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About this ebook

Este volumen colaborativo reúne artículos breves acerca de modos de relacionarse en lo sexoafectivo.

Se trata de una lectura plural, que se presenta como una aproximación al concepto del amor, sus usos, maneras, grietas y posibilidades y que aborda temas como el poliamor, la anarquía relacional o el amor romántico.

Este título, con h, paréntesis y minúscula, pretende ser solo una muestra del inabarcable y siempre cambiante abanico de formas que pueden adoptar el amor y los afectos.
LanguageEspañol
Release dateJan 1, 2022
ISBN9788412441635
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    (h)amor1 - Brigitte Vasallo

    1.png

    (h)amor1

    VV. AA.

    (h)amor1

    VV.AA.,

    (h)amor1, Editorial Continta Me Tienes, colección La pasión de Mary Read, Madrid, junio de 2015

    Edición a cargo de Sandra Cendal

    192 pp., 11,5 x 17 cm.

    Depósito legal: NA 1008 - 2015

    ISBN: 978-84-944176-2-7

    IBIC: GTC - Estudios generales

    Continta Me Tienes

    C/ Belmonte de Tajo 55, 3º C

    28019, Madrid

    91 469 35 12

    www.contintametienes.com

    info@contintametienes.com

    www.facebook.com/ContintaMeTienes

    @Continta_mt

    Los textos e imágenes son propiedad de sus autoras y autores

    © de esta edición: Continta Me Tienes

    Diseño de colección: Marta Azparren

    Índice (h)amor1

    Ruptura de monogamia: ¿Reforma o revolución? Brigitte Vasallo

    Un traje a medida, Miguel Vagalume

    Asexualidad: Vivir sin sexo, Virginia Mendoza

    Agamia, Israel Sánchez

    La verdadera (falsa) teoría de: A-mor, Sayak Valencia

    Otras formas de quererse son posibles: Lo romántico es político, Coral Herrera

    Anarquía relacional: La revolución que cambiará el amor para siempre, Miguel Ayuso

    Sobre el amor, la heterosexualidad y la otra cosa, Jara Cosculluela

    Poliamor o mis 50 sombras de marrón, Alicia Murillo

    Ruptura de monogamia:

    ¿Reforma o revolución?

    Brigitte Vasallo

    Brigitte Vasallo. Escritora a trompicones, periodista a ratos, activista de las relaciones sexoafectivas disidentes y obsesionada, siempre, con la mirada de género y la perspectiva decolonial. Ha escrito la novela PornoBurka (Ediciones Cautivas, 2013), con prólogo de Juan Goytisolo, e imparte los talleres #OccupyLove: cómo romper la monogamia sin dejarnos la piel en el intento e Islamofobia e islamofobia de género. Herramientas para descolonizar la mirada. Colabora con eldiario.es, Diagonal y Pikara Magazine, entre otros... Su blog personal es www.perderelnorte.com

    Ruptura de monogamia:

    ¿Reforma o revolución?

    Brigitte Vasallo

    Bajo la denominación genérica de relaciones no-monógamas se están dando y pensando diversas maneras de relacionarse sexo-afectivamente, formas que están en construcción, en conceptualización y en proceso de puesta en común con todos sus matices. Algunas de estas formas no aspiran a convertirse en un nuevo sistema que sustituya al sistema monógamo imperante, sino a abrir espacio para construcciones personales y disidentes, críticas con todos los ejes opresores que se unen y convergen en nuestra vida emocional. No buscamos modelos, sino compartir referentes y propuestas. Las discrepancias entre nuestras formas de pensar y de vivir nos alimentan y nos ayudan a crear relaciones DiY a partir de herramientas como la comunicación, la empatía y el desafío a las formas establecidas por una moral y unas costumbres que no sentimos como nuestras.

    Sin embargo, a medida que vamos dándonos y adquiriendo sentido, aparece una cuestión de fondo que afecta directamente al alcance de la deconstrucción que las nuevas estructuras afectivas proponen. ¿Hasta dónde llega nuestro pensamiento crítico amoroso? ¿Hasta dónde llega el poder transformador de nuestra propuesta? ¿Hasta dónde alcanza eso que insistimos en llamar política?

    Desgraciadamente, nuestras relaciones se inscriben en un terreno, en sentido literal y metafórico. Un terreno marcado por centros y periferias, por privilegios y subalternidades.

