotecas, prendas y anticresis que el deudor
haya otorgado en perjuicio de ellos, estando de mala fe el otorgante y el adquirente,
esto es, conociendo ambos el mal estado de los negocios del primero”.
Como decíamos, en los actos a títulos onerosos se exige la mala fe de ambas
partes: deudor y adquirente; los dos deben saber el mal estado de los negocios del
primero, y el acreedor deberá rendir esta prueba.
2.° Actos a título gratuito.

683
El Código italiano permite expresamente el ejercicio de la acción pauliana al acreedor sujeto a
condición o a término, lo que nos parece la buena doctrina. Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.138, cree que el
acreedor a plazo, aunque no haya insolvencia notoria, puede accionar paulianamente.

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Se refiere a ellos la regla 2a, del precepto: “los actos y contratos no comprendidos
bajo el número precedente, incluso las remisiones y pactos de liberación a título
gratuito, serán rescindibles, probándose la mala fe del deudor y el perjuicio de los
acreedores”.
Basta la mala fe del deudor, y la razón de esta diferencia está ya señalada -
habiendo varios intereses en juego: del acreedor que quiere mantener la máxima
integridad de su garantía; del deudor que debe conservar la libre administración de sus
bienes, y a quien el legislador sólo sanciona en casos de negligencia o fraude, y del
tercero que ha contratado con el deudor, la ley sacrifica con mayor facilidad el de éste,
si no ha efectuado sacrificio alguno para su adquisición. El tercero no pierde en
definitiva nada, queda igual que antes del acto. En cambio, el que ha adquirido a título
oneroso, ha efectuado un desembolso, un sacrificio económico, que tendrá
posteriormente que entrar a recuperar. Por ello el legislador no puede prescindir de su
actitud y sólo lo sanciona si es fraudulento también.
3.° Situación de los subadquirentes.
Como decíamos, el Código se olvidó de la situación de éstos, o sea, de aquellos
cuyos derechos emanan del que celebró el contrato con el deudor. Por ejemplo, éste
donó su automóvil a A, y éste a su vez vendió el vehículo a B. Contra A, hay acción
pauliana; ¿afectará ella a B, y en qué condiciones?
Nos parece que no hay cuestión posible si la acción pauliana no daba acción contra
el adquirente directo, por serlo éste a título oneroso y estar de buena fe. Si no puede
atacarse este contrato, menos se podrá accionar contra el subadquirente, aunque su
título sea gratuito, o esté de mala fe, si es oneroso.
Pero si la revocación es procedente respecto del adquirente, hay quienes sostienen
que lo será igualmente contra su subadquirente, independientemente de su buena o
mala fe. Se dan principalmente dos razones: la primera, que revocado el acto del
adquirente se afecta igualmente el que de él deriva, y, enseguida, que la acción
pauliana es rescisoria como lo señala el Código.
Pues bien, éste dio reglas especiales para los adquirentes que priman sobre las
propias de la nulidad, pero en el silencio ante los subadquirentes, recuperan éstas su
imperio. La nulidad judicialmente declarada afecta a terceros independientemente de
su buena o mala fe, y en consecuencia la acción revocatoria alcanza a los
subadquirentes a título oneroso o gratuito, estén de buena o mala fe.684
Con la mayoría de los autores discrepamos de esta opinión, porque desde luego la
acción pauliana no es de nulidad, y enseguida porque no habría razón para colocar al
subadquirente en peor situación que el adquirente. Donde hay la misma razón debe
existir igual disposición. En consecuencia, al subadquirente debe aplicarse la misma
solución que el adquirente.
Por tanto, si la revocación procede contra el adquirente, alcanzará al
subadquirente a título gratuito, esté de buena o mala fe, pero al subadquirente a título
oneroso sólo si está de mala fe.

Sección tercera

CARACTERÍSTICAS Y EFECTOS DE LA ACCIÓN PAULIANA

783. Características de la acción revocatoria.


Las más destacadas son las siguientes:
1.° Es una acción directa, personal del acreedor, quien la ejerce en su propio
nombre, y no por cuenta del deudor, como ocurre en la oblicua;
2.° Es una acción personal. El punto se ha prestado a cierta controversia, porque al
igual que otras acciones personales: resolución, pago de lo no debido, nulidad, puede

684
Alessandri, ob. cit., pág. 127.

498
LAS OBLIGACIONES TOMO II

afectar a los terceros. Antes por el contrario, la acción carece de todo objeto si ella no
va a implicar al tercero adquirente, según lo expresado en el número anterior. Es más,
en nuestro concepto no hay duda alguna que el tercero debe ser parte en el pleito en
que se discuta la revocación, tanto que si es adquirente a título oneroso está en
discusión su buena fe.685
Pero ello no quita la calidad de acción personal a la pauliana, porque deriva de una
relación de crédito entre el acreedor y deudor, y que involucra al tercero por
disposición de la ley y por su participación en el hecho;
3.° Es una acción patrimonial, y en consecuencia será renunciable, pues está
establecida en beneficio del o los acreedores que la entablen; igualmente es
transferible y transmisible, y
4.° Está sujeta a un plazo especial de prescripción.
La regla 3a del Art. 2.468 dispone que “las acciones concedidas en este artículo a
los acreedores expiran en un año contado desde la fecha del acto o contrato”. Siendo
una prescripción especial o de corto plazo, no se suspende (Art. 2.524).
Por excepción, el Art. 80 de la Ley de Quiebras establece un plazo de un año,
también contado desde la celebración del acto o contrato, para la revocación en los
casos señalados en los Arts. 74 a 79 de la misma ley.

784. Efectos de la revocación.


El efecto que produce la acción pauliana, dicho en términos generales, es dejar sin
efecto el acto impugnado hasta el monto en que perjudique al acreedor o acreedores
que han intentado la revocación.
En consecuencia:
1.° Como toda sentencia es de efectos relativos, la revocación sólo beneficia al o a
los acreedores que intentaron la acción pauliana, pero no a los demás. Estos
evidentemente pueden actuar como coadyuvantes en el juicio, y participar, en
consecuencia, de sus beneficios.
2.° Los efectos de la revocación variarán según el acto de que se trate así, si se
trata de una enajenación quedará total o parcialmente sin efecto, y el adquirente
perderá la cosa de que se trate; si se dirige contra una hipoteca, se cancelará ésta; si
ataca a una remisión, renace el crédito, etcétera.
3.° En virtud de la revocación vuelven al patrimonio del deudor los bienes que
habían salido de él, y en consecuencia, podrán en ellos ejecutar sus derechos los
acreedores, embargándolos y sacándolos a remate.
4.° La acción pauliana, si no tiene otro objeto para el acreedor que preparar su
ejecución sobre los bienes recuperados para el deudor, puede ser atajada por el
adquirente pagándole su crédito al demandante.
5.° Cuando tiene por objeto la recuperación de alguna cosa enajenada, nace para
el adquirente afectado por ella la obligación de restituir. El Código no la reglamentó en
esta parte, por lo que creemos deben aplicarse en todo y por todo las reglas generales
de las prestaciones mutuas (Arts. 904 y siguientes), en cuanto a mejoras, frutos,
deterioros, etcétera.

785. Efectos entre el deudor y tercero.


Ya hemos dicho que la acción pauliana no es de nulidad.
En consecuencia, el acto queda sin efecto sólo en cuanto perjudica al o a los
acreedores que la han intentado. Por ejemplo, el deudor remitió a su propio deudor un
crédito por $ 10.000. Un acreedor pide la revocación de esta remisión para cobrar su

685
¿Es reivindicatoria la acción que se intenta contra el tercero para privarlo de la cosa adquirida
fraudulentamente? Es evidente que en cuanto éste es privado de la cosa, su efecto es muy semejante.
igualmente, la cosa vuelve al patrimonio del enajenante. Pero en virtud de la acción de un tercero, el
acreedor. No nos parece que lo sea en definitiva, sino una acción de características muy especiales.

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crédito de $ 5.000. La remisión queda sin efecto hasta esta suma, pero subsiste en el
resto.
Tratándose de la adquisición de una cosa, pueden producirse ulteriores relaciones
entre el deudor y el tercero adquirente, una vez decretada la revocación. Si ésta es a
título gratuito, nada podrá reclamar, pero el que adquirió a título oneroso tiene acción
de garantía contra el deudor por la evicción sufrida, de acuerdo a las reglas generales.
Ello es evidente, no obstante su complicidad en el fraude, porque esto se refiere al
acreedor.

500
Capítulo V
EL BENEFICIO DE SEPARACION
786. Concepto.
Del beneficio de separación trata el Título 12 del Libro 3.° del Código, Arts. 1.378 a
1.385 inclusive. Su estudio corresponde a la sucesión por causa de muerte, por lo que
daremos sólo breves nociones del mismo, a fin de completar el cuadro de lo principales
derechos auxiliares del acreedor.686
De acuerdo al Art. 1.378 los acreedores hereditarios y testamentarios tienen
derecho a pedir que no se confundan los bienes del difunto con los del heredero, y en
virtud de este beneficio de separación tendrá derecho a que de los bienes del difunto
se les cumplan las obligaciones hereditarias o testamentarias con preferencia a las
deudas propias del heredero.
Más brevemente, podemos definirlo como el derecho que la ley concede a los
acreedores hereditarios y testamentarios a fin de que los bienes del causante no se
confundan con los del heredero, de manera que ellos puedan pagarse preferentemente
a los acreedores personales de éste.
El beneficio de separación es una medida de precaución que no persigue el
cumplimiento mismo, sino asegurarlo mediante la conservación del patrimonio que
respondía de sus acreencias en virtud de la garantía general del Art. 2.465. Porque es
posible que el causante haya sido muy solvente y sus bienes alcanzaran perfectamente
para el pago de todas sus deudas, pero no tenga igual característica el del o los
herederos, sino que antes por el contrario esté netamente cargado al pasivo.
Normalmente tendría que compartir con los acreedores personales del heredero el
patrimonio en el cual ejercían su garantía general, confundido con los bienes propio de
éste y sin otra causa¡ de preferencia que la inherente al crédito mismo.
Esto lo impiden invocando la separación de patrimonios, que le da preferencia para
pagarse en los bienes del difunto antes que los acreedores personales del heredero.
Estos de nada pueden quejar-se, pues el patrimonio que respondía a sus créditos era el
del heredero y no el del causante. En nada varia su situación. Por ello es que la ley
entre su interés y el de los acreedores del causante, prefiere por sazones de equidad el
de estos últimos.

787. Las partes en el beneficio de separación.


El derecho a pedir la separación de patrimonios corresponde a los acreedores
hereditarios, esto es, aquellos que ya lo eran en vida del causante, y a los
testamentarios, o sea, aquellos cuyo crédito arranca su origen de la declaración de
última voluntad del causante (legatarios); según el Art. 1.379 corresponde aún al
acreedor condicional, lo que confirma su calidad de medida de conservación. No
pertenece, como es obvio, a los acreedores del heredero.
No está en situación de invocar el beneficio en estudio el acreedor cuyo derecho
ha prescrito ni el que ha renunciado a él, expresa o tácitamente, esto último por haber
reconocido como deudor al heredero.

686
Véase Derecho Sucesorio, ob. cit., págs. 523 y sigtes. Escobar Riffo, ob. cit., págs. 241 y sigtes.

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Tampoco podrá intentarse si los bienes de la sucesión han salido de manos del
heredero o se han confundido con los de éste, de manera que no sea posible
reconocerlos (Art. 1.380).
Pedida la separación por uno o más de los acreedores hereditarios o
testamentarios, beneficia a todos aquellos cuyos derechos no han prescrito ni han
renunciado al mismo (Art. 1.382).
La ley no ha dicho contra quién debe esgrimirse este beneficio, pero parece
evidente que el legitimado pasivo es el heredero; no habría inconveniente para que los
acreedores personales de éste actúen como coadyuvantes.
De acuerdo al Art. 50 de la Ley de Quiebras, la sucesión puede ser declarada en
quiebra, y en tal caso el beneficio de separación lo otorga el legislador de pleno
derecho.

788. Efectos del beneficio de separación.


Para que el beneficio de separación produzca efectos, si hubiere bienes raíces en
la sucesión, el decreto en que se concede se inscribirá en el Registro o Registros que
por la situación de dichos bienes corresponda, con expresión de las fincas a que el
beneficio se extienda (Art. 1.385).
Según decíamos, se discute si el beneficio de inventario, que es como la
contrapartida de los herederos al de separación de los acreedores hereditarios y
testamentarios, produce la separación de los patrimonios, o es un mero límite de
responsabilidad.
En cambio, el de separación produce este efecto en forma indiscutible, y por ello el
Art. 520 del C.P.C. permite al heredero cuyos bienes personales han sido embargados
por un acreedor hereditario o testamentario oponerse al embargo por la vía de la
tercería, y a la inversa, a éstos hacer frente al embargo de los bienes hereditarios por
los acreedores personales del heredero, por igual medio,
Decretado el beneficio de separación, él se traduce en una preferencia para los
acreedores hereditarios y testamentarios. Ellos se pagan primero en los bienes
sucesorios, y una vez satisfechos sus créditos, si hay un sobrante, éste podrá ser
perseguido por los acreedores personales del heredero y los hereditarios y
testamentarios que no gozan del beneficio de separación (Art. 1.382).
Inversamente, los acreedores hereditarios y testamentarios deben reconocer
preferencia a los personales del heredero para que éstos se paguen en los bienes
propios de éste, y sólo pueden perseguirlos si se han agotado los hereditarios, y
siempre naturalmente que el heredero no haya aceptado con beneficio de inventario
(Art. 1.383).
Finalmente, el Art. 1.384 da derecho a los acreedores hereditarios y
testamentarios que gocen del beneficio de separación para dejar sin efecto los actos
dispositivos (el precepto menciona enajenaciones, hipotecas y censos), efectuados por
el heredero dentro de los seis meses siguientes a la apertura de la sucesión. El Código
califica esta acción de “rescisoria” y da lugar a ella siempre que las enajenaciones no
hayan tenido por objeto el pago de créditos hereditarios o testamentarios. No obstante
la expresión que usa el Código, parece una modalidad de la acción revocatoria, pero
sin que sea necesario probar el fraude.

502
Subparte Tercera

Dislexia Virtual 503


Capítulo I
EL INCUMPLIMIENTO EN GENERAL
790. Concepto.
Si el pago es el cumplimiento de la obligación tal como ella se encuentra
establecida, no hay otra forma de que la negativa para definir el incumplimiento: el no
pago, esto es, la falta de satisfacción íntegra y oportuna de la obligación al tenor de
ella.
Usando los términos del Art. 1.556, hay incumplimiento cuando la obligación no se
cumple, se cumple imperfectamente o se retarda su cumplimiento; dicho de otra
manera, cuando se falta íntegramente al pago, o se infringe alguno de los requisitos de
este que ya hemos estudiado.

791. Clasificación. Enunciación.


El incumplimiento admite varias clasificaciones, pero las más importantes son las
siguientes:
1.° Voluntario e involuntario;
2.° Total y parcial;
3.° Definitivo y temporal, y
4.° Que origina responsabilidad del deudor y no da lugar a ella.

792. I. Incumplimiento voluntario e involuntario.


El deudor puede dejar de cumplir por su propia voluntad o sin ella. El
incumplimiento es objetivo, pero a la ley no le puede ser indiferente la razón, la causa
que lo provoca. Por ello se toma en cuenta el elemento subjetivo de la actuación del
deudor, para determinar su responsabilidad.
Dentro del incumplimiento voluntario hay aún que distinguir algunas situaciones:
1.° El deudor deja de cumplir por culpa o dolo suyo; es el incumplimiento
imputable, que concurriendo los requisitos legales hace nacer la responsabilidad del
deudor.
2.° El deudor puede dejar de cumplir por un acuerdo con el acreedor, esto es,
aceptando éste el incumplimiento, por lo cual no hay responsabilidad ulterior para el
deudor; así ocurrirá si opera una remisión, tina transacción o una novación, aunque
ésta, según hemos dicho, equivale al cumplimiento. Cierto que el deudor no cumple la
obligación que tenía, pero ello es porque pasa a ser reemplazada por una nueva (N.°
1.099).
3.° El deudor no cumple, pero se justifica para así hacerlo en que a su turno el
acreedor tampoco ha cumplido alguna obligación suya; así ocurre en la excepción del
contrato no cumplido y el derecho legal de retención a que nos referimos en el Capítulo
5.°.
4.° El deudor deja de cumplir, porque ha operado algún modo de extinguir
liberatorio para él, ya sea que destruyó el vínculo jurídico o puso término a la
obligación nacida de él: prescripción, nulidad.
En el incumplimiento involuntario, el deudor deja de cumplir por un hecho ajeno a
su voluntad, de los cuales el más importante es el caso fortuito o fuerza mayor- su

504 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

obligación se extinguirá sin ulterior responsabilidad para el deudor, o la cumplirá


eliminado el obstáculo, pero sin que responda por el retardo.

793. II. Incumplimiento total y parcial.


El incumplimiento es total si no se ejecuta la obligación en todas sus partes.
Y es parcial en los dos ya señalados casos del Art. 1.556:
1.° Si la obligación se cumple imperfectamente, o sea, no se paga en forma
íntegra, como si de una deuda de $ 10.000 el acreedor acepta un abono de $ 5.000 si
se paga la deuda, pero no los intereses; si el edificio tenía defectos de construcción, 687
etcétera.
No olvidemos eso sí, que el acreedor debe haber aceptado este cumplimiento
imperfecto, porque, como lo estudiamos en el N.° 618, no está obligado a recibir un
pago que no sea íntegro. Si rechaza el cumplimiento incompleto habrá lisa y
llanamente incumplimiento total, y
2.° Cuando existe retardo en el cumplimiento, o sea, la obligación no se ha
cumplido en su oportunidad, que es la señalada por nosotros al hablar de cuándo debe
hacerse el pago (N.° 622).

794. III. Incumplimiento definitivo y temporal.


Tanto el incumplimiento total como el parcial, pueden ser definitivo, esto es, la
obligación no se ha cumplido, pero es un hecho que ya no puede cumplirse, como si
por ejemplo la cosa debida se ha destruido, o el pintor que se obligó a pintar un cuadro
de una persona se ha imposibilitado.
También será definitivo el incumplimiento si ha operado algún modo liberatorio
para el deudor que extingue la obligación, ya sea ella misma o el vinculo que le dio
origen, como si se anula el acto o contrato.
Tiene importancia la distinción con relación a la imputabilidad del incumplimiento;
si éste es definitivo y por hecho o culpa del deudor, es evidente que ya no podrá
obtenerse compulsivamente el cumplimiento, y sólo habrá lugar a la indemnización de
perjuicios, siendo ella procedente. Igualmente, el obstáculo que impide el
cumplimiento puede ser temporal, y, desaparecido, deberá cumplirse la obligación, por
ejemplo, si se debe a una huelga, y restará únicamente la discusión de si el deudor
responde del retardo o no (N.° 820).

795. IV. Responsabilidad del deudor en el incumplimiento.


Según ha ido quedando señalado, hay incumplimientos que imponen
responsabilidad al deudor, y otros que no lo hacen: usamos la expresión en un sentido
amplio, porque más propiamente se refiere a la indemnización de perjuicios, y como
veremos en el Capítulo siguiente, el primer derecho del acreedor es exigir
compulsivamente el cumplimiento.
En todo caso, lo que se quiere destacar es que ciertos casos de incumplimiento no
producen ulteriores consecuencias para el deudor, la obligación queda extinguida y
nada puede hacer el acreedor.
En cambio, cuando el incumplimiento es imputable al deudor y concurren los
demás requisitos legales, nace el derecho del acreedor a exigir el cumplimiento o la
indemnización de perjuicios, según diremos luego.

796. Prueba del incumplimiento y presunción de imputabilidad.


De acuerdo al Art. 1.698, corresponde probar la obligación o su extinción al que
alega aquélla o ésta.
En consecuencia, si al acreedor le corresponde acreditar la existencia de la
obligación, no le toca, en cambio, probar el incumplimiento. Es el deudor quien debe

687
RDJ, T. 31, sec. 1a., pág. 394.

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establecer que ha cumplido, porque alega el pago, o sea, la extinción de la obligación y


sobre él coloca la ley la carga de la prueba en tal caso.
Pero aún más, si el deudor no ha cumplido, deberá probar, si quiere quedar exento
de responsabilidad, que el incumplimiento no le es imputable. Porque el deudor se
defenderá de la demanda del acreedor que le exige el cumplimiento o la indemnización
de perjuicios, alegando que ha operado algún modo extintivo de la obligación
liberatoria para él. Según la regla general del Art. 1.698, deberá probarlo.
Si lo que alega es la imposibilidad en el cumplimiento por caso fortuito, él debe
acreditar que ha concurrido dicho modo de extinguir, estableciendo la concurrencia de
la fuerza mayor. No sólo porque así resulta de la regla del Art. 1.698 citada, sino
porque lo dispone expresamente el inc. 3.° del Art. 1.547: “la prueba de la diligencia o
cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la prueba del caso fortuito al que lo
alega”.
Si debe probar la diligencia quien debió emplearla, ello equivale a presumir la
culpa (N.° 836), y la conclusión es que el deudor debe destruir la presunción legal de
imputabilidad en la forma que veremos al tratar de la indemnización de perjuicios.

797. Derechos del acreedor en caso de incumplimiento imputable.


En caso de incumplimiento imputable del deudor, dos son los derechos
fundamentales del acreedor.
1.° El derecho, una vez probada por él la existencia de la obligación, de obtener el
cumplimiento forzado de ella, con intervención de la autoridad.
Ello será posible siempre que el incumplimiento no sea definitivo, porque en tal
caso no habrá posibilidad de obtenerlo, y sólo restará al acreedor el segundo de sus
derechos principales, que es:
2.° La indemnización de perjuicios en que, ante la imposibilidad de cumplirse la
obligación en naturaleza, tal como se encuentra establecida, se la cumple por
equivalencia.
Dentro de ella cabe distinguir claramente la indemnización compensatoria que
equivale al cumplimiento mismo, y la moratoria que repara el atraso del deudor en
cumplir su obligación (N.° 820).
Por esto el acreedor puede pedir el cumplimiento, si él es aún posible, y la
indemnización moratoria por los perjuicios que le produce el cumplimiento tardío, pero
por regla general no puede solicitar el cumplimiento en naturaleza y la indemnización
compensatoria, porque equivaldría a un doble pago.
Junto a estos derechos, que son los más importantes, tiene otros el acreedor, como
ocurre en los contratos bilaterales, en que está facultado para solicitar la resolución del
contrato (N.° 521 y siguientes), y negarse a cumplir su propia obligación (N.° 941)

798. Antijuridicidad del incumplimiento imputable.


En el N.° 210, a propósito de la responsabilidad extracontractual, hablamos de la
teoría moderna de lo injusto. El incumplimiento es evidentemente un acto injusto,
contrario a derecho, cuando él es imputable al deudor.
En consecuencia, no es un punto que interese únicamente al acreedor, sino a la
sociedad entera, para la cual es importante que las obligaciones se cumplan, pues así
se respeta el ordenamiento jurídico. El incumplimiento imputable vulnera dicho
ordenamiento. No constituye delito penal sino en los casos en que el legislador así lo
establece, pero en todo caso, si no delito civil, mucho se le acerca. Volveremos sobre el
punto al tratar la teoría unitaria de la responsabilidad civil (N.° 937).

506
Capítulo II
EL CUMPLIMIENTO FORZADO
799. Concepto.
Por su carácter de vínculo jurídico, como decíamos al comienzo, el cumplimiento
no queda a la voluntad del deudor; éste debe cumplir, y si no lo hace, el acreedor tiene
el derecho al amparo del Estado para que lo fuerce a hacerlo. Este, a través de sus
órganos y con el auxilio de la fuerza pública, si es necesario, impondrá este derecho
del acreedor. Lo que éste no puede hacer es cobrarse por su propia mano, salvo los
casos excepcionales de autotutela que aún conservan las legislaciones.
El órgano del Estado llamado a imponer el cumplimiento es el poder judicial; a los
tribunales debe recurrir el acreedor en amparo de su derecho al cumplimiento. Para
ello, según veíamos, el acreedor deberá probarle la existencia de la obligación. Esta
probanza es de su cargo.
Al respecto hay que distinguir según la manera en que la obligación está instituida.
Normalmente el acreedor deberá establecer la deuda en juicio contradictorio, que
terminará reconociendo o negando la existencia de la deuda. Desde el momento que el
acreedor obtiene una sentencia favorable, goza del amparo estatal para forzar el
cumplimiento.
A este título de ejecución por excelencia, que es la sentencia judicial, la ley
equipara otros títulos que igualmente dan constancia fehaciente de que existe una
obligación entre las partes, aun cuando sea posible una ulterior discusión sobre su
legitimidad, posible extinción, etc. Estos son los títulos ejecutivos que permiten obtener
el cumplimiento forzado o coactivo de la obligación por medio del juicio ejecutivo, que
reglamenta el C.P.C.
Para que la ejecución sea posible, es necesario:
1.° La existencia del título ejecutivo.
Si el acreedor carece de él debe demandar primero para que se declare la
existencia de la obligación (salvo que opte por intentar la preparación del juicio
ejecutivo en las gestiones preparatorias de la via ejecutiva), y con dicha sentencia
tiene procesalmente dos caminos posibles de ejecución: el juicio ejecutivo, como si se
tratara de cualquier otro título ejecutivo, o, cumpliendo ciertas exigencias legales de
plazo y competencia, el cumplimiento incidental del fallo, en el mismo juicio en que
éste se dictó (Art. 232 del C.P.C.).
Si el acreedor goza de título ejecutivo, no tiene necesidad de que la obligación se
declare previamente, y puede demandar directamente en juicio ejecutivo, según el
procedimiento señalado en los dos primeros títulos del Libro 3.° del C.P.C.
2.° Que la ejecución sea posible.
Nada obtendrá el acreedor con su título ejecutivo si el cumplimiento en naturaleza
es imposible, como si por ejemplo se ha destruido la cosa debida. En tal caso, si
concurren los requisitos correspondientes, el acreedor puede demandar la
indemnización de perjuicios que por regla general no será ejecutiva mientras no sea
establecida por sentencia judicial que la declare. Si la imposibilidad es ajena a la
voluntad del deudor, la obligación se habrá extinguido por imposibilidad (N.° 1.187).
3.° Que la deuda sea líquida y actualmente exigible, y

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4.° Que el título ejecutivo no se encuentre prescrito; de acuerdo al Art. 2.515, la


acción ejecutiva prescribe en 3 años, y después de ellos dura 2 años más como
ordinaria N.° 1.240).
El juicio ejecutivo es el procedimiento singular de cada acreedor para obtener el
cumplimiento forzado; también hay procedimientos colectivos, que son la quiebra y la
cesión de bienes a que nos referimos en el Capítulo 70; en ellos concurren todos los
acreedores a participar en la liquidación del patrimonio del deudor, para hacerse pago
con sus bienes (N.° 965), o el producto de su subasta (N.° 964).

800. Aspectos sustantivos del cumplimiento forzado.


El estudio del juicio ejecutivo corresponde, como es obvio, al Derecho Procesal; a
nosotros nos interesa únicamente destacar el aspecto sustantivo del mismo,
especialmente en cuanto a su posibilidad y los derechos del acreedor.
El cumplimiento forzado es un pago; por ello el Código en el párrafo 9.° del Título
14 del Libro 3.°, que reglamenta la solución, se refiere a “pago por cesión de bienes o
por acción ejecutiva del acreedor o acreedores”. El pago por acción ejecutiva es
justamente la ejecución forzada individual que tratamos en este Capítulo; el pago por
cesión de bienes, según hemos dicho, lo veremos a propósito de la insolvencia y sus
efectos, porque normalmente supondrá la concurrencia de varios acreedores (N.° 965 y
sigtes). Sólo queremos hacer presente que de acuerdo al Art. 1.624, lo dispuesto
acerca de la cesión de bienes en los Arts. 1.618 y siguientes se aplican al embargo de
los bienes por acción ejecutiva del acreedor o acreedores.
El cumplimiento forzado, tanto singular como colectivo de los acreedores, es una
consecuencia de su garantía general sobre el patrimonio embargable del deudor. Como
dijimos en esa oportunidad, se traducirá normalmente en el embargo de los bienes del
deudor, la privación de que éste es objeto de ellos para venderlos en pública subasta y
hacerle pago al acreedor con el producto de ésta, lo que se suele llamar derecho de
“expropiación” del acreedor.
Tiene el cumplimiento forzado modalidades especiales aun en las mismas
obligaciones de dar (que incluyen según sabemos las de entregar y restituir), en las de
hacer, a que se refiere el Art. 1.553 y en las de no hacer, de que trata el Art. 1.555,
especialmente para determinar cuándo procede y cómo se lleva a cabo. Así lo veremos
en los números siguientes.

801. I. Cumplimiento forzado de las obligaciones de dar.


Normalmente en esta clase de obligaciones será posible la ejecución forzada, a
menos que tratándose de cosas infungibles ya no existan.
Al respecto conviene distinguir las obligaciones de especie o cuerpo cierto, de
género y dinero.
Tratándose de las primeras, la ejecución recaerá sobre la especie o cuerpo cierto
que se deba y exista en poder del deudor (Art. 438, N.° 1.° del C.P.O. En tal caso se
incauta la especie, con el auxilio de la fuerza pública, si ello fuere necesario, y en la
oportunidad procesal correspondiente (sentencia de pago ejecutoriada: Art. 512 del
C.P.C.) se hace entrega de ella al deudor. Por ejemplo, éste adeuda un automóvil y no
quiere entregarlo; en la etapa correspondiente del juicio ejecutivo el automóvil será
entregado al acreedor, desposeyéndose de él al deudor, incluso con el auxilio de la
fuerza pública, si es necesario.
Si la especie ya no existe en poder del deudor; la ejecución puede recaer sobre el
valor de la especie debida (Art. 438, N.° 2.° del C.P.C.), pero en tal caso es previa una
gestión preparatoria de la vía ejecutiva de evaluación de ella por un perito.
Esto mismo debe hacerse si se quiere ejecutar una cantidad de un género
determinado (Art. 438, regla 3a del C.P.C.).
Finalmente, en las obligaciones de dinero la ejecución es siempre posible,
cumpliéndose los requisitos señalados en el N.° 799; se procederá a embargar el que

508
LAS OBLIGACIONES TOMO II

exista en poder del deudor (por ejemplo, depositado en cuenta corriente, consignado a
favor del deudor en algún tribunal), etc., y si no se ubica dinero disponible del deudor,
se le embargan bienes suficientes suyos, en su oportunidad se sacan a remate,
pagándose al acreedor con el producto de la subasta.

802. El embargo y la inembargabilidad.


Debemos decir algunas palabras sobre el embargo, porque si bien es una medida
de prevención de carácter procesal, destinada a poner en resguardo los bienes del
deudor para proceder a su realización, cuando el juicio ejecutivo llegue a esta etapa,
produce también importantes efectos civiles.
Mediante el embargo los bienes son retirados del poder del deudor y entregados a
un depositario provisional; en la práctica es frecuente que se dé esta calidad al propio
deudor, quedando éste sujeto a las responsabilidades civiles y penales del depositario.
Por el embargo el deudor no queda privado de su derecho de dominio- pierde
únicamente la facultad de administración que pasa al depositario provisional, y de
disposición. Esto último resulta de varias disposiciones, pero especialmente del N.° 4.°
del Art. 1.464, según el cual hay objeto ¡lícito y, por ende, nulidad absoluta en la
enajenación de las cosas embargadas, a menos que el juez lo autorice o el ejecutante
consienta en ello. En igual sentido el Art. 1.578 no permite pagar al acreedor cuyo
crédito ha sido embargado (N.° 605), y el Art. 1.661, inc. 2.°, dispone que embargado
un crédito, no puede el deudor compensarlo en perjuicio del embargante con ningún
crédito suyo adquirido después del embargo (N.° 730, 1.°).
En esto consiste la protección que al ejecutante otorga el embargo: impedir que
sea burlado en sus derechos durante el curso del juicio, y asegurar que las especies
embargadas estén disponibles al tiempo de rematarse; esto tiene sus peligros para los
terceros que contraten con el deudor ignorando el embargo, y por ello, tratándose de
especies sujetas al régimen de trascripción, se impone la inscripción del embargo, so
pena de inoponibilidad; así, si recae sobre bienes raíces debe inscribirse en el Registro
de Prohibiciones e Interdicciones del Conservador de Bienes Raíces del departamento
en que estén situados los inmuebles (Art. 453 del C.P.C.) y si se traba en vehículos
motorizados, debe anotarse al margen de la inscripción de dominio del vehículo (Art.
50, inc. 2.° del Reglamento para el Registro de Vehículos Motorizados. Decreto
Supremo de justicia N.° 1.151, de 22 de abril de 1963).
Pero como el mero embargo no priva de sus derechos al deudor, éste puede liberar
sus bienes antes de verificarse el remate, pagando la deuda y las costas (Art. 490 del
C.P.C.). Por igual razón puede sustituir el embargo por una cantidad suficiente para el
pago de la deuda y sus costas siempre, naturalmente, que el embargo no recaiga en la
especie o cuerpo cierto debida (Art. 457 del C.P.C.).
Con el remate ocurrirán dos cosas; por un lado el deudor pierde definitivamente el
dominio, que pasa al subastador, siendo su título de dominio la venta forzada, y el
modo de adquirir la tradición; por ello el inc. 3.° del Art. 671 declara: “en las ventas
forzadas que se hacen por decreto judicial a petición de un acreedor, en pública
subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el tradente, y el juez su
representante legal”.
Por otro lado, con el producto de la subasta se hace pago al acreedor- aquí
aparece el pago en su modalidad de acción ejecutiva, de que habla el Código Civil, y se
concreta el derecho de garantía general de los Arts. 2.465 y 2.469.
El embargo por sí solo no otorga privilegio alguno al deudor que traba, y no impide
la concurrencia de otros acreedores a los mismos bienes embargados; pero en la
práctica el acreedor que obtiene el remate primero y se hace pago habrá ganado la
carrera de los acreedores tras los bienes del deudor que son insuficientes para
cumplirles a todos ellos.
El Art. 2.465 exceptúa de la garantía general los bienes no embargables,
designados en el artículo 1.618 repite el concepto el Art. 2.469, al decir que los

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acreedores “con las excepciones indicadas en el Art. 1.618” pueden exigir el remate de
los bienes del deudor para hacerse pago con el producto de la subasta.
El privilegio de la inembargabilidad es una limitación a la responsabilidad
patrimonial del deudor, y generalmente se otorga por razones de protección de los
elementos más indispensables para la subsistencia y trabajo del deudor y su familia.
El Art. 1.618 contempla 10 casos de inembargabilidad, que en parte están
modificados y en parte ampliados por numerosas leyes generales y especiales. El Art.
445 del C.P.C., por su parte, estableció una enumeración de 18 casos más de bienes
excluidos del embargo.688 La tendencia moderna, recogida ampliamente en nuestro
país, es a la ampliación de los casos de inembargabilidad por razones de protección
social y familiar.

803. II. Cumplimiento forzado en las obligaciones de hacer.


La ejecución forzada presenta mayores dificultades tratándose de las obligaciones
de hacer, porque si el deudor puede ser fácilmente privado de sus bienes o las
especies adeudadas, no hay normalmente forma de compelerlo a la fuerza a hacer
algo; amén de que al imponerlo así, se atentaría contra la dignidad y libertad
personales.
Por ello normalmente procederá únicamente cuando se trate de obligaciones de
hacer fungibles, usando el término en el sentido de que el hecho pueda ser realizado
por otra persona en lugar del deudor. Así quedará en claro al estudiar el Art. 1.553,
complementando por el Título 22 del Libro 3.° del Código de Procedimiento Civil, que
reglamenta el procedimiento ejecutivo en las obligaciones de hacer y no hacer.
El Art. 1.553 da al acreedor un doble derecho:
1.° Tiene siempre derecho a la indemnización moratoria, o sea, a la que
corresponde por la no ejecución oportuna del hecho (N.° 820), y
2.° En cuanto a la obligación misma no cumplida, le otorga optativamente un triple
derecho:
A. Que se apremie al deudor para que cumpla;
B. Que se le autorice a hacer ejecutar la obligación por un tercero a expensas del
deudor, y
C. Que se le indemnicen los perjuicios compensatorios.
Para gozar de cualquiera de estos derechos es previo que el deudor de una
obligación de hacer sea constituido en mora. Así lo confirma el inc. lo del Art. 1.553: “si
la obligación es de hacer y el deudor se constituye en mora, podrá pedir el acreedor,
junto con la indemnización de la mora, cualquiera de estas tres cosas, a elección suya”
(N.°) 868). Así se ha fallado también.689
Respecto de la indemnización moratoria, nos remitimos al estudio de ella al tratar
de la responsabilidad contractual en el Capítulo que sigue. Veremos en los números
siguientes estos tres derechos del acreedor para obtener el cumplimiento de la
obligación misma o su equivalencia.

804. A. Apremio al deudor.


El N.° 1.° del Art. 1.553 da derecho al acreedor a pedir “que se apremie al deudor
para la ejecución del hecho convenido”.
Lo reglamenta el Art. 543 del C.P.C.: “cuando se pida apremio contra el deudor,
podrá el tribunal imponerle arresto hasta por 15 días o multa proporcional, y repetir
estas medidas para obtener el cumplimiento de la obligación”. Cesará el apremio si

688
En la quiebra, el desasimiento del Art. 64 de la ley respectiva es el equivalente al embargo del juicio
ejecutivo. Por ello Claro Solar critica con razón en su ob. cit., T. 12, N.° 1.632, pág. 336 un fallo de la RDJ, T.
24, sec. la, pág. 215, que no aplicó a la quiebra las inembargabilidades del C.P.C.
Una sentencia de la RDJ, T. 34, sec. la., pág. 4, declaró que este Código ha ampliado los casos de
exclusión del embargo del C.C.
689
G.T. de 1919, 1° sem., N.° 3.406, pág. 212 y de 1943, 29 sem., N.° 90, pág. 447.

510
LAS OBLIGACIONES TOMO II

el deudor paga las multas y rinde caución suficiente para responder de todos lo
perjuicios al acreedor.
Esta medida tiende a obtener el cumplimiento con la presión que. implica el
apremio; ello le ha valido críticas, pues vendría a equivaler a un prisión por deudas, y
en todo caso atenta contra la libertad y dignidad de la persona humana, según
decíamos en el número anterior.

805. B. Ejecución por un tercero a expensas del deudor.


Como el acreedor tiene libertad de elección entre los tres derechos del Art. 1.553,
puede prescindir del apremio y pedir de acuerdo al N.° 2.° del precepto que se le
autorice a él mismo para ejecutar la obligación “por un tercero a expensas del deudor”.
El legislador fue muy poco preciso, porque por un lado no es ésta la única forma de
obtener el cumplimiento forzado de la obligación de hacer, y por el otro, no será
siempre posible. Con las normas del Código de Procedimiento Civil podemos completar
el cuadro de la procedencia y forma de la ejecución forzada en estas obligaciones,
efectuando los siguientes distingos:
1.° Es posible el cumplimiento en naturaleza de la obligación de hacer
forzadamente.
Ya hemos señalado que en numerosos casos la obligación de hacer no podrá
cumplirse forzadamente, principalmente si en la ejecución del hecho interviene una
calidad personal insustituible del deudor, como en el caso clásico del pintor a quien se
encarga un cuadro- al acreedor no le significará nunca lo mismo quien le ejecute el
encargo. Igual cosa ocurre en la ejecución de un mandato,690 etc.
En tal caso al acreedor no le queda otro camino que pedir, además de la
indemnización de la mora, de acuerdo al inc. 1.° del Art. 1.553, el apremio del deudor
de acuerdo al N.° 1.° del mismo precepto, y si éste no resulta o el acreedor no quiere
recurrir a él, la indemnización compensatoria a que se refiere el No- Y del Art. 1.553, y
que veremos en el número siguiente.
2.° Si es posible el cumplimiento forzado, hay que distinguir, de acuerdo a las
reglas generales, según si el acreedor goza o se ha procurado un título ejecutivo, o no,
para lo cual vale todo lo dicho en el N.° 799 (Art. 530 C.P.C.). Si la deuda no consta en
título ejecutivo, deberá previamente el acreedor establecerla en juicio declarativo (a
menos que consiga preparar la vía ejecutiva).
3.° Si el acreedor tiene u obtiene un título ejecutivo, y concurren los demás
requisitos legales de la ejecución, hay que subdistinguir de acuerdo a la naturaleza de
la obligación de hacer:
A. Si el hecho debido consiste en la suscripción de un documento o en la
constitución de una obligación por el deudor, podrá proceder a su nombre el juez que
conozca del litigio, previo requerimiento al deudor (Art. 532 del C.P.C.).
El caso se presenta muy frecuentemente en el contrato de promesa; como hemos
ya advertido, de él emana para las partes una obligación de hacer: otorgar el contrato
prometido. Por ejemplo, una persona promete a otra venderle su casa, y
posteriormente se niega a efectuar la venta. El acreedor puede exigir que el juez la
otorgue como representante legal del deudor.691 Así se habrá cumplido forzadamente la
obligación.
B. Tratándose de la ejecución de una obra material, se requiere al deudor para que
cumpla su obligación y se le señala un plazo prudente para que dé principio al trabajo
(Art. 533 del C.P.C.).
Y de ser ello posible, el acreedor podrá ejercer el derecho que le señala el N.° 2.°
del Art. 1.553, que estamos analizando, esto es, que se ejecute por un tercero a
expensas del deudor, procediéndose en la forma indicada en los Arts. 536 y siguientes
del C.P.C. Si el deudor no proporciona los fondos para la ejecución por un tercero, se
690
RDJ, T. 40, sec. 1a, pág. 2.
691
Por via ejemplar, RDJ, Ts. 17, sec. la., pág. 293 y 63, sec 2a, pág. 67.

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embargarán y rematarán bienes suficientes de aquél en la misma forma que en la


obligación de dar (Art. 541 del C.P.C.).

806. C. Indemnización compensatoria.


Hemos destacado ya esta distinción fundamental en la indemnización de
perjuicios: moratoria y compensatoria. Esta última equivale pecuniariamente al
cumplimiento, y la primera repara el retardo en el cumplimiento. Juntas reemplazan en
el patrimonio del acreedor lo que habría significado económicamente el cumplimiento
fiel de la obligación.
Hemos dicho que el inc. 1.° del Art. 1.553 da siempre derecho al acreedor a la
indemnización moratoria, sea cual fuere el derecho que éste ejercite con relación a la
obligación misma.
En consecuencia, cuando el N.° 3.° del precepto consagra el último de ellos: “que
el deudor le indemnice de los perjuicios resultantes de la infracción del contrato”, se
está evidentemente refiriendo a la indemnización compensatoria.
El acreedor deberá recurrir a ella cuando no le ha sido posible obtener el
cumplimiento, aun recurriendo a los medios antes señalados; pero puede solicitar la
indemnización compensatoria aun cuando fuere posible el cumplimiento forzado en
naturaleza, ya que el precepto lo deja a su opción. Diferente es, según veremos, la
situación en la obligación de dar, en que el acreedor sólo puede pedir la indemnización
si no es posible el cumplimiento en naturaleza (N.° 818).
Por regla general la indemnización debe establecerse en juicio declarativo, y una
vez acogida en la sentencia procederá la ejecución, pero se trata ya de una obligación
de dar: pagar la indemnización (Nº 886).

807. III. Cumplimiento forzado de la obligación de no hacer.


La infracción de la obligación de no hacer presenta también particularidades,
porque se traducirá en deshacer lo hecho, siempre que sea posible y necesario. La
contravención es una actuación que no podía hacerse; se trata, pues, de restablecer la
situación tal como si no hubiera existido incumplimiento,
Reglamenta el cumplimiento forzado de la obligación negativa el Art. 1.555, que
obliga a distinguir tres situaciones:
1.° Puede deshacerse lo hecho y es necesaria la destrucción;
2.° Puede deshacerse lo hecho, pero no es necesaria la destrucción, y
3.° No puede deshacerse lo hecho.
En todo caso, sea cual fuere la solución, “el acreedor quedará de todos modos
indemne” (inc. final del precepto).
Examinaremos en los números siguientes estas posibilidades.

808. A. Caso en que se puede y es necesario deshacer lo hecho.


Dispone el inc. 2.° del Art. 1.555: “pudiendo destruirse la cosa hecha, y siendo su
destrucción necesaria para el objeto que se tuvo en mira al tiempo de celebrar el
contrato, será el deudor obligado a ella, o autorizado el acreedor para que la lleve a
efecto a expensas del deudor”.
Son dos las circunstancias que deben concurrir copulativamente: que pueda
deshacerse la cosa hecha por el deudor, como si éste se obligó a no levantar una
muralla para no perjudicar la vista a un predio vecino, y la construye, y que la
destrucción sea necesaria para el objeto que se tuvo en vista al celebrar el contrato.
Si el deudor no se allana buenamente a la destrucción, se autorizará al acreedor
para llevarla a cabo a expensas del deudor; la obligación de no hacer por su infracción
se ha transformado en una de hacer: deshacer lo hecho, y por ello el Art. 544 del C.P.C.
hace aplicables las mismas normas de la ejecución en este tipo de obligación.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

Normalmente se tratará de cosas corporales, porque difícilmente podrá deshacerse


lo hecho en otras;692 pero también se ha resuelto que si por una sentencia se prohíbe
efectuar una inscripción, y ella se realiza, se deshace lo hecho cancelándola.693

809. B. No es necesario deshacer lo hecho.


Para que pueda procederse a deshacer lo hecho, el inc. 22 citado del precepto
exige que la destrucción sea necesaria para el objeto que se tuvo en mira al tiempo de
celebrar el contrato.
Agrega el inc. 3.° “si dicho objeto puede obtenerse cumplidamente por otros
medios, en este caso será oído el deudor que se allane a prestarlos”.
En el ejemplo del número anterior, es posible obtener que no se impida la vista al
acreedor abriendo una ventana en la muralla, lo que tendrá que hacerse por el deudor
mismo. Es éste quien tiene que invocar esta circunstancia.

810. C. Caso en que no pueda deshacerse lo hecho.


Si no puede ya deshacerse lo hecho, al acreedor no le quedará otro camino que
pedir la indemnización de perjuicios. Así lo señala el inc. 1.° del precepto que
comentamos: “toda obligación de no hacer una cosa se resuelve en la de indemnizar
los perjuicios, si el deudor contraviene y no puede deshacerse lo hecho”.
El ejemplo de esta situación es también clásico: el del artista que se ha
comprometido a trabajar en forma exclusiva con un empresario, e infringe esta
obligación actuando también para otro. No hay forma de eliminar la contravención, por
lo que ella se traduce forzosamente en la indemnización de perjuicios. Establecida
judicialmente ésta, procederá su ejecución en la misma forma que cualquier otra
obligación de dar.

692
RDJ, T. 50, sec. 1a, pág. 162: una persona se comprometió a no comprar un predio; por la infracción no
procede disponer que el deudor venda al acreedor el predio en el mismo precio que él pagó.
693
G.T. de 1932, 22 sem., NI' 107, pág. 395. En el fondo, en la obligación de no hacer, si puede
deshacerse lo hecho, se efectúa una reparación en especie; se elimina el daño, y además se indemnizan los
perjuicios. Ello hace muy relativa la determinación de cuándo procede acceder a la demanda del acreedor de
dejar sin efecto lo actuado, porque la reparación en especie es excepcional.

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Capítulo III
INDEMNIZACION DE PERJUICIOS O
RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL
811. Pauta.
Al estudiar las fuentes de las obligaciones vimos que la responsabilidad civil es la
obligación que tiene una persona de indemnizar o reparar los perjuicios a otra
ocasionados, y se la ha dividido tradicionalmente en contractual y extracontractual,
según si previamente unía a las partes un vínculo convencional o no (N.° 205).
El segundo de los derechos que la ley concede al acreedor para obtener el
cumplimiento, si no en naturaleza de la obligación, cuando menos por equivalencia, es
justamente la indemnización de perjuicios o responsabilidad contractual del deudor.
Dividiremos su interesante estudio en cinco secciones: una primera destinada a
fijar su concepción; y las siguientes para los requisitos. Los Capítulos 4.° y 5.° tratan de
la evaluación de los perjuicios, y las relaciones entre ambas responsabilidades civiles,
contractual y extracontractual respectivamente.

Sección primera

CONCEPTO, NATURALEZA JURÍDICA Y CLASES

812. Concepto.
En el Capítulo anterior, al tratar del cumplimiento compulsivo o ejecución forzada,
vimos que en numerosas oportunidades no será posible obtener el pago de la
obligación tal como ella está establecida, y que en tal caso al acreedor no le queda otro
camino que solicitar la indemnización de perjuicios. Además, aun cuando pueda
obtenerse el cumplimiento forzado, siempre deberá indemnizarse al acreedor el
perjuicio experimentado por el atraso, ya que nunca será igual que la obligación se
cumpla en el momento oportuno o con posterioridad.
La indemnización de perjuicios tiende a obtener un cumplimiento de la obligación
por equivalencia, o sea, que el acreedor obtenga económicamente tanto como le
habría significado el cumplimiento íntegro y oportuno de la obligación; por ello
debemos definirla como la cantidad de dinero que debe pagar el deudor al acreedor y
que equivalga o represente lo que éste habría obtenido con el cumplimiento efectivo,
íntegro y oportuno de la obligación.
Decimos que es una obligación de dinero la de indemnizar perjuicios, pero el punto
se ha discutido,694 sosteniéndose la posibilidad de una reparación en especie, que
establece, por ejemplo, el Código alemán. Volveremos sobre el punto al hablar de otras
formas de reparación.

813. Fundamentos de la indemnización de perjuicios.


Varias son las razones que han llevado al legislador a establecerla:

694
Véase Gatica, ob. cit., N.° 8, pág. 16.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° Que, según decíamos en el N.° 798, el incumplimiento importa una violación al
sistema jurídico, además del daño a una persona determinada. En el Derecho actual
ésta no puede repararlo por sí misma, pues está prácticamente desterrada la
autotutela: la indemnización de perjuicios es el principal medio establecido por la
organización jurídica a fin de que el lesionado obtenga su resarcimiento en todos
aquellos casos en que la protección del Estado es importante para obtener el
cumplimiento mismo;
2.° Por la misma razón, la indemnización de perjuicios constituye una sanción civil
al acto ¡lícito, violatorio de la norma jurídica, que lleva envuelto el incumplimiento, y
3.° La indemnización de perjuicios tiende por ello mismo a forzar al deudor a
cumplir, a fin de evitarse tener que pagarla.

814. Otras formas de reparación.


Las características fundamentales de la indemnización de perjuicios son: que
tiende a reparar el perjuicio sufrido por el acreedor por el incumplimiento imputable del
deudor, y que no implica un cumplimiento igual al que debió prestarse.
Existen, como lo veíamos en las obligaciones de hacer y no hacer, mecanismos
que tampoco equivalen al cumplimiento en naturaleza (como si se hace deshacer lo
hecho, o ejecutar lo debido por un tercero a expensas del deudor), pero tienden a
imitarlo, y por ello son casos de cumplimiento forzado y no de indemnización; es por
esta razón que hemos sostenido que ella es siempre obligación de dinero, porque todas
las otras formas de reparación en especie procuran un cumplimiento por analogía y no
por equivalencia.
Existen también otros medios legales que la ley franquea al acreedor para obtener
la reparacion de los perjuicios sufridos, siempre que concurran los requisitos propios de
ellos, pero no constituyen propiamente una indemnización de perjuicios al no
encuadrar exactamente en el concepto dado; pero en todo caso permiten al acreedor
remediar el daño que ha experimentado.
Son principalmente la resolución y la nulidad.
Con la acción resolutoria, el acreedor recupera lo dado o pagado por el contrato
bilateral no cumplido por el deudor, o se abstiene de hacerlo, con lo cual obtiene su
satisfacción. Pero, además, según el Art. 1.489, puede pedir la indemnización de
perjuicios, lo que confirma que no es una acción indemnizatoria.
Mediante la nulidad, el que ha sufrido perjuicios con el acto nulo, por ejemplo, por
haber incurrido en error, fuerza o dolo al contratar, hace cesar con efecto retroactivo el
acto o contrato; mediante la nulidad el perjudicado hace desaparecer el acto que lo
dañaba.

815. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnizar los perjuicios.


Existen discusiones en la doctrina al respecto.
Para la mayoría de los autores la de indemnizar los perjuicios es la misma
obligación que dejó de cumplirse, y que ante el incumplimiento cambia el objeto: en
vez de perseguirse el cumplimiento de la obligación tal como ella se originó, se
pretende una suma de dinero que represente al acreedor lo mismo que le habría
significado a su patrimonio obtener el cumplimiento fiel de aquélla.
Este cambio de objeto no constituye una novación, pues ésta supone la extinción
de la obligación anterior y su reemplazo por la de indemnizar los perjuicios- en cambio,
para esta doctrina es la misma obligación primitiva la que se persigue bajo la forma de
indemnización.
Habría una modificación objetiva de la obligación, por disposición de la ley y
fundada en la imposibilidad de cumplimiento en naturaleza, que obliga al cumplimiento
equivalente, pero más propio es decir que se produce una subrogación real; en la
relación jurídica la de indemnizar los perjuicios pasa a ocupar el mismo lugar que tenía
la obligación no cumplida; la reemplaza para todos sus efectos legales.

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En cambio, para algunos autores modernos la obligación de indemnizar es un


nueva obligación que nace del hecho ilícito del incumplimiento, en todo análoga a la
que origina cualquier otro hecho ilícito. Son principalmente los sostenedores de la
teoría de la unidad de la responsabilidad civil quienes así piensan, y por ello
volveremos sobre el punto al tratar de ella (N.° 937).
En nuestro concepto adelantaremos, eso sí, que doctrinariamente la indemnización
de perjuicios, si varía en ella un elemento esencial de la obligación como es su
contenido, es evidentemente una nueva obligación, pero que por disposición de la ley y
por su propia finalidad se subroga a la anterior incumplida.
Nuestro Código evidentemente acoge la interpretación clásica; es la misma
obligación la que subsiste. Lo dice así el Art. 1.672 inc. 1.° para un caso de
incumplimiento imputable: “si el cuerpo cierto perece por culpa o durante la mora del
deudor, la obligación del deudor subsiste, pero varia de objeto; el deudor es obligado al
precio de la cosa y a indemnizar al acreedor”. Así se confirma con el inc. 1.° del Art.
1.555 ya estudiado, según el cual “toda obligación de no hacer una cosa se resuelve en
la de indemnizar los perjuicios, si el deudor contraviene y no puede deshacerse lo
hecho”. Ambos preceptos dan a entender que es la misma obligación que se
transforma. Así se ha resuelto: el contrato no se extingue por el incumplimiento, y la
indemnización reemplaza a la obligación que cambia de objeto: la prestación que el
deudor se obligó a efectuar es sustituida por la indemnización.695
La importancia que tiene resolver que es la misma obligación anterior, o en todo
caso la subroga, es que todas las garantías de la obligación incumplida cubren la de
indemnización, y todo aquello que afectaba al vinculo de que aquélla provino como una
nulidad, afecta igualmente a la obligación de indemnizar.696
Desde otro punto de vista la obligación de indemnizar es subsidiaria y eventual en
relación a la convenida y que no se cumple; lo primero justamente porque aparece sólo
con el incumplimiento, y porque, según veremos, por regla general sólo puede recurrir
a ella el deudor, si el cumplimiento no es ya posible, y es eventual, pues, para que
nazca, es indispensable que ocurra un hecho jurídico: el mencionado incumplimiento,
que está suspendiendo el nacimiento de la obligación, pero es esencial para que tenga
lugar, No nos parece acertado decir que esté sujeto a la condición suspensiva de no
cumplirse la obligación, justamente porque el incumplimiento es esencial para la
indemnización, además de los restantes requisitos legales (N.° 452, 3.°).

816. Clases de indemnización.


Según ya lo hemos enunciado en varias oportunidades, la indemnización de
perjuicios puede ser 4 dos clases: compensatoria y moratoria.
La primera es la suma de dinero que debe el deudor al acreedor y que equivale a
lo que habría obtenido el primero con el cumplimiento efectivo e íntegro de la
obligación. Por ejemplo, se debe la entrega de un automóvil para el 12 de marzo
próximo, y el deudor destruye culpablemente el vehículo; el precio de éste es la
indemnización compensatoria.
La indemnización moratoria, en cambio, reemplaza al cumplimiento oportuno de la
obligación; es la suma de dinero que el acreedor exige al deudor como equivalente al
atraso en el cumplimiento; el mismo ejemplo anterior, pero el deudor entregó el
vehículo no el 12 de marzo, sino el de mayo; le debe al acreedor el daño que le
provocó el atraso de 2 meses.
Ya hemos visto que el Código donde más claramente efectúa la distinción es en el
Art. 1.553 en el incumplimiento de las obligaciones de hacer (N.° 806), y en su inc. 1.°
faculta al acreedor a pedir junto con la indemnización de la mora” tres cosas diversas a
su elección, siendo la tercera la indemnización de perjuicios. Como el inc. 1.° se había
ya referido a la moratoria, no cabe duda que este N.° 3.° contempla la compensatoria.
695
RDJ, T. 50, sec. la, pág. 21.
696
Véase Gatica, ob. cit., N.° 10 pág. 20 y los autores citados por él.

516
LAS OBLIGACIONES TOMO II

817. I. La indemnización compensatoria.


En las secciones siguientes veremos los requisitos que deben concurrir para hacer
procedente la indemnización de perjuicios; la primera circunstancia es obviamente el
incumplimiento.
De las tres situaciones en que éste se presenta de acuerdo al Art. 1.556: no
haberse cumplido la obligación, haberse cumplido imperfectamente, y haberse
retardado el cumplimiento, la indemnización compensatoria abarca las dos primeras,
esto es:
1.° El incumplimiento es total y definitivo; la obligación no se cumple en manera
alguna y, en consecuencia, la indemnización compensatoria abarca el valor íntegro de
la obligación, y
2.° El incumplimiento es parcial, porque la obligación se cumple imperfectamente,
como si por ejemplo la cosa debida es entregada con deterioros (N.° 617); la
indemnización compensatoria representa el valor de dichos desperfectos.
Dos problemas se presentan principalmente en relación a la indemnización
compensatoria:
1.° Si el acreedor puede demandarla a su arbitrio, o únicamente si el cumplimiento
en naturaleza es imposible, y
2.° Su acumulabilidad con el cumplimiento forzado.
Veremos su solución en los números siguientes.

818. A. Por regla general la indemnización compensatoria sólo procede ante


la imposibilidad del cumplimiento forzado.
Como lo hemos ya estudiado, el problema está expresamente resuelto para las
obligaciones de hacer en que el acreedor elige entre exigir el cumplimiento por alguna
de las vías señaladas por el Art. 1.553, o la indemnización compensatoria, y en las de
no hacer, en que el Art. 1.555 distingue según si puede o no deshacerse lo hecho (N.°
808).
La discusión queda reducida a las obligaciones de dar; en nuestro país, la
conclusión más aceptada es que el acreedor no tiene derecho a escoger: si el deudor
no cumple, pero aún es posible el cumplimiento forzado, el acreedor no está facultado
para pedir derechamente la indemnización compensatoria, sin antes haber intentado la
ejecución coactiva.697 En la doctrina extranjera se suele, en cambio, reconocer al
acreedor un derecho alternativo ante el incumplimiento: exigir el pago forzado, o la
indemnización de perjuicios.
El argumento de texto legal con que se rechaza entre nosotros esta facultad
optativa del acreedor es el Art. 1.537, que justamente autoriza al acreedor en la
cláusula penal, una vez constituido el deudor en mora, para exigir a su arbitrio el
cumplimiento de la obligación principal o la pena, esto es, la indemnización de
perjuicios preconvenida (N.° 917). Se dice que si el legislador lo toleró expresamente
en la cláusula penal, es porque la regla general es la contraria, y se justifica la
excepción en aquélla por su carácter de caución
Estamos de acuerdo con esta opinión, y la conclusión es, en consecuencia, que el
acreedor en las obligaciones de dar deberá agotar los medios de cumplimiento en
naturaleza, y probando que él es imposible, tendrá derecho a indemnización
compensatoria.

819. B.
Inacumulabilidad de la indemnización compensatoria y el
cumplimiento.
Por regla general, el acreedor no puede cobrar la obligación principal y la
indemnización compensatoria, la razón es obvia: de no ser así estaría recibiendo un

697
Por vía de ejemplo, Alessandri, ob. cit., pág. 61; Fueyo, ob. cit., T. 1°, pág. 252; Gatica, ob. cit., pág.
31.

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doble pago, y un enriquecimiento injustificado. El acreedor exigirá el cumplimiento


forzado, y si no es posible, la compensación del mismo, pero no ambas cosas.
Frente a un incumplimiento parcial podrá obviamente pedir la compensación por la
parte no cumplida.
La excepción a este principio se presenta en la cláusula penal, en que en
ciertos casos puede pedirse la obligación principal y la pena, y ello es posible
únicamente por el carácter de caución que además del de indemnización tiene aquélla
(N.° 918).

820. II. Indemnización moratoria.


Si la compensatoria repara el perjuicio que significa el incumplimiento en sí mismo,
la moratoria indemniza el atraso en el cumplimiento.
Por ello no hay inconveniente alguno en acumular el cumplimiento forzado o
equivalente y la indemnización moratoria. Dicho de otra manera, el acreedor puede
exigir la ejecución forzada y la indemnización moratoria; también puede cobrar la
indemnización compensatoria y la moratoria. Así lo señala muy claramente el Art.
1.553, que permite en las obligaciones de hacer, además de los perjuicios por la mora,
solicitar la indemnización compensatoria (N.° 806).

821. Requisitos de la indemnización de perjuicios. Enunciación.


Los autores enuncian de distintas formas los presupuestos de la indemnización de
perjuicios, pero en definitiva y con las ligeras variantes que destacamos, son los
mismos de la responsabilidad extracontractual (N.° 215). Se les puede expresar así:
1.° El incumplimiento de la obligación, que equivale a la acción u omisión del autor
del hecho ¡lícito. Como ya hemos hablado de él en los N.° 790 y siguientes, nos
remitimos a lo dicho;
2.° La existencia de perjuicios-,
3.° La relación de causalidad entre el incumplimiento y los perjuicios
4.° La imputabilidad del perjuicio, esto es, la culpa o dolo del deudor;
5.° Que no concurra una causal de exención de responsabilidad del deudor, y
6.° La mora del deudor.
Esta es la gran diferencia con la responsabilidad extracontractual en que no opera
este requisito;698 tampoco hay nada especial que decir en cuanto a la capacidad, que
se rige por las normas generales.
En las secciones siguientes analizaremos estos requisitos, en cuanto difieren a sus
corresponsales en los hechos ilícitos; en los demás nos remitiremos a lo ya dicho.

Sección segunda

EXISTENCIA DE PERJUICIOS Y RELACIÓN DE CAUSALIDAD

822. Existencia de perjuicios.


Toda acción de perjuicios supone la existencia de éstos; no puede repararse lo que
no existe.
Ya hemos dicho que en nuestra legislación daño y perjuicio son términos
sinónimos, y que se pueden definir como todo detrimento que sufre una persona, ya
sea en su patrimonio material o moral (N.° 247).
En materia contractual, más propiamente es el detrimento que sufre una persona
en su patrimonio, sea una disminución real y efectiva que constituye el daño
emergente, sea que se la prive de una ganancia futura, lo que constituye el lucro
cesante (N.° 893). O sea, se limita a daños al patrimonio, porque en materia

698
Véase Nota 153.

518
LAS OBLIGACIONES TOMO II

contractual, aunque se discute actualmente (N.° 892), no se indemniza el daño moral,


por regla general.
Los requisitos de los perjuicios contractuales son los mismos de los
extracontractuales, por lo que nos remitimos a lo dicho en los N.° 249 y siguientes.
En cuanto a su clasificación, nos referiremos a ella en la evaluación de los
perjuicios (N.° 891); destaquemos que entonces se verá un caso de excepción en que
hay indemnización, aun cuando no se produzcan perjuicios: la cláusula penal, y ello por
la calidad de caución que ésta tiene (N.° 907).

823. Prueba de los perjuicios.


De acuerdo a la regla general tantas veces citada del Art. 1.698, corresponde
probar la obligación a quien la alega- en consecuencia, es el acreedor el que debe
probar la concurrencia de todos y cada uno de los requisitos de la indemnización de
perjuicios, salvo aquellos que la ley presume, como la culpa. En consecuencia, le
corresponde acreditar el daño sufrido.
El principio tiene dos excepciones legales:
1.° En la cláusula penal, porque, según dijimos, no es necesaria la existencia de
perjuicios (Art. 1.542), en consecuencia, el acreedor no está obligado a probarlos, y
aún más, el deudor no se exime de pagarla aun probando la falta de ellos (N.° 913), y
2.° En las obligaciones de dinero, si el acreedor sólo cobra intereses, no está
obligado a probar perjuicios (Art. 1.559) (N.° 900).
Pero ocurre, además, que hay daños evidentes, como es éste de los intereses en
las obligaciones de dinero, cuya existencia se prueba por sí misma; así ocurre en las
obligaciones de especie o cuerpo cierto, si éste se destruye el precio de la cosa es un
daño evidente. Basta establecerlo y la concurrencia de los demás requisitos legales, y
por ello el Art. 1.672, inc. 1.°, si el cuerpo cierto perece por culpa del deudor, obliga a
éste al precio y a la indemnización de perjuicios (N.° 1.191).

824. La relación de causalidad en materia contractual.


Entre el incumplimiento y el daño debe existir una relación de causa a efecto, en
los mismos términos que entre el hecho ¡lícito y el daño en la responsabilidad
extracontractual, y en ambas lleva a la eliminación de los perjuicios indirectos de entre
los indemnizables (N.° 255 y siguientes).
Las únicas diferencias estriban en que el legislador lo dijo así en la contractual y
calló en los delitos civiles, sin que ello sea obstáculo para llegar a igual conclusión, y
que las partes pueden alterar la regla por una convención anterior al incumplimiento
(N.° 863).
En cuanto a lo primero, el Art 1.556 señala que los daños deben haber provenido
de no haberse cumplido la obligación, de haberse cumplido imperfectamente o de
haberse retardado el cumplimiento, para que se tenga derecho a que ellos indemnicen,
pero más claramente lo establece aún el Art. 1.558, en cuya virtud, aunque exista dolo,
los perjuicios se limitan a los “fueron una consecuencia inmediata o directa de no
haberse cumplido la obligación o de haberse demorado su cumplimiento”.
Hay un ejemplo clásico en materia contractual para distinguir una y otra clase de
perjuicios: el del agricultor que compra unas vacas y resultan enfermas, contagiando al
resto del ganado. La pérdida de éste va conduciendo en sucesivas calamidades al
agricultor a no poder explotar el fundo hasta llegar a la quiebra y el suicidio. En este
dramático ejemplo, el perjuicio directo es de las vacas enfermas y el contagio; todos
los restantes no eran consecuencia necesaria del cumplimiento imperfecto del deudor,
y pudieron ser evitados.699
Nuestros tribunales han decidido reiteradamente la no indemnización del daño
indirecto en materia contractual.700

699
Citado por Alessandri, ob. cit., pág. 92.

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Sección tercera

EL INCUMPLIMIENTO DEBE SER IMPUTABLE AL DEUDOR

825. Concepto.
Como señalábamos al hablar del incumplimiento, no siempre éste da lugar a
responsabilidades para el deudor, porque hay casos en que éste deja de cumplir sin
que por ello deba indemnización.
Dentro de la concepción de la responsabilidad subjetiva es preciso que el
incumplimiento dañoso sea imputable al deudor, y lo es, cuando de su parte hay dolo,
o sea, intención de no pagar, o culpa, esto es, falta de diligencia o cuidado.
No le será imputable en los casos liberatorios de responsabilidad, de los cuales el
más importante es el caso fortuito, y que estudiaremos en la sección siguiente.
En párrafos separados trataremos del dolo y la culpa contractuales.

Párrafo 1.°

EL DOLO CONTRACTUAL

826. Concepto: la teoría unitaria del dolo.


Ya hemos hablado del dolo en materia de responsabilidad extracontractual, donde
carece de mayor importancia, porque no altera los efectos del hecho ilícito (N.° 216):
constituye el delito civil que no difiere del cuasidelito, en que hay culpa.
En cambio, la tiene en materia contractual, según lo veremos.
El dolo está definido en el Título Preliminar del Código como la intención positiva
de inferir injuria a la persona o propiedad de otro (Art. 44); en consecuencia, el
incumplimiento doloso es un incumplimiento intencional para dañar al acreedor. Y en
tal caso se transforma en un agravante de la responsabilidad del deudor,
principalmente porque lo obliga a responder aun de los perjuicios imprevistos.
Además de elemento de la responsabilidad contractual y extracontractual, el dolo
puede constituir también un vicio del consentimiento, siendo entonces las
maquinaciones fraudulentas ejecutadas por una persona a fin de que otra otorgue su
consentimiento para la celebración de un acto o contrato; en tal caso el dolo, si se
reúnen los requisitos legales de ser principal -e inductivo, acarrea la nulidad del acto o
contrato.
En la doctrina se ha abierto paso la concepción de que el dolo, aun cuando se
presente en situaciones diversas: delito civil, agravante de la responsabilidad
contractual, y vicio del consentimiento, y en este último caso tenga sanción diferente,
es siempre uno solo: “la voluntad consciente de producir un resultado injusto y
dañoso”, como dice Fernando Fueyo.701 Es la llamada teoría unitaria del dolo, que aún
suele llegar más lejos, al afirmar que siempre en él hay un verdadero delito civil, ya
que constituye una acción u omisión de una persona con intención de dañar a otra.
Esta doctrina se funda principalmente:
1.° En que la definición del Art. 44, dada en el Título Preliminar, cuadra
perfectamente en todas las situaciones en que el dolo se presenta porque hay la
misma intención positiva de inferir daño al, otro al obtener su consentimiento para un
acto o contrato, al dejar de cumplir tina obligación y al cometer un delito civil;
2.° Porque el dolo obliga siempre a restablecer la situación anterior a él; ya vimos
que en un sentido amplio la nulidad es la reparación máxima porque borra
retroactivamente el acto y el perjuicio ocasionado por él; en la indemnización de

700
La sentencia más categórica en tal sentido se publica en la RDJ, T. 48, sec. la, pág. 252. Son directos
los que derivan necesariamente de la obligación misma y tienen íntima relación con ella: RDJ, T. 23, sec. la.,
pág. 273. Véase también RDJ, T. 25, sec. la., pág. 472.
701
Ob. cit., T. 12, pág. 291.

520
LAS OBLIGACIONES TOMO II

perjuicios por el incumplimiento y hecho ¡lícito también se restablece el patrimonio del


acreedor con el pago por el deudor de todos los perjuicios directos. Podemos decir,
pues, que en todo caso de dolo la victima debe ser integralmente reparada, y
3.° Porque las reglas que gobiernan el dolo son siempre las mismas; podemos citar
las siguientes soluciones legislativas idénticas para todo caso de dolo:
A. Cuando el dolo, vicio del consentimiento, no es obra de la contraparte, sólo da
acción de perjuicios, contra los que lo fraguaron, por el total de ellos, y contra los que
se aprovechan de él hasta concurrencia del beneficio que han reportado del dolo (Art.
1.458, inc. 2.°):
La misma solución da el Art. 2.316 en materia de responsabilidad extracontractual
(N.° 299, 3.°); el que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice de él, sólo es
obligado hasta concurrencia del beneficio que obtiene.
O sea, los que han participado en el dolo deben siempre todos los perjuicios; lo que
sin actuar reciben provecho de él, responden hasta el monto de éste, y
B. El dolo no se presume, como lo pasamos a ver en el número siguiente.

827. Prueba del dolo.


En el dolo, vicio del consentimiento, dijo expresamente el Art. 1.459 que “el dolo
no se presume sino en los casos especialmente previstos por la ley. En los demás, debe
probarse”.
Aunque no haya disposición tan categórica, la misma solución debe darse en todos
los casos en que aparece el dolo: debe probarlo quien lo invoca. Los argumentos que
así lo demuestran son varios; quien afirma dolo, invoca la obligación de indemnización,
y ya hemos dicho que debe ésta probarla el acreedor (Art. 1.698). Enseguida, la buena
fe se presume, y el dolo equivale a la mala fe; sí la buena fe se presume, su ausencia,
que es la mala fe, debe establecerla quien la alega. Finalmente, es un principio
inconcuso en las legislaciones y doctrina.
En materia contractual, ello es más claro aún, porque, según veremos, la ley
presume la culpa no habiendo dicho lo mismo respecto del dolo, y como éste agrava la
responsabilidad del deudor, corresponderá al acreedor probarlo.
Y la prueba del dolo es difícil, porque hay que acreditar un elemento psicológico
como es la intención del hechor; por ello el acreedor sólo lo invocará cuando quiera
hacer efectivos algunos de los efectos especiales de él, que veremos en el número
siguiente,- en caso contrario, se asilará en la culpa que no tiene que probar, pues se
presume.
En todo caso, la probanza del dolo es libre y puede efectuarse por todos los medios
que la ley franquea, testigos, presunciones702 etc., ya que se trata de demostrar un
hecho.
Excepcionalmente y por expresa disposición de la ley que no hace sino confirmar
que la regla general es la contraria, el dolo se presume en algunos casos, como ser:
1.° Albacea.
El Art. 1.301 prohíbe al ejecutor testamentario llevar a efecto ninguna disposición
del causante contraria a las leyes, so pena de nulidad y de considerársele responsable
de dolo;
2.° Ocultación del testamento.
De acuerdo al Art. 968, regla 5a, se presume el dolo por el mero hecho de detener
u ocultar un testamento;
3.° Apuesta.
Según el Art. 2.261, hay dolo en el que hace una apuesta si sabe de cierto que se
ha de verificar o se ha verificado el hecho de que se trata.
4.° Medidas prejudiciales.
En virtud del Art. 280 del C.P.C., si se ha solicitado una medida prejudicial y no se
entabla demanda en el plazo fijado por la ley, se considera doloso el procedimiento.
702
RDJ, T. 21, sec. la, pág. 947.

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5.° Infracción al Art. 22 de la Ley 7.498 sobre Cuentas Corrientes Bancarias y


Cheques.
Ya hemos hablado del delito que sanciona dicho precepto (No- 580), en el caso de
girarse un cheque que resulte protestado por alguna de las causales mencionadas en
el precepto, y no se consignen fondos para pagarlo, con sus costas, dentro de 32 día de
notificado judicialmente el protesto. El inc. 3.° agrega: “en todo caso será responsable
de los perjuicios irrogados al tenedor”; se considera que hay dolo en el solo hecho de
girar un cheque sin tener fondos disponibles o contra cuenta cerrada o inexistente, y
en revocarlo por causales no autorizadas por la ley.

828. Efectos del dolo.


El dolo en el incumplimiento de la obligación produce los siguientes efectos:
1.° Da lugar a la indemnización.
Como ya lo hemos señalado, concurriendo los demás requisitos legales, el dolo
hace imputable el incumplimiento del deudor, por lo cual deberá éste indemnizar los
perjuicios correspondientes al acreedor; en ello no hay más diferencias con la culpa
que las señaladas a continuación;
2.° Agrava la responsabilidad del deudor.
Ello ocurre en dos sentidos: porque, según dijimos y volveremos sobre ello, lo hace
responder aun de los perjuicios imprevistos (N.° 894), y en seguida, porque, de
acuerdo al Art. 1.680, si la cosa debida se destruye durante la mora del acreedor en
recibirla, el deudor sólo responde del dolo y su equivalencia, la culpa grave (N.° 881);
3.° Origina responsabilidad solidaria.
Al tratar de la responsabilidad extracontractual (N.° 299), estudiamos el inc. 1.° del
Art. 2.317 que establece la responsabilidad solidaria de quienes han participado en la
comisión de un hecho ¡lícito. El inc. 2º agrega que todo fraude o dolo cometido por dos
o más personas, produce acción solidaria. Este precepto tiene que estarse refiriendo a
toda clase de dolo, y por tanto al de la responsabilidad contractual, como lo
probaremos al tratar el carácter solidario o indivisible de la acción de perjuicios (N.°
889), y
4.° Renuncia del dolo.
También trataremos más adelante, la posibilidad de renunciar al dolo, al hablar de
las cláusulas modificatorias de responsabilidad (N.° 866).

Párrafo 2.°

LA CULPA CONTRACTUAL

829. Concepto. Referencias.


Al igual que en materia extracontractual, la culpa tiene mayor aplicación que el
dolo, por la misma razón, aun cuando más drástica: allá porque es de más fácil prueba;
acá la facilidad es todavía mayor: se presume.
Al tratar de la culpa como elemento del cuasidelito civil dijimos que consistía en la
falta de diligencia de una persona en el cumplimiento de una obligación o en la
ejecución de un hecho (N.° 217); si incide en el cumplimiento de una deuda, estamos
frente a una culpa contractual, si en la ejecución de un hecho, ante una
extracontractual, cuasidelictual o aquiliana.
Estudiamos igualmente la teoría de la responsabilidad sin culpa u objetiva (N.°
223); las dos concepciones de la culpa (N.° 218), una que la aprecia en concreto, según
la actitud del deudor, sus condiciones personales, y otra que la considera en abstracto,
comparándola con un sujeto ideal: el buen padre de familia en nuestra legislación, en
la francesa y en la mayoría de las inspiradas en ésta, o el leal comerciante, del Código
alemán; dijimos también que en nuestra legislación, de acuerdo al Art. 44, no hay duda

522
LAS OBLIGACIONES TOMO II

que se sigue la doctrina objetiva que compara la actuación del deudor con la que
habría tenido un sujeto prudente en iguales circunstancias.703
A fin de evitar repeticiones inútiles, nos limitaremos a señalar los aspectos en que
la culpa contractual difiere de la extracontractual, además de aquél que por obvio no
requiere mayor comentario: que la primera supone un vínculo jurídico previo, mientras
la segunda contribuye, en cambio, a crearlo (N.° 927, 3.°). Nos referiremos, pues, en
los números siguientes:
1.° A los grados de culpa, y
2.° A la presunción de culpabilidad.

830. I. Grados de culpabilidad.


Es un punto muy debatido en doctrina, y en que nuestro Código mantiene una
posición aparentemente distinta de la predominante en las legislaciones.
Lo estudiaremos a través de los siguientes aspectos en los números que continúan
a éste:
1.° Historia y derecho comparado;
2.° La graduación en nuestro Código, y
3.° Su importancia.

831. A. Historia y derecho comparado.


Desde los tiempos del Derecho Romano se distinguen fundamentalmente dos
categorías de culpa: la grave o lata, que consiste en la máxima negligencia, y por ello
se asimila al dolo (culpa lata dolo aequiparatur), y la leve, que es la responsabilidad
general del deudor por el incumplimiento.
El antiguo Derecho francés precisó una tercera categoría: la levísima, de que se
hablaba en Roma para la responsabilidad extracontractual (N.° 219), y en que se hizo
responder al deudor hasta de la más mínima negligencia, y se aplicó en los contratos
que a él benefician. Pothier acogió esta doctrina tripartita de la culpa, pero no fue
seguido por el Código francés que, por regla general, hace responder al deudor de la
culpa leve, sin perjuicio de las reglas especiales que se dan para ciertos contratos (en
que en cierto modo renace la teoría tripartita) y de la asimilación de la culpa grave al
dolo.
En general, es la misma la solución del Código alemán, italiano y de casi todas las
legislaciones, siendo excepcional que se mantenga esta distinción en tres grados de
culpa.
Y la verdad es que ella carece de toda justificación lógica, y si en definición, como
se verá al estudiar nuestro Art. 44, puede aparecer muy clara y nítida, en la práctica
resulta muy sutil y difícil de determinar. La apreciación de la culpa es siempre un
problema de criterio en que entran a jugar numerosos factores, siendo uno de ellos la
naturaleza del contrato que puede imponer al deudor una conducta más o menos
vigilante. Parece, pues, más conveniente dejar la calificación al criterio del juez,
señalando la ley únicamente los elementos que él debe tomar en cuenta como la
comparación al sujeto ideal, que es el buen padre de familia, las normas especiales
para ciertos y determinados contratos, eje.
Por mucho que nuestro Código haya tratado de precisar la culpa, ella es siempre
un concepto relativo, y en la práctica entre nosotros también ocurre que el tribunal la
aprecia.
Y aunque en materia extracontractual se sostiene que hasta la más leve
negligencia hace responsable al hechor, también queda en la realidad al criterio
judicial su establecimiento; seria exclusivamente uno de los casos de calificación más
estricto (N.° 234).

703
Un fallo reciente que así lo declaró en materia contractual, en la RDJ, T. 60, sec. 1a, pág. 59.

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832. B. Los grados de culpa en nuestro Código.


Este se apartó del francés para irse directamente a Pothier y al antiguo derecho
español, de donde prácticamente tradujo la norma del Art. 44 que distingue la culpa
grave o lata, la leve y la levísima. Enunciándolo, el inc. 1.°, dice que “la ley distingue
tres especies de culpa o descuido”:
1.° Culpa grave, negligencia grave o culpa lata.
“Consiste en no manejar los negocios ajenos con aquel cuidado que aun las
personas negligentes y de poca prudencia suelen emplear en sus negocios propios”
(inc. 2.° del Art. 44).
Esta clase de culpa es la que impone un cuidado menor al deudor; ella se da
únicamente en caso de máxima negligencia, tan grosera que el legislador considera
dolosa la actitud del deudor, según insistiremos más adelante. Sena el caso, por
ejemplo, del que arroja un objeto encendido en un lugar en que existen materias
inflamables.
2.° Culpa leve, descuido leve o descuido ligero.
Es el término medio de negligencia, y la única que, según hemos dicho,
contemplan la mayoría de las legislaciones; aun en la nuestra, es la regla general, y
por ello el inc. 3.° del Art. 44 declara que “culpa o descuido sin otra calificación,
significa culpa o descuido leve”, y agrega: “el que debe administrar un negocio como
un buen padre de familia es responsable de esta especie de culpa” (inc. 4.°).
El mismo inciso da su concepto: “es la falta de aquella diligencia y cuidado que los
hombres emplean ordinariamente en sus negocios propios”. Si la ley ordena una
diligencia o cuidado ordinario o mediano, de esta clase de culpa se responde.
3.° Culpa o descuido levísimo.
Es la que impone el máximo de responsabilidad, ya que para no incurrir en ella el
deudor necesita emplear la mayor diligencia. Así se desprende del inc. 5.° del Art. 44,
que la define como: “la falta de aquella esmerada diligencia que un hombre juicioso
emplea en la administración de sus negocios importantes. Esta especie de culpa se
opone a la suma diligencia o cuidado”.

833. C. Importancia de la clasificación de la culpa.


Tiene una doble trascendencia precisar la culpa para:
1.° Determinar si ella impone responsabilidad al deudor, según el contrato de que
se trate, y
2.° Por sus efectos, ya que la culpa grave se equipara al dolo.
Así lo veremos en los números siguientes,

834. C. I. Culpa de que se responde en los distintos contratos.


Precisamente para señalar distintas responsabilidades según la naturaleza de los
contratos, fue que se estableció la división tripartita de la culpa.
Así lo dispone el Art. 1.547: según a quien beneficia el contrato, diverso es el grado
de responsabilidad del deudor, y así tenemos:
1.° Contratos en beneficio del acreedor.
En los contratos que por su naturaleza son útiles únicamente al acreedor, el
deudor responde únicamente de la culpa grave, o sea, su responsabilidad es mínima,
pues incurre en ella si su negligencia raya en la mala fe; se justifica que se le imponga
tan poco cuidado o diligencia, pues no obtiene beneficio del contrato. Por ejemplo, el
depósito (Art. 2.222).704
2.° Contrato en beneficio de ambas partes.

704
Se aprecia la importancia que tiene en el caso citado en el N.° 82 y en la nota 52 calificar de
innominado el arrendamiento de un estacionamiento para vehículos. Si fuere depósito, se habría respondido
sólo de la culpa grave. Como mezcla con arrendamiento, se hizo responder de la leve.

524
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El deudor “es responsable de la culpa leve en los contratos que se hacen para
beneficio recíproco de las partes”; así ocurre en la compraventa, permuta,
arrendamiento, sociedad, etc.
Es la responsabilidad en que incurren también quienes administran bienes ajenos
(Art. 250 para el padre de familia, 391 para los guardadores, 1.299 para el albacea,
2.129 para el mandatario, etc.).
3.° Contratos en beneficio del deudor.
El deudor “es responsable de la culpa levísima, en los contratos en que el deudor
es el único que reporta beneficio”; ejemplo característico es el comodato o préstamo
de uso que por ser gratuito beneficia exclusivamente al deudor, a quien se le presta la
cosa.
Estas normas son supletorias de las especiales que la propia ley o la convención de
las partes pueden dar para contratos o casos particulares. Así lo señala el inc. final del
precepto: “todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las disposiciones
especiales de las leyes, y de las estipulaciones expresas de las partes”.
Hay casos en que la propia ley altera las normas señaladas, y, al tratar las
convenciones modificatorias de la responsabilidad, veremos la estipulación de las
partes (N.° 862 y siguientes).

835. C. 2. La culpa grave equivale al dolo.


Así lo señala la parte final del inc. 2.° del Art. 44: en materias civiles la culpa,
cuando es grave, equivale al dolo. No lo es, pero como hay tanta negligencia es como
si el deudor intencionalmente hubiera causado el daño.
Esta equiparación trae como consecuencia que todos los efectos civiles del dolo
señalados en el N.° 828 también se producen cuando la culpa es lata, y por tanto:
1.° Se agrava la responsabilidad del deudor, que responde de los perjuicios
imprevistos (N.° 894) y aun de la destrucción de la cosa durante la mora del acreedor
en recibirla (No- 883);
2.° Si hay culpa grave de varios deudores, la responsabilidad es solidaria entre
ellos (N.° 889);
3º Como veremos, el dolo futuro no puede condonarse (No- 866), y en
consecuencia también la culpa grave es irrenunciable de antemano;
4.° ¿Se presume la culpa grave?
El signo interrogativo se debe a que el punto es controvertido y controvertible.
Dicho está que el dolo no se presume y debe probarlo quien lo alega (N.° 827); en
el número que sigue quedará igualmente establecido que la culpa sí se presume: su
ausencia debe probarla el deudor para quedar libre de responsabilidad.
El problema estriba en determinar si la asimilación de los efectos de la culpa grave
a los del dolo alcanza también al onus probandi, y en consecuencia si el acreedor que
la invoca está eximido de acreditarla, como toda culpa contractual, o por aplicarse la
misma regla del dolo está obligado a establecerla en el juicio.
Predomina entre los autores705 y en la jurisprudencia706 la opinión de que la
asimilación de la culpa grave al dolo no llega la terreno de la prueba, y que, en
consecuencia, el acreedor que la alega está amparado por la presunción legal; dicho de
otra manera, que en esta materia rige el Art. 1.547, pues no distingue entre las clases
de culpa, y no el Art. 1.459, en relación con el 44, que señalan que el dolo debe
probarse.
En cambio, otros sustentan la opinión de que si el legislador dispuso la
equivalencia del dolo y la culpa grave, ello debe llevarse a todas las consecuencias y
no únicamente a las que benefician al acreedor.

705
Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.070, pág. 525; Alessandri, ob. cit., pág. 75; Fueyo, ob. cit., T. 12, N.°
298, pág. 296, etc.
706
RDJ, T. 19, sec. la., pág. 415, con nota de Claro Solar que critica la invocación del Art. 1.459.

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Creemos que ambas posiciones tienen una parte, pero no toda la razón y se
impone una precisión en los conceptos:
Si el acreedor se limita a exigir la indemnización ordinaria, pero invoca sólo para
tal efecto una culpa grave, nada debe probar porque el Art. 1.547 dice que
corresponde al deudor probar la diligencia que debió observarse.
Pero si al invocar la culpa grave el acreedor pretende alguno de los efectos
especiales del dolo, como por ejemplo los perjuicios imprevistos, la responsabilidad
solidaria, nos parece que debe probar la culpa grave, porque alega una agravación de
la responsabilidad del deudor; una mayor obligación, una forma especial de ella que a
él corresponde probar, según la regla general del Art. 1.698.

836. II. La culpa contractual se presume.


No lo ha dicho la ley exactamente en tales términos, pero sí con claridad más que
suficiente. En efecto, el inciso 3.° del Art. 1.547 dispone: “la prueba de la diligencia o
cuidado incumbe al que ha debido emplearlo; la prueba del caso fortuito al que lo
alega”. Por su parte, el Art. 1.671 establece: “siempre que la cosa perece en poder del
deudor, se presume que ha sido por hecho o por culpa suya”.
Si el deudor, como lo dice el Art. 1.547, debe probar la diligencia, es porque la falta
de ella se presume; el acreedor no está obligado a acreditar la culpa, sino el deudor
debe establecer que no incurrió en ella probando el debido cuidado o diligencia
empleado en el cumplimiento.
El inc. final del Art. 2.158 contiene una excepción a este principio en el mandato---,
el precepto establece las obligaciones del mandante para con el mandatario, de las
que no puede dispensarse alegando que el negocio encargado no tuvo éxito o pudo
desempeñarse a menor costo, “salvo que le pruebe culpa”. Se trata de una situación
muy especial, ya que el mandatario es el acreedor, y el mandante pretende eximirse
de su obligación por la culpa de aquél, y lógicamente debe probársela.
La Corte Suprema ha resuelto que es cuestión de hecho determinar si ha habido o
no culpa,707 lo que no hace sino confirmar la relatividad de las clasificaciones y
definiciones.
Amén del problema ya examinado de si la presunción de culpa rige también para
la grave en cuanto se pretenda asimilarla al dolo, el precepto presenta también el de
determinar cómo destruye esta presunción el deudor: si le basta probar que empleó la
debida diligencia y cuidado, o debe acreditar el caso fortuito. Daremos su solución al
estudiar las causales de exención de responsabilidad del deudor (No- 849).

Sección cuarta

LAS CIRCUNSTANCIAS QUE ALTERAN O ELIMINAN LA RESPONSABILIDAD DEL


DEUDOR

837. Enunciación.
Con el dolo o culpa del deudor, su incumplimiento de la obligación le resulta
imputable; existen otros hechos que lo hacen inimputable.
Algunos de ellos, como el caso fortuito, eliminan la culpa o el dolo- son nociones
totalmente opuestas. Otros, en cambio, como las cláusulas de irresponsabilidad,
eximen de ella aun habiendo culpa.
Los hay también que son propios de la indemnización de perjuicios, eximen de ella,
y otros van más allá extinguiendo la obligación misma, por lo cual resulta
improcedente aun el cumplimiento forzado,cabrian aquí en un sentido amplio todos los
modos liberatorios de extinción de las obligaciones (N.° 1.171, 2.°).

707
Principalmente, RDJ, T. 46, sec. la., pág. 533. En la misma idea, RDJ, Ts. 17, sec. la, pág. 161; 21, sec.
la, pág. 283; 35, sec. la., pág. 461, y 46, sec. la, pág. 495.

526
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Por ello es que hemos señalado como un requisito de la responsabilidad


contractual, tal como la extracontractual, que no haya una circunstancia que exima de
ella.
Finalmente, digamos que estos hechos que influyen en la responsabilidad admiten
una triple clasificación en los que la eliminan, los que la agravan y los que la alteran
aliviándola.
Hemos preferido agrupar en esta sección todas estas circunstancias que no son
tratadas en otra parte de esta obra. Dicho a modo de enumeración, son ellas:
1.° El dolo, ya estudiado y que hace responder incluso de los perjuicios
imprevistos, agravando la responsabilidad normal;
2.° La ausencia de culpa, que es una noción discutible en cuanto a la alteración
que ella produce en la responsabilidad;
3.° El caso fortuito o fuerza mayor; es la más clásica de las exenciones de
responsabilidad;
4.° El estado de necesidad,
5.° El hecho o culpa del acreedor, que preferimos estudiar al tratar de la mora de
éste (N.° 880);
6.° La teoría de la imprevisión o excesiva onerosidad en la prestación;
7.° El hecho ajeno, y
8.° Las convenciones modificatorias de la responsabilidad, entre las cuales puede
entenderse comprendida en un sentido amplio la cláusula penal, cuyo estudio
efectuaremos en el Capítulo siguiente a propósito de la evaluación de los perjuicios
(N.° 907); las demás las veremos en esta sección.
En síntesis, estudiaremos aquí: el caso fortuito, la ausencia de culpa, el estado de
necesidad, la imprevisión, el hecho ajeno y las cláusulas modificatorias de
responsabilidad.

Párrafo 1.°

CASO FORTUITO O FUERZA MAYOR

838. Concepto y denominación.


En la responsabilidad extracontractual ya nos encontramos con el caso fortuito (N.°
236), y dejamos su estudio para esta parte en que tiene una mayor trascendencia, ya
que mediante él se eximirá del cumplimiento el deudor, sin ulterior responsabilidad.
La responsabilidad contractual (como la que no tiene este carácter), recorre, pues,
una extensión, cuyo extremo es el dolo, que impone la máxima responsabilidad,
pasando por los otros grados de culpa hasta llegar al caso fortuito que exime
totalmente de ella. Entre la culpa y el caso fortuito hay sí un buen trecho en que han
surgido contemporáneamente una serie de figuras que han trastrocado la pacífica
concepción clásica, cerrada en definiciones que pretenden ser rigurosas. Así lo
veremos.
Ya hemos señalado la del Art. 45 del caso fortuito o fuerza mayor como “el
imprevisto a que no es posible resistir”.
La controversia ha llegado hasta el nombre de la institución; para nuestro Código,
como puede apreciarse en la definición antes transcrita, caso fortuito y fuerza mayor
son expresiones sinónimas; así se ha fallado.708 Incluso se suele hablar simplemente de
caso.
En la doctrina extranjera se ha pretendido efectuar una distinción entre caso
fortuito y fuerza mayor, y la más notoria posición sostiene que los diferencia la causa
que origina el hecho; si proviene de las fuerzas de la naturaleza, se habla de caso

708
RDJ, T. 28, sec. la., pág. 329.

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fortuito, si del hecho de una persona, generalmente la autoridad, de fuerza mayor;


pero hay muchas otras posiciones que exceden el margen de este estudio.709

839. Concepciones sobre el caso fortuito.


Nuestro Código, siguiendo en ello a los clásicos, sólo se ha colocado en el caso de
exención de responsabilidad por caso fortuito; respecto de ninguna otra circunstancia,
entre las que suelen provocar el incumplimiento, ha dicho que pueda modificar la
responsabilidad del deudor. A ello se agrega que su concepción es estricta, pues, como
lo destaca la definición transcrita y lo estudiaremos en los números siguientes,
requiere copulativamente que el hecho sea irresistible e imprevisible; dicho de otra
manera, que implique una imposibilidad absoluta en el cumplimiento, no obstante
todas las previsiones efectuadas por el deudor.
Pero ocurre que existen múltiples causas por las cuales el deudor deja de cumplir
sin que estrictamente pueda imputársele culpa, pero que tampoco llegan al caso
fortuito; al legislador no le puede ser indiferente el motivo por el cual el deudor dejó de
cumplir, y por ello en la moderna doctrina alemana e italiana, con repercusión en sus
legislaciones, se considera el caso fortuito como una situación dentro de un marco más
amplio: la imposibilidad en el cumplimiento por causa no imputable al deudor (Código
italiano, Arts. 1.218 y 1.256); si la obligación se hace imposible de cumplir sin culpa del
deudor, éste queda exento de responsabilidad, y entre las circunstancias que hacen
inimputable el incumplimiento está el caso fortuito. Ello está muy relacionado con la
noción de ausencia de culpa de que hablamos en el párrafo siguiente (N.° 849).
En nuestro Código no hay duda alguna que el caso fortuito, o sea, el que cumple
los requisitos del Art. 45, extingue la obligación; así resulta claramente de la
reglamentación que da en el Título 19 de un modo de extinguir que llama “pérdida de
la cosa que se debe”, pero que la doctrina ha aceptado, que se entiende también a las
obligaciones de hacer y no hacer (N.° 1.196 y 1.197). El problema está precisamente
en determinar si sólo el caso fortuito provoca este efecto (N.° 1.189), y lo que ocurre
en caso de imposibilidad relativa (N.° 852).
Si fuere lo primero, querría decir que cualquier otra figura de las que se pretende
que eximen al deudor habría que hacerla coincidir en la definición y requisitos de la
fuerza mayor, única forma en que el deudor quedaría liberado.

840. Requisitos del caso fortuito.


Los elementos que constituyen el caso fortuito son los siguientes:
1.° Un hecho extraño a la voluntad de las partes;
2.° Su imprevisibilidad, y
3.° La imposibilidad de resistirlo.
Los examinaremos en los números siguientes.

841. I. Exterioridad del hecho.


El hecho debe ser ajeno a la voluntad e intervención de las partes. Así se
desprende claramente del inc. 2.° del Art. 1.547: “el deudor no es responsable del caso
fortuito, a menos que se haya constituido en mora, (siendo el caso fortuito de aquellos
que no hubieran dañado a la cosa debida, si hubiese sido entregada al acreedor), o que
el caso fortuito haya sobrevenido por su culpa”.
Esta expresión final es muy poco exacta, porque si hay culpa no hay caso fortuito:
lo que quiere decir el precepto es que el hecho que se invoca como fuerza mayor no
debe haber sido provocado por el deudor; tampoco por el acreedor, porque entonces

709
Véase sobre este punto y el caso fortuito en general, Alberto Coustasse del C. y Fernando Iturra El caso
fortuito ante el Derecho Civil M. de P. Ed. Jurídica de Chile, Stgo. 1958, que es el estudio más completo entre
nosotros y donde se expone vastamente la doctrina extranjera, muy dividida en sus concepciones. Sobre el
nombre, págs. 67 y sigtes.
El Art. 2.512 parece distinguir a~ expresiones, pues habla de “casos fortuitos y fuerza mayor”.

528
LAS OBLIGACIONES TOMO II

habrá culpa de éste, e igualmente exención de responsabilidad para el deudor, pero no


caso fortuito. La presencia de una culpa es contrapuesta a la existencia de la fuerza
mayor, salvo que se trate de un tercero ajeno a la obligación, porque entonces sí que
para el deudor hay un hecho externo a su voluntad que le impide cumplir (N.° 851).
Según el precepto, tampoco el caso fortuito ocurrido durante la mora del deudor lo
exime normalmente de responsabilidad; así lo veremos al tratar los efectos del caso
fortuito (N.° 846, 2), y la razón es que al producirse la mora ya ha habido un
incumplimiento imputable al deudor (N.° 870).

842. II. Imprevisibilidad.


El caso fortuito se define por su carácter imprevisto, circunstancia a la cual se
agrega, según veremos en el número que sigue, su irresistibilidad.
Que sea imprevisto significa que las partes no lo han podido prever al celebrarse el
acto o contrato, ni el deudor al momento de presentarse; hay ciertas circunstancias
que normalmente pueden preverse, y el deudor debe tomar las precauciones
necesarias para que si se presentan, no le impidan el cumplimiento. Una sentencia de
la Corte Suprema reciente ha dicho que el hecho es imprevisto cuando no hay razón
especial para creer en su realización, y ni el agente ni persona alguna colocada en sus
mismas circunstancias habría podido evitar sus consecuencias.710
Al estudiar los casos de fuerza mayor, veremos otras aplicaciones de este
requisito, pero hay un ejemplo negativo que es clásico: si se vende una mercadería que
no se tiene, pensando adquirirla para cumplir la obligación y posteriormente no se la
encuentra en el mercado, no hay caso fortuito, por cuanto el vendedor debió prever
esa dificultad.

843. III. Imposibilidad de resistir.


El hecho, además de imprevisto, según decíamos, debe ser absolutamente
imposible de resistir; se ha fallado que un hecho es irresistible cuando no es posible
evitar sus consecuencias, en términos que ni el agente ni ninguna otra persona
colocada en sus mismas circunstancias habría podido hacerlo.711
Lo que caracteriza al caso fortuito es la imposibilidad total, absoluta; como lo
destacan los fallos citados, nadie, ni el deudor ni persona alguna en sus circunstancias,
habría podido impedirlo.
En consecuencia, una imposibilidad relativa, esto es, la dificultad en el
cumplimiento o una mayor onerosidad que la prevista en el mismo, no constituye caso
fortuito; así, una huelga de ferrocarriles no impide cumplir la obligación de entrega de
una mercadería si ella puede hacerse por camiones u otro medio. 712 Ello sin perjuicio de
que la dificultad o desembolso extraordinario en el cumplimiento pueda constituir otra
figura jurídica, englobada bajo el nombre genérico de imprevisión (N.° 852); en ella el
hecho es imprevisto, pero no imposible el cumplimiento.
Si la imposibilidad es parcial, el deudor no será responsable en la parte que el
cumplimiento se ha hecho imposible, y deberá cumplir el resto (N.° 1.201); si la
imposibilidad es transitoria, la obligación no se extingue; el deudor deberá cumplir una
vez que cese la imposibilidad, pero quedará exento de responsabilidad por el retardo
(N.° 1.202).

710
RDJ, T. 60, sec. la., pág. 59.
711
RDJ, T. 63, sec. 2a., pág. 171. Se falló que no constituía caso fortuito la no concurrencia a un tribunal
por enfermedad, pues pudo pedirse prórroga de la audiencia.
712
RDJ, T. 60, sec. la, pág. 59. También se ha resuelto que la mera escasez de un producto y no su falta
absoluta en el mercado no constituye caso fortuito que impida efectuar una construcción: T. 39, sec. 2a.,
pág. 1.

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844. Determinación del caso fortuito.


Como ocurre con la culpa, la noción de caso fortuito es esencialmente relativa; de
ahí el error de pretender encuadrar en fórmulas rígidas las circunstancias de
inimputabilidad.
Lo que en unos casos y lugares puede ser imprevisto irresistible, puede no serlo en
otros, y así, por ejemplo, la lluvia excesiva en un lugar en que ello no ocurre,
posiblemente sea caso fortuito, pero no lo será, verbigracia, en Valdivia.713
El Art. 45 señala algunos ejemplos: naufragio, terremoto, apresamiento de
enemigos, los actos de autoridad ejercidos por un funcionario público; el Art. 934
menciona otros casos: avenida, rayo y 788, inc. 2, la epidemia. También podría serlo
un incendio no imputable, y veremos otros posibles en seguida.
Porque queremos destacar para redundar en la relatividad del caso fortuito que
estas mismas circunstancias mencionadas expresamente por la ley como tales, pueden
no serlo según las circunstancias, y así se ha resuelto que en nuestro país, donde son
frecuentes los temblores, uno de regular intensidad no es imprevisible.714
La conclusión se impone; no queda otro camino que dejar todo lo relacionado con
la imputabilidad al criterio del tribunal, limitándose la ley a otorgar las directivas
esenciales; no puede fijarse en preceptos rígidos la conducta de los seres humanos en
sus muchas posibilidades; lo esencial será siempre la buena fe y el empeño del deudor
de cumplir; por esto aun en legislaciones estrictas como la nuestra, la Corte Suprema
ha reconocido que es cuestión de hecho determinar si hubo o no caso fortuito, 715 tal
como lo hizo con la culpa.
Examinaremos algunos casos que pueden considerarse fortuitos:
1.° Los actos de autoridad.
Están mencionados expresamente en el Art. 45; un ejemplo sería un decreto
judicial de embargo, puesto que en tal caso el deudor no puede pagar (N.° 605);716 se
ha resuelto también que lo es el incumplimiento de la obligación por impedirlo un
decreto alcaldicio;717 una prohibición de adquirir divisas para el pago de una obligación
en moneda extranjera,718 la expatriación del deudor.719
2.° Huelga.
Es un punto que se discute en doctrina; entre nosotros se ha fallado que una
huelga ilegal e intempestiva es caso fortuito,720 lo que parece evidente. Pero se ha
discutido si la huelga legal puede considerarse fuerza mayor, por cuanto el deudor
pudo evitarla aceptando las peticiones de su personal- no habría imposibilidad
absoluta, sino más bien una excesiva onerosidad. Pareciere que depende de cómo se
planteen las circunstancias del caso, y así, si el industrial a quien se ha presentado un
pliego de peticiones que sabe no puede satisfacer, no podrá alegar caso fortuito si se
compromete a entregar un producto justamente en la época en que debe producirse la
huelga, de acuerdo a los plazos legales. Fuera de circunstancias como ésta, la huelga
debe considerarse caso fortuito.
3.° Quiebra.

713
RDJ, T. 39, sec. 2a-
2a-, pág. 1
714
RDJ, T. 39, sec. 1 a , pág. 203.
715
El mismo fallo de la nota anterior.
716
No olvidemos que se discute sí la retención del pago es obstáculo a la ejecución. Esta discusión se ha
trasladado al caso fortuito; se reconoce que hay fuerza mayor, pero algunas sentencias consideran que el
deudor no está obligado a consignar lo debido: G.T. de 1874, N.° 591, pág. 277; de 1897, T. 1°, N.° 1.584,
pág. 693; RDJ, T. 4°, sec. la., pág. 341, y otra que debe consignar: G.T. de 1873, NQ 2.790, pág. 1.263. En
nuestro concepto debe hacerlo.
717
RDJ, T. 26, sec. la, pág. 214.
718
RDJ, T. 64, sec. la, pág. 44.
719
G.T. 1859, Nº 1.642, pág. 1.014. Otros casos de actos de autoridad en RDJ, T. 42, sec. la., pág. 204;
G.T. de 1.901, T. 22, NI 1.955, pág. 251, que consideró como caso fortuito una ley de moratoria, o sea, un
acto del Poder Legislativo; RDJ, T. 30, sec. la, pág. 533; T. 45, sec. 3a, pág. 41.
720
RDJ, T. 31, sec. la., pág. 143.

530
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Se dice que la quiebra constituye un caso fortuito para el deudor, que lo eximiría
de la indemnización de perjuicios; nos parece que está mal enfocado el problema. El
legislador sienta los principios a que se someten las distintas acciones contra el deudor
en la ley respectiva, y a la cual deben concurrir todos los acreedores en igualdad de
condiciones (N.° 967).
4.° Obligaciones de hacer o no hacer.
El legislador ha reglamentado el caso fortuito con relación a las obligaciones de
dar, y por ello habla de pérdida de la cosa debida por fuerza mayor; pero puede darse
en las de hacer, como la enfermedad del que debe prestar un servicio personal (N.°
1.196), y en las de no hacer (N.° 1.197).
5.° Fallas mecánicas.
Se ha fallado que para una empresa de transporte no es caso fortuito la ruptura de
un neumático que provoca un accidente;721 en general no lo es ninguna falla mecánica
que pudo preverse haciendo la correspondiente revisión en forma oportuna.
6.° Otros casos.
Se ha resuelto por nuestros tribunales que constituyen casos fortuitos: la braveza
del mar que impide entregar una mercadería;722 el incendio de carbón en la bodega de
un buque;723 el derrumbe de un puente que tenía un vigilante y era revisado
continuamente;724 y la falla de una máquina destinada a emitir los boletines para pago
de una patente.725
No lo es el robo de una mercadería en poder de un depositario.726

845. Efectos del caso fortuito.


Reuniéndose los requisitos antes estudiados, el deudor queda totalmente liberado
de responsabilidad por su incumplimiento; no puede exigírsele el cumplimiento forzado
ni la indemnización de perjuicios. Así lo señala el ya citado inc. 2º del Art. 1.547: “el
deudor no es responsable del caso fortuito”, y la reitera el inc. también 2.° del Art.
1.558: “la mora producida por fuerza mayor o caso fortuito no da lugar a
indemnización de perjuicios”.
Como decíamos, el Código reglamenta en el Título 19 del Libro 4.° como modo de
extinguir las obligaciones “la pérdida de la cosa que se debe”, esto es, el
incumplimiento en las obligaciones de dar una especie o cuerpo cierto; el deudor
queda exento de responsabilidad por la pérdida fortuita, ya que hay imposibilidad en el
cumplimiento y según el aforismo, a lo imposible nadie está obligado; veremos más
adelante que no hay inconvenientes para extender el concepto a las obligaciones de
hacer y no hacer; volveremos sobre el punto al tratar este modo de extinción de las
obligaciones en la Parte Sexta.727
Lo que debemos tener presente es que el caso fortuito provoca, en consecuencia,
la extinción de la obligación por imposibilidad en el cumplimiento y libera al deudor sin
ulterior responsabilidad para él. Se exceptúan los casos que veremos en el número
siguiente.
Además, debe considerarse que en los contratos bilaterales el efecto liberatorio del
caso fortuito en la prestación de una de las partes, plantea el problema de determinar
qué ocurre con la de la contraparte, que no se ha hecho imposible; lo que constituye la

721
RDJ, T. 60, sec. la, pág. 59.
722
G,T. de 1918, T. 1°, N.° 163, pág. 313.
723
RDJ, T. 29, sec. la., pág. 137.
724
RDJ, T. 22, sec. la., pág. 447.
725
RDJ, T. 55, sec. 2a, pág. 17.
726
RDJ, T. 32, sec. la., pág. 376.
727
Pareciera lógico tratar el caso fortuito conjuntamente con el modo de extinguir la obligación a que da
lugar, ya sea en esta parte, ya sea entre los modos extintivos propiamente tales, pero no hemos querido
innovar al respecto, porque el caso fortuito se opone a la imputabilidad del incumplimiento, y es lógico por
tanto examinarlo en relación con la noción de culpa; por el otro lado no parece acertado traer un modo de
extinguir la obligación propiamente tal a los efectos del incumplimiento imputable.

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teoría del riesgo, que examinaremos precisamente al estudiar esta forma extintiva de
las obligaciones por la imposibilidad en el cumplimiento (N.° 1.205).

846. Excepciones al efecto liberatorio del caso fortuito.


Hay casos en que no obstante haber mediado un caso fortuito, el deudor es
responsable. Son ellos:
1.° Cuando sobreviene por su culpa.
Así lo señala el ya citado inc. 2 del Art. 1.547, cuya impropiedad ya hemos hecho
notar, porque si hay culpa no hay caso fortuito, y lo aplican los Arts. 1.590, inc. 1 y
1.672.
2.° Cuando ocurre durante la mora del deudor.
También lo señala el mencionado inc 2 del Art. 1.547 y lo repiten los mismos
preceptos señalados: Arts. 1.672 y 1.590, inc. 1. También influye en el riesgo, pues, de
acuerdo al Art. 1.550 tratándose de un cuerpo cierto, pertenece al acreedor, a menos
que el deudor se constituya en mora de entregarlo (N.° 1.212).
La regla tiene una contraexcepción: si el caso fortuito igualmente hubiere
sobrevenido teniendo en su poder el acreedor la cosa debida. En tal caso, es lógico que
el deudor no responda, pues, aunque hubiere cumplido, la cosa igual se habría
destruido. Esta contraexcepción la señalan el mismo Art. 1.547, en su inc. 2, el 1.590,
inc. 1 y el Art. 1.672, inc. 2.°.
Como lo dice este último precepto, en todo caso el deudor responderá de los
perjuicios de la mora, o sea, por los moratorios.
3.° Cuando se haya convenido que el deudor responda del caso fortuito.
Semejante estipulación es perfectamente lícita, de acuerdo al principio de la
autonomía de la voluntad. A mayor abundamiento, el legislador la ha autorizado
expresamente.
En efecto, el Art. 1.547, como sabemos, en su inc. 1.° establece el grado de culpa
de que responde el deudor, según la calidad del contrato (N.° 834), en el 2.° la
liberación del deudor por el caso fortuito; en el 3.° la prueba de la diligencia y de este
último, y concluye diciendo: “todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las
disposiciones especiales de las leyes, y de las estipulaciones expresas de las partes”.
Por si alguna duda quedare, el Art. 1.672 dispone: “si el deudor se ha constituido
responsable de todo caso fortuito, o de alguno en particular, se observará lo pactado”.
Es, en consecuencia, una cláusula agravatoria de la responsabilidad del deudor
perfectamente lícita y aceptada por la ley.
4.° Cuando la ley expresamente hace responder al deudor del caso.
Así ocurre, por ejemplo, con el que ha hurtado o robado un cuerpo cierto; no se le
permite alegar que la cosa ha perecido por caso fortuito, ni aun de aquellos que
habrían producido la pérdida de ella en poder del acreedor (Art. 1.676).

847. Prueba del caso fortuito.


Corresponde probar el caso fortuito que invoca al deudor que pretende liberarse de
responsabilidad. Así lo señala el inc. 3 del ya citado Art. 1.547, y lo repite el 1.° del Art.
1.674. Ello es lógico por varios conceptos: en primer lugar, porque la culpa se presume,
y al probarse el caso fortuito se establece que el deudor está exento de ella. Y
enseguida, porque, demostrando el caso fortuito, el deudor queda libre de
responsabilidad, su obligación se extingue, y la extinción debe ser siempre acreditada
por quien la alega, de acuerdo al Art. 1.698.
Y la prueba se rendirá demostrando que han concurrido los requisitos ya
estudiados del caso fortuito.
Por excepción, se presume el caso fortuito en materia de seguros, en el sentido de
que el siniestro lo constituye, siendo el asegurador quien deberá probar lo contrario
(Art. 539 del C. de Co.).

532
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Párrafo 2.°

AUSENCIA DE CULPA, ESTADO DE NECESIDAD Y HECHO AJENO

848. Enunciación.
En el presente párrafo hemos agrupado todas aquellas situaciones que también
pueden eliminar la imputabilidad, y señaladas en el título: ausencia de culpa, estado de
necesidad y hecho ajeno. Nos interesa, especialmente, calibrar sus relaciones con el
caso fortuito, y si ellas implican liberación del deudor, como lo hace éste.

849. I. Ausencia de culpa.


El inc. 3.° del Art. 1.547 impone, según hemos dicho, la prueba de la diligencia o
cuidado al que ha debido emplearlo, y la del caso fortuito al que lo alega.
Dejamos también planteado el problema, que es el momento de tratar de
solucionar, de si al deudor le basta probar que ha empleado la debida diligencia o
cuidado para eximirse de responsabilidad, o debe establecer el caso fortuito,
caracterizado por la imprevisibilidad e irresistibilidad absolutas ya señaladas. Hay una
diferencia de grado entre el empleo de la debida diligencia, que excluye la culpa, y el
caso fortuito; en el primer caso, el deudor prueba su ausencia de culpa; en el segundo,
un hecho externo imprevisible que le impide cumplir. En el campo de la
inimputabilidad, la ausencia de culpa queda colocada entre ésta y la fuerza mayor.
La Corte Suprema ha resuelto que al deudor le basta acreditar que ha usado el
debido cuidado o diligencia, sin que le sea necesario probar caso fortuito.728
La doctrina está dividida al respecto, habiendo quienes comparten esta decisión
jurisprudencial, y otros que son contrarios a ella.729 Aunque reconociendo la relatividad
de la solución que se dé, nos inclinamos por considerar que la ausencia de culpa libera
al deudor, por las siguientes razones:
1.° La redacción misma del inc. 3 del Art. 1.547, que contrapone claramente las
dos situaciones, prueba de la diligencia o cuidado, y del caso fortuito. Si el deudor no
se libera sino ante este último, carecería de objeto que probara su diligencia o cuidado;
2º El Art. 1.670 establece sin distinción alguna la extinción de la obligación del
deudor si la especie o cuerpo cierto debido perece. Luego agrega el Art 1.672 que si
ello ha ocurrido por culpa o durante la mora del deudor, entonces se hace excepción y
la obligación subsiste, cambiando de objeto: la indemnización de perjuicios.
Obviamente si no ha habido culpa o mora, no hay excepción y se aplica la regla
general del Art. 1.670, y la obligación queda extinguida.
Los contrarios a esta posición sostienen que la actuación no culpable del deudor
queda incluida en el Art. 1.671: “siempre que la cosa perece en poder del deudor, se
presume que ha sido por hecho o culpa suya”, y se agrega que, en consecuencia,
siempre que hay hecho del deudor, aunque sea involuntario, es responsable. Sin
embargo, la expresión “hecho” nada justifica interpretarla como un hecho no culpable;
antes por el contrario, obviamente se trata de una actuación imputable del deudor, y la
repetición de “hecho y culpa”, en que también incurren numerosos preceptos del
Código,730 parece referirse más bien a la distinción entre culpa por acción y por
omisión, y
3.° Finalmente, el Art. 1.678 dispone: “si la cosa debida se destruye por un hecho
voluntario del deudor, que inculpablemente ignoraba la obligación, se deberá
728
RDJ, T. 46, sec. la, pág. 533. En contra, RDJ, T. 32, sec. la, pág. 36.
729
A favor de la ausencia de culpa, Sergio Fuenzalida Puelma, Los terceros en la responsabilidad
contractual, RDJ, T. 57, la. parte,, pág. 104, e Iturra y Coustasse, ob. cit., pág. 102, para quienes, sin
embargo, constituiría un caso fortuito.
En contra Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.224, pág. 730, y Ramón Meza B., ob. cit., N.° 355, pág. 258.
730
Iturra y Coustasse, ob. cit., pág. 102.
El Código francés usa igualmente esta expresión (Art. 1.245); la opinión de los tratadistas franceses es la
misma que sostenemos; véase Mazeaud, ob. cit., Parte 2a., T. 2°, pág. 122; Planiol y Ripert, ob. cit., T. 62,
pág. 527; Démogue, ob. cit., T. 6º, pág. 662.

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solamente el precio sin otra indemnización de perjuicios”: es un caso de actuación


voluntaria del deudor, pero la falta de culpa suya lo hace limitar su responsabilidad al
precio.
Con mayor razón si hay un hecho involuntario y no culpable del deudor, queda éste
exento de responsabilidad.

850. II. Estado de necesidad.


Nos hemos referido a él en materia extracontractual, donde entre nosotros se le
tiende a aceptar como eximente de responsabilidad (Nº 237).
En materia contractual significaría que el deudor deja de cumplir para evitar otro
mal mayor: no puede confundirse con el caso fortuito, porque no implica una
imposibilidad absoluta como éste, sino un sacrificio para el deudor; éste pudo cumplir,
pero a costa de un daño grave para él, lo que relaciona la institución con la teoría de la
imprevisión.
Y si el estado de necesidad no puede asimilarse al caso fortuito, o a una ausencia
de culpa, no es posible considerarlo como liberatorio para el deudor, ya que no hay
disposición alguna en que pueda asilarse.
El Art. 2.178, N.° 3.°, en el comodato hace responsable al comodatario aun del
caso fortuito, cuando en la alternativa de salvar de un accidente la cosa prestada o una
suya propia, prefiere deliberadamente la suya; la disposición es excepcional, dado que
en el comodato el deudor responde de la culpa levísima. En los demás contratos
parece preferible concluir que si la necesidad constituye caso fortuito, el deudor no
responde, pero si no encuadra en la fuerza mayor, no lo libera.

851. III. El hecho ajeno.


Para determinar la responsabilidad del deudor que incurre en incumplimiento
por hecho o culpa de un tercero, es preciso distinguir si es civilmente responsable por
él o no.
Por regla general la intervención del tercero es para el deudor un caso fortuito si
reúne los requisitos propios de éste de imprevisibilidad e irresistibilidad. Por ello el Art.
1.677, que se cita como un caso de acción oblicua, donde lo estudiamos (N.° 768),
establece que el acreedor puede exigir que el deudor le ceda los derechos y acciones
que tenga contra el hechor. Lo mismo dispone el inc. final del Art. 1.590 para el caso
de deterioros (N.° 617).
Pero el hecho del tercero por el cual el deudor es civilmente responsable se
considera hecho suyo. Así lo dispone el Art. 1.679: «en el hecho o culpa del deudor se
comprende el hecho o culpa de las personas por quienes fuere responsable”. Nos
encontramos, pues, frente a un caso de responsabilidad indirecta o por el, hecho ajeno,
tal como ocurre en la responsabilidad extracontractual (N.° 261 y siguientes).
Sin embargo, el legislador no dijo en este precepto quiénes son estos terceros por
los cuales el deudor es civilmente responsable. En los contratos en particular enumera
sí varios casos: Arts. 1.925, 1.926, 1.929, 1.941, 1.947, inc. final 2.000, inc. 2.°, 2.014,
2.015, inc. final; 2.003, regla 3a, 2.242, 2.243.
Frente a este silencio, se han dado varias soluciones:
1.° Para algunos,731 el Código se está refiriendo a los casos en que expresamente,
de acuerdo a las disposiciones citadas, hace responder al deudor por el hecho de
ciertos terceros, generalmente auxiliares que emplea en el cumplimiento de la
obligación. Pero el Art. 1.679 únicamente se está refiriendo a ellos, de manera que la
responsabilidad por el hecho ajeno no puede extenderse a otros casos que no estén
expresamente contemplados.
2.° Aplicar por analogía la norma del Art. 2.320 en la responsabilidad contractual.
Esto es rechazado generalmente por los autores,732 por cuanto es una norma dada
expresamente para la responsabilidad extracontractual.
731
Iturra y Coustasse, ob. cit., pág. 94.

534
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sin embargo, ello no significa en nuestro concepto excluir de la responsabilidad


contractual por el hecho ajeno, el hecho de las personas por quienes responde
extracontractualmente el deudor; y así, por ejemplo, si la cosa debida ha sido destruida
por el hijo que vive con su padre, éste deberá probar que no ha tenido culpa en el
hecho, según la regla general de presunción de culpa, y evidentemente esta prueba no
podrá ser otra que con su autoridad no pudo evitar la acción del hijo.
3.° La tercera posibilidad es concluir que los casos expresamente previstos en los
Arts. 1.925 y demás que hemos citado no son sino una aplicación de una regla más
general, y en consecuencia el deudor responde por el hecho de las personas a quienes
emplea o le ayudan en el cumplimiento de la obligación, y asi, el deudor responderá
por el hecho de sus auxiliares (empleados, obreros, dependientes, etc.) o de las
personas a quienes encarga que cumplan la obligación (transportista que encarga a
otro realizar el flete, por ejemplo).733
Así ocurre en los códigos modernos, como el alemán, cuyo Art. 278 hace
responsable al deudor del hecho de las personas de que se sirve para el cumplimiento
de la obligación, el suizo, Art. 101, que hace responsable al que aun de manera lícita
confíe el cumplimiento a sus auxiliares; el Art. 1.228 del Código Italiano: “salvo
voluntad diversa de las partes, el deudor que en el cumplimiento de la obligación se
vale de la obra de terceros, responde también de los hechos dolosos o culposos de
ellos”, etc.
Y la importancia es enorme, porque si bien es necesaria siempre la culpa del
auxiliar del deudor, es a éste a quien le corresponderá acreditar que no la hubo,
porque de acuerdo al Art. 1.679 ella está incluida en la suya, que se presume.
Por nuestra parte, nos inclinamos también por reconocer, de acuerdo a esta última
posición, la responsabilidad del deudor por el incumplimiento causado por dolo o culpa
de sus dependientes y demás personas que el deudor emplee para el cumplimiento de
su obligación; adviértase que es la solución que el Código da para los casos que
suponen la intervención de auxiliares, como el de hospedaje, empresa, transportes. No
habría razón alguna para excluirla en otros contratos, como la elaboración de
productos encargada a una fábrica, que también requieren dicha intervención. Por otra
parte, si se responde en la responsabilidad extracontractual de los hechos de los
dependientes, no se ve por qué va a excluirse en la contractual.734
Finalmente, el deudor responde también por el incumplimiento de su mandatario,
imputable a éste, aunque se ha resuelto lo contrario en caso de dolo, por el carácter
personalísimo de éste.735 Pero si bien cabría la salvedad para los efectos especiales del
dolo, no puede eximirse el deudor de la culpa, porque los actos del mandatario se
entienden efectuados por el representado.736

Párrafo 3.°

LA TEORÍA DE LA IMPREVISIÓN

732
Claro Solar, ob. cit., pág. 540, N.° 1.083, T. 11, y Sergio Fuenzalida, Los terceros en la responsabilidad
contractual, RDJ, T. 57, la. parte, pág. 104.
733
Igual cita anterior. Un caso de jurisprudencia en RDJ, T. 40, sec. 2a, pág. 77.
734
Se ha discutido la naturaleza jurídica de esta responsabilidad por el hecho ajeno, sosteniéndose por
algunos que es un caso de aplicación de la doctrina del riesgo, porque se respondería por el deudor aun sin
culpa de él, a lo que se objeta que el elemento culpa se da en el agente empleado por el deudor. Mazeaud
sostiene que la responsabilidad es análoga a la responsabilidad por el hecho ajeno extracontractual, y habría
una representación del deudor: ob. cit., Palie 2a, Tomo 2°, pág. 178, N.° 485. Finalmente, para otros autores
se aplicarían las nociones clásicas de la culpa de elección y de vigilancia.
735
RDJ, T. 51, sec. la., págs. 40 y 61.
736
Stichkin, ob. cit., N.° 214, pág. 575, cree que responde el mandante tanto si hay dolo o culpa del
mandatario, pero que en el caso de aceptarse que el dolo es siempre delito civil, ello no impediría la
responsabilidad extracontractual del propio mandatario.

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852. Concepto.
Como veíamos, el caso fortuito crea una imposibilidad absoluta de cumplir la
obligación, y por ello la extingue; en ciertos casos puede presentarse una situación
imprevista que no provoque al deudor una imposibilidad total de pagar, pero le
signifique un desembolso económico totalmente exagerado, una pérdida de gran
consideración que rompe el equilibrio de las prestaciones de las partes existente a la
fecha de la celebración del contrato.
Ello ha desarrollado una doctrina en plena elaboración aún que pretende otorgar
derecho al deudor a solicitar una modificación de las condiciones del contrato para
restaurar el equilibrio económico de éste roto por un imprevisto ajeno a la voluntad de
las partes, o incluso que se le deje sin efecto.
Corno toda doctrina aún en formación, hay muchas discrepancias entre los autores
y legislaciones respecto a su procedencia, requisitos, efectos, etc., como se verá en
este breve estudio de ella.
Incluso su nombre es variable, el más difundido es el de doctrina de la imprevisión
o riesgo imprevisible, que por ser el más usado entre nosotros continuaremos
utilizando; el Código Italiano habla de la excesiva onerosidad sobreviniente, etc.737
Sin pretender dar un concepto definitivo, puede definirse la imprevisión como la
facultad de¡ deudor de solicitar la resolución o revisión del contrato de ejecución
postergada cuando un imprevisto ajeno a la voluntad de las partes ha transformado su
obligación en exageradamente onerosa.
En la imprevisión hay un verdadero combate entre una tendencia que fue la clásica
en materia obligacional y los principios modernos que protegen la buena fe y la
equidad; para los Códigos del siglo pasado era fundamental la seguridad del contrato,
esto es, su fuerza obligatoria reafirmada entre nosotros por el Art. 1.545; el acreedor
debe estar seguro y garantizado por el legislador de que obtendrá bajo todos respectos
el cumplimiento que se le ha prometido; el deudor debe cumplir su palabra: pacta sum
servanda, y no puede eximirse sino por voluntad del acreedor, o por causa legal.
Si las partes supieran que tienen el camino abierto para una posterior revisión del
contrato, unos se aprovecharían para arriesgarse a toda clase de especulaciones, y
otros, los cautos, se abstendrían de contratar, haciendo imposible el comercio jurídico
Frente a esto, los partidarios de la imprevisión sostienen la limitación de este
férreo principio del derecho clásico, en mérito a la equidad y la buena fe que deben
imperar en la ejecución de los contratos, pues nadie puede sostener que sea justo que
el acreedor exija el cumplimiento integral del contrato si por condiciones ajenas a la
voluntad del deudor a éste se le impone un sacrificio exagerado.
La imprevisión se ha relacionado con el problema de la revisión judicial del
contrato (N.° 105), porque de acogerse esta doctrina se otorgará al juez la facultad de
intervenir en la economía del contrato, a fin de restablecer la igualdad de las
prestaciones, rota por un imprevisto posterior a su celebración.

853. Origen y desarrollo.


Como tantas otras doctrinas fundadas en la equidad, se ha encontrado el origen de
esta institución en el Derecho Canónico; en él en toda convención va normalmente

737
Don Fernando Fueyo en su ob. cit., T. Y, págs. 214 y siguientes desarrolla en base a los autores que
cita la teoría del obstáculo extraordinario o prestación exorbitante, que en nuestro concepto no son sino
variantes dentro de la vaguedad reinante aún en la imprevisión. El tema ha preocupado al mismo Sr. Fueyo,
quien ha escrito algunos artículos en la RDJ: La ejecución de buenafe en los contratos como un requisito del
pago, T. 55, parte la., págs. 95 y siguientes: Algo sobre la teoría de la imprevisión y La teoría de la
imprevisión en el nuevo Código Civil Italiano, ambos publicados en el T. 51, primera parte, págs. 88 y
siguientes y 121 y siguientes, respectivamente.
Don Lorenzo de la maza publicó en la RDJ, T. 30, la. parte, págs. 73 y siguientes, Teoría de ¿a imprevisión.
Ramón Rivas Guzmán es autor de una M. P. inédita intitulada Excesiva onerosidad sobreviniente e
imprevisible en la prestación, con un interesante estudio doctrinario, aunque discrepamos de sus
conclusiones.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

envuelta, tácitamente, al igual que la condición resolutoria para el caso de no


cumplirse por la otra parte lo pactado, la cláusula rebus sic stantibus, en cuya virtud
las partes están forzadas a cumplir las obligaciones emanadas de la convención
siempre que subsistan las circunstancias bajo las cuales ésta se celebró.
Esta cláusula tuvo acogida en el Derecho Internacional, pero no en los Códigos
internos clásicos, según dijimos, inspirados en la autonomía de la voluntad y reacios a
otorgar facultades a los jueces para modificar las estipulaciones de las partes.
Las crisis económicas, la primera guerra mundial y sus posteriores calamidades
económicas, la inflación que ha azotado incluso a grandes países, fueron los factores
que trajeron nuevamente a la discusión el problema; fueron numerosos los casos de
contratantes obligados a entregar mercaderías, a efectuar determinados suministros,
etc., que se encontraban ante la dificultad y alza en los precios de las materias primas
e insumos que necesitaban, de manera que el cumplimiento estricto del contrato les
significaba la ruina económica.
El desarrollo doctrinario chocó con la estructura de los Códigos clásicos ya
reseñada, y por ello no pudo aceptarse su aplicación; sin embargo, en Francia,
rechazada en lo civil, es tolerada en materia administrativa, permitiendo la
modificación de las condiciones de los contratos relativos a servicios de utilidad
general, y a fin de evitar su paralización.
En los países sujetos a dicho tipo de legislación liberal, si la imprevisión no ha
podido ser aceptada en términos generales, ha inspirado en circunstancias de
emergencia leyes especiales. Así ha ocurrido en Francia misma a raíz de las dos
guerras mundiales; el 21 de enero de 1918 se dictó la famosa Ley Faillot, que permitió
a los jueces dejar sin efecto contratos anteriores a la guerra cuyo cumplimiento se
había vuelto muy oneroso a los deudores, y el 22 de abril de 1949 se dictó una ley
semejante.
En cambio, los Códigos de este siglo, como el alemán, suizo, húngaro polaco, etc.,
han dado una acogida limitada a la institución-,. el Código italiano la ha reglamentado
en forma bastante original en sus Arts. 1.467 a 1.469 bajo el título, ya citado de la
excesiva onerosidad sobreviniente. Distingue este Código entre los contratos con
prestaciones recíprocas y obligaciones de una sola de las partes; si la prestación de
una de ellas o del obligado, según los casos, hubiere llegado a ser excesivamente
onerosa por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, el deudor puede solicitar
la resolución del contrato (que el acreedor puede atajar ofreciendo modificar equitati-
vamente las condiciones de éste), si es bilateral, y una modificación si es el único
obligado. Quedan excluidos de la excesiva onerosidad el contrato aleatorio y el riesgo
normal del contrato.
Ha seguido, pues, la imprevisión el mismo recorrido de otras doctrinas que se van
desenvolviendo lentamente entre los autores, no se aceptan en las legislaciones sino
en forma paulatina, para finalmente ser consagradas como principio general de los
Códigos.

