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PARA ENTENDER LA AGRESION EN SAN JUAN COPALA

Por Raúl Ramírez Baena*

Por un lado, los mexicanos hemos sido testigos del discurso,


las reformas legales y los operativos policíaco-militares en la
“guerra” de Felipe Calderón contra la delincuencia organizada.

Por otro, gracias a la oportunidad y solidaridad de los


medios, fuimos testigos del brutal ataque que el pasado 27
de abril perpetraron impunemente integrantes de la Unión de
Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT) y del
Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), leales al
gobernador de Oaxaca y a su partido, contra una misión civil
internacional que llevaban víveres, ropa y cobijas a la
comunidad indígena de San Juan Copala, declarada autónoma
en 2007 por el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui-
Independiente (MULTI), asediada y aislada por los
paramilitares de la UBISORT por ser opositora al régimen de
Ulises Ruíz. Esta tragedia tiene la siguiente secuela:

1. En el año 2001, en el marco de la Caravana Zapatista que


partió de la Selva Lacandona en Chiapas, el Estado
mexicano se negó a concretar las reformas
constitucionales en materia de Derechos y Cultura
Indígena, acordes a la Convención 169 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y
Tribales en Países Independientes y a los Acuerdos de San
Andrés Larráinzar, derivados de la negociación entre los
rebeldes y el gobierno federal mexicano, con la asistencia
de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) de la
Cámara de Diputados y de la Comisión Nacional de
Intermediación (Conai), encabezada por el obispo Samuel
Ruíz.
Teniendo como marco la negativa de los legisladores
panistas de asistir a la sesión de trabajo del 26 de marzo
de 2001 con el EZLN y el Congreso Nacional Indígena para
concretar la llamada “Ley Cocopa”, finalmente, ante las
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maniobras del presidente Vicente Fox y del entonces


senador Diego Fernández de Cevallos, entre otros, los
legisladores del PRI y el PAN aprobaron una reforma al
Artículo 2º. Constitucional no acorde al espíritu de los
Acuerdos de San Andrés. Entre otros puntos
fundamentales, negaron el reconocimiento a la
AUTONOMIA de las comunidades indígenas basada en sus
usos y costumbres, tal y como se establece en la
Convención 169 de la OIT, tratado ratificado por el Senado
mexicano el 5 de septiembre de 1990.

2.Pese al incumplimiento del Estado mexicano del


reconocimiento a la autonomía indígena, varias
comunidades autóctonas del país, haciendo uso de sus
derechos amparados por la Convención 169 de la OIT, se
han dado la AUTONOMIA DE FACTO de sus territorios,
como fue el caso de la comunidad indígena de San Juan
Copala.

3.El gobernador de Oaxaca, Ulises Ruíz, en lugar de


propiciar un clima de diálogo, ha promovido la violencia a
través de una serie de maniobras políticas y de fuerza por
conducto de su partido, el PRI, de organizaciones civiles y
de grupos paramilitares afines que actúan en la impunidad
para impedir el desarrollo y goce de los derechos
indígenas, civiles, políticos y sociales de comunidades
independientes o afiliadas a partidos y organizaciones
sindicales, campesinas y sociales opositoras a su régimen.
Con ello, el gobernador persigue la preservación del PRI en
el poder, aún a costa de violentar las leyes y los derechos
de la población.

4.Ulises Ruíz merecía juicio político por el Congreso de


Oaxaca y su separación del cargo tras los graves
acontecimientos de 2006 en la capital del estado, a raíz de
las protestas y plantón de maestros de la Sección 22 del
SNTE y de integrantes de la Asamblea Popular de los
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Pueblos de Oaxaca (APPO), que derivó en una violenta


confrontación entre autoridades y manifestantes. El
conflicto arrojó la muerte de 17 activistas (incluyendo la
del documentalista norteamericano independiente William
Bradley Roland, Brad Will) y decenas de heridos y
detenidos. Sin embargo, lejos de ser juzgado como
principal responsable de la violencia, los acuerdos e
intereses desde el poder impidieron cualquier acción legal
en su contra. El 13 de octubre de 2009, la Suprema Corte
de Justicia encontró a Ulises Ruíz responsable de la
violación a las garantías individuales durante el conflicto
que se vivió en la capital de Oaxaca de mayo de 2006 a
enero de 2007. Nuevamente, los intereses PRI-PAN-
Presidencia impidieron cualquier acción legal contra el
gobernador.