    El contexto desde el que tratamos de pensar y de vivir, muy a pesar nuestro, es el heteropatriarcado capitalista, esos palabrejos tan de trinchera que vienen a definir un mundo de relaciones desiguales, donde se nos asignan, así de entrada, un montón de imposibles: por ejemplo, una clase social que no mejora proporcionalmente al esfuerzo que le pongas, una nacionalidad que determina desde tu movilidad hasta tu esperanza de vida, un entorno cultural que te empapará de estructuras invisibilizadas, y un sistema sexo-género que querrá definir, al margen de tu opinión, desde tus deseos hasta tu gusto en cuestión de colores.

    Que somos una amalgama de privilegios y opresiones es algo tan evidenciado ya que da vergüenza escribirlo. Pero, por obvio que sea, hay que seguir recordándolo hasta la náusea, hasta que saltarse por alto esa obviedad suponga un descrédito tan grande que acabe con tu vida social para siempre. Todos y todas somos una mezcla de opresiones y privilegios, y tenemos una sensibilidad a flor de piel para lo que concierne a nuestro cachito de opresión, pero somos bastante más laxas en lo que a opresiones ajenas se refiere, con la excusa aquella de que si no afecta directamente, parece que no se ve. Así, en este contexto relacional tenemos claro que el sistema monógamo es el demonio, pero pensar la monogamia como si de un champiñón aislado se tratase es, como poco, hacer trampa: es querer abrir una brecha en el trocito de monogamia que nos oprime personalmente, pero dejar intactas las partes que oprimen a los y las demás... y en las que yo, probablemente, tenga mis privilegios bien asentados.

    El ejemplo clásico es el omnipresente hombre, blanco, cis, hetero de clase media y orgulloso de serlo que, precisamente por haberle tocado el bingazo de la lotería del privilegio, tiene serios problemas para entender la relación entre el sistema monógamo y la violencia de género, convencido como está de que el machismo ni es para tanto, ni es necesario erradicarlo para construir relaciones amorosas más sanas. Pero este no es el único ejemplo: las blancas, heteros, cis de clase media somos reacias a aceptar las críticas trans cuando hemos pisoteado una de sus áreas sensibles (y coreamos nosotras también el «¡vamos, vamos, chicxs, no es para tanto!»), o nos dedicamos a dar charlas y a escribir artículos (esa tal Vasallo) como si no hubiese mujeres que necesitan la monogamia para asegurarse la crianza compartida de sus hijos e hijas, por poner un ejemplo sencillo.

    Romper la monogamia para construir algo nuevo necesita, ineludiblemente, cruzar nuestros amores con todos los ejes de la diversidad: hablar de género, de orientación sexual, de clase, de racialización, de capacitismo, de edad, de situaciones administrativas, de fronteras, de violencias, de nuestra relación con el mundo y del lugar que ocupamos en él.

    Si nos nombramos políticas, tenemos que ponernos las pilas, remangarnos y cavar hasta encontrar las raíces múltiples del sistema. Tenemos que atrevernos a mover cosas que nos afecten, a reconocer errores, a escuchar puntos de vista y necesidades que ni hubiésemos imaginado. A no ofendernos cuando el problema nos apunta directamente: como decía Italo Calvino, el infierno lo formamos estando juntos y juntas. No lo hacen solo los demás.

    De lo contrario, las relaciones no-monógamas serán apenas una corriente buenrollista blanca, etnocéntrica y burguesa, una corriente que apoyará la idea despolitizada de que la monogamia no es un sistema sino una opción como cualquier otra, que el amor no se puede racionalizar para no quitarle la magia y que los Reyes Magos son tres y vienen de Oriente. Será, al fin, una reforma de la monogamia como quien reforma un baño de pisito desarrollista poniéndole baldosas nuevas. Y será, sobre todo, una ocasión perdida para hacer una revolución desde los afectos que constituya un cambio significativo, real, profundo y perdurable en nuestra forma de amarnos, de follarnos, de vincularnos.