854. La imprevisión y otras instituciones.


No estando contemplada en los Códigos clásicos, se ha pretendido sostener la
posible aplicación de la imprevisión, asimilándola a otras instituciones de igual
inspiración equitativa, pero con cabida en las legislaciones: caso fortuito, lesión,
enriquecimiento sin causa, la causa misma, etc.
Hemos comenzado por destacar la imposibilidad de asimilar la imprevisión al caso
fortuito; en ambos hay imprevistos posteriores al contrato y ajenos a la voluntad de las
partes, pero en la fuerza mayor provocan una imposibilidad absoluta de cumplimiento,
mientras que la imprevisión ocasiona una dificultad mayor o menor, pero que se
traduce en un desembolso exagerado para el deudor; éste puede cumplir, pero con un
gran sacrificio pecuniario; en el caso fortuito, no puede hacerlo, y de ahí que la

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obligación se extinga. En la imprevisión normalmente sólo se la modifica para


restablecer el equilibrio.
También es diferente a la ausencia de culpa, porque el deudor deja de cumplir
voluntariamente para evitarse un sacrificio considerable- no ha puesto pues todo de su
parte para cumplir, como en el hecho involuntario. Es como en el estado de necesidad:
el deudor entre su ruina económica y el incumplimiento, opta por este último.
En la lesión también hay una excesiva onerosidad en la prestación, pero ella es
coetánea al nacimiento de la obligación, como si se han estipulado intereses excesivos.
En la imprevisión, en cambio, el equilibrio de las prestaciones se rompe mientras la
obligación está pendiente, como si una persona se compromete a entregar materias
primas a una industria durante un cierto plazo en cuyo transcurso sube el valor de los
materiales, mano de obra, insumos, etc., que el deudor emplea.
También el enriquecimiento sin causa provoca un desequilibrio económico, pero
que jurídicamente no puede justificarse, mientras que el acreedor, al exigir el
cumplimiento que se ha tornado gravoso al deudor, está jurídicamente fundado en el
contrato; en la imprevisión, el enriquecimiento estriba en la desvalorización de la
prestación del acreedor, con la cual al tiempo del cumplimiento ya no obtendría de
otros lo que el deudor está obligado a darle.
Finalmente, se ha solido afirmar que la obligación del deudor quedaría cuando
menos parcialmente sin causa, en cuanto no la alcanza a cubrir la prestación del
acreedor (o la entrega que éste han hecho para perfeccionar el contrato real); pero la
observación contra semejante tesis es análoga a la de la lesión. La causa existió al
tiempo del contrato; el equilibrio se ha roto después. Pero sí que debe reconocerse que
en el contrato bilateral la imprevisión encuentra su fundamentación en la
interdependencia de las obligaciones de las partes (N.° 58); todo lo que ocurra en la
prestación de una de ellas repercute en la otra, y de ahí que el Código italiano, según
veíamos, haya dado una solución de resolución semejante al incumplimiento. Y así
como el deudor puede en este caso atajar la resolución pagando, el acreedor está
facultado en la excesiva onerosidad a enervar la resolución, modificando
equitativamente el contrato.

855. Requisitos doctrinarios de la imprevisión.


La imprevisión como todo concepto que abre una posible vía de incumplimiento
justificado es peligrosa; deudores inescrupulosos aprovecharían esta cómoda fórmula
para alegar modificación del contrato, sobre todo en países como el nuestro en que el
incumplimiento es tan común y poco eficaces los recursos del acreedor en contra de él.
Por eso, los autores que propugnan el establecimiento de ella le han colocado
algunas restricciones para evitar los abusos, pero que varían considerablemente de
una a otra opinión. Las más comúnmente aceptadas son:
1.° Que el contrato no sea de ejecución instantánea.
En consecuencia, se aplica fundamentalmente en los contratos de tracto sucesivo,
pero también puede presentarse en todos aquellos en que la prestación quede
postergada. Tampoco se acepta la imprevisión si la obligación se ha cumplido ya
íntegramente.
2.° Debe tratarse de un imprevisto sobreviniente.
Esto es, según hemos dicho, que causas posteriores al contrato, ajenas a la
voluntad de las partes, y que ellas no han podido prever al tiempo de su celebración,
impongan a una de ellas un desembolso exagerado para el cumplimiento de la
obligación.
Para determinar el imprevisto, la mayoría de los autores utilizan un criterio
objetivo en comparación con la actitud del contratante medio. Es decir, se exige que
este sujeto ideal no haya podido prever las causas que hacen oneroso el cumplimiento.
Inclusive, se agrega que el imprevisto no debe ser exclusivo del deudor; afectarlo
únicamente a él, sino en forma general a todos los contratantes que se encuentren o

538
LAS OBLIGACIONES TOMO II

puedan encontrarse en la situación del deudor. Así se pretende impedir su exagerada


amplitud, pero no todos los autores señalan esta circunstancia; el Código italiano no la
contempla.
Se ha discutido si la inflación puede considerarse un imprevisto para estos efectos;
nos parece que no hay inconveniente alguno para aceptarla como tal, siempre que
realmente haya sido imprevisible. Nadie podría alegar en Chile que la inflación tenga
este carácter, con más de 100 años de desarrollo del fenómeno y que ha conocido
períodos de agudización en determinados momentos de nuestra historia. Sólo en estos
últimos podría considerarse imprevisible.
3.° El cumplimiento de la obligación debe importar al deudor un desembolso
exagerado.
En todo contrato hay un cierto grado especulativo; ambas partes desean obtener
una ganancia, la que puede traducirse en la consiguiente pérdida para la otra; por ello
es que se agrega la expresión “exagerada” o “excesivo”. Se trata de una pérdida grave
más allá del riesgo normal del contrato, o como dice el Código italiano, que no cabe en
el alea normal del contrato.
Por la misma razón, la doctrina de la imprevisión no puede penetrar en los
contratos aleatorios, que envuelven justamente una posibilidad de pérdida; y
generalmente se la excluye de las obligaciones extracontractuales.

856. Efectos de la imprevisión.


En el caso fortuito veíamos que la obligación queda extinguida porque ella es
imposible de cumplirse; la sentencia judicial que lo declare se limitará a constatarlo.
Con la imprevisión no existe una solución única.
Hay quienes piensan que debe dársele el mismo efecto del caso fortuito: extinguir
la obligación y con iguales consecuencias (teoría del riesgo del contrato bilateral).
En otros casos se puede autorizar al juez para suspender temporalmente el
cumplimiento, mientras subsistan las circunstancias que imponen la extrema
onerosidad, o para ir lisa y llanamente a la revisión del contrato, modificando las
prestaciones de las partes hasta eliminar el desequilibrio producido.
Finalmente, hemos señalado la solución del Código italiano, que en los contratos
bilaterales es la resolución, en todo análoga a la del incumplimiento.

857. La imprevisión en la legislación chilena.


En nuestro país la imprevisión ha tenido el mismo desenvolvimiento que hemos
señalado para el resto de las legislaciones: en el Código choca con su estructura, pero
ha sido acogida en leyes especiales.
En primer lugar veremos disposiciones del Código que aceptan una modificación
del contrato; las que lo rechazan; la discusión doctrinaria, y una conclusión general.

858. I. Disposiciones que aceptan una modificación en la prestación.


Se citan como tales:
1.° Los alimentos (Art. 332).
Los alimentos se deben por toda la vida del alimentario, continuando las
circunstancias que legitimaron la demanda; en consecuencia, se puede modificar la
prestación hasta desaparecer, si ellas varían.
2.° Caducidad del plazo (Art. 1.469).
Circunstancias externas hacen exigible la obligación antes del vencimiento del
término.
3.° Art. 2.180 en el comodato.
Facultad para pedir la restitución anticipada en los casos que señala: muerte del
comodatario, necesidad imprevista y urgente del comodante, etc.
4.° Art. 2.227 en el depósito.

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El depositario puede anticipar la entrega cuando peligre el depósito en su poder, o


le cauce perjuicios.
5.° Art. 2.348, regla 3a, en la fianza.
El acreedor puede exigirle fianza al deudor cuya ausencia del territorio con ánimo
de establecerse en otra parte se teme, si no deja bienes suficientes para la seguridad
de sus obligaciones.

859. II. Disposiciones que rechazan la modificación de la prestación.


Se citan como casos en que el legislador del C.C. rechaza la imprevisión, los
siguientes:
1.° Arrendamiento de predios rústicos.
El Art. 1.983, en su inc. 1.°, declara que el colono no tiene derecho a pedir rebaja
de la renta de arrendamiento, alegando casos fortuitos extraordinarios, que han
deteriorado o destruido la cosecha.
2.° En el mutuo.
El hoy derogado Art. 2.199, según hemos dicho, recogía la teoría nominalista en el
pago de las obligaciones monetarias (N.° 356); en consecuencia, no se tomaban en
cuenta ni las pérdidas ni aumentos del valor de la moneda en el lapso entre el
nacimiento y el pago de la obligación, y
3.° Contrato de empresa.
El Art. 2.003, regla 1a. , contiene para el contrato de empresa una negativa
rotunda a la imprevisión: “el empresario no podrá pedir aumento de precio, a pretexto
de haber encarecido los jornales o los materiales o de haberse hecho agregaciones o
modificaciones en el plan primitivo”.
A la inversa, la regla 2 acoge un caso de imprevisión: “si circunstancias
desconocidas, como un vicio oculto del suelo, ocasionaren costos que no pudieron
preverse, deberá el empresario hacerse autorizar para ellos por el dueño; y si éste
rehúsa, podrá ocurrir al juez para que decida si ha debido o no preverse el recargo de
obra, y fije el aumento de precio que por esta razón corresponda”. Como puede
apreciarse, el juez entra a revisar el contrato.

860. III. ¿Procede la imprevisión como institución de carácter general?


Las disposiciones que autorizan modificar la obligación y las que lo rechazan,
producen un empate, porque sobre todo algunas de las primeras no son tales, como la
caducidad del plazo.
Entonces vienen las preguntas: ¿qué ocurre en los casos no previstos?; ¿está
facultado el juez para modificar el contrato cuando se ha hecho excesivamente
onerosa la prestación de una de las partes?
En nuestro concepto, la respuesta es negativa; desde luego hay que destacar,
como lo reconocen aun quienes piensan lo contrario, que la institución no está
expresamente contemplada, por obvias razones de época, en disposición general
alguna; ella tiene que resultar de los principios y preceptos de carácter general. Y es
por ahí donde no puede penetrar la imprevisión, porque se estrella irremediablemente
la institución; fundamentalmente es el Art. 1.545 el que la excluye, pues el contrato no
puede ser dejado sin efecto, y con menos razón aún modificado, si no es por voluntad
de las partes, o por las causales legales. Y entre ellas no está la imprevisión; además
que los jueces en materia civil no tienen otras facultades que las que se les han
otorgado, y nadie les ha dado la de modificar las convenciones. Así se ha fallado.738
Se ha pretendido alterar esto argumentando con preceptos que tienen un
significado muy diferente al que les da con tal objeto.
Y así se dice que el Art. 1.558 dispone que no habiendo dolo de su parte, el deudor
sólo responde de los perjuicios previstos, mas no de los que no pudieron preverse al
tiempo de la celebración del contrato, y que en consecuencia el cumplimiento no
738
G.T. 1925, 1er, sem., pág. 23.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

puede ocasionarle tales perjuicios al deudor; pero el precepto se refiere en realidad a


los perjuicios que el deudor debe indemnizar al acreedor, lo que éste ha
experimentado con el incumplimiento, y no los que el pago puede provocar al deudor.
Se argumenta también con el Art. 1.560; en la interpretación del contrato debe
buscarse la intención de las partes, y evidentemente el deudor no puede haber tenido
la de obligarse en forma que el cumplimiento le sea exageradamente gravoso. Pero
esta tesis olvida que el precepto habla de la intención de las partes, de ambas, y la del
acreedor es evidentemente que se cumpla su obligación.
Finalmente, se invoca el Art. 1.546, que exige el cumplimiento del contrato de
buena fe, y se dice que el acreedor si acosa a su deudor para que cumpla, aunque ello
le signifique un perjuicio desconsiderado, no está de buena fe. Pero desde luego el
acreedor no ha intervenido en el imprevisto que hace más gravoso el cumplimiento, y
si realmente lo hubiera hecho no necesitaría el deudor la imprevisión para defenderse,
y en seguida el acreedor ha ejecutado su parte de buena fe. Por último, el Código
explica lo que ello significa; el contrato obliga, además de lo que expresa, a lo que le
pertenece por su naturaleza, por la ley o la costumbre; y en ninguna de ellas aparece
la imprevisión.

861. IV. Conclusión.


Como decíamos, parece claro que la imprevisión no puede aceptarse como de
orden general, pero cabe preguntarse si conviene su introducción entre nosotros. Nos
inclinamos por la afirmativa, pero sujeta a estrictas condiciones, de manera de evitar
que se convierta en un pretexto más para los deudores inescrupulosos, a fin de eludir o
postergar su cumplimiento en largos pleitos.
Decíamos que leyes especiales han solido inspirarse en esta doctrina; podemos
citar como un caso de disposición permanente el Art. 72 de la Ley 16.282, de 28 de
julio de 1965, que faculta a los tribunales en los casos de sismos u otras catástrofes a
suspender las subastas públicas en la zona que según Decreto del Presidente de la
República se encuentra afectada, hasta por un año. 0 sea, se paraliza la ejecución
forzada.

Párrafo 4.°

CONVENCIONES QUE ALTERAN LA RESPONSABILIDAD NORMAL DEL DEUDOR

862. Enunciación.
En materia contractual las partes pueden, con mayor frecuencia que en la
extracontractual, haber previsto lo relacionado con la indemnización para el caso de
incumplimiento.
Dejemos señalado desde luego que producida la infracción y el daño, las partes
pueden componerlo como estimen conveniente y no será siempre necesario el juicio
indemnizatorio. Si el acreedor puede remitir íntegra la obligación, con mayor razón le
es posible renunciar o modificar la indemnización, o establecerla de común acuerdo
con el deudor, ya que está puesta en su propio beneficio.
Nos referimos a las convenciones anticipadas, anteriores al cumplimiento o
incumplimiento, y que suprimen o modifican la responsabilidad del deudor- las
primeras constituyen un requisito para la responsabilidad contractual, pues aun cuando
exista incumplimiento imputable al deudor, éste se libera de cumplir e indemnizar; las
demás alteran los efectos normales del incumplimiento señalados por la ley en forma
supletoria.
En efecto, estamos en el campo aún de la autonomía de la voluntad, de manera
que las partes son libres para prever la forma en que responderán del contrato; la ley
en general resuelve lo que ellas no han dicho, y así lo pone de manifiesto el ya citado
inc. final del Art. 1.547, que después de establecer el grado de culpa de que responde

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el deudor, su exoneración por caso fortuito, y el onus probandi de una y otro, agrega:
“todo lo cual, sin embargo, se entiende sin perjuicio de las disposiciones especiales de
las leyes, y de las estipulaciones de las partes”.
Advertimos eso sí que existen algunas limitaciones a las convenciones de las
partes, a fin de defender principalmente a quienes contratan con empresas
monopolísticas o muy poderosas, que podrían imponer como contrato de adhesión
cláusulas de irresponsabilidad.
Podemos señalar tres categorías de convenciones sobre responsabilidad, que
estudiaremos en los números siguientes, dejando eso sí para la evaluación de
perjuicios la cláusula penal (N.° 904):
1.° Las que agravan la responsabilidad del deudor;
2.° Aquellas que la disminuyen, y
3.° Las que lo eximen de ella.

863. I. Cláusulas que agravan la responsabilidad del deudor.


Ellas pueden perseguir objetivos diversos, y en general son siempre lícitas, con la
salvedad que señalamos en el N.° 40.
1.° Hacer responder al deudor de un grado mayor de culpa.
O sea, estas estipulaciones tienen por objeto modificar las reglas del inc. 1.° del
Art. 1.547, que fijan el grado de culpa de que responde el deudor, según en favor de
quien el contrato ha sido convenido (N.° 834), y están facultadas expresamente por el
inc. final del precepto. Y así, puede convenirse que el arrendatario, que normalmente
responde de la culpa leve, lo haga de la levísima, o el depositario que únicamente
responde de la grave, pase a hacerlo de cualquier culpa, etc.
2.° Hacerlo responder del caso fortuito (N.° 846, 3.°).
3.° Hacer responder al deudor de perjuicios de los que normalmente no se
indemnizan.
Y así, por ejemplo, podría convenirse que responda de los perjuicios imprevistos,
aunque no haya dolo o culpa grave (N.° 894), o incluso de los indirectos (N.° 824).
4.° No pueden, en cambio, ampliarse los plazos de prescripción.
Veremos en su oportunidad que la prescripción no puede renunciarse (N.° 1.226);
permitir un mayor plazo al legal es una forma de renuncia, pues podrían incluso fijarse
cien años. Por lo demás, en la prescripción no sólo interviene el interés de las partes;
también el de la ley de que las situaciones jurídicas se estabilicen, lo que le da un
cierto carácter de orden público a la institución.

864. II. Cláusulas limitativas de la responsabilidad del deudor.


También pueden ser de varias clases:
1.° Disminuir el grado de culpa del deudor.
Puede convenirse, por ejemplo, que el comodatario responda de la culpa leve, en
vez de la levisima que le corresponde;
2.° Limitar la indemnización a una suma determinada.
este tipo de convenciones las partes fijan la cantidad máxima de perjuicios que
podrá cobrar el acreedor en caso de infracción al contrato, y así se dirá que en ningún
caso el deudor estará obligado a una indemnización superior a los $ 30.000. No
obstante que los perjuicios sean superiores a esta suma, el acreedor deberá
conformarse con ellos.
Se asemeja esta estipulación a la cláusula penal, pero importa no confundirlas en
la práctica, porque en ésta el acreedor tiene la opción de cobrar o la pena o la
indemnización de perjuicios de acuerdo a las reglas generales (Art. 1.543, N.° 917, 3.°),
y si se atiene a lo primero no necesita probar perjuicios (N.° 913). En cambio, en la
cláusula limitativa, el acreedor, salvo que se diga lo contrario, debe probar sus
perjuicios, pero no puede abandonar la estipulación y cobrar otros superiores a los
fijados.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

3.° Limitar los plazos de prescripción.


Como ello no equivale a una renuncia, la opinión más general es que son lícitos
estos pactos, aunque el punto admite discusión por la razón ya apuntada (N.° 1.233).
4.° Alterar las reglas del onus probandi.
Se ha discutido si las partes pueden alterar en materia de responsabilidad las
reglas del onus probandi, estableciendo, por ejemplo, que sea el acreedor quien deba
probarle culpa al deudor, y no éste la diligencia o cuidado que la convención le impone.
Un fallo ya antiguo de la Corte Suprema declaró la nulidad de tales estipulaciones,
por considerar que las reglas del onus probandi son de orden público, y habría objeto
ilícito, en consecuencia, en su alteración por la estipulación de las partes.739
Con la mayoría de los autores740 discrepamos de esta interpretación por las
siguientes razones:
1.° Una de texto legal, el inc. final del Art. 1.547, precepto que según sabemos
contiene la presunción de culpa del deudor, y expresamente permite la alteración de
sus reglas por la ley misma (como lo hace el Art. 2.158: N.° 836) o la estipulación de
las partes
2.° El argumento del orden público es sumamente débil, porque en el caso está
comprometido el mero interés particular del acreedor; si éste, según veremos en el
número siguiente, puede eximir al deudor de la culpa leve o levísima, con mayor razón
podrá tomar sobre sí el peso de la prueba, lo que es menos grave que lo anterior. El
derecho a la indemnización es disponible para el acreedor, y en consecuencia nada le
impide gravarse con el onus probandi.

865. III. Las convenciones de irresponsabilidad.


Mediante estas convenciones se libera al deudor de toda responsabilidad en caso
de incumplimiento de su obligación; no está forzado a indemnizar perjuicio alguno
derivado de él.
Respecto de estas convenciones ha habido en teoría una repugnancia menor que
en materia extracontractual (N.° 241). Por ejemplo, en Francia se las aceptaba por la
doctrina y jurisprudencia, con ciertas limitaciones, y se concluía, además, que si bien
ellas liberaban al deudor de su responsabilidad contractual, lo dejaban sujeto a la
proveniente de los hechos ¡lícitos; en consecuencia, el acreedor no quedaba privado
del derecho a la indemnización, pero debía cobrarla conforme a las reglas de los delitos
y cuasidelitos, en los cuales la culpa no se presume. En el fondo, el único efecto de la
convención era alterar el peso de la prueba, gravando con ella al acreedor. Hoy en día
se ha reaccionado y se respeta la estipulación de las partes, y aun cuando el acreedor
pruebe la culpa, la cláusula de irresponsabilidad lo priva del derecho a
indemnización.741
Entre nosotros su plausibilidad se funda en el principio de la libertad contractual, y
en el tantas veces citado inc. final del Art. 1.547, que permite alterar las reglas
normales de responsabilidad; así lo ha reconocido la Corte Suprema.742
Pero en doctrina y en la misma legislación se le fijan algunas limitaciones a esta
libertad de las partes, muy semejantes a las que señalamos en materia
extracontractual. Son ellas:
1.° Cuando la ley expresamente las excluye.
Así ocurre en materia del trabajo, de acuerdo al Art. 300 del Código del ramo; no
podría estipularse en estos contratos la irresponsabilidad del patrón o empleador por
los accidentes del dependiente;
2.° En cuanto al daño en las personas.

739
RDJ, T. 8°, sec. la., pág. 62.
740
Por vía ejemplar, Somarriva, Obligaciones y Contratos, ob. cit., N.° 183, pág. 138, Claro Velasco, ob.
cit., pág. 38, N, 65.
741
Mazeaud, ob. cit., Parte 2a., pág. 439.
742
RDJ, T. 27, sec. la., pág. 274.

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Según hemos dicho, éstas se consideran excluidas del comercio, y de ahí que se
rechacen las estipulaciones con ella relacionadas.
3.° La cláusula de irresponsabilidad no elimina la que al deudor corresponde por
dolo o culpa grave, según lo diremos en el número siguiente.

866. La condonación del dolo y culpa grave futuros no valen.


No puede estipularse que el deudor no responderá en caso de dolo, y en
consecuencia, la convención de irresponsabilidad, por amplia que sea, no lo exime de
la indemnización si ha tenido la intención de producir el daño.
Así lo señala el Art. 1.465 a propósito del objeto ¡lícito, en una disposición bastante
confusa, pues va desde una situación particular a una regla general. Dice el precepto:
“el pacto de no pedir más en razón de una cuenta aprobada, no vale en cuanto al dolo
contenido en ella, si no se ha condonado expresamente. La condonación del dolo futuro
no vale”.
Hay que distinguir, pues, dos situaciones:
1.° El dolo no producido aún, o sea, el dolo futuro.
Hay objeto ilícito en su renuncia, porque de no ser así quedaría al arbitrio del
deudor cumplir o no la obligación; seria como una condición meramente potestativa
dependiente de su sola voluntad, que es igualmente nula (N.° 489).
2.° Los efectos del dolo ya producido.
Ello son perfectamente renunciables, porque equivalen a declinar la indemnización
de perjuicios, lo que ya hemos dicho es perfectamente lícito; pero el Art. 1.465, a
propósito de la aprobación de la cuenta, exige que esta renuncia sea expresa, esto es,
a sabiendas del dolo que ella contiene- si se otorga finiquito en términos generales, no
por ello se renuncia al dolo a menos que se le condone expresamente.
Como en materia civil la culpa grave equivale al dolo (N.° 835), tampoco la
cláusula de irresponsabilidad exime al deudor de indemnizar los daños provenientes de
culpas latas en que puede incurrir.

Sección Quinta

LA MORA

867. Mora del deudor y del acreedor.


Aunque son muy diferentes en sus efectos, ya que la mora del deudor es un
requisito para que proceda la indemnización, y la del acreedor puede reducirla o
eliminarla, nos parece conveniente su tratamiento conjunto, destinando un párrafo
para cada una de ellas.

Párrafo 1.°

LA MORA DEL DEUDOR

868. Concepto y aplicación.


Para que el deudor deba indemnizar los perjuicios ocasionados por el
incumplimiento, debe ser colocado en mora; así lo señala el Art. 1.557: “se debe la
indemnización de perjuicios desde que el deudor se ha constituido en mora...” El Art.
1.538 lo exige también para cobrar la cláusula penal (N.° 913).
Podemos definir la mora del deudor o mora solvendi como el retardo imputable en
el cumplimiento de la obligación unido al requerimiento o interpelación por parte del
acreedor. Este retardo puede significar un incumplimiento definitivo, o meramente un
atraso del deudor. Al momento de la constitución en mora ello se ignora, y por eso
hablamos de retardo. El otro elemento de la mora es la interpelación del acreedor.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

En cuanto a la aplicación del requisito de la mora para la indemnización de


perjuicios, conviene tener presentes dos cosas:
1.° Que no tiene lugar en las obligaciones de no hacer.
De acuerdo al Art. 1.557 “se debe a la indemnización de perjuicios... si la
obligación es de no hacer, desde el momento de la contravención”. En consecuencia, la
mora es un requisito de la indemnización de perjuicios en las obligaciones de dar y
hacer; en las de no hacer basta el no cumplimiento.
2.° Procede tanto para la indemnización compensatoria y moratoria.
En Francia, con una disposición muy semejante a nuestro Art. 1.557 (Art. 1.146 del
Cód. francés), buena parte de la doctrina y jurisprudencia sostienen que la constitución
en mora sólo es necesaria para la indemnización moratoria, porque ésta se funda
justamente en el retardo del cumplimiento.
Esta opinión fue recogida entre nosotros por don Alfredo Barros Errázuriz, pero es
rechazada por todo el resto de la doctrina, 743 por dos razones principales. Primero,
porque ninguno de los preceptos que se refieren a la mora hace distinción entre una y
otra indemnización, y en seguida, porque el Art. 1.553, según sabemos, declara que
ante la infracción de una obligación de hacer, si el deudor se constituye en mora, el
acreedor, además del derecho a cobrar perjuicios por la mora, puede cobrar los
perjuicios derivados del incumplimiento (N.° 806); en consecuencia, sólo cuando el
deudor está en mora pueden cobrarse perjuicios compensatorios.
Doctrinariamente, sin embargo, parece mucho más lógico limitar la necesidad de
interpelación al deudor por los perjuicios moratorios; los compensatorios existirán
cuando haya incumplimiento total o parcial definitivo- no se ve qué tiene que hacer en
esto la actividad del acreedor. En cambio, por el requerimiento el acreedor hace saber
al deudor que lo considera retardado en el cumplimiento, y este atraso le causa
perjuicios; ellos son los moratorios, y los compensatorios aparecen únicamente cuando
el incumplimiento es definitivo.
En las obligaciones de dinero la mora sí que tiene lugar únicamente para cobrar
perjuicios moratorios (Art. 1.559), pero la razón es muy simple: en ellas no existe
indemnización compensatoria, pues siempre es posible obtener el cumplimiento en
naturaleza embargando bienes suficientes del deudor y sacándolos a remate.744

869. Requisitos de la mora. Enunciación.


Para que el deudor quede colocado en mora, es necesario:
1.° El retardo imputable en el cumplimiento de la obligación;
2.° La interpelación del acreedor, y
3.° Que éste haya cumplido su obligación o esté pronto a hacerlo.
Los veremos en los números siguientes.

870. I. Retardo imputable.


En relación con el incumplimiento de la obligación es necesario distinguir tres
etapas: la exigibilidad de la obligación, el retardo y la mora.
La obligación es exigible en los momentos que hemos señalado al hablar del pago
(N.° 622); si no se cumple en esa época, pasará a haber retardo, pero normalmente no
habrá mora, porque ésta requiere, además del atraso, la interpelación del acreedor, o
sea, una actividad de parte de éste haciendo saber al deudor que considera que hay
retardo, y éste le está generando perjuicios.
Para la exigibilidad de la obligación no se requiere, a la inversa, constitución en
mora del deudor;745 ella es necesaria para la indemnización, y presupone que la
obligación sea exigible.
743
Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.227, pág. 731; Alessandri, ob. cit., pág. 79; Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.°
305, pág. 300.
744
RDJ, T. 43, sec. la., pág. 26.
745
RDJ, T. 28, sec. la-
la-, pág. 689, con comentario de don Arturo Alessandri Rodríguez, T. 29, sec. la., pág.
115.

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Cuando esto ocurre y no se cumple, pasa a haber retardo; éste es la antesala de la


mora; toda mora supone que lo hay, pero no todo atraso en el cumplimiento es mora,
porque, según decíamos, hace falta la actividad del acreedor.746
Por ejemplo el Art. 1826 señala que, a falta de plazo, el vendedor debe entregar la
cosa vendida inmediatamente después del contrato; en consecuencia, sólo corre el
plazo tácito, necesario para cumplir la entrega. Pasado éste, la obligación se hace
exigible, y si no se ha efectuado la entrega en ese momento, ya hay retardo pero aún
no hay mora.
Esta distinción entre simple retardo y mora la consagra claramente el Art. 1.537 en
la cláusula penal (N.° 918, 1.°); señala el precepto que constituido el deudor en mora,
el acreedor puede pedir a su arbitrio el cumplimiento de la obligación principal o la
pena, “a ,menos que aparezca haberse estipulado la pena por el simple retardo”, etc.
La jurisprudencia ha exigido, además del retardo para que el deudor quede en
mora, la liquidez de la obligación, principalmente con relación a las obligaciones de
dinero,747 salvo que la falla de ella sea imputable al deudor 748 han fundado su posición
los tribunales en que mal puede quedar en mora el deudor si ni siquiera sabe lo que
debe, concepción más que discutible.
Finalmente, para que el retardo pueda traducirse en mora e indemnización de
perjuicios, es necesario que concurran los demás requisitos de ésta, y en consecuencia
que el retardo sea imputable al deudor, esto es, debido a culpa o dolo suyos.
Así lo señala el inc. 2.° del Art. 1.558, y se ha fallado.749
De acuerdo al precepto: “la mora producida por fuerza mayor o caso fortuito no da
lugar a indemnización de perjuicios”. El lenguaje legal es, por demás, impropio, porque
si hay caso fortuito no puede haber mora, pues éste extingue la obligación. Ello ha
permitido sostener que habría lugar a la mora aun ante un incumplimiento originado
por fuerza mayor, y únicamente el deudor quedaría exento de la indemnización de
perjuicios, pero sujeto a los demás efectos de la mora;750 semejante opinión es
insostenible, porque el Art. 1.547 exime de toda responsabilidad al deudor por el caso
fortuito.
Porque el retardo debe ser imputable al deudor, se ha resuelto su falta de
responsabilidad si éste no cumple en virtud de un decreto judicial que ordena retener
la especie o dinero debido en su poder.751
El contrato de promesa de celebrar contrato da lugar a problemas en relación a la
mora, porque el deudor no puede cumplir sin la colaboración del acreedor que concurra
a celebrar el contrato prometido. Por ello se ha resuelto que para evitar la mora no es
necesario que el deudor cumpla, pues basta que esté llano a hacerlo en el tiempo y
forma debidos. Volveremos sobre el punto en la mora del acreedor (Nº 880).752

871. II. Interpelación del acreedor.


La interpelación es el acto por el cual el acreedor hace saber a su deudor que
considera que hay retardo en el cumplimiento, y que éste le está ocasionando
746
G.T. de 1897, T. 1°, Nº 2.018, pág. 1.301; G.T. de 1898, T. 12, N2 454, pág. 293.
747
G.T. de 1878, T. 22, N.° 3.702, pág. 1.537; de 1881, N.° 933, pág. 571; de 1883, pág. 1.911, N.° 3.393;
de 1887, T. 2°, N.° 2.908, pág. 1.927 y N.° 3.070, pág. 2.074; de 1888, T. lº, N.° 1.019, pág. 836 y T. 2°, pág.
921, N-
N-' 2.861; de 1890, T. 2°, N.° 363, pág. 693; de 1891, N.° 917, pág. 429; de 1898, T. 22, N.° 58, pág. 77;
N.° 101, pág. 115; N.° 674, pág. 475, y T. 3°, N- N- 2.487, pág. 1947; de 1896, T. 3º, N.° 4.294, Pág., 18; de
1899, T. 19, pág. 102, N.° 128 y T. 2°, N.° 1.002, pág. 805; de 1902, T. lº, N.° 862, Pág., 865 y T. 2°, N- N-
2.805, pág. 1159; de 1903, T. 11, N.° 1474, pág. 1.555; de 1.909, T. 1°, N.° 136, pág. 202; de 1922, 29 sem.,
N.° 286; pág. 1. 180; RDJ. Ts. 6, sec. la., pág. 194; 9, sec. la., págs. 285 y 358; 20, sec. la, pág. 68; 23, sec.
29, pág. 15; 29, sec. la, pág. 267; 28, sec. 1a, pág. 747; 37, sec. la, pág. 473; 52, sec. 1a, pág. 444.
Véase al respecto Gatica, ob. cit., NI 191, págs. 257 y siguientes.
748
RDJ, T. 92, sec. la., págs. 293 y 312.
749
RDJ, Ts. 72, sec. la., pág. 381; 23, sec. la., pág. 273; 25, sec. la, pág. 65, y 28, sec. la., pág. 655.
750
Véase Alessandri, ob. cit., pág. 81.
751
Para especies o cuerpos ciertos retenidos: G.T. de 1897, Nº 1.584, pág. 963 y RDJ, T. 49, sec. la., pág.
341; para un precio retenido judicialmente: RDJ, T. 33, sec. la., pág. 486, véase N.° 605.
752
RDJ, T. 62, sec. la., pág. 388.

546
LAS OBLIGACIONES TOMO II

perjuicios; por la interpelación el acreedor requiere a su deudor, manifestándole que


hay incumplimiento.
Supone una actividad del acreedor que transforma el mero retardo en mora; el
primero se produce, como decíamos, sin su intervención, por el solo hecho de pasar a
ser exigible la obligación y no cumplirse en ese momento; cuando interviene el
acreedor interpelando al deudor, pasa a haber mora.
No hay inconveniente alguno que por estipulación previa de las partes se elimine
el requerimiento y se convenga en que la mora se produce por el solo retardo.753
Se ha resuelto que el Art. 1.551, que establece la exigencia de la interpelación,
sólo se aplica en las obligaciones voluntarias, y no en las tributarias.754
De acuerdo al precepto señalado, hay tres clases de interpelación a las cuales se
van refiriendo sucesivamente los tres números del artículo 1.551:
19 La judicial (N.° 3.° del Art. 1.551);
29 La llamada contractual expresa (N.° 19 del precepto), y
39 La llamada contractual tácita (N.° 22 del Art. 1.551).
Las examinaremos en el orden señalado.

872. A. Interpelación judicial.


Se la llama también extracontractual porque no deriva del contrato mismo sino de
la demanda del acreedor ante el incumplimiento del deudor.
De acuerdo al Art. 1.551, “El deudor está en mora: 3.° En los demás casos, cuando
el deudor ha sido judicialmente reconvenido por el acreedor”.
Esta es la regla general en materia de interpelación,755 aunque el legislador la haya
colocado en tercer lugar; la expresión “en los demás casos” es decidora. En
consecuencia, cualquier situación no comprendida en los números 1.° y 2.° necesita
para la constitución en mora del deudor el requerimiento judicial; si no, no hay mora.756
Nuestro Código fue muy estricto, porque apartándose del francés, y de la
tendencia general en las legislaciones, exigió la reconvención judicial; cualquier
requerimiento extrajudicial, por enérgico que sea, ya se efectúe por carta certificada,
telegrama, avisos por diarios, requerimiento por notario, y aun el reconocimiento del
deudor de estar en retardo, no colocan al deudor en mora. Seguramente el legislador
quiso evitar discusiones posteriores, pero la solución resulta francamente injustificable;
no se ve el objeto de obligar siempre al acreedor a recurrir a los tribunales y, por otro
lado, se ha otorgado una preciosa herramienta para los deudores incumplidores, sobre
todo en épocas de mayor inflación, en que cualquier demora significa en definitiva
pagar menos, por la desvalorización monetaria. Creemos que toda la institución de la
mora debe ser revisada.
Pero si bien el requerimiento judicial es ineludible, basta en nuestro concepto
cualquiera interpelación judicial; el legislador no ha definido lo que entiende por
reconvención judicial, pero evidentemente no es necesario que el acreedor efectúe una
gestión judicial específica destinada a colocar al deudor en mora. Cualquier actividad
judicial suya que indique su intención de reclamar del retardo basta, y así si se
persigue el cumplimiento de la obligación,757 si demanda indemnización de perjuicios,
si alega la resolución del contrato bilateral,758 etc., el deudor quedará colocado en
mora.

753
RDJ, T. 40, sec. 2a., pág. 8.
754
RDJ, T. 59, sec. la,, pág. 112. El Código Tributario en su Art. 53 cometió el error de hablar de mora en
vez de retardo, y no procede aplicar el N.° 19 del Art. 1.551, porque no hay plazo estipulado, sino fijado por
ley.
755
RDJ, T. 41, sec. 1a, pág. 159.
756
RDJ, Ts. 5°, sec. 1a, pág. 194; 79, sec. 1a, pág. 449; 6°, sec. la, pág. 247; 102, sec. la., pág. 183; 12,
sec. la., pág. 376; 21, sec. la., pág. 651 (para las reconvenciones a que se refiere el Art. 1.977, en caso de no
pago de las rentas de arrendamientos, ellas deben ser judiciales), etc.
757
RDJ, T. 62, sec. la., pág. 86.
758
RDJ, T. 28, sec. la, pág. 71; G.T. de 1926, 2° bimestre, No 41, pág. 151.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

En nuestro concepto, la preparación de la vía ejecutiva es una reconvención


judicial suficiente, como también si el acreedor efectúa su reclamo ante tribunal
incompetente; sin embargo, la Corte Suprema ha declarado lo contrario, 759 siendo más
reprochable la resolución porque el mismo tribunal ha reconocido a la demanda ante
tribunal incompetente el efecto de interrumpir civilmente la prescripción (N.° 1.250).
Tanto la interrupción civil como la mora suponen que ha cesado la inactividad del
acreedor, que éste manifiesta su voluntad poniendo fin a su silencio; la exigencia de
intervención judicial sólo puede justificarse para eliminar toda duda en la
manifestación de voluntad, y el mismo fin cumplen tanto la efectuada ante tribunal
competente como incompetente.760
Finalmente, aunque el punto se ha discutido,761 nos parece igualmente claro que la
colocación del deudor en mora se produce por la sola notificación judicial de la
demanda del acreedor, sin que sea menester esperar el transcurso del término de
emplazamiento, ni menos la contestación del demandado.

873. B. La interpelación contractual expresa.


De acuerdo al N.° 12 del Art. 1.551, “el deudor está en mora cuando no ha
cumplido la obligación dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos
especiales exija que se requiera al deudor para constituirle en mora”.
Se la llama interpelación contractual por cuanto en el contrato las partes han fijado
el momento del cumplimiento, con lo cual se considera que el acreedor ha manifestado
a su deudor que hasta esa fecha puede esperarlo, y desde que se vence, el
incumplimiento le provoca perjuicios. Cumplido el plazo se van a producir
coetáneamente tres situaciones jurídicas: exigibilidad, retardo y mora.
Y se la llama expresa para diferenciarla del caso del N.° 22 del precepto en que la
hay tácitamente.
Es una aplicación parcial del principio o aforismo de que el dia requiere por el
hombre;762 parcial, porque no se aplica a todo plazo, sino únicamente a los
convencionales.763
En consecuencia, no opera por el cumplimiento de una condición, 764 ni tampoco en
los plazos legales,765 ni judiciales, ni si el término ha sido fijado por el testamento, 766 y
así, por ejemplo, si el causante impone a sus herederos la obligación de pagar un
legado dentro del término de un año contado del fallecimiento, el legatario debe
requerir a los herederos para colocarlos en mora, porque el término no es “estipulado”,
sino impuesto unilateralmente por el testador.
Se ha resuelto que si el acreedor acepta el pago tardío, el deudor no está en
mora.767 No parece acertado el planteamiento, porque la, mora se produce de pleno
derecho; lo único que podría haber sería una renuncia a la indemnización moratoria.

759
RDJ, T. 9, sec. la., pág. 79.
760
La jurisprudencia no ha tenido un criterio liberal en la materia que atempere los inconvenientes de la
desmesurada exigencia legal, y así se ha resuelto:
Que si se rechaza la demanda ejecutiva, aunque sea por falta de mérito ejecutivo y la obligación sea
reconocida, no queda en mora el demandado (G.T. de 1926, 1er bimestre, NI 59, pág. 240).
Que tampoco lo constituye en mora la petición de notificación del comprado? para que le entregue la
propiedad dentro de Y día: RDJ. T. 21; sec, 1a, pág. 53. T
Que tampoco consigue ese objetivo la petición de nombramiento de árbitro: RDJ, T. 22, sec. la., pág. 150.
761
Véase Repertorio, Ts. 4° 2a edición, pág. 201; 44, 1 y 11.
762
Así se ha resuelto: RDJ, T. 45, sec. la., pág. 434. Véase Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.230, págs. 734
y siguientes sobre el origen y desarrollo de esta noción.
763
RDJ, T. 2°, sec. 1a, , pág. 5.
764
G.T. de 1898, T. 1°, N.° 454; cometiendo un evidente error, consideró moroso a un empleador que no
reincorporó a un empleado, habiéndose ello convenido para cuando éste mejorara de salud: RDJ, T. 26, sec.
la, pág. 209.
765
G.T. de 1897, T. 19, N.° 2.018, pág. 1.301 y de 1898, T. 12, N.° 454, pág. 293. Véase la nota 806.
766
RDJ, T. 2°, sec. la, pág. 5 y G.T. de 1921, 2° sem., N.° 232, pág. 949.
767
RDJ, T. 4°, sec. la, pág. 344, y 13, sec. 2a, pág. 30.

548
LAS OBLIGACIONES TOMO II

También se ha discutido el caso del fraccionamiento de una obligación en cuotas


pagaderas en distintos plazos, y se ha reconocido la mora para cada uno de ellos si no
se cumple la obligación que corresponde768 y la mora por el total en caso de caducidad
convencional (N.° 473), esto es, cuando se ha convenido que el no pago de una cuota
haga exigible el total de la obligación.769
Finalmente, aun tratándose de un plazo estipulado no operará la interpelación
contractual si el legislador ha exigido el requerimiento del deudor, como ocurre a título
de ejemplo con la obligación de pagar las rentas de arrendamiento de las casas,
almacenes u otros edificios, en que el Art. 1.977 exige una doble reconvención al
arrendatario, debiendo entre ellas mediar a lo menos cuatro días.770
Aunque el precepto no lo dice expresamente, creemos que también será necesario
el requerimiento, si así lo han convenido las partes.

874. C. Interpelación contractual tácita.


La contempla el N.° 2 del Art. 1.551, al decir que “el deudor está en mora cuando
la cosa no ha podido ser dada o ejecutada sino dentro de cierto espacio de tiempo, y el
deudor lo ha dejado pasar sin darla o ejecutarla”.
Se dice que la interpelación es contractual tácita porque hay un verdadero plazo
no expresado, pero que se desprende de la forma como las partes han convenido el
cumplimiento, de manera que éste sólo le es útil al acreedor en determinada
oportunidad y no en otra. El daño aparece de manifiesto si así no se hace.
Los ejemplos son múltiples, y todos referidos a determinadas actividades, como
sena el encargo de una construcción por un industial para una exposición, que de nada
servirla al acreedor si se le pretende entregar una vez que ella ha transcurrido, etc.771
Se ha resuelto que es cuestión de hecho determinar si el deudor cumplió cuando
era oportuno.772

875. III. El acreedor no debe estar en mora. Referencia.


En el contrato con prestaciones recíprocas ninguna de las partes está en mora si la
otra no cumple o se allana a cumplir su propia obligación del contrato no cumplido, de
la que es una manifestación. Nos remitimos a los N.° 941 y siguientes, pero debe
tenerse presente que el cumplimiento del acreedor en el contrato bilateral es requisito
de la mora del deudor, ya que el precepto señala que no la hay en caso contrario.

876. Efectos de la mora. Enunciación.


Cumplidos los requisitos ya señalados, el deudor queda colocado en mora, y ella
produce los siguientes efectos principales:
1.° Da al acreedor derecho a reclamar indemnización de perjuicios;
2.° Hace responder al deudor del caso fortuito, y
3.° El riesgo pasa a ser del deudor.
Veremos estas situaciones en los números siguientes.

877. I. Derecho a reclamar indemnización de perjuicios.


El ya citado Art. 1.557 dispone que “se debe la indemnización de perjuicios desde
que el deudor se ha constituido en mora”.
768
G.T. de 1907, T. 1°, N.° 32, pág. 49, declaró que aunque pague todo al final ha habido mora en el
incumplimiento de cada cuota, doctrina contraria a la de la nota anterior. G.T. de 1921, lo sem., N.° 212, pág.
895 y RDJ, T. 41, sec. 2a, pág. 65.
769
RDJ, T. 27, sec. la, pág. 55.
770
Véase en la nota 808 fallo que exige que estas reconvenciones sean judiciales.
771
Forzando un poco la disposición, pero con el ánimo muy plausible de evitar al acreedor el
requerimiento judicial, se ha aplicado para una obligación de entregar trigo, porque es uso que se haga en el
año agrícola: RDJ, T. 29, sec. la., pág. 195, y en una obligación de entregar unas películas para exhibición, en
que por haberlas entregado el deudor primero a otros, ya de nada servía su cumplimiento: RDJ, T. 36, sec. la,
pág. 402.
772
RDJ, Ts. 12, sec. 1a, pág. 483; 21, sec. la., pág. 651, y 23, sec. 1a, pág. 273

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

¿Qué significa la disposición? ¿La mora es un requisito para que nazca la obligación
de indemnización, o debe cumplirse para que ella pueda exigirse? El profesor Fueyo
sostiene que se deben los perjuicios producidos antes de la mora, pero no pueden
reclamarse sin ella.773
En nuestro concepto parece forzoso distinguir los compensatorios de los
moratorios.
Los primeros se habrán siempre producido antes de la constitución de la mora por
el solo incumplimiento del deudor. Lo prueba así el Art. 1.672, según el cual si la cosa
perece por culpa o durante la mora del deudor, la obligación subsiste y varía de objeto:
“el deudor es obligado al precio de la cosa y a indemnizar al acreedor. El precio de la
cosa es evidentemente indemnización compensatoria.
Para los moratorios, aunque el punto dista de ser claro, es necesaria la mora para
que ellos se devenguen. Así parece revelarlo el Art. 1.559, N.° 1.°, en las obligaciones
de dinero (N.° 898); en su inc. 12 exige la mora del deudor, y en el número señalado
declara que si la deuda no devengaba intereses “empiezan a deberse los legales”, esto
es, comienzan con la mora.
En consecuencia, la mora suspende la exigibilidad de los perjuicios
compensatorios, y da nacimiento a los moratorios, nueva confirmación de la errónea
concepción de la institución de que adolece nuestro Código.

878. Il. Responsabilidad del deudor por el caso fortuito.


La mora agrava la responsabilidad del deudor, porque le hace responder, con
ciertas limitaciones, del caso fortuito.
Las normas legales que así lo declaran pueden sintetizarse en la siguiente forma:
1.° Por regla general, el deudor moroso responde del caso fortuito.
2.° Salvo que éste hubiese sobrevenido, no obstante haberse cumplido
oportunamente la obligación.
Varios preceptos lo establecen así; desde luego el inc. 2 del Art. 1.547: “el deudor
no es responsable del caso fortuito, a menos que se haya constituido en mora (siendo
el caso fortuito de aquellos que no hubieran dañado a la cosa debida, si hubiese sido
entregada al acreedor)”.
El inc. 2 del Art. 1.672 dispone: “si el deudor está en mora y el cuerpo cierto que
se debe perece por caso fortuito que habría sobrevenido igualmente a dicho cuerpo en
poder del acreedor, sólo se deberá la indemnización de los perjuicios de la mora. Pero
si el caso fortuito pudo no haber sucedido igualmente en poder del acreedor, se debe
el precio de la cosa y los perjuicios de la mora”.
Finalmente, sabemos que el Art. 1.590 impone al acreedor la obligación de recibir
la especie debida en el estado en que se encuentre, “a menos que los deterioros hayan
sobrevenido después que el deudor se ha constituido en mora, y no provengan de un
caso fortuito a que la cosa hubiese estado igualmente expuesta en poder del acreedor”
(N.° 617).
La doctrina de estos artículos es reiterativa, y puede extenderse a otra clase de
obligaciones, como las de hacer:
3.° El deudor de todos modos deberá los perjuicios por la mora, como lo señala el
Art. 1.672, esto es, los moratorios.
4.° El deudor a quien corresponde probar el caso fortuito deberá también
establecer que la obligación se hubiere visto expuesta igualmente al caso fortuito aun
si se hubiere cumplido. Lo señala así el Art. 1.674: “El deudor es obligado a probar el
caso fortuito que alega.
Si estando en mora pretende que el cuerpo cierto habría perecido igualmente en
poder del acreedor, será también obligado a probarlo”.
Se va produciendo así un traspaso del onus probandi; por ejemplo, se debe la
entrega de un automóvil y el acreedor la reclama, a él toca establecer la obligación; el
773
Ob. cit., N-
N-' 311, pág. 303

550
LAS OBLIGACIONES TOMO II

deudor contesta que el vehículo se destruyó por caso fortuito; a él corresponde probar
éste- el acreedor replica que el caso fortuito ocurrió durante la mora del deudor, él
debe acreditarla, y finalmente, si duplica el demandado que el automóvil se habría
destruido igual en poder del acreedor, la demostración de su aserto le corresponde.

879. III. El riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se debe, pasa a ser del
deudor. Referencia.
Por regla general, de acuerdo al Art 1. 550, en nuestra legislación el riesgo del
cuerpo cierto cuya entrega se debe es del acreedor, salvo las excepciones, que
examinaremos al analizar la teoría del riesgo, entre las que figura que el deudor esté
colocado en mora, en cuyo caso “será a cargo del deudor el riesgo de la cosa, hasta su
entrega” (N.° 1.212, 1.°).

Párrafo 2.°

LA MORA DEL ACREEDOR

880. Concepto.
Las legislaciones por regla general no han reglamentado ni se han preocupado de
las situaciones en que la actuación del acreedor sea o la causa única del
incumplimiento, haya contribuido a él, o a hacer más gravosos los perjuicios.
En materia extracontractual vimos que el juez puede rebajar la indemnización si la
víctima se ha expuesto imprudentemente al daño (N.° 239). En materia contractual no
existe una norma igual, pero pos aplicación de los principios generales debe llegarse a
igual conclusión.774
Los Códigos se preocupaban específicamente de una situación particular: la
negativa del acreedor a recibir el cumplimiento de la obligación, y aun de ella referida
sólo a las obligaciones de entregar una especie o cuerpo cierto. Es lo que
tradicionalmente se ha llamado mora del acreedor o mora accipiendi, concepto que
hoy en día tiende a ampliarse, según lo diremos.
Podemos reconocer una triple graduación de la intervención del acreedor en el
incumplimiento:
1.° Que éste se deba en todo o parte a dolo o culpa del acreedor.
Es decir, el acreedor intencionalmente o por negligencia ha heocho imposible el
cumplimiento, o ha provocado que éste no sea integro. En tal caso, desde luego debe
considerarse al deudor exento de responsabilidad por los daños sufridos por él, y
además podría cobrarle al acreedor los perjuicios que haya sufrido por la acción
culpable o dolosa de éste.
Así ocurre, por ejemplo, en el contrato de transporte si hay vicios en la carga, el
acarreador no responde de la destrucción o deterioro de ella (Art. 2.015, inc. 2.°), y
además tiene derecho al flete y al resarcimiento de daños ocasionados por el vicio de
la carga (Art. 2.018).
A la situación en que la actuación imputable del acreedor se une a la del deudor
para provocar el incumplimiento o cumplimiento imperfecto, ya nos referimos al
compararla con la situación extracontractual.
2.° Que el acreedor se niegue a recibir el cumplimiento, que según hemos
señalado es la única situación que habitualmente se considera como mora del
acreedor.
Como hemos dicho, el deudor tiene el derecho a cumplir y liberarse de su
prestación; así lo destacamos al hablar del pago por consignación (N.° 627 y
siguientes).

774
Si hubo negligencia del acreedor, se rebaja la indemnización: RDJ, T. 40, sec. 2a, pág. 77; Gatica, ob.
cit., N.° 129 y sigtes., págs. 187 y sigtes.

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Pero no debe confundirse, aunque estén muy relacionados, el pago por


consignación y la mora del acreedor; cuando el deudor recurre al primero, paga, o sea,
extingue la obligación y se libera de ella; la mora del acreedor no libera al deudor sino
que disminuye su responsabilidad, según lo veremos al examinar las disposiciones de
nuestro Código.
En la mora del acreedor no juega la culpa o dolo de éste; basta que la negativa a
recibir el pago haya sido injustificada. Y será así si el pago que se le ha ofrecido cumple
todos los requisitos legales, y no obstante el acreedor lo rechaza.
Se ha solido también confundir la mora del acreedor con la excepción del contrato
no cumplido (N.° 941); no cabe la equivocación, porque ésta se aplica en los contratos
bilaterales cuando el acreedor que demanda su crédito, en cuanto deudor de la
prestación recíproca, no ha cumplido o estado llano a cumplir ésta. En la mora
accipiendi no hay incumplimiento del acreedor a una obligación suya, sino que
resistencia ilegítima al cumplimiento del deudor.
3.° Hay obligaciones que no pueden cumplirse sin la colaboración del acreedor; es
ésta una situación no prevista expresamente por las legislaciones clásicas y la nuestra,
pero que recogen los Códigos modernos.775
Por ejemplo, el acreedor debe concurrir al lugar en que debe hacerse el pago (N.° -
623) y por ello se ha fallado que si éste, según la convención, debía cobrar en el
domicilio del deudor y no prueba haberlo hecho, no hay mora para el deudor.776 Agregó
la sentencia que el acreedor debe hacer todo lo necesario según el contrato o la ley, a
fin de que el deudor pueda cumplir sus obligaciones, y si no lo hace, el retardo le sería
imputable a él y no al deudor.
En el contrato de promesa de celebrar un contrato es indispensable la cooperación
de ambas partes para la celebración del contrato definitivo. Es imposible que el
prometiente contratante, en cuanto deudor, cumpla si a su vez la contraparte,
acreedora y deudora al mismo tiempo, no cumple su obligación. Pero ello ocurre
porque ambas partes invisten el carácter recíproco de deudor y acreedor, y lo que
interesa es determinar cuál de los deudores cumplió todo lo necesario para la
celebración del contrato, y éste no se efectuó por la falta de cooperación, que es un
incumplimiento en sí misma, de la contraparte. Esta será la morosa.777

881. Reglamentación de la mora del acreedor en nuestro Código.


Ya decíamos que nuestro Código no ha hecho una reglamentación completa de la
mora del acreedor, sino que se ha referido a ella en disposiciones aisladas.
Según una sentencia de nuestros tribunales que estudia la institución, se referirían
a ella los Arts. 1.548, 1.552, 1.558, 1.604, 1.680 y 1130.778
Hemos rechazado que el Art. 1.552 se refiera a la mora del acreedor en cuanto a
tal; se trata de la mora suya en cuanto deudor de la prestación recíproca (N.° 945).
En el Art. 1.558 indirectamente puede basarse la defensa del deudor en caso de
mora del acreedor, pues dicho precepto sólo lo hace responsable de los perjuicios que
son una consecuencia inmediata o directa de no haberse cumplido la obligación o de
haberse demorado su cumplimiento (N.° 894). Si hay mora del acreedor, los, perjuicios
derivan de la actuación de éste.
El Art. 1.604 hace recaer sobre el acreedor las expensas de] pago por consignación
(N.° 647).
Son los Arts. 1.548, 1.680 y 1.827 los que se refieren directamente a la mora
accipiendi, en la forma limitada antes señalada.

775
El Código italiano trata en los Art. 1.206 y sigtes. la mora del acreedor confundida con el pago por
consignación. Según ese precepto, ella se produce cuando sin motivo legítimo el acreedor no recibe el pago
“o no cumple cuando es necesario, a fin de que el deudor pueda dar cumplimiento a la obligación”.
776
RDJ, T. 5°, sec. 1a, pág. 194. Véase Fueyo, ob. cit., T. 19, N-
N- 326, pág. 317.
777
Véase además la nota 804.
778
RDJ. T. 58, sec. la., pág. 293.

552
LAS OBLIGACIONES TOMO II

De acuerdo al primero, el deudor de una especie o cuerpo cierto debe conservarla


hasta la entrega (N.° 352), “so pena de pagar los perjuicios al acreedor que no se ha
constituido en mora de recibir”. Este precepto habla de mora.
Según el Art. 1.680 “la destrucción de la cosa en poder del deudor, después que ha
sido ofrecida al acreedor, y durante el retardo de éste en recibirla, no hace responsable
al deudor sino por culpa grave o dolo”. Aquí, en cambio, se ha hablado de retardo.
El Art. 1.827 es una aplicación de los anteriores a la compraventa: “si el comprador
se constituye en mora de recibir, abonará al vendedor el alquiler de los almacenes,
graneros o vasijas en que se contenga lo vendido, y el vendedor quedará descargado
del cuidado ordinario de conservar la cosa, y sólo será ya responsable del dolo o culpa
grave”. La situación es la misma prevista en el Art. 1.680 y el legislador volvió a hablar
de mora; la conclusión es obvia: para estos efectos mora y retardo es lo mismo, porque
ya ha habido actividad del deudor, que pretende cumplir. Esto tiene importancia para
el problema que se verá a continuación.

882. Desde cuándo está en mora el acreedor.


No ha señalado el legislador cuándo se produce la mora del acreedor; desde luego
son requisitos para ella que el deudor haya manifestado de algún modo al acreedor su
intención de pagarle, y además es necesario que el pago ofrecido cumpla todos los
requisitos legales, y así no habrá mora accipiendi si el acreedor es incapaz o se le ha
prohibido judicialmente recibir el pago, etc.
Pero en cuanto a la forma en que el deudor debe manifestar su intención de
pagarle al acreedor, se han dado tres soluciones posibles:
1.° Hay quienes sostienen que el legislador ha establecido un procedimiento para
que el deudor cumpla su obligación ante la negativa del acreedor, y que es el pago por
consignación; si el legislador reglamentó específicamente una forma de pago en caso
de negativa del acreedor, es lógico concluir que cuando a ella se recurra, éste quedará
en mora.779 Ya hemos dicho que esta posición es sumamente criticable, porque
confunde dos cosas: la consignación es un pago, extingue la obligación, mientras la
mora del acreedor influye en la responsabilidad del deudor.
2.° Otra opinión que se ha sostenido es que ante el silencio del legislador cabe
aplicar por analogía el N.° 32 del Art. 1.551: en consecuencia, exigen un requerimiento
judicial. Posición también insostenible, porque las solemnidades no se pueden aplicar
analógicamente, por lo que se dirá a continuación, y porque finalmente destacamos en
el número anterior que para el acreedor mora y retardo es lo mismo.
3.° La opinión que cuenta con más adeptos en la doctrina780 y jurisprudencia781 es
que basta cualquier ofrecimiento del deudor, aun extrajudicial, para colocar en mora al
acreedor, ya que el Art. 1.680 habla: “después que (la especie o cuerpo cierto) ha sido
ofrecida al acreedor”, y no exige ninguna calidad especial a la notificación.
Creemos por nuestra parte que se imponen algunos distingos:
La entrega de especie o cuerpo cierto está reglamentada por el legislador; puede
bastar de acuerdo al Art. 1.680 cualquier ofrecimiento, pero no estando definida la
materia por la ley, al intérprete le corresponderá resolver según los hechos de la
causa, si realmente ha habido por el deudor intención seria de cumplir en la forma
prometida, y del acreedor una negativa injustificada a recibir.
En todas las demás obligaciones, a falta de reglamentación legal, mayor libertad
queda aún al intérprete para definir la conducta de las partes: si el deudor ha puesto
realmente todo de su parte para cumplir o se ha limitado a una cómoda actitud pasiva;
si el acreedor, cuando ella es necesaria, ha estado llano a prestar su colaboración,
779
G.T. de 1898, T. 1°,l NI' 2.499, pág. 1.963.
780
Claro Solar, ob. cit., N.° 1.242, pág. 750, quien incluso niega que sea mora; Alessandri, ob. cit., pág.
89; Fueyo, ob. cit., T. 1°, M 327, pág. 319
781
G.T. de 1893, N.° 2.481, pág. 1.377 y de 1941, N2 53, pág. 301 (la mora del acreedor es el
ofrecimiento que hace el deudor de una cosa, y el rechazo de aquél de recibirla); RDJ, Ts. 35, sec. la, pág.
400, y 41, sec. la, pág. 461.

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etcétera. Y en las obligaciones de dinero, lisa y llanamente el deudor debe proceder a


la oferta y depósito, porque en dicho tipo de deudas tal procedimiento no es ni
engorroso ni caro, y cualquier otra actitud del deudor no revela un afán decidido de
cumplir. Así lo entendió en parte la Corte Suprema en un caso de deudas tributarias:
declaró suficiente la oferta del pago por consignación, aunque no necesaria la
consignación.782 Creemos indispensable esta última (no la calificación del pago), pues
lo contrario es agregar una vía más al deudor para eludir sus responsabilidades por el
incumplimiento: alegar, y probar por testigos, que trató de pagar.

883. Efectos de la mora accipiendi.


De acuerdo a las disposiciones citadas son dos:
1.° Disminuye la responsabilidad del deudor.
El cuidado que debe prestar a la cosa es menor, pues como lo señalan los Arts.
1.680 y 1.827, sólo responderá del dolo y su equivalente civil la culpa grave deja de
responder de la leve y levísima si estaba afecto a ellas. Además, le evitará en todo
caso los perjuicios moratorios.
2.° El acreedor debe indemnizar los perjuicios.
Así se desprende del Art. 1.827, que lo hace responder de los gastos en que el
deudor debió incurrir para la conservación de la cosa.

782
RDJ, T. 58, sec. la., pág. 293.

554
Capítulo IV
JUICIO INDEMNIZATORIO Y EVALUACIÓN DE
PERJUICIOS
884. Enunciación.
Dados los requisitos antes estudiados, procederá la indemnización de perjuicios.
Las partes pueden componer entre ellas, según hemos dicho, libremente el modo,
forma, cuantía y demás accidentes de ella, pero será más bien raro, pues si el deudor
se negó a cumplir la obligación misma, es dable presumir que tampoco se allanará
buenamente al pago de los perjuicios.
El acreedor deberá entonces deducir la acción de perjuicios, y en el juicio se
determinarán y avaluarán éstos.
La avaluación puede ser de tres clases: judicial, que efectúan los tribunales con los
elementos probatorios que se le proporcionen; legal, que hace la ley directamente en
las obligaciones de dinero- y convencional anticipada, que las partes han efectuado
antes del incumplimiento por medio de una cláusula penal.
En una primera sección estudiaremos las particularidades más relevantes de la
acción de perjuicios, y en las siguientes, sucesivamente, cada una de las clases de
avaluación señaladas.

Sección primera

LA ACCIÓN DE PERJUICIOS

884 bis. Referencia y enunciación.


La pretensión del acreedor de cobrar perjuicios se rige en general por las mismas
reglas que en materia extracontractual. Nos remitimos, pues, a los N.° 295 y
siguientes, con las salvedades que mencionamos:
1.° Prescripción;
2.° Competencia y procedimiento;
3.° Naturaleza jurídica de la obligación de indemnización, y
4.° Determinación de los perjuicios.
Esto último lo trataremos en la sección que sigue, como avaluación de ellos; en los
números que continúan veremos los otros tres aspectos en que difiere la acción de
perjuicios contractual de la proveniente de los hechos ilícitos.

885. I. Prescripción.
La ley, a diferencia de lo que ocurre en la responsabilidad extracontractual (N.°
296), no ha fijado plazo especial de prescripción para la acción de perjuicios en materia
contractual. En consecuencia, ella se regirá por las reglas generales (Art. 2.515).
Por regla casi universal la acción de perjuicios proveniente del incumplimiento de
una obligación será ordinaria, porque requiere que se pruebe aquél; por excepción será
ejecutiva la indemnización moratoria en las obligaciones de dinero, cuando el acreedor
se limita a cobrar intereses y el título de aquéllas es ejecutivo. Esta durará tres años

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como tal, y dos más como ordinaria; pero normalmente la acción de perjuicios
prescribe como ésta en cinco años, contados desde que la obligación se hizo exigible
(N.° 1.239 y 1.240).

886. II. Competencia y procedimiento.


En este aspecto hay varias diferencias con la responsabilidad extracontractual,
porque la indemnización contractual es siempre materia civil (salvo, según opinión
dominante, que el incumplimiento constituya al mismo tiempo un hecho penado
criminalmente: (N.° 935) y entregada a las reglas generales en materia de
competencia y procedimiento.
Este será, según queda dicho, el ordinario, salvo el caso excepcional de las
obligaciones de dinero, ya citado.
La acción de perjuicios puede ejercerse conjuntamente con la de cumplimiento o
resolución en el caso del Art. 1.489; se ha fallado que no puede solicitarse únicamente
la indemnización que autoriza dicho precepto, si no se pide conjuntamente el
cumplimiento o resolución.783 No nos parece correcta la solución.
De acuerdo al Art 173 del C.P.C. la especie y monto de los perjuicios pueden ser
fijados en el mismo juicio en que se establezca la obligación de indemnizarlos, pero
puede también reservarse su discusión para la ejecución del fallo o en juicio diverso,
siempre que a lo menos estén acreditadas las bases que deben servir para su
liquidación.784
Una jurisprudencia reiterada de los tribunales ha declarado que esta disposición no
se aplica en materia extracontractual, donde, en consecuencia, tanto las bases, la
especie y el monto de los perjuicios deben quedar fijados en el mismo juicio en que se
discute la procedencia de la indemnización, y no puede reservarse parte alguna para la
ejecución u otro juicio.785

887. III. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnizar perjuicios.


Si hay varios deudores e incumplimiento imputable, nace el problema de
determinar quién está obligado a pagar los perjuicios, y en consecuencia es legitimado
pasivo en el juicio indemnizatorio. Dicho de otra manera, si la obligación
indemnizatoria es conjunta, solidaria o indivisible.786
Es necesario efectuar varios distingos, primero que nada si el incumplimiento se
debe al hecho o culpa de uno de los deudores, o de dos o más de ellos, y en este
último caso, entre la culpa grave y el dolo por un lado y las otras clases de culpa por el
otro.

888. A. Hecho o culpa de uno de los deudores.


Si el incumplimiento es imputable a uno solo de los deudores, ya sea la obligación
infringida conjunta, solidaria o indivisible, por regla general, solamente es responsable
de los perjuicios el culpable.
Esta es la solución que el Código da en varios preceptos que se refieren a la
solidaridad, conjunción e indivisibilidad.

783
RDJ, T. 30, sec. la., pág. 495; la misma posición se adoptó en el caso del Art. 1.861 respecto a los
vicios redhibitorios: RDJ, T. 42, sec. la., pág. 25.
784
Este precepto ha dado lugar a arduas discusiones sobre qué debe entenderse por especie y bases de
los perjuicios, para determinar cuándo es posible reservar su liquidación. Véase un estudio en Gatica, ob. cit.,
N.° 115 y sigtes. y págs. 157 y sigtes., y Repertorio, C.P.C., T. 12, jurisprudencia del Art- Art- 173, págs. 227 y
sigtes., y RDJ, T. 63, sec. la, pág. 443.
785
Véase Repertorio, C.P.C., T. lº, jurisprudencia del Art. 173, NI IV, pág. 228; Alessandri, Responsabilidad
Extracontractual, ob. cit., N.° 483, pág. 577, y Gatica, ob, cit.. pág. 57.
786
Que sepamos, el problema no ha tenido un desarrollo general entre nosotros, sino que cada
disposición es analizada aisladamente en la parte correspondiente. El profesor don Manuel Somarriva hacía
en sus clases una exposición orgánica en que se fundan nuestras apreciaciones. Ahora se encuentra tratado
con detalle, pero sin enfocarlo en lit forma del texto, en Gatica, ob. cit., N.° 43 y sigtes., págs. 47 y sigtes.

556
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° El más general de todos es el N.° 3.° del Art. 1.526, establecido como una
indivisión de pago, o excepción a la divisibilidad (N.° 441); según él, “aquel de los
codeudores por cuyo hecho o culpa se ha hecho imposible el cumplimiento de la
obligación, es exclusiva y solidariamente responsable de todo perjuicio al acreedor”.
El precepto no distingue si la obligación es conjunta, solidaria o indivisible, pero
para algunos aspectos de éstas hay disposiciones especiales;
2.° En efecto, en la solidaridad, el Art. 1.521 se pone en el caso de que la cosa
debida perezca por culpa de uno de los deudores solidarios, y distingue, según
sabemos, entre el precio que se debe solidariamente por todos los codeudores, y la
indemnización por la que responde únicamente el culpable (N.° 411). Hay aquí una
excepción al principio general en cuanto al precio (indemnización compensatoria) en
que se mantiene la solidaridad;
3.° En cambio, en la indivisibilidad impera la regla general en todo su poder,
porque, según el inc. 2 del Art. 1.533, “si por el hecho o culpa de uno de los deudores
de la obligación indivisible se ha hecho imposible el cumplimiento de ella, ése sólo será
responsable de todos los perjuicios”.
Y el Art. 1.534 se pone en otro caso de incumplimiento: el de una obligación de
hacer que deba efectuarse en común por dos o más codeudores: si el uno está pronto
a cumplirla y el otro la rehúsa o retarda, “éste sólo será responsable de los perjuicios
que de la enajenación o retardo del hecho resultaren al acreedor”.
Todos estos preceptos que se ponen en casos especiales de incumplimiento y la
regla general del Art. 1.526, N.° 3, confirman que únicamente responde de los
perjuicios del incumplimiento el deudor doloso o culpable, con la excepción ya
señalada del precio de la cosa en la solidaridad, y otra que estudiaremos más adelante
en la cláusula penal (N.° 920).
De acuerdo al Art. 1.540, por regla general, sólo el deudor infractor responde por
su cuota en la pena, y los demás no tienen responsabilidad alguna- es decir, hasta ahí
se mantiene la regla general. La excepción está en los incs. 2 y 3: si la cláusula penal
va anexa a una obligación indivisible o ha sido puesta con la intención expresa de que
no pueda ejecutarse parcialmente el pago, puede exigirse toda la pena al infractor o a
los demás su parte o cuota en la pena. Es decir, quedan afectos a una parte de la pena
(sin perjuicio de su derecho a repetir contra el culpable).

889. B. Hecho o culpa de varios deudores.


En la responsabilidad extracontractual el Art. 2.317, inc. 1, resuelve expresamente
el punto: si un hecho ilícito ha sido cometido por dos o más personas, éstas son
solidariamente responsables de los perjuicios (N.° 299).
En materia de incumplimiento de la obligación no hay una disposición general, y
para resolver el punto cabe distinguir entre el dolo, al cual se asimila la culpa grave, y
los demás grados de culpa.
1.° Dolo o culpa grave de varios deudores.
El inc. 2.° del citado Art. 2.317 dispone: “todo fraude o dolo cometido por dos o
más personas produce la acción solidaria del precedente inciso”. Como lo señala el
señor Alessandri,787 el precepto tiene que referirse a la responsabilidad contractual “De
lo contrario, habría sido redundante y una repetición innecesaria del inciso 1, ya que
éste, al mencionar el delito, se refiere en forma expresa al dolo extracontractual”.
En consecuencia, el incumplimiento doloso de dos o más codeudores, sea la
obligación conjunta, solidaria o indivisible, pues el precepto no hace distinciones, da
acción solidaria de indemnización de perjuicios contra todos los responsables.
Y lo que se dice del dolo vale igualmente para la culpa grave, que en materias
civiles le equivale (N.° 835).
2.° Culpa leve o levísima de dos o más deudores.

787
Responsabilidad Extracontractual, ob. cit., N-
N-' 408, pág. 493.

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En los demás casos de infracción, esto es, si no hay dolo ni culpa grave, la
obligación de indemnizar los perjuicios es simplemente conjunta, ya sea que la
obligación incumplida tenga este carácter, o bien sea solidaria o indivisible.
Nos basamos para pensar así en lo dispuesto en el inc. 1 del Art. 1.533 en las
obligaciones indivisibles: “es divisible la acción de perjuicios que resulta de no haberse
cumplido o de haberse retardado la obligación indivisible: ninguno de los acreedores
puede intentarla y ninguno de los deudores está sujeto a ella, sino en la parte que le
quepa”.
Pues bien, si siendo indivisible la obligación infringida, la indemnización es
conjunta entre los deudores infractores, con mayor razón si la obligación es divisible
responderá cada cual únicamente por su cuota.
A mayor abundamiento, si el legislador lo dijo expresamente en el caso del dolo
(que incluye la culpa grave), es porque la solución es la contraria en los demás casos.
Las excepciones a este principio son las ya señaladas, para el caso del hecho o
culpa de uno de los deudores: el precio en la solidaridad (Art. 1.526) y en la cláusula
penal, si la obligación es indivisible o ha sido puesta la pena con la intención de que no
pueda cumplirse por parcialidades.788

Sección segunda

AVALUACIÓN JUDICIAL DE LOS PERJUICIOS

890. Concepto.
Como dejamos señalado, los perjuicios pueden determinarse de tres maneras: por
las partes de común acuerdo, producidos ya los perjuicios, o previamente mediante
una cláusula penal, por la justicia o disposición legal que los fije.
La determinación de los perjuicios supone tres operaciones:
1.° Decidir si procede la indemnización.
Esta etapa existe en cualquiera de las avaluaciones señaladas, y siempre es
judicial. Debe establecerse que ha habido incumplimiento imputable y mora del
deudor, según lo estudiado en el Capítulo anterior;
2.° La segunda es determinar qué perjuicios son indemnizable, dentro de las varias
categorías que hay de ellos, y
3.° Determinar el monto de cada uno de los perjuicios que se deben indemnizar,
operación totalmente prudencial de acuerdo a la prueba rendida.
Estas dos últimas etapas existen sólo en la avaluación judicial; en efecto, veremos
que en la cláusula penal se ha fijado de antemano por las partes el monto a pagarse
por la infracción, de manera que establecida ésta no hay discusión posible sobre la
existencia, naturaleza y monto de los perjuicios (N.°' 913, 3.°). Tampoco en la legal se
discute si ha habido perjuicios, cuáles son ellos, sino que el tribunal se limitará,
establecida la procedencia de la indemnización, a aplicar la tasa que corresponde de
intereses, según la ley (N.° 898).
Jurídicamente hablando, la regla general es la avaluación judicial; la legal sólo
tiene lugar en las obligaciones de dinero, y la convencional, si se ha estipulado cláusula
penal; en todo otro caso, si las partes no componen entre sí la indemnización,
corresponde al juez avaluar los perjuicios, de acuerdo a las normas que la ley ha fijado
y la prueba que las partes le suministren.

891. Las distintas clases de perjuicios.


Ya nos hemos referido a las distintas categorías de perjuicios, tanto en la
indemnización extracontractual como en esta misma parte. Recapitulándolos podemos
señalar:
788
Cierto es que los Arts. 1. 521 y 1. 540 se ponen en el caso de la imputabilidad a uno de los deudores;
pero no se divisa razón alguna para aplicar otro criterio si los infractores son dos o más.

558
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° Perjuicios compensatorios y moratorios, que corresponden a igual clasificación


de la indemnización misma (N.° 816 y siguientes);
2.° Perjuicios ciertos y eventuales, siendo indemnizables únicamente los primeros:
lo cual no excluye a los daños futuros, siempre que sean ciertos (N.° 249);
3.° Perjuicios directos e indirectos, de los cuales sólo se indemnizan los primeros
(N 256 y 824);
4.° Daños materiales y morales;
5.° Daño emergente y lucro cesante, y
6.° Perjuicios previstos e imprevistos.
Sólo a estas últimas tres categorías nos referiremos especialmente; nada debemos
insistir en las demás. Trataremos igualmente la modificación de las reglas legales por
la voluntad de las partes, la doctrina de la reparación integral y otros aspectos de
interés de la avaluación judicial.

892. I. El daño moral en la indemnización contractual.


En el N.° 253 hemos analizado las concepciones respecto al daño moral y su plena
aceptación hoy en día en materia extracontractual.
La polémica continúa aún en materia contractual, pero tiende a imponerse tanto
en la doctrina, en las legislaciones y en la jurisprudencia la tesis de que carece de toda
razón hacer distinciones en este punto entre las dos clases de responsabilidad. Es
absurdo concluir que si un bus atropella a un peatón, éste tendrá derecho a que se le
indemnice el daño moral, pero si en un accidente el daño de esta especie lo sufre un
pasajero, queda excluido de la posibilidad de exigir reparación (N` 933).
En nuestro país, la jurisprudencia789 y doctrina en su mayoría790 han declarado que
en materia contractual no es indemnizable el daño moral.
Se basan para así sostenerlo en que la ley no ha contemplado expresamente la
indemnización del daño moral, y no existe en el Título 12 una disposición como el Art
2.329 en materia extracontractual de que todo daño debe ser reparado.
Antes por el contrario, el Art. 1.556 limita la indemnización al daño emergente y
lucro cesante, ambos perjuicios materiales.
Sin embargo, tiende a abrirse paso en la jurisprudencia, aunque limitada al
contrato de transporte, donde resulta francamente absurda la exclusión del daño
moral, la aceptación de la indemnización de éste.791
En nuestro concepto es efectivo que todo el sistema de la indemnización
contractual excluye la reparación del daño moral puro, el único que es propiamente tal,
esto es, el sufrimiento meramente afectivo; en cambio, nada autoriza a excluir el daño
moral con repercusión material, como una incapacidad para el trabajo, por ejemplo,
porque éste es evidentemente un daño económico, incluido perfectamente en el daño
emergente y lucro cesante de que habla el Art. 1.556. juntamente con ello, no
podemos dejar de propugnar una revisión legislativa que termine con una
discriminación francamente odiosa, pero al mismo tiempo tome los resguardos, a fin de
evitar abusos en la materia. Pero desde luego siempre que se involucre un riesgo a la
persona humana, la indemnización del daño moral debe ser amplia.

789
RDJ, T. 33, sec. la, pág. 331, y 47, sec. la., pág. 127.
790
Alessandri, Responsabilidad Fxtracontractual, ob. cit.; Vodanovic, ob. cit., T. 32, N.° 360, pág. 217;
Gatica, ob. cit., N.° 106, pág. 144; Somarriva, Las obligaciones y los contratos, etc., ob. cit., N.° 69, pág. 64.
Como bien dice Tomasello en su ob. cit., N.° 12, pág. 50, el silencio guardado por autores como Claro Solar,
Barros Errázuriz y otros debe entenderse como un rechazo a la indemnización del daño moral en materia
contractual.
Tomasello, en cambio, hace una ardiente defensa de la procedencia de ella en nuestra legislación, y cita
también en su apoyo la opinión de Fernando Fueyo (págs. 52 y sigtes.). Lamentamos no poderles dar razón.
791
RDJ, Ts. 48, sec. la., pág. 252 (daño moral con repercusión patrimonial) y 51, sec. la., pág. 74 (daño
moral puro).

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893. II. Daño emergente y lucro cesante.


792
Dice el Art. 1.556: ,La indemnización de perjuicios comprende el daño
emergente y lucro cesante, ya provengan de no haberse cumplido la obligación, o de
haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado el cumplimiento.
Exceptuándose los casos en que la ley la limita expresamente al daño emergente”.
De manera que por regla general ambos perjuicios son igualmente indemnizables,
pero la ley no ha definido uno y otro. La distinción entre ambos deriva de que el daño
emergente es el empobrecimiento real y efectivo que sufre el patrimonio del deudor, 793
y el lucro cesante, la utilidad que deja de percibir el acreedor por el incumplimiento o
cumplimiento tardío de la obligación.794
Un ejemplo que permite distinguirlos es clásico en la materia: se contrata a una
compañía extranjera para una representación en nuestro país, que posteriormente
cancela el viaje. El daño emergente es la totalidad de los gastos en que incurrió el
empresario por contratación de un teatro, reservas de pasajes, propaganda, etc., y el
lucro cesante, lo que habría ganado con la venta de entradas.
El lucro cesante suele resultar difícil de probar, porque no olvidemos que el daño
debe ser cierto, y en el lucro cesante siempre se le alega un hecho que pudo haber
pasado o no, una hipótesis de ganancia; queda entregado enteramente al criterio del
juez apreciarlo, considerando siempre lo que normalmente habría ocurrido.795

792
La manera en que está concebido el Art. 1.556 ha llevado a algunos autores y fallos (G.T. de 1933, 1er
sem., N.° 82, pág. 334), a decir que se trata de elementos de la indemnización, pero en realidad son dos
clases de perjuicios diversos, ambos comprendidos por regla general en la indemnización.
En una ocasión la Corte Suprema rechazó la posibilidad de fundar un recurso de casación en el fondo en
la infracción del Art. 1.556; RDJ, T. 59, sec. la, pág. 470, que anteriormente había aceptado: RDJ, T. 11, sec.
la., pág. 188. La verdad es que si se acepta un perjuicio que no sea daño emergente ni lucro cesante, o no
provenga de los hechos señalados por el precepto, éste resulta infringido.
793
Daño emergente es la privación que sufre el acreedor al no incorporar a su patrimonio el objeto de la
obligación: G.T. 1933, 1er sem., N.° 82, pág. 334; un empobrecimiento efectivo de la persona a quien se
indemniza: RDJ, T. 50, sec. la., pág. 21. Equivale, en consecuencia, al enriquecimiento que habría reportado
al acreedor por el cumplimiento mismo, representado hasta entonces por el crédito.
Los siguientes casos de indemnización han sido calificados por la jurisprudencia de daños emergentes:
1) La depreciación en el mercado de acciones en garantía en un Banco con respecto a la fecha en que
debieron ser restituidas: RDJ, T. 18, sec. la, pág. 62.
2) El valor de los derechos de Aduana en una internación ¡legal de mercaderías: RDJ, T. 60, sec. 4a, pág.
563.
794
Se ha fallado que el lucro cesante es la privación de las ganancias que podría obtener el acreedor de la
prestación una vez incorporada ésta a su patrimonio, mediante el cumplimiento efectivo de la obligación:
G.T. de 1933, 1er sem., N.° 82, pág. 334. Destacan los mismos caracteres: fallos de la RDJ, Ts. 22, sec. la.,
pág. 452, y 50, sec. la., pág. 21.
Se han calificado de lucro cesante indemnizable:
1) Las remuneraciones de un empleado si no se le hubiere puesto término intempestivamente a sus
servicios: RDJ, T. 19, sec. la., pág. 500;
2) Lo que un administrador de un fundo dejó de percibir por no haber sido reincorporado como se debía,
según sus aptitudes y la remuneración que debía pagársele: RDJ, T. 26, sec. la., pág. 209;
3) Lo que un abogado dejó de percibir por la revocación de su patrocinio en un contrato de iguala (Fallo
del Consejo General de Abogados: RDJ, T. 61, sec. 5a, pág. l);
4) La diferencia de precio de unas mercaderías entre lo estipulado y el precio actual: RDJ, T. 15, sec. la,
pág. 63; G.T. 1880, N.° 1.557, pág. 1.099.
5) En caso de término anticipado de un arrendamiento, la renta de arriendo por el tiempo que le faltaba
al contrato para expirar: RDJ, T. 42, sec. la, pág. 145.
Finalmente, digamos que una sentencia publicada en la RDJ, T. 55, sec. 2a_, pág. 123, ha equiparado la
indemnización moratoria al lucro cesante; en general coinciden, pero no son una misma cosa.
795
Por ello se ha resuelto que deben proporcionarse al tribunal antecedentes# más o menos ciertos que
permitan determinar la ganancia probable: RDJ, T. 41, sec. 2a, pág. 41, y que si no es posible establecerlos
por medio de una regulación precisa, deben determinarse equitativamente: RDJ, T. 23, sec. la,, pág. 273.
Por ello se ha rechazado la indemnización de lo que el demandante podría haber ganado desarrollando
otra actividad: RDJ, T. 22, sec. la, pág. 452.
La verdad es que la determinación de los perjuicios es siempre un problema muy relativo, y queda
entregado un poco a la casuística. (Véase Gatica, ob. cit., N.° 82, pág. 110).

560
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El lucro cesante puede ser excluido, según decíamos, por la ley, como lo señala
expresamente el Art. 1.556, o por la voluntad de las partes, según se ha resuelto por
los tribunales.796
Un caso en que la ley limita la indemnización al daño emergente lo encontramos
en el arrendamiento cuando el arrendatario es privado o turbado en el goce de la cosa
por hechos que el arrendador no podía saber (Arts. 1.930, 1.932 y 1.933).

894. III. Perjuicios previstos e imprevistos.


797
De acuerdo al Art. 1.558, perjuicios previstos son los que se previeron o
pudieron preverse al tiempo del contrato; imprevistos serán, pues. los que no están en
dicha situación.
En la jurisprudencia italiana hay un caso célebre: un comerciante compró una
partida de castañas para venderlas en El Cairo, donde obtendría un precio
extraordinario; como no se le entregaron oportunamente, pretendió cobrar como lucro
cesante la diferencia de precio que habría obtenido en la venta- los tribunales
aceptaron únicamente Ja ganancia que había obtenido en Italia misma, porque la otra
no #era previsible ni había sido prevista al tiempo del contrato. Otro ejemplo que
también es clásico es el de una persona que viaja con un maletín con objetos valiosos y
es hurtado por un empleado de la empresa. El robo del maletín es perjuicio previsto,
pero no el valor anormal de los objetos, porque está totalmente al margen de la
previsión de la empresa que una persona traslade cosas preciosas sin avisarle para que
se tomen las precauciones correspondientes.
Como puede apreciarse, al igual que ocurre con el daño emergente y el lucro
cesante es cuestión de las circunstancias de cada caso determinar si los perjuicios son
previstos o imprevistos, y queda mucho entregado al criterio del tribunal apreciarlos; 798
por ello se ha fallado que es cuestión de hecho determinar si los perjuicios tienen una u
otra calidad.799
De acuerdo al inc. 1 del Art. 1.558, en principio, el deudor sólo responde de los
perjuicios previstos, y de los imprevistos únicamente en dos casos: cuando hay dolo
(que incluye la culpa grave),800 y cuando así se ha estipulado. Esto último está
expresamente declarado en el inc. final del precepto, y lo destacaremos en el numero
siguiente.

796
RDJ, T. 42, sec. la., pág. 145.
797
La mayoría de los autores señalan que ésta es una división de los perjuicios directos, pues el Art.
1.558, tras señalar que de no mediar dolo sólo se responde de los perjuicios previstos, agrega que
habiéndolo, se responde de todos los que sean una consecuencia inmediata o directa del incumplimiento, o
sea, de todos los directos. Lo que pasa es que los indirectos se indemnizan en un solo caso: si las partes lo
han estipulado, y si bien normalmente entonces serán imprevistos, porque precisamente no tienen por causa
el incumplimiento, las partes pueden haberlos previsto expresamente.
798
Se ha resuelto al respecto:
1° Que es perjuicio previsto la diferencia entre la renta de arriendo estipulada en el contrato que fue
declarado terminado, y la que el arrendador cobró al nuevo arrendatario: RDJ, T. 41, sec. la, pág. 461.
2° Que si el contrato estableció como no indemnizables determinados perjuicios, se previó la no
responsabilidad (se trataba de una concesión que dejó a salvo los derechos de terceros): RDJ, T. 15, sec. la,
pág. 494.
3° Que son perjuicios imprevistos los derivados del objeto a que pensaba destinar el comprador el
automóvil comprado, si el vendedor ignoraba esta circunstancia: RDJ, T. 21, sec. la., pág. 172.
4° Que el mayor valor que adquiera la cosa vendida que no se entregó al comprador es perjuicio previsto:
RDJ, T. 42, sec. la, pág. 79.
5° A la inversa del anterior, que no lo es el mayor valor que haya adquirido un predio entre el momento
de la subasta indebidamente provocada y la demanda indemnizatoria, si no se ha probado que la
demandada estuvo en situación de prever ese mayor valor: RDJ, T. 50, sec. la, pág. 502.
6° Que no son perjuicios previstos los que pueden causarse en los demás bienes del acreedor: RDJ, T. 25,
sec. la., pág. 472.
799
RDJ, T. 25, sec. la,, pág. 472.
800
Si hay culpa, se responde de los perjuicios previstos, y si dolo, también de los imprevistos: RDJ, Ts. 23,
sec. la, pág. 273; 25, sec. la., pág. 472, y 31, sec. 1a, pág. 157.

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895. IV. Modificación de las reglas legales por las partes.


El juez sólo podrá aceptar la indemnización de los perjuicios que la ley ha señalado
como indemnizables, pero las disposiciones correspondientes deben estimarse como
meramente supletorias de la voluntad de las partes.
Como decíamos, el inc. final del Art. 1.558, que contempla la división de los
perjuicios en directos e indirectos, previstos e imprevistos, lo señala expresamente:
“las estipulaciones de los contratantes podrán modificar estas reglas”.
Pero igualmente las partes podrían convenir no sólo que se indemnicen los
perjuicios indirectos y los imprevistos, aunque no haya dolo o culpa grave, sino
cualquier otra estipulación, como que no se indemnice el lucro cesante, que se reparen
los daños meramente morales, y aun los inciertos, etc. No debe olvidarse que las
partes han podido prefijar los perjuicios de antemano mediante una cláusula penal; y
eliminar toda responsabilidad con ciertas limitaciones (N.° 865). Con mayor razón
podrán alterar como estimen conveniente las normas legales.

896. V. Breve referencia al sistema de reparación integral.


Nuestro sistema indemnizatorio antes descrito se basa en el Código francés, el
que, a su vez, se inspiró en los jurisconsultos anteriores a él: Dumoulin, Domat y
especialmente Pothier.
Sus inconvenientes han quedado a la vista, pues si hay algo dificil es establecer y
probar los perjuicios, quedando muy frecuentemente atrapado el derecho del acreedor
en la maraña de las distinciones, facultad judicial y la casuística inevitable antes
destacadas.
Por ello, el Código alemán dio acogida a lo que se llama doctrina de la reparación
integral, que elimina las distinciones antes señaladas* y la influencia del dolo como
agravante de la responsabilidad; el, perjuicio que nunca se indemniza es el que no
tiene relación alguna, ni remota, con el incumplimiento. Dice el Art. 249: “el que
responde de daños y perjuicios debe restablecer el estado de cosas que hubiera
existido si la circunstancia que obliga a la indemnización no hubiera ocurrido.
Esta doctrina es muy peligrosa por lo amplia, y se acerca mucho a la
responsabilidad objetiva; por ello ha sido criticada en la misma Alemania y, no
obstante perseguir un fin muy loable, como es asegurar la reparación integral del daño,
no ha tenido aceptación en las restantes legislaciones.

897. VI. Otros aspectos de la avaluación judicial.


La avaluación judicial debe hacerse con criterio subjetivo, considerando la
situación específica del acreedor; el daño por él experimentado, sin comparación al
que hubiere sufrido un tipo ideal en iguales circunstancias, que es la noción con que se
determina la culpa del deudor.
En consecuencia, la indemnización no puede ser objeto de ganancia para el
acreedor,801 y por ello si el incumplimiento junto a los perjuicios le ha producido
beneficios, unos y otros deben compensarse.
Se ha resuelto que la fijación del monto de los perjuicios es cuestión de hecho, 802
pero la calificación de los fundamentos jurídicos de la acción de perjuicios es de
derecho.803
Finalmente, debe tenerse presente lo expresado en materia extracontractual en el
No- 302, con las variantes propias del caso, en cuanto a la reparación del daño, a la
variación y revisión del mismo.

801
RDJ, T. 42, sec. la, pág. 179.
802
RDJ, T. 47, sec. la, pág. 22.
803
RDJ, T. 25, sec. la., pág. 472.

562
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sección tercera

AVALUACIÓN LEGAL DE LOS PERJUICIOS

898. Concepto y aplicación.


A la avaluación legal de perjuicios se refiere el Art. 1.559, cuyo inc. 1.° comienza
por decir: “si la obligación es de pagar una cantidad de dinero, la indemnización de
perjuicio por la mora está sujeta a las reglas siguientes”, y procede a señalar las cuatro
que estudiaremos en esta sección.
La avaluación legal, conforme a esto, se limita a las obligaciones de dinero, a
ninguna otra clase de ellas, y la razón es doble:
1.° En estas obligaciones el perjuicio por el incumplimiento es evidente, dados los
múltiples usos que el dinero tiene; cuando menos el dinero es generador de intereses,
y por esto el legislador, al reglamentar la indemnización, la ha traducido en el pago de
ellos al acreedor. En consecuencia, si el acreedor se conforma con cobrar intereses, no
tendrá ninguno de los inconvenientes de la avaluación judicial, que destacamos en la
sección anterior, y
2.° Porque, como ya lo habíamos advertido, en las obligaciones de dinero no existe
indemnización compensatoria, por la razón de que ésta es justamente la suma de
dinero que equivale al cumplimiento íntegro de la obligación. Si una persona debe
dinero y no lo paga, el acreedor lo ejecutará, embargará bienes suyos suficientes, los
sacará a remate y se pagará con el producto de la subasta (N.° 801). Esto es, se
pagará en dinero, cumpliéndose la obligación misma forzadamente.
En lo demás, fuera de las reglas especiales que estudiaremos y que
fundamentalmente tienden a fijar el monto de la indemnización en una determinada
tasa de intereses, y a liberar al acreedor de la prueba de los perjuicios si limita su
cobro a ellos, se aplican las reglas generales, y por ello, aunque se ha discutido en
contrario, el deudor debe ser colocado en mora, el incumplimiento ha de ser imputable,
y en general es necesario que concurran todos los requisitos ya estudiados.
Como decíamos en el N.° 870, se ha discutido largamente ante los tribunales si
para la mora del deudor es necesario que la deuda sea líquida y determinada, 804
criterio este último muy favorable al deudor, sobre todo cuando hay inflación aguda, en
que los intereses a veces no alcanzan ni a emparejar la desvalorización monetaria.
Por ello es que se ha resuelto que si la cantidad de dinero a pagar se determina en
fallo declarativo, incluyendo si la obligación es de indemnizar al acreedor, sólo se
deben intereses desde que queda ejecutoriada la sentencia.805
Las reglas de avaluación contenidas en el Art. 1.559 pueden sintetizarse así:
1º La indemnización se traduce en el pago de intereses,
2.° Si el acreedor cobra únicamente éstos, nada debe probar;
3.° No se produce anatocismo, y
4.° Las rentas, cánones y pensiones periódicas no devengan intereses.
Las veremos en los números siguientes.

899. I. Intereses que debe el deudor.


De acuerdo al N.° 1 del Art. 1.559: “se siguen debiendo los intereses
convencionales, si se ha pactado un interés superior al legal, o empiezan a deberse los
intereses legales en el caso contrario”.

804
Véanse las notas 799 y 800, y Repertorio, T. IV, pág. 295, N.° 4°.
805
RDJ, T. 11, sec. 1a, pág. 188; T. 29, sec. 2a, pág. 267; T. 31, sec. 2a., pág. 23; T. 35, sec. la, pág. 95; T.
50, sec. 1a, pág. 421. En contra, señalando que se deben desde la notificación de la demanda: G.T. de 1895,
T. 12, N.° 1.151, pág. 852.
Por igual razón se ha señalado que el Art. 1.559 sólo se aplica a las obligaciones de dinero
convencionales, y no al pago de lo no debido: RDJ, T. 63, sec. la., pág. 22.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

En consecuencia, la indemnización moratoria se traduce en el pago de intereses; 806


esa es la reparación que por ley debe el deudor al acreedor. Al tratar de las
obligaciones de dinero en los N.° 360 y siguientes nos ocupamos de los intereses, por
lo que ahora nos referiremos sólo a dos puntos: desde cuándo se deben intereses
moratorios, y cuáles son los que debe pagar el deudor.
Respecto de lo primero, los intereses se deberán desde que el deudor quede
colocado en mora, o sea, cuando se produzca la interpelación en alguna de las formas
señaladas en el Art. 1.551. Ello es muy claro en el precepto, pues el inc. 1.° determina
que la indemnización se debe por la mora, y el N.° 1.° señala que comienzan a deberse
los intereses legales si no hay otros estipulados.807
Ahora bien, en cuanto a lo segundo, las reglas que da el precepto son tres:
1.° Si las partes han estipulado intereses para la obligación no cumplida, y son
superiores a los legales, se continúan devengando los mismos intereses convenidos:
2.° Si no hay intereses convenidos, o los estipulados son inferiores a los legales,
que según sabemos son hoy en día los corrientes (N.° 364), comienzan a deberse estos
últimos,808 y
3.° Las dos reglas anteriores sufren excepciones en los casos en que las partes
hayan estipulado intereses por la mora (N.° 365), y en los que la ley ordena el pago de
otros intereses en lugar de los legales.809

900. II. Si el acreedor cobra únicamente intereses, nada debe probar.


Dice la regla 2a del Art. 1.559: “el acreedor no tiene necesidad de justificar
perjuicios cuando sólo cobra intereses; basta el hecho del retardo”.
Esto es, el acreedor si se conforma con los intereses, nada debe probar, la ley
presume que ése es el perjuicio sufrido, y no admite prueba alguna en el contrario para
desvirtuarlo.
Sin embargo, la redacción de la regla ha dado origen a un doble problema de
interpretación:
1.° Porque habló de retardo en vez de mora.
Ello ha permitido sostener que no es necesaria la interpelación del acreedor, y
basta el solo retardo en el cumplimiento- esta opinión debe rechazarse, porque el
inciso 1.° dijo claramente que se trataba de una indemnización por la mora, y ésta
existe para el deudor en los tres casos del Art. 1.551.
Así se ha fallado.810
2.° Si el acreedor puede cobrar otros perjuicios.
El otro problema es más delicado, y divide las opiniones. Si el acreedor sólo cobra
intereses, nada debe probar, pero ¿podrá cobrar otros perjuicios sufridos por el
incumplimiento, acreditándolos de acuerdo a las reglas generales? Por ejemplo, el
acreedor tenía una opción para comprar una propiedad con el pago de la deuda, y la

806
RDJ, T. 45, sec. la., pág. 597.
807
En consecuencia, si hay plazo estipulado, desde el vencimiento de éste: RDJ, T. 13, sec. 1a, pág. 172.
Desde la constitución en mora: RDJ, Ts. 3, sec. la., pág. 115, y 5, sec. 2a., pág. 81. La regla general será la
interpelación judicial, y por ello se deben desde la notificación de la demanda: RDJ, Ts. Y, sec. 1a, pág. 186;
9°, sec. 1a, pág. 292; 16, sec. la, pág. 281; 30, sec. la., pág. 561; 79, sec. 1a, pág. 41; G.T. de 1879, N.°
1.871, pág. 1.317; de 1882, N.° 2.052, pág. 1.150, y de 1887, NI 1.151, pág. 679; desde la contestación de la
demanda; G.T. de 1902, T. 2°, N.° 3.378, pág. 1.528.
808
Casos de aplicación de esta norma en RDJ, Ts. 912, sec. la, pág. 358; 22, sec. la., pág. 205, y 23, sec.
2a., pág. 43.
809
Se ha prestado a discusiones en los tribunales si éstos, dado que la ley es la que fija desde cuándo y
cuáles intereses se deben, están facultados para ordenarlos pagar en forma diferente a la pedida en la
demanda.
La jurisprudencia está dividida. Han dicho que pueden mandarse pagar otros y desde distinta fecha a la
pedida: RDJ, Ts. 32, sec. la- la-, pág. 43, y 38, sec. la., pág. 522. En contra Ts. 38, sec. la., pág. 236, y 45, sec.
2a, pág. 10.
Si se han pedido intereses sin especificarlos, indiscutiblemente el tribunal los fija de acuerdo al Art.
1.559: RDJ, T. 32, sec. la., pág. 200.
810
RDJ, Ts. 9°, sec. la, pág. 358; 17, sec. 1a, pág. 134, y 30, sec. 2a., pág. 33.

564
LAS OBLIGACIONES TOMO II

pierde por la falta de cancelación, o no puede cumplir sus propios compromisos,


viéndose constreñido a sufrir ejecuciones, quiebras, etcétera.
Hay quienes sostienen que no es procedente el cobro de otros perjuicios, porque el
legislador pretendió fijar la indemnización de las obligaciones de dinero con reglas
determinadas, como lo revelaría la redacción del inc. 1, y porque tal era la solución de
Pothier y del Código Francés (Art. 1.153), en quienes se habría basado el Código
chileno.811
Estamos, en cambio, con la otra opinión, que considera que si el acreedor los
establece, puede cobrar otros perjuicios.812
La letra de la ley lo dice claramente; el inc. 1 declaró que la obligación de
indemnizar quedaba sujeta a las reglas siguientes, y la 2` expresa precisamente que el
acreedor no tiene necesidad de justificar perjuicios “cuando sólo cobra intereses”- toda
esta última frase queda enteramente de más con la otra interpretación. No tiene ni
puede tener otro sentido que el que estamos señalando.
Por otra parte, hay disposiciones en ciertos casos de obligaciones de dinero que
permiten expresamente el cobro de intereses y de otros perjuicios. Así ocurre en la
acción de reembolso del Art. 2.370 el fiador puede cobrar al deudor principal lo que
haya pagado por él “con intereses y gastos”, y “tendrá también derecho a
indemnización de perjuicios según las reglas generales”. Según el Art. 2.083, el socio
que retarda su aporte social (que normalmente es dinero), -resarcirá a la sociedad
todos los perjuicios que le haya ocasionado el retardo”.
Entre estos otros perjuicios, ¿podría el acreedor cobrar los que provienen de la
desvalorización monetaria? Aunque el punto se ha discutido, nos parece que este
perjuicio reúne los caracteres de directo y previsto exigidos por la ley, pero choca
desgraciadamente con el principio nominalista imperante, hoy con atenuantes, en
nuestra legislación (N.° 365). Hora es que se disponga que toda deuda impaga se
reajuste automáticamente para compensar la desvalorización de su contenido; con ello
se desalentaría uno de los atractivos del retardo para los deudores. Afortunadamente,
como vimos, la Ley 18.010 corrigió parcialmente este defecto, determinando que toda
deuda vencida proveniente de una operación de crédito de dinero, devenga intereses
corrientes.

901. III. Anatocismo. Referencia.


En el N.° 369 nos referimos a esta institución y a la regla 3a del Art. 1.559, en
orden a que los intereses atrasados no producen, a su vez, intereses. Nos remitimos a
lo dicho.

902. IV. Rentas, cánones y pensiones periódicas.


De acuerdo al N.° 4 del precepto en estudio, “la regla anterior se aplica a toda
especie de rentas, cánones y pensiones periódicas”. La regla es la de que los intereses
no producen intereses tampoco entonces aunque el deudor esté en mora, los
generarán las rentas, cánones y pensiones periódicas.
Según esto, las rentas de arrendamiento que se adeuden no producen intereses.813

811
Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1. 264, pág. 765; Gatica, ob. cit., N.° 202, pág. 272; Barros Errázuriz, ob.
cit., T. 2°, N.° 63; RDJ, Ts. 92, sec. la, pág. 490, y 18, sec. la, pág. 267.
812
Alessandri, ob. cit., pág. 98; Meza, ob. cit., N.° 413; Fueyo, ob. cit., T. 1°, N.° 355, pág. 337; RDJ, T. 62,
sec. 3a, pág. 9. Este fallo lo citamos en el N.° 231, pues consideró que había abuso del derecho al pretender
pagar en moneda desvalorizada una deuda del trabajo.
813
Sin embargo, se gravó al deudor con intereses en un caso de mora en las rentas de arrendamiento:
RDJ, T. 46, sec. la., pág. 647, y en el pago de sueldos: RDJ, T. 40, sec. 1a, pág. 54.
Aplicando correctamente el precepto se rechazó el cobro de intereses por un legado de pensiones
periódicas: RDJ, T. 15, sec. la, pág. 320.
Para el arriendo, véase el Art. 21, inc. 22 de la Ley 18.101 de 29-29-1-82.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

903. Estipulación de las partes.


Tal como ocurre con la avaluación judicial, las reglas del Art. 1.559 suplen la
convención, de manera que las partes pueden libremente alterarlas, fijando los
intereses que se adeudarán en caso de mora o simple retardo mediante una cláusula
penal que no tiene otro límite que el máximo que la ley permite estipular como
intereses (N.° 366). Podrían también convenir que se indemnice toda clase de
perjuicios, evitándose el acreedor la discusión antes señalada, que vimos en el N.° 900.
Tampoco hay inconveniente para que señalen que en caso de mora o simple retardo la
deuda se reajuste hasta su pago, según algún índice.
Igualmente, pueden las partes convenir en que las rentas, cánones y pensiones
periódicos atrasados devenguen intereses, así lo aceptó la Corte Suprema en un caso
de rentas de arrendamiento.814
También de acuerdo a la Ley N.° 18.010 de 27 de junio de 1981, es posible
estipular que los intereses atrasados devenguen a su turno nuevos intereses.

Sección cuarta

LA CLÁUSULA PENAL

904. Reglamentación y pauta.


A la cláusula penal se refiere el Código en el Título 11 del Libro 49, Arts. 1.535 a
1.544, como una categoría particular de obligaciones: “De las obligaciones con cláusula
penal”.
En señalar la convención que pasamos a estudiar como una clase aparte de
obligaciones acompañan a nuestro Código la mayoría de las legislaciones- en cambio,
en los autores es corriente, desde Zacharie a nuestros días, tratar de ella a propósito
de la avaluación de los perjuicios.
La verdad es que ambas posiciones admiten defensa, porque si en la cláusula
penal hay una avaluación convencional y anticipada de los perjuicios, como luego lo
veremos, la institución excede en mucho a tan estrecho marco.
En un primer párrafo estudiaremos el concepto y caracteres, en un segundo, sus
efectos, y en el último, la cláusula penal enorme.

Párrafo 1.°

CONCEPTO Y CARACTERES

905. Concepto.
Hemos dicho que la regulación de la indemnización no tiene por qué forzosamente
someterse a los tribunales; bien pueden las partes convenirla, tanto una vez producido
el incumplimiento, como antes de él y en previsión de que acontezca, mediante una
cláusula penal.
Se la suele definir como la avaluación convencional y anticipada de perjuicios que
hacen las partes, definición que peca por considerar sólo el aspecto indemnizatorio de
la estipulación sin detenerse en otro que es tan importante como éste: su calidad de
caución.
Más completa es, pues, la definición del propio Código en su Art. 1.535: “es aquella
en que una persona, para asegurar el cumplimiento de una obligación, se sujeta a una
pena, que consiste en dar o hacer algo en caso de no ejecutar o de retardar la
obligación principal”.
A la cláusula penal se le señalan tres funciones, de las cuales las dos primeras son
indiscutidas, no así la última. Son ellas, dicho a modo de enunciación:
814
RDJ, T. 46, sec. la., pág. 162.

566
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° Avaluar anticipada y convencionalmente los perjuicios;


2.° Caucionar la obligación, y
3.° Servir de pena civil.
Las veremos en los números siguientes.

906. I. La cláusula penal como avaluación de perjuicios.


Si en el estudio de la indemnización de perjuicios algo ha quedado en claro, es la
dificultad con que el acreedor tropieza para justificarlos, quedando en muchos
aspectos al criterio del juez determinarlos; con la cláusula penal el acreedor evita este
grave inconveniente, porque de antemano quedan fijados los perjuicios que deberá
indemnizarle el deudor si no cumple la obligación principal.
Si bien la cláusula penal es convencional y anticipada, y, según veremos, accesoria
a la obligación principal, no es forzoso que nazcan juntas. Por el contrario, la cláusula
puede convenirse junto con el nacimiento del contrato, o cuando la obligación ya
existe, y en tal caso ella no tiene por qué forzosamente ser convencional. Así lo
confirma por lo demás el Art. 1.647, que se refiere precisamente al caso de que la
nueva obligación pactada sea una pena para el caso de no cumplirse la primera, y
determina cuándo ello lleva envuelta una novación (N.° 1.124). Por ello la
denominación de “cláusula” para esta convención no es totalmente correcta, pero está
impuesta por el uso inveterado.
Como indemnización convencional la cláusula penal es anticipada, porque el
monto de los perjuicios queda fijado antes de producirse, mientras que en la judicial y
legal la avaluación se realiza una vez ocurridos los mismos.
Puesto que la cláusula penal es una indemnización de perjuicios, puede ser
compensatoria y moratoria;815 así lo confirma el Art. 1.535, que habla de no ejecutar o
retardar la obligación principal. La no ejecución es la que da lugar a la indemnización
compensatoria, y el retardo, a la moratoria.
La cláusula penal como indemnización de perjuicios tiene una serie de
peculiaridades que la diferencian de la normal, principalmente porque:
1.° En la avaluación judicial y legal los perjuicios se reparan en dinero; en la
cláusula penal puede contraerse una obligación de dar, como por ejemplo
comprometerse a entregar un vehículo en caso de incumplimiento; de hacer, como si al
dar en mutuo una cierta cantidad a un pintor, éste se obliga en caso de incumplimiento
a pintar un cuadro- y aunque el Art. 1.535 no lo diga expresamente, no habría
inconveniente para que fuera una abstención lo prometido para el caso de no
cumplirse la obligación principal, y
2.° El acreedor tiene derecho a cobrar la pena, aun cuando realmente no haya
habido perjuicios; no necesita acreditarlos, ni tampoco el deudor puede eximirse de
ella, alegando que no los hubo. Así lo dispone el Art. 1.542 (N.° 913), de modo que en
definitiva bien puede ocurrir que el deudor sea obligado a pagar la pena, aun cuando el
acreedor ningún perjuicio haya sufrido, o, al contrario, haya resultado beneficiado. Pero
si así no fuera, la cláusula penal perdería gran parte de su eficacia indemnizatoria,
pasando a ser una mera inversión del onus probandi en materia de perjuicios, y no
podría desempeñarse como caución, carácter que destacamos en el número siguiente.

907. II. La cláusula penal como caución personal.


Varias veces hemos destacado el indiscutible carácter de caución personal de la
cláusula penal; la seguridad que otorga es meramente psicológica: el deudor, ante el
evento de verse obligado a pagar una pena, que puede ser considerable, para el caso
de no cumplir su deuda, se sentirá más forzado a pagarla buenamente que en aquellas
en las cuales podrá discutir judicialmente cada uno de los posibles aspectos de los
perjuicios.

815
RDJ, T. 55, sec. 2a, pág. 123.

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En tal sentido la mayor eficacia de la cláusula penal depende de su monto, y a fin


de evitar los excesos a que puede llegarse por esta vía, se contempla la reducción por
lesión (cláusula penal enorme: N.° 921).
Este carácter de caución de la cláusula penal era aún más acentuado en el derecho
romano, donde a las obligaciones que no daban acción se les otorgaba mediante una
cláusula penal, algo como lo que ocurre ahora con la cláusula penal constituida por un
tercero para caucionar una obligación natural (N.° 338).
En la disposición que a esto se refiere (Art. 1.472) queda muy en claro que el
Código considera la cláusula penal como caución personal, pues valida las fianzas,
hipotecas, prendas y cláusulas penales consti tuidas por terceros para la seguridad de
las obligaciones naturales; punto que confirma, además, la propia definición del Art.
1.535, que la considera destinada a asegurar el cumplimiento de una obligación
principal.
En virtud de este carácter de caución de la cláusula penal pueden explicarse
diversas soluciones de la ley, y que, mirándola únicamente como indemnización de
perjuicios, carecen de justificación. Desde luego, ya señalada que puedan cobrarse
perjuicios, aunque no los haya.
Pero puede irse más lejos aún, y por estipulación expresa de las partes, según
veremos, al acreedor le es posible cobrar tanto la obligación principal como la pena, y,
por otro convenio también expreso, la pena y la indemnización ordinaria de perjuicios;
todo ello sería inexplicable si se trata de una mera avaluación convencional de los
daños.
Como caución la cláusula penal es personal, y no pasa a ser real, aun cuando
consista en dar una especie o cuerpo cierto; en consecuencia, si el deudor o el que
constituyó la pena enajenan el bien que se obligaron a dar, el acreedor carece de
derecho de persecución de la cosa en manos del adquirente.

908. III. La cláusula penal como pena civil.


El Código en la propia definición califica de pena a la cláusula penal y en muchos
contratos suele hablarse de “multa”.
Ello ha hecho sostener a algunos que en la cláusula penal, además de una caución
y una indemnización de perjuicios, hay una pena civil, 816 de aquellas que la ley faculta
a los particulares para imponer.
Es indudable el carácter sancionador de la pena, común por lo demás a toda
indemnización de perjuicios, pero no parece necesario recurrir a la calificación de pena,
porque tiende fundamentalmente a que la obligación se cumpla en naturaleza, o por
equivalencia.

909. Paralelo con otras instituciones.


A lo largo de este estudio ya hemos señalado semejanzas y diferencias de la
cláusula penal con las obligaciones alternativas y facultativas (N.° 380), y las cláusulas
limitativas de la responsabilidad (N.° 864).
Veremos ahora sus relaciones con la fianza, arras y astreintes.
1.° Fianza.
La cláusula penal, cuando es constituida por un tercero, se asemeja mucho a la
fianza en que también alguien ajeno a la deuda responde en caso de incumplimiento
del deudor principal. Se diferencian en que la primera puede consistir en dar, hacer o
no hacer algo, cualquiera que sea la obligación principal, mientras la fianza sólo se
refiere a obligaciones de dinero (Art. 2.343); además, el fiador no puede obligarse en
términos más gravosos que el deudor principal, mientras la pena no tiene más límite
que la lesión (N.° 921).817
2.° Las arras.
816
Nunca podría ser penal, y por ello se ha rechazado una cláusula penal en que el deudor en caso de
incumplimiento se sujetaba a la pena de la estafa: G.T. de 1884, N.° 2.122, pág. 1.311.

568
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El legislador se refirió a ellas en los Arts. 1.803 a 1.805, en la compraventa. De


acuerdo a ellos en las arras se da una cosa con el fin de constituir una seguridad de la
celebración o ejecución del contrato, o como parte de precio o señal de quedar
convenidos.
En este último caso, la venta queda perfecta, salvo que ella requiere escritura
pública. Si no se han utilizado tales expresiones, las arras dan derecho a retractarse de
la celebración de la compraventa, “el que ha dado las arras, perdiéndolas; y el que las
ha recibido, restituyéndolas dobladas”.
Hay una gran semejanza con la cláusula penal, pero con algunas diferencias: las
arras garantizan la celebración del contrato y no el cumplimiento de la obligación
contraída; pero fundamentalmente en las arras hay una entrega actual de dinero u otra
cosa, mientras en la cláusula penal la entrega deberá hacerse en caso de
incumplimiento.818
3.° La astreinte.
Es una interesante institución, creación de la jurisprudencia francesa, que Mazeaud
define como “una condena pecuniaria pronunciada por el juez, que tiene por objeto
vencer la resistencia de un deudor recalcitrante, y llevarlo a cumplir una resolución
judicial. El juez une a su resolución una “astreinte” o conminación de tanto por día o
por mes de retraso”.819
La astreinte no tiene por objeto indemnizar los perjuicios al acreedor; es una
medida coactiva sobre los bienes del deudor vencido, y tiende a presionarlo, como un
verdadero apremio patrimonial, a cumplir la sentencia. El deudor se ve constreñido a
cumplir para eludir el pago de la “astreinte”, y en tal sentido es muy útil en aquellas
obligaciones que no pueden hacerse cumplir forzadamente, incluso porque las
autoridades niegan el otorgamiento de la fuerza pública, como solía ocurrir con los
lanzamientos.
No es procedente en nuestro país, donde nadie ha facultado, a los tribunales para
ello, pero su conveniencia es clara. En todo caso, su diferencia con la cláusula penal es
obvia: no la convienen las partes, y no tiene finalidad indemnizatoria sino
“conminatoria”.820

910. Características de la cláusula penal.


Además de los ya señalados de constituir una caución y una avaluación anticipada
de los perjuicios, y discutiblemente una penal civil, la cláusula penal es consensual,
condicional (o eventual) y accesoria.
1.° Consensualismo.
La ley no ha exigido solemnidades de ninguna especie para la cláusula penal,
aunque naturalmente le rigen las limitaciones para la prueba testimonial.
Se considera, eso sí, que si la pena se refiere a bienes raíces o derechos reales
constituidos en ellos, deberá constar por escritura pública.821
2.° Condicional.
En efecto, el derecho del acreedor a cobrar la pena depende de un hecho futuro e
incierto: el incumplimiento del deudor; pero como es esencial para ella, se ha resuelto
que es eventual.822
3.° Accesoriedad.
817
En un caso, publicado en la RDJ, T. 32, sec. la., pág. 188, se discutió el carácter de cláusula penal de la
obligación de un tercero de pagar una cierta suma como fiador y codeudor solidario, en caso de no entregar
el deudor principal un cuerpo cierto debido.
818
Un fallo de la RDJ, T. 17, sec. la., pág. 134, resolvió que constituía cláusula penal el depósito de una
suma en manos del acreedor para garantizar el fiel cumplimiento de un contrato. Parecía más bien arras.
819
Ob. cit., Parte 2a, T. Y, N.° 940 y sigtes., pág. 220 y sigtes.
820
A propósito de calificación de la cláusula penal, se ha considerado que es tal la base de remate de que
el subastador pierda la suma dada o boleta de garantía si no paga el precio o suscribe la escritura en el plazo
fijado: RDJ, Ts. 41, sec. la, pág. 396, y 56, sec. la., pág. 218.
821
Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 20, pág. 22.
822
RDJ, T. 32, sec. la, pág. 188. Véase N.° 452, 3°.

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Como caución que es, la cláusula penal accede a una obligación principal que
garantiza. No puede existir cláusula penal sin ella.
Esta obligación puede ser incluso natural, siempre que la pena se la imponga un
tercero (N.° 338).
Como consecuencia de su carácter accesorio, la cláusula penal se extingue
conjuntamente con la obligación principal, según lo diremos en el número siguiente, y
será divisible o indivisible, según lo sea la obligación a que accede, como lo
estudiaremos en el párrafo que luego sigue (N.° 920).

911. Extinción de la cláusula penal.


Como toda obligación accesoria, la cláusula penal puede extinguirse por vía
principal o accesoria.
En el primer caso, es la cláusula penal la que se extingue, pero la obligación
principal subsiste; así ocurrirá si se anula judicialmente la pena, o consiste en la
entrega de una especie o cuerpo cierto que perece, etc.
En cambio, extinguida la obligación principal, con ella termina la cláusula penal. En
consecuencia, por ejemplo, prescribirá conjuntamente con la obligación principal de
acuerdo al Art. 2.516 (N.° 1.271).
El legislador se preocupó expresamente de la nulidad en el inc. 1.° del Art. 1.536:
“la nulidad de la obligación principal acarrea la de la cláusula penal, pero la nulidad de
ésta no acarrea la de la obligación principal”.823
En los incisos 2 y 3 estableció dos excepciones a este principio, que ya señalamos
que no eran verdaderamente tales, referentes a la promesa del hecho ajeno (No- 139)
y la estipulación en favor de otro (NI` 130), respectivamente.
En cambio, aplica el principio el Art. 1.701, según el cual la falta de instrumento
público exigido por la ley como solemnidad, no puede suplirse por otros medios de
prueba y se mirarán -agrega el precepto- como no ejecutados o celebrados los actos y
contratos contenidos en ellos, aun cuando se prometa reducirlos a instrumento público
dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal. “Esta cláusula no tendrá efecto
alguno”.
Hasta cierto punto, hay excepción al principio señalado en los esponsales que no
producen obligación alguna, y en consecuencia tampoco facultan para exigir la multa
que se haya estipulado, pero ella puede retenerse si se ha pagado (N.° 329).

Párrafo 2.°

EFECTOS DE LA CLÁUSULA PENAL

912. Enunciación.
El efecto fundamental de la cláusula penal es permitir al acreedor cobrarla en caso
de infracción al contrato por parte del deudor.
Para el estudio de este efecto y los adicionales que pueden producirse, nos
referiremos a los siguientes aspectos:
1.° Cuándo tiene el acreedor derecho a cobrar la pena;
2.° Caso del incumplimiento parcial;
3.° Cobro de la pena, obligación principal e indemnización, y
4.° Pluralidad de acreedores y deudores.

823
Por ello se ha fallado que siendo nula una promesa de venta, igualmente lo es la cláusula penal
pactada para el caso de no cumplirse: RDJ, T. 46, sec. 2a., pág. 79.

570
LAS OBLIGACIONES TOMO II

913. I. Para que el acreedor cobre la pena deben concurrir los requisitos de la
indemnización de perjuicios, menos éstos.
Para que el acreedor quede en situación de cobrar la pena estipulada, es necesario
que se cumplan todos los requisitos ya estudiados para la indemnización ordinaria,
pero no importa que no haya perjuicios.
En consecuencia:
1.° Debe haber incumplimiento imputable al deudor. al Rige todo lo dicho para
este requisito en el estudio de la indemnización normal de perjuicios, de donde derivan
los casos en que el deudor es responsable y cuando no lo es.
Se ha pretendido infundadamente, sin embargo, que el deudor responderla de la
pena aun en caso fortuito, porque el Art. 1.542 declara que “habrá lugar a exigir la
pena en todos los casos en que se hubiere estipulado...”
Semejante interpretación es insostenible, porque, según veremos en seguida, el
precepto es tan rotundo para significar que la pena puede cobrarse aunque no haya
perjuicios; también veremos a continuación que el legislador exige la mora del deudor
para que haya lugar a la pena, y ella supone la imputabilidad del incumplimiento (N.°
870), finalmente, el caso fortuito extingue la obligación principal por “pérdida de la
cosa debida”, como dice nuestro Código, y la extinción de la obligación principal
acarrea la de la pena.
2.° Mora del deudor.
Al respecto, hay que distinguir si la obligación principal es de dar o hacer, o si es
de no hacer, porque en este último caso, el deudor queda en mora por la sola
infracción (No 868).
De ahí que el inc. 2 del Art. 1.538 disponga: “si la obligación es negativa, se
incurre en la pena desde que se ejecuta el hecho de que el deudor se ha obligado a
abstenerse”.
En cambio en las obligaciones de dar y de hacer “el deudor no incurre en la pena
sino cuando se ha constituido en mora” (inc. 1).
En consecuencia, se requerirá el retardo imputable, que el acreedor a su vez no
esté mora,824 y la previa interpelación al deudor, en alguna de las formas establecidas
en el Art. 1.551 (N.° 871).
Sin embargo, se ha discutido si se aplica en la cláusula penal el N.° 1 del precepto,
esto es, la interpelación contractual expresa, y en consecuencia el deudor está
obligado a la pena si no ha cumplido la obligación principal por el solo vencimiento del
plazo estipulado, sin necesidad de requerimiento alguno.
Lo que ha dado origen a la deuda es que el Art. 1.538, inc. 1, comienza diciendo:
“háyase o no estipulado un término dentro del cual deba cumplirse la obligación
principal”, el deudor no incurre en la pena sino cuando se ha constituido en mora.
La sola lectura del precepto da a entender que debe siempre interpelarse
judicialmente al deudor, pero la verdad es que se trata de un error en la elaboración
del Código. En efecto, el Proyecto de 1853 no aceptaba el principio de que el día
interpela por el hombre, sino la doctrina francesa de que el deudor queda en mora por
la llegada del plazo únicamente cuando así se ha estipulado. En el Código definitivo se
efectúo el cambio de doctrina en el Art. 1.551, en la forma estudiada en el No- 873, y la
sola llegada del plazo convenido coloca en mora al deudor, pero la Comisión Revisora
omitió corregir el Art. 1.538.
Un fallo de nuestros tribunales reconoce la mora del deudor por el solo
cumplimiento del plazo convenido aun en la cláusula penal,825 pero don Luis Claro Solar
rechaza esta interpretación.826 Sin embargo de la autoridad de su opinión resultaría
absurdo ser más estricto en la cláusula penal, que es caución e indemnización
convenida, que en la ordinaria.
824
RDJ, Ts. 20, sec. la., pág. 359, y 28, sec. 1a, pág. 689. Véanse N.° 941 y sigtes.
825
RDJ, T. 41, sec. la., pág. 396.
826
ob. cit., T. 11, pág. 746, N.° 1.237.

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3.° Los perjuicios.


Ellos sí que pueden faltar en la cláusula penal. Dice el Art. 1.542, después de
sentar el principio ya examinado de que la pena puede exigirse en todos los casos en
que se hubiere estipulado: “sin que pueda alegarse por el deudor que la inejecución de
lo pactado no ha inferido perjuicio al acreedor o le ha producido beneficio”.
No sólo, pues, según destacábamos, el acreedor está exento de probar perjuicios,
sino que tampoco el deudor puede acreditar que no los hubo. Es la gran ventaja de la
cláusula penal sobre la indemnización ordinaria.
En consecuencia, no hay necesidad alguna de distinguir entre daño emergente y
lucro cesante,827 daños directos o indirectos, previstos o imprevistos, morales o
materiales, ni se exige en los perjuicios relación de causalidad ni requisito alguno, etc.

914. II. Incumplimiento parcial.


De acuerdo al Art. 1.539: “si el deudor cumple solamente una parte de la
obligación principal y el acreedor acepta esa parte, tendrá derecho para que se rebaje
proporcionalmente la pena estipulada por la falta de cumplimiento de la obligación
principal”.
Aquí sí que la ley fue muy precisa al decir: “si el acreedor acepta esa parte”, pues
de acuerdo al Art. 1.591 no tiene por qué tolerar A pago parcial (N.° 620).828

915. III. Cobro de la pena, de la obligación principal y la indemnización


ordinaria de perjuicios.
Es preciso determinar los derechos del acreedor en caso de incumplimiento con
relación al cobro de la pena, de la obligación principal y de la indemnización de
perjuicios de acuerdo a las reglas generales, materias a que se refiere el Art. 1.537.
Podemos resumir las reglas que señala este precepto en cuatro:
1.° Antes de constituirse el deudor en mora, el acreedor sólo puede exigir la
obligación principal;
2.° Constituido el deudor en mora, puede el acreedor a su arbitrio cobrar la
obligación principal, la pena compensatoria o la indemnización ordinaria de perjuicios;
3.° Por excepción, el acreedor puede acumular la pena compensatoria y el
cumplimiento forzado de la obligación principal cuando así se ha convenido, y en la
transacción, y
4.° Por excepción puede también el acreedor pedir la pena y la indemnización
ordinaria de perjuicios, si así se ha estipulado.
Veremos el desarrollo de estas cuatro reglas en los números siguientes.

916. A. Antes de la mora sólo puede pedirse la obligación principal.


Así lo señala la primera parte del Art. 1.537: “antes de constituirse el deudor en
mora, no puede el acreedor demandar a su arbitrio la obligación principal o la pena,
sino sólo la obligación principal”.
Ello es lógico, porque de acuerdo al precepto que sigue (el Art. 1.538 ya citado), el
deudor no incurre en la pena mientras no sea constituido en mora. En consecuencia,
antes de ella, el acreedor no puede exigir la pena que no se ha devengado aún, sino
únicamente el cumplimiento del contrato.

917. B. Derecho alternativo del acreedor en la mora del deudor.


La regla es que una vez constituido el deudor en mora. el acreedor tiene una triple
alternativa:
1.° Exigir el cumplimiento de la obligación principal, siempre que sea ello posible.

827
RDJ, T. 50, sec. la, pág. 21.
Respecto a la no necesidad en general del acreedor de probar perjuicios: RDJ, T. 55, sec. 2a, pág. 123.
828
G.T. 1878, N.° 322: el tribunal determinará discrecionalmente la rebaja, lo que parece efectivo
Únicarnente si no cabe aplicar la proporcionalidad que señala el precepto.

572
LAS OBLIGACIONES TOMO II

No podría el deudor oponerse al cumplimiento forzado ofreciendo la pena, porque


de acuerdo al Art. 1.537 la elección es al arbitrio del acreedor y no de aquél.
Puede estipularse lo contrario, o sea que en caso de incumplimiento sólo sea
exigible la pena, y en ese caso ha habido una novación, de acuerdo al Art. 1.647 (N.°
1.124).
Y así como puede el acreedor exigir el cumplimiento, también podría pedir la
resolución,829 aunque en una oportunidad se falló lo contrario.830
2.° Exigir la pena, en vez de la obligación principal.
En caso de incumplimiento hemos visto que el acreedor debe primero pedir el
cumplimiento forzado, y sólo si éste no es posible, la indemnización de perjuicios (N.°
818). En la cláusula penal, en cambio, el legislador permite al acreedor elegir a su
arbitrio entre la ejecución forzada y la pena.
3.° Exigir la indemnización de perjuicios ordinaria.
Bien puede el acreedor no pedir ni el cumplimiento ni la pena, sino la
indemnización de perjuicios en conformidad a las reglas generales. Así lo establece la
parte final del Art. 1.543: “pero siempre estará al arbitrio del acreedor pedir la
indemnización o la pena”. Naturalmente que en tal caso la indemnización se somete en
todo y por todo a las normas generales, y en consecuencia deberá probar los perjuicios
que cobra el acreedor.
La explicación de esta solución es muy sencilla: la cláusula penal favorece al
acreedor y de ahí que éste puede renunciarla. El elegirá entre las ventajas de la
cláusula penal, que lo exime de probar perjuicios, y las de la indemnización ordinaria,
que le permitirá percibir los que efectivamente ha sufrido y que pueden ser superiores
a la cláusula penal. Es precisamente una de las diferencias que señalábamos entre
ésta y las cláusulas limitativas de responsabilidad (N.° 864).