5.Las secuelas de la impunidad traen nuevamente la


violencia a Oaxaca. En esta ocasión, el 27 de abril pasado,
25 activistas y periodistas nacionales y extranjeros (de
Finlandia, Bélgica e Italia) integrantes de la “Caravana de
Observación por la Paz”, fueron emboscados con armas de
alto poder por encapuchados de la UBISORT afín al PRI,
cerca de la comunidad triqui de San Juan Copala. La acción
arrojó dos muertos: el ambientalista finlandés Jyri Jaakkola
y Beatriz Alberta Cariño, directora del Centro de Apoyo
Comunitario Trabajando Unidos (CACTUS), y seis heridos.
Durante más de dos días, dos periodistas del semanario
Contralínea, Erika Ramírez y Daniel Cilia (herido)
estuvieron desaparecidos escondiéndose de sus agresores.
Otros dos activistas lograron escapar antes. De manera
increíble, el gobierno de Oaxaca y la federación no
intervinieron durante el conflicto y en la búsqueda de los
desaparecidos tras el ataque, argumentando que los
policías son recibidos a tiros por los paramilitares,
deslindándose del ataque a la misión internacional, como si
no hubiera ley ni gobierno para someter a los agresores y
como si no hubiera libre tránsito en el país (“para qué
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fueron a esa zona de conflicto”, según el gobierno estatal).


“Sabemos qué organismos vienen politizados, sabemos de
financiamientos de organizaciones extranjeras donde
actúan políticamente, indebidamente (…). Deben ser
expulsados si no tienen los permisos y la justificación
federal”, dijo el gobierno de Ulises Ruíz en un comunicado
oficial, evadiendo su responsabilidad, erigiéndose como
autoridad migratoria y pasando por alto los intercambios y
compromisos de México con Finlandia y la Unión Europea,
incluso, en materia de derechos humanos.

6.Una vez desatado el conflicto en San Juan Copala, el


gobierno de Oaxaca nombró como interlocutor al
Secretario General de Gobierno, Evencio Nicolás Ramírez
(ex Procurador General de Justicia del Estado, ex
Ombudsman de Oaxaca y ex presidente de la Federación
Mexicana de Organismos Públicos de Protección y Defensa
de los Derechos Humanos de 2000 a 2001), que jamás
tuvo comunicación con las víctimas y con los directivos de
Contralínea. Como una broma de mal gusto y fuerte tufo
electoral, Ulises Ruíz responsabilizó a la coalición PAN-
PRD-PT-Convergencia y a su candidato a la gubernatura,
Gabino Cué, de ser los promotores del ataque armado.

7.En febrero de 2010, a promoción de la Representación


en México de la Oficina de la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Secretaría
de Gobernación y la CNDH accedieron a organizar un
Seminario con invitados internacionales y representantes
de las ONG, periodistas y organismos públicos de
protección, tendiente a crear en México un Mecanismo
Nacional de Protección a Periodistas y Defensores
Civiles, ante contingencias urgentes y amenazas graves a
éstos. A reserva de que no se ha creado tal Mecanismo,
por principio de cuentas, debieron funcionar canales
oficiales de protección expedita en el caso de San Juan
Copala. Sin embargo, los funcionarios de la Unidad Para la
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Promoción y Defensa de los Derechos Humanos de la


Segob y del Programa de Agravio a Periodistas y
Defensores Civiles de la CNDH estuvieron atenidos a la
voluntad política del gobierno (¿?) de Ulises Ruíz,
arriesgando la integridad y la vida de los periodistas y
activistas. El helicóptero del gobierno del Estado en el que
policías estatales, el padre de David Cilia y Miguel Badillo,
director de Contralínea, viajaron para encontrar a los dos
periodistas escondidos, originalmente era para vigilar a la
caravana y al propio Badillo.

8.Si los atacantes de la UBISORT a la misión internacional


fueron más de tres, con uniforme camuflageado, capuchas
y armas de alto poder exclusivas de las fuerzas armadas,
provocando dos muertos, seis heridos y cuatro
desaparecidos sólo en este ataque de muchos en que han
cobrado otras víctimas, ¿no es entonces un grupo ilegal
perteneciente a la “delincuencia organizada”, según la
legislación penal federal? ¿No se merecía la acción
inmediata del ejército o la marina (que nunca se
aparecieron a pesar de ser un incidente internacional, lo
cual es muy sugestivo), o sólo intervienen tratándose de
narcos? Ni una sola mención del gobierno de Felipe
Calderón al incidente. ¿El gobierno federal, una vez más,
encubre a Ulises Ruíz? Sólo pregunto.

*Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste,


A.C.
Mayo de 2010

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