    Un traje a medida

    Miguel Vagalume

    Miguel Vagalume. Activista sex-positive, a través de traducciones, actividades y promoción de eventos. Autor del blog La Mosca Cojonera desde 2006. En 2012 da forma al proyecto de Golfxs con principios, que ya había empezado en 2008, con el propósito de ofrecer una visión positiva de las identidades/prácticas sexuales/relaciones no convencionales mediante textos, actividades y servicios. En 2013, traduce The Ethical Slut (Ética Promiscua, guía práctica para el poliamor, las relaciones abiertas y otras aventuras, Melusina). Recientemente, ha sido publicada su traducción de Opening Up, guía para crear y mantener relaciones abiertas (Melusina, 2015). http://www.golfxsconprincipios.com/

    Un traje a medida

    Miguel Vagalume

    El amor está en todas partes, y en ninguna. La pareja como espacio del amor es cada vez más cuestionada, ya no se considera necesaria una vez que dejó de ser imprescindible para el sexo y la crianza, como se creía en los años 50. Pero aun así, el símbolo por excelencia del amor romántico, el corazón, no se ha ido, no ha cambiado. Es más: cuanto más se habla de poliamor, de relaciones abiertas, de follamistades, de negar las relaciones, más se multiplican los corazones por todas partes. En decoración, anuncios, ropa… La nueva publicidad de Roca, las nuevas etiquetas de aceite Carbonell, el logo de los yogures Vitalínea, la publicidad de Apple Watch… Da igual qué se anuncie, da igual que haya poca o mucha relación con el amor o con la salud (que ahora se van confundiendo). Quizá ya no es un corazón que signifique tú y yo, sino que es MI corazón. Feliz. Me cuido, me quiero. Viviré 100 años. Y me compartiré con quien quiera en cada momento. Estar contigo ahora no significa que lo vaya estar mañana. O esta tarde. Siempre puede haber alguien mejor. Mañana por la mañana te renuevo el contrato, como cada día. Cientos de posibilidades en la palma de la mano: Tinder, Grindr, Wapa, Bakala, TuAmo, Badoo, OkCupid, Fetlife, SDC, Onswingers y tantas otras redes sociales para contactar.

    Mientras se va desmoronando el ideal del amor –la relación amorosa idealizada llamada más a menudo «mito del amor romántico»¹–, mientras se va cuestionando cada vez más que tengamos que organizar nuestra vida en parejas, cuando ya sabemos que ni son para toda la vida, ni únicamente para tener descendencia, ni tampoco nuestra única fuente de placer, van apareciendo soluciones, nuevos nombres, etiquetas que ayudan a entender nuestra situación actual e intentar adivinar hacia dónde se dirigen las nuevas relaciones, sean con un vínculo mayor, menor o ninguno en absoluto: la anarquía relacional, el poliamor, las parejas abiertas, el swinging o «ambiente liberal», la agamia, el amor informal o promiscuidad amorosa de Carsie Blanton… Cada tipo de relación no monógama, con sus ventajas e inconvenientes, y a veces anunciados como la solución mágica que aliviará definitivamente todos nuestros problemas.

    En una charla sobre poliamor en Entredós, una asociación de mujeres, una chica comentó: «Os oigo ahí hablando de cómo descubristeis que era posible amar a dos personas a la vez y me pregunto qué le veis de maravilloso... Eso es muy sencillo, sucede muy a menudo, por eso se ha inventado todo lo que se ha inventado en torno al matrimonio y a la monogamia, para evitar que suceda algo que le pasa a mucha gente».

    Oímos hablar del poliamor continuamente en la prensa, de la anarquía relacional como la nueva revolución que va a cambiar el amor para siempre y quien lo lea puede llevarse la impresión de que hemos alcanzado un paraíso terrenal, el nirvana, que estamos haciendo historia... Se puede pensar que ha llegado una nueva generación de seres humanos que son capaces de tener varias parejas simultáneamente, que tienen una experiencia ampliada del amor y las relaciones. Relatos de unas relaciones idílicas que, por ser todo tan perfecto, despiertan la desconfianza, como le sucedió a Tristan Taormino y le llevó a escribir Opening Up, un manual para crear relaciones abiertas: «El poliamor es descrito como una manera idealista de relacionarse en la que todo el mundo está de acuerdo y tiene una relación estupenda. Eso me hacía desconfiar».

    No hemos inventado nada. Querer a dos o más personas a la vez, tener dos o más relaciones emocionales simultáneas

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