918. C. Casos en que el acreedor puede acumular la pena y la obligación


principal.
Son tres los casos en que el acreedor puede cobrar la pena y la obligación
principal:
1.° Si la pena es moratoria.
Que el acreedor no pueda cobrar al mismo tiempo la obligación principal y la pena
se justifica ampliamente porque en tal caso estaría obteniendo un doble pago: el
cumplimiento y la pena, pero ello naturalmente se refiere a la pena compensatoria y no
a la moratoria, que siempre puede agregarse al cumplimiento porque indemniza el
retardo (No 820).
La distinción entre pena moratoria y compensatoria aparece claramente en la
propia definición del Art. 1.535, que habla de “no ejecutar” y “retardar” la obligación
principal.
Y por ello el Art. 1.537, después de decir que el acreedor no puede acumular la
pena y la obligación principal, agrega: la menos que aparezca haberse estipulado la
pena por el simple retardo”.
Tiene gran interés, pues, distinguir si la indemnización es compensatoria o
moratoria, lo cual es cuestión de interpretación, ya que el precepto habla de
“aparecer”. Según una sentencia, la pena debe entenderse normalmente
compensatoria.831
2.° La estipulación de las partes.

829
Somarriva, Cauciones, N.° 27, pág. 27.
830
RDJ, T. 7, sec. 2a, pág. 39. Aceptó la resolución por incumplimiento parcial: RDJ, T. 55, sec. 2a, pág.
123, fijando la que es evidentemente la buena doctrina.
831
RDJ, T. 61, sec. la, pág. 122; la define además como una suma de dinero semejante a lo que habría
significado el cumplimiento de la obligación principal.
En una sentencia publicada en la misma Revista, T. 55, sec. 2a., pág, 123, se interpretó como moratoria
una pena en un contrato de confección de obra material.

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Aun la pena compensatoria puede cobrarse conjuntamente con la obligación


principal, si así se ha estipulado. Esta excepción la señala también el Art. 1.537, en su
parte final: “o a menos que se haya estipulado que por el pago de la pena no se
entiende extinguida la obligación principal”. No hay, naturalmente, necesidad de usar
esta frase sacramental; basta cualquiera que indique claramente la intención &le las
partes de acumular pena y obligación principal. La única exigencia es que semejante
estipulación debe ser expresa, mientras que tratándose de la pena moratoria al
legislador le basta que aparezca” haberse convenido ésta por el simple retardo.
Tampoco habría inconveniente alguno para que se estipule que el acreedor podrá
pedir la resolución del contrato y la pena.832
3.° En la transacción.
Dispone el Art. 2.463: “si se ha estipulado una pena contra el que deja de ejecutar
la transacción, habrá lugar a la pena, sin perjuicio de llevarse a efecto la transacción en
todas sus partes”.
En consecuencia, cabe solicitar el cumplimiento del contrato y al mismo tiempo la
pena, porque el legislador desea rodear a la transacción de la máxima eficacia posible.

919. D. El acreedor sólo por estipulación expresa puede cobrar la pena e


indemnización ordinaria.
Según hemos venido señalando, normalmente el acreedor tiene una triple opción
entre el cumplimiento, la pena y la indemnización ordinaria de perjuicios, y en los
casos señalados puede acumular las dos primeras.
Pero no puede cobrar al mismo tiempo la pena y la indemnización de perjuicios,
salvo el caso de excepción de que las partes lo hubieren expresamente convenido.833
Lo dispone así el Art. 1.543 en su primera parte: “no podrá pedirse a la vez la pena
y la indemnización de perjuicios, a menos de haberse estipulado así expresamente”.
También se exige en este caso que el convenio sea expreso.

920. IV. Pluralidad de deudores y acreedores.


El Código, en el Art. 1.540, se preocupó únicamente de la situación de los
herederos del deudor, cuya obligación se encontraba garantizada con una cláusula
penal.834
Para un cuadro más o menos completo de las situaciones que pueden producirse,
debemos examinar las siguientes:
1.° Obligación principal divisible.
A ella se refiere en parte el inc. 1 del Art. 1.540: “cuando la obligación contraída
con cláusula penal es de cosa divisible, la pena, del mismo modo que la obligación
principal, se divide entre los herederos del deudor, a prorrata de sus cuotas
hereditarias. El heredero que contraviene a la obligación, incurre, pues, en aquella
parte de la pena que corresponde a su cuota hereditaria- y el acreedor no tendrá
acción alguna contra los coherederos que no han contravenido la obligación”.
En consecuencia, la regla general es que la pena sea divisible, e incurre en ella en
la parte que le corresponde el o los deudores culpables; como una consecuencia de
que jurídicamente lo normal es la simple conjunción (N.° 385), y que la indemnización
de perjuicios la debe solamente el deudor infractor (N.° 888).
Esto tiene las excepciones que a continuación veremos.
2.° Obligación principal indivisible.
El mismo Art. 1.540, en sus incisos 2 y 3, contiene dos excepciones al principio
señalado en el inc. 1.°: que la obligación principal sea indivisible, o que se haya puesto

832
G.T. de 1921, ler. sem., No 207, pág. 888.
833
RDJ, T. 10, sec. la., pág. 104. Si se han pedido ambas, procede acoger sólo la pena: G.T. de 1938, 20
sem., N.° 103, pág. 478.
834
Véase Somarriva, Cauciones, ob. cit., págs. 31 y 32; Gatica, ob. cit., pág. 448 y siguientes: Claro Solar,
ob. cit., T. 10, págs. 538 y siguientes.

574
LAS OBLIGACIONES TOMO II

la cláusula penal o la intención expresa de que no pudiera ejecutarse parcialmente el


pago.
En tal caso, el acreedor tiene una alternativa: cobrar al culpable el total de la pena,
o a cada uno de los deudores, incluidos los inocentes, su cuota en la pena, quedando a
salvo el recurso de éstos contra el infractor.
Se producen dos variantes con respecto a la obligación principal divisible, primero,
porque el acreedor puede cobrar el total de la pena, y no sólo la parte del infractor; y
segundo porque quedan afectos a su cuota en ella los deudores no imputables. En esto
hay una excepción también a la regla general de las obligaciones indivisibles, de cuya
infracción sólo responde el culpable, de acuerdo al inc. 29 del Art. 1.533 (N.° 888)835-836
3.° Pena indivisible.
Si la pena misma es indivisible, podrá entonces reclamarse a cualquiera de los
deudores, sea quien fuere el infractor, porque ese es justamente el efecto de la
indivisibilidad. “As¡, por ejemplo, si la pena consiste en la entrega de un caballo y éste
se encuentra en poder de uno de los deudores inocentes, no podría excusarse de
entregarlo alegando su no culpabilidad, pues estaríamos en presencia de una
obligación indivisible, en conformidad al N.° 22 de¡ Art. 1.526”.837
4.° Obligación principal solidaria.
Es un caso no previsto por el legislador, y en que la doctrina considera que si todos
los codeudores solidarios se han sometido a una pena para el caso de no cumplirse la
obligación principal, han manifestado su voluntad de que la pena pueda cobrarse en
contra de cualquiera de ellos, sin perjuicio del derecho de los inocentes de repetir
contra el o los infractores, o sea, aquel o aquellos por cuyo hecho o culpa se debió
pagar la pena.838
5.° Cláusula penal garantizada con hipoteca.
Esta situación está ya prevista por la ley en el Art. 1.541: “si a la pena estuviere
afecto hipotecariamente un inmueble, podrá perseguirse toda la pena en él, salvo el
recurso de indemnización contra quien hubiere lugar En consecuencia, por la
indivisibilidad propia de la acción hipotecaria (N.° 439), sea quien fuere el infractor,
puede perseguirse el total de la pena en el inmueble hipotecado, sin perjuicio del
derecho del poseedor para repetir contra el culpable.
6.° Pluralidad de acreedores.
Tampoco el legislador se puso en la situación que existan varios acreedores de la
obligación garantizada con cláusula penal. En tal situación, la solución más aceptada
es que por regla general cada acreedor sólo puede cobrar su parte en la pena, salvo
que ésta sea indivisible, o se haya pactado solidaridad activa, en cuyo caso cada
acreedor queda facultado para cobrar el total.

835
G.T. de 1886, N.° 3.791, pág. 2.425: se trataba de una iguala entre tres clientes, uno de los cuales
revocó el mandato al abogado.
836
El precepto no se puso en el caso de que los infractores fueren dos o más de los deudores.
Si la obligación principal es divisible, no hay duda que puede el acreedor cobrar únicamente su cuota en
la pena a cada uno de ellos.
Pero en los casos de excepción: obligación principal indivisible, o que no puede pagarse por
parcialidades, la doctrina más aceptada es que el acreedor puede cobrar el total de la pena a cualquiera de
los infractores. Podría sostenerse lo contrario, porque esa es la solución para las obligaciones indivisibles en
el precepto citado en el texto, y que, en consecuencia, el acreedor sólo podrá cobrar a cada infractor su
cuota; pero resultaría absurdo hacer esta diferencia entre el caso en que el infractor sea uno, o sean varios.
Véase Gatica, N.° 350, pág. 458 de su obra citada.
837
Somarriva, Cauciones, pág. 32.
838
Somarriva, Cauciones, N, 63, pág. 66, y Gatica, el). cit., NQ 351, pág. 460; Claro Solar, ob. cit., T. 10,
N` 597, pág. 536. Aunque sea tradicionalmente aceptada, puede discutirse, porque salvo en lo que respecta
al precio que todos los deudores deben solidariamente, la indemnización de perjuicios es conjunta aun entre
los deudores solidarios (N° 888). Por el otro lado, pesa el argumento de que todos los codeudores han
consentido en someterse a la pena.
Para evitar toda posible discusión es preferible que la solidaridad se convenga expresamente también
para la cláusula penal.

Dislexia Virtual 575


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Párrafo 3.°

LA CLÁUSULA PENAL ENORME

921. Mutabilidad o ínmutabilidad de la cláusula penal.


Las legislaciones y doctrina están divididas en dos tendencias.
Una es la de la inmutabilidad de la cláusula penal, en que ésta no queda sujeta a
reducción en caso alguno; en su favor se argumenta que da la máxima eficacia a la
cláusula penal, pues ya sabemos que su calidad de caución se refuerza mientras mayor
sea su cuantía. Es el sistema del Código francés y sus seguidores.
El otro sistema permite una posterior revisión de la cláusula penal, a fin de evitar
justamente los abusos que puede cometer el acreedor, exigiendo al deudor una pena
exagerada. Es el del Código alemán y los inspirados en él.
Nuestra legislación se apartó aquí del sistema francés y estableció en el Art. 1.544
la posibilidad de reducción de la cláusula penal en los tres casos que señala, y en que
se considera que ella ha sido enorme.
El precepto es doblemente excepcional, porque constituye una limitación a la
libertad de las convenciones, y porque contiene casos de lesión que el Código acepta
únicamente en forma específica y limitada. De ahí que su interpretación debe ser
restrictiva.
Procederá una posible reducción de la pena:
1.° En los contratos conmutativos, para las obligaciones de una cantidad
determinada;
2.° En el mutuo;
3.° En las obligaciones de valor inapreciable e indeterminado.
El Código aplica distintos criterios para determinar cuándo la cláusula penal ha
sido enorme, que veremos en los números siguientes.

922. I. Contratos conmutativos.


Dice el inc. 1 del Art. 1.544: “cuando por el pacto principal una de las partes se
obligó a pagar una cantidad determinada, como equivalente a lo que por otra parte
debe prestarse, y la pena consiste asimismo en el pago de una cantidad determinada,
podrá pedirse que se rebaje de la segunda todo lo que exceda al duplo de la primera,
incluyéndose ésta en él”.
La redacción del precepto es bastante confusa. Para que opere deben concurrir
tres circunstancias:
1.° Debe tratarse de un contrato conmutativo, ya que el Código se refiere a la
obligación de una de las partes de pagar una cantidad determinada como equivalente
de lo que la otra debe pagar; ello es propio de los contratos señalados (N.° 64);
2.° La obligación principal de quien se sujetó a una pena para el caso de no
cumplirla, debe ser de una cantidad determinada, y
3.° La pena también debe consistir en el pago de una cantidad determinada.
Evidentemente, la obligación principal y la pena deben ser de la misma naturaleza,
porque si no seria imposible la comparación entre ellas, y de ahíque normalmente
ambas deberán consistir en dinero.
Cumplidos los requisitos señalados, la reducción de la pena afectará a la suma en
que ésta exceda al duplo de la obligación principal, “incluyéndose ésta en él”. O sea, la
obligación principal se incluye en el duplo. ¿Qué ha querido significar el legislador con
esta frase?
Al respecto, hay dos interpretaciones:
1.° La mayoría de la doctrina 839 considera que la cláusula penal no puede exceder
al doble de la obligación principal, como si una persona vende a otra un vehículo en $

839
Alessandri, ob. cit., pág. 111; Somarriva, Caucíones, ob. cit., N.° 33, pág. 35; Gatica, ob. cit., N.° 379,
pág. 486; Fueyo, ob. cit., T. IQ, pág. 36o, Nº 374; Claro Solar, ob. cit., N.° 590, pág. 530 del T. 10.

576
LAS OBLIGACIONES TOMO II

30.000, de los cuales el comprador queda adeudando $ 10.000, y se estipula una pena
para el caso de no pagarse el precio de $ 20.000. Como ésta es el duplo de la
obligación principal, no está sujeta a reducción, pero si fuere superior a $ 20.000, se
rebajarla todo el excedente.
2.° Para otros, con esta interpretación no tiene sentido la frase en cuestión; ello
sólo puede significar que la obligación principal se suma a la pena, que puede ser el
duplo de ella, y en consecuencia alcanzar en total a tres veces la obligación
incumplida. En el ejemplo, la pena podría ser de $ 30.000.
Pero no hay que olvidar que por regla general no se puede cobrar la obligación
principal y la pena (N.° 917), lo que quiso decir el legislador fue evidentemente que el
máximo de la pena es el doble de la obligación principal, y por estar incluida ésta en
dicho duplo, no puede cobrarse aparte, ni aun en los casos en que ello es posible. 0
sea, en la pena queda incluida la suma a que corresponde la obligación principal, como
compensación de ella, y otro tanto por los demás perjuicios.

923. II. Mutuo. Referencia.


De acuerdo al inc. 2 de la disposición antes comentada, no se aplica al mutuo, en
que según el inc. 3 se puede rebajar la pena en lo que exceda al máximo que la ley
permite estipular.
Al estudiar los intereses, nos referimos ya a este precepto y al problema que
plantea su interpretación (N.° 365 a 369).

924. III. Obligaciones de valor inapreciable o indeterminado.


De acuerdo al inc. 2 del mismo Art. 1.544, a estas obligaciones no se aplica
tampoco la limitación del inc. 1, sino que se “deja a la prudencia del juez moderarla,
cuando atendidas las circunstancias pareciere enorme”, la pena estipulada (inc.
final).840 Queda enteramente a la apreciación del juez.

925. La petición de rebaja del deudor.


En los tres casos señalados por el Art. 1.544, el deudor podrá pedir la rebaja de la
pena; no puede hacerlo el tribunal de oficio, como erróneamente a nuestro juicio se ha
resuelto, porque los tribunales no actúan por regla general sino a petición de parte, y el
inc. 1 justamente habla de “pedirse que se rebaje” la pena.841
También se ha resuelto que la cláusula penal enorme no puede oponerse como
excepción a la ejecución, sino que debe deducir el deudor la correspondiente acción de
reducción.842
Finalmente, debemos concluir que el derecho del deudor a pedir la reducción es
irrenunciable , pues si no pasaría a ser cláusula de estilo en los contratos; es la
solución que el Art. 22 de la Ley N.° 4.694 da en los intereses y en la lesión enorme en
la compraventa (Art. 1.892).843

840
Se aplicó la disposición en un caso en que un abogado había estipulado que si se le revocaba el poder
en un juicio, el cliente pagaría como pena la mitad de la herencia por la cual se pleiteaba. La Corte de Talca
la rebajó a $ 1.000 de la época, por encontrarla enorme: G.T. de 1906, sent. N.° 759, pág. 97.
En otro caso se aplicó a la obligación del arrendador de entregar la cosa arrendada, que es de valor
inapreciable: RDJ, T. 5°, sec. 1a, pág. 238.
841
El fallo de la RDJ de la nota anterior.
842
RDJ, T. 61, sec. la, pág. 122.
843
G.T. de 1887, N.° 1.241, pág. 743 y N- N-' 1.271, pág. 759; Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 37., pág.
38.

Dislexia Virtual 577


Capítulo V
RELACIONES DE LAS RESPONSABILIDADES
CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL
926. Enunciación.
Tradicionalmente se hace una distinción tajante entre la responsabilidad
contractual y la extracontractual; casi todas las obras señalan la gran importancia que
tiene distinguir una de otra por el distinto tratamiento jurídico que les da la ley, y se
analizan igualmente los problemas a que esta separación da lugar, y la posibilidad del
acreedor de elegir una u otra (cúmulo de responsabilidades); actualmente se ha
planteado la doctrina de la unidad de responsabilidad civil, que considera ésta como
una sola, no siendo las diferencias entre sus distintas categorías de orden esencial.
En el presente Capítulo analizaremos todas estas cuestiones, a través de los
siguientes aspectos:
1.° Diferencias en nuestra legislación entre ambas responsabilidades:
2.° Determinación de cuándo se aplica una y otra;
3.° El problema del cúmulo de responsabilidades, y
4.° La teoría de la unidad de la responsabilidad civil.

927. I. Diferencias entre ambas responsabilidades.


En relación con nuestra legislación se señalan principalmente las siguientes:
1.° En cuanto a su generación.
La responsabilidad contractual supone la existencia de un vínculo jurídico previo,
de una obligación que no se cumple o se cumple tardía o imperfectamente. El hecho
ilícito da, en cambio, nacimiento a una obligación que antes de él no existía.
De esto deriva que en la primera las partes tienen un campo más amplio de acción
a su voluntad, pues han estado en situación de prever la regulación jurídica en caso de
infracción a la obligación-, por ello, las normas legales son en general meramente
supletorias, se aceptan con cierta amplitud las convenciones modificatorias de la
responsabilidad y las partes pueden fijar anticipadamente los perjuicios mediante una
cláusula penal.
Respecto a los hechos ¡lícitos, es la ley la que fija cuándo nace la obligación de
indemnizar; la única facultad de las partes es componer como estimen conveniente el
daño, derogando las normas legales que lo determinan; las cláusulas de
irresponsabilidad son más bien excepcionales, aunque se tiende actualmente a
aceptarlas, pero con limitaciones (N.° 241).
2.° La capacidad.
Sólo son incapaces de delito o cuasidelito civil los dementes, los menores de 7
años, y los mayores de esta edad, pero menores de 16 años cuando han obrado sin
discernimiento.
Las incapacidades contractuales son más amplias-, desde luego, la mayor edad es
a los 21 años, y existen otras fuera de la edad o privación de razón: disipador
interdicto, etc.

578 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

Esta diferenciación se la justifica diciendo que es más fácil distinguir lo lícito de lo


¡lícito que responder de los daños en el cumplimiento de un contrato.
3.° Dolo o culpa.
En cuanto al dolo como elemento constitutivo de ambas responsabilidades, si su
concepción es la misma de acuerdo a la teoría unitaria del dolo (N.° 826), sus efectos
son diferentes; en materia extracontractual no produce otros distintos a la culpa,
mientras que es una agravante de responsabilidad en el cumplimiento de los contratos.
Las diferencias entre culpa contractual y extracontractual las destacamos ya
suficientemente (N.° 829 y siguientes), y se refiere fundamentalmente a la presunción
que existe en materia contractual y a la graduación que ella misma admite; la que
deriva de los hechos ilícitos debe probarla la víctima, salvo los casos de excepción en
que la ley la presume, y no admite grados,
4.° Perjuicios indemnizables.
La indemnización extracontractual es más completa que su congénere en los
contratos; la facultad de los jueces es por ello más amplia en la primera (N.° 302).
En ninguna de las dos se responde de los perjuicios indirectos, salvo que en la
contractual se haya así expresamente convenido; en cambio en esta última sólo se
responde de los perjuicios imprevistos en los casos de convención en tal sentido, dolo o
culpa grave, mientras que en la extracontractual se responde siempre.
Del daño moral se responde incuestionablemente si se ha cometido un hecho
ilícito; en materia contractual el punto se discute, y la opinión más aceptada es que no
se indemnizan (N.° 892).
5.° Mora.
En la responsabilidad extracontractual la obligación de indemnizar nace cuando se
produce el hecho ilícito dañoso; en materia contractual para que se deban perjuicios se
requiere colocar al deudor en mora.895 bis
6.° Pluralidad de deudores.
Tratándose de los contratos, la obligación de indemnizar es por regla general
conjunta, salvo casos de excepción, principalmente por dolo o culpa grave.
Los autores del hecho ilícito responden solidariamente.
7.° Prescripción.
La de acción de indemnización por incumplimiento de una obligación es de largo
tiempo: 5 años desde que se hizo exigible; la extracontractual es de corto plazo: 4 años
desde la perpetración del hecho ¡lícito, sin perjuicio de las excepciones en uno y otro
sentido.
Existen aún otras diferencias más de detalle, como las relativas a competencia de
tribunales y procedimiento, etc., en que ya no vale la pena insistir.

928. II. Determinación de cuándo se aplica una y otra responsabilidad.


Si en nuestra legislación existen tales diferencias entre una y otra categoría de
responsabilidad, interesa precisar cuándo tienen ellas lugar, respectivamente, a fin de
aplicarles las normas pertinentes.
Ello nos lleva a estudiar una serie de puntos de interés:
1.° Cuál es la regla general en materia de responsabilidad,
2.° Los presupuestos de la responsabilidad contractual;
3.° La responsabilidad precontractual;
4.° La responsabilidad en caso de nulidad,
5.° La obligación de seguridad en ciertos contratos, y
6.° La responsabilidad profesional.

929. A. La regla general de responsabilidad es la contractual.


Hemos hablado por un lado de responsabilidad contractual, lo que supone un
contrato, y por los hechos ¡lícitos, y cabe entonces preguntarse, ¿qué ocurre en caso
895 bis
RDJ, T. 68, sec. 4a, pág. 270.

Dislexia Virtual 579


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

de infracción de las obligaciones que no sean ni contractuales ni provenientes de un


delito o cuasidelito civiles? ¿Qué normas se le aplican, las de responsabilidad
contractual o de la extracontractual? Puesto que el legislador no ha dado otras, es
necesario escoger.
Y en Francia se sostiene que las normas sobre responsabilidad extracontractual
son la regla general, aplicables a lo no previsto por el legislador. La razón es, además
de la mayor semejanza que tienen entre sí todas las obligaciones no contractuales, que
el Código francés trata específicamente “de los daños y perjuicios resultantes del
incumplimiento de la obligación”, para más adelante, en el Título 4.° del Libro 3.°,
reglamentar “las obligaciones que se forman sin convención”.
Pero entre nosotros la situación es diferente, porque el Título 12 del Libro 4.° trata
de la responsabilidad por incumplimiento de las obligaciones bajo el epígrafe: “del
efecto de las obligaciones”, expresión que las involucra a todas, y se exceptúan los
hechos ilícitos por el tratamiento separado que les otorga bastante más adelante.844
Así se ha fallado también,845 pero como la misma sentencia tuvo que advertirlo, el
punto resulta muy relativo, porque el Título 12, como se aprecia en todos sus
preceptos, discurre sobre la idea de una estipulación previa de las partes, y por la
razón ya apuntada de que estructuralmente las obligaciones extracontractuales se
asemejan más entre sí, y resisten la asimilación a las normas dadas para las
convenciones. Queda en realidad a la interpretación, con las reglas que dé el legislador
para la institución de que se trate, y los principios generales de la responsabilidad, fijar
la del deudor por el incumplimiento de una obligación cuasicontractual, legal, etc.,
teniendo sí en cuenta que la regla general es la del Título 12 del Libro 4.°.

930. B. Los presupuestos de la responsabilidad contractual.


Hemos dicho que ésta tiene lugar cuando se infringe una obligación preexistente
entre las partes, fundamentalmente de origen convencional, y por asimilación, según
decíamos en el número anterior, de otras fuentes extracontractuales.
Afinando un poco el concepto es conveniente destacar que la contractual misma
supone la concurrencia de las siguientes circunstancias:
1.° Que entre las partes exista un contrato válido.
Parece una perogrullada decir que la responsabilidad contractual supone un
contrato, pero el punto se destaca por los problemas de la responsabilidad
precontractual, y del contrato nulo que veremos en los números siguientes.
El llamado transporte benévolo (N.° 47) no es contrato, y en consecuencia, la
responsabilidad del conductor en caso de daños al ocasional pasajero se determina de
acuerdo a las reglas extracontractuales.
2.° Que el daño sea ocasionado por una de las partes en perjuicio de la otra.
En cuanto al deudor, se entiende por parte también a aquellos por los cuales
es civilmente responsable (N.° 851).
Por este requisito es que debe concluirse, por ejemplo, en el contrato de transporte
que el daño ocasionado por un accidente al pasajero es una responsabilidad
contractual (N.° 933), pero el que sufran a raíz del fallecimiento de éste las personas
que de él dependen es siempre extracontractual.846
Igualmente el daño que ocasione un tercero que se hace cómplice del
incumplimiento, o lisa y llanamente por cuyo hecho o culpa no puede cumplirse la
844
Alessandri, Responsabilidad Extracontractual, ob. cit., N-
N- 28, pág. 54; Claro Solar, ob. cit., T. 11, N-
N -o
1.067, pág. 521; Tomasello, ob. cit., N.° 32, pág. 193. En contra, Carlos Ducci Claro, ob. cit., N.° 11, pág. 8.
845
RDJ, T. 59, sec. la., pág. 112. Se trataba de materias tributarias, y la Corte Suprema, por el poder
soberano con que actúa el Estado, consideró inaplicables ciertas normas del Título 12 del Libro 4°, punto que
hemos destacado en varias partes de esta obra (N 39). Véanse también la nota 806 en la misma materia y la
nota 857 respecto a un pago de lo no debido.
Véase también en RDJ, T. 52, sec. la., pág. 444, una interesante sentencia sobre indemnización en caso
de angaria: se aplican las reglas del Derecho Internacional, y no del Código Civil.
846
Sin perjuicio de que, como dijimos, autores franceses consideran que en tal caso habría una
estipulación a favor de otros, punto muy discutible.

580
LAS OBLIGACIONES TOMO II

obligación, es extracontractual, pues ninguna relación convencional lo liga con el


acreedor.
En el caso de la estipulación en favor de otro, la responsabilidad por el
incumplimiento ante el beneficiario que ha aceptado el contrato es contractual; por la
aceptación ha pasado a ser parte del contrato.847
3.° Que el daño provenga del incumplimiento y no de otra actuación del deudor.
No por el hecho de que dos personas estén unidas por un contrato toda
responsabilidad entre ellas va a ser contractual. Es preciso que el daño provenga del
incumplimiento de alguna de las obligaciones derivadas de la convención; toda otra
responsabilidad entre las mismas partes será extracontractual. Y así, si A debe a B un
vehículo, y antes de la época de la entrega lo atropella con él en forma culpable, la
responsabilidad de A es naturalmente extracontractual.

931. C. Responsabilidad precontractual.


Es un punto que se ha discutido mucho en doctrina si la responsabilidad que puede
derivar para alguna de las partes por los daños originados a la otra en la etapa previa a
la formación del contrato, es contractual o extracontractual.
La opinión más general se inclina por esta última opinión, puesto que decíamos
recién que la contractual supone un contrato y éste no se forma aún, Ihering en cambio
sostenía que se daba en este caso la culpa in contrahendo, de orden contractual, como
lo es el acto que se iba a otorgar.848
Alessandri distingue las responsabilidades expresamente previstas por la ley, en
los casos de los Arts. 98, inc. final, y 100 del Código de Comercio (N.° 45), que por ser
legales,849 se rigen, según lo dicho en el N.° 929, por la responsabilidad contractual,
que es la regla general entre nosotros; toda otra responsabilidad precontractual
derivada de la ruptura de las negaciones preliminares es extracontractual.850
Debe advertirse, por último, que el contrato preliminar, como una promesa de
contrato, dado que es contrato, origina ya responsabilidades netamente contractuales.

932. D. Caso del contrato nulo.


Como decíamos, la responsabilidad contractual supone un contrato válido, porque
si hay nulidad, el contrato se borra retroactivamente. En consecuencia, la
responsabilidad que pueda hacerse derivar del contrato nulo es evidentemente
extracontractual.
Por regla general, el legislador repara el daño del acto nulo, restituyendo a las
partes al estado en que se encontrarían si no hubieran contratado, pero es posible que
alguna de ellas sufra daños que no están expresamente previstos por la ley.
En tal caso, concurriendo los requisitos generales de la responsabilidad
extracontractual, y especialmente el dolo o culpa del contratante, que sabiendo o
debiendo saber el vicio otorgó de todos modos el contrato nulo, y la buena fe del que
sufre los daños, procederá su indemnización.
Buena prueba de ello es el Art. 1.455, inc. 2, que en el caso de nulidad por error en
la persona, da derecho a aquel con quien erradamente se ha contratado a ser
indemnizado “de los perjuicios en que de buena fe haya incurrido por la nulidad del
contrato”. Lo confirma el Art. 1.814, inc. final: “el que vendió a sabiendas lo que en el
todo o en una parte considerable no existía, resarcirá los perjuicios al comprador de

847
Alessandri, ob. cit., N.° 37, pág. 64 y autores por él citados.
848
Véase Claro Solar, ob. cit., T. 11, N-
N- 1.072 y sigtes., págs. 529 y sigtes.
849
Lo mismo da si se les considera como casos de declaración unilateral de voluntad: N.° 174. igualmente
ellos quedarían afectos a la regla general del Título 12 del Libro 4°.
850
Ob. cit., N.° 29, pág. 57. Esta responsabilidad se presentará cuando en forma dolosa o negligente se
ha dado a la contraparte la seguridad de la celebración del contrato, lo que la ha hecho incurrir en gastos,
desechar otras proposiciones, etc. Requiere en todo caso un examen atento de la conducta de ambas partes,
porque tampoco puede buenamente defenderse al imprudente que da por hecho lo que no es sino tina
proposición para estudiarse.

Dislexia Virtual 581


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

buena fe”. Y se deduce, por último, de los Arts. 2.314 y 2.329 que determinan que todo
daño proveniente del dolo o culpa de otro debe indemnizarse.851

933. E. La obligación de seguridad.


Hay contratos que por su ejecución implican un riesgo de daño a la persona misma
de uno de los contratantes, como ocurre muy principalmente en el de transporte. Pues
bien, como decíamos, es un presupuesto para que la responsabilidad sea contractual
que el daño provenga de la infracción de alguna de las obligaciones del contrato.
De ahí que, en caso de accidentes, se discute si éste puede considerarse
incumplimiento de una obligación del deudor, sosteniéndose por algunos que se
trataría de una responsabilidad extracontractual, pues era imposible la vigilancia
permanente de éste sobre los actos del acreedor durante la ejecución del contrato.
Otra tesis que tiende a imponerse hoy en día y elaborada principalmente por la
doctrina y jurisprudencia francesas852 sostiene que en este tipo de contratos existe una
obligación de seguridad que obliga al deudor a ejecutar el contrato de manera que el
acreedor resulte sano y salvo,853 de manera que si no cumple esta obligación, y el
acreedor sufre algún daño en su persona, la responsabilidad es contractual. La
importancia capital que ello tiene es eximir a éste de la prueba de la culpa.
En nuestra legislación, no cabe duda que en el contrato de transporte existe para
el acreedor esta obligación de seguridad; el Art. 2.015 lo señala expresamente: “el
acarreador es responsable del daño o perjuicio que sobrevenga a la persona por la
mala calidad del carruaje, barco o navío en que se verifica el transporte”,
responsabilidad que se ve confirmada por el Art. 207, inc. 2, en relación con el Art. 171
del Código de Comercio. Es la opinión de nuestra doctrina854 y jurisprudencia.855
Esta obligación de seguridad, cuya máxima trascendencia incide en el contrato de
transporte, también se señala doctrinariamente que existe en el contrato para el uso
de aparatos mecánicos en ferias de diversiones, en el hospedaje, en la enseñanza de la
equitación, de manejo de vehículos, etc.

934. F. Responsabilidad profesional.


Si un profesional, médico, abogado, dentista, ingeniero, etc., en el desempeño del
encargo que se le ha otorgado causa por culpa o dolo un daño a quien le encargó sus
servicios, la responsabilidad que le cabe es evidentemente contractual.
Si el daño lo ocasiona a un tercero ajeno (como si el abogado bajo su sola firma
injuria a la contraparte), o sin que haya mediado contrato de prestación de servicios,
como si se atiende a un accidentado, la responsabilidad es extracontractual. También
lo será respecto de los perjuicios que, por ejemplo, la muerte del paciente por
negligencia médica, y otras, ocasione a personas que vivían a expensas de la víctima.
Finalmente, en el caso de servicios prestados a través de organismos públicos o
privados, como ser hospitales, asistencias, etc., la responsabilidad del profesional
respecto al que recibe el servicio es contractual, pues se considera que ha existido una
estipulación en favor de éste.856
Así expuesto el problema, parece estar de acuerdo con los principios generales de
la responsabilidad, pero en la práctica conduce al absurdo de considerar, por ejemplo,
que si al médico se le muere un paciente, si el abogado pierde un pleito, etc., se les
presume la culpa, porque tal es la norma en materia de responsabilidad contractual.
851
Arturo Alessandri Rodríguez, Responsabilidad extracontractual, ob. cit.., NI, 30, pág. 57; Arturo
Alessandri Bessa, La nulidad y rescisión en el Derecho Civil Chileno. Imprenta Universitaria, Stgo., 1949; N- N-
1.304 y sigtes., pág. 1.124 y sigtes.; Tomasello, ob. cit., N.° 34, pág. 199; Gatica, ob. cit., N.° 52, pág. 73, etc.
852
Véase Tomasello, ob. cit., págs. 239 y sigtes., quien cita abundante bibliografía sobre el tema, y
Alessandri, Responsabilidad extracontractual. ob. cit., N- N- 41, págs. 67 y siguientes.
853
Obligación que además sería de resultado (N° 221).
854
Véase nota 904; Somarriva, Obligaciones, N.° 433, pág. 291.
855
RDJ, T. 13, sec. la., pág. 110. Véase Repertorio, Tomos 49, 2a edición, pág. 144, y 79, pág. 174.
856
Alessandri, ob. cit., NI! 42, pág. 75, quien sigue muy de cerca la opinión de los autores y jurisprudencia
franceses.

582
LAS OBLIGACIONES TOMO II

De ahí una notoria tendencia en la doctrina a considerar al profesional afecto a


responsabilidad extracontractual, a fin de esquivar el absurdo apuntado. La teoría de
las obligaciones de prudencia y resultado soluciona muy adecuadamente el problema,
pero ya hemos señalado su difícil introducción en nuestra legislación (N.° 221).
Finalmente, la responsabilidad de los notarios, conservadores de bienes raíces y
otros funcionarios públicos que requieren título profesional y cobran derechos a
quienes requieren sus servicios, es extracontractual;857 la forma especial de
remuneración no quita la calidad de función pública a sus servicios, y no basta para
darles categorías contractual.

935. III. El problema del cúmulo, acumulación u opción de responsabilidades.


El problema llamado del cúmulo de responsabilidad des tiene dos posibles
enfrentamientos.
Por un lado, determinar si es posible que la víctima del incumplimiento puede
cobrar a la vez indemnizaciones por las vías contractual y extracontractual; el hecho es
en sí mismo un incumplimiento, pero al mismo tiempo reúne los requisitos del hecho
ilícito. En tal sentido en que propiamente puede hablarse de acumulación, en forma
casi unánime se rechaza la posibilidad de unir las dos responsabilidades para el cobro
de doble indemnización, y sólo en Suiza se la suele aceptar a fin de procurar a la
víctima una íntegra reparación,
Más propiamente, el problema se concibe como una opción de la víctima; si el
incumplimiento inviste a la vez el carácter de un hecho ilícito por concurrir los
requisitos propios de éste, ¿podría la víctima, ,según le fuere más conveniente, cobrar
los perjuicios conforme a las reglas de la responsabilidad contractual o
extracontractual a su elección? Así, por ejemplo, el pasajero conducido por una
empresa podrá cobrar a ésta conforme a la responsabilidad contractual por la
obligación de seguridad ya señalada, y así favorecerse de la presunción de culpa del
demandado, o demandarla conforme a los Arts. 2.314 y siguientes, y así poder, por
ejemplo, cobrar daños imprevistos, o sin discusión posible los morales.
Dicho de otra manera, se trata de saber si el demandante podría decir que, según
el Título 35 del Libro 4.°, todo daño que revista los caracteres de delito o cuasidelito
civil, obliga a indemnizarlo conforme a dichas disposiciones, y en consecuencia,
cobrarlos de acuerdo a ellas, dejando a un lado las que gobiernan la responsabilidad
contractual.
Se trata de un falso problema, mal denominado por añadidura, porque no hay
cúmulo, esto es, acumulación de responsabilidades, sino que opción entre ellas, y más
limitadamente aún, posibilidad de abandonar la responsabilidad contractual para
asilarse en la delictual. El cúmulo se produce en el hecho mismo, que es considerado a
un tiempo como incumplimiento imputable y hecho ilícito.
Y decimos que es un falso problema, porque resulta evidente que si el legislador, a
falta de estipulación de las partes, ha reglamentado la responsabilidad del deudor por
el incumplimiento, dichas normas son las que deben aplicarse y no otras. Es la opinión
predominante en la doctrina y jurisprudencia,858 tanto nacional como extranjera.
Ello no impide, naturalmente, en la forma que hemos visto anteriormente, que un
mismo hecho pueda generar responsabilidad contractual respecto del acreedor (daños
a éste) y extracontractual hacia otras personas, por los perjuicios personales que el
incumplimiento les ha ocasionado (parientes que vivían a expensas de la víctima de un
accidente, por ejemplo); ni tampoco es obstáculo para que entre las mismas partes
puedan darse coetáneamente responsabilidades contractuales y extracontractuales,

857
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 21, sec. la., pág. 501; 30, sec. la, pág. 366, y 32, sec. la, pág. 538.
858
Alessandri, ob. cit., N.° 46, pág. 84 y los autores citados por él: Tomasello sigue a Alessandri, en ob.
cit., pág. 259 y sigtes.; Fueyo, ob. cit., T. 12, N-
N- 241, pág. 255.
En cuanto a la jurisprudencia, por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 13, sec. la., pág. 110; 27, sec. la-
la-, pág. 323; 47,
sec. la., pág. 127, y 48, sec. la., pág. 252.

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como en el ejemplo que ya dimos del vendedor que debiendo la entrega de un


vehículo, atropella con el mismo al acreedor.
Alessandri y la jurisprudencia señalan dos casos de excepción en que el
demandante podría elegir entre demandar la responsabilidad contractual y la
extracontractual:
1.° Si las partes así lo han convenido.
En ello no hay nada excepcional a las reglas de la responsabilidad contractual,
porque hemos visto que las partes pueden modificar las normas legales supletorias
como estimen conveniente (N” 895 y 903), y si están facultadas para hacer aplicables
una por una todas las soluciones de la extracontractual, con mayor razón para hacerla
aplicable integralmente o darle opción al acreedor.
2.° Cuando la infracción al contrato constituye típicamente un delito o cuasidelito
penal, como ocurre en los casos del Art. 470, N.° 19 y 491 del C.P., porque -se dice de
todo delito nace acción penal para el castigo del culpable, y puede nacer una civil para
obtener la indemnización establecida por la ley a favor del perjudicado (Art. 10,
C.P.P.).859

936. IV. Teoría de la unidad de la responsabilidad civil.860


Al comenzar en el N.° 926 este estudio comparado de ambas responsabilidades,
contractual y delictual, decíamos que normalmente se efectúa una distinción marcada
entre ellas, consideradas como dos instituciones diferentes. Contra esta tendencia han
reaccionado, fundamentalmente, autores franceses que en mayor o menor grado han
acercado, identificado o integrado la una con la otra; esta teoría que reconoce diversos
matices es la llamada de la unidad de la responsabilidad civil. La estudiaremos primero
en general, luego su situación en Chile, para finalmente establecer algunas
conclusiones.

937. A. Planteamiento de la teoría.


Como decíamos, ella reconoce diferentes graduaciones entre los autores, pero
tiende fundamentalmente a equiparar ambas categorías de responsabilidad,
considerando que siempre representa una actuación contraria a derecho que da origen
a la obligación de indemnizar los perjuicios que ocasiona la contravención. De ahí que
sus diferencias son mínimas sin llegar a distanciarlas en dos instituciones separadas;
como máximo -6e las considera como dos aspectos de una misma institución.
Se funda en varias argumentaciones que pueden sintetizarse así:
1.° La responsabilidad civil como fuente de obligaciones.
Cierto es que en la contractual, las partes estaban unidas previamente por un
vínculo jurídico: una obligación, pero la que nace del incumplimiento constituye una
nueva, la de indemnizar los perjuicios, que es la misma que a su vez origina el hecho
¡lícito.
Aquí se diversifican las opiniones, porque algunos llegan al extremo de considerar
que el incumplimiento no sería sino una categoría dentro de los hechos ilícitos, una
especie de este género, porque reúne los caracteres de tal: acción u omisión dolosa o
culpable que causa daño.

859
Alessandri, ob, cit., N` 46, pág. 84 y RDJ, Ts. 47, sec. la, pág. 127, y 48, sec. 2a, pág. 252, fallos que
prácticamente reproducen las opiniones del autor citado, No es el lugar para examinarla, pues requiere un
estudio más detenido, pero cuando menos queremos destacar que esta opinión es muy dudosa, porque el
Art. 10 del C.P.P. no dice que siempre nazca acción civil, sino que puede nacer cuando está establecido en la
ley, o sea, se remite lisa y llanamente a las normas del Derecho Civil.
860
Véanse al respecto Jorge Giorgi, Teoría de las Obligaciones en el Derecho Moderno; Luis Josserand,
Derecho Civil, T. 2°, volumen 1°; Marcel Planiol y Georges Ripert, Tratado Práctico de Derecho Civil Francés,
Tomo 6°; Mazeaud, obs. cit.: Tratado Teórico Práctico de la Responsabilidad Civil Delictual y contractual,
Tomo 19; y Derecho Civil, Parte 2a., Tomo 2°. En Chile, Alessandri, ob. cit., NQ 25, pág. 42; Tomasello, ob.
cit., págs. 169 y siguientes: Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.065, pág. 519; Coustasse e Iturra, ob. cit., N.° 3 a
6, págs. 15 y siguientes.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

Para Planiol, la asimilación entre ambas responsabilidades se produciría, en


cambio, porque en la extracontractual también existe una obligación legal infringida,
cual sería no actuar imprudentemente, no lesionar, no robar, etc.; su vulneración haría
nacer la obligación de indemnizar los perjuicios, tal cual ocurre con el rompimiento de
un compromiso contractual. Esta posición no ha prosperado porque dijimos en el N.° 19
que se trata normalmente de deberes de conducta de carácter jurídico (y de ahí que su
infracción se sancione), y no propiamente de obligaciones en el sentido técnico de los
créditos; para tener esta categoría le faltan elementos estructurales indispensables:
sujetos determinados y prestación también precisa.
Por ello es más comúnmente aceptada la posición que considera que hechos
¡lícitos e incumplimiento son ambos manifestaciones de una actuación contraria al
derecho, y sancionados civilmente con el resarcimiento del daño ocasionado; esta
obligación nace con el hecho ¡lícito o la infracción del contrato, y en este último caso
pasa a sustituir a la obligación propia de éste.
Se ha replicado que ello no es efectivo, porque desde luego la indemnización
moratoria no viene a sustituir a la obligación anterior, sino que coexiste con ella- y en
seguida, porque el incumplimiento no da necesariamente lugar a esta transformación
de la obligación sino cuando el cumplimiento en naturaleza deja de ser posible (N.°
818). Si puede obtenerse aun el cumplimiento, se dará lugar a éste forzadamente, y
podrá proceder, además, la indemnización moratoria. El incumplimiento no ha dado
necesariamente nacimiento a una obligación nueva, como ocurre en el hecho ilícito.
2.° identidad de elementos fundamentales.
Ambas responsabilidades suponen elementos comunes; sus presupuestos de
existencia son los mismos: una acción u omisión imputable al causante del daño, la
existencia de éste y la relación de causalidad entre la conducta del responsable y el
perjuicio de la víctima.
Dentro de estos elementos, el dolo es reconocidamente uno mismo siempre que se
presente (N.° 826); pero esta doctrina ha tropezado con dos diferencias fundamentales
en la culpa: su graduación y presunción en la responsabilidad contractual.
Sin embargo, hemos ya visto que el problema de la graduación es bien relativo, y
en la práctica la tendencia actual es permitir al juez la calificación de si ella ha
concurrido, lo que en definitiva ocurre aun en legislaciones que admiten la división
como la nuestra.
En cuanto a la presunción de culpa, también se tiende a equiparar ambas
responsabilidades, mediante la teoría de las obligaciones de medios y de resultados (N'
221) y las presunciones que se establecen en la delictual, cada vez con mayor
frecuencia.
Por último, la doctrina de responsabilidad objetiva y su aceptación en ciertos
casos, igualmente exime a la víctima de probar la culpa en materia extracontractual.
3.° Accesoriedad de las restantes diferencias.
Todas las demás distinciones entre ambas categonas de responsabilidad son de
cuantía menor: ellas existen, y por ello siempre deberá darse una reglamentación
especial, pero no alcanzan a darles una distinta naturaleza, e incluso tienden a
atenuarse, como ocurre con la aceptación del daño moral en materia contractual, y de
las cláusulas límitativas o eximentes de responsabilidad en la extracontractual.

938. B. La teoría de la unidad en la legislación chilena.


Con la excepción de Claro Solar, los autores nacionales861 y la jurisprudencia862
rechazan la doctrina de la unidad de la responsabilidad civil.
La verdad es que por muy buena voluntad que hacia ella se tenga, no cabe sino
concluir que el Código distingue claramente ambas responsabilidades, como que las
trató tan separadamente y en forma integral cada una de ellas.
861
Véase la nota anterior. Tampoco Claro Solar le da una aceptación plena.
862
RDJ, Ts. 26, sec. 1a, pág. 234; 15, sec. la., pág. 324; 47, sec. la, pág. 127, y 48, sec. la-
la-, pág. 252.

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Enseguida, ninguno de los postulados fundamentales de esta teoría puede


aceptarse en nuestra legislación. El incumplimiento no es fuente de una nueva
obligación, desde luego porque no está enumerado entre ellas en los Arts. 1.437 y
2.284, y enseguida, porque para el Código cuando el incumplimiento natural ya no es
posible, la obligación no se extingue, pero varía de objeto. Es la misma obligación, pero
que de su prestación original pasa a la indemnizatoria (N.° 815). Por último, la
indemnización de perjuicios deriva evidentemente del contrato- el deudor debe
indemnizar porque infringió la obligación que él le impuso.863

939. C. Conclusión.
Pasa con la teoría de la unidad lo que con todas las innovaciones humanas; se
originan en un cambio en las relaciones sociales, el razonamiento de los pensadores
extrema las cosas, y así se produce el acomodo final a la nueva situación planteada.
El origen ha estado en lo que destacábamos en el N.° 203: la complejidad de la
vida moderna con un incremento considerable de los daños a personas y cosas. Ocurre
que un mismo hecho perjudicial, un accidente, un incendio, la intervención de un
médico, etc., dará origen a una responsabilidad contractual o extracontractual, según
si las partes estaban anteriormente ligadas por el vínculo o no. Y lo ¡lógico es que en
un caso se apliquen unas reglas, y otras diferentes en el segundo. Si el hecho es el
mismo, y la conducta humana la misma, no hay razón para las distinciones. Ya
destacábamos el absurdo que significa el solo sostener que de ser contractual, la
responsabilidad del médico a quien se le muere un paciente se presume.
A nadie, en cambio, le preocupará asimilar el incumplimiento de una deuda de
dinero con el homicidio de una persona. Son los extremos de la responsabilidad civil,
pero hay todo un campo intermedio en que la proximidad y la identidad son la nota
dominante y no la diversidad.
Pero tampoco hay para qué extremar las cosas: la teoría de la unidad ha tenido el
gran mérito de revelar y destacar la similitud donde antes se remarcaban con fruición
las separaciones. Hoy es difícil que alguien pueda llegar a sostener que la
responsabilidad civil no es una sola, pero dividida en dos grandes Capítulos: el de la
contractual por un lado y el de la extracontractual por el otro. Con normas comunes
para ambas, y especiales para cada una. Ya no se justifica en forma alguna la
reglamentación separada e integral de la mayoría de los Códigos, y en cambio es
lógico el método del Código alemán, que trata de la responsabilidad en conjunto en los
Arts. 249 y siguientes, y luego da normas especiales para cada una de sus especies:
Arts. 276 y siguientes y 823 y siguientes para la contractual y extracontractual,
respectivamente. Es lo que recomendamos para una futura revisión de nuestra
legislación, muy rezagada en la materia.
Por otro lado, es cierto que la fundamentación de ellas es la misma; el responsable
ha infringido un deber de conducta, que es uno solo; la vida en sociedad y el derecho
imponen al individuo el deber de comportarse con la debida prudencia de manera de
no causar daños a otros. Si así no se hace, se habrá actuado contra el Derecho, y éste
reprime la antijuridicidad actuando por cuenta de la víctima, o de la sociedad toda si la
infracción inviste la gravedad suficiente para ello. Pero esta infracción es de distinta
naturaleza, según los casos; normalmente, si no hubiere mediado contrato, no habría
habido tampoco actuación ilícita para el deudor. Es la existencia de éste la que
determina la antijuridicidad del acto-, si Pedro no paga a Juan $ 1.000, es ilícito si se los
debe, y perfectamente jurídico si no hubo contrato, u otra fuente de obligación.
Finalmente, ya hemos señalado que en la responsabilidad contractual la
indemnización tanto compensatoria como moratoria864 subrogan a la obligación

863
Alessandri, ob. cit., pág. 44.
864
El argumento esgrimido contra la teoría unitaria basándose en la indemnización moratoria no es
válido, porque justamente ella no existía antes: nace con el incumplimiento, y por el otro lado ella, unida al
cumplimiento forzado o la indemnización compensatoria, integran la obligación no cumplida oportunamente.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

incumplida: es realmente una obligación nueva, como la de indemnizar


extracontractualmente, pero por pasar a ocupar la situación jurídica de la anterior
toma su misma calidad y categoría; es en tal sentido que doctrinariamente el
incumplimiento es fuente de obligación.

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Capítulo VI
INCUMPLIMIENTO RECIPROCO865
(Excepción del contrato no cumplido y derecho legal de retención)

940. Enunciación.
El presente Capítulo comprende el estudio de dos instituciones de remoto origen
romano, pero que se encuentran aún en pleno desarrollo e inspiradas en un mismo
principio que las legislaciones normalmente no consagran en forma expresa, sino que
sólo recogen en disposiciones aisladas: que el deudor puede negarse a cumplir su
obligación, mientras su acreedor no le cumpla a él lo que le debe, o se demuestre llano
a hacerlo.
Son ellas la excepción del contrato no cumplido, limitada a los contratos
bilaterales, y el derecho legal de retención; oportunamente señalaremos sus
semejanzas, diferencias y respectivos campos de acción, adelantando eso sí que en
ciertos casos es difícil reconocerlos.
En nuestro concepto se trata de dos manifestaciones de un mismo fenómeno:
resulta inequitativo exigir al deudor que cumpla su obligación si su contraparte no lo
hace o demuestra estar llana a hacerlo. Mediante la excepción de incumplimiento o de
deuda del reclamante, el deudor obtiene la seguridad de que a su turno se le cumplirá.
Por eso constituye una garantía, en el sentido amplio de la expresión (N.° 72) del
cumplimiento.
Ambas envuelven en cierta forma una autotutela, porque el deudor puede
legítimamente dejar de cumplir su obligación o negarse a la restitución o entrega de
una cosa, sin ulteriores responsabilidades para él, pero, además, se le da la tutela de
permitir oponer la excepción correspondiente.
Dado el actual desenvolvimiento de las instituciones, las trataremos, sin embargo,
separadamente en dos secciones diferentes.

Sección primera

LA EXCEPCIÓN DEL CONTRATO NO CUMPLIDO

941. Concepto.
La excepción del contrato no cumplido o exceptio non adimpleti contractus es la
que corresponde al deudor en un contrato bilateral para negarse a cumplir su
obligación mientras la otra parte no cumpla o se allane a cumplir la suya.

865
La denominación del Capítulo está lejos de ser correcta, pero correspondería dar a la institución un
nuevo nombre que aún no está aceptado o usar un largo título: derecho del deudor a negarse al
cumplimiento si el acreedor no cumple o allana a cumplir lo que le debe, que parece excesivo.
Hay quienes hablan de mora de ambas partes, para referirse especialmente a la excepción del contrato
no cumplido, pero legalmente es errónea, porque justamente el Art. 1.552 señala que no hay mora para
ninguna de las partes (N° 945).

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

Como en todas las instituciones propias de los contratos bilaterales, se ha


sostenido que su justificación es la causa: si no se cumple una obligación, la de la otra
parte deja de tener causa, y por ello ésta puede negarse a cumplirla.866
La objeción también la conocemos ya: la causa existió al tiempo de celebrarse el
contrato, y es requisito de validez del acto, no de cumplimiento- y ello se subsana al
igual que en la condición resolutaria tácita (N.° 60 y 523) y en la teoría del riesgo (N'
1.208), con la noción de la interdependencia entre las obligaciones recíprocas de las
partes.
Además, es indudable el fundamento de equidad de la institución, pues no es justo
que una de las partes se vea obligada a cumplir su obligación, y a perseguir por otro
juicio el cumplimiento de la suya. En tal sentido ya decíamos que la excepción del
contrato no cumplido entronca en un principio de carácter más general en el Derecho:
no puede exigirse lo que no se está dispuesto a dar. La buena fe debe presidir el
Derecho, y evidentemente no la tiene el acreedor en esa circunstancia.
Como decíamos, la excepción se puede hacer valer, cualquiera que sea la forma en
que se esté exigiendo el cumplimiento: judicial o extrajudicialmente.
Si el acreedor en esta última forma exige al deudor el cumplimiento, éste puede
negarse a él aduciendo la deuda recíproca, y de esta negativa al cumplimiento no le
deriva consecuencia alguna, mientras el que pretende cobrar no pague o se allane al
pago.
Judicialmente, el deudor podrá oponerla a una demanda de cumplimiento forzado,
de indemnización de perjuicios, o de resolución. El Código lo dijo únicamente a
propósito de la segunda, en el Art. 1.552, pero evidentemente procede en los demás
casos, como ya lo vimos al tratar de la condición resolutoria tácita (N' 534).Respecto
del cumplimiento forzado, se la ha reconocido como excepción perentoria en el juicio
ejecutivo, asilándola en el N.° 7º del Art. 464: insuficiencia del título.867
Fuera del derecho legal de retención (N.° 960), la excepción en estudio tiene, al
igual que éste, una semejanza con la compensación. porque también se niega un
cumplimiento en razón de una deuda del demandante. Pero sus diferencias son
conceptuales: la compensación es un modo de extinguir la obligación, economizando
un doble pago, y equivale al cumplimiento, mientras que la exceptio non adimpleti
contractus tiende únicamente a paralizar la acción contraria. Por otra parte, en esta
última se trata de obligaciones emanadas de un mismo contrato, que debe ser
bilateral, y normalmente de distinta naturaleza, mientras que en la compensación las
obligaciones entre las partes han de tener distinta causa, y deben, en cambio, ser de
igual naturaleza.

942. Origen y desarrollo.868


Ya decíamos que la excepción del contrato no cumplido reconoce un origen remoto
en la exceptio dolo del Derecho Romano, pero en él no tuvo desarrollo; éste
corresponde a los canonistas y glosadores.
Sin embargo, no alcanzó una mayor difusión posterior, y es así como Domat y
Pothier se refieren a ella incidentalmente, y el Código francés prácticamente la
desconoció; sólo en la compraventa en el Art. 1.612 dio derecho al vendedor a negarse
a entregar lo vendido si el comprador no le paga el precio.
Nuestro Código fue más completo, puesto que en el Art. 1.552 la acogió, aunque
sólo respecto a la mora, declarando que no la hay en los contratos bilaterales si se deja
de cumplir lo pactado, mientras el otro contratante no lo cumple por su parte, o no se
allana a cumplirlo en la forma y tiempo debidos.869

866
RDJ, T. 30, sec. 2a, pág. 1.
867
RDJ, Ts. 17, sec. 1a, pág. 224; 30, sec. 2a., pág. 1; 37, sec. 1a, pág. 18; 45, sec. la, pág. 307; G.T. de
1861, N.° 1954, pág. 1.175; de 1924, 22 sem. NI' 103, pág. 499.
868
Véase un extenso estudio en Claro Solar, ob. cit., t. 11, N.° 1. 270 y siguientes, págs. 769 y siguientes.
869
Se ha reconocido que el Art. 1.552 aplica la excepción en estudio: RDJ. T. 30, sec. 2a, pág. 1.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Por su parte, el Art. 1.826, inc. 3, en la compraventa reproduce con ligeras


variantes el Art. 1.612 del Código francés.
No obstante este silencio de este cuerpo de leyes, los comentaristas y la
jurisprudencia no ha tenido inconveniente en aceptar su aplicación amplia. 870 En
nuestro país, con mayor razón, ya que existe un precepto de carácter más general, se
la acepta en igual forma.
Los Códigos modernos se preocupan expresamente de ella, como ocurre en los
Códigos alemán, suizo e italiano.871

943. Requisitos para oponerla excepción del contrato no cumplido.


Son los siguientes:
1.° Se aplican en los contratos bilaterales.
Así lo señala expresamente entre nosotros el Art. 1.552, que consagra uno de sus
efectos; por ello se la ha rechazado en la donación, 872 y en el Derecho de Familia;873
esto último porque se trata de una excepción netamente patrimonial.
Entre los contratos bilaterales no es exclusiva de la compraventa, aunque el
legislador se haya preocupado especialmente en ella.
Así, procede su aplicación en el arrendamiento, reconociendo el derecho al
arrendatario de negarse a pagar el arriendo si el arrendador no cumple su obligación
de efectuar las reparaciones necesarias, por lo cual la cosa arrendada sufre un
siniestro;874 y también si el arrendatario es turbado por terceros en su tenencia, 875
Advertimos, sin embargo, que se ha rechazado la excepción en el juicio de
reconvenciones de pago por su especial naturaleza.876
La promesa de celebrar un contrato futuro también queda sujeta a esta
excepción;877 ya hemos advertido que en cuanto a la obligación principal que genera
este contrato, que es de otorgar el contrato prometido, se presentan dificultades, pues
es una obligación que no puede cumplirse sin la colaboración de la otra parte.
2.° Es necesario que la contraparte contra quien se opone la excepción no haya
cumplido ni se allane a cumplir alguna obligación emanada del mismo contrato.
Así lo señala el Art. 1.552 en relación con la mora. No es necesario, pues, que el
acreedor haya cumplido su obligación, basta con que se allane al pago.878
Pero no será suficiente que el acreedor diga que está llano al cumplimiento, sino
que es necesario que dé principio a la ejecución,879 como, por ejemplo, depositando la
cosa debida para ser entregada al comprador contra pago del precio, o depositando en
una promesa la cuota del precio en poder de un Notario.880
Por la misma razón que vimos al hablar de la mora accipiendi (N.° 882), en las
obligaciones de dinero es requisito indispensable el depósito. Para ello hay un
argumento de texto legal: veremos luego que en el Art. 1.872, inc. 2, se da esta
exigencia en la compraventa para el comprador turbado en su posesión.

870
Véase Mazeaud, ob. cit., Parte 2a., T. 39, N.° 1.124 y siguientes; págs. 374 y siguientes.
871
Art. 1.460 del C. italiano: “en los contratos con prestaciones recíprocas, cada uno de los contratantes
podrá rehusarse a cumplir su obligación si el otro no cumpliese u ofreciese cumplir simultáneamente la suya,
salvo que las partes hubiesen establecido o que de la naturaleza del contrato resultasen términos diferentes
para el cumplimiento. Sin embargo, no podrá rehusarse la ejecución, si teniendo en cuenta las
circunstancias, la negativa fuese contraria a la buena fe”.
872
RDJ, T. 10, sec. 1a, pág. 183.
873
RDJ, Ts. 48, sec. 1a, pág. 479, y 49, sec. la-
la-, pág. 237.
874
RDJ, T. 9, sec. 1a, pág. 79.
875
RDJ, T. 28, sec. la, pág. 239.
876
RDJ, T. 43, sec. la., pág. 48; jurídicamente el fallo no se justifica, pero sí por razones de equidad.
877
RDJ, T. 32, sec. la, pág. 251; el promitente comprador puede negarse a seguir pagando el precio de la
compraventa prometida, si el promitente vendedor no le extiende el contrato definitivo en la época
estipulada.
878
RDJ, T. 52, sec. la., pág. 140.
879
RDJ, T. 50, sec. la., pág. 406.
880
RDJ, T. 62, sec. 1a, pág. 388.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

El Art. 1.552 utiliza la misma expresión que el Art. 1.489 en la condición resolutoria
tácita: “cumplir lo pactado”, y por ello se presenta igual discusión: si basta cualquier
incumplimiento del acreedor, por pequeño o accesorio que sea, o debe tratarse de la
prestación recíproca que constituye esencialmente el contrato bilateral como precio y
entrega en la compraventa (N.° 532). Creemos que en este caso basta cualquier
incumplimiento, dado que la sanción no es tan drástica, y al acreedor le basta con
cumplir para exigir, además de que cualquier abuso del que opone la excepción se
corrige con el requisito de la buena fe. La jurisprudencia es contradictoria.881
Lo que sí es indiscutible es que la obligación debe emanar del mismo contrato; el
problema se llevó a los tribunales con relación a una figura que es muy corriente: la
promesa de venta con contrato de arriendo, entre la entrega de la cosa prometida
vender y la celebración del contrato definitivo, y viceversa, arriendo con promesa de
venta. Aunque ligados, en la especie hay dos contratos, aun cuando se otorguen en un
solo instrumento, y por ello se rechazó la negativa del prometiente vendedor de
otorgar la escritura definitiva de compraventa por no pago de las rentas de
arrendamiento pactadas por parte del prometiente comprador arrendatario.882
3.° Es necesario que la obligación del acreedor contra quien se opone la excepción
sea exigible.
Así lo señala el inc. 3 del Art. 1.826. Ello es lógico, semejante obligación no hay
que cumplirla aún; mediante la excepción, el deudor forzaría al acreedor a pagar antes,
por ejemplo, de que se venciera el plazo. Si se vende una cosa pagadera al contado
para entregarse a una fecha futura, el vendedor puede exigir desde ya el precio, y no
puede el comprador defenderse alegando la falta de entrega hasta que no llegue esa
fecha.
4.° La buena fe del que opone la excepción.
No lo ha contemplado expresamente nuestro Código, pero es de la esencia de la
institución, desde su origen.883 Con esta exigencia se evita que la excepción se
transforme en una herramienta del deudor para retardar o eludir su propio
cumplimiento. Por eso no podrá oponerse frente a incumplimientos insignificantes,
como si un comprador pretendiera negarse a pagar la compra de una casa porque una
llave gotea, ni tampoco si ellos no son imputables al acreedor. Si en este último caso el
incumplimiento es definitivo, la obligación del acreedor se extinguió por la
imposibilidad, y procede aplicar el riesgo (No- 1.205) y no la excepción del contrato no
cumplido.

944. Prueba de la falta de cumplimiento del acreedor.


La exceptio non rite adimpleti contractus. Uno de los problemas de más ardua
solución con relación a la excepción del contrato no cumplido es a quién corresponde
probar que se da o no la circunstancia que permite oponer la excepción: esto es, si hay
una obligación no cumplida por parte del acreedor demandante, si a éste, por tratarse
de uno de los presupuestos que hacen posible su pretensión, o al deudor, a quien
corresponde probar los presupuestos de su excepción.
No obstante estas vacilaciones, predomina la tendencia a decidir esto último. 884
Creemos que el problema se resuelve con la mera aplicación de las reglas generales en
la materia, derivadas del Art. 1.698. Corresponde probar la obligación al que la alega;
luego el deudor que se excepciona con la adimpleti contractus debe acreditar que por
parte de su acreedor hay una obligación derivada de un contrato bilateral. Establecido

881
Un fallo publicado en la RDJ, T. 45, sec. la., pág. 307, la aceptó para una obligación de deslindar la
cosa vendida; la sentencia de la nota 929 para la de pagar el precio de la compraventa prometida que no es
esencial de la promesa. En contra: RDJ, T. 39, sec. la., pág. 377. Lo esencial en la materia es evitar el abuso
de deudores inescrupulosos, interesados más en eludir su propio cumplimiento que obtener el ajeno.
882
RDJ, T. 65, sec. 1a, pág. 188.
883
Así lo señala expresamente el Código italiano. Véase nota 923.
884
Véase Repertorio, T. 4°, 2a edic., nota 1, en la pág. 209; RDJ, Ts. 49, sec. 1a, pág. 271, y 56, sec. 2a.,
pág. 98; en contra: RDJ, T. 19, sec. la, pág. 359.

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esto, el acreedor queda forzado a probar su propio cumplimiento, que es la extinción


de dicha obligación.
Lo que resulta francamente injustificable es que se haya llegado a decir que el
ejecutante, al iniciar su ejecución, debe probar que ha cumplido su obligación, 885 o
llevando las cosas a su máximo extremo, que el cumplimiento debe constar en el titulo
mismo;886 en el mejor de los casos podría considerarse que el propio cumplimiento es
un presupuesto de la indemnización de perjuicios, porque sin él no hay mora para la
contraparte (Art. 1.552), pero no de la ejecución forzada.
Una variante de la excepción del contrato no cumplido es la exceptio non rite
adimpleti contractus, o sea, del cumplimiento no ritual. En este caso el acreedor ha
cumplido su propia obligación, pero su cumplimiento no es perfecto; ha pagado
parcialmente o en forma defectuosa. En un caso, la adimpleti contractus, no hay forma
alguna de cumplimiento; en la non rite lo hay, pero imperfecto.
Entre nosotros, la distinción encuentra su claro fundamento en el inc. 1 del Art.
1.556, que distingue el incumplimiento total, el cumplimiento imperfecto y el retardo
en el cumplimiento.
Un fallo de nuestros tribunales ha excluido sí esta última situación, esto es, el
retardo en el cumplimiento, declarando que si el deudor recibió la mercadería vendida,
no entregada oportunamente, no puede oponer la excepción que comentamos. 887 Es
evidente que no podrá oponerse al cumplimiento que se le exige, pero sí a una
demanda de indemnización de perjuicios por su propio retardo en pagar su deuda
mientras el acreedor no cumplía la suya.
En cambio, se ha reconocido la procedencia de la excepción por el cumplimiento
imperfecto, por haberse entregado una mercadería defectuosa.888
Pues bien, la importancia que tiene la distinción es que la procedencia de la
exceptio non rite adimpleti contractus corresponde obviamente probarla al que la
opone- el acreedor en cuanto deudor cumplió. El deudor demandado sostiene que el
cumplimiento no fue suficiente, y él debe probarlo.

945. Efectos de la excepción del contrato no cumplido.


Ya hemos señalado que la excepción del contrato no cumplido tiene un efecto
meramente paralizador; mediante ella el deudor impide que se le fuerce a cumplir
mientras su contraparte no lo haga a su vez, pero no le sirve directamente para
obtener el cumplimiento recíproco. Por ello es que Messineo la califica de causal legal
de suspensión del cumplimiento.889
Pero indirectamente fuerza al acreedor a cumplir a su vez, a fin de obtener su
propio pago; ahí está la garantía (en sentido amplio) que señalábamos en el N.° 940, y
aún más, puede significar un verdadero privilegio para el que se asila en ella: al
abstenerse de cumplir su obligación, no tiene necesidad de concurrir a la quiebra para
cobrar lo que a su turno le deben, con el riesgo consiguiente de no conseguirlo. Opera
en tal sentido en la misma forma que la condición resolutoria tácita (N.° 524).
Pero opuesta la excepción, si ninguna de las partes cede y da comienzo al
cumplimiento de la obligación propia, la excepción conduce a un punto muerto. El
contrato bilateral queda en suspenso, y ya vimos que dando solución judicial a esta
laguna legislativa, la Corte Suprema ha aceptado en tales casos la resolución del
contrato, sin indemnización de perjuicios (N.° 534).

885
RDJ, T. 30, sec. 2a, pág. 1. En contra: G.T. de 1914, enero a abril, N.° 100, pág. 225; RDJ, Ts. 26, sec.
la., pág. 214, y 27, sec. 1a, pág. 33L
886
RDJ, Ts. 21, sec. 1a, pág. 859 y 37, sec. la., pág. 18.
887
RDJ, T. 28, sec. la, pág. 222.
888
Véase Repertorio, T. 49, 2a ed., Nota 3 a la pág. 211, y RDJ, T. 33, sec. la, pág. 486. En otra
oportunidad -T. 10, sec. la., pág. 416- 416- se rechazó la excepción porque las partes habían sometido a la
decisión de un tercero si la rnercadería estaba correcta, y no obstante el pronunciamiento de éste el deudor
se negó a recibirla.
889
Ob. cit., T. 4º, pág. 532.

592
LAS OBLIGACIONES TOMO II

La excepción que comentamos es patrimonial; en consecuencia, es transmisible y


renunciable. Esto último es discutible si procede en el mismo contrato, porque importa
una limitación a las defensas del demandado en el posible futuro proceso.890
Igualmente, se presentan problemas en el caso de la cesión del crédito del
acreedor, ¿podría oponerle al cesionario el deudor la excepción del contrato no
cumplido por no haberle cumplido a él el cedente? El punto es sumamente discutible,
porque en la cesión de créditos no se traspasa la deuda: el cesionario no tiene por qué
cumplir la obligación recíproca de su cedente, e indirectamente se le forzaría a ello
mediante la excepción del contrato no cumplido, y si es que le fuere posible cumplirla.
Sin embargo, un fallo de la Corte Suprema aceptó su procedencia.891 Seguramente por
el peligro que hay en resolver lo contrario: el acreedor eludiría su propio cumplimiento,
cediendo su crédito. Creemos que a falta de disposición legal, debe solucionarse el
problema en los mismos términos que en la compensación, por la evidente analogía de
situaciones: si la cesión se perfeccionó por la aceptación del deudor sin reserva de la
excepción, no puede oponerla, pero si fue meramente notificado, entonces conserva el
derecho a hacerlo (N.° 725).
Finalmente, como hemos visto, y de acuerdo al Art. 1.552, la institución produce
otro efecto importante: ninguna de las partes está en mora mientras la otra no haya
cumplido o se allane a cumplir su propia obligación. Nuestra jurisprudencia lo ha
aplicado vastamente en la compraventa, tanto respecto de la obligación de entregar
como de pagar el precio,892 y en toda clase de obligaciones.893 La consecuencia es que
no procede la indemnización de perjuicios.

946. Excepción preventiva de incumplimiento.


Hay situaciones en que el incumplimiento aún no se ha producido, pero los
antecedentes hacen presumir que lo habrá; el acreedor no puede quedar inerme
mientras su obligación se hace exigible, esperando que se produzca el incumplimiento
que notoriamente ha de venir para accionar en defensa de sus derechos; la caducidad
del plazo (N.° 473) se funda justamente en este evidente interés del acreedor de tomar
resguardos ante el incumplimiento que se ve venir.
En la excepción del contrato no cumplido el deudor que es acreedor sólo puede
asilarse en ella cuando tiene derecho a exigir el crédito; de manera que si la obligación
del deudor cuyo incumplimiento fundadamente se teme no es exigible, no puede el
acreedor negar su propio cumplimiento si él es exigible. Así lo veíamos al hablar de los
requisitos de esta excepción.
No existe tampoco en el Código otra institución que permita al acreedor en el caso
propuesto negar el cumplimiento, sino únicamente a favor del vendedor en la
compraventa. Dice el inc. final del Art. 1.826: “pero si después del contrato hubiere
menguado considerablemente la fortuna del comprador, de modo que el vendedor se

890
Se han hecho muy frecuentes, especialmente en materia de arriendos, cláusulas que limitan la
facultad del arrendatario para demandar o excepcionarse ante tu arrendador. El Código italiano contempla
en su Art. 1.462 la posibilidad, con ciertas limitaciones, de que se convenga que una de las partes no pueda
excepcionarse a fin de evitar o retardar la prestación debida. Messineo habla de una verdadera cláusula de
solve y repete (ob. cit., T. 42, pág. 533), por la semejanza con la misma en el Derecho Tributario. El deudor
primero paga, y en el juicio correspondiente podrá reclamar el cumplimiento que a él se le debe.
Entre nosotros, a falta de una disposición como el Art. 1.462 del Código italiano, nos parece que en
principio deben rechazarse todas estas convenciones alteradoras de los derechos de la partes para accionar
y excepcionar en el proceso. No está envuelto su mero interés particular, sino la organización del proceso
mismo; están involucrados factores de orden público y hasta de derecho público (Art. 1.462 C.C.).
891
G.T. 1913, 22 sem., N.° 1.096, pág. 1. 159 (imposibilidad de inscribir).
892
RDJ, Ts. 72, sec. 1a, pág. 240; 99, sec. 20, pág. 63; 11, sec. 2a, pág. 1, y 16, sec. la, pág. 330. En igual
sentido Alessandri, De la compraventa, etc., ob. cit., T. 2°, N.° 1.534, pág. 398,
893
Así, se ha resuelto que si el deudor se había obligado a efectuar remesas periódicas de mercaderías, y
suspende los envíos por no habérsele pagado los anteriores, no hay mora: G.T. de 1913, 1er sem., N.° 469,
pág. 1.550. Si el acreedor se comprometió a alzar la mitad de la hipoteca, pagada una parte de la deuda, y
no lo hizo, no hay mora por el no pago del saldo: G.T. 1918, julio-
julio-agosto, N.° 374, pág. 1.128.

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halle en peligro inminente de perder el precio, no se podrá exigir la entrega, aunque se


haya estipulado plazo para el pago del precio, sino pagando o asegurando el pago”.
Se ha discutido la naturaleza de esta situación; para don Luis Claro Solar894 se trata
de un caso de derecho legal de retención. Siendo relativa la separación, la verdad es
que más se asemeja a la excepción del contrato no cumplido con la particularidad de
que es preventiva. Por eso la hemos llamado excepción preventiva de incumplimiento.
El Art. 1.461 del Código italiano contempla esta excepción en términos generales
bajo el epígrafe: “modificación en las condiciones patrimoniales de los contratantes”, y
dispone: “cada contratante podrá suspender la ejecución de la prestación debida por él
si las condiciones patrimoniales del otro llegasen a ser tales que pongan en peligro
evidente la consecución de la contraprestación, salvo que se prestare una garantía
suficiente”.
A falta de una disposición semejante en nuestro Código, el Art. 1.826, inc. final, no
puede extenderse a situaciones no previstas, por muy justificado que resulte, dado su
carácter de excepción.

Sección segunda

EL DERECHO LEGAL DE RETENCIÓN

947. Concepto.
Hemos ya advertido que el derecho legal de retención, aún más marcadamente
que la excepción del contrato no cumplido que venimos de estudiar, es una institución
en plena evolución y de desarrollo reciente; tanto es así que son muchos los
comentaristas que prescinden de ella, o la confunden con la mencionada excepción.
En un sentido más propio, el derecho legal de retención es la facultad que tiene el
deudor de una obligación de entregar o restituir una cosa perteneciente al acreedor de
ella, para negarse a cumplir mientras no se le pague o asegure el pago de lo que se le
debe en razón de esta misma cosa. Este es por así decirlo el derecho legal de retención
químicamente puro, pero suele extendérsele cambiando este último requisito por el de
la conexión, según lo veremos más adelante.
En el derecho legal de retención hay un evidente fundamento de equidad, un
principio de autotutela, una garantía en sentido amplio y un privilegio implícito, en
términos análogos a la excepción del contrato no cumplido (N.° 941). Esto último es
más remarcado en nuestra legislación, porque, como veremos, se le equipara en
ciertos casos y para determinados efectos a la prenda e hipoteca (N” 958).
Y, además, porque, de acuerdo al inc. penúltimo del Art. 71 de la Ley de Quiebras,
al acreedor que tiene derecho legal de retención sobre algún bien del fallido no puede
privársele de él sin pagarle o asegurarle el pago de su crédito, pudiendo incluso
declararse este derecho aun después de dictarse el auto de quiebra.
También el derecho legal de retención opera judicial o extrajudicialmente; esto
último, porque el deudor al negarse a entregar o restituir no contrae responsabilidad
alguna, ejerce un derecho; en lo segundo, porque demandada la entrega o restitución,
el deudor puede oponerse por la vía de la excepción perentoria.
Por ello también se asemeja a la compensación, en cuanto se niega un
cumplimiento, en razón de una deuda del que lo exige; pero tienen muy diferentes
campos de aplicación, requisitos y efectos. La compensación exige deudas fungibles, la
retención no, pero en cambio supone una cierta relación entre las obligaciones que no
tiene por qué existir en la primera. Finalmente, la compensación extingue las
obligaciones; el derecho legal de retención, como la excepción del contrato no
cumplido, paraliza el cumplimiento exigido. Pero según veremos en nuestra legislación,
llega mucho más lejos, y se transforma en una modalidad de cumplimiento forzado
894
Ob. cit., T. 10, N.° 1.107, pág. 575. El Código suizo, Art. 897, lo considera así y sólo lo da si el deudor
es insolvente.

594
LAS OBLIGACIONES TOMO II

para la obligación del que tiene derecho a la cosa que debe entregársele o restituírsele
(N.° 958).
También se ha comparado el derecho legal de retención con la prenda e hipoteca,
porque en todos ellos el acreedor tiene derecho a una cosa hasta que se le pague una
deuda; mayor es el parecido con la prenda en que ella se retiene hasta el pago. Tanto
es así que en nuestra legislación se la asimila para ciertos efectos a la prenda e
hipoteca. La diferencia estriba en que estas cauciones son voluntarias, y se aplican a
toda clase de obligaciones; el derecho legal de retención es como su nombre lo dice,
legal, y exige una cierta conexión entre el crédito y la tenencia de la cosa que limita su
campo.

948. Origen y desarrollo.


Tuvo su origen en el Derecho Romano en tomo a la exceptio dolo, y se concedía
para casos particulares, como el del poseedor vencido por las expensas o mejoras
efectuadas en la cosa reivindicada, situación que contempla nuestro Art 914.895
Los glosadores y el Código francés, como los inspirados en éste, tampoco
edificaron una teoría general del derecho en estudio, limitándose a señalarle casos de
aplicación, pero sin indicar sus efectos, lo que ha dado origen a discusiones hasta el día
de hoy.
La teoría del derecho legal de retención está lejos de haber concluido su
elaboración, y tanto es así que el moderno Código italiano, tan preocupado en otros
aspectos de recoger los problemas de doctrina, aquí no ha innovado mayormente y
concede este derecho también en casos especiales.
En cambio los Códigos alemán y suizo, y los inspirados en ellos consagran en
términos generales la institución, aunque no estén exentos de la confusión con la
excepción del contrato no cumplido.896
895
Véase Claro Solar, ob. cit., T. 11, N.° 1.097, pág. 560.
896
Creemos de interés reproducir las disposiciones de los Códigos alemán y suizo en la materia. Código
Civil alemán: Art. 273: “Si en virtud del mismo hecho jurídico de donde resulte su obligación, el deudor tiene
un derecho de crédito vencido contra su acreedor, puede negarse a realizar su prestación, a menos que
resulte lo contrario de la obligación, mientras que la prestación que se le debe no se haya efectuado.
“El que deba devolver un objeto goza del mismo derecho si tiene una pretensión pendiente por razón de
expensas hechas por él en ese objeto o por un daño que dicho objeto haya causado, a menos que haya
obtenido el objeto por medio de un acto ¡legal cometido de intento.
“Además, el acreedor puede rechazar el derecho de retención ofreciendo una garantía; pero esa garantía no puede consistir en una
fíanza”.
Art. 274: “Frente a la acción intentada por el acreedor, el derecho de retención no surte otro efecto, a
favor del deudor, que el de entrañar contra él una condena a entregar contra entrega recíproca.
“En virtud de esa condena, el acreedor puede proceder al cumplimiento forzoso, sin efectuar su
contraprestación, si su adversario ha sido constituido en mora de recibir”.
Puede advertirse que en la fórmula del inc. 1° del Art. 273 cabe perfectamente la excepción del contrato
no cumplido, no obstante que a ella se refiere específicamente el Art. 320: “quienquiera que es obligado, en
virtud de un contrato sinalagmático puede rehusar la prestación que le incumbe hasta que la
contraprestación sea efectuada, salvo que se haya obligado a la ejecución el primero”.
Código suizo, Art. 895: “El acreedor que, con consentimiento de su deudor, se encuentre en posesión de
cosas mobiliarias o de títulos valores pertenecientes a este último, tiene el derecho de retenerlos hasta el
pago, con la condición de que su crédito sea exigible y que tenga una relación natural de conexión con el
objeto retenido. Esta conexión existe para los comerciantes desde el instante que la posesión de la cosa y el
crédito resulten de sus relaciones de negocios.
“El derecho de retención se extiende incluso a las cosas que no sean propiedad del deudor con tal que el
acreedor las haya recibido de buena fe; con reserva de los derechos que deriven para los terceros de su
posesión anterior”.
Art. 896: “El derecho de retención no puede ejercerse sobre cosas que, por su naturaleza, no son
realizables.
“No nace si es compatible, ya sea con una obligación asumida por el acreedor, ya sea con las
instrucciones dadas por el deudor en el momento de la entrega de la cosa o con anterioridad, ya sea con el
orden público”.
Art. 897: “Cuando el deudor sea insolvente, el acreedor puede ejercer un derecho de retención hasta
para la garantía de un crédito no exigible.
“Si la insolvencia no se ha producido o no ha llegado a conocimiento del acreedor sino con posterioridad
a la entrega de la cosa, puede ejercer también un derecho de retención, no obstante las instrucciones dadas

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949. El derecho legal de retención en nuestra legislación.


El Código chileno, no se apartó en esta materia de su principal inspirador, el
francés, limitándose, en consecuencia, a señalar casos de aplicación, dejando los
mismos vacíos que su modelo.
La situación fue radicalmente alterada por el C.P.C., que ha venido a
complementar el C.C. en el título 3.° del Libro 2.°, Arts. 545 a 548, cuyo epígrafe es
precisamente “De los efectos del derecho legal de retención”. Aclaremos que, como lo
señala este epígrafe, el C.P.C. se refiere a los efectos de este derecho, dando normas
de carácter netamente substantivas y en que se solucionan una serie de problemas
que se discuten aún en otros países; pero dichos preceptos no establecen ni casos ni
reglas generales de procedencia de la retención.
1.° Ellos están contenidos en disposiciones dispersas del C.C., C. de Co., y otras
leyes. Los más señalados son los siguientes:
1.° Especificación.
Esta, según el Art. 662, se produce cuando con la materia perteneciente a una
persona, otra hace una obra o artefacto cualquiera, como si de uvas ajenas se hace
vino. “No habiendo conocimiento del hecho por una parte, ni mala fe por la otra, el
dueño de la materia tendrá derecho a reclamar la nueva especie, pagando la hechura”
(inc. 2). Mientras ella no se pague, el especificador puede negar la restitución.
2.° Fideicomiso y usufructo.
De acuerdo al Art. 756 el propietario fiduciario “llegado el caso de la restitución,
tendrá derecho a que previamente se le reembolsen por el fideicomisario” las
expensas extraordinarias de conservación de la cosa. De acuerdo al Art. 800, el
usufructuario podrá retener la cosa fructuaria hasta el pago de los reembolsos e
indemnizaciones que le deba el propietario.
3.° Poseedor vencido.
De acuerdo al Art. 914 “cuando el poseedor vencido tuviere un saldo que reclamar
en razón de expensas y mejoras, podrá retener la cosa hasta que se verifique el pago,
o se le asegure a su satisfacción”.
Aún más severo es el caso previsto en el Art. 890: el poseedor de cosas muebles
compradas en una feria, tienda, almacén u otro establecimiento industrial en que se
vendan cosas muebles de la misma clase, no estará obligado a restituirlas si no se le
reembolsa lo que haya pagado por ellas y lo que haya gastado en mejorarlas y
repararlas.
4.° Contratos sinalagmáticos imperfectos.
Al tratar de la clasificación de los contratos en un¡ y bilaterales, vimos que en los
primeros podía nacer posteriormente una obligación para el acreedor por las
indemnizaciones que deba al deudor con ocasión de la tenencia por éste de la cosa
(N.° 59); en todos estos casos el legislador concede al deudor el derecho legal de
retención para el pago de tales indemnizaciones.
Así lo señala el Art. 2.193 para el comodato y el Art. 2.234 para el depósito,, y en la
prenda, la retención es aún más amplia, pues abarca otros créditos contra el mismo
deudor de la obligación primitivamente garantizada con esta caución, siempre que
reúnan los requisitos señalados en el Art. 2.401.
5.° Mandato.

por el deudor 0 la obligación que por sí mismo hubiera asumido antes de hacer un uso determinado de la
cosa”.
Art. 898: “El acreedor que no haya recibido ni el pago ni una garantía suficiente puede perseguir, luego
de un requerimiento previo al deudor, como en materia de pignoración, la realización de la cosa retenida.
“Si se trata de títulos nominativos, el encargado o la oficina de quiebras procede en nombre y en el lugar
del deudor a los actos necesarios para la realización”.
La aplicación en términos generales del derecho legal de retención plantea un problema para señalar sus
límites; de no ser así llegaría a abarcar cualquier crédito que el deudor de la entrega o restitución tuviera
contra el acreedor de estas obligaciones, deudor suyo de alguna otra prestación. Ello se resuelve con la
teoría de la conexión a que nos referimos en el N.° 954.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

De acuerdo al Art. 2.162: “podrá el mandatario retener los efectos que se le hayan
entregado por cuenta del mandante para la seguridad de las prestaciones a que éste
fuere obligado por su parte”.
6.° Arrendamiento.
Gozan de un derecho legal de retención ambas partes, arrendador y arrendatario.
Este, de acuerdo al Art. 1.937, no puede, por regla general, ser privado o expelido
de la cosa arrendada sin que previamente se le pague o se le asegure el pago de las
indemnizaciones que le debe el arrendador.
Por su parte, éste puede, para seguridad del pago de la renta de arrendamiento y
de las indemnizaciones a que tenga derecho, retener todos los frutos existentes de la
cosa arrendada, y todos los objetos con que el arrendatario la haya amoblado,
guarnecido o provisto, y que le pertenecieren; se entenderá que le pertenecen a
menos de prueba en contrario (Art. 1.942, inc. 2).
Estos dos casos son de mucha frecuencia práctica, y cabría en doctrina discutir si
se trata de un derecho legal de retención o de una excepción del contrato no cumplido,
dado el carácter bilateral del arriendo, si no fuera porque el Art. 597 del C.P.C., para el
caso del arrendatario, y el Art. 598, del mismo Código para el del arrendador, los
califican expresamente en la primera calidad; aun en teoría cuadran más bien con éste,
aunque la situación del Art. 1.942 presenta algunas particularidades.
En efecto, el arrendador no tiene en este caso materialmente la tenencia misma de
las cosas retenidas, que es la característica típica de este derecho, sino que es
poseedor de la cosa en que ellas se encuentran; por eso es que el Art. 598 del C.P.C. le
ha dado al arrendador, a fin de evitar que su retención le sea burlada, el derecho de
recurrir directamente a la policía para impedir que se saquen los objetos de la cosa
arrendada.
7 Art. 92 de la Ley de Quiebras.
Es un caso bastante amplio; dispone el precepto: “aparte de los casos
expresamente señalados por las leyes, la retención tendrá lugar siempre que la
persona que ha pagado o se ha obligado a pagar por el fallido, tenga en su poder
mercaderías o valores de crédito que pertenezcan a aquél, con tal que la tenencia
nazca de un hecho voluntario del fallido, anterior al pago o a la obligación, y que esos
objetos no hayan sido remitidos con un destino determinado”.
8.° Arts. 151 y 284 del C. de Co., etc.

950. Requisitos del derecho legal de retención.


Advertimos que fijar los requisitos del derecho legal de retención tiene un interés
más bien doctrinario en nuestro país, puesto que, de acuerdo a lo que se dirá en el
número siguiente, no concurre sino en los casos expresamente señalados por la ley, la
cual fija su procedencia; pero también servirá su estudio para llenar los vacíos de que
adolezcan dichas disposiciones.
Dicho a modo de enunciación, tales requisitos son:
1.° Una disposición legal que lo conceda;
2.° Una tenencia de la cosa legítima por parte del deudor que debe entregarla o
restituirla;
3.° Un crédito cierto, líquido y exigible del que ejerce el derecho legal de retención;
4.° Una conexión entre el crédito y la cosa o su tenencia, y
5.° Que la cosa sea del acreedor de la obligación de entrega o restitución.

951. I. Disposición legal que lo conceda.


Decíamos que la tendencia actual en las legislaciones es establecer en forma
general el derecho legal de retención cada vez que se reúnan los requisitos señalados
del N.° 2.° al 5.°; incluso en Francia, donde el Código se limita a indicar, según
decíamos, casos de aplicación al igual que en el nuestro, se ha sostenido que ellos no

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son sino manifestaciones de una regla general tácita, y se ha pretendido su aceptación


genérica.
Pareciera que esta opinión no resulta defendible entre nosotros:
1.° Porque el derecho legal de retención es excepcional, ya que permite negarse a
cumplir una obligación, y además, de acuerdo al C.P.C., según veremos, puede conferir
un privilegio, los que tienen su fuente únicamente en la ley (N.° 981);
2.° Por la redacción del Art. 545 del C.P.C., y de los Arts. 71, inc. penúltimo, y 92 de
la Ley de Quiebras que se refieren al derecho de retención que “en ciertos casos
conceden las leyes”, “en los casos señalados por las leyes” y “los casos expresamente
señalados por las leyes”.
3.° Por lo que dispone el Art. 2.392, inc. 2: “no se podrá retener una cosa del
deudor sin su consentimiento; excepto en los casos que las leyes expresamente
designan”.
Sin embargo, de desear sería que en una futura revisión del Código, ésta, como
otras instituciones que por la época de su dictación han quedado a la zaga de la
evolución jurídica sea incorporada como norma general, por su evidente fundamento
de equidad. En virtud de esta recomendación, ahondaremos en los restantes requisitos
del derecho en estudio.

952. II. Tenencia legítima de la cosa por quien invoca el derecho.


Para invocar la retención es necesario que el acreedor tenga la cosa en que se va a
ejercer en su poder; si pierde dicha tenencia ya no podrá ejercer este derecho (N.°
959).
La excepción la constituye el ya citado caso del arrendador, en que propiamente
éste no tiene la cosa retenida, sino aquella en la cual ésta se encuentra.948 bis
La cosa puede ser mueble o inmueble, pero debe ser comerciable e infungible. Por
regla general debe tratarse de cosas corporales, pero el Art. 92 de la Ley de Quiebras
lo permite sobre valores de crédito.
Lo que sí es exigencia de la retención es que no haya adquirido la tenencia el
retenedor por violencia o clandestinidad. Y así el Art. 92 de la Ley de Quiebras exige
que la tenencia nazca de un hecho voluntario del fallido y el Art. 662 la buena fe del
retenedor en la especificación.

953. III. Crédito cierto, líquido y exigible del retenedor.


El crédito del retenedor debe ser en contra de la persona a quien debe entregar o
restituir la cosa- el crédito debe ser cierto, y al retenedor le corresponderá acreditarlo.
La doctrina ha agregado el requisito de liquidez o de fácil liquidación, pero cabe
advertir que únicamente entre nosotros lo exige la ley en la prenda: Art. 2.401, N.° 1.°.
Lo que es sí indiscutible es que el crédito debe ser exigible, porque si no, por este
medio el retenedor obligaría a su deudor a pagarle anticipadamente. También el Art.
2.401, en su N` 3, destaca esta exigencia.

954. IV. La conexión.


Este requisito sólo tiene real importancia cuando el derecho legal de retención está
establecido en términos generales, a fin de evitar una aplicación exagerada que
permita al acreedor retener cualquier cosa que tenga del deudor por cualquier motivo
que sea, para garantizar el pago de sus obligaciones.
Entre nosotros, si hemos sostenido la aplicación restringida de la retención a los
casos expresamente legislados, carece de toda otra trascendencia que la
investigación teórica, determinar cuál es la conexión que exige el legislador.
El punto ha sido muy discutido en doctrina, distinguiéndose fundamentalmente
tres posiciones:
948 bis
Se ha fallado que el arrendador no requiere confeccionar inventario para gozar del derecho legal de
retención: RDJ, T. 38, sec. la, pág. 551.

598
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° La conexión legal.


La ley es la que establece la procedencia de la retención única y exclusivamente
en consideración a la relación que une al retenedor y la persona a quien la cosa debe
entregarse, sin que exista necesariamente relación alguna entre la cosa y el crédito, en
cuya virtud se retiene. Es la solución del Código de Comercio alemán, y también la del
Código suizo (Art. 895) entre comerciantes: basta que el crédito y la tenencia de la
cosa hayan nacido de las relaciones de negocios entre ellos.
Es también la solución entre nosotros en materia de prenda, ya que basta que
durante la tenencia de la cosa por el acreedor prendario hayan nacido otros créditos
que reúnan los requisitos del Art. 2.401, en contra del mismo deudor. No es necesario
que ellos tengan origen en la tenencia de la cosa ni en la misma relación jurídica que
dio nacimiento a dicha tenencia.
Es también la situación del Art. 92 de la Ley de Quiebras: basta la tenencia por el
retenedor de mercaderías o valores del fallido, y el pago u obligación a pagar por
cuenta de éste.
2.° Conexión objetiva.
Para otros es necesario que exista una conexión objetiva, esto es, que el crédito
nazca por la tenencia misma de la cosa: gastos e indemnizaciones que ella origina. Es
el caso del poseedor vencido. No hay relación jurídica que lo una al reivindicante, y
3.° Conexión jurídica.
En ella se requiere que el crédito haya tenido su origen en la misma relación
jurídica por cuyo motivo o causa el retenedor tiene la cosa en su poder. Es el caso del
mandato, por ejemplo; por la ejecución del mandato el mandatario tiene en su poder
cosas y efectos del mandante, y puede retenerlos por lo que éste le deba en razón de
la ejecución del mismo mandato, aunque el crédito no derive de la tenencia de la cosa.
La conexión objetiva y la jurídica pueden coexistir- así ocurre en el comodato y
depósito, por ejemplo: el deudor de la restitución tiene la cosa en su poder por un
vínculo jurídico que lo une al acreedor; y es por ese mismo vínculo, pero en razón de
los gastos e indemnizaciones que se le deban por la tenencia, que nace el crédito del
retenedor.
La conclusión es que en nuestra legislación no existe un criterio único para
establecer el derecho legal de retención, y es difícil que en ninguna se le limite a una
de las concepciones señaladas, debiendo reconocerse las tres fórmulas para las
diferentes situaciones en que se desea consagrar la retención.949

955. V. La cosa debe ser del deudor.


El requisito resulta obvio, pues si la cosa no perteneciera a éste, el verdadero
dueño tendrá el derecho de reclamarla.
Pero si se trata de indemnizaciones que se deban por expensas o mejoras en la
cosa misma, podrán también oponerse al dueño, aunque la tenencia de la cosa para el
retenedor no haya provenido de éste. El verdadero dueño reivindicará la cosa, y se le
exigirá el pago de dichas expensas o mejoras.

956. Efectos de la retención legal. Enunciación.


El derecho legal de retención genera los siguientes efectos principales:
1.° Su efecto principal: el derecho del retenedor a negarse a restituir la cosa
mientras su crédito no sea íntegramente satisfecho.
2.° judicialmente declarado da derecho de realización y preferencia, y
3.° No da derecho de persecución.
949
Tan relativo es el punto de la conexión, que en Francia, por ejemplo, se ha aceptado aunque el crédito
nazca de una relación jurídica diversa de aquella en cuya virtud el retenedor tiene la cosa; es el caso del
dueño de un garaje a quien se le adeuda una reparación anterior, y nuevamente se le lleva el vehículo para
un arreglo. Puede retenerlo mientras no se le paguen ambos trabajos. La única exigencia es que los vínculos
jurídicos sean, como en esta situación, de la misma naturaleza. Mazeaud, ob. cit., Parte 3a, T. 19, N.° 113 y
siguientes, págs. 157 y siguientes, quien, como puede apreciarse, lo trata entre las garantías.

Dislexia Virtual 599


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Los veremos en los números siguientes.

957. I. Derecho del retenedor a negarse a restituir mientras no sea pagado.


Es el efecto típico y universal del derecho en estudio, en que ni las legislaciones ni
autores discrepan, mientras que veremos que todos los restantes se discuten.
En ello no se diferencia en nada de la excepción del contrato no cumplido, por lo
que nos remitimos a lo dicho en el N.° 945.
Se reconoce que en vez del pago, el acreedor puede recuperar la cosa retenida,
asegurando su pago. Así lo señalan los Arts. 914, 2.193, 1.937 y 93 de la Ley de
Quiebras. Pues bien, tales cauciones, de acuerdo al Art. 547 del C.P.C., gozan de la
misma preferencia que este Código otorga al derecho legal de retención judicialmente
declarado, y que veremos en el número siguiente.

958. II. Derechos de realización y preferencia.


Asimilación a la prenda e hipoteca. En doctrina se discute si el derecho legal de
retención, como la excepción del contrato no cumplido, detiene sus efectos en la
paralización de la acción del acreedor que exige la restitución, o puede conducir al
cobro mismo del crédito del retenedor; igualmente controvertido es si otorga alguna
preferencia para el pago, o sólo es garantía en el sentido amplio, al permitir el
incumplimiento de la obligación de restituir, mientras no se le pague o asegure el pago
de lo que al retenedor se debe.
Entre nosotros, como habíamos anunciado, el Código de Procedimiento Civil
modificó radicalmente la situación anterior a él. y asimiló el derecho legal de retención
a la hipoteca, si recae sobre bienes raíces, y a la prenda, si es sobre muebles, para los
efectos de su realización y preferencia.
Para ello es necesario que se declare judicialmente, a petición del que pueda
hacerlo valer, esto es, del retenedor; incluso puede solicitarse como medida
precautoria del derecho que garantiza (Art. 545 C.P.C.). Recordemos que, de acuerdo al
Art. 71, inc. 4.° de la Ley de Quiebras, ésta no es obstáculo para que se declare
judicialmente el derecho de retención, lo que transforma a éste en un excelente
garantía.
Tratándose de inmuebles, la resolución judicial que declare procedente la
retención deberá inscribirse en el Registro de Hipotecas del Conservador de Bienes
Raíces respectivo (parte final del Art. 546 C.P.C.).
Si se refiere a bienes muebles, el juez, atendidas las circunstancias y la cuantía del
crédito, podrá restringir la retención a una parte de los que se pretende retener y que
sea suficiente para garantizar el crédito mismo y sus accesorios (Art. 548 C.P.C.).
Cumplidos estos requisitos y dictada en el proceso de que se trate sentencia
ejecutoriada, los bienes retenidos “serán considerados, según su naturaleza, como
hipotecados o constituidos en prenda para los efectos de su realización y de la
preferencia a favor de los créditos que garantizan” (parte 1a del Art 546 C.P.C.).
En consecuencia, si la retención recae sobre bienes muebles, asimila para los dos
efectos señalados a la prenda, y si sobre inmuebles, a la hipoteca.
El derecho legal de retención, en consecuencia, no conduce como la excepción del
contrato no cumplido a un empate, en que ambas partes dejan de cumplir sus
obligaciones; antes por el contrario, el retenedor tiene derecho a realizar judicialmente
las especies retenidas, para hacerse pago con su producto del crédito que tiene. Es un
medio de cumplimiento.
Y aún más, su crédito es preferente en los mismos términos que, según veremos
en el Capítulo siguiente, lo es el garantizado con prenda (N.° 1.000) o hipoteca (N.°
1.009). En consecuencia, declarado judicialmente el derecho de retención, adquiere
todos los caracteres de una caución real, salvo lo que señalaremos en el número
siguiente.

600
LAS OBLIGACIONES TOMO II

959. III. La retención no otorga derecho de persecución.


El derecho legal de retención se ejerce sobre una cosa, y de ahí que en doctrina
algunos hayan pretendido otorgarle la calidad de derecho real; la importancia que
tiene es concederle al retenedor un derecho de persecución a la cosa, si sale de sus
manos.
Pero verdaderamente, es de la esencia del derecho en estudio una situación de
hecho: que el retenedor tenga la cosa en su poder, de manera que si deja de estarlo,
ya no puede acogerse a él. Sólo judicialmente declarado podría reconocerse semejante
derecho de persecución, pero, como puede advertirse, el C.P.C. fue muy claro en la
asimilación de la retención a los derechos reales de garantía en cuanto a la realización
y preferencia, pero guardó un sugestivo silencio en cuanto a la persecución; por lo
demás, las disposiciones legales que lo conceden se limitan a otorgar el derecho a
retener la cosa, pero no a perseguirla. Por todo lo cual nos parece inconcuso que el
derecho legal, de retención no es real; sólo se ejerce en contra de la persona a quien
existía obligación de entregar o restituir la cosa, pero no en contra de terceros.

960. Derecho legal de retención y excepción del contrato no cumplido.


A través de este estudio hemos ido señalando las múltiples aproximaciones y
también las diferencias que existen entre estos dos derechos del deudor a negar su
propio cumplimiento en razón de lo que a su turno le debe el acreedor.
Su efecto fundamental es el mismo; se niega el pago mientras no se le pague o
asegure el pago; por ello en ambos se habla de excepción de toma y daca, como
diríamos en Chile, pasando y pasando. El deudor no cumple, porque es acreedor. El
fundamento también es el mismo, la evidente equidad en no forzar el cumplimiento a
quien a su turno es acreedor.
Pero difieren:
1.° En cuanto a su aplicación,
Cada uno tiene su propio campo de acción: la excepción del contrato no cumplido
en todo contrato bilateral, y cualquiera que sea la naturaleza de las obligaciones.
En cambio, la retención legal puede tener lugar en cualquier relación jurídica, o
aun sin ella, aunque entre nosotros se limite a los casos expresos de la ley; en tal
sentido su campo es más amplio y opera aun en los derechos reales, como vimos en el
usufructo. Pero, por el otro lado, es más restringido que la excepción del contrato no,
cumplido, pues se limita a la obligación de entregar o restituir una, cosa. En cambio en
la excepción puede tratarse de cualquier clase de obligaciones, dar, entregar, restituir,
hacer, no hacer, etc.
Sin embargo, hay una zona común, y en donde la distinción es difícil: la de los
contratos bilaterales cuando justamente la obligación que se niega es de entregar o
restituir una cosa.
2.° En cuanto a los efectos.
Y tiene importancia distinguirlos, porque, como hemos visto, la retención conduce
a la realización y otorga preferencia para el pago al que la ejerce, mientras que la
excepción del contrato no cumplido tiene un efecto meramente paralizante y
suspensivo. La verdad es igualmente que en el caso de posible confusión: obligación de
entregar o restitución, no se justifica la diferencia entre una y otra.
Como decíamos anteriormente, tanto uno y otro derecho, como lo que hemos
llamado el incumplimiento preventivo, son distintos aspectos de un mismo instituto: el
derecho del deudor a negar su ,prestación, si a su turno se le debe, con distintas
graduaciones y alcances, según los casos, especialmente en cuanto a la relación de
ambos créditos.

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Capítulo VII
LA INSOLVENCIA Y SUS EFECTOS
(Quiebra, cesión de bienes, beneficio de competencia y prelación de créditos)

961. Pauta.
Hemos agrupado en este Capítulo final de los efectos del incumplimiento aquellas
instituciones que normal aunque no necesariamente suponen que él es colectivo, esto
es, afecta a más de un acreedor, y se debe a la insolvencia del deudor.
Son ellos la quiebra, de la que daremos muy ligeras nociones, la cesión de bienes,
el beneficio de competencia y la prelación de créditos; en una primera sección
hablaremos de ellos en general; en una segunda de la quiebra y cesión de bienes; en la
tercera del beneficio mencionado, y por último, de la prelación de créditos.

Sección primera

GENERALIDADES

962. La insolvencia.
Ya hemos señalado al pasar que la insolvencia es un hecho jurídico, una situación
de hecho que se produce sin necesidad de sentencia judicial que la declare. Consiste
en que el deudor no esté en situación de pagar todas sus deudas, esto es, que su
pasivo supere a su activo. Sin embargo, algunas sentencias de nuestros tribunales han
declarado que es la incapacidad de pagar una deuda, aunque se tengan más bienes
que obligaciones.897 Creemos que se ha incurrido en una confusión de conceptos; lo
que ha definido estas sentencias es una incapacidad de pago transitoria, que
efectivamente puede llevar al deudor hasta la quiebra. La distinción está claramente
señalada en la ley, pues según el Art. 43 N.° 1 de la Ley de Quiebras puede cualquier
acreedor pedir la quiebra del deudor comerciante, industrial, minero o agricultor que
cesa en el pago de una obligación mercantil, o sea, no es necesario probar que el
deudor es insolvente, que su pasivo supera al activo, sino que basta un hecho objetivo:
dejar de pagar una obligación mercantil y siempre según la actual Ley de Quiebras que
conste en un título ejecutivo.
Y el punto no es indiferente, porque, además de implícita en las instituciones que
estudiamos en este Capítulo, la insolvencia produce otros efectos civiles, como ser:
1.° Caducidad del plazo.
De acuerdo al Art. 1.496, si la insolvencia es notoria, caduca el plazo de que
gozaba el deudor para cumplir su obligación (N.° 474).
2.° Separación judicial de bienes.
La mujer casada bajo el régimen de sociedad conyugal puede solicitar la
separación judicial de bienes de su marido en caso de insolvencia de éste (Art. 155).
3.° Disolución de la sociedad.

897
RDJ, Ts. 14, sec. la, pág. 147, y 23, sec. la., pág. 306.

602 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

De acuerdo al Art. 2.106, inc. 1.°, la sociedad expira por la insolvencia de uno de
los socios.
4.° Expiración del mandato.
Según el N.° 6.° del Art. 2.163, el mandato expira por la insolvencia de mandante o
mandatario.
5.° Incumplimiento preventivo.
La situación del inc. final del Art. 1.826, examinada en el N.° 946, también implica
la insolvencia del comprador, porque de otro modo no seria justificado el temor del
vendedor de no recibir el precio.
6.° Acción oblicua y pauliana.
La insolvencia es requisito para que el acreedor pueda ejercer tales acciones,
según vimos en los N.° 760 y 780.

963. Insolvencia e incumplimiento colectivo.


Además de los efectos específicos señalados en el número anterior, la insolvencia
es requisito o está presente en las instituciones que estudiamos en este Capítulo.
Es requisito en la cesión de bienes, pues justamente puede efectuarla el deudor
que a consecuencia de accidentes inevitables no se encuentra en situación de pagar
todas sus deudas (Art. 1.614), y también del beneficio de competencia, que se concede
a ciertos deudores para no pagar más allá de lo que buenamente puedan (Art. 1.625);
ello supone desde luego que no están en condiciones de pagar todas sus deudas.
En cambio, no es la insolvencia un requisito indispensable para la quiebra y
prelación de créditos: ni se presentan ellas siempre que hay falta de solvencia, y
pueden darse sin que ella falte.
En efecto, el deudor puede ser insolvente y no ser llevado a la quiebra, 898 y a la
inversa, puede caer en ésta quien sea solvente pero atraviese por dificultad transitoria
de caja. Y así, como decíamos, el deudor comerciante puede ser declarado en quiebra
por haber cesado en el pago de una obligación mercantil. Sin embargo, aunque no será
lo normal, sus bienes pueden ser cuantiosos y muy superiores a su pasivo, y será
declarado en quiebra si no paga dicha deuda. Tampoco el acreedor está obligado a
declarar en quiebra a su deudor para poder cobrar si éste es insolvente. Puede cobrar
por acción ejecutiva personal y si logra hacerlo antes que los demás acreedores,
conseguirá su pago aun con anterioridad a los acreedores privilegiados, si éstos no
accionaron a tiempo. Todo lo dicho no impide que lo normal será que la insolvencia del
deudor provoque su declaración de quiebra.
Finalmente, la prelación de créditos adquiere toda su trascendencia en el caso de
ser insolvente el deudor, porque entonces tiene importancia determinar qué
acreedores se pagarán primero; pero ello no obsta a que se haga valer aun al margen

898
Para las relaciones entre insolvencia y quiebra véanse el interesante artículo de Sergio Baeza Pinto:
“La insolvencia como presupuesto de la quiebra en nuestra legislación”, publicado en la RDJ, T. 65, la parte,
págs. 64 y sigtes., y el informe en Derecho de don Raúl Varela Varela: “De la insolvencia del deudor y de la
legitimación del demandante para accionar como presupuestos de la declaración de quiebra”, también en la
RDJ, T. 66, la parte, pág. 149 y sigtes.
La verdad es que conceptualmente no se concibe la quiebra sin la insolvencia del deudor, pero a fin de
facilitar su declaración, nuestra legislación prefirió omitir su discusión, estableciendo causales muy claras
para provocarla. Al acreedor le basta acreditar que ellas concurren, sin necesidad de tener que probar la
falta de solvencia del deudor. Esto ha provocado el abuso de la institución, pero es obvio que 1.1 quiebra
seguirá adelante únicamente si el deudor es insolvente; en general todas las causales presuponen una
cesación general de los pagos, con la excepción de la falta de pago de una obligación mercantil para el
deudor comerciante,
En cambio, aunque el punto se discutió, y en virtud de lo dispuesto por los Arts. 130 a 132 del DFL 251
sobre sociedades anónimas, sobre todo después de la reforma de la Ley N- N- 17.308 de 1° de julio de 1970,
para dichas sociedades la insolvencia era requisito de su declaración en quiebra. Así se había resuelto en
sentencia publicada en la RDJ, T. 66, sec. la,, pág. 49. Ello ha dejado de ser así con la dictación de la Ley
18.046 de 22 de octubre de 1981 que reemplazó a dicho DFL 251, y respecto a su declaración de quiebra
somete a las sociedades anónimas a la legislación común (Art. 101).

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

de la quiebra, verbigracia, como tercería de prelación en el juicio ejecutivo (Art. 518,


N.° 22 del C.P.C.).
Ahora bien, desde otro punto de vista todas estas instituciones en estudio suponen
también la concurrencia de varios acreedores que pretenden cobrar en un patrimonio
que se ha hecho estrecho para responderles a todos ellos. Pero tampoco es
indispensable, salvo en la prelación de créditos, que no se concibe sin una elección
entre éstos. Y así, la cesión de bienes puede hacerse a un solo acreedor (N.° 965), y la
quiebra ya hemos visto que se puede obtener también por un solo acreedor.

Sección segunda

QUIEBRA Y CESIÓN DE BIENES

964. Breve referencia a la quiebra.


Siguiendo la tendencia imperante a la época, nuestra legislación separaba la
situación del deudor civil y del deudor comerciante. Respecto del primero procedía el
concurso, al cual aún se refieren los Arts. 2.467 y 2.468 del Código Civil, y que
reglamentaba el C.P.C. en el Título 3.° del Libro 3.°, Arts. 572 y siguientes, hoy
derogados; en cuanto al deudor comerciante, procedía su declaración de quiebra,
reglamentada en el Libro 4.° del C. de Co., también hoy derogado.
Posteriormente, tanto para uno como otro deudor, rigió la Ley de Quiebras, N.°
4.558, de 4 de febrero de 1929, cuyo texto definitivo se fijó por Decreto Supremo N.°
1.297 de 23 de junio de 1931. En el N.° 15 destacamos la tendencia del derecho
moderno de unificar las instituciones de derecho civil y comercial, sin perjuicio de
mantener las diferencias necesarias entre una y otra actividad. Ella fue recogida
parcialmente por la ley señalada, que, sin embargo, conservó algunas distinciones
entre deudor civil y comercial que no se justificaban hoy en día. 899 Y así,
principalmente, para el deudor comerciante, concurriendo los requisitos legales, era
obligación solicitar su propia quiebra (Art. 35); podía incurrir en ella por el
incumplimiento de una sola obligación mercantil (Art. 37, N.° 1), quedaba sujeto al
procedimiento de calificación del Título 13 de la ley, etc.
Esta Ley 4.558 fue reemplazada por la Ley 18.175 de 28 de octubre de 1982, que
en estos puntos extiende las normas del deudor comerciante al industrial, minero y
agricultor, con lo cual se acentúa la tendencia a la unificación de la legislación para
todos los deudores comerciales y civiles.
Entre nosotros el estudio de la quiebra se reserva para el Derecho Comercial y en
todo caso excede los márgenes de nuestra obra, por lo que daremos las nociones más
indispensables al respecto. Los Arts. 1.° y 2.° fijan el objeto de la quiebra, que es un
juicio universal que tiene por objeto realizar en un solo procedimiento todos los bienes
de una persona, con las excepciones legales, a fin de proveer al pago de todas sus
deudas. Es la característica esencial del juicio de quiebra: es una ejecución universal, a
diferencia del juicio ejecutivo, que es una ejecución individual.
El juicio mismo de quiebra se tramita en dos ramos principales: el de quiebra, en
que ésta se declara y concurren los acreedores a establecer sus créditos en lo que se
llama procedimiento de verificación, y el de administración de los bienes, a cargo de
los síndicos de quiebras que designa para cada caso el tribunal que declara la quiebra
(Título 3 de la ley). Es ésta una de las novedades de la Ley 18.175, ya que antes esto
estaba a cargo de un organismo del Estado, que era calificado de auxiliar de los

899
Véase nota 7. Las empresas constructoras de viviendas que habían alcanzado gran difusión, por su
carácter civil no se sujetaban a las condiciones del deudor comerciante, lo que no se justificaba, pues son
tina empresa industrial como cualquiera otra. Ello fue corregido por el Art. 14 del D.L. 1.953 de 15 de octubre
de 1977, que agregó un N| 20 al Art. 32 del C. de Co., y en cuya virtud son actos de comercio: “Las empresas
de construcción de bienes inmuebles por adherencia, como edificios, caminos, puentes, canales, desagües,
instalaciones industriales y de otros similares de la misma naturaleza”.

604
LAS OBLIGACIONES TOMO II

tribunales de justicia: la Sindicatura General de Quiebras, reemplazada hoy en día por


la Fiscalía Nacional de Quiebras, cuya misión es supervigilar y controlar las actuaciones
de los síndicos.
Los Arts. 39 y siguientes fijan las causales y el procedimiento para la declaratoria
de la quiebra, que produce importantes efectos.
El principal es el desasimiento de los bienes del fallido que equivale al embargo
individual, pero referido al patrimonio del deudor y no a bienes determinados (Art. 64 y
siguientes). Por el desasimiento el fallido queda privado de la facultad de administrar y
disponer de sus bienes, que pasa al síndico respectivo. Por regla general, al de quiebra
se acumulan todos los juicios pendientes contra el fallido (Art. 70).
La quiebra no produce otros efectos que los expresamente fijados por la ley (Art.
73); de ellos, varios los señala la propia Ley de Quiebras, y otros están establecidos en
el mismo C.C., en otros Códigos y leyes.
Entre los del C.C. podemos citar la incapacidad del fallido para ser guardador (Art.
497, N.° 4), la expiración del mandato por quiebra del mandante o mandatario (Art.
2.163, N.° 6.°); en la sociedad (Art. 2.106); la caducidad del plazo (N.° 474); etc.
Finalmente, digamos que el Título 12 de la ley reglamenta los` convenios entre el
deudor y sus acreedores, que pueden ser extrajudiciales y judiciales; estos últimos, a
su vez, preventivos o anteriores a la declaración de quiebra y simplemente judiciales
cuando el deudor tiene ya la calidad de fallido.

965. La cesión de bienes.


El Código se refiere a la cesión de bienes como una modalidad del pago, en el
párrafo 92 del Título 14 del Libro 4.°; Arts. 1.614 a 1.623, bajo el epígrafe “Del pago
por cesión de bienes o por acción ejecutiva al acreedor o acreedores”; también lo
reglamenta la Ley de Quiebras, en su Título 15, Arts. 241 y siguientes, principalmente
en cuanto a su procedimiento, pero que también complementa al Código Civil con
algunas normas substantivas.
El Art. 1.614 define la cesión de bienes como “el abandono voluntario que el
deudor hace de todos los suyos a su acreedor o acreedores, cuando, a consecuencia de
accidentes inevitables, no se halla en estado de pagar sus deudas”. Como decíamos
anteriormente, supone una insolvencia y fortuita, ya que la ley habla de accidentes
inevitables; y puede hacerse a un solo acreedor, como lo señala la definición y lo
reglamenta la Ley de Quiebras.
La cesión de bienes es como si el deudor dijera a los acreedores: no puedo
pagarles, aquí están mis bienes, y páguense con ellos. El pago se producirá cuando se
vendan dichos bienes y reciban los acreedores el producto.952 bis
La institución tuvo cierta importancia mientras existió la prisión por deudas,
porque según veremos el primer efecto que el Art. 1.619 le destaca a la cesión, es
dejar libre al deudor del apremio personal; hoy en día es escasa su aplicación práctica
como tal, sin embargo de que en los convenios judiciales y extrajudiciales es frecuente
convenir que el deudor entregue sus bienes a los acreedores o a una comisión de ellos
para que los liquiden o exploten para el pago de las deudas; pero semejante acuerdo
se rige por los convenios y no por las normas que pasamos a ver muy brevemente por
la razón señalada.

966. Requisitos de la cesión de bienes.


Son ellos:
1.° Sólo puede acogerse a la cesión el mero deudor civil, mas no el comerciante,
industrial, minero o agricultor, y así lo dicen expresamente los Arts. 241 y 246 de la

952 bis
Si en un convenio el deudor transfiere sus bienes a los acreedores, hay dación en pago y no cesión
de bienes (F. del M., N.° 277, pág. 551, diciembre de 1981).

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Ley de Quiebras. Se había fallado en esta forma para el deudor civil en general, antes
de que la ley 18.175 agregara al industrial, minero y agricultor.953
2.° Sólo se concede al deudor de buena fe.954 Ya lo había señalado la propia
definición del Art. 1.614 al hablar de “accidentes inevitables” y lo reafirma el Art.
1.616: “para obtener la cesión, incumbe al deudor probar su inculpabilidad en el mal
estado de sus negocios, siempre que alguno de los acreedores lo exija”. Igualmente,
por esta razón el Art. 1.617 y el Art. 241 de la Ley de Quiebras no le permiten en
ciertos casos al deudor acogerse a la cesión;
3.° Debe ser declarada judicialmente. Así se desprende del Art. 1.615: “esta cesión
de bienes será admitida por el juez, con conocimiento de causa”. El Art. 241, inc. Y de
la Ley de Quiebras, agrega que la petición del deudor deberá cumplir iguales requisitos
que los de la declaración de quiebra a petición del propio fallido, señalados en el Art.
42 de la ley.
La misma ley reglamenta el procedimiento de la cesión, distinguiendo la que se
efectúe a un solo acreedor (párrafo 2, Arts. 242 a 245), o a varios (párrafo 3, Arts. 246
a 255).
Si el tribunal rechaza la cesión de bienes por no cumplir los requisitos legales,
declarará a la vez la quiebra del deudor (Art. 251 Ley de Quiebras).
4.° Que el deudor no haya incurrido en algunas de las causales de exclusión de la
cesión de bienes, mencionadas por los Arts. 1.617 y 241 de la Ley de Quiebras.
De acuerdo al primero: “los acreedores serán obligados a aceptar la cesión,
excepto en los casos siguientes:
1.° Si el deudor ha enajenado, empeñado o hipotecado como propios bienes ajenos
a sabiendas;
2.° Si ha sido condenado por hurto o robo, falsificación o quiebra fraudulenta;
3.° Si ha obtenido quitas o esperas de sus acreedores;955
4.° Si ha dilapidado sus bienes,956 y
5.° Si no ha hecho una exposición circunstanciada y verídica del estado de sus
negocios, o se ha valido de cualquier otro medio fraudulento para perjudicar a sus
acreedores”.
Por su parte, la Ley de Quiebras no permite efectuar cesión al deudor que ha
incurrido en alguna de las causales de declaración de quiebra que pueden afectar, de
acuerdo al Art. 43 de la misma ley, al deudor.

967. Características de la cesión de bienes.


Conviene destacar las siguientes:
1.° Es personalísima.
Así lo confirma el Art. 1.623: “la cesión de bienes no aprovecha a los codeudores
solidarios o subsidiarios, ni al que aceptó la herencia del deudor sin beneficio de
inventario”.
2.° Es irrenunciable.
Lo señala la parte final del Art. 1.615: “el deudor podrá implorarla no obstante
cualquiera estipulación en contrario”.
3.° Es revocable.
De acuerdo al Art. 1.620: “podrá el deudor arrepentirse de la cesión antes de la
venta de los bienes o de cualquiera parte de ellos, y recobrar los que existan, pagando
a sus acreedores.900
4.° Es universal.
953
RDJ, T. 37, sec. la, pág. 340.
954
G.T. de 1866, N.° 1.271, pág. 550.
955
Sobre este N°, G.T. de 1861, N 835, pág. 518.
956
Sobre este N.° G.T. de 1868, N.° 159, pág. 77.
900
El precepto habla de “venta”; se presentó un caso en que uno de los acreedores, hecha la cesión y con
la aceptación de todos los acreedores, se adjudicó la finca hipotecada. La Corte de Santiago declaró que no
cabía revocar la cesión: RDJ, T. 26, sec. 2a, pág. 1.

606
LAS OBLIGACIONES TOMO II

La cesión de bienes es un procedimiento análogo al de quiebra, tiene como ésta


por objeto liquidar en un solo juicio los bienes de una persona, a fin de proveer al pago
de sus deudas.901 Efectuada la cesión, ella afecta a todos los acreedores, y todos los
bienes, derechos y acciones del deudor, exceptuados los no embargables.902

968. Efectos de la cesión.


Según se ha resuelto, la cesión produce sus efectos desde que se presenta la
cesión al juez, y en consecuencia los acreedores no pueden continuar sus ejecuciones
particulares.903
Estos efectos son:
1.° Administración.
La cesión de bienes priva al deudor de la administración de aquellos de que ha
hecho cesión, a menos que los acreedores se la confíen. Así lo señala el Art. 1.621:
“hecha la cesión de bienes podrán los acreedores dejar al deudor la administración de
ellos, y hacer con él los arreglos que estimaren convenientes, siempre que en ello
consienta la mayoría de los acreedores concurrentes”.
Según el Art. 244 de la Ley de Quiebras, habiendo un solo acreedor éste pasa a ser
depositario de los bienes, con las facultades que allí se señalan; si son varios los
acreedores, la administración corresponde al síndico que designe el tribunal (Art. 246).
El deudor puede contratar respecto de los bienes no incluidos en la cesión.904
2.° Dominio y derecho de realización.
El deudor por la sola cesión no traspasa el dominio a los acreedores, sino sólo la
facultad de disponer de ellos y de sus frutos hasta el pago de sus créditos (Art. 1.619,
inc. final).
Y porque el dominio no se traspasa, los acreedores no pueden reivindicar alguno
de los bienes cedidos si el deudor lo enajena.905
El dominio del deudor termina en la forma normal de toda ejecución: cuando el
bien es sacado a remate y se lo adjudica alguno de los acreedores o un extraño. 906
Hecha la tradición, ya no puede el deudor reivindicar los bienes, porque dejó de ser
dueño.907
Finalmente, se ha resuelto también que el precepto está plenamente vigente
después de la dictación de la Ley de Quiebras. 908 Esta misma ley reglamenta la forma
en que se procede a realizar los bienes.
3.° Extinción de las deudas.
Las deudas quedan extinguidas hasta la cantidad en que sean satisfechas con los
bienes cedidos; el deudor queda obligado por el saldo insoluto, y si adquiere nuevos
bienes, debe completar el pago con éstos (N.° 2.° y 3.° del Art. 1.619). El Art. 254 de la
Ley de Quiebras fija un límite a esta responsabilidad del cedente: prescribe en el plazo
de 5 años contados desde que se haya aceptado la cesión.909

901
RDJ, T. 32, sec. la., pág. 489.
902
(959)En
(959)En fallo publicado en la RDJ, T. 20, sec. la., pág. 415, se declaró inaplicable el Art. 1.618, y la
exclusión de los bienes inembargables a una cesión de un solo bien a los acreedores por convenio privado.
Véase también la nota N.° 740; el mismo fallo de la RDJ, T. 24, sec. la., pág. 215, que negó ¡Ligar a aplicar en
la quiebra las inembargabilidades ajenas al Art. 1.618 del C.C., extendió esta solución a la cesión de bienes,
lo que merece igual crítica a Claro Solar, ob. cit., T. 12, NI' 1.643, pág. 345.
903
G.T. de 1865, N-
N-' 947, pág. 385.
904
RDJ, T. 12, sec. la., pág. 432.
905
G.T. de 1876, N.° 2.683, pág. 1.381.
906
(963)RDJ,
(963)RDJ, T. 31, sec. la, pág. 454.
907
RDJ, T. 28, sec. la, pág. 252; sin embargo, el fallo se fundamentó en una limitación al derecho de
dominio por la cesión; como lo señala don Oscar Dávila en# comentario a la sentencia, el deudor no puede
reivindicar porque ya no es dueño. El dominio pasó al adquirente.
908
G.T. de 1934, ler sem., N.° 87, pág. 468.
909
Resulta que actualmente la acción de los acreedores para el cobro del saldo insoluto dura más que la
que tenían para exigir su crédito. De acuerdo a la modificación de la ley 16.952 al Art. 2.515 ésta dura 5 años
desde que la obligación se hizo exigible; en cambio, en este caso prescribe a los 5 años contados desde la
cesión. La intención de la Ley de Quiebras fue señalar un plazo más breve, pero la reforma indicada (N°

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Las deudas quedan extinguidas desde la fecha del pago, y no de la aceptación de


la cesión.910
A la inversa, si los bienes resultan excesivos para el pago de todas las deudas, el
remanente pertenece al deudor por la razón ya señalada de que la cesión no le hace
perder su dominio.
4.° Beneficio de competencia.
El cedente tendrá derecho a invocar el beneficio de competencia que pasamos a
estudiar en la siguiente sección (Art. 1.626, N.° 6.°).
5.° Apremio personal.
El N.° 1 del Art. 1.619 declara al cedente libre de apremio personal, en lo que
estribaba la trascendencia de la institución antes de derogarse la prisión por deudas
(N.° 580).

Sección tercera

EL BENEFICIO DE COMPETENCIA

969. Concepto y reglamentación.


Reglamenta esta institución el párrafo 10 del Título 14 del Libro 4.°, “Del pago con
beneficio de competencia”, Arts. 1.625 a 1.627.
El primero da un concepto de la institución: “es el que concede a ciertos deudores
para no ser obligados a pagar más de lo que buenamente puedan, dejándoseles en
consecuencia lo indispensable para una modesta subsistencia, según su clase y
circunstancias, y con cargo de devolución cuando mejoren de fortuna”.
El Código, al igual que en la cesión de bienes, destaca el carácter de modalidad del
pago del beneficio de competencia, pero la verdad es que constituye una causal de
incumplimiento, no un modo de extinguir la obligación, o de suspensión del mismo; el
deudor se exceptúa legítimamente de cumplir, cancela únicamente lo que pueda, y
hasta esa cuantía se extingue la obligación por pago, pero queda subsistente en el
saldo; “con cargo de devolución”, dice el precepto.
En consecuencia, el beneficio de competencia es un derecho del deudor a negar su
cumplimiento, una excepción suya.911

970. Características.
El beneficio de competencia presenta una gran semejanza con el derecho de
alimentos a que tienen acceso ciertas personas por ley.
Desde luego, hay semejanza en la enumeración que efectúa el Art. 1.626 de las
personas que tienen derecho a invocar el beneficio en estudio, con la que el Art. 321,
por su parte, efectúa de los sujetos a quienes se deben alimentos, aunque este último
es más amplio.
Su objeto es el mismo: permitir la subsistencia del que invoca el derecho; su
fundamento es, pues, humanitario, un verdadero deber moral.
Enseguida, ambos son personalísimos, no pueden cederse, renunciarse, etc.912

1.234) lo dejó ahora de mayor extensión. Prácticamente se produce una interrupción en la prescripción.
910
G.T. de 1934, 1 sem., N.° 87, pág. 468.
911
En el juicio ejecutivo, puede oponerse el beneficio de competencia como excepción, asilándose en el
N- 7° del Art. 464, esto es, falta de requisitos para que el título tenga fuerza ejecutiva: RDJ, Ts. 89, sec. 1a,
pág. 215, y 15 sec. la, pág. 158. En igual sentido, Claro Solar, ob. cit., T. 12, N.° 1.662, pág. 359. Así quedó
constancia por lo demás en la historia fidedigna del C.P.C. En la sesión 26 de la Comisión Mixta se discutió el
punto: “El Sr. Ballesteros estima que el beneficio de competencia es una excepción que está comprendida en
el N.° 79 de este artículo y que por esta razón no es necesario consignarla expresamente. Así lo estimó
también la Comisión”. También sobre el carácter de excepción del beneficio de competencia: G.T. de 1862,
N.° 328, pág. 143
912
No se transmite: G.T. de 1870, N.° 1.400, pág. 625. En contra, G.T. de 1873, N.° 1.949, pág. 881. A
nuestro parecer el primero está en la buena doctrina.

608
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Finalmente, ambos son esencialmente provisionales: duran mientras subsistan las


circunstancias que los motivaron.913
De ahí que el Art. 1.627 disponga que “no se pueden pedir alimentos y beneficio
de competencia a un mismo tiempo. El deudor elegirá”. Es lógico que sea así, pues en
caso contrario el deudor acumularía dos beneficios iguales.

971. Deudores con beneficio de competencia.


El Art. 1.626, complementado por el Art. 237 de la Ley de Quiebras, señala a
quiénes “el acreedor es obligado a conceder este beneficio”:
1.° Familiares.
Los N.° 1.° a 3.° del Art. 1.626 enumeran los ascendientes, descendientes y
hermanos del acreedor, no habiendo irrogado a éste ofensa alguna de las clasificadas
como causales de desheredamiento en el Art. 1.208 y al cónyuge que no haya dado
lugar al divorcio por su culpa.
2.° Consocios.
El N.° 4.° concede el beneficio de competencia a los consocios del acreedor, con
dos limitaciones: que no hayan incurrido respecto a éste en alguna de las causales de
desheredamiento de los ascendientes y descendientes, según el citado Art. 1.208, y
que se trate de las acciones recíprocas que nacen del contrato de sociedad.
Estas circunstancias que obstaculizan la concesión del beneficio equivalen en los
alimentos a la injuria grave o atroz, que privan de éste o lo disminuyen (Art. 324).
3.° Donante.
Corresponde el beneficio de competencia al donante, pero sólo en cuanto se le
trate de hacer cumplir la donación (N.° 5.°).
4.° Cesionario de bienes y fallido rehabilitado.
El N.° 69 del precepto concede el beneficio de competencia al deudor de buena fe,
con la concurrencia de tres circunstancias:
a) Que haya efectuado cesión de bienes a sus acreedores-,
b) Que la cesión no haya alcanzado a pagar todas las deudas, y el acreedor persiga
el pago de la parte insoluta en los nuevos bienes adquiridos por el deudor,914 de
acuerdo a la facultad que le concede el N.° 3.° del Art. 1.619 (N.° 968), y
e) Que el cobro lo efectúen los acreedores que tenían tal calidad al tiempo de la
cesión, y por la deudas existentes a la sazón.
El Art. 237 de la Ley de Quiebras concede al fallido rehabilitado el beneficio de
competencia en los mismos términos que el N.° 6.° del Art. 1.626.

972. Efectos del beneficio de competencia.


El beneficio de competencia debe ser declarado a instancias del deudor, quien
deberá probar que pagadas las deudas no le quedaría lo suficiente para subsistir. 915 Sin
embargo, según decíamos, no es necesario que esté jurídicamente declarado para que
el deudor se excepcione ante la demanda de cumplimiento.
En virtud del beneficio, debe dejarse al deudor lo indispensable para una modesta
subsistencia, según su clase y circunstancia, lo que equivale al concepto de alimentos
congruos (Art. 323, inc. 2).
Con el resto, el deudor pagará las deudas haste el monto en que le alcance, y
hasta ese monto se produce la extinción por pago.916 El saldo lo queda debiendo para
pagarlo cuando mejore de fortuna; al acreedor corresponderá probar que ha concurrido
esta circunstancia.917

913
(970) G.T. de 1882, N.° 2.669, pág. 1.514.
914
G.T. de 1863, N.° 2.240, pág. 850.
915
G.T. de 1894, T. 22, N-
N- 2.364, pág. 619; RDJ, T. 15, sec. la, pág. 158.
916
G.T. de 1880, N2 1.844, pág. 1.306.
917
G.T. de 1872, N.° 1.984, pág. 916.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

El beneficio se extiende a los nuevos bienes adquiridos si con ellos recién el deudor
alcanza una modesta subsistencia.918

Sección cuarta

LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS

973. Reglamentación y pauta.


El Código trata “De la prelación de créditos” en el Título 41 del Libro 4.° (penúltimo
título de este libro), después de haber reglamentado en particular los diferentes
contratos.
La ubicación es criticable, pues la prelación de créditos, ya que tiene por objeto
establecer cómo se pagan éstos cuando entran en concurrencia, es un efecto de la
obligación.
Por otra parte, del título en cuestión sólo los Arts. 2.469 a 2.491 corresponden a la
prelación de créditos; los Arts. 2.465 y 2.466 se refieren a la garantía general
patrimonial (N.° 581), y los Arts. 2.467 y 2.468 a la revocación de los actos del deudor
posteriores a la quiebra o anteriores a ella, pero fraudulentos (N.° 773).
La ubicación lógica de la prelación de créditos esta en los efectos de la obligación,
o quizás lisa y llanamente en la quiebra, donde adquiere su mayor trascendencia;
hemos ya dicho que las preferencias para el pago pueden invocarse aunque no haya
quiebra, pero comúnmente se harán efectivas en ésta o en una cesión de bienes; en
general, habiendo concurrencia de acreedores.
Trataremos esta importante materia en siete párrafos: el primero, para la
institución en general- el segundo, para los privilegios, y los siguientes, para cada una
de las cinco categorías de créditos que establece el Código.

Párrafo 1.°

LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS EN GENERAL

974. Concepto.
En el Art. 2.469 está contenido el concepto de la institución; en virtud de la
garantía general patrimonial, los acreedores pueden exigir que se vendan todos los
bienes del deudor, y con el producto se les satisfagan íntegramente sus créditos,
intereses y costas. Si ello no es posible, el principio general en la legislación es que
todos los créditos concurren en igualdad de condiciones y se pagan a prorrata: la
excepción “cuando haya causas especiales para preferir ciertos créditos, según la
clasificación” que efectúa el Código.
La prelación de créditos tiene entonces por objeto determinar cómo se pagan los
distintos acreedores cuando concurren conjuntamente para el cobro de aquellos.
Porque, según hemos visto, el legislador otorga al acreedor una serie de derechos
ya estudiados para mantener la integridad del patrimonio del deudor y obtener en él
cumplimiento en naturaleza o por equivalencia de la obligación; pero es bien posible, a
pesar de las precauciones, que no haya suficientes bienes para el pago de todas las
deudas.
En tal situación pueden ocurrir dos cosas: que cada acreedor trate de cobrar sus
créditos por su propia cuenta, haciendo uso de los derechos ya señalados, y como ya
hemos dicho, por actuar antes que los demás logren realizar bienes del deudor
suficientes para obtener el pago que busca. Este será entonces el premio a su
diligencia. Pero los restantes acreedores pueden anular esta ventaja del que cobra
primero, ya sea interviniendo en la ejecución iniciada por el acreedor diligente,
918
G.T. de 1862, N.° 684, pág. 270 y de 1884, N.° 1.878, pág. 1.162.

610
LAS OBLIGACIONES TOMO II

mediante una tercería de pago o prelación,919 o ya sea provocando la quiebra del


deudor, en cuyo caso se acumulan a este juicio todos los que tenga pendientes éste.
En esta segunda situación, todos los acreedores son llevados a un procedimiento
universal de liquidación de los bienes del deudor, en que todos ellos son realizados y
con su producto se les paga, como señala el Art. 2.469 íntegramente, si es posible, a
prorrata en caso contrario, y con la excepción de las causales de preferencia de la ley.
Esta efectúa entonces una distinción entre los diferentes acreedores, porque para
ella no todos los créditos tienen igual trascendencia e importancia; a aquellos que por
las diferentes razones que diremos en cada caso les merecen un mayor amparo, les
otorga preferencia para su pago. De manera que primero se pagarán los créditos con
causales de preferencia y después, si hay fondos suficientes, los restantes, que reciben
la denominación de ordinarios, comunes, quirografarios o valistas.
El estudio de la prelación de créditos es el de las distintas causales de preferencia
para el pago que establece la ley.

975. Evolución.
La prelación de créditos arranca su origen del Derecho Romano, con una marcada
distinción entre la hipoteca y los otros créditos preferentes, que aún mantiene nuestra
legislación.
El Código francés organizó un complicado sistema de prelación de créditos en que
se destaca la existencia de privilegios de carácter general inmobiliario que constituyen
hipotecas generales, legales y ocultas. Lo primero por afectar a todos los bienes raíces
del deudor; legales, porque existen por el solo ministerio de la. ley, y ocultas por no
requerir inscripción en Registro Público.
Constituían un grave inconveniente para el crédito, pues aun los acreedores
hipotecarios podían verse sorprendidos por su existencia; se modificó este sistema en
Francia por decreto de 4 de enero de 1955, y Ordenanza N.° 71, de 7 de enero de
1959, reduciendo y limitando tales hipotecas.
En nuestro país, con fecha 31 de octubre de 1845 y 25 de octubre de 1854 se
dictaron las llamadas Leyes de Prelación, fundadas en el sistema francés de la época.
Sin embargo, como ya se habían hecho sentir sus inconvenientes, don Andrés Bello
suprimió en el Código estas hipotecas, generales, legales y ocultas, dándoles a los
créditos a que ellas se referían un privilegio general de cuarta clase.
El Código agrupó los diferentes créditos en cinco categorías: las cuatro primeras
son causales de preferencia, y la quinta corresponde a los acreedores comunes, que no
gozan de ninguna preferencia.
Los Códigos y leyes posteriores han ido ampliando paulatinamente las causales de
preferencia; por otra parte, se ha producido un crecimiento impensado en el volumen e
importancia de algunos créditos de primera clase, especialmente en favor del Fisco,
Instituciones de Previsión, y remuneraciones de empleados y obreros. Todo ello ha roto
totalmente el sencillo sistema ideado por don Andrés Bello, y ha provocado la ineficacia
de las quiebras para los proveedores, que realmente son los que con su crédito
mueven la industria y el comercio; es uno de los puntos en que se impone una revisión
a fondo.

Párrafo 2.°

LOS PRIVILEGIOS

919
La tercería de pago tiene por objeto concurrir a la misma ejecución, a falta de otros bienes
embargables; la de prelación, hacer presente la causal de preferencia para el pago del tercerista (Art. 518
del C.P.C.),

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

976. Preferencia y privilegio.


De acuerdo al citado Art. 2.469, hacen excepción a la igualdad de los acreedores,
las causales de preferencia; el inc. 1 del Art. 2.470 especifica cuáles son estas
causales: “solamente el privilegio y la hipoteca”.
Esta distinción entre privilegio e hipoteca, de origen histórico, carece técnicamente
de toda justificación. Tanto es así que la prenda que para la ley es un privilegio, se
asemeja más a la hipoteca que a los demás privilegios. Sin embargo, debe tenerse
presente que para la ley la hipoteca no es un privilegio sino una causal de preferencia,
como lo es también éste.
Ya hemos señalado que el Código agrupó para los efectos de las preferencias los
créditos en cinco categorías; de acuerdo al Art. 2.471 «gozan de privilegio los créditos
de la la, , 2 a. y 4` clase”. Los de Y clase no son privilegiados, pues corresponden
fundamentalmente a la hipoteca, que según lo dicho es preferente pero no
privilegiada, Y los de la 5a clase ya está visto que no gozan de preferencia ni privilegio
alguno; se pagan a prorrata, si hay con qué hacerlo.
En el presente párrafo analizaremos las características comunes a todos los
privilegios; las de la hipoteca como causal de preferencia, al tratar los créditos de la 3a
clase.

977. Concepto y clasificación del privilegio.


Podemos definir el privilegio como el derecho que el legislador otorga a un crédito
en consideración a la naturaleza de éste, y que habilita a su titular para pagarse con
preferencia a otros acreedores.
Los privilegios admiten algunas clasificaciones;
1.° Según la división que hace el Código, en privilegios de la 1a, 2a y 4a clase,
orden que seguiremos para su estudio.
2.° Más importante es otra clasificación que atiende a los bienes que quedan
afectos al privilegio, y divide a éste en general y especial.
Son privilegios generales los que se hacen efectivos en todo el patrimonio
embargable del deudor; son los de 1a y 4a clase.
Son privilegios especiales los que sólo pueden invocarse en bienes determinados;
a esta clase pertenecen los de la 2 a. categoría. En ello se asimilan a las preferencias
de la 3a clase, que también son especiales.
3.° Cabe finalmente distinguir de un lado la prenda y todos los restantes
privilegios, porque ella presenta muchas particularidades que, como decíamos, la
asemejan más a la preferencia de la hipoteca: como ésta es un derecho real, y si bien
es cierto que como a todo privilegio es la ley la que le otorga preferencia para el pago,
son las partes las que a un crédito se lo confieren al caucionarlo con estas garantías.

978. Caracteres de los privilegios. Enunciación.


Las principales características de los privilegios, que estudiaremos en los números
siguientes, son:
1.° Constituyen garantía, mas no caución;
2.° Por sí mismos no constituyen derecho real, ni dan por lo general derecho de
persecución;
3.° Son estrictamente legales, y
4.° Son inherentes al crédito.

979. I. Los privilegios son garantía, mas no caución.


En eI N.° 72 señalamos las dos acepciones que en Derecho tiene la voz garantía.
En su sentido amplio, como cualquier seguridad de que goza un crédito para su
cobro y que no es común a todos ellos, los privilegios constituyen indudablemente una
garantía. Porque evidentemente el crédito privilegiado tiene más probabilidades de

612
LAS OBLIGACIONES TOMO II

pagarse en caso de insolvencia del deudor que los comunes; la existencia del privilegio
puede significar en muchos casos la diferencia entre obtener el pago y no lograrlo.
Pero no constituyen caución, porque no son una obligación accesoria constituida
para garantizar el crédito; la excepción es la ya señalada para la prenda, que en sí
misma es una caución, y para reforzar este carácter es que la ley le da privilegio. Lo
mismo ocurre con la hipoteca como causal de preferencia. También es caución.

980. II. Los privilegios no constituyen derecho real ni dan derecho de


persecución.
Se ha discutido mucho en doctrina, sobre todo en Francia, la naturaleza jurídica del
privilegio, sosteniéndose por algunos su calidad de derecho real; la discusión nace del
hecho de que muchos privilegios gozan de derecho de persecución, esto es, pueden
hacerse efectivos sobre los bienes afectos a ello, aunque salgan del patrimonio del
deudor, y este derecho es característica del derecho real.
Pero entre nosotros el punto no admite controversias:920 los privilegios no
constituyen derecho real ni otorgan por regla general facultad para perseguir los
bienes del deudor en manos de terceros.
Tenemos, en primer lugar, los privilegios generales en que el legislador se encargó
de decirlo expresamente. Respecto de los de la- clase lo hace el Art. 2.473, inc. 20: “los
créditos enumerados en el artículo precedente no pasarán en caso alguno contra
terceros poseedores”. Y para los de la 4a. clase lo señala el Art. 2.486: “las
preferencias de los créditos de 4a. clase afectan todos los bienes del deudor, pero no
dan derecho contra terceros poseedores”. El legislador ha excluido expresamente el
derecho de persecución.
Y en los de 2a clase, veremos al estudiarlos en particular que sólo pueden hacerse
efectivos mientras el acreedor retenga la cosa, y no puede, por tanto, perseguirlos en
manos de terceros. La excepción la constituye la prenda, pero no porque sea privilegio,
sino porque, además, es derecho real. Lo mismo ocurre con la hipoteca, como
preferencia de Y clase.
La conclusión, pues, se impone: en nuestra legislación si no lo son por sí mismos,
los privilegios no constituyen derecho real ni otorgan derecho de persecución.
El principio admite, eso sí, algunas excepciones: la nave puede ser perseguida en
poder de terceros para hacer efectivos en ella los privilegios de los acreedores (Art.
825 del C. de Co.). Veremos también que el privilegio de 4a clase, por las expensas
comunes de conservación y mantención de los edificios acogidos a la Ley de Venta por
Pisos, se hace efectivo en el respectivo piso o departamento, aunque cambie de dueño
(N.° 1.032).

981. III. Carácter estrictamente legal del privilegio.


El privilegio tiene por única fuente la ley; ni las partes, ni el juez, ni el testador
pueden conferir a un crédito que no la tenga, preferencia para pagarse antes que los
otros. Por eso es que el Art. 2.488, tras haber enumerado el Código las distintas causas
de preferencia, declara que la ley no reconoce otras que las indicadas en los artículos
precedentes.
Las partes tienen una sola posibilidad de proteger los créditos con preferencia:
garantizarlos con hipoteca o prenda; es la ley la que otorga a estas cauciones
preferencias para el pago, y los interesados se acogen a esta seguridad conferida por
el legislador.
La razón de esta característica del privilegio es obvia. Ya hemos señalado que la
existencia de la preferencia para el pago puede significar en muchas ocasiones la
diferencia entre obtenerlo o no. Es el legislador quien en tal emergencia señala cuáles
son los que él prefiere que se paguen, según su naturaleza. Si a las partes se
permitiera establecerlos, alterarían toda la situación, en desmedro de los créditos que,
920
Somarriva, Cauciones, N2 79, pág. 11, ob. cit.

Dislexia Virtual 613


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según la ley, deben ser preferidos. Por otra parte, si ello fuera lícito, todos los
acreedores contractuales exigirían privilegio, so pena de no otorgar el crédito.
De este principio derivan variadas consecuencias, de las que destacaremos tres:
1.° Pago por consignación.
Vimos en su oportunidad en el N.° 648 que a firme la consignación puede ser aún
retirada con consentimiento del acreedor, pero la obligación siempre se considera
extinguida, naciendo una nueva entre las partes, sin que los accesorios de la primera
pasen a la segunda, a menos que las partes así lo acuerden; pero esta renovación no
alcanza a los privilegios por su carácter legal, distinción que destaca perfectamente el
Art. 1.607.
2.° En la novación no hay reserva de privilegios.
En la parte que sigue veremos que la novación extingue la obligación primitiva y
sus accesorios, pero la convención de los interesados puede mantener éstos para la
nueva deuda (Art. 1.642), pero los privilegios de la primera obligación se extinguen
irrevocablemente con la novación (Art. 1.641), esto es, no pueden las partes
mantenerlos, porque sólo la ley es la que otorga a un crédito la calidad de privilegiado
(N.° 1.115).
39 El privilegio es de derecho estricto.
De ahí que no puede ser extendido a otras situaciones que las previstas por la ley,
aunque tengan una gran analogía. Su interpretación es siempre restrictiva.
Así lo habíamos señalado al estudiar en la solidaridad el caso en que el crédito
fuere privilegiado respecto de alguno de los deudores solidarios, y concluíamos con la
opinión general de que a pesar de las vacilaciones jurisprudenciales, es obvio que esta
circunstancia no otorga al crédito igual carácter privilegiado respecto de los restantes
codeudores, a menos que el vínculo sea el mismo (M` 410).
No obstante este carácter legal, el privilegio es perfectamente renunciable, puesto
que está establecido en el mero interés del acreedor titular del crédito que lo goza. 921
Basta pensar que éste puede remitír íntegramente la deuda, para concluir que con
mayor razón está facultado para correr el albur de los créditos comunes, si así lo
desea.
Y por la misma razón no procede aplicarlos de oficio por el tribunal, dado, además,
que en materias civiles los jueces, si no por excepción, están facultados para hacerlo.
No obstante, en una ocasión se resolvió lo contrario para un crédito de un hijo de
familia.922

982. IV. El privilegio es inherente al crédito.


Ya destacamos en la definición que dimos del privilegio que éste se otorga en
consideración a la naturaleza del crédito, a éste en sí mismo; no a las partes que
intervienen en la relación obligacional, aunque sean un factor que naturalmente la ley
suele tomar en cuenta para conferir preferencias. Pero el privilegio pertenece al
crédito, no a su titular, aun cuando la persona de éste haya sido el factor que movió al
legislador a concederlo. Y por ello es que el privilegio sigue el crédito, mientras éste
subsista, aunque sólo sea en parte.
Así lo señala el inc. 2 del Art. 2.470: “estas causas de preferencia son inherentes a
los créditos para cuya seguridad se han establecido, y pasan con ellos a todas las
personas que los adquieran por cesión, subrogación o de otra manera”.
Dicho de otra forma, todo aquel a quien pase activamente el ,crédito gozará del
privilegio que accede a éste. Para la cesión de créditos, lo repite el Art. 1.906 (N.°
1.063), y para el pago con subrogación, el Art. 1.612 (N.° 671).
Porque la obligación de indemnizar los perjuicios en caso de incumplimiento del
deudor, subroga, ocupa el mismo lugar de la obligación incumplida, goza de los
mismos privilegios de ésta (N.° 815).
921
G.T. de 1895, N2 1.890, pág. 851 y de 1898, 1-
1---sem., N2 159, pág. 92.
922
RDJ, T. 30, sec. la., pág. 368.

614
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Si el crédito se transmite, el privilegio pasa a los herederos del acreedor, o al


legatario a quien se le haya legado el crédito.
Si fallece el deudor, el crédito tiene la misma calidad de privilegiado respecto a los
herederos del deudor, pero se presentan algunos conflictos en relación con los bienes
en que se hace efectivo el privilegio.
En los privilegios especiales no hay problema de ninguna especie, puesto que el
bien afecto a ellos pasa a los herederos o al legatario, y el privilegio se hará efectivo en
su contra.
Pero en los generales, el privilegio ¿se hará efectivo únicamente en los bienes del
causante que pasan a los herederos, o abarca también los de éste? Porque no debe
olvidarse que el privilegio general se caracteriza justamente por afectar todos los
bienes embargables del deudor. Además, debe considerarse que en los bienes del
heredero pueden tener los acreedores personales de éste también privilegios, y los que
llegan por sucesión por causa de muerte es posible que sean de mayor preferencia que
ellos.
El legislador resuelve el problema en el Art. 2.487, efectuando un distingo:
Si los herederos aceptan sin beneficio de inventario o los acreedores hereditarios y
testamentarios no invocan el beneficio de separación, todos los privilegios de 1a ó 4a,
clase, tanto los que existían contra el causante como contra los herederos, concurren
en el orden que naturalmente les corresponde en todo el patrimonio de éstos. Y así, los
impuestos fiscales adeudados por el causante, y los que deba el heredero, serán
ambos créditos de la 1a. clase para pagarse con la preferencia del N.° 9 del Art. 2.472
en igualdad de condiciones.
En cambio, si hay beneficio de inventario o separación, las preferencias que
existían contra el causante sólo pueden hacerse efectivas en los bienes hereditarios;
como dice el precepto “afectarán solamente los bienes inventariados o separados”. En
el ejemplo propuesto, los impuestos adeudados por el causante se cobrarán
únicamente en los bienes hereditarios; y los del heredero en los suyos propios. Y en
ellos gozarán únicamente de sus respectivos privilegios.

983. Efectos del privilegio.


El efecto fundamental del privilegio es permitir que el crédito que lo goza se pague
preferentemente a los que no gozan de él, o tienen uno menor, según las órdenes
legales que luego veremos.
El privilegio del crédito se extiende a sus accesorios; así lo señala el Art. 2.491
respecto de los intereses: “los intereses correrán hasta la extinción de la deuda, y se
cubrirán con la preferencia que corresponda a sus respectivos capitales”. Los Arts. 67 y
68 de la Ley de Quiebras señalan la situación de los intereses y reajustes del crédito
ante la declaración de quiebra. El inc. final del Art. 68 dice que “los reajustes y los
intereses, en su caso, gozarán de iguales preferencias y privilegios que los respectivos
capitales”.

Párrafo 3.°

LOS CRÉDITOS DE LA PRIMERA CLASE

984. Características generales.


El primer orden de los créditos privilegiados, según la enumeración que efectúa el
Art. 2.472, comprende privilegios de carácter general, esto es, afectan a todo el
patrimonio del deudor.
Así lo señala la primera parte del Art. 2.473: “los créditos enumerados en el
artículo precedente afectan todos los bienes del deudor”. Como el legislador no
distingue, abarca los bienes muebles e inmuebles, corporales e incorporales, etc. La

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excepción son los inembargables, que nunca son susceptibles de perseguirse por los
acreedores.
También hemos destacado que se hacen efectivos únicamente en los bienes
existentes en poder del deudor; carecen de derecho de persecución, como lo destaca
el propio inc. 2.° del Art. 2.473.
Las razones que han movido al legislador a otorgarles tal carácter son de
humanidad o de interés social comprometido, como lo iremos destacando al estudiar
cada uno de ellos.

985. Enumeración.
El encabezamiento del Art. 2.472 señala: “la primera clase de créditos comprende
los que nacen de las causas que enseguida se enumeran”. Y la enumeración abarca 9
números, que estudiaremos en los acápites siguientes, y que pueden enunciarse así:
1.° Las costas judiciales causadas en interés general de los acreedores;
2.° Las expensas funerarias necesarias del deudor difunto;
3.° Los gastos de enfermedad del deudor;
4.° Los gastos de la quiebra;
5.° Las remuneraciones de los trabajadores;
6.° Las cotizaciones provisionales;
7.° Los gastos de subsistencia del deudor y su familia;
8.° Las indemnizaciones legales y convencionales de origen laboral, y
9.° Los créditos del fisco por los impuestos de retención y recargo.
Esta enumeración es la que estableció el Art. 261 de la Ley de Quiebras- el
primitivo texto de Art. 2.472 comprendía los numerados 1, 2, 3, 4, 7 y 8 con variantes,
y fue objeto de modificaciones en su texto e indirectas, para ser reemplazado por 8
numerandos por el D.L. 1.773 publicado en el Diario Oficial de 14 de mayo de 1977, y
finalmente por los 9 actuales por la citada ley NI` 18.175.

986. I. Costas judiciales causadas en interés general de los acreedores.


El N.° 152 del Art. 2.472 ha permanecido inalterable y comprende “las costas
judiciales que se causen en el interés general de los acreedores”. Su justificación es
obvia, porque son costas en que se ha incurrido en beneficio de la masa, y hacen
posible que todos los acreedores se paguen.
La mayoría de la doctrina entendía comprendidos en este número todos los gastos
propios de la quiebra, y así lo decíamos en la primera edición de este libro. El Art. 119,
inc. final de la Ley de Quiebras, declaraba que incluso “los préstamos que obtenga el
síndico para gastos gozarán de la preferencia de las costas judiciales”. Sin embargo
una sentencia había declarado lo contrario, 923 y por ello la. actual disposición contiene
un número específico para los gastos de, la quiebra: el N.° 4.
El privilegio de la clase se refiere sólo a las costas causadas en interés general de
los acreedores, de la masa, y no del acreedor particular, como serían las costas de
verificación de un crédito por éste.980 bis
Sin embargo, si el crédito es preferente, las costas son un accesorio suyo y, en
consecuencia, gozaran por extensión del privilegio del crédito mismo. No lo ha dicho
específicamente la Ley de Quiebras, pero se deduce del principio señalado y del Art
2.491 que da esta solución para los intereses, y lo repite el inc. final del Art. 68 de la
Ley de Quiebras que da el mismo tratamiento a los reajustes. Por si alguna duda
quedare, basta recurrir al Art. 2.469, que da derecho a los acreedores para hacer
vender los bienes del deudor “hasta concurrencia de sus créditos, inclusos los intereses
y los costos de la cobranza”. Estos, pues, están incluidos en el crédito. Y cuando el
precepto señala que los acreedores dividen el producto del remate a prorrata “cuando

923
RDJ, T. 32, sec. la., pág. 489.
Los gastos judiciales efectuados por un acreedor, no en interés general de todos, sino en el suyo
980 bis

particular, no gozan de privilegio: RDJ, T. 36, sec. 2a., pág. 18.

616
LAS OBLIGACIONES TOMO II

no haya razones especiales para preferir ciertos créditos”, en esta expresión incluye
las costas, según lo dijo anteriormente
Por último, de acuerdo al Art. 1.571, los gastos del pago son de cargo del deudor
(N.° 619). Aplicando esta disposición con la antigua Ley de Quiebras, se entendía que si
el deudor consignaba fondos para alzar la quiebra de acuerdo al Art. 49 debía pagar las
costas. El actual Art. 45 dispone que el deudor puede evitar la declaratoria de quiebra
pagando durante el período de audiencia el crédito que sirvió de base para pedirla, “y
las costas correspondientes”.

987. II. Las expensas funerales necesarias del deudor difunto.


Les otorga privilegio de 1a clase el N.° 2.° del Art. 2.472, y no ha experimentado
ninguna variación desde la dictación del Código.
El precepto menciona las “expensas necesarias”, y, en consecuencia, no son
créditos privilegiados las que resulten exageradas en atención a la categoría personal
del difunto.
Este privilegio obedece a razones de humanidad, pues la insolvencia del deudor no
puede obstaculizar su sepelio. Por ello se asegura el crédito de quien se haga cargo de
los funerales. La misma inspiración tienen los N.° 3 y 7 del precepto. Por igual razón el
Art. 4.° N.° 12 de la Ley N2 16.271 de 10 de julio de 1965, sobre Impuesto de
Herencias, Asignaciones y Donaciones, permite rebajar como baja general de la
herencia para determinar la asignación sujeta a impuesto, los gastos de entierro del
difunto.

988. III. Gastos de enfermedad.


Entre los créditos privilegiados de 1a clase están incluidos por el N.° 32 del Art.
2.472 “los gastos de enfermedad del deudor”.
El Código se refería originalmente a los gastos de última enfermedad, de manera
que el privilegio sólo existía si el deudor había fallecido, pero no si sobrevivía a la
enfermedad. Hoy en ambos casos.
Si la enfermedad ha sido prolongada, el precepto que comentamos permite limitar
el privilegio. Dice la disposición: “si la enfermedad hubiere durado más de seis meses,
fijará el juez, según las circunstancias, la cantidad hasta la cual se extiende la
preferencia”.
La justificación del privilegio es la misma del caso anterior. Razones humanitarias,
y por igual motivo el precepto citado de la Ley de Impuesto de Herencias, permiten
rebajar como baja general de la herencia “los gastos de última enfermedad adeudados
a la fecha de la delación de la herencia”.

988 bis. IV. Los gastos de la quiebra.


Según el N.° 4.° del Art. 2.472 con la redacción que le dio la Ley 18.175,
constituyen crédito privilegiado de la primera clase “los gastos en que se incurra para
poner a disposición de la masa los bienes del fallido, los gastos de administración de la
quiebra, de realización del activo y los préstamos contratados por el síndico para los
efectos mencionados”.
En armonía con esta disposición, el inc. 2 del Art 44 de la Ley de Quiebras dispone
que junto con solicitar la quiebra el peticionario deberá acompañar vale vista o boleta
bancaria a la orden del tribunal por una suma equivalente a 100 unidades de fomento.
Agrega el precepto: “dicha suma será considerada como un crédito del solicitante en
contra del fallido, que gozará de la preferencia establecida en el N.° 4.° del Artículo
2.472 del Código Civil (Véase también Art. 132, inciso 2).
El N.° 4 del Art. 2.472 se consideraba antiguamente incluido en el privilegio de las
costas judiciales en beneficio de todos los acreedores, aunque el punto se discutía.
Ahora se ha terminado toda la duda, y la justificación es la misma del N.° 1. Estos

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gastos hacen posible que los acreedores se cobren de sus acreencias, y es justo que su
pago esté asegurado.

989. V. Remuneraciones de los trabajadores.


El N.° 5 del artículo que comentamos otorga privilegio de primera clase a “las
remuneraciones de los trabajadores y las asignaciones familiares”.
La disposición ha experimentado una marcada evolución, en una tendencia social
muy justificada de ir ampliando la protección de los trabajadores en una quiebra. Si
bien es cierto que todos sufren con la cesación de pagos de una empresa, los más
desprotegidos son los trabajadores, ya que necesitan de sus remuneraciones para
sobrevivir. De ahí que este que era el N.° 4 del Art. 2.472 y ahora pasó a ser el 5 es, sin
embargo, el rubro más grueso de los privilegios de primera clase, y se complementa
con los N.° 6.° y 8.°.
El primitivo texto del Código contemplaba solo “los salarios de los dependientes y
criados por los últimos tres meses”. El Art. 153 del anterior Código del Trabajo
consideró incluidos en el N2 49 del Art. 2.472 “los sueldos de los empleados en caso de
quiebra”.981
La Ley 13.923 reemplazó el N.° 4.° del Art. 2.472 por el siguiente: “las
remuneraciones de los obreros y empleados y obreros en conformidad a lo que
dispongan las leyes especiales”. Esta ley de 15 de marzo de 1960 modificó también el
anterior Código del Trabajo, fundamentalmente su Art. 664.924
El Decreto Ley N.°1.773 de 11 de mayo de 1977 dio al precepto la redacción
actual, esto es, comprendiendo las remuneraciones de los trabajadores y sus
asignaciones familiares, y separó en números diversos las cotizaciones previsionales y
las indemnizaciones legales y convencionales.925
La ley ha eliminado la antigua nomenclatura de empleados y obreros, poniendo así
la disposición en consonancia con la actual legislación laboral que eliminó esta
distinción del antiguo Código del Trabajo.
El actual Código del Trabajo, aprobado por la Ley N.° 18.620 de 1987, define en su
Art. 40 las remuneraciones de los trabajadores como “las contraprestaciones en dinero
y las adicionales en especie avaluables en dinero que debe percibir el trabajador del
empleador por causa del contrato de trabajo”.
El Art. 41 comprende en la expresión los sueldos, sobresueldos, comisiones,
participaciones y gratificaciones. A todos. ellos se extiende, pues, el privilegio que
comentamos.
De acuerdo al inicio 2.° del Art. 40: “No constituyen remuneración las asignaciones
de movilización, de pérdida de caja, de desgaste de herramientas y de colación, los
viáticos, las prestaciones familiares otorgadas en conformidad a la ley, la
indemnización por años de servicios establecida en los artículos 159 y 160 y las demás
que proceda pagar al extinguirse la relación contractual ni, en general, las
devoluciones de gastos en que se incurra por causa del trabajo”. Por ende, no gozan de
privilegios.
En armonía con el Código Civil, el Art. 60 del actual Código del Trabajo dispone:
“Gozan del privilegio del artículo 2472 del Código Civil, las remuneraciones adeudadas
a los trabajadores y sus asignaciones familiares, las imposiciones o cotizaciones y
demás aportes que corresponda percibir a los organismos o entidades de previsión o
de seguridad social, los impuestos fiscales devengados de retención o recargo, y las
indemnizaciones legales y convencionales de origen laboral que correspondan a los
981
El precepto del Código del Trabajo planteaba un problema, pues no dijo si se aplicaba también a los
empleados el límite de los 3 meses del C.C. La Corte Suprema lo había resuelto a favor de la limitación: RDJ,
Ts. 31, sec. la, pág. 240 y 37, sec. la, pág. 24. La reforma de la Ley 13.923 eliminó el límite.
924
Respecto de las modificaciones de la Ley 13.923 véase Alejandro Silva Bascuñán Preferencia,
inembargabilidad y prescripción de los derechos de obreros y empleados, RDJ, T. 57. Parte primera, pág. 1, y
la primera edición de esta obra.
925
Sobre las modificaciones del D.L. N.° 1.773 véase Repertorio, T. 12, año, 1981, pág. 50.

618
LAS OBLIGACIONES TOMO II

trabajadores; todo ello conforme al artículo 2473 y demás pertinentes del mismo
Código.
Estos privilegios cubrirán los reajustes, intereses y multas que correspondan al
respectivo crédito.
Para los efectos de lo dispuesto en el número 5 del artículo 2.472 del Código Civil,
se entienden por remuneraciones los sueldos, sobresueldos, comisiones, participación
en las utilidades, gratificaciones legales y cualquier otro estipendio que perciban los
trabajadores como contraprestación de su trabajo.
El privilegio por las indemnizaciones legales y convencionales previsto en el
número 8 del artículo 2472 del Código Civil, no excederá, respecto de cada
beneficiario, de un monto igual a quince ingresos mínimo mensuales; el saldo, si lo
hubiere, será considerado crédito valista. Si hubiere pagos parciales, éstos se
imputarán al máximo referido.
Sólo gozarán de privilegios estos créditos de los trabajadores que ,estén
devengados a la fecha en que se hagan valer.
Los tribunales apreciarán en conciencia la prueba que se rinda acerca de los
créditos privilegiados a que se refiere el presente artículo.
De acuerdo a los restantes incisos del Art. 50 “no constituyen remuneración (y por
ende no gozan de privilegio) las asignaciones de movilización, de pérdida de caja, de
desgaste de herramientas y de colación, los viáticos, las prestaciones familiares
otorgadas en conformidad a la ley ni en general las devoluciones de gastos en que se
incurra por causa del trabajo.
“Para los efectos previsionales la indemnización por años de servicios no
constituirá remuneración”.
Respecto de las asignaciones familiares, el N.° 5.° del Art. 2.472 las menciona
expresamente, por lo que gozan de privilegio aun cuando no se consideren
remuneraciones. La indemnización por años de servicios no se considera remuneración
sólo para los efectos previsionales, pero el N.° 82 del Art. 2.472 se refiere a ellas
expresamente.
El Art. 60 del actual Código del Trabajo dispone que gozan del privilegio del Art.
2.772 del Código Civil las remuneraciones adeudadas a los trabajadores y sus
asignaciones familiares, todo ello conforme al Art. 2.743 y demás pertinentes del
mismo Código, privilegio que cubre además los reajustes, intereses y multas que
correspondan, Hasta aquí repite las disposiciones actuales del Art. 2.472 y de la Ley de
Quiebras.
El inc. 3 dispone que “para los efectos de lo dispuesto en el N.° 4 del Art. 2.472 del
Código Civil (hoy N.° 5.°), se entiende por remuneraciones los sueldos, sobresueldos,
comisiones, participación de utilidades, gratificaciones legales y cualquier otro
estipendio que perciban los trabajadores como contraprestación a su trabajo”.
Puede apreciarse que esta concepción es más amplia que la de los Arts. 50 y 51,
en virtud de la frase final. El punto a discutir es si las asignaciones a que se refiere el
inc. 2 del Art. 50 quedan o no afectas a privilegio. En virtud de este precepto no
constituyen remuneración, pero caben perfectamente en la frase “cualquier
estipendio”, etc. No obstante esto, creemos que no las incluye en el privilegio, porque
la ley en el N.° 5 del Art. 2.472 le otorga expresamente a una de ellas, las asignaciones
familiares, y si la mencionó expresamente es porque no estaba incluida en el privilegio.
No habiendo hecho lo mismo con las demás, debemos, concluir que no gozan de
privilegio.

989 bis. VI. Cotizaciones previsionales.


El N.° 62 del Art. 2.472 no existía en el solo Código Civil. Fue introducido en el
precepto por el D.L. 1.773, y la redacción actual la debe a la Ley 18.175. Comprende:
“las cotizaciones adeudadas a organismos de seguridad social o que se recauden por
su intermedio, para ser destinados a este fin, como asimismo los créditos del fisco en

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contra de las entidades administradoras de fondos de pensiones por los aportes que
aquél hubiere efectuado de acuerdo con el inciso tercero del artículo 42 del
Decreto-Ley N.° 3.500 de 1980”.
Por razones obvias este privilegio no existía al dictarse el Código Civil, y fue
establecido en el Art. 664 del anterior C. del T., por la reforma de la Ley 13.923. Como
decíamos, lo traspasó como un número propio del C.C. en el Art. 2.472 el D.L. 1.773983
bis y el Art. 69 del D.L. 2.200, hoy Art. 60 del actual Código del Trabajo.
El Art. 42 del D.L. 3.500 se refiere al caso de que la rentabilidad de un Fondo de
Pensiones durante un mes fuere inferior a la rentabilidad mínima mensual señalada por
la ley, y esa diferencia no pudiere ser cubierta con la reserva respectiva; en tal evento
la Administradora de Fondo de Pensiones (AFP en el lenguaje común) deberá enterarla
dentro del plazo de 5 días. Si en definitiva la Administradora no pudiere enterar con
esas reservas la rentabilidad mínima, lo hará el Estado y su crédito gozará del
privilegio del N 6 del Art. 2472.
En lo demás el privilegio es sumamente amplio y abarca todas las cotizaciones a
los organismos de seguridad, ya sean propiamente previsionales o que se recauden por
su intermedio.

990. VII. Gastos de subsistencia.


Gozan de privilegio de 1a clase en 7.° lugar “los artículos necesarios de
subsistencia suministrados al deudor y su familia durante los últimos tres meses”.
Permanece sin modificaciones desde el Código originario.
La razón de este privilegio es semejante a las de los números 2 y 3: los suministros
han permitido subsistir al deudor y sus familiares, y por ello es lógico permitir su cobro
preferente.
El Código no señaló lo que se considera familia para estos efectos, en cambio lo
indicó en el inc. 32 y siguientes del Art. 815, para los efectos de los derechos de uso y
habitación: el cónyuge, los hijos legítimos y naturales, los sirvientes necesarios para la
familia, las personas que viven con el deudor y a costa de éste, y aquellas a quienes
les debe alimentos. Parece no haber inconvenientes para aplicar el precepto por
analogía a la prelación de créditos.
El N.° 5 del Art. 2.472 contenía un inc. segundo que no contempla el actual N.° 7:
si los acreedores consideraban exagerado el cargo de subsistencia, podían solicitar al
juez que lo tasare.

990 bis VIII. Indemnizaciones legales y convencionales de origen laboral.


El N.° 8.° del actual Art. 2.472 otorga privilegio de la. clase a “las indemnizaciones
legales y convencionales de origen laboral que correspondan a los trabajadores, que
estén devengadas a la fecha que se hagan valer y hasta un límite del equivalente a
quince ingresos mínimos mensuales por trabajador. Por el exceso, si lo hubiere, se
considerarán valistas”.
El Art. 664 del Código del T. planteaba el problema de determinar si las
indemnizaciones por término del contrato de trabajo gozaban de privilegio de acuerdo
al antiguo No 4.° del Art. 2.472. Se había fallado en sentido contrario.983 tris
Y es un problema de gran trascendencia, puesto que la quiebra pone término al
contrato de trabajo y puede dar origen a la indemnización legal o pactada en contrato
de trabajo por término de éste, a menos que se acuerde la continuación del giro de la
empresa.

983 bis
Véase al respecto, Repertorio, T. 12, pág. 50 y la primera edición de este libro. Se había fallado que
el privilegio se extendía a los intereses y multas por imposiciones atrasadas: RDJ, T. 60, sec. 3a, pág. 1, y el
Art. 32 del D.L. 1773 así lo estableció, y antes de la Ley 17.322 de 19 de agosto de 1970 se había fallado que
el privilegio no se extendía a los organismos privados de compensación de la asignación familiar: RDJ, T. 60,
sec. 3a, pág. 4. Esto fue aclarado por la misma ley en su Art. 31.
983 tris
RDJ, T. 62, sec. la, pág. 246.

620
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Por ello el Decreto-Ley 1.773 primero y luego el 2.200 otorgaron privilegio a estas
indemnizaciones. El D.L. 1773 lo hizo introduciendo un N.° 79 al Art. 2.472, que hoy
con diferente redacción ha pasado a ser el N2 8.°, pero sin ponerle límite. El inc. final
del Art. 69 del D.;. 2.200 era casi igual al actual N.° 8.° del Art. 2.472: “el privilegio por
las indemnizaciones legales y convencionales previsto en el N2 7.° (hoy 8.°) del Art.
2.472 del Código Civil no excederá, respecto de cada beneficiario, de un monto igual a
quince ingresos mínimos mensuales; el saldo, si lo hubiere, será considerado crédito
valista. Si hubiere pagos parciales, éstos se imputarán al máximo referido”. Hoy esta
disposición se produce en los términos ya citados en el Art. 60 del actual Código del
Trabajo.
En síntesis, para que opere el privilegio:
a) los trabajadores debe tener derecho a indemnización por ley o por convención;
b) deben estar devengadas y a la fecha que se hagan valer;
c) el privilegio se extiende sólo hasta 15 ingresos mínimos mensuales, a los cuales
se imputan o descuentan los pagos ya efectuados.

991. IX. Créditos fiscales por impuestos de retención y recargo.


El último número del, primitivo Art. 2.472 otorgaba privilegio a “los créditos del
Fisco y municipalidades, por impuestos fiscales o municipales devengados”. O sea, lo
confería a todas las deudas por impuestos y contribuciones fiscales o municipales.
El D.L. 1.773 los dividió entre los números 5.° (“impuestos fiscales devengados de
retención o recargo”) y 8 (“los impuestos fiscales no comprendidos en el número 5, y
los municipales, devengados”).
La Ley 18.175 los traslada al N.° 9.° y los limita exclusivamente a los créditos del
Fisco por impuestos de retención o recargo.
En esta evolución claramente se ha limitado el privilegio del Fisco y se ha
eliminado el de las municipalidades, en una tendencia a favorecer a los restantes
acreedores.
Impuestos de retención son aquellos que el contribuyente debe descontar al
efectuar cualquier pago y enterar en arcas fiscales. A ellos se refiere el párrafo 2.° del
Título V de la Ley de Impuesto a la Renta, por ejemplo, el impuesto único de
trabajadores, el de los profesionales, etc. Impuestos de recargo son aquellos que el
contribuyente puede trasladar a otros, como ocurre con el impuesto al valor agregado.
En todos estos casos, en el fondo el deudor del fisco ha actuado como un verdadero
recaudador de éste: son dineros que no le pertenecen, y de ahí el privilegio.
Esta limitación del privilegio fiscal ha sido muy conveniente, ya que el aumento de
los impuestos y de sus tasas era uno de los elementos que más poderosamente habían
contribuido al deterioro de todo el sistema, como lo destacábamos en la primera
edición de esta obra.
Bueno en todo caso es recordar que el privilegio en ningún caso abarcaba todos los
créditos fiscales y municipales, sino sólo por los impuestos, y siempre que ellos
estuvieren devengados.
Digamos finalmente que el Art. 60 del Código del Trabajo aprobado por la ley N.°
18.620, dispone que gozan del privilegio del Art. 2.472 del Código “los impuestos
fiscales devengados de retención o recargo”, lo que ahora es un mera duplicación, y
además mal ubicada.

992. Normas para el pago de los privilegios de 1a clase. Enunciación.


En cuatro podemos resumir las reglas que fundamentalmente gobiernan el pago
de los créditos de la 1a. clase:
1.° Se pagan desde que haya fondos suficientes para ello;
2.° Si liquidados los bienes del deudor no pueden pagarse todos los créditos de 1a
clase, el déficit impago prefiere a las preferencias de 2a y 3 a. clase;

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3.° Los créditos de la la. clase prefieren entre sí en el orden en que están
enumerados, y
4.° Dentro de cada número del Art. 2.472, el pago se efectúa a prorrata de los
créditos.

993. I. Los créditos de la clase se pagan desde que baya fondos para ello.
De acuerdo al Art. 148 de la Ley de Quiebras, no hay que esperar las resultas de
ésta para pagar los créditos privilegiados de 1a clase.
Al respecto hay que hacer un doble distingo. Primero, entre los que no han sido
objetados de los que han sufrido impugnación. Porque el acreedor junto con verificar su
crédito en el procedimiento de quiebra, debe alegar la preferencia que pretende para
éste, y tanto aquél como ésta pueden ser impugnados, esto es, desconocidos.
A los que no han sido objetados en cuanto a su monto, preferencia o procedencia
se les va pagando en el orden en que se encuentran enumerados en el Art. 2.472,
reservando únicamente lo necesario para los gastos subsiguientes de la quiebra, y para
los impugnados. Respecto a éstos, en consecuencia, el síndico hará la reserva, y los
pagará cuando su monto o privilegio deje de estar sujeto a litigio.
La Ley 18.175 obliga también a distinguir según los números del Art. 2.472. Hay
algunos que no necesitan verificación: los de los números 1.°, 4.° y 8.° del precepto.
Los del N.° 52 y los del N2 8, para estos últimos con el solo mérito de la sentencia
judicial que ordene pagar la indemnización, serán pagados con cargo a los primeros
fondos del fallido de que se pueda disponer administrativamente, y siempre que en el
caso de las remuneraciones de los trabajadores existan antecedentes documentarios
que los justifiquen y aun antes de su verificación.
El síndico deberá cuidar al efectuar estos últimos pagos que el monto del saldo
del activo sea suficiente para asegurar el pago de los créditos de mejor derecho.
En el caso de las remuneraciones e indemnizaciones de los traba,jadores, la norma
se justifica socialmente por la razón apuntada: la necesidad de éstos de contar con
esos fondos para sobrevivir. Tratándose de los gastos de la quiebra, se necesita
disponer de los dineros para ello a fin de agilizar su tramitación.

994. II. Preferencia de los créditos de 1a clase a los de 2a y 3ª.


Así se desprende de lo dispuesto en los Arts. 2.476 para los de 2a clase, y 2.478
para los de 3 , pero se hace efectiva sólo si los bienes restantes son insuficientes para
el pago de los créditos privilegiados de la 1a clase.
En consecuencia, éstos se pagan con la subasta de¡ patrimonio embargable del
deudor, excluidos los bienes afectos a las preferencias de 2a y 3a clase; éstos no se
tocan en primera instancia, pero si realizados los restantes bienes no se alcanzaren a
pagar todos los créditos de la primera clase, el déficit de éstos se paga en los bienes
afectos a créditos de 2a y 3a clase, con preferencia a los privilegios y preferencias
especiales que les afectan.
De esta manera los créditos de la 1a. clase pueden vulnerar el privilegio de los de
2a, y la preferencia de los de 3 .
Se ha presentado y debatido el problema de precisar a quién corresponde el peso
de la prueba de que los bienes generales del deudor son o no suficientes para el pago
de los créditos de la 1a. clase, especialmente en relación a los últimos de éstos: los del
Fisco. La cuestión consiste en determinar si es éste quien debe probar que no hay
bienes suficientes en el patrimonio del deudor con que afrontar su cancelación, si no se
recurre a los afectos a preferencias especiales, o si, a la inversa, son los acreedores
preferentes de 2a y 3a clase quienes deben establecer que sí los hay. La Corte
Suprema gravó al Fisco con el onus probandi.926

926
RDJ, Ts. 41, sec. la., pág. 190, y 42, sec. la., pág. 10. En igual sentido, Rafael Mery, ob. cit., N.° 209,
pág. 390; Arturo Alessandri R., La Prelación de Créditos, Santiago, 1940, N.° 42, págs. 33 y 34. En contra de
esta opinión, Somarriva Cauciones, ob. cit., N-
N-' 456, pág. 464.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

995. III. Los créditos de 1a clase prefieren entre sí en el orden en que están
enumerados.
Los créditos privilegiados de la la clase concurren entre sí en el orden en que los
enumera el Art. 2.472, o sea, se pagan primero las costas judiciales, luego las
expensas funerarias, y así sucesivamente hasta rematar en último lugar con los
impuestos fiscales de retención y recargo. Así lo disponen los Arts. 2.473 del Código y
148 de la Ley de Quiebras, con las salvedades señaladas en el N.° 993.
En consecuencia, estos créditos se prefieren por su orden numérico sin que tengan
importancia alguna sus respectivas fechas, como ocurre, en cambio, en los créditos de
4a clase. Y si resultan insuficientes los bienes para pagarlos a todos, aun recurriendo a
los afectos a preferencias especiales, se pagarán únicamente los que alcancen.
Recordemos que, según lo dicho en el N.° 982, si no ha mediado beneficio de
inventario o separación, concurren conjuntamente en los bienes del heredero y de la
herencia las preferencias contra el causante y su sucesor (Art. 2.487, inc. 1.°).

996. IV. Los créditos de un mismo número se pagan a prorrata.


Puede acontecer que aun realizados todos los bienes del deudor, incluidos los que
estaban afectos a preferencias especiales, no sólo no haya con que pagar todos los
créditos de 1a clase, sino que lo existente no dé para pagar íntegros los créditos del
mismo número. Por ejemplo, se alcanzan a pagar todas las costas judiciales y las
expensas funerarias, pero no todos los gastos de enfermedad. El remanente existente,
después de pagados los anteriores números que se alcanzan a cancelar íntegramente,
se prorratea entre los créditos derivados de enfermedad, sin que tampoco se tomen en
cuenta sus fechas respectivas. 0 sea, se vuelve a la regla general del pago a prorrata
(Art. 2.473, inc. 1.°).

Párrafo 4.°

LOS CRÉDITOS PRIVILEGIADOS DE 2.° CLASE

997. Características y enumeración.


Al igual que los de la 1a. clase, los de la 2 a. clase son también créditos
privilegiados (Art. 2.471).
Pero difieren de ellos en que son especiales, pues no se hacen efectivos en todo el
patrimonio del deudor, sino únicamente en los bienes específicos afectos al privilegio,
de manera que si ellos resultan insuficientes para el pago del crédito respectivo, el
déficit impago pasa a ser crédito común.
De acuerdo al Art. 2.474: “a la segunda clase de créditos pertenecen los de las
personas que en seguida se enumeran”.
El precepto enumera tres casos, a los que leyes posteriores han agregado otros, a
algunos de los cuales nos referiremos brevemente. En síntesis, en los números
siguientes hablaremos de los créditos privilegiados de 2a clase:
1.° Del posadero, sobre los efectos del deudor introducidos por éste a la posada;
2.° Derivados del contrato de transporte;
3.° De la prenda;
4.° De las prendas especiales; y
5.° Del derecho legal de retención.
El Art. 118 de la anterior Ley de Quiebras contenía otros créditos privilegiados de
2a clase que no contempla la actual Ley 18.175.984 bis

984 bis
Véase la primera edición de esta obra, NI 1.003, pág. 651.

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998. I. Privilegio del posadero.


De acuerdo al N.° 1.° del Art. 2.474, tiene privilegio de 2a clase: “el posadero sobre
los efectos del deudor introducidos por éste en la posada, mientras permanezcan en
ella y hasta concurrencia de lo que se deba por alojamiento, expensas y daños”.
Para que el privilegio proceda es necesario:
1.° Que el deudor haya introducido los bienes afectos al privilegio en la posada,
hotel etc.
2.° Los bienes deben ser de propiedad del deudor. De acuerdo al inc. 2 del N.° 2
del mismo precepto, se presume que los efectos introducidos por el deudor en la
posada son de su propiedad, presunción meramente legal;
3.° Sólo afecta a los bienes del deudor mientras ellos permanezcan en la
posada.
Lo que pasa es que para el contrato de hospedaje se aplican las reglas del depósito
en cuanto a los efectos introducidos a la posada por el que se aloja en ella (Art. 2.241
en relación con el Art. 2.240), y en consecuencia tiene el posadero un derecho legal de
retención sobre dichos efectos, en cuanto a las expensas y daños, pero no por lo que
se le deba por alojamiento (Arts. 2.234 y 2.235).
En consecuencia, este derecho legal de retención, declarado judicialmente, le
otorga también la preferencia de la prenda (N.° 958). De acuerdo al precepto que
estudiamos, tiene, sin necesidad de semejante declaración, privilegio de 2a. clase,
pero a condición de que retenga aun las cosas en su poder, por alojamiento, expensas
y daños. O sea, el privilegio es más amplio, en cuanto comprende también las deudas
por alojamiento, y
4.° El privilegio sólo cubre las deudas originadas por gastos de hospedaje:
alojamiento, expensas y daños, como dice el precepto. No abarca otros créditos que el
posadero pudiere tener contra el deudor, proveniente, por ejemplo, de un mutuo que le
haya efectuado.

999. II. Privilegio del transportista.


Este privilegio está establecido en forma reiterada en la ley.
El N.° 2.° del Art. 2.474 se lo otorga al “acarreador o empresario de transportes
sobre los efectos acarreados, que tenga en su poder o en el de sus agentes o
dependientes, hasta concurrencia de lo que se deba por acarreo, expensas y daños;
con tal que dichos efectos sean de la propiedad del deudor”.
Los Arts. 212 y 213 del C. de Co. otorgan al porteador por tierra, lagos, canales, o
ríos navegables, privilegio para ser pagado, con preferencia a todos los demás
acreedores que el propietario tenga, del porte y gastos que hubiere hecho sobre los
efectos que conduzca.
Por su parte, el Art. 1.036 del mismo Código, declara al cargamento de la nave
afecto privilegiadamente al pago de los fletes, capa e indemnizaciones que deban los
cargadores en razón del fletamento.
El porteador tiene, de acuerdo al Art. 221 del C. de Co., una especie de derecho
legal de retención sobre las mercaderías transportadas, pues puede solicitar el
depósito y remate de las que sean suficientes para el pago de su crédito. En el
transporte maritimo, derecho semejante le confiere al fletante el Art. 1.036, inc. 2, del
mismo Código.
La conclusión es que en todo contrato de transporte, el que lo efectúa tiene una
crédito privilegiado, con características muy semejantes al caso anterior del posadero,
a saber:
1.° Se radica en los bienes transportados;
2.° Ellos deben ser de propiedad del deudor, presumiéndose legalmente que lo son
(inc. 2.° del M 2.° del Art. 2.474);
3.° Sólo puede hacerse efectivo mientras el transportista tenga las especies
transportadas en su poder o en el de sus agentes o dependientes.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sin embargo, las reglas son diferentes para el transporte comercial, de acuerdo a
los Arts. 213 y 1936 del C. de Co., pues el privilegio subsiste con limitaciones después
de la entrega o descarga de la mercadería y
4.° Se extiende a la deuda por el transporte mismo, expensas y daños.
Recíprocamente al crédito privilegiado del transportista, de acuerdo al Art. 190 del
C. de Co. goza de un privilegio sobre los medios de transporte y sus accesorios el
cargador o remitente de las mercaderías, por las indemnizaciones que se le deban por
averías, etc.

1.000. III. La prenda.


De acuerdo al N.° 3.° del Art. 2.474, goza de privilegio de 2 a. clase “el acreedor
prendario sobre la prenda”.
Los Arts. 814 y siguientes del C. de Co., reglamentan con ligeras variantes el
privilegio de la prenda mercantil.
Fácil es comprender que el legislador ha otorgado privilegio a la prenda por su
carácter de caución, el deudor obtiene créditos gracias a la seguridad de la prenda, la
que sería nula si ella careciere de preferencia para el pago.
Ya hemos señalado que la prenda como privilegio presenta algunas
particularidades, porque si bien es el legislador quien le otorga privilegio, son las
partes al convenir esta caución las que confieren la calidad, de privilegiado al crédito
asegurado, que sin la prenda puede carecer de él. Y así, por ejemplo, si A da en mutuo
a B $ 100.000, éste crédito es común, pero si, para seguridad del mismo, B da en
prenda a A un automóvil de su propiedad A adquiere el privilegio para pagarse de su
mutuo preferentemente con el producto del remate del automóvil dado en prenda. De
ahí la importancia de ésta como caución.
Y enseguida, porque la prenda es un derecho real, por lo cual, a diferencia de lo
que ocurre con los demás privilegios, el acreedor goza del derecho de persecución. Por
ello el Art. 2.393 dispone: “si el acreedor pierde la tenencia de la prenda, tendrá acción
para recobrarla contra toda persona en cuyo poder se halle, sin exceptuar al deudor
que la ha constituido”.
Pero el privilegio de la prenda se entiende con dos limitaciones. La primera que el
acreedor ejerza la acción prendaria; si demanda su acción personal y embarga otros
bienes del deudor, carece de preferencia para el pago. Y enseguida, como veremos
luego, el privilegio se extiende como todos los de 2a clase hasta el producto de la
subasta de los bienes en que recae la preferencia. Por el saldo insoluto ,que reste no
hay privilegio (N.° 1.007).
Se extiende, también, de acuerdo al Art. 924 del C.P.C., al precio de la cosa
expropiada, y según el Art. 555 del C. de Co., a la indemnización por siniestro de la
cosa empeñada. Dice este último precepto: “la cosa que es materia del seguro es
subrogada por la cantidad asegurada para el efecto de ejercitar sobre ésta los
privilegios e hipotecas constituidos sobre aquélla”.

1.001. IV. Prendas especiales.


Con posterioridad al Código Civil, se han creado prendas especiales; la importancia
de la mayoría de ellas estriba en que son prendas sin desplazamiento, o sea, el deudor
conserva la tenencia de la cosa empeñada. Las principales son la prenda sin
desplazamiento, la agraria, la industrial y la compraventa de cosas muebles a plazo.927
La prenda agraria se rige por la Ley N.° 4.097, de 25 de septiembre de 1926, y su
privilegio es idéntico al de la prenda civil, sólo que la ley se ha preocupado de resolver

927
Véase Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 212, pág. 205, y N.° 302 y siguientes, págs. 280 y siguientes.
Fuera de los citados en el texto, son casos de interés las prendas sobre Warrants o almacenes generales de
depósito establecida por la Ley N.° 5.069 de 19 de febrero de 1932, cuyo Art. 13 contempla la preferencia
del acreedor prendario; y la Prenda de Valores Mobiliarios a favor de los Bancos, N.° 4.287 de 23 y 29 de
febrero de 1928, que nada dice, en cambio, sobre el privilegio.

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algunos posibles conflictos de preferencia, a que nos referiremos más adelante (Arts.
40 y 23).
A la compraventa de cosas muebles a plazo con prenda se refiere la Ley 4.702, de
6 de diciembre de 1929. El Art. 70 define la extensión del privilegio: “comprende los
intereses y las costas de la cobranza y se extiende al seguro, si lo hubiere y a cualquier
indemnización que deban pagar los terceros por daños o perjuicios causados a la cosa
dada en prenda”.
La Ley 5.687, de 17 de septiembre de 1935, establece la prenda industrial, y su Art
25, inc. 1.°, dispone: “el contrato de prenda industrial garantiza el derecho del
acreedor para pagarse, con preferencia a cualquiera otra obligación, del monto del
préstamo, sus intereses, gastos y costas, si las hubiere”.
La Ley 18.112 de 16 de abril de 1982 estableció la prenda sin desplazamiento, y su
Art. 12 da al acreedor prendario la preferencia del Art. 2.474 del C.C., incluidos los
gastos y costas, y extendiendo el privilegio al valor del seguro y cualquier otra
indemnización.

1.002. V. Derecho legal de retención. Referencia.


Ya hemos señalado que de acuerdo al Art. 546 del C.P.C., si el derecho legal de
retención se ejerce sobre bienes muebles, se equipara a la prenda para los efectos de
su preferencia. Nos remitimos a lo dicho en el N.° 958.

1.003. Privilegios que establecía la Ley de Quiebras.


El Art. 118 de la anterior Ley de Quiebras complementaba los privilegios de 2a
clase del C.C., y fue suprimida por la actual Ley 18.175 de 1982.
La mayoría pertenecían al derecho comercial, y en cierta medida ya estaban
contemplados en el Código del ramo. De ahí y del ánimo de mejorar a los acreedores
valistas debe haber provenido su derogación.
Sin embargo, había un número importante que abarcaba tanto créditos
comerciales como civiles, y llenaba un vacío de nuestra legislación, y, en consecuencia,
no debió derogarse: el M` 82 que daba privilegio de 2 a. clase a “los acreedores por
gastos de construcción, reparación o conservación mientras la cosa en que hayan sido
invertidos exista en poder de la persona por cuya cuenta se hubieren hecho los costos
y sobre esa misma cosa”.
Los Arts. 2.102, N2.° 2.° y 2.103 del Código francés establecen privilegio sobre
bienes muebles a favor del crédito proveniente de los “gastos hechos para la
conservación de la cosa”, y sobre inmuebles por los créditos provenientes de la
edificación, reparación o reconstrucción de un bien raíz, respectivamente. Nuestro
Código no tenía una disposición como ésta, muy justificada, porque es lógico que
quienes han conservado o aumentado el valor de los bienes del deudor, con provecho
de toda la masa, puedan cobrar preferentemente en esas cosas. La omisión la había
reparado el citado Art. 118 de la Ley de Quiebras, hoy desaparecido.

1.004. Reglas para el pago de los créditos de 2a clase. Enunciación.


También en 4 podemos resumir las reglas que gobiernan el pago de estos créditos
privilegiados:
1.° Se pagan sin esperar las resultas de la quiebra;
2.° A ellos prefieren los de la la clase;
3 Si el producto de la subasta de los bienes afectos al privilegio no es suficiente, el
déficit que no alcanza a pagarse es crédito común, y
4.° Por regla general no hay concurrencia entre estos créditos.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

1. 005. I. Los créditos de 2a clase se pagan sin esperar las resultas de la


quiebra.
De acuerdo al Art. 149 de la Ley de Quiebras “los acreedores de la 2a clase,
incluso los que gocen del derecho de retención, judicialmente declarado, podrán ser
pagados sin aguardar las resultas de la quiebra, siempre que se asegure lo necesario
para pagar los créditos de primera clase, si los demás bienes de la masa no parecieren
suficientes para satisfacerlos”. Esto último porque como lo advertimos, y lo veremos en
el número siguiente, los créditos de 1a clase prefieren a los de 2 a.
Además, los acreedores privilegiados de la 2 a. clase tienen una facultad de
excepción: pueden iniciar ante el tribunal que conozca de la quiebra los procedimientos
correspondientes, o continuar ante él los ya iniciados en otro juzgado (inc. 2).
Finalmente, de acuerdo al inc. final, el síndico puede recuperar para la masa la
cosa en que se ejerce el privilegio de 2a. clase, siempre que pague la deuda o deposite
a la orden del tribunal su valor estimativo en dinero; el privilegio se subroga en tal caso
en la suma depositada.
Al tratar de los créditos de la 3a clase, fundamentalmente la hipoteca, veremos
que se presentan algunos problemas en relación a si afecta al acreedor prendario el
convenio judicial. Nos remitimos al N.° 1.021, 2.°.

1.006. II. Preferencia de los créditos de 1a clase sobre los de 2ª.


Así lo vimos en el N.° 994, para el caso de ser insuficientes los bienes afectos a los
privilegios generales de la la- clase; también destacamos que a los acreedores que
gozan de éstos les corresponde probar la falta de otros bienes.
Dice el Art. 2.476: “afectando a una misma especie, créditos de la primera clase y
créditos de la segunda, excluirán éstos a aquellos, pero si fueren insuficientes los
demás bienes para cubrir los créditos de la primera clase, tendrán éstos la preferencia
en cuanto al déficit, y concurrirán en dicha especie en el orden y forma que se
expresan en el inciso 1 del Art. 2.472”.
Hemos señalado también el problema que se ha planteado por el crecimiento
exagerado en el volumen de los créditos de la primera clase, lo cual ha llevado a un
debilitamiento de las cauciones reales. El legislador interesado en protegerlas ha
exceptuado de esta norma algunos privilegios de la segunda clase, aunque el punto se
suele discutir.
Así ocurre con el Art. 814 del C. de Co. para la prenda mercantil que otorga al
acreedor el derecho a pagarse con el valor de la cosa empeñada “con preferencia a los
demás acreedores del deudor” sin efectuar distinción alguna, el Art. 190 para el
privilegio del cargador, a quien da preferencia sobre todos los acreedores del
porteador; el Art. 25 de la Ley de Prenda industrial, que da derecho al acreedor para
“pagarse con preferencia a cualquiera otra obligación”, el Art. 13 de la Ley sobre
Almacenes Generales de Depósito, N.° 5.069, de 19 de febrero de 1932, que da al
acreedor prendario el derecho a ser pagado son preferencia a cualquier otro acreedor,
previa deducción de lo que se adeudare por impuestos de la especie subastada y los
gastos de venta, de almacenaje y conservación de la cosa, y sin necesidad de acción
judicial alguna.
Algunas de estas disposiciones en forma muy clara, como ocurre con la última
citada y otras, menos categóricamente, dan a las prendas especiales a que se refieren
una preferencia absoluta, superior a la de la clase.928

928
Somarriva, Cauciones, ob. cit., N-
N- 301, pág. 278, N.° 303, pág. 283, y N.° 305, pág. 286, no cree que se
haga excepción a las normas del C.C. en el C. de Co., ni en la prenda industrial, pero sí en la de warrants. Se
funda principalmente en que si el legislador hubiera querido modificar las normas del C.C. o hacer excepción
de ellas, se habría expresado en forma más clara y categórica. Por nuestra parte, creemos que el problema
no es claro en el C. de Co., pero sí en la ley de prenda industrial.

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1.007. III. Déficit de los créditos de 2ª clase.


Hemos dicho que los créditos privilegiados especiales sólo mantienen tal calidad
en cuanto se trate de pagarlos con el producto de la subasta de la cosa a la cual
afectan, de manera que si éste resulta insuficiente con tal objeto, existe un déficit
impago, que no es privilegiado. Así lo señala el Art. 2.490: “los créditos preferentes que
no puedan cubrirse en su totalidad por los medios indicados en los artículos anteriores,
pasarán por el déficit a la lista de los créditos de quinta clase, con los cuales
concurrirán a prorrata”.
Sin embargo, el precepto pareciere estar en contradicción con el Art. 2.486, que se
refiere a los créditos privilegiados de 4a clase, y dispone que éstos tienen lugar
después de cubiertos los créditos de las tres primeras clases, de cualquier fecha que
éstos sean (N.° 1.030). Pues bien, como la disposición no hace el distingo mencionado,
pareciere que el déficit de los créditos privilegiados de la 2a clase prefiriera para su
pago a los créditos de 4a. clase, puesto que éstos se pagan sólo después de cubiertos
los anteriores.
Pero ello no es así, y no pasa de ser una ligera incorrección del legislador, que se
subsana con la disposición del Art. 2.490. Lo que quiso decir evidentemente el Art.
2.486 es que los créditos de 4a clase sólo pueden aspirar a pagarse en los bienes
afectos a privilegios de 23 clase o preferencia de Y clase, una vez cubiertos los créditos
a que ellos están destinados; por ejemplo, existía una prenda por. $ 10.000 sobre un
automóvil, y subastado éste, el remate arroja $ 20.000 Pagado el acreedor prendario,
hay un sobrante de $ 10.000, con el cual se paga a los acreedores privilegiados de la
4a. clase.
Por otra parte, los créditos privilegiados de la 2 a. clase son especiales, y el Art.
2.474, en sus 3 números, destaca claramente que el privilegio se ejerce “sobre” los
bienes a que afecta, esto es, sólo alcanza a éstos, pero no al crédito en sí mismo.

1.008. IV. Por regla general no hay concurrencia entre los créditos
privilegiados de 2a clase. Excepciones.
Los créditos de 2a clase en su concepción original difícilmente podían entrar en
conflicto entre ellos, pues suponen generalmente la tenencia de la cosa por el propio
acreedor, y es imposible que existan dos tenencias. Y así, por ejemplo, el crédito del
posadero se ejercita sobre los bienes introducidos a la posada por el deudor; no podría
darlos éste en prenda, porque para este objeto requiere entregar la cosa empeñada.
Por la misma razón no hay dos prendas sobre el mismo objeto.
Sin embargo, los privilegios de 2a clase creados con posterioridad al C. C., como
ocurre con algunos del C. de Co. y muy especialmente con las prendas especiales,
pueden dar origen a conflictos, algunos de los cuales están resueltos en las leyes
respectivas.
El Art. 23 de la Ley de Prenda Agraria se preocupó de una posible colisión entre el
privilegio de ésta y el derecho legal de retención que pudiera hacer valer el arrendador
del lugar en que estén depositados los bienes gravados: en principio, prefiere la prenda
agraria, quedando a salvo el derecho del arrendador para ejercer su preferencia en los
bienes que resten pagada aquélla. Pero si los bienes empeñados se encuentran
depositados en predios urbanos, prefiere el derecho legal de retención.
El Art. 9.° de la Ley 4.702 sobre compraventa de cosas muebles a plazo con
prenda da una solución muy semejante a la anterior: prefiere la prenda, siempre que
sea anterior a la retención, y el arrendador podrá ejercer su derecho en el remanente
de los bienes, pagada la prenda.
El Art. 26 de la Ley de Prenda Industrial se preocupó del mismo problema, y dio la
preferencia al arrendador, siempre que el contrato conste por escritura pública inscrita
en el Registro del Conservador de Bienes Raíces antes de la inscripción prendaria.
No tienen, en cambio, solución legal todos aquellos casos en que no es forzosa la
tenencia y retención por el acreedor para el ejercicio del privilegio, como, por ejemplo,

628
LAS OBLIGACIONES TOMO II

el de los gastos de conservación de la cosa, el del transportista sobre una cosa afecta a
prenda sin desplazamiento, etc. En todos ellos cabrían dos posibilidades: preferirlos por
sus fechas, que es la solución, por ejemplo, en la prenda industrial, y en las
preferencias especiales de Y clase. O concluir que concurren los privilegios a prorrata;
nos inclinamos por esta última solución, porque es la regla general en materia de
prelación, y la preferencia por fechas se funda normalmente en la inscripción en algún
Registro, esto es, en la publicidad de ella. Sólo prefieren por su fecha, sin medida de
publicidad, los créditos de 4a clase (N.° 1.031).
Finalmente, en el párrafo siguiente veremos la posibilidad de colisión de algunos
créditos privilegiados de 2a clase con la hipoteca (N.° 1.015).

Párrafo 5.°

LOS CRÉDITOS DE TERCERA CLASE. LA HIPOTECA

1.009. Concepto y enumeración.


Los créditos de 3 a. clase comprenden fundamentalmente los hipotecarios. Así lo
señala el inc. 1 del Art. 2.477.
De acuerdo al inc. 1.° del Art. 2.480 “para los efectos de la prelación los censos
debidamente inscritos serán considerados como hipotecas”.
Por último, de acuerdo al Art. 546 del C. P. C., el derecho legal de retención
debidamente inscrito, previa declaración judicial, se asimila a la hipoteca para los
efectos de su preferencia (N2 958).
En conclusión, las preferencias de 3a clase se refieren a la hipoteca, a la cual se
asimilan los censos y derechos legales de retención debidamente inscritos.
Recordemos que la hipoteca y sus asimilados no constituyen en nuestro Código
privilegios, sino causales de preferencia de análogo rango a éstos: ello porque siempre
se ha considerado a la hipoteca, por la trascendencia otorgada desde Roma a los
bienes raíces, como la reina de las cauciones; no obstante esta distinción, la hipoteca
participa de las mismas características de los privilegios, con las variantes propias de
esta caución (N` 976 y siguientes).
Como causal de preferencia, la hipoteca presenta características muy particulares,
semejantes a la prenda, con la diferencia de que ésta sólo puede constituirse una vez
al mismo tiempo, mientras pueden existir varias hipotecas sobre un mismo inmueble.
Como la prenda, la hipoteca por su calidad de derecho real goza de la facultad de
perseguir el bien hipotecado en manos de terceros poseedores.
Al igual que en la prenda, el legislador otorga la preferencia para fortalecer su
carácter de caución.
Por último, como la prenda, la hipoteca es especial: se ejerce sobre la finca
hipotecada; en consecuencia, sólo goza el acreedor de preferencia si ejercita la acción
hipotecaria, pero no la personal; respecto de esta última, carece de preferencia.929
Igualmente, si agotado el producto del remate de la finca hipotecada no alcanzare a
pagar a todos los acreedores hipotecarios, el déficit carece de preferencia (N.° 1.016).
En materia de especialidad de la hipoteca, ya hemos destacado que nuestra
legislación innovó respecto al Código francés, y no hay hipotecas generales que
afecten a todos los inmuebles del deudor. No hay, sin embargo, inconveniente alguno
para que éste garantice una obligación constituyendo hipoteca sobre dos o más, o
todos sus bienes raíces, pero siempre que se les enumere e individualice uno por uno.
Estas hipotecas generales o preferencias generales inmobiliarias eran ocultas- en
nuestro derecho no las hay, toda hipoteca debe inscribirse. Finalmente, eran legales,
pues existían de pleno derecho.

929
RDJ. T. 62, sec. la, pág. 159

Dislexia Virtual 629


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Por excepción, existe actualmente hipoteca legal, como ocurre en el caso del Art.
662 del C. P. C. en el juicio de partición: si el adjudicatario de bienes raíces se excede
del 80% de lo que corresponde recibir, y no paga de contado el exceso, quedan
hipotecados los inmuebles adjudicados, pero esta hipoteca debe inscribirse en el
Conservador de Bienes Raíces, de oficio por éste.

1.010. Extensión de la preferencia.


La preferencia de 3a clase se extiende a todas las cosas que quedan según la ley
sujetas a la hipoteca o que subrogan a ésta.
En virtud de lo primero, la preferencia abarca los inmuebles por destinación y
adherencia, a los aumentos y mejoras que reciba la cosa hipotecada y a las rentas de
arrendamiento que produzca el inmueble hipotecado930 (Arts. 2.420 a 2.422).
Por lo segundo, la preferencia puede hacerse efectiva sobre el precio de la
expropiación (Art. 924 del C. P. C.) y la indemnización por el seguro en caso de
siniestro de la cosa hipotecada (Art. 2.422, parte final del C. C. y Art. 555 del C. de Co.).

1.011. Cómo se pagan las preferencias de tercera clase. Enunciación.


Podemos sintetizar en las siguientes las reglas que gobiernan el pago de las
preferencias hipotecarias y asimiladas a ellas:
1.° Los privilegios de 1a clase prefieren a la 3a categoría de créditos;
2.° Posibilidad de colisión entre los privilegios de 2a clase y las preferencias de 3a.;
3.° El déficit de los créditos de 3a clase es común;
4.° Concurrencia de los créditos de 3` clase entre sí, y
5.° Los acreedores hipotecarios tienen diversos medios para hacer efectivas sus
preferencias.
Veremos estas normas en los siguientes números.

1.012. I. Preferencia de los privilegios de primera clase.


Como lo hemos señalado, el déficit de éstos que no alcance a pagarse con los
bienes restantes del deudor, es preferente para pagarse en los bienes afectos a una
preferencia especial.
Así lo señala para los de 3a clase el inc. 1.° del Art. 2.478: “los créditos de la 1a
clase no se extenderán a las fincas hipotecadas sino en el caso de no poder cubrirse en
su totalidad con los otros bienes del deudor”. Ya hemos dicho que la prueba de esta
última circunstancia corresponde a los acreedores privilegiados de la 1a clase (N.°
994).
Puede ocurrir que el deudor tenga hipotecadas varias de sus fincas: la invasión de
los créditos de la clase afecta a todos los inmuebles gravados en proporción a los
valores de éstos. Y lo que cada finca hipotecada debe contribuir, paga los créditos
privilegiados de la- clase en el orden en que ellos están establecidos en el Art. 2.472
(Art. 2.478, inc. 29).

1.013. II. ¿Los créditos de 2a clase prefieren a los de tercera?


Hay posibilidades de colisión desde dos ángulos: primero, porque el déficit de los
créditos privilegiados de 1a clase afecta tanto a los bienes sujetos a la 2 a. como a la 3
a, categoría, y en seguida por la extensión de la hipoteca a bienes que en sí mismos
son muebles, y pueden, en consecuencia, estar afectos a privilegios de 2a clase.
Veremos estos dos problemas en los números siguientes.

930
Para las rentas de arrendamiento del inmueble hipotecado: G. T. de 1879, N-
N-' 188, pág. 118.

630
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.014. A. ¿Cómo se distribuye el déficit de los créditos de 1a clase entre los


de 2a y 3a?
El Art. 2.476 determina que el déficit impago de los créditos de ja- clase afecta a
los bienes sujetos a un privilegio de 2a clase, y también, de acuerdo al Art. 2.478,
vulnera a los destinados a preferencia hipotecaria, o sea, a los de 3a clase.
Pero no se preocupó el legislador de resolver si hay preferencia* entre ellos; dicho
de otra manera, si los acreedores impagos de la 1a clase deben dirigirse contra uno de
ellos primero, o contra ambos conjuntamente. Por ejemplo, hay un déficit impago por
impuestos de $ 50.000, y una prenda sobre un automóvil y una finca hipotecada. ¿En
qué forma el déficit de estos $ 50.000 va a afectar al acreedor prendario e hipotecario?
La mayoría de los autores sostienen que la numeración dada por el legislador a los
créditos indica una preferencia, de manera que es lógico concluir que los créditos de
2a clase prefieren a los de 3a, así, como los de 1a prefieren a todos y los de 2a y 3a a
los de 4a En consecuencia, el déficit impago de la Y categoría de créditos se pagará
primero en las fincas hipotecadas, y luego afectará a las prendas y demás privilegios
especiales muebles.931
Discrepamos de esta interpretación, porque la verdad es que la numeración carece
de toda trascendencia en los créditos con preferencias especiales, y buena prueba es
que la ley debió declarar expresamente que el déficit de los de 1a clase afectaba a las
preferencias radicadas en bienes determinados. A falta de solución legal, debe
recurrirse a lo que constituye la regla general en materia de prelación de créditos; no
existen otras preferencias que las específicamente señaladas por la ley (Arts. 2.469 y
2.488). A falta de establecimiento de alguna, la regla general es la contribución a
prorrata; en consecuencia, el déficit de los créditos privilegiados de la- clase se
prorratea entre todas las preferencias especiales, de acuerdo a los valores de éstas.

1.015. B. Conflicto entre créditos de 2a y 3a clase.


Es posible también que haya conflicto entre los créditos mismos de la 2a clase y
los de Y por ejemplo, porque la hipoteca comprende los inmuebles por destinación y
adherencia, las mejoras, etc., es decir, bienes que en sí son muebles, y pueden como
tales estar afectos a un privilegio especial de 2a clase, como una prenda especial,
derivados del transporte, etc.
En alguna de las prendas especiales el problema está expresamente resuelto. Así
ocurre con la agraria, pues, según el Art. 4.° de la ley respectiva, sobre los inmuebles
por destinación y adherencia no es necesario para constituirla el acuerdo del acreedor
hipotecario de los inmuebles a que se hayan incorporados los bienes objetos de la
prenda, y el crédito prendario prefiere al hipotecario. El Art. 82 de la Ley 4.702 sobre
compraventa a plazo con prenda da solución semejante: “a la cosa dada en prenda que
adquiera la calidad de inmueble por destinación, no le afectará ninguna hipoteca o
gravamen sobre el inmueble, sin previo consentimiento del acreedor prendario”.
En otros casos, la solución resulta de que en estas prendas especiales, como
ocurre en las de Warrants, Industrial y demás casos señalados en el N.° 1.006, el
legislador ha dicho que prefieren a todo otro acreedor, y en consecuencia también al
hipotecario.
En los casos no resueltos, si se produce colisión, cabe aplicar las 2 posibles
soluciones señaladas en el número anterior, esto es, decir que los créditos de 2a clase
prefieren a los de 3a. , o prorratear los créditos, sin otorgarles preferencia entre sí. Por
las mismas razones, nos inclinamos por esta segunda solución.

931
Alessandri, La Prelación de Créditos, ob. cit., N-
N- 42, pág. 33; Somarriva,. Cauciones, ob. cit., pág. 465, y
Mery, ob. cit., No 209, pág. 390.

Dislexia Virtual 631


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.016. III. El déficit de los créditos de 3a clase es común.


La solución es exactamente igual, y presenta la misma deficiencia de redacción en
el Art. 2.486, que vimos en los privilegios de 2a clase en el N.° 1.009. Nos remitimos a
lo dicho en tal oportunidad.

1.017. IV. Concurrencia de los créditos de 3a clase entre sí.


A diferencia de lo que ocurre con la prenda, sobre un mismo inmueble pueden
coexistir varias hipotecas (Art. 2.415), y en consecuencia en una finca es posible que
concurran dos o más preferencias de 3a clase, lo que difícilmente ocurre en las de 2a.
(N' 1.008).
La solución la señala el Art. 2.477: las hipotecas prefieren entre sí, según el orden
de sus fechas, y si ellas fueren de la misma fecha, según el orden de su inscripción.
Debe tenerse presente que, de acuerdo al Art. 2.410, la fecha de la hipoteca no es la
del otorgamiento de la escritura en que se constituye, sino de su inscripción, y en
consecuencia, si por ejemplo una hipoteca se establece por escritura pública de P de
mayo y se inscribe el 5 de junio, y otra hipoteca en el mismo predio se otorga por
escritura pública de 15 de mayo, pero se inscribe el 30 de mayo, ésta, aunque la
escritura sea posterior, prefiere a la otra.932 Ahora, si las inscripciones son de igual
fecha, las hipotecas prefieren según el orden en que aquéllas han sido efectuadas.
Es lo que se llama grado o rango de la hipoteca, y por ello se habla de hipoteca de
primer grado o primera hipoteca, segunda, etc. Y el rango de la hipoteca tiene una
importancia fundamental, porque si la finca gravada no da para pagar todas las
hipotecas, las que resulten impagas se extinguen y el crédito queda desnudo de
preferencia. De ahí que las instituciones especializadas en el crédito hipotecario,
muchas veces por imperio de sus leyes orgánicas, exigen primera hipoteca; explica
también la institución de la posposición de hipoteca, esto es, la convención con el
acreedor hipotecario de grado preferente que permite que sobre la finca hipotecada se
constituya otra hipoteca de grado preferente a la suya.
Los censos y retenciones legales inscritos se asimilan a la hipoteca; en
consecuencia, concurren con ésta y entre sí, según el orden de sus inscripciones. El
inc. 2.° del Art. 2.480 lo señala expresamente para el censo: “concurrirán pues
indistintamente entre sí (los censos, inscritos) y con las hipotecas según las fechas de
sus respectivas inscripciones”. En cuanto al derecho legal de retención, judicialmente
declarado e inscrito, se considera como una hipoteca (Art. 546 C. P. C.), y en
consecuencia corre la suerte de éstas.

1.018. V. Formas de hacer valer la preferencia hipotecaria. La preferencia


hipotecaria puede invocarse de tres formas diversas:
1.° En juicio ejecutivo;
2.° En un concurso especial para cada finca hipotecada, y
3.° En la quiebra.
Veremos estas tres situaciones en los números que siguen.

1.019. A. juicio ejecutivo.


El acreedor hipotecario puede ejecutar el bien gravado con hipoteca, aunque se
haya declarado la quiebra (Art. 71 de la Ley de Quiebras), y concurrir en cualquier
juicio ejecutivo en que se embargue o pretenda sacar a remate la finca hipotecada,
haciendo valer sus derechos.
Al respecto cabe distinguir tres situaciones:
1.° La ejecución sobre la finca hipotecada la inicia un acreedor de grado posterior;
los de rango preferente deben ser citados conforme al Art 2.428 del C. C., y pueden
optar entre exigir el pago de sus créditos sobre el precio del remate, o conservar sus

932
G. T. de 1868, N.° 1.839, pág. 796.

632
LAS OBLIGACIONES TOMO II

hipotecas sobre la finca subastada, siempre que sus créditos no estén devengados. No
diciendo nada en el término de emplazamiento, se entenderá que optan por ser
pagados sobre el precio de la subasta (Art. 492, incs. 1 y 2 del C. P. C.). Si no fueren
citados, conservan su hipoteca (N' 662).
En consecuencia, estos acreedores no requieren iniciar otra ejecución,933 ni deducir
tercería de prelación.934
2.° La ejecución la ha iniciado un acreedor hipotecario de grado preferente.
A esta situación no se aplica el Art. 492 del C. P. C., pero el acreedor de grado
posterior conservará su hipoteca si no es citado en conformidad al Art. 2.428 del C. C.
(N.° 662).
Si el acreedor hipotecario lo desea, puede hacerse presente, aunque no haya sido
citado, por la vía de una tercería de pago.935
3.° La ejecución la ha iniciado un acreedor no hipotecario.
Igualmente, si no es citado el acreedor hipotecario, conserva su hipoteca (Art.
2.428 del C. C.), pero si pretende cobrar en dicho procedimiento, debe entablar una
tercería de prelación.936

1.020. B. Concurso especial de acreedores hipotecarios.


De acuerdo a los incs. 2 y 4 del Art. 2.477: “a cada finca gravada con hipoteca
podrá abrirse, a petición de los respectivos acreedores o de cualquiera de ellos, un
concurso particular para que se les pague inmediatamente con ella, según el orden de
las fechas de sus hipotecas. En este concurso se pagarán primeramente las costas
judiciales causadas en él”.
Este concurso especial es facultativo para los acreedores hipotecarios; como lo
vimos en el número anterior, éstos pueden perseguir individualmente la finca
hipotecada. Pero abierto el concurso especial, los obliga a todos, de acuerdo al Art. 71,
inc. 3 de la Ley de Quiebras: “la formación de concurso especial de hipotecarios
respecto de una finca gravada, suspende también el derecho de cada uno de ellos para
perseguirla separadamente”.
Para la apertura del concurso especial es indispensable que existan varios
acreedores hipotecarios, concurriendo en una misma finca.937
Finalmente, destaquemos que este concurso especial puede abrirse con
posterioridad a la declaración de quiebra, o dicho de manera más general, como lo
veremos en el número siguiente, ésta no afecta al derecho de los acreedores
hipotecarios para pagarse sin esperar las resultas de la quiebra. Así lo señala el Art.
150 de la Ley de Quiebras: “los acreedores de la tercera clase se pagarán en la forma
que determinan los Arts. 2.477, 2.478, 2.479 y 2.480 del Código Civil”.
Pero si el concurso se abre antes de la declaración de quiebra, se regirá por las
disposiciones del Código Civil y del de Procedimiento Civil, y si es con posterioridad,
por las de la Ley de Quiebras (Art. 150 inc. 2.°).
933
G. T. de 1908, 29 sem., N.° 175, pág. 312.
934
Sostiene que ella es necesaria, G. T. de 1910, 29 sem., sent. 785, pág. 207, y Mery, ob. cit., N.° 210,
pág. 391, quien la cita, Creemos que es un error, pues la citación es obligatoria de acuerdo al Art. 492 del C.
P. C., y ella puede ser tácita en conformidad a la regla común a todo procedimiento del Art. 55 del mismo
Código. El acreedor se apersonará al juicio, y hará uso de la opción del Art. 492, dándose por notificado
tácitamente de la citación, o reclamando la falta de ella.
935
G. T. de 1935, 1er sem., N.° 84, pág. 372.
936
Mery, ob. cit., N.° 210, pág. 391; Sergio Rodríguez Garcés, Tercer-
Tercer-fa o Intervención de Terceros en los
diversos procedimientos, Santiago, 1953, N.° 161, pág. 389; Somarriva, Canciones, ob. cit., N.° 454, pág.
460.
Este autor cita un fallo de la G. T. de 1936, 1er sem. N.° 111, pág. 482, que declara inaplicable a la
tercería de prelación del acreedor hipotecario el Art. 513 del C.P.C., y en consecuencia éste no tiene que
esperar que su preferencia sea declarada por sentencia ejecutoriada. Da además un argumento histórico en
apoyo de esta ponencia.
937
RDJ, T. 25, sec. la. pág. 276 (distintas hipotecas a un solo acreedor), y G. T. de 1862, N.° 164, pág. 74
y N.° 502, pág. 215 (una sola hipoteca con un solo acreedor hipotecario), citados en Somarriva, Cauciones, M
457, notas 420 y 421.

Dislexia Virtual 633


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.021. C. Quiebra del deudor hipotecario.


En caso de quiebra (concurso general, dice el precepto N.° 964), los acreedores
hipotecarios no están obligados a aguardar las resultas de ella para proceder a ejercer
sus acciones contra las respectivas fincas: bastará con que afiancen o consignen una
cantidad prudente para el pago de los créditos de 1a clase en la parte que sobre ellos
recaiga, y que restituyan a la masa lo que sobrare después de cubiertas sus acciones
(Art. 2.479). Este precepto no ha sido modificado ni alterado por la Ley de Quiebras,
pues se remite expresamente a él el Art. 150 de ella.
Como lo dice el precepto y lo reafirma el Art. 71, en consecuencia, los acreedores
hipotecarios pueden iniciar o proseguir sus ejecuciones individuales, a menos que se
haya abierto concurso especial, en que todos deberán concurrir a éste, según lo vimos
en el número anterior.
Al respecto se han presentado dos problemas, a saber:
1.° Si el acreedor hipotecario está obligado a verificar su crédito en la quiebra. La
deuda se produce porque si bien es cierto que, no obstante la quiebra, los acreedores
hipotecarios prosiguen o ejercen sus acciones individuales, o su concurso particular, el
Art. 131 de la Ley de Quiebras estatuye que todos los acreedores del fallido, sin
excepción alguna, deben verificar sus créditos y preferencias dentro del plazo legal.
Para solucionar esta aparente contradicción se han propuesto varias soluciones;
para algunos, los acreedores hipotecarios están exentos de la obligación de verificar
sus créditos, a menos que pretendan cobrar el déficit que resulte de la subasta de la
finca hipotecada, pues en tal caso actúan como acreedores comunes.938
Sin embargo, estamos con la opinión de quienes consideran que siempre el
acreedor hipotecario debe verificar,939 únicamente que su verificación es diferente a la
de los demás acreedores, pues no va a concurrir a la liquidación general de los bienes,
sino en cuanto cobre el mencionado déficit. Pero su crédito y preferencia pueden ser
impugnados; en este sentido se ha orientado la última jurisprudencia.940
La redacción actual del Art. 131 confirma esta interpretación, pues usa la
expresión “sin excepción alguna”.
2.° El segundo problema consiste en determinar si el convenio judicial puede llegar
a afectar a los acreedores hipotecarios.
El convenio judicial acordado por las mayorías y en la forma que establece la ley,
involucra a todos los acreedores, pero no a los privilegiados, prendarios e hipotecarios
que se hayan abstenido de votar el convenio (Art. 181 y 191 de la Ley de Quiebras).
De esta manera los acreedores privilegiados cobrarán íntegramente sus créditos,
no obstante el convenio, y los especiales llevarán a cabo la subasta de los bienes
afectos a sus preferencias para pagarse; pero puede ocurrir, según hemos destacado,
que resulte en su contra un déficit impago, por el cual son acreedores comunes.
Por esa parte que cobran en la masa como acreedores comunes resulta evidente
que los afecta el convenio judicial,941 aunque la Corte Suprema en una ocasión declaró
lo contrario.942-943

Párrafo 6.°

938
Somarriva, Cauciones, ob. cit., pág. 469.
939
Mery, ob. cit., pág. 394.
940
G. T. de 1932, 2° sem., N.° 100, pág. 361 y de 1937, 1er sem., N.° 104, pág. 431 y RDJ, T. 62, sec. la.,
pág. 159. En contra, RDJ, T. 36, sec. la. pág. 431.
941
Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 414, pág. 462; Mery, ob. cit., N.° 213, pág. 394,
y Raúl Varela Varela, Sobre la inaplicabilidad del convenio a los acreedores, hipotecarios y
privilegiados. RDJ, T. 37, la. parte, pág. 199.
942
(1000)RDJ,
(1000)RDJ, T. 35, sec. la, pág. 444.
943
Los acreedores hipotecarios pueden dirigir sus acciones contra el tercer poseedor de la finca
hipotecada, en virtud del derecho de persecución que les otorga la ley, ejerciendo la acción de
desposeimiento; la quiebra del tercer poseedor no es obstáculo para ello, y se pagan aquéllos en la forma
señalada en el Art. 2.479: RDJ, T. 36, sec. la, pág. 113.

634
LAS OBLIGACIONES TOMO II

LOS CRÉDITOS PRIVILEGIADOS DE CUARTA CLASE

1.022. Características.
Los créditos de la 4a clase son todos generales, con la salvedad que señalamos en
el N.° 1.032; afectan a todos los bienes del deudor, con excepción de los
inembargables y de los afectados a una garantía específica, salvo en cuanto después
de pagados los créditos a que ellos se refieren exista un remanente que pasa a
pertenecer a la masa (Art. 2.486).
Como privilegios generales, pueden hacerse efectivos en los bienes del deudor
existentes en el patrimonio de éste al cobrarse estos créditos; carecen de derecho de
persecución (mismo Art 2.486).
Ya hemos señalado la originalidad de nuestro Código al establecer esta categoría
de privilegios, reemplazando el sistema de las hipotecas legales del Código francés y
de las antiguas Leyes de Prelación; el sistema nuestro parece bastante mejor al de su
modelo y produce menos trabas en el crédito y circulación de los bienes.
En general, estos créditos privilegiados se refieren a personas que administran
bienes ajenos, por las responsabilidades que les pueda corresponder en dicha
administración.
Se distinguen dos grandes categorías dentro de estos privilegios de 4a. clase: los
de ciertas personas en contra de quienes administran sus bienes (N.° 1.°, 2.° y 3.° del
Art. N.° 2481), y los de los N.° 4 y 5 del mismo precepto, 944 de los incapaces contra sus
representantes legales, por la administración de sus bienes.

1.023. I. Personas que administran bienes ajenos.


Como decíamos actualmente1002 bis son tres los casos de este privilegio:
12 Los créditos “del Fisco contra los recaudadores y administradores de bienes
fiscales”.
El Fisco tiene, en consecuencia, dos privilegios generales: uno de primera clase,
por ciertos impuestos que se le adeuden, y éste de cuarta, contra los recaudadores de
fondos fiscales, y los que administran bienes pertenecientes al Fisco.
2.° Los créditos “de los establecimientos nacionales de caridad o de educación, y
los de las municipalidades, iglesias y comunidades religiosas, contra los recaudadores
y administradores de sus fondos”.
El precepto no contempla a todas las personas de derecho público, de manera que
siendo los privilegios de derecho estricto, no puede extenderse su aplicación, aunque
militen iguales razones para ello. No hay, sin embargo, justificación alguna para la
diferencia, y lógicamente debería extenderse a todas las personas de derecho público.
39 'Tos de la mujer casada, por los bienes de su propiedad que administra el
marido sobre los bienes de éste”.
Hasta la dictación de la Ley N.° 18.802 de 9 de junio de 1989, este caso
correspondía al número siguiente, o sea, al privilegio de los incapaces contra sus
representantes legales.
Dicha ley derogó la incapacidad relativa de la mujer casada bajo el régimen de
sociedad conyugal, pero en una solución realmente incomprensible y sumamente
criticable, que debe corregirse por la vía legal a la brevedad posible, mantuvo la
administración por el marido de los bienes propios de la mujer (Arts. 135 y 1.749). De
ahí que se mantenga este privilegio, pero ha cambiado su justificación. Ahora, ella
proviene de que el marido administra los bienes propios de la mujer casada bajo el
régimen señalado.

944
El precepto contiene un N-N-' 6° tácitamente derogado por la Ley N-N- 5.521 de 19 de diciembre de 1934.
Antes de la dictación de la Ley 18.802 de 9 de junio de 1989 la distinción era entre los N°s 11 y 22, créditos
de las personas jurídicas de Derecho Público contra los administradores de sus bienes, y los N.° 3, 4 y 5 se
referían a los incapaces relativos. Véase las anteriores ediciones de esta obra,
1002 bis
Véanse nota anterior y las ediciones anteriores de esta obra.

Dislexia Virtual 635


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Sin embargo, el precepto no se está refiriendo específicamente a la mujer casada


bajo el régimen de sociedad conyugal, única que era incapaz. Podría pues pensarse por
su letra que no hace distinción alguna y por la circunstancia ya señalada que también
incluye el caso de la mujer separada de bienes o divorciada perpetuamente, y cuyos
bienes los administra el marido, verbigracia, por un poder que le haya conferido a éste.
No parece, sin embargo, sea el caso.
De acuerdo al art. 2484 los matrimonios celebrados en país extranjero y que deban
producir efectos civiles en Chile945 darán a los créditos de la mujer sobre los bienes del
marido existentes en territorio chileno el mismo derecho de preferencia que los
matrimonios celebrados en Chile.

1.024. II. Incapaces contra sus representantes legales.


Los restantes casos del Art. 2.481, a los que hay que agregar el del Art. 20 de la
Ley N.° 7.613, sobre adopción, otorgan un privilegio de 4a clase a los incapaces
respecto de sus representantes legales por las deudas e indemnizaciones provenientes
de la administración que han tenido de sus bienes, mientras duró la incapacidad.
El fundamento de estos privilegios es la protección que al legislador le merecen las
personas que no pueden valerse por sí mismas jurídicamente hablando. Ello lo movió
en el Art. 43 a otorgarles representantes legales: el padre o la madre al hijo de familia,
el guardador al pupilo, y el adoptante al adoptado.
Pero si el representante legal es el encargado de defender al incapaz respecto de
terceros, el legislador también le otorga una protección en contra de aquél para que
haga efectivos los créditos que pueda tener procedentes de su administración. Entre
ellos, le concede privilegio general de 4a clase sobre los bienes del representante
legal.
Los casos de privilegio general de esta naturaleza son:
1.° “Los del hijo de familia por los bienes de su propiedad que fueren
administrados por el padre o madre, sobre los bienes de éstos”. Aquí sí que la ley se
refirió claramente al hijo legítimo menor de edad no emancipado: tal es el hijo de
familia, y el privilegio supone que el padre, o a falta de éste la madre, 946 tienen la
patria potestad sobre los bienes del hijo, y en virtud de ella administran sus bienes.
2.° Adoptado respecto del adoptante.
De acuerdo al Art. 20 de la Ley 7.613, de 21 de octubre de 1943, “los créditos que
tenga el adoptado contra el adoptante, originados por la administración de sus bienes,
o en el caso que prescribe el Art. 28 de la presente ley, se considerarán incluidos en el
número cuarto del artículo 2.481 del Código Civil”.
3.° “Los de las personas que están bajo tutela o curaduría contra sus respectivos
tutores o curadores” (N.° 5 del Art. 2.481).

1.025. Extensión del privilegio.


Conviene precisar al respecto:
I.° Bienes en que se ejerce el privilegio;
2.° Créditos por los cuales éste existe, y
3.° Limitaciones a la prueba.
Veremos estos aspectos en los números que siguen.

1.026. I. Bienes a que afecta el privilegio.


Como decíamos, el privilegio se extiende a todos los bienes del deudor, incluido el
remanente de los afectos a preferencias especiales, una vez pagadas éstas.

945
El precepto aún se remite al Art. 119 del mismo C. C., que está reemplazado actualmente por el Art.
15 de la Ley de Matrimonio Civil: “el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad a las leyes del
mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiera celebrado en Chile”.
946
La referencia a la madre la -agregó al precepto la Ley 5.521 de 19 de diciembre de 1934, ya que antes
ella no tenía la patria potestad sobre los bienes del hijo.

636
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El N.° 3.° del Art. 2.481 y el Art. 2.484 respecto al privilegio de la mujer casada,
contienen un pequeño error de expresión, porque señalan que se hace efectivo sobre
los bienes del marido, lo que da base para sostener que no afecta a los que
correspondan a éste como gananciales en la liquidación de sociedad conyugal; dicho
de otra Manera, no podría hacerse efectivo en los bienes sociales. Semejante
interpretación es rechazada,947 porque el privilegio sólo se hace efectivo a la disolución
de la sociedad conyugal,948 y en tal caso ya no hay bienes sociales, sino del marido: sus
bienes propios y la mitad de gananciales, y de la mujer: los propios de ella y su mitad
de gananciales.
En cuanto a los matrimonios celebrados en país extranjero y que producen efectos
en Chile, el Art. 2.484 limita el privilegio a los bienes existentes en nuestro país.

1.027. II. Créditos privilegiados.


Los créditos privilegiados son todos los que tengan que hacer valer contra el
deudor las personas jurídicas de derecho público para la restitución de lo recaudado y
de los bienes administrados, y las indemnizaciones a que tengan derecho en virtud de
los actos de los recaudadores y administradores; tratándose de los incapaces, son los
que éstos tengan contra sus representantes legales y provenientes de la
administración que éstos han hecho de sus bienes: restituciones, indemnizaciones,
intereses que les deban, etc.
También en el caso de la mujer casada, el N.° 3 del Art. 2.481 cometió otro
pequeño error de expresión, pues se refirió a los bienes de propiedad de la mujer
administrados por el marido, lo que interpretado literalmente limita el privilegio a los
bienes propios de ella. Ya hemos señalado que en la sociedad conyugal deben
distinguirse los bienes sociales y los propios de cada cónyuge. no cabe discusión que el
marido responde de la administración de los bienes que la mujer conserva en su
patrimonio privilegiadamente; pero hay otros bienes que ingresan a la comunidad, con
cargo de devolución a la disolución de ésta, como si, por ejemplo, se vende un bien raíz
de la mujer sin que opere una subrogación legal; el precio ingresa a la sociedad
conyugal, que lo queda debiendo a la mujer (Art. 1.741) Esta recompensa no estaría
acogida al privilegio.
Sin embargo, la doctrina está conteste949 en una interpretación amplia y, en
consecuencia, el privilegio se extiende a todos los créditos de la mujer por sus bienes
propios, recompensas, indemnizaciones, etc. Por lo demás, el Art. 2.484 ya fue amplio
y habló de “créditos de la mujer”.
En el caso del adoptado, la ley señaló expresamente que el privilegio se extiende a
la indemnización que puede deberle el adoptante si se contrae matrimonio omitiendo
la confección de inventario exigido por la ley.

1.028. III. Limitaciones a la prueba.


Respecto de los créditos de los representados contra los representantes legales, el
legislador ha temido una posible confabulación entre ellos, a fin de que se aumenten
ficticiamente los créditos privilegiados, en desmedro de los derechos de los acreedores
comunes. Por ello ha puesto algunas cortapisas a la prueba de los privilegios, y se ha
referido a otros aspectos de la misma.
Ellas se refieren a la forma de justificar los bienes cuya administración ha
correspondido a los representantes legales; a la indemnización por administración
dolosa o culpable, y a la confesión.
947
RDJ, Ts. 17, sec. 2a, pág. 11, y 23, sec. la, pág. 53: Somarriva, Familia, ob. cit., N.° 326, pág. 327;
Arturo Alessandri Rodríguez, Tratado Práctico de las Capitulaciones Matrimon iales y la Sociedad Conyugal y
de los Bienes Reservados de la Mujer Casada, NI' 920, pág. 583; Fueyo, Derecho de Familia, T. 22, N- N- 521,
pág. 181, etc.
948
RDJ, T. 25, sec. la., pág. 555.
949
Somarriva, Familia, ob. cit., N-N-' 325, pág. 326; Alessandri, Tratado Práctico de las Capitulaciones
Matrimoniales y la Sociedad Conyugal y de los bienes reservados de la mujer casada, N.° 915, pág. 552.

Dislexia Virtual 637


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.° justificación de los bienes cuya administración ha pasado al representante


legal.
Debe el representado probar su derecho a dichos bienes por documento auténtico.
En efecto, el inc. 1.° del Art. 2.483 comienza por declarar que las preferencias de
los N 3 a 5 del Art. 2.481 se entienden constituidas a favor de los bienes raíces o
derechos reales en ellos que la mujer hubiera aportado al matrimonio, o de los bienes
raíces o derechos reales en ellos que pertenezcan a los respectivos hijos de familia y
personas bajo guarda y hayan entrado en poder del marido, padre, madre o guardador.
El derecho a los bienes raíces o derechos reales constituidos en ellos siempre
constará en instrumentos públicos, y por ello lo único que exige el precepto es probar
que han entrado a poder del representante legal.
La limitación es entonces para los bienes muebles, en que debe acreditarse no sólo
la circunstancia anterior, sino el derecho del representado a ellos por los instrumentos
públicos que señala la parte final del mismo inc. 1 del Art. 2.483: la preferencia se
extiende “a favor de todos los bienes en que se justifique el derecho de las mismas
personas por inventarios solemnes, testamentos, actos de partición, sentencias de
adjudicación, escrituras públicas de capitulaciones matrimoniales, de donación, venta,
permuta, u otros de igual autenticidad”.
2.° Administración de los bienes.
Probado el derecho del incapaz a los respectivos bienes, no hay, en cambio,
limitaciones para justificar las indemnizaciones que deba el representante legal por su
administración descuidada o dolosa.
Dice el inc. 2 del Art. 2.483: “se extiende asimismo la preferencia de cuarta clase a
los derechos y acciones de la mujer contra el marido, o de los hijos de familia y
personas en tutela o curaduría, contra sus padres, tutores o curadores por culpa o dolo
en la administración de los respectivos bienes, probándose los cargos de cualquier
modo fehaciente”.
3.° Confesión del representante legal o marido.
Según el Art. 2.485: “la confesión del marido, del padre o madre de familia, o del
tutor o curador fallidos, no hará prueba por sí sola contra los acreedores”.

1.029. Forma de pago de los créditos privilegiados de 4a Clase. Enunciación.


Dos son las reglas principales que gobiernan el pago de los créditos privilegiados
de cuarta clase:
1.° Se pagan después de cubiertos los otros preferentes.
2.° Prefieren entre sí, según las fechas de sus causas.
Lo veremos en los números siguientes.

1.030. I. Los créditos de 4a clase se pagan una vez cubiertos los demás
preferentes.
Así lo señala el ya citado Art. 2.486 en su parte pertinente: “las preferencias de los
créditos de la cuarta clase... sólo tienen lugar después de cubiertos los créditos de las
tres primeras clases, de cualquiera fecha que éstos sean”.
Ya hemos destacado también que el precepto pareciere dar a entender que es
preciso que estén íntegramente cubiertos los créditos de las tres primeras clases para
que se entren a pagar los de cuarta, lo que sí es efectivo respecto de los de 1ª no lo es
totalmente en cuanto a los especiales de 2a (N2 1.007) y 3a (N.° 1.016), porque el
déficit de éstos, impago con el producto del remate de los bienes afectos a ellos, es
común, y en consecuencia no prefiere a los de 4a clase (Art. 2.490).
Lo que sí es efectivo es que, a la inversa, el excedente que arroje dicha subasta
sobre el monto de las preferencias que pesaban sobre los bienes rematados pasa a la
masa común, y en él se pagan preferentemente los créditos privilegiados de cuarta
clase a los comunes; por ejemplo, hay una hipoteca sobre un inmueble por $ 100.000,
y es rematado en $ 150.000. Los $ 50.000 de exceso que restan una vez pagado el

638
LAS OBLIGACIONES TOMO II

acreedor hipotecario, incrementan los fondos de que se pagan los privilegios de 4a


clase.
Estos se pagan en igual forma que los de 1a clase, una vez que estén cubiertos
todos éstos (inc. final del Art. 148 de la Ley de Quiebras), esto es, los no objetados se
van cancelando en el orden de sus preferencias, que es el indicado en el número que
sigue, tan pronto como haya fondos para ello. y se reserva lo necesario para el pago de
aquellos que han sido cuestionados en cuanto a su monto o privilegio, que se cancelan
una vez eliminado el inconveniente, y para la atención de los gastos subsiguientes de
la quiebra.

1.031. II. Los créditos de 4a clase prefieren entre sí por el orden de sus
causas.
Los privilegios de 4a. clase hacen excepción al principio general imperante en la
prelación de Créditos, en que no se atiende a la antigüedad de los créditos para su
preferencia. La otra excepción ya señalada es la de las hipotecas, cuya precedencia
depende de la fecha de su inscripción.
También es diferente la solución de los créditos de 4a. clase respecto de los de la,
que prefieren según el orden en que están enumerados. En los primeros no tiene
importancia la numeración del Art 2.481, pues se atiende a las fechas de sus causas
(inc. 1.° del Art. 2.482).
El mismo precepto se encarga de aclarar qué debe entenderse por fecha de la
causa del crédito:
1.° Para los recaudadores y administradores de bienes fiscales, y demás personas
jurídicas enumeradas en los N.° 1.° y 2 del Art. 2.481, la fecha de su causa es la del
nombramiento respectivo (inc. 2).
2.° Para la mujer casada, es la fecha de su matrimonio950 (inc. 3).
3.° Para el hijo de familia, la de su nacimiento (inc. 4.°).
4.° Para el pupilo es la del discernimiento de la tutela o curaduría (inc. final), y
5.° Finalmente, para el adoptado, la fecha de su causa es la de la inscripción de la
adopción en el Registro Civil (Art 20 de la Ley 7.643).
Y así, por ejemplo, si una persona es recaudadora de impuestos desde el año 1948,
contrajo matrimonio en 1951, tuvo un hijo al año siguiente y le fue discernida la tutela
de un sobrino en 1956, tanto el Fisco como la mujer, el hijo de familia y el pupilo tienen
en su contra créditos privilegiados de 4 a, clase, que prefieren entre sí en el orden
apuntado.
Finalmente, en caso de fallecimiento del deudor, según el inc. 2 del Art. 2.487, los
créditos privilegiados de 4a. clase contra el causante conservan su fecha sobre todo s
los bienes del heredero, si no han tenido lugar los beneficios de inventario o
separación; pero si han mediado éstos, la mantienen únicamente en los bienes
inventariados o separados.

1.032. Privilegio por las expensas comunes en los edificios divididos por
pisos y departamentos.
El Art. 52 de la Ley 6.071, de 16 de agosto de 1937, sobre Venta de Pisos y
Departamentos, hoy refundida en el Capítulo V del DFL N.° 224 del año 1953, Ley
General de Construcción y Urbanización, cuyo texto definitivo fue fijado por Decreto
Supremo de Obras Públicas N.° 880, de 18 de abril de 1963, publicado en el Diario
Oficial de 16 de mayo del mismo año, estableció un privilegio de cuarta clase a favor
de las expensas comunes que corresponden a cada uno de los departamentos y pisos
del edificio.

950
El precepto se remite también al N-
N- 69 del Art. 2.481, que quedó derogado, según dijimos en la nota
1.002, por la Ley 5.521 de 19 de diciembre de 1934.

Dislexia Virtual 639


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

Dice el Art. 48 del DFL 224:951 “la obligación del propietario de un piso o
departamento por expensas comunes sigue siempre al dominio de su piso o
departamento, aun respecto de expensas devengadas antes de su adquisición, y el
crédito correlativo gozará de un privilegio de cuarta categoría, que preferirá, cualquiera
que sea su fecha, a los enumerados en el Art. 2.481 del Código Civil”. El inc. 2.° del
precepto deja a salvo el derecho a exigir el pago al propietario, aun cuando cese de
poseer el piso o departamento, y la acción de saneamiento del nuevo poseedor que se
ve obligado a pagar expensas anteriores.
La justificación del privilegio estriba en que la división horizontal crea numerosos
problemas entre los copropietarios, uno de los cuales es la distribución entre ellos de
las expensas comunes de administración, mantención y reparación de los bienes y
servicios comunes para paliar estos inconvenientes, el legislador otorga una serie de
facilidades para el cobro de estas expensas, como por ejemplo el mérito ejecutivo y
este privilegio de cuarta clase.
Este es muy particular:
1.° Porque es especial, ya que sólo se refiere al piso y departamento que ha
generado el crédito por gastos o expensas comunes;
2.° Porque otorga derecho de persecución, pues aun cuando el departamento
cambie de dominio, el nuevo propietario puede ser perseguido en su piso o
departamento y con el privilegio en cuanto a las expensas comunes atrasadas, y
3| Porque prefiere a todos los de cuarta clase, cualquiera que sea su fecha.
La verdad es que técnicamente se trata de un crédito preferente, de tercera
categoría, pero el legislador lo declaró de cuarta únicamente para indicar que se paga
después de aquellos. Equivale a una verdadera hipoteca legal, especial y oculta.

Párrafo 7.°

LOS CRÉDITOS DE QUINTA CLASE

1.033. Los créditos comunes.


De acuerdo al inc. 1 del Art. 2.489 “la quinta y última clase comprende los créditos
que no gozan de preferencia”.
Se les llama créditos comunes, ordinarios, quirografarios o valistas, y no pueden
definirse de otra manera que no sea diciendo que son aquellos a los cuales la ley no
confiere preferencia alguna para su pago.
Sin embargo, jurídicamente constituyen la regla general, puesto que sabemos que
se requiere disposición legal expresa para otorgar a algún crédito preferencia para su
pago. Por ello es que el Art. 2.488 declara que la ley no reconoce otras causas de
preferencia que las estudiadas anteriormente.
Estos créditos pueden tener dos procedencias:
1.° Una originaria, y comprende aquellos que nunca han tenido preferencia o
privilegio, y
2.° Una derivada de los que tuvieron privilegio de 2a clase o preferencia de 3ª -
clase, pero no alcanzaron a pagarse íntegramente con los bienes respectivos, y cuyo
déficit, según tantas veces lo hemos señalado, no obstante cierta deficiencia en la
redacción del Art. 2.486, pasa a los créditos de quinta clase. Así lo dispone el Art.
2.490.

1.034. Cómo se pagan.


Las leyes de prelación ya citadas efectuaban algunos distingos entre los créditos
comunes, según si constaban por escritura pública, instrumento privado o no estaban

951
(1009) Corresponde al Art. 52 de la antigua Ley N.° 6.071.

640
LAS OBLIGACIONES TOMO II

establecidos en documento alguno, dando preferencia a los primeros sobre los


segundos, y a éstos respecto de los verbales.
El Código eliminó todas estas distinciones, estableciendo una regla muy simple
para el pago de estos créditos: “los créditos de la quinta clase se cubrirán o prorrata
sobre el sobrante de la masa concursada, sin consideración a su fecha”. Los créditos
preferentes que concurren por su déficit también lo hacen a prorrata, y sin
consideración alguna a su fecha, de acuerdo al Art. 2.490.
Según el Art. 151 de la Ley de Quiebras, los créditos comunes se van pagando a
medida que en la quiebra vayan existiendo fondos para efectuarles un abono no
inferior al 5%, previas las reservas que señala la ley, y naturalmente una vez que estén
cubiertos los preferentes.

Dislexia Virtual 641


Capítulo I
DE LA MODIFICACION EN GENERAL
1.036. Concepto y clases.
Propiamente hay modificación o variación de la obligación cada vez que, sin
extinguirse, experimenta una alteración de cualquier naturaleza que ella sea en alguno
de sus elementos integrantes.
Una advertencia se impone de antemano; para que haya modificación de la
obligación es necesario que ésta no se extinga. En caso contrario, no hay propiamente
variación, sino sustitución de una obligación a otra. En toda esta parte está latente el
problema de la novación, que nos legó el antiguo Derecho para solucionar las
alternativas que las partes quieran dar a la obligación. Jurídicamente, en la novación no
hay modificación de la obligación, ya que ella se extingue dando nacimiento a una
nueva. Pero el objeto de la novación es más bien dar nacimiento a la nueva obligación
que no extinguir la antigua: a falta de otro vehículo jurídico, las partes han de recurrir a
ella para variar la obligación. Así quedará en claro en el número siguiente.
Decimos que hay modificación de la obligación si se altera alguno de sus
elementos; de ahí que se distingan claramente las modificaciones subjetivas de las
objetivas, las primeras se refieren a los sujetos, y en consecuencia pueden ser activas
y pasivas; las segundas, a la prestación misma. En el N.° 20 y siguientes destacamos
que en el derecho personal cabía señalar tres elementos fundamentales: el sujeto
activo o acreedor; el sujeto pasivo o deudor; la prestación misma, además del vinculo
jurídico. Es posible que en virtud de una convención varíen algunos de estos elementos
esenciales, y entonces estaremos frente a una modificación o alteración del derecho
personal, que será subjetiva si se refiere a los sujetos y objetiva si versa sobre la
prestación misma.

1.037. Evolución.
El desarrollo de esta parte de las obligaciones es el fruto de una lucha entre los
principios jurídicos establecidos y las necesidades de la vida jurídica y comercial.
Somos de los primeros en admirar el legado jurídico de Roma; es más, es difícil
encontrar alguna figura jurídica de las que se consideran modernas, que no haya sido
intuida o esbozada por los juristas romanos; sin embargo, el aspecto que estudiamos
es uno en que el Derecho Romano no alcanzó a desprenderse integralmente de las
ligaduras del pasado, y la evolución que ya había comenzado quedó detenida por la
caída del Imperio. Pero sin dejar de rendirles la pleitesía que merecen, tampoco
estamos obligados a seguirlos dogmáticamente, máxime que los romanos no tenían
por qué adivinar el desarrollo del comercio en los Tiempos Modernos y actuales.
Seguramente fue la concepción de la obligación primitiva (N.° 11), como un vínculo
formal e impregnado de religiosidad, lo que movió al Derecho antiguo a considerarla
inmutable. No se concebía que se pudiera alterar alguno de sus elementos, y no
obstante siguiera siendo la misma. De ahí la resistencia a un cambio en el objeto de
ella, y con mayor razón a los sujetos, cuando la obligación era un vínculo entre
personas.

642 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

Se llegó a aceptar, finalmente, pero a condición de que la obligación anterior se


extinguiera; así nació la novación, llamada a imperar en la materia por largos siglos
como la única forma de reemplazar por acto entre vivos los sujetos de la obligación-
para la novación objetiva no se alcanzó su pleno desarrollo, como la concibe nuestro
Código Civil, sino muy posteriormente.952
Y decimos por acto entre vivos, porque ya las necesidades jurídicas habían
impuesto una modificación en la obligación: los créditos, o sea el elemento activo, y la
deuda, o sea, el pasivo, correspondían a los herederos, pero para no ceder a lo que se
consideraba principios inamovibles, se recurrió a la ficción de considerar a éstos como
continuadores de la personalidad del causante: jurídicamente éste continuaba viviendo
en la persona de sus sucesores.
Entre vivos, la novación supone un gran inconveniente: extingue la obligación
anterior y sus accesorios, lo que es especialmente grave en cuanto a las garantías (N.°
1.113), y además en principio, cuando es subjetiva, supone el triple consentimiento de
los que intervienen (N` 1.131 y 1.137).
Las necesidades del tráfico y del crecimiento económico en Roma, misma
presionaron las soluciones, tendencia que se ha ido acentuando cada vez más.
Científicamente ello se ha traducido en la despersonalización de la obligación,
acentuándose su carácter patrimonial (N' 22); y el argumento jurídico para imponer las
nuevas soluciones ha sido la libertad contractual; si se reconoce a las partes la facultad
de crear y extinguir toda clase de obligaciones, ¿por qué no se ha de poder aceptar
que las modifiquen sin extinguirlas?
La resistencia al cambio en los aspectos objetivos y en el subjetivo activo, ha sido
menor que en el subjetivo pasivo; y es así como, según veremos, puede modificarse
objetivamente una obligación sin novarla, en todas las legislaciones (N.° 1.121), y la
cesión de créditos ha alcanzado una amplia difusión (N” 1.050).
No ocurre lo mismo con la subjetiva pasiva, según lo diremos en el N.° 1.149.

1.038. Modificación objetiva. Referencia.


A la modificación objetiva nos referiremos en el Capítulo 5.°, conjuntamente con la
novación objetiva, porque justamente en ella el Código señala cuándo ésta se produce
y cuándo no tiene lugar, enumerando así las principales transformaciones que en este
sentido puede tener la obligación (N.° 1.121 y siguientes).
Allí examinaremos igualmente las tendencias modernas en la materia.

1.039. Modificación subjetiva de la obligación.


Decíamos que la hay cuando cambian en ella ya el sujeto pasivo, ya el activo, sea
que se les reemplace, o se les agregue o quite alguno.
Según esto, la modificación subjetiva puede ser de varias clases;
1.° Por causa de muerte y por acto entre vivos;
2.° A título universal y a título singular.
Lo primero ocurre cuando el acreedor o deudor sucede en una relación jurídica
compleja, normalmente, un patrimonio, y en consecuencia pasan a él todos los créditos
o deudas involucrados en ella. Ejemplo típico es la herencia, como se verá en el
Capítulo siguiente.
3.° Acumulativa, sustitutiva o disminutiva.
Ello, según si se agrega a la relación jurídica un nuevo sujeto, se le sustituye por
otro, o simplemente en una obligación compleja en cuanto a los sujetos, deje alguno de
ellos de estar obligado.
4.° Por cambio en el acreedor o en el deudor.
La modificación en el sujeto activo de la obligación es, como decíamos, un aspecto
hoy prácticamente elaborado en doctrina y en las legislaciones. Fundamentalmente
puede hacerse:
952
Véase sobre la evolución de la novación, Claro Solar, ob. cit., T. 12, N2 1.680, págs. 383 y siguientes.

Dislexia Virtual 643


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

A. Por sucesión por causa de muerte (N' 1.044);


B. Por cesión de créditos (N.° 1.047);
C. Por pago con subrogación (N.° 654), y
D. Por novación por cambio de acreedor (N.° 1.131), valiendo la salvedad de que
técnicamente no es modificación, sino extinción con nacimiento de una nueva
obligación.
Puede haber variación en el deudor, indiscutiblemente, en la novación por cambio
de deudor (N.° 1.135), con la misma salvedad anterior, y en la delegación (N.° 1.139),
instituciones aceptadas universalmente. La discusión gira en torno a una serie de
figuras nuevas o que así se presentan cuando menos, y cuyo enunciado reservamos
para el Capítulo Sexto (N.° 1.148 y siguientes).
No está de más insistir que nos movemos en un campo aún sin delimitar, por lo
que muchas de las instituciones a que nos vamos a referir no son de plena aceptación-
más bien, consisten en verdaderas tentativas, cuya efectividad se probará en su
utilización.
Ello incide aun en el nombre mismo del tema: hemos preferido la denominación
amplia de modificaciones, alteraciones, variaciones o vicisitudes de la obligación,
porque es más comprensivo. Tiene el ligero equívoco de la novación ya señalado, pero
que no influye mayormente por las razones ya apuntadas y las que daremos en su
oportunidad (N.° 1.101, 2.°), probando que intrínsecamente la institución es
modificatoria, y la extinción una consecuencia de ella.
En cambio, nos parece incorrecto el uso, cuando menos entre nosotros, de las
expresiones sucesión en el crédito y obligación, o transmisión de los mismos. Ambos
términos se han reservado para la sucesión por causa de muerte, y aunque evidente es
la similitud, tampoco es conveniente en una materia ya de por sí algo confusa, agregar
nuevos elementos equívocos. Más propio en todo caso es hablar de traspaso o
traslación de la obligación o créditos, aunque existen algunas figuras que acumulan un
nuevo deudor o acreedor, y en consecuencia ni la trasladan ni la traspasan activa o
pasivamente (N`- 1.156). Tampoco nos parece enteramente correcta la expresión
“cesión de deudas”, porque hay instituciones en que una persona asume la obligación
sin intervención del deudor (N.° 1.151). No ha habido, pues, tal cesión.

1.040. La modificación de la obligación en nuestro Derecho.


Nada de extraño tiene nuestro atraso en la materia, puesto que el Código chileno,
inspirado en el francés, como éste, prácticamente ignora el tema.
Sus disposiciones se limitan a la sucesión por causa de muerte; a la novación, que
miran exclusivamente desde el punto de vista extintivo, y con la que reglamenta
conjuntamente la delegación (N.° 1.1391). Finalmente, el Código francés trata de la
cesión de derechos, bajo el título “de la transmisión de créditos y otros derechos
incorporales”, entre los modos de adquirir la propiedad, y el nuestro, como el solo
contrato no transfiere dominio, entre los contratos (N.° 1.046).
Nuestra doctrina lógicamente quedó igualmente rezagada, y en general, en esta
parte, se suele hablar de la transmisibilidad de las obligaciones, esto es, del cambio
producido en los titulares activos y pasivos sin extinción de la deuda original, por causa
de muerte o por acto entre vivos, destacando algunas obras más modernas la
resistencia al traspaso de deudas.
Por otra parte, las instituciones que efectuaban esta mal llamada “transmisión”, ni
se estudiaban en esta parte, sino que la sucesión por causa de muerte, como es lógico
e inamovible, al analizar el Libro Y del Código- la cesión de créditos, por seguir al
Código, entre los contratos, etc.
Ya Claro Solar dedicó un apéndice de la novación y delegación al estudio de la
cesión de deudas;953 el profesor Fueyo, en su obra sobre Las Obligaciones, habló
también en términos generales de la “transmisibilidad o alteraciones subjetivas de la
953
Ob. cit. T. 12, NO 1.758 y siguientes, pág. 456 y siguientes.

644
LAS OBLIGACIONES TOMO II

obligación, insinuando la tendencia actual en las legislaciones.954 Tesis de licenciados,


que citaremos en su oportunidad, son prácticamente lo único con que se cuenta entre
nosotros para un análisis de las nuevas instituciones y su posible aceptación en
nuestra legislación.
En mucho ha contribuido a este retraso la inspiración francesa de nuestros
estudios, por la obvia razón de similitud de legislaciones; como el Código francés en
esta parte no ha sido modificado, el problema nuestro es el de ellos, y en general los
tratadistas de esta nacionalidad no analizan el problema con la profundidad de los
alemanes e italianos, por ejemplo, cuyos Códigos tratan estas nuevas instituciones,
incidentes principalmente en el problema de la llamada “cesión de deudas”.
El Programa del 2.° Año de Derecho Civil de la Escuela de derecho de la
Universidad de Chile, elaborado por los profesores Lorenzo de la Maza y Humberto
Pinto, y revisado por el profesor don Avelino León, en cambio, recogió ampliamente, y
precisamente con el nombre de “modificaciones de la obligación”, todas las nuevas
interpretaciones y figuras a que nos hemos referido.

954
Ob. cit., T. 2°, Parte 5a, N.° 415 y siguientes, págs. 9 y siguientes.

Dislexia Virtual 645


Capítulo II
SUCESION POR CAUSA DE MUERTE
1.041. La transmisión hereditaria. Breve referencia.
No nos corresponde, naturalmente, referirnos a la sucesión por causa de muerte
en esta obra, sino solamente destacar los aspectos fundamentales de la transmisión de
los derechos personales, tanto pasiva como activamente.
La doctrina clásica considera a los herederos como continuadores de la persona del
difunto, como si por una ficción el causante continuara viviendo jurídicamente en la
persona de sus herederos. En esta forma se soslayó el problema de la modificación que
implica en el crédito y su obligación correlativa la transmisión de ellos a los herederos.
Y ésta no podía menos que aceptarse, tanto en el aspecto activo como pasivo,
reconociendo al heredero como acreedor en los créditos del causante, y como deudor
en sus obligaciones, pues de otra manera la vida jurídica es imposible, ya que todas las
relaciones jurídicas quedarían expuestas al riesgo de extinción por el fallecimiento de
alguno de los que en ella intervienen.
Es ésta la doctrina que acepta nuestro Código, como se encarga de decirlo el Art.
1.097, inc. 1: los herederos “representan la persona del testador para sucederle en
todos sus derechos y obligaciones transmisibles”.
Como lo destaca el precepto, los herederos suceden en todas las obligaciones y
derechos transmisibles del causante. La regla general es la transmisibilidad; por
excepción hay derechos y obligaciones intransmisibles. Como ha dicho una sentencia
de la 1. Corte de Apelaciones de Chillán, de 10 de noviembre de 1944: “por regla
general, todos los derechos y todas las obligaciones son transmisibles, salvo aquellos
derechos cuyo ejercicio es exclusivamente personal o que dependen de la vida de una
persona y aquellos cuya transmisión está prohibida por la ley”.955

1.042. Excepciones a la transmisibilidad hereditaria.


Si bien, como hemos señalado, la regla general es la transmisión amplia de los
derechos y obligaciones, excepciones las hay en ambos sentidos, o sea, derechos que
no pasan a los herederos y obligaciones de cuya solución no tienen que hacerse cargo.
Y así son intransmisibles el derecho de usufructo (Art. 806, inc. 2.°), los de uso y
habitación, entre los reales, el de alimentos entre los personales (Art. 334), etc.
Desde el punto de vista pasivo, suele decirse con exagerada amplitud que son
intransmisibles las obligaciones de hacer y no hacer; más propio es decir que tienen tal
carácter todas aquellas relaciones jurídicas que dependen de la persona misma de
alguno de los contratantes, esto es, en que la consideración de ella o de una aptitud
suya ha sido determinante para el nacimiento de la obligación y el otorgamiento del
acto o contrato. Dicho de otra manera, son intransmisibles las obligaciones intuito
personae.
Así ocurre, por ejemplo, con el mandato que por regla general se extingue por el
fallecimiento de cualquiera de las partes (Art. 2.163, inc. 5.°); la sociedad, que corre
igual suerte, salvo estipulación en contrario (Art. 2.103); la obligación de un pintor de

955
RDJ, T. 45, sec. la., pág. 510.

646 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

hacer el retrato de una persona y todas las de hacer llamadas infungibles, en el sentido
de que no pueden ser efectuadas por otra persona, etc.

1.043. Sucesión a título universal y singular.


Se puede suceder a una persona a título universal y a título singular; lo primero se
llama herencia, y el sucesor, heredero; la asignación a título singular se denomina
legado, y el asignatario recibe el nombre de legatario (Art. 951).
La diferencia fundamental entre el heredero y el legatario es que el primero
sucede en todo el patrimonio transmisible del causante o en una cuota de él; mientras
que el legatario sólo sucede en los bienes determinados que se le han dejado por
testamento. De ahí que sólo el heredero representa a la persona del causante, no así el
legatario.

1.044. Sucesión en los créditos hereditarios.


A los herederos corresponderán los créditos del causante, porque ellos van
incluidos en la masa hereditaria que se les transmite; en consecuencia, los herederos
adquieren la calidad (le acreedores en todas aquellas obligaciones transmisibles
activamente del causante. Pasan a ocupar su lugar en el vínculo jurídico.956
Pero no hay inconveniente para que el causante, en su testamento, legue el
crédito a una persona; a esta posibilidad de legado de un crédito se refiere
precisamente el Art. 1.127: “pueden legarse no sólo las cosas corporales, sino los
derechos y acciones. Por el hecho de legarse el título de un crédito, se entenderá que
se lega el crédito. El legado de un crédito comprende el de los intereses devengados;
pero no subsiste sino en la parte del crédito o de los intereses que no hubiere recibido
el testador”.
Por ejemplo, el causante es acreedor de A por $ 100.000 y lega en su testamento
este crédito a su amigo B; éste adquiere la calidad de acreedor de A y le cobrará el
crédito que ha adquirido por legado. A está obligado por este cambio de acreedor, y si
paga a los herederos, habrá pagado mal, sin extinguir su deuda.

1.045. Sucesión en las deudas hereditarias.


Si no merece mayores problemas la modificación activa en los créditos a favor de
los herederos o legatarios, en cambio mucho se ha discutido el fundamento de la
transmisión pasiva de la obligación, por la notoria resistencia a aceptar una
modificación de este tipo en ella. Sin entrar al análisis de este problema, es obvio que
para nuestro Código ello se explica únicamente porque los herederos continúan la
persona del difunto, la representan o sustituyen en todas sus relaciones.
La consecuencia de esta concepción es que, en principio, los herederos responden
ilimitadamente, ultra vires, aunque las deudas sean muy superiores a lo que reciben
por herencia; este inconveniente lo corrigen aceptándola con beneficio de inventario,
en cuya virtud limitan su responsabilidad a lo que obtienen por la sucesión. Su
contrapartida es el beneficio de separación ya estudiado, mediante el cual los
acreedores hereditarios y testamentarios obtienen una preferencia respecto a los
acreedores personales del heredero para pagarse en los bienes hereditarios (N` 786 a
788).
Los herederos responden de las deudas hereditarias transmisibles a prorrata de
sus cuotas (Art. 1.354). Al tratar la indivisibilidad vimos algunas excepciones a este
principio; en la obligación indivisible cada heredero puede ser obligado al pago total de
la deuda (N.° 436).
Vimos también que la regla puede alterarse por una convención entre el acreedor
y el causante; por un acuerdo de los herederos; por acto de partición o haberlo
dispuesto así el testador en su testamento, todo lo cual no obliga al acreedor si no ha
956
Sobre el problema de determinar cómo se dividen los créditos entre los herederos, véase la nota N.°
421.

Dislexia Virtual 647


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

concurrido con su consentimiento. No habiéndolo hecho, puede optar por aceptar el


convenio o disposición, o cobrar sus créditos de acuerdo con la ley (N.°' 442 y
siguientes). Todo ello no hace sino confirmar la resistencia de nuestro Código y de las
legislaciones en general, al cambio del deudor sin el consentimiento del acreedor (N.°
1.149, 1.°).
Los legatarios sólo responden de las deudas hereditarias, en subsidio de los
herederos (Art. 1.362); también estarán obligados cuando el testador los haya gravado
expresamente, y así, por ejemplo, puede éste decir: dejo a mi amigo A la propiedad de
calle tal, N.° cual de la ciudad de Santiago, con obligación de que pague a B la deuda
que por $ 50.000 tengo con él. El acreedor, B, no está obligado por semejante
disposición y podrá cobrar alternativamente a los herederos a prorrata de sus cuotas, o
al legatario A. Aplicación lisa y llana del principio de que sin su consentimiento no
puede cambiársele el deudor al acreedor.

648
Capítulo III
LA CESION DE DERECHOS
1.046. Reglamentación y pauta.
Trata el Código “De la cesión de derechos” en el Título 25 del Libro 4.°, Arts. 1.901
a 1.914, entre los contratos de permuta y de arrendamiento.
Esta ubicación tiene una explicación meramente histórica; ella fue la que daba
Pothier a la materia; fue seguida por el Código francés, según vimos en el N.° 1.040, y
de ahí pasó al nuestro. Pero ella no tiene justificación alguna.
En efecto, el Título 25 se divide en tres párrafos:
El primero trata de los “créditos personales”, 957 esto es, de la cesión de los
derechos personales, que, según veremos, es una forma derivativa de adquirirlos por
traspaso que de ellos hace el acreedor a un tercero. Como toda adquisición en nuestro
Derecho requiere de un título traslaticio de dominio y de la tradición. El título es el
contrato que precede a la cesión, compraventa, permuta, etc., y puede ser cualquiera
de los que sirven para transferir el dominio; para que la cesión quede perfecta se
requiere la tradición. Luego su reglamentación lógica y su tratamiento corresponden a
la teoría general de la obligación y no al particular de los diferentes contratos (N'
1.049).
El segundo párrafo se refiere a la cesión del derecho real de herencia, y su lógica
ubicación es a propósito de éste en el Libro 3.°.
Finalmente, el último párrafo trata de la cesión de derechos litigiosos. Su
tratamiento lógico es también conjuntamente con la cesión de créditos.
Destinaremos una sección al estudio de cada una de estas instituciones.

Sección primera

CESIÓN DE CRÉDITOS

1.046 bis. División.


A su turno, la cesión de créditos la analizaremos dividida en 3 párrafos, destinados,
respectivamente, al concepto y caracteres, a los requisitos y a los efectos de ella.

Párrafo 1.°

CONCEPTOS, CARACTERES GENERALES

957
(1016)Hay
(1016)Hay una evidente redundancia en el epígrafe de este párrafo 1, pues es lo mismo decir créditos
que derechos personales. Según parece por la historia fidedigna de la ley, lo que el legislador quiso fue
referirse a los créditos nominativos, únicos cuya cesión reglamenta el Código. En tal sentido, Alejandro Silva
Bascuñán, De la Cesión de Derechos, Santiago, 1933, N.° 21, pág. 29.

Dislexia Virtual 649


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1.047. Concepto.
Podemos definir la cesión de créditos como la convención por la cual el acreedor
transfiere su crédito a otra persona, llamada cesionario, que pasa a ocupar la situación
jurídica del cedente en el derecho cedido.
En la cesión de créditos intervienen tres personas: el acreedor, que es el cedente;
el adquirente del crédito, que es el cesionario, y el deudor, aunque éste puede quedar
al margen de la convención misma. En efecto, según veremos, su consentimiento no es
indispensable para que se perfeccione la cesión, ya que ella, entre cedente y
cesionario, se efectúa por la entrega del título, pero es inoponible al deudor y a
terceros, mientras no sea notificada o aceptada por el primero.
Basta, por tanto, la notificación del deudor, y la explicación de que su
consentimiento no sea indispensable es que la cesión no lo perjudica en nada, no
altera su situación jurídica, pues igual tendrá que cumplir su obligación quienquiera
que sea su acreedor.

1.048. El Código Civil sólo reglamenta la cesión de créditos nominativos.


Antes de entrar al estudio de la cesión de créditos, conviene precisar que sólo se
analizará la de los nominativos, pues los créditos al portador y a la orden se reservan
entre nosotros para el Derecho Comercial.
Esta clasificación de los derechos personales atiende a la forma en que se
encuentran extendidos y es fundamental para determinar cómo ellos se traspasan.
1.° Créditos nominativos, nominales o no endosables.
Son aquellos en que se indica la persona del acreedor y éste es el único,
personalmente o representado, que puede exigir el pago.
Son de esta naturaleza el crédito del mutuante para el cobro de la cantidad
prestada; del arrendador, para el cobro de las rentas; del vendedor, para exigir el
precio, y del comprador, la entrega de la cosa vendida; del prometiente contratante,
para exigir el otorgamiento del contrato prometido, etc.
2.° Créditos ala orden.
En ellos se indica la persona del acreedor, pero el pago es a su orden, o sea, debe
hacerse a aquel a quien indica el acreedor. De acuerdo al Art. 164 del C. de Co, “la
cesión de documentos a la orden se hará por medio del endoso”.
El Art. 17 de la Ley 18.092 de Letras de Cambio y Pagarés define el endoso como
“el escrito por el cual el tenedor legítimo transfiere el dominio de la letra, la entrega en
cobro o la constituye en prenda”. Se efectúa mediante la sola firma del endosante, que
se llama “endoso en blanco” (Art. 23) o conteniendo las menciones del Art. 22.
De la definición transcrita nace la clasificación del endoso en traslaticio de
dominio, en cobranza o en garantía; el primero es el que sirve para transferir toda
clase de créditos a la orden: letra de cambio, pagaré a la orden, cheque al cual se ha
borrado la expresión “al portador”, etc. ha adquirido una gran difusión por su enorme
sencillez y facilidad en comparación con la cesión de créditos nominativos.
3.° Créditos al portador.
Son aquellos en que no se menciona la persona del acreedor o que, no obstante
esta mención, pueden ser válidamente pagados a quien los presente; constituyen
ejemplos de ellos el cheque en que no se borra la expresión “al portador”, los bonos al
portador, los billetes del banco, etc.
De acuerdo al Art. 164 del Código de Comercio, la cesión de los documentos al
portador se hará “por la mera tradición manual”, esto es, por la entrega del mismo
documento.
Como decíamos, las normas del C. C. se aplican únicamente a la cesión de los
créditos nominativos. Así lo señala el Art. 1.908: “las disposiciones de este título no se
aplicarán a las letras de cambio, pagarés a la orden, acciones al portador y otras
especies de transmisión que se rigen por el Código de Comercio o por leyes
especiales”.

650
LAS OBLIGACIONES TOMO II

De ahí que la cesión de créditos civiles y comerciales nominativos (estos últimos,


porque el Art. 162 del Código de Comercio, con ligeras variantes, y salvo las
excepciones legales, como las acciones de las Sociedades Anónimas, que aunque
nominativas, se sujetan a reglar, especiales,958 se remiten a las reglas civiles) se rige
por estas normas que estudiamos en la presente sección.
En cambio, la cesión de créditos a la orden o al portador, aunque fueren civiles, se
rige por el Código de Comercio.959

1.049. La cesión de créditos como tradición de los derechos personales.


Ya hemos dicho que la cesión de créditos en nuestra legislación, en que el solo
contrato no es suficiente para la transferencia del dominio, no tiene este carácter, sino
que es una convención equivalente a la tradición de los derechos personales.
La cesión de créditos efectúa el traspaso del crédito del acreedor cedente al
cesionario; éste pasa a ser titular del mismo, para cobrarlo en su nombre propio, no en
el del acreedor original. No hay mandato ni representación en la cesión de créditos.
En consecuencia, la cesión supone la presencia de un título traslaticio de dominio
que será el contrato entre cedente y cesionario, y la tradición misma del crédito, que
se efectúa por la entrega del título. El contrato que sirve de antecedente a la cesión
puede ser de cualquier índole: compraventa, permuta, donación, dación en pago,
aporte en sociedad, etc.
Es fácil demostrar que ésta es la concepción del Código:
1.° Dispone el Art. 1.901: “la cesión de un crédito personal, 960 a cualquier título que
se haga, no tendrá efecto entre el cedente y cesionario, sino en virtud de la entrega del
título”.
El precepto distingue claramente el título en cuya virtud se efectúa la cesión, y que
es el contrato, para en seguida agregar que ésta se efectúa por la entrega del título
(N.° 1.055).
En el mismo sentido, el Art. 1.907 se refiere a las cesiones de crédito “a título
oneroso”.
2.° El Art. 699, ubicado en la tradición, confirma lo anterior: “la tradición de los
derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por la entrega del título
hecha por el cedente al cesionario”. El precepto está disponiendo lo mismo que el Art.
1.901: que la tradición se efectúa por la entrega del título del cedente al cesionario. La
única diferencia es que el Art. 1.901 no habla de tradición, pero en cambio el Art. 699
sí que habla de “ceder', “cedente” y “cesionario”, todo lo cual confirma que están
refiriéndose a lo mismo. La cesión es, pues, la tradición de los créditos, y debe ir
precedida de un título traslaticio.
Así se ha fallado reiteradamente,961 y es la opinión de la doctrina.962
Sin embargo, cabe preguntarse si es justificada esta concepción del Código,
basada exclusivamente en la impotencia traslaticia del contrato. Porque la tradición es
un modo de adquirir el dominio y demás derechos reales (Art. 670), parece dudosa su
extensión a los derechos personales. Sin embargo, no debe olvidarse que de acuerdo al
Art. 583 “sobre las cosas incorporales hay también una especie de propiedad”, y este
dominio especial seria el traspasado por la cesión del crédito.

958
Nuestros tribunales han resuelto que las acciones no constituyen créditos, lo que a nuestro juicio es un
error. RDJ, Ts. 18, sec. la, pág. 62, y 52, sec. la, pág. 316. Lo que sí ocurre es que se sujetan a reglas
particulares y su cesión se efectúa por inscripción en el Registro de Accionistas de la Sociedad Anónima o por
endoso sin garantía (Art. 12 de la Ley 18.046 sobre Sociedades Anónimas, y 15 y siguientes del Reglamento
de Sociedades Anónimas publicado en el Diario Oficial de 13 de noviembre de 1982).
959
Por ello se ha fallado que los créditos a la orden, aun cuando sean civiles, se transfieren por el endoso:
RDJ, T. 17, sec. la., pág. 337. G. T. de 1889 N-N- 5.767, pág. 2.144 y de 1918, 22 sem, N.° 481, pág. 1.493.
960
Véase la nota 1.016.
961
RDJ, Ts. 32, sec. la., pág. 337; 35, sec. la., pág. 12, y 43, sec. la., pág. 113.
962
Por vía de ejemplo, Silva Bascuñán, ob. cit., N.° 11, pág. 19; Meza Barros, ob. cit., N.° 263, pág. 192
del t. 1°.

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1.050. La cesión de créditos como modificación subjetiva activa.


En la cesión de créditos, por el traspaso que se efectúa de éstos, se produce un
cambio en la obligación, en cuanto a su sujeto activo, según hemos hecho notar. Al
tratar de la novación subjetiva, haremos un estudio recíproco de las semejanzas y
diferencias de la cesión con otras formas de modificación de esta naturaleza (N.° 1.132
y 1.133).
Por el momento, queremos destacar que la cesión de créditos es la de mayor
difusión de todas las figuras que tienden a dicho objeto, por su conveniencia práctica.
En efecto, al acreedor le permite negociar anticipadamente su crédito, antes de
que él sea exigible, y si ya lo es, le evita los problemas de su cobro; también, como
veremos, le permite donar, pagar tina deuda, etc.
Para el cesionario puede constituir una buena inversión, ya que es posible que
adquiera el crédito a un valor inferior, haciendo un buen negocio si obtiene pago
íntegro del deudor (N.° 1.133, 3.°). En otros casos, como decíamos, es posible que el
cedente pague una deuda que tiene con el cesionario, cediéndole un crédito suyo, con
lo que éste obtiene su pago y se evita una doble cancelación. Por ejemplo, A adeuda a
B $ 10.000, y a su turno es acreedor de igual cantidad contra C. A cede a B en pago de
su deuda su crédito contra C (N.° 1.068).
Y en cuanto al deudor, eliminada la compulsión personal en que, antes de
comprometerse, tomaba muy en cuenta la mayor o menor benevolencia del acreedor,
teóricamente cuando menos le da 19 mismo quien sea éste, a quien deberá cumplir
para liberarse.
Por ello es que hoy por hoy la cesión de créditos es aceptada universalmente,
preferida como institución de traspaso de los derechos personales, e incluso la
tendencia es a facilitar aún más su realización.
Ya hemos dicho que no fue así en el Derecho Romano, sobre todo en el primer
tiempo, en que difícilmente se llegaba a aceptar modificación alguna no extintiva de la
obligación; la reemplazaron por la procuratio in rem suam, en que el acreedor otorga a
un tercero un mandato para reclamar judicialmente el pago del crédito, dispensándolo
de rendir cuenta, y con la facultad todavía de cobrar no obstante la revocación del
mandato. Posteriormente se aceptó que se prohibiera al deudor pagarle al demandante
por medio de una notificación, con lo cual quedó prácticamente esbozada la actual
cesión de créditos, En todo caso, parece que fue en el Derecho Canónico donde quedó
establecida en términos muy semejantes a los contemporáneos.

Párrafo 2.°

REQUISITOS

1.051. División.
Debemos distinguir los que median entre cedente y cesionario, y respecto del
deudor y de terceros. Así lo haremos en los números siguientes.

1.052. I. Requisitos entre cedente y cesionario. Enunciación.


Estos requisitos, dicho a modo de enunciación, son los siguientes:
1.° Que el crédito sea cesible;
2.° Que medie un título traslaticio, y
3.° La entrega del título al cesionario.
Los veremos en este orden en los números siguientes.

1.053. A. Cesibilidad del crédito.


Antes que nada es preciso que el crédito sea cesible, y la regla general es que
todos lo sean, salvo las excepciones legales.

652
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Hay créditos que no pueden cederse por expresa prohibición de la ley; así ocurre
con el derecho de alimentos (Art. 334), con los derechos del arrendatario, a menos que
se le haya expresamente concedido facultad para ello (Art. 1.946), etc.
Tampoco podrá cederse un crédito cuando por decreto judicial se haya prohibido
su enajenación, o haya sido embargado, pues hay objeto ilícito y por ende nulidad
absoluta en tales casos en la enajenación que se efectúe.
Si por un acuerdo entre el acreedor y el deudor se le ha prohibido al primero ceder
su crédito, creemos que ello no es obstáculo a la cesión, sin perjuicio de la
responsabilidad del cedente por la infracción a lo prometido.
No hay duda alguna que los créditos a plazo son cesibles, ya que tanto el derecho
y la obligación correlativa existen; en cambio, es más dudosa la situación de los sujetos
a condición suspensiva que, según sabemos, suspende el nacimiento del derecho
mismo. El problema se ha discutido a propósito de la cesión de seguros antes de
ocurrir el siniestro que lo hace exigible. En general, la jurisprudencia se ha inclinado
por la afirmativa,963 y participamos de esta opinión; naturalmente que lo cedido es la
expectativa del acreedor condicional que, si es transmisible, no se ve por qué razón no
puede ser cesible.

1.054. B. El título traslaticio.


Como decíamos, si la cesión de créditos es la tradición de los derechos personales,
supone necesariamente que va precedida de un título traslaticio, que puede ser
cualquiera de los enumerados, aunque normalmente será la compraventa, no siendo
en modo alguno forzoso que lo sea.
La exigencia del título traslaticio, por lo demás, está claramente indicada en los
citados Arts. 1.901: “la cesión a cualquier título que se haga”, y 1.907: “el que cede un
crédito a título oneroso”.
Este mismo precepto nos prueba a contrario sensu que la cesión puede ser a título
gratuito, esto es, una donación.
También hemos hablado, y volveremos sobre ello, de la dación en pago como título
de la cesión (N.° 1.068).
En virtud del título traslaticio, el cesionario adquiere el derecho a exigir la
tradición, que deberá efectuársele mediante la entrega del título, según veremos en el
número siguiente.
Ahora, no es posible dar una regla general sobre los requisitos que debe reunir el
título traslaticio- ellos dependerán del contrato de que se trate, y así si es donación, y
el crédito importa más de $ 0,02, deberá insinuarse. Si es una compraventa, ella no
valdría entre cónyuges no divorciados a perpetuidad, etc.964

1.055. C. Entrega del título.


De acuerdo al citado Art. 1.901, la cesión no tendrá efecto entre cedente y
cesionario “sino en virtud de la entrega del título”.
El precepto es destacable porque utiliza la expresión “título” en los dos principales
sentidos jurídicos que tiene. Cuando dice que la cesión “a cualquier título que se haga”
se refiere al antecedente jurídico de la cesión, y cuando señala que ella se perfecciona
por la “entrega del título”, comprende el documento mismo en que consta el crédito.
La jurisprudencia de nuestros tribunales ha sido bastante benevolente con la
interpretación de esta exigencia, y es así como:
1.° En primer lugar, ha determinado que no es necesaria la entrega real, material
del título, sino que como en la tradición de las cosas muebles, basta la entrega

963
G. T. de 1888, T. 2°, NI 2.697, pág. 766 y RDJ, T. 11, sec. la., pág. 272; en igual sentido, Silva
Bascuñán, ob. cit., NI 38, pág. 44. En contra, G. T. de 1900, T. 1°, N.° 884, pág. 825.
964
Un caso interesante de cesión de créditos se presentó en relación a una permuta de un
establecimiento de comercio, incluyéndose en el traspaso de éste sus cuentas por cobrar: RDJ, T. 24, sec. la,
pág. 150.

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simbólica, en cualquiera de las formas que señala el Art. 684, como, por ejemplo,
permitiendo o autorizando al cesionario para tener el crédito por suyo;965
2.° Permitiendo, con la interpretación anterior, que puedan cederse los créditos
verbales, esto es, aquellos que no constan por escrito; en ellos no es posible la entrega
material del título, puesto que no existe, pero sí su entrega simbólica en la forma antes
señalada.966
3.° Ha declarado que ni al deudor ni a los terceros afecta si ha habido o no entrega
del título, que es una cuestión de perfeccionamiento de la convención entre las partes,
para ellos sólo rige el requisito de la notificación o aceptación del deudor.967
Con este criterio amplio de interpretación se ha resuelto que la notificación del
deudor por el cesionario implica que éste ha recibido el título en forma simbólica, 968
que si el cesionario presenta en juicio el título, se presume que le fue entregado,
perfeccionándose la cesión;969 que no es preciso que se entregue la primera copia del
título, pudiendo ser una segunda o tercera;970 que la nulidad de la copia del título
entregado no anula la cesión,971 etc.
Se ha pretendido sostener que si se perfecciona la cesión por la entrega del título,
sería un contrato real; tal afirmación envuelve un lamentable error, porque la cesión no
es contrato, según quedó probado, y menos real, ya que el carácter de éste dependerá
del que haya servido de título traslaticio.972
Por último, digamos que se ha exigido la inscripción en el Registro Conservatorio,
si el crédito cedido se refiere a inmuebles.973

1.056. II. Requisitos respecto del deudor y terceros.


De acuerdo al Art. 1.902: “la cesión no produce efecto contra el deudor ni contra
terceros mientras no ha, sido notificada por el cesionario al deudor o aceptada por
éste”.
De manera que la cesión, para que afecte al deudor y a los terceros, requiere una
de dos formalidades: notificación del deudor, o aceptación de éste. Estas exigencias
son disyuntivas y no copulativas; basta cumplir con cualquiera de ellas, aunque
también pueden concurrir conjuntamente.974
Se discute el rol jurídico de estas formalidades; desde luego, son medidas de
oponibilidad,975 pues como veremos, sin ellas la cesión es inoponible al deudor y
terceros, pero también se sostiene que son medidas de publicidad,976 lo que sí es
efectivo respecto al deudor parece discutible en cuanto a los terceros que no tienen
cómo saber que el deudor ha sido notificado o ha aceptado una cesión, ni tiene éste
tampoco obligación de hacérselos saber. En todo caso, como medida de publicidad
seria bastante imperfecta.
Pareciere que la primera razón que ha movido al legislador a establecer esta
exigencia es que el deudor debe saber que ya no tiene que pagar al cedente sino al
cesionario.
No hay plazo para efectuar la notificación ni para que el deudor acepte la cesión,
pues mientras no se efectúen, no producirá efectos en contra suya ni de terceros.977

965
RDJ, Ts. 61, sec. la., pág. 410; 16, sec. la, pág. 158, y 43, sec. la, pág. 113. En igual sentido, Silva
Bascuñán, ob. cit., N.° 134, pág. 127.
966
G. T. 1892, T. 2°, N.° 1.531, pág. 5.
967
RDJ, T. 31, sec. la., pág. 449.
968
G. T. de 1918, septiembre-
septiembre-octubre, No 549, pág. 1718.
969
G. T. de 1888, N.° 2.697, pág. 766.
970
RDJ, T, 35, sec. 2a, pág. 42.
971
RDJ, T. 43, sec. la., pág. 113.
972
RDJ, T. 33, sec. la., pág. 360.
973
RDJ, T. 24, sec. la, pág. 538.
974
RDJ, T. 41, sec. 1a, pág. 184.
975
RDJ, T. 43, sec. la., pág. 113.
976
RDJ, T. 42, sec. la, pág. 312.
977
G. T. de 1871, N.° 137, pág. 93.

654
LAS OBLIGACIONES TOMO II

En relación con este requisito de la cesión, nos referiremos sucesivamente en los


números siguientes a estos aspectos:
1.° Posibilidad del deudor de oponerse a la cesión,
2.° La notificación;
3.° La aceptación;
4.° Sanción por la falta de notificación o aceptación.

1.057. A. El deudor no puede oponerse a la cesión.


Ya hemos señalado que la cesión se efectúa al margen del deudor, y en
consecuencia no puede oponerse a ella.
Desde luego, porque carece de interés jurídico para hacerlo, y sin interés no hay
acción; su situación jurídica no varía con la cesión, como lo veremos luego.
Y enseguida, si el acreedor no pudiera ceder su crédito por la oposición del deudor,
quedaría limitado su derecho de disposición de los créditos. Sabemos que aquél tiene
una especie de dominio sobre éste, y es atributo de la propiedad el jus abutendi,
derecho de disposición, que resultaría trabado si se reconociera al deudor facultad de
impedir la cesión.
Sin embargo de lo dicho, cabe hacer notar que, según veremos en seguida, la
gestión de notificación al deudor es no contenciosa, en consecuencia se le aplica el Art.
823 del C. P. C., en cuya virtud si a la solicitud del peticionario en un asunto de
jurisdicción voluntaria se efectúa oposición por legítimo contradictor, el negocio se
hace contencioso y se sujeta a los trámites del juicio que corresponda.
Por otra parte, ocurre que si bien al deudor no le afecta la cesión, sí que le interesa
pagar bien, y su cumplimiento podría llegarse a ver afectado por algún vicio que dejara
sin efecto la cesión.
Pero esto último se atenúa mucho si se considera que es válido el pago efectuado
de buena fe al poseedor del crédito (N.° 612).
En consecuencia, nos parece que el deudor no puede obstaculizar el
perfeccionamiento de la cesión mediante su notificación, sin perjuicio de su derecho
para discutirla posteriormente cuando el cesionario actúe en contra suya, o de propia
iniciativa en juicio- pero su oposición no impide que se cumpla la formalidad de la
notificación.
Nuestra jurisprudencia es contradictoria. En ocasiones ha aceptado la oposición del
deudor por variadas razones: no ser deudor del crédito cedido-978 haber llegado a ser
dueño de éste.979 Y la ha rechazado, por ejemplo, por incapacidad del cedente para
efectuar la cesión,980 por falta de personería del cesionario;981 o por no haberse pagado
el precio de la cesión.982

1.058. B. La notificación de la cesión.


La notificación de la cesión al deudor debe cumplir los siguientes requisitos:
1.° Debe ser judicial.
No lo dispone el Código Civil, sino el Art. 47 del de Procedimiento Civil, según el
cual la forma de notificación a que se refieren los artículos precedentes “se empleará
siempre que la ley disponga que se notifique a alguna persona para la validez de
ciertos actos”. La notificación debe ser personal, por ser la primera en la gestión, que
ya liemos dicho es no contenciosa, pues hasta el momento nada pide el cesionario
contra el deudor.
2.° Debe hacerla el cesionario.

978
G. T. de 1930, ler sem., N.° 74, pág. 298.
979
RDJ, T. 3°, sec. la., pág. 158.
980
G. T. de 1871, N.° 137, pág. 93.
981
G. T. de 1900, T. 12, N-N- 769, pág. 714.
982
G. T. de 1919, 22 sem., N.° 191, pág. 785.

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Así lo dice el Art. 1.902: “notificada por el cesionario al deudor”, y lo han


reconocido los tribunales.983
3.° Debe exhibirse el título al deudor.
Es lo que dispone el Art. 1.903: “la notificación debe hacerse con exhibición del
título, que llevará anotado el traspaso del derecho con la designación del cesionario y
bajo la firma del cedente”.
¿A qué título se refiere la disposición? ¿Al del crédito cedido, o a aquel en que se
otorgó la cesión? Aunque en una oportunidad se resolvió lo segundo, 984 parece
evidente que el legislador lo hace al título en que consta el crédito, objeto de la
cesión,985 pues en el caso contrario no se justificaría el requisito de la anotación del
traspaso, con la designación del cesionario y bajo la firma del cedente, ya que en el
documento en que se deje constancia de haberse efectuado la cesión, siempre
figurarán tales circunstancias.
Como la ley exige exhibir el título, no basta con copiarlo en la cédula que se
entrega al deudor como notificación, sino que es preciso mostrárselo materialmente.986
En cuanto a la exigencia de anotar el traspaso -eri el título, tratándose de una
escritura pública, se ha tenido que reconocer que se cumple con efectuarlo en la
escritura de cesión.987
En términos generales el requisito parece exagerado y desproporcionado; bastaría,
evidentemente, exigir que en la notificación se individualice suficientemente el crédito
cedido. Toda esta preocupación del legislador por el documento en que consta la
deuda, exigiendo su entrega al cesionario, su exhibición al deudor, y estas anotaciones
carecen de justificación en créditos que no son literales.
Si el deudor es una persona jurídica, habrá que notificar a quien la represente; así,
tratándose de un crédito contra el Fisco, se notificará al presidente del Consejo de
Defensa del Estado.
Finalmente, en relación con la diligencia de notificación, hay un problema que ha
dividido a la jurisprudencia, a saber, si la notificación de la cesión puede efectuarse
conjuntamente con la demanda en cuya virtud el cesionario exige judicialmente el
pago del crédito.
Algunas sentencias han validado esta notificación conjunta con la demanda,
incluso tratándose de preparaciones de la vía ejecutiva, o demandas ejecutivas
directas del cesionario,988 mientras otras tantas dan la solución contraria.989
Con Silva Bascuñán990 estamos con estas últimas, pues lo que ocurre es que el
cesionario no está legitimado para demandar al deudor mientras no se perfeccione la
cesión, pues no es su acreedor. Como, según la ley, ella no le afecta hasta que no la
acepte o se le notifique, la demanda corresponde a una persona con quien ningún
vínculo une al deudor aún. Contra el deudor no puede haber título ejecutivo de parte
del cesionario mientras no haya mediado la notificación o aceptación. 1.050
Lo que sucede es que si el deudor contesta la demanda, sin hacer reparos por la
falta de notificación, se producirá de todos modos el perfeccionamiento de la cesión,
por la aceptación tácita del deudor, según lo dice el Art. 1.904, y lo veremos en el
número siguiente.

983
G. T. de 1914, 22 sem, N.° 397, pág. 1110.
984
RDJ, T. 11, sec. la, pág. 522.
985
RDJ, Ts. 27, sec. la., pág. 524, y 35, sec. 2a, pág. 42.
986
RDJ, T. 35, sec. 2a, pág. 42.
987
RDJ. T. 38, sec. la, pág. 289.
988
G. T. de 1864, N.° 1.623, pág. 587; de 1871, N- N-' 137, pág. 93; de 1879, N.° 983, pág. 681, y N.° 1.922,
pág. 1344; de 1881, N- N- 1.676, pág. 97; de 1884, N'-
N'-> 1.167, pág. 739; de 1898, T. 22, N.° 1.129, pág. 845;
de 1910, T. 2°, N.° 668, pág. 14 y de 1919, 29 sem., N.° 191, pág. 785.
989
RDJ, T. 22, sec. la., pág. 128; G. T. de 1869, N-N- 882, pág. 415; de 1910, T. 22, N.° 951, pág. 525 y de
1920, 22 sem., N.° 124, pág. 546: esta última rechazó la posibilidad de notificar al apoderado del deudor en
el juicio.
990
Ob.-
Ob.- cit., pág. 165.

656
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.059. C. Aceptación del deudor.


La otra forma en que la cesión queda perfecta respecto de terceros y del deudor es
mediante la aceptación de éste, que puede ser expresa o tácita.
La primera es la que se efectúa en términos formales y explícitos; es frecuente que
el deudor concurra a la misma escritura de cesión, aceptando ésta.
Pero también puede ser tácita, como lo dispone el Art. 1.904: “la aceptación
consistirá en un hecho que la suponga, como la litiscontestación con el cesionario, un
principio de pago al cesionario, etc.991
Es decir, se trata de cualquier acto del deudor que revele que reconoce al
cesionario como su acreedor; el Código da meros ejemplos. La litiscontestación o
contestación a la demanda significará aceptación de la cesión, siempre que el deudor
no manifieste su oposición en la forma señalada en el número anterior también la
importan el pago de la deuda hecha por el deudor al cesionario, 992 la petición de
esperas o prórroga en el plazo, etc.

1.060. D. Sanción por la falta de notificación o aceptación del deudor.


Al respecto, hay que distinguir la situación entre cedente y cesionario, y entre
éstos y el deudor y terceros.
Entre los primeros, la cesión es perfecta, no se anula por la ausencia de
notificación o aceptación. Así se ha resuelto, agregándose, aun más, que el cedente no
puede oponer al cesionario la falta de notificación o aceptación del deudor.993
Pero si válida y eficaz entre cedente y cesionario, ella es inoponible al deudor y
terceros.994 Así lo revela el Art. 1.902 antes citado, al señalar que mientras no medie
notificación o aceptación del deudor, la cesión no produce efectos contra el deudor ni
contra terceros. Es el efecto típico de la inoponibilidad (N.° 149).
Por ello es que el Art. 1.905 dispone que “no interviniendo la notificación o
aceptación sobredichas... en general, se considerará existir el crédito en manos del
cedente respecto del deudor y terceros”.
El mismo precepto señala a modo ejemplar las dos principales consecuencias de
este principio, a las que cabe agregar una tercera:
1.° El deudor puede pagar al cedente.
Si la cesión es como si no existiera para el deudor, lógicamente éste puede pagarle
válidamente al cedente.
Por ello es que el deudor ante la demanda del cesionario puede excepcionarse con
el pago total995 o parcial996 efectuado al cedente antes de la notificación, pero no con
los realizados tras ésta.997
En cambio, consideramos que cometió un error la sentencia que declaró que el
deudor no podía oponerse a la demanda del cedente, alegando la cesión no
notificada,998 porque en tal caso ha mediado aceptación tácita de aquél.
Si bien el deudor está facultado para pagar al cedente mientras no se perfeccione
a su respecto la cesión, éste le responderá al cesionario por haber recibido el pago, ya
que entre ambos la cesión es perfecta.999

991
RDJ, T. 21, sec. la, pág. 583.
Se ha resuelto que en el juicio ordinario el deudor puede hacer valer la falta de notificación como
excepción dilatoria. RDJ, T. 41, la, pág. 184, y en el ejecutivo, como falta de mérito ejecutivo en su contra,
RDJ, T. 21, sec. la., pág. 583.
992
RDJ, T. 16, sec. la, pág. 158.
993
RDJ, T. 61, sec. 1 a , pág. 4 10.
994
G. T. de 1910, T. 2°, N9 668, pág. 14 y de 1919, 29 sem., N.° 191, pág. 785 y RDJ, T. 43, sec. la. pág.
113.
995
G. T. de 1887, N.° 1.326, pág. 822.
996
RDJ, T. 29, sec. la, pág. 115.
997
G. T. de 1887, N-
N-' 2.677, pág. 1701.
998
G. T. de 1919, 22 sem., N.° 191, pág. 785.
999
G. T. de 1886, N.° 2.759, pág. 1723.

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Sin embargo de la facultad que se reconoce al deudor para pagar al cedente


mientras no sepa oficialmente de la cesión, se ha presentado a raíz de un fallo de la
Corte Suprema un problema grave de prueba para aquél. Se basó nuestro más alto
tribunal en el Art. 1.703, que señala los casos en que el instrumento privado tiene
fecha cierta respecto de terceros, y declaró que sólo en virtud de dicho precepto se
podía acreditarle al cesionario que la carta de pago del cedente era anterior a la
notificación o aceptación.1000 La doctrina parece muy exagerada, porque prácticamente
obligaría a que siempre el deudor, ante el temor de una posible cesión ignorada por él,
tuviera que exigir la carta de pago en alguna de las formas señaladas por dicho
precepto.1001
2.° Los acreedores del cedente pueden perseguir el crédito.
Mientras no haya mediado la notificación o aceptación, ella es inoponible a los
acreedores del cedente, y éstos, en consecuencia, podrán embargar el crédito en juicio
contra el cedente y obtener una prohibición de enajenación o pago, aunque la cesión
se haya efectuado ya. Pero una vez perfeccionada ésta, carecen de tal derecho.1002
También se ha sostenido que la aceptación no tiene fecha cierta en contra de los
terceros, sino en los casos señalados en el Art. 1.703, si ella se ha otorgado en
instrumento privado,1003 lo que merece las mismas observaciones anteriores.1004
3.° Es posible que el cedente ceda un mismo crédito a dos o más personas
diferentes. Respecto del deudor y terceros es evidente que prevalece no el derecho del
primer cesionario, sino del que primeramente haya notificado al deudor u obtenido su
aceptación, sin perjuicio, naturalmente, del reclamo del cesionario perjudicado contra
su cedente.1005

Párrafo 3.°

EFECTOS DE LA CESIÓN

1.061. Distinción.
También respecto de los efectos de la cesión es menester distinguir los que se
producen entre cedente y cesionario de los que se generan con relación al deudor.

1.062. I. Efectos entre cedente y cesionario. Enunciación.


Para mayor claridad en la exposición, dividiremos el estudio de estos efectos en los
siguientes aspectos a que nos referiremos en los números que continúan:
1.° El cesionario reemplaza jurídicamente al cedente;
2.° Excepción relativa a las acciones y excepciones personales del cedente;
3.° El crédito no sufre alteraciones;
4.° Situación del contrato bilateral;
5.° Responsabilidad del cedente para con el cesionario, y
6.° Cesión de un crédito en pago de una deuda del cedente.

1.063. A. La cesión hace ocupar al cesionario la misma situación jurídica del


cedente. Consecuencias.
El cesionario es un causahabiente a título singular del cedente; pasa a ocupar en el
crédito la misma situación jurídica de éste.1006

1000
RDJ, T. 5°, sec. lit, pág. 238.
1001
Silva Bascuñán, ob. cit., N.° 229, pág. 214.
1002
RDJ, Ts. 21, sec. 1a, pág. 929, y 33, sec. la, pág. 219. En el primer caso se trataba de tina prohibición
en un mutuo hipotecario que no se alcanzó a inscribir antes de la aceptación.
1003
G. T. de 1902, T. 12, N.° 1.033, pág. 105 1.
1004
Silva Bascuñán, ob. cit., N.° 186, pág. 169.
1005
G. T. de 1883, N.° 1.990, pág. 1.093; Mazeaud, ob. cit. 2a parte, T. 3°, N.° 1.264, pág. 503.
1006
RDJ, T. 23, sec 2a, pág. 75.

658
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Este principio, esencial en la cesión, es múltiple en sus consecuencias jurídicas,


algunas de las cuales señala el Art. 1.906: “la cesión de un crédito comprende sus
fianzas, privilegios e hipotecas, pero no traspasa las excepciones personales del
cedente”. Dicho de otra manera, traspasa el crédito y sus accesorios.
Detallando, tenemos:
1.° Que el cesionario adquiere la calidad de acreedor del crédito cedido y tiene los
mismos derechos de éste.
Como lo veremos en los números subsiguientes, hay dos limitaciones para este
principio, una que el crédito no experimenta variación alguna, y dos, que el cesionario
no queda afecto a las cargas del crédito. En realidad, no hay propiamente excepción a
lo señalado, sino más bien al contrario, reafirmación de que el cesionario pasa a
reemplazar al cedente en sus derechos, y no tiene otros que los de éste, y tampoco sus
obligaciones.
2.° Se traspasan los privilegios del crédito.
Así lo advertimos al tratar de la prelación de crédito (N.° 982), y dimos la
explicación de este efecto: el privilegio es inherente al crédito, y por ello lo sigue
cuando se traspasa éste en el pago con subrogación (N.° 671), en la sucesión por
causa de muerte (N.° 982), y en la cesión de créditos, como lo dice expresamente el
Art. 1.906.
3.° Se traspasa la fianza.
Así lo dispone también el Art. 1.906; la verdad es que según quedará en claro, con
el crédito cedido van todas sus cauciones, reales y personales.
Se ha resuelto que la disposición incluye la fianza solidaria.1007
4.° Solidaridad y cláusula penal.
El precepto no las menciona expresamente, pero es evidente que la solidaridad 1008
y la cláusula penal, aun la constituida por terceros, se traspasan con la cesión.
5.° La hipoteca y la prenda.
No sólo se incluyen en la cesión las cauciones personales, sino también las reales.
El Art. 1.906 lo dijo expresamente para la hipoteca, pero no para la prenda, pero la
conclusión tiene que ser la misma.
En cuanto a la hipoteca, se presenta en la cesión de créditos el mismo problema
que en el N.° 672 examinamos en el pago con subrogación, a saber, si se requiere
inscripción del traspaso de la hipoteca en el Registro respectivo del Conservador de
Bienes Raíces.
La duda se plantea porque en el crédito cedido hay dos cosas diferentes: una, el
derecho personal, por ejemplo, un mutuo por $ 100.000; y otra, un derecho real, la
hipoteca que accede al crédito. Luego al ceder éste, se cede también el derecho real
de hipoteca, se transfiere éste, y la transferencia de los derechos reales se efectúa,
según el Art. 686, por su inscripción en el Conservador. Es la opinión de Rafael Mery, 1009
y sentencias aisladas.1010
Para el grueso de la doctrinal 1011 y jurisprudencia,1012 y en nuestra opinión, no es
exigencia ni la inscripción ni la anotación del traspaso al margen de la inscripción
primitiva, aunque esta última sea a todas luces conveniente efectuarla.
Varias son las razones que abonan esta conclusión: desde luego, porque el
precepto manifiesta que la cesión traspasa la hipoteca, sin formular requisito alguno.
Enseguida, el grado de la hipoteca de todos modos seria el de la primera inscripción, y

1007
RDJ, T. 20, sec. la, pág. 172.
1008
G. T. de 1861, N.° 691, pág. 424.
1009
Ob. cit., N.° 170, pág - 34 1.
1010
G. T. de 1867, N.° 82, pág. 43.
1011
Somarriva, Cauciones, ob. cit., No-
No- 414, pág. 404; Fernando Alessandri, La Hipoteca, N.° 304; Arturo
Alessandri, Del traspaso del derecho de hipoteca en elpago con subrogación, RDJ, T. 21, la parte, pág. 5:
Silva Bascuñán, ob. cit., N.° 257, pág. 233, etc.
1012
RDJ, T. 21, sec. 1a, pág. 929; G. T. de 1869, N-
N-' 1.253, pág. 547; de 1873, N.° 330, pág. 129; de 1880,
N.° 1.916, pág. 1367; de 1905, Nº 242, pág, 358; de 1927, T. 2°, N- N- 171, pág. 721, etc.

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nada nuevo le agregaría a ella una nueva, y finalmente, por el carácter accesorio de la
hipoteca, traspasado el crédito -y para cuya transferencia no se exige inscripción- con
él se traspasa la hipoteca, aunque no se cumpla ese requisito.
La Ley 18.112 de 16 de abril de 1982 sobre “prenda sin desplazamiento” dispone
que la cesión para que comprenda esta prenda deberá perfeccionarse por escritura
pública (Art. 28).
6.° Título ejecutivo.
Si el cedente podía proceder ejecutivamente contra el deudor, igual podrá hacerlo
el cesionario, ya que el mérito ejecutivo corresponde al título que se traspasa a
éste.1013
7.° Cosa juzgada.
Entre cedente y cesionario, para los efectos de la cosa juzgada, y con relación al
crédito, existe identidad de personas, puesto que el cesionario pasa a ocupar la
situación jurídica del cedente. Así se ha fallado reiteradamente.1014

1.064. B. Excepción: no se traspasan las acciones y excepciones personales


del cedente.
El principio de que el crédito pasa al cesionario con todas sus modalidades y
accesorios, tiene una limitación que el Art. 1.906 señala en su parte final: “no traspasa
las excepciones personales del cedente”. Lo que el precepto dice de las excepciones
vale igualmente para las acciones y derechos del cedente, en cuanto estén
establecidas por su situación particular y personal.
El problema ya lo habíamos encontrado en el pago con subrogación (N.° 673),
donde concluíamos que debe distinguirse entre aquellas prerrogativas personalísimas
que se conceden para ciertos créditos, de aquellas que únicamente toman en cuenta la
situación personal. Entre las primeras están los intereses más elevados que pueden
cobrar ciertas instituciones, y que no vemos inconveniente alguno para que se
traspasen; entre las segundas podemos mencionar: el privilegio de pobreza que podría
favorecer al cedente; el beneficio de competencia que el deudor podría invocarle al
cedente; el fuero para la competencia; la suspensión de la prescripción.1015
El principio tiene, además, una contraexcepción, y algunas situaciones conflictivas.
La primera consiste en que el cesionario está facultado por la ley para invocar una
acción personalísima, la de nulidad relativa, pues de acuerdo al Art. 1.684, corresponde
a la persona en cuyo beneficio se ha establecido, sus herederos y cesionarios.
Las situaciones que dan lugar a problemas son algunas limitaciones que la ley
impone a ciertos acreedores por su relación con el deudor, o por prohibiciones legales;
ocurre que el acreedor puede eludir muy fácilmente tales restricciones por la vía de la
cesión de créditos, y por ello la jurisprudencia las ha aplicado al cesionario, aunque
jurídicamente se trata de situaciones personalísimas. Y así, el Art. 46 de la Ley de
Quiebras no permite solicitar ésta a los cónyuges entre sí y a padres e hijos entre sí, y
se ha fallado que el cesionario del crédito de la mujer tampoco puede pedir la quiebra
del marido;1016 igualmente se ha resuelto que el cesionario no puede invocar la nulidad
absoluta si el cedente no podía hacerlo por haber otorgado el acto o contrato sabiendo
o debiendo saber el vicio que lo invalidaba (Art. 1.683).1017

1.065. C. El crédito no sufre alteraciones.


Mediante la cesión de crédito, sólo cambia la persona del acreedor. Todo lo demás
permanece invariable. La cesión coloca al cesionario en el lugar del cedente, quedando
aquél afecto a la misma situación legal de éste, con las salvedades señaladas en el
número anterior.
1013
G. T. de 1921, 1er sem., N.° 167, pág. 736 y de 1924, le, sem., N- N- 84, pág. 441.
1014
RDJ. Ts. 3°, sec. la, pág. 337; 18, sec. la., pág. 237, y 28, sec. la, pág. 133.
1015
RDJ, T. 47, sec. la, pág. 233.
1016
G. T. de 1946, 2° sem, N.° 91, pág. 479; RDJ, T. 47, sec. la-la-, pág. 233.
1017
RDJ. T. 28, sec. la., pág. 133.

660
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Así se ha resuelto reiteradamente, de lo cual fluye la consecuencia que han


extraído los fallos referidos,1018 entre otras, de que tanto si la cesión se perfecciona por
la notificación como por la aceptación M deudor, la prescripción no se interrumpe y
continúa corriendo igual.

1.066. D. Cesión de un crédito proveniente de un contrato bilateral.


En esta clase de contratos ambas partes son recíprocamente acreedoras y
deudoras. Pues bien, en la cesión de créditos, como es obvio, se traspasa el derecho
pero no la deuda que a su turno tiene el cedente en cuanto deudor en el contrato
bilateral. Así lo ha reconocido reiteradamente la jurisprudencia.1019 En consecuencia, el
deudor cedido no puede exigir del cesionario el cumplimiento de las obligaciones
emanadas del contrato, como seria por ejemplo la de garantía en una compraventa.1020

1.067. E. Responsabilidad del cedente con el cesionario.


Al respecto, cabe efectuar un primer distingo entre cesiones a título gratuito y
oneroso. Como el Art. 1.907 sólo impone responsabilidad al acreedor para estas
últimas, quiere decir que el cedente no la adquiere si la cesión ha sido a título gratuito.
Ello porque en la donación normalmente no hay obligación de garantía.
En las cesiones a título oneroso, en principio el cedente sólo responde de la
existencia del crédito y de que éste le pertenece, pero no de la solvencia del deudor.
En consecuencia, el cedente responderá si el título es falso,1021 si no es el verdadero
acreedor, si cede el mismo crédito a dos personas diversas, etc.1022-1023
El cedente, en principio, no responde de la insolvencia del deudor, pero no hay
inconveniente en que se pacte expresamente lo contrario, en cuyo caso la cesión toma
el nombre de “pro-solvendo”. En este caso, el cedente queda en una situación muy
semejante a la del fiador, porque el cesionario únicamente justificando la insolvencia
del deudor podrá dirigirse en contra suya; está respondiendo subsidiariamente.
Y este pacto por el cual el cedente se hace responsable de la solvencia del deudor,
tiene algunas limitaciones:
1.° Debe ser expreso. Así lo dice el Art. 1.907: “pero no se hace (el cedente)
responsable de la solvencia del deudor, si no se compromete expresamente a ello”. O
sea, la disposición debe ser expresa, constar en la cesión, y no puede ser tácita.1024
2.° Enseguida, la garantía del cedente sólo se refiere a la solvencia presente al
tiempo de la cesión, pero no a la futura, a menos que así se convenga también
expresamente, y
3.° Finalmente, la responsabilidad del cedente sólo abarca hasta concurrencia del
precio o emolumento que hubiere reportado de la cesión, salvo que se hubiere
estipulado otra cosa.

1.068. F. Cesión de un crédito en pago de una deuda del cedente.


Ya hemos señalado la posibilidad de que el cedente sea deudor del cesionario y le
ceda el crédito precisamente para pagar la deuda. Por ejemplo, A debe a B $ 10.000,
pero a su turno es acreedor de C por igual suma; A cede el crédito que tiene contra C a
1018
RDJ, Ts. 4°, sec. la, pág. 14; 32, sec. la, pág. 119, y 42, sec. la, pág. 312.
1019
G. T. de 1862, N.° 1.420, pág. 527 y de 1864, N.° 83, pág. 34. En igual sentido Silva Bascuñán, ob.
cit., págs. 66 y 67. Una solución diferente en RDJ, T. 17, sec. la, pág. 19, pero se trataba de una sociedad en
que hay reglas especiales (N2 1.165, 22).
1020
Volveremos sobre el punto en la cesión de contrato (N° 1.161). Sobre la posibilidad de que el deudor
cedido oponga la excepción del contrato no cumplido, véase en el N- N- 945.
1021
G. T. de 1860, N.° 2.201, pág. 1048; de 1873, N.° 528, pág. 236; de 1878, N'- N'- 3.268, pág. 1365.
1022
RDJ, T. 31, sec. la., pág. 449.
1023
Incluso se ha resuelto que la falta de una hipoteca que se entendió traspasada en la cesión, permite
solicitar la rescisión de la cesión por error; G. T. de 1880, N2 1.728, pág, 1216; de 1881, Nº 1.667, pág. 971;
de 1888, N.° 3.323, pág. 2261. En contra, G. T. de 1886, N<' 3.452, pág. 2167.
1024
Por ello se ha resuelto que en la cesión no se aplican los vicios redhibitorios: RDJ, T. 24, sec. la, pág.
150; G. T. de 1879, N.° 324, pág. 208.

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B, a fin de pagarle su deuda. C pagará a B y queda liberado respecto de A, y éste,


igualmente, ha satisfecho su deuda.
Como decíamos en el N.° 714, esta figura puede darse de dos formas distintas: si
el cedente, en el ejemplo A, queda liberado de su obligación y extinguida ésta, se habla
de cessio in solutum. En consecuencia, en la deuda entre A y B, C ha pasado a
reemplazar como deudor a A, al mismo tiempo que en la deuda entre A y C, que es el
crédito cedido, B pasa a reemplazar como acreedor a A.
Al tratar de la novación, veremos que igualmente puede producirse esta situación
en ella, o sea, una doble novación por cambio de acreedor y deudor. Oportunamente
examinaremos las diferencias entre una y otra situación (N.° 1.132), pero advirtamos
que desde luego si en el caso citado se produce doble novación, ambas deudas se
extinguen, y nace una nueva, con C como deudor y B como acreedor. En cambio, en la
cesión es la misma deuda de C, pero que pasa tener como acreedor a B en lugar de
A..1025
La otra forma en que puede cederse un crédito para extinguir una deuda del
cedente con el cesionario, es la llamada cessio pro solvendo, en que aquél responde
del pago del crédito cedido. En el ejemplo, A no queda totalmente liberado, sino que
responderá ante B en caso de que C no pague el crédito cedido.
Al igual que en el caso anterior, en esta situación puede haber una doble novación
o una cesión de crédito, pues en ambas es posible que el cedente responda de la
solvencia del nuevo deudor. Así lo vimos respecto de la cesión de crédito en el número
anterior, y lo veremos en la novación (Art. 1.637). (N' 1.138). La diferencia siempre
estriba en lo señalado, fundamentalmente, que en la novación se han extinguido
ambas deudas, naciendo una nueva, y en la cesión sólo una, la de A para con B, quien,
sin embargo, le queda responsable para el caso de insolvencia de C.1026

1.069. II. Efectos de la cesión entre cesionario y deudor.


El cesionario puede ejercer contra el deudor las, mismas acciones y derechos del
cedente, con las limitaciones antes señaladas.
Y el deudor puede actuar contra el cesionario en los mismos términos que podría
hacerlo contra el cedente, pues como hemos señalado, la cesión, aunque la haya
aceptado, no altera su situación jurídica, con la única salvedad que' deberá pagar al
cesionario, pues si perfeccionada la cesión lo hace al cedente, habrá pagado mal y no
podrá oponer al cesionario la extinción de la deuda.
Pero requerido para el pago por el cesionario, puede oponerle las mismas
excepciones que tenía contra el cedente; la única salvedad es la compensación en que
el Art. 1.659, según lo vimos en el N.° 725, distingue en cuanto la forma en que se
perfeccionó la cesión: si el deudor la aceptó sin hacer reserva de la compensación, no
puede oponerle por esta vía al cesionario los créditos que tenía contra el cedente. En
toda otra situación, haya mediado aceptación o notificación de la cesión, el cesionario
deberá soportar que el deudor le oponga las mismas excepciones que tenía contra el
cedente.1027

1025
En la cessio in solutum, el título que antecede a la cesión es evidentemente una dación en pago: la
datio in solutum. sin embargo, se producen confusiones con la novación, y si se cuenta con el consentimiento
del deudor cedido, C, en el ejemplo, puede ser dificil la distinción. Si falta éste, no hay duda que hubo dación
en pago, porque así lo señala el Art. 1.636 (N° 1 143) y cesión de créditos perfeccionada por la notificación
del deudor (C).
1026
La misma dificultad que en la nota anterior, más agudizada en este caso, se presenta para determinar
qué título antecede a la cesión, y de ahí los problemas para distinguirla con la novación, si se ha
perfeccionado con el consentimiento del nuevo deudor, y no con su notificación. La verdad es que debe
atenderse a la intención de las partes; si el cedente queda liberado de su obligación y contrae una mera
obligación de garantía, hay dación en pago; en caso contrario, otra de las figuras que veremos en los N- N-.
1.148 y siguientes.
1027
Sobre la excepción del contrato no cumplido, véase N-N- 946.

662
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sección segunda

CESIÓN DEL DERECHO DE HERENCIA1028

1.070. Concepto.
Los derechos reales pueden ser objeto de transferencia, salvo que la ley haya
establecido limitaciones, como ocurre con los de uso y habitación (Art. 819). En
cambio, el usufructo puede cederse, esto es, transferirse a título gratuito u oneroso,
como lo reglamenta el Art. 793.
El párrafo 2.° del Título 25 del Libro 4.° se preocupa en los Arts. 1.909 y 1.910 de
la cesión del derecho de herencia; esto es, de la transferencia por acto entre vivos de
derecho real de herencia; éste es el que corresponde a los herederos para suceder en
el patrimonio del causante o en una cuota del mismo.
Los herederos adquieren la herencia por el modo de adquirir llamado sucesión por
causa de muerte, de pleno derecho por el solo fallecimiento del causante; una vez
adquirido el derecho real de herencia por este modo, no hay inconveniente alguno para
que el heredero disponga de lo recibido. Esta disposición puede revestir distintas
formas:
1.° Los herederos de consuno pueden enajenar bienes determinados comprendidos
en la herencia, cumpliendo los requisitos propios de tal enajenación. Por ejemplo, entre
los bienes de la sucesión figura un bien raíz; una vez efectuadas las inscripciones
exigidas por el Art. 688,1029 los herederos, en conjunto, pueden enajenarlo. Si entre los
herederos hay incapaces, deberán cumplirse los requisitos exigidos por la ley, por
ejemplo, la autorización judicial.
2.° Una persona puede creerse heredero de una determinada sucesión; puede
entonces ceder su pretensión a la herencia, o sea, los derechos que cree tener en ella
(N.° 1.082).
3.° Finalmente, el heredero puede ceder el todo o parte de sus derechos
hereditarios. Por ejemplo, fallece A, dejando como herederos por partes iguales a B y
C. B cede sus derechos hereditarios a C, o una parte de ellos, como un medio, un
tercio, un cuarto, etc., o a un tercero extraño a la sucesión; este es el único caso que
reglamenta el párrafo 2.° del Título 25 erróneamente, según decíamos, pues debió
hacerlo en el Libro 3.° relativo a la sucesión por causa de muerte.
Podemos definir, según esto, la cesión de derechos hereditarios como la
convención celebrada después del fallecimiento del causante, mediante la cual el
heredero transfiere a cualquier título a otro heredero o a un extraño su derecho a la
herencia o una cuota de él.

1.071. Características de la cesión de derechos hereditarios. Enunciación.


De acuerdo a la definición expresada, podemos señalar que la cesión de derechos
hereditarios presenta las siguientes características:
1.° Es la tradición del derecho real de herencia, precedida de un título traslaticio de
dominio;
2.° Puede únicamente efectuarse una vez fallecido el causante; y
3.° Su objeto es el traspaso de la herencia o una cuota de ella, y no de bienes
determinados.
Los veremos en los números siguientes.

1028
El estudio de la cesión de derechos hereditarios corresponde a la sucesión por causa de muerte; la
analizaremos en esta parte para completar lo relativo a la cesión de derechos, y porque además al cederse el
derecho real de herencia, se traspasan los créditos y obligaciones del causante; es un modo de transferir
éstos.
1029
Y además pagado o asegurado el pago del impuesto de herencia, u obtenida autorización del Servicio
de Impuestos Internos para efectuar la enajenación.

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1.072. I. La cesión de derechos hereditarios es la tradición de ellos.


Veíamos en el N.° 1.049 que la cesión de créditos es la enajenación de los
derechos personales que, como todas ellas en nuestro Derecho, requiere de un título
traslaticio y tradición.
Lo mismo ocurre con el derecho real de herencia; su cesión es la tradición del
mismo, y supone que la antecede un título traslaticio de dominio. Así lo pone de
manifiesto el Art. 1.909 en su encabezamiento: “el que ceda a título oneroso un
derecho de herencia”.
En consecuencia, van a operar sucesivamente dos modos de adquirir: entre el
causante y el heredero, la sucesión por causa de muerte, y entre el heredero cedente y
el cesionario que adquiere su derecho o una cuota de él, la tradición.
Y como decimos, ésta debe ir precedida de un título traslaticio. Este puede ser uno
cualquiera, aunque usualmente se tratará de compraventa; 1088 bis el Art. 1.909 habla
de título oneroso en general, y en consecuencia quiere decir que los incluye todos, y
que también puede ser gratuito, pues en caso contrario no habría habido necesidad de
referirse específicamente a aquéllos. Así se ha resuelto.1030
En consecuencia, puede anteceder a la cesión, además de la compraventa, una
permuta, un aporte en sociedad, una dación en pago, una donación, etc., aunque,
como decíamos, lo usual será la compraventa.
La venta de derechos hereditarios, y por ende la permuta de los mismos, es
solemne: de acuerdo al inc. 2 del Art. 1.801 y al Art. 1.900 del Código, deberán
otorgarse por escritura pública.1031
Ahora bien, como lo que se vende es la cuota hereditaria, no se sabe en definitiva
qué va a recibir el cesionario- la cesión le puede significar un gran beneficio o a la
postre es posible que resulte perjudicado por estar la herencia excesivamente gravada;
por ello la jurisprudencia ha calificado de aleatoria la venta de derechos
hereditarios.1032 En todo caso, es un negocio evidentemente especulativo; como lo ha
dicho una sentencia de la I. Corte de Talca: “el derecho hereditario que se compra
puede ser cuatro, cinco o seis veces mayor o menor del valor pagado, y sólo se
determina una vez que se liquida la herencia de que se trata”.1033
En la venta de bienes raíces, concurriendo los requisitos exigidos por la ley,
procede la rescisión por lesión enorme; en la de derechos hereditarios por la razón
antes apuntada, y porque según veremos, aun cuando la herencia comprenda bienes
raíces, no es una venta de inmuebles, no cabe aplicarle la lesión enorme.1034

1.073. II. Oportunidad de la cesión de derechos hereditarios.


A diferencia del dominio que es permanente, el derecho real de herencia es
transitorio, porque sólo dura desde la apertura de la sucesión hasta que por la partición
los herederos radican su derecho al patrimonio del causante, o a una parte de él, en
bienes determinados. Incluso, efectuada ésta, ella opera con efecto retroactivo,
borrando el estado de indivisión que existió entre los herederos (Art. 1.344).
El periodo de vigencia del derecho real de herencia fija también la época en que es
posible efectuar su cesión.
En consecuencia, como lo destacamos en la propia definición que dimos de la
institución, ella no puede tener lugar antes de que por el fallecimiento del causante se
produzcan la apertura de la sucesión y la delación de la herencia; la razón es que el
Art. 1.463 prohíbe los llamados pactos sobre sucesión futura: “el derecho de suceder
1088 bis
El Código francés en su Art. 1.696 sólo se refiere a la venta de una herencia, sin especificar con
detalle sus objetos.
1030
RDJ, Ts. 19, sec. la, pág. 241, y 56, sec. la., pág. 305.
1031
RDJ, Ts. 27, sec. 2a., pág. 25, y 56, sec. la., pág. 180.
1032
RDJ, T. 11, sec. la., pág. 140 y G, T. de 1906, T. 12, N- N-> 595, pág. 953 y de 1912, T. 2°, No 1. 169,
pág. 806.
1033
Sentencia de 30 de mayo de 1919; G. T. de 1919, 1er sem, N.° 1.293, pág. 993.
1034
G. T. de 1919, 1er sem., N.° 1.293, pág. 993.

664
LAS OBLIGACIONES TOMO II

por causa de muerte a una persona viva no puede ser objeto de una donación o
contrato, aun cuando intervenga el consentimiento de la misma persona”.
Y enseguida, una vez efectuada la partición, no es posible tampoco la cesión de
derechos hereditarios, porque ya no existe un derecho del sucesor a título universal a
la herencia o una cuota de ella que, según sabemos, es el único objeto posible de la
cesión, sino a bienes determinados: los que hayan correspondido al heredero en la
partición. En consecuencia, en tal caso lo que se enajena son bienes determinados y
deberán cumplirse los requisitos propios de tal cesión. Así se ha resuelto.1035
Ahora bien, puede ocurrir que la propia cesión ponga fin a la indivisión hereditaria.
En el ejemplo que hemos propuesto en el N.° 1.067, 39, si B ha cedido todos sus
derechos en la herencia a C. éste pasa a ser el único titular de la herencia. Sin
embargo, siempre se trata de una cesión de derechos hereditarios y no de una
partición, aunque se produzca el mismo efecto de poner fin a la indivisión.1036

1.074. III. En la cesión de derechos hereditarios no se enajenan bienes


determinados.
Así lo señala el Art. 1.909: “el que ceda a título oneroso un derecho de herencia...
sin especificar los efectos de que se compone, etc., y lo destacamos al comenzar su
estudio.
En la cesión de derechos hereditarios, el heredero no enajena el derecho que tiene
a bienes determinados de la herencia, sino la cuota indivisa que le corresponde; en el
ejemplo de que nos hemos venido valiendo, supongamos que los únicos efectos
hereditarios son dos propiedades raíces; pues bien, mientras no se efectúe la partición,
ni B ni C son dueños de los inmuebles en particular, sino que cada uno tiene un
derecho cuotativo de un medio en ellos. B, al ceder su derecho de herencia, no enajena
sus derechos en tal y cual propiedad, sino a la herencia en general. Lo que se traspasa
por la cesión de derechos hereditarios es la cuota que al heredero corresponde en la
universalidad de la herencia; si se vende un bien determinado, hay compraventa de
éste lisa y llana.1037
Esto produce las consecuencias que veremos en los números siguientes, y que han
sido objeto de discusión, que pretende incluso desconocer esta concepción de la
cesión. Ella, sin embargo, ha sido reconocida reiteradamente por los tribunales.1038

1.075. Cómo se efectúa la cesión de derechos hereditarios.


El Código, salvo la exigencia que la compraventa (y por ende la permuta) de
derechos hereditarios debe otorgarse por escritura pública, no le ha señalado a la
cesión ninguna otra en particular para la tradición, ni aun en dicho caso.
Desde luego, quedan descartadas las propias de la cesión de créditos, y debe
recurrirse a las reglas generales de la tradición.
Al respecto, existe una división en la doctrina; don Leopoldo Urrutia, en un artículo
publicado en la Revista de Derecho y jurisprudencia, con el título de Cesión de
Derechos Hereditarios,1039 sostiene que la cesión de derechos se sujeta a las reglas de
los bienes muebles, y que, según veremos, es la seguida uniformemente por la
jurisprudencia; para otros, en cambio, se aplican las reglas relativas a los bienes que
componen la herencia. Examinaremos estas dos tesis en los números siguientes.

1035
G. T. de 1915, 29 sem., N.° 452, pág. 1165.
1036
RDJ, T. 52, sec. 111, pág. 39.
1037
Si un heredero enajena un bien determinado de la herencia, tal enajenación queda sujeta a las
resultas de la partición; si se adjudica al enajenante, aquélla queda a firme, pero si corresponde a otro
heredero, por el efecto retroactivo de la partición, ha habido venta de cosa ajena.
1038
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 32, sec. la., pág. 130; lo, sec. la-
la-, pág. 350, 19, sec. 1a, págs. 241 y 296,
21, sec. la., pág. 1072; 29, sec. la., pág. 393, y 37, sec. la-
la-, pág. 527, etc.
1039
T. 6°, la parte, pág. 222.

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1.076. I. Doctrina de la universalidad y asimilación a los bienes muebles.


La tesis de mayoría, dentro de la cual con ciertas variantes nos inscribimos sin la
menor vacilación, considera que la herencia no es mueble ni inmueble, aun cuando
esté compuesta exclusivamente, por bienes de una sola de estas clases, porque la
herencia es una universalidad jurídica distinta de los bienes que la componen.
Ahora bien, el Código establece una marcada diferenciación entre los actos de
disposición de los bienes muebles e inmuebles y derechos reales constituidos en ellos;
tratándose de los bienes raíces, exige una serie de requisitos, tanto en cuanto a la
forma de efectuar la tradición, que es normalmente la inscripción en el Registro
Conservatorio, como para que se enajenen los inmuebles de los incapaces, en que
impone autorización judicial y a veces pública subasta, exigencias que normalmente no
se dan para los muebles.
Establecidos estos requisitos para la enajenación de los inmuebles y derechos
reales constituidos en ellos, siendo las formalidades de derecho estricto y no
constituyendo la herencia un derecho inmueble, aun cuando, según decíamos, se
componga únicamente de tales bienes, la conclusión es que ellos no pueden aplicarse
a la cesión de derechos hereditarios.
Se dice habitualmente que la regla de los bienes muebles es la general, y que a
falta de disposiciones especiales, es la que debe aplicarse a los derechos hereditarios,
que, en consecuencia, se sujetan al estatuto que rige los bienes muebles, 1040
llegándose a decir que la herencia es mueble.1041 No creemos que sea necesaria esta
asimilación: el derecho de herencia no es mueble ni inmueble; es el derecho a una
universalidad, y como la ley no lo ha sometido expresamente a determinadas
solemnidades y requisitos, no cabe aplicarles los de los bienes raíces, que, como toda
formalidad, son de excepción.
Esta doctrina trae consigo importantes consecuencias jurídicas:
1.° Para la cesión de derechos hereditarios no se requiere la inscripción de ella en
el Conservador de Bienes Raíces; es decir, la tradición de ellos no se efectúa por su
intermedio.
Así lo ha resuelto ampliamente la jurisprudencia, 1042 extrayendo de ello la
consecuencia de que si se presentan dos cesionarios, la primera inscripción efectuada
por uno de ellos no le otorga por sí sola ninguna preferencia.1043
Pues bien, si no se efectúa por la inscripción de la cesión en el Conservador de
Bienes Raíces, la tradición se realiza de acuerdo a las reglas generales, y basta la
entrega real o simbólica del derecho, de acuerdo al Art. 684.
2.° No se requiere efectuar previamente las inscripciones hereditarias.
Para disponer de los bienes raíces hereditarios, según decíamos, los herederos
deben previamente efectuar las inscripciones ordenadas por el Art. 688 del Código: de
la posesión efectiva, especial de herencia, del testamento, si lo hubiere, y de la
adjudicación.
Pues bien, como al ceder el derecho real de herencia no se dispone de bienes
raíces, aunque ella los incluya, no es necesario que previamente se practiquen tales
inscripciones para efectuar la cesión.1044
1040
Por vía de ejemplo, RDJ, Ts. 41, sec. la., pág. 327, y 56, sec. la., pág. 305.
1041
RDJ, T, 56, sec. la, pág. 305.
1042
Por via ejemplar, RDJ, Ts. 3°, sec. la, pág. 130; 19, sec. la., pág. 241; 37, sec. la, pág. 527; 56, sec. la.,
pág. 305, y 58, sec. la., pág. 308. En contra. G. T. de 1895, T. 1° N.° 40, pág. 34.
1043
RDJ, Ts. Y, sec. la., pág. 130, con comentario de don Luis Claro Solar; 37, sec. la., pág. 527, y 56, sec.
la., pág. 305, este último aclarando que en caso de dos o más cesiones de una misma herencia, prefiere el
que primero haya entrado en posesión de la herencia.
1044
En contra, RDJ, T. 46, sec. la, pág. 94, en un caso muy especial, pues existía un solo heredero; la
sentencia no deja por ello de ser errónea, pues como lo señala don David Stitchkin en comentario a ella, se
había cedido el derecho de herencia sin precisar bienes determinados.
En cambio, se ha aceptado que la cesión se efectúe sin haberse previamente otorgado la posesión
efectiva: G. T. de 1938, 2° sem, N.° 84, pág. 378. Esto es obvio, porque no es la posesión efectiva la que
otorga la calidad de heredero.

666
LAS OBLIGACIONES TOMO II

3.° No se requiere cumplir con las formalidades habilitantes.


Señalábamos que para la enajenación de bienes raíces o derechos reales en ellos
de los incapaces, sus representantes legales deben cumplir las formalidades
habilitantes impuestas para ella por el legislador.
Pues bien, como la cesión de derechos hereditarios no está incluida en los
preceptos que las establecen, aun cuando existan bienes raíces en la herencia, no es
necesario cumplir tales formalidades para efectuarla.1045

1.077. II. Doctrina que pretende someter la cesión a los requisitos de la


enajenación de los bienes que la componen.
La solución anterior, jurídicamente inobjetable, según lo veremos, es sumamente
criticable desde un doble ángulo:
1.° Es peligrosa para los terceros que no tienen manera de saber de la cesión, a
menos que la posesión efectiva se le otorgue directamente al cesionario.
En la práctica, si hay bienes raíces en la herencia, tendrá que hacerse la
inscripción en el Conservador, pues si no se produciría una laguna en el Registro de
Propiedades. En efecto, en éste (salvo como decíamos que la posesión efectiva se
otorgue al cesionario) figurará como heredero el cedente, a su nombre se inscribirán
las propiedades incluidas en la herencia; si posteriormente aparece el cesionario
enajenando con los restantes herederos la propiedad o concurriendo a su adjudicación,
se producirá un salto en la cadena de poseedores inscritos.
Nos parece, pues, de toda conveniencia modificar el Código, para lo cual
sugerimos sancionar con la inoponibilidad frente a terceros a toda cesión de derechos
hereditarios (insistimos en que la distinción, según los bienes que componen la
herencia, es improcedente) si ella no consta en la posesión efectiva, o en anotación al
margen de ella.
2.° Es peligrosa para los incapaces, pues la herencia puede ser cuantiosa, y el
representante legal está habilitado para enajenarla libremente, mientras que para el
más insignificante bien raíz se requiere autorización judicial si se le enajena o grava.
Por ello se ha solido resolver que para la enajenación de los derechos hereditarios de la
mujer casada, si la herencia comprende inmuebles, se deben cumplir los requisitos del
Art. 1.754,1046 lo que jurídicamente es insostenible.
Por ello es que opiniones aisladas1047 han contradicho la tesis expuesta en el
número anterior, cuando menos en sus consecuencias.
Ello se traduce lisa y llanamente en descomponer la cesión de derechos
hereditarios en los bienes que forman la herencia.
Semejante interpretación, por muy bien intencionada que sea, choca claramente
con la letra de la ley, pues justamente el Art. 1.909 habla de la cesión “sin especificar
los efectos de que se compone” (la herencia) y quienes sostienen la opinión que
criticamos, la hacen recaer en los bienes específicos que la integran. Así lo confirma el

Tampoco es necesario pagar o asegurar el pago del impuesto de herencia ni obtener autorización del
Servicio para efectuar la cesión.
1045
Veremos en el número siguiente que la solución es criticable, y por ello ha habido fallos que la han
solido exigir, sin fundamento jurídico posible.
Don Arturo Alessandri Rodríguez en su Tratado práctico, ob. cit., N.° 649, pág. 420, sostiene que
tratándose de la mujer casada, se requiere el consentimiento de ésta por aplicación del Art. 1.755. El anterior
se refiere a la enajenación y gravamen de bienes raíces y el 1.755 a otros bienes de la mujer que el marido
esté o pueda estar obligado a restituir en especie. La tesis es discutible, pues difícilmente encaja la herencia
en esta frase, pero ante los problemas que señalamos en el número siguiente, parece conveniente asilarse
en ella para mitigarlos mientras se suprime la incapacidad de la mujer casada. Se ha resuelto sin embargo
que no se requiere el consentimiento de la mujer: RDJ, T. 58, sec. la, pág. 108.
1046
Véase la nota anterior, y por vía de ejemplo, G. T. de 1909, T. 12, NI, 216, pág. 313 y de 1926, 2°
sem, N.° 129, pág. 574.
1047
Ramón Meza Barros, ob. cit., N.° 280, pág. 203; José Ramón Gutiérrez, Cesión de Derechos
Hereditarios, RDJ, T. 79, la parte, pág. 7, y Elena Cafarena de Jiles, ¿Puede el marido enajenar los derechos
hereditarios de su mujer sin autorización judicial y aun sin el consentimiento de esta?, RDJ, T. 59, la. parte,
pág. 50.

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Art. 1.910, como lo veremos luego (N.° 1.081). Por último, el Art. 1.801, inc. 2.°, exige
la escritura pública para la venta “de una sucesión hereditaria” en la misma disposición
que la impone para este mismo contrato sobre bienes raíces, destacando que son dos
cosas bien distintas.
Esta tesis lleva a negar la existencia de las universalidades en el Derecho, lo que
no es el momento de justificar, pero que nos parece realmente exagerado para
defender una posición.1048

1.078. Efectos de la cesión de derechos hereditarios. Enunciación.


Para estudiar los efectos de la tradición de la herencia, nos debemos referir a los
siguientes puntos:
1.° El cesionario pasa a ocupar la situación jurídica del cedente en la herencia y
puede ejercer sus mismos derechos y acciones;
2.° También se le traspasa la parte que al heredero corresponde en el pasivo
hereditario;
3.° Indemnizaciones que pueden deberse las partes, y
4.° Responsabilidad del cedente.

1.079. I. Derechos y acciones del cesionario.


En la cesión de créditos vimos que el cesionario pasa jurídicamente a reemplazar
al cedente en el derecho personal cedido.
En la de derechos hereditarios pasa a ocupar su lugar como heredero. Se ha
llegado a decir que la cesión transfiere la calidad misma de heredero,1049 afirmación
que parece un poco exagerada. Como dice don Manuel Somarriva: “en doctrina se
niega que mediante la cesión de derechos hereditarios se traspase la calidad de
heredero en sí misma, de acuerdo con el siguiente adagio romano: “el que es
heredero, continúa siendo heredero”. Esto tiene en realidad un carácter más teórico
que práctico; en el hecho, el cesionario pasa a ocupar la misma situación jurídica y es
exactamente igual que si fuera heredero”.1050
Este principio trae variadas consecuencias jurídicas, de las cuales las principales
son:
1.° Puede el cesionario pedir la posesión efectiva de herencia e intervenir en todos
los trámites de la misma;
2.° Puede ejercer todas las acciones que corresponden al heredero, como ser:
petición de herencia, reforma del testamento, nulidad del mismo, pedir la partición e
intervenir en ella,1051 etc.
3.° Según ha resuelto la jurisprudencia, los herederos del causante no pueden
invocar la nulidad absoluta de algún acto contrato del causante, si éste no podía
tampoco hacerlo,1052 e igual conclusión hay que adoptar respecto del cesionario del
heredero, y
4.° De acuerdo al inc. 3.° del Art. 1.910: “cediéndose una cuota hereditaria se
entenderá cederse al mismo tiempo las cuotas hereditarias que por el derecho de

1048
Meza Barros dice que la universalidad jurídica es una idea metafísica creemos que ha exagerado la
nota. La universalidad jurídica es más real muchas veces que los elementos que la componen, y se impone
aun cuando el legislador no la reconociere expresamente.
Se argumenta también con el Art. 580, según el cual los derechos se reputan muebles o inmuebles,
según lo sea la cosa en que han de ejercerse o que se debe: pero se olvida que esta es una mera
asimilación; que no tiene por qué incluir todos los derechos, y que en todo caso corrige el Art. 1.909 en la
forma antes señalada.
1049
G. T. de 1938, 2° sem., NI` 84, pág. 378. En contra, G. T. de 1926, 29 sem., N.° 129, pág. 574, y RDJ,
T. 10, sec. la., pág. 350.
1050
Derecho Sucesorio, ob. cit., N-
N- 82.
1051
Se ha resuelto que pueden hacerlo tanto el cedente como el cesionario: RDJ, T. 63, sec. la., pág. 258.
Nos parece que si ha cedido toda su herencia, el cedente nada tiene que hacer en la partición, como
anteriormente se había resuelto: RDJ, T. 52, sec. 1a, pág. 235.
1052
RDJ, Ts. 32, sec. la-
la-, pág. 100, y 36, sec. la, pág. 289.

668
LAS OBLIGACIONES TOMO II

acrecer sobrevengan a ella salvo que se haya estipulado otra cosa”. El derecho de
acrecer es el que existe entre dos o más asignatarios llamados a un mismo objeto sin
determinación de cuota, y en virtud del cual la asignación del que falta a la herencia
pertenece a los otros que concurren con él. Por ejemplo, el testador nombra herederos
suyos a A, B y C, pero este último repudia su parte. Su porción se reparte entre A y B, y
se dice acrecer a ella (Arts. 1.147 y 1.148), etc.1053

1.080. Il. Responsabilidad del cesionario por las deudas de la herencia.


La cesión de derechos hereditarios comprende la universalidad de la herencia, la
que está formada por el patrimonio transmisible del causante, que consta de un activo
y un pasivo. En el traspaso al cesionario va comprendida la parte que en dicho activo y
pasivo correspondían al heredero cedente, y por ello el cesionario es obligado al pago
de las deudas hereditarias y de las cargas que gravan la herencia.1054 Por esto
señalábamos que la cesión puede ser o no un buen negocio para el cesionario; si está
muy gravada resultará perjudicado.
La generalidad de las opiniones sostiene que siendo el acreedor ajeno a la cesión
no queda obligado por ella y que, en consecuencia, para él, el cedente continúa siendo
su deudor por la cuota que en la herencia le correspondía, como si no hubiera existido
cesión. El acreedor podrá a su arbitrio cobrarle al cesionario, aceptando la cesión, o
cobrarle al cedente, en cuyo caso éste, naturalmente, podrá repetir contra el
cesionario.
Esta opinión que compartimos en otra oportunidad 1055 hoy nos merece cuando
menos ciertas dudas, hemos visto que efectivamente el principio imperante en nuestra
legislación es que el acreedor hereditario no quede obligado por las convenciones
entre los herederos, ni por las disposiciones del causante o de la partición que alteran
la división normal de las deudas (N.° 442), y al hablar de la llamada cesión de deudas,
veremos igualmente que las convenciones entre deudor y tercero relativas a la deuda,
no obligan al acreedor (N.° 1.199, 1.°).
Pero ocurre que en la cesión de derechos hereditarios, el cedente por la cesión
queda excluido de la herencia.1056 Además, el cedente no pretende traspasar la deuda,
ni alterar la división normal de ella entre los herederos, sino que se ha desprendido del
derecho en cuya virtud ha pasado a ser deudor. Porque el heredero sólo es deudor en
su calidad de heredero y si pierde el carácter de tal, por ejemplo, por repudio de la
herencia, que es un acto unilateral suyo, también se ve alterada sin intervención del
acreedor la división de las deudas hereditarias entre los herederos. La verdad es que el
legislador fija la forma de pagar las deudas, gravando con ellas a los herederos a
prorrata de sus cuotas. Tal gravamen es al heredero, y el cesionario pasa a ocupar su
posición. Es ésta, finalmente, la solución a que se tiende en materia de traspaso de
universalidades (N.° 1.158).

1.081. III. Indemnizaciones entre cedente y cesionario.


Puesto que la cesión se refiere al derecho de herencia, y no a bienes
determinados, el traspaso comprende íntegramente aquél, y por ello el Art. 1.910 se
pone en el caso de que el heredero hubiere aprovechado parte de la herencia cedida, y
a la inversa, que ella le hubiere demandado gastos.

1053
Se ha resuelto también que como el heredero, el cesionario no adquiere derecho en bienes
determinados en la herencia, G. T. de 1934, 1er sem., N.° 74, pág. 392.
Sin embargo de la amplitud de los efectos de la cesión no pasan al cesionario las acciones personales del
cedente, aunque tengan efecto en sus derechos de herencia; por ello se ha resuelto que no es legítimo
contradictor en el juicio de la nulidad de la legitimación del cedente: RDJ, T. 63, sec. la, pág. 140, sin perjuicio
de que en nuestro concepto pueda actuar como coadyuvante.
1054
RDJ, T. 11, sec. la, pág. 140.
1055
En el Derecho Sucesorio, ob. cit., Nº 83. En igual sentido, Meza Barros, ob. cit., T. 12, N2 277, pág.
201.
1056
RDJ, T. 19, sec. la., pág. 296.

Dislexia Virtual 669


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

En la primera situación, el heredero debe indemnizar al cesionario, y viceversa en


la segunda.
Dicen los incs. 1.° y 2.° del precepto: “si el heredero se hubiere aprovechado de los
frutos o percibido créditos o vendido efectos hereditarios, será obligado a reembolsar
su valor al cesionario. El cesionario, por su parte, será obligado a indemnizar al
cedente de los costos necesarios o prudenciales que haya hecho el cedente en razón
de la herencia”.
Naturalmente que esta disposición es supletoria de la convención de las partes.1057
En consecuencia, en la cesión podrá estipularse que ni el cedente ni el cesionario
deban las indemnizaciones señaladas.
Igualmente evidente es que las enajenaciones efectuadas por el heredero antes de
la cesión quedan a firme, y no puede el cesionario pretender que queden sin efecto,1058
pues el Art. 1.910 sólo le otorga acción de reembolso contra el cedente.

1.082. IV. Responsabilidad del cedente.


Dispone el Art. 1.909: «el que ceda a título oneroso un derecho de herencia o
legado sin especificar los efectos de que se compone, no se hace responsable sino de
su calidad de heredero o legatario”.
En consecuencia, es necesario efectuar la misma distinción que en la cesión de
créditos (N.° 1.067), esto es, si el título traslaticio que precede a la cesión es gratuito u
oneroso.
En el primer caso ninguna responsabilidad adquiere el cedente, en razón de que en
los contratos gratuitos no hay obligación de garantía; en consecuencia, si ocurre
posteriormente que el cedente no es heredero, ninguna responsabilidad tiene con el
cesionario.
En cambio, si la cesión ha sido a título oneroso, la única responsabilidad del
cedente se refiere a que realmente es heredero; en consecuencia, no responde de que
existan determinados bienes en la herencia, ni tampoco de que ésta en definitiva
signifique un ingreso para el cesionario;1059 por esta razón es que se sostiene el
carácter aleatorio de la cesión, pues, por ejemplo, si ha sido compraventa el título,
puede haber pagado el cesionario un precio superior a lo que en definitiva reciba por
herencia.
Aunque el Art. 1.909 no lo diga, como lo hace el Art. 1.907 en la cesión de créditos,
las partes pueden alterar la disposición legal, asignándole una mayor responsabilidad
al cedente.
Pueden también eliminar ésta, y en tal caso lo que se cede, según decíamos en el
N.° 1.064, N.° 22, no es la herencia, sino la pretensión que a ella tiene el cedente.

1.083. Cesión del legado.


De acuerdo a la ley, todas las normas estudiadas anteriormente se aplican a los
legados. En efecto, el Art. 1.909 habla del “derecho de herencia o legado”, y el inc.
final del Art. 1.910 estatuye que “se aplicarán las mismas reglas al legatario”.
Sin embargo, resulta difícil entender cómo es esta aplicación, porque el legado
puede ser de especie o cuerpo cierto o de género. El legatario de una especie adquiere
su dominio directamente del causante por sucesión por causa de muerte; el de un
género adquiere un crédito contra la sucesión para exigir la entrega de las cosas
legadas.
Si el legatario de especie es ya dueño de ésta, no se ve cómo puede ceder el
legado sin especificar los efectos de que se compone, como dice el Art. 1.909; lo que
cede realmente es el dominio que ya tiene sobre la especie legada.

1057
G. T. de 1883, N.° 2.479, pág. 1.375.
1058
G. T. de 1937, 22 sem., N-
N- 179, pág. 698.
1059
G. T. de 1913, 2° sem., No-
No- 847, pág. 2488 y de 1919, 1er sem., N.° 1.293, pág. 993.

670
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Y el de género lo que cede es el crédito contra la sucesión, y por ello la Corte


Suprema declaró que esta cesión se sujeta a las reglas de la cesión de créditos, o sea,
debe ser notificada o aceptada por el deudor,1060 que son los herederos o el asignatario
gravado con el pago del legado.
Sin embargo, las disposiciones legales existen, y la única forma de entenderlas es
que el legatario puede ceder el legado sin especificar los bienes que lo componen, en
cuyo caso se aplican las reglas anteriores de la cesión de derechos hereditarios, o
enajenar su crédito o las cosas legadas determinadamente.

Sección Tercera

CESIÓN DE DERECHOS LITIGIOSOS

1.084. Concepto.
Según el inc. 1 del Art. 1.911: “se cede un derecho litigioso cuando el objeto
directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del que no se hace responsable el
cedente”.
Podemos, pues, definir la cesión de derechos litigiosos como la convención por la
cual el demandante transfiere a cualquier título sus derechos litigiosos a un tercero.
Decimos que es tina convención, pues la cesión de derechos litigiosos, como todas
las cesiones que hemos analizado, es la tradición de esos derechos, que, como tal,
debe ir precedida de un título traslaticio de dominio; el Art. 1.912 menciona
expresamente la compraventa y la permuta, y el precepto siguiente se refiere a las
cesiones enteramente gratuitas, lo que comprende la donación; el N.° 2.° de este
mismo Art. 1.913 nombra a la dación en pago de créditos litigiosos, etc.
El objeto de la cesión es la transferencia de los derechos invocados por el
demandante en el juicio a un tercero; así lo demostraremos en el número siguiente,
pues es un punto que conviene determinar claramente.

1.085. Objeto de la cesión: derecho lítigioso y cosa litigiosa.


Según el Art. 1.911 antes transcrito, el objeto directo de la cesión “es el evento
incierto de la litis''.
Dicho así, es evidente que tanto para el demandante como para el demandado hay
en el proceso un evento incierto, que es la contingencia de ganar o perder el juicio. Sin
embargo, hemos dicho que es el demandante únicamente quien cede derecho litigioso.
Para demostrarlo conviene recordar otro concepto que es el de cosa litigiosa. De
acuerdo al Art. 1.464, N.° 42, hay objeto ilícito y por ende nulidad absoluta en la
enajenación de “especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce el
litigio”. Recordemos también que los Arts. 296 y 297 del C.P.C. han exigido que el juez
decrete la prohibición de enajenar para que se aplique esta disposición.
La especie sobre la cual se litiga es la cosa litigiosa que el Código prohibía
enajenar, y ahora puede prohibirlo el juez. Pues bien. Esta prohibición se aplica al
demandado para quien hay cosa litigiosa, en consecuencia, el que tiene un derecho
litigioso es el demandante, un derecho cuyo establecimiento o reconocimiento
pretende en el juicio. Por eso don Arturo Alessandri Rodríguez lo definía como la
pretensión que el demandante hace valer en juicio.1061 El demandante en el juicio
pretende tener un derecho, y así, si reivindica un inmueble, sostiene ser su dueño; si
cobra un crédito, pretende ser acreedor, etc.
Por ello es que la doctrina y jurisprudencia1062 concluyen, conclusión que por lo
evidente compartimos, que sólo el demandante puede efectuar cesión de derechos
litigiosos, y que el demandado lo que transfiere es la cosa misma, o el derecho que en
1060
RDJ, T. 33, sec. la., pág. 219.
1061
Comentario a la sentencia citada en la nota siguiente, y publicado conjuntamente con ella.
1062
RDJ, T. 29, sec. la., pág. 273

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

ella tiene, cosa sobre la cual se litiga, y podrá hacer esta transferencia siempre que el
juez no haya decretado prohibición de enajenarla.
Con algunos casos quedará en claro lo expuesto. Si una persona reivindica un
inmueble que está en poder de otra, en el juicio reivindicatorio hay derecho litigioso
para el demandante que invocó la acción reivindicatoria; este derecho litigioso es su
pretensión de ser dueño, y si lo cede, transfiere su legitimación para continuar el
pleito. Si el cesionario gana el juicio, habrá adquirido en definitiva el dominio del
inmueble,1063 y si lo pierde nada obtendrá.
En cambio, el demandado lo que enajena es la cosa misma, el inmueble
reivindicado, y podrá hacerlo siempre que el juez no haya decretado prohibición de
enajenar. Mientras no exista sentencia ejecutoriada, el poseedor demandado está
favorecido por la presunción de dominio del Art. 700; luego lo que enajena es el
derecho presunto que tiene y no tina pretensión del mismo.
Y la distinción tiene una gran importancia, porque en la cesión de derechos
litigiosos no hay obligación de garantía: el cedente, como lo dice el Art. 1.911, no se
hace responsable del evento incierto de la litis; en cambio, si se vende la cosa materia
del juicio hay responsabilidad para el enajenante por la evicción que sufrirá el
adquirente si el demandado pierde el pleito.
Otro caso; lo que se pretende en el juicio es que se reconozca que el demandado
debe al demandante acreedor una cierta suma. Es el acreedor o quien se pretende tal
siempre el demandante, y quien puede ceder su derecho incierto de crédito, y el
demandado, que es el deudor, nada puede ceder. Antes por el contrario, el Art. 1.913
le confiere el llamado derecho de retracto litigioso en que el deudor demandado se
libera pagando al acreedor el precio de la cesión. 1064 El Código se refiere al deudor,
quien es siempre demandado.
Por último, en abono de lo aseverado cabe citar el Art. 1.912, según el cual “es
indiferente que la cesión haya sido a título de venta o permutación, y que sea el
cedente o el cesionario el que persigue el derecho”. El que persigue el derecho es
siempre el demandante.

1.086. Caso en que el demandante enajena la cosa sobre la cual litiga, y el


demandado la contingencia del pleito.
De acuerdo a lo expresado en el número anterior, la cesión de derechos litigiosos
corresponde únicamente al demandante; el demandado lo que enajena es la cosa
disputada.
Pero cabe preguntarse si las partes pueden celebrar otras convenciones con
relación a los derechos en discusión en el pleito, que no constituirán ni cesión de
derechos litigiosos ni enajenación de cosa litigiosa, en virtud del principio de la libertad
contractual.
Estas convenciones son respecto del demandante y demandado respectivamente
las siguientes:
1.° Que el demandante enajene la cosa en discusión, bajo la condición de
obtenerla en el pleito.
Por ejemplo, ¿podría el demandante vender la propiedad que reivindica?, ¿Podría el
acreedor ceder el crédito cuando ya ha demandado al deudor?
Se ha sostenido que en tales casos no hay venta de la propiedad ni cesión de
créditos, sino que toda cesión del demandante, habiendo pleito, es litigiosa y se sujeta
a las reglas de los Arts. 1.911 y siguientes.1065
No entendemos que sea así, ya que estamos en el terreno de la libertad
contractual y no hay razón valedera para negar el efecto querido por las partes a

1063
RDJ, T. 41, sec. la., pág. 387.
1064
Véase N.° 1.095. El tema ha adquirido importancia por los traspasos de carteras entre instituciones
financieras.
1065
G. T. de 1889, T. 29, N.° 6.098, pág. 2.340.

672
LAS OBLIGACIONES TOMO II

semejante convención, que quedaría sujeta a la condición de que el cedente obtenga


en el pleito. ¿Qué inconveniente puede haber para que el reivindicante venda la
propiedad cuyo dominio alega, sujeta la venta a la condición de que obtenga el
reconocimiento de su derecho en el pleito? Ninguno, máxime si la venta de cosa ajena
es válida entre nosotros; y si el demandante no declarare que su derecho está en
discusión, evidentemente respondería de la evicción, sin perjuicio aun de que el
comprador alegue error o dolo.
En el fondo se trata de meros problemas de responsabilidad; es de la esencia de la
cesión de derechos litigiosos la no responsabilidad del cedente, porque si no ya no hay
evento incierto, como lo exige el Art. 1.911. Pero nada impide que el demandante tome
estas u otras responsabilidades o deje sujeta la enajenación a la condición de ganar el
pleito bajo otras figuras jurídicas.
2.° Respecto del demandado, la posibilidad consiste en que se enajene no la
cosa misma objeto del pleito, sino que declarando que su derecho está en discusión, y
que lo enajenado es exclusivamente este derecho en litigio.
Dejemos a un lado por el momento si lo que se demanda es un crédito, pues para
resolver el problema es previo determinar si es posible la cesión o traspaso de deudas
(N.° 1.159).
Nos resta el caso de que el demandado no enajene la cosa misma sino el derecho
que a ella tiene y que está sujeto a discusión, y lo enajene bajo la condición de ganar el
pleito, o lisa y llanamente deje constancia de que lo enajenado está sujeto a la
posibilidad de perderse según la alternativa de aquél.
Semejantes convenciones no constituyen cesión de derechos litigiosos, lo que
tiene una doble importancia; desde luego porque no producen los efectos procesales
de ella.1066 Y enseguida, porque se trata también en el fondo de un problema de
responsabilidad: el demandado lo que ha hecho en realidad es obtener la renuncia del
adquirente a la evicción aplicándose el Art 1.852, cuyo inc. 3 dispone: -“cesará la
obligación de restituir el precio, si el que compró lo hizo a sabiendas de ser ajena la
cosa, o si expresamente tomó sobre sí el peligro de la evicción, especificándolo”.

1.087. Época en que puede efectuarse cesión de derechos litigiosos.


Hemos señalado en los números anteriores cuáles son los únicos actos que pueden
calificarse de cesión de derechos litigiosos: los que efectúe el demandante relativos a
la contingencia incierta de ganar o perder su demanda.
Para que esto último ocurra es necesario que exista juicio pendiente; el Art. 1.911
en su inc. 2 se ha encargado de precisar desde cuándo lo hay: “se entiende litigioso un
derecho, para los efectos de los artículos siguientes, desde que se notifica
judicialmente la demanda”. Innovó el Código respecto a su modelo francés en que se
exige que la demanda esté contestada.
No ha dicho, en cambio, el legislador hasta cuándo puede considerarse que el
derecho continúe siendo litigioso; parece necesario concluir con la jurisprudencia que
lo es hasta que exista sentencia ejecutoriada en el proceso, pues hasta entonces existe
contingencia.1067

1066
Avelino León, ob. cit., págs. 157 y 159, cree que en tal caso el cesionario “sucede” al demandado en
el juicio, aplicando por analogía la solución del caso del demandante. Nos parece muy discutible esta
afirmación, pues ya hemos salido de la libre contratación para entrar al Derecho Procesal, en que la
sustitución de las partes está reglamentada por el legislador, y no creemos pueda efectuarse fuera de las
situaciones por él previstas. No habría inconveniente sí para que actuara como coadyuvante.
Un caso de estas convenciones en G. T. de 1901, T. 22, N.° 3.368, pág. 1519,
1067
RDJ, T. 2°, sec. 2a, pág. 180. Por ello no procede la cesión si se ha dictado sentencia ejecutoriada,
aunque esté pendiente su ejecución.
No es litigioso el derecho si el demandante se ha desistido de la demanda: RDJ, T. 30, sec. la, pág. 390,
porque ya no hay juicio.
Por no ser juicio, no procede en la partición: RDJ, T. 23, sec. la., pág. 599.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

1.088. Caracteres de la cesión. Paralelo con otras instituciones.


Dos circunstancias marcan las características de la institución: la no
responsabilidad del cedente en cuanto al resultado del pleito, y su capacidad de
producir tanto efectos civiles como procesales.
Lo primero transforma esta convención en netamente aleatoria, pues el cesionario
hará muy buen negocio si gana el pleito, y perderá todo lo dado o pagado por la
cesión, si éste se pierde.
Esta razón ha movido al legislador a desconfianza hacia la cesión, temiendo que se
formen profesionales de la compra de derechos litigiosos a un vil precio que el
demandante aceptará para liberarse de la contingencia del pleito; para el demandado
tampoco es lo mismo litigar con su contraparte que con un profesional de los pleitos.
Por ello en ciertas épocas se ha prohibido esta convención, y al mantenerla se ha
consagrado la institución del retracto litigioso, que veremos más adelante (N.° 1.095).
Se ha resuelto que la cesión será mueble o inmueble, según lo sea la cosa que se
persigue en el pleito.1068
Ahora bien, tratándose de un litigio sobre derechos personales, la cesión producirá
un cambio de demandante y de acreedor; esto no permite confundirla con las
instituciones que tienen igual objeto.
Así, de la cesión de créditos se distingue justamente porque ésta impone la
responsabilidad al cedente cuando menos de la existencia del crédito, mientras que en
la de derechos litigiosos no hay ninguna.
Tampoco es posible la confusión con la novación, ya que ésta produce la extinción
de la obligación anterior, mientras que en la cesión de derechos litigiosos es el mismo
crédito el que se cobra; únicamente cambia el acreedor demandante.

1.089. Cómo se efectúa la cesión de derechos litigiosos.


No señaló el Código como se efectúa la tradición de los derechos litigiosos.
La jurisprudencia y doctrina están contestes en que no hay necesidad de cumplir
los requisitos de la cesión de créditos, esto es, entrega del título entre las partes, y
aceptación o notificación del deudor, sino que basta que el cesionario se apersone en
el juicio, acompañando el título de la cesión efectuada; la resolución que recaiga en su
presentación se notificará al apoderado del demandante en el juicio, si lo hay, o a éste
directamente, en caso contrario, con lo cual queda perfeccionada la cesión.1069
Desde este momento, ella afecta al deudor y a terceros, razón por la cual se ha
rechazado la retención pedida contra el cedente de sus derechos litigiosos, después de
haberse apersonado al pleito el cesionario y notificado al demandado la cesión.1070

1.090. Efectos de la cesión. Enunciación.


Debemos estudiar separadamente:
1.° Efectos entre cedente y cesionario;
2.° Efectos entre cedente y demandado;
3.° Efectos entre el cesionario y demandado, los más importantes,
indudablemente.

1.091. I. Efectos entre cedente y cesionario.


Este pasa a reemplazar en el pleito al primero, y luego en la relación jurídica de
que se trate.

1068
G. T. de 19 18, 29 sem., NI' 360, pág. 1098.
1069
RDJ, Ts. 33, sec, la., pág. 32 1; 38, sec. la 1 pág. 223; 41, sec. 2a., pág. 24; G. T, de 1937, 2° sem., N-
N-
155, pág. 609, y de 1946, 22 sem, N.° 91, pág. 479.
En igual sentido, Alejandro Silva Bascuñán, Cómo se efectúa la cesión de derechos litigiosos, RDJ, T. 40, la
parte, pág. 141; Meza Barros, ob. cit., T. 1° NQ 284, pág. 206.
1070
RDJ, T. 4 1, sec. 2a pág. 24.

674
LAS OBLIGACIONES TOMO II

No hay ulteriores relaciones entre ellos que las derivadas de la cesión misma, y así
si se trató de una compraventa, el cedente podrá exigir el precio, aunque el pleito se
pierda; no le debe responsabilidad alguna al cesionario, según lo señaló el Art. 1.911.

1.092. II. Efectos entre cedente y demandado.


En virtud de la cesión, el demandante desaparece del pleito y de la pretensión
hecha valer en él; en consecuencia, no se produce efecto ulterior alguno entre cedente
y demandado.
Por ello se ha resuelto que cedido un derecho litigioso, no puede el cedente volver
a demandar por su cuenta la misma cuestión.1071

1.093. III. Efectos entre cesionario y demandado.


Son sin duda, los de mayor trascendencia, y pueden resumirse, a su vez, en dos:
1.° El cesionario sustituye al cedente en el proceso y en la pretensión que éste
hacía valer en juicio, y
2.° El demandado tiene derecho al retracto litigioso.
Los veremos en los números siguientes.

1.094. A. El cesionario reemplaza al cedente.


En virtud de la cesión, el cesionario pasa a ocupar el lugar jurídico del cedente,
tanto en el proceso como en la pretensión hecha valer en éste.
La cesión produce un caso de sustitución en el proceso;1072 el cedente se retira de
él, y pasa a ocupar su lugar como demandante el cesionario, con quien deberá
entenderse en adelante el demandado.
El cesionario asume el proceso en el mismo estado en que se encontraba al
efectuarse la cesión; el demandado podrá oponerle iguales excepciones; 1073 tiene los
mismos derechos y obligaciones de éste, queda sujeto a las cargas procesales de éste,
está legitimado para iniciar demanda ejecutiva, a fin de obtener el cumplimiento de la
sentencia, si le es favorable,1074 etc.
Igualmente reemplaza al cedente en la relación sustantiva que se discute en juicio,
esto es, pasa a ser suya la pretensión hecha valer por el cedente, y si obtiene en el
pleito, en definitiva adquiere el derecho que se debatía; si se trataba de un crédito, a él
pertenecerá y cobrará al deudor; si de un derecho real, al cesionario le corresponderá
en definitiva, etc. En consecuencia, si gana el pleito el cesionario habrá adquirido el
derecho en discusión.

1.095. B. El retracto litigioso. Concepto.


Como habíamos advertido, por la desconfianza con que el legislador mira este
negocio, ha otorgado al demandante un derecho muy interesante, que es el de rescate
o retracto litigioso a que se refieren los Arts. 1.913 y 1.914.
Dice el inc. 1.° del Art. 1.913: “el deudor no será obligado a pagar al cesionario
sino el valor de lo que éste haya dado por el derecho cedido, con los intereses desde la
fecha en que se haya notificado la cesión al deudor”.
La expresión “no será obligado” pareciere dar a entender que de pleno derecho,
sin necesidad de reclamarlo el deudor, éste no podría ser condenado en el pleito a dar
más de lo que pagó el cesionario por la cesión, pero ello no es así, pues este derecho

1071
RDJ, T. 41, sec. la, pág. 387.
1072
Por la razón tantas veces señalada de que entre nosotros se reserva el término para la herencia,
preferimos no hablar de “sucesión procesal”, como lo hacen muchos autores.
1073
G.T. de 1868, Nº 1.989, pág. 887.
1074
RDJ, T. 41, sec. 2a., pág. 24. Lo que tenía de especial este caso es que el cesionario inició un juicio
ejecutivo para obtener el cumplimiento de la sentencia (N' 801), esto es, otro juicio.
Una antigua sentencia de la I. Corte de Santiago fue más allá aún, pues en el juicio cuyos derechos había
cedido el demandante se rechazó la demanda, pero se dejó a salvo la discusión de ellos en otro juicio, para
iniciar el cual se consideró legitimado al cesionario: G. T. de 1868, N-
N- 1.989, pág. 887.

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RENÉ ABELIUK MANASEVICH

debe invocarlo el deudor, y buena prueba es que, según veremos, el Art. 1.914 incluso
le fija un plazo para hacerlo.
Podemos, pues, definir el retracto o rescate litigioso como la facultad que tiene el
deudor para desinteresar al cesionario de los derechos litigiosos, pagándole a éste lo
mismo que él pagó al cedente más los intereses desde el momento en que se le
notificó la cesión.
El Art. 1913 fue muy preciso al decir que el retractante debe pagar al cesionario el
valor de lo que éste haya dado por el derecho cedido; no habló de precio como el Art.
1.699 del Código francés, limitándolo en consecuencia a la compraventa.
La notificación de la cesión al deudor a que se refiere el precepto para determinar
el momento en que corren los intereses, es la de la resolución recaída en la
presentación del cesionario en el juicio.

1.096. Requisitos del retracto.


La ley no ha señalado una forma especial para hacer efectivo el retracto; basta que
el deudor pague al cesionario lo que corresponda; si éste se niega a recibirlo, recurrirá
a la consignación en el mismo juicio (N.° 638).1075
En cambio, la ley ha impuesto al deudor algunas limitaciones de plazo y de casos
en que se prohíbe el retracto. En consecuencia, los requisitos del retracto son que se
ejercite en el plazo legal y que no esté prohibido en la cesión de que se trate.
1.° Debe oponerse en el plazo legal.
El demandado podrá oponer el retracto desde que se le haya notificado la cesión.
El Art. 1.914 fija hasta cuándo puede hacerlo: “el deudor no puede oponer al
cesionario el beneficio que por el artículo precedente se le concede, después de
transcurridos nueve días desde la notificación del decreto en que se manda ejecutar la
sentencia”.
2.° Casos en que se prohíbe el retracto.
Son varias las situaciones en que el Art. 1.915, en consideración a la situación o
interés especial del cesionario, priva al deudor del beneficio de rescatar la cesión:
A. Si la cesión es enteramente gratuita.
Ello es lógico, porque en tal caso no habría que pagar por el retracto,
B. Si se efectuó por el ministerio de la justicia.
O sea, los derechos litigiosos se han rematado judicialmente o en pública subasta;
a este cesionario no se le puede oponer retracto, porque el legislador pretende
proteger estas ventas;
C. Las cesiones que van comprendidas en la enajenación de una cosa de que el
derecho litigioso forma una parte o accesión; Meza Barros pone el ejemplo de la
enajenación de un fundo en que se comprenden derechos de agua a la sazón en
litigio.1076
D. Al que goza de un inmueble.
De acuerdo al N.° 3.° del Art. 1.913 se exceptúan del retracto las cesiones hechas
“al que goza de un inmueble como poseedor de buena fe, usufructuario o arrendatario,
cuando el derecho cedido es necesario para el goce tranquilo y seguro del inmueble”.
La justificación es la misma del caso anterior; hay un interés del cesionario por
estar relacionado el derecho cedido con otros que le pertenecen, y el ejercicio del
retracto lo privaría de él;
E. Al coheredero o copropietario.
De acuerdo al N.° 1.° del precepto, se exceptúa también del rescate la cesión
efectuada “a un coheredero o copropietario, de un derecho que es común a los dos”.

1075
Tratándose del juicio ejecutivo se ha resuelto que este beneficio puede oponerse como la excepción
del No 79 del Art. 484 del C. P. C.: G. T. de 1908, T. 2°, N'-
N'- 190, pág. 335.
1076
Ob. cit., T. 19, N.° 290, pág. 208. En Mazeaud, ob. cit., Parte 3a, T. 3°, pág. 133, se cita y comenta un
interesante caso de jurisprudencia en Francia.

676
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Es la misma justificación anterior, ya que por la cesión, y si obtiene en el juicio el


coheredero o comunero, adquirirá para sí íntegro el derecho que era común, y
F. A un acreedor del cedente en pago.
Finalmente, se exceptúa del retracto la cesión efectuada “a un acreedor en pago
de lo que le debe el cedente” (N.° 2.° del Art. 1.913).
Esto es, el cedente tenía una deuda con el cesionario, y en pago de ella le cede sus
derechos litigiosos contra su propio deudor. Con esta cesión ha quedado pagada la
deuda del cedente con el cesionario, y por ello el deudor del primero no puede utilizar
el rescate.

1.097. Efecto del retracto.


En Francia se interpreta comúnmente el retracto como una adquisición por el
demandado del derecho litigioso, de manera que demandante y demandado pasan a
confundirse en el pleito, extinguiéndose por confusión tanto el derecho litigioso como
el proceso mismo. Es como una cesión del cesionario al demandado, pero determinada
por la ley.
Nos parece que esta interpretación no cabe en nuestra legislación; el retracto está
concebido como un pago, un beneficio que opone el demandado al demandante;
aceptada la procedencia del retracto, evidentemente termina el proceso, porque con el
pago efectuado por el demandado debe darse por satisfecho el cesionario, sin que
pueda pedir más ni en el mismo juicio ni en otro, porque se le opondría la cosa
juzgada. Para el demandado la cosa deja de ser litigiosa, y quedan a firme sus
derechos tanto respecto del cedente como del cesionario. Si se trataba de una
obligación que se le cobraba, ella queda extinguida.

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Capítulo IV
DE LA NOVACION EN GENERAL
1.098. Reglamentación y pauta.
El Código trata de la novación en el Título 15 del Libro 4.°, Arts. 1.628 a 1.651, a
continuación del pago, y tras haberla enumerado en el Art. 1.567, N.° 2.°, entre los
modos de extinguir las obligaciones. Advertimos de antemano que en esta
reglamentación está incluida otra institución: la delegación, que puede constituir una
novación o no, según los casos (N.° 1.143).
En el presente Capítulo trataremos de la novación en general: su concepto,
requisito, clasificación y efectos, pero las distintas clases de novación en particular las
estudiaremos en relación con las diferentes formas de modificación de las obligaciones.

Sección primera

CONCEPTO, REQUISITOS Y CLASES

1.099. Concepto.
“La novación es la sustitución de una nueva obligación a otra anterior, la cual
queda por tanto extinguida” (Art. 1.628).
Supone, pues, dos obligaciones: una que se extingue, y una nueva que nace en
reemplazo de ella. La misma palabra “novar” indica que hay algo nuevo en la
institución: es la obligación que reemplaza a la extinguida. Por ejemplo, A debe a B $
50.000, y por un pacto posterior acuerdan que en vez de los $ 50.000, A le entregue un
automóvil a B, o que le pague los $ 50.000 a C, o que en vez de pagarlos A a B, se los
pague D. La primitiva obligación de pagar $ 50.000 en el primer caso queda
reemplazada por la de entregar el automóvil (novación objetiva: N.° 1.122); en el
segundo, la de A de pagar a B, queda reemplazada por la de pagarle A a C (novación
por cambio de acreedor, N.° 1.131), y en el tercer ejemplo, la de A de pagar a B, es
reemplazada por la de D de pagar a B (novación por cambio de deudor, N.° 1.135).

1.100. Evolución de la novación. Situación actual.


Ya hemos señalado la soberanía que alcanzó la novación en materia de
modificación de la obligación por la resistencia romana a toda variación en el crédito
que dejara subsistente éste; aceptaron la novación, porque la obligación primero se
extingue, para luego nacer en su reemplazo una nueva (N” 1.036).
Este efecto extintivo es precisamente el que llena de inconvenientes a la novación,
como se verá en el desarrollo de este Capítulo. De ahí que se provocara en su contra
una fuerte reacción doctrinaria, que ha influido en las legislaciones del presente siglo, y
se propugnara su reemplazo por otras instituciones que, fundamentalmente, han sido,
en la novación objetiva, la dación en pago, en la por cambio de acreedor: el pago con
subrogación y la cesión de créditos, y en la que se reemplaza al deudor, la cesión o
traspasos de deudas.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

El Código alemán, extremando las cosas, eliminó de su reglamentación la


institución, y el suizo casi imitó su ejemplo, haciendo jugar en su lugar los institutos
que la reemplazan en el Derecho moderno. Una posición radical no se justifica, y de ahí
que los Códigos posteriores, como el polaco, brasileño, peruano e italiano de 1942 la
conservan, pero eso sí muy reducida- el Código argentino, que como todos los del siglo
pasado daba gran importancia a la novación, la ha reducido a raíz de una modificación
inspirada en el proyecto Bibiloni.
Se justifica esta tendencia actual de mantener con limitaciones la novación por dos
razones fundamentales:
1.° Porque dentro de la libertad de convenciones, las partes pueden desear
precisamente que la obligación anterior se extinga, para liberar a la nueva de las
cargas que ella tiene; por ejemplo, se debe un saldo de precio de una compraventa, y
se extingue novatoriamente la deuda para que la compraventa no quede afecta a
resolución, y
2.° Porque al estudiar la llamada cesión de deudas, veremos las limitaciones que
tiene aún en las legislaciones que la aceptan; y las múltiples figuras que han ido
apareciendo para obtener el cambio del deudor en la obligación (N.° 1.149); por las
mencionadas limitaciones, muchas veces ellas producirán la extinción de la obligación
primitiva y su reemplazo por una nueva; esto es, una novación.
De más está decir que en nuestro Código, mientras no se le ponga al día en esta
parte, que lo reclama imperiosamente, la novación mantiene su gran importancia, y en
torno a ella debemos estudiar todo lo relativo a la modificación de la obligación.

1.101. Principales caracteres de la novación.


Conviene destacar las siguientes principales características de la novación:
1.° Carácter extintivo.
Ya hemos destacado que la novación extingue la obligación anterior, y por ello se
justifica plenamente su inclusión entre los modos extintivos.
Entre ellos corresponde -usando la expresión del Art. 1.522 en la solidaridad; a los
que equivalen al pago, o modos satisfactivos (N.° 1.171, 2.° A), por cuanto, si bien el
acreedor no recibe la prestación convenida, algo obtiene por la extinción de la deuda:
un nuevo crédito que reemplaza al anterior.
La extinción de la obligación anterior es esencial en la novación, y por ello se ha
resuelto que aun si concurren todos los demás requisitos de ella, si la obligación
anterior sobrevive, nunca habrá novación.1077
2.° Carácter sustitutivo.
Ya habíamos señalado que propiamente en la novación no hay una modificación en
la obligación, puesto que ella se extingue para dar nacimiento a una nueva; pero tan
indispensable es en la novación la extinción de la obligación anterior como el
nacimiento de una nueva en su reemplazo; si ello no ocurre no habrá novación, sino
algún otro modo de extinguir.
Es en las relaciones entre las partes donde se produce una modificación,
consistente en que la nueva obligación sustituye, reemplaza a la anterior, obligación
nueva, a la cual, según veremos, las partes pueden agregar muchas de las
características de la anterior, restableciendo en cierto modo el crédito extinguido con
las variantes deseadas por ellas (N.° 1.114). Y por ello es que la novación puede usarse
-y en la práctica con tal objeto se utiliza primordialmente para obtener la mayor parte
de los efectos de la transmisión activa y pasiva de la obligación, y su modificación, aun
cuando jurídicamente no lo sea, según lo dicho, puesto que la novación extinguió el
crédito anterior.
3.° La novación es convención y contrato.
La novación es una institución híbrida; según la terminología aceptada entre
nosotros (N.° 4.°), es convención y contrato. Lo primero en cuanto extingue la
1077
RDJ, T. 37, sec. la, pág. 520.

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obligación primitiva, pero en cuanto da origen a una nueva, es un contrato. Por ello es
que el Art. 1.630, según veremos, habla del “contrato de novación”.
Además, este contrato de novación, cuando versa sobre una obligación de dar, es
título traslaticio de dominio; así, en el ejemplo que hemos colocado, tiene este carácter
respecto del automóvil que el deudor se comprometió a entregar en vez de los $
50.000 adeudados. El título traslaticio de dominio del automóvil es el contrato de
novación, y la propiedad se adquiere una vez que se efectúe su tradición.

1.102. La novación y otras instituciones. Referencia.


Ya hemos visto que la novación, según sus diferentes clasificaciones, presenta
semejanzas con otras instituciones; volveremos más adelante a señalar otras que
también tienen contacto con ella. Nos limitamos, por el momento, a referir al lector a
las partes correspondientes.
1.° La novación por cambio de objeto, las modificaciones objetivas de la obligación
(N.° 1.123 y siguientes), y la dación en pago (N.° 705).
2.° La novación por cambio de acreedor, y las modificaciones subjetivas activas de
la obligación, principalmente cesión de créditos y pago con subrogación (N.° 1.132).
3.° La novación por cambio de deudor y las modificaciones subjetivas pasivas de la
obligación, especialmente delegación (N.° 1.139 y siguientes), cesión de deudas (N.°
1.148 y siguientes), y cesión de contrato (N.° 1.160 y siguientes).

1.103. Requisitos dela novación. Enunciación.


Son 4 los requisitos fundamentales de la novación:
1.° Sustitución de una obligación válida que se extingue por una nueva que nace,
también válida;
2.° Que entre la obligación extinguida y la nacida existan diferencias
fundamentales o sustanciales;
3.° Capacidad de las partes para novar, y
4.° Intención de novar (animus novandi).
Los estudiaremos en los números siguientes.

1.104. I. Sustitución de una obligación válida por otra igualmente válida.


Es elemento esencial de la novación, según hemos insistido, la existencia de dos
obligaciones: una que se extingue y una nueva que la reemplaza, y se contrae
justamente para extinguir la anterior. Hay, pues, una relación de causalidad e
interdependencia entre ambas obligaciones, una de las cuales se extingue para que
nazca la otra, de manera que si alguna de ellas no existe la novación es imposible.
Dos problemas principales giran en torno a esta conclusión: la nulidad de alguna
de las obligaciones y la circunstancia de que una de ellas o ambas estén sujetas a
condición suspensiva.
Los veremos en los siguientes números.

1.105. A. Nulidad de alguna de las obligaciones.


De esta situación se preocupa el Art. 1.630 en los términos siguientes: “para que
sea válida la novación es necesario que tanto la obligación primitiva como el contrato
de novación, sean válidos, a lo menos naturalmente”.
El precepto ya lo habíamos citado justamente al tratar los efectos de la obligación
natural, donde vimos que ella puede ser novada (N.° 336). Nos remitimos a lo dicho en
tal ocasión.
La justificación que se señala a este requisito de la validez cuando menos natural
de la obligación estriba en que si la extinguida es la nula, la nueva que la reemplaza
carecería de causa, y si es ésta la que adolece de vicio, no se produce la novación,
porque el efecto retroactivo de la nulidad borraría la extinción ocurrida de la obligación
primitiva.

680
LAS OBLIGACIONES TOMO II

El punto se discute con razón respecto a la nulidad relativa de la primera


obligación, ya que las partes pueden confirmarla; en el fondo la novación vendría a
equivaler a un saneamiento de la nulidad relativa por esta vía, siempre que las partes
hubieren sabido la existencia del vicio- de ahí que Códigos más modernos como el
brasileño, peruano, italiano (Art. 1.234), etc., reconozcan eficacia a la novación en tal
evento. Lo que sí es indiscutible es que la nulidad, aun relativa, de la nueva obligación
impide la novación

1.106. B. Obligación bajo condición suspensiva.


Puede suceder que alguna de las obligaciones, ya sea la que debe extinguirse o la
que ha de reemplazarla, esté sujeta a una condición suspensiva. La regla general en tal
caso es que no hay novación mientras la condición esté, pendiente, pues el efecto de
la condición suspensiva pendiente es justamente impedir que nazca la obligación (N.°
510); como no existe la obligación primitiva o la nueva, falta uno de los presupuestos
esenciales de la novación: la sustitución de una obligación por otra.
Es lo que dispone el inc. 1 del Art. 1.633: “si la antigua obligación es pura y la
nueva pende de una condición suspensiva, o si, por el contrario, la antigua pende de
una condición suspensiva y la nueva es pura, no hay novación, mientras está
pendiente la condición- y si la condición llega a fallar, o si antes de su cumplimiento se
extingue la obligación antigua, no habrá novación”. Si la condición falló, ya no hay
obligación, y si operó otro modo de extinguir, la novación no puede producir su efecto
extintivo y la nueva obligación no tendrá razón de ser.
Estas normas son meramente supletorias de la voluntad de las partes; así lo señala
el inc. 20 del precepto: “con todo, si las partes, al celebrar el nuevo contrato,
convienen en que el primero quede desde luego abolido, sin aguardar el cumplimiento
de la condición pendiente, se estará a la voluntad de las partes”.

1.107. II. Diferencias sustanciales entre ambas obligaciones.


Entre la obligación que se extingue por novación y la que la reemplaza deben
existir diferencias fundamentales; han de ser ellas sustancialmente distintas.
Y lo serán cuando varíe uno de los elementos esenciales de la obligación y no uno
meramente accidental; los elementos esenciales son los sujetos de ella: acreedor y
deudor, y el objeto de la misma, la prestación que se debe. Estos son los casos de
novación que enuncia el Art. 1.631 y que estudiaremos con más detalle al tratar de la
clasificación de la novación (N.° 1.121 y siguientes, 1.131 y 1.135-1.138).
La doctrina, jurisprudencia y el propio Código, en sus Arts. 1.646 y 1.650 han
señalado numerosos casos en que por faltar el requisito apuntado, no hay novación.
Son justamente situaciones en que la obligación se modifica, sin quedar por ello
extinguida, y de ahí que los estudiemos precisamente al hablar de las variaciones
objetivas y subjetivas de la obligación (N.° 1.123 y sigtes.).
Y así, por ejemplo, si un tercero afianza la obligación con posterioridad a su
nacimiento, si la obligación pasa a devengar intereses, si se aumenta su plazo de
vencimiento, etc., no hay novación, porque es la misma obligación la que se ha
modificado, y no se ha extinguido para metamorfosearse en otra.

1.108. III. Capacidad de las partes.


Desde luego que la capacidad es un requisito de todo acto o contrato (Art. 1.445),
pero habitualmente se le destaca en la novación para señalar que el, acreedor de la
obligación primitiva, como va a extinguirla, requiere la capacidad necesaria para
disponer del crédito. El deudor deberá tener la indispensable para contraer la nueva
obligación.
La novación puede tener lugar por intermedio de mandatarios, pero éstos sólo
están habilitados para novar:
1.° Si tienen facultad especial para ello;

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2.° Si administran libremente el negocio a que pertenece la obligación, o


3.° Si administran libremente los negocios del comitente, o sea, tienen poder
general de administración (Art. 1.629).

1.109. IV. Intención de novar.


La intención de novar o animus novandi es la cuarta exigencia de la institución, y
tiene una gran importancia, porque entre las mismas partes pueden existir varias
obligaciones diversas, sin que por ello las unas extingan a las otras.'
Así lo señala el Art. 1.634: “para que haya novación, es necesario que lo declaren
las partes, o que aparezca indudablemente que su intención ha sido novar, porque la
nueva obligación envuelve la extinción de la antigua”.
De ahí que se haya fallado reiteradamente que no hay novación si no aparece el
ánimo de las partes de novar.1078
Pero como lo señala el precepto, no es indispensable que se declare expresamente
que se está celebrando una novación; basta que la intención de hacerlo haya sido
indudable; por ello se ha resuelto que la voluntad de novar puede ser expresa o tácita,
pero no presunta.1079
Y con esa típica afición de los Códigos clásicos a explicarse y justificarse, el
legislador señaló el porqué de la exigencia: “Porque la nueva obligación envuelve la
extinción de la antigua”.
Hay un caso sí de excepción en que la voluntad debe ser expresa: en la novación
por cambio de deudor, la del acreedor de dar por libre al primitivo deudor debe
expresarse (Art. 1.635, N.° 1.135).
La Corte Suprema ha declarado que es cuestión de hecho determinar si ha habido
o no ánimo de novar.1080
Según el inc. 2 del Art. 1.634, si no aparece intención de novar, se mirarán ambas
obligaciones como coexistentes, y subsiste la obligación primitiva con sus accesorios
en todo aquello en que la posterior no se opusiere a ella.

1.110. Formalidades de la novación.


En sí misma la novación no está sujeta a solemnidades especiales, sino que ellas
dependerán de la obligación que se contraiga, y así, si el deudor se ha comprometido
por la novación a entregar un bien raíz, ella deberá otorgarse por escritura pública,
efectuándose la tradición mediante la inscripción de la novación en el Registro del
Conservador de Bienes Raíces.

1.111. Clasificación de la novación. Referencia.


Ya hemos dejado señalado que la novación puede ser objetiva o subjetiva.
La primera se presenta cuando cambia el objeto o la causa de la obligación, y a
ella se refiere el inc. 1 del Art. 1.631. La estudiaremos conjuntamente con las
modificaciones objetivas de la obligación (N.° 1.122).
La segunda puede ser por cambio de acreedor o de deudor, y la estudiaremos al
tratar las modificaciones subjetivas de la obligación (N.° 1.131 y N.° 1.135).

1078
(1137)G.
(1137)G. T. de 1915, 2° sem., N.° 554, pág. 1433 y de 1938, 2° sem., N.° 82 pág. 362, y RDJ. T. 27,
sec. 2a, pág. 31.
1079
R.D.J. T. 27, sec. 2a., pág. 31.
1080
RDJ. T. 22, sec. la., pág. 217.

682
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Sección segunda

EFECTOS DE LA NOVACIÓN

1.112. Enunciación.
La novación produce el efecto de extinguir la obligación anterior y dar nacimiento
a una nueva.1081
Sobre este punto nada debemos insistir, pero sí en sus consecuencias:
1.° La extinción de la deuda primitiva lleva aparejada la de sus accesorios, de
acuerdo con el principio de que éstos siguen la suerte de lo principal, y
2.° Esta extinción de los accesorios es sin perjuicio de que en virtud del principio
de la libre contratación, las partes pueden convenir lo contrario, dejando vigentes con
ciertas limitaciones los de la obligación extinguida.
Estos dos aspectos los veremos en los números posteriores.
La novación por cambio de deudor produce efectos especiales en caso de
insolvencia del nuevo deudor, que analizaremos justamente al tratar esta clase de
novación (N' 1.138).

1.113. I. Extinción de los accesorios de la deuda primitiva.


Aquí radica justamente la trascendencia y el principal inconveniente de la
novación; junto con la obligación anterior se extinguen los derechos, garantías,
acciones, etc., que la acompañaban. De ahí que tiene una gran trascendencia
determinar en los casos dudosos (N.° 1.123 y siguientes) si ha operado novación o no.
Hemos dejado advertido, e insistiremos poco más adelante, que este tropiezo es
posible paliarlo en parte mediante la reserva de los accesorios o la constitución de
otros nuevos, pero señalemos también que con ella no puede perjudicarse a los
terceros ajenos a la novación. Este principio lo veremos imperar en todo el Capítulo de
la modificación convencional de la obligación: los terceros ajenos al acuerdo que varía
la obligación no quedan perjudicados por él. Así irá apareciendo en esta parte y en los
Capítulos siguientes.
Yendo al detalle:
1.° Se extinguen los intereses.
Así lo señala el Art. 1.640: “de cualquier modo que se haga la novación, quedan
por ella extinguidos los intereses de la primera deuda, si no se expresa lo contrario”-,
2.° Se extinguen los privilegios.
Lo dispone el Art. 1.641: “sea que la novación se opere por la substitución de un
nuevo deudor o sin ella, los privilegios de la primera deuda se extinguen por la
novación”.
3.° Se extinguen las cauciones reales.
Así lo establece la primera parte del inc. 1 del Art. 1.642: “aunque la novación se
opere sin la sustitución de un nuevo deudor, las prendas e hipotecas de la obligación
primitiva no pasan a la obligación posterior...”
4.° Se extinguen las cauciones personales.
Dice el Art. 1.645: “la novación liberta a los codeudores solidarios o subsidiarios,
que no han accedido a ella”. Respecto a los primeros, lo mismo nos había ya dicho el
Art. 1.519 (N.° 411, 1.°).
Igualmente si la obligación primitiva tenía cláusula penal, ésta se extingue.
5.° Cesa la mora.
Si el deudor de la obligación primitiva había sido colocado en mora, ella cesa desde
que opera la novación.
6.° Se extinguen las modalidades.

1081
Aplicando este principio se ha resuelto que no hay cosa juzgada si en un juicio se acepta la excepción
de novación para la obligación primitiva, y en otro se cobra la nueva obligación: RDJ, T. 11, sec. la. pág. 279.

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La novación pone término a los plazos, condiciones, etc., a que estuviere sujeta la
obligación anterior.
Tratándose de un contrato bilateral, implica igualmente la extinción de la acción
resolutoria y de la excepción del contrato no cumplido. Si A vende a B un inmueble, y
el comprador queda adeudando el precio, y las partes acuerdan posteriormente que B
entregue un automóvil, la obligación de pagar el precio queda extinguida por novación.
Si no se entrega el automóvil, no podría A intentar la resolución de la venta; ni B si no
cumple A su obligación de entregar el inmueble, oponer a la demanda de A para la
entrega del automóvil la excepción del contrato no cumplido.
7.° Se extingue la obligación de conservación.
Si la deuda primitiva era de especie o cuerpo cierto desde que opera la novación,
cesa la obligación de conservación, etc.

1.114. II. Reserva de los accesorios.


Como lo habíamos anunciado, en virtud del principio de la autonomía de la
voluntad, no hay inconveniente para que las partes por un pacto expreso acuerden que
los accesorios de la obligación anterior no se extingan con ella, sino que subsistan
accediendo a la nueva deuda. Es la llamada reserva de accesorios.
El Código lo ha ido señalando así en cada caso:
El Art. 1.640. Respecto de los intereses declara que quedan extinguidos los de la
obligación novada, “si no se expresa lo contrario”; esto es, las partes pueden convenir
que continúen devengándose, que ellos se adeudan y deben pagarse, etcétera.
El Art. 1.642 lo dice para la prenda e hipoteca, pero la reserva de ellas tiene
algunas limitaciones que veremos en los números siguientes.
Finalmente, el Art. 1.645 lo señala para los codeudores solidarios y fiadores. La
novación extingue sus obligaciones a menos que accedan a la nueva deuda. Es lo que
advertimos; no puede alterarse la situación de los terceros por la modificación de la
obligación sin su consentimiento.
Respecto de la reserva deberemos insistir en los números siguientes en estos
puntos:
1.° No se permite la reserva de privilegios;
2.° La reserva de cauciones reales y sus limitaciones;
3.° Cauciones reales constituidas por terceros;
4.° La reserva sólo puede tener lugar en los mismos bienes afectos a la garantía, y
5.° La reserva no cubre la parte en que la nueva deuda excede a la anterior.

1.115. A. No se permite la reserva de privilegios.


Esta afirmación es de fácil demostración, por las siguientes razones:
1.° Los privilegios no los crean las partes, sino que los establece la ley (N.° 981);
no está, en consecuencia, a la disposición de ellas asignarlos a una nueva obligación
2.° Porque mientras en los Arts. 1.640, 1.642 y 1.645 el legislador expresamente
permitió la reserva de los accesorios, en cambio en el Art. 1.641 se limitó a decir que la
novación extinguía los privilegios de la obligación anterior, sin contemplar la
posibilidad de que las partes los reservaran, y
3.° Porque es la misma solución que la ley da en otras situaciones, como por
ejemplo en el pago por consignación, cuando ésta es retirada en conformidad al Art.
1.607 con consentimiento del acreedor; el precepto declara que en tal caso se
extinguen los privilegios y cauciones, pudiendo éstas renovarse, pero sin que nada
diga dé renovar o mantener los privilegios (N.° 648).
La preferencia que acompaña a la hipoteca y el privilegio de la prenda sí que
pueden ser mantenidos para la nueva obligación mediante la reserva de estas
cauciones a que nos referiremos en los números siguientes.

684
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.116. B. La reserva de la prenda e hipoteca y sus limitaciones.


La novación extingue las cauciones reales, de acuerdo al Art. 1.642, inc. 1.°, “a
menos que el acreedor y el deudor convengan- expresamente en la reserva”.
Esta institución de la reserva de la hipoteca viene desde antiguo, y es de gran
trascendencia, puesto que el rango o preferencia de la hipoteca se determina por la
fecha de su inscripción (N.° 1.017); pues bien, la fecha de la hipoteca reservada será la
de su inscripción primitiva, de modo que ella conserva su rango para la nueva
obligación. Y así, por ejemplo, un inmueble está afecto a dos hipotecas, una primera
por $ 100.000 y a una segunda por $ 300.000; la obligación de la primera hipoteca es
novada. Sacada a remate la propiedad, éste da únicamente $ 300.000. Si la primera
hipoteca ha sido reservada, por conservar su calidad de tal se paga con el producto del
remate, abonándose $ 200.000 a la 2.° Pero si no conservara su rango, no alcanzaría a
pagarse, pues la de $ 300.000, que habría pasado a ser la-, absorber-la todo el
producto del remate.
Para efectuar la reserva, el legislador no ha exigido practicar una nueva
inscripción, pero es de todos modos conveniente anotar al margen de la inscripción
hipotecaria primitiva tanto la novación como la reserva.
La reserva perjudica evidentemente a los demás acreedores, como ha quedado en
claro en el ejemplo propuesto, y por ello el legislador la ha sometido a las limitaciones
que analizaremos en los números siguientes y que hemos enunciado: es necesario el
consentimiento del que constituyó la caución real, debe afectar al mismo bien en que
incidía, y no puede exceder el monto de la primitiva obligación.

1.117. C. La reserva requiere el consentimiento de quien constituyó la


hipoteca o prenda.
Como sabemos, es posible que la prenda o la hipoteca la hayan constituido
terceros ajenos a la deuda, o que el bien hipotecado haya sido enajenado por el
deudor. Si opera una novación, se requiere el consentimiento del que constituyó el
gravamen o del tercer poseedor de la finca hipotecada. Así lo estatuye el Art. 1.642,
inc. 2.°: “pero la reserva de las prendas e hipotecas de la obligación primitiva no vale,
cuando las cosas empeñadas o hipotecadas pertenecen a terceros, que no accedan
expresamente a la segunda obligación”.1082
La razón es la ya apuntada: el legislador no acepta que se varíe la obligación sin el
consentimiento de aquellos a quienes puede perjudicar la modificación: el que
constituyó el gravamen lo hizo para garantizar una obligación y no otra distinta.
Puede acontecer que la hipoteca o prenda la haya constituido uno de los
codeudores solidarios, por aplicación del principio de la pluralidad de vínculos (N.°
390), y que la novación haya sido pactada por otro de los codeudores solidarios. En tal
caso, de acuerdo al inc. 2.°, “si la novación se opera entre el acreedor y uno de sus
deudores solidarios, la reserva no puede tener efecto sino relativamente a éste. Las
prendas e hipoteca constituidas por sus codeudores solidarios se extinguen, a pesar de
toda estipulación contraria, salvo que éstos accedan expresamente a la segunda
obligación”.
Por ejemplo, A, B y C adeudan solidariamente a D $ 30.000, y A ha constituido una
hipoteca para garantizar la obligación sobre un inmueble de su propiedad; B y D
pactan una novación, en virtud de la cual en vez de los $ 30.000 se deben
mercaderías. Esta novación extingue la solidaridad y la hipoteca por A constituida, y
entre los novantes B y D no pueden acordar que éste reserve la hipoteca para la nueva
obligación sin el consentimiento de A.

1082
Veremos más adelante que la novación por cambio de deudor puede tener lugar sin el consentimiento
de éste, en cuyo caso toma el nombre de expromisión (N2 1.137). En tal evento, como dice don Manuel
Somarriva, Cauciones, ob. cit., N.° 352, pág. 322, si el deudor ha constituido una caución real no puede
reservarse sin su consentimiento.

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La justificación es la misma ya señalada: el codeudor que constituyó el gravamen


es ajeno a la novación-, no tiene por qué pasar a responder de la nueva obligación.

1.118. D. La reserva debe afectar al mismo bien hipotecado o dado en


prenda.
Es evidente que la reserva, si consiste en mantener lo existente, debe continuar
afectando al mismo bien gravado con la prenda o hipoteca. De ahí que se prohíba el
llamado salto de prenda o hipoteca. El legislador se puso en el caso más conflictivo, o
sea, cuando la novación tiene lugar por cambio de deudor, y el antiguo era el que
había constituido la garantía.
Dice el inc. 1 del Art. 1.643: “si la novación se opera por la substitución de un
nuevo deudor, la reserva no puede tener afecto sobre los bienes del nuevo deudor, ni
aun con su consentimiento”.
Por ejemplo, A deudor constituyó una hipoteca para garantizar su obligación, y en
virtud de una novación pasa B a ser deudor. La reserva puede hacerse sobre el bien
hipotecado por A con consentimiento de éste; lo que no puede hacerse es que ella
pase a radicarse en un inmueble perteneciente a B.
Si éste constituye una hipoteca sobre su inmueble para garantizar la nueva
obligación, hay otra hipoteca y no reserva de la anterior, porque ésta siempre supone
que continúe afecto a la garantía el mismo bien anterior. De lo contrario, podrían
perjudicarse otros acreedores hipotecarios en el inmueble de B si la hipoteca de A era
de fecha anterior a la de ellos.

1.119. E. La reserva no cubre la parte en que la nueva deuda excede a la


anterior.
Así lo señala el inc. final del Art. 1.642: “tampoco vale la reserva en lo que la
segunda obligación tenga de más que la primera”.
El mismo precepto coloca un ejemplo: “si, por ejemplo, la primera deuda no
producía intereses, y la segunda los produjere, la hipoteca de la primera no se
extenderá a los intereses”.
La razón es la ya señalada, porque la reserva perjudica a los demás acreedores
hipotecarios en especial, y a todos los restantes acreedores en general.
Lo primero, porque, según vimos anteriormente, la hipoteca conserva su rango y,
en consecuencia, si la hipoteca reservada es anterior a la otra, y el inmueble, al ser
rematado, no da para el pago de todas ellas, la hipoteca reservada aumentada se
pagaría antes. En el mismo ejemplo del N.° 1.116, en que el remate dio sólo $ 300.000,
la segunda hipoteca alcanzaba a pagarse sólo hasta $ 200.000, pero si la primera por
la novación con reserva hubiese pasado a ser de $ 150.000, en vez de $ 100.000, la
segunda hipoteca se pagaría por $ 150.000 únicamente. De ahí la limitación en
estudio.
Y los demás acreedores también se perjudican, porque, según sabemos, la prenda
e hipoteca tienen privilegio y preferencia, respectivamente, para su pago.

1.120. III. Constitución de nuevas garantías.


Por la misma razón de la libertad contractual, las partes pueden convenir garantías
para la nueva obligación, que incluso pueden ser las mismas anteriores, pero de todos
modos en tal caso se consideran como nuevas prendas o hipotecas.
Es lo que dispone el Art. 1.644: “en los casos y cuantía en que no puede tener
efecto la reserva, podrán renovarse las prendas e hipotecas; pero con las mismas
formalidades que si se constituyesen por primera vez, y su fecha será la que
corresponda a la renovación”.
En el ejemplo propuesto, las partes pueden convenir que haya hipoteca por los $
50.000 que vale más la nueva obligación que la anterior, pero en esta parte es una
tercera hipoteca, y se paga después de la 2a por $ 300.000.

686
Capítulo V
LA NOVACION OBJETIVA Y LA MODIFICACION
OBJETIVA DE LA OBLIGACION
1.121. Pauta.
Hemos advertido repetidas veces que sí jurídicamente la novación no constituye
una modificación de la obligación, sino que la extingue, en la práctica cumple
imperfectamente esa función, mediante su sustitución por una nueva, en que se le
introduce la variación que se busca.
Esto separa la novación de toda otra modificación, y hemos señalado la
importancia de distinguirla, por importar la extinción de todos los accesorios.
La modificación, en cambio, no extingue la obligación anterior, sino que la varía, y
en consecuencia no extingue sus accesorios: cauciones, privilegios, etc. Pero debe
tenerse presente, como lo iremos viendo a lo largo de este estudio, que ellas no
pueden por regla general perjudicar a los terceros ajenos a la convención
modificatoria.
Igualmente debemos tener presente que ciertas modificaciones pueden ocurrir por
causas ajenas a la convención, como es el caso típico de los aumentos que
experimente la cosa -animal que se debe y tiene una cría- y que veíamos al hablar de
la cosa debida bajo condición en el N.° 503, al cual nos remitimos. Ellos, en principio,
pertenecen al acreedor.
Finalmente, digamos que algunos casos relacionados con la modificación de la
obligación ya los hemos analizado, a saber:
1.° Se suele decir que la hay en la dación en pago, pero la verdad es que más
propiamente se trata de una modificación en el cumplimiento (N.° 711).
2.° La subrogación real (N.° 651). Así, por ejemplo, hemos visto que según el Art.
1.672, si el cuerpo cierto perece por culpa o durante la mora del deudor, la obligación
subsiste, pero varía de objeto (N.° 815). Lo que ocurre en nuestro concepto es que se
produce una subrogación real, y la obligación de indemnizar entra a reemplazar a la
que no se cumplió. Igual ocurre en toda subrogación real: la nueva obligación entra a
jugar el papel jurídico de la reemplazada por ella y goza de todos sus accesorios.
En este Capítulo examinaremos las siguientes situaciones:
1.° La novación objetiva;
2.° Aumentos o disminuciones en la prestación;
3.° Variaciones en las garantías, y especialmente la situación de la cláusula penal
estipulada con posterioridad al nacimiento de la obligación principal;
4.° Cambios en las modalidades de la obligación;
5.° Sentencia judicial, transacción, reconocimiento de deuda;
6.° Subsistencia de ambas obligaciones, y
7.° Otras modificaciones de la obligación.

1.122. I. Novación objetiva.


De acuerdo al N.° 1 del Art. 1.631 la novación puede efectuarse: “substituyéndose
una nueva obligación a otra, sin que intervenga nuevo acreedor o deudor”.

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Es la novación objetiva que, según decíamos, puede ser por cambio del objeto
debido, o por cambio de causa.
En el primer caso se varia el contenido mismo de la obligación, como en el ejemplo
antes puesto de que se deba dinero y se acuerde posteriormente que se entregue un
automóvil.
Ya hemos señalado que si la nueva obligación es de dar, constituye título
traslaticio de dominio.
Finalmente, para que haya novación, la variación debe ser esencial, y por ello el
Código, en los preceptos que veremos en los números siguientes, se preocupó de
precisar casos que no constituyen novación.1083
La novación por cambio de causa es una forma muy especial de ella, porque la
obligación aparentemente permanece invariable. No cambian ni la prestación ni los
sujetos activo o pasivo de ella, sino que únicamente la causa, esto es, el motivo
jurídico por el cual una persona está obligada a otra. Don Andrés Bello ponía el
siguiente ejemplo: una persona está debiendo a otra un saldo de precio de una
compraventa, y por una convención posterior se acuerda que se va a continuar
adeudando la misma suma, pero a título de mutuo.
Aparentemente no se ve el objeto de esta novación, cuya calidad de tal incluso se
discute, pero tiene importancia, porque en el ejemplo propuesto por el Sr. Bello
importa decir que la obligación de pagar el precio de la compraventa ha quedado
extinguida, y en consecuencia no procederla ni la acción resolutoria, ni la excepción del
contrato no cumplido, etc. En efecto, como la obligación de pagar el precio se extinguió
por novación, y nació en su reemplazo una nueva de pagar la misma suma a título de
mutuo, si esta deuda no se paga, no podría el acreedor pedir la resolución de la
compraventa, sino únicamente exigir el pago del mutuo,1142 bis ni podría el deudor si
se le cobra el mutuo, oponerse diciendo que el vendedor no ha cumplido sus propias
obligaciones, etc.1084

1.123. II. Aumentos o disminuciones en la prestación.


El Art. 1.646 se pone en el caso de que la modificación de la obligación consiste
simplemente en añadir o quitar una especie, género o cantidad a la primera.
En tal caso no hay novación, pero el precepto considera que hay dos obligaciones
distintas, puesto que habla de “segunda obligación” y de “ambas obligaciones”.
Un ejemplo típico es que la obligación primitivamente no devengare intereses, y
posteriormente las partes convengan en que se deban éstos, o viceversa. El interés es
un elemento accidental que puede faltar en la obligación, no comprometiendo su
existencia; de ahí que si varían, no hay novación, y por ello se ha resuelto que no se
produce si las partes se han limitado a elevar la tasa de los intereses que se
devengaban.1085
Esta modificación o nueva obligación, de todos modos no puede perjudicar a los
terceros que en ella no han intervenido, según el principio que hemos dejado señalado,
y por ello el precepto declara que los codeudores solidarios y subsidiarios “podrán ser
obligados hasta concurrencia de aquello en que ambas obligaciones convienen”. En el
ejemplo propuesto no estarían obligados a los nuevos o mayores intereses estipulados.

1083
Casos de jurisprudencia en G.T. de 1910, T. 1°, N.° 82, pág. 362, y de 1938, 2° sem., N.° 82, pág. 362.
1142 bis
En la práctica se está usando actualmente con tal objeto la aceptación por el comprador de letras
de cambio o pagarés por el saldo de precio adeudado, con declaración de que ella constituye novación de la
obligación de pagar éste. En consecuencia, el precio de la venta queda pagado, no hay necesidad posterior
de otorgar escritura de cancelación del mismo, ni queda condición resolutoria tácita pendiente.
1084
Ante nuestros tribunales se presentó un caso de cesión de derechos hereditarios en que
posteriormente se convino que el cesionario no pagara el precio de la cesión en la fecha convenida, sino que
lo retuviera a título de mutuo: G. T. de 1897, T. 1°, N.° 1751, pág. 1105. En un caso muy semejante se
resolvió que no había novación por falta del animus novandi: G.T. de 1914, 29 sem., N` 399, pág. 115.
1085
RDJ, T. 22, sec. la, pág. 217.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

La disminución de la deuda no constituye novación,1086 sin embargo de haberse


fallado erróneamente lo contrario.1087

1.124. III. Agregación o disminución de garantías. Caso de la cláusula penal.


Las cauciones constituyen siempre obligaciones accesorias a la principal, de
manera que cualquier cambio que ellas experimenten no importa una variación en la
obligación principal, y en consecuencia no hay novación.
Por tanto no hay novación si se la establece para una obligación que no estaba
antes garantizada, o a la inversa, se suprime alguna que accedía a ella. Y así, si el
acreedor renuncia a la hipoteca y la cancela, no hay novación.1088
Según sabemos, si por hecho o culpa del deudor las cauciones de la obligación se
han extinguido o disminuido considerablemente de valor, y no las renueva o mejora, se
produce la caducidad del plazo (N.° 475).
La cláusula penal queda sujeta a reglas muy especiales cuando es estipulada con
posterioridad a la obligación principal, pues se hace necesario establecer con precisión
si las partes han pretendido pactar una pena o reemplazar el objeto de la obligación.
Por ejemplo, A adeuda a B $ 50.000, y acuerdan que se cancele la deuda entregando
un automóvil; ésta es una novación, pero si la entrega del automóvil es para el caso de
no cumplirse la obligación de pagar los $ 50.000 hay cláusula penal, y habrá o no
novación según la distinción que efectúa el Art. 1.647:
1.° Si son exigibles conjuntamente la obligación principal y la pena, no hay
novación, pero los terceros ajenos a la estipulación no son afectados por la pena.
Así lo señala la parte inicial del precepto: “si la nueva obligación se limita a
imponer una pena para el caso de no cumplirse la primera, y son exigibles juntamente
la primera obligación y la pena, los privilegios, fianzas, prendas e hipotecas subsistirán
hasta concurrencia de la deuda principal sin la pena”. Se confirma una vez más la
resistencia a perjudicar a terceros ajenos a la convención, que hemos venido
destacando en todo el Capítulo de las modificaciones de la obligación.
2” Mas, si en el caso de infracción es solamente exigible la pena, se entenderá
novación desde que el acreedor exige sólo la pena, y quedarán por el mismo hecho
extinguidos los privilegios, prendas e hipotecas de la obligación primitiva, y exonerados
los que solidaria o subsidiariamente accedieron a la obligación primitiva, y no a la
estipulación penal”.
Como el acreedor sólo puede exigir la pena, desde el momento en que así lo hace,
la obligación principal ha quedado extinguida por novación, y con ella sus accesorios.

1.125. IV. Modificación en las modalidades de la obligación.


Puesto que las modalidades son elementos accidentales de la obligación (N.° 452),
su modificación en ningún caso significa novación, pues no varia un elemento esencial
de aquélla.
El legislador se preocupó del plazo en los Arts. 1.649 y 1.650. La modificación del
plazo varia la exigibilidad de la obligación y no importa la constitución de una nueva,
pero ella no afecta a los terceros que acceden a la obligación.
1.° Ampliación del plazo.
Dispone el Art. 1.649: “la mera ampliación del plazo de una deuda no constituye
novación- pero pone fin a la responsabilidad de los fiadores, y extingue las prendas e
hipotecas constituidas sobre otros bienes que los del deudor; salvo que los fiadores o

1086
RDJ, T. 21, sec. la, pág. 461.
1087
G. T. de 1915, ler sem., N.° 84, pág. 174: se había rebajado un 20% de la obligación primitiva. En tal
caso hay remisión (N° 1.182), a menos que por la parte rebajada se contraiga una nueva obligación en que
habría novación parcial.
1088
Pero siempre el tercero ajeno a la convención no puede ser perjudicado por ella, y por eso en el caso
propuesto podría extinguirse la fianza si concurren los requisitos del Art. 2.355. Nueva manifestación de que
las modificaciones de la obligación
obligación producen respecto de terceros efectos muy semejantes a la novación.

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los dueños de las cosas empeñadas o hipotecadas accedan expresamente a la


ampliación”.
Como decíamos, no hay novación, porque varia un elemento accidental de la
obligación, pero los terceros ajenos a la ampliación no pueden ser perjudicados por
ella, puesto que se habían comprometido hasta un plazo determinado y no más allá, y
correrían el riesgo de la insolvencia del deudor o del agravamiento, de ella en el nuevo
plazo.1089
Pero como se ha resuelto acertadamente, el no cobro de la obligación por el
acreedor a su vencimiento por mera tolerancia suya, sin un acuerdo de prórroga con el
deudor, no hace caducar las cauciones de terceros.1090
Puede advertirse también que el Art. 1.647 no menciona a los codeudores
solidarios, entre quienes quedan liberados por la ampliación del vencimiento de la
obligación. La conclusión se impone: el aumento del plazo otorgado por el acreedor a
uno de ellos afecta a los demás,1091 efecto que se explica en virtud de la representación
tácita y recíproca que se supone existe entre los codeudores solidarios (N.° 396 y 397).
Todos ellos estuvieron representados por el que convino la ampliación de plazo.
2.° Reducción del plazo.
Dice el Art. 1.650: “tampoco la mera reducción del plazo constituye novación; pero
no podrá reconvenirse a los codeudores solidarios o subsidiarios sino cuando expire el
plazo primitivamente estipulado”.1092
Como puede apreciarse, en este caso no opera la representación tácita y
recíproca, y los codeudores solidarios ni ningún otro tercero que pueda ser obligado al
pago se ve afectado por la estipulación de reducción del plazo.
La disposición se refiere al caso en que las partes convienen disminuir el plazo,
pero no a aquel en que se produce la caducidad de éste en las circunstancias
estudiadas en los N` 472 a 475.

1.126. V. Sentencia judicial, transacción, reconocimiento de deuda.


Nos referiremos en este número a algunos actos que no implican aparentemente
un cambio en la obligación, pero que en la práctica significan una modificación y un
robustecimiento de ella, en cuanto a su certidumbre, exigibilidad y ejecutabilidad.
1.° La sentencia judicial.
Con la sentencia judicial no hay una obligación nueva; es a la misma obligación
que se cobraba anteriormente a la que el deudor es condenado a pagar. Ahora, si la
sentencia rechaza la demanda o es porque la obligación no existía o no pudo
establecerse su existencia, o es porque existiendo y probada, se encontraba extinguida
por alguno de los modos de extinguir la obligación.
Se ha solido hablar de novación acumulativa para este caso, porque el acreedor
uniría a los efectos propios de la obligación los de la sentencia.
Lo que ocurre es que la obligación, pero la misma y no una nueva, se robustece,
porque pasa a protegerla la majestad de la cosa juzgada.
2.° Transacción.
Hemos señalado que la transacción es un contrato en que las partes ponen fin a un
litigio pendiente o precaven uno eventual, haciéndose concesiones recíprocas.
En la transacción hay un reforzamiento de la obligación en el mismo sentido de la
sentencia, pues también produce efectos de cosa juzgada. Pero además, al efectuarse
las concesiones reciprocas, la transacción puede llevar envueltos otros actos, como
una remisión parcial de la deuda, una modificación de ella, e incluso una novación, si

1089
Casos de aplicación de este principio en RDJ, T. 17, sec. 2a., pág. 25, y G. T. de 1883, N.° 3.641, pág.
2072 y de 1914, 1er sern., No 168, pág. 385, citados en Repertorio, T. 52, pág. 86.
1090
G. T. de 1859, M 1.454, pág. 870 y de 1861, NO 419, pág. 257.
1091
G. T. de 1882, N.° 2.652, pág. 1490.
1092
El precepto en su edición auténtica utiliza erróneamente la palabra “acreedores”. La única que tiene
sentido es la colocada en su reemplazo en el texto.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

se reúnen los requisitos de ésta, como lo señala el propio Código en el Art. 2.461, inc. 2
(Véase N.° 411, 3.°).
3.° Reconocimiento de deuda.
Igual reforzamiento de la obligación existe si ésta era verbal, y se pone por escrito,
o constando por instrumento privado, se da cuenta de ella en instrumento público, etc.
Mientras no se sustituya una obligación por otra no habrá novación, ni modificación en
la obligación misma, aunque evidentemente el acreedor quede en mejor situación para
su cobro.1093
Hay ciertos documentos, sin embargo, los negociables de comercio, como letras de
cambio, cheques, etc., cuyo efecto extintivo mencionamos al tratar de la dación en
pago (N' 714). Y así se ha llegado a fallar que si se sustituye la obligación de pagar el
saldo de precio de la compra de un inmueble por la de pagar una letra de cambio, hay
novación.1094
El fallo es evidentemente erróneo al tenor de lo que disponía el Art. 124 del C. de
Co. (hoy Art. 12 de la Ley 18.092 de Letras de Cambio y Pagarés): no es novación la
dación en pago de documentos negociables, verificada en conformidad a un nuevo
contrato, si pueden coexistir la obligación primitiva y la que el deudor contrae por los
documentos negociables entregados.1095

1.127. VI. Subsistencia de ambas obligaciones.


Hemos señalado que el grave inconveniente para el acreedor de la novación es
que implica la extinción de los accesorios de la obligación anterior.
Hemos señalado también que jurídicamente la dación en pago supone que se
cumpla la obligación en forma distinta a la convenida primitivamente.
Pues bien, cabe preguntarse si es posible que las partes convengan en que la
obligación se cumpla de manera distinta a la convenida, pero que hasta ese momento
subsista la obligación primitiva. Cumplida la obligación en la forma modificada,
quedarían extinguidas tanto ésta como la primitiva. Dicho de otra forma, se trataría de
una verdadera promesa de dación en pago, pero si ésta no se efectúa, queda al
acreedor la facultad de exigir la obligación primitiva con sus cauciones o accesorios, o
la prometida, pero sin aquello,
No nos parece dudosa la respuesta afirmativa, en virtud de lo dispuesto en el inc.
2.° del Art. 1.634: si no hay intención de novar, se miran ambas obligaciones como
coexistentes y vale la primitiva en todo lo que la nueva no se oponga (N.° 1.109). Por
otra parte, en el fondo la obligación se ha transformado en alternativa, sólo que como
no es originaria, los terceros ajenos al pacto posterior no son obligados al mismo (N.°
375). Finalmente, es la solución del Art. 1.647 en caso de pactarse una cláusula penal;
si es exigible la obligación principal y la pena, subsisten los privilegios y garantías por
la primera, sin la segunda.
Estos, en consecuencia, no corresponderán en ningún caso si se exige la dación
prometida, pero sí, si el acreedor, al no cumplirse ésta, exige la obligación primitiva. Se
ha producido, pues, una modificación acumulativa de la obligación.
Creemos que las partes son soberanas por la libertad contractual para estipular
toda suerte de modificaciones a la obligación, subsistiendo una de ellas o ambas, pero
relacionadas en su cumplimiento; lo que la ley les ha prohibido es trasladar de una
obligación a otra sus privilegios y cauciones, sin perjuicio de extender éstas a la

1093
En la G. T. de 1913, 1er. sem., N.° 95, se estudia en relación con este punto un caso de escrituras
aclaratorias o modificatorias.
1094
RDJ, T. 27, sec. 2a, pág. 31. Lo mismo se resolvió para el pago de un arriendo con un pagaré en G. T.
de 1893, T. 1°, N.° 9931 pág. 686. En contra de esta tesis: RDJ, Ts. 8°, sec. la, pág. 288, y 37, sec. la, pág.
520.
1095
La vacilación jurisprudencia] explica la precaución al estipularse el pago de un saldo de precio de una
compraventa con letras de cambio, de agregar la frase: “la aceptación de estos documentos no constituye
novación”. A la inversa, las partes pueden convenir que diha aceptación importe novación en la forma
señalada en la nota 1.142 bis.

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segunda obligación, pero con dos limitaciones: su fecha será la de su ampliación a la


nueva obligación, y no afecta ésta a los terceros garantes sin su consentimiento.

1.128. VII. Otras modificaciones de la obligación.


La posibilidad de alterar una obligación es múltiple. Queremos únicamente
destacar dos casos que han interesado a los tribunales;
1.° Circunstancias del pago.
Las partes pueden alterar la forma en que deba cumplirse la obligación, y en tal
caso evidentemente no hay novación.1096
El Código se ha colocado en el caso de que se modifique el lugar del pago en el
Art. 1.648: “la simple mutación de lugar para el pago dejará subsistentes los
privilegios, prendas e hipotecas de la obligación, y la responsabilidad de los
codeudores solidarios y subsidiarios, pero sin nuevo gravamen”. Esto último es una
nueva confirmación del principio general de que la modificación de la obligación no
puede perjudicar a los terceros garantes de ella.
2.° Prenda de un crédito.
Una sentencia ha declarado que el hecho de dar en prenda un crédito no
constituye novación.1097 A primera vista, esto puede parecer discutible, pues el que
recibe el crédito en prenda va a poder exigir el pago de éste al deudor del mismo, en lo
que se parece a la novación por cambio de acreedor. Pero la verdad es que no cobra
como nuevo acreedor, sino porque es representante, diputado para el cobro del
acreedor que es su deudor y para el solo efecto de cobrar el crédito y pagarse del suyo
propio.1098-1157 bis

1096
RDJ, T. 41, sec. la. pág. 150.
1097
RDJ, T. 22, sec. la pág. 388.
1098
Esta diputación no se extiende al cobro judicial del crédito, y por ello el acreedor prendario no está
facultado para solicitar la declaración de quiebra del deudor del crédito dado en garantía: RDJ, T. 65, sec. la.
pág. 106
1157 bis
Resumiendo doctrinariamente el problema de las modificaciones objetivas de la obligación, la
novación objetiva y la dación en pago, caben dos órdenes de distinciones:
1° Variaciones que se limitan a alterar el objeto o contenido de la prestación, y las que implican un
cambio de los mismos. Sólo en estas última entran a jugar la novación y dación en pago, y
2° Modificaciones que se producen en el momento mismo del cumplimiento, y aquellas que se convienen
entre el nacimiento de la obligación y su extinción.
Combinando estas clasificaciones, se dan cuatro posibilidades:
1° Variaciones accidentales del cumplimiento mismo, como la señalada en el texto del lugar del pago. Desde luego no hay novación
ni dación en pago por no ser esencial la modificación;
2° Alteración del objeto debido en el cumplimiento mismo, la clásica dación en pago;
3° Modificaciones convenidas sobre la forma de cumplir la prestación, sin alterar esencialmente ésta y sin
que tampoco se efectúe de inmediato el cumplimiento. No hay novación, ni dación en pago, ni tampoco
mayor gravamen para terceros ajenos al convenio, y
4° Convención que varía el objeto debido, sin que se realice de inmediato el cumplimiento. Esta puede
hacerse de dos formas:
A) Si las partes dan por extinguida la obligación anterior, hay novación lisa y llana, y
B) En caso contrario, se produce la situación explicada en el N.° 1.127.
Se aprecia cómo la novación no es más que una probabilidad dentro de las modificaciones del objeto
debido, y no la institución capital en tomo a la cual gira toda la institución, según ocurre en nuestro Código.
Invirtiendo el punto de vista, tendríamos a la dación en pago como figura rectora, que puede ser la clásica si
la modificación se produce en el cumplimiento mismo, novatoria si se conviene la extinción y reemplazo de
la obligación anterior, y acumulativa si quedan pendientes ambas prestaciones, la una en subsidio de la otra.
Es así como se va generando el desplazamiento de las modificaciones esenciales hacia la dación en pago,
quedando el efecto novatorio como uno de los posibles de ella.
En el estado actual de nuestra legislación, no hay duda que la dación en pago sólo juega en el pago
mismo; antes del cumplimiento, o hay novación o subsistencia de las obligaciones en la forma señalada en el
N.° 1.127.

692
Capítulo VI
LA NOVACION SUBJETIVA Y LAS
MODIFICACIONES SUBJETIVAS DE LA
OBLIGACION
1.129. Pauta.
Trataremos esta materia dividida en tres secciones:
1.° La primera para hablar de la novación subjetiva por cambio de acreedor, y
compararla con los otros casos de modificación subjetiva activa de la obligación.
2.° La segunda para tratar la novación por cambio de deudor, y otras formas de
reemplazar al deudor en una obligación, y
3.° La tercera la destinaremos a la cesión de contrato.

Sección primera

LA NOVACIÓN POR CAMBIO DE ACREEDOR Y LAS MODIFICACIONES


SUBJETIVAS ACTIVAS DE LA OBLIGACIÓN

1.130. Enunciación.
En esta primera sección estudiaremos la novación por cambio de acreedor, y
efectuaremos un paralelo entre ella y las otras figuras principales en que se cambia el
acreedor: cesión de créditos y pago con subrogación, y entre éstas.

1.131. I. Novación subjetiva por cambio de acreedor.


Decíamos que la novación podía ser objetiva y subjetiva, y ésta, a su vez, por
cambio de acreedor o de deudor.
A la novación por cambio de acreedor se refiere el N.° 2 del Art. 1.631, y se
materializa “contrayendo el deudor una nueva obligación respecto de un tercero, y
declarándole en consecuencia libre de la obligación primitiva el primer acreedor”.
Por ejemplo, A debe $ 50.000 a B, y por una convención se acuerda que los pague
a C. Esta forma de novación supone la intervención de tres personas, y el triple
consentimiento de ellas:
1.° El del deudor, A en el ejemplo, puesto que contrae una nueva obligación. En
ello se diferencia muy claramente la novación por cambio de acreedor de la cesión de
créditos y pago con subrogación que no requieren tal consentimiento (Ver número
siguiente);
2.° El del acreedor primitivo, B en el ejemplo, que debe dar por libre a su respecto
al deudor A. Con esto, B da por extinguido su crédito, y es lógico que deba intervenir su
voluntad.
De acuerdo a la regla general del Art. 1.634, basta que esta voluntad aparezca en
forma indudable, sin que sea necesario que se exprese así. Pero en todo caso no debe
quedar duda que el primitivo acreedor ha entendido novar y dar por libre al deudor.

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Y es así que el acreedor puede simplemente haber diputado a una persona para
recibir el pago; en tal caso, de acuerdo al Art. 1.632, no hay novación. Ello es obvio,
por cuanto el diputado para el pago cobra por cuenta del acreedor; no es
personalmente acreedor. En cambio, en la novación por cambio de acreedor el nuevo
sujeto activo cobra para sí y no por cuenta del primitivo acreedor.1157 tris
3.° Se requiere igualmente el consentimiento e intervención del nuevo acreedor, C
en el ejemplo, porque nadie puede adquirir derechos contra su voluntad- y C pasa a ser
acreedor de A.
Esta forma de novación es muy poco frecuente y ha sido prácticamente desterrada
por la cesión de créditos y pago con subrogación que eliminan sus problemas e
inconvenientes. Pero sí que puede tenerla cuando el antiguo acreedor, B en el ejemplo,
es a su turno deudor del nuevo acreedor; en el ejemplo, C.
En tal caso, merced a la novación, B cancela su propia deuda y se desliga de dos
obligaciones, una en que figuraba como sujeto activo (acreedor de A) y la otra en que
actuaba como sujeto pasivo (deudor de C). En tal caso la novación ha operado una
economía en las relaciones jurídicas.
Pero esta forma de novación supone, al mismo tiempo, dos novaciones: una por
cambio de acreedor, en que C pasa a serlo de A, dejando de serlo B.
Y hay una novación por cambio de deudor, porque el deudor de C era B y en virtud
de la novación pasa a serlo A.
En la práctica se suele presentar esta forma de novación en la compraventa, como
si por ejemplo B ha vendido una casa a A en $ 300.000, y A paga el precio con $
200.000 al contado, y haciéndose cargo de una deuda de B con C por $ 100.000,
aceptando C a A como su nuevo deudor. Es exactamente el mismo caso anterior, con
una doble novación que extingue la deuda de A con B de pagar el saldo de precio de la
compraventa, y la de B con C por los $ 100.000 que le debía, y queda subsistente
únicamente la de A de pagar estos 100.000 a C.
La importancia de esta figura estriba en que si posteriormente A no le paga a C, no
se puede pedir la resolución de la compraventa, pues la obligación de pagar el precio
quedó irremediablemente extinguida por novación.1099 Volveremos sobre el punto en la
sección siguiente, pero advertimos que lo anterior vale únicamente si C consiente en
dar por libre a B expresamente, pues en caso contrario no hará novación, y podrá
exigirle los $ 100.000 a B, su deudor, o a A, que -se ha comprometido a pagar por B
(N.° 1.136).

1.132. II. Novación por cambio de acreedor, cesión de créditos y pago con
subrogación.
Hemos señalado que tres son los principales actos por los cuales se reemplaza
entre vivos en un crédito la persona del acreedor: la novación por cambio de acreedor,
la cesión de créditos y el pago con subrogación.
Pero entre estos dos últimos, por un lado, y la novación, por el otro, hay una
diferencia fundamental, de la cual derivan todas las restantes. Aquéllas traspasan de
una persona a otra el crédito; es el mismo crédito el que cambia de acreedor, pasa de
una mano a la otra. En la novación, en cambio, no hay traspaso del crédito. Antes por
el contrario, el primer crédito se extingue, con todos sus accesorios, y nace uno nuevo.
En la novación hay extinción de una obligación y nacimiento de otra, y propiamente
por eso decíamos que no es una modificación de ella, aunque con tal objeto se la use.
La novación, por su efecto de extinguir la obligación, igualmente pone término a
sus accesorios y cauciones, privilegios, etc., mientras que tanto la cesión de créditos
como el pago con subrogación los mantienen y traspasan al nuevo acreedor. No

1157 tris
La Corte Suprema consideró que había diputación en una promesa de compraventa en que el
marido prometiente vendedor estipuló que parte del precio se pagara a su mujer, y en la escritura de
compraventa revocó esta estipulación, y percibió el precio: RDJ, T. 18, sec. la. pág. 195.
1099
RDJ, T. 4° sec. la., pág. 14.

694
LAS OBLIGACIONES TOMO II

obstante, por la reserva. pueden en la novación mantenerse los accesorios, cauciones,


etc., de la obligación primera, pero con el consentimiento de los terceros que han
garantizado su pago, el cual no se exige en las otras instituciones.
En cuanto a su perfeccionamiento, la novación por cambio del acreedor requiere el
consentimiento del deudor y de ambos acreedores, el nuevo y el anterior. El pago con
subrogación, si es legal, opera de pleno derecho, por el solo hecho del pago, o sea, con
la mera voluntad del nuevo acreedor; si es convencional requiere también el
consentimiento del primer acreedor, y ésta y la cesión de créditos se conforman con la
notificación del deudor, sin ser necesario su consentimiento como en la novación por
cambio del acreedor.1158 bis
En la subrogación y cesión de créditos, el deudor puede oponer las mismas
excepciones que tenía contra su primer acreedor; en la novación, el crédito está
extinguido, y de ahí que no puedan esgrimirse tales excepciones.
En definitiva, pues, hay múltiples diferencias entre estas instituciones, lo que ha
hecho prácticamente desaparecer la novación por cambio de acreedor, en forma
aislada. Sólo en unión de otras convenciones de la manera señalada anteriormente,
suele hacerse presente.

1.133. III. Cesión de créditos y pago con subrogación.


La semejanza entre ambas instituciones es mucho mayor que la novación subjetiva
activa, puesto que en las dos es el mismo crédito que pasa de un acreedor a otro, y lo
hace con todos sus accesorios, privilegios y cauciones. Algunos anotan en este aspecto
como diferencia entre ellas que en el pago con subrogación se traspasan las
excepciones personales del acreedor (N.° 673), cosa que no ocurre en la cesión por
expresa disposición del Art. 1.906 (No 1.064), pero hemos visto que semejante
distinción, que no tendría justificación alguna, en realidad no existe. En ninguno de los
casos pasan los derechos inherentes a la persona misma del acreedor, sin relación con
el crédito traspasado.
La semejanza se hace aún mayor en la subrogación convencional, pues requiere el
consentimiento de ambos acreedores, el primitivo y el nuevo, y se perfecciona en igual
forma que la cesión de créditos.
Pero lo que nunca necesita ninguna de las dos es el consentimiento del deudor; en
la legal, ni siquiera se le notifica.
Sin embargo, existen algunas diferencias entre las instituciones, las cuales incluso
puede atenuar la convención de los interesados. Son las principales:
1.° La subrogación puede ser legal o convencional. La cesión de derechos supone
un título traslaticio, esto es, un contrato entre las partes, y por tanto nunca es legal; la
subrogación, cuando es legal, no requiere cumplir otros requisitos que los señalados
por la ley para cada caso, mientras la cesión de créditos tiene normas especiales en
cuanto al perfeccionamiento entre las partes y respecto de terceros;
2.° La subrogación es un pago, mientras la cesión de créditos, según decíamos,
supone un contrato previo; de ahí que la primera pueda efectuarse aun contra la
voluntad del acreedor, lo que no es posible en la cesión de créditos;
3.° Siendo la subrogación un pago, ella se produce únicamente hasta el monto de
lo pagado, mientras que la cesión es un negocio especulativo y es perfectamente
posible que se dé o pague por ella un valor inferior al monto del crédito cedido, o nada
se pague si ha mediado donación. No por ello el cesionario deja de estar habilitado
para perseguir el crédito íntegro. En la subrogación, si no se ha dado o pagado el
monto total del crédito, hay pago y subrogación parciales, y concurren dos acreedores,

1158 bis
De ahí que el Art. 1.636, según veremos al tratar la delegación (N' 1.143, 2°), declare que si el
delegado (nuevo deudor) es sustituido contra su voluntad al delegante (antiguo deudor) no hay novación,
sino cesión de crédito del delegante a su acreedor.
También por ello es que el inc. 2 del Art. 1.632 dispone que no hay novación cuando un tercero es
subrogado en los derechos del acreedor.

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teniendo preferencia el primer acreedor sobre el subrogante, lo que no ocurre en la


cesión de créditos;
4.° En la subrogación, el que paga al acreedor gozará en contra del deudor de dos
acciones: la subrogatoria y la acción propia del mutuo, mandato, agencia oficiosa, etc.,
lo que no ocurre en la cesión, y
5.° Finalmente, en la cesión, cuando menos si es a título oneroso, hay una
responsabilidad para el cedente: de la existencia del título, que puede aún extenderse
más allá en el pago no existe esa responsabilidad.1100

Sección segunda

LA NOVACIÓN POR CAMBIO DE DEUDOR Y LAS MODIFICACIONES SUBJETIVAS


PASIVAS DE LA OBLIGACIÓN

1.134. Enunciación.
Hasta aquí hemos visto que en el Capítulo de las modificaciones objetivas de la
obligación, y en el sujeto activo de ella, se ha producido sin mayores dificultades el
desplazamiento de la novación por nuevas figuras que han alcanzado ya su pleno
rango y desarrollo.
No ocurre lo mismo en cuanto al sujeto pasivo, y aun cuando las legislaciones
modernas han avanzado bastante en este camino, la verdad es que parece difícil un
cambio total, porque si bien puede dar lo mismo quien sea el acreedor, nunca será
igual para éste quien sea su deudor, ni tampoco para los terceros garantes de la
obligación.
Por ello advertimos de antemano que normalmente las nuevas figuras aparecidas
o desarrolladas en la doctrina y legislaciones se diferencian fundamentalmente de la
novación en que no extinguen la deuda, pero en sus demás efectos se le asemejan
bastante (N.° 1.149).
Hecha esta advertencia, trataremos esta materia en tres párrafos. En el primero
veremos la novación por cambio de deudor, en el segundo la delegación de deuda, y
en el tercero, un breve examen de las otras instituciones mentadas.

Párrafo 1.°

NOVACIÓN POR CAMBIO DE DEUDOR

1.135. Concepto.
Al menos entre nosotros en que no existen instituciones sustitutivas desarrolladas
en la legislación, la novación por cambio de deudor puede tener mucho mayor
aplicación que las antes estudiadas.
Está establecida en el N.° 3.° del Art. 1.631: la novación puede efectuarse:
“Sustituyéndose un nuevo deudor al antiguo, que en consecuencia queda libre”.
En la novación por cambio de deudor no puede faltar el cambio de un deudor por
otro, y que éste quede libre.
Para lo primero es indispensable el consentimiento de dos partes: el nuevo deudor
y el acreedor- por ejemplo, A debe a B $ 50.000 y C se compromete a pagar dicha
suma a B en lugar de A, consintiendo B en dar a A por libre expresamente.
Es necesario el consentimiento del nuevo deudor, C en el ejemplo, porque nadie
puede ser obligado contra su voluntad.
1100
Pueden producirse además otras modificaciones activas de la obligación, como lo veremos al tratar de
las pasivas. En éstas, si el deudor que reemplaza o se agrega al primitivo es a su vez deudor de éste, para él
existirá un nuevo acreedor, tal como lo vimos en el N` 1.131 en el caso de la doble novación, por cambio de
deudor y acreedor, pero con la variante de que no existe novación, y el nuevo toma para sí la misma
obligación del primitivo deudor (N`1.152
(N`1.152 y siguientes).

696
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Y es indispensable el consentimiento del acreedor, B en el ejemplo, porque para él


va a cambiar su deudor. Ya no podrá cobrarle a A, respecto de quien la obligación se
extinguió, sino que únicamente a C. Y no sólo se ha extinguido la obligación, sino que
sus garantías, a menos que ellas se reserven, con las limitaciones ya estudiadas,
especialmente de que la reserva no puede tener lugar en los bienes del nuevo deudor
(N.° 1.118, Art. 1.643, inc. 2.°).
Para el acreedor, pues, la novación tiene una gran trascendencia por la razón ya
apuntada de que nunca dará lo mismo una persona u otra como deudor, y así puede
acontecer en el ejemplo de que A sea muy solvente y cumplidor y C esté al borde de la
quiebra. En tal caso es evidente que B no aceptará la novación ni dará por libre a A.
Pero el caso puede ser el inverso, y que A sea insolvente y C un hombre de gran
fortuna, y entonces puede producirse la novación en estudio.
Pero por los motivos apuntados, el legislador ha exigido la voluntad expresa del
acreedor de dar por libre al deudor. En el No 1.109 vimos que en la novación en
general basta que aparezca la intención novatoria. En este caso, en cambio, el Art.
1.635, en su primera parte, aclara que “la substitución de un nuevo deudor a otro no
produce novación, si el acreedor no expresa su voluntad de dar por libre al primitivo
deudor”.
Nuestros tribunales también han destacado el carácter de excepción de la
disposición, que exige expresión de la voluntad.1101
Ahora bien, en cuanto al deudor primitivo, caben dos posibilidades, que
examinaremos en los números siguientes:
1.° Que el acreedor no consienta en darlo por libre, y
2.° Que el deudor anterior concurra o no con su consentimiento a la novación.

1.136. I. Caso en que el acreedor no da por libre al deudor primitivo.


En su primera parte el Art. 1.635 exige, como vimos, para que haya novación,
que---el acreedor expresamente libere al deudor primitivo.
“A falta de esta expresión -continúa el precepto- se entenderá que el tercero es
solamente 'diputado por el deudor para hacer el pago, o que dicho tercero se obliga
con él solidaria o subsidiariamente, según parezca deducirse del tenor o espíritu del
acto”.
Se comprenderá entonces que el acreedor no tendrá un gran interés en dar por
libre al deudor primitivo, pues si no lo hace mejora su situación.
Corresponderá al intérprete determinar cuándo no se ha expresado dar por libre al
anterior deudor, qué acto se ha celebrado: la Corte Suprema ha resuelto que es
cuestión de hecho esta determinación, y que en consecuencia no la podría revisar por
la vía de la casación en el fondo.1102
Son varias las soluciones posibles:
1.° En primer lugar, puede tratarse de un mero mandato para pagar; una
diputación para efectuar el pago. En tal caso, como lo dice el Art. 1.632, no hay
novación, ni tampoco hay nuevo deudor. El diputado paga por el deudor, no puede ser
perseguido por el acreedor en sus propios bienes, sino únicamente como mandatario
del deudor.
Aplicando estas disposiciones, se ha resuelto que si el mandatario reconoce la
deuda del mandante y recibe fondos de éste para el pago, no hay novación, sino
diputación para el pago.1103
2.° En segundo lugar, el Art. 1.635 menciona la posibilidad de que el nuevo deudor
pase a tener la calidad de codeudor solidario o subsidiario del primitivo. Se habrá
producido, pues, una modificación acumulativa en el aspecto pasivo de la obligación,
agregándose a ella nuevos deudores, principales o fiadores, y

1101
RDJ, Ts. 32, sec. la, pág. 405, y 59, sec. 2a., pág. 43.
1102
RDJ, T. 40, sec. la., pág. 346.
1103
RDJ, T. 9°, sec. la., pág. 209.

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3.° Aunque el precepto no lo diga, es evidente que las partes pueden convenir
como estimen conveniente la responsabilidad que adquiere el nuevo deudor agregado
a la obligación.

1.137. II. Consentimiento del primitivo deudor; expromisión, adpromission y


delegación.
El inciso final del Art. 1.631 dice refiriéndose a la novación por cambio de
deudor: ,esta tercera especie de novación puede efectuarse sin el consentimiento del
primer deudor. Cuando se efectúa con su consentimiento, el segundo deudor se llama
delegado del primero”.
O sea que en la novación por cambio de deudor, por excepción a las reglas que
gobiernan la institución, puede faltar el consentimiento del deudor original, y la
solución se justifica, porque éste queda liberado de su obligación, ella se extingue sin
que adquiera ningún gravamen nuevo en su reemplazo, de manera que en nada lo
perjudica la novación.
Además, si el Código aceptó que el pago pudiera hacerse aun contra la voluntad
del deudor, no había motivo para exigirla en la novación.
De ahí resulta que la novación por cambio de deudor puede ser de dos clases: con
el consentimiento del deudor y sin éste.
Cuando se efectúa con el consentimiento del primitivo deudor, toma el nombre de
delegación, institución que estudiaremos en el párrafo que a éste sigue.
Cuando se realiza sin su consentimiento, toma el nombre de expromisión, la que,
en consecuencia, requiere únicamente las voluntades del nuevo deudor y del acreedor.
Ahora bien, tanto la delegación como la expromisión pueden ser, a su vez,
novatorias o no, según si el antiguo deudor queda libre o continúa obligado.
En el primer caso, la expromisión también se ha perfeccionado por el solo acuerdo
del nuevo deudor y del acreedor, pero éste no ha dado por libre al antiguo deudor; se
produce así lo que hoy en día se denomina expromisión acumulativa.1104
La delegación supone una convención entre el deudor anterior y el nuevo, por la
cual éste se compromete a pagar al acreedor, quien, a su vez, puede tomar dos
actitudes: si consiente en dar por libre al deudor primitivo, se produce la delegación
perfecta o novatoria, esto es, hay novación por cambio de deudor (No 1.143).
Pero si el acreedor no libera al deudor primitivo la delegación toma el nombre de
imperfecta (N2 1.144); o más modernamente, acumulativa.1105
En todos estos casos, de delegación o expromisión, en que el deudor antiguo no
queda liberado (y que hoy día se llaman acumulativos), se habla también de ad-
promission. Lo que caracteriza a ésta, en consecuencia, es que el deudor anterior no
queda libre, sino que responden al acreedor tanto el nuevo deudor como el original.
Resumiendo todo lo dicho, cuatro son las figuras clásicas de la modificación
subjetiva pasiva:
1.° Novación por cambio de deudor.
Puede ser con el consentimiento del antiguo (delegación perfecta), o sin él
(expromisión novatoria). Para que la haya es preciso que éste quede libre de
responsabilidad;
2.° Delegación.
Supone el triple consentimiento de los deudores antiguo y nuevo, y del acreedor,
siendo perfecta o novatoria si aquél queda liberado, e imperfecta o acumulativa en
caso contrario,
3.° Expromisión.
1104
El Código italiano en su Art. 1.272, y bajo el epígrafe de “expromisión”, contempla las dos situaciones:
cuando un tercero asume la deuda sin consentimiento del antiguo deudor, se obliga solidariamente con éste
a menos que el acreedor consienta en darlo por libre.
1105
El Art. 1.268 del Código italiano habla justamente de delegación acumulativa.
En sentencia publicada en RDJ, T. 31, sec. 1a, pág. 251, se estudian con detenimiento ambas formas de
delegación.

698
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Se presenta ante la falta de concurrencia del primer deudor, y puede ser novatoria
o acumulativa, según lo dicho, y
4.° Ad-promission,
Esta se da cada vez que el deudor primitivo no queda liberado, y no es novatoria.

1.138. Efectos de la novación por cambio de deudor si el nuevo deudor


resulta insolvente.
Como hemos dicho, si el acreedor no ha dado por libre al antiguo deudor, no hay
novación, y puede cobrar a éste o al nuevo deudor, como deudor solidario o fiador, o
en la forma que se haya convenido.
Pero si ha dado por libre al primer deudor, ha habido novación, y en consecuencia
la obligación de éste se encuentra extinguida. Por eso el Art. 1.637 sienta la regla
general de que en tal caso el acreedor no tiene acción contra el deudor primitivo,
aunque el nuevo caiga en insolvencia:
Este principio soporta una triple excepción:
1.° Que el acreedor haya efectuado en el contrato de novación reserva expresa de
esta situación. Vimos que en la cesión de créditos el cedente, en principio, no responde
de la solvencia del deudor, pero también puede estipularse lo contrario, en virtud del
principio de la autonomía de la voluntad (No- 1.067). igual cosa ocurre en la novación;
2.° Que la insolvencia haya sido anterior a la novación y pública, esto es, de
general conocimiento, y
3.° Que la insolvencia haya sido también anterior a la novación y conocida del
deudor primitivo, aunque no fuere pública.
Probando alguna de estas circunstancias el acreedor va a tener acción contra el
deudor primitivo, y se ha discutido la naturaleza jurídica de ella.
Para algunos la novación ha extinguido la obligación del deudor primitivo; en
consecuencia, el acreedor se dirige en su contra en virtud de una acción nueva, propia
suya, que sería la de in rem verso, o de indemnización de perjuicios.
Sin embargo, la mayoría de los autores opinan que la acción del acreedor es la
misma que tenía contra el deudor primitivo antes de la novación.
El punto tiene importancia, porque si la acción es la misma anterior, conserva sus
privilegios, preferencias, cauciones y demás accesorios, mientras que si fuere una
acción nueva, ellos estarían definitivamente extinguidos.
Parece preferible la segunda posición, pues tiene más apoyo en el texto legal, que
se pone en el caso de “que en el contrato de novación se haya reservado”
expresamente la insolvencia del nuevo deudor, y si se ha hecho reserva de algo, quiere
decir que ese algo se mantiene.
Jurídicamente se ha explicado esta situación diciendo que habría operado una
novación condicional, sujeta a la condición de que el nuevo deudor sea solvente, y si la
condición no se cumple, en virtud del efecto retroactivo que en ciertos casos ella tiene,
se borra la novación. Podría también considerarse como un caso legal de reviviscencia
de la obligación (N.° 1.172).

Párrafo 2.°

DELEGACIÓN DE DEUDA

1.139. Concepto y reglamentación.


La delegación es una institución bastante confusa en la legislación y en la doctrina.
Nuestro Código la reglamentó conjuntamente con la novación, por dos razones, una,
porque ella puede ser novatoria, si el acreedor consiente en dar por libre al deudor
primitivo (N.° 1.137), y la otra, histórica, pues tal ubicación dio Pothier a la materia, y
siguiéndole a éste, el Código francés.

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Tampoco el Código dio una definición de la delegación, sino que se limitó a decir
que si la novación por cambio de deudor se efectúa con el consentimiento de éste, el
nuevo deudor se llama delegado del primero.
Hasta el nombre resulta inapropiado, porque la delegación es una figura del
mandato, en cuya virtud el mandatario encarga la ejecución del poder que ha recibido
a otra persona (Arts. 2.135 y siguientes), y si bien hay parecido entre la delegación de
deuda y el mandato, también hay graves diferencias (N.° 1.147, 1.°).
Dentro de la concepción de nuestro Código podemos decir que la delegación de
deudas es una operación jurídica, en virtud de la cual una persona que toma el nombre
de delegado, a petición de otra, llamada delegante o con acuerdo suyo, se obliga para
con un tercero, llamado delegatario.
Y se habla de operación jurídica, porque aun cuando el punto mucho se discute,
hay algo esencial en la delegación, el acuerdo entre delegante y delegado, y
coetáneamente o con posterioridad la intervención del delegatario.
La delegación supone, en todo caso, la intervención de tres personas: el primitivo
deudor que se llama delegante, quien acuerda con el delegado que éste se obligue con
el delegatorio. El delegado, que es quien se obliga frente al delegatario, y éste, que es
el acreedor y recibe de parte del delegado la promesa de pago, o el pago acordado
entre delegante y delegado.

1.140. Delegación y novación.


Al final de este párrafo compararemos la delegación con otras instituciones, pero
conviene antes que nada precisar las relaciones entre ella y la novación.
Como decíamos, nuestro Código las concibe estrechamente unidas; veremos en el
párrafo siguiente que el Código italiano ha aprovechado esta institución para
reglamentar el traspaso de deudas, totalmente al margen de la novación (N.° 1.154).
1.° Pero aun en la concepción de nuestro Código no se confunden ambas
instituciones:
Porque hay delegaciones de deudas que no tienen nada que ver con la novación,
pues no existe una obligación primitiva del delegante con el delegatario. A esta
situación nos referiremos en el número siguiente.
2.° Porque aun cuando exista dicha obligación primitiva, puede ocurrir que el
acreedor no consienta expresamente en dar por libre al deudor primitivo, en cuyo caso
nos encontramos ante una llamada delegación imperfecta (N.° 1.144).
3.° Porque aun en el evento de que la delegación sea novatoria, siempre conserva
una diferencia con la novación por cambio de deudor; en efecto, vimos en el N.° 1.137
que esta forma de novación puede contar con el consentimiento del primitivo deudor,
en cuyo caso hay delegación novatoria, y puede hacerse sin él, tomando entonces el
nombre de expromisión. Además, normalmente en la delegación la iniciativa la toma el
delegante; es él quien se pone de acuerdo primero con el delegado para que éste
pague al delegatario, y frente a esta convención, el acreedor se pronuncia dando por
libre al deudor, en cuyo caso hay delegación novatoria, o negando semejante
liberación, y la delegación es imperfecta.
Veremos en los números siguientes estos diferentes casos de delegación y sus
efectos.

1.141. I. Delegación que no supone novación por faltar el vínculo primitivo


entre las partes.
Decíamos que si bien el Código sólo se ha puesto en el caso de la novación, la
delegación puede tener lugar aun cuando entre las partes no hubiere previamente
relación jurídica alguna; ello por el principio de la libertad contractual.
El ejemplo que habitualmente se señala es el siguiente: una persona, A, desea
efectuar una donación a otra, B, pero carece de medios para ello. Recurre entonces a
un tercero, C, solicitándole que se obligue con B. A es el delegante; B, el delegado, y C,

700
LAS OBLIGACIONES TOMO II

el delegatario.1106 En este ejemplo no habrá nunca novación, porque ésta exige una
obligación previa destinada a extinguirse para dar lugar a la que la sustituye (N.°
1.104). La delegación da en este caso nacimiento a la obligación.
La situación se asemeja enormemente a la estipulación a favor de un tercero (N`
120 y siguientes), parecido que también se da en la delegación imperfecta, donde
justamente diremos de las diferencias que pueden establecerse entre una y otra
institución (N.° 1.147, 3.°).

1.142. II. Delegación con vínculo anterior entre las partes.


La delegación vista en el número anterior es más bien rara; ella supone
normalmente un vínculo jurídico previo entre dos de las partes: delegante y
delegatario. Pero también puede haber, además, otro vínculo jurídico previo entre
delegante y delegado.
1.° Vínculo entre delegante y delegatario.
Esto es, el delegante es deudor del delegatario; por ejemplo, A, delegante, adeuda
a B, delegatario, la suma de $ 50.000 y solicita a C, delegado, que se obligue a pagarle
a B por él los $ 50.000 adeudados.
Según hemos repetido varias veces, esta delegación puede constituir novación o
no; lo será si el delegatario, B en el ejemplo, consiente expresamente en dar por libre
al delegante, A en el ejemplo. En tal caso hay delegación perfecta o novatoria; en el
contrario, una delegación imperfecta.
2.° Vínculo entre delegante y delegado.
La delegación cobra su verdadera importancia cuando el delegante, A en el
ejemplo, a la par que deudor del delegatario, B, es acreedor del delegado, C,
verbigracia, por la misma suma indicada de $ 50.000. Si el delegatario B consiente en
dar por libre a A, se extinguirán dos obligaciones: la de A con B, y la de C con A, ambas
por novación. Subsistirá únicamente una nueva obligación, de C, delegado, con el
delegatario B.
Se ha economizado un pago: el que A, delegante, debería haber efectuado a B,
delegatario.
Es ésta la misma situación, aunque vista desde el ángulo pasivo, que
mencionábamos en el N.° 1.131, al hablar de la novación por cambio de acreedor.
Efectivamente en el caso propuesto se ha producido una doble novación.
1.° Por cambio de acreedor, en la obligación del delegado C con el delegante A,
porque pasa a ser B el delegatario, el acreedor de C, y
2.° Por cambio de deudor, en la obligación del delegante A con el delegatario B,
porque el delegado C pasa a ser el deudor del delegatario B.
3.° como lo dejamos anotado en el mismo número, la figura es frecuente en la
compra de inmuebles con deuda hipotecaria.
Finalmente, este caso de delegación puede ser novatorio o no en la misma forma
señalada anteriormente: si en el ejemplo, el delegatario B da por libre al delegante A,
hay delegación perfecta o novatoria, y si no imperfecta.
En los números siguientes nos referiremos a estas dos categorías de la delegación
con vínculo previo entre las partes.

1.143. A. La delegación novatoria. Requisitos y efectos.


La delegación novatoria no es sino una novación por cambio de deudor, con la sola
salvedad que requiere el consentimiento del primitivo deudor (Art. 1.631, inc. final).
En consecuencia, debe cumplir todos los requisitos de la novación (N` 1.103 y
siguientes).
1106
Mazeaud, ob. cit., Parte 2a T. 3°, N.° 1.234, pág. 479, señala otro ejemplo: el de las cartas de crédito
que dan las agencias de viaje (delegante), a sus corresponsales (delegados), en los lugares del viaje
contratado para que otorguen crédito al viajero (delegatario).
La verdad es que toda la figura de la delegación es cuando menos muy semejante al giro de una letra de
cambio e instituciones afines.

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Insistiremos únicamente en que necesita un triple consentimiento.


1.° Del delegante.
En esto estriba justamente la diferencia entre la delegación y la expromisión; ésta
no requiere el consentimiento del primitivo deudor. En cambio, la delegación lo exige.
2.° Del delegado.
Igualmente obvio, puesto que nadie puede ser obligado contra su voluntad; puede
ser que el delegado, como veíamos, sea deudor del delegante, pero su obligación es
pagarle a éste, y no a un tercero, que es el delegatario.1107
Por ello es que el Art. 1.636 dispone: “si el delegado es substituido contra su
voluntad al delegante, no hay novación, sino solamente cesión de acciones del
delegante a su acreedor; y los efectos de este acto se sujetan a las reglas de la cesión
de acciones”.
Aun cuando no lo diga expresamente, evidente es que el precepto se está
poniendo en el caso de que el delegante sea acreedor del delegado, pues si no, no
existirían derechos de ninguna clase que aquél pudiera ceder al delegatario. Es el
ejemplo del número anterior, en que B delegatario acepta la delegación, pero es el
delegado C quien no da su consentimiento. Si C, delegado, no fuere deudor de A,
delegante, éste no tendría derecho alguno que cederle a B, delegatario.1108
3.° Del delegatario.
Este debe aceptar la delegación y dar por libre al delegante, primitivo deudor,
según lo dispuesto en el Art 1.635; si no ocurre esto, estamos ante una delegación
imperfecta.
En cuanto a los efectos de la delegación perfecta, ella constituye una novación, y
en consecuencia produce los propios de ésta: extinguir la deuda y sus accesorios,
dando nacimiento a una nueva en su reemplazo. Las partes pueden reservar para la
nueva obligación los accesorios v garantías de la anterior obligación, con las
limitaciones ya estudiadas (1. 112 y siguientes). Por tratarse de novación por cambio
de deudor, se aplica la del inc. 1 del Art. 1.643, esto es, que la reserva no puede tener
efecto sobre los bienes del nuevo deudor (N.° 1.118).
Por ser novación por cambio de deudor, igualmente se aplica el Art. 1.637, y el
delegante responderá por la insolvencia del nuevo deudor (delegado) en los casos ya
estudiados en el N.° 1.138.
Por último, veremos luego el problema de las excepciones que el delegado puede
oponer contra el delegatario (N.° 1.145), y el caso en que el delegante o delegado
creyeren ser deudores, sin serlo realmente (N.° 1.146).

1.144. B. La delegación imperfecta.


Si el acreedor no consiente en dar expresamente por libre al primitivo deudor, se
aplica el Art. 1.635 ya comentado en el N.° 1.136.
En consecuencia, el acreedor podrá perseguir al delegante a quien no ha dado por
libre, como al delegado, el cual será considerado como deudor solidario o subsidiario,
según se desprenda de la convención de las partes.
Por ello es que a esta delegación se la llama, además de imperfecta o no
novatoria, acumulativa, pues el acreedor acumula dos deudores, con una mayor
seguridad para su crédito. Es un caso también de ad-promission, ya que el acreedor no
ha dado por libre al deudor primitivo.
En consecuencia, la delegación imperfecta no produce, en principio, efecto alguno
respecto del delegatario (acreedor): él escogerá a quien cobra, pero sí que puede
producir efectos entre delegante y delegado. Ellos se refieren a dos situaciones
diferentes:

1107
RDJ, T. 31, sec. la, pág. 251
1108
En el caso previsto en el precepto hay, como él mismo lo declara, una cesión de créditos, sujeta a las
reglas de ésta, bastando en consecuencia la notificación del deudor (delegado), y el título de esta cesión es
la dación en pago del crédito que el cedente (delegante) tiene contra el deudor (delegado). Ver N.° 1.068.

702
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° A los casos en que el delegado o el delegante no fueren deudores, creyéndolo


serlo, y que veremos en el número subsiguiente, puesto que son comunes a la
delegación perfecta e imperfecta y
2.° Al caso en que el delegado fuere deudor del delegante.
Veamos este último con relación al pacto tan frecuente de que el comprador como
parte del precio se haga cargo de una deuda hipotecaria que grava la propiedad
comprada a favor de un tercero, ya sea un anterior vendedor de la misma, ya sea un
acreedor hipotecario cualquiera. En todo caso éste no ha concurrido a dar por libre a su
primitivo deudor, aceptando en su reemplazo al delegado.1109
Vale el ejemplo colocado en el N.° 1.131, en que B ha vendido una casa a A en $
300.000, que se pagan con $ 200.000 al contado, y haciéndose cargo A de una deuda
hipotecaria de B con C por $ 100.000, con la señalada diferencia de que no hay
novación.
Ahora bien, en esta situación el delegatario C puede ejercitar tres acciones:
A) La acción hipotecaria, en cuya virtud puede perseguir al comprador A, delegado,
en cuanto tercer poseedor del inmueble hipotecado; esta situación es exactamente
igual que si no hubiere mediado delegación, porque siempre el acreedor hipotecario
puede perseguir la finca hipotecada en manos de quien se encuentre;
B) La acción personal en contra de B por la obligación personal de éste que estaba
garantizada con la hipoteca. El acreedor no ha dado por libre a B, y en consecuencia
conserva su acción contra éste, y
C) La acción personal en contra de A, aceptando la delegación que se ha efectuado
a éste, pero sin dar por libre a B. Si así lo hiciere, estaríamos ya ante una delegación
perfecta, novatoria.
El acreedor que se ha limitado a ejercer la acción hipotecaria contra A, no por ello
ha dado por libre a B en cuanto deudor personal suyo; semejante acción no importa
aceptación de la delegación, sino el ejercicio del derecho que todo acreedor hipotecario
tiene contra el tercer poseedor de la finca hipotecada.
Pero no debe olvidarse que en el caso propuesto, A se ha obligado ante B a pagar
a C esta deuda por cuenta del precio. Ahora bien, A comprador delegado puede tomar
dos actitudes:
A. Pagar al acreedor hipotecario, ya sea voluntariamente, o ante el ejercicio por
éste de la acción hipotecaria o personal por aceptación de la delegación (situaciones A
y C anteriores). En tal caso, quedan extinguidas la obligación del delegado, A, con el
delegante de pagar el precio de la compraventa, y también la deuda garantizada con
hipoteca del delegante, B, con C.1110
B. El delegado no paga al acreedor hipotecario; en tal caso el vendedor, delegante,
B en el ejemplo, podrá dirigirse contra su comprador, delegado, A en el ejemplo, por el
incumplimiento de esta obligación, ya que no ha operado novación alguna. Puede
cobrar ejecutivamente con su título que es la compraventa,1111 y también podría
solicitar la resolución de ésta.1112
1109
Una sentencia de la RDJ, T. 42, sec. la, pág. 153, reconoció el carácter de delegación imperfecta de
esta situación, y negó que al pagar el delegado al acreedor se produjera pago por subrogación. El delegado
cumplió la obligación contraída con el delegante.
En otra situación igual en que el acreedor no había concurrido a la compraventa, aceptando la
delegación, se resolvió que se estaba ante una diputación para el pago hecha por el vendedor, deudor de
dicho tercero, y que ella no confería ningún derecho a éste como acreedor respecto del comprador: RDJ, T.
40, sec. la, pág. 346.
Creemos que así planteada la situación, si bien es efectivo que el Art. 1.635 precisamente señala la
diputación para el pago cuando el acreedor no da por libre al primitivo deudor como una de las posibles
interpretaciones de la convención, no lo es menos que el acreedor no está obligado a concurrir a ella, ni
tampoco dar su aceptación en forma expresa. La sola demanda al delegado es suficiente aceptación de éste
como deudor: RDJ, T. 11, sec. la, pág. 140, sin que ella importe por sí sola dar por libre al primer deudor.
1110
RDJ, T. 42, sec. la, pág. 153.
1111
RDJ, T. 33, sec. 2a., pág. 49, con nota de don Arturo Alessandri Rodríguez. Lo importante es que se
cobra una deuda de la compraventa.
1112
Nos hemos puesto en el caso de tina deuda hipotecaria, por ser el más frecuente.

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1.145. Excepciones del delegado al delegatario.


En todas estas situaciones en que un tercero se hace cargo del pago de una deuda
ajena ante el acreedor, se presenta el problema de las excepciones que el nuevo
deudor o el deudor agregado pueden oponer a aquél.
Al respecto, la regla general es que el delegado no puede oponerle sino las
excepciones propias de la obligación que asume ante él.
Pero no puede oponerle ni las excepciones personales del delegante ni las que
emanen de las relaciones que lo unen con éste. Por ello decíamos en otra oportunidad
(N.° 309) que la delegación es un acto abstracto, en el sentido de que no se toman
para nada en cuenta las relaciones entre delegante y delegado respecto
de¡ delegatario. Este es totalmente ajeno a las convenciones que los unen, y no
pueden oponérsele las excepciones que de ellas emanen.
Desde luego, si ha habido novación, la obligación del delegante se ha extinguido, y
ha nacido una nueva obligación entre delegado y delegatario- el delegado sólo puede
oponer las excepciones que emanen de esta nueva obligación.
Y si la delegación es imperfecta, el delegante no le ha cedido la deuda al delegado;
al no ser liberado el primero por el delegatario, el delegado asume, según sabemos, la
calidad de codeudor solidario o fiador respecto del delegatario, y éstos no pueden
oponerle al acreedor las relaciones que los unen con el deudor principal o codeudor.
El Código se ha preocupado expresamente en los Arts. 1.638 y 1.639 de dos
situaciones conflictivas que hacen variante a lo señalado anteriormente y que veremos
en el numero siguiente.

1.146. Casos en que el delegante no era deudor del delegado o éste del
delegatario.
Estas son las situaciones que contemplan los preceptos mencionados; el Art 1.638
se refiere al caso en que el delegado se obligue con el delegatario creyendo ser deudor
del delegante, sin serio realmente, y el Art. 1.639, a la inversa, de que el delegante no
era deudor del delegatario.
Antes de examinarlos, queremos hacer hincapié en que, como lo habíamos
advertido, estos preceptos se aplican tanto a la delegación perfecta como a la
imperfecta, pues nada en ellos autoriza a sostener lo contrario.1113
1.° Caso en que el delegado no era deudor del delegante.
Dice el Art. 1.638: “el que delegado por alguien de quien creía ser deudor y no lo
era, promete al acreedor de éste pagarle para libertarse de la deuda, es obligado al
cumplimiento de su promesa; pero le quedará a salvo su derecho contra el delegante
para que pague por él, o le reembolse lo pagado”.
En el ejemplo que hemos venido utilizando (N.° 1.142) resulta que el delegado B
aceptó la delegación que le hacía el delegante A para que pagara al delegatario C,
creyendo B ser deudor de A.
Si posteriormente B descubre que no era deudor de A, no por ello deja de estar
obligado a pagarle a C, porque éste es extraño a los motivos que tuvo B para aceptar
la delegación que se le hacía. Igual cosa ocurre en la fianza, en que el error en la
persona que comete el fiador no lo exime de pagar al acreedor.
Pero naturalmente que el delegado, B, tiene derecho a exigir al delegante que
pague por él, y si ya pagó al acreedor, tiene derecho a pedir que le reembolse lo
pagado; de no ser así, habría para el delegante un evidente enriquecimiento sin causa.
2.° Caso en que el delegante no era deudor del delegatario.

La situación varia ligeramente si no tiene la obligación dicha garantía, porque en tal caso el acreedor no
podría dirigirse contra el delegado sino aceptando la delegación, aunque no dé por libre al deudor primitivo.
De otra manera no tendría acción en contra suya, como en el caso de la hipoteca por ser tercer poseedor de
la finca hipotecada y mientras lo sea.
1113
Claro Solar, ob. cit., T. 12, N.° 1.747 y siguientes, págs. 444 y siguientes.

704
LAS OBLIGACIONES TOMO II

En el ejemplo propuesto, A, delegante, no era deudor de C, delegatario, y ha


comprometido a B, delegado, para que pague al delegatario por él.
En tal caso, el Art. 1.639 dispone: “el que fue delegado por alguien que se creía
deudor y no era, no es obligado al acreedor, y si paga en el concepto de ser verdadera
la deuda, se halla para con el delegante en el mismo caso que si la deuda hubiera sido
verdadera, quedando a salvo su derecho al delegante para la restitución de lo
indebidamente pagado”.
La diferencia entre este caso y el anterior es que, en realidad, el delegatario no era
acreedor; faltó la relación entre delegante y delegatario, y por ello la ley faculta al
delegado (B) para que no le pague, ya que este pago carecería de causa.
Pero si el delegado ha llegado a pagar, no tiene por qué perjudicarse con el error
del delegante, y extingue su propia obligación con éste, si la había; esto es, la deuda
de B, delegado con A, delegante, se extingue. Pero éste podrá repetir contra el
delegatario lo indebidamente pagado. Se produce un verdadero pago de lo no debido,
con la particularidad que lo efectuó un tercero: el delegado.

1.147. Paralelo de la delegación con otras instituciones.


Ya hemos señalado suficientemente las diferencias y aproximaciones entre la
novación y la delegación (N.° 1.140), y en el párrafo siguiente veremos las relaciones
que tiene con algunas formas del Derecho moderno para modificar pasivamente la
obligación.
Veremos ahora las que tiene con:
1.° Mandato.
Delegación y mandato se parecen en que hay una orden inicial para pagar al
acreedor de parte del deudor, delegante o mandante, según el caso, y tanto es así que
conforme al Art. 1.635 si el acreedor no da expresamente por libre al primitivo deudor,
se entenderá que el tercero es diputado para el pago, entre otras posibilidades (N.°
1.136).
La diferencia fundamental estriba en que en el mandato no se contrae por el
mandatario (que equivaldría al delegado) ninguna obligación propia, sino por cuenta
del mandante, en representación de éste, mientras que el delegado se obliga
personalmente frente al acreedor, y si no acepta éste la delegación, tiene en todo caso
ante el delegante la obligación de pagar con fondos propios la obligación de éste.
2.° Fianza y codeudoría solidaria.
El parecido se da entre la delegación imperfecta y estas cauciones, tanto que el
Art. 1.635 considera que si el acreedor no da por libre al delegante, el delegado, si no
es mandatario suyo, accede a la obligación como codeudor solidario o subsidiario.
En cambio, no hay semejanza cuando la delegación es perfecta o novatoria,
porque el delegado asume la calidad de deudor único y principal frente al acreedor,
quedando libre el delegante.
En todo caso, aun en la imperfecta hay diferencias, por la relación obligacional que
normalmente supone entre delegante y delegado (N.° 1.142).
3.° Estipulación a favor de otro.
Cuando no hay vinculo jurídico previo entre las partes (N.° 1.141), la delegación es
en todo similar a la estipulación a favor de otro, pero aun cuando el delegado es
deudor del delegante también se asemejan estas instituciones, por cuanto entre éstos
se produce un acuerdo que confiere un derecho nuevo a favor de un tercero, el
delegatario, cual es el de poder cobrar al delegado que no era deudor suyo y pasa a
serlo, derecho que el tercero acreedor (delegatario) hace suyo por la aceptación que
otorga. lgualmente, mientras esta aceptación no se presta, las partes pueden modificar
y dejar sin efecto la convención entre ellas.
Y en la práctica puede ser difícil distinguir una y otra institución, y de ahí que la
estipulación en favor de otro pueda utilizarse para modificar pasivamente una

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obligación.1114 Sin embargo, tiene importancia hacerlo, por cuanto en la estipulación se


considera que el derecho existe no desde que el tercero acepta, sino cuando se la
otorga por el acuerdo entre estipulante y promitente. En definitiva, habrá que atenerse
a la intención de las partes.
4.° Dación en pago de un crédito.1115
La cesión de créditos, si el título en cuya virtud se efectúa es una dación en pago,
se asemeja a la delegación. Por ejemplo, A adeuda a B $ 10.000, y en pago de esta
deuda le cede un crédito suyo contra C por igual suma; la cesión de créditos ha
producido un cambio de acreedor, ya que B pasa a serlo de C, pero también ha
cambiado el deudor, porque dejó de serlo A y pasa a serlo C en su reemplazo.
igual cosa ocurre en la delegación, cuando el delegado era deudor del delegante.
Pero ya hemos señalado (N.° 1.143, 2.°) que las situaciones son diferentes; desde
luego, porque la delegación puede ser novatoria, en cuyo caso ha nacido una nueva
obligación.
Enseguida, porque se perfeccionan de diferente manera, ya que la cesión no
requiere el consentimiento del deudor (C, en el ejemplo), mientras que justamente en
la delegación, el Art. 1.636 declara que si el delegado no da su consentimiento, se
entiende haber cesión de créditos; en ésta basta la notificación del deudor.
También entre las partes la cesión exige entrega del título, cosa que no se requiere
en la delegación.
Finalmente, los efectos son diferentes, ya que en la cesión sólo se responde por
regla general de la existencia del crédito, mientras que en la delegación perfecta, en
algunos casos de la insolvencia del nuevo deudor, y en la imperfecta se agrega otro
deudor a la obligación.

Párrafo 3.°

CESIÓN DE DEUDAS

1.148. Enunciación.
Estudiaremos esta materia a través de los siguientes aspectos:
1.° Concepto;
2.° Desarrollo y derecho comparado;
3º Las formas de la cesión de deudas, y
4.° La cesión de deudas en el derecho chileno.

1.149. I. Concepto.
Como ya lo hemos advertido reiteradamente, estamos ante una institución en
pleno y total desarrollo, según lo veremos más detenidamente en el número siguiente.
La cesión de deudas en la mayoría de sus figuras posibles viene a ser, en el
aspecto pasivo de la obligación, lo que la cesión de créditos desde el punto de vista del
acreedor. Así como éste traspasa su acreencia con todas sus garantías, el deudor
puede también traspasar por acto entre vivos su deuda.
Recordemos de antemano que la denominación misma resulta bastante incorrecta,
pues supone que es el deudor quien traspasa su deuda, en circunstancias que uno de
los posibles casos es un convenio entre el nuevo deudor y el acreedor, sin intervención
del antiguo deudor, para que aquél “asuma” su deuda. Sin embargo, la seguiremos
usando únicamente porque es la que más se ha difundido entre nosotros (N.° 1.151).
Superados los inconvenientes doctrinarios que fundaron la inmovilidad de la
obligación, no hay inconveniente en estos tiempos de despersonalización de ella, para
1114
Por ejemplo, es posible un acuerdo entre el acreedor y el que asume la deuda de un tercero ante él.
Nacería para el deudor el derecho a quedar liberado por esta deuda, situación que se asemeja mucho a una
de las formas de la asunción de deudas, que veremos en el párrafo siguiente (N2 1.153).
1115
Véanse N.° 1.068, 1.143, N.° 2°, y la nota 1. 167.

706
LAS OBLIGACIONES TOMO II

aceptar doctrinariamente la institución, pero sí que subsisten muchos tropiezos


prácticos que dificultan su difusión, y veremos que normalmente, en lo principal, se
llega a muchas conclusiones del derecho clásico en la materia.
La diferencia de la cesión de deudas con la novación y delegación antes
estudiadas, deriva de que en éstas se establece una nueva obligación, ya sea en
reemplazo de la del deudor primitivo (novación por cambio de deudor) o
conjuntamente con la de éste como codeudor solidario o subsidiario (delegación
imperfecta); en la llamada cesión de deudas, un tercero toma para sí la misma
obligación del deudor primitivo, quedando éste librado. Es la fórmula químicamente
pura, por así decirlo, de la institución.
Si es la misma obligación la que toma sobre sí el nuevo deudor, fluiría como
consecuencia lógica y natural que ella continúa con todos sus accesorios (intereses,
cauciones, prescripción ya corrida, etc.), y además, que el nuevo deudor podría oponer
al acreedor todas las excepciones que tenía el primitivo.
Sin embargo, ni la cesión de deudas puede funcionar como la cesión de créditos, ni
tampoco producir libremente los efectos señalados principalmente por las siguientes
razones:
1.° Siempre requiere el consentimiento del acreedor.
La cesión de créditos puede hacerse contra la voluntad del deudor; basta
notificarlo. La cesión de deudas en ninguna de sus formas y en ninguna legislación
puede tener lugar contra la voluntad del acreedor, por la razón tantas veces señalada
que a éste nunca le dará lo mismo un deudor que otro;
2.° Extinción de las cauciones.
En la cesión de créditos se traspasan todas las cauciones reales y personales que
garantizan la obligación. En la llamada cesión de deudas no se ha podido establecer un
sistema igual, porque tampoco al que ha constituido tales garantías, si es un tercero
ajeno a la relación, le puede significar lo mismo por quién está respondiendo. Por ello
se requiere su consentimiento para que ellas continúen afectando a la obligación, lo
que equivale a la reserva en la novación (N.° 1.114) (Arts. 418, Código alemán, 1.275
del italiano, etc.),
3.° Excepciones del nuevo deudor.
En general, se reconoce que éste puede oponer las excepciones provenientes de
su relación con el acreedor, pero no las que derivan de su propia relación con el
antiguo deudor. Hasta aquí no hay diferencias con la novación y delegación clásicas. El
problema se plantea en cuanto a si puede oponer las excepciones del antiguo deudor,
y hay una cierta tendencia a negárselo en las personales de éste (Art 179 del Código
suizo, Art. 1.272, inc. final del Código italiano).
En todo lo demás, modalidades, intereses, prescripción ya corrida, etc., la
obligación del nuevo deudor es la misma anterior, y en esto estriba la mayor diferencia
con las instituciones clásicas. Además de que según veremos, ella puede ser
acumulativa, o sea, sin liberar al deudor primitivo, jugando el mismo papel de la
delegación imperfecta clásica.
Por último, digamos que adquiere importancia en ciertos casos especiales que
luego señalaremos.

1.150. II. Desarrollo y derecho comparado.


Ya hemos destacado la posición clásica, que tras bastante tiempo llegó a aceptar
la transmisión pasiva de la obligación, y que por acto entre vivos no aceptó jamás el
traspaso o adquisición de deudas; para que ello ocurriera exigió la extinción de ella,
para dar nacimiento a una nueva, o la acumulación de ésta a la anterior.
En el Derecho alemán se produjo la reacción contra esto, a través del Código
prusiano de 1794 y la obra del jurista Delbruck, del año 1853, seguido por otros, como
Windscheid, todo lo cual se tradujo finalmente en la dictación del Código alemán que
destinó la Sección V del Libro 2.°, Arts. 414 a 419, para reglamentar la “Cesión de

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deudas”.1116 Este Código contempla varias posibilidades de cesión, que citaremos más
adelante, pero fundamentalmente un pacto entre el nuevo deudor y el acreedor (Art.
414), y entre el antiguo y el nuevo que requiere para su eficacia la aceptación del
acreedor (Art. 415); también se preocupa de la adquisición de un inmueble hipotecado
(Art. 416) y de la adquisición de la “fortuna” del deudor por un tercero (Art. 419).
El Código alemán ha inspirado la solución de los Códigos de este siglo,
principalmente del suizo, polaco, griego, mejicano (Arts. 2.051 a 2.057), el ya citado
Proyecto Bibiloni, en Argentina, etc.
En cambio, el Código italiano siguió una línea propia, recogiendo modificadas las
instituciones clásicas de la delegación y expromisión, a las cuales se agrega una
tercera figura, que es una convención entre el deudor y un tercero para que éste
asuma la deuda del primero ante el acreedor (Capítulo 6.° del Libro 4.° Arts. 1.268 a
1.276).
Creemos que este Código ha dado la solución adecuada al problema; ha optado
por reglamentar las situaciones posibles (que veremos en el N.° siguiente),
modificando para ello en cuanto lo estimó necesario las instituciones ya existentes.

1.151. III. Las formas de la cesión de deudas.


Básicamente las figuras principales que pueden darse son las siguientes:
1.° Convención entre el primitivo deudor, el nuevo y el acreedor;
2.° Convención entre el deudor nuevo y el acreedor;
3.° Convención entre ambos deudores, el antiguo y el nuevo;
4.° Convención entre el deudor antiguo y el acreedor;
5.° Acumulación de un nuevo deudor;
6.° Adquisición de un inmueble hipotecado, y
7.° Adquisición de una universalidad.
Los veremos en los números siguientes, pero antes queremos referirnos
justamente a la designación de la institución.
Como decíamos, ninguno de los nombres que se han dado parece plenamente
satisfactorio; el de cesión de deudas no comprende justamente la figura del N.° 2.°,
esto es, la posibilidad de acuerdo entre el acreedor y el nuevo deudor, sin intervención
del antiguo, en que no hay cesión sino adquisición, toma de la obligación.
Por ello se ha propugnado la designación de asunción de deuda, pues el nuevo
deudor “asume”, hace suya la obligación del antiguo deudor, aun sin su
consentimiento, y ella ha tenido bastante éxito, pero tampoco incluye una figura
posible: la convención entre deudor antiguo y acreedor.
Finalmente, se habla de sucesión singular en la obligación, pero ya hemos
destacado que la expresión “sucesión” evoca la idea de los actos por causa de muerte
entre nosotros, por lo que tampoco resulta apropiada.
De ahí que deba seguirse hablando de cesión o asunción de deudas, con la
salvedad de que el nombre no es apropiado.

1.152. A. Convención entre las tres partes.


Es la situación más simple; el acuerdo lo suscriben el antiguo deudor, el nuevo y el
acreedor, y equivale a la delegación, con la variante de que es la misma obligación la
que asume el nuevo deudor, con las limitaciones señaladas en el N.° 1.149.
En la cesión de deudas, como en la novación por cambio de deudor, puede faltar el
consentimiento del antiguo deudor, pero no puede omitirse el del nuevo, ni tampoco al
acreedor.
1116
Un estudio bastante completo y de primera mano de las disposiciones de dicho Código, en Aída
Figueroa de Insunza, De la Asunción de Deudas, M. de P., Imprenta Relámpago, Santiago de Chile, 1948,
aunque no compartimos sus conclusiones.
Las disposiciones del Código alemán en Mazeaud, ob. cit. Parte 2a, T. 39, págs. 528 y siguientes.
Véase Gonzalo Figueroa Yáñez, La asunción de deudas y la cesión de contrato, Editorial Jurídica de Chile,
1984, aunque no comparto sus conclusiones.

708
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Frente a la convención en estudio, el acreedor puede tomar las mismas dos


posiciones que en la delegación:
1.° Dar por libre al primitivo deudor, en cuyo caso queda como único deudor el
nuevo, y
2.° No darlo por libre, en cuyo caso se produce la acumulación de deudores, que
veremos en el N.° 1.156.

1.153. B. Convención entre el nuevo deudor y el acreedor.


Se parece esta situación a la expromisión, esto es, la novación por cambio de
deudor, sin el consentimiento del anterior obligado. 1117 La diferencia es la ya señalada:
el nuevo deudor asume la misma obligación y no otra diferente.
Se parece también a la estipulación a favor de otro, ya que el nuevo deudor y el
acreedor han convenido un beneficio para el antiguo, su liberación de la deuda, o en
todo caso su pago por un tercero, pero no se requiere la aceptación del beneficiario,
que es el deudor librado.
En virtud de esta convención, puede ocurrir al igual que en el caso anterior, que el
nuevo deudor quede liberado, o simplemente se le acumule otro a la obligación,
situación que veremos en el N.° 1.156.

1.154. C. Convención entre los deudores, antiguo y nuevo.


O sea, por un acuerdo entre el deudor antiguo y el nuevo, éste se compromete a
pagarle al acreedor, convención a la cual posteriormente puede adherir éste, dando o
no por libre al primitivo.
En todo caso subsiste la obligación del nuevo deudor con el antiguo para cumplir
por él.1118
Se trata de una institución muy semejante a la delegación, que será novatoria
cuando el acreedor da por libre al deudor, e imperfecta en el caso contrario; por igual
razón se asemeja a la estipulación a favor de otro.
Si el acreedor no interviene en la cesión, ésta toma el nombre de asunción de
cumplimiento, y el compromiso produce relaciones únicamente entre ambos deudores,
el llamado asuntor se obliga con el antiguo deudor a pagar por él.

1.155. D. Convención entre deudor antiguo y acreedor.


Es una convención en la cual el deudor acuerda con el acreedor que la deuda la
pagará un tercero.

1117
El Art. 414 del Código alemán contempla esta situación en los siguientes términos; “mediante
contrato celebrado con el acreedor, tina deuda puede ser tomada a su cargo por un tercero, de modo que
este tercero ocupe el lugar y puesto del deudor anterior”. A este pacto se aplican los Arts. 417 en cuanto a
las excepciones del nuevo deudor, y el 418 de la garantía. En virtud del primero, el cesionario puede oponer
las excepciones de la obligación asumida (el Código suizo elimina las personales del primitivo deudor), pero
no la compensación de un crédito del deudor primitivo, ni las que deriven de las relaciones entre éste y el
nuevo (acto abstracto). En virtud del Art. 418, según hemos dicho, se extinguen las cauciones si quienes las
han constituido no aceptan la cesión, y el privilegio no puede ser invocado en la quiebra del cesionario.
El Art. 1.272 del Código italiano trata de esta situación bajo el nombre de expromisión; si el acreedor no
libera al anterior deudor, el asunto queda obligado solidariamente con éste. Puede oponerle las mismas
excepciones del deudor primitivo, salvo las personales de éste, ni la compensación ni las derivadas de
hechos posteriores a la expromisión; tampoco puede invocar las que provengan de sus relaciones con el
deudor anterior.
1118
De esta situación se preocupa el Art. 415 de¡ Código alemán, que deja sujeta su eficacia a la
aprobación del acreedor, que no puede tener lugar sino una vez que el deudor o el tercero le hayan hecho
saber su cesión al acreedor. Hasta ese momento las partes pueden anular o modificar el contrato; puede
además fijársele un plazo al acreedor para que dé su aprobación, pasado el cual se entiende que la niega.
Denegada la aprobación, la cesión es nula. A esta figura se aplican las normas vistas en la nota anterior en
cuanto a excepciones y garantías
El Art. 329 del Código alemán contempla la asunción de cumplimiento, que es un pacto en que no
interviene el acreedor; el nuevo deudor se obliga únicamente con el antiguo a cumplir por él. Si en las otras
figuras el acreedor no da por libre al antiguo deudor, se produce también la asunción de cumplimiento.

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Naturalmente que éste no adquiere obligación alguna mientras no dé su


aceptación; el antiguo deudor quedará libre o no a la aceptación del nuevo deudor,
según se haya convenido con el acreedor.
En el fondo, equivale a una promesa de hecho ajeno (N.° 135).

1.156. E. La asunción acumulativa.


Vimos que en la delegación imperfecta, y, en general, cuando el acreedor no da
por libre al deudor primitivo, queda con dos deudores, éste y el nuevo (ad-promission).
En las convenciones antes señaladas se produce igual fenómeno, y se las llama
acumulativas o de refuerzo por cuanto el acreedor aumenta el número de sus
deudores.
En algunos casos el nuevo deudor queda obligado solidariamente con el antiguo;
en otros, se da una solución que es mezcla de solidaridad y fianza: si el acreedor ha
aceptado al nuevo deudor, sin dar por libre al antiguo, no puede dirigirse contra éste si
antes no ha pedido el cumplimiento al nuevo, 1119 esto es, una especie de beneficio de
excusión del primer deudor.
Por su parte el Código italiano contempla en el Art. 1.273 la “responsabilidad de un
tercero”, que es una convención entre el deudor y un tercero para que éste asuma la
deuda del primero; el acreedor puede adherir a ella, haciendo irrevocable la
estipulación a su favor, lo que implica la liberación del deudor si el acreedor lo declara
expresamente o ésta era condición expresa de la estipulación. Si no hay liberación, el
nuevo deudor queda obligado solidariamente. El tercero queda obligado frente al
acreedor que se ha adherido a la asunción, y puede oponerle las excepciones fundadas
en el contrato en cuya virtud se ha verificado la asunción.
El Art. 1.269 por su parte contempla la delegación de pago: si el deudor ha
delegado a un tercero para realizar el pago, dicho tercero puede obligarse frente al
acreedor, salvo que el deudor lo haya prohibido. El delegado no está obligado a
aceptar el encargo, aun cuando sea deudor del delegante, salvo los usos contrarios.

1.157. F. Adquisición de un inmueble hipotecado.


Ya hemos citado varias veces el caso de la adquisición de un inmueble que se
encuentra hipotecado a favor de un enajenante anterior o un tercero, y en que el
adquirente en pago del precio se hace cargo de la deuda hipotecaria (N` 1.131 y
1.144).
Esta situación ha estado presente en el desarrollo del problema de la cesión de
deudas por su frecuencia, y porque por el carácter real de la hipoteca, el adquirente,
en cuanto tercer poseedor de la finca hipotecada, puede ser perseguido por el
acreedor. De ahí que tenga un gran interés, a su turno, en que la deuda hipotecaria se
cancele, y la seguridad que toma es hacerla suya con cargo al precio.
En los Códigos modernos esta asunción se efectúa en cualquiera de las formas
antes señaladas, pero el alemán le ha dedicado un precepto especial, el 416, cuya
principal característica es establecer que el enajenante es el único que puede notificar
al acreedor, y sólo una vez que el adquirente ha sido inscrito como dueño; el acreedor
no puede aprobar la cesión antes de ser notificado.

1119
Así ocurre en el Código alemán y en lo que el Art. 1. 268 del Código italiano llama “delegación
acumulativa”: “si el deudor asigna al acreedor un nuevo deudor, el cual se obliga frente al acreedor, el
deudor originario no queda liberado de su obligación, salvo que el acreedor declare expresamente liberarlo.
Sin embargo, el acreedor que ha aceptado la obligación del tercero no puede dirigirse contra el delegante, si
antes no ha pedido el cumplimiento al delegado”.
En cambio, en los casos de expromisión (Art. 1.272), y responsabilidad del tercero (Art. 1.273), si el
acreedor no da por libre al deudor, el nuevo deudor queda obligado solidariamente, según hemos dicho en
notas anteriores.

710
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.158. G. Adquisición de una universalidad.


Al hablar de los efectos del contrato, nos referimos al problema del traspaso de
universalidades (N.° 113), al atraso de nuestra legislación en la materia, y a la
tendencia esbozada ya en las extranjeras de abordar el problema desde el punto de
vista de la empresa, como organización jurídica.
En esta parte sí que adquiere importancia la señalada institución del traspaso de
deudas- así, el Art. 419 del Código alemán dispone que “si una persona adquiere por
contrato la fortuna de otra, sus acreedores, sin perjuicio de la responsabilidad del
deudor anterior, que continúa existiendo, pueden invocar, a partir de la conclusión de
ese contrato, los derechos existentes contra el cesionario en la época de la cesión. La
responsabilidad del cesionario se limita al importe de la fortuna cedida y a los derechos
que adquiera en virtud del contrato. Si invoca esa limitación, procede aplicar por
analogía las disposiciones de los artículos 1.990 y 1.991 relativos a la responsabilidad
de los herederos. La responsabilidad del cesionario no puede ser excluida ni restringida
por una convención entre él y el deudor anterior”.
Términos muy semejantes, pero con limitaciones de tiempo (dos años), establece
el Art. 181 del Código suizo.
Por su parte, el Art. 2.560 del Código italiano dispone: “El enajenante no queda
liberado de las deudas inherentes al ejercicio de la hacienda1120 cedida anteriores a la
transferencia, si no resulta que los acreedores han consentido en ella. En la
transferencia de un establecimiento comercial, responde de las deudas indicadas
también el adquirente de la hacienda, si dichas deudas resultan de los libros de
contabilidad obligatorios”.
El mismo Código se preocupa de la modificación y fusión de sociedades- en las
primeras conserva la responsabilidad de los socios, si los acreedores no han consentido
en la modificación (Art. 2.499), y en las fusiones les otorga derecho de oposición (Art.
2.503).
Se echan de menos disposiciones como éstas en nuestra legislación para proteger
a los acreedores frente a las enajenaciones de establecimientos de comercio, industria,
etc., y modificación de sociedades, prácticamente la única de que gozan es la acción
pauliana, de tan difícil ejercicio (N.° 773).1179 bis

1.159. IV. La cesión de deudas en la legislación chilena.


Nuestro Código, como todos los clásicos, calla en la materia. No contempla la
cesión de deudas, ni bajo tal título ni el de asunción, transmisión, sucesión, etc., sino
que se limita a tratar en la forma antes vista la cesión del crédito (o sea, del elemento
activo de la obligación), la novación y la delegación.
Frente a este silencio, con disposiciones muy similares, en Francia se ha discutido
la posibilidad de admitir en el Código la asunción de deudas en los términos en que
está concebida en el Código alemán y demás contemporáneos. Y las opiniones se han
dividido en forma bastante pareja entre los que escriben después de la dictación de
este último Código.
Esta misma disparidad de opiniones se ha trasladado a nuestro país.
1.° La mayoría de los autores y profesores sostiene que no es aceptable en nuestro
Código la cesión de deudas sino en los casos expresamente establecidos por el
legislador; éstos serían los de los Arts. 1.962 y 1.968. Este último se refiere a la
insolvencia del arrendatario, y lo examinamos al tratar los posibles casos de acción
1120
“La hacienda es el conjunto de los bienes organizados por el empresario para el ejercicio de la
empresa” (Art. 2.555). Según el epígrafe del Título 82 del Libro 5°, hacienda equivale a establecimiento.
1179 bis
Para situaciones particulares, hay esbozos de esto en nuestra legislación. Así, el Art. 19 de la Ley
17.322, de 19 de agosto de 1970, hace responsable al adquirente de las imposiciones previsionales
adeudadas por el enajenante y el Art. 4° inc. 2° del Código del Trabajo deja a salvo en las enajenaciones de
empresas los derechos de los trabajadores; en el mismo orden de ideas los Arts. 69 y 71 del Código
Tributario le imponen responsabilidad por impuestos, etc. Sin embargo, no hay preocupación alguna por los
acreedores privados.

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oblicua en nuestro Código (N.° 767). En realidad, se trata más bien de figuras de
“sucesión” por ley en el contrato de arriendo y los trataremos en la sección siguiente.
En todo caso, es evidente que en cuanto tome la calidad de arrendatario, un tercero
asume las obligaciones propias de este contratante (N1.166).
Fuera de estos casos, no podría establecerse que un tercero tome sobre sí la
misma obligación ajena, pues ello contraría las disposiciones del Código sobre la
obligación, y la novación.1121
2.° Para otros, en cambio, en virtud del principio de la libertad contractual, bien
podrían las partes convenir una asunción de deudas, puesto que únicamente se
afectan intereses privados.1122
En nuestra opinión, el problema no puede resolverse ni enfrentarse tan
simplemente, porque, según hemos señalado, existen varias posibilidades y formas
para la asunción de deudas.
Desde luego, conviene dejar sentados algunos principios que son fundamentales y
parecen indiscutibles:
1.° El deudor primitivo no queda liberado si el acreedor no lo declara así
expresamente. Esto es evidente y es incluso regla en las legislaciones que aceptan la
cesión (N.° 1.149). Nuestro Código lo ha señalado claramente al exigir declaración
expresa del acreedor en la novación por cambio de deudor (Art. 1.635, N.° 1.135); al
no quedar obligado el acreedor por las disposiciones y convenciones que modifican la
división de las deudas entre los herederos (N.° 442), y en general en todas las
disposiciones que gobiernan la modificación de las obligaciones, en que siempre ha
exigido consentimiento del que resulte perjudicado para que puedan oponérsele, como
lo hemos ido destacando en nuestro estudio.
2.° Que se extinguen, salvo convención en contrario y aceptación de los afectados
ajenos a la estipulación, todas las garantías de la deuda, porque tal es el criterio
manifestado por el legislador.
Ahora bien, como decíamos, hay varias figuras de las estudiadas en este párrafo
que son perfectamente posibles en nuestra legislación, pues no se oponen a
disposición alguna en contrario, e incluso pueden efectuarse bajo fórmulas
perfectamente aceptadas, como la estipulación a favor de otro, la promesa del hecho
ajeno, la cesión de créditos misma, la delegación imperfecta, etc.
No hay inconveniente desde luego en una asunción acumulativa, aplicándose en
tal caso el Art. 1.635 ya estudiado (N.° 1.136), o sea, el nuevo deudor se considera que
se obliga solidaria o subsidiariamente, y las partes incluso pueden modificar tales
reglas.
Tampoco hay inconveniente alguno para que se convenga entre el deudor
primitivo y el nuevo que éste se haga cargo del pago de la deuda sin intervención del
acreedor; tal convención, que puede incluso revestir la forma de una estipulación a
favor de otro, obliga al nuevo deudor respecto del antiguo, y lógicamente no afecta al
acreedor. Por ello se ha resuelto que si en un arrendamiento se conviene que el
arrendatario pague las contribuciones fiscales, semejante estipulación no obliga al
Fisco, pero entre las partes del arriendo es perfectamente válida y eficaz.1123
Una sentencia reciente se ha referido precisamente a esta situación, utilizando los
términos de asunción y cesión de deudas; ha dicho que si el acreedor no presta su
consentimiento, la cesión no le afecta y puede siempre cobrar al cedente, 1124 lo que
resulta evidente por los argumentos antes señalados. Pero, en todo caso, la cesión
produce sus efectos entre los deudores.
El problema, pues, se reduce a la asunción liberatoria, ya sea por un convenio
entre las tres partes, o entre el nuevo deudor y el antiguo. Y pareciera que no es
1121
Opinión de Arturo Alessandri, ob. cit., pág. 263, y Fueyo, ob. cit., T. 2°. pág. 19.
1122
Claro Solar, ob. cit., T. 12, N.° 1.769, pág. 467; Aída Figueroa, ob. cit., pág. 55. Gonzalo Figueroa, ob.
cit. N.° 10, pág. 33.
1123
RDJ, T. 35, sec, 1a, pág. 50.
1124
RDJ, T. 59, sec. 2a., pág. 43.

712
LAS OBLIGACIONES TOMO II

posible en nuestra legislación, por lo menos para otorgarle las características que tiene
en los Códigos modernos.
En efecto, la liberación del anterior deudor produce en nuestro Código siempre
novación, de acuerdo al Art. 1.635. Cierto es que el Art. 1.634 declara que para que
haya novación se requiere el animus novandi, de manera que si las partes declaran
expresamente que no hay novación, ésta no se produce, pero el mismo precepto aclara
que en tal caso subsisten ambas obligaciones, esto es, considera que siempre hay dos
obligaciones existentes. Y si el primer deudor queda liberado, no hay ya obligación
para él. Además, es cierto que a la nueva obligación las partes pueden agregar la
mayor parte de los accesorios de la antigua, pero no es éste el concepto de la cesión
de deudas, en que es la misma obligación la que cambia de deudor, sin extinguirse (N.°
1.149).1125
Ahora bien, sin llegar a la asunción de deudas liberatorias, las partes pueden
imitarla hasta donde sea posible, por cualquiera de las fórmulas que anteriormente
hemos señalado.

Sección tercera

CESIÓN DE CONTRATO1126

1.160. Concepto.
La cesión de contrato pertenece a la teoría general de éste, pero su estudio lo
hemos trasladado a esta parte, pues está en íntima relación con las modificaciones
subjetivas de las obligaciones y créditos.
La institución, cuya existencia autónoma se discute, ha comenzado sólo
recientemente a preocupar a la doctrina y a las legislaciones. El Código italiano la
recoge ampliamente en el Capítulo 8.° del Título 22 del Libro 4.°, Arts. 1.406 a 1.410.
Se habla de cesión de contrato cuando uno de los contratantes, con el
consentimiento del otro, traspasa los derechos y obligaciones emanados de un
contrato bilateral a un tercero que pasa a ocupar en el contrato la misma situación
jurídica del cedente. Por la cesión de contrato se traspasa la calidad íntegra de
contratante.1127
Y como en el contrato bilateral cada parte adquiere al mismo tiempo la calidad de
acreedora y deudora, la cesión del contrato implica que el cedente traspasa al
cesionario sus derechos y obligaciones; tanto el aspecto activo como el pasivo. En ello
estriba la diferencia con la cesión de créditos, en que el cesionario no responde de las
obligaciones del cedente, aun emanadas del mismo contrato (N.° 1.066).

1.161. Requisitos.
Tres son los supuestos para que nos encontremos ante una cesión de contrato:
1.° Debe tratarse de un contrato bilateral.
La razón es obvia. La cesión que haga el acreedor en un contrato unilateral es una
cesión de crédito, y si se traspasa la deuda, estaremos ante una novación por cambio
1125
Podría argumentarse en contra de lo expuesto que si el acreedor puede remitir íntegramente la
deuda, no se ve la razón por la cual no podría hacer lo menos, que es liberar al antiguo deudor, a cambio de
que alguien asuma la deuda. Pero lo que nos mueve a rechazar la asunción liberatoria es que para el Código,
la obligación asumida es siempre otra obligación, no la misma anterior. La remisión extingue también
totalmente la deuda.
1126
Véanse M. Andreoli, La cesión de contrato, traducción de Francisco Javier Osset, Editorial Revista de
Derecho Privado, Madrid, 1956; Luis Vals Taberner, La cesión de contratos en el Derecho Español, Editorial
Urge], Barcelona; Messineo, ob. cit., T. 49, págs. 511 y siguientes; Rosa Galán Solano, La Cesión del Contrato,
Editorial Universitaria, Santiago, 1963, M. de P.; Gonzalo Figueroa Yáñez, La asunción de deudas y la cesión
de contratos, ob. cit. parte II.
1127
Dice el Art. 1.406 del Código italiano: “cada una de las partes podrá sustituir a sí misma un tercero en
las relaciones derivadas de un contrato con prestaciones recíprocas, si éstas no hubiesen sido todavía
ejecutadas, con tal que la otra parte consienta en ello”.

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de deudor, una delegación o una asunción de deuda, en las legislaciones en que ella es
factible.
La posibilidad de ceder el contrato se presenta en los bilaterales, por la razón
antes indicada de que en ellos las partes son recíprocamente deudoras y acreedoras.
Entonces, en vez de dejar sin efecto el contrato celebrado y proceder a otorgar uno
nuevo, con el cesionario como contraparte, se conviene modificarlo mediante la cesión
que una de las partes hace a un tercero de los derechos y obligaciones derivados del
contrato.
Por ejemplo, A arrienda a B un inmueble, y con el consentimiento de este
arrendador cede el contrato a C. Este pasa a ocupar la misma calidad de arrendatario
de A, y como él, está obligado al pago de las rentas de arrendamiento, a las
reparaciones locativas, etc., y tiene en cambio el derecho a exigir que el arrendador B
lo mantenga en el goce tranquilo y pacífico de la cosa arrendada.
Otro caso: en un contrato de suministro un proveedor, con el consentimiento del
otro contratante, cede el contrato a un tercero, quien deberá seguir suministrando los
objetos o servicios de que se trate, y tendrá derecho a cobrar su precio.
Finalmente, otro caso de gran frecuencia práctica entre nosotros: A promete a B
venderle un inmueble dentro de tres meses, y B promete comprarle el inmueble en el
plazo señalado. En esta promesa de compraventa ambas partes han contraído una
obligación y un derecho correlativo: otorgar el contrato prometido en la oportunidad
señalada, fuera de las otras obligaciones que pueden ir anexas al contrato (Art.
1.554).1128 A es acreedor de B por esta obligación, y a la vez deudor suyo de la
obligación de concurrir al otorgamiento del contrato prometido, y viceversa. Si B cede
el contrato de promesa con el consentimiento de A a un tercero, C, éste pasa a ser
titular del derecho y obligación correlativa de B de poder exigir y estar obligado a
otorgar el contrato de compraventa prometido.
2.° Que las prestaciones no se hubieren ejecutado.
O sea, el contrato debe estar pendiente en su ejecución, o ser de ejecución
sucesiva y no haberse agotado (Art. 1.406 del Código italiano), porque en caso
contrario lo traspasado sería el efecto ya producido del contrato. Y así, por ejemplo, si
A vende a B un inmueble, y A entrega material y jurídicamente la propiedad, y B ha
pagado el precio, lo que se cedería sería el dominio del inmueble ya adquirido por B, y
no el contrato de compraventa.
3.° El consentimiento de las tres partes.
Se necesita el del cedente, porque se desprende de sus derechos; del cesionario
que adquiere éstos y las obligaciones correspondientes al contrato de que se trate, y
finalmente del contratante cedido, en función del aspecto pasivo del contrato, pues si
no el cedente se liberaría de sus obligaciones, sin intervención del acreedor de ellas, lo
que no es posible, según vimos anteriormente.
Sin embargo, es factible que el contratante cedido haya dado su consentimiento
con anterioridad, situación que por ejemplo contempla el Art. 1.946 para el arriendo:
“el arrendatario no tiene facultad de ceder el arriendo... a menos que se le haya
expresamente concedido”. Como se ve, el Código exige que la voluntad del arrendador
haya sido expresa.
En esta situación, el Art. 1.407 del Código italiano declara que la sustitución del
cedente por el cesionario será eficaz respecto del contratante cedido desde el
momento en que se le notifique o acepte la cesión,'1129o sea, el mismo mecanismo de
la cesión de crédito.

Véase Contrato de Promesa, ob. cit.


1128

El inc. 2° del precepto se pone en otra situación: “si todos los elementos del contrato resultaren de un
1129

documento en que figure inserta la cláusula “a la orden” u otra equivalente, el endoso del documento
producirá la sustitución del endosatario en la posición del endosante”.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.162. Explicación de la cesión de contrato.


Existen varias teorías para explicar la institución, pero fundamentalmente pueden
agruparse en dos tendencias:
1.° Para algunos, no existe la cesión de contrato propiamente tal, sino que ella se
efectúa por medio de dos operaciones; una cesión de créditos en cuanto a los derechos
traspasados, y una novación por cambio de deudor, una delegación o una asunción de
deudas (según el concepto que se tenga o la legislación de que se trate) respecto de
las obligaciones traspasadas.
Cabe destacar que desde el momento en que operara una novación por cambio de
deudor, o una doble novación por cambio de acreedor y deudor, ya no puede hablarse
de cesión de contrato, sino de uno nuevo, por el efecto extintivo de la novación.
2.° Para otros, en cambio, la cesión de contrato es un negocio jurídico propio que
no se descompone en otras operaciones y con efectos que le son particulares, posición
que adopta el Código italiano.1130
La verdad es que en las legislaciones que no reglamentan la institución en
términos generales, sino que casos de ella, parece evidente que en estas situaciones
es el mismo contrato el cedido. Así lo veremos al tratar los de nuestra legislación.

1.163. Efectos de la cesión.


Hay que distinguir los que pueden generarse entre:
1.° El cesionario y el contratante cedido.
El cesionario pasa a ocupar la misma situación jurídica del cedente, lo reemplaza
en el contrato, y, en consecuencia, puede exigir el cumplimiento de los créditos que a
su favor emanen de éste y queda obligado a cumplir las obligaciones derivadas de él.
El cesionario no podría oponer las excepciones personales del cedente, y a su vez el
contratante cedido no podría oponerle excepciones derivadas de otra relación jurídica
suya con el cedente no comprendida en la cesión (Art. 1.409 del Código italiano).
2.° El cedente y el contratante cedido.
Al respecto, es necesario hacer un distingo, por cuanto al igual que en la
delegación, y en la asunción de deudas, el contratante cedido puede o no dar por libre
al cedente. En el primer caso, éste desaparece del contrato; en el segundo, quedará
como deudor solidario o subsidiario.
3.° El cedente y el cesionario.
Estos pueden estipular lo que estimen conveniente al respecto, pero a falta de
convención, se discute en doctrina si el cedente responde de la validez del contrato, y
por el cumplimiento del contratante cedido de las obligaciones propias de éste.1131

1.164. La cesión de contrato en la legislación chilena.


De más está insistir en que nuestro Código no contempla una reglamentación
orgánica de la institución.
Conviene, pues, distinguir tres situaciones:
1.° Cesión de contrato establecida en la legislación;
2.° Traspaso legal de contrato;
3.° Casos no legislados.
Veremos estas tres situaciones en los números siguientes.

1.165. I. Casos de cesión de contrato en la legislación.


Podemos citar los siguientes:
1.° Arrendamiento.

1130
Para un mayor desarrollo, una exposición de las principales doctrinas en Rosa Galán, ob. cit., págs. 16
y siguientes.
1131
Art. 1.410 del Código italiano: “el cedente queda obligado a garantizar la validez del contrato. Si el
cedente asumiese la garantía del cumplimiento del contrato, responderá como fiador por las obligaciones del
contratante cedido”.

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Dice el Art. 1.946: “el arrendatario no tiene la facultad de ceder el arriendo ni de


subarrendar, a menos que se le haya expresamente concedido; pero en este caso no
podrá el cesionario o subarrendatario usar o gozar de la cosa en otros términos que los
estipulados con el arrendatario directo”.
El precepto se pone en dos situaciones diversas: la cesión del arriendo y el
subarriendo. Este último es el arriendo efectuado por el arrendatario a un tercero del
todo o parte de lo arrendado; es un nuevo contrato, que no modifica las relaciones del
arrendatario con el arrendador ni crea relación jurídica alguna entre éste y el
subarrendatario.
En cambio, la cesión es justamente el traspaso del mismo contrato, como el
ejemplo que poníamos en el N.° 1.161, 1.°, quedando liberado el anterior arrendatario;
nuestra jurisprudencia ha reconocido esto último, pero lo ha atribuido a un efecto
novatorio, ya que no ha aceptado que se pueda haber producido un traspaso de
obligaciones.1132
En todo caso, es típicamente una cesión de contrato.
2.° Sociedades.
La naturaleza jurídica de la sociedad es controvertida, como ya lo hemos insinuado
en todo caso, en ella hay obligaciones y derechos para los socios entre sí, y respecto
de terceros.
Tratándose de sociedades de personas, el Art. 404 del Código de Comercio prohíbe
a los socios “ceder a cualquier título su interés en la sociedad” sin previa autorización
de todos los socios, bajo pena de nulidad. A contrario sensu, la cesión es posible con el
consentimiento de todos los socios, y en tal caso el nuevo socio entra a reemplazar al
cedente en todos sus derechos y obligaciones ante la sociedad.1133

1.166. II. Traspaso legal del contrato.


Hay casos en que por disposición de la ley, en el contrato cambia alguna de las
partes, pero sin el consentimiento del otro contratante. No hay, pues, cesión del
contrato, sino que traspaso legal del mismo.
Estos son los casos que se suelen citar como de asunción de deudas en nuestra
legislación (N.° 1.159), principalmente en los artículos 1.962, 2.°, y 1.968.
Esta última situación ya la hemos estudiado al hablar de la acción oblicua (N.°
767), y permite a los acreedores del arrendatario insolvente sustituirse al arrendatario,
prestando fianza a satisfacción del arrendador. Igual cosa ocurre en el Art. 1.965
cuando los acreedores del arrendador embargan la cosa arrendada y se sustituyen a
éste en sus derechos y obligaciones (N.° 767). En ambas situaciones, los acreedores
del arrendatario o arrendador asumen su misma calidad de contratante, y, en
consecuencia, les corresponden los derechos y obligaciones que les son propias.
El N.° 2 del Art. 1.962 señala que está obligado a respetar el arriendo todo aquel a
quien se transfiere el derecho del arrendador, a título oneroso, si el arrendamiento ha
sido otorgado por escritura pública. Por ejemplo, A arrienda a B una propiedad por tres
años; cuando ha transcurrido un año, transfiere la propiedad a C. Este está obligado a
respetar los dos años que faltan del arriendo, y, en consecuencia, a asumir la calidad
de arrendador en el mismo, con los derechos y obligaciones inherentes.
La misma situación se plantea con la legislación que limitaba los derechos de los
arrendadores a poner término a los contratos de arriendo; así, de acuerdo al inc. 4 del
Art. 14 de la Ley 11.622 sobre arrendamientos urbanos y al D. L. 964 de 1975, hoy
derogados, el arrendatario podía oponer al adquirente de la propiedad arrendada la
excepción de falta de motivos plausibles para pedir la restitución, y si el adquirente
carecía de ellos, debía aceptar al arrendatario como tal.

G. T. de 1914, enero a abril, N.° 94, pág. 207; y de 1928, 29 sem., N.° 178, pág. 783.
1132

1133
Como los terceros no han dado su consentimiento, creemos que el socio cedente no deja de ser
responsable ante ellos en los casos en que la ley establece esta responsabilidad personal de un socio.

716
LAS OBLIGACIONES TOMO II

La verdad es que el arrendamiento va tomando cada vez más acentuadamente un


carácter de gravamen o carga real, que explica todos estos fenómenos jurídicos.

1.167. III. Casos no legislados.


Fuera de los casos ya estudiados y otros que pueden escapársenos, cabe
preguntarse si es posible aplicar entre nosotros la cesión de contrato, y cómo funciona
ella.
Ya hemos dicho que se lleva a cabo en forma muy frecuente, especialmente en
relación a las promesas de compraventa, y entonces la pregunta es cómo debe
encarársela, si como una institución propia o debe recurrirse a las figuras de la cesión
de créditos y novación por cambio de deudor o delegación.
La verdad es que la solución depende de la posición que se adopte frente al
problema de la cesión de deudas, porque si se concluye, como lo hemos hecho
nosotros (N2 1.159), que ella no es posible en nuestra legislación, tampoco puede
aceptarse que fuera de los casos previstos por la ley pueda alguien asumir las
obligaciones de un contrato bilateral.
En cambio, si en virtud de la libertad contractual se reconoce la posibilidad de que
las partes convengan en la subsistencia de una obligación con un nuevo deudor, será
igualmente el mismo contrato el que subsistirá, con otro contratante.
En nuestro concepto, puede efectuarse la cesión de créditos y la delegación
imperfecta para traspasar los derechos y obligaciones respectivamente, quedando en
tal caso responsable el cedente. Si se elimina la responsabilidad de éste, hay novación
por el cambio de deudor, y, en consecuencia, forzosamente un nuevo contrato.
En todo caso, lo indudable es que se requiere el consentimiento de todos los que
intervienen, y no como suele efectuarse la cesión de promesa de compraventa, con
una mera notificación al prometiente vendedor. Ella basta para traspasar los derechos
del prometiente comprador, pero no sus obligaciones. 1134

1134
Si se llega a aceptar la cesión de contrato en nuestra legislación, las partes a falta de reglamentación
legal deberán ser cuidadosas en establecer sus efectos; creemos que, en todo caso, el cesionario no podría
oponer las excepciones personales del cedente, ni éste responderá de la solvencia del cesionario ni del
contratante cedido, pues tales son los principios de nuestra legislación.
La cree posible como regla general, Gonzalo Figueroa, ob. cit., N.° 23, pág. 73.

Dislexia Virtual 717


Capítulo I
LOS MODOS DE EXTINGUIR LAS
OBLIGACIONES
1.169. Concepto y enumeración.
En la primera parte, al dar el concepto de la obligación, señalamos su carácter
temporal; las obligaciones nacen para ser cumplidas, esto es, extinguidas.
Los modos de extinguir las obligaciones son todos aquellos hechos o actos jurídicos
mediante los cuales ellas dejan de producir efectos jurídicos; desaparecen de la vida
jurídica.
El Código los reglamenta en los títulos 14 y siguientes del Libro 4.°; el 14 tiene por
epígrafe: “de los modos de extinguirse las obligaciones y primeramente de la solución
o pago efectivo”.
El Art. 1.567, casi copiado del 1.234 del Código francés, encabeza este título,
enumerando los modos extintivos. En su inc. 1 se refiere al mutuo consentimiento de
que hablaremos en el Capítulo que a éste sigue.
Y agrega: “las obligaciones se extinguen además en todo o parte:
“ 1.° Por la solución o pago efectivo;
“ 2.° Por la novación;
“ 3.° Por la transacción;
“ 4.° Por la remisión;
“ 5.° Por la compensación;
“ 6.° Por la confusión;
“ 7.° Por la pérdida de la cosa que se debe,
“ 8.° Por la declaración de nulidad o por la rescisión;
“ 9.° Por el evento de la condición resolutoria;
“10.° Por la prescripción”.
De la transacción y prescripción se tratará al fin de este Libro; de la condición
resolutoria se ha tratado en el título “De las obligaciones condicionales”.
La enumeración, pese a lo larga, no es completa, falta en ella, desde luego, la
dación en pago.
Tampoco incluye la muerte del acreedor o deudor, en los casos de excepción que
estas circunstancias implican la extinción de las obligaciones, generalmente, según
hemos dicho, cuando es la persona de uno u otro la que le dio origen (N.° 166).
Es modo de extinguir las obligaciones también el plazo extintivo (N.° 464), como si
por ejemplo se ha estipulado un arriendo de 3 años, vencidos los cuales se extingue el
contrato, y con él las obligaciones de ambas partes.
Igualmente, la revocación unilateral pone fin a las obligaciones, cuando ella es
aceptada, como por ejemplo, en el mandato (N' 163).
Finalmente, el modo que el Código denomina “pérdida de la cosa que se debe”
está limitado a las obligaciones de dar, y en realidad forma parte de uno más amplio,
comúnmente llamado imposibilidad en la ejecución, y que nosotros preferimos
denominar imposibilidad en el cumplimiento o en la prestación.

718 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.170. Recapitulación y enumeración. De los modos enumerados hay varios que ya


hemos estudiado en otras partes de esta obra: otros se analizan en los casos concretos
que se presentan.
Y es así como hemos destacado que el pago se confunde con el cumplimiento de la
obligación, y allí lo tratamos conjuntamente con los modos que le equivalen: dación en
pago, compensación, confusión.
La novación ha hemos estudiado en la parte anterior a ésta, pues presenta
caracteres muy especiales, ya que extingue una obligación únicamente para dar
nacimiento a una nueva en su reemplazo. También es un acto complejo la transacción,
cuyo estudio se reserva a los contratos en particular.
Al examinar las modalidades, quedaron analizados la condición resolutoria y el
término extintivo.
La muerte de las partes y la renovación unilateral se estudian en los actos en que
específicamente inciden.
Por último, la nulidad y rescisión exceden al campo meramente obligacional, por lo
que pertenecen a la teoría general del acto jurídico.
En buena síntesis, para esta parte nos han quedado únicamente los modos
extintivos de carácter general no satisfactivos de la obligación, mutuo consentimiento,
remisión, imposibilidad en el cumplimiento y prescripción extintiva.

1.171. Clasificación de los modos extintivos.


Suelen los comentaristas efectuar variadas clasificaciones de los modos de
extinguir, con un interés más que nada doctrinario. Y así se habla:
1.° El pago y los demás modos de extinguir.
El pago difiere de todos los modos de extinguir, pues equivale al cumplimiento de
la obligación, tal como ella existe desde su nacimiento. En ningún otro modo extintivo
la obligación se cumple como ella fue contraída o establecida.
2.° En cuanto a la satisfacción que obtiene el acreedor.
Se distinguen tres categorías de modos de extinguir:
A) Aquellos que satisfacen el crédito en una u otra forma.
Hay modos de extinguir en que el acreedor, si no obtiene el pago mismo, obtiene
una cierta forma de cumplimiento. A esta categoría pertenecen además del pago los
que le equivalen, según la expresión del Art. 1.526: dación en pago, compensación,
confusión, transacción y novación.
Sobre esta última se discute, a nuestro juicio, equivocadamente, en cuanto a su
carácter satisfactivo: cierto que el acreedor no obtiene ni el cumplimiento ni su
equivalente, pero ello es porque su voluntad ha sido dar nacimiento a una nueva
obligación en reemplazo de la que tenía; por ésta, es que tiene un nuevo derecho
personal o de crédito. En ello consiste su satisfacción.
B. Aquellos que no satisfacen la acreencia,
En estos casos, el acreedor no obtiene la satisfacción de su crédito ni en la forma
estipulada, ni tampoco en otra semejante o equivalente; típicamente pertenecen a este
grupo la remisión, la prescripción extintiva y la imposibilidad inimputable en el
cumplimiento.1135
C) Aquellos que atacan el vínculo obligacional mismo.
Pertenecen a la categoría anterior, en cuanto el crédito no es satisfecho, pero se
les separan, porque actúan sobre el acto que lo generó, como ocurre con la nulidad y la
condición resolutoria.
Esta distinción tiene trascendencia, como lo vimos en la solidaridad, para
determinar las relaciones internas entre los codeudores, una vez satisfecho el crédito
del acreedor (N.° 419).

1135
Para algunos la imposibilidad imputable también es extintiva, porque la obligación perece y nace una
nueva en su reemplazo, la de indemnizar perjuicios (N° 815), En nuestro Código no es así; la obligación no
muere, cambia de objeto.

Dislexia Virtual 719


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3.° Modos comunes y particulares.


Algunos modos de extinguir son propios de ciertas obligaciones así ocurre con la
condición resolutoria que sólo puede afectar a las convencionales, la muerte de una de
las partes, la revocación unilateral que operan en ciertos casos. La mayoría son
comunes a todas las obligaciones, salvo las excepciones legales, como por ejemplo la
compensación, confusión, remisión, prescripción extintiva, etcétera.
4.° Modos voluntarios y no voluntarios.
En ciertos modos de extinguir, la extinción opera con la voluntad de las partes,
como en el pago, mutuo disenso, novación, dación en pago, remisión, etc. Son, por lo
tanto, convenciones extintivas; otros operan sin intervención de la voluntad de las
partes, como la compensación, confusión, prescripción extintiva, etc., sin perjuicio de
que éstos también deben ser alegados.
5.° Total y parcial.
Los distintos modos extintivos pueden operar extinguiendo la obligación total o
parcialmente, como si por ejemplo se remite la mitad de la deuda.
En el pago con subrogación, también se produce una extinción parcial, pero en
otro sentido: la obligación se extingue respecto del acreedor pagado y sobrevive con
otro acreedor: el que pagó.

1.172. Renacimiento de la obligación.


Si la obligación se ha extinguido, ella no puede renacer, pero es posible que quede
sin efecto el modo que ha operado, por nulidad o mutuo acuerdo de las partes.
La nulidad, judicialmente declarada, por su efecto retroactivo hace considerar que
la obligación nunca se extinguió.
El mutuo consentimiento, en cambio, significa crear una nueva obligación, porqué
la anterior se extinguió irrevocablemente; así lo confirma el Art. 1.607 que permite
retirar la consignación, pero la obligación se considera del todo como una nueva deuda
(N.° 648).
Otro caso en que para ciertos efectos renace la obligación se presenta cuando
opera una novación por cambio de deudor, y el primitivo deudor responde de la
insolvencia del nuevo (N.° 1.138).

720
Capítulo II
EL MUTUO CONSENTIMIENTO
1.173. Concepto.
De acuerdo al inc. 1 del Art. 1.568, “toda obligación puede extinguirse por una
convención en que las partes interesadas, siendo capaces de disponer libremente de lo
suyo, consientan en darla por nula”.
Ya el Art. 1.545 había señalado que todo contrato es una ley para las partes que lo
celebran, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas
legales; al dejar sin efecto el contrato, cesan de producir efectos las obligaciones
emanadas de él, y esto se extiende a toda clase de obligaciones, aunque más
propiamente el mutuo consentimiento se aplica a las convencionales.
Este modo de extinguir, a más de mutuo consentimiento, recibe otras
denominaciones: mutuo disenso, convención de extinción y los franceses lo designan
como resciliación, término que se ha difundido también entre nosotros. Consiste, como
sus nombres lo señalan, en que las partes, acreedor y deudor, acuerdan dar por
extinguidas las obligaciones que los ligan, esto es, que ellas dejen de producir efectos.
Es una aplicación lisa y llana del principio de la autonomía de la voluntad (N.° 97 y
siguientes), dominante aún en el campo obligacional: si las partes, de común acuerdo y
mientras no sea contra la ley, las buenas costumbres y el orden público, pueden
celebrar toda clase de convenciones, no hay inconveniente alguno para que
igualmente dejen sin efecto la obligación que las liga.
Y si pueden dejarla sin efecto, también pueden componerla como estimen
pertinente; así lo decíamos a propósito de la indemnización de perjuicios cuando
procede; y no es fuerza que sea fijada por el tribunal, porque las partes pueden
acordar entre ellas la forma de solucionarla (N` 295 y 890).

1.174. Aplicación del mutuo consentimiento.


Decíamos que este modo de extinguir es más propio de las obligaciones
contractuales, ya que en derecho las cosas se deshacen tal como se hicieron: si la
acorde voluntad de los interesados dio nacimiento a la obligación contractual, es
perfectamente lícito que la misma voluntad puede extinguirla.
Hay contratos que quedan al margen de este modo de extinguirse; así ocurre, por
ejemplo, entre nosotros con el matrimonio, pero en las legislaciones que aceptan el
divorcio con disolución del vínculo por mutuo acuerdo de los cónyuges, también será el
mutuo disenso el que ponga fin al matrimonio.
Pero, según la letra de la ley, este modo de extinguir no limita su aplicación a las
obligaciones contractuales, sino que cualquier derecho puede ser extinguido por él.
Sin embargo, en estos casos normalmente el mutuo disenso va a equivaler a una
renuncia al crédito, a una remisión de la obligación (N.° 1.178); por ejemplo, una
persona comete un cuasidelito civil en la persona de otra; si la víctima y el autor del
daño acuerdan que éste no sea indemnizado, en el fondo está renunciando la primera
a la indemnización, lo que es perfectamente lícito de acuerdo al Art. 12. Hay, pues, una
remisión de la obligación indemnizatoria.

Dislexia Virtual 721


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Igualmente, las obligaciones legales, por regla general, no pueden ser dejadas sin
efecto por el mutuo acuerdo de las partes, por su carácter irrenunciable.

1.175. Requisitos del mutuo disenso.


La ley no ha establecido ningún requisito específico para el mutuo consentimiento
como medio de extinguir las obligaciones; deberán concurrir los propios de todo acto
jurídico, ya que se trata de una convención; incluso se ha aceptado la voluntad
tácita.1136
Se exige sí capacidad de disponer del crédito, puesto que se pone término a éste;
así lo señala el precepto: “las partes interesadas, siendo capaces de disponer
libremente de lo suyo”.
Aunque el precepto no lo diga expresamente, la doctrina concluye que para que
sea posible el mutuo disenso es necesario que no estén íntegramente cumplidas las
obligaciones derivadas del mismo negocio jurídico. Y la razón es obvia, porque el Art.
1.567 dispone que la obligación puede extinguirse por la convención de las partes, y
sólo puede extinguirse aquello que aún existe, pero no lo que ha dejado de producir
efectos. De manera que si ha operado ya otro modo de extinguir, no podría tener lugar
el mutuo disenso.
Por ejemplo, A vende a B un automóvil, pero ni A ha cumplido su obligación de
entregar, ni B la suya de pagar el precio; si en tales circunstancias acuerdan dejar sin
efecto sus obligaciones, ha habido mutuo disenso, pero si, a la inversa, A entregó el
vehículo y B pagó el precio, ambas obligaciones ya están extinguidas. Si se dejaran sin
efecto, habría un nuevo contrato, restituyéndose las partes el vehículo y precio
recibidos, pero no un modo de extinguir.
En cambio, en los contratos de ejecución sucesiva el mutuo disenso es frecuente.
Así, en un arriendo a 5 años, las partes, de común acuerdo, pueden ponerle término a
los 2 años por mutuo consentimiento.

1.176. Efectos del mutuo disenso.


Sus efectos son los propios de todos los modos de extinguir la obligación: poner
término a ésta, sus accesorios, garantías, etc.
La expresión que usó el legislador, “consientan en darla por nula”, no es del todo
feliz, porque el acto fue perfectamente válido, lo fue también la obligación y los efectos
que haya alcanzado a producir antes del disenso; éstos quedan a firme, mientras la
nulidad opera retroactivamente. El mutuo disenso opera hacia el futuro, y ya hemos
señalado que en cuanto pretenda hacer desaparecer efectos ya producidos, hay una
nueva convención entre las partes.
Producida la extinción, las partes quedan desligadas de la obligación; ella deja de
producir efectos posteriores, y no podría, en consecuencia, exigirse indemnización de
perjuicios por la obligación así extinguida.1137

1136
RDJ, T. 29, sec. la., pág. 390
1137
G. T. de 1884, N.° 166, pág. 129.

722
Capítulo III
LA REMISION
1.177. Concepto y reglamentación.
Trata el Código de la remisión, que también se llama condonación, en el Título 16
del Libro 4.°, Arts. 1.652 a 1.654, entre los modos de extinguir las obligaciones.
La remisión no es más que un modo extintivo de los créditos; no tiene ningún otro
efecto que éste, y es, además, no satisfactivo, pues nada recibe el acreedor por su
derecho renunciado.
Podemos definirla como la renuncia o perdón que efectúa el acreedor de su crédito
de acuerdo con el deudor.
La remisión es, pues, una renuncia, pero muy particular, pues requiere el
consentimiento del beneficiario de ella: el deudor, según se comprobará luego.
La renuncia, normalmente, es un acto unilateral del renunciante, y así, el Código
en el Art. 885, N.° 3, declara extinguida la servidumbre por la renuncia del dueño del
predio dominante, y el inc. final del Art. 806 señala lo propio para el usufructo por la
renuncia del usufructuario, etc., sin que en ninguno de estos casos intervenga otra
voluntad que la del renunciante.
La razón de esta diferencia deriva de que el usufructo y la servidumbre constituyen
derechos reales, que suponen un vínculo entre la persona y la cosa (N.° 6), y de ahí
que no requieran 4t intervención de ninguna otra persona para su renuncia. Como la
obligación es un vínculo entre personas determinadas, lógicamente necesita el
consentimiento de ambas para extinguirse.
En conclusión, la remisión no es sino la renuncia de los derechos personales, y
como renuncia que es, sufre la aplicación del Art. 12. En consecuencia, serán
renunciables todos los derechos personales, siempre que la renuncia no esté prohibida
por la ley. Un derecho personal irrenunciable es el de los alimentos (Art. 334).

1.178. Remisión, mutuo disenso y transacción.


Según lo dicho, habrá remisión siempre que el acreedor con acuerdo del deudor,
renuncie a cobrar todo o una parte de su crédito.
Por ello es que decíamos que el mutuo consentimiento puede confundirse en
ciertos casos con la remisión (N.° 1.174); desde luego porque ambos modos de
extinguir requieren acuerdo de las partes, y el acreedor nada recibe por su crédito. En
los contratos bilaterales es más fácil la distinción, porque el mutuo disenso pondrá fin a
las obligaciones de ambas partes; en los contratos unilaterales y en las obligaciones no
convencionales, la distinción es más difícil, y dependerá de las circunstancias.
La remisión puede también formar parte de una transacción, dado el carácter
complejo que ésta tiene; la transacción implicará una remisión de toda aquella parte
del crédito que en definitiva no se va a cancelar. Por ello es que el Art. 2.462 dispone
que si la transacción recae sobre uno o mas objetos específicos, la renuncia general de
todo derecho debe entenderse referida únicamente a los derechos relativos al objeto u
objetos sobre que se transige.

Dislexia Virtual 723


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1.179. Clasificación de la remisión. Enunciación.


La remisión admite las siguientes clasificaciones;
1.° En cuanto a su fuente, testamentaria y convencional;
2.° Remisión que constituye donación, y remisión que no importa liberalidad,
3.° Remisión total y parcial, y
4.° Remisión expresa y tácita.
Veremos estas clasificaciones en los números siguientes.

1.180. 1. Remisión testamentaría y convencional.


La remisión puede provenir del testamento del causante acreedor, en que éste
declare su voluntad de condonar la deuda. Es lo que se llama el legado de
condonación, a que se refieren los Arts. 1.128 a 1.130. Destaquemos que aun en este
caso la remisión requiere el acuerdo del deudor, pues es una asignación por causa de
muerte que como tal debe ser aceptada por el asignatario, quien también puede
repudiarla.
Por acto entre vivos, la remisión es una convención, porque supone siempre el
acuerdo del deudor que acepta la extinción de la deuda. Así lo confirma el Art. 1.653
que veremos en el número siguiente y califica de donación a la remisión enteramente
gratuita, y ella es siempre un contrato, un acuerdo de voluntades.

1.181. II.Remisión enteramente gratuita y que no constituye mera


liberalidad.1138
Dice la primera parte del Art. 1.653: “la remisión que procede de mera liberalidad,
está en todo sujeta a las reglas de la donación entre vivos”. En armonía con esta
disposición el Art. 1.397 declara que “hace donación el que remite una deuda”.
De manera que la remisión puede ser de dos clases, según el espíritu de
liberalidad que anima al acreedor al efectuarla; si no hay más que el interés de
favorecer al deudor, es una donación, y se sujeta a los requisitos de ésta, según
veremos.
La remisión no será enteramente gratuita si el acreedor renuncia a su crédito,
porque tiene un interés propio comprometido en la renuncia, y no sólo la intención de
beneficiar al deudor, como, por ejemplo, si condona una deuda menor con tal que el
deudor le pague de inmediato una mayor.
Pero el caso más frecuente de remisión no donación es el que se presenta en los
convenios de acreedores que reglamenta la ley de quiebras (N` 80 y 964). Estos
convenios pueden tener objetivos diversos encaminados a obtener por los acreedores
el pago de sus acreencias: darle plazo al deudor, tomar la administración de sus
bienes, y también remitirle parcialmente sus créditos, a fin de que pueda pagar el
saldo no remitido. En efecto, es posible que la situación del deudor sea muy mala, y
que si en esas circunstancias se procede a realizar sus escasos bienes, los acreedores
cobren una parte ínfima de sus créditos o sólo se alcancen a pagar los preferentes.
Optan entonces por no provocar la quiebra y permitir que el deudor continúe la
explotación de sus bienes y pueda pagar una parte mayor de la deuda, pero si lo
gravan con la cancelación íntegra de ella, aparece como imposible el objetivo deseado.
En tal situación condonan una parte de la deuda, lo que el Código llama quita, y que es
una remisión parcial.
Lo curioso que tiene esta remisión es que si el convenio es judicial, puede
efectuarse contra la voluntad de algunos de los acreedores. En efecto, de acuerdo al
1138
Algunos autores (Alessandri, Claro Solar, etc.) efectúan la distinción entre remisión a título gratuito y a
título oneroso. No nos parece que la remisión pueda ser onerosa, porque si bien es cierto es posible que no
constituya una mera liberalidad, porque el acreedor tenga interés en ella, no lo es menos que el deudor no
se grava con ella, y antes por el contrario disminuye su gravamen. Aplicando, pues, el concepto de
onerosidad del Art. 1.440 para los contratos gratuitos y onerosos, no podemos decir que la remisión tenga
este último carácter, aun cuando no sea enteramente gratuita. En Francia, a falta de un precepto como el
Art. 1.653, se sostiene, en general, que la remisión es siempre donación.

724
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Art. 180 de la Ley de Quiebras, para su aprobación el convenio requiere el


consentimiento del fallido (nueva demostración de la necesaria concurrencia del
deudor a la remisión), y una mayoría de los dos tercios de los acreedores concurrentes
que representen las tres cuartas partes del pasivo con derecho a voto. De manera que
si el convenio importa una remisión parcial, los acreedores que no han concurrido con
su voto quedan de todos modos obligados a ella.

1.182. III. Remisión total y parcial.


Será total la remisión cuando el acreedor renuncie íntegramente al crédito y sus
accesorios, y parcial si condona una parte de la deuda, o un accesorio de ella, como
por ejemplo los intereses.
La parte de la obligación no remitida subsiste en los mismos términos anteriores, si
no se ha convenido otra cosa.

1.183. IV. Remisión expresa y tácita.


Por regla general la remisión será expresa, puesto que de acuerdo al Art. 1.393 la
donación no se presume.
Sin embargo, será tácita en el caso del Art. 1.654: “hay remisión tácita cuando el
acreedor entrega voluntariamente al deudor el título de la obligación, o lo destruye o
cancela, con ánimo de extinguir la deuda”.
La voz “título” está utilizada en este precepto en el sentido de documento que da
cuenta de la deuda; el legislador presume la remisión, porque es lógico deducirla de la
actitud del acreedor que se priva del medio de cobrar su crédito. La presunción es
meramente legal, y el acreedor puede destruirla probando una de dos cosas:
a) que la entrega, destrucción o cancelación del título no fue voluntaria;
b) o que estos actos no fueron realizados con ánimo de condonar la deuda.
Lo favorable para el deudor es precisamente esta alteración de las reglas
generales del peso de la prueba. Normalmente, de acuerdo al Art. 1.698, la extinción
de la deuda debe probarla el que la alega, o sea, el deudor- en este caso el acreedor
deberá acreditar que la deuda no se extinguió.

1.184. Requisitos de la remisión.


Debemos detenernos especialmente en los siguientes:
1.° Capacidad de disposición del acreedor.
La exige el Art. 1.652: “la remisión o condonación de una deuda no tiene valor sino
en cuanto el acreedor es hábil para disponer de la cosa que es objeto de ella”.
Es lógica la exigencia, porque, o bien la remisión es donación, en cuyo caso, de
acuerdo al Art. 1.338, el donante debe tener la libre disposición de lo que dona, o de
todos modos importa una disposición del crédito; el acreedor se desprende de algo que
es suyo, y pasa a extinguirse.
2.° Consentimiento.
Si la remisión constituye una donación, se altera la regla general para la formación
del consentimiento del Código de Comercio (N.° 45), y se requiere la notificación de la
aceptación de la oferta al donante. Así lo estatuye el Art. 1.412: “mientras la donación
entre vivos no ha sido aceptada, y notificada la aceptación al donante, podrá éste
revocarla a su arbitrio”. Por ello se ha resuelto que si no medió la notificación de la
aceptación, el deudor no puede oponer como excepción la remisión a la demanda del
acreedor cobrando el crédito remitido.1139
En el caso excepcional del Art. 1.654, examinado en el número anterior, la
voluntad puede manifestarse tácitamente.
3.° Formas de la remisión.

1139
G. T. de 1915, septiembre-
septiembre-octubre, N.° 554, pág. 1.433.

Dislexia Virtual 725


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

No hay una regla única al respecto, puesto que la remisión puede adoptar distintas
maneras, y deberá, en consecuencia, cumplir las solemnidades del acto de que se
trate.
Y así, si emana de un testamento, éste deberá llenar los requisitos que le son
propios; si va involucrada en un convenio de acreedores, los que la Ley de Quiebras
establece para ellos; si en una transacción, los de ésta.
Y si constituye donación, debe atenerse a las formalidades de este contrato, como
lo señala expresamente el Art. 1.653, el cual destaca, además, que deberá cumplir con
la insinuación cuando la donación la requiere, esto es, autorización judicial a petición
del acreedor o deudor, si la donación (remisión) excede a los dos centavos.

1.185. Efectos de la remisión.


El efecto propio de la remisión es el de todos los modos extintivo: poner término a
la existencia del crédito, y sus accesorios, y salvo, naturalmente, que el acreedor limite
en cualquier sentido la condonación, como por ejemplo refiriéndola únicamente a los
intereses, etc.
En cambio, la remisión de un accesorio no importa la condonación de lo principal, y
por ello el inc. final del Art. 1.654 dispone: “la remisión de la prenda o de la hipoteca
no basta para que se presuma la remisión de la deuda”.
La remisión produce efectos especiales en la solidaridad, según vimos en el N.°
417; si el acreedor remite a todos los deudores solidarios, se ha extinguido
íntegramente la obligación, pero si condona a alguno de ellos, puede siempre cobrar la
deuda a cualquiera de los restantes, con rebaja de la parte correspondiente al deudor a
quien remitió la deuda (Art. 1.518).

726
Capítulo IV
IMPOSIBILIDAD EN EL CUMPLIMIENTO
1.186. Reglamentación.
El Código reglamenta en el Título 19 del Libro 4.°, Arts. 1.670 a 1.680, como modo
de extinguir las obligaciones “la pérdida de la cosa que se debe”, el tratamiento dado
por el Código a esta materia, muy semejante al del francés, ha merecido las siguientes
observaciones:
1.° Que lo refiere únicamente a las obligaciones de dar una especie o cuerpo
cierto, en circunstancias que, según veremos, se aplica también a las obligaciones de
hacer y de no hacer (Nos 1. 196 y 1. 197);
2` En cuanto a la denominación, porque aun limitado a las obligaciones señaladas,
la pérdida de la cosa es sólo un caso de imposibilidad.
Sin embargo, cabe destacar que siendo muy ciertas las observaciones, la pérdida
de la cosa debida es el caso más importante de imposibilidad, sin que ello quiera decir
que sea el único, y
3.° Finalmente, en cuanto a la ubicación dada a la materia, y aquí no se trata de
una critica al Código sino de una dificultad intrínseca a ella, porque la imposibilidad en
el cumplimiento está íntimamente ligada a la responsabilidad del deudor. En efecto,
según insistiremos luego, la imposibilidad extingue la obligación cuando no es
imputable al deudor; en caso contrario, según sabemos, da lugar a la indemnización de
perjuicios. Por ello es que la base de la institución, que es el caso fortuito, ya la
estudiamos en los N` 838 y siguientes, justamente a propósito de la responsabilidad
contractual, por otra parte, el Código también diseminó las normas sobre
incumplimiento parcial y las relativas a la teoría del riesgo, que es un efecto particular
de la imposibilidad no imputable en los contratos bilaterales.
Nosotros también hemos topado con la misma dificultad, y hemos optado por
reagrupar en este Capítulo todo lo relacionado con la institución, con las debidas
referencias a las materias ya tratadas, para evitar inútiles repeticiones.
Lo dividiremos en cuatro secciones; la imposibilidad como modo de extinguir las
obligaciones- la imposibilidad en las distintas clases de obligaciones; la imposibilidad
parcial, y, por último, la teoría del riesgo.

Sección primera

LA IMPOSIBILIDAD COMO MODO DE EXTINGUIR LA OBLIGACIÓN

1.187. Concepto.
Podemos definir la imposibilidad en el cumplimiento como un modo de extinguir
las obligaciones que se presenta cuando por un hecho no imputable al deudor se hace
imposible para éste cumplir la prestación debida.
Legalmente no hay duda que es un modo de extinguir las obligaciones, porque
como tal enumera el Código el caso más importante de imposibilidad: la pérdida de la
cosa que se debe. Y jurídicamente, porque su efecto es precisamente ése: no se

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cumple la obligación, sin ulteriores consecuencias para el deudor, sin responsabilidad


para él. Y junto con la obligación se extinguen sus accesorios, garantías, privilegios,
etc. Entre los modos de extinguir es de aquellos en que el acreedor nada recibe a
cambio de su crédito; éste parece sin solución efectiva equivalente.
Pero no toda imposibilidad es extintiva de la obligación, sino que debe cumplirse
algunos requisitos.
En primer lugar, debe provenir de un hecho no imputable al deudor porque si ha
habido dolo o culpa suyos, la obligación no podrá cumplirse en la forma establecida,
pero en su lugar queda la obligación del deudor de indemnizar los perjuicios
ocasionados. En consecuencia, la imposibilidad extingue la obligación cuando se debe
a fuerza mayor o caso fortuito.
Y porque se trata de una fuerza mayor o caso fortuito, la imposibilidad debe ser
absoluta y sobreviniente.
La imposibilidad debe ser absoluta, como lo señala el Art. 534 del C. P. C., a que
luego nos referiremos, porque la imposibilidad relativa no constituye caso fortuito y
puede dar lugar a la aplicación de la teoría de la imprevisión que supone precisamente
una imposibilidad relativa, pero cuya procedencia entre nosotros hemos rechazado (N.°
860).
Y en seguida, debe ser posterior al nacimiento de la obligación, porque si es
coetánea, ya no hay imposibilidad extintiva, sino nulidad de la obligación, por defecto
del objeto (N.° 46). Por ello es que se suele hablar de imposibilidad sobrevenida para
referirse a la extintiva.
Con lo dicho es fácil comprender el fundamento de equidad en que se basa la
institución, y que vulgarmente se enuncia diciendo que a la imposible nadie está
obligado. Nada más justo que si es un hecho ajeno a su voluntad, imposible de resistir,
el que le impide cumplir, el deudor quede liberado de toda responsabilidad.

1.188. Denominación.
Existe respecto de este modo de extinguir una verdadera anarquía de
denominaciones.
Ya hemos señalado que la utilizada por el Código, pérdida de la cosa debida, se
limita al caso más frecuente de imposibilidad, pero ¡no los comprende a todos.
Por ello los autores generalmente se han asilado en la expresión que utiliza el Art.
534 del C. P. C. (N.° 1.176): imposibilidad en la ejecución, al referirse a las excepciones
del deudor en el juicio ejecutivo por obligación de hacer. De ahí se extrajo para toda la
institución la denominación de imposibilidad absoluta en la ejecución, que es la frase
que utiliza el precepto citado, o más brevemente imposibilidad en la ejecución,
pretendiendo incluir con ella a todas las situaciones involucradas. Pero la ejecución es
más propiamente el cumplimiento en las obligaciones de hacer, por lo cual difícilmente
incluye a las de dar, y en ningún caso a las de no hacer.
El Código italiano utiliza una denominación tan precisa como extensa: “de la
imposibilidad sobrevenida por causa no imputable al deudor” (Sección 5a del Capítulo
4.° del Título 1.° del Libro 4.°, Arts. 1.256 a 1.259). En este título están todos los
caracteres de la institución.
Pero para no hacerla tan extrema aunque sea menos precisa, preferimos hablar de
imposibilidad en el cumplimiento, entendiéndose naturalmente que nos referimos a la
imposibilidad absoluta e inímputable.

1.189. Clases de imposibilidad.


Según lo dicho anteriormente. la imposibilidad en sí misma puede ser absoluta y
relativa, imputable al deudor y no imputable, y coetánea al nacimiento de la
obligación, y posterior a él. La extinción de la obligación proviene únicamente de la
imposibilidad sobrevenida, absoluta e inimputable.

728
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Esta admite, a su vez, una doble clasificación: total y parcial. A la primera nos
referimos en la sección siguiente, y a la segunda en la tercera de este Capítulo.
Y también puede ser definitiva y temporal, tratándose esta última conjuntamente
con la parcial.

Sección segunda

IMPOSIBILIDAD TOTAL

1.190. Distinciones.
Según lo visto, el Código limitó este modo de extinguir a las obligaciones de dar
una especie o cuerpo cierto.
Nos referiremos sucesivamente a cómo opera en las distintas obligaciones, las de
especie que trata el Código, las de género, las de hacer y las de no hacer.

1.191. I. Obligaciones de especie o cuerpo cierto.


Veremos sucesivamente en los números siguientes:
1.° Cuando existe imposibilidad
2.° Cuando se extingue la obligación sin responsabilidad para el deudor, y
3.° Cuando es éste responsable.

1.192. A. Casos en que hay imposibilidad.


Hemos insistido que el Código se ha limitado a la pérdida de la cosa debida.
Dice al respecto el Art. 1.670: “cuando el cuerpo cierto que se debe perece, o
porque se destruye, o porque deja de estar en el comercio, o porque desaparece y se
ignora si existe, se extingue la obligación; salvas empero las excepciones de los
artículos subsiguientes”.
Que una cosa perezca es lo mismo en el lenguaje corriente a que se destruya. Sin
embargo, como puede apreciarse, el Código ha ampliado este significado a otros casos
en que la cosa no se destruye, pero que jurídicamente equivalen a su perecimiento, y
producen los mismos efectos que éste.
En consecuencia, hay imposibilidad en el cumplimiento:
1.° Por la destrucción misma de la especie o cuerpo cierto debido.
Al respecto hay que tener presente que no es indispensable la destrucción total de
la cosa debida, pues, de acuerdo al Art. 1.486, disposición que no obstante su
ubicación en las obligaciones condicionales, debe considerarse de aplicación general,
“todo lo que destruye la aptitud de la cosa para el objeto o a que según su naturaleza o
la convención se destina, se entiende destruir la cosa” (N.° 506).
2.° Cuando la cosa desaparece y se ignora si existe.
Se trata del extravío de la especie o cuerpo cierto. La cosa debida puede
realmente existir, pero como ha desaparecido y se ignora si subsiste, el legislador la
considera perdida.
Al tratar de la imposibilidad temporal veremos las consecuencias de un posible
reaparecimiento de ella (N.° 1.202).
3.° Cuando deja de estar en el comercio jurídico.
Esto es, la cosa debida pasa a ser incomerciable, como si, por ejemplo, es
expropiada por la autoridad.

1.193. B. Casos en que la pérdida no acarrea responsabilidad al deudor.


Referencia.
Cuando la imposibilidad no es imputable al deudor, se produce la extinción de la
obligación por el modo en examen. Interesa, pues, precisar cuáles son los casos en que
no hay responsabilidad para el deudor, pero como ya los vimos al estudiar el
incumplimiento, nos limitaremos a enumerarlos, con las correspondientes referencias.

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El deudor no responde:
1.° Si la cosa perece por caso fortuito, salvas las excepciones legales (Art. 1.547)
(N.° 838 y siguientes);
2.° Si la cosa perece en poder del deudor, durante la mora del acreedor en
recibirla, y siempre que al primero no pueda atribuírsele dolo o culpa grave (Art. 1.680)
(N.°883 y 828);
3.° Si la cosa perece por obra de un tercero, del cual el deudor no es civilmente
responsable (Art. 1.677) (N.° 851), y
4.° Si la cosa perece por caso fortuito durante la mora del deudor (mora que lo
hace responder aun de la fuerza mayor), pero ésta hubiera destruido igualmente la
cosa en poder del acreedor (Arts. 1.574, inc. 2, y 1.672, inc. 2) (N.° 878).

1.194. C. Casos en que la pérdida acarrea responsabilidad al deudor.


Referencia.
Si el deudor responde de la imposibilidad en el cumplimiento, la obligación no se
extingue, sino que cambia de objeto, esto es, nace en su reemplazo la de indemnizar
los perjuicios. No hay, pues, extinción por la vía que estudiamos.
Y el deudor es responsable:
1.° Si hay culpa o dolo de su parte (Art. 1.672) (N.° 826 y 829);
2.° Si hay culpa o dolo de las personas por las cuales el deudor es civilmente
responsable (Art. 1.679) (N.° 851);
3.° Si la cosa perece por caso fortuito, pero el deudor está en mora, y con la ya
señalada salvedad de que la cosa hubiere perecido igualmente en poder del acreedor
(Arts. 1.574, inc. 2, y 1.676, inc. 2.°) (N.° 878);
4 Si el deudor se ha constituido responsable de todo caso fortuito o de alguno en
particular (Art. 1.673) (No 846), y
5.° Si ha hurtado o robado un cuerpo cierto.
Dispone el Art. 1.676: “al que ha hurtado o robado un cuerpo cierto no le será
permitido alegar que la cosa ha perecido por caso fortuito, aun de aquellos que habrían
producido la destrucción o pérdida del cuerpo cierto en poder del acreedor”. Es ésta
una sanción para el autor de tales delitos.

1.195. II. Obligaciones de género.


El Código ha limitado la pérdida de la cosa debida a las obligaciones de especie o
cuerpo cierto, porque el género no perece (N.° 353).
Por lo tanto, no hay imposibilidad en el cumplimiento en esta clase de
obligaciones; así lo confirma, además de la circunstancia de que el Código limite la
pérdida a las obligaciones de especie o cuerpo cierto, la expresa disposición del Art.
1.510: “la pérdida de algunas cosas del género no extingue la obligación”.
Pero ello es así mientras subsistan otras cosas para el cumplimiento de lo que se
debe, como lo señala el mismo Art. 1.510. Porque si el género está agotado
integralmente, habrá imposibilidad en el cumplimiento, la cual será inimputable y
extinguirá la obligación sin responsabilidad para el deudor, siempre que se deba a un
caso fortuito. Ello puede ocurrir en las obligaciones de género limitado.
Por las razones señaladas, la jurisprudencia ha rechazado la aplicación de las
normas de pérdida de la cosa debida a las obligaciones de dinero.1140
Sin embargo, uno de los casos fallados incidía en un problema de imposibilidad
inimputable en que si bien el título 19 era inaplicable, por los principios generales de la
legislación que eximen al deudor de responsabilidad por el caso fortuito, éste debió
quedar libre de ella. Corresponde a aquellas situaciones en que el deudor está obligado
a entregar una moneda determinada, y ello se torna imposible por disposición de
autoridad. Como sabemos, actualmente las obligaciones en moneda extranjera se

1140
RDJ, Ts. 11, sec. la, pág. 565; 26, sec. la., pág. 549, y 37, sec. la., pág. 549.

730
LAS OBLIGACIONES TOMO II

cumplen en moneda de curso legal, según la correspondiente equivalencia (N.°


358).1141

1.196. III. Obligaciones de hacer.


Como habíamos dicho, el Código Civil no se refirió a la imposibilidad en las
obligaciones de hacer, aun cuando igualmente había que concluir la extinción de las
obligaciones por caso fortuito.
En todo caso el Art. 534 del C. P. C. señala ahora que en el juicio ejecutivo por
obligación de hacer, el deudor puede oponer, además de las excepciones del juicio
ejecutivo por obligación de dar, “la de imposibilidad absoluta para la ejecución actual
de la obra debida”.
Y este precepto recalca que la imposibilidad debe ser absoluta, porque, de acuerdo
al Art. 1.553, ante el incumplimiento de una obligación de hacer el acreedor goza de un
triple derecho, entre ellos de hacer ejecutar la obra por un tercero, de manera que
habrá impedimento total, siempre que la obligación no pueda ser cumplida por alguien
ajeno a ella (N.° 805). El ejemplo típico es el del cuadro encargado a un pintor.
Todo lo anteriormente señalado en cuanto a los casos en que el deudor responde y
aquellos que no, y lo que diremos más adelante respecto a los efectos de la
imposibilidad y su prueba, rige para las obligaciones de hacer con las variantes propias
de su diversa naturaleza.

1.197. IV. Obligaciones de no hacer.


En ellas, aunque más difícil, también es factible que se presente una imposibilidad
absoluta para que el deudor mantenga su abstención, como si por ejemplo el
comprador de una casa se hubiera obligado a no demolerla, y una decisión de la
autoridad se lo ordena hacer; en tal evento, es evidente que no habrá responsabilidad
por el incumplimiento fortuito.

1.198. Efectos de la imposibilidad total.


Para determinarlos, preciso es distinguir si ella es imputable o no al deudor.
Sólo hay extinción de la obligación, según hemos señalado, en el primero de los
casos, poniéndose fin a ella y sus accesorios. En tal evento ha habido incumplimiento
de la obligación, pero por no ser éste imputable al deudor, no se produce ulterior
consecuencia para éste.
La situación varia en los contratos bilaterales, porque al extinguirse por caso
fortuito la obligación de una de las partes, hay que determinar qué ocurre con la de la
contraparte, obligación que no se ha hecho imposible, y que puede estar ya cumplida o
aún pendiente. La llamada teoría del riesgo, y que examinaremos en la cuarta sección
de este Capítulo, tiende precisamente a dilucidar este conflicto. Nos remitimos a ella.
Radicalmente inversa es la situación si el incumplimiento es imputable al deudor,
esto es, si la imposibilidad ha sobrevenido por su dolo o culpa. En tal caso pasa a ser
deudor de la indemnización de perjuicios, que reemplaza a la obligación que ya no
puede cumplirse por imposibilidad imputable. Recordemos que en doctrina se discute
si es la misma obligación anterior que se transforma en la de indemnizar, o ésta es una
nueva que nace en reemplazo de la anterior, y que el Art. 1.672, aunque referido a las
obligaciones de dar, señala para nuestro Código la primera interpretación (N.° 815).
Para concluir esta recapitulación de los efectos de la imposibilidad, recordemos:
1.° Que si la obligación se hace imposible durante la mora del deudor, pero la cosa
igualmente se hubiere destruido en poder del acreedor, sólo se debe indemnización
por la mora (Art. 1.672, inc. 2.°) (N.° 878);

1141
En un falto de la RDJ, T. 64, sec. la., pág. 44, se aplicaron correctamente estos principios en un caso
en que no se pudieron pagar oportunamente impuestos en moneda extranjera; la Corte eximió al deudor de
los intereses moratorios por la imposibilidad provocada por el caso fortuito.

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2.° Que si la imposibilidad proviene del hecho o culpa de personas por las cuales el
deudor no es civilmente responsable, el acreedor puede exigir que el deudor le ceda
los derechos y acciones que tenga contra aquellos por cuyo hecho o culpa ha perecido
la cosa (Art. 1.677) (N.° 851), y
3.° Que “si la cosa debida se destruye por un hecho voluntario del deudor, que
inculpablemente ignoraba la obligación, se deberá solamente el precio sin otra
indemnización de perjuicios” (Art. 1.678).

1.199. Prueba de la imposibilidad.


Al alegar imposibilidad absoluta no imputable, el deudor invoca la extinción de su
obligación, y de acuerdo con la regla general del Art. 1.698, a él toca acreditarla.
Y lo hará probando su único elemento: el caso fortuito o fuerza mayor. Esta prueba
corresponde al deudor, según lo señala el Código reiteradamente (N.° 847).
Igualmente si el deudor, estando en mora, pretende que el caso fortuito de todos
modos hubiere destruido lo debido en poder del acreedor, es suya también la prueba
de esta circunstancia.
Se ha resuelto que es cuestión de hecho determinar si hubo imposibilidad en el
cumplimiento.”

Sección tercera

IMPOSIBILIDAD PARCIAL Y TEMPORAL

1.200. Enunciación.
El Código no se ha preocupado específicamente de dos situaciones que hacen que
la imposibilidad no sea total y definitiva. Son ellas la imposibilidad parcial, esto es, la
obligación puede cumplirse, pero no íntegra y perfectamente, y la temporal, esto es,
una imposibilidad que posteriormente desaparecerá: la obligación no puede cumplirse
cuando es exigible, pero sí más adelante.
Sin embargo, por las soluciones que el legislador da a situaciones particulares que
inciden en los casos señalados, podemos deducir las reglas generales que los
gobiernan.

1.201. 1. Imposibilidad parcial.1142


Como decíamos, el Código se preocupó únicamente de un caso de imposibilidad
parcial1143 deterioros de la especie o cuerpo cierto debidos, y no lo hizo tampoco en el
título referente a la pérdida misma de la cosa debida, sino a propósito del
cumplimiento de la condición (Art. 1.480) (No 504), y en el pago (Art. 1.590) (N.° 617).
Con la solución que ellos dan podemos sentar la siguiente regla general:
Si la imposibilidad es imputable al deudor y es de importancia, el acreedor goza
del derecho alternativo del Art. 1.489, esto es, pedir la resolución del contrato o exigir
el cumplimiento (parcial), en ambos casos con indemnización de perjuicios.
Si la imposibilidad es imputable al deudor pero no es de importancia, el acreedor
sólo puede exigir el cumplimiento parcial y la indemnización de perjuicios.
Si la imposibilidad no es imputable al deudor, la obligación se cumple en la parte
que sigue siendo posible; tratándose de una especie o cuerpo cierto, el acreedor debe
recibirla como se encuentre, esto es, con sus deterioros.

1142
RDJ, T. 72, sec. 1a, pág. 165.
1143
El Art. 1.258 del Código italiano se refiere a la “imposibilidad parcial; si la prestación se ha hecho
imposible sólo en parte, el deudor se libera de la obligación cumpliendo la prestación en la parte que sigue
siendo posible. La misma disposición se aplica cuando debiéndose una cosa determinada, ésta ha sufrido
deterioros o cuando queda algo después del perecimiento total de la cosa”.

732
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.202. II. Imposibilidad temporal.


Puede ocurrir que el imprevisto que impide cumplir la obligación no sea definitivo,
y sólo imposibilite al deudor para cumplir oportunamente, esto es, cuando la obligación
es exigible.
El Código no se ha preocupado especialmente tampoco de esta situación,1144 sino
para un caso especial, del cual puede extraerse la regla general: reaparecimiento de la
cosa perdida.
Lo hace así el Art. 1.675: “si reaparece la cosa perdida cuya existencia se
ignoraba, podrá reclamarla el acreedor, restituyendo lo que hubiere recibido en razón
de su precio”.
El precepto parte del supuesto de que el deudor ha sido responsable del extravío,
y se vio, en consecuencia, obligado a pagar el precio de la cosa como indemnización
compensatoria, y los perjuicios por la mora; en tal situación el acreedor puede optar
entre retener la indemnización recibida o reclamar la especie reaparecida, pero en este
caso sólo podrá conservar la indemnización moratoria, porque ella reparó el retardo
sufrido, pero deberá devolver el precio recibido.
Ahora, si el extravío no fue imputable al deudor, parece obvio que el acreedor
puede reclamar, la cosa extraviada y reaparecida, pero no pedir indemnización, ya que
el retardo no fue imputable.
La misma solución puede extenderse a cualquier imposibilidad temporal: el deudor
debe indemnizarla si es imputable, y concluida la imposibilidad, el acreedor puede
exigir la prestación, devolviendo la indemnización compensatoria; si no es imputable,
la obligación debe cumplirse cuando desaparezca la imposibilidad, pero sin
indemnización moratoria.

Sección cuarta

LA TEORÍA DEL RIESGO1145

1.203. Enunciación.
Hemos optado por hablar en un primer párrafo del riesgo en general, y en un
segundo estudiar la reglamentación de nuestra legislación a este problema.

Párrafo 1.°

DEL RIESGO EN GENERAL

1.204. El riesgo.
La expresión “riesgo” indica la posibilidad de un evento futuro dañino, o como dice
el Diccionario, “contingencia o proximidad de un daño”.
1144
También el Código italiano se preocupa en general de ella en el Art. 1.256, inc. 2: “si la imposibilidad
es sólo temporal, el deudor, mientras la misma perdura, no es responsable del retardo en el cumplimiento.
Sin embargo, la obligación se extingue si la imposibilidad perdura hasta el momento en que, con relación al
título de la obligación o a la naturaleza del objeto, el deudor no puede ya ser considerado obligado a ejecutar
la prestación o bien el acreedor no tiene ya interés en conseguirla”.
Por su parte, el Art. 1.257 se preocupa del “extravío de la cosa determinada”: “La prestación que tiene
por objeto una cosa determinada se considera que se ha hecho imposible también cuando la cosa se ha
extraviado sin que pueda probarse su perecimiento. En caso de que posteriormente sea encontrada la cosa,
se aplican las disposiciones del segundo apartado del artículo anterior”.
1145
Tal como la imposibilidad misma, es ésta una materia de difícil ubicación para su tratamiento, pues
puede corresponder a un Capítulo especial de los efectos del contrato bilateral, en unión de la condición
resolutoria tácita y la excepción del contrato no cumplido; o como el profesor Alessandri (ob. cit., pág. 198) lo
hacía en las obligaciones de especie o cuerpo cierto, únicas en que opera esta teoría, o estudiarlas donde lo
hacemos nosotros (y también Fueyo, ob. cit. T. 2°, pág. 216, N.° 627), que nos parece lógica, primero, por su
íntima relación con la imposibilidad corno modo de extinguir obligaciones, y segundo, por el efecto extintivo
que a su vez puede tener la aplicación de ella.

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Si este evento es susceptible de provocar efectos jurídicos interesa al Derecho,


donde encontramos la expresión en varias figuras. Así, vimos que la responsabilidad
objetiva ha solido fundarse en la teoría del riesgo profesional (N' 208); en materia de
seguros el objeto asegurado es siempre un riesgo, etc.
En cuanto a los derechos subjetivos, el riesgo se presenta tanto en los derechos
reales como en los personales, pero con muy distintas implicaciones
1.204 Tal como la imposibilidad misma, es ésta una materia de difícil ubicación
para su tratamiento, pues puede corresponder a un Capítulo especial de los efectos del
contrato bilateral, en unión de la condición resolutoria tácita y la excepción del
contrato no cumplido; o como el profesor Alessandri (ob. cit., pág. 198) lo hacía en las
obligaciones de especie o cuerpo cierto, únicas en que opera esta teoría, o estudiarlas
donde lo hacemos nosotros (y también Fueyo, ob. cit. T. 2.°, pág. 216, M 627), que nos
parece lógica, primero, por su íntima relación con la imposibilidad corno modo de
extinguir obligaciones, y segundo, por el efecto extintivo que a su vez puede tener la
aplicación de ella.
En efecto, en los primeros, el titular del derecho real es el que corre el riesgo de
extinción o disminución de su derecho por la destrucción o deterioro de la cosa sobre la
cual se ejerce. Y así, por ejemplo, el dueño corre el riesgo de perder su dominio si se
destruye el objeto de éste, el usufructuario y el nudo propietario, de extinción de sus
derechos por la desaparición de la cosa fructuaria, etc. En todos estos casos, si la cosa
se destruye por un imprevisto, el riesgo ha sido para su dueño (res perit domino),
porque las cosas producen y perecen para su propietario. Ahora si en la destrucción,
deterioro o merma ha intervenido culpable o dolosamente un tercero, éste deberá
indemnizar los perjuicios; si se debe al hecho o culpa del usufructuario, éste le
responderá al propietario, etc.
En los derechos personales, el riesgo se presenta justamente cuando la obligación
se ha hecho imposible sin que la imposibilidad pueda imputarse al deudor. Si hay
responsabilidad para éste, no ha habido riesgo, porque el deudor no cumplirá la
obligación que se hizo imposible, pero deberá indemnizar los perjuicios.

1.205. La teoría del riesgo.


La teoría del riesgo, o de los riesgos, como suele también llamársela, incide
precisamente en el problema señalado: extinción de una obligación por imposibilidad
no imputable al deudor.
Al respecto hay que distinguir si hay una sola parte obligada, o lo están ambas. Lo
primero ocurre normalmente en las obligaciones extracontractuales, y en las
convencionales, si el contrato es unilateral. Y así, por ejemplo, si se da en comodato un
automóvil, sólo existe la obligación del comodatario de restituirlo a la expiración del
contrato. Si el vehículo se destruye por culpa o dolo del comodatario no podrá ya
cumplir esta obligación, pero deberá hacerlo por equivalencia, indemnizando al
comodante. Pero si la destrucción se debe a un caso fortuito, la obligación de restituir
se extingue sin ulteriores consecuencias para las partes.1146
En cambio, en el contrato bilateral existen prestaciones recíprocas para ambas
partes; cada una es acreedor y deudor a la vez de la otra, y bien puede ocurrir que una
de las obligaciones se haga imposible. Si ha habido culpa o dolo del deudor, cuya
prestación se ha hecho imposible, la contraparte puede pedir la resolución del contrato
y la indemnización de perjuicios, y si se le pretendiera exigir su propia prestación,
podrá defenderse con la excepción del contrato no cumplido.
Pero si la prestación se hizo imposible por caso fortuito, el deudor de ella queda
liberado de cumplirla en naturaleza, porque a lo imposible nadie está obligado, ni por
equivalencia, ya que no es responsable de la imposibilidad. Su obligación se ha
extinguido sin ulterior consecuencia para él, pero ¿qué ocurrirá en tal caso con la de la

1146
Sobre la situación, si el contrato ha derivado en sinalagmático imperfecto, véase N.° 1.209, 1°.

734
LAS OBLIGACIONES TOMO II

contraparte? ¿Deberá ella cumplirla, o se extinguirá también, y en caso de haberla ya


cumplido, tendrá derecho a la restitución de lo dado o pagado?
Por ejemplo, se compra un vehículo para entrega a dos meses, y pagadero con
tanto al contado y el saldo en mensualidades, y aquél se destruye fortuitamente antes
de la entrega, ¿deberá el comprador seguir pagando el precio, o antes por el contrario
tiene derecho a dejar de hacerlo y exigir la devolución del anticipo? 1147 El mismo
problema puede darse en todo contrato bilateral, y así, en el arriendo si se destruye el
objeto arrendado, etc.
La teoría del riesgo tiende precisamente a solucionar este problema, esto es, a
determinar qué ocurre con la obligación de la contraparte, que no se ha hecho
imposible: si ella se extingue también o subsiste, a pesar del incumplimiento recíproco.

1.206. Soluciones posibles al problema del riego en el contrato bilateral.


No hay sino dos alternativas posibles para solucionar el problema planteado en el
número anterior: determinar que el riesgo es de cargo del deudor, cuya prestación se
ha hecho imposible, o del acreedor a quien no se le va a cumplir la contraprestación
por imposibilidad.
1.° Riesgo del deudor (res perit debitori).
El riesgo es de cargo del deudor cuya prestación se ha hecho imposible por caso
fortuito, si no puede exigir a la contraparte el cumplimiento de la obligación de ésta. Su
propia deuda se extinguió por caso fortuito; no la cumplirá ni en naturaleza ni por
equivalencia; en el ejemplo, ni entrega el vehículo ni indemniza los perjuicios, pero
tampoco el comprador (acreedor de la obligación de entregar que se ha hecho
imposible) deberá cumplir la suya de pagar el precio, y si ya lo hizo, podrá repetir lo
dado o pagado.
2.° Riesgo del acreedor (res perit creditori).
El riesgo es de cargo del acreedor cuando éste, no obstante qua la obligación del
deudor se ha extinguido por caso fortuito, esta obligado a cumplir su propia obligación,
y si ya lo hizo, nada puede reclamar. En el ejemplo señalado, el acreedor, no obstante
no recibir el vehículo, deberá pagar el precio, y no podrá exigir el cumplimiento en
naturaleza de la contraprestación, ni la indemnización de perjuicios, ni la resolución del
contrato, ni oponer a la demanda contraria de cobro del saldo de precio adeudado la
excepción del contrato no cumplido.
Finalmente, las legislaciones en las obligaciones de dar suelen aplicar otro
principio para determinar si el riesgo es del deudor o del acreedor, y se basan en cuál
de los dos es el dueño de la cosa; el problema se resuelve con la regla res perit
domino, las cosas perecen para su dueño.
Antes de ver por cuál de las dos soluciones cabe inclinarse doctrinariamente en el
número subsiguiente, en el que sigue analizaremos brevemente el origen y desarrollo
de esta teoría.

1.207. Origen y desarrollo.


Se sostiene que la teoría del riesgo nació en Roma pero limitada a la compraventa;
en el Derecho Romano el riesgo era del comprador, porque en el primitivo derecho la
compraventa se fraccionaba en dos operaciones: la emptio y la venditio. El comprador
primero compraba la cosa, y ésta le era entregada. Siendo la entrega la tradición, el
comprador pasaba a ser dueño de ella, y por la operación posterior pagaba el precio. Si
en el intertanto la cosa se destruía, aplicando el principio res perit domino, la pérdida
1147
Hay un par de ejemplos clásicos en la materia: Una agencia de viajes organiza una gira por el
extranjero, contrata los pasajes y demás servicios, pero el viaje se hace imposible por el estallido de una
guerra; la obligación de la agencia se ha extinguido por caso fortuito, pero el riesgo consiste en determinar
qué ocurre con la obligación de los viajeros de pagarle a la agencia: si también se extingue, pudiendo pedir
la devolución de lo ya pagado, o si siempre deberán cancelar lo convenido. El mismo problema se presenta si
un empresario teatral contrata a un artista, vende las entradas, y la función no puede efectuarse por
enfermedad de éste, etc.

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era para el comprador dueño de la cosa, quien quedaba obligado a pagar el precio, no
obstante la pérdida de lo comprado. Refundida la compraventa como un solo contrato,
se mantuvo el mismo principio.
El Código francés recogió idéntica solución, pero por distinto motivo jurídico,
porque en dicho Código nacen derechos reales del solo contrato, y entonces aplicó en
el Art. 1.138 a la obligación de entregar el principio de que las cosas perecen para su
dueño (res perit domino), colocando el riesgo por cuenta del acreedor.
La teoría del riesgo en el siglo pasado y lo que va corrido del presente ha
experimentado una doble evolución:
1.° Ampliación de su aplicación.
Nacida en la compraventa, extendida por el Código francés a toda obligación de
entregar una especie o cuerpo cierto, hoy se refiere a todos los contratos bilaterales,
cualquiera que sea la obligación que de ellos emane: dar, hacer y no hacer.
2.° En cuanto a su solución.
La regla general es hacer correr el riesgo por cuenta del deudor, cuya prestación
se ha hecho imposible. Así ocurre en los Códigos alemán, suizo o italiano, y con la
salvedad de que en las obligaciones de dar especie o cuerpo cierto se mantiene el
riesgo por cuenta del adquirente, si éste se ha hecho dueño, no obstante la falta de
entrega. Así, el Código italiano en su Art. 1.463 sienta la regla general indicada, para
en el Art. 1.465 referirse a los contratos “con efectos traslativos o constitutivos”, en
que por norma general el riesgo es del adquirente.

1.208. Solución doctrinaria del riesgo.


Las legislaciones modernas en la forma señalada y la inmensa mayoría de los
autores1148 están contestes en que por regla general el riesgo debe estar a cargo del
deudor cuya prestación se ha hecho imposible. Porque si bien es justo que éste quede
liberado de responsabilidad por el caso fortuito, no es equitativo, en cambio, que la
contraparte que nada recibe siga siempre obligada a cumplir su propia prestación.
Hemos visto que en los contratos bilaterales existe una íntima interdependencia de
las obligaciones recíprocas de las partes; si cada una de ellas se obliga, es porque
espera recibir la prestación contraria; si el comprador, en el ejemplo utilizado, se
compromete al precio, es porque desea tener un automóvil. Si tuviera el riesgo de no
obtenerlo en definitiva, no se comprometería a pagar el precio. Y así, en todo contrato
bilateral. Luego, es lógico y equitativo que si por accidentes que están más allá de su
potestad, en definitiva no va a recibir su contraprestación, tampoco quede obligado a
cumplir la propia que por la imposibilidad ajena ha quedado desprovista de toda razón
de ser, de causa, como dirían los causalistas; aunque esto último no es del todo exacto,
porque la causa existió al tiempo del contrato; es un hecho posterior el que priva de
toda razón de ser a la contraprestación que no se ha hecho imposible.
Se ha pretendido justificar la posición contraria, diciendo que es una contrapartida
al beneficio que la ley otorga al acreedor de percibir los aumentos y mejoras de la cosa
cuya entrega se le deba, pero semejante ventaja es muy pobre frente al riesgo que
importa no recibir nada a cambio del propio cumplimiento.
También, como hemos visto, se hace una diferenciación cuando el adquirente ha
pasado a ser dueño en virtud del solo contrato; aunque el problema nos es ajeno, pues
en nuestra legislación se precisa la tradición para que el título traslaticio transforme al
adquirente en dueño, el principio res perit domino nos parece un justificativo más bien
débil, porque no se trata de un problema de dominio, sino de reciprocidad en las
prestaciones de un contrato bilateral, frente a un caso de imposibilidad en el
cumplimiento para una de las partes.

1.209. Requisitos para la aplicación de la teoría del riesgo.


Según lo que hemos venido diciendo, y a modo de recapitulación, son ellos:
1148
Entre nosotros, Alessandri, ob. cit., pág. 202; Fueyo, ob. cit., T. Y, N-
N- 636, pág. 227, etc.

736
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.° Que se trate de un contrato bilateral.


Es el único en que se presenta el problema del riesgo en el sentido señalado en el
N.° 1.205, ya que en él hay obligaciones recíprocas. En el contrato unilateral existe un
riesgo del contrato, en ,él sentido de que si la obligación del deudor se ha tomado
imposible ,por caso fortuito, nada puede reclamar el acreedor. Y así, si se ha dado un
automóvil en comodato, y antes de su restitución se destruye, el comodante nada
puede reclamar si ha operado un caso fortuito.
Sin embargo, si el contrato bilateral deriva en sinalagmático imperfecto (N.° 59),
no hay inconveniente alguno en aplicar la teoría del riesgo. Es el mismo ejemplo
anterior, pero el comodante debía al comodatario indemnizaciones por reparaciones
efectuadas por éste en el vehículo. Al destruirse éste por caso fortuito se extingue la
obligación del comodatario de restituir, y del comodante de pagar dichas
indemnizaciones.
2.° Que una de las partes deje de cumplir su obligación por imposibilidad.
La obligación no cumplida puede ser de cualquier naturaleza; nuestro Código sólo
se preocupó de las de dar, pero igualmente puede aplicarse el riesgo en las de hacer y
no hacer;1149 la única exigencia es que se trate de una obligación determinada,1150 esto
es, en principio si es de dar, de especie o cuerpo cierto, y de hacer o no hacer,
infungibles, porque en caso contrario no se dará la imposibilidad absoluta.
Con mayor razón aún que en la condición resolutoria tácita (N.° 532) y que en la
excepción del contrato no cumplido (N.° 943), creemos eso sí que la obligación
extinguida por imposibilidad inimputable debe ser de las principales del contrato y no
una secundaria, y
3.° Que el incumplimiento por imposibilidad sea inimputable.
Es decir, la obligación debe extinguirse por imposibilidad absoluta no imputable, en
los casos que hemos señalado al tratar de este modo de extinguir las obligaciones en
las secciones anteriores.

1.210. Efectos del riesgo.


La aplicación de la teoría del riesgo produce efectos totalmente distintos, según
que éste se coloque por cuenta del deudor o del acreedor.
1.° Riesgo del deudor cuya prestación se hizo imposible.
En este caso, produce el efecto de extinguir la obligación de la contraparte. O sea,
pone término al contrato, porque ninguna de las partes debe cumplir su obligación, y si
el acreedor de la prestación que se ha hecho imposible ha cumplido ya la suya, tendrá
derecho a repetir lo dado o pagado. No hay lugar a la resolución del contrato ni
necesidad de oponer la excepción del contrato no cumplido. Si el deudor cuya
prestación se hizo imposible pretende demandar el cumplimiento de su propio deudor,
éste se excepcionará con la teoría del riesgo.
2.° Riesgo del acreedor.
Si el riesgo es del acreedor, la obligación de su deudor queda extinguida por
imposibilidad en el cumplimiento, pero aquél no puede excusar el suyo y deberá pagar
su obligación. En consecuencia, el deudor cuya prestación se ha hecho imposible podrá
demandar el cumplimiento, o retener lo ya dado o pagado por el acreedor de la
obligación extinguida, sin que éste pueda exigir repetición, pedir la resolución del
contrato u oponer la excepción del contrato no cumplido.

Párrafo 2.°

EL RIESGO EN LA LEGISLACIÓN CHILENA

1149
Por vía de ejemplo, Fueyo, ob. cit., T. 2º, Nº 632, pág. 221.
1150
Hernán Matus Valencia, El problerna del riesgo en los contratos, M. de P., Imprenta Universitaria
Universitaria S.A.,
Stgo, 1955, pág. 24.

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1.211. Reglamentación y pauta.


El Código nuestro no contiene una doctrina sobre el riesgo, sino una disposición
genérica que es el Art. 1.550 en el título de los efectos de la obligación, y preceptos
aislados.
Estudiaremos sucesivamente:
1.° La pérdida de la cosa debida en las obligaciones específicas;
2.° La pérdida parcial;
3.° Regla general del riesgo en la legislación chilena;
4.° Obligaciones de género, y
5.° Obligaciones de hacer y no hacer.

1.212. I. El riesgo en las obligaciones de dar un cuerpo cierto.


Dice la primera parte del Art. 1.550: “el riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se
deba, es siempre de cargo del acreedor”. El Art. 1.820 lo confirma para la
compraventa: “la pérdida, deterioro o mejora de la especie o cuerpo cierto que se
vende, pertenece al comprador, desde el momento de perfeccionarse el contrato,
aunque no se haya entregado la cosa”. La misma solución, en virtud del Art. 1.900, se
aplica a la permuta.
Sientan los dos preceptos la regla general del riesgo a cargo del acreedor de la
prestación que se ha hecho imposible, comprador en la compraventa, como acreedor
de la obligación de entregar la especie vendida.
La disposición ha sido justamente criticada, pues hace aplicable el principio res
perit creditori, recalcando aún la expresión “siempre” para reafirmar su generalidad.
Veremos, en cambio, que el mismo legislador ha señalado varias excepciones a este
principio.
Y en seguida, en nuestra legislación carece de toda justificación esta solución,
pues hemos visto que los países que hacen correr el riesgo por cuenta del acreedor de
la obligación de entregar se fundan en el principio res perit domino; pero en el nuestro
por el solo contrato el adquirente no pasa a ser dueño, sino que únicamente adquiere
el dominio cuando se le efectúa la entrega debida. Tal es la razón en que se apoya en
Francia y en otras legislaciones el riesgo por cuenta del adquirente, pero nuestro
Código no advirtió que al exigir título y modo de adquirir para la adquisición del
dominio, quedaba sin justificación alguna la solución de radicar el riesgo en el
acreedor.
Afortunadamente el error del legislador se compone en parte, porque la regla del
Art. 1.550 sentada con tanta universalidad reconoce en la realidad varias excepciones:
1.° Cuando el deudor se constituye en mora de entregar la especie o cuerpo cierto
debidos.
Así lo señala el propio Art. 1.550.1151 El riesgo pasa a cargo del deudor de la
obligación de entregar.
2.° Cuando el deudor se ha comprometido a entregar una misma especie a dos o
más personas por obligaciones distintas.
Esta excepción está contemplada también en el Art. 1.550, el cual agrega que en
este caso y en el anterior, el riesgo es de cargo del deudor hasta la entrega del cuerpo
cierto debido.

1151
Cuando el deudor está en mora de entregar pasa a responder aun del caso fortuito (N° 878), a menos
que éste hubiere destruido la cosa estando en poder del acreedor, esto es, cumplida la obligación de
entregar. El Art. 1.550 no establece esta contraexcepción en que para mantener la armonía de las soluciones
legislativas debería volverse a la regla general del riesgo por cuenta del acreedor. En efecto, en el caso
señalado la obligación de entregar queda extinguida por imposibilidad, y no hay ulterior responsabilidad para
el deudor.
Sin embargo, no hay interés alguno en extender la errónea aplicación de la regla general del Art. 1.550,
por lo que parece preferible mantener la desarmonía legislativa y concluir que estando en mora el deudor, el
riesgo es siempre de su cargo.

738
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Por ejemplo, A vende un mismo automóvil a B y C en contratos diferentes. El


legislador sanciona esta doble venta privando al deudor del beneficio del riesgo.
3.° Cuando las partes así lo estipulen.
La norma del Art. 1.550 es meramente supletoria de la voluntad de las partes, de
manera que éstas pueden alterarla libremente, disponiendo que el riesgo sea de cargo
del deudor.
4.° Cuando el legislador da expresamente la solución contraria.
Tan errónea es la solución del Art. 1.550 que el legislador mismo en disposiciones
particulares, le ha señalado varias excepciones. Así ocurre:
A. Arrendamiento.
De acuerdo al Art. 1.950, N.° 19, el contrato de arrendamiento expira “por la
destrucción total de la cosa arrendada”. O sea, esta destrucción pone fin al contrato, y
por ende a las obligaciones de ambas partes, Y así, por ejemplo, si A arrienda a B su
automóvil por 2 años, y a los 3 meses el vehículo se destruye por caso fortuito, se
extinguen tanto la obligación de A de mantener a B en el goce pacífico de la cosa
arrendada, como la de éste de pagar las rentas.
B. Confección de obra material.
Ella puede constituir un contrato de compraventa si la materia con que se
confecciona la obra la proporciona el artífice, y si la entrega quien encarga la obra, es
un arrendamiento (Art. 1.996).
En el primer caso “el peligro de la cosa no pertenece al que ordenó la obra sino
desde su aprobación, salvo que se haya constituido en mora de declarar si la aprueba o
no” (Art. 1.996, inc. 29). Por ejemplo, se encarga la confección de un traje a un sastre,
y la tela y demás materiales los proporciona éste; si se destruyen antes de que el
acreedor apruebe el traje, como el peligro corre por cuenta del sastre, éste nada puede
cobrar al comprador.
Si en el caso propuesto, los materiales han sido entregados por el que encarga el
traje, la pérdida de éstos es para él en el sentido de que no puede reclamar al artífice
indemnización si no hay hecho o culpa de éste o sus dependientes; pero tampoco el
artífice puede reclamar su remuneración sino en los casos de excepción que señala la
ley (Art. 2.000). 0 sea, el riesgo es por regla general de cargo suyo.
C. Obligación condicional.
Según lo vimos en su oportunidad, de acuerdo al Art. 1.48 “si antes del
cumplimiento de la condición la cosa prometida perece sin culpa del deudor, se
extingue la obligación” (N.° 506).
La mayoría de la doctrina considera que esta disposición resuelve el problema del
riesgo,1152 pero la verdad es que el punto es muy discutible, porque el precepto no
declara que se extingue el contrato, sino que la obligación condicional. Nada dice
respecto a lo que ocurre con la contraprestación; la obligación del deudor condicional
se ha extinguido por imposibilidad en el cumplimiento; y por ello es que el mismo
precepto agrega que en el caso contrario, o sea, si hubo culpa del deudor, éste es
obligado al precio y a la indemnización de perjuicios.
En consecuencia, pareciere que el precepto únicamente pretendió resolver la
responsabilidad del deudor condicional, pero no legislar sobre el riesgo.
En cambio, en la compraventa condicional sí que hay excepción al principio
general de los Arts. 1.550 y 1.820, por disposición de la segunda parte de este último
precepto: “salvo que se venda bajo condición suspensiva, y que se cumpla la
condición, pues entonces, pereciendo totalmente la especie mientras pende la
condición la pérdida será del vendedor”. El riesgo, en consecuencia, es del deudor
condicional (vendedor), y la misma solución se aplica a la permuta (Art. 1.900).

1152
Claro Solar, ob. cit., T. 10, N.° 202, pág. 237; Alessandri, ob. cit., pág. 204, y Fueyo, ob. cit., T. 22, N,
634, pág. 223.

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1.213. II. Pérdida parcial.


Nuestro Código, si no se preocupó de la imposibilidad parcial en términos
generales, tampoco lo hizo con el riesgo en la misma circunstancia.
Hay que concluir por tanto que se mantiene la regla general, en caso de pérdida
parcial, del Art. 1.550, esto es, que la pérdida parcial la soporta el acreedor, sin que
tenga derecho a disminuir su propia prestación. Así lo confirma la solución que da el
Código en caso de deterioros no imputables (N.° 1.200): el acreedor debe recibir la
cosa en el estado que se encuentre, siempre q ue los deterioros no provengan de
hecho o culpa del deudor, y sin que pueda exigir disminución en su propia
obligación.1153

1.214. III. ¿Cuál es la regla general en materia de riesgo en una obligación de


dar?
Hacemos la pregunta, porque destacados autores han sostenido que, no obstante
la redacción categórica del Art. 1.550, y su ubicación en el título de los efectos de la
obligación en general, es de carácter excepcional, y que la regla general en nuestra
legislación es la contraria, esto es, que el riesgo es de cargo del deudor, cuya
prestación se ha hecho imposible.1154
Se apoyan en la falta de equidad y justificación de la solución contraria, y en las
numerosas excepciones que tiene el precepto, que lo dejarían reducido a la
compraventa y permuta, y aun en estos contratos con numerosas salvedades.
Estamos de acuerdo con las críticas al Art. 1.550 y creemos que debe modificarse,
pero no podemos compartir tan autorizadas opiniones, pues el hecho es que el
precepto existe, y no tendrá lugar únicamente en los casos expresamente
exceptuados; en todo contrato bilateral en que exista obligación de entregar un cuerpo
cierto, y no esté específicamente exceptuado, debe colocarse el riesgo por cuenta del
acreedor mientras el Art. 1.550 no sea modificado.
Pero como se refiere únicamente a la pérdida de la cosa debida específicamente,
sólo en tal caso de imposibilidad inimputable se aplica.

1.215. IV. Obligaciones de género.


No hay disposición para el riesgo en las obligaciones genéricas, ya que el
legislador parte de la premisa de que el género no perece y, en consecuencia, para la
aplicación de la teoría en estudio faltaría uno de sus supuestos esenciales: la
imposibilidad en el cumplimiento (N.° 1.194). El Art. 1.550 por ello habla de la
obligación de entregar una especie o cuerpo cierto.
Si las cosas genéricamente debidas perecen antes de su entrega, la pérdida es
para el deudor de la obligación de entregarlas, quien de todos modos deberá cumplir
ésta con otras de igual cantidad y calidad.1155
Esto es así, naturalmente, hasta la entrega de la mercadería debida. 1156 Desde ese
momento, el riesgo en el sentido general del término es de quien recibe la cosa debida,
lo cual es, por lo demás, la solución general, aunque se trate de especie o cuerpo
cierto.
Hemos señalado, sin embargo, que si los géneros debidos son objeto de alguna
forma de especificación, siguen las reglas de las cosas específicas. Por ello, el
legislador se ha preocupado de esta situación en la compraventa; el Art. 1.821 se
1153
La solución se la justifica habitualmente diciendo que al acreedor también pertenecen los aumentos.
Nos parece más justa la solución del Art. 1.464 del Código italiano, que autoriza la disminución de la
contraprestación, y aun la rescisión del contrato, si el acreedor no tuviere un interés apreciable en el
cumplimiento parcial. En nuestro Código en caso de destrucción parcial de la cosa arrendada, se faculta al
juez para decidir si da lugar a la terminación del arriendo o a la rebaja de la renta de arrendamiento (Art.
1.932, inc. 2).
1154
Alessandri, ob. cit., pág. 203; Fuego, ob. cit., T. 22, N.° 633, pág. 634.
1155
G. T. de 1911, 2° sem., sent. 1.084, pág. 109 y de 1908, ler sem., pág. 1102.
1156
G. T. de 1918, 1er. Sem. pág. 408.

740
LAS OBLIGACIONES TOMO II

refiere a las cosas que suelen venderse a peso, cuenta o medida, y si se las señala de
modo que no puedan confundirse con otra porción de la misma cosa, con todo el trigo
contenido en cierto granero, el riesgo es del comprador (acreedor), tal como ocurre en
las cosas específicas. Si se venden indeterminadamente, el riesgo sólo le pertenece
después de haberse pesado, contado o medido la parte vendida. Por su parte, los Arts.
142 y 143 del Código de Comercio resuelven el problema del riesgo en la compraventa
mercantil.

1.216. V. Obligaciones de hacer y no hacer.


Nada dijo el legislador respecto al riesgo en estas categorías de obligaciones,
puesto que tampoco reglamentó, según dijimos, la imposibilidad en su cumplimiento
(N.° 1.195-6).
Pero desde el momento en que ésta tiene cabida en ellas, se hace necesario
resolver qué ocurre con la contraprestación que no se ha hecho imposible. Caben en
nuestra legislación dos posiciones:
1.° Aplicar por analogía el artículo 1.550 y resolver, en consecuencia, que el riesgo
es de cargo del acreedor, a quien no se va a cumplir su obligación por imposibilidad, y
2.° Decidir, por el contrario, que a falta de disposición expresa, debe aplicarse la
solución de equidad, que es colocar el riesgo por cuenta del deudor, cuya prestación se
ha hecho imposible; en consecuencia, el acreedor nada debe pagar, y si ya lo ha
hecho, puede repetir lo pagado.
Nos inclinamos por esta segunda posición por varias razones, además de las
doctrinarias señaladas en el N.° 1.208 primero, porque el Art. 1.550 resiste una
aplicación analógica, dado su fundamento histórico; es una disposición extraída del
Código francés, donde es un reflejo del principio res perit domino. Semejante doctrina
nada tiene que ver con las obligaciones de hacer y no hacer. Además, es un precepto
plagado de excepciones que reducen mucho su amplitud.
Por otro lado, es la solución que el Código ha dado en un caso de imposibilidad por
obligación de hacer: la confección de obra material (N.° 1.212, 4.° B).1157

1157
La misma opinión en Fueyo, ob. cit., T. 22, N.° 634, pág. 223, aunque no compartimos su argumento
fundado en el Art. 1.567, N 70.

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Capítulo V
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA O LIBERATORIA
1.217. Reglamentación y pauta.
De acuerdo al Art. 1.567 las obligaciones se extinguen: N.° 10, por la prescripción.
El inc. final del precepto anuncia que la prescripción se trata al término del Libro 4.°.
En efecto, siguiendo a su modelo francés, reglamenta el nuestro esta institución en
el último título del Libro 4.°, el N.° 4.°, Arts. 2.492 a 2.524. Tras este título en el Código
sólo existe el final “De la observación de este Código”. O sea, prácticamente con la
prescripción concluye el Código Civil.
El Título 42 se divide en 4 párrafos: de la prescripción en general; de la
prescripción con que se adquieren las cosas; de la prescripción como medio de
extinguir las acciones judiciales, y de las acciones que prescriben en corto tiempo.
O sea, que también, a imitación del Code, trató juntamente la prescripción
adquisitiva o usucapión, que es un modo de adquirir el dominio y derechos reales, con
la extintiva o liberatoria, que es un modo de extinguir las acciones y derechos ajenos.
Mucho se ha escrito para criticar el tratamiento dado por ambos Códigos a la
materia y que no es seguido por los de este tipo, como el alemán, suizo e italiano, los
que separan ambas prescripciones; la crítica versa precisamente en que, para quienes
la formulan, la prescripción adquisitiva debe tratarse entre los modos de adquirir, y fa
extintiva entre los modos de extinguirse las obligaciones.
Otros, en cambio, han defendido el sistema del Código por las relaciones que
veremos existen entre ambas prescripciones, en cuanto tienen reglas comunes, un
elemento común: el transcurso del tiempo y finalmente tienden a un mismo objeto,
cual es dar estabilidad a las relaciones jurídicas. Por ello se ha llegado a decir un poco
floridamente que don Andrés Bello quiso cerrar su obra con un broche de oro con esta
institución que viene a fijar con el tiempo todos los derechos reglamentados y
establecidos antes de ella en el Código.
La discusión resulta, en todo caso, un tanto bizantina.
Dividiremos este Capítulo en tres secciones, siguiendo el plan del Código,
omitiendo naturalmente la prescripción adquisitiva, que no corresponde a la materia en
estudio, a saber: la prescripción en general, la extintiva de largo tiempo y la extintiva
de corto tiempo.

Sección primera

LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA EN GENERAL

1.218. Pauta.
En esta primera sección trataremos del concepto, fundamentos y relaciones de la
prescripción extintiva con la adquisitiva y la caducidad (párrafo 1.°); luego
estudiaremos las reglas comunes a toda prescripción, que se aplican por tanto a la
extintiva (párrafo 2.°) y finalmente los requisitos de esta última (párrafo 3.°).

742 Dislexia Virtual


LAS OBLIGACIONES TOMO II

Párrafo 1.°

CONCEPTO

1.219. Definición.
El Art. 2.492 ha definido conjuntamente ambas prescripciones, la adquisitiva y
extintiva, diciendo que “la prescripción es un modo de adquirir las cosas ajenas, o de
extinguir las acciones y derechos ajenos, por haberse poseído las cosas o no haberse
ejercido dichas acciones y derechos durante cierto lapso de tiempo y concurriendo los
demás requisitos legales”.
Eliminando lo relativo a la usucapión, podemos definir la prescripción extintiva o
liberatoria como un modo de extinguir los derechos y acciones ajenos, por no haberlos
ejercitado el acreedor o titular de ellos durante cierto lapso, concurriendo los demás
requisitos legales.
En esta definición el Código fue muy preciso al decir que la prescripción extintiva
pone fin al derecho y su acción, y no a la obligación. Incurrió en este último error en el
Art. 1.567, M 10, en que enumeró la prescripción entre los modos que extinguen “las
obligaciones”, y en el Art. 2.520, que habla también de “la prescripción que extingue
las obligaciones”.
La prescripción no extingue la obligación, usando este término así en general;
extingue la obligación civil, o sea, la acción para exigir el cumplimiento, pero la
obligación la deja subsistente como natural, según lo vimos oportunamente (N.°
326).1158Los otros elementos que configuran la prescripción liberatoria son el transcurso
del tiempo y la inactividad de las partes durante este transcurso, sobre lo cual
volveremos al tratar los requisitos de la institución.

1.220. Fundamentos de la prescripción extintiva.


Duras críticas ha recibido la institución misma de la prescripción, principalmente
porque se dice que con ella se puede amparar un despojo y es indudable que en
muchos casos servirá a deudores inescrupulosos para eludir el pago de sus deudas.
Pero frente a esta impugnación, se esgrimen argumentos aún más poderosos que
obligan a todas las legislaciones a consagrar en parecidos términos la institución en
estudio; de ellos señalaremos dos como los más importantes.1159
En primer lugar, militan a favor de la prescripción razones de conveniencia, pues
como ya advertimos, ella trae la estabilidad para las relaciones jurídicas; si no mediara
la prescripción liberatoria, sería menester guardar o establecer las constancias de
extinción de toda obligación por los siglos de los siglos, ya que en cualquier tiempo los
herederos del deudor, y los herederos de los herederos, podrían verse expuestos a un
cobro de la deuda, sin poder justificar la cancelación de ella que alegan, y
Enseguida, porque es presumible que pasado un tiempo prudencial, si el acreedor
no exige el cobro, es porque ha sido pagado, o la obligación en todo caso se ha
extinguido por alguno de los medios que la ley establece. Y si así no ha sido, pues el
acreedor ha sido muy negligente en la protección de sus derechos y no puede el
legislador preocuparse más que él mismo; frente a las consideraciones de orden social
y económico, sacrifica el posible aspecto ético, dejando eso sí la salvedad para el
acreedor de que si el deudor por un acto de conciencia suyo cumple la obligación
prescrita, aquél queda facultado para retener lo pagado.

1158
RDJ, T. 35, sec. la, pág. 348.
1159
Un análisis de las distintas argumentaciones a favor de la prescripción en Silvia Muñoz López, Estudio
Crítico de la Jurisprudencia. Título 42, Párrafo 1° del Libro 4° del Código Civil., M. de P., Stgo., 1957, págs. 2 a
12 y con citas de sentencias fundadas en tina u otra teoría, y José Noriega Pérez, La prescripción extintiva de
largo tiempo., M. de P., Editorial Universitaria, Santiago, 1956, págs. 11 y siguientes, N.° 14 y siguiente. Se
señala una doble importancia a esta discusión: determinar si la prescripción es sanción o si es de orden
público, lo que lleva a una interpretación restrictiva.

Dislexia Virtual 743


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1.221. Prescripción extintiva y adquisitiva.


Para mejor caracterizar la prescripción extintiva o liberatoria conviene diferenciarla
de otra prescripción: la adquisitiva o usucapión.
En doctrina se discute si la prescripción es una sola, o son instituciones totalmente
diferentes. Sin ánimo de terciar en tal debate. 1160 veremos qué tienen en común y qué
separa a ambas prescripciones:
1.° Relaciones entre la prescripción extintiva y adquisitiva.
Podemos señalar las siguientes principales:
A) El fundamento de ambas es muy semejante: tienden a la estabilización de los
derechos y relaciones jurídicas, y en las dos hay una inactividad de la persona contra
quien se prescribe;
B) Un elemento principal es también común para ambas prescripciones: el
transcurso del tiempo;
C) Hay instituciones y reglas que son comunes para la prescripción, sea extintiva o
adquisitiva; la interrupción y suspensión, la necesidad de alegarla, la prohibición de
renuncia, etc., y
D) Por último, como se verá, la prescripción adquisitiva es al mismo tiempo
extintiva de la acción que correspondería entablar a la persona en cuya contra se ha
prescrito (N.° 1.242).
2.° Diferencias entre ambas prescripciones.
Difieren fundamentalmente:
A) Principalmente, en su objetivo, en su finalidad: la usucapión es un modo de
adquirir el dominio y demás derechos reales, mientras la prescripción extintiva, como
su nombre lo dice, es un modo de liberar al deudor de su obligación;
B) Como lo señala el Art. 2.514: “la prescripción que extingue los derechos y
acciones ajenos exige solamente cierto lapso de tiempo durante el cual no se hayan
ejercido esas acciones”.
En cambio, para que haya prescripción adquisitiva no basta el mero transcurso del
tiempo y el no ejercicio del derecho; es menester que otra persona adquiera éste por
haberlo poseído durante cierto tiempo, y con la concurrencia de los otros requisitos
que señala la ley. Justamente como señala don Pedro Lira Urquieta,1161 la palabra
“solamente” que utiliza el artículo transcrito tiene por objeto indicar que en la
prescripción extintiva nada tienen que ver la posesión, el justo título, la buena fe y
demás elementos que tienen importancia en la usucapión.
Como ha dictaminado una sentencia, desde el punto de vista del prescribiente, la
adquisitiva es activa, aquél actúa, mientras que en la liberatoria su actitud es
pasiva.1162
C) Finalmente, la prescripción adquisitiva sólo tiene lugar en los derechos reales,
mientras la extintiva lo hace en éstos y en los personales.

1.222. Prescripción y caducidad.


Conviene también caracterizar la caducidad de derechos y acciones que,
especialmente cuando ambas se refieren al ejercicio de acciones judiciales, mucho se
asemeja a la prescripción extintiva, siendo, en ocasiones, incluso, difícil la distinción.
La teoría de la caducidad es de desarrollo más bien reciente, aunque ya Troplong
la mencionaba, y se presenta en los casos que la ley establece un plazo para ejercitar
un derecho o ejecutar un acto, de manera que si vencido el plazo no se ha ejercitado el
derecho o ejecutado el acto, ya no puede hacerse posteriormente;1163 es una institución
1160
Sobre el punto véase Antonio Vodanovic, ob. cit., T. 22, De los Bienes, Stgo., Nascimento, 1957, N.°
730, pág. 514, quien cita en el mismo tema a Héctor Méndez, Reglas Comunes a toda Prescripción,
Concepción, 1944.
1161
Prescripción de Corto Tiempo, pág.28.
1162
RDJ, T. 18, sec. la, pág. 304,
1163
Si bien la caducidad siempre se ha considerado en relación a la ley, no hay inconveniente para que
sea establecida convencionalmente; en tal sentido la resolución ipso facto seria una verdadera caducidad

744
LAS OBLIGACIONES TOMO II

muy relacionada con el plazo fatal,1164 ya que precisamente éste se caracteriza porque
a su vencimiento ya no puede válidamente ejecutarse el acto (Art. 49 del C. C.: N.°
459).
Nuestro legislador no reglamenta la caducidad, como lo hace, por ejemplo, el
Código italiano, bajo el nombre de decadencia, pero tanto la doctrina como la
jurisprudencia nacionales1165 reconocen ampliamente su aplicación cada vez que se da
la circunstancia señalada; ejercicio de un derecho, ejecución de un acto, entablamiento
de una acción dentro de un término prefijado, pasado el cual ya no es posible intentar
ni realizarlos.
En las leyes civiles no es frecuente la caducidad, aunque se presenta en el
Derecho de Familia, en que por razones de paz familiar el legislador sujeta a ella
algunas acciones como la de impugnación de la legitimidad del hijo; en leyes
especiales, en cambio, es frecuente encontrar plazos de caducidad. El legislador
recurre a ella cada vez que desea que determinadas situaciones jurídicas se consoliden
definitivamente en los términos, generalmente breves, que establece.1166
Ahora bien, las diferencias más marcadas que pueden señalarse entre caducidad y
prescripción extintiva son las siguientes:
1.° En la caducidad prima antes que nada el interés señalado del legislador de
estabilizar rápidamente una situación jurídica; es su único fundamento, mientras en la
prescripción extintiva hemos señalado la militancia de varios intereses confluyentes;
2.° Por la misma razón la caducidad puede y debe ser declarada de oficio- así, si se
impugna la paternidad fuera de plazo, el juez debe rechazar la demanda, mientras que,
según veremos, la prescripción extintiva debe ser alegada, y puede renunciarse una
vez cumplirlo su plazo;
3.° La prescripción extintiva supone generalmente la existencia de un vínculo
jurídico entre las partes, no así la caducidad, y
4.° La prescripción por regla general admite suspensión e interrupción, mientras la
caducidad no tolera ni una ni otra.1167

Párrafo 2.°

REGLAS COMUNES A TODA PRESCRIPCIÓN

1.223. Enunciación.
Como dejamos señalado, el párrafo 1.° del título 42, tras definir la institución,
contempla tres reglas que son comunes a toda prescripción, adquisitiva o extintiva.
Son ellas, dicho a modo de enunciación:
1.° La prescripción debe ser alegada;
2.° Sólo puede ser renunciada una vez cumplida, y
3.° Corre por igual a favor y en contra de toda clase de personas.
Las examinaremos en los números siguientes.

convencional. El Código italiano reglamenta la decadencia -nombre que da a la caducidad- caducidad- contractual, en
términos muy semejantes a la condición resolutoria. Véase Noguera, ob. cit., pág. 39 y siguientes.
1164
RDJ, T. 61, sec. la., pág. 418: la caducidad deriva del Art. 49 del C. C.
1165
Por vía de ejemplo, además de los fallos ya citados: G. T. de 1916 T. 1°, pág. 100, N-N- 34 a propósito de
la caducidad de pertenencias salitreras según la ley de 7 de febrero de 1906; RDJ, T. 50, sec. la,, pág. 498
respecto a la ley de expropiación de 18 de junio de 1857, T. 65, sec. 3a., pág. 215, etc.
1166
Ver nota anterior. Incluso se ha declarado su procedencia en el Derecho del Trabajo: RDJ, T. 63, sec.
la., pág. 97 respecto al Art. 13 de la Ley 13.211 en materia de accidentes del trabajo.
En el Derecho Procesal el efecto de la caducidad se presenta muy a menudo, ya que en él abundan los
plazos fatales (ver Noriega, ob. cit., pág. 49 y siguientes), pero este efecto queda incluido en una institución
de mayor amplitud: la preclusión.
1167
RDJ, Ts. 40 sec. 1a, pág. 498, y 50, sec. la., pág. 498; G. T. de 1947, T. 1°, pág. 152.

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1.224. I. La prescripción debe ser alegada.


Lo dispone así el Art. 2.493: “el que quiera aprovecharse de la prescripción debe
alegarla; el juez no puede declararla de oficio”.
La disposición aplica la regla general en materia civil, en que el pleito avanza de
acuerdo al movimiento que le den las partes, actuando rara vez el juez de oficio; hay
una razón especial para destacar la regla en la prescripción, pues así se otorga una
nueva oportunidad al prescribiente que puede asilarse en ella para no hacerlo
absteniéndose de alegarla.
En materia penal la situación es diametralmente inversa, pues la prescripción debe
ser declarada de oficio por el tribunal, aunque el reo no la alegue (Art. 102 del C. P.), 1168
lo que se justifica por la naturaleza propia del procedimiento penal.
Aun en lo civil se suelen señalar algunas excepciones, de las cuales la más
característica, según veremos, es la prescripción de la acción ejecutiva (N.° 1.240),
pero todos estos casos de excepción parecen ser más bien de caducidad y no de
prescripción. Ya decíamos que era difícil en ciertas ocasiones distinguir la tina de la
otra, pero el elemento de abstención del juez resulta muy característico en la
prescripción.

1.225. Formas de alegar la prescripción.


No existen términos sacramentales para oponer la prescripción, 1169 pero sí al
alegarla debe señalarse la forma en que ella ha operado.1170
La prescripción extintiva, nadie lo discute, puede oponerse como excepción;
demandado el cumplimiento por el acreedor, el deudor se defenderá alegando la
prescripción, y si esta excepción perentoria es acogida, quedará exonerado del
cumplimiento.
Como excepción, la prescripción tiene la particularidad de que puede oponerse en
cualquier estado del juicio, antes de la citación para sentencia en primera instancia y la
vista de la causa en segunda (Art. 310 C. P. C.). Sin embargo, en el juicio ejecutivo
debe deducirse en el escrito de excepciones, conjuntamente con las demás que
oponga el deudor.1171
En cambio, se discute en doctrina si la prescripción extintiva puede alegarse como
acción, ya que hay quienes señalan que no tendría objeto aceptar que el deudor
demande la prescripción, provocando el juicio en circunstancias que el acreedor no lo
hace; nuestra jurisprudencia es contradictoria al respecto.1172
Por nuestra parte no vemos qué inconveniente existe para que el deudor solicite
que se le declare liberado de su obligación. La ley se ha limitado a exigir que alegue la
prescripción, pero no le restringe la forma de hacerlo. Naturalmente que como acción
la prescripción no puede intentarse en cualquier estado del juicio.1173

1.226. II. Renuncia de la prescripción.


La prescripción, como cualquier beneficio jurídico puede ser renunciada: si el
legislador se refirió expresamente a la renuncia de la prescripción en el Art. 2.494 fue
para sujetarla a una doble limitación: 1
1.° Sólo puede efectuarse una vez cumplida.
Dispone el inc. 1.° del Art. 2.494: “la prescripción puede ser renunciada expresa o
tácitamente- pero sólo después de cumplida”.
La razón de esta prohibición es doble: por un lado, es evidente que los acreedores
exigirían la renuncia anticipada habitualmente en los contratos, perdiéndose el objetivo
1168
Véase RDJ, T. 62, sec. 4a. pág. 498.
1169
G. T. de 1924, T. 1°, N-
N- 72, pág. 397.
1170
RDJ, T. 27, sec. 1a, pág. 549.
1171
RDJ, T. 17, sec. 1a, pág. 462.
1172
A favor, RDJ, Ts. 33, sec. la., pág. 373, y 45, sec. 2a., pág. 49. En contra: Ts. 32, sec. la., pág, 138, y
37, sec. la-
la-, pág. 348.
1173
RDJ, Ts. 16, sec. la., pág. 2167 y 42, sec. la., pág. 449.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

de estabilidad perseguido con la institución, y que le da un cierto carácter de orden


público.
En cambio, cumplido el plazo de ella, es un derecho particular del prescribiente,1174
y como tal, perfectamente renunciable, habiendo ya desaparecido todo peligro de
presión por parte del acreedor.
2.° “No puede renunciar la prescripción sino el que puede enajenar” (Art. 2.495).
Esta exigencia tiene mayor relieve en la prescripción adquisitiva, donde
verdaderamente su renuncia equivale a disponer del derecho ganado por prescripción.
No la tiene tanta en las obligaciones, pero rige por igual para toda prescripción.
De acuerdo a lo dispuesto en el Art. 2.494, la renuncia puede ser expresa o tácita;
lo primero, si el deudor declara formalmente que renuncia la prescripción ya ganada. Y
tácita, en los casos señalados en el inc. 2 del precepto: “cuando el que puede alegarla
manifiesta por un hecho suyo que reconoce el derecho del dueño o acreedor; por
ejemplo, cuando cumplidas las condiciones legales de la prescripción, el poseedor de la
cosa la toma en arriendo, o el que debe dinero paga intereses o pide plazo”.
Aplicando esta disposición se ha resuelto que renuncia tácitamente la prescripción
el deudor que, en vez de oponerla, objeta el monto de lo cobrado 1175 o alega que la
deuda está pagada.1176
Según veremos más adelante, la renuncia se asemeja a la interrupción natural de
la descripción, ya que ella también implica un reconocimiento expreso o tácito de la
obligación (N.° 1.249), pero la diferencia es que la interrupción opera mientras la
prescripción está transcurriendo, y la renuncia sólo una vez que se ha cumplido.
Finalmente, digamos que la renuncia es de efectos relativos, ya que lo normal es
que los actos jurídicos lo sean; el Código se preocupó expresamente del caso del fiador
en el Art. 2.496: “el fiador podrá oponer al acreedor la prescripción renunciada por el
principal deudor”. Pero el mismo principio debe aplicarse, verbigracia, al tercer
poseedor de la finca hipotecada, el cual, si es perseguido por la obligación que grava el
predio, puede oponer la prescripción, aunque la haya renunciado el deudor
personal.1177

1.227. III. La prescripción y la situación personal de las partes.


Antiguamente las legislaciones hacían distinciones en materia de prescripción,
según la calidad o situación particular de algunas personas.
El Código Civil las desterró en el Art. 2.497: “las reglas relativas a la prescripción
se aplican igualmente a favor y en contra del Estado, de las iglesias, de las
municipalidades, de los establecimientos y corporaciones nacionales, y de los
individuos particulares que tienen la libre administración de lo suyo”. Más corto: la
prescripción corre por igual a favor y en contra de toda clase de personas.
Sin embargo, el Código conservó dos instituciones basadas en la calidad personal
de la persona en contra de quien se prescribe: una, la suspensión en favor de los
incapaces (N.° 1.252), y otra, un plazo más largo a favor de los ausentes en la
prescripción adquisitiva ordinaria (Art. 2.508), habiendo sido esta última suprimida por
la Ley N.° 16.952, de 12 de octubre de 1968 (N.° 1.232).
En mérito a la disposición transcrita, la Corte Suprema ha declarado que la
prescripción se aplica tanto en Derecho Privado como Público,1178 afirmación que
estimamos un poco amplia. Normalmente en Derecho Público tiene lugar la caducidad,
y la prescripción en las actuaciones de la autoridad con los particulares, especialmente
de orden patrimonial.1179 Y así existe prescripción para el cobro de los impuestos y

1174
RDJ, T. 41, sec. la, pág. 289.
1175
G. T. de 1855, N.° 695, pág. 404.
1176
G. T. de 1865, N.° 1.339, pág. 558.
1177
RDJ, T. 41, sec. 1a, pág. 368.
1178
RDJ, T. 40, sec. V., pág. 88.
1179
Noguera, ob. cit., N-
N- 89, pág. 38.

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contribuciones, como lo veremos al hablar de las prescripciones de corto tiempo (N.°


1.256).

Párrafo 3.°

REQUISITOS DE LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA

1.228. Enunciación.
Tres son las condiciones indispensables para que el deudor quede liberado por la
prescripción extintiva;
1.° Que la acción sea prescriptible;
2.° El transcurso del tiempo prefijado por la ley, y
3.° El silencio en la relación juridica, o sea, la inactividad de las partes.
Las examinaremos en los números siguientes.

1.229. I. Acción prescriptible.


La regla general es que todos los derechos y acciones puedan extinguirse por
prescripción; hay muchos a los cuales el legislador no se ha referido expresamente
para indicarles su prescripción, pero no por eso quedan al margen de ella, pues existe
una regla general en el Código que suple tal silencio (N.° 1.239). A la inversa, se
requiere una disposición expresa que declare la imprescriptibilidad.
Podemos citar algunos casos de excepción en que esto último ocurre:
1.° La acción de partición.
El Art. 1.317 dispone que la partición puede siempre pedirse, a menos que se haya
estipulado lo contrario; el legislador desconfia de las comunidades y está interesado en
su pronta liquidación; por ello ,acepta que la acción destinada a ponerles término se
ejercite mientras subsista la indivisión.
2.° Reclamación del estado civil de hijo legítimo.
Según el Art. 320 ni prescripción ni fallo alguno puede oponerse al que se presente
como padre o madre o hijo verdaderos, y
3.° Demarcación y cerramiento.
La ley no lo dice expresamente, pero es obvio que las acciones de demarcación y
cerramiento no prescriben por sí solas, ya que son manifestaciones del derecho de
dominio, y en consecuencia sólo se extinguirán cuando éste lo haga.
Pues bien, si las acciones son normalmente prescriptibles, ¿qué ocurre con las
excepciones? ¿Prescribirán éstas?
En principio la respuesta debe ser negativa porque la excepción reacciona ante la
demanda contraria; faltaría para la prescripción uno de sus supuestos: la inactividad de
la persona en contra de quien se prescribe, ya que el demandado no tiene forma ni
razón para ejercitar su excepción mientras no sea llevado a juicio.
Pero existen algunas excepciones que pueden hacerse valer no sólo como tales,
sino también como acción. El ejemplo más característico es la nulidad, y así, si se
demanda el cumplimiento de una obligación contraída por un incapaz que ha dejado de
serlo, pasados los 4 años desde la cesación de la incapacidad, no podría el demandado
oponer la nulidad como excepción por estar prescrita. En el Derecho francés, en
cambio, se considera que la nulidad prescribe como acción, y no como excepción.1180

1.230. II. Transcurso del tiempo.


Es el elemento más característico de la prescripción extintiva, tanto que es el único
que menciona el inc. 1 del Art. 2.514 ya citado. La jurisprudencia ha destacado
también reiteradamente la importancia de este requisito.1181

1180
Mazeaud, ob. cit., Parte 2a., T. 19, N.° 326, pág. 363.
1181
RDJ, Ts. 62, sec. la., pág. 423; 17, sec. 2a, pág. 25, y 33, sec. la., pág. 373.

748
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Ahora bien, el lapso que se necesita para prescribir varía según los casos, y ha
marcado la separación entre las prescripciones de largo tiempo (Sección 2a), y de
corto tiempo (Sección 3ª), y de las distintas categorías existentes entre ellas.
Hay hechos que impiden el transcurso del plazo de prescripción: son la suspensión
e interrupción de la prescripción de que hablaremos más adelante.
Fuera de los aspectos enunciados y de que nos ocupamos en otra parte, conviene
destacar respecto del requisito en estudio los siguientes puntos:
1.° Desde cuándo corre el plazo de prescripción;
2.° Forma de computarlo;
3.° Estipulaciones modificatorias de las partes, y
4.° Modificación de los plazos de prescripción del Código por las leyes N”' 6.162 y
16.952.
Los veremos en los números siguientes.

1.231. A. Desde cuándo se cuentan los plazos de prescripción.


Lo señala el inc. 2.° del Art. 2.514: el plazo se cuenta “desde que la obligación se
haya hecho exigible”.
Nada más lógico que así sea: la prescripción supone una inactividad del acreedor,
pero como éste nada puede exigir mientras no le sea posible cobrar la obligación,
tampoco puede aquélla correr en su contra.
Al estudiar precisamente la época del cumplimiento, señalamos cuándo la
obligación se hace exigible (N.° 622); a modo de recapitulación, ello ocurre al
contraerse, si la obligación es pura y simple; al cumplirse el plazo o la condición, si está
sujeta a tales modalidades, y en las de no hacer, en el momento de la contravención.
Por excepción, el plazo de prescripción de ciertas acciones no se cuenta desde la
exigibilidad de la obligación, sino desde otros momentos específicamente señalados
para el caso por la ley; así, se cuentan desde la celebración del acto o contrato los
plazos del pacto comisorio (Art. 1.880, N` 538 y siguientes) y de la acción pauliana
(Art. 2.468, N.° 777 y siguientes). La acción de indemnización por los hechos ¡lícitos
comienza a prescribir desde la perpetración del hecho (N' 296), etc.

1.232. B. Forma de computar los plazos de prescripción.


Los plazos se computan de acuerdo a las normas generales de los Arts. 48 a 50 del
Título Preliminar del Código.
Dijimos que el Art. 2.508 para la prescripción adquisitiva ordinaria establecía una
norma especial para computar el plazo, tratándose de ausentes: se contaba un día
entre presentes por dos entre ausentes. Esta parte del Art. 2.508 fue derogada por la
Ley N.° 16.952, ya citada, pero de todos modos se concluía que la disposición no
recibía aplicación en la prescripción extintiva por ser una norma particular de la
adquisitiva. Hoy, en todo caso, la regla es pareja para toda prescripción, no haciéndose
diferencias entre personas presentes y ausentes.

1.233. C. ¿Pueden las partes alterar los plazos de prescripción fijados por la
ley?
Es un punto que divide a los autores este de determinar si es lícito a las partes
estipular un lapso diferente para la prescripción que el señalado por la ley para el
derecho u acción de que se trata.
En contra de esta posibilidad milita el carácter de orden público que se señala a la
prescripción, dados sus fundamentos, y la irrenunciabilidad que establece el legislador
antes de haberse ella cumplido. Fundado en estas consideraciones, el Código italiano
declara la inderogabilidad por las partes del estatuto legal de la prescripción (Art.
2.936).
Pero en realidad el argumento es realmente de peso, tratándose de convenciones
que amplíen los plazos de prescripción, ya que importaría una cierta forma de renuncia

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a ella, como si, por ejemplo, se conviene una prescripción de 100 años. La conclusión
es que las partes no pueden ampliar los plazos de prescripción, salvo que la ley
expresamente lo autorice, como ocurre con la acción redhibitoria (Art. 1.866).
No milita el mismo argumento respecto a las convenciones que disminuyen los
plazos de prescripción, pues no hay renuncia a ésta, y antes por el contrario, la
estabilidad buscada se obtiene con anterioridad a lo previsto por el legislador. Además,
la ley lo ha autorizado en varias oportunidades, como ocurre además de la acción
redhibitoria, en que las partes pueden aumentar o disminuir el plazo legal, en el pacto
comisorio y en el pacto de retroventa (Art. 1.885), que no puede pasar de 4 años,
siendo posible, en consecuencia, que se fije uno menor. Sin embargo, en este caso se
trata más bien de una caducidad que de una prescripción.1182
La verdad es que el punto resulta siempre discutible, pero parece preferible
aceptar estos últimos pactos en virtud de la libertad contractual y la falta de
prohibición legal que existe, en cambio, para los que aumentan los plazos de
prescripción (prohibición de renuncia anticipada).1183

1.234. D. Leyes que han acortado los plazos de prescripción: N.° 6. 162 y 16.
952.
Nuestros tiempos se caracterizan por la celeridad en las transacciones, en las
comunicaciones y en todas las actividades en general; nuestro Código, proviniendo del
siglo pasado, recogía la pausa de aquella época más tranquila y de ahí que fijara plazos
relativamente largos para las distintas prescripciones; por excepción en algunos casos
señaló otros más breves.
Un principio de economía obligó al legislador a dictar la Ley N.° 6.162, de 28 de
enero de 1938, que prácticamente redujo a la mitad los plazos de prescripción
establecidos por el Código. Y así el más largo que establecía, este de 30 años, por
ejemplo, para la prescripción adquisitiva extraordinaria, fue rebajado a 15.
La evolución no se detuvo ahí y con la misma inspiración de dicha ley se dictó
posteriormente la N.° 16.952, de 12 de octubre de 1968, que acortó muchos de los
plazos de prescripción, aun de los ya rebajados por la Ley N.° 6.162, del Código Civil,
del de Comercio y otras leyes.1242 bis En virtud de esta refonna última el plazo
máximo de prescripción es hoy de 10 años, pasado el cual el legislador aspira a que se
hayan estabilizado todas las relaciones jurídicas.
En cuanto a la prescripción extintiva, las principales modificaciones consistieron en
rebajar el plazo de prescripción de la acción ordinaria de 10 a 5 años, y disponer que
ninguna suspensión se tomara en cuenta pasados 10 años, plazo que anteriormente
era de 15 años.
Siendo tan reciente su dictación interesa destacar las normas que rigen su
vigencia: ella se postergó para un año después de la publicación de la ley, esto es, para
el 1.° de octubre de 1969- en consecuencia, toda prescripción que comience a correr
desde esa fecha se rige íntegramente por los nuevos plazos establecidos por el
legislador.
Para las prescripciones que comenzaron a correr antes del 12 de octubre de 1969
se habría normalmente aplicado el Art. 25 de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes
de 1861, y en consecuencia, las que no se hubieren completado a la fecha señalada
podrían regirse por la ley antigua o la nueva, a elección del prescribiente, con la
limitación en este último caso de que el plazo tenía que contarse desde la fecha de
vigencia de la nueva ley.

1182
Ximena Barrera Sanhueza, Estudio Crítico de la jurisprudencia recaída en las prescripciones de corto
tiempo del Código Civil, M. de P., Editorial Universitaria, 1962, pág, 135.
1183
RDJ, T. 29, sec, la., pág. 259.
1242 bis
Véase Hernán Larraín Ríos, Ley N.° 16.952 de 19 de octubre de 1968, art. citado, publicado en la
RDJ, T. 65, la., parte, pág. 143.

750
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Esto implicaba un retardo en la aplicación de la reforma, por lo que la Ley 16.952,


copiando prácticamente las disposiciones transitorias de la Ley N.° 6.162, las alteró a
fin de acelerar su aplicación.
La regla general es que desde el 12 de octubre de 1969 ley nuevos plazos se
aplican aun a las prescripciones que estuvieren entonces en curso, y se cuentan no
desde la vigencia de la nueva ley, como establece el Art. 25 citado de la Ley sobre
Efecto Retroactivo de las Leyes, sino desde que se haya iniciado la respectiva
prescripción (Art. 12 transitorio). Dicho de otra manera, ésta sigue transcurriendo, sólo
que se cumple cuando se enteren los plazos actuales, y no los antiguos. Por ejemplo,
de una prescripción ordinaria iban transcurridos dos años; la prescripción se entera al
completar en total 5 años, esto es, tres años después.
Esta norma tiene algunas excepciones.
1.° Hay disposiciones modificadas a las cuales no se le aplica, como por ejemplo la
que suprimió la diferencia entre ausentes y presentes, pero como ella no regía para la
prescripción extintiva, carece de trascendencia en este estudio;
2.° No se aplica tampoco a la prescripción contra el Fisco, que se rige, en
consecuencia, por el Art. 25 de la Ley de Efecto Retroactivo antes citado (Art. 1.°
transitorio, inc. 1), y
3.° Finalmente, en los juicios que estuvieren pendientes al cumplirse un año desde
la dictación de la ley, no podrán alegarse los nuevos plazos de prescripción (Art. 22
transitorio, inc. 1.°). 0 sea, la ley dio oportunidad a los interesados, durante todo el año
que ella demoró en entrar en vigencia, para promover los juicios correspondientes. A
todos estos casos en que la demanda estaba notificada legalmente al deudor al
momento de entrar a regir los nuevos plazos de prescripción, éstos no pueden ser
invocados en dicho juicio. De esta manera la ley protegió a las personas contra quienes
se estaba prescribiendo, a fin de que no fueran sorprendidas por el acortamiento de
sus plazos respectivos.
Para que esta limitación surta efecto respecto de terceros, los incs. 2.° y 3.° del
Art. 22 transitorio establecieron una medida de publicidad, cuando se trate de bienes
sujetos a un régimen de inscripción en un registro conservatorio (especialmente bienes
raíces, vehículos, etc.): anotación al margen de la inscripción respectiva, dentro del
plazo de un año contado desde la publicación de la ley, de la circunstancia de existir
juicio pendiente, anotación que el tribunal debió ordenar efectuar de oficio o a petición
de parte, de plano y sin ulterior recurso. No fue necesaria la anotación, si ya se
encontraba inscrito un embargo o medida precautoria. La sanción en caso de no
haberse practicado la anotación es la inoponibilidad del plazo antiguo de prescripción a
terceros.

1.235. III. El silencio de la relación jurídica.


Es éste el tercer elemento de la prescripción extintiva: que durante el plazo de la
prescripción exista inactividad jurídica en torno a la relación, esto es, que ni el
acreedor ni el deudor actúen respecto de ella.
Fundamentalmente es la inactividad del acreedor la que provoca la prescripción,
su desinterés por cobrar,1184 porque si éste acciona, interrumpe el transcurso de la
prescripción. Pero también puede interrumpirla el reconocimiento del deudor de su
obligación. Como se ha fallado, la interrupción, a que nos referiremos más adelante,
suprime la pasividad del acreedor y deudor.1185
Para que al acreedor se le considere inactivo tiene que estar en condiciones de
interrumpir la prescripción- en la falta de esta capacidad se funda la suspensión de la
prescripción, a que también nos referimos más adelante.

1184
RDJ, t. 27, sec. la., pág. 240.
1185
RDJ, T. 6o, sec. 2a., pág. 130.

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1.236. Prueba de la prescripción.


Corresponde naturalmente al deudor acreditar la prescripción, porque es un modo
de eximirse del cumplimiento de la obligación (Art. 1.698). Pero de los elementos
señalados que integran la prescripción, el único que realmente corresponderá
establecer al deudor será el transcurso del tiempo, porque es la ley quien determina
las acciones imprescriptibles, y según veremos es al acreedor a quien toca probar que
ha interrumpido la prescripción.1186
La Corte Suprema ha resuelto que es cuestión de hecho determinar si se ha
cumplido el término de la prescripcion.1187

Sección segunda

LA PRESCRIPCIÓN DE LARGO TIEMPO

1.237. Enunciación.
El párrafo 3.° del título relativo a la prescripción, Arts. 2.514 a 2.520, reglamenta
“la prescripción como medio de extinguir las acciones judiciales”. La doctrina las ha
llamado prescripciones de largo tiempo, para diferenciarlas de las tratadas en el
párrafo 42 y que el propio legislador llama de corto tiempo.1188
Podrían llamarse también prescripciones generales, pues su aplicación constituye
la regla general para toda clase de derechos.
Dividiremos el estudio de ellas en dos párrafos, uno destinado a las distintas
categorías de prescripciones de largo tiempo, según las diferentes clases de acciones
de que se trate, y el otro destinado a la interrupción y suspensión de la prescripción.

Párrafo 1.°

LAS DISTINTAS PRESCRIPCIONES DE LARGO TIEMPO

1.238. Distinciones.
Para determinar los plazos y formas de prescripción de largo tiempo, debemos
distinguir primero que nada las acciones reales de las personales.
Respecto de las primeras, hay que subdistinguir las acciones de dominio y
herencia por un lado, de las garantías reales por otro, y de las limitaciones del dominio
por un tercero.
En las personales también deberemos subdistinguir tres clases de acciones: la
ejecutiva, la ordinaria y las garantías personales. Estas últimas, por seguir las mismas
reglas de las reales, las estudiaremos conjuntamente con éstas.
En conclusión, tenemos 5 categorías diferentes de prescripción de largo tiempo:
1.° Las acciones personales ordinarias;
2.° Las acciones personales ejecutivas;
3.° Las acciones de obligaciones accesorias;

1186
RDJ, Ts. 18, sec. la., pág. 304, y 29, sec. la. pág. 615.
1187
RDJ, Ts. 29, sec. la., pág. 157, con nota marginal de don Luis Claro Solar, quien critica la amplitud
exagerada de la declaración jurisprudencial, y 44, sec. la., pág. 315.
En otro caso, la Corte aceptó la casación para determinar si había transcurrido el lapso de prescripción,
considerando que la sentencia impugnada no había dejado constancia de la fecha de notificación de la
demanda: RDJ, T. 35, sec. la., pág. 258. Critica esta resolución Noguera, ob. cit., pág. 29, pero la verdad es
que la Corte no modificó los hechos establecidos por los jueces del fondo y se trataba de un hecho procesal
constante en autos.
1188
Las sucesivas modificaciones de los plazos han convertido en bastante relativa esta distinción entre
largo y corto tiempo, y así, por ejemplo, es de largo tiempo la prescripción de la acción ejecutiva, que deja de
ser tal a los 3 años, y entre las de corto tiempo también existe una de igual plazo: la del Art. 2.521 (N'
1.256). La distinción entre unas y otras tiene importancia, según lo veremos (N° 1.260), y no queda sino
acogerse al criterio primitivo del Código y mantener la denominación ya consagrada secularmente.

752
LAS OBLIGACIONES TOMO II

4.° Las acciones reales de dominio y herencia, y


5.° Las acciones reales provenientes de las limitaciones del dominio.
En el mismo orden señalado procederemos a su estudio.

1.239. I. Prescripción de la acción ordinaria.


El Art. 2.515 en su inc. 1 señala que el tiempo de la prescripción extintiva es, en
general, de 5 años. Este plazo es el fijado por la Ley N.° 16.952 (N.° 1.232), ya que el
Código contemplaba uno de 20, que a su turno había sido rebajado por la Ley N.° 6.162
a 10. Ahora es de 5 años.
Como lo señala el propio precepto, este plazo es la regla general para la
prescripción extintiva- en consecuencia, para que no se aplique, se requiere una
disposición legal que expresamente señale otro, como ocurre, por ejemplo, según lo
visto hasta ahora, en la indemnización del hecho ¡lícito, en el pacto comisorio, en la
acción pauliana, en la nulidad, etc.
Si la ley no dice nada específicamente, la prescripción extintiva es de 5 años;
recurriendo a esta norma general le hemos asignado este término a la prescripción de
la acción resolutoria, de la acción de indemnización de perjuicios por incumplimiento
de una obligación, de la acción de in rem verso, etc.

1.240. II. Prescripción (caducidad) de la acción ejecutiva.


La acción ordinaria tiene por objeto establecer la existencia de la obligación- ya
hemos señalado que si el acreedor tiene título ejecutivo, puede omitir la declaración de
existencia de la obligación, y proceder de inmediato a su cobro forzado (N' 801).
Según el mismo Art. 2.515, el plazo de prescripción de la acción ejecutiva es en
general de 3 años; este término ha experimentado parecida evolución al de la
ordinaria: el Código lo fijaba en 10 años, pasó a ser de 5 con la Ley 6.162, y ahora es
de 3.
Esta regla general tiene también algunas excepciones, si la ley ha fijado un plazo
especial para la prescripción de la acción ejecutiva; así ocurre, por ejemplo, con la que
puede emanar de un cheque protestado contra los obligados a su pago, y que
prescribe en un año, contado desde la fecha del protesto (Art. 34 de la Ley 7.498, de
17 de agosto de 1943).
La prescripción de la acción ejecutiva tiene dos particularidades principales:
1.° Que no es propiamente la acción de cobro la que prescribe, sino el mérito
ejecutivo de ella. Así lo señala el inc. 2 del Art 2.515: “la acción ejecutiva se convierte
en ordinaria por el lapso de 3 años, y convertida en ordinaria durará solamente otros
2” ;1189 de manera que la acción misma prescribe en 5 años, durando 3 como ejecutiva
si reúne los requisitos legales para ello, y los dos restantes como ordinaria, y
3.° Puede ser declarada de oficio- en efecto, el Art 442 del C. P. C. estatuye que el
tribunal denegará la ejecución si el título presentado tiene más de 3 años, contados
desde que la obligación se hizo exigible.
Por esta razón y por el efecto que produce, estamos con quienes sostienen que se
trata más bien de una caducidad del mérito ejecutivo de la acción que de prescripción
extintiva de la misma. El legislador, por la fe que le merecen, otorga esta ventaja
especial a determinados títulos que dan cuenta de obligaciones. Semejante fe sólo
pueden, mantenerla por cierto tiempo, pasado el cual su presunción de legitimidad va
transformándose en presunción de cancelación. Cuando; esto ocurre, el mérito
ejecutivo caduca, y el juez así debe declararlo, sin que el deudor pueda renunciar a la
caducidad producida.

1189
En el Código primitivo, la acción ejecutiva duraba 10 años como tal y otros 10 como ordinaria, plazos
rebajados a 5 y 5 respectivamente por la Ley 6.162, y ahora a 3 y 2 por la Ley N.° 16.952.
En fallo de la R. F. M. N.° 191, sept. 1974, pág. 194, se resolvió que no había ultra petita en aplicar los
nuevos plazos de 3 años.

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1.241. III. Obligaciones accesorias.


Siguiendo el principio de que lo accesorio corre la suerte de lo principal, toda
obligación que tenga aquel carácter, sea real o personal, prescribe conjuntamente con
la obligación a que accede. Es lo que dispone el Art. 2.516: “la acción hipotecaria, y las
demás que proceden de una obligación accesoria, prescriben junto con la obligación a
que acceden”.
Quedan incluidas en la disposición las cauciones reales, como la hipoteca que
menciona expresamente, y la prenda, y las personales, como la fianza, cláusula penal,
etc.
En consecuencia, las cauciones no tienen ni plazo único ni propio de prescripción,
sino que les corresponderá el que afecte a la obligación principal a la cual acceden.

1.242. IV. Acciones de dominio y herencia.


De acuerdo al Art. 2.517: “toda acción por la cual se reclama un derecho se
extingue por la prescripción adquisitiva del mismo derecho”.
¿Qué quiere significar esta disposición? Lo siguiente: mientras el derecho personal
no tiene otro fin que el cumplimiento de la obligación correlativa por parte del deudor
y, en consecuencia, el acreedor de ella sólo tiene una vía para ejercer su derecho:
demandar al deudor para que la cumpla, los derechos reales pueden ser ejercitados en
muchas formas diferentes, y sin necesidad de que intervenga otra persona, puesto que
se trata de derechos sobre una cosa (N.° 6). Y así el dueño de un objeto exterioriza su
dominio de diferentes maneras: usándolo, gozándolo, dándolo en arrendamiento,
comodato, hipoteca, etc.
Por ello es que el dominio, como los demás derechos reales, no se extingue
normalmente por el no ejercicio, dados sus caracteres de absoluto y perpetuo; en
consecuencia, el dominio no se va a extinguir por prescripción por el solo transcurso
del tiempo.
Pues bien, la acción que ampara el dominio es la reivindicatoria, y ella, al igual que
el derecho que tutela, no se extingue por el solo transcurso del tiempo; para que ello
ocurra es necesario que un tercero adquiera el dominio por prescripción adquisitiva,
porque en el mismo momento en que este tercero se hace de la propiedad por este
modo de adquirir, lo pierde el anterior titular y se extingue su acción de reivindicación.
Esto es lo que señala el Art. 2.517: la acción reivindicatoria, por medio de la cual
se ampara el dominio, se extingue por la prescripción adquisitiva del mismo derecho,
esto es, cuando otro lo adquiere por este modo.
En consecuencia, no hay un plazo único para la prescripción de la acción
reivindicatoria, sino que va a variar desde un mínimo de dos años hasta un máximo de
10 años (antes 15), que es el de la prescripción adquisitiva extraordinaria.
El derecho real de herencia se sujeta a la misma regla y explicación del Art. 2.517:
la acción para reclamarlo es la de petición de herencia (Art. 1.264), que tampoco se
extingue por sí sola, sino cuando la herencia es adquirida por otra por prescripción
adquisitiva, poniendo de esta forma término al derecho del verdadero heredero.
Y la prescripción adquisitiva de la herencia, extintiva de la acción de petición de la
misma, puede ser de dos clases, de acuerdo a los Arts. 704, inc. final, 1.269 y 2.512:
1.° Prescripción extraordinaria de 10 años (15, antes de la Ley N.° 16.952), y
2.° Prescripción ordinaria de 5 años, cuando al heredero putativo se le ha
concedido la posesión efectiva de la herencia.

1.243. V. Limitaciones del dominio.


Conviene separar por un lado la situación del usufructo, uso y habitación, y por el
otro las servidumbres. Así lo haremos en los números siguientes.

754
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.244. A. Usufructo, uso y habitación.


De acuerdo al Art. 766 “el derecho de usufructo se puede constituir de varios
modos: 40 Se puede también adquirir un usufructo por prescripción”. Por su parte, el
N.° 5 del Art. 806 establece que “el usufructo se extingue también por prescripción”.
Veamos cómo juegan estas disposiciones con relación a la prescripción extintiva.
En primer lugar, hay algo que es claro y no se discute: la acción para reclamar el
usufructo se extinguirá por la prescripción adquisitiva del derecho de usufructo por otra
persona, de acuerdo a la regla general del Art. 2.517, y en la misma forma señalada
en' el número anterior para el dominio y la herencia. Dicho de otra manera, un tercero
adquiere el usufructo por prescripción adquisitiva, según lo dispuesto en el Art. 766, y
con ello la persona a quien correspondía el usufructo adquirido, lo pierde y con él la
acción para reclamarlo.
Así ocurrirá cuando el derecho de usufructo provenga de una persona que no tenía
derecho a constituirlo o transferirlo, de manera que el adquirente quedará únicamente
como poseedor del derecho de usufructo adquirido; hay varias situaciones posibles. Por
ejemplo, el nudo propietario transfiere la propiedad íntegra; él solo puede transferir la
nuda propiedad, y ésta la adquirirá el adquirente por la tradición que se le efectúe.
Pero como el nudo propietario no tiene el usufructo, no puede transferir el derecho al
mismo, y quien adquirió la propiedad íntegra, quedará como poseedor del derecho de
usufructo, pudiendo llegar a adquirirlo por prescripción adquisitiva. Otro caso sería que
el constituyente del usufructo no fuera dueño del objeto sobre el cual constituye el
usufructo, o que sobre aquél constituyera sucesivamente un usufructo a favor de una
persona y luego en beneficio de otra. En todas estas situaciones, el adquirente por la
tradición no puede adquirir el derecho de usufructo mismo, pero sí puede hacerlo por
prescripción adquisitiva, poniendo en consecuencia término al derecho del legítimo
usufructuario y a su acción para reclamarlo.
Hasta aquí, como decíamos, no hay discusión alguna, pero ocurre que el Art. 806
declara que el usufructo se extingue por prescripción; no hay duda que ello ocurre en
los casos ya señalados, esto es, cuando el usufructo es adquirido por un tercero por la
prescripción adquisitiva, pero se ha controvertido, en cambio, si el usufructo podría
perderse frente al nudo propietario por su no ejercicio por el usufructuario durante un
cierto lapso. El Art. 617, inc. 5.° del Código francés, admite expresamente la
prescripción extintiva del usufructo por el no ejercicio de éste, al declarar que el
usufructo se extingue “por el no uso del derecho durante 30 años”.
Entre nosotros, Claro Solar,1190 preconiza la misma solución, esto es, que el
usufructo se extingue por la prescripción extintiva ordinaria de 5 años del Art. 2.515, y
por no haberse ejercido durante ese lapso. Se basa fundamentalmente:
1.° En que el Art. 806 es muy semejante al artículo citado del Código francés, y no
hace ninguna clase de distinciones entre la prescripción extintiva por haber operado
una adquisitiva, y la meramente liberatoria-, luego resulta lógico aplicarlo a ambas, La
única diferencia es que el precepto francés señaló expresamente el lapso de la
prescripción.
2.° En el nuestro, éste resultará de la aplicación de la regla general del Art. 2.515
(N` 1.237). Este precepto se limita a establecer que en general el tiempo para extinguir
una acción es de 5 años; no puede aplicársele el dominio por su carácter perpetuo,
pero siendo el usufructo, a la inversa, un derecho limitado, no hay inconveniente en
aplicarle la disposición.
Don Arturo Alessandri es contrario a esta opinión.1191 Por nuestra parte
compartimos la tesis del Sr. Claro Solar, porque en caso contrario el Art. 806, N.° 5.°,
sería más bien innecesario; a la misma conclusión habría llevado el Art. 2.517.

1190
Ob. cit., T. 82, N.° 1.239, pág. 407.
1191
Citado por Vodanovic, ob. cit., vol. 22, N.° 978, pág. 682.

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Las mismas soluciones cabe aplicar a los derechos de uso y habitación, en virtud
de lo dispuesto en el Art. 812: “los derechos de uso y habitación se constituyen y
pierden de la misma manera que el usufructo”.

1.245. B. Servidumbres.
Respecto de este gravamen el legislador fue mucho más claro, ya que el Art. 885
dispone que “las servidumbres se extinguen: 5.° Por haberse dejado de gozar durante
3 años”.1192
Hay en consecuencia una prescripción extintiva especial, por haberse dejado de
gozar la servidumbre, lo cual es lógico porque el no goce comprueba la inutilidad del
gravamen. Y ésta es una prescripción extintiva lisa y llana.
Pero tampoco parece haber inconveniente para aplicar la regla general del Art.
2.517 de que la acción para reclamar la servidumbre se extingue por la prescripción
adquisitiva de ella por un tercero.

Párrafo 2.°

INTERRUPCIÓN Y SUSPENSIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA DE LARGO


TIEMPO

1.246. Enunciación.
Hemos señalado que dos elementos constituyen fundamentalmente la prescripción
extintiva: el transcurso del tiempo y el silencio durante éste de la relación jurídica. Y
que esta inactividad puede verse afectada por dos fenómenos jurídicos: la interrupción
y la suspensión de la prescripción, que analizaremos en los números siguientes.

1. 247. I. Interrupción de la prescripción extintiva.


La interrupción de la prescripción extintiva produce el rompimiento de la
inactividad de la relación jurídica por la acción del acreedor para cobrar su crédito o
por un reconocimiento del deudor de su obligación, y hace perder todo el tiempo
corrido de la prescripción.
Según este concepto el fundamento de la institución es el tantas veces indicado, la
prescripción supone un abandono por parte del titular del derecho, que nada ocurra
durante un tiempo respecto a éste. Si el acreedor se hace presente cobrando el
crédito, o el deudor reconoce su obligación ha quedado afectado uno de los
presupuestos de la prescripción, y se ha roto la presunción de extinción del crédito;
reuniéndose los requisitos legales que examinaremos, se produce la interrupción de la
prescripción.
Principalmente es la actividad por parte del acreedor la que produce la
interrupción, pero según hemos señalado puede ella provenir también del
reconocimiento del deudor; de ello deriva la clasificación de la interrupción en civil y
natural, que equivale más o menos a la misma división de la institución en la
prescripción adquisitiva (Arts. 2.501 a 2.504).
Para la extintiva, el Art. 2.518 señala la clasificación en su inc. 1.°: “la prescripción
que extingue las acciones ajenas puede interrumpirse, ya natural, ya civilmente”.
En los números siguientes estudiaremos sucesivamente:
1.° Aplicación de la interrupción;
2.° Interrupción natural;
3.° Interrupción civil, y
4.° Efectos de la interrupción.

1192
El Código fijaba un plazo de 20 años, rebajado por la Ley NQ 6.162 a 10 años, y por la Ley N.° 16.952
al actual de 3 años.

756
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.248. A. Aplicación de la interrupción.


La norma del Art. 2.518 rige fundamentalmente para la prescripción extintiva
ordinaria (N.° 1.239). Se aplica también a las prescripciones de corto tiempo, pero con
una modalidad especial que estudiaremos al referimos a ellas (N.° 1.260 a 1.263).
No se aplica a la prescripción de la acción ejecutiva, puesto que según decíamos
se trata de una caducidad (N.° 1.240). Así lo confirma el Art. 442 del C. P. C. que
ordena al juez rechazar la ejecución si el título tiene más de 3 años.
Tratándose de una obligación accesoria, nos ocuparemos de ella al tocar el tema
de los efectos de la interrupción (N.° 1.251).
Finalmente, cuando la prescripción extintiva se produce por haber operado la
adquisitiva a favor de un tercero respecto del derecho de que trata (dominio, herencia,
usufructo, etc. (N.° 1.242 y siguientes), la interrupción de la prescripción se rige por las
normas que gobiernan aquella institución en la adquisitiva (Arts. 2.502 y 2.503.).

1.249. B. Interrupción natural.


Está definida en el inc. 2 del Art. 2.518: “se interrumpe naturalmente (la
prescripción) por el hecho de reconocer el deudor la obligación, ya expresa, ya
tácitamente”.
La interrupción natural es, en consecuencia, todo acto del deudor que importe un
reconocimiento de la deuda, ya sea que lo diga así formalmente, o se deduzca de
actuaciones suyas, como efectuar abonos, solicitar prórrogas, o rebajas, otorgar
nuevas garantías, constituirlas si la obligación no las tenía, etc. También se ha resuelto
que se reconoce la deuda si los herederos incluyen alguna del causante en la
confección del inventario solemne.1193
El legislador no ha reglamentado la forma en que se interrumpe naturalmente la
prescripción; en consecuencia, puede tratarse de cualquier acto del deudor, uni o
bilateral, destinado al exclusivo objeto de reconocer la deuda o a otro diferente, como
ocurre en el caso fallado de su inclusión en un inventario.
Hemos dicho que la interrupción natural se asemeja a la renuncia de la
prescripción, especialmente a la tácita (No 1.226), con la diferencia de que ésta puede
tener lugar únicamente una vez cumplida la prescripción, mientras que la interrupción
se produce precisamente en el transcurso de ella. Los mismos actos, pues, constituirán
según la época en que se produzcan, interrupción natural o renuncia de la prescripción;
por ello, como señalan algunos autores,1194 debería exigirse para aquélla la misma
capacidad que para ésta, señala el Art. 2.4953.

1.250. C. Interrupción civil.


De acuerdo al inc. final del Art. 2.518 la prescripción extintiva se interrumpe
civilmente por la demanda judicial, salvo los casos enumerados en el Art. 2.503. Este
precepto es el que señala cuándo la demanda no es suficiente para interrumpir
civilmente la prescripción adquisitiva. Como consecuencia de esta referencia, para que
haya interrupción civil deben concurrir cuatro requisitos: 1 Demanda judicial, 2
Notificación legal de la demanda; 3 Que no haya mediado desistimiento de la demanda
o abandono de la instancia, y 4 Que el demandado no haya obtenido sentencia de
absolución. Los examinaremos a continuación en este orden.
1.° Demanda judicial.
El acreedor debe recurrir a los tribunales; ningún otro requerimiento por enérgico
que sea producirá el efecto de interrumpir la prescripción, si es extrajudicial.1195 Quiso
seguramente el legislador evitar toda duda y discusión posible al respecto.

1193
RDJ, T. 42, sec. la., pág. 384.
1194
Fueyo, ob. cit., T. 29, N.° 667, pág. 256 y Héctor Escríbar Mandiola, La prescripción extintiva civil, M.
de P., Imprenta Chile, 1926, Stgo., pág. 65.
1195
RDJ, Ts. 60, sec. 2a., pág. 130 y, 65, sec. la, pág. 323.

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Pero se ha producido controversia en la doctrina sobre el alcance de la expresión


“demanda judicial” del Art. 2.518, en cuanto al objeto de la misma. La disparidad de
opiniones gira en torno a si basta cualquier actuación judicial del acreedor con relación
al crédito, o la demanda debe tener por objeto directo e inmediato el cobro del mismo;
el problema se ha suscitado principalmente en relación a las gestiones de preparación
de la vía ejecutiva que tienen por objeto habilitar al acreedor para entablar un juicio
ejecutivo.
Para una corriente de opinión la voz demanda tiene un sentido procesal bien claro,
de manera que toda actuación ante los tribunales que no tenga la calidad de tal, no
interrumpe la prescripción.1196 Se señala la diferente redacción del precepto con su
equivalente en la prescripción adquisitiva, el Art. 2.503, inc. 1, que considera la
interrupción civil como todo “recurso judicial” del que se pretende verdadero titular del
derecho. O sea, en la prescripción adquisitiva sí que bastaría cualquier actuación
judicial en amparo de su derecho por parte de quien lo reclama, mientras en la
extintiva sería necesario el cobro mismo del crédito.
Esta fue la opinión de la jurisprudencia durante un tiempo, y así se había resuelto
que la solicitud del acreedor solicitando un privilegio de pobreza para después,
contando con él, demandar su crédito,1197 o la citación judicial para que el deudor
reconozca su firma y confiese la deuda, que es una gestión de preparación de la vía
ejecutiva,1198 no interrumpían la prescripción extintiva por no constituir demandas.
Una segunda corriente de opinión1199 sostiene que la expresión demanda judicial
no debe ser tomada en su sentido procesal estricto, sino en uno amplio, de que es
necesario que el acreedor recurra a los tribunales en demanda de protección, ya sea
para cobrar directamente su crédito, ya sea para efectuar las gestiones previas
necesarias para hacerlo. La interrupción civil supone que el acreedor salga de su
inactividad; bien que el legislador haya exigido que esta actividad del acreedor se
produzca ante los tribunales y que ella implique la intención de éste de cobrar su
crédito, pero ello se produce tanto si el acreedor está en situación de hacerlo
inmediata y directamente como cuando con tal finalidad pide privilegio de pobreza,
prepara la vía ejecutiva, presenta una medida prejudicial y, en general, cuando realiza
cualquier gestión judicial que manifiesta su intención de cobrar su crédito.
No habría, por otra parte, ninguna razón para hacer diferencias entre la
prescripción extintiva y la adquisitiva, lo que es un nuevo antecedente para confirmar
que basta cualquier recurso judicial.
Estos convincentes argumentos han hecho variar de posición a la jurisprudencia,
que ha resuelto que demanda judicial es cualquier gestión del acreedor efectuada ante
la justicia con el objeto de exigir directamente el pago, o preparar o asegurar el
cobro.1200 Como ha dicho una sentencia reciente, no es sólo la demanda a que se
refiere el Art. 254 del C. P. C., sino que todo recurso judicial interpuesto por el acreedor
en resguardo del derecho que le pertenece y al que la prescripción amenaza con
extinguirse.1201
2.° Notificación legal de la demanda.
Como decíamos, la remisión del Art. 2.518 al Art. 2.503 implica que hay ciertos
casos, los tres que enumera esta última disposición, en que la demanda judicial no
basta para interrumpir civilmente la prescripción.
Ello ocurre en primer lugar “si la notificación de la demanda no ha sido hecha en
forma legal” (Art. 2.503, N.° 1.°).

1196
Fueyo, ob. cit., T. 2°, N.° 668, pág. 257, por vía de ejemplo.
1197
RDJ, T. 37, sec. la, pág. 179.
1198
RDJ, T. 36, sec. la., pág. 225.
1199
Por vía de ejemplo, Escríbar, ob. cit., pág. 57.
1200
El primer caso faltado en este sentido recayó en una preparación de la vía ejecutiva mediante la
citación de la contraparte para el otorgamiento de una nueva copia de escritura pública: RDJ, T. 46, sec. la,
pág. 647. Otros fallos en el mismo sentido en la RDJ, Ts. 50, sec. la., pág. 320, y 60, sec. 2a., pág. 130.
1201
RDJ, T. 60, sec. 2a., pág. 130. En igual sentido, F. M. N.° 264, pág. 394.

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LAS OBLIGACIONES TOMO II

O sea, la demanda debe notificarse al deudor, y la notificación ha de cumplir los


requisitos establecidos por la ley; si posteriormente se anula la notificación efectuada
no se ha interrumpido la prescripción.
La Corte Suprema había entendido habitualmente que la notificación debía hacerse
antes que el plazo de la prescripción se hubiere cumplido, pues en caso contrario nada
se obtiene con la notificación, ya que la prescripción ha operado.1202 Sin embargo, un
fallo reciente de la I. Corte de Santiago sostiene que basta con que la demanda se
intente antes de cumplirse el término de la prescripción, aunque la notificación se haga
posteriormente, pues ella retrotrae sus efectos a la presentación de la demanda.1203 Es
interesante esta posición, pues si bien se mira la ley ha exigido únicamente demanda
judicial, y ha declarado solamente que ella es inapta para la interrupción si no ha sido
notificada en forma legal.
3.° Que no haya mediado desistimiento de la demanda o abandono de la instancia.
De acuerdo al N.° 2 del Art. 2.503, aplicable a la prescripción extintiva por la
remisión del Art. 2.518, la demanda judicial no interrumpe la prescripción “si el
recurrente desistió expresamente de la demanda o se declaró abandonada la
instancia”.1204
Son ambas instituciones que reglamenta el C. P. C. en los títulos 15 y 16,
respectivamente, de su Libro 1.°. El desistimiento de la demanda es el retiro de ésta
por parte del actor, después de notificada al demandado (Art. 148 del C. P. C.) y el
abandono de la instancia se produce cuando las partes que figuran en el juicio han
cesado en su prosecución durante un año, contando desde la última providencia (Art.
152 del C. P. C.). El primero extingue la acción del demandante, por lo cual éste ya no
podrá volver a intentarla; el abandono de la instancia hace perder el procedimiento
seguido ante los tribunales.
De ahí que en ambos casos también cese el efecto de interrupción de la
prescripción.
4.° Que el demandado no haya obtenido sentencia de absolución.
Finalmente, tampoco la demanda habrá conseguido interrumpir la prescripción “si
el demandado obtuvo sentencia de absolución” (N.° 3 del Art. 2.503, aplicable a la
prescripción extintiva por la remisión del inc. 3 del Art. 2.518).
El tribunal ha rechazado la demanda del acreedor y de ahí que en definitiva la
prescripción no ha quedado interrumpida. Sin embargo, también esta disposición ha
provocado controversias en orden a si toda sentencia absolutoria del demandado
atenta contra la interrupción, o si únicamente cuando ella se ha fundado sobre motivos
de fondo del pleito, esto es, sobre la existencia o extinción de la obligación.
Nuestra jurisprudencia y doctrina se han inclinado por esta última solución, y en
consecuencia, si la absolución se ha fundado en motivos procesales, que permiten
renovar nuevamente la misma acción, corrigiendo el vicio de que adoleció con
anterioridad, se ha concluido que no se pierde el efecto interruptor de la demanda
deducida.
Así se ha resuelto en un caso de juicio ejecutivo en que la demanda se rechazó
porque al título le faltaba algún requisito para tener mérito ejecutivo; 1205 en otro, en
que se anuló todo lo obrado en un juicio por la incapacidad relativa del demandante
acreedor,1206 y finalmente, si la demanda se dedujo ante tribunal incompetente.1207 Este
1202
RDJ, Ts. 36, sec. la., pág. 118, y 48, sec. 2a, pág. 13.
1203
RDJ, T. 60, sec. 2a., pág. 130. El punto no deja de admitir discusión, pero nos inclinamos por aceptar
la sentencia por la evidente conveniencia de ella en los más de los casos.
1204
Modificado por el Art. 111 de la Ley 6.162 de 28 de enero de 1938: el Código en vez de referirse al
abandono de la instancia hablaba de cesar la prosecución del juicio por más de 3 años. La reforma tuvo por
objeto armonizar la disposición con el C. P. C.
1205
RDJ, T. 46, sec. la, pág. 186,
1206
RDJ, T. 27, sec. la., pág. 240.
1207
RDJ, T. 19, 2° parte, pág, 283, fallo recaído en un caso de prescripción adquisitiva, pero que vale
igualmente para la extintiva, por la remisión del Art. 2.518 al 2.503, y Ts. 62, sec. 3a., pág. 69, y 66, sec. 3a,
pág. 78, fallos recaídos en juicios del trabajo. F. M. N.° 258, mayo de 1980, pág. 102.1

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último punto es comentado generalmente por los autores, compartiendo la posición de


la jurisprudencia con el argumento de que la ley no ha hecho distinción entre demanda
ante tribunal competente y el que no lo es.
La verdad es que estas interpretaciones chocan un poco con la letra de la ley que
ha hablado de notificación legal de la demanda y sentencia de absolución, sin hacer
distinciones respecto a cuál ha sido la ilegalidad o el motivo del rechazo de la
demanda, pero se justifican ampliamente si se piensa en el fundamento de la
institución: la interrupción no hace sino manifestar fehacientemente la intención del
acreedor de cobrar su crédito y semejante constatación se produce tanto ante tribunal
competente como ante el que no lo es, si la actuación ha sido válida o nula, etc. En
todos los casos resueltos, la acción misma queda indemne y susceptible de intentarse
de nuevo. El acortamiento cada vez mayor de los plazos de prescripción hace aún más
perentoria la aceptación de esta doctrina, pues si no puede suceder que el término de
aquélla se cumpla durante el primer pleito de cobro.

1.251. D. Efectos de la interrupción.


La interrupción, ya sea natural o civil, produce el efecto de hacer perder todo el
tiempo transcurrido de la prescripción hasta el momento en que aquélla se produce. En
consecuencia, la interrupción beneficia al acreedor y perjudica al deudor, quien pierde
todo el término transcurrido, sin perjuicio de que concurriendo los requisitos legales, el
plazo comience a correr nuevamente, como si por ejemplo el deudor ha reconocido la
obligación. Desde ese momento comienza a correr el nuevo plazo.
En principio la interrupción es de efectos relativos, ya que si es natural, constituye
un acto jurídico un¡ o bilateral, que siempre afecta sólo a sus otorgantes, y si es civil,
porque las demandas y sentencias judiciales igualmente son de efectos relativos.
Ello explica la disposición del Art. 2.519 que hemos estudiado al hablar de las
obligaciones con pluralidad de sujetos (N.° 384, 3; 400, N 3, 412, 431 y 435). En
síntesis, la regla general es que la interrupción que beneficia a uno de los acreedores,
o perjudica a uno de los codeudores, no favorece ni empece a los demás, salvo los
casos de solidaridad e indivisibilidad.
El efecto relativo de la interrupción da lugar a algunas dudas frente a las cauciones
constituidas por terceros; por ejemplo, si se trata de una cláusula penal, una hipoteca,
una prenda constituida por otros para garantizar una deuda ajena, o en que el bien
afecto a la garantía ha pasado a pertenecer a una tercera persona (poseedor de la
finca hipotecada), o finalmente, en la fianza que siempre es constituida por alguien
ajeno a la deuda principal. En todas estas situaciones el efecto relativo de la
interrupción ya señalado nos llevaría a concluir que la acción intentada contra el
tercero no interrumpe la prescripción de la obligación principal, y a la inversa la
intentada contra éste no interrumpiría la prescripción de la obligación accesoria.
Sin embargo, hay que tener presente, en primer lugar, que el Art. 2.519, al
consagrar el efecto relativo de la interrupción, sólo se refiere al caso de la pluralidad de
acreedores y deudores y no a las obligaciones de garantía, y enseguida, que el Art.
2.516 fue bien claro en orden a que éstas prescriben conjuntamente con la obligación a
que acceden. Si la interrupción afectara a la obligación principal, y no a la caución, ésta
prescribiría antes que aquélla, y viceversa. Ha sido la posición de nuestros tribunales
en un caso relativo a un tercer poseedor de la finca hipotecada.1208

1208
G. T. de 1939, Jer. sem., N.° 116, pág. 588. La doctrina está dividida. Sostiene la primacía del Art.
2.516 don Manuel Somarriva, Cauciones, ob. cit., quien estudia detalladamente el problema para la fianza en
el No 161, pág. 165, para la prenda, N.° 338, pág. 305 y para la hipoteca, N.° 469, pág. 476. En contra de su
opinión, Ramón Meza Barros, De la interrupción de la prescripción extintiva civil, M. de P., Stgo, 1936, N.°
184, pág. 83 y Rafael Mery, ob. cit., N.° 225, pág. 401.
Cabe agregar que el Código francés en el caso de la fianza solucionó el problema en el Art. 2.250 en el
mismo sentido que entre nosotros propugna el Sr. Somarriva, pero en la hipoteca sus disposiciones son
diferentes a las nuestras por la distinta concepción de la institución.

760
LAS OBLIGACIONES TOMO II

1.252. II. Suspensión de la prescripción.


La suspensión es un beneficio que el legislador otorga a los acreedores incapaces y
a la mujer casada bajo el régimen de sociedad conyugal para que la prescripción no
corra en su contra mientras dure la incapacidad o la sociedad conyugal.
En la suspensión también resulta afectado el silencio de lit relación jurídica, pero
por disposición del legislador, quien considera que el acreedor en general incapaz se
encuentra imposibilitado de ejercer sus derechos, o sea, de romper su inactividad y por
tal motivo declara que la prescripción no correrá mientras dure esa inhabilidad. Cierto
es que normalmente el incapaz estará dotado de un representante legal y que bien
puede éste interrumpir las prescripciones que corran contra aquél, pero también es
posible que el incapaz carezca de él, o que el representante sea desidioso, y la
prescripción haga perder sus derechos a quien jurídicamente nada puede hacer para
evitarlo. El legislador, ante este peligro, corta por lo sano y establece la suspensión de
la prescripción extintiva en los mismos términos que la de la adquisitiva.
En efecto, el Art. 2.520 dispone: “la prescripción que extingue las obligaciones se
suspende en favor de las personas enumeradas en el N.° 1.° y 2.° del Art. 2.509”.
Según este precepto la prescripción adquisitiva ordinaria se suspende en favor de “1.°
Los menores; los dementes, los sordomudos y todos' los que están bajo potestad
paterna, o bajo tutela o curaduría”. Por ello hemos resumido la regla diciendo que la
prescripción extintiva se suspende en favor de los incapaces, tengan o no
representante legal.
La Ley 18.802, de 9 de junio de 1989, que suprimió la incapacidad de la mujer
casada bajo el régimen de sociedad conyugal, la eliminó de este NI' 12, pero mantuvo
la suspensión intercalando un N!-' 22 en el Art. 2.509, en cuya virtud la prescripción se
suspende en favor de: “2.°. La mujer casada en sociedad conyugal mientras dure
ésta”. El inciso penúltimo del precepto agrega: “No se suspende la prescripción en
favor de la mujer divorciada o separada de bienes, respecto de aquellos que
administra”.
Esta es una nueva expresión de esta desafortunada refonna legal que suprimió la
incapacidad de la mujer casada en sociedad conyugal, pero le mantuvo muchos de sus
efectos, entre ellos, la administración por el marido de los bienes propios de ella. Por lo
mismo mantuvo también la suspensión.
Respecto a la suspensión, cabe tener presente que ella se aplica sin lugar a dudas
a la prescripción extintiva ordinaria (N.° 1.239), pero no a la ejecutiva (N.°1.240).
Tratándose de la prescripción de acciones que amparan el dominio y derechos reales,
como la extinción se produce por la prescripción adquisitiva del derecho, la suspensión
se gobierna por las reglas propias de esta última.
La suspensión es un beneficio personalísimo del acreedor incapaz, y perjudica al
deudor, porque mientras dure la incapacidad no corre la prescripción.
Su efecto es diferente a la interrupción que hace perder todo el tiempo ya corrido
de la prescripción, la suspensión, en cambio, impide que continúe transcurriendo. Si el
acreedor es incapaz cuando la obligación se hace exigible, no comienza a correr
prescripción alguna, pero si cae en incapacidad durante el transcurso del plazo legal,
éste deja de correr, y sólo reanuda su curso cuando cesa la incapacidad. Por ejemplo,
corridos dos años de prescripción, el acreedor es declarado en interdicción por
demencia. Ella dura 4 años, y entonces comienza a correr de nuevo la prescripción,
tomándose en cuenta los 2 años que alcanzaron a transcurrir.
Sin embargo, la suspensión tiene un límite, pues ya hemos señalado que el
legislador establece un plazo máximo en el Código, pasado el cual es su aspiración que
todas las situaciones jurídicas y derechos queden definitivamente consolidados. Este
plazo, que era de 30 años en el Código, y la Ley 6.162 rebajó a 15 años, ha pasado a
ser de 10 por la reforma de la Ley N.° 16.952 (N.° 1.234). Por ello es que el Art. 2.520
dispone que “transcurridos 10 años no se tomarán en cuenta las suspensiones
mencionadas en el inciso precedente”.

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La suspensión es personalísima y excepcional; no admite, pues, interpretación


analógica, ni se traspasa conjuntamente con el crédito respecto al cual está operando,
ya sea por sucesión por causa de muerte, pago con subrogación (N.° 673), cesión de
créditos (N.° 1.064), etc.

1.253. III. Paralelo entre interrupción y suspensión.


Ambas instituciones se asemejan en que ellas actúan sobre el transcurso del
tiempo de la prescripción, en beneficio del acreedor y perjuicio del prescribiente. Tanto
la una como la otra deben ser probadas por el acreedor que las alega (N.° 1.236).
Se diferencian, en cambio:
1.° En cuanto a su fundamento. En la interrupción las partes rompen el silencio de
la relación jurídica; la suspensión es un beneficio concedido por el legislador a
personas a quienes considera imposibilitadas para poner fin a dicha inactividad. En
consecuencia, la primera supone una actuación del deudor, del acreedor o de ambos,
mientras que la suspensión opera de pleno derecho;
2.° La interrupción puede operar a favor de cualquier persona; la suspensión,
institución de excepción, sólo a beneficio del acreedor a quien la ley se la otorga;
3.° La interrupción hace perder todo el tiempo de la prescripción; la suspensión
impide que ella corra, pero no se pierde el plazo ya transcurrido;
4.° La interrupción no tiene limitación de plazo, mientras la suspensión no se toma
en cuenta pasados 10 años, y
5.° La interrupción es común a toda prescripción, mientras que la suspensión,
según lo veremos en la sección siguiente, no tiene lugar en las de corto plazo.

Sección tercera

LAS PRESCRIPCIONES DE CORTO TIEMPO1209

1.254. Concepto.
Como habíamos dejado señalado, el párrafo 4 del Título 42 y último del Libro 4
trata “de ciertas acciones que prescriben en corto tiempo”, Arts. 2.521 a 2.524.
¿Qué son prescripciones de corto tiempo para nuestro Código? En realidad no hay
otra definición posible que una negativa: son aquellas que hacen excepción a la regla
general del Art. 2.515 de la prescripción extintiva ordinaria. Este precepto nos dice que
el tiempo de prescripción es en general de 5 años; luego, las de corto plazo son todas
aquellas que tienen un término inferior a éste, que constituye la regla general.1210
El concepto se ha ido haciendo relativo, como ya lo dejamos señalado; en el mero
Código había diferencia sustancial entre los 20 años del Art. 2.515 y los 3 y 2
contemplados en el párrafo 4. Hoy la distancia ha disminuido bastante, lo que tiene
importancia para la calificación de las no contempladas en dicho párrafo: las especiales
(N.° 1.269).
Las prescripciones de corto tiempo admiten una clasificación en 4 categorías:
1.° Las de 3 años (inc. 1 del Art. 2.521);
2.° Las de 2 años (inc. 2 del mismo precepto);
3.° Las de 1 año (Art. 2.522).
Estas tres se reglan por las mismas normas, según veremos, y sobre todo entre las
de 1 y 2 años es aún más marcado el parentesco; las trataremos en un primer párrafo,
y

1209
Véase Ximena Barrera Sanhueza, Estudio Crítico de la jurisprudencia recaída en las prescripciones de
corto tiempo del Código Civil, ob. cit.; Héctor Escríbar De la prescripción extintiva civil, ob. cit.; Pedro Lira
Urquieta, De la prescripción extintiva en el Derecho Civil chileno, M. de P. Stgo., Ed. Universitaria, 1945 y Luis
E. Contreras Aburto, De la prescripción extintiva civil, M. de P., Concepción, 1945.
1210
Ximena Barrera, ob. cit., N.° 4, pág. 10.

762
LAS OBLIGACIONES TOMO II

4.° Las prescripciones especiales (Art. 2.524), a las que destinaremos un segundo
párrafo.

Párrafo 1.°

LAS PRESCRIPCIONES DE 1, 2 Y 3 AÑOS

1.255. Fundamento.
La prescripción de 3 años de carácter tributario no existía en el Código, y tiene una
explicación que veremos en el número siguiente.
Las de 1 y 2 años, únicas que establecía el párrafo 4.° del título de la prescripción,
se fundan en una presunción de pago; como veremos, se trata generalmente de
obligaciones de poca monta y que suponen una cierta relación de conocimiento
personal entre acreedor y deudor. En todo caso, se trata de actos en que por este
motivo u otros semejantes el deudor queda inhibido de solicitar recibos escritos, y así
no será frecuente pedirle comprobantes de pago al almacenero a quien se compran
habitualmente las provisiones. El uso, pues, impone en ellas una dificultad práctica
para exigir recibos, y por las mismas circunstancias la ley presume que se han
solucionado en términos breves. De ahí que establezca plazos cortos de prescripción.
Nos referiremos en los números siguientes a las prescripciones tributarias, a las de
2 años y de 1 año.

1.256. I. Prescripciones tributarias.


En nuestra legislación existía una verdadera anarquía en materia de plazos de
prescripción para el cobro y devolución de impuestos, a la que quiso poner término la
Ley 10.271, de 2 de abril de 1952, intercalando un inc. 1 en el Art. 2.521. Dispone este
precepto: “prescriben en 3 años las acciones a favor o en contra del Fisco y de las
Municipalidades provenientes de toda clase de impuestos”.
Daremos muy breves nociones al respecto, pues el punto corresponde al Derecho
Tributario, pero deben tenerse presentes dos cosas:
1.° Que la disposición sólo se aplica al Fisco y a las Municipalidades y únicamente a
las acciones en contra o a favor de ellos provenientes de impuestos. Cualquier otra
acción del Fisco o de las Municipalidades, o en contra de ellos que no versen sobre
impuestos, se sujeta a las reglas generales, si no hay disposición especial en la
legislación para el caso;
2.° Que se encuentran exceptuados de la disposición todos aquellos impuestos que
leyes especiales sujetan a normas diferentes de prescripción.
Entre éstas, las más importantes y que han restado gran importancia práctica al
Art. 2.521, inc. 1.°, son las contenidas en el Código Tributario, D.L. N.°830 publicado en
el Diario Oficial de 31 de diciembre de 1974. 1211 Quedan sujetas a sus disposiciones
todas las acciones que se refieran a impuestos colocados bajo la competencia del
Servicio de Impuestos Internos (Art. 1.° del C. Tributario), de manera que todo
impuesto sujeto al control y fiscalización de este
Servicio no se regirá en cuanto a su prescripción por las reglas del Código Civil,
sino por las del Tributario, ya sea del contribuyente para solicitar la devolución de
impuestos pagados por error, o del Fisco para exigir el pago de los no enterados
oportunamente.
La regla general es que prescriben en 3 años las acciones del Fisco para la revisión
y cobro de impuestos, contados desde la expiración del plazo legal en que debió

1211
Véase Emilio Charad Dahud, El Código Tributario, Imprenta Horizonte, Santiago 1965, págs. 327 y
siguientes, con la salvedad, eso sí, de que debe tenerse cuidado con las modificaciones, pues, como todas
las leyes tributarias, el Código está sujeto frecuentemente a ellas. Una edición casi al día de éste, puede
consultarse en el Boletín del Servicio de Impuestos Internos, año 28, N.° 325 de diciembre de 1980, págs.
14.585 y siguientes, y desde luego en la Edición Oficial de la Editorial jurídica de Chile del año 1988.

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efectuarse el pago de ellos, pero se extiende a 6 años si se trata de impuestos sujetos


a declaración del contribuyente, y ésta no se hubiere presentado o la presentada fue
maliciosamente falsa (Arts. 200 y 201 del C. Tributario);
Esta prescripción no se suspende, y se interrumpe en los casos del Art. 201 del
mismo Código.
Se refieren a la restitución de impuestos indebidamente pagados los Arts. 126 a
128 del mismo Código en forma muy poco clara.1212

1.257. II. Prescripción de dos años.


Están contempladas en el actual inc. 2 del Art. 2.521, que también sufrió una
modificación, pero a manos de la Ley N.° 6.162, de 28 de enero de 1938, que rebajó el
plazo de 3 al actual de 2 años. En general se sujetan a la prescripción de 2 años los
honorarios de los profesionales por sus servicios.
Para su aplicación, en consecuencia, deben concurrir copulativamente dos
requisitos:
1.° Debe tratarse de honorarios.
Así lo señala expresamente la disposición, de manera que cualquier otra acción
que corresponda a las personas enumeradas en ella, y que no consistan en honorarios
por sus servicios profesionales, como si, por ejemplo, un abogado demanda un saldo
de precio de una compraventa de un bien raíz suyo que ha vendido, no queda sujeta a
esta prescripción de corto tiempo, sino que a las reglas generales; sólo se aplica, pues,
a lo obtenido como honorarios en el ejercicio de una profesión liberal.
Tampoco se aplica la prescripción de 2 años cuando el profesional desempeña su
labor profesional como empleado de otra persona, sujeto a un sueldo, porque en tal
caso regirán las normas de prescripción del Código del Trabajo, o del Estatuto
Administrativo, según quien sea el empleador.1213
2.° El honorario debe corresponder al ejercicio de una profesión liberal. El precepto
menciona “los honorarios de jueces, abogados, procuradores, los de médicos y
cirujano; los de directores o profesores de colegios y escuelas- los de ingenieros y
agrimensores, y en general, de los que ejercen cualquier profesión liberal”.
Esta última es la expresión genérica que utiliza la ley, por lo que la enumeración es
meramente enunciativa. Incluso, como señala don Pedro Lira, no se requiere un título
oficial para quedar incluido en el precepto, a menos que la ley lo exija expresamente
para el ejercicio de determinadas profesiones, como ocurre con los médicos, abogados,
dentistas, etc. En consecuencia, un perito calígrafo, en cuanto a sus honorarios por el
peritaje, queda incluido en el precepto.1214
Este precepto menciona a los jueces, pero debe entenderse a los que perciben
honorarios, como los árbitros, pero no a los del Poder judicial que remunera el Estado y
quedan sujetos a la misma situación de cualquier funcionario público.
Nombra igualmente a los procuradores, esto es, a los mandatarios judiciales; los
demás mandatos no quedan sujetos a esta prescripción,1215 a menos que correspondan
al ejercicio de una profesión liberal.
Finalmente, se ha fallado que no importa el origen de los honorarios, y en
consecuencia se aplica tanto a los que corresponden por ley o contractualmente.1216

1.258. Desde cuándo corre la prescripción de dos años.


No existiendo regla especial, la respuesta es obvia: desde que el honorario se hizo
exigible, pero si llamamos la atención sobre el punto es porque si bien no hay
problemas cuando se trata de servicios aislados, en cambio puede haberlos, por la
brevedad del plazo, si se prestan servicios continuados por el profesional, como ocurre
1212
Véase RDJ, T. 62, sec. 1a, pág. 180.
1213
RDJ, T. 38, sec. 1a, pág. 103, aplicando el antiguo Código del Trabajo.
1214
Ob. cit., pág. 173.
1215
RDJ, T. 31, sec. 2a., pág. 11; G.T. de 1.902, T. 22, N.° 968, pág. 421.
1216
RDJ, T. 60, sec. la., pág. 35.

764
LAS OBLIGACIONES TOMO II

típicamente cuando un médico atiende no una consulta aislada, sino al paciente


durante toda una larga enfermedad.
En este caso, la unanimidad de las opiniones se inclina por sostener que el plazo
de prescripción comienza a correr desde que se terminaron de prestar los servicios. Así
se ha fallado también respecto de abogados y médicos,1217 y es, por otra parte, el
criterio que aplica el legislador en el caso muy semejante de los trabajadores
sometidos al Código de Trabajo. En el antiguo Código la prescripción se contaba desde
et término de los servicios. En el actual, las acciones provenientes de los actos y
contratos a que se refiere el Código prescriben en 6 meses contados desde la
terminación de los servicios, pero los derechos regidos por el Código prescriben en 2
años contados en la forma general: desde que se hacen exigibles (Art 453).

1.259. III. Prescripciones de un año.


Están establecidas en el Art. 2.522,1218 y constituyen dos categorías diferentes,
separadas en sendos incisos del precepto.
1.° El inc. se refiere a la acción de mercaderes, proveedores y artesanos por el
precio de los artículos que despachan al menudeo.
Esto es, la acción debe corresponder a un mercader, proveedor o artesano, y
corresponder al precio de los artículos que despachan en la forma señalada en el
precepto.
Mercader es sinónimo de comerciante; proveedor, según el Diccionario de la
Lengua, el que tiene a su cargo proveer o abastecer todo lo necesario, especialmente
de mantenimiento, a los ejércitos, armadas, casas de comunidades u otras de gran
consumo- finalmente, según el mismo Diccionario, artesano es el que ejercita un arte u
oficio meramente mecánico.
Y enseguida, la acción debe corresponder al precio de los artículos que estas
personas “despachan”, esto es, venden “al menudeo”. Esta última expresión ha
suscitado una división entre los autores y fallos de los tribunales. Para la opinión de
mayoría,1219 que compartimos por razones de unidad legislativa, “al menudeo” es lo
mismo que “al por menor”, expresión definida en el Art. 30, inc. 3 del C. de Co. en los
siguientes términos: “se considera comerciante por menor al que vende directa y
habitualmente al consumidor”. Luego, venta al por menor es la que se efectúa
directamente al consumidor.
Otra opinión sostiene, en cambio, que debe recurrirse al Diccionario de la Lengua,
que califica de venta al menudeo la que es de pequeña cuantía, la efectuada
“menudamente”.1220
2.° El inc. 2.° del Art. 2.522 se refiere a la acción de “toda clase de personas por el
precio de servicios que se prestan periódica o accidentalmente; como posaderos,
acarreadores, mensajeros, barberos, etc.”
La enumeración es enunciativa. Lo importante es que se trate del precio por
servicios que se prestan periódica o accidentalmente.

1.260. Las prescripciones de corto tiempo y la suspensión e interrupción.


Las prescripciones de corto tiempo no se suspenden. Así lo señala el inc. 1.° del
Art. 2.523: “las prescripciones mencionadas en los dos artículos precedentes corren
contra toda clase de personas, y no admiten suspensión alguna”.

1217
RDJ, Ts. 51, sec. la., pág. 106; 44, sec. 1a, pág. 315: 50, sec. 1a, pág. 419 y sec. 2a-
2a-, pág. 34; 52, sec.
la., pág. 390, y 63, sec. 1a, pág. 284. En cambio, tratándose de peritos judiciales, cada peritaje es un servicio
aislado: RDJ, Ts, 46, sec. la, pág. 759; 49. sec. la., pág. 393, y 60, sec. la., pág. 35.
1218
La citada Ley N.° 6.162 modificó el precepto rebajando el plazo de 2 años a 1 año, eliminando la
inclusión en él de los dependientes y criados por sus salarios, pues la prescripción de sus acciones se rige
actualmente por el D.L. 2.200.
1219
Alessandri, ob. cit., pág. 393; Fueyo, ob. cit., T. 22, N.° 264, pág. 265; RDJ, Ts. 62, sec. la., pág. 507, y
47, sec. la., pág. 418.
1220
RDJ, Ts. 2°, sec. la., pág. 302; 72, sec. la., pág. 287, y 14, sec. 1a, pág. 583.

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Como el precepto se remite a los dos artículos precedentes, esta regla y las de la
interrupción que veremos luego, se aplican por igual a todas las prescripciones de
corto tiempo que hemos analizado en los números anteriores, esto es, a las de 1, 2 y 3
años, siempre que estén gobernadas por dichos preceptos.
El inc. 1 del Art. 2.523 es redundante, pues dice que corren contra toda clase de
personas, y no admiten suspensión alguna. 1221 El reforzamiento se debe al deseo del
legislador de la brevedad de la prescripción, dado el fundamento de la mayoría de las
de corto tiempo que hemos apuntado: dificultad del comprobante escrito.
Las normas que el Art. 2.523 da en materia de interrupción son también comunes
a las prescripciones de corto tiempo de los Arts. 2.521 y 2.522, con la salvedad ya
señalada, esto es, que estén regidas por estos preceptos. No se aplican, en
consecuencia, por ejemplo, a las establecidas por el Código Tributario.
Los N` 1.° y 2` del Art. 2.523 se refieren respectivamente a la interrupción natural
y civil, y el inc. final al efecto de ellas, que en doctrina recibe el nombre de
intervención. En los números siguientes analizaremos estos tres aspectos de la
interrupción de la prescripción de corto tiempo.

1.261. I. Interrupción natural de la prescripción de corto tiempo.


La interrupción natural se produce desde que interviene pagaré u obligación
escrita, o concesión de plazo por el acreedor.
La distinción que efectúa el Código entre pagaré y obligación escrita carece de
toda justificación, ya que el primero no es sino una forma de la segunda, en el sentido
que le da el precepto, esto es, documento que da constancia de una deuda. En él
quedan incluidos el pagaré, la letra de cambio, cheque, reconocimiento o confesión de
deuda, etc.
Es obvio que si la obligación ha constado por escrito desde un comienzo no tiene
asidero la presunción de pago en que están edificadas las prescripciones de corto
tiempo, y en consecuencia ellas no se aplican. Así se ha resuelto.1222
Algunos autores1223 estiman que el documento debe ser necesariamente uno de los
señalados, que exprese la obligación, y no aceptan aquellos que se refieren a ella,
como una carta del deudor solicitando prórroga, o una liquidación de la deuda, etc.
Creemos que tanto afectan a la presunción de pago en que reposan estas
prescripciones unos y otros documentos. En todos ellos hay reconocimiento de la
deuda, y no se divisa razón para ser más exigente en este caso que en la interrupción
natural de la prescripción de largo tiempo en que basta cualquier reconocimiento de
deuda (N.° 1.249).
El otro caso de interrupción natural es la concesión de plazo por el acreedor, para
lo cual el legislador no exige que ella conste por escrito, como lo hizo con el
reconocimiento del deudor y lo establecía el Proyecto de 1853.

1.262. II. Interrupción civil.


El N.° 2 del Art. 2.523 declara que las prescripciones de corto tiempo se
interrumpen: “desde que interviene requerimiento”.
Al igual que en el caso de las prescripciones de largo tiempo se ha prestado a
discusión la expresión “requerimiento” en orden a si éste debe ser judicial o si basta
uno que no tenga tal calidad. Hasta hace poco la opinión predominante era que se
necesitaba requerimiento judicial, aunque bastando para estos efectos uno cualquiera,
esto es, no se exigía que el acreedor demandara directamente el crédito, y en
1221
Algunos han querido ver en esta frase una referencia a los incs. 2° y Y del Art. 2.508, hoy derogados,
que para la prescripción adquisitiva ordinaria distinguían entre ausentes y presentes; otros, una referencia al
Art. 2.497 que dice que la prescripción corre contra y a favor de cualquier persona (Barrera, ob. cit., pág. 15).
Ello no quita la redundancia del precepto, que confirma el Art. 2.524 al usar precisamente la expresión
“corren contra toda persona” para referirse a la no suspensión.
1222
RDJ, T. 38, sec. la., pág. 103.
1223
Pedro Lira, ob. cit., pág. 212, y Fueyo, ob. cit., T. 29 N.° 678, pág. 266.

766
LAS OBLIGACIONES TOMO II

consecuencia interrumpiría la prescripción de corto tiempo una demanda ante tribunal


incompetente, una preparación de la vía ejecutiva, etc.
La doctrina apoyaba esta solución en la definición de requerimiento del Diccionario
de la Lengua como el acto judicial por el que se intima que se haga o se deje de
ejecutar una cosa.1224 Tal era la opinión igualmente de la jurisprudencia.1225
Sin embargo, no deja de llamar la atención la diferencia entre este número 2.° del
Art. 2.523, que habla de “requerimiento” a secas, y sus equivalentes para la
prescripción de largo tiempo, que es el inc. final del Art. 2.518 y habla de “demanda
judicial”, y para la adquisitiva, que es el Art. 2.503, y se refiere al “recurso judicial”,
Aún más, en el Proyecto de 1853 el Art. 2.705, que corresponde al actual Art. 2.523,
contemplaba la demanda judicial para interrumpir la prescripción de corto tiempo,
expresión reemplazada por la actual de requerimiento.
Parece claro, pues, el ánimo del legislador de diferenciar esta interrupción civil de
la equivalente en la prescripción de largo tiempo, lo que tiene una justificación muy
lógica, desde dos ángulos: primero, porque el plazo de ella es muy breve, por lo cual
deben otorgarse facilidades al acreedor para destruir la presunción de pago en que se
fundan, y segundo, por el efecto muy particular de esta interrupción y que veremos en
el número siguiente. Semejante efecto no se justifica ante un recurso judicial.
De ahí que la Corte Suprema, en sentencia de 14 de julio de 1967, haya aceptado
que el requerimiento puede ser extrajudicial, definiendo aquél como el acto judicial o
extrajudicial por el cual se exige a una persona que haga o no haga una cosa o que
exprese una actitud o respuesta.1226

1.263. III. Efectos de la interrupción: la intervención.


La interrupción de la prescripción de corto tiempo produce un efecto muy especial
que en doctrina recibe el nombre de intervención: interrumpida civil o naturalmente la
prescripción de corto tiempo, deja de ser tal y pasa a ser de largo tiempo. Así lo señala
el inc. final del Art. 2.523: en ambos casos (los de los N.° 1.° y 2.°) sucede a la
prescripción de corto tiempo la del Art. 2515”.1227
Como se ha señalado muy gráficamente, la prescripción de corto tiempo adquiere
mayoría de edad.1228 La solución se justifica plenamente, porque se ha destruido la
presunción de pago, y no existe motivo para que la prescripción sea de plazo tan
breve.
La misma sentencia de la Corte Suprema citada en el número anterior 1229 ha
resuelto que la intervención se produce únicamente cuando la interrupción es natural y
si el requerimiento es extrajudicial; si es judicial, opera la regla general de los Arts.
2.503 y 2.518. Esta decisión choca a la vista con la letra de la ley, pues el inc. final del
Art. 2.523 señala que en los dos casos, o sea, sin hacer distingos, sucede a la
prescripción de corto tiempo la de largo tiempo, pero es lógico que si el acreedor ha
demandado directamente el cobro de su crédito, deje de correr la prescripción. En
consecuencia, a la prescripción de corto tiempo sucede la de largo tiempo, y como se
cumple el requisito del Art. 2.518 de la “demanda judicial”, esta prescripción ordinaria
queda interrumpida. Es la forma de conciliar las disposiciones.

1224
Alessandri, ob. cit., pág, 394; Lira, ob. cit., pág. 213; Escríbar, ob. cit., pág. 98; Fueyo, ob. cit., T. 2°,
N.° 679, pág. 268, quien agrega además que el requerimiento judicial es la regla general en el Código como
lo prueba la conclusión en mora.
1225
RDJ, Ts. 1°, 2a., parte, pág. 283, y 13, sec. la,, pág. 449.
1226
(1285)RDJ,
(1285)RDJ, T. 64, sec. la,, pág. 236.
1227
Tratándose de las prescripciones tributarias sometidas al Código del ramo, el Art. 201 reglamenta la
interrupción distinguiendo tres situaciones: si interviene reconocimiento u obligación escrita, se produce la
intervención en los términos del Art. 2.523: empieza a correr la prescripción extintiva ordinaria del Art.
2.515; si interviene notificación administrativa de un giro o liquidación, empieza a correr un nuevo plazo de 3
años, y finalmente, si se produce requerimiento judicial, tiene lugar el efecto general de la interrupción.
1228
Barrera, ob. cit., pág. 20.
1229
Ver nota 1. 285.

Dislexia Virtual 767


RENÉ ABELIUK MANASEVICH

En conclusión, por regla general la interrupción de las prescripciones de corto


tiempo produce intervención, salvo que ella sea civil y se haya efectuado mediante
requerimiento judicial, en cuyo caso se pierde todo el tiempo de prescripción.

Párrafo 2.°

LAS PRESCRIPCIONES ESPECIALES DE CORTO TIEMPO

1.264. Concepto.
Según el Art. 2.524, último numerado del Código, “las prescripciones de corto
tiempo a que están sujetas las acciones especiales que nacen de ciertos actos o
contratos, se mencionan en los títulos respectivos, y corren también contra toda
persona; salvo que expresamente se establezca otra regla”.
Como lo señala el precepto, estas prescripciones especiales se encuentran
diseminadas en el Código, se refieren a toda clase de situaciones, y en muchos casos
no se justifica el tratamiento diferenciado; en una futura revisión del Código podría
buscarse una información de ellas.
Ahora bien, respecto de estas prescripciones especiales conviene tener presentes
dos cosas:
1.° Que ellas son de corto tiempo; así lo señala el Art. 2.524, y en consecuencia se
aplicará este precepto únicamente a las que tengan tal calidad, que son actualmente
todas las que sean de manos de 5 años, según lo dicho anteriormente, y
2.° Que a estas prescripciones no se aplican las reglas estudiadas en el párrafo
anterior para las demás de corto tiempo. En efecto, el Art. 2.523 es claro en orden a
que quedan sujetas a sus reglas “las prescripciones mencionadas en los dos artículos
precedentes”. Luego, no incluye las del Art. 2.524, que le sigue.
En consecuencia, no se les aplican las normas del Art. 2.523 sobre interrupción. Si
la disposición que establece la prescripción especial de corto tiempo nada dice
específicamente, su interrupción se gobierna por las reglas generales de la
prescripción de largo tiempo y no por las de excepción para las prescripciones de 1, 2 y
3 años antes estudiadas.1230
Estas prescripciones especiales de corto tiempo no se suspenden; así lo dice el Art.
2,524, nueva confirmación de que ellas no se gobiernan por la misma regla de las
demás de plazo breve, pues, de ser así, estaría el precepto repitiendo lo dicho por el
anterior.
Esta norma de que las prescripciones especiales de corto tiempo no admiten
suspensión rige “salvo que expresamente se establezca otra regla”.
La excepción más típica es la acción rescisoria que se suspende en favor de los
herederos menores hasta que cumplan la mayoría de edad, pero sin que se pueda
pedir la nulidad si han pasado 10 años desde la celebración del acto o contrato (Art.
1.692).
También equivale a una suspensión la circunstancia de que la prescripción no
corra mientras subsista la incapacidad del perjudicado con ella: así ocurre en la misma
nulidad relativa cuando la causal de la rescisión es justamente la incapacidad (Art.
1.691, inc. 3.°), y en la acción de reforma del testamento, en que si algún legitimario a
la apertura de la sucesión no tiene la libre administración de sus bienes, el plazo de 4
años de esta prescripción especial se cuenta “desde el día que tomare esa
administración” (Art. 1.216, inc. 2).

1.265. Clasificación y enumeración.

1230
En igual sentido, Alessandri, ob. cit., pág. 395; Fueyo, ob.cit., T. 2°, N.° 685, pág. 271.

768
LAS OBLIGACIONES TOMO II

Tarea larga e inútil sería en esta obra enumerar estas prescripciones especiales. 1231
Digamos únicamente que siguiendo a don Pedro Lira tradicionalmente se las agrupa
en:
1.° Acciones derivadas del estado civil, como las de nulidad de matrimonio, de
divorcio, impugnación de legitimidad, etc.
2.° Acciones rescisorias, como la ya citada de nulidad relativa, de lesión enorme,
acción pauliana, haciendo la salvedad que para nosotros no es rescisoria, etc.
3.° Acciones de garantía, como el saneamiento por evicción y por vicios
redhibitorios;
4.° Acciones provenientes de actos y contratos generadores de obligaciones, como
son los hechos ilícitos, el pacto de retroventa, etc., y
5.° Acciones posesorias.

1231
Véase las obras citadas en la nota 1. 268.

Dislexia Virtual 769


Índice
LAS OBLIGACIONES.........................................................................................................1
Primera Parte..................................................................................................................2
CONCEPTO Y NOCIONES FUNDAMENTALES...........................................................2
2. Pauta.................................................................................................2
Capítulo I.........................................................................................................................3
EL DERECHO DE LAS OBLIGACIONES Y SU EVOLUCIÓN.........................................3
3. El patrimonio en su concepción clásica..............................................3
4. Críticas a la doctrina clásica del patrimonio.......................................4
5. Derechos patrimoniales y extrapatrimoniales....................................5
6. Derechos reales y personales............................................................5
7. Principales diferencias entre derechos reales y personales...............6
8. Derecho personal y obligación...........................................................7
9. El derecho de las obligaciones. Sus características...........................7
10. I. Importancia del derecho de las obligaciones................................8
11. II Permanencia del derecho de las obligaciones. Su evolución.........8
12. A. La obligación en el Derecho Romano...........................................9
13. B. Influencia de los canonistas.........................................................9
14. C. La influencia de las ideas liberales del siglo pasado..................10
15. D. Tendencias actuales en el derecho de las obligaciones.............10
16. III. Universalismo del derecho de las obligaciones.........................12
17. El derecho de las obligaciones en el Código Civil chileno..............12
Capítulo II......................................................................................................................14
CONCEPTO, ELEMENTOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA OBLIGACIÓN......................14
18. Definición.......................................................................................14
19. Deber moral, deber de conducta, deber jurídico y obligación........14
20. Los elementos de la obligación......................................................15
21. 1. Los sujetos de la obligación.......................................................15
22. A. La obligación como relación entre patrimonios..........................16
23. B. Indeterminacion de los sujetos..................................................17
24. II. La prestación.............................................................................17
25. A. Objeto de la obligación y de la prestación.................................18
26.B. La Patrimonialidad de la prestación............................................19
27. C. La causa de la obligación...........................................................20
28. III. El vínculo jurídico......................................................................21
29. Otras doctrinas para explicar la obligación....................................22
Segunda Parte...............................................................................................................24
TEORÍA GENERAL DE LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES................................24
30. Enunciación...................................................................................24
Capítulo I.......................................................................................................................25
CONCEPTO, ENUMERACIÓN Y CLASIFICACIÓN.....................................................25
31. Concepto.......................................................................................25
32. Clasificación...................................................................................25
33. I. Clasificación clásica de las fuentes de las obligaciones..............25
34. II. El Código chileno acoge la doctrina clásica................................26

770 Dislexia Virtual


ÍNDICE

35. III. Críticas a la clasificación clásica de las fuentes de las


obligaciones...............................................................................................27
36. A. Síntesis de la clasificación: contrato y ley. Ley solamente.........27
37. B. Otras fuentes de las obligaciones: el enriquecimiento sin cansa y
la declaración unilateral de voluntad..........................................................27
38. C. Fuentes voluntarias y no voluntarias de la obligación...............28
39. La ley como fuente de obligaciones...............................................29
40. Modos de adquirir los créditos y obligaciones................................29
Capítulo II......................................................................................................................31
EL CONTRATO......................................................................................................31
41. Pauta.............................................................................................31
Sección Primera...............................................................................................31
CONCEPTOS Y ELEMENTOS DEL CONTRATO..................................................31
42. Definición.......................................................................................31
43. Elementos del contrato. Clasificación............................................32
44. I. Requisitos de todo contrato........................................................32
45. A. Consentimiento exento de vicios...............................................32
46.B. Capacidad, causa, objeto y solemnidades. Referencias..............34
47. C. La intención de obligarse...........................................................34
48. II Los elementos propios de cada contrato. Clasificación...............34
49. III. Otros elementos del contrato v exclusión de algunas figuras de
la categoría de tales...................................................................................35
50. A. Existencia de intereses contrapuestos.......................................35
51. B. El contrato solo rige situaciones transitorias de orden
patrimonial.................................................................................................35
52. C. La igualdad de las partes...........................................................36
53. D. Los contratos de derecho público..............................................36
54. E. Los contratos leyes....................................................................37
Sección Segunda..............................................................................................39
CLASIFICACION DE LOS CONTRATOS.............................................................39
55. Enunciación...................................................................................39
Párrafo l.°...................................................................................................39
Contratos uni y bilaterales......................................................................39
56. Concepto.......................................................................................39
57. I. El contrato unilateral...................................................................40
58. II. El contrato bilateral o sinalagmático..........................................40
59. III. Los contratos sinalagmáticos imperfectos................................41
60. IV. Importancia de la clasificación..................................................41
61. V. Los contratos plurilaterales. Breve noción.................................42
Párrafo 2.°..................................................................................................42
Contratos gratuitos y onerosos...............................................................42
62. Concepto.......................................................................................42
63. I. Contratos gratuitos: donación y contratos desinteresados.........43
64. II. Contratos onerosos: conmutativos y aleatorios.........................44
65. III. Importancia de la clasificación de los contratos en onerosos y
gratuitos.....................................................................................................46
Párrafo 3.°..................................................................................................47
Contratos consensuales, reales y solemnes............................................47
66. Concepto.......................................................................................47
67. I. Consensualismo y formalismo.....................................................47
68. II. Contratos solemnes...................................................................48
69. III. Los contratos reales. Decadencia actual...................................49
70. IV. Importancia de la clasificación de los contratos en consensuales,
solemnes y reales.......................................................................................51

Dislexia Virtual 771


Párrafo 4.°..................................................................................................51
Contratos principales y accesorios..........................................................51
71. Concepto.......................................................................................51
72. Caución y garantía.........................................................................51
73. Importancia de la clasificación de los contratos en principales y
accesorios..................................................................................................52
74. Los contratos dependientes...........................................................52
Párrafo 5.°..................................................................................................53
Clasificaciones doctrinarias de los contratos...........................................53
75. Enunciación...................................................................................53
76. I. Contratos preparatorios o preliminares y definitivos..................53
77. II. Contratos de libre discusión y de adhesión................................53
78. A. El contrato dirigido....................................................................54
79. B. El contrato forzoso.....................................................................54
80. III. Contratos individuales y colectivos...........................................55
81. IV. Contratos de ejecución instantánea y sucesiva........................56
82 V. Contratos nominados e innominados..........................................57
83. VI. Otras categorías de contratos. Enunciación..............................58
84.A. Contratos traslaticios de dominio y derechos reales...................59
85. B. El contrato a favor de terceros y la promesa de hecho ajeno.
Referencia..................................................................................................59
86. C. El autocontrato o acto jurídico consigo mismo .........................59
87. D. El contrato por persona a nombrar............................................60
Sección Tercera................................................................................................61
INTERPRETACION DEL CONTRATO.................................................................61
88. Concepto y reglamentación...........................................................61
89. I. Sistemas de interpretación en las legislaciones..........................61
90. II. Sistema de interpretación de la ley chilena. Primacía de la
intención de las partes...............................................................................62
91. III. Operaciones que comprende la interpretación del contrato......63
92. A. Calificación del contrato............................................................63
93. B. Complementación del contrato..................................................63
93. C. Las restantes reglas de interpretación.......................................63
94. IV. Interpretación del contrato y casación en el fondo...................65
Sección cuarta..................................................................................................67
ENUNCIACIÓN DE LOS EFECTOS DEL CONTRATO..........................................67
95. Concepto: efectos del contrato y de la obligación..........................67
96. Enunciación de los efectos del contrato.........................................67
Sección Quinta.................................................................................................68
AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD......................................................................68
97. Autonomía de la voluntad y libre contratación...............................68
98. Origen y desarrollo........................................................................68
99. La autonomía de la voluntad en nuestra legislación......................68
100. Alcance de la autonomía de la voluntad......................................69
101. Declinación de la autonomía de la voluntad................................70
Sección Sexta...................................................................................................71
LA FUERZA OBLIGATORIA DEL CONTRATO....................................................71
102. Concepto.....................................................................................71
103. I. Modificación y disolución unilateral del contrato. Referencia....71
104. II. Modificaciones legales.............................................................72
105. III. Modificación Judicial................................................................73
Sección séptima...............................................................................................73
EFECTOS RELATIVOS Y OPONIBILIDAD DEL CONTRATO.................................73
106. Enunciación.................................................................................73

772
ÍNDICE

Párrafo 1.°..................................................................................................74
El efecto relativo del contrato.................................................................74
107. Concepto.....................................................................................74
108. Efectos del contrato y existencia de tales efectos.......................74
109. Partes y terceros..........................................................................75
110. I. Sucesores o causa habientes a título universal.........................75
111. II. Sucesores o causa habientes a título singular..........................76
112. A. Contratos que por disposición de ley afectan al sucesor a título
singular......................................................................................................77
113. B. Traspaso de universalidades....................................................77
114. III. El contrato colectivo. Referencia.............................................78
115. IV. Los acreedores de las partes..................................................78
116. V. Terceros a cuyo favor se establece un derecho en un contrato.
Referencia..................................................................................................79
117. VI. Terceros por cuya cuenta se promete una obligación.............79
118. VII. Terceros sobre cuyo patrimonio se ha celebrado un contrato.
Referencia..................................................................................................79
119. VIII. Terceros perjudicados por el contrato celebrado..................79
Párrafo 2.°..................................................................................................79
La estipulación en favor de otro..............................................................79
120. Concepto.....................................................................................79
121. Aplicación: los casos más frecuentes...........................................80
122. La estipulación a favor de otro constituye excepción al efecto
relativo del contrato...................................................................................80
123. En la estipulación a favor de otro no hay representación............81
124. Requisitos de la estipulación a favor de otro...............................81
125. I. Requisitos del estipulante, promitente y del acto.....................81
126. II. Requisitos del beneficiario.......................................................81
127. Efectos de la estipulación a favor de otro. Enunciación...............82
128. I. Efectos entre los contratantes..................................................82
129. A. Solo el beneficiario puede exigir lo estipulado.........................82
130. B. la estipulación a favor de otro y la cláusula penal...................82
131. C. Revocación de la estipulación..................................................83
132. II. Efectos de la estipulación entre promitente y beneficiario.......84
133. III. Efectos entre estipulante y tercero beneficiario......................84
134. Naturaleza jurídica de la estipulación a favor de otro..................84
Párrafo 3.°..................................................................................................86
La promesa de hecho ajeno....................................................................86
135. Concepto.....................................................................................86
136. Aplicación....................................................................................87
137. Paralelo con otras instituciones...................................................87
138. Requisitos de la promesa de hecho ajeno....................................88
139. Efectos de la promesa de hecho ajeno........................................88
Párrafo 4.°..................................................................................................90
La simulación de contrato y las contraescrituras....................................90
140. Advertencia.................................................................................90
141. La simulación. Concepto y clases.................................................90
142. Las contraescrituras y sus efectos...............................................92
143. Efectos de la simulación..............................................................93
144. La inoponibilidad en las contraescrituras y en la simulación está
establecida en beneficio de los terceros.....................................................94
145. La acción de simulación...............................................................95
146. Excepciones que la simulación y las contraescrituras introducen a
los efectos normales del contrato...............................................................95

Dislexia Virtual 773


147. El contrato fiduciario e indirecto..................................................95
Párrafo 5.°..................................................................................................96
Oponibilidad e inoponibilidad del contrato..............................................96
148. Oponibilidad del contrato.............................................................96
149. La inoponibilidad. Concepto.........................................................97
150. Inoponibilidad y nulidad...............................................................97
151. Clasificación de la inoponibilidad.................................................98
152. I. Inoponibilidades de forma.........................................................98
153. II Inoponibilidades de fondo.........................................................99
154. A. Inoponibilidades por falta de concurrencia..............................99
156. III. inoponibilidades derivadas de la nulidad o revocación...........99
157. Efectos de la inoponibilidad.......................................................100
158. Cómo se invoca la inoponibilidad...............................................100
159. Extinción de la inoponibilidad....................................................101
Párrafo 6.°................................................................................................101
Conclusión............................................................................................101
160. Síntesis de los efectos del contrato............................................102
Sección Octava...............................................................................................102
TERMINACION DEL CONTRATO....................................................................102
161. Enunciación...............................................................................102
163. II. Voluntad unilateral de una de las partes................................103
164. II Resolución y terminación. Referencia.....................................104
165. IV. Imposibilidad en la ejecución y teoría del riesgo. Referencias
.................................................................................................................104
166. V. Muerte de alguna de las partes.............................................104
167. VI. El término extintivo. Referencia............................................104
Capítulo III...................................................................................................................105
LA DECLARACIÓN UNILATERAL DE VOLUNTAD..................................................105
169. El acto jurídico unilateral...........................................................105
170. La teoría de la declaración unilateral de voluntad.....................105
171. 0rigen y desarrollo.....................................................................106
172. La declaración unilateral en nuestro Código..............................106
173. Los casos específicos de declaración unilateral. Enunciación.. . .106
174. I. La oferta sujeta a un plazo......................................................107
175. II. Promesa de recompensa........................................................107
176. III. Emisión de títulos al portador...............................................107
177. IV. La fundación.........................................................................108
Capítulo IV...................................................................................................................109
LOS CUASICONTRATOS......................................................................................109
178. Concepto y características.........................................................109
179. Origen, crítica y decadencia del cuasicontrato..........................109
180. Explicación jurídica del cuasicontrato........................................110
181. Los cuasicontratos en nuestro Código.......................................111
182. I. Pago indebido y agencia oficiosa. Referencia.........................111
183. II. Comunidad. Referencia..........................................................111
184. III. Depósito necesario en manos de un incapaz........................112
185. IV. Desagüe de la mina vecina...................................................112
186. V. Aceptación de herencia o legado...........................................112
187. VI. Litiscontestatio.....................................................................113
188. VII. Cuasicontratos innominados................................................113
Capítulo V....................................................................................................................114
TEORÍA DEL ENRIQUECIMIENTO SIN CAUSA.......................................................114
189. Concepto: enriquecimiento a expensa ajena, injusto y sin causa.
.................................................................................................................114

774
ÍNDICE

190. Origen y desarrollo....................................................................114


191. Explicación jurídica. Enriquecimiento sin causa y cuasicontrato.
.................................................................................................................115
192. El enriquecimiento sin causa en nuestra legislación..................116
193. La acción de in rem verso Concepto y enunciación de sus
presupuestos............................................................................................117
194. I, II y III. Enriquecimiento y empobrecimiento recíprocos...........118
195. IV. Carencia de causa................................................................118
196. V. La acción de in rem verso sólo puede intentarse a falta de otra.
.................................................................................................................118
197. Prueba del enriquecimiento sin causa.......................................119
198. Efectos del enriquecimiento sin causa.......................................119
Capítulo VI...................................................................................................................120
LOS HECHOS ILÍCITOS.......................................................................................120
199. Reglamentación.........................................................................120
200. Pauta.........................................................................................120
Sección Primera.............................................................................................121
DE LOS HECHOS ILÍCITOS EN GENERAL.......................................................121
201. Denominaciones........................................................................121
202. Fuente de obligaciones..............................................................121
203. Desarrollo e importancia actual de la teoría del hecho ilícito.....122
204. Responsabilidad moral, penal y civil..........................................122
205. División de la responsabilidad civil en contractual y
extracontractual.......................................................................................124
206 Fundamentos de la responsabilidad extracontractual.................125
207. La responsabilidad subjetiva......................................................125
208. II. La responsabilidad objetiva....................................................125
209. III. El hecho ilícito como violación de una obligación preexistente.
.................................................................................................................126
210. IV. La teoría de lo injusto. De procedencia penal,......................127
211. V. Tendencias actuales en el derecho comparado.....................127
212. A. Aceptación para ciertos efectos de la responsabilidad objetiva.
.................................................................................................................128
213. B. Otros medios de ampliar y asegurar la obtención de
indemnización..........................................................................................128
214. Concepto del hecho ilícito. Sus principales clasificaciones.........129
Sección segunda............................................................................................130
REQUISITOS DE LA RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL.....................130
215. Enumeración..............................................................................130
Párrafo 1.°................................................................................................130
La acción u omisión culpable o dolosa del agente................................130
216. Dolo y delito civil.......................................................................130
217. Culpa y cuasidelito civil.............................................................131
218. I. Formas de apreciar la culpa: objetiva y subjetiva...................131
219. II. Graduación de la culpa..........................................................132
220. III. Prueba de la culpa................................................................132
221. A. Teoría de las obligaciones de prudencia y de resultado.........133
222. B. Presunciones de culpa...........................................................134
223.IV. Responsabilidad sin culpa en nuestra legislación..................135
224. V. Traspaso de la responsabilidad extracontractual a la seguridad
social........................................................................................................136
225. VI. Los casos de culpa................................................................137
226. A. Infracción de ley, reglamento, mero descuido.......................137
227. B. El abuso del derecho.............................................................137

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228. B1. Requisitos del abuso del derecho........................................138
229. B2. El abuso del derecho en la legislación chilena.....................139
230. B3. Efectos del abuso del derecho.............................................139
231. B4. Algunos casos frecuentes de abuso del derecho.................140
232. C. Responsabilidad por los actos de vecindad...........................140
233. D. Culpa por omisión..................................................................141
234. VII. Determinación de la culpa...................................................141
Párrafo 2.°................................................................................................142
Hechos que alteran o eximen de responsabilidad.................................142
235. Enunciación...............................................................................142
236. I. Caso fortuito y ausencia de culpa. Referencia........................142
237. II. Estado de necesidad..............................................................142
238. III. El hecho del tercero..............................................................143
239 IV. La culpa de la víctima............................................................144
240. V. Eximentes de responsabilidad...............................................144
241. VI. Convenciones sobre responsabilidad....................................145
Párrafo 3.°................................................................................................146
La capacidad extracontractual..............................................................146
242. Generalidades............................................................................146
243. Las incapacidades delictuales en nuestra legislación................146
244. Responsabilidad del ebrio..........................................................147
245. Responsabilidad del guardián del incapaz.................................147
246. Responsabilidad de las personas jurídicas. Referencia..............148
Párrafo 4.°................................................................................................148
El daño o perjuicio................................................................................148
247. Concepto...................................................................................148
248. Requisito del daño para ser indemnizable. Enunciación............148
249 I. Certidumbre del daño. Perjuicio eventual y futuro...................149
250. II. El daño no debe estar indemnizado. Improcedencia del cúmulo
de indemnizaciones..................................................................................149
251. III. El daño debe lesionar un derecho o interés legítimo.............150
252. Clasificación de los daños..........................................................150
253. Daño material y moral...............................................................151
254. Determinación del daño.............................................................153
Párrafo 5.°................................................................................................154
La relación de causalidad......................................................................154
255. Concepto...................................................................................154
256. I. El daño indirecto.....................................................................154
257. II. Pluralidad de causas. Teorías para solucionarla.....................155
258. III. La pluralidad de causas en la legislación chilena..................155
259. IV. Intervención de una causa posterior al hecho......................156
260. V. Determinación de la causalidad.............................................156
Sección tercera..............................................................................................157
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO AJENO...................................................157
261. Concepto...................................................................................157
262. Fundamento de la responsabilidad por el hecho ajeno..............158
263. Requisitos de la responsabilidad por el hecho ajeno..................158
264. I. Vínculo entre hechor y responsable........................................158
265. II. Capacidad extracontractual del hechor y responsable...........159
266. III. Comisión de un hecho ilícito por la persona de cuyos actos se
responde..................................................................................................159
267. Los casos de responsabilidad por el hecho ajeno.......................160
268. I. Responsabilidad del padre o madre por sus hijos menores que
habiten con ellos......................................................................................160

776
ÍNDICE

269. II. Responsabilidad del guardador por el pupilo.........................161


270. III. Responsabilidad del marido por la mujer. Su derogación......161
271. IV. Responsabilidad de los jefes de escuelas y colegios por sus
discípulos.................................................................................................162
272. V. Patrones y empleadores por sus dependientes.....................162
273. VI. Otros casos de personas a cuidado de terceros....................164
274. VII. Propietario del vehículo por el conductor.............................165
275. Efectos de la responsabilidad por el hecho ajeno. Enunciación. 167
276. I. La presunción de responsabilidad por el hecho ajeno es legal.
Excepciones.............................................................................................168
277. II. La responsabilidad por el hecho ajeno no excluye la del hechor.
.................................................................................................................168
278. III. Derecho a repetir del responsable que ha pagado la
indemnización contra el hechor................................................................169
Sección cuarta................................................................................................170
RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE LAS COSAS.....................................170
279. Concepto...................................................................................170
280. Distintas doctrinas respecto a la responsabilidad por el hecho de
las cosas. En la materia existen fundamentalmente tres posiciones........170
281. Responsabilidad por el hecho de las cosas en nuestra legislación.
.................................................................................................................171
282. I. Responsabilidad por el hecho de los animales........................172
283. II. Responsabilidad por ruina de un edificio................................173
284. A. Responsabilidad del propietario.............................................173
285. B. Daños provenientes de vicios de construcción......................174
286. III. Daño causado por una cosa que cae o se arroja de la parte
superior de un edificio..............................................................................174
Sección quinta................................................................................................175
DE ALGUNOS HECHOS ILÍCITOS EN ESPECIAL.............................................175
287. Enunciación...............................................................................175
288. I. Los hechos ilícitos del Art. 2.329.............................................175
289. II. Responsabilidad de las personas jurídicas.............................176
290. III. Responsabilidad del Estado...................................................177
291. IV. Accidentes del tránsito.........................................................178
292. V. Incendios...............................................................................180
293. VI. Responsabilidad en eventos deportivos................................180
294. VII. Injurias y calumnias.............................................................181
Sección sexta.................................................................................................181
JUICIO INDEMNIZATORIO Y REPARACION DEL DAÑO...................................181
295. Enunciación...............................................................................181
296. Características de la acción indemnizatoria. Su prescripción.....182
297. El juicio Indemnizatorio. Aspectos relevantes............................184
298. I. Legitimación activa en el juicio indemnizatorio.......................184
299. II. Legitimación pasiva en el juicio indemnizatorio.....................185
300. III. Nociones generales sobre competencia y procedimiento.. . . .186
301. IV. Influencia de la sentencia criminal en materia civil..............188
302. Reparación del daño..................................................................188
Tercera Parte..............................................................................................................191
Capítulo I.....................................................................................................................192
LAS DIVERSAS CLASIFICACIONES......................................................................192
303. Importancia y enunciación.........................................................192
304. I. Clasificación en cuanto al origen: 1.° Contractuales y
extracontractuales...................................................................................192
305. II. En cuanto a la eficacia: 2.° Civiles y naturales. Referencia....192

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306. III. En cuanto a su objeto............................................................192
307. IV. Clasificaciones en cuanto al sujeto: 12.°. Simples, conjuntas,
solidarias e indivisibles. Referencia..........................................................194
308. V. Clasificaciones en cuanto a los efectos..................................194
309 VI. Clasificación en cuanto a la causa: 15.°. Causales y abstractas.
.................................................................................................................194
310. Pauta.........................................................................................194
Capítulo II....................................................................................................................195
OBLIGACIONES NATURALES..............................................................................195
311. Reglamentación.........................................................................195
Sección primera.............................................................................................195
CONCEPTO DE OBLIGACIÓN NATURAL........................................................195
312. Definición...................................................................................195
313. Origen y evolución.....................................................................195
314. Obligación civil, natural y deber moral......................................196
315. Distintas concepciones de la obligación natural. Tendencia
moderna...................................................................................................196
316. Naturaleza jurídica de la obligación natural...............................197
Sección segunda............................................................................................198
Los casos de obligación natural..................................................................198
317. Enunciación...............................................................................198
Párrafo 1.°................................................................................................198
Obligaciones nulas o rescindibles.........................................................198
318. Enunciación...............................................................................198
319. I. Obligaciones contraídas por ciertos incapaces.......................198
320. A. Actos e incapaces a que se aplica el N.° 19 del Art. 1.470.. . .198
321. B. La obligación natural existe desde que se contrae................199
322. II. Omisión de solemnidades legales..........................................200
323. A. El N.° 3.° del Art. 1.470, ¿se refiere Únicamente a los actos
unilaterales o comprende también a los bilaterales?................................200
324. B. La obligación natural existe desde el otorgamiento de acto.. 201
Párrafo 2.°................................................................................................201
Obligaciones civiles desvirtuadas.........................................................201
325. Enunciación...............................................................................201
326. I. La prescripción........................................................................201
327. II. Obligaciones civiles no reconocidas enjuicio por falta de prueba.
.................................................................................................................202
Párrafo 3.°................................................................................................202
¿Existen en el Código otros casos de obligación natural?.....................202
328. Carácter taxativo o enunciativo del Art. 1.470...........................202
329. I. La multa en los esponsales.....................................................203
330. II. Pago por un objeto o causa ¡lícitos a sabiendas.....................203
331. III. Beneficio de inventario, competencia, convenio, etc............204
332. IV. Pago de intereses no estipulados.........................................204
333 V. Juego y apuesta......................................................................204
Sección tercera..............................................................................................205
EFECTOS DE LA OBLIGACION NATURAL.......................................................205
334. Enunciación...............................................................................205
335. I. La obligación natural como causa suficiente del pago. Requisitos
de éste.....................................................................................................205
336. II. La obligación natural puede ser novada................................206
337. III. La obligación natural y otros modos de extinción de
obligaciones.............................................................................................207
338. IV. La obligación natural puede ser caucionada.........................207

778
ÍNDICE

339. V. La sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación


natural......................................................................................................208
340. VI. ¿Puede la obligación natural convertirse en civil?.................208
Capítulo III...................................................................................................................210
CLASIFICACIONES SEGÚN EL OBJETO................................................................210
341. Enunciación...............................................................................210
Sección primera.............................................................................................210
OBLIGACIONES DE DAR, HACER Y NO HACER..............................................210
342. Importancia................................................................................210
343. I. Obligación de dar....................................................................210
344. A. Concepto doctrinario de la obligación de dar.........................210
345. B. La obligación de entregar......................................................211
346. C. En nuestro Código, la obligación de entregar está incluida en la
de dar. Demostración...............................................................................211
347. II. Obligación de restituir............................................................212
348. III. Obligación de hacer..............................................................213
349. IV. Obligación de no hacer.........................................................213
Sección segunda............................................................................................214
OBLIGACIONES ESPECIFICAS Y GENÉRICAS.................................................214
350. Enunciación...............................................................................214
Párrafo 1.°................................................................................................214
Obligaciones de especie o cuerpo cierto...............................................214
351. Generalidades............................................................................214
352. La obligación de conservación...................................................215
Párrafo 2.°................................................................................................215
Las obligaciones de género...................................................................215
353. Concepto...................................................................................216
354. Efectos de la obligación de género............................................216
Párrafo 3.°................................................................................................217
Obligaciones monetarias.......................................................................217
355. Las obligaciones de dinero.........................................................217
356. Cumplimiento de las obligaciones de dinero..............................217
356 bis. Reajustabilidad de las obligaciones......................................218
357. I. Cláusula oro, moneda de oro y valor oro................................219
358. II. Cláusula moneda extranjera y valor moneda extranjera........220
359. III. Cláusulas en mercadería y valor mercadería........................222
359 bis. IV. Cláusulas expresadas en valores sujetos a reajustes......222
359 tris. A. Operaciones de crédito de dinero....................................224
359 cuatro. B. Saldos de precios de compraventa.............................225
359 cinco. C. Demás obligaciones monetarias...................................225
Párrafo 4.°................................................................................................226
Los intereses.........................................................................................226
360. Concepto. Evolución de la legislación chilena............................226
361. Características de los intereses.................................................227
362. Clasificación de los intereses.....................................................228
363. I. En cuanto a su origen: estipulados y fijados por la ley............228
364. II. intereses legales, corrientes y convencionales......................228
365. III. Intereses por el uso y penales...............................................230
366. Limitación del interés convencional...........................................230
367. A. Concepto de intereses en la Ley 18.010................................232
368. B. Sanción mi caso de estipularse intereses excesivos..............233
369. El anatocismo............................................................................234
Sección tercera..............................................................................................235
OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE OBJETOS...........................................235

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370. Obligaciones de objeto simple y complejo.................................235
Párrafo 1º.................................................................................................236
Obligaciones acumulativas...................................................................236
371. Concepto y caracteres...............................................................236
Párrafo 2.°................................................................................................236
Obligaciones alternativas o disyuntivas................................................236
372. Concepto y caracteres...............................................................236
373. Efectos de la obligación alternativa...........................................237
374. I. Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del
deudor......................................................................................................237
375. II. Efectos de la obligación alternativa cuando la elección es del
acreedor. .................................................................................................238
376. III. Efectos de la pérdida de todas o algunas de las cosas
alternativamente debidas.........................................................................238
Párrafo 3.°................................................................................................239
Obligaciones facultativas......................................................................239
377. Concepto y caracteres...............................................................239
378. Efectos de la obligación facultativa............................................239
Párrafo 4.°................................................................................................240
Paralelo recíproco y con otras instituciones..........................................240
379. Paralelo entre las obligaciones complejas según el objeto.........240
380. Distinción con otras obligaciones: de género, dación en pago y
cláusula penal..........................................................................................241
Capítulo IV...................................................................................................................242
LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE SUJETOS...........................................242
381. Clasificación...............................................................................242
Sección primera.............................................................................................242
OBLIGACIONES SIMPLEMENTE CONJUNTAS 0 MANCOMUNADAS.................242
382. Concepto...................................................................................242
383. Características...........................................................................243
384. Efectos.......................................................................................244
385. Excepciones a la conjunción......................................................245
Sección segunda............................................................................................245
LA SOLIDARIDAD EN GENERAL....................................................................245
386. Concepto...................................................................................245
387. Clasificación...............................................................................245
388. Requisitos. Enunciación.............................................................246
389. I. En la solidaridad el objeto debe ser divisible..........................246
390. II. Unidad de prestación y pluralidad de vínculos.......................246
391. III. Las fuentes de la solidaridad. Enunciación............................247
392. A. La ley.....................................................................................248
393. B. El testamento........................................................................248
394. C. La convención........................................................................249
395. D. La sentencia judicial por regla general no es fuente de
solidaridad. Excepción..............................................................................249
396. Explicación de ha solidaridad.....................................................249
397. Doctrina que inspira nuestra legislación....................................250
Sección tercena..............................................................................................251
SOLIDARIDAD ACTIVA.................................................................................251
398. Su escasa aplicación actual.......................................................251
399. Efectos de la solidaridad activa.................................................251
400. I. Efectos entre los acreedores y el deudor. Son ellos los
siguientes:................................................................................................251

780
ÍNDICE

401. II. Efectos entre los coacreedores una vez extinguida la deuda.
Nada dijo el Código al respecto................................................................252
Sección cuarta................................................................................................252
SOLIDARIDAD PASIVA..................................................................................252
402. Enunciación...............................................................................252
Párrafo 1.°................................................................................................252
Generalidades.......................................................................................252
403. Concepto y caracteres...............................................................252
404. La solidaridad pasiva como caución. Relaciones con la fianza.. .253
405. Solidaridad imperfecta...............................................................254
406. Efectos de la solidaridad. Enunciación.......................................254
Párrafo 2.°................................................................................................254
Efectos de la solidaridad pasiva entre acreedor y deudores.................254
407. Enunciación...............................................................................254
408. I. La demanda del acreedor.......................................................255
409. A. La cosa juzgada.....................................................................256
410. B. Crédito privilegiado respecto de un deudor...........................256
411. II. Extinción de la deuda.............................................................257
412. III. Interrupción y mora..............................................................258
413. IV. Otros efectos de la solidaridad pasiva..................................258
414. V. Las excepciones del deudor demandado. Clasificación.........259
415. A. Excepciones reales................................................................259
416. B. Excepciones personales.........................................................259
417. C. Excepciones mixtas: remisión y compensación.....................260
Párrafo 3.°................................................................................................260
Efectos entre los codeudores solidarios extinguida la deuda................260
418. Contribución a la deuda.............................................................260
419. I. Caso en que haya operado un modo no satisfactorios de la
obligación.................................................................................................260
420. II. Caso en que la solidaridad interesaba a todos los deudores.. 261
421. II. Caso en que la solidaridad interesaba a algunos de los
deudores..................................................................................................262
422. Insolvencia de alguno de los deudores solidarios......................262
Párrafo 4.°................................................................................................263
Extinción de la solidaridad....................................................................263
423. Formas de extinción..................................................................263
424. I. Renuncia del acreedor............................................................263
425. II. Muerte de un deudor solidario...............................................263
Sección quinta................................................................................................264
LA INDIVISIBILIDAD.....................................................................................264
426. Pauta.........................................................................................264
Párrafo 1.°................................................................................................264
La indivisibilidad en general..................................................................264
427. Origen y desarrollo....................................................................264
428. Concepto de indivisibilidad jurídica............................................264
429. Clasificación...............................................................................265
430. La indivisibilidad en las obligaciones de dar, hacer y no hacer.. 266
Párrafo 2.°................................................................................................267
La indivisibilidad activa.........................................................................267
431. Concepto y efectos....................................................................267
Párrafo 3.°................................................................................................268
La indivisibilidad pasiva........................................................................268
432. Enunciación de sus efectos........................................................268
433. I. Cada deudor está obligado al pago total de la deuda.............268

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434. II. Pago efectuado por uno de los codeudores............................268
435. III. Interrupción de la prescripción..............................................269
436. IV. Transmisibilidad de la indivisibilidad.....................................269
437. V. La obligación de indemnizar los perjuicios es divisible..........269
Párrafo 4.°................................................................................................269
Excepciones a la divisibilidad................................................................269
438. Concepto...................................................................................270
439. I. La acción prendaria e hipotecaria...........................................270
440. II. Entrega de una especie o cuerpo cierto.................................271
441. III. Indemnización de perjuicios. Referencia...............................271
442. IV. Deudas hereditarias..............................................................272
443. A. Caso en que los herederos, el testador o la partición
establezcan una división diferente de las deudas hereditarias.................272
444. B. Caso en que el causante y el acreedor estipulan indivisibilidad.
.................................................................................................................273
445. V. Cosa cuya división causa perjuicio.........................................273
446. VI. Obligaciones alternativas. Referencia...................................274
Sección sexta.................................................................................................274
PARALELO ENTRE LAS OBLIGACIONES CON PLURALIDAD DE PARTES.........274
447. Enunciación...............................................................................274
448. I. Conjunción por un lado, solidaridad e indivisibilidad por el otro.
.................................................................................................................274
449. II. Solidaridad e indivisibilidad....................................................274
Capítulo V....................................................................................................................276
LAS OBLIGACIONES SUJETAS A MODALIDADES..................................................276
450. Enunciación...............................................................................276
Sección primera.............................................................................................276
LAS MODALIDADES.....................................................................................276
451. Concepto...................................................................................276
452. Carácter accidental de las modalidades. Consecuencias...........276
453. Aplicación de las modalidades...................................................278
454. Enumeración..............................................................................278
Sección segunda............................................................................................278
OBLIGACIONES A PLAZO.............................................................................278
455. Reglamentación y pauta............................................................278
Párrafo 1.°................................................................................................279
Concepto y Clasificación.......................................................................279
456. Concepto...................................................................................279
457. Clasificación del plazo. Enunciación...........................................279
458. I. Plazo determinado e indeterminado.......................................280
459. II. Plazos fatales y no fatales......................................................280
460. III. Plazo expreso o tácito...........................................................280
461. IV. Plazos convencionales, legales y Judiciales...........................281
462. El plazo de gracia en la legislación francesa y en la nuestra.. . . .282
463. V. Plazos continuos y discontinuos.............................................282
464. VI. Plazo suspensivo y extintivo.................................................282
Párrafo 2.°................................................................................................283
Efectos del plazo...................................................................................283
465. Enunciación...............................................................................283
466. I. Efectos del plazo suspensivo antes de su vencimiento...........283
467. II. Efectos del plazo suspensivo a su vencimiento......................284
468. III. Efectos del plazo extintivo....................................................284
Párrafo 3.°................................................................................................285
Extinción del plazo................................................................................285

782
ÍNDICE

469. Enunciación...............................................................................285
470. I. Vencimiento del plazo.............................................................285
471. II. Renuncia del plazo.................................................................285
472. III. La caducidad del plazo..........................................................287
473. A. Caducidad convencional........................................................287
474. B. Quiebra o notoria insolvencia del deudor..............................288
475. C. Pérdida o disminución de las cauciones.................................288
Sección tercera..............................................................................................289
OBLIGACIONES CONDICIONALES. CONCEPTO Y CLASES..............................289
476. Reglamentación.........................................................................289
477. Concepto...................................................................................289
478. I. Hecho futuro...........................................................................290
479. II. La incertidumbre de la condición...........................................290
480. Clasificación de la condición. Enunciación.................................290
481. I. Condición suspensiva y resolutoria.........................................291
482. II. Condición positiva y negativa................................................291
483. III. Posibilidad y licitud de las condiciones..................................292
484 A. Eficacia de las condiciones positivas imposibles o ilícitas.......292
485. B. Eficacia de las condiciones negativas imposibles o ilícitas.. . .293
486. IV. Condición expresa y tácita....................................................293
487. V. Condición determinada e indeterminada. ¿Puede esta cumplirse
en cualquier epoca?.................................................................................293
488. VI. Condición potestativa, casual y mixta..................................295
489. Condición simple y meramente potestativa...............................296
Sección cuarta................................................................................................298
EFECTOS DE LA CONDICIÓN EN GENERAL...................................................298
490. Enunciación...............................................................................298
Párrafo 1.°................................................................................................298
Los estados de la condición..................................................................298
491. Condición pendiente, cumplida y fallida....................................298
492. I. Condición pendiente...............................................................298
493. II. Condición fallida.....................................................................299
494. III. Condición cumplida...............................................................299
495. Cómo deben cumplirse las condiciones.....................................300
Párrafo 2.°................................................................................................300
La retroactividad de la condición cumplida...........................................300
496. Concepto...................................................................................300
497. Desarrollo y tendencias actuales...............................................301
498. La retroactividad de la condición en nuestra legislación............302
499. I. Casos en que el Código acoge la retroactividad. Son los
principales:...............................................................................................302
500. II. Casos en que el Código rechaza la retroactividad. Son ellos:. 303
501. III. Conclusión.............................................................................303
Párrafo 3.°................................................................................................303
Forma de entregar la cosa debida cumplida la condición.....................303
502. Enunciación...............................................................................303
503. I. Los aumentos y mejoras pertenecen al acreedor....................304
504. II. Los deterioros y disminuciones de la cosa los sufre el acreedor.
.................................................................................................................304
505. III. Los frutos pertenecen al deudor...........................................305
506. IV. Pérdida de la cosa debida bajo condición.............................305
507. V. Enajenación y gravámenes del deudor condicional. Referencia.
.................................................................................................................306
Sección quinta................................................................................................306

Dislexia Virtual 783


LA CONDICIÓN SUSPENSIVA........................................................................306
508. Concepto...................................................................................306
509. I. Efectos de la condición suspensiva pendiente. Enunciación.. .306
510. A. Ni el derecho ni la obligación existen....................................307
511. B. El vínculo jurídico existe........................................................307
512. C. El acreedor tiene una legítima expectativa de llegar a serlo. 308
513. II. Efectos de la condición suspensiva fallida.............................309
514 III. Efectos de la condición suspensiva cumplida.........................309
Sección sexta.................................................................................................309
LA CONDICIÓN RESOLUTORIA.....................................................................309
515. Concepto...................................................................................309
516. Clasificación y enunciación........................................................310
Párrafo 1.°................................................................................................310
La condición resolutoria ordinaria.........................................................310
517. Enunciación...............................................................................310
518. I. Condición resolutoria pendiente.............................................310
519. II. Condición resolutoria fallida...................................................311
520. III. Condición resolutoria cumplida. Cómo opera........................311
Párrafo 2.°................................................................................................311
La condición resolutoria tácita..............................................................311
521. Concepto...................................................................................312
522. Origen y desarrollo....................................................................312
523. Fundamento...............................................................................312
524. La condición resolutoria tácita como sanción, reparación y
garantía....................................................................................................313
525. Características de la condición resolutoria tácita. Dentro de la
clasificación de las condiciones, es:.........................................................314
526. Requisitos de la condición resolutoria tácita. Enunciación.........314
527. I. La condición resolutoria tácita sólo opera en los contratos
bilaterales................................................................................................314
528. A. Situación de los contratos unilaterales..................................315
529. B. La resolución en los contratos detracto sucesivo...................315
530. C. La resolución no tiene lugar en la partición...........................316
531. II. Incumplimiento culpable de la obligación..............................316
532. A. El incumplimiento..................................................................316
533. B. La imputabilidad del incumplimiento.....................................317
534. III. El acreedor debe haber cumplido su propia obligación o estar
llano a cumplirla.......................................................................................318
535. IV. La condición resolutoria tácita requiere sentencia judicial....318
536. Paralelo entre la condición resolutoria ordinaria y la tácita.......320
Párrafo 3.°................................................................................................320
El pacto comisorio.................................................................................320
537. Concepto y reglamentación.......................................................320
538. El pacto comisorio es de aplicación general...............................321
539. Pacto comisorio simple y calificado...........................................321
540. I. El pacto comisorio simple.......................................................322
541. II. El pacto comisorio calificado..................................................323
543. B. El pacto comisorio calificado en los demás casos..................324
Párrafo 4.°................................................................................................326
La acción resolutoria.............................................................................326
544. El derecho de opción del acreedor.............................................326
545. Concepto de la acción resolutoria..............................................326
546. Características de la acción resolutoria. Enunciación.................327
547. I. La acción resolutoria es personal............................................327

784
ÍNDICE

548. II. La acción resolutoria es patrimonial.......................................328


549. III. La renuncia a la resolución...................................................328
550. IV. La acción resolutoria es transmisible y transferible..............328
551. V. Prescripción de la acción resolutoria......................................329
552. VI. La acción resolutoria puede ser mueble o inmueble. Aplicando
la regla general del Art. 580, la acción resolutoria será mueble o raíz, según
lo sea la cosa en que recaiga...................................................................330
553. VII. La acción resolutoria es indivisible.......................................330
554. Paralelo al ha acción resolutoria con otras acciones..................330
555. I. Resolución, nulidad y rescisión...............................................330
556. II. Resciliación y resolución........................................................331
557. III. Revocación unilateral y resolución........................................331
558. IV. Imposibilidad en el cumplimiento y resolución.....................331
Párrafo 5.°................................................................................................332
Los efectos de la resolución..................................................................332
559. Los efectos de la condición resolutoria. Referencia...................332
560. I. Restitución de la cosa.............................................................332
561. II. La resolución y las enajenaciones y gravámenes a terceros.. 333
562.A. Cuándo se aplican los Arts. 1.490 y 1.491 y derechos del
acreedor. Antes que nada conviene tener a la mano el texto de las
disposiciones:...........................................................................................334
563. B. Actos afectados por la resolución..........................................337
564. C. Las enajenaciones y gravámenes quedan sin efecto respecto
de los bienes muebles cuando el tercero está de mala fe........................337
565. D. En los inmuebles, las enajenaciones quedan sin efecto cuando
la condición constaba en el título. Alcances.............................................337
566. Dl. Cuándo se entiende constar la condición.............................337
567. D2. La condición debe constar en el título respectivo inscrito u
otorgado por escritura pública.................................................................338
568. D3. ¿La constancia de la condición en el título implica por sí sola
mala fe del tercero? ................................................................................339
Sección séptima.............................................................................................339
OBLIGACIONES MODALES............................................................................339
569. Concepto y reglamentación.......................................................339
570. Modo y condición.......................................................................340
571. Forma de cumplir el modo.........................................................340
572. Incumplimiento y extinción del modo........................................340
ÍNDICE.........................................................................................................................342
LAS OBLIGACIONES.....................................................................................................378
Cuarta parte................................................................................................................379
EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES.......................................................................379
CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN......................................................................................380
573. Reglamentación.........................................................................380
574. Concepto habitual de los efectos de las obligaciones................380
575. El cumplimiento como efecto de la obligación...........................380
576. Clasificación y pauta..................................................................381
Subparte primera........................................................................................................382
Efectos de la obligación en el cumplimiento......................................................382
577. Enunciación...............................................................................382
Capítulo I.....................................................................................................................383
DEBER DE CUMPLIMIENTO Y RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR.........................383
578. La fuerza obligatoria del vínculo................................................383
579. Responsabilidad del deudor a sus obligaciones. Evolución........383
580. La prisión por deudas.................................................................383

Dislexia Virtual 785


581. La responsabilidad patrimonial del deudor................................384
582. Caracteres y extensión de la garantía (prenda) general............385
583. I. Universalidad e ilimitación de la garantía general..................385
584. II. Igualdad de la garantía general. Excepciones........................386
585. III. Derechos que otorga la garantía general..............................386
585 bis. El cumplimiento....................................................................386
Capítulo II....................................................................................................................388
PAGO EFECTIVO O SOLUCIÓN............................................................................388
586. Reglamentación y pauta............................................................388
Sección primera.............................................................................................388
CONCEPTO DEL PAGO.................................................................................388
587. Definición...................................................................................388
588. El pago como convención..........................................................389
589. Clasificación del pago................................................................389
Sección segunda............................................................................................389
LAS PARTES EN EL PAGO.............................................................................389
590. Por quién ya quién debe hacerse el pago..................................389
Párrafo 1.°................................................................................................389
El solvens..............................................................................................389
591. Enumeración..............................................................................390
592. I. Pago efectuado por el propio deudor......................................390
593. II. Pago efectuado por personas interesadas en la extinción de la
obligación.................................................................................................390
594. III. Pago efectuado por un tercero totalmente extraño a la
obligación.................................................................................................391
595. A. Pago con consentimiento expreso o tácito del deudor...........392
596. B. Pago sin conocimiento del deudor.........................................392
597. C. Pago contra la voluntad del deudor.......................................393
598. Requisitos en el solvens en el pago de las obligaciones de dar. 394
599. I. El pago debe hacerlo el dueño................................................394
600. II. El solvens debe tener capacidad de enajenar........................395
601. Pago de cosas consumibles.......................................................395
Párrafo 2.°................................................................................................395
El accipiens...........................................................................................395
602. A quién debe hacerse el pago....................................................395
603. I. El acreedor..............................................................................396
604. A. Acreedor incapaz...................................................................396
605. B. Embargo y retención del crédito............................................396
606. C. Quiebra del deudor................................................................397
607. II. Representantes del acreedor.................................................398
608. A. Representantes legales.........................................................398
609. B. Representantes judiciales......................................................398
610. C. Diputado para recibir el pago................................................398
611. Extinción de la diputación para recibir el pago..........................399
612. III. Poseedor del crédito.............................................................400
613. Pagos hechos a otras personas..................................................401
Sección tercera..............................................................................................402
EL OBJETO DEL PAGO..................................................................................402
614. El deudor debe cumplir al tenor de la obligación.......................402
615. I. Identidad del pago..................................................................402
616. Oué se debe pagar.....................................................................403
617. Derechos del acreedor en caso de deterioros............................404
618. II. La integridad del pago...........................................................404
619. Los gastos del pago...................................................................404

786
ÍNDICE

620. III. Indivisibilidad del pago..........................................................405


Sección cuarta................................................................................................407
OTROS ASPECTOS DEL PAGO......................................................................407
621. Enunciación...............................................................................407
622. I. Cuándo debe efectuarse el pago............................................407
623. II. Dónde debe efectuarse el pago.............................................407
624. III. Prueba y presunciones de pago............................................408
625. IV. Imputación del pago.............................................................409
626. V. Efectos del pago....................................................................410
Capítulo III...................................................................................................................411
LAS MODALIDADES DEL PAGO...........................................................................411
627. Concepto y enunciación.............................................................411
Sección primera.............................................................................................411
EL PAGO POR CONSIGNACIÓN.....................................................................411
628. Reglamentación y enunciación..................................................411
Párrafo 1.°................................................................................................411
Conceptos generales............................................................................411
629. Aplicación del pago de consignación.........................................411
630. Procedimiento del pago por consignación..................................412
Párrafo 2.°................................................................................................413
La oferta...............................................................................................413
631. Concepto...................................................................................413
632. I. Requisitos de la oferta normal................................................413
633. A. Requisitos de fondo de la oferta: capacidad, lugar, oportunidad.
.................................................................................................................413
634. B. Requisitos de forma de la oferta: su procedimiento...............414
635. II. Casos de excepción. Enunciación...........................................415
636. A. imposibilidad de ubicar al acreedor.......................................415
637. B. Pagos periódicos de sumas de dinero provenientes de una
misma obligación. Arriendos urbanos.......................................................416
638. C. Demanda del acreedor..........................................................417
639. D. Letra de cambio....................................................................418
640. Resultado de la oferta................................................................418
Párrafo 3.°................................................................................................418
La consignación y su calificación..........................................................418
641. Concepto...................................................................................418
642. I. El depósito..............................................................................418
643. II. Calificación de la consignación..............................................419
644. A. Notificación al acreedor.........................................................419
645. B. La suficiencia del pago..........................................................420
Párrafo 4.°................................................................................................421
Efectos de la consignación....................................................................421
646. La consignación produce los efectos del pago...........................421
647. Los gastos de la consignación....................................................422
648. Retiro de la consignación...........................................................422
Sección segunda............................................................................................423
EL PAGO CON SUBROGACIÓN......................................................................423
649. Reglamentación y pauta............................................................423
Párrafo 1.°................................................................................................423
La subrogación en general....................................................................423
650. La subrogación en el derecho....................................................423
651. La subrogación real...................................................................423
652. Subrogación personal o pago con subrogación..........................424
653. Clasificación...............................................................................426

Dislexia Virtual 787


654. La subrogación como medio de traspasar los créditos. Referencia.
.................................................................................................................426
655. Acciones de que goza el tercero que paga. Fundamento de la
subrogación..............................................................................................426
656. Explicación jurídica de la subrogación.......................................427
Párrafo 2.°................................................................................................427
La subrogación legal.............................................................................427
657. Enunciación...............................................................................428
658. I. Codeudores solidarios y subsidiarios. Referencia....................428
659. II. Pago con consentimiento del deudor. Referencia..................428
660. III. Préstamo de dineros al deudor para el pago.........................429
661. IV. Pago de un acreedor a otro de mejor derecho......................429
662. V. Pago de una hipoteca............................................................430
663. VI. Heredero beneficiarlo que paga con dineros propios deudas de
la herencia................................................................................................433
664. VII. Otros casos de subrogación legal........................................433
Párrafo 3.°................................................................................................434
La subrogación convencional................................................................434
665. Concepto...................................................................................434
666. I. Requisitos de toda subrogación. Referencia...........................434
667. II. Consentimiento del acreedor.................................................434
668. III. Formalidades de la subrogación convencional......................435
Párrafo 4.°................................................................................................435
Efectos de la subrogación.....................................................................435
669. Enunciación...............................................................................435
670. I. Traspaso de derechos y acciones...........................................436
671. II. Traspaso de los privilegios.....................................................436
672. III. Traspaso de las cauciones....................................................437
673. IV. ¿Se traspasan los derechos concedidos en razón a la persona
del acreedor? ...........................................................................................437
674. V. Derecho del solvens a reclamar el título................................438
675. VI. El solvens conserva sus propias acciones.............................439
676. VII. Limitación de los efectos y renuncia....................................439
677. VIII. Efectos del pago parcial......................................................439
Capítulo IV...................................................................................................................441
EL PAGO DE LO NO DEBIDO...............................................................................441
678. Reglamentación.........................................................................441
679. Concepto...................................................................................441
680. Naturaleza jurídica del pago indebido........................................441
681. Requisitos para que el pago sea indebido. Enunciación.............442
682. I. El pago....................................................................................442
683. II. El error en el pago.................................................................442
684. A. Tanto el error de hecho como el de derecho producen un pago
indebido...................................................................................................443
685. B. La fuerza no da lugar al pago indebido..................................443
686. III. Carencia de causa en el pago...............................................443
687. Obligaciones que son causa suficiente de pago.........................444
688. Prueba del pago indebido..........................................................444
689. Efectos del pago indebido: la acción de repetición....................445
690. Casos en que no procede la acción de repetición......................445
691. Principales características de la acción de repetición. Las que
merecen destacarse son las siguientes:...................................................446
692. Efectos de la acción de repetición. Enunciación.........................446
693. I. Prestaciones mutuas. Mala y buena fe del accipiens..............446

788
ÍNDICE

694. A. Prestaciones del accipiens de buena fe.................................446


695. B. Prestaciones del accipiens de mala fe...................................447
696. II. Situación de los terceros adquirentes....................................448
697. A. Adquirente a título gratuito....................................................448
698. B. Adquirente a título oneroso...................................................448
699. C. Venta de la cosa indebidamente pagada...............................448
Capítulo V....................................................................................................................450
LA DACIÓN EN PAGO.........................................................................................450
700. Concepto...................................................................................450
701. Origen y desarrollo....................................................................450
702. La dación en pago en nuestra legislación..................................451
703. Naturaleza jurídica de la dación en pago. Enunciación de las
diferentes doctrinas..................................................................................451
704. I. Dación en pago y compraventa..............................................452
705. II. Dación en pago y novación....................................................453
706. III. La dación en pago como modalidad de éste.........................454
707. IV. Otras doctrinas: la dación en pago como institución autónoma.
.................................................................................................................455
708. Paralelo con otras instituciones: obligación alternativa, facultativa,
cláusula penal, adjudicación.....................................................................455
709. Requisitos de la dación en pago. Enunciación...........................456
710. I. La obligación primitiva............................................................456
711. II. La prestación diferente..........................................................456
712. III. Consentimiento y capacidad de las partes............................457
713. IV. Solemnidades legales del acto: la dación en pago como título
traslaticio de dominio...............................................................................457
714. V. Animo solvendi. La dación en pago de créditos.....................458
715. Efectos de la dación en pago.....................................................458
716. Revocación de la dación en pago por fraude.............................459
Capítulo VI...................................................................................................................461
LA COMPENSACION...........................................................................................461
717. Reglamentación y pauta............................................................461
Sección primera.............................................................................................461
GENERALIDADES.........................................................................................461
718. Concepto...................................................................................461
719. Importancia de la compensación...............................................461
720. Paralelo con otras instituciones.................................................462
721. Compensación legal, voluntaria y judicial..................................463
Sección segunda............................................................................................463
REQUISITOS DE LA COMPENSACIÓN............................................................463
722. Enunciación...............................................................................463
723. I. Las partes deben ser personal y recíprocamente acreedoras y
deudoras..................................................................................................463
724. A. El mandato............................................................................464
725. B. La cesión de créditos.............................................................465
726. II. Obligaciones de igual naturaleza...........................................466
727. III. Exigibilidad de las obligaciones.............................................466
728. IV. Liquidez de ambas deudas...................................................466
729. V. Que la ley no baya prohibido la compensación. Enunciado.. .467
730. A. La compensación no puede oponerse en perjuicio de tercero.
.................................................................................................................467
731. B. No pueden compensarse créditos pagaderos en distintos
lugares.....................................................................................................468
732. C. Créditos no embargables.......................................................468

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733. D. Restitución, depósito, comodato...........................................468
734. E. Actos de violencia o fraude....................................................469
735. F. Deudas del Estado y otros organismos públicos....................469
Sección tercera..............................................................................................470
EFECTOS DE LA COMPENSACIÓN.................................................................470
736. Enunciación...............................................................................470
737. I. La compensación opera de pleno derecho..............................470
738. II. La compensación debe ser alegada.......................................470
739. III. Renuncia a la compensación.................................................471
740. IV. Caso en que haya varias deudas compensables...................472
Capítulo VII..................................................................................................................473
LA CONFUSION..................................................................................................473
741. Concepto...................................................................................473
742. La confusión como equivalente al cumplimiento.......................473
743. Aplicación de la confusión: caso de pluralidad de patrimonios.. 474
744. Clases de confusión...................................................................475
745. I. Confusión por acto entre vivos y por causa de muerte...........475
746. II. Confusión total y parcial........................................................475
747. Efectos de la confusión..............................................................475
748. Caso en que cesa la confusión...................................................476
Subparte segunda.......................................................................................................477
Capítulo I.....................................................................................................................478
CONCEPTO Y ENUMERACION.............................................................................478
749. Concepto...................................................................................478
750. Enumeración..............................................................................479
Capítulo II....................................................................................................................480
MEDIDAS CONSERVATIVAS................................................................................480
751. Concepto...................................................................................480
752. Disposiciones legales que se refieren a ellas.............................480
753. Algunas medidas conservativas.................................................481
754. I. Medidas precautorias..............................................................481
755. II. La guarda y aposición de sellos.............................................481
756. III. Asistencia a la confección de inventario solemne.................482
Capítulo III...................................................................................................................483
ACCION OBLICUA...............................................................................................483
757. Pauta.........................................................................................483
Sección primera.............................................................................................483
LA ACCIÓN OBLICUA EN GENERAL...............................................................483
758. Concepto...................................................................................483
759. Requisitos de la acción oblicua..................................................484
760. I. Requisitos del acreedor que ejerce la acción oblicua..............484
761. II. Requisitos del crédito del acreedor que ejerce la acción oblicua.
.................................................................................................................484
762. III. Requisitos del deudor............................................................485
763. IV. Requisitos de los derechos y acciones que se ejercen por
cuenta del deudor....................................................................................485
764. Efectos de la acción oblicua.......................................................485
Sección segunda............................................................................................486
LA ACCIÓN OBLICUA EN LA LEGISLACIÓN CHILENA.....................................486
765. ¿Procede en el Código Civil chileno la acción oblicua?...............486
766. I. Derechos de prenda, usufructo, retención..............................486
767. II. Arrendamiento.......................................................................488
768. III. Pérdida de la cosa debida por hecho o culpa de tercero.......488

790
ÍNDICE

769. IV. Repudio de donación, herencia o legado en perjuicio de los


acreedores...............................................................................................489
770. V. Enajenación de nave..............................................................489
771. Conclusión.................................................................................490
Sección tercera..............................................................................................490
ACCIONES DIRECTAS DEL ACREEDOR.........................................................490
772. Concepto y casos de ellas..........................................................490
Capítulo IV...................................................................................................................492
LA ACCION PAULIANA O REVOCATORIA.............................................................492
773. Reglamentación y pauta............................................................492
Sección primera.............................................................................................492
CONCEPTO Y NATURALEZA JURÍDICA..........................................................492
774. Concepto...................................................................................492
775. Acción oblicua y pauliana..........................................................493
776. Naturaleza jurídica de la acción pauliana...................................493
Sección segunda............................................................................................494
REQUISITOS DE LA ACCIÓN PAULIANA........................................................494
777. Enunciación...............................................................................494
778. I. Actos que pueden ser atacados por la acción pauliana...........495
779. II. Oportunidad en que se han otorgado los actos impugnados..495
780. III. Requisitos del acreedor.........................................................496
781. IV. Requisito en el deudor: el fraude pauliano............................497
782. V. Requisitos que deben concurrir en los terceros beneficiados con
el acto o contrato.....................................................................................497
Sección tercera..............................................................................................498
CARACTERÍSTICAS Y EFECTOS DE LA ACCIÓN PAULIANA............................498
783. Características de la acción revocatoria....................................498
784. Efectos de la revocación............................................................499
785. Efectos entre el deudor y tercero...............................................499
Capítulo V....................................................................................................................501
EL BENEFICIO DE SEPARACION..........................................................................501
786. Concepto...................................................................................501
787. Las partes en el beneficio de separación...................................501
788. Efectos del beneficio de separación...........................................502
Subparte Tercera........................................................................................................503
Capítulo I.....................................................................................................................504
EL INCUMPLIMIENTO EN GENERAL.....................................................................504
790. Concepto...................................................................................504
791. Clasificación. Enunciación..........................................................504
792. I. Incumplimiento voluntario e involuntario................................504
793. II. Incumplimiento total y parcial................................................505
794. III. Incumplimiento definitivo y temporal....................................505
795. IV. Responsabilidad del deudor en el incumplimiento................505
796. Prueba del incumplimiento y presunción de imputabilidad........505
797. Derechos del acreedor en caso de incumplimiento imputable.. .506
798. Antijuridicidad del incumplimiento imputable............................506
Capítulo II....................................................................................................................507
EL CUMPLIMIENTO FORZADO.............................................................................507
799. Concepto...................................................................................507
800. Aspectos sustantivos del cumplimiento forzado........................508
801. I. Cumplimiento forzado de las obligaciones de dar...................508
802. El embargo y la inembargabilidad.............................................509
803. II. Cumplimiento forzado en las obligaciones de hacer..............510
804. A. Apremio al deudor.................................................................510

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805. B. Ejecución por un tercero a expensas del deudor...................511
806. C. Indemnización compensatoria...............................................512
807. III. Cumplimiento forzado de la obligación de no hacer..............512
808. A. Caso en que se puede y es necesario deshacer lo hecho......512
809. B. No es necesario deshacer lo hecho........................................513
810. C. Caso en que no pueda deshacerse lo hecho..........................513
Capítulo III...................................................................................................................514
INDEMNIZACION DE PERJUICIOS O RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL.............514
811. Pauta.........................................................................................514
Sección primera.............................................................................................514
CONCEPTO, NATURALEZA JURÍDICA Y CLASES............................................514
812. Concepto...................................................................................514
813. Fundamentos de la indemnización de perjuicios........................514
814. Otras formas de reparación.......................................................515
815. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnizar los perjuicios.
.................................................................................................................515
816. Clases de indemnización............................................................516
817. I. La indemnización compensatoria............................................517
818. A. Por regla general la indemnización compensatoria sólo procede
ante la imposibilidad del cumplimiento forzado.......................................517
819. B. Inacumulabilidad de la indemnización compensatoria y el
cumplimiento...........................................................................................517
820. II. Indemnización moratoria.......................................................518
821. Requisitos de la indemnización de perjuicios. Enunciación........518
Sección segunda............................................................................................518
EXISTENCIA DE PERJUICIOS Y RELACIÓN DE CAUSALIDAD...........................518
822. Existencia de perjuicios.............................................................518
823. Prueba de los perjuicios.............................................................519
824. La relación de causalidad en materia contractual......................519
Sección tercera..............................................................................................520
EL INCUMPLIMIENTO DEBE SER IMPUTABLE AL DEUDOR.............................520
825. Concepto...................................................................................520
Párrafo 1.°................................................................................................520
El dolo contractual................................................................................520
826. Concepto: la teoría unitaria del dolo..........................................520
827. Prueba del dolo..........................................................................521
828. Efectos del dolo.........................................................................522
Párrafo 2.°................................................................................................522
La culpa contractual.............................................................................522
829. Concepto. Referencias...............................................................522
830. I. Grados de culpabilidad...........................................................523
831. A. Historia y derecho comparado...............................................523
832. B. Los grados de culpa en nuestro Código.................................524
833. C. Importancia de la clasificación de la culpa............................524
834. C. I. Culpa de que se responde en los distintos contratos..........524
835. C. 2. La culpa grave equivale al dolo.........................................525
836. II. La culpa contractual se presume...........................................526
Sección cuarta................................................................................................526
LAS CIRCUNSTANCIAS QUE ALTERAN O ELIMINAN LA RESPONSABILIDAD DEL
DEUDOR.............................................................................................................526
837. Enunciación...............................................................................526
Párrafo 1.°................................................................................................527
Caso fortuito o fuerza mayor................................................................527
838. Concepto y denominación..........................................................527

792
ÍNDICE

839. Concepciones sobre el caso fortuito..........................................528


840. Requisitos del caso fortuito........................................................528
841. I. Exterioridad del hecho............................................................528
842. II. Imprevisibilidad......................................................................529
843. III. Imposibilidad de resistir........................................................529
844. Determinación del caso fortuito.................................................530
845. Efectos del caso fortuito............................................................531
846. Excepciones al efecto liberatorio del caso fortuito.....................532
847. Prueba del caso fortuito.............................................................532
Párrafo 2.°................................................................................................533
Ausencia de culpa, estado de necesidad y hecho ajeno........................533
848. Enunciación...............................................................................533
849. I. Ausencia de culpa...................................................................533
850. II. Estado de necesidad..............................................................534
851. III. El hecho ajeno.......................................................................534
Párrafo 3.°................................................................................................535
La teoría de la imprevisión....................................................................535
852. Concepto...................................................................................536
853. Origen y desarrollo....................................................................536
854. La imprevisión y otras instituciones...........................................537
855. Requisitos doctrinarios de la imprevisión...................................538
856. Efectos de la imprevisión...........................................................539
857. La imprevisión en la legislación chilena.....................................539
858. I. Disposiciones que aceptan una modificación en la prestación.
.................................................................................................................539
859. II. Disposiciones que rechazan la modificación de la prestación.
.................................................................................................................540
860. III. ¿Procede la imprevisión como institución de carácter general?
.................................................................................................................540
861. IV. Conclusión............................................................................541
Párrafo 4.°................................................................................................541
Convenciones que alteran la responsabilidad normal del deudor.........541
862. Enunciación...............................................................................541
863. I. Cláusulas que agravan la responsabilidad del deudor............542
864. II. Cláusulas limitativas de la responsabilidad del deudor..........542
865. III. Las convenciones de irresponsabilidad.................................543
866. La condonación del dolo y culpa grave futuros no valen............544
Sección Quinta...............................................................................................544
LA MORA.....................................................................................................544
867. Mora del deudor y del acreedor.................................................544
Párrafo 1.°................................................................................................544
La mora del deudor...............................................................................544
868. Concepto y aplicación................................................................544
869. Requisitos de la mora. Enunciación...........................................545
870. I. Retardo imputable..................................................................545
871. II. Interpelación del acreedor.....................................................546
872. A. Interpelación judicial..............................................................547
873. B. La interpelación contractual expresa.....................................548
874. C. Interpelación contractual tácita.............................................549
875. III. El acreedor no debe estar en mora. Referencia....................549
876. Efectos de la mora. Enunciación................................................549
877. I. Derecho a reclamar indemnización de perjuicios....................549
878. Il. Responsabilidad del deudor por el caso fortuito....................550

Dislexia Virtual 793


879. III. El riesgo del cuerpo cierto cuya entrega se debe, pasa a ser del
deudor. Referencia...................................................................................551
Párrafo 2.°................................................................................................551
La mora del acreedor............................................................................551
880. Concepto...................................................................................551
881. Reglamentación de la mora del acreedor en nuestro Código.....552
882. Desde cuándo está en mora el acreedor....................................553
883. Efectos de la mora accipiendi....................................................554
Capítulo IV...................................................................................................................555
JUICIO INDEMNIZATORIO Y EVALUACIÓN DE PERJUICIOS...................................555
884. Enunciación...............................................................................555
Sección primera.............................................................................................555
LA ACCIÓN DE PERJUICIOS..........................................................................555
884 bis. Referencia y enunciación.....................................................555
885. I. Prescripción............................................................................555
886. II. Competencia y procedimiento...............................................556
887. III. Naturaleza jurídica de la obligación de indemnizar perjuicios.
.................................................................................................................556
888. A. Hecho o culpa de uno de los deudores..................................556
889. B. Hecho o culpa de varios deudores.........................................557
Sección segunda............................................................................................558
AVALUACIÓN JUDICIAL DE LOS PERJUICIOS.................................................558
890. Concepto...................................................................................558
891. Las distintas clases de perjuicios...............................................558
892. I. El daño moral en la indemnización contractual.......................559
893. II. Daño emergente y lucro cesante...........................................560
894. III. Perjuicios previstos e imprevistos.........................................561
895. IV. Modificación de las reglas legales por las partes..................562
896. V. Breve referencia al sistema de reparación integral...............562
897. VI. Otros aspectos de la avaluación judicial...............................562
Sección tercera..............................................................................................563
AVALUACIÓN LEGAL DE LOS PERJUICIOS.....................................................563
898. Concepto y aplicación................................................................563
899. I. Intereses que debe el deudor.................................................563
900. II. Si el acreedor cobra únicamente intereses, nada debe probar.
.................................................................................................................564
901. III. Anatocismo. Referencia........................................................565
902. IV. Rentas, cánones y pensiones periódicas...............................565
903. Estipulación de las partes..........................................................566
Sección cuarta................................................................................................566
LA CLÁUSULA PENAL...................................................................................566
904. Reglamentación y pauta............................................................566
Párrafo 1.°................................................................................................566
Concepto y caracteres..........................................................................566
905. Concepto...................................................................................566
906. I. La cláusula penal como avaluación de perjuicios....................567
907. II. La cláusula penal como caución personal..............................567
908. III. La cláusula penal como pena civil.........................................568
909. Paralelo con otras instituciones.................................................568
910. Características de la cláusula penal...........................................569
911. Extinción de la cláusula penal....................................................570
Párrafo 2.°................................................................................................570
Efectos de la cláusula penal..................................................................570
912. Enunciación...............................................................................570

794
ÍNDICE

913. I. Para que el acreedor cobre la pena deben concurrir los


requisitos de la indemnización de perjuicios, menos éstos.......................571
914. II. Incumplimiento parcial...........................................................572
915. III. Cobro de la pena, de la obligación principal y la indemnización
ordinaria de perjuicios..............................................................................572
916. A. Antes de la mora sólo puede pedirse la obligación principal..572
917. B. Derecho alternativo del acreedor en la mora del deudor.......572
918. C. Casos en que el acreedor puede acumular la pena y la
obligación principal..................................................................................573
919. D. El acreedor sólo por estipulación expresa puede cobrar la pena
e indemnización ordinaria........................................................................574
920. IV. Pluralidad de deudores y acreedores....................................574
Párrafo 3.°................................................................................................576
La cláusula penal enorme.....................................................................576
921. Mutabilidad o ínmutabilidad de la cláusula penal......................576
922. I. Contratos conmutativos..........................................................576
923. II. Mutuo. Referencia..................................................................577
924. III. Obligaciones de valor inapreciable o indeterminado.............577
925. La petición de rebaja del deudor................................................577
Capítulo V....................................................................................................................578
RELACIONES DE LAS RESPONSABILIDADES CONTRACTUAL Y
EXTRACONTRACTUAL...............................................................................................578
926. Enunciación...............................................................................578
927. I. Diferencias entre ambas responsabilidades............................578
928. II. Determinación de cuándo se aplica una y otra responsabilidad.
.................................................................................................................579
929. A. La regla general de responsabilidad es la contractual...........579
930. B. Los presupuestos de la responsabilidad contractual..............580
931. C. Responsabilidad precontractual.............................................581
932. D. Caso del contrato nulo...........................................................581
933. E. La obligación de seguridad....................................................582
934. F. Responsabilidad profesional...................................................582
935. III. El problema del cúmulo, acumulación u opción de
responsabilidades.....................................................................................583
936. IV. Teoría de la unidad de la responsabilidad civil......................584
937. A. Planteamiento de la teoría.....................................................584
938. B. La teoría de la unidad en la legislación chilena......................585
939. C. Conclusión.............................................................................586
Capítulo VI...................................................................................................................588
INCUMPLIMIENTO RECIPROCO...........................................................................588
940. Enunciación...............................................................................588
Sección primera.............................................................................................588
LA EXCEPCIÓN DEL CONTRATO NO CUMPLIDO............................................588
941. Concepto...................................................................................588
942. Origen y desarrollo. ..................................................................589
943. Requisitos para oponerla excepción del contrato no cumplido.. 590
944. Prueba de la falta de cumplimiento del acreedor.......................591
945. Efectos de la excepción del contrato no cumplido.....................592
946. Excepción preventiva de incumplimiento..................................593
Sección segunda............................................................................................594
EL DERECHO LEGAL DE RETENCIÓN............................................................594
947. Concepto...................................................................................594
948. Origen y desarrollo....................................................................595
949. El derecho legal de retención en nuestra legislación.................596

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950. Requisitos del derecho legal de retención.................................597
951. I. Disposición legal que lo conceda............................................597
952. II. Tenencia legítima de la cosa por quien invoca el derecho.....598
953. III. Crédito cierto, líquido y exigible del retenedor.....................598
954. IV. La conexión..........................................................................598
955. V. La cosa debe ser del deudor..................................................599
956. Efectos de la retención legal. Enunciación.................................599
957. I. Derecho del retenedor a negarse a restituir mientras no sea
pagado.....................................................................................................600
958. II. Derechos de realización y preferencia...................................600
959. III. La retención no otorga derecho de persecución...................601
960. Derecho legal de retención y excepción del contrato no cumplido.
.................................................................................................................601
Capítulo VII..................................................................................................................602
LA INSOLVENCIA Y SUS EFECTOS......................................................................602
961. Pauta.........................................................................................602
Sección primera.............................................................................................602
GENERALIDADES.........................................................................................602
962. La insolvencia............................................................................602
963. Insolvencia e incumplimiento colectivo......................................603
Sección segunda............................................................................................604
QUIEBRA Y CESIÓN DE BIENES....................................................................604
964. Breve referencia a la quiebra.....................................................604
965. La cesión de bienes...................................................................605
966. Requisitos de la cesión de bienes..............................................605
967. Características de la cesión de bienes.......................................606
968. Efectos de la cesión...................................................................607
Sección tercera..............................................................................................608
EL BENEFICIO DE COMPETENCIA.................................................................608
969. Concepto y reglamentación.......................................................608
970. Características...........................................................................608
971. Deudores con beneficio de competencia...................................609
972. Efectos del beneficio de competencia........................................609
Sección cuarta................................................................................................610
LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS.......................................................................610
973. Reglamentación y pauta............................................................610
Párrafo 1.°................................................................................................610
La prelación de créditos en general......................................................610
974. Concepto...................................................................................610
975. Evolución...................................................................................611
Párrafo 2.°................................................................................................611
Los Privilegios.......................................................................................611
976. Preferencia y privilegio..............................................................612
977. Concepto y clasificación del privilegio.......................................612
978. Caracteres de los privilegios. Enunciación.................................612
979. I. Los privilegios son garantía, mas no caución..........................612
980. II. Los privilegios no constituyen derecho real ni dan derecho de
persecución..............................................................................................613
981. III. Carácter estrictamente legal del privilegio............................613
982. IV. El privilegio es inherente al crédito.......................................614
983. Efectos del privilegio..................................................................615
Párrafo 3.°................................................................................................615
Los créditos de la primera clase............................................................615
984. Características generales...........................................................615

796
ÍNDICE

985. Enumeración..............................................................................616
986. I. Costas judiciales causadas en interés general de los acreedores.
.................................................................................................................616
987. II. Las expensas funerales necesarias del deudor difunto..........617
988. III. Gastos de enfermedad..........................................................617
988 bis. IV. Los gastos de la quiebra..................................................617
989. V. Remuneraciones de los trabajadores.....................................618
989 bis. VI. Cotizaciones previsionales..............................................619
990. VII. Gastos de subsistencia........................................................620
990 bis VIII. Indemnizaciones legales y convencionales de origen
laboral......................................................................................................620
991. IX. Créditos fiscales por impuestos de retención y recargo........621
992. Normas para el pago de los privilegios de 1a clase. Enunciación.
.................................................................................................................621
993. I. Los créditos de la clase se pagan desde que baya fondos para
ello...........................................................................................................622
994. II. Preferencia de los créditos de 1a clase a los de 2a y 3ª.........622
995. III. Los créditos de 1a clase prefieren entre sí en el orden en que
están enumerados....................................................................................623
996. IV. Los créditos de un mismo número se pagan a prorrata........623
Párrafo 4.°................................................................................................623
Los créditos privilegiados de 2.° clase..................................................623
997. Características y enumeración...................................................623
998. I. Privilegio del posadero............................................................624
999. II. Privilegio del transportista.....................................................624
1.000. III. La prenda...........................................................................625
1.001. IV. Prendas especiales............................................................625
1.002. V. Derecho legal de retención. Referencia..............................626
1.003. Privilegios que establecía la Ley de Quiebras.........................626
1.004. Reglas para el pago de los créditos de 2a clase. Enunciación. 626
1. 005. I. Los créditos de 2a clase se pagan sin esperar las resultas de
la quiebra.................................................................................................627
1.006. II. Preferencia de los créditos de 1a clase sobre los de 2ª.......627
1.007. III. Déficit de los créditos de 2ª clase......................................628
1.008. IV. Por regla general no hay concurrencia entre los créditos
privilegiados de 2a clase. Excepciones.....................................................628
Párrafo 5.°................................................................................................629
Los créditos de tercera clase. la hipoteca.............................................629
1.009. Concepto y enumeración........................................................629
1.010. Extensión de la preferencia....................................................630
1.011. Cómo se pagan las preferencias de tercera clase. Enunciación.
.................................................................................................................630
1.012. I. Preferencia de los privilegios de primera clase....................630
1.013. II. ¿Los créditos de 2a clase prefieren a los de tercera?..........630
1.014. A. ¿Cómo se distribuye el déficit de los créditos de 1a clase
entre los de 2a y 3a?................................................................................631
1.015. B. Conflicto entre créditos de 2a y 3a clase............................631
1.016. III. El déficit de los créditos de 3a clase es común..................632
1.017. IV. Concurrencia de los créditos de 3a clase entre sí..............632
1.018. V. Formas de hacer valer la preferencia hipotecaria. La
preferencia hipotecaria puede invocarse de tres formas diversas:...........632
1.019. A. juicio ejecutivo....................................................................632
1.020. B. Concurso especial de acreedores hipotecarios...................633
1.021. C. Quiebra del deudor hipotecario..........................................634

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Párrafo 6.°................................................................................................634
Los créditos privilegiados de cuarta clase.............................................635
1.022. Características........................................................................635
1.023. I. Personas que administran bienes ajenos.............................635
1.024. II. Incapaces contra sus representantes legales......................636
1.025. Extensión del privilegio...........................................................636
1.026. I. Bienes a que afecta el privilegio..........................................636
1.027. II. Créditos privilegiados..........................................................637
1.028. III. Limitaciones a la prueba....................................................637
1.029. Forma de pago de los créditos privilegiados de 4a Clase.
Enunciación..............................................................................................638
1.030. I. Los créditos de 4a clase se pagan una vez cubiertos los demás
preferentes...............................................................................................638
1.031. II. Los créditos de 4a clase prefieren entre sí por el orden de sus
causas......................................................................................................639
1.032. Privilegio por las expensas comunes en los edificios divididos
por pisos y departamentos.......................................................................639
Párrafo 7.°................................................................................................640
Los créditos de quinta clase..................................................................640
1.033. Los créditos comunes.............................................................640
1.034. Cómo se pagan.......................................................................640
Capítulo I.....................................................................................................................642
DE LA MODIFICACION EN GENERAL...................................................................642
1.036. Concepto y clases...................................................................642
1.037. Evolución................................................................................642
1.038. Modificación objetiva. Referencia...........................................643
1.039. Modificación subjetiva de la obligación...................................643
1.040. La modificación de la obligación en nuestro Derecho.............644
Capítulo II....................................................................................................................646
SUCESION POR CAUSA DE MUERTE...................................................................646
1.041. La transmisión hereditaria. Breve referencia..........................646
1.042. Excepciones a la transmisibilidad hereditaria.........................646
1.043. Sucesión a título universal y singular......................................647
1.044. Sucesión en los créditos hereditarios......................................647
1.045. Sucesión en las deudas hereditarias.......................................647
Capítulo III...................................................................................................................649
LA CESION DE DERECHOS.................................................................................649
1.046. Reglamentación y pauta.........................................................649
Sección primera.............................................................................................649
CESIÓN DE CRÉDITOS.................................................................................649
1.046 bis. División.............................................................................649
Párrafo 1.°................................................................................................649
Conceptos, caracteres generales..........................................................649
1.047. Concepto................................................................................650
1.048. El Código Civil sólo reglamenta la cesión de créditos
nominativos..............................................................................................650
1.049. La cesión de créditos como tradición de los derechos
personales................................................................................................651
1.050. La cesión de créditos como modificación subjetiva activa......652
Párrafo 2.°................................................................................................652
Requisitos.............................................................................................652
1.051. División...................................................................................652
1.052. I. Requisitos entre cedente y cesionario. Enunciación............652
1.053. A. Cesibilidad del crédito........................................................652

798
ÍNDICE

1.054. B. El título traslaticio...............................................................653


1.055. C. Entrega del título................................................................653
1.056. II. Requisitos respecto del deudor y terceros..........................654
1.057. A. El deudor no puede oponerse a la cesión...........................655
1.058. B. La notificación de la cesión.................................................655
1.059. C. Aceptación del deudor........................................................657
1.060. D. Sanción por la falta de notificación o aceptación del deudor.
.................................................................................................................657
Párrafo 3.°................................................................................................658
Efectos de la cesión..............................................................................658
1.061. Distinción................................................................................658
1.062. I. Efectos entre cedente y cesionario. Enunciación.................658
1.063. A. La cesión hace ocupar al cesionario la misma situación
jurídica del cedente. Consecuencias.........................................................658
1.064. B. Excepción: no se traspasan las acciones y excepciones
personales del cedente............................................................................660
1.065. C. El crédito no sufre alteraciones..........................................660
1.066. D. Cesión de un crédito proveniente de un contrato bilateral. 661
1.067. E. Responsabilidad del cedente con el cesionario...................661
1.068. F. Cesión de un crédito en pago de una deuda del cedente....661
1.069. II. Efectos de la cesión entre cesionario y deudor...................662
Sección segunda............................................................................................663
CESIÓN DEL DERECHO DE HERENCIA..........................................................663
1.070. Concepto................................................................................663
1.071. Características de la cesión de derechos hereditarios.
Enunciación..............................................................................................663
1.072. I. La cesión de derechos hereditarios es la tradición de ellos..664
1.073. II. Oportunidad de la cesión de derechos hereditarios............664
1.074. III. En la cesión de derechos hereditarios no se enajenan bienes
determinados...........................................................................................665
1.075. Cómo se efectúa la cesión de derechos hereditarios..............665
1.076. I. Doctrina de la universalidad y asimilación a los bienes
muebles....................................................................................................666
1.077. II. Doctrina que pretende someter la cesión a los requisitos de la
enajenación de los bienes que la componen............................................667
1.078. Efectos de la cesión de derechos hereditarios. Enunciación.. .668
1.079. I. Derechos y acciones del cesionario.....................................668
1.080. Il. Responsabilidad del cesionario por las deudas de la herencia.
.................................................................................................................669
1.081. III. Indemnizaciones entre cedente y cesionario.....................669
1.082. IV. Responsabilidad del cedente.............................................670
1.083. Cesión del legado...................................................................670
Sección Tercera..............................................................................................671
CESIÓN DE DERECHOS LITIGIOSOS.............................................................671
1.084. Concepto................................................................................671
1.085. Objeto de la cesión: derecho lítigioso y cosa litigiosa.............671
1.086. Caso en que el demandante enajena la cosa sobre la cual litiga,
y el demandado la contingencia del pleito...............................................672
1.087. Época en que puede efectuarse cesión de derechos litigiosos.
.................................................................................................................673
1.088. Caracteres de la cesión. Paralelo con otras instituciones........674
1.089. Cómo se efectúa la cesión de derechos litigiosos...................674
1.090. Efectos de la cesión. Enunciación...........................................674
1.091. I. Efectos entre cedente y cesionario......................................674

Dislexia Virtual 799


1.092. II. Efectos entre cedente y demandado...................................675
1.093. III. Efectos entre cesionario y demandado..............................675
1.094. A. El cesionario reemplaza al cedente....................................675
1.095. B. El retracto litigioso. Concepto.............................................675
1.096. Requisitos del retracto............................................................676
1.097. Efecto del retracto..................................................................677
Capítulo IV...................................................................................................................678
DE LA NOVACION EN GENERAL..........................................................................678
1.098. Reglamentación y pauta.........................................................678
Sección primera.............................................................................................678
CONCEPTO, REQUISITOS Y CLASES.............................................................678
1.099. Concepto................................................................................678
1.100. Evolución de la novación. Situación actual.............................678
1.101. Principales caracteres de la novación.....................................679
1.102. La novación y otras instituciones. Referencia.........................680
1.103. Requisitos dela novación. Enunciación...................................680
1.104. I. Sustitución de una obligación válida por otra igualmente
válida.......................................................................................................680
1.105. A. Nulidad de alguna de las obligaciones................................680
1.106. B. Obligación bajo condición suspensiva.................................681
1.107. II. Diferencias sustanciales entre ambas obligaciones............681
1.108. III. Capacidad de las partes.....................................................681
1.109. IV. Intención de novar.............................................................682
1.110. Formalidades de la novación..................................................682
1.111. Clasificación de la novación. Referencia.................................682
Sección segunda............................................................................................683
EFECTOS DE LA NOVACIÓN.........................................................................683
1.112. Enunciación............................................................................683
1.113. I. Extinción de los accesorios de la deuda primitiva................683
1.114. II. Reserva de los accesorios...................................................684
1.115. A. No se permite la reserva de privilegios...............................684
1.116. B. La reserva de la prenda e hipoteca y sus limitaciones........685
1.117. C. La reserva requiere el consentimiento de quien constituyó la
hipoteca o prenda....................................................................................685
1.118. D. La reserva debe afectar al mismo bien hipotecado o dado en
prenda......................................................................................................686
1.119. E. La reserva no cubre la parte en que la nueva deuda excede a
la anterior.................................................................................................686
1.120. III. Constitución de nuevas garantías......................................686
Capítulo V....................................................................................................................687
LA NOVACION OBJETIVA Y LA MODIFICACION OBJETIVA DE LA OBLIGACION......687
1.121. Pauta......................................................................................687
1.122. I. Novación objetiva................................................................687
1.123. II. Aumentos o disminuciones en la prestación.......................688
1.124. III. Agregación o disminución de garantías. Caso de la cláusula
penal........................................................................................................689
1.125. IV. Modificación en las modalidades de la obligación..............689
1.126. V. Sentencia judicial, transacción, reconocimiento de deuda.. 690
1.127. VI. Subsistencia de ambas obligaciones..................................691
1.128. VII. Otras modificaciones de la obligación...............................692
Capítulo VI...................................................................................................................693
LA NOVACION SUBJETIVA Y LAS MODIFICACIONES SUBJETIVAS DE LA OBLIGACION
................................................................................................................................693
1.129. Pauta......................................................................................693

800
ÍNDICE

Sección primera.............................................................................................693
LA NOVACIÓN POR CAMBIO DE ACREEDOR Y LAS MODIFICACIONES
SUBJETIVAS ACTIVAS DE LA OBLIGACIÓN..........................................................693
1.130. Enunciación............................................................................693
1.131. I. Novación subjetiva por cambio de acreedor........................693
1.132. II. Novación por cambio de acreedor, cesión de créditos y pago
con subrogación.......................................................................................694
1.133. III. Cesión de créditos y pago con subrogación.......................695
Sección segunda............................................................................................696
LA NOVACIÓN POR CAMBIO DE DEUDOR Y LAS MODIFICACIONES SUBJETIVAS
PASIVAS DE LA OBLIGACIÓN..............................................................................696
1.134. Enunciación............................................................................696
Párrafo 1.°................................................................................................696
Novación por cambio de deudor...........................................................696
1.135. Concepto................................................................................696
1.136. I. Caso en que el acreedor no da por libre al deudor primitivo.
.................................................................................................................697
1.137. II. Consentimiento del primitivo deudor; expromisión,
adpromission y delegación.......................................................................698
1.138. Efectos de la novación por cambio de deudor si el nuevo deudor
resulta insolvente.....................................................................................699
Párrafo 2.°................................................................................................699
Delegación de deuda............................................................................699
1.139. Concepto y reglamentación....................................................699
1.140. Delegación y novación............................................................700
1.141. I. Delegación que no supone novación por faltar el vínculo
primitivo entre las partes.........................................................................700
1.142. II. Delegación con vínculo anterior entre las partes................701
1.143. A. La delegación novatoria. Requisitos y efectos....................701
1.144. B. La delegación imperfecta...................................................702
1.145. Excepciones del delegado al delegatario................................704
1.146. Casos en que el delegante no era deudor del delegado o éste
del delegatario. .......................................................................................704
1.147. Paralelo de la delegación con otras instituciones....................705
Párrafo 3.°................................................................................................706
Cesión de deudas..................................................................................706
1.148. Enunciación............................................................................706
1.149. I. Concepto..............................................................................706
1.150. II. Desarrollo y derecho comparado........................................707
1.151. III. Las formas de la cesión de deudas....................................708
1.152. A. Convención entre las tres partes........................................708
1.153. B. Convención entre el nuevo deudor y el acreedor................709
1.154. C. Convención entre los deudores, antiguo y nuevo...............709
1.155. D. Convención entre deudor antiguo y acreedor.....................709
1.156. E. La asunción acumulativa....................................................710
1.157. F. Adquisición de un inmueble hipotecado..............................710
1.158. G. Adquisición de una universalidad.......................................711
1.159. IV. La cesión de deudas en la legislación chilena....................711
Sección tercera..............................................................................................713
CESIÓN DE CONTRATO................................................................................713
1.160. Concepto................................................................................713
1.161. Requisitos...............................................................................713
1.162. Explicación de la cesión de contrato.......................................715
1.163. Efectos de la cesión................................................................715

Dislexia Virtual 801


1.164. La cesión de contrato en la legislación chilena.......................715
1.165. I. Casos de cesión de contrato en la legislación......................715
1.166. II. Traspaso legal del contrato.................................................716
1.167. III. Casos no legislados............................................................717
Capítulo I.....................................................................................................................718
LOS MODOS DE EXTINGUIR LAS OBLIGACIONES................................................718
1.169. Concepto y enumeración........................................................718
1.171. Clasificación de los modos extintivos......................................719
1.172. Renacimiento de la obligación................................................720
Capítulo II....................................................................................................................721
EL MUTUO CONSENTIMIENTO............................................................................721
1.173. Concepto................................................................................721
1.174. Aplicación del mutuo consentimiento.....................................721
1.175. Requisitos del mutuo disenso.................................................722
1.176. Efectos del mutuo disenso......................................................722
Capítulo III...................................................................................................................723
LA REMISION......................................................................................................723
1.177. Concepto y reglamentación....................................................723
1.178. Remisión, mutuo disenso y transacción..................................723
1.179. Clasificación de la remisión. Enunciación................................724
1.180. 1. Remisión testamentaría y convencional.............................724
1.181. II. Remisión enteramente gratuita y que no constituye mera
liberalidad................................................................................................724
1.182. III. Remisión total y parcial......................................................725
1.183. IV. Remisión expresa y tácita..................................................725
1.184. Requisitos de la remisión........................................................725
1.185. Efectos de la remisión.............................................................726
Capítulo IV...................................................................................................................727
IMPOSIBILIDAD EN EL CUMPLIMIENTO...............................................................727
1.186. Reglamentación......................................................................727
Sección primera.............................................................................................727
LA IMPOSIBILIDAD COMO MODO DE EXTINGUIR LA OBLIGACIÓN................727
1.187. Concepto................................................................................727
1.188. Denominación.........................................................................728
1.189. Clases de imposibilidad...........................................................728
Sección segunda............................................................................................729
IMPOSIBILIDAD TOTAL.................................................................................729
1.190. Distinciones............................................................................729
1.191. I. Obligaciones de especie o cuerpo cierto..............................729
1.192. A. Casos en que hay imposibilidad..........................................729
1.193. B. Casos en que la pérdida no acarrea responsabilidad al
deudor. Referencia...................................................................................729
1.194. C. Casos en que la pérdida acarrea responsabilidad al deudor.
Referencia................................................................................................730
1.195. II. Obligaciones de género......................................................730
1.196. III. Obligaciones de hacer........................................................731
1.197. IV. Obligaciones de no hacer...................................................731
1.198. Efectos de la imposibilidad total.............................................731
1.199. Prueba de la imposibilidad......................................................732
Sección tercera..............................................................................................732
IMPOSIBILIDAD PARCIAL Y TEMPORAL.........................................................732
1.200. Enunciación............................................................................732
1.201. 1. Imposibilidad parcial...........................................................732
1.202. II. Imposibilidad temporal........................................................733

802
ÍNDICE

Sección cuarta................................................................................................733
LA TEORÍA DEL RIESGO...............................................................................733
1.203. Enunciación............................................................................733
Párrafo 1.°................................................................................................733
Del riesgo en general............................................................................733
1.204. El riesgo..................................................................................733
1.205. La teoría del riesgo.................................................................734
1.206. Soluciones posibles al problema del riego en el contrato
bilateral....................................................................................................735
1.207. Origen y desarrollo.................................................................735
1.208. Solución doctrinaria del riesgo................................................736
1.209. Requisitos para la aplicación de la teoría del riesgo...............736
1.210. Efectos del riesgo...................................................................737
Párrafo 2.°................................................................................................737
El riesgo en la legislación chilena.........................................................737
1.211. Reglamentación y pauta.........................................................738
1.212. I. El riesgo en las obligaciones de dar un cuerpo cierto..........738
1.213. II. Pérdida parcial....................................................................740
1.214. III. ¿Cuál es la regla general en materia de riesgo en una
obligación de dar?....................................................................................740
1.215. IV. Obligaciones de género.....................................................740
1.216. V. Obligaciones de hacer y no hacer.......................................741
Capítulo V....................................................................................................................742
LA PRESCRIPCION EXTINTIVA O LIBERATORIA...................................................742
1.217. Reglamentación y pauta.........................................................742
Sección primera.............................................................................................742
LA PRESCRIPCIÓN EXTINTIVA EN GENERAL.................................................742
1.218. Pauta......................................................................................742
Párrafo 1.°................................................................................................743
Concepto...............................................................................................743
1.219. Definición................................................................................743
1.220. Fundamentos de la prescripción extintiva..............................743
1.221. Prescripción extintiva y adquisitiva.........................................744
1.222. Prescripción y caducidad........................................................744
Párrafo 2.°................................................................................................745
Reglas comunes a toda prescripción.....................................................745
1.223. Enunciación............................................................................745
1.224. I. La prescripción debe ser alegada........................................746
1.225. Formas de alegar la prescripción............................................746
1.226. II. Renuncia de la prescripción................................................746
1.227. III. La prescripción y la situación personal de las partes.........747
Párrafo 3.°................................................................................................748
Requisitos de la prescripción extintiva..................................................748
1.228. Enunciación............................................................................748
1.229. I. Acción prescriptible..............................................................748
1.230. II. Transcurso del tiempo.........................................................748
1.231. A. Desde cuándo se cuentan los plazos de prescripción.........749
1.232. B. Forma de computar los plazos de prescripción...................749
1.233. C. ¿Pueden las partes alterar los plazos de prescripción fijados
por la ley?.................................................................................................749
1.234. D. Leyes que han acortado los plazos de prescripción: N.° 6. 162
y 16. 952..................................................................................................750
1.235. III. El silencio de la relación jurídica........................................751
1.236. Prueba de la prescripción........................................................752

Dislexia Virtual 803


Sección segunda............................................................................................752
LA PRESCRIPCIÓN DE LARGO TIEMPO..........................................................752
1.237. Enunciación............................................................................752
Párrafo 1.°................................................................................................752
Las distintas prescripciones de largo tiempo........................................752
1.238. Distinciones............................................................................752
1.239. I. Prescripción de la acción ordinaria.......................................753
1.240. II. Prescripción (caducidad) de la acción ejecutiva..................753
1.241. III. Obligaciones accesorias.....................................................754
1.242. IV. Acciones de dominio y herencia........................................754
1.243. V. Limitaciones del dominio....................................................754
1.244. A. Usufructo, uso y habitación................................................755
1.245. B. Servidumbres.....................................................................756
Párrafo 2.°................................................................................................756
Interrupción y suspensión de la prescripción extintiva de largo tiempo 756
1.246. Enunciación............................................................................756
1. 247. I. Interrupción de la prescripción extintiva.............................756
1.248. A. Aplicación de la interrupción...............................................757
1.249. B. Interrupción natural............................................................757
1.250. C. Interrupción civil.................................................................757
1.251. D. Efectos de la interrupción...................................................760
1.252. II. Suspensión de la prescripción.............................................761
1.253. III. Paralelo entre interrupción y suspensión...........................762
Sección tercera..............................................................................................762
LAS PRESCRIPCIONES DE CORTO TIEMPO...................................................762
1.254. Concepto................................................................................762
Párrafo 1.°................................................................................................763
Las prescripciones de 1, 2 y 3 años......................................................763
1.255. Fundamento............................................................................763
1.256. I. Prescripciones tributarias.....................................................763
1.257. II. Prescripción de dos años.....................................................764
1.258. Desde cuándo corre la prescripción de dos años....................764
1.259. III. Prescripciones de un año...................................................765
1.260. Las prescripciones de corto tiempo y la suspensión e
interrupción..............................................................................................765
1.261. I. Interrupción natural de la prescripción de corto tiempo......766
1.262. II. Interrupción civil.................................................................766
1.263. III. Efectos de la interrupción: la intervención.........................767
Párrafo 2.°................................................................................................768
Las prescripciones especiales de corto tiempo.....................................768
1.264. Concepto................................................................................768
1.265. Clasificación y enumeración...................................................768
Índice..........................................................................................................................770

804